Boom
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EN DIÁLOGO CON
EL MUNDO:
NUESTRA
IDENTIDAD
ÍNDICE:
I.- DEFINICIONES:
II.- DESARROLLO
RECONOCER PERCEPCIONES DE LATINOAMÉRICA EN LOS ESPACIOS DESCRITOS A PARTIR DE TRES NOVELAS LATINOAMERICANAS ESCOGIDAS
III.- CONCLUSION
Nociones generales
• La delimitación territorial de América
Latina precisa de la región es variable.
En todos los casos, agrupa a países cuya
lengua oficial es el español o el
portugués.
• Cultura: Los conjuntos de saberes,
creencias y pautas de conducta de un
grupo social, incluyendo los medios
materiales que usan sus miembros para
comunicarse entre sí y resolver
necesidades de todo tipo.
• Identidad: conjunto de rasgos propios
de un individuo o colectividad que los
caracteriza frente a los demás.
LATINOAMÉRICA
• Fenómeno literario y editorial
que pretendía reafirmar la
identidad literaria
latinoamericana a nivel
internacional.
«(...) Llanuras verdes. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las espigas, el
rizar de la tarde con una lluvia de triples rizos. El color de la tierra, el olor de la alfalfa y del
pan. Un pueblo que huele a miel derramada (...)» (Rulfo, 1955, p. 9).
«(…) En la reverberación del sol, la llanura parecía una laguna transparente, deshecha en
vapores por donde se traslucía un horizonte gris. Y más allá, una línea de montañas. Y
todavía más allá, la más remota lejanía (…)» (Rulfo, 1955, p. 2).
“Ahora estaba aquí, en este pueblo sin ruidos. Oía caer mis pisadas sobre las piedras
redondas con que estaban empedradas las calles. Mis pisadas huecas, repitiendo su sonido
en el eco de las paredes teñidas por el sol del atardecer. Miré las casas vacías; las puertas
desportilladas, invadidas de yerba.” (Rulfo, 1955, p. 3).
«(...) Llanuras verdes. Ver subir y bajar el horizonte con el viento que mueve las espigas, el
rizar de la tarde con una lluvia de triples rizos. El color de la tierra, el olor de la alfalfa y del
pan. Un pueblo que huele a miel derramada (...)» (Rulfo, 1955, p. 9).
CIEN AÑOS DE
SOLEDAD
“El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos
levantamientos armados y los perdió todos. Tuvo diecisiete hijos
varones de diecisiete mujeres distintas, que fueron exterminados uno
tras otro en una sola noche, antes de que el mayor cumpliera treinta
y cinco años. Escapó a catorce atentados, a setenta y tres
emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. (…) Llegó a ser
comandante general de las fuerzas revolucionarias y el hombre más
temido por el gobierno, pero nunca permitió que le tomaran una
fotografía. Declinó la pensión vitalicia que le ofrecieron después de la
guerra y vivió hasta la vejez de los pescaditos de oro que fabricaba
en su taller de Macondo. Aunque peleó siempre al frente de sus
hombres, la única herida que recibió se la produjo él mismo después
de firmar la capitulación de Neerlandia que puso término a casi
veinte años de guerras civiles. Se disparó un tiro de pistola en el
pecho y el proyectil le salió por la espalda sin lastimar ningún centro
vital. Lo único que quedó de todo eso fue una calle con su nombre en
Macondo.”
GABRIEL
GARCÍA
MÁRQUEZ
“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas
que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”. (García Márquez,
1967, p.7)
“José Arcadio Buendía fue quien decidió por esos años que en las calles del pueblo se sembraran almendros en vez de
acacias, había dispuesto de tal modo la posición de los hogares, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de
agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del
calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces
por sus 300 habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había
muerto. y quien descubrió sin revelarlos nunca las métodos para hacerlos eternos. Muchos años después, cuando
Macondo fue un campamento de casas de madera y techos de cinc, todavía perduraban en las calles más antiguas los
almendros rotos y polvorientas, aunque nadie sabía entonces quién los había sembrado”. (García Márquez, 1967, p.45-
46)
“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas
que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos”. (García Márquez,
1967, p.7)
“José Arcadio Buendía fue quien decidió por esos años que en las calles del pueblo se sembraran almendros en vez de
acacias, había dispuesto de tal modo la posición de los hogares, que desde todas podía llegarse al río y abastecerse de
agua con igual esfuerzo, y trazó las calles con tan buen sentido que ninguna casa recibía más sol que otra a la hora del
calor. En pocos años, Macondo fue una aldea más ordenada y laboriosa que cualquiera de las conocidas hasta entonces
por sus 300 habitantes. Era en verdad una aldea feliz, donde nadie era mayor de treinta años y donde nadie había
muerto. y quien descubrió sin revelarlos nunca las métodos para hacerlos eternos. Muchos años después, cuando
Macondo fue un campamento de casas de madera y techos de cinc, todavía perduraban en las calles más antiguas los
almendros rotos y polvorientas, aunque nadie sabía entonces quién los había sembrado”. (García Márquez, 1967, p.45-
46)
LA CIUDAD Y LOS
PERROS
“—Bueno —dijo la voz—. Cuando dos perros se encuentran en la calle, ¿qué
hacen? [...]
—No sé, mi cadete.
—Pelean —dijo la voz—. Ladran y se lanzan uno encima del otro. Y se
muerden.
El Esclavo estaba con el rostro desfigurado por el miedo y, apenas
reaccionó, se vino contra él, ladrando y echando espuma por la boca, y, de
pronto, el Esclavo sintió en el hombro un mordisco de perro rabioso y
entonces todo su cuerpo se precipitó, y mientras ladraba y mordía, tenía la
certeza de que su piel se había cubierto de una pelambre dura, que su boca
era un hocico puntiagudo y que, sobre su lomo, su cola chasqueaba como un
látigo.”
MARIO
VARGAS
LLOSA
“Ha olvidado la casa de la avenida Salaverry, en Magdalena Nueva, donde vivió desde la
noche en que llegó a Lima por primera vez, y el viaje de dieciocho horas en automóvil, el
desfile de pueblos en ruinas, arenales, valles minúsculos, a ratos el mar, campos de
algodón, pueblos y arenales. “
Emilio y Alberto estudiaban en Lima. Por lo general, se reunían a las diez de la mañana
en el Parque Central, vestidos todavía con sus uniformes, y desde una banca pasaban
revista a la gente que entraba a la iglesia o entablaban pugilatos verbales con los
muchachos de otros barrios. En las tardes iban al cine, esta vez a platea, bien vestidos y
peinados, medio sofocados por las camisas de cuello duro y las corbatas que sus
familias les obligaban a llevar.
CONCLUSIONES
Influencias principales de las
novelas trabajadas
Perspectivas
del autor
Contextos de Modos
producción narrativos
Imágenes
“En la medida en que seamos capaces de
comprender la descripción de espacios literarios
que plasman en las novelas los autores
latinoamericanos, más se enriquece nuestra
concepción de identidad y por consiguiente nuestra
identidad misma tanto como seres individuales que
tienen conocimiento del espacio y contexto en el
cual se encuentran inmersos como seres sociales
pertenecientes a un país que se encuentra inmerso
en una rica variedad cultural y literaria.”