PANCREAS, Pancreatitis 2021
PANCREAS, Pancreatitis 2021
PANCREAS, Pancreatitis 2021
• La migración de cálculos a través de la papila hacia el duodeno es hasta ahora el único factor
desencadenante conocido de la pancreatitis aguda biliar (Acosta JM, 1974). El cálculo migrador
obstruye temporariamente la papila durante su paso, y según la anatomía del canal común, puede
generar reflujo biliopancreático o hipertensión ductal. En el primer caso, la bilis podría activar el
jugo pancreático en el conducto (activación prematura ductal) y secundariamente difundir al
intersticio glandular, donde se iniciaría la pancreatitis. En el segundo caso, la obstrucción completa
del conducto, asociada a la estimulación aguda del páncreas, generarían un aumento brusco de la
presión ductal y ruptura canalicular con extravasación enzimática (activación intersticial).
• La activación sería el resultado de un trastorno en el transporte intracelular de los granulos de
cimógeno. Por efecto de la hipertensión ductal, se bloquea la exocitosis y los granulos se
fusionan en el interior de la célula con enzimas lisosomales (colocalización). Como
consecuencia, hidrolasas como la catepsina B podrían activar el tripsinógeno e iniciar la cascada
inflamatoria. Esta hipótesis, sin embargo, también ha sido objetada, ya que el pH ácido
intracclular es desfavorable para la activación de la mayoría de las enzimas; además, la célula
acinar es muy resistente a la acción enzimática.
PANCREATITIS AGUDA ALCOHÓLICA
• La patogenia de la pancreatitis aguda que ocurre en alcoholistas crónicos está muy relacionada
con fenómenos evolutivos propios de la pancreatitis crónica de base. Por el contrario, la
pancreatitis secundaria a la ingesta aguda de alcohol, en bebedores ocasionales, no puede ser
atribuida a una pancreatitis crónica; de hecho, esta hipótesis ha sido confirmada en estudios de
autopsia (Seligson U, 1982).
• Una brusca hiperestimulación del páncreas, secundaria a la ingesta aguda de alcohol y alimentos
grasos, podría desencadenar, al menos teóricamente, una pancreatitis aguda.
• Anatomía patológica. La pancreatitis aguda afecta no sólo al páncreas y tejidos
peripancreáticos, sino también a órganos vecinos y distantes.
• Diagnóstico diferencial. En principio no debe aceptarse el diagnóstico de pancreatitis aguda
mientras no existan evidencias de inflamación pancreática en la ecografía o la tomografía
computada. Esta conducta se basa en la frecuente inespecificidad de la clínica y el laboratorio de la
inflamación pancreática. Tanto la colangitis aguda como la colecistitis aguda cursan frecuentemente
con hiperamilasemia y un cuadro clínico muy similar a la pancreatitis aguda. Se debe sospechar una
infección biliar en todos los cuadros dolorosos agudos supraumbilicales que se inician con fiebre o
están precedidos por ella. Asimismo, la presencia de fiebre en picos durante los primeros días de
una pancreatitis aguda debe hacer pensar en la posibilidad de una colangitis aguda asociada.
• Pronóstico. Pronosticar la gravedad de una pancreatitis aguda significa predecir cuáles ataques
evolucionarán rápidamente a la curación y cuáles desarrollarán complicaciones locales tempranas o
tardías. El empleo de un método pronóstico tiene gran utilidad práctica por tres razones: 1) la
identificación de un ataque grave obliga a la internación inmediata del enfermo en terapia intensiva
para prevenir o tratar rápidamente las complicaciones sistémicas tempranas; 2) la identificación de
un ataque leve permite evitar un tratamiento médico agresivo y costoso; 3) los resultados de
cualquier terapéutica sólo pueden ser analizados cuando los enfermos han sido clasificados
tempranamente con un método pronóstico reconocido.
• Signos clínicos y de laboratorio aislados. Los llamados signos clínicos de gravedad (taquicardia
mayor de 140 latidos por minuto, presión arterial menor de 90 mmHg, signo de Cullen o de Grey-
Turner) tienen escaso valor pronóstico. Si bien la presencia de cualquiera de ellos es muy específica
de un ataque grave, su sensibilidad es muy baja, ya que ninguno está presente en más del 50 % de
los ataques graves. Tampoco ha sido mayormente útil el uso pronóstico de la proteína C reactiva, a -
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alcance de muchos laboratorios de urgencia, sino que su eficacia no es superior a la de los sistemas
que emplean criterios múltiples.
• Sistemas que emplean criterios múltiples. El primero descripto y aún el más utilizado es el de Ranson (1979),
que combina 11 datos recogidos al ingreso y durante las primeras 48 horas. Estos datos reflejan destrucción
presencia de 0 a 2 signos señala que el ataque es leve, de 3 a 6 es grave y más de 7 fulminante. El sistema
APACHE II tiene una eficacia pronostica similar al de Ranson y su repetición durante el curso de la enfermedad
permite monitorear la recuperación o el deterioro clínico. La presencia de 8 o más criterios positivos del
más de 50 ml/hora y la presión arterial superior a 100 mmHg. La incapacidad para mantener estos valores obliga al
tratamiento inmediato del órgano afectado, ya sea mediante drogas, asistencia respiratoria mecánica o hemodiálisis.
• Otras medidas generales en el ataque grave incluyen la aspiración nasogástrica continua, la protección de la
mucosa gástrica, el monitoreo de los factores de coagulación y la reposición de calcio en caso necesario. El
lavado peritonealpercutáneo y la plasmaféresis son dos métodos que aún no han demostrado su utilidad. La
administración de antibióticos está indicada en ataques con lesión local significativa para disminuir el riesgo
de infección local. Los aminoglucósidos y las cefalosporinas carecen de penetración en el jugo pancreático;
por el contrario, las quinolonas y el imipenem alcanzan concentraciones útiles en el páncreas y en los
tejidos necróticos. En ausencia de necrosis, otra indicación temprana de antibioticoterapia es para prevenir
la colangitis en ataques de etiología biliar asociados con un colédoco dilatado en la ecografía.
• Indicaciones quirúrgicas Tampoco la inflamación pancreática aguda tiene hoy tratamiento
quirúrgico. Los denominados procedimientos quirúrgicos tempranos y directos sobre el páncreas,
tales como las resecciones pancreáticas, necrosectomías y drenajes retroperitoneales múltiples,
han sido progresivamente abandonados. Hoy se sabe que la cirugía temprana, o sea, la realizada
durante el período inflamatorio agudo, agrava la condición hemodinámica y metabólica del
paciente y aumenta el riesgo de infección tardía de las lesiones necróticas.
• La cirugía biliar, y más recientemente la esfinterotomía endoscópica inmediata, han sido
propuestas en la pancreatitis aguda biliar con el propósito de extraer un eventual cálculo
migrador retenido en la papila. El principio de esta indicación es que la descompresión del
conducto pancreático, realizada durante las primeras 48 horas del ataque, evitaría la
transformación de una pancreatitis edematosa en necrótica.
• la cirugía temprana puede ser indicada cuando existe duda diagnóstica o en caso de complicaciones
intraperitoneales graves. La duda diagnóstica puede obligar a una laparotomía exploradora cuando
no se puede excluir otra patología intraabdominal que sí requiere cirugía urgente. En caso de
hallarse una pancreatitis aguda conviene limitar al máximo las maniobras sobre la vía biliar, así
como evitar la apertura del retroperitoneo y las maniobras sobre el páncreas. Dos complicaciones
intraperitoneales graves y muy poco frecuentes, que requieren cirugía temprana, son la perforación
visceral (por lo general, del colon) y la hemorragia fulminante. Ambas resultan de una extensa
necrosis peripancreática y su pronóstico es ominoso.
• Tratamiento de las complicaciones locales. Las complicaciones locales tardías de la
pancreatitis aguda se clasifican actualmente en tres formas clinicopatológicas: necrosis infectada,
absceso y seudoquiste agudo. Necrosis infectada y absceso (infección pancreática). La infección
secundaria de las lesiones necróticas es actualmente la causa más frecuente de muerte por
pancreatitis aguda.
• Aun que su patogenia no es bien conocida, probablemente los gérmenes lleguen a las lesiones
necróticas desde el intestino, ya sea por translocación linfática o directamente por permeación a
través de la pared intestinal. De hecho, los gérmenes habitualmente hallados en las lesiones
necróticas son los comunes de la flora intestinal.
• La necrosis infectada es la complicación local más grave. Se la define como la presencia de tejidos
necróticos intrapancreáticos o extrapancreáticos de bacteriología positiva, con pus o sin éste.
Cuando no existe pus. la necrosis infectada no se diferencia macroscópicamente de la necrosis
estéril. Tampoco la semiología o el laboratorio pueden diferenciar tempranamente a la necrosis
estéril de la infectada, lo cual se debe a la semejanza clínica entre el síndrome de respuesta
inflamatoria inespecífica, asociado con todo ataque tempranamente grave, y el síndrome séptico
secundario a infección pancreática. En ambos casos existe fiebre, leucocitosis, hiperdinamia
circulatoria y disfunciones o fallas orgánicas.
• La tomografía computada puede revelar la presencia de necrosis infectada sólo cuando existe gas
retroperitoneal, lo cual ocurre en no más del 30 % de los casos. En ausencia de gas, el
diagnóstico puede ser hecho mediante el análisis bacteriológico de una punción percutanea
guiada por ecografía o tomografía computada (bacteriología percutanea).
• Se define al absceso como una colección bien circunscripta de pus con mínima o ninguna
necrosis asociada. A diferencia de la necrosis infectada, que siempre ocurre en ataques
inicialmente graves, el absceso también puede ocurrir en ataques iniciaímente leves o
moderados, y por lo común se exterioriza clínicamente en forma tardía. Igual que en la necrosis
infectada, el hallazgo de gas es el único signo radiológico específico, y la bacteriología
percutanea el único método para confirmar el diagnóstico en el preoperatorio.
• Tratamiento de la patología causal. La identificación y el tratamiento de la patología causal de
la pancreatitis aguda son indispensables para evitar la repetición del ataque. Cuando la etiología
tiene un tratamiento quirúrgico definitivo (litiasis biliar, tumores de papila, anomalías ductales) y
el ataque evoluciona sin complicaciones, el tratamiento de la patología causal debe indicarse, en
forma electiva, durante la misma internación. Cuando el ataque evoluciona con complicaciones
locales, la cirugía de la patología causal se realizará, si es posible, simultáneamente con el
tratamiento de las complicaciones.
• Cuando no existe una etiología quirúrgica o médica evidente, está indicado recurrir a métodos diagnósticos
complementarios que pueden identificar causas menos frecuentes de inflamación pancreática. El hallazgo de cristales de
colesterol o granulos de bilirrubinato en el sondeo duodenal es característico de la pancreatitis por barro biliar. Aunque en
estos casos la colecistectomía es de elección, la administración de ácidos biliares por vía oral también puede ser efectiva
en enfermos con elevado riesgo quirúrgico. La colangiopancreatografía endoscópica retrógrada es el único método que
permite diagnosticar adecuadamente las obstrucciones ductales no litiásicas, tales como los tumores de papila o vía biliar
dista!, las anomalías de los conductos biliar y pancreático, parasitosis y disfunciones del esfínter de Oddi. En enfermos
colecistectomizados, en quienes se sospecha litiasis residual, la colangiografía endoscópica retrógrada está absolutamente
indicada, ya que el tratamiento de elección, en caso de confirmarse la litiasis, es la esfinterotomía endoscópica.
• El carcinoma de páncreas primitivo o metastático es una etiología causal muy difícil de detectar.
Esto se debe a que la lesión neoplásica puede pasar inadvertida entre las lesiones inflamatorias.
La citología percutánea y la búsqueda de células neoplásicas en líquido ascítico son los
procedimientos diagnósticos indicados cuando se sospecha esta etiología.
• MUCHAS GRACIAS