La Estética de San Agustín

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LA ESTÉTICA DE SAN AGUSTÍN

LOS ESCRITOS ESTÉTICOS DE SAN AGUSTÍN:

Aurelius Augustinus (354-430), canonizado por la Iglesia católica como San


Agustín, el pensador más destacado e influyente de los primeros siglos del
cristianismo, nació en África, donde vivió y trabajó antes de establecerse en
Italia. Previamente a convertirse en filósofo y teólogo, fue maestro de retórica
en Tageste, Cartago, Roma y Milán, y antes de adherirse al cristianismo(387),
fue su adversario y comulgaba con las ideas maniqueas y escépticas. Luego
se hizo sacerdote y a partir del año 395 ostentó el título de obispo de Hipona,
convirtiéndose en uno de los pilares de la Iglesia cristiana y en uno de sus
filósofos más relevantes.
En sus escritos se
cruzan dos
épocas, dos
filosofías y dos
estéticas:

San Agustín asumió los


principios estéticos de los
antiguos, los transformó y
los transmitió a la Edad
Media. Su obra constituye
un punto crucial en la
historia de la estética, en el
que convergen las corrientes
antiguas y de donde derivan
las medievales.
De los escritos de san Agustín, sólo la monografía de música (388-391) trata de
temas genuinamente estéticos, pero sus conceptos y opiniones estéticas los presenta
—aunque marginal e incidentalmente— en muchas de sus obras, sobre todo, en de
ordine (386) y en de vera religione y, hasta cierto punto, también en soliloqua (387)
y en de libero arbitrio (cuya primera parte compuso en roma en los años 387-8 y que
terminó en Hipona hacia el año 405). pero donde más información encontramos
sobre su actitud personal hacia el arte y hacia lo bello es en las confesiones, escritas
entre los años 397 y 440.
SAN AGUSTÍN TOMÓ DE LA ESTÉTICA
ANTIGUA LAS TESIS MÁS TÍPICAS Y
DIVULGADAS:
LA OBJETIVIDAD DE LA BELLEZA.

La primera de ellas sostenía que la belleza no es sólo


cierta actitud del hombre hacia las cosas sino también una
cualidad objetiva de las cosas.

San Agustín se interesaba vivamente por la actitud del hombre


hacia lo bello, por el placer que el hombre encuentra en la
hermosura. Estaba convencido de que el gusto por la belleza
presupone la existencia de lo bello como algo externo al
hombre, con lo que el hombre es sólo espectador y no el creador
de la belleza.
LA BELLEZA DE LA MEDIDA Y DEL NÚMERO.

La segunda tesis recogida por San Agustín de la estética antigua concernía a la


pregunta:
¿En qué consiste la belleza?, ¿cuándo y por
qué las cosas ha de ser bellas?

Según el filósofo, las cosas son bellas cuando “sus partes se parecen unas a otras y
gracias a su conveniencia crean la armonía”; es decir, la belleza consiste en la
armonía y la armonía, a su vez, en la adecuada proporción, o sea, en la relación de
las partes, de líneas y sonidos.
San Agustín expresó esta misma idea también de otra manera, combinando tres
conceptos: moderación, forma y orden. son estas tres cualidades las que deciden sobre
el valor de las cosas: todas las cosas son buenas si contienen moderación, forma y
orden y cuanto más poseen, son mejores; donde no existan estos atributos no existe
ningún bien. san Agustín habló del bien, pero está claro que abarcaba con este término
al mismo tiempo lo bello. Estos conceptos ya habían sido formulados por la estética
antigua y también los conocía la sagrada escritura, particularmente el libro de la
sabiduría tras el cual san Agustín pudo repetir que dios hizo el mundo conforme ala ,
medida, el número y el peso
De ahí que tuviera que tratar de la belleza de manera más amplia, lo
que salió a la luz en dos conceptos que se revelaron capitales para su
estética: el ritmo y el contraste.

San Agustín hizo del ritmo el concepto San Agustín relacionó la belleza con la «igualdad
fundamental de toda su estética y veía en él numérica». Pero también advirtió que la belleza se
la fuente de toda la belleza. Para hacerlo, vincula con la desigualdad, la disparidad y el
tuvo que ampliar el concepto de modo que contraste. También ellos deciden sobre la belleza,
abarcara no sólo el ritmo perceptible por los especialmente sobre la belleza humana y la belleza de
oídos sino también por los ojos, no sólo el la historia. La hermosura del mundo nace de los
ritmo del cuerpo sino también el del alma, opuestos y el orden de los siglos (ordo saeculorum) es
no sólo el ritmo del hombre sino también el el más bello de los poemas construidos a partir de
de la naturaleza; y tuvo que incluir en él «las antítesis» Así, San Agustín evocaba más bien los
tanto el ritmo de las experiencias como el de conceptos de Heráclito que los de los pitagóricos, ya
las actividades, el de las percepciones y el de que a luz de tal interpretación, la belleza derivaba de
la memoria, el ritmo pasajero de los la relación entre las partes y no del número en cuanto
fenómenos y el ritmo eterno del mundo tal.
LA EXPERIENCIA ESTÉTICA.
Aparte de la estética propiamente dicha, San Agustín se ocupó también de la influencia ejercida por la
belleza sobre el hombre, es decir, de lo que hoy llamamos “la experiencia estética” y que incluimos
en la psicología de lo bello. El filósofo distinguió dos elementos de la experiencia estética.

Uno, que es directo, procede de los sentidos, Mas los sonidos y colores expresan y representan
de las impresiones y percepciones, de los algo y es éste el segundo elemento de la experiencia,
colores y sonidos. un elemento indirecto e intelectual.

Esta dualidad de la experiencia estética la veía tanto en la


poesía y la música como en la danza, distinguiendo así factores
sensibles e intelectuales en cualquier experiencia de lo bello.
San Agustín asegura que la experiencia de lo bello posee la misma cualidad
fundamental que la belleza, es decir, el ritmo. Igual que hay ritmo en una
cosa hermosa, también debe haberlo en experimentarla, porque sin él la
experiencia es imposible. Para el filósofo había cinco tipos de ritmo:
1. el ritmo existente en los sonidos (sonans),
2. el ritmo existente en las percepciones (occursor),
3. el ritmo existente en la memoria (recordabilis),
4. el ritmo existente en las actividades del hombre (progressor), y,
finalmente,
5. el ritmo existente en el intelecto (judiciabilis), que es ritmo innato al
hombre.
¿POR QUÉ SAN AGUSTÍN LE DA TANTA
RELEVANCIA AL RITMO INNATO?
LA BELLEZA EN EL MUNDO

Para San Agustín, lo bello era una realidad y no un ideal; el mundo real
constituía para él «el poema más hermoso», dedicando a la belleza del
mundo tanta atención como los estoicos, San Basilio u otros Padres griegos.
La hermosura la explica, siguiendo a los antiguos, indicando que en el
mundo reinan la medida, la proporción y el ritmo. Sin embargo, su
optimismo estético y su convicción de que el mundo es hermoso estriban en
la misma idea y fe que la de los Padres griegos: el mundo es creación de
Dios, y por lo tanto no puede sino ser bello.
A la belleza del mundo
contribuyen tanto la belleza de
los cuerpos como la de las
almas, tanto la sensible como
la inteligible. El mundo
sensible complace con sus
brillantes luces y colores, con
suaves melodías, con el
perfume de las flores… Todo
ello, empero, más que
hermoso es agradable, porque
lo más bello en el mundo
corporal y en la naturaleza es
la vida y sus manifestaciones.
LA RELACIÓN ENTRE EL ARTE Y LO BELLO.
La evolución de la estética antigua estaba en efecto encaminada a separar de entre las artes la pintura
y la escultura, pero haciéndose dicha distinción, venía a considerarse a la pintura y la escultura como
arte imitativas o ilusorias, no como bellas artes.

Para San Agustín, en cambio, la meta de


Una vez descartadas las teorías mimética e ilusoria
toda actividad, incluido el arte, era el
del arte, pudo Agustín formular otra teoría y buscar
mismo Dios, y por tanto la imitación y
otro criterio de clasificación. Si imitar o crear
la ilusión no podían constituir dicho
ilusiones no es el objetivo de la pintura ni el de la
objetivo
escultura, tendrá que serlo el proporcionar a las
formas medida y armonía. Y dado que la belleza
consiste en medida y armonía, el objetivo de estas
artes es crear la belleza.

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