Herjías y Dogmas Cristológicos

Descargar como pptx, pdf o txt
Descargar como pptx, pdf o txt
Está en la página 1de 56

Las causas determinantes del

desarrollo de los dogmas


cristológicos, ordinariamente
son tres:

a) la aparición de herejías;

b) las controversias entre


los católicos;

c) un estudio más profundo


sobre las verdades
reveladas.
En este contexto se justifica el estudio de los errores o
herejías que amenazaron la fe en Cristo, en vistas a
conocer los rasgos fundamentales de la
cristología de la Iglesia primitiva. Son muchas las
herejías y las intervenciones del Magisterio sobre los
aspectos cristológicos, sin embargo, podemos decir que
las principales herejías han surgido en el transcurso de
los primeros siglos.
No hay que perder de vista que, en la interpretación de los
dogmas han existido dos enemigos que han acechado a
dicha tarea hermenéutica: el fixismo y la arbitrariedad: el
fixismo se pierde en un psitacismo material (repetición de
memoria de lo material, de lo "esquemático", perdiéndose
el contenido espiritual que ello comporta); la
arbitrariedad, en la que se falta el respeto de la
conciencia de los fieles imponiéndoles una fijeza literal, un
soporte lingüístico ya desprovisto de sentido.
La importancia de estudiar las herejías y los dogmas, radica
en tratar de descubrir qué es lo fundamental de la fe
revelada y qué es lo que no forma parte de dicho contenido.
Para ello consideremos lo que es un “dogma de fe”.
Un DOGMA es:

-según su contenido: una verdad divina revelada;

-según su forma: una proposición doctrinal;

-según su validez objetiva: declaración de fe infalible;

-según su valor sujetivo: directiva para la fe obligante;

-según su génesis: una obra-elaboración-creación


de la Iglesia a través de la historia.
Las principales herejías que han surgido
en el transcurso de los primeros siglos, son:

1) EBIONITAISMO: los
ebionitas afirman que Jesús es
"hijo natural" de María y de
José (sig. I); se habla pues, de
una “concepción natural”,
negándose la intervención
especial de Dios.
2) HELKESAITAISMO: los
helkesaítas afirman el
"nacimiento natural" de
Jesús y afirman también que
Jesús ya había venido antes
en otros cuerpos (sig. I); de
igual manera que en la
anterior, se niega la
intervención especial de Dios.
3) DOCETISMO: niega de diversas maneras la verdad de la
humanidad de Jesús y afirman que Jesús tuvo sólo un "cuerpo
aparente" (dokein - dokein, en griego significa parecer,
apariencia). Esto quiere decir que sin negar la "divinidad de
Jesús", se niega de una u otra manera su humanidad = Jesús
Dios verdadero pero no es hombre verdadero; lo es
aparentemente. Y por tanto, en la cruz sufre aparentemente.
Estos herejes docetistas, al no querer confesar que el "Señor
tuvo un cuerpo", afirman que Jesús quería existir en su
condición humana sólo aparentemente, pues para ellos, era
completamente impensable que un ser divino, espiritual,
pudiera unirse realmente con la "carne", con la materia
impura corruptible y pasible (sig. I).
Esta falsa doctrina del
DOCETISMO, presupuesta ya en
el NT es combatida por el obispo
mártir Ignacio de Antioquía
(hacia el año 110). Esto mismo
se ve en sus cartas: "Porque todo
eso lo sufrió el Señor por
nosotros a fin de que nos
salvemos; y lo sufrió no en
apariencia sino verdaderamente,
así como verdaderamente se
resucitó a sí mismo no según
dicen algunos infieles, que sólo
sufrió en apariencia. Ellos sí que
son la pura apariencia" (Carta a
los Esmirniotas II-III, 1).
4)GNOSTICISMO SOTERIOLÓGICO:
esta herejía afirma -basándose en
filosofías religiosas-, que la "redención"
se lleva a cabo no por la pasión y muerte
de Cristo, sino por el mayor conocimiento
de lo divino (sig. II).
5) DUALISMO GNÓSTICO:
en sentido cristológico,
aparece allí donde Jesucristo
es disuelto en dos seres
distintos, es decir, esta
herejía afirma que en Jesús
hay a la vez dos seres
distintos. Uno sería el hombre
Jesús, que desciende de José
y de María. El otro sería el
Cristo espiritual, que viene
sobre el primero en el
bautismo. Se trata de una
herejía que ataca la unidad
del hombre y del Hijo de
Dios.
Ireneo de Lyón (que muere en el año
202) fue el primer teólogo cristiano
que ofreció una "fundamentación
amplia" de la unidad de Jesucristo
confesada claramente en el NT. Ireneo
siente especial preocupación por la
unidad de la actuación divina en la que
interviene de manera decidida la
Palabra (Logos), el Hijo eterno de Dios,
desde toda la eternidad hasta el final
de los tiempos, hasta el punto de
representar esta unidad en sí mismo:
"El Unigénito, el que está en todo
momento con el género humano, está
unido y mezclado con su criatura; el
Hijo de Dios y el encarnado es «uno» y
«el mismo»" (Adversus Haereses III,
16,6-9).
En esta grandiosa visión de
Cristo que comprende Dios
y hombre, cielo y tierra,
tiempo y eternidad, en esta
"recapitulación" -a pesar de
que faltan los conceptos de
"naturaleza" y "persona"-,
Ireneo, además de la
expresión «uno» y «el
mismo» que regala para la
elaboración dogmática,
contribuye también con la
idea de «intercambio», el
«trueque».
"La Palabra de Dios se hizo hombre [...] para que el hombre,
por la intervención de la Palabra [...] se haga hijo de Dios.
Porque ¿cómo podríamos nosotros participar de la
incorruptibilidad e inmortalidad si el eterno e inmortal no se
hubiera convertido en lo que somos nosotros?" (Adversus
Haereses III, 19,1). “La Gloria de Dios es el Hombre
viviente”
6) ADOPCIONISMO: es la herejía que afirma que el
hombre Jesús es "adoptado" como Hijo de Dios en el
bautismo o en la resurrección, rechazando al mismo tiempo
la concepción virginal de Jesús (como lo hicieron los
ebionitas). Esta postura se sirve de la fórmula de adopción:
"Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado“. En este contexto
puede decirse que la interpretación fundamentalista de las
Escrituras hace perder la primitiva fe de los apóstoles.
El adopcionismo pretende definir
el "ser" de Jesús como el de
aquel que, por naturaleza, es
puro hombre. En efecto, Jesús
siendo puro hombre fue
"adoptado" como Hijo de Dios
porque se habría hecho
merecedor de esta dignidad.
Frente a esta concepción, la
tradición cristiana sostiene que
Jesús es Hijo de Dios en forma
real y ontológica pero no por
adopción.
7) ARRIANISMO o SUBORDINACIONISMO: esta
herejía, que recibe su nombre del sacerdote alejandrino
Arrio (muerto en el 336), dividió la cristiandad de comienzos
del siglo IV, en partidos que se combatieron recíprocamente
con violencia. De hecho, el Arrianismo es un
subordinacionismo. Afirma que el Logos está sometido
esencialmente a Dios. Así, era totalmente imposible que
Cristo, el Logos encarnado, fuera realmente Hijo de Dios
con igualdad de ser. Sin negar la humanidad de Jesús, esta
herejía niega de una u otra manera su divinidad: Jesús
hombre verdadero pero no es Dios verdadero. A lo mucho
es un "cuasi-Dios" -el Logos como ser intermedio entre Dios
y la criatura-, pero no Dios.
El mérito de haber reconocido y
alejado el peligro arriano corresponde
al gran Atanasio, obispo de Alejandría
(295-373). Empalmando con el
principio del "intercambio" o "trueque"
introducido por Ireneo, no se cansó de
afirmar la divinidad de Jesús: "Dios se
hizo hombre para divinizarnos [...] se
reveló a sí mismo mediante un cuerpo
a fin de que pudiéramos reconocer al
Padre invisible; cargó con la
desvergüenza de los hombres para
que nosotros pudiéramos heredar la
inmortalidad" (De incarnatione 54).
En general, esta primera serie de herejías han encontrado
un intento de respuesta en el PRIMER CONCILIO
ECUMÉNICO:
NICEA - año 325 (principalmente contra los arrianos).
Como secretario del Concilio de Nicea, Atanasio contribuyó
decisivamente para que en dicho Concilio se proclamase
claramente la "consustancialidad" (omoou/sioj -
homoousios) del Padre y del Hijo: "Creemos [...] en un sólo
Señor Jesucristo Hijo de Dios, nacido unigénito del Padre,
es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, luz de luz,
Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho,
consustancial (omoou/sioj - homoousios) al Padre, por
quien todas las cosas fueron hechas, las que hay en el cielo
y en la tierra, que por nosotros los hombres y por nuestra
salvación descendió y se encarnó, se hizo hombre, padeció,
y resucitó al tercer día [...]" (DS 125/54).
Atanasio luchó por el reconocimiento del
Concilio de Nicea. Lo que a él le interesaba
era la salvación del hombre. Sólo si el Hijo
era realmente Dios, un ser con el Padre -por
consiguiente, eterno e inmortal-, podía
rescatar al hombre de la corrupción.
Ciertamente era necesario confesar la
consustancialidad del Hijo y del Padre, pero
con tal confesión, no se habían solucionado
todos los problemas cristológicos. Aquí
quedó sin aclarar cómo debía entenderse la
unión entre Dios y hombre en Jesucristo.
Las confrontaciones cristológicas decisivas
todavía no habían tenido lugar en la Iglesia,
aunque no tardarían en llegar.
8) MARCIONISMO: cuyo representante es Marción, afirma,
por una parte, que hay dos principios mutuamente
"independientes", uno es bueno y el otro es malo; por otra,
afirma también que el Dios del AT es distinto y ajeno al Dios
del NT, en cuanto que uno es el demiurgo malo y el otro es el
Dios bueno manifestado en Jesús; aunque no se niega la
"divinidad" de Jesús, se considera su "humanidad sólo
aparente" (= al docetismo).
9) ALOGOISMO: los álogos no admiten en Dios un Verbo
(Logos), rechazan el Apocalipsis y el Evangelio de San
Juan, en cuanto que en ellos se afirma que el Verbo (el
Logos) se hizo carne.
10) SABELIANISMO: esta herejía dice que en Dios hay "una
sola persona", el Padre. El Hijo no es sino otro nombre de la
misma persona. El nombre de "Hijo" se atribuye al Padre
después de haber tomado carne en las entrañas de la Virgen
(= modalismo). De verdad el Padre padeció, murió y resucitó
= Patripasionismo.
11) APOLINARISMO: la casi olvidada herejía de Apolinar,
amigo y compañero de lucha de Atanasio, tiene significación
en cuanto que pone en un primer plano el problema del "Dios
hombre" (la expresión fue creada por Orígenes). Apolinar
(muerto hacia el año 390) estaba de tal manera penetrado de
la divinidad de Cristo que afirmó que el Logos habría ocupado
en Jesús el lugar del alma humana o "nous". Se trata, en otras
palabras, de la herejía que niega en Cristo la existencia del
alma humana racional = Jesús no es hombre verdadero. Si el
Verbo hubiese tomado el alma humana, ésta hubiera podido
pecar porque su naturaleza es pecable. Las "consecuencias" de
esta herejía son: que en Cristo hay una sola naturaleza y una
sola voluntad, a saber, la divina; que Cristo redimió sólo la
carne humana, pero no el alma. Se niega, por tanto, el alma
humana racional en Cristo, la dualidad de naturaleza y la
eficacia de la redención.
12) MACEDONIANISMO: si
el Hijo no es Dios, tampoco el
Espíritu de Cristo es Dios. Se
niega la divinidad del Espíritu
Santo. También comparten los
mismos fundamentos con los
semi-arrianos.
13) SEMIARRIANISMO: es la herejía que, sin negar la
divinidad del Hijo ni su eterna generación del Padre, afirman
que él es simplemente semejante al Padre pero no
consustancial, es decir, no es de la misma sustancia ni
esencia
Esta segunda serie de herejías encuentra varias pistas de
solución en el SEGUNDO CONCILIO ECUMÉNICO
CONSTANTINOPLA - año 381 (principalmente contra
apolinar y los macedonianos). En este Concilio se condenó el
Apolinarismo. El argumento principal fue una consideración
soteriológica, es decir, que el Logos debe salvar a todo el
hombre, con cuerpo y alma. Para ello, era indispensable que
la Palabra eterna hubiera asumido un hombre completo
Gregorio Nazianceno, quien tuvo un papel
muy importante en el mismo Concilio: : "lo
que no es asumido, no es sanado; pero lo que
está unido con Dios, eso será también
salvado" (Carta 101). En realidad, estas frases
no pasaban de ser una nueva formulación del
conocido principio del "intercambio" o
"trueque", pero la claridad de su formulación
las hacía totalmente adecuadas para servir de
norma a la ortodoxia. Es de hacer notar que el
símbolo "Niceno-Constantinopolitano" cambia
en relación con el anterior, en lo que se
refiere al Espíritu Santo: "[...] Creemos en el
Espíritu Santo, Señor y vivificante, que
procede del Padre, y que juntamente con el
Padre y el Hijo es adorado y glorificado , que
habló por los profetas [...]" (DS 150/86).
14) NESTORIANISMO: Nestorio (hacia
los años 385-451), monje de origen
Persa, había estudiado teología en
Antioquía. Sus grandes dotes oratorias
movieron al emperador Teodosio II a
nombrarlo patriarca de Constantinopla
en el año 428. Se decía que Nestorio y
sus seguidores habían negado la "unidad
del hombre-Dios" y habían hablado de
"dos hijos", que se encontrarían unidos
en Cristo de una forma sólo moral. Se
remitió al Concilio de Efeso 431 que
había condenado a Nestorio como
"maestro impío" y lo separó de su sede
patriarcal de Constantinopla. En realidad,
parece que todo sucedió de manera
distinta.
Ya antes de que Nestorio llegara a
Constantinopla se había suscitado en la
comunidad la discusión en torno al uso
del título mariano de qeoto/coj -
theotokos (Madre de Dios). Muchos
monjes -formados en la teología
alejandrina y que simpatizaban con el
patriarca Cirilo de Alejandría (muerto
en el año 444)-, estaban a favor del
título qeoto/coj; otros, educados en su
mayoría en la teología antioquena,
estaban decididamente en contra
puesto que María sólo pudo engendrar
a un hombre - antropoto/coj. Nestorio
intentó adoptar una solución
intermedia y propuso que se llamara a
María "Madre de Cristo".
Esta propuesta bien intencionada echó a rodar la piedra.
Nestorio fue denunciado ante Cirilo de Alejandría y también
en Roma. Lo que vino a continuación forma parte de los
capítulos más enredados de la historia de los dogmas. La
tragedia de Nestorio consistió en que le alcanzaron
personalmente las cuestiones oscuras de una cristología
que para entonces no habían encontrado una solución
convincente ni de parte de la escuela alejandrina ni de
parte de la escuela antioquena.
A pesar de todas las circunstancias
desagradables que rodearon la
confrontación sostenida por Cirilo y
Nestorio, su enfrentamiento tuvo
repercusiones beneficiosas en el
desarrollo del dogma cristológico y en
la manifestación de los símbolos de fe.
15) DONATISMO: es considerada una
herejía en el ámbito cristológico en cuanto
que, al seguir criterios humanos
inconciliables con la praxis cristiana,
relativiza la validez del ejercicio ministerial
que Cristo entrega a su Iglesia. En
síntesis, podemos decir que los pecadores
no son miembros de la Iglesia, no
pertenecen a la Iglesia, y por tanto, todos
los bautizados, por ser pecadores -según
ellos-, deben ser "re-bautizados". Son
pecadores no sólo los que han cometido
un delito, sino también los que se
comunican con los delincuentes.
16) PRISCILIANISMO: Prisciliano defendió una cristología
con tinte gnóstico, dualísta y maniqueo, convirtiendo hechos
de Jesús en simples mitos. También fue acusado de
"practicar la magia"
17) HELVIDIONISMO: afirma que María, después de
haber concebido a Jesús "por obra del Espíritu Santo", tuvo
relaciones con San José y, por tanto, otros hijos. Jesús, en
su vida terrena, tuvo otros hermanos de sangre. San
Jerónimo se encargó de refutar estas aseveraciones por el
año 383: "Creemos que Dios nació de una Virgen porque lo
leemos; que María se casase después del parto no lo
creemos porque no lo leemos" (De perp. Virg. B.Mariae adv.
Helvid. 19)
18) TEOFOROISMO: es la herejía que
sostiene que Cristo es un hombre que
simplemente lleva en sí la divinidad
(teóforo = portador de Dios) y no es Dios
verdadero, es decir, afirma que nació
primeramente un hombre vulgar de María
y luego descendió sobre él el Verbo.
Un TERCER CONCILIO ECUMÉNICO que dio respuesta
a esta serie de herejías fue:

EFESO - año 431 (principalmente contra los nestorianos).


Este Concilio condenó a Nestorio en un proceso muy
irregular desde el punto de vista jurídico, ; fue destituido
como patriarca y desterrado por el emperador a Egipto,
donde murió afirmando -a lo que parece- su ortodoxia en
el mismo lecho de muerte. A pesar de todas las
circunstancias -como ya dijimos anteriormente-, fue de
beneficio para el desarrollo del dogma Cristológico. En
efecto, mientras el anterior Concilio declaraba el dogma
sobre la humanidad y divinidad de Jesús (Jesús verdadero
Dios y verdadero hombre), este Concilio de Efeso confesó
la "unión de dos naturalezas" y "un Cristo, un Hijo, un
Señor".
Por otra parte, basándose en la
unidad del Logos divino
encarnado se afirma,
principalmente, la inefable y
misteriosa unidad del Verbo
encarnado y se reconoce como
dogma de fe la verdad de María
Madre de Dios.
“…De esta manera [los Santos
Padres] no tuvieron inconveniente
en llamar madre de Dios a la
santa Virgen" (DS 250/111).
19) MONOFISISMO: esta herejía afirma que en Jesucristo
sólo hay "una naturaleza". Dicha manera de pensar proviene
de Eutiques (hacia el año 450). Lo más que él estaba
dispuesto a admitir eran "dos naturalezas antes de la unión",
pero "después de la unión" sólo admitía "una naturaleza".
Eutiques pretendía, evidentemente, atenerse a las
extremadas fórmulas de Cirilo -sobre la unidad-, el cual
continuaba utilizando las altamente peligrosas expresiones de
"una esencia (ousia) y "una physis". Se llegó a las
clarificaciones necesarias a través de los patriarcas de
Constantinopla: Proclo (434-446) y Flaviano (446)-450). A
ellos debe la cristología la introducción del concepto de
"hipóstasis" (persona) en contraposición al de "physis"
(naturaleza). Esta terminología no era absolutamente nueva.
Ya Tertuliano (hacia los años 160-220) había hablado en
Occidente de "dos naturalezas" (o sustancias) en "una
persona" aunque tal vez no en el mismo sentido que los
teólogos del siglo V.
El CUARTO CONCILIO ECUMÉNICO será clave en todas
sus afirmaciones dogmático-cristológicas:

CALCEDONIA - año 451 (contra los monofisitas). Un papel


muy importante en la lucha contra el monofisismo fue el que
desempeñó León Magno (440-461), el cual hizo un escrito
para apoyar al patriarca de Constantinopla; a dicho escrito se
le añadió la declaración común conciliar quedando y siendo
considerado como el compendio auténtico de la cristología
calcedoniana.
“…ha de confesarse a un solo y el mismo Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, el mismo perfecto en la divinidad y el mismo
perfecto en la humanidad, Dios verdaderamente, y el mismo
verdaderamente hombre de alma racional y de cuerpo,
consustancial con el Padre en cuanto a la divinidad, y el
mismo consustancial con nosotros en cuanto a la humanidad,
semejante en todo a nosotros, menos en el pecado (Heb
4,15); engendrado del Padre antes de los siglos en cuanto a
la divinidad, y el mismo, en los últimos días, por nosotros y
por nuestra salvación, engendrado de María Virgen, Madre
de Dios, en cuanto a la humanidad…” (DS 301-302/148).
Dicho dogma quiere afirmar la "unicidad" de la "persona" o
"hipóstasis" (teólogos alejandrinos); por otra, la clara
distinción de las "dos naturalezas" que permanecen sin
mezclarse incluso después de la unión (teólogos
antioquenos). Por eso, los conceptos de "naturaleza" y de
"persona", provenientes de la tradición filosófica, tienen como
única misión proteger la fe tradicional en Cristo frente a las
falsas interpretaciones, a la vez que la mantienen en toda su
amplitud y riqueza.
Al mismo tiempo, la intención presente en estos dogmas
solemnes -una persona y dos naturalezas en
Jesucristo / y la solemnización de María Madre de
Dios-, no impidió que Calcedonia, como todo Concilio,
fuera presa de unilateralismos y posibles peligros de
reduccionismo:

a) La confesión de fe en Cristo no se encuadra (como por


ejemplo en Ireneo) en una gran visión de conjunto
soteriológica. Se trata más bien de una descripción
estática de la constitución del Dios-Hombre. Se alude
más al carácter ontológico-filosófico que al carácter
Bíblico-salvífico.
b) El hablar de "dos naturalezas" no sólo
suena a abstracto, sino que fomenta el
equívoco de pensar que podría ponerse
lo divino y lo humano bajo el mismo
concepto, como si fuese posible definir
la naturaleza divina señalando una serie
de propiedades formales (inmutabilidad,
impasibilidad, omnipotencia).
Igualmente, falta la consideración de
la figura histórica concreta de Jesús
de Nazaret.

c) La distinción entre "divinidad" y


"humanidad" despierta la impresión de
que podría determinarse de manera
clara lo que sería divino y lo que sería
humano en Jesucristo (= ¿dualismo?).
Dejando a un lado esta problemática, podemos decir que
queda en el olvido un elemento esencial de la Cristología
bíblica: que Dios se ha revelado a través de su actuar
histórico, en "una vida humana ordinaria", especialmente, en
la pasión y muerte del hombre Jesús. A pesar de que es uno
de los Concilios más importantes en el ámbito cristológico,
Calcedonia no marca el "final", sino más bien -como dirá Karl
Rahner- el "comienzo", un punto de partida para ulteriores
reflexiones: No porque sea falsa cada fórmula dogmática -
comenta el ilustre teólogo-, sino precisamente por ser
verdadera es por lo que tiene que ser continuamente
meditada; se mantiene viviente, precisamente, siendo
explicada
20) MONOENGENDRISMO o EUTIOCOISMO: esta herejía
tiene matices adopcionistas. Por una parte, niega los dos
nacimientos de Dios Verbo, es decir, niega el nacimiento
histórico y el nacimiento desde la eternidad del Verbo divino;
por otra, niega la perfecta virginidad de María

El QUINTO CONCILIO ECUMÉNICO será una


condenación explícita contra el "eutiocoísmo"

CONSTANTINOPLA II - año 553: declara explícitamente


"anatema" a quien confiese o acepte dicha herejía
(eutiocoísmo) y proclama solemnemente el dogma de la
virginidad de María: "Si alguno no confiesa que hay "dos
nacimientos de Dios Verbo", uno del Padre, antes de los
siglos, sin tiempo e incorporalmente; otro en los últimos días,
cuando él mismo bajó de los cielos, y se encarnó de la santa
gloriosa madre de Dios y siempre Virgen María, y nació de
ella, ese tal sea anatema" (DS 422/214).
21) MONOTELISMO: es la herejía que afirma que en
Cristo hay "una sola voluntad o un solo querer".

22) MONOENERGISMO: es la herejía que -en estrecha


relación con la precedente- reconoce en Cristo sólo "una
operación o acción".

El SEXTO CONCILIO ECUMÉNICO da una respuesta clara


y definitiva al problema: CONSTANTINOPLA III - años
680-681 (contra el monotelismo y el monoenergismo): [...] y
predicamos igualmente en Él dos voluntades naturales o
quereres y dos operaciones naturales, sin división, sin
conmutación, sin separación, sin confusión, según la
enseñanza de los Santos Padres" (DS 553-556/289-291); se
define solemnemente la verdad dogmática sobre la
"communicatio idiomarum" -"comunicación de idiomas"-, que
consiste en el intercambio de las propiedades divinas y
humanas en la persona de Jesucristo
23) ICONOCLASTAISMO: los iconoclastas rechazan el
carácter sagrado del Evangelio y las representaciones sobre
imágenes de Cristo y de la Cruz profanando su culto de
veneración.
El SÉPTIMO CONCILIO ECUMÉNICO responde
explícitamente sobre este argumento:

NICEA II - año 787 (contra los iconoclastas): "[...]


siguiendo la enseñanza divinamente inspirada de nuestros
Santos Padres, y la tradición de la Iglesia Católica [...],
definimos con toda exactitud y cuidado que de modo
semejante a la imagen preciosa y vivificante cruz han de
exponerse las sagradas y santas imágenes, tanto las
pintadas como las de mosaico y de otra materia
conveniente, en las santas iglesias de Dios, en los sagrados
vasos y ornamentos, en las paredes y cuadros, en las casas
y caminos [...]
Las "confesiones de fe" de los antiguos Concilios continúan
siendo fundamento y punto de referencia para cualquier
interpretación.
Uno de los peligros de la cristología, cuando pierde la
vinculación con la vida cristiana, quedando ajena a los
intereses y necesidades de los fieles creyentes, es el de caer
en la interpretación formal de "acontecimiento de la
redención". Así se cayó en una especie de pseudo-herejía
soteriológica: "la doctrina de la satisfacción“.
Al menos esta es la impresión si echamos una mirada a la
doctrina de "la satisfacción", nacida en los albores de la
Edad Media. Esa doctrina ha dejado su huella (tal vez un tanto
borrosa) en las mismas concepciones soteriológicas de
nuestros días. El autor de esta doctrina es Anselmo de
Canterbury, monje benedictino (1033-1103), nacido en Italia.
En su famosa obra "Cur Deus homo" (¿Por qué Dios se hizo
hombre?) -redactada en forma de diálogo-, pretende explicar,
a la manera de los escolásticos, el por qué Dios se hizo
hombre y salvó a los hombres mediante su muerte, a pesar de
que podía haberlo hecho de otra manera. En efecto -afirma el
autor-, Dios podía perfectamente haber perdonado al hombre
los pecados por pura compasión, pero tal solución no era
buena para el hombre que había sido creado como ser libre y
razonable.
El hombre necesitaba el ejemplo de una acción voluntaria
de obediencia, y Cristo le regaló este ejemplo mediante su
muerte en cruz. Por otra parte -también afirma el autor-, es
de recordar que a causa del pecado se perturbó la paz entre
Dios y el hombre. Y este trastorno sólo puede repararse o
bien mediante el castigo del culpable o por medio de "una
satisfacción" compensatoria. Satisfacción no significa
únicamente reparación del daño material ocasionado, sino,
primeramente, reparación de la honra dañada del "Dios
ofendido por el pecado". Más, puesto que la honra de Dios
es infinita, será necesaria una reparación infinita. Ahora
bien, el hombre no puede ofrecer una satisfacción infinita,
por ser creatura. Por consiguiente, para que se produzca la
reparación del honor ofendido de Dios, tendrá que rendir
satisfacción alguien que sea, al mismo tiempo, Dios y
hombre, el hombre Dios.
Es obvio que dicha teoría de la "satisfacción" tiene a la base
una imagen de un Dios tirano, cruel, preocupado única y
exclusivamente por el restablecimiento de su honor. Para
lograr este fin permitiría, incluso, que su propio Hijo muriera
después de pasar por terribles tormentos, como si sólo la
sangre pudiera calmar su ira divina. Pero tal imagen
espantosa de Dios no se compagina en nada con el Padre
misericordioso de Jesús. Por tanto, se trata de una
interpretación soteriológica fuertemente influenciada por la
misma cultura en que vivió Anselmo. Él presenta esa imagen
de Dios en relación a la imagen del "señor feudal" de su
tiempo, que en su fidelidad al ordenamiento pacífico de la
comunidad, no duda en buscar la satisfacción en su hijo,
dando ejemplo de obediencia.
Es cierto que toda
interpretación se hace de
acuerdo a las categorías y
experiencias que se tienen
de una determinada
cultura. Pero aquí cabe
decir que el
condicionamiento temporal
de la interpretación ha sido
el motivo por el que la
doctrina soteriológica de la
"satisfacción" sea
seriamente cuestionada
El octavo concilio ecuménico, Constantinopla IVº -
años 869-870 (contra Focio), profesa guardar y observar
las reglas que han sido transmitidas a la Santa Iglesia
Católica y Apostólica, tanto por los Apóstoles como por los
Concilios universales y locales, es decir, decreta guardar la
"Tradición" como punto firme y seguro para cualquier
referencia sobre la doctrina de la fe (cf DS 650-652/336)

En síntesis: en el paso que se ha dado del "Kerigma


revelado" al "dogma proclamado" no se ha manifestado
ningún cambio de contenido, es decir, ha crecido el
conocimiento y la comprensión de la revelación pero no su
contenido. Pero podemos decir que, en este paso gradual
del "Kerygma" al Dogma", sí se ha dado una
transformación de perspectiva: se ha desplazado el interés
de la "economía salvífica" a la cuestión "ontológica". Íos que
Este es uno de los desafíos que necesitamos hacer frente.

También podría gustarte