La Estética de San Agustín
La Estética de San Agustín
La Estética de San Agustín
Según el filósofo, las cosas son bellas cuando “sus partes se parecen unas a otras y
gracias a su conveniencia crean la armonía”; es decir, la belleza consiste en la
armonía y la armonía, a su vez, en la adecuada proporción, o sea, en la relación de
las partes, de líneas y sonidos.
San Agustín expresó esta misma idea también de otra manera, combinando tres
conceptos: moderación, forma y orden. son estas tres cualidades las que deciden sobre
el valor de las cosas: todas las cosas son buenas si contienen moderación, forma y
orden y cuanto más poseen, son mejores; donde no existan estos atributos no existe
ningún bien. san Agustín habló del bien, pero está claro que abarcaba con este término
al mismo tiempo lo bello. Estos conceptos ya habían sido formulados por la estética
antigua y también los conocía la sagrada escritura, particularmente el libro de la
sabiduría tras el cual san Agustín pudo repetir que dios hizo el mundo conforme ala ,
medida, el número y el peso
De ahí que tuviera que tratar de la belleza de manera más amplia, lo
que salió a la luz en dos conceptos que se revelaron capitales para su
estética: el ritmo y el contraste.
San Agustín hizo del ritmo el concepto San Agustín relacionó la belleza con la «igualdad
fundamental de toda su estética y veía en él numérica». Pero también advirtió que la belleza se
la fuente de toda la belleza. Para hacerlo, vincula con la desigualdad, la disparidad y el
tuvo que ampliar el concepto de modo que contraste. También ellos deciden sobre la belleza,
abarcara no sólo el ritmo perceptible por los especialmente sobre la belleza humana y la belleza de
oídos sino también por los ojos, no sólo el la historia. La hermosura del mundo nace de los
ritmo del cuerpo sino también el del alma, opuestos y el orden de los siglos (ordo saeculorum) es
no sólo el ritmo del hombre sino también el el más bello de los poemas construidos a partir de
de la naturaleza; y tuvo que incluir en él «las antítesis» Así, San Agustín evocaba más bien los
tanto el ritmo de las experiencias como el de conceptos de Heráclito que los de los pitagóricos, ya
las actividades, el de las percepciones y el de que a luz de tal interpretación, la belleza derivaba de
la memoria, el ritmo pasajero de los la relación entre las partes y no del número en cuanto
fenómenos y el ritmo eterno del mundo tal.
LA EXPERIENCIA ESTÉTICA.
Aparte de la estética propiamente dicha, San Agustín se ocupó también de la influencia ejercida por la
belleza sobre el hombre, es decir, de lo que hoy llamamos “la experiencia estética” y que incluimos
en la psicología de lo bello. El filósofo distinguió dos elementos de la experiencia estética.
Uno, que es directo, procede de los sentidos, Mas los sonidos y colores expresan y representan
de las impresiones y percepciones, de los algo y es éste el segundo elemento de la experiencia,
colores y sonidos. un elemento indirecto e intelectual.
Para San Agustín, lo bello era una realidad y no un ideal; el mundo real
constituía para él «el poema más hermoso», dedicando a la belleza del
mundo tanta atención como los estoicos, San Basilio u otros Padres griegos.
La hermosura la explica, siguiendo a los antiguos, indicando que en el
mundo reinan la medida, la proporción y el ritmo. Sin embargo, su
optimismo estético y su convicción de que el mundo es hermoso estriban en
la misma idea y fe que la de los Padres griegos: el mundo es creación de
Dios, y por lo tanto no puede sino ser bello.
A la belleza del mundo
contribuyen tanto la belleza de
los cuerpos como la de las
almas, tanto la sensible como
la inteligible. El mundo
sensible complace con sus
brillantes luces y colores, con
suaves melodías, con el
perfume de las flores… Todo
ello, empero, más que
hermoso es agradable, porque
lo más bello en el mundo
corporal y en la naturaleza es
la vida y sus manifestaciones.
LA RELACIÓN ENTRE EL ARTE Y LO BELLO.
La evolución de la estética antigua estaba en efecto encaminada a separar de entre las artes la pintura
y la escultura, pero haciéndose dicha distinción, venía a considerarse a la pintura y la escultura como
arte imitativas o ilusorias, no como bellas artes.