El documento presenta una introducción al libro "Letra por letra" de Jean Allouch. Explora conceptos como la salud mental, la relación con el otro, y cómo el psicoanálisis introdujo una nueva forma de abordar la clínica a través de la interpretación de sueños y la transferencia. También discute cómo el enfoque de Lacan definió aún más la clínica psicoanalítica como una "clínica de lo escrito".
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El documento presenta una introducción al libro "Letra por letra" de Jean Allouch. Explora conceptos como la salud mental, la relación con el otro, y cómo el psicoanálisis introdujo una nueva forma de abordar la clínica a través de la interpretación de sueños y la transferencia. También discute cómo el enfoque de Lacan definió aún más la clínica psicoanalítica como una "clínica de lo escrito".
El documento presenta una introducción al libro "Letra por letra" de Jean Allouch. Explora conceptos como la salud mental, la relación con el otro, y cómo el psicoanálisis introdujo una nueva forma de abordar la clínica a través de la interpretación de sueños y la transferencia. También discute cómo el enfoque de Lacan definió aún más la clínica psicoanalítica como una "clínica de lo escrito".
El documento presenta una introducción al libro "Letra por letra" de Jean Allouch. Explora conceptos como la salud mental, la relación con el otro, y cómo el psicoanálisis introdujo una nueva forma de abordar la clínica a través de la interpretación de sueños y la transferencia. También discute cómo el enfoque de Lacan definió aún más la clínica psicoanalítica como una "clínica de lo escrito".
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“Para una clínica psicoanalítica del
escrito”
Jean Allouch
Introducción del libro “Letra por letra”
• “Un amigo interesado en el Psa., para quien mi opinión tiene importancia –sin que, por otro lado, ni él ni yo sepamos exactamente por qué-, me confió un día una pregunta que lo preocupaba: “¿Cómo definen ustedes, decía, la salud mental?” • Ocurre a veces, con personas que pueden considerarse como no muy enteradas del asunto, que llegan a ciertas observaciones o interrogaciones de una contundencia muy particular. Me pareció que éste era el caso, y di, con la ayuda de la conversación una respuesta que “dice más de lo que quería decir originalmente”. La salud mental, tal fue mi respuesta entonces, es pasar a otra cosa”. • “Notarán ante todo que nos dejaba a los 2 en las mismas, puesto que, como yo, este amigo sabía que no basta con imaginarse que se pasa a otra cosa, ni siquiera con hacerlo todo para satisfacer esta imaginación, para que ése sea efectivamente el caso. ¿Existe siquiera una oportunidad en que se pueda algún día atribuirle ese pasar a otra cosa a un sujeto?, ¿No debemos, por el contrario, rendirnos ante la evidencia de que lo que aparece como cambio en una vida no es más que la tentativa en que esa vida no cesa de no pasar a otra cosa?” • “En ese sentido, el interés de esa definición de la SM tendría un valor independientemente de la cuestión de saber si existe quién la satisfaga; muestra así no ser incompatible con esa designación de los humanos como “tan necesariamente locos” de la cual Pascal excluía que alguien pudiera salvarse.” • “¿Qué es entonces el encuentro del psiquiatra y su loco sino un intento del primero por volver operante, con respecto al segundo, el deseo de que pase a otra cosa… que no sea su alienación?” • “Esta forma de empujar al otro a pasar a otra cosa se encontró nuevamente, casi tal cual, en el Psa. Sin embargo, el hecho de que la cuestión de la SM sea planteada como tal, pero a pesar de todo en otro lugar diferente del lugar donde ejercer el psiquiatra, introduce un notable desfasaje, sugiere que hay algunos (no son excepcionales los casos de psicóticos que se encuentran en esta situación) que consideran, al menos como posible, otra forma de “salirse de eso”. • “De hecho, es lo que dio a entender en ciertos momentos privilegiados, el discurso del psicoanálisis.” • “Así, quien se dirige a un psicoanalista, cuando ya no puede sostener el no pasar a otra cosa, “sabe” que no hay otra vía para salir de tal situación que la de autorizarse a internarse en ella. Si hay aquí una posibilidad para el pasar a otra cosa, sólo podría advenir si uno pasa, una vez más, por la cosa del otro, lo que equivale a agregar más de lo mismo. El psicoanalista suscribe (accede) a eso en tanto acepta ante todo reducir su respuesta al monótono “asocie”, es decir dando la palabra a quien se dirige a él, abriendo así el campo al desarrollo de la transferencia.” • “Pero Pinel tampoco ignoraba que sólo era posible pretender pasar a otra cosa si se pasaba por la cosa del otro. ¿Acaso no es justamente eso lo que él ponía en juego cuando recomendaba “domesticar”, e incluso “domar” (son sus propias metáforas) al alienado? De aquí se desprende que esta forma de decir no es suficiente y que la cuestión estriba más bien en la distinción de los diferentes modos de ese pasaje; si bien es concebible, en efecto, que no son todos equivalentes, de cualquier forma conviene delimitar con precisión lo que los diferencia”. • “Difiere sensiblemente en la relación con el otro: domesticar y dar la palabra”. • “Podemos, en efecto, pensar la domesticación como una forma de sugestión, de no-acceso a la alteridad.” • “Podemos entonces darle un lugar a lo que se llama la experiencia. Se calificará a ésta de “clínica” por el hecho de que podrá ver en la clínica uno de los intentos mayores de producir una descripción –si no un análisis- de los diversos modos de la relación con la alteridad, de las formas a la vez variadas y variables con que cierta alteridad no cesa de ser aquello a lo que un sujeto se enfrenta, aquello a lo cual responde en su síntoma (neurosis), a veces aquello a lo que responde en su existencia (psicosis) o en su carne (enfermedades llamadas “orgánicas”).” • “Al invitar al analizante a volver a pasar por la cosa del otro, el Psa. ha introducido una forma nueva de recolectar el testimonio de la clínica. De ello resultó una clínica psicoanalítica , cuyo rasgo notable es que no ha roto radicalmente con la psiquiátrica, sino que, ha introducido, con respecto a ella, cierto número de rupturas, de desenganches, de desfasamientos, de desplazamientos de cuestiones, de reformulaciones e incluso de objetos “nuevos”. Cada uno de esos elementos vale como la singularidad de una diferenciación que logró establecerse; ya se ha dicho: “Dios está en el detalle”. • “¿Acaso no comprobamos que toda gran cuestión de doctrina psicoanalítica, cuando se la estudia de cerca, remite a un punto localizado de una observación clínica? Un ejemplo: por el hecho de que el análisis de “El hombre de los lobos” no atribuye otro sentido al lobo más que el de sustituto del padre, Freud sitúa, lo cual estaba lejos de ser evidente, la oralidad como una pregenitalidad, como marcada por lo genital. • Así, la experiencia del análisis reelabora, a veces por fragmentos, a veces por bloques enteros, el saber clínico. Este libro da cuenta de esto. Establece primero cómo y en qué el camino abierto por Freud rompió con cierto abordaje clínico, introduciendo así una nueva manera de interrogar a la experiencia, otra posibilidad de acceso a la locura. A partir de esto, permite comprender cómo la clínica psa. así inaugurada se encontró definida (pero también puesta en acción), con Lacan, como una clínica de lo escrito.” • “¿Cómo situar el camino abierto por Freud, el desenganche a partir del cual pudo comenzar a formularse una clínica psa.? • Es el sueño, o más exactamente, su interpretación analítica, lo que vino a desplazar ciertas oposiciones. Así, el análisis del desenganche al que le debemos poder hablar de una clínica psa. se cierra aquí con una retoma de la cuestión del sueño. Por lo menos provisoriamente, ya que ese hilo encuentra su prolongación en la transferencia. Que el relevamiento de la T sea uno de los mayores frutos de la clínica analítica no quiere decir, sin embargo, que haya podido resolverla.” • “Se verá cómo, únicamente al término de un camino a la vez clínico y doctrinario, es posible concebir un abordaje de la T. En efecto, nada puede afirmarse hoy para situar a la T sin tomar en cuenta lo que Lacan señaló como “el campo propiamente paranoico de las psicosis”. Por esta razón aquí se propone al final del recorrido un ciframiento de la transferencia.” • “El hecho de haber tomado el asunto al nivel del caso, de lo particular, no deja de procurar un beneficio de doctrina, que el análisis del sueño pone claramente al desnudo. La clínica abierta por Freud, al otorgarle al sueño el valor de una formación literal, se define entonces como una clínica de lo escrito; a partir de allí, armado con esa clave, se pueden retomar algunas de las grandes cuestiones clínicas como la fobia, el fetichismo o aun la paranoia.” • “¿En qué puede una clínica de lo escrito renovar al análisis de esos diversos modos de la relación con el otro? Tal es la cuestión de la que se espera que, de ser tratada, no deje de tener consecuencias sobre la práctica del Psa. Así es como el análisis de la apertura freudiana, del desfase del abordaje freudiano con respecto a cualquier otro establecido antes, se desarrolla en extensión, despejando algunas vías de una clínica analítica que, aún hoy, permanece en gran medida sin cultivar.” • “Quizá sin la puesta en juego de la nominación de que se va a tratar ahora, la doctrina se habría encontrado una vez más no cuestionada por la clínica. Lacan: “La nominación es la única cosa de la que estamos seguros de que hace agujero.” • “Una clínica de lo escrito, ¿Qué quiere decir? Basta con haber singularizado así la clínica analítica para que se presenten cierto número de cuestiones que resulta extraño que hayan sido tan poco abordadas. La primera es quizá la de la lectura; si un sueño debe ser tomado como un texto, ¿en qué consiste el hecho de leerlo? Y de manera más general, si el Psa. opera a partir del hecho de que basta que un ser pueda leer su huella, para que pueda reinscribirse en un lugar distinto de aquel de donde la ha tomado, ¿qué se necesita que sea esta lectura para que produzca, sin otra intervención, una reinscripción del ser hablante en un lugar distinto?” • “Sobre este punto preciso, consultaremos a Lacan. Quiere decir que nos dirigimos a él en cuanto lector, capaz de aclarar (cuando estudiamos de cerca su manera de leer) lo que significa “leer” en Psa. Es claro que este sesgo es específico, incluso si se puede notar que está en la línea recta de la relación de Lacan con Freud, ya que es efectivamente como lector de Freud que Lacan se posicionó, y que por haberse enganchado a la letra de Freud su “retorno a Freud” pudo ser reconocido como efectivamente freudiano.” • “Leer desde un punto de vista freudiano, la lectura freudiana del Presidente Schreber o Herbert Graf: el testimonio indirecto---> un analista no va generalmente a verificar la exactitud de una declaración del analizante concerniente a un tercero, sino que se atiene, allí también, al testimonio indirecto.” • “Hay aquí un eje metodológico para una clínica del escrito. Así, la fobia, el fetichismo y la paranoia se estudiarán a partir de lo que Lacan dio testimonio de haber leído acerca de ellos. Y ya que hay solidaridad entre la puesta en práctica del testimonio indirecto y el tomar en cuenta el caso como caso, el estudio del testimonio de Lacan se concentrará sobre algunas de sus lecturas, aquellas sobre las cuales se detuvo el tiempo que fue necesario para examinar las cosas en detalle; se tratará de su lectura del “pequeño Hans”, de André Gide (con el testimonio indirecto que constituye el estudio de J. Delay) y del presidente Schreber.” • “En efecto, podemos comprobar que cada una de estas lecturas que Lacan prosiguió hasta recibir él mismo una enseñanza de ellas (y así hacer enseñanza de esta enseñanza) se caracteriza por la puesta en juego de un escrito para la lectura, para el acceso al texto leído, a su literalidad. Lacan lee con el escrito; y una clínica del escrito revela así ser una clínica donde la lectura se confía al escrito, se deja engañar por el escrito, acepta dejar que el escrito la maneje a su antojo. Esto no quiere decir por cierto que cualquier escrito sirva igualmente.” • “Esto implica que haya lectura y lectura, y que no sean todas equivalentes. ¿Y acaso no tenemos la impresión justificada de que cierta lectura clínica es exactamente del mismo tipo que cierta lectura de los jeroglíficos antes de Champollion?” • “Si bien hay efectivamente lectura y lectura, es necesario también captar mejor lo que es leer con lo escrito, no solamente para establecer una especie de abanico de diferentes lecturas sino también para poner obstáculo, en el desarrollo del Psa., a algunas de ellas.” • “Leer con el escrito es poner en relación lo escrito con el escrito, lo que se llama, allí donde que se deba frecuentemente pasar por esta operación, una transliteración.” • “La transliteración interviene en la lectura al enlazar el escrito a lo escrito; da así su alcance a lo que se admite generalmente (y particularmente en Lacan) como la secundariedad de lo escrito.” • “Sobre lo que anuda a lo escrito con cierto modo de la presencia del otro, no es posible no consultar la experiencia psicótica; ella permitirá que este cuestionamiento se prolongue, que se delimite mejor la manera en que el escrito puede desactivar cierta presencia respecto de la que nos limitaremos a mostrar nuestro juego, en estas páginas introductorias, llamándola persecutoria.” • En relación a la transliteración dice: “escribir lo escrito es cifrarlo y esta forma de leer con el escrito merece entonces ser designada como un desciframiento (après-coup: resignificación retroactiva).” • “La transliteración no basta por sí sola para definir una forma de la lectura, sino que ponerla en juego en la lectura es una operación simbólica que revela estar articulada, en cada caso, con otras 2 operaciones que son: la traducción (del registro de lo imaginario) y la transcripción (operación real).” • “Escribir se llama transcribir cuando el escrito se ajusta al sonido; traducir, cuando se ajusta al sentido, y transliterar cuando se ajusta a la letra.” • “Transcribir, traducir, transliterar: cuando se mira tal o cual caso con un poco de detalle, estas operaciones no aparecen nunca puestas en juego independientemente unas de otras.” • “El análisis de la secuencia: incidente de la víspera/sueño/interpretación del sueño que introduce aquí el tríptico transcripción-traducción- transliteración muestra cómo un psicoanalizante, por haber traducido (sin saberlo) una frase escuchada la víspera y haber obtenido así algo inaceptable para su Yo, puede verse llevado a retomar el asunto en sueños, a leerlo (transliterándolo con el escrito que es el sueño) de otro modo. Mostraremos también cómo el juego de estas 3 operaciones interviene en algunas lecturas de Lacan.” • “Toda formación del Icc es un jeroglífico, en el sentido elemental de resistirse a la captura inmediata, de no ser transparente y de que sólo se deja leer con un trabajo de desciframiento. Pero si este trabajo reclama la asociación libre, y apela con justa razón a la palabra del analizante, ¿qué es lo que enlaza a ésta (la palabra del analizante) con aquél (el trabajo de desciframiento)?” • “En Lacan, esta cuestión es la de la relación entre el significante y la letra. Al presentar lo que es la conjetura de Lacan sobre el origen de la escritura, mostraremos cómo la letra toma a su cargo el significante y hasta lo separa de su referente (el objeto es metonímico) en la unión precisa donde la letra encuentra su estatus literal en la transliteración.” • “De este modo resulta coherente que haya sido un psicoanalista -Lacan- quien haya llegado a redefinir las modalidades de la lógica clásica a partir de “lo que cesa de escribirse”. Sólo un abordaje de lo escrito en cuanto tal puede dar cuenta del hecho de que es posible a veces que se desvanezca lo necesario del síntoma; que aquello que, de escribirse, no cesa, llegue a cesar de no escribirse.” • “Pero esa relación literal con la letra como “estructura esencialmente localizada del significante” ¿no es acaso exactamente lo que presentifica el psicótico? Y si hay que asociar así, incluso asimilar la interpretación delirante y la interpretación analítica, ¿qué es lo que vendrá a diferenciar, a fin de cuentas, un psicoanálisis de lo que Lacan llamaba un “autismo de dos”? (en el Seminario inédito del 19 de abril de 1977).” • “Aquí se confirma que no deja tener consecuencias, e incluso frutos, la diferenciación de la transcripción, de la traducción y de la transliteración. Como veremos resulta que da la posibilidad de precisar el estatuto de lo que fue señalado por Lacan como “Nombre-del-Padre”, de enunciar lo que particulariza a este significante y, al mismo tiempo, aquello en lo que consiste el proceso de la forclusión.” • Así, el autor finaliza esta Introducción al libro diciendo: “En el Psa. –escribía Adorno- todo es falso fuera de las exageraciones”; esto era otorgar un gran crédito al Psa. Diremos, más limitativamente, que exagerar sobre lo escrito es la única posibilidad para el pasar a otra cosa; eso el paranoico lo dice. La experiencia psicoanalítica (“paranoia dirigida”, decía Lacan) bordea así la experiencia psicótica. Entre las 2, está la fina hoja de la transferencia.” • “Nos limitaremos en el presente recorrido de la clínica analítica, a cifrar y así descifrar su forma de ejecución de la intención con que Freud había marcado la necesidad diciendo que nadie podía ser matado “tué” (Lacan, puesto que su punto de partida es la paranoia, escribe “tu es” -tú eres-) in absentia aut in efigie.” • “Mostraremos que la discursividad no puede ser recibida como la palabra final. Y que la letra que sufre una demora (en la T), en su insistencia, no cesa de interrogar al análisis sobre el estatus -precario- que da a lo sexual.” “Transmitir la clínica psicoanalítica” Freud, Lacan, hoy
Erik Porge
-Introducción del libro-
• “Se ha comprobado que el Psa. consigue resultados terapéuticos. Lo que queda pendiente es establecer la manera en que lo logra.” • “Freud y después Lacan han subrayado que la cura venía por añadidura. Esto quiere decir que puede producirse, pero por otras vías que las que apuntarían directamente a una mejora sintomática: por vías que implican desvíos, que abordan con prudencia la cura pues no es necesariamente lo que el sujeto pide, que no fijan por adelantado un objetivo, una instauran una suspensión de la respuesta de una demanda…” • “Puede pensarse que si el Psa. consigue cura por otras vías que la psicoterapia, la psiquiatría, la magia… y si le otorga a la cura un estatuto más “personal”, es porque desde el principio y en el transcurso de su ejercicio procede a establecer ciertas coordenadas clínicas diferentes.” • “Hay que ponerse de acuerdo en lo que se denomina síntoma y en el método para calificarlo para que luego la palabra “cura” tenga algún sentido. La constitución de una verdadera clínica psa. específica es uno de los mayores desafíos del Psa.” • “En lugar de tratar de definir nuevas patologías, habría que interrogarse sobre las nuevas demandas y afinar la ubicación de los elementos de la estructura. Asistimos a especializaciones que toman por objetivo un síntoma, una edad: el Psa. del adolescente, del autismo, del duelo… lo cual culmina en una fragmentación de la clínica y, por lo tanto, en un abandono de su vocación general clínica y estructural. En lugar de reconocer la división del sujeto en sus diferentes estructuras, se multiplican supuestas nuevas patologías.” • “El ej. de las “personalidades múltiples” que reemplaza a la histeria es característico, pero están también los estados límites, la hiperactividad… Todo esto favorece quizá los intereses de readaptación social de instituciones especializadas, garantiza los beneficios de las compañías de seguros y brinda grandes ganancias a los laboratorios que inventan patologías como coartada para la venta de medicamentos (es lo que ocurre, por ej., con la ritalina para la hiperactividad), pero no contribuye demasiado al avance del Psa.” • “Dicha nueva patología no suele ser tan nueva como parece cuando se la examina de cerca, o entonces corresponde a los límites del diagnóstico que siempre han existido. Más que nuevas patologías, se trata de nuevos estados o tiempos de la demanda, que hay que situar en relación con ideologías.” • “Lo esencial de nuestra crítica de las pretendidas nuevas patologías radica en la ausencia de método con el cual se establecen, se presentan, se interpretan, se transmiten los hechos clínicos. No hay hecho clínico espontáneo, “los hechos dependen siempre de la red con la que se los atrapa””, plantea el autor retomando el planteo de otros autores.
• “Sin querer edificar un muro entre psicoterapia y Psa.,
hay que reconocer que una “red” psicoterapéutica no va a engendrar la misma clínica que una “red” psicoanalítica.” • “La psicoterapia –es su mérito pero también su límite-, tiene un alcance adaptativo según una finalidad fijada (incluso prescripta) de antemano. No dispone de una doctrina suficiente como para superar una mejoraría sintomática a veces pasajera y sostener la posición del sujeto deseante más allá de la demanda. No se trata de desvalorizar a la psicoterapia y sus efectos, sino de plantear que hay una diferencia fundamental incluso en la manera de situar los síntomas y en el valor que se les confiere en cada una de las opciones: no será lo mismo decidir por adelantado y tener ante sí una opción psicoterapéutica o una opción psicoanalítica.” • “Asimilar el Psa. a una psicoterapia sería, además reducir la cuestión de la formación del analista al modelo de una formación profesional que se conformaría con recetas técnicas, morales y de comportamiento combinadas con un eclecticismo psicológico de buena ley. Desde el surgimiento del Psa., los psicoanalistas no han dejado de reflexionar y de debatir, en innumerables publicaciones y coloquios, hasta la escisión, cuestiones relativas a la formación del psicoanalista, al punto que la cuestión, en su agudeza, es parte de la formación del psicoanalista, la cual ha de ser entendida, en consecuencia, en el sentido de la formación del Icc. Una formación impuesta sobre el modelo de la formación profesional, que da a priori respuestas y que puede ser evaluada según criterios ajenos al Psa., por lo tanto según una metodología falseada, no tendría ningún sentido.” • “El amalgama del Psa. y la psicoterapia de hecho es dañino para ambos: en él el Psa. pierde su alma y la psicoterapia (al menos algunas de ellas) pierde una forma de garantía externa. Esto los vuelve más vulnerables frente al discurso que predica soluciones individuales psíquicas frente al malestar en la cultura, un discurso que en nombre de referencias científicas, pragmáticas, adaptativas, instaura una reglamentación de la atención psíquica, evaluándola según criterios propios de la economía de mercado que transforma a los pacientes en “usuarios” de la salud.” • “La fórmula que se ha impuesto entre ntros. es que la especificidad de la clínica analítica, del establecimiento de un hecho clínico psicoanalítico, de una verdadera nueva clínica, reside en el método de su transmisión. Se trata de encontrar el lazo adecuado entre la clínica y lo que se transmite de ella. El método constituye ese lazo.” • “Partimos de la hipótesis, que debe ser verificada, de que existe una clínica analítica y de que existe su transmisión.” • “¿Qué es la clínica psicoanalítica? –se preguntaba Lacan en 1977-. No es complicado. Tiene una base. Es lo que se dice en un psicoanálisis. (…) La clínica es lo real en tanto imposible de soportar.” • “La referencia a lo real guiará nuestros pasos. Puede hacerse la lista de una multiplicidad de vías de transmisión: por el analizante, dentro y fuera de la cura, por los controles… y por las publicaciones de los analistas. Ésta es la vía cuyo examen he de privilegiar.” • “Tradicionalmente, la referencia clínica, en las publicaciones, puede tomar varios rostros: entre ellos, la modalidad del relato de caso de una cura ha jugado con Freud un rol fundador para el Psa.” • “En la transmisión de la clínica psa., hay que contar con lo que se transmite, el hecho clínico o supuestamente tal, y con el medio de transmitirlo. Por otra parte, ¿podría ser considerado como hecho establecido si no fuera transmisible?” • “El medio de transmitir forma parte de lo que se transmite, y a veces es difícil distinguir uno del otro, actúa en el lector, a tal punto que, con frecuencia, el medio de transmisión, el soporte del mensaje, es el mensaje mismo.” • “El medio de transmitir determina la comprensión de lo que se transmite y cede el paso a mensajes implícitos, por ejemplo sobre lo que sucede con una oposición entre teoría y práctica, o entre lo individual y lo colectivo.” • “Primero examinaremos cómo Freud se ha confrontado con la cuestión de la transmisión de la clínica y con el modo como la resolvió por la puesta en relato del caso, privilegiando la verdad por sobre la exactitud. Entonces tropezó con contradicciones entre la verdad y el saber. Su recorrido constituye, con todo, un primer desplazamiento de la oposición entre la teoría y la práctica.” • “Siguiendo el hilo de Freud, Lacan ha encontrado una solución para los atolladeros del padre del Psa.: no publicar casos (fuera de su tesis de psiquiatría) sino poner el acento en el estilo. Esto nos impulsará a explicitar las relaciones entre la verdad, el saber y lo real del sexo tales como Lacan las ha planteado. De ello resulta que la referencia freudiana a los modelos espaciales del Icc (1era y 2da tópica) es sustituida por la invención de una nueva escritura que, por otro lado, proviene del significante.” • “Ésta es una de las lecciones de la enseñanza de Lacan: más que multiplicar nuevas patologías, cabe desarrollar las consecuencias clínicas de esta nueva escritura, incluso de otras por venir.” • “La escritura que propone Lacan contribuye a la superación tanto de la oposición filosófica entre teoría y práctica –dañina en este sentido, inhibitoria que hace creer que la teoría debería ser “aplicada”- como de la de la oposición entre lo individual y lo colectivo. Esta superación fue inaugurada por Freud, por otras vías que las de la sociología, y Lacan dio un paso suplementario al elevar el esquema freudiano de la hipnosis a la dignidad de un algoritmo, abriendo la vía a una clínica del no-todo.” • “Presentaremos algunos abordajes que nos harán concluir que la intransmisibilidad está el corazón del deseo de transmitir no como inefable perdido en las arenas sino como umbral de la invención.” EL RELATO DEL CASO EN FREUD
• “Según una idea simple, transmitir la realidad de una
experiencia clínica en Psa. podría tomar la forma de un 1er tiempo que consistiría en la toma de apuntes durante las sesiones para luego extraer de ellos un informe comunicable. Es esta práctica, precisamente, la que Freud refuta y desaconseja en múltiples ocasiones.” • “Considera que ello es desagradable para el enfermo y que el analista, al hacerlo, desperdicia una parte de su actividad intelectual en lugar de prestarse a “la atención flotante”. La precisión que se consigue es de orden “psiquiátrico” afirma, y no tiene valor demostrativo.” La transmisión de la verdad: ficción y división del sujeto
• “Muy pronto se pone de manifiesto que la exactitud
es sustituida por Freud por otra noción, la de la verdad o de veracidad, punto en el que no variará. A partir de su primera publicación del Caso Dora, empieza por enunciar que lo ha redactado apoyándose en su memoria, “cuando aún tenía su recuerdo fresco y avivado por el interés de su publicación. Por ello el registro no es absolutamente – fonográficamente- fiel, pero puede reclamar una gran confiabilidad”, dice Freud. • “El análisis es una experiencia de palabra, discontinua, con efectos ligados al tiempo, a la anticipación, al après- coup, con distancias ente el enunciado y la enunciación, con intervenciones del analista… Una estenografía lineal, cronológica, no daría cuenta de los efectos de verdad que se producen en el sujeto. Tal es la dificultad del analista: si quiere permanecer en la verdad de su experiencia, no puede confiar en la exactitud de una toma de apuntes. Además, se sabe de los múltiples problemas de interpretación que plantean las transcripciones…” • “En su primer discurso de Roma en 1953, Lacan retoma por su cuenta la distinción entre la exactitud y la verdad, y la ilustra por medio de un ejemplo extraído del análisis del Hombre de las ratas.” • “Freud, en este caso clínico, hace emerger la verdad del síntoma por medio de una interpretación que no se justifica por la exactitud de los hechos objetivos. ¿Es por ello que la verdad se opone a la exactitud? No se puede llegar a semejante afirmación. En el caso del “hombre de las ratas”, Freud tenía un conocimiento exacto y literal de los dichos de su analizante, pero no los interpreta en función de la psicología ni de la estricta correspondencia con los hechos. La verdad producida tiene otra exactitud, surgida al comienzo.” • “Llegamos así al descubrimiento de Freud en el campo abierto por la psiquiatría. Así como existen rodeos en el análisis para que la verdad se abra un camino, es necesario un rodeo para que esa misma verdad pueda transmitirse a un público, amplio o restringido. Este rodeo se llama: puesta en relato.” • “Hace una selección del material, reordena su disposición y su cronología, es decir procede a deformaciones que restituyen la temporalidad del develamiento de la verdad. “La verdad no sale a la superficie sino en el universo de la ficción y se sustrae al expediente naturalista del fragmento de vida y del registro sincrónico. Freud debe medirse con su propia habilidad de exposición, con sus dotes de escritor…” (toma esta cita de Mario Lavagetto). De entrada, en el informe de su experiencia clínica necesario para hacer reconocer la dignidad científica del Psa., Freud tuvo que hacerse novelista, y lo descubre no sin sorpresa.” • “La afirmación de que sus observaciones se leen como novelas encuentra su ilustración en el lugar mismo donde comunica su sorpresa, es decir su relato del caso llamado “Elisabeth von R.”, en Estudios sobre la histeria.” • “Lacan no duda, por su lado, en afirmar que la observación de Dora “alza este texto” al “tono de una Princesse del Clèves presa de una mordaza infernal” (cita de Lacan). Por este elogio, subraya la presencia de Freud en el texto que redacta, haciéndolo vibrar con un “estremecimiento”. La novelización, si se nos permite la expresión, de la observación de Dora por Freud, constituye una manera particular de incluirse, él, en el caso. Ya se ha destacado al respecto la complejidad de los lugares enunciativos hacia su discurso que el autor ocupa en un relato: sujeto de la enunciación, del enunciado, autor, narrador, personaje. La novela permite una pluralidad de niveles enunciativos y, en este sentido, sigue siendo fiel al proceso del análisis.” • “Para alcanzar la verdad del caso, Freud le hace sufrir a la observación un trabajo de “novelamiento”, según el neologismo de Lacan en Les complexes familiaux, es decir un trabajo de escritura.” • “El caso del “hombre de las ratas” es particularmente propicio pues se dispone del diario del análisis, redactado por Freud y publicado después de su muerte, así como del texto publicado en 1909. En el historial propiamente dicho se encuentran al menos 2 cesuras (pausas, interrupciones, cortes) donde interviene Freud en posición tercera sobre el relato que está escribiendo. Nos damos cuenta que en el conjunto del texto de Freud NO puede trazarse una frontera entre elementos fácticos de la historia, ya sea la del sujeto, de la enfermedad o del tratamiento y la teoría que las abarca. Los distintos registros se entremezclan en forma permanente.” • “En Freud el término “historia” puede significar eventualmente “teoría”.” • “En su enunciado, Freud hace corresponderse subrepticiamente la historia de la enfermedad y la del tratamiento, mostrando que se mezcla con la teoría.” • “De hecho, Freud procede luego agrupando datos históricos, dispersos en el anexo, según un punto de vista teórico (por ejemplo, sobre la compulsión a proteger).” • “Las cesuras marcadas por Freud, intervenciones propias de la puesta en relato, hacen aparecer diferencias de niveles y de terrenos que mezclan las referencias entre lo que sería del orden de la teoría y de la práctica. No pertinentes para diferenciar teoría y práctica, estas cesuras traducen, a ntro. entender, la división del sujeto Freud, tal como se juega en y por la puesta en relato.” • “Esta división se sitúa en el cruce de las exigencias terapéuticas y científicas, de observación y de explicación.” • “Si, para Freud, transmitir la verdad clínica pasa por la puesta en relato, con su dimensión de ficción, nadie pone en duda que se vio empujado a ello no sólo por su objeto, el material clínico, sino también por lo que se puede llamar su deseo como hombre de letras.”