Cristología 3

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CRISTOLOGÍA

LA RESURRECCION DE JESUS

Si no resucitó Jesucristo, vana es nuestra


predicación, vana también vuestra FE. (1
Cor 15, 14)
LA RESURRECCION DE JESUS
1.- MT 28,1-15

2.-LC 24,13-35

3.-JN 20,11-18

4.-MC 16, 1-8


1 COR 15, 3-5
Os he transmitido lo que a mi vez yo he recibido: que Cristo murió
(apéthanen) por nuestros pecados según las Escrituras. (3)

Fue sepultado (etâphé)


Y ha Resucitado (egégertai) al tercer día según las Escrituras. (4)

Y se apareció (ophthé) a Cefas y a los Doce. (5)

Después se apareció a mas de quinientos hermanos a la vez. (6)

Después se apareció a Santiago y a todos los apóstoles. (7)

Por último, como a un aborto, se me apareció también a mí. (8)


Vamos a hablar un poco de los testimonios literarios
de la resurrección de Jesús y cómo los podemos
entender, para hacer al final una primera
aproximación a lo que significa la frase «Jesús ha
resucitado», que es el centro de nuestra fe.
Es cristiano quien confiesa que Jesús ha resucitado.
Y no es cristiano quien no lo confiesa. Como se ve,
esta frase es tan importante que delimita el ser
cristiano o el no serlo.
Nosotros tenemos en el Nuevo Testamento cuatro
tipos de testimonios concretos de la resurrección de
Jesús. Esos cuatro tipos de testimonios son los
siguientes:

1) Confesiones de fe;
2) Himnos cristológicos primitivos;
3) Relatos sobre la tumba vacía;
4) Relatos de apariciones.
1.- CONFESIONES DE FE

Las confesiones de fe son frases breves que testimonian la resurrección


de Jesús. Eran repetidas y enseñadas y servían para expresar el
sentimiento y la convicción de la primitiva comunidad de que el Señor,
tras la muerte, vive.
Son los más primitivos testimonios literarios de la resurrección de Jesús.
Las más antiguas están en Rom 10,9 o en 1 Cor 15,3-5. En la Primera
Carta a los Corintios (15,5) se nos han transmitido por escrito uno de los
primeros testimonios que conservamos de la resurrección de Jesús:
«porque os transmití en primer lugar lo que a mi vez recibí. Que Cristo
murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado y
resucitó al tercer día según las Escrituras, que se apareció a Cefas y
luego a los doce». O bien la frase de Rom 10,9: «Jesús es el Señor».
También la frase que encontramos en Lc 24,34: «El Señor ha resucitado
y se ha aparecido a Simón».
2.- HIMNOS

Los escritos del Nuevo Testamento recogen también algunos himnos


cristológicos primitivos.
Así, los de las cartas a los Colosenses (1,15-20) o a los Filipenses (2,6-
11). Son himnos donde se resume de alguna manera todo lo que
significa el misterio de Cristo, todo lo que significa su muerte y
resurrección.

Estos himnos son composiciones poéticas que la Iglesia primitiva usaba


en las celebraciones de la Eucaristía y otras liturgias y que, con la
concisión de un poema, expresan todo el misterio de Jesucristo, lo que
es la obra, la vida, el ser de Jesús. Con frecuencia están influidos por
especulaciones de tipo filosófico o sapiencial y por otras diversas
tradiciones judías.
3.- RELATOS SOBRE LA TUMBA VACÍA

Todo lo relativo a la tumba vacía que tenemos en los evangelios es


dudoso desde un punto de vista histórico. Cuando decimos «dudoso»,
queremos decir que es dudoso y discutido, es decir, que hay críticos y
teólogos que mantienen que la tumba vacía se dio y fue un signo de la
resurrección del Señor, y hay exegetas que mantienen que la tumba
vacía no se dio, sino que es una mera leyenda sacra, una forma literaria
para expresar el anuncio de la resurrección del Señor.
3.- RELATOS SOBRE LA TUMBA VACÍA

Lo importante es que, se diera o no se diera, la tumba vacía es


innecesaria e insuficiente para la resurrección de Jesús. «Innecesaria»
quiere decir que Jesús puede resucitar sin que el cuerpo tenga nada que
ver en la resurrección. El cuerpo, en cuanto ese conjunto de átomos de
hidrógeno, de carbono, de oxígeno, etc., es innecesario para la
resurrección. En la vida de Dios no hay oxígeno ni carbono. Lo físico del
cuerpo no necesariamente tiene que ver en la resurrección de Jesús. Lo
cual no quiere decir que no sea necesaria en la resurrección de Jesús,
como también en la nuestra, la incorporación en la vida de Dios de
nuestra dimensión corporal. Pero entonces, como dice Pablo, nuestro
cuerpo será un cuerpo espiritual (1 Cor 15,44).
3.- RELATOS SOBRE LA TUMBA VACÍA

El hecho histórico de la tumba vacía no sólo es innecesario, sino que es


además insuficiente, como los mismos evangelios dan a entender. Ante
la tumba vacía se pueden dar otras interpretaciones. Y lo lógico es
pensar en algunas de ellas antes de pensar en la resurrección.
La tumba vacía es tan innecesaria y tan insuficiente como la Sábana
Santa. La Sábana Santa es innecesaria para demostrar la resurrección, y
además es insuficiente. Cuando algunos tratan de demostrar la
resurrección de Jesús a partir de la Sábana Santa, se equivocan, porque,
si demuestran la resurrección, han demostrado otra cosa distinta de la
resurrección. Porque la resurrección es la entrada de Jesús en la vida de
Dios, y la entrada de Jesús en la vida de Dios no es demostrable. No se
puede demostrar ni por fotografía ni por rayos de ningún tipo, porque,
evidentemente, Dios no produce radiaciones. Por tanto, cuando se
quiere demostrar la resurrección haciendo hincapié en la tumba vacía, o
se quieren medir radiaciones en la Sábana Santa, se está haciendo un
flaco servicio a la fe.
4. RELATOS DE APARICIONES

En los cuatro evangelios encontramos seis conjuntos literarios con relatos de


apariciones: Mc 16,1 y Mc 16,9-20 son dos unidades literarias distintas,
pertenecientes a autores distintos. Mateo es una unidad; Lucas otra; y en Juan
tenemos dos unidades distintas: Jn 20 y Jn 21.

Si a veces es difícil hacer concordar los relatos evangélicos, en el caso de las


apariciones del Señor resucitado es absolutamente imposible. Si un juez imparcial
trae a los testigos de la resurrección del Señor y les pregunta por detalles
concretos, tales como ¿dónde se apareció?, ¿cuántos estaban, ¿cómo fue?, etc.,
caería enseguida en la cuenta de que no concuerda absolutamente nada. Ese juez
habría tenido a los primeros testigos por mentirosos.

Todo ello tiene otra lectura inversa, que es la siguiente: si los evangelistas hubieran
querido engañarnos, lo habrían hecho mejor. Si hubieran intentado ofrecernos
unos relatos fiables, habrían evitado las contradicciones, se habrían puesto de
acuerdo. Incluso la Iglesia primitiva habría escogido unos relatos y habría evitado
como espúreos los demás, para presentar un único testimonio fiable.
4. RELATOS DE APARICIONES

¿Qué es lo que ocurre aquí? Los relatos de las apariciones son la forma que los
primeros testigos de la resurrección del Señor tienen de contarnos su
experiencia. Las apariciones del Señor son encuentros con el Señor resucitado.

Para entendernos de alguna manera: son experiencias místicas. «Místico» no


quiere decir «falso», no quiere decir «irreal» y no quiere decir «subjetivo».
«Místico» quiere decir encuentro directo con Dios. Y encuentro directo con Dios
como el que tiene lugar al encontrarse con el Señor resucitado no ha existido
otro igual en la historia. Por tanto, ¿cómo cuenta Pedro o cómo cuentan los
apóstoles este encuentro directo con el Señor resucitado? Lo cuentan como
pueden, porque a ellos les faltan las referencias de otros casos análogos y
porque aquellos que les oyen, si no han visto al Resucitado, tampoco pueden
hacerse muy bien cargo de la experiencia de los testigos.
4. RELATOS DE APARICIONES

Quien nunca ha sufrido una quemadura tiene muy difícil comprender la


experiencia de quien se acaba de quemar.
Para transmitir, pues, su experiencia los primeros testigos acuden a la
narración de las apariciones. Nosotros funcionamos en la dualidad
objetivo/subjetivo: yo estoy aquí, veo esta mesa, este teclado que tengo ante
mí, mi pluma; todos ellos son objetos que están fuera de mí. Esto no ocurre
cuando nos referimos a Dios. Dios no es ningún objeto que esté fuera de mí.
Dicho de otra manera, Dios está tan fuera de mí como dentro de mí. Dios es
alguien distinto de mí, pero mi relación con Él no es la de la dualidad
objeto/sujeto. Pertenece a la fe que el Señor resucitado está aquí presente,
ahora. Entonces, una «visión» del Señor resucitado no es idéntica a la visión
que yo tengo de una persona con la que hablo.
Desde un punto de vista literario, podemos ir un poco más allá en el análisis de
estos relatos de apariciones.
4. RELATOS DE APARICIONES

Tenemos tres tipos de relatos de apariciones. Unos, que Dodd llamó


narraciones breves; otros, narraciones dramatizadas; y los terceros, una mezcla
de ambos; de estos últimos no vamos a tratar aquí. Todas las narraciones
breves que tenemos en el Nuevo Testamento constan de cinco elementos
estructurales. Poseen siempre la misma estructura; y, en cierta medida, bajo la
estructura literaria podemos encontrar la estructura de la experiencia. Los
cinco elementos son los siguientes:

a) Una situación dada: están los apóstoles o las mujeres;


b) Jesús les sale al encuentro inesperadamente;
c) Jesús les saluda;
d) hay un reconocimiento, a veces dudoso, pero el reconocimiento se da;
e) reciben —esto es muy importante— una misión: el Señor resucitado les
encarga algo.
Estos cinco elementos se dan siempre y en todas las apariciones.
Un ejemplo de aparición breve: Mt 28,8-10.
4. RELATOS DE APARICIONES

Las narraciones dramatizadas son narraciones más amplias en las cuales la experiencia
de haber encontrado al Señor resucitado está teologizada. Está expresada con
elementos de la fe pascual. En ellas se dan también los mismos cinco elementos, pero
esos elementos tienen añadidos una serie de detalles que nos dicen cómo los
primitivos testigos han percibido y entendido la resurrección.

Con frecuencia se nos testimonia el no reconocimiento del Señor en un primer


momento. María Magdalena no reconoce a Jesús. Los discípulos de Emaús no
reconocen al Señor. Con ello se nos da a entender que, al no haber vuelto Jesús a esta
nuestra vida, no es perceptible como un objeto o como una persona que vemos
objetualmente frente a nosotros, sino que Jesús ha entrado en la vida de Dios y se
puede estar al lado de Jesús sin caer en la cuenta de que es él.
El Señor resucitado tiene que ser reconocido con los ojos de la fe. ¿No nos hemos
preguntado alguna vez por qué Jesús nunca se aparece a nadie que no sea creyente?
Jesús se aparece al que puede creer. No se sabe qué es antes: si uno cree porque el
Señor se le aparece o si el Señor resucitado se aparece al que ya ha recibido y
aceptado el don de la fe. Son dos elementos que van interrelacionados. Se cree en el
Señor resucitado, y el Señor resucitado se aparece al que cree.
4. RELATOS DE APARICIONES
La comunidad va cayendo en la cuenta de que existen momentos en los que se hace
presente el Señor resucitado y en los que se le puede reconocer. Y eso lo expresa
también en los relatos.
Ejemplo típico es el relato de los discípulos de Emaús. El Señor se apareció al partir el
pan. La cuestión es: ¿dónde está el Señor resucitado presente en la Iglesia? En el partir
el pan. Ahí es donde se reconoce la presencia el Señor resucitado. En el evangelio de
Juan, cuando María Magdalena no le reconoce y cree que es el hortelano, Jesús se da
a conocer al decirle: «María»; fue al oír su palabra cuando ella le reconoció. ¿Dónde
está el Señor resucitado? Según esto último, está presente en su Palabra. A los
discípulos de Emaús, Jesús se les aparece en el camino. ¿Dónde se encuentra uno al
Señor resucitado? En el camino de la vida. El Señor resucitado les explica las Escrituras
según va caminando con ellos. ¿Qué es lo que nos indica el evangelista ahí? Que en la
fe en el Resucitado nos estamos encontrando con la verdadera interpretación de las
Escrituras del Antiguo Testamento y cómo las Escrituras testifican el misterio de Jesús;
que en Jesús se ha cumplido el Antiguo Testamento.
Estas narraciones dramatizadas expresan la experiencia mística del encuentro de los
discípulos con el Señor mediante las categorías que están a su alcance para poderlo
hacer, y con frecuencia dando indicaciones sobre los lugares y formas en que el Señor
va a estar presente en la Iglesia.
¿QUE QUIERE DECIR ¡¡¡¡¡¡¡¡¡EL SEÑOR HA
RESUCITADO!!!!!!!!!!?
1. DIOS ES FIEL.

Al decir «Jesús ha resucitado» estamos diciendo que Dios es resucitador


de muertos. Cuando hemos hablado de la muerte de Jesús, hemos
dicho que Jesús va a la muerte porque asume el compromiso que Dios,
su Padre, le pide. Jesús va a la muerte porque es fiel a lo que el Padre
quiere de él: «Nadie me quita la vida; soy yo el que la da» (Jn 10,17-18).
O sea que Jesús asume el riesgo, sabe a lo que se expone y, sabiéndolo,
no da un paso atrás, sino que sigue adelante. Jesús es fiel a Dios.
¿QUE QUIERE DECIR ¡¡¡¡¡¡¡¡¡EL SEÑOR HA
RESUCITADO!!!!!!!!!!?
1. DIOS ES FIEL.

La cuestión es, entonces, ésta: ¿Y Dios es fiel a Jesús?


¿Responde Dios a la fidelidad del hombre justo, o no? Lo que podemos
leer en el salmo 22,9 («Dios salvará al justo, porque le ama») y en el
Salmo 34,20-21 («Muchas son las desgracias del justo, pero de todas le
libra el Señor. Guarda todos sus huesos, ni uno solo de ellos es
quebrantado ») ¿es verdad o es mentira? ¿Hay fidelidad por parte de
Dios para el hombre justo?
Al decir «Jesucristo ha resucitado», estamos respondiendo que sí, que
no hay nadie más fiel que Dios.
¿QUE QUIERE DECIR ¡¡¡¡¡¡¡¡¡EL SEÑOR HA
RESUCITADO!!!!!!!!!!?
1. DIOS ES FIEL.

Desde un punto de vista bíblico, el hombre es inmortal, no tanto porque


posea un alma inmortal, es decir, no tanto porque sea algo debido a su
naturaleza , cuanto porque la fidelidad de Dios no puede permitir que
quien le ha sido fiel experimente la corrupción.
Al confesar que Jesús ha sido resucitado estamos haciendo una
afirmación sobre el ser de Dios y estamos haciendo, en el fondo, una
«teodicea», una justificación de Dios: ¿cómo es posible que un Dios
bueno permita la muerte del inocente? Es posible, porque al inocente
que muere Dios lo recupera en una vida gloriosa junto a Sí.
¿QUE QUIERE DECIR ¡¡¡¡¡¡¡¡¡EL SEÑOR HA
RESUCITADO!!!!!!!!!!?
2. JESÚS VIVE.

Al decir que Jesús ha resucitado estamos pronunciando también una


palabra sobre el hombre Jesús de Nazaret. Esa palabra sobre el hombre
Jesús de Nazaret es: que este hombre vive, no ha acabado, no está
muerto. Y vive en todo lo que es y en lo que fue. No sólo en el sentido
en que se puede entender la presencia de un líder político o religioso
que pervive después en sus ideas y en sus seguidores. Cuando decimos
que Jesús ha resucitado, estamos diciendo que Jesús está vivo para
nunca más morir. Es decir, está vivo en el Ser de Dios. La fe de la Iglesia
al confesar la resurrección de la carne mantiene que seremos nosotros
mismos los que estaremos en la vida de Dios igual que Jesús; no una
parte de nosotros mismos, sino todo nuestro ser.
¿QUE QUIERE DECIR ¡¡¡¡¡¡¡¡¡EL SEÑOR HA
RESUCITADO!!!!!!!!!!?
3. JESÚS TENÍA RAZÓN.

Decir que Jesús ha resucitado significa que Jesús tenía razón. Es decir,
Dios es como Jesús dijo que era, como Jesús lo reveló. Y los hombres nos
hemos de relacionar con Dios como Jesús dijo, y nos debemos
relacionar entre nosotros como Jesús se relacionó con nosotros,
entregando su vida por los que amaba. Y el culto a Dios ha de ser en
espíritu y en verdad, como Jesús pretendió (Jn 4,24).
¿QUE QUIERE DECIR ¡¡¡¡¡¡¡¡¡EL SEÑOR HA
RESUCITADO!!!!!!!!!!?
4. EL SENTIDO DE LA VIDA ESTÁ EN SER COMO JESÚS.

Afirmar que el Señor ha resucitado expresa que estamos aquí para morir
como Jesús y resucitar como Jesús. Éste es el sentido de nuestra vida.
Ésta es nuestra esperanza. Por eso Cristo nos ha salvado. Nos ha
salvado, porque ha hecho posible que nosotros reproduzcamos la
imagen de Dios que es él mismo.
Afirmar que Jesús tenía razón significa que Jesús es el hombre como
Dios quiere que sea el hombre. Ser hombre es ser como Jesús.
Así hay que relacionarse con Dios y con los otros. Eso es ser creyente;
eso es ser hombre; y, por tanto, el sentido de nuestra vida y de nuestra
historia es hacerlo realidad.
GAUDIUM ET SPS 22 Cristo, el Hombre nuevo

En realidad, el misterio del hombre sólo se esclarece


en el misterio del Verbo encarnado. Porque Adán, el
primer hombre, era figura del que había de venir, es
decir, Cristo nuestro Señor, Cristo, el nuevo Adán, en
la misma revelación del misterio del Padre y de su
amor, manifiesta plenamente el hombre al propio
hombre y le descubre la sublimidad de su vocación.
Nada extraño, pues, que todas las verdades hasta aquí
expuestas encuentren en Cristo su fuente y su corona
GAUDIUM ET SPS 22 Cristo, el Hombre nuevo

El que es imagen de Dios invisible (Col 1,15) es también el


hombre perfecto, que ha devuelto a la descendencia de Adán
la semejanza divina, deformada por el primer pecado. En él, la
naturaleza humana asumida, no absorbida, ha sido elevada
también en nosotros a dignidad sin igual. El Hijo de Dios con
su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo
hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con
inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó
con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo
verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a
nosotros, excepto en el pecado.
GAUDIUM ET SPS 22 Cristo, el Hombre nuevo

Este es el gran misterio del hombre que la Revelación


cristiana esclarece a los fieles. Por Cristo y en Cristo se
ilumina el enigma del dolor y de la muerte, que fuera
del Evangelio nos envuelve en absoluta obscuridad.
Cristo resucitó; con su muerte destruyó la muerte y
nos dio la vida, para que, hijos en el Hijo, clamemos
en el Espíritu: Abba!,¡Padre!

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