Exposición Aura
Exposición Aura
Exposición Aura
CARLOS FUENTES
“Hay un momento
en el que ya no es
posible distinguir el
paso de los años”
Carlos Fuentes
• Carlos Fuentes nació en Panamá, en 1928. Fue un
escritor, intelectual y diplomático mexicano. Es
considerado como uno de los más destacados
escritores mexicanos y latinoamericanos de los
tiempos recientes. Perteneció al Boom de la
literatura latinoamericana. Recibió los más
importantes premios por su destacada labor
literaria, como el Premio Rómulo Gallegos de
novela (1977), el Premio Cervantes (1987) y el
Príncipe de Asturias (1994). Es autor de novelas
como La región más transparente (1958), La
muerte de Artemio Cruz (1962), Aura (1962),
Cambio de piel (1967) o Terra Nostra (1975).
Aura
• Primer novela breve de Carlos Fuentes
• La obra Aura se enfoca a la historia y la vida mexicana.
• Es una novela corta de 52 páginas que se subdividen en 5 capítulos
diferentes. Fue publicada en México en 1962 por primera vez y es
considerada como una de las más importantes de este novelista y una
de las mejores de la narrativa mexicana del siglo xx.
• La historia está situada en el año 1962 en la Ciudad de México.
• Es considerada una novela quimérica y mágica cuyo contenido tiene
lugar en un ambiente completamente misterioso y siniestro.
• La obra, representa para el conjunto de la narrativa nacional el periodo
de transición más importante hacia su modernidad, donde se
muestran por primera vez la conjunción de lo mexicano y lo universal,
la historia, el mito y el presente.
Bibliografía
Al día siguiente se da cuenta que la señora Consuelo estaba sentada en la mesa, los mismos movimientos
los realizaban las dos, lo cual se le hizo muy extraño, siguió a la joven pero ya no pudo hablar con ella, al
acercarse al la habitación de Consuelo vio a la viejita frente a un altar con imágenes unas comunes y otras
un poco extrañas. Consuelo lo abraza y le promete que en unos días, cuando recupere fuerzas, juntos
traerán a Aura de nuevo.
VOZ NARRATIVA Y MANEJO DE LA DIMENSIÓN TEMPORAL
“Quien percibe el acontecimiento debe optar por una de las dos soluciones posibles: o bien se trata de una
alusión de los sentidos, de un producto de la imaginación, y las leyes del mundo siguen siendo lo que son;
o bien el acontecimiento tuvo lugar realmente, es una parte integrante de la realidad, pero entonces esta
realidad está regida por leyes que no son desconocidas […] Lo fantástico ocupa el tiempo de esta
incertidumbre; en cuanto se elije una respuesta u otra, se abandona lo fantástico para entrar en un género
vecino: lo extraño o lo maravilloso. Lo fantástico es la vacilación que experimenta un ser que sólo conoce
las leyes naturales, ante un acontecimiento al parecer sobrenatural” (Todorov, 2006: 24)
• Para Todorov lo fantástico se dará en el momento de duda del personaje e incluso del lector,
ante la situación extraña;
• Una señal fantástica o extraña es que el anuncio del periódico en busca de un historiador joven
pareciera dirijo solamente al protagonista, a nadie más; solamente falta que diga el nombre Felipe
Montero. Como si la propia Dolores (Dueña de la casa y del anuncio) supiera de la existencia de aquel
hombre y lo mandará a llamar.
“Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento
perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés,
preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales, comida y recamara cómoda,
asoleada, apropiada estudio” (Fuentes, pág. 4)
EL personaje protagónico llamado Felipe Montero tiene una vida normal, común y corriente: bebe té en
un cafetín sucio y barato, tiene problemas económicos , aborda el camión y cuida el dinero.
“por fin escoges treinta centavos, los aprietas con el puno y alargas el brazo para tomar firmemente el
barrote de fierro del camión que nunca se detiene, saltar, abrirte paso, pagar los treinta centavos,
acomodarte difícilmente entre los pasajeros apretujados que viajan de pie” (Pág. 5)
Al siguiente día vuelve a la misma cafetería, lee el mismo anuncio y se dirige a la dirección señalada.
Después de entrar a la casa de Doña Consuelo se vive un ambiente diferente, un tiempo cíclico que es
distinto al exterior (fuera de la casa). Dentro la casa hay una ambiente fantástico y místico. Antes de
entrar a la casa y sumergirse en ese ambiente e historia, Felipe mira una última vez al exterior :
“y antes de entrar miras por ultima vez sobre tu hombro, frunces el ceño porque la larga fila detenida de
camiones y autos gruñe, pita, suelta el humo insano de su prisa. Tratas, inútilmente de retener una sola
imagen de ese mundo exterior indiferenciado” (pág. 6)
En la historia el narrador conoce dirige todos los movimientos del protagonista, lo conoce, y
quiere ser participe de su vida, podría tratarse de Consuelo que hace años encarnó en la
muchacha llamada Aura.
“La voz del narrador suena como un eco que te hace obedecer a sus ordenes, arrastra al lector a su
mundo ficcional y a su vez, también la voz del narrador resuena como un eco que hace te hace
obedecer a sus ordenes” (Puc Hernández, 2016: pp. 60)
“Lo fantástico se manifiesta en la figura de la bruja silenciada, pues este silencio en que es
mantenida por Carlos Fuentes es para prolongar la impresión de lo meramente fantástico” (2016,
pág. 67)
“Ella insiste en cultivar sus propias plantas en el jardín. Dice que no se engaña. Las hierbas no la
fertilizaran en el cuerpo, pero si en el alma..." Mas tarde: "La encontré delirante, abrazada a la
almohada. Gritaba: 'Si, si, si, he podido: la he encarnado; puedo convocarla, puedo darle vida con
mi vida” (Fuentes, pág. 45)
LO MÁGICO EN AURA DE CARLOS FUENTES
Algunas de las creencias respecto a los conocidos símbolos mágicos son las siguientes:
Gatos: animales asociados a la brujería. Según Cirlot estaban relacionados al culto de la luna
entre los egipcios y los gatos negros significaban Oscuridad y muerte (1962: 38)
Macho cabrío: según Rhodes “las marcas tradicionales de la figura de Mefistófeles, los
cuernos, pezuñas y rabo, sobreviven porque el satanás de la Edad Media se representaba por
lo normal en la forma de macho cabrío” (1974: 15)
En la novela, Aura contiene elementos fantásticos que hacen de esa
obra más intrigante, nos produce inquietudes en cuanto a las
situaciones presentadas; no va produciendo miedo ya que invita a
explorar las emociones y los rincones más curiosos. La extrañeza en
la revelación de las dos mujeres impactan al protagonista
igualmente que al lector.
BIBLIOGRAFIA:
Fuentes, Carlos.
Puc Hernández, Cynthia. (2016). Lecturas y Re-lecturas: hacia una interpretación de lo urbano y lo
fantástico en Aura (1962) de Carlos Fuentes. Universidad Autónoma de Yucatán.
Salgado, María. (2006). Sobre vírgenes y brujas en Aura de Carlos Fuentes. Nuestra América, Disponible
en Dialnet.
SIGNIFICADOS Y SIMBOLISMOS
Br. Abril Concha Pech
• Aura, tiene tres posibles significados:
• Viento suave y apacible
• Atmosfera irreal que rodea ciertos seres
• Aver rapaz diurna, de Amèrica, de cabeza y plumaje
• El anuncio: los primeros desdoblamientos
• La casa: significa el ser interior, yen el psicoanálisis, el
exterior de la casa corresponde a la máscara o
apariencia del hombre.
• Naturaleza y mujer: El color verde predominante
• Las llaves como símbolo de poder
Brujería y contraste
• El conejo
• Las migajas sobre la cama
• Frascos con líquidos blancuzcos
• En este ambiente oscuro “ciega el brillo”, hay
“edredones de seda roja, raídos y sin lustre”. La seda,
por definición, es luminosa, en esta cama no: está
raída y sin lustre.
Lo religioso y lo profano se unen
• Erotismo relacionado con religión y magia
“A las viejas sólo nos queda… el placer de la
devoción”.
Rituales oscuros
“La encuentras en la cocina, sí, en el
momento en que degüella un macho
cabrío: el vapor que surge del cuello
abierto, el olor a sangre derramada, los
ojos duros y abiertos del animal te dan
náuseas: detrás de esa imagen, se pierde la
de una Aura mal vestida, con el pelo
revuelto, manchada de sangre, que te mira
sin reconocerte, que continúa su labor de
carnicero”.
El macho cabrío
• La degollación del macho
cabrío en la cocina como un
rito de sangre y de llamado
a la fertilización.
• Fertilidad
• Deseo sexual
• Oscurantismo
• Rituales
• Naturaleza
• Oscuridad
• Luz
• Bosques
DONDE CONFLUYEN EL MITO Y LA HISTORIA
Br. Mónica Kú Gio
Br. Sulemy Acosta Chan
Mito y realidad
La historia mexicana es ambigua y confusa, ya que se entrelaza el mito con la realidad. En Aura, esto
es llevado al extremo al mostrarse como realidad lo sobrenatural. Apreciamos cómo el mexicano
vivía día a día estancado en un presente a la vez que soñaba en el futuro de su pasado mítico, que
es una unión forjada entre lo ancestral indígena y lo ancestral europeo. Aunque esta revelación es
obvia, al igual que la base del origen mexicano, es importante tomar en cuenta aspectos históricos
como lo son los hechos sobrenaturales. De acuerdo al estudio Myth and Reality de Mircea Eliade, el
pasado de México es un acto mítico.
En contraste al hombre arcaico está el hombre moderno. Éste, tiene los elementos fundamentales
de la historia que le dan la información básica de cómo llegó a ser. El realismo mágico es una
característica única de la narrativa hispanoamericana y en Aura se encuentran estos rasgos y este
tono. Para la obra de Fuentes el realismo mágico es una trasnominación del origen mexicano, ya
que el origen se basa tanto en hechos abstractos como concretos. Sin embargo, en el estudio
Imágenes de la mujer en Carpentier y García Marquéz: mitificación y desmitificación del mito es
ancestro de lo real maravilloso (Pirilli 29) ya que lo real maravilloso es “un discurso que se inicia con
los cronistas de Indias. Desde la conquista se ha esmerado por encontrar una identidad continental,
y la búsqueda ha sido una constante” (Pirilli 33).
Las imágenes han sido cruciales en la construcción de México. En Aura de Carlos Fuentes es
evidente el cambio de imagen que ocurre en los personajes. Felipe-Llorente y Consuelo-Aura crean
una ambigüedad en la narración como la ambigüedad entre el mito y la historia oficial de México.
[a]bre los ojos poco a poco, como si temiera los fulgores de la recámara.
Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven
a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tú los ves y te repites
que no es cierto, que son unos hermosos ojos verdes idénticos a todos los
hermosos ojos verdes que has conocido o podrás conocer. Sin embargo no
te engañas: esos ojos fluyen, se transforman, como si te ofrecieran un
paisaje que solo tú puedes adivinar y desear. (20)
Esta relación no solo apoya la idea de que Aura es un ser sobrenatural como se requiere de un
mito, sino también resalta el realismo mágico y lo real maravilloso. Lo real maravilloso se nota
en el paisaje que ofrecen los ojos de Aura. Nuevamente es un espacio exótico, misterioso y
ajeno.
En cuanto a Felipe Montero, desde el comienzo se percibe como un personaje común,
ordinario, de la vida metropolitana diaria de la ciudad de México. Su única preocupación es
ganarse la vida “exhuma[ndo] papeles amarillentos” porque él se ha preparado como un
“becario antiguo” que se interesa por la historia pero a quien, sin embargo, le toca trabajar de
maestro en alguna escuela secundaria de muchachos jóvenes (11). Felipe también es un
personaje sobrenatural, porque a fin de cuentas él mismo cambia de piel, se transforma,
retoma parte de su vida pasada. Por último, Consuelo también es sobrenatural. Al comienzo
parece una pobre anciana que está dispuesta a pagar un buen sueldo para que se transcriban y
publiquen los recuerdos de su difunto esposo, Llorente. Pero el transcurso de la historia hace
ver al lector que la señora Consuelo ha estado viva por más tiempo de lo que permite una vida
mortal.
Aura de Carlos Fuentes, escrita en 1962, forma parte de la nueva
narrativa hispanoamericana que comienza con la novela Pedro Páramo
de Juan Rulfo. Como muchas novelas de esta tendencia literaria, el
tema central es una respuesta, o más bien un reclamo, al plan nacional
que se había propuesto en el siglo anterior. En el caso de México, el
plan nacional se observa a través de El Zarco de Ignacio Manuel
Altamirano. En tanto que este presenta su propuesta sobre el
nacionalismo mexicano, Fuentes examina la mexicanidad y lo que
significa el ser mexicano a mediados del siglo XX. Altamirano se
equivoca en la visión nacionalista que propone porque su idealismo es
utópico; en cambio, con el uso de seres inmortales, en Aura se crea un
sentido de credibilidad ya que la construcción nacional se basa en los
hechos míticos de Guadalupe y Quetzalcóatl.
Como se ha dicho antes, de acuerdo a Eliade, el mito es equivalente a
lo real y es el relato más buscado o aceptado. Aura es significativo
porque le proporciona al mexicano elementos a los cuales ya está
impuesto. Acepta tanto los acontecimientos fantásticos como los
cotidianos a causa de su propia historia y su origen mítico.
FELIPE MONTERO: MEXICO ACTUAL EN BUSCA DE SU MEXICANIDAD
Como la historia de México, el mexicano es un ser complicado. Está atrapado dentro de sí mismo. Busca
una salida, un escape, pero es un escape hacia su propio interior. Busca en sí mismo su raíz, evita y
anhela reencontrarse con su origen. En Aura, Felipe Montero es símbolo del mexicano que está en busca
de su mexicanidad, lo que es su origen. Un punto de interés y de ironía es el hecho de que Montero es un
historiador. Él está “cargado de datos” pero son “inútiles” porque en ellos no encuentra lo que él está
buscando (Fuentes, Aura 11). El método que adopta Felipe para poder acercarse e intentar entrar en una
visión más clara de sí mismo está influido por su preparación como historiador. Sin embargo, Montero es
especialista en la historia francesa, no mexicana.
La afición de Felipe por la historia francesa tiene sus orígenes e influencias debido a las corrientes de las
ideas universales iniciadas con la Revolución Francesa. Este hecho histórico igualmente fomentó la
movilización política en la América. En México, la caída colonial animó las ideas liberales como las que
Benito Juárez e Ignacio Manuel Altamirano promovieron para modificar y reconstruir una nación que
necesitaba reunificarse en muchos sentidos; a México le faltaba unidad e igualdad. Irónicamente, a
mediados del siglo XIX México sufre una invasión francesa apoyada por los conservadores mexicanos que
se oponían a las ideas radicales de Juárez, quien proponía un Estado laico en el cual la educación no sería
administrada solo por la Iglesia. Sin embargo, la institución mexicana bajo el emperador Maximiliano
comenzó a perder el apoyo de los conservadores y con eso terminó la breve invasión francesa (1862-
1867). Las influencias francesas reaparecen una vez más durante el Porfiriato. En este periodo de 34
años, el mexicano se resignó a las nuevas tendencias conservadoras y puristas al rechazar su herencia
indígena y a cambio aceptó con los brazos abiertos la cultura francesa.
La reforma política que implementó la revolución francesa, determina al mexicano como un ser que “se
descubre como vocación universal” (Paz 174). Él establece las ideas universales como propias porque
rechaza su propio pasado. Por eso Felipe Montero busca su origen en el pasado afrancesado. México,
siendo una nación recién independizada, necesitaba un modelo ejemplar para seguir como guía, y
seleccionó Francia porque era el país que le sembró los ideales de la libertad. Además, con la presencia
francesa en México, a través del medio artístico e intelectual, el mexicano se reencontró con su pasado
precolombino, el cual fue reprimido durante la conquista y la colonia.
En Aura, Felipe como historiador francés es símbolo de esta época pasada donde floreció la edad de
oro estética e ilustrada. Como representante del ser mexicano, él está en busca de sí mismo pero no ha
podido dar con su origen. Aunque Felipe Montero jamás confiesa que está en busca de sí mismo, esta
noción es obvia desde el comienzo de la narración. Es interesante notar que comienza en un punto en
el que parece que el lector y Montero desprenden del mismo nivel. Es decir, la narración nos hace
pensar que tanto el lector tanto como Montero comienzan desde un punto ambiguo. Por ejemplo, lo
poco que el lector aprende de Montero parece ser lo único que Montero conoce de sí mismo.
Es evidente que hay una cierta crisis de identidad. La vida de Felipe Montero es una repetición
constante, porque todos los días hace las mismas acciones. El texto no elabora esta repetición, pero el
lector se da cuenta de esto a través del narrador cuando nos informa: “Vivirás ese día, idéntico a los
demás, y no volverás a recordarlo sino al día siguiente, cuando te sientes de nuevo en la mesa del
cafetín, pidas el desayuno y abras el periódico” (Fuentes, Aura 12).
El narrador está consciente de que lo económico influye y tiene un grado de importancia en la
idiosincrasia del ser mexicano. Y el sitio donde toma lugar la trama, el centro histórico, refleja cierta
transformación o encubrimiento, pero el interior sigue igual que hace años. El narrador nos lleva a
La narración presenta una visión dualista entre lo antiguo y lo moderno, o entre el pasado y al
presente. El trabajo que la anciana Consuelo le ofrece es que aprenda a escribir y a hablar como su
difunto esposo, el general Llorente, para que complete las memorias que dejó en vida. La
necesidad de aprender a escribir y dictar como lo hacía el general Llorente es significativo porque
es el procedimiento que lleva a cabo la transformación del personaje de Montero hacía el
personaje de Llorente. De tal manera a Montero le toca leer las memorias del general Llorente y a
la vez las actúa, las revive con su propio cuerpo. La casa de la señora Consuelo es esencialmente un
sitio sagrado donde lo metafísico es visible y tangible se materializa. Al leer las memorias
incompletas del general Llorente, Montero invoca el pasado, su origen, para revivirlo de nuevo.
Felipe se asombra un poco, sin embargo reconoce que el general Llorente es su otro yo.
Suavemente “te tocas los pómulos, los ojos, la nariz, como si temieras que una mano invisible te
hubiese arrancado la máscara que has llevado durante veintisiete años: … han cubierto tu
verdadera faz, tu rostro antiguo, el que tuviste antes y habías olvidado” (59). Por fin cae la máscara
que Montero ha llevado puesta. Esa máscara que, como implica el narrador, alguien más se la había
puesto. La noción de que alguien más le colocó la máscara sugiere otro ser humano pero en este
caso la máscara es un elemento crítico del mexicano y su mexicanidad. El mexicano es un ser que
por naturaleza tiende a no abrirse. Él sólo se resigna y se envuelve en su soledad. Pero cuando se
abre, cuando se desenmascara, se siente avergonzado, se siente cobarde porque renuncia a su
estado de soledad.
Asimismo, Montero renuncia a su soledad cuando jura amar a Aura para siempre. Sin embargo, es
interesante notar que para abandonar el estado de soledad, Montero tiene que exiliarse en un
ambiente solitario como lo es la coloquial residencia de la calle Donceles, antes número 69. Dentro
Consuelo Llorente: El pasado del presente mexicano
En Consuelo se presenta la dicotomía esencial que la mujer ha tomado en el mundo literario. Para llegar al cuarto de
Consuelo, Felipe sigue las instrucciones de una voz femenina y con su ayuda recorre el primer tramo del laberinto. Cuando
llega al cuarto de Consuelo lo primero que ve es un altar henchido de veladoras “corazones de plata, frascos de cristal [y]
vidrios enmarcados” (15). Cuando deja el mundo exterior Montero entra en un ambiente de tiniebla constante. Él intenta
penetrar o descubrir la oscuridad cuando saca su caja de fósforos, pero se le niega esta claridad. Es llamativa esta
negación de la luz porque tanto Aura y Consuelo, así como el lector, saben que con la contaminación de la luz se
descubriría la verdad. Si se toma en cuenta el ambiente de la novela, se nota que toda la narrativa se revela bajo
circunstancias sombrías.
En la última escena, cuando Montero le está haciendo el amor a Consuelo, la luz de la luna descubre lo que Montero no
pudo percibir desde que se instaló en la casa. Sin embargo, es claro que tiene un presentimiento debido a las
coincidencias dicotómicas que observa entre Aura y Consuelo, pero no es hasta el último encuentro, donde se sella la
unión eterna entre Felipe y Consuelo, cuando Montero ve con claridad su presente, pasado y futuro: “verás bajo la luz de
la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando ligeramente
porque tú lo tocas, tú lo amas, tú has regresado también…” (62).
Nuevamente la imagen del altar es importante porque denota un entorno a la afición por lo sacro. En el caso de México lo
sacro es una esencia que encubre y une la vida y la muerte.13 En el caso de Aura, la señora Consuelo se entrega
completamente a la devoción. Es una devoción que celebra la vida para revivir la muerte. Igualmente, está aferrada a la
muerte, al pasado, porque eso la mantiene con vida.
El uso de los elementos sacros se realiza en varios instantes y sirven para fomentar y copular la relación entre Felipe Montero
y Aura/Consuelo. Es impresionante cómo en el primer capítulo la descripción detallada que ofrece el narrador se enfoca en
los objetos sagrados, los cuales residen en el cuarto de la señora Consuelo.
Para finalizar la construcción y la importancia de la religión, el narrador menciona cómo Montero se ciega ante “la corona
parpadeante de objetos religiosos”, desde ese punto, en la que se ciega, el raciocinio de Montero empieza a trabajar de un
sentido más privado y personal (18). El uso de la religión es significativo porque asegura que Montero estará absorto en el
compromiso de redactar las memorias del general Llorente pero sobre todo en el compromiso que sella con Aura/Consuelo.
Al final del capítulo dos Montero adquiere la primera parte de las memorias del general Llorente. Para ello Consuelo le da
una llave pesada de cobre que llevaba colgada sobre su corazón. Montero intenta devolvérsela pero Consuelo responde: “No,
no, quédese con la llave. Acéptela. Confío en usted” (29). Al confiarle la llave del arcón que guarda las memorias de su difunto
esposo Consuelo le entrega lo que para ella es lo más sagrado. Esta llave de cobre simboliza su vida entera.
Consuelo, como representante de la mujer, encarna “el espacio femenino… de significados opuestos. Es vida, fecundidad,
protección, alimento, luz, amor, belleza, es muerte, dolor, oscuridad, asfixia, temor” (Perilli 58). En esta novela, a Consuelo se
le puede denominar de dos maneras, aspectos cruciales dentro de la perspectiva de Carl Jung en cuanto a la mujer. Perilli
identifica cómo la mujer, según Jung, es el sitio de “transformación mágica, del renacimiento [y] lo secreto, lo oculto, lo
sombrío, el mundo de los muertos, lo que devora y seduce, lo que provoca miedo y no permite evasión” (61). Asimismo,
incluye la visión femenina que ofrece Octavio Paz al afirmar Perilli que “la mujer es en México la figura enigmática. Mejor
dicho es el Enigma. A semejanza del hombre de raza o nacionalidad extraña, incita y repele. Es la imagen de la fecundidad,
pero asimismo de la muerte.
El tercer capítulo transcurre en paralelismos entre los personajes. El primero, y en todo caso el más sutil, es cuando Aura va
caminando por el pasillo con la campana negra en la mano para avisar que el desayuno está listo. Montero intenta retenerla
pero la pierde de vista. La sigue y cuando llega al vestíbulo se encuentra sólo, como si Aura hubiese desaparecido. Al estar
solo y en el pasillo el narrador describe cómo “la puerta de la recámara de la anciana se abre a tus espaldas: alcanzas a ver la
mano que asoma detrás de la puerta apenas abierta, coloca esa porcelana en el vestíbulo y se retira, cerrando de nuevo”
(32).
En el último capítulo, Consuelo lustra su traje de novia amarillento que permanecía guardado junto a los papeles amarillentos de las
memorias de su difunto esposo. Es el último tramo, la última fase para hacer que Felipe Montero se encuentre una vez más junto a ella y
para siempre. En el último segmento del tercer folio de las memorias del general Llorente revelan un elemento esencial sobre la señora
Consuelo.
“Sé por qué lloras a veces, Consuelo. No te he podido dar hijos, a ti, que
irradias la vida…” Y después: “Consuelo, no tientes a Dios. Debemos
conformarnos. ¿No te basta mi cariño? Yo sé que me amas; lo siento. No
te pido conformidad, porque ello sería ofenderte. Te pido, tan sólo, que
veas en ese gran amor que dices tenerme algo suficiente, algo que pueda
llenarnos a los dos sin necesidad de recurrir a la imaginación
enfermiza…” Y en otra página: “Le advertí a Consuelo que esos brebajes
no sirven para nada. Ella insiste en cultivar sus propias plantas en el
jardín. Dice que no se engaña. Las hierbas no la fertilizarán en el cuerpo,
pero sí en el alma…” Más tarde: “La encontré delirante, abrazada a la
almohada. Gritaba: ‘Sí, sí, sí, he podido: la he encarnado; puedo
convocarla, puedo darle vida’. […] Y al fin: “Hoy la descubrí, en la
madrugada, caminando sola y descalza a lo largo de los pasillos. Quise
detenerla. Pasó sin mirarme, pero sus palabras iban dirigidas a mí. “No me
detengas –dijo–; voy hacia mi juventud, mi juventud viene hacia mí.”
La mujer desde los principios de la humanidad ha sido caracterizada como la imagen absoluta de la creación. A través de este
fragmento encontramos la frustración no tanto maternal sino por el hecho de no poder producir vida.
Según las memorias no es el cuerpo físico, sino el alma. Al analizar en detalle, el alma es tener vida, un cuerpo sin alma es un
cuerpo sin vida. La regeneración del alma es quizá una posible explicación de cómo se ha conservado la señora Consuelo por
tantos años. Consuelo, como emblema del pasado mexicano, es esencial porque el pasado de México es el alma del país. El
alma mexicana reside en el pasado debido a toda su lucha y nostalgia, que se ha ido acumulando desde su formación colonial
en 1518. Matar o dejar que se muera el alma sería un suicido de la mexicanidad. Sería rechazar todo el pasado pre-
colombino, colonial, revolucionario, y todos los momentos que han formando el espíritu único del mestizo.
Si retomamos las imágenes más representativas de las madres mexicanas, la Malinche y la Virgen de Guadalupe, y colocamos
junto a ellas la imagen de Consuelo, observamos que se cierra el círculo de lo que encadena la mexicanidad. Por su parte, la
Malinche, siempre ha obtenido la doble perspectiva, pero lo que es cierto es que es la madre violada que produce al mestizo.
En cambio, la Virgen María es la madre sagrada, la piadosa, imagen en la cual sus hijos buscan un refugio consagrado. En
Aura, el narrador nos da la tercera madre, que completa la trinidad mexicana. Consuelo se entrega al amor, a un amor
incondicional, no forzado; es un pacto, es perpetuo. Es la unión entre el ahora y el ayer para continuarse en el futuro, para
mantener viva el alma mexicana.
Aura: Donde el mito y la historia convergen en uno solo, lo mexicano.
Aura es una respuesta a lo que Doris Sommer, en Foundational Fictions, reclama como parte del boom latinoamericano. En
comparación con las novelas del siglo XIX (e inicios del XX), donde la formación del país se presentaba a través de un
matrimonio ejemplar, los escritores del boom presentaron una nación más cruda y corrompida donde abundaba la violación,
el incesto, la homosexualidad y todo aquello que se consideraba moralmente inapropiado. El personaje de Aura cae dentro
de esta categoría, ya que no se sabe exactamente lo que es.
La forma en que se va descubriendo Aura reafirma su rol como representante del futuro dentro de la obra. El futuro es un
tiempo que está por venir. El futuro está compuesto de incertidumbres, sin embargo ocurren varios sucesos que alimentan la
posibilidad de acontecimientos que se podrían dar. En el caso de Aura los “varios sucesos” que aportan a los acontecimientos
del porvenir es la forma en que poco a poco se van descubriendo las facciones del personaje. No solamente engancha en una
forma misteriosa sino que es un preludio a lo que está por suceder. Desde el principio a Montero le atrae la presencia de
Aura.
La fascinación por los ojos verdes no es ningún concepto nuevo. Este mismo afán se encuentra en la leyenda de “Los ojos
verdes” de Gustavo Adolfo Bécquer. En Aura y el cuento de Bécquer hay muchas similitudes entre ambos personajes
masculinos. El más patente siendo el anhelo por la mujer de los ojos verdes. Por la semejanza entre ambas se le puede
atribuir características románticas a Aura.
A través del texto el color verde reaparece constantemente. ¿Con qué se asocia lo verde? Se asocia con el misterio, con lo
desconocido.
Aura, como representante del futuro, se muestra como la visión efímera. Está ahí vagamente presente en la actualidad pero
cómo el futuro, es un aspecto incierto e intangible dentro del tiempo. Por no ser parte del mundo terrenal, un ser misterioso,
algo que encarna el más allá, las facciones de Aura se desvanecen en el momento en que Felipe retira la vista de su rostro y le
causa la necesidad de regresar la vista para recordar lo que acaba de ver. Al mencionar el recuerdo, una característica del
pasado, es interesante tomar en cuenta que Aura es la viva representación del futuro. Esto articula y refuerza el vínculo que
existe entre los tres espacios del tiempo: el pasado, presente y futuro.
De tal modo que en esta novela la trama no sigue el orden cronológico. En Aura el futuro se presenta como el intermediario
entre el pasado y el presente. Mientras que Consuelo le confía la llave que pondrá al descubierto las relaciones más íntimas
de su difunto esposo, Felipe también le ha confiado a Aura la llave que contiene sus pertenencias personales. Es a través de
las llaves que se puede observar el enlace entre los tiempos y los tres personajes. El pasado/Consuelo cede su llave al
presente/Felipe (que en realidad es su futuro), y el presente/Felipe cede su llave al futuro/Aura (que en realidad es su
pasado, ya que ambas mujeres son una sola). La paradoja en el intercambio de llaves es que los personajes se encuentran con
puertas sin cerraduras.
En “Los ojos verdes” de Bécquer el fin de Fernando es de naturaleza trágico-fantástica, característica fundamental de muchas
obras en la literatura romántica. Fernando, al igual que Felipe, está dispuesto a condenarse, a condenar su alma por el ideal
intangible que le turba la conciencia. En Aura, Felipe de cierto modo es engañado cuando pacta su alma ante el cristo negro
que cuelga bajo la recámara de Aura. Igualmente es engañado porque hasta ese momento Felipe, aun cuando está consciente
de que entre Consuelo y Aura hay una unión extraña, aún no ha encontrado el motivo de la unión. Felipe se entrega, pero en
lugar de encontrar un final trágico, él renace. Al despertar está consiente de su otro yo.
Felipe está ligado en cuerpo y alma porque él también ha regresado y el amor perdurable se ha reencarnado en ambos
cuerpos y almas suspendidas en el tiempo. La drástica transformación que conlleva la apariencia física de Aura no solamente
es un recordatorio de la fugacidad de la belleza y de la vida sino que muestra cómo las cosas tienden a llegar a su pasado.
Por ejemplo cuando ella y Felipe están en su habitación él busca sin encontrar el origen de la luz dorada que ilumina el
espacio comunal. Ella se da cuenta y le dice “el cielo no es alto ni bajo. Está encima y debajo de nosotros al mismo tiempo”
(48). La interpretación para esta cita se da precisamente cuando los cuerpos de Aura y Consuelo convergen. Una representa
el pasado (Consuelo) la otra el futuro (Aura), están separadas por un espacio entremedio. Una ocupa del pasado para
representar la idea en la memoria, algo que tenga esperanza de avanzar y seguir con vida. La otra ocupa del futuro para
seguir recordando, para que no se llegue al olvido, para mantener el espíritu vivo. Las memorias del general Llorente
representadas en la historia de Consuelo sobreviven con la presencia mítica de Aura. Aura es quien lleva a cabo la unión entre
el presente y el pasado que al fin de cuentas será el futuro.
Conclusiones
La historia de México está basada tanto en hechos reales como en hechos míticos. En la historia de México los hechos míticos
tienden a sobrepasar los hechos reales en el imaginario mexicano. Como se ha comprobado, el mexicano, un hombre
moderno pero a la misma vez arcaico, encuentra su realidad en el mito. Descubre su existencia en el mito porque es parte de
su origen. Aura se sitúa en el centro de una ciudad cosmopolita, la Cuidad de México.
El tiempo cronológico desaparece y en su lugar se impone el tiempo cíclico, y este se mide a través de la campana. Cada vez
que suena, indica a Felipe que baje al comedor. La campana anuncia la continuación de la historia, es la señal que espera
Felipe con ansiedad para poder ver a la joven muchacha. La joven Aura controla el tiempo al hacer sonar la campana cada
día. Los acontecimientos se anuncian por el futuro (Aura). Sin embargo, Aura es sólo una imagen efímera de Consuelo. Es la
anciana quien hace vivir a la joven. De tal manera, el tiempo es controlado por el pasado (Consuelo).
La búsqueda de identidad de Felipe está compuesta de hechos reales y hechos míticos. Felipe recupera su memoria perdida y
recuerda quién es, renace cuando se une en la paradoja del cuerpo incorpóreo de Aura. Ella le ofrece a Felipe la oportunidad
de reunirse con su pasado ya que al final los dos cuerpos se unen, el cuerpo joven con viejo; el pasado con el presente.
Trascendentalmente los dos cuerpos son las dos almas que se unen. Consuelo busca retener el alma viva, Felipe se busca a sí
mismo, y de esta manera los dos juntos lograran su objetivo, envueltos bajo una misma aura nublada y oscura.
Arreguín, L. (2015). México y la mexicanidad: Aura, donde
confluyen el mito y la historia. Texas State University, Texas.