Textos de Jean Allouch y Erik Porge

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“Para una clínica psicoanalítica del

escrito”

Jean Allouch

Introducción del libro “Letra por letra”


• “Un amigo interesado en el Psa., para quien mi opinión
tiene importancia –sin que, por otro lado, ni él ni yo
sepamos exactamente por qué-, me confió un día una
pregunta que lo preocupaba: “¿Cómo definen ustedes,
decía, la salud mental?”
• Ocurre a veces, con personas que pueden considerarse
como no muy enteradas del asunto, que llegan a ciertas
observaciones o interrogaciones de una contundencia
muy particular. Me pareció que éste era el caso, y di,
con la ayuda de la conversación una respuesta que
“dice más de lo que quería decir originalmente”. La
salud mental, tal fue mi respuesta entonces, es pasar
a otra cosa”.
• “Notarán ante todo que nos dejaba a los 2 en las
mismas, puesto que, como yo, este amigo sabía que no
basta con imaginarse que se pasa a otra cosa, ni
siquiera con hacerlo todo para satisfacer esta
imaginación, para que ése sea efectivamente el caso.
¿Existe siquiera una oportunidad en que se pueda
algún día atribuirle ese pasar a otra cosa a un sujeto?,
¿No debemos, por el contrario, rendirnos ante la
evidencia de que lo que aparece como cambio en una
vida no es más que la tentativa en que esa vida no cesa
de no pasar a otra cosa?”
• “En ese sentido, el interés de esa definición de la SM
tendría un valor independientemente de la cuestión de
saber si existe quién la satisfaga; muestra así no ser
incompatible con esa designación de los humanos
como “tan necesariamente locos” de la cual Pascal
excluía que alguien pudiera salvarse.”
• “¿Qué es entonces el encuentro del psiquiatra y su loco
sino un intento del primero por volver operante, con
respecto al segundo, el deseo de que pase a otra cosa…
que no sea su alienación?”
• “Esta forma de empujar al otro a pasar a otra cosa se
encontró nuevamente, casi tal cual, en el Psa. Sin
embargo, el hecho de que la cuestión de la SM sea
planteada como tal, pero a pesar de todo en otro lugar
diferente del lugar donde ejercer el psiquiatra,
introduce un notable desfasaje, sugiere que hay algunos
(no son excepcionales los casos de psicóticos que se
encuentran en esta situación) que consideran, al menos
como posible, otra forma de “salirse de eso”.
• “De hecho, es lo que dio a entender en ciertos
momentos privilegiados, el discurso del psicoanálisis.”
• “Así, quien se dirige a un psicoanalista, cuando ya no
puede sostener el no pasar a otra cosa, “sabe” que no
hay otra vía para salir de tal situación que la de
autorizarse a internarse en ella. Si hay aquí una
posibilidad para el pasar a otra cosa, sólo podría
advenir si uno pasa, una vez más, por la cosa del otro,
lo que equivale a agregar más de lo mismo. El
psicoanalista suscribe (accede) a eso en tanto acepta
ante todo reducir su respuesta al monótono “asocie”,
es decir dando la palabra a quien se dirige a él,
abriendo así el campo al desarrollo de la
transferencia.”
• “Pero Pinel tampoco ignoraba que sólo era posible
pretender pasar a otra cosa si se pasaba por la cosa del
otro. ¿Acaso no es justamente eso lo que él ponía en
juego cuando recomendaba “domesticar”, e incluso
“domar” (son sus propias metáforas) al alienado? De
aquí se desprende que esta forma de decir no es
suficiente y que la cuestión estriba más bien en la
distinción de los diferentes modos de ese pasaje; si bien
es concebible, en efecto, que no son todos equivalentes,
de cualquier forma conviene delimitar con precisión lo
que los diferencia”.
• “Difiere sensiblemente en la relación con el otro:
domesticar y dar la palabra”.
• “Podemos, en efecto, pensar la domesticación como
una forma de sugestión, de no-acceso a la alteridad.”
• “Podemos entonces darle un lugar a lo que se llama la
experiencia. Se calificará a ésta de “clínica” por el
hecho de que podrá ver en la clínica uno de los
intentos mayores de producir una descripción –si no
un análisis- de los diversos modos de la relación con
la alteridad, de las formas a la vez variadas y variables
con que cierta alteridad no cesa de ser aquello a lo
que un sujeto se enfrenta, aquello a lo cual responde
en su síntoma (neurosis), a veces aquello a lo que
responde en su existencia (psicosis) o en su carne
(enfermedades llamadas “orgánicas”).”
• “Al invitar al analizante a volver a pasar por la cosa del
otro, el Psa. ha introducido una forma nueva de
recolectar el testimonio de la clínica. De ello resultó
una clínica psicoanalítica , cuyo rasgo notable es que
no ha roto radicalmente con la psiquiátrica, sino que,
ha introducido, con respecto a ella, cierto número de
rupturas, de desenganches, de desfasamientos, de
desplazamientos de cuestiones, de reformulaciones e
incluso de objetos “nuevos”. Cada uno de esos
elementos vale como la singularidad de una
diferenciación que logró establecerse; ya se ha dicho:
“Dios está en el detalle”.
• “¿Acaso no comprobamos que toda gran cuestión de doctrina
psicoanalítica, cuando se la estudia de cerca, remite a un punto
localizado de una observación clínica? Un ejemplo: por el
hecho de que el análisis de “El hombre de los lobos” no
atribuye otro sentido al lobo más que el de sustituto del padre,
Freud sitúa, lo cual estaba lejos de ser evidente, la oralidad
como una pregenitalidad, como marcada por lo genital.
• Así, la experiencia del análisis reelabora, a veces por
fragmentos, a veces por bloques enteros, el saber clínico. Este
libro da cuenta de esto. Establece primero cómo y en qué el
camino abierto por Freud rompió con cierto abordaje clínico,
introduciendo así una nueva manera de interrogar a la
experiencia, otra posibilidad de acceso a la locura. A partir de
esto, permite comprender cómo la clínica psa. así inaugurada
se encontró definida (pero también puesta en acción), con
Lacan, como una clínica de lo escrito.”
• “¿Cómo situar el camino abierto por Freud, el
desenganche a partir del cual pudo comenzar a
formularse una clínica psa.?
• Es el sueño, o más exactamente, su interpretación
analítica, lo que vino a desplazar ciertas oposiciones.
Así, el análisis del desenganche al que le debemos
poder hablar de una clínica psa. se cierra aquí con una
retoma de la cuestión del sueño. Por lo menos
provisoriamente, ya que ese hilo encuentra su
prolongación en la transferencia. Que el relevamiento
de la T sea uno de los mayores frutos de la clínica
analítica no quiere decir, sin embargo, que haya podido
resolverla.”
• “Se verá cómo, únicamente al término de un camino a la
vez clínico y doctrinario, es posible concebir un abordaje
de la T. En efecto, nada puede afirmarse hoy para situar a
la T sin tomar en cuenta lo que Lacan señaló como “el
campo propiamente paranoico de las psicosis”. Por esta
razón aquí se propone al final del recorrido un ciframiento
de la transferencia.”
• “El hecho de haber tomado el asunto al nivel del caso, de
lo particular, no deja de procurar un beneficio de doctrina,
que el análisis del sueño pone claramente al desnudo. La
clínica abierta por Freud, al otorgarle al sueño el valor de
una formación literal, se define entonces como una
clínica de lo escrito; a partir de allí, armado con esa clave,
se pueden retomar algunas de las grandes cuestiones
clínicas como la fobia, el fetichismo o aun la paranoia.”
• “¿En qué puede una clínica de lo escrito renovar al análisis
de esos diversos modos de la relación con el otro? Tal es
la cuestión de la que se espera que, de ser tratada, no
deje de tener consecuencias sobre la práctica del Psa. Así
es como el análisis de la apertura freudiana, del desfase
del abordaje freudiano con respecto a cualquier otro
establecido antes, se desarrolla en extensión, despejando
algunas vías de una clínica analítica que, aún hoy,
permanece en gran medida sin cultivar.”
• “Quizá sin la puesta en juego de la nominación de que se
va a tratar ahora, la doctrina se habría encontrado una vez
más no cuestionada por la clínica. Lacan: “La nominación
es la única cosa de la que estamos seguros de que hace
agujero.”
• “Una clínica de lo escrito, ¿Qué quiere decir? Basta
con haber singularizado así la clínica analítica para que
se presenten cierto número de cuestiones que resulta
extraño que hayan sido tan poco abordadas. La
primera es quizá la de la lectura; si un sueño debe ser
tomado como un texto, ¿en qué consiste el hecho de
leerlo? Y de manera más general, si el Psa. opera a
partir del hecho de que basta que un ser pueda leer su
huella, para que pueda reinscribirse en un lugar
distinto de aquel de donde la ha tomado, ¿qué se
necesita que sea esta lectura para que produzca, sin
otra intervención, una reinscripción del ser hablante
en un lugar distinto?”
• “Sobre este punto preciso, consultaremos a Lacan. Quiere
decir que nos dirigimos a él en cuanto lector, capaz de aclarar
(cuando estudiamos de cerca su manera de leer) lo que
significa “leer” en Psa. Es claro que este sesgo es específico,
incluso si se puede notar que está en la línea recta de la
relación de Lacan con Freud, ya que es efectivamente como
lector de Freud que Lacan se posicionó, y que por haberse
enganchado a la letra de Freud su “retorno a Freud” pudo ser
reconocido como efectivamente freudiano.”
• “Leer desde un punto de vista freudiano, la lectura freudiana
del Presidente Schreber o Herbert Graf: el testimonio
indirecto---> un analista no va generalmente a verificar la
exactitud de una declaración del analizante concerniente a un
tercero, sino que se atiene, allí también, al testimonio
indirecto.”
• “Hay aquí un eje metodológico para una clínica del
escrito. Así, la fobia, el fetichismo y la paranoia se
estudiarán a partir de lo que Lacan dio testimonio de
haber leído acerca de ellos. Y ya que hay solidaridad
entre la puesta en práctica del testimonio indirecto y
el tomar en cuenta el caso como caso, el estudio del
testimonio de Lacan se concentrará sobre algunas de
sus lecturas, aquellas sobre las cuales se detuvo el
tiempo que fue necesario para examinar las cosas en
detalle; se tratará de su lectura del “pequeño Hans”,
de André Gide (con el testimonio indirecto que
constituye el estudio de J. Delay) y del presidente
Schreber.”
• “En efecto, podemos comprobar que cada una de estas
lecturas que Lacan prosiguió hasta recibir él mismo una
enseñanza de ellas (y así hacer enseñanza de esta
enseñanza) se caracteriza por la puesta en juego de un
escrito para la lectura, para el acceso al texto leído, a su
literalidad. Lacan lee con el escrito; y una clínica del escrito
revela así ser una clínica donde la lectura se confía al
escrito, se deja engañar por el escrito, acepta dejar que el
escrito la maneje a su antojo. Esto no quiere decir por
cierto que cualquier escrito sirva igualmente.”
• “Esto implica que haya lectura y lectura, y que no sean
todas equivalentes. ¿Y acaso no tenemos la impresión
justificada de que cierta lectura clínica es exactamente del
mismo tipo que cierta lectura de los jeroglíficos antes de
Champollion?”
• “Si bien hay efectivamente lectura y lectura, es
necesario también captar mejor lo que es leer con lo
escrito, no solamente para establecer una especie de
abanico de diferentes lecturas sino también para poner
obstáculo, en el desarrollo del Psa., a algunas de ellas.”
• “Leer con el escrito es poner en relación lo escrito con
el escrito, lo que se llama, allí donde que se deba
frecuentemente pasar por esta operación, una
transliteración.”
• “La transliteración interviene en la lectura al enlazar el
escrito a lo escrito; da así su alcance a lo que se admite
generalmente (y particularmente en Lacan) como la
secundariedad de lo escrito.”
• “Sobre lo que anuda a lo escrito con cierto modo de la
presencia del otro, no es posible no consultar la
experiencia psicótica; ella permitirá que este
cuestionamiento se prolongue, que se delimite mejor
la manera en que el escrito puede desactivar cierta
presencia respecto de la que nos limitaremos a
mostrar nuestro juego, en estas páginas
introductorias, llamándola persecutoria.”
• En relación a la transliteración dice: “escribir lo
escrito es cifrarlo y esta forma de leer con el escrito
merece entonces ser designada como un
desciframiento (après-coup: resignificación
retroactiva).”
• “La transliteración no basta por sí sola para definir una
forma de la lectura, sino que ponerla en juego en la
lectura es una operación simbólica que revela estar
articulada, en cada caso, con otras 2 operaciones que
son: la traducción (del registro de lo imaginario) y la
transcripción (operación real).”
• “Escribir se llama transcribir cuando el escrito se
ajusta al sonido; traducir, cuando se ajusta al sentido,
y transliterar cuando se ajusta a la letra.”
• “Transcribir, traducir, transliterar: cuando se mira tal
o cual caso con un poco de detalle, estas operaciones
no aparecen nunca puestas en juego
independientemente unas de otras.”
• “El análisis de la secuencia: incidente de la
víspera/sueño/interpretación del sueño que
introduce aquí el tríptico transcripción-traducción-
transliteración muestra cómo un psicoanalizante, por
haber traducido (sin saberlo) una frase escuchada la
víspera y haber obtenido así algo inaceptable para su
Yo, puede verse llevado a retomar el asunto en
sueños, a leerlo (transliterándolo con el escrito que
es el sueño) de otro modo. Mostraremos también
cómo el juego de estas 3 operaciones interviene en
algunas lecturas de Lacan.”
• “Toda formación del Icc es un jeroglífico, en el sentido
elemental de resistirse a la captura inmediata, de no ser
transparente y de que sólo se deja leer con un trabajo
de desciframiento. Pero si este trabajo reclama la
asociación libre, y apela con justa razón a la palabra del
analizante, ¿qué es lo que enlaza a ésta (la palabra del
analizante) con aquél (el trabajo de desciframiento)?”
• “En Lacan, esta cuestión es la de la relación entre el
significante y la letra. Al presentar lo que es la conjetura
de Lacan sobre el origen de la escritura, mostraremos
cómo la letra toma a su cargo el significante y hasta lo
separa de su referente (el objeto es metonímico) en la
unión precisa donde la letra encuentra su estatus literal
en la transliteración.”
• “De este modo resulta coherente que haya sido un
psicoanalista -Lacan- quien haya llegado a redefinir las
modalidades de la lógica clásica a partir de “lo que cesa de
escribirse”. Sólo un abordaje de lo escrito en cuanto tal
puede dar cuenta del hecho de que es posible a veces que
se desvanezca lo necesario del síntoma; que aquello que,
de escribirse, no cesa, llegue a cesar de no escribirse.”
• “Pero esa relación literal con la letra como “estructura
esencialmente localizada del significante” ¿no es acaso
exactamente lo que presentifica el psicótico? Y si hay que
asociar así, incluso asimilar la interpretación delirante y la
interpretación analítica, ¿qué es lo que vendrá a
diferenciar, a fin de cuentas, un psicoanálisis de lo que
Lacan llamaba un “autismo de dos”? (en el Seminario
inédito del 19 de abril de 1977).”
• “Aquí se confirma que no deja tener consecuencias, e
incluso frutos, la diferenciación de la transcripción, de la
traducción y de la transliteración. Como veremos resulta
que da la posibilidad de precisar el estatuto de lo que fue
señalado por Lacan como “Nombre-del-Padre”, de enunciar
lo que particulariza a este significante y, al mismo tiempo,
aquello en lo que consiste el proceso de la forclusión.”
• Así, el autor finaliza esta Introducción al libro diciendo: “En
el Psa. –escribía Adorno- todo es falso fuera de las
exageraciones”; esto era otorgar un gran crédito al Psa.
Diremos, más limitativamente, que exagerar sobre lo escrito
es la única posibilidad para el pasar a otra cosa; eso el
paranoico lo dice. La experiencia psicoanalítica (“paranoia
dirigida”, decía Lacan) bordea así la experiencia psicótica.
Entre las 2, está la fina hoja de la transferencia.”
• “Nos limitaremos en el presente recorrido de la clínica
analítica, a cifrar y así descifrar su forma de ejecución
de la intención con que Freud había marcado la
necesidad diciendo que nadie podía ser matado “tué”
(Lacan, puesto que su punto de partida es la paranoia,
escribe “tu es” -tú eres-) in absentia aut in efigie.”
• “Mostraremos que la discursividad no puede ser
recibida como la palabra final. Y que la letra que
sufre una demora (en la T), en su insistencia, no cesa
de interrogar al análisis sobre el estatus -precario-
que da a lo sexual.”
“Transmitir la clínica psicoanalítica”
Freud, Lacan, hoy

Erik Porge

-Introducción del libro-


• “Se ha comprobado que el Psa. consigue resultados
terapéuticos. Lo que queda pendiente es establecer la
manera en que lo logra.”
• “Freud y después Lacan han subrayado que la cura venía por
añadidura. Esto quiere decir que puede producirse, pero por
otras vías que las que apuntarían directamente a una mejora
sintomática: por vías que implican desvíos, que abordan con
prudencia la cura pues no es necesariamente lo que el sujeto
pide, que no fijan por adelantado un objetivo, una instauran
una suspensión de la respuesta de una demanda…”
• “Puede pensarse que si el Psa. consigue cura por otras vías
que la psicoterapia, la psiquiatría, la magia… y si le otorga a la
cura un estatuto más “personal”, es porque desde el principio
y en el transcurso de su ejercicio procede a establecer ciertas
coordenadas clínicas diferentes.”
• “Hay que ponerse de acuerdo en lo que se denomina
síntoma y en el método para calificarlo para que luego la
palabra “cura” tenga algún sentido. La constitución de
una verdadera clínica psa. específica es uno de los
mayores desafíos del Psa.”
• “En lugar de tratar de definir nuevas patologías, habría
que interrogarse sobre las nuevas demandas y afinar la
ubicación de los elementos de la estructura. Asistimos a
especializaciones que toman por objetivo un síntoma,
una edad: el Psa. del adolescente, del autismo, del
duelo… lo cual culmina en una fragmentación de la clínica
y, por lo tanto, en un abandono de su vocación general
clínica y estructural. En lugar de reconocer la división del
sujeto en sus diferentes estructuras, se multiplican
supuestas nuevas patologías.”
• “El ej. de las “personalidades múltiples” que reemplaza a la
histeria es característico, pero están también los estados
límites, la hiperactividad… Todo esto favorece quizá los
intereses de readaptación social de instituciones
especializadas, garantiza los beneficios de las compañías de
seguros y brinda grandes ganancias a los laboratorios que
inventan patologías como coartada para la venta de
medicamentos (es lo que ocurre, por ej., con la ritalina para
la hiperactividad), pero no contribuye demasiado al avance
del Psa.”
• “Dicha nueva patología no suele ser tan nueva como parece
cuando se la examina de cerca, o entonces corresponde a los
límites del diagnóstico que siempre han existido. Más que
nuevas patologías, se trata de nuevos estados o tiempos de
la demanda, que hay que situar en relación con ideologías.”
• “Lo esencial de nuestra crítica de las pretendidas
nuevas patologías radica en la ausencia de método
con el cual se establecen, se presentan, se
interpretan, se transmiten los hechos clínicos. No hay
hecho clínico espontáneo, “los hechos dependen
siempre de la red con la que se los atrapa””, plantea
el autor retomando el planteo de otros autores.

• “Sin querer edificar un muro entre psicoterapia y Psa.,


hay que reconocer que una “red” psicoterapéutica no
va a engendrar la misma clínica que una “red”
psicoanalítica.”
• “La psicoterapia –es su mérito pero también su límite-,
tiene un alcance adaptativo según una finalidad fijada
(incluso prescripta) de antemano. No dispone de una
doctrina suficiente como para superar una mejoraría
sintomática a veces pasajera y sostener la posición del
sujeto deseante más allá de la demanda. No se trata
de desvalorizar a la psicoterapia y sus efectos, sino de
plantear que hay una diferencia fundamental incluso
en la manera de situar los síntomas y en el valor que se
les confiere en cada una de las opciones: no será lo
mismo decidir por adelantado y tener ante sí una
opción psicoterapéutica o una opción psicoanalítica.”
• “Asimilar el Psa. a una psicoterapia sería, además reducir la
cuestión de la formación del analista al modelo de una
formación profesional que se conformaría con recetas
técnicas, morales y de comportamiento combinadas con un
eclecticismo psicológico de buena ley. Desde el surgimiento
del Psa., los psicoanalistas no han dejado de reflexionar y de
debatir, en innumerables publicaciones y coloquios, hasta la
escisión, cuestiones relativas a la formación del psicoanalista,
al punto que la cuestión, en su agudeza, es parte de la
formación del psicoanalista, la cual ha de ser entendida, en
consecuencia, en el sentido de la formación del Icc. Una
formación impuesta sobre el modelo de la formación
profesional, que da a priori respuestas y que puede ser
evaluada según criterios ajenos al Psa., por lo tanto según
una metodología falseada, no tendría ningún sentido.”
• “El amalgama del Psa. y la psicoterapia de hecho es dañino
para ambos: en él el Psa. pierde su alma y la psicoterapia (al
menos algunas de ellas) pierde una forma de garantía externa.
Esto los vuelve más vulnerables frente al discurso que predica
soluciones individuales psíquicas frente al malestar en la
cultura, un discurso que en nombre de referencias científicas,
pragmáticas, adaptativas, instaura una reglamentación de la
atención psíquica, evaluándola según criterios propios de la
economía de mercado que transforma a los pacientes en
“usuarios” de la salud.”
• “La fórmula que se ha impuesto entre ntros. es que la
especificidad de la clínica analítica, del establecimiento de un
hecho clínico psicoanalítico, de una verdadera nueva clínica,
reside en el método de su transmisión. Se trata de encontrar el
lazo adecuado entre la clínica y lo que se transmite de ella. El
método constituye ese lazo.”
• “Partimos de la hipótesis, que debe ser verificada, de
que existe una clínica analítica y de que existe su
transmisión.”
• “¿Qué es la clínica psicoanalítica? –se preguntaba
Lacan en 1977-. No es complicado. Tiene una base. Es
lo que se dice en un psicoanálisis. (…) La clínica es lo
real en tanto imposible de soportar.”
• “La referencia a lo real guiará nuestros pasos. Puede
hacerse la lista de una multiplicidad de vías de
transmisión: por el analizante, dentro y fuera de la
cura, por los controles… y por las publicaciones de los
analistas. Ésta es la vía cuyo examen he de
privilegiar.”
• “Tradicionalmente, la referencia clínica, en las
publicaciones, puede tomar varios rostros: entre ellos,
la modalidad del relato de caso de una cura ha jugado
con Freud un rol fundador para el Psa.”
• “En la transmisión de la clínica psa., hay que contar con
lo que se transmite, el hecho clínico o supuestamente
tal, y con el medio de transmitirlo. Por otra parte,
¿podría ser considerado como hecho establecido si no
fuera transmisible?”
• “El medio de transmitir forma parte de lo que se
transmite, y a veces es difícil distinguir uno del otro,
actúa en el lector, a tal punto que, con frecuencia, el
medio de transmisión, el soporte del mensaje, es el
mensaje mismo.”
• “El medio de transmitir determina la comprensión de
lo que se transmite y cede el paso a mensajes
implícitos, por ejemplo sobre lo que sucede con una
oposición entre teoría y práctica, o entre lo individual y
lo colectivo.”
• “Primero examinaremos cómo Freud se ha
confrontado con la cuestión de la transmisión de la
clínica y con el modo como la resolvió por la puesta en
relato del caso, privilegiando la verdad por sobre la
exactitud. Entonces tropezó con contradicciones entre
la verdad y el saber. Su recorrido constituye, con todo,
un primer desplazamiento de la oposición entre la
teoría y la práctica.”
• “Siguiendo el hilo de Freud, Lacan ha encontrado una
solución para los atolladeros del padre del Psa.: no
publicar casos (fuera de su tesis de psiquiatría) sino
poner el acento en el estilo. Esto nos impulsará a
explicitar las relaciones entre la verdad, el saber y lo
real del sexo tales como Lacan las ha planteado. De
ello resulta que la referencia freudiana a los modelos
espaciales del Icc (1era y 2da tópica) es sustituida por
la invención de una nueva escritura que, por otro lado,
proviene del significante.”
• “Ésta es una de las lecciones de la enseñanza de Lacan:
más que multiplicar nuevas patologías, cabe
desarrollar las consecuencias clínicas de esta nueva
escritura, incluso de otras por venir.”
• “La escritura que propone Lacan contribuye a la
superación tanto de la oposición filosófica entre teoría y
práctica –dañina en este sentido, inhibitoria que hace
creer que la teoría debería ser “aplicada”- como de la de
la oposición entre lo individual y lo colectivo. Esta
superación fue inaugurada por Freud, por otras vías que
las de la sociología, y Lacan dio un paso suplementario
al elevar el esquema freudiano de la hipnosis a la
dignidad de un algoritmo, abriendo la vía a una clínica
del no-todo.”
• “Presentaremos algunos abordajes que nos harán
concluir que la intransmisibilidad está el corazón del
deseo de transmitir no como inefable perdido en las
arenas sino como umbral de la invención.”
EL RELATO DEL CASO EN FREUD

• “Según una idea simple, transmitir la realidad de una


experiencia clínica en Psa. podría tomar la forma de un
1er tiempo que consistiría en la toma de apuntes
durante las sesiones para luego extraer de ellos un
informe comunicable. Es esta práctica, precisamente, la
que Freud refuta y desaconseja en múltiples ocasiones.”
• “Considera que ello es desagradable para el enfermo y
que el analista, al hacerlo, desperdicia una parte de su
actividad intelectual en lugar de prestarse a “la atención
flotante”. La precisión que se consigue es de orden
“psiquiátrico” afirma, y no tiene valor demostrativo.”
La transmisión de la verdad: ficción y división del sujeto

• “Muy pronto se pone de manifiesto que la exactitud


es sustituida por Freud por otra noción, la de la
verdad o de veracidad, punto en el que no variará. A
partir de su primera publicación del Caso Dora,
empieza por enunciar que lo ha redactado
apoyándose en su memoria, “cuando aún tenía su
recuerdo fresco y avivado por el interés de su
publicación. Por ello el registro no es absolutamente –
fonográficamente- fiel, pero puede reclamar una gran
confiabilidad”, dice Freud.
• “El análisis es una experiencia de palabra, discontinua,
con efectos ligados al tiempo, a la anticipación, al après-
coup, con distancias ente el enunciado y la enunciación,
con intervenciones del analista… Una estenografía lineal,
cronológica, no daría cuenta de los efectos de verdad que
se producen en el sujeto. Tal es la dificultad del analista:
si quiere permanecer en la verdad de su experiencia, no
puede confiar en la exactitud de una toma de apuntes.
Además, se sabe de los múltiples problemas de
interpretación que plantean las transcripciones…”
• “En su primer discurso de Roma en 1953, Lacan retoma
por su cuenta la distinción entre la exactitud y la verdad,
y la ilustra por medio de un ejemplo extraído del análisis
del Hombre de las ratas.”
• “Freud, en este caso clínico, hace emerger la verdad del
síntoma por medio de una interpretación que no se justifica
por la exactitud de los hechos objetivos. ¿Es por ello que la
verdad se opone a la exactitud? No se puede llegar a
semejante afirmación. En el caso del “hombre de las ratas”,
Freud tenía un conocimiento exacto y literal de los dichos de
su analizante, pero no los interpreta en función de la
psicología ni de la estricta correspondencia con los hechos. La
verdad producida tiene otra exactitud, surgida al comienzo.”
• “Llegamos así al descubrimiento de Freud en el campo
abierto por la psiquiatría. Así como existen rodeos en el
análisis para que la verdad se abra un camino, es necesario
un rodeo para que esa misma verdad pueda transmitirse a
un público, amplio o restringido. Este rodeo se llama: puesta
en relato.”
• “Hace una selección del material, reordena su
disposición y su cronología, es decir procede a
deformaciones que restituyen la temporalidad del
develamiento de la verdad. “La verdad no sale a la
superficie sino en el universo de la ficción y se
sustrae al expediente naturalista del fragmento de
vida y del registro sincrónico. Freud debe medirse
con su propia habilidad de exposición, con sus dotes
de escritor…” (toma esta cita de Mario Lavagetto). De
entrada, en el informe de su experiencia clínica
necesario para hacer reconocer la dignidad científica
del Psa., Freud tuvo que hacerse novelista, y lo
descubre no sin sorpresa.”
• “La afirmación de que sus observaciones se leen como novelas
encuentra su ilustración en el lugar mismo donde comunica su
sorpresa, es decir su relato del caso llamado “Elisabeth von R.”, en
Estudios sobre la histeria.”
• “Lacan no duda, por su lado, en afirmar que la observación de
Dora “alza este texto” al “tono de una Princesse del Clèves presa
de una mordaza infernal” (cita de Lacan). Por este elogio, subraya
la presencia de Freud en el texto que redacta, haciéndolo vibrar
con un “estremecimiento”. La novelización, si se nos permite la
expresión, de la observación de Dora por Freud, constituye una
manera particular de incluirse, él, en el caso. Ya se ha destacado
al respecto la complejidad de los lugares enunciativos hacia su
discurso que el autor ocupa en un relato: sujeto de la
enunciación, del enunciado, autor, narrador, personaje. La novela
permite una pluralidad de niveles enunciativos y, en este sentido,
sigue siendo fiel al proceso del análisis.”
• “Para alcanzar la verdad del caso, Freud le hace sufrir a la
observación un trabajo de “novelamiento”, según el
neologismo de Lacan en Les complexes familiaux, es decir un
trabajo de escritura.”
• “El caso del “hombre de las ratas” es particularmente propicio
pues se dispone del diario del análisis, redactado por Freud y
publicado después de su muerte, así como del texto publicado
en 1909. En el historial propiamente dicho se encuentran al
menos 2 cesuras (pausas, interrupciones, cortes) donde
interviene Freud en posición tercera sobre el relato que está
escribiendo. Nos damos cuenta que en el conjunto del texto
de Freud NO puede trazarse una frontera entre elementos
fácticos de la historia, ya sea la del sujeto, de la enfermedad
o del tratamiento y la teoría que las abarca. Los distintos
registros se entremezclan en forma permanente.”
• “En Freud el término “historia” puede significar
eventualmente “teoría”.”
• “En su enunciado, Freud hace corresponderse
subrepticiamente la historia de la enfermedad y la del
tratamiento, mostrando que se mezcla con la teoría.”
• “De hecho, Freud procede luego agrupando datos históricos,
dispersos en el anexo, según un punto de vista teórico (por
ejemplo, sobre la compulsión a proteger).”
• “Las cesuras marcadas por Freud, intervenciones propias de
la puesta en relato, hacen aparecer diferencias de niveles y
de terrenos que mezclan las referencias entre lo que sería
del orden de la teoría y de la práctica. No pertinentes para
diferenciar teoría y práctica, estas cesuras traducen, a ntro.
entender, la división del sujeto Freud, tal como se juega en
y por la puesta en relato.”
• “Esta división se sitúa en el cruce de las exigencias
terapéuticas y científicas, de observación y de
explicación.”
• “Si, para Freud, transmitir la verdad clínica pasa por
la puesta en relato, con su dimensión de ficción,
nadie pone en duda que se vio empujado a ello no
sólo por su objeto, el material clínico, sino también
por lo que se puede llamar su deseo como hombre de
letras.”

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