La Moral de Kant

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La moral de Kant

seleccin de textos de C. Alegra


tica
PUCP

Los talentos, sin buena voluntad


El entendimiento, el gracejo, el Juicio, o como
quieran llamarse los talentos del espritu; el
valor, la decisin, la perseverancia en los
propsitos, como cualidades del temperamento,
son, sin duda, en muchos respectos, buenos y
deseables; pero tambin pueden llegar a ser
extraordinariamente malos y dainos si la
voluntad que ha de hacer uso de estos dones de
la naturaleza, y cuya peculiar constitucin se
llama por eso carcter, no es buena.

La fortuna, sin buena voluntad


El poder, la riqueza, la honra, la salud
misma y la completa satisfaccin y el
contento del propio estado, bajo el
nombre de felicidad, dan valor, y tras l, a
veces arrogancia, si no existe una buena
voluntad que rectifique y acomode a un fin
universal el influjo de esa felicidad y con l
el principio todo de la accin

Idea moral

as parece constituir la buena voluntad


la indispensable condicin que nos hace
dignos de ser felices.

Actuar conforme al deber, pero por


simple conveniencia
() es, desde luego, conforme al deber que el
mercader no cobre ms caro a un comprador
inexperto; y en los sitios donde hay mucho
comercio, el comerciante avisado y prudente no
lo hace, en efecto, sino que mantiene un precio
fijo para todos en general, de suerte que un nio
puede comprar en su casa tan bien como otro
cualquiera. As, pues, uno es servido
honradamente. Mas esto no es ni mucho menos
suficiente para creer que el mercader haya
obrado as por deber, por principios de
honradez: su provecho lo exiga; ()

Amar por deber


As hay que entender, sin duda alguna, los
pasajes de la Escritura en donde se ordena que
amemos al prjimo, incluso al enemigo. En
efecto, el amor, como inclinacin, no puede ser
mandado; pero hacer el bien por deber, aun
cuando ninguna inclinacin empuje a ello y
hasta se oponga una aversin natural e
invencible, es amor prctico y no patolgico,
amor que tiene su asiento en la voluntad y no en
una tendencia de la sensacin, que se funda en
principios de la accin y no en tierna compasin,
y ste es el nico que puede ser ordenado.

La intencin da el valor moral a la


accin, no el propsito
La segunda proposicin es sta: una
accin hecha por deber tiene su valor
moral, no en el propsito que por medio de
ella se quiere alcanzar, sino en la mxima
por la cual ha sido resuelta; no depende,
pues, de la realidad del objeto de la
accin, sino meramente del principio del
querer, segn el cual ha sucedido la
accin, prescindiendo de todos los objetos
de la facultad del desear.

La voluntad de un ser racional, la representacin de la ley


misma da su carcter a la accin.

As, pues, el valor moral de la accin no reside


en el efecto que de ella se espera, ni tampoco,
por consiguiente, en ningn principio de la
accin que necesite tomar su fundamento
determinante en ese efecto esperado, pues
todos esos efectos -el agrado del estado propio,
o incluso el fomento de la felicidad ajena
-pudieron realizarse por medio de otras causas,
y no haca falta para ello la voluntad de un ser
racional, que es lo nico en donde puede, sin
embargo, encontrarse el bien supremo y
absoluto. Por tanto, no otra cosa, sino slo la
representacin de la ley en s misma -la cual
desde luego no se encuentra ms que en el ser
racional

El imperativo categrico (I) en la


nocin cotidiana y comn de moral
no debo obrar nunca ms que de modo
que pueda querer que mi mxima deba
convertirse en ley universal. Aqu es la
mera legalidad en general -sin poner por
fundamento ninguna ley determinada a
ciertas acciones- la que sirve de principio
a la voluntad, y tiene que servirle de
principio si el deber no ha de ser por
doquiera una vana ilusin y un concepto
quimrico

Ejemplo

Sea, por ejemplo, la pregunta siguiente: me es lcito,


cuando me hallo apurado, hacer una promesa con el
propsito de no cumplirla? Fcilmente hago aqu la
diferencia que puede comportar la significacin de la
pregunta: de si es prudente o de si es conforme al deber
hacer una falsa promesa. Lo primero puede suceder, sin
duda, muchas veces. Ciertamente, veo muy bien que no
es bastante el librarme, por medio de ese recurso, de
una perplejidad presente, sino que hay que considerar
detenidamente si no podr ocasionarme luego esa
mentira muchos ms graves contratiempos que estos
que ahora consigo eludir; y como las consecuencias, a
pesar de cuanta astucia me precie de tener, no son tan
fcilmente previsibles que no pueda suceder que la
prdida de la confianza en m sea mucho ms
desventajosa para m que el dao que pretendo ahora
evitar, habr de considerar si no sera ms sagaz
conducirme en este punto segn una mxima universal y
adquirir la costumbre de no prometer nada sino con el
propsito de cumplirlo.

Cada mxima que use debe poder ser parte


de una legislacin universal.
() bstame preguntar: puedes creer
que tu mxima se convierta en ley
universal? Si no, es una mxima
reprobable, y no por algn perjuicio que
pueda ocasionarte a ti o a algn otro, sino
porque no puede convenir, como principio,
en una legislacin universal posible; la
razn, empero, me impone respeto
inmediato por esta universal legislacin
()

Normas relativas y normas morales


Pues bien, todos los imperativos mandan,
ya hipottica, ya categricamente.
Aquellos representan la necesidad
prctica de una accin posible, como
medio para conseguir otra cosa que se
quiere (o que es posible que se quiera). El
imperativo categrico sera el que
representase una accin por s misma, sin
referencia a ningn otro fin, como
objetivamente necesaria.

Voluntad de ser libre


Ahora yo digo: el hombre, y en general
todo ser racional, existe como fin en s
mismo, no slo como medio para usos
cualesquiera de esta o aquella voluntad;
debe en todas sus acciones, no slo las
dirigidas a s mismo, sino las dirigidas a
los dems seres racionales, ser
considerado siempre al mismo tiempo
como fin.

Personas no son cosas


Los seres cuya existencia no descansa en
nuestra voluntad, sino en la naturaleza, tienen,
empero, si son seres irracionales, un valor
meramente relativo, como medios, y por eso se
llaman cosas; en cambio, los seres racionales
llmanse personas porque su naturaleza los
distingue ya como fines en s mismos, esto es,
como algo que no puede ser usado meramente
como medio, y, por tanto, limita en ese sentido
todo capricho (y es un objeto del respeto). stos
no son, pues, meros fines subjetivos, cuya
existencia, como efecto de nuestra accin, tiene
un valor para nosotros, sino que son fines
objetivos, esto es, cosas cuya existencia es en
s misma un fin,

Imperativo Categrico II
obra de tal modo que uses la humanidad, tanto
en tu persona como en la persona de cualquier
otro, siempre como un fin al mismo tiempo y
nunca solamente como un medio.
Pues todos los seres racionales estn sujetos a
la ley de que cada uno de ellos debe tratarse a
s mismo y tratar a todos los dems, nunca
como simple medio, sino siempre al mismo
tiempo como fin en s mismo.

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