Credo Catolico

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En el Credo, llamado también

“Símbolo de la fe”.

“Symbolon” significa también


recopilación, colección o sumario.

El "símbolo de la fe" es la recopilación


de las principales verdades de la fe.

Si alguien nos pregunta:


¿En qué creen los católicos?

Podemos responderle
con los 13 artículos del Credo.

Nace con la Liturgia Bautismal


porque antiguamente cuando
una persona quería ser bautizada,
debía recitar el Credo.

A partir del siglo V se introduce


en la Liturgia Eucarística.

Cada domingo, después de escuchar la Palabra de Dios,


y la homilía del sacerdote, hacemos una declaración de nuestra fe rezando el credo
como respuesta porque la fe nace y se alimenta de la escucha de la Palabra de Dios.
Los dos “Credos” más conocidos son:
- El apostólico usado en Roma ya en el siglo III.
- El niceno-constantinopolitano, que recoge la fe de los Concilios
de Nicea (año 325) y Constantinopla (año 381)
El Credo de los Apóstoles o Símbolo
de los Apóstoles, también conocido como
el credo corto, es llamado de los apóstoles
por que es considerado como el resumen fiel
de la fe de los apóstoles.

Es el antiguo símbolo bautismal


de la Iglesia Romana.

Su gran autoridad proviene del hecho


de que es el símbolo que guarda la Iglesia
Romana, la que fue sede de Pedro,
el primero de los apóstoles,
y a la cual él llevó a la doctrina común.
El Credo está dividido en tres partes:
La primera parte habla de Dios Padre y de la obra de la Creación.
La segunda parte habla de Dios Hijo y de la Redención de los hombres.
La tercera parte habla de Dios Espíritu Santo y de nuestra Santificación.
La Primera Parte

Creo en Dios, Padre Todopoderoso,


Creador del cielo y de la tierra.
La Segunda Parte

Creo en Jesucristo, su único Hijo,


Nuestro Señor, que fue concebido
por obra y gracia del Espíritu Santo.

Nació de Santa María Virgen.


Padeció bajo el poder de Poncio Pilatos.

Fue crucificado, muerto y sepultado,


descendió a los infiernos.

Al tercer día resucitó de entre los muertos.


Subió a los cielos y está sentado a la derecha
de Dios, Padre todopoderoso.

Desde allí ha de venir a juzgar


a los vivos y a los muertos.
La Tercera Parte

Creo en el Espíritu Santo,


la santa Iglesia católica,
la comunión de los santos,
el perdón de los pecados,
la resurrección de la carne
y la vida eterna.
Amén.
Artículos del Credo
Artículo I
“Creo en Dios, Padre todopoderoso.
Creador del cielo y de la tierra.”
El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe católica.
Dios es uno solo, la Trinidad es una: “Padre” – “Hijo” – “Espíritu Santo”
designan modalidades del ser Divino, pues son realmente distintos entre sí,
pero comparten una misma naturaleza divina.
Gén 18, 2 ; I Co 12, 4-6; II Co 13, 3; Ef 4, 4 .

Manifestamos, que Dios existe, no solo por sus obras, y su revelación divina,
sino porque se manifiesta espiritualmente en quienes
lo buscan con un corazón humilde llenándolos de santidad y amor.

Dios es el principio de todo; y el fin de todas las cosas.

Dueño y Señor de todo, nosotros somos simples administradores.


II Mac 7, 28.

Infinitamente sabio, conoce y sabe todo, es Omnisciente, no podemos engañarlo.

Dios lo puede todo, es Omnipotente, con El, vencemos hasta a la muerte.


Artículo II
“Creo en Jesucristo, su Único hijo, Nuestro Señor...”
- Jesús: Significa “Dios salva”
- Cristo: “Mesías”
- Hijo de Dios, filiación intima con Dios
-Señor: Significa la soberanía divina

Jesucristo es el Hijo Único de Dios Padre que se hizo hombre


como uno de nosotros (misterio de la Encarnación)
para salvarnos y darnos ejemplo de vida.

Es la segunda persona de la Santísima Trinidad.

Jesucristo es verdadero Dios y verdadero hombre;


es decir, posee dos naturalezas, la divina y la humana,
no confundidas, sino unidas en la única persona.
Artículo III
“...que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo,
nació de Santa María Virgen...”
Esta parte es muy importante porque es obra del Espíritu Santo.

En el momento de la concepción ya existía antes sólo como Dios,


en la concepción Jesús es engendrado, no creado,
para hacerse hombre y redimirnos por puro amor.

También ratificamos que la madre es la Santísima Virgen María


fue siempre virgen como anunciaron los profetas, Is 7,14
como ella misma lo dice en las sagradas escrituras Lc 1, 28
y en su aparición en Lourdes: “Yo soy la Inmaculada Concepción”.

Ella sigue acompañándonos, como lo hizo con los apóstoles


porque es la elegida por la Santísima Trinidad,
por su amor incondicional al Padre,
por su entrega a la divina concepción a través del Espíritu Santo
y por su cuidado amoroso como madre de nuestro Salvador.
Artículo IV
“...padeció bajo el poder de Poncio Pilatos,
fue crucificado, muerto y sepultado...”
Poncio Pilatos era un militar que el Imperio Romano había designado
como gobernador político de aquella región entre los años 26 al 36 d.C.

Tuvo un par de encuentros con Jesús, días antes de su pasión


pero por miedo a una sublevación de los judíos, aunque sabía que Jesús
era inocente, permitió que lo crucifiquen (Jn 18).
Jesucristo aceptó padecer y morir para reparar la ofensa hecha a Dios
con nuestros pecados, desde nuestros padres Adán y Eva hasta
el que hayamos cometido esta mañana… para merecernos el perdón
junto con la gracia y el derecho al cielo (Is 63; Jn 1, 29).
A este gesto tan grande de amor lo llamamos
como el misterio de la “Redención”.
Redimir es pagar por otro una deuda; comprado, rescatado...
Fue Jesús quien nos abrió las puertas del cielo que estaban cerradas…
Artículo V
“...descendió a los infiernos,
al tercer día resucito de entre los muertos...”
Hay que aclarar que el término “muerte” no se utilizaba en aquel tiempo
sino que se usaba el de “Infierno”. Jesús conoció la muerte
como todos los hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos
(Hades – Sheol) como Salvador proclamando la Buena Nueva
a los espíritus que allí estaban cautivos
(Jn 5, 25; I P 3, 18; Fil 2, 10; He 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4, 9).

Jesús, “el príncipe de la vida” (He 3, 15), aniquiló mediante la muerte


al señor de la muerte, es decir, al diablo, y libertó a cuantos,
por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud”
(He 2, 14).

En adelante, Cristo resucitado “tiene las llaves de la muerte y del Hades”


(Ap 1, 18) y “al nombre de Jesús, se doble toda rodilla,
en el cielo, en la tierra y en los abismos” (Fil 2, 10).
Artículo VI
"...subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios,
Padre todopoderoso."
“Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles,
fue elevado a los cielos y se sentó a la diestra de Dios” (Mc 16, 19).
Jesús dijo a los Apóstoles les dijo: “Todo poder se me ha dado
en el cielo y en la tierra” (Mt 28, 18). “Cuando yo sea levantado
de la tierra, atraeré a todos hacía mí” (Jn 12, 32).

Sentarse a la derecha del Padre significa que empieza a reinar


como Mesías o Salvador del mundo y que en Él se cumple
lo que anunció el profeta Daniel: “Se le dio el poder, el honor
y el reino, y todos los pueblos y naciones le obedecerán.

Su reino es un reinado eterno que nunca acabará


y que jamás será destruido” (Dn 7, 14; Ef 1, 20; Ap 3).
Artículo VII
“Desde allí ha de venir a juzgar
a los vivos y muertos.”
En esta parte, tenemos conciencia que el Juicio es inmediatamente después
de la muerte, porque se nos va a juzgar según nuestras obras.

El sentido de los vivos y muertos, es decir los buenos y los malos.

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, acompañado de todos sus ángeles,
se sentará en su trono de gloria y serán reunidas delante de Él
las gentes de todas las naciones y a los buenos les dirá:

“Venid benditos de mi Padre a gozar del reino que os está preparado”


y a los malos dirá: “Id malditos al fuego eterno preparado para el diablo
y todos sus seguidores” ( Mt 25)

Dice el Apóstol San Pablo: “Todos tendremos que presentarnos delante de Dios
para que Él nos juzgue. Cada uno de nosotros tendrá que dar cuenta de sí mismo
ante el Tribunal de Cristo” (Rom 14).
Artículo VIII
“Creo en el Espíritu Santo,...”
El Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad
Recibimos el Espíritu Santo en el día de nuestro Bautismo cristiano
y de una manera delicada de nuevo en la Confirmación (Mc 1, 8).

Jesús le dio el nombre de “Abogado”, “Consolador”,


“Defensor”–que en el idioma de la Biblia traduce como “Paráclito”
y “Espíritu de verdad que estará siempre con vosotros” (Jn 14, 15).

Está en todas partes (Jn 3, 8), en los Sacramentos


y en el alma de los que viven como hijos de Dios.

El Espíritu Santo fue enviado de manera especial a la Iglesia


el día de Pentecostés (He 2, 1-13).

El Espíritu Santo nos ayuda a vivir en gracia de Dios,


nos ilumina, nos fortalece, nos consuela
y nos regala sus 12 frutos y sus 7 dones. (Gal 5, 22 – 23; Is 11, 2).
Artículo IX
“... la Santa Iglesia Católica,...”
La palabra “Iglesia” (Ekklesiae) significa
“Reunión, Asamblea o Convocación” para dar culto a Dios.

La única Religión que Cristo fundó en la tierra hace 2.000 años


fue la Iglesia católica. Jesús dijo a Simón Pedro: “Tu eres Pedro,
(o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia” (Mateo 16, 18).

Las demás la inventaron los hombres.


(Mt 16, 18; II P 1, 20; Ef 2, 20; I Jn 2, 19; II Timoteo 4, 3).

La Iglesia es:
Una por que Jesús no fundó varias Iglesias, sino una sola fe.
Santa por su fundador y significa que nuestra meta es la santidad.

Católica del latín Cathos = Universal, porque ha sido enviada


por Cristo en misión a la totalidad del género humano ( Mt 28, 19).

Apostólica significa que viene directamente de los doce apóstoles


(el Sumo Pontífice viene directamente de San Pedro,
y los Obispos vienen de los otros Apóstoles).
Artículo X
“...la comunión de los santos,…”
¿Qué es la Iglesia, sino la asamblea de todos los santos?.

“La comunión de los santos es precisamente la Iglesia”.

La Palabra “Santo” significa aquel que es amigo de Dios.

La palabra “comunión” significa: comunicarse los bienes unos a otros.

Comunión de los santos significa: que todos los amigos de Dios,


los del cielo, (Iglesia Triunfante)
los del purgatorio (Iglesia Purgante)
y los de la tierra, (Iglesia Peregrina)
tienen una comunicación de bienes por medio de la oración.

Los santos junto con María Santísima y los ángeles


interceden ante Jesucristo Nuestro Señor,
único mediador entre Dios y los Hombres,
y nos alcanzan gracias inimaginables.

Ap 8,3; Mc 12; II Mac 12,38


Artículo XI
“...el perdón de los pecados,...”
Cristo les confirió a los apóstoles su propio poder divino de perdonar
los pecados y éstos a sus sucesores, es decir, a los sacerdotes,
aquí nace el “Sacramento de la Reconciliación”. (Jn 20, 22; Mt 16,19).
Y los envió a predicar “en su Nombre la conversión para el perdón
de los pecados a todas las naciones” (Lc 24, 47;II Co 5, 18).
El “Bautismo” es el primero y principal sacramento del perdón
porque nos une a Cristo muerto por nuestros pecados
y resucitado para nuestra justificación (Rom 4, 24).
Otro sacramento que perdona también los pecados es
el de la “Unción de los enfermos” (Stgo 5, 13 y Stgo 5, 19).
En la oración que nos enseñó de Jesús (Padre nuestro)
y en otras enseñanzas y parábolas nos dice claramente
que el perdón de Dios a un alma arrepentida está condicionado:
Si no perdonamos a los que no ofenden, tampoco Dios nos perdonará.
(Mt 18, 23 ; Lc 17, 3; I Jn 3, 15).
Artículo XII
“... la resurrección de la carne.”
Dice Jesús: “Cuando ayudes a los que no pueden pagarte
o recompensarte, tendrás la dicha de que Dios te recompensará
en el día de tu resurrección” (Lucas 14, 14).
“Ésta es la voluntad de mi Padre, que el que crea en el Hijo,
yo lo resucitaré en el último día” (Juan 6, 40).
“Los que hicieron el bien, saldrán y resucitarán para la vida
pero los que obraron el mal, resucitarán para la condenación.”(Jn 5,29)
“Los justos brillarán como el sol.”
(Mt 13,43; So 1,3; Dn 3,6; Ap 21,8; Mt 8,12; Dn 12,3)
“En la resurrección de los muertos
los hombres serán como ángeles en el Cielo.” (Mt 22.30)
“El que guarda mi Palabra. No morirá para siempre.” (Jn 8, 51)
Artículo XIII
“... y la vida eterna.”
Jesús decía: “En esto consiste la Vida Eterna, en que te conozcan a Ti,
Padre Celestial y a tu enviado, Jesucristo.” (Jn 17),
“El que crea en el Hijo de Dios tendrá Vida Eterna.”
(Jn 3, 36).

Con respecto a Purgatorio, la tradición hace referencia sobre ciertos textos


de la Escritura que lo describe como un fuego purificador.
(I Co, 3, 15; 1 Pe 1, 7; Mt 12, 31;Mt 5, 25 – 26; II Mac 12, 46),

“En la casa mi Padre hay muchas mansiones y voy allá a prepararles un lugar.”
Jn 14,3; Heb 6,26; Fil 1,23; 1 Tes 4,17

“Alégrense por que sus nombres están escritos en los cielos.”


Lc 10,20; Dn 12,1; Ap 3,5
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