Objeción de Conciencia
Objeción de Conciencia
Objeción de Conciencia
Libre albedrío
Capacidad de discernimiento (derecho a disentir)
Cronología de la objeción de conciencia
La posición de objetar a los tribunales y a las normas que conforman un sistema jurídico
fue tomando fuerza con el tiempo, al grado de que como caso particular se encuentra el de
Grecia, dónde cientos de personas desertaron del ejército y apelaron a su libertad de
pensamiento y de credo, para objetar el hecho de que la Constitución de ese país a partir de
1911 elevará el servicio militar a un acto obligatorio.
Fue un fenómeno interesante que transformó la manera de pensar de miles de griegos,
muchos de los cuáles fueron puestos en prisión al incumplir con un mandato
constitucional, lo cual influyó en una comunidad internacional identificada con esta figura,
que produjo que al menos se empezará a charlar en el parlamento griego, la posibilidad de
crear un servicio militar sin armas pero con mayor duración, o bien; el pleno
reconocimiento del derecho a la objeción de conciencia e introducir un servicio civil
alternativo.
El caso de los Testigos de Jehová en España
En tiempos contemporáneos aún resulta complicado encontrar países que cuenten dentro de sus cuerpos
normativos con la figura de la objeción de conciencia. En España por ejemplo, aun se sigue luchando a
través de un movimiento denominado “Movimiento de Objeción de Conciencia de Sevilla”, quien ha
luchado porque se reconozca en el Congreso a esta figura. Los primeros indicios de objetores de
conciencia en dicho Estado se presentaron en 1958 cuando por motivos religiosos, los testigos de Jehová
invocaron a su conciencia, y fueron condenados por el delito de desobediencia.
Cuando hablamos sobre los ordenamientos jurídicos que hacen alusión o referencia a la objeción de
conciencia debemos partir de la Convención Europea de Derechos Humanos aprobada en Roma en 1950,
en donde si bien es cierto no recae un reconocimiento textual de tal figura como un derecho humano
consolidado, si le otorga un reconocimiento relativo, al dar pauta para que los países que lo crean
conveniente lo adhieran a sus sistemas normativos, por ejemplo, en su artículo cuarto dispone que no
debe considerarse trabajo forzoso el servicio de carácter militar, o en el caso de objetores de conciencia
para el caso de los países que reconozcan a esa figura como legítima el servicio sustitutivo para ellos. A
su vez el artículo del mismo ordenamiento consagra la libertad de conciencia, de pensamiento y de
religión.
Elementos de la objeción de conciencia
Durante algunos momentos históricos, la objeción de conciencia ha sido ligada como una
vertiente de la desobediencia civil, y quizá lo sea en algún sentido, de hecho en algún
momento se le llamó a la objeción de conciencia como desobediencia ética, pero las
características y los elementos necesarios en cada una de ellas las hacen opuestas en
muchos sentidos.
Quizá de hecho podamos decir que la desobediencia civil es el antecedente inmediato de la
objeción de conciencia, además de que es menester precisar que la desobediencia civil
tampoco se refiere a un acto criminal, sino también a una posibilidad moral utilizable por
los ciudadanos de un Estado democrático, en aras de a través del uso de la libertad de
expresión como derecho humano, y matizado por la desobediencia civil como respaldo
moral, alcanzar igualdades o romper injusticias a todas luces públicas, permisibles por
leyes que no se adecuan a la realidades sociales.
En tal virtud, Joseph Raz ha hecho una distinción clave para no confundir entre ambas
instituciones. La desobediencia, dice Raz, es un acto político, y que tiene la pretensión de
transformar las políticas públicas o legales, mientras que la objeción de conciencia es un
acto privado que busca proteger al individuo de la intervención del Estado, y que su
intención no es modificar el entorno o sistema prestablecido, sino el respeto a su
coherencia a valores personales, o creencias morales.
Concatenado a lo anterior, otra distinción clave es que la objeción de conciencia suele estar
regulada en la actualidad por algunos ordenamientos jurídicos a nivel internacional, sobre
todo en aquellos países democráticos, a diferencia de la desobediencia civil que es un acto
desconocido por la norma jurídica, aunque necesaria desde una perspectiva humanística,
democrática y progresista en materia de derechos humanos.
Por lo que concierne a los Estados Unidos de América, quienes basan la mayoría de sus
interpretaciones y sistema jurídico en las decisiones de los jueces mejor conocido como
“common law”, ellos detectan a la libertad de conciencia relacionada específicamente a la
libertad religiosa, la cual consagran en la primera enmienda de la Constitución
Norteamericana, y de la cual la Suprema Corte de dicho país ha interpretado dando lugar a
las excepciones religiosas, las cuales pueden eximir a un ciudadano del cumplimiento de
una obligación jurídica, al justificar que ello conllevaría a la creación de una carga de
conciencia en su persona.
La óptica de México en torno a la objeción de conciencia
De conformidad con lo dispuesto en los artículo 3o. de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, 31 de la Ley
Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, 1o., 9o., 12, 14, 15, 21, 38, 46, 54 y 55 de la Ley sobre el Escudo, la
Bandera y el Himno Nacionales, 1o., 2o. y 3o., del decreto que ordena se rindan honores a la Bandera los días lunes de cada
semana en los planteles educativos de enseñanza primaria y secundaria, 2o., 3o., fracción III, y 18, fracciones I, IV, XIV y XX,
del Acuerdo que establece la Organización y Funcionamiento de las Escuelas Primarias, 6o. y 8o. del Acuerdo por el que se
reafirma y fortalece el culto a los Símbolos Nacionales, y 1o., 25, fracción IV, y 26, fracción VII, del Reglamento de las
Condiciones Generales de Trabajo del Personal de la Secretaría de Educación Pública, el profesor de educación primaria tiene
la obligación de fomentar en el educando el amor a la patria y la conciencia de la nacionalidad, la independencia y la justicia;
de tales disposiciones también se infiere que el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales son símbolos patrios de la
República, en cuanto constituyen los elementos fundamentales de identidad de los mexicanos, reconociéndose en ellos un
patrimonio cultural común; por tanto, es evidente que el maestro, por su profesión y la calidad de trabajo que desempeña, está
obligado a fomentar en sus alumnos la costumbre cívica de rendir honores a la Bandera Nacional y a entonar respetuosamente
el Himno Nacional, con la finalidad de fortalecer las raíces históricas y los lazos culturales y sociales que nos unen y nos
identifican como Nación. Por ello, el profesor que en los actos cívicos que está obligado a organizar o a participar en su centro
de trabajo, se abstiene de rendir honores a la Bandera y de entonar el Himno Nacional, incurre en las causas de cese previstas
en el artículo 46, fracción V, incisos a) e i), de la Ley Federal de los Trabajadores al Servicio del Estado, ya que con esa
conducta incumple una obligación derivada de la ley y de las condiciones generales de trabajo que rigen su relación laboral,
además de que no procede rectamente en las funciones que tiene encomendadas.
ESCUDO, LA BANDERA Y EL HIMNO NACIONALES, LEY
SOBRE EL. NO SE VIOLAN GARANTIAS
CONSTITUCIONALES AL SEPARAR A UN ALUMNO DE SU
ESCUELA POR INCUMPLIRLA.
Los acuerdos que las autoridades educativas adopten para separar a los alumnos con base en la Ley del Escudo, la
Bandera y el Himno Nacionales, no violan garantías en su perjuicio porque si por imperativos concernientes a su
convicción de conciencia de una fe religiosa se permitiera a los que la profesan apartarse de las normas jurídicas
que regulan el comportamiento de toda la sociedad, equivaldría someter la vigencia de esas normas, a la
aprobación del individuo, lo que a su vez pugnaría con el acto de creación del derecho por parte de la comunidad.
Así, tales acuerdos apoyados en que el alumno, so pretexto de pertenecer a los "Testigos de Jehová" omiten rendir
honores a los símbolos patrios contemplados en la invocada Ley, no trasgreden los artículos 3o., 14 y 24
constitucionales. El 3o. porque no se está impidiendo en forma absoluta el ingreso a las instituciones educativas,
sino que únicamente se trata de preservar el espíritu de ese precepto derivado de la titularidad que se confiere al
Estado para la conducción de la tarea educativa; el 14, porque si la educación como garantía individual de los
mexicanos, está al margen de toda creencia, dogma o doctrina religiosa, no rige el principio de previa audiencia
para que los alumnos sean separados de las escuelas, pues de escucharlos implicaría el absurdo de darles
oportunidad de oponerse a las disposiciones reguladoras de la disciplina interna del plantel, bajo argumento de su
fe de la secta denominada "Testigos de Jehová"; el 24, porque de conformidad con este artículo las ceremonias o
devociones del culto religioso, se circunscriben a los templos o domicilios particulares, de modo que no es
admisible que se traduzcan en prácticas externas que trasciendan en el ámbito social del individuo.