APARATO PSÍQUICO
PRIMERA Y SEGUNDA TÓPICA
Docente: María Eugenia Varas Gómez
2023
APARATO PSÍQUICO
Concepto psicoanalítico.
Con esta expresión, Freud se refiere a la mente
humana; utiliza la palabra "aparato" para subrayar la
capacidad que tiene la mente para la transformación
de la energía psíquica, y la existencia de partes o
instancias que modulan y controlan los recorridos de
dicha energía.
La función del aparato psíquico consiste en
mantener a un nivel lo más bajo posible la energía
interna de un organismo, y su diferenciación en
subestructuras ayuda a concebir las transformaciones
de la energía (elaboración psíquica).
PRIMERA TÓPICA DEL APARATO
PSÍQUICO
Tópico viene del griego topos que significa “lugar”, no obstante, el médico y psicoanalista
no se refiere con su teoría a lugares físicos específicos sino más bien a instancias o partes de
nuestra psique.
Freud alude a los lugares en los que ocurren los diferentes procesos psíquicos y habla de
cómo la mente se organiza y se divide en distintos “espacios” interconectados entre sí, cada
uno con características y funciones específicas.
PRIMERA TÓPICA
En la primera tópica habla de tres niveles:
- Consciente
- Preconsciente
- Inconsciente
Para hablar sobre su teoría, Freud hacía alusión a un iceberg en el cual la punta saliente sobre el nivel del mar
representa la parte consciente, la franja ya sumergida pero más superficial se corresponde con el nivel
preconsciente y el resto del iceberg, es decir, la parte más profunda, es equivalente al inconsciente.
PRIMERA TÓPICA: CONSCIENTE
En el nivel consciente se encuentran todos los pensamientos, emociones y acciones directamente
relacionadas con la realidad: es el sistema más accesible para nosotros, mediante el cual nos
relacionamos con los estímulos externos o internos a través de los sentidos. Este sistema está
relacionado con la memoria a corto plazo y representa nuestra percepción en el momento presente,
tanto de nosotros como del entorno.
Sin embargo, la percepción es subjetiva y diferente para
cada persona, lo que explica que no solo percibimos a
través del sistema consciente, sino que el espacio
preconsciente e inconsciente también están
involucrados en este proceso y es por eso que a veces la
realidad puede verse distorsionada.
PRIMERA TÓPICA:
PRECONSCIENTE
El nivel preconsciente es el que se encuentra entre el inconsciente y el consciente. Representa a
todos los sentimientos, pensamientos, fantasías, etc. que no se encuentran en la consciencia pero
que fácilmente se pueden hacer presentes. Es el caso de recuerdos que teníamos olvidados, pero
de los que nos acordamos solo cuando alguien nos habla de ello o a lo que nos referimos cuando
utilizamos la expresión “lo tengo en la punta de la lengua”.
PRIMERA TÓPICA: INCONSCIENTE
El inconsciente es el nivel menos accesible de la consciencia. En él se encuentran todos los sentimientos,
vivencias, deseos, etc. que suponen un conflicto para nosotros y que están reprimidos. Esto es así debido a que la
intensidad y el contenido de los mismos está asociado a emociones displacenteras y sufrimiento y por tanto los
alejamos de la consciencia como mecanismo de defensa. A pesar de que lo que se encuentra en el inconsciente
no es fácilmente accesible y está oculto para nuestra consciencia, nos influye notablemente y se manifiesta en
forma de síntomas, sueños o actos fallidos, entre otros.
PRIMERA TÓPICA: CARACTERÍSTICAS
DE ESTOS ESPACIOS PSÍQUICOS
Tanto el nivel consciente como el preconsciente respetan las leyes lógicas y cronológicas de
la temporalidad. Esto significa que están ajustadas a la realidad y al momento presente. Sin
embargo, el inconsciente es atemporal por lo que se pueden confundir emociones de la
infancia en la edad adulta o se puede soñar que se está en pleno invierno y mezclarlo con
sensaciones o acciones puramente veraniegas.
Otra característica común entre los primeros dos niveles de conciencia es el principio de
realidad, por lo que estos sistemas nos permiten tanto adaptarnos a las circunstancias como
postergar nuestro deseo si este no se puede satisfacer en el momento. Por el contrario, el
inconsciente no tiene esta capacidad, sino que busca satisfacer su placer y deseo sin
capacidad de espera y control ya que en este caso predomina el principio de placer.
PRIMERA TÓPICA CARACTERÍSTICAS DE
ESTOS LUGARES O ESPACIOS PSÍQUICOS
Otra diferencia entre los sistemas que describe Freud se refiere a la lógica de realidad. Mientras que el
nivel consciente y preconsciente están prescritos a los códigos de lenguaje y los contenidos tienen
significado literal y no oculto, el inconsciente no sigue ningún orden lógico, es incoherente y caótico y
por tanto tiene significados que van más allá de lo evidente y conceptual.
El contenido de estos tres “espacios” es dinámico y por tanto se
mueve y va pasando por los diferentes niveles.
SEGUNDA TÓPICA: ELLO, YO Y SUPERYO
Ello, yo y superyó
Son conceptos fundamentales en la teoría del psicoanálisis con la
que Sigmund Freud reformula el funcionamiento del «aparato
psíquico». Sostuvo, en este aparato, que está dividido en tres
instancias: el ello, el yo y el superyó, que, sin embargo, comparten
funciones y no se encuentran separadas físicamente. A su vez, gran
parte de los contenidos y mecanismos psíquicos que operan en
cada una de estas entidades son inconscientes.
SEGUNDA TÓPICA: ELLO, YO Y
SUPERYO
Las tres instancias
Freud reconoce la satisfacción de las pulsiones como
“el genuino propósito vital del individuo”, el cual halla
un medio de expresión en el poder del Ello. La
conservación de la vida y la evasión de los peligros no
se cuentan, pues, entre las competencias de tal
instancia, sino que corresponden al Yo, encargado, por
lo mismo, de velar porque las satisfacciones a las que
presta consentimiento no expongan la seguridad del
individuo a un excesivo riesgo. Por su parte, el superyó
participa en la restricción de tales satisfacciones y en
eso radica su función más importante.
SEGUNDA TÓPICA: EL ELLO
El Ello
Su contenido es inconsciente y consiste fundamentalmente en
la expresión psíquica de las pulsiones y deseos. Está en
conflicto con el yo y el superyó. Freud denomina ello a la más
primitiva provincia del aparato anímico, cuyo contenido
concierne a lo heredado, lo innato o lo constitucional y atañe
en particular a las pulsiones. La condensación y el
desplazamiento demuestran que en el ello la energía psíquica
circula con mayor movilidad que en el yo y que lo que más
atarea a aquella instancia es su afán de proporcionar descarga a
las excitaciones que se produzcan en su interior.
EL ELLO
Para Freud, el ello constituye “el núcleo
de nuestro ser”. No tiene contacto directo
con el mundo exterior y nos sería
incognoscible si no fuera por la
mediación de otra instancia (el yo). Es en
su interior que operan las pulsiones,
conformadas por diferentes proporciones
de aquello que Freud considera las “dos
fuerzas primordiales”, a saber, Eros y
thanatos. La meta de tales pulsiones no es
otra que la de alcanzar la satisfacción.”
EL ELLO
Sin embargo, si se concediera a las pulsiones
del ello satisfacción sin prudencia, a menudo
sobrevendrían peligrosos conflictos con el
mundo exterior que amenazarían la
supervivencia del individuo. El Ello no se
preocupa por la seguridad de este: si bien
tiene la capacidad de desarrollar los
elementos de la sensación de angustia, no
puede apreciarlos (no los conceptualiza, no
precisa de lenguaje aún).
EL ELLO
Freud diferencia “los procesos que son posibles en los elementos psíquicos supuestos en el interior del ello y
entre estos (proceso primario)” y “aquellos que nos son consabidos por una percepción consciente dentro de
nuestra vida intelectual y de sentimientos”. Aunque el ello no comercie directamente con el mundo exterior, le
está reservado un mundo de percepción que le es propio por cuanto ha de tomar registro de las fluctuaciones que
acontecen en su interior (nivel de tensión pulsional) que alcanzan la conciencia en forma de sensaciones
placenteras o displacenteras.
Sensaciones
Proceso primario placenteras
ELLO Consciencia
Consabido por una
percepción Sensaciones
consciente displacenteras
EL ELLO
Cabe señalar, que esta instancia se rige por el principio de placer, mientras que las demás,
que tampoco son capaces de anularlo, se limitan a modificarlo.
EL SUPERYÓ
El Superyó es la instancia moral, enjuiciadora de la
actividad yoica. Para Freud, surge como resultado de la
resolución del complejo de Edipo y constituye la
internalización de las normas, reglas y prohibiciones
parentales.
El Superyó es la parte que contrarresta al ello,
representa los pensamientos morales y éticos recibidos
de la cultura. Consta de dos subsistemas: la «conciencia
moral» y el ideal del yo. La «conciencia moral» se
refiere a la capacidad para la autoevaluación, la crítica y
el reproche. El ideal del yo es una autoimagen ideal que
consta de conductas aprobadas y recompensadas.
SEGUNDA TÓPICA: EL YO
El Yo es la instancia psíquica actuante que
aparece como mediadora entre las otras dos.
Intenta conciliar las exigencias normativas y
punitivas del superyó así como las demandas
de la realidad con los intereses del ello por
satisfacer deseos inconscientes. Está a cargo
de desarrollar mecanismos que permitan la
obtención del mayor placer posible, pero
dentro de los límites que la realidad imponga.
La defensa es una de sus competencias y gran
parte de su contenido es inconsciente.
EL YO
El Yo gobernaría los movimientos voluntarios y se
ocuparía de cuidar la autoconservación del individuo
mediante la evitación, el dominio y la cancelación de
los estímulos procedentes del exterior, así como también
a través del sometimiento de los reclamos pulsionales
provenientes del ello, respecto de los cuales deberá
determinar si ha de satisfacerlos —y, en caso de ser así,
en qué condiciones— o extinguirlos.
EL YO
La tendencia del yo a eludir el displacer
conlleva que, la previsión de un aumento del
mismo, acarree el desprendimiento de una
señal de angustia, denominándose “peligro” a
la circunstancia en la que esta tiene lugar,
trátese de una amenaza interna —es decir,
pulsional— o externa.
Durante el sueño, el yo resignaría su vínculo
con el mundo exterior y habría en el “una
particular distribución de la energía anímica”,
a nivel interno.
EL YO
Mientras que al ello no le preocupa más que la
obtención de placer, al yo corresponde tomar en
consideración la seguridad, dado que se ocupa de la
tarea de la, autoconservación. Se sirve de los
desprendimientos de angustia como medio para
percatarse de los peligros que lo asedian. La
asociación de las huellas mnémicas con restos del
lenguaje posibilita que estas se tornen conscientes y
así conceptualizar la demanda pulsional.
El Yo debe, entonces, afianzarse frente a dos
amenazas: por un lado, un mundo exterior que podría
acabar con él y, por el otro, un mundo interior muy
demandante.
ESTADOS PATOLÓGICOS
El yo, vasallo de la realidad objetiva, del ello y del
superyó, ha de rendir tributo a sus tres señores y
simultáneamente conservar su autonomía y su
organización. Los estados patológicos podrían explicarse
mediante el expediente de que en tales casos el yo quedaría
parcial o totalmente debilitado e incapacitado para asumir
sus obligaciones.
El ello y el superyó suelen aliarse en perjuicio de su
súbdito, que, para evitar desorganizarse, debe intentar no
desasirse del mundo exterior, vínculo este último que
puede aparecer afectado o incluso suprimido cuando
aquellos dos cobran demasiada fuerza. El sueño,
temporario estado de carácter psicótico, subsume al yo en
las incoherencias de la realidad interior en el momento en
el que este concede resignar sus lazos con el exterior.
PREGUNTAS ¿?