Tesis Veronica Figueroa Huencho
Tesis Veronica Figueroa Huencho
Tesis Veronica Figueroa Huencho
Ttulo CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO INDGENA URBANO: UNA PROPUESTA PARA UNA CONVIVENCIA MULTICULTURAL. LOS MAPUCHES DE SANTIAGO DE CHILE
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CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO INDGENA URBANO: UNA PROPUESTA PARA UNA CONVIVENCIA MULTICULTURAL. Los mapuches de Santiago de Chile Por Vernica Figueroa Huencho Abstract
El multiculturalismo se ha convertido en un fenmeno que plantea nuevos desafos a la convivencia en las sociedades democrticas Latinoamericanas, las que se caracterizan por la existencia de ms de 400 pueblos indgenas diferentes. Esta diversidad, sin embargo, ha estado marcada por la pobreza y la marginacin, siendo estos pueblos incorporados de modo marginal y precario a los proyectos nacionales, y donde los crecientes movimientos migratorios desde sus territorios de origen hacia las zonas urbanas han acentuado an ms las diferencias entre stos y las sociedades dominantes. Ante esta situacin, en la dcada recin pasada, han aumentado o se han hecho ms visibles en el espacio pblico las demandas y reclamaciones de los pueblos indgenas, convirtindolos en nuevos actores polticos, instando a los Estados a buscar nuevas formas de entender el desarrollo indgena a travs de polticas y estrategias coherentes con los principios del multiculturalismo, atendiendo aspectos culturales, valricos y normativos. Esta tesis constituye una aportacin a este desafo, al proponer un modelo de estudio basado en la teora del capital social adecuado a las necesidades y caractersticas de los pueblos indgenas urbanos, que se nutre, adems, de las aproximaciones tericas del multiculturalismo, del desarrollo indgena, as como de la revisin de experiencias relevantes en este mbito. De esta forma, a partir de una mirada integral, este modelo identifica, conceptualiza y operacionaliza aquellos elementos que debern ser considerados en el diseo e implementacin de polticas, planes y programas orientados a los indgenas urbanos, y que servirn de gua a las acciones de los Estados y Organismos Internacionales. Este modelo de estudio para el capital social indgena urbano es aplicado a los mapuches que habitan en dos comunas de la ciudad de Santiago de Chile, a partir de una aproximacin cualitativa, lo que ha permitido conocer las caractersticas de este capital social, sus variables constitutivas, su comportamiento en la realidad, las relaciones dinmicas que se dan entre ellas, la influencia del entorno, entre otros elementos, dando cuenta as de la integralidad y multidimensionalidad de nuestra propuesta. Los resultados encontrados han servido de base para la generacin de propuestas y recomendaciones concretas de poltica, planes y programas, as como de posibles lneas de accin respetuosas con la diversidad.
AGRADECIMIENTOS
Son muchas las personas que, de diferentes formas, en distintos momentos y circunstancias, han formado parte de mi vida durante la realizacin de esta tesis, y sin cuyo inconmensurable apoyo hubiera resultado muy difcil llegar al final del viaje. Entre ellas quisiera destacar: A mi director, ngel Castieira Fernndez, por haber credo en este proyecto. Gracias por el apoyo incondicional, por la confianza, por compartir conmigo conocimientos y experiencias, por la calidez y comprensin en los momentos difciles. Al Departamento de Economa, Ciencias Sociales y Mtodos de ESADE por haber acogido esta investigacin y por el apoyo e inters prestado. A sus profesores y colaboradores. A Juan, mi compaero incondicional. Gracias por el amor y la paciencia. Sin ti nada hubiera sido posible. A mi familia. A mis padres, Eva y Jaime, por haberme dado alas para volar por mi misma. Ustedes son la base de mis logros. A mis hermanos, Jaime, Eduardo, Alejandra, Mara y Gustavo, gracias por el inmenso cario. A mis suegros, gracias por el apoyo y la preocupacin constantes. A los profesores que me brindaron sus comentarios y crticas, y que enriquecieron los resultados de esta investigacin. Gracias a Conxita Folguera, a Josep Miralles, a Jaume Filella, a Francisco Longo, a Xavier Etxeberra. A los amigos en Barcelona: las cuxas (Laura y Desir), Angelito, Albert Serra, Marc, Jos Luis, Maika, Coco, Mara y Antxon, Mireia Belil, Tamyko, Joat, Eduard, Nuria, Cristina, Mar, Camilo, Ana Mara, Laura. Gracias por las palabras, por los buenos momentos. A los amigos en Chile: Kathy, Romy, Javier, Rmulo, Cata, lvaro, Alejandra, Johanna. Gracias por el cario en estos aos. Al Ministerio de Planificacin y Cooperacin, quienes me dieron la oportunidad y los medios financieros para acceder al Programa de Doctorado a travs de la Beca Presidente de la Repblica. Al Instituto de Asuntos Pblicos de la Universidad de Chile. A las organizaciones indgenas y a sus lderes. Gracias por las reflexiones, por la sabidura compartida. A todos los amigos y colegas. Gracias.
ndice de contenidos
INTRODUCCIN .............................................................................................................................. 9 1. Alcance de nuestra investigacin ............................................................................................... 12 2. Estructura de nuestra investigacin............................................................................................ 14 CAPTULO I Multiculturalismo, Desarrollo y Capital Social: elementos para un anlisis integral............ 16 1. El multiculturalismo en Amrica Latina ....................................................................................... 16 1.1 La realidad multicultural de Amrica Latina: los pueblos indgenas................................... 22 2. Aspectos de la identidad indgena: definiciones y caractersticas ............................................ 24 2.1 La especial situacin de los pueblos indgenas latinoamericanos ..................................... 27 2.2 Las migraciones indgenas en Latinoamrica .................................................................... 34 3. Estrategias de desarrollo: un anlisis necesario ........................................................................ 37 3.1 Aspectos conceptuales y empricos del desarrollo............................................................. 37 3.2 El desarrollo aplicado a los pueblos indgenas................................................................... 41 3.3 Gestionando la diversidad: un desafo para el desarrollo indgena.................................... 43 4. La teora del capital social como oportunidad para los pueblos indgenas ................................ 48 CAPTULO II La teora del capital social: aspectos conceptuales y metodolgicos ................................... 54 1. El capital social: antecedentes para su anlisis ......................................................................... 54 2. Desarrollo conceptual de la teora del capital social .................................................................. 55 2.1 Investigaciones fundacionales del capital social ................................................................ 56 2.2 Una propuesta de anlisis conceptual para el estudio del capital social ........................... 59 2.2.1 Nivel individual .............................................................................................................. 60 2.2.2 Nivel societal ................................................................................................................. 62 2.2.3 Nivel Comunitario.......................................................................................................... 65 2.3 Dimensiones del capital social: Bonding, bridging y linking social capital.......................... 71 3. Desarrollo emprico de la teora del capital social ...................................................................... 75 3.1 Una propuesta de anlisis emprico del capital social ........................................................ 77 3.2 Consideraciones para el anlisis comparativo de los estudios revisados.......................... 92 4. Hacia un modelo de estudio del capital social indgena urbano................................................. 95 4.1 Categoras del capital social: .............................................................................................. 95 4.2 Variables constitutivas del capital social:............................................................................ 97 4.3 Dimensiones del capital social:........................................................................................... 98 4.4 El entorno en el que se desenvuelve el capital social: ..................................................... 100 CAPTULO III Capital social y pueblos indgenas: Hacia un modelo de estudio......................................... 104 3
1. La complejidad de un estudio culturalmente pertinente ........................................................... 104 1.1 La cultura y las variables precursoras del capital social................................................... 110 2. El estudio del capital social indgena en contextos urbanos .................................................... 113 2.1 Tres estudios culturalmente considerados: Nueva Zelanda, Canad y Chile.................. 118 2.1.1 Nueva Zelanda: Estudiando el capital social maori .................................................... 118 2.1.2 Canad: Estudiando el capital social de las Primeras Naciones................................ 122 2.1.3 Chile: dos casos de formacin y prdida de capital social ......................................... 127 2.2 Algunas consideraciones para la reflexin ....................................................................... 132 3. Un modelo para el estudio del capital social indgena urbano ................................................. 134 CAPTULO IV El Pueblo mapuche: Antecedentes para un estudio de capital social indgena .................. 140 1. Antecedentes generales ........................................................................................................... 140 2. Conociendo al pueblo mapuche: Perspectivas dinmica y esttica de una misma realidad ... 144 2.1 Perspectiva dinmica: mbitos de anlisis:...................................................................... 145 2.1.1 mbito histrico: principales acontecimientos ............................................................ 145 2.1.2 mbito antropolgico .................................................................................................. 149 2.1.3 mbito sociolgico-econmico ................................................................................... 153 2.1.4 mbito poltico-legal....................................................................................................155 2.2 Perspectiva esttica: Diagnstico sociodemogrfico y econmico .................................. 175 2.2.1 Poblacin .................................................................................................................... 175 2.2.2 Ubicacin de la poblacin ........................................................................................... 176 2.2.3 Situacin econmica ................................................................................................... 176 2.2.4 Nivel de estudios......................................................................................................... 177 2.2.5 Distribucin por sexo y edad....................................................................................... 178 2.2.6 Empleo ........................................................................................................................ 179 2.3 Algunas reflexiones en torno a las perspectivas: dos caras de una misma moneda....... 181 3. Las migraciones mapuches: nuevos desafos al capital social ................................................ 184 3.1 La realidad mapuche urbana ............................................................................................ 184 3.2 Mapuches en la ciudad: evidencias de la existencia de capital social?......................... 188 CAPTULO V Metodologa de estudio para el capital social mapuche urbano ........................................... 197 1. Marco metodolgico: consideraciones generales..................................................................... 197 1.1 Objetivos de la investigacin ............................................................................................ 202 1.2 Preguntas de investigacin............................................................................................... 203 1.3 Unidad de anlisis............................................................................................................. 203 1.4 Metodologa ...................................................................................................................... 205 1.5 Muestra ............................................................................................................................. 207 2. Desarrollo de la investigacin ................................................................................................... 207 2.1 Seleccin de los casos .....................................................................................................207 4
2.2 Diseo de los mtodos de investigacin: Entrevistas en profundidad, observaciones y revisin documental................................................................................. 208 2.2.1 Diseo de las entrevistas ............................................................................................ 208 2.2.2 Polos temticos de las entrevistas.............................................................................. 215 2.2.3 Los otros mtodos: observacin y revisin de fuentes documentales ....................... 220 2.2.4 Diseo y conformacin de la muestra......................................................................... 221 2.2.5 Plan de anlisis de las entrevistas.............................................................................. 224 2.3 Anlisis de las entrevistas................................................................................................. 227 Precursores del Capital Social............................................................................................ 227 1. Factores de Identificacin ................................................................................................ 227 1.1 Memoria colectiva Histrica ........................................................................................ 227 1. 2 Valoracin y uso del mapudungn............................................................................. 235 1.3 Agentes de fortalecimiento de la identidad ................................................................. 243 1.4 Pobreza e identidad tnica.......................................................................................... 247 2. Factores para la autodefinicin........................................................................................ 250 2.1 La discriminacin ........................................................................................................ 250 2.2. El entorno urbano....................................................................................................... 257 3. Rituales y ceremonias vigentes ....................................................................................... 264 3.1 mbito de la salud....................................................................................................... 264 3.2 mbito de las creencias .............................................................................................. 270 4. Estrategias de innovacin, adaptacin y vigencia ........................................................... 276 4.1 Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales ......................................................... 276 4.2 La resignificacin del mapundungn .......................................................................... 279 4.3 La significacin de la escritura .................................................................................... 282 4.4 La jerarquizacin de prioridades................................................................................. 285 Principales hallazgos respecto de los precursores del Capital Social ............................... 288 Capital social cognitivo .......................................................................................................291 1. Confianza ......................................................................................................................... 292 1.1 Bonding social capital .................................................................................................... 292 1.1.1 Causas de la confianza............................................................................................... 292 1.1.2 Manifestaciones de confianza..................................................................................... 295 1.1.3 Limitaciones de la confianza....................................................................................... 297 1.1.4 Estrategias para crear confianza ................................................................................ 302 1.2 Bridging social capital ....................................................................................................305 1.3 Linking social capital ...................................................................................................... 310 Principales hallazgos respecto de la variable confianza (capital social cognitivo) ............ 316 2. Reciprocidad ....................................................................................................................... 320 2.1 Bonding social capital .................................................................................................... 320 2.1.1 Causas de la reciprocidad .......................................................................................... 320 2.1.2 Manifestaciones de la reciprocidad............................................................................. 322 2.2 Bridging social capital ....................................................................................................325 5
2.3 Linking social capital ...................................................................................................... 328 Principales hallazgos respecto de la variable reciprocidad (capital social cognitivo) ........ 333 3. Cooperacin........................................................................................................................ 336 3.1 Bonding social capital .................................................................................................... 336 3.1.1 Causas de la cooperacin .......................................................................................... 336 3.1.2 Manifestaciones de la cooperacin............................................................................. 340 3.1.3 Estrategias para la cooperacin ................................................................................. 342 3.2 Bridging social capital ....................................................................................................347 3.3 Linking social capital ...................................................................................................... 349 Principales hallazgos respecto de la variable cooperacin (capital social cognitivo) ........ 353 Capital social estructural: redes.......................................................................................... 355 1. Bonding social capital ......................................................................................................356 1.1. Orgenes de las redes................................................................................................... 356 1.1.2 Actividades de las redes formales .............................................................................. 361 1.1.3 La dinmica de relaciones al interior de las redes formales....................................... 363 1.1.4 Estrategias para la movilizacin de las redes............................................................. 365 1.2 Bridging social capital ....................................................................................................370 1.3 Linking social capital ...................................................................................................... 372 Principales hallazgos respecto de la variable redes (capital social estructural) ................ 377 Liderazgo ............................................................................................................................ 380 1. Liderazgo informal............................................................................................................ 381 2. Liderazgo formal .............................................................................................................. 382 3. Perspectiva de gnero: el liderazgo femenino................................................................. 385 3. Capital social mapuche urbano: Base para su desarrollo ........................................................ 389 3.1 Consideraciones para un desarrollo con identidad........................................................... 391 3.2 Algunas consideraciones finales....................................................................................... 404 CAPTULO VI CONCLUSIONES ......................................................................................................................... 407 1. Contribuciones de nuestra investigacin .................................................................................. 414 2. Limitaciones y futuras investigaciones ..................................................................................... 416 REFERENCIAS ............................................................................................................................ 419 ANEXO 1. Herramientas generales para medir capital social ................................................ 435 ANEXO 2. Hoja de registro para observaciones...................................................................... 440 ANEXO 3. Principales documentos consultados .................................................................... 441 ANEXO 4. Definicin de categoras y cdigos......................................................................... 444
ndice de tablas
Tabla 1. Resumen de los principales movimientos de reclamacin multicultural ....................... 20 Tabla 2. Poblacin indgena en Latinoamrica............................................................................ 23 Tabla 3. Aumento porcentual de la posibilidad de ser pobre si se es indgena .......................... 28 Tabla 4. Pobreza en Latinoamrica ............................................................................................. 29 Tabla 5. Pobreza en Latinoamrica/tasa ..................................................................................... 29 Tabla 6. Comparacin de variables y niveles de anlisis............................................................ 78 Tabla 7. Cuadro comparativo de los principales estudios ........................................................... 80 Tabla 8. Dimensiones del estudio del capital social .................................................................. 126 Tabla 9. Comunidades indgenas focalizadas por el Programa Orgenes ................................ 172 Tabla 10. Indigencia y pobreza mapuche.................................................................................. 177 Tabla 11. Resumen de contenido de las entrevistas................................................................. 214 Tabla 12. Ejemplo de categoras y cdigos............................................................................... 226 Tabla 13. Tipo de eventos y periodicidad .................................................................................. 273 Tabla 14. Variables precursoras del capital social .................................................................... 289 Tabla 15. Comercializacin con comunidades .......................................................................... 341 Tabla 16. Organizaciones mapuches urbanas .......................................................................... 357 Tabla 17. Variables del capital social mapuche urbano ............................................................ 389
ndice de figuras
Figura 1. Resumen de niveles de anlisis de capital social ........................................................ 71 Figura 2. Dimensiones de capital social ...................................................................................... 73 Figura 3. Dimensiones del capital social a nivel comunitario ...................................................... 75 Figura 4. Categoras del capital social......................................................................................... 96 Figura 5. Categoras del capital social y elementos constitutivos ............................................... 98 Figura 6. Categoras del capital social, elementos constitutivos y dimensiones......................... 99 Figura 7. Modelo general para estudio del capital social .......................................................... 101 Figura 8. Dinmica del estudio del capital social....................................................................... 102 Figura 9. Influencia cultura-capital social................................................................................... 109 Figura 10. Elementos del capital social maor ........................................................................... 121 Figura 11. Propuesta para un modelo integral .......................................................................... 137 Figura 12. Modelo capital social indgena urbano ..................................................................... 138 Figura 13. Territorio Mapuche (siglo XVI).................................................................................. 146 Figura 14. Dinmica de capital social-polticas, planes y programas........................................ 198 Figura 15. Definicin de unidades de anlisis y casos a estudiar............................................. 205 Figura 16. Proceso metodolgico de la investigacin ............................................................... 206 Figura 17. Modelo de estudio para el capital social mapuche urbano ...................................... 209 Figura 18. Desarrollo de la subcategora Memoria colectiva .................................................. 235 Figura 19. Desarrollo de la subcategora Memoria colectiva .................................................. 243 Figura 20. Desarrollo de la subcategora Agentes externos ................................................... 246 Figura 21. Desarrollo de la subcategora Pobreza e identidad tnica .................................... 249 Figura 22. Desarrollo de la subcategora Discriminacin........................................................ 257 Figura 23. Desarrollo de la subcategora el entorno urbano................................................... 263 Figura 24. Desarrollo de la subcategora mbito de la salud ................................................. 269 7
Figura 25. Desarrollo de la subcategora mbito de las creencias......................................... 276 Figura 26. Desarrollo de la subcategora Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales .... 278 Figura 27. Desarrollo de la subcategora Significacin del Mapudungn............................... 282 Figura 28. Desarrollo de la subcategora Significacin de la escritura ................................... 284 Figura 29. Desarrollo de la subcategora Jerarquizacin de prioridades................................ 288 Figura 30. Desarrollo de la subcategora Confianza (Bonding social capital) ........................ 304 Figura 31. Desarrollo de la subcategora Confianza (Bridging social capital) ........................ 310 Figura 32. Desarrollo de la subcategora Confianza (Linking social capital) .......................... 316 Figura 33. Desarrollo de la subcategora Reciprocidad (Bonding social capital) ................... 325 Figura 34. Desarrollo de la subcategora Reciprocidad (Bridging social capital) ................... 328 Figura 35. Desarrollo de la subcategora Reciprocidad (Linking social capital) ..................... 333 Figura 36. Desarrollo de la subcategora Cooperacin (Bonding social capital) .................... 346 Figura 37. Desarrollo de la subcategora Cooperacin (Bridging social capital) .................... 349 Figura 38. Desarrollo de la subcategora Cooperacin (Linking social capital) ...................... 353 Figura 39. Desarrollo de la subcategora Redes (Bonding social capital) .............................. 369 Figura 40. Desarrollo de la subcategora Redes (Bridging social capital) .............................. 372 Figura 41. Desarrollo de la subcategora Redes (Linking social capital) ................................ 377 Figura 42. Desarrollo de la categora Liderazgo ..................................................................... 388 Figura 43. Mapa del capital social mapuche urbano ................................................................. 390
ndice de grficos
Grfico 1. Total Pas: rea de residencia de la poblacin mapuche, 2002............................... 176 Grfico 2. Total Pas: Aos de educacin de la poblacin mapuche, 1992 .............................. 178 Grfico 3. Total Pas: Nmero de mapuches hombres y mujeres............................................. 179 Grfico 4. Categora de ocupacin mapuches (hombres)......................................................... 180 Grfico 5. Categora de ocupacin mapuches (mujeres) .......................................................... 180 Grfico 6. Poblacin mapuche por grupos de ocupacin.......................................................... 181 Grfico 7. Distribucin etrea de poblacin mapuche............................................................... 186 Grfico 8. Distribucin poblacin activa-no activa ..................................................................... 187
INTRODUCCIN
ka feipituan i mogelen i vlkantumeken kacij kie xayen mojfv trayen Ramtuafin ti antv cew kvpaimi? rupale tripantv ka feipituan Alepue mapu kvpan pian amulen, amulen alvpu puan zoy ayeple waglen
Volver a decir que estoy vivo que estoy cantando cerca de una vertiente. Vertiente de sangre! Le preguntar al sol de donde viene y si pasan los aos repetir lo mismo Vengo de las tierra de Alepue dir Avanzo Avanzo quiero llegar muy lejos ms all del umbral de las estrellas
Desde hace unas cuatro dcadas, el multiculturalismo se ha convertido en un fenmeno que plantea nuevos desafos a la convivencia en las sociedades democrticas avanzadas, siendo uno de los temas decisivos de nuestro tiempo. Como seala Etxeberria (2004) el hecho de la multiculturalidad es innegable. Hay unos 5.000 grupos culturales diferenciados, de los cuales, unos 2.000 pueden ser considerados naciones, que estn en unos Estados que no llegan a 200. Esta situacin ha llevado a que muchos Estados deban buscar nuevas polticas y estrategias orientadas a responder a las exigencias de este multiculturalismo, especialmente por las diferencias existentes entre las culturas dominantes y las culturas dominadas, las que se traducen en carencias de tipo econmico, social, poltico y/o cultural, entre otros. Latinoamrica no constituye una excepcin. Muy por el contrario, existe en la regin una diversidad tnica y cultural manifestada en la existencia de ms de 64 millones de indgenas, cada uno de los cuales tiene su idioma, su organizacin social, su cosmovisin, su sistema econmico y su modelo de produccin adaptado a su ecosistema (Deruyttere, 1999). Esta diversidad, sin embargo, est marcada por la pobreza y la marginacin y no ha implicado, por lo general, respeto ni un mayor nivel de pluralismo o integracin cultural, 9
sino que la mayora de estos pueblos han sido incorporados de modo marginal y precario a los proyectos nacionales (Miz, 1994), dndose as una combinacin de injusticia cultural y material. Efectivamente, los pueblos indgenas representan el 10% de la poblacin de la regin y sus niveles de ingreso, al igual que sus indicadores de desarrollo humano como la educacin y las condiciones de salud, han quedado sistemticamente a la zaga en relacin con los del resto de la poblacin (Hall y Patrinos, 2004). Por otra parte, esta situacin se ha visto acrecentada por los crecientes movimientos migratorios que muchos pueblos han experimentado durante los ltimos aos y que han significado el desplazamiento de miles de indgenas desde sus zonas rurales de origen a las ciudades. La migracin indgena constituye uno de los fenmenos ms importantes de los ltimos tiempos, ya que a pesar de que muchos movimientos migratorios comenzaron en la poca colonial, el mayor volumen y sus impactos se verifican principalmente desde mediados del siglo XX. En ese contexto, la mayora de estos pueblos han sufrido un proceso de asimilacin histrica con la cultura dominante, que los ha obligado en muchos casos a dejar de lado su propia cultura e identidad (Ancn, 1994). Todos estos elementos han llevado a que en la dcada recin pasada aumentaran o se hicieran ms visibles en el espacio pblico las demandas y reclamaciones de los pueblos indgenas, lo que podra sugerir que, a lo menos en algunos pases de la regin, ha emergido un nuevo actor social y en algunos casos, un nuevo actor poltico que desafa a las formas tradicionales de hacer poltica. Este hecho es relevante para el conjunto de las sociedades latinoamericanas y para el futuro de la democracia, pues plantea el desafo de repensar la comunidad poltica y los mecanismos de inclusin ciudadana en que hasta ahora se han basado los modelos de sociedad (Bello, 2004). En ese sentido, podramos decir que en el contexto latinoamericano se presenta un gran desafo: atender las demandas de los pueblos indgenas evitando los conflictos entre stos y las sociedades dominantes, pero sin perder la perspectiva multicultural, sin dejar de lado aspectos culturales, valricos y normativos. Slo as las relaciones podrn ser justas y beneficiosas para ambos (Kymlicka, 1996). Esto supone que la cultura no es ajena a la tematizacin del desarrollo, especialmente cuando involucra a los pueblos indgenas. En la implementacin de muchas iniciativas pblicas se ha evidenciado un fracaso debido a lo que algunos expertos sealan como falta de integracin de elementos 10
culturales, valricos, histricos, etc., especialmente en el diseo de polticas y programas indgenas (Rey, 2002). Algunos autores plantean que las estrategias de desarrollo impulsadas tanto por los Estados como por las Agencias de Cooperacin Internacional debieran introducir en sus directrices polticas, planes y programas que reflejen y se adecuen a la identidad cultural de los pueblos a los que se dirigen si quieren evitar el desarraigo y la marginacin, o simplemente nuevas formas de colonizacin. Los pueblos indgenas no pueden sentirse identificados con medidas o iniciativas que no toman en cuenta sus valores, actitudes, creencias y formas de organizacin, entre otros aspectos (Inkeless, 2000). Por lo tanto, se hace necesario un cambio de paradigma, donde los pueblos indgenas sean puestos en el centro de las estrategias, como actores y partcipes de su desarrollo. Si bien algunos pases latinoamericanos han adoptado estrategias polticas, econmicas, sociales e ideolgicas diferentes frente a las demandas de los pueblos indgenas, no han podido paliar la existencia de problemticas sociales y culturales apremiantes que afectan a estos grupos en particular y, por lo tanto, a la sociedad en su conjunto (Peyser, 2003). A nuestro juicio, el error es que estas polticas se han diseado y ejecutado en ausencia de estos pueblos. Entre las nuevas teoras que vienen a atender, en parte, los problemas de pobreza y desarrollo de los pueblos indgenas, la teora del capital social parece la ms acertada al tomar en cuenta no slo los valores, actitudes, creencias y formas organizativas de los individuos y comunidades, sino tambin sus prcticas de reciprocidad, asociacin y cooperacin. En ese sentido, su principal aporte es que permite rescatar la incidencia de variables culturales y sociopolticas que forman parte del patrimonio cultural y social de los pueblos indgenas y que, mediante estrategias adecuadas, podran convertirse en recursos efectivos (Uphoff, 2000). Asimismo, la amplitud que supone esta teora permitira considerar en las propuestas de desarrollo conceptos como ciudadana, empoderamiento y participacin, donde se reconozcan las diferentes tradiciones culturales indgenas presentes en una determinada sociedad, la cual es capaz de valorarla y propiciar que esas tradiciones tengan espacios de manifestacin y representacin en las diferentes instancias de un pas (Candau, 2001). Esto implica transferir poder hacia los pueblos indgenas de manera que sean ellos mismos quienes propongan las estrategias adecuadas a su propia visin de desarrollo.
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1. Alcance de nuestra investigacin Nuestra investigacin espera contribuir al anlisis de la problemtica indgena existente en Latinoamrica a partir de una aproximacin innovadora, que integre todas las variables que aaden complejidad al tema (desafos del multiculturalismo, condiciones de los pueblos indgenas, posibilidades para un desarrollo con identidad, el fenmeno urbano del indigenismo) relacionndolas con la teora del capital social, de manera de contribuir a la generacin de polticas, planes y programas pertinentes, respetuosos con las diferencias. En ese sentido, muchas iniciativas y estrategias de desarrollo han fallado por no tomar en cuenta la especificidad propia de los pueblos indgenas en trminos sociales, polticos, culturales o econmicos, sino que han generalizado y asumido unas caractersticas homogneas para toda una poblacin. Ms bien ha existido una importacin de propuestas en materia de desarrollo indgena y una dbil recreacin autctona de ellas, en el sentido de que no han sido estos pueblos quienes han propuesto las bases de su desarrollo (Rey, 2002). Por lo tanto, en una sociedad multicultural como la actual, creemos que los Estados deben ser capaces de crear las condiciones para garantizar un desarrollo integral de los pueblos indgenas, que no slo tome en cuenta sus aspectos culturales sino tambin aquellas variables que integran su capital social las que, si llegan a convertirse en recursos efectivos, pueden transformarse en importantes puntos de apalancamiento para la introduccin de mejoras con perspectivas de largo plazo. Lo anterior cobra especial relevancia si se trata de comunidades indgenas que habitan zonas urbanas, es decir, que se encuentran fuera de sus territorios de origen. Con el objeto de contribuir a la mejora de los pueblos indgenas de manera objetiva, nuestra investigacin se propone crear un modelo terico que nos permita una aproximacin pertinente para el estudio del capital social indgena urbano, a partir del cual podamos extraer informacin de primera mano respecto de las caractersticas de este capital social, considerando para ello sus variables constitutivas, su comportamiento en la realidad, las relaciones dinmicas que se dan entre ellas y que definen un tipo particular de capital social, la influencia del entorno, las dimensiones de interacciones entre los actores, etc. Para la aplicacin de este modelo hemos escogido como foco de estudio a los mapuches que habitan en las zonas urbanas de Chile, los que constituyen uno de los pueblos indgenas ms significativos en Amrica Latina, tanto por su historia como por 12
la trascendencia que sus reivindicaciones han tenido en el ltimo tiempo. Actualmente este pueblo es asociado a condiciones de pobreza y marginalidad de carcter alarmante, lo que ha derivado en una prdida progresiva de su bagaje cultural. Durante los ltimos aos estas condiciones se han acentuado producto de las migraciones campo-ciudad y de medidas que poco o nada protegen sus derechos ancestrales. Esta situacin los ha llevado a protagonizar movilizaciones y levantamientos orientados a reivindicar sus derechos y a mejorar su calidad de vida (Foerster y Vergara, 2000). De manera especfica, hemos seleccionado a los mapuches que habitan en dos comunas de Santiago de Chile: La Pintana y La Granja, pues en ellas existe una alta concentracin de poblacin indgena mapuche as como de organizaciones que se han creado al alero de la Ley 19.253 (Ley Indgena), y donde se espera encontrar mapuches que renan requisitos de variedad (generacin de inmigrantes, mbito laboral, pertenencia a organizaciones, antecedentes educacionales, etc.). Creemos que los resultados de nuestra investigacin adquieren significancia y esperan contribuir en dos sentidos: a) por una parte, en el mbito de la investigacin del desarrollo y las minoras tnicas en un contexto multicultural, incrementar el conocimiento respecto del estudio y la consideracin del capital social como factor que permitira mejorar el impacto de las estrategias de ayuda a dichas minoras; b) por otra parte, en el mbito de las acciones de gobierno y de las agencias de cooperacin, ofrecer un marco conceptual y metodolgico que permita alcanzar el impacto esperado a partir de la inclusin de los elementos y factores del capital social indgena urbano en el diseo y ejecucin de sus polticas, planes y programas. En ambos sentidos, el desafo es comprender el fenmeno del capital social indgena como un fenmeno complejo, y contribuir a crear nuevas capacidades en acadmicos y practitioners para que puedan percibir las dinmicas socioculturales internas y externas al mundo indgena y a transformar su interaccin con ellas. Esta investigacin tiene, por fuerza, un carcter exploratorio pues se trata de conocer de manera pionera las caractersticas del capital social mapuche urbano. Esperamos contribuir al desarrollo cientfico del tema a partir de los descubrimientos realizados en este primer estudio, pues asumimos ya de inicio que los resultados encontrados tendrn que ser enriquecidos en futuras investigaciones, para seguir avanzando en el conocimiento del capital social mapuche y de las mejores estrategias para su utilizacin y fortalecimiento. 13
2. Estructura de nuestra investigacin Nuestra investigacin se presenta estructurada en seis captulos articulados en torno a contenidos claramente diferenciados. En el captulo 1 Multiculturalismo, desarrollo y capital social: elementos para un anlisis integral proponemos un marco terico general que nos permita comprender estos tres fenmenos y las distintas interrelaciones que se producen entre ellos. Asimismo, nos abocamos al anlisis de la problemtica indgena latinoamericana, incluyendo el fenmeno de las migraciones como elemento central que define las relaciones multiculturales en la actualidad. En el captulo 2 La teora del capital social: aspectos conceptuales y metodolgicos desarrollamos ampliamente esta teora de manera de contar con una revisin terica y emprica, a partir de la cual podamos extraer los elementos principales que nos permitan proponer un nivel de anlisis adecuado a nuestro estudio del capital social. Finalmente, proponemos un modelo de estudio apropiado para el capital social indgena urbano en el que se incluyan sus categoras, sus variables constitutivas, sus dimensiones y los elementos del entorno que influyen en dicho capital social. En el captulo 3 Capital social y pueblos indgenas: hacia un modelo de estudio introducimos un nuevo elemento al anlisis del capital social: la cultura. En ese sentido, al modelo propuesto en el captulo anterior agregamos un nuevo elemento relacionado con las variables precursoras del capital social indgena urbano, de manera de contar con una visin dinmica e integral para nuestra investigacin. Asimismo, para la definicin de este modelo revisamos tres experiencias de estudios de capital social (Canad, Nueva Zelanda y mapuches rurales en Chile), a partir de los cuales extraemos elementos para ahondar en el anlisis. En el captulo 4 El Pueblo Mapuche: antecedentes para un estudio de capital social indgena desarrollamos ampliamente las principales caractersticas de este pueblo desde dos perspectivas. Una perspectiva dinmica que incluye un anlisis histrico, antropolgico, sociolgico-econmico y poltico-legal, que nos permita tener una visin amplia respecto de las condiciones que han influido en su situacin actual. Una perspectiva esttica a partir de la cual se hace un anlisis sociodemogrfico y econmico, que nos permita tener un diagnstico de este pueblo en la actualidad.
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En el captulo 5 Metodologa de estudio para el capital social mapuche urbano nos abocamos a la aplicacin concreta del modelo propuesto a partir de una aproximacin cualitativa, donde estudiamos el capital social mapuche urbano en virtud de las preguntas de investigacin que se sealan en el captulo, y a partir de cuya respuesta proponemos orientaciones concretas a ser incluidas en las polticas, planes y programas dirigidos a los mapuches urbanos. Cada uno de los apartados que conforman el captulo cuenta con un anlisis exhaustivo respecto de los hallazgos encontrados. Finalmente, el captulo 6 Conclusiones contiene las conclusiones generales que se derivan de nuestra investigacin, as como las contribuciones y limitaciones de nuestro estudio, proponiendo algunas orientaciones para las investigaciones futuras.
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CAPTULO I Multiculturalismo, Desarrollo y Capital Social: elementos para un anlisis integral 1. El multiculturalismo en Amrica Latina Durante el ltimo tiempo se ha prestado enorme importancia al fenmeno multicultural que se est produciendo en la mayora de las sociedades, especialmente por los efectos que produce en mbitos como el poltico, el econmico o el social, y las necesidades de accin que impone a los diferentes actores al interior de estas sociedades, como los Estados, las empresas o la ciudadana. La multiculturalidad se refiere a la existencia en el espacio social de culturas e identidades diversas. Esta diversidad se da en las sociedades actuales y es posible que se acreciente en las futuras, como consecuencia de los procesos de globalizacin, de la revitalizacin de movimientos de minoras nacionales as como de los procesos de movilidad de poblaciones a partir del fenmeno de la inmigracin (Vallescar Palanca, 2000). La multiculturalidad parte del hecho sociolgico de la existencia de diferentes grupos culturales que coexisten en un mismo lugar (Nieto, 2004) y que pueden generar entre ellos relaciones de poder o dominacin. Generalmente, esta coexistencia est marcada por la presencia de un grupo mayoritario (frecuentemente dominante) y de uno o ms grupos minoritarios (generalmente los dominados). As entendida, la multiculturalidad comporta la existencia de diferentes minoras culturales que conviven dentro de, o en contingidad con, una mayora cultural. Esto no implica necesariamente desigualdad entre grupos pues las minoras pueden tener su lugar en una sociedad comprometida con principios de igualdad y oportunidades, encontrando lugar para el reconocimiento de la diversidad (Rex, 1997). Pero, con frecuencia, la multiculturalidad puede plantear conflictos surgidos de factores como la desconfianza entre los distintos grupos culturales, el desconocimiento que lleva a estereotipos, la falta de informacin sobre las diferentes culturas o la escasa participacin de los grupos minoritarios en la vida pblica. Estos problemas y otros clsicos (de asimilacin, colonizacin, rechazo, marginacin, segregacin, etc.) implican desafos para la convivencia, el respeto y el reconocimiento. Segn Claudi Fabregat (1984) la diferencia cultural por s no es causa necesaria de conflicto, pero es una condicin para que se definan sus elementos. En cambio, la 16
interferencia s es causa dinmica del conflicto porque ocasiona una respuesta afirmativa de la conciencia cultural, y al poner en actitud defensiva o agresiva a los protagonistas de la rivalidad puede desencadenar un conflicto intertnico o un proceso competitivo de construccin de identidad (Fabregat, 1984). Es esta interferencia la que ha caracterizado en gran medida las relaciones entre las sociedades mayoritarias y las minoritarias. Esto supuso el surgimiento de un movimiento ideolgico que busc dar respuestas a este fenmeno, denominado multiculturalismo, que surgi en Estados Unidos en los aos setenta como respuesta al fracaso del modelo integrador existente, duramente cuestionado por discriminar a las minoras mediante una homogeneizacin cultural practicada a travs de las instituciones pblicas y las polticas existentes (Tubino, 2001). En este contexto, el multiculturalismo surgi como un modelo de poltica pblica y como una filosofa o pensamiento social de reaccin frente a la uniformizacin cultural. Se concibi como una oposicin a la tendencia presente en las sociedades modernas hacia la unificacin y la homogeneizacin cultural, que pretende proteger la variedad cultural, al tiempo que se centra sobre las frecuentes relaciones de desigualdad de las minoras respecto a las culturas mayoritarias (Gimnez, 2003). El multiculturalismo ha adquirido gran relevancia durante el ltimo tiempo, analizndose y estudindose desde distintas perspectivas y dando lugar as a distintas definiciones. En ese sentido, tomando en cuenta la clasificacin hecha por lvaro Bello (2004), el multiculturalismo podra estar integrado por tres perspectivas las que abarcaran mbitos diferentes pero no estancos, sino que se refuerzan una a la otra y que, en conjunto, definiran de forma completa al multiculturalismo (Bello, 2004): 1. Una es descriptiva y explicativa, y se refiere al multiculturalismo como un proceso sociolgico y cultural, un hecho social que existe en la mayora de los Estados nacionales. De esta forma, la mayor parte de los Estados existentes en el mundo, por no decir la totalidad, estn compuestos por una heterogeneidad social y cultural. Es lo que denominamos multiculturalidad. 2. La segunda perspectiva es normativa y aboga por el respeto, valoracin y aceptacin de la diversidad cultural de los individuos y grupos en un marco de derechos y deberes diferenciados. El multiculturalismo normativo o multiculturalismo de Estado, sera, por tanto, una forma de administrar las diferencias culturales en el marco de los Estados nacionales o dentro de 17
regiones o microrregiones especficas. Su propsito sera la superacin de las desigualdades que se generan en la sociedad como resultado de las diferencias culturales. En este sentido, el multiculturalismo como enfoque normativo constituye un proyecto basado en la tolerancia y el respeto a la diversidad y la diferencia. 3. La tercera perspectiva es la de un multiculturalismo filosfico o doctrinario, vale decir, un conjunto de enfoques y posturas ticas que entienden el multiculturalismo como una forma de comprensin y ordenamiento de la sociedad, en funcin de ciertos valores o principios polticos. Para los fines de este estudio consideramos que estas tres perspectivas conforman un todo dinmico que engloba las condiciones necesarias para que el multiculturalismo pueda ser traducido en accin: por una parte existe un hecho social concreto, real y palpable: la multiculturalidad (primera perspectiva); por otra, se requiere de polticas pblicas adecuadas y de acciones concretas por parte del Estado: el multiculturalismo (segunda perspectiva), las que necesariamente deben ser respetuosas con las diferencias y promover perspectiva). La realidad multicultural actual implica la bsqueda de nuevas formas de convivencia armnica y respetuosa. Como seala Alan Touraine "el multiculturalismo slo tiene sentido si se define como la combinacin, en un territorio dado, de una unidad social y de una pluralidad cultural mediante intercambios. Agrega que es necesario articular lo particular y lo universal porque slo as es posible la convivencia (Touraine, 1995). Peter McLaren seala que "el multiculturalismo significa una aceptacin cultural del riesgo que implican la complejidad de las relaciones entre las distintas culturas, explorando la identidad de cada una de ellas dentro de un contexto de poder, discurso y experiencia" (Mcclaren, 1995). En trminos ideolgicos, el multiculturalismo supone entender la diferencia como pluralismo (Bueno, 1998). Lamo de Espinosa afirma que es posible entender el multiculturalismo de dos formas: "como hecho, se entiende como la convivencia en un mismo espacio social de personas identificadas con culturas variadas; y como proyecto poltico, en sentido normativo, como el respeto a las identidades culturales, no como reforzamiento de su etnocentrismo, sino al contrario, como camino, ms all de la mera coexistencia, hacia la convivencia, la fertilizacin cruzada y el mestizaje. En este sentido, quedara fuera la defensa del desarrollo de las culturas separadas e incontaminadas y, por lo tanto, un 18 y asumir valores de respeto y convivencia (tercera
multiculturalismo que, ciertamente, puede conducir a un nuevo racismo o nacionalismo excluyente" (Lamo de Espinosa, 1995). Como sealbamos al principio, dada la complejidad y las dificultades que han supuesto estas relaciones, han aparecido movimientos que plantean diversas reclamaciones multiculturales. Siguiendo a Ferran Requejo (1998) y a Will Kymlicka (1996) podemos encontrar cinco tipos de movimientos: a) Movimientos de un solo tema (entre los que se encuentran diferentes minoras como los discapacitados, homosexuales, etc.); b) Movimientos nacionales en Estados plurinacionales (entendidos como naciones que habitaban un territorio comn y que han sido incorporadas a un Estado mayor); c) Movimientos de inmigrantes (entendidos como aquellos individuos o grupos que voluntariamente han cambiado de residencia geogrfica, sea dentro de un Estado o de un Estado a otro); d) Movimientos indgenas (referidos a los pueblos que habitaban territorios histricamente, antes de la colonizacin y que han sido integrados en un Estado distinto); e) otros movimientos (en el que se identifica a los que han debido migrar forzosamente, como los esclavos afroamericanos o los refugiados). Las demandas de estos movimientos pueden ser clasificadas de acuerdo a criterios de temporalidad, territorialidad y derechos de grupo (entre los que encontramos objetivos polticos, derechos de representacin especial, principalmente en instituciones estatales, derechos de autogobierno y derechos politnicos). En la siguiente tabla resumimos los principales aspectos de las demandas de estos grupos.
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Movimientos
temporalidad
Territorialidad
Objetivos polticos
Derechos politnicos
Transitoria
No
Permanente
Si
Igualdad individual para los miembros del grupo ms integracin poltica igualitaria Diferencias culturales ms diferenciacin poltica Diferencias culturales ms integracin poltica igualitaria Diferenciacin cultural ms diferenciacin poltica Diferencias culturales ms diferenciacin poltica
No
Si/No
Si
Si
Permanente
No
No
No
Si
Permanente
Si
Si/No
Si
Si
Permanente
No
No
No
Si
Fuente: Elaboracin propia sobre la base de modelos de Requejo (1998) y Kymlicka (1996)
Segn los expertos, las sociedades multiculturales requieren de gran unidad y cohesin para mantenerse y nutrirse a ellas mismas de su propia diversidad, pero sin dejar de escuchar las demandas propias de dicha diversidad (Parekh, 2000). Estas demandas surgen, en gran medida, por la insatisfaccin de necesidades percibidas como vitales por muchos de los grupos sealados en el cuadro anterior, especialmente relacionadas con el reconocimiento de sus diferencias. De all que podamos inferir que, en la actualidad, no todos los grupos y culturas reciben el mismo trato en este sentido. Esto lleva a replantear fundamentos como la igualdad de derechos, de oportunidades, de representacin y de participacin poltica (Zapata, 2003). Dentro de estos distintos movimientos mencionados, las demandas planteadas por los pueblos indgenas han acaparado la atencin de diversos expertos, especialmente en el mbito latinoamericano. Segn algunos autores, en el ltimo tiempo el tema indgena tiene ms presencia en el debate poltico, ms reconocimiento en la opinin pblica, ms resonancia en los debates internacionales, y ms tradicin en la 20
investigacin social, pues estos pueblos se encuentran ms claramente diferenciados respecto del conjunto de la sociedad, ya que sus formas de organizacin los constituyen en actores sociales ms definidos en el debate poltico y en la escena pblica en general (Hopenhayn y Bello, 2001). Como sealan Hall y Patrinos (2004) en trminos polticos, la influencia poltica de los pueblos indgenas de Amrica Latina, medida segn la cantidad de partidos polticos indgenas, representantes electos de origen indgena, disposiciones constitucionales a favor de los pueblos indgenas o polticas de salud y educacin pertinentes, ha crecido de manera sorprendente durante los ltimos 15 aos. La democratizacin, la globalizacin y las presiones internacionales son razones que pueden explicar este notorio cambio (Hall y Patrinos, 2004). En trminos de multiculturalidad, Amrica Latina posee una diversidad que se manifiesta en la existencia de ms de 400 pueblos indgenas, cada uno de los cules tiene su idioma, su organizacin social, su cosmovisin, su sistema econmico y su modelo de produccin adaptado a su ecosistema (Deruyttere, 1999). Sin embargo, la mayora de estos pueblos han sufrido un proceso de asimilacin histrica con la cultura dominante, que los ha obligado en muchos casos a dejar de lado su propia cultura e identidad, situacin que se ha agravado con los crecientes procesos migratorios hacia zonas urbanas y los procesos de modernizacin econmica y cultural (Ancn 1994). Es por ello que algunos autores sealan que el multiculturalismo en Latinoamrica no es un fenmeno problemtico reciente en trminos de convivencia y entendimiento, sino que lleva ms de 500 aos de existencia (Domenech, 2003). Como seala Martn Hopenhayn, entre otros, el fenmeno est ligado histricamente al perodo de colonizacin y conquista, cuando las relaciones sociales se basaban en la dialctica de la negacin del otro (Hopenyan, 2001). Podramos decir que en el contexto latinoamericano se presenta un gran desafo: atender las demandas de los pueblos indgenas evitando los conflictos entre stos y las sociedades dominantes, pero sin perder la perspectiva multicultural, sin dejar de lado aspectos culturales, valricos y normativos. Slo as las relaciones podrn ser justas y beneficiosas para ambos (Kymlicka, 1996). Junto con lo anterior, aparece otra variable que impone acciones especficas a los gobiernos con respecto al desarrollo de estos pueblos: la correlacin entre etnicidad y pobreza (Plant, 1998). 21
En el apartado siguiente atenderemos estos y otros elementos, que entendemos servirn de base a nuestro anlisis sobre los pueblos indgenas y su realidad, proveyndonos de un marco real en el que debieran centrarse las propuestas de desarrollo para estos pueblos. 1.1 La realidad multicultural de Amrica Latina: los pueblos indgenas Pese a la existencia de antiguas sociedades multiculturales, producto de la convivencia de grupos autctonos e inmigrantes, la preocupacin por las consecuencias sociales y polticas del multiculturalismo en el interior de los Estados nacionales es reciente y proviene principalmente de pases desarrollados (Canad, Estados Unidos, etc.), en los que el factor comn entre ellos ha sido o es la conformacin de sociedades a partir de la inmigracin (Bello, 2004). En el caso latinoamericano, la multiculturalidad se asocia a la existencia de poblaciones indgenas y afrodescendientes, lo que planteara la necesidad de entender que lo que existe no es un fenmeno multicultural sino varios, con distintas dinmicas y caractersticas propias segn los contextos (Domenech, 2003). Esta situacin es fruto de ms de 500 aos de relaciones entre diferentes grupos que han conformado el mosaico multicultural de Amrica Latina a lo largo de su historia. A partir de estudios relacionados con la etnicidad y la calidad de vida, la Organizacin Panamericana de la Salud ha distinguido cinco grupos humanos principales y diferenciados en el marco de distintos procesos polticos y productivos, muchos de los cules siguen vigentes en la actualidad. Estos grupos son: a) los pueblos originarios que habitaban el territorio (ms de 25 millones de personas) antes del descubrimiento1, b) poblaciones de origen ibrico y nordeuropeo llegadas durante el descubrimiento y la colonizacin, c) poblaciones de origen africano (entre 10 y 15 millones) que fueron trasladadas por razones econmicas y productivas, d) grupos de diferentes orgenes (asiticos, europeos, africanos libres, y otros) que llegaron posteriormente en flujos migratorios sucesivos y por libre opcin, motivados por razones fundamentalmente econmicas y/o polticas y ms tardamente e) migraciones intrarregionales (mexicanos en Estados Unidos, nicaragenses en Costa Rica o bolivianos en Argentina, caribeos, etctera) que
Los clculos son aproximativos y fluctan entre 8.4 a 112 millones de habitantes. La poblacin nativa en Amrica Latina era de 8 a 17 veces ms grande que en la Amrica inglesa (Torres, 2001).
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tambin son de libre opcin y motivados por razones polticas o econmicas (Torres y del Ro, 2001) De entre estos grupos, tal como hemos sealado anteriormente, han sido los pueblos indgenas los que han acaparado la atencin de la mayora de expertos y estudiosos del desarrollo, y en los que centraremos el inters de nuestro estudio. La poblacin indgena de Amrica Latina es muy significativa. Asciende a un total de 64 millones de personas2 (aproximadamente el 8% de la poblacin total). El 90% se encuentra concentrada en Amrica Central y en los Andes, especialmente en pases como Bolivia (71.2%), Per (47,2%), Ecuador (43%), Guatemala (66.3%), Mxico (14.4%), Chile (6,4%), y con porcentajes ligeramente ms bajos en el resto de la regin.
Tabla 2. Poblacin indgena en Latinoamrica Pases segn porcentaje de poblacin indgena Grupo 1: Ms de 40% Pas Poblacin indgena Millones Bolivia Guatemala Per Ecuador Belice Honduras Mxico Chile El Salvador Guyana Panam Suriname Nicaragua Guyana Francesa Paraguay Colombia Venezuela Jamaica Puerto Rico Costa Rica Argentina Brasil 4,9 5,3 9,3 4,1 0,029 0,7 12 0,6 0,4 0,045 0,14 0,03 16 0,014 0,1 0,6 0,4 0,048 0,072 0,03 0,05 0,3 % de poblacin total 71 66 47 43 19 15 14 6 7 6 6 6 5 4 3 2 2 2 2 1 1 0,2
Grupo 2: 5% - 20%
Grupo 3: 1% - 4%
Grupo 4: Menos de 1%
Book of the year 2002. The World Factbook, International group for Indigenous Affairs (Iwgia) y CIDOB. Publicado en Vanguardia Dossier N 4, enero/marzo 2003.
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2. Aspectos de la identidad indgena: definiciones y caractersticas A pesar del reciente resurgimiento del inters por los temas de identidad y derechos indgenas o de pobreza y desarrollo indgena, el concepto mismo de lo indgena no ha sido nunca fcil de definir (Plant, 1998). Consideramos que un mecanismo acertado para sentar las bases de una estrategia de desarrollo para los pueblos indgenas es encontrar una definicin de los mismos acorde con la nueva realidad multicultural y con las necesidades de igualdad que se necesitan. La constante a travs del tiempo ha sido que los gobiernos no han reconocido verdaderamente a los pueblos indgenas como pueblos distintos y con culturas diferentes (Deruyttere, 2001). Los conceptos de identidad, etnia y pueblos indgenas estn muy relacionados y se han usado de forma indistinta para tratar las temticas indgenas. La etnia califica la mayor unidad tradicional de conciencia de especie, en el punto de encuentro de lo biolgico, lo social y lo cultural: comunidad lingstica y religiosa, relativa unidad territorial, tradicin mtico-histrica (descendencia bilateral a partir de un antepasado real o imaginario), tipo comn de organizacin del espacio (Akoun, 1974). El trmino identidad es multvoco y su significado vara de acuerdo a los objetos a los cuales se aplica. En su sentido ms general, identificar algo puede significar: 1) sealar las notas que lo distinguen de todos los dems objetos y 2) determinar las notas que permiten aseverar que es el mismo objeto en distintos momentos del tiempo (Villoro, 1998). La identidad puede ser entendida como un estado o disposicin del yo, una definicin estable de un sujeto en un aqu y un ahora concretos (Castieira, 2006). Podramos definir la identidad tnica como aquella que posee un grupo con un sistema cultural propio que acta con conciencia suficiente para establecer una identificacin de etnicidad por parte de l mismo y de los individuos pertenecientes a otra identidad tnica (Villoro, 1998). Es un grupo de individuos vinculados por un complejo de caracteres comunes (antropolgicos, lingsticos, poltico-histricos, etc.) cuya asociacin constituye un sistema propio, una estructura esencialmente cultural: una cultura. De acuerdo con Kymlicka, los pueblos indgenas se enmarcan dentro de lo que l llama minoras nacionales, referida a los grupos que han estado establecidos durante siglos en un territorio al que consideran su tierra natal; grupos que se consideran a s mismos como pueblos o naciones distintos, pese a haber sido incorporados (a menudo involuntariamente) a un Estado mayor (Kymlicka, 2003). 24
Bello y Rangel entienden a los pueblos indgenas como los grupos descendientes directos de los pueblos que habitaban Amrica Latina y el Caribe a la llegada de los europeos en el siglo XV, que poseen una lengua y cultura propias y que comparten formas de vida y cosmovisiones particulares, diferenciadas de las occidentales (Bello y Rangel, 2002). Asimismo, diferentes instrumentos internacionales han tratado de dar claridad sobre la definicin de los pueblos indgenas. La Organizacin Internacional del Trabajo en el Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indgenas y tribales en pases independientes (Convencin 169/1991) establece que esta convencin se aplica a: a. Los pueblos tribales en pases independientes, cuyas condiciones sociales culturales y econmicas les distingan de otros sectores de la colectividad nacional, y que estn regidos total o parcialmente por sus propias costumbres o tradiciones o por una legislacin especial; b. Los pueblos en pases independientes, considerados indgenas por el hecho de descender de poblaciones que habitaban en el pas o en una regin geogrfica a la que pertenece el pas en la poca de la conquista o la colonizacin o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situacin jurdica, conserven todas sus propias instituciones sociales, econmicas, culturales y polticas, o parte de ellas. El Convenio constitutivo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas de Amrica Latina y el Caribe (de 1992, destinado a establecer un mecanismo destinado a apoyar sus procesos de autodesarrollo) entender por la expresin "pueblos Indgenas" a los que descienden de poblaciones que habitaban en el pas en la poca de la conquista o colonizacin o del establecimiento de las actuales fronteras estatales y que, cualquiera que sea su situacin jurdica, conservan todas sus propias instituciones sociales, econmicas, culturales y polticas, o parte de ellas. Adems, la conciencia de su identidad indgena deber considerarse un criterio fundamental para determinar los grupos a los que se aplican las disposiciones del presente Convenio Constitutivo. En documentos del Banco Mundial encontramos los trminos de "poblaciones indgenas", "minoras tnicas indgenas", grupos tribales" y "tribus registradas", los cuales describen a grupos sociales con una identidad social y cultural distinta a la de la sociedad dominante, que los hace vulnerables y los pone en desventaja en el proceso de desarrollo. En este mismo sentido, las poblaciones indgenas pueden ser identificadas, en determinados grados, por las siguientes caractersticas: a) gran apego 25
al territorio ancestral y los recursos naturales de esas reas; b) identificacin propia, e identificacin por otros, como miembros de un grupo cultural distinto; c) una lengua indgena, comnmente diferente a la lengua mayoritaria; d) presencia de instituciones sociales y polticas consuetudinarias; y e) produccin principalmente orientada hacia la subsistencia3. La Comisin de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas entiende a las minoras como un grupo numricamente inferior al resto de la poblacin de un Estado, que poseen caractersticas tnicas, religiosas o lingsticas diferentes del resto de la poblacin y muestra, aunque sea implcitamente, un sentido de solidaridad dirigida a preservar su propia cultura, tradiciones, religin o lenguaje4. En sntesis, de las definiciones sealadas anteriormente podemos extraer los principales elementos a tener en cuenta a la hora de identificar a los pueblos indgenas: 1) tienen un territorio habitado histricamente; 2) disponen de una cultura y lengua propias y diferenciadas; 3) existencia de instituciones sociales, polticas y culturales; 4) conciencia de pueblo; 5) sentido de preservacin de estos elementos. Si bien estos elementos mencionados son pertinentes, consideramos necesario incluir o tener en cuenta otro elemento originado en un conjunto de fenmenos presentes en la realidad indgena actual y que representa un cambio con relacin al factor territorio histrico: la migracin (en sus distintas posibilidades). En ciudades como Lima, Mxico, Santiago de Chile, La Paz, entre otras, las familias indgenas migradas en las ltimas pocas han reconstituido ciertas formas de comunidad en sus asentamientos urbanos, aunque la mayora marginales (Iturralde, 1995). En estos grandes conglomerados urbanos se repiten y reinventan prcticas culturales. A pesar de que a veces no hablan su lengua originaria, siguen manteniendo ciertos rasgos de su identidad cultural aunque adaptadas, o han asimilado algunas prcticas socioculturales propias de la ciudad y las han integrado a su propia cultura aunque resguardando elementos identitarios esenciales. Es por ello que consideramos que el fenmeno migratorio indgena es tambin un elemento clave a la hora de definir polticas pblicas pertinentes o proponer estrategias de desarrollo acordes con las perspectivas integrales del multiculturalismo que mencionbamos anteriormente. Considerar las dinmicas propias de esta migracin y las estrategias de adaptacin-sobrevivencia, as como los elementos que subyacen a
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Banco Mundial, Directriz Operacional OD 4.20, Pueblos Indgenas, septiembre de 1991. World directory of minorities, 1997.
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las relaciones intra e inter culturales, pueden ser variables que definan en gran medida, el xito o no de una propuesta de desarrollo. 2.1 La especial situacin de los pueblos indgenas latinoamericanos Son varias las situaciones complicadas que deben enfrentar los pueblos indgenas. Si bien, como hemos planteado anteriormente, la realidad latinoamericana est marcada por la diversidad y la multiculturalidad, esta diversidad no ha implicado, por lo general, respeto ni un mayor nivel de pluralismo o integracin cultural. La multiculturalidad tiene una expresin especial en Amrica Latina, marcada por una historia colonial que ha creado una divisin entre pueblos indgenas-resto de la sociedad que es especfica. All encontramos a los pueblos originarios que se encuentran con graves dificultades para conseguir que su cultura sobreviva (Etxeberria, 2004). Por una parte, esta negacin de la heterogeneidad cultural que ha caracterizado el nacimiento de la mayora de los Estados nacionales se ha perpetuado en el tiempo mediante sistemas de reproduccin social y cultural (Hopenhayn y Bello, 2001). Han existido diversas formas mediante las cuales los pueblos indgenas se han incorporado a las comunidades polticas: desde la conquista y la colonizacin de sociedades que anteriormente gozaban de autogobierno hasta la inmigracin voluntaria de individuos y familias (Kymlicka, 1996). Tal como seala Kymlicka, por regla general los pueblos indgenas han estado aislados del proceso de formacin estatal y de aquellos que afectaban su propio desarrollo (Kymlicka, 2003). Este proceso ha significado para muchos de los indgenas la prdida progresiva de tierras, el quiebre de economas comunitarias, la prdida de derechos y representatividad y la marginacin de procesos polticos, entre otros. De esta forma, en trminos de convivencia, las relaciones entre los pueblos indgenas y las sociedades mayoritarias han estado marcadas por la existencia de conflictos y por una realidad de discriminacin que ha perdurado a travs de los aos (Bello y Rangel, 2000) y que ha venido marcada por las reivindicaciones de las culturas oprimidas y por su lucha contra la hegemona de una cultura que pretende identificarse con lo universal (Vallescar Palanca, 2000). Por otra parte, como resultado de procesos histricos, otro elemento que ha caracterizado la realidad de estos pueblos ha sido la pobreza y la marginacin. En este sentido, la negativa situacin socioeconmica de estos pueblos ha sido producto de, o se ha visto agravada por, polticas sistemticas que no han tomado en cuenta sus 27
necesidades reales y por acciones emprendidas sin identidad (Valds, 2000). La mayora de estos pueblos han sido incorporados de modo marginal y precario a los proyectos nacionales (Miz, 2004), dndose as una combinacin de injusticia cultural y material. De acuerdo con varios estudios, la mayora de los indgenas son pobres. De la poblacin latinoamericana que vive en la extrema pobreza un cuarto son indgenas (Pirttijarvi, 1999). Los pueblos indgenas representan el 10% de la poblacin de la regin y sus niveles de ingreso, al igual que sus indicadores de desarrollo humano como la educacin y las condiciones de salud, han quedado sistemticamente a la zaga en relacin con los del resto de la poblacin (Hall y Patrinos, 2004). En este sentido, los datos son claros. De acuerdo con el estudio realizado por Hall y Patrinos (2004), ser indgena aumenta las probabilidades de un individuo de ser pobre. Controlando los factores bsicos que estn sabidamente asociados con la pobreza, tales como la edad, la educacin, la situacin laboral y la regin dentro de un pas, ser de origen indgena an aumenta de manera ms significativa las probabilidades que un individuo tiene de ser pobre.
Tabla 3. Aumento porcentual de la posibilidad de ser pobre si se es indgena
ltimo ao disponible 13 16 14 30 11
Adems de la discriminacin y el racismo, las principales causas de esta situacin son atribuidas a las reformas liberales del siglo XIX, que al introducir la nocin de propiedad privada de las tierras generaron una prdida progresiva de tierras y un quiebre de las economas comunitarias. La globalizacin, la modernizacin, los ajustes econmicos, etc., han producido reestructuraciones tecnolgicas, polticas y socio-culturales que han agudizado la precaria situacin de la mayora de los pueblos indgenas (Hernndez y Calcagno, 2003). A estos procesos se sumaron, como agravantes, la migracin campo-ciudad y la insercin laboral (Psacharopoulos y Patrinos, 1994; Plant, 1998). 28
Efectivamente, son estos pueblos los que presentan los peores indicadores econmicos y sociales y son, en gran medida, los ms pobres de la regin (Psacharapoulos y Patrinos, 1994; Plant, 1998; Hall y Patrinos, 2004). En los escasos estudios comparativos existentes, las cifras de pobreza desagregadas por origen tnico-racial muestran diferencias de varios puntos entre las poblaciones indgenas con respecto al resto de la poblacin (Bello y Rangel, 2002). En los casos ms extremos, como Guatemala, Mxico y Per, la diferencia entre indgenas y no indgenas puede alcanzar de 20 a 30 puntos porcentuales (Psacharopoulos y Patrinos, 1994).5
Tabla 4. Pobreza en Latinoamrica (Porcentaje de poblacin bajo lnea de pobreza) Pas Bolivia Guatemala Mxico Per Indgenas 64.3 86.6 80.6 79.0 No indgenas 48.1 53.9 17.9 49.7
Asimismo, un estudio reciente seala que las tasas de pobreza cambiaron poco para los pueblos indgenas durante el decenio de 1990 y all donde la pobreza se redujo, el progreso fue ms lento.
Tabla 5. Pobreza en Latinoamrica/ tasa (Cambio de porcentaje en la tasa de pobreza) Pas Bolivia (1997- 2000) Ecuador (1994- 2003) Guatemala (1989- 2000) Mxico (1992- 2002) Per (1994-2000) Indgenas - 8 + 14 - 25 -5 +3 No indgenas Cambio de menos de 0,1 Cambio de menos de 0,1 - 15 Cambio de menos de 0,1 Cambio de menos de 0,1
En Guatemala, Mxico, Bolivia y Per, el porcentaje de poblacin indgena que vive en condiciones de pobreza supera el 60% (Psacharopoulus y Patrinos, 1994; Hernndez y Calcagno, 2003)
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La conjugacin de todos estos elementos (pobreza, marginacin, carencias, etc.) ha desembocado en la revitalizacin de determinadas reivindicaciones y manifestaciones en defensa de su patrimonio, relacionadas especialmente con la lengua, la religin, la tradicin cultural, las estructuras de organizacin socio-poltica, las dinmicas econmicas, etc. (Iturralde, 1995; Hopenhayn y Bello, 2001). En la dcada recin pasada aumentaron o se hicieron ms visibles en el espacio pblico las demandas y reclamaciones de los pueblos indgenas, lo que podra sugerir que, a lo menos en algunos pases de la regin, ha emergido un nuevo actor social y en algunos casos, un nuevo actor poltico que desafa a las formas tradicionales de hacer poltica6. Este hecho es relevante para el conjunto de las sociedades latinoamericanas y para el futuro de la democracia, pues plantea el desafo de repensar la comunidad poltica y los mecanismos de inclusin ciudadana en que hasta ahora se han basado los modelos de sociedad (Bello, 2004). Si hacemos una revisin de los principales movimientos surgidos en los ltimos aos, encontramos el desarrollado en Mxico, en 1994, donde los indgenas de Chiapas comenzaron una serie de movilizaciones exigiendo el respeto a las comunidades indgenas en sus formas de gobierno, sus costumbres para impartir justicia, su cultura, as como la lucha contra la discriminacin de la que son objeto y las graves condiciones materiales en las que viven. Asimismo, en Guatemala en 1995, el gobierno y varias comunidades indgenas firmaron un acuerdo sobre la identidad y los derechos de los pueblos indgenas en el contexto de las negociaciones de paz, sentando las pautas para ms negociaciones entre el gobierno y las organizaciones indgenas con respecto a sus derechos y su estatus (Plant, 1998). Una amplia gama de asuntos est sujeta a negociacin y reformas, incluyendo los derechos indgenas a las tierras, los mecanismos de participacin a todos los niveles, la reforma de la educacin, el papel de las comunidades y autoridades indgenas locales en los gobiernos locales y la administracin de recursos y la ley consuetudinaria. En los pases andinos algunos ejemplos de estas movilizaciones son las de 1992 de los pueblos indgenas de la Amazona central ecuatoriana y la manifestacin de 1992
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Entre los principales movimientos encontramos Unin de Naciones Indias (Brasil), Movimiento Tupaq Katari (Bolivia), Confederacin de Nacionalidades Indias (Ecuador), Coordinacin Regional de los Pueblos Indios de Mxico y Amrica Central, Asociacin de los Indios de Colombia, Organizacin Nacional de los Indios de Colombia, Consejo de Todas las Tierras de los mapuches (Chile), Consejo Indio Sudamericano, Organizaciones Indias de la Cuenca del Amazonas y, Parlamento Indgena de Amrica.
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de los pueblos indgenas de las tierras bajas tropicales bolivianas exigiendo territorio y dignidad. Pero las demandas han ido mucho ms all del tema especfico de la En 1994, la Confederacin de Nacionalidades Indgenas del titulacin de tierras.
Ecuador (CONAIE) public una serie de propuestas polticas, econmicas y culturales (citadas en Plant, 1998) En Bolivia, a partir de una serie de reivindicaciones, las leyes y los procesos de participacin popular desde 1994 enfatizan al papel de las instituciones indgenas en el desarrollo y permiten la creacin de distritos especficamente indgenas dentro de la nueva estructura municipal. En Per, parece haber una nueva disposicin por parte de las autoridades con respecto a la identidad cultural de los campesinos indgenas. Bajo la Constitucin de 1993, el Estado reconoce y protege la pluralidad tnica y cultural de la nacin. En Chile, los principales conflictos que se vienen produciendo entre las comunidades Mapuches se relacionan con la tierra, ya sea por obras de infraestructura que se estn realizando en ellas o por las forestales instaladas tambin en esos terrenos. Si bien es cierto que un aspecto importante de estos conflictos se debe a una cuestin que se plantea en torno a la propiedad de la tierra, dicha demanda no excluye la presencia de una constelacin de otras reivindicaciones, planteadas como la deuda histrica del Estado con las comunidades, el empobrecimiento de los Mapuches, la prdida de espacio para manifestaciones culturales y de identidad, entre otros. En vista de estos ejemplos, podramos afirmar que la lucha por el reconocimiento se est convirtiendo rpidamente en la forma paradigmtica de conflicto poltico en los ltimos aos del siglo XX. Las exigencias de reconocimiento de la diferencia alimentan las luchas de grupos que se movilizan bajo las banderas de la etnia y la raza (Frazer, 1999). En ese contexto surgen algunos autores que plantean la necesidad de adoptar una poltica del reconocimiento acorde con el multiculturalismo imperante, pues la identidad estara moldeada desde el reconocimiento o desde la falta de ste, o en el peor de los casos, en el falso reconocimiento del otro. Por lo tanto, el reconocimiento debido sera una necesidad humana vital (Taylor, 1993). En gran medida, estos movimientos indgenas han producido la visibilidad poltica necesaria para la reconstruccin cultural y han sido base importante para una toma de conciencia contestataria que se percibi a partir de fines de los 90. Son fuerzas sociales que se oponen a una ideologa de Estado que ha pretendido borrar la heterogeneidad racial y cultural creando una doble situacin donde persiste la 31
discriminacin racial y la opresin no es reconocida (Guss, 1996 citado en Torres y del Ro, 2001). Quiz uno de los grandes impactos de las demandas indgenas y de su accin colectiva junto con la de otros sectores de la sociedad, es que estn impulsando una redefinicin de la comunidad poltica, es decir, de las formas de convivencia poltica y social que han caracterizado a los llamados Estados-nacin. Esta redefinicin viene acompaada de la recuperacin de la nocin de sociedad civil y plantea desafos a la profundizacin democrtica (Bello, 2004). Este proceso redefinitorio conjuga diferentes elementos, entre los que la integracin sin subordinacin ocupara un rol central. Esta integracin pasara por la activacin del doble eje de los derechos sociales y los culturales, en que una mejor distribucin de activos materiales va de la mano con un acceso ms igualitario a los activos simblicos (informacin, comunicacin, conocimientos, decisin, etc.). Todo esto, con una presencia ms equitativa de estos pueblos en la deliberacin pblica, y con un multiculturalismo encarnado en normas e instituciones (Hopenyan, 2002) Para dar respuestas a las demandas de estos pueblos a partir de la dcada de los 80, y con mayor fuerza en los 90, se han producido reformas relevantes en la mayora de las constituciones latinoamericanas que pretenden enfrentar el desafo de la construccin de un Estado multicultural. Las Constituciones de Panam (1983), Guatemala (1985), Brasil (1988), Colombia (1991), Paraguay (1992), Ecuador (1993), Per (1993) Bolivia, (1994), entre otras, reconocen explcitamente la plurinacionalidad y multiculturalidad de sus Estados. Inclusive en Bolivia se aprob la Ley de Participacin Popular (1995) y la ley INRA (1996) donde se reconoce jurdicamente al ayllu (asociaciones tradicionales de parentesco, territorial y ritual) y a los territorios de Puna y Valle. Igualmente, Paraguay y Colombia reconocieron las entidades territoriales indgenas. La acogida de estas demandas las encontramos tambin a nivel de autoridades polticas, en la primera Cumbre Hemisfrica (1994), donde varios presidentes de Latinoamrica declararon enfticamente que: Resulta polticamente intolerable y moralmente inaceptable que algunos sectores de nuestras poblaciones se encuentren marginados y no participen plenamente de los beneficios del desarrollo. Con el objetivo de lograr una mayor justicia social para todos nuestros pueblos, nos comprometemos individual y colectivamente a mejorar el acceso a la educacin de calidad y a la atencin primaria en materia de salud, as como a erradicar la pobreza extrema y el 32
analfabetismo. Todos deben tener acceso a los frutos de la estabilidad democrtica y al crecimiento econmico sin discriminacin de raza, sexo, nacionalidad de origen, o religin.7 Asimismo, los Organismos Internacionales (Naciones Unidas, OIT, PNUD), dieron su apoyo y reconocimiento a las demandas de las organizaciones indgenas, llevando el debate al plano mundial. Junto con ellos, diversos organismos internacionales de cooperacin tcnica y financiera estn realizando esfuerzos por profundizar el conocimiento y orientar intervenciones, poniendo especial nfasis en incorporar aspectos propios de estos pueblos en la definicin de sus proyectos y programas, para otorgarles un carcter resolutivo mayor (Torres, 2001). Volveremos ms adelante sobre estos temas. En definitiva, la consolidacin de estos movimientos y las reacciones de los diferentes actores (Estados, Organizaciones Internacionales, etc.), muestran que es posible avanzar en el establecimiento de sociedades multiculturales, basados en la participacin y no en la exclusin, y en el reconocimiento de espacios territoriales, los que incluyen no solo la tierra sino tambin los recursos naturales, en los que los indgenas puedan no slo sobrevivir, sino desarrollarse material y culturalmente como pueblos (Aylwin, 2002). Sin embargo, an queda un largo camino por recorrer. La falta de logros en materia de reduccin de la pobreza que vive la poblacin indgena resulta muy sorprendente, particularmente en contraste con los significativos cambios que se han producido en la representacin poltica y en materia de polticas pblicas. Segn algunos estudios, los pueblos indgenas carecen de real participacin poltica o alternativas eficaces para ejercer influencia sobre los servicios que reciben. El acceso a las autoridades a cargo de formular las polticas es, en efecto, muy escaso (Hall y Patrinos, 2004). Es por ello que existe un inters creciente de investigadores y expertos en diversas disciplinas por arrojar luces con respecto a este tema y avanzar de forma continuada hacia una poltica de igualdad en la diferencia, para aprender a convivir de acuerdo a las exigencias de respeto y participacin que requiere la realidad actual. Esta tarea no es sencilla, requiere de la redefinicin de muchos paradigmas del desarrollo utilizados hasta el momento y que no han logrado dar respuesta a las necesidades planteadas por estos pueblos.
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Entre estos paradigmas ha prevalecido la idea de que los indgenas se concentran en las zonas rurales, o de que los mecanismos de accin deben ser los mismos que para la poblacin pobre no indgena. Los resultados negativos de estas perspectivas saltan a la vista. Por ello, resulta necesario resolver la problemtica indgena tomando en cuenta su propia especificidad, sus propias dinmicas de desarrollo, para integrarlas as al conjunto de decisiones y acciones a todos los niveles, gubernamentales y no gubernamentales. 2.2 Las migraciones indgenas en Latinoamrica Tal como sealbamos anteriormente, el nuevo contexto social, poltico y econmico ha producido cambios en la estructura y presencia de los pueblos indgenas. La heterogeneidad y la diversidad de estos pueblos se expresa tambin hoy en los diferentes espacios geogrficos que ocupan dentro de sus propios pases. A pesar de que generalmente se los ha asociado con el medio rural, la migracin campo-ciudad y el crecimiento natural de su poblacin en zonas urbanas han configurado otra realidad (Psacharapoulos y Patrinos, 1994; Plant, 1998; Hopenhayn y Bello, 2001). La migracin indgena constituye uno de los fenmenos ms importantes de los ltimos tiempos, ya que a pesar de que muchos movimientos migratorios comenzaron en la poca colonial, el mayor volumen y sus impactos se verifican principalmente desde mediados del siglo XX. Entre sus causas, Martn Hopenhayn y lvaro Bello (2001) citan el deterioro de las economas campesinas, la prdida y disminucin de las tierras comunitarias, la carencia general de recursos productivos, el crecimiento de la poblacin, la salarizacin y la pobreza, junto con otros factores subjetivos como la atraccin por las ventajas de la vida en la ciudad. Sin embargo, este desplazamiento hacia la ciudad no ha significado mejoras en su calidad de vida, sino que se han visto enfrentados a un entorno muchas veces hostil que les ha obligado a vivir en condiciones marginales y de pobreza o de extrema pobreza (Peyser, 2003). Junto con ello, han tenido que adaptarse a un entorno cultural ms complejo y muchas veces marcado por las pautas de la cultura dominante (Ancn, 1994; Bengoa, 1996). Es as como un alto porcentaje de esta poblacin se encuentran hoy en las zonas urbanas de las periferias o barrios de bajos ingresos de las capitales o ciudades industriales. Es all precisamente donde se presentan los ejemplos ms contundentes de multiculturalidad donde estos pueblos intentan mantener valores, intereses, lazos 34
afectivos y simbolismos diferentes a los de la sociedad nacional o cultura mayoritaria (Torres, 2001). La magnitud de esta migracin indgena a las zonas urbanas ha cambiado los patrones con que antes se miraba este fenmeno, particularmente si se tiene en cuenta que en algunos pases el balance de la poblacin urbano/rural se inclina progresivamente hacia las ciudades. Es en este contexto donde observamos que casi el 70% de los pueblos indgenas habitan en zonas urbanas ocupando, como hemos dicho, zonas perifricas marginales, formando muchas veces ncleos de inmigrantes que dan continuidad a los nexos con sus tierras de origen (Psacharapoulos y Patrinos, 1994; Bello, 2004). A pesar de esta situacin, la existencia de grandes contingentes indgenas en zonas urbanas no impide que en ellas se recreen organizaciones, formas asociativas, expresiones culturales y religiosas que permiten el mantenimiento de su identidad. Urrea (1994) seala que las migraciones hacia las zonas urbanas, ms que una prdida de identidad, muestran una adaptacin continua, lo que est asociado a la lengua de origen, la mantencin del sistema de familia y de compadrazgo con algunas variaciones, los patrones de crianza y socializacin comunes a las reas de origen y la conservacin de una buena parte de las tradiciones, sobre todo, de una cosmovisin o inconsciente colectivo comn (Urrea, 1994). Como seala Alvaro Bello la migracin indgena no debe entenderse como un dato ms, sino como la demostracin de los profundos cambios que estn ocurriendo en las sociedades indgenas. Esta migracin crea nuevas dinmicas socioculturales, y nuevas territorialidades en los espacios urbanos, apelando a la transformacin de los espacios urbanos como lugares de la multiculturalidad, exigiendo acciones especficas para mejorar las condiciones socioeconmicas, polticas y culturales de estos pueblos (Bello, 2004). Esto supone un desafo a los Estados, a los gobiernos y a la sociedad latinoamericana en su conjunto, pues deben explorar nuevas vas de integracin y convivencia si desean fortalecer su institucionalidad y caminar hacia condiciones ms equitativas y justas de desarrollo. Tal como expresa Ramn Miz (1994), el surgimiento de identidades indgenas requiere de una estructura de oportunidades polticas (nacionales e internacionales), pero tambin requiere de estrategias y movilizacin de recursos adecuados (Miz, 1994). Esto cobra especial importancia a la luz de la 35
convivencia en los grandes centros urbanos entre las sociedades mayoritarias y los crculos de pobreza indgena. La fuerza que la democracia est tomando en la vida poltica de la mayora de los pases latinoamericanos puede servir para repensar la reconstruccin de una nueva ciudadana, incorporando como uno de sus elementos constitutivos la diversidad cultural (Hopenhayn y Bello, 2001). Este reconocimiento de la realidad cultural y pluritnica, sin embargo, requiere que los Estados asuman la situacin de los pueblos indgenas y los incorporen a la vida poltica y social de sus pases. La emergencia tnica es, en este sentido, el reflejo de una incipiente conciencia ciudadana que busca cauces de participacin y nichos de inclusin desde los parmetros de la diversidad cultural y la identidad. Lo anterior requiere encontrar nuevos modos de conjugar la dimensin universal de la ciudadana y la sociedad civil con las diferencias especficas de estos pueblos (Hopenhayn y Bello, 2001). Es por ello que existe la necesidad de explorar nuevas vas que permitan dar respuesta a las necesidades planteadas y que permitan ejercer una ciudadana efectiva de estos pueblos, entendida desde la diversidad. Este ejercicio no slo requiere la apertura de vas de participacin sino la adecuacin de los mecanismos de decisin que les permitan ejercer una influencia directa sobre sus alternativas de desarrollo, transfiriendo a los pueblos indgenas cuotas de poder para definir sus propias vas de accin y participacin, 2003). El empoderamiento es un proceso selectivo, consciente e intencional, que tiene por propsito igualar la oportunidades de los actores sociales (Durston, 2002). El criterio central es el de transformar a los sectores excluidos en actores; convertir a los sujetos pasivos en verdaderos agentes de cambio. Staples (1990) define el empoderamiento como el proceso por el cual un determinado grupo conquista, desarrolla y ejerce la autoridad. Consideramos que la nueva realidad que dibuja una Amrica Latina multicultural y la particular situacin de los pueblos indgenas nos impulsan a repensar el desarrollo y a buscar alternativas plenamente concordantes con el respeto, la convivencia y el empoderamiento de estos pueblos. Tal como seala Xavier Etxebarra la multiculturalidad se presenta ms como una expresin de la condicin humana que como una eleccin, lo que debera ser tenido en 36 es decir, su empoderamiento (Durston, 1999a, 2002; Atria,
cuenta para la gestin adecuada de la misma (Etxebarra, 2004). La libertad cultural constituye una parte fundamental del desarrollo puesto que, para vivir una vida plena, es importante poder elegir la identidad propia (lo que uno es) sin perder el respeto por los dems o verse excluido de otras alternativas (PNUD, 2004). La exploracin de nuevas formas de accin que contemplen la participacin directa de los pueblos pero como actores de su propio desarrollo, facilitara en gran medida la bsqueda de soluciones compartidas y consensuadas a los problemas de pobreza y marginacin que aquejan a la mayora de los pueblos indgenas. 3. Estrategias de desarrollo: un anlisis necesario Para comprender en gran medida la situacin peculiar que atraviesan los pueblos indgenas latinoamericanos ser necesario analizar las principales estrategias de desarrollo seguidas en Latinoamrica. Tal como sealan varios autores, estas estrategias han respondido en gran medida a las necesidades de las sociedades mayoritarias dominantes o han estado influidas por los recursos y prioridades marcados por los gobiernos de turno, verificndose la inexistencia de una estrategia estable en el tiempo y centrada especficamente en los pueblos indgenas. Sin nimo de extendernos mucho en este punto, y slo con la intencin de contar con antecedentes que nos permitan proponer una alternativa viable para el desarrollo de los pueblos indgenas, explicaremos brevemente las diferentes concepciones de desarrollo y las principales estrategias privilegiadas histricamente en el contexto latinoamericano. 3.1 Aspectos conceptuales y empricos del desarrollo La idea misma de desarrollo ha sufrido diferentes aproximaciones, aunque ha sido la perspectiva econmica la que ha marcado, en gran medida, sus lineamientos principales (Peyser, 2003). Tal vez por ello, como seala Emilio Martnez Navarro, el trmino desarrollo est a menudo cargado de connotaciones que lo relacionan con la idea moderna de progreso, idea que ha sido ampliamente criticada por diversos pensadores contemporneos que ven en esta idea el origen de mucho de los males que sufre gran parte de la humanidad (Martnez Navarro, 2000). Segn algunos analistas del PNUD, el desarrollo como conceptualizacin y como proceso histrico es el resultado de una bsqueda, no acabada, de la humanidad para superar las condiciones de pobreza, de inseguridad, de discriminacin y de 37
dependencia, que dificultan e impiden la realizacin y el logro de una vida digna a un nmero cada vez mayor de seres humanos (Fonseca, 2001). Por tanto, habr que tener en cuenta que no existe una nica definicin de desarrollo, pues se trata de un concepto dinmico, polismico y valoricamente connotado, por lo tanto, polmico. De acuerdo con Isla y Colmegna (2005) una primera caracterstica que enfrenta el concepto de desarrollo es que se lo entiende como un estado de cosas deseable, ideal, al que se espera llegar. Martnez Navarro (2000) plantea que para entender la nocin de desarrollo conviene revisar las enseanzas de la biologa. En este sentido, el desarrollo es un proceso que conduce, en condiciones favorables, a una situacin de pleno despliegue de las capacidades fsicas, culturales, polticas, econmicas y ecolgicas. Este autor seala que el desarrollo debe entenderse como un proceso multilineal en el que es obligado tener en cuenta el despliegue de capacidades humanas de toda la poblacin, la equitativa distribucin de la riqueza socialmente producida y el respeto o restablecimiento del equilibrio econmico (Martnez Navarro, 2000). Como seala Tortosa (1997) Conseguimos el desarrollo cuando logramos que estn satisfechas las necesidades bsicas de una poblacin concreta, como el bienestar material, la seguridad, la libertad y la identidad. Su no-desarrollo ser una enfermedad que podemos encontrar en diferentes sistemas sociales (Tortosa, 1997 citado en Martnez Navarro, 2000). En este sentido, el desarrollo, como estado deseable requiere de la satisfaccin de necesidades bsicas o de capacidades a desplegar. En trminos de aplicacin de estrategias, es posible diferenciar algunas
aproximaciones tericas que han marcado ciertos perodos histricos en el mbito latinoamericano. Efectivamente, la pregunta por los determinantes del desarrollo ha sido una de las cuestiones que ms atencin, preocupacin e investigacin generaron durante todo el Siglo XX (Vignolo, Potoncjak y Ramrez, 2005) Por una parte, existe una corriente que ha ligado el desarrollo a la idea de crecimiento econmico, lo que ha limitado sustancialmente las polticas y estrategias de desarrollo, y que ha sido una de las caractersticas dominantes a lo largo de la historia. El crecimiento econmico es el aumento de la produccin total de bienes y servicios a lo largo de un determinado perodo de tiempo, y se suele expresar en trminos de aumento del Producto Interior Bruto (PIB). Sin embargo, esto no garantiza que una sociedad se est desarrollando, ya que el crecimiento puede haberse producido de una manera desequilibrada, no equitativa e injusta. 38
Esta corriente economicista tuvo una gran influencia en la dcada de los cincuenta, motivada por el gran crecimiento europeo de la poca de la postguerra. Esta aproximacin era absolutamente lineal donde el camino estaba trazado por las metrpolis para terminar con el atraso de los pases pobres y llevarlos hacia un progreso general (Peyser, 2003; Isla y Colmegna, 2005). Esta corriente influy fuertemente en los Organismos Internacionales y regionales que incentivaron a los pases a integrarse en este esquema, donde se privilegiaba la consolidacin de un sector moderno que absorbera al sector tradicional y donde exista la conviccin de la superioridad de la economa de libre empresa versus el sistema planificado de Estado. Como seala Peyser, en este enfoque los campesinos y trabajadores fueron desprovistos de cualquier participacin en tanto agentes del desarrollo (Peyser, 2003). Dados los resultados nefastos de esta perspectiva del desarrollo, a partir de los aos 70 surge una visin ms global del desarrollo que permitiera abordar y explicar los problemas, tensiones y contradicciones de la modernizacin. Esta nueva corriente, denominada doctrina de la Interdependencia potencia y estimula los intercambios internacionales convirtindolos en el "nuevo motor" del desarrollo, abriendo las fronteras y ampliando las libertades de movimiento entre pases. A este proceso se suma el surgimiento y la reflexin consciente de las dimensiones sociales del problema de desarrollo, por lo que la lucha contra la pobreza y las necesidades fundamentales tienen un lugar privilegiado como objetivos centrales de las polticas pblicas y los esfuerzos de los Organismos Internacionales. A esta visin se superpuso una nueva propuesta de pensamiento orientada a generar un sistema autoconstruido, con regulaciones internas, que pudiera dar cuenta de todas las necesidades humanas, y que comenz a gestarse en los aos ochenta. El carcter adaptativo y flexible aparece como clave para abordar la diversidad de realidades existentes. Este planteamiento ve el tema del desarrollo como una consecuencia de una base econmica sana y slida. Entre las caractersticas de esta etapa se pueden mencionar que el crecimiento se mantiene ligado a las tendencias hegemnicas de los grupos que controlan la acumulacin de bienes y riqueza material. Esto, en claro desmedro de la posibilidad de dilogo entre representantes del capital y las bases sociales de trabajadores para definir las opciones del desarrollo en conjunto (Peyser, 2003) Claramente ninguna de estas estrategias de desarrollo privilegiadas hasta el momento termin con la pobreza y la marginacin, sino que adolecieron de serias malformaciones al desatender el medio fsico-ecolgico, cultural, poltico, identitario, 39
etc. Las respuestas y propuestas que, en diferentes momentos, parecieron dar luces potentes y permanentes a la cuestin del desarrollo, terminaron siendo desvirtuadas por la evidencia proporcionada por la evolucin fctica de los ms diversos sistemas sociales (Vignolo, Potoncjak y Ramrez, 2005). Efectivamente, hasta bien entrada la dcada de los 80 prevaleci un entendimiento del desarrollo basado principalmente en el desarrollo de recursos (primero se enfatizaron los recursos naturales, despus los recursos financieros, luego el capital humano) en la confianza de que todos ellos tendran que resultar necesariamente en desarrollo para todos (Prats, 2003). Es por eso que a partir de la dcada de los 90 aparecen nuevas concepciones de desarrollo cuya caracterstica principal es la importancia de lo local frente a lo global, surgiendo nociones de desarrollo sustentable, desarrollo con identidad, etnodesarrollo. Entre estos nuevos conceptos ha adquirido creciente importancia el concepto de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), entendido como un proceso de ampliacin de las opciones de las personas8. En principio, estas opciones pueden ser infinitas y cambiar con el tiempo. Sin embargo, en todos los niveles de desarrollo las tres opciones esenciales son: a) llevar una vida saludable; b) adquirir conocimientos; c) tener acceso a los recursos necesarios para tener una vida decente. Posteriormente, el mismo PNUD ampla el concepto de Desarrollo Humano a Desarrollo Humano Sostenible entendiendolo como un desarrollo que no solo genera crecimiento econmico sino que: a) distribuye sus beneficios equitativamente; b) regenera el medioambiente en lugar de destruirlo; c) potencia a las personas en lugar de marginarlas. Con ello, el Desarrollo Humano Sostenible implica que el ser humano se posiciona en el centro del proceso de desarrollo, y que las actividades de las generaciones actuales no reducirn las oportunidades y las opciones de las generaciones subsiguientes9 El PNUD ha contribuido a una nueva definicin del desarrollo, que ya no se basa meramente en indicadores econmicos, sino que trata de introducir una equilibrada preocupacin por la equidad, la sustentabilidad, la productividad y la ampliacin de los medios de accin de la gente. Para medir este desarrollo se establece el ndice de desarrollo humano (IDH) que sirve a los encargados de formular polticas y a los analistas de todo el mundo como alternativa ms significativa que el producto nacional bruto para la medicin del progreso de un pas.
8 La definicin original de Desarrollo humano fue dada en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD en 1990. 9 Definicin entregada en el Informe de Desarrollo Humano de 1994
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Esta concepcin del desarrollo entendido en su dimensin integral adquiere especial relevancia en sociedades culturalmente diferenciadas como la latinoamericana, donde el respeto y la convivencia cultural exigen estrategias diferentes, renovadas, pensadas e implementadas desde la multiculturalidad y con los imperativos del multiculturalismo. En el caso de los pueblos indgenas impone nuevos desafos pues se requiere incorporar las visiones y necesidades de los diferentes actores implicados y la reformulacin de problemticas tnicas histricamente aplazadas. La aplicacin efectiva de una teora del desarrollo que tome en cuenta las diferencias no resulta fcil, pues si bien la mayora de los organismos internacionales promueven durante el ltimo tiempo la aparicin de estrategias orientadas en este sentido, se necesita consensuar los intereses de actores que, muchas veces, son opuestos. De acuerdo con algunos autores, para avanzar hacia el desarrollo se han de seguir dos tipos de estrategias: desde abajo y desde adentro. Desde abajo porque las iniciativas de individuos y subsistemas son las que pueden ir cambiando el microsistema; y desde dentro porque se trata de que sean los mismos individuos y subsistemas los que dibujen la dinmica de su propio destino (Martnez Navarro, 2000). 3.2 El desarrollo aplicado a los pueblos indgenas Los problemas que aquejan a la mayora de los pueblos indgenas pueden observarse desde el perodo colonial cuando fueron obligados a servir como fuerza de trabajo a los conquistadores en la construccin de fuertes, extraccin de oro y plata en las minas o como recolectores en las plantaciones. Esta situacin no vari mucho con la independencia de los pases latinoamericanos. Ms bien, en la mayora de ellos se privilegi la formacin de territorios y estados homogneos donde la diferenciacin tnica, lingstica y cultural fue sacrificada en pos de un inters nacional comn (Bengoa, 1997). En este contexto, a partir de la segunda guerra mundial comenzaron a implementarse polticas especficas para estos pueblos, donde el nfasis estaba puesto en los sectores rurales y en la definicin de polticas y programas destinados a toda la poblacin rural en su conjunto (entendida como campesinos), dentro de la cual se inclua a las comunidades indgenas (Pirttijrvi, 1999). En la prctica, esto significaba integrar a los indgenas dentro de modelos de desarrollo globales que poco tenan que ver con sus propias prioridades, sino que ms bien respondan a las necesidades de la mayora. 41
Los resultados negativos de estas estrategias no tardaron en aparecer y se consider necesario institucionalizar creando estructuras pblicas que se ocuparan de la situacin de los pueblos indgenas. Es as como aparecieron en muchos pases latinoamericanos organismos pblicos destinados a atender a los indgenas y a definir y gestionar sus programas de desarrollo. Entre estos destaca el Instituto Indigenista Interamericano creado en 1940 para este fin, y que fuera emulado en muchos pases con el objeto de solucionar los problemas propios de estos pueblos, aunque con muy pocos resultados. En este sentido, los pueblos indgenas consideran que las polticas aplicadas, si bien han producido algunos impactos positivos, no han logrado solucionar sus problemas primordiales. El principal problema planteado es que las estrategias han sido aplicadas principalmente de arriba hacia abajo y de afuera hacia adentro, dirigidas de forma paternalista y privilegiando la asimilacin de las culturas indgenas a las culturas dominantes, pues se entenda que muchas de las manifestaciones culturales de estos pueblos eran atrasadas (Pirttijrvi, 1999). Otros problemas relacionados con las estrategias de desarrollo seguidas eran que enfatizaban demasiados aspectos cuantitativos, materiales y econmicos, dejando a un lado aspectos sociales y culturales por considerarlos de menor importancia, pero que claramente formaban parte de las demandas de los pueblos indgenas. Si se analizan las estrategias a nivel comunitario, las falencias fueron de dos tipos: a) no se han recogido adecuadamente las prioridades de estos pueblos, y b) ha existido un pobre entendimiento de las relaciones entre componentes sociales, culturales, econmicos, polticos y ecolgicos de muchas de las comunidades (Pirttijrvi, 1999; Rey, 2002). Siguiendo con las corrientes generales de desarrollo, a partir de los aos 90 surgieron posiciones crticas a las estrategias seguidas hasta el momento, muchas de ellas sustentadas por la aparicin de movimientos sociales que demandaban una atencin especfica de las necesidades de los pueblos indgenas. Es as como aspectos de sostenibilidad, importancia. Esto ha llevado a que los Organismos Internacionales y los mismos gobiernos reformulen sus polticas y estrategias buscando mayores espacios para la diversidad, que permitan solucionar los problemas histricos de pobreza y marginacin de los pueblos indgenas y que se fundamenten en el respeto a la diferencia. Se entiende que el desarrollo ha de ser definido y planificado por todos los agentes implicados en l, ya 42 participacin, cooperacin, identidad, etc., adquirieron mayor
que prescindir de su participacin ha demostrado no ser el camino para una convivencia armnica. A esta situacin nos referiremos a continuacin. 3.3 Gestionando la diversidad: un desafo para el desarrollo indgena Como explicbamos en el punto anterior, las estrategias de desarrollo no han logrado responder y solucionar los problemas de pobreza y marginacin existentes en la mayora de los pases. En el caso de los pueblos indgenas, las adaptaciones que sufrieron a travs de diferentes modelos han tenido claras consecuencias negativas en su calidad de vida (lo que implica una falta de bienestar cultural, social, econmico, poltico, etc.), generando tensiones sociales y aislamiento. En alguna medida podramos decir que siempre ha existido una importacin de propuestas en materia de desarrollo indgena y una dbil recreacin autctona de ellas, en el sentido de que no han sido estos pueblos quienes han propuesto las bases de su desarrollo (Rey, 2002). La ausencia del impacto esperado en los diferentes programas, proyectos y polticas de los distintos gobiernos y organismos de cooperacin internacional vinculados al tema indgena, los ha llevado a centrar sus esfuerzos en la exploracin de nuevas vas de accin, de nuevas formas de entender y comprender el desarrollo. Como sealbamos anteriormente, el problema es que ha predominado una perspectiva lineal del desarrollo, entendido como progreso o como superacin de estadios de vida, en donde la humanidad avanza gradualmente hacia un estado de ilustracin y racionalidad teniendo como base el crecimiento econmico, lo que no ha sido capaz de dar respuesta a los problemas humanos (Fonseca, 2001). Por lo tanto, se hace necesario un cambio de paradigma, donde los pueblos indgenas sean puestos en el centro de las estrategias, como actores y partcipes de su desarrollo. Si bien algunos pases latinoamericanos han adoptado estrategias polticas, econmicas, sociales e ideolgicas diferentes frente a las demandas de los pueblos indgenas no han podido paliar la existencia de problemticas sociales y culturales apremiantes que afectan a estos grupos en particular y, por lo tanto, a la sociedad en su conjunto (Peyser, 2003). A nuestro juicio, el error es que estas polticas se han diseado y ejecutado en ausencia de estos pueblos. En otros casos, las polticas han pretendido apoyar el desarrollo indgena como parte de estrategias de desarrollo rural, incorporndolos a la poblacin campesina en su conjunto. Otras los han considerado dentro de la poblacin pobre incorporndolos a los programas dirigidos a este segmento. Segn los resultados del estudio de Hall y 43
Patrinos (2004), slo algunas de las polticas y programas de focalizacin de la pobreza llegan con xito a las comunidades indgenas, pero otros no. Esto se debe a que dichos programas estn orientados a la poblacin pobre en general (indgena y no indgena). Este estudio agrega que, puesto que la poblacin indgena est sobre-representada entre los pobres, de contar con la adecuada focalizacin, estos programas debieran llegar a las comunidades indgenas de manera al menos igual, si no mayor, que a la poblacin no indgena. En este sentido, las pruebas son diversas. En Guatemala, cuatro de los cinco programas principales de tiles escolares y nutricin escolar slo favorecen levemente a la poblacin indgena, aunque sta es claramente mayoritaria entre los pobres, y uno de estos programas favorece a la poblacin no indgena (Hall y Patrinos, 2004). Por lo dems, segn los mismos autores, ninguna de estas iniciativas es claramente progresista (algunos programas muestran altas tasas de incidencia hasta el cuarto quintil de la distribucin de ingresos). En Per, slo un importante programa escolar muestra una mayor incidencia en la poblacin indgena, el resto favorece a los no indgenas. En Mxico, dos importantes programas que atacan la pobreza rural muestran una incidencia progresista y favorecen decididamente a los hogares indgenas (Hall y Patrinos, 2004). Es por ello que en la actualidad, una idea central que ocupa la agenda poltica del desarrollo es que la reduccin de la pobreza que aqueja a la mayora de los pueblos indgenas latinoamericanos slo se puede alcanzar a travs del reconocimiento de sus diferencias, visualizndose nuevos factores que explican la exclusin estructural de estos pueblos que no haban sido considerados en el pasado en el diseo de polticas. Esto significa que tanto su contexto cultural como sus necesidades especficas deben ser tomadas en cuenta (Pirttijarvi, 1999). Esta realidad impone una revisin de los mtodos y herramientas utilizadas para aproximarse al problema del desarrollo, ya que los actuales parecen insuficientes. En el pasado se ha tratado de determinar y satisfacer las necesidades humanas solo a partir de la economa, relegando a un plano definitivamente inferior tanto a las esferas ticas, culturales, de metodologa de gestin y de poder, como a los aspectos inmateriales, espirituales y hasta msticos, de los cuales los pueblos indgenas sencillamente se niegan a prescindir (Fonseca, 2001). 44
En este contexto, diversas instituciones como el PNUD, el Banco Mundial o la CEPAL aconsejan que las polticas, los programas y los proyectos de desarrollo deben ser diseados desde adentro, es decir, por los propios pueblos indgenas, de manera de responder y adecuarse a su realidad social, cultural y poltica. Esto ha llevado en la actualidad a un esfuerzo por redefinir los marcos de cooperacin y ayuda y por redisear las polticas pblicas (Torres, 2001). El Banco Mundial (2004) seala que ha surgido una nueva visin en Amrica Latina que se sustenta en las cualidades positivas de las culturas y sociedades indgenas. Para responder a ello intentan promover la participacin y la inclusin de los pueblos indgenas en un proceso de desarrollo sostenible cuyos principales objetivos son: a) Reducir la pobreza y promover el desarrollo sostenible; b) Formar capacidades para el autodesarrollo entre los pueblos indgenas; c) Fortalecer y mejorar los marcos institucionales y normativos; d) Demostrar el importante papel que desempean los pueblos indgenas en el manejo de ecosistemas frgiles y en la conservacin de la biodiversidad; e) Difundir la experiencia adquirida. Estos objetivos se persiguen garantizando a la vez que el proceso de desarrollo fomente el respeto pleno a la dignidad, los derechos humanos y la cultura de los pueblos indgenas. Muchos de sus programas incluyen componentes de empoderamiento (actividades de formacin, consolidacin del dilogo intercultural y la participacin de los pueblos indgenas en la revisin de las operaciones del Banco y los documentos de poltica), de inclusin social (contratacin de consultores indgenas, revisin del derecho indgena) y de gestin del conocimiento (taller sobre pueblos indgenas y biodiversidad, procesos de consulta sobre las polticas del Banco) La adopcin de este nuevo enfoque por parte del Banco fue necesaria debido, efectivamente, a la ausencia de resultados contundentes en el pasado y a la constatacin de que la estrategia anterior no solo no haba garantizado la mejora en las condiciones de vida de estos pueblos sino que adems se haban acentuado las brechas entre ellos y el resto de las sociedades no indgenas (Torres, 2001), tal como se demuestra en las cifras y antecedentes entregados a lo largo de este captulo. Asimismo, los avances actuales se deben en gran medida a la promocin y apoyo a la multiculturalidad y a los derechos de los pueblos indgenas que han llevado a cabo las propias organizaciones indgenas. Dichos avances han sido posibles por el establecimiento de un marco regulatorio internacional que ha permitido dar un tratamiento ms global al problema de la discriminacin, la pobreza y el 45
multiculturalismo en los foros internacionales y en el seno de numerosos Estados. El nuevo paradigma impulsa a las agencias de cooperacin y a los Estados a alejarse de enfoques de mitigacin o de proteccin y buscar enfoques ms positivos que permitan a los pueblos indgenas y a sus instituciones representativas seleccionar y ejecutar sus propios programas de desarrollo. En el caso del PNUD, en sus informes10 sealan que la razn de ser del compromiso del PNUD con los pueblos indgenas y sus organizaciones se basa en diversas partes del mandato del PNUD, en los procesos y acuerdos de cooperacin para el desarrollo y en las aspiraciones de los propios pueblos indgenas. En ese sentido, son conscientes que la pobreza es a menudo ms rigurosa y est ms difundida entre los pueblos indgenas y que constituyen un grupo diferenciado entre los pobres que con frecuencia quedan excluidos de los procesos de toma de decisiones y marginados por el desarrollo, incluso muchos proyectos apoyados por organismos internacionales han tenido efectos negativos sobre estos pueblos. Es por ello que han optado por respetar en sus proyectos y programas los modos de vida, las culturas, las ciencias, la gestin de las tierras y los recursos, la gobernabilidad, los sistemas polticos y de justicia, y los conocimientos y las prcticas en materias de salud, propios de los pueblos indgenas. El reconocimiento del acervo y el conocimiento tradicional de los pueblos indgenas puede ayudar al desarrollo nacional e internacional. El PNUD considera que los proyectos basados en estrategias de desarrollo elaboradas por los propios pueblos indgenas de conformidad con sus costumbres y valores tradicionales tienden a ser coronados por el xito, como lo demuestra el proyecto del Programa sobre el Conocimiento Indgena para la recuperacin y el desarrollo del conocimiento indgena y la conservacin de ecosistemas y la biodiversidad en la selva amaznica de Yana Yacu, en el Ecuador (PNUD, 2004). El desarrollo humano trata sobre todo de ampliar las opciones de la gente, es decir, permitir que las personas elijan el tipo de vida que quieren llevar, pero tambin de brindarle tanto las herramientas como las oportunidades para que puedan tomar tal decisin. Si atendemos a la situacin de la mayora de los pueblos indgenas, stos tienen escasas probabilidades de conseguir acceso igualitario a empleos, escuelas, hospitales, justicia, seguridad y otros servicios bsicos, a no ser que cuenten con la
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real capacidad de influir en la poltica local y nacional (Informe sobre Desarrollo Humano, PNUD 2004). Asimismo, uno de los planteamientos que ms se ha enfatizado dentro de los diferentes movimientos indgenas latinoamericanos es el derecho que tienen a acceder al desarrollo y ms especficamente a un desarrollo diferenciado del resto de la poblacin. Con ello se asume que el desarrollo ser efectivo para estos pueblos sin que por ello tengan que ser aculturados, como ha sido el resultado de muchas polticas impulsadas por los Estados (Rey, 2002). Es importante establecer una plataforma de polticas y programas que vinculen la cultura y las necesidades de los pueblos, porque su bagaje cultural es una forma positiva de generar integracin social y de fortalecer adems los valores comunes (Kliksberg, 1999). En este sentido, ser necesario mantener y fortalecer la identidad tnica por un lado, y mejorar las condiciones econmicas por el otro. Ser necesario entender el desarrollo como el ejercicio de la capacidad social de un pueblo para construir su futuro, aprovechando para ello las enseanzas de su experiencia histrica y los recursos reales y potenciales de su cultura, de acuerdo con un proyecto que se defina segn sus propios valores y aspiraciones (Bonfill Batalla, 1982). Esto implicara no solamente la no destruccin como sistema y como grupo humano de un pueblo, sino tambin la mantencin de una identidad como tal. Situados en este marco, resulta igualmente importante tanto la recuperacin de elementos culturales grupales (tierra, historia, tecnologa, etc) como el fortalecimiento de las organizaciones sociales propias de estos pueblos. El desarrollo indgena es desarrollo con identidad, cuyo capital es precisamente la riqueza cultural y social de los pueblos, potenciados con nuevos mecanismos y nuevos recursos (Chuecas, 2005). Si se definen los lineamientos de este desarrollo desde el exterior de los propios pueblos indgenas, el resultado se convertira en un proyecto de desarrollo funcional a las necesidades de la sociedad y la cultura global y no de la minora tnica necesariamente. En cambio, si los propsitos sociales son definidos desde el interior del grupo, los mecanismos y elementos que se pongan en movimiento para lograrlos sern ms o menos eficaces en relacin a esos objetivos y no a su capacidad de generar riqueza, crecimiento o acumulacin de capital para algn otro sector social (Ziga 1995 citado en Peyser, 2003). Con ello, esta visin se convierte en la oportunidad que tienen los pueblos indgenas de reconocerse como autores y protagonistas de su futuro. 47
Es necesario, asimismo, que tanto los Estados como la sociedad civil en general, se planteen un cambio de perspectiva para propender a la integracin y dar mayores espacios de participacin a estos pueblos pero respetando su identidad cultural. Como ya hemos sealado, los paradigmas utilizados hasta el momento han fallado en sus alcances y se requiere explorar y adoptar una visin acorde a las propias necesidades de los indgenas (Hopenhayn y Bello, 2001; Peyser, 2003). Efectivamente, si una democracia fuerte requiere de una sociedad civil comprometida y activa para mantenerse, ser necesario comprender que los pueblos indgenas deben ser considerados y que igualmente pueden proponer y articular su propia visin de desarrollo. En ese sentido, cabr analizar, desde una perspectiva multicultural, las fortalezas y debilidades que pueden existir al interior de estos pueblos para tender a su empoderamiento. Creemos que de no abordar las luchas por la identidad cultural o abordarlas en forma inadecuada, podran transformarse rpidamente en una de las fuentes ms importantes de inestabilidad al interior de los Estados y entre ellos, lo que podra, a su vez, desencadenar un conflicto cuya consecuencia sea el retroceso del desarrollo (PNUD, 2004). Este fortalecimiento de la democracia, junto con el problema de la inclusin y la participacin de los pueblos indgenas en los procesos de desarrollo presenta dos desafos principales: conjugar una mayor equidad en el acceso al bienestar y a las capacidades productivas y, un mayor reconocimiento poltico y cultural de los pueblos indgenas como actores especficos y diferenciados (Hopenhayn y Bello, 2001). El cmo se resuelva este asunto ser decisivo, pues mientras no se atienda esta realidad siempre habr espacio para la inestabilidad poltica producida por la marginacin de una parte de su sociedad y por el hecho de que las instituciones no reflejarn correctamente la realidad social. 4. La teora del capital social como oportunidad para los pueblos indgenas El nuevo paradigma de desarrollo hacia el que se debiera avanzar debe ser capaz de incluir a los pueblos indgenas, considerando sus especificidades y utilizndolas como recursos efectivos en la generacin de estrategias de accin. Durante el ltimo tiempo han surgido diferentes teoras orientadas a atender, en parte, los problemas de pobreza y desarrollo, y que pueden ser efectivamente utilizadas en el caso de los pueblos indgenas, guardando las especificidades propias de estos pueblos las que derivan principalmente de su realidad cultural, aunque tambin social, poltica y 48
econmica. Es decir, una oportunidad de cambio sera adoptar una teora que sirviera al desarrollo y que fuese ms all de una mera dimensin cultural, que tomara en cuenta aspectos polticos, sociales e histricos de los pueblos indgenas. Entre las nuevas teoras propuestas, la del capital social parece la ms acertada al tomar en cuenta no slo los valores, actitudes, creencias y formas organizativas de los individuos y comunidades, sino tambin sus prcticas de reciprocidad, asociacin y cooperacin. Creemos que su amplitud facilitara su aplicacin a los pueblos indgenas y servira como eje articulador entre las necesidades de estos pueblos y sus posibilidades de empoderamiento. En el contexto del desarrollo de los pueblos indgenas que tratamos en los puntos anteriores, todo parece indicar que no slo es necesario asumir la importancia que la cultura de los pueblos indgenas tiene en la definicin de polticas y programas, sino tambin implicarlos en la solucin de sus problemas, concediendo y creando los espacios de participacin y accin adecuados. Son ellos quienes mejor conocen su realidad y de quienes pueden nacer las principales soluciones a sus necesidades. Ello implica que el multiculturalismo debe ser expresado en todos los mbitos que afectan la vida de estos pueblos y muy especialmente a la hora de definir los trminos de su desarrollo. En la medida en que la multiculturalidad implica desafos cada vez ms grandes para los pueblos indgenas, se est reconociendo que su patrimonio cultural, social y poltico, presenta no slo una oportunidad para mejorar su calidad de vida sino que es una oportunidad para enriquecer, mediante procesos interculturales, sus propios procesos de desarrollo (Chuecas, 2005). La cultura de los pueblos indgenas representa, por lo tanto, una fuente bsica para la construccin de sus relaciones sociales, al proveerles de insumos como las creencias, los valores compartidos y las tecnologas heredadas que los conducen a ciertas expectativas en relacin con el orden social (Daz-Albertini, 2003). No slo reconoce los valores y smbolos de un pueblo, sino tambin las formas de organizacin, las estructuras e instituciones, los hbitos o prcticas compartidos, la manera o maneras comunes de ver el mundo, de conceptualizar el mundo y las relaciones sociales (Durston, 1999b). Para que los pueblos indgenas puedan gestionar su propio desarrollo se requiere, incluso, ampliar el sentido de la ciudadana e incorporar la reflexin sobre la ciudadana cultural, una ciudadana que reconoce las diferentes tradiciones culturales indgenas presentes en una determinada sociedad, la cual es capaz de valorarla y propiciar que 49
esas tradiciones tengan espacios de manifestacin y representacin en las diferentes instancias de un pas (Candau, 2001). Las culturas estn ntimamente ligadas a los procesos polticos porque atraviesan todos los factores del desarrollo. En este marco, el capital social puede servir de base para definir y solucionar los problemas de subdesarrollo y pobreza en la que se encuentran la mayora de estos pueblos, siendo percibido como uno de los principales factores que, entre otros, facilitara la resolucin de los problemas de inequidad y pobreza y facilitara el acceso a mejores condiciones de vida (Robinson y Williams, 2004). La teora del capital social permite, en ltimo trmino, volver a conceptualizar la cuestin del desarrollo como un problema de evolucin e innovacin social de una cultura que desea mantenerse como tal en respuesta a los cambios del entorno en que dicha cultura se inserta y con el cual debe mantener su congruencia en el tiempo (Vignolo, Potocnjak y Ramrez, 2005). Creemos que la atencin al capital social indgena servira de sustento no slo para la comprensin de las necesidades, demandas y acciones de estos pueblos, sino que se convertira en un elemento bsico para la articulacin de decisiones y actuaciones entre el Estado, la sociedad civil y los propios pueblos indgenas. Es decir, este capital social traduce y expresa de alguna forma la historia, las relaciones y los valores que forman parte de la cultura indgena y por ello requiere ser considerado para generar no slo un modelo de desarrollo basado en su propia cultura, sino tambin sentar las bases para una convivencia respetuosa en una sociedad multicultural (Kliksberg, 2000; Durston, 2003). A travs de la conjugacin del capital social y la cultura indgena podremos repensar nuevas alternativas de desarrollo que respeten la identidad de los pueblos, ampliando y humanizando las estrategias a utilizar, visualizando nuevos elementos que no han sido considerados o que lo han sido de forma marginal en las propuestas de desarrollo y que pueden jugar un rol clave para alcanzar la equidad y la justicia que requiere una sociedad multicultural. Construir lazos de cooperacin, en un sentido comunitario, ha sido un objetivo secundario de programas con propsitos a largo plazo (Portney y Berry, 1997). El sentido de comunidad de los pueblos indgenas, su sentido de pertenencia, sentirse protegido por los suyos, son actitudes crticas que pueden incentivar o disminuir el capital social de los pueblos indgenas y que, paradjicamente, se mantienen vigentes an cuando se encuentran viviendo en mbitos distintos al de su origen, como es el mbito urbano. 50
Si bien partimos de la base de que todas las sociedades y grupos sociales tienen capital social (Narayan, 1999), creemos que para el bienestar colectivo de una comunidad se requiere una transicin desde los lazos primarios que las unen hacia otras relaciones secundarias con personas ajenas a este colectivo. La teora del capital social asume esta realidad y entiende que el acceso a redes que trascienden el crculo cerrado de la pobreza en las que se desenvuelven la mayora de los indgenas constituye un elemento central para lograr su empoderamiento. De esta forma toma en cuenta aspectos de dimensionalidad e intensidad de los lazos que favorecen su desarrollo, asumiendo a su vez que las culturas, en un contexto multicultural, no son compartimentos estancos, sino que se nutren y enriquecen de las otras. El nfasis est en el grupo que protagoniza su propio empoderamiento, no en una entidad superior que da poder a otros. Es la anttesis del paternalismo, la esencia de la autogestin, que se construye sobre las fuerzas existentes de un grupo social (Durston, 2000). En este mismo sentido, de acuerdo con Robinson, Siles y Schmid, hay dos razones para destacar la relacin existente entre el capital social y la reduccin de la pobreza indgena (Robinson, Siles y Schmid, 2003). En primer lugar, el capital social es un recurso importante que, correctamente administrado, puede utilizarse para reducir la pobreza. En algunos casos, las iniciativas de desarrollo han pasado por alto el papel que desempea el capital social y, en consecuencia, se cree que han tenido un xito menor que el que podran haber logrado. Se reconoce que existen otras formas de capital que son necesarias para la reduccin de la pobreza; sin embargo, en las ltimas dcadas se ha aprendido que la productividad de las formas fsica, financiera, humana y natural del capital depende del capital social. En segundo lugar, el capital social contribuye al bienestar socioemocional de quienes lo poseen. Los investigadores del Banco Mundial observaron en Egipto que la pobreza lleva a los pobres a excluirse a s mismos de las redes sociales que los rodean; mantener cualquier relacin cuesta dinero y quienes sufren privaciones o se encuentran excluidos no tienen los medios materiales para vivir junto al resto de la poblacin (Narayan y Pritchett, 2000). Los gobiernos, las instituciones del desarrollo y las mismas sociedades
latinoamericanas debieran dar soporte a los pueblos indgenas y a sus lazos comunitarios, y deben ser cuidadosos en evitar polticas que pueden erosionar la iniciativa, la cooperacin, la confianza, la solidaridad inserta en la cultura de estos 51
pueblos (Ct, 2001), para convertirse as en una de las fuentes esenciales de recursos que impulsen el capital social, dando un salto cualitativo hacia el desarrollo al generar un contexto propicio para la potenciacin y el fortalecimiento del capital social indgena. Efectivamente, algunos expertos sealan que el capital social es una variable importante en el rendimiento efectivo de los gobiernos (Putnam, 1993; Consejero y Subirats, 2000) y que en la medida en que una sociedad posea capital social ser ms sencillo implementar polticas y estrategias eficientes y eficaces. De esta forma, invirtiendo en estrategias de capital social ser ms sencillo alcanzar el impacto esperado. El capital social, por otra parte, permite aprovechar la amplitud del repertorio cultural indgena evidenciado en su capacidad de adaptacin a entornos diferentes, pues incluso en las ciudades han logrado mantener vigente su cultura en un proceso de innovacin constante. Incluso ms an, permitira rescatar de la memoria social de los pueblos indgenas normas de cooperacin actualmente en desuso. Creemos que estas normas de solidaridad y cooperacin que han caracterizado a la mayora de los pueblos indgenas pueden ser la base para atender sus necesidades de forma efectiva (Dirven, 2003). Hay que tener en cuenta que cuando se otorga a las comunidades el poder de seleccionar y administrar sus propios proyectos de desarrollo, las inversiones tienen mejores resultados y crece el capital social y la autoestima de las comunidades (Robinson, Siles y Owens, 2002). El capital social, por lo tanto, puede contribuir a la mejora de las condiciones de vida de estos pueblos sin perder de vista la necesaria estabilidad poltica, econmica y social de un pas. Por otra parte, ser necesario prestar atencin tambin al fenmeno de las migraciones indgenas a la ciudad, lo que impone nuevos desafos a la gestin de su capital social. Esto no slo porque proporcionalmente los indgenas urbanos son ms pobres que los que habitan en zonas rurales, sino porque la gestin de su capital social implicar nuevas adecuaciones, entre las que Rodrigo Valenzuela (2003) seala: favorecer la concentracin indgena urbana como criterio de definicin de las reas de desarrollo indgena, el fortalecimiento de la representacin de los indgenas urbanos, las reestructuraciones administrativas y jurdicas, etc. (Valenzuela, 2003). En el prximo captulo desarrollaremos la teora del capital social tomando en cuenta aspectos conceptuales y metodolgicos, los cules servirn de base para proponer un modelo de estudio pertinente a los pueblos indgenas, especficamente a los que 52
habitan en las zonas urbanas. Por lo tanto, este modelo debiera nutrirse de los aspectos generales de la teora del capital social integrando, a su vez, las especificidades propias de los pueblos indgenas urbanos, entregando as informacin clave que sirva de base para el diseo e implementacin de polticas, planes y programas con pertinencia cultural, que encarnen el multiculturalismo, y donde se creen los espacios para que los pueblos indgenas puedan definir sus prioridades y necesidades de acuerdo a su propia cultura. En ese sentido, creemos que estamos contribuyendo a generar un nuevo paradigma de desarrollo basado en el capital social de los pueblos indgenas que responda a los desafos multiculturales que exige una Latinoamrica plural, respetuosa y con espacio para todos.
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CAPTULO II La teora del capital social: aspectos conceptuales y metodolgicos 1. El capital social: antecedentes para su anlisis En la ltima dcada el concepto de capital social ha empezado a gozar de gran auge entre investigadores de diversas disciplinas, incluidos un gran nmero de socilogos, economistas, politlogos y antroplogos, entre otros. Es por ello que an no existe una nica definicin que logre reunir el consenso entre estos investigadores (Portela y Neira, 2003). Sin embargo, el anlisis del debate reciente permite proponer la existencia de un conjunto de hiptesis que conformaran un paradigma emergente rico en conceptos, que corresponde a realidades sociales relevantes para el diseo de programas que promuevan la participacin cvica y permitan superar la pobreza (Durston, 2000). Al capital social se le han atribuido mltiples funciones y se ha dicho que sera un elemento clave para explicar y promover el desarrollo econmico, mejorar el funcionamiento del sector pblico, facilitar la gestin de las organizaciones, mantener la estabilidad de los sistemas democrticos y superar la pobreza (Vargas, 2001). Asimismo, aplicado al mbito del estudio de las causas y soluciones a la pobreza indgena, permitira concentrar esfuerzos no slo en la estructura propia de su capital social sino tambin en su calidad (Hunter, 2003). Si bien, como hemos sealado, no existe acuerdo absoluto en cuanto a su definicin, existen diversos ejemplos que han dado cuenta de los beneficios que puede aportar su promocin al bienestar de las comunidades (Narayan, 1997, 1999; Narayan y Pritchett, 1997; Durston, 1999a; Consejero y Subirats, 2000; Grootaert y Narayan, 2000; Inkeles, 2000; Uphoff, 2000; Arriagada, 2003; Van Staveren, 2003; entre otros) o de los pases (Putnam, 1993; Knack y Keefer, 1997; Fukuyama, 1999; Rose, 1999; Klikgsberg, 2000; Cte y Healy, 2001; entre otros). Como sealamos en el captulo anterior, consideramos necesario desarrollar, tanto en trminos conceptuales como metodolgicos, la teora del capital social, de manera de extraer los principales elementos constitutivos que puedan servir de base para la propuesta de un modelo de estudio acotado y pertinente a los pueblos indgenas, especialmente para aquellos que habitan en las zonas urbanas. Por lo tanto, a
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continuacin nos abocaremos al desarrollo de la teora del capital social, describiendo y analizando sus principales aristas. 2. Desarrollo conceptual de la teora del capital social Aparentemente la idea de capital social surgi de manera intuitiva. Segn algunos autores, las citas ms antiguas se encuentran en los textos de Lydia Hanifan de 1916, entonces superintendente escolar de West Virginia, quien al explicar la importancia de la participacin comunitaria en el mejoramiento de los establecimientos escolares tuvo una referencia hacia este trmino. En esa ocasin describi el capital social como aquellos componentes tangibles [que] cuentan muchsimo en las vidas cotidianas de la gente, especficamente: la buena voluntad, el compaerismo, la empata y las relaciones sociales entre individuos y familias que conforman una unidad social... Si [un individuo establece] contacto con sus vecinos y stos con otros vecinos, se producir una acumulacin de capital social que, posiblemente, satisfaga al instante sus necesidades sociales y entrae, a la vez, un poder social suficiente como para generar una mejora sustantiva de las condiciones de vida de toda la comunidad (Hanifan, 1916 citada por Woolcock y Narayan, 1998). En 1961, Jane Jacobs, acadmico de temas urbanos, tambin se refiri al capital social: underlying any float of population must be a continuity of people who have forged neighbourhood networks. These networks are a citys irreplaceable social capital. Whenever the capital is lost, from whatever cause, the income from it disappears, never to return until and unless new capital is slowly and chancily accumulated (Jacobs, 1961 citado por Vargas, 2001). En los aos setenta, el economista Glen Loury retoma este concepto en el contexto de su crtica a las teoras neoclsicas sobre desigualdad de ingresos basados en la raza y sus implicaciones polticas, ya que consideraba que los estudios realizados hasta el momento slo tomaban la variable de capital humano como base explicativa, dejando de lado aspectos del contexto social (Portes, 1998). Loury seala que social capital refers to naturally occurring social relationships among persons which promote or assist the acquisition of skills and traits valued in the marketplace...it is an asset which may be as significant as financial bequests in accounting for the maintenance of inequality in our society (Loury, 1992).
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Asimismo, explica que the merit notion that, in a free society, each individual will rise to the level justified by his or her competence conflicts with the observation that no one travels that road entirely alone. The social context within which individual maturation occurs strongly conditions what otherwise equally competent individuals can achieve. This implies that absolute equality of opportunity. Sin embargo, Loury no desarroll el concepto de capital social con detalle, atendiendo slo a las diferencias de oportunidades que tienen las minoras dado el alcance de sus conexiones sociales, sin darle un tratamiento sistemtico que lo relacionara con otras formas de capital (Portes, 1998). Resulta interesante sealar que ninguno de los escritores que trataron este tema (Hanifan, 1916; Jacobs, 1961; Loury, 1972; entre otros) citaron trabajos anteriores, sino que se limitaron a emplear el mismo concepto paraguas para expresar de forma condensada la importancia de los lazos comunitarios (Woolcock y Narayan, 1998). No fue sino muchos aos despus que se realizaron los primeros esfuerzos por definir y conceptualizar este trmino de forma ms estructurada. 2.1 Investigaciones fundacionales del capital social Las investigaciones fundacionales de Bourdieu (1980, 1986) y Coleman (1987, 1988, 1990) en el campo de la educacin, y de Putnam (1993, 1994) en el campo de la ciencia poltica han sido la principal fuente de inspiracin para la mayor parte de las teoras posteriores y estudios actuales sobre capital social. Pierre Bourdieu realiz sus primeros escritos sobre capital social a comienzos de los aos 70. En 1980 defini el capital social como el conjunto de los recursos reales o potenciales que se vinculan con la posesin de una red duradera de relaciones ms o menos institucionalizadas de interconocimiento y de interreconocimiento; o, en otros trminos, con la pertenencia a un grupo, como conjunto de agentes que no estn solamente dotados de propiedades comunes (susceptibles de ser percibidas por el observador, por los otros o por ellos mismos), sino que estn tambin unidos por lazos permanentes y tiles (Bourdieu, 1980). Posteriormente agrega que [the social capital] provides each of its members with the backing of the collectivity-owned capital, a credential which entitles then to credit, in the various senses of the word (Bourdieu, 1986). Segn Bourdieu las redes de relaciones son producto de estrategias de inversin, individuales o colectivas, conscientes o inconscientes, que buscan establecer o 56
reproducir relaciones aprovechables en el corto o lago plazo. Desde el punto de vista de este autor, el capital incluye elementos de poder y su distribucin configura la estructura social: The structure of the distribution of the different types and subtypes of capital at a given moment in time represents the immanent structure of the social world, i.e., the set of constraints, inscribed in the very reality of that world, which govern its functioning in a durable way, determining the chances of success for practices (Bourdieu, 1986 citado en Vargas, 2001). Posteriormente a los estudios de Bourdieu, el socilogo norteamericano James Coleman se interesa por este concepto, aunque definindolo en trminos funcionales, es decir, por las funciones que desempea. En este sentido, define el capital social como una diversidad de entidades con dos elementos en comn: todas consisten en algn aspecto de estructuras sociales y facilitan ciertas acciones de los actores (ya se trate de personas o actores corporativos) dentro de la estructura. El valor del concepto de capital social descansa en el hecho de que identifica ciertos aspectos de la estructura social por sus funciones, los actores establecen relaciones intencionadamente y continan en ellas cuando siguen proveyndoles beneficios (Coleman, 1988). Coleman construye una compleja teora que explica la sociedad a partir de las elecciones racionales individuales, pero supera el individualismo existente en la economa neoclsica, porque presta atencin a la organizacin y a las instituciones sociales como contextos que condicionan las elecciones y producen efectos sistmicos (Piselli, 2003). Asimismo, identifica el capital social como un bien pblico en el sentido de que sus beneficios no slo recaen en los actores involucrados en una determinada relacin social sino que tambin son captados por otros actores (Ej. Los padres que no participen de una asociacin de padres en los colegios de sus nios disfrutarn igual de los logros que esta asociacin alcance) En su conceptualizacin, Coleman identifica tres formas de capital social que van a perdurar en estudios sociolgicos posteriores: a) la confianza existente en un ambiente social, que implica expectativas de cumplimiento de las obligaciones contradas; b) el uso de las relaciones sociales para adquirir informacin; c) la existencia de normas efectivas. Junto con ello, existen dos tipos de estructuras sociales que facilitan el capital social: las redes sociales cerradas (que implican contacto cara a cara) y las asociaciones voluntarias (que pueden ser utilizadas para otros propsitos que aquellos para los que fueron originalmente creadas) (Carracciolo y Foti, 2003; Portela y Neira, 2003). 57
Comparado con Bourdieu, James Coleman fundamenta su teora en el individualismo metodolgico y en el principio de accin racional. Tanto Bourdieu como Coleman enfatizan el carcter intangible del capital social con respecto a otras formas pues se encuentra inserto en las estructuras de las relaciones. Para poseer capital social, una persona debe relacionarse con otras y sern esos otros las fuentes potenciales de las ventajas que significa el capital social (Portes, 1998; Narayan, 1997). Aunque algunos autores han criticado esta definicin por su amplitud y nfasis en las estructuras (Inkeless, 2000), Coleman ha sido uno de los autores que mayor desarrollo ha dado a la teora del capital social. Sin embargo, el auge contemporneo del concepto de capital social se debe principalmente al politlogo norteamericano Robert Putnam, quien lo defini como aquellos rasgos de la organizacin social como confianza, normas y redes que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando acciones coordinadas (Putnam, 1993). Considera que el capital social se va acumulando histricamente y de ello dependen las opciones actuales de desarrollo de una comunidad determinada. Putnam centra su inters en el civic engagement, es decir, en el nivel de participacin social en diferentes tipos de organizaciones (clubes, equipos de ftbol, centros de vecinos, asociaciones de padres, iglesias, etc.), las que contribuyen al buen gobierno y al progreso econmico generando normas de reciprocidad generalizada, difundiendo informacin sobre la reputacin de otros individuos, facilitando la coordinacin y la comunicacin. Estas argumentaciones estn basadas en un estudio sobre el desempeo de los gobiernos regionales en Italia (1993). En este estudio seala que los gobiernos con mejor desempeo (innovadores, eficientes) se corresponden con las regiones que poseen organizaciones comunitarias ms activas, donde los ciudadanos estn ms interesados en los asuntos pblicos, en los que existen lazos de confianza, se respeta la ley, hay lderes honestos y hay redes sociales y polticas con estructuras horizontales en vez de verticales. Las regiones con un peor desempeo son las que no poseen ninguna de estas caractersticas o donde estn menos desarrolladas. La definicin entregada por Putnam sugiere la existencia de tres dimensiones claves para medir el capital social (Portela y Neira, 2003): a) Vertical vs horizontal: las relaciones se pueden desarrollar entre individuos de distinta jerarqua o entre individuos situados a un nivel jerrquico similar; 58
b) Vnculos fuertes vs vnculos dbiles: los vnculos fuertes crean mayor solidaridad entre los miembros de la red, pero los vnculos dbiles permiten el acceso a un conjunto ms amplio y heterogneo de relaciones; c) Bridging vs bonding: El bridging social capital hace referencia a las relaciones entre conocidos, amigos distantes, asociaciones, u otros colectivos (en el caso de pueblos indgenas, por ejemplo). Es decir, trata de relaciones entre miembros ms heterogneos y pertenecientes a distintas comunidades; mientras que el bonding social capital son las relaciones entre miembros homogneos, es decir, familiares y amigos muy cercanos o pertenecientes a una misma comunidad. Esta conceptualizacin de Putnam sobre el capital social ser criticada por algunos autores al presentar una visin neo-Tocquevillana de la vida comunitaria, as como por simplificar el concepto respecto de las ideas de Bourdieu y Coleman (Edwards y Foley, 1997, 1998). Sin embargo, ha enriquecido el debate actual sobre este concepto, permitiendo que expertos en diversas disciplinas contribuyan a una mayor clarificacin. Con posterioridad a estos trabajos, el capital social ha sido citado y aplicado en distintas investigaciones las que se concentran principalmente en nueve campos fundamentales: familia y comportamiento juvenil; escolarizacin y educacin; vida comunitaria (virtual y cvica); trabajo y gestin en organizaciones; democracia y calidad del gobierno; accin colectiva; salud pblica y medio ambiente; delincuencia y violencia; y desarrollo (Woolcock, 1998). 2.2 Una propuesta de anlisis conceptual para el estudio del capital social Cualquier proyecto de investigacin requiere de una clarificacin conceptual antes de emprender el trabajo, especialmente cuando el campo de estudio presenta cierta amplitud de definiciones as como diferentes unidades de anlisis, como es el caso de este tema. A pesar de que las definiciones entregadas por los precursores del capital social citados anteriormente han sido objeto de debate, crticas o reformulaciones, han servido de base a diversos expertos para ahondar en el carcter cientfico del concepto de capital social dando origen a diversas publicaciones y lneas de investigacin. Si bien estos trabajos pueden ser analizados y clasificados desde diferentes perspectivas, hemos optado por estudiar la teora del capital social sobre la base de las unidades de anlisis consideradas por los distintos autores, y que han servido de base para 59
operacionalizar el concepto, de manera de que fueran aplicables a casos concretos en la realidad. Por lo tanto, hemos clasificado las diferentes definiciones de acuerdo a tres niveles de anlisis: individual, comunitario y societal. Aunque existe un acuerdo entre las variables sociales que constituyen capital social y que pueden contribuir al desarrollo (normas, relaciones, instituciones) an permanece el debate acerca de si el estudio del capital social debiera hacerse desde el nivel individual (el individuo que accede al capital social), comunitario (un grupo de personas que, por compartir una identidad o fines comunes accede al capital social) o nacional (el crecimiento de un pas de acuerdo a su capital social) (Hulme, 2000). Cada uno de estos niveles ha tenido sus defensores y detractores, debate que researemos brevemente para luego hacer una opcin fundamentada del nivel que utilizaremos para aproximarnos a nuestro estudio. 2.2.1 Nivel individual Los que se aproximan al estudio del capital social desde una perspectiva individual lo definen como una categora interpretativa ampliamente presente en los estudios sobre la movilidad ocupacional, la estratificacin, las desigualdades sociales, el sistema de sostn, etc. (Piselli, 2003). Se refieren generalmente al xito diferencial entre miembros de una determinada comunidad en obtener recursos escasos (Inkeless, 2000). Es posible encontrar una gran cantidad de definiciones del capital social entre aquellas que enfatizan el valor de los individuos como recursos en la forma de relaciones sociales (Ct, 2001). Algunos autores plantean que para un adecuado desarrollo terico en el campo del capital social se requiere que, desde el inicio de la investigacin sobre capital social, se privilegie el rol de los individuos pues son ellos el ncleo para la construccin de redes sociales. Por lo tanto una definicin de capital social debe comenzar al nivel individual, de lo contrario no podramos entender como se forma o cmo se construye pues son los individuos los poseedores de sus recursos principales (Glaeser, 2001). Entre las principales definiciones en esta lnea encontramos la de Baker (1990), quien define el capital social como A resource that actors derive from specific social structures and then use to pursue their interests; it is created by changes in the relationships among actors. Por su parte Boxman, De Graaf y Flap (1991) lo entienden como the number of people who can be expected to provide support and the resources those people have at their disposal. Knoke (1999) lo entiende como the process by which social actors create and mobilize their network connections within and between 60
organizations to gain access to other social actors resources (citado en Adler y Kwon, 2000). Por su parte, Burt (1992) seala que social capital refers to friends, colleagues, and more general contacts through whom you receive opportunities to use [other forms of] capital...Relations within and between firms are social capital. [it is] the final arbiter of competitive success. Schiff (1992) se refiere al capital social como The set of elements of the social structure that affects relations among people and are inputs or arguments of the production and/or utility function. Edward Glaeser (2001) atendiendo a la formacin del capital social, seala que el capital social debe ser visto como el resultado de la decisin de invertir tomada por individuos. En este mismo artculo seala la existencia de una vieja definicin de capital social basada en los individuos en una obra de Henry James (The Golden Bowl, 1904) quien lo define como the set of social attributes possessed by an individualincluded charisma, contacts and linguistic skill-that increase the returns to the individual in his or her dealings with others (citado en Glaeser, 2001). Alejandro Portes (1995) propone la siguiente definicin de capital social: Social capital refers to the capacity of individuals to command scarce resources by virtue of their membership in networks or broader social structures. Portes se refiere repetidamente a sus aspectos institucionales y colectivos, a los beneficios de la pertenencia a un grupo, al capital social como un aspecto de la estructura social que facilita las acciones de personas y de actores corporativos. Habla de las funciones de control social de las instituciones del capital social y de sus mecanismos apropiables por individuos y por grupos (Durston, 2000) Este autor es uno de los principales defensores del nivel individual como perspectiva de anlisis, y ha cuestionado algunos estudios que estiran el concepto desde una propiedad de individuos y familias a un atributo de comunidades, ciudades e incluso naciones (Portes, 1998). Portes defiende su postura sealando que tanto Bourdieu como Coleman entendan el capital social desde una perspectiva de individuos. Sin embargo, consideramos que estos autores entendan el capital social desde una perspectiva ms amplia, tomando en cuenta tanto individuos como comunidades. Volveremos sobre ello ms adelante. Efectivamente, citando a Alejandro Portes (2000), ste seala que ha sido nefasto para el desarrollo de una teora acabada de capital social el ampliar su visin hacia niveles comunitarios e incluso nacionales. Su crtica radica en que se han generado una serie 61
de disfunciones que no se han tomado en cuenta: a) la transicin del concepto desde un bien individual a un recurso colectivo o nacional nunca fue explcitamente teorizado, dando lugar al estado de confusin actual del trmino; b) causas y efectos del capital social como caracterstica colectiva nunca fueron clarificadas, dando lugar a un razonamiento circular donde se confunden causas y efectos; c) deja poco espacio para la consideracin de otras posibles causas que pueden afectar el desarrollo (Portes, 2000). Desde nuestro punto de vista, las definiciones entregadas y los estudios que se han realizado desde esta perspectiva, presentan algunas limitaciones importantes, pues slo centra su atencin en las habilidades de los individuos para establecer y ampliar sus redes de contactos y obtener ventajas de ello y no en las relaciones propiamente tales, entendidas como recursos a ser utilizados y que beneficiarn tambin al grupo en la medida en que cumplan ciertas caractersticas. El nfasis en el rol de los individuos en trminos de caractersticas y recursos personales puede conducir a confusiones entre capital social y capital humano (Coleman, 1988; Woolcock y Narayan, 1998; Inkeless, 2000; Onyx y Bullen, 2000; Ct, 2001). Si bien el capital humano puede servir como insumo a la generacin de capital social, creemos que no es un elemento suficiente. Podramos decir que las personas son el motor que pone en funcionamiento el capital social, pero slo en la medida en que sean capaces de generar redes de interaccin y colaboracin con otros. Por lo tanto, el capital social individual puede verse como un recurso colectivo, pues si bien parte desde las personas slo se materializa a travs de las redes de relaciones que ellas generan. 2.2.2 Nivel societal En su versin de recurso colectivo a nivel societal, el concepto de capital social ha aparecido cada vez con mayor frecuencia en los estudios sobre el desarrollo econmico y el anlisis comparado de los capitalismos contemporneos (Piselli, 2003). Como hemos destacado, en este nivel el trabajo desarrollado por Putnam ha sido uno de los ms importantes y ha marcado el inicio para realizar diferentes esfuerzos por identificar y medir el nivel de capital social enmarcado en macro-ambientes como regiones o pases. Entre los trabajos de referencia en este mbito encontramos el realizado por Geert Hofstede (1980) quien hace un esfuerzo por relacionar medidas psicosociales de diferentes naciones para conocer su desarrollo econmico y la persistencia de la 62
estabilidad democrtica, a partir del cual se extrajeron algunas conclusiones sobre capital social. En esta misma lnea se encuentra el trabajo del socilogo Ronald Inglehart (1997) que estudia cmo los cambios en las metas econmicas y polticas, valores familiares, etc., afectan al desarrollo econmico y la estabilidad de las instituciones democrticas, aspectos relacionados con el capital social (Inglehart, 1997 citado en Adler y Kwon, 2002). En 1997, Stephen Knack y Philip Keefer realizaron una investigacin que integraba 29 pases, usando como base indicadores de confianza y normas cvicas contenidas en The World Values Surveys11. Asimismo, Robert Putnam (2001), a travs de un estudio en varias ciudades norteamericanas, evidencia el deterioro que desde los aos 60 existe en los niveles de participacin en diferentes instituciones cvicas, en los niveles de confianza y en las actividades de caridad de ese pas. En la misma lnea, Thin (1996) define el capital social como the fabric of societythe interconnected web of relationships, units and values, such as organisations, networks, common pool regimes, behavioral norms, information flows, and attitudes that constitute a societys stability and integrity and promote development. Social safety nets are a part of social capital... Y por su parte Newton (1997) indica que el capital social puede ser visto como un fenmeno subjetivo, compuesto de valores y actitudes que influencian en cmo las personas se relacionan entre s. Incluye confianza, normas de reciprocidad, actitudes y valores que ayudan a las personas a trascender relaciones conflictivas y competitivas para conformar relaciones de cooperacin y ayuda mutua (Kliksberg, 2000) Brehm y Rahn (1997) lo definen como the web of cooperative relationships between citizens that facilitate resolution of collective action problems. La definicin de Pennar (1997) establece que el capital social es the web of social relationships that influences individual behaviour and thereby affects economic growth (citado en Adler y Kwon, 2002). Collier (1998) identifica el capital social con ciertas formas de interaccin social que hacen posible la operacin de mecanismos como la confianza y las normas, produciendo externalidades. Joseph (1998) lo define como el vasto conjunto de ideas, ideales, instituciones y arreglos sociales, a travs de los cuales las personas encuentran su voz y movilizan sus energas particulares para causas pblicas.
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The World Values Surveys es un instrumento diseado para medir de forma comprehensiva reas como religin, poltica, economa, vida social. www.worldvaluessurvey.org
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En otros mbitos, algunos autores han identificado el capital social con la confianza, como Fukuyama (1999) para quien el capital social son las normas y valores que promueven la cooperacin social. Michael Woolcock (2001) ha dicho que Social capital refers to the norms and networks that facilitate collective action. Segn Alex Inkeless (2000) no ha existido un estudio sistemtico suficientemente comprensivo a este nivel, lo que ha valido gran cantidad de crticas no slo al trabajo de Putnam, sino tambin al que otros expertos han desarrollado. Segn las crticas es muy difcil aplicar una medida que permita identificar el capital social no slo de un pas sino establecer comparaciones objetivas al respecto. La mayora de los instrumentos utilizados para estudiar el capital social a nivel de regiones o de naciones no han sido diseados de forma especfica para el capital social (entendindolo como un constructo multidimensional), sino que utilizan alguna variable integrada en instrumentos de medicin mayores que pueden ser relacionadas con el capital social (por ejemplo, la confianza) El estudio del capital social a nivel societal tambin ha recibido una serie de crticas relacionadas con su poco dinamismo y la escasa atencin que presta a los aspectos del contexto que influyen en su formacin y desarrollo. Una de las posturas es que al identificar el capital social como atributo de las naciones se est negando la heterogeneidad del concepto. Efectivamente, el capital social, al igual que otras formas de capital mencionadas, no es homogneo. Puede manifestarse de maneras muy distintas dependiendo de la regin considerada y, adems, las reglas que son vlidas para un pas pueden no ser aceptadas en otro (Portela y Neira, 2003) Asumir simplemente que podemos agregar el capital social para producir medidas de los recursos que posee una sociedad puede resultar errneo (Edwards y Foley, 1998). En este sentido, el propio acceso que las personas tienen hacia varias formas de capital social est influenciado por desigualdades de ubicacin geogrfica, as como por otras caractersticas como la raza, clase social, sexo, etc. (Crowley, 1997; Oliver, 1997). Ciertamente que el contexto socioeconmico y poltico juegan un rol igualmente importante al sealar y determinar el valor que una forma especfica de capital (financiero, humano, cultural o humano) puede tener en un determinado contexto (Edwards y Foley, 1998). Otras crticas indican que al comparar el capital social con la confianza o la cultura cvica se corre el riesgo de menoscabar su precisin analtica y el valor agregado que 64
puede ofrecer para el estudio de las dinmicas sociales. El concepto de capital social permite, sin embargo, una visin ms abierta de los posibles resultados de la accin. Por apertura de resultados de la accin se quiere decir que, segn el tipo de redes y de las relaciones que ellas establezcan con distintas esferas institucionales, pueden obtenerse resultados diversos (Trigilia, 2003). Por ltimo, otras posturas consideran que los estudios a este nivel han transferido caractersticas de instituciones democrticas anglosajonas a otras partes del mundo, asumiendo que son sociedades con iguales caractersticas, iguales formas de participacin, etc., cuando, por el contrario, la definicin caracterstica de muchas sociedades modernas es la heterogeneidad tnica, de casta o religin (Lijphart, 1991). Esto se acenta an ms si esperamos establecer comparaciones entre pases desarrollados y no desarrollados. A partir de las definiciones y estudios revisados podramos concluir que un nivel de agregacin demasiado amplio puede interferir a la hora de extraer conclusiones certeras que permitan identificar posibles causas de la existencia o no de capital social, a partir de caractersticas socioeconmicas, de raza, etc. Por otra parte, dado este nivel de integracin, no resulta fcil construir un instrumento que permita medir el capital social como constructo multidimensional, identificndolo ms bien con el grado de madurez cvica que posee una determinada sociedad y que tiene directa influencia en su grado de desarrollo y en el funcionamiento de sus instituciones. En la mayora de estos estudios no se ha tomado en cuenta el contexto en el que se inserta esta sociedad y que tiene incidencia en sus caractersticas. Por eso, la visin determinista de muchos de estos estudios ha dado lugar a diversas crticas. Una de las dificultades unidas a este nivel es la falta de mtodos de medicin ms ajustados, por lo que el desafo se plantea en el diseo de nuevas metodologas adecuadas a muestras de gran magnitud. 2.2.3 Nivel Comunitario Hemos decidido centrar nuestra atencin en este nivel, pues creemos que los pueblos indgenas pueden ser analizados en este nivel, ya que poseen caractersticas comunitarias que siguen mantenindose vigentes an en las zonas urbanas. En el captulo anterior sealbamos que los principales elementos a tener en cuenta a la hora de identificar a los pueblos indgenas: 1) tienen un territorio habitado histricamente; 2) disponen de una cultura y lengua propias y diferenciadas; 3) 65
existencia de instituciones sociales, polticas y culturales; 4) conciencia de pueblo; 5) sentido de preservacin de estos elementos. Respecto del territorio, y dado que nuestro inters se centra en los indgenas que habitan las zonas urbanas, debemos mencionar que este elemento perdura en la memoria histrica como territorio ancestral, pero que cabr estudiar si en las ciudades se mantiene una nocin geogrfica que sirva de base para la identificacin y, por ende, para el desarrollo de capital social. Efectivamente, estos elementos culturales se pueden crear y recrear en un contexto diferente al de sus comunidades de origen. Tal como sealan algunos expertos (Woolcock y Narayan, 1998), las culturas indgenas son, por naturaleza, comunitarias, con lo que situar su estudio en el nivel individual sera restrictivo. La mayora de los estudios sobre comunidades indgenas, aunque se realizan en zonas rurales, toman como nivel de anlisis los lazos comunitarios, enfatizando que el capital social permite a estas comunidades alcanzar lo que no podran hacer sin l, o, dicho de otra forma, el capital social permitira a las comunidades alcanzar ms cosas de las que podran lograr de forma individual (Inkeless, 2000). Desde el nivel individual han surgido contribuciones significativas para el anlisis de la pobreza, pues han destacado el apoyo decisivo que representan los lazos sociales para los pobres que intentan hacer frente a la vulnerabilidad. Aunque en su gran mayora estos trabajos tienden a resaltar los aspectos positivos del capital social, es necesario tambin dar cuenta de que los beneficios a obtener no dependen slo de la comunidad sino tambin de agentes externos como los sealados en experiencias con comunidades en Kenya (Narayan y Nyamwaya, 1996). En este sentido, el entorno se convierte en una variable a considerar. Podemos ubicar los estudios de Bordieu y Coleman en el nivel comunitario o grupal, a diferencia de Alejandro Portes quien los ubicaba en el nivel individual. Tanto Bourdieu como Coleman hacen extensas referencias al capital social como atributo de grupos sociales, colectividades y comunidades. Bourdieu seala la necesidad de realizar inversin orientada a la institucionalizacin de las relaciones grupales (Bourdieu, 1985). Asimismo, Coleman seala que el capital social no es una propiedad privada, divisible o alienable; sino que es un atributo de la estructura en la cual la persona se encuentra inmersa. El capital social beneficia a todos, no primariamente a las personas (Coleman, 1990). 66
Posteriores estudios tambin han entendido y definido el capital social desde el nivel comunitario, especialmente los del Banco Mundial. Deepa Narayan (1997), a partir de un trabajo realizado con comunidades en Tanzania, define el capital social como las reglas, normas, obligaciones, reciprocidad y confianza que se encuentran en las relaciones sociales, estructuras sociales y acuerdos institucionales los cuales permiten a sus miembros lograr sus objetivos individuales y comunitarios. Posteriormente, lo entiende como norms and social relations embedded in the social structures of society that enable people to co-ordinate action and to achieve desired goals (Narayan, 1999). Paldam y Svendsen (1999) definieron el capital social como el nivel de confianza existente en un grupo, que puede extenderse al resto de la sociedad, enfatizando que el capital social se refiere a normas y valores cuyo cumplimiento es vigilado y sancionado por los miembros de un grupo y no por terceros. Narayan y Pritchett (2000) presentan una definicin que puede facilitar la comprensin de lo que se considera capital social a este nivel: Sea una sociedad constituida por N nodos distintos (los cuales pueden ser hogares, si se ignoran las relaciones intrahogar, o individuos). Entre dos nodos i y j hay una conexin direccional (no necesariamente simtrica) que puede llamarse la intensidad de una relacin social dada entre i y j. Esta relacin social puede ser desde una disposicin o actitud (por ejemplo un sentimiento de mutua confianza, una buena voluntad para posponer la reciprocidad en el cumplimiento de las obligaciones), a una identificacin de parentesco, tnica o de grupo social culturalmente definida y construida (por ejemplo, primos, tribu o clan), hasta una unin o vnculo social adoptado voluntariamente (por ejemplo, un amigo o un miembro del mismo club de voluntarios). En esta abstraccin de la sociedad una definicin general de capital social es una cierta agregacin de las relaciones entre los nodos Una definicin muy citada es la de Elinor Ostrom (2000), quien seala que Social capital is the shared knowledge, understanding, norms, rules, and expectations about patterns of interactions that groups of individuals bring to a recurrent activity...When they face social dilemmas or collective-action situations...participants must find ways of creating mutually reenforcing expectations and trust to overcome the perverse short-run temptations the face. Asimismo, en un trabajo de sntesis de las principales investigaciones en este campo, Adler y Kwon (2002) proponen la siguiente definicin Social capital is the goodwill available to individuals or groups. Its source lies in the structure and content of the 67
actors social relations. Its effects flow from the information, influence, and solidarity it makes available to the actor. Como sealbamos anteriormente, el capital social entendido como atributo de comunidades ha acaparado la atencin de diversas instituciones relacionadas con el desarrollo y la lucha contra la pobreza. El Banco Mundial (1998) define el capital social como las instituciones, relaciones y normas que caracterizan la calidad y cantidad de las interacciones sociales en la sociedad. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) lo define como aquellos aspectos de la organizacin social, incluyendo redes, normas y confianza social que facilitan la coordinacin y cooperacin para beneficio mutuo12. Por su parte la OCDE (2001) lo define como redes junto con normas, valores y opiniones compartidas que facilitan la cooperacin dentro y entre los grupos13. La CEPAL (Comisin Econmica para Amrica Latina y El Caribe) ha desarrollado algunas investigaciones sobre capital social, especialmente en el mbito comunitario rural. En este sentido, Miranda y Monz (2003) lo han entendido como un activo de cooperacin, confianza y reciprocidad, que reside en las relaciones sociales y facilita el acceso a recursos escasos a travs de redes personales y emprendimientos colectivos. John Durston (2003) lo ha definido como el contenido de ciertas relaciones sociales (que combinan actitudes de confianza con conductas de reciprocidad y cooperacin) que proporcionan mayores beneficios a aquellos que lo poseen en comparacin con lo que podra lograrse sin este activo. Desde una perspectiva dinmica, Ral Atria entiende el capital social de un grupo como la capacidad efectiva de movilizar productivamente, y en beneficio del conjunto, los recursos asociativos que radican en las diferentes redes sociales a las que tienen acceso los miembros del grupo en cuestin (Atria, 2003). Entre las definiciones de capital social comunitario existen caractersticas
institucionales y funciones del capital social claramente identificables, entre las que se destacan el control social a travs de la imposicin de normas compartidas por el grupo y el sancionamiento de sus miembros; la creacin de relaciones de confianza entre los miembros de un grupo; la cooperacin coordinada en tareas que exceden las capacidades de una red; la resolucin de conflictos por lderes o una judicatura institucionalizada; la movilizacin y gestin de recursos comunitarios; la legitimacin de
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http://www.undp.org/csopp/CSO/NewFiles/toolboxcase1.htm OCDE. Informe The Well Being of Nations: the Role of Human and Social Capital
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lderes y ejecutivos con funciones de gestin y administracin; la generacin de mbitos y estructuras de trabajo en equipo (Durston, 2000). Entre los beneficios que se pueden esperar de las instituciones del capital social estn la prevencin y sancin de free riders o polizontes y la produccin de bienes pblicos creados por estas formas colectivas de capital social. Segn Alex Inkeless, entre los elementos que pueden encontrarse en el capital social comunitario se encuentran los siguientes (Inkeless, 2000): a) Instituciones sociales (familia, clan, tribu): Generalmente se entienden como capital institucional. Son esenciales para la reproduccin de los miembros de una sociedad y su mantenimiento. b) Patrones culturales: Entendidos como sistemas de ideas dominantes expresadas a travs de la religin, la ciencia, la filosofa y la cosmologa junto con normas culturales tales como aquellas que gobiernan las relaciones. Estos aspectos juegan un rol central en el xito que puede alcanzar una comunidad en otros mbitos. c) Modos de comunicacin y asociacin entre individuos y entidades colectivas: donde se incluyen las relaciones dentro de una organizacin, las relaciones entre organizaciones y tambin a travs de diferentes escenarios. d) Caractersticas psicosociales: Entre las que se encuentran la confianza, la reciprocidad, la colaboracin, entre otros elementos. A partir del anlisis anterior, podramos decir que el capital social comunitario consta de las normas y estructuras que conforman las instituciones de cooperacin grupal (Durston, 2000) y reside en sistemas complejos, en sus estructuras normativas, gestionarias y sancionadoras. Los mecanismos por los cuales se produce capital social comunitario abarcan tanto las expectativas de los individuos de reciprocidad como las sanciones comunitarias de las normas. Segn (Durston, 2000) la institucionalidad del capital social comunitario puede surgir a travs de por lo menos cuatro procesos diferentes: a) la coevolucin de estrategias de las personas; b) las decisiones racionales y conscientes de los individuos que componen una comunidad; c) la socializacin de las normas relevantes de una cultura en la infancia o niez; d) o tambin puede ser inducida por una agencia externa que aplica una metodologa de desarrollo de capacidades de gestin comunitaria. 69
Este ltimo aspecto resulta muy interesante, al entender que el capital social comunitario puede ser creado, reforzado o desarrollado intencionadamente por agentes externos (all donde falte o donde haya sido destruido) utilizando un amplio repertorio de metodologas de capacitacin en participacin, empoderamiento u otros (Durston, 1999a). De esta forma se amplan las posibilidades de anlisis del capital social pues su desarrollo y fortalecimiento no slo depender de las comunidades objeto de estudio sino que cabr considerar tambin las capacidades que stas generen a partir de las relaciones con otros actores (individuales o institucionales) los que pueden influir (positiva o negativamente) en sus dinmicas de desarrollo. Es decir, para que el capital social implique beneficios estables para una comunidad no slo requiere de fuertes lazos internos, sino tambin de su capacidad para generar lazos con otras comunidades o con otras instituciones, organizaciones, individuos, etc., que le permitan compartir e intercambiar informacin y conocimientos. En el siguiente apartado complementaremos los niveles de anlisis encontrados con estas dimensiones ms amplias y que implican la consideracin del capital social indgena urbano como un fenmeno complejo y multidimensional. La siguiente figura presenta los niveles de anlisis que hemos considerado as como las principales caractersticas que los identifican:
70
M ACRO
SOCIETAL
COMUNITARIO
INDIVIDUAL
Figura 1. Resumen de niveles de anlisis de capital social Fuente: Elaboracin propia sobre la base de autores revisados
2.3 Dimensiones del capital social: Bonding, bridging y linking social capital Dentro de la amplia literatura existente sobre capital social podemos encontrar algunos autores que se refieren a las dimensiones del capital social en trminos relacionales y que consideran el tipo e intensidad de los vnculos existentes entre las personas y su influencia en la generacin de capital social. Si bien el estudio de Robert Putnam en 1993 fue el que difundi esta idea de dimensionalidad, el primero en considerar la importancia de las relaciones para el desarrollo del capital social fue Mark Granovetter en 1973. Este autor consideraba que los actores econmicos no actuaban como tomos aislados sino que sus interacciones econmicas estaban embedded (incrustadas, enraizadas, inmersas) en las relaciones, redes y estructuras sociales. En su trabajo presentado en 1973, Mark Granovetter introduce la idea de la fuerza de los lazos dbiles (The strength of weak ties) para referirse al poder que las relaciones de tipo indirectas (fuera del crculo inmediato de familia, de amigos cercanos o de la propia comunidad) tienen en la bsqueda y obtencin de empleo. 71
En este sentido, seala que muchas nociones intuitivas sobre la "fuerza" de un vnculo interpersonal deberan verse satisfechas por la siguiente definicin: la fuerza de un vnculo es una combinacin (probablemente lineal) del tiempo, la intensidad emocional, la intimidad (confianza mutua) y los servicios recprocos que caracterizan a dicho vnculo. Cada uno de estos aspectos es independiente del otro, aunque el conjunto est altamente intracorrelacionado (Granovetter, 1973). En su propuesta, este autor seala que los lazos fuertes, aquellos que se dan con mayor intensidad y frecuencia, no bastan para generar beneficios sino que ser necesario invertir esfuerzos en generar tambin lazos dbiles, menos intensos y frecuentes, pero que en determinadas ocasiones son los que permiten acceder a entornos ms remotos y compartir informacin y conocimientos que, de otra forma, no seran accesibles a los individuos o grupos. De esta forma, factores como la demografa, el espacio territorial, la pertenencia a asociaciones, etc., debieran ser consideradas en el estudio del capital social. En ese sentido, algunos estudios sobre capital social empezaron a incorporar la idea de embededdness, los que entendan que: a) todas las formas de intercambio econmico estaban enraizadas en relaciones sociales; b) el proceso de enraizamiento se produca empricamente de distintas formas: como lazos sociales, como prcticas culturales, como estructuras polticas, los que tenan distintos efectos en la formacin de oportunidades y constricciones a las que las comunidades se enfrentaban); c) los beneficios que se obtenan de este proceso de enraizamiento en una comunidad concreta iban siempre acompaados de costes que luego podan ser beneficios y viceversa (Garrido y Moyano, 2002). Sin embargo, algunos autores sealaron que la idea de embededdnes no resultaba suficiente para analizar las complejidades del capital social, por lo que comenzaron a sugerir que era necesario complementar esta dimensin del capital social con la de autonomy (autonoma), la que hace alusin al grado en que los miembros de una comunidad tienen autonoma para acceder a grupos o reas de inters situados fuera de su propio grupo de pertenencia. De esta forma, para convertir el capital social en un factor positivo del desarrollo sera necesario que las relaciones sociales entre sus miembros estuvieran impregnadas de esas dos dimensiones: embededdness (enraizamiento en la propia comunidad) y autonomy (capacidad de los individuos para relacionarse con grupos ms amplios) (Garrido y Moyano, 2002). 72
Michael Woolcock fue uno de los primeros autores en introducir en sus estudios la idea de embededdness y autonomy. Sin embargo, Woolcock planteaba que el capital social poda presentarse en la prctica de diversas formas segn se combinaran sus dos dimensiones en los niveles micro y macro. Por lo tanto, la nocin de capital social deba ser ampliada, siendo necesario incorporar otras dimensiones que permitieran resolver dilemas dinmicos, es decir, los que garantizan la continuidad de las dinmicas iniciadas y el xito de las mismas a medio y largo plazo. Woolcock propone ampliar las dimensiones propuestas sustituyndolas por otras ms amplias. Para ello en los niveles micro ampla la dimensin de embededdness y la sustituye por la nocin de integration (integracin) que incluye tambin las relaciones con otros miembros de la comunidad. La dimensin de autonomy (autonoma), que haca referencia a la participacin de los individuos en redes extracomunitarias, es sustituida por la de linkage (conexin). Asimismo, en los niveles macro, la dimensin de embededdness es sustituida por la de institutional sinergy (sinergia entre instituciones), incluyendo la cooperacin pblico-privada. La dimensin de autonomy es ampliada y sustituida por la de organizational eficiency (eficiencia organizacional). En la siguiente figura podemos observar una sntesis entre las dimensiones sealadas por Woolcock y los niveles de estudio que hemos identificado para el capital social.
SINERGIA INSTITUCIONAL
MACRO
EFICIENCIA ORGANIZACIONAL
SOCIETAL
COMUNITARIO
INDIVIDUAL
INTEGRACIN
SOCIETAL MICRO
Figura 2. Dimensiones de capital social
CONEXIN
El modelo propuesto por Woolcock sirvi de base para el desarrollo de estudios posteriores. Efectivamente, el Banco Mundial, sobre la base del modelo de Woolcock 73
(1998) y de Robert Putnam (1993), identifica tres magnitudes bsicas que influyen en el desarrollo de las comunidades sobre la base de su capital social. Para ello propuso reemplazar el concepto de embeddedness por el de Bonding social capital, el de autonomy por el de Bridging social capital, introduciendo una nueva dimensin identificada como Linking social capital. Para el Banco Mundial, bridging social capital hace referencia a las relaciones entre conocidos, amigos distantes, asociaciones, miembros de comunidades distintas, es decir, trata de relaciones establecidas entre miembros ms heterogneos y pertenecientes a distintas comunidades, mientras que bonding social capital son relaciones entre miembros homogneos, es decir, familiares, amigos muy cercanos, miembros de una misma comunidad. Por ltimo, linking social capital constituye la capacidad para apalancar recursos, ideas e informaciones desde las instituciones formales, principalmente las del Estado, reconociendo as el papel que le cabe a ste en los procesos de desarrollo del capital social. Desde una perspectiva dinmica, el Banco Mundial entiende que estas dimensiones y sus diferentes combinaciones no siempre se mantienen iguales o constantes, sino que es posible identificar mayores o menores intensidades en una u otra, ya sea al hacer comparaciones temporales o de grupos o comunidades diferentes. Tambin seala que las posibilidades de generar un mayor bienestar para las comunidades o grupos estarn en directa relacin con la intensidad de estas dimensiones y de la gestin que estos colectivos puedan hacer de ella de acuerdo a la realidad imperante. Es decir, en algn momento ser preferible privilegiar el bonding social capital, pero luego ser necesario fortalecer tambin el linking o el bridging social capital. Consideramos que esta sntesis realizada por el Banco Mundial permite identificar las complejidades del capital social, especialmente en el momento de ubicarlo en un contexto determinado. Por otra parte, estas dimensiones influyen claramente en las posibilidades de desarrollo de una comunidad al incluir todas las posibilidades de interacciones, ya sea entre sus propios miembros, entre estos y otros grupos, o entre stos y otras organizaciones de distinto nivel jerrquico. Una aproximacin multidimensional sugerira que las diferentes combinaciones de estos tipos de lazos producen diferentes resultados, segn se presenten en un determinado contexto o situacin. La siguiente figura ejemplifica las dimensiones de bonding, bridging y linking social capital que podran darse en una comunidad: 74
COMUNIDAD
BONDING SOCIAL CAPITAL
3. Desarrollo emprico de la teora del capital social Como sealbamos al comienzo de este captulo, el desarrollo conceptual del capital social es relativamente nuevo, y por lo tanto, su estudio emprico ha crecido casi a la par de su desarrollo terico. En ese sentido, los investigadores se han interesado no slo por la teora sino tambin por encontrar mecanismos adecuados que les permitan medir el capital social, realizando esfuerzos por operacionalizar el concepto y aplicarlo a realidades concretas. Con ello esperan, entre otras cosas, dimensionar el stock de capital social disponible en un grupo, comunidad o sociedad; verificar su auge o declive; evaluar la incorporacin del capital social a proyectos de desarrollo o, en el caso que nos ocupa, entregar recomendaciones a los gobiernos u organismos de desarrollo (nacional e internacional) sobre las posibilidades que la inclusin del capital social puede ofrecer al diseo e implementacin de polticas, toma de decisiones estratgicas o inclusin social (Roberts y Roche, 2004). Al igual que sucede con el desarrollo terico, el desarrollo emprico del capital social tampoco han estado exentos de debate. En ese sentido, las principales controversias se han relacionado con la creacin de instrumentos pertinentes, la disponibilidad de datos adecuados y, principalmente, la definicin de variables e indicadores que puedan ser directamente relacionados con el capital social (Woolcock y Narayan, 1998; Portes, 1998; Inkeless, 2000; Grootaert et al., 2004). 75
Esto ha llevado a que algunos autores planteen la existencia de una brecha, de un vaco, entre el desarrollo conceptual y terico del capital social y el desarrollo emprico o el marco metodolgico adecuado. (Stone y Hughes, 2002). Una de las razones que se menciona para esta brecha deriva de la naturaleza abstracta de este concepto ya que se tratara de una idea o una elaboracin mental ms que una cosa tangible o concreta (Mignone, 2003). Como plantean Roberts y Rocher (2004) The question becomes one of measuring a phenomenon which is typified by abstract human relations such as trust, obligations and reciprocity in a way which, whilst remaining true to their complexities, reduces the level of abstraction in order to allow practical responses to be developed. Las distintas conceptualizaciones existentes para el capital social, as como los niveles analticos que hemos identificado en los puntos anteriores, han dado lugar al mismo nmero de aplicaciones empricas. En este sentido, la amalgama de fenmenos sociales que se han incluido en las definiciones del capital social no ha dado claridad respecto a lo que debiera medirse o estudiarse. Como explica Wall social capital is interpreted to mean both the relations, the networks and obligations existing in social situations and the product of those interactions. Therefore, it is not surprising that confusion has arisen over its measurement (Wall et al., 1998). Sin embargo, los esfuerzos por estudiar y medir de forma emprica el capital social no se han visto paralizados. Efectivamente, durante los ltimos aos se ha multiplicado el nmero de estudios que se ocupan de identificar los elementos constitutivos del capital social, las dinmicas de relaciones entre ellos y las variables e indicadores que mejor se ajustan a su operacionalizacin (Putnam, 1993; Brehm y Rahn, 1997; Narayan y Pritchett, 1997; Onyx y Bullen, 1998; Krishna y Uphoff, 1999; Rose, 1999; entre otros). Algunos de estos estudios no slo han dimensionado el capital social sino que han intentado establecer relaciones causales entre diferentes variables, tales como las que relacionan capital social y desempeo econmico (Knack y Keefer, 1997; La Porta et al., 1997; Knack, 1999) o capital social y eficacia gubernamental (Putnam, 2000; Rice, 2001) o capital social y salud (OCDE, 2003), entre otros. Tal como hemos anticipado, los resultados de estas investigaciones no han estado exentos de crticas y controversias relacionadas principalmente con la definicin de estas relaciones causales, con las fuentes de datos utilizadas o con los indicadores escogidos (Stone, 2000; Durlauf, 2002). Si bien algunos autores consideran que estos estudios proveen poca informacin acerca de cmo medir el capital social en relacin 76
con su definicin terica (Paxton, 1999), otros se inclinan por considerar que permiten un mejor entendimiento del concepto y que a partir de lo emprico es posible refinar y desarrollar aspectos tericos (Stone, 2001). Cabe destacar al respecto que la realizacin de estas investigaciones ha debido lidiar con problemas propios de una teora relativamente nueva, por lo que sus resultados responden en gran medida a las dificultades encontradas por los investigadores para suplir la escasez de datos disponibles o la falta de estudios anteriores que sirvan de base para la comparacin, situacin a la que ya hemos hecho anteriormente alusin (Commission Ressearch Paper, 2003). Sin embargo, resulta pertinente reconocer el aporte que estos estudios han hecho a la comprensin y al desarrollo del capital social en el mbito cientfico al intentar definir variables e indicadores representativos y relevantes para su medicin, susceptibles de aplicacin emprica, los que pueden servir de base a la mejora en la calidad de vida de las personas y de sus comunidades o pases (Inkeless, 2000; Commission Ressearch Paper, 2003). Por otra parte, la posibilidad de disponer de estudios aplicados nos permitira aprender de la experiencia y proponer un modelo de estudio del capital social indgena ms ajustado. Creemos que en este aspecto radica la importancia de ajustar los parmetros utilizados para medir el capital social y la necesidad de continuar investigando en esta materia, pues en la medida en que las mediciones sean ajustadas a la realidad, aportarn informacin fidedigna sobre el capital social de una determinada comunidad, pudiendo ayudar a facilitar la deteccin y el fortalecimiento de aquellos aspectos centrales a su desarrollo (Robinson y Williams, 2004). 3.1 Una propuesta de anlisis emprico del capital social Tal como hemos sealado anteriormente, tanto la teora como el desarrollo emprico del capital social han caminado juntos. Si bien algunos investigadores como Pierre Bourdieu (1980,1986) y James Coleman (1987, 1988, 1990) han realizado trabajos pioneros sobre capital social, no fue sino hasta 1993 con el trabajo de Robert Putnam sobre el desarrollo de las regiones en Italia, que se vislumbraron los alcances empricos que la aplicacin de este concepto poda tener y aportar a la ciencia y al desarrollo (principalmente en su vertiente poltica). A partir de all, los estudios realizados han sido variados tanto en su mbito de 77
aplicacin como en la operacionalizacin que sus autores han hecho del propio
concepto de capital social. De acuerdo con nuestra propuesta de identificar el estudio del capital social a partir de tres niveles distintos, los estudios aplicados tambin pueden ser clasificados en este sentido. Es as como encontramos aquellos que han procurado medir el capital social de un grupo o comunidad en un determinado contexto mientras que otros han preferido hacerlo a travs del estudio de distintos pases o sociedades. Asimismo, estn aquellos que han utilizado una definicin de capital social propia y aquellos que han preferido utilizar la desarrollada por otros autores (Stone, 2000). Con respecto a las variables identificadas, algunos estudios han optado por definir el capital social como un concepto unidimensional utilizando slo una variable a la hora de medirlo, mientras que otros lo han entendido como un constructo multidimensional y han incluido diferentes variables e indicadores en su medicin. Estas elecciones pueden derivar de los objetivos del estudio o de la disponibilidad de datos, entre otras razones (Stone, 2001). La siguiente tabla recoge, a modo de ejemplo, algunas elecciones realizadas por los investigadores que van desde opciones unidimensionales hasta multidimensionales:
Tabla 6. Comparacin de variables y niveles de anlisis Variables Nivel Pas Capital social Variable unidimensional Confianza (Fukuyama, 1995) Capital social Variable multidimensional Asociatividad Confianza Reciprocidad Compromiso cvico pblico (Putnam, 2000) Confianza Cooperacin Redes relacionales (Narayan, 1997)
Comunidad
Con el objeto de tener una visin ms completa de los estudios que se han llevado a cabo en el mbito del capital social, haremos una comparacin entre los principales estudios realizados a la fecha, seleccionando aquellos que consideramos de mayor relevancia tanto por el alcance que han tenido como por la novedad o riqueza que han aportado al estudio del capital social. Para ello hemos dividido estos estudios de acuerdo con el nivel de anlisis utilizado por sus autores y que se corresponden con la clasificacin hecha en el apartado anterior (nivel individual, comunitario y societal). Junto con esta clasificacin planteada, 78
identificaremos tambin aquellas dimensiones que consideramos nos facilitarn no slo la comparacin entre estos estudios, sino tambin la discusin posterior. Entre estas dimensiones sealaremos las definiciones entregadas por los autores para su estudio, las variables escogidas, los indicadores que se derivan de estas variables, las fuentes de datos utilizadas y el tipo de metodologa escogida. A efectos de facilitar la visualizacin de esta comparacin, a continuacin desarrollamos una tabla que contiene los resultados de estos estudios:
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Nivel Individual
N 1 Autor Brehm J. Rahn, W. (1997) y definicin Webs of cooperative relations between citizens that facilitate resolution of collective action problems Aplicacin: Estados Unidos 2 Deepa Narayan y Lant Pritchett (1997) Quantity and quality of associational life and the related social norms Aplicacin: Tanzania Descripcin Especificaron un modelo estructural de capital social conformado por la interaccin entre tres conceptos, donde enfatizan la existencia de una propiedad endgena y dinmica del concepto de capital social. Usando datos de la General Social Survey de 1972 a 1994 Construyeron una herramienta para medir capital social a partir de una muestra de 87 villas de sectores rurales de Tanzania (compuesta por un total de 1376 hogares), donde compararon el nivel de capital social y los resultados econmicos obtenidos por los habitantes de estas villas Variables - Confianza - Civic engagement Indicadores - Niveles de confianza social - Niveles de confianza en el gobierno - Membresa en asociaciones - Densidad de asociaciones - Participacin en actos pblicos Fuente General Social Survey (1972-1974) Tipo de estudio Cuantitativo
- Asociatividad
-Nmero de organizaciones - Nmero de miembros por organizacin - Caractersticas de las organizaciones - Percepcin de grupos ms importante - Preferencias de grupos - Heterogeneidad familiar ingresos.
Cualitativo
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Institutions, relationships, attitudes and values that govern interaction among people and contribute to economic and social development Aplicacin: Indonesia
En su estudio discute las dificultades para identificar indicadores de capital social, desarrollando una definicin conceptual y una definicin operacional de capital social. Para ello establece una serie de indicadores de capital social que han sido utilizados en numerosos estudios empricos en varios pases. Estos indicadores han sido calculados a nivel nacional y para que permitieran la comparacin a nivel internacional
- Asociaciones horizontales
- Nmero y tipo de asociaciones; - Nmero de miembros; - Participacin en toma de decisiones; - Nivel de heterogeneidad de los miembros, - Nivel de confianza entre los miembros; - Nivel de confianza en el gobierno; - ndice de libertades civiles; - Porcentaje de poblacin que sufre discriminacin poltica; - ndice de intensidad de discriminacin poltica; - Porcentaje de poblacin que participa en movimientos separatistas; - ndice de democracia; - ndice de corrupcin; - ndice de ineficiencia del gobierno; - ndice de libertad humana - Indicadores de movilidad social; - Medidas de tensiones sociales; - Fragmentacin etnolingstica; - ndice de homicidios; - ndice de suicidios; - Nmero de prisioneros por cada 100.000 personas; - Porcentaje de padres separados por hogar; - ndice de divorcios - Calidad de la burocracia; - Independencia del sistema judicial; - Riesgos de expropiacin y nacionalizacin; - Imposicin de contratos
Muestra de hogares
Cualitativo
- Integracin social
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stock de redes sociales formales o informales que los individuos usan para producir o asignar bienes y servicios al nivel micro Aplicacin: Rusia
Este autor enfatiza la prdida de indicadores empricos vlidos de capital social. Rose no realiza ningn anlisis economtrico de los datos que ha recogido sobre las relaciones sociales en Rusia. El simplemente reporta la distribucin marginal de las respuestas a varias preguntas y desde las que dibuja sus conclusiones. Sus preguntas se focalizan en la existencia de relaciones informales y las compara con las redes formales de sociedades anti-modernas como en Rusia.
- Asociatividad
Muestra individual
Cualitativo
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Nivel comunitario
N 5 Autor Deepa Narayan (1997) definicin Rules, norms, obligations, reciprocity, and trust embedded in social relations, social structures, and societys institutional arrangements which enable its members to achieve their individual and community objectives Aplicacin: Tanzania Descripcin La muestra incluy ms de 6000 personas de 87 villas diferentes. Utilizaron tres tipos bsicos de recoleccin de datos: mtodos participativos, entrevistas con informantes claves e instrumentos de muestra a nivel de hogares. Buscaban medir la pobreza y el nivel de capital social Variables - Confianza Indicadores - Confianza en la familia - Confianza en la tribu o clan - Confianza en el lder - Confianza social (fuera del mbito cercano) - Nivel de cooperacin - Espritu de cooperacin - Nmero de miembros - Valores y actitudes - Cohesin social Fuente General Social Survey Tipo de estudio Cuantitativo / cualitativo
- Unidad (cooperacin)
- Actividad asociativa -a) Organizaciones formales (iglesias, cooperativas, hospitales, polica, etc.) b) Organizaciones informales (crditos rotativos, grupos de mujeres, clubes deportivos, grupos culturales, etc.)
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No entrega definicin. Su esfuerzo es demostrar que el capital social debe medirse a nivel comunitario a travs de diferentes variables Aplicacin: Australia
Es un estudio aplicado en comunidades de Australia, exploraron el concepto de capital social desde el mbito terico y emprico. Dibujado sobre trabajos anteriores de Bourdieu, Coleman y Putnam, estos investigadores aplicaron un cuestionario con 68 preguntas usando herramientas en las cuales incluan las dimensiones utilizadas hasta el momento para medir capital social (redes, reciprocidad, confianza, normas sociales). De estas variables derivaron 8 dimensiones generales que deben incluirse en el estudio del capital social. La muestra incluy 1211 personas entre 18 y 65 aos de edad.
- Ayuda en grupos voluntarios - Participacin en reuniones (ltimos 6 meses) - Participacin en grupos - etc. - Visita a familiares y amigos - Disponibilidad de informacin para tomar decisiones - Libertad de expresin - Seguridad en vas pblicas - Confianza social - Ayuda a extraos - Ayuda a amigos - Solicitud de ayuda a vecinos - Visitas a vecinos - Conversaciones con amigos - Conversaciones recientes con diferentes personas - Percepciones del multiculturalismo en su rea - Convivencia con personas de otras culturas - Se siente valorado por la sociedad? - Valoracin de los actos cometidos - Sentimiento de pertenencia al mbito de trabajo - Amistades con compaeros de trabajo - Sentimiento de formar parte de un equipo de trabajo
Entrevistas individuales
Cuanittativo/ cualitativo
- Funcin social o proactividad en contextos sociales. - Sentimientos de confianza y seguridad - Conexiones o lazos vecinales
- Valor de la vida
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Cognitive or institutional assets that create propensities for mutually beneficial collective action. These arise from roles, networks, and other social relationships that facilitate such cooperative behavior, or from norms, values and other cognitive commitmments that predispose people to work together to mutual benefit Aplicacin: Rajasthan, India
La muestra incluy a 60 villas de 16 distritos de Rajasthan (India), todas beneficiarias de algn programa de desarrollo del Banco Mundial y que hubieran obtenido resultados diferentes. Estos programas se relacionaban con la distribucin de aguas al interior de estas villas. La metodologa incluy entrevistas con 2.397 individuos
- Participacin en toma de decisiones - Tcnicas de movilizacin y gestin de recursos - Gestin de las comunicaciones - Mecanismos de resolucin de conflictos - Confianza - Confianza social - Identidad
Muestra de hogares
Cuantitativo / cualitativo
Social capital is the norms, networks and social relations embedded in formal an dinformal institutions of society that enable people to coordinate actino in achieve desired goals Aplicacin: Bolivia
En su estudio consideran que la efectividad con la cual el capital social en la forma de asociaciones locales puede lograr su rol en diseminar informacin, reducir conductas oportunistas y facilitar la toma de decisiones colectivas depende en muchos aspectos de la asociacin reflejada en su estructura, su membresa y su funcionamiento
- Asociatividad
- Densidad (Nmero de miembros por hogar que pertenecen a una organizacin) - Heterogeneidad (Vecindad, Grupo familiar, Ocupacin, Status econmico, Religin, Gnero, Edad, Nivel de educacin, Afiliacin poltica) - Participacin en reuniones (promedio de veces que una persona de un hogar particip en reuniones, normalizado por el nmero de miembros de cada hogar)
Cuantitativo/cualitativo
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Activo de cooperacin y reciprocidad que reside en las relaciones sociales, y que puede redundar en beneficios y/o movilizacin de recursos para individuos y grupos Aplicacin: Chile (mbito rural)
Es un estudio realizado en dos comunidades mapuches, donde sus habitantes son pobres, con pequeas extensiones de tierra, pero que poseen activos intangibles relacionados con sus sistemas socioculturales. La hiptesis es que el capital social comunitario es un recurso que poseen muchas comunidades con potencial para alimentar sinergias entre el estado y la sociedad civil. Se busc detectar las formas de capital social y cultural, registrar las interacciones entre agencias y comunidades, entre otros objetivos
- Reciprocidad
- Rituales compartidos - Ayuda econmica mutua - Red de matrimonios - Identidades territoriales - Experiencia organizacional - Vnculos intercomunitarios - Liderazgo - Confianza en la comunidad - Confianza en los lderes - Confianza con organismos pblicos
Cualitativo
- Redes
- Confianza
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No asumen una definicin. Intentan medir solo la confianza Aplicacin: Harvard (Pregrado)
En su estudio sobre capital social se centran en la confianza pues es trascendental para la teora del capital social, lo que se necesita indicadores ms fiables al respecto (Putnam, 1995). Mucha de la investigacin descansa en preguntas actitudinales desde muestras globales (General Social Survey) con preguntas que son muy vagas, abstractas y difciles de interpretar. Se enfocan en la confianza monetaria. Utilizan una muestra de 258 estudiantes de pregrado de Harvard.
- Confianza
- Nivel de prstamos de dinero - Solicitud de prstamos de dinero - Entrega de donaciones - Horas trabajadas remuneradas (por semana)
Cuestionario a individuos
Cuantitativo
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Nivel societal
N 11 Autor Robert Putnam (1993) definicin aquellos rasgos de la organizacin social como confianza, normas y redes que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando acciones coordinadas Aplicacin: Italia 12 La Porta R. Et al (1997) propensity of people in a society to cooperate to produce socially efficient outcomes and to avoid inefficient noncooperative traps such as that in the prisoner`s dilema Aplicacin: Casi 40 pases (miembros de la World Values Surveys, entre ellos, Alemania, Portugal, Brasil, Estonia, Lituania, Polonia, Noruega, Holanda, Luxemburgo, Italia) Descripcin Para medir el capital social introduce una medida de capital social al nivel de pas haciendo un anlisis de las diferencias en la eficiencia institucional y su influencia en el desarrollo econmico entre el norte y el sur de Italia. Variables - Civic Engagement Indicadores - Densidad de clubes y asociaciones - Nmero de lectores de prensa - Votaciones - preferencia en votaciones Fuente Entrevistas individuales, estudio de casos, fuentes oficiales Tipo de estudio Cuantitativo
Estn interesados en los efectos de la confianza sobre el desempeo en grandes organizaciones. Su medicin de la confianza proviene de la World Values Survey. Utilizan la pregunta: ...Generally speaking, would you say that most people can be trusted or that you cant be too careful in dealing with people?.El porcentaje de personas que responden si les entrega la medicin de la confianza dentro de un pas
- Confianza
- Efectividad del gobierno: medidas a travs de inversiones en el sistema judicial; corrupcin; calidad de la burocracia y confianza en el pago de impuestos. - Participacin cvica: Participacin en actividades cvicas y en asociaciones profesionales. - xito de las grandes organizaciones
Cuantitativo/ cualitativo
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trust, cooperative norms and associations that facilitate economic growth Aplicacin: 29 pases (entre ellos Noruega, Suiza, Finlandia, Canad, Australia, Japn, Alemania, Argentina, Chile, Portugal, Mxico, Brasil, India, Sudfrica, Estados Unidos, Gran Bretaa)
En su estudio exploran diversos aspectos relacionados con el capital social y el desempeo econmico: a) La relacin entre la confianza interpersonal, normas de cooperacin cvicas y algunas polticas y otros links a travs de los cuales estas dimensiones de capital social pueden tener efectos econmicos; b) las hiptesis de Putnam y Olson sobre la relacin entre actividad asociativa y crecimiento; c) los determinantes de la confianza y las normas de cooperacin cvica, incluyendo niveles de actividad asociativa e instituciones formales. Como fuente de datos utilizan la World Values Surveys
- Confianza (a travs de la pregunta ...Generally speaking, would you say that most people can be trusted or that you cant be too careful in dealing with people?, - Cooperacin cvica (a travs de la pregunta :...Can always be justified, never be justified or sometging in between. A) claiming government benefits wich you are not entitled to; B) avoiding a fare on public transport; C) cheating on taxes if you have the chance; D) keeping money that you have found; E) Failing to report damage you`ve done accidentally to a parked vehicle.
Cuantitativo
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Social capital is the idea that individuals and groups can gain resources from their connections to one another (and the type of this connections) Aplicacin: Estados Unidos
Este estudio surge a partir de una crtica al trabajo de Robert Putnam sobre el declive del capital social en Estados Unidos. La autora ve que el declive se est produciendo en ciertos aspectos del capital social relacionado con algunos bienes pblicos como la eficiencia democrtica. Las divergencias en estas visiones las observa en que 1) no existe acuerdo sobre el concepto de capital social y sus criterios de medicin; 2) la valoracin del capital social descansa sobre un solo indicador. El capital social es un concepto multidimensional y no puede ser capturado con una sola variable. Usa datos de la General Social Surveys o GSS porque contienen mltiples datos que cubren un perodo largo de tiempo
- Confianza
- Porcentaje de individuos que estn de acuerdo con la afirmacin that most people can be trusted; porcentaje de individuos que estn de acuerdo con la afirmacin most people are honest - Nmero de organizaciones - Densidad de clubes y asociaciones - Participacin en organizaciones
Cuantitativo
- Asociatividad
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Peter (1997)
Hall
Networks of sociability, both formal and informal, and norms of social trust associated with such networks Aplicacin: Gran Bretaa
Examina el capital social en Gran Bretaa. Dice que aunque se debe resaltar las asociaciones voluntarias, deben considerar la participacin en acciones de caridad y en relaciones informales con amigos o vecinos
- Membresa en organizaciones . Nivel de participacin en organizaciones - Actividades de caridad y voluntarias - Uso del tiempo libre - Lugares de ocio - Confianza social
Cuantitativo/ cualitativo
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Features of social organization, such as networks, norms and social trust that facilitate coordination and cooperation for mutual benefit Aplicacin: Estados Unidos
Siguiendo su experiencia en Italia, sigui su exploracin en Estados Unidos. A travs de un estudio basado en datos de asociaciones de distinto tipo ( The Roper Survey, DDb Needham) y tomando como base su variacin en el tiempo, demostr que el capital social estaba en declive
- Vida comunitaria
- Compromiso Pblico
- Porcentaje de individuos que pertenecen a una organizacin local; - Porcentaje de individuos que ocupan algn cargo en organizaciones (ltimo ao); - Nmero de organizaciones cvicas por cada 1000 habitantes; - Nmero de reuniones en las que particip durante el ltimo ao; - etc. - Cambios en elecciones presidenciales; - Porcentaje de individuos que participaron en reuniones del pueblo en el ltimo ao; - Nmero de organizaciones no gubernamentales por cada 1000 personas; - Media del nmero de horas trabajadas en algn proyecto comunitario en el ltimo ao; - Media del nmero de horas dedicada al voluntarismo durante el ltimo ao. - Porcentaje de individuos que dedican tiempo a visitar a los amigos; - Media del nmero de horas en las que se qued en casa durante el ltimo ao - Porcentaje de individuos que estn de acuerdo con la afirmacin that most people can be trusted; porcentaje de individuos que estn de acuerdo con la afirmacin most people are honest.
Cuantitativo/ cualitativo
- Voluntarismo Comunitario
- Sociabilidad informal
- Confianza Social
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17
Adoptan la siguiente definicin de Coleman (1998) social capital is...not a single entity, but a variety of different entities having two characteristics in common: they all consist of some aspect of social structure, and they facilitate certain actions of individuals who are within the structure. Like other forms of capital, social capital is productive, making posible the achievement of certain ends that would not be attainable in its absence Aplicacin: Casi 40 pases (miembros de la World Values Surveys, entre ellos, Alemania, Portugal, Brasil, Estonia, Lituania, Polonia, Noruega, Holanda, Luxemburgo, Italia)
En este estudio intentan evaluar las caractersticas psicolgicas del capital social y como se mantienen estables o variables a nivel de pases. Propone cuatro categoras de fenmenos que pueden ser incluidas dentro del capital social. Dependiendo de la orientacin terica que uno adopte, puede elegir dar ms o menos importancia a cualquiera de estas categoras. Prefieren aproximaciones ms cualitativas y no meramente cuantitativas, pues de esta forma se pueden capturar una serie de datos relevantes. Toman como base los estudios de Hofstede (1980) e Inglehart (1997)
- Membresa en organizaciones - Relaciones con la familia - Sistemas de ideas dominantes expresadas en religin, ciencia, filosofa y cosmologa; - Normas culturales tales como aquellas que gobiernan las relaciones - Relaciones al interior de una organizacin - Relaciones entre organizaciones - relaciones en diferentes contextos - Confianza - Confianza social
Cualitativo
- Caractersticas psicosociales
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Adoptan la definicin de Putnam (1993) que entiende el capital social como aquellos rasgos de la organizacin social como confianza, normas y redes que pueden mejorar la eficiencia de la sociedad facilitando acciones coordinadas Aplicacin: Espaa
Tomando como base el estudio realizado por Robert Putnam en Italia, aplican estos supuestos al caso espaol, a travs del estudio aplicado a las 17 comunidades autnomas espaolas, esperando que aquellas que tienen ms capital social sern las comunidades con confianza social generalizada, con estrategias cooperativas en las interacciones sociales y polticas y en las que se cuenta con un denso tejido asociativo.
- Alto inters por la poltica autonmica - % de poblacin lectora de prensa diaria - Alto grado de informacin poltica del gobierno autonmico - Asociaciones econmicas y profesionales (por cada 10.000 hab.) - Asociaciones filantrpicas y asistenciales (por cada 10.000 hab.) - Individuos que afirman pertenecer a 12 asociaciones diferentes.
- Encuestas realizadas por el Centro de Investigaciones Sociolgicas (1992-1998) sobre muestras autonmicas. - Indicadores y estadsticos regionales
Cuantitativo / cualitativo
- Tejido asociativo (predominio de produccin de bienes privados vs produccin de bienes pblicos) - ndice de participacin asociativa
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3.2 Consideraciones para el anlisis comparativo de los estudios revisados Tal como hemos indicado, los estudios realizados hasta el momento son variados. Sin embargo, la tabla que hemos desarrollado nos permite identificar una serie de caractersticas comunes que pueden ayudarnos en la elaboracin de un marco conceptual y metodolgico ms general, el que luego tendr que ser acotado a los fines de nuestra investigacin (los indgenas que habitan en las zonas urbanas). 1. En primer lugar, con respecto a las definiciones utilizadas, observamos que todas ellas toman en cuenta el aspecto relacional del capital social y su focalizacin en las redes sociales. En este sentido, Coleman seala que el capital social no es una propiedad privada, divisible o alienable; sino que es un atributo de la estructura social en la cual la persona se encuentra inmersa. El capital social beneficia a todos, no primariamente a las personas (Coleman, 1990). Asimismo, Bourdieu seala la necesidad de realizar inversin orientada a la institucionalizacin de las relaciones grupales (Bourdieu, 1985). Con esto reforzamos la visin de que el capital social es propiedad de grupos ms que de individuos lo que se refleja en las opciones hechas por los investigadores a la hora de medir el capital social (Statistics New Zealand, 2001). 2. En segundo lugar, se mencionan aspectos de funcionalidad. Es decir, las relaciones se ponen en marcha con un determinado fin (sea conciente o inconsciente) facilitando a los miembros participantes el logro de objetivos comunes. En este sentido, se plantea que el capital social tiene funciones claramente identificables, entre las que se sealan a) el control social a travs de la imposicin de normas compartidas por el grupo y el sancionamiento de sus miembros; b) la creacin de confianza entre los miembros de un grupo; c) la cooperacin coordinada en tareas que exceden las capacidades de una red; d) la resolucin de conflictos por lderes o una judicatura institucionalizada; e) la movilizacin y gestin de recursos comunitarios; f) la legitimacin de lderes y ejecutivos con funciones de gestin y administracin; g) la generacin de mbitos y estructuras de trabajo en equipo (Durston, 2000). 3. En tercer lugar, respecto de los datos utilizados, podemos resaltar que la mayora de estos estudios han utilizado fuentes de datos dismiles (World Values Survey, General Social Survey, etc.), los que abarcan desde muestras 92
internacionales hasta entrevistas a nivel de hogares o individuos (aunque no relacionadas directamente con capital social). Por otra parte, estn aquellos estudios que han hecho esfuerzos por disear instrumentos de medicin especficos al capital social a travs de indicadores y variables especficos. En este sentido, esta disponibilidad de datos o los propios objetivos de la investigacin han influido tanto en la definicin de capital social utilizada como en la eleccin de variables e indicadores. Adems, dependiendo de las necesidades informativas el anlisis tambin puede variar. Por ello, algunos autores recomiendan, antes de comenzar el proceso de investigacin, clarificar qu es lo que se quiere medir (variables e indicadores), acerca de quin o quines (individuos, comunidades, pases, etc.) y para qu se quiere medir (elaboracin de polticas, diseo de proyectos, focalizacin de inversiones, etc.) (Commission Research Paper, 2003). 4. En cuarto lugar, otro aspecto a destacar de los estudios es que en su mayora han considerado elementos del entorno que influyen y dibujan caractersticas especficas del capital social. Efectivamente, los contextos cultural, social o poltico influirn no slo en los resultados a obtener sino en el acceso mismo a estos datos y, posiblemente, en las formas de aproximacin, en trminos de costumbres, valores, tradiciones, intercambios propios de un determinado grupo o comunidad. La revisin hecha hasta el momento de los estudios realizados y de los esfuerzos de los investigadores por operacionalizar el capital social y, de esta forma, utilizar la informacin recogida para mejorar la calidad de vida de las personas, muestra un claro avance en la materia. Respecto de las limitaciones qe an subyacen al estudio del capital social podemos encontrar las siguientes: a) La eleccin del tipo de estudio: algunos de estos estudios se centran slo en la medicin de aspectos cuantitativos del capital social (confianza, asociatividad, compromiso, etc.) lo que no permite analizar en profundidad aspectos que escapan a este tipo de medicin y que pueden arrojar informacin importante con respecto a la calidad de estas variables (Commission Research Paper, 2003). b) La eleccin de variables: algunos investigadores han preferido utilizar una sola variable de capital social que no refleja la naturaleza multifactica de 93
este concepto y pierde de vista los efectos que las interrelaciones entre distintas variables tienen en los resultados obtenidos (Paxton, 1999; Stone, 2001); c) La eleccin y redaccin de preguntas: el tipo de preguntas que se utilizan para medir aspectos como la confianza o la reciprocidad pueden tener distintas interpretaciones dependiendo del contexto en que se aplique, por lo que no se pueden hacer generalizaciones de los resultados (Knack y Keefer, 1997); d) Aspectos de diferenciacin: relacionado con lo anterior, no siempre se toma en cuenta diferencias en el tipo de redes escogidas o en la clase social de los individuos participantes en la muestra, que son factores que influyen en las variaciones en los niveles de capital social (Stone, 2001). e) El diseo de la investigacin: Asimismo, aunque la literatura terica enfatiza la importancia de distinguir entre bonding social capital, bridging social capital y linking social capital, pocas veces los investigadores los toman en cuenta en sus trabajos empricos (Stone, 2002). Ms all de estas limitaciones, los estudios revisados han enriquecido el desarrollo de la teora del capital social, tanto conceptual como emprica, facilitando la identificacin de elementos que pueden ser considerados y, por tanto, ser susceptibles de anlisis. Asimismo, han facilitado a diversos organismos internacionales de cooperacin, la inclusin del capital social en sus proyectos y programas de desarrollo comunitario, as como permitir a los gobiernos el diseo e implementacin de polticas pblicas pertinentes. Para ello, algunos de estos organismos han diseado herramientas a ser aplicadas en diferentes contextos, los cules an deben ser objeto de ajustes en virtud de sus continuas aplicaciones14. A continuacin, y sobre la base del desarrollo terico y emprico anteriores, haremos una propuesta acotada para definir un modelo de estudio del capital social aplicable a comunidades indgenas que habitan en zonas urbanas, el que debe considerar, por una parte, variables generales propias de la teora del capital social, pero tambin, por otra parte, debe incluir aspectos dimensionales y del entorno que pueden definir los resultados a encontrar en la realidad. En sntesis, para la definicin de este modelo se considerar:
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a) La revisin terica y metodolgica realizada hasta el momento, de manera de extraer variables pertinentes al estudio del capital social indgena; b) Relacionado con lo anterior, la seleccin y consideracin de estas variables de acuerdo a la realidad de las comunidades indgenas urbanas; c) La explicitacin de los fines de nuestro estudio, en el sentido de que la informacin recogida sobre capital social indgena en zonas urbanas debe servir de base al diseo de polticas pblicas, planes y programas orientados al desarrollo indgena urbano; d) La necesidad de considerar a los pueblos indgenas urbanos como actores clave de su propio desarrollo.
4. Hacia un modelo de estudio del capital social indgena urbano Tal como hemos sealado en los apartados precedentes, tanto el desarrollo terico como emprico del capital social ha sido simultneo, situacin que ha favorecido la aparicin de diferentes modelos y propuestas para aproximarse al estudio del capital social. Sin embargo, a partir de las revisiones realizadas, podemos identificar una serie de elementos comunes generales que, a nuestro juicio, debieran servir de insumo para un modelo integrador que permita el estudio del capital social indgena urbano. Entre los elementos que debieran nutrir nuestra propuesta de modelo se ecuentran los siguientes: 4.1 Categoras del capital social: Norman Uphoff y C.M Wijarayatna (2000) proponen una distincin, en trminos analticos, entre dos categoras de capital social. Para ellos la teora del capital social busca identificar las variables cognitivas y afectivas (estados mentales y psicolgicos) que al ser compartidas y profesadas por ms de una persona se transforman en variables estructurales (estructura de organizacin y redes formales o informales). Para estos autores existen, por tanto, un capital social cognitivo (ubicado en el plano abstracto) y un capital social estructural (ubicado en el plano concreto), pero siendo ambos parte de un mismo constructo. El capital social cognitivo es un concepto subjetivo e intangible. Se refiere a las normas, valores, confianza, actitudes y creencias compartidas por un grupo humano (Grootaert y van Bastelaer, 2001). El 95
capital social estructural se refiere principalmente a organizaciones (formales e informales) y a redes organizacionales y asociativas. La principal diferencia existente entre ambas categoras es que las formas estructurales de capital social son relativamente externas y objetivadas. Esta categora proviene de diversos aspectos de las relaciones sociales que pueden ser descritos y modificados explcitamente. Las actividades mentales que sirven de base a las acciones colectivas mutuamente beneficiosas (ACMB), por otro lado, representan formas cognitivas de capital social que son ms internas y subjetivas. Las dos formas interactan, por supuesto, y en la prctica estn relacionadas. Es decir, las acciones sociales y las ideas culturales interactan y se retroalimentan sin que se determinen una a la otra (Durston, 1999b). Los dos dominios del capital social estn intrnsecamente conectados pues aunque el capital social estructural puede ser observable en s mismo, en definitiva, proviene de procesos mentales, facilitados por el capital social cognitivo. Consideramos que esta distincin analtica propuesta por estos autores es consistente con las conceptualizaciones y operacionalizaciones propuestas por los principales investigadores del capital social que hemos revisado, los que incluyen elementos estructurales y cognitivos en sus definiciones y anlisis aunque, segn estos autores, desde una aproximacin ms bien descriptiva que analtica. En este sentido, una propuesta de modelo para estudiar el capital social debiera distinguir los elementos propios de cada una de estas categoras (estructural y cognitiva), visualizndolos como un todo, tal como se expresa en la siguiente figura:
Plano conductual
Plano cognitivo
Figura 4. Categoras del capital social Fuente: Elaboracin propia sobre la base del modelo de Uphoff y Wijarayatna (2000)
96
4.2 Variables constitutivas del capital social: Tal como sealbamos en el punto anterior, es posible distinguir dos categoras de capital social: el estructural y el cognitivo. De la revisin terica y emprica realizada en este captulo podemos identificar una serie de variables susceptibles de ser incluidas en una de estas dos categoras, sin olvidar que ambas estn relacionadas y que, finalmente, forman parte de un mismo constructo. Bajo la categora de capital social estructural, la mayora de autores menciona variables como los roles, reglas, procedimientos y precedentes que se expresan materialmente en redes sociales especficas que establecen modelos de interaccin social, entre otros. Estas variables sirven de sustento a la toma de decisiones, movilizacin de recursos, comunicacin y resolucin de conflictos como soportes para la accin colectiva y para facilitar el compromiso en acciones colectivas de beneficio mutuo, al rebajar los costes de transaccin adems del aprendizaje social acumulado (Uphoff, 2000). Las formas estructurales de capital social facilitan las acciones colectivas mutuamente beneficiosas. El capital social cognitivo es un concepto ms subjetivo e intangible. Se refiere a las normas sociales, confianza, reciprocidad, cooperacin, entre otros (Grootaert y van Bastelaer, 2001) que predisponen a la gente a colaborar. Estas variables favorecen esa accin colectiva beneficiosa comn que mencionbamos anteriormente. Son personales en su origen pero normalmente reflejan de manera ms amplia, smbolos y conceptos compartidos dentro de una cultura. Las normas de confianza y reciprocidad se han escrito a menudo como formas de capital social cognitivo, pero pueden verse cmo los valores de veracidad, actitudes de solidaridad y creencias en la imparcialidad crean igualmente y mantienen un entorno en el que la accin colectiva mutuamente beneficiosa se hace posible (Uphoff y Wijarayatna, 2000). Asimismo, la inclusin de estas dos categoras y sus variables constitutivas significara la adopcin de una visin multidimensional, que enriquecera el conocimiento de cmo producir, desarrollar, fomentar y mantener el capital social a lo largo de un proceso (Grootaert y Van Bastelaer, 2001). Newton (1997) sugiere que el error de muchas investigaciones ha sido medir los elementos del capital social desde una perspectiva unidimensional, lo que no permite tomar en cuenta la dinmica de interacciones que se da entre sus componentes en la realidad. La medicin del capital social requiere entenderlo como un concepto multidimensional, 97
donde cada elemento influye en el comportamiento de los otros. Sin esta visin holstica difcilmente podremos comprender los alcances del capital social en accin (Stone, 2001). Por lo tanto, tomando en cuenta lo anterior, consideramos que las variables que pueden ser incluidas en el estudio del capital social y que captan las categoras cognitivas y estructurales del concepto, son las que resumimos en la siguiente figura:
V I S I O N M U L T I D I M E N S I O N A L
Plano conductual
Plano cognitivo
Figura 5. Categoras del capital social y elementos constitutivos Fuente: Elaboracin propia sobre la base del modelo de Uphoff y Wijarayatna (2000)
4.3 Dimensiones del capital social: En el desarrollo terico precedente hemos hecho alusin a las dimensiones del capital social, que tienen una gran influencia en su desarrollo, especialmente a nivel de comunidades. Estas dimensiones son las de bridging social capital (que hace referencia a las relaciones entre conocidos, amigos distantes, asociaciones, otras comunidades o colectivos), bonding social capital (son relaciones entre miembros homogneos, es decir, familiares, amigos muy cercanos y pertenecientes a una misma comunidad) y linking social capital (es la capacidad para apalancar recursos, ideas e informaciones desde las instituciones formales, principalmente del Estado). Algunos autores sealan las dificultades que pueden surgir al no incluir y distinguir estas dimensiones en el estudio del capital social, pues se dejan fuera variables que 98
son determinantes, en muchos casos, del nivel de capital social encontrado en un contexto dado (Mignone, 2003). Por esta razn, creemos que un modelo adecuado debiera ser capaz de incluir estas dimensiones y analizar las interrelaciones entre las variables del capital social (tanto estructural como cognitivo) desde una perspectiva multidimensional, aunque tomando en cuenta que la propia naturaleza de un trabajo de investigacin puede privilegiar una de estas dimensiones por encima de las otras a la hora de recoger antecedentes tiles a los objetivos finales. De las diferentes interrelaciones producidas entre estos elementos resultar un determinado resultado en la creacin, fortalecimiento o desarrollo del capital social de una comunidad, as como la posibilidad de alcanzar los objetivos propuestos por ellos mismos. Las interrelaciones y las dimensiones del capital social pueden visualizarse en la siguiente figura:
Plano conductual
Plano cognitivo
Figura 6. Categoras del capital social, elementos constitutivos y dimensiones Fuente: Elaboracin propia sobre propuestas del Banco Mundial (1999)
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4.4 El entorno en el que se desenvuelve el capital social: Finalmente, algunos autores plantean la necesidad de considerar el contexto en el que se desarrolla el capital social y que influyen en l. El capital social no puede ser aislado de su entorno y ser construido artificialmente ya que en ste se encuentran variables que lo refuerzan y lo influyen (Spellelberg, 1997; Commission Ressearch Paper, 2003). Los factores culturales, locales e institucionales son reconocidos por su impacto sobre el incremento cualitativo en las comunicaciones, en las relaciones y en los intercambios entre individuos y actores sociales, en la produccin de mejores formas de interaccin social y en la reduccin de dilemas de accin colectiva. En este sentido, Ct y Healy (2001) sugieren que el estudio del capital social debe ser tan comprensivo como sea posible, efectuando un balance entre los aspectos subjetivos y los objetivos, sin perder de vista el entorno y su influencia. Ser necesario, en ese contexto, tomar en cuenta otros elementos que influenciarn los resultados de capital social y que generalmente estn relacionados con la cultura (Krishna, 2003). En nuestro caso particular, atender a elementos del entorno de los indgenas en zonas urbanas ser un elemento central, ya que en un contexto diferente al de sus territorios de origen y marcados por relaciones interculturales cotidianas, donde adems existe una cultura dominante que define, en cierta forma, los patrones generales de conducta y comportamiento, existirn situaciones determinadas o realidades particulares que pueden influir el tipo de capital social que posean las comunidades indgenas. En la siguiente figura proponemos un modelo de sntesis entre los cuatro grupos reseados y que proponemos como marco para estudiar el capital social:
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CONTEXTO INTERACIONES
LINKING SOCIAL CAPITAL
INTERACIONES
Plano conductual
Plano cognitivo
INTERACIONES
INTERACIONES
CONTEXTO
Figura 7. Modelo general para estudio del capital social Fuente: Elaboracin propia sobre investigaciones citadas.
Tal como sealbamos anteriormente, estos cuatro elementos conforman nuestro modelo de capital social en trminos generales, los que no deben ser visualizados en compartimentos estancos, sino como un continuo donde cada uno de ellos alimenta al otro, permitiendo comprender el fenmeno del capital social desde una perspectiva integral y dinmica. Esta visualizacin puede verificarse en la siguiente figura:
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Elementos
Categoras
Contexto
Dimensiones
Figura 8. Dinmica del estudio del capital social Fuente: Elaboracin propia
En el caso de los pueblos indgenas, si bien partimos de la base que todos los grupos usan capital social en sus estrategias y en la satisfaccin de necesidades econmicas, sociales y afectivas, debemos entender que en ese mismo medio social pueden existir normas o dinmicas culturales, sociales o polticas propias, que los distinguirn tanto de los grupos no indgenas como de otros pueblos indgenas. Estas normas o dinmicas deben ser conocidas tambin a la hora de disear y aplicar planes, programas o polticas destinados a los pueblos indgenas, para no erosionar el capital social existente con prcticas por ellos desconocidas o para potenciar aquellos elementos que favorecern el fortalecimiento de su capital social. Ello significa que tanto el Estado como los organismos que desarrollen actividades de apoyo a los pueblos indgenas son parte de un escenario que puede crear condiciones favorables o desfavorables para el desarrollo del capital social (Durston y Miranda, 2001). En el prximo captulo, a partir de las consideraciones realizadas respecto del modelo para el estudio del capital social, y recogiendo, asimismo, elementos conceptuales y empricos respecto de otras investigaciones en el mbito del desarrollo indgena, nos abocaremos a la tarea de identificar y definir aquellos elementos susceptibles de ser incluidos en un estudio del capital social acotado al mbito indgena urbano teniendo en mente que el objetivo de este estudio ser 102
aportar informacin de primera mano que apoye el diseo y la implementacin de polticas, planes y programas de desarrollo en la materia.
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CAPTULO III Capital social y pueblos indgenas: Hacia un modelo de estudio 1. La complejidad de un estudio culturalmente pertinente El estudio del capital social de las comunidades indgenas, especialmente cuando se encuentran inmersas en un ambiente ajeno al de sus comunidades de origen como es el caso de las zonas urbanas, requiere de una aproximacin cuidadosa que tome en cuenta todos aquellos elementos que forman parte de su propia cultura y que determinarn, en gran medida, el xito o fracaso de cualquier iniciativa. Como sealbamos en el primer captulo, la teora del capital social se convierte en un elemento importante a la hora de aplicar nuevas estrategias de desarrollo respetuosas con las diferencias. Efectivamente, la mayora de las estrategias de desarrollo no han tomado en cuenta la especificidad propia de los pueblos indgenas en trminos sociales, polticos, culturales o econmicos, sino que han generalizado y asumido unas caractersticas homogneas para toda una poblacin. En ese sentido, muchas iniciativas, aunque diseadas con las mejores intenciones, han fracasado al no tomar en cuenta estos elementos. Para la mayora de los pueblos indgenas latinoamericanos, la realizacin de su plan de vida depende de la existencia y de la preservacin, o incluso del florecimiento y el desarrollo de su cultura. En una sociedad multicultural como la actual, los Estados deben ser capaces de crear las condiciones para garantizar la satisfaccin de las necesidades (en su sentido ms amplio) de todas las personas (Oliv, 2004). Esto requerir de la existencia de espacios pblicos culturalmente inclusivos y socialmente diversos. Sin embargo, como hemos venido sealando a lo largo de esta investigacin, la exclusin de las culturas originarias de la cultura poltica no ha permitido la formacin de una cultura ciudadana pluralista e interculturada, necesaria en el mundo en el que vivimos (Tubino, 2004). Sin embargo, tal como proponemos en nuestro estudio, la teora del capital social permite entregar respuestas a las necesidades planteadas tanto por los gobiernos como por los organismos relacionados con la cooperacin y el desarrollo, en trminos de atender adecuadamente las prioridades de los pueblos indgenas. Es en este contexto donde la cultura, ligada al desarrollo y al capital social entendidos como acciones encaminadas a apoyar a las comunidades indgenas cobra especial 104
importancia, y puede jugar un papel determinante en el xito o fracaso de las estrategias utilizadas. Alkire (2005), en un estudio sobre pobreza e intervencin externa, seala que las principales crticas a las polticas pblicas o a las intervenciones de organismos internacionales relacionados con los pueblos indgenas son las siguientes: a) Proyectos ineficientes: No entender adecuadamente la influencia cultural de un pueblo lleva a asumir posturas errneas acerca de determinadas conductas o valores. b) Imposicin de valores: Intentan deliberadamente cambiar normas culturales o prcticas que se consideran negativas pero que no son entendidas en contextos culturales diversos. c) Recursos sin potenciar: Especialmente por no tomar en cuenta mtodos de trabajo, formas de relacin, riqueza cultural, etc. d) Falta de anticipacin: No han entendido o no se han anticipado a impactos culturales que pueden ser negativos para el grupo. Lo anterior nos indica que los pueblos indgenas no pueden ser entendidos y atendidos dentro de categoras mayores como ha sido la tnica de muchas iniciativas (pobres, campesinos, desempleados, etc.) sino que se necesita de un anlisis mucho ms profundo, ms integrado y complejo, de manera de rescatar y considerar sus propias especificidades, identificando aquellos elementos propios de su cultura que pueden facilitar o perjudicar la aparicin y/o el desarrollo del capital social. Ser necesario cambiar los paradigmas utilizados hasta el momento y que han dado claras seales de dificultad para permitir a los pueblos indgenas un desarrollo que los identifique y del cual se sientan actores centrales. Esto tiene que ver con el empoderamiento de los pueblos indgenas, generalmente marginados de los procesos de desarrollo, lo que requiere de la creacin de espacios para que estos pueblos puedan aumentar el control sobre sus recursos, ejerciendo su capacidad de eleccin y de control sobre su propio destino. De acuerdo con John Friedman (1992) el empoderamiento es una estrategia alternativa a la forma tradicional de promover el desarrollo. De esta forma, el empoderamiento trata de reparar la historia de exclusin del poder econmico y 105
poltico a la vasta mayora de la poblacin. El empoderamiento trata de humanizar el sistema y su objetivo a largo plazo es transformar la sociedad, incluidas las estructuras de poder (Friedman, 1992 citado en FRIDE, 2006). Por otra parte, Ghita Sen (1997) entiende que el empoderamiento es el proceso por el que se gana control en dos sentidos: control de los recursos (control externo) y control de la ideologa (control interno). Sen agrega un elemento importante: el empoderamiento slo ser sostenible si el individuo logra alterar la percepcin de si mismo y tomar control sobre su vida. Esto sera un proceso interno en el que el rol de los agentes externos (Estados, Agencias de Cooperacin, sociedad civil, etc.) sera el de catalizadores. Jo Rowlands (1997) entiende el empoderamiento de forma tridimensional: 1) personal (desarrollar el sentido del yo y de la confianza); 2) relacional (capacidad para negociar e influir en la naturaleza de la relacin) y 3) colectiva (trabajo conjunto para lograr un impacto ms amplio del que se podra haber alcanzado de forma independiente) (Rowlands, 1997 citado en FRIDE, 2006). En este sentido, si se trata de implicar activamente a los pueblos indgenas en la formulacin de estrategias y polticas de desarrollo, en la toma de decisiones, se puede crear un ambiente propicio para promover el empoderamiento. Es en este contexto humanizador de las polticas, programas y proyectos de desarrollo en el que ubicamos la teora del capital social, donde deben ser los propios pueblos indgenas los que definan el tipo de desarrollo que desean siendo el centro de estas polticas y programas. El capital social de los pueblos indgenas debe ser utilizado como base para su propio empoderamiento y para la construccin de espacios pblicos inclusivos y participativos. Ser necesario, por tanto, conocer qu tipo de relaciones establecen con su entorno prximo y lejano, el significado que atribuyen a los vnculos sociales con sus pares y otros actores sociales, particularmente en el espacio local. Esta dimensin es de suma relevancia cuando visualizamos a estos pueblos como actores protagnicos en la superacin o mejora de sus condiciones de vida. Asimismo, en el contexto de nuestro trabajo, la especial situacin de los pueblos indgenas que habitan en zonas urbanas adquiere relevancia, en la medida en que las migraciones han acelerado los intercambios entre culturas dominantes y culturas dominadas, afectando los procesos de construccin de identidad a partir 106
de complejos procesos de adaptacin. Como seala Tubino la modernizacin ha logrado generar mejores niveles de igualdad social y de libertad poltica en aquellas sociedades donde se gest a partir de tradiciones propias. El problema surge cuando se moderniza arrasando las tradiciones locales y no arraigndose en ellas (Tubino, 2004). Por lo tanto, ser necesario crear en las ciudades formas de convivencia respetuosas para construir democracias incluyentes, para construir un mundo plural en donde no exista un perfil de pensamiento sino una confluencia de fragmentos socio culturales, permitiendo a los individuos definir su identidad, no como ciudadano en el concepto abstracto de pertenencia a una sociedad territorial definida y a un Estado gobernante, sino a una identidad basada en valores tnicos y culturales concretos (Gavira citado en Paccari, 2004). La teora del capital social se convierte as en un elemento esencial a la hora de aplicar nuevas estrategias de desarrollo respetuosas con las diferencias, siendo un recurso intangible con potencial para alimentar sinergias entre polticas pblicas, proyectos o programas y los propios pueblos indgenas (Durston, 1999b). En palabras de Robert Putnam as como lo primero que hacen los doctores es cerciorarse de no causar dao a los pacientes, el gobierno (y las agencias de desarrollo) deben cuidar de no destruir el capital social15. Es por ello que el estudio del capital social indgena, especialmente cuando se encuentran en un entorno diferente al de sus comunidades de origen y compartiendo de manera cotidiana con una cultura mayoritaria diferente, requerir de una aproximacin integral que tome en cuenta no slo aquellos aspectos propios del capital social como las normas, instituciones o redes que promueven la confianza y la cooperacin, sino tambin caractersticas culturales e identitarias dibujadas a partir de la continua interaccin con otra cultura y que han definido procesos de adaptacin importantes. Destacamos aqu la capacidad de innovacin a la que hace mencin Carlos Vignolo (2002), entendida como un principio fundamental de carcter sistmico, una ley sistmica. La innovacin no es ms que el proceso a travs del cual un sistema mantiene su adaptacin a un entorno cambiante. La nica forma en que un sistema
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En Avances, polticas pblicas y agenda de investigacin en la teora del capital social: conversacin con Robert Putnam. 2005, Universidad Iberoamericana, AC. http://www.uia.mx/campus/publicaciones/IIDSES/3Avances.pdf
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conserve aquello que es de la esencia de su ser, si el entorno en que se mueve cambia, es modificando parte de su ser (aquello que no es de la esencia del ser) de tal manera de mantener la congruencia con dicho entorno (Vignolo, 2002). Junto con esto, Vignolo destaca que esta capacidad de innovacin se ve acrecentada por el nuevo contexto global, multicultural de la Amrica Latina actual. En definitiva, el capital social indgena en las ciudades debe ser analizado tomando en cuenta estas dinmicas de cambio. Si bien, como desarrollaremos ms adelante, en las ciudades se mantienen vigentes elementos culturales propios, estos tambin han sido recreados a partir de las dinmicas de relaciones e intercambio propias de los ambientes urbanos. Estos elementos tendrn que ser considerados a la hora de aproximarse al estudio de este capital social. Esta consideracin no es menor, pues algunas investigaciones que no han tomado en cuenta elementos culturales especficos en sus aproximaciones ni caractersticas propias de los pueblos indgenas (independientemente si estos se encuentran en las ciudades o en sus comunidades de origen) han arrojado resultados controvertidos. En el ltimo informe del Banco Mundial sobre indgenas y pobreza en Amrica Latina, Hall y Patrinos (2004)16 sealan que no existe duda en que los pueblos indgenas se relacionan con bajo nivel de educacin, condiciones deficientes en trminos de nutricin y salud, desempleo y discriminacin, entre otros, los que se analizan generalmente como elementos constitutivos de la pobreza. Sin embargo, los pueblos indgenas tambin se consideran a s mismos ricos en materia de tradiciones culturales y espirituales, a las que la sociedad en general suele asignar mucho menos valor y que no se prestan para mediciones cuantitativas, por lo que no son incluidos en los estudios (Hall y Patrinos, 2004). Un ejemplo de esta complejidad la encontramos en el estudio realizado por Deepa Narayan, en el que diferentes comunidades respondieron de forma distinta a lo que entendan por buen vivir y, contrario a lo que muchos esperaban, la mayora de las respuestas privilegiaban aspectos socio-culturales a aquellos materiales, resaltando la importancia que este aspecto, poco atendido en los programas y proyectos de desarrollo, tiene en el futuro de los pueblos (Narayan, 1997). Segn Alejandro Pizzorno una accin o una serie de acciones, en primera instancia incomprensibles, quedan explicadas cuando se logra reidentificar a su actor-fuente
16
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situndolo en su contexto cultural propio (Pizzorno, 2000 citado en Jimnez et al, 2003), lo que refleja la importancia del contexto cultural y de la identidad comunitaria. Por lo tanto, la interpretacin de las costumbres, el significado del contenido de las relaciones, la influencia del contexto social, cultural, poltico o econmico, entre otros elementos, deben ser entendidos conforme a las necesidades y realidad de cada grupo o comunidad (OCDE, 2003). De acuerdo con lo anterior, creemos que el capital social indgena en la ciudad debe ser considerado desde una visin dinmica, compuesta por relaciones de mutua interdependencia, no slo con la cultura propia de estos pueblos sino tambin con las transformaciones que esta cultura ha tenido en un contexto urbano. El capital social entendido de esta forma se encuentra en un constante reforzamiento e influencia con la cultura (Spellelberg, 1997). Creemos que, en este caso, los factores culturales, sumados a los locales e institucionales, tendrn impacto sobre el incremento cualitativo en las comunicaciones, en las relaciones, en los intercambios, en la produccin de mejores formas de interaccin social y en la reduccin de dilemas de accin colectiva, lo que, en definitiva, forma parte del capital social.
CULTURA INDGENA
CAPITAL SOCIAL
De acuerdo con Bernardo Kliksberg, la cultura de un pueblo expresada en su capital social puede ser una palanca formidable de desarrollo si se crean las condiciones 109
adecuadas. Por el contrario, su desconocimiento o destruccin pueden crear obstculos enormes en el camino hacia el desarrollo (Kliksberg, 2000). Creemos que nuestra propuesta resalta un elemento importante a considerar en los mbitos urbanos: que no se trata de entender la cultura como una caracterstica esttica de los pueblos, sino que se trata de entenderla en su perspectiva dinmica, sujeta a continuas adaptaciones pero manteniendo aquellos elementos propios de su esencia. En ello tambin est de acuerdo Enrique Iglesias, ex Presidente del Banco Interamericano para el Desarrollo (BID), quien seala que hay mltiples aspectos en la cultura de cada pueblo que pueden favorecer su desarrollo, es preciso descubrirlos, potenciarlos, y apoyarse en ellos, y hacer esto con seriedad significa replantear la agenda del desarrollo de una manera que a la postre resultar ms eficaz, porque tomar en cuenta potencialidades de la realidad que son de su esencia y, que hasta ahora, han sido generalmente ignoradas17. Aqu adquiere relevancia lo que sealbamos anteriormente: la inclusin de estrategias de empoderamiento que permitan a los pueblos indgenas ser los dueos de su propio destino, respetando sus principios y formas de vida, donde su propia cultura se convierte en un elemento clave de su capital social y puede constituir un bien esencial a la hora de definir estas estrategias. 1.1 La cultura y las variables precursoras del capital social John Durston (1999a) seala que las acciones sociales y las ideas culturales interactan y se retroalimentan mutuamente sin que una determine a la otra. Desde esta perspectiva dinmica, la cultura se expresa materialmente a travs del capital socia definiendo maneras de convivir, moldeando el pensamiento, la imagen y el comportamiento; englobando valores, percepciones, imgenes, formas de expresin y de comunicacin, todos aspectos que definen la identidad de un pueblo. La cultura, as entendida, estara integrada por dos componentes: por un lado, una visin propia de mundo, es decir, un conjunto coherente de creencias sobre la realidad, y por otro lado, una visin tica, es decir, una escala de valores que determinan actitudes sobre el bien y el mal, y un conjunto de normas o reglas del comportamiento correcto esperado (Durston, 1999a).
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Citado en Kliksberg 2000 Capital social y cultura: claves olvidadas del desarrollo.
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Clifford Geertz, tomando en cuenta la cultura y la estructura social, dice que la cultura es la trama de significados en funcin de la cual los seres humanos interpretan su existencia y experiencia, as mismo como conducen sus acciones; la estructura social (sociedad) es la forma que asume la accin, la red de relaciones sociales realmente existentes (Geertz, 1957). La cultura y la estructura social no son, entonces, sino diferentes abstracciones de los mismos fenmenos. La cultura representa una fuente bsica en la construccin de las relaciones sociales, al proveer de insumos como las creencias, los valores compartidos y las tecnologas heredadas que conducen a la generacin de expectativas en relacin con el orden social (Daz-Albertini, 2003). En este sentido, los pueblos indgenas, de acuerdo a sus propios patrones culturales, definirn la naturaleza de sus recursos, sus criterios de membresa y la forma en la que se estructuraran sus redes, siendo poseedores de un capital social propio que opera de acuerdo a normas y valores bsicos, con mecanismos propios de aplicacin de sanciones y con formas establecidas para compartir el conocimiento y la informacin disponible (Durston, 1999b; Robinson y Williams, 2004). La cultura de los pueblos indgenas en las ciudades estar compuesta por una serie de variables precursoras que podran catapultar o catalizar la aparicin del capital social. Estos elementos precursores seran las visiones comunes acerca del comportamiento probable de las personas; los valores comunes; las normas de lo que se entiende por conducta apropiada; la memoria comn de la historia propia, los rituales y ceremonias, todo lo que se traduce en la identidad cultural de un pueblo (Durston, 2002). Si bien los precursores del capital social no programan necesariamente comportamientos y, por lo tanto, no presuponen por s solos capital social, constituyen discursos potenciales alternativos dentro de un repertorio cultural muy variado y en este sentido, son usados tanto para afirmarse ante s, como para relacionarse con otros individuos, canalizando su energa social hacia la solidaridad con su grupo cultural (Fabregat, 1984; Durston, 2002). La identidad cultural se construye desde una base cultural que incluye obligaciones y expectativas, canales de informacin y normas sociales (Coleman, 1988). En ella se reconocen los valores y los smbolos de un pueblo, adems de las formas de 111
organizacin, las estructuras e instituciones, las relaciones sociales, los hbitos o prcticas compartidos, las visiones comunes de ver el mundo y de conceptualizarlo (Durston, 1999a). En este sentido la trada cultura-identidad-capital social seran factores de cohesin social. Las relaciones e interacciones entre las personas se producen sobre el supuesto de creencias bsicas, de valores y actitudes que subyacen a estas relaciones, privilegiando el ejercicio de ciertas actitudes o acciones por sobre otras (Villoro, 1998). Por lo tanto, planteamos la necesidad de incluir todos estos elementos de forma integrada en un estudio de capital social indgena urbano, ya que el capital social no puede ser aislado de su contexto, de sus elementos constitutivos, y ser construido de forma artificial. Ser necesario considerar todos aquellos elementos que lo influyen y que facilitan, en mayor o menor medida, su potenciacin (Krishna y Shrader, 1999; Commission Ressearch Paper, 2003). Como seala Bernardo Kliksberg (2000) el capital social y la cultura son componentes claves de las interacciones de una comunidad. Las comunidades son portadores de actitudes de cooperacin, valores, tradiciones, visiones de la realidad, que son su identidad misma. Si ello es ignorado, salteado, deteriorado, se inutilizarn importantes capacidades aplicables al desarrollo, y se desatarn poderosas resistencias. Si, por el contrario, se reconoce, explora, valora, y potencia su aporte, puede ser muy relevante y propiciar crculos virtuosos con las otras dimensiones del desarrollo (Kliksberg, 2000). En definitiva, pretendemos resaltar que en el caso de los pueblos indgenas el capital social y la cultura deben ser estudiados como parte de un mismo fenmeno, que se refuerzan y potencian mutuamente. El capital social proviene de los patrones de pensamiento e interaccin de las personas y en la medida en que estos patrones sean entendidos e incluidos en el estudio del capital social, ser mucho ms sencillo reforzar reglas, precedentes y procedimientos que facilitarn una accin colectiva mutuamente beneficiosa o disminuir las que acten como freno a este tipo de accin. Tomando en cuenta las categoras que mencionbamos en el captulo anterior sobre capital social cognitivo y capital social estructural, la cultura actuara como precursor de ambos. Al igual que el capital social cognitivo, la cultura tambin se ubicara en el 112
plano abstracto, pero en un estadio anterior, como precursor de actitudes de confianza, reciprocidad y cooperacin. 2. El estudio del capital social indgena en contextos urbanos Como venimos desarrollando a lo largo de este captulo, los valores, las creencias, la identidad, etc., determinan en gran medida las caractersticas y formas de las estructuras de relaciones entre las distintas comunidades. Como ya hemos sealado, los pueblos indgenas se ven enfrentados a nuevas situaciones que no deben ser excluidas de los estudios de capital social, como es el fenmeno de la urbanidad. Efectivamente, un alto porcentaje de la poblacin indgena ha migrado a las zonas urbanas, donde ha tenido que convivir en un entorno cultural distinto, muchas veces hostil a su propia cultura. En un contexto marcado por la preponderancia de una cultura dominante diferente, es esta ltima la que en muchas ocasiones puede determinar bajo qu normas o leyes se regirn las relaciones e interacciones, no slo entre cultura dominante y dominada, sino incluso al interior de las propias culturas indgenas, privilegiando cierto tipo de estructuras, ciertas formas de organizacin o de comunicacin que no siempre concordarn con los valores bsicos de estos pueblos (Robinson y Williams, 2004). Es as como podemos observar la existencia de normas e instrumentos legales que imponen en la ciudad formas de organizacin y estructuracin a los pueblos indgenas, las que deben ser adoptadas si se quiere interlocutar con el Estado y sus instituciones, o incluso con otros actores como las empresas o las ONGs (Por ejemplo, ley 19.253 en Chile; ley 26/08 en Bolivia; ley 27.811 en Per, entre otros). La existencia de esta cultura dominante y la preponderancia de sus mecanismos de accin han dibujado una realidad especfica, donde los pueblos indgenas han permanecido ajenos a los procesos de desarrollo que los afectan, producindose situaciones de marginacin, exclusin y discriminacin. Esta dinmica de relaciones entre culturas es determinante en algunos aspectos, especficamente en la construccin de identidad. Efectivamente, las relaciones entre las culturas y la visin que se tiene de ellas define en gran medida la identidad de los individuos. En el caso indgena urbano, esta identidad ha estado muy marcada no slo por la visin que tienen ellos sobre s mismos, sino por como los ve el resto de la sociedad, donde muchas veces los 113
prejuicios y estereotipos adquieren relevancia. Podramos decir que esta identidad urbana est influenciada por la idea que la sociedad dominante tiene de ellos, la cual es generalmente negativa y que ha influido en gran medida en las condiciones actuales de los indgenas en las ciudades (Peyser, 2003). Collier y Thomas (citado en Peyser, 2003) describen la identidad cultural como la identificacin y la aceptacin percibida en un grupo que tiene y comparte un sistema de smbolos y significados as como normas de conducta. En este sentido, ser necesario asumir que las culturas no son de por s superiores o inferiores unas a otras, pero si estn en clara situacin de desventaja aquellos grupos humanos que han sufrido el proceso de desculturizacin, es decir, la destruccin o de prdida, total o parcial, de su visin de mundo propia y de las normas que guiaban a los integrantes en su medio social de origen, situacin que ha caracterizado a la mayora de los pueblos indgenas. De acuerdo con Ramn Miz (2004) las identidades colectivas indgenas contemporneas son el resultado de un complejo proceso de construccin mediante movilizacin, organizacin y discurso enmarcados en importantes cambios en los contextos sociales, econmicos y polticos que las favorecen (Miz, 2004). En la ciudad esto cobra an ms relevancia. Efectivamente, es en ese contexto donde la cultura no puede ser entendida como un elemento esttico. Como seala Larran, la identidad es un proceso de construccin en la que los individuos o grupos se van definiendo a s mismos en estrecha relacin con otras personas y grupos (Larrain, 2004). En la ciudad, el contacto con una serie de nuevos otros permea, en gran medida, la definicin de la identidad propia de los pueblos indgenas. De ah el dinamismo con el que debiera estudiarse la cultura en relacin con el capital social, donde los pueblos indgenas estn constantemente cambiando y adaptando sus creencias y normas en respuesta a los cambios que ocurren cotidianamente en el medio social, econmico e intelectual que la rodea, pero sin perder la esencia de su cultura. Tal como seala Rodolfo Stavenhagen (1998) la cultura, como todo fenmeno social, est sujeta a continuos procesos de cambios y la identidad de un pueblo o de cualquier grupo social no es algo dado y definitivo o fijo, sino que es siempre el resultado de un proceso de produccin de identidades colectivas (Stavenhagen, 1998).
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Esta visin dinmica de la cultura es entendida as por los propios pueblos indgenas, como recoge el Informe del PNUD sobre Desarrollo Humano de Honduras (1999), donde los Yanaconas, un pueblo indgena de Colombia, seala: ...la cultura es viva, como un ro, se mueve permanentemente aunque por siglos permanezca en el mismo cauce. Es capacidad de cambio sin perder el cauce y los cimientos. La cultura es articulacin. Cuando dos ros se cruzan se engrandecen sus aguas, pero sus cauces no desaparecen, se hace uno nuevo. La cultura no es un costalado de cosas, es la corriente del ro, lo que nos permite avanzar. Creemos que esta condicin de cambio y flexibilidad son importantes para comprender las estrategias de adaptacin y de relacin que los indgenas crean en un contexto urbano, tanto para relacionarse entre ellos como para establecer relaciones con la sociedad y las instituciones en general, en un medio que no siempre ser proclive a la preservacin de su cultura. En sus comunidades de origen, los pueblos indgenas cuentan con ciertos elementos del entorno que protegen, en alguna medida, la mantencin de su cultura y que les permiten practicarla con mayor libertad. Sin embargo, destacamos que incluso en estos mbitos algunos estudios han sealado el peligro de prdida cultural existente (CEP, 2002). Como caractersticas de las culturas originarias, algunos autores sealan que estas poseen en s el germen para el desarrollo del capital social. Aspectos de solidaridad, identidad, respeto, tradiciones, etc., son intrnsecos a las culturas indgenas (Durston, 1999a). Estos elementos presentes en la cultura indgena, y que anteriormente habamos denominado precursores, pueden ser identificados y utilizados para potenciar el capital social all donde est en desuso o donde haya sido daado. Cuando las personas llevan a cabo roles, valores, actitudes y creencias complementarias que los predisponen a la colaboracin y la asistencia mutua, se puede crear un conjunto de valores muy valiosos aunando acciones que no slo son productivas en el presente si no que tambin lo sern en el futuro (Uphoff y Wijayaratna, 2000). Uno de los fines de nuestro estudio ser verificar cuantos y cuales de estos precursores se mantienen vigentes en la cultura indgena de las zonas urbanas, en qu medida son utilizados por los indgenas para identificarse y relacionarse, indagando los mecanismos que pueden actuar como catalizadores de manera de convertir estos precursores en recursos efectivos para la aparicin o el fortalecimiento del capital social. Quizs, las mismas condiciones en la ciudad 115
pueden prestarse para el desuso o el abandono de determinados roles, normas, procedimientos o actitudes que favorecen el capital social. Lo anterior nos lleva a plantear que el entorno puede proveer de barreras al desarrollo y a la consolidacin del capital social, especialmente cuando las relaciones entre las culturas no son igualitarias, sino ms bien marcadas por el conflicto producto de la injerencia de la una sobre la otra y la prdida de espacios de manifestacin culturales propios (Fabregat, 1984). Andrea Aravena plantea que, en la ciudad, la identidad tnica puede ser influida a tres niveles: 1) a nivel individual, la etnicidad corresponde al sentimiento, a la conciencia de pertenencia que experimenta un individuo respecto de un determinado grupo tnico; 2) a nivel grupal, la etnicidad corresponde principalmente a la movilizacin tnica y a la accin colectiva de carcter tnico; y 3) a nivel macrosocial o estructural, la etnicidad se ve involucrada por el conjunto de determinantes estructurales de naturaleza poltica, econmica y social que moldea las identidades tnicas (Aravena, 2003). En este ltimo nivel podemos encontrar el papel que juegan las polticas pblicas y los distintos organismos (pblicos, privados, sociedad civil) que se relacionan con los indgenas urbanos y que influyen en su identidad. En este sentido, si queremos estudiar el capital social indgena urbano no podemos dejar de asumir la importancia de estos elementos y el papel que juegan en sus definiciones culturales e identitarias, pero desde una doble perspectiva: una externa, desde la visin de los otros (Estado y sus instituciones, ONGs, empresas, sociedad chilena, etc) y una interna, la propia, desde la perspectiva de los pueblos indgenas urbanos, desde su propia visin del mundo, desde sus relaciones, sus valores y costumbres (Spellelberg, 1997). Visto de esta forma, el capital social indgena urbano se transforma en un concepto complejo, multidimensional, que debe ser abordado tomando en cuenta la dinmica de interacciones que se dan entre estos elementos (Newton, 1997). Sin esta visin difcilmente podremos comprender los alcances del capital social en accin (Stone, 2001). En definitiva, estudiar el capital social indgena en contextos urbanos requerir de precisiones tericas y empricas. Tericas en el sentido de que, si bien los elementos que se incluyen dentro de la definicin de capital social gozan de cierto consenso, no siempre estos elementos se manifestarn de igual forma, dada la 116
cultura de cada pueblo o comunidad. Diferentes culturas generarn diferentes expresiones de capital social y habr que considerar las causas de estas manifestaciones (Krishna, 2003). Empricas en el sentido de que la operacionalizacin de los elementos del capital social depender tambin del contexto en el que sean aplicados. Dado que el acceso que las personas tienen hacia varias formas de capital social estar influenciado por desigualdades de ubicacin geogrfica, as como por otras caractersticas como la raza, clase social, sexo, etc., stas tendrn que ser recogidas a la hora de explorar el capital social (Crowley, 1997; Oliver, 1997). Experiencias exitosas dan cuenta de este planteamiento. De acuerdo con Uphoff y Wijayaratna (2000), algunos proyectos realizados con comunidades en Gal Oya alcanzaron el impacto esperado porque supieron atender su especificidad cultural y se aproximaron al estudio del capital social a partir de esta especificidad, en trminos tericos y empricos. Las experiencias de las que disponemos y que han incluido el capital social como elemento de estudio, adaptndolo y ajustndolo a las necesidades de las comunidades en las que trabajan, son muchas y los distintos ejemplos que hemos citado dan cuenta de ello. Si bien los resultados an estn por evaluarse en toda su dimensin, creemos que nos dan la base para considerar la importancia de esta informacin a la hora de extraer conclusiones sobre el capital social de una determinada comunidad. Esto enriquecer los resultados finales y proporcionar una visin ms integral sobre las dinmicas que este fenmeno adquiere en la realidad. Estas experiencias citadas, en su mayora, corresponden al mbito rural. En el caso especfico de los indgenas algunos investigadores han desarrollado esfuerzos por estudiar el capital social desde esta perspectiva dinmica identidad-cultura-capital social. Para ejemplificar el alcance de estos estudios, a continuacin analizaremos algunas experiencias interesantes que pueden aportar elementos de anlisis tiles a nuestra propuesta. Si bien no ser posible replicar estos modelos en el mbito urbano, por su propia especificidad, la revisin de estos casos pueden darnos las claves necesarias para proponer un modelo que se ajuste a las necesidades de nuestra investigacin. A continuacin describiremos las principales experiencias recogidas.
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2.1 Tres estudios culturalmente considerados: Nueva Zelanda, Canad y Chile Tal como sealbamos, las comunidades indgenas forman parte de un pueblo, de los cuales hay muchos diferentes, y en cada uno de los cuales hay distintos subgrupos (rurales-urbanos) con sus correspondientes fortalezas y necesidades particulares, pero siempre dentro de esta concepcin amplia de Pueblo (Durston, 2002). Por lo tanto, para comprender sus dinmicas de relacin resulta importante situarse en su propio contexto y emprender el estudio del capital social con una visin desde adentro, amplia, integral, que parta desde la propia visin de los indgenas sobre su realidad y sus posibilidades de desarrollo pero considerando los aspectos del entorno que dificultarn o promovern estas posibilidades. Los estudios que reseamos a continuacin han hecho importantes esfuerzos en este sentido. 2.1.1 Nueva Zelanda: Estudiando el capital social maori Este estudio fue diseado para definir y explorar en trminos cualitativos el capital social en un contexto maor. Este estudio comenz en 1999 y ha sido realizado por David Robinson, John Cody y Tuwhakairiora Williams University of Wellington de este pas. Histricamente considerado, al igual que la mayora de los pueblos indgenas, las relaciones entre el Estado de Nueva Zelanda y el pueblo maori no han estado exentas de conflictos, especialmente por el trato de diferentes y de dependientes que han recibido de los no maor (Douglas, 1997). Conocer el concepto maori de capital social es un elemento clave en la investigacin sobre capital social en Nueva Zelanda a la que hacemos referencia. Para ello los investigadores lo han definido como the collection of resources that an individual or a group has access to through their membership of an ongoing network of mutual acquaintance and which features social structure, such as relationships, norms and social trust within which co-ordination and co-operation for common benefit is developed. Esta definicin entrega un marco operacional til que facilita el anlisis y el entendimiento de los elementos que se han encontrado en el capital social maori. Los autores dicen que este marco est basado en la creencia de que la medicin del capital social requiere conocer la historia y el contexto o marco social en los que se 118 con el apoyo de Victoria
desarrollan las relaciones (Robinson y Williams, 2004). Es decir, para entender la naturaleza del capital social necesitamos entender las reglas que gobiernan estas interacciones. Antes de comenzar a describir los principales elementos que constituiran el capital social maori, es importante sealar que los investigadores encontraron que el concepto mismo de comunidad para los maor no tiene un sentido geogrfico, sino que se entiende en un sentido ms amplio, donde los factores relevantes del capital social pueden estar presentes y activarse en toda la comunidad tribal, donde sea que se encuentren sus miembros. Este elemento puede ser importante a la hora de estudiar el capital social en un mbito urbano. Esta investigacin arroj descubrimientos importantes acerca de los elementos relevantes que deben ser incluidos en el estudio del capital social en un contexto maori. En primer lugar se identificaron las relaciones familiares como la base sobre la que se sustentan y se generan otras relaciones, es decir, los valores y normas que rigen las relaciones en la comunidad maor provienen de normas y valores tradicionales que giran en torno al whanau (familia). Los conceptos y prcticas de whakapono (confianza), tika (integridad), pono (verdad), manaaki (consolidacin), aroha (amor), tautoko (apoyo) tambin son parte fundamental de la cultura comunitaria (Robinson y Williams, 2002). En segundo lugar, las redes sociales de los maori son fuertes y perdurables. Estn basadas principalmente en la conciencia de una identidad comn que descansa sobre valores compartidos y sobre la solidaridad comunitaria. Un aspecto importante a resaltar es que lo que marca la unin y la fuerza del grupo es la sensacin de discriminacin que perciben de parte del resto de la sociedad neozelandesa (Robinson y Williams, 2002). Esto sirve de base para la cohesin y el emprendimiento de acciones conjuntas. Es as como, de acuerdo con los autores, lo que distingue a una comunidad maor de una no maor es este sentido compartido de afinidad entre sus miembros con respecto a su identidad, valores, cultura e historia, los que contribuyen de forma importante a su capital social. En tercer lugar, cuando los investigadores exploran otros conceptos como dar, compartir o cuidar, se encuentran con que estn ntimamente relacionados con los 119
conceptos de obligacin, tarea, responsabilidad y acuerdos recprocos. Es difcil diferenciar estos elementos debido a lo difuso del marco en los que son practicados. Sin embargo, existe una clara relacin entre estos factores hasta llegar a confundirse unos con otros en la prctica (Robinson y Williams, 2004). La reciprocidad est ntimamente ligada a la accin de dar. Cuando se visita a una persona se entiende que se est devolviendo una visita anterior y se entiende que quien visita ser ms generoso en dar y compartir que en el encuentro previo, y esto ser devuelto por quien recibe de una forma ms generosa, cuando se devuelva la visita. Estas interacciones permanecen vigentes incluso en contextos urbanos (Robinson y Williams, 2002; 2004). En este sentido, las organizaciones informales son el centro para la cooperacin y el dilogo a travs del entendimiento de procesos y prcticas culturales. Junto con estos conceptos existentes en la mayora de los estudios sobre capital social, durante la investigacin surgieron conceptos nuevos que no haban sido considerados anteriormente, y que forman parte importante en la teorizacin y medicin del capital social indgena. Entre los conceptos presentes en la cultura maor que no existen en el resto de Nueva Zelanda, los investigadores han destacado los siguientes: mana ( prestigio y autoridad que da a la gente sostn y autoridad, y hace posible el acceso a informacin y recursos; manaakitanga, que asegura que la gente sea generosa en su disposicin a apoyar, cuidar y compartir con otras personas; rangaritanga, que permite a los maors y a sus familias la eleccin de determinar su propio destino mediante la creatividad en el diseo de sistemas, procesos y soluciones y extendiendo redes de relaciones efectivas con y entre comunidades (Blakeley y Suggate, 1997). Entre estos aspectos, otra investigacin realizada por el Departamento de Asuntos Internos (llamado Building strong communities: a thinkpiece18), identifica cuatro factores relevantes que forman parte del capital social maor (participacin, recursos, liderazgo y cooperacin), los que a su vez se relacionaron con instituciones y conceptos propios de este pueblo.
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http://www.aucklandcity.govt.nz/council/documents/governance/section1.asp
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A partir de ellos elaboraron una red de relaciones que se resume en la siguiente figura.
Tangata Resources Hauora Turangaeawwae Re o Kaitiakitang a Leadership Mana Rangatiratang a Cooperation Tikang Whenua
Participation Whanaungatanga
Manaakitan ga
Marae
Whakapapa
Wairuatan ga
Figura 10. Elementos del capital social maor Fuente: Building strong communities: a thinkpiece
Durante la realizacin de esta investigacin, los investigadores encontraron que en un contexto indgena, la distincin entre capital social y capital cultural tiende a desaparecer. El capital cultural es un aspecto clave del capital social y el capital social es una expresin del capital cultural en la prctica (Robinson y Williams, 2004). Para finalizar, podemos identificar algunos elementos importantes que, segn los autores debieran ser incluidos en un estudio de medicin del capital social maor: (Robinson y Williams, 2004) a) Las relaciones a travs de la familia y la comunidad son las bases para otras relaciones. Los valores y normas comunitarios provienen de valores tradicionales que surgen de la familia (whnau); b) Las relaciones se desarrollan principalmente en asociaciones informales ms que en organizaciones formales. Las redes que se dibujan de estas 121
relaciones son, en parte, consecuencia de las relaciones con la familia y con la comunidad; c) La naturaleza holstica e integradora de las relaciones y redes son de vital importancia, aunque su uso o actividad funcional es secundaria. Las redes familiares, tribales y comunitarias tienen prioridad sobre contactos con instituciones externas, aunque provean servicios bsicos como la salud, la educacin o el bienestar; d) La participacin en organizaciones depende de la aceptacin del grupo y de las obligaciones y compromisos contrados anteriormente. Las condiciones de pertenencia son de carcter verbal, implcitas y conducidas por obligaciones ms que por reglas escritas como en la sociedad occidental. Estas obligaciones estn basadas en ancestros comunes y dimensiones culturales que crean expectativas sobre conductas futuras. Segn los autores, un mejor entendimiento de los valores personales y las relaciones al interior de las comunidades maor, junto con el conocimiento de cmo estas son reforzadas o constreidas por el Estado, pueden ayudar a desarrollar estructuras adecuadas que les permitan expresar y desarrollar su capital social libre y responsablemente. En este sentido, ellos entienden que los maores buscan sus propias vas de expresin y desarrollo a travs de cursos de accin propios. Esta investigacin an no ha sido concluida, sin embargo, consideramos que su principal aporte a la definicin de nuestro modelo est en la diferenciacin que hace entre el capital social entendido en un contexto occidental y aqul que podra ser entendido en una comunidad indgena, privilegiando su especificidad cultural. Adems pone especial nfasis en identificar aquellos elementos presentes en la cultura maor que pueden actuar como catalizadores del capital social y que deben ser tomados en las acciones y procesos que los involucran. 2.1.2 Canad: Estudiando el capital social de las Primeras Naciones La investigacin que revisaremos a continuacin fue realizada en Canad por la Universidad de Manitoba, especficamente por el Canadian Institute of Health Information (CIHI) y bajo la direccin del Dr. Javier Mignone, profesor del Center for Aboriginal Health Research. El inters por este estudio surgi a partir de los resultados obtenidos en un proyecto anterior, el que, a juicio de los investigadores, haba incurrido en algunos errores de 122
diseo. Efectivamente, en 1996 la Royal Commission of Aboriginal People haba encargado un estudio para verificar las relaciones entre factores socioeconmicos y sanitarios en las comunidades indgenas. Los resultados arrojaron que los factores socioeconmicos, tales como los ingresos o el empleo, eran importantes determinantes en el nivel de salud de las comunidades indgenas. Sin embargo, la Comisin dudaba de la validez de los resultados pues se haban utilizado variables occidentales y no se haba tomado en cuenta la cultura de la poblacin a estudiar de manera de introducir variables de medicin acordes a su forma de vida. Efectivamente, uno de los errores haba sido abordar el estudio desde los individuos ms que desde el nivel comunitario. Los representantes de las comunidades indgenas tampoco estaban de acuerdo con la forma en la que se haba llevado el estudio. Es as como el Health Information and Research Commitee (HIRC) de la Asamblea de Jefes de Manitoba, conformada por lderes de comunidades indgenas, manifestaron que este marco analtico que buscaba asociar factores como la pobreza con impactos en la salud era insensible a las complejas condiciones que existan en las comunidades indgenas. Tambin entendan que utilizando slo datos obtenidos a nivel individual no se lograba capturar la dimensin comunitaria, y argumentaban la necesidad de realizar estudios que exploraran los datos a este nivel. Por lo tanto, se haca necesario revisar los planteamientos de ese estudio y redefinirlos de acuerdo a las necesidades de las propias comunidades indgenas. Es as como los investigadores decidieron relacionar el capital social (que inclua una serie de elementos complejos) con los niveles altos de salud de las comunidades. Con ello se privilegiaba la dimensin relacional del estudio y se aseguraba un nivel de anlisis comunitario. Para ello comenzaron por distinguir entre los elementos individuales y relacionales de la salud que influyen en el capital social, es decir, entre determinantes individuales y ecolgicos de la salud. La salud (de individuos y poblaciones) est influenciada por muchos factores, entre los que se incluyen: Biologa y gentica Ambiente fsico Educacin 123
Para los investigadores algunos determinantes de la salud son individuales (por ejemplo los ingresos de una persona, el gnero, la educacin, etc.), y pueden ser estudiados a ese nivel. Sin embargo, en un contexto indgena comunitario estos factores individuales, por s solos, no pueden explicar el nivel de salud alcanzado por los individuos sino que deben ser entendidos en un contexto ms amplio, en un contexto comunitario. Otros determinantes de la salud son ecolgicos, es decir, dependen de las caractersticas del lugar en el que la gente vive (por ejemplo, los niveles de contaminacin, los ndices de criminalidad, la solidaridad, etc.) Los factores ecolgicos pueden tener efectos favorables o desfavorables sobre la salud e incluso pueden marcar la diferencia entre los niveles alcanzados por una comunidad y los alcanzados por otra con similares caractersticas. Es en este sentido que el capital social puede ser un importante factor ecolgico para la salud. En este contexto, la HIRC decidi que la teora del capital social poda ser la aproximacin adecuada a este estudio y que sus resultados podran ayudar a los diseadores de polticas pblicas sanitarias y a las mismas comunidades indgenas a entender y gestionar sus propias fortalezas y debilidades, en virtud del impacto que podan tener en los niveles de salud de la poblacin. De esta forma se sugiri que el capital social deba ser estudiado como un determinante potencial de la salud y se encarg una investigacin concreta al respecto. Javier Mignone asumi la gestin del proyecto, que luego se convertira en su tesis doctoral. Para l, el capital social se basa en la idea de que las comunidades trabajan bien o pobremente de acuerdo a sus dimensiones sociales de vida. Cmo la vida es vivida en lugares especficos, sta depender del sentimiento de pertenencia de la gente, de la confianza y el respeto en los dems y la magnitud en la que comparten sus recursos (Mignone, 2003). Los objetivos de este estudio fueron: Desarrollar un marco conceptual adecuado a las comunidades indgenas de Canad y; 124
Crear un instrumento metodolgicamente apropiado para medir el capital social en estas comunidades, centrndose en la relacin entre capital social y salud.
De esta forma el estudio buscaba caracterizar y medir el capital social de estas comunidades para su posterior aplicacin terica y emprica como potencial determinante de las condiciones de salud. Para emprender este estudio se tomaron como unidades de anlisis tres comunidades rurales indgenas de Canad. Efectivamente, entre enero de 2001 y diciembre de 2002, tres comunidades indgenas de Manitoba participaron en el estudio: La comunidad A (con 204 integrantes); la comunidad B (con 135 integrantes) y la comunidad C (con 123 integrantes). Incluso los miembros de las propias comunidades fueron utilizados como asistentes de la investigacin, colaborando en el diseo y aplicacin de entrevistas y cuestionarios. Un primer paso fue adentrarse en las comunidades, convivir con ellos y aprender su cultura y su forma de vida a travs de una aproximacin etnogrfica, procediendo a definir el capital social de acuerdo a lo observado. La definicin de capital social adoptada por este estudio fue: Social capital characterizes a First Nation community based on the degree that its resources are socially invested, that it presents a culture of trust, norms of reciprocity, collective action, and participation, and that it possesses inclusive, flexible and diverse networks. Social capital of a community is assessed through a combination of its bonding (within group relations), bridging (inter-community ties), and linkage (interactions with formal institutions) dimensions (Mignone, 2003). Se particip en reuniones de la comunidad y en su trabajo diario para ganarse la confianza. Si bien los lderes de las comunidades apoyaban el estudio, era necesario que los miembros de la comunidad tambin lo hicieran. Con el apoyo de los lderes se seleccionaron a 89 entrevistadores de las comunidades. Una vez realizadas las entrevistas se identificaron los principales elementos a incluir en la medicin del capital social en su relacin con los niveles de salud. Las dimensiones incluidas en el estudio se sealan en la siguiente tabla:
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Seguidamente dise un cuestionario que permitiera medir cada una de estas dimensiones. El cuestionario final contena 99 tems y fue aplicado a una muestra de 462 adultos seleccionados de entre las tres comunidades participantes. Si bien no era un objetivo principal de este estudio la identificacin de los elementos culturales diferenciadores del capital social indgena, su principal aporte constituye en que fue capaz de elaborar un marco conceptual y metodolgico susceptible de ser aplicado a otras comunidades indgenas al describir todo el proceso de obtencin de informacin y diseo de los instrumentos. Como conclusin principal, este estudio mostr que la calidad de las redes sociales puede tener un impacto sobre la salud. Por ejemplo: El sentimiento de exclusin o aislamiento social puede tener un impacto en la autoestima. Una prdida de acceso a informacin acerca de los recursos y oportunidades pueden afectar la salud y el bienestar. Asimismo, las comunidades con redes flexibles, inclusivas y diversas tienden a desarrollar un ambiente social que es ms proclive a la buena salud debido a que ms gente tiene la posibilidad de acceder a oportunidades, informacin y recursos. Por lo tanto, el capital social es un elemento importante del ambiente social de las comunidades. Si bien se han sentado las bases para la creacin de un instrumento de medicin del capital social en relacin con la salud, los investigadores plantean que an deben hacerse otras aplicaciones para extraer conclusiones ajustadas y verificar su validez 126
en otros contextos. Por ello plantean que el capital social debe ser redefinido de acuerdo a los contextos en los que se aplique el cuestionario y que los resultados pueden ser susceptibles de diferentes interpretaciones por diferentes personas. Ms all de los resultados de esta investigacin y de su focalizacin en temas de salud, consideramos que este estudio sirve de base para la formulacin de un marco de estudio del capital social aplicado a comunidades indgenas, y que arroja luces sobre el diseo de un instrumento de medicin para los indgenas urbanos. Segn sealan los mismos autores, las comunidades indgenas pueden utilizar el cuestionario diseado para: Identificar sus fortalezas y debilidades; Visualizar los efectos de las polticas; Guiar y priorizar acciones dentro de las comunidades y entre comunidades; Clarificar decisiones en un camino hacia el autogobierno; Analizar un territorio usando una aproximacin estandarizada; Establecer una lnea base de medicin para mejorar el capital social como un medio para mejorar su salud o para monitorear los efectos de las polticas sobre los niveles de capital social comunitario; Creemos que uno de los principales aportes de este estudio ha sido un proceso participativo de investigacin donde las comunidades indgenas han tenido un papel central a la hora de definir los trminos en los que se implantara el estudio y las variables a incluir en una investigacin de este tipo. 2.1.3 Chile: dos casos de formacin y prdida de capital social Este estudio, realizado en dos comunidades rurales mapuches del sur de Chile, nos parece interesante porque aporta otro elemento de juicio: el papel del Estado en el capital social de las comunidades y las influencias, negativas y positivas, que su accionar ha tenido en la formacin y prdida de este capital social. Este estudio fue realizado entre los aos 1999 y 2000 por John Durston y Daniel Duhart, en el marco de los estudios impulsados por la CEPAL. Ailco y Minas de Huimpil son dos pequeas comunidades mapuches rurales de la IX Regin de la Araucana, en el sur de Chile. Sus habitantes son pobres en
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recursos materiales, con pequeas extensiones de tierra poco productiva pero poseen una serie de activos intangibles potenciales. En este proyecto se propuso, primero, detectar las formas propias de capital cultural y capital social actualmente existentes en comunidades campesinas; registrar las interacciones entre agencias y comunidades, contadas desde ambos puntos de vista; analizar de qu manera la coevolucin de estrategias en la interfaz19 entre estos dos sistemas (el sistema sociocultural de la comunidad rural y el de la agencia estatal) impactaron en la calidad de vida de estas comunidades. Para los autores, los intercambios de informacin, servicios y bienes ocurren en esta interfaz en todos los ambientes: incluso las comunidades ms pobres y aisladas participan en algunos mercados, son controladas por las fuerzas de orden del Estado y movilizadas por los partidos y/o por sus lderes para votar en elecciones. Uno de los principales instrumentos para promover el desarrollo rural es el INDAP (Instituto Nacional de Desarrollo Agropecuario), agencia de extensin agrcola del Ministerio de Agricultura. De acuerdo con los autores, este organismo ha tenido el papel implcito de promover la participacin electoral de los campesinos a favor de un partido poltico. Tambin tiene una tradicin de promocin de formas asociativas y cooperativas de produccin agrcola. En el caso de Minas de Huimpil se destaca el programa PRODESAL que intenta descentralizar el trabajo de INDAP mediante el fortalecimiento de las capacidades del gobierno municipal. La otra agencia con una presencia creciente en Minas de Huimpil y Ailco en los ltimos aos es la CONADI (Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena), la que tiene programas de desarrollo cultural, de derechos indgenas, y, especialmente de derechos a la tierra y al agua. En la IX regin de la Araucana, donde reside la gran mayora de los mapuches rurales, parte de los recursos del INDAP para subsidiar el desarrollo agropecuario pasaron al control de la CONADI, y algunos programas son ejecutados conjuntamente por las dos agencias. La causa del pueblo mapuche ha encontrado expresin poltica en los respectivos entornos territoriales comunales de Huimpil y Ailco: en el primer caso, en la fuerte presencia del Consejo de Todas Las Tierras, de presencia nacional, y en el segundo en la emergente Asociacin Comunal Poyenhue de Comunidades Mapuches. En ambos casos estos movimientos han producido candidaturas mapuches para el
Una interfaz es el rea de intercambio entre dos o ms sistemas, entre los que consideraron cuatro sistemas complejos que operan en el territorio municipal: el sistema de administracin estatal, el del mercado, el de los partidos polticos y el de las comunidades mapuches
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Concejo Municipal y ambos han representado demandas ante las mencionadas agencias de desarrollo. La percepcin de pertenecer al pueblo mapuche y la valorizacin de la cultura propia han sido factores importantes de unin y movilizacin en ambos. Para el tema de este estudio, la diferencia ms llamativa entre ambas es que en menos de dos aos las capacidades colectivas de organizacin y emprendimiento comunitario se debilitaron en Minas de Huimpil, desde un nivel medio en 1999 hasta un nivel bajo de capital social comunitario a principios de 2002, mientras que Ailco vivi el proceso contrario en el mismo lapso y con la misma rapidez. Aunque el Estado est cada vez ms presente a nivel local en las dos comunidades estudiadas, bajo las nuevas modalidades de poltica social y antipobreza que exigen la intermediacin de empresas ejecutoras de proyectos licitados, ha tenido impactos significativos durante ms de un siglo. En el estudio, los autores identifican el capital social mapuche en diferentes planos. Por una parte, el capital cultural mapuche como superestructura ideacional que alimenta y orienta las conductas. ste se expresa, en primer lugar, en la memoria social: origen de la comunidad, fundadores, traicin, explotacin, lderes, religin, alianzas matrimoniales, y comunidades histricamente aliadas. Tambin se expresa en la identidad tnica: de hroes del siglo pasado, en historias de oposicin y alianza. Por otra lado, el uso del idioma propio ("Mapudungn") resurge en los ltimos aos, ms por el clima de legitimacin de la identidad que por polticas pblicas al respecto. Resurge la religin tradicional, y cobran liderazgo regional los y las machis. El parentesco se mantiene vigente como ordenador de alianzas (en Ailco ms que en Huimpil); pero tambin como referente de rivalidades por herencia y liderazgo. Los principios de reciprocidad bipersonal (trafkn) horizontal y vertical se detectan en los acuerdos entre socios; a veces estimulados por las oportunidades de proyectos. La importancia del vnculo didico se refleja en el idioma mapudungn, en que la conjugacin de los verbos incluye una forma de primera persona plural para "nosotros dos". La reciprocidad vertical mapuche se ve en la transicin de clientelismo a semiclientelismo. En el debate en las Comunidades sobre el modelo del lonko autocrtico y sobre las llamadas a la disciplina poltica, en las llamadas por consultas que buscan unanimidad y en los esfuerzos por apropiarse de las normas formales no-mapuches de las organizaciones formales, se va construyendo la complejidad positiva de las instituciones comunitarias e intercomunitarias. 129
Tambin estn presentes en ambas comunidades elementos culturales introducidos o apropiados, desde la cultural dominante: idioma, lectoescritura, identidad nacional, principios de organizacin democrtica internalizados; cosmovisiones catlica y evanglica; ideologa poltica, y la memoria histrica de xitos de colaboracin con el Estado en perodos democrticos. Los dos casos analizados en este trabajo, Huimpil y Ailco, presentan interesantes contrastes en cuanto a las estrategias de las dos comunidades en relacin al mundo poltico y el mundo del Estado. Ambos poseen patrimonios ni muy altos ni muy bajos de capital social mapuche y capital humano. Ambos son de una pobreza extrema en sus patrimonios de recursos naturales y capitales econmicos, y su participacin en el sistema econmico como productores agropecuarios es un elemento secundario de sus estrategias de supervivencia. El capital social en sus formas individual y grupal cumple funciones econmicas importantes. Individual, en las redes de acceso a empleo migratorio para suplementar el ingreso del hogar y en los contratos didicos entre socios de diversos emprendimientos. Grupal en pequeos equipos para incorporar y vender ganado, ofrecer servicios forestales, cavar pozos, etc. El Estado tambin est econmicamente presente en la forma de pensiones y otras transferencias monetarias que aportan a la supervivencia en Ailco y Huimpil. Por otra parte, el estudio muestra que la situacin a mediados del ao 2002 era claramente de un auge del capital social de Ailco y de una baja en Huimpil. La presencia de conflictos internos no parece ser una variable discriminante, ya que las confrontaciones entre lderes rivales estn presentes en ambos casos. Una variable importante en la disposicin de estas dos comunidades a entusiasmarse y a confiar en un emprendimientos colectivo en un momento dado es la memoria social de experiencias asociativas positivistas y/o negativas. Ambos tienen algunos recuerdos relativamente positivos de colaboracin con agencias pblicas, y otros sumamente negativos. En resumen, las dotaciones de capital social comunitario en estas dos comunidades, a pesar de sus similitudes y de la influencia simultnea y compartida de procesos en el entorno mayor, han mostrado fluctuaciones en direcciones contrarias y estas fluctuaciones han resultado, aunque slo en parte, de las actuaciones de agencias del Estado. Al inicio del perodo de estudio, Huimpil pareca tener mucha mayor capacidad de autogestin y de propositividad frente al Estado. Interacciones externas ms favorables a la consolidacin de su capital social podran haber estimulado un proceso sinrgico igualmente o ms favorable que en Ailco. 130
Tambin descubrieron una baja participacin en Huimpil en organizaciones promovidas por las agencias pblicas, lo que no se debe exclusivamente a conflictos internos ni a una falta de informacin sobre tales programas y subsidios. Este supuesto de algunos esfuerzos comunicacionales es, en este caso, slo parte de la falta de inters por participar con agencias que muchos miembros de la comunidad rechazan porque las asocian con dolorosos fracasos pasados y con el pesado endeudamiento. Llama la atencin igualmente que gran parte de la participacin actual en las dos Comunidades mapuches formales se realiza en torno a subsidios al consumo (electricidad, agua, vivienda). Tantos del lado de los beneficiarios como del lado de las agencias se ve una decisin de no repetir las experiencias con crdito y morosidad. Los proyectos estatales aportaron a la formacin de capital social grupal en alrededor de un ao, en ambos casos, para despus contribuir a su destruccin en aproximadamente el mismo lapso. Las dos Comunidades Indgenas y sendas Asociaciones Comunales de Comunidades Mapuches emergieron cmo instancias formales de cooperacin y como actores sociales en menos de dos aos, con apoyo de agencias externas que fueron slo mnimos y espordicos. El apoyo de base para la Asociacin, sin embargo, decay fuertemente entre fines de 2000 y fines de 2001 como consecuencia de las dinmicas descritas arriba. No se intent en este trabajo aislar aquellos atributos de la accin estatal que hayan impactado positiva o negativamente en la formacin de capital social comunitaria en los dos casos. Los resultados de ambos estudios apuntan a una compleja interaccin de una multitud de variables que se conjugaron, a veces en forma aleatoria y estocstica, para producir resultados que, desde el punto de vista de nuestro inters en el empoderamiento de comunidades mapuche, tienen aspectos predominantemente favorables en un caso y desfavorables en el otro. En este estudio se ha intentado detallar para cada caso el proceso central vivido por la comunidad en toda su evolucin; destacar los momentos crticos en cuanto positivos o negativos para la acumulacin de capital social comunitario o de la organizacin; y evaluar como acertadas o desacertadas las acciones de las agencias en esos contextos. Por otra parte, el estudio resalta el papel de los profesionales del desarrollo, tanto como catalizadores u obstaculizadores de procesos de transformacin. En casos como el de Huimpil, el Estado estara constituyndose en un obstculo para el 131
desarrollo efectivo de los proyectos sociales propios de la comunidad, mientras que en Ailco su impacto podra ser ms positivo. Algunos agentes de terreno logran una empata y una sinergia con sus atendidos, pero muchos otros funcionarios estaran ciegos a las capacidades locales, o no poseeran los mtodos y actitudes necesarios para detectarlas. Este trabajo ha intentado presentar un anlisis de los elementos que conjugaron en la formacin o el deterioro de capital social comunitario en una pequea parte del mundo mapuche en el perodo 1999-2002. Ello lleva a concluir que varios de los elementos para el empoderamiento y el mejoramiento de las condiciones de vida rural estaban presentes en ambos casos, pero que las lgicas propias de la burocracia y del clientelismo derivaron en avances reales demasiado modestos (en el mejor de los casos). Los obstculos a la acumulacin de capital social comunitario tambin han sido sealados, tanto en sus manifestaciones internas a las comunidades como las externas, y no resultan insuperables en principio. Como solucin a estos problemas, los autores plantean reformas en las agencias para hacerlas ms potencializadoras y para promover ms la sinergia con las capacidades de autogestin que se vayan formando en las comunidades atendidas. 2.2 Algunas consideraciones para la reflexin Estos tres casos descritos aportan gran informacin a la realizacin de nuestra investigacin, no slo porque toman el capital social como elemento central para sus propuestas sino porque adems cada uno se focaliza en un mbito especfico permitindonos tener un panorama ms completo de las investigaciones hechas hasta el momento. A modo de reflexin quisiramos resaltar algunos elementos presentes en estas investigaciones. En primer lugar, las tres experiencias resaltan un elemento que venimos planteando a lo largo de este captulo: la necesidad de incluir la variable cultura y sus distintas dimensiones tanto en el diseo como en la extraccin de conclusiones, resaltando as la influencia que la identidad, el sentido de pertenencia y la memoria histrica juegan en el capital social. De esta forma la cultura permitira comprender los principales procesos sociales que se producen al interior de las comunidades y dotan de significado a las acciones que se observan. Con ello el capital social puede 132
ser interpretado y dimensionado tomando en cuenta elementos caractersticos propios a las comunidades y a sus contextos. En segundo lugar, han puesto de manifiesto la importancia de la participacin de las poblaciones indgenas en las definiciones de contenidos y variables a estudiar, pues son ellos quienes mejor conocen sus entornos, realidades y necesidades. Por otra parte, los transforman en actores responsables de su propio destino, iniciando en muchos casos procesos de empoderamiento que repercutirn en el capital social de las comunidades. Asimismo, esta integracin da cuenta de la importancia de crear lazos de cooperacin y colaboracin con las comunidades en estudio lo que facilitara la obtencin de informacin fidedigna, reflejo de la realidad existente. Relacionado con esto dan cuenta de la necesidad de un profundo proceso de estudio, donde el diseo y la puesta en marcha de la investigacin deben responder a un proceso lgico de diseo participativo. No es posible emprender un estudio de este tipo partiendo de la premisa de que se trata de una comunidad cualquiera: los pueblos indgenas requieren de medidas diferentes y aproximaciones distintas. En tercer lugar permiten redefinir los trminos de la teora del capital social cuando se aplica a los pueblos indgenas. Por una parte resulta importante tomar el marco terico existente para ajustar sus definiciones a las necesidades propias del estudio a realizar, lo que muchas veces puede conducir a una redefinicin de lo que se entiende por capital social indgena. Por otra parte, el diseo metodolgico de aproximacin tambin debe ser cuidadosamente tratado, incluyendo variables de estudio que respondan a la realidad de los pueblos indgenas, para que midan aspectos relevantes en su propio contexto. En cuarto lugar, introducen variables relacionales entre las comunidades y distintos actores (instituciones gubernamentales, sociedad civil, ONGs, etc.) las que han influenciado el capital social propio de las comunidades, ya sea en trminos positivos o negativos. Con ello se reafirma la necesidad de tomar en cuenta las tres dimensiones del capital social (bonding, linking y bridging social capital). Para efectos de nuestro estudio, lo sealado anteriormente debe ser incluido y adaptado a la realidad que viven las comunidades indgenas urbanas. Efectivamente, nuestro estudio se centrar en los indgenas que habitan en la ciudad, en un medio diferente a su lugar de origen y en un contacto permanente con 133
otra cultura, en este caso dominante. Por otra parte cabr tener en cuenta el papel que las instituciones estatales juegan en el capital social de las comunidades y como permiten o no su formacin y desarrollo. A continuacin, y sobre la base del modelo de estudio del capital social propuesto en el captulo anterior, propondremos un modelo de estudio especfico al capital social indgena urbano, acorde a los requerimientos de respeto de una sociedad multicultural, y con la necesidad de generar nuevos paradigmas de desarrollo que tomen en cuenta las diferencias de los pueblos indgenas. 3. Un modelo para el estudio del capital social indgena urbano Fidel Tubino seala que la modernizacin fracasa en Amrica Latina porque, entre otras razones, en lugar de enraizarse en la multiplicidad de las tradiciones ya existentes y recrearse desde ellas, les niega validez y las coloca como resistencias u obstculos para el progreso (Tubino, 2004). Esta ha sido la situacin histrica de los pueblos indgenas. Creemos que hoy existen oportunidades para cambiar esta situacin y que es posible, a partir del capital social indgena, proponer alternativas de desarrollo respetuosas, pero que a la vez consideren a los indgenas como actores clave de su propio destino. Para ello ser necesario descolonizar cultural y econmicamente los espacios pblicos y dar cabida al dilogo intercultural. Por lo tanto, debemos ser capaces de hacer propuestas coherentes en este sentido. Proponemos que el capital social constituye uno de los elementos importantes a ser considerados e introducidos en las propuestas de desarrollo para los pueblos indgenas pues refleja su cultura y su identidad. Junto con la dimensin relacional del capital social, la cultura es una variable inclusiva en la que se integran aspectos de creatividad e innovacin, economa e inclusin social, as como tambin aspectos de democracia participativa. La cultura es una compleja red de relaciones y creencias, valores y motivacioneseste sistema cultural puede operar en los niveles individuales y comunitarios y puede ser una barrera o un catalizador para el desarrollo del capital social (Jeanotte, 2002). Creemos que la identificacin de estos elementos a travs de un modelo de estudio adecuado a la realidad indgena no slo facilitar el emprendimiento de acciones especficas sino que tambin ayudar al desarrollo efectivo de las comunidades a travs del potenciamiento de los elementos positivos 134
presentes en su capital social, o la disminucin de los negativos, pero siempre desde la mirada propia de los pueblos indgenas. Nuestro modelo inicial destacaba cuatro grupos de elementos constitutivos: a) Categoras del capital social; b) Variables constitutivas del capital social; c) Dimensiones del capital social: bonding, bridging y linking social capital; d) El entorno en el que se desenvuelve el capital social. Por lo tanto, faltara considerar la cultura, especficamente aquellas variables que actan como precursoras del capital social. Aqu tomaremos en consideracin algunas de las propuestas de John Durston (2000), quien estudiando el capital social mapuche rural propone la existencia de un gran sistema sociocultural en el que se distinguen dos elementos. Uno es el capital social (ubicado en el plano conductual concreto de las relaciones y sistemas sociales) y luego agrega un nuevo concepto denominado capital social cultural (ubicado en el plano abstracto de la cultura simblica de los valores y las cosmovisiones, plano en el cual estn el capital cultural y el capital humano o cognitivo). En este sentido, ambos planos interactan, aunque ninguno de los dos determina siempre al otro. Para este autor el capital social y el capital cultural (entendido como visiones del mundo, de los seres humanos y de las normas que deben guiar los comportamientos) se refuerzan y potencian mutuamente. Nosotros, y ya lo sealbamos anteriormente, creemos que este capital cultural efectivamente influencia al capital social (entendido en sus dos categoras: cognitivo y estructural), conteniendo una serie de elementos precursores que impulsan o frenan la formacin y el desarrollo del capital social. Como elementos precursores podemos identificar las visiones comunes acerca del comportamiento probable de las personas; los valores comunes que jerarquizan los objetivos que se estiman deseables; la memoria comn de la historia propia; la religin comn, los mitos y los modelos de personajes arquetpicos; la identidad comn; las reglas de parentesco: alianzas matrimoniales deseables, definicin del rol de los parientes; los rituales y ceremonias celebrados para solemnizar los vnculos y las identidades; los premios y castigos culturalmente definidos que 135
satisfacen necesidades socioemocionales, tales como: aceptacin/ostracismo, prestigio/repudio, honra/deshonra y otros (Durston, 2000, 2003). Debido a influencias del entorno, especficamente en el mbito urbano, y al contexto social, poltico, cultural, econmico preponderante, puede suceder que el capital social no se manifieste de forma explcita sino que permanezca en un estado latente debido al abandono o al desuso que pueden propiciar dichas condiciones. Una razn por la cual estos elementos a menudo permanecen latentes es que carecen de las formas estructurales adecuadas de capital social que le permitan expresarse en forma efectiva. Si se desea capitalizar el capital social cognitivo, es esencial poder construir o desarrollar las formas estructurales adecuadas. El trmino adecuadas en este caso se refiere a las formas que no slo son efectivas y eficientes, si no que tambin son consideradas legtimas y de propiedad local. Por ello es necesario que exista una mezcla de formas cognitivas y estructurales. Complementando lo planteado por John Durston, otro investigador, David Robinson (En Robinson y Williams, 2002) seala que en el estudio de los pueblos indgenas, la distincin entre capital social y capital cultural es muy tenue, ya que el capital cultural es un aspecto clave del capital social y el capital social es una expresin del capital cultural en la prctica. Tampoco podemos dejar de lado los aspectos de identidad y sus distintas manifestaciones en las zonas urbanas. La identidad indgena se transforma y se recrea de igual forma que la cultura y el capital social. De acuerdo con Villoro la identidad no se constituye por un movimiento de diferenciacin con los dems, sino por un proceso complejo de identificacin con el otro y de separacin de l (Villoro, 1998). En este sentido, una comprensin completa del capital social debiera abarcar tres elementos de un mismo sistema: cultura (que contiene elementos precursores del capital social, que sirven de combustible a las acciones desarrolladas); capital social (en sus dos manifestaciones: capital social cognitivo y capital social estructural) e identidad (el yo construido y reconstruido por los indgenas urbanos). Por lo tanto, nuestro modelo estara integrado por tres niveles, los que pueden visualizarse en la siguiente figura.
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I D E N T I D A D
Plano conductual
Cultura (precursores)
Plano cognitivo
Figura 11. Propuesta para un modelo integral Fuente: Elaboracin propia Elaboracin propia sobre la base de los modelos de Uphoff (2000), Durston (2000;2003) y Robinson (2002)
La visualizacin del modelo de estudio como una proyeccin que va desde el plano ms abstracto de los precursores del capital social hasta el plano ms concreto de las acciones, pasando por el plano de la identidad nos permite entender el estudio del capital social indgena de forma integral. En este sentido, aplicado al mbito urbano, ser necesario dimensionar en qu medida los aspectos del entorno y de interaccin con la cultura dominante han influido en el capital social existente. Entre los aspectos del entorno habr que considerar las relaciones con la sociedad chilena, las relaciones con los organismos de gobierno, el papel del Estado y de sus polticas, etc., de manera de visualizar los procesos de adaptacin/marginacin, ubicacin territorial, visin del yo, dinmicas de relaciones con los no-mapuches (cooperacin-conflicto); etc. Todo ello definir una dinmica de pensamiento-accin concreta para los mapuches en la ciudad y deben ser tomados en cuenta a la hora de emprender un estudio sobre el capital social indgena urbano. El modelo de estudio completo se muestra en la siguiente figura:
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CONTEXTO INTERACIONES
LINKING SOCIAL CAPITAL
INTERACIONES
Plano conductual
Plano cognitivo
INTERACIONES
CONTEXTO
Figura 12. Modelo capital social indgena urbano Fuente: Elaboracin propia sobre modelos revisados
INTERACIONES
Consideramos que el modelo que hemos propuesto nos permitir comprender de forma integrada los procesos de construccin, fortalecimiento, desarrollo o desaparicin del capital social indgena en las zonas urbanas. Sin embargo, ser necesaria una aproximacin emprica que nos permita verificar su aplicabilidad. Para ello proponemos tomar una unidad de anlisis especfica que responda a las necesidades de investigacin planteada.
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En este caso nos ocuparemos de los mapuches que habita en las zonas urbanas de Chile, especficamente en Santiago, la capital de este pas, donde, a partir de distintas experiencias, es posible identificar ciertas dinmicas de relaciones que, creemos, han influido en el capital social de este pueblo. Las justificaciones de esta eleccin as como una descripcin completa de este pueblo la desarrollaremos en el siguiente captulo.
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CAPTULO IV El Pueblo mapuche: Antecedentes para un estudio de capital social indgena 1. Antecedentes generales En este captulo pretendemos contribuir al enriquecimiento del anlisis del capital social desde la perspectiva de un pueblo en particular, los mapuches de Santiago de Chile, los que constituyen uno de los pueblos indgenas ms significativos en Amrica Latina, tanto por su historia como por la trascendencia que sus reivindicaciones han tenido en el ltimo tiempo. De esta forma, y con el objeto de emprender un estudio aplicado respecto del capital social indgena lo ms integral posible, consideramos necesario ahondar en los diferentes aspectos de su cultura, de sus valores y creencias, de su historia y de su evolucin, junto con otros elementos de carcter sociodemogrfico y econmico, lo que nos permitir tener un panorama lo ms acabado posible respecto de este pueblo. Por otra parte, esta informacin integra las principales variables que han influido e influyen en las condiciones actuales de los pueblos indgenas, y nos aportarn elementos de juicio relevantes no slo para el anlisis de su capital social sino para proponer posteriormente lineamientos de accin especficos que servirn de base para la generacin de propuestas concretas al diseo y ejecucin de las polticas pblicas o de los programas y proyectos dirigidos a estos pueblos (Durston y Duhart, 2003). La historia del pueblo mapuche, al igual que otros pueblos indgenas
latinoamericanos, posee caractersticas especiales que lo hacen interesante como objeto de estudio. Por una parte, la historia oficial de Chile muestra un pueblo mapuche guerrero, indmito, valiente, que se opuso tenazmente a la conquista espaola y libr una guerra que dur ms de 300 aos y que culmin tardamente a finales del siglo pasado. Los historiadores latinoamericanos, sin distincin, los sealan como ejemplo de coraje y tenacidad para todos los pueblos de Amrica (Bengoa ,2000). Sin embargo, actualmente este pueblo es asociado a condiciones de pobreza y marginalidad de carcter alarmante, lo que ha derivado en una prdida progresiva de su bagaje cultural. Durante los ltimos aos estas condiciones se han acentuado producto de las migraciones campo-ciudad y de medidas que poco o nada protegen sus derechos ancestrales. Esta situacin los ha llevado a protagonizar 140
movilizaciones y levantamientos orientados a reivindicar sus derechos y a mejorar su calidad de vida. Efectivamente, como sealan Foerster y Vergara, este pueblo y sus demandas han cobrado una creciente importancia en Chile donde las movilizaciones, organizaciones y reivindicaciones mapuches han adoptado la forma de lucha por el reconocimiento en dos grandes dimensiones: una socio-econmica (por mejoras en sus condiciones materiales de vida: vivienda, salud, educacin, tierras) y otra tnocultural (demandas por el respeto a la identidad mapuche, a su lengua, a su cosmovisin, entre otras) (Foerster y Vergara, 2000). Por primera vez en Chile, en el Censo de Poblacin y Vivienda del ao 1992, se incorpor una pregunta para conocer el porcentaje de poblacin indgena y extraer as conclusiones respecto de su situacin particular. La pregunta utilizada era Si Ud. es chileno, se considera perteneciente a alguna de las siguientes culturas? y slo daba opciones para identificarse con las tres etnias indgenas mayoritarias de Chile (Mapuche, Aymara o Rapanui). De acuerdo a la informacin recogida el 10,3% de la poblacin total del pas mayor de 14 aos se autoidentific como perteneciente a algunos de estos tres grupos tnicos, lo que arroj una cifra total de 998.385 indgenas, 504.986 hombres y 439.399 mujeres. Dentro de este marco poblacional, la etnia mapuche era ampliamente mayoritaria dentro de la poblacin indgena, con el 93% del total, seguido de los Aymara (4,9%) y Rapanui (2,2%). Asimismo, un dato importante ha sido la progresiva presencia mayoritaria de este grupo en los mbitos urbanos. As un 79,3% vive hoy en ciudades y un 20,4% en sectores rurales. En el ltimo Censo de Poblacin y Vivienda realizado en Chile en el ao 2002, la pregunta para conocer el porcentaje de poblacin indgena cambi. En esta ocasin se preguntaba Si Ud. Es chileno, se declara perteneciente a alguna de las siguientes culturas?, extendiendo las opciones a las ocho etnias reconocidas en la legislacin vigente. La modificacin de la pregunta arroj cambios significativos en los porcentajes encontrados, lo que dificulta en gran medida las posibilidades de hacer comparaciones objetivas. En este Censo de 2002, 692.192 personas, un 4,6% de la poblacin mayor de 14 aos, se declar como perteneciente a una de estas etnias, siendo 349.557 hombres y 342.635 mujeres. 141
Igual que en el Censo anterior, la etnia mapuche es mayoritaria con un 87,3% de la poblacin total, seguida de la Aymara (7%), Atacamea (3%), sumando las restantes un 2,7%. Respecto de la ubicacin de estos grupos en mbitos urbanos, los datos arrojan que un 64,8% vive en las ciudades y un 35,2% en zonas rurales. Si bien esta modificacin del enunciado de la pregunta, como ya hemos sealado, dificulta la deteccin de cambios y la realizacin de comparaciones, ambos censos nos permiten verificar que la poblacin indgena chilena sigue siendo significativa respecto a otros pases latinoamericanos y que, por lo tanto, representa un sector importante en la realidad nacional. Por otra parte, en el mbito especfico de nuestra investigacin, la poblacin mapuche sigue siendo mayoritaria an cuando se la compara con los otros siete pueblos restantes. Ms all de los datos numricos, consideramos de gran relevancia el estudio del pueblo mapuche porque responde a 5 necesidades principales de nuestra investigacin. 1. Se trata de uno de los pueblos indgenas mayoritarios a nivel latinoamericano (alrededor del 6% de la poblacin de Chile).20 2. Posee caractersticas sociales, econmicas, polticas y culturales
diferenciadas que facilitan su identificacin. 3. Han sido capaces de adaptar su cultura para mantenerse vigentes en la actualidad, an cuando han sufrido procesos de migracin que los han alejado de sus lugares de origen. 4. Han sido objeto de controversia durante los ltimos aos producto de sus continuas manifestaciones y reivindicaciones en reclamo de sus derechos ancestrales. 5. Como la mayora de los pueblos indgenas, constituyen un grupo vulnerable que requiere de acciones especficas para resguardar su existencia. Estas caractersticas de los mapuches nos permitirn no slo abocarnos al estudio de un pueblo en particular sino que los resultados a obtener pueden ser extrapolables a otros pueblos indgenas de Latinoamrica, con los ajustes
Para una comparacin con otros pases, revisar el captulo I, la tabla 2: poblacin indgena en Latinoamrica
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adecuados a la realidad de cada uno de ellos y nos aportarn luz sobre algunos componentes de su capital social. En este punto quisiramos referirnos a una situacin particular. A lo largo de nuestra investigacin hemos hecho uso de la palabra pueblo para referirnos a los pueblos indgenas. Sin embargo, cabe destacar que en el caso particular chileno la ley indgena 19.253 del ao 1993 que Establece normas sobre proteccin, fomento y desarrollo de los indgenas, y crea la corporacin nacional de desarrollo indgena, no reconoce en Chile la existencia de pueblos, sino que seala en el ttulo I, prrafo 1, que El Estado reconoce que los indgenas de Chile son los descendientes de las agrupaciones humanas que existen en el territorio nacional desde tiempos precolombinos, que conservan manifestaciones tnicas y culturales propias siendo para ellos la tierra el fundamento principal de su existencia y cultura. Seala tambin que El Estado reconoce como principales etnias indgenas de Chile a: la Mapuche, Aimara, Rapa Nui o Pascuenses, la de las comunidades Atacameas, Quechuas y Collas del norte del pas, las comunidades Kawaskhar o Alacalufe y Ymana o Yagn de los canales australes. A pesar de ellos y para efectos de nuestra investigacin, y de acuerdo con las justificaciones ya realizadas anteriormente, continuaremos entendiendo a las etnias chilenas como pueblos. Esta decisin radica, por una parte, en la defensa de un modelo de desarrollo propio que hemos venido planteando a lo largo de nuestra investigacin y la adherencia que hacemos respecto de los instrumentos internacionales existentes. Tal y como fue definido por las Naciones Unidas, por el Relator Especial de la Subcomisin para la Prevencin de la Discriminacin y la Proteccin de la Minoras, comunidades indgenas, gente y naciones, son ...aquellos que, teniendo una continuidad histrica a la preinvasin y las sociedades precoloniales que se desarrollaron sobre sus territorios, considrense distintos de otros sectores de sociedades que ahora prevalecen en aquellos territorios, o parte de ellos. Ellos forman, actualmente, sectores no dominantes de sociedad y son determinados para conservar, desarrollar, y transmitir a futuras generaciones sus territorios hereditarios, y su identidad tnica, as como la base de su existencia continuada como pueblos, conforme a su propio modelo cultural, instituciones sociales y sistemas legales...21.
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www1.umn.edu/humanrts/edumat/studyguides/Sindigenous.html - 48k
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Junto con lo anterior, y como desarrollaremos posteriormente, el Pacto internacional sobre Derechos Civiles y Polticos y el Pacto Internacional sobre Derechos Sociales, Econmicos y Culturales, establece que todos los Pueblos tienen derecho a la autodeterminacin con la virtud de que ellos libremente determinan su estatus poltico y persiguen, libremente, su desarrollo poltico, social y cultural. Algunos gobiernos estatales se oponen al empleo del trmino "pueblos" para referirse a los Pueblos Indgenas porque temen que el uso del mismo, sea asociado con el derecho de secesin y con la estructura del Estado independiente. De este modo, preferiran los trminos "tribus" "o poblaciones", que carecen de dichas vinculaciones o aspiraciones. Por otro lado, los Pueblos Indgenas usan mayoritariamente el trmino "pueblos" debido a su asociacin con el reconocimiento inherente de una identidad colectiva distinta. Por otra parte, algunos pueblos indgenas encuentran que la negacin de ser descritos como "pueblos" y del derecho inherente a la autodeterminacin es una forma de racismo y de la discriminacin continuada. Los pueblos indgenas estn expresando en general una decidida y creciente voluntad de ser considerados como tales, con el alcance jurdico que tiene esta palabra en el derecho internacional (Etxeberria, 2004). Esta denominacin, como veremos ms adelante, ha sido una de las principales demandas histricas del pueblo mapuche. 2. Conociendo al pueblo mapuche: Perspectivas dinmica y esttica de una misma realidad Tal como sealbamos al comienzo de este captulo, para lograr una visin integral del pueblo mapuche que nos permita rescatar dinmicas histricas y actuales, consideramos importante presentar y analizar la informacin disponible a partir de dos perspectivas complementarias. Estas perspectivas sern: a) Perspectiva dinmica: entendida como una visin centrada en los principales procesos de relacin-accin del pueblo mapuche que han estado presentes a lo largo de su historia y que han definido, en gran medida, sus caractersticas particulares actuales; b) Perspectiva esttica: entendida como una fotografa del pueblo mapuche en la actualidad a partir de una serie de datos cuantitativos que diagnostiquen su situacin sociodemogrfica y econmica. Para este anlisis realizaremos una comparacin entre los datos disponibles a partir del Censo 144
de 1992 (en el que se incluy por primera vez una pregunta relacionada con la temtica indgena) y el ltimo Censo de 2002, con el objeto de verificar los cambios acontecidos. Para complementar y asegurar la integracin de ambas perspectivas, y dados los alcances de nuestra investigacin, tomaremos en cuenta como elemento transversal la variable migratoria y sus efectos en el pueblo mapuche, tanto en trminos sociales, econmicos, culturales y polticos, visualizando las correspondientes estrategias de adaptacin utilizadas. Esta informacin complementar el modelo de estudio que hemos propuesto en el captulo anterior y nos servir de base para el diseo metodolgico a proponer en el siguiente captulo 2.1 Perspectiva dinmica: mbitos de anlisis: 2.1.1 mbito histrico: principales acontecimientos La experiencia ha mostrado que cualquier anlisis de proceso debe incorporar una dimensin histrica que nos permita encuadrar, en su contexto, los procesos y fenmenos sociales a ser estudiados (Peyser, 2003). En este sentido, en el marco del estudio de los pueblos indgenas, resulta muy importante considerar las dinmicas de relaciones intraculturales e interculturales que se han producido desde la poca de la conquista hasta la actualidad, enmarcando estas relaciones de acuerdo a los distintos momentos histricos vividos por ellos. Para comenzar, y antes de la llegada de los conquistadores espaoles en el siglo XV, la propia realidad geogrfica chilena mantuvo a los mapuches relativamente alejados de otros grandes centros de desarrollo social, poltico y econmico indgena antes de la conquista, representados principalmente por el Imperio Maya o Azteca, y es esta misma situacin la que los mantuvo fuera del mbito de su influencia. Efectivamente, en el siglo XVI la poblacin mapuche se extenda entre las actuales ciudades de Talca (Regin VII) y Valdivia (Regin X). En su mayora eran agricultores de tierras de regular calidad. Una vez comenzada la conquista espaola (marcada principalmente por las riquezas halladas y explotadas en el Imperio Inca) esta misma caracterstica de lejana geogrfica se tradujo en una llegada relativamente tarda de los espaoles a Chile. Efectivamente, las primeras expediciones a territorios de Chile se produjeron entre 1535 y 1538. La principal motivacin de estas empresas conquistadoras fue la de encontrar ms oro y riquezas, tal y como haba sucedido en el Per, atrados por los 145
rumores difundidos por los propios incas que les hablaban de inmensas riquezas existentes hacia el sur (Peyser, 2003).
Los cronistas de la poca hablan de las grandes penurias y problemas que debieron soportar los expedicionarios al intentar cruzar el altiplano por las alturas de los Andes. Pedro de Valdivia fue uno de los conquistadores que logr adentrarse en territorio chileno, fundando el 12 de febrero de 1541, en el centro del pas, la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura. Contina su tarea colonizadora y se interna hacia el sur del pas, fundando las ciudades de Concepcin, Imperial y el fuerte de Arauco. La estrategia de los espaoles consisti en fundar en avanzada fuertes militares apoyados por pequeas comunidades de poblacin que se instalaban posteriormente in situ. Esta estrategia se utiliz especialmente al sur del ro Bo-Bo, bastin emblemtico del territorio indgena para as motivar el retroceso de estos grupos hacia el sur de este lmite natural. Con el avance de los espaoles en territorio mapuche se inicia en 1550 la Guerra de Arauco que durara ms de tres siglos y que tendr como consecuencia la prdida de gran parte del territorio indgena y la utilizacin de estos como mano de obra en lavaderos de oro junto con una gran prdida de vidas humanas.
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Esta guerra desemboca en el Tratado de Paz de Guilln (1640) en el cual los indgenas se retraen levemente hacia el sur del Bo-Bo pero a condicin de mantenerse como hombres libres y propietarios de sus tierras comunales. Este tratado otorg paz a la zona durante 15 aos, luego del cual, por la renovada crueldad en el trato de indgenas en los asentamientos del norte del pas, la guerra retom su fuerza. Despus de muchos aos de lucha encarnizada, se firma en 1780 el Tratado de Santiago, que asegura los derechos indgenas de representacin ante las autoridades espaolas. Sigue un perodo de paz donde hay un comercio activo entre los mapuches y espaoles, por lo que se va transformando profundamente la sociedad mapuche. La divisin interna en el Pueblo mapuche se hace clara sobre todo en la poca de la Independencia de Chile (1810), cuando las agrupaciones mapuches tienen su propia poltica definida, polticas que resultan conflictivas con las definidas por el Estado chileno. En la ley de 1866 el Estado se declara nico comprador de todas las tierras de la Araucana. El plan de ocupacin consiste en pacificar primeramente el territorio, estableciendo lneas fortificadas y reduciendo a los mapuches a reservaciones, para luego repartir las tierras ms frtiles en forma ordenada entre los colonos. Comienza la Pacificacin de la Araucana Al comienzo de la dcada de los ochenta el gobierno de Chile decide acelerar el proceso y proceder a una rpida y definitiva conquista de todo el territorio. Han dado motivo a esta decisin la presin que existe por comprar tierras indgenas, la nueva inquietud en el sur a consecuencia de la ausencia militar durante la guerra del Pacfico (1879-81). Todas las comunidades mapuche se unen, pero son derrotadas en 1881, ponindose fin a la autonoma del pueblo mapuche y marcando el comienzo de su insercin en la sociedad chilena. En 1884 est puesto en marcha el proceso de radicacin, ya planificado en 1866, que significa la realizacin de reservas indgenas, las llamadas reducciones. En las dcadas subsiguientes, los mapuches son radicados en terrenos de una extensin limitada, de los cuales pasan a ser dueos legales mediante un Ttulo de Merced, y entre 1884 y 1919 son concedidos 3.078 ttulos, que corresponden a un nmero igual de reducciones. El pueblo mapuche pierde los derechos sobre el 90% de su antiguo territorio, destinado ahora a la colonizacin y la expansin del latifundio (Bengoa, 1996; 2000). 147
Las grandes agrupaciones mapuches son subdivididas en un gran nmero de comunidades, lo que tiene como consecuencia que el poder de los caciques principales se descentraliza, pasando a manos de los caciques locales (jefes de las comunidades), que son los poseedores formales de los ttulos de merced y los responsables del reparto de las tierras recibidas entre las familias que forman parte de la reduccin (Bengoa, 1996). Ya en el ao 1927 se trata de efectuar la divisin de las comunidades mapuches por medio de diversas leyes y decretos, pero el mapuche se resiste firmemente a dividir sus comunidades legalmente constituidas, puesto que son la ltima proteccin para sus tierras y su cultura. Una considerable cantidad de comunidades, sin embargo, fueron divididas compulsivamente durante el gobierno militar: por lo menos 2.000 en el perodo de 1979 a 1990. El decreto ley de 1979 haba establecido que no existan ni tierras indgenas ni propietarios indgenas, porque slo haba chilenos. En la nueva Ley Indgena, aprobada en 1993, el Estado dice reconocer no slo el pueblo mapuche como etnia indgena de Chile, sino tambin la tierra como el fundamento principal de su existencia y cultura. Si bien dedicaremos mayor atencin a las polticas pblicas y a la relacin entre los mapuches y el Estado de Chile, queremos sealar aqu que las polticas emanadas de los distintos gobiernos as como las leyes que se dictaron con respecto al pueblo mapuche a lo largo de su historia han tenido profunda incidencia en su realidad actual. Es as como se registra una constante y sistemtica migracin a partir de 1930, siendo los primeros emigrantes aquellos que quedaron sin tierra despus de la radicacin (Ancn 1994). Junto a la carencia de tierra en las comunidades mapuches (obviamente el factor clave en el proceso migratorio) y las divisiones, han tenido gran impacto los cambios en la economa regional: las modernizaciones y reconversiones (del trigo a la ganadera) en los latifundios que han significado menos trabajo temporal en la regin y una subsiguiente intensificacin de la migracin mapuche (Haughney y Marimn 1993). En este contexto, son las generaciones jvenes las que se dirigen a las ciudades en busca de mejores perspectivas de vida, pero su baja escolaridad, el alto grado de analfabetismo y las situaciones de discriminacin hacen que los mapuches se
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ubiquen en la periferia de las ciudades, ocupando as los principales cordones de pobreza. Del desarrollo anterior observamos que la historia del pueblo mapuche ha estado marcada por una suerte de resistencia a los avances de los espaoles, en un primer momento, y al avance de la cultura occidental, durante los ltimos aos. Esta situacin continua ha mantenido al pueblo mapuche en un estado de conflicto casi permanente en una defensa de sus derechos ancestrales y en la reivindicacin de derechos polticos que les permitan ocupar un lugar dentro de la sociedad chilena y de los procesos de decisin que les ataen. La actual demanda del pueblo mapuche busca retomar el hilo de su propia historia la que, si bien no volver a ser lo que fue, impone un serio reto a la convivencia y la gobernabilidad para avanzar as en el desarrollo de todos los sectores del pas, sin exclusin. 2.1.2 mbito antropolgico La tradicin cuenta que en el principio hubo una gran lucha entre las fuerzas sobrenaturales del bien y del mal, representados por dos seres Xeg Xeg y por Kai Kai. Como consecuencia de esta lucha, se produjo una gran inundacin, ordenada por Kai Kai para exterminar al hombre. Pero el hombre fue protegido por Xeg Xeg y de esta disputa quedaron 4 sobrevivientes: Una pareja de ancianos y una pareja de jvenes. Estos jvenes tuvieron la misin de ser el principio de la gente, "llituche", y los dos ancianos fueron los encargados de alimentar en conocimiento y sabidura a la nueva cultura, el Pueblo Mapuche El nombre "mapuche" (mapu: tierra, che: gente) es una denominacin general para entender una clasificacin geogrfica de quienes histricamente han vivido entre los rios Itata y Toltn. Es as como dentro de los mapuches distinguimos identidades como los Lafkenches, en la costa, Nganches, en el centro, Pehuenches, en la cordillera, Huilliches en el sur, etc. Las variaciones idiomticas entre estas identidades no son relevantes, pero s existen algunas discrepancias entre los historiadores acerca del origen de cada identidad mapuche. Con respecto al lenguaje, si bien es cierto que los mapuches no desarrollaron un lenguaje escrito, s desarrollaron un lenguaje basado en la tradicin oral que en ellos adquiere intrincados matices conectados a la naturaleza, a figuras religiosas y a
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diferentes planos o dimensiones de vida. Podramos decir que en los mapuches todo gira en torno al lenguaje. El lenguaje tiene un fin que va ms all de lo estrictamente comunicacional. Existe un lenguaje ceremonial de intricada explicacin, un lenguaje de uso frecuente y un lenguaje cuyos trminos son un misterio incluso para aquellos mapuches que lo dominan a cabalidad. Un ejemplo que podemos citar es que por aos los mapuches utilizaban la palabra Itrofilmogen, sin tener claramente especificado su significado. Hoy en da, producto de una apertura a otras reas del conocimiento por parte de connotados estudiosos del idioma, es posible establecer que esa palabra adquiere, desde hace 300 aos, un significado muy similar por lo que recin los especialistas estn entendiendo hoy en da como "biodiversidad". Su religin es rica en figuras multidimensionales, en diferentes planos y en diferente concepcin de tiempo. Son muchos los investigadores que han tratado de desentraar por aos una religin que involucra al lenguaje, al territorio y al linaje como un todo. La religin mapuche mantiene ms rasgos originarios y un menor grado de sincretismo con el cristianismo que otros pueblos originarios, en parte porque el pueblo mapuche mantuvo su independencia territorial hasta finales del siglo XIX (Durston y Duhart, 2003). La cultura mapuche involucra una compleja cosmovisin en que la armona universal es un valor central, en que las fuerzas de la naturaleza, las plantas medicinales, la salud fsica y el bienestar psicosocial estn relacionados con las deidades y con las creencias y ceremonias que las sustentan. La creencia espiritual mapuche est muy ligada a la tierra y al medio ambiente desde donde emana todo el poder de la vida, siempre por la gracia de la familia divina la que crea y sostiene al hombre y a la naturaleza. El Territorio donde habita el Pueblo Mapuche se divide en 4 partes, que sealan los cuatro puntos cardinales. Estas partes se conocen como Meli Witran Mapu que son: Puel Mapu: Tierra ubicada hacia el Oriente, desde donde sale el Sol. Willi Mapu: Tierra ubicada al Sur. Piku Mapu: Tierra ubicada al Norte.
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Lafken Mapu: Tierra ubicada al Poniente (hacia el Mar), donde se pone el Sol.
Esta denominacin tiene una connotacin mstico-religiosa que seala los puntos de las fuerzas sobrenaturales que afectan el Territorio y a cuanto en l existe. La casa de los mapuches (ruka) tiene su entrada hacia el Este, hacia los volcanes y montaas, de donde viene la energa de la tierra. Dos puntos cardinales estn ligados con el bien; el oriente, donde habita el pilln y el sur, portador de buenos vientos que traern bonanza, suerte y abundancia. Una figura importante para los mapuches es la machi o shamn, generalmente femenina, que combina roles de curacin y religiosa. La machi, principal figura religiosa de una comunidad, logra enlazar diferentes aspectos de la vida de comunidad en ceremoniales rogativos (Nguillatun) y en ceremoniales de carcter medicinal (machitun). Su peculiaridad radica en la capacidad de generar, en estados de trance, un sinnmero de smbolos y mitos que al mapuche lo hacen mantenerse firmemente arraigado a la tierra y sus ancestros. De aqu nace tambin la caracterstica de los mapuches de plantearse la vida en trminos de recuerdos (relatados como si los hubiesen experimentado hace poco) y a la falta de argumentos en torno a temas que tienen que ver con su futuro, son escasos los dilogos que generan en ese aspecto. El kultrn es su instrumento, mximo smbolo de su cosmovisin y sus diseos varan dependiendo de dnde venga la comunidad. Antiguamente los kultrn slo eran usados por las machis, pero hoy da esto ya no es as. La forma de este instrumento representa tres aspectos de la tierra: Auenu Mapu: Todo lo invisible, lo abstracto. Aqu se concentran las energas positivas. Nag Mapu: El espacio fsico donde el hombre se mueve, lo visible, palpable. Minche Mapu: Lo que est bajo tierra, las energas negativas, todo aquello desconocido, no clasificado. En contraste con la figura masculina del Lonko, (suplantada en muchas comunidades con la autoridad introducida de Presidente de la comunidad
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indgena), se mantiene muy activa la importancia de las machis, muchas de las cuales son mujeres relativamente jvenes. Con respecto al papel de la mujer al interior de las comunidades, estas cumplen diversas funciones que las convierten en un soporte fundamental para la economa familiar, tanto vendiendo productos hortcolas como artesanales, aunque a veces esta contribucin es poco reconocida. Aunque los hombres son responsables de la transmisin oral y pblica de la cultura, las mujeres son educadoras de la cultura en la casa y adems son las curadoras, yerbateras y componedoras de las comunidades. Al nivel urbano el papel de la mujer como transmisoras de cultura permanece vigente. Dentro de la cultura mapuche ningn ser viviente, por insignificante que sea, puede vivir sin la gracia de los grandes espritus y tanto el hombre como el resto de seres vivientes que conforman la naturaleza son percibidos de forma integral, donde todos estn interconectados e interrelacionados. Es por ello que tienen un gran respeto por la naturaleza, y un compromiso tico y moral con su pueblo, con el mundo. Dados los procesos migratorios sufridos por este pueblo, existe una importante prdida cultural (proceso de aculturacin) ya que en las ciudades ha sido muy difcil contar con los espacios que les permitan mantener sus tradiciones y fiestas religiosas, adems que se trata de un medio urbano, marcado por la modernidad y por la prevalencia de estilos y modos de vida muy diferentes a las comunidades. Como veremos ms adelante, los mapuches han intentado recrear su propia cultura en las ciudades, sin embargo, el contacto con la tierra y con la naturaleza es muy difcil. Esto es un problema a la hora de realizar sus ceremonias. Efectivamente, el ocultamiento de su identidad combinada con las continuas migraciones a la ciudad hace que hoy en da cohabiten generaciones de mapuches que han perdido, en distintos grados, su identidad originaria. Dentro de las manifestaciones ms evidentes de la prdida de los rasgos caractersticos de la identidad Mapuche, se encuentra la prdida del mapudungun. Los mapuches urbanos de la primera generacin son generalmente bilinges, es decir, hablan mapudungun y castellano. Sus hijos son mayoritariamente bilinges pasivos, es decir, que comprenden el mapudungun pero no lo hablan. Los mapuches de la tercera generacin, en su gran mayora, slo hablan el castellano, por lo que, segn sealan algunos, en la ciudad, lo que caracteriza tradicionalmente el ser mapuche se pierde (Informe Comisin Verdad y Nuevo Trato, 2003). 152
Por ello han desarrollado una serie de estrategias adaptativas en este nuevo medio destinadas a facilitar la interaccin con la sociedad dominante, relacin muchas veces marcada por la discriminacin y la marginacin. Dicho proceso suele afectar a la cultura indgena y su identidad tnica en la medida que nuevas generaciones nacen y se van adaptando progresivamente en el entorno urbano. 2.1.3 mbito sociolgico-econmico El centro social y econmico de la sociedad mapuche prehispnica estaba en las familias, que eran amplias, extensas y muy complejas, y en las que convivan todos los descendientes masculinos del padre o jefe de familia. Las distintas familias independientes solan hacer alianzas para colaborar en actividades econmicas, para hacer la guerra a otros grupos, etc. Para ellas se elega un toqui como jefe y consejero. Los toqui tienen poder temporal y limitado; no haba dirigentes permanentes. La sociedad mapuche de entonces es igualitaria, socialmente no diferenciada, y tambin relativamente pacfica por la abundancia de recursos naturales y las condiciones de vida favorables. La guerra con Espaa va a cambiar radicalmente a esta sociedad (Bengoa, 1996). En la sociedad igualitaria de antes, se estn produciendo relaciones de subordinacin; empieza a perfilarse una separacin entre lonkos (caciques), que poseen cierto dominio sobre un territorio, y trabajadores. Las mltiples relaciones fronterizas requieren dirigentes estables con la capacidad de negociar y parlamentar, y as ocurre que ciertos lonkos adquieren importancia especial, siendo elegidos con frecuencia como representantes de la poblacin mapuche. Estos lonkos principales (y despus de ellos sus hijos), encabezan grandes agrupaciones mapuches de distintas familias interrelacionadas, y poseen alianzas matrimoniales con otras; as dominan amplios territorios. Al comenzar el siglo XIX, a 250 aos de llegados los espaoles, la sociedad mapuche tiene una estructura social compleja y el poder poltico est concentrado en las manos de unos 15 a 20 caciques importantes (Bengoa, 1996). Cuando comienza el perodo de reducciones (fines de 1800) muchas estructuras sociales mapuches cambian. No se mantienen los grupos sociales ni la estructura de poder existentes en los tiempos pre-reduccionales. Las grandes agrupaciones mapuches son subdivididas en un gran nmero de comunidades reduccionales, lo que tiene como consecuencia que el poder de los caciques principales se descentraliza, pasando a manos de los caciques locales (jefes de las 153
comunidades), que son los poseedores formales de los ttulos de merced y los responsables del reparto de las tierras recibidas entre las familias que forman parte de la reduccin (Bengoa, 1996). Por las medidas de radicacin, la sociedad mapuche sufre cambios profundos tambin en otros aspectos, particularmente el econmico. Encerrados en sus reducciones y despojados de los amplios territorios de pastoreo, los mapuches se ven obligados a cambiar su modo de vida y sistema de produccin. Los ganaderos de antao se transforman en campesinos, practicando ahora de manera mucho ms intensiva la agricultura. Esto sin suficiente preparacin y con falta del conocimiento y de las tecnologas necesarias para cultivar las tierras limitadas de manera sostenible. En el perodo posterior a la radicacin, a consecuencia de un proceso de minifundizacin causado por enajenaciones y usurpaciones de tierras mapuches, y por un rpido crecimiento de la poblacin mapuche, contina deteriorndose la relacin hombre-tierra: el promedio de hectreas por persona, que era de 6,1 durante el perodo de radicacin, a fines de los setenta flucta entre 0,9 y 1,4. Esta enorme prdida en cantidad va acompaada de una prdida en calidad; fuertes presiones sobre la tierra han llevado a la intensificacin del uso de los suelos y el deterioro consecuente de su fertilidad y productividad (Bengoa 1996; 2000). Debido a la escasez de tierras aptas para el cultivo o el pastoreo, y de animales para el trabajo, o de implementos, entre otros, los niveles de produccin en las comunidades mapuches son bajos. Tambin en comunidades donde la principal fuente de ingresos no proviene de actividades agropecuarias sino de otras actividades econmicas como la recoleccin o la artesana, la produccin total es sumamente baja. La economa mapuche postreduccional es una economa de subsistencia, en el sentido de que no genera un excedente capaz de producir su desarrollo. Una creciente cantidad de familias se encuentra en un proceso de desahorro y endeudamiento (Bengoa, 1996) El deterioro progresivo durante el presente siglo de la situacin econmica mapuche se expresa no slo en los bajos niveles de vida, sino tambin en la proletarizacin. Mediante la venta de mano de obra, el mapuche hace un intento de aumentar sus ingresos y de mejorar las condiciones de vida. El trabajo asalariado fuera de las comunidades (mayormente en los latifundios) se hace en forma permanente o se alterna con trabajo por cuenta propia. 154
Pese al avance del empobrecimiento del pueblo mapuche, las autoridades chilenas toman pocas medidas directas para detener este proceso; a los mapuches, por ejemplo, nunca se les ha concedido un papel significativo en el desarrollo de la agricultura en el sur. Es un hecho que se deja explicar por la poltica de integracin que busca una rpida asimilacin del mapuche a la sociedad chilena, lo que debe realizarse mediante la absorcin de la mano de obra mapuche y de sus tierras en el sistema de la gran propiedad latifundista. En la prctica esto significara la transformacin de los mapuches en chilenos y la desaparicin de la etnia mapuche como raza y cultura diferenciadas (Bengoa, 1996). Es as como en la actualidad los mapuches constituyen el grupo tnico ms pobre de Chile (38,4%)22, y en su gran mayora, han debido migrar a las ciudades en la bsqueda de una mejor calidad de vida. Sin embargo, en las ciudades se incorporan a los estratos ms bajos del proletariado urbano, es decir, a los de menores ingresos, de niveles de vida ms bajos y de menor estabilidad en el empleo. Toda esta situacin ha acarreado cambios en sus estructuras comunitarias, en su forma de vida y en los medios para prodigarse la subsistencia. La vida en la ciudad les impone unas normas de organizacin que no concuerdan con su cosmovisin ni con sus formas de vida. Esto ha llevado a desincentivar la organizacin formal pues no se sienten identificados con los requisitos legales ni estructurales que en ellas se seala. 2.1.4 mbito poltico-legal El Estado ha jugado un rol central a lo largo de la historia del pueblo mapuche a travs de diferentes polticas, leyes y programas que han influido en su situacin actual. Desde la Independencia de Chile (1823) se han dictado numerosos cuerpos legales que regulan la situacin de los pueblos indgenas del pas, principalmente reglamentaciones acerca de la tenencia de la tierra del pueblo mapuche, lo que ha tenido grandes incidencias en los procesos migratorios que se han observado a lo largo de los aos (CONADI, 2003) En cuanto a las normativas nacionales que se han definido en materia indgena, las primeras declaran que el indgena debe estar en igualdad de condiciones con el chileno. La primera ley dictada en este perodo fue el Decreto del 1 de Julio de 1813
Fuente: Censo Nacional de Poblacin y Vivienda (1992) y Encuesta Nacional de Caracterizacin Socioeconmica (1996)
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y su objetivo fue formar villas formales, gozando los indgenas de los mismos derechos sociales de ciudadana que corresponde al resto de los criollos. Se trataba de valorar al mapuche e incluirlo en la nacin que se estaba fundando, para construir con l y sus territorios el nuevo pas que surga de las ruinas del mundo colonial (Boccara y Seguel, 1999). En 1845 se dict una ley de colonizacin que sentara las bases de la futura llegada de colonos extranjeros a los territorios indgenas, principalmente alemanes. Efectivamente, hacia el ao 1880, son casi 7.000 los colonos que se establecieron en la Araucana. Con ello se inicia una poltica que tiende a apagar la soberana autctona a travs de diversas decisiones y medidas legislativas unilaterales que ya no consideran los acuerdos pasados durante los parlamentos republicanos (Boccara y Seguel, 1999). El 4 de diciembre de 1866 se dicta la llamada ley de reduccin, donde se establece que se les dara a los indgenas un ttulo gratuito sobre las tierras que posean. Comienza entonces el proceso de radicacin de los mapuches. La poltica de radicacin de los indgenas los oblig a vivir en un espacio reducido de tierras, alterndose su sistema familiar. En algunos casos la familia se dispers, y en otros, se agrup, bajo un mismo ttulo, a personas de diferentes familias que no reconocan al mismo cacique (lonko) como jefe (Bengoa, 2000). De manera general se puede decir que la poltica indgena del Estado hasta el momento se limit al asunto territorial. De hecho, las distintas normativas no buscaron establecer relaciones con los indgenas ni implementar programas, tendiendo ms bien a su incorporacin a la sociedad nacional. La preocupacin de las autoridades, en esta zona recin conquistada, era delimitar esferas de influencias entre el Estado y los particulares (Boccara y Seguel, 1999). El proceso de radicacin llevado a cabo hasta el momento llev a los mapuches a convertirse en una minora tnica sometido al sistema de dominacin global y los ubic en una situacin de dependencia respecto del Estado y la sociedad chilena dominante. Sin embargo, las reducciones tambin se convirtieron en un lugar de reestructuracin y resistencia cultural frente al modelo dominante, ya que al despreocuparse de la situacin econmica, social y cultural indgena, al aislar y concentrar la poblacin mapuche en reservas, las autoridades crearon las condiciones para que esta cultura se reprodujera y que la identidad autctona perviviera. As es como en ausencia de una poltica indigenista asimilacionista o 156
integracionista coherente, la especificidad mapuche se mantuvo. Pero la perpetuacin de esta especificidad en una situacin de subordinacin tuvo un precio: la marginacin social y el empobrecimiento (Boccara y Seguel, 1999). El 13 de marzo de 1931 se dicta La ley de Propiedad Austral que blanque los ttulos de tierras obtenidos fraudulentamente y las ocupaciones de hecho realizadas por latifundistas sobre tierras indgenas y aquellas consideradas fiscales. La ley no contena normas para la solucin de conflictos entre mapuches y particulares, reconociendo a estos ltimos las posesiones producto de despojos (Osorio, 2002). La aplicacin de esta ley (1931-1961) llev a una mayor divisin de las comunidades que habitaban en territorios indgenas (de 3000 a 800 comunidades) La ley 14.511 (1960) prosigui en esta lnea. En 1953 se crea la Direccin de Asuntos Indgenas, dependiente del Ministerio de Tierras y Colonizacin, que tena por objeto aplicar las polticas contenidas en las leyes de 1931 y sus modificaciones. La Direccin tena como funcin la divisin de las comunidades, reconociendo la existencia de las comunidades indgenas, aunque no las legisl en detalle en cuanto a sus funciones y derechos. En 1978 se dicta el Decreto ley N 2.568 sobre divisin de comunidades indgenas. Esta norma tena como objeto promover la divisin de las comunidades mapuches, para lo cual establece con el mismo fin un procedimiento expedito y gratuito para la tramitacin de la divisin ante el juez de letras competente creando, adems, la Direccin de Asuntos Indgenas (DASIN) En virtud de estos decretos, muchas comunidades se dividieron. Al respecto Bengoa sostiene que, entre 1927 y 1973, 168 comunidades desaparecieron totalmente y sus tierras se perdieron. Esas tierras pasaron a privados y los indgenas tuvieron que migrar (Bengoa, 2000). Es posible concluir que a 1987 existe una cifra cercana a las 2.000 comunidades divididas, adems, alrededor de 40 predios provenientes de la aplicacin de la Reforma Agraria saneados, lo que supone estamos frente a la desaparicin casi completa de la propiedad comunitaria mapuche. Como seala Jos Bengoa esta normativa represent el intento de supresin de un pueblo, de solucin definitiva del problema indgena en Chile, no solamente porque se decret el fin del indgena como grupo especfico o minora tnica, sino porque al poner trmino a las discriminaciones legales positivas (igualdad formal) se
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consagraron y ampliaron las discriminaciones sociales, econmicas y culturales existentes (desigualdad real) (Bengoa, 2000). La llegada de la democracia a Chile en el ao 1990 constituye uno de los cambios ms importantes en las polticas indgenas chilenas. Las situaciones vividas hasta el momento y las crecientes condiciones de pauperizacin de las comunidades indgenas llev a una proliferacin de organizaciones, las que entraron en contacto con el movimiento poltico emergente haciendo que el tema de los derechos de estos pueblos se integrara como parte importante del Programa de Gobierno del entonces candidato a la presidencia por los partidos de la Concertacin, Patricio Aylwin. Para ello, en 1989, se suscribi el Acuerdo de Nueva Imperial que recoga gran parte de las reivindicaciones de los pueblos originarios del pas. El Acta de Nueva Imperial tuvo adems implicaciones de carcter histrico: fue la primera vez que estaban representados todos los pueblos indgenas a travs del Consejo Nacional de Pueblos Indgenas y otras organizaciones. Adems, este acuerdo es el inicio de una nueva relacin entre el Estado y los pueblos indgenas, en que se dio por superada la poltica de divisin de las comunidades y de asimilacin de los pueblos indgenas a la sociedad. Los principales contenidos del Acuerdo eran: El reconocimiento constitucional de los pueblos indgenas y de sus derechos econmicos, sociales y culturales fundamentales. La creacin de una Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena y de un Fondo Nacional de Etnodesarrollo, con la participacin activa de los distintos pueblos indgenas del pas, como entidades pblicas encargadas de coordinar la poltica indgena del Estado. La creacin de una Comisin Especial de Pueblos Indgenas que en un plazo no superior a cuatro aos culminara con la implementacin de una Ley Indgena y de la Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena. Otro de los acuerdos de trascendencia fue que el gobierno de la Concertacin por la Democracia se comprometi a la ratificacin del Convenio N 169 sobre Pueblos Indgenas y Tribales de la Organizacin Internacional del Trabajo, acuerdo que hasta el da de hoy no se ha cumplido.
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Tal como se sealaba en el Acuerdo de Nueva Imperial, en 1990 comienza a funcionar la Comisin Especial de Pueblos Indgenas (CEPI), la cual tuvo bsicamente los siguientes mandatos: Asesorar al Presidente de la Repblica en la determinacin de las polticas indgenas, respecto de los grupos tnicos indgenas que integran la sociedad chilena (...) en lo concerniente a su pleno desarrollo econmico y social, a la conservacin, fortalecimiento y difusin de sus expresiones y valores culturales y a la debida participacin y proyeccin de sus miembros en la comunidad nacional Formular un diagnstico de la realidad, problemas, necesidades y aspiraciones de los Pueblos Indgenas. Estudiar y proponer planes y proyectos orientados a lograr el integral desarrollo y progreso econmico, social y cultural de los Pueblos Indgenas. La CEPI estaba estructurada por un Directorio y un Consejo paritario de personeros de gobierno y dirigentes indgenas, elegidos por sus organizaciones para tal finalidad, dando de esa forma cumplimiento al compromiso de participacin exigido por las organizaciones. En el cumplimiento de su mandato, la CEPI prepar un programa de trabajo que bsicamente contena dos lneas definidas: la propuesta de un anteproyecto de Ley Indgena, y el desarrollo de un programa de accin que contribuyera a atender las necesidades ms urgentes de la poblacin indgena, pasando a convertirse en un organismo de apoyo a las iniciativas econmicas, sociales y culturales de las comunidades del pas. A partir de las propuestas de la CEPI, el gobierno de Patricio Aylwin present al Poder Legislativo los siguientes proyectos de ley: 1. El proyecto de Ley Indgena, cuyos puntos principales fueron reafirmados por el Congreso de Pueblos Indgenas celebrado en 1991. 2. El proyecto de Reforma Constitucional, que tena por objeto lograr mayor grado de reconocimiento jurdico de los pueblos indgenas, de manera que Chile se
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reconociera como pas pluritnico y pluricultural, reconociendo la diversidad cultural23. 3. El proyecto de ratificacin del Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indgenas y tribales 4. El proyecto de ratificacin del convenio que crea el Fondo de Desarrollo de los Pueblos Indgenas de Amrica Latina y El Caribe. De las cuatro iniciativas descritas, slo fue aprobado, aunque con modificaciones y cambios substanciales, el proyecto de Ley Indgena, y se ratific el Convenio Constitutivo del Fondo de Desarrollo Indgena. En 1993 se dicta la ley N 19.253 que establece normas sobre proteccin, fomento y desarrollo de los indgenas, y crea la Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena (CONADI), la cual se diferencia sustancialmente de los cuerpos de la legalidad tradicional conocida en Chile, que siempre se caracterizaron por un tratamiento bajo rgimen de igualdad jurdica a la poblacin indgena, desconociendo, tanto derechos consuetudinarios como especificidad cultural. Con ello se inicia un perodo absolutamente distinto, puesto que se intenta de alguna manera dar respuesta o enfrentar los temas centrales de la problemtica indgena: Tierra, Desarrollo y Cultura y Educacin. La Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena (CONADI) es un organismo pblico, descentralizado, con personalidad jurdica y patrimonio propio, dependiente del Ministerio de Planificacin y Cooperacin. La CONADI es el organismo encargado de promover, coordinar y ejecutar la accin del Estado en favor del desarrollo integral de las personas y comunidades indgenas en lo econmico, social y cultural, as como de impulsar su participacin en la vida nacional. A ella corresponde ejecutar el Fondo de Tierras y Aguas Indgenas, creado por la Ley 19.253, y que en su aspecto central se refiere a la solucin de litigios sobre tierras entre personas indgenas, comunidades indgenas y particulares, provenientes de los ttulos de merced u otras cesiones o asignaciones hechas por el Estado a favor de los
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La propuesta de reforma constitucional propona agregar como inciso final al Art. 1 de la Constitucin la frase El Estado velar por la adecuada proteccin jurdica y el desarrollo de los pueblos indgenas que integran la Nacin chilena. Agregaba como inciso final al N 22 del Art. 19 la frase: La ley podr, tambin, establecer beneficios o franquicias en favor de las comunidades indgenas. Finalmente agrega al Art. 62 como N 7 la frase: Establecer sistemas de proteccin jurdica y beneficios o franquicias para el desarrollo de los pueblos indgenas (Proyecto de Reforma).
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indgenas. Asimismo, el fondo contempla el otorgamiento de un subsidio para la adquisicin de tierras por parte de los indgenas. Del mismo modo, la CONADI ejecuta el Fondo de Desarrollo Indgena que tiene por objetivo permitir el desarrollo productivo de las poblaciones indgenas beneficiadas con las tierras adquiridas a travs del Fondo de Tierras y Aguas. En el desarrollo de estas acciones concurren CONADI, INDAP y CONAF, y estn referidas a recuperacin de suelos, forestacin, manejo del bosque nativo, fondos concursables para proyectos productivos y asistencia tcnica. A partir de 2000 se implementan bsicamente tres lneas programticas centrales: Fomento de la Economa Indgena Urbana y Rural, Apoyo a la Gestin Social Indgena y Estudios de Preinversin para el Desarrollo Indgena. En cuanto a tierras indgenas, la ley establece un proceso de restitucin y de ampliacin de las tierras bajo dominio indgena. En cuanto a desarrollo se establecen mecanismos y procedimientos para la instalacin de una poltica de desarrollo con identidad y en el mbito cultural se establecen procedimientos tendientes al reconocimiento de las culturas y con el reconocimiento de los saberes, conocimientos y valores de los sistemas culturales. Atendiendo como un mecanismo vlido para tales fines la instalacin de modelos de Educacin Intercultural Bilinge (CONADI, 2003). Sin embargo, y cmo ya mencionbamos al comienzo de este captulo, esta normativa an no reconoce la calidad de pueblos de los grupos indgenas chilenos, lo que ha llevado al Estado chileno a ratificar aquellas normativas internacionales que no tienen una ingerencia directa en este tema. Entre ellas podemos sealar las siguientes: Pacto de Derechos Internacional de Derechos Civiles y Polticos (23 de marzo de 1976): A pesar de que sus disposiciones han sido muy poco aplicadas en beneficio de los indgenas, establece una serie de disposiciones importantes tales como que Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinacin. En virtud de este derecho establecen libremente su condicin poltica y proveen asimismo a su desarrollo econmico, social y cultural (artculo 1, inciso 1) o que en En los Estados en que existan minoras tnicas, religiosas o lingsticas, no se negar a las personas que pertenezcan a dichas minoras el derecho que les corresponde, en comn con los dems miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a 161
profesar y practicar su propia religin y a emplear su propio idioma (artculo 27). Pacto Internacional de Derechos Econmicos, Sociales y Culturales: Al igual que en el convenio anterior, este Pacto establece en su artculo 1 que Todos los pueblos tienen el derecho de libre determinacin. En virtud de este derecho establecen libremente su condicin poltica y proveen asimismo a su desarrollo econmico, social y cultural. Convencin Internacional sobre la Eliminacin de todas las Formas de Discriminacin Racial (4 de enero de 1969): En su artculo 2 inciso 2 establece que los Estados partes tomarn, cuando las circunstancias lo aconsejen, medidas especiales y concretas, en las esferas social, econmica, cultural y en otras esferas, para asegurar el adecuado desenvolvimiento y proteccin de ciertos grupos raciales o de personas pertenecientes a estos grupos, con el fin de garantizar en condiciones de igualdad el pleno disfrute por dichas personas de los derechos humanos y de las libertades fundamentales. Esas medidas en ningn caso podrn tener como consecuencia el mantenimiento de derechos desiguales o separados para los diversos grupos raciales despus de alcanzados los objetivos para los cuales se tomaron. Por su parte, el artculo 7 dispone que los Estados partes se comprometen a tomar medidas inmediatas y eficaces, especialmente en las esferas de la enseanza, la educacin, la cultura y la informacin, para combatir los prejuicios que conduzcan a la discriminacin racial y para promover la comprensin, la tolerancia y la amistad entre las naciones y los diversos grupos raciales o tnicos Convenio Constitutivo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas de Amrica y el Caribe: En el artculo 1 seala que el objeto del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indgenas de Amrica Latina y el Caribe, en adelante denominado "Fondo Indgena", es el de establecer un mecanismo destinado a apoyar los procesos de autodesarrollo de pueblos, comunidades y organizaciones indgenas de Amrica Latina y del Caribe. Efectivamente, si bien estas normativas se refieren a los grupos indgenas como pueblos, no exigen un reconocimiento formal por parte de los pases que las 162
ratifican. Es por ello que una de las grandes piedras de tope para el Estado chileno ha sido el Convenio N 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT), el que no ha sido ratificado convirtindose en una demanda constante por parte de los pueblos indgenas en Chile. Este convenio seala lo siguiente: Convenio 169 de la OIT sobre pueblos indgenas y tribales en pases independientes (6 de septiembre de 1991): El primer organismo internacional que hace referencia a los derechos de las personas indgenas es la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) al establecer normas sobre no discriminacin en la esfera del derecho y las condiciones del trabajo. Esta preocupacin de la OIT da lugar, en 1957, a la aprobacin del Convenio N 107 relativo a la "Proteccin e Integracin de las Poblaciones Indgenas y de Otras Poblaciones Tribales y Semitribales en los Pases Independientes". Al adoptar el Convenio169 sobre Pueblos Indgenas y Tribales, la 76 Conferencia Internacional del Trabajo (Ginebra, junio 1989) observ que en muchas partes del mundo estos pueblos no gozan de los derechos humanos fundamentales en el mismo grado que el resto de la poblacin, reconociendo sus aspiraciones a asumir el control de sus propias instituciones, de su forma de vida y de su desarrollo econmico. El nuevo convenio, que revisa normas anteriores de la OIT, especialmente el Convenio 107 (1957), se aplica a los pueblos indgenas de pases independientes cuyas condiciones sociales, culturales y econmicas los distinguen de otros sectores de la colectividad nacional y a aquellos pueblos de pases independientes considerados indgenas por su descendencia. Este Convenio establece en su artculo 4 que Debern adoptarse las medidas especiales que se precisen para salvaguardar las personas, las instituciones, los bienes, el trabajo, las culturas y el medio ambiente de los pueblos interesados; Tales medidas especiales no debern ser contrarias a los deseos expresados libremente por los pueblos interesados.; El goce sin discriminacin de los derechos generales de ciudadana no deber sufrir menoscabo alguno como consecuencia de tales medidas especiales. El artculo 5, asimismo, dice que al aplicar las disposiciones del presente Convenio: a) debern reconocerse y protegerse los valores y prcticas 163
sociales, culturales, religiosos y espirituales propios de dichos pueblos y deber tomarse debidamente en consideracin la ndole de los problemas que se les plantean tanto colectiva como individualmente; b) deber respetarse la integridad de los valores, prcticos e instituciones de esos pueblos; c) debern adoptarse, con la participacin y cooperacin de los pueblos interesados, medidas encaminadas a allanar las dificultades que experimenten dichos pueblos al afrontar nuevas condiciones de vida y de trabajo. Igualmente significativo es lo sealado en el artculo 7, que establece que los pueblos interesados debern tener el derecho de decidir sus propias prioridades en lo que atae el proceso de desarrollo, en la medida en que ste afecte a sus vidas, creencias, instituciones y bienestar espiritual y a las tierras que ocupan o utilizan de alguna manera, y de controlar, en la medida de lo posible, su propio desarrollo econmico, social y cultural. Adems, dichos pueblos debern participar en la formulacin, aplicacin y evaluacin de los planes y programas de desarrollo nacional y regional susceptibles de afectarles directamente. La revisin de estas normativas, ratificadas y no ratificadas por el Estado chileno, permite concluir que el tema indgena ha sido un tema importante para los distintos gobiernos, pero con nfasis ms o menos marcados. Todo lo anterior nos hace reflexionar que, ms all de algunos avances en trminos de reconocer en parte la deuda histrica con los indgenas, an quedan muchos pasos por avanzar, especialmente en trminos de reconocimiento estatal e internacional de los derechos indgenas de Chile. A fines de la dcada de los noventa comenz un nuevo perodo de movilizaciones de los pueblos indgenas en Chile, originado principalmente en la superposicin de leyes que entraban en contradiccin con lo dispuesto en la ley indgena. Entre las reclamaciones de los indgenas figuraban anular la reduccin territorial, la fragmentacin social, el desplazamiento forzoso, la prdida patrimonial, la prdida de vigencia de sistemas normativos propios, el deterioro cultural y de idioma por polticas de castellanizacin forzosa, entre otras. En trminos legislativos, los principales inconvenientes surgieron por las contradicciones existentes entre la ley indgena y otras leyes o polticas referidas a sectores sensibles para el desarrollo de las comunidades indgenas. Por una parte, 164
la poltica forestal llevada a cabo por los distintos gobiernos ha implicado cambios en regmenes de propiedad de los recursos del territorio: las aguas, el subsuelo, los bosques, la biodiversidad, las riberas, lo que a su vez redund en la prdida de las aguas y derechos ribereos de algunas comunidades mapuche. Tambin se ha incentivado la reconversin productiva de la regin mapuche, y se alent la expansin de la industria forestal de monocultivos de especies exticas de pino y eucaliptos. En las esferas vial y ambiental coexisten numerosos problemas y proyectos de instalacin de empresas privadas que afectan a comunidades mapuches. El caso ms emblemtico de los ltimos tiempos ha sido la construccin de una serie de represas en el Alto Biobo, territorio habitado por las comunidades indgenas Mapuche-Pehuenche de Chile, que gener una verdadera crisis, tanto a nivel de las instituciones pblicas encargadas del tema ambiental e indgena, como en las relaciones entre el pueblo Mapuche (principal pueblo indgena del pas) y el Estado chileno24. El conflicto comenz a principios de los 90, durante la construccin de la primera de seis represas, la de Pangue, cuando en el pas an no existan ni la Ley indgena ni la Ley Ambiental, ambos cuerpos legales que hoy estn plenamente vigentes. Sin embargo, la utilizacin por parte de las comunidades de mltiples mecanismos de consulta y participacin ciudadana estipulados en estas leyes no logr, en el caso de la represa Ralco, llegar a un acuerdo respecto a este megaproyecto y su implementacin contina a pesar del fuerte rechazo de algunas familias Pehuenche y las ms representativas organizaciones Mapuche del pas que ven en el conflicto que se desarrolla en la cuenca del ro que antao fuera la frontera de su territorio la violacin flagrante de la nueva Ley Indgena. Por otra parte en otros conflictos etnoambientales se han logrado, o se estn en vas de lograr, acuerdos con las comunidades afectadas. Es el caso del Bypass de Temuco donde los comuneros afectados, luego de un largo proceso de negociacin, acordaron un paquete de modificaciones al proyecto y de compensaciones. Algunos sin embargo, alegan que las comunidades no fueron consultadas ni decidieron en forma libre e informada, de acuerdo a su idioma y sus costumbres.
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Las Lecciones de las Represas del Biobo para el Manejo Alternativo de Conflictos Etnoambientales en Territorios Mapuche de Chile. Propuesta de proyecto presentada por Jos Aylwin Oyarzn para el Instituto de Asuntos Indgenas, Universidad de la Frontera.
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Hay otros casos, como la carretera de la costa o la Ley de Pesca que permite la operacin en territorio costero de empresas pesqueras industriales con las cuales los mapuches no tienen posibilidades de competir, acabando con uno de los elementos ancestrales y constitutivos de la cultura lafkenche. Esta situacin llev a que el gobierno de Ricardo Lagos iniciara un nuevo proceso de conversacin con los pueblos indgenas, creando la Comisin de Verdad y Nuevo Trato. Esta Comisin fue creada en enero de 2001 para considerar las distintas visiones sobre la temtica indgena, por lo que convoc a personalidades destacadas de los mltiples mbitos de la vida nacional a fin de contar con una integracin amplia y plural. Su principal misin era informar acerca de la historia de la relacin que ha existido entre los pueblos indgenas y el Estado y que sugiriera propuestas y recomendaciones para una nueva poltica de Nuevo Trato. Estas recomendaciones deban estar referidas a mecanismos institucionales, jurdicos y polticos para una plena participacin, reconocimiento y goce de los derechos de los pueblos indgenas en un sistema democrtico, sobre la base de un consenso social y de reconstruccin de la confianza histrica. Este informe constituye el intento ms sistemtico efectuado por el Estado en orden a la consolidacin de un Nuevo Trato entre l y los pueblos indgenas. As se explica el esfuerzo que la Comisin hizo para formular un conjunto de propuestas y recomendaciones, entre las que se destacan: a. El reconocimiento constitucional de los pueblos indgenas: como una manera de permitir la visibilidad y afirmacin de los mismos, constituyndose dicha norma en una directriz para las polticas estatales. El reconocimiento constitucional es el punto de partida para la ampliacin y profundizacin de los derechos de los pueblos originarios. b. La recomendacin de consagrar constitucionalmente derechos colectivos de los pueblos indgenas: especialmente en los mbitos poltico, territorial y cultural. En materia de derechos polticos, la Comisin ha propuesto medidas como la eleccin de representantes indgenas en el Congreso Nacional, la participacin en la integracin y gestin de los gobiernos locales y regionales y el reconocimiento de las instancias de participacin propias de cada pueblo, entre otros. En cuanto a lo territorial, la Comisin plantea el reconocimiento de la relacin especial de los pueblos indgenas con las tierras y territorios; asimismo, releva el 166
reconocimiento y demarcacin de territorios y tierras indgenas, la proteccin de las tierras actualmente pertenecientes a indgenas, la consagracin legal de mecanismos de reclamacin de tierras, as como un conjunto de recomendaciones relativas a la relacin entre los pueblos indgenas y los recursos naturales. c. Las recomendaciones respecto de la institucionalidad, la definicin y ejecucin de polticas pblicas: en materias concernientes al inters de los pueblos indgenas, tales como la creacin de un Consejo de Pueblos Indgenas, el perfeccionamiento de mecanismos de financiamiento de las polticas indgenas, y el mejoramiento de la pertinencia e impacto de las polticas pblicas dirigidas a los pueblos indgenas. d. Las recomendaciones relativas a los pueblos indgenas extintos: como los anikenk y selknam, que apuntan a la realizacin de un reconocimiento histrico de que dichos pueblos fueron objeto de un genocidio. e. Las propuestas referidas a los pueblos en riesgo de extincin: los kawsqar y yagn, en que se insta a adoptar las medidas necesarias para asegurar su sobre vivencia. f. Las recomendaciones concernientes a cada pueblo indgena en particular: en que se relevan las especificidades relativas a formas organizativas y tradiciones culturales propias de cada pueblo. g. Las recomendaciones relativas a la aprobacin y ratificacin de instrumentos internacionales sobre materias indgenas: en que destaca, notoriamente, la necesidad de ratificar, por parte del Congreso Nacional, el Convenio 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo. h. Finalmente, la Comisin formula un conjunto de propuestas y recomendaciones relativas a la consolidacin de una sociedad chilena que reconozca y valore su diversidad cultural y los derechos indgenas, con especial nfasis en los esfuerzos que se deben realizar a travs del sistema educativo.La educacin es el mecanismo a travs del cual deben arraigarse en nuestra sociedad los valores superiores de la tolerancia, la inclusin y la no discriminacin. 167
A partir del trabajo de la Comisin, el Gobierno de Ricardo Lagos decide comunicar la implementacin de una Poltica de Nuevo Trato, la que se funda en tres principios orientadores: a) el reconocimiento del carcter culturalmente diverso de la sociedad chilena; la construccin de una nueva relacin entre los pueblos originarios, la sociedad chilena y el Estado; b) la ampliacin de los derechos de los pueblos indgenas y, c) la participacin y pertinencia cultural como eje de la formulacin, ejecucin y evaluacin de polticas. Para ello ha planteado que, en los prximos aos, las acciones de gobierno se implementarn bajo tres lineamientos estratgicos:
1. Mejorar el nivel de reconocimiento de los derechos de los pueblos indgenas. Los pueblos indgenas actualmente cuentan con reconocimiento de derechos especficos a travs de la Ley Indgena y con reconocimiento de derechos universales a travs de la Constitucin Poltica y la legislacin sectorial. Tal como lo recomendara la Comisin de Verdad Histrica y Nuevo Trato, el gobierno avanzar decididamente en mejorar el nivel de reconocimiento de derechos especficos que han alcanzado los pueblos indgenas. Asimismo, potenciar entre ellos el ejercicio de derechos polticos, culturales, sociales y econmicos, ya consagrados en la legislacin nacional, a partir de la reglamentacin y el fortalecimiento institucional. Entre las principales medidas en esta materia se cuentan: Reconocimiento constitucional: Se insistir al Congreso Nacional en el reconocimiento constitucional de los pueblos indgenas. Representacin y participacin poltica: Una vez aprobado el reconocimiento constitucional y en sintona con las recomendaciones de la comisin, se pretende avanzar en los diversos aspectos relacionados con los derechos polticos de los pueblos indgenas Aplicacin de la Ley Indgena: Al amparo de la actual Ley Indgena, se fortalecern los espacios de participacin de las comunidades. Por otra parte, de acuerdo a las recomendaciones de expertos de Naciones Unidas, se desarrollarn estudios comparativos de la legislacin sectorial nacional y la Ley 168
Indgena. En base a los resultados de estos estudios se generar un instrumento pblico de monitoreo y fiscalizacin en la aplicacin de toda aquella legislacin que propenda a la proteccin y promocin de los pueblos indgenas. Asimismo, se elaborarn propuestas de modificacin de aquellas normativas sectoriales que se encuentren en abierta colisin de principios y normas con la Ley Indgena.
2. Profundizar las estrategias de desarrollo con identidad. Se espera reducir la pobreza en los pueblos indgenas, mejorando sus condiciones y calidad de vida, oportunidades de equidad social y sustentabilidad tnica a partir de la estrategia de desarrollo con identidad, reconociendo la necesidad de enfoques e instrumentos de poltica social integrales y pertinentes a la condicin tnica de cada pueblo. La poltica de desarrollo con identidad estar basada en tres componentes fundamentales: educacin intercultural, desarrollo productivo y reconocimiento de tierras. Educacin y fortalecimiento socio cultural indgena: incentivando la participacin directa de las comunidades indgenas en el actual proceso educativo, con el objeto de atender la sabidura ancestral en la formacin escolar de los nios y nias indgenas; realizando esfuerzos en fortalecer y promover las lenguas, patrimonio y sistemas socioculturales de los pueblos indgenas; generando una poltica de reconocimiento y promocin ms amplia que en el slo mbito educacional. Desarrollo productivo: acompaando la entrega de tierra indgena con proyectos y programas de inversin o desarrollo productivo; la generacin de instrumentos que permitan mejorar la articulacin, proteccin y gestin de los territorios, teniendo presente una adecuada informacin, tanto en calidad como en disponibilidad, en torno a condicin tnica, poblacin indgena e inversin pblica y privada en los territorios. Restitucin de tierras y aguas: se pretende el reconocimiento a los justos ttulos de comunidades.
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De acuerdo a las recomendaciones de la Comisin, se pretende que los ministerios coordinados por Mideplan entregarn a consideracin del Consejo de CONADI un plan de accin bianual, para que este se pronuncie y haga las recomendaciones que le encomienda la Ley Indgena. Un elemento importante a considerar es la creacin de un nuevo organismo para que coordine las polticas indgenas a travs de una Subsecretara de Asuntos Indgenas, que se constituira en el articulador de las polticas del Estado en materia indgena. Para ello se enviar un proyecto de ley. En el intertanto, se reforzar el rol del actual Subsecretario de Mideplan, enfatizando su rol directivo de una efectiva coordinacin de polticas. Sin embargo, ms all de estos avances, los propios indgenas han manifestado su descontento con estas medidas principalmente porque an no logran recoger elementos propios de su cosmovisin y cultura. Aucn Huilcamn, dirigente mapuche del Consejo de Todas las Tierras, ha manifestado que "si tuviera que usar un lenguaje para calificarlo, dira que es un informe claramente colonialista, asimilacionista y por lo tanto no podemos aceptarlo. El texto omiti la responsabilidad institucional en la usurpacin de tierras ancestrales y el tema de la libre determinacin de los pueblos" (Mapuexpress, 2003). El informativo mapuche Mapuexpress seala que: "Nada es el aporte que entrega este Informe a mejorar las actuales polticas al interior del Estado, por el contrario escatima los planteamientos de fondo que se vienen demandando y cae en la redundancia sobre cuestiones legislativas que se vienen insistiendo desde hace varios aos como son el reconocimiento constitucional y la ratificacin de Convenio N169. En definitiva, nada nuevo a lo que ya se ha dicho Tambin seala que nuevamente se proclama que se aumentarn recursos a entidades burocrticas para cumplir fines asistencialistas desde la perspectiva de desarrollo estatal hacia los pueblos indgenas. Desde el punto de vista participativo, el informe propone que las denominadas etnias elijan a sus propios representantes en el Congreso Nacional, y reconocer las formas de organizacin de los pueblos indgenas. En lo territorial, se establece que debe haber una demarcacin de territorios indgenas y el reconocimiento a participar de dichas zonas. Tambin, plantea reemplazar la nocin de rea de desarrollo indgena en la legislacin nacional, por el 170
concepto de territorio indgena. Varios de estos aspectos son cuestionados en forma y fondo por algunos referentes mapuche" (Mapuexpress, 2003). En el caso de los indgenas urbanos, el gobierno ha manifestado la necesidad de generar medidas en el orden del desarrollo cultural, social, infraestructura y servicios bsicos, salud, vivienda, etc. Para ello ser necesaria la construccin de una lnea base en torno a la condicin de la poblacin indgena urbana y la definicin de polticas especficas de desarrollo con identidad, cuestin largamente anhelada por la poblacin indgena urbana. Esta intencin ha sido ratificada por el nuevo gobierno de Chile, donde se ha destacado la necesidad de una poltica pblica indgena especficamente urbana que asuma la especificidad de su problemtica, con respeto a su identidad; buscando universalizar el acceso educacional con calidad y pertinencia tnica, resolver los problemas de habitabilidad y vivienda, asegurar empleos socialmente protegidos de acuerdo a la ley, pero asimismo, garantizar prcticas no discriminatorias en el acceso al trabajo y a las remuneraciones, por mencionar las ms importantes (Mensaje de la ministra de Mideplan, 24 de junio de 2006). En este sentido, una de las primeras medidas adoptadas por su cartera para mejorar la proteccin social de los pueblos originales ha sido la incorporacin de la variable indgena en la ficha de proteccin social que lleva el Ministerio de Planificacin y Cooperacin. Creemos que esta nueva poltica indgena de Nuevo trato se convierte en una gran oportunidad para recoger los resultados de nuestra investigacin, los que podran aportar elementos de juicio importantes que facilitarn el diseo de las polticas pblicas, y de los proyectos o programas relacionados, y que pueden mejorar el impacto que se espera alcanzar. Por otra parte, la participacin de Agencias de Cooperacin Internacional en estos temas tambin abre la puerta a nuevas oportunidades. Efectivamente, en el ao 2001 el Presidente Ricardo lagos toma la decisin de implementar un programa de desarrollo integral para lo cual el gobierno suscribe un convenio de prstamo de 133 millones de dlares con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para la ejecucin de las dos fases del Programa de Desarrollo Integral de las Comunidades Indgenas. Este Programa, llamado Programa Orgenes (PO), reconoce la importancia de avanzar en la creacin de espacios de participacin a las comunidades indgenas, 171
as como de considerar medidas para que las polticas sectoriales las acojan. Es as como interviene con una activa participacin de los beneficiarios de manera articulada, transparente y descentralizada. El Programa Orgenes pone nfasis en fortalecer la capacidad de gestin de las comunidades indgenas participantes, promoviendo prcticas que conduzcan a generar espacios socioterritoriales donde el desarrollo sea sustentable. El Programa Orgenes es una de las medidas tomadas por el Estado Chileno para apoyar y fortalecer los Pueblos Originarios. En este caso, los pueblos Aymaras; Atacameos y Mapuches en las zonas rurales. Esto se hara mediante procesos participativos de planificacin local y territorial que incorporen los mbitos productivos, culturales, de medicina y de educacin intercultural. Esto requiere crear capacidades en los organismos pblicos que tienen estas funciones y que son los Ministerios de Salud, de Educacin, la CONADI, el INDAP y la CONAF, entre otros. Estos actan como co-ejecutores del PO. El Programa se comenz a implementar en el ao 2001 abarcando a 5 Regiones: la I, II, VIII, IX y X. Su financiamiento corresponde al Estado de Chile y al BID quien otorga un prstamo multifase, ejecutndose la primera fase, originalmente entre 2001 y 2004 (extendido para las Regiones I, IX y X, hasta el 2005). Esta primera fase se considera como una experiencia piloto, de aprendizaje y prueba metodolgica del Programa, que se aplica a 645 comunidades, para luego pasar a la segunda fase, en que lo aprendido en la primera fase se aplique a unas 700 comunidades.
Tabla 9. Comunidades indgenas focalizadas por el Programa Orgenes
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a) Mejorar las condiciones de vida y promover el desarrollo con identidad de los pueblos Aymara, Atacameo y Mapuche, en el rea rural, particularmente en los mbitos econmico, social, cultural y ambiental; y b) Lograr instalar en las Polticas Pblicas de Chile la necesidad que ellas consideren la diversidad cultural que tiene el pas. Como objetivos especficos se han sealado los siguientes: (i) Mejorar las capacidades y oportunidades de los beneficiarios en el mbito productivo, educativo, y de salud; (ii) Fortalecer las reas de Desarrollo Indgena (ADI) y las comunidades indgenas beneficiarias del Programa en materia de desarrollo integral con identidad mediante una gestin participativa; e (iii) Institucionalizar la temtica indgena en los distintos sectores, creando capacidades en los organismos pblicos para que la atencin a las poblaciones indgenas sea articulada, adecuada y con pertinencia cultural. Actualmente el programa est siendo objeto de evaluacin por parte del BID y de Mideplan de manera de conocer el impacto de las actividades desarrolladas durante la I fase del Programa. Por otra parte, sobre la base de esta misma evaluacin, se estn proponiendo una serie de recomendaciones y ajustes para la II etapa de implementacin, que tendr una duracin de cuatro aos (2006-2010). Este Programa tambin refleja un cambio en la estrategia que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otras Agencias de Cooperacin estn teniendo frente al tema. Efectivamente, en febrero de 2006 el BID anuncia la aprobacin de una estrategia y de una poltica operativa diseadas para proteger los derechos de los pueblos indgenas en Amrica Latina y el Caribe y para apoyar su desarrollo con identidad, facilitando su activa participacin en el proceso de desarrollo y respetando a la vez sus prioridades, sus recursos naturales y su patrimonio cultural. Con ello el Banco empieza a reconocer la correlacin entre pueblos indgenas y niveles de pobreza, el potencial del patrimonio cultural y natural de los pueblos indgenas para su propio desarrollo y para el de la sociedad como un todo, y la importancia de
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promover la inclusin de los temas indgenas en las polticas, los programas y los proyectos del Banco25. Durante la ltima dcada, los pueblos indgenas han logrado importantes avances, especialmente en el marco legal y normativo nacional e internacional, respecto a sus derechos especficos y en el protagonismo de sus organizaciones y movimientos. Sin embargo, estos avances no han logrado revertir o detener el deterioro de las condiciones de vida de los pueblos indgenas. Tampoco se revertieron las tendencias de desposesin de tierras de ocupacin ancestral, el deterioro de las condiciones ambientales en territorios indgenas, ni los problemas relacionados con la migracin de indgenas hacia barrios marginales urbanos y extranjeros. Por muchos aos, las polticas gubernamentales (as como la cooperacin internacional) con relacin a los pueblos indgenas se caracterizaron por la exclusin o por estar orientadas hacia la integracin y asimilacin por considerarse que las caractersticas socioculturales de los pueblos indgenas obstaculizaban el desarrollo. Ante los escasos resultados de estos programas, los pueblos indgenas y otros plantean visiones del desarrollo basadas en la cosmovisin y cultura propios de los pueblos indgenas. En este contexto, el Banco reconoce la especificidad de la cultura, de los derechos y de las aspiraciones de los pueblos indgenas a raz de su descendencia de poblaciones que habitaban en la regin de Amrica Latina y el Caribe en la poca de la Conquista o la colonizacin. El propsito de la Estrategia para el desarrollo indgena y de la Poltica Operativa sobre pueblos indgenas que la complementa, es potenciar la contribucin del Banco en el desarrollo con identidad de los pueblos indgenas mediante la definicin de metas y reas prioritarias especficas para la accin del Banco. La Estrategia es un documento de orientacin a medio plazo que presenta la visin, las prioridades y las lneas de accin para el trabajo del Banco. A su vez, la Poltica, como documento vinculante para el Banco, define los objetivos de largo plazo, los principios, requerimientos, condiciones y reglas para la implementacin de la Estrategia y para las acciones del Banco hacia los pueblos indgenas, en general. Segn se seala en el Documento elaborado por el Departamento de Desarrollo Sostenible del BID, las limitaciones de los proyectos sectoriales (salud, educacin, electrificacin rural, agua potable, microempresa, etc.) para llegar a las comunidades
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Asamblea de Gobernadores, Informe sobre el Octavo Aumento General de los Recursos del Banco Interamericano de Desarrollo, AB-1704, Agosto 1994, p 22.
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indgenas, as como las solicitudes indgenas de que se establezcan enfoques ms integrales y participativos llevaron a la definicin de una nueva generacin de proyectos de desarrollo local integral que reconoce el papel protagnico de las organizaciones y comunidades indgenas en la conceptualizacin del proyecto, la planificacin participativa, la ejecucin descentralizada y el fortalecimiento de las capacidades locales. A pesar de los desafos institucionales debido a la organizacin sectorial de los servicios pblicos, estos proyectos parecen tener ms xito en lograr una mayor apropiacin de los beneficios por parte de la poblacin meta y mayor sostenibilidad a largo plazo. 2.2 Perspectiva esttica: Diagnstico sociodemogrfico y econmico Con el objeto de complementar la informacin entregada desde la perspectiva dinmica desarrollada anteriormente, hemos considerado igualmente necesario contar con una perspectiva esttica, que nos permita hacer un diagnstico de la situacin mapuche en Chile a partir de una fotografa lo ms ajustada a la realidad, recogiendo datos cuantitativos a partir de fuentes pblicas como el Censo de poblacin 1992, el censo de Poblacin 200226, la encuesta de caracterizacin socioeconmica CASEN 1996, as como datos de la CONADI y el Instituto de Estudios Indgenas (IEI) de la Universidad de la Frontera. Toda esta informacin nos permitir comprender de forma acabada algunas transformaciones sufridas por los mapuches en los ltimos aos. 2.2.1 Poblacin De acuerdo al Censo de poblacin de 1992, la poblacin mapuche total era de 513.478 personas. La distribucin a nivel regional mostraba que la mayor parte de la poblacin mapuche resida en la Regin Metropolitana, donde se concentraban 409.079 personas, cifra que equivala al 44,1% de la poblacin mapuche total. Asimismo, el censo mostraba que otras regiones con importante presencia indgena eran la IX, VIII y X regiones, en las cuales resida el 36,4% de la poblacin mapuche del pas y que constituye la zona de residencia histrica de esta etnia, al sur de la frontera natural del ro Bo-Bo y donde se encuentran las reducciones de territorios que les han sido asignadas. En el ltimo Censo de poblacin de 2002, la poblacin mapuche total era de 604.284 personas. La distribucin a nivel regional muestra que la poblacin mapuche se
26
Cabe recordar, como sealbamos anteriormente, que la pregunta sobre etnia y cultura cambi desde el censo 1992, por lo que los datos deben ser comparados tomando en cuenta estas variaciones.
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concentra mayoritariamente en las regiones VIII, IX, X y R.M con un total de 539.615 personas, las cuales representan el 89.29 % del total de la poblacin mapuche. 2.2.2 Ubicacin de la poblacin Hasta antes de la realizacin del ltimo censo, se sola caracterizar la poblacin mapuche como un sector de importante ruralidad, relacionado con las actividades clsicas de estas comunidades, como el cultivo de la tierra y cra de ganado. Los resultados entregados por el censo de 1992 indican que, muy por el contrario, el 79,2% de la poblacin vive en reas urbanas (735.297 personas) y slo el 20,8% (192.763) tiene su residencia en el sector rural, es decir, contrariamente a lo que se pensaba, 8 de cada 10 mapuche viven en pueblos y ciudades densamente pobladas. Por su parte, el Censo de 2002 muestra que el 64,4% vive en zonas urbanas (389.687 personas) y que el 35,6% vive en zonas rurales (214.597 personas).
Grfico 1. Total Pas: rea de residencia de la poblacin mapuche, 2002 Fuente: Censo 2002
2.2.3 Situacin econmica Respecto de la situacin econmica de pobreza de los mapuches se observa que hay cuatro regiones con mayor concentracin de indigencia del pas (VIII, IX, X y RM), cuya situacin de indigencia es mayor que los promedios regionales. En cuanto a la categora de pobreza mapuche en las cuatro regiones de mayor concentracin poblacional se mantiene la constante de un mayor detrimento de la situacin socioeconmica del pueblo mapuche en relacin con el contexto regional.
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Tabla 10. Indigencia y pobreza mapuche REGION I II III IV V VI VII VIII IX X XI XII R.M. INDIGENCIA MAPUCHE 5.9 21.5 1.6 5.5 12.5 16.5 15.0 12.3 11.5 3.1 INDIGENCIA REGIONAL 4.7 4.2 7.1 8.1 4.7 6.0 9.4 10.5 12.0 7.7 4.4 2.7 2.7
Fuente: CONADI, 2000
POBREZA MAPUCHE (1) 18.2 51.6 57.9 15.1 15.4 56.1 55.4 41.6 43.3 38.6 12.8 23.2
POBREZA REGIONAL 21.6 16.6 26.5 30.5 22.2 26.5 32.5 33.9 36.5 32.2 21.9 13.4 14.8
2.2.4 Nivel de estudios En cuanto a la situacin de alfabetismo se tiene que el 89% de la poblacin mayor de seis aos de edad se encuentra en esta condicin, mientras que el 10.9% no sabe leer ni escribir, ello sin duda es un porcentaje alto ya que involucra a un total de 38.649 personas. En cuanto al nivel de estudios alcanzado revela que el 5,4% de la poblacin mapuche no ha asistido nunca a la escuela, el 47,1% tiene algn curso en la enseanza bsica, el 37% tiene algn curso en la educacin media, y el 10,5% cuenta con educacin superior. Entre los no mapuche del total del pas estos porcentajes corresponden a 26.5% con algn curso de enseanza bsica, un 34.1% tiene algn curso de secundaria terminado y el 38.6% posee educacin superior. El nivel educativo es ms desfavorable en el campo, donde el 14,7% de la poblacin mapuche no asisti nunca a la escuela y el 69,2% slo cuenta con algn curso en la enseanza bsica. Las personas con enseanza media o superior no alcanzan al 20% entre los mapuches del rea rural (14% y 2,2%, respectivamente).
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50,00% 45,00% 40,00% 35,00% 30,00% 25,00% 20,00% 15,00% 10,00% 5,00% 0,00%
47,10% 37% nunca asisti algn curso algn curso ed. Media Educacin superior
10,50% 5,40%
Grfico 2. Total Pas: Aos de educacin de la poblacin mapuche, 1992 Fuente: EIE, 1999
2.2.5 Distribucin por sexo y edad El censo de 1992 registra tambin una composicin por sexo y edad de la poblacin mapuche de 50.7% hombres y 49.3% mujeres, la que por edad se refleja en una pirmide de poblacin, con un leve predominio masculino, lo que en el caso nacional es inverso. En el caso de las regiones, la distribucin por sexo, se tiene que en la VIII regin existen 25.130 hombres y 22.763 son mujeres. En el caso de los hombres el 27.7% residen en el sector urbano y el 72.2% en el sector rural. En cuanto a las mujeres el 38.4% son urbanas y el porcentaje restante (61.5%) es rural. El Censo de 2002 muestra una composicin por sexos de 50,3% de hombres y un 49,7% de mujeres. Al igual que en el Censo de 1992, el mayor porcentaje es de hombres a diferencia del resto de la poblacin. Segn informa Mideplan, esto podra deberse a un subregistro femenino o sobreregistro masculino a la fecha censal.
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Grfico 3. Total Pas: Nmero de mapuches hombres y mujeres Fuente: Censo, 2002
2.2.6 Empleo La poblacin econmicamente activa (PEA) mapuche es de 477.678 personas, con una tasa de participacin total de 52,6% que es idntica al total del pas en el mismo perodo. Existe una clara diferenciacin entre la participacin laboral de hombres y mujeres, que se manifiesta tambin en la rama de actividad, en la categora ocupacional y en el tipo de ocupacin. La tasa de participacin masculina alcanza a 74,9% en contraste con la femenina de 29,7%. En cuanto a la rama de actividad econmica, la mayor parte de la poblacin masculina se ocupa en sector secundario (industria manufacturera, agricultura y construccin). Entre las mujeres, la principal rama de actividad econmica es la terciaria (de servicios y comercio). En relacin con la categora de ocupacin, en la poblacin econmicamente activa se observa una alta proporcin de asalariados, el 68,3% en los hombres y al 59,6% en las mujeres. La categora trabajador por cuenta propia (independiente) es la segunda en importancia entre los hombres (20,3%), siendo el servicio domstico la segunda en la poblacin femenina (20,4%). La disminucin de la poblacin rural y de las actividades agrcolas tradicionales, ha conducido a un creciente proceso de asalarizacin de la poblacin y a una prdida de importancia de la categora trabajador familiar no remunerado que era aquella categora que inclua a los miembros de la familia que ayudaban con los cultivos y animales pero que no eran remunerados directamente por eso.
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68,30% 70,00% 60,00% 50,00% 40,00% 30,00% 20,00% 10,00% 0,00% 1 20,30% Asalariados Trabajador cuenta propia
59,60% 60,00% 50,00% 40,00% 30,00% 20,00% 10,00% 0,00% 1 20,40% Asalariados Trabajador cuenta propia
Finalmente, los grupos de ocupacin preponderantes entre los mapuches se caracterizan por tener una insercin laboral caracterizada por el trabajo manual poco calificado. El primer grupo es de trabajadores no calificados (22%), seguidos por los operarios y artesanos (20%), luego por los agricultores (14%) y con proporciones iguales (11%) vendedores/servicios y empleados de oficina. Finalmente, slo un 5% de trabajos calificados como son los tcnicos, 4% de profesionales y directivos, un 1% de personal en las fuerzas armadas. 180
5% 11%
4% 1% 22%
2.3 Algunas reflexiones en torno a las perspectivas: dos caras de una misma moneda El anlisis realizado en las pginas precedentes as como el diagnstico sociodemogrfico y econmico presentado, han servido para ubicar nuestro estudio en un contexto temporal y conocer las principales caractersticas de un pueblo cuya realidad es producto de una serie de elementos (tanto internos como externos) que se han conjugado a lo largo de su historia y que forman parte de sus reivindicaciones actuales. Como sealan Foerster y Vergara, la cuestin mapuche ha cobrado en Chile una creciente y paradjica importancia: creciente porque ha concitado cada vez mayor atencin por parte de la opinin pblica, los medios de comunicacin, el mundo poltico y la sociedad civil; y paradjica porque, no obstante los logros alcanzados con la promulgacin de la ley indgena y la mayor sensibilidad hacia la sociedad mapuche y sus demandas, no ha habido una transformacin sustantiva de los modos de relacionarse con ella de parte del Estado, ni de las empresas, ni del resto de la sociedad chilena (Foerster y Vergara, 2000). Esta afirmacin encuentra asidero a partir del anlisis anterior sobre la evolucin del pueblo mapuche desde distintas perspectivas, donde se observa una permanente marginacin de los procesos polticos, sociales, culturales, etc. que influyen en su propio desarrollo. Es ms, este anlisis permite entrever que las medidas orientadas 181
hacia este pueblo no han supuesto el respeto a su cultura sino un continuado y creciente proceso de asimilacin. De acuerdo con nuestro anlisis, ha sido en los ltimos aos que hemos podido observar un esfuerzo del gobierno por cambiar las polticas dirigidas a estos pueblos. Hasta ese momento, el proyecto llevado a cabo por el Estado chileno se tradujo en una fuerza histrica niveladora que eliminaba las diferencias y pluralidades encontradas para ponerlas bajo una nica cultura nacional, lo que involucr la exclusin de los indgenas por parte de la sociedad chilena (Millaleo, 1996). Las tendencias hacia la desaparicin de esta cultura se estn produciendo de forma acelerada durante el ltimo tiempo. Los estudios dan cuenta de ello. En un estudio realizado en 1996 (Millaleo, 1996) se encuentran fuertes procesos de reforzamiento de la identidad indgena: las personas sealaban con ms fuerza su pertenencia al pueblo Mapuche, se hablaba ms el mapudungn, se realizaban ms ceremonias y festividades propias de la cultura mapuche. Sin embargo, en un estudio realizado por el CEP27 en 2002, tanto en poblaciones mapuche rurales como urbanas, los datos son preocupantes. Mientras que en 1992 casi el 10% de la poblacin se identificaba como mapuche, en 2002 slo lo haca un 6,6%. Del total de la poblacin, el 82% se encuentra en zonas urbanas (frente al 79% del 1992). En el apartado sobre races, lengua y costumbres mapuches el 84% de la poblacin no habla mapudungn, el 49% no sabe o no recuerda ceremonias, costumbres o ritos mapuches, y el 70% no participa en ninguna de las ceremonias o costumbres mapuches. Al parecer, estamos asistiendo a una prdida cultural progresiva de las races de este pueblo. Lo paradjico es, sin embargo, que aumentan las organizaciones indgenas en las zonas urbanas, lo que podra suponer una lucha por mantenerse vigente y por preservar sus caractersticas culturales. Es necesario destacar que, aunque los procesos de modernizacin acelerada representan en todas partes un desafo y una amenaza para los pueblos indgenas (Bengoa, 1996), el pueblo mapuche contina presente en la realidad chilena como cultura diferenciada, adaptndose a los cambios e integrando aquellos aspectos de la cultura mayoritaria que le faciliten esta existencia. En este sentido creemos que un aspecto a tomar en cuenta es que las culturas no pueden ser entendidas como sistemas normativos estticos y cosmovisiones cerradas desde lo que sera una
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CEP Centro de Estudios Pblicos. Estudio Nacional de Opinin Pblica N 43. Julio de 2002.
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perspectiva de simplismo cultural, descuidando la facilidad con la que son reelaborados en reaccin a cambios en las estructuras sociales y en respuesta a otros cambios del entorno (Durston, 2003). Los mapuches constituyen un claro ejemplo de transformacin y adaptacin, pero al precio de una prdida cultural importante. Esta situacin se ha visto agravada por los procesos migratorios que han devenido en una alta concentracin mapuche en las ciudades, que no permiten el fortalecimiento de su cultura sino que, ms bien, los obliga a adoptar una serie de patrones de comportamiento similares a los de la cultura mayoritaria. Es esta misma situacin la que aade un componente mayor de complejidad a la convivencia multicultural. Segn Xavier Exteberria (2004) existiran tres tipos de colectivos de la multiculturalidad: los inmigrantes, las naciones y las etnias, los que a su vez generan tres tipos de sociedades multiculturales: a) las sociedades con inmigracin, en las que aparecen en tensin-relacin la cultura nacional y las inmigrantes; b) las sociedades plurinacionales, en las que esta tensin-relacin se da entre las diversas naciones del Estado; c) las sociedades post-coloniales, en las que la conflictividad e interrelacin se da entre los descendientes de los colonizadores y los descendientes de los pueblos colonizados, los indgenas (Etxeberria, 2004). En nuestro caso, se daran dos de estas situaciones, pues los indgenas se transformaran a su vez en inmigrantes, ya que en las zonas urbanas se ven sometidos a normas de relacin y convivencia impuestas por la sociedad dominante, lo que agudiza en algunos casos las tensiones existentes. Con el objeto de acotar an ms nuestra investigacin, a continuacin describiremos la situacin de los mapuches que habitan en las ciudades, los mapuches urbanos. Para referirnos a esta realidad asumiremos la posicin de Marcos Valds cuando define lo urbano en relacin a los pueblos indgenas entendindolo como un modelo de organizacin social construido con arreglo a la racionalidad occidental, que expresa condiciones asimtricas de acceso al poder y que segrega de acuerdo a los principios de dominacin propios de la modernidad (Valds, 2000). Para l, el mapuche urbano no es distinto del mapuche rural, solo vara por su ubicacin en un momento determinado de su historia, por lo tanto, el mapuche seguir siendo mapuche independiente de donde geogrficamente se encuentre inserto, que a su vez es una condicin coyuntural. 183
Sin embargo, a partir de nuestra propuesta, cabr tener en cuenta los mecanismos de adaptacin y los procesos de culturizacin existentes en la ciudad; elementos a considerar a la hora de identificar el capital social de los indgenas urbanos, sus dinmicas identitarias y sus mecanismos de autoidentificacin, los cuales sern diferentes a los indgenas que habitan en sus zonas de origen. Segn los mismos mapuches sealan Sin duda, como individuos no estamos cultural ni ideolgicamente tan puros, porque de una u otra forma estamos influenciados por las ideologas, las formas de pensar, las formas de vida dominante existentes en la sociedad moderna. Considerando que la cultura es dinmica, que se va nutriendo y transformando por la accin humana, es indudable que nosotros estamos dando origen a nuevas expresiones culturales, an no definidas del todo, conservando elementos ancestrales tales como: cosmovisin, idioma, espiritualidad e incorporando los elementos que la rodean28. 3. Las migraciones mapuches: nuevos desafos al capital social 3.1 La realidad mapuche urbana Durante las ltimas dcadas la realidad de los mapuches ha cambiado significativamente, tanto en trminos geogrficos como econmicos, sociales, culturales y/o polticos. Histricamente asociados con el medio rural, la migracin campo-ciudad y el crecimiento natural de su poblacin en las zonas urbanas han influido grandemente en su configuracin actual, especialmente sobre su identidad (Hopenhayn y Bello, 2001). A partir de 1930 se registra una constante y sistemtica migracin a las ciudades, siendo los primeros migrantes los que quedaron sin tierra despus de la radicacin, lo que signific cambios en la economa regional (Ancn, 1994). Efectivamente, la migracin mapuche a las ciudades arranca aproximadamente entre los aos treinta y cuarenta del siglo XX, empujada por un conjunto de factores estructurales que han determinado que en la actualidad entre un 70% y 80% de la poblacin mapuche del pas se encuentre residiendo en reas urbanas, principalmente en la capital, Santiago (Bello y Rangel, 2002).
Comisin de Verdad y Nuevo Trato. Jornada de Millahue, realizada los das 24 y 25 de octubre en el Cajn del Maipo
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184
Durante mucho tiempo, la migracin mapuche fue estable pues muchos migrantes mapuches se establecan permanentemente en la ciudad y decidan formar una familia en este nuevo contexto. Sin embargo, algunos investigadores del proceso migratorio mapuche han observado que la migracin se caracteriza cada vez ms por la temporalidad (Bengoa, 1996; 2000). Segn sealan, la infraestructura moderna, por facilitar el ir y venir, ha contribuido mucho a esta tendencia. Tal como sealbamos, el movimiento migratorio ha tenido como resultado que actualmente la mayor parte de la poblacin mapuche reside en las ciudades, especficamente en la Regin Metropolitana, como lo demuestran las cifras mostradas en los Censos revisados. Estas cifras confirman que la regin metropolitana constituye el principal destino de migracin mapuche y aquella donde reside la mayor cantidad absoluta de poblacin mapuche del pas. La IX regin por su parte, contina siendo la regin donde la poblacin mapuche tiene mayor presencia relativa, ya que casi un cuarto del total de poblacin de la regin sera mapuche. En la Regin Metropolitana, se reconocen como mapuches 200.863 hombres y 208.216 mujeres, representando el 11% del conjunto de poblacin de la regin (de 14 aos y ms). Cabe destacar la importancia relativa que tiene la poblacin femenina por sobre la masculina (50,9% y 49,1%, respectivamente), lo que no sucede en otras regiones del pas ni corresponde con la tendencia nacional del pueblo mapuche. Se sabe que las mujeres emigran ms que los hombres por una serie de razones, entre otras porque su proceso de insercin laboral dentro del medio urbano es relativamente ms directo que el masculino pues el trabajo domstico es un espacio donde el entrenamiento laboral est vinculado a la reproduccin de las prcticas y roles de gnero socialmente aprendidas en la familia y en la comunidad. En la ciudad, las mujeres encuentran un nicho laboral comn en la insercin en el trabajo domstico, que opera a travs de redes sociales cuya base es, por lo general, una compleja gama de relaciones de parentesco y amistades extracomunitarias que promueven y acogen a las nuevas migrantes, repitindose cclicamente un patrn de movilidad y reemplazo intergeneracional (Aravena, 2001; Bello, 2004).
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La distribucin etrea de esta poblacin es la siguiente: casi un 40% tiene entre 14 y 29 aos, 34% entre 30 y 44 aos, 17% entre 45 y 59 aos y slo 9% ms de 60 aos. Por tanto, se trata de una poblacin joven, constituida en general por no ms de tres generaciones (abuelo-padre-hijo), a menudo por slo dos, o directamente por inmigrantes.
40% 40% 35% 30% 25% 20% 15% 10% 5% 0% 1 17% 9% 14-29 aos 30-44 aos 35-59 aos ms de 60 aos 34%
El Censo seala, adems, que del total de poblacin mapuche de la Regin Metropolitana de 15 aos y ms, 401.842 personas constituyen la llamada "Poblacin en edad de Trabajar". El 57.57% de ellas (231.253 personas) conforman la "poblacin econmicamente activa" (PEA) y el 42,43% (170.489 personas) la "poblacin no econmicamente activa" (PNEA). Sin embargo, la tasa de inactividad que presentan es inferior al promedio de la regin para el mismo ao (47,93%).
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42,43%
Lo que resulta muy importante de destacar, y que constituye una realidad de los mapuches, es que la mayora de la poblacin mapuche urbana de Santiago se inserta en los barrios perifricos de forma dividida y fragmentada, como resultado de un proceso de deslocalizacin geogrfica, de desestructuracin de los lazos familiares y de marginalizacin en la cadena de las relaciones econmicas (Aravena, 2001). A partir de ello se pudo observar el gran problema que significa el surgimiento no planificado y el crecimiento gradual de poblaciones provisorias asentadas en las periferias de los principales centros urbanos (Grebe, 1997). Esta segregacin se representa en la distribucin espacial de la poblacin mapuche de la regin y principalmente, de la Provincia de Santiago. El 40% de los mapuches que residen en ella, es decir, 140.399 personas (INE, 2000), lo hacen en las 12 comunas ms pobres y marginales de la misma (La Pintana, Renca, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo, Huechuraba, Cerro Navia, San Ramn, Lo Prado, La Granja, Conchal, Quilicura y el Bosque) donde la poblacin en situacin de pobreza y pobreza extrema es superior al 30% (Mideplan 2002, Casen 2000). Las comunas de mayor concentracin de poblacin indgena de la Regin metropolitana, coinciden con aquellas donde el porcentaje de poblacin en situacin de pobreza es ms alto. Lo mismo sucede al interior de la Provincia de Santiago. En estas comunas crean redes sociales y relaciones que probablemente permiten resistir la discriminacin y el racismo as como articular instancias que validan y reconfiguran las prcticas culturales ancestrales o tradicionales (Bello, 2004).
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Junto con estos elementos estructurales, la nueva situacin a la que se ven enfrentados los mapuches choca con prejuicios y estereotipos de la sociedad chilena, lo que muchas veces los ha llevado a una modificacin de su estilo de vida como tambin a ciertos cambios en la orientacin de su sistema ideacional que afecta a sus patrones cognitivos y simblicos (Grebe, 1997). La visin existente en esta sociedad mayoritaria acerca de las estructuras socioculturales de los pueblos indgenas en el sentido de un "sector atrasado", aumentaron de cierto modo la visin peyorativa de la sociedad general con respecto a lo indgena, adems de una autonegacin y rechazo de la misma sociedad indgena a sus propios valores en el intento por frenar la discriminacin (Velasco, 1999). La relacin con la sociedad mayoritaria ha llevado a que muchos mapuches intenten ocultar su identidad tratando de mimetizarse con el resto de la poblacin urbana. De acuerdo con Durn, si tomamos en cuenta que Chile est formado por una sociedad mayoritaria en la que se encuentran otras minoras culturalmente distintas, cabe suponer que este contacto intertnico haya sido estereotipado por ambos lados y que estas relaciones se hayan desarrollado de forma desigual (Durn, 1984). En trminos individuales, son discriminados por sus apellidos y por tener rasgos fsicos amerindios, lo que lleva a la gran mayora de ellos, a "esconderse", renegando de su identidad, olvidando su lengua originaria y cambiando sus apellidos, con los consecuentes problemas cognitivos que de ello deriva. En efecto, para desenvolverse adecuadamente en el medio urbano, deben camuflar su identidad mapuche y tratar de parecer sureos, campesinos o, simplemente, chilenos (Aravena, 2001). 3.2 Mapuches en la ciudad: evidencias de la existencia de capital social? En este captulo nos hemos ocupado de la problemtica mapuche a travs del conocimiento de su historia, de su cultura, y de los distintos elementos que han configurado su actual realidad, marcada principalmente por la pobreza urbana. Esta realidad da cuenta de la constante exclusin de los procesos de modernizacin y participacin que ha sufrido este pueblo (Valenzuela, 2003). Como hemos dicho, a pesar de que este pueblo representa actualmente ms de un 6% de la poblacin total, han permanecido ajenos a la mayora de los procesos polticos, sociales y culturales del pas, incluso de aquellos que les ataen directamente y que tienen 188
gran influencia en las condiciones y trminos de su propio desarrollo (Foerster y Vergara, 2000; Aravena, 2001). Las polticas gubernamentales, los cambios econmicos y polticos sufridos durante la dcada de los 70, el marco legal existente, etc., han tenido efectos negativos en el desarrollo cultural, econmico y social de este pueblo y podran haber minado de alguna forma su capital social, el que, segn algunos autores, sera el punto de partida para implementar procesos de desarrollo efectivos (Grebe, 1997; Durston y Duhart, 2003). Sin embargo, los mapuches continan compartiendo una identidad, una historia, una cultura comn, una dinmica de relaciones y convivencia, an cuando se encuentran en contextos distintos al de sus orgenes. La identidad mapuche urbana se estructura a partir de la memoria histrica mapuche, lo cual supone un rescate de formas culturales, modos de relacin social y de produccin simblicas distinta a la de los chilenos (Valds, 2000). La aparicin de los movimientos indgenas en las zonas rurales dio paso a una serie de movimientos indgenas en las zonas urbanas, lo que junto a la accin del Estado a travs de organismos como la CONADI, con polticas y programas diferenciados para indgenas urbanos, han ayudado a crear necesidades y demandas especficas de parte de este sector. Con ello la poblacin mapuche de las ciudades se ha perfilado con creciente nitidez creando desde hace varias dcadas procesos asociativos formales e informales, alcanzando en la actualidad a ms de 90 organizaciones en el rea Metropolitana de Santiago (Bello, 2004). Como seala la CEPAL la instalacin de grandes contingentes indgenas en zonas urbanas no significa necesariamente que los migrantes pierdan los vnculos que los unen a travs de su identidad histrica o cultural (CEPAL, 2000)29. Efectivamente, los vnculos existentes entre los mapuches, especialmente urbanos, se basan en usos y costumbres que siendo tradicionales, estn lejos de ser estticos y refractarios al cambio y que, por el contrario, son muy dinmicos y prcticos ya que existen en funcin de su utilidad para regular la convivencia. Como seala un mapuche urbano Debido a la interaccin en los mbitos de la cultura, la economa, la poltica desarrollada en la ciudad, hemos ido creando ciertas particularidades que nos diferencian de nuestros hermanos de las comunidades
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http://www.eclac.cl/publicaciones/DesarrolloSocial/7/LCR1967/Lcr_1967_rev.21.pdf
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originarias, sin embargo, mantenemos la cosmovisin ancestral como fundamento esencial de vida30. De acuerdo con algunos estudios, el proceso de autoidentificacin en la ciudad es muy importante al momento que la persona se asume como indgena, y busca a sus pares para concretar el afloramiento de la identidad, comenzando as relaciones de cooperacin, colaboracin y reciprocidad basadas en esta cultura comn (Comisin Verdad Histrica, 2003). Esta confirmacin de etnicidad viene a ser para el individuo un smbolo de su personalidad, proporcionando de esta manera forma y significado a su realizacin social (Fabregat, 1984). Este sentimiento de pertenencia a un grupo (identidad colectiva) y el sistema sociocultural al que se pertenece son fundamentales en la definicin de capital social, lo que no implica necesariamente adoptar una visin etnocentrista del concepto. La cultura y sus diferentes dinmicas de realizacin, definen en los indgenas urbanos una serie de caractersticas particulares, lo que ser un elemento que enriquece el estudio del capital social ayudando a identificar los aspectos relevantes presentes en ese pueblo y que deben ser tomados en cuenta si se espera tener un estudio amplio e integrado de la realidad social, cultural, poltica o econmica de los pueblos indgenas en las ciudades, como se ha observado en los casos revisados como el maor en Nueva Zelanda, las primeras naciones de Canad o los mapuches en el sur de Chile (Douglas, 1997). A partir de los resultados de los grupos de trabajo que conformaron la Comisin de Verdad y Nuevo Trato impulsada por el presidente Ricardo Lagos en el ao 2001, es posible contar con algunos elementos que enriquecern los resultados de nuestro estudio del capital social mapuche urbano. Efectivamente, dentro de la Comisin se estableci un grupo de trabajo de Indgenas Urbanos, quien en el ao 2003 entreg un informe titulado Indgenas de la ciudad: Testimonios e historias para un nuevo trato. Por otra parte, se puede complementar este informe con los resultados de otro estudio realizado por el investigador de temas indgenas Nicols Gissi denominado "Asentamiento e Identidad Mapuche en Santiago: entre la asimilacin (enmascaramiento) y la autosegregacin (ciudadana cultural)" de 2001 (Gissi, 2001).
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Comisin de Verdad y Nuevo Trato. Jornada de Millahue, realizada los das 24 y 25 de octubre en el Cajn del Maipo
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Estos informes destacan algunos de los procesos culturales vividos por los mapuches en las ciudades y que les han permitido mantenerse vigentes a partir de diferentes procesos de innovacin (Vignolo, Potoncjak y Ramrez, 2005) Los indgenas urbanos somos individuos esencialmente biculturales, multiculturales porque hemos desarrollado esencialmente dos formas de pensar y actuar que nos permite llevar una vida mas soportable en la ciudad; la cabeza indgena en la ciudad debe desarrollar dos partes: una parte indgena para mantener la sabidura, la fuerza ancestral y la comunicacin con su gente; la otra parte para saber entender el pensamiento moderno (wingka) y de esta manera actuar en la ciudad que permita desarrollar la vida en condiciones diferente a la de su origen (Informe Comisin Verdad y Nuevo Trato, 2003). En este punto quisiramos destacar un ejemplo concreto de explicacin y adaptacin cultural dada por los propios indgenas en un esfuerzo por mantener su espritu de pueblo en la ciudad, sin perder su cosmovisin. Por algunas dcadas el Mapuche en la ciudad debi enfrentar la dificultad generada por la teora que sostena que el newen, la fuerza Mapuche no se mova del lugar de su origen, o sea la comunidad rural; mucho menos poda generarse en la ciudad, por ello no se podan realizar nguillatn en la ciudad porque no haba newen , fuerza, por tanto los Machi31 se enfermaban. De lo anterior se postulaba que por el hecho de que el Mapuche en la ciudad no desarrollaba su componente espiritual, se lleg a plantear que de alguna manera dejaba de ser Mapuche () El proceso de desarrollo organizacional y creacin de identidad en la ciudad demostr que las fuerzas de Futa Chaw-Kuze uke estn distribuidas en todas partes y se pueden desarrollar. Esta nueva realidad requiere la determinacin de espacios territoriales especiales para el desarrollo de la actividad espiritual, para la realizacin de nguillatun dotado de su rewe32 correspondiente. Espacios de Identidad cultural. () Hemos desarrollado nuestro propio newen su propia fuerza espiritual, naturalmente en relacin y retroalimentacin con la Lof, las comunidades rurales, al igual que los Lonko antiguos, los Ulmen que viajaban de la zona de Temuco al otro lado de la cordillera. Hoy, los Mapuche urbanos viajan a sus tierras ancestrales (Informe Comisin Verdad y Nuevo Trato, 2003).
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Machi: Mujer u hombre conocedor de las cualidades sanadoras de las plantas medicinales y de las fuerzas de la naturales. Entrega una atencin integral fsico-espiritual. 32 Rewe. Lugar fsico de conexin de la o el Machi con los espritus
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Por otra parte, ambos estudios destacan la alta asociatividad de los mapuches urbanos, reflejados en el nivel de participacin de los mapuches en organizaciones y asociaciones (ms de 90 en Santiago de Chile)33, que en los ltimos aos han ido en aumento. Cada vez existen ms indgenas organizados y con objetivos que en la mayora de los casos se remiten a fortalecer la cultura y la identidad indgena en la ciudad, dando continuidad a las prcticas y ceremonias tradicionales en el contexto urbano. Sin embargo esta asociatividad no siempre ha sido facilitada por las estructuras estatales existentes, las que promueven estructuras orgnicas verticales centralizadas al estilo occidental, mencionndose incluso la creacin de algunos grupos de trabajo al interior de la Comisin de Verdad y Nuevo Trato, formados de acuerdo a la estructura estatal sin considerar que la forma de ser y las necesidades indgenas no siempre coinciden con esta realidad, como tambin es el caso de las organizaciones indgenas que se constituyen al alero de la Ley 19.253 que en nada respetan o permiten las formas de organizacin ancestral (Comisin de Verdad y Nuevo Trato, 2003). La ley N 19.253 establece los requisitos para constituir una asociacin indgena legal y formal, a partir de las cules se puede tener interlocucin con el Estado y sus instituciones y obtener as reconocimiento para optar a una serie de beneficios econmicos disponibles. En el prrafo 2, articulo 36 de la ley se cita Se entiende por Asociacin Indgena la agrupacin voluntaria y funcional integrada por, a lo menos, veinticinco indgenas que se constituyen en funcin de algn inters y objetivo comn de acuerdo a las disposiciones de este prrafo. Uno de los principales problemas planteados por los pueblos indgenas, especialmente los urbanos, radican en los trmites necesarios para constituir una asociacin que poco se relaciona con sus propios mecanismos de reconocimiento y formalizacin. As la ley establece que para obtener la personalidad jurdica correspondiente la necesidad de la celebracin de una asamblea que contar con la presencia del correspondiente notario, oficial del Registro Civil o Secretario Municipal. Por otra parte, en esta asamblea se aprobarn los estatutos de la organizacin y se elegir su directiva. De los acuerdos referidos se levantar un
33 Esta cifra corresponde a organizaciones formales, constituidas legalmente ante la CONADI de Santiago. Tener en cuenta que para constituir una asociacin indgena la ley exige un mnimo de 25 personas mayores de 18 aos lo cual permite afirmar que en la macro regin existiran 2.350 personas indgenas organizadas.
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acta, en la que se incluir la nmina e individualizacin de los miembros de la Comunidad, mayores de edad, que concurrieron a la Asamblea constitutiva, y de los integrantes de sus respectivos grupos familiares. La organizacin se entender constituida si concurre, a lo menos, un tercio de los indgenas mayores de edad con derecho a afiliarse a ella. Para el solo efecto de establecer el cumplimiento del qurum mnimo de constitucin, y sin que ello implique filiacin obligatoria, se individualizar en el acta constitutiva a todos los indgenas que se encuentren en dicha situacin. Con todo, se requerir un mnimo de diez miembros mayores de edad. Una copia autorizada del acta de constitucin deber ser depositada en la respectiva Subdireccin Nacional, Direccin Regional u Oficina de Asuntos Indgenas de la Corporacin, dentro del plazo de treinta das contados desde la fecha de la Asamblea, debiendo, el Subdirector Nacional, Director Regional o Jefe de la Oficina, proceder a inscribirla en el Registro, informando a su vez, a la Municipalidad respectiva. Ms all de las discusiones en torno a las estructuras adoptadas para promover el asociacionismo indgena en las ciudades de acuerdo a la ley 19.253, estas organizaciones indgenas urbanas han jugado un papel en la conformacin de relaciones entre los mapuches, en el fomento y mantencin de elementos culturales, y en las relaciones que se han dado con el resto de la sociedad chilena, incluido los organismos del Estado. Respecto a las motivaciones para relacionarse y conformar organizaciones, los estudios sealan que en el contexto urbano existe una mayor necesidad de organizarse con los iguales, para poder hacer valer las tradiciones y la cultura de pertenencia. La identidad, para los mapuches migrantes, se ha desarrollado a travs de la transmisin de conocimientos tradicionales expresados en ceremonias que an se mantienen vigentes. Entre ellas la celebracin del Ao Nuevo mapuche (We Tripantu), realizacin de plegarias (Nguillatn), rogativas por la fertilidad y bienestar de la comunidad (Machitn), entre otras. Podramos decir que en las organizaciones urbanas confluyen dos tipos de elementos: por una parte los de tipo formal, principalmente derivados de la ley y sus requisitos, y por otra parte los de tipo informal, derivados de motivaciones identitarias y de conciencia de pertenencia. La existencia de un flujo de migrantes con metas y problemas semejantes, ha permitido que en el mbito urbano se trate de recrear, con las formas de relacin prevalecientes en los pueblos del sur, un el
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grupo socioterritorial de referencia (el barrio, la poblacin), que a su vez es utilizado como base para la insercin. Como seala Manuel Villoro, una condicin para la asociacin voluntaria es la capacidad de sus miembros de decidir libremente, conforme al propio sistema de fines y valores que son comunes a una cultura (Villoro, 1998), lo que se refleja asimismo en la importancia que se da a las redes informales. El desarraigo que provoca en los mapuches el contexto urbano se ve superado o aminorado al formar parte de una organizacin indgena o al establecer lazos con otros mapuches en trminos informales (Comisin Verdad Histrica, 2003). La vida en la ciudad cobra un mayor sentido con el encuentro y el compartir con otros mapuches, donde la cultura permanece y se hace significativa, permitiendo que las personas se junten y emprendan un trabajo en comn. Asimismo, existe una alta participacin de los mapuches en diferentes cargos en estas organizaciones especialmente de las mujeres. Por otra parte, los mapuches de la ciudad generalmente reciben a los mapuches que vienen de las comunidades facilitando su proceso de insercin. Los testimonios indican cmo ellos reciben cotidianamente a los nuevos inmigrantes mapuches "Ha venido mucha gente, familiares aqu han llegado del sur, han descansado, han venido a estirar sus huesos, a sacar su sueo, llegan aqu y ya despus cuando encuentran trabajo...hasta que se acomoden y se van34. Es as como existe una fuerte presencia de redes informales que se expresan a travs de los lazos de familia, del visitarse y apoyarse constantemente, incluso con los mapuches que habitan en las zonas rurales. Las tradiciones en la ciudad son transmitidas a travs de la familia y de generacin en generacin, especialmente a travs de las madres. Efectivamente, las mujeres juegan un papel central en la mantencin de la cultura tambin en las zonas urbanas al que se agregan nuevas funciones derivadas de esta misma realidad, en las que ocupan cargos de dirigencia: La mujer es realmente la que forja todo. La mujer es la que deja la semillita, la mujer es la que ensea nuestro mapudungun. La mujer es la de la cultura, la mujer ensea el telar, la mujer ensea el hilado, la mujer no pierde la cultura. Y el hombre es siempre ms del trabajo, ms de afuera que de adentro, el hombre comunica muy poco a sus hijos. Pero yo creo que es como una
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En estudio Asentamiento e Identidad Mapuche en Santiago: entre la asimilacin (enmascaramiento) y la autosegregacin (ciudadana cultural), 2001
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equivocacin porque ellos tienen que dejar algo de su historia, como lo entrega la mujer da a da: la mujer dirigente, la mujer no-dirigente, la mujer campesina, la mujer que est en los rincones ms inhspitos de nuestra tierra -de las tierras mapuche- ella todos los das entrega su cultura".35 Respecto de las relaciones entres los mapuches y la sociedad mayoritaria, los estudios dan cuenta de dos tendencias presentes en las relaciones entre los mapuches y los chilenos. Muchos mapuches parecen resignados a una relacin de desigualdad y discriminacin pero tambin existe otro grupo de mapuches dedicado a trabajar un proyecto de reconstruccin identitario en el medio urbano. Segn Peyser, en este ltimo grupo podemos identificar dos tendencias (Peyser, 2003): a) Movimientos de carcter fundamentalista: ms tradicionalistas, que buscan una pretendida pureza y la autenticidad de la cultura y cuyo referente simblico es el territorio de las comunidades. b) Movimientos de carcter tolerante: ms innovadores, que buscan lo autntico incorporando nuevos elementos para recrear la cultura mapuche en la ciudad. De acuerdo a los estudios revisados podemos concluir que en las ciudades es ms factible la existencia de este segundo tipo de movimiento, los que se encuentran influenciados por la cultura dominante y marcada por un alto nivel de interaccin, donde la cercana fsica y la convivencia dentro de una mayora cultural hacen casi imposible el mantenimiento de una cultura mapuche en estado puro sino que ha definido nuevas formas de relacin y, por ende, de expresin de su capital social. Todo lo anterior da cuenta de la existencia de una identidad vivida y expresada desde una perspectiva particular mapuche, an en los mbitos urbanos. Los indgenas siguen siendo parte de un mismo pueblo pero con nuevas formas de entender y vivir su cultura y su capital social. Como veremos ms adelante, estos y otros elementos definirn un tipo particular de capital social en las zonas urbanas, si entendemos que la cultura acta como elemento precursor de este capital social y que, en determinadas circunstancias, pueden transformarse en recursos efectivos para los pueblos indgenas (Haughney y
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Idem anterior
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Mariman, 1993; Bengoa, 1996; Valds, 2000). Asimismo, este capital social debe constituir la base para la generacin de propuestas de polticas, planes o programas que vayan orientados a los pueblos indgenas urbanos en particular, especialmente a la luz de los nuevos nfasis dados por los gobiernos y las agencias de cooperacin, los que han asumido nuevas estrategias que requerirn de informacin de base fidedigna para alcanzar el impacto y los cambios sociales esperados. En el prximo captulo, a la luz de los datos aportados y en base al modelo de estudio propuesto en el captulo III, nos abocaremos a la tarea de explorar el capital social mapuche en las zonas urbanas, especficamente en dos comunas de Santiago de Chile, as como a identificar las variables constitutivas del mismo, junto con los precursores que actuaran como catalizadores para el emprendimiento de acciones conjuntas. Los resultados de ese captulo constituirn nuestra principal aportacin al estudio del capital social mapuche urbano.
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CAPTULO V Metodologa de estudio para el capital social mapuche urbano 1. Marco metodolgico: consideraciones generales A lo largo de los captulos precedentes ha quedado de manifiesto la importancia que el capital social tiene en la definicin de polticas, planes y programas cuando es considerado e incluido como elemento base en su formulacin. Efectivamente, si bien los Estados y las Agencias de Cooperacin juegan un rol clave en el desarrollo de los pueblos indgenas, recin en los ltimos aos han comenzado a cambiar sus estrategias de intervencin centrndose cada vez ms en elementos culturales e identitarios de los pueblos visualizndolos como recursos que podran llegar a convertirse en palancas para el desarrollo. Efectivamente, estos dos actores polticos son clave en la definicin del marco en el que se impulsarn las estrategias de intervencin y accin a favor del desarrollo. Como sealan Long y Van der Ploeg, Las intervenciones son siempre parte de una cadena o flujo de acontecimientos dentro de un marco ms amplio formado por el Estado y las actividades de los diversos grupos de inters (Long y Van der Ploeg citados en Isla y Colmegna, 2005). Sin embargo, este cambio de estrategia debe venir acompaada de una modificacin en la concepcin del propio modelo de desarrollo existente, el que muchas veces va en contra del capital social de las culturas indgenas al privilegiar factores como el individualismo, la competitividad, el mercantilismo, etc., que se han demostrado ineficientes y que a la larga pueden destruir identidades culturales y tambin de capital social (Rist, 2000). Es por ello que consideramos central proponer una metodologa distinta de aproximacin al estudio del capital social indgena urbano, en nuestro caso mapuche, que tome en cuenta sus propias especificidades y que recoja aquellos elementos centrales, bsicos, que servirn de base a la formulacin de polticas, planes o programas con identidad y que, diseadas y ejecutadas de acuerdo a este capital social, alcancen el impacto esperado en trminos de mejora y cambio social. Consideramos, adems, que estos elementos permitirn, una vez definidas las polticas, los planes o los programas, identificar tcnicas de empoderamiento efectivas para los pueblos indgenas de manera que su capital social se vea 197
fortalecido y se convierta en un fin de las estrategias e iniciativas, lo que a su vez, permitira proponer un modelo de desarrollo que tome como uno de sus elementos centrales dicho capital social. Lo anterior generara una especie de espiral virtuosa, ya que al conocer el capital social mapuche urbano ser posible su inclusin en las polticas, planes y programas que les ataen, lo que, a su vez, fortalecera y potenciara ese capital social pues las estrategias de participacin y empoderamiento seran congruentes con su naturaleza, transformando a los mapuches urbanos en actores clave de su desarrollo. De acuerdo con Robinson, Siles y Owens (2002), el impacto de las estrategias es mayor cuando se toma en cuenta el capital social, movilizando as a los mapuches urbanos desde una situacin social 1 (la situacin actual) a una nueva situacin 2 (una vez finalizada la intervencin), donde se espera haber mejorado en parte sus condiciones, situacin que servira de base para nuevas intervenciones donde se avanzara en el empoderamiento indgena. Los resultados de nuestra investigacin podran aportar datos para iniciar este proceso.
Situacin 2
Capital social indgena urbano Situacin 1 Polticas Planes Programas Empoderamiento Fortalecimiento del capital social
Figura 14. Dinmica de capital social-polticas, planes y programas Fuente: Elaboracin propia
En este captulo propondremos una aproximacin metodolgica para estudiar el capital social indgena mapuche urbano, tomando como base el modelo propuesto en el captulo IV, cuyos resultados no slo enriqueceran dicho modelo sino que nos permitiran hacer una serie de recomendaciones para su utilizacin por parte de
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gobiernos o Agencias de Cooperacin. Por lo tanto, nuestra investigacin tendr un carcter inductivo. Creemos que los resultados de nuestra investigacin adquieren significancia y esperan contribuir en dos sentidos: a) por una parte, en el mbito de la investigacin del desarrollo y las minoras tnicas en un contexto multicultural, incrementar el conocimiento respecto del estudio y la consideracin del capital social como factor que permitira mejorar el impacto de las estrategias de ayuda a dichas minoras; b) por otra parte, en el mbito de las acciones de gobierno y de las agencias de cooperacin, ofrecer un marco conceptual y metodolgico que permita alcanzar el impacto esperado a partir de la inclusin de los elementos y factores del capital social indgena urbano en el diseo y ejecucin de sus polticas, planes y programas. En ambos sentidos, el desafo es comprender el fenmeno del capital social indgena como un fenmeno complejo, y contribuir a crear nuevas capacidades en acadmicos y practitioners para que puedan percibir las dinmicas socioculturales internas y externas al mundo indgena y a transformar su interaccin con ellas. Esta investigacin tiene, por fuerza, un carcter exploratorio pues se trata de conocer de manera pionera las caractersticas del capital social mapuche urbano. Esperamos contribuir al desarrollo cientfico del tema a partir de los descubrimientos realizados en esta investigacin, pues asumimos ya de inicio que tendr que ser enriquecida en futuras investigaciones para seguir avanzando en el conocimiento del capital social mapuche y de las mejores estrategias para su utilizacin y fortalecimiento. Antes de proponer y desarrollar nuestro marco metodolgico, creemos necesario hacer algunas consideraciones de carcter general que servirn para contextualizar mejor nuestra investigacin. En primer lugar, como hemos sealado anteriormente, creemos que nuestra investigacin constituye una aproximacin novedosa al estudio del capital social, ya que no slo involucra a los pueblos indgenas sino que tambin incluye nuevas variables, como son la urbanidad y el diseo de polticas, planes y programas adecuados a esta urbanidad. Por lo general, los estudios clsicos circunscriben la investigacin de los pueblos indgenas a sus territorios histricos, sin tener en cuenta su presencia o desplazamiento masivo a las ciudades. Abordar esta nueva 199
situacin implica incorporar a nuestro estudio un doble factor multicultural: a) la acomodacin de pueblos o naciones histricas y de sus territorios dentro de los Estados modernos y, b) la acomodacin de miembros de estos pueblos como inmigrantes dentro de ciudades o poblaciones alejadas de sus lugares de origen. Por ello hemos dado a nuestra investigacin un carcter exploratorio, privilegiando el uso de tcnicas cualitativas de investigacin. Este nfasis en lo cualitativo radica en que creemos que temticas como la cultura, la identidad, sus transformaciones en la ciudad en interaccin con otros grupos humanos, y el papel que estos elementos juegan como precursores del capital social mapuche urbano, requieren ser captados en toda su dimensin, a partir de un estudio en profundidad necesario para captar este fenmeno en toda su complejidad. Por otra parte, esta aproximacin cualitativa nos permite tambin una mejor objetividad en la captacin de la realidad, siempre compleja, preservando la espontnea continuidad temporal que le es inherente, con el fin de que la correspondiente recogida de datos, categricos por naturaleza, posibilite un anlisis que d lugar a la obtencin de conocimiento vlido con suficiente potencia explicativa" (Anguera, 1986). En ese sentido, siguiendo los planteamientos de Bonache Prez (1999), nuestra investigacin posee una serie de caractersticas que enriqueceran los resultados a obtener. Estas caractersticas se pueden resumir en: No separar el fenmeno objeto de investigacin de su contexto (adoptando una visin holstica en la que no se olvida que el contexto y el comportamiento son interdependientes) Partir de un modelo terico menos elaborado, ya que tratamos de construir teoras a partir de las observaciones, siguiendo un procedimiento inductivo; La definicin de la muestra tiene carcter terico, no estadstico, donde los criterios elegidos para esta definicin se hacen por su capacidad explicativa; Tender a utilizar ms mtodos o fuentes de datos; Otorgar flexibilidad al proceso de realizacin de la investigacin, ya que en funcin de las respuestas a las preguntas, se puede expandir nuestro marco de investigacin, incluyendo nuevas preguntas y refinando progresivamente el marco terico inicial;
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Basarnos en la induccin analtica, no estadstica, por lo que no generalizamos a una poblacin, sino que inferimos generalizaciones tericas a partir del anlisis de campo.
En segundo lugar, si bien en Chile existen hasta ocho pueblos indgenas diferenciados reconocidos por la ley, hemos decidido centrar nuestra atencin en el pueblo mapuche porque, tal como sealbamos anteriormente, ste ha sido uno de los pueblos ms representativos de los movimientos indgenas en Latinoamrica. En el caso chileno, es el pueblo indgena mayoritario, posee un alto ndice de urbanidad, y sus caractersticas sociodemogrficas demuestran los niveles de pobreza y marginalidad que poseen. Asimismo, existen antecedentes revisados en el captulo anterior que dan cuenta de una identificacin tnica y de un sentimiento de pertenencia an en la ciudad, lo que nos facilitara la aproximacin de nuestro estudio. En tercer lugar, y relacionado con el punto anterior, tomando en cuenta las limitaciones propias de un estudio de estas caractersticas, hemos decidido centrar nuestra atencin en dos comunas de la ciudad de Santiago de Chile, La Pintana y La Granja. Esta eleccin se fundamenta en el supuesto subyacente de que en estas dos comunas se espera encontrar mapuches que renan requisitos de variedad (generacin de inmigrantes, mbito laboral, pertenencia a organizaciones, antecedentes educacionales, etc.). Asimismo, a partir del catastro de organizaciones indgenas existentes se propondr una primera muestra de informantes clave a partir de los cuales se podrn identificar otros informantes, generando un efecto de muestreo en cadena, que enriquecer los resultados de nuestra investigacin. Entre la informacin principal a aportar por estos informantes estarn los procesos de construccin identitaria y las dinmicas de relaciones de acuerdo a las dimensiones de capital social (bonding, bridging y linking social capital) reflejadas en: Relaciones mapuche-mapuche; Relaciones mapuche-chileno (wingka); Relaciones mapuche-instituciones del Estado;
En cuarto lugar, creemos que la informacin cualitativa obtenida a partir de nuestra investigacin puede servir de base para el diseo de otros estudios que incluyan 201
tambin aspectos cuantitativos, permitiendo la construccin y aplicacin de otros instrumentos de aproximacin al estudio del capital social mapuche urbano, que incluyan variables descubiertas en esta investigacin, y que vendrn a enriquecer futuras investigaciones en este campo. Por lo tanto, nuestra investigacin no pretende responder a todos los interrogantes que plantea el estudio del capital social, sino que pretende aportar informacin inicial para posteriores esfuerzos en este campo. 1.1 Objetivos de la investigacin Para dar respuesta a las necesidades informativas de nuestra investigacin intentaremos obtener informacin sobre dos mbitos especficos: Los precursores del capital social mapuche urbano Los componentes del capital social mapuche urbano.
Para ello nos hemos planteado los siguientes objetivos: Objetivos generales: Establecer una metodologa de aproximacin al estudio del capital social mapuche urbano que permita captar todas sus dimensiones. Identificar, conocer y describir los principales componentes del capital social mapuche urbano y sus precursores. Identificar los elementos principales que guen lo procesos de diseo y ejecucin de polticas, planes y programas de desarrollo indgena urbano. Objetivos especficos: Identificar, conocer y describir los precursores del capital social de los mapuches urbanos. Identificar, conocer y describir las variables que conforman el capital social de los mapuches urbanos y sus elementos constitutivos Reconocer los factores de adaptacin utilizados por los mapuches en los medios urbanos
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A partir de los resultados obtenidos en esta aproximacin cualitativa, identificar y sealar los factores que deben ser integrados a la hora de disear polticas, planes y programas pertinentes a los indgenas urbanos.
Recomendar, a partir de estos factores y de la informacin derivada de ellos, posibles lneas de accin a ser tomadas en cuenta por los gobiernos y/o las agencias de cooperacin.
1.2 Preguntas de investigacin Para responder adecuadamente a los objetivos anteriores, nos hemos planteado una gran pregunta que tendr que ser respondida, a su vez, en varias subpreguntas orientadas a obtener la informacin necesaria. La pregunta principal de nuestra investigacin es: Cules son las variables precursoras y constitutivas del capital social mapuche urbano que deben ser consideradas en la definicin y ejecucin de las polticas, planes y programas que les ataen, para responder a los criterios de un desarrollo con identidad? Las subpreguntas, o preguntas secundarias para responder a esta pregunta se han definido como sigue: a) Cules son las variables que actan como precursores del capital social mapuche urbano y cuales son sus principales caractersticas? b) Cules son las variables que constituyen el capital social mapuche urbano y cules son sus principales caractersticas? c) En virtud de la respuesta a las anteriores preguntas Qu propuestas podran hacerse a las polticas, planes y programas para que sean pertinentes con las variables y caractersticas del capital social mapuche urbano? 1.3 Unidad de anlisis La unidad de anlisis escogida ser la comunidad mapuche urbana, donde se intentar identificar aquellas dinmicas identitarias y de relaciones que se dan en su interior y que contribuiran a la formacin y/o desarrollo de su capital social. En ese sentido, asumimos de partida la existencia de una comunidad mapuche urbana que 203
no responde a criterios territoriales, pero que, suponemos, comparte algunos elementos comunes que los identifica como tales. Dadas las limitaciones de nuestra investigacin, hemos optado por privilegiar, dentro de esta comunidad, dos sub-unidades de anlisis conformadas por individuos y organizaciones, ya que si bien entendemos que la suma de estas partes por s solas no constituye la totalidad comunitaria mapuche urbana, s aportan informacin relevante para el estudio de su capital social. Por lo tanto, partimos de la premisa de que ser ms fcil estudiar el capital social en aquellos mapuches que participan en redes ms o menos formalizadas, y que, a partir de su estudio, estaremos en condiciones de hacer recomendaciones y/o propuestas pertinentes para la elaboracin e implementacin de polticas, planes y/o programas orientados a los mapuches urbanos como comunidad. Junto con ello, estaremos aportando informacin clave a ser tomada en cuenta en futuras iniciativas que busquen movilizar, incluir y empoderar a la comunidad mapuche en su conjunto. Por lo tanto, estas sub-unidades de anlisis se convertirn en nuestros casos de investigacin. Consideramos que el estudio de estos casos nos permitir analizar en profundidad el contexto y los procesos implicados en nuestro fenmeno objeto de estudio, por lo que se puede considerar un estudio intensivo de ejemplos seleccionados (Ghauri, Gronhaug y Kristianslund, 1995) en los que el fenmeno no se asla de su contexto. Por lo tanto, de acuerdo con Yin (1994), hemos privilegiado el estudio de casos por las siguientes razones: El tipo de preguntas de investigacin: donde buscamos conocer y explicar los elementos del capital social mapuche. La contemporaneidad de nuestra investigacin: que estudia un fenmeno actual dentro de su contexto real, donde las fronteras entre el fenmeno y el contexto no son evidentes, y en la que se utilizan mltiples fuentes de informacin (Yin, 1994). Nuestro grado de control sobre los acontecimientos relacionados con el comportamiento: ya que los comportamientos relevantes para nuestra investigacin no pueden ser manipulados. Tomando en cuenta el carcter exploratorio de nuestra investigacin, las razones mencionadas son pertinentes y adecuadas a nuestros objetivos. 204
1.4 Metodologa La eleccin metodolgica se basa en el tipo de informacin que se desea obtener sobre la base de las preguntas planteadas. En este contexto, a diferencia de la investigacin centrada en la confirmacin de hiptesis, la investigacin inductiva no posee un modelo generalmente aceptado de protocolo que pueda guiar al investigador en el proceso de recopilacin, anlisis e interpretacin de la informacin (Eisenhardt y Bourgeois, 1988; Yin, 1994). Es por ello que en nuestra investigacin consideramos la combinacin de secuencias utilizadas por trabajos empricos desarrollados y propuestas tericas recogidas en estudios similares para guiar nuestro proceso de definicin metodolgica. Estos antecedentes empricos y tericos han sido desarrollados y analizados en extenso en el Captulo II. El tipo de problema de investigacin as como los objetivos definidos nos llev a considerar la utilizacin de una metodologa cualitativa de estudio, decisin que se fundamenta en dos razones. La primera, porque sta constituye la primera aproximacin al estudio del capital social mapuche urbano, lo que significa que no se cuenta con informacin de base previa, por lo que se requiere capturar todos aquellos elementos complejos que forman parte de mbitos tan diferentes como el cultural, el cognitivo y el estructural, identificando las interrelaciones que se
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producen entre estos elementos y las posibles relaciones causales que pudieran surgir. La segunda, porque a partir de la revisin terica y metodolgica realizada en el captulo II, observamos que una aproximacin cualitativa permitira una mayor riqueza en el anlisis de los datos recogidos respecto del capital social de grupos culturalmente diferenciados (Narayan, 1997; Onyx y Bullen, 1998; Durston y Duhart, 2003) En ese sentido, consideramos que una primera aproximacin cuantitativa se ha obtenido a partir de los datos sociodemogrficos desarrollados en el captulo IV, la que puede ser complementada con otra informacin de carcter similar que pueda ser recogida durante la fase de trabajo en terreno. Considerando la complejidad del tema, y el carcter exploratorio de esta investigacin se ha utilizado como tcnica de investigacin principal la entrevista en profundidad, que ha sido complementada con otras dos tcnicas de recogida de informacin como las observaciones y la revisin de fuentes documentales. De este modo se ha procedido a una triangulacin de los datos con el fin de aumentar la validez de los hallazgos, disminuir los posibles sesgos y/o redundancia en la informacin recogida (Easterby-Smith et al., 1991). De acuerdo con lo anterior, nuestro proceso metodolgico se puede visualizar en la siguiente figura:
Seleccin de casos
Fuentes documentales
Preguntas de investigacin
Realizacin de entrevistas
C O N C L U S I O N E S
Necesidades de informacin
Seleccin metodolgica
Observaciones
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1.5 Muestra La eleccin de la muestra respondi a la lgica del muestreo arbitrario (purposeful sampling) cuyo objetivo es seleccionar casos ricos en informacin para desarrollar un estudio en profundidad. En vista de la amplitud que poda llegar a tener el estudio tanto de los precursores como de los elementos que constituyen capital social, se realiz una primera etapa de interiorizacin y de preparacin en terreno, donde se visit informalmente a lderes de organizaciones, a mapuches de distintos mbitos, a expertos en el tema (mapuches y no mapuches), adems de la revisin de la prensa con el fin de conocer los ltimos acontecimientos sociales. A partir de esta primera aproximacin fue posible conocer los nombres de posibles sujetos que nos llevaran a conformar un listado de los lderes eventuales a entrevistar. Por lo tanto, la muestra no es representativa sino intencionada, respetando el criterio de "redundancia" de la informacin, para que la muestra fuese suficientemente amplia pero, al mismo tiempo, que la informacin obtenida no mostrara claros signos de repetirse, de extrema similitud o de incapacidad de aportar elementos nuevos al anlisis.
2. Desarrollo de la investigacin 2.1 Seleccin de los casos Para la seleccin de los casos se procedi a una primera aproximacin en terreno, donde se contact a lderes de organizaciones indgenas a partir de una base de datos entregada por la CONADI36, la que sirvi de materia prima para establecer los primeros contactos. Junto con ello se concertaron entrevistas informales con expertos conocidos en el mbito mapuche, quienes enriquecieron la informacin entregada por la CONADI. A partir de este primer encuentro decidimos seleccionar los casos a estudiar en dos comunas de la ciudad de Santiago de Chile, La Pintana y La Granja. Estas dos comunas renen las siguientes caractersticas: 1) Cuentan con la mayor proporcin de poblacin mapuche residente
36
207
2) De acuerdo con la informacin entregada por la encuesta Casen 2000, se encuentran entre las ms pobres de la regin37. 3) De acuerdo a la informacin entregada por la CONADI, cuentan con un gran nmero de organizaciones indgenas inscritas en sus registros. A partir de este primer contacto, pudimos conformar una pequea muestra de informantes, que qued conformada de la siguiente forma: Nombre38
1 2 3 4 5 Laura Mara Pablo Rosa Martn
Ocupacin
Profesora mapudungn Asesora del hogar Obrero Artesana Experto mapuche
Sexo
Femenino Femenino Masculino Femenino Masculino
Edad
51 42 73 36 50
origen
Segunda generacin Segunda generacin Primera generacin Primera generacin No es mapuche
2.2 Diseo de los mtodos de investigacin: Entrevistas en profundidad, observaciones y revisin documental 2.2.1 Diseo de las entrevistas En primer lugar se dise una pauta semi-estructurada de entrevista, la cual abordaba los principales elementos definidos en nuestro modelo de estudio del capital social indgena urbano. Esta pauta se ha considerado lo suficientemente flexible, de manera que durante el proceso de entrevista pudiera ser complementada o reformulada en virtud de las necesidades de informacin detectadas en el terreno.
Recordar que en las comunas de La Pintana, Renca, Pedro Aguirre Cerda, Lo Espejo, Huechuraba, Cerro Navia, San Ramn, Lo Prado, La Granja, Conchal, Quilicura y el Bosque, la poblacin mapuche en situacin de pobreza y pobreza extrema es superior al 30% (Mideplan, Casen 2000)37. 38 Los nombres fueron cambiados para mantener el anonimato
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INTERACIONES
INTERACIONES
Redes sociales
Plano conductual
BRIDGING SOCIAL CAPITAL
CONTEXTO
I D E N T I D A D
CONTEXTO
Plano cognitivo
INTERACIONES
Figura 17. Modelo de estudio para el capital social mapuche urbano Fuente: Elaboracin propia
INTERACIONES
Para cada uno de estos elementos asumimos una definicin, basndonos en la revisin de la literatura relacionada: 1. Precursores del capital social: para referirnos a las variables precursoras del capital social seguiremos el planteamiento de John Durston (2002). Para este autor, el capital social existe en potencia en todos los grupos humanos porque sus precursores, su materia prima, son elementos culturales prcticamente universales. Sin embargo, el capital social no se encuentra en la misma proporcin en todas las agrupaciones humanas, porque sus precursores no son automticamente, por s solos, capital social, pues no necesariamente catalizan comportamientos. Entre los elementos precursores del capital social se encuentran las visiones comunes acerca del comportamiento probable de las personas; los valores comunes que jerarquizan los objetivos que se estiman deseables; las normas 209
que definen qu se entiende por conducta apropiada en el caso de los individuos en general y de los lderes; la memoria comn de la historia propia; la religin comn, los mitos y los modelos de personajes arquetpicos; la identidad comn; las reglas de parentesco: alianzas matrimoniales deseables, definicin del rol de los parientes; los rituales y ceremonias celebrados para solemnizar los vnculos y las identidades; entre otros (Durston, 2002). La existencia de estos precursores facilitara la formacin del capital social indgena, especialmente en la ciudad, donde habr que averiguar qu elementos precursores se mantienen vigentes y cules son las dinmicas que han definido un sentimiento de pertenencia e identidad en este mbito. Para ello se debera ahondar en: Factores de identificacin; Autodefinicin (cmo se perciben los mapuches a partir de los procesos de socializacin con la cultura mayoritaria); Rituales y ceremonias vigentes, que contienen significado y actan como aglutinadores; 2. Mecanismos de innovacin y adaptacin utilizados en la ciudad.
Capital social cognitivo: conformado por tres elementos a) Confianza: entendida como una actitud que se basa en el comportamiento que se espera de la otra persona que participa en la relacin que se establece entre ambas. Esta confianza tiene un soporte cultural y un soporte emocional, que es el afecto que sentimos hacia aquellas personas que creemos confiables y que nos dan muestras de su confianza. La presencia o ausencia de confianza deriva no de una programacin rgida proveniente de una cultura ancestral, sino de la repeticin de interacciones con otra persona, la cual, segn indica la experiencia acumulada, responder a un acto de generosidad con un acto equivalente, nutriendo as un vnculo en que se combina la aceptacin del riesgo con un sentimiento de afectividad o de identidad ampliada (Durston, 2002). Para efectos de nuestra investigacin cabr conocer:
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La existencia de confianza entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas, asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital)
La existencia de confianza entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital)
Otros elementos, tales como las causas, manifestaciones de la confianza y estrategias para su desarrollo o mantenimiento.
b) Reciprocidad: En toda sociedad, las relaciones entre las personas se afianzan por medio de numerosas interacciones, que potencialmente se extendern en el futuro. La reciprocidad sera la base misma de las relaciones e instituciones del capital social. Para Myers (1995) la reciprocidad es la expectativa que nos hace pensar que alguien ayudar a aquel de quien recibi previamente ayuda en lugar de agredirlo o ignorarlo. La reciprocidad rige con ms fuerza en las interacciones entre iguales (Myers, 1995 citado en Palacio et al., 2001). La reciprocidad es una regla fundamental de la vida social. De acuerdo con Gouldner, la reciprocidad plantea dos exigencias mnimas relacionadas entre s: 1) la gente debe ayudar a quien le ha ayudado, y 2) la gente no debe perjudicar a quien le ha ayudado (Gouldner, 1979). En este sentido, la reciprocidad no implica incondicionalidad ni que se intercambie lo mismo, puesto que la reciprocidad puede ser asimtrica, donde puede no cumplirse o bien pueden intercambiarse elementos diferentes siempre y cuando tengan equivalencia. Para algunos autores, la reciprocidad surge en una situacin de carencia, cuando la supervivencia social o fsica de un grupo se encuentra en juego, la gente moviliza sus recursos sociales y los convierte en un recurso econmico. En trminos de grupo, ste se beneficia de la reciprocidad porque fortalece los lazos que lo mantiene unido, lo cual crea confianza y compromiso entre sus miembros. Para efectos de nuestra investigacin debemos ahondar en: 211
La existencia de reciprocidad entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas; asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital)
La existencia de reciprocidad entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital)
Otros elementos, tales como las causas, las manifestaciones de la reciprocidad y las estrategias para su desarrollo o mantenimiento.
c) Cooperacin: entendida como una accin complementaria orientada al logro de los objetivos compartidos de un emprendimiento comn. La cooperacin, junto con la confianza y los vnculos de reciprocidad, resulta de la interaccin frecuente entre diversas estrategias individuales (Durston, 2002). Para efectos de nuestra investigacin ser importante prestar atencin a la interaccin de las emociones, que sin duda tienen importancia, en la medida en que los sentimientos de afecto, de seguridad y de pertenencia, por una parte, y de rabia, miedo y rechazo, por otra, surgen de las interacciones y las retroalimentan. En este mbito, debiramos indagar en: La existencia de cooperacin entre los mapuches urbanos (bonding social capital) La existencia de cooperacin entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas, asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital) La existencia de cooperacin entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital) Otros elementos, tales como las causas, las manifestaciones de la cooperacin y las estrategias para su desarrollo o mantenimiento.
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3.
Capital social estructural: conformado por las redes sociales. a) Redes sociales: Constituye la materializacin del capital social cognitivo, conformado por la confianza, la reciprocidad y la cooperacin. Las redes sociales las entendemos como un sistema abierto que a travs del intercambio dinmico entre sus integrantes y con integrantes de otros grupos sociales, posibilita la potenciacin de los recursos que poseen. Cada miembro de una comunidad, o una comunidad como un todo, se enriquece a travs de las mltiples relaciones que cada uno de ellos desarrolla. Los diversos aprendizajes que una persona realiza se potencian cuando son socialmente compartidos en procura de solucionar un problema comn. Esto implica un proceso de construccin permanente. La red social se convertira en capital social cuando los actores involucrados en la relacin de intercambio aportan distintos tipos de recursos que se disponen en la red para que otros tengan acceso a ellos. En este sentido, las redes tienen la capacidad de ampliar el espectro de recursos de que dispone cada uno de los agentes que la constituyen, que ponen su experiencia a disposicin para el logro de objetivos y metas comunes (Raczynski y Serrano, 2005). La participacin en redes sociales refuerza el sentimiento de pertenencia, las relaciones de reciprocidad y favorecen el apoyo entre personas y la transmisin de informacin. Entre los factores a indagar estaran: La existencia de redes entre los mapuches urbanos (bonding social capital) La existencia de redes entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas, asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital) La existencia de redes entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital) Otros elementos, tales como las causas, las manifestaciones de las redes, las actividades de las redes, el funcionamiento de las redes, las estrategias para su desarrollo o mantenimiento, entre otros. 213
Todos estos elementos debern estar atravesados por el estudio de la identidad, lo que junto con las dimensiones de bonding, bridging y linking social capital nos permitir tener un panorama lo ms completo posible del capital social mapuche urbano. Junto con ello, creemos que estas entrevistas deben dar informacin sobre el liderazgo en el mundo mapuche urbano; cmo surge este liderazgo, sus manifestaciones y las estrategias seguidas para su definicin, de manera que este liderazgo identificado sirva de base para posteriores estrategias de empoderamiento. Esta informacin es clave para las recomendaciones que puedan hacerse, en virtud de respetar los procesos de identificacin de necesidades y el planteamiento de prioridades a futuro. En la siguiente tabla resumimos los principales elementos a extraer de las entrevistas en profundidad.
Tabla 11. Resumen de contenido de las entrevistas Precursores del capital social Capital social cognitivo
- Factores de identificacin - Autodefinicin: cmo se perciben los mapuches a partir de los procesos de socializacin con la cultura mayoritaria - Rituales y ceremonias vigentes, que contienen significado y actan como aglutinadores - Mecanismos de innovacin y adaptacin utilizados en la ciudad Confianza: - Existencia de confianza entre los mapuches urbanos (bonding social capital) - Existencia de confianza entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas, asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital) - Existencia de confianza entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital) - Otros elementos, tales como las causas, manifestaciones de la confianza y estrategias para su desarrollo o mantenimiento. Reciprocidad: - Existencia de reciprocidad entre los mapuches urbanos (bonding social capital) - Existencia de reciprocidad entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas, asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital) - Existencia de reciprocidad entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital) - Otros elementos, tales como las causas, manifestaciones de la reciprocidad y estrategias para su desarrollo o mantenimiento. Cooperacin: - Existencia de cooperacin entre los mapuches urbanos (bonding social capital) - Existencia de cooperacin entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas, asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital) - Existencia de cooperacin entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital) - Otros elementos, tales como las causas, manifestaciones de la cooperacin y estrategias para su desarrollo o mantenimiento. Redes: - Existencia de redes entre los mapuches urbanos (bonding social capital) - Existencia de redes entre los mapuches urbanos y el resto de la sociedad chilena (incluyendo otros pueblos indgenas, asumiendo que tambin se trata de grupos culturalmente diferenciados) (bridging social capital) - Existencia de redes entre los mapuches urbanos y el Estado (linking social capital) - Otros elementos, tales como las causas, manifestaciones de las redes, actividades de las redes, funcionamiento de las redes, estrategias para su desarrollo o mantenimiento, entre otros.
Bonding
I D E N T I D A D Y L I D E R A Z G O
Bridging Linking
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Como sealbamos anteriormente, hemos escogido la entrevista en profundidad como tcnica principal de recoleccin de datos pues permite sesiones conversacionales con los informantes clave en los que pudiramos abarcar todas las reas de inters sealadas en la tabla anterior, junto con las propias vivencias de los individuos y la posibilidad de incluir temas identitarios de forma transversal. Estas entrevistas se realizaron, previo acuerdo con el entrevistado, en las propias sedes de las organizaciones indgenas en las que participan o de las que son lderes. Las entrevistas fueron grabadas en su totalidad a fin de contar con informacin fidedigna sobre lo conversado. Las entrevistas contaron con una pauta preliminar de temas a abordar, sin embargo, esta pauta era lo suficientemente flexible como para permitir al sujeto entrevistado explayarse sobre otros temas que pudieran enriquecer el anlisis de contenido final de las entrevistas. El fundamento para la eleccin de esta tcnica es que permite que los entrevistados se expresen en sus propios trminos, utilizando palabras cotidianas o culturalmente definidas, facilitando la identificacin de un lenguaje propio y la reformulacin de algunos trminos que, en un principio, se daban como universales pero que dentro del mbito mapuche pueden tener significados distintos. Finalmente, esta tcnica de recoleccin de datos facilita el contacto con la poblacin objeto de estudio, al permitir tocar temas relacionados con el capital social tanto a nivel colectivo como individual, de una manera flexible y privada. 2.2.2 Polos temticos de las entrevistas Tomando en cuenta las reas de inters, los grandes polos temticos a travs de los cuales se estructuraron las entrevistas fueron: 1. Familiarizacin con el entrevistado: Se pregunta al entrevistado sobre su vida, sus orgenes, como lleg a vivir en Santiago, etc. La pregunta era Querra contarme cmo ha llegado a vivir en Santiago? Cunteme un poco de su vida, su familia, su niez En este punto se intentaba entrar en confianza con el entrevistado esperando que se abriera y compartiera momentos importantes de su vida. Adems, a partir de esta pregunta, se poda descubrir si se trataba de un mapuche de primera, segunda o tercera generacin y conocer las principales causas que lo llevaron a vivir a Santiago. Los principales temas relacionados que surgan 215
como relevantes en las entrevistas eran la insercin de sus padres o ellos mismos en la sociedad santiaguina, la identidad, los lazos ciudad-comunidad rural y la dinmica de relaciones entre ambas, la diferencia de la vida comunitaria y la vida en la ciudad, aspectos de discriminacin y conflictos intertnicos. Con ello tambin se obtuvo una primera aproximacin al tema de la migracin campo-ciudad. En este punto de la entrevista ya es posible verificar la existencia de bonding social capital. 2. Visin de las relaciones mapuche-chileno (wingka39): En este punto se pretenda conocer la visin del entrevistado respecto de la relacin con los chilenos (entendidos por stos todos los que no se identifican como miembros del pueblo mapuche ni de ningn pueblo indgena). Esta relacin se intentaba verificar a travs de las siguientes preguntas: Cmo definira la relacin con los chilenos en esas primeras etapas de su vida? Cmo las calificara ahora? Cree que ha habido cambios al respecto? en qu? por qu cree que se han producido estos cambios? Existe confianza en estas relaciones? por qu? Se generan lazos para la colaboracin? por qu? El objeto de estas preguntas era conocer la percepcin del individuo sobre las relaciones intertnicas, descubrir si estas relaciones estaban marcadas por el conflicto o por situaciones de discriminacin o si, por el contrario, existan espacios para la cooperacin, la colaboracin y la generacin de confianza. Adems, desde una perspectiva diacrnica, visualizar posibles cambios en el estado de estas relaciones en los ltimos aos y las posibles causas. En este punto de la entrevista ya es posible verificar la existencia de bridging social capital y definir de alguna forma los elementos que actuaran como precursores de este capital social. 3. Visin de las relaciones mapuche-mapuche desde una perspectiva diacrnica: Se intentaba saber la opinin del entrevistado respecto a las relaciones con otros mapuches en la ciudad tratando de explorar los estadios de relaciones entre los mapuches desde sus primeros aos en Santiago, perodo escolar, etc., hasta la actualidad. Este punto se divida en las
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Denominacin que se le da a todos los hombres blancos provenientes del otro lado del mar y sus descendientes. / Proviene de la palabra winkf que significa arrancar de raz, y wingka, aquel que arranc o arranca de raz.
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siguientes preguntas: Cmo ha sido la relacin con otros mapuches en esas etapas de su vida? jugaron un papel importante? en qu aspectos? qu elementos diferencian estas relaciones con la del resto de chilenos? dira usted que hoy confa en los mapuches? para qu? en qu aspectos? Qu lo mueve a confiar en los mapuches? En este punto se intenta conocer el entrelazado de relaciones informales que se da entre los mapuches, especialmente cuando llegan a la ciudad, cuando requieren apoyo para insertarse en un medio laboral, o cuando se presentan instancias especficas de colaboracin, si es que existen sentimientos de identidad compartida y en qu se fundamenta esta identidad, permitindonos identificar un sentido de diferenciacin con el resto de la sociedad chilena, como miembros de un mismo pueblo, an en un medio tan distinto como es la ciudad, donde no existen temas como la integridad territorial. Aqu se trata de identificar la existencia de bonding social capital manifestada en las relaciones entre los mapuches que se identifican como tales. Se pretende descubrir elementos de colaboracin, cooperacin o reciprocidad existentes y los elementos subyacentes a estas relaciones (memoria histrica, identidad compartida, etc.). Por otra parte, nos interesa la naturaleza de las redes que se conforman en las zonas urbanas y sus dinmicas de funcionamiento y estructuracin. Tambin en este punto surgen temas de confianza basada en el reconocimiento tnico, liderazgos y dinmicas de agrupacin. 4. Visin de una identidad mapuche en la ciudad: En este punto se intentaba ahondar en la visin del entrevistado respecto a la nocin de una identidad mapuche que sirviera como elemento aglutinador de los mapuches urbanos y que sirviera de base para la organizacin y el apoyo mutuo. Las preguntas eran Cree usted que existe una identidad mapuche en la ciudad? De ser cierto en qu lo nota? Cree que ha habido cambios en esta identidad en el tiempo? Cmo es esa identidad ahora? Aqu se trata de ahondar en los elementos precursores del capital social mapuche como elementos subyacentes a las relaciones de confianza, cooperacin, colaboracin, generacin de redes, etc.
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5. Liderazgo mapuche en la ciudad: En este punto se intentaba identificar cmo surgen los liderazgos en la ciudad, cules son los fundamentos de este liderazgo y el grado de legitimidad y convocatoria que pueden llegar a tener. Las preguntas en este sentido eran Cmo lleg usted a ser lder? Cmo cree que lo perciben sus pares? Cmo lo perciben otros actores fuera de los mapuches (chilenos, autoridades polticas, sociales? Qu opina de los otros lderes mapuches? Cmo calificara la convocatoria de los lderes mapuches? 6. Organizaciones mapuches: Hasta el momento la entrevista ha discurrido desde una perspectiva individual. A partir de ahora se intentar conocer la visin del entrevistado desde la perspectiva grupal ahondando en su papel de dirigente o experto en la temtica indgena y desde una mirada organizativa mapuche. Las preguntas eran Por qu participa de una organizacin indgena? Cmo calificara la participacin de los mapuches en la ciudad (en trminos organizativos)? Por qu cree que se unen a una organizacin? Cules son las principales actividades que desarrolla la organizacin en la que participa? Por qu? Existen relaciones entre las organizaciones mapuches? Cmo las calificara? Por qu? Quin asume el liderazgo en estas relaciones? Por qu? En esta parte de la entrevista se pretenda conocer dos aspectos de la vida organizacional mapuche: 1) desde un punto de vista interno (inquietudes que lo llevaron a unirse o formar una organizacin) y 2) desde un punto de vista externo (trabajo organizativo, relaciones inter-organizaciones, beneficios de la organizatividad, etc.) Asimismo, conoceremos los elementos de bonding social capital existentes al interior de una organizacin mapuche, sus dinmicas de relaciones, los lazos de aglutinacin, etc. Tambin surgirn elementos de bridging social capital al intentar descubrir los elementos de colaboracin o cooperacin entre distintas organizaciones indgenas o entre stas y otras organizaciones no indgenas. En este punto tambin ser posible diferenciar entre los elementos cognitivos y estructurales del capital social, a partir de la asignacin de roles y conformacin de determinadas dinmicas de relacin. Tambin la entrevista 218
nos permitira identificar liderazgos fuera de las organizaciones y las estrategias utilizadas, as como establecer la pertinencia de los criterios definidos en la Ley N 19.253 (Ley Indgena) respecto de los requisitos y tipos de organizaciones mapuches. 7. Relaciones entre las organizaciones mapuches-instituciones del Estado chileno: En este punto se intentaba que la entrevista se trasladara a las relaciones con el Estado pero desde el punto de vista grupal (de organizacin civil a organizacin estatal). Por lo tanto, haban dos elementos importantes: a) la dinmica de relaciones y estructuras organizativas mapuches a la luz de las leyes chilenas; y b) la relacin entre mapuches e instituciones del Estado desde dos visiones: una visin de la relacin con el Estado desde un punto de vista histrico, y una visin de la relacin con el Estado actual personificada en el gobierno de turno. Las preguntas eran Cree que la ley N 19.253 (ley indgena) refleja las necesidades de los mapuches en la actualidad? Por qu? Qu elementos faltaran? Qu papel ha jugado el Estado chileno en el pueblo mapuche en general? Qu papel ha jugado el Estado con los mapuches en la ciudad? Cmo calificara las relaciones con el Estado en la actualidad? Cules son los principales puntos de conflicto? Cmo percibe a la CONADI? Cul cree que es su rol en la definicin de las demandas mapuches? Aqu podremos descubrir la existencia o no de elementos de linking social capital y valorar si se trata de elementos positivos o negativos. Tambin ser posible definir la pertinencia y los efectos que las polticas pblicas y las normativas han tenido en el capital social mapuche, Asimismo, podremos explorar las necesidades de los mapuches urbanos, especialmente a partir del marco legal e institucional vigente. 8. Situacin actual de los mapuches y visin de futuro: Finalmente se preguntaba al entrevistado sobre las principales demandas de los mapuches en la ciudad, tanto hacia el Estado como hacia la sociedad chilena. Adems, se cerraba la entrevista con una visin de futuro respecto del pueblo mapuche dividida en dos partes: cmo ve el entrevistado el futuro del pueblo mapuche y cmo le gustara que fuera. Consideramos que es importante verificar la posibilidad de soar a largo plazo, de imaginar un futuro, pues esto permite visualizarse a si mismo y como pueblo miembro pleno de la 219
sociedad en la que vive, donde sus necesidades (identificadas y definidas por ellos mismos) se ven materializadas. Las preguntas eran: Cules cree que son las principales demandas de los mapuches? Cules cree que son sus necesidades? Cmo ve usted el futuro del pueblo mapuche? Cmo le gustara que fuera? Tiene algn sueo o esperanza para ellos? Qu habra que hacer para lograr ese sueo? En este punto se pretenda identificar las necesidades de los mapuches urbanos, verificar la existencia de un objetivo comn como pueblo, las posibilidades de alcanzarlo de forma conjunta, identificar los mecanismos privilegiados para ello, las posibilidades y desafos que ello plantea, etc. Junto con estas preguntas, tambin se ahond respecto de algunos elementos cuantitativos, principalmente relacionados con las actividades que realizan las organizaciones, la frecuencia de los encuentros, el tipo de convocatoria a reuniones, la pertenencia a otras organizaciones, etc. Como ya habamos indicado, las entrevistas fueron realizadas en diferentes lugares, pero principalmente en las propias sedes de las organizaciones, los lugares de trabajo de los entrevistados y, en algunos casos, en sus casas particulares. El tiempo promedio de cada entrevista fue de una hora y media cronolgica, tiempo que se ampliaba en algunos casos en los que el entrevistado deseaba explayarse en sus explicaciones. Asimismo, en algunas ocasiones las entrevistas eran acompaadas de visitas a las inmediaciones de las organizaciones, participacin en reuniones o en invitaciones a eventos especficos (ferias, degustaciones, etc.). 2.2.3 Los otros mtodos: observacin y revisin de fuentes documentales Si bien la tcnica principal escogida para la recoleccin de datos fue la entrevista en profundidad, se utilizaron dos tcnicas complementarias con el objeto de enriquecer la informacin obtenida y asegurar una mayor fiabilidad de los datos. Para ello se realizaron, por una parte, observaciones, a fin de poder contrastar lo sealado por los individuos en las entrevistas con los comportamientos que stos y otros actores desarrollan en sus contextos especficos, principalmente definidos por las organizaciones formales y las actividades que se desarrollan en torno a ellas. Estas observaciones se realizaron en reuniones ordinarias convocadas por las organizaciones (cinco reuniones en total) y en tres eventos de carcter cultural: dos 220
ferias y un encuentro musical. Para el registro de estas observaciones se utilizaron notas de campo, que constituye el sistema tradicional para registrar este tipo de datos (Hammersley y Atkinson, 1994). Estas notas consisten en descripciones ms o menos concretas de los procesos e interacciones observados y de su contexto, prestando atencin a los diferentes mecanismos y propiedades. Para guiar las observaciones se cont con un modelo de hoja de registro40, donde se pretendan capturar, entre otras, las siguientes variables: Mecanismos y temticas definidas por la convocatoria; Principales intereses y estrategias de accin; Comportamientos e interacciones entre los miembros; Liderazgos y mecanismos de participacin; Tcnicas de resolucin de conflictos y asignacin de responsabilidades.
Por otra parte se revisaron fuentes documentales, principalmente relacionadas con la normativa asociada a la constitucin de organizaciones mapuches urbanas, as como entrevistas, relatos y/o papers realizados con anterioridad cuyos resultados pudieran enriquecer la informacin recolectada a travs de las otras tcnicas, as como la revisin de fuentes pblicas relacionadas, tales como peridicos, revistas y webs institucionales41. 2.2.4 Diseo y conformacin de la muestra Se realizaron entrevistas en profundidad a informantes clave, entre los que se encontraban, en primera instancia, lderes de organizaciones indgenas urbanas de las comunas de La Pintana y La Granja y, en segunda instancia, otros miembros de organizaciones indgenas o personas reconocidas dentro del mundo indgena, que fueron identificadas por sugerencia de estos lderes o porque han participado activamente en diferentes instancias, identificadas a travs de fuentes pblicas (peridicos, revistas, noticias, etc.) y que respondan a los criterios de diversidad, experiencia y participacin en organizaciones indgenas. La informacin recogida en las entrevistas fue complementada con observaciones directas no participantes (para no manipular el contexto natural donde se realiza la investigacin), para lo cual se asisti a cinco reuniones realizadas en organizaciones
40 41
ver modelo en anexo 2 ver anexo 3 para un listado de los principales documentos consultados.
221
indgenas, invitada por sus dirigentes, con el fin de escuchar y atender el contenido de las mismas, dar significado a la informacin recogida mediante las entrevistas, reconocer los principales intereses y demandas, entre otros. Por lo tanto, la muestra escogida para las entrevistas en profundidad fue confeccionada de una manera intencionada (no probabilstica), no buscando la representatividad de la muestra sino ms bien contactar a personas entendidas como expertas, conocedoras de la realidad mapuche, que pudieran reflexionar sobre su situacin actual, y que adems pudieran dar cuenta de su trayectoria de vida, elementos todos que facilitaran la exploracin y conocimiento del capital social mapuche. Por otra parte, esta informacin fue complementada con entrevistas a otros actores del mundo mapuche para que enriquecieran la informacin entregada por estos informantes clave. Como sealan Miles y Huberman (1994), la eleccin de la muestra debe responder a criterios de relevancia (incluir a personas que puedan proporcionar respuestas adecuadas a las preguntas), finalidad (que respondan a los objetivos de la investigacin) y capacidad (el nmero de entrevistas a seleccionar deben proporcionar la informacin que se est buscando, dentro de los lmites de recursos humanos, material y tiempo disponibles). Por otra parte, estos mismos autores sealan que las investigaciones cualitativas emplean pequeas muestras en las que se estudia en profundidad un pequeo grupo de personas en su contexto. stas difieren de las investigaciones cuantitativas en las que se estudia un gran nmero de casos fuera de contexto en busca de un significado estadstico. La seleccin de la muestra respondi a lo que Patton (1990) denomina muestreo en cadena, donde los informantes clave recomiendan a otras personas que puedan actuar, a su vez, como informantes clave. En total se entrevistaron a 10 lderes de organizaciones mapuches urbanas (informantes clave) y a 10 mapuches que, si bien no pertenecan al mbito dirigencial de nivel local, se consideraron importantes a los trminos de esta investigacin, ya sea porque participaban activamente en organizaciones o actividades indgenas o sencillamente porque su historia de vida y experiencia aportaban elementos nuevos o complementarios a la informacin entregada por los informantes clave, enriqueciendo as el anlisis posterior y ampliando el alcance del resultado final a obtener. Antes de realizar el primer contacto con los informantes clave, y para agregar mayor rigurosidad a la muestra finalmente escogida, se realizaron contactos con expertos 222
en la temtica indgena, fueran o no mapuches, los que aportaron informacin actualizada y recomendaron los primeros contactos, a partir de los cuales se seleccion a las personas que participaran de la investigacin y que seran posteriormente entrevistados. El objetivo perseguido con esto era la posibilidad de escoger casos que nos aseguraran la calidad y la pertinencia de la informacin que necesitbamos recoger sobre el capital social. Estos casos, segn Patton (1990), conforman los llamados casos crticos42. Por otra parte, estas mismas organizaciones constituyeron el nivel de anlisis utilizado para las observaciones, consistentes en participacin en reuniones y actividades culturales. Por lo tanto, y tal como sealbamos anteriormente, la construccin de la muestra respondi a criterios de relevancia informativa y accesibilidad. Como seala el Patton a propsito de la construccin de este tipo de muestras There are no rules for sample size in qualitative inquiry. Simple size depends on what you want to know, the purpose of the inquiry, whats at stake, what will be useful, what will have credibility, and what can be done with available time and resources (Patton, 1990). La muestra que finalmente conform este grupo de entrevistados fue la siguiente: 1. Informantes clave Nombre43
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 Laura Mara Pablo Rosa Luisa Jos Juan Mnica Paula Francisco
Ocupacin
Profesora mapudungn Asesora del hogar Obrero Artesana Folklorista Panadero Obrero Asesora del hogar Asesora del hogar Microempresario
Sexo
femenino femenino masculino femenino femenino masculino masculino femenino femenino masculino
Edad
51 42 73 36 44 62 54 35 32 57
origen
Segunda generacin Segunda generacin Primera generacin Primera generacin Primera generacin Segunda generacin Primera generacin Tercera generacin Tercera generacin Segunda generacin
Los casos crticos son aquellos casos a partir de los cuales podemos pensar que si le pasa a este individuo (o grupo) entonces, le pasa a todos 43 Los nombres fueron cambiados para mantener el anonimato
42
223
Ocupacin
Obrero Profesional Microempresario Panadero Estudiante Estudiante Profesional Ama de casa Funcionario Obrero
Sexo
masculino femenino masculino masculino femenino masculino masculino femenino masculino masculino
Edad
41 31 50 54 25 30 29 54 35 65
Origen
Primera generacin Tercera generacin Segunda generacin Tercera generacin Tercera generacin Segunda generacin Tercera generacin Segunda generacin Tercera generacin Primera generacin
Nmero de miembros
80 30 25 42 36
Comuna
La Granja La Granja La Granja La Pintana La Pintana
Ao de conformacin
1999 2000 2001 2002 1998
Fecha de la observacin
11 de mayo de 2006 16 de junio de 2006 20 de junio de 2006 17 de agosto de 2006 27 de septiembre de 2006
2.2.5 Plan de anlisis de las entrevistas En una primera instancia se procedi a una lectura profunda de las entrevistas con el fin de tener una visin panormica del contenido para posteriormente proceder a su trascripcin. Con esta lectura pudimos familiarizarnos con su contenido, verificar a grandes rasgos posibles semejanzas y hacer un primer anlisis. La posterior trascripcin permiti identificar los polos temticos en los que transcurra la entrevista para comenzar a realizar un anlisis en profundidad. Para analizar las entrevistas se utiliz como metodologa la Grounded Theory. Segn Strauss y Corbin (1990), este mtodo facilita la construccin de conocimiento sobre la base de conceptos, los que permiten la necesaria reduccin de la complejidad de la realidad social. La comparacin constante que permite la Grounded Theory, constituye un mtodo privilegiado para realizar el anterior proceso, justamente porque busca construir modelos tericos acerca de las interrelaciones
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de
los
diferentes
aspectos
del
fenmeno
estudiado.
Sus
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procedimientos de anlisis permiten reconstruir las representaciones en dos etapas: a) un anlisis descriptivo y b) un anlisis relacional. Por medio del anlisis descriptivo se reconstruyen inductivamente categoras generales a partir de elementos particulares, as como contenidos socialmente compartidos por medio de comparaciones de representaciones singulares. Al finalizar esta etapa se obtiene una descripcin exhaustiva de los contenidos de las entrevistas del grupo social investigado. Por medio del anlisis relacional se reconstruye la estructura interna de las entrevistas, es decir las relaciones y jerarquas existentes entre sus diferentes contenidos. Siguiendo esta misma lgica, en primer lugar, procedimos a la codificacin de los datos obtenidos a travs de las entrevistas. Los conceptos y cdigos generados a travs de la codificacin tienen un carcter provisional (codificacin abierta), cuyo objetivo principal es abrir la indagacin. Los cdigos identificados permitieron una primera interpretacin del significado de la informacin recogida, los que luego fueron agrupados en categoras generales. La codificacin de la informacin permite reconocer y recontextualizar los datos, permitiendo una lectura renovada sobre ellos. Los cdigos estn asociados a una o ms citas expresadas en palabras de los entrevistados y extradas de las mismas entrevistas. Asimismo, junto con el proceso de codificacin se procedi a escribir memos, los que recogan reflexiones, impresiones e inquietudes que surgan de la lectura de las mismas. Para esta categorizacin utilizamos como base los polos temticos en los que discurriran las entrevistas y los diferentes factores que se pretendan analizar en cada uno de ellos45. Por otra parte, la categorizacin tambin respondi a nuevos elementos encontrados durante el anlisis de las entrevistas, y que no haban sido tomados en cuenta anteriormente, pues se consider que agregaban valor a la informacin obtenida y que enriqueceran los resultados finales de nuestra investigacin. Por lo tanto, la categorizacin fue definida a partir de dos fuentes: a) Las categoras derivadas del marco conceptual definido por los polos temticos en los que discurra la entrevista, y que se derivan del desarrollo terico realizado en los captulos precedentes;
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b) Las categoras emergentes que surgen de la lectura de las entrevistas, esperando maximizar las posibilidades de descubrir aspectos acerca del objeto de estudio. Continuando con la misma lgica, en segundo lugar, procedimos al anlisis relacional. Cada entrevista fue analizada, en una primera instancia, de forma individual, reconstruyendo la propia realidad del entrevistado y utilizando toda la informacin sobre ella (dimensin horizontal de anlisis cualitativo). En una segunda instancia, se analizaron las diferentes entrevistas de forma integrada en virtud de las categoras y cdigos identificados, estableciendo similaridades (dimensin vertical del anlisis cualitativo). Con ello pudimos construir una matriz comparativa de categoras, que nos facilit el anlisis de sus cdigos y relaciones, identificando as posibles vacos de informacin o las necesidades de profundizar en algn aspecto en particular. A partir de la codificacin axial, donde se intenta analizar los fenmenos e identificar sus dimensiones, consecuencias y relaciones entre ellos, pudimos comenzar a establecer vnculos ms generales. Finalmente, mediante una codificacin selectiva, fuimos simplificando la informacin. Lo anterior nos permiti analizar las categoras y sus propiedades para la generacin de conceptos. De acuerdo con Dey (1993), la categorizacin y la codificacin permite pensar sobre los datos en una nueva forma, yendo ms all de los cdigos, categoras y cruce de datos, volviendo a la pintura completa que es o puede ser (Dey, 1993). Un ejemplo de las categoras y cdigos definidos puede verse en la tabla siguiente46.
Tabla 12. Ejemplo de categoras y cdigos
tems 1. Categora 1.2 Subcategora Cdigos Cdigo 1.1.1: Cdigo 1.1.2: Cdigo 1.1.3: 1.2 Subcategora Cdigos Cdigo 1.2.1:
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Definicin Factores que pueden facilitar o no la presencia de capital social Elementos presentes en la cultura que definen la pertenencia o no a un pueblo Recuerdos de un pasado colectivo en las comunidades de origen Importancia y valoracin que se hace de la lengua para la construccin de identidad Actores sociales que influyen en la construccin de identidad positiva Influencia del factor socioeconmico en la construccin de identidad Elementos presentes en la memoria individual que influyen en la construccin de la autopercepcin Existencia de trato de inferioridad por razones de identificacin tnica
Memoria Colectiva histrica Vaoracin y uso del Mapudungn Agentes de fortalecimiento de identidad Pobreza e identidad tnica Factores para la autodefinicin La discriminacin
La tabla completa con las categoras y cdigos definidos se encuentran desarrolladas en el anexo 4
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El entorno urbano
1.4 Subcategora
Rituales y ceremonias vigentes Cdigos Cdigo 1.3.1: mbito de la salud Cdigo 1.3.2: mbito de las creencias Estrategia de innovacin, adaptacin y vigencia Cdigos Cdigo 1.3.1: Cdigo 1.3.2: Cdigo 1.3.3: Cdigo 1.3.4: Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales Resignificacin del mapundungn Significacin de la escritura La jerarquizacin de prioridades
Dinmicas del contexto donde se desenvuelve la vida cotidiana y que surge frente a la condicin de ruralidad anterior a la migracin Rituales, ceremonias y creencias creados o recreados en las ciudades Prcticas de la medicina tradicional que se mantienen en la ciudades Creencias y festividades que se mantienen en las ciudades Estrategias creadas intencional o inconcientemente para mantener vigente la identidad cultural en la ciudad Mecanismos de adaptacin que influencian formas y sentido de las creencias y ceremonias en las ciudades Elementos forneos o inducidos creados para el mantenimiento de la lengua Introduccin de elementos forneos en la oralidad mapuche Intereses y demandas que aglutinan y convocan a los mapuches en la ciudad
2.3 Anlisis de las entrevistas A continuacin se describen cada una de las categoras definidas y los cdigos asociados a ellas, lo que servir de base para la extraccin de conclusiones. Precursores del Capital Social
Como sealbamos al comienzo de este captulo, los precursores del capital social son aquellas variables o elementos culturales que, adecuadamente movilizados, pueden convertirse en materia prima para el surgimiento y/o desarrollo del capital social. Entre estos elementos podemos mencionar las visiones comunes acerca del comportamiento probable de las personas; los valores comunes, las normas que definen qu se entiende por conducta apropiada, la memoria comn de la historia propia; la religin comn, la identidad comn, entre otros (Durston, 2002). A partir de los resultados obtenidos de las entrevistas y de las observaciones en terreno, a continuacin mostraremos los principales elementos precursores identificados para el capital social mapuche urbano, delimitando sus caractersticas y describiendo las dinmicas que definen su aparicin. 1. Factores de Identificacin 1.1 Memoria colectiva Histrica si t tomas este papel lo sientes, lo tocas, lo vesa veces lo que vale es lo que se ve y la identidad, el ser mapuche no se ve, no se toca y es difcil de sentirno se puede sentir la historia, es intangible, es como divino, parece que sentirte mapuche te toca o no te toca (Mara) 227
Maurice Halbawchs (1950) ha sido uno de los autores que ms han influenciado la teora de la memoria colectiva histrica, poniendo el hincapi en la memoria como un fenmeno social o colectivo, an en los casos en que el recuerdo parece estrictamente individual o personal. Este autor sostiene que los recuerdos no son conservados en la memoria de un grupo sino que se reconstruyen a partir de los imperativos del presente (Halbwachs, 1950). En este sentido, la memoria colectiva sera una compleja construccin, dinmica, procesual y no azarosa, en la que tanto recuerdos individuales como colectivos, experiencias pasadas y situaciones presentes se intrincan inexorablemente. La comunidad mapuche posee una memoria histrica compartida que se manifiesta de diferentes formas. Una de ellas es el origen comunitario, donde los mapuches urbanos se refieren a las comunidades cmo su lugar histrico de pertenencia, el cual tuvieron que dejar por diferentes causas. La referencia a la comunidad resulta interesante pues se trata, en su mayora, de mapuches de segunda y tercera generacin que no han vivido en la comunidad de origen, cuyos significados de pertenencia ancestral se han mantenido a partir de los relatos de los padres o de los abuelos, quienes han transmitido sentimientos, vivencias y/o experiencias comunitarias que sirven de marco referencial para la formacin identitaria. En estos relatos se transmite una de las caractersticas principales de la concepcin mapuche del tiempo y de la historia, de la vinculacin con la tierra, todo ello con una profunda visin ecolgica, donde los fenmenos naturales cclicos reflejan la relacin del hombre con el medio. Uno de los entrevistados se refiere a esta situacin cuando seala: Aunque yo no nac en la Comunidad, mi origen mapuche empieza allmis abuelos siempre me han contado como era la vida allcmo se respiraba la libertad, la naturalezayo trato de vivirlo cada vez que voy para alles como renovarse, como tomar la energa para volver a empezarcuando voy all siento que vuelvo a nacer, que estoy en paz, que renuevo la fuerza de sentirme mapuche (Marisol) Por otra parte, la referencia a la comunidad aparece asociada a la tenencia de la tierra y la problemtica surgida a partir de la aplicacin de las leyes y de las polticas pblicas que han promovido la divisin del territorio mapuche, con los consiguientes efectos que esto ha tenido para la supervivencia econmica de muchas comunidades, y que ha sido sealada como una de las principales causales de las 228
migraciones campo-ciudad. En este sentido, la migracin ha sido concebida como una solucin, orientada a la bsqueda de oportunidades y de mejores condiciones de vida en la ciudad. mi padre emigr obligatoriamente emigr a Santiagolas cosas en la comunidad no iban bientenan problemas con las tierras y no se poda trabajar la tierradice mi padre que le quitaban las tierras a los mapuches para drselas a las empresas y que mi abuelo no los poda mantener a todos (Laura). Es en este contexto donde se hace mencin a la tierra como un elemento componente de la identidad de los mapuches, an en las ciudades, que permanece anclado en la memoria colectiva histrica tanto como elemento clave de su cosmovisin como factor desencadenante de la pauperizacin a la que se han visto enfrentados desde la poca de la conquista y del Estado chileno. Como ellos mismos sealan, en la ciudad no se puede incluir la demanda de territorios, pero s se solidarizan con los hermanos mapuches de las comunidades que da a da deben luchar por sobrevivir a las forestales, a las empresas privadas que s son apoyadas por el Estado y que cuentan con todo el apoyo legal necesario. En la ciudad, sin embargo, el territorio adquiere otro sentido pues ya no constituye una demanda central sino que aparece ligado a las comunidades, a su problemtica y a las condiciones que an deben seguir enfrentando los mapuches all, con lo que se refuerza tambin la nocin de pueblo, sin diferenciar urbano de rural. El territorio aparece mencionado en el discurso como factor aglutinador, presente en la memoria histrica de los mapuches urbanos. Como seala Marimn el efecto de esta migracin [] ha generado una dislocacin de la comunidad demogrfica mapuche en el hbitat histrico. Este hbitat es por cierto el territorio, el pas propio, que es mucho ms que la tierra, entendida como un factor de produccin (Marimn, 1997). Por otra parte, las comunidades son referenciadas por los mapuches urbanos para rescatar de la memoria histrica colectiva historias, leyendas, vivencias experimentadas en un entorno que los acoga, y del cual formaban parte. Esto es evidenciado a travs de una idealizacin de la vida comunitaria y de sus caractersticas, la que ha sido transmitida de generacin en generacin por los primeros migrantes mapuches, y que viene a reforzar la identidad mapuche urbana. Aqu surge la aoranza, el sufrimiento por lo que se tuvo y se perdi, por las posibilidades que ofreca la comunidad de una vida completa, en contacto con la 229
naturaleza, con el ecosistema, viviendo de acuerdo a su cultura, disfrutando de sus tradiciones, de sus comidas, de sus festividades, etc. No slo en las entrevistas se hace mencin a las comunidades, sino que tambin en las reuniones de las organizaciones se recuerda la vida comunitaria, y cmo la necesidad de buscar una vida mejor los llev, finalmente, a trasladarse a las ciudades donde tambin viven en condiciones precarias. La evocacin de este pasado se convierte as en una de las bases para la reconstruccin de su identidad en la ciudad, donde diariamente deben enfrentarse a una cultura dominante a la cual culpan de su situacin. parece que todos los mapuches sienten aoranza de sus comunidades y de su vida allyo creo que si no existieran los dueos de los fundos y no se les entregaran tantas tierras que son de los mapuches eso no pasara [Refirindose a las causas de las migraciones] (Jos) En otro sentido, la tierra, el significado que sta adquiere para los mapuches, se convierte en un elemento diferenciador y que los enfrenta directamente con el wingka, para quien la tierra no tiene el mismo sentido, y que por lo tanto difcilmente podrn entender el significado de su prdida para el pueblo mapuche, para quienes forma parte de su misma esencia. Como seala Juan: nosotros pensamos de otra forma, valoramos otras cosasla tierra para nosotros tiene un valor fundamental, ms all de las cuestiones econmicas, porque en esas tierras vivieron nuestros antepasados, nuestros abuelos, nuestros padres, y el wingka no tiene ese apego a la tierra, a sus orgenessi tiene que cambiarse de casa eso es muy comn para ellos, se acostumbran a otra comuna y listo (Juan) La evocacin a la comunidad viene tambin a reforzar la identidad del mapuche urbano, sirviendo para definirse frente al wingka y su sistema de valores. En la ciudad no existen tradiciones, no existen costumbres porque los wingkas no tienen una cultura propia. Los mapuches urbanos, en cambio, han debido sufrir los efectos de su migracin obligada, y han tenido que acostumbrarse a nuevos estilos de vida que tienen poca relacin con su cultura y sus tradiciones, pero no han perdido su sentimiento de pertenencia a un pueblo. Esta identidad compartida es la que sirve de referente frente a la cultura occidental dominante.
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Esta falta de historia de los wingkas tambin se ha convertido en un factor de conflicto entre los mapuches urbanos y la sociedad chilena, aunque a un nivel intelectual, pues los mapuches se sienten ofendidos por la apropiacin que hacen estos ltimos de sus hroes, lo que para ellos entra en contradiccin con los prejuicios a los que se ven enfrentados los mapuches en la actualidad. Por una parte se ensalza la valenta del pueblo mapuche y la actuacin de sus hroes frente a los conquistadores, mientras que al mismo tiempo se desprecia a los descendientes de estos hroes. Los mapuches urbanos sienten que la transmisin de estos relatos de generacin en generacin constituyen una de las estrategias que les ha permitido mantener el orgullo de pertenencia al pueblo mapuche, y recurren a ella cuando sienten que algn hermano duda de su identidad o se siente frgil frente al asedio de la cultura dominante. Es por ello que en los hogares y en las organizaciones mapuches se dedica tiempo para ensear a los nios estas historias, de manera que ellos tambin se sientan orgullosos de sus antepasados e instalar as en su memoria histrica este sentimiento compartido. los nios son el futuro, tienen que conocer nuestra historiaen nuestra organizacin la enseanza de la verdadera historia mapuche es fundamental, pero tambin tiene que seguirse esa tradicin en los hogaresen mi caso mis padres lo hicieron conmigo y yo lo hago con mis hijostienen que saber que antes ramos grandes, un pueblo rico, pero que ha sido el wingka el que nos ha llevado donde estamos (Eva) Otro elemento presente en la memoria social histrica, y que tambin se ha mantenido en las ciudades es la referencia al linaje. La familia ha sido el ncleo histrico de la sociedad mapuche. El conjunto de familias reunidas, las que muchas veces parten del mismo tronco, forman la comunidad mapuche. Antiguamente las familias constituan amplios "linajes", esto es, descendientes de un mismo ancestro, parientes y familias emparentadas. Muchas veces esas familias utilizaban un mismo sufijo en su apellido, que los identificaba. En la actualidad, este linaje se ha ido modificando en cuanto a la composicin de la comunidad, dado que, al desaparecer las tierras comunitarias, la divisin de las comunidades y la enajenacin de las mismas, stas se han transformado en espacios de residencia de conjuntos de familias, sin estar necesariamente todos
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emparentados, provenientes de lugares distintos dentro de la regin u otras regiones y en donde se encuentran tambin residentes no indgenas. Sin embargo, en las ciudades los mapuches recurren al linaje para reforzar elementos identitarios, especialmente a travs del orgullo por los ancestros y por las luchas que stos debieron mantener para defender a las comunidades de los conquistadores. La referencia al linaje se convierte, al igual que la referencia a los hroes mapuches, en una estrategia de mantenimiento y vigencia cultural. Nuevamente, la enseanza a los nios y el que conozcan hechos de sus antepasados cobra importancia. Laura ejemplifica muy bien esta situacin, cuando tuvo que ensear mapudungn en un colegio a nios de enseanza bsica. Como ella misma relata: algunos nios eran problemticos, los calificaban muy malhaba uno con muchos problemas yo creo que porque era mapucheEste nio mapuche indio viene a molestar ac, me deca una profesora Como seora de su raza usted hgale clase por favor Averig de este nio, de sus apellidosde sus antepasados y supe que sus antepasados eran lonkos47 muy importantesdile a tus paps que te cuenten el resto (Laura) Los elementos sealados (origen comunitario, la tierra, hroes mapuches, el linaje, la posesin de una cultura diferenciada del wingka) constituyen indicadores de que la memoria histrica colectiva se constituye como uno de los principales precursores del capital social mapuche, pero que se va transformando y recreando de acuerdo a las necesidades del contexto. Si bien la vida en la ciudad tiene dinmicas de relaciones muy diferentes a las comunidades, el elemento comunidad fue rescatado de la memoria y mencionado en el momento de recordar su historia. Como ya sealbamos, la referencia a la comunidad no es a la comunidad ancestral (pre-reduccional) sino a las comunidades surgidas producto de la divisin de tierras, definidas geogrficamente bajos los criterios de la normativa chilena. Esto podra indicar que las polticas han influido tambin en la memoria histrica de los mapuches, pero no han logrado erradicar el sentimiento de pertenencia y de compartir una identidad comn basada en la historia. De esta forma, la memoria histrica compartida puede convertirse en un elemento de motivacin, aglutinador, que sirve de base para la cooperacin y el
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Lonko: significa jefe, cabeza. Son los lderes naturales de las comunidades mapuches, los caciques.
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emprendimiento conjunto. Avishai Margalit (2002), relaciona esta memoria colectiva con los recuerdos compartidos, donde el miembro de una comunidad est en relacin con los recuerdos de su generacin y de las anteriores y de las futuras generaciones en una sucesin de transiciones generacionales que se proyecta en el tiempo: como herencia (pasado), como compromiso (presente) y como proyecto (futuro). En cierta forma, alimenta la percepcin de las propias capacidades, de que es posible lograr objetivos conjuntos y superar obstculos que, en la ciudad, son mucho ms patentes que en las comunidades, dada la cercana de las relaciones. Esta memoria provee modelos de trabajo en conjunto, formas de organizacin propias que han dado resultados en el pasado y que es posible mantener en el presente y en el futuro. En otras palabras, para reafirmar su ser mapuche, los mapuches refieren, por una parte, a un pasado lejano, un tiempo en que exista todava una fuerte identidad tnica colectiva. Martnez hace en este contexto la interesante observacin que poco importa si las referencias a un pasado o a una cultura en particular se refieren a verdades medibles o demostrables, o incluso, si la propia prctica se corresponde con ese pasado y cultura, pues toda afirmacin se valida en la medida que reafirma la cohesin y singularidad del grupo (Martnez, 1995). A esas verdades histricas pertenecen, por ejemplo, los actos heroicos de valientes guerreros mapuches como Lautaro y Caupolicn, lo que constituye para los mapuches una fuerza movilizadora que da identidad y dignidad. Sin embargo, los mapuches tambin reconstruyen ese pasado lejano y crean una nueva memoria histrica basada en el presente, en su realidad vivida en las ciudades. En ese sentido, la referencia a una memoria histrica colectiva no significa necesariamente un discurso conservador, de una comunidad que se repliega sobre s misma, sino que esta memoria es rescatada como factor de identidad, como base para la construccin de relaciones en la ciudad. En este sentido, consideramos importante tomar en cuenta la memoria colectiva histrica porque se transforma en una fuerza que puede mover a los mapuches urbanos hacia emprendimientos conjuntos, y que si se considera y respeta, puede servir de base para definir relaciones con los dems actores, pues su uso en la ciudad es acompaada de elementos que facilitan espacios para la comunicacin y la interaccin con los otros. Por otra parte, tambin debemos mencionar el rol que se le asigna al Estado en esta memoria social histrica, y que est bien presente para los mapuches urbanos: El 233
Estado como principal determinante de las condiciones actuales de los mapuches, tanto rurales como urbanos. El Estado aparece asociado a la prdida de tierras, a la promocin de polticas nefastas para el pueblo mapuche, al abandono y no consideracin de sus necesidades, a la asimilacin y a la marginacin. En ese sentido algunos autores han sealado que ha existido una intencin poltica de provocar la salida de los mapuches de sus comunidades, y que ha sido dirigida por el Estado, determinando con esta migracin intencionada una dispersin social, que tendra, a la larga, una consecuencia colectiva: la fragmentacin de la sociedad (Valenzuela, 2003). Para estos autores, en el caso particular de los mapuches, el resultado de la migracin de la poblacin dio como resultado una sociedad dispersa y fragmentada. Esta relacin mantenida con el Estado y el papel que se le asigna en la realidad mapuche puede tener efectos importantes a la hora de crear linking social capital, ya que la confianza y la cooperacin pueden resultar dbiles o inexistentes, producto de prcticas histricas y de un referente presente en la memoria colectiva que puede inducir al aislamiento de los mapuches urbanos y a la incredulidad respecto de las acciones estatales. Para finalizar, y siguiendo los planteamientos de Alan Touraine, la memoria histrica plantea una accin, una bsqueda emprendida por el propio individuo para generar las condiciones que le permitan ser actor de su propia historia; reivindicando su derecho a la existencia individual pero sin desligarse del sentido que le otorga su comunidad de origen. El sujeto aqu no es una simple forma de la razn, lo moviliza tanto el clculo y la tcnica como la memoria y la solidaridad (Touraine, 1997). En este sentido, la memoria histrica de los mapuches se plantea, tambin, como un ejercicio de actualizacin de un conjunto de valores, saberes y prcticas de carcter colectivo e individual. Desde esta perspectiva la memoria no es slo lo restituido, sino aquella fuerza o motor que posibilita la configuracin de un sujeto identitario mapuche y su discursividad, en un escenario inscrito y marcado por la asimetra en las relaciones, y por el trnsito del mundo reduccional al mundo urbano, de lo mapuche a lo chileno y de retorno al lugar de origen (Pinxten, 1998). Todos estos elementos tendrn que ser considerados a la hora de realizar propuestas concretas orientadas a la creacin o al fortalecimiento del capital social mapuche urbano, pues la memoria histrica permite ordenar el mundo, dar 234
significado a las acciones, dar seguridad a las actuaciones. El sentimiento de un pasado compartido, que sirve de base para el planteamiento de un futuro se convierte en un instrumento til y necesario para crear o fortalecer el capital social, porque a travs de l se logran tanto objetivos de carcter simblico como tambin de carcter material. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Factores de identificacin Referencia al territorio Memoria colectiva Mapuche Origen Comunitario Idealizacin de la vida comunitaria Referencia a la posesin de una cultura
1. 2 Valoracin y uso del mapudungn48 La lengua, el idioma de origen, se considera un canal importante para mantener vigente la cultura de un pueblo, ya que es a travs de sta que las personas pueden dominar las relaciones con sus prjimos, su entorno y su vida en general, siendo consecuentemente tambin una portadora sumamente importante de un sistema cultural, de una visin y estructuracin del mundo. En este sentido, el mapudungn (lengua de la tierra) es uno de los patrimonios que define la identidad del pueblo mapuche y que por lo tanto, se convierte en una de sus principales demandas para la defensa de su pueblo. El mapudungn constituye un factor clave para la sobrevivencia cultural mapuche y, por lo tanto, constituye un deber de todo mapuche el ensearla o aprenderla, pues
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de esta forma es posible transmitir pensamientos, sentimientos, desde la propia cosmovisin mapuche, utilizando las palabras adecuadas para ello, sin tener que recurrir a palabras wingkas que muchas veces no tienen en su vocabulario los conceptos que permitan traducir adecuadamente la riqueza que encierra el mapudungn. Sin embargo, resulta importante sealar que no todos los mapuches dominan el mapudungn. En la muestra seleccionada, slo un 20% hablaba mapudungn, mientras que el 70% manejaba un vocabulario restringido, y el restante 10% no habla mapudungn. Pero ste no es slo un fenmeno urbano, ya que en un estudio realizado por el Centro de Estudios Pblicos en 2002 ya daba cuenta de esta situacin, donde un 66% de los mapuches manifest no hablar el mapudungn, tanto en zonas rurales como urbanas (CEP, 2002). En ese sentido, la mayora de los mapuches urbanos utiliza el castellano para comunicarse, aunque recurren a algunas palabras mapuches para saludar, despedirse o para transmitir ciertas ideas o pensamientos. Una de las principales causas sealadas son las pocas oportunidades que tienen de utilizar su lengua en la ciudad, por lo que han debido restringir su uso al mbito familiar o al de las organizaciones, aunque no siempre es posible hacerlo ya que muchos mapuches en la ciudad no hablan el mapudungn. Es por eso que las principales actividades que convocan a los mapuches se relacionan con el aprendizaje y enseanza del mapudungn, pues lo consideran un factor clave para asegurar que la cultura mapuche no desaparezca en la ciudad, lo que va unido a una demanda constante por promover su uso. En las ciudades, donde se habla exclusivamente el castellano (la lengua del wingka), los mapuches urbanos han vivido dos tipos de situaciones: por una parte estn aquellos que hablan el mapudungn porque provienen de las comunidades o porque se los han enseado sus padres o abuelos; y por otra parte, aquellos que slo hablan espaol y que slo manejan un acotado vocabulario mapuche, generalmente porque se han criado en las ciudades y no les han enseado la lengua. En ese sentido, la poblacin mapuche urbana no es homognea en sus rasgos lingsticos. Es posible encontrar nios y adultos monolinges de espaol, bilinges de distintos tipos y monolinges de mapudungn. Esto sirve de base para plantear la necesidad de incluir la enseanza del mapudungn en otros mbitos ms amplios, especialmente los colegios. La heterogeneidad en el uso del mapudungn en las 236
ciudades no ha impedido, sin embargo, que la lengua adquiera especial relevancia a la hora de definir la identidad mapuche urbana. Esto tiene una amplia relacin con la valoracin de la identidad y los cambios que se producen en ella a medida que se alcanza la madurez. Aqu toma importancia el entorno urbano y las constricciones que produce al uso del mapudungn. es a travs del mapudungn que podemos expresarnos como pueblo, que podemos mantenernos vigentesen la ciudad es ms difcil utilizarlo porque los medios no estn disponiblesa los wingkas no les interesa que hablemos nuestro idioma y tampoco quieren aprenderlo, por lo que no hacen nada para protegerloyo trato de enserselos a mis hijos, para que conozcan nuestra historia, para que sepan de nuestro pueblo (Miguel) La necesidad de que la lengua mapuche se transforme en un recurso efectivo para la mantenimiento de la cultura a futuro, ha llevado a las organizaciones mapuches a enfatizar la enseanza del mapudungn y a promover cursos destinados a nios y jvenes (sean o no mapuches), pues reconocen que esta es la nica instancia legtima de la que disponen, y que si logran ensear aunque sea a un mapuche, ya estn ganando terreno a la otra cultura. De la muestra seleccionada, el 40% de los entrevistados sealaron que ensean o han enseado mapudungn en actividades de sus organizaciones; otro 40% de los entrevistados sealaron participar o haber participado como oyentes en cursos de mapudungn, mientras que el resto seal que no asistieron a ningn curso por falta de tiempo. Este punto resulta interesante ya que en Chile existe un Programa de Educacin Intercultural Bilinge, el que fue instaurado en el Ministerio de Educacin en 1996, en base a la promulgacin de la ley N 19.253 (Ley Indgena de 1993), pero que no ha sido legitimado por los mapuches, los que han sealado que este programa no refleja las necesidades educacionales de los mapuches, de la cultura, ya que fue diseado desde la cultura occidental, sin tomar en cuenta a los propios mapuches. Ms que incentivar el uso del mapudungn, estn incentivando el uso errneo del mapudungn. Entre estas causas sealan, en primer lugar, lo referido a los requisitos para ser profesor de este Programa. Se requiere haber terminado la enseanza media, y un alto porcentaje de mapuches no cumple con este requisito. Sin embargo, segn lo sealan ellos mismos, esto no debiera ser problema, porque para ensear la lengua basta con ser mapuche, y nadie mejor que ellos para saber cmo hacerlo. 237
Un estudio realizado por la Pontificia Universidad Catlica seala que existe un bajo nmero de jvenes pertenecientes a pueblos indgenas que tienen acceso a la Educacin Superior (del total de la poblacin nacional un 16,3% logra acceder a instituciones de Educacin Superior, en el caso de la poblacin indgena no ms del 0,36% logra seguir estudios superiores), lo que redunda, a su vez, en un escaso nmero de educadores indgenas que se desempean en el sistema formal de educacin, especialmente en sectores de concentracin indgena49. Sin duda que este es un factor a tener en cuenta a la hora de definir programas interculturales que sean respetuosos con las propias necesidades de los mapuches. En la ciudad esto adquiere especial relevancia, pues son muy pocos los colegios que han implementado este Programa, y tampoco los mapuches urbanos cuentan con los requisitos sealados para ser profesores. Una de las entrevistadas, Laura, constituye una excepcin. Laura se desempea como educadora intercultural bilinge en un colegio de Santiago, con alumnos de enseanza bsica. Sin embargo, para ella tampoco ha sido una tarea fcil, por la discriminacin que existe al respecto y por las burlas que muchas veces supone ensear esta lengua. yo estudi en la universidad un curso para ser educadora bilinge, donde me recib despus y me fui a hacer clases de mapudungn en un colegiorealmente fue muy difcil al comienzo porque me pusieron en una sala de nios muy desordenado, donde haban mapuches y no mapuchesestaba muy desanimada especialmente porque los nios chilenos molestaban a los mapuches y los nios mapuches no queran aprender nadales daba vergenzadespus pens que realmente ellos me necesitabanno saba como llegar a ellosentonces mi hijo me dio una ideamam tienes que ensearle a los nios el significado de sus apellidos y explicarles qu significa para ellosexplicarles por que ellos no lo saben, por eso actan as, necesitan identidada la clase siguiente les expliqu y fui entendiendo por qu actuaban de esa formaalgunos nios eran problemticos, los calificaban muy malhaba uno con muchos problemas yo creo que porque era mapucheEste nio mapuche indio viene molestar ac, me deca una profesora Como seora de su raza usted hgale clase por favor. Averig de este nio, de sus apellidosde sus antepasados y supe que sus antepasados eran lonkos muy importantesdile a tus paps que te cuenten el resto (Laura)
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Asociado con el uso del mapudungn en las ciudades, de nuestra investigacin se desprende otro elemento tambin importante: la valoracin de la lengua. Al igual que sucede con muchos procesos de construccin de identidad indgena en la ciudad, la valoracin de la lengua generalmente se produce en la madurez, despus de la adolescencia, cuando las personas tienen conciencia de quienes son, de sus necesidades y su pertenencia a un pueblo. Este sentimiento de pertenencia, tal como analizbamos en la memoria colectiva histrica, surge a partir de dos fuentes: a) los padres o abuelos, quienes ensean el idioma y transmiten el sentimiento de orgullo y de su significado; b) como reaccin frente al rechazo de la cultura mayoritaria, generalmente manifestada en la burla y en la discriminacin vivida en los colegios. Es generalmente a esta edad escolar, cuando an no se asume una identidad como mapuche, donde la mayora de los entrevistados sealaron sus primeras contradicciones respecto a sentirse mapuche y lo que ello poda significar. Estas contradicciones no son superadas de igual forma por todos los mapuches, pues algunos de ellos prefieren no ensear la lengua por temor a que sus hijos sufran las mismas situaciones que ellos. Segn sealaron, las propias caractersticas de la fontica del mapudungn pueden provocar un cantito a la hora de hablar el castellano, lo que avergenza a algunos mapuches pues han sufrido burlas por parte de chilenos, especialmente cuando estaban en el colegio. Todos los entrevistados sealaron la necesidad de ensear mapudungn a sus hijos. De stos, el 90% ha llevado a sus hijos a participar de los cursos dictados por sus organizaciones. El resto no lo ha hecho porque sus hijos no han querido o por falta de tiempo. un hermano mapuche me deca yo no quiero que mis hijos sepan mapudungn, porque van a hablar mal el castellano y se van a burlar de ellos como se burlaban de mi, y yo le deca que l no poda decir eso, que era una forma de dejarse vencer y de tirar a la basura todo lo que nuestros antepasados haban hecho por nosotros, todo por lo que se haba luchadono tiene que darnos vergenza, ms bien ellos tiene que sentir vergenza, los wingkas, de que no aprenden a hablar nuestra lengua y s se ponen a hablar lenguas de otros pases que no tienen nada que ver con ellos (Jos)
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Por todo ello los mapuches reclaman mayores oportunidades y espacios para utilizar el mapudungn, y que corresponde al Estado, en gran medida, crear las condiciones para ello. Nuevamente aparece aqu el Estado como actor negativo para la cultura, especialmente en su rol definidor de polticas educativas, las que histricamente han privilegiado el idioma de la cultura mayoritaria, o incluso de lenguas extranjeras, en desmedro del mapudungn. Es por ello que el mantenimiento de la lengua se plantea como un acto de reivindicacin frente al Estado, como parte de la lucha que el pueblo mapuche mantiene histricamente con el Estado. con el mapudungn podemos decir que hemos obligado al Estado que se preocupe del tema, usted sabe que en el tema mapuche hay que andar encima para que a uno lo escuchenhoy da estamos tratando de hacer una academia lingstica donde se pueda aprender el idioma, pero lamentablemente los mapuches hablantes, que podemos ensear mapuche, la mayora no tienen estudios, entonces tenemos problemas en ese sentido, la docencia dice que tiene que tener ttuloentonces yo le digo bueno, usted tiene ttulo, ahora hgame clasedeme clase en mapudungn, y ah yo le voy a decir que usted sabelo desafoen ese sentido ahora tambin el ministerio de educacin est cambiando porque hemos hecho bastante crtica porque han tomado un grupo de profesores que no saben mapudungn, que no saben pronunciar las palabras y las ensean mal, las ensean awingkadasy eso est mal, parecen gringosentonces saben algo pero poco (Pablo) Aqu, junto al Estado, aparece el chileno, el wingka, como un agente que tambin ha influido negativamente en la vigencia del mapudungn. En ese sentido, la identidad basada en el uso y valoracin de la lengua tambin sirve para diferenciarse del wingka, al que igualmente intentan ensear el mapudungn. Los mapuches sealan que han notado un cambio en la sociedad chilena, que durante los ltimos aos se han preocupado por las necesidades de los pueblos indgenas y que incluso se han solidarizado con su causa. Sienten que los chilenos son ms tolerantes y ms proclives a aprender la lengua, a saber ms de la cultura mapuche. Sin embargo, esta situacin se visualiza como una oportunidad para ocupar espacios que han ido perdiendo y que atentan contra la supervivencia de su pueblo. A mi organizacin se han acercado algunos chilenos que les gustara aprender el mapudungn, que se interesan por nuestra cultura, por nuestras actividades y tratan de apoyarnoseso es algo que no se vea hace unos 240
aos atrslo que pasa es que tambin ha habido una influencia externa respecto de la importancia de volver a lo natural, al contacto con la tierra, y eso est muy relacionado con nuestra cultura, y se manifiesta en nuestra medicina, en nuestras comidaslos chilenos se interesan mspero es importante que seamos nosotros los que nos interesemos por nuestra culturapero que aprendan los chilenos est bien Gregorio) Finalmente, e intrnsecamente asociado a la lengua como elemento aglutinador, surgen elementos de contenido, relacionados principalmente con la importancia que la comunicacin oral tiene en el mundo mapuche, y que influyen en la preferencia por utilizar este canal de comunicacin frente a otros medios. La cultura mapuche, y por tanto su forma de comunicarse, es eminentemente oral, donde la palabra adquiere un significado central en el desenvolvimiento social, siendo la palabra no slo un medio de expresin y comunicacin, sino una forma de crear comprensin, por lo que se debe utilizar en toda su extensin, en toda su riqueza. En las ciudades, los mapuches han perdido parte de esta riqueza verbal por el poco tiempo que deben dedicar a la conversacin. Para ellos, la vida en la ciudad no slo no les permite utilizar su lengua, sino que tampoco permite recrear el arte de la conversacin pues los propios ritmos y dinmicas de tiempo y exigencia as lo han definido. Para el wingka la conversacin no es importante, dedican muy poco tiempo a ello, y en alguna medida esto ha influido negativamente en los mapuches, hacindolos ms individualistas. Las organizaciones mapuches, en sus reuniones y actividades culturales, dedican gran parte del tiempo a la palabra, a la conversacin, en un intento por recuperar esta costumbre que, segn ellos, es la esencia de la vida comunitaria. En este sentido podemos decir que la lengua en la cultura mapuche, cumple primero una funcin social, pues refuerza los lazos sociales y es un medio de comunicacin tanto interpersonal como comunitario, lo que le da tambin un carcter integrador; y segundo, cumple una funcin histrica, ya que refuerza las relaciones con los orgenes y los antepasados, adems de conservar y transmitir creencias ancestrales. Efectivamente, cuando se comparte un recuerdo por medio de un relato, se revive la esencia de la comunidad, lo que no es tan slo un acto de identificacin sino de real identidad (Margalit, 2002). En ese contexto el lenguaje nativo es fundamental para
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poder preservar los rasgos culturales de un grupo social, y esos rasgos son a su vez utilizados por otros grupos para diferenciarse y para discriminar. El Estado es sealado como uno de los responsables en la prdida del idioma, no slo por la inexistencia sistemtica de polticas pblicas que vinieran a apoyar el uso y el mantenimiento del mapudungn, sino porque incluso la participacin en la esfera poltica y el trato con las instancias administrativas pblicas tampoco son respetuosas con la diversidad lingstica. Esto los obliga a aprender otro idioma si desean interactuar con ellas. En los ltimos aos algunos servicios pblicos han comenzado a implementar sealticas en mapudungn y otras lenguas indgenas, pero para los mapuches se trata de medidas aisladas e insuficientes. Sin una adecuada coordinacin de estrategias realmente orientadas a fortalecer la cultura mapuche y el uso de la lengua, su impacto ser imperceptible. Las percepciones de amenaza respecto de la lengua mapuche pueden influir negativamente en su capital social, pues puede llevar a perder o desmotivar la creacin o mantenimiento de redes de relaciones con otros actores, llevando, asimismo, a un bonding social capital que excluya y que, a la larga, pueda convertirse en un factor que impida el desarrollo del pueblo mapuche, especialmente en sus capacidades de empoderamiento. Lo sealado anteriormente debe ser tomado en cuenta en la elaboracin de polticas, programas o proyectos dirigidos al mundo mapuche y que involucren el uso de su lengua, pues de lo contrario se corre peligro de daar seriamente su capital social. Esto significa que se debern realizar esfuerzos por obtener la informacin necesaria para diagnosticar las condiciones en que se encuentra la lengua, y as elegir las estrategias apropiadas de intervencin conducentes a su revitalizacin. Los enfoques, los recursos, las ideas y las metas deben estar basados en las vivencias y conocimientos de los propios mapuches. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Factores de identificacin
Mapudungn Funcin social Factor para la sobrevivencia Heterogeneidad Engloba la cosmovisin Crea comprensin Posicionamiento frente a la otra cultura
1.3 Agentes de fortalecimiento de la identidad Son diversos los agentes que intervienen en la formacin de la identidad mapuche urbana. Entre los principales agentes identificados encontramos los padres y abuelos, los que a travs de la utilizacin de cdigos verbales y no verbales tienden a ensear, reforzar y perpetuar valores y tradiciones culturales que los acompaarn tanto en su dinmica personal, familiar y comunitaria. Sin embargo, esta influencia se manifiesta cuando los mapuches alcanzan un cierto grado de madurez, generalmente despus de la adolescencia, donde recin se identifican como mapuches y se afianzan los valores, asumiendo la pertenencia a este pueblo. Creo que mi padre me ense a ser mapuche, por l soy y me siento mapuchel me ense un poco de sus races, la cual yo he valorado a medida del tiempome he ido dando cuenta que las races de mi padre tienen un valor mayor, sin mirar en menos la otra de Espaaque no hay que olvidar que vino a hacer mucho sacrilegio ac con mucha gente y eso me hace inclinar a valorizar mucho ms lo que es mapuche, por toda la discriminacin que han vivido. Ms o menos esoel trasfondo, creo que la sangre me tira ms que nada (Laura) 243
La costumbre de reunirse junto al fogn (como suceda en las rukas50, en las comunidades) sigue mantenindose, aunque adaptada a las condiciones de la ciudad. Algunos entrevistados sealan que era en la noche, cuando sus padres llegaban de trabajar, o cuando iban a las comunidades durante la temporada de vacaciones, el momento en el cual se conversaba sobre la cultura, cuando se contaban historias y se compartan sentimientos y experiencias. Estos momentos se mantenan durante toda la niez y eran retomados nuevamente a la edad adulta, an cuando los hijos ya haban dejado el hogar. En este sentido, la cosmovisin transmitida a travs del dilogo, resulta ser un factor determinante en la conformacin de los diversos sistemas culturales que los mapuches urbanos poseen. El aprendizaje de tales sistemas sociales por parte del nio mapuche urbano se realiza en base a las experiencias y situaciones que se presentan al formar parte de las prcticas culturales familiares desde los primeros aos de vida, las actividades llevadas a cabo en el medio familiar, etc. Uno de los valores ms importante es conocer su origen, as tendr las primeras herramientas para formar su identidad asumindose como persona individual para luego asumirse como parte de un pueblo y sociedad diferente a otras. Puede decirse que los procesos de aprendizaje experimentados en los primeros aos de vida se dan por analoga o por transmisin directa de mayores a menores. La tradicin oral cobra especial relevancia, pues los padres y abuelos recurren a ella con el propsito de entretener, ensear, valorar, entregar un mensaje, entre otras funciones. Es una prctica verbal ancestral que han originado textos que han quedado suspendidos en el tiempo, presentes en la memoria histrica social de los mapuches. Entre los principales recursos de aprendizaje se encuentran la transmisin de contenidos valricos que conducen a la reflexin, al cambio de actitud fortaleciendo la identidad a travs del consejo; la referencia a la memoria colectiva que se manifiesta como una forma peculiar de recordar sucesos pasados, para ir explicando y evaluando el presente en situaciones referidas fundamentalmente al comportamiento; la asistencia a ritos y festividades propias de la cultura mapuche como el nguillatn51, el paln52, el we tripantu53; la enseanza del mapudungn,
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Casa mapuche Nguillatun: ceremonia religiosa mapuche, destinada a la rogativa 52 Paln: deporte mapuche. 53 We tripantu: Ao nuevo mapuche
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donde la prctica y la aplicacin conceptual del idioma se hacen imprescindible para fortalecer el mantenimiento de la cultura. La figura materna, al igual que sucede en las comunidades, es quien se encarga de la preservacin y mantenimiento de la tradicin, an cuando no sea de origen mapuche. En los casos analizados, cuando las mujeres chilenas se casan con un mapuche, asumen su identidad y han sido las principales defensoras de sus valores, enseando y transmitindolo a sus hijos. Aunque mi mam no era mapuche igual se senta mapuchems all de lo que dice la ley de que cuando uno se casa con un mapuche tambin es reconocido como mapuche, para nosotros son importantes los sentimientos ms que lo que diga un papelyo creo que mi mam quera mucho a mi pap y mi pap le haba transmitido ese sentimiento mapuche, de orgulloaunque tambin eso no es fcil porque muchos mapuches que conozco se avergenzan de sus orgenesmi mam siempre respet eso y nunca se opuso a que mi pap nos enseara de la cultura, o de que celebrramos el we tripantu (Mnica) En las ciudades, los mapuches urbanos, principalmente los agentes formadores de identidad, buscan recrear espacios para compartir la cultura, para aprender y socializar respecto de la misma. La institucin bsica en la que se educan los nios mapuches en las comunidades son la familia, el hogar, el campo, las fiestas, las sesiones de narracin, etc. En la ciudad el aprendizaje se realiza bsicamente por la familia, donde los padres y/o abuelos narran mitos y leyendas que sintetizan de manera simblica la concepcin del mundo, son los marcos fundamentales a travs de los cuales se realizan la formacin integral del individuo en los valores, conocimientos y habilidades propios de su cultura. Por tanto, la forma en que se educa al nio mapuche se caracteriza por ser natural e informal, pues se da dentro de una situacin cotidiana y domstica, en la que todos los que estn en directa relacin con l, padres, parientes y otros, participan en la entrega de conocimientos. Esta educacin es directa porque no hay ninguna institucin que medie entre el que ensea y el que aprende. Es de tipo oral, ya que su transmisin se da en forma de dilogos y otros similares. En virtud de lo anterior, consideramos necesario incluir en el diseo y ejecucin de polticas, planes y programas los mecanismos de transmisin y aprendizaje cultural 245
utilizados por los mapuches urbanos a partir de sus propias prcticas y cosmovisin, pues de esta forma no slo se est resguardando el respeto a las tradiciones sino que tambin se est fortaleciendo su capital social. Las estrategias tendrn un mejor impacto si responden a la naturaleza propia de los grupos a los cuales estn dirigidos. Por otra parte, en algunos estudios que analizan el desarrollo del capital social ligado a la familia, se muestra que es el espacio familiar, el hogar, el que crea condiciones que hacen factible la supervivencia de la cultura, donde los padres juegan un rol fundamental ya que su nivel de implicacin en la educacin de los nios determina, en gran medida, el compromiso y el valor que se asigna a la identidad (Sanders y Nee, 1996). Las polticas educacionales adquieren aqu especial relevancia, pues es muy probable que hasta que ellas no tomen en cuenta estas caractersticas y no traten de desarrollar plenamente todas las potencialidades en ellas presentes, orientndose tambin hacia modalidades informales en sintona con el contexto local, seguir acercndose ms a un instrumento de dominacin que de desarrollo, con las consecuencias negativas que esto conlleva. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Factores de identificacin
Agentes externos
Padres y abuelos
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1.4 Pobreza e identidad tnica54 Un elemento adicional que podemos sealar, que est presente en el discurso de los mapuches urbanos, es la relacin que establecen entre su calidad de indgenas y su situacin socioeconmica, la que tambin se utiliza como estrategia para la identificacin y, en alguna medida, como causa para el surgimiento de trabajos conjuntos. Esta situacin adquiere relevancia para nosotros no slo porque manifiesta una de las realidades que comparten la mayora de los pueblos indgenas, sino tambin porque en las ciudades los mapuches no se sienten atendidos en sus necesidades por su calidad de indgenas, sino que son incluidos dentro de otros conglomerados como los pobres o los marginales. Para los mapuches urbanos, la pobreza constituye un elemento que, junto con la identidad, hace la diferencia entre nosotros y ellos (los wingkas). Esta situacin de pobreza ha significado que no posean los medios para transmitir su cultura ni para hacerla valer ante el Estado chileno. La mayora de los mapuches se ubican en las zonas perifricas de la ciudad ocupando los principales cordones de pobreza. Uno de los elementos asociados a esta situacin, y que se transforma en una especie de crculo vicioso, es que la mayora de los mapuches que salen de sus comunidades para ir a los centros urbanos llegan a la casa de familiares o amigos de las mismas comunidades, con lo que las redes de relaciones tienden a perpetuar la pobreza. La conciencia de necesidades compartidas tambin se ha sealado como un elemento que fortalece la identidad frente al wingka, aunque en un sentido negativo, pues se manifiesta como una rebelda, una frustracin que puede desencadenar relaciones intertnicas conflictivas. Los mapuches no slo compartimos una identidad en la ciudad, que puede verse tambin en lo fsico, eso se vetambin compartimos las mismas necesidades, tenemos los mismos problemasque tambin son los problemas de los wingkas pero que en nuestro caso es peor, porque siempre hemos sido marginados, tuvimos que irnos de nuestras comunidades donde antes vivamos bien pero que ahora no alcanzatenemos la esperanza de una vida mejor en la ciudad pero nos cuesta ms que a los wingkaslos mapuches somos un pueblo que tiene que luchar da a da (Francisco) Por lo tanto, los mapuches urbanos han reaccionado a la homogeneizante globalizacin a travs del repliegue a las pequeas identidades tangibles: la familia,
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el barrio, la congregacin, la identidad, amparndose principalmente en aquellos elementos que ven amenazados. As, los inmigrantes mapuches sin casa, sin familia, sin tierra, sin comunidad, empiezan a regenerar estos elementos en la ciudad. La situacin socioeconmica de los mapuches urbanos cobra importancia porque la interaccin y la cooperacin pueden estar sujetas a la identificacin que existe con un proyecto comn que les permita tomar decisiones colectivas, proyecto que no slo tendr que solucionar su situacin como pueblo sino tambin como pobres. Es aqu donde surge un factor importante a ser considerado en las polticas pblicas y acciones al respecto: que las soluciones a los problemas de pobreza de los mapuches urbanos no pueden ser atendidos adecuadamente si se los mira slo desde la perspectiva de la pobreza en sentido amplio (no asumiendo que esta pobreza est asociada a factores culturales definidos). Tanto en las entrevistas como en las reuniones de las organizaciones, se resalta la importancia de que los proyectos que el Estado orienta a los mapuches urbanos, tales como aquellos que dirige la CONADI y que estn orientados a fomentar el desarrollo de microempresas, tomen en cuenta la cultura colectiva de los mapuches e incluyan otros factores mucho ms importantes, como la vivienda mapuche o los colegios mapuches, que, de acuerdo a sus propias propuestas, se convertiran en estrategias para superar la pobreza urbana pero siendo respetuosos con su cultura. los proyectos ms nos dividen que nos uneny eso es porque no han sido capaces, o ms bien no han querido respetar nuestra cultura, nuestra cosmovisin en los proyectos del gobiernotenemos necesidades pero no se van a solucionar porque nos den dinero para comprar una mquina o poner un negocio, eso es una solucin de corto plazotienen que escucharnos, saber qu es lo que queremos y recin ah que nos ofrezcan soluciones, pero van a ser soluciones donde nosotros tambin hayamos intervenido (Jaime) Por otra parte, respecto del capital social, la pobreza puede tener repercusiones en el ejercicio de los derechos ciudadanos. Tal como seala Stavenhagen (1998) los esfuerzos por combatir la pobreza, en este caso indgena, significan la lucha por la plena vigencia de los derechos humanos y la conquista autntica de la ciudadana (que hasta la fecha sigue siendo ms una promesa que una realidad para la gran mayora de los pueblos indgenas latinoamericanos).
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En este sentido, la pobreza indgena puede ser entendida como el producto de mltiples factores causales e interactivos, y como resultado de estructuras histricamente dadas en que grandes sectores de la poblacin son excluidos de lo que comnmente se llama los beneficios del desarrollo, no porque se encuentren de alguna manera rezagados, sino porque son producto de la dinmica del sistema. Si bien la pobreza puede convertirse en un recurso que los lleva a movilizarse y a definir estrategias para un trabajo conjunto orientado a mejorar dichas condiciones, Kliksberg (2000) seala que los grupos desfavorecidos tienen valores que les dan identidad y que su irrespeto o marginacin pueden ser totalmente lesivos a su identidad y bloquear las mejores propuestas productivas. Por lo tanto, ser necesario tener en cuenta aquellos valores que subyacen a la cooperacin y que se encuentran en la identidad compartida, los que adecuadamente identificados y considerados pueden desencadenar enormes potenciales de energa creativa. Ser necesario atender la pobreza mapuche urbana repensando las estrategias, promoviendo y consolidando la participacin activa de los mapuches. Incluir el aspecto socioeconmico con todo lo que comporta (la posibilidad objetiva de acceder a bienes, seguridad alimenticia, vivienda; como asimismo el valor cultural que se otorga a estos elementos, es decir, el prestigio social que contiene el trabajo, el grado de profesionalizacin, entre otros) implica que la identidad tnica tambin se resignifica en el contexto urbano en base a todos los factores asociados a la clase social. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Factores de identificacin
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2. Factores para la autodefinicin 2.1 La discriminacin La discriminacin que han sentido los mapuches urbanos frente a la cultura dominante ha influido en sus procesos de autodefinicin. En este sentido, la autodefinicin ha sido consecuencia de procesos experienciales de dos tipos: individuales (a partir de las propias realidades familiares, locales, contextuales como individuo) y colectivos (en el sentido de mapuches urbanos, como comunidad, como pertenecientes a un mismo pueblo), donde el wingka ha delineado, en gran medida, las caractersticas de estos procesos. La discriminacin ha contribuido a producir o acrecentar una autoidentificacin por reaccin, donde los mapuches se identifican como tales a partir de las situaciones conflictivas vividas en sus diferentes perodos de socializacin, y que se han sustentado en caractersticas fsicas, donde los mapuches son tratados de indio o salvaje por su apariencia. La autoidentificacin es sobre todo una actitud defensiva. Desde un punto de vista individual y microsocial, ser mapuche en Santiago corresponde justamente al "sentimiento", a la "conciencia de pertenencia que manifiesta el individuo en relacin a su grupo tnico" y "a la manera en como ellos se identifican en ltimo trmino, y en cmo son identificados por los wingkas". El proceso de diferenciacin de los mapuches con los no mapuches se da en un contexto de relaciones no recprocas y de desigualdades sociales y econmicas, donde estereotipos tnicos y estereotipos sociales se acercan y aproximan. El mapuche urbano se reconstruye como tal a pesar del contexto de "conflicto tnico", a lo largo de un proceso de subvaloracin y de discriminacin que enfrenta en el medio urbano. La discriminacin ha llevado a la aparicin de estereotipos respecto de los mapuches, calificndolos de flojos, analfabetos, borrachos, violentos, lo cual ha influido no slo en las relaciones intertnicas sino tambin en la propia autovaloracin de la identidad (prdida de autoestima, sentimientos de inferioridad, etc.), afectando la creencia en las propias capacidades de los mapuches urbanos, minando su capital social, especialmente degradando algunos de sus elementos precursores como la lengua, la cultura, la historia, etc. Segn sealaron los propios entrevistados, esta discriminacin provoc que muchos mapuches se cambiaran los apellidos para no sentirse amenazados, con todo lo que ello involucra no solo para el individuo sino para el mismo pueblo mapuche, en trminos de debilidad. Por otra 250
parte, durante muchos aos sintieron que no estaban capacitados para discutir con los wingkas al mismo nivel, lo que los pona en desventaja adoptando siempre una posicin de sumisin. Junto con esta discriminacin cara a cara, aparecen mencionados otros instrumentos utilizados por la cultura dominante para promover esta imagen falsa de los mapuches, especialmente a partir de los conflictos surgidos en las comunidades rurales, donde la lucha contra las empresas forestales ha derivado en situaciones de violencia. En ese sentido, se menciona a los medios de comunicacin quienes utilizan su poder de difusin para mostrar una imagen prejuiciada de los mapuches, contribuyendo as a la discriminacin. Aunque usted sabe que estas cosas no les importa a la prensa, si hacemos cosas buenas, interesantes eso no sale, pero si hay disturbios en el sur o si queman los campos de los hacendados eso s que saleentonces, qu es lo que resaltan, que los indios son subversivos, que somos asyo creo que aqu hay partes interesadas en que las cosas salgan as, especialmente las grandes empresas, porquequines tienen los canales de televisin o son los dueos de la prensa?los capitalistasentonces, se juntan las empresas porque hay hermanos nuestros que han cado presos de forma injustasobre todo en el sur, muchas veces se inventan las cosas, no digo que eso no ocurra, pero conociendo a la prensa las cosas no son tan as, yo creo que los mapuches damos la cara siempre (Pablo) Esta situacin tiende a reforzar la idea de que no se es chileno y, por contra, como efecto no previsto, a aumentar el orgullo de pertenencia a un pueblo que tiene una identidad, a diferencia de los wingkas que no la tienen. Esto se ha convertido en una causa para el aprendizaje y la bsqueda de mecanismos que les permitan defender su identidad, su cultura, sus tradiciones, y a identificar estrategias orientadas a ganar terreno a los wingkas. entiendes que no eres chileno, no solamente por tu aspecto fsico que podemos diferenciarnos un poco de los wingkas, sino porque vemos y entendemos la vida de otra maneracreo que pensamos distinto a como piensan los chilenostenemos una identidad comn aunque no es fcil de llevaryo me pongo a acordarme de que cuando era chica me molestaban en el colegio o se burlaban y eso que el colegio al que yo iba era muy pobrecasi todos ramos morenos aunque no todos furamos mapuches, 251
pero igual molestabanprimero me senta mal pero cuando crec ya fue distintoyo me siento muy orgullosa de ser mapuche y de ser dirigente mapucheaunque los chilenos te molesten o te miren en menos (Mara) Las diversas experiencias personales vividas por los mapuches estn marcadas adems por diferentes dimensiones, que determinan las visiones y lecturas que cada uno realiza de su entorno y posicin ante la vida. Las etapas escolares constituyen uno de los primeros puntos de contacto formal con la cultura mayoritaria, y es aqu donde se producen los primeros conflictos y donde comienzan a desencarnarse los factores de autoidentificacin, al confrontar la realidad presentada por los padres y la que se vive en los colegios. creo que ser mapuche no es fcilme acuerdo que en el colegio me decan la indiay yo llorabale contaba a mi pap y l me deca que no tena que llorar, que tena que ensearle a esos nios quines ramos los mapuches y lo importante que habamos sidoque estas eran nuestras tierras pero que haba venido gente poderosa a robarnosmi padre me ense el valor de ser mapucheme acuerdo que haba otros niitos mapuches pero no nos juntbamosno s si por vergenza o para que no nos molestaranCuando me hice ms grande ya no me importaba que me molestaran de hecho yo dira que la discriminacin que he sentido fue una de las cosas que me hizo tomar mucha conciencia del tema indgenahe estado perseverando constantemente (Laura) En la ciudad, la discriminacin es percibida de manera ms directa que en las comunidades, pues se debe interactuar de forma cotidiana con la cultura dominante, aumentando el sentimiento de pueblo dominado. Para responder a ello los mapuches urbanos, a su vez, han desarrollado sus propios prejuicios negativos hacia la cultura dominante, usando trminos como wingka para referirse a los chilenos (o a los espaoles en el pasado), lo que ha contribuido a mantener la distancia social y a producir conductas discriminatorias hacia el mapuche. Las discriminaciones vividas en la ciudad han producido dos tipos de reacciones. Por una parte, estn aquellos mapuches que se invisibilizan y que han decidido cambiar sus apellidos para ocultar su identidad; y, por otra, aquellos que han utilizado esta misma discriminacin para enfrentarse al wingka y convertir ese enfrentamiento en un refuerzo identitario. En ese sentido, resulta interesante sealar que tanto en las entrevistas como en las reuniones, este sentimiento de enfrentarse 252
al wingka y de hacer valer los prejuicios es compartido y mencionado recurrentemente. Sin embargo, aquellos mapuches que no pertenecen a organizaciones son los que han decidido sucumbir frente a las presiones de la cultura dominante para ocultar su identidad, incluso para no identificarse o aceptar ser asimilados en la cultura wingka. Algunos estudios dan cuenta de esta situacin. Entre 1970 y 1990, se cursaron un total de 31.597 casos de solicitudes de cambio de nombre a nivel nacional y se recolectaron 2.365 solicitudes de personas indgenas distribuidas de la siguiente forma: rapa nui 31 casos, aymara 279 casos, mapuche 2.056 casos. De sta ltima, 964 eran de hombres y 938 mujeres, el resto se trataba de solicitudes en que hombres y mujeres unidos por un parentesco hacan una solicitud colectiva de cambio de nombre. En suma, y de acuerdo a estos resultados, se puede decir que del total de solicitudes de cambio de nombre registradas en Chile en el periodo comprendido entre 1970 y 1990, un 6,5% de casos eran mapuches (LLanquileo, 1994). Sin embargo, segn los propios mapuches, esta situacin ha ido cambiando a partir de la aparicin de las organizaciones indgenas mapuches urbanas, las que se han convertido en un espacio para la promocin de la cultura y, en algunos casos, para la promocin de los derechos polticos indgenas. Por lo tanto, las organizaciones se convierten no slo en elementos aglutinadores sino que tambin refuerzan la identidad y permiten una reconstruccin positiva de los procesos de autodefinicin mapuche. la diferencia que yo veo ahora es que se habla ms el tema, o sea, ya no es el indioes el mapucheel mapuche se puede parar al frente de un wingka y le puede hablar de igual a igual, y que la mayora de las veces tiene ms conocimientopero en algunos aspectosen la poblacin donde vivo la genteel wingkaes tan ignorante que me asombran!ya no pueden decirnos indio o indiaporque a veces sabemos ms (Mara) Por otra parte, las vivencias de discriminacin tambin han llevado al surgimiento de liderazgos mapuches que en la ciudad tienen una corta data, no ms de 30 aos, lo que puede indicar que son los mapuches de segunda o tercera generacin quienes han dado fuerza al movimiento reivindicativo mapuche en Santiago y quienes han buscado espacios para manifestar y compartir su cultura. Cabe sealar tambin que los procesos de cambio que estn sucediendo en la esfera internacional, 253
especialmente en el mbito poltico, social y legal, tambin han influido en el surgimiento de demandas a favor de los derechos de los mapuches urbanos, fenmeno que se ha presentado tambin en otras capitales latinoamericanas. Segn los dirigentes mapuches, la discriminacin ha sido vivida en diferentes planos, entre los que sealan el jurdico (legislaciones, leyes, reglamentos, ordenanzas, decretos, que los han colocado en situacin de desventaja frente al resto de la poblacin convirtindolos en ciudadanos de segunda categora); el institucional (especialmente en el funcionamiento de las instituciones pblicas y privadas, donde han recibido un trato discriminatorio respecto de la cultura mayoritaria, donde no cuentan con espacios para actuar conforme a su cultura ni son respetados); y el personal (la discriminacin que ms han sentido y que ha tenido que ver con estereotipos, prejuicios y actitudes de menosprecio hacia su dignidad por parte de la sociedad mayoritaria). Por lo tanto, no slo es importante pensar en la discriminacin como un hecho objetivo, observable y vivido por los mapuches urbanos, sino tambin ser necesario ahondar en sus causas. Para ello los mapuches dan diferentes respuestas. Por una parte, ha sido el sistema educativo preponderante el que ha construido una visin errnea de la historia y el que ha promovido los estereotipos mapuches, mensaje que se ha instalado en la conciencia de los chilenos y que ha provocado conflictos entre ambas culturas. Por otra parte, estn las polticas sistemticamente discriminatorias del Estado, las que han sido diseadas e implementadas desde una lgica occidental y que han tendido a asimilar a los mapuches, tanto urbanos como rurales, dentro de la sociedad chilena. Sin embargo, son los mapuches urbanos los principales perjudicados, pues la ley indgena tiende a privilegiar derechos de las comunidades rurales dejando a un lado las necesidades propiamente urbanas de los mapuches. Segn ello, si bien algunos gobiernos han dado mayores espacios de accin para los mapuches, esta no ha sido la tnica predominante, con lo cual se ha daado tambin la capacidad de autogestin de los mapuches, de organizarse en las ciudades de acuerdo a sus propios principios. Consideramos que los elementos mencionados tienen grandes implicaciones para el desarrollo del capital social, la mayora de forma negativa. Los mapuches visualizan las relaciones con la sociedad chilena no de forma igualitaria, sino que sienten que la construccin y mantenimiento de su identidad se produce en condiciones 254
desiguales de trato, de oportunidades, de reconocimiento y de promocin, y donde la cultura mapuche es vista como atrasada, conservadora, y con poca relacin con la modernidad. Uno de los principales desafos para los mapuches ser acabar con estos prejuicios, y por eso estn utilizando la plataforma de las organizaciones para crear conciencia, para promover la cultura y para ensear a los mapuches cules son sus derechos y cmo pueden hacerlos valer. En las organizaciones visitadas se estn dando clases de liderazgo complementado con clases de poltica, en un afn por influir en la formacin de futuros lderes que puedan seguir peleando por la causa mapuche urbana. De hecho, en algunos cursos dictados por estas organizaciones (por ejemplo formacin de emprendedores), se introducen mdulos de liderazgo, al que se asocian contenidos de liderazgo en el mbito indgena, especficamente mapuche. Ser necesario verificar los mecanismos de enseanza y aprendizaje utilizados as como el impacto que stos tienen pues pueden constituir informacin valiosa para definir tcnicas de empoderamiento pertinentes. Asimismo, la discriminacin vivida en el mbito institucional ha minado grandemente la conciencia de ciudadana de los mapuches urbanos. Segn ellos mismos han sealado, durante la ltima dcada la prioridad ha sido reforzar la cultura y mantenerla vigente. Sin embargo, se han descuidado otros aspectos como la formacin de una conciencia poltica de pueblo, que les haya permitido definir qu es lo que esperan como pueblo y a travs de que estrategias pueden llegar a lograrlo. De hecho, en las visitas a las diferentes organizaciones no ha sido posible identificar un discurso aunado respecto de un proyecto de comunidad mapuche urbana, sino que cada organizacin plantea diferentes visiones de lo que se espera alcanzar y de cmo alcanzarlo. Las propuestas van desde la formacin y creacin de conciencia mapuche en las nuevas generaciones, en un trabajo de largo plazo, hasta la toma del poder por la fuerza y de ocupar cargos polticos, para poder decidir as, en el corto plazo, su futuro inmediato. Estas situaciones dan cuenta de la variedad de posturas al respecto, lo que puede convertirse en una debilidad si no se encuentran mecanismos que permitan aunar esfuerzos y guiar las acciones hacia una misma visin compartida.
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Esta discriminacin ha minado tambin la confianza en los propios dirigentes mapuches y en sus capacidades, y es por ello que hoy no se cuenta con representantes polticos mapuches que sean elegidos mediante el voto. desgraciadamente los hermanos piensan que los mapuches slo somos buenos para algunas cosaseso se demuestra cuando vienen las elecciones y no ganan candidatos mapuchesno hemos sabido levantar un candidato que nos represente a todos, que pueda convertirse en nuestra vozy eso pasa por un tema de no creer en lo que somos capaces, pero no es culpa nuestra tampoco, no hay que olvidar que son siglos de opresin del Estado, y eso influye, nos presiona (Alicia) Otro elemento sealado es que los mismos partidos polticos han dividido al movimiento mapuche urbano, con promesas electorales que slo han beneficiado a algunos hermanos en el corto plazo. Este elemento ya haba sido mencionado en algunos estudios realizados con mapuches en las comunidades rurales, donde el clientelismo poltico haba minado algunas bases del capital social, teniendo efectos negativos para el desarrollo comunitario (Durston, 1999). Por lo tanto, si se espera contar con una sociedad civil fuerte, democrtica, igualitaria, ser necesario identificar estas necesidades y demandas, acompaar a los mapuches urbanos en un proceso de aprendizaje poltico definido de acuerdo a sus dinmicas de relaciones, intentando reconstruir y rescatar de la memoria histrica aquellos factores identitarios que pueden reforzar la formacin y el desarrollo de su capital social. Finalmente, habr que considerar esta desconfianza y las consecuencias que ello pueda tener para la creacin o no de redes de relaciones entre mapuches y chilenos en trminos de bridging social capital. Como seala de la Maza (2000), los lazos fuertes en una red social estrecha y entre iguales pueden dificultar romper el crculo de la pobreza, ya que la amplitud y heterogeneidad de las redes influye en los contactos laborales y en el acceso a fuentes de informacin y decisin ms amplias. Cabr, por tanto, considerar nuevas estrategias de creacin de redes que tengan en cuenta a los precursores del capital social. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Autoidentificacin
Discriminacin
mbito jurdico
2.2. El entorno urbano La diferenciacin entre mapuches urbanos y rurales ha sido tema de debate durante los ltimos aos. Algunos autores plantean que no es correcto hablar de mapuches urbanos y mapuches rurales ya que se estara dicotomizando la cuestin mapuche segn el rea de procedencia, lo que llevara a pensar que la identidad mapuche (en este contexto de dicotoma) debera evolucionar dependiendo de las condiciones coyunturales impuestas por la dinmica social moderna, donde se privilegia la ciudad y su contexto (urbano) (Valds, 2000) Otros autores sealan que los mapuches de hoy se ven obligados a re/plantear su identidad a partir del saberse un pueblo territorialmente dividido, distribuido fundamentalmente entre las regiones de Los Lagos, por el sur, y Metropolitana, por el norte. Este nuevo escenario de principios de siglo conlleva una identidad nmada que para aproximadamente el 70% de su poblacin ya no puede basarse 257
en el concepto de comunidad o de reduccin. La poblacin mapuche contempornea se ve dificultada de concebir la identidad desde un solo espacio, como tampoco resulta fcil concebir que uno de los dos lugares, rural o urbano, sea el definitivo (Gissi, 2001). A partir de este debate decidimos averiguar la existencia o no de estas diferencias y cules son sus manifestaciones, partiendo del supuesto de que existe una identidad indgena mapuche urbana compartida y de la existencia de mecanismos de innovacin y adaptacin que les han permitido mantenerse vigentes, pero que esta identidad urbana recreada se basa en una memoria histrica compartida por los mapuches como pueblo, independientemente de su ubicacin geogrfica, y que tiene su origen en la vida comunitaria. Desde esta perspectiva, se plantea que el proceso de autoidentificacin y resignificacin cultural al interior de los mapuches que viven en la ciudad, se da necesariamente en un nuevo ambiente territorial y ecolgico. Un elemento que apareci para sealar estas diferencias fue la imposibilidad de practicar y manifestar la cultura en toda su dimensionalidad en el contexto urbano, donde los mapuches intentan poner en prctica su saber e identidad, aunque en situaciones precarias, debido a las dificultades de reproducir su cultura en el ambiente urbano y a la necesidad de superar el dilema de ser diferente en un contexto que estigmatiza las marcas explcitas de la pertenencia tnico-cultural. El contexto, principalmente marcado por la existencia de una cultura dominante que impone las reglas de juego, ha llevado a los mapuches urbanos a vestir como wingkas, a hablar como wingkas, pero no a pensar como wingkas. Tal como sealbamos en los procesos de discriminacin, la institucionalidad existente no se basa en el reconocimiento de la existencia de una multiculturalidad sino ms bien en una cultura homognea y uniformizadora que establece la dinmica de relaciones e interacciones, donde la cultura mapuche no es incluida. Nuestros hermanos en el sur han sufrido mucha lucha con el Estado, con la policaincluso han cado presos. Entonces creo que para nosotroscomo puebloes una lucha incesantees muy intensaporque todo lo que pasa en el sur igual nos rebota a nosotros en Santiago porque tenemos nuestras races alla veces pienso que los mapuches somos un solo pueblo y que debiramos actuar as si bien creo que hay una diferencia con los mapuches del suren las formas quizspero en el 258
sentimiento es el mismoquizs la forma en que tenemos que vivir diariamente es distintaac tenemos que ser awingkados, vestirnos ms awingkados y hablar el idioma castellano dominante que es acpuede ser que ese sea el cambio, esa la diferencia, pero internamente el sentimiento es el mismo, con ellos (Laura) Respecto de los elementos visibles, la vestimenta mapuche no se utiliza sino en actividades culturales o en actos de colegio, donde segn ellos mismos sealan, los chilenos dicen que se disfrazan de mapuches, con la connotacin negativa que esto conlleva. Los entrevistados de las primeras generaciones sealaron que cuando eran pequeos algunos de ellos iban vestidos de mapuche al colegio, pero que eran objeto de burlas y que poco a poco se fueron adaptando a la vestimenta urbana. Otro elemento que ya ha sido tratado es el lenguaje. El uso del mapudungn tambin est restringido a las actividades culturales o a las organizacionales, en algunos casos. Sin embargo, el no saber hablar el idioma no es un impedimento para dejar de sentirse mapuche. Nosotros no dejamos de ser mapuches porque hablemos el
castellanotenemos que hablarlo para sobrevivir en la ciudad, porque nos obliganes esto mismo lo que ha provocado la prdida de nuestra lenguapero los hermanos mapuches de las comunidades tienen que entender que somos tan mapuches como ellosa lo mejor hablamos diferente, pero en la esencia somos lo mismo. (Mnica) Otro elemento mencionado es la localizacin territorial. En las comunidades rurales los mapuches se ubican en un mismo territorio compartido, sin embargo en la ciudad, como producto de las diferentes oleadas de migraciones, se han ubicado en diferentes comunas, aunque todas tienen como denominador comn la pobreza. Sin embargo, durante los ltimos aos se han ido apropiando de los espacios pblicos para practicar la cultura manifestada en ritos y ceremonias que se mantienen vigentes en la ciudad. yo creo que s que nos sentimos mapuches aunque estemos rodeados de edificios o de cemento, o aunque no usemos trarilonko o trapelakuchaesto siempre puede ser motivo de peleapodramos decircon los mapuches de las comunidades que a veces creen que nosotros no somos mapuches y 259
dicen que somos awingkadosyo digo que todos somos un pueblo pero que las circunstancias nos han llevado a vivir separados unos de otros y que algunos se vengan aqu (Pablo) La migracin ha dado origen a la aparicin de clulas territoriales y organizacionales donde el barrio o poblacin es el espacio de origen de tales iniciativas de encuentro y reencuentro. En ese sentido, la existencia de un flujo de inmigrantes con metas y problemas semejantes ha permitido que en el mbito urbano se trate de recrear el barrio como un grupo socio-territorial de referencia, que a la vez es utilizado como base para la insercin en el todo urbano. La vida barrial se desenvuelve como un microescenario representativo del sistema social nacional: los mapuches se mantienen en estrecho contacto entre ellos, pero tambin establecen relaciones cotidianas con el wingka. Es esta territorialidad la que facilit la aparicin de las primeras organizaciones mapuches urbanas, pues no slo exista la conciencia de una problemtica comn y de una identidad compartida, que nace desde la vida comunitaria, sino porque exista tambin un desconocimiento en las propias comunidades de la necesidad de organizacin y aglutinacin que tenan los mapuches en las ciudades. De esta forma no existan espacios para la participacin y la atencin de las necesidades urbanas, dando origen as a una subidentidad mapuche (mapuche de ciudad, mapuche de comunidad), lo que no significa diferentes pueblos sino que se trata de una identidad que los aglutina, pero que se adapta a las necesidades y demandas propias de cada realidad o entorno. Esta situacin la ilustra Luisa: porque en Santiago no haba ninguna organizacin mapuche dedicada al tema de la defensa, del aprendizaje o de la difusin de la cultura, nadaentonces nos bamos a Temuco a la organizacin Ad Mapuah bamos unos tres a cuatro personasall participbamos, hablbamos de nuestras cosas, de la tierratampoco entendamos muchode repente levantbamos la mano para hablar pero nunca nos daban la palabrahasta que una vez mi hermana plante nuestra situacin, que estbamos en Santiago y que buscbamos un espacio de reuninnos dijeron y ustedes que problema debieran tener?, all no hay mapuches as que no se de que me hablanah nos dimos cuenta que ellos no consideraban mapuches a la gente que estaba en Santiago (Luisa)
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Como seala Gissi (2001) el residir en un mismo barrio facilita una identidad mancomunada que permite la diversidad sin que se pierda la idea de formar un grupo de destino comn frente a la ciudad en su conjunto. Esta identidad barrial ofrece una perspectiva para el grupo en su totalidad, que vincula las distintas generaciones manteniendo, junto a la identidad de clase, lealtades preindustriales de parentesco y de reciprocidad, que posibilitan una solucin ms integracionista a las dificultades que deben enfrentar. De este modo, la segregacin espacial es internalizada positiva y proactivamente por los vecinos mapuche. Otro elemento sealado como inductor de las diferencias entre mapuches urbanos y rurales ha sido el Estado y sus polticas pblicas, las que han privilegiado a las comunidades rurales en desmedro de las necesidades mapuches urbanas. Un hecho que est presente es la implementacin del Programa Orgenes, llevado adelante por el Estado chileno en conjunto con el Banco Interamericano de Desarrollo, donde se identificaron cuatro reas de desarrollo indgena sin contar en ellas a las zonas urbanas. Esto produjo algunos conflictos a nivel discursivo que llegaron a enfrentar, aunque de forma leve, a las comunidades con los mapuches urbanos. Segn los propios mapuches, esto constituye otra de las estrategias del Estado para dividir al pueblo mapuche y para ampliar su dominacin poltica y econmica. Yo creo que la principal diferencia es que casi no existimos para ellos, como si todos los mapuches estuvieran en el sur y no asumen que la gran mayora de los mapuches hoy est en las ciudades y que tenemos muchas necesidades distintas a las de las comunidadespor una parte ellos tienen el problema de las tierras y el Estado crea el Fondo de Tierras y Agua, lo que est muy bien, pero esto solo atiende a una parte de las necesidades del pueblo mapuche, en la ciudad tenemos problemas de empleo, de salud (Juan) El contacto intertnico cotidiano que se da en las ciudades, sin embargo, no ha sido impedimento para que desaparezca el sentimiento mapuche de pertenencia a un pueblo. Incluso, algunos sealaron que, ms all de las diferencias de forma que puedan existir con los mapuches rurales, siempre sern mapuches antes que chilenos, con quienes sienten que no tienen nada en comn, ms bien se sienten privilegiados por tener una cultura diferenciada que los une, a diferencia del wingka que ms bien vive de acuerdo a modelos forneos. Esta situacin la ejemplifica muy bien Rosa: 261
personalmente yo digo que los mapuches seremos mapuches en cualquier lugar, no importa el punto geogrfico en el que nos ubiquemossiempre seremos los mismos mapuchess me cuesta decir que soy chilename cuesta mucho porque no me siento chilena, no soy chilenaal decirlo me miento a mi misma porque sencillamente la sociedad chilena no me acoge como chilenasi bien compartimos el mismo territorio, hablo el castellano en forma mayoritaria, pero igual no soy chilenacuando me toca ir afuera en la cartilla siempre pongo mapuche de Chile, y me preguntan porqu lo hago, y les digo que no soy chilena, que primero soy mapucheel da que la mayora de los chilenos hablen mapudungn a lo mejor dira que soy chilena es igual que a un chileno no le puedo exigir que sea mapuche (Rosa) Finalmente, los mapuches urbanos sealan que la ritualidad y las manifestaciones culturales tambin se han visto afectadas en la ciudad, pero que tambin slo de forma, pues el sentimiento de alegra al compartir el we tripantu o de unidad para los nguillatunes o los palines sigue siendo el mismo o ms que el que se viva en las comunidades. Algunos han sealado que esto les da mayor legitimidad, pues hay que ser muy valiente para seguir manteniendo la cultura en la ciudad, donde no siempre existe la disponibilidad de espacios o, cuando estn disponibles, stos no siempre son adecuados, pero han sabido adaptarse para seguir siendo mapuches. Todo ello nos lleva a pensar que la diferenciacin mapuche urbano-rural es adecuada en trminos analticos, para implementar polticas y estrategias adecuadas a las necesidades y prioridades de cada uno. Seguramente, si se compara el capital social mapuche urbano y rural puede haber diferencias, especialmente porque en las ciudades el contacto con la sociedad dominante es constante y porque el entorno social, poltico, econmico, jurdico, institucional, etc., puede haber influido en la calidad y cantidad de las interacciones entre los mapuches o entre los mapuches y los chilenos. Sin embargo, en la ciudad existe plena conciencia de la pertenencia a un mismo pueblo, presente en la memoria histrica y manifestado a travs del lenguaje, de las prcticas compartidas, de sentimientos comunes, y que se constituyen en agentes movilizadores para el capital social. Los mapuches se autoidentifican como tales en la ciudad, aunque hayan debido integrar a sus vidas y a sus sistemas de pensamiento prcticas del mundo wingka. Sin embargo, resulta interesante sealar que los mapuches urbanos entrevistados y miembros de organizaciones perciben 262
que en la ciudad la cultura mapuche est ms viva que en las comunidades, seguramente por la continua defensa a la que se sienten enfrentados. Conviene destacar, asimismo, que los mapuches urbanos siguen manteniendo contacto con sus comunidades de origen, por lo que los lazos se mantienen vigentes, lo que ayuda a mantener viva la memoria colectiva mapuche, aunque aadindole un componente dinmico de continua resignificacin, mostrando as su dinamismo y su capacidad constante de ser reelaborada, inscribindose en la temporalidad del presente y en el espacio de la residencia urbana. De acuerdo con Aravena (2003), los mapuches urbanos, apoyados en los recuerdos de la comunidad, enarbolan su proyecto histrico otorgando continuidad histrica a su residencia urbana. Sus recuerdos individuales y sus memorias colectivas grupales son revividos en determinados lugares o "contextos sociales": la familia, la organizacin, las ceremonias religiosas. Como ya sealbamos anteriormente, de acuerdo con Margalit (2002), el recuerdo compartido tiene el sentido de un recuerdo de vida, donde los relatos compartidos empujan a una comunidad a revivir su esencia, a convertirlo de nuevo en una experiencia de vida, en un elemento revivificador. Es as como damos vida al recuerdo y, en un sentido espiritual, a los antepasados, siendo el recuerdo lo que da supervivencia a una comunidad (Margalit, 2002). Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura: Autoidentificacin Prevalencia del mundo wingka El entorno urbano Adaptacin de elementos formales Resignificacin cultural Adaptacin de la ritualidad
Polticas pblicas
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3. Rituales y ceremonias vigentes 3.1 mbito de la salud Uno de los principales mbitos en los que los mapuches urbanos buscan mantener su cultura es en la salud. Hasta hace poco tiempo, los mapuches urbanos deban viajar grandes distancias, hasta las comunidades, para ser atendidos por una machi55 o para recibir tratamiento de acuerdo a la medicina tradicional mapuche. Esto acarreaba una serie de dificultades, principalmente por los costos de dinero y de tiempo que ello involucraba. Las demandas de los mapuches urbanos, en ese sentido, planteaban la necesidad de acercar la medicina tradicional mapuche a las ciudades, y que se buscaran mecanismos para su inclusin en el sistema chileno de salud, a partir de una poltica intercultural de salud que permitiera la opcin de ser atendidos por uno u otro sistema. Estas demandas llevaron al Gobierno del Presidente Ricardo Lagos (20002006), enmarcado en la Poltica de Nuevo Trato con los Pueblos Indgenas, a que se implementara en algunos consultorios la Salud Intercultural, coexistiendo entonces dos sistemas de cuidado de la salud: el sistema de salud occidental y el mapuche o tradicional. Para nosotros es importante tener una machi cerca, que pueda ocuparse de nuestra salud de acuerdo a nuestras costumbres, a nuestras tradiciones, porque para nosotros no basta con ir al mdicoconfiamos en los doctores pero confiamos ms en nuestra saludpor eso con la Poltica del Nuevo Trato nos escucharon algo, y trajeron a las machis a atender aqu en los consultorioscreo que vamos avanzando algo (Juan) El sistema de salud mapuche o tradicional puede ser descrito como un sistema local donde los conceptos de holismo e integracin juegan un rol importante, siendo conceptos que han estado siempre presentes en las sociedades indgenas (OPS, 1997). La medicina tradicional constituye un cuerpo de conocimientos que explica la etiologa y los procedimientos de diagnosis, pronostico, tratamiento y prevencin de la salud. Este conocimiento es transmitido verbalmente de generacin en generacin dentro del pueblo mapuche. En este sistema de salud tanto pacientes como sanadores se encuentran ntimamente ligados. Los mapuches dicen que el equilibrio y la armona del mundo
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natural y espiritual son los conceptos ms importantes en el cuidado de la salud tradicional y que el sistema occidental de salud carece de esta idea de equilibrio, ya que se concentra principalmente en los problemas fsicos (Kraster, 2003). Al respecto, los entrevistados manifiestan que los mapuches urbanos son conscientes de las ventajas de la medicina occidental, pero tambin defienden la combinacin de las dos formas de cuidado de la salud. De acuerdo a los mapuches, la vida humana debe estar en armona. Una perturbacin a esta armona o balance causa la enfermedad. Dado que las enfermedades mapuches son provocadas por fenmenos y fuerzas claramente explicables e identificables, estas deben ser tratadas en acuerdo con el sistema medico mapuche. Los entrevistados sealaron que, de acuerdo a la causa de la enfermedad, los mapuches deciden si el tratamiento debe ser hecho por una machi o por un doctor. La machi goza de gran prestigio, no slo por su calidad de curandera, sino tambin por su papel de mediadora entre la comunidad y el mundo sobrenatural. Por su contacto directo con los dioses y espritus del wenu mapu56, la machi es capaz de apelar a ellos, para que hagan sentir su influencia benfica en la tierra. Se comunica con estos seres sobrenaturales a travs de un espritu (pll57) que la posee y la hace entrar en trance; se dice que entonces la machi se transforma en otro ser, el kymi58, que no es ni chamn ni espritu. Los mensajes que recibe desde el wenu mapu, los transmite cantando a su ayudante, el dugunmachife59, que sabe traducir e interpretarlos. Las machis realizan un primer diagnstico, a partir del cual deciden si van a curar o no la enfermedad, porque las machis slo curan a aquellos pacientes con quienes estn seguras que el remedio va a ayudar. En caso contrario ellas refieren al paciente a alguien que es capaz de curarlo, esta persona puede ser tambin un doctor que desarrolla su profesin sobre bases occidentales. Los mapuches urbanos sealaron que el mismo sistema de vida de las ciudades trae aparejada enfermedades que los mdicos occidentales no pueden tratar, debidas principalmente al miedo y la tensin, las que ellos llaman enfermedades supernaturales causadas por "el mal" y "la envidia". Para este tipo de enfermedad se
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Universo, el cielo, el territorio donde habitan los antepasados mapuches Alma, espritu de las personas 58 Estado de trance en el que entra la machi para comunicarse con los espritus 59 Intermediario entre la machi y el pueblo mapuche
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requiere de una machi, ya que para los otros tipos de enfermedades la gente mapuche prefiere usar la medicina occidental. De acuerdo con algunos estudios, la medicina tradicional mapuche se ha convertido en una opcin no slo para los mapuches sino tambin para los chilenos que prefieren un tratamiento ms natural y que confan en las bondades de esta medicina. Si bien los mapuches urbanos reconocen los avances logrados en este sentido, especialmente a partir de la intervencin del Estado en las polticas de salud, tambin sealan las deficiencias existentes, principalmente asociadas a la falta de pertinencia cultural del proceso de diseo e implementacin de estas medidas. Entre estas deficiencias sealan que el gobierno no convoc a expertos mapuches para que los apoyaran o los orientaran respecto de temas netamente culturales relacionados con el respeto a sus prcticas ancestrales. Los consultorios de salud no estn construidos de acuerdo a la cosmovisin mapuche, y por lo tanto difcilmente la machi podr curar si no existen las condiciones para ello. Por otra parte, en muchos consultorios no es posible instalar un rewe60 ni se permite la presencia de animales, lo que afecta el trabajo de la machi, a la que, segn sealan algunos tampoco se le pregunt si quera venir a Santiago. Yo dira que salud y educacin, la vivienda tambinpero tengo la sensacin de que nos vamos quedando en el camino con las demandasme atrevo a decir que en trminos de salud se han hecho cosaspero fruto de nuestras constantes demandasaunque no se hacen las cosas bienpor ejemplo en los consultorios han puesto consultas para las machis pero no responden a las necesidades de la machiel piso es de cementono hay naturalezano hay animales cercaes difcil as (Rosa) Otro tema dice relacin con el vnculo ancestral entre el territorio y el Newen. El Newen es la fuerza o poder que poseen tanto los sanadores como los elementos que estos utilizan, entre los que encontramos a las hierbas. Esta fuerza tiene directa relacin con el territorio en el cual nace la machi o crece la hierba. En el caso del machi, el Newen tiene su mxima expresin cuando ejerce la medicina en su propia
tronco descortezado de rbol, labrado con peldaos (laurel, maqu, canelo) enterrado frente a la puerta de la ruka de la machi de la cual es instrumento y smbolo.
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tierra, es decir, en la que ha vivido toda su familia. En cuanto a las hierbas, el lugar de procedencia de stas, as como las circunstancias en las que son extradas, influyen en la potencia y efectividad que posean en lo que a la curacin se refiere. En otro mbito, los mapuches sealan que no es posible equiparar ambos sistemas de salud, ya que la medicina tradicional mapuche no est basada en un cdigo sanitario o de tica como sucede en el sistema occidental, sino que est basada en conocimientos ancestrales que no estn contenidos en ninguna norma. Este problema cobra especial relevancia en las ciudades, donde la medicina tradicional se practica en un contexto multicultural pero en una posicin de subordinacin respecto del Sistema Pblico de Salud. En ese sentido, la medicina mapuche se encuentra en permanente conflicto con la ley chilena. Si bien, la ley indgena 19.253 est por sobre el cdigo sanitario y el ejercicio de la medicina indgena no es ilegal, de todas formas este hecho se ha transformado en una traba cotidiana para su funcionamiento. En algunos consultorios de salud, quienes se atienden con la machi, deben firmar un consentimiento que demuestre su voluntad de ser atendidos. Algunos dirigentes sealaron que no ha sido posible encontrar una solucin consensuada, principalmente porque el Estado quiere seguir actuando bajo una racionalidad unicultural, sin respetar los principios de la medicina mapuche y de sus tradiciones. Es as como el Ministerio de Salud, a travs del Programa de Salud y Pueblos Indgenas61, ha promovido la creacin de un cdigo de tica por parte de las organizaciones mapuche a partir del cual se elabore una normativa que regule su prctica medica. En pocas palabras, le exige que se adapte a la forma occidental de regular las conductas de los individuos e instituciones. Sin embargo, sta no ha sido una tarea fcil para las organizaciones, las que se han visto enfrentadas a discusiones y debates, puesto que esto implicara construir una definicin de lo que es la salud tradicional mapuche y cmo debiera ser su puesta en prctica para que pueda ser catalogado como tal, haciendo explcitos sus aspectos fundamentales. Adems, dado que la medicina mapuche consta de prcticas diversas de acuerdo al estilo de cada sanador, una normativa que determine explcitamente cules son las prcticas aceptadas para los distintos roles mdicos, y
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http://www.ssmso.cl/temasdesalud/pueblosindigenas.htm
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quines estn capacitados para ejercer dichos roles, implica una homogeneizacin de la prctica mdica, originalmente dinmica y diversa. En ese contexto, los mapuches sealaron que no ha sido un proceso fcil, y que por lo mismo el Ministerio de Salud los ha convocado para que participen activamente en el delineamiento de las polticas de salud. Este espacio es percibido como una oportunidad para manifestar sus necesidades y para ser escuchados, pero la mayora se muestra escptico respecto de los resultados que puedan obtener. ...No es la primera vez que el gobierno nos llama a participar y que todo queda en nadaa nosotros no nos bastan las buenas intenciones, queremos que se nos escuche pero que se nos tome en cuenta nuestra opinin, sino no vale nada, todo queda en nada (Paula) Por lo tanto, cabr definir el impacto que estas actividades tengan en el capital social mapuche urbano, y las transformaciones necesarias para que en la ciudad puedan continuar mantenindose tradiciones ancestrales sin perder de vista los cambios en el entorno. Al respecto sealan que uno de los temas ms relevantes a tratar ser la definicin de lo que es la medicina mapuche y de cmo se representa en lo urbano, ya que las condiciones materiales necesarias para que la prctica mdica mapuche se apegue efectivamente a su representacin, son difciles de crear y/o recrear en este contexto. No es posible reproducir el paisaje, el silencio, las hierbas y sus condiciones especficas, la vida en comunidad y en general todo aquello que se considera fundamental segn lo que dicta la memoria colectiva y la tradicin. En ese sentido, consideramos que ser necesario seguir avanzando en polticas pblicas de salud pero sin dejar de incluir variables culturales que pueden afectar el capital social de los mapuches urbanos, tanto en lo que se refiere a sus precursores como a sus dimensiones, pues las intervenciones en este sentido tienen un impacto directo en la confianza y en la colaboracin. Ser necesario incluir tcnicas de gestin comunitaria y participativa en salud, disear y ejecutar programas de aprendizaje compartido que permitan validar y rescatar la medicina tradicional, las que pueden ser estrategias viables para potenciar y desarrollar el capital social mapuche urbano. Esta necesidad de avanzar se visualiza en el Comunicado de Prensa N 302/05 del 4 de enero de 2006 emitido por el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago, donde se firm el documento Compromisos y Desafos 2006 entre los Servicios 268
Pblicos y el Consejero Indgena Urbano y los representantes indgenas, en el que se sealan lneas concretas para avanzar en el mbito de la salud intercultural. Entre estos lineamientos se encuentran: Participacin en toma de decisiones, lograr trabajo participativo. Trabajo de los indgenas, con los indgenas y para los indgenas. Reconocimiento de las autoridades a la salud indgena y trabajar para contar con centros de salud intercultural en los 4 sectores (MWM). Lograr convenios de pasantas con otros pases avanzados en salud intercultural. Lograr un respeto al trabajo en equipo de los indgenas con una mirada horizontal. Reconocimiento a la figura del asesor intercultural como los facilitadores en los servicios comunales y regionales. Sin duda que el mbito de la salud constituye uno de los ms conflictivos y donde quedan en evidencia las diferencias entre uno y otro sistema. Constituye un desafo para las polticas pblicas, planes y programas encontrar un punto de encuentro que sea respetuoso con las necesidades de los mapuches urbanos, lo que implica repensar, desde una perspectiva integral, las estrategias ms adecuadas para un entorno multicultural. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Rituales y ceremonias vigentes Presencia de machis en consultorios mbito de la salud No inclusin de cosmovisin mapuche Salud intercultural Resignificacin de vnculos ancestrales Incompatibilidades con el sistema de salud chileno
Figura 24. Desarrollo de la subcategora mbito de la salud Fuente: Elaboracin propia
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3.2 mbito de las creencias Para los mapuches, lo ms cercano a lo que los occidentales entendemos por religin es el feyentun, que se traduce como creencias, las que slo tienen sentido en cuanto pueden ser vividas en los ritos ceremoniales. De esta forma, el concepto mapuche tai feyentun est referido al conjunto de creencias, las que estn fijadas en el Ad Mapu, es decir, al conjunto de leyes y tradiciones rituales religiosas heredadas de los antepasados (Barrenenchea, 2002). Las creencias de los mapuches urbanos estn ligadas a aquellos ritos y ceremonias que, dadas las condiciones del entorno y las influencias del contacto intertnico, se han seguido practicando y manteniendo vigentes como una forma de afirmar y potenciar su identidad en un contexto urbano, basados en el contenido de la memoria histrica que representa una experiencia de vida acumulada. Efectivamente, como seala Paul Ricoeur, la memoria colectiva es una seleccin de huellas dejadas por los acontecimientos que afectaron el curso de la historia de un grupo humano y a la que se le reconoce el poder de escenificar estos recuerdos comunes o compartidos con ocasin de fiestas, de rituales o de celebraciones pblicas (Ricoeur, 2003). Para los mapuches, recuperar las tradiciones y practicarlas ha significado, en alguna medida, adaptar las creencias y normas a nuevas situaciones como respuesta a los cambios que ocurren diariamente, en un intento de recreacin y resignificacin. los mapuches sabemos que tenemos antepasados comunes, pero nos falta un sentimiento de orgulloaqu creo que es bsico la educacin, el apoyo, sobre todo a los jvenes, a los nioshacemos ceremonias, celebramos el we tripantu y queremos que los nios aprendanen la organizacin tratamos de hacerlos participar pero que tambin entiendan de qu se trata, para que se identifiquenpara que tengan races (Jos) Tanto de las entrevistas como de las observaciones, podemos concluir que los principales ritos que se mantienen en la ciudad pueden dividirse en 4 mbitos: social, de la salud, sociocultural y religioso. 1. En el mbito social, se sealan el anvmrewe (o plantacin del rewe) y el geikurewen (renovacin del rewe), los que han sido potenciados a partir de la implementacin de la salud intercultural. Estos ritos se explican como sigue:
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Plantacin del rewe: todas las machis deben plantar su rewe. En la ceremonia, el nuevo rewe es adornado con ramas de canelo y de maqui, y se planta al frente de la casa del machi, mirando al oriente lugar donde diariamente har sus oraciones y atender a sus pacientes. Participan parientes, amigos y miembros de la comunidad. Sin embargo, esta ceremonia ha cambiado en algunos aspectos, pues algunos dirigentes mapuches en Santiago han plantado rewes de machi en las sedes de sus organizaciones. Esta utilizacin de los smbolos en lugares no tradicionales es un signo de transformacin y adaptacin al contexto urbano. Con ello sienten que marcan su presencia en la ciudad.
Renovacin del rewe: hace referencia al cambio de rewe que una machi debe hacer cada cierto tiempo, lo que incluye la accin de renovar los compromisos y llenarse de nuevas energas. Todo esto se hace en un clima de oracin acompaado de msica y danza. El rewe que se quita se deja en un lugar donde brote agua de una vertiente, donde terminar de pudrirse dejando su energa en la naturaleza. Las machis continan haciendo este rito en la ciudad.
Machil: Este rito no fue mencionado por todos los entrevistados. Consiste en el rito de iniciacin de la machi. En ste, la persona es investida y reconocida en su condicin de machi por sus familiares, amigos y por la comunidad. Segn lo sealado por ellos mismos, en Santiago se conocen al menos cuatro casos de machil.
En el mbito de la salud, se contina practicando el machitun (rito de sanacin) y el gillaimaun (rito de sanacin por un enfermo). A continuacin se explican cada uno de ellos: Machitun: La machi debe velar por la salud de los mapuches. Para ello puede controlar las enfermedades y hacer que el enfermo recupere el equilibrio fsico y espiritual. En el machitun, la machi devuelve la armona fsica y espiritual al enfermo. Normalmente el machitun se realiza al caer la tarde y dura toda la noche. Esta prctica se sigue manteniendo, incluso solicitada por no mapuches. Guillan mawun: se trata de una ceremonia de sanacin que pide una persona que no se siente bien anmicamente, que padece alguna 271
enfermedad desconocida o que ha decidido emprender un largo viaje o por otros motivos personales. En el mbito sociocultural encontramos el we tripantu (celebracin del nuevo ciclo de iniciacin de la naturaleza) y el paln (juego de la chueca). A continuacin se explican: We Tripantu: En el pasado los mapuches medan el transcurso del tiempo a partir del ritmo de la naturaleza. Por ejemplo, cuando los rboles perdan las hojas era el tiempo de las siembras. En el tiempo de las lluvias, los ancestros mapuches notaron que se produca un cambio considerable en cierta poca del ao. A partir de ese momento las noches se alargaban y los das eran ms cortos. Este era el trmino de un ciclo y el inicio de uno nuevo (recomienzo del mismo), como un crculo. En esta ceremonia, antes del amanecer se baaban en el ro, preferentemente en las vertientes de agua como una forma de renovarse con la energa de la naturaleza o cargarse de fuerzas positivas para revitalizarse y comenzar un nuevo ciclo con nuevas energas. Todo esto se haca acompaado de una rogativa. En Santiago el We Tripantu se sigue festejando en las organizaciones mapuches que convocan a sus miembros e invitan a otros mapuches y no mapuches a participar. Paln: Es un deporte que se juega entre 10 o 12 jugadores por lado. La cancha se llama paliwe y tiene la forma de un rectngulo. Este deporte consiste en pasar el pali, que es como una pelota de tenis, por la puerta del adversario. En Santiago se ha incorporado la costumbre de jugar entre 20 a 45 minutos por lado, donde gana quien logre pasar ms veces el pali por la puerta contraria. igual intentamos mantener nuestra culturapara el we tripantu siempre nos juntbamos muchos mapuchesincluso hasta ahora nos seguimos juntandoo para jugar al palnsiempre que se juntaban podamos hablar mapudungn (Laura) Finalmente, en el mbito religioso encontramos el nguillatun (ceremonia religiosa mapuche), festividad que fue objeto de controversia para los mapuches urbanos, pues no estaban muy seguros de que fuera posible realizarla en Santiago. Segn ellos mismos cuentan, fue en los aos noventa cuando los dirigentes deciden que es 272
posible hacerlo en Santiago, aunque no existan condiciones adecuadas respecto del silencio, la naturaleza, la tierra, etc. Efectivamente, en las comunidades el nguillatun se realiza en un espacio sagrado, cargado de energa y luminosidad, lo que no sucede en la ciudad, principalmente por la presencia del wingka. Resulta interesante sealar que para que esta ceremonia fuera realizada en Santiago, se requiri de la validacin y autorizacin de los ancianos, quienes sealaron que lo importante era creer, era la fe en la validez de la ceremonia, por lo tanto haba que celebrar el nguillatun pues de esa forma se estaba retomando aquella prctica ancestral y defendiendo la vigencia del pueblo mapuche en la ciudad. La referencia que se hace a estas creencias resulta de suma importancia para el capital social mapuche, no slo porque nos da la certeza de una identidad compartida en la ciudad sino porque nos demuestra una continua resignificacin de la cultura mapuche en un esfuerzo por mantenerla vigente de acuerdo a las condiciones del contexto, a partir de continuos procesos de innovacin y adaptacin (que revisaremos en el siguiente punto), que dan cuenta de un capital social flexible pero que se mantiene frreo en su esencia. Los datos recogidos en las organizaciones nos permiten verificar dos tipos de rituales, aquellos que se dan de forma peridica (como el we tripantu, que se celebra una vez al ao) y aquellos que se realizan de forma espordica (como las ceremonias de sanacin). En ese sentido, la informacin recogida respecto de los ritosy celebraciones que se realizan en Santiago, dan cuenta de una cierta regularidad, pero que debe ser analizada en trminos de la propia cosmovisin mapuche y de los requisitos, tanto temporales como espirituales. Los hallazgos pueden resumirse en la siguiente tabla:
Tabla 13. Tipo de eventos y periodicidad Ritual o ceremonia Plantacin del rewe Renovacin del rewe Machil Machitn Guillan mawun Convocante y participantes Organizacin/miembros de organizaciones Organizacin/miembros de organizaciones Lder/amigos, parientes Lderes/individuos por su cuenta Lderes/ individuos por su N de veces que se ha realizado (ltimos cinco aos) 10 7 4 120 70 Nmero de participantes (total) 200 (con invitados) 120 (con invitados) 30 120 90
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Si bien estas prcticas han sido retomadas en los ltimos aos, una vez ms gracias a la creacin de las organizaciones indgenas urbanas y a las demandas de sus dirigentes y miembros, es interesante sealar el entusiasmo con el que se viven y los efectos que tienen en los procesos de autoidentificacin y definicin mapuche en la ciudad. Pero el mantenimiento de la cultura no es slo un problema de los mapuches urbanos. Como seala Pablo, tambin las comunidades se han visto afectadas en los ltimos aos. Pero esto mismo ha servido de base para buscar nuevas estrategias de accin orientadas a resignificar los ritos y festividades, incluso ha sido en las ciudades donde se han retomado viejas prcticas culturales, en desuso por las comunidades, generando as un movimiento revitalizador que ha tenido un alcance ms all del mbito urbano. pero tampoco eso pasa slo en la ciudadincluso en las comunidades se ha ido perdiendo la culturahoy hay muchas iglesias que se instalan all y que les ofrecen cosas a los mapuches y se van convirtiendo, van creyendo en otras cosasentonces no es tan cierto que en el sur se mantenga la culturaincluso muchas veces la cultura se rehace en la ciudad, muchas fiestas se han iniciado en Santiago y luego han llegado a las comunidadespor eso yo creo que la cultura se vive pero distintaeste piso es de cemento, la casa no es ruca, entonces no puedo decir que pueda vivir como un mapuche original, pero s trato por todos los medios de mantener lo que es rescatable como mapuchees difcil en la ciudad ser mapuchepor eso cuando hacemos nguillatunes o torneos de paln, ah vibramos con nuestra cultura, pero en la vida cotidiana estamos bombardeados por la vida occidental, la msica, el modelo de vidano es nada fcil (Pablo) Finalmente, conviene destacar que para los mapuches urbanos el mantenimiento de prcticas y creencias ancestrales no pasa por un tema de cantidad, sino de calidad. Las prcticas que se mantienen a la ciudad no responden a un tema de prioridades concientemente pensadas, sino que ms bien han respondido a procesos sociales 274
que se han dado de forma natural y que han derivado principalmente en los ritos reseados. Estos han sido priorizados por los propios mapuches y fortalecidos por las organizaciones. Tal como sealan los mismos mapuches urbanos, la vigencia de estas prcticas constituye una muestra de la fuerza del pueblo mapuche, que ha sabido sobreponerse a las presiones del Estado y de una sociedad mayoritaria que muchas veces no ha comprendido el valor que se le asigna a la preservacin de las creencias de la cultura mapuche. Por lo tanto, los espacios conseguidos para estas prcticas son percibidos por los mapuches como mritos de su trabajo conjunto y de la conciencia de pertenencia a un pueblo. Este xito ya forma parte tambin de una memoria colectiva mapuche que se renueva en la ciudad, ya que ha sido incorporada a los relatos que se realizan en el mbito de las organizaciones y de las familias, lo que se transforma en un importante impulso del capital social al promover futuras cooperaciones y aumentar la confianza en las posibilidades de un esfuerzo mancomunado. Por otra parte, este xito tambin ha servido de catalizador para solicitar acciones concretas al gobierno, principalmente para que los apoye en la obtencin de espacios, convirtiendo as esta experiencia de cooperacin en una herramienta para el liderazgo y el aprendizaje. La vigencia de estas prcticas se constituye en una oportunidad para el encuentro y para la generacin de redes de contacto no slo entre mapuches, sino tambin con la sociedad chilena, pues en muchos de estos ritos se invita a participar a no mapuches, aunque esta invitacin se hace en trminos informales, ya que ninguna de las organizaciones ha invitado alguna institucin de la sociedad chilena o del Estado a colaborar de forma permanente en estas actividades. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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mbito social
mbito de la salud Guillaumaun We Tripantu mbito sociocultural Paln mbito religioso Nguillatun
Figura 25. Desarrollo de la subcategora mbito de las creencias Fuente: Elaboracin propia
4. Estrategias de innovacin, adaptacin y vigencia 4.1 Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales La existencia de una comunidad mapuche urbana ha dependido, en gran medida, de su dinamismo cultural, de su capacidad para adaptarse a las condiciones del entorno, sin perder la esencia de sus prcticas ancestrales, las que han sido objeto de un proceso de reelaboracin permanentemente. Este dinamismo podemos apreciarlo en el mantenimiento, recreacin y reinterpretacin de sus tradiciones, ritos y creencias, demostrando as la vitalidad de la comunidad mapuche urbana para reformular y renovar su identidad y cultura. Son varios los agentes que han influido en la resignificacin de los ritos y prcticas y en su vigencia en la ciudad. Por una parte, estn los ancianos quienes poseen la sabidura y la autoridad suficiente como para dotar de significado a los ritos, y generar la confianza suficiente de que lo que se est haciendo es correcto y 276
responde a la naturaleza propia de cada prctica. Como ya hiciramos mencin, fueron ellos quienes dirimieron posibles dudas o disputas planteadas en los aos noventa, cuando los mapuches comenzaron a organizarse de forma sistemtica para retomar sus ceremonias. Por otra parte, ests las organizaciones mapuches urbanas quienes han contribuido al auge que la cultura tiene en el ltimo tiempo, y de quienes han provenido las principales presiones hacia al gobierno de manera de contar con espacios para celebrar el we tripantu o para los campeonatos de paln. Los lderes organizacionales tambin se han hecho apoyar por personas mayores conocedoras de la cultura para retomar en la ciudad estos ritos. nosotros hemos trabajado mucho por que nuestros hermanos puedan seguir viviendo su cultura aunque estemos en la ciudadporque ser mapuche se vive desde adentro, se sienteno importa lo que pase con el entorno o que nos pongan presiones para no practicar nuestra culturaa veces nos ponen trabas para conseguir una cancha o para que nos presten algn espacio pblicono importa, lo importante es marcar presencia en la ciudad, que podamos renovar nuestro espritu y estar en armona (Francisco) Asimismo, de la participacin en las reuniones y en las actividades culturales se observ que actualmente el dotar de significados a los ritos y prcticas ancestrales no es un tema que est en discusin. Al parecer, durante los primeros aos en los que surgieron las organizaciones no exista consenso al respecto, sin embargo, con el pasar de los aos, los mapuches ya han incorporado en su memoria colectiva dichas prcticas, con lo cual ya contienen un significado internalizado que no est en discusin. Al respecto, algunos autores plantean que no estn de acuerdo con que la resignificacin de las prcticas ancestrales signifiquen la vigencia cultural (Saavedra, 2002). Sin embargo, tomando en cuenta nuestra investigacin, consideramos que existen evidencias de una cultura vivida y mantenida en la ciudad, que da cuenta de la existencia de una comunidad que, si bien no es homognea en sus creencias, si permite aglutinar y revivir la identidad mapuche. El mantenimiento de estas creencias se convierte tambin en un instrumento para la colaboracin y la generacin de confianza, ya que los mapuches requieren del 277
apoyo de otros mapuches para realizar estos ritos, los que generalmente se enmarcan en el trabajo organizacional, con lo cul su xito y perdurabilidad dependern de la capacidad de generar redes de bonding social capital. En ese sentido, creemos que existe en la memoria colectiva la realizacin de eventos exitosos, no slo considerando la cantidad de personas que han participado, sino tambin la posibilidad de continuar estas prcticas en la ciudad. El desafo estar en las estrategias para convocar a otros mapuches que an no se han integrado a organizaciones o que no han participado de estos eventos, de manera de generar confianzas y ampliar las redes de colaboracin. Sin embargo, tomando en cuenta la necesidad de instaurar un dilogo intercultural efectivo, ser necesario buscar estrategias para que los chilenos conozcan la naturaleza de estos ritos, ampliando espacios de participacin en otros mbitos, producto de la comprensin y el conocimiento mutuos. Asimismo, la posibilidad de contar con el apoyo de otras instancias, tanto estatales como privadas, pueden venir a apoyar el mantenimiento de estas prcticas. Ambas situaciones apoyaran la generacin y fortalecimiento del bridging y linking social capital. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Figura 26. Desarrollo de la subcategora Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales Fuente: Elaboracin propia
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4.2 La resignificacin del mapundungn La migracin mapuche a la ciudad ha ido acompaada tambin de cambios en el campo lingstico, derivado principalmente de una poltica prolongada de integracin y castellanizacin, donde el mapudungn, ha sido reemplazado en gran parte por la lengua oficial de Chile. Como ya sealbamos anteriormente, la situacin lingstica mapuche de hoy se caracteriza por un bilingismo de mapudungn y castellano. En la ciudad, a diferencia de las comunidades rurales, el castellano prevalece sobre el mapudungn ya que la definicin y caracterizacin de las relaciones con la cultura mayoritaria y dominante as lo han determinado. Esto ha llevado a que los mapuches urbanos hayan disminuido la frecuencia con la que pueden utilizar el idioma, con las consecuencias que ello ha significado para el aprendizaje y la difusin del mapundungn. Como una estrategia de autodefinicin, los mapuches urbanos reconocen la importancia del mapudungn, de hecho lo incorporan como una de sus principales demandas y como bandera de lucha frente al Estado. Pero a la vez reconocen que en la ciudad no es lo que los identifica como mapuches, sino que es uno de varios elementos que permiten construir la identidad. En ese sentido, defienden el uso del mapudungn pero reconocen que la situacin actual de la lengua es producto de muchos aos de influencia wingka, y que seguramente se requerir de un proceso de largo plazo para volver a instalar el mapudungn como su lengua de uso cotidiano, lo que no implica dejar de utilizar el castellano. Es por eso que, en este perodo de transicin, en el que se estn desarrollando acciones para promover el uso de la lengua, tanto en el mbito de la educacin informal como de la educacin formal, no puede desconocerse la identidad mapuche de quienes se ubican en las zonas urbanas. nadie puede negar que se estn haciendo cosas, que estamos avanzando por ejemplo en que se respete y se use nuestra lenguanosotros tenemos una lucha muy grande con esopero nadie puede decir que no somos mapuche por no hablar mapudungna lo mejor ahora no lo hablamos pero estamos haciendo todo porque podamos utilizarloeso tambin es construir identidad (Javier) Otra estrategia utilizada para mantenerse vigentes ha sido la enseanza de los dos idiomas (castellano y mapundungn), pero teniendo en cuenta que la lengua que 279
expresa su identidad, sus sentimientos y creencias como mapuches es el mapundungn. Por esta razn, algunos mapuches optaron por ensear las dos lenguas a sus hijos, a partir de una estrategia de doble adaptacin. En el hogar se ensea el mapudungn y se privilegia su uso, mientras que en los colegios los nios aprenden la otra lengua, que ser con la que se relacionarn con los wingkas. Para algunos esta es una de las mejores formas de mantener una lengua viva. A travs de la comunicacin con los nios, utilizando la lengua indgena en su primera etapa de adquisicin lingstica, se permite al nio manejar dos lenguas en el entorno familiar, utilizando dos cdigos lingsticos simultneamente y sin dificultades. Esto no slo mejorara la calidad de vida de los nios, en el sentido que los resguardara de la discriminacin de la que fueron objeto sus padres por el idioma, sino que tambin les facilitara la interaccin con la cultura mayoritaria, pero manteniendo las bases de su identidad. Esta situacin la ejemplifica claramente Rosa: yo tena la obligacin de saber las dos lenguas, porque en el colegio me evaluaban por hablar castellano y no el mapudungnhoy casi no se dan las posibilidades para ningn nio de tener la posibilidad de hablar los dos idiomasen esos aos uno deja como grabado muchas cosas que a lo mejor despus, puede que no las usaras pero se mantieneny es la ventaja de nacer en la comunidad, con toda la familia hablando en mapudungn[] pero vi mucho que a mis compaeros se les castig demasiado cuando ellos no hablaban bien el castellano o escribirlopor ejemplo el sonido de la j, en el mapudungn no existe la jentonces, los castigaban para corregirlo o, sino, los ponan adelante sobre porotos o piedrecillas.yo dira que la exigencia del wingka era mucha (Rosa) De esta forma, cada persona usa la lengua de acuerdo con sus necesidades. Sin embargo, existe un temor entre los mapuches urbanos respecto de esta estrategia, pues si bien les resulta funcional para relacionarse con el entorno no mapuche, s ha significado que el castellano gane terreno frente al mapudungn. Como consecuencia de esta relacin entre lenguaje y ambiente sociocultural, la vigencia de la lengua mapuche no es la misma en todas las generaciones. Segn sealan los mismos entrevistados, los hablantes ms activos son los ancianos, algunos adultos y en menor medida los nios, a quienes se les ensea el idioma en diversas actividades realizadas en las organizaciones pues no existen posibilidades de desarrollar la lengua en el sistema educativo formal. 280
Finalmente, otra estrategia utilizada es la exigencia al gobierno, especficamente al Ministerio de Educacin, para que permita y promueva la participacin de profesores mapuche en la educacin formal, tengan o no tengan ttulo profesional, porque de esa forma se asegura que la lengua sea enseada de forma correcta. Para los mapuches urbanos esta imposibilidad constituye una prueba de que al gobierno le interesa ensear mal el mapudungn, de esta forma ser mucho ms sencilla procurar su desaparicin. en ese sentido ahora tambin el Ministerio de Educacin est cambiando porque hemos hecho bastante crtica porque han tomado un grupo de profesores que no saben mapudungn, que no saben pronunciar las palabras y las ensean mal, las ensean awingkadasy eso est mal, parecen gringosentonces saben algo pero pocoesto me ha llevado problemas con otros hermanos nuestrospero de lo que se trata no es de ridiculizar a los hermanos sino que se trata de corresponde (Pablo) Por lo tanto, para el xito de estas estrategias ser necesario verificar la pertinencia de las polticas educativas para que contribuyan a la igualdad y a la participacin social de los mapuches urbanos, ayudando a conservar su identidad. Los mapuches urbanos tienen presente que esto constituye un punto central en sus demandas, pero que la influencia que el Estado ha tenido sobre ellos, a travs de polticas implementadas de forma sistemtica, ha minado las posibilidades de utilizar y difundir su lengua en mayor proporcin. En trminos de capital social, la identificacin de intereses conjuntos como la defensa por el uso de la lengua se ha convertido tambin en una herramienta para la movilizacin de recursos conjuntos y la bsqueda de estrategias de colaboracin y unin frente al gobierno, estrategias que muchas veces se sustentan en sus propios valores culturales y en cdigos de comunicacin basados en su cultura. Cabr conocer estas estrategias y el impacto que puedan llegar a tener, a fin de incluirlas en el diseo e implementacin de las polticas pblicas pertinentes. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura: ensear el mapudungn como
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Reposicionamiento
Figura 27. Desarrollo de la subcategora Significacin del Mapudungn Fuente: Elaboracin propia
4.3 La significacin de la escritura Para mantener la cultura mapuche en la ciudad, los mapuches urbanos han debido incorporar prcticas de la sociedad mayoritaria, lo que da cuenta de un mecanismo de innovacin interesante pues implica apropiarse de tcnicas ajenas que, a la larga, les pueden resultar beneficiosas para difundir su cultura ms all del mbito propiamente indgena. Una de estas prcticas incorporadas ha sido la inclusin de la escritura en una tradicin eminentemente oral. Esto, segn ellos mismos, dice relacin con varios aspectos. Por una parte, reconocen que ha cambiado el valor que antiguamente se daba a la palabra. De forma particular, en la cultura mapuche la palabra empeada es suficiente para asegurar el cumplimiento de pactos y acuerdos. Sin embargo, la confianza que ellos entregaban a este medio fue desapareciendo producto de los engaos a los que, segn ellos, fueron expuestos por parte de la sociedad wingka. antes bastaba la palabra para que a usted le creyeraneso era una garantapero muchos mapuches tuvimos que sufrir en carne propia el engaono solamente ahora sino que desde que llegaron los espaolesas lograron aduearse de nuestras tierras, porque los hermanos mapuches pensaban que la palabra era suficientepero hemos ido aprendiendo de estoen la ciudad tambin nos pasaba cuando recin llegamos, pero ahora no (Juan)
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Por otra parte, los espacios de interaccin con la sociedad mayoritaria hace necesario el uso de la escritura, para presentar proyectos, para obtener personalidad jurdica como organizaciones, para inscribirse en los registros, etc. Por lo tanto, la palabra no es suficiente y han debido acostumbrarse a esta prctica e incorporarla a su vida cotidiana. Sin embargo, esto no ha estado exento de conflictos, pues muchas veces las exigencias del papel los han llevado a privilegiar formas de asociacin o de actuacin propiamente wingkas, que poco tienen que ver con sus propias bases asociativas. Esta necesidad de escritura ha tenido efectos tambin en el uso y difusin del mapudungn. Hasta hace unos aos atrs el mapudungn se transmita de forma oral, siendo grabado en la memoria colectiva a travs de los relatos, las historias y las vivencias contadas. Sin embargo, la vida comunitaria entregaba un ambiente ms propicio para ello, pero en las ciudades las dinmicas de relaciones son diferentes y estaban influyendo en la prdida de dichos relatos e historias, lo que a largo plazo poda llevar a la prdida cultural de las mismas. Es as como muchos poetas mapuches comienzan a escribir sus poemas y a difundirlos, especialmente a partir de 1986, donde se realiz en la ciudad de Temuco el Encuentro para la Unificacin del Alfabeto Mapuche donde concurrieron diferentes instituciones y especialistas mapuches y no mapuches, dedicados al estudio de las ciencias del lenguaje. El resultado principal de dicha discusin fue el surgimiento del Alfabeto Mapuche Unificado, forma de escritura, que no obstante los reparos que ha despertado en la mayora de la dirigencia pblica mapuche desde entonces, es sin duda hoy la ms usada y difundida (en su forma original o en sus abundantes variantes) en los an precarios contextos de promocin escrita del mapudungn. A partir de este encuentro se defini un asunto de importancia estratgica: cmo debiera escribirse, difundirse y eventualmente ensearse en la educacin formal y en la vida diaria, el idioma nacional mapuche, el mapudungn, asegurando con ello el prestigio social de la lengua, resguardando la posibilidad de estar siempre en condicin de subordinacin al idioma dominante de la sociedad chilena. En ese sentido, el mapudungn es una lengua oral que ha debido llevarse a la escritura por influencias externas diversas, aunque esto no ha significado perder su esencia oral. De hecho, la vigencia de la lengua radica en que supo mantener hasta ahora una estructura firme. La oralidad se sigue manteniendo en las reuniones de 283
las organizaciones y en sus actividades culturales, donde los mapuches aprovechan para transmitir vivencias y crear comprensin. ...antes, en la comunidad, nos sentbamos alrededor del fogn para contarnos las cosasnuestros padres y abuelos nos contaban historias de antes, de nuestro puebloah todos escuchbamos y aprendamosahora tratamos de hacer esto tambin aqupor eso en las reuniones de mi organizacin nos damos el tiempo para escucharaunque no siempre es fcilel wingka ha influido en nuestras costumbres (Miguel) En ese sentido, podemos sealar que la opcin de crear un alfabeto adquiere importancia en las ciudades pues facilita el aprendizaje del idioma y se convierte en un canal efectivo para la transmisin de significados culturales. Sin embargo, ser necesario verificar la pertinencia de los mecanismos utilizados y la influencia que esto puede tener en el capital social mapuche urbano. Como seala Kiksberg (2000) capital social y cultura pueden ser palancas formidables de desarrollo si se crean las condiciones adecuadas. Su desconocimiento o destruccin, por el contrario, pueden crear enormes obstculos en el camino hacia el desarrollo. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
La significacin de la escritura
Necesidad de interaccin con sociedad mayoritaria Aparicin alfabeto mapuche Efectos en difusin y uso del mapudungn
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4.4 La jerarquizacin de prioridades Para los mapuches urbanos el mantenimiento de su cultura en la ciudad ha significado, por una parte, la creacin de organizaciones que no slo respondan a los criterios fijados por la ley indgena, sino que ms bien se conviertan en instrumentos para la definicin de prioridades y en espacios para compartir y difundir su cultura. Es as como las organizaciones han adquirido un papel relevante en la definicin de mecanismos de adaptacin e innovacin. Por una parte, las organizaciones mapuches urbanas estn actuando en el mbito cultural, haciendo esfuerzos para preservar y desarrollar la lengua y la cultura, promoviendo un modelo de enseanza que sea bilinge e intercultural, un sistema de salud que respete las tradiciones de su pueblo, y la previsin de espacios para la prctica de sus ritos y creencias, entre otros. Las organizaciones han estimulado la prctica y la difusin de actividades culturales centradas en la enseanza del mapudungn, en la artesana, en la msica, en la poesa mapuche, en la gastronoma, entre otros, los que permiten no slo afianzar la identidad sino que permite conocer el trasfondo de estas costumbres ancestrales. Para los mapuches urbanos, estas actividades han delineado el carcter de la mayora de las organizaciones porque son necesidades prioritarias. Si no tienen su cultura no tienen nada ms, por lo tanto tienen que partir atendiendo estas necesidades y creando espacios que convoquen a todos los mapuches urbanos, un lugar donde se sientan acogidos, escuchados y respetados en su identidad. yo dira que lo que ms nos interesa son las actividades ms culturales de nuestro pueblohacemos clases de mapudungn a los nios y a los jvenestambin estamos tratando de empezar a hacer unos cursos de comida mapuche as que estamos tratando de arreglar la cocina del local a ver si podemos hacerlastambin hacemos algunas artesanas que despus las vendemosespecialmente en las ferias y esotambin tenemos un grupo que toca msica indgena y a veces hacemos algn evento para juntar fondos (Mara) Estas actividades culturales tambin han servido de nexo con las comunidades, fomentando as vnculos comerciales que se suman a los vnculos culturales ya existentes. De esta forma, las organizaciones urbanas pretenden terminar con los intermediarios que muchas veces se quedan con las ganancias por las ventas de productos agrcolas o de artesanas provenientes de las comunidades, generando 285
as polos de desarrollo que, a su vez, los impulse a trabajar de forma conjunta para resolver algunos de los problemas econmicos que los aquejan. Ms all de los cursos de artesana, lengua o cocina que se realizan en las organizaciones, son stas mismas las que se encargan de convocar a los mapuches para la celebracin del we tripantu o de otros ritos, con lo cual cumplen tambin una funcin social, ya que facilitan el contacto entre los mapuches ampliando sus redes de contacto. Incluso, muchas veces las actividades que realizan exceden de las actividades culturales para dedicarse a ayudar a aquellos mapuches que ms lo necesitan, organizando actividades para recolectar dinero, por ejemplo. Es a partir de esta primera caracterstica cultural que muchas organizaciones se han interesado por incorporar temticas polticas a sus actividades, las que muchas veces van de la mano de las actividades culturales, pues si quieren permanecer vigentes deben ser capaces de encontrar e implementar estrategias que los posicionen como actores polticos. Es as como han debido organizarse para demandar al gobierno la incorporacin del mapudungn a la enseanza educativa formal, o para exigir que la reforma del sistema de salud o la infraestructura de los consultorios sean incorporadas al debate, pero desde la propia mirada de los mapuches, respetando sus creencias y de acuerdo con sus valores. Entre otros temas, muchos de los dirigentes organizacionales forman parte de instancias de dilogo como la Mesa Regional o son convocados por el gobierno para discutir temas que les ataen. Asimismo, tambin han aparecido en algunos actos pblicos, interrumpiendo discursos de autoridades polticas para exigir sus demandas. En ese sentido, la claridad en el pensamiento y en las propuestas es bsico, pues algunos mapuches han sealado que los wingkas se han aprovechado de su poca experiencia en temas polticos para dividirlos o para generar desconfianzas, lo cual ha llevado a que las organizaciones pierdan su rumbo o que los dirigentes prefieran buscar su bien personal antes que el de todos los mapuches. Yo creo que es porque lo que une al mapuche en la ciudad es principalmente la cultura, y que es lo que se puede hacerde hecho nosotros como organizacin nos hemos puesto a ver qu es lo que ms podemos hacery la verdad es que lo que nosotros podemos hacer con mayor facilidad es trabajar en torno a la salud y a la educacin mapucheahora evidentemente hay otros temas polticos, socialesque son tan importantes tal vezpero a la hora de trabajar por ellos, la gente no 286
se acercala poltica es compleja, ms all de que uno est en contra o a favor de una idea, el tema poltico pasa por la representacin, los votos, y lamentablemente nosotros no tenemos esa representacin ni en el parlamento ni en el gobierno, entonces difcilmente las decisiones van a ser tan favorables en trminos polticos, hay que tener el peso y la capacidad de organizar protestas, marchas y ah no hay gente cien por ciento decidida o dispuesta a jugrselaa lo mejor se necesita hacer una ronda de conciencia para llamar la atencinesto es necesario, es importantepero no se priorizan temashay intentos de tomar acuerdos, de repente esto de tener algunos lamgwen62 que estn ms politizados o ms cristianizados lo que influye muchovelan por su metro cuadrado sin pensar en la totalidad, en los beneficios como grupo o como puebloentonces ah se producen confusionesal da de hoy esto no est resuelto, sin embargo, hay muy buenas intenciones, gente muy convencida pero no ha sido posible, a excepcin de los conflictos en Ralco que ha sido conocido incluso internacionalmente, y que igual los intereses transnacionales sobrepasan eso y con ley o sin ley las cosas siguen igual (Rosa) De acuerdo a lo anterior, en el proceso de identificacin y de afirmacin de los mapuches urbanos, las organizaciones culturales y polticas juegan un rol muy importante pues permiten a los mapuches mantenerse en un medio urbano adverso a la gente de la tierra, reemplazando, de cierta forma, a la comunidad y sirviendo de lugar de difusin de la cultura. En estos ltimos aos, ellas han permitido la revitalizacin de las prcticas culturales, religiosas y lingsticas as como la sensibilizacin de un nmero cada vez mayor de personas. Aunque las organizaciones mapuches asuman distintas formas de pensar y reivindicar son un puente que conecta a los mapuches con las prcticas culturales colectivas. La colaboracin y la confianza aparecen asociadas a las estrategias seguidas para la definicin de prioridades organizacionales, donde la cultura se constituye en la base, en el punto de partida a partir del cual se van buscando nuevos objetivos. Si bien la Ley indgena seala los fines que deben perseguir los mapuches, stos sealan que una vez que sientan cubiertas sus necesidades de seguridad respecto de su cultura, irn integrando otros mbitos de accin que son necesarios si se quiere permanecer vigentes en el largo plazo, pero como actores de su propio desarrollo.
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Vocablo utilizado por los mapuches para referirse a otros mapuches como hermanos o hermanas
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Actividades culturales
El desarrollo anterior nos ha permitido identificar aquellas variables que actan como precursores del capital social mapuche urbano, y que vienen a responder nuestra primera subpregunta de investigacin. Como ya sealbamos, la identificacin de estos precursores permite tener informacin respecto de aquellos elementos que, de manera consciente o inconsciente, se convierten en elementos que aglutinan a los mapuches y que, de una u otra forma, permiten mantener vigente su cultura. Asimismo, estos precursores del capital social, con las debidas estrategias, pueden convertirse en recursos efectivos para la formacin, desarrollo o fortalecimiento del capital social mapuche urbano. En ese sentido, nuestra investigacin ha contribuido no slo a identificar, sino tambin a describir las principales dinmicas que se dan entre estos elementos precursores, permitiendo contar con una visin integral al respecto. Entre estas variables se han identificado factores y subfactores, identificados as slo con fines analticos a efectos de facilitar su comprensin en la teora, pues en la prctica se presentan como un todo, donde se producen interrelaciones de forma dinmica, y donde es esta misma interrelacin e interaccin las que definen las posibilidades de convertirse en recursos reales y efectivos para el capital social. 288
La siguiente tabla resume las variables encontradas, as como los factores y subfactores identificados.
Tabla 14. Variables precursoras del capital social
Factores para la autodefinicin Rituales y ceremonias vigentes Estrategias de innovacin, adaptacin y vigencia
Subfactores - Memoria colectiva histrica - Valoracin y uso del mapudungn - Agentes de fortalecimiento de la identidad - Pobreza e identidad tnica - La discriminacin - El entorno urbano - mbito de la salud - mbito de las creencias - Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales - Resignificacin del mapudungn - Resignificacin de la escritura - Jerarquizacin de prioridades
A partir de la informacin recopilada, y en virtud del anlisis realizado, podemos extraer varias conclusiones. En primer lugar, existen elementos suficientes que dan cuenta de una identidad compartida y de elementos que se resignifican y se reconvierten en las ciudades, a partir de procesos dinmicos orientados a mantener vigente la cultura, sus races y creencias. Esta resignificacin tiene lugar en un entorno complejo, donde ha sido una cultura mayoritaria la que ha definido los trminos de las relaciones intertnicas y donde han sido los parmetros de esta cultura los que han preponderado a lo largo de la historia. Efectivamente, tal como se refleja en los relatos de los entrevistados, han sido los ltimos gobiernos los que han intentado implementar una poltica diferenciada, orientada a paliar, en alguna medida, la situacin de estos pueblos. Sin embargo, an persiste la visin de que los mapuches habitan zonas rurales, lo que significa un sesgo a la definicin e implementacin de polticas adecuadas. Nuestra investigacin da cuenta de la importancia que la lengua, la tradicin, los ritos y las costumbres tienen en la construccin del capital social mapuche, y de la necesidad de considerar estas variables en las definiciones del desarrollo de este pueblo.
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En segundo lugar, existen elementos estructurales que actan como delimitadores al desarrollo del capital social, especialmente mirados desde una perspectiva de interculturalidad. La pobreza y la marginacin de este pueblo, que se manifiesta en la ocupacin de zonas perifricas en las ciudades, se ha convertido en un importante impulsor territorial para la identidad mapuche. Sin embargo, creemos que han limitado la generacin de redes de ms amplio alcance, pues no slo lleva a que los mapuches refuercen sus lazos sino tambin a actuar de forma reactiva frente a cualquier posibilidad de dilogo con la cultura mayoritaria o con las instancias de Gobierno. Si bien, la pobreza y la percepcin de compartir necesidades similares se ha convertido en una variable para la identificacin, a la larga pueden afectar la bsqueda de estrategias de desarrollo con una mirada de largo plazo. Esto porque estas necesidades inmediatas se pueden convertir en demandas prioritarias, haciendo perder de vista elementos ms de fondo, que tienen que ver con definiciones polticas, sociales, culturales y econmicas. En tercer lugar, se hace necesaria la ampliacin de los espacios polticos para los mapuches en las ciudades, especialmente en aquellos mbitos que tienen directa incidencia en el desarrollo de los mapuches urbanos. Como pudimos ver en las entrevistas, se han hecho avances en trminos sanitarios y de educacin, pero stos se han logrado ms bien por voluntad poltica que por una definicin a largo plazo. Los entrevistados sealan que estas iniciativas deben ser consultadas, para que sean diseadas con criterios culturales, que respeten sus tradiciones y costumbres. De lo contrario, se produce un efecto negativo, de rechazo por no identificacin. Por lo tanto, elementos como la ciudadana cultural, la definicin de los espacios pblicos, las orientaciones del desarrollo para el pas, entre otros, cobran especial relevancia pues se trata de decisiones y definiciones que van ms all de los perodos de gobierno, y que necesariamente deben tomar en cuenta la existencia de los pueblos indgenas y sus caractersticas diferenciadoras. En cuarto lugar, persisten en la memoria histrica experiencias de desconfianza con la sociedad chilena y con los organismos representantes del Estado, las que se manifiestan en una percepcin de amenaza vividas a travs de la discriminacin, que ha llevado a que algunos de ellos se cambien los apellidos o no participen de las organizaciones mapuches. Hemos observado como los mapuches recurren a
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diferentes estrategias para minimizar los efectos de esta discriminacin, donde los agentes de formacin de identidad juegan un papel central. Sin embargo, consideramos que deben buscarse nuevas formas de relacin basadas en el respeto de las diferencias, que sienten las bases para la construccin de una sociedad intercultural, con todo lo que ello implica en trminos de acomodacin institucional, as como la consideracin de elementos sociales, polticos, econmicos, etc. Para finalizar podemos sealar que los elementos precursores identificados, si bien estn fuertemente relacionados con el mbito cultural, tienen una alta incidencia en otros mbitos igualmente importantes para el desarrollo del capital social, y que dicen relacin con los mbitos econmicos, sociales, polticos, entre otros. En ese sentido, se debe tomar en cuenta la necesaria transversalidad de las iniciativas, donde la incidencia de los precursores debe ser reconocida por todos (indgenas y no indgenas) de manera de verificar las acciones adecuadas, sin perder de vista el respeto necesario en trminos de convivencia multicultural. Por lo tanto, la participacin efectiva de las comunidades indgenas en las zonas urbanas, la posibilidad de proponer vas para su desarrollo, el esfuerzo coordinado en funcin de la construccin de una sociedad que responda a los principios de la multiculturalidad, la sensibilizacin de indgenas y no indgenas respecto de estos principios, el necesario rol articulador del Estado, etc., se convierten, entre otros factores, en importantes puntos de apalancamiento para el desarrollo del capital social mapuche urbano, donde los elementos precursores pueden jugar un papel clave.
Como sealbamos al principio del captulo, el capital social tiene un contenido cognitivo, constituido por elementos que favorecen la accin colectiva, los que son personales en su origen pero que, normalmente, reflejan de manera ms amplia, smbolos y conceptos compartidos dentro de una cultura. Entre estos elementos se encuentran la confianza, la reciprocidad y la cooperacin, los que, actuando de forma sinrgica, definen en gran medida las posibilidades de formacin y/o desarrollo del capital social. 291
A continuacin describiremos los resultados encontrados para cada uno de estos elementos, analizndolos de acuerdo a las tres dimensiones recomendadas para el estudio del capital social. En ese sentido, consideramos que un anlisis integral respecto del capital social cognitivo mapuche urbano debe integrar, de forma simultnea, las dimensiones de bonding social capital (las relaciones entre miembros homogneos, es decir, familiares y amigos muy cercanos y pertenecientes a una misma comunidad); (bridging social capital (que hace referencia a las relaciones entre conocidos, personas distantes y/u otras asociaciones), y linking social capital (la capacidad para apalancar recursos, ideas e informaciones desde las instituciones formales, principalmente del Estado). 1. Confianza Los elementos identificados como precursores del capital social, junto con elementos del entorno y de las propias dinmicas de migracin de los mapuches, han delineado los mecanismos para la creacin y el fortalecimiento de la confianza, la que debe ser analizada en trminos integrales identificando su impacto para el bonding, bridging y linking social capital. A continuacin analizaremos cada una de estas dimensiones. 1.1 Bonding social capital 1.1.1 Causas de la confianza La identidad compartida, la pertenencia a un pueblo y el compartir necesidades y problemas similares son sealados como las principales causas para la generacin de la confianza entre mapuches. En ese contexto, para los mapuches urbanos es ms fcil confiar en los mapuches que en los no mapuches porque comparten una memoria histrica colectiva, que tiene un mismo origen: la comunidad. Las tradiciones que se compartan en la comunidad y que se manifestaban en la confianza para el cuidado de animales o de tierras, o para la comercializacin de productos de artesana o comestibles donde los ingresos eran repartidos por igual para todos los miembros de la comunidad, sirven como referente para intentar mantener estas mismas prcticas en las ciudades. Las adaptaciones que la cultura mapuche experimenta en los medios urbanos tambin han influido en la confianza y en sus causas. En ese sentido, la confianza en la ciudad no responde a una programacin rgida proveniente de la cultura ancestral, sino que tambin incluye otros elementos como la repeticin de interacciones con otros mapuches, definida a partir del territorio, lo que da cuenta de 292
las dinmicas determinadas por los precursores del capital social en trminos de adaptacin y vigencia. Efectivamente, la territorialidad se convierte en factor que facilita la aparicin de la confianza (los mapuches se ubican generalmente en las mismas comunas), pues esta cercana geogrfica permite solicitar ayuda o pedir favores a los mapuches vecinos, generalmente amigos porque participan en las mismas organizaciones o comparten ritos y festividades. Muchas veces, esta cercana ha determinado que la solicitud de favores se haga a vecinos mapuches ms que a familiares, ya que stos pueden habitar en otras comunas. En mi comuna somos hartos los mapuches, y generalmente vivimos cerca uno del otro, participamos en la organizacin y a veces tenemos contactos con otras organizaciones, eso hace que nos veamos ms y por eso nos ayudamos entre nosotrosporque tenemos ms confianza en que vamos a responderya nos conocemos, incluso muchos provenimos de las mismas comunidades, como le deca antes, as que eso tambin nos hace confiar ms (Eliseo) Como seala Durston, la experiencia acumulada a partir de las interacciones, y que se basa no slo en las relaciones establecidas en la ciudad sino tambin en las prcticas comunitarias, han hecho que los mapuches respondan a un acto de generosidad con un acto equivalente, nutriendo as un vnculo en que se combina la aceptacin del riesgo con un sentimiento de afectividad o de identidad ampliada, lo que, en definitiva, se convierte en la base de la confianza (Durston 2002). Sin embargo, conviene sealar que no se hace una separacin tajante entre la confianza entre los mapuches y no mapuches en las relaciones. Ms bien, los mapuches que participan en organizaciones prefieren cultivar la confianza con los mapuches a los cuales conocen producto de estas actividades. En ese sentido, no afirman que los chilenos en general no sean confiables, sino que en igualdad de condiciones, se privilegia confiar en un mapuche. Es all donde la condicin socioeconmica tambin se convierte en un catalizador para la manifestacin de la confianza entre mapuches urbanos, principalmente porque la confianza es la base de la reciprocidad, la que es ms probable que surja cuando existe igualdad de creencias, las que, a su vez, van unidas a las condiciones materiales y a la supervivencia. Esta afirmacin va unida a otro elemento: la 293
confianza se da en un determinado contexto temporal, lo que no significa estar seguros de que en el futuro los mapuches seguirn comportndose de la misma forma. Algunos sealaron que esta inseguridad no es casual, y que en ella tiene gran influencia el gobierno y la sociedad chilena, los que muchas veces aprovechan las necesidades materiales de los mapuches para modelar su conducta. Es que es muy difcil hacer que se respete nuestra culturamuchas veces el gobierno nos llama a participar de comisiones para tratar nuestros temas pero no siempre termina recogiendo nuestras opiniones en el papel, es por eso que a veces nos sentimos engaadosla CONADI debera tener otras funciones, pero hay que entender tambin que es un organismo del gobierno y que va a defender sus interesesincluso los hermanos que trabajan all asumen que son parte del gobiernosu prioridad ya no es defender a los mapuches sino que es mantener su trabajoentonces prefieren hacer lo que les dicen por miedo a quedarse sin trabajo, que los despidantienen familias que alimentarel problema es la dependencia de un gobierno que no le interesa que el pueblo mapuche se levante, ms bien prefiere que estemos divididos (Pablo) En ese contexto, las necesidades socioeconmicas actuaran en dos direcciones contrapuestas: como causa para la confianza (a partir de necesidades compartidas, que influyen en una visin compartida del mundo y del futuro), y como causa para la desconfianza (cuando intervienen terceros con intereses diferentes a los de la comunidad mapuche). Por ello es de suma importancia definir estrategias adecuadas para asegurar la confianza entre los mapuches a largo plazo, pues de esta forma podran definir un futuro como pueblo, las que deben acompaarse de estrategias de ampliacin del capital social hacia otros entornos. Finalmente, la pertenencia y la participacin en organizaciones mapuches tambin se manifiesta como una causa para la generacin de confianza. A nivel organizacional, la confianza permite solucionar problemas y dirimir controversias o diferencias, las que muchas veces se manifiesta en las diferentes visiones que se tiene respecto del futuro del pueblo mapuche y de las estrategias para lograr posicionarse frente al Estado. En las reuniones es comn que existan posiciones encontradas, las que muchas veces parecen irreconciliables, pero que generalmente terminan depositando en el lder la confianza para hablar en nombre de la organizacin frente a otros actores.
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1.1.2 Manifestaciones de confianza Como sealbamos anteriormente, la confianza de los mapuches urbanos surge producto de las interacciones y se enmarca en un entorno de cotidianeidad y cercana, donde la confianza sirve de canal principalmente para satisfacer necesidades diarias. En ese sentido, confiar implica la disposicin a entregar el control de bienes propios al otro, y esta disposicin se manifiesta de diferentes formas. Entre ellas, los mapuches urbanos han sealado que confan para el prstamo de dinero, el cuidado de los hijos y de enfermos, el cuidado de la casa, dejar parte de sus bienes con el vecino, el apoyo frente a emergencias, la recomendacin para encontrar trabajo, la recomendacin para integrarse a una organizacin (invitarlo a participar), etc. Resulta interesante sealar que las mujeres tienden a confiar ms que los hombres para este tipo de cosas, y generalmente son las que cultivan y promueven las relaciones entre los mapuches. Segn ellas mismas han sealado, ellas tienen un inters mayor por preservar la cultura y eso implica movilizar los recursos de los que disponen (generalmente tiempo) para integrar a otros mapuches a las redes de relaciones que generalmente giran alrededor de las organizaciones. Las mujeres somos las protagonistases una cuestin de fuerzaviene desde adentro, la mujer es como la machies quien lleva la espiritualidadlleva el sostn del hogar, el hombre siempre migra afueray en este caso pasa lo mismo que en las comunidades, la diferencia es que aqu estamos en la ciudadla mujer tiene un rol doblemente importante y sabemos hacerlo, sabemos llegar, sabemos decirel hombre es ms calladose mete ms en una sola cosacreo que las mujeres mapuches tenemos la capacidad de estar en varias cosas y de cumplir varios roles a la veztodo lo de la casa, nuestras organizacionesadems hay que pensar que generalmente la mayora de los hombres estn en el trabajo y, aunque una trabaje, puede que tengamos un poco ms de flexibilidad (Mara) En el mbito organizacional, la confianza se manifiesta en el pago de cuotas que hacen los miembros para mantener algunas actividades, generalmente culturales. Los mapuches confan en que las organizaciones cumplen un doble papel, y nuevamente las mujeres son las encargadas de cumplirlo. Muchos nios participan en cursos de mapudungn o artesanas, y algunas mams se encargan de
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recogerlos, llevarlos a las organizaciones, y despus ir a dejarlos a sus casas, con lo que se manifiesta la confianza a partir del cuidado de los hijos. Siguiendo en el mbito organizacional, la confianza tambin se manifiesta en el diseo y la ejecucin de proyectos, los que muchas veces son destinados a generar ingresos adicionales para las organizaciones. En ese sentido, se confa en los lderes o se designa un comit quien es el encargado de recibir los dineros, cuyo uso se rinde a la asamblea en reuniones ordinarias. Por lo tanto, la confianza manifestada en el mbito organizacional no slo permite la generacin y afianzamiento en las relaciones interpersonales, sino que tambin sirven para cohesionar las redes de contacto al interior de las mismas organizaciones, lo que en definitiva puede fortalecer el capital social. Las organizaciones, si bien han sido formalizadas al alero de las disposiciones de la Ley 19.253 (Ley Indgena), principalmente en trminos jurdicos, fueron gestadas a partir de inquietudes comunes por continuar manteniendo la cultura en la ciudad, donde la confianza se manifestaba en un grupo pequeo de mapuches que compartan sentimientos y expectativas, sueos de futuro, lo que, en definitiva, los llev a reconocer la necesidad de unirse y trabajar en conjunto, lo que simultneamente sirvi para alimentar la confianza entre ellos. Como le deca, en el ao 80 yo llegu a Santiagoramos como siete u ocho personas que buscbamos algo, un lugar donde encontrarnos o una organizacin o grupo, una institucin donde pudiramos aprender algo o dar a conocer lo poco y nada que sabamos. Esa era nuestra meta, y recorrimos, incluso fuimos a la iglesiaen el Centro Cultural Mapocho fuimos a preguntar pero nada[]nosotros queramos un lugar donde se mantuviera y se practicara la cultura[] porque en Santiago no haba ninguna organizacin mapuche dedicada al tema de la defensa, del aprendizaje o de la difusin de la cultura, nada[] as que tratamos de ver una alternativa de formar un grupo, trabajar, ir creciendo, y eso no era fcil porque en esa poca conseguamos lugares para reunirnos, capillasy asah empezamos a hacer cursos de mapudungn a mapuches y no mapuchesah formamos un grupo, pero nos daban poco tiempo para usar los localesalgunas veces nos juntbamos en las plazasestuvimos como cinco aos as deambulando, en algunas casaspara motivar un poco a la gentetrabajamos bastante con nios, conversando, les cantbamos en mapudungn, y hacamos cosasun da pensando nos dimos cuenta de que todos arrendbamos pero en 296
distintos lugaresentonces nos planteamos arrendar todos un mismo lugar para aprovechar de hacer cosas y ser ms independientesas logramos ubicar un lugar donde todava existe la organizacin pero ya dividida, mi hermana se hizo cargo de ella.en ese lugar empezamos un trabajo ms establecido, citbamos a reuniones, hicimos talleres de telar, de mapudungn, arte y cultura en generaltambin hicimos talleres de corte y confeccinhaba gente que iba desde distintas comunas: Maip, La Florida, Pealoln (Rosa) Finalmente, si nos centramos en el contenido de las conversaciones (tanto de las reuniones como de las actividades realizadas en conjunto), podemos sealar que existen necesidades e intereses compartidos, se cuentan problemas que deben enfrentar como mapuches y debaten respecto de las mejores formas de solucionarlos. Incluso han tratado temas de ayuda a otros mapuches que pasan situaciones de apremios econmicos, quienes se acercan a las organizaciones a pedir ayuda, utilizndolas como plataforma para generar redes. Por lo tanto, el compartir problemas a travs de las conversaciones se transforma tambin en generador de confianza. Para los mapuches urbanos, la confianza ha ido aumentando en los ltimos aos, producto de la aparicin de las organizaciones y de que se estn abriendo pequeos espacios de participacin, lo que ha llevado tambin a ampliar las posibilidades de discusin y de manifestacin de sus necesidades. Para ellos el desafo consiste en ampliar el bonding social capital hacia los otros mapuches que an no participan de organizaciones, pues ello servira de base para un reforzamiento de la identidad y para fortalecer la posicin del pueblo mapuche en la sociedad chilena. Podemos decir, entonces, que la prevalencia de estos mecanismos de manifestacin de confianza responde tambin al propio entorno de la ciudad, la que no permite otras formas de confianza que podran surgir de forma ms natural en las comunidades. Generalmente son las necesidades econmicas las que priman entre los mapuches y han sido las prcticas derivadas de estas necesidades las que ms se han realizado en la ciudad. 1.1.3 Limitaciones de la confianza Para efectos de nuestro anlisis hemos decidido incluir algunas limitantes que hemos podido identificar, y que pueden llegar a perjudicar el capital social mapuche urbano. Por una parte, la confianza entre los mapuches se limita a intercambios 297
cara a cara, ya sea en el entorno del barrio o de las organizaciones. Como ya sealbamos, la ubicacin territorial se convierte en un elemento que viene a apoyar el desarrollo de estas relaciones, donde el contenido de las relaciones de confianza est basado en bienes valorados por los mapuches, que facilitan la interaccin entre ellos y que los hace sentir seguros al realizar algn intercambio, aunque se trata de bienes bsicos. Sin embargo, si analizamos de forma ms exhaustiva algunos elementos relacionados con la confianza, encontramos limitantes relacionadas con la ampliacin de espacios de poder, de representacin poltica y de empoderamiento a largo plazo, los que poseen una naturaleza diferente respecto de los bienes que se intercambian en los lazos de confianza ms cercana. Es as como, segn ellos mismos sealan, la confianza no existe a la hora de escoger autoridades o representantes mapuches para que acten en el gobierno wingka, lo que puede dar cuenta de la falta de estrategias a largo plazo que signifiquen avances reales respecto del aumento de la capacidad de decisin como pueblo, ya que la posibilidad de contar con autoridades mapuches significara una influencia mayor sobre el futuro del pueblo mapuche. Esta sera la causa de que no haya senadores, diputados o presidentes mapuches. Respecto de elementos de carcter interno que influyen en esta confianza, se sealan las incongruencias en las divisiones internas existentes, donde los mapuches urbanos no han logrado unificar una visin de pueblo ni estrategias compartidas respecto de las mejores formas de llegar a ello. Efectivamente, los entrevistados sealan que las actividades de los mapuches en las ciudades son de carcter ms bien parcelado, y que se renen en actividades mancomunadas slo para causas especficas, como celebracin de rituales o ceremonias. Asimismo, sealan que se generan muchas diferencias entre los lderes mapuches cuando han sido convocados a participar en instancias de discusin a nivel gubernamental, y que los excesos de protagonismo o la defensa de causas egostas los llevan a no confiar en los mapuches para estas tareas. La envidia tambin es mencionada como un elemento distorsionador de la confianza, donde algunos lderes dicen sentirse atacados por sus propios pares o por miembros de sus organizaciones. Para ellos, este es un elemento introducido desde fuera y que responde a la lgica propia del sistema de vida en las ciudades, donde las bases de convivencia comunitaria son inexistentes, y donde la
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competencia y la satisfaccin de necesidades materiales son caractersticas, transformando as elementos culturales. Una de estas situaciones de discrepancias y divisiones internas la relata Rosa: a mi me llamaron para componer la comisin del Nuevo Trato, no se por qu, seguramente tendran algunos antecedentesy yo fui sin problemas a La Moneda, y ah estaba el consejero mapuche de la regin metropolitana que no haba sido invitado aunque haba sido elegido por la genteesto me hace pensar en que se podra querer dividir el pueblo o el movimientoel estaba enojadoy yo lo entenda porque a l lo haban elegido y a mi era a quien llamabannadie me eligi, ningn mapuche, sino que era el gobierno el que me llamabale pregunt a otros hermanos mapuches y me dijeron que fueraas que fui y en eso me entero que el consejero que haba sido elegido no fue invitadoy l fue a reclamarincluso yo convers con l antes y le dije que yo hablara con la comisin para explicarle la situacinhabl con la comisin y el mismo presidente me dijo que en esta oportunidad no estaban llamando a gente electa sino que era una comisin que iba a trabajar en torno a un programa para hacer propuestas y no solamente en representacinpero que a la persona electa se la iba a invitar a continuaciny resulta que despus nos encontramos en MIDEPLAN en otra reunin, donde fueron mis compaeros amigos hermanos mapuches y dirigentes reclamando en contra ma (Rosa) Respecto de elementos externos, la discriminacin y la poltica paternalista que ha tenido el Estado se han sealado como las principales causas para ello, donde histricamente se han mantenido prcticas que han minado la autoconfianza, y donde los mapuches no se han apropiado completamente de espacios de decisin poltica, pues no se han creado condiciones suficientes para ello. Por eso, los lderes sealan que se han acostumbrado a aprovechar los pequeos espacios que da el gobierno y as poder participar de mesas de discusin o de comits que tienen directa injerencia en las condiciones actuales del pueblo mapuche, pero que no les permite tener una mirada de ms largo plazo. Es as como no han sido capaces de escoger autoridades polticas mapuches o representantes polticos, incluso en las comunidades rurales, donde la poblacin mapuche es mayoritaria. Para este tipo de cargos, en igualdad de condiciones, se ha votado por candidatos no mapuches.
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Para los dirigentes mapuches, el problema est en que no ha existido empoderamiento, no ha habido espacios para la discusin y el debate poltico, que permita formar lderes capaces de guiar al pueblo mapuche y de asumir responsabilidades. Los partidos polticos actan con una cultura clientelar, donde seducen a los mapuches con promesas electorales que luego no son cumplidas, o que se premian con favores personales, lo que no tiene un impacto sobre los problemas comunes que los afectan. Segn los entrevistados, los mapuches se han acostumbrado a la pasividad y al paternalismo, y a no solucionar sus problemas de forma proactiva, porque as los han acostumbrado desde el Estado, lo que significa construir desde las bases las capacidades y aptitudes para el empoderamiento, lo que seguramente requerir de un esfuerzo sostenido y de una mirada de largo plazo que requiere, a su vez, de la confianza en las propias habilidades para definir las mejores estrategias al respecto. Por otra parte, los entrevistados sealan que es muy difcil para los mapuches acceder a la educacin universitaria, lo que constituye un criterio importante a la hora de definir representantes polticos. En ese sentido, son los chilenos los que tienen las mejores posibilidades y, por lo tanto, se genera as un crculo vicioso que los mantiene alejados de los procesos de decisin que les ataen. Tambin se han sealado los medios de comunicacin como actores que han influido en la imagen que se tiene e los mapuches como pueblo violento o conflictivo. Segn sealan, el hecho de que siempre se estn difundiendo imgenes violentas (principalmente en el sur de Chile, en el sector de las comunidades de origen), hace que se mantengan los estereotipos y que muchas veces se dificulte la creacin de espacios para un dilogo intercultural. En ese sentido, plantean la necesidad de que los medios de comunicacin cumplan su papel socializador, y que muestre tambin experiencias cooperativas de los mapuches, especialmente en la celebracin de sus ritos y tradiciones, lo que tendr un doble efecto: aumentar la propia confianza en los mapuches respecto de sus orgenes y el orgullo de pertenencia; y, adems, permitir que la sociedad chilena comprenda mejor la cultura mapuche y, con ello, se pierdan los miedos que produce el desconocimiento de la otra cultura. Otro elemento que cabe mencionar como limitantes a la confianza es la difcil relacin que se ha planteado entre los mapuches urbanos y los organismos del Estado, principalmente con la CONADI. Es as como muchos de los problemas de confianza generalizada hacia el gobierno son trasladados tambin hacia los 300
mapuches que trabajen en estos organismos. La distancia respecto de la problemtica mapuche y la falta acciones concretas emprendidas por los mapuches que trabajan en la CONADI, han sido elementos sealados como negativos para el mantenimiento de confianza. Algunos entrevistados sealan que muchos de los personeros de CONADI eran antiguamente lderes activos en el mundo mapuche urbano, pero que han asumido una postura pasiva y proclive al gobierno y a sus polticas. Est claro que es un organismo ms del Estadoque se cre para darle atencin a los pueblos originarios, pero yo creo que entre parntesis se hizo para dividir a los pueblosy lo est haciendo perfectamentey la gente que trabaja ah est para ganar plata, aunque sean mapuches, se olvidan de su pueblono les interesaellos estn ah porque tienen el apellido, aunque haya algunas personas que s valgan la penapero la mayora est all porque se aprovecha de sus apellidos indgenas para estar metido ahy no tienen ningn inters en que las cosas se solucionenincluso yo he visto mas confianza o mejor trato en otras oficinas que en la CONADI, de hecho yo no me siento acogida ah(Maria) A partir del anlisis anterior, podemos decir que la generacin y el mantenimiento de la confianza en trminos de bonding social capital adquieren una doble dimensin. Por una parte, en trminos de las relaciones internas y de su contenido, ser necesario encontrar mecanismos que permitan recuperar el sentido comunitario de este pueblo y que permita la generacin de confianza basada en la pertenencia, donde los lderes eran legitimados por su historia, por su trayectoria, y donde las decisiones que ellos tomaban eran respetadas en base a estos valores. En ese sentido, pareciera que los mapuches no han logrado asimilar prcticas de dilogo intercultural efectivas, y que la participacin de sus lderes en instancias de discusin, principalmente con el gobierno, genera desconfianza respecto de la defensa de intereses propios por sobre los colectivos, lo que se convierte en una piedra de tope al desarrollo en un contexto multicultural. Por otra parte, en trminos de relaciones interculturales, tanto con el resto de la sociedad chilena como con el Estado y sus organismos representantes, consideramos que se deben buscar y promover instancias de conversacin intercultural, pero que, necesariamente, requiere de la creacin de voluntades y de consensos respecto de los temas considerados urgentes para ambos. La falta de 301
educacin poltica de los mapuches puede convertirse en un elemento distorsionador, y que requiere de la formacin de capacidades, pues slo en la medida en que se generen estas capacidades y se desarrollen podremos empezar a definir vas de empoderamiento efectivas. Asimismo, los actores polticos representantes del Estado o de sus organismos, deben aprender tambin a generar espacios de convivencia intercultural. Como seala Bartolom (2003), se requiere un cambio de visin respecto de los pueblos indgenas, donde se entienda que ellos son parte integrante y viva del presente y deseablemente del futuro. Y de un futuro que, para evitar reiterar injusticias histricas, deber ser construido a partir de la aceptacin y el respeto entre las mltiples y diferentes formas de ser miembro de una formacin estatal. Por lo tanto, el entorno tambin es fundamental, pues definen algunas condiciones de su desarrollo. El entorno puede influenciar el capital social dibujando las dinmicas de relaciones y definiendo, en gran medida, las posibilidades de empoderamiento de los mapuches urbanos. 1.1.4 Estrategias para crear confianza Junto con mencionar las causas, manifestaciones y limitaciones de la confianza, consideramos tambin necesario analizar las diferentes estrategias que estn siguiendo los mapuches para aumentar la confianza entre ellos y, por tanto, la cohesin. Estas estrategias no son generadas siempre de forma totalmente consciente, sino que es a travs del discurso que podemos reconocer algunas de sus manifestaciones. Una de estas estrategias dice relacin con las actividades de formacin y enseanza que se hace a los nios respecto de la cultura mapuche. Las organizaciones ofrecen el espacio adecuado para ello, pues no slo se muestra un pueblo activo y unido, sino que tambin los nios pueden vivir su cultura sin temor a ser discriminados. Con ello, los nios comparten con otros nios mapuches generando tambin lazos de amistad, adems de que se les ensean los valores mapuches, la historia, los hroes mapuches, lo que finalmente genera un orgullo de pertenencia que influir en la confianza de los nios y que, a largo plazo, ser tambin beneficioso para toda la comunidad. tenemos que ser capaces de plantear una meta comn y de intentar trabajar por ella, eso no es fcilms aqu en la ciudadpero ojal que podamos hacerlo. Para eso tenemos que comprometer a los ms jvenes, a 302
los niosensearles la importancia de la cultura, que se sientan orgullososcomo le deca antes esto no es fcil porque en la ciudad viven bombardeados por la cultura occidental, que ellos consideran mejor, pero hay que ensearles que si uno no se conoce a si mismo, si no aprende de su cultura, si no se compromete vamos a desaparecersi no confiamos en nosotros mismos, todo ser ms difcil de conseguir (Pablo) Tambin sealan que se pueden utilizar los medios de comunicacin para generar confianza, principalmente a travs de programas de promocin y difusin de la cultura mapuche, lo cual permitir aglutinar a la gente y generar conciencia respecto de la realidad del pueblo mapuche, permitiendo tambin que los propios mapuches aumenten la confianza respecto de su identidad y, de esa forma, se sientan convocados a participar de las organizaciones. En estos momentos existen algunos programas radiales que difunden la cultura, pero su alcance territorial es limitado, pues se trata de radios comunales. Otra estrategia, de carcter ms subjetivo, dice relacin con la utilizacin de las redes organizacionales para promover la solidaridad al interior de la comunidad, con lo cual se realizan actividades para ayudar a las personas que lo necesitan, y si se logran los resultados, aumenta la confianza en la efectividad de las organizaciones, convirtindose en un canal vlido para la resolucin de problemas. Junto con ello, aumenta la confianza entre los mismos mapuches ya que son ellos mismos quienes generan los puentes solidarios. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Capital social cognitivo Confianza (Bonding social capital) Causas para la formacin de confianza
Existencia de precursores Repeticin de interacciones y experiencia acumulada Territorialidad Pertenencia y participacin en organizaciones Entrega del control de bienes propios Influencia del gnero
Manifestaciones de la confianza
Pago de cuotas Participacin en proyectos Necesidades e intereses compartidos Capacidad para gestin poltica de alto nivel Discriminacin y paternalismo
Limitaciones a la confianza
Clientelismo poltico Acceso a educacin formal Influencia de medios de comunicacin Formacin y enseanza
Figura 30. Desarrollo de la subcategora Confianza (Bonding social capital) Fuente: Elaboracin propia
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1.2 Bridging social capital Las relaciones intertnicas tambin han definido las dinmicas de generacin y manifestacin de confianza entre mapuches y otros colectivos, entre los que se destacan los chilenos. En relacin a estos ltimos, las relaciones no han estado exentas de conflictos, los que se derivan tanto de la frecuencia de los contactos como de las interferencias histricas que han sentido los mapuches por parte de la sociedad chilena, la que en cierta medida ha ocupado espacios de decisin que debieran cederse a favor de la cultura mapuche. En este contexto, el encuentro cultural ha puesto en juego mltiples manifestaciones de acervos culturales, aunque en condiciones desiguales, donde ha existido una lucha entre la lengua predominante (castellano) frente a una lengua subordinada (mapudungn) o sistemas educativos oficiales (con un currculo general sin distincin de variedades culturales) y propuestas educativas indgenas. Esta desigualdad y la subordinacin de la cultura mapuche a la cultura mayoritaria, el sentimiento de menoscabo que ha implicado la prdida de parte de su lengua y de conocimientos, ha significado para los mapuches la prdida de confianza en la sociedad chilena. En ese sentido, la primaca que la cultura wingka ha tenido en desmedro de la cultura mapuche los ha llevado a enfrentar situaciones lmites que han puesto en jaque su propia existencia, la que en gran medida se ha mantenido porque existe una identidad y un sentido de pertenencia, que cobra fuerza cuando se la enfrenta a una cultura distinta como la chilena. Si bien entienden que los chilenos tambin tienen problemas de pobreza, para los mapuches es ms difcil porque no slo est en juego su sobrevivencia material sino tambin cultural. Esta desigualdad en las relaciones ha sentado las bases para la desconfianza y para cerrar muchas veces los crculos de relaciones entre mapuches, con las implicancias que esto tiene para el capital social. es necesario que se nos tome en cuenta y se nos valore igual que a los chilenosse predica mucho la igualdadpero no es asno es assi no somos capaces de unirnos todo ser muy difcillos chilenos siempre nos miran como si furamosinferiorescomo si furamos tontosadems siempre estn diciendo cosas de nosotros, que si somos borrachos, que si somos flojospero nada de eso es ciertonosotros trabajamos mucho,
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hacemos mil cosas para mantener a nuestras familiaslos chilenos tienen el poderal final ellos deciden lo que se hace y lo que no (Laura) Por otra parte, los mapuches sealan que es difcil confiar en los chilenos porque, a lo largo de sus vidas, han debido enfrentar situaciones de discriminacin y marginacin, donde sistemticamente se les han negado espacios para participar y donde ha sido la sociedad chilena la que ha definido los marcos en los cules deba desenvolverse la cultura mapuche. Muchos chilenos se interesan por los problemas de los mapuches, pero fallan al creer que las soluciones deben provenir de ellos. El sentimiento de supremaca los lleva a privilegiar su posicin, su cultura, su forma de pensar, frente a la cultura mapuche, a la que muchas veces consideran atrasada y que, si quiere sobrevivir, tendra que asumir elementos de la cultura chilena. Respecto de los lazos matrimoniales, en la ciudad muchos mapuches se casan con chilenos, lo que parece indicar que existen bases para la generacin de redes extensivas entre ambas culturas, ms all de los sentimientos de desconfianza por un comportamiento histrico percibido de parte de la sociedad chilena. Para los entrevistados casados con chilenos, este matrimonio no constituye una amenaza para la cultura en la medida que el wingka tambin se asuma como mapuche o al menos permita el mantenimiento de la cultura al interior de la familia. Como ya hemos revisado, en el caso de las mujeres chilenas casadas con mapuches, en gran parte son ellas las que asumen el papel de transmisoras de la cultura. Sin embargo, los mapuches sealan que en los ltimos aos se estn verificando cambios respecto de las actitudes de los chilenos hacia los mapuches, derivadas del trabajo de difusin que han hecho algunas organizaciones comunitarias y del impacto meditico que han generado los conflictos con las forestales y con las empresas hidroelctricas en el sur. Los mapuches consideran importantes estas muestras de apoyo, pero insuficientes, si no se complementan con compromisos reales, de largo alcance, que implican necesariamente la cesin de espacios polticos para el desarrollo integral del pueblo mapuche. En ese sentido, los mapuches no se cierran a establecer lazos con los chilenos, pero primero necesitan pruebas de confianza concretas, como la creacin de espacios de encuentro y debate respecto del tipo de Estado que se espera para Chile, del papel activo que cabe a los mapuches en el ejercicio de sus derechos, de la participacin en el diseo de las polticas pblicas y en la definicin de prioridades, entre otros. Tambin reconocen que estas relaciones podran establecerse con un sector de la 306
sociedad, ya que los empresarios y los sectores altos difcilmente podrn comprender las demandas mapuches porque sus intereses son divergentes. yo creo que principalmente lo chilenos nos pueden ayudar a abrir espacios para que podamos seguir manteniendo nuestra cultura en la ciudadellos son los que generalmente trabajan en el gobierno o en las empresas que podran facilitarnos las gestiones para conseguirnos las canchas para jugar paln o para hacer nuestras ceremoniasdespus hay otros tema importantes de ms largo plazo, como el apoyo para cambiar las leyes que nos permitan ensear nuestra lengua en todos los colegios, no solamente en algunos, y que nuestra cultura sea enseada por nosotros mismos, que somos los que sabemos, los que conocemosnadie ms que nosotros puede comprender y transmitir la cultura como debe ser enseada (Laura) Esta desconfianza ha llevado a que las mismas organizaciones mapuches no busquen apoyo o amplen sus redes hacia otras organizaciones no mapuches, las que muchas veces pueden convertirse en aliados para mejorar sus condiciones. Slo dos organizaciones sealaron que tuvieron algn contacto con Organizaciones No Gubernamentales (ONGs), pero centradas principalmente en ayudas a las comunidades rurales, ms que para establecer lazos de cooperacin ms estables. Finalmente, respecto de otros colectivos, los mapuches sealan que siempre estn abiertos a colaborar y a confiar en otros pueblos indgenas, pues los problemas que los aquejan son similares. Sin embargo, la supremaca numrica del pueblo mapuche siempre ha definido, en alguna medida, cierto protagonismo de este pueblo en trminos de reivindicacin y liderazgo de la temtica indgena, que se mantiene tambin en las ciudades. En ese sentido, los mapuches sealan que existen relaciones con organizaciones indgenas de otros pueblos pero que, en realidad, estn limitadas a actividades concreta, generalmente culturales. El desarrollo anterior nos permite vislumbrar que existen posibilidades de crear lazos de bonding social capital en diferentes sentidos. Por una parte, con otros pueblos indgenas a partir de necesidades compartidas, y con la sociedad chilena, principalmente por el cambio de actitud que los mapuches perciben respecto de su posicin frente al tema indgena. Los mapuches perciben este cambio como una oportunidad para sentar las bases de una nueva relacin, pero que implicar un cambio en la disposicin de los chilenos respecto de la cultura mapuche. En ese sentido, sealan que la construccin de confianza requiere tiempo, y que 307
histricamente han aprendido a desconfiar del wingka y de sus instituciones, las que han sido utilizadas para oprimir y asimilar al pueblo mapuche. pienso que es posible hacer cosas con los wingkas, pero ser a largo plazo, primero tienen que dar muestras reales de que estn cambiando y de que estn dispuestos a mirarnos como iguales, y no a pensar que somos incapaces y que por eso tienen que decidir por nosotrostienen que dejar que nosotros decidamos nuestro futuroaunque tengan buenas intenciones, las buenas intenciones no bastantienes que pensar que siempre el wingka ha intentado aprovecharse de los indgenas, no slo de los mapuchesentonces no es fcil confiar(Eva) De acuerdo a lo sealado por los entrevistados, la desconfianza entre ambas culturas influye en el capital social y en las posibilidades para su fortalecimiento, ya que ha significado que los mapuches generen redes centradas en ellos mismos, lo que no les ha permitido abrir redes de contactos ms amplias con los chilenos, especialmente con sus organizaciones, quienes seguramente tienen acceso a instancias de poder, al manejo de recursos o a los centros de decisin que pueden ser claves para el desarrollo mapuche. Por otra parte, la posibilidad de acceder a estas redes ms amplias tambin se puede convertir en una instancia de aprendizaje, de fomento de relaciones interculturales basadas en el conocimiento y en el respeto, disminuyendo as los prejuicios y estereotipos. La investigacin en varios pases ha demostrado que las redes son elementos importantes en la cohesin comunitaria, en la calidad de las relaciones entre las familias y en la gama de informacin disponible a las familias e individuos (Hannerz, 1980). Sin embargo, habr que considerar las diferencias de poder entre los distintos miembros de esta red, donde los pueblos indgenas han demostrado estar en desmedro respecto de las posibilidades de otros actores. En ese sentido, los mapuches sealan que muchas veces los conflictos se han originado a partir del desconocimiento que el wingka tiene de la cultura mapuche, y que sienten temor frente a este desconocimiento, lo que consideramos una importante limitacin a la hora de establecer una interaccin intercultural significativa. Para los mapuches, se deben introducir cambios en algunos mbitos, especialmente el educativo, de manera de generar una transicin verdadera hacia la interculturalidad entendida como espacios igualitarios para la convivencia y el aprendizaje mutuo. 308
Segn sealan, en los programas educativos no se han incluido planes de estudio que permitan el conocimiento de la verdadera historia y cultura del pueblo mapuche, a partir de su propia concepcin histrica, sino que se ha privilegiado la cultura mayoritaria e, incluso, la introduccin de elementos culturales forneos a los programas de estudio (por ejemplo, el idioma ingls). La necesidad de crear condiciones para una convivencia respetuosa, donde los intercambios sean recprocos entre las culturas, viene planteada por el desconocimiento que existe entre ambas culturas, que ha limitado las posibilidades de cooperacin que, segn los mapuches, puede enriquecer al sistema educativo, sentando las bases para la construccin de una identidad compartida. Por lo tanto, ser necesario definir estrategias en ambos sentidos. Por una parte, promover y difundir adecuadamente la cultura mapuche, de acuerdo a sus propias definiciones y prioridades y, por otra parte, crear espacios para el encuentro y la convivencia entre ambas culturas, lo que implica el conocimiento entre ambas (para disminuir los prejuicios) y el reconocimiento de la diferencia. Hasta el momento las relaciones entre estas culturas ha sido de coexistencia, lo que no significa convivencia, Los mapuches sienten que no se trata de competir por espacios, sino de crearlos y consensuarlos, pero que esto requerir de cambios en diferentes mbitos: polticos, culturales, sociales, econmicos, entre otros. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Capital social cognitivo Conflictos e interferencias Desigualdad y subordinacin cultural Discriminacin y marginacin Desconocimiento que genera temor Mayor tolerancia de la sociedad chilena Cambios positivos para el capital social Contexto Internacional proclive Mayores espacios de difusin Apertura para el debate y la reflexin Cesin de espacios polticos Limitaciones a la confianza Integracin con identidad Participacin en diseo de curriculums educativos Participacin en diseo de polticas pblicas
Figura 31. Desarrollo de la subcategora Confianza (Bridging social capital) Fuente: Elaboracin propia
1.3 Linking social capital Finalmente, para completar el estudio de la confianza en los mapuches urbanos conviene revisar las relaciones que stos han mantenido con el Estado y sus instituciones. De acuerdo con los mapuches, estas relaciones se han caracterizado, de forma histrica, por una poltica sistemtica de marginacin, donde no ha existido interlocucin sino que ms bien ha sido el Estado quien ha decidido, de forma unilateral, las prioridades y soluciones orientadas al pueblo mapuche. En ese 310
sentido, algunos entrevistados sealan que los proyectos de desarrollo definidos desde ambos actores han sido irreconciliables. Esto ha dibujado relaciones de confianza difusas, donde han sido algunos gobiernos los que han intentado mantener un dilogo ms abierto con los mapuches, pero que hasta el momento se ha centrado ms bien en las comunidades rurales ms que en los mapuches urbanos. Como seala Valenzuela (2003), los tres ltimos gobiernos de Chile han aplicado diversas estrategias e instrumentos, planes, programas y proyectos en diversos mbitos tales como la educacin, la capacitacin, participacin y acceso a servicios bsicos. En este contexto, destacan instrumentos especficos de intervencin pblica, tales como el Fondo de Tierras y Aguas, el Fondo de Desarrollo y las reas de Desarrollo Indgena, las becas indgenas, el desarrollo de las comunidades, el acceso a la vivienda y la asistencia jurdica gratuitas. Cada gobierno, en su momento, ha reiterado la necesidad de lograr el reconocimiento de los pueblos indgenas, de su carcter singular y su aporte a la pluralidad y diversidad, considerando una obligacin la preservacin de las culturas indgenas y su plena incorporacin al proceso de crecimiento y desarrollo econmico (Valenzuela, 2003). Sin embargo, los mapuches sealan que, en la mayora de los casos, las soluciones son de corto plazo y no han asumido la cuestin indgena como una prioridad dentro de la agenda de gobierno, manteniendo as la situacin de pobreza y marginacin que los caracteriza. En ese sentido, los entrevistados dicen que existe una deuda histrica que el Estado debe asumir, pues existen problemas por solucionar como la consolidacin de los plenos derechos y el reconocimiento constitucional, adems de la superacin de la pobreza y la marginalidad. Por lo tanto, existe en la memoria histrica una relacin basada en el abuso del poder y que es transmitida de generacin en generacin a travs de las historias y los relatos, y que est presente en el discurso de los lderes mapuches. Las organizaciones sirven de base para la transmisin de este discurso, el que est presente en las reuniones y en las actividades culturales, donde se resalta el pasado glorioso de los mapuches terminado por la accin del Estado. Incluso se venden productos que resaltan las demandas mapuches (poleras, banderas, etc.) en los que se indica nacin mapuche o autonoma mapuche.
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Para los mapuches resulta muy difcil confiar en el Estado, pues ste ha sido el principal instrumento de opresin utilizado por los wingkas para hacer prevalecer su cultura y para definir un pas en el que las relaciones son desiguales, donde se ha usurpado el territorio histrico y donde no se han creado instancias de participacin legtimas. Todo lo anterior tiene sus races en la historia, en la que Chile se ha orientado hacia un indigenismo asimilacionista y enfocado en la supresin de las diferencias. En este modelo, la construccin de una patria comn se conforma a imagen y semejanza del grupo que se asume como portador del proyecto hegemnico (Valenzuela, 2003). Una de las causales para esta desconfianza radica en las normativas internacionales que no han sido reconocidas por el Estado chileno. La que es mencionada en las entrevistas y en las reuniones ha sido el Convenio N 169 de la Organizacin Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indgenas y Tribales del ao 1989 y que no ha sido ratificado por Chile. Esto demuestra que no existe voluntad para dar reconocimiento de pueblo a los mapuches, y que se ha convertido en una de las principales banderas de lucha de las organizaciones indgenas. Con esto, los mapuches entienden que el Estado minimiza su situacin y que no existe en realidad un dilogo plural que involucre a todos los actores: Estado, sociedad chilena y mapuches. Por otra parte, la Ley indgena N 19.253 fue vista como una posibilidad de que se respetaran los derechos de los pueblos indgenas. Los mapuches reconocen que se les invit a participar activamente de las mesas de dilogo involucradas en el diseo de la ley y que fueron muchas las sugerencias planteadas, pero que no fueron recogidas sus opiniones en dicha Ley. Con esto, entienden que los gobiernos intentan ms bien dar seales de que algo se est haciendo, pero no existe un compromiso real de cambio, de soluciones de fondo para los mapuches. Segn sealan, estaban esperanzados porque la ley reconoca a los mapuches urbanos, ya que hasta el momento la temtica indgena estaba focalizada en el mbito rural, pero este reconocimiento es considerado muy limitado, y por eso es necesario seguir avanzando pero comprenden que depende de ellos las posibilidades de implementar dichos cambios. no podemos confiarhay que fijarse que cuando nos preguntaron y estuvimos trabajando para sacar esta ley adelantenosotros propusimos muchas cosas que no estn reflejadas en la ley, que no las pusieron, porque
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al final hacen lo que ellos quierencreo que hay un montn de cosas que debieran estar en la ley (Laura) La Poltica del Nuevo Trato63 constituye una iniciativa de los Gobiernos de la Concertacin por respetar las diferencias de los pueblos indgenas, en un intento por redireccionar el sentido de las polticas pblicas y por dar mayores espacios para la manifestacin de la cultura. Sin embargo, los mapuches an no se sienten plenamente confiados en los posibles resultados, ya que sealan que no es la primera vez en la historia que se prometen cambios que, a la larga, son insustanciales. Sin embargo, si valoran que el Gobierno ha escuchado sus demandas y ha permitido la instalacin en las ciudades de consultorios que acogen la salud intercultural, lo que les permite mantener vigente sus tradiciones de forma permanente. yo creo que los chilenos o las autoridades chilenas son poco solidarias porque no se interesan realmente por nuestros problemashay que cambiar esta situacinsino siempre vamos a estar esperando que ellos hagan las cosasnosotros les mandamos una carta y esperamos que nos respondany en el papel pueden decir cualquier cosano les va a interesar nuestra realidadno va a ser fcil encontrar el lado sensible de las autoridadesla (Luisa) Para los mapuches se trata tambin de un tema de voluntad poltica. Han perdido la confianza tambin en los dirigentes polticos wingkas y en sus partidos, sealando que la poltica partidista y el clientelismo han sido prcticas que ms bien los han dividido y ha creado diferencias al interior de los propios mapuches, creando desconfianzas por promesas no cumplidas. Los entrevistados dicen que cuando se acercan las elecciones se dirigen a las organizaciones para conversar y escuchar las demandas de los mapuches urbanos, pero luego no son recogidas en el papel. Con esto se fomenta una cultura clientelar que ha tenido efectos negativos en el linking social capital, y cuyas consecuencias ya han sido mencionadas por John Durston en sus estudios con comunidades rurales de Chile (1999). Respecto de las instituciones del Estado, una de las ms cuestionadas ha sido la CONADI (Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena), organismo que fue creado
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globalizacin
hoy es
cruel
nos
van
terminar
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para ocuparse de los asuntos indgenas pero que, en realidad, se ha convertido para ellos en un instrumento que promueve el paternalismo. Ms all de las controversias con la CONADI, este organismo constituye el principal punto de contacto entre el Estado chileno y los mapuches, y a l deben dirigirse las organizaciones indgenas para obtener reconocimiento legal y, a partir de all, postular a proyectos mediante los cuales obtienen fondos para desarrollar la mayora de sus actividades. Resulta importante sealar que si bien los mapuches reconocen la poca legitimidad de este organismo, la CONADI es el referente para el acceso a recursos estatales reforzando as la relacin paternalista que ha existido con el Estado, y construyendo una relacin de dependencia basada en los instrumentos que este mismo organismo ha definido para el desarrollo de los mapuches urbanos. Estos mismos instrumentos son sealados como causa de divisin entre los mapuches, ya que generalmente se limitan a la entrega de dinero (un bien escaso) mediante un concurso que califican de poco transparente. Los mecanismos de evaluacin del impacto de los proyectos tambin se mencionan como punto de conflicto. Esos proyectos son una vergenza, no sirven para nada ms que para que nos peleemos entre nosotrosyo dira que el problema est en que saben que somos pobres y que necesitamos plata para vivir, sino no estaramos yendo y viniendo de la CONADIsiempre dicen que los proyectos que ganan son los que estn bien hechos pero no es asa veces ganan las mismas organizaciones o las mismas personas y al final se quedan con la plata porque despus nadie les pregunta del proyectoo qu pas o que se hizo con la platahay que entender que existen necesidades (Maria) Al igual que sucede con el bridging social capital, las relaciones de desconfianza han llevado a los mapuches a privilegiar lazos fuertes en torno a ellos en desmedro de la ampliacin de redes hacia otros sectores. Desde esa perspectiva, el linking social capital requiere la inclusin en redes sociopolticas amplias para evitar as el establecimiento de relaciones de poder que pueden desembocar en grupos o facciones al interior de la comunidad mapuche o en alianzas al amparo del clientelismo, que pueden desviar el apoyo estatal. En ese sentido, el Estado y sus agentes son parte de un escenario que puede crear condiciones favorables o desfavorables para el desarrollo del capital social mapuche urbano (Durston y Miranda, 2001).
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Ser necesario desarrollar estrategias que permitan reforzar el linking social capital, con el fin de abrir posibilidades para el apalancamiento de recursos estatales sin minar el capital social mapuche, minimizando la aparicin de relaciones de dependencia y paternalismo. Como sealan algunos expertos, se hace necesario intentar aplicar nuevas formas polticas que reconozcan la prctica mediante la cual los pueblos indgenas vuelvan a recuperar su capacidad de demanda y de intervencin en la formulacin del bien comn. Falta, sin embargo, que las relaciones entre los mapuches y el Estado funcionen con los organismos pblicos, no sobre la base de un modelo vertical que diluye el tema de la identidad, sino en un intercambio de razones y argumentos del que nadie est excluido. Como seala Ocampo, una parte importante de la falla de los programas tradicionales de lucha contra la pobreza reside precisamente en las relaciones tecnocrticas y paternalistas que las agencias del desarrollo mantienen con la poblacin a la que atienden64. En un sistema estatal jerrquico, en que el cumplimiento de rdenes es el principal elemento de evaluacin positiva, una visin de los indgenas como carentes de fortalezas es, de hecho, funcional a esta rendicin de cuentas hacia arriba. Consideramos que parte de esta percepcin es una limitante al capital social de los mapuches urbanos y a sus posibilidades de fortalecimiento y empoderamiento. Por lo tanto, consideramos importante que el Estado desarrolle polticas pblicas integrales y transversales, que involucren de forma amplia a todos los organismos pblicos, y que, incluso, asuma la tarea de promover acciones que impliquen al sector privado y a las organizaciones no gubernamentales, tendiendo as a la creacin y/o fortalecimiento del capital social, como una manera de contribuir a disminuir las condiciones de marginacin en la que viven las comunidades urbanas, abriendo espacios para la conformacin de redes de mayor envergadura. En ese sentido, la experiencia indica que el capital social tambin puede ser inducido por el Estado como agente externo mediante metodologas apropiadas, procurando tambin el empoderamiento de los mapuches urbanos. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Palabras del secretario Ejecutivo de la CEPAL, Sr. Jos Antonio Ocampo, con motivo del inicio del Seminario En busca de un nuevo paradigma: capital social y reduccin de la pobreza en Amrica Latina y El Caribe. www.eclac.cl
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Capital social cognitivo Relaciones de asimilacin Definicin unilateral de prioridades Falta de espacios polticos Causas para la baja confianza Polticas pblicas sin pertinencia cultural Falta de compromiso real Poltica de Nuevo Trato Amplitud de espacios para la prctica de salud tradicional Acceso a recursos estatales CONADI Fomento de la cultura clientelar Necesidad de redefinicin de estrategias e instrumentos
Figura 32. Desarrollo de la subcategora Confianza (Linking social capital) Fuente: Elaboracin propia
En este primer subapartado hemos podido identificar y caracterizar una de las principales variables que forman parte del capital social cognitivo mapuche: la confianza. Esta variable adquiere diferentes matices y niveles de acuerdo a la dimensin en el que se enmarque su anlisis. En ese sentido, los hallazgos derivados del desarrollo anterior nos permiten extraer las siguientes conclusiones.
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a) En primer lugar, en trminos de bonding social capital podemos observar que existen fuertes lazos de confianza entre los mapuches, los que se manifiestan principalmente en el mbito de las organizaciones y que estn influidos fuertemente por el sentimiento de pertenencia a un pueblo, lo que da cuenta de la puesta en accin de los elementos precursores ya identificados. Esta confianza, asimismo, tiene fuertes connotaciones territoriales que van desde el origen comunitario hasta la vecindad existente en las comunas de Santiago, as como connotaciones socioeconmicas, donde la percepcin de necesidades compartidas alimenta la interaccin y se convierte en un catalizador para la confianza. Las organizaciones mapuches se convierten en un escenario propicio para la generacin y aumento de la confianza, donde se verifican estrategias concientes e inconcientes que tienden a su reforzamiento. Entre las estrategias concientes pudimos identificar las acciones de los lderes, quienes dirimen conflictos y propugnan la aparicin de acciones compartidas. De forma inconciente surge un importante elemento relacionado con el gnero, pues las mujeres se transforman en agentes promotores de confianza no slo al ampliar las redes hacia otros mapuches (tanto dentro como fuera de las mismas organizaciones), sino tambin por el papel socializador y cultural que poseen. Lo anterior da cuenta de la existencia de fuertes niveles de confianza en trminos de bonding social capital, pero que an requieren de una mayor ampliacin, especialmente hacia otros mapuches que an no forman parte activa de las organizaciones. En ese sentido, la confianza en las zonas urbanas no slo requerir de las organizaciones mapuches sino tambin de acciones concretas que den muestra de la existencia de oportunidades reales de desarrollo para el pueblo mapuche, donde los lderes encuentren espacios de difusin masivos, donde los medios de comunicacin tambin se muestren proclives a esta difusin, y donde el Estado genere los espacios y los canales necesarios para ello. b) En segundo lugar, en trminos de bridging social capital podemos observar que existen debilidades asociadas a las interacciones con la sociedad chilena y sus principales organizaciones, donde la variable confianza es muy incipiente, lo que puede convertirse en un primer paso para su fortalecimiento. Las relaciones interculturales han estado basadas en la supremaca cultural chilena, que se ha manifestado en la ocupacin de espacios de poder importantes, lo que ha 317
afectado la convivencia. En ese sentido, esta desigualdad de poder ha servido de base para la discriminacin y marginacin, elementos que han sido mencionados de forma recurrente por los entrevistados como causas para la desconfianza. En ese sentido, un elemento importante a mencionar, y que puede convertirse en una fortaleza, es que los mapuches perciben un cambio de actitud de parte de la sociedad chilena, la que muchas veces ha solidarizado con su causa. Este cambio se ha producido por la influencia internacional (muchos organismos internacionales se han preocupado por la situacin de los indgenas y se han convertido en promotores de sus causas) as como por las acciones que los mismos mapuches han emprendido en trminos de difusin cultural, lo que ha permitido disminuir el desconocimiento. Asimismo, la aparicin de consultorios interculturales o las iniciativas respecto de la educacin intercultural bilinge han apoyado este acercamiento. Por lo tanto, creemos que existen oportunidades para una convivencia intercultural en trminos de bridging social capital, as como para la generacin de confianza, influida tambin por la capacidad de los mapuches urbanos de adaptarse a las condiciones del entorno sin perder las bases de su identidad. Por otra parte, el cambio que se est produciendo en la sociedad chilena, producto tambin del contexto internacional que promueve el respeto en una sociedad multicultural, tambin se convierte en un recurso importante. Actualmente, existen lazos muy dbiles de bridging social capital, incluyendo a otros organismos como las ONGs, las que se han centrado ms bien en los mapuches que habitan en las zonas rurales, dejando de lado la generacin de lazos con las organizaciones urbanas, lo que da cuenta de un desconocimiento respecto de la situacin indgena y de las posibilidades de desarrollo que pueden ser impulsadas desde las ciudades. Finalmente, consideramos que la ampliacin de los lazos de bridging social capital constituye un factor central para el desarrollo del capital social mapuche urbano. Como sealan Portela y Neira (2003) la confianza intercultural es importante para poder lograr el desarrollo del capital social ya que la existencia de grupos no integrados en las sociedades mayoritarias de acuerdo a sus diferencias puede conducir a la fragmentacin social y derivar en graves conflictos sociales. Esta situacin tendr que ser considerada en la definicin de 318
polticas pblicas y en la propugnacin de cambios orientadas a generar mayores espacios para la convivencia y el intercambio cultural. c) En tercer lugar, en trminos de linking social capital existen grandes debilidades, pues existe una desconfianza que se ha instalado en la memoria histrica colectiva producto de acciones estatales asimilacionistas, que los mapuches consideran el principio de su situacin de pobreza y marginacin, as como la prdida de sus territorios ancestrales que los ha llevado a emigrar a las ciudades, con la consiguiente amenaza para su cultura. Entre los elementos sealados por los entrevistados aparecen la falta de polticas pblicas pertinentes, las acciones cortoplacistas de los diferentes gobiernos, la no ratificacin o cumplimiento cabal de las normativas internacionales, la falta de voluntad poltica, la definicin sesgada de algunos servicios pblicos como la CONADI, etc. Sin embargo, cabe considerar que estos elementos pueden ser subsanados con estrategias adecuadas provenientes del Estado, el que puede actuar como inductor para el fortalecimiento del capital social en trminos de linking social capital. Al respecto, ser necesario reconstruir las relaciones en base a nuevos principios de convivencia. Como seala Valenzuela (2003), las vas de entendimiento entre el Estado y los pueblos indgenas, pasan por adoptar un principio fundamental de poltica hacia el mundo indgena en trminos que sea una autntica poltica de Estado, es decir, una accin coordinada entre los poderes ejecutivo, legislativo, judicial y otras instancias tales como los municipios y los gobiernos regionales. Efectivamente, organismos como la CONADI ya no logran por si solos responder a los desafos que se le imponen, dado que stos son de carcter transversal e involucran a distintos sectores de la administracin pblica y la poltica social (Valenzuela, 2003). Por lo tanto, se trata de una actitud poltica que deber estar presente en los distintos organismos pblicos. Sobre esto mismo, consideramos que es igualmente crucial establecer asesoras de expertos interculturales indgenas, capaces de establecer los puentes entre esas entidades y las comunidades indgenas, especialmente las urbanas. Para ello creemos que deben buscarse nuevas vas de aprendizaje, donde se enseen capacidades y habilidades para
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que este dilogo intercultural sea efectivo, y se asiente realmente en bases de confianza y cooperacin, permitiendo as el logro de impactos a largo plazo.
2. Reciprocidad Otras de las variables asociadas al surgimiento y fortalecimiento del capital social es la reciprocidad, cuya presencia depende tambin de la existencia de confianza. De acuerdo con Forni, Siles y Barreiro (2004) la reciprocidad y la confianza no son ms que dos caras de una misma moneda, ya que mientras la primera slo puede sostenerse por la confianza en que los favores sern retribuidos, esta retribucin a su vez incrementa los niveles de confianza en un grupo o comunidad. Simultneamente, a medida que los individuos participan en redes sociales ms amplias, esto permite que la confianza se extienda ms all de las personas a quienes conocemos y que, asimismo, la reciprocidad encuentre nuevos espacios y nuevas formas de manifestacin. Con el objeto de analizar en profundidad la reciprocidad mapuche y sus manifestaciones, a continuacin describiremos los hallazgos encontrados en los mbitos del bonding, bridging y linking social capital. A partir de este anlisis podremos identificar tambin aquellas dinmicas que generaran su aparicin. 2.1 Bonding social capital 2.1.1 Causas de la reciprocidad Basndonos en el anlisis de la confianza existente entre los mapuches urbanos, es posible identificar tambin una reciprocidad mapuche urbana en la que subyace la idea de ser correspondido a partir de favores realizados. Esta correspondencia no se manifiesta de forma explcita sino que subyace la idea de que, en algn momento futuro se devolver el favor, aunque sin determinar los trminos de dicha devolucin. En ese contexto, existe un intercambio de favores con otros mapuches, generalmente vecinos y/o miembros de la misma organizacin (definida en gran trmino por la cercana fsica territorial), la que les ha permitido sobreponerse a los problemas cotidianos, contribuyendo as a la unidad de los mapuches, y que les ha servido de soporte en situaciones crticas.
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En ese sentido, la reciprocidad tambin descansa en la territorialidad y la cercana fsica, delineando as una alta probabilidad de formar parte de las mismas redes de relaciones sociales, lo que a su vez ayuda a mantener altos niveles de reciprocidad, ya que una buena reputacin resulta a menudo ms fructfero que intentar obtener algn tipo de ventaja personal, ya que el costo del oportunismo a largo plazo, resulta mayor que un posible beneficio momentneo. La reciprocidad se vuelve una dimensin fundamental del capital social en tanto reduce los problemas de la accin colectiva minimizando las posibilidades de oportunismo (Putnam, 1993) confiamos en nuestros hermanos para ayudarlos porque sabemos que todos tenemos necesidades y que hoy estamos ayudando a ste pero maana me estarn ayudando a mse trata de entender que si no nos ayudamos nosotros nadie lo va a hacer porque no les interesa (Luisa) Como base de la reciprocidad pueden sealarse las mismas que generan confianza. Por una parte, la reciprocidad aparece unida a una situacin de carencia material, donde los mapuches prestan bienes o hacen favores tomando en cuenta que los otros mapuches necesitan algn recurso del que ellos disponen y que puede sacarlos de un apuro. Sin embargo, tambin la reciprocidad ha estado asociada a las capacidades intelectuales de algunos mapuches, donde aquellos mejor preparados prestan ayuda a otros mapuches o a las organizaciones cuando stas postulan a algn proyecto, generalmente de la CONADI. En ese sentido, la reciprocidad (como intercambio de favores) est asociada con los conocimientos y habilidades que posee cada uno y la posibilidad de acceder a un bien (en este caso, inmaterial) que el otro no tiene y necesita en un momento preciso. Por otra parte, subyace a la reciprocidad el sentimiento de seguridad de que el favor ser devuelto, aunque no se espera que de la misma manera. Un favor material (prstamo de dinero) puede ser retribuido posteriormente con un favor inmaterial (cuidado de los hijos). Segn ellos, el hecho de tener las mismas necesidades y de compartir una historia en comn, generalmente relacionada con la vida en la comunidad, refuerzan la idea de que siempre existirn hermanos dispuestos a ayudar y a apoyar a quien lo necesite. Otro elemento que se menciona como base de la reciprocidad es la solidaridad que caracteriza al pueblo mapuche, que forma parte de su cultura, y que tambin se ha mantenido vigente en la ciudad. Esta solidaridad no slo se entiende con los mapuches urbanos sino tambin con los de las comunidades, los que muchas veces 321
han debido enfrentar situaciones crticas y que han requerido de su apoyo, tanto simblico como material. La solidaridad se expresa ms all de los favores personales, sino que est contenida en la esperanza de que, en la medida en que los mapuches vayan optando a mejores condiciones de vida, esto tambin ser bueno para el pueblo mapuche en general. yo he sentido solidaridad de parte de los mapuches yo cada mapuche que veo me gustara que viviera bien, que viviera dignoque no le faltara para la comidaque no le faltara para el pasajeque tenga una casa confortableeso es lo que piensome alegro cuando algn mapuche sale adelantees un problema menos (Luisa)
2.1.2 Manifestaciones de la reciprocidad La reciprocidad adquiere en el mbito urbano diferentes manifestaciones. Por una parte, se basa en el prstamo de utensilios o herramientas, y por otra de bienes ms preciados como dinero a quienes lo necesitan, generalmente del entorno cercano (amigos, vecinos mapuches o miembros de una misma organizacin). Esto se manifiesta en la vida cotidiana. yo creo que igual los mapuches somos solidarios, al menos eso est disponible, nos ha quedado de nuestra herencia en las comunidadessiempreno slo ayudamos a otros mapuches con sus casas, a pintar y esoes que no hay platala situacin es muy malaaqu no es como en el campo donde la ayuda es ms directapuedes ayudar con animalespero aqu si no tienes la moneda ests perdido, no puedes ayudar (Javier) Dependiendo de las situaciones, las manifestaciones de reciprocidad tambin varan. En los eventos culturales, generalmente ferias o peas donde se venden productos elaborados por las mismas organizaciones (comidas, artesanas, etc.) y donde stas se instalan con puestos, se acostumbra a recomendar a los clientes que visten el puesto de alguien que les ha hecho un favor o de una organizacin que los ha apoyado en alguna situacin particular. En el mbito personal, la reciprocidad tambin se manifiesta en el apoyo que se presta a los mapuches que vienen de las comunidades, los que llegan a casa de familiares o de amigos mapuches, quienes los acogen y les facilitan la integracin en 322
el medio urbano, principalmente a travs de las organizaciones. La reciprocidad surge as porque existe en el recuerdo la misma situacin vivida por ellos cuando llegaron a Santiago, que debieron enfrentar las mismas dificultades y que cargaban con los mismos sueos y esperanzas. Por lo tanto, la posibilidad de ayudar implica aminorar, en alguna medida, el impacto que ofrece el nuevo entorno. claro que los ayudamos [a los mapuches que llegan de las comunidades] para que les sea ms fcil, aunque siempre ayudamos a las personas de nuestras comunidadesyo creo que los mapuches reciben a otros familiares o a otros hermanos de su comunidadlo importante es no dejarlos solos para que no les sea tan difcil la vida como a nuestros padres o a otros hermanos mapuches que han pasado muchas necesidades (Laura) En el mbito organizacional, la reciprocidad generalmente se da en forma de regalos, principalmente alimentos que se comparten con los otros miembros. Muchos mapuches reciben productos de las comunidades (merkn65, por ejemplo) y lo comparten con otros mapuches sin necesidad de que estos lo soliciten, simplemente porque perciben que tienen un bien, que es preciado por los dems, y que si lo comparten ayudan a generar buenas relaciones. Unido a lo anterior, pudimos verificar que las mujeres constituyen una importante fuente de reciprocidad, ya que muchas veces preparan pan o tortas, las que llevan a las reuniones de las organizaciones y que son compartidas entre los asistentes. Otra forma de reciprocidad es el apoyo intelectual que prestan aquellos mapuches que se encuentran en una situacin de ventaja respecto de los dems miembros de la organizacin. Cuando las organizaciones van a postular a proyectos de la CONADI, algunos de sus miembros (generalmente los que ya tienen experiencia o que tienen ms formacin acadmica) se encargan de disear el proyecto y presentarlo, con lo cual estn favoreciendo a los dems miembros de la organizacin, ya que en la medida en que se lo adjudiquen los dineros se utilizarn en actividades conjuntas. Estas personas sealan que lo hacen sin ningn inters, slo por prestar ayuda a quienes lo necesitan. Fuera del mbito organizacional, tambin se presta ayuda a otras organizaciones indgenas, las que muchas veces solicitan ayuda para juntar dinero por diferentes motivos: ampliacin de su organizacin, realizacin de alguna festividad o rito, ayuda a algn miembro enfermo o con necesidades, entre otras. En ese sentido, la
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devolucin de favores casi siempre est asociada a la realizacin de algn evento en particular. Por lo tanto, existen manifestaciones de reciprocidad entre los mapuches urbanos, donde son las organizaciones los principales instrumentos para la formacin de capital social ya que, en virtud de repetidas interacciones, facilitan las prcticas de reciprocidad, aumentando tambin la confianza entre sus miembros. La proximidad geogrfica ha favorecido en alguna medida esta reciprocidad. Como sealan Anheier y Kendall (2002) los miembros de organizaciones arraigadas en comunidades con proximidad geogrfica, con intereses y/o valores compartidos, conocen los esquemas mentales, las situaciones de vida, aspiraciones y problemas de otros miembros, lo cual favorece la confianza y mantiene la reciprocidad. Sin embargo, esta reciprocidad entre los mapuches debe ser complementada con manifestaciones de reciprocidad en otros mbitos, de manera de aumentar el impacto de estos intercambios y acceder a otros bienes que pueden ser sujetos de esta reciprocidad, lo que a su vez puede fortalecer el capital social mapuche. Finalmente no se han identificado estrategias especficas para el desarrollo de la reciprocidad mapuche urbana, pues se considera que la confianza constituye su sustento, de ah el carcter que reviste ste como recurso inmerso en las relaciones sociales, del que se pueden obtener beneficios individuales (Coleman, 1993). Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Capital social cognitivo Cercana fsica Necesidades materiales Causas para la reciprocidad Conocimientos y habilidades diferenciados Seguridad Solidaridad Intercambio de favores Manifestaciones de la reciprocidad (individual) Prstamo de dinero Recomendaciones Recibimiento de mapuches recin llegados a la ciudad Regalos e intercambios Manifestaciones de la reciprocidad (organizacional) Apoyo intelectual Recomendaciones Ayuda y colaboracin interorganizacional
Figura 33. Desarrollo de la subcategora Reciprocidad (Bonding social capital) Fuente: Elaboracin propia
2.2 Bridging social capital Para que la reciprocidad pueda actuar de manera efectiva como catalizador del capital social en trminos integrales, ser necesario verificar su existencia en las relaciones de los mapuches con la sociedad chilena o con otros colectivos, pues de esta manera pueden acceder a una red ms amplia para el intercambio de favores, accediendo as a espacios de poder que difcilmente pueden encontrar limitndose al bonding social capital. 325
En ese sentido, la falta de confianza existente tambin se manifiesta en la debilidad de los actos de reciprocidad. Los mapuches sealan que no tienen inconveniente en ayudar a un chileno que lo necesite, porque los mapuches son solidarios por naturaleza, est en su cultura. Sin embargo, sealan que esta reciprocidad est limitada al mbito de la comuna y que generalmente se expresa en la ayuda frente a alguna enfermedad de algn vecino o al prstamo de utensilios o herramientas. No existe una causa claramente identificada para esta reciprocidad, sino que depender de las necesidades del contexto. Los mapuches sealan que esta falta de reciprocidad se basa, por una parte, en la desigualdad que muchas veces existe entre ambos grupos, ya que los chilenos tienen mayores posibilidades de obtener ayuda pues sus redes de relaciones son ms amplias, lo que les permite solucionar sus problemas a partir de favores que pueden hacerle otros chilenos de mejor condicin social. no es que exista una determinacin de no ayudar, nosotros siempre estamos dispuestos a colaborar, lo que sucede es que nosotros tenemos muchas necesidades y no siempre existen chilenos dispuestos a ayudarnos, porque es ms lo que nosotros necesitamos que lo que ellos necesitanes solamente por esono es intencional (Miguel) Por otra parte, si bien existen chilenos con carencias y que padecen la pobreza, los mapuches sealan que no puede asimilarse esta situacin a la que viven los pueblos indgenas, pues en este caso se trata, muchas veces, de situaciones que han derivado de la hegemona de la cultura wingka y de polticas que han privilegiado a esta cultura en desmedro de las culturas consideradas autctonas. Esta situacin determina que, en trminos de reciprocidad, los chilenos privilegien ampliar sus redes hacia otros chilenos y no hacia los mapuches, pues con ello estaran perpetuando su condicin, ya que difcilmente sern los indgenas quienes posean redes de apoyo ms amplias. Respecto de otros colectivos indgenas, los mapuches sealan que existen relaciones de reciprocidad para situaciones especficas, generalmente relacionadas con la realizacin de algn evento cultural o de alguna manifestacin, donde las organizaciones mapuches apoyan con publicidad o adhirindose a las actividades. En otro mbito, algunos chilenos se han sumado de manera individual a las actividades que desarrollan las organizaciones indgenas. Entre las manifestaciones 326
de reciprocidad podemos citar la participacin de algunos chilenos en talleres o cursos de arte mapuche en las organizaciones. Estas relaciones no permiten una mayor amplitud de redes, pues tambin se trata de chilenos que viven en las mismas comunas y, que muchas veces, tienen similares condiciones socioeconmicas. A partir de lo anterior podemos sealar que el tipo de reciprocidad que encontramos entre los mapuches urbanos y la sociedad chilena, descansa bsicamente en relaciones espordicas y en intercambio de favores limitados, en redes definidas territorialmente y donde la cercana es quien define, tambin el contenido de estos intercambios. En ese sentido, la reciprocidad responde a redes limitadas, las que resultan claramente insuficientes en trminos de un desarrollo sostenido del capital social. Por otra parte, la reciprocidad se encuentra con algunas limitantes, que dan cuenta de las diferencias en trminos de bienes (materiales e inmateriales) que tanto uno como otro colectivo poseen. Por lo tanto, la reciprocidad depender del desarrollo de polticas adecuadas que no solo se orienten a mejorar las condiciones de vida de los mapuches sino que tambin tiendan a una sociedad ms equitativa y equilibrada. Asimismo, queremos sealar que algunas iniciativas en el mbito intercultural parecen orientadas hacia esa direccin. Por ejemplo, los consultorios interculturales no slo son visitados por mapuches sino tambin por chilenos, lo que se convierte en una instancia de aprendizaje pero tambin de intercambios, que puede llevar a encontrar nuevas formad para el desarrollo de la reciprocidad. En trminos generales, podemos decir que la informacin recogida muestra una clara debilidad en la reciprocidad a nivel del bridging social capital, lo que se convierte en una limitacin para el capital social mapuche, pues son los vnculos que dan acceso a personas e instituciones distantes, en este caso, chilenos u otros colectivos. Su importancia en el contexto indgena urbano es que da acceso a otras formas de recursos, econmicos y polticos, que son escasas al interior de la comunidad indgena, y que tienen influencia en sus posibilidades de desarrollo. Por otra parte, creemos tambin que la existencia de reciprocidad en trminos de redes ms amplias para los mapuches, puede servir de base para avanzar hacia una sociedad realmente intercultural, donde sta sea constituida y reconstruida por individuos y comunidades culturalmente diferentes, pero que se reconocen y son reconocidos como co-responsables de un proyecto de sociedad comn, cuyo marco 327
de referencia es un concepto de ciudadana ampliado y adaptado a la nueva realidad multicultural. Vista de este modo, creemos tambin que la posibilidad de mejorar la calidad de vida de los mapuches, sin perder de vista su propia idiosincrasia, permitir el desarrollo de una reciprocidad basada en intercambios culturales que, a su vez, enriquecer otros mbitos, formulando nuevos puntos de vista y soluciones a problemas comunes, pero desde una mirada culturalmente distinta, lo que significa la apertura a una diversidad ms amplia, donde se reconozcan derechos de participacin conjunta, de gestin compartida, reconociendo el valor de cada aportacin y respetando el derecho y la responsabilidad de todos en participar en igualdad de condiciones en las decisiones que se toman sobre el sentido del desarrollo y la consecucin de una vida digna. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Reciprocidad (Bridging social capital) Relaciones desiguales Causa reciprocidad dbil Diferentes intereses Valoracin de bienes y recursos Manifestaciones de la reciprocidad (individual) Intercambio de favores Prstamos personales
Figura 34. Desarrollo de la subcategora Reciprocidad (Bridging social capital) Fuente: Elaboracin propia
2.3 Linking social capital La reciprocidad que se manifiesta en la relacin entre los mapuches urbanos y el Estado (expresado a travs de sus instituciones) tambin ha estado influenciada por las relaciones de confianza existentes y por las interacciones histricas entre ambos actores, los que se mantienen vigentes en la memoria colectiva de los mapuches urbanos. 328
En primer lugar, no existen en la memoria colectiva recuerdos de colaboraciones exitosas entre el Estado y los pueblos indgenas, por lo que la reciprocidad tambin se ha visto dificultada ya que las relaciones ms bien han estado basadas en un sentimiento de amenaza, en la defensa de intereses que, para los mapuches, muchas veces son irreconciliables, pues no ha existido voluntad poltica de introducir cambios de fondo orientados a ampliar los espacios de participacin poltica de los mapuches urbanos. Dentro de las exigencias ha estado el derecho a preservar y desarrollar su propia cultura, lengua y tradiciones. En ese sentido, la supervivencia cultural implica acciones de proteccin contra la discriminacin, la asimilacin cultural y las polticas pblicas uniculturales. La falta de voluntad del Estado por reconocer la existencia en Chile de diferentes culturas y de identificar estrategias que permitan la convivencia entre estos pueblos es un ejemplo de que no es posible la reciprocidad a largo plazo, sino que sta ms bien se centra en acciones concretas, de corte paternalista, lo que se transforma en un obstculo para la generacin de reciprocidad. En ese sentido, no ha existido en el mbito mapuche la posibilidad de tomar decisiones de forma conjunta, consensuada entre Estado y sus instituciones y los mapuches, con lo cual tampoco ha existido un intercambio de informacin que facilitara las acciones de reciprocidad. Como sealan algunos autores, la toma de decisiones y el compartir informacin facilita una igual distribucin de activos y una imposicin efectiva de acuerdos compartidos aunque los participantes incluyan actores tan diversos como el gobierno y/o asociaciones locales y voluntarias. Consideramos que si se lograra compartir informacin y se promoviera la coordinacin en el manejo de los bienes pblicos asociados a los mapuches urbanos existiran mejores posibilidades de compartir los beneficios y de fortalecer la confianza entre Estado y mapuches, dando paso as al desarrollo de la reciprocidad. yo creo que tenemos que buscar espacios, meternos para sacar provechosiempre hemos vivido de lo que nos da el Estado, pero ya es tiempo de que seamos capaces de hacer cosas por nosotros mismospero para eso tenemos que buscar los espaciostenemos que trabajar sin buscar el inters propiomuchas de las cosas en las que yo colaboro no te dan plata para nada, ni para la microhay que hacer las cosas por los dems, tener una visin de largo plazosi se hace algo es para que los hijos, los
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nietos vivan mejoraunque no sepan hablar pero que se sientan orgullosos de decir que son mapuches (Pablo) De acuerdo con lo anterior, las posibilidades que ha ofrecido el Estado para aumentar la confianza y promover relaciones recprocas han fallado por una sencilla razn: la falta de pertinencia cultural en las definiciones polticas y estructurales de los organismos creados para el mundo indgena. La CONADI, por ejemplo, no ha logrado legitimarse frente a los mapuches urbanos, pues para ellos se trata de un rgano que responde a la lgica del gobierno y que, por lo tanto, no ha sido creada para responder a sus necesidades de forma real y efectiva. En ese sentido, creemos tambin que se debiera aclarar la funcin que debe cumplir este organismo, ya que no existe una definicin concreta para los mapuches, los que entienden que se debiera de convertir en un actor que defienda sus intereses, lo que ha llevado a la generacin de equvocos. Si bien la misin expresa de la CONADI es Promover, coordinar y ejecutar la accin del Estado a favor del desarrollo integral de las personas y comunidades indgenas (donde se seala claramente que es un organismo del Estado), las expectativas que se crearon en torno a su nacimiento puede haber llevado a sobrevalorar las reales capacidades que tendra este organismo. Esta visin alimenta, por lo tanto, la desconfianza y no permite la generacin de reciprocidad. Por una parte, la CONADI ha diseado una serie de instrumentos para financiar proyectos para las organizaciones mapuches urbanas o para las personas que generalmente tienden a dividir, pues los recursos son escasos y son vistos como una de las pocas posibilidades con las que cuentan los mapuches para generar recursos. De acuerdo con ellos mismos, la pasividad que tienen los mapuches es el resultado de un crculo vicioso, donde se han acostumbrado a recibir lo que el Estado les entregue, sin cuestionarse los efectos de estas prcticas. tenemos que ser muy cuidadosos y estar atentos a lo que se nos ofreceahora estn por salir los proyectos de la CONADI y van a empezar las peleas, porque todos queremos ganar y a veces uno se da cuenta de que siempre ganan los mismos, por lo que no hay confianza realadems que nos hemos acostumbrado a recibir migajas y nos contentamos con esoyo siento que los mapuches tenemos que despertar, somos un pueblo que est 330
durmiendo y que si no somos capaces de reaccionar, nos van a pasar por encima (Sergio) La reciprocidad se ve limitada, por otra parte, por la percepcin que tienen los mapuches del Estado como entidad representante de los intereses de los chilenos y de las elites econmicas del pas, donde los mapuches no estn considerados como parte de las estrategias de desarrollo. Ms que hablar de reciprocidad, los mapuches hablan de una deuda histrica (entendida como un deber de reparacin), de la que tienen que hacerse cargo el Estado si realmente est interesado en plantear una relacin de colaboracin y confianza en el largo plazo. Existe una deuda histricael Estado tiene una deuda histricaesa deuda debe pagarseaunque en Santiago las cosas cambian porque aqu no necesitamos tierras, necesitamos educacinbecas para los nios, creo que eso sera una recompensaquizs algunos proyectos de pequeas empresasLa cultura tambinen que seamos reconocidos, especialmente nuestro idiomael mapuche es un idioma originario y no hay reconocimiento anMientras no exista reconocimiento constitucional creo que ellos muy poco pueden hacer por nosotrosla lucha est en que los poderes del Estado, el poder poltico, los senadores, ellos los que son los que votan las leyesnecesitamos que ellos nos apoyen porque nosotros no vamos a contribuir a nada malo, al contrario, creo que vamos a contribuir a un bienestara ensear valores a los jvenesa los niosde esta forma el futuro va a ser un futuro mejor (Laura) Finalmente, los mapuches urbanos sienten que los partidos polticos y las promesas electorales incumplidas tambin constituyen una limitante para la generacin de reciprocidad, pues el clientelismo se ha convertido en una moneda de cambio que poco tiene que ver con el fortalecimiento de su capital social, sino que ms bien los han dividido y, muchas veces, promovido la desconfianza entre ellos mismos. Por otra parte, tampoco los mapuches tienen el poder de influir en las decisiones polticas que les ataen. De acuerdo con lo anterior, el lobby y el clientelismo tambin se han convertido en parte del problema de la perpetuacin de la pobreza mapuche y la desigualdad, donde los mapuches no tienen acceso a espacios de poder o de influenciar, de forma efectiva, la toma de decisiones en trminos polticos. Aqu resurge la necesidad de generar polticas no slo tendientes a mejorar las condiciones 331
socioeconmicas de los mapuches, sino que se orienten a la bsqueda de una mayor equidad que tiene como contraparte poltica la mayor igualdad jurdica y ciudadana. Como seala Valenzuela cuanto ms se universaliza un orden institucional en que todos tienen los mismos derechos a ser representados polticamente, y los mismos deberes ante la Ley, y cuanto mejor se distribuye el poder de decisin y deliberacin en espacios consagrados para ello, ms se puede favorecer un proceso distributivo en el plano de las oportunidades de desarrollo y bienestar (Valenzuela, 2003). Por lo tanto, cabr definir estrategias de empoderamiento culturalmente adecuadas a las necesidades de los mapuches, promoviendo igualmente la creacin de espacios que permitan un trato ms igualitario y una toma de decisiones consensuada. Lo anterior se relaciona, asimismo, con la necesidad de cuidar aspectos de diseo e implementacin de polticas que puedan afectar negativamente el capital social mapuche en trminos de reciprocidad con el Estado. Finalmente, creemos que los datos recogidos en trminos de linking social capital nos muestran la debilidad existente en la reciprocidad entre los mapuches y el Estado, representado por sus instituciones. La desconfianza se convierte en una importante limitante para la generacin de reciprocidad, lo que influye negativamente en las posibilidades de relaciones extendidas. La reciprocidad permite estabilizar expectativas ya que mediante sta se adquiere un cierto nivel de obligatoriedad, basada en la confianza de que en el futuro se devolver el favor. Si esta relacin es inexistente entre ambos actores las posibilidades de generar relaciones estables en el largo plazo sern muy difciles de construir al no existir expectativas compartidas. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Capital social cognitivo Falta de recuerdos de reciprocidad anterior Sentimiento de amenaza Debilidades para la reciprocidad (de parte de los mapuches) Deuda histrica del Estado Acceso a esferas de poder Falta de voluntad poltica Paternalismo que fomenta la pasividad Debilidades para la reciprocidad (de parte del Estado) Falta de espacios polticos No se comparte informacin Polticas e instrumentos pblicos poco pertinentes Lobby y clientelismo
Figura 35. Desarrollo de la subcategora Reciprocidad (Linking social capital) Fuente: Elaboracin propia
En este segundo subapartado hemos podido identificar y caracterizar otra de las variables que forman parte del capital social cognitivo mapuche: la reciprocidad. Al igual que sucede con la variable confianza (con la cual existe una fuerte interrelacin y mutua influencia) la existencia de reciprocidad y sus manifestaciones variarn de acuerdo a la dimensin que se utilice como base del anlisis. En ese sentido, los hallazgos derivados del desarrollo anterior nos permiten extraer las siguientes conclusiones. a) En primer lugar, en trminos de bonding social capital, podemos sealar que existen fuertes lazos de reciprocidad que se mantienen entre los mapuches, principalmente entre aquellos que participan de las organizaciones, y que est determinada tambin por la cercana fsica y el sentimiento de identidad 333
compartida. Es as como la reciprocidad se privilegia entre mapuches, principalmente porque existe una igualdad en los trminos del intercambio, situacin que no siempre es posible de repetir con otras personas. En ese sentido, al igual que sucede con la confianza, la reciprocidad requiere ser ampliada hacia otros mapuches que no se encuentran organizados formalmente en instancias que permitan un mayor intercambio de favores. Cabe sealar que el ambiente organizacional se ha convertido en un terreno propicio para la reciprocidad, tanto entre sus miembros como con otras organizaciones mapuches, especialmente cuando se trata de la celebracin de ritos o ceremonias, donde nuevamente aparecen los elementos precursores como recursos efectivos para el capital social. Por ltimo, creemos que existen bases slidas para el mantenimiento de la reciprocidad en trminos de bonding social capital, pero que se requiere de estrategias que permitan mejorar las condiciones de los mapuches, tanto en trminos materiales (trabajo, vivienda, etc.) como inmateriales (principalmente conocimientos y acceso a ecuacin formal), pues de esta forma ser posible diversificar los bienes que son objeto de los intercambios, dotando de nuevos contenidos a las relaciones recprocas, lo que tendr un efecto importante en las posibilidades de ampliar las redes no slo hacia otros mapuches, sino hacia la sociedad chilena. Con ello se producir una relacin sinrgica con la confianza, donde ambas variables son alimentadas y fortalecidas. b) En segundo lugar, en trminos de bridging social capital, podemos observar que aparecen debilidades asociadas al contenido de los bienes que son intercambiados, los que no cuentan con la misma valoracin por parte de los mapuches y por parte de la sociedad chilena. En ese sentido, existen conocimientos ancestrales que constituyen una de las principales riquezas de este pueblo, pero que recin durante el ltimo tiempo constituyen un bien valorado por algunos sectores de la sociedad chilena, principalmente aquellos que sensibilizan con la situacin de los pueblos indgenas. Este nuevo escenario puede venir a fortalecer y ampliar la existencia de lazos de reciprocidad entre ambas culturas, lo que necesariamente requerir del apoyo de otras acciones concretas, que permitan diversificar los bienes que se intercambien entre ellos y darles una nueva valoracin. Esto implica cambiar la balanza en trminos de poder, pues hasta el momento la supremaca de una de 334
las
culturas
haba
dibujado
relaciones
desiguales
que
no
motivaban,
principalmente a los chilenos, a generar relaciones de intercambio. Las posibilidades que ofrecen los consultorios de salud como instancias de aprendizaje, la revaloracin de lo natural por parte de algunos sectores de la sociedad, la sensibilizacin respecto de la medicina mapuche y su alcance, pueden ser oportunidades reales para crear relaciones recprocas. Sin embargo, la confianza necesariamente debe ser considerada como un elemento central a fortalecer, pues de lo contrario las relaciones recprocas pueden ser concebidas slo en trminos instrumentales y no como base para la instalacin de una sociedad basada en los principios de la interculturalidad. c) En ltimo lugar, en trminos de linking social capital, tambin existen debilidades a partir de la desconfianza que existe en el Estado y en sus organismos, especialmente aquellos concebidos para tratar la temtica indgena en las zonas urbanas. Nuevamente las relaciones histricas han definido relaciones recprocas casi inexistentes, que se han visto determinadas por polticas integracionistas y paternalistas. La necesidad de construir espacios de intercambio, especialmente en el mbito poltico, aparece mencionado como uno de los factores que influye en la existencia de reciprocidad, donde el clientelismo y la poltica partidista han instalado la desconfianza, especialmente por promesas incumplidas. En ese sentido, se requiere de actores polticos indgenas que dispongan de bienes valorados por otros actores polticos, que permitan igualar las condiciones de los intercambios y equilibrar as los juegos de poder. En ese sentido, la reciprocidad juega un papel clave pero que requiere de iniciativas que promuevan la confianza entre los actores en diferentes mbitos. Como seala Milka Castro (2005), esta confianza difcilmente ser construida si las polticas de los gobiernos no dejan de tener un ya conocido carcter integracionista, desarrollista, culturalista, que definitivamente no admiten un proyecto autonmico para los mapuches (Castro, 2005). Por lo tanto, la reciprocidad podr ser construida en trminos polticos cuando exista verdadera participacin poltica, cuando se compartan espacios de decisin y cuando se tengan cuotas de poder similares, que permitan intercambios justos y no promuevan el clientelismo. De esta forma tambin se 335
3. Cooperacin La ltima variable que hemos identificado en el mbito del capital social cognitivo es la cooperacin, donde se enfatiza la importancia de la unin de las personas en torno a un objetivo comn, como actores capaces de generar cambios de forma conjunta, lo que tiene fuertes implicancias para el capital social como motor para el desarrollo y fortalecimiento de estas capacidades. Al igual que en los puntos anteriores, estudiaremos el capital social mapuche urbano en trminos de cooperacin en tres mbitos: bonding, bridging y linking social capital. 3.1 Bonding social capital 3.1.1 Causas de la cooperacin De acuerdo con algunos autores, la etnicidad se convierte en un recurso para el capital social que incluye intercambio de informacin, expectativas, obligaciones y normas sociales, lo que a su vez fomenta la creacin de solidaridad de manera de proteger a sus hijos o a quienes forman parte de sus familias de la posible discriminacin que pueden sufrir en las ciudades. Por otra parte, Portes (1995) seala que esta solidaridad representa una estrategia que provee del apoyo moral necesario para la supervivencia de la cultura. Es as como, a partir de las entrevistas y las observaciones, pudimos rescatar la solidaridad como una base fundamental para la generacin de capital social mapuche urbano expresado en cooperacin. Esta solidaridad tiene dos fuentes principales: por una parte, est la solidaridad que se mantiene vigente en la memoria colectiva y que ha caracterizado muchas tradiciones de los mapuches en las comunidades rurales66, y, por otra parte, est la solidaridad recreada en las zonas
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Por ejemplo, en las comunidades, la solidaridad se expresa en el mingako, que es una actividad de trabajo cooperativo y solidario que se organiza para ciertas ocasiones como para sembrar, cosechar, limpiar terreno, construir ruka y otros proyectos. Este recuerdo permanece vigente en la memoria colectiva
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urbanas como forma de proteccin contra las amenazas del entorno a partir de la coexistencia con una cultura mayoritaria dominante. Sin embargo, para los mapuches no resulta fcil mantener la solidaridad pues sienten que en la ciudad se tiende a asimilar una forma de vida muy parecida a la del wingka porque no existen ms opciones, porque se sienten bombardeados por la cultura occidental la que muchas veces, lleva a los mapuches a perder su identidad. Es por ello que consideran necesario mantener las prcticas ancestrales vigentes, pues es la nica forma de asegurar la supervivencia cultural a largo plazo. Tenemos que mantener esa solidaridad que tenemos culturalmente, a veces a la gente se les olvidapor su situacin particular o lo que seapero tenemos que intentar mantener viva la solidaridad, que debe ser parte de nuestros principiosporque estamos en desmedro y lo menos que podemos hacer es ser solidarios en la medida de nuestras posibilidades (Rosa) Junto con la solidaridad, surgen otras causas que promueven la cooperacin, donde podemos encontrar la cultura, la que se ha convertido en el principal motor para la creacin de organizaciones mapuches urbanas. Por una parte, la necesidad de compartir y difundir la cultura y, por otra, la mantenimiento de los ritos y festividades ha llevado a los mapuches a trabajar en conjunto y a convocar a otros mapuches que si bien no forman parte activa de las organizaciones, sienten la necesidad de participar y revivir sus tradiciones. Es por ello que en las organizaciones participan miembros estables y otros que generalmente se acercan cuando se trata de revivir algn rito o festividad mapuche. Asimismo, la confianza y la reciprocidad se convierten en la base para las acciones cooperativas, lo que ha llevado a los mapuches urbanos a establecer redes de colaboracin ms permanentes, especialmente a partir de la promulgacin de la ley 19.253. Es as como antes de dicha ley los mapuches ya buscaban espacios para compartir y vivir su cultura aunque de manera informal. Estas primeras experiencias conjuntas y los logros alcanzados los llevaron a ampliar sus redes hacia otros mapuches, incluso de comunas distantes, los que se acercaban a participar en actividades concretas. Son estas experiencias las que han alimentado, en cierta
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medida, la conformacin de organizaciones al amparo de la ley, y bajo las cuales se recrean actividades cooperativas de diferente tipo67. los mapuches siempre hemos sentido la necesidad de unirnos, de trabajar en conjunto, porque es la nica manera en la que podemos lograr mantenernos vivos, que en la ciudad es muy difcil porque siempre estamos amenazados por la cultura wingkaesta necesidad viene de antes de la ley indgena, de antes de la CONADIsentamos la necesidad de trabajar, de difundir nuestra cultura, pero no sabamos como hacerlo, en esa poca no existan organizaciones ni nada, as que nos juntbamos con otros mapuches, a veces en la Quinta Normal, a conversar de nuestros problemas, y ah se nos ocurran ideas, como por ejemplo celebrar el we tripantu (Gregorio) En el mbito organizacional, por tanto, la cooperacin ha sido motivada por la definicin de objetivos que excedan las capacidades individuales, lo que haca necesaria la unin y la definicin de actividades mancomunadas que los llevaran al cumplimiento de objetivos conjuntos. Estos objetivos aparecen asociados a las actividades propias de las organizaciones, como la cultura, la difusin del arte mapuche, y otras que han sido mencionadas como los grandes avances logrados a partir de la cooperacin como son la salud intercultural o la incorporacin de la educacin intercultural bilinge en algunos colegios. Incluso, algunos mapuches sealan que el cumplimiento cabal de estos objetivos tambin se convierte en un aliciente para el trabajo cooperativo. Asimismo, el sentimiento de amenaza externa ha llevado a los mapuches a unirse para enfrentarse a las polticas pblicas que, consideran, atentan contra la vigencia de su cultura. En ese sentido, los mapuches urbanos sienten que la nica forma de seguir vigentes es unindose, colaborando en el desarrollo de actividades conjuntas, con lo que la motivacin para la cooperacin surge como un mecanismo de defensa, como una reaccin producto de su negacin a desaparecer. En ese mismo sentido, los mapuches sealan que una de las grandes debilidades para el establecimiento de la cooperacin a largo plazo es la definicin de una visin que los aglutine como pueblo, ya que existen muchas visiones y muchas formas de llegar a ellas, las que a su vez se basan en diferentes estrategias. Los lderes
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En el apartado de capital social estructural se muestra una tabla que muestra el nmero de organizaciones indgenas existentes en Santiago.
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mapuches sealan que ser necesario llegar a un consenso global, que permita identificar un futuro deseado y unir esfuerzos para encaminarse hacia l. Esto no resulta fcil pues las organizaciones funcionan muchas veces de forma autnoma, y no existen instancias de discusin ms integrales, que convoque a los lderes de diferentes asociaciones y discutir as sobre estos temas. Es por ello que intentan transformar las derrotas en alicientes para continuar trabajando en conjunto. Los lderes enfatizan en sus discursos la necesidad de emprender trabajos colaborativos apelando a la identidad que los une y a los valores solidarios que les dejaron los ancestros, en un intento por mantenerlos vivos an en entornos tan complejos como las ciudades. En ese sentido, los fracasos deben ser convertidos en causa para la cooperacin, como un desafo de pueblo, lo que implicar, necesariamente, aunar esfuerzos y consensuar posiciones. Quizs estas metas no se logren en el corto plazo, pero no habr que perder de vista el fin ltimo que los aglutina. las cosas no vienen en seguidayo digo a la gente con la que trabajo que a lo mejor nosotros no vamos a ver nada por lo que estamos peleandoni siquiera mis hijos, quizs mis bisnietos van a poder ver lo que se logrenuestra historia est marcada por los logros no alcanzadosse pueden hacer cosas pero con vista al futuroquizs igual podamos acortar caminos (Mara) En otro sentido, un elemento externo, que puede ser mencionado como causa de la cooperacin, lo constituye la Ley 19.253, la que seala los mecanismos jurdicos y legales para la constitucin de las organizaciones y los fines que stas deben perseguir, convirtindose as en el referente asociativo de los mapuches urbanos. Si bien existen discrepancias respecto de la pertinencia de este tipo de asociaciones para la cultura mapuche (que abordaremos ms adelante cuando revisemos las redes mapuches), son estas organizaciones las que los convocan a participar y a partir de las cuales se definen las estrategias de colaboracin y cooperacin. El carcter voluntario que sustenta la creacin de estas organizaciones (an cuando no se formalizan) permite verificar la existencia de una cooperacin no forzada. Sin embargo, habr que considerar la posibilidad de que la ley se convierta en una restriccin para la cooperacin al constreir el tipo de actividades que las organizaciones pueden desarrollar, las que se circunscriben principalmente a la educacin y la cultura, actividades profesionales comunes a sus miembros, 339
actividades econmicas que beneficien a sus integrantes, entre otras. Los mapuches consideran que no se han incluido temticas como ciudadana poltica o la formacin poltica, que son consideradas importantes para lograr sus objetivos de largo plazo, y que an constituyen demandas sin resolver. 3.1.2 Manifestaciones de la cooperacin La cooperacin entre los mapuches urbanos adquiere diferentes formas. Por una parte, la constitucin de las organizaciones es una de las principales manifestaciones de la cooperacin mapuche y de los intereses que los aglutinan. Si bien la constitucin de las mismas est fijada por ley, ya exista un inters manifiesto de los mapuches por encontrar un espacio para la difusin y la recreacin de su cultura, como hemos revisado anteriormente. Relacionado con este mbito, los principales intereses explcitos de los mapuches para la cooperacin son el mantenimiento de la cultura, unido a los mbitos de educacin y salud. Por una parte, se realizan talleres de artesana, mapundungn y gastronoma mapuche, que involucran un trabajo de preparacin y coordinacin, y donde se dividen y asignan tareas para la difusin y la realizacin de estos cursos. En ese sentido, los mapuches tambin cooperan para la realizacin de sus festividades y ritos, donde generalmente se movilizan recursos ms all de los lmites organizacionales, en el sentido de que se requiere de la cooperacin de otras organizaciones o instancias indgenas, las que se comprometen con diferentes bienes o recursos para asegurar as el xito de la iniciativa. Por otra parte, la cooperacin dentro de las organizaciones se relaciona con la obtencin de ingresos y recursos para el funcionamiento de las mismas. En ese sentido, los talleres tienen asignado un arancel que se destina al mantenimiento de la sede o a la compra de insumos. Asimismo, algunas organizaciones han establecido redes de cooperacin con las comunidades rurales de origen, para comercializar sus productos y ayudar as a la mejora de las condiciones de ambos, incluyendo de esta manera elementos de reciprocidad. Esta cooperacin se materializa a travs de acuerdos de comercializacin, generalmente basados en la palabra empeada ms que en la firma de acuerdos explcitos en papel. En ese sentido, cabe sealar que no existen organizaciones del tipo cooperativas en Santiago, sino que estas relaciones con las comunidades se dan principalmente por una solidaridad y cooperacin basada en la pertenencia ancestral, donde muchas organizaciones urbanas han sido formadas a partir de la pertenencia a comunidades 340
rurales similares. Por lo tanto, no podemos hablar de organizaciones formalmente establecidas para el intercambio y comercializacin de productos. En la siguiente tabla, se muestran las organizaciones visitadas y las relaciones establecidas con sus comunidades de origen. De acuerdo con lo sealado por los entrevistados, estos intercambios permiten generar lazos de cooperacin directos, disminuyendo la aparicin de intermediarios, los cules muchas veces se quedan con los mayores mrgenes de ganancias definiendo relaciones de intercambio injustas:
Tabla 15. Comercializacin con comunidades Organizacin 1 2 3 4 5 Comercializacin de productos de las comunidades Si Si No Si Si Tipo de producto Artesana, vestimenta, platera Artesana, alimentos ---Artesana, vestimenta, platera Artesana, alimentos, platera, instrumentos musicales Nmero de intercambios al ao 5 10 --7 12
Otras manifestaciones de la cooperacin surgen tambin por necesidades puntuales, las que generalmente estn asociadas a las condiciones socioeconmicas de los mapuches urbanos. En ese sentido encontramos la cooperacin a travs de la ayuda material, donde se organizan y mancomunan esfuerzos para pintar la casa de algn vecino, o para juntar dinero si algn miembro est cesante o se encuentra enfermo, o para ayudar a algn mapuche que viaje a su comunidad si las circunstancias lo ameritan. Junto con esta cooperacin tambin podemos identificar la cooperacin simblica basada en las creencias y ritos, como cuando se organizan para traer a la machi para algn evento. En la memoria colectiva tambin se resean actitudes de cooperacin para una situacin determinada, donde han visto amenazados los derechos de los mapuches por causas de intervencin estatal. Con ello intentan resear la importancia que reviste un trabajo conjunto para enfrentar situaciones de desigualdad o vulnerabilidad, donde los esfuerzos individuales no habran alcanzado ningn resultado. recuerdo aos atrs un caso que sali en televisin donde dos nias mapuches eran acusadas por defenderse de un agresor y fueron a la 341
crcelnosotros nos reunimos, las fuimos a ver a la crcel, fuimos a la CONADI a apoyarlas, y sin conocerlasnosotros sentamos que como mapuches tenamos que ayudarlascuando salieron libres nos sentamos contentos, de que habamos logrado algo (Rosa) Finalmente, como tambin hacamos mencin, los logros alcanzados respecto de la inclusin de la medicina tradicional mapuche en los consultorios de salud y de que se est promoviendo la educacin intercultural bilinge en los colegios de Santiago los han llevado a unirse para plantear al Estado las mejoras necesarias y los cambios que an quedan por introducir, cooperacin que se manifiesta generalmente a partir de la convocatoria organizativa. Para ello los lderes que son convocados para participar en alguna instancia de dilogo con el gobierno informan a sus bases, adquieren retroalimentacin de las mismas y plantean estas posiciones consensuadas al gobierno, promoviendo as no slo la cooperacin sino tambin la reflexin y el debate crtico al interior de las organizaciones. 3.1.3 Estrategias para la cooperacin Para los mapuches urbanos, el contexto ha determinado en gran medida las posibilidades de cooperacin y de trabajos conjuntos, no slo a travs de la ley 19.253, sino tambin a travs de las polticas pblicas, las que muchas veces han tendido a minar la cooperacin ms que a incentivarla. Esta es una de las principales razones que se mencionan para que muchos mapuches an no se hayan integrado a las organizaciones de manera estable, pues las polticas han tendido a dividir a los mapuches o han influenciado negativamente la afirmacin de identidad de muchos de ellos. Es por ello que se requiere, por una parte, invitar a los mapuches a participar de las organizaciones de manera activa, pues con ello no solamente encontrarn un espacio para compartir y reforzar su identidad sino que tambin podrn atender muchas de las necesidades existentes en las ciudades, sean estas de carcter material o simblicas, a travs de un esfuerzo conjunto, donde todos los miembros se comprometen a colaborar y apoyar a los dems para solucionar sus problemas. Con ello esperan ampliar las redes de relaciones y aumentar el nmero de miembros.
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En ese sentido, los dirigentes mapuches consideran necesario hacer un trabajo de concienciacin respecto de la importancia de la cultura y de los derechos de los pueblos indgenas. Esta concienciacin tiene su origen en las organizaciones para luego expandirse al resto de la comunidad mapuche a travs del mensaje de sus miembros, de manera de invitar e involucrar a otros mapuches, hacindoles saber que el trabajo individual no permitir solucionar problemas de carcter global. En el mbito organizacional, una forma de comprometer e involucrar a sus miembros es mediante la asignacin de tareas y responsabilidades especficas, donde el resultado a alcanzar depender del cumplimiento de esas pequeas responsabilidades. La idea es que los mapuches aprendan a trabajar en equipo, entiendan cul es el papel que juegan en el logro de los objetivos y discutan respecto de los mejores mecanismos para alcanzarlos. Esta estrategia responde a que muchos mapuches no tienen integrada la conciencia de participacin activa, porque han sido las mismas polticas las que han tendido a generar pasividad ms que compromiso, por lo que ser necesario despertar y revitalizar esa proactividad que exista antes en los mapuches. Para ello los lderes utilizan la persuasin mediante un discurso que reivindica los derechos mapuches y el derecho a que sean subsanadas las injusticias que se han cometido con ellos, que est presente tanto en las reuniones de las organizaciones como en actividades masivas en el mbito indgena. En ese discurso se destaca que la posibilidad de alcanzar una igualdad y de que sus derechos sean reconocidos dependen fundamentalmente de los propios mapuches, por lo que se necesita tener una actitud proactiva frente al tema. Adems de los elementos presentes en el discurso de los lderes, la asignacin de tareas y de responsabilidades tambin estn orientadas a crear conciencia de que si nosotros no lo hacemos, nadie lo va a hacer. Por otra parte, la cooperacin aparece asociada a la sobrevicencia cultural, pues la posibilidad de mantenerse vigentes depender de la posibilidad de desarrollar actividades conjuntas. Estas amenazas son percibidas desde dos fuentes: una de ellas dice relacin con la influencia de la cultura wingka en las ciudades, donde se privilegian valores como el individualismo y la competitividad, los que han sido apropiados por algunos mapuches afectando las posibilidades de cooperacin y trabajo conjunto. Por otra parte, se seala la accin del Estado, quien tampoco fomenta la unin de los mapuches, manifestada principalmente en la prohibicin de
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crear estructuras macro-organizacionales que integren a varias organizaciones. Con ello se tiende a la divisin y al debilitamiento de las redes sociales mapuches. antes los mapuches nos ayudbamos mspero la verdad es que ahora estn muy individualistas los mapuchesme parece que esta sociedad que vivimos nos est cambiando y nos preocupamos ms de nosotros mismos[]yo creo queelsistema occidental nos ha hecho cambiar mucho, somos ms individualistas, ybueno, como le deca, nosotros por ejemplo, ramos ms de escucharnos, ms en colectividad, en asociacin, en terrenos ms libres, donde no haban cercos(Pablo) Finalmente, los mapuches sealan la necesidad de definir ellos mismos las prioridades organizacionales, pues esta ser la nica forma de asegurar un compromiso y una participacin a largo plazo que no slo se agote en temas culturales (necesarios, por cierto), sino que tambin les permita ir avanzando e integrando otras temticas igualmente importantes, como la formacin de capacidades y habilidades polticas, la generacin y promocin de una ciudadana cultural que tome en cuenta sus diferencias y las integre a los instrumentos del Estado, la recreacin de formas cooperativas ancestrales adaptadas a la realidad local, etc., lo que a su vez les permitir definir estrategias reales de empoderamiento. Para los mapuches, si no existe conciencia poltica de pueblo, la cooperacin es de corto plazo, ms bien para mantener la cultura pero no para dinamizarla y convertirla en el catalizador de una propuesta clara como pueblo. es una decisin de pueblo, eso faltapara tomar una determinacin primero hay que estar unidos, concientizadostenemos que estar, tenemos que tener conciencia de pueblomuchos de estos temas pasan por la autodeterminacineso tiene que estar plasmado en un papel y ponerlo en prctica en la vida diariahoy, a pesar de las organizaciones y grupos nos falta la autodeterminacin para estar unidosunos dicen una cosa al gobierno, otros dicen otratenemos que generar espaciospero como mapucheshoy para estar en el gobierno tienes que pertenecer a un partido poltico, pero tenemos que participar como mapuches, y tendramos que ser capaces de plantear como grupoestratgicamente hay mapuches que estn ocupando cargos en alcaldas o como concejales, que no est mal, al contrario, tenemos que tener presenciapero han llegado ah por pertenecer 344
a un partido polticoy no actan como mapucheslas necesidades son grandesen las ciudades no tenemos espacios fsicos para construir rucas, para nuestros cementerios, nuestros lugares deportivos, para nuestras ceremoniaseso tenemos que decidirlo nosotrostenemos que presionarlos mapuches siempre estn esperando migajas (Luisa) De acuerdo a lo anterior, la participacin de los mapuches en sus procesos de desarrollo, requiere ser entendida como un proceso continuo y no una actividad puntual, lo que implica la colaboracin y cooperacin en diferentes instancias, siendo necesario capacitar a la comunidad mapuche tanto para expresar sus puntos de vista como para influir en la toma de decisiones, a partir de su propia identidad cultural. Por lo tanto, ser necesario considerar las bases asociativas y de cooperacin mapuches urbanas para definir estrategias de motivacin e implicacin adecuadas a su capital cultural, definiendo estructuras igualmente pertinentes. Para ello habr que considerar las prioridades de los mapuches urbanos y fomentar la discusin en torno a una visin de futuro compartida, aglutinando as los esfuerzos y evitando el derroche de recursos. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Solidaridad ancestral Solidaridad recreada Ritos, tradiciones y creencias Necesidades culturales Ley 19.253 Resultados primeras experiencias de cooperacin Amenazas percibidas Constitucin de organizaciones Difusin del arte y la cultura Festividades y ritos
Manifestaciones de la cooperacin
Obtencin de recursos materiales y financieros Acuerdos de comercializacin con comunidades Ayuda material y simblica
Ampliacin de redes Estrategias para la cooperacin Ampliacin de miembros Concienciacin poltica Asignacin de tareas y responsabilidades
Figura 36. Desarrollo de la subcategora Cooperacin (Bonding social capital) Fuente: Elaboracin propia
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3.2 Bridging social capital En trminos de las relaciones entre los mapuches y la sociedad chilena, los mapuches ven muy difcil la posibilidad de cooperacin de forma permanente, porque si bien muchas de ellas muestran buenas intenciones, existe, por una parte, una desconfianza histrica respecto de lo que realmente esperan obtener de los mapuches, donde stos visualizan que las relaciones no se dan en condiciones igualitarias, y que ellos estn en desventaja respecto de los recursos y capacidades que poseen los chilenos, principalmente por el acceso limitado a instancias de educacin formal. Creo que son hechos tristes pero que no pueden hacernos pensar mal de nosotros mismossabemos que estamos en desmedro, culturalmente hablandoeducacionalmente hablandosiempre nosotros estamos atrs en todoentonces si no nos ayudamos nosotros mismos nadie lo har (Luisa) Por otra parte, los mapuches sealan que es muy difcil identificar organizaciones que no sean indgenas que puedan comprender de forma integral sus necesidades y que no intenten darles soluciones cortoplacistas, definidas desde una cultura occidental y decididas desde esa misma cultura. En ese sentido, ninguna de las organizaciones ha entablado relaciones formales con otras organizaciones no mapuches para desarrollar algn tipo de actividad. Si bien algunas de ellas han tenido que conseguir sus instalaciones a partir de la junta de vecinos, no sienten que se pueda hablar de cooperacin propiamente tal, sino que se trata de una ayuda frente a una situacin particular de necesidad. Dado lo anterior, los mapuches sealan que muchas veces son las iglesias las que se han acercado, pero que esta situacin no es nueva sino que tambin se ha dado en las comunidades, donde muchos mapuches combinan la religin cristiana con sus tradiciones y prcticas ancestrales. Es as como un 67% de los entrevistados respondi que eran creyentes y que participaban en algunas actividades de las iglesias catlicas o protestantes, pero que se sentan principalmente mapuches. Sin embargo, no existen estrategias de cooperacin con estas organizaciones, pues los mapuches sealan que en trminos culturales muchas veces las demandas no son compatibles, especialmente cuando se tratan temas de reivindicacin poltica.
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las iglesias tambin existen en el sur, por eso no podemos decir tampoco que la cultura en las comunidades se mantenga pura, porque las iglesias se han expandido y estn invitando a los mapuches a participarac en la ciudad yo creo que hay hermanos que participan porque necesitan espacios, necesitan sentirse considerados y a veces no hemos logrado ampliar nuestras organizaciones para recibirloses que tambin los mapuches tenemos necesidades y nosotros no podemos encargarnos de todo (Francisco) Respecto de otras organizaciones de la sociedad civil chilena, algunos mapuches sealaron el papel que cumplan las universidades como espacios para manifestaciones culturales, ya que muchas veces estas han facilitado el uso de sus instalaciones para algn evento en particular. Una de las organizaciones recordaba que hace unos cuatro aos atrs la Universidad de Chile haba prestado una de sus escuelas para hacer la entrega de diplomas de un taller de mapudungn, actividad que haba sido reconocida por los hermanos mapuches como una oportunidad para el dilogo. Sin embargo, ninguna de las organizaciones seal que existiera algn proyecto conjunto entre las organizaciones y las universidades que creara nexos de colaboracin permanentes, aunque sealaron que no estaban cerrados a esa posibilidad, pues sentan que estas instituciones podran llegar a convertirse en aliados, ms que por una voluntad explcita, por el papel que stas debieran cumplir en la sociedad como promotores del aprendizaje y el desarrollo cultural. Respecto de otros colectivos indgenas, los mapuches sealan lo mismo que en ocasiones anteriores. El nmero reducido de organizaciones indgenas en Santiago no ha permitido la generacin de vnculos cooperativos. Algunos entrevistados sealaron que se haban mantenido, ms bien, conversaciones con personas puntuales pertenecientes a otros pueblos, con lo que no se podra hablar de un dilogo institucional. Finalmente, los mapuches sealan que la mayora de las organizaciones no indgenas han centrado sus esfuerzos en las comunidades rurales, donde s han existido experiencias de colaboracin y cooperacin que han tenido buenos resultados. Para ello, la orientacin a las ciudades deber ser tomada en cuenta en el corto plazo, pues la mayora de la poblacin indgena se encuentra all,
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enfrentando condiciones de marginacin que no pueden ser enfrentadas por ellos de forma individual. Si bien muchas veces no existe confianza para las actividades permanentes, pareciera que existen experiencias aisladas de microcooperacin que bien pueden servir de germen para la generacin de bridging social capital, que necesariamente tendr que ser alimentado de polticas pblicas pertinentes, creando as un contexto frtil para su desarrollo, ya que este contexto define, en gran medida, el xito o no de las estrategias de reforzamiento del capital social. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Cooperacin (Bridging social capital) Desconfianza histrica Desigualdad manifiesta Causas cooperacin dbil Valoracin de la cultura Incompatibilidad de intereses nfasis en lo rural Bases para una posible cooperacin Experiencias con algunas organizaciones
Figura 37. Desarrollo de la subcategora Cooperacin (Bridging social capital) Fuente: Elaboracin propia
3.3 Linking social capital Tal como hemos sealado a lo largo de nuestra investigacin, las caractersticas contextuales repercuten en el tipo de vnculos que establecen los mapuches entre s pero tambin en los vnculos que establecen con las instituciones estatales. Es en el linking social capital donde las percepciones respecto de los servicios pblicos, de las instituciones estatales, de la credibilidad de las mismas, de su capacidad de respuesta, etc., cobran vital importancia y definen, en gran medida, las posibilidades para su desarrollo y fortalecimiento. 349
Respecto de los organismos pblicos, los mapuches se relacionan principalmente con la CONADI, cuya misin es promover, coordinar y ejecutar la accin del Estado a favor del desarrollo integral de las personas y comunidades indgenas, especialmente en lo econmico, social y cultural y de impulsar su participacin en la vida nacional, a travs de la coordinacin intersectorial, el financiamiento de iniciativas de inversin y la prestacin de servicios a usuarios. Por lo tanto, este organismo no constituye una instancia de representacin indgena sino que se trata de un organismo pblico que responde a los criterios fijados desde el gobierno. Es quizs esta diferencia en los criterios los que han llevado a los mapuches a establecer relaciones complejas con la CONADI. Efectivamente, la relacin de los mapuches con la CONADI no ha estado exenta de conflictos. Una de las causas es que no existe confianza en ella ni en sus fines, lo que tambin se traduce en la falta de confianza en sus funcionarios, en su mayora indgenas, lo cual ha frenado la posibilidad de establecer estrategias de cooperacin igualitarias. La CONADI, en ese sentido, es vista como un organismo que asigna recursos, pero que no ha logrado compatibilizar sus intereses con las necesidades mapuches urbanas, por lo que no est preocupada de promover un desarrollo integral de los mapuches urbanos, sino que ha asumido la misma poltica paternalista que ya exista antes de su creacin y que ha caracterizado las relaciones mapuches-Estado. entonces muchas organizaciones se han creado solamente para recibir fondospor ejemplo en este perodo la CONADI ya lanz el tema de los proyectos, pero no s si vamos a postular, porque los proyectos estn mal hechos, se distribuyen mal, adems que estoy cansado de trabajar yo soloentonces muchas organizaciones lo hacen por necesidad, solamente para recibir lo que nos da el Estado, pero por otra parte estn pelendose las platas, los mapuches no tienen claro lo que quieren (Pablo) El estado, por lo tanto, ha promovido ms bien la pasividad y el cumplimiento de instrucciones a travs de la ley, en vez de invertir en aprendizaje y habilidades que permitieran a los mapuches tender hacia la identificacin de estrategias de cooperacin efectivas. Esta cooperacin se ve afectada porque no es posible establecer relaciones recprocas, ya que la CONADI ha dibujado relaciones desiguales entre ella y los mapuches.
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En ese contexto, los mapuches sealan que no existen experiencias exitosas de cooperacin, sino que ms bien tienen en su memoria estrategias implementadas desde el Estado para dividir a los mapuches, donde se ha invitado a participar a los lderes de acuerdo a los criterios del gobierno de turno, y que stos muchas veces han sido engaados con promesas que nunca se cumplieron. All recuerdan cmo se movilizaron para participar de las mesas de dilogo para disear la ley indgena, para crear la CONADI, o durante el ltimo tiempo para participar en la Comisin de Nuevo Trato, cuyos resultados ponen en duda, ya que generalmente no se recoge en el papel los acuerdos alcanzados en esas instancias. yo creo que para algunas cosas somos muy unidos, nos ayudamospero le puedo decir que cuando tenemos que unirnos para pedir al gobierno ah no estamos tan unidoscada uno tira para su lado, para sus interesesno s por qu sercreo que el gobierno y el Estado tienen mucha culpa en nuestra desunin, porque no les gusta que estemos unidos y hacen cosas para dividirnos si usted mira la ley indgena en ella al final se ponen cosas que no son de nuestra cultura porque la han hecho los wingkas, y ellos no nos conocen(Laura) En ese sentido, los mapuches consideran que el surgimiento de redes de cooperacin reales y efectivas entre el Estado y los mapuches depender de muchos factores que no estn presentes en la realidad chilena actual, por lo que sienten ser un proceso de largo plazo. Para ello el Estado debe necesariamente ceder espacios para que los mapuches puedan reflexionar sobre sus prioridades y sobre el camino ms adecuado para satisfacer esas prioridades. Esto requiere del fortalecimiento de sus capacidades, las que se han visto debilitadas por la intervencin histrica del Estado, para permitir que los mapuches se conviertan en actores polticos relevantes y decisivos para su futuro. Los mapuches sienten, sin embargo, que no existe un inters manifiesto del Estado por abrir estos espacios, sino que ms bien han sido ellos los que han estado constantemente demandando y actuando para ser escuchados, para defender su cultura, pero que esta situacin es insostenible en el tiempo. Necesitan confiar en el Estado para definir as mecanismos de cooperacin, pero no estn seguros del real inters que ste pueda tener al respecto. A ver, creo que nosotros hemos tratado de llegar al Estadoporque creo que el Estado no tiene mayor inters de llegar a nosotros, mientras menos 351
problemas les demos para ellos es mucho mejor, mientras menos aparezcamosmientras menos luz demos de que estamos existiendode que queremos reivindicarnosde que queremos luchar por lo que realmente se nos ha perdido, ser mejor para el Estadoyo s que nunca vamos a recuperar todo lo que hemos perdido, pero si por lo menos intentamos rescatar el idioma, esas costumbres, esos valores que nos dejaron nuestros antepasados ya estaremos haciendo algo (Laura) Por lo tanto, la movilizacin del capital social de los mapuches urbanos requerir de un contexto que propicie estas relaciones de forma dinmica e incluyente, con un sistema sociopoltico ms amplio que sea coherente con este objetivo de inclusin. De esta manera, la generacin de confianza, cooperacin, liderazgo, entre otras, deben necesariamente ser temas de la poltica pblica. La debilidad que visualizamos en el linking social capital parece ser insuficiente para producir un impacto eficaz y romper el crculo vicioso de reproduccin de la exclusin y la pobreza indgena urbana. Efectivamente, los esfuerzos realizados hasta el momento para la cooperacin tienden a extinguirse en el tiempo, por la ausencia de un contexto proclive al propsito de reducir la pobreza y la desigualdad, por una parte, y por las experiencias negativas que han llevado a la desconfianza y a la inseguridad respecto de los intereses reales de las instituciones estatales. En ese sentido, persiste una sensacin de inseguridad respecto del mantenimiento de la cultura mapuche en la ciudad, acompaada a su vez de un escepticismo en las instituciones polticas y sociales, donde los mapuches se sienten expuestos a formas de discriminacin e intolerancia, donde el escepticismo en las instituciones polticas se expresa en la desconfianza y falta de credibilidad hacia las instituciones del Estado. Todo ello afecta negativamente a las posibilidades de generar redes de cooperacin sostenibles. La cooperacin en trminos de linking social capital requerir del aseguramiento de que los mapuches urbanos tomen parte en los procesos de decisin poltica y de su posterior implementacin desde el principio, para mejorar as la cantidad y calidad en el contacto directo entre el Estado y las organizaciones indgenas. Como seala John Durston si el Estado se limita a canalizar nuevos recursos a travs de los canales institucionales existentes, aunque sea para algo llamado capital social, estos recursos sern capturados y distribuidos a travs de las relaciones informales y segn las reglas no escritas del clientelismo pasivo. Para fortalecer el capital social 352
de sectores excluidos y transformarlos en actores sociales vlidos, es necesario que el Estado tome un rol mucho ms proactivo, incubando a las organizaciones embrinicas en sus primeros aos68. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Capital social cognitivo Falta de recuerdos de cooperaciones anteriores Desconfianza Debilidades para la Cooperacin Pasividad y conformismo Caractersticas del entorno Falta de voluntad poltica Amenazas a la Cooperacin Cesin de espacios Estrategias orientadas al fortalecimiento de habilidades y capacidades Inters real poco manifiesto
Figura 38. Desarrollo de la subcategora Cooperacin (Linking social capital) Fuente: Elaboracin propia
En este tercer subapartado hemos podido reconocer y caracterizar la ltima de las variables que forman parte del capital social cognitivo mapuche: la cooperacin. Esta variable, al igual que ha sucedido con las anteriores, muestra importantes diferencias segn la dimensin analizada. En ese sentido, los hallazgos derivados del desarrollo anterior nos permiten extraer las siguientes conclusiones.
68
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a) En primer lugar, en trminos de bonding social capital, podemos sealar que existen instancias de cooperacin que se han desarrollado sobre la base de la identidad comn, y donde la cultura ha jugado un papel clave, pues esta necesidad de compartir y revivir la cultura en las ciudades la que se convirti en el germen de las organizaciones mapuches formales, pues antes que se dictara la ley 19.253 ya existan agrupaciones indgenas que funcionaban de forma desarticulada. La cooperacin tiene lugar principalmente en el mbito de las organizaciones, las que desarrollan actividades que requieren de la colaboracin de sus miembros, las que se expanden incluso hacia otras organizaciones. Sin embargo, tal como hemos podido observar, existen elementos del entorno que pueden daar el desarrollo de estas redes de cooperacin, especialmente al limitar las posibilidades de extender lazos estables entre las organizaciones. Con ello, la comunicacin se limita muchas veces a eventos puntuales que podran tener un mayor efecto si contaran con canales de cooperacin establecidos. Asimismo, creemos que la existencia de reciprocidad y confianza ha servido de base para la cooperacin, la que en trminos de bonding social capital es muy fuerte en las zonas urbanas. Esto tambin se ha extendido hacia las comunidades, donde no slo existen relaciones identitarias sino tambin de intercambio de productos especficos. Si bien an no existen canales de comercializacin formales que den lugar a cooperativas establecidas legalmente, s creemos que existen grandes posibilidades de avanzar en esta lnea, tanto por los precursores del capital social como por la existencia de manifestaciones concretas del mismo. b) En segundo lugar, en trminos de bridging social capital, existen debilidades que ponen en peligro el desarrollo del capital social mapuche, principalmente porque no se han encontrado espacios para una cooperacin real, donde la marginacin y la exclusin son mencionados como un elemento negativo al respecto. Sin embargo, durante el ltimo tiempo se estn produciendo algunas experiencias cooperativas con universidades u ONGs que, de ser exitosas, pueden servir de base para el fortalecimiento del capital social. En ese sentido, consideramos que la cooperacin requiere de un aprendizaje y conocimiento mutuo, donde ambas culturas puedan desarrollar estrategias respetuosas basadas en el consenso y no en la imposicin cultural. La falta de 354
lazos ms amplios para los mapuches puede convertirse en una importante limitante para acceder a recursos escasos que pueden tener una importante incidencia en los trminos de su desarrollo. c) En ltimo lugar, en trminos de linking social capital, tambin encontramos las principales debilidades, pues nuevamente el Estado y sus instituciones aparecen como organismos que amenazan la existencia del pueblo mapuche, y donde no ha existido voluntad para crear espacios de cooperacin. En ese sentido, los entrevistados sealan que existen dos elementos interrelacionados: el Estado como promotor de redes de cooperacin con sus organismos (especialmente manifestado en la participacin en la definicin de polticas pblicas o iniciativas similares) y el estado como promotor de redes de cooperacin entre mapuches y entre mapuches y sociedad civil (lo que implica asumir un papel integrador pero con una mirada multicultural). Sin embargo, consideramos que se necesitar de ciertas condiciones previas a esta cooperacin, donde se dote a los mapuches de herramientas efectivas para el dilogo intercultural, especialmente en trminos polticos, donde las polticas pblicas han estado orientadas a una asimilacin que los ha llevado a apartarse por fuerza de las definiciones centrales para su desarrollo. Como ya sealbamos, el paternalismo ha llevado a muchos mapuches a adoptar una actitud pasiva, influyendo en el deterioro de las habilidades de negociacin o gestin poltica.
Como sealbamos al principio de este captulo, el capital social tambin est constituido por elementos estructurales, los que facilitan las acciones colectivas mutuamente beneficiosas. Entre estos elementos encontramos las redes sociales que establecen modelos de interaccin social y a partir de las cuales se definen las posibilidades de relaciones, ya sea entre los mismos mapuches o entre los mapuches y otros colectivos. En ese sentido, una red social puede ser entendida, entonces, como un conjunto de actores entre los que se establecen una serie de vnculos que actan como fuente de bienestar emocional, material y social, colaborando as a la generacin de capital social facilitando la coordinacin y la colaboracin para la ventaja mutua (Urquiza et al, 2005). 355
En este apartado nos ocuparemos del anlisis de las redes en las que se estructura el capital social de los mapuches urbanos, incluyendo en su anlisis tres mbitos complementarios que ya han sido utilizados en el capital social cognitivo: bonding, bridging y linking social capital 1. Bonding social capital 1.1. Orgenes de las redes Existen muchos aspectos que definen la conformacin de la redes de mapuches urbanos. Sin embargo, entre ellos podemos encontrar diferentes factores que cuentan al momento de priorizar las relaciones entre ellos y que se sustentan en el capital social cognitivo. Uno de estos factores lo constituyen las relaciones de parentesco, las que se han constituido en la materia prima para la conformacin de redes asociativas ms amplias. Estas redes constituyen un activo social importante, pues es all donde existen los primeros ncleos de confianza y reciprocidad, las que muchas veces sirven para aunar recursos y dar proteccin en pocas difciles. En este nivel se generan las primeras redes informales de relaciones basadas principalmente en la consaguinidad, ya que muchos mapuches migrados llegan a las casas de sus parientes, constituyndose as el hogar mapuche urbano en el origen para la interaccin con otros mapuches. En un segundo nivel podemos encontrar las relaciones con los vecinos mapuches, con quienes se generan tambin redes informales de cooperacin, principalmente para ayudar a otros mapuches o para solucionar problemticas puntuales. Estas redes se han visto fortalecidas por la cercana fsica y por las interacciones cotidianas entre ellos. Sin embargo, la dinmica de las migraciones y de los encuentros en Santiago llev a muchos mapuches a identificar zonas especificas para el encuentro, los que han quedado grabados en la memoria colectiva, tales como la Quinta Normal (un parque de grandes dimensiones ubicado en la comuna con el mismo nombre), donde mapuches (conocidos o no) se reunan a conversar sobre sus problemas o sus historias en las comunidades. Antes de la promulgacin de la ley 19.253 ya existan en algunas comunas organizaciones informales, formadas por mapuches emigrados de las comunidades y que, al llegar a Santiago y encontrarse con parientes y conocer a otros mapuches, deciden establecer relaciones ms estables, principalmente orientadas a la 356
promocin de su cultura, ya que no existan instancias en Santiago para la convivencia mapuche. Yo dira que hay una mezclaantes mucha gente iba de otras comunas, de La Pintana, del Bosque, de Maip hasta uoa, donde tenamos la sede de la organizacinen el ao 87 comenzamos a hacer el we tripantu, donde fue harta gente, mapuche, no mapuchehoy se hace la misma fiesta pero en distintas comunaspodramos decir que se empez a imitar lo que nosotros hacamosempezaron a nacer organizaciones en las comunas donde se les enseaba telar, mapudungn, plateraentonces nosotros hemos servido como una especie de escuela ocultay a lo mejor da lo mismo que lo reconozcan o no, sino que la gracia est en que eso se repite (Rosa) Sin embargo, cuando se dicta la ley indgena la mayora de estas organizaciones decidi formalizar su existencia, para lo cual debieron cumplir una serie de requisitos fijados en la ley, la que seala que se entender por organizacin indgena la agrupacin voluntaria y funcional integrada por, a lo menos, veinticinco indgenas que se constituyen en funcin de algn inters y objetivo comn (relacionado con la educacin, la cultura, actividades profesionales, actividades econmicas, entre otras). Estas organizaciones deben tramitar su personalidad jurdica ante la CONADI y tienen que exponer en forma precisa y determinada su objetivo. Por lo tanto, siguiendo la misma lgica de las redes informales, en la base de estas organizaciones formalizadas tambin se encuentran familiares (como primer nivel) y amigos o vecinos (como segundo nivel), generalmente pertenecientes a una misma comuna. Algunas organizaciones han ido aumentando el nmero de sus miembros de forma importante en los ltimos aos, producto de la mayor difusin que se est haciendo del tema mapuche en las ciudades y de la instauracin de algunas prcticas tradicionales de forma ms permanente, como por ejemplo la salud intercultural en los consultorios de salud. La siguiente tabla muestra el nmero de organizaciones mapuches existentes en La Regin Metropolitana de Santiago hasta el ao 2005, segn fuentes de la CONADI.
Tabla 16. Organizaciones mapuches urbanas No 1 2 3 4 Nombre de la Asociacin Asociacin Indgena Mapuche Comunidad Meli Xiwan Mapu Asociacin Indgena Mapuche Katrihuala Asociacin Indgena Weftuy Tai Mapuche Newen Asociacin Indgena We Newen Regin RM RM RM RM
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5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46 47 48 49 50 51 52 53 54 55 56
Asociacin Indgena We Rakizuam Asociacin Indgena Kie Rakiduam Kuifikveche Mapu Asociacin Indgena Kime Liwen Asociacin Indgena Jaqaru Dung Asociacin Indgena Petu Mongelein Mahuidache Asociacion Indigena Folil Mawida Asociacin Indgena Kom Nehuentulei - Pu - Chenguen Asociacin Indgena Algolche Asociacin Indgena Mahuidache Asociacin Indgena Rayen Asociacin Indgena Dheg Winkul Asociacin Indgena Regle Mapu Asociacin Indigena Kie Hue Choyng Asociacion Indgena Kie Hue Lihuen Hurria Mapuche Asociacin Indgena Nehuen Ko Leufu Asociacin Indgena Hue Rayen Mapu Asociacin Indgena Newen Wenechen Asociacin Indgena Trawun Mapu Asociacin Indgena We Trripanto Asociacin Indgena Liga Cultural Mapuche Kolo Kolo Asociacin Indgena Kallfu Wenu Asociacin Indgena Rhelmu Antu Asociacin Indgena Newen Pei Asociacin Indgena Werken Mapu Asociacin Indgena Inchi Mapu Asociacin Indgena Tai Adkimn Asociacin Indgena Kie Liwen Asociacin Indgena Ko Kiyen Asociacin Indgena Trhalkan Mawidha Asociacin Indgena Raintu Warria Epu Warranka Tripantu Asociacin Indgena Newentuai Kom Pu Domo, Mujeres Mapuche de La Pintana Asociacion Indigena Relmu Pichikeche Asociacin Indgena Comunidad We Rayen Mapu Asociacin Indgena Fottum Mapu Asociacin Indgena Llug.Kym Hue-Huarria Asociacin Indgena Folilko Aociacin Indgena Mapuche Wilkunche Asociacin Indgena We Rayen Lof Asociacin Indgena Newen Asociacin Indgena We Liwen Asociacin Indgena Kunil Asociacin Indgena Wenteche Asociacin Indgena Choyituyi Warria Meu Asociacin Indgena Katrrrai Agrupacin Indgena Quetrahue Asociacin Indgena Kom Newentui Asociacin Indgena Amotuyn Melipilla Asociacin Indgena Mari Kechu We Che Ke Che uke Mapu Meu Asociacin Indgena Nehuentun Asociacin Indgena Werken Asociacin Indgena Trapiche de Peaflor Asociacin Indgena Mallinko Mapuche de Peaflor
RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM
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57 58 59 60 61 62 63 64 65 66 67 68 69 70 71 72 73 74 75 76 77 78 79 80 81 82 83 84 85 86 87 88 89 90
Asociacin Indgena Centro de Difusin Cultural Mapuche Kimun Mapu Asociacin Indgena Kaxawai Asociacin Indgena Trepei pu lamngen Asociacin Indgena Kimnche Asociacin Indgena We Che Asociacin Indigena Bachantu Wenantun Lamnien Asociacin Indgena Newen Mapu Asociacin Ingena Wanglen Mapu Asociacin Indgena Newenche Asociacin Indgena Consejo Mapuche de Pudahuel Asociacin Indgena Mapuche Rhumel Mongeleai Asociacin Indgena We Fachantu Domo Asociacin Indgena Foyen Mapu Asociacin Indgena We Pewtun Asociacin Indgena Weftun Mapu Asociacin Indgena Xawun Ruka Asociacin Indgena Auki Mapu Asociacin Indgena Hailla Rewe Asociacin Indgena Rapa Nui Pae Here Taina Asociacin Indgena Lonko Kallfcura Asociacin Indgena Huilkunche Asociacin Indgena Rayen Wingkul Asociacin Indgena Dzomo Tai Rakiduam Asociacin Indgena Weichafe Asociacin Indgena Cofquecurra Asociacin Indgena Nehuentuain San Bernardo Asociacin Indgena Liga Cultural Araucana Mllellche Asociacin Indgena Kueme Peuman Asociacin Indgena Federacin Mapuche Urbana Asociacin Indgena Pegun Dugun Asociacin Indgena de Dirigentes Mapuches Asociacin Indgena Epu Rehue Asociacin Indigena Trayenko Asociacin Indgena Leufumapu Fuente: CONADI, 2005
RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM RM
Respecto del nombre que la ley ha definido para referirse a estas redes formales, llamadas asociaciones, los mapuches sealan que ese concepto no es lo suficientemente integral como para englobar el asociacionismo mapuche. Segn ellos, lo correcto sera llamarlas comunidades, porque de alguna forma trasladan a la ciudad prcticas y tradiciones que provienen de las zonas rurales, y que en la base de las relaciones se encuentra la identidad y la cultura compartidas. La comunidad es el ncleo de relaciones para los mapuches, a partir del cual se van tejiendo otras redes de relaciones ms amplias, pero la comunidad implica convivencia, identidad, ancestros, etc., que sera necesario seguir manteniendo en la ciudad. 359
Mi organizacin es una comunidad que se compone primeramente por todos mis familiares por eso se llama comunidad, porque se compone primeramente por mi familia, que en realidad es bien grande y adoso otras familias que se han integrado a la ma. Yo la denomino comunidadaunque despus pasa a ser organizacin para el Estado Chileno. El Estado Chileno nos impuso un nombre, a ellos no les interesa que seamos comunidad, le interesa ms que seamos organizaciones y seamos ms pequeas. En el fondo creo que me gusta ms el nombre de comunidad, aunque muchas veces no lo digo porque, por lo que dije anteriormenteque el Estado nos impone otras cosas, otros nombres... (Laura) Esta afirmacin nos da cuenta de las estrategias de innovacin seguidas en la ciudad, donde se recrea el concepto de comunidad a partir de la memoria colectiva, pero cuya definicin responde a las dinmicas propias del entorno. En ese sentido, estaramos hablando de una resignificacin de la comunidad, la que en la ciudad tiene otras dinmicas para su generacin y sus relaciones, donde el origen est dado por uniones primarias de parentesco que se amplan, por lo que no podramos hablar de comunidad en sentido estricto, pero s de una recreacin de las prcticas comunitarias en la ciudad. En otro mbito, respecto de los requisitos para la formalizacin de las redes mapuches urbanas, los mapuches sealan que stos no se ajustan a la cultura mapuche sino que responden a una lgica de formalizacin occidental, donde se privilegia lo legal antes que la identidad y las tradiciones que llevan a los indgenas a reunirse y a trabajar en conjunto. En ese sentido, sealan que el exceso de trmites y de formalizaciones se han convertido, varias veces, en un obstculo para la creacin de organizaciones, limitando las posibilidades de participacin y cooperacin, pues muchos mapuches desisten al no lograr cumplir los requisitos. La formalizacin no slo implica la obtencin de personalidad jurdica sino tambin la asuncin de ciertas obligaciones que antes no se contemplaban para el funcionamiento de las organizaciones. Estas nuevas obligaciones, generalmente jurdicas o contables, pueden llevar a entrampar las relaciones y a desviar la atencin de los objetivos ltimos que deben perseguir las asociaciones. Adems, los mapuches sealan que muchos de ellos no cuentan con la preparacin ni los estudios suficientes para dominar estos temas. Para ellos, las ganas de trabajar en conjunto y la identidad que comparten, adems
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del valor de la palabra empeada, debieran ser elementos suficientes para conformar una asociacin. Para nosotros la palabra es ms importante que el papel, somos personas de palabrano tenemos que dar tantas vueltas para reunirnos o si queremos hacer reuniones o para organizarnosla ley te pone muchas trabas para que podamos ser una organizacin mapuchesabemos que no puede ser igual que en las comunidades, pero el gobierno, el Estado debiera de escucharnos y permitir que seamos nosotros quienes propongamos las formas de organizarnos, de acuerdo a nuestra cultura, a nuestras creencias (Gregorio) Ser necesario, por lo tanto, tener en cuenta los factores que subyacen a la creacin de redes mapuches urbanas y aquellos elementos que promueven la cooperacin y aquellos que pueden llegar a limitarla. Para ello ser necesario considerar el capital social y sus precursores, de manera de ser respetuosos con la cultura mapuche y no daar elementos que puedan convertirse en potenciales generadores de capital social. 1.1.2 Actividades de las redes formales Como ya sealamos a lo largo del anlisis del capital social cognitivo mapuche y de sus precursores, las redes de relaciones tanto formales como informales han tenido como fuente principal de alimentacin la cultura y la necesidad de practicarla y difundirla, por lo que las actividades a las que se dedican las organizaciones mapuches estn relacionadas principalmente con este aspecto. Si bien la ley ha definido de forma explcita los fines a los que deben dedicarse las organizaciones formales, ya desde antes de su promulgacin la cultura constitua el fin principal por el cual mapuches (parientes o amigos) buscaban juntarse y definieron las primeras estrategias de colaboracin para revivir la cultura. De esa forma comenzaron a dictarse los primeros talleres de arte y cultura mapuche como mapundungn, telar, artesana y gastronoma, aunque de manera incipiente, ya que los recursos provenan de los mismos mapuches. Con la promulgacin de la ley indgena las redes informales fueron transformadas en organizaciones mapuches urbanas, las que se dedicaron a la promocin del arte y la cultura mapuche como actividades prioritarias. Con el pasar de los aos, y a partir de la experiencia acumulada, muchas organizaciones han expandido las temticas 361
de sus actividades y han dictado tambin cursos de administracin de microempresas, liderazgo social, diseo de proyectos, etc., para fortalecer as las capacidades de gestin de sus miembros. En ese sentido, una de las organizaciones seal que hace tres aos atrs dictaron un curso destinado a microempresarios mapuches, donde los profesores eran jvenes profesionales mapuches, lo que caus un gran impacto en el aprendizaje. Con ello buscaban no slo demostrar que existen profesionales mapuches sino tambin motivar y movilizar a sus miembros. Asimismo, contaban algunas ancdotas relacionadas con la incredulidad de muchos funcionarios pblicos que trabajan temas indgenas, quienes se mostraban incrdulos respecto de la existencia de profesionales mapuches. Respecto del financiamiento, las organizaciones estudiadas tienen tres tipos de estrategias para reunir fondos. La ms utilizada consiste en la realizacin de actividades culturales por las cuales se puede cobrar entrada o donde se comercializan productos mapuches que provienen de las mismas organizaciones o que traen desde las comunidades. La segunda fuente consiste en la postulacin a proyectos de la CONADI, los que se concursan anualmente y que entregan montos destinados a proyectos que fomenten el arte y la cultura mapuche. Finalmente, algunas organizaciones han establecido el pago de cuotas a los miembros. Respecto de los espacios fsicos utilizados para el funcionamiento de las organizaciones, la mayora se encuentra en terrenos pertenecientes a algn miembro o al lder de la organizacin. All han habilitado una habitacin para las reuniones o han construido una sala para las mismas. Algunas organizaciones han construido rukas mapuches, como una manera de preservar la identidad, especialmente recobrando el sentido de la reunin alrededor del fogn, ubicado al centro de la ruka. Una de las organizaciones est construyendo una ruka a partir de un terreno que adquirieron en comodato. yo creo que va a ser un espacio de encuentro para los mapuches, para que podamos reunirnos como en una ruca, discutir siempre con ese sentimiento de comunidad, de que todos somos igualessi resulta sera muy buenolas proyecciones de muchos proyectos que tenemos son bonitas, pero vamos a ver si somos capaces de mantenerlo en el tiempoporque se pretende que no sea ningn ente estatal el que nos solvente la construccin de nuestra ruka, porque al haber dinero del Estado no es una cosa que yo te 362
diga
que
es
bueno,
cuando
hay
dinero
del
Estado
estamos
dependiendopor eso espero que los hermanos trabajendepende de nosotrosde que colaboremos (Pablo) Finalmente, respecto de los temas que convocan a las organizaciones, sealbamos que no est contemplada la actividad poltica en los fines definidos por la ley 19.253, aunque estos temas estn presentes en las reuniones y en el discurso de los lderes, quienes enfatizan la necesidad de crear conciencia poltica. Sin embargo, esta necesidad se ve coartada por las condiciones del entorno, las que no promueven la prctica de la discusin y del debate poltico en el mbito mapuche ni tampoco existen espacios para el desarrollo de la poltica, con lo que esta iniciativa queda en el mbito del discurso. y la verdad es que lo que nosotros podemos hacer con mayor facilidad es trabajar en torno a la salud y a la educacin mapucheahora evidentemente hay otros temas polticos, socialesque son tan importantes tal vezpero a la hora de trabajar por ellos, la gente no se acercala poltica es compleja, ms all de que uno est en contra o a favor de una idea, el tema poltico pasa por la representacin, los votos, y lamentablemente nosotros no tenemos esa representacin ni en el parlamento ni en el gobierno, entonces difcilmente las decisiones van a ser tan favorables en trminos polticos, hay que tener el peso y la capacidad de organizar protestas, marchas y ah no hay gente cien por ciento decidida o dispuesta a jugrselaa lo mejor se necesita hacer una ronda de conciencia para llamar la atencinesto es necesario, es importante (Rosa)
1.1.3 La dinmica de relaciones al interior de las redes formales La estructuracin interna de las redes formales (asociaciones) se conforma, en trminos generales, como sigue. En primer lugar existe la figura del lder mapuche cuya figura se formaliza en el presidente de la organizacin. Alrededor de este presidente se conforma una pequea red de apoyo formada por cargos especficos (algunas veces tesoreros, secretarios), pero tambin de un staff de consejeros, generalmente gente mayor y con experiencia en la dirigencia mapuche urbana. En ese sentido, si bien no ocupan cargos jerrquicos formales, los ancianos constituyen una fuente importante de poder informal, ya que las decisiones 363
generalmente se basan en las opiniones de los ancianos, quienes tienen la sabidura para definir qu es correcto o no. Sin embargo, en las zonas urbanas los lderes deben tener tambin otras capacidades para relacionarse con los wingkas y con las instituciones del Estado, por lo que generalmente eligen como representante al que cuenta con capacidades y preparacin para el debate y la discusin. Estos lderes son apoyados por la gente mayor para sus decisiones. Sin embargo, respecto de la participacin al interior de las organizaciones, todos los lderes sealaron que sta era muy baja, y que generalmente eran muy pocos los mapuches que trabajaban activamente o que se comprometen para tareas especficas de forma voluntaria. Esto pudo comprobarse en las reuniones a las que se asisti como observador, donde era muy difcil asignar responsabilidades ya que la mayora no se ofreca o no quera hacerlo, dando la excusa de la falta de tiempo para ello. la verdad es que la veo un poco dbil [la participacin] porque no siempre tienen ganas de trabajara veces se inscriben en las organizaciones para nuestras fiestas tradicionales pero luego se olvidana veces cuesta hacerles entenderyo s que tienen otras cosas, que trabajan muchas horas y no hay tiempo para las organizaciones, pero hay que hacer un esfuerzoyo creo que ellos quieren participar para estar con otros hermanosa lo mejor porque tienen la esperanza de que las cosas cambiende tener un futuro mejor, para los nios y los jvenes... (Laura) Por lo tanto, resultara errneo calificar la calidad de las redes por el nmero de miembros inscritos en las actas, pues ese nmero no refleja los niveles de participacin y de compromiso real con las organizaciones. Este es un elemento que habr que tomar en cuenta a la hora de sacar conclusiones respecto del capital social mapuche urbano, pues puede ser que el capital social cognitivo no sea lo suficientemente robusto como para activar redes de participacin efectiva, donde existira una mayora de poblacin pasiva simplemente interesada por sentirse parte de un pueblo, de una identidad compartida, pero que no son capaces de convertirse en movilizadores efectivos de recursos. Los mapuches explican esta situacin sealando que en la ciudad es muy difcil compatibilizar la participacin en las organizaciones con las responsabilidades laborales, las que generalmente les quitan la mayor parte del tiempo. Adems, muchos de ellos trabajan en comunas alejadas de sus hogares, lo que implica un 364
tiempo adicional para el desplazamiento. En ese sentido, sealan que ser muy difcil replicar los niveles de participacin que se dan en las comunidades, pues el entorno no promueve ni facilita dicha participacin, adems que se han dejado de lado algunas prcticas de comunicacin y relacin porque el entorno urbano los ha ido obligando a hacerlo. en las comunidades es ms fcil reunirse, porque los ritmos son distintos, uno comparte ms con la gente, pero en la ciudad participar es ms difcil, no hay tiempo, tienes que estar preocupada de muchas cosashace falta mayor voluntad y a lo mejor ver formas de ensearles a los mapuches a que aprendan a participarsi no ah si que vamos a ir peor, porque si no nos mantenemos unidos no vamos a lograr nada (Paula) Respecto de la composicin interna de las redes, pudimos comprobar que en su mayora estn conformadas por adultos mayores, por jvenes (generalmente hijos o parientes del lder), aunque stos son los menos. Como miembros informales, las organizaciones convocan a un alto nmero de nios, quienes participan en los talleres y muchas veces apoyan las actividades culturales. Sealan que esta composicin se debe a que muchos jvenes sienten vergenza de reconocerse como mapuches porque an no han terminado su proceso de maduracin que les permita definir su identidad mapuche. Por eso las estrategias de enseanza estn centradas en los nios, quienes son el futuro del pueblo mapuche. En otros aspectos, un alto porcentaje de miembros son mujeres, quienes generalmente ocupan puestos de liderazgo y son las que movilizan a los miembros de la organizacin, pues son las encargadas de los talleres y cursos. En el mbito de la formacin, casi todos los adultos mayores no han terminado la enseanza media. El resto la ha terminado, pero no se ha encontrado a ningn profesional mapuche recibido como miembro permanente de las organizaciones. S hay jvenes estudiantes universitarios que forman parte de ellas. En el mbito laboral, un alto porcentaje de los hombres trabaja como obrero, en actividades no cualificadas o como panaderos. Las mujeres trabajan como asesoras del hogar. 1.1.4 Estrategias para la movilizacin de las redes Dado que la existencia de redes formales no promueve la participacin activa, los lderes utilizan diferentes estrategias, de manera de crear conciencia de la importancia que tiene para el futuro, no slo de la organizacin sino tambin del pueblo mapuche, el compromiso y la implicacin real de los mapuches urbanos en 365
aquellos temas que los afectan directamente, y que deben ser capaces de resolver de forma autnoma. Es por ello que los lderes optan por asignar tareas concretas que signifique la responsabilizacin de un mapuche por sus resultados, de los que depende muchas veces el cumplimiento de los objetivos de la organizacin. Por lo tanto, se trata de ir activando poco a poco a los miembros, para que movilicen sus recursos, modificando las conductas e influyendo en las motivaciones, abandonando as la pasividad y la actitud indiferente respecto de sus problemas. participandoponindonos a hacer cosas concretasy eso es lo que no hacemosno hacemos esto de cosas concretasindependientemente que las reuniones sean importantes o de que haya que tomar grandes decisioneslos mapuches tienen que participar, tienen que saber cual es su papelhay que tratar de darles papeles activos, donde cada uno tiene que funcionartenemos que pensar como si furamos una familia en una casa, donde cada uno tiene un papel que cumplir y que en la medida en que ese papel se haga bien la casa va a funcionar (Luisa) En ese sentido, los lderes consideran que las organizaciones permiten crear normas para procurar un adecuado funcionamiento de las mismas. Cuando las normas existen y son efectivas, implican una poderosa fuente de capital social, privilegiando as la bsqueda del inters colectivo en vez del individual. A su vez, la capacidad de disear reglas que generen mecanismos estables de ayuda mutua y sanciones claras y efectivas, facilitan la accin grupal y reducen el comportamiento del freerider (Coleman, 1998). Otra de las estrategias utilizadas se basa en la necesidad de cooperar para la celebracin del we tripantu o de la organizacin de juegos de paln, actividades que generalmente motivan a los mapuches y que no slo se convierten en actividades para la recreacin de la cultura sino tambin como instrumentos para crear conciencia respecto de la importancia que tiene la participacin, y de que slo el trabajo mancomunado permitira el mantenimiento de estas tradiciones. All se asignan tareas concretas que van desde la gestin para conseguir los espacios hasta la limpieza de los mismos cuando se acaba la actividad. Finalmente, algunas organizaciones dedican parte de las reuniones ordinarias a tratar temas relacionados con el futuro poltico y las posibilidades de supervivencia 366
del pueblo mapuche bajo las condiciones actuales. All refuerzan el discurso de la necesidad del compromiso y de la unidad, la que debe traducirse en acciones concretas y en propuestas orientadas a promover el debate y la reflexin. La participacin es fundamental para fortalecer el capital social, para ponerlo en marcha. En ese sentido parece haberse debilitado el capital social, posiblemente por el desuso en el que han cado algunas capacidades. Las organizaciones son formalmente altas pero funcionalmente dbiles, lo que necesariamente requerir de la visualizacin de estrategias de empoderamiento adecuadas pero tambin de encontrar formas estructurales pertinentes a la cultura mapuche urbana, para no destruir as bases organizativas que pueden asegurar la cooperacin en el largo plazo. Otro elemento que se ha sealado, y que consideramos de suma importancia, es la posibilidad de crear redes formales que se extiendan ms all de las organizaciones creadas por la ley, lo que involucrara considerar en dicha ley la creacin de nuevas figuras asociativas o de segundo nivel, que se correspondan o sean congruentes con la cultura mapuche. Incluso algunos mapuches hablaban de la posibilidad de crear una Confederacin de Organizaciones, que aglutinara a varias organizaciones de distintas comunas, lo que permitira un trabajo mancomunado y, de ser posible, la obtencin de mayores fondos para financiar actividades conjuntas, ampliando as tambin las redes existentes. Sin embargo, esta figura no est contemplada en la ley, lo que restringe las posibilidades de fortalecer el capital social entre la comunidad mapuche. ...hemos tratado de organizar o ms bien yo he tratado de organizar organizaciones dentro de otras organizacionesque nos una a todos, como si fuese una federacin de organizaciones mapuchespero que pasque la ley impide que hayan federaciones de organizaciones mapuches, o sea que la ley misma nos obliga a dividirnos haciendo que cada 25 personas usted puede formar una organizacin legal, con personalidad jurdica reconocida por ley, con derechos, pero muchas organizaciones son 25 socios slo en el papel, o se cubren los 25 con la familiacuando hay we tripantu o alguna fiesta, los indgenas llegan todos juntospor ejemplo, aqu tenemos hasta 120 personas para nuestras festividades, pero si usted llama a una reunin no somos ms de 18esto es producto de la ley, ya nos ha divididoigual tratamos de hacer conciencia pero no es fcil, tenemos todo en contra (Pablo) 367
En ese sentido, las redes formales se traducen en organizaciones, pero las redes informales son muchas veces ms amplias. En ellas se han experimentado trabajos cooperativos entre diferentes organizaciones, de distintas comunas, principalmente para la celebracin de sus tradiciones, aunque no se verifica la existencia de redes permanentes de colaboracin. Por otra parte, algunos sealaron que muchas veces existen pugnas entre lderes de distintas organizaciones, lo que se ha convertido en un problema a la hora de reunirse para plantear demandas al gobierno o para consensuar posiciones. Por lo tanto, existe un bonding social capital que se manifiesta en la creacin de redes tanto informales como formales, que sirven de base para el trabajo asociativo y para la resolucin de problemticas compartidas. En ese sentido, el capital social que se manifiesta en redes de cooperacin acta como un pegamento que mantiene unidos y articulados a los mapuches urbanos, facilitando la identificacin de objetivos comunes y disminuyendo las posibilidades de actuar de manera individual y aislada, lo que a la larga dificultara la participacin de manera conjunta en espacios que as lo requieren. Por otra parte, si tenemos en cuenta que el ejercicio de control social debe ser una accin colectiva, grupal, que se presente de manera permanente y dinmica, podemos decir que el ejercicio del control social requiere de la accin articulada de los mapuches urbanos para vigilar aquellas actividades o proyectos que los aglutinan y que, muchas veces, involucran recursos pblicos. Sin embargo, habr que verificar la pertinencia de estos lazos para la generacin y el fortalecimiento del capital social. Siguiendo a Granovetter (1973) si predominan los vnculos fuertes, la cohesin grupal tiende a fortalecerse, pero esto no ayuda a mejorar las condiciones de integracin y de movilidad social, por ejemplo acceder a mejores empleos. En este caso, los mapuches urbanos tienen por lo comn una posicin social parecida, lo que puede convertirse en un impedimento si no son capaces de ampliar las redes hacia otros actores que pueden tener acceso al poder o a los centros de decisin. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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Relaciones de parentesco Relaciones de vecindad Intereses compartidos Promulgacin de Ley 19.253 Memoria comunitaria Difusin cultural
Estrategias de funcionamiento
Interacciones internas
Staff de consejeros Poder informal de los ancianos Adultos mayores, jvenes y nios
Composicin
Figura 39. Desarrollo de la subcategora Redes (Bonding social capital) Fuente: Elaboracin propia
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1.2 Bridging social capital El fortalecimiento del capital social requiere de la ampliacin de las redes, lo que facilitara el acceso a fuentes de informacin y poder que, muchas veces, se encuentran fuera de las fronteras de las redes de tipo bonding social capital. En ese sentido, una red social posee capital social cuando tiene la capacidad de ampliar el espectro de recursos de cada uno de los agentes que la componen, poniendo la experiencia propia a disposicin de otros para el logro de objetivos y metas comunes. En el caso de los mapuches urbanos, la necesidad de expandir las redes adquiere especial importancia, pues no slo se trata de una cultura minoritaria con pocas posibilidades de influenciar los centros de poder, sino que tambin se trata de un colectivo con bajos recursos, de un nivel socioeconmico bajo, con lo cual tienden a generar lazos con personas de su misma estratificacin social. Con nuestra investigacin pudimos determinar que la existencia de redes de colaboracin, que excedan el lmite del bonding social capital mapuche, es inexistente en las ciudades. La causa para ello es que no existen intereses compartidos, lo que dificulta la visualizacin de un trabajo conjunto a mediano o largo plazo. Adems, como ya habamos hecho mencin, las organizaciones no mapuches tienden a centrar sus esfuerzos en el trabajo comunitario rural, dejando de lado las necesidades que puedan tener los mapuches en las zonas urbanas, que generalmente son del tipo socioeconmico. Los mapuches tambin sealan que la colaboracin en redes es muy difcil, porque ello implicara consensuar mecanismos de gestin y participacin, donde no siempre se respetan los principios culturales mapuches, sino que los chilenos intentan privilegiar sus propias prcticas, lo que a la larga influye negativamente en las posibilidades de participacin y decisin efectivas de los mapuches. En ese sentido, los mapuches resean la ley 19.253 que fue pensada desde la lgica occidental, a pesar de que los mapuches participaron dando sus sugerencias de forma activa. los chilenos pueden tener buenas ideas o buenas intencionespero lo entienden a la manera de ellosaunque son aportes necesarios, pero no son las mejores decisiones porque no son mapuches y no entienden cmo pensamos o sentimos los mapuchesno nos entiendenel presidente me puede querer mucho pero l no es mapuche, no me puede dar soluciones reales, me ayudar en lo que l considera que es adecuado, pero siempre pensando como chileno 370
ahora el tema es cmo logramos que las soluciones las den los mapuches (Luisa) La inexistencia de experiencias exitosas que puedan alentar la conformacin de redes del tipo bridging social capital y la desconfianza respecto de los resultados a obtener de esta participacin ha llevado a los mapuches a centrar sus lazos en quienes consideran sus iguales. Sealan la necesidad de ceder espacios y, sobre todo, de ampliar las oportunidades para un aprendizaje mutuo, que requiere de un cambio de mentalidad de los chilenos para reconocer que existen varias culturas en Chile y que son los mapuches quienes mejor pueden decidir respecto de su futuro. Algunos mapuches sealaron que participaban de otras instancias organizativas, pero no de forma permanente. De los entrevistados, algunos jvenes mapuches sealaron que participaban de clubes deportivos comunales, principalmente practicando el ftbol. Algunos adultos mayores tambin participan de las iglesias, pero no son practicantes activos, y otros forman parte de juntas de vecinos comunales, los que en ocasiones les han facilitado el uso de sus instalaciones para realizar sus reuniones. En otro mbito, al preguntarles si participan adems en otras organizaciones no mapuches, aproximadamente el 16% indic que participaban en asociaciones gremiales o sindicatos. Ninguno dijo pertenecer a alguna asociacin poltica, pues ms bien desconfan de los fines que stas persiguen, y que sus acciones ms bien han tendido a dividir a los mapuches. Sin embargo, ellos no consideran que estas redes se hayan convertido en recursos, sino que ms bien las ven como espacios para la dispersin o la prctica religiosa. Los datos anteriores nos muestran que existe un bajo porcentaje de mapuches que participa de otras asociaciones voluntarias, lo que tiene efectos en su situacin socioeconmica pues puede existir un dficit de capital social en redes ricas en recursos, aumentando las posibilidades de perpetuar esta situacin de pobreza. En ese sentido, los mapuches y la sociedad chilena estn estableciendo un orden de exclusin social, pues no se han creado mecanismos de redistribucin de los vnculos que otorgan poder y control a quienes los poseen (Arriagada, 2003). Finalmente, si consideramos que los mapuches urbanos por su condicin se encuentran dbil o escasamente conectados a redes sociales que les podran permitir una plena integracin social, ser relevante definir mecanismos para 371
aumentar las conexiones con su entorno prximo y lejano, tomando en cuenta el significado que atribuyen a los vnculos sociales con sus pares y otros actores sociales, particularmente en el espacio local. Esta dimensin es de suma relevancia cuando visualizamos a este pueblo como actor protagonista en la superacin o mejora de sus condiciones de vida. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Redes (Bridging social capital) Incompatibilidad de intereses nfasis en lo rural Causas cooperacin dbil Dificultad de consensos Inexistencia de experiencias exitosas
Clubes deportivos Formas de participacin individual Iglesias Juntas de vecinos Asociaciones gremiales y sindicatos
Figura 40. Desarrollo de la subcategora Redes (Bridging social capital) Fuente: Elaboracin propia
1.3 Linking social capital Finalmente, tenemos que analizar la existencia de redes extendidas hacia las organizaciones que conforman el aparato del Estado, con el fin de identificar las posibilidades de movilizar recursos para mejorar las condiciones sociales, culturales y/o econmicas de los mapuches urbanos. En ese sentido, tal como hemos sealado, las relaciones entre Estado y mapuches han sido ms bien de
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desconfianza, basadas en el paternalismo y en la asimilacin, lo que ha influenciado de forma negativa las posibilidades del linking social capital. La CONADI se ha convertido en el principal organismo de relacin con el Estado, sin embargo, las redes estables basadas en la cooperacin, la reciprocidad o la confianza no han existido pues los mapuches ven a la CONADI como un mero distribuidor de dineros, con poca injerencia poltica y con pocos espacios para la participacin efectiva. De esa manera, se recurre a este organismo slo para realizar trmites o para participar de las convocatorias de concursos que realizan, los cuales sirven para financiar algunas actividades organizativas. Sin duda que esta es una de las principales debilidades para el fortalecimiento del capital social, pues es el Estado el que crea las principales condiciones para su desarrollo, y el que debe definir estrategias de participacin que no obstruyan el capital social, trabajando de forma entrelazada con las organizaciones mapuches por la consecucin de metas comunes. De acuerdo con Frank Moulaert, el reconocimiento y la posible resolucin de las formas ms agudas de exclusin solo ser posible si se encuentran formas innovadoras de revelar necesidades, de cooperar y de democratizar la gestin pblica (Moulaert, 2000 citado en Andr y Rego, 2003). En ese sentido, ser necesario considerar la importancia de la creacin de capacidades de los mapuches urbanos, pues el desarrollo pasa tambin por la promocin de cambios estructurales que promuevan la capacitacin (individual y colectiva) dirigida a encontrar nuevas soluciones para los problemas de los mapuches, los que se relacionan principalmente con su cultura y sus posibilidades de vivir de acuerdo a ella. nosotros siempre vamos a ser mapuches, y eso el Estado, el gobierno tiene que entenderloya llevamos muchos aos, siglos en esta pelea y alguien tendr que cedernosotros creemos que es el Estado el que debe reaccionar, y darse cuenta de que existimos, de que an seguimos vivoslas cosas han cambiado y habr que encontrar nuevas formas para relacionarnos, pero es el Estado el que tiene que dar el primer paso, nosotros siempre hemos participado y nos han engaado, ya estamos cansados (Miguel) Las posibilidades de crear y fortalecer el linking social capital de los mapuches tiene tambin implicaciones en la participacin poltica, pues all se encuentra una semilla 373
frtil de expansin de la ciudadana desde una perspectiva tambin cultural (ciudadana cultural) que es la cultura con la cual uno se identifica y la cual est ligada a una historia y a un territorio especficos. En ese sentido, el concepto del derecho a la cultura est estrechamente relacionado con la ciudadana cultural, la que introduce el concepto de los derechos colectivos a la cultura y, en algunos casos, implica ceder espacios para la resignificacin de la cultura indgena seriamente afectada por los procesos de asimilacin. Ser necesario, adems, que el Estado tome en cuenta las demandas que en este mismo sentido hace la comunidad internacional, con el fin de evitar que los pueblos indgenas no permanezcan aislados del resto de la sociedad, remarcando la necesidad de implementar procesos participativos que faciliten la construccin del consenso y el establecimiento de interacciones entre diferentes actores, para encontrar formas y medios que permitan trascender las divisiones sociales y construir cohesin social y confianza entre mapuches y no mapuches. Asimismo, habr que considerar la influencia negativa que el mismo Estado ha generado en la confianza de los mapuches, especialmente a partir de sus polticas y normativas, las que muchas veces no han recogido sus demandas ni el reconocimiento de derechos que tienen injerencia en la mejora de su situacin actual. Si bien es cierto que la ley indgena dice que se pueden crear organizaciones, las organizaciones que la ley dice no se reflejan en lo que es nuestra cultura, no nos respetano se ajusta a las necesidades de los mapuches urbanosentonces nosotros no nos sentimos recogidos en la ley, estamos marginados de origen, marginados en una serie de garantas que tienen los hermanos de las comunidadesen la ciudad no tenemos garantas de que nuestra cultura se mantenga (Pablo) Si bien los mapuches manifiestan su incredulidad, durante los ltimos aos los Gobiernos de la Concertacin han intentado dar muestras de acciones concretas en el mbito indgena, como la creacin de una Comisin compuesta por representantes mapuches, de otros pueblos indgenas y representantes no indgenas para definir las prioridades de los indgenas, donde tambin se incluy a los indgenas urbanos. Esto signific un trabajo aunado entre diferentes actores, aunque los mapuches sealaron que no hubo acuerdos previos entre los mapuches
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para definir una posicin frente a la Comisin, y que estos desacuerdos han caracterizado, en gran medida, las relaciones de los mapuches frente al Estado. A partir de esta Comisin se concluy proponer e impulsar la construccin de una poltica regional indgena y la ejecucin coordinada de polticas pblicas participativas con los pueblos indgenas de la regin, canalizando iniciativas pblicoprivadas que permitan instalar un dilogo intercultural. Segn sealan las autoridades polticas, el proceso de generacin de las polticas pblicas, cada da se realiza de forma ms participativa, aunando voluntades de diversos actores que estn involucrados y, muy en particular, de la sociedad civil indgena que es el destinatario final de estos esfuerzos69. Para ello se cre una Mesa Regional compuesta por representantes polticos, servicios pblicos regionales y dirigentes de organizaciones indgenas urbanas, los que trabajaron operativamente en cinco comisiones temticas: Fomento Productivo; Salud Intercultural; Educacin y Cultura; Sociedad, Participacin y Derechos y, por ltimo, Ordenamiento Territorial, Infraestructura y Vivienda. Entre los compromisos asumidos podemos mencionar, entre otros, los siguientes: Los integrantes de la Mesa Indgena Regional Metropolitana, nos comprometemos a buscar en conjunto, a nivel del mundo pblico y la sociedad civil indgena, las soluciones a las necesidades ms urgentes de la poblacin indgena de nuestra regin. El Gobierno Regional de Santiago se compromete a promover polticas pblicas indgenas participativas, que recojan el sentir de los pueblos indgenas y que en su diseo y construccin tomen parte en forma activa las organizaciones indgenas, en los trminos que establece el artculo N 34, Ttulo V, de la Ley Indgena 19.253. Realizar monitoreo, seguimiento de las iniciativas implementadas y de los compromisos adquiridos con la firme conviccin de alcanzar los resultados proyectados. Divulgar las acciones de la Mesa Indgena Regional entre la comunidad, organizaciones indgenas y la sociedad civil de la Regin de Santiago.
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www.gobiernosantiago.cl/link.cgi/Comunicados_de_Prensa/1061 - 76k -
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Apoyar la creacin de un instituto de Las Culturas Indgenas Gestionar la habilitacin de un espacio fsico de ubicacin central, para la dirigencia indgena urbana regional.
Los mapuches sealan que, una vez ms, han participado en los espacios que les abre el Estado, han dado sus sugerencias y han definido los trminos en los que debiera de producirse su desarrollo. Sin embargo, insisten en la necesidad de obtener resultados concretos, donde realmente se asuman los compromisos contrados y donde se den seales claras de avance hacia el cumplimiento de sus demandas. Este puede ser un paso adelante en la construccin de linking social capital a travs de redes ms permanentes, basadas en la confianza y en la reciprocidad, fomentando la cooperacin y la bsqueda de espacios para la participacin efectiva. todava es muy pronto para saber si los compromisos de la Mesa Regional son reales o si se trata, nuevamente, de otra actuacin para dejarnos tranquilos, para que no sigamos insistiendo al Estado con nuestras demandasyo espero que sea definitivo porque no podemos continuar en esta situacintenemos necesidades no slo con la culturatambin con la vivienda, con la educacin, con los trabajos, con la saludson muchas las necesidades y por eso se han aprovechado de nosotrosespero que esta vez s vaya en serio (Francisco) Como seala Arriagada (2003) el Estado necesariamente debe adoptar la perspectiva del capital social, lo que significa que desde un inicio se consideren las relaciones sociales existentes en las comunidades en las que se va a intervenir, as como los grados de participacin en la toma de decisiones de los miembros de la comunidad. Si se desconocen las dinmicas propias de las comunidades y sus procesos de autogestin (registrados en la memoria histrica y tradicin de acciones en colaboracin de la comunidad), no ser posible afirmar tal posicionamiento. Esto sin duda exige la promocin social de un sentido crtico que estimule nuevos valores y modelos de identificacin ms comunitarias y cooperativas. Las relaciones con los otros en una atmsfera de confianza, el deseo y la creencia que los esfuerzos asociativos pueden traducirse en mejores resultados acompaadas de 376
reales oportunidades de conectarse a espacios de toma de decisiones que puedan traducirse en logros concretos, devuelvan el poder psicolgico, material y poltico tan imprescindible para asumir un rol activo en el logro de propsitos comunes. Por lo tanto, se trata de enriquecer las expectativas de lo mapuches como un mecanismo bsico para fortalecer la confianza en que el cambio social es posible, reduciendo la sensacin de desesperanza y riesgo. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
Apalancamiento de recursos slo de la CONADI Consecuencias de las redes dbiles Baja injerencia poltica Exclusin de espacios de poder
Figura 41. Desarrollo de la subcategora Redes (Linking social capital) Fuente: Elaboracin propia
En este apartado hemos podido reconocer y caracterizar la variable redes, que define y configura, en gran medida, el capital social estructural de los mapuches urbanos. Si tomamos en cuenta que el capital social cognitivo se convierte en un importante insumo para las definiciones del capital social estructural, hemos podido
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observar que la variable redes posee mayores o menores niveles de desarrollo de acuerdo al mbito en el que se centre su anlisis. En ese sentido, los hallazgos derivados del desarrollo anterior nos permiten extraer las siguientes conclusiones. a) En primer lugar, en trminos de bonding social capital, podemos sealar que existen elementos que dan cuenta de la existencia de fuertes lazos entre los mapuches, especialmente entre aquellos que forman parte de las organizaciones formales, las que surgieron a partir del inters manifiesto de los mapuches que llegaban a las ciudades y que buscaban espacios donde seguir compartiendo la cultura. En ese sentido, las relaciones de parentesco y de origen comunitario constituyeron un primer factor de asociacin, confluyendo posteriormente otros factores como el territorio o las similitudes socioeconmicas. Sin embargo, si bien las organizaciones mapuches han constituido una expresin de las redes, ser necesario integrar otros elementos con pertinencia cultural, pues de esta forma se estar asegurando la estabilidad de las redes a largo plazo. La necesidad de que las estructuras den cuenta de elementos culturales y de organizacin, muchas veces de carcter ancestral, es un requisito para una convivencia multicultural, lo que significa introducir cambios a las normativas respectivas, donde sean los propios indgenas los que definan aquellas organizaciones que mejor los representan. Por otra parte, se debern introducir las adecuaciones necesarias para que estas redes, definidas por los mismos mapuches, sean las que los representen en sus dilogos con otras instancias externas. Asimismo, tal como ya hemos sealado, los resultados muestran que ser necesario identificar formas de asociacin que permitan una amplia participacin de los mapuches que an no se encuentran insertos en las organizaciones formales. Segn sealan los entrevistados, en la medida que se puedan constituir estructuras con pertinencia cultural, ser posible convocar a otros mapuches que se sientan realmente identificados, y que encuentren en las ciudades espacios reales para vivir su cultura. Finalmente, en trminos de bonding social capital, creemos que se deben ampliar las actividades que realizan las organizaciones, ya que no slo la cultura constituye un factor clave de desarrollo, sino tambin la generacin de 378
conocimientos y habilidades en otros mbitos, que permita a los mapuches un trato ms igualitario con otras instancias, y donde la confianza pueda ser reforzada con estrategias adecuadas. b) En segundo lugar, en trminos de bridging social capital, al igual que en el capital social cognitivo, existen fuertes debilidades basadas en las relaciones de poder desiguales y en la disponibilidad de bienes que no siempre son valorados de igual forma por ambas culturas. Esta desigualdad ha determinado que sean los miembros de la cultura mayoritaria quienes definan los trminos en los que se llevarn adelante las acciones conjuntas, y donde el paternalismo tambin aparece asociado a la caridad o al desarrollo de actividades que no constituyen una prioridad para los mapuches. Creemos que an queda pendiente un cambio de visin respecto del tema indgena, el que no est asociado de forma absoluta al mbito rural, sino que constituye una realidad de las zonas urbanas, donde grandes contingentes de mapuches se ven enfrentados a situaciones de pobreza y marginacin, que se han convertido en el ltimo tiempo en un foco importante de conflictos. Las organizaciones de la sociedad civil, y la misma cultura mayoritaria, deben asumir este cambio y generar estrategias para una mejor convivencia. Por ltimo, el acceso a redes ms amplias constituye un factor central para el desarrollo de los mapuches urbanos, pues de esta forma pueden interactuar con otras organizaciones, las que generalmente poseen acceso a recursos escasos que pueden ser utilizados por los mapuches para mejorar sus condiciones de vida o para posicionarse de mejor forma frente a otros actores. El acceso a estas redes puede servir de base para el aprendizaje mutuo. c) En ltimo lugar, en trminos de linking social capital, tambin existen debilidades ya que la desconfianza ha limitado las posibilidades de apalancar recursos de otras instancias, especficamente del Estado, con quien las relaciones han sido ms bien conflictivas. Sin embargo, un elemento positivo ha sido el cambio de actitud que han tenido los ltimos gobiernos, los que han iniciado un dilogo ms cercano con los mapuches y los que han abierto algunos espacios para la participacin. Para ello se han formado algunas comisiones de trabajo, las que se han visto entrampadas por ciertas prcticas clientelistas y por la desconfianza que muchos 379
mapuches tienen en las instituciones del Estado, la que muchas veces se traslada a los propios lderes, quienes sealan cierta incomprensin de parte de sus hermanos, los que no entienden que se trata de aprovechar los espacios que se abren en beneficio de todos los indgenas. Por lo tanto, dado que el capital social no se desarrolla en un entorno aislado, estas divisiones que se generan en los mapuches producto de las acciones estatales deben ser minimizadas pues de esta forma se est incidiendo de forma negativa en el bonding capital social. Asimismo, tomando en cuenta el importante papel que tiene el Estado al definir, a partir de las polticas pblicas y las intervenciones histricas, el debilitamiento del linking social capital, creemos que tambin ser necesario que el Estado acte como un ente relacional, que convoca y sensibiliza a otros actores que tambin tienen influencia en el desarrollo de los mapuches urbanos. Por lo tanto, se deber actuar con la suficiente integralidad que asegure el establecimiento y cumplimiento de nuevos derechos econmicos, sociales y culturales, que permita avanzar hacia una mayor igualdad de oportunidades, tanto para tener acceso al bienestar como para afirmar la diferencia en el campo de la identidad. Igualmente, el desarrollo en el ejercicio efectivo de estos derechos debe complementarse con nuevas formas de ciudadana, especialmente una que tome en cuenta la cultura y los principios del multiculturalismo.
Liderazgo
Adems del anlisis del capital social mapuche urbano hemos decidido incorporar a nuestro estudio el liderazgo mapuche urbano, pues consideramos que define, en gran medida, las posibilidades del desarrollo y fortalecimiento del capital social. En ese sentido, el liderazgo sera visto como un proceso de influencia social que est mediatizada por el contexto, las organizaciones particulares y las caractersticas de los lderes. Una condicin bsica de un lder es que la gente confe en l como alguien que es capaz de motivarlos para que comprendan, acepten y se motiven a alcanzar su visin. Por lo tanto, cabr analizar las posibilidades de definir una visin de pueblo por parte de los lderes, las capacidades de movilizacin de recursos comunitarios, la generacin de condiciones para el incremento del poder o potenciacin de los miembros, las posibilidades para la ampliacin de redes, etc. 380
En ese contexto, consideramos necesario analizar el liderazgo desde tres perspectivas interrelacionadas. El liderazgo informal (que surge fuera del lmite organizacional), el liderazgo formal (que se desarrollan al interior de las organizaciones) y la perspectiva de gnero (las mujeres en el mbito del liderazgo) 1. Liderazgo informal Antes de la promulgacin de la ley 19.253, no existan organizaciones formales en la ciudad, sino que ms bien las redes se generaban a partir de contactos informales, principalmente por la cercana fsica comunal, pues los mapuches emigrados de las comunidades tendieron a concentrarse igualmente en las ciudades. Es all donde surgen los primeros lderes, generalmente mapuches de primera y segunda generacin, quienes comenzaron a movilizar a la gente para encontrar espacios donde vivir la cultura. Este liderazgo no estaba basado en la formacin acadmica sino en las caractersticas personales de los lderes, ya que no existi una traduccin simultnea de los liderazgos comunitarios a las ciudades, donde las condiciones del entorno hicieron aparecer y privilegiar nuevas caractersticas, generalmente relacionadas con la personalidad, la capacidad de adaptacin, pero tambin la posibilidad de transmitir un discurso ligado al resguardo y a la vivencia cultural. En ese primer escenario, los lderes centraron sus esfuerzos en la bsqueda de espacios para vivir la cultura en la ciudad y en motivar al resto de mapuches a participar en actividades puntuales, dando origen as a los primeros talleres culturales que luego seguiran mantenindose en las organizaciones formales. Estas primeras redes se conformaron a partir de las relaciones de parentesco, y el liderazgo se manifestaba en la traduccin de inquietudes, en la toma de decisiones para transformar esas inquietudes en acciones concretas y en las posibilidades de contactar a otros actores que dispusieran de recursos que pudieran serles tiles. con uno de mis primos nos bamos a la plaza de armas y nos encontrbamos con otros mapuches para conversar, nos contbamos nuestras vidas y era una forma de compartir y de sentirse ms acompaado en esa gran ciudad, as que ah nos contbamos las penas, las alegras, y all salan las ideas para hacer cosasyo les deca que no podamos quedarnos de brazos cruzados y que tenamos que movernos para conseguir algn lugar donde reunirnos y donde pudiramos seguir siendo mapuches de alguna forma, tenamos inquietudes as que decidimos juntarnosramos 381
como seis ms o menosme consegu con la junta de vecinos una salita y ah nos juntbamos para discutir y pensar sobre las soluciones a nuestros problemasadems que sabamos que haban otros mapuches que tenan las mismas inquietudes que nosotros y que podamos hacer cosas juntosas que los fines de semana nos juntbamos ah (Juan) En ese sentido podemos sealar la cultura como un primer elemento presente en las prioridades de los lderes mapuches, los que sealan que la intencionalidad era doble: por una parte, vivir y recrear la cultura en las ciudades, tomando en cuenta que el contexto no era muy favorable a su difusin y que era necesario encontrar estrategias de adaptacin, y por otra parte, aprovechar estos espacios para generar y promover un discurso pro-defensa de los derechos mapuches aunque no de forma explcita, sino manifestada a travs de una lucha diaria, oculta, donde se enalteca el orgullo de pertenencia. Finalmente, la posibilidad de ensear la cultura a los wingkas se vea como una oportunidad para ganar espacios en otros mbitos yo s mapudungn y trato de ensearlo a quien quiera aprender, aunque sea chilenoporque as vamos ganando terreno en otras cuestionesvamos expandiendo la culturaes la nica forma, tenemos que tomar acciones nosotros porque nadie ms lo hacesi ser mapuche no es hacer algn acto en el colegio y que los nios se vistan como mapuches, esos no son disfraces, as se vestan antes nuestros antepasados (Jos) Por lo tanto, a medida que se iba ganando terreno en el plano cultural, los lderes fueron visualizando nuevas necesidades, las que fueron incorporadas al discurso y que han formado parte de las demandas de los mapuches en los entornos urbanos. La promulgacin de la ley 19.253 dibujara otro escenario que, muchas veces, se ha convertido en una fuente de conflictos para el liderazgo mapuche, como revisaremos a continuacin. 2. Liderazgo formal Con la formalizacin de las organizaciones, los mapuches comenzaron a participar de forma ms estructurada en asociaciones definidas por ley, lo que tambin influy en las dinmicas de liderazgo. Por una parte, los lderes sealan que la aparicin de estas organizaciones ha generado divisiones entre ellos, pues muchas veces intentan resguardar los intereses de sus organizaciones perdiendo de vista objetivos ms amplios y de largo 382
que plazo que traspasan las fronteras organizacionales y que los comprometen como pueblo. La CONADI, como organismo del Estado, ha contribuido a esta situacin con la creacin de instrumentos orientados a asignar recursos que han influido tambin en la confianza de los lderes mapuches. Sin embargo, tambin sealan que existen lderes con visin de futuro, pero que no es fcil mantenerse fuerte frente al clientelismo y a las promesas electorales. Por otra parte, los lderes sealan que no existe unidad respecto de una visin de futuro como pueblo ni de las estrategias ms adecuadas para mejorar su situacin. Por el contrario, muchos lderes se sienten incomprendidos pues piensan que sus acciones estn demostrando la fuerza del pueblo mapuche, mientras que los mismos mapuches los acusan de awingkarse, sin comprender el mensaje de fondo que se quiere transmitir. Pablo ejemplifica muy bien esta situacin: yo a veces les digo en las reuniones que no miran ms allporque si queremos lograr que esto cambie tenemos que dejar nuestros intereses de ladohoy da se me critica porque estamos metidos en la mesa regional, he participado incluso de la parada militar, yo s que muchos hermanos quieren la cabeza ma, muchos me criticanestoy como miembro del consejo consultivo del ministerio de la culturay as con otras cosas de vivienda. Entonceshay un grupo que critica porque son ms radicales, pero aqu en la ciudad Qu sacamos con ser radicales?...no logramos nadayo les digo que tenemos que aprender de Lautaroaprender a pelear con las mismas armas de los wingkas[]he ido a la parada militar y me han dicho que he ido a rendir homenaje a las fuerzas armadas, yo no he ido a rendir homenajevoy a hacer presenciaa mostrar que los mapuches todava estamos presentes despus de ms de 500 aosy eso sale al mundo, lo ven en otras partescon estos gestos estamos demostrando que estamos de pie todavano estamos derrotados, porque tenemos mapuches desde Punta Arenas hasta Aricaclaro que a lo mejor falta ms toma de conciencia, por eso hemos tratado de hacer y de aparecer en la prensa (Pablo) Esta situacin describe muy bien la divisin que existe entre los mismos lderes respecto de los mecanismos ms adecuados para defender la causa mapuche en la ciudad y posicionarse dentro de la realidad chilena. Es por ello que muchos lderes achacan esta divisin a la obligacin de formalizar las redes de participacin, pues con ello se introduce la lgica occidental que consideran ms individualista y 383
competitiva, valores con los que muchas veces resulta difcil pelear, por las condiciones especficas de las ciudades y el contacto que existe con la cultura mayoritaria. Esta misma situacin ha sido sealada para que aparezcan liderazgos oportunistas al alero de la legislacin. Esto lo explican porque para optar a los recursos de la CONADI se necesita tener una organizacin jurdicamente reconocida con un mnimo de 25 miembros, lo que ha ayudado a la creacin de asociaciones fantasma, donde en realidad existe slo unos pocos miembros activos (en algunos casos slo el que ejerce de presidente) y cuya constitucin se justifica slo por la obtencin de ingresos. Por lo tanto, sealan que hay que tener mucho cuidado en el momento de definir el liderazgo indgena en las ciudades, donde son muy pocos los que cuentan con las capacidades reales para ello. No basta con presidir una organizacin, tambin hay que actuar y generar lazos de cooperacin entre las diferentes organizaciones. tenemos que hablar para que se sepa lo que necesitamosalguien tiene que hablarsiempre pasa lo mismoen las reuniones decimos tenemos que votar y siempre dicen Qu hay que votar? O Qu va a hablar ese?...entonces, siempre que hay uno liderando al frente, se es quien le dar la solucin al problema, y no siempre es asno se puede descansar en los dirigentespero la cosa no es asno ser una persona la que le d la solucin a los problemassino que es el pueblo, la genteque est conciente, que se dedica, que se preocupahay que educar a los mapuchescada mapuche debiera saber sus derechos, su identidad, qu es lo que quiere para el futuro, porqu quiere seguir siendo mapuche, no puede ser el que est arriba y los dems roncando en las reunionesson flojoshay gente que solo se organiza para obtener beneficios o dinero del gobiernono hay inters ms all (Luisa) Respecto de las prioridades que aparecen en el discurso, la cultura sigue siendo motivo de convocatoria, pero los lderes sienten que tambin es necesario seguir avanzando en otros temas, por lo que el discurso poltico traducido en la necesidad de aumentar los derechos ciudadanos diferenciados y la concienciacin de los mapuches al respecto tambin se ha convertido en una demanda constante. Este ha sido uno de los puntos ms complejos, pues los lderes sienten que el paternalismo del Estado ha fomentado la pasividad, y que resulta difcil crear conciencia respecto de la importancia de estos temas. 384
Lo anterior se convierte en una de las causas para la baja participacin y la generacin de compromisos al interior de las organizaciones. Tal como hemos explicado en los apartados anteriores, los lderes recurren a diferentes estrategias para aumentar la confianza, la cooperacin y el compromiso, principalmente a travs de la asignacin de responsabilidades. Finalmente, los lderes sealan que su papel debe ser el de mostrar el camino, el de dar claridad respecto de lo que necesitan los mapuches, el de motivar para que los mapuches participen y se comprometan, principalmente porque sienten que deben ser los mapuches quienes definan su futuro. Pero el gran desafo ser conseguir la unin de los lderes y llegar a un acuerdo, mientras no lo consigan estarn a merced de lo que dispongan los chilenos pues sern percibidos como dbiles y divididos. 3. Perspectiva de gnero: el liderazgo femenino Finalmente, respecto de las caractersticas del liderazgo mapuche urbano, hemos podido observar una alta participacin femenina, la que se manifiesta tanto en canales formales como informales. Respecto de los canales formales, un alto porcentaje de mujeres han sido elegidas como presidentas o representantes de sus organizaciones a partir de procedimientos de votacin establecidos por las organizaciones, donde pudimos observar un alto compromiso con las actividades de la organizacin y con el cumplimiento de sus objetivos, siendo dirigentes activas y propositivas. Respecto de los canales informales, tanto en el hogar como en las mismas organizaciones, las mujeres han asumido un liderazgo como defensoras de la cultura y de sus tradiciones en los contextos urbanos, donde se encargan de transmitir y difundir la cultura. Para ello dividen su tiempo en dos actividades principales: en el mbito del hogar se encargan del aprendizaje de sus hijos a travs de historias o relatos que demuestran el valor del pueblo mapuche y el orgullo que deben sentir por ser parte de ese pueblo. En el mbito de las organizaciones, las mujeres asumen la coordinacin o actan como tutoras de los talleres y actividades de difusin y promocin del arte y la cultura mapuche. las mujeres somos las que debemos encargarnos de trasmitir la cultura, las que debemos mantener viva la culturatenemos que hacer que los nios participen y que aprendan a valorar a su pueblo, que conozcan nuestra historia, porque ellos son el futuro, y si sus valores, su identidad es fuerte,
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entonces ser ms fcil que podamos lograr nuestro sueo de ser un pueblo respetado, reconocido (Eva) En otro sentido, las mujeres tambin se encargan de fortalecer el bonding social capital invitando a otros mapuches a participar de las organizaciones, lo cual tambin permite ampliar las redes de contacto y movilizar una mayor cantidad de recursos. Para ello utilizan dos estrategias: invitar a las amistades a que se sumen a las organizaciones o a que participen de actividades puntuales (generalmente el we tripantu o el paln), motivndolos as a continuar de forma permanente en las organizaciones; o integrar a los mapuches que llegan de las comunidades, permitindoles acceder a su red de contactos, las que pueden ampliarse a medida que estos mismos mapuches migrados vayan conociendo a ms personas. Las mujeres sealan que est en su naturaleza el ser solidarias, aunque no siempre es fcil cumplir con esta tarea ya que deben tambin asumir obligaciones en el hogar. Algunas de ellas estn casadas con chilenos, lo que si bien no se ha convertido en un impedimento para vivir la cultura, si les ha significado un trabajo de concienciacin para que sus maridos comprendan la importancia de estas actividades. Si bien asumir este liderazgo no es fcil, ya que deben cumplir un doble papel como amas de casa y como dirigentes, los logros que se han alcanzado son sealados como un aliciente para continuar en esta tarea. En ese sentido, son las mujeres las que mejor dispuestas estn a colaborar en actividades y a apoyar a los lderes, y las que muestran mayor entusiasmo cuando se trata de realizar alguna actividad cultural o tradicional. Asimismo, sealan que el compromiso ha sido clave para instalar la salud intercultural en los consultorios de Santiago y que es este mismo compromiso el que les va a permitir ir logrando mayores objetivos. Finalmente, la explicacin para este liderazgo en las ciudades viene dado tambin por la cultura y los legados ancestrales, lo que claramente explica Mara: incluso si tu miras el pasado, ves que la machi llevaba muy bien su hogar y aparte la medicina, cumpla el papel que se le haba encomendadosu espiritualidad, por lo tanto nuestra fuerza viene de atrses ancestralno creo que sea de hoy que nosotros podemos hacerlo sino que es una capacidad que tenemosa parte, por ser dirigente mujer, nosotras somos la voz y los hombres han tenido que entenderlocreo que en eso nos 386
diferenciamos de la sociedad occidental en la que siempre los cargos o las cosas importantes las hacen los hombres, aqu, en nuestro pueblo, incluso en nuestra historia, las mujeres han cumplido un papel fundamental, importantsimo[] no hay diferencia, lo que importa es la fuerzapor eso lo ves, no es mal visto que seamos nosotras las que asumamos el trabajoes una forma de unin, de comunin entre nosotros mismoses importante para seguir viviendo y mantenindonostena que existir esa amistad de las fuerzas, respetndose ambos, hombres y mujeres. Yo lo veo cuando hablan del lonko, el lonko es la cabeza, debe ver a su familia, a la comunidad, y es ah cuando le corresponde a la mujer estar acompaando al hombrepero en el caso de la machi es distinto, ella es quien lleva la espiritualidad (Mara) Creemos que ser importante considerar las implicancias del liderazgo femenino en las ciudades y las posibilidades que ofrece para el desarrollo del capital social mapuche, en trminos de movilizacin de recursos, generacin de confianza, promocin de la reciprocidad e iniciativas de cooperacin. Al igual que sucede en las comunidades, corresponde a ellas un papel central en la mantencin de la cultura y, como hemos podido observar, han sabido conjugar saberes ancestrales con capacidades de conduccin, dando lugar as a la creacin de nuevos espacios de discusin y manteniendo vivas las redes de relaciones generadas en las ciudades. Por otra parte, consideramos necesario un mayor ahondamiento en las dinmicas de liderazgo que han llevado a las mujeres a asumir un papel central en el mbito urbano, de manera de extraer aquellos posibles inductores que lleven al fortalecimiento del capital social mapuche urbano. Los principales hallazgos de este apartado se resumen en la siguiente figura:
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1 y 2 generacin Caractersticas personales Bsqueda de espacios para la cultura Movilizacin de redes de parentesco Divisiones Falta de visin de futuro
Liderazgo formal
Cargos de representacin Movilizadoras de la cultura Tutoras en talleres Perspectiva de gnero Convocadoras Dirigencia activa Legado ancestral
Figura 42. Desarrollo de la categora Liderazgo Fuente: Elaboracin propia
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3. Capital social mapuche urbano: Base para su desarrollo En los apartados precedentes hemos podido identificar aquellas variables que constituyen el capital social mapuche, ahondando tambin en los elementos precursores de este capital social, obteniendo as una primera aproximacin al estudio del capital social mapuche urbano, que nos ha permitido, por una parte, conocer sus caractersticas principales y las dinmicas de relaciones que se dibujan a partir de ellas, y por otra parte, dimensionar la existencia de este capital social, lo que nos permite tener un diagnstico respecto de sus fortalezas y debilidades. En ese sentido, las variables que conforman tanto el capital social como sus precursores son los siguientes:
Tabla 17. Variables del capital social mapuche urbano Precursores del capital social mapuche urbano Factores de identificacin Memoria colectiva histrica Valoracin y uso del mapudungn Agentes de fortalecimiento de la identidad Pobreza e identidad tnica Factores para la autodefinicin La discriminacin El entorno urbano Rituales y ceremonias vigentes mbito de la salud mbito de las creencias Estrategias de innovacin, adaptacin y vigencia Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales Resignificacin del mapudungn Resignificacin de la escritura Jerarquizacin de prioridades Capital social mapuche urbano Capital social Cognitivo -
Redes
Con ello hemos respondido a las dos primeras subpreguntas de investigacin, las que buscaban conocer las variables que actan como precursores del capital social mapuche urbano junto con las variables que conforman este capital social, tanto en trminos cognitivos como estructurales, cuyo anlisis integrado nos ha permitido obtener una fotografa respecto de la situacin de los mapuches urbanos en virtud de dichas variables. 389
Asimismo, no slo nos hemos dado a la tarea de identificar estas variables sino tambin de dibujar las relaciones existentes entre ellas, considerando factores internos y externos que, de forma dinmica, han influido en los niveles de capital social existente entre los mapuches urbanos, y que se constituyen en informacin privilegiada para la generacin de propuestas en trminos de polticas o acciones concretas que no slo favorezcan el desarrollo de este capital social, sino que tiendan a actuar sobre las debilidades encontradas de manera de promover un desarrollo armnico del mismo. Los resultados encontrados no slo nos permiten tener una imagen acabada respecto del capital social de los mapuches urbanos, sino que tambin nos ha permitido comprender como las dinmicas migratorias han influido tanto en los precursores como en las variables del capital social, y cmo se han producido mecanismos de adaptacin e innovacin constantes para mantener vigente la cultura de un pueblo que, an en un entorno ajeno, ha podido generar un tipo de capital social basado principalmente en lazos internos, pero que debe seguir avanzando en la generacin de lazos ms amplios e incluyentes. En ese sentido, los resultados encontrados nos permiten graficar el capital social mapuche de la siguiente forma:
Debilidades
Debilidades
Figura 43. Mapa del capital social mapuche urbano Fuente: Elaboracin propia
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En este grfico se observa que existen altos niveles de bonding social capital, lo que se constituye en una fortaleza que puede permitir sentar las bases para un desarrollo del capital social mapuche urbano, y que da cuenta de la existencia de confianza, reciprocidad y cooperacin, as como de estructuras de redes que permiten aglutinar a los mapuches en torno a objetivos comunes. Sin embargo, los resultados muestran que existen niveles muy bajos de bridginig y linking social capital, lo que se transforma en una debilidad en trminos de las posibilidades de obtener recursos de otras instancias, y que incide de forma negativa en el capital social mapuche urbano. Creemos que esta preponderancia del bonding social capital puede deberse a un estadio determinado en una especie de ciclo de desarrollo, donde el sentimiento de amenazas desde el entorno ha llevado a los mapuches a generar una coraza de proteccin, formada por un crculo cerrado que puede hacerse ms poroso y flexible en la medida que este sentimiento disminuya, y que existan posibilidades reales de establecer lazos de confianza, cooperacin y reciprocidad con agentes que se encuentran fuera de dicho crculo. Sin embargo, si se espera un desarrollo armnico del capital social mapuche se deber actuar en todas las dimensiones del capital social, en todas sus variables constitutivas, tomando en consideracin los precursores, pues todos ellos definirn, en gran medida, la creacin de bases slidas que permitan avanzar hacia una sociedad ms respetuosa, acorde a los principios de una convivencia basada en la diversidad, donde todos los actores estn llamados a desempear un papel clave. En el siguiente apartado, y sobre la base de los hallazgos realizados, nos daremos a la tarea de responder a la tercera subpregunta de investigacin, la que pretende relacionar las variables del capital social mapuche urbano y sus precursores con propuestas orientadas a mejorar la calidad de las polticas, planes y programas orientadas hacia ellos, de manera que tomen en consideracin criterios de pertinencia y adecuacin que respondan a las caractersticas propias de este pueblo, y que sean definidas con una visin de desarrollo de largo plazo, en el marco que impone una sociedad multicultural. 3.1 Consideraciones para un desarrollo con identidad Como uno de los elementos que justificaron la realizacin de nuestra investigacin, sealbamos la especial situacin de pobreza y marginacin que viven los pueblos 391
indgenas en general, producto principalmente de estrategias equivocadas que no tomaron en cuenta sus diferencias y que fueron definidas de forma ajena a su propia realidad. De esta manera, estos pueblos han carecido de una real participacin poltica y de alternativas eficaces para ejercer influencia sobre aquellos elementos que definen su desarrollo, siendo muy escaso el acceso a las autoridades a cargo de formular las polticas que les ataen (Hall y Patrinos, 2004). El estudio del capital social de los pueblos indgenas adquiere as especial relevancia, pues no slo reconoce los valores y smbolos de un pueblo, sino tambin las formas de organizacin, las estructuras e instituciones, los hbitos o prcticas compartidos o la manera o maneras comunes de ver el mundo (Durston, 1999). Por lo tanto, consideramos necesario emprender el estudio del capital social de un pueblo en particular, los mapuches, y de forma an ms acotada, los mapuches urbanos, de manera de contar con informacin para generar no slo un modelo de desarrollo basado en su propia cultura, sino tambin sentar las bases para una convivencia respetuosa en una sociedad multicultural. A partir de este estudio hemos identificado nuevos elementos que no han sido considerados o que han sido considerados de forma secundaria, en la mayora de las polticas, planes y programas, a pesar de que juegan un papel importante en sus condiciones de vida, tanto actuales como futuras. Es as como nuestro estudio da cuenta de la existencia de una serie de elementos que han servido, en gran medida, para mantener y recrear el capital social mapuche en las ciudades, expresado en los elementos precursores del capital social, y que nos indican que los mapuches urbanos continan compartiendo una identidad, una historia, una cultura comn, que estn presentes en sus expresiones de capital social. Entre otros elementos, la identidad mapuche urbana se estructura a partir de la memoria colectiva histrica, de la lengua, de la ritualidad y las creencias, los que en su mayora han sufrido un proceso de resignificacin y adaptacin lo cual supone un rescate de formas culturales, modos de relacin social y de produccin simblicas distinta a la de los chilenos (Valds, 2000). En ese sentido, el capital social se basa en usos y costumbres que siendo tradicionales, estn lejos de ser estticos y refractarios al cambio y que, por el contrario, son muy dinmicos y prcticos ya que existen en funcin de su utilidad para regular la convivencia. Los precursores del capital social permiten generar un sentimiento de pertenencia a un pueblo (identidad colectiva) y a un sistema sociocultural, los que resultan 392
fundamentales en la definicin de capital social. En ese sentido, ser necesario resguardar la capacidad de los propios mapuches para decidir libremente su futuro conforme a su propio sistema de fines y valores, de manera de potenciar su desarrollo y no intervenir de manera unilateral sobre el mismo (Villoro, 1998). Consideramos tambin que esta libertad de decisin debe ser resguardada desde dos mbitos. Por una parte, nuestro estudio demuestra que existe un alto porcentaje de mapuches urbanos que se han organizado a travs de redes formales e informales como mecanismo para la mantencin y vigencia de su cultura, entendindola como un proceso que se vive de forma colectiva. Es as como nos encontramos con un mbito pblico de convivencia que se ha generado como respuesta a las condiciones del entorno (no siempre favorables) y que supone la cara visible de esta cultura. Sin embargo, habr que considerar tambin el otro mbito, el privado, ya que tambin existe un porcentaje de la poblacin mapuche que se mantiene apartada de estas redes y que han decidido, por diferentes motivos, adoptar las prcticas de la cultura mayoritaria. De hecho, en nuestra investigacin dbamos cuenta de un estudio que verifica el cambio de apellidos como mecanismo para ocultar la identidad. Lo anterior nos lleva a recomendar que las estrategias de convocatoria y participacin que se implementen en el mbito mapuche urbano deban tener en cuenta ambas realidades, permitiendo la libertad de adhesin, por una parte, pero generando cambios en el entorno, por otra. Es decir, se deben promover condiciones sociales, culturales, polticas y econmicas amigables a la convivencia intercultural, lo que seguramente permitir la continuidad de las prcticas culturales y vigentes (o incluir otras diferentes) animando la aparicin de redes, pero tambin dando espacios para que aquellos que se han automarginado decidan, en virtud de los cambios, las posibilidades de participacin y construyan sus procesos de reidentificacin en estas nuevas condiciones. Respecto de estos precursores, consideramos que una de las principales estrategias en trminos de creacin y fortalecimiento del capital social mapuche urbano ser superar la percepcin de amenaza cultural, pasando as a una de colaboracin intercultural. Si bien esta actitud defensiva ha servido de mecanismo aglutinador, ser necesario crear condiciones para un dilogo intercultural basado en el respeto y
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la consideracin mutua, lo que lleva aparejado la igualdad de condiciones y la equiparacin de espacios de poder y participacin. Efectivamente, existe en la memoria colectiva mapuche la visualizacin de relaciones de conflicto con el Estado y con la sociedad chilena, los que han intentado de manera sistemtica la uniformizacin cultural, y los que han definido, en gran medida, sus condiciones actuales de marginacin y pobreza. La necesidad de abandonar sus territorios histricos en la bsqueda de mejores condiciones de vida, el deterioro de su capital cultural, la marginacin de los procesos de desarrollo que les ataen, entre otros, son mencionados como estrategias implementadas por estos actores en desmedro de su propia existencia. En ese sentido, la memoria histrica colectiva puede convertirse en una camisa de fuerza o en un poderoso catalizador del capital social. En nuestro caso, la memoria histrica ha permitido vincular fuertemente a los mapuches (bonding social capital) pero se ha convertido en una traba para el desarrollo de relaciones con otros actores (bridging social capital), a partir de la percepcin de amenaza a la que hacamos mencin anteriormente. Como seala Valenzuela (2003) este sentimiento presente en la memoria colectiva mapuche se manifiesta en su accin, sus simbolismos, su discurso y su manera de escindir el mundo entre wingka y mapuche. All encontramos una recuperacin y recreacin de la historia, una denuncia del segregacionismo interno que los ha acompaado y una propuesta de democratizacin del poder, de lo pblico, de la produccin de lo comn (Valenzuela, 2003). Por lo tanto, ser necesario provocar un cambio en esta percepcin, instalando en la memoria colectiva acciones que potencien la creacin de confianza. Consideramos que la canalizacin de este cambio no ser un proceso de corto plazo, sino que requerir de inversiones sistemticas en diferentes mbitos que permitan regenerar la confianza y permita pasar desde una etapa defensiva a una proactiva. Los propios mapuches sealan que el desconocimiento y la inexistencia de dilogo se han convertido en una de las causas para el miedo y la desconfianza. Ser necesario crear estos espacios de dilogo, promover acciones conjuntas en virtud del capital social mapuche y de sus prioridades, instalar en la memoria colectiva prcticas exitosas de cooperacin y trabajos conjuntos que puedan ser transmitidos a otras generaciones, iniciando as un crculo virtuoso que puede convertirse en el punto de partida para un nuevo dilogo intercultural. 394
Este dilogo requiere, asimismo, de ciertas condiciones para ser asumido de forma integral y para asegurar su sostenibilidad. Consideramos que una de ellas ser la implementacin de polticas pblicas de comunicacin que no slo faciliten la conexin entre los propios pueblos indgenas (a nivel nacional como internacional) sino que ser necesario educar al pblico en general (entendido como la sociedad chilena) para perder el miedo y romper con los mitos y estereotipos que han minado las relaciones entre ambas culturas. Un proceso real de cambio requiere de acciones conjuntas en ambos sentidos. Como seala un lder indgena El Nuevo Trato no es solo una responsabilidad del Gobierno, sino del Estado y la sociedad chilena en su conjunto. Especialmente, el nuevo trato debe provenir de la sociedad civil; esta nueva relacin y la poltica de reparaciones correspondientes, deben ser promovidas tambin por las Iglesias, los partidos polticos de todas las tendencias, las organizaciones de la sociedad civil70 Finalmente, ser necesario crear un cambio de mentalidad en los funcionarios
gubernamentales y en los funcionarios de las agencias de cooperacin internacional, a todos los niveles, que implique la incorporacin de nuevas tcnicas de gestin con pertinencia cultural. Consideramos que este cambio integral puede servir de base para la modificacin positiva de la memoria colectiva no slo de los mapuches sino tambin del resto de actores implicados en este nuevo escenario multicultural. Junto con estas acciones, consideramos igualmente importante la necesidad de transversalizar los esfuerzos, abarcando as los sectores ms sensibles para la autoidentificacin y el reforzamiento identitario. En ese sentido, hemos podido observar cmo los esfuerzos realizados en educacin y salud no se han visto recompensados pues no se han creado otras instancias que acompaen el cambio de actitud del resto de la sociedad chilena hacia la poblacin mapuche. La sensibilizacin respecto de las necesidades de los mapuches y la creacin de capacidades para la convivencia se convierten en elementos cave para el xito de las iniciativas, pues el impacto de las mismas redundar en cambios para la sociedad en su conjunto, ya que si bien estn dirigidas a la poblacin mapuche, ser necesario que la cultura mayoritaria est abierta y dispuesta para estos cambios, especialmente para ceder espacios a la convivencia.
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Consejero Jos Llancapan Calfucura, con motivo del Debate Nacional de los Pueblos Indgenas 2006. http://www.mapuche.info/mapu/CIU061005.html
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Lo anterior se justifica en uno de los principios del multiculturalismo que dice relacin con el respeto a las singularidades y diferencias de cada cultura, criticando la uniformidad social que impone la cultura mayoritaria de cada sociedad, pero creando condiciones para la convivencia y no promoviendo el aislacionismo cultural. No basta con reconocer derechos diferenciados sino que se requiere crear puentes de cooperacin y apoyo, donde las culturas se desarrollen en condiciones igualitarias y equitativas. En el caso mapuche, creemos que un primer paso ser igualar las condiciones de partida, realizando esfuerzos por crear capital social all donde este presente vacos o donde el desuso haya llevado a olvidar algunos precursores. Por lo tanto, ser necesario interpelar a los actores sociales, econmicos y polticos inmiscuidos en el desarrollo del pas, al planteamiento de diferentes direcciones que vayan ms all de una simple democratizacin. El multiculturalismo reclama discutir las bases de la sociedad para alcanzar otro estilo, otro modelo de desarrollo, enmarcado en el paradigma de una democracia cultural plural, sustantiva, integral, y participativa. Efectivamente, creemos que el fortalecimiento del capital social mapuche requiere ms que una coexistencia que se agota en la pasiva tolerancia del otro sino que, por el contrario, va ms all, avanzando hacia la aceptacin positiva y entusiasta de las diferencias, entendiendo la diversidad como riqueza de todos, donde se compartan e intercambien bienes culturales. Otro de los hallazgos de nuestro estudio nos muestra que la cultura se convierte en una variable para la convocatoria y la participacin, lo que puede analizarse en dos sentidos. Por un lado, la mantencin de la cultura se ha convertido en la bandera de lucha de los mapuches urbanos, pues entienden que de su existencia depende la vigencia del pueblo mapuche: sin cultura se pierden todos los factores que forman la identidad y que les permite definirse como mapuches. Es por ello que el arte y la cultura forman parte de las actividades de las organizaciones y es sealada por los lderes como una de las demandas necesarias hacia el Estado. Por lo tanto, los precursores del capital social deben ser considerados e incluidos en todas las etapas de las polticas, planes y programas, no slo porque facilita el cumplimiento de los objetivos finales sino porque su inclusin aumenta la confianza y las posibilidades de cooperacin.
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Por otra parte, no basta slo con defender la vigencia de la cultura, sino que ser necesario avanzar hacia otros mbitos igualmente importantes para la vigencia de un pueblo, como son el empoderamiento y la construccin de ciudadana. Ello porque la preocupacin de los mapuches urbanos ha sido principalmente la defensa de su cultura, lo que ha significado el debilitamiento de las capacidades polticas. Como sealan los lderes mapuches urbanos, este debilitamiento ha sido producto de las intervenciones estatales y de las polticas que han fomentado el paternalismo y la pasividad. La promocin de la participacin tiene que estar ligada a la cultura pero tambin al ejercicio de la ciudadana, que implicar incluso, nuevas formas de hacer poltica. En ese sentido, los lderes mapuches requieren contar con capacidades y habilidades para poder negociar con los gobiernos y otros actores clave cuestiones fundamentales como son los derechos humanos, los recursos naturales, la educacin, la identidad cultural y cvica y la participacin poltica, entre otros. Como seala Joan Prats la aspiracin al reconocimiento va hoy ms all de la tolerancia. Exige, aceptacin, respeto y afirmacin pblica de la diferencia. Los grupos con identidades diferentes quieren trato igualitario, sin discriminacin ni desventaja. Quieren que se entienda que su forma de organizar los mbitos relevantes de la vida o de vivir sus vidas es igual de vlida que las dems. Por todo ello no slo piden cambios legales sino en las actitudes y formas de valorar y de pensar (Prats, 2006). Respecto de polticas sectoriales, la educacin se convierte en una de las principales demandas de los mapuches urbanos, donde el uso de la lengua adquiere un nuevo significado, que pretende definir las relaciones entre los mapuches y la sociedad en su conjunto, buscando nuevos espacios para su uso y difusin. En ese sentido, la consideracin de la educacin intercultural bilinge es un elemento que traspasa los sistemas de educacin formal y que deben instalarse tambin en las estrategias de dilogo intercultural a todos los niveles, rescatando as mecanismos de transmisin y aprendizaje cultural utilizados por los mapuches urbanos a partir de sus propias prcticas y cosmovisin. En ese contexto, el uso de la lengua adquiere enorme importancia en la interaccin social entre los individuos, pues no slo contribuye a la integracin social sino tambin permite crear comprensin y significado en las relaciones. Hasta el momento, las polticas, planes y programas han privilegiado el uso de la lengua de la 397
cultura mayoritaria, lo que ha implicado importar significados y comprensin desde una lengua ajena a los mapuches, afectando la vigencia cultural. Consideramos necesario recomendar la bsqueda de estrategias de dilogo intercultural en el sentido amplio del concepto. Como seala Knig (2001), el monolingismo ha generado una discriminacin contra los grupos lingsticos no dominantes, pues generalmente los gobiernos nacionales han respondido a la presencia de minoras lingsticas en su territorio con polticas lingsticas destinadas a extinguirlas, creando un marco legal que promueve el uso de una lengua oficial en los sectores de los medios de comunicacin, la educacin y la comunicacin poltica. Chile no ha sido una excepcin, extendindose esta prctica monolingista a todos los mbitos relacionados con los mapuches. Esta situacin ha llevado en los ltimos aos a reivindicar el uso de la lengua propia como un derecho inalienable de los pueblos indgenas, pero que no depende de ellos sino ms bien de las voluntades polticas y de la promocin de espacios para su uso por parte del Estado. Por lo tanto, ser necesario implementar polticas multiculturales que incluyan la difusin de la lengua mapuche no slo en sus mbitos propios de relacin, sino que amplen su uso hacia otros actores, pues es la sociedad mayoritaria la que debe adaptarse a las condiciones de la diversidad, en un esfuerzo de sensibilizacin y promocin de un dilogo compartido basado en el respeto a la cultura. Asimismo, ser necesario diagnosticar las condiciones en que se encuentra la lengua, y as elegir las estrategias apropiadas de intervencin conducentes a su revitalizacin. Lo anterior supone un esfuerzo no slo para los Estados sino tambin para las Agencias de Cooperacin y de Investigacin, en la generacin de propuestas de modelos, estrategias e instrumentos orientados a potenciar las posibilidades de xito. En otro mbito, las festividades y las creencias tambin se han manifestado como importantes precursores del capital social mapuche, las que se han mantenido vigentes en la ciudad y que se han convertido en mecanismos de convocatoria y participacin. En ese sentido, consideramos que se deben realizar esfuerzos por proteger las diferentes formas de expresin cultural de los mapuches, facilitando la utilizacin de espacios y construyendo entornos propicios para su manifestacin, invitando a participar a otros sectores de la sociedad, sensibilizando y favoreciendo su aportacin a la civilizacin universal. 398
En ese contexto, algunos organismos internacionales han comenzado a generar estrategias de sensibilizacin a los Estados para que realicen actividades concretas con el fin de promocionar la idea de una "ciudadana cultural" que abarque la identidad cultural y cvica indgena como parte del marco ms amplio del pluralismo cultural. Esto implica profundizar en el dilogo intercultural, base de un mejor entendimiento de la riqueza de cada cultura y de la diversidad cultural como un bien para cada Estado (UNESCO, 1999). Finalmente, consideramos tambin que no puede se debe perder de vista la importancia que los mapuches urbanos dan a la mantencin de los lazos que los unen con su comunidades de origen, lo que puede convertirse en un importante catalizador para la realizacin de actividades de cooperacin orientadas a mejorar las condiciones socioeconmicas de ambos grupos. Cabe considerar que los mapuches se consideran parte de un mismo pueblo, pero que deben enfrentar, producto de las migraciones, desafos diferentes para mantener viva su cultura, sus tradiciones y creencias. El fortalecimiento y bsqueda de nuevos mecanismos de comunicacin entre ambos grupos (urbanos y rurales) tambin debe acompaarse de estrategias especficas de intervencin para ambos grupos. Una de las principales demandas ha sido la exclusin de los mapuches urbanos de muchos proyectos orientados al mundo indgena, donde se privilegia la ruralidad, desconociendo la realidad que vive un alto porcentaje de la poblacin indgena, la que se encuentra en las zonas marginales de las ciudades, enfrentando condiciones de pauperizacin y aculturacin importantes. En ese sentido, las polticas, planes y programas deben considerar esta realidad y proponer acciones orientadas en dos sentidos: por una parte, acciones para mejorar las condiciones socioeconmicas de los mapuches urbanos y, por otra, impulsar acciones que permitan revivir la cultura mapuche no slo en trminos de bonding social capital, sino implicando a otros actores a travs de estrategias de sensibilizacin y participacin, que sienten las bases para relaciones efectivas en trminos de linking y bridging social capital. Los precursores del capital social mapuche urbano identificados en nuestro estudio aportan informacin relevante para el diseo de polticas, planes y programas, cuyo anlisis depender tambin de las particularidades de cada una de estas intervenciones, las que pueden poner el nfasis en uno o en mas de estos elementos precursores, pero que no pueden dejar de considerar su inclusin si 399
realmente se espera alcanzar el impacto deseado en cada una de ellas de manera sostenible. En ese sentido, los mapuches urbanos han demostrado una capacidad de adaptacin y recreacin de estos elementos precursores. El estudio del capital social permite, en ese sentido, volver a conceptualizar la cuestin del desarrollo como un problema de evolucin e innovacin social de una cultura que desea mantenerse como tal en respuesta a los cambios del entorno (Vignolo, Potocnjak y Ramrez, 2005). Si sumamos a este anlisis las dimensiones que hemos analizado respecto del capital social mapuche urbano, y que dicen relacin con el bonding, bridging y linking social capital, podemos hilar an ms fino respecto de las posibilidades que ofrece el diseo de polticas, planes y programas pertinentes, respetuosas con las diferencias de este pueblo. En ese sentido, nuestros hallazgos nos permiten conocer los mecanismos que utilizan los mapuches urbanos para su supervivencia, para la mantencin y manifestacin de su cultura, para la resolucin de conflictos o de problemas derivados de su particular situacin socioeconmica, para el establecimiento de relaciones, para la conformacin de redes, etc. Respecto del bonding social capital, las variables de confianza, reciprocidad y cooperacin se sustentan en los elementos precursores del capital social y estn ligados, generalmente, a la identificacin cultural y al sentimiento de identidad compartida y de pertenencia a un pueblo. En ese sentido, las tres variables se refuerzan y alimentan mutuamente permitiendo la aparicin de prcticas que sustentan las redes sociales formales e informales. Por lo tanto, consideramos que el factor geogrfico debe ser incluido en las propuestas orientadas a la formacin de redes sociales. Lo anterior se justifica porque, entre otros, la cercana fsica facilit en gran medida la creacin de capital social a partir del cual estructuraron redes bsicas que les han permitido la sobrevivencia y la sostenibilidad. Conviene destacar que, si bien la identidad cultural lleva a los mapuches a iniciar redes ms o menos estables, la necesidad de unirse y colaborar es de carcter voluntario, lo que se verifica an cuando no existan elementos externos que apoyaran la creacin de organizaciones o asociaciones formales. Entre otros elementos aparece la solidaridad, como un bien ancestral de este pueblo, que tiende a mantenerse tambin en las zonas urbanas y que se constituye en una base para el establecimiento de las relaciones. La aparicin de esta solidaridad se fundamenta en la situacin socioeconmica similar que comparten los mapuches.
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Respecto de los agentes movilizadores de capital social cognitivo, las mujeres juegan un papel central, no slo porque son las encargadas de mantener viva la memoria histrica colectiva, tanto en el mbito familiar como en las actividades que se desarrollan en las organizaciones, sino porque tambin desempean roles de liderazgo a partir de los cules se extienden prcticas de reciprocidad y colaboracin, ya sea invitando a participar a los mapuches que llegan de las comunidades o promoviendo actividades de ayuda y/o camaradera que influyen grandemente en la mantencin de buenas relaciones. Sin embargo, an se perciben limitantes en el capital social, principalmente en lo referido a las capacidades de los lderes para decidir, de forma consensuada, las posibilidades de futuro del pueblo mapuche, lo que se traduce en la falta de confianza para ocupar cargos polticos de responsabilidad que superen las fronteras de las organizaciones mapuches. Esta situacin, tal como ya mencionamos, es fruto de las prcticas paternalistas que, de manera sistemtica, han percibido los mapuches de parte del Estado y de la mayora de las instituciones de la sociedad chilena. Efectivamente, tanto los agentes pblicos como las Agencias de Cooperacin han definido las caractersticas de las estrategias de intervencin de acuerdo a sus propias concepciones del desarrollo, lo que a su vez ha influido en las capacidades, habilidades, formas de actuar de los mapuches y en los mecanismos de relacin con otros actores. Es decir, estas estrategias influyen en la naturaleza y distribucin del capital social. Por lo tanto, ser necesario considerar estrategias de empoderamiento basadas en las prcticas de reciprocidad, confianza y cooperacin que lleven al surgimiento de liderazgos efectivos y al surgimiento de redes especficas, por una parte, pero que tambin permita la creacin de capacidades y habilidades en los mapuches urbanos por otra, desde una concepcin integral del desarrollo, en el sentido de fomentar aptitudes para la negociacin, el dilogo intercultural y la generacin de propuestas desde su propia concepcin cultural, para que, en el largo plazo, sean ellos quienes acten como impulsores de estas mismas polticas. El capital social mapuche urbano no slo debe ser la base para superar la pobreza, fortalecer la participacin y lograr la equidad, sino que tambin debe visualizarse como una oportunidad para fortalecer las capacidades poltica, sociales y civiles de la comunidad mapuche, implementando acciones tendientes a fortalecer su 401
capacidad de influir en las polticas estatales y nacionales, vinculando, asimismo, sus organizaciones locales con organizaciones ms amplias. En ese sentido, creemos que el desarrollo con identidad no puede descansar de forma exclusiva en las polticas, planes y programas impulsados desde agentes externos. Si bien esta situacin puede presentarse as en un primer momento, habr que tender hacia la propia autogestin de las mismas por parte de los mapuches urbanos, creando tambin las condiciones del entorno que permitan y promuevan la aparicin y la mantencin de estas prcticas de empoderamiento. Cabr, por tanto, tener en cuenta polticas que consideren simultnea y prioritariamente principios de solidaridad, confianza y reciprocidad, pero tambin de liderazgo, eficiencia y capacidad poltica. Asimismo, la necesidad de incluir el capital social en las polticas, planes y programas implica que desde un inicio se consideren las relaciones sociales existentes entre los mapuches urbanos as como sus elementos precursores y constitutivos, ya que si la intervencin desconoce las dinmicas propias de las comunidades y sus procesos de autogestin (registrados en la memoria histrica y tradicin de acciones en colaboracin de la comunidad), difcilmente se alcanzar el impacto esperado. Finalmente, un elemento clave para considerar el capital social de los mapuches urbanos es la capacidad de las polticas, planes y programas de reconocer, respetar y sumarse a la trayectoria previa de esta comunidad en sus iniciativas de desarrollo. Como sealan Raczynski y Serrano (2003) es poco frecuente la ausencia de organizaciones, grupos, liderazgos, historia de esfuerzos compartidos entre los pobres asentados en un mismo lugar. Reconocer y respetar esta trayectoria, tomando de ella lo que impulsa una revitalizacin del compromiso y la confianza en la accin cooperativa, sin menoscabar viejas prcticas que no contribuyeron a los desarrollos esperados, forma parte de la memoria de los grupos y constituye una materia prima que si es adecuadamente considerada, acta como fuente de reconocimiento mutuo. Si este aprendizaje en capital social es ignorado, acta como foco de desconfianza y sospecha hacia los agentes estatales (Raczynski y Serrano, 2003). Respecto del bridging y linking social capital, nuestra investigacin muestra importantes debilidades respecto de las posibilidades de extender lazos de capital 402
social hacia otros actores no mapuches, sean individuos, organizaciones o instituciones de la sociedad chilena en general, o del Estado en particular. Por lo tanto, creemos que en el caso de los mapuches urbanos el mximo desarrollo de su capital social an no se produce pues an quedan dimensiones por cubrir, ya que la fortaleza del capital social mapuche se concentra en el bonding social capital. Si bien el entorno se menciona como uno de los principales obstculos para el surgimiento del bridging y el linking social capital, tambin debe mencionarse que las polticas, planes o programas no han considerado, en su mayora, las posibilidades de incluir estas dimensiones en su diseo y ejecucin, focalizando los recursos y esfuerzos slo en las comunidades a atender, olvidando que el xito de muchas estrategias depende de las capacidades de relacin, contacto e intercambio de recursos con otros grupos clave. Desde ese punto de vista, una de las tareas del Estado ser la promocin de lazos entre los mapuches urbanos y otros grupos que posean redes con diferente dotacin de recursos, de manera que se puedan aprovechar los beneficios de ser miembros de una comunidad ms reducida, pero tambin ser habilitados para adquirir destrezas y recursos a fin de participar en redes que superan sus comunidades. Como sealan algunos autores, en la medida que las redes se diversifican, lo mismo ocurre con el bienestar de las personas. Efectivamente, los mapuches urbanos disponen de redes limitadas para el establecimiento de contactos, y debido a esta exclusin se han visto impedidos de acceder a recursos que puedan incidir de forma positiva en sus posibilidades de desarrollo. Estas relaciones no slo deben verse con el Estado u organizaciones de la sociedad chilena, sino que tambin la inclusin del sector privado ser fundamental en las posibilidades de desarrollo. Como seala la CEPAL, esta inclusin busca tanto un efecto directo en las condiciones de vida de los beneficiarios, cuando se trata de programas donde los actores privados tienen una incumbencia directa (por ejemplo, infraestructura urbana), como un efecto indirecto que contribuye a generar instancias de negociacin y construccin paulatina de confianza mutua (CEPAL, 2005). Creemos que la generacin de redes de confianza, reciprocidad y cooperacin entre la comunidad mapuche urbana y otros grupos ser un proceso de largo plazo, donde deben verificarse relaciones basadas en la igualdad, la inclusin y la participacin efectivas, que permitan instalar en la memoria colectiva prcticas compartidas que
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puedan ser consideradas exitosas y que alienten las interacciones y el contacto intertnico. Por lo tanto, el capital social se fortalecer de manera integral slo si sus relaciones de reciprocidad, confianza y cooperacin se extienden a otros actores fuera de la comunidad mapuche, es decir, si la interaccin de los grupos sociales se refuerza al mismo tiempo que se mantiene la confianza, reciprocidad y cooperacin con la sociedad chilena en su conjunto, con las organizaciones de la sociedad civil y con el Estado. Efectivamente, en relacin con las estrategias de vida y la superacin de la pobreza indgena urbana, el bonding social capital sirve para la sobrevivencia pues ofrece acceso a formas de reciprocidad, cooperacin y solidaridad en instancias determinadas, pero es poco probable que este capital social permita una acumulacin significativa de otros activos, porque las posibilidades de acumulacin son limitadas por el patrimonio total de activos en una localidad. Por lo tanto, es un capital social que puede permitir un alivio de la pobreza, pero no una superacin de sta (CEPAL, 2005). En el contexto mapuche urbano se necesitar del impulso de agentes externos para abrir redes de capital social ms all de los lmites del bonding social capital, pues ha sido el entorno y sus caractersticas uno de los principales causantes de la desconfianza que ha minado, en gran medida, las posibilidades de cooperacin y reciprocidad con otros actores. En ese sentido, creemos que corresponder al Estado y a otras instituciones relevantes en el desarrollo mapuche urbano, como las Agencias de Cooperacin, la tarea de superar las fronteras del bonding social capital hacia otros grupos que posean diferentes dotaciones de recursos, de manera que los mapuches puedan aprovechar las posibilidades que les ofrece ser parte de una comunidad reducida (la de los mapuches urbanos), sin que esto signifique privarse de la posibilidad de participar de los beneficios que significa el establecimiento de redes con grupos ms amplios (sociedad chilena e instituciones). 3.2 Algunas consideraciones finales En el apartado precedente hemos hecho algunas propuestas que pretenden recoger la especificidad del capital social mapuche urbano, a partir de los resultados de nuestro estudio, en relacin con las polticas, planes y programas que les ataen, las
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que si esperan alcanzar un verdadero impacto, debieran ser definidas tomando en consideracin las variables encontradas as como sus dinmicas de relaciones. Sin duda que estas aportaciones constituyen slo una primera aproximacin al tema y que existen una variedad de propuestas diferentes que tambin debieran considerados en las propuestas de polticas, planes y programas orientados a los mapuches urbanos, principalmente porque los resultados encontrados permiten una multiplicidad de utilidades, que van desde la definicin de polticas integrales hasta aquellas que buscan incidir en un sector en particular. Sin embargo, hemos considerado importante realizar un primer ejercicio de reflexin en torno al capital social y su utilidad como teora del desarrollo, de manera de verificar las posibilidades que ofrece en el marco del multiculturalismo imperante en Amrica Latina, y en nuestro caso especfico, en Chile. Por lo tanto, creemos que hemos hecho un aporte no slo por la identificacin y dimensionamiento del capital social mapuche urbano, sino porque nuestro estudio permite relacionar estos resultados con acciones concretas, promoviendo la reflexin y el debate en torno a las definiciones de desarrollo de este pueblo, con criterios de pertinencia, respeto a la diversidad y promoviendo un dilogo intercultural. Si bien el multiculturalismo es un fenmeno que se ha instalado fuertemente en nuestras sociedades, an persisten desafos respecto de cmo enfrentar la diversidad y cmo promover la convivencia sin perder de vista los principios que deben guiar a gestin de las polticas, planes y programas respecto de los pueblos indgenas. Incluso, conceptos como la ciudadana estn siendo objeto de debate de manera que responda a estos nuevos desafos. Como seala Kymlicka (1997), la ciudadana no debe ser reconocida solamente como el estatus legal, entendido como el conjunto de derechos y responsabilidades, sino tambin como identidad, en cuanto expresin de la pertenencia a una comunidad poltica. En ese sentido, el capital social permite reflexionar sobre estos desafos e intenta aportar, desde la naturaleza propia de esta teora, elementos para promover un desarrollo ms justo y armnico de los pueblos indgenas, pues es ms probable que se produzca un desarrollo exitoso en aquellas comunidades que tienen un capital social mayor. Es aqu donde cabe al Estado un rol importante al promover la creacin de sinergias con la sociedad, actuando como catalizador del desarrollo, y generando condiciones para el surgimiento de nuevos espacios pblicos.
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Nuestro estudio muestra que, si bien existen debilidades en torno al capital social mapuche (especialmente de bridging y linking social capital), existen oportunidades para su desarrollo, especialmente si se acta en determinados mbitos. De acuerdo con la experiencia internacional, entre las principales medidas a considerar en pos de una integracin y respeto a la identidad podemos encontrar: La promocin de polticas de discriminacin positiva a favor de las minoras; La reserva de escaos en el senado y en asambleas legislativas para las minoras; La revisin de programas escolares, especialmente en las reas de historia y literatura; La adopcin de horarios de trabajo ms flexibles y que respeten las festividades religiosas; La excepcin a normativas de uniformes de trabajo; La creacin de programas de sensibilizacin antirracista; La promocin de reglas de prevencin contra el acoso laboral y escolar por razones racistas; La formacin en la diversidad cultural a diversos profesionales (polica, mdicos, profesores, etc.); Financiacin pblica de festividades culturales y de programas de estudios tnicos; Etc.
Estas y otras medidas deben ser analizadas en torno a la realidad de cada sociedad. Consideramos que los resultados de nuestra investigacin permiten, tanto a los investigadores como a los practitioners, contar con informacin de primera mano respecto de las posibilidades de implementar estas medidas en virtud de las caractersticas del capital social mapuche urbano. En ese sentido, ser necesario continuar avanzando en esta rea con el propsito de aportar mayores antecedentes que vengan a enriquecer la definicin de un modelo consensuado y participativo de desarrollo para los mapuches urbanos en Chile.
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CAPTULO VI CONCLUSIONES Comenzamos nuestra investigacin sealando el fenmeno multicultural existente en Amrica Latina, caracterizada por la presencia de ms de 64 millones de indgenas, que representan a casi 400 pueblos diferentes, cada uno con su propia cultura, su propia cosmovisin y su propia forma de soar el futuro. Sin embargo, estos pueblos se han visto enfrentados a situaciones de pobreza y marginalidad producto, muchas veces, de polticas pblicas e iniciativas que no han sabido responder a sus necesidades ni han representado sus intereses con pertinencia cultural, relegndolos a un rol pasivo respecto de las definiciones de su propio desarrollo. Esto ha significado para muchos de los indgenas la prdida progresiva de tierras, el quiebre de economas comunitarias, la prdida de derechos y representatividad y la marginacin de procesos polticos, entre otros, situaciones que han suscitado la emergencia de conflictos en las relaciones intertnicas, donde han sido las culturas dominantes las que han privilegiado su forma de vida respecto de las culturas minoritarias, interfiriendo as en la construccin de una convivencia armnica, respetuosa y coherente con los principios del multiculturalismo. En el captulo I describamos como, durante los ltimos aos, hemos asistido a una agudizacin de estos conflictos, donde los pueblos indgenas se han organizado para hacer reivindicaciones y manifestaciones en defensa de su patrimonio, especialmente relacionadas con la lengua, la religin, la tradicin cultural, las estructuras de organizacin socio-poltica, las dinmicas econmicas, etc., convirtindose en actores polticos relevantes para la definicin de las prioridades nacionales (Iturralde, 1995; Hopenhayn y Bello, 2001). Efectivamente, muchos gobiernos y agencias de cooperacin se han visto en la necesidad de buscar nuevos mecanismos de inclusin a travs de instrumentos culturalmente pertinentes, que aseguren no slo la participacin activa sino tambin el impacto de las polticas, planes y programas dirigidos a los pueblos indgenas, en un intento por mantener la gobernabilidad y la estabilidad democrtica. En ese sentido, la teora del capital social ha servido de sustento a muchas de estas polticas, planes y programas al tomar en cuenta no slo los valores, actitudes, creencias y formas organizativas de los individuos y comunidades, sino tambin sus 407
prcticas de reciprocidad, asociacin y cooperacin, entre otras. El capital social, como indicbamos en el captulo II, es percibido como uno de los principales factores que, entre otros, facilita la resolucin de problemas de inequidad y pobreza y el acceso a mejores condiciones de vida (Robinson y Williams, 2004). Sin embargo, tal como hemos sealado en nuestra investigacin, existe un fenmeno que no ha sido considerado en muchas de estas iniciativas, y que dice relacin con la migracin campo-ciudad. Por lo tanto, los esfuerzos no slo deben limitarse al mbito rural, pues la situacin precaria de estos pueblos los ha llevado a abandonar sus comunidades de origen y a instalarse en las zonas urbanas, donde han ocupado zonas perifricas y formando grandes cordones de pobreza, perpetuando as las condiciones de marginalidad que los han caracterizado. Para nosotros, lo anterior supone encontrar nuevos mecanismos de inclusin y participacin en un entorno, muchas veces, poco amable para el desarrollo integral de estos pueblos los que, a pesar de ello, continan manteniendo y practicando en las ciudades sus tradiciones y creencias. En ese sentido, consideramos necesario realizar una investigacin que tomara en cuenta la complejidad de variables que conforman esta realidad (desafos del multiculturalismo, condiciones de los pueblos indgenas, posibilidades para un desarrollo con identidad, el fenmeno urbano) relacionndolas con la teora del capital social, de manera de contribuir a la generacin de polticas, planes y programas pertinentes, respetuosos con las diferencias. Para ello, despus de una extensa revisin terica y emprica, propusimos un modelo de estudio que nos permitiera una aproximacin adecuada al estudio del capital social indgena urbano, que nos aportara informacin de primera mano respecto de las caractersticas de este capital social, considerando, por tanto, las variables constitutivas del mismo, su comportamiento en la realidad as como las relaciones dinmicas que se dan entre ellas y que definen un tipo particular de capital social. Asimismo, surgi la necesidad de verificar la influencia de elementos del entorno respecto de este capital social, los que han actuado de forma positiva o negativa respecto de sus posibilidades de desarrollo y/o fortalecimiento. Dada la naturaleza de nuestra investigacin y la necesidad de identificar elementos propios de los pueblos indgenas, consideramos necesario aadir un aspecto ms a nuestro modelo de estudio relacionado con las variables precursoras del capital 408
social indgena urbano, de manera de conocer los elementos que se han conjugado para catalizar la aparicin de capital social. Estas variables fueron consideradas independientemente de su valoracin positiva o negativa, pues en muchos casos situaciones de discriminacin, por ejemplo, han servido para catapultar comportamientos de capital social. La necesidad de un estudio que tomara en cuenta esta pertinencia cultural y sus implicaciones fue ampliamente desarrollada en el captulo III. Nuestro modelo sirvi de base para una aproximacin al fenmeno indgena urbano desde una perspectiva de capital social. Para ello tomamos como caso de estudio al Pueblo mapuche de Chile, el que constituye casi el 6,4% de la poblacin total y donde ms del 90% de ellos se encuentra actualmente habitando en zonas urbanas. De esta forma, podamos explorar de forma emprica no slo la aplicabilidad de nuestro modelo sino tambin la realidad de un pueblo en particular, que responde a las caractersticas generales de los pueblos indgenas latinoamericanos, y que fue descrito ampliamente en el captulo IV. Los datos recopilados a travs de nuestra investigacin y su posterior anlisis dieron cuenta de ciertas debilidades asociadas al capital social mapuche urbano producto de las relaciones intertnicas desiguales, siendo adems fuertemente influenciado por polticas pblicas histricas que no consideraron la diferencia de este pueblo y que estaban orientadas ms bien por una visin asimilacionista y reduccionista que por un respeto a la diversidad. Estas situaciones han llevado a los mapuches a una lucha por mantener su identidad y la vigencia de su cultura en las ciudades, dando origen a un bonding social capital que, si bien no est completamente fortalecido, ha permitido configurar relaciones de confianza, reciprocidad y cooperacin en el marco de las organizaciones indgenas existentes. En ese sentido, aparecan variables como la discriminacin, la condicin socioeconmica o la marginacin actuando como precursoras del capital social, como una actitud de defensa frente a la amenaza percibida desde la cultura mayoritaria. Sin embargo, este bonding social capital presenta algunas limitantes. Por ejemplo, las variables del capital social se encuentran ms desarrolladas en el plano horizontal pero se ven disminuidas cuando se trata de relaciones verticales especialmente hacia los dirigentes, donde el liderazgo mapuche se visibiliza en el plano de las organizaciones pero que no ha podido trascender hacia otros espacios 409
de mayor visibilidad poltica, con la consecuente prdida de participacin y decisin en espacios clave para su desarrollo como pueblo. En ese sentido, hacamos mencin a la necesaria construccin de capacidades y habilidades polticas, por una parte, y a la importancia de instaurar bases slidas para un dilogo intercultural, por otra parte, pues se trata de dos mbitos ntimamente relacionados que, de ser conjugados adecuadamente, permitiran equilibrar en alguna medida las posibilidades de incidir polticamente en la definicin de sus condiciones de desarrollo. Sin embargo, esto debe ir acompaado de otras iniciativas similares que vengan a generar sinergias para el desarrollo de dichas habilidades y capacidades. Otra limitante del bonding social capital dice relacin con el funcionamiento de las organizaciones y las actividades que stas deben desarrollar, las que se encuentran definidas por ley. Estas actividades se encuentran limitadas al mbito cultural, el que si bien constituye un mbito importante para el mantenimiento y vigencia de la cultura, no resulta suficiente para impulsar un cambio sostenido en el tiempo. Aparecen aqu actividades ligadas a la produccin, a la capacitacin, a la generacin de redes diversificadas, etc., que pueden sentar las bases para un empoderamiento efectivo. Ligado a lo anterior, y en virtud de la particular situacin de los mapuches urbanos, aparece otra limitante relacionada con las posibilidades de intercambio entre los mismos, ya que las similitudes socioeconmicas, la pobreza o el desarrollo profesional y/o laboral los lleva a pertenecer a redes muy limitadas, las que comparten caractersticas similares por lo que las posibilidades de diversificar el intercambio de bienes o de acceder a otros que les permitan un mejor posicionamiento en los juegos de poder frente a la cultura mayoritaria se ven disminuidas. En otro mbito, nuestra investigacin aport una visin dinmica respecto del fenmeno del capital social indgena urbano, pues no slo pudimos observar las caractersticas actuales del capital social sino tambin las diferentes situaciones que lo han definido. Es as como podemos encontrar circunstancias histricas, econmicas, polticas, sociales, etc., que han tenido mayor o menor nfasis a lo largo del tiempo y que han jugado un papel importante a la hora de permitir el desarrollo de este capital social. Muchas de estas circunstancias se han
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transformado en amenazas para los mapuches, especialmente por la poca capacidad de decisin que han tenido en las mismas. Tomando en cuenta los planteamientos de Claudi Fabregat (1984), la existencia de una memoria histrica fuertemente marcada por la discriminacin ha servido de base para la aparicin de conflictos intertnicos y ha influido negativamente en la construccin de bridging y linking social capital. Efectivamente, los mapuches urbanos han encontrado importantes dificultades para expandir su capital social hacia redes ms amplias y diversas. De acuerdo con Granovetter (1973) los lazos fuertes (aquellos que se dan con mayor intensidad y frecuencia) no bastan para generar beneficios sino que ser necesario invertir esfuerzos en generar tambin lazos dbiles, menos intensos y frecuentes, pero que en determinadas ocasiones son los que permiten acceder a entornos ms remotos y compartir informacin y conocimientos que, de otra forma, no seran accesibles a los mapuches. En ese sentido, esta debilidad en trminos de bridging y linking social capital no debe ser entendida de forma unidireccional en el sentido de que su desarrollo depende slo de los mapuches, sino que debe ser entendida como un fenmeno mucho ms complejo, donde deben existir voluntades y cesin de espacios desde los otros actores (entindase organismos del Estado o la sociedad chilena), donde se creen las condiciones para la creacin de instancias de dilogo intercultural, lo que sin duda ser un reto a enfrentar por parte del Estado. Esta transicin hacia un Estado multicultural no ser de corto plazo, pues involucra cambios culturales de fondo. Lo anterior nos lleva a plantear que el entorno puede proveer de barreras al desarrollo y a la consolidacin del capital social, especialmente cuando las relaciones entre las culturas no son igualitarias, sino ms bien marcadas por el conflicto producto de la injerencia de la una sobre la otra y la prdida de espacios de manifestacin culturales propios (Fabregat, 1984). Por lo tanto, si bien existen debilidades creemos que tambin hay oportunidades que pueden fomentar el desarrollo de lazos de bridging y linking social capital. Entre ellos podemos mencionar el cambio de mentalidad que los mapuches perciben en la sociedad chilena, donde existe una mayor sensibilizacin respecto de los problemas que enfrentan los indgenas y que se manifiesta en la aparicin de algunas organizaciones chilenas que se han solidarizado con las causas indgenas. Asimismo, los consultorios interculturales se han convertido en espacios de 411
aprendizaje e intercambio cultural, al igual que los colegios que han instalado la Educacin Intercultural Bilinge (EIB), lo que ayuda a disminuir el desconocimiento y los prejuicios. Sin embargo, se requiere de polticas transversales e integrales, que aborden los diferentes sectores sensibles para los mapuches de acuerdo a sus necesidades, las que deben ir acompaadas de inversiones tendientes a crear los escenarios propicios para un desarrollo pertinentes. Lo anterior es clave pero no podr llevarse adelante si no existe voluntad poltica para hacerlo, lo que implica tener una mirada que trascienda el perodo de gobierno y sea integrado en la agenda del Estado Chileno como un mbito central para el desarrollo del pas. En relacin con ello, en los ltimos aos los gobiernos de Chile han creado oportunidades para seguir avanzando en la solucin de los problemas de los indgenas, a travs de la Poltica de Nuevo Trato y la obtencin de financiamiento de las Agencias de Cooperacin Internacional para el desarrollo de proyectos orientados a los pueblos indgenas. Creemos que hemos hecho un importante aporte al identificar programas pertinentes. Tal como apareca recogida en nuestra investigacin, resulta necesario que el Estado verifique la pertinencia de las organizaciones creadas en el mbito indgena, no slo en trminos estructurales sino tambin en los fines que debe perseguir, ya que la deslegitimacin de dichas organizaciones constituye una piedra de tope para el bridging y el linking social capital. En ese sentido, tambin aparece la necesidad de revisar la pertinencia de los instrumentos diseados para la participacin indgena. Como seala Castro (2005), la transferencia de fondos desde el Estado a travs del sistema de concursos de proyectos por los cuales las personas y las organizaciones deben competir (que ha sido la tnica de las organizaciones como la CONADI), es un mecanismo que promueve la desarticulacin de las comunidades indgenas, las que incluso han debido adaptar su propia idiosincrasia a los requerimientos de la Ley Indgena, con las consecuencias nefastas que esto tiene para el desarrollo del capital social. Por lo tanto, se requiere de una revisin de carcter integral tendiente a responder no slo a este capital social sino tambin a sus precursores en el mundo urbano. 412 las variables precursoras y constitutivas del capital social mapuche, las que pueden ser utilizadas en la definicin de polticas, planes y
En ese marco tambin llamamos la atencin respecto de la consideracin del fenmeno urbano, en el sentido de que se constituye en un desafo para la definicin de dichos instrumentos pues no se trata de disociarlos de sus comunidades de origen o de dejar de prestar atencin a las comunidades rurales, sino de encontrar mecanismos que permitan la adaptacin a las necesidades de los mapuches en las ciudades, cuyas prioridades son diferentes, especialmente porque han debido enfrentar un contacto ms cercano con la cultura mayoritaria y han debido acomodarse a las reglas definidas por sta. Por otra parte, una oportunidad que aparece respecto del bridging y linking social capital dice relacin con la capacidad de adaptacin e innovacin permanente que han mostrado los mapuches urbanos, quienes han recreado su cultura en entornos ajenos a sus lugares de origen y que han dotado de nuevos significados a algunos aspectos de su cultura, sin que por ello pierdan la esencia que los lleva a identificarse como indgenas. En ese sentido, la cultura aparece como un constructo dinmico y complejo. Por lo tanto, los hallazgos realizados por nuestra investigacin permiten no slo dimensionar el capital social mapuche urbano sino tambin reconocer que este capital social se encuentra en continua transformacin, y cuyo desarrollo no slo depender de los mapuches sino de la generacin de condiciones para que los mapuches puedan alcanzar su mxima realizacin, entendida en trminos de desarrollo humano (PNUD), donde se incluye aspectos como la adquisicin de conocimientos (en nuestro caso, entendida de forma bidireccional) o el acceso a los recursos necesarios para tener una vida digna (en nuestro caso, la calidad de digna definida de acuerdo a la visin indgena). Como seala Tubino Un proyecto societal intercultural empieza por incluir a lo excluidos de la identidad nacional, por refundar las democracias modernas, fuertemente etnocntricas, por hacer de los espacios pblicos de la sociedad civil, espacios donde converjan la diversidad cultural y la pluralidad de racionalidades. Esta es la utopa realizable de las polticas interculturales, el tlos de la opcin intercultural (Tubino, 2004). Nuestra investigacin ha pretendido constituir un aporte en ese sentido, tomando la complejidad del fenmeno indgena urbano y analizndolo desde una perspectiva culturalmente pertinente, que contribuya a fomentar el dilogo intercultural a partir de definiciones objetivas, aportando as a los esfuerzos que muchos pases estn 413
haciendo para alcanzar una sociedad ms justa, equitativa y multicultural. Si hemos podido avanzar en ese sentido creemos que podemos sentirnos satisfechos de nuestra contribucin. 1. Contribuciones de nuestra investigacin Como sealbamos anteriormente, nuestra investigacin ha pretendido arrojar luces respecto de un fenmeno actual, atravesado por diferentes aristas y que se encuentra influenciado por una serie de variables internas y externas que definen sus posibilidades de desarrollo: el capital social indgena urbano. Efectivamente, como sealan algunos autores, el multiculturalismo y el tratamiento de las identidades tnicas se han convertido en uno de los objetos ms fecundos de investigacin y una oportunidad para construir sujetos colectivos, polticas abiertas y democrticas (Garca Canclini, 1999). Es as como el desarrollo de nuestra investigacin no slo ha permitido responder a las preguntas de investigacin planteadas reduciendo la incertidumbre respecto del capital social indgena y sus variables constitutivas y precursoras, sino que adems, en el anlisis de este fenmeno, nuestra investigacin ha realizado diferentes aportaciones relacionadas con otras cuestiones de gran importancia para la estabilidad de los pases de la regin y que dicen relacin con este capital social. En primer lugar, aportamos datos objetivos respecto de la situacin de los pueblos indgenas en Latinoamrica relacionndolos con las estrategias de desarrollo implementadas por los diferentes pases a partir de las corrientes de pensamiento existentes en cada perodo histrico, en el marco del multiculturalismo y de los principios planteados por el mismo. De esta forma construimos un marco terico acotado, que permite analizar el fenmeno multicultural desde una perspectiva integrada, y que se convierte en una instancia de defensa para su reconocimiento en inclusin en la definicin de los Estados latinoamericanos. En segundo lugar, diseamos un modelo de anlisis para el capital social indgena urbano que ha considerado no slo la complejidad del tema de investigacin sino que tambin permite su aplicabilidad a otras realidades latinoamericanas, donde el carcter urbano de los indgenas tambin est presente, segn lo acusan los datos arrojados por nosotros en el captulo I. En ese sentido, el carcter exploratorio de nuestra investigacin nos permiti conocer la realidad de un pueblo en particular y
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las dinmicas de desarrollo de su capital social, considerando factores tanto internos como externos. En tercer lugar, hemos ligado la teora del capital social a las estrategias de desarrollo y a la definicin de polticas, planes y programas orientados a los pueblos indgenas, lo que permite proponer un modelo coherente con los principios del multiculturalismo, contribuyendo a reducir las brechas existentes en las polticas, planes y programas actuales, entregando informacin de primera mano respecto de los factores a considerar en su diseo e implementacin, generando propuestas orientativas adecuadas, para alcanzar as una sociedad ms igualitaria y equitativa, sin perder de vista las diferencias. De esta forma nuestra propuesta de investigacin tiene un carcter orientativo y propositivo. En cuarto lugar, demostramos que el capital social es un constructo
multidimensional, que no puede ser entendido de forma individual sino que constituye un recurso de grupos o, en nuestro caso, comunidades. Este constructo est formado por variables que pueden ubicarse en el plano cognitivo o estructural, entre las cules se producen relaciones dinmicas. Asimismo, pudimos identificar la importancia de las dimensiones del capital social (bonding, bridging y linking social capital) y cmo, cada una de ellas, juega un rol en las posibilidades de desarrollo del capital social. En quinto lugar, y relacionado con los puntos anteriores, demostramos la flexibilidad que tiene la teora del capital social, en la medida que entrega un marco terico que sirve de base para la configuracin de otros marcos tericos derivados, a partir de los cuales se pueden definir modelos de estudio acotados a las necesidades de la poblacin a investigar. En nuestro caso, pudimos utilizar los planteamientos de la teora del capital social adecundolos a las particularidades de los indgenas urbanos, operacionalizando el concepto de acuerdo a la realidad existente, permitiendo la inclusin de otras variables en futuras investigaciones de acuerdo al contexto. En sexto lugar, exploramos y describimos el capital social mapuche urbano identificando a los principales actores que, de forma intencionada o no, tienen influencia en la formacin, disminucin, aumento o fortalecimiento del capital social mapuche urbano. Entre estos actores, el Estado juega un papel clave pues define la institucionalidad en la cual se desenvuelve este capital social y cuenta con las
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atribuciones para aumentar o disminuir los espacios pblicos que pueden ser ocupados por los pueblos indgenas. Finalmente, en sptimo lugar, pudimos relacionar la informacin obtenida con propuestas de accin orientadas a mejorar las polticas, planes y programas destinados a los indgenas urbanos, en nuestro caso los mapuches, lo que da cuenta de la utilidad de la teora del capital social aplicada al desarrollo de los pueblos indgenas. Asimismo, hemos podido comprobar la utilidad de esta teora en diferentes sectores (educativo, salud, etc.) y las posibilidades que ofrece no slo al Estado sino tambin a otros actores sociales, polticos y econmicos. Consideramos que, como hacamos mencin anteriormente, hemos podido sistematizar un marco terico apropiado junto con una serie de datos objetivos que permiten afirmar no slo la existencia del multiculturalismo en Latinoamrica y especficamente en Chile, manifestada en los pueblos indgenas diferenciados, sino tambin la necesidad de adoptar los principios del multiculturalismo en trminos de convivencia respetuosa con las diferencias por parte de los Estados, las universidades, los medios de comunicacin, la opinin pblica, los actores polticos, en definitiva, por la sociedad entera. 2. Limitaciones y futuras investigaciones Nuestra investigacin presenta ciertas limitaciones relacionadas con aspectos metodolgicos y de diseo investigativo que no fueron considerados por razones de conveniencia y practicidad, pero que pueden convertirse en orientaciones para futuras investigaciones en el campo del capital social aplicado a los indgenas urbanos. Nuestro estudio tiene un carcter exploratorio, donde se utiliza como base la teora del capital social cuyos planteamientos son adaptados a la realidad del fenmeno a investigar. Por lo tanto, no se trata de verificar supuestos planteados por una teora ya existente sino de crear conocimiento a partir de un ejercicio de construccin y acomodacin de dicha teora. En ese sentido puede ser discutible la generalizacin de los resultados obtenidos, ya que se ha aplicado un marco terico a un caso particular, por lo que futuras investigaciones debern ahondar en la factibilidad de aplicar el modelo propuesto y su marco terico a otras realidades y a otras comunidades indgenas urbanas.
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Por otra parte, nuestra investigacin ha privilegiado el uso de tcnicas cualitativas de investigacin, pues consideramos que temticas como la cultura, la identidad, sus transformaciones en la ciudad en interaccin con otros grupos humanos, y el papel que estos elementos juegan como precursores del capital social mapuche urbano, son complejos, y un estudio cualitativo nos permita una mayor objetividad en la captacin de la realidad, siempre compleja, preservando la espontnea continuidad temporal que le es inherente, con el fin de que la correspondiente recogida de datos, categricos por naturaleza, posibilite un anlisis que d lugar a la obtencin de conocimiento vlido con suficiente potencia explicativa." (Anguera, 1986). Sin embargo, surge una limitacin ya que dada la metodologa utilizada, no es posible la realizacin de ningn tipo de inferencia de naturaleza estadstica con la intencin de generalizar los resultados a poblaciones mayores. Sin embargo el estudio de casos permite la generalizacin analtica, es decir, la ampliacin de los planteamientos tericos existentes en funcin del anlisis de la evidencia obtenida a travs de la lgica de la construccin de una explicacin (Bonache Perez, 1999). En ese sentido, futuras investigaciones debern incluir otro tipo de metodologas que permitan dicha generalizacin estadstica, tales como estudios cuantitativos que permitan acceder a poblaciones mayores y a otras comunidades indgenas urbanas, tanto de Chile como de otros pases. En otro sentido, consideramos tambin que ser necesario diversificar las fuentes de informacin a ser utilizadas en futuras investigaciones. Si bien la combinacin de fuentes que hemos utilizado ha sido fundamental para la validacin de nuestro estudio, creemos que podremos obtener resultados ms enriquecedores si se adopta una visin multidisciplinaria en el que se utilicen diferentes instrumentos para la obtencin de la informacin, entre los que se contemplen la aplicacin de cuestionarios o incluso la participacin durante un tiempo prolongado en la comunidad objeto de estudio. En otro sentido, la muestra escogida tambin presenta ciertas limitaciones, especialmente por la posibilidad de generalizar los datos hacia otras comunidades indgenas que compartan similares caractersticas. La informacin recogida con nuestra investigacin puede servir de base para que futuras investigaciones realicen estudios comparativos entre comunidades indgenas urbanas, o entre indgenas que participan en organizaciones y otros que no lo hacen, de manera de contar con un grupo de control que permita verificar la aplicabilidad del marco terico propuesto por nosotros. 417
Relacionado con el punto anterior, podran generarse investigaciones tendientes a comparar el capital social de los mapuches urbanos en relacin con otras variables, tanto internas (como la clase social, la formacin universitaria, los emprendedores, etc.) como externas (las comunidades indgenas en pases con otro marco legal e institucional), lo que contribuira a ampliar el conocimiento de este capital social as como la influencia que dichas variables tienen en trminos de identidad, de acceso a redes y de pertenencia a una comunidad indgena urbana. En ese sentido, tambin se recomienda hacer estudios especficos que involucren a otros actores, por ejemplo las empresas privadas, analizando el papel que ellas pueden jugar respecto del capital social de los indgenas urbanos. Estas limitaciones identificadas, ms que convertirse en debilidades, nos permiten proponer algunas orientaciones respecto de las investigaciones futuras, tal como hemos sealado en los prrafos anteriores. En ese sentido, creemos que nuestra investigacin ha sido pionera al proponer un estudio de este tipo ya que el surgimiento de estudios significativos que incorporen la etnicidad en el tratamiento de las desigualdades de los pases o del capital social asociado al desarrollo de los pueblos indgenas, especialmente de aquellos que habitan en zonas urbanas, es an incipiente o inexistente. Por lo tanto, nuestra investigacin espera convertirse en un aliciente para continuar avanzando en esta lnea.
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ANEXO 1. Herramientas generales para medir capital social Disear un instrumento de medicin nico para el capital social parece una tarea difcil dada la multiplicidad de definiciones y el carcter multidimensional que estas poseen. Sin embargo, algunos investigadores han intentado desarrollar herramientas generales o estndar que permitan conocer los niveles existentes de capital social en cualquier contexto (Grootaert, 1998). Entre las herramientas metodolgicas de este tipo podemos destacar dos, tanto por el alcance de su aplicacin como por la fiabilidad y la contrastacin hechas en terreno por sus creadores. Ambas han sido diseadas a partir de estudios anteriores donde han identificado una serie de variables e indicadores que se consideran de aplicacin universal. Estas herramientas son el Social Capital Assessment Tool (SOCAT) y el Integrated Questionnaire (SC-IQ). A continuacin resumimos las caractersticas y dimensiones principales de estas herramientas71: 1. SOCAT Esta herramienta fue propuesta en junio de 1999 por Anirudh Krishna y Elizabeth Shrader (Investigadores del Banco Mundial) quienes desarrollaron un instrumento de medicin de capital social llamado SOCAT (Social Capital Assessment Tool). Esta herramienta contiene un set de indicadores y metodologas que miden niveles de capital social tanto cognitivo como estructural, siendo aplicado principalmente en comunidades designadas como beneficiarias de proyectos de desarrollo del Banco Mundial. El SOCAT se disea a partir de datos cuantitativos y cualitativos que permiten no slo medir niveles de capital social, sino tambin hacer una evaluacin de sus variaciones a travs del tiempo, facilitando el anlisis de las relaciones entre indicadores de desarrollo y acumulacin de capital social. Utiliza como base 26 estudios previos llevados a cabo en 15 pases diferentes. Una vez diseada esta herramienta fue aplicada en mbitos rurales y urbanos de Latinoamrica y en poblaciones rurales en la India con el objeto de comprobar su aplicabilidad.
Estas herramientas estn disponibles en http://lnweb18.worldbank.org/ESSD/sdvext.nsf/09ByDocName/SocialCapitalMeasurementToolsSOCAT (para el SOCAT)y en http://wds.worldbank.org/servlet/WDSContentServer/WDSP/IB/2004/03/23/000160016_20040323162541/Rendered/ PDF/281100PAPER0Measuring0social0capital.pdf (para SC-IQ)
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Aunque en trminos generales el capital social se divide en dos niveles: el macro (contexto institucional en el que operan las organizaciones) y el micro (considerada como la contribucin potencial que las organizaciones horizontales y las redes sociales hacen al desarrollo), el SOCAT est diseado para medir el capital social estructural y cognitivo slo en el nivel micro, enfocndose en las maneras en que estos tipos de capital social interactan en los niveles comunitarios, de hogares e instituciones. Las unidades de anlisis son los hogares y la comunidad, y las variables de inters relacionadas con el capital social que pueden ser creadas y adquiridas por individuos, hogares e instituciones de nivel local. En este sentido, produce un perfil de comunidad, una observacin a nivel de hogares y, finalmente, un perfil organizacional. a) Perfil de la comunidad: Es principalmente cualitativo. Este perfil se esboza a partir de una serie de entrevistas grupales conducidas en la comunidad cuando se est comenzado el estudio, y busca valorar distintas dimensiones sealadas como: el consenso de la definicin de comunidad y la identificacin de bienes comunitarios; ejemplos de acciones colectivas, solidaridad, resolucin de conflictos y sostenibilidad de los esfuerzos; aspectos de gobierno de la comunidad y toma de decisiones; identificacin de instituciones comunitarias; caracterizacin de relaciones institucionales y comunitarias; valoracin de redes institucionales y densidad organizacional. b) Observaciones de hogares: Espera generar indicadores cuantificables para las dimensiones estructurales y cognitivas de capital social, midiendo el stock y el acceso al capital social de los hogares. El diseo fue basado en una revisin de aproximadamente 26 cuestionarios de investigaciones de capital social realizados en 15 pases en Asia, frica, Europa central y del este, y en el continente americano, as como instrumentos adicionales de estudios relacionados con el rea. El cuestionario contiene 39 tems sobre capital social estructural y 21 sobre capital social cognitivo. Las preguntas sobre capital social estructural cubren membresa y nivel de vinculacin en organizaciones y grupos; redes y organizaciones de sostn mutuo en la villa o vecindario; exclusin de la gente de la vida comunitaria o el acceso a servicios; acciones colectivas; resolucin de conflictos.
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Las preguntas sobre capital social cognitivo incluyen aspectos de solidaridad, confianza y reciprocidad y cooperacin. c) Perfil organizacional: Intenta delinear las relaciones y redes entre instituciones formales e informales de nivel local y valorar las caractersticas de organizacin interna que pueden promover o restringir la construccin de capital social en una comunidad dada. A travs de una serie de entrevistas semiestructuradas con lderes organizacionales, miembros y no miembros, el perfil valora los orgenes y desarrollo de la organizacin, calidad de la membresa, capacidad institucional y links institucionales. Dependiendo del tamao de la comunidad y la complejidad de los proyectos de desarrollo, entre tres y seis organizaciones son perfiladas por comunidad. 2. SC-IQ En el ao 2004, Christiaan Grootaert, Deepa Narayan, Vernica Nyhan y Michael Woolcock, todos ellos investigadores del Banco Mundial, disearon un Cuestionario (SC-IQ) destinado a investigadores, evaluadores y gerentes de proyectos y programas que trabajan en temas de reduccin de la pobreza o de cooperacin al desarrollo. Un dato importante, es que el uso de esta herramienta debe hacerse por parte de expertos en temas de capital social. Ha sido especialmente diseada para ser incluida en estudios o muestras de gran envergadura (como Living Standards Measurement Survey LSMS). Su propsito es proponer un set de preguntas que arrojen datos de tipo cuantitativo sobre diferentes dimensiones definidas para medir capital social. Aunque el capital social ha sido definido a niveles micro, meso y macro, las herramientas que necesitan medir capital social a nivel de hogares o individuos son muy distintas de aquellas que buscan medirlo a nivel de pases. El SC-IQ se enfoca en el nivel micro (que se corresponde con la LSMS). Esta herramienta es un prototipo y requiere de futuros ajustes y de aplicaciones destinadas a refinar las preguntas y variables que intenta medir. Cada pregunta ha sido diseada tomando como base estudios previos sobre capital social y que se consideran fiables, vlidos y tiles. Con este objeto, el SC-IQ ha sido pre-testado en Nigeria y Albania.
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Para la aplicacin del SC-IQ se han identificado seis dimensiones que ofrecern informacin relevante sobre aspectos sustantivos del capital social. Sobre la base de estudios previos, una revisin de literatura y consejos de expertos en esta materia, los autores han elegido seis dimensiones: a) Grupos y redes: considera la naturaleza y dimensin de la participacin en diferentes organizaciones de los miembros de los hogares (formales e informales). Incluye la diversidad de los grupos, cmo se elige a los lderes y cmo se producen los cambios; b) Confianza y solidaridad: confianza entre vecinos. c) Acciones colectivas y cooperacin: Acciones de los miembros de los hogares con personas de fuera de los hogares d) Informacin y comunicacin: Mide las posibilidades de acceso a la comunicacin, las formas y medios por los cuales se obtiene informacin respecto de las condiciones del mercado y de servicios pblicos e) Cohesin social e inclusin: Identifica la naturaleza y dimensin de las diferencias en el interior de las comunidades, los mecanismos por los cuales se gestionan estas diferencias y qu grupos son excluidos de los principales servicios pblicos f) Empoderamiento y accin poltica: Explora la sensacin de felicidad de los miembros de los hogares, la eficacia personal, la capacidad de influencia tanto en eventos locales y en resultados polticos ms amplios. Uno de los objetivos principales del SC-IQ es reflejar la membresa del grupo (capital social estructural) y las percepciones subjetivas de confianza y normas (capital social cognitivo). Consideramos que tanto el SOCAT como el SC-IQ constituyen un gran aporte a la medicin del capital social, especialmente porque constituyen herramientas que han sido aplicadas en diferentes mbitos con el fin de testar su fiabilidad, siendo objeto de modificaciones y adecuaciones en orden a mejorar la definicin de variables e indicadores. En este sentido, aunque ambas herramientas han sido diseadas para aplicarse en diferentes mbitos, sus autores han destacado la necesidad de considerar cierta 438
flexibilidad a la hora de utilizarlas en la medicin de capital social en contextos especficos, ya que pueden existir variables culturales y sociales que pueden influir en los resultados. Por tanto, aconsejan revisar, adaptar y verificar la pertinencia del diseo de las preguntas, su traduccin, su aplicabilidad, la definicin de indicadores, etc.
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ANEXO 2. Hoja de registro para observaciones Fecha: Lugar: Tiempo de observacin Registro de informacin: 1. Antes de la reunin: Cul es el motivo de la convocatoria? Cmo est acomodado el lugar para la reunin? Cmo son las interacciones entre las personas? Quines destacan y por qu? Quin comienza la reunin? Por qu? Hay mociones de orden? 2. Durante la reunin: Cules son los temas que se tratarn en la convocatoria? En qu orden se tratan? Cules son los intereses de los lderes? Cules son los intereses de los participantes? Qu estrategias utilizan para captar la atencin de los oyentes? Qu estrategias utilizan para ser apoyados? Qu tipo de discurso es utilizado por los participantes? Cmo definira el comportamiento de los participantes? Existen diferencias de gnero entre ellos? De edad? De generacin? Qu idioma se utiliza mayormente? 3. Al final de la reunin Cmo se dieron los liderazgos? Qu decisiones acordaron? Qu posiciones triunfaron? Por qu? Surgir algn tipo de conlifcto? Cmo se dirimieron las controversias? 4. Otra informacin/Comentarios
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1. Ley Indgena 19.253. Establece Normas sobre proteccin, fomento y desarrollo de los indgenas, y crea la Corporacin Nacional de Desarrollo Indgena. Ttulo V sobre la participacin, prrafo 2 de las asociaciones indgenas. Ministerio de Planificacin y Cooperacin. 2. Poltica de Nuevo Trato con los Pueblos Indgenas. Derechos Indgenas, Desarrollo con Identidad y Diversidad Cultural. 16 de abril de 2004. Documentos del gobierno:
1. Comunicado de Prensa N 302/05 del 4 de enero de 2006 emitido por el Gobierno Regional Metropolitano de Santiago 2. Documento Compromisos y Desafos 2006 entre los Servicios Pblicos y el Consejero Indgena Urbano y los representantes indgenas. Disponible en http://www.gobiernosantiago.cl/link.cgi/Comunicados_de_Prensa/1061 3. Planificacin estratgica, Mesa Regional Indgena Urbana, 2005 4. Boletn peridico de funcionamiento, Mesa Regional Indgena Urbana, 2005. 5. Contrato prstamo de Prstamo del Banco Interamericano de Desarrollo. Programa Multifase de Desarrollo Integral de Comunidades Indgenas. 6. Informe final: Evaluacin de desempeo de la primera fase del programa orgenes, noviembre de 2005. 7. Antecedentes de las polticas indgenas en Chile. Producido por Ral Rupailaf Maichn y editado por Mirna Concha y Alejandra Fandez en el marco del Programa Orgenes. 2003. Documentos de la Comisin de verdad Histrica y Nuevo Trato:
1. Documento grupo de Trabajo Indgenas Urbanos, 2003 2. Propuestas y recomendaciones particulares relativas a los indgenas urbanos, 2003 3. Reflexiones formuladas en la Jornada de Millahue, realizada los das 24 y 25 de octubre en el Cajn del Maipo. 4. Acta sesin 25 de junio de 2001, Documento Oficial. 5. Acta sesin 26 de agosto de 2003, Documento Oficial. 6. Consideraciones para la elaboracin de una Propuesta Mapuche. Resumen Ejecutivo, Documento de Trabajo, 2003. 7. Cmo ha sido afectada la Sociedad Mapuche por la Educacin Formal chilena? Documento de Trabajo, julio de 2003.
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8. Los Mapuche - Warriache; procesos Migratorios Contemporneos e Identidad Mapuche Urbana. Documento de Trabajo, Santiago, Marzo de 2003 Documentos organizaciones indgenas:
1. Listado de asociaciones indgenas constituidas por la OAIIS, CONADI, 2005. 2. Mapuches urbanos de la comunidad Lelfnche de Santiago de Chile. 3. II Ciclo de Desarrollo territorial mapuche: estrategias econmicas para el desarrollo indgena. 4. Asociacin de Mapuches Urbanos Lelfnche - Ao 2001. 5. Documento oficial marcha mapuche 9 de octubre de 2006 6. La Identidad mapuche en el merdio urbano, Ariane Chenard. Organizacin mapuche Meli Wixan Mapu. 7. Memorias del Congreso Nacional de Pueblos Indgenas de Chile 8. Organizaciones e Instituciones mapuches: website: http://members.aol.com/mapulink3/mapulink-3e/enlaces-1.html 9. Webs http://www.derechosindigenas.cl/
10. http://meli.mapuches.org/ 11. www.mapuexpress.net 12. www.mapuche-nation.org 13. www.mapuche.info 14. www.mapuche.nl/ 15. www.mapuche.cl/documentos/index.html. Marcos Valds, Breves reflexiones acerca de los conceptos Mapuche urbano/rural. 16. www.mapuche.cl 17. http://meli.mapuches.org/rubrique.php3?id_rubrique=5 18. www.orgenes.cl 19. www.mideplan.cl 20. Centro de Estudios y Documentacin Mapuche. http://liwen_temuko.tripod.com/liwen.html Medios de comunicacin
3. Radio Mapuche urbana Encuentro (107.3 FM) 4. Diario Mapuche Mapuchekimun www.mapuchekimun.cl 5. Revista Ser Indgena.cl http://revista.serindigena.cl/ 6. Revista Enlaces www.enlaces.cl 7. Revista Crea www.crea.uct.cl/revista.html 8. Revista Austral de Ciencias Sociales 9. El Mercurio 10. La Nacin Domingo 11. Las ltimas Noticias
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1.4 Subcategora
Rituales y ceremonias vigentes Cdigos Cdigo 1.3.1: mbito de la salud Cdigo 1.3.2: mbito de las creencias Estrategia de innovacin, adaptacin y vigencia Cdigos Cdigo 1.4.1: Cdigo 1.4.2: Cdigo 1.4.3: Cdigo 1.4.4: Resignificacin de ritos y prcticas ancestrales Resignificacin del mapundungn Significacin de la escritura La jerarquizacin de prioridades
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tems Capital social cognitivo Confianza Cdigos Cdigo 1.5.1: Cdigo 1.5.2: Cdigo 1.5.3: Bonding social capital Bridging social capital Linking social capital Reciprocidad Cdigos Cdigo 1.6.1: Cdigo 1.6.2: Cdigo 1.6.3. Bonding social capital Bridging social capital Linking social capital Cooperacin Cdigos Cdigo 1.7.1: Cdigo 1.7.2: Cdigo 1.7.3. Bonding social capital Bridging social capital Linking social capital
Definicin Elementos del capital social que favorecen la accin colectiva, que se encuentran en el plano de las ideas, y que reflejan smbolos y conceptos compartidos. Causas, manifestaciones y contenidos de conducta entre personas que comparten una relacin basada en la certidumbre de comportamientos esperados. Causas, manifestaciones y contenidos deconfianza entre los mapuches urbanos Causas, manifestaciones y contenidos de confianza entre los mapuches urbanos y el otros actores Causas, manifestaciones y contenidos de confianza entre los mapuches urbanos y las instituciones del Estado Causas, manifestaciones y contenidos de expectativas de ayuda mutua Causas, manifestaciones y contenidos de expectativas de ayuda mutua entre los mapuches urbanos Causas, manifestaciones y contenidos de expectativas de ayuda mutua entre los mapuches urbanos y el otros actores Causas, manifestaciones y contenidos de expectativas de ayuda mutua entre los mapuches urbanos y las instituciones del Estado Causas, manifestaciones y contenidos de acciones conjuntas orientadas a un fin Causas, manifestaciones y contenidos de acciones conjuntas entre los mapuches urbanos Causas, manifestaciones y contenidos de acciones conjuntas entre los mapuches urbanos y el otros actores Causas, manifestaciones y contenidos de acciones conjuntas entre los mapuches urbanos y las instituciones del Estado
1.6 Subcategora
1.7 Subcategora
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tems Capital social estructural Redes Cdigos Cdigo 1.8.1: Cdigo 1.8.2: Cdigo 1.8.3: Bonding social capital Bridging social capital Linking social capital
Definicin Elementos estructurales que facilitan acciones colectivas mutuamente beneficiosas Expresiones materiales de relaciones producto de certidumbres, expectativas y acciones compartidas. Causas, tipos y contenidos de relaciones entre los mapuches urbanos Causas, tipos y contenidos de relaciones entre los mapuches urbanos y el otros actores Causas, tipos y contenidos de relaciones entre los mapuches urbanos y las instituciones del Estado
tems 1. Categora Cdigos Cdigo 1.9.1: Cdigo 1.9.2: Cdigo 1.9.3: Liderazgo Liderazgo informal Liderazgo formal Gnero
Definicin Proceso de influencia de una persona sobre otra(s) para obtener resultados Proceso de liderazgo que surge de forma espontnea, independiente de estructuras definidas y/o estables Proceso de liderazgo que surge a partir de la participacin en estructuras definidas y/o estables Proceso de liderazgo basado en el sexo de la persona que ejerce el liderazgo
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