Platón
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Platón
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PLATÓN
Platón nació en Atenas en 428-427 a.C. Su verdadero nombre era Aristocles;
Platón es un sobrenombre añadido, debido según algunos a su vigor físico, o
según otros a la amplitud de su estilo o la anchura de su frente (en griego,
platos significa precisamente amplitud, anchura, extensión).
El mito en Platón
la filosofía nace en tanto que liberación del logos con respecto al mito y a la
fantasía.
Pero según Platón éstos no son verdaderas causas, sino medios o con-causas.
De allí que es preciso postular la existencia de una causa superior, que por ser
una verdadera causa será algo no sensible, sino inteligible.
Las ideas de las que hablaba Platón no son simples conceptos, es decir,
representaciones puramente mentales, sino que son entidades, substancias.
El perpetuo fluir con todos los rasgos que le son propios es lo característico
del ser sensible; en cambio, la inmutabilidad y todo lo que ella implica es lo
propio del ser inteligible.
PLATÓN
Platón concebía su mundo de ideas como un sistema organizado y ordenado
jerárquicamente, en el que las ideas inferiores implican las superiores, que va
elevándose hasta llegar hasta la Idea que se halla en el vértice de la jerarquía.
Esta última Idea es condición de todas las otras, pero no resulta condicionada
por ninguna (lo incondicionado o lo absoluto).
PLATÓN
Génesis y estructura del cosmos sensible
Digamos, pues, por qué razón el Artífice hizo la generación y este universo.
Él era bueno y en alguien bueno jamás nace la envidia por algo. Al estar
exento de esta última, quiso que todas las cosas se pareciesen a él lo más
posible. Quien acepta como los hombres prudentes que ésta es la principal
causa de la generación del universo, la acepta con toda razón. Porque Dios,
queriendo que todas las cosas fuese buenas y, en lo posible, ninguna fuese
mala, tomó todo aquello que siendo visible no se hallaba en estado de
quietud y se agitaba de manera desarreglada y desordenada, y lo redujo del
desorden al orden, juzgando que éste era mucho mejor que aquél. Ahora bien,
al óptimo jamás le ha sido lícito, ni le es lícito, hacer algo que no sea lo más
bello.
PLATÓN
Discurriendo, pues, se encontró con que entre las cosas naturalmente
visibles, si se consideran en su integridad, ninguna que esté privada de
intelecto sería jamás más bella que una que posea intelecto, y que era
imposible que algo tuviese intelecto si carecía de alma. Con base en este
razonamiento, colocando el intelecto en el alma y el alma en el cuerpo,
fabricó el universo, para que la obra realizada por él fuese la más bella
según la naturaleza y la mejor que fuese posible. Así, pues, un animal
animado e inteligente, engendrado por la providencia de Dios.
PLATÓN
El conocimiento
Para que surja mayéuticamente la verdad desde el alma, dicha verdad debe
permanecer en el alma.
PLATÓN
La doctrina de la anamnesis viene a presentarse no sólo como corolario de la
doctrina órfico-pitagórica de la metempsicosis (μετεμψύχωσις), sino también
como una justificación y una aseveración de la posibilidad misma de la
mayéutica socrática.
Dado que existe una realidad intermedia entre el ser y el no-ser, esto es, lo
sensible -que es una mezcla de ser y no-ser, porque está sujeto al devenir-
Platón concluye entonces que existe un conocimiento intermedio entre
ciencia e ignorancia, un conocimiento que no es conocimiento propiamente
dicho y que se llama «opinión» (doxá, δόξα).
PLATÓN
Según afirma Platón en el Menón, para otorgar un fundamento a la opinión
sería preciso vincularla con el conocimiento causal, es decir, consolidarla
mediante el conocimiento de la causa (idea). Pero entonces dejaría de ser una
opinión y se transformaría en ciencia (ἐπιστήμη).
El hombre en Platón
El alma debe tratar de huir lo más posible del cuerpo y por ello el verdadero
filósofo desea la muerte, y la verdadera filosofía es un ensayo de muerte.
La muerte es un episodio que, desde un punto de vista ontologico,
únicamente hace referencia al cuerpo.
El filósofo es aquel que desea la vida verdadera (la muerte del cuerpo), y la
filosofía es un ejercitarse en la verdadera vida, la vida en la pura dimensión
del espíritu. La huida del cuerpo es el reencuentro con el espíritu.
Huir del mundo quiere decir huir del mal del mundo, también a través de la
virtud y el conocimiento; lograr virtud y conocimiento quiere decir hacerse
semejantes a lo divino.
PLATÓN
Pruebas de la inmortalidad del alma
Las cosas visibles son todas compuestas y están, como tales, sujetas a la
disolución y a la muerte —y el cuerpo figura entre ellas—.
Pues bien, los males del alma son «la injusticia, la intemperancia, la
cobardía y la ignorancia».
e) en el Fedro se arguye que una cosa que mueve a otra y es, a su vez, movida
por otra, puede dejar de vivir, lo mismo que puede dejar de ser movida.
Platón narra a través de numerosos mitos cuál será el destino del alma
después de la muerte del cuerpo, cuestión que se manifiesta con bastante
complejidad.
En cambio, las almas que hayan vivido de acuerdo con la virtud -no la virtud
filosófica, sino la corriente- se reencarnarán en animales mansos y sociables,
o incluso en hombres justos.
PLATÓN
Según Platón, «a la estirpe de los dioses no puede agregarse quien no haya
cultivado la filosofía y no haya abandonado con toda pureza su cuerpo, sino
que solamente se le concede a aquel que ha sido amante del saber».
Puesto que una vida terrena dura cien años como máximo, Platón —influido
por la mística pitagórica del número diez— considera que la vida ultraterrena
debe durar diez veces cien años, esto es, mil años (en el caso de las almas que
han cometido crímenes enormes e irredimibles, el castigo continúa más allá
del milésimo año).
Una vez transcurrido este ciclo, las almas deben volver a encarnarse
PLATÓN
En el mito del Fedro, si bien con diferencias de modalidad y de ciclos de
tiempo, se manifiestan ideas análogas, de las que se infiere que las almas
recaen cíclicamente en los cuerpos y más tarde se elevan al cielo.
A este último hacen referencia los dos célebres mitos: el de Er, que aparece
en la República, y el del carro alado, que figura en el Fedro.
PLATÓN
El mito de Er y su significado
Una vez finalizado su viaje milenario, las almas se reúnen en una llanura,
donde se determinará su destino futuro.
Una vez dicho esto, un profeta de Láquesis echa a suertes los números que
sirven para establecer el orden según el cual cada alma debe llevar a cabo su
elección: el número que le cae más cerca es el que le toca a cada alma.
La elección realizada por cada uno es sellada más tarde por las otras dos
moiras, Cloto y Átropos, convirtiéndose así en irreversible.
Finalmente las almas beben el olvido en las aguas del río Ameletes (río del
olvido) y bajan a los cuerpos, en los que realizan la vida elegida.
PLATÓN
La elección depende de la libertad de las almas, pero sería más exacto
afirmar que depende del conocimiento o de la ciencia de la vida buena y de la
mala, esto es, de la filosofía, que en Platón se convierte en fuerza que salva
en este mundo y en el más allá, para siempre.
En el Fedro Platón propuso otra visión del más allá, aún más complicada.
Los motivos hay que atribuirlos probablemente al hecho de que ninguno de
los mitos examinados hasta ahora explica la causa del descenso de las almas
hasta los cuerpos, la vida inicial de las almas y las razones de su afinidad con
lo divino.
El alma es como un carro alado tirado por dos caballos y conducido por un
auriga.
PLATÓN
Los dos caballos de los dioses son igualmente buenos, pero los dos caballos
de las almas humanas pertenecen a razas distintas: uno es bueno, el otro
malo, y se hace difícil conducirlos.
El auriga simboliza la razón, los dos caballos representan las partes alógicas
del alma, es decir, la concupiscible y la irascible, sobre las que volveremos
más adelante.
Las almas forman el séquito de los dioses, volando por los caminos
celestiales, y su meta consiste en llegar periódicamente junto con los dioses
hasta la cumbre del cielo, para contemplar lo que está más allá del cielo: lo
supraceleste (el mundo de las ideas) o, como dice también Platón, la Llanura
de la verdad.
PLATÓN
A diferencia de lo que sucede con los dioses, para nuestras almas resulta una
empresa ardua el llegar a contemplar el Ser que está más allá del cielo y el
lograr apacentarse en la Llanura de la verdad, sobre todo por causa del
caballo de raza malvada, que tira hacia abajo.
De allí que algunas almas llegan a contemplar el Ser, o por lo menos una
parte de él, y debido a esto continúan viviendo junto con los dioses.
Aquellas almas que durante tres vidas consecutivas hayan vivido de acuerdo
con la filosofía, constituyen una excepción y disfrutan de una suerte
privilegiada: recuperar las alas después de tres mil años.
PLATÓN
Así que en el Fedro el lugar en que las almas viven junto con los dioses (y al
que retornan a los diez mil años) y el lugar en el que gozan del premio
milenario, después de cada existencia vivida, son dos sitios distintos.
PLATÓN
PARTES DEL ALMA CLASES SOCIALES VIRTUDES
Los guardianes han de vigilar no sólo los peligros que provengan del
exterior, sino también aquellos que procedan del interior.
PLATÓN
Por ejemplo, tendrán que evitar que en la primera de las clases sociales se
produzca excesiva riqueza (que engendra ocio, lujo, amor indiscriminado por
las
novedades) o demasiada pobreza (que engendra los vicios opuestos).
Es sabio, cuando la parte racional del alma posee la verdadera ciencia acerca
de lo que conviene a todas las partes (la ciencia del bien).
La justicia será aquella disposición del alma según la cual cada parte de ésta
hace lo que debe hacer y como lo debe hacer.
Éste es, pues, el concepto de justicia según la naturaleza: que cada uno haga
lo que le corresponde hacer, los ciudadanos y los estamentos en la ciudad, y
las partes del alma en el alma. Hay justicia hacia fuera, en sus
manifestaciones, sólo si la hay dentro, en su raíz, es decir, en el alma.
PLATÓN
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