El documento discute la ética de la predicación. Sostiene que el sermón es un acto de responsabilidad ética obediente donde la congregación se somete al señorío de Jesucristo según el testimonio bíblico. Critica formas de predicación como la topical o experiencial que se alejan de la Biblia, y enfatiza la importancia de escuchar el texto bíblico de nuevo sin presuposiciones para predicar con integridad.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
201 vistas30 páginas
El documento discute la ética de la predicación. Sostiene que el sermón es un acto de responsabilidad ética obediente donde la congregación se somete al señorío de Jesucristo según el testimonio bíblico. Critica formas de predicación como la topical o experiencial que se alejan de la Biblia, y enfatiza la importancia de escuchar el texto bíblico de nuevo sin presuposiciones para predicar con integridad.
El documento discute la ética de la predicación. Sostiene que el sermón es un acto de responsabilidad ética obediente donde la congregación se somete al señorío de Jesucristo según el testimonio bíblico. Critica formas de predicación como la topical o experiencial que se alejan de la Biblia, y enfatiza la importancia de escuchar el texto bíblico de nuevo sin presuposiciones para predicar con integridad.
El documento discute la ética de la predicación. Sostiene que el sermón es un acto de responsabilidad ética obediente donde la congregación se somete al señorío de Jesucristo según el testimonio bíblico. Critica formas de predicación como la topical o experiencial que se alejan de la Biblia, y enfatiza la importancia de escuchar el texto bíblico de nuevo sin presuposiciones para predicar con integridad.
Descargue como PPTX, PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pptx, pdf o txt
Está en la página 1de 30
La Ética de la Predicación
Resumen del artículo de W. Walter Johnson,
“The Ethics of Preaching”, Interpretation, 20 (October, 1966), 412-431. Fredi Arreola. • Existen tres áreas de preocupación mayor en la teología contemporánea: la renovación de la iglesia, la responsabilidad ética y la predicación de la iglesia. Nuestro propósito es acercarnos a la cuestión de la renovación y la responsabilidad ética desde el punto específico del sermón. • Nuestra tesis: “el sermón en el contexto de la adoración comunitaria de la iglesia es un acto de responsabilidad ética obediente, y que los asuntos que se enfocan en este acto son asuntos determinativos para la vida completa de la iglesia”. • “Lo que sucede en el sermón es constitutivo para la vida de la congregación, y es así un factor pivote tanto en la renovación de la iglesia como la integridad ética de la iglesia”. Una implicación de esta tesis es que “la manera más efectiva de hacer teología sobre la predicación es en términos de la responsabilidad ética de la predicación”. • Ilustración: un vendedor de seguros. “La manera cómo vende seguros está expresamente determinada por su afirmación básica que Jesucristo es Señor. . . Todos los métodos propuestos de ventas, el trato de las personas involucradas en una venta, la representación de la póliza que vende, y los varios servicios que ofrece al cliente deben pasar un examen estricto a la luz de su compromiso con Jesús como Señor… • La iglesia busca, o a lo menos debe buscar, ayudar a este hombre a clarificar los asuntos de la obediencia cristiana en la tarea de vender seguros, porque los asuntos involucran no sólo la piedad individual pero también, y aún más, la integridad de la comunidad cristiana completa. Él es el representante vicario de la iglesia en su contexto particular. Cuando actúa, actúa como representante de la comunidad cristiana completa. La integridad de la vida de la iglesia está, en un sentido, enfocada en su propia integridad ética en una dada situación”. • Igualmente, el sermón, que normalmente ocurre en el contexto del acto central de la adoración comunitaria, es donde se logra una nueva epifanía. Mientras la iglesia confiesa su fe y ofrece sus alabanzas y oración en adoración, también abre su vida de nuevo al testimonio bíblico al señorío de Cristo. El evento dinámico del sermón es central en este acto de adoración. Es el punto, en la vida del cuerpo, donde los asuntos de vida se exponen de nuevo cada semana a la palabra del señorío de Jesucristo. Lo que sucede en el sermón es crucial al entendimiento total de la iglesia de la exigencia que significa confesar que Jesucristo es el Señor. • Por tanto, el sermón no es un “mal necesario”, no es un ejercicio de las idiosincrasias del predicador, ni son reflexiones sobre asuntos al azar. Tampoco es el insulto a la inteligencia tanto del pastor como de la congregación. No. La predicación es el ejercicio específico del sometimiento de la congregación al señorío de Jesucristo. • La confesión “Jesucristo es el Señor” subraya la nota de obediencia de una manera más pronunciada y abre el camino para que consideremos la naturaleza de la predicación como parte del comportamiento ético de la obediencia de la iglesia. • Una comunidad de fe que afirma a Jesús como Señor encuentra que el total de su vida está bajo la demanda de su señorío, y significa que junto con otras facetas del testimonio obediente, el sermón es parte de la respuesta total ética de la iglesia. • Debemos criticar a lo menos tres tipos de predicación. La predicación topical porque está “básicamente enraizada en la presuposición que el predicador es algo semejante a un genio religioso. Escoge los tópicos —religiosos, sicológicos y seculares— y trae sobre ellos su sabiduría particular, ojalá con una sabiduría cristiana sofisticada e iluminada. Pero fundamentalmente, la predicación topical se le olvida una relación integral a la Biblia en favor de una sabiduría peculiar del predicador. • La predicación “experiencial”, porque acepta como su presuposición la validez particular de la experiencia religiosa personal del predicador. Nuestra herencia de avivamiento y pietista coloca delante de nosotros una forma de predicación que se basa en el testimonio de la así llamada experiencia espiritual o de conversión del hombre en el púlpito con la presuposición implicada que los verdaderos cristianos caminarán el mismo sendero. Cualquiera que sea el contenido del sermón, sea topical, doctrinal, ético o bíblico, la presuposición determinante es que la autenticidad del sermón está enraizada en la autenticidad de la experiencia del predicador. • Una tercer forma favorita de sermón es el así llamado sermón doctrinal. La presuposición de esta predicación es que la substancia del sermón deriva de las formulaciones dogmáticas tradicionales de la iglesia. Aún cuando se utiliza la Biblia, con mucha frecuencia se usa de tal manera para demostrar que la doctrina ortodoxa aceptada tiene base bíblica. Se convierte al sermón en una ocasión para dispensar la doctrina correcta. • Con esto en mente, se levanta la pregunta ética severa ante el pastor que busca qué predicará la próxima semana. ¿Es la base del sermón particular su propia sabiduría iluminada, su reserva de experiencia, o quizá la enseñanza tradicional de los dogmas de la iglesia? ¿O el evento del sermón intentará una sumisión obediente al testimonio bíblico del señorío de Cristo? • Una cosa es segura. La congregación reunida no ignora la manera en que el predicador se comporta en la presencia del texto leído y anunciado de la Biblia. La propia incomodidad del predicador con el texto, o con la eliminación del texto, no pasa desapercibido, y en sí mismo manda un mensaje en el comportamiento ético total de la iglesia. Si el predicador en el púlpito, en el ejercicio de su discipulado, es obviamente independiente de la palabra formativa reconocida de la Biblia, entonces, el hombre en la banca obtiene su pista y asume que en el mundo él tiene todo el derecho de tener la misma independencia en formar su comportamiento. • O es más fructífero si el predicador da evidencia de una lucha verdadera en su intento de entender el señorío de Cristo sobre la base del testimonio bíblico aunque no logra aclararlo totalmente. La manera cómo el sermón da evidencia en términos de escucharlo quizá es tan importante como lo que en realidad dice. • La responsabilidad ética en basar el sermón en el testimonio bíblico es crítico para la integridad de la predicación, y subsecuentemente esta obediencia es constitutiva para la renovación de la iglesia y la conversación relacionada respecto a la ética. • Pero basar el sermón en el texto nos obliga a hablar de la responsabilidad ética de escuchar un texto en particular. Antes que nos preocupemos con hablar, tenemos que enfrentar las preguntas extensas de un “escuchar” responsable. La Biblia no es en primer instancia un estudio en la historia, sicología, moral o un estudio de personajes. Mas bien, estamos tratando con el testimonio vivo de la obra reconciliadora de Dios en Jesucristo. Desde muchos puntos concretos de testimonio testifica del señorío de este hombre Jesús. • Esto levanta varias preguntas. Esta es una de ellas: ¿Hasta qué punto somos responsables éticamente cuando transformamos una forma de discurso a un discurso de una naturaleza totalmente diferente? Por ejemplo, la Biblia rehúsa darnos detalles biográficos, pero nosotros terminamos predicando “vidas de Cristo”. El asunto ético es simple: ¿Escuchamos la palabra frente a nosotros en sus propios términos? • Escuchar es difícil, de seguro. Es difícil escuchar a la persona que está del otro lado de la mesa. Quizá es mucho más difícil escuchar a una persona a través de un escrito. Y es aún más difícil escuchar adecuadamente y con integridad a uno que tiene que enfrentar la barrera del tiempo y el lenguaje. Por eso siempre corremos el peligro de cortar a alguien a la mitad de un enunciado. ¡Muchos sermones indican que eso fue lo que pasó! Dejamos que el texto nos diera el tema, y nosotros suplimos la predicación. • Una tentación relacionada en el proceso de escuchar es escuchar al texto antes de escucharlo porque ya lo habíamos escuchado. Por razón de la familiaridad con ciertos textos es muy fácil asumir que ya sabemos lo que significa el texto. ¡El predicador incluso puede tener un sermón ya! Pero aunque los sermones hayan sido bien recibidos, una de las tareas primarias al leer el texto es escucharlo de nuevo. ¡De hecho, eso hace la tarea homilética muy emocionante! • No pretendemos que venimos al texto sin ideas preconcebidas. Con sólo la selección del texto ya tenemos ideas. Pero lo que se requiere genuinamente es la apertura del intérprete de “escuchar” al texto de nuevo y cuestionar, corregir y re-dirigir su entendimiento previo. Barr dice: “Estudiamos pues el texto, en la mayoría de los casos, con la consciencia de lo que previamente pensábamos que quería decir; ahora buscamos refrescar esa impresión, o revisarla, o profundizarla a través de una investigación más profunda”. • Pudiera ser que la razón de por qué escogimos el texto era porque ya sabíamos qué dice. Pero es presumir demasiado. Es asumir que el texto no puede dar una respuesta diferente. No. Cada vez que vamos al texto tenemos que darle la libertad de que diga lo que quiere decir, y seremos éticamente responsables de escucharlo de nuevo. • Vamos al texto porque queremos escuchar lo que Dios tiene que decir. También vamos porque escuchamos a favor de la congregación. Hemos sido apartados para eso. • Por razones obvias de tiempo y esfuerzo y la clara distribución de dones en la congregación, es aparente que no todos los miembros de una iglesia particular puede seguir extensamente los asuntos de escuchar. Esto no corta al cristiano individual de su propia lectura de la Biblia, pero subraya el hecho que el evento crucial del sermón espera el trabajo más serio y más responsable. • La tarea del predicador no es ponerse delante de la congregación como profeta para hablar la palabra de Dios. Mas bien debe venir delante de la congregación como uno que ha escuchado a los profetas y apóstoles y allí compartir con la congregación el significado de ese escuchar. • El asunto de la relevancia del texto para el hombre contemporáneo consiste simplemente en seguir al texto. Su sermón no debe ser uno de anécdotas. Aquí debemos afirmar que no existe una clave para abrir todos los tesoros del texto bíblico. • La obediencia que se espera en el sermón está de pie o cae con los intentos integrales del predicador en seguir la intención del texto a la situación presente. Se pregunta: ¿Cómo escuchar esta palabra cambia, cuestiona, redefine, desafía, ilumina o trae esperanza a la situación de estos oyentes particulares? • La obediencia que se espera en el sermón está de pie o cae con los intentos integrales del predicador en seguir la intención del texto a la situación presente. Se pregunta: ¿Cómo escuchar esta palabra cambia, cuestiona, redefine, desafía, ilumina o trae esperanza a la situación de estos oyentes particulares? • Johnson cuenta la historia de un complot al presidente Mobutu en el Congo. Al descubrir estas noticias, todo el gabinete del presidente se comporta muy diferente. Entonces añade: “La situación de la predicación es análoga a este set de eventos. En la congregación reunida el texto se lee y se escucha y llega a ser el factor que cambia la situación. Por razón de su naturaleza vital no podemos proceder ahora de la misma manera que antes. • Ignorar esta palabra sería parecido a que Mobutu ignorara las noticias del complot. ¡Puede ser que lo que está delante de nosotros son las buenas nuevas! ¡Pudiera ser una palabra que desafía toda nuestra visión de la vida! ¡Pudiera ser una palabra de esperanza que destruye nuestra desilusión! Pudiera ser una palabra de juicio que arranca todos nuestros prejuicios tradicionales. En todos los casos es una palabra que demanda atención”. • Hay un “antes” y un “después” al escuchar. Si no hay ningún movimiento significativo del “antes” al “después”, uno se puede preguntar sobre la integridad de escucharlo. • “La predicación es respuesta a la afirmación fundamental: ‘Jesucristo es el Señor’. Es un acto de responsabilidad ética donde la obediencia a Jesucristo es colocada centralmente como lo que determina la dirección de la vida en el mundo sobre la base de ‘escuchar’ el testimonio bíblico. . . El sermón es un modelo de responsabilidad ética para la vida completa de la iglesia”. Así viene la renovación de la iglesia, su orientación ética y la renovación de la predicación.