El Oro de Las Letras

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El oro de las letras, un don para la infancia.

Los cuentos de hadas. Ferrero Antonio.


Presentación
• Guardar en la mirada del que escucha; ese niño
que emocionado sopesa su alma en cada
palabra. Él puede mirar desde el tono y el
timbre de una voz que crea imágenes que
danzan en el fuego de la imaginación ante el
silencio del devenir; labios que enuncian lo bello
y lo atroz mediado por el bien de una palabra.
• Don, el de la palabra, que abre los cielos de los
mundos posibles de la imaginación.
Labios que modulan el alma (Psique) de un niño
al narrarle el valor de la condición humana.
El don de las palabras.
• Palabras que se anudan en liana para subir el
tronco de un árbol, o se estiran para saltar la
cuerda o mudan en barquitos de papel
después de la lluvia o en aviones que dibujan
círculos mágicos al intentar llegar a la luna. En
ese tobogán de las palabras quiere deslizarse
el niño para sentir el vaivén en desliz del
placer que, al recorrer su cuerpo, muda en
goce.
El oro de las palabras
• Palabras que amparan ante el desamparo que
genera la violencia y el desconocimiento; el
dolor de la indiferencia ante las letras de vida,
palabras que son un don y que una generación
debe ofrecer en sucesión. Palabras que no
pueden ser rotas, quebradas, u olvidadas,
porque su destino es el destino de la
humanidad.
Propuesta
• Mi propuesta es trabajar la constitución subjetiva y la producción de
subjetividad que permite la palabra por medio del campo de la transmisión
de los cuentos de hadas y relatos míticos, desde la función materna y la
función paterna para habilitar al niño al ingreso a la cultura. Y está dirigido
principalmente a aquellos que se forman para trabajar en los jardines
maternales y de primera infancia, porque esta tarea requiere adquirir un
saber acerca de los cuentos infantiles y un saber hacer en el quehacer con
los niños.
• Instancia que se continúa en la escolaridad primaria, y luego muda a relatos
fantásticos, historia y mitología en los niveles educativos secundario y
universitario, es decir, siempre acompaña al sujeto en su vida, ya sea de
manera formal en los sistemas institucionales o informal en los decires
populares, porque el sujeto necesita descubrir esa verdad sobre sí mismo en
las letras que generaciones anteriores resguardaron en la transmisión.
Características que comparten el mito y el cuento de hadas.
El narrar un tiempo mágico.
• Un tiempo circular.
• La estructura metafórica.
• La metonimia.
• Tiempo lógico y aserto de una certidumbre
anticipada.
• Holística.
• Ritual.
La Iniciación.
• La narración de los cuentos de hadas como la de
los mitos permiten que una generación dé (en el
sentido de un don) a la próxima generación, la
posibilidad de una iniciación, favoreciendo una
instancia de pase y pasaje a través de escenas
que dan cuenta de una estructuración simbólica,
en la cual mediatizar las pasiones en tensión con
las exigencias de la cultura, para poder ligarse a
la sociedad en donde se adviene como sujeto.
Animismo mágico.
Realidad psíquica
• El animismo es un sistema intelectual. No explica
únicamente tales o cuales fenómenos particulares, sino
que permite concebir el mundo como una totalidad. Si
hemos de dar fe a los investigadores, la Humanidad
habría conocido sucesivamente, a través de los
tiempos, tres de estos sistemas de pensamiento, tres
grandes concepciones del universo: la concepción
animista (mitológica), la religiosa y la científica. De
todos estos sistemas es quizá el animismo el más lógico
y completo.” (Freud, Tótem y Tabú, 1912)
En los cuentos de hadas, el narrador debe ofrecer esas imágenes simbólicas por construir, con la fuerza
libidinal de su voz, la que producirá luz en el acto creativo del niño ante la sombra del silencio.

• Mi intención en este ensayo sobre la realidad psíquica


es hacer algunas puntuaciones para trabajar la
constitución de la realidad psíquica en el sujeto
inconsciente. Para ello me apoyaré en textos cortos de
S. Freud.
• El Block maravilloso (1924).
• “El doble sentido antitético de las palabras primitivas”
(1910)
Despertar la imaginación
• Despertar a la imaginación es despertar al ensoñar y al sueño de
crear en el creer por el amor y el deseo, que se transfiere en lo que
se le transmite a un niño.
• Se despoja de lo terrible una realidad, si ésta puede ser mediatizada
por la palabra de un adulto. Un padre (en su función), una madre
(en su función) ofrecen un don al dar letras a un niño para que él
pueda elaborar sus emociones y para que éstas no queden
adheridas a su cuerpo y lo sofoquen hasta la angustia de no poder
respirar ni hablar.
• El infante respira en el latido de una
imagen=sueño=palabra/letra=gesto corporal=escritura. En la pizarra
mágica de su psiquismo todo fluye y todo queda al mismo tiempo.
Constitución de un “yo” en los ropajes de los
personajes a representar (identificación y proyección)
para ingresar en el juego de la vida.

• Los cuentos de hadas le permitirán al niño reparar de


forma imaginaria y luego simbólica, sucesos de su vida
a través del juego de la identificación / proyección. Es
un encantamiento (en el lactante, primeras
experiencias de satisfacción y, en ellas, la alucinación,
proceso primario que busca ligar esa energía libidinal
libre para catectizarla a través de representaciones).
• Don, el de la vida, la que cada noche renace en el
sueño de existir.
El arte de los cuentos es un arte amoroso y para ejercerlo sólo se necesita de un deseo de jugar con las
palabras de la narración, y con el ceder del tiempo se adquiere un saber hacer sobre el transferir amor a
otros.
La imagen simbólica y lo simbólico de la
imagen.
• Para que la imagen tenga valor simbólico debe conservar su
velo, su misterio; portar un enigma; soslayar la mirada del
ojo del control y del poder; jugar a las escondidas y darle
piedra libre a la creación.
• La imagen auspicia a un valor simbólico al acercarse a la letra
en su intimidad, a la palabra en su posibilidad metafórica, al
silencio en su velo romántico (de las artes mánticas).
• A partir del uso del lenguaje, se constituirá un soporte
simbólico de la imagen y, a la vez, el referente simbólico
necesitará un soporte imaginario, porque hay que abrazar
una verdad imposible de reconocer en su verdad.
El arte de narrar.
• Empobrecemos las imágenes al quitarle su misterio, al abandonar los
indicios que dan cuenta de sus múltiples escondites, a la vez que
empobrecemos las palabras al quitarle la sensibilidad que aporta la imagen y
reducir la palabra a un número, porque de esta manera el sujeto se cosifica.
• Empobrecemos las palabras de un cuento de hadas al ubicar la enunciación
en un tono monocorde, lineal, sin la posibilidad de que las letras salten y
dancen en los timbres del decir, porque las palabras son notas musicales
como bien lo da a conocer el alfabeto hebreo en su ecuación simbólica: letra
= nota musical. La entonación del cuento de hadas como la del mito
necesitan de esos tonos en matices que muden el decir en un canto, quizás
en un canto épico que atraviesa generaciones.
• El narrador, al evocar, invoca la presencia de sus personajes, los que vienen a
jugar sus juegos de encantamientos.
Cada letra es una lámpara mágica que encierra un genio
y, al frotarse unas con otras, se despiertan y se iluminan.

• Ese canto de narración tendrá el efecto de sostener el alma del niño en


cada palabra, en cada gesto, en la entonación que muda las pasiones de
los personajes y los hace tan presentes como invisibles.
• Sostener la verdad de la intención en sonrisa de complicidad y, ante el
suspenso, el juego del silencio y la espera, cuerpo tenso ante el suceso
por acontecer.
• Sorpresa que se espera con la confianza de la alegría.
• Sostener la verdad en una palabra con alma, en una imagen con alma, en
el aliento de la madre o el padre en su función, porque el alma se nos
sale por la boca al enunciar, al decir, al pronunciar en evocación e
invocación.
El juego, un espacio de constitución psíquica.
El juego de la existencia en las pulsiones de vida y muerte, en Eros y Thanatos desde una Fisis
(psíquica y somática), buscando un Logos que organice un ser en su dasein (en su ser ahí).

• Acompañar al niño en el juego y aliviar sus tensiones es


una instancia de salud psíquica y un bien que le devuelve a
otro la posibilidad de sujetarse desde el amor y el deseo.
• La narración de los cuentos de hadas aporta el tríptico
necesario para el bienestar del niño: placer (juego de la
imaginación), amor y deseo (la palabra que invoca y
evoca), y trabajo (las dificultades que hay que vencer para
lograr un final feliz).
•  
Transposición didáctica.
Posibilidad de transformar un saber científico en un
saber posible de ser enseñado.

• Un maestro del alma puede poner en juego el


arte de transmisión para jugar a través de la
narración y recreación de los cuentos de
hadas. Y cuánta verdad hay en los cuentos de
hadas para ofrecer, poner en suerte, donar,
conceder la palabra y prestar oído.
• El cuento de hadas deviene allí en lo imposible
de ser enseñado.
La magia que puede desplegarse en una narración tiene por
límite, el límite de la imaginación del que escucha o del que narra.

• Se trata pues, de donar las palabras necesarias en amor y


deseo que serán el hilo de su tejido subjetivo para cubrir la
desnudez de su alma. Imágenes que serán los colores de ese
tejido, arropando en la calidez y en la belleza a ese pequeño
cuerpo que pronto, ante la inquietud que lo pulsa, pedirá
piedra libre para salir a jugar.
Las palabras son el alimento que los infantes necesitan para su constitución psíquica.

• La narración de los cuentos de hadas es de un


tiempo abierto que retorna. Aún resuena el eco de
esos cuentos de hadas que habitaron nuestra
infancia y que parecen irse, pero vuelven en las
historias que narramos a las nuevas generaciones.
Y, a la vez, la narración abre el tiempo, lo desdobla,
lo pliega, lo torna un laberinto, lo tuerce y
nuevamente lo libera, lo tiende al sol desde el
amanecer hasta el atardecer de cada existencia.
La dificultad de vivir.

• El niño, en sus primeros años, interpreta el mundo a través de una lógica


holística animada mágicamente, que tiene su coherencia inconsciente en sus
formas de tiempo y espacio; luego, devendrá una división subjetiva al ir
constituyéndose su “yo”. Es una madurez hacia lo racional, pero implica una
pérdida y un empobrecimiento psíquico, porque la cultura exige adquirir esa
madurez a través de la adquisición de una lógica binaria, lo que dividirá los
futuros juicios en verdaderos o falsos, y las figuras de las narraciones serán
dicotómicas, buenas o malas, cristalizando las pasiones, sin posibilidad de que
fluyan y cambien, cerrando el paso a que muden y trasmuten, pues el niño que
en un momento pudo hacer algo malo, luego puede hacer algo bueno, y es
importante aceptarlo así, sin exigirle el principio de identidad (que sea siempre
él mismo); como ser humano tendrá que vivir con sus contradicciones y
ambivalencias. Decidir lleva un costo y una pérdida, la que a veces un niño aún
no está en condiciones de realizar, por eso hay que respetar su condición de
niño.
Animación.
El cofre de las palabras.
• La animación se traslada también a las líneas de un dibujo,
como aparece en el relato de El principito, el dibujo se mueve
y adquiere posibilidades mágicas.
• Son trazos que trazan fugaces arcos iris; allí, donde el último
rayo de luz toca la tierra, se halla escondida la olla de oro.
• La narración de los cuentos de hadas crea un espacio propio,
un aire, un alma; las letras en su magia portan un daimon, un
genio, un aliento vital único. Cada una trasmuta en la lámpara
de Aladino, y una garganta encantadora debe saber frotarlas
en su paladar para que se produzca el encanto, el portento de
lo maravilloso y acontezca la fantástica realidad que estaba
guardada en el cofre de las palabras.
Érase que se era…
La lengua materna.

• Los cuentos tienen una doble naturaleza,


singular y universal y, a la vez que
comparten una verdad, tienen el secreto
de la lengua en que se formaron, la
huella de la matriz de la lengua de la que
nacieron y el aire de las letras que lo
alentaron a la existencia.
Había una vez…
• Los narradores son esos caminantes que descansan al sol recostados en un
antiguo roble, para escuchar lo que dicen las aves y los animales, y luego
susurrarlo a las hojas de todos los árboles, así, cuando el viento fuerte llegue a
ellas, les contarán el devenir a la humanidad. Hojas desprendiéndose de las
ramas para volar y esparcir historias por doquier, historias que los hombres ya no
pueden recordar.
• Había una vez… la posibilidad de creer y crear; había una vez una infancia que
quería escuchar; había una vez alguien que quería contar…Esa vez que había,
aún está en espera para ser la historia de todo sujeto que adviene al mundo, y se
cubre en palabras para no sufrir la desnudez del desamparo desde el silencio del
desamor.
• Cuando enmudecen los corazones por su indigencia, las nuevas generaciones no
tienen palabras para alimentar su alma y sus ojos pierden la luz de la existencia.
¿Y quién no ha visto alguna vez ojos opacados por la tristeza?, pero doblemente
triste es verlos en un niño.
La voz.

• La voz del narrador es un tenue viento que envuelve; una brisa de mar que humedece; por
momentos, el soplo de la primavera o el gélido invierno y, en ocasiones, el ardor de un
verano ante el fuego pasional de la tragedia o la tristeza del otoño; ciclo de la vida que,
para poder crecer, deja caer sus hojas. Su voz es una serpiente sibilina que emite una
energía envolvente y, antes de comenzar a silbar, captura con la mirada para mantener
inmóviles a los oyentes y, en zigzagueantes vocales, muda de piel en cada personaje para
saltar a su presa en el final.
• La voz de un narrador puede mudar al canto de cuna de una madre, o el grito que irrumpe
ante el temor. Puede ser un tambor y retumbar, o un violín y endulzar hasta el ensueño, o
irrumpir como un clarinete buscando la batalla, o mudar a un piano interpretando la
Heroica.
• Su voz puede ser la flauta de Hamelín, la que puede causar miedo, pánico o vencer al león
de fauces devoradoras. Es un hilo en el laberinto del silencio; es el eco de un antiguo
llamado que atraviesa generaciones para habitar en la huella perdida que aún late en los
que sin saber están por creer.
• La voz del narrador hace que los niños o adultos cierren sus ojos y habiten mundos
mágicos, tan mágicos que de ellos nadie quiere retornar, esperando que nunca llegue el
final.
Hechizos y encantamientos.

• El tiempo se desvanece en la temporalidad del


inconsciente, el que sigue las huellas de la
humanidad y busca posibles mundos en las
letras para dar lugar a ese espacio imposible
de significar.
• La letra es un cántaro que, a la vez que
contiene, derrama; es un grifo de significación
abierto al caudal de la imaginación para dar de
beber a la ensoñación.
Imaginario.

Imagine…
No es difícil de hacer
Nada por qué matar o morir
Ni religiones tampoco
….
Tú puedes decir que soy un soñador
Pero no soy el único
Espero que algún día te unas a nosotros
Y el mundo será uno solo
Imagina que no hay posesiones
• Me pregunto si puedes
Ninguna necesidad de codicia o hambre
Una hermandad del hombre
Imagina a toda esa gente
Compartiendo todo el mundo
Tú puedes decir que soy un soñador
Pero no soy el único.
… 
Imagine (John Lennon)
Nadie escucha el decir de la tierra y todos sufrimos por su angustia de llorar, de llorar su
dolor, de llorar la paz que nadie le quiere dar.
En la gema de los dedos, el aire que todo lo dice; con sólo una caricia otro se entera, con
sólo una caricia los secretos de la eternidad se revelan.

• Quien ensueña ve la huella de lo eterno en la frágil


sombra de una espiga de trigo, pan por amasar; en
levadura la sangre de los pobres; en diáspora, el trigo del
desierto; allí, donde moran los hombres que no han
nacido, porque esperan que las palabras - almas habiten
sus cuerpos. Se dice de ellos que nunca pueden ser, que
es imposible su existencia porque la lengua de sus
ancestros se perdió como las huellas en la arena; el
viento desparramó por doquier su alfabeto y las letras se
dispersaron con los médanos, cambiando una y otra vez
de forma…
El poder sanador de las plantas.
Y ese árbol centenario que vio pasar los tiempos

• En todo lugar, un niño tendría que cultivar plantas, de las


pequeñas para comer, de las mediadas en frutas dar, y de las
grandes de árboles crecer. Sentir la vida de una semilla al
crecer; la fuerza de una planta que en raíces busca el cielo, y la
tierra que espera por el agua de vida, compartir esa
experiencia, siempre es mágica para un niño.
• Un saber de las abuelas, que perdieron su tierra para cultivar,
que con amor podían hacer un té para resfríos y demás dolores;
ese cuidado que ellas tenían y el cariño que les dispensaban a
sus plantas, mudaba a la infusión que el niño tomaba y nadie
puede subestimar el poder curador del amor de una abuela.
Los hermanos de los pueblos originarios.

• Un saber de los pueblos originarios que


perdieron su tierra para amar, pero que su
sabiduría sigue estando viva en su sangre, en
las arrugas de sus rostros antiguos como la
tierra, en sus manos ásperas de trabajo, en sus
ojos tiernos de ilusión, en la voluntad que,
ante el dolor, les permite donar.
De lo que no existe, pero es.

• Así como Odín permaneció colgado de una rama del árbol del mundo,
Yggdrasil, sostenido sobre el vacío del abismo durante nueve días y nueve
noches para hacerse sabio y conocer el secreto de las runas (alfabeto que
revela el origen de todo lo que existe y de lo que está por existir), igual
prueba debe pasar el mortal que quisiera conquistar el amor. Debe poder
sostenerse sin tiempo, colgando sobre el vacío del abismo de la
incertidumbre y sólo después de esta ordalía, sabría si es digno de tal
amor.
• También dicen los antiguos que la rítmica danza de los planetas abre o
cierra las ventanas del universo, los portales del tiempo, las hendijas de la
verdad que se esconden en los pliegues de los espacios virtuales del
universo; dimensiones inciertas que, a pesar de que muchos niegan su
posibilidad de ser, existen.
El sueño niño, el poeta y la imaginación.

• “¿No habremos de buscar en el niño


las primeras huellas de la actividad
poética? La ocupación favorita y más
intensa del niño es el juego. Acaso sea
lícito afirmar que todo niño que juega
se conduce como un poeta”. Freud.
Un modesto juego de narración.
Abuelita linda.

Abuelita linda ¿dónde estás, que los niños quieren tus ojos de cielo y tus manos de tierra y
maíz?; abuelita linda, tu rodete es una blanca corona de plata en donde la luna posó sus pies;
abuelita linda, tu voz antigua y cansada pide ser escuchada. ¿Dónde estás abuelita linda? que
los niños a tu regazo quieren subir, porque anhelan escuchar la verdad que susurran tus labios.
Abuelita linda, di tus mágicas palabras para que surjan los bosques, los ríos y las montañas; dilas
para que las aves del cielo y los animales de la tierra y los peces en sus aguas puedan hablar y
así sabremos de ellos, sabremos lo que sienten, sabremos lo que quieren decirnos, sabremos
que son hermanitos menores que esperan nuestro amor y cuidado; cuéntanos de ellos, abuelita
linda.
Abuelita linda, canta tu canto, el de tus ancestros, en los tonos de un idioma desconocido y
misterioso para los niños; canta que, al cantar, la vida sonríe a tu derredor y tu rostro ilumina el
alma de los que escuchan; abuelita linda, canta y vuelve a cantar. Acaricia con tu voz a los niños,
sin deshojar la rosa tejida en tu pecho, la que te recuerda un nombre que ya no quieres
nombrar. Canta, abuelita linda, canta y vuelve a cantar, que entre canto y canto ofreces el
silencio para subir a caballito en tu regazo, carroza de antigua princesa cuando te meces en ese
antiguo sillón hamaca, el que cruza los tiempos de los sueños por soñar.
Y esos ojos de la abuelita linda, que aún reflejan el querer de un amor…
Abuelita linda, sigue acariciando con tu voz mis cabellos. Abuelita linda, canta y vuelve a cantar.

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