SOLIDARIDAD

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Instituto Sergio Bernales García

NOMBRE : HINOSTROZA HUAMANI ROSMERI


DOCENTE: CONTRERAS NANCY
TEMA: SOLIDARIDAD
INTRODUCCION
La solidaridad es uno de los valores humanos por excelencia, trasciende
todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, y es
más que nada un acto social, una acción que le permite al ser humano
mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social.
Debido a lo anterior es que resulta fundamental fomentar y desarrollar
la solidaridad en todas sus aristas, ya que no sólo será necesario llevar
a cabo las acciones de las que se requerirá en momentos de guerra o
desastres naturales, sino que será fundamental aplicarla cuando alguno
de nuestros seres queridos, ya sean amigos o familiares, tengan algún
problema en el que nuestra ayuda o compañía sean un aporte para
mejorar en cierto modo la situación.
Es importante comenzar a fomentarla desde la infancia, con pequeñas
cosas, desde el amor y respeto por la naturaleza, hasta la ayuda
incondicional al que necesita algo con suma urgencia o hacia los más
desposeídos.
CONCEPTO
 En sociología, solidaridad se refiere al sentimiento y la actitud de
unidad basada en metas o intereses comunes; es un término que
se refiere a ayudar sin recibir nada a cambio con la aplicación de
lo que se considera bueno y sin fines de lucro.1​Así mismo, se
refiere a los lazos sociales que unen a los miembros de una
sociedad entre sí. Algunos sociólogos introdujeron definiciones
específicas de este término. Entre ellos, uno de los más famosos
fue Émile Durkheim.
 Lo que constituye la base de la solidaridad y cómo se pone en
práctica varía según las sociedades. En las sociedades del Sur
Global puede basarse principalmente en el parentesco y los
valores compartidos, mientras que las sociedades del Norte
Global acumulan diversas teorías sobre lo que contribuye al
La solidaridad es también uno de los seis principios de la Carta de los Derechos
Fundamentales de la Unión Europea y el 20 de diciembre de cada año se celebra el Día
Internacional de la Solidaridad Humana reconocido como observancia internacional. Los
conceptos de solidaridad se mencionan en la Declaración Universal sobre Bioética y
Derechos Humanos,​pero no se definen con claridad. ​A medida que aumentan la
investigación y la producción de biotecnología y mejoras biomédicas, es importante la
necesidad de definir claramente la solidaridad dentro de los marcos de los sistemas
sanitarios. No se menciona en el Convenio Europeo de Derechos Humanos ni en la
Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, por lo que tiene un
significado jurídico menor en comparación con los derechos básicos.

 Bandera de Bélgica con palabras de solidaridad por los Atentados de Bruselas de 2016.
Tipos de solidaridad según Durkheim
Tipos de solidaridad según Durkheim
Lasolidaridad
La solidaridad esaspecto
es el el aspecto
socialsocial
que seque se entiende
entiende como la como la capacidad
capacidad de entregarse
de entregarse a a otros individuos
otros individuos
pensando pensando
en estos comoensemejantes;
estos como semejantes; es decir,
es decir, poder poder compartir
compartir un alimentos, sentimientos, etcétera,
un hogar,
hogar, alimentos, sentimientos, etcétera, con otro ser vivo sin pensar en su situación
con otro ser vivo sin pensar en su situación económica, tomando en cuenta también que los bienes no son
económica, tomando en cuenta también que los bienes no son solo lo material.
solo lo material.

 Solidaridad mecánica
También denominada solidaridad por similitud, se da con mucha más frecuencia y presencia en los países
poco desarrollados o en las sociedades primitivas, ya que ésta se caracteriza por una total competencia de
cada individuo en la mayoría de los trabajos, dándose tan sólo una mínima diferenciación a razón de edad,
género y especie.
 Solidaridad orgánica
También denominada solidaridad por consenso. Durkheim afirma que la fuerte especialización, capacidad o
habilidad de cada individuo origina una gran interdependencia, base de la cohesión y solidaridad grupal, de
las personas con su sociedad. A esta clase la llama solidaridad orgánica. Así, cada miembro posee una parte
de los conocimientos generales y sus recursos, por lo que todos dependen de todos. Este tipo de solidaridad
se suele presentar en las sociedades desarrolladas. Encontramos en esta concepción la parte negativa en la
En la Bioética
La solidaridad es un concepto reemergente en la filosofía contemporánea dentro de varios subcampos
del derecho, la ética y la filosofía política. Los primeros filósofos antiguos como Sócrates y Aristóteles
discuten la solidaridad como un marco de ética de la virtud porque para vivir una buena vida uno
debe realizar acciones y comportarse de forma solidaria con la comunidad.
Un enfoque notable en bioética es identificar la solidaridad principalmente como una práctica de tres
niveles promulgada a nivel interpersonal, comunitario y contractual y legal. Este enfoque está
impulsado por la búsqueda de diferenciar entre las diversas aplicaciones del concepto y aclarar su
significado, tanto históricamente como en términos de su potencial como concepto fructífero para las
cuestiones morales, sociales y políticas contemporáneas. La práctica moderna de la bioética está
significativamente influenciada por el concepto de Kant del Imperativo categórico. El artículo del
pastor y filósofo Fritz Jahr "Bioética: Una revisión de las relaciones éticas del ser humano con los
animales y las plantas" refina el discurso original de Kant sobre el imperativo categórico incluyendo la
noción de Imperativo Bioético.
Immanuel Kant fue un filósofo prusiano de la Ilustración.​Fue el primero y más
importante representante del criticismo y precursor del idealismo alemán. Es
considerado como uno de los pensadores más influyentes de la Europa moderna
y de la filosofía universal. Además, es uno de los últimos pensadores de la
modernidad, anterior a la filosofía contemporánea, cuyo origen suele situarse en
1831 tras la muerte de Hegel.
El imperativo categórico es un concepto central en la ética kantiana y de toda la
ética deontológica moderna posterior. Pretende ser un mandamiento autónomo
(no dependiente de ninguna religión ni ideología) y autosuficiente, capaz de regir
el comportamiento humano en todas sus manifestaciones. Kant empleó por
primera vez el término en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres
(1785).

Enseñanza social católica


La solidaridad es un elemento integral de la enseñanza social católica. Según el Papa
Francisco:
Nadie puede permanecer insensible a las desigualdades que persisten en el mundo...
el pueblo brasileño, particularmente los más humildes entre ustedes, pueden
ofrecer al mundo una valiosa lección de solidaridad, una palabra que con demasiada
frecuencia se olvida o se silencia por incómoda... Quisiera hacer un llamamiento a
quienes disponen de mayores recursos, a los poderes públicos y a todas las personas
de buena voluntad que trabajan por la justicia social: no se cansen de trabajar por
un mundo más justo, más solidario
La enseñanza de la Iglesia sobre la solidaridad se explica en el Compendio de la
Doctrina Social de la Iglesia, y se resume brevemente en el Catecismo de la Iglesia
Católica:
• 1939. El principio de solidaridad, articulado también en términos de
"amistad" o "caridad social", es una exigencia directa de la fraternidad humana y
cristiana
• 1940. La solidaridad se manifiesta en primer lugar por la distribución de
• 1941. Los problemas socioeconómicos sólo pueden resolverse con la ayuda de todas las
formas de solidaridad: solidaridad de los pobres entre sí, entre ricos y pobres, de los trabajadores
entre sí, entre empresarios y empleados en una empresa, solidaridad entre naciones y pueblos. La
solidaridad internacional es una exigencia del orden moral; la paz mundial depende en parte de esto
• 1942. La virtud de la solidaridad va más allá de los bienes materiales. Al difundir los bienes
espirituales de la fe, la Iglesia ha promovido, ya menudo abierto nuevos caminos, también para el
desarrollo de los bienes temporales. Y así a lo largo de los siglos se ha verificado el dicho del Señor:
"Buscad primero su reino y su justicia, y todas estas cosas serán también vuestras".

La idea de solidaridad en la ética de la salud pública


Tradicionalmente, la solidaridad ha pasado inadvertida en ética de la salud pública.
Sin embargo, algunos autores están reivindicando actualmente la necesidad de tener
en cuenta a la solidaridad como un principio rector. Dawson y Jennings son unos de
esos autores, pero su concepción de la solidaridad presenta al menos tres
contradicciones: en ella, se confunde lo descriptivo con lo normativo, el papel
motivacional con el papel justificador de una acción, y el lugar que la solidaridad
debe ocupar en una teoría de la justicia en salud. Hace falta resolver estas
contradicciones para conceptualizar adecuadamente la idea de solidaridad en la
ética de la salud pública si queremos que tenga un rol relevante y deje de ser un
valor meramente testimonial.
Hasta hace poco tiempo, en el mundo de la salud pública y en ética de la salud
pública la idea de solidaridad pasaba prácticamente inadvertida. Ni en los principios
rectores de la salud pública como disciplina académica, ni en los conflictos éticos
que su ejercicio producía, se incluía a la solidaridad.
Sin embargo, algunos autores están reivindicando actualmente la necesidad de tener en cuenta a la solidaridad
como un principio rector. son unos de esos autores, pero su concepción de la solidaridad presenta al menos tres
contradicciones: en ella, se confunde lo descriptivo con lo normativo, el papel motivacional con el papel
justificador de una acción, y el lugar que la solidaridad debe ocupar en una teoría de la justicia en salud. Hace
falta resolver estas contradicciones para conceptualizar adecuadamente la idea de solidaridad en la ética de la
salud pública si queremos que tenga un rol relevante y deje de ser un valor meramente testimonial.
En el presente artículo, en primer lugar, explico las limitaciones de una bioética excesivamente autonomista y la
necesidad de incorporar el principio de solidaridad en las discusiones bioéticas en salud pública. Y
seguidamente, tras describir la concepción de la solidaridad en Dawson y Jennings, analizo las tres
contradicciones referidas, concluyendo con la necesidad de resolverlas si queremos que la solidaridad tenga un
significado inequívoco en la ética de la salud pública.
La ética de la salud pública ha estado presidida tradicionalmente por tres grandes principios:
1) el de beneficencia, que consiste en provocar el mayor bien (en salud) a la comunidad (por ejemplo, evitando
epidemias o atendiendo sanitariamente a los más desfavorecidos);
2) el de ausencia de maleficencia, que consiste en impedir que las políticas y las acciones de salud pública
dañen a los individuos; y
3) el de autonomía, que tiene por objetivo que los individuos afectados por las políticas y acciones de salud
pública den su consentimiento y que, en cualquier caso, se minimice la restricción de las libertades
individuales. Estos principios éticos han servido para regir las medidas de salud pública habituales como la
obligación de respetar las cuarentenas o la conveniencia de seguir los planes de vacunación de las
poblaciones.
Sin embargo, en los últimos años, se ha visto que, con este esquema ético resulta muy difícil abordar
algunos problemas y conflictos éticos que aparecen como resultado de determinadas acciones de
salud pública, sobre todo en cuanto a su justificación. Me refiero a las acciones que exigen que los
individuos actúen en beneficio de la salud del conjunto de la población sin que la ventaja individual
sea evidente. Por ejemplo, si la inmensa mayoría de los niños de una comunidad están vacunados
contra ciertas enfermedades contagiosas, eso beneficia a todos los niños de esa comunidad, los
vacunados y la minoría de los que, por diversas razones, incluida la objeción de los padres, no se
vacunan. Si se controla con sanciones y prohibiciones la calidad del aire, el agua y la comida que se
sirve en los bares y restaurantes, las personas con una salud precaria, con tendencia a ciertas
enfermedades como el asma, la diabetes o la obesidad mórbida, mejoran ostensiblemente su salud.
No es que el resto de individuos no se beneficien de esas medidas coercitivas indiscriminadas, pero en
su caso la relación coste-beneficio no es tan evidente como en aquellos que tienen mayor
probabilidad de padecer esas enfermedades. Un buen sistema sanitario público, por poner otro
ejemplo, mejora la salud del conjunto de la población, pero no está claro que los más ricos obtengan
una buena relación coste-beneficio de la obligatoriedad de contribuir a su financiación con impuestos
progresivos, ya que ellos podrían costearse un sistema sanitario privado de igual calidad a un coste
menor. Por otra parte, una distribución más igualitaria de los determinantes sociales de la salud que
implica, entre otras cosas, una reducción de privilegios sociales y económicos para los más ricos,
lograría que las desigualdades en salud de la población disminuyesen, lo que beneficiaría sobre todo a
los más pobres.
Para justificar todas esas medidas de salud pública que aumentan la salud global de la población y
que contribuyen a disminuir las desigualdades en salud, se necesita la idea de solidaridad. Los
principios éticos tradicionales de la salud pública (la beneficencia, la ausencia de maleficencia y
la autonomía) no nos prescriben que debamos llevar a cabo ciertas medidas de salud pública
solidarias, ni dan cuenta de los conflictos éticos entre esos mismos principios y la solidaridad. Las
políticas de los ejemplos referidos solo se pueden justificar en nombre de la justicia o la
solidaridad, puesto que los costes de la salud pública se tienen que sufragar entre todos los
miembros de la comunidad con independencia del beneficio individual.
A diferencia de lo que ocurre con la solidaridad, la justicia sí aparece como un principio ético de
la salud pública en algunos autores, casi siempre unida al significado de equidad, es decir, al
deber de tratar sin discriminaciones arbitrarias a todos los individuos igualmente afectados por las
políticas de salud pública (Lee, 2012), salvo algunas excepciones, que van más allá e identifican la
justicia en salud con la justicia social y la obligación de reducir las inequidades en salud
(Kass,2001; Powers y Faden, 2006). Sin embargo, incluso autores como Powers y Faden, que
analizan con detalle la justicia social como fundamento de la salud pública, sorprendentemente
no mencionan a la solidaridad.
En cualquier caso, la justicia no incluye necesariamente a la solidaridad ni esta a la justicia, incluso
ambas pueden entrar en conflicto. Por ejemplo, la donación de órganos es un acto solidario, pero su
obligatoriedad puede resultar injusta. Por otro lado, en un contexto de recursos sanitarios limitados, la
asistencia sanitaria solidaria a un enfermo que ha expuesto libremente enfermedad puede aparecer como
injusta a ojos de los enfermos que no han podido evitar la exposición y que dejan de tener acceso a esos
recursos.
Ahora bien, algo se está moviendo a favor de la solidaridad como uno de los valores y principios
importantes de la ética de la salud pública. Algunos textos recientes así lo atestiguan. Entre ellos, cabe
mencionar el libro colectivo editado en 2001 por Rud ter Meulen dedicado a resaltar la importancia de la
solidaridad en el mantenimiento de los sistemas sanitarios europeos (ter Meulen, Arts y Muffels, 2001), el
informe del año 2011 del prestigioso Nuffield Council of Bioethics sobre el concepto de solidaridad en
salud pública (Prainsack y Buyx, 2011), un número especial de la revista Bioethics editado en 2012 y otro
de la revista Diametros publicado en 2015, una serie de artículos escritos por reputados autores de la
bioética actual intentando reivindicar la solidaridad en el ámbito de la salud pública (Dawson y Jennings,
2013; Jennings y Dawson, 2015; Dawson y Verweij, 2015) y un texto recopilatorio de diversos enfoques
sobre la solidaridad en salud pública editado por el Institute National de Santé Publique de Québec
(Bellefleur y Keeling, 2015).
Todos esos textos aciertan a reivindicar la idea de solidaridad en la salud pública. Aun así, de ellos quiero
destacar uno, publicado por Dawson y Jennings en 2013, por el gran impacto que ha tenido en el mundo
académico, por el esfuerzo elogiable de intentar definir la solidaridad y su papel en el campo de la ética
de la salud pública, y porque sintetiza con claridad una visión de la solidaridad que también se encuentra
en algunos de los textos citados y que considero errónea. En lo que sigue, voy a exponer la concepción de
la solidaridad que presentan ambos autores y algunas de las incoherencias y contradicciones que encierra.
. DAWSON, JENNINGS Y LA SOLIDARIDAD
Dawson y Jennings definen a la solidaridad como un compromiso colectivo para sufragar los costes de la salud
pública. Concretamente, adoptan la definición correspondiente al segundo nivel de la solidaridad tal como lo
exponen Prainsack y Buyx (2001), que consiste en "manifestaciones de un compromiso colectivo para asumir los
costes de ayudar a otros con quienes se comparte una situación o causa común" (Dawson y Jennings, Prainsack y
Buyx, p. Dawson y Jennings rechazan explícitamente los niveles uno y dos de la solidaridad que exponen
Prainsack y Buyx como identificativos de la verdadera solidaridad. El nivel uno equipara la solidaridad a la
disposición moral o buena voluntad de asumir los costes de ayudar a otros, y para Prainsack y Buyx representa
la base de los otros niveles, es decir, el fundamento moral de la solidaridad. Sin embargo, Dawson y Jennings
piensan ―como yo― que esa disposición moral se explica mejor con la idea de beneficencia o incluso de
altruismo, sin necesidad de nombrar a la solidaridad. El tercer nivel de la solidaridad para Prainsack y Buyx
―que Dawson y Jennings también rechazan como identificativo de la solidaridad― es la institucionalización del
compromiso colectivo con la solidaridad a través de normas y contratos (leyes y políticas). Para Prainsack y
Buyx, el Estado del bienestar sería un ejemplo de solidaridad del tercer nivel siempre que se den los niveles uno
y dos, es decir, siempre que los individuos muestren una disposición moral a la ayuda desinteresada a los demás
(nivel uno) y que esa buena voluntad se traduzca en la identificación personal con un compromiso colectivo
(nivel dos) que, finalmente, permita organizar (nivel tres) el Estado del bienestar. Obsérvese que, para ambas
autoras, sin esa buena voluntad inicial no se puede afirmar que haya solidaridad. En el fondo de esta idea, se
considera que la solidaridad y cualquier forma de coerción pública son incompatibles. Si existe el Estado del
bienestar es porque los individuos tienen una disposición moral a ser solidarios o porque, de no existir la
solidaridad, existe entonces alguna forma de coerción que se debe justificar con otras razones ―ajenas a la
solidaridad― como la justicia o la equidad. En cualquier caso, la solidaridad no es vista como una parte
necesaria de la justicia social (con sus deberes y obligaciones sociales y políticas). Dawson y Jennings también
están de acuerdo en desvincular la solidaridad de cualquier forma de justicia, como pronto veremos, pero
además, a diferencia de las autoras citadas, sostienen que también hay que desvincularla de cualquier forma de
. No creen que la institucionalización de la solidaridad sea parte de sus exigencias como principio ético. Para
ellos, lo que identifica a la solidaridad es fundamentalmente la disposición moral (probablemente ontológica) a
un compromiso colectivo, no su realización social.
Para todos esos autores, especialmente para Dawson y Jennings, la solidaridad es la identificación personal con
un compromiso colectivo para asumir los costes (financieros, sociales, emocionales o de otro tipo) de ayudar a
los otros. Y añaden, y esto es muy importante a destacar, que dicho compromiso es constitutivo, sentimental y
motivacional. Que es un compromiso constitutivo significa que "la solidaridad no puede imponer obligaciones
directas" (p. 76) ―¡ni siquiera obligaciones morales!―. La solidaridad, para Dawson y Jennings, no responde a la
idea tradicional de la ética de tener un deber moral. Si un individuo realiza una promesa, tiene el deber moral
de cumplirla; si es padre o madre, tiene el deber moral de cuidar a sus hijos hasta que son mayores. La
solidaridad no consistiría en tener deberes morales de ese tipo. Por ejemplo, la solidaridad no implicaría el
deber de ayudar a quien lo necesita o, en el caso de la salud, el deber de asegurar asistencia sanitaria a quien
no se la puede procurar a sí mismo, sino en "ver y aceptar la naturaleza esencialmente social de la ética"
(ídem). Así entendida, la solidaridad es un valor que no puede entrar nunca en conflicto con otros valores, por
ejemplo dando prioridad al bienestar sobre la libertad, sino que es, por decirlo de algún modo, la fuente de
todos los valores o, como lo expresan Dawson y Jennings, "la base esencial de la posibilidad de una decisión
ética, "la respuesta a la pregunta de por qué ser moral y qué significa ser moral", el reconocimiento de que "la
solidaridad surge de la naturaleza como criaturas biológicas y sociales que somos. Es un concepto constitutivo,
no voluntarista. Hay que percatarse de una primera contradicción en ambos autores: la solidaridad es un
concepto constitutivo, no voluntarista que, sin embargo, "sugerimos cómo se debe relacionar con otros valores
relevantes." Los autores tratan a la solidaridad como si fuese un hecho y, al mismo tiempo, un valor. En seguida
vuelvo sobre este controvertido asunto. Antes, quiero destacar otras dos características de la concepción de la
solidaridad que proponen ambos autores.
Para Dawson y Jennings, la solidaridad es también un sentimiento, "el reconocimiento afectivo de
las interdependencias humanas" , incluidas las interdependencias entre los estados de salud de los
individuos. Es cierto, señalan los autores, que la solidaridad no es únicamente un sentimiento de
compasión o de mera simpatía hacia las personas enfermas, sino el reconocimiento a la vez
cognitivo y afectivo de que los individuos estamos necesariamente conectados. Por ejemplo, la
interconexión humana no se reduce a que unos individuos pueden contagiar enfermedades a otros.
La salud de los individuos está conectada con la salud de otros "de una forma mucho más rica". Los
determinantes sociales de la salud son un buen ejemplo de ello. El reconocimiento de la
interconexión entre la salud de unos y otros actúa ―y esta es una tercera característica que quería
resaltar― como una motivación para preocuparse por los demás y asumir costes colectivos. La
solidaridad "proporciona la motivación razonable para la conducta ética" (ídem). En resumen, para
ambos autores la solidaridad implica un sentimiento, una motivación y un compromiso constitutivo
de la moralidad que no impone ningún tipo de obligación moral o política.
Pues bien, la concepción de la solidaridad que proponen Dawson y Jennings da lugar a tres
contradicciones que en seguida paso a analizar. La primera consiste en confundir el carácter
normativo de la solidaridad con su carácter descriptivo. La segunda contradicción surge de mezclar
la idea de solidaridad como motivación con la idea de solidaridad como justificación. La tercera
contradicción aparece al utilizar la idea de solidaridad para resolver problemas de injusticias en
salud pública cuando, en realidad, se niega que la solidaridad sea una parte de la justicia.
Solidaridad
Es la ayuda que prestamos cuando otra persona lo necesita. Cuando hablamos de
solidaridad es uno de los valores trascendentales para el género humano, pues con
este valor se alcanzado lo más alto grados de civilización y desarrollo tecnológico a lo
largo de nuestra historia. La solidaridad tiene un poder tan grande, que cuando lo
ponemos en práctica nos sentimos bien, al colaborar al brindar ayuda para que
termine una tarea en especial. “Llevadera es la labor cuando muchos comparten la
fatiga” según (Homero)
la solidaridad en la enfermería
La solidaridad en la enfermería es apoyar a quien Lo necesita, es uno de los
elementos muy importante para fomentar la labor que desempeñan todos los
enfermeros del mundo. Los enfermeros cada vez está más consiente de la importancia
de su trabajo, ya que los pacientes llegan nerviosos o temerosos, al interactuar,
tranquilizándolos ayuda mucho al paciente, facilitando la labor del enfermero.
Para ser enfermero hay que tener vocación, ya que con el medico es un apoyo
importante para ofrecer la atención debida a cada paciente. Los enfermeros son los
que están más involucrados con pacientes y en situaciones extremas, estos poco a
poco van descubriendo la distinta variedad de capacidad, dones y virtudes que,
tienen para dar a los pacientes, la fragilidad social y económica hacen que aplique el
valor de la solidaridad.
Falta de valor en La practica

Según (Nightingale, 1859), la Enfermera tiene la responsabilidad de cuidar la salud de las personas y de
poner a las personas en la mejor forma posible para que la naturaleza pueda actuar sobre ella. Por lo tanto
Los valores éticos y morales constituyen un elemento de protección de los derechos del individuo.
La falta de este valor durante la práctica los pacientes se dan cuenta a la pobre repuesta de sus
necesidades, a esto le agregamos la falta de interés del personal de la salud y de la negligencia del cuidado
que este les debe dar inclusive, la carencia de control y supervisión. Esto encierra a un enfermero que
carece de este valor, y convierte su cuidado en segunda clase.
Los cuidados que les tienen a los pacientes no son oportunos ya que sus explicaciones que no son claras,
ponen a los pacientes en un dilema de rechazar o aceptar a diario las excusas que se recibe por la falta de
atención, el cuidado y el trato que le dan al paciente hace ver que el enfermero lo vea más como un objeto
que hay que hacerle algo y dejan aun la lado la interacción como algo no tan importante según (Index
Enferm vol.19 no.4 Granada oct./dic. 2010) Los pacientes se dan cuenta la falta solidaridad que muchos
enfermeros tienen hacia ellos, porque creen con solo interactuar con ellos, en algunas ocasiones los hace
menos, o simplemente no tienen la vocación, ya que escogieron esta profesión porque no tenían otra
opción.
En conclusión podemos decir que los enfermeros, debe entender y tener más dedicación en el cuidado, que
este sea afectuoso, abnegado deben mostrar interés en el cuidado de cada uno de los pacientes, el cuidado
de la enfermería debe ser personalizada, teniendo encuenta la interacción y la comunicación, donde el
enfermero debe relacionarse de manera profesional respetando al paciente para que este se sienta cómodo
y bien tratado en una casa de salud.
CONCLUSIÓN
La solidaridad es un concepto rico y complejo, cargado de una historia social, ética y política que no se debe
olvidar a la hora de conceptualizarlo y darle un significado. Dawson y Jennings aciertan a reivindicar la idea de
solidaridad en el ámbito de la salud pública, dominado hasta ahora por valores y principios excesivamente
individualistas y centrados en la defensa de la beneficencia y la libertad individual. La solidaridad es un valor
social por excelencia que nos recuerda que la salud pública es un asunto comunitario antes que individualista y
que a menudo aparecen conflictos entre las necesidades y los intereses de los individuos y los de las
comunidades. Sin duda, la solidaridad ayuda a entender adecuadamente la naturaleza de esos conflictos y a
lidiar mejor con ellos. Su misión es contribuir a que la salud de la comunidad en su conjunto y, especialmente,
la de los individuos más vulnerables, no empeore debido a la protección a ultranza de los intereses y la voluntad
de los individuos más fuertes desde el punto de vista social, político, económico y de salud.

Para ello, conviene definir muy bien la idea de solidaridad y evitar al menos las tres contradicciones que Dawson
y Jennings no consiguen eludir: 1) la confusión entre los elementos descriptivos y normativos de la solidaridad,
2) la mezcla entre el elemento motivacional y el elemento justificador de la solidaridad, y 3) la desvinculación
del principio de solidaridad respecto de la idea de justicia al mismo tiempo que se usa la idea de solidaridad
para afrontar los retos de las injusticias en salud. Hay que clarificar qué función tiene la solidaridad en una
teoría de la justicia en salud y cuáles son sus límites (que los debe haber) en cada caso. Sin embargo, la
desconexión de la solidaridad respecto de las exigencias de la justicia que proponen Dawson y Jennings y otros
autores actuales del ámbito anglosajón de la bioética es un camino equivocado en la lucha contra las
inequidades en salud.

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