Amor y Humor Maria Colomer
Amor y Humor Maria Colomer
Amor y Humor Maria Colomer
La soada paz universal se firmar en un circo una de esas noches en que sobre la alta cucaa humana se despliegan todas las banderas en verdadera confraternidad. El mundo, al fin, se dar cuenta del sentido humorstico de la vida y acabar siendo un gran circo, franco, sincero, desengolado. Ramn Gmez de la Serna. El circo. Antes que nada, creo fundamental delimitar un poco lo que es Payas@s Sin Fronteras. Nuestra Organizacin nace de un modo muy especial, que, desde mi punto de vista muy personal es el que cuenta: Nace de la demanda de un nio. Esto es fundamental. No es una estructura que se crea de la nada, sino de la demanda sincera y autntica de alguien. Hace ya doce aos, se le pidi a un payaso, Tortell Poltrona, que cumpliera el deseo de un nio, esto es, que el payaso pueda hacer rer a un montn de nios y nias que estn tristes porque estn en guerra. De ah surgi el embrin de Payasos Sin Fronteras. Un deseo tan especial solo puede venir de la imaginacin y del corazn de un nio. El mundo adulto est muchas veces demasiado ocupado en otras necesidades y no suele acordarse de la felicidad, aunque sta dure segundos. No suele pensar que cuando alguien soporta un montn de injusticias, para poder pedir esa justicia que le es negada sin razn, igual necesita una pausa, un sueo, un instante de felicidad y de alegra, que le permita recobrar la esperanza en la vida y en las personas. Un nio sabe de la necesidad de la risa, porque sta es inherente a su vida cotidiana, en sus juegos, con sus seres queridos, y la sabe encontrar, an en los momentos ms duros. La primera manifestacin de vida de un beb es el llanto, porque cambia de un estado de goce provocado por un lugar de paz y relajo que es el tero de la madre, a un ambiente lleno de ruido y de inseguridades. Sin embargo, en cuanto es capaz de distanciarse y distinguir el placer esboza su primera sonrisa, la primera de una gran avalancha. Los nios son verdaderos genios y artistas, que pasan del llanto a la risa con gran facilidad. Por eso los nios son los primeros que se ren y aprecian lo que les hace rer. Payasos Sin Fronteras es, pues, el deseo de un nio hecho realidad, convertido en una ONG, que, como muchsimas otras organizaciones no gubernamentales, es de carcter voluntario e independiente, tanto de instituciones pblicas y como privadas, y enmarcada dentro de lo que entendemos como Cooperacin para el Desarrollo en los pases del Sur. Nuestra misin fundamental es la mejora de la situacin psicolgica de las poblaciones de campos de refugiad@s, zonas de conflicto, marginacin y exclusin, en especial la de los nios y nias, y, en segundo trmino, sensibilizar a nuestra sociedad promoviendo actitudes solidarias con respecto a dicha situacin. Nuestros principios ticos, como el de una gran mayora de organizaciones en este campo, son: el humanismo, la imparcialidad, la voluntariedad, el no lucro, el no adoctrinamiento, el respeto cultural, la denuncia y la financiacin tica. Evidentemente, nuestros beneficiaros preferenciales son los nios y nias y adolescentes que sufren exclusin social o estn en riesgo de padecerla, y de manera indirecta, las mujeres y asociaciones locales que trabajan con estos colectivos de nios y nias. Puesto que lo que ofrecemos es nuestro trabajo artstico, l@s voluntari@s en terreno son Payas@s y artistas de las artes escnicas en general. Esto no quiere decir que no contemos con soci@s voluntari@s que nada tienen que ver con el mundo del Payas@ a nivel profesional. Al contrario, creemos que nuestra organizacin ha de estar lo ms abierta posible a la sociedad y por ello puede acoger dentro a todas aquellas personas que comparten tica y vivencialmente nuestros principios, y que consideran que la risa y la sonrisa, como sntoma de un bienestar fsico, psicolgico y social, es Patrimonio de la Humanidad, un derecho universal y no un lujo al que pueden acceder unos pocos en el mundo. Somos payas@s l@s que vamos a terreno y esto no es casualidad. Un nio fue el que nos eligi como el mejor interlocutor posible con los dems ni@s, porque, seguramente, sinti que el Payas@, adems de hacerles rer (o precisamente por eso), era el que poda estar ms cerca y escucharles mejor, estar con ell@s y compartir sus sentimientos. Los nios saben que el mundo del payaso no es solo risa, o ms bien, es ms que risa. Saben que el mundo del payaso est lleno de sorpresas, de curiosidad, de ternura. Quienes hemos elegido el Payas@ como centro de nuestra vida profesional sabemos que este personaje es inmensamente humano, porque es rico en generosidad( no le importa ofrecerlo todo, incluso su fracaso, para que los dems disfruten), en escucha( oye las respiraciones ms profundas y ms ocultas, incluso las de la tierra) , en complicidad ( mira directamente a los ojos y engancha al que le mira en sus acciones, comparte lo que tiene, aunque sea un sueo), en empata( es el mejor compaero de viaje y el que mejor te entiende), en reconocimiento( no le importa reconocer lo mucho que valen los dems, incluido su juguete favorito que se rompi ya hace aos y que guarda con cario), sabe ver en los ojos del corazn de las personas y hablar desde la nariz roja, que no es ms que la ventana de su corazn. Es especialista en hablar de corazn a corazn. Aunque el territorio del Payas@ es universal, porque todas las personas llevamos un payaso dentro al cual podemos descubrir, l@s ni@s son los primer@s en sentirse ms cercanos al mundo de la nariz roja, ya que son los que tienen el corazn ms abierto.
Tambin, como artistas que somos, desde el Payas@ y desde nuestro quehacer en escena, reivindicamos el arte popular y sin fronteras, el Arte como Herramienta de comunicacin ms all de las fronteras del lenguaje racional y de los idiomas. Sabemos, por las vivencias en nuestras propias carnes, que el Arte, y en concreto el arte escnico, es un vehculo de expresin sin fronteras, que posibilita la convivencia de culturas, de civilizaciones, y que destierra de una vez por todas el concepto de tolerancia por el de reconocimiento. Cualquier expresin artstica es una manera de acercarse al mundo e intentar entenderlo, por ello tiene en s una gran dosis teraputica. Sabemos y defendemos que el arte no es solo el gran espectculo, y que todas las personas tenemos nuestro pequeo artista cotidiano dentro. Y que el arte es un lenguaje importante que no debe estar fuera de la cotidianeidad como si fuera un lujo. Si en nuestros orgenes el arte nos sirvi para aprehender el mundo y sentirnos personas, no podemos relegarlo a unos pocos segundos de nuestra vida, ni negar su prctica a nadie. Qu hacemos. El payaso y la payasa nos recuerdan que, bajo los rostros de piedra de las calles, siempre habita una sonrisa que puede hacernos libres. El payaso de la nariz roja es un hombre-bizcocho mojado perpetuamente en el chocolate blanco de la infancia. Pepe Viyuela. Nuestra accin se centra fundamentalmente en dos tipos de intervencin. Por una parte, las expediciones de emergencia y puntuales, cuyo eje central de la actividad se centra en la exhibicin de espectculos; y por otra, la labor pedaggica desde el terreno artstico con una duracin ms prolongada. Cada intervencin tiene su sentido. Si la primera centra su atencin prioritaria en el alivio emocional, y el distanciamiento de la dura realidad por unos momentos, en las intervenciones a largo plazo nuestro objetivo es el de ofrecer instrumentos y apoyo a proyectos locales con los colectivos de nios y nias. En este sentido, estamos content@s de apoyar la creacin y puesta en marcha de proyectos locales, como son las Escuelas de Circo de Nicaragua y Colombia, que trabajan con ni@s de la calle por ejemplo, donde el proyecto en un futuro inmediato ser asumido ntegramente desde all, con una supervisin puntual por nuestra parte. Desde esta perspectiva es fundamental la relacin que establecemos con nuestras contrapartes locales en los lugares donde intervenimos, sobre todo porque ellas son el motor social en su pas, en su tierra, son las que conocen mejor su realidad, sus necesidades y que respuestas dar a sus demandas, y son ellas son las que deben ocupar un lugar activo en la ciudadana. Nuestra labor aqu, en el estado espaol, se centra en la sensibilizacin, sobre todo en torno a cuestiones con las que nos encontramos en el da a da en terreno, que son las mil y una caras de la exclusin: las guerras, el hambre y la pobreza, los nios soldados, los nios de la calle, el maltrato, la inmigracin y las fronteras. Somos conscientes y sabemos que aqu, a nuestro lado, pared con pared, tenemos ya el 4 mundo, y tenemos nios y nias maltratados, explotados y excluidos, o en riesgo de serlo. Incluso sabemos del sufrimiento de nios y nias en situaciones que exceden a su vida cotidiana, como pueden ser una larga estancia en hospital por una enfermedad que puede llevar implcita la muerte. Sabemos de este mundo adulto que construye todo bajo sus aparentes necesidades de bienestar, pero que, sin embargo, tiene poca consideracin de las otras necesidades ms humanas de cario y de roce, de juego y de disfrute; que construye ciudades cada vez ms hostiles, en vez de planificarlas en base a satisfacer las necesidades de l@s nios, sobre todo. Deca Francesco Tonucci que si se construyeran las ciudades, los edificios, las instituciones, pensando en l@s ni@s, seguro que seran muchsimo mejores para todo el mundo, (Tonucci, F.:1999). En los Centros Hospitalarios espaoles actuamos puntualmente y ayudamos con nuestra presencia y testimonio a hacer visible la necesidad de concebir las cosas de otra manera y tambin a hacer visible la anormalidad de cmo se viven esas situaciones de hospitalizacin, y a la vez, contribuir con nuestra presencia en darle visos de normalidad, sin velos que oscurezcan los aspectos ms esenciales de la vida, como es la convivencia, la aceptacin y el compartir ante los momentos de mayor sufrimiento. Hoy por hoy seguimos pensando que nuestra labor se ha de centrar en la sensibilizacin y la denuncia- testimonio, ya que otras Instituciones han de ser las responsables, sobre todo instituciones dependientes del gobierno, nacional y/o estatal, que, con una poltica de intervencin clara, velen y salvaguarden los derechos de los ms indefensos. Nuestra organizacin puede, en todo caso, reconocer, apoyar, y compartir causas y acciones concretas, dentro del estado espaol. En Payas@s Sin Fronteras intentamos en la medida de nuestras posibilidades hacer una reflexin continua y un anlisis crtico y constructivo de nuestras actuaciones, sobre todo como va para no perder el norte. Sabemos que somos una organizacin, como la gran mayora que comparten caractersticas similares a las nuestras, nacidas a partir de una enorme desigualdad social, de una gran injusticia poltica y econmica y de la necesidad de cubrir un poco este gran agujero. Somos, digamos, una especie de parche que alivia algo la desestructuracin imperante. Nuestro pasado est, como el de las ONG, vinculado a los conceptos de caridad y asistencialismo mal entendidos, y nuestro presente a la ayuda humanitaria. Son conceptos, si no desfasados, si dichos con una venda en los ojos, ya que desde ellos se trabaja desde una estructura piramidal que se contradice con la igualdad de derechos que se propugna. Porque no se trata de beneficencia, ni siquiera de ayuda, sino responsabilidad, de cumplir con nuestra obligacin, del norte con el sur, de que tiene con el que no tiene (entre otras cosas, porque se lo ha quitado y/o negado). Actualmente, adems, podemos comprobar que la ayuda humanitaria se realiza tambin desde lugares e instituciones cuyos objetivos no son precisamente la igualdad de los derechos a nivel universal.
En este sentido nos recordamos diariamente que, desde esta perspectiva, no podemos olvidarnos de cumplir especialmente uno de nuestros principios: La denuncia, el testimonio de los que vemos y vivimos cuando estamos en accin. Sin esto, nuestra labor pierde gran parte de contenido. Somos, o debemos ser, el Pepito grillo de la conciencia social. Sobre todo, y porque sabemos que nuestra presencia alivia y es importante, es muy necesaria la constatacin de que no es lo mismo una catstrofe natural en un pas rico que en un pas pobre, ni es la misma la situacin la de un nio hospitalizado en Irak, en Palestina o Pakistn, que en cualquier pas del mundo occidental, incluido el estado espaol. La desigualdad es patente. Debemos ser portavoces de los intereses y necesidades de los colectivos para quienes trabajamos, y ayudarles a llevar sus peticiones y a hacerles visibles en los lugares en los que se toman las decisiones. No basta con el alivio que proporcionamos con nuestra intervencin, ni tampoco el poso que dejamos con nuestro trabajo. No podemos perder de vista que nuestro objetivo fundamental en un plazo no demasiado largo ha de ser nuestra desaparicin, no la de los payasos, sino la de nuestra organizacin como tal. No deberamos perpetuar relaciones que nacen ya de una descompensacin estructural. El hecho de que hablemos de proyectos futuros supone, desgraciadamente, que los objetivos por los que trabajamos siguen sin cumplirse. Ms de medio milln de nios y nias en el mundo son obligados a convertirse en soldados, el ndice de prostitucin infantil crece, y el de mortalidad no baja, los malos tratos y la explotacin infantil siguen. Los nios y nias siguen estando en el ranking de la marginacin, a nivel local y a nivel mundial. Los hospitales, las calles, las casas, demasiados espacios pblicos y sociales siguen siendo inadecuados para responder a las necesidades de nios y nias. Se les sigue negando el derecho a ser nios, negndoles el juego y la risa, y a cambio se les ofrecen mentiras que les impiden entender y hacer suyo el mundo que les rodea. Y esto con el agravante de no poder disponer libremente de sus vidas, y estar siempre a merced del mundo adulto, que, a pesar de otorgarle unos derechos, se los niega en la prctica. En este sentido recuerdo el comentario de Philippe Aris (Aries, P.: 2000) que deca que los nios, actualmente, ya saben de donde vienen, pero no a donde van. Saben que nacen en el tero materno, y no en Pars ni los trae la cigea, pero se les sigue diciendo que cuando mueren van al cielo estrellado. Los nios y nias con los que trabajamos en terreno saben demasiado de la muerte, la respiran da tras da, y duermen con ella, como para que cometamos el absurdo de querer que la ignoren. El futuro que ya est aqu, que es ahora mientras estamos hablando, pasa por responsabilidad, ms que por consenso. Hemos de pedir responsabilidades a quienes las tiene que cumplir, a nosotros mismos como individuos y trabajar por una infancia digna, es decir, por una vida digna para todas y cada una de las personas que habitamos este planeta, porque la Infancia es la imagen ms clara de la esperanza, es la vida que est ah en continuo desarrollo y evolucin. Si no somos capaces de facilitar a los nios y nias el acceso a la vida, en toda su plenitud, Qu futuro nos espera? La esencia de nuestro trabajo. La comedia, el humor, llmenlo como quieran, es a menudo la diferencia entre la sensatez y la locura, la supervivencia y el desastre, incluso la muerte. Es la vlvula de escape emocional del hombre. Si no fuera por el humor, el hombre no sobrevivira emocionalmente. Jerry Lewis. El oficio del cineasta. La risa de los nios es como el abrirse de las flores. Es la alegra de recibir, de respirar, la alegra de abrirse, de contemplar, de vivir y crecer.
En nuestras primeras intervenciones, la valoracin externa de nuestro trabajo se haca desde un punto de vista un tanto simplista, contemplando casi exclusivamente los beneficios bsicos de una manifestacin artstica como el teatro o el circo, y en concreto de la figura del payaso, desde una mirada absolutamente occidental y acomodada. Esto es, valorando casi exclusivamente el beneficio que el espectculo provoca por la ruptura momentnea con la rutina y el olvidarse por unos instantes de la cotidianeidad, contemplando el arte meramente como distraccin, y entretenimiento. Esto en muchas ocasiones era visto con los ojos paternalistas del que piensa que una tarea como esta tiene una importancia secundaria si a lo que nos enfrentamos es a la pobreza, a la exclusin social, a la falta de salud, al hambre. Estas s que son necesidades bsicas. No est mal distraerse un poco, sin embargo, lo primero es lo primero. Si lo que necesitamos son alimentos, medicinas, cosas tangibles para qu vienen los payasos? Como contestacin a esa pregunta viene como respuesta la importante valoracin de los efectos que nuestras intervenciones provocaban y siguen provocando. La risa, la presencia del Payas@, tiene un efecto teraputico en si por la catarsis, tan propia del arte, que provoca. La risa es beneficiosa, alivia y relaja tensiones, es un buen antdoto y un buen anestsico. Es expresin emocional de un estado deseable aunque momentneo, la felicidad. O al menos, el camino ms gozoso que nos acerca a ella. Todo esto est bien. Sin embargo, todos l@s artistas que participamos de PSF sabemos que tambin hay algo ms, algo ms profundo que se hunde en las races del concepto de lo social y de la cultura, de las relaciones humanas, del significado y del sentido del arte en lo social. Comprobamos, tal vez por ese espritu nmada, trashumante, que tiene el propio teatro, por ese cotidiano ir de bolo que nos lleva de un lado a otro, que nuestro arte cobra otro valor aadido. Ya no es la mirada de El que Tiene hacia el desvalido, hacia el que No Tiene. No es el espritu de la Ayuda, marcada por un gran contenido oculto de caridad
y asistencialismo, como deca antes, el que se convierte en motor de nuestra intervencin. Es el intercambio, es la relacin, la Comunicacin, lo ms importante de nuestro trabajo, de nuestra accin. Es, desde lo ms hondo de la cultura de cada cual, encontrar lazos, momentos, que nos permiten escucharnos, entendernos, y mostrar el respeto ms profundo hacia el otro que tenemos enfrente, y a la vez a nosotros mismos. Es romper con un concepto superioridad inconsciente que demasiadas veces se ejerce desde el Norte hacia el Sur. Es contemplar la palabra desarrollo, no como un continuo lineal, sino como una explosin de posibilidades; concebir la palabra Cultura siempre en plural y minscula. El sentido del arte es la aprehensin de lo real, es tambin la comunicacin, la expresin de lo subjetivo que pasa a ser objeto pblico. Nos sentimos bien cuando podemos expresarnos e interrelacionarnos a estos niveles que van ms all de lo evidente y de lo convencional. En este sentido, necesitamos del arte para ir ms all de lo propio y construir lo comn, porque algo se nos escapa siempre por entre las rendijas del lenguaje intelectual; algo que recoge el arte con su diferente mirada. Esto, la prctica artstica, tanto desde el lugar del artista como del espectador, produce bienestar y es necesario, por lo tanto es tambin, o debe serlo, saludable. Y es aqu donde encontramos la necesidad de romper algunas fronteras con los trminos, abrir cotos a determinadas palabras. La cultura es salud, la expresin artstica facilita la curacin? Son necesarias? Cuando aludimos a lo necesario, hablamos de lo bsico? De lo til?, de lo imprescindible?, de lo imperioso?, de lo vital e insustituible? O de lo obligatorio? Cuando hacemos referencia a la salud, nos colocamos desde una perspectiva sanitaria, social?, comunitaria?, segmentada?, o integral,?. Quiz debamos hablar de la salud, no como un estado del que se sale y al que se entra, sino como un proceso que, al igual que el individuo, que la naturaleza y que la realidad social, est en continuo cambio y transformacin. La enfermedad pasa a ser sntoma dentro del proceso vital de la persona de que algo est en conflicto. Es decir, que algo pasa que hasta el momento no ha ocurrido y esta novedad nos desconcierta. En la actualidad no podemos concebir ya la realidad de la existencia como algo inmutable e inmvil, y somos conscientes de que todo, absolutamente todo, est en continua transformacin, y que sta, por mucho que queramos, no es ni lineal ni predecible. La cancin de Mercedes Sosa nos lo recuerda (Cambia, todo cambia) Puesto que el cambio es el motor cotidiano de la vida, lo esencial a contemplar y a vivenciar es el conflicto, la desazn, el desconcierto que esto nos produce. Conflicto concebido, no desde el miedo, sino desde la oportunidad. El conflicto, la tensin es la base de nuestra psique y la base del proceso de socializacin: la conjugacin, el equilibrio precario entre el deseo subjetivo y la demanda social, es una tarea ardua, difcil. Y un reto interesante y apasionante. De lo que se trata, pues, es de poder concebir la salud como la resolucin de un conflicto, como el equilibrio momentneo logrado tras una tensin concreta. Una visin integral y a la vez singular, que abarca todos los aspectos que nos afectan en nuestro ser personas, pero que, sin embargo, tiene un marcado cariz singular, que afectan de manera especial y concreta a cada persona en su condicin de sujeto. Desde esta visin es desde la que Payas@s Sin Fronteras trabaja, desde el derecho y necesidad de todo ser humano a una salud integral, que va ms all de los lmites clsicamente establecidos. Y desde este lugar es desde el que la risa, el humor, el Payas@ tienen razn de ser en el mbito de la salud y de la intervencin. El dispositivo del humor. Siempre hay una mirada desde la cual somos payasos. Eduardo Zamanillo La prctica de cualquier actividad, y la vida misma, continuamente nos reafirma en que tener buen humor es altamente positivo, beneficioso, no solamente para la persona que lo ejerce, sino tambin para quien lo recibe; que nos ayuda a comunicarnos desde una ptica ms positiva. Aunque muchas veces se dice lo contrario, una persona con sentido del humor est comprobado que resulta valorada como ms cercana, ms familiar, ms atractiva, ms sensible, ms crtica. El humor est muy presente en nuestras vidas, aunque algunas personas se empeen en apartarlo, con excusas fuera de lugar. Todas las personas podemos ver la vida desde la ptica del humor, aunque tambin algunos se empeen en argumentar otra cosa. Para demostrar esto tan evidente es importante que precisemos que entendemos por humor. Segn el diccionario de Maria Moliner el humor es la cualidad en descubrir o mostrar lo que hay de cmico y ridculo en las cosas y en las personas, con o sin malevolencia. Tambin podemos encontrarnos que el humor es genio, ndole, disposicin de nimo, especialmente cuando se manifiesta exteriormente. Antiguamente cuando se haca referencia al humor se hablaba de los lquidos de un organismo. Se hablaba fundamentalmente de cuatro humores: atrabilis, bilis, pituita y sangre, y cada uno de ellos marcaba una diferencia de carcter que evidenciaba un tipo de comportamiento concreto. Si nos vamos al mundo del teatro, el autor Ben Jonson (Oliva, C, y Torres Monreal, F.:2.000), contemporneo y compatriota de Shakespeare, escribi sus comedias como comedias de caracteres o humores, considerando ambos trminos sinnimos, y hablaba de humores como de personajes- tipo, arquetipos de una visin del mundo concreta.
Hablamos normalmente de buen humor cuando una persona tiene propensin a mostrarse alegre y complaciente, y de mal humor cuando hay una aversin, habitual o accidental, a cualquier acto de alegra. Y, sobre todo decimos que una persona tiene sentido del humor cuando es capaz de contemplar la vida desde un punto de vista positivo, alejado de la seriedad habitual. Me interesa especialmente esta expresin cotidiana y popular de tener o no sentido del humor. Qu es tener sentido? Si volvemos de nuevo al diccionario, ste nos define sentido como funcin por la que el organismo percibe las diferentes formas de energa, mediante rganos ms o menos diferenciados: desde las simples terminaciones nerviosas, hasta las complejas estructuras nerviosas perifricas, que poseen adems rganos accesorios que conducen los estmulos. Comprobamos que, una vez ms, la sabidura popular no anda desencaminada, y a los cinco sentidos tradicionales, aade un sexto sentido, que es la intuicin (facultad de comprender las cosas al primer golpe de vista o cuando an no son del todo evidentes), y de manera tcita, un sptimo, que sera el sentido del humor. El humor no es tanto un comportamiento como una actitud provocada por una percepcin de las cosas que va ms all de lo que vulgarmente llamamos sentido comn. En el ejercicio del humor entran en funcionamiento diferentes dimensiones de lo humano: la cognitiva (es una forma de mirar y comprender lo que nos rodea), afectiva (implica una emocin), la comportamental (la forma en como nos manifestamos en la accin), y social (como factor aglutinador, como referente de identidad de grupo, que dira Berger, O.L. (1.997)). El humor no es sinnimo de comicidad, sin embargo la acompaa. De hecho una persona que tiene sentido del humor no necesariamente es graciosa, ni se dedica a representar comedias. El humor es ms bien esa percepcin especial que nos hace distinguir algo, ya sea una idea, un objeto, o una accin, como cmico, es decir, como algo que nos hace rer (De la Calle, 1985). La identidad de lo cmico, pues, no est tanto en quien lo produce como en quien lo percibe. Lo cmico es una categora esttica, que apreciaremos en nuestro mundo en la medida que ejerzamos esa percepcin especial, esa actitud ante la vida, que es el sentido del humor. En este sentido Alfonso Sastre habla de la diferencia entre la tragedia y la comedia en el teatro como de una diferencia de estilo, no de tema (Sastre, A.: 2.002). Lo que equivaldra a decir que todo lo que nos sucede, lo que vemos y sentimos, nuestras relaciones, son las que son, pero, sin embargo, tenemos la libre opcin de percibirlas desde la ptica de la tragedia o desde la mirada del humor. El humor, como lo cmico, es difcilmente delimitable, y es complicado establecer cuales son las fronteras y que percibimos como cmico y que no. Y aunque socialmente hay establecida una convencin sobre lo que nos produce o no risa y cual es el lugar para ello, lo cierto es que la percepcin de lo cmico es marcadamente particular y el sentido del humor totalmente singular, y escapa a cualquier barrera que queramos poner, incluso de manera involuntaria e inconsciente la risa nos sorprende cuando menos nos lo esperamos. Depende del sujeto que percibe. Dndole vueltas a la filosfica pregunta de porqu se re el ser humano, las respuestas que se han dado son diversas. Una serie de autores establece la incongruencia como base para el humor, cuando se produce una bisociacin (Viana, A. 2004), una distorsin, o un desfase en la percepcin del mundo. Aunque se supone que las cosas deberan de ser de una manera, en mltiples ocasiones aparecen de manera diferente. Algunas pelculas de Woody Allen son muy claras en este sentido: nada ocurre como, cuando, donde y con quien pretendemos (Pueo, J.C. 2002). Desde este punto de vista, el humor nos ayuda a resituar nuestro fracaso continuo en la idea preconcebida de que somos los seres ms perfectos de la creacin (Lcoq, J.: 2003) y nos posibilita el reencuentro cotidiano con el mundo. Otros, como Aristteles, Platn, Hobbes, e incluso Bergson, dicen que el humor surge de una percepcin de superioridad con respecto a los otros. Un ejemplo burdo de esto seran todos los chistes racistas, xenfobos, machistas, etc. Quiz a este planteamiento habra que darle ms vueltas, puesto que cuando no aceptamos ese desfase, esa disociacin de la que hablbamos ms arriba en nuestras propias vidas, es cuando huimos de rernos de nosotros mismos y de rernos con los dems, para rernos de los dems. Y otra gran respuesta es la dada por personas como Freud (Freud, S.. 1990) que conciben el humor como liberacin de la tensin, de esa energa que habitualmente empleamos para reprimir pensamientos, sentimientos y deseos, y que se transforma en risa y produce una gran dosis de placer. En todas ellas se constata un conflicto claro entre la naturaleza y la cultura, entre lo ntimo y lo social, entre lo singular y la norma, que el humor consigue que sobrellevemos de forma ms o menos plcida. El humor nos hace ms sociedad. De hecho nos movemos a veces en confusiones terminolgicas y tradicionalmente se nos ha hecho confundir lo cmico, el humor, como lo contrario de lo serio, cuando, como bien dice Roberto Fontanarrosa y muchos otros, lo contrario del humor no es la seriedad sino lo pomposo (Fontanarrosa, R: 2.005), lo solemne o la grandeza sorprendente, que dira T. Lipps (Sastre, A.: 2002). En este sentido podemos decir que el humor tambin es serio, aunque yo preferira decir importante. Una buena imagen de esto sera la pelcula de Charles Chaplin El gran Dictador, en donde la artifiosidad pomposa del poder sale muy mal parada, o Tiempos Modernos, una muestra del antihroe. Este gran cmico deca en ms de una ocasin que si algo era capaz de golpear al poder en sus cimientos era la risa. Volviendo al sentido, comprobamos que cuando el humor va precedido de la palabra sentido hace que lo enmarquemos ya desde el lado positivo, del que tiene que ver con la alegra, con la risa, con el optimismo, con el deseo de felicidad. Todas estas manifestaciones comportamentales no son sinnimas, pero sin embargo si son compaeras, y a menudo aparecen juntas.
El humor es universal. No podemos decir que ninguna cultura, grupo social, carezca de sentido del humor. De hecho, la Sociedad Internacional de Estudios Sobre el Humor, que anualmente se rene para tratar del tema en la Conferencia celebrada en Bolonia en 2.003 concluye que (citado por Carbelo Baquero, 2005): el humor es una parte importante de las relaciones humanas no existe cultura humana desprovista de humor la risa como expresin mxima del buen humor facilita la comprensin mental y la aceptacin positiva de las distintas situaciones relacionadas con la prdida de salud.
El humor en nuestra cotidianeidad. La eternidad es un instante, lo suficientemente largo como para una broma. Herman Hesse El lobo estepario. Visto lo anterior podemos concebir la mirada del humor (como lo es la mirada del Payas@ al mundo) como una especie de caleidoscopio, ese juguete que cuando ramos ni@s le dbamos vueltas sin parar. Dentro del caleidoscopio eran siempre el mismo nmero de cristales y los mismos espejos en los que se reflejan, pero dependiendo de cmo lo giramos, aparecen unas u otras imgenes. En la vida cotidiana, en el trabajo y en lo ntimo, nos empeamos siempre en buscar unos modos de vida fijos, buscamos establecer leyes, conceptos inmutables que nos ayuden a entender esto que llamamos realidad. Se nos ha enseado casi desde antes de nacer que lo deseable es la calma, el equilibrio, lo plano. En cambio, la vida se empea en demostrarnos lo contrario: lo imprevisible, lo inslito, la excepcin. Esto nos agobia y nos confunde, sobre todo porque lo que entendemos por accin es conquista, por inteligencia entendemos manipulacin, por conflicto enfrentamiento. Nos empeamos en ser caperucitas bien educadas que van por el camino trazado de antemano, pero no podemos evitar encontrarnos lobos que cada dos por tres nos sacan de l. Sin embargo, si modificamos la perspectiva de nuestra mirada, la accin puede ser adaptacin coherente, la inteligencia creatividad, y el conflicto, riesgo y oportunidad. Si somos capaces de ejercer nuestro sentido del humor como nuestro caleidoscopio personal, lo podemos girar y girar a voluntad, y as contemplar la realidad desde otro ngulo. Entonces los cambios, las imprevisiones, posiblemente nos angustiarn menos y podremos ejercer algo tan intrnsecamente humano como es nuestra flexibilidad y nuestra capacidad de adaptacin y de transformacin al medio en que vivimos. Poner nuestra creatividad como personas en el acto humano de vivir. El humor es en s mismo un estado creativo (Goleman, D, Kaufman, P y Ray, M.:2000). Si podemos poner en juego nuestro sentido del humor en nuestra cotidianeidad, podemos darnos la posibilidad de que la estructura vertical de la superioridad a la que estamos tan acostumbrados pueda transformarse en una estructura horizontal basada en la igualdad como personas, independientemente de las funciones que desempeemos, o de los lugares que ocupemos. Podemos entonces hablar de singular a singular, de sujeto a sujeto. Con el ejercicio del humor valores y actitudes personales se manifiestan mucho ms abiertamente, como la empata y la complicidad, tan importantes en las relaciones, y sobre todo en las relaciones con las personas que, por un motivo otro, sufren. En la prctica del humor nuestras barreras desaparecen y somos ms vulnerables, bajamos nuestras defensas, y, por ello, aunque parezca una paradoja, siendo dbiles somos ms fuertes. Es como la analoga del bamb y del rbol: el viento romper las ramas del rbol y esparcir sus hojas, en cambio el bamb se doblegar a un lado y a otro, pero se mantendr entero. En la prctica del humor dejamos que parte de nuestro espacio pueda ser ocupado por el Otro, por los otros, y dejamos de tener miedo a ser como somos y a manifestarnos abiertamente como tales, o al menos, jugamos con ello desde la humildad. Gracias al humor podemos dejar que nuestras emociones asomen y as poder identificarlas y aceptarlas. Estamos demasiado acostumbrados a ser una bomba de relojera andante, a punto de estallar sin saber bien donde, no como, ni porqu. Rernos nos alivia esta carga tan pesada que demasiadas veces nos parece que es la vida. En definitiva, se trata de eso que nos cuesta hacer: rerse de uno mismo. Que no es el equivalente de destrozarse, ni vilipendiarse, ni machacarse impunemente, sino ms bien de aceptarnos en todo momento tal y como somos, sobre todo cuando nos sentimos ms dbiles e indefensos, y nuestros vacos son ms evidentes. En ese sentido, deca Jardiel Poncela que la risa reside en la verdad. Podemos rernos con nuestra verdad y comprobar que en ello no nos va la vida, o s, que rindonos de nosotros mismos nos va en juego una vida ms completa, ms intensa, ms llena. Al hilo de lo anterior Begoa Carbelo (Carbelo, B.: 2005) dice que el humor surge porque supone un contraste radical con el miedo, la incertidumbre y la vulnerabilidad. El humor cobra un gran valor social en la relacin porque infunde coraje y sentido a las situaciones cotidianas y sirve para desdramatizar el sufrimiento y el dolor, siendo autnticos. Desde su verdadera dimensin humana y su dimensin natural. Y segn Sanz Ortiz, el humor es un recurso que hay que nutrir, conservar y cultivar. El sentido del humor no nos devolver lo perdido, pero ayuda a recobrarse de la prdida. No cambia las cosas de modo permanente, pero hacen que vayan bien durante unos instantes (Sanz Ortiz, J.: 2002). E incluso ms, porque al ser conscientes de la prdida y de que sta es necesaria y consustancial a nuestra existencia, nos permite avanzar, valorar lo perdido desde otro lugar y poder elaborar el proceso de desapego. El humor es un buen acompaante en un proceso de duelo, ya que es un gran desmitificador de todo
poder aparente y real, incluida la muerte. (Plaxats, M A. Mayo 1995). No hemos de olvidar que, aunque podemos rernos a voluntad y a solas, rememorando situaciones o viendo una pelcula o leyendo un libro, el humor, y su mejor manifestacin externa, la risa, es eminentemente social. Freud deca con toda razn que para que hubiera un chiste era necesario el tringulo, es decir, han de estar presentes de alguna manera quien lo cuenta, quien lo escucha y a quien hace referencia. En este sentido el humor ayuda a compartir nuestros temores, nuestras frustraciones y darnos cuenta de que en realidad pueden ser experiencias comunes y pueden ser miradas desde otro lugar y reinterpretadas desde una ptica comn que nos permite afianzar nuestro sentimiento de grupo y de pertenencia. Se trata de comprobar y sentir que no somos bichos raros, que inseguridades tenemos todos y que podemos compartirlas y as hacernos ms seguros con el otro. Sentir el vrtigo fascinante de cuando nos encontramos subiendo una cuesta demasiado empinada y encontrarnos en el camino a otros , cogernos de la mano y hacer que lo que era vertical y casi imposible se convierta en un paseo agradable , impresionante y asombroso. Hemos de tener claro que la risa no es necesariamente la nica manifestacin abierta y exterior de nuestro sentido del humor. Podemos rer, o no, y podemos seguir ejerciendo nuestro sentido del humor (ya sea con una sonrisa, con un brillo en los ojos). Ello nos permite manifestar nuestras emociones reales, y no forzarlas ni exagerarlas, porque sino podramos caer en la trampa de decir que todo nos lo tomamos a risa y no se trata de eso. No se trata de pasar de contemplar la vida como un pozo sin fondo lleno de desgracias a pasar a verlo como una broma continua, sino ms bien se trata de otra cosa bien diferente. Se trata de aceptar que, tanto las risas como las lgrimas son importantes y necesarias, porque las dos nos ayudan a exteriorizar y aliviar esa carga emocional que sentimos en situaciones dolorosas. El miedo, la impotencia, la ira o la rabia ante la prdida pueden liberarse en forma de lgrimas, y quiz despus en forma de una sana risa o sonrisa compartida. Las lgrimas son fundamentales cuando se est elaborando la prdida a travs del duelo y la sonrisa tambin. A la hora de hacer uso de nuestro sentido del humor en relacin con el otro que tenemos al lado y que sufre, hemos de pensar que lo importante no es tanto mostrar nuestra capacidad de ser graciosos, sino fomentar y posibilitar que emerja su potencial de diversin. Y, sobre todo, no se trata de que el humor sea el fin, sino ms bien la herramienta que nos posibilite la comunicacin, la relacin entre personas, para contribuir a una mejora sustancial en el bienestar personal. Nuestra nariz de payaso nos va a permitir el acercamiento desde el respeto, desde el acompaamiento, sabiendo que dejamos nuestro protagonismo de artista detrs de la puerta, y que lo que importa es que el sentimiento fluya, con la palabra o con el silencio, y estar, tanto en una como en otro. El humor, como bien seala Begoa Carbelo, tiene unos aspectos positivos importantes en el campo de la salud, que pueden generalizarse a muchsimas reas de lo humano: .el humor es una forma de establecer la comunicacin. .disminuye la ansiedad excesiva en la relacin teraputica. .ayuda a la formacin de la alianza teraputica. .facilita una mayor gratificacin en el contacto. .rompe con las defensas ms rgidas del individuo. .aumenta la capacidad de autoobservacin. .tiene un efecto relajante. .favorece un marco propicio para la expresin de las emociones. .permite la expresin de la hostilidad de una forma que resulta ms Aceptable. .desarrolla un yo ms resistente. Por ello, el sentido del humor como visibilizador de lo cmico es eficaz en la promocin de la salud, entendida sta desde una visin integral y como proceso, ya que, como dice Tizn (Tizn, JL.:2001, citado por Carbelo, B.) el humor es como un juego una forma de juego que se asemeja al juego incluso en su misma esenciapermite afrontar elementos psquicos difcilmente afrontables de otro modo. Y es desde esta perspectiva desde la que cobra todo el sentido nuestra intervencin, como payas@s, en un mbito como el de la Salud y en el de la Cooperacin. No podemos perder de vista que el sentido del humor ayuda a ampliar nuestra conciencia de las cosas y nuestra capacidad crtica, por lo que si bien es beneficioso, su ejercicio ha de ser consciente, ya que en algunas ocasiones puede provocar malestar o ser inconveniente, o bien, ha de canalizarse bajo los mnimos de la escucha y el respeto hacia la otra persona. Hemos de tener en cuenta siempre que aunque existe un humor comn a todas las culturas, existe tambin un humor referencial, tanto a cuestiones como el gnero, creencias, modos de vida, e incluso edad. Sabemos que lo comn es aquello de lo que nos sentimos cmplices, que compartimos, y es a partir de ah desde donde se ha de construir siempre una relacin. Esto es importantsimo en el humor. Hay situaciones en las que una muestra de comicidad puede, en vez de favorecer la comunicacin de los sentimientos ms dolorosos, bloquearlos; puede tambin hacer que la otra persona se pueda sentir ridcula, que es vctima de un ataque del que ha de defenderse; e inclusos puede llegar a sentirse todava ms perdida y confusa y aumentar sus inseguridades y sus miedos. Aqu la escucha es fundamental y comprender que en estas situaciones donde la ansiedad es grande, a veces lo que ms importa, lo que ms necesitamos es comprensin. Todas las personas sabemos que el dolor es algo ntimo, muy personal y subjetivo, que antes situaciones en apariencia iguales, cada uno de nosotros vivimos el dolor de manera diferente, nuestro umbral fsico del dolor vara. De ah la importancia
de mirar y no solo ver, de escuchar y no solo or. De ser y de estar. Una queja es siempre una queja y merece su lugar y su respeto. El humor en situaciones lmite no puede ser una sacudida de buenas a primeras, sino ms bien un blsamo (las imgenes de expediciones de Payasos Sin Fronteras a lugares de mximo conflicto como Irak y Palestina o las del video de Patch Adams Un payaso en Kabul as lo muestran) en doble direccin, tanto para quien sufre como para quien est enfrente. Empezar la comunicacin desde los umbrales mnimos, sin invadir espacios ni ahogar lamentos, para que poco a poco la brisa se transforme en roce, el roce en caricia, y la caria en comunicacin franca. A veces es ms importante una ancdota insignificante sobre nuestra propia vida o sobre lo que nos rodea, una accin pequea y sencilla, una mirada, para deshacer las barreras que un gran carnaval, porque siempre hemos de partir de nosotros mismos y no podemos hablar, en definitiva, ms que de nosotros mismos. Es ah donde nos encontramos a nosotros mismos y donde encontramos el vnculo con el otro, en lo singular, en lo pequeo, no en las generalidades. Y, sobre todo, porque el humor, como la gran mayora de las cosas importantes, se aprende practicando y se transmite con la propia prctica. La nariz roja es una gran puerta que nos abre este camino. Si el objetivo es que la persona que tenemos enfrente pueda ejercer su capacidad humorstica, nunca lo conseguiremos si no es a travs de la prctica de nuestro sentido del humor. Desde nuestra prctica como payas@s, lo que ponemos en marcha son los mecanismos que hacen que el sentido del humor de las personas que tenemos enfrente se ponga en funcionamiento. Con ello no les damos la imagen de un mundo ya hecho a nuestra voluntad, o un modelo de estado personal a conseguir, sino ms bien la libertad de que cado uno encuentre, a partir de si mismo, de su visin caleidoscpica de su realidad, ese otro mundo posible. Aqu estn las bases de nuestro trabajo y el motor que nos mueve: la importancia de la risa, del humor como dispositivo que nos permite la posibilidad de andar hacia una mirada diferente al mundo, y, por tanto, hacia un nuevo mundo, en donde los principios y las herramientas que se ponen en marcha en el ejercicio del humor, sean bsicas en la convivencia: la escucha, el respeto al otro, la aceptacin, la complicidad y la empata, la eliminacin de la prepotencia en el discurso y en la accin, la ruptura de estructuras piramidales en la relacin, y, sobre todo, la posibilidad de expresin ms all de las palabras, expresin que es comunicacin entendible desde el corazn y no solo desde la razn. Algo que pone continuamente en prctica el Payas@ desde su gran nariz roja abierta al mundo.
Un hombre se cae por un acantilado. Mientras cae se le oye murmurar: Por ahora bien. Chiste annimo. Ante Palabras tan importantes, Amor, Muerte, Humor, Vida por dnde empezar? Mi nariz de payasa se agita. Por dnde tirar del hilo? Hablar del Humor antes que de la Muerte? Y del Payaso antes que del amor? Hablar, en definitiva, de la vida? Es como el chiste de arriba, un cmulo de emociones, de imgenes, y el intento de poner orden, imprimir calma a algo de entrada incalmable. Empezar por la vida, por nuestra vida. Muchas veces me he preguntado el porque de la danza continua de oposiciones que hacemos para explicarnos las cosas, siempre buscando el contrario, la oposicin. Navegamos entre dos polos: blanco o negro; ciencia o especulacin; risa o llanto; todo o nada; orden o caos; salud o enfermedad; vida o muerte. Es como si solo hubiera un camino que emprender, y lo otro fuera la negacin de este camino. Supongo que el empeo de algunos polticos de mantener un bipartidismo va por ah: si solo hay un Adversario, oponente, est claro que solo hay un camino y un no camino. El caso es que cuando miro el amanecer y veo el sol salir por el este, s que se pondr por el oeste aunque me lo tapen las nubes, y no por eso quiere decir que el sol ya haya dejado de existir, que se haya muerto. S positivamente que saldr al da siguiente; s que, aunque hay cosas que yo no veo, suceden, y s que la vida est tambin en la ausencia, no solo en la presencia. Los silencios, los recuerdos, los vacos, son tambin parte de mi existencia. Entiendo que la vida, es certeza e intuicin, es un gran abanico de reales y de posibles, ms all de mi yo real y mi posibilidad. Que no es algo partido en dos, que no existe la Verdad y la mentira, sino que estamos llenos de pequeas verdades que son mentira y pequeas mentiras que son verdades. Y la sensacin que tengo ante lo que me ha intentado llevar a resumir errneamente la vida en dos posturas enfrentadas es de un cierto engao. Nos hemos hecho creer que la muerte y la vida son dos caras de una misma moneda, que se es o no se es, que se est o no se est. Por suerte la vida me muestra en cada paso que no-ser tambin forma parte del ser, o que tambin es ser. El Teatro y el Payas@ me han ayudado en ello, han permitido que mi mirada fuera ms all de lo que yo quera ver y gracias a ellos he podido comprobar que los objetos, las cosas, nos hablan y nos piden que les miremos. Que la vida me late y late a m alrededor. Colocarme la nariz roja del Payas@, (roja como la sangre, como la savia de vida), me ha ayudado a colocarme en la disponibilidad, en la apertura y la escucha al mundo que me rodea, dejando de ser yo el centro de mi deseo; y tambin a pensar que igual debo dejar en muchas ocasiones la imposicin de mis prejuicios de lado, ya que no son nada ms que eso; que mi ombligo no es ms grande, aunque para mi sea el mo. Intuyo, por todo este proceso de escucha que supone colocarme una nariz roja sobre la propia, que en esta visin de la vida tiene que ver mucho nuestro concepto occidental del otro, con esa mirada nica que hacemos sobre l, y que nos lleva
demasiado a menudo a sobrevalorar el sentido de la diferencia que marca tan claramente la barrera del opuesto (Mate, Reyes.:2005). Entender al otro como complemento es muy distinto a entenderlo como diferencia, como oposicin, porque no es lo mismo sumar que restar, ni unir que anular. Sentir que el otro es complemento a mi posible completud me permite saberme dentro de algo que est ms all de mis propios lmites, saberme formando parte de la vida. Cuando nos empeamos en remarcar la diferencia, creamos compartimentos estancos y, muchas veces, queriendo o sin querer, liamos el continente con el contenido. Hacemos de nuestra parte un todo, y universalizamos aquello en los que creemos. Limitamos la vida a un solo aspecto, y borramos todo lo dems dndole el nombre de vaco. Nos olvidamos de que la vida es accin, es deseo, es energa, es Eros, y tambin parlisis, quietud, regresin, es Thnatos. Y que ambos, el deseo y la muerte, hacen que avancemos cojeando, aunque no volemos (Freud, S. 1974), y juntos son la esencia de la vida. Exaltamos la luz y ocultamos la sombra, cuando resulta que lo bello aparece porque existen las sombras que lo remarcan (Tamizaki.: 2001). El Payas@, como figura arquetpica, que va ms all del propio arquetipo, est elaborado con los restos, con las sombras. La suma de los retales hace su traje. De hecho su presencia es la de un desarrapado, con las ropas grandes o pequeas, con jirones, y su maquillaje, cuando est, parece un gran borrn en la cara. Todo aquello que no nos podemos ver en nosotros mismos, que nos atemoriza, que no nos queremos en nuestra piel, que nos angustia y que nos perturba, son sus ingredientes. El Payas@ es como la aparicin sbita en escena de la otredad, cargada de todo fasto y boato; es la visin multicolor de lo innombrable. Recoge en l todos los negativos posibles que la mente adulta rechaza: la infancia, la locura, lo femenino, lo inacabado, lo imperfecto, lo torpe, lo salvaje. Y lo expone abiertamente, dando luz a las sombras, dejando ver que es la visin y la mirada del otro lo que nos posibilita ser. Pero siempre con la distancia que posibilita ese caleidoscopio del humor, y siempre desde el escenario, el espacio que calma, que tranquiliza al espectador, puesto que el Payas@ est en el como si, est en la mentira verdadera del teatro. Este distanciamiento del que hablaba entre Berger y Frankl, y en teatro Brecht, sobre todo, es el que nos permite distanciarnos de la propia existencia y de tener una doble conciencia de ser y de existir. As podemos rernos de nuestra propia existencia, an en los momentos ms crueles y duros, precisamente como una anestesia que nos permite experimentar el sufrimiento ignorando el dolor desgarrador que nos produce.: Suerte es lo que a uno no le toca padecer, deca Frankl narrando su experiencia en los campos de concentracin nazis. Vuelvo a mis preguntas sobre la muerte, y, por supuesto, sobre la vida, y de cmo casa el amor con la muerte dentro de la vida, encuentro la respuesta gracias al humor. Gracias a la posibilidad de poder ponerme en la piel del otro, de ese otro despojado, salvaje, casi anulado, es cuando siento que los lmites se desdibujan y comienzo a intuir que la prdida es buena y que me ayuda a ir sumando. Algunas palabras comienzan a tener otro sentido y a sonar de manera diferente, y empiezo a entender la vida como un pulso entre un viaje a Itaca y un eterno regreso a casa, con el impulso y la tensin del deseo que me lleva ms all, a pesar de la parlisis. Y caminando y caminando es entonces cuando comienza la asociacin de ideas y la lluvia de palabras y de imgenes en mi cabeza: se me asoman por entre los surcos de mi cerebro cosas tan dispares como el refranero y los libros de autoayuda, Freud y Benedetti, el humor negro de la Codorniz y del Jueves, Gila y Woody Allen, Groucho Marx y los epitafios, Abbot y Costello contra los fantasmas, el Gordo y el Flaco, Hamlet y Antgona, La Noche de los Muertos Vivientes, Camilo Sesto y su morir de amor, Don Juan Tenorio y Clint Easwood en la Muerte Tena un Precio, Hitchock y James Bond, Winny de Puh y el sentido de la vida, los Monty Python y Ramn Gmez de la Serna, Pepe Viyuela y Eduardo ZamanilloUna lista interminable de eslabones de una cadena que me llevan a esbozar una sonrisa, la sonrisa que me ayuda a espantar el miedo, se hace cmplice con la vida, y le quita hierro a la muerte. Es como una pequea bola de nieve que baja a toda velocidad por la ladera de la montaa, y llega ante mis narices como una gigantesca bola de nieve, imposible de parar. El inicio de la bola. Un amigo al otro: hola, cmo ests? El amigo le responde: pues me esto muriendo, gracias. Y t? Chiste annimo. El mdico me ha prohibido que me entren balas en el cuerpo. Woody Allen en Casino Ryale(al oficial del pelotn que lo va a fusilar). Lo ms inmediato y sin apenas elaboracin que comienzan a formar la visin de la bola son los refranes, los dichos populares. Me vienen como de carrerilla, como una retahla de frases hechas; son un saber antiguo grabado a fuego no s muy bien donde. Recito sin parar: a cada cerdo le llega su San Martn. A la muerte ni temerla ni buscarla, hay que esperarla. Amor con amor se paga. Buscando un amigo mi vida pas, me muero de viejo y no lo encontr. Mala hierba nunca muere. Boca con boca se desboca. El amor, el viento y la ventura, que poco duran. Hombre muerto, mal encuentro. Vida sin amigo, muerte sin testigo,...y muchos otros que se quedan en la punta de la lengua. Muchos, la mayora, son verdades a medias que no dejan de tener su gracia si los miramos despojados de nuestra visin trgica de la vida. Lo siguiente en el camino son las ltimas palabras, dichas o escritas sobre una lpida. Las hay de todo tipo: dramticas, sentenciadoras, ocurrentes, graciosasHay epitafios (Fuld, W.: Barcelona, 2004) que entran directamente en el lado del humor. Son una ltima mirada muy especial al mundo vivido. De entre los epitafios ms conocidos, me quedo con el de Groucho Marx en su lpida, Disculpen que no me levante. Aunque hay muchos otros, como el de la hermana de Napolen, no est nada mal. Para consolarle, mientras su mora, su mdico le dijo que nada era tan inevitable en la vida como la muerte; ella, con su ltimo aliento le respondi: salvo los impuestos. O el de Churchill cuando el sacerdote le pregunt se estaba prepara para morir; l,
con su peculiar sentido del humor le contest: yo estoy dispuesto a encontrarme con mi creador. Otra cosa es si l est preparado para encontrarse conmigo. Ese paso a la posteridad que siempre vivimos con angustia, conseguimos dulcificarlo con un ligero toque de humor, que nos permite distanciarnos de nuestra propia realidad y mirar desde otra perspectiva. Es el distanciamiento que hace que parezca que el muerto no seamos nosotros mismos, o bien la verdad tan aplastante que resulta cmica, acostumbrados como estamos a tantas palabras de conveniencia y buenos modos. El mismo Woody Allen, preguntado por como viva su fama y su paso a la historia del cine con maysculas, respondi sin dudar: me aseguran que voy a seguir viviendo siempre en el corazn de mis seguidores, pero yo preferira seguir viviendo en mi casa de Manhattan. La verdad que deca Jardiel. Una sonrisa muy especial me la provoca la parte de nieve que tiene en la bola Gila, Con su genial humor absurdo, jugando a la guerra y a la muerte, era un genio mostrando de manera insuperable el sinsentido de la barbarie humana, y desmontando el temor a lo desconocido. La muerte, en sus manos, es despojada de todo su sentido trgico, y aparece desnuda ante lo concreto de la existencia cotidiana. En su monlogo Me mor nos habla de las cinco veces que se muri en la vida. Algo imposible, pero no por ello absolutamente real. Cuntas veces no hemos sentido que volvamos a nacer, que nuestra vida andaba otros pasos distintos que los antiguos? Y cuantas veces hemos sentido la tentacin de compararnos en nuestra vida amorosa a los gatos, que tienen siete vidas. Tambin Woody Allen ha sido y sigue siendo compaero de mis risas y mis sonrisas. Su parodia del mundo, sobre todo su parodia de l mismo como neurtico obsesivo es sublime. Recuerdo especialmente su parodia del film El sptimo sello, de Bergman, Para acabar con Igman Bergman (Allen, W. 2000). En esta absurda historia Nat, el protagonista, le reta a La Muerte a jugar una partida de cartas y le gana. Algo nada extrao si tenemos en cuenta que la Muerte es un pobre hombre que se tropieza con todo lo que se pone en su camino. La gran bola. Con que estupor tuvo que mirarle el griego apolneo! Con un estupor que era tanto mayor cuanto que con l se mezclaba el terror de que en realidad todo aquello no le era tan extrao a l, ms an, de que su consciencia apolnea le ocultaba ese mundo dionisiaco como un velo. Friedrich Nietzsche. El nacimiento de la tragedia. El Teatro, como espejo de lo social, de lo real, no ha dejado ni un momento de mostrarnos la vida, llena de amor y de muerte. El arte surge a partir precisamente de ah, del deseo del ser humano de hacer suyo el mundo, y es desde ese espacio desde el que ofrece culto a los muertos, sus antepasados, y a la vida a travs de la imagen de la mujer embarazada. Un continuo marcado por una conciencia de tiempo, que el ser humano intentar repetir y controlar. Y en ese ritual de invocacin surge el teatro. Teatro que, como dice Nietzsche, navega entre lo sublime y lo ridculo, entre lo apolneo y lo dionisiaco, ha creado la tragedia y la comedia, dos estilos diferentes de mirar el mismo mundo. Teatro que, como todo arte, se mueve entre lo sagrado y lo profano, manteniendo el rito fuera del espacio sagrado ya desdibujado. Y, a pesar del intento de poner velo a lo grotesco, a lo ridculo, a lo cmico, el teatro ha hecho un gran espacio a la risa, al humor, y en la mayora de ocasiones, sin separacin. Como dice Franca Rame: en las dos modalidades de tragedia ms antiguas (la tragedia griega y el teatro N japons) e importantes que se conocen en el mundo, tenemos su origen en la catarsis de la risa y de obscenidad sexual que liberan la luz y la armona. As exorcizan el resentimiento, el odio y el miedo en todas las representaciones populares, y, por tanto, se disuelven en el juego grotesco. (Fo, D.: 1998). Puesto que la vida es una, se puede ver los dos aspectos en una misma obra. As pens por lo visto Shakespeare, o Lope, como as debieron pensar los hombres y mujeres de la Comedia dellArte renacentista. Posiblemente, porque no siempre hubo una conciencia de oposicin, ni un deseo de ocultamiento, ya que en la Edad Media, los Carnavales, fiesta de muerte y renacimiento, eran un ejemplo de esa concepcin ms colectiva y menos separadora de lo bsico y primordial en la vida: el hambre, el sexo, y la muerte. Algo ntimamente unido en el pasado europeo del Payas@, como nos recuerda Daro Fo: Los clowns tratan siempre el mismo problema, el hambre: hambre de comida, hambre de sexo pero tambin hambre de dignidad, de identidad, de hambre de poder.(Fo. D.: Hondarribia 1998). As, el Payas@, desde antiguo puede jugar con la escenificacin de su propia muerte, a manos de l mismo, devorado por su propio hambre ( ver Ruzzante), una gran entrega de amor hacia s mismo. Con este juego de imposibles, permite darle luz a una verdad que es evidente: nuestra finitud, y nuestra barbarie, pero siempre con una sonrisa en la cara, y sobre todo una sonrisa en el corazn. Porque, a pesar de lo duro que puede ser el sufrimiento, la angustia de saberse limitado, el Payas@, lo entiende y juega con ello para liberarnos de esos miedos que nosotros no somos capaces de sacar fuera. Es como un exorcismo lo que la mscara del Payas@ ejerce. Como lo ejerce el teatro, en general. Aunque sea una obra dramtica, no puedo obviar citar un trozo de Antgona. Aqu la muerte est presente antes de que la obra en s comience. La protagonista acaba de perder a sus dos hermanos en una lucha fraticida por el poder. A uno se le permite el entierro digno, al otro se le niega y se le deja expuesto a las alimaas. Antgona se enfrenta al poder establecido, por amor es capaz de ir ms all de su propia vida, y perderla, si es preciso. Resonancias actuales en las mujeres argentinas de la Plaza de Mayo, o de las personas que pelean por una Memoria Histrica. Creonte: pero el bueno y el malo no reciben el mismo trato. Antgona: Quin puede saber si ello es as en el Hades?
Creonte: jams un enemigo, aun muerto, se mira como a un amigo. Antgona: : yo he nacido no para un odio mutuo, sino para un mutuo amor. Creonte: si tu naturaleza es de amar, ve entre los muertos y malos. Mientras yo viva, no mandar una mujer. Como no puedo dejar de volver a Freud, cuando le responde a Einstein en su demanda de cmo evitar al ser humano el sufrimiento de la guerra. Hay muertes, por mucho dolor y vaco que nos produzcan, que son naturales, y hay muertes contra natura. Una de las muertes ms terribles y desoladoras es la muerte por la guerra. Sobre todo, de los que mueren en la guerra sin haberla decidido, como los nios y nias, como las mujeres, los ancianos. La respuesta de Freud es contundente, para no olvidarse: Todo lo que establezca vnculos afectivos entre los seres humanos debe actuar contra la guerra. Estos vnculos pueden ser de dos clases. A la primera pertenecen los lazos anlogos a los que nos ligan a los objetos de amor, aunque desprovistos de fines sexualesLa otra vinculacin afectiva es la que realiza por identificacin. Todo lo que establezca solidaridades significativas entre los seres humanos despierta este tipo de sentimientos comunes, las identificaciones A mi me gustara aadirle a estos vnculos de amor una gran dosis de humor, una gran nariz roja, smbolo de vida. Mara Colomer Pache. TEXTOS CITADOS Y CONSULTADOS.
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