Salmo 139
Salmo 139
Salmo 139
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Luego de evocar con expresivas imgenes la violencia y la maldad de sus perseguidores (vs. 3-6), el salmista dirige contra ellos una severa imprecacin (vs. 912).
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El presente salmo es atribuido al rey David. Nos sobrecoge su actitud orante y confiada. Sus enemigos, en especial Sal, se ceban en l, por lo que acude a Yav para que sea su auxilio y su escudo: Seor, slvame del hombre perverso, lbrame del
hombre violento. En su corazn planean el mal, y provocan peleas todo el da. Afilan su lengua como serpientes, y bajo sus labios hay veneno de vboras.
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Como todos los salmos, tambin este es mesinico, tiene su cumplimiento en Jesucristo. Nos llama poderosamente la atencin que si, por una parte, David afirm de Dios que l cubra su cabeza en sus batallas, por otra, contemplamos a Jess, en su combate contra todo tipo de mal, abatido y, adems, tambin con su cabeza cubierta... con una ignominiosa corona de espinas. Parece como si Yav le hubiese abandonado a su suerte en la misin que le confi.
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En este combate que libramos a lo largo de nuestra vida, el Seor Jess es nuestro escudo, nuestra espada, nuestro yelmo de salvacin, el que cubre y protege nuestra cabeza en cada enfrentamiento que hacemos contra el poder de Satans. As nos lo atestigua el apstol san Pablo: En pie!, pues; ceida vuestra cintura con la verdad y revestidos de la justicia como coraza, calzados los pies con el celo por el evangelio de la paz. (Ef 6, 14)
Lbrame, Seor, del malvado, gurdame del hombre violento: que planean maldades en su corazn y todo el da provocan contiendas; afilan sus lenguas como serpientes, con veneno de vboras en los labios.
Defindeme, Seor, de la mano perversa, gurdame de los hombres violentos, que preparan zancadillas a mis pasos. Los soberbios me esconden trampas; los perversos me tienden una red y por el camino me colocan lazos.
Pero yo digo al Seor: "T eres mi Dios"; Seor, atiende a mis gritos de socorro; Seor Dios, mi fuerte salvador, que cubres mi cabeza el da de la batalla.
Seor, no le concedas sus deseos al malvado, no des xito a sus proyectos. Yo s que el Seor hace justicia al afligido y defiende el derecho del pobre.
Dios nuestro, damos fuerza a todos los cristianos para saber mantener un testimonio de amor en este mundo de guerra y odio; que nunca pueda acusarse a tu iglesia de favorecer la opresin de los pobres y humildes. Por Jesucristo, nuestro Seor.