El Perú Que Queremos

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EL PERÚ QUE QUEREMOS

 Pertenecer a una comunidad, a una región, nos hace


parte de un proyecto común, de un plan de vida
El sueño de una sociedad
Me levanté al amanecer en un hermoso día de sol. Salí a caminar, miraba a los
cantos y no veía ni un sólo papel en el suelo, la gente era muy aseada. Seguí
caminando, y vi un debate del Alcalde con el pueblo. El Alcalde dio opiniones y la
gente levantaba la mano para opinar. Me quedé sorprendido ¡qué respetuosos y
educados eran ellos! Seguí caminando, llegué al colegio, entré y vi que estaban
organizando un concurso de lectura. ¡Yo lo gané!, por ganarlo me dejaron jugar en
los video-juegos. Salí del colegio, me llevé un libro para leer y fui a la laguna, vi
aguas cristalinas que hasta se veían los peces. Me senté en el pasto, leí y me dormí.
Me desperté, fui a casa, prendí la televisión, cambié de canal, sólo vi canales
educativos. Por mi ventana vi policías caminando, cuidando y observando a la
gente para mantener el orden del pueblo. Me eché en mi cama y sin darme cuenta
me dormí. Al despertarme vi que todo fue un hermoso sueño.
El impacto de la radio
Un día, fui a la radio, pues me habían invitado a un programa educativo. En el camino me encontré con uno de mis amigos,
que decidió acompañarme. Nosotros, ya en nuestro destino, vimos a un pequeño niño, el cual estaba de locutor. Por la forma
en que se expresaba se podría pensar que tenía unos 15 años, pero al preguntarle quedamos atónitos, pues este tenía tan solo 9
cortos años. Nosotros, curiosos por saber cómo es que el pequeño podría expresarse tan sorprendentemente, decidimos
preguntarles cómo es que tenía aquella sorprendente habilidad, a lo que éste nos respondió: - Una vez, cuando yo regresaba de
la escuela prendí la radio, me quedé un rato frente a ella, de pronto escuché al locutor dando consejos sobre cómo poder
expresarse mejor, yo, decidí comenzar a practicarlos. Desde allí, todos los días al salir de la escuela prendía la radio y
escuchaba estos consejos. En una ocasión descubrí que no sólo eran para expresarse mejor, sino también que eran educativos,
hablaban cosas que en la escuela nos enseñaban, pero en este programa radial se profundizaban más y lo hacían de mejor
manera. Yo siempre escuchaba ese programa antes de almorzar, pues a mí particularmente me gustaba mucho. Entonces un día
decidí ir a la radio y formar mi propio programa, pues tan sólo quería que muchos niños y demás personas como yo, tengan
interés por lo menos en escuchar, ya que estos programas pueden ayudar a superarnos en la vida. - Pero ¿qué te hizo abrir tu
propio programa radial? Le pregunté, El respondió con un poco de tristeza: - Un día vi a un niño que andaba en silla de ruedas,
que estaba muy desconsolado y con un libro entre las piernas, al mirarle hallé que también era ciego, entonces le pregunté:
¿Qué haces tan sólo por aquí? Él me respondió, “yo antes podía jugar, saltar y también estudiar. ¿Qué es lo que más me gusta?
Yo anhelo estudiar de nuevo”, dijo sollozando. “Pero, ahora ya no puedo hacer nada, pues soy un simple inválido y ciego que
no puedo hacer nada”. Entonces decidí regalarle mi radio al mendigo, le dije que yo abriría un programa radial y que podría
escucharme, pues de esa forma tal vez él pueda seguir estudiando. Este es el motivo que me llevó a mi propio programa,
concluyó el pequeño.
UN PERÚ DONDE TODOS LOGREMOS
APRENDER

 Nueve de cada diez estudiantes no


comprende lo que lee y un tercio no
termina la secundaria
Con deseos de aprender
Para Manuel, un niño de 14 años, llegar al quinto grado fue signo de pena. Él se siente triste, con vergüenza. Por
eso siente pena y está calladito. Pero él tiene ganas de ir a la escuela porque dice que sí va a aprender a leer con
ayuda de la nueva maestra. Por eso decide hablar con su mamá, ya que vive con su abuela desde que ella se separó
de su papá. - Mamá, mi papá me ha matriculado. - Otra vez con lo mismo, si tú no sirves para leer, mejor anda a la
chacra con tus tíos. Le dijo su mamá. Manuel -casi rogando le dice: ¡Pero mamá! ¡Si yo quiero aprender! Y además
van a cambiar a la profesora. La mamá insiste: Vas a ir a perder el tiempo. - Mamá, déjame ir. - Allá tú y no pierdas
el tiempo, ya vas en quinto pero no lees. Manuel se quedó callado y pensativo. Llegó el primer día y alegre se fue a
la escuela, entró a su aula y se encontró con amigos y niños de su edad. Se sintió más tranquilo al ver y tratar con
su profesora, porque ella le brindaba afecto y cariño. Comenzaron las clases y pasaron los días. La profesora se dio
cuenta que Manuel no sabía leer. Entonces, con muchas ganas de ayudar, nos organizó en grupos. - Bien niños,
vamos a jugar. Vamos a formar grupos contando del 1 al 4 y así formaremos nuestros grupos. Practicaremos lectura
en grupo con mi ayuda y de sus compañeros que ya leen mejor. Es muy importante que ustedes todos lean bien
para poder aprender muchas cosas buenas y así ustedes también podrán hacer y escribir sus propios textos. Nunca
es tarde para aprender a escribir y leer. Manuel alegre agradeció a la profesora. - No te preocupes Manuel, unidos
saldrán adelante. Al escuchar a su maestra, todos los niños le dijeron: ¡Gracias, profesora! - Sí pueden pero tienen
que poner voluntad y mucho esfuerzo, les dijo ella.
Un país donde todas las escuelas y ambientes
sean amigables
Sólo 4 de cada 100 escolares que sufren maltrato sexual,
físico o psicológico, reciben ayuda profesional. Exige tu
derecho a tener escuelas amigables y profesores que te
comprendan y te ayuden
El niño pobre

Érase una vez un niño muy pobre que un día fue a una escuela, como no sabía leer ni escribir, el
profesor le preguntó: - ¿Cuánto es 2 x 2? El niño se quedo mudo. El profesor se enojó con el niño, y le
dijo: - ¡No puedes decirme cuánto es 2 x 2!; El profesor le dijo a los demás niños: ¿Cuánto es 2 x 2?
Los niños respondieron: 4. Entonces, el profesor le dijo al niño, ¡¿No sabes eso?!. El niño dijo con
temor: Es, que no sé sumar. Todos los niños del salón se rieron a carcajadas. El profesor dijo ¡cállense!
Y todos los alumnos se callaron. El profesor le dijo: ¿es broma verdad? El niño le contestó: No
profesor, no es broma. - ¿Cómo no vas a saber la adición? El niño le responde con miedo: Sí, profesor.
Y en un momento, todos se callaron. Después el profesor habló: ¡Niño!, ¿cómo te llamas? - Jorge
Quispe, - ¿Cuántos años tienes? - Diez años, respondió el niño, El profesor dice ¡Tú ya debes estar en
5to grado! Que no viste en la puerta 4to grado; entonces un niño dijo: No, profesor, el nuevo
compañero debe estar en 1er grado. - Tienes razón- responde el profesor. Jorge Quispe levantó la mano
con mucho temor y dijo: ¿Profesor, puedo ir al baño? ¡Corre nomás! dijo el profesor. Cuando fue el
niño al baño, se fue a su casa y nunca más volvió a la escuela.

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