LOPEZ VICENTE FIDEL - Manual de Historia Argentina
LOPEZ VICENTE FIDEL - Manual de Historia Argentina
LOPEZ VICENTE FIDEL - Manual de Historia Argentina
Indice INTRODUCCIN I. Etimologa y significado de la palabra Historia II. Elementos que entran en la nocin tcnica de la Historia III. La lengua nacional en la Historia IV. La lengua materna en la tribu primitiva V. La leyenda en la historia de los pueblos clsicos y modernos VI. Transicin de la Leyenda a la Historia VII. Ciencias histricas cooperativas VIII. Divisin de los tiempos histricos IX. Acontecimientos capitales de la Historia moderna X. La Historia contempornea y su principal carcter LECCIN I: Del comercio antes del descubrimiento del Nuevo Mundo LECCIN II: Exploraciones de los portugueses LECCIN III: Advenimiento de Cristbal Coln LECCIN IV: Diligencias y empeos de Coln por llevar a cabo su proyecto LECCIN V: El primer viaje y el gran hallazgo LECCIN VI: Intervencin enojosa del oficialismo oficial LECCIN VII: Los continuadores del desgraciado descubridor LECCIN VIII: Descubrimientos y exploraciones del Ro de la Plata LECCIN IX: Sebastin Gabotto descubre el Ro Paran y sus afluentes LECCIN X: Antecedentes y causas de la primera fundacin de Buenos Aires en Enero de 1536 LECCIN XI: Prdida de Ayolas y resumen de los sucesos del Paraguay LECCIN XII: El Nuevo Adelantado del Ro de la Plata LECCIN XIII: Entrada de Irala a las tierras del Per
LECCIN XIV: Gobernaciones efmeras y anrquicas LECCIN XV: Desgraciados percances del Adelantado Juan Hortiz de Zrate LECCIN XVI: Viaje de Juan de Garay al Alto-Per y su regreso como Lugarteniente gen eral del Ro de la Plata LECCIN XVII: Repoblacin de Buenos Aires LECCIN XVIII: Importantes incidentes de la repoblacin de Buenos Aires LECCIN XIX: Gobernacin intermediaria. Muerte de Juan de Garay y sus sucesores LECCIN XX: Hernandarias y las misiones jesuticas LECCIN XXI: La construccin del fuerte de Buenos Aires LECCIN XXII: Sistema comercial implantado por Espaa en el Ro de la Plata LECCIN XXIII: Marcha latente de Buenos Aires al predominio de la vida comercial e n la sociabilidad sudamericana LECCIN XXIV: Asentimiento unnime a la influencia social de Hernando Arias de Saave dra LECCIN XXV: Conquista y ocupacin del Tucumn LECCIN XXVI: Distritos y ciudades del interior LECCIN XXVII: Establecimiento gradual del Orden Orgnico Colonial LECCIN XXVIII: Perodo de los gobernadores del Ro de la Plata LECCIN XXIX: El comercio colonial de Espaa y el Ro de la Plata LECCIN XXX: Entrada del Ro de la Plata en el movimiento poltico y militar de las po tencias europeas LECCIN XXXI: El tratado de Utrecht y el reinado de la casa Francesa en Espaa LECCIN XXXII: Gobierno de don Bruno Mauricio de Zavala en el Ro de la Plata LECCIN XXXIII: Asomos de un nuevo espritu en el gobierno y en la sociabilidad de E spaa LECCIN XXXIV: Cambios en la poltica exterior de Espaa LECCIN XXXV: El pacto de familia LECCIN XXXVI: Expulsin general de los jesutas LECCIN XXXVII: Creacin del virreinato del Ro de la Plata LECCIN XXXVIII: Gobierno de don Juan Jos de Vrtiz LECCIN XXXIX: Repercusin de la Revolucin Francesa en el Ro de la Plata LECCIN XL: Los ltimos virreyes
LECCIN XLI: La rendicin y la reconquista de Buenos Aires LECCIN XLII: Los aprestos militares y la cada de Montevideo LECCIN XLIII: La victoriosa defensa de Buenos Aires y la devolucin de Montevideo LECCIN XLIV: Resumen del estado social y econmico del Virreinato
INTRODUCCION Nos ha parecido que sera de buenos resultados que el Profesor comenzase sus lecci ones de Historia Nacional dando una nocin general de lo que es la Historia como c iencia, como emanacin espontnea del espritu humano y como obra literaria. Expuesta la materia en resumen bajo estos tres aspectos, se conseguira que los alumnos se apercibiesen de que la historia de nuestra patria no es un hecho aislado en el g ran conjunto de las naciones y de las ciencias, sino una derivacin genuina de los ms nobles orgenes en el curso de las Edades: que de padres a hijos, vincula nuest ro pas, por lazos de familia, a las razas y tradiciones, que partiendo del mundo antiguo han elaborado la serie de los progresos que constituyen la sociabilidad del tiempo en que vivimos. Con esta mira hemos concentrado en esta Introduccin lo s puntos capitales que podran servir para llenar nuestro deseo.
I. ETIMOLOGA Y SIGNIFICADO DE LA PALABRA HISTORIA En la etimologa de nuestra lengua, la palabra Historia tiene el mismo origen y el mismo sentido que la palabra Vidrio (1). ________________ (1) La raz es Fid (vid) en snscrito; igual a Feid o Veid en griego (Eido); igual a Video-Vtrum en latn: a Verre en francs, etctera: y de ah Fid-tor o Istor: segn Curtiu s pg. 217: Mey. 313; Anatole Baylli, 350. ________________
2. La razn de esta comn etimologa es sumamente clara: el vidrio se llama vidrio por que su transparencia permite ver lo que queda al otro lado. Del mismo modo, el t iempo que es el campo visual de la Historia, tiene en s mismo una transparencia q ue la memoria puede penetrar como la vista penetra en el vidrio, para ver al otr o lado del tiempo presente los sucesos que quedan en los tiempos pasados. 3. Nadie ignora que el vidrio puede ser trabajado con tal arte que nos permita v encer enormes distancias, acercar a nuestra vista los objetos lejanos, o dar gra ndes proporciones a los pequeos. As tambin, siendo el propsito de la historia traer las pocas pasadas al alcance del tiempo presente, se requiere que el arte le d la misma fuerza de visin para que la memoria humana pueda penetrar hasta los techos lejanos al travs de la transparencia del tiempo; condensndolos bajo la accin de nue stra memoria, como si los tuviramos presentes, con el saber, con la experiencia y con los dems accidentes sociales ocurridos en las naciones que han vivido y muer to en el pasado. 4. La idntica etimologa del poder de la vista que ve lo presente, con el poder de
la memoria que puede rever lo pasado, no es, pues, antojadiza o imaginaria, desd e que queda probada la identidad de la raz clsica que contiene el fonismo y el sen tido de ambas palabras. Si siguiramos comparndolas encontraramos que su luminoso pa ralelismo se contina en toda la serie de sus consecuencias. El ojo es al tiempo p resente -lo que la memoria al tiempo pasado: la transparencia del tiempo es a la memoria- lo que la transparencia del vidrio al ojo; los obstculos de la distanci a son al poder limitado del ojo lo que es la antigedad al poder limitado de la me moria y a la brevedad de la vida humana: los auxilios del arte que aumentan la p otencia del vidrio, son al ojo -lo que los estudios eruditos son a la potencia d e la memoria contra la obra de los tiempos. De todo lo cual se deduce que la def inicin perfecta de la historia sera "La Historia es la visin de los sucesos pasados que quedan a la espalda del tiempo presente".
II. ELEMENTOS QUE ENTRAN EN LA NOCIN TCNICA DE LA HISTORIA 5. Cuatro son, pues, los elementos de la historia. Dos de ellos pertenecen a la naturaleza fsica de nuestro planeta, a saber: El tiempo y la distancia. El tercer o, la memoria, es una facultad mental del hombre; y el cuarto, la escritura y el estilo, son obra del arte. 6. Si estos elementos funcionaran a un tiempo y con armona, la historia no tendra secretos. Pero, como el tiempo corre de suyo desbordando da por da la memoria de l os hombres, sin preocuparse de ellos; y como la memoria es dbil y limitada para a bsorber el violentsimo pasar del tiempo, resulta una divergencia que origina la p artida de una masa enorme de sucesos, que son, diremos as, la Historia perdida.
7. Entre nosotros mismos tenemos el ejemplo. Muchsimos siglos antes de Cristbal Co ln vivan en estas regiones del Ro de la Plata y de los Andes, millones de habitante s, muchos de ellos civilizados y con lenguas cultas. Ah tenemos, pues, la prueba que, desde tiempos ignorados, esas tribus han hecho historia, es decir, han form ado agrupaciones, provincias y gobiernos: han mantenido relaciones, puesto que h an vivido en lugares inmediatos, contiguos y comunicados por caminos. Duda ningu na queda, por consiguiente, de que han tenido guerras, luchas de ambicin y de con quistas, con el cortejo de pasiones, de intereses, de horrores y de conflictos q ue esos acontecimientos producen en las agrupaciones sociales. De dnde vinieron al pas en que los encontr la conquista espaola? Dnde nacieron, quin les di su lengua? Ni ellos lo saben, ni nosotros hemos encontrado vestigios con qu averiguarlo. Aqu ten emos, pues, sin salir de nuestro suelo un importantsimo ejemplo de Historia Perdi da (2). ________________ (2) Lo llamamos importantsimo no tanto por las razas mismas de que se trata, cuan to por el problema de su origen. "Son producto de la tierra en la lejana de los s iglos sin cuenta". "Proceden de algunas colonias o inmigraciones martimas". "Con qu otros puntos de la tierra est ligado su origen"... Misterio insondable! ________________
8. Los problemas de la historia perdida son arduos; y lo son no slo para nosotros solos, sino tambin para todas las naciones europeas, que del mismo modo ignoran la procedencia de las razas primitivas. III. LA LENGUA NACIONAL EN LA HISTORIA 9. Sealado el dificilsimo problema de los tiempos primitivos, conviene determinar
la grande importancia que la lengua tiene para resolverlo. Si al investigar el o rigen de nuestros indgenas encontrsemos en las islas Canarias, en Madagascar, en l a Polinesia, o en otra parte, palabras y formas gramaticales similares, lo tomara mos al momento como un dato de que las razas respectivas haban estado vinculadas en los tiempos primitivos de su historia por un mismo idioma. Al favor de este d ato seguiramos las investigaciones hasta donde nos fuese posible comprobar cientfi camente los resultados. 10. Lo que es una mera suposicin aqu, es ya una verdad respecto de las lenguas eur opeas. Tomemos por ejemplo la palabra da: en italiano, giorno, en francs jour. Cua lquiera dira que no tienen ningn parentesco entre s, y que cada una forma distinta lengua. Pero si tenemos presente que de la palabra da hemos sacado nosotros y los latinos otra palabra diurno (diurnus en latn) veremos al momento que por diurno, los italianos dicen giorno, y los franceses jour; y que no slo son ellos los que han formado su palabra quitando la d, sino que nosotros tambin la hemos quitado en las palabras jornal y jornada. De modo que siendo evidente la comunidad del o rigen latino de esas tres palabras jour, giorno y da que nos parecieron tan diver sas, es tambin evidente la comunidad de los orgenes histricos de las tres naciones. 11. En el mundo moderno no existe hoy nacin ninguna cuya historia sea independien te en su origen o en sus vinculaciones con la historia de las dems. Con nada ms qu e preguntarnos a nosotros mismos qu lengua hablamos y por qu la hablamos, veremos que esa lengua nos viene de la conquista y de la colonizacin espaola, y que como e s una lengua latina por su origen, procede de la conquista y de la colonizacin de la Espaa por los Romanos. Aqu nos tenemos, pues, estrechamente emparentados por l a lengua, con ese gran pueblo de la Historia Clsica, lo que hace que seamos clsico s tambin por nuestro origen y por nuestra raza. 12. Una vez puestos en este terreno, podemos lanzar la mirada en derredor nuestr o, y notar que el mismo hecho se presenta en la lengua francesa, en la italiana, ms o menos acentuado en la lengua inglesa y en todas las dems lenguas de la Europ a: de lo que se deduce que todas ellas han sido alguna vez provincias conquistad as y civilizadas por los Romanos; y que de ah nos viene a todos la comunidad histr ica-social y la de las lenguas que hablamos. Demos ahora un paso ms, y encontrare mos que los Romanos estn emparentados por la lengua y por la historia con los Gri egos; que en sustancia tienen un mismo vocabulario y una misma gramtica. Que los griegos estn del mismo modo vinculados con los antiguos imperios del Asia, cuyos recuerdos, orgenes y lenguas se pierden en las tinieblas del mundo prehistrico; y que, por consiguiente, nuestra lengua nacional, nuestro estado social y nuestra cultura, estn vinculados por la tradicin inmemorial a las ms ilustres razas y puebl os del mundo antiguo.
IV. LA LENGUA MATERNA EN LA TRIBU PRIMITIVA 13. As como los nios toman en el seno y en los labios de la madre las primeras noc iones que los vinculan a la familia, las tribus primitivas, que son los nios de l a historia, tomaron en el calor de la lengua materna las primeras nociones que l os unieron a los hombres de su raza, a la tierra que los alimentaba y a los hroes de su tradicin salvaje, magnificndolo todo con la imaginacin vivaz y con las pasio nes exaltadas que constituyen el temperamento moral de los pueblos primitivos o brbaros. Su vida era un combate terrible, constante, con los fenmenos inclementes y con las fuerzas brutas de la naturaleza, una guerra sin tregua, de brbaros cont ra brbaros, predispuestos a devorarse sin ms derecho que el de la fuerza. La lengu a de la tribu se impregna naturalmente de la aspereza brutal que le transmiten l as emociones excesivas de su estado social. Su existencia, su fortuna o sus desg racias son obra de la pujanza de sus heroicos y fabulosos antepasados, servidos o perseguidos por los espritus sobrenaturales; porque en la oscuridad embrionario de los tiempos primitivos los hechos abstrusos, violentos, carecen, como el len
guaje que los vierte, de la sencillez con que se producen y se explican los homb res cultos en los tiempos histricos. La razn del brbaro es obtusa; su pasin y su len guaje exaltado, pintoresco, spero; su fuerza, pujante; su fantasa, poderosa. 14. Aunque no tengamos la historia de este estado moral, tenemos de hecho la pru eba de que algunas de las tribus primitivas, ya por las ventajas del suelo, por dotes superiores, por el genio de sus hroes, o por otras coincidencias que influy en en la suerte de las naciones, aumentaron su poder, se hicieron conquistadoras de vastas regiones desde Asia hasta Europa. Los modernos no tenemos ciertamente el enlace perdido de esos acontecimientos; pero tenemos la prueba irrecusable a l ver en el fondo de todas nuestras lenguas las races y las formas orgnicas de la gramtica y del vocabulario prehistrico; las tenemos en las leyendas que nos cuenta n sus glorias y sus fbulas, y en las ruinas monumentales que han dejado en todos los pases donde vivieron y dominaron esas razas, tribus o naciones perdidas. 15. En el estado de tribu, anlogo al estado de niez histrica, el alma del brbaro, y el espritu comn de su tribu, vive predispuesto a emocionarse y a exaltarse; y de a h proceden los rasgos fantsticos y poticos de sus tradiciones y de su lengua. Obser vemos lo que pasa en los nios: cuanto ms heroico y ms sobrenatural es el cuento que se les hace, mayor es el inters y la fascinacin intelectual con que lo gozan. Esa misma fue la condicin natural de la tribu antigua. Su tradicin, su primera histor ia, la historia de nuestros antepasados en los siglos inescrutables de que proce dieron, fue un conjunto de CUENTOS como los que tienen todavan en su repertorio l os sirvientes o los cronistas annimos de nuestras bajas esferas sociales. Y as como del seno de la barbarie salieron los primeros destellos de la historia potica, en forma de piezas heroicas, de leyendas locales, que condensadas en tiem pos posteriores han venido a formar obras de conjunto con el nombre de EPOPEYA, palabra griega que significa narracin cantada, es decir Leyenda rimada. 16. Desde que la tribu oye y canta sus tradiciones, nace en su vida el primer ge rmen de su historia propiamente dicha. Al desenvolverse nacen naturalmente en su seno genios inspirados que se consagran a transmitir las proezas legendarias de sus hroes. Al principio esos historiadores poetas fueron cantores ambulantes que hacan profesin de componer o de recitar leyendas patrias magnificadas, en las fie stas de la raza, en los campamentos, en las ciudades de los Reyes, y en las plaz as pblicas donde eran recibidos y agasajados con el entusiasma y con la admiracin de los pueblos que concurran a orlos como vamos hoy a or a la Patti Semiramis o a l a Bernhart Medea. Los griegos los llamaban Rapsodes, cuyo significado es poetas ambulantes; y no hay duda que de entre ellos surgieron los poetas Epicos que lle van el nombre famoso de Homero, autor consagrado de las leyendas de la Guerra de Troya (3). ________________ (3) Raps-odes viene de Raplein (coser tejer) y ode (canto). Vase al fin del volum en la nota HOMERO. ________________
V. LA LEYENDA EN LA HISTORIA DE LOS PUEBLOS CLSICOS Y MODERNOS 17. Tan poderoso ha sido el influjo de la leyenda en el origen de las naciones, que no hay una sola de ellas, antigua o moderna, cuya lengua y cuya historia no hayan comenzado por narraciones en que la verdad primitiva aparece envuelta en l as fantasas de una imaginacin exhuberante y brbara, a la manera del paisaje erizado de agrestes montaas, que en una noche tenebrosa present de improviso a los ojos d el Dante el terrorfico fantasma de Nabucodonosor. Todos los imperios antiguos pri ncipian as su historia por largusimos perodos de siglos sin luz en que los personaj
es figuran como semidioses, como monstruos, como hroes de procedencia divina y re lacionada con los astros. Nino rey de Nnive es hijo del Fuego Solar; protegido po r su padre Sol, reina, vence, conquista todo el centro de la Asia, y levanta en pocos aos monumentos que, a no haber salido de la voluntad de un semidios, habran requerido siglos de trabajo y de gobierno humano. Semramis, su consorte, es encar nacin de la Luna, como deba ser la mujer del Hijo del Sol, y no es menos maravillo sa la historia de sus hechos. Ser del todo falsa, por eso, la Leyenda? No podr sospe charse que, dentro de esas, fbulas, haya hechos verdaderos: y que Nino y Semramis sean dos grandes pocas histricas, de la Religin Solar la una, de la Religin Lunar la otra, como la media luna de los mahometanos y el Sol de los Incas segn que la me dida de los tiempos se haya tomado en el curso del Sol, o en el curso de la Luna ; que como es sabido dan diverso resultado en el clculo de las estaciones y de lo s trabajos de la agricultura? Lo que se cuenta, pues, como proezas de dos seres fabulosos, no envolver en realidad los hechos y los adelantos de dos EPOCAS, de do s sistemas cronolgicos, de dos civilizaciones separadas por enormes espacios de t iempo, concentrados por la Leyenda en dos semidioses, y en dos reinados? La hist oria griega parte de iguales problemas, que esconden en sus misteriosas personif icaciones el origen y las aventuras de las primeras colonias, de sus primeras le nguas y de sus primeras apariciones en la historia. Toda la historia de Roma es legendaria en su punto de partida. Basta recordar la leyenda de la Loba que amam ant a Rmulo y Remo, el rapto de las Sabinas, la ninfa Egeria de Numa, Brenno, Cami lo, Coriolano, y tantos otros sucesos de los primeros siglos de la Repblica patri cia, en cuya historia estn transparentados los mil cantares y poemas heroicos de donde proceden las narraciones sucesivas. Recordemos las crnicas religiosas y cab allerescas de nuestras razas modernas y en los Romances del Cd, de la Mesa Redond a, de los Pares de Francia, de Don Pelayo, de Santiago, de Rolando, de la Virgen de Covadonga, de la Virgen del Pilar, y tendremos tambin otros tantos ejemplos d e cmo ha entrado la leyenda en nuestros tiempos modernos. La Virgen de Mercedes no es un actor integrante de nuestras victorias de Tucumn y de Salta? No festejan nu estras iglesias, ao por ao, su advocacin; como la de la Virgen del Rosario en el an iversario de la batalla de Lepanto, la de Santa Clara en San Juan por nuestra vi ctoria sobre Beresford? Si aun en nuestros tiempos se conservan y se respetan es os restos del misticismo legendario primitivo, bien se puede comprender cun poder oso influjo debi ejercer en la imaginacin ferviente y tempestuosa de los tiempos br baros y en las formas duras y violentas de sus idiomas. 18. En las tribus brbaras de muestras pampas hemos tenido la leyenda hasta ahora poco en su estado primitivo, y quizs la tenemos todava en lo que queda de sus told os por los extremos del sur, y en los centros solitarios del Chaco Hualampa. Es de ver la animacin y el nfasis con que peroran cuando se exaltan en alguna fiesta de la tribu.(4). ________________ (4) En 1840 he tenido ocasin de presenciar una escena de esta clase. Vino a Crdoba , donde yo estaba, una embajada de 28 caciques y capitanejos a tratar de paz y p edir regalos. Se les prepar un banquete de cuatro yeguas y, dos o tres cuarterola s de aguardiente. Se les encerr en un corral y se les quit las armas, a lo que ell os accedieron, en precaucin de los excesos de la borrachera. Provisto cada uno de ellos con el tallo hueco de una paja fuerte que les serva de bombilla, despus de hartarse, se echaron sobre la bebida; y comenz la algazara. A poco rato uno de el los se alz del suelo y enton una arenga en frases mezcladas de alaridos. Nosotros presencibamos el espectculo desde una azotea y el lenguaraz que nos serva de intrpre te nos deca que estaban hablando de sus padres, de las victorias que haban ganado, de los millares de cristianos y otros enemigos que haban degollado, de las malic ias del diablo, y de las atrocidades que los cristianos haban cometido con sus mu jeres y sus hijos. En algunos perodos del discurso, que pareca cantado por la ento nacin, el orador intercalaba aullidos feroces, y los dems aullaban con l, hasta que unos tras otros comenzaron a caer en tierra completamente ebrios. No hay raza n inguna europea o clsica, que en el primitivo estado de sus tribus no haya sido lo
mismo, y no haya hecho lo mismo, y el que quiera comprobarlo que lea a Homero. ________________
19. Aun en nuestros tiempos presentes la forma legendaria surge espontneamente en la vida de los pueblos. Qu es, de punta a cabo, nuestro Himno Nacional sino una l eyenda histrica, en que lo real va envuelto con lo fantstico? Y no ser precisamente a eso, a lo que debe el prestigio que conserva en nuestro espritu popular? Leyenda es el Triunfo Argentino de 1807, y es historia tambin. Magnfica leyenda es el canto de Olmedo a la Victoria de Junn. Y se puede decir que muchos de nuestro s personajes histricos, muertos de ayer no ms, comienzan a tener una leyenda ms o m enos aceptada por la veracidad histrica. Lo que falta para que broten sus rasgos fantsticos es el curso crepuscular y la ruina de los siglos.
VI. TRANSICIN DE LA LEYENDA A LA HISTORIA 20. A medida que las tribus de la raza griega se civilizaban, entablaron relacio nes martimas y comerciales con las costas asiticas que tenan a su frente; pues de a h haban venido en la noche de los tiempos las primeras colonias que poblaron esa m aravillosa regin predestinada a civilizar las costas del Mediterrneo. All comenz aqu el asombroso adelanto que deba modernizar el espritu de las primeras edades, inocu lndoles el genio y el carcter de una nueva civilizacin, que ha venido enlazando sus beneficios hasta nuestra historia nacional, por una serie de progresos sin solu cin de continuidad. Ese gran paso es el que se dio con la Escritura Analtica en fo rma de letras silbicas que reproducen los sonidos simples de la boca humana, ente ramente distinta del dibujo simblico y convencional de los objetos, que formaba l a escritura sacerdotal de los viejos imperios de la Asia. 21. Una vez conquistado este poderoso instrumento de difusin, los griegos se dier on a escribir en forma moderna, diremos as sus tradiciones, sus hechos contemporne os, y las noticias que sus viajeros exploradores recogan por las tierras y nacion es exticas que visitaban con vida curiosidad. Constituyeron as con el tiempo, una a dmirable literatura de carcter pico al principio, histrico, filosfico y social despus . De ese modo se transform la historia primitiva en historia expositiva, mediante la cual se ven enlazados los sucesos con sus fechas relativas (cronolgicas) con los lugares en que ocurrieron (geografa) y con las naciones o los personajes que tomaron parte en ellos. 22. Bien se comprende que las tribus brbaras no han podido hacer de un salto el p asaje de la historia legendaria a la historia expositiva. Hay entre una y otra u n intervalo de siglos incalculable que podramos comparar con el claro-oscuro del crepsculo matinal al pasar de la noche al da, en que los conjuntos y los objetos s e presentan como si fuesen formas vagas y confusas que se movieran a la distanci a mudas y misteriosas. Del mismo modo, en la tribu brbara todo se ve y se expresa al travs de la imaginacin inventiva, visionaria y exaltada por las pasiones impet uosas, por los ensueos grandiosos, por el personalismo heroico y por las rfagas de fuego, que dan vida, accin y aliento a sus tradiciones. Esos siglos son, pues, e l seno insondable en que la oscuridad crepuscular de la Leyenda se ha transforma do a la claridad difana de la historia, representando los efectos de la niez histri ca transformados en los efectos del hombre social por el influjo de la lengua ma terna.
23. Hay siete ciencias que se llaman histricas, porque con sus investigaciones co operan al recuerdo y al esclarecimiento de los problemas que presentan a los tie mpos histricos. Hemos visto antes que a causa de la rapidez con que pasa el tiemp o y de la debilidad de la memoria humana, queda perdida en sus orgenes, y en las p ocas intermedias, una masa enorme de hechos importantsimos de que no hemos recibi do tradicin escrita ni oral. Veamos, pues, cmo es que las ciencias cooperativas pu eden ayudarnos a llenar en parte este lamentado vaco. 1- La Lngstica o Filologa 24. En el pargrafo III (nm. 10), dimos ya algunos datos que conviene ampliar para que se vea cmo es que el estudio comparativo de las lenguas puede esclarecer punt os capitales de la sociabilidad problemtica de los tiempos perdidos. 25. Si las lenguas difundidas en una vasta extensin de pases lejanos unos de otros , nos ofrecen analogas etimolgicas y gramaticales, sin que ninguna de ellas haya p odido ser la incubadora de las dems, se deduce forzosamente que entre ellas no ha y vnculo de maternidad originaria, sino parentesco fraternal: v. gr.: desde el pu nto de vista filolgico, la lengua hispano-americana no tiene vnculo filial con la lengua castellana peninsular, porque ambas son hijas del latn que es la lengua ma dre. En el mismo caso estn los idiomas sanscrito y zend con respecto al griego, a l latn y dems lenguas antiguas. El primero ha florecido en la India a orillas del Ganges; el segundo en las alturas del Irn (hoy Pamir); el tercero en las islas y costas del Mediterrneo; los otros en el norte de la Europa y en el Centro de la I talia. Ocupan, como se ve, las extremidades del mundo antiguo. Ningn contacto recp roco sealan las viejas tradiciones entre ellos. Entretanto, todos tienen las mism as races lingsticas, los mismos temas pronominales, las mismas inflexiones nominale s y verbales y la misma constitucin gramatical. Como esto no puede ser efecto del acaso, tiene necesariamente que haber procedido de una poca primitiva ignorada, en que una raza desconocida, usando de una lengua madre, hoy perdida, realiz por la conquista y por la colonizacin (del mismo modo que los romanos lo hicieron des pus) una difusin poderosa de su lengua y de su cultura, por entre todas las tribus que en ese tiempo insondable habitaban la Asia, del Irn hacia la India por un la do, y hacia las costas y las islas europeas, por el otro. 26. De esa raza y de su lengua apenas conocemos el nombre, que por una vieja ley enda se ha transmitido a las lenguas, hoy muertas, de sus descendientes. En sus antiqusimos y fabulosos poemas dicen stos que la tierra originaria de sus heroicos antepasados haba sido la elevada regin llamada Aryana-Voedj -que dice "lecho o cas a de los Aryos". Aquella tierra era un opulento jardn, que al fin de algunos sigl os se enfri de tal manera que su vegetacin y sus animales perecan. Los habitantes t uvieron que desparramarse por el mundo. Principia, pues, esa leyenda por recorda r (con probable verdad) uno de esos cataclismos que en las edades primeras del g lobo han debido ser ms frecuentes que en las nuestras, como lo demuestra la geolo ga. (El enfriamiento.) 27. Tenemos, pues, que el hecho ms remoto, el ms primitivo a que ha llegado la cie ncia histrica de los modernos es la existencia incontrovertible de un idioma ARIA CO, que en los tiempos "sin historia" hizo el mismo papel civilizador que la len gua latina ha desempeado en los tiempos histricos. Los que hablamos espaol en la Amr ica del Sur, somos, pues, por la lengua y por la raza legtimos descendientes de e sa primitiva tradicin. 28. Conquistado este punto inconmovible, la filologa ha emprendido otros trabajos tendentes a investigar diversos detalles importantes sobre la vida social de lo s pueblos antiguos. En el tiempo primitivo, la tribu originaria ha dado nombre, precisamente en su lengua, a los tiles de su servicio domstico y pblico, a las fuen tes de su produccin, a los productos de su industria, de su comercio, a todo, en fin, lo que se ha relacionado con su vida particular y social. Fcil es comprender que si tena un nombre para el arado, para el trigo, para el buey, para el caball o, para la vid, para el vino, se poda deducir que haba sido una tribu agricultora;
y del mismo modo, por las races coherentes que su lengua perdida ha dejado en la s dems que le sucedieron, se puede seguir las investigaciones y establecer el ord en social y el grado de civilizacin alcanzado en su vida histrica; y llegar tambin a conjeturar y suplir sus relaciones externas con otros pases, por el solo estudi o de sus palabras, sin que tengamos, ni podamos tener ya, la crnica de sus hechos y de su tiempo (5). ________________ (5) Muchos sabios modernos han llevado estas investigaciones hasta un adelanto a sombroso. Se cita como uno de los ms meritorios a Mr. Adolpye Pietet, sabio belga , autor de Les orgines Indoeuropenes ou des Aryas primitifs, que no ha dejado ani mal, instrumento, producto o cosa alguna cuyas races lingsticas no haya restaurado para deducir quines eran y cmo vivan los pueblos de esa raza. ________________ 2 - La Paleontologa 29. Esta segunda ciencia cooperativa de las investigaciones sobre la primitiva h istoria, se subdivide en dos ramas. Se llama Paleontologa cuando investiga los re stos fsiles de los animales que vivieron, y deduce por ellos las edades geolgicas del mundo, y el estado social de los hombres primeros en cada regin; y se llama P aleoetnologa cuando estudia los rasgos fsicos (tnicos) de los restos humanos que se han encontrado en estado fsil dentro de las cavernas y profundidades de la tierr a, al perforar pozos artesianos o al hacer otras grandes excavaciones. Su import ancia es evidente desde que se sepa que, con los esqueletos humanos, han quedado en esas cavernas armas e instrumentos industriales de distintos materiales, que prueban, por ejemplo, si esos hombres primitivos conocan o no los metales, si es taban reducidos al uso de la piedra o de los huesos para cazar y llenar las nece sidades de su vida, y en qu poca geolgica comienzan a encontrarse armas, instrument os y objetos de metal, problemas de sumo inters para penetrar y adelantar en el c onocimiento del estado tnico y social de las primeras edades. 3- La Numismtica 30. La numismtica estudia las monedas antiguas, las medallas y otras piezas cuale squiera de metal inscriptas con lemas o smbolos. Es un auxiliar de grande valor p ara las investigaciones histricas. Con sus leyendas, efigies o figuras de sentido abreviado o simblico fija los tiempos y las circunstancias histricas ajenas a su fabricacin. 4- La Etnologa 31. Esta ciencia estudia las condiciones fsicas y propensiones morales de las raz as humanas; es decir, la constitucin tpica de su relativo organismo, en cada regin del globo; y las leyes de su desenvolvimiento histrico en el curso de su civiliza cin. A nuestro modo de ver se ha abusado, y se abusa mucho todava, de la aplicacin de esta ciencia al examen y explicacin de las condiciones morales de las razas eu ropeas. Se toman los accidentes polticos de su historia como efectos fatales de l a ley de la raza especialsima a que pertenece tal o cual agrupacin, y se prescinde del trabajo de refundicin y de amalgama que una misma civilizacin ha realizado so bre razas de origen diverso. Desde Cervantes hasta Voltaire, las razas latinas s e pregonaban como razas superiores del mundo. Con sus idiomas neo-latinos civili zaron a la Europa. Con soldados de raza latina, Carlo Magno y Napolen vencieron a las razas sajonas durante muchos siglos. Predomin la variedad espaola en el siglo XV y XVI. Predomin la variedad italiana en los tiempos de Roma. Predomin despus la variedad francesa. Antes que ninguna otra, la variedad inglesa arrib a la libert ad poltica y a la opulencia martima. Se abri paso despus en la erudicin cientfica la v ariedad alemana. Con un estallido de batallas ganadas en pocos das postr a la vari edad francesa; y absorto el mundo insustancial con un fenmeno de poca, simplemente transitorio como los dems, se ha puesto a propalar, como ley orgnica etnolgica, qu e la raza sajona ha nacido superior a las razas latinas pasndolas a todas por deb ajo de las piernas de ese Coloso de Rodas. Las razas humanas viven, se alteran,
decaen y se reponen como todas las fuerzas de la naturaleza. Ejemplos: La Italia , la Grecia. Esa es la nica ley; las otras son ficticias y fenmenos del tiempo. 5- La Arqueologa 32. Ciencia esencialmente histrica e inseparable, de hoy en ms, para investigar la industria, la cronologa y el estado social de los pueblos antiguos en absoluto, y de los relativamente antiguos con respecto a los pueblos recientes, la arqueol oga vive y fructifica removiendo los fragmentos que en ellos han quedado de las po cas anteriores, como son tiles del servicio domstico, joyas, tejidos, atavos, piedr as, flechas, espadas, vasos pintados, y todas aquellas cosas que por su materia, forma o adaptacin pueden indicar no slo el grado de barbarie o de civilizacin en q ue se hallaban los hombres que las usaron, sino las pocas relativas de su fabrica cin y de su procedencia, por ejemplo, en las excavaciones de las ruinas de Mycena s, capital de los reyes y hroes homricos, se han encontrado todos los vestigios de l reino de Argamenon, de su mujer Chlytemnestra y de Egipto, sus asesinos, y de su hijo Orestes, su vengador. Se han encontrado tejidos y objetos fabricados en Egipto que prueban el comercio martimo frecuentado por la Grecia con los pueblos del Nilo, desde esos remotsimos tiempos, de que no quedaba ms mencin que los poemas picos de Homero; y las tragedias de Sfocles, de Eurpides, tenidas por leyendas fab ulosas, de hoy en ms han entrado en la verdad histrica por los descubrimientos de la arqueologa. 33. Supongamos que en un remoto tiempo en que estuviese perdido el recuerdo de n uestra historia, removiendo el subsuelo de Buenos Aires, algunos arquelogos futur os encontrasen armas y otros rezagos militares semejantes o iguales a los que se hubiesen recogido en el campo de batalla de Pava o en el combate de Lepanto. Vera se al momento que pertenecan a las fabricaciones espaolas del siglo XV, y se deduc ira que en esos siglos los espaoles haban estado en el Ro de la Plata. Supongamos qu e los mismos, removiendo el subsuelo de Tucumn o de Salta encontrasen cartucheras , calzado, bayonetas, fusiles a caones; diran al momento que eran de fabricacin ing lesa, y ya por su forma, ya por su fabricacin, deduciran que la Inglaterra haba com erciado con el Ro de la Plata en el siglo XIX; y de dato en dato hallaran el hilo de muchos otros problemas de nuestra guerra de la Independencia. La arqueologa ab raza, pues, el estudio de los monumentos, ruinas, artes, industrias, trajes, tile s y usos antiguos; con lo que basta para ver la valiosa cooperacin que da a los e studios histricos. 6- La Geografa 34. Cualquiera que sea la poca que se estudie, primitiva o secundaria, su histori a ha de referirse por fuerza a pases y lugares determinados donde hayan ocurrido los hechos precisos o las leyendas fabulosas que se quiere estudiar. No hay, pue s, historia sin geografa, como no hay marcha sin terreno. La Geografa y la Histori a forman dos ramas del mismo estudio, o mejor dicho, dos estudios inseparables. Mas como cada pas y cada lugar se hallan ubicados en el espacio del globo terrest re, tenemos que la geografa, tomada en general, es: La ciencia que tiene por obje to la descripcin de la tierra y el conocimiento de las porciones territoriales en que ella se subdivide. En el primer sentido se llama Geografa Fsica; en el segund o Geografa Poltica, y tambin Geografa histrica (6). ________________ (6) Vase aqu un ejemplo del valor de la geografa en las investigaciones de los pueb los primitivos. A nadie se le oculta la importancia que tiene (por ejemplo) la a veriguacin de la poca en que el TRIGO y el MAIZ han aparecido en la historia. Fcil es ver cuntas soluciones y cuntos esclarecimientos puede dar ese solo problema sob re el estado social de los pueblos perdidos, sobre su clima, los lugares primiti vos en que habitaban, su agricultura y su vida. Ahora, pues, hoy est averiguado q ue los Aryas conocan y cultivaban el trigo, no slo porque la raz de las palabras la tinas triticum y farina se encuentran de una manera coherente en todas las lengu as clsicas, sino porque lo mismo sucede con la raz de la palabra arado (aratrum).
El nombre de Iberia con que antiguamente se llamaba la Espaa, equivale a pas de lo s Arios, como tambin el ro Ebro (ro de los Ib-Eros). Lo que prueba la colonizacin pr ehistrica de la Espaa y de la Irlanda por las razas Aryas (Pietet) y la introduccin del trigo. ________________ 7- La cronologa 35. Nos bastar tener presente que historia y tiempo, son dos condiciones indispen sables para deducir la relacin precisa en que los das (las horas, muchas veces), l as semanas, los meses, los aos y los siglos, se hallan con los hechos que se trat a de narrar o de esclarecer. Como los hechos histricos son complejos, y como los de un pas se encadenan con los de los otros pases, sera envolverlos a todos en una confusin inextricable si no los recitramos o los escribiramos en el orden comparati vo de su produccin y de sus conexiones. Se llama, pues, Cronologa, la ciencia que ordena los tiempos y las pocas con relacin a los sucesos que se quiere narrar, exp oner o estudiar. Por s sola la Cronologa no tiene existencia independiente, pues m archa envuelta siempre en lo que narra.
VIII. DIVISIN DE LOS TIEMPOS HISTRICOS 36. Se ha visto, pues, cmo es que las investigaciones de nuestro siglo han conseg uido tocar positivamente una poca prehistrica en que aparece dominando y expandindo se por el mundo, desde El Irn (Pamir) hacia la India por un lado, hacia las costa s asiticas y turopeas por el otro, UNA LENGUA CULTA y poderosa, en cuyas races y f ormas orgnicas, han germinado, como en un jardn de aclimatacin, "todas las lenguas clsicas de los tiempos antiguos y modernos". Ignoramos, ciertamente, el secreto o riginario, los procederes, los accidentes y la duracin de este maravilloso desarr ollo; ignoramos todo lo relativo a la raza, y al nmero de siglos que emple en cons umar su obra. Pero en cuanto a su existencia, no se puede dudar, pues no hay len gua sin raza que la haya hablado; y la filologa comparada, que Mr. Pietet con exq uisita propiedad llama Paleontologa Lingstica, lo ha comprobado de tal modo, que lo s resultados son ya una parte elemental y necesaria de la cultura cientfica y lit eraria en todas las naciones que toman cuidado por la enseanza seria de la juvent ud que se educa en sus colegios. 37. Propiamente hablando, el nombre de poca prehistrica corresponde mal a ese conj unto de tiempos perdidos, porque se llama poca al espacio de tiempo que tiene pri ncipio y fin conocidos, mientras que en lo prehistrico no hay cmo fijar sus extrem os, por razn de la oscuridad de la lentitud con que lo histrico ha ido saliendo de lo prehistrico, como un crepsculo que habr durado siglos. (6) ________________ (6) Mr. Rodier: Calculs astronomiques sur l'Antiquit des Peuples historiques. Mr. G. de Mortillet: Le Prehistorique et l'Antiquit de lHomme. "Lhomme a apparu en Eur ope au commencement du quartenaire. Cest done un total de 230,000 a 240,000 ans p our lantiquit de lhomme", pg.267-68. ________________
38. En ese tiempo insondable es en el que se han ido forjando naciones que han t omado al fin personalidad en la historia propiamente dicha, sin que nosotros sep amos cmo y cundo se han constituido. Ni sepan decrnoslo ellas mismas, sino contndono s fbulas milagrosas de su origen divino, y leyendas sobrenaturales; lo que prueba que tambin ellas mismas ignoraban o haban perdido la memoria de la evolucin genesac a que las haba formado. Vemos as a los Egipcios, a los Caldeos, a los Magos, a los Asyrios, Hebreos, Griegos y Romanos aparecer a nuestros ojos con grandes monume
ntos y con inscripciones formadas de raros caracteres, que al interpretarlos, lo s sabios modernos han encontrado valiosas noticias sobre reyes y sucesos, oscuro s los unos e ignorados los otros (7). ________________ (7) Uno de los primeros hallazgos de la arqueologa moderna fue el de la famosa pi edra de Rossetta con una inscripcin trilinge, en jeroglficos, en caracteres demticos , y en griego. Champollon (le jeune) la interpret por medio de los signos y abrev iaturas griegas; y sirvi de asidero para que se penetrase en la lectura, interpre tacin y conocimiento de las otras escrituras y lenguas del Imperio Persa. ________________
39. Debemos tener presente que las noticias antiguas de estos grandes imperios q ue figuran en la literatura clsica y en la enseanza de nuestras aulas, han venido a nosotros recogidas y escritas, despus de antiqusimos siglos, en que los sucesos y los actores haban desaparecido. No podemos, pues, tomarlos como ntegros y verdico s sin confrontarlos y purificarlos por medio de una erudicin prolija y con datos comparativos bien estudiados. A esta historia, cuyo conocimiento no nos viene di rectamente de su tradicin genuina, sino de referencias y tiempos posteriores, com o la Guerra de Troya, la historia de Babilonia, del Egipto, de la India, de las p ocas primeras de la Grecia, de Roma, etc., se le da el nombre de Primitiva, no p orque sea la primera, cronolgicamente hablando, sino porque es la primera en que aparecen pueblos con organismos y entidades definidas. Y aunque no conocemos los detalles de su primer estado social, sino envueltos en concepciones y formas fa ntsticas, ofrecen, sin embargo, contextura positiva, literaria al menos, con hech os y personajes caractersticos. Esta poca primitiva de los imperios asiticos, que f iguran en nuestra enseanza de colegio, termina en las conquistas de Alejandro Mag no que impuso la dominacin y la cultura griega a todos los pueblos y razas orient ales, a contar desde el Egipto hasta la India. 40. Los ltimos tiempos de la Historia antigua se complican con los brillantes pri ncipios de la Historia griega, hasta que los pueblos libres quedan postrados por la anarqua a los pies de Alejandro o de sus sucesores, y vienen los romanos dand o comienzo a su grandiosa historia, y poniendo el sello eterno de su nacionalida d, de su lengua y de sus leyes sobre todas las razas, las lenguas y las leyes de los pueblos que deban constituir la civilizacin y la historia modernas. Servabitur ubique jus romanum non Imperii ratione, sea Impierio Rationis 41. A la historia de Grecia y de Roma se da el nombre de historia clsica o histor ia de los pueblos clsicos, porque ha sido, hasta ahora muy poco, la primera y la n ica que se enseaba en las clases de los colegios y de las Universidades, con las dos lenguas respectivas en que se halla escrita, que, por igual razn, se llaman t ambin lenguas clsicas. 42. Con los griegos y con los romanos comenz la historia de la Civilizacin Occiden tal, de que nosotros somos descendientes; llamada as por contraposicin geogrficas l a Civilizacin Oriental de los viejos imperios asiticos que hemos mencionado, y por la oposicin del organismo poltico republicano y libre en Grecia y en Roma, monrqui co-sacerdotal en aquellos otros (8). ________________ (8) Sera de desear que el profesor acentuase sobre la carta esta contraposicin que es muy importante para hacer apreciar la diversa sociabilidad de los grandes gr upos. ________________
43. La historia de Grecia termina en la conquista con que los romanos la convirt ieron en provincia; y la historia de Roma termina en el ao 330 despus de Jesucrist o, cuando el emperador Constantino traslad a Bizancio la capital del imperio, dndo le el nombre de Constantinopla. Esa historia se bifurca despus en dos ramas: El I mperio de Oriente (bizantino) y el Imperio de Occidente (Latino-Papal). 44. Sacada la capital y puesta a inmediaciones de las costas de Asia, las razas brbaras del norte comenzaron a invadir la Italia, las Galias, la Espaa y las dems p rovincias romanas de Europa. Cinco siglos dur esta lucha entre las tribus brbaras con los descendientes de la civilizacin latina, hasta que todas esas provincias s e descompusieron de tal modo, que quedaron fraccionadas en manos de los jefes de las tribus que se asentaron en ellas (9). ________________ (9) Lo digno de notarse es que todas esas razas brbaras del norte traan lenguas pe rfectamente anlogas a la gramtica y a las races aryanos, lo que prueba que haban ger minado en los primitivos tiempos de esa raza madre, como los griegos y los roman os, cuyas tierras haban venido ocupando despus de infinitos siglos de obscuridad. ________________
45. Con este desmembramiento comenz a desaparecer en Europa la cultura de las let ras y de la sociabilidad latina, introducindose una mezcla confusa de barbarie, d e hbitos orientales, bizantinos y residuos paganos, con los nuevos principios mor ales del cristianismo. Formse de ese modo una poca intermedia, embrionaria entre br bara y cristiana, entre pagana y moderna, que, por lo mismo, ha tomado el nombre de Edad-Media. La historia de la Edad-Media concluye por el levantamiento del f raile Martn Lutero contra el Pontfice Catlico Len X, y por el consiguiente movimient o de las Sectas Protestantes, que dividieron por mitad casi todos los reinos y p ueblos de la Europa en el siglo XVI; y se abre en seguida la Historia Moderna co n el descubrimiento de la Amrica, en que nuestra tierra entra a figurar en el mov imiento econmico y social de la civilizacin y de la poltica europea.
IX. ACONTECIMIENTOS CAPITALES DE LA HISTORIA MODERNA 46. Bastar enumerar los acontecimientos capitales de la Historia Moderna (de la q ue somos los hijos primognitos), para que fijemos su inmensa importancia. Estos a contecimientos son SIETE: 1- La invencin de los tipos de imprenta fundidos (1491), 2- El descubrimento del Nuevo Mundo (1492), 3- Las navegaciones de los portuguese s por Cabo de Buena Esperanza (1497), 4- La toma de Constantinopla o establecimie nto del imperio turco en Europa (de 1453 a 1500), 5- El cambio de la direccin del comercio martimo al travs del Atlntico y de los cabos y los estrechos del sur, 6- La reforma del arte de la guerra por la invencin de la plvora (1360), 7- La Reforma P rotestante (1521). Toda la Historia Moderna podra concretarse en el estudio y exp osicin de estos siete captulos.
X. LA HISTORIA CONTEMPORNEA Y SU PRINCIPAL CARCTER 47. A mi modo de ver, no hay razn ninguna para tomar a la Revolucin Francesa como el arrranque de la Historia Contempornea. Sus procederes polticos fueron, bajo tod os sus aspectos, antiguos y usurpados al viejo rgmen, como Tocqueville, Taine, y t
antos otros lo tienen demostrado. Sus principios son una confusin de reminiscenci as mal dirigidas, malignas muchas de ellas, de los principios republicanos antig uos, de la anarqua griega y romana y del rgimen parlamentario cuyo, modelo perfect o y moderno es ingls. De manera que bien observado podemos decir que la Revolucin Francesa es EL FIN DE LA HISTORIA MODERNA y no el principio de la Historia Conte rmpornea: que la primera termina con la cada de Napolen, acto final de la historia militar de la Revolucin Francesa, o mejor dicho, liquidacin final del Pasado de la Francia. 48. La verdadera historia contempornea arranca de la expansin del sistema represen tativo y parlamentario, implantado o ensayado en los pueblos libres despus de la cada de Napolen en 1815. Su principal carcter, como historia, es el que le dan esas luchas y sacudimientos que han ocupado todo el movimiento poltico, social y dipl omtico del siglo en que vivimos. Como esta grandiosa evolucin no est terminada an, e s probable que esta historia que estamos haciendo con nuestra propia vida en cad a nacin moderna, tome el nombre de Epoca Democrtica-evolutiva, o algo as, en la len gua poltica de los que alcancen a ver su complemento; porque ese es el rasgo que da su fisonoma especial al conjunto de los hechos que nos van empujando hacia el porvenir. 49. El verdadero punto inicial de la Historia Contempornea es comn de dos, como se dice en las escuelas. No es en Europa, sino en Amrica donde tiene el tipo de su carcter esencialmente moderno. La Revolucin de las Colonias Inglesas y la Revolucin Argentina, son los dos hechos que lo fijan mejor, porque son los que descompagi naron el sistema poltico y comercial del Viejo Mundo; que de no, a la cada de Napo len, las cosas hubieran continuado siendo una simple prolongacin del PASADO, del M onopolio y del Rgimen Colonial a la antigua. LA SANTA ALIANZA demolida por la doc trina de Canning y de Monroe lo prueba sin rplica.
LECCIN I DEL COMERCIO ANTES DEL DESCUBRIMIENTO DEL NUEVO MUNDO 1. NATURALEZA PSICOLGICA DEL COMERCIO. El comercio es un hecho social de doble ca rcter. Bajo una faz, es un vnculo de relaciones tiles y necesarias entre los pueblo s y gentes que lo cultivan; bajo otra, provoca antagonismos y rivalidades enojos as entre sus intereses relativos, y no pocas veces muy serios conflictos. Por lo cual muy bien podra decirse que, con las apariencias de la paz, es un estado de guerra latente, que liga y que desune, que llama y que repele; y que, a pesar de la vida comn que engendra, vive precavindose de las envidias ajenas, de la mala f e y del engao, como si fuesen vicios inherentes a su propia naturaleza. Es, por e sta contradiccin de sus elementos, el comercio el HECHO HUMANO por excelencia; pu es refunde en su seno todo lo bueno y lo malo de nuestra especie. 2. EL COMERCIO EN LA HISTORIA. Si este doble influjo se hace sentir todava en tie mpos como los nuestros, unificados moralmente por las leyes y por las costumbres de la CIVILIZACIN SOLIDARIA en cuyo seno vivimos y nos movemos, fcil es que nos h agamos una idea de lo que sucedi en la antigedad. El movimiento comercial era ento nces fraccionario, viva repartido en agrupaciones de razas y de tribus incoherent es o repulsivas que traficaban como enemigas, sin ms criterio que el inters del mo nopolio colonial, ni ms consideracin que la fuerza con que cada uno poda proteger s u negocio contra los otros; y como ese era un verdadero estado de guerra, el com ercio no se mova sino con flotas armadas en el mar, o con caravanas escoltadas en tierra a travs de los desiertos. 3. EL MONOPOLIO, BASE UNIVERSAL DEL COMERCIO ANTIGUO. El comercio antiguo era es encialmente colonial y prohibitivo. Aquellas agrupaciones que haban tenido la for tuna de poseer puertos o costas martimas aventajadas, mantenan con todo el rigor d
e sus armas la explotacin exclusiva de su comercio. Los puertos eran fortalezas i nabordables para los que no eran de la raza o comunidad dominante. No se permita en ellos ni en sus colonias ms negociantes o buques que los propios. Expedicionab an guardando una absoluta reserva y secreto sobre el rumbo o el lugar adonde tra ficaban, para no ser sorprendidos, para defender su monopolio y excluir competid ores; y tan no son de extraar estas peculiaridades, que las hemos visto reaparece r cuando el monopolio colonial de Espaa provoc las bandas feroces de los Filibuste ros de las Antillas -negociantes, piratas y contrabandistas- que, bajo muchos re spectos, reprodujeron en el siglo XVI de nuestra Era los hbitos que prevalecan en el comercio del mundo antiguo. 4. MERCADOS ANTIGUOS. Antes del descubrimiento de la Amrica, la India, el Egipto, el Cathay (la China) y Chipang (el Japn), eran las fuentes lejanas, casi fabulosa s, que surtan a los pueblos costaneros de Europa con los cereales, el arroz, la s eda, el algodn y las dems materias primas (excepto la lana) o fabricadas con que f omentaban sus industrias, su intercambio y sus consumos; y como esto es, en resu men, todo lo que los historiadores nos ensean sobre la situacin general del comerc io antiguo, basta para excusarnos de mayores detalles (9). ________________ (9) Citaremos principalmente a Herodoto, a Heeren (Comercio y Poltica de los anti guos, libro admirable para maestros) y Scherer, su discpulo: Historia del Comerci o de todas las naciones antiguas y modernas. ________________
5. RUTAS Y PUERTOS. Como los marinos anteriores a la aparicin de Coln no conocan la navegacin abierta del Atlntico, ni la de los mares asiticos, los europeos no haban podido tener comercio directo con los opulentos mercados que acabamos de mencion ar (10). Las materias que stos producan -como la canela, las especeras, los tejidos de seda, el algodn, las piedras preciosas, el oro, y en suma, los ms valiosos artc ulos del consumo- eran trados por tierra a las costas del Mediterrneo. Los navegan tes rabes y fenicios tomaban esas mercaderas en las costas de la India, y las cond ucan al Golfo Prsico. All las cargaban en grandes caravanas de camellos; y atravesa ndo los desiertos centrales de la Siria y de la Arabia, las conducan al Istmo de Suez y a las costas fenicias en que Tiro era el grande emporio donde acudan a tom arlas todos los marinos, los filibusteros y los rapaces piratas del Mediterrneo, para repartirlas en las colonias de su respectiva procedencia. De manera que el intercambio comercial, antes de Coln, dependa del comercio terrestre que se haca al travs de los desiertos de la Siria y de la Arabia; circunstancia capital de la H istoria del Comercio antiguo, que debemos tener presente para comprender el alca nce prodigioso de la profunda revolucin que produjo en el mundo civilizado el err or al que debemos el descubrimiento de la Amrica y el conocimiento de la forma de l astro que nos lleva por la inmensidad de los cielos (11). ________________ (10) Salvo los Fenicios y Cartagineses, que algunas veces haban costeado las cost as africanas, saliendo de Egipto por el mar Rojo y regresando por las Columnas d e Hrcules (Estrecho de Gibraltar). (11) Conviene mucho que el profesor marque a sus discpulos sobre un mapa la situa cin y el trayecto de las rutas comerciales que hemos mencionado. ________________
6. ALTERACIONES HISTRICAS DEL COMERCIO ANTIGUO. La historia poltica de los pueblos antiguos nos muestra con una vivsima claridad las peripecias, los conflictos, la
s grandes guerras y las mutaciones fundamentales de los imperios a que dio lugar el comercio de las razas occidentales del Mediterrneo con las razas orientales d e los imperios asiticos. Basta para apreciar su naturaleza saber que uno de los a rtculos ms preciados del intercambio era el trfico de esclavos, de mujeres sobre to do, extradas por compra o por asalto, de las poblaciones ribereas que se dejaban s orprender. De ah las guerras legendarias de Troya, del Vellocino de Oro, de los A rgonautas y otros, cuyos ecos poticos y trgicos vemos reproducidos en las Epopeyas homricas. De ah tambin las famosas guerras de los Persas y los Griegos, hasta que al fin de tanto desquicio y sangre vino Alejandro; domin las rutas del comercio d esde el Egipto a Babilonia, desde Babilonia al Ganges, destruy a Tiro, el opulent o emporio de los Fenicios que rivalizaba con los griegos, y fund en Alejandra el m ercado central de los intercambios entre la Asia y la Europa. Su grande obra dur a todava en ese puerto, hoy en manos de los ingleses. Unificados bajo el dominio de la civilizacin griega, los territorios y las rutas terrestres que recorran de i da y vuelta las expediciones comerciales, quedaron resguardados los caminos por la unidad imperial de la raza vencedora. 7. DISOLUCIN DEL IMPERIO GRIEGO. Esta primera unificacin de las rutas comerciales entre la Europa y el Asia, fracas hasta cierto punto, cuando el Imperio Alejandri no se desgran, en numerosas facciones y reinos regionales, gobernados por los suc esores griegos del grande CENTRALIZADOR. Pero como segua predominando la unidad o ficial de la raza vencedora que haba extendido sus especulaciones comerciales de las orillas del Mediterrneo a las del Eufrates y el Tigris, sigui mantenindose inal terable la unidad griega en las rutas y caminos del desierto. 8. LOS ROMANOS. Es sabido que las rivalidades comerciales provocadas por el trfic o en la Sicilia y en Espaa fueron la causa de las guerras terribles y permanentes de Roma y Cartago. Triunf la primera quedando duea absoluta del comercio y de la navegacin de las costas europeas asiticas y africanas del Mediterrneo, convertido p or el hecho mismo en un Lago romano. Con este dominio, Roma sinti pronto el apeti to y la necesidad de poseer las rutas y los emporios centrales del Asia que haban posedo los sucesores de Alejandro, para unificar los mercados y los puertos del Golfo Prsico y del Mar Rojo, bajo el sabio y grandioso imperio de sus leyes civil es y comerciales. 9. NUEVA DESORGANIZACIN. Al cabo de ocho siglos se agot la savia de la civilizacin romana; y el robusto tronco de su poder cedi al peso enorme de su ramaje. Las raz as indgenas y brbaras de Asia y de Africa, levantadas con la violencia de un cicln universal, arrancaron de raz los elementos de la cultura occidental. Las tribus d e los inconmensurables desiertos de esas dos partes del mundo, recobraron el bro primitivo y feroz, que hasta hoy conservan, bajo el estandarte de exterminio y d e intemperancia religiosa, que aun est en su naturaleza; y las rutas del intercam bio comercial quedaron monopolizadas por los dspotas sombros y atrabiliarios del I slamismo, cuyas hordas haban vuelto a barbarizar las regiones que atravesaban. 10. ESTADO INTERMEDIO Y DECADENTE. La Europa se resinti profundamente con este go lpe dado a su cultura y a su comercio. Pero no tardaron mucho los potentados asit icos en sentir las necesidades del trfico; y a pesar de que no manifestaran la me nor intencin de relajar los rigores del monopolio, comenzaron a ceder al inters qu e para ellos mismos tena la explotacin del intercambio entre las riquezas asiticas y los pueblos ms ventajosamente situados al oeste. Subieron a su apogeo los marin os italianos, los de Venecia y de Gnova sobre todos, que, andando por los mares, por los golfos y por las islas dominadas por los turcos, se enriquecan prodigiosa mente, sirviendo de intermediarios y proveedores del comercio europeo. Por de co ntado que este trfico estaba muy lejos de ser un trfico pacfico. Los unos y los otr os se trataban con excesivas cautelas y operaban siempre armados como en la prim era antigedad. A cada instante surgan conflictos terribles. El Mediterrneo estaba p lagado de piratas; y, en fin, si el monopolio comercial es ruinoso por su propia naturaleza, bien se comprende lo que sera en manos de turcos y mahometanos, por un lado, y de los hombres de mar rsticos y violentos de las costas de la Grecia y
de la Italia, por el otro. 11. LAS CRUZADAS. Como era consiguiente, el tirnico monopolio de los turcos haba d espertado en los pueblos martimos de Europa el vivo deseo de recuperar las costas orientales del Mediterrneo que haban pertenecido a los romanos. Era tan pesada la sofocacin, que, por su falta, sufran los intereses de su comercio y de su industr ia, que el anhelo de recuperarlas se aviv cuando con esos intereses vinieron a co mplicarse las pasiones y los odios de la religin. Al abrigo de las expediciones c omerciales que iban en busca del surtido europeo, se embarcaba muchedumbre de pe regrinos cristianos que por devocin o por voto iban a visitar el sepulcro de Jesu cristo. Las vejaciones, extorsiones, martirios y crueldades que experimentaban, ya por los tributos que tenan que abonar a voluntad de los sicarios turcos, ya po r imprudencias de su propio celo, eran tantas y tan repetidas, que al fin se lev ant en Europa, de punta a punta, el deseo de reconquistar la Siria y el Egipto, n o slo para sacar el Santo Sepulcro de las garras ominosas de los mahometanos, sin o para asegurar los canales y las desembocaduras del comercio oriental que haban pertenecido a los romanos. Despus de una larga lucha, la Europa fue vencida y el dominio de los mahometanos qued tan asegurado, que nadie pens ms en desalojarlos de las costas orientales del Mediterrneo. Estamos, pues, en las orillas del siglo d e Coln.
LECCIN II EXPLORACIN DE LOS PORTUGUESES 1. NAVEGACIN DE LAS COSTAS AFRICANAS. No es exacto, como se repite generalmente, que los portugueses sean los descubridores de la navegacin costanera del Africa e n rumbo hacia la India. Esa navegacin era conocida en los tiempos antiguos, desde quinientos aos al menos, antes de Jesucristo. Herodoto cuenta que el Faran Nechao , despus de equipar una escuadra tripulada por Fenicios, la hizo salir por el Mar Rojo (hoy canal de Suez), que di la vuelta a las costas africanas, entr al Medite rrneo por las Columnas de Hrcules (Estrecho de Gibraltar), sigui la costa de la Mau ritania, y a los tres aos fonde en el puerto de Alejandra (12). ________________ (12) No falt entonces ni despus quien dudase de la verdad de viaje tan asombroso. Pero una circunstancia que a todos pareci una fbula absurda vino a dar la prueba c oncluyente de la verdad del hecho. "Con ese motivo me contaron (agrega Herodoto) que durante el viaje estos navegantes vieron el sol a la izquierda de su orient e, cosa que yo no comprendo, pero que afirmo que me lo contaron, con un misterio conservado en sus templos, que no me explicaron." Lo que no comprenda Herodoto l o sabemos hoy todos; y es una prueba de que la escuadra de Faran haba cruzado la ln ea por el Cabo de Buena Esperanza (Herodoto, Lib. IV, 42. Vanse all las notas erud itas de Rawlinson). Despus de Herodoto, se han encontrado las planchas metlicas de Periplo, del navegante cartagins Hannon de que habla Plinio: Hist. Nat. lib. II, 47. Corn. Nepos y otros dan noticia de iguales viajes hechos por razones de com ercio o de exploracin, 120 aos antes de Jesucristo. De modo que no son los portugu eses, ni Vasco de Gama los descubridores de esta grande navegacin. Verdad es que fueron ellos los que la prolongaron hasta la India. ________________
2. POSICIN MARITIMA DE PORTUGAL. Considerada antes que Coln iniciase la navegacin a bierta del Atlntico, la posicin de las costas de Portugal era de una ventaja evide nte para llamar la atencin de sus marinos hacia la explotacin de las costas africa
nas, tanto ms cuanto que siendo entonces el portugus uno de los pueblos ms instrudos , tena en sus bibliotecas los libros antiguos que daban noticias de ellas. Con el Atlntico, por uno de sus frentes, y al sur la vecindad tentadora de las costas a fricanas, e incitados por los reflejos del libro de Marco Polo, era natural que los reyes portugueses, al despertar de sus bros martimos, buscasen cmo abrirse nuev as vas, ya que por otra parte quedaban tan a trasmano del comercio que los veneci anos y genoveses hacan con las remotas costas asiticas del Mediterrneo (13). ________________ (13) El profesor debe hacer una demostracin de visu sobre el mapa. ________________
3. PRECURSORES DE COLN. El infante don Enrique, uno de los ms nclitos y sabios nave gantes de su tiempo, ocup en 1445 las islas de Cabo Verde, y las Azores en 1448. Siguiendo la conquista por las costas africanas, los portugueses tomaron posesin del Congo y de Guinea en 1456. Bartolom Daz adelant la ocupacin hasta el Cabo de Bue na Esperanza. All comenzaron a tener datos asertivos de las costas que se continu aban hasta el Mar de la India, con noticias lisonjeras de sus puertos y ciudades opulentas. 4. BASE DEL DERECHO DE CONQUISTA. De acuerdo con el principio reconocido en aque lla poca, corresponda al Papa la suprema autoridad de adjudicar, en propiedad y so berana, las tierras de infieles, o no comprendidas todava en el seno de las nacion es includas en el seno de la cristiandad. En su virtud, el Papa Martn I, segn nuest ro Solrzano, o el Papa Sixto IV, segn el historiador alemn moderno Heeren, acord al Rey de Portugal don Juan II la navegacin y el comercio exclusivo, (monopoilo) de las costas occidentales de Africa, y de los mares de la India, desde las islas A zores hasta los extremos del Oriente, con la propiedad de las tierras, islas y c ontinentes que sus marinos descubrieran y ocuparan all. Esta vastsima y excesiva c oncesin fue el punto de arranque para otras, como vamos a verlo.
LECCIN III ADVENIMIENTO DE CRISTBAL COLN (14) 1. NACIMIENTO Y PRIMEROS AOS. Coln naci all por los aos de 1446, en Gnova o en alguna de sus aldeas inmediatas, como la de Cogoretto que algunos indican. Hijo de un t ejedor pobre, es probable que en sus primeros aos no recibiera ms instruccin que la muy elemental en la escuela primaria o convento del lugar. Pronto debi salir de Italia, pues en 1473 (a los 26 aos) se hallaba en Lisboa, con su hermano Bartolom, ocupados en copiar y vender mapas martimos y en estudiar, al mismo tiempo, geogr afa, astronoma y geometra, atrados probablemente por la fama de las excursiones marti mas del Infante don Enrique el Navegador, y por accidente o genio que lo tuviera n ya predestinado a esa profesin. Pronto encontr la ocasin de navegar en el Mediter rneo, por las islas y costas de Africa. ________________ (14) En este sucinto resumen de la vida de Coln vamos a seguir de cerca los novsim os estudios que han venido a modificar en gran parte mucho de lo que se tena por cierto, y que no era otra cosa que leyenda forjada despus que su prestigiosa nomb rada se haba impuesto a la imaginacin y al hablar de los pueblos y de los cronistas , como sucede siempre, pues no todos los que anotan o cuentan de segunda mano lo s hechos de los hombres clebres, han tenido ocasin de acercarse a ellos, de conoce rlos, y de saber bien lo que escriben. Los recientes y eruditos estudios sobre C
oln estn resumidos sustancialmente en la bella monografa de A. Moireau, includa en e l tomo 49 de I'Histoire Generale de Lavisse y Rambaud, que es, como se sabe, uno de los monumentos literarios de estos ltimos aos. La monografa de Mr. Moireau se h alla documentada al final por una abundante Bibliografa de lo mejor y ms nuevo que se ha escrito sobre Coln, hasta el ao de 1892, es decir, hasta hoy. ________________ 2. NAVEGACIN DE COLN EN LOS MARES DEL NORTE. Un marino de Bristol lo enrol en 1477 en viaje a los mares del Norte. Conoci entonces las islas Feroanes y la Islandia, donde dice Moireau ha debido tener noticia de las antiguas exploraciones de los noruegos en las costas del Oeste. 3. INFLUJO DE MARCO POLO SOBRE LA IMAGINACIN DE COLN. Hallbase la Europa desconcert ada por no poder tomar pie en los mercados del comercio oriental, y por verse es clava del monopolio opresivo de las tribus asiticas y rabes, cuando cierto viajero llamado Marco Polo lleg a Venecia, su patria, en 1295, arrastrando un equipaje o pulento y lleno de riquezas maravillosas. Despus de haber despertado la admiracin con su llegada, compuso y public un libro con el ttulo de "Maravillas del Mundo qu e yo mismo he visto" en el que daba cuenta de la opulencia.asombrosa y del exces o de riquezas, manufacturas exquisitas, de seda, de algodn, de cachemir, del oro, pedreras encantadoras y alhajas deslumbrantes que se hallaban acumuladas en las populosas y magnficas ciudades que comerciaban en la India, en el Cathay (la Chin a) y Chipang (el Japn) y la Malacca. No slo estaba todo eso corroborado por el sunt uoso equipaje del viajero, sino porque corroboraba las leyendas y tradiciones de los griegos y de los romanos acerca de la estupenda magnificencia de los empori os de la India, de la China y del Japn transmitidas a los europeos por los Babilo nios, los Caldeos y los Persas. El libro de Marco Polo hizo en Europa una profun da impresin, y fue devorado como lo es el ms apetitoso de nuestros grandes romance s: el Monte Cristo, de A. Dumas (padre), por ejemplo, que, en el fondo, no es si no un aprovechamiento moderno del libro de Marco Polo. Hoy mismo conserva este l ibro su prestigio como uno de los ms preciosos monumentos del estado social del s iglo XIII (15). ________________ (15) Despus de lo que sabemos hoy sobre los imperios asiticos, no hay por qu dudar de la veracidad del viajero veneciano. En su tiempo mismo se le dio crdito en gen eral, por lo sincero del estilo y la naturalidad de la narracin. Cuenta que siend o an nio de diez a doce aos, navegaba con un to suyo que negociaba en el Mediterrneo, cuando fueron sorprendidos por piratas. Llevado l a Alejandra, fue vendido a unos rabes que lo condujeron al Cathay, donde pas al poder del poderoso emperador Kubl ay Kan. Pronto conoci este monarca que el muchacho tena extraordinarios talentos, y lo fue elevando a los altos puestos de ministro, de embajador y de favorito, h asta que despus de 34 aos de una amistad ntima le concedi licencia para regresar a E uropa cargado de riquezas. Su ms grande proeza fue sin duda poder pasar con ellas ; verdad es que, segn cuenta, se le tena por un poderossimo visir y favorito en los mares de la India y de la Persia. Al llegar a Venecia, la encontr en guerra con Gnova; y con sus propios dineros arm galeras de guerra y sali a combatir. Pero venc ido y hecho prisionero, se ocup de escribir esa narracin de sus viajes, que cuando circul pas de mano en mano como el libro ms buscado y ledo de su tiempo. ________________ 4. INFLUJO DE PEDRO DE AILLY. Este anticuario, Obispo-Cardenal de Cambray, era h ombre de inmensa erudicin, dado al estudio de las ciencias leyendas y remotas tra diciones de las creencias antiguas. En 1410 escribi un libro raro y poco ledo por el enredo de lo fabuloso con lo mstico, titulado Imago Mundi, en el que resumi los conocimientos y las creencias (exactas o errneas) de la antigedad, en cuya lectur a se impregn el espritu inspirado de Coln -"dont se nourit lesprit de Colomb, et qui
ne le quitrent point" (Hist. Gen. de Lavisse, vol. IV, pgina 996). 5. PABLO DE TOSCANELLI. Exista en Florencia un sabio de crdito, aceptado en toda l a Europa, llamado Pablo Toscanelli. Consultado en 1474 por el cannigo Fernando Ma rtino de Lisboa, contest que el mundo (la Tierra) era redondo, era evidente para l que quien navegase con firmeza siempre al Occidente, acabara por encontrar las r egiones donde crecen los aromticos (16). Estas regiones comprenden un reino popul ossimo, la China, con innumerables villas, gobernado por un prncipe llamado el Gra n-Khan que reside en la ciudad del Cathay; y ms al Occidente se encuentra la isla ilustre del Chipang (el Japn), tan rica en oro y en piedras preciosas que los tem plos estn tapizados con ese metal y las imgenes cargadas de riqusimas alhajas, como los palacios del Rey. Cristbal Coln tuvo conocimiento de estas cartas, y se puso en correspondencia con Toscanelli (17). "Estas ideas eran corrientes entre los g egrafos y los navegantes haca ms de cien aos; por consiguiente, Coln no invent nada; y cuando hizo vela al Occidente prob solamente la verdad cientfica. Su gloria est en sto, y en la maravillosa casualidad de que, buscando la extremidad del mundo con ocido, tropezara con otro mundo desconocido que no se haba sospechado siquiera" ( 18). ________________ (15) La canela y las otras especeras apreciadsimas y rebuscadas en ese tiempo. (16) Lacisse Hist. Gen. IV, 906. (17) Ibidem. ________________ 6. GEOGRAFA DE LOS ANTIGUOS. Ni Toscanelli ni gegrafo alguno de los modernos puede blasonar de ser el autor primitivo u original de esa sabia teora. Para probarlo, abramos la GEOGRAFA de Strabn, y encontraremos "La zona que habitamos forma en la Esfera un crculo, cuyos dos extremos se juntan cae tal modo que se podra navegar desde Espaa hasta la India si no fuese la inmensidad que se le da al Atlntico, sup onindole que representa ms de un tercio del crculo total...Yo he calculado la dista ncia relativa entre Espaa y la India y la considero de 200 mil stadios" (18). Con esto basta para ver que los conocimientos y clculos geogrficos de Strabn eran de t odo punto ms cientficos que los que tena Coln quince siglos despus. La ciencia haba in dudablemente retrogradado! (19). ________________ (18) Poco menos de 10 mil leguas que es exactamente la que sera si la Amrica no in terrumpiese la proyeccin en su media extensin. (19) GEOGRAFA de Strabn, Lib. I, cap. IV, 5. Para no recargar la memoria de los al umnos y complementar el valor de las pruebas, seguiremos dando en esta nota otro s testimonios de la erudicin antigua sobre este punto: Posidonio, el famossimo sab io que tuvo la gloria de ser maestro y amigo de Cicern, y a quien ste tribut toda s u vida un respeto profundo, 40 aos antes que Strabn haba escrito sto: -"Las dos extr emidades de la zona habitada se reunen sin solucin de continuidad formando lo que los matemticos llaman crculo, tan perfectamente que si un barco saliese de nuestr o Occidente (es decir, del Occidente Europeo) y siguiese directamente el mismo r umbo con el viento Euro (sudeste) en poco llegara necesariamente a las costas de la India... La tierra habitada est toda ella circundada por los mares, as es que y a sea que se parte del levante, ya del poniente, siempre ser posible darle la vue lta por ambos lados salvo algunos espacios y distancias que no estn todava explora das". (Cit. de Strabn, lib. 11, cap. III, 6). Despus de esto, casi sera intil advert ir que Posidonio, Strabn y todos los discpulos del griego Parmnedis (que vivi 440 aos antes de J. C.) profesaban y enseaban como l: que la Tierra era una esfera que na daba suspendida en el vaco dentro de un fluido ms liviano que el aire (primera pre suncin que aparece en la historia de la ciencia sobre la fuerza del flido elctrico) . Y en efecto, Eratsthenes, director de la Biblioteca de Atenas 280 aos antes de J
. C., fij la oblicuidad de la eclptica en 23 g: 51 m: y 13 s: trabaj en la medicin d e la tierra, e invent la esfera armiliaria, o combinacin de los crculos horizontal, meridiano, ecuador, zodaco, eclptico, tropical y solar. "El dibujo (agrega) que s e hace de la Tierra en un solo plano sirve slo para ponerla a la vista y ensear la geografa; pero entindase que esa, superficie es toda esfrica en realidad y que el considerarla de otro modo no puede dar sino nociones geogrficas totalmente falsas . Admitamos con Eratsthenes, dice Strabn, como cosa incontrovertible que la tierra y el mar tomados en conjunto asumen la forma de una esfera, y que todas sus par tes forman un mismo nivel (pues los puntos salientes y las alturas se pierden en la inmensa extensin de la redondez y cuentan por poca cosa en la figura general) . (Geog. de Strabn, Lib. II, cap.V. 1 y 6.) ________________ 7. COSMOGRAFA DE PLINIO EL MAYOR. Ciento treinta aos antes de Jesucristo, nos dice Plinio que las gentes instruidas de su tiempo tenan opiniones muy diversas de la s del vulgo sobre la forma y la naturaleza del mundo. "Los primeros sostenemos q ue la Tierra es esfrica y que est supendida en el vaco de los cielos, de modo que s us habitantes son antpodas. El vulgo no lo cree; y nos objeta -Cmo es que los que e stn abajo no caen al abismo? -Nosotros contestamos que no se caen por la misma ra zn que no nos caemos nosotros; pues el peso del aire empuja con fuerza irresistib le hacia el centro de la Tierra todo lo que est en la superficie; de modo que nad a puede caer sino en direccin a ese centro." 8. COSMOGRAFA DE POMPONIO MELA. Otro sabio nacido en Espaa, profesaba iguales idea s; y tocaba casi con los descubrimientos de Koprniko desde 15 siglos antes. Dice que los Egipcios le haban enseado que toda la bveda estrellada o astral, giraba en derredor de un eje, y que desde el tiempo de Faran Mens -"ter vertiese sidera"- tr es veces se haba completado la vuelta giratoria del Universo con todos sus astros en 30 mil aos (20). ________________ (20) Todos los astrnomos actuales conocen este gran ciclo. El mismo Mela nos habl ya de la Precesin de los Equinoccios, y del crculo invertido que en consecuencia d e ella forman los dos polos como cuando da vueltas el huso. ________________ 9. LA ATLNTIDA. Hoy ya son pocos los que ponen en duda la verdad de las noticias que Platn da en dos de sus libros (El Timeo y el Georgias) sobre el famoso contin ente que, segn le dijeron los Sacerdotes Egipcios, haba estado situado en el medio del Mar Atlntico en las primeras edades del mundo. Lo asombroso no slo es que lo daban como extendido en las mismas zonas en que se descubri la Amrica, sino que de ca que su forma era la de UNA DOBLE FRICA, que es exactamente la de las DOS AMRICAS unidas por el itsmo de Panam. AIgunos sabios actuales convienen con Platn, y con los egipcios, en que este portentoso continente se hundi o se parti del europeo en el mar, a causa de un tremendo cataclismo, y piensan que las islas Azores, las del Cabo Verde, las Canarias y la Amrica actual, son restos de ese continente, qu e a decir de muchos fue la cuna y la fuente de las civilizaciones primitivas (21 ). Otros no van tan lejos y se contentan con dar el hecho tal como est hoy, supon iendo que algunos grandes trastornos histricos, una Edad Media anterior, hubiera destruido la civilizacin primitiva y la navegacin de los mares antiguos; y que el comercio de las relaciones con la Atlntida se hubiesen olvidado con la ruina de l os pueblos que la frecuentaron; que, como todos los antiguos mercaderes, hacan mi sterio y monopolio de su trafico colonial. Que fuese por esta o por otras causas , lo que est fuera de duda es que la tradicin se conservaba en los templos egipcio s, que Platn la public en el mundo antiguo y que la existencia real de ese contine nte no sera tan asombrosa hoy como es el que una fbula conservada en los templos e
gipcios, miles de aos antes de nuestra era, haya venido a ser la ms estupenda de l as realidades VEINTE SIGLOS DESPUES! (22). ________________ (21) Lo singular es que si se confrontan los cabos y los golfos que quedan unos enfrente de otros parece que realmente hubieran sido partes que se encuadraran e n una antigua unin. (22) Los gegrafos antiguos como Eratsthenes, Posidonio, Strabn y muchos otros de la escuela de Anaximandro, tenan por muy probable y razonable la tradicin egipcia de la ATLNTIDA. "Yo no puedo menos, dice Strabn, de convenir con Posidonio en que la tradicin de la Atlntida podra muy bien no ser una mera ficcin. Como hombre sabio y sensato Posidonio juzga que vale ms pensar as, que decir lo que dice Homero hablan do de la fabulosa muralla de los Akheos: "el que la invent la habr hecho desoparec er." Pero lo singular y sorprendente en nuestro caso es la reaparicin de la Atlnti da, como Nuevo Mundo, en el lugar mismo donde la haban hecho hundir! ________________ 10. LA ANTILLA DE ARISTTELES. Este clebre filsofo menciona tambin la existencia de l a grande isla o continente del Atlntico, con el nombre de la ANTILLA, que Alejand ro le comunic como tradicin fenicia corriente en Tiro a la par de otras muchas not icias que haba recogido para l en los Archivos y Bibliotecas de los fenicios, desp us que para centralizar en ALEJANDRA (Istmo de Suez) el comercio del Occidente con el Oriente, en servicio de los griegos, demoli por sus bases a la ciudad martima de Tiro-Londres de su tiempo, el Emporio fenicio de la Siria en el Mediterrneo. D e all viene el nombre de ANTILLAS que se di a las islas del golfo de Mjico, descubi ertas por Coln (23). ________________ (23) Aristteles haba sido profesor de Alejandro. Este le mandaba de todos los pais es que, conquistaba, desde el Egipto y la India, todas las noticias, documentos y colecciones d historia natural y de ciencias que recoga para que adelantase los conocimientos cientficos de la Grecia. ________________
LECCIN IV DILIGENCIAS Y EMPEOS DE COLN POR LLEVAR A CABO SU PROYECTO 1. LMITES DEL ASUNTO. Seremos muy breves; porque la vida y los trabajos de Coln so n peculiares de la Historia de Amrica, y no tanto de la del Ro de la Plata, que es nuestro principal objeto. 2. EN GNOVA Y EN VENECIA. Coln solicit que Gnova, su patria, protegiese su proyecto; pero fue desodo. Se dirigi a Venecia, y tambin lo fue. La negativa era natural: el trfico martimo italiano estaba concentrado en el Mediterrneo y los proyectos de Co ln lo habran arruinado, si hubiera sido posible ir directamente a la India y a la China atravesando el Atlntico (Vase la Leccin II, nms. 1, 2, 3). 3. EN PORTUGAL. Creyendo que la manifiesta superioridad de la marina portuguesa y su heroica decisin por los descubrimientos pudieran inclinar al gobierno portug us a proteger su proyecto. Coln le pidi los medios de ponerlo en prctica. Pero los p ortugueses estaban adelantndose ya hacia la India por las costas occidentales de la Africa (Lec. citada) y el proyecto de Coln de hacerlo atravesando el Atlntico a l oeste era, pues, contrario a los intereses y miras de Portugal; y lo desecharo n no slo por eso, sino por creerlo fantstico y absurdo. La verdad es que tenan razn,
porque a ser cierto lo que Coln pensaba sobre la distancia que haba entre Espaa y la India, el viaje hubiera terminado por una catstrofe completa (24). ________________ (24) Los antiguos tambin se haban ocupado mucho de conocer la circunferencia de la Tierra, y de calcular la distancia superficial que separaba a la India de la Es paa, con la idea de atravesar el Atlntico rumbo al Oeste, como hemos visto. Pero s aban mucho ms que Coln. Strabli nos dice que Eratsthenes y Anaximandro la haban calcul ado en 200,000 estados equivalentes a 10 mil leguas. Este dato nos da una prueba de los profundos conocimientos a que saban llegado los griegos en las ciencias ex actas, pues esa es precisamente la anchura que habra ofrecido el Atlntico entre es os dos extremos, dado caso de que la lnea superficial no hubiese estado interrump ida por la Amrica, lo que no se saba ni se contaba. Entretanto, Coln calculaba 1,20 0 leguas donde haba 10 mil; de modo que al salir de Espaa, en la idea de que a mil leguas al oeste dara con la India, con la China o con otras costas del extremo O riente, Coln marchaba ciego a perderse en la inmensidad de un Ocano que no poda atr avesar con los medios de su tiempo aunque hubiera sido poderosamente protegido. No habiendo tomado en cuenta la distancia entre las tierras conocidas por ambos polos, con respecto a la anchura que le supona al Atlntico entre la Espaa y la Indi a, destrua necesariamente la esferoicidad del globo terrestre, convirtindolo en un cuerpo oblongo, muchsimo ms angosto en el centro que en sus dos extremidades. Est e error prueba que Coln no tena estudios serios sobre los problemas cosmogrficos de su tiempo. Habiendo navegado con los noruegos en los mares polares del norte, y con los portugueses en las costas de Africa, poda haber visto que la longitud no corresponda a la latitud de su proyecto, es decir, a la esferoicidad ni a la rot acin del globo. As es que habiendo querido reducir la latitud calculada por Eratsth enes, Anaximandro y Strabn, para presentar ms fcil y hacedero su propio clculo, no sl o mostr que no conocan los elementos del problema, como lo conocan los griegos anti guos, sino que no tena la ciencia necesaria para garantizar el xito de sus presunc iones. Su error provena de que en los mares del norte, los marinos noruegos que t raficaban con el estao, le haban informado que lo extraan de unas costas que quedab an a poca distancia al oeste, habitadas por gentes parecidas a los lapones de la Finlandia; y que eran, en efecto, las costas americanas de Terra-Nova y del Lab rador (hoy del Canad). Sin ms que esto, infatuado con la lectura del Cardenal de C ambray, y de Marco Polo (Lec. III), Coln di por sentado que esas costas eran parte de los imperios asiticos de que tantas maravillas contaban esos dos autores; y c ombinando estas noticias con lo que aseveraban los clsicos antiguos sobre la exis tencia de tierras antpodas, y la posibilidad de atravesar el Atlntico para llegar a la India, se puso a buscar entre las naciones del Mediterrneo proteccin para lle var a cabo sus presunciones. ________________
4. EN ESPAA. La verdad es que el propsito de emancipar el comercio europeo sacndolo del monopolio mahometano, para usufructuarlo directamente por el Atlntico, le ha bra convenido a la Espaa tanto ms cuanto que no poda dejar de mirar con emulacin y en vidia que sus vecinos los portugueses estuviesen llevando a cabo las mismas vent ajas por los mares de las costas africanas, cuya exclusiva navegacin y propiedad les haba acordado el Papa, como hemos dicho. 5. SOLICITUDES DE COLN EN ESPAA. Las investigaciones modernas compendiadas maestra mente por Mr. A. Moireau en el tomo 4 de la Historia General de Lavisse y Rambaud , nos han desalojado de la historia aquel Coln pobre, andrajoso y hambriento, que llevando a su pequeo hijo de la mano, atravesaba las aldeas solitarias de Espaa p idiendo pan y asilo en el legendario convento de la Rbida. Consta, por el contrar io, que Coln llevaba recomendaciones eficaces para el Duque de Medina Celi, gran almirante, noble de primera clase y riqusimo potentado de Espaa. En carta del 19 d e Marzo de 1493, dirigida por el duque al Gran Cardenal de Espaa don Pedro Gonzlez
de Mendoza, le dice: "Yo estuve a punto de tentar la prueba enviando a Cristbal Coln al Puerto de Santa Mara, donde haba todo lo necesario para el viaje con tres o cuatro carabelas, que era todo lo que l peda. Pero reflexion que, en asunto de est a entidad, corresponda resolver a la reina nuestra seora y se lo consult; quien en respuesta me orden que le enviase a Coln, lo que yo cumpl". La reina puso el asunto a juicio de su consejero Fernando de Talavera,. Este lo mir mal, y aconsej que er a menester or privadamente a algunos doctos. A ese tiempo la reina estaba en Sala manca, y reuni una simple consulta "que estuvo muy distante de ser el dramtico y s olemne Consejo de Estado que ha figurado en la leyenda". La opinin fue que el pro yecto no pareca realizable "pero que interesaba mucho la curiosidad". Como todo e sto caus demoras, y como la reina no se resolva tampoco a negar su proteccin a Coln, le hizo dar por varias veces algunas sumas de dinero en compensacin del tiempo q ue perda. Apoyaban a Coln el cannigo Geraldini, preceptor de la princesa real, y el Tesorero de la corte, Alonso de Quintanilla. Pero Coln, cuyo genio era impacient e y altanero, se aburri de la demora y se puso en viaje el 3 de Febrero de 1492. No se sabe para dnde, aunque se cree que para Inglaterra. La reina se contrari muc ho y mand un correo de corte, que lo hiciese regresar. 6. CAPITULACIONES Y CONCESIONES. De todas las consultas que haba hecho la reina, la que ms peso tena sobre su espritu era la de fray Diego de Deza. Djole ste que, en privado, todos convenan en que el proyecto de Coln se apoyaba en reglas matemticas y en testimonios de los sabios antiguos, que, aunque era verdad que la teora de l os antpodas no era aceptada por San Agustn ni por Lactancio, a su juicio las opini ones de los doctores sobre problemas materiales sujetos a prueba fsica no hacan do gma, porque el dogma no puede ser contraprobado, mientras que todo lo fsico poda s erlo. Aquietado as el espritu y la conciencia de la Reina, desde que se, trataba d e una prueba fsica, concedi a Coln lo que solicitaba, y le firm las memorables capit ulaciones del 17 de Abril de 1492 (25). ________________ (25) Por esas capitulaciones se le acord a Coln: 1 La categora de ALMIRANTE con la j urisdiccin respectiva en el mar, y la de VIRREY de todas las tierras que descubri era y ocupase. 2 La dcima parte de todos los valores preciosos que negociase en la s costas asiticas; obligndose l, por su parte, a convertir y cristianizar las nacio nes que conquistase, en razn de lo cual sus ttulos, sus empleos y sus riquezas pas aran por derecho de nobleza a sus ascendientes, quedando en favor de la corona el tercio del oro, plata, piedras preciosas y joyas que adquiriese. Pero Coln decla r que todas las riquezas que quedaran por suyas las empleara en comprar a los turc os la ciudad de Jerusaln, a fin de que el sepulcro de Jesucristo quedase en manos de los cristianos. ________________
LECCIN V EL PRIMER VIAJE Y EL GRANDE HALLAZGO 1. LA PARTIDA. Acompaado de los dos hermanos Martn Alonso Pinzn y Vicente Yez Pinzn, s ali Coln del puerto de Palos el 3 de Agosto de 1492 en tres barquichuelos pequeos, Santa Mara, Pinta y Nia. No pudiendo encontrar suficiente nmero de marineros que qu isieran aventurarse a tan temerario viaje, fue necesario indultar a criminales q ue quisiesen hacerlo. 2. LA PRIMERA TIERRA. Despus de navegar ms de dos meses sobre un mar desconocido, divisaron tierra al occidente, en la madrugada del 12 de Octubre de 1492. Fcil es comprender el jbilo de los navegantes el de Coln fue inmenso al ver realizadas su s presunciones y el triunfo que deba consagrar su gloria en los fastos de la cris tiandad, convencido como estaba de que haba llegado al archipilago de Cipang, esto
es, al Japn. 3. LA ISLA DE HUANA-KHANNI. Cuando los naturales que salieron a su encuentro le dijeron el nombre de la isla, la tenaz ilusin que llevaba, y la dificultad de per cibir bien los sonidos de una lengua gutural y desconocida bastaron para que al or Kann, y ver que con los dedos sealaban siete, se asegurase en la idea de que la isla era una de las siete mil que mencionaba Marco Polo en las costas del riqusi mo y podero imperio de KUBLAY KANN. La isla era, en efecto, una de las siete Luc ayas o Bahamas. Mas como por su extensin no corresponda a las ideas de Coln, sali de ella ponindole el nombre de San Salvador, en busca de otra que los mismos natura les la haban indicado como ms extensa y mucho ms importante. 4. CUBA. A los pocos das y con rumbo al oeste, di con la tierra que buscaba, que, por razn de su tamao, Coln crey que era parte de un continente. Ansioso de buscar po r los nombres, las analogas y los itinerarios indicados por Marco Polo, qued exalt ado de admiracin y de placer al oir a los naturales el nombre de Cubai-n-kann, y no le qued duda de que pisaba en la tierra de un monarca chino o japons. Desde lue go, eligi una comisin para que se dirigiese a la Corte de Kublay-Kann, y lo saluda se en nombre de los Reyes de Espaa, cuyas credenciales le presentara pronto l mismo ; y les di el itinerario, dicindoles: "que se hallaban en las bocas del Ro Mares, q ue de all parta el camino del Zaiio; que a cien leguas, poco ms o menos, encontraran la gran ciudad de Guein Shay (Houn Tcheu de Marco Polo) con otros mil detalles tomados de este viajero. Excusado ser decir que los emisarios regresaron sin enco ntrar nada ms que selvas salvajes y pobrsimas chozas. Si el famoso emporio no esta ba all, estara en algn otro punto cercano. Lo principal estaba logrado: haban encont rado las costas y los archipilagos del Asia (26). ________________ (26) No se comprende cmo un sabio de la competencia de Humboldt haya podido poner en duda el poderoso influjo de Marco Polo sobre la imaginacin de Coln, cuando tod as estas fantasas constan asentadas por el mismo Coln en su Diario, y cuando las c onfirma tambin Bernaldez al referir las conversaciones que tuvo con l cuando se al ojaba en su propia casa. El venerable obispo Las Casas, que no conoca el libro de Marco Polo, no pudiendo darse cuenta de los asombrosos delirios de Coln, exclama : "Lo que es yo no tiendo jota de toda esta algaraba". ________________
5. HAIT Y SANTO TOMS. Siguiendo sus exploraciones entre las islas que supona ser pa rte de las siete mil del Cathay, toc en la costa de Hait. La carabela "Santa Mara" estaba en tal estado que ya no poda navegar sin inminente peligro. Prefiri deshace rla y construir con sus maderas un alojamiento para la pequea guarnicin que all est ableci, dndole el nombre de puerto Navidad, y el de Espaola a la isla que marc como punto de recalada y de gobierno en el mar de las Antillas. 6. EL REGRESO. Las contrariedades comenzaban a sentirse como era natural, despus de tan largo tiempo. Haban encontrado sin duda un mundo desconocido, pero nada de las esperanzas ni de la opulencia con que haban contado. Era menester aplazarlas , pues para resistir se necesitaba ms tiempo y mayores recursos. Alonso Pinzn haba desertado con la "Pinta". No le quedaba a Coln ms barco que la Nia, bastante deteri orado tambin. As fue que, despus de proveer a la subsistencia de la guarnicin del pu erto Navidad en Hait, resolvi regresar a Espaa. 7. ASOMBRO GENERAL DE EUROPA. Se puede decir que con una rapidez elctrica corri el nombre de Coln y de su maravilloso hallazgo de pueblo en pueblo, causando un jbil o extraordinario en Espaa: asombro en todas las naciones y no poca emulacin y envi dia en el nimo de todos los reyes. Ya no haba duda! La India, la China, el Japn, eso s famosos emporios de las fabulosas riquezas de la Asia quedaban al alcance de l
as manos de los reyes de Espaa, y abiertos al comercio de sus sbditos por la va dir ecta y fcil del Mar Atlntico como lo haban indicado los sabios de la Greca, en remot a antigedad. Lo que a nadie se le ocurri fue que en vez del Asia, Coln haba tropezado con la ATLN TIDA o con la ANTILLA, preconizada por Platn la una, y por Aristteles la otra, y s in embargo, esa era la verdad! 8. RESULTADOS CIENTIFICOS DEL DESCUBRIMIENTO. En esto no caba ilusin: todo era rea l, tangible, y de una suprema importancia para el adelanto de la navegacin, del c omercio, de la industria y de las ciencias. Quedaba, pues, demostrado sin rplica que la tierra era un astro esfrico; que haba, por consiguiente naciones antpodas qu e en la esfera terrestre nada haba que quedase arriba, nada que quedase abajo; qu e todas las partes de la tierra estaban envueltas por la pesantez de la atmsfera; de modo que todo cuanto andaba o volaba tena que, caer, o que reposar sobre su p ropio centro; que, por consiguiente, la verdad de LA GEOGRAFA cientfica de los ant iguos estaba demostrada por su principal comprobante; que Posidonio, el maestro de Cicern, tena razn cuando aseguraba que se poda ir de Espaa a la India por el crculo , occidental y regresar de la India a Espaa por el crculo oriental. La ciencia haba hecho, pues, su ms preciosa conquista; y esa conquista se deba, segn el vulgo de l os ignorantes, al profundo genio de Coln; segn el criterio de los eruditos, a la f e, al arrojo y a la tenacidad de un explorador inspirado por la lectura de los s abios antiguos. 9. RESULTADOS POLTICOS ULTERIORES. De los resultados polticos, unos fueron inmedia tos, y los otros ms lejanos y sucesivos; pero todos de una importancia inmensa qu e de ms en ms se siguen sintiendo en el mundo y en la civilizacin moderna; porque n adie puede calcular todava el colosal influjo que los Estados Unidos de la Amrica del Norte, y la Repblica Argentina en la del Sur, ejercern de aqu a dos siglos. 10. RESULTADOS ECONMICOS APARENTES. La China, la Birgamia, el Thibet, la Malacca, iban a ser, segn creencia general, posesiones de la corona de Castilla y Aragn. E l monopolio terrestre de los musulmanes de la Siria y de la Arabia, el de Veneci a y los italianos en los puertos de Egipto y del Asia Menor (V. Lec. II), vena a quedar volcado y herido por el descubrimiento de Coln y por la navegacin directa d el Atlntico. 11. INFLUENCIAS POLTICAS INMEDIATAS. Indecible fue la sorpresa y la contrariedad de los reyes de Portugal. Ajenos, como todos los dems, a la verdad de las cosas y dando por sentado que Coln haba tocado en las costas asiticas, entendieron que la Espaa y la India quedaban directamente unidas, cuando ellos no haban conseguido ll egar siquiera a Madagascar por el rumbo de las costas africanas que haban preferi do (27). ________________ (27) Bartolom Daz lleg al Cabo de Buena Esperanza en 1486. Vasco de Gama dobl ese Ca bo en 1498 (6 aos despus del descubrimiento de Coln). ________________
12. PRIMERA CUESTIN SOBRE LMITES AMERICANOS. Altamente contrariados, los portugues es decidieron defender a todo trance los derechos que les haban otorgado los Papa s Martn V y Eugenio IV a la exclusiva navegacin y comercio con los mares y costas de la India e intimaron enrgicamente a los reyes de Castilla y Aragn que se abstuv iesen de prolongar hacia el Oriente la ocupacin y aprovechamiento de las costas d escubiertas por Coln. El incidente lleg a ser tan serio, que estuvieron a punto de romper por pases y costas que no slo no conocan, sino que estaban a inmensas dista ncias cuando aquellos que los disputaban crean que se hallaban en el mismo territ
orio y a orillas del mismo mar! 13. EL ACUERDO DE TORDESILLA. El papa Alejandro VI, espaol de familia y de nacimi ento, intervino para impedir que se fuesen a las manos, y les propuso dividir lo s descubrimientos disputados separando el Occidente y el Oriente por una lnea ima ginaria trazada de polo a polo en el Atlntico. Aceptado el rbitro en general, los comisarios regios de ambas Cortes se reunieron a estudiar y trazar la lnea de sep aracin en TORDESILLAS, lugarejo de Castilla que, por esta circunstancia, ha venid o a tener nombre en la historia moderna. El Papa haba aconsejado que la lnea se ti rase a 170 leguas al occidente de Cabo Verde. Pero Portugal observ que quedaba de masiado prxima a sus costas de Africa, y que era muy probable que en su prolongac in cortara alguno de los puntos de su exclusiva pertenencia. Admitida la observac in, se resolvi adelantarla 200 leguas ms al oeste, es decir, a 370 leguas de Cabo V erde. Si la Espaa hubiera estado mejor servida, se hubiese reparado que las islas descubiertas por Coln quedaban metidas al noroeste en un golfo y que partiendo l a lnea desde all, era claro que haba de encontrar puntos ms salientes de la costa oc cidental, como, en efecto, se vi cuando se descubri el cabo de San Roque; que qued cortado al oriente, y como tierra de Portugal con toda la prolongacin de sus cost as hasta las inmediaciones del Ro de la Plata. De ah las malhadadas disidencias so bre lmites y fronteras que han alcanzado hasta nosotros, con los gobiernos de Por tugal y del Brasil. 14. EL XITO. Cuando Coln crea haber asegurado la gratitud y la gloria que mereca su nombre, era precisamente cuando estaba ms cerca de las amarguras del desengao, de la desgracia, del descrdito y del abandono. Tal es la fortuna y el xito de las cosa s del mundo! Con un simple cambio de rumbo hubiera pisado en las playas de Mjico, hubiera descubierto el Mar Pacfico y recibido noticias del Per. Todo cuanto haba d e excesivo y de visionario en su genio, de fabuloso en las cosas de la Tierra, y mucho ms que lo que l buscaba en Cipang o en el Cathay, hubiera surgido como una r ealidad opulentsima a sus ojos... Pero, oh dolor y recnditos secretos del destino! Todo eso que tena inmediato al norte y al sur, estaba destinado a ser presa de do s aventureros sanguinarios y feroces, de dos buitres, cuando l, perseguido, humil lado, acriminado, cargado de grillos, perdido el favor, y hasta la conmiseracin d el rey a quien haba servido, deba morir olvidado, y tenido por loco, en la indigen cia... La gloria!... Bah!... Pudo l acaso haberla conocido y gozado despus de muerto? Lo que sabore en vida fueron las amarguras del desencanto.
LECCIN VI INTERVENCIN ENOJOSA DEL OFICIALISMO OFICIAL 1. REGLAMENTACIN FISCAL. Pasado el momento de la admiracin y del asombro, se inici aron sugestiones para rebajar las atribuciones que la Capitulacin le haba otorgado a Coln. Comenzse a pensar que no era regular ni prudente que se le dejase seor, co mo Virrey y como Almirante, de todos los mares occidentales, y de las incontable s riquezas de la Asia. Era, pues, necesario sujetarlo a las reglas de una estric ta administracin; y al efecto se le impuso una Comisin inspectora presidida por do n Juan de Fonseca, arcediano de Sevilla y miembro influyente del Consejo de Cast illa, con amplios poderes para entender en todo lo relativo a la navegacin de los mares, islas y tierras que se hubieren de descubrir en seguida; y tambin de todo cuanto adquiriese en ellas y hubiere de remitir a Espaa (28). ________________ (28) Algunos escritores, entre ellos don Diego Barros Arana, por haber ledo mal o interpretado equivocadamente a Navarrete y a Prescot, han confundido el nombram iento eventual y administrativo de esta Comisin interventora, con la ereccin poste rior del SUPREMO CONSEJO DE INDIAS Y CASA DE CONTRATACIN. Lo nico que resulta de l
o coleccionado por Navarrete, y de los libros del Archivo de Indias, es que cuan do el Consejo de Indias fue creado en 1524 por el Emperador y Rey Carlos V, y no por los Reyes Catlicos, se mand que se encabezasen sus libros trasladando y asent ando en ellos las resoluciones y actos anteriores a su instalacin, que corran en e l CONSEJO DE CASTILLA. Dara que se tuviesen por parte integrante del gobierno de las Indias Occidentales; y de ah viene la nota frecuente con que Navarrete las t raslada, diciendo: "Original en tal -Registrad en el archivo de Indias de Sevill a". Esto lo explican perfectamente el jurisconsulto J. de Solrzano, miembro del S upremo Consejo de Castilla y del de Indias, y su anotador Ramiro de Valenzuela, Relator de este ltimo Consejo y Oidor honorario de la Real Audiencia de la Casa d e Contratacin de Cdiz, donde dicen -Y entre estos Consejos es muy considerado y es timado el que se sustituy por el seor emperador Carlos V a 1 de Agosto de 1524 para el mejor gobierno de las Indias Occidentales, nombrando por Presidente a don Fr ay Garca de Loaysa, que era entonces obispo de Osma y que despus fue arzobispo de Sevilla, y por consejeros al Maestro Fray Luis de Vaca, obispo de Canaria, docto r Gonzalo Maldonado, que despus fue obispo de Ciudad-Rodrigo, doctor Diego Beltrn, Protonotario, Pedro Martyr de Anghiera o Angleria, segn la edicin de 1574, doctor Lorenzo Gaindez de Carbajol; y por Fiscal al Licenciado Prado: Porque antes de esta formacin las cosas y causas de Indias no tuvieron Consejo particular por don de correr, y se despacharon por el de Castilla, como accesoriamente unidas a l, o por algunos graves varones y consejeros que dl se mandaron entresacar y diputar para su gobierno hasta que la muchedumbre de ellas oblig a que se les diese el qu e he referido." (Polit. Ind., de Solrzano.) Y ntese: 1 que Prescot usa la palabra board para designar la primera Comisin Inspec tora de los asuntos de las Indias Occidentales, y no de la palabra council de qu e usa siempre que designa o cita cosas del Consejo de Indias; y 2 que en los nomb ramientos de las personas que haban de acompaar y tomar cuentas a Coln mencionadas en la coleccin de Navarrete en los aos de 1493 a 1524, no hay ninguno en que apare zca el tal Consejo de Indias con sus ttulos y facultades; como no aparece tampoco en el mismo Poder y Delegacin dado al Consejero de Castilla don Juan de Fonseca, arcediano de Sevilla, y a Juan de Soria, lugarteniente de los Contadores Mayore s, para intervenir e inspeccionar los actos, operaciones y viajes de Coln. Juan d e Soria ri al instante con Coln. Este se quej directamente a los reyes, y no por int ermedio de ningn Consejo: los reyes reprendieron directamente a Juan de Soria por carta que le firmaron: lo que no hubiera podido hacerse si el Supremo Consejo d e Indias hubiera existido. Bastar prenotar con atencin los documentos de Navarrete , especialmente los de la pgina 36-48 y los dems del tomo II para ver claramente q ue se trata de Comisiones interventoras y no del Supremo Consejo de Indias. Fcil sera tambin verificar en los libros del archivo de Indias de Sevilla la fecha del 19 de Agosto de 1524 en que fue erigdo el Supremo Consejo de Indias por Carlos V , y no por sus abuelos, los Reyes Catlicos. ________________
2. NOBLEZA MORAL DEL CARCTER DE COLN. Acongojado, indignado, tambin, de que su glor ia y su fortuna hubiesen incitado tan pronto celos, envidias, desconfianzas y pr ecauciones oficiales contra su proceder, le dirigi un memorial a la Reina jurando ante Dios y su majestad que si Dios le haca efectiva la fortuna que tantos celos y rumores levantaba contra l, la pondra toda a disposicin de la Reina para que res catase de mano de los turcos el Santo Sepulcro de Jerusalem. 3. LOS VIAJES POSTERIORES. Cuando empezaron los viajes posteriores comenzaron ta mbin los desengaos y los tropiezos que deban ser consecuencia necesaria del error e n que estaban todos (y Coln principalmente) acerca de las tierras descubiertas. T res viajes ms hizo Coln, y todos fracasaron, causndole profundos sinsabores y desgr acias. 4. SEGUNDO VIAJE. Rebosando de aliento y de gloria por el xito con que haba regres ado, Coln sali de Cdiz el 25 de Septiembre con 17 barcos y 1.500 acompaantes, poblad
ores, frailes, hidalgos, aventureros y vagos que iban pensando echarse como buit res sobre los emporios asiticos que daban ya por ocupados. Intil es decir que no e ncontraron nada ms que islas habitadas por salvajes. El desengao y los contratiemp os de semejante vida pusieron todo en anarqua. Llegaron a Espaa quejas y acusacion es que presentaban a Coln como un loco delirante, embaucador y malo. Los reyes ma ndaron al visitador Aguado para que lo procesase. Pero Coln prefiri defenderse en Espaa, y sali para all dejando los establecimientos de la Navidad y de la Isabela s ituados en Hait en el mayor desorden y ruina. Vestido con el hbito franciscano, y larga la barba, a manera de humilde penitente, se arrodill bailado en lgrimas a lo s pies de la reina, que vivamente conmovida tambin, lo levant pon sus manos y lo s ent a su lado. En este segundo viaje Coln descubri y bautiz con nombres cristianos v arias islas: la Dominica, Guadalupe, Jamaica, Sotavento, San Cristbal, Antgoa. 5. TERCER VIAJE. Coln emprendi su tercer viaje el 30 de Mayo de 1498. Como descubr iera que Cuba no era el continente asitico, que haba credo, corrigi su derrotero al oeste, y toc en las bocas de un caudaloso ro, el Orinoco de Venezuela. La belleza grandiosa del paisaje, los altsimos cedros, la floresta, el esplndido plumaje de l as aves, las palmeras colosales, lo extasan, y escribe en su diario: "Todo esto m e da grandes indicios de que este sitio es lo que queda del Paraso terrenal". Con vencido de que est cerca de la pennsula de la Malacca, resuelve entrar por el ro; y para hacerlo regresa a Hait, a rehacer sus vveres y recomponer sus buques. 6. ESTADO LAMENTABLE DE LA COLONIA. Al llegar a Santo Domingo todo haba empeorado . Los buques que le venan de Espaa con basamentos haban naufragado en la costa de J aragua: 258 colonos haban perecido del vmito negro: el resto segua amenazado, sin r emedios y sin ropas. Estas quejas haban llegado a Espaa; y mientras Coln navegaba p or las bocas del Orinoco, el licenciado Bobadilla haba venido a destituirle y pro cesarlo. Entre los graves cargos que se le hacan haba uno que por desgracia era ve rdadero: haba autorizado la esclavatura y repartimiento de los indios de ambos se xos, obligndoles a sembrar, a buscar minas, y trabajar en servicio de sus amos. B obadilla le hizo poner un par de grillos y lo remiti a Espaa. Se cuenta que el cap itn del barco quiso quitrselos desde que sali al mar, y que Coln se resisti dicindole "pues me los puso el representante de los reyes, slo ellos pueden mandar que se q uiten". 7. ABSOLUCIN Y LTIMO VIAJE. La llegada de Coln engrillado caus una indignacin general en la corte, en el reino y en el mundo, segn dicen los que lo cuentan. Nadie ign oraba en la corte que esa brutal medida haba sido obra del Rey don Fernando y de su recio consejero el Arcediano Fonseca, cada vez ms enemigo de Coln, y ms convenci do de que era un "hablador ignorante y loco". Sin embargo, la reina doa Isabel de stituy a Bobadilla; nombr a Nicols de Obando gobernador de los mares del Oeste, y p enetrada de que sera una injusticia desconocer que Coln era el descubridor de las nuevas tierras, y privarlo de los medios de seguir sus exploraciones, lo autoriz a hacer un nuevo viaje, con la condicin expresa de que no tocase en la isa de San to Domingo, que era entonces la cabeza administrativa de la gobernacin de aquello s mares. 8. EL CONTRASTE FINAL DEL GRAN SOADOR. En mayo de 1502 emprendi Coln su cuarto viaj e a los mares del Oeste. El malsimo estado del principal de los buques que le haba n dado, le oblig a entrar de arribado a Santo Domingo contra las rdenes reales, so pena de naufragar, sin ms solicitud que el permiso de cambiar el barco averiado por otro. Obando le orden que saliese inmediatamente. Superando peligros y dificu ltades, sigui su rumbo con heroica tenacidad. En ese cuarto viaje descubri la Baha de Honduras. Los habitantes le parecieron ms cultos (29), tenan en sus adornos per las y oro, que recogan segn le dijeron, en las arenas del ro; agregndole que al noro este haba naciones muy ricas y ciudades populosas. Quiso Coln partir inmediatament e. Si lo hace llega a Yucatn y descubre el imperio de Mjico! Pero engolosinada su g ente con las arenas aurferas y con las perlas de los indgenas se resisti a dejar aq uel lugar. El hallazgo fue funesto; sobrevinieron rias y muertes por codicia y po r juego, asaltaron, robaron y vejaron a los indgenas; y cuando acosados por la mu
ltitud de enemigos y por el hambre, trataron de huir, encontraron tan bajas las bocas del ro que tuvieron que abandonar dos barcos y recalar con los dems a otra c osta, sin saber que era la del istmo de Panam y que estaban en el puerto que se l lam despus Portobello. All se les fue a pique otro barco taladrado por el gusano br oma, sin quedarles ms recurso que refugiarse en Jamaica. Coln iba atacado por la f iebre, y en peligro de muerte. Mas como si todo fuese poca desgracia todava, uno de esos terribles huracanes de las Antillas dio en la costa con los buques que l e quedaban. ________________ (29) Y lo eran, en efecto, pues pertenecan a la raza maia del Yucatn. ________________
9. EL ABANDONO, EL REGRESO Y LA MUERTE. En este estado de desolacin, Coln le pidi s ocorros al gobernador Obando, sin obtener contestacin siquiera por ms de un ao, has ta que los habitantes de Santo Domingo, condolidos del largo padecimiento de los nufragos, armaron a su costa dos buques y sacaron a Coln de all. Si cuando Coln des embarcaba en Espaa llevaba todava alguna esperanza, la perdi al pisar en tierra. La reina, su nica protectora, estaba agonizando. Muerta ella, ya no le quedaba nada que esperar. Abrumado por los aos, por el dolor por la malevolencia del Arcedian o Fonseca, por la injusticia del rey don Fernando, por los tormentos morales y p or las enfermedades, postr su entereza y muri en 1506. Triste es sin duda ver a un hombre de tanto espritu, de tan noble honradez, correr en pos de una ilusin insen sata, hasta caer exnime al pie del monumento levantado por su genio inslito, sin t ener la menor idea de que lo que haba hallado era mil veces ms glorioso para su no mbre, ms fecundo para el mundo moderno que lo que haba buscado! Era nada menos que la ATLNTIDA, el gran misterio del globo terrestre anunciado a Platn y al mundo cls ico por sacerdotes del Egipto.
LECCIN VII LOS CONTINUADORES DEL DESGRACIADO DESCUBRIDOR 1. EMPRESA SOCIAL DE VESPUCIO, ALONSO DE OJEDA Y JUAN DE LA COSSA. Amerigo Vespu sio era un florentino que comerciaba en Sevilla cuando Coln volvi a Espaa de su pri mer y glorioso viaje. Habiendo sabido ganarse el favor y la confianza del arcedi ano Fonseca, Amerigo consigui que se le diera parte en la provisin de vveres y pert rechos del segundo viaje. Coln no lo nombra, pero dice que los proveedores lo haba n engaado, embarcndole todo de malsima calidad y mucho ms escaso que lo convenido. D e manera que si Vespucio fue uno de ellos, protegido por Fonseca, tendramos que e l proveedor fue digno abuelo de los actuales; y el ministro, un ministro o presi dente de favoritos, como tantos de los que hemos conocido en nuestro tiempo. Ini ciado por sus negocios en los intereses y exploraciones del Nuevo Mundo, Amerigo hizo pacto con Alonso de Ojeda y con el cosmgrafo Juan de la Cossa, para prosegu ir descubriendo. 2. LOS VIAJES DE VESPUCIO Y EL NOMBRE DE AMRICA. Dos viajes hicieron por el norte al servicio de Espaa: en 1494 y 1497. Siguiendo las huellas de Coln rescataron pe rlas y fragmentos de oro por el Orinoco y por el Magdalena (Nueva Granada al Nor te) hasta dar la vuelta por el mar de las Antillas. De este viaje formaron una c arta geogrfica que fue publicada y comentada por un impresor de Friburgo algunos aos despus. Usando en la obra del latn, como era de regla entonces, denomin al nuevo mundo terrae Americi (tierras de Amrico) y fue as cmo se generaliz el nombre de AMRI CA, quedando Coln privado hasta de la gloria de dar su nombre inmortal al mundo n uevo que haba descubierto. Pero todo se compensa, y al explicar tan injusta usurp
acin, los siglos se vern siempre obligados a recordar la injusticia del destino, y honrarn tanto ms al mrtir cuanto que tendrn que poner en una lnea muy inferior al qu e le usurp su gloria. Por lo dems, el nombre de la tierra que hoy llamamos Amrica, debi ser ATLNTIDA, por la posicin y por el veredicto del mundo antiguo que haba prec onizado, su existencia en el lugar donde se halla. 3. INTRUSIN FRAUDULENTA DEL PORTUGAL EN EL MAR OCCIDENTAL DE ESPAA. Pasados los pr imeros momentos, comenz a prevalecer la sospecha de que la tierra descubierta por Coln no era parte de Asia; pero que era natural que por alguno de sus canales se pudiera pasar al oeste y encontrar el Asia detrs de los confines del mismo mar e spaol. Con esta presuncin el tratado de Tordesillas dejaba de ser una garanta del m onopolio de las posesiones portuguesas, pues si en el nuevo continente espaol haba un pasaje directo para la India, el Portugal quedaba privado del exclusivo domi nio y navegacin que tena por las costas africanas. 4. PEDRLVAREZ CABRAL. En marzo de 1500 sali de Lisboa con una poderosa escuadra el general Pedrlvarez Cabral, a proseguir por Africa las operaciones de Vasco de Ga ma. Que fuera por evitar calmas, como lo dijo, o por explotar maliciosamente las costas occidentales y por bravos vientos, en vez de seguir por las de Africa, s e engolf por el mar del oeste ms de lo de costumbre, y dio en el enorme territorio con que nuestro continente se avanza al naciente en el Cabo de San Roque. Segur o de que no haba andado las 370 leguas del Tratado de Tordesillas que le marcaban su lnea, tom puerto en la costa occidental y le dio el nombre de Puerto Seguro; c reyendo que haba dado con una grande isla que quedaba al lado portugus, dejando po r medio hacia el lado espaol un gran canal y se posesion de ella a nombre de su re y. 5. ERROR GARRAFAL DE LA LNEA DIVISORIA TRAZADA POR EL PAPA. Desgraciadamente la ln ea imaginaria que se haba trazado hipotticamente sobre el mar, de polo a polo, tom ando por punto de partida la situacin de las Antillas, entraba sobre el continent e descubierto por Coln, partindolo desde el Maran por el norte hasta Paragu y muy pro bablemente en lnea directa hasta las bocas del Ro de la Plata, no conocidas ni exp loradas todava. Si lo descubierto por Pedrlvarez Cabral hubiera sido realmente una isla, fcil hubiera sido entenderse sobre sus lmites y salvar el continente que se supona separado de ella por un gran brazo de mar. Pero siendo una parte enorme d el continente espaol, el resultado era que los portugueses se quedaban con todas las costas de la lndia, y adems, en contravencin al Tratado de Tordesillas, venan a compartir con los espaoles, una mitad, a lo menos, del continente que la demarca cin papal les haba otorgado a estos ltimos; y de ah las cuestiones interminables de lmites y complicaciones comerciales de la mayor importancia, que deban surgir entr e ambos reinos, como lo vamos a ver. 6. PROLONGACIN DE LOS DESCUBRIMIENTOS EN LAS COSTAS DEL BRASIL. Por causas que ig noramos, Vespucio dej el servicio de Espaa y se pas al de Portugal insalutato hospi te, como dice Ramussio. En mayo de 1500 sali a verificar el hallazgo de las costa s del oeste que haba encontrado Pedrlvarez Cabral. Reconoci el Cabo de San Agustn, a lgunos de los otros puntos que siguen al sur, entre ellos Puerto Seguro, Ro Janei ro, Santa Catalina y Ro Grande. Varnhagen pretende que Vespucio sigui hasta el Cab o de Santa Mara, es decir, hasta las entradas del Ro de la Plata, lo cual no es ot ra cosa que chauvinismo brasilero; pues para probar lo inexacto de semejante ase rto basta ver, como lo observa E. Madero, que el mismo E. Vespucio dice que del grado 32 (Ro Grande del Sur) hizo rumbo al sudeste hasta la isla donde el inviern o no se puede ya soportar en marzo, es decir, hasta la isla Georgia que queda al sur de las Malvinas sobre el grado 53. De manera que no toc en nuestro cabo Sant a Mara ni pudo verlo a una distancia de ciento y 15 leguas. En cuanto al Ro Janeir o, o Januario en portugus y en italiano, asegura que se le dio ese nombre porque fue descubierto en el mes de enero. En ninguna parte consta semejante razn; y pud iramos tal vez condensar antecedentes que demostraran que el nombre Januario equiv ale a Gran Portada, por el efecto que hace al entrar en l por el mar, y porque en latn Janua quiere decir puerta. Por eso es que el mes mismo Enero o Januarius, c
omo se llama en el Calendario Juliano, quiere decir Portada del Ao. Advirtase para mayor detalle de nuestra analoga, que cuando Vespucio descubri a Ro Janeiro, o Ra d e la Portada, andaba buscando precisamente un canal o una puerta que diera acces o al mar de las Indias. Algunos otros puntos marc Vespucio en las costas del Bras il, cuyos nombres suenan de cuando en cuando con relacin a las exploraciones y co lonizacin de nuestro Ro y sus afluentes. Entre ellos San Vicente, la Cananea, Sant a Catalina, Santos, Paranagu, etc. 7. DESCURIMIENTO DEL ISTMO DE PANAM Y DEL MAR OCCIDENTAL LLAMADO HOY MAR PACFICO. Siendo Alcalde Mayor y capitn de la milicia de la villa Nombre de Dios situada en el Golfo Darien, Vasco Nez de Balboa tuvo noticia por un cacique llamado Comagre (Cuma-khari) de que el lugar que ocupaban era una lonja estrecha, y que al otro lado se vea un mar inmenso por cuyas costas se poda ir hasta el opulento imperio d el Inca. Balboa se hizo acompaar por el cacique; y, en efecto, a medio camino des cubri desde los altos cerros el Ocano Occidental. Lleno de jbilo, de ambicin y de gr andes proyectos, regres a Nombre de Dios resuelto a buscar recursos para explorar el nuevo mar y sus costas. 8. PROCESO Y EJECUCIN DE BALBOA. Envenenado por la envidia y de una ndole feroz, F rancisco Pizarro, el futuro conquistador del Per, se opuso al propsito de Balboa a legando que no se poda expedicionar al nuevo mar ni a nuevos descubrimientos sin previa licencia y concierto con el gobernador de Pedrairas de Santo Domingo, que era a la sazn la capital del gobierno de las Indias. Sobre esto se arm un infame caramillo. Pizarro obtuvo autorizacin y poderes para prender a Balboa. Conducido a Santo Domingo, fue sin ms ni ms decapitado como rebelde, y los delatores le roba ron las opulentas consecuencias de su descubrimiento.
LECCIN VIII DESCUBRIMIENTOS Y EXPLORACIONES DEL RO DE LA PLATA 1. NULIDAD JURDICA DE LA DEMARCACIN ENTRE ESPAOLES Y PORTUGUESES. La lnea divisoria convenida en Tordesillas tena por base fundamental que las tierras que quedaran a l occidente seran de Espaa, y de Portugal las de Oriente, es decir las costaneras de las proyecciones en la costa de Africa; y como ahora resultaba que la lnea cor taba en su mayor extensin el continente occidental, era innegable que en la demar cacin se haba incurrido en error de hecho; es decir, en un vicio que entre particu lares y entre estados anula los contratos por solemnes que fueren. La Espaa recla m como era consiguiente. Los portugueses evadieron contestar al caso; pero por lo pronto se abstuvieron de avanzar de Baha de Todos los Santos hacia el sur. 2. MEDIDAS PRECAUCIONALES DE ESPAA. Decidido el Rey viudo don Fernando a estorbar que el Portugal siguiera ocupando las costas hacia el sur, solapadamente y al f avor de las soledades de aquellas regiones no exploradas ni conocidas todava, ace pt las propuestas y servicios de Juan Daz de Sols, marino experimentadsimo, que fue autorizado a salir a explorar y tomar posesin de las costas del sur a nombre de E spaa (30). ________________ (30) Se disputa mucho entre nuestros eruditos, si Sols haba hecho o no en 1508 un viaje a los mismos parajes. Mi opinin s que ese viaje se hizo, en efecto, en forma reservada, y por simple exploracin; pues en la estipulacin que se firm con l y con Vicente Yez Pinzn se dice: "que o toquen en tierras o islas pertenecientes al Portu gal"; lo que hace entender que deban navegar al sur, que Portugal no tena establec imientos conocidos al norte. A esto se agrega la orden que se les daba: "de que si en aguas correspondientes a la Corona de Castilla y de Len hallaren naves sin licencia, las secuestraran". Nos parece que esta precaucin no se refiere al norte
, donde no haba navegacin portuguesa, sino al sur, para evitar, precisamente, que los portugueses adelantasen la ocupacin ms ac de la Baha de todos los Santos; tanto ms cuanto que en la capitulacin se les exiga que buscasen un canal o estrecho por d onde se pudiese pasar de un mar a otro. Como quiera que sea, esta es una disiden cia o discusin sobre nimios detalles que no tienen mayor inters para dar o quitar carcter a los sucesos realmente histricos. Bstenos, pues, saber que se disputa sobr e si el viaje de Sols en 1515 fue el primero o el segundo de los que hizo por nue stras costas. ________________
3. DESCUBRIMIENTO Y EXPLORAClN DEL RO DE LA PLATA. El 8 de octubre de 1515 sali Sols del puerto de Sanlcar, inclinando su derrotero a la parte sur de las costas amer icanas. El 20 de enero de 1516 observ que daban una vuelta acentuadsima hacia el o ccidente formando un Cabo pronunciado que llam de Santa Mara y que le inspir la esp eranza de que por all pudiera encontrarse el deseado pasaje o canal entre los dos mares. El 2 de febrero not a la izquierda algunas islas. Ms adelante, y a su izqu ierda, descubri una pequea baha abrigada por un cerro cnico; despus un ro de poco caud al; y a medida que adelantaba vio con sorpresa que haba entrado a navegar en agua s dulces, a pesar de que el espacio que ellas cubran era de tal extensin que pareca un mar sin horizontes. Era, pues, evidente que haban navegado entre la costa y l as islas de Lobos y de Flores: que haban pasado a la vista de Montevideo, por del ante de las bocas de Santa Luca, y penetrado a lo largo de las costas orientales en el Ro de la Plata. 4. MUERTE DE SOLS. Como conociera que navegaba en un ro, Sols se traslad a la ms livi ana de sus carabelas para explorar las costas, y sigui por ellas hasta una isla d onde enterraron el cadver del despensero Martn Garca. Viendo por aquellas inmediaci ones muchos salvajes que, desde la costa, les hacan seales amistosas y festivas, S ols desembarc con seis compaeros y entraron hasta la orilla del bosque, donde los n aturales parecan esperarlos. Pero a poca distancia les lanzaron sus flechas y los mataron. Cuentan algunos, y entre ellos el magistral Pedro Mrtir de Angheria, qu e, muertos ya, los asaron y los devoraron. Otros lo niegan, sosteniendo que los Charhuas no eran canbales (31). ________________ (31) Estos salvajes no eran la raza guaran que poblaba el interior del Paran y del Alto Uruguay, sino char-huas de la raza caribe que desde all se estenda por el Br asil hasta el mar de las Antillas, antropfaga, como todos saben, de un extremo a otro. Entre sus deberes religiosos, se contaba como uno de los primeros sacrific ar y comer al enemigo; que, por otra parte, haba sido de uso general en el mundo antiguo (hostis-hostia). Los griegos y los romanos alteraron la tradicin sacrific ando y comiendo animales de sangre; y el cristianismo la cambi por el sublime mis terio del sacrificio incruento de la hostia y de la comisin con el producto del c alor solar (divino): el trigo y la vid. ________________
5. EL REGRESO. Los tripulantes de la carabela eran tan pocos, que no pudieron da r socorro a su jefe; y se retiraron horrorizados. Reunidos a los que haban quedad o ms afuera del ro, se volvieron a Espaa con la triste noticia de la catstrofe. 6. PERTURBACIONES Y GUERRA CIVIL EN ESPAA. Lleg all esta noticia en momentos de gra ndes perturbaciones. El nuevo rey de Espaa, dueo tambin de muchas otras coronas pod erosas de Europa, tenda a hacerse dspota militar y absoluto; lo que di lugar a que la clase municipal de las ciudades se levantase invocando sus fueros con el nomb
re de COMUNEROS. Pero destrozados por las tropas veteranas y por los nobles, los comuneros sucumbieron, pereciendo con ellos todas las libertades polticas y civi les que provenan de los fueros, e inicindose una larga poca de retroceso (32). ________________ (32) El joven rey tom el nombre de Carlos I. Por su madre doa Juana la Loca, hija de Fernando e Isabel, era nico nieto y heredero del reino de Espaa, y de una mitad a ms de los Estados de Italia. Por su padre, el archiduque don Felipe el Hermoso , era nieto del emperador de Alemania Maximiliano I y heredero presunto del impe rio; y adems era soberano de Holanda, de los Pases Bajos y del Bramante, duque de Flandes, de Lorena y Alsacia, de Parma, de Npoles y de Sicilia; y tan poderoso, q ue se puede decir que tena en sus manos la Europa entera, con excepcin de la Franc ia y de la Inglaterra. Coln, Corts y Pizarro acababan de darle la Amrica y sus riqu ezas; de modo que los espaoles tenan un rey a cuyo poder nadie haba igualado hasta entonces, cosa fatal por lo mismo para los Fueros del pas. Ante ese poder cayeron todas las libertades polticas de las comunidades, libres hasta entonces para vot ar los impuestos y los armamentos. Los grandes patriotas Juan de Padilla y Juan de Lanuza fueron decapitados por haberlos invocado y defendido. ________________
7. FERNANDO DE MAGALLANES. En medio de tan graves agitaciones, la desgracia de S ols pas desapercibida o por lo menos envuelta como un incidente sin importancia en tre los ruidosos sucesos de Europa. Transcurrieron dos aos sin que se pensase en continuar las exploraciones por las costas del mar del sur. Pero en 1518 se pres ent en Espaa Fernando de Magallanes, personaje portugus de grande y merecida fama c omo marino y como general, que vena altamente ofendido con su gobierno. Informado , a lo que parece, por su grande experiencia en las navegaciones y comarcas de l a India, aseguraba que el canal interocenico que se buscaba, se hallaba al sur de l nuevo continente, y ofreca encontrarlo y pasar por l hasta las famosas islas de la ESPECERIA (Molucas) que ocupara a nombre de Espaa porque quedaban al occidente de la demarcacin de Tordesillas. El cardenal Ximnez de Cisneros, hombre de genio y de Estado, comprendi al momento la importancia de la empresa, la vala del hombre, y mand que se llevase a cabo. 8. DESCUBRIMIENTO DEL ESTRECHO Y MUERTE DE MAGALLANES. La expedicin sali de Sanlcar el 20 de setiembre de 1519 (33). Recal en el Cabo Santa Mara el 11 de enero de 15 20; di la vuelta al estuario del grande ro, o Mar Dulce, descubierto por Sols. Desp us de reconocer la ribera occidental, donde despus haba de levantarse Buenos Aires, sali con rumbo al Mar del Sur por el Cabo de San Antonio (34). El 21 de octubre divis un promontorio al que di el nombre de Cabo de las Vrgenes, por ser ese el da e n que la iglesia conmemora el martirio de las 0nce mil vrgenes. Habiendo visto al occidente una abertura o abra, que le pareci un canal, entr por all contra el pare cer de sus subalternos, uno de los cuales desert y se volvi a Espaa con su nave. El 27 de noviembre de 1520 Magallanes sali por el Estrecho al mar occidental y sigu i su rumbo hacia las islas de la Especera o Molucas. Descubri en ese camino las isl as Marianas y las Filipinas, en una de las cuales, llamada desde entonces de los Ladrones, fue muerto por los salvajes que la habitaban. Los que sobrevivieron o cuparon las Molucas en noviembre de 1521 (35). ________________ (33) Algunos equivocan esta fecha con la del 10 de Agosto que es simplemente la salida de Magallanes de Sevilla para Sanlcar a preparar su partida. (34) Por lo dems, el seor Eduardo Madero tiene hoy tomados de los archivos de Espaa los documentos incontrastables de que Magallanes fue el primero que explor el es tuario del Ro de la Plata; y que cumpliendo sus rdenes fue como el piloto Juan Rod rigo Serrano se adelant a las bocas del ro Uruguay, y anduvo por ellas; de lo cual
resulta completamente inexacta la noticia de esta exploracin atribuda a un cierto Juan Alvarez y Ramn que nadie conoci ni nombr en aquel tiempo. Opinamos, sin embar go, que Rodrigo Serrano no pas de Martn Garca o de las Islas de las Piedras porque debi ver que entre aguas dulces no puede haber Estrecho de Mares. (35) Magallanes haba pasado por grandes dificultades en las costas patagnicas. Sin contar la peligrosa lucha con aquellos mares solitarios y procelosos, que lo fo rzaron a largas interrupciones y estadias de reparacin en las costas, tuvo que so meter serias tentativas de rebelin en que murieron muchos tripulantes y promotore s de los desrdenes, adhirindose los unos a la obediencia de su jefe, y teniendo lo s otros deponerlo y asesinarle. Lleg el caso hasta el extremo de tener que mandar apualar a Luis de Mendoza y descuartizar a Fernando Quesada. En la baha, de San J ulin dej abandonados al capelln de la Trinidad y a un tal Cartagena. De sus ms fiele s partidarios fue Rodrigo Serrano, el explorador del ro Uruguay, que fue tambin el descubridor del Ro Santa Cruz, en cuyas inmediaciones un temporal arroj su nave S antiago contra las rompientes de Monte-Len; pero Serrano tuvo la fortuna de salva rse y regres por tierra a San Julin, donde se reuni con Magallanes. ________________
9. PRIMERA VUELTA DEL MUNDO. Teniendo que regresar a Espaa, el piloto Juan Sebast in de Elcano, capitn de la nave Victoria, tom la vuelta por las costas de la India, dobl el Cabo de Buena Esperanza, remont el Atlntico, tom el Estrecho de Gibraltar, entr al Mediterrneo, y fonde en Sanlcar el da 6 de diciembre de 1522, a los tres aos d e haber atravesado este ocano en sentido contrario en compaa de Magallanes. Debemos notar que con Elcano regresaba tambin un marino espaol de Moguer, llamado Diego G arca, que adquiri algn renombre en las exploraciones sucesivas del Ro de la Plata y del Paran.
LECCIN IX SEBASTIN GABOTTO DESCUBRE EL RO PARAN Y SUS AFLUENTES 1. EXPLORADORES PORTUGUESES. No parece desnuda de verdad la presuncin, aunque alg o vaga, de que haban andado naves portuguesas por el Ro de Sols. Por lo menos, un m uchacho que haba quedado oculto por all despus de la catstrofe, recogido por Gabotto en 1526, le dijo que haca poco l haba visto un barco de aquella nacin navegando por este ro. La cosa nos ofrece alguna duda; a lo difcil de que un muchacho europeo h ubiese podido subsistir oculto en las vecindades de los Char-Huas, nos parece qu e si hubiese visto barco con cristianos los habra llamado y se hubiera asilado en tre ellos. Como quiera que sea, verdad o conseja como las de aquel tiempo, la pr esuncin no es de rechazarse, y es ms bien muy probable, dadas las circunstancias y el constante inters de los portugueses por seguir siempre al sur, a fin de que E spaa no quedara con la dominacin exclusiva de los puertos y costas que se allegaba n al Estrecho por donde ahora se poda tomar rumbo a las costas y regiones asiticas que ya ocupaba el Portugal. 2. NACIENTE IMPORTANCIA DEL RO DE LA PLATA. El descubrimiento del Estrecho hizo c omprender de un modo evidente la suprema importancia del Ro de Sols: era indispens able vigilar el canal de unin entre ambos mares que deba ser la puerta vedada de l os opulentos dominios de Espaa en el Pacfico. As fue que sometido el alzamiento de los Comuneros, y constituido en su funesta solidez el rgimen desptico e imperial, volvi el gobierno a dar odos a las solicitudes de los marinos deseosos de seguir l os descubrimientos por el sur. 3. DIEGO GARCA. A nombre de una sociedad comercial de la Corua titulada Contratacin de la Especera, Diego Garca solicit licencia para expedicionar en ese rumbo y reto rnar con dos cargamentos de Palo-Brasil; que era una madera colorante y mordente
apreciadsima entonces. Concedida la licencia, Diego Garca sali de Finisterre el 15 de enero de 1526. Pero habiendo sufrido percances tuvo que refugiarse en el est ablecimiento portugus de San Vicente, donde perdi seis meses en reparar sus barcos (36). ________________ (36) El palo-brasil es una madera muy roja que supla a la cochinilla de la India, y que por su abundancia, de cido tnico (o glico) prestaba grandes servicios a la i ndustria colorante y a las curtiembres europeas. El nombre de brasil le vena de s u color de fuego por la misma raz de que procede la palabra brasa. El palo-brasil es entre nosotros de dos especies: el tapacho y el quebracho colorado, que por el cido glico que contienen proveen a los curtidores de Salta y de Tucumn del aserrn que llaman sbila, empleado tambin en dar color a los tejidos. Su valor comercial ha comenzado a crecer tanto en estos ltimos aos, que se hace ahora en la Repblica A rgentina grandes cargamentos a Europa. El mejor es el de Santa Fe y del Chaco. ________________
4. SEBASTIN GABOTTO. Nacido en Venecia, haba navegado mucho tiempo al servicio de Inglaterra en los alborotados mares de Noruega e Islandia, o sea del Hemisferio boreal. Ofendido y descontento con Enrique VII, se traslad a Espaa, cuyo rey lo ha ba llamado desde 1512 para que reemplazara a Magallanes en la empresa de ocupar l as islas Molucas y otras del archipilago asitico. Con ese fin sali Gabotto de Sevil la el 13 de abril de 1526 (37). ________________ (37) Gabotto estaba al servicio de Inglaterra cuando se desparram por Europa la n oticia del primer regreso de Coln y del xito maravilloso de su empresa; pero no fu e de los que creyeron que lo descubierto fuera costa de Asia, sino parte de un c ontinente intermedio, en el cual haba necesariamente estrechos o canales por los cuales se poda pasar al mar de las Especerias cuya ocupacin anhelaban todas las na ciones europeas. Combinando sus clculos con los conocimientos prcticos que tena de las costas del norte, y del continente opuesto en que comerciaban los escandinav os, sospech que el pasaje a los mares asiticos poda estar en los innumerables canal es del mar de Hudson de que haba tomado conocimiento en sus viajes; y solicit de E nrique VII los medios de hacer por all una exploracin. Pero ya fuese por habrsele i nsubordinado la tripulacn, segn l dijo, ya por los hielos y otros contratiempos, tuv o que volver descalabrado; y por ste u otro motivo subsiguiente, rompi con el rey y se traslad a Espaa, corno decimos en el texto El clebre y erudito coleccionista d e viajes y noticias, Ramussio, dice en el vol. I, pg. 374 vuelta: "Con la noticia de que viva en Sevilla un eruditsimo veneciano informado en los viajes de los cas tellanos y de los portugueses, que tena grande acopio de cartas martimas levantada s por l mismo y que entenda el arte de navegar como ningn otro, me fu al instante a verlo, y lo encontr ser amabilsima persona, tan corts que me mostr muchas curiosidad es, y entro ellas un mapa grande del mundo en el que haba asentado todas las nave gaciones de espaoles y portugueses y me dijo "que haba nacido en Venecia; que su p adre lo llev a Londres, donde se establecieron, y que aunque era muy joven, ya co noca las letras latinas y las matemticas; que con la muerte de su padre coincidi la novedad de que el seor Cristbal Coln, etc." Tuve ocasin de llamar sobre este lo ate ncin de mi amigo don Eduardo Madero, que puesto en este punto de partida ha dado con varios documentos y hasta con la declaracin personal del mismo Gabotto confir mando su nacimiento en Venecia, como lo har constar en el libro que prepara sobre la navegacin del Ro de la Plata. Gabotto era, sin duda, el navegante de mayor sab er, y el ms experto de su tiempo, incluso el mismo Coln, a quien aventajaba en sag acidad, en erudicin, en experiencia de mar y en juicio correcto. ________________
5. CAMBIO DEL DERROTERO. En vez de Seguir al Estrecho como estaba arreglado, Gab otto resolvi entrar al Ro Sols alegando varias razones que le impedan lo primero: es casez de vveres para pasar a los mares de las Molucas, estado insubordinado de la tripulacin que, a causa de la escasez, lo acusaba de avaricia. Y aunque de todo esto pudiera haber un algo, la verdad era que en la vivacidad de su espritu se ha ba despertado la luminosa idea de que por el Ro de Sols se podra atravesar al interi or de la tierra, donde segn se hablaba ya, haba un imperio tan opulento como el qu e haba encontrado Corts en Mjico. "Por lo menos, dice el padre Lozano, su fin era d escubrir el camino hasta las tierras del Rey Blanco", que as llamaban al imperio de los Incas en que este piloto tena puesta su vista al desistir de su jornada al Moluco (38). ________________ (38) Hist. del Paraguay, tomo. III, pg. 20. ________________
6. ARRIBO A SANTA CATALINA. Siguiendo su nuevo propsito Gabotto toc en la ISLA DE PATOS, llamada despus Santa Catalina, la que es hoy costa brasilera y que fue ant es espaola. En una madrugada hizo prender a tres o cuatro dscolos que queran levant arse contra l y los puso en tierra. Agarr tres indgenas para que le sirvieran de in trpretes, y continu en procura de las entradas del Ro Sols, o sea el actual Ro de la Plata. 7. EXPLORACIN DEL ESTUARIO Y DE LAS BOCAS DEL RO URUGUAY. Algunos escritores argen tinos creen que el nombre de Ro Sols corresponde al ro Uruguay ms propiamente que al Ro de la Plata. A nosotros nos basta tomarlo en cuenta, y concretarnos a decir q ue despus de explorar la costa oriental de la actual Colonia, Gabotto anduvo expl orando tambin la costa del frente que es hoy argentina y que dio la vuelta en seg uida hasta volver a tocar en Martn Garca o Isla de las Piedras. De all entr al Urugu ay. Mas como notase que el caudal de sus aguas vena del nordeste, comprendi que es o no concordaba con el propsito de buscar por el oeste un camino que lo acercase a las regiones del Rey Blanco. Separndose entonces de la costa oriental encontr af ortunadamente los canales del Paran, y entr a este ro por el del Guaz, segn unos o po r el del Bravo, segn otros. El volumen y la corriente de sus aguas bastaron para hacerle comprender que muchos otros ros caudalosos se echaban en ste desde algunas montaas occidentales del interior, que era en lo que llevaba fijos sus anhelos ( 39). ________________ (39) Siguiendo a Ruy Daz, que ignoramos de quin lo tuvo, Azara y otros que lo han copiado, cuentan que Gabotto adelant a un cierto Alvarez y Ramn a explorar la cost a oriental hacia el norte, en un barco que encall; que este Alvarez y Ramn, primer explorador del Uruguay, segn aquel cronista, fue all asaltado y muerto por los ch ar-huas. Pero segn el seor Eduardo Madero, que posee copias autnticas y legalizadas de todos los documentos referentes a la expedicin de Gabotto, a los buques con q ue la emprendi, al nombre de cada uno de esos buques, de sus capitanes, pilotos y empleados, y que adems tiene los expedientes seguidos por Diego Garca contra Gabo tto y las informaciones y declaraciones de este marino ante el Consejo de Indias , no existi semejante capitn o piloto Alvarez y Ramn, ni barco alguno que haya hech o esa exploracin y perddose en ella; cosa que, a ser cierta, no podra dejar de esta r documentada o informada en esos expedientes. Por otra parte, consta en los dia rios de la navegacin de Magallanes que, por orden suya, fue el piloto Juan Rodrig o Serrano quien, al mando de la nave Santiago, explor y marc primero las bocas del Uruguay, aunque nos permitimos dudar de que se hubiera adelantado hasta Fray Be
ntos, y que a lo ms llegara hasta Martn Garca o Islas de las Piedras. ________________
8. CONSTRUCCIN DEL FUERTE SANCTI SPIRITUS EL 27 DE MAYO DE 1527. Antes de engolfa rse ro adentro, Gabotto dej a inmediaciones de las islas de San Gabriel, a Antn Gra jera con dos naves, como puesto de recalada para mandar noticias de adentro y re cibirlas de afuera. Navegando ya en las aguas del Paran, not que las bocas del Car caraaa y Coronda eran un punto apropiado para puerto y fortn; y construy en el prom ontorio que all se avanza al Paran el Fuerte de Sancti Spiritus, destinado a depsit o, puerto de abrigo y centro para continuar las exploraciones ro arriba, y averig uar las circunstancias de los lugares y caminos de la tierra que le quedaba a la izquierda. Con esta mira, Gabotto se adelant como 12 leguas a las pampas; y all l e dijeron los indios gandules (es decir, los vagos, los nmadas, llamados as por lo s kuarans ribereos) que al otro lado de la tierra en que estaban, exista un mar inm enso, de donde ellos traan algunos de los adornos de plata que le mostraron y le cambiaron. Lo particular es que las tribus de los ros le decan tambin que subiendo al interior por sus aguas haba naciones que tenan abundancia de objetos de plata; y como Gabotto era sin duda el cosmgrafo de ms saber y experiencia de su tiempo, n o le qued duda ninguna de que el mar de que le hablaban los gandules de la pampa y los ribereos del Paran, era el mismo mar descubierto por Balboa, cuyas riberas, segn le haba dicho el cacique Cumae-Kari, se prolongaban al sur por los dominios d el Rey Blanco. 9. INTERNACIN PORTUGUESA. No puede caber duda, de que ese metal proceda de las min as de la Alta planicie peruana, que es hoy Bolivia, con la que las tribus del Be rmejo y del Pillco-Mayu mantenan ntimas y frecuentes relaciones. Ruy Daz de Guzmn da el siguiente origen a la plata que encontr Gabotto en los ros interiores. Un port ugus, Alejo Garca, vecino de San Vicente o de Santos, en la costa actual brasilera , hizo entrada al oeste, a buscar plata con algunos compaeros y 2.000 indios escl avizados. Cuando regresaban ricamente cargados de plata fueron sorprendidos y mu ertos por los indios del trnsito unidos a los que los acompaaban. Nada se hubiera sabido a no haber quedado entre los indios un nio de doce aos, hijo de Alejo Garca; que, rescatado mucho despus por Irala, el primer gobernador del Paraguay, refiri lo sucedido, explicando as la existencia de la plata que Gabotto haba rescatado y enviado al Rey don Carlos como muestra de la que produca el pas. Como Ruy Daz de Gu zmn se muestra siempre fcil y crdulo para aceptar lo que le contaban no nos parece probable tan romancesco suceso. Sin embargo, si fuese cierto, probara siempre que la plata rescatada por Gabotto proceda de origen peruano; que es lo que tenemos por fundamental para que se forme una idea general de las vecindades y rumbos qu e nuestro continente ofreca entonces, y se perciba en su mapa la manera con que l a vida europea se iniciaba en l siguiendo las rutas del trfico establecidas por lo s indgenas. 10. EXPLORACIN DE LAS BOCAS DEL PARAGUAY, DEL BERMEJO Y DEL PILLCO-MAYU. Adelanta ndo por el ro Paran encontraron las bocas del ro Paraguay; pero no las entraron, po rque prefirieron seguir por el primero hasta un mentado casero de indios guaranes, llamado Itat, muy abundante y rico en basamentos y en otros auxilios de que iban necesitados. Fueron bien recibidos y socorridos con benevolencia y generosidad. Pero, como Gabotto notara que el Paran daba una vuelta violenta al nordeste, com prendi que siguiendo su curso se alejara del rumbo del oeste, donde supona que esta ban las montaas inmediatas al mar de Balboa, y las regiones de la plata. De Itat v olvi hacia atrs y el 31 de marzo de 1528 entr por las bocas del ro Paraguay. A poca distancia encontr las salidas de otro ro que los indgenas llamaban Ipit, es decir, c olorado o Bermejo; y ms adelante otras aguas ms caudalosas que llamaban Pillco-may u, ro de los plumeros. Gabotto mand que Miguel Rifos y el Contador Montoya lo expl orasen en un lanchn; mientras l los sigui con los dems barcos, cuidando de no tocar fondo, y a distancia conveniente para recibir sus informes.
11. FRACASO Y MUERTE DE RIFOS. Sin que los exploradores lo sospechasen, los indi os Agaces los seguan ocultos por la ribera. En una vuelta del ro, los espaoles baja ron a tierra para fijar rumbo; en el acto fueron atacados y muertos muchos de el los, incluso Rifos; unos pocos consiguieron asilarse en el lanchn, llevando herid o a Montoya; y bogando de prisa retrocedieron hasta donde encontraron a Gabotto bastante alarmado por la noticia que le daba Antn Grajera, de que muchas naves an daban por el Ro Sols. Temiendo con razn que fueran portugueses u otros aventureros que se apoderasen de Sancti Spiritus, o lo destruyesen llevndole la guarnicin, di l a vuelta corriente abajo, seguro ya de que conoca el camino por donde se poda subi r hasta las tierras del Rey Blanco (el Inca), lo que no era por cierto poco triu nfo y aliciente para persistir en la empresa. 12. ENCUENTRO DE GABOTTO CON DIEGO GARCA. Diego Garca era un marino de muy pocas l etras, pero practicn, navegante experimentado, tenaz y gran trabajador. Haba naveg ado con Vespucio, con Sols, con Magallanes, y dado la vuelta al mundo con Elcano. Entraba ahora al Ro Sols en la creencia de que era el nico concesionario legtimo de esa exploracin y de sus aprovechamientos; y como la concesin dada a Gabotto haba s ido expresa para continuar los viajes hasta asegurar la posesin de las Molucas y Filipinas, Garca lo consider como un intruso fraudulento que le robaba lo suyo. Hu bieron de pelear; pero Garca acept transigencias "por tener menos fuerza que Gabot to; y porque habiendo llegado de tierra adentro uno de los mensajeros de ste les dijo; "que haban visto por all grandes riquezas de plata de oro e piedras muy prec iosas". Halagados con esto bajaron ambos a San Salvador a recomponer y revituall ar dos buques que Diego Garca haba dejado, y los que tena Antn Grajera para volver j untos a remontar el Paran hasta el Pilco-Mayu y buscar las regiones de la plata. 13. DESTRUCCIN DEL FUERTE SANCTI SPIRITUS. Hallbanse ocupados Sebastin Gabotto y Di ego Garca en preparar sus aprestos para la nueva entrada a los ros de la Alti-plan icie peruana, cuando vieron llegar a Gregorio Caro, el comandante del fuerte San cti Spiritus, con la terrible noticia de que el fuerte haba sido sorprendido y ar rasado por los indgenas en la madrugada del 2 de setiembre de 1529, en momentos e n que unos cuarenta soldados de la guarnicin haban tenido que ir ro arriba en busca de vveres, sin que se supiese su suerte. Los nicos que se haban salvado eran los q ue venan con Caro. Gabotto y Garca subieron inmediatamente el Paran. Pero nada haba ya que hacer; todo estaba destruido e incendiado: la plaza llena de cadveres putr efactos, las mujeres y los nios perdidos y cautivos; armas, maderaje, depsitos, to do incendiado. En tal estado, nada podan remediar, carecan de recursos para restau rar las obras y no los tenan tampoco para denderse, visto el levantamiento genera l de los indios de la Pampa y de los ribereos, causado por la dureza y la brutali dad con que Gabotto y algunos de sus tenientes los haban maltratado para quitarle s vveres; castigndolos ya por la resistencia que haran, ya por la presuncin de que a ndaban en parlamentos para confederarse y atacar a los espaoles. Vueltos de prisa a las naves, nico lugar en que podan estar seguros, regresaron a San Salvador (40 ). ________________ (40) El cronista Ruy Daz de Guzmn da por causa de esta catstrofe el frentico amor de dos caciques hermanos, Mangor y Siripo, por Luca Miranda, mujer del soldado Sebas tin Hurtado. El cacique Mangor muere en el asalto. Su hermano el cacique Siripo qu eda dueo del campo y de Luca. Pero reaparece el marido; y Siripo enfurecido por lo s celos mata a Hurtado, y se venga de Luca entregndola a las indias, que, celosas de su belleza, y de los encantos de aquella andaluza, la entregan a las llamas d e una hoguera. El padre Lozano reproduce el tema, y como para algo haba de haber ledo a Virgilio, exclama "que le queda la esperanza de que el alma de Luca, nueva Dido, se habr levantado purificada de entre las llamas que devoraron tan humana b eldad." Por lo nico que merece que se recuerde este cuento (que ni por leyenda lo tenemos) es que di motivo a que el ilustre don Juan Manuel de Labarden ensayara con el ttulo de "SIRIPO", en 1801, la primera obra dramtica escrita en Buenos Aire s.
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14. CONTRATIEMPOS DE SEBASTIN GABOTTO. El clebre cosmgrafo sali de San Salvador, con direccin a Espaa, el 27 de diciembre de 1529 y lleg a Sevilla el 22 de julio de 15 30. El Rey Emperador que haba sido su protector y quien haba solicitado su venida a Espaa, se hallaba en Italia, envuelto en los grandes sucesos de que eran teatro todas las naciones europeas. La Alemania, los Pases Bajos, la Holanda, etc., com enzaban a sacudiese como si la tierra se estremeciera de un extremo a otro en la borrasca levantada por la Reforma Luterana conocida con el nombre de Protestant ismo. Muchsimos otros cuidados y preocupaciones presentaba la poltica general. Car los V haba tenido que ponerse en guerra contra el Papa. Su general, el prncipe fra ncs Condestable de Borbn, haba asaltado y saqueado a Roma, tomado prisionero al Pap a Clemente y encerrndolo recluso en el Castillo de San Angelo. Se encontr, pues, G abotto sin el apoyo regio con que contaba; y a ms de esta contrariedad, el 1 de ag osto de 1524 se haba constituido el SUPREMO CONSEJO DE INDIAS, y con l, o en l, la Real Audiencia de la Casa de Concentracin de Cdiz, a la que los Reyes de Espaa haban delegado todo el gobierno con la jurisdiccin administrativa y judicial de todas las Indias (41). ________________ (41) Como en algunos colegios se estudia la Historia de Amrica del seor Barros Ara na, haremos notar aqu que a este respecto est completamente equivocado por anteced entes o lecturas inexactas. Vase la nota 28 de este Manual y las pruebas all consi gnadas. ________________
15. ACUSACIONES Y PLEITOS. Otras incidencias harto incmodas y desagradables cayer on sobre Gabotto al llegar a Espaa. O haba vuelto a reir con Diego Garca, o ste persi sta en el empeo de usar exclusivamente en proveebo propio la concesin que tena desde antes para navegar, explorar, y ocupar el ro Sols. Crey que la ocasin era buena y l e arm un pleito a Gabotto ante la Casa de Contratacin por daos y perjuicios, y por haber sido causa, por avaricia y tirana, de todos los contrastes, catstrofes y prdi das all ocurridas. A este pleito se agreg que este mismo Garca haba levantado y trado a Espaa a los dscolos aquellos que Gabotto haba arrojado y abandonado en la isla d e Santa Catalina, de los cuales dos haban muerto; y el que viva, arrimado a los he rederos de los dos muertos, haba entablado tambin graves acusaciones y pedimento d e indemnizaciones contra Gabotto. 16. DESALIENTO DE GABOTTO Y ABANDONO DEL SERVICIO DE ESPAA. En la larga va crucis que le impusieron estos enojosos contratiempos, Gabotto vivi construyendo y vendi endo cartas o mapas de navegacin. Su bufete de trabajo era concurridsimo por naveg antes y cosmgrafos o gegrafos dados a esos estudios, que eran los que ms buscaban y apetecan los hombres de labor intelectual en aquel tiempo. Pero cuando ms fastidi ado estaba de su inaccin, muri el rey de Inglaterra Enrique VII con quien Gabotto estaba reido; y su heredero Eduardo VI que, por el contrario, tena a Gobotto en mu y alta estima, lo llam a su lado al momento (42). ________________ (42) Fue amigablemente recibido; tom a su cargo la exploracin del actual Canad, de la Tierra del Labrador y Terra-Nova. Fue encargado de negociar el comercio ingls con la Rusia, como Presidente y Primer Consejero de la Compaa Real de los Mares de l Norte. A su muerte, dej un nmero considerable de notas y de mapas de grande impo rtancia. La Reina Mara Tudor entreg todos los papeles de Gabotto a su marido Felip e II de Espaa; y como hasta ahora no se ha podido tener noticia ninguna de su par
adero, se supone que Felipe II los destruira, como lo indican los sabios de la Pe nny Ciclopaedia. ________________
LECCIN X ANTECEDENTES Y CAUSAS DE LA PRIMERA FUNDACIN DE BUENOS AIRES EN ENERO DE 1536 1. DESIDIA ADMINISTRATIVA. La crisis social y poltica que sufri la Europa, del sig lo XV al XVI, es una de las ms largas y profundas que refiere la historia. No tan to como Rey de Espaa, cuanto como Emperador de Alemania, Soberano del Brabante y de muchos principados al norte de Europa, Carlos V tena seriamente comprometidos en esa crisis sus intereses dinsticos y polticos. Obligado por esto a las largas a usencias del reino espaol, se produca como era consiguiente un descuido lamentable de la administracin interior y de los asuntos coloniales. Gabotto haba sido conde nado por el Consejo de Indias en 4 de julio de 1531 a deportacin de un ao en una i sla que designare S. M., adems de pagar gruesas sumas a los que actuaban contra l; sentencia que no se ejecut porque la reina, que estimaba muchsimo a Gabotto, no sl o no la quiso autorizar en ausencia de su marido, sino que le resarci de los gast os y perjuicios que haba sufrido. 2. INFLUENCIA DE LOS SUCESOS DEL PER SOBRE LA OCUPACIN DEL RO DE SOLS. Tres aos despus de haber llegado Gabotto a Espaa en 1530 se divulg el asombroso hallazgo y conqui sta del Per hecha por Pizarro en 1533. La abundancia de ricos metales extrados y e laborados que haban encontrado los soldados y aventureros que acompaaban a Pizarro , super en realidad a las exageraciones mismas de las noticias primeras. Se confi rmaron con este hallazgo dos grandes presunciones: la de Balboa sobre la prolong acin de las costas del imperio del Inca hacia el sur, y la de Gabotto que, al des cubrir el majestuoso ro Paran, haba concebido con acierto que sus afluyentes bajaba n de las tierras y montaas del imperio occidental del Rey Blanco, que la tradicin mentaba como dueo del mismo mar. 3. MANIOBRAS OCULTAS DE LOS PORTUGUESES. Habiendo observado con sumo inters el re sultado de las exploraciones de Gabotto por los ros interiores, Portugal levant pr etensiones a incluir en la demarcacin de sus dominios las Bocas del Ro Sols, entre los dos cabos de Santa Mara y San Antonio. Para asegurarse esa posesin, sali de Lis boa en diciembre de 1530 una armada al mando de un cierto Martn Alfonso de Souza, que naufrag en el Cabo Apolonio y costas de Castillos. Pero una de las carabelas a la que Souza haba hecho adelantar, penetr hasta Martn Garca, y explor las bocas de l Paran a fin de determinar el grado de latitud en que quedaban. 4. AVISOS DEL EMBAJADOR ESPAOL Y SPLICAS DEL CONSEJO DE INDIAS. Ya con tiempo, el embajador espaol en Portugal don Lope Hurtado de Mendoza, haba comunicado al Rey d e Espaa las torcidas pretensiones que su to el de Portugal mostraba sobre el Ro de la Plata. Instrudo de lo cual el Consejo de Indias suplic al Rey que viniese a su reino y tomase providencias. 5. LLEGADA DEL EMPERADOR Y EXPEDICIN POBLADORA DEL RO DE LA PLATA. Como los docume ntos de este ltimo tiempo comienzan a preferir el nombre de Ro de la Plata sobre e l nombre de Ro de Sols, seguiremos nosotros haciendo lo mismo. En 1533 volvi Carlos V a Espaa; y encontr que, a causa de lo que ya hemos dicho, el Ro de la Plata se h aca una regin interesantsima por su probable contacto con las fronteras occidentale s del opulento imperio recientemente conquistado por Francisco Pizarro. Lloviero n pretendientes solicitando capitular su conquista y poblacin. Carlos V agradeci c on ella a don Pedro de Mendoza, nombrndolo adelantado y gobernador general de las tierras del Ro de la Plata (43). ________________
(43) Capitulaciones quera entonces decir tanto como clusulas, condiciones y derech os con que se conceda el gobierno y explotacin de las regiones y de las tribus con quistadas. La de don Pedro de Mendoza contena lo siguiente: 1 ABRIR PASOS Y CAMINO S HASTA EL PER EN LOS LMITES Y DESCUBRIMIENTOS DE PIZARRO Y ALMAGRO a fin de llega r por el ORIENTE HASTA DAR vista al mar occidental con doscientas leguas corrida s por las costas del sur; 2 Llevar cra de caballos y ganados y ocho frailes de la Orden de San Francisco; 3 Considerar a los naturales como vasallos de la corona, iguales en todo a los espaoles; 4 Llevar uno o ms mdicos, cirujanos y boticarios, co n todo lo que necesitasen sus oficios; 5 Costearlo todo de su peculio y haber, si n imponer erogacin alguna a la corona -"pues para eso se nombra ADELANTADO", es d ecir, Seor de las tierras y riquezas que conquistase en el amplsimo territorio de su gobernacin- "de los cuales se les haca DONACIN PERPETUA a l, a sus descendientes, sucesores y delegados" que nombrase en caso que despus de tres aos quisiera retir arse a vivir en la Corte; 6 Que por lo menos fundase tres poblaciones y tres Ayun tamientos desde las bocas del Ro de la Plata hasta donde se encontrara el lmite de su concesin, con nueve Regidores en cada uno, conservando l en todos la categora y preeminencia de Primer Alcalde como Cabeza Civil, unida a la de Capitana general como JEFE MILITAR SUPERIOR; 7 Que de todos los tesoros que se ganasen, ya fuesen metales, piedras preciosas u otros objetos y joyas, se separase y se remitiese un Quinto para la Corona, un sexto para la Cmara Real (gastos de casa) y lo dems p ara el adelantado y sus gastos; 8 Que en caso de conquistar algn imperio opulento, la mitad de lo que fuese del Prncipe vencido se vaciase en las cajas reales, y l a otra mitad se repartiese entre los vencedores. "Esta condicin, dice el Padre Lo zano, es prueba evidente de que se tena en vista el imperio peruano, o parte, de l , nica parte donde poda haber prncipes o seores opulentos." Como se ve, lo que en el rgimen espaol antiguo se llamaba un ADELANTADO, es exactamente igual a lo que se llamaba STRAPA en el rgimen antiguo de los persas. ________________
6. ESTAMPA HISTRICA DE DON PEDRO DE MENDOZA. Era Caballero de la Orden Militar de Santiago, de sangre noble, grande familia y criado de la Casa, adelantado que v ena a fundar la poblacin y gobierno del Cesrea de Su Majestad; lo que quiere decir, oficial del Pretorio y de la guardia (44). A lo que rezan sus contemporneos, era de ndole violenta y cruel; tena una de esas voluntades fieras, en cuyo temple haba n prendido de arraigo los vicios y los hbitos inclementes que eran de comn tempera mento entre los hombres de guerra y de Corte de su tiempo, que ante el inters del mando y del xito, no titubeaban en ir derecho a sus fines por la fuerza o por el crimen, pues todos ellos estaban modelados con admirable profundidad en el tipo con que los unific Maquiavelo. Aquellos que cercanos a su edad, y a las cosas de su tiempo, lo han transuntado en la historia argentina, dicen que fue uno de lo s soldados avaros y audaces que se enriquecieron en aquel asalto de Roma que, po r orden de Carlos V, perpetr el Condestable de Borbn, a la cabeza de las tropas es paolas. Siempre se le llev en cuenta este crimen a don Pedro de Mendoza; y se repi ti sin cesar que sus desgracias y padecimientos fsicos eran males expiatorios del criminal botn que haba acumulado en aquella terrible funcin de guerra, saqueando lo s palacios de los Cardenales... "y las iglesias tambin" (45). ________________ (44) Oviedo. Hist. Gen. y Nat., tomo II, lib. 24, cap. 6, pg. 121. (45) El seor Eduardo Madero, en su Historia del Puerto de Buenos Aires ha puesto en duda la verdad de esta tradicin unnimemente repetida por los cronistas de la poc a colonial, contemporneos, cercanos al menos, del tiempo en que vivi don Pedro de Mendoza. El seor Madero se funda en que el Maese de Campo Juan de Osorio, de cuyo asesinato y causa hablaremos ms adelante, haba dicho ante testigos que se lo oyer on: "Don Pedro no entiende nada de guerra", segn consta en su proceso. De esto de duce el seor Madero que don Pedro no era militar, y que no sindolo, no pudo actuar
en el asalto y saqueo de Roma. Sin negar la cordura del argumento de nuestro qu erido y malogrado amigo, creemos que reposa en una interpretacin muy lata de las palabras de Osorio. Decir "no entiende nada de la guerra" puede significar, en e fecto, "no es militar", pero puede significar tambin incompetencia e ignorancia s iendo militar; tanto ms cuanto que Osorio y don Pedro venan reidos, y entanto que p arece que el primero traa aspiraciones a destituir al segundo, segn documentos qne aduce el seor Madero. Que tena carcter militar no puede dudarse, pues Oviedo, que lo conoci y lo trat en la Corte, dice que era Caballero de la Orden Militar de San tiago, y Criado de la Casa Cesrea (imperial) de Su Majestad. De lo que resulta pr obado que estuvo en Italia, con servicio imperial, y que debi asistir a las funci ones de guerra en que la Casa Cesrea tom parte. ________________
7. FAMOSA EXPEDICIN DE DON PEDRO DE MENDOZA A POBLAR EL RIO DE LA PLATA. Como ya dijimos, la ruidosa conquista del Per haba montado en alto los nimos de Espaa y tamb in los de las provincias alemanas del Imperio. Y al saberse que un favorito del E mperador se pona COMO ADELANTADO a la cabeza de una expedicin a conquistar tierras que formaban parte del Per (vase la capitulacin en la nota 43) y de sus fronteras, se pronunci en muchsimas gentes el vivo anhelo y la ambicin de tomar parte en tan maravillosas esperanzas y fantasas, como las de encontras calles empedradas con t rozos de plata, templos y palacios tapizados de oro y adornados con perlas y otr as piedras preciosas; pues a todo eso daba lugar lo que se contaba de lo hallado en los dominios de Atahuallpa. Dicen los cronistas que don Pedro y otros de la comitiva, gastaron milles de ducados en preparar y vituallar la expedicin. 8. LA PARTIDA. La expedicin sali de Sanlcar el 24 de agosto de 1535 en catorce barc os, llevando empleados de La Real Hacienda y de la Casa de Contratacin, veintisie te cabildantes in partibus, con un crecido squito civil y militar, en que fuera d e Ios soldados, figuraban distinguidos vasallos del Emperador, militares de much as campaas como el Maese de Campo (general del Estado Mayor) Juan de Osorio, de n oble familia y no pocas damas que acompaaban a sus maridos, o deudos, o que iban de su cuenta bajo decentes disfraces -auri fam. 9. LAS PERSONAS DE NOMBRE QUE VENAN EN ELLA. Mandaba la armada el almirante don D iego de Mendoza, hermano del Adelantado Juan de Oyolas (sic) dice el Padre Lozan o: "fuera de la mucha mano que en todas las cosas meta, era su mayordomos, con lo que indica que era el favorito del Adelantado. Entre los capitanes que adquirie ron despus algn renombre, se contaban Domingo Martnez de Irala, Felipe de Ccerez, Di ego de Abreu y veintisis ms de crdito, cuyo maese de campo era el caballero Juan de Osorio, capitn de arcabuceros del ejrcito de Italia, formado al lado del famoso A ntonio de Leiva. Difcilmente habr salido de Espaa, en ese o en otro tiempo, una mul titud ms compacta ni ms brillante de nobles que la que acompaaba al Adelantado "con sus nobles consortes, hermossimas matronas, que entre todos, se contaban 32 mayo razgos" dice el padre Lozano (46). ________________ (46) Los mejores cronistas estn disconformes sobre el nmero de gentes que componan la expedicin. Antonio de Herrera que tuvo a la mano todos los documentos respecti vos, dice que don Pedro de Mendoza sac de Espaa 800 personas en once barcos. Ulric o Shcmidel dice: "Yo sal de Amberes y llegu a Cdiz en 14 das; vi en este puerto 14 n avos grandes para ir al Ro de la Plata, 2.000 espaoles y 150 alemanes, flamencos y sajones con su capitn, don Pedro de Mendoza, y 92 caballos y yeguas. Yo me embarq ue con ellos en el navo de Jacobo Belzar, que mandaba Enrique Peine con unos 80 a lemanes bien armados." Parece que por hablar de cosa propia y vista, debiera ser ste el testigo mejor informado. Pero adems de que parece haber exagerado en hombr es y bestias lo que podan cargar catorce barcos de aquel tiempo, debe pensarse en que no pudo contar ni verificar lo que aprecia en 2.000 hombres, por lo que vam
os a ver debieron ser muchos ms, segn su clculo, los que marcharon al Ro de la Plata ; pues consta que en las Canarias se unieron tres barcos ms con 300 hombres y Mig uel Lpez Gallego, conquistador de Tenerife. De modo que 2.000 ms 150 alemanes y 30 0 canarios daran a la expedicin 2.400 o 2.500 hombres. Entretanto, si de Espaa sali eron 800 en todo, agregando los 150 alemanes y los 300 canarios, tendramos que Do n Pedro de Mendoza traa 1.250 hombres, lo que ya es mucho para ese tiempo; y prob ara ciertamente el poderoso prestigio de que gozaba la expedicin al partir. ________________
10. DON PEDRO DE MENDOZA Y EL MAESE DE CAMPO JUAN DE OSORIO. Poco tiempo tard don Pedro de Mendoza en dar la medida de su carcter arrebatado y brutal. Que vena en malas prevenciones don Pedro con Osorio, no tiene duda. Don Pedro vena celoso de la arrogancia y suficiencia militar que era, diremos as, la estampa habitual de e ste soldado, a quien todos acataban como el hombre de guerra ms sealado de la arma da. Faltbale quizs prudencia, y se produjo frialdad entre l y su jefe. De la friald ad, se pas al encono, del encono a las sospechas de malas intenciones por ambas p artes. Considerbase Osorio necesario; mirbalo don Pedro como peligroso. No falt un Yaco, como en la tragedia de Otelo, que en el campamento de don Pedro se llamaba Juan de Ayolas; y poco a poco fue urdindose la tragedia silenciosa contra Osorio entre el Adelantado y sus favoritos. 11. TRGICO ASESINATO DE OSORIO. Vena don Pedro aquejado de graves y dolorosos pade cimientos, resultado de los excesos y vicios de su vida militar segn los cronista s y deseando descansar resolvi abrigar la armada en la baha desierta hasta entonce s de Ro Janeiro. "Una tarde, dice el padre Lozano, pasebase Juan de Osorio por la playa en buena conversacin con Carlos de Guevara. Llegndose a ellos Juan de Ayolas , dile a Osorio -"Sea usted preso, Seor maese de campo". Tomlo a chanza Juan de Oso rio y continu caminando con el mismo donaire (arrogancia militar?) que traa, tan aj eno estaba de imaginar culpa que mereciera ser preso. Ayolas le dijo entonces -" Detngase usted, seor maese de campo, que el seor Adelantado manda que sea usted pre so". Conociendo por el tono que la cosa iba de veras, Osorio se detuvo y dijo -" Hgase lo que Su Seora ordena". Arrimndose a l Ayolas y dos ms, lo condujeron a la tien da del Adelantado. A cierta distancia se adelant Ayolas dejando al preso guardado por los otros dos, y presentndose a Mendoza -"el preso est ah -le dijo-, qu se hace con l?" -EJECTESELE sin replicar lo que se tiene comunicado, es decir, sin oirle d isculpa". Con lo que volviendo Ayolas y haciendo seas a los compaeros lo cosieron all a pualas". Sali entonces Mendoza a la puerta de su tienda, y viendo tendido a c orta distancia el cadver de Osorio -"tiene su merecido, dijo, su soberbia y su in solencia le han trado a ese estado". A poco tiempo lleg al campamento su hermano e l almirante don Diego de Mendoza y cuando supo lo hecho -"Quiera Dios, dijo, que la falta y la muerte de este caballero no sean causa de la perdicin de todos nos otros". (Historia del Paraguay por el P. Lozano, tomo. II, pg. 74). Nos parece qu e con esto hay lo bastante para que sepamos quin era ahora y quin haba sido antes d on Pedro de Mendoza en el famoso saqueo de Roma. (48) ________________ (48) Por lo dems, Don Pedro, como todos los forajidos de su tiempo, era superstic ioso y se esforzaba en hacer obras expiatorias pensando que Dios se las tomara en cuenta a la hora de su muerte para perdonarle en el cielo sus crmenes en la tier ra. ________________
12. ELECCIN DE LA COSTA OCCIDENTAL PARA FUNDAR A BUENOS AIRES. Don Diego de Mendo za se haba adelantado por orden de su hermano a estudiar el Estuario del Plata pa ra determinar cul sera el punto ms ventajoso para el asiento de la nueva colonia. T
eniendo en vista las aproximaciones al Per que buscaban, era evidente que ese pun to deba ser fijado en la costa occidental del gran ro. De modo que cuando don Pedr o, siguiendo el derrotero de Sols y de Gabotto, ech anclas en las islas de San Gab riel, adopt el acertado parecer de su hermano y atraves a la costa occidental, don de el riacho que llamaron Riachuelo de los Navos les proporcionaba un buen abrigo para los barcos, y al lado terreno a propsito donde tenerlos a la mano para acam parse quedando en comunicacin expedita no slo con Espaa, por la mar, sino con los ro s interiores explorados por Gabotto, que eran la ruta que el Adelantado traa fija en su nimo al ir a disputar a Pizarro y Almagro una grande y opulenta porcin del pas que haban conquistado. 13. CONDICIONES FSICAS DEL TERRENO. La perspectiva del terreno era bastante montu osa por su frente. En las cejas del gran ro y sobre las barrancas formaba una zon a extensa y enmaraada de robustos y altsimos algarrobos, talas, espinillos y acaci as, que aglomerados unos con otros se extendan a lo largo desde Quilmes a San Fer nando. El terreno y sus bosques estaban plagados de tigres tan bravos y tan celo sos de sus dominios, que los soldados espaoles no podan separarse del campamento s ino en partidas armadas; lo que contribuy mucho a las malsimas impresiones que el lugar produjo en las gentes de la expedicin, segn nos dice el padre Lozano. 14. OCUPACIN DEL TERRENO Y ASIENTO DEL REAL. Aunque no es posible aseverar de cie rto cul fue el da preciso en que Mendoza proclamara a son de clarines, como era de usanza entonces, que tomaba posesin del Ro de la Plata a nombre del Rey de Espaa, comparando datos puede creerse que fue el 6 de enero de 1536. Ocupaban el terren o dos razas de indgenas. Los guaranes se extendan por la ribera, emparentados con l os habitantes de las islas y tierras del Paran y costas del Brasil. Hacia dentro, en las campaas, abiertas llamadas Pampas predominaba otro tipo, congnere de las r azas del sur que se extenda hasta Chile con el nombre de Tuelches, Phuenches, Ara ucanos, conocidos por los Quichuas del Per con el nombre general de QUIRA-AN-DIS; es decir ultramontanos. (Quira: del otro lado) (Andis: de los Andes). 15. EL NOMBRE DE BUENOS AIRES. Este nombre es un sincopado del nombre oficial de Ciudad de Santa Mara de los Buenos Aires que se le di al Asiento. La devocin de lo s marinos y navegantes a la virgen Santa Mara de Buenos Aires era general y estab lecida desde mucho tiempo atrs, no slo en Sevilla y en Cdiz sino en todo el Mediter rneo. En el siglo XIV se veneraba en Cerdea una milagrosa imagen conocida con el n ombre de Nuestra Seora de Buenos Aires a la que dio culto y ricas ofrendas un rey de Aragn por haberse salvado de una borrasca en el mar, como consta o se dice en el Libro del Conde de Tilly impreso en Sevilla. En Palermo, exista de antiguo el mismo culto. Antes del descubrimiento de Amrica exista en el barrio de Triana, a orillas del Guadalquivir, un hospital y Cofrada de navegantes cuya Capilla tena la advocacin de Nuestra Seora del Buen Aire. En 1537, nombrando delegado suyo Juan d e Ayolas y teniente gobernador a Ruiz Galn, don Pedro de Mendoza dice Nuestra Seor a de Buenos Aires, pero en el Codicilo de 3 de junio de 1538 dice Nuestra Seora S anta Mara del Buen Aire; lo cual demuestra sin rplica que en esos templos, cofradas y devociones, la palabra Aire o Aires se toma por Viento, o Vientos, como reza diccionario de nuestra lengua. Por consiguiente, la fundacin primera de nuestra c iudad Santa Mara de Buenos Aires es efecto de la misma advocacin religiosa a la Vi rgen de los Buenos Vientos protectora de navegantes, que solemnemente se invoca en las Letanas de la Iglesia. Tan general y tan consagrada era esta devocin, que l as carabelas de los exploradores del Atlntico, desde Coln a Sols, Gabotto y Mendoza , tenan grabada la efigie de la Virgen de los Buenos Aire en el centro de la Rosa de Bitcora que, cmo todos sabemos, es el emblema y cuadrante de los vientos (49). ________________ (49) He sido el primero en seguir esta enmienda del cuento insustancial que a es te respecto prevaleca, tomado en Ruy Daz de Guzmn, que tantas otras y tan cndidas ve rsiones nos ha dejado sobre los primeros tiempos de la Conquista, con ms crdula bo ndad que buen criterio. Segn l, fue el capitn Sancho del Campo quien al poner pie e
n tierra exclam: Qu buenos aires los de esta tierra!, y como todos repitieron su ex clamacin, quedle el nombre al pas. "Quin se lo dijo a Ruy Daz." "Dnde consta el incide nte". Nadie y en ninguna parte. Cuando Ruy Daz nos suelta alguna de estas curiosi dades de su bagaje, dice siempre que se lo contaron "antiguos conquistadores y p ersonas de crdito", y yo digo que no puede ser, porque cuando Ruy Daz escriba su li bro en 1612 haban corrido 76 aos largos desde la ocupacin del Paraguay; y suponiend o que "sus antiguos conquistadores" fueran al venir muchachos de 25 aos (lo que e s dar muy poco para que fueran personas de crdito), habran llegado a 103 aos cuando le contaron a Ruy Daz la exclamacin de Sancho del Campo. Esa versin fue, pues, una simple invencin de tiempos intermedios, sin origen ni prueba verdadera en el tie mpo a que se alude; simple ocurrencia de vulgo que no sabiendo el origen del nom bre ha salido de la dificultad saltando el cerco por lo bajo y lo fcil, como se d ice de los que hablan de lo que no saben. Fuera de que don Pedro de Mendoza no e ra hombre de bautizar caprichosamente sus dominios uniendo el santo nombre de la Virgen Mara a la ocurrencia del capitn Sancho, debe tenerse presente que era l tam bin devoto y feligrs de la virgen Mara del Buen Aire a la que miraba por Seora y abo gada de todos sus fechos, como dice en el testamento que hizo al embarcarse en Cd iz. Salir, pues, de la tradicin religiosa comprobada del nombre Santa Mara del Bue n Aire, o de los Buenos Aires, para tomarse a un dicho problemtico de Sancho del Campo, es simplemente dejar la verdad para asirse a un cuento absurdo y quimrico. Por lo dems, que Schmidel y todos cuantos escribieron entonces llamaron Buenos A ires, o Santa Mara de Buenos Aires, al nuevo Asiento, nadie lo niega, pues ese fu e el nombre que se le di. Lo que se cuestiona es el origen y el sentido del nombr e, a saber: si viene de Sancho del Campo o viene de la advocacin de la protectora de los navegantes; y si significa aires saludables, o significa Buenos Vientos. ________________
16. COMBATE DESASTROSO DEL 15 DE JUNIO DE 1536. A lo que dice Schmidel los indio s no recibieron mal a los espaoles En los primeros das les trajeron carne (suponem os que sera de Guanaco), maz y otros basamentos. Pero es de suponer que alguna vio lencia o torpeza cometieron con ellos los soldados brutales y atrevidos, que, de seguro, querran considerarlos como esclavos y sirvientes, pues a los pocos das de jaron de venir al real. Mendoza, enfermo, postrado y de genio ms arrebatado por l o mismo, mand al juez Juan Pavn con tres soldados a traer vveres. "Los indios se ne garon, y los emisarios volvieron batidos y maltratados". Don Pedro orden entonces a su hermano don Diego que saliera con una banda de soldados "a buscar indios q ue proveyesen de basamentos al ejrcito..." Llegaron a cuatro leguas, se batieron; y siendo los indios muchos, ligeros y valientes... que saban atar los caballos c on ciertos lazos (bolas? lazos?) mataron a don Diego de Mendoza y a los capitanes Medrano, Guzmn, Afan de Ribera y Pedro de Lujn, sobrinos del Adelantado; y si no f uera que atrs viniese la infantera, todos quedaran en el campo. Murieron tambin otr os hidalgos, y entre ellos Luis Benavides, medio hermano del Adelantado. "Atacad os por la infantera, los indios se retiraron abandonando el pueblo, dice Schmidel (que suponemos sera una toldera o grupo de ranchos). Los espaoles pasaron all tres das recogiendo pieles de nutria, de zorros y zorrinos, y de las otras variedades de la Pampa, pescado seco pisado, y grasa del mismo origen". Este combate tuvo l ugar el da de Corpus Christi, 15 de junio de 1536, en las cercanas del ro de la Mat anza (50). ________________ (50) Algunos testigos de los que declararon en Espaa en el sumario que se le leva nt a don Pedro de Mendoza por el asesinato de Juan de Osorio, declararon que al s aber la catstrofe "Don Pedro yaciendo en cama dentro de su choza, y en presencia de Ayolas, haba dicho -lamento no hallar otro Osorio entre vosotros". No lo creem os, porque semejante palinodia no era propia del carcter duro, descredo y soberbio del personaje. Fue probablemente invencin de los testigos. ________________
17. CONTINUACIN DE LAS HOSTILIDADES. Como era consiguiente y propio de estos salv ajes, apenas se volvieron los espaoles al Real, aparecieron ellos a rodearlo en g ran multitudes. Dice Schmidel, que eran veinte mil; pudiese ser porque eran much as las tribus comarcanas y porque el ruido de los sucesos acudiran otras desde gr andes distancias. Cuando podan aprovechar la ocasin de acercarse, ataban a las fle chas pajas embebidas en grasa de pescado, y las lanzaban ardiendo sobre los tech os pajizos o de madera del Real espaol. Para desalojarlos haba que hacer salidas f recuentes evitando con prudencia internarse en los bosques ribereos y en la campaa . Pero no se pudo evitar que incendiaran un barco de los que estaban en el riach uelo y gran nmero de chozas. 18. MEDIDAS PARA PROSEGUIR. Como la expedicin no haba tomado pie en Buenos Aires s ino para poner el asiento de la comunicacin martima con Espaa, y de la comunicacin f luvial con el Per, don Pedro procur tomar mejor terreno para defenderse. Levant la poblacin a las barrancas que dominaban las mrgenes del Riachuelo; abri zanjas y for m trincheras de tierra y madera con algunas piezas de artillera sacadas de los bar cos. Para reunir bastimentos mand dos barcos a la costa brasilera; y tan tenaz y resuelto estaba a tomar posesin de la parte del Per que haba capitulado como propia , que, a pesar del lamentable estado en que se hallaba, mand con grande empeo prep arar la fuerza y las instrucciones con que Juan de Ayolas deba entrar por los ros que haba explorado Gabotto y tratar el asunto respectivo con Pizarro y con Almagr o (51). ________________ (51) Decale a Ayolas en esas instrucciones que tuviese presente que El era Adelan tado y Capitn General de todo el Sur del Per (incluso Chile) y que, aunque por su estado de salud no poda moverse, lo nombraba Su Lugar Teniente y Delegado, con la s clusulas siguientes:-"Si os encontris all con los dos conquistadores del Per don F rancisco Pizarro o don Diego de Almagro, solicitaris su amistad; y si os hallis co n fuerza suficiente no consintis que alguno de ellos me usurpe la jurisdiccin que por orden y gracia de S. M. me pertenece, ni omitis aquellas protestas y requerim ientos que en todo tiempo debieran apoyar mis derechos; manteneos en amistad per o sin permitir que vaya a ellos la gente que pertenece a las Capitulaciones que hice con S. M. sobre el Ro de la Plata". De modo, que si a ttulos antiguos hubiramo s de atenernos el ms antiguo y ms notorio de todos sera aqul que el rey de Espaa conc edi a los gobernadores del Ro de la Plata sobre todas las costas del mar Pacfico qu e quedaban al sur del Per, usurpadas despus por Pedro de Valdivia, sin ttulo ni ori gen soberano. En otra de las clusulas le encargaba de remitirles las diez y seis partes del oro y plata que sacase; y que, aunque lo primero era "pasar por tierr a hasta las costas del mar del Sur, en cuya jornada haban de alcanzar a Ias ricas provincias de que tenan noticias, era menester que dejase Casa y Asiento, bien g uarnecido, en un buen punto del ro Paraguay, donde pudieron hallarlo y reforzarlo con la gente que llevaba nimo de enviarle as que llegase a Castilla". Puede calcu larse, por todo esto, lo que hubiera acontecido en el Per y en Chile, si un mandn de la terquedad y soberbia personal de Mendoza, favorito de Carlos V, emparentad o con toda la grandeza espaola, hubiera entrado sano y potente a las Charcas por las fronteras de Cochabamba, como estuvo a punto de suceder. Tremendo, sin duda, habra sido el drama entre este tigre cebado de las guerras de Italia y los chaca les de las Antillas. ________________
19. ENTRADA DE JUAN DE AYOLAS AL RO PARAN Y SUS AFLUENTES. Parti, pues, Ayolas en b usca de la entrada al Per y subi el ro Paraguay con cuatrocientos soldados. Llevaba orden de fundar una poblacin y cuarteles fuertes o Casa de Asiento, que le sirvi
era de centro para operar en el interior, y de paradero seguro para los navos y r efuerzos que se le enviaran por el ro. Orden tambin tena de regresar a Buenos Aires a los cuatro meses, hallase o no camino para el Per, dejando asentado y fortific ado el punto avanzado que hubiere escogido. Pero pasaron ocho meses sin que vini eran noticias suyas, y "mientras tanto el Adelantado padeca de gravsimos sntomas y crueles padecimientos. Se le baldaron los pies y las manos, y psose tan malo que se hizo embarcar para Espaa, adonde no pudo llegar, pues muri en el viaje". Don Pe dro de Mendoza era, como los militares de su tiempo, una mezcla abominable de hro e y de bandido, sin escrpulos ni la ms pequea dosis de sentido moral. Lo mismo eran los subalternos que trajo, Juan de Ayolas, Domingo Martnez de Irala y los otros, como vamos a verlo... En cuanto a la manera y al lugar en que muri Mendoza, pudi era muy bien ser totalmente inexacta la relacin que nos hacen nuestros primeros c ronistas. El seor Eduardo Madero ha encontrado en los archivos de Sevilla noticia s oficiales de que muri a pocas horas o pocos das de haber salido de una de las is las Canarias; de modo que no pudo morir hidrfobo; de hambre o de sed, como aqullos dicen.
LECCIN XI PRDIDA DE AYOLAS Y RESUMEN DE LOS SUCESOS DEL PARAGUAY 1. LAMBAR Y EL CULTO DE LA SERPIENTE. Avido por entrar a las tierras de adentro, Ayolas prescindi de las tribus y comarcas intermedias, siguiendo su viaje, hasta el Ro Paraguay. Hallse all con el centro poblado de la Confederacin Guaran llamado La mbar, que, segn parece, era el asiento administrativo y religioso de las provincia s guarans de todo aquel vasto distrito. Dicen los cronistas que lo que ms sorprend i a los expedicionarios fue ver que "estos brbaros" tenan un templo donde mantenan y adoraban una gran serpiente. Para los que conocen la historia mitolgica de los p ueblos clsicos, tan lejos de que ese culto pruebe barbarie, probara por el contrar io, un influjo desconocido de las ideas de las antigedad, venido hasta all misteri osamente, o una admirable casualidad de analoga en las ideas cosmognicas y religio sas. El culto de la Serpiente es un simbolsmo de la Adoracin del Sol y de los fenme nos anuales que dan y mantienen la vida universal de los seres del mundo. Lo que la vista humana percibe en este fenmeno de cada da es la rosca diaria que el Sol hace alrededor de la tierra y la serie de esas roscas que constituyen el Mes, el Ao y el Tiempo en el Espacio estelario marchando enroscada como el andar de la s erpiente. Todos los mitos y todas las religiones antiguas reposan sobre las face s de este fenmno, y no sera de ms recordar que la Biblia misma toma, a la Serpiente como reveladora del bien y del mal, que sacando al hombre y a la familia de la v ida inocente, lo inici en el conocimiento y en los trastornos de la vida conscien te; esto es, de las evoluciones progresivas del TIEMPO... El hecho de haber enco ntrado este CULTO SOLAR en el templo nacional de Lambar es de suma importancia pa ra las presunciones trascendentales de la historia conjetural. 2. AYOLAS Y LAS TRIBUS SALVAJES. La confederacin Lambar viva en continuas hostilida des con las razas incultas de la parte occidental del Chaco, por cuyas tierras p ensaba Ayolas abrirse camino. As fue que, despus de un pequeo conflicto, vinieron a paces los espaoles y los guarans. Consintieron stos en auxiliar a Ayolas con algun os miles de hombres de su raza; y para no quedar expuestos a los ataques de los otros comarcanos, admitieron que quedase con ellos una guardia de 50 soldados al mando de Domingo Martnez de Irala. Muy lejos estaban los infelices de sospechar que haban concertado la dolorosa esclavitud de su pas y de su nacin (52). ________________ (52) "Y porque este ajuste se celebr (dice el P. Lozano) el da 15 de agosto de 153 6 consagrado a la Asuncin Triunfante de la Emperatriz de los cielos, fue ocasin pa ra que debajo del feliz auspicio de este glorioso misterio se fundase y nombrase
con este ttulo la ciudad a que presto se di principios en aquellas proximidades." ________________
3. INTERNACIN Y PRDIDA DE AYOLAS. Guiado por los guarans, atraves a la orilla occide ntal del ro Paraguay, y entr por una de las bocas del ro Pillco-Mayu. Vinindole grav es dudas sobre cul sera el verdadero canal de las aguas, en vista de la confusin de arroyos y de esteros que ofreca el terreno, estableci all un cantn con el nombre de La Calendaria, para el caso de que tuviese que retroceder en busca de mejor can al, o que practicar nuevas exploraciones. Dej all tres lanchones (bergantines) y c ien soldados al mando de su Maese de Campo Domingo Martnez de Irala, con la orden de esperar noticias suyas durante seis meses; y se intern al oeste. Pas un tiempo que no est bien determinado, sin que se recibiera noticia ni rumor alguno sobre la suerte de Ayolas. Entretanto, sabiendo Irala que las indiadas andaban excitad as y enfurecidas en grande multitud contra los extraos que pisaban sus guaridas, se apresur a levantar el cantn cuya guarda se le haba encomendado, y se retir a la A suncin con los tres bergantines de que dispona. El grave cronista Antonio de Herre ra, el P. Charlevoix, y otros, no trepidan en culpar a Irala del sacrificio de A yolas, atribuyendo su proceder a la ambicin de usurpar el mando absoluto de toda la regin guarantica, y preparar en provecho propio mejores y ms slidos elementos par a entrar al Per. Si semejante felona tuvo lugar, como es fcil creerlo, dado el carct er del personaje y los hbitos que entonces prevalecan entre gentes de este jaez, n o hay duda que, abandonado por su teniente, Ayolas pag a su vez la felona qne come tiera contra Juan de Osorio y que pereci a manos de los indios ribereos del Pillco -Mayu en alguna de esas selvas impenetrables, o esteros desconocidos, que hoy mi smo no estn todava bien explorados (53). ________________ (53) Volviendo mucho despus por noticias de Ayolas, dcese que se dio con uno de lo s indios que haban sido de la comitiva: "que segn este indio deca Ayolas haba conseg uido llegar al Per; que regresaba con mucho oro y plata cuando encontr abandonado el cantn Candelaria; que no teniendo como proseguir su marcha, se le sublevaron l os indios y lo mataron". Que esto ltimo fuese cierto no hay duda; pero en la dems narracin debi ser falsa, desde que en el Per no ha quedado rastro alguno de la pres encia de Ayolas en aquellas fronteras. ________________
4. ENCINAMIENTO DE IRALA. Al ponerse en retirada, Irala se hizo aclamar segundo cabo de la conquista del Ro de la Plata y Delegado de Ayolas. En la Asuncin hubo d e pronunciarse un disentimiento entre los soldados y funcionarios que haban queda do, pero vino Irala, los hizo temblar y se hizo declarar gobernador general de l a provincia. Como los detalles de estas rencillas miserables no pertenecen a la historia argentina propiamente dicha, nos permitiremos suprimirlos y resumirlos en la sntesis general con que los cronistas, sin excepcin, caracterizan el gobiern o de Irala. El Padre Lozano dice: "En cuanto a relajacin de costumbres rayaba en ser desenfrenado". El arcediano Centenera dice algo peor y con una verdad tan ca ndoroso que hasta indecente sera repetirlo. Funes, siempre ambiguo y melindroso, dice que mezclando tanto de vicios como de bravura y acierto, dej en problema su reputacin. Los dos primeros lo presentan como un tirano tan sanguinario y vengati vo que ahorcaba por docenas a sus enemigos: y que ni los mismos espaoles vivan seg uros de insultos atroces. Los amigos de Irala se entraban a las casas, robaban l o que mejor les agradaba, expropiaban nias indgenas, y cambiaban unas por otras a cada instante. El que ms lo haca era Irala mismo. Cuando encontraban resistencia l es cruzaban las caras a cuchilladas. "Muy vituperable en la facilidad brutal con que se dejaba avasallar por las pasiones sensuales..." no copiamos ms por decoro . El alemn Schmidel dice: "Era tal el estado del Paraguay bajo el gobierno de Ira
la que llegu a persuadirme que desatadas las furias infernales, Satans era el que ejerca su imperio sobre aquella pobre gente". Para qu ms? 5. LAS ENCOMIENDAS. Los conquistadores establecieron en la Amrica del Sur el rgime n de las Encomiendas, cuya noticia se conserva todava en la historia con un eco a bominable de horror. Llamaban Encomiendas al reparto que cada capitn haca de los v arones y mujeres ( tout faire) que sus subordinados, funcionarios o tenientes nec esitaban para que labrasen sus campos, y sirviesen sus personas, no dir como escl avos, sino mil veces peor que esclavos, porque los esclavos se compran con diner o, y como la muerte del esclavo es una prdida para el amo, ste lo cuida al menos p ara conservarlo. Las Encomiendas se surtan cazando o agarrando indgenas por el cam po, mujeres, nios y hombres. Cuando se les moran los reponan del mismo modo. As es q ue los mataban a palos, o latigazos, sin ningn miramiento. Irala reparti las tierr as de los guarans como suyas, y distribuy a discrecin entre sus soldados, indios jve nes de trabajo e indias de todo servicio domstico. 6. LA CONQUISTA ESPIRITUAL. As llama el Padre jesuta Montoya a la accin benfica con que los Jesutas iniciaron un cambio en la horrible situacin de los guaranes. No pud iendo el gobierno espaol privar a los conquistadores de este abuso salvaje sobre la suerte de estos infelices, autoriz a los Jesutas para que a su vez formaran col onias agrcolas y recogiesen en ellas a los indios que en los campos vivan expuesto s al rapto diario de los soldados y bandidos que infestaban la provincia. Una ve z que las familias indgenas se acogan a la vida religiosa y agrcola de la Colonia J esutica, quedaban libres de repartimiento y Encomienda, y por consiguiente, exent os de los horrores de la esclavitud. Ms adelante estudiaremos en todos sus detall es esta nueva organizacin, que fue, en efecto, un beneficio santificado para la p obre raza guarantica, y qu, hasta cierto punto, merece el noble nombre de CONQUIST A ESPITRITUAL. 7. EL CAPITN FRANCISCO RUIZ GALN. Al regresar a Espaa don Pedro de Mendoza, iba ya con serios temores, a causa de la falta de noticias, de que su Teniente Juan de Ayolas hubiese perecido; y para este ltimo caso deleg la gobernacin en el capitn Fra ncisco Ruiz Galn. A poco tiempo vino de los ros interiores Juan de Salazar de Espi nosa, contando maravillas de la abundancia de vveres que por all haba y aconsejndole s que subiesen a reunirse con Ayolas, pues se encontraba mucha plata, como vean p or las muestras que haba recogido. Ruiz Galn consult a los suyos, parti de Buenos Ai res con 150 hombres y cinco lanchones, dej al cuidado del puerto 50 soldados y lo s tres barcos ms grandes (Santa Catalina, Trinidad y Anunciada). En Corpus Christ i tom otros 50 hombres y remont el ro Paran. Despus de dos meses que anduvo buscando noticias de Ayolas, pas por la Asuncin y de all regres a Buenos Aires a los siete me ses, por falta de recursos y de gente para entrar al interior. 8. ARRIBADA DEL GALEN GENOVS "LA PANCHIALDA". Esta grande nave, cuyo capitn se llam aba Len Panchialdo, haba salido de Savona o de Gnova ricamente cargada con destino a Lima (al Callao) y con licencia para retornar cacao, cascarilla, algodn, lana y minerales. Los malos tiempos maltrataron el barco en los mares del Sur, y como no pudo remontar el Cabo de Hornos, tuvo que recalar al ro de la Plata, por haber odo el capitn en Gnova que acababa de establecerse aqu un asiento fuerte de espaoles . No est bien claro cmo fue que se transigieron los intereses respectivos de los o cupantes y de los nufragos; y es muy probable que la desnudez del lugar, la miser able situacin de los nufragos, y la avaricia o necesidades de los ocupantes, haya sido causa de que acabase por una completa ruina y despojo el resultado de ese r ico cargamento, que fue el primero de mercaderas extranjeras que aport a las playa s de Buenos Aires. El gobernador Ruiz Galn hizo acopio de abalorios y menudencias de vistosos efectos, y mand a Gonzalo de Mendoza que fuese al Brasil en el galen Anunciada a cambiarlos por mantenimientos. 9. ARRIBO DEL VEEDOR ALONSO DE CBRERA. La muerte de don Pedro de Mendoza y las de ms noticias, harto vagas y tristes que llegaban del Ro de la Plata, pusieron en an siedades a los socios, interesados, parientes y armadores de la Expedicin. Un cie
rto Martn de Ordua, apoderado de don Pedro, obtuvo que la Casa de Contratacin envia se como VEEDOR (Inspector oficial) a Alonso de Cabrera, con naves cargadas de ba samentos, carnes saladas y otras cosas, necesarias, que, en efecto, lleg a Buenos Aires en octubre de 1538. 10. RENCILLAS ENTRE RUIZ GALN Y ALONSO DE CABRERA. Fundndose Ruiz Galn en que era D elegado del Adelantado, se resisti a que Alonso de Cabrera ejerciese la primaca qu e reclamaba como Pesquisante en el gobierno de la provincia. Pero se avinieron a l fin, y convinieron en reunir todos sus recursos para subir a la Asuncin, repart irse all el gobierno, y tentar otra vez una fuerte entrada a las tierras argentfer as de la altiplanicie peruana. Ms o menos reconciliados, cuanto podan estarlo homb res de su jaez, partieron de Buenos Aires en diciembre de 1538 con 300 hombres y siete lanchones de vela, o bergantines, como entonces llamaban a los de dos pal os. Llevaban como Contador a un tal Felipe de Cceres, el sujeto ms inquieto y dscol o de cuantos entonces estaban en el pas, como ms adelante se ver. 11. ALZAMIENTO Y USURPACIN DE DOMINGO MARTNEZ DE IRALA. Ese indmito Caudillo, que e ra, sin disputa, el hombre de guerra y de intriga ms audaz y entendido de los que haban quedado, desconoci la autoridad de Ruiz Galn y se proclam superior en razn de que l era LugarTeniente, gobernador nombrado por Ayolas al partir, mientras que l a delegacin de Ruiz Galn se limitaba nica y estrictamente al Asiento y puerto de Bu enos Aires. Alonso de Cabrera se lig con Irala; y no teniendo Ruiz Galn con qu disp utar la autoridad, regres a Buenos Aires a fines de marzo del ao mencionado. Irala era uno de esos forajidos de alma fuerte, de voluntad inclemente, que han nacid o con garras en vez de manos y de dedos, para asirse al poder dominador y absolu to. 12. DESPOBLACIN DE BUENOS AIRES. Casi todos los tiranos y usurpadores buscan su s eguridad aislndose en las tinieblas y cerrando las avenidas por donde puede venir les algn peligro inopinado. El peligro de Irala era que en el puerto de Buenos Ai res alguna agrupacin que auxiliada por arribo de gentes de Espaa agraciadas con no mbramientos, pudiesen concertarse para subir el Paran y ponerlo en conflicto. Des poblando a Buenos Aires, Irala quedaba atrincherado en la Asuncin del Paraguay; y ya fuese en busca de auxilios o por vveres, los que de nuevo llegaren a la orill a abandonada, quedaban a su merced inhabilitados para hacerle dao. La poltica de I rala fue, pues, el modelo de la escuela de la poltica del Dictador Francia. Para llevar a cabo su designio, Irala mand un Comisionado con dos bergantines y cien s oldados a levantar la poblacin de Buenos Aires. Los vecinos no se lo consintieron . Pero apenas supo l la resistencia, se embarc en persona en marzo de 1541 con dos bergantines ms, mayor nmero de gente, y trayendo con l a Alonso de Cabrera. El Ten iente gobernador Ruiz Galn, y muchos vecinos se eximieron de la deportacin, yndose en un lanchn a Santa Catalina. A pesar del clamor de los habitantes, Irala les or den por bando el embarque de todos con sus haberes transportables y reparti como q uiso las mercaderas de la nao Panchialda, cuyo capitn Len Panchialdo acababa de mor ir en esos das. Quemaron la Iglesia, una nao que estaba varada en tierra, todos l os ranchos y casas de madera, y transportaron lo dems a la Asuncin en septiembre u octubre de 1541.
LECCIN XII EL NUEVO ADELANTADO DEL RO DE LA PLATA 1. GRAN SORPRESA. Confiadsimo viva en las medidas qne haba tomado y en los fuertes empeos hechos en la Corte para que le mantuvieran en la gobernacin, cuando el 11 d e marzo de 1542, repentinamente y sin saber cmo, recibi por tierra un mensaje impe rativo firmado por un cierto Alvar Nez Cabeza de Vaca, que titulndose Adelantado de l Ro de la Plata, le ordenaba que saliera a recibirlo por el camino que traa desde las costas del Brasil, y a entregarle el mando. Bien podemos imaginarnos lo que
pasara por las mientes del brutal tirano del Paraguay. 2. ANTECEDENTES. Cuanto puede presentar el contraste moral de dos hombres, poda e ncontrarse comparando la nobleza y la hidalgua de Alvar Nez con el natural vicioso y violento de Irala. El nuevo Adelantado gozaba de crdito y honorable fama en la corte, ganados por eminentes y valiossimos servicios. Era un hombre culto, clemen te, administrador distinguido, acucioso y puro (54). ________________ (54) Historia del Paraguay y Ro de la Plata, por el P. Lozano: tomo 29, cap. VIII . ________________
3. EL ITINERARIO DEL NUEVO ADELANTADO. Explorador experimentado e incansable por aficin y por gusto cientfico, quiso el Adelantado conocer, ante todo, las fronter as y las interioridades de la tierra que haba de gobernar y colonizar, y resolvi b ajar en un punto de la costa martima con nimo de atravesar por tierra hasta la Asu ncin. Despus de haber explorado el puerto de la Cananea, le pareci mejor tomar su p unto de partida en Santa Catalina. Puesto all supo, por los que haban hudo de Irala , que ste haba hecho abandono del puerto de Buenos Aires, llevndoselo todo a la Asu ncin; lo cual le contrari sobremanera, pues traa rdenes expresas de fomentar ste puer to con todo esmero. Dividi entonces su gente; y como no poda llevar por tierra las 38 familias de pobladores que traa consigo, hizo que Juan de Cceres siguiese con ellas por mar hasta Buenos Aires, y que subiendo por el Paran fuese a encontrarlo en la Asuncin. Hecho esto parlament hbilmente con los indios de adentro, y les gan de tal modo su buena voluntad, que se pusieron a su servicio y le fueron fieles en la larga compaa que le hicieron en todo el camino. Preparado as, entr al interior con 240 soldados y 34 caballos. Atraves las selvas enmaraadas y los ros del Chaco y sorprendi a Irala con el repentino mensaje que hemos mencionado (55). ________________ (55) Alvar Nez haba nacido con esa curiosidad innata y nobilsima que han tenido tamb in otros hombres como Herodoto, Plinio y Anacarsis en la antigedad y como el capitn Cook, Levington y tantos otros a quienes la ciencia, la geografa moderna y la hu manidad deben eminentsimos servicios. Alvar Nez se haba ensayado ya en esta ardua y difcil tarea, explorando poco antes los senos selvticos y enmaraados de las Dos Flo ridas en la Amrica del Norte con aquella constancia y sufrimiento que saben poner los hombres a quienes el Creador da esos grandes y fuertes instintos, para quie nes la dura lucha con la naturaleza primitiva y agreste, y los contrastes que el la presenta, tan lejos de ser estorbos son estmulos que los encantan. ________________
4. VACILACIONES DE IRALA. Basta esto para ver que se preparaba un serio conflict o. Irala pens al principio desconocer la autoridad del Adelantado, y le mand decir que "antes de seguir adelante le diese a conocer los despachos con que vena". Al var Nez le contest que "seguira hasta la Asuncin, y que presentara sus despachos al Ay untamiento". Irala reflexion; y como a lo perverso una una exquisita hipocresa y pr evisin, comprendi que, por lo pronto, le convena callar y esperar mejores ocasiones . 5. INSTRUCCIONES Y PROPSITOS DE ALVAR NEZ. La 1 era Reglamentar las Encomiendas, pon iendo el trabajo personal de los guarans en las mismas condiciones de libertad y de salario que el de los espaoles; 2 Hacer respetar la voluntad de los padres y de las madres en la suerte y libertad de las hijas; 3 Restablecer y fomentar el asi
ento martimo de Buenos Aires; 4 Abrir camino al Per. Semejantes propsitos, lo de las Encomiendas y las garantas de las familias sobre todo, levant un enojo profundo e ntre los soldados y los favoritos de Irala, con quienes se aliaron los ministril es del Fisco, que, a pretexto de cobrar pechos, quintos, diezmos, cruzadas, el d iablo-a-cuatro de las infinitas contribuciones legales o inventadas de aquel tie mpo, ejercan una presin abusiva y escandalosa sobre los indios y pobladores pobres de la provincia. Desde luego fueron ya enemigos natos del honorable y honradsimo Adelantado. 6. EXPLORACIN DE CAMINOS PARA ENTRAR AL PER. Alvar Nez emprendi la entrada, creyendo que con las esperanzas que fundaba en ella halagara y aquietara el nimo de sus adve rsarios; les mostrara sus aptitudes para empresas de ese gnero, y cumplira el tenor de las instrucciones que ordenaban abrir camino al Per. Largo e intil sera que, en obra como sta, nos pusisemos a dar cuenta de la jornada exploradora de Alvar Nez. B astar decir que anduvo largos meses peregrinando entre bosques primitivos e innum erables esteros, en guerra de asaltos y defensas contra las tribus salvajes que pululaban en derredor suyo, fingindose amigas y mansas unas veces, asaltndolo fero ces en otras. Con este vagar siempre inquieto y ansioso, se descompuso la discip lina de la gente; y como se sintieran sntomas de rebelin, el Adelantado tuvo que a cceder, aunque de mala gana, a la exigencia que los capitanes y otros le hiciero n de ponerse en retirada a la Asuncin. "En lo cual, dice el Padre Lozano, no andu vo ociosa la malicia con que Irala desconcertaba las medidas y propsitos del Adel antado, preparando ya la subversin armada que no tard en mostrar su rabia desde qu e llegaron a la Asuncin y pudieron todos concertarse". 7. ASONADA. La revolucin armada estall el 25 de abril de 1544. Los sublevados sorp rendieron en la cama al Adelantado, le pusieron grillos y lo tuvieron encerrado durante un ao en un calabozo tan lbrego y hmedo que era una especie de cueva infect a como las crceles de aquel brbaro tiempo. Usando del terror revolucionario forjar on un proceso con testigos forzados por el miedo o enemigos del preso. Prendiero n del mismo modo a todos los que suponan serles desafectos, ser adictos a las ide as y miras del Adelantado o tener alguna ofensa contra ellos. 8. PRFIDO PAPEL DE IRALA. Cinco das antes de la asonada, Irala se haba ido a una en comienda (estanzuela) que tena a ocho leguas de la Asuncin, donde fue menester ir a buscarlo, y rogarle por varios das que saliese a tomar el gobierno que le confe ra el pueblo. No se necesitara ms que esto para comprender el juego prfido que haca. Lo cual estuvo tan probado despus, que el grave e informadsinio historigrafo real A ntonio de Herrera dice: "Irala fue alma y director de esta sedicin" (Dcada 7: lib. 9 cap.12). 9. PARTIDOS Y PERSECUCIONES. Este sacudimiento produjo naturalmente dos partidos : el de Los Leales y el de Los Tumultuarios. El cronista Barco de Centenera (aut or de la Argentina y conquista del R. de la P., en verso) dice: "A los Leales no se les tena por hombres, sino por gente vil e infame (salvajes inmundos unitario s)". A muchos ahorc Irala a garrote dentro de los calabozos, diciendo que eran pe rturbadores de la tierra. A tal punto se vino, que los tales vivan escondidos en los bosques, hambreando y a Dios justa venganza demandando. Los que eran causado res de estas desdichas en lo bueno de la tierra y de la vida se gozaban. 10. EL PROCESO. Mientras Alvar Nez continuaba secuestrado en el lbrego calabozo, Ir ala le comunicaba al Consejo de Indias que l era completamente ajeno a la causa: Que el asunto perteneca nica y exclusivamente a la jurisdiccin y autoridad de los O ficiales Reales (perceptores del Fisco), que eran los que haban prendido y proces ado al Adelantado, por razn de tributos y cuentas fiscales que crean defraudadas y usurpadas por intromisin ilegal; -"Que l lloraba amargamente lo sucedido, y que s i haba aceptado la gobernacin interina, era porque el pueblo se lo haba rogado, con minndolo a que se encargase de ella para salvar el asiento de la anarqua y de la r uina que todos teman despus de tan profundo sacudimiento; -"Que los vecinos haban q uerido ejecutar al Adelantado; y que a su enrgica oposicin se haba debido impedirlo
, a fin de que se le remitiese a Espaa bajo guardia y a cargo de los Oficiales Re ales; porque crea que, aunque el Adelantado haba procedido con mucha imprudencia p or hacer reformas, l no tena por crebles los crmenes que se le imputaban". Ocho aos d ur esta causa en Espaa. En primera instancia Alvar Nez fue condenado y llevado a uno de los presidios de Africa. Pero, por mejores informes y luces, vino el Consejo de Indias a conocer que todo estribaba en un proceso falso e inicuo. Absolvi al reo y mand darle una pensin vitalicia de 2,000 ducados anuales (4,200 F) en compen sacin de sus padecimientos, prdidas y servicios.
LECCIN XIII ENTRADA DE IRALA A LAS TIERRAS DEL PER 1. APTITUDES MILITARES DE IRALA. No es raro, sino ms bien frecuente, que los homb res bravos, violentos e inquietos tengan cualidades guerreras de gnero especial pa ra empresas aventuradas, en que se requiere ante todo audacia, voluntad y proced eres artificiosos; sobre todo cuando se trata de salvajes que para defenderse no conocen de la estrategia militar, sino las combinaciones elementales que condic en con sus hbitos primitivos (56). Irala tena la primera condicin del Caudillo indmi to que campa por sus respetos, es decir, esa cierta autoridad moral con que se i mpona a sus soldados y a las tribus indgenas que haba sujetado. Era, sin duda, un m alvado como hombre de gobierno; pero tambin era un verdadero Capitn a lo antiguo c omo hombre de guerra. ________________ (56) Vase sobre esto las preciosas observaciones del general don Jos Mara Paz sobre los montoneros de 1820. ________________
2. EXPEDICIN DE IRALA EN CAMINO DEL PER. Llegaron al Paraguay noticias vagas de qu e en el Per haba estallado una furiosa guerra civil entre los conquistadores (ao de 1547). Lo que, a los ojos de Irala, parecile excelente ocasin para presentarse en armas por all como Lugar Teniente del Adelantado don Pedro de Mendoza y de Juan Ayolas a reclamar por suyas las tierras peruanas del sur, con arreglo a las capi tulaciones acordadas por el Rey en favor del primero (Lec. X, nm. 5 y nota) y ver por sus propios ojos a cual de los partidos le convena filiarse para realizar su s miras. Animado con estas esperanzas form expedicin de 580 soldados robustos y cu atro mil indios sumisos, que, a la vez que servan para llevarle el convoy y los p ertrechos, eran un buen cuerpo auxiliar con que explorar los bosques y hacer pra cticables los caminos. Llegaron as a las mrgenes de un ro, que el P. Lozano llama e l gran ro Guapay (actual Ro Grande) "brazo principal que con su copioso caudal enr iquece al Maran". 3. LLEGADA A LAS FRONTERAS DE COCHABAMBA. Como treinta leguas al occidente del G uapay descendan los expedicionarios de una eminencia, cuando vieron venir hacia e llos varios indios peruanos que les hablaron en espaol. Grande y agradable fue la sorpresa, y mucho ms cuando supieron que se hallaban en los campos de la pinge Ha cienda y Encomienda del capitn Peranzules (Pedro Anzules), fundador gobernador de Chuquisaca (hoy Sucre). Pero por otra parte no le hicieron buen efecto a Irala las otras noticias que recibi. Segn ellas, haba tenido lugar en efecto un terrible levantamiento en cabezado por Gonzalo Pizarro y por el famoso guerrero Francisco de Carbajal contra el virrey Blasco Nez Vela, que a manera de Alvar Nez haba querido poner orden en los atentados de la soldadesca y de los dscolos que formaban el p artido de los Pizarros. Al principio comenzaron triunfando los revoltosos, pero pronto haba Ilegado de Espaa, revestido de todos los poderes regios, el Licenciado
Pedro de la Gazca, Ministro de la Inquisicin, personaje imperioso, grave y sever o hombre de Estado, que despus de haber sometido la rebelin haba ahorcado a Gonzalo Pizarro, a Francisco Carbajal y a veinte o treinta caudillos de los ms soberbios y atrevidos de aquella sedicin. Irala par mientes en caso tan serio. Reflexion que la partida no se le presentaba tan buena como haba credo; y como su conciencia es taba bastante cargada de culpas, pens que no le convena seguir, ni ponerse a la ma no de Juez tan rgido y poderoso como pareca serlo el tal La Gazca. Detenindose, pue s, con prudencia envi cuatro diputados al Presidente La Gazca que le dijeran que haba venido desde el Paraguay a ofrecerle sus servicios como soldado y leal vasal lo de S. M. Mas como era astuto y prevenido, orden que tres de los enviados sigui eran hasta Lima, y que el otro, Nuflo de Chaves, que era el hombre de su confian za, se hiciese el enfermo y se detuviese en Chuquisaca para mantener corresponde ncia con l y con los otros. La Gazca fingi buena acogida, pero "envi a Irala rdenes muy apretadas dicindole: "que se abstuviese de pasar adelante so pena de la vida, y que esperase all nuevo aviso", dice Funes. Es evidente, como este mismo escrit or lo observa, que La Gazca tena ya luces anticipadas de las prendas y costumbres del sujeto que vena ofrecindole sus servicios; y que estando harto de soldados co rrompidos y revoltosos, que a ttulo de conquistadores diezmaban y atormentaban la s pobres gentes de la tierra, haba resuelto apoderarse de Irala y destituirle. As parece al menos de lo que vamos a ver. 4. ASESINATO DE UN EMISARIO OFICIAL. Supo a tiempo Nuflo Chaves que el President e La Gazca mandaba pliegos a la Audiencia de Charcas destituyendo a Irala, y nom brando Gobernador del Paraguay y Ro de la Plata a Diego Centeno, que haba contrado grandes mritos en su servicio contra la faccin de los Pizarros. Inmediatamente sal i Nuflo Chaves de incgnito, se hizo encontradizo con el mensajero, lo mat a pualadas en el despoblado, le rob los pliegos, y regres a Chuquisaca sin dejar rastro de l o acontecido; y como La Gazca contaba con que sus pliegos iban en camino, orden q ue los cuatro emisarios de Irala se reuniesen a la comitiva y fuerte escolta con que sali Centeno a posesionarse de su gobernacin, convencido de que el emisario m uerto iba en camino (57). 5. REGRESO PRECIPITADO DE IRALA. Temiendo con razn un golpe de mano, Irala guard e l ms profundo secreto sobre lo que ocurra, y orden la inmediata retirada de la expe dicin. Su gente se opuso. Nadie comprenda como era que habiendo llegado al anhelad o Per, se les mandase regresar y renunciar a las esperanzas de hartarse de plata y oro con que haban emprendido la marcha. Irala tuvo miedo de que estallase una s edicin, de que por momentos llegase Centeno y los hiciese ahorcar a todos. Deleg e l mando en Gonzalo de Mendoza y se ausent de prisa en camino al Paraguay. Sin l fu e imposible proseguir, y los dems retrocedieron. ________________ (57) Hist. del Paraguay y R. de la P., del P. Lozano, tomo 2, pgina 352. ________________
6. ENVENENAMIENTO DE DIEGO CENTENO. Con un squito de 4 hidalgos de Guipzcoa, muy r enombrados de las guerras de Italia y 40 soldados, llevando cra de ganados y pobl adores indgenas del Per, sali Centeno. Antes de partir recibi avisos annimos de que s e trataba de asesinarlo, pero los despreci como chismes y "fue recibido con aplau so y regocijo". Mas a los cuatro das, en un banquete a que le convid un vecino pri ncipal, le dieron "un bocado de ponzoa tan disimulada que le quit la vida" (el P. Lozano, tomo. II, pg. 371). Se presumi que los autores del envenenamiento haban sid o Nuflo de Chaves y Pedro de Segura. 7. VIOLENTA ANARQUA EN EL PARAGUAY. Despus de la salida de Irala para el Per, se re novaron los odios y las persecuciones motivadas por la destitucin de Alvar Nez y re toaron los dos partidos con el nombre de Los Leales y Los Comuneros. Estaban de v
uelta los expedicionarios a pocas leguas de la Asuncin, cuando salieron de los bo sques numerosos fugitivos de su partido, dicindoles que Diego de Abreu a la cabez a de los Leales haba derrocado y ahorcado a Francisco Mendoza, a quien Irala haba encargado el gobierno durante su ausencia, que haba sacrificado a los principales comuneros a quienes haba podido agarrar, y que muchos ms andaban asilados en los bosques, donde una gran parte haba perecido a manos de los indios, de los tigres y de miseria. 8. REPOSICIN DE IRALA. Crecido nmero de partidarios comenz a llegar al campamento; y como stos no estaban ofendidos contra Irala como los que regresaban chasqueados del Per, hubo acuerdo general de reponerlo por el inters que todos tenan ahora en la defensa del bando comn. Gonzalo de Mendoza renunci el mando; y bast la noticia d e que vena Irala para que al terror de su nombre todo cediese. Abreu y sus leales se asilaron en los bosques fronterizos. Uno de los principales, Ruiz Daz Melgare jo, fue a dar hasta la costa martima de San Vicente y Santa Catalina. Siguieron p or supuesto las ejecuciones a garrote y a pual. Los cadveres quedaban tendidos en las calles sin que nadie osara levantarlos, alimentando a las aves de rapia. Abre u fue tomado, trado y ejecutado a garrote en la plaza pricipal. Completo fue el t riunfo y absoluto qued Irala gobernando en el Paraguay. 9. INTERNACIN DE GANADO VACUNO. Ruiz Daz Melgarejo contrajo en San Vicente ntimas r elaciones con los hacendados ganaderos Scipin y Vicente Goes, hijos de Luis Goes, caballero principal del reino de Portugal. Se cas all con la hija de un vecino de fortuna, a la que asesin a pualadas, saliendo inmediatamente a buscar a un tal Co rrillo a quien tambin asesin con ira feroz. Es probable que tuviera que huir, pues a poco tiempo lo vemos reconciliado con Irala, actuando como jefe en las fronte ras del Guaira situadas en medio de los ros Paraguay y Paran. Quiz fu all donde hizo sociedad con los Goes para introducir ganado; y es curioso de saber que cada pen, de los cuatro que servan de acarreadores, ganaba por todo salario una vaca en ca da viaje. 10. DESTITUCIN DE IRALA. Dice el Padre Lozano que aunque por la muerte de Centeno pudo Irala tenerse por asegurado en el gobierno, no lo alcanz; pues por mucha di ligencia que hiciera no pudo impedir que llegaran a la Corte noticias verdicas de su carcter y de sus proceder y que para deponerle y castigarle se nombr Adelantad o a Juan de Sanabria en 1547. Pero ste muri; el Adelantazgo pas a su hijo don Diego , que no pudiendo salir inmediatamente, mand a su madre la viuda doa Menca Caldern, a que se ocupase del asunto y lo esperase en la Asuncin. La seora sera de empresa: ella era la que haba suplido el dinero. Se puso en viaje. De la costa del Brasil atraves con sus dos hijas hasta la Asuncin. Pero el hijo don Diego naufrag; la seora qued en el Paraguay, y tuvo la gloria de ser abuela del primer piatriota argenti no el ilustre HERNANDARIAS DE SAAVEDRA. 11. REHABILITACIN DE IRALA. En los aos (que algunos fueron) en que transcurrieron estos sucesos, consum Irala la conquista y sumisin de todo el Paraguay hasta los c onfines del GUAIRA y de tierras extensas que han pasado hoy a ser dominios del B rasil. Supo ingeniarse de modo que esta vasta adquisicin ganada para la Corona de Espaa tuviese ecos poderosos en la Corte; y que viniendo a consderrsele hombre nec esario, hasta para mantener en orden el pas, se prescindiese de sus maldades y se le ratificase en la propiedad del gobierno. Funesto fue su triunfo para los inf elices guaranes. Despobladas y agotadas las tierras cercanas, hizo nuevas caceras de indios por todo el territorio para restablecer el personal perdido de las Enc omiendas, donde a causa del rgimen brbaro all establecido moran millares de indios e n cada ao. 12. MUERTE DE IRALA. Por fin, si como dice Barco de Centenera, estaba de Dios qu e Irala fuese Adelantado de nuestra vasta regin, lo estaba tambin que muriera muy pronto en 1557. Puede ser que, como dice un aficionado reciente, lo llorasen los de su bando; pero lo que resulta bien documentado por sus contemporneos, y por e scritores bien informados y virtuosos, es que fue un capitn perverso, corrompido
y sanguinario, cuyo gobierno, como dice Schmidel, semej en la tierra el gobierno de Satans en el infierno. Extermin los pacficos indgenas de la noble raza guaran y de j yerma aquella populosa comarca, con toda la parte de ella que los Padres Jesutas no salvaron y fertilizaron despus a su modo.
LECCIN XIV GOBERNACIONES EFMERAS Y ANRQUICAS 1. GONZALO DE MENDOZA. lrala trasmiti la gobernacin por testamento a Gonzalo de Me ndoza, su yerno; pero, como ste muri a los pocos meses, fue necesario llamar a Cab ildo Abierto para que elgiese gobernador ad interin, como estaba mandado por la cdula vigente para casos como ste. 2. FRANCISCO VERGARA. Reunido el vecindario, apareci fray Pedro de Latorre primer Obispo del Paraguay, ardiente partidario de la faccin de Irala, se apoder de la p residencia de la mesa colocada en la Iglesia y sac gobernador a Francisco Vergara , otro yerno de Irala que se haba sealado en las turbulencias contra Alvar Nez. Mas, como la eleccin era ad interin no poda subsistir sin que fuese confirmada por la Audiencia de Charcas; y como el Obispo se haba remangado los hbitos para radicar l a autoridad en la faccin que serva, arm viaje al Per con el electo, llevando crecido squito de soldados y ms de tres mil indios. Iba tambin en su comitiva, como hbil co operador a los fines del viaje Felipe de Cceres, intrigante consumado, diestro en trapisondas y deslealtades, que haba aparentado hasta entonces decidido inters po r Francisco de Vergara y por el Obispo. 3. CONTRATIEMPOS Y REVELACIONES. Por alzamientos de indios y por otras demoras, hubo tiempo de que llegaran a odos de la Audiencia quejas y reclamos contra la in tromisin del Obispo en el acto electoral, y contra las pretensiones de los favori tos y parientes de Irala a perpetuarse en el detestable gobierno de Encomiendas y tropelas brutales que haba dejado inaugurado este intemperante caudillo. En cuan to llegaron a Chuquisaca, Felipe de Cceres se apercibi de que reinaban malos vient os para Vergara. Cambi de intereses; sugiri a los miembros de la Audiencia y a los contrarios, cuanto se necesitaba para que negasen la confirmacin, y procesasen a l candidato por los actos a que haba cooperado en el gobierno de Irala; y habiend o advertido que haba inclinacin general a dar el gobierno del Paraguay a Juan Hort iz de Zrate, hombre rico y de grande autoridad moral en el Per, Felipe de Cceres le tom el buen lado, y hablndole de los campos y excelencias del pas se hizo su ms all egado confidente y consejero. 4. NEGATIVA. Conociendo del asunto la Audiencia de Charcas dijo: que adems de que la eleccin estaba reclamada como ilcita, Francisco Vergara tena que ir a Espaa a re sponder a los pleitos que los herederos del Adelantado Alvar Nez y otros, haban ent ablado por indemnizacin de perjuicios y extorsiones contra Domingo Martnez de Iral a, sus herederos y cooperantes. Francisco Vergara y el Obispo fueron en apelacin a la Audiencia de Lima. Pero confirmada la sentencia, el Gobernador del Reino do n Lope Garca de Castro, provey nombrando ADELANTADO del Ro de la Plata a Juan Horti z de Zrate; con la autorizacin de nombrar Teniente gobernador mientras iba a Espaa a solicitar la confirmacin, y capitular con el Rey, pues un empleo de tan alto ca rcter como ste, que arrastraba propiedad y jurisdiccin permanente, no poda ejercerse sin que procediese del Soberano o fuese previamente confirmado por l. 5. ANTECEDENTES. Como este personaje tuvo atigencias importantsimas con la histor ia colonial del Ro de la Plata y con la repoblacin de Buenos Aires, es menester qu e lo hagamos conocer, y que sealemos sus conexiones con los hombres que "vinieron a ser nuestros" en los aos posteriores. Era nieto del Conde, de Ayala, noble vas congado, raz de la ilustre familia que llev su nombre. Haba venido a Amrica por el i stmo de Panam con su hermano el Oidor Pedro Hortiz de Zrate en la selecta comitiva
con que lleg al Per el primer virrey Blasco Nez Vela, trayendo tambin a su lado a un muchacho de 14 aos, sobrino suyo, llarnado Juan de Garay, que ms adelante vino a ser el ilustre repoblador de Buenos Aires. Avecindado en Chuquisaca Juan Hortiz de Zrate adelant su fortuna en empresas de minas y de estancias con numerosos gana dos en los campos de Cochabamba y Tarija. Rompi en esto el alzamiento de la faccin de Gonzalo Pizarro contra el virrey Blasco Nez Vela, que, como Alvar Nez en el Para guay, haba querido regularizar la vida civil, y reformar el rgimen de las Encomien das en el Per. Los dos hermanos Zrate y el sobrino Juan Garay tomaron activsima par te en la guerra civil que se sigui. Juan Hortiz de Zrate anduvo fugitivo y condena do a muerte por los facciosos: hasta que preso y ahorcado Pizarro por el Preside nte La Gazca despus de la batalla de Xaqui-huana se normaliz la tranquilidad de la s provincias del Per y se impuso el cdigo de las Leyes de Indias que haban sido cau sa de la sedicin. Desde luego los hermanos Hortiz de Zrate quedaron en gran predic amento con el Presidente La Gazca y con su sucesor el Licenciado don Lope Garca d e Castro. 6. MEDIDAS DE JUAN HORTIZ DE ZRATE. Al partir para Espaa, y de acuerdo con las atr ibuciones que se le haban conferido, Juan Hortiz de Zrate nombr por teniente gobern ador del Paraguay durante su ausencia a Felipe de Cceres, ordenndole que reconduje se a sus hogares con todo cuidado al numeroso squito de infelices indios que haban trado y que con todo respeto y homenaje cuidase de llevar al Obispo hasta su igl esia. En seguida hizo llamar a su sobrino Juan de Garay, que a la sazn andaba ocu pado con los capitanes Andrs Manso y Nuflo de Chaves en la conquista y poblacin de Santa Cruz de la Sierra, y le orden que se uniese a Felipe de Cceres con el cargo de Alguacil Mayor de la Asuncin y que luego se instalase all con su mujer e hijos (58), hiciese construir cuatro embarcaciones y fuese con ellas, bien pertrechad as, hasta el golfo del Ro de la Plata, llevndole bastimentos y auxilios con que se r recibido a su llegada a Espaa. He aqu, pues, cmo Juan de Garay vino al Per por el istmo de Panam; del Per pas a poblar a Santa Cruz de la Sierra, de all al Paraguay y al Ro de la Plata, donde desempe las funciones que ilustraron su nombre, repobland o la que es hoy nuestra opulenta y prspera capital. ________________ (58) Garay se haba casado con doa Isabel Becerra y Mendoza. ________________
7. FELIPE DE CCERES Y EL OBISPO LATORRE. Como era consiguiente, estos dos persona jes venan reidos a muerte. El Obispo se crea infamemente traicionado y miraba con i ra el triunfo de su prfido compaero. El teniente Gobernador presuma que apenas lleg aran a la Asuncin, el Obispo tramara una conspiracin contra l; y vena predispuesto a todo. No tard en realizarse la presuncin. El Provisor Alonso Segovia, clrigo famoso y no menos intrigante que Cceres, urdi la trama con Pedro de Esquivel y otros. Cce res los descubri; prendi a muchos de ellos, le remach un par de grillos al Provisor Segovia, ahorc a Esquivel, y secuestr al Obispo ponindole guardia en su habitacin. Hecho esto, mand preparar una nave para extraar a Espaa al Obispo, acusndolo de maqu inaciones sediciosas, de extorsiones y atentados contra los indios mansos, y de que por todo ello haba sido expulsado de las Audiencias del Per, como constaba del proceso que iba a remitir con el preso. 8. EXCOMUNIN Y CADA DE CCERES. El Obispo se ocult en el Convento de la Merced y exco mulg a Cceres. Este se desviva por agarrarlo; pero no se atreva a atacar el Convento , porque estaba seguro que los frailes haran resistencia hasta con las armas, y q ue los soldados no obedeceran sus rdenes. Entretanto, el fraile mercedario Francis co Ocampo haba reanudado la conjuracin; y en un momento en que Cceres, rodeado de s u guardia, oa misa en la Catedral, frailes y soldados se echaron sobre l al grito de Viva la fe de Cristo!, lo trincaron y lo llevaron por las calles a la casa del Obispo. All lo aseguraron en un cepo morrudo cerrado a llave; y pasando una grue
sa cadena por un agujero hecho en la pared, la pusieron en la pieza que habitaba el Obispo. Esos eran los elementos sociales que prevalecan entonces en las colon ias hispano-americanas. 9. ASONADA. Mientras Cceres era as encarcelado, Martn Xurez Toledo encabezaba en la Plaza un tumulto de soldados y muchedumbre y se haca aclamar Teniente-Gobernador hasta la llegada del Adelantado. Aunque mortal enemigo de Cceres, no estaba dispu esto a soportar la presin del Obispo; y ya que era necesario remitir a Cceres proc esado y preso a Espaa, convena que el Obispo se fuese tambin llevndolo bajo la custo dia del capitn Ruiz Daz Melgarejo con algunos soldados, a fin (decan los que empuja ban al Obispo a este viaje) de que Cceres no pudiese esquivar la acusacin ni desva necer los cargos que el Obispo mismo deba hacerle ante los jueces, para que fuese castigado como lo mereca. De todos modos, hacindolo as, se libraban de uno y de ot ro. No deja de ser extrao que siendo Garay Alguacil Mayor y sobrino de confianza del Adelantado, prximo a llegar de Espaa, no se oiga sonar su nombre en esta indec oroso reyerta; y eso es tanto ms de extraar cuanto que su to lo haba pueso al lado d e Cceres, y que ste era Teniente gobernador delegado por aqul. O fue que despus de h aber conocido al Obispo y a Cceres creyera que a su to no le convena tener en su go bierno gentes de este jaez o que su juicioso criterio le inclinase a mantener re servado en su puesto y dedicado a cumplir la comisin que haba recibido. 10. PROYECTOS Y MEDIDAS DE GARAY. Para cumplir su comisin, haba pensado Garay que ante todo era indispensable restablecer la obra de Gabotto, repoblando un punto intermedio del ro Paran, donde reunir abundancia de vveres, fuerzas y armas con que estar pronto a recibir al Adelantado a la primera noticia que recibiese de su l legada. Puesto a la obra con la diligencia y acierto acostumbrados, haba preparad o dos expediciones. La una compuesta de algunos soldados y de 200 indios con sus familias, que deban bajar por tierra hasta las riberas donde est hoy la ciudad de l Paran con buen nmero de caballos, y bastimentos para poblar. En la otra, compues ta de dos embarcaciones, en que pensaba venir l mismo con ochenta mocetones (crio llos), armas, municiones, diez caballos y otros enseres propios del caso, se pro pona bajar por el Ro, trasladar los pobladores a su margen derecha, y despus de aco modarlos en un buen lugar, seguir con los auxilios requeridos hasta el Golfo del Ro de la Plata (estuario) a esperar la llegada de su to. 11. FINAL DE LAS AVENTURAS DE FELIPE DE CCERES Y DEL OBISPO DON PEDRO DE LATORRE. Juan de Garay estaba pronto a ponerse en viaje, cuando el Teniente-gobernador, de hecho y por fuerza de armas, le orden que puesto que estaba pronto a navegar d iese convoy con sus naves a la Carabela en que Ruiz Daz Melgarejo, llevaban a Ccer es y el Obispo, hasta dejarlos navegando fuera del Ro. Garay cumpli la orden, y, s egn dice el P. Lozano, lleg hasta la laguna de los Patos, que si sigue algo ms da c on el Adelantado que en ese momento, despus de infinitas desgracias, se hallaba d etenido en Santa Catalina y con no pocas dificultades para proseguir hasta el Ro de la Plata. Pero no pudiendo adivinarlo, y deseoso de poblar el punto intermedi o donde quera hacer sus depsitos y asiento para estar pronto al recibimiento de su to, di la vuelta al Paran. Melgarejo sigui con Cceres y con el Obispo hasta San Vice nte (Santos). All tuvo que desembarcalos, porque el Obispo iba tan enfemo que a l os pocos das muri. La Carabela San Cristbal de la Buena Aventura, que as se llamaba esa embarcacin que fue la primera que se construy en el Ro de la Plata, sigui con Cce res, pues Melgarejo se qued all esperando oportunidad para regresar; lo que apunta mos por el servicio que con esa parada, hizo despus al Adelantado (59). ________________ (59) Dice el P. Lozano que apenas muri el Obispo, trascendi de la casa y se expand i por la ciudad un olor tan exquisito que slo poda tomarse como una fragancia divin a que emanara del cuerpo de aquel Santo..."Y a esto llamaban religin". El pueblo entero lo declar as en el sumario que se levant. ________________
12. REGRESO DE GARAY. Luego que Garay entr a nuestro Ro, se detuvo en la isla de S an Gabriel, levant un cruz en lugar visible, y al pie at una calabaza con cartas a visando donde se le encontrara en caso de que los viajeros arribasen antes que l v olviese a encontrarlos. Hecho esto entr al Paran con la idea de poner el nuevo asi ento en las inmediaciones de la Torre de Gabotto, como llamaban ahora a las ruin as de Spiritus. Pero despus de examinar esas costas, prefiri entrar por las bocas estrechas del ro Saladillo el 30 de setiembre de 1573, con la mira de internarse y de conocer las adyacencias de las pampas, para "abrir puertas a las tierras" c omo l dice. 13. LA REGIN. Con este fin prosigui hasta las Cabeceras de la hermossma laguna de G uadalupe, donde oy tradicin que se criaban perlas, cuyas orillas tocan por el nort e la ciudad actual de Santaf. La planicie y la extensa regin acutica que se interpo ne entre el Paran y la Pampa estaba entonces ocupada por las tribus de los Calchi nes, Moccoretaces, Khilla-huasas y otros, cuyos tipos tnicos y morales se han con servado hasta nuestros das formando la parte plebeya y comn de la poblacin de Santa f, y que entonces se manifestaron amistosas y sumisas con los recientemente llega dos. 14. PRIMERA FUNDACIN DE SANTA F. En vista de esto, y de que las condiciones del lu gar le parecieron apropiadas para proseguir ms adelante la explotacin de las plani cies interiores del oeste y del sur, escogi puerto y terreno en Cayast, 18 leguas al norte de la ciudad actual; y el 15 de noviembre de 1573 estableci all un cantn f ortificado con el nombre de ciudad de la Santa F de la Vera Cruz. En el centro de l Real Campamento levant un Viga sobre vigas desde donde poda ver y observar la ext ensa campana. Dio oportuno acomodo en los campos adyacentes a los indios y famil ias que haba trado para labrar; erigi Ayuntamiento con sus respectivos funcionarios , organiz la milicia, y se puso a empadronar los indios comarcanos, atrayndoselos con la experiencia y con el tino que tena adquirido en estos trabajos. 15. DOS GRANDES SERVIDORES DEL ESTADO: JUAN DE GARAY Y DON JERNIMO LUIS DE CABRER A. El 19 de setiembre, de madrugada, se sinti una extraa perturbacin entre los indi os de la Comarca. Se pens que habra estallado alguna sublevacin, todo se apront a la defensa. Pero el viga anunci que vea a lo lejos unos cuantos hombres a caballo que arrollaban y perseguan a los indios. No quedando duda de que eran espaoles, sali G aray a su encuentro, y supo por ellos que eran una partida de vanguardia de don Jernimo Luis de Cabrera, Gobernador de Tucumn, y fundador de una Ciudad nueva con el nombre de Crdoba la Llana, que vena tomando posesin de sus territorios, hasta 25 leguas ms abajo de la Torre de Gabotto, que le haba acordado el Virrey del Per don Francisco de Toledo. 16. ENCUENTRO DE GARAY Y CABRERA. Conversaban sobre esto cuando lleg el mismo gob ernador Cabrera, y ratific las explicaciones de sus soldados. Garay le contest que aunque no tena nimo de resistir a los mandatos del Virrey, no le era permitido ob edecerlos sin protestar, porque aquellas costas y tierras adyacentes, pertenecan al Adelantazgo del Ro de la Plata y gobernacin del Paraguay, desde que Su Majestad imperial y real, el seor don Carlos V, los haba otorgado por capitulacin al Adelan tado don Pedro de Mendoza, separndolos expresamente de los confines del Per; y por que asimismo se haban continuado desde entonces hasta ahora, en que se estaba esp erando al nuevo Adelantado Juan Hortiz de Zrate, de quien l, Juan de Garay, los t ena en comisin. Ya fuese porque dudara de la verdad de Garay o porque tuviese razo nes ms poderosas, Cabrera insisti en su deber de tomar pie en la margen derecha de l ro y de repoblar el puerto de la Torre de Gabotto. Y en efecto, como lo vamos a ver, el hbil e ilustrado Virrey haba concebido el vasto proyecto de ligar las rel aciones de su Virreinato de mar a mar. Como el incidente era nuevo, Garay no se atrevi a tratarlo por s; prefiri abstenerse, hasta saber si su to haba sido confirmad o, y esperar su resolucin. Precisamente en estos momentos lleg de las bocas del Ro un mensajero indio con cartas en que el Adelantado, Juan Hortiz de Zrate le avisa
ba que haba llegado a la isla de San Gabriel, y que se encontraba en graves pelig ros. Garay sali inmediatamente con sus embarcaciones, con la gente y con todos lo s recursos que tena. 17. FUNDACIN DE CRDOBA. El segundo Virrey del Per don Francisco de Toledo fue sin d uda el ms progresista y previsor de los virreyes que han gobernado el Per, desde l a primera poca hasta la ltima. Al encargar la gobernacin de Tucumn a don Jernimo Luis de Cabrera, el de Toledo le orden que abriese puertas por donde el interior se p udiese comunicar con Castilla, de manera que los brazos del Virreinado alcanzase n de mar a mar. En cumplimiento de esas rdenes, don Jernimo Luis baj por las sierra s de Cozquin hasta la llanura pampeana, y el 6 de julio de 1573 sent los cimiento s de Crdoba la Llana al pie de las sierras de la Punilla, nombrndola as por haber n acido el Virrey, y l mismo, en la ciudad del mismo nombre de Espaa. 18. DESCRIPCIN DE LA COMARCA Y DE SUS HABITANTES. La montaa estaba habitada por ge ntes de las razas peru-andinas. Cualquier divergencia de origen etnolgico que hub iera entre ellas, todas haban sido asimiladas a la lengua quichua por la presin im perial del Cuzco; y basta para demostrarlo la numerosa infiltracin de vocablos qu ichuas que subsiste todava en las acepciones populares de la provincia. Los habit antes de las llanuras adherentes a la sierra tenan el nombre de Comirchikgunas co nvertido por los espaoles en Comechingones que se repite en todas las crnicas. El vocablo es una aglutinacin (a la manera de las que hacen los alemanes) de tres pa labras quichuas que caracterizan admirablemente bien la comarca de las llanuras verdes de la Pampas. Comer (verde), chik (extensin llanura), guna (desinencia plu ral). Estos quichuas asimilados u originarios conservaron hasta nuestros das una poblacin genuina a dos leguas al oeste de Crdoba, conocida en la ciudad con la den ominacin de "los indios del pueblito", donde estuvo probablemente la capital prim itiva de la "Colonia Quichua o Peruana". Poblada all la nueva ciudad espaola, don Jernimo Luis sigui el curso del ro Tercero y baj hasta la Torre de Gabotto, cambindol e el nombre por el de Puerto de San Luis de Crdoba, que no ha perdurado.
LECCIN XV DESGRACIADOS PERCANCES DEL ADEIANTADO JUAN HORTIZ DE ZRATE 1. ENCUENTRO CON UN CORSARIO FRANCS. Juan Hortiz de Zrate sali del Callao en direcc in al puerto Nombre de Dios. Atraves el istmo, flet de su cuenta un barco en Panam, y sali para Espaa llevando una considerable suma de dinero, y un valioso cargament o de artculos coloniales con que hacer frente a los gastos y avos que fueran neces arios para obtener la confirmacin de su nombramiento y fomentar la tierra que iba a gobernar. Mas, a pocos das de ir por el mar de las Antillas, vieron con un cor sario francs de los muchos filibusteros que infestaban esos parajes, y fueron com pletamente saqueados. Los franceses incendiaron el buque, y echaron a los viajer os en las playas solitarias del ro Magdalena (Nueva Granada), de donde con grande s padecimientos y dificultudes pudieron ir hasta Cartagena de las Indias. Lo que prueba que Juan Hortiz de Zrate era hombre conocido y de grande crdito en aquella s partes del Per, es que encontr acaudalados comerciantes que, a pesar de la desgr acia, "le aviaron con suficientes recursos y dinero para seguir el curso de sus negocios". Y aunque el P. Lozano d a entender que fue por caridad condolencia, al ver pordiosando a quien tan rico y feliz haba sido, no es posible admitir semeja nte razn; pues si es creble que por caridad se sufrague, no lo es que sin inters y garantas efectivas se entreguen caudales al que va negociando ttulos y mando. 2. JUAN HORTIZ DE ZARATE EN ESPAA. Prueba tambin en su favor lo bien recibido y ag raciado que fue en Espaa. El rey don Felipe II le confirm su nombramiento y su ran go capitulando con l que introducira en el Ro de la Plata y Paraguay 200 familias, 300 soldados, 4.000 ovejas, 4.000 vacas (dice Funes), 500 cabras y 300 yeguas. C omo no es posible suponer que se hubiese capitulado tan enorme cargamento martimo
, la razn basta para ver que no es exacta la relacin en cuanto al transporte de an imales; y que, teniendo el Adelantado numerosos ganados en Cochabamba y en Tarij a, es evidente que lo que capitul fue introducir ese nmero en el Ro de la Plata sin necesidad de embarcarlo en Espaa. A pesar de todo, parece que el Adelantado andu vo algo escaso de recursos. El arcediano Barco de Centenera, que vena en el convo y, y que escribi enseguida el susodicho poema "La Argentina" en versos aconsonant ados a su manera, dice que lo que l vi fue trescientos hombres y cincuenta mujeres , "gente tan pobre que jams en mi vida la he visto igualmente miserables". 3. ARRIBO DE JUAN HORTIZ DE ZRATE AL RO DE LA PLATA. Sera de ms, y no sera de necesid ad en este boceto histrico, narrar en detalle las demoras y los contratiempos que el Adelantado tuvo que soportar en su viaje de regreso. Baste decir que entr al Ro de la Plata y fonde en la isla de San Gabriel el 26 de noviembre de 1573, al ao y ocho meses de haber salido de Espaa. En Santa Catalina y en otros puntos del Br asil haba permanecido meses enteros sin poderse mover. Por muertes, miseria y des erciones haba perdido como 258 personas entre empleados, tripulantes y gente de g uerra. El Adelantado encontr en la isla la calabaza y las cartas de Juan de Garay , y baj a tierra en la costa firme (hoy Colonia,) a refrescar sus vveres y aliviar la gente. Parece que al principio los Char-huas no se mostraron hostiles y que se prestaron a negociar vveres. Pero la buena fe de los indios era tan problemtica como la de los espaoles. Los arranques soberbios y arrogantes con que stos venan, los hacan poco cautos y nada acomodaticios en su trato con los salvajes. Sobrevin ieron peleas. Los indios se negaron a dar vveres. Urgidos por el hambre, los espao les salieron a tomarlos por la fuerza, y comenzaron as los actos de guerra. A lo que parece, ni el Adelantado era hombre de guerra experimentado, ni vena con l qui en lo fuese. Ponderan los cronistas las descomunales batallas que tuvieron lugar . El Adelantado se vio tan acosado que tuvo que refugiarse en la isla. Los indio s comenzaron a reunir balsas y canoas para estrecharlo all; y le fue necesario tr asladarse a Martn Garca. Algo rehechos con la llegada de Ruy Daz Melgarejo que lleg casualmente de San Vicente, con diez o quince soldados experimentados, resolvier on entrar algo ms adentro del Uruguay hasta un riachuelo y puerto que llamaron Sa n Salvador, y que conserva su nombre. Levantaron un reducto atrincherado, famili as con lo que haban salvado y Melgarejo, con gente, sali a buscar bastimientos por las islas vecinas. Los asaltos y tentativas de los Char-huas continuaron con po rfa, aunque sin dominar la defensa por lo pronto. 4. JUAN DE GARAY. Corra el mes de enero de 1574 cuando Garay recibi el aviso de qu e su to haba llegado a San Gabriel. Garay acababa de pasar por graves dificultades ; las indiadas de la comarca se haban sublevado, y esto le haba estorbado que volv iese a San Gabriel tan pronto como lo haba prometido. Pero como tena gran experien cia en la manera de reducir y de tratar a los indios, haba conseguido sosegarlos y castigar algunos, cuando un indio guaran de las islas le trajo noticias de su to . Pertrech inmediatamente dos lanchones fuertes (llamados entonces bergantines), embarc vveres, armas, municiones y parti ro abajo, llevando treinta soldados de los que estaban acostumbrados a servir con l. En la Torre de Gabotto (Sancti Spiritus ) se top con Ruiz Daz Melgarejo; y, siendo lo ms urgente acudir con vveres, Garay se los entreg, porque andando ms liviano en canoas, poda llevarlas con ms diligencia y dar aviso de su prximo arribo. Reorganizada la tropa y saludado su to, Garay sali a escarmentar a los char-huas. El encuentro fue sangriento; le derribaron el cab allo y lo hubieran muerto a no ser socorrido por su asistente. Sin embargo, obtu vo una victoria tan completa, que, dejando asegurado el reduct, pudo ir a la Asun cin por orden del Adelantado a traer barcos y bastimentos con que poder transport ar all las gentes y los restos que le quedaban de lo trado de Espaa. 5. ABANDONO DE LA COSTA ORIENTAL Y CENTRALIZACIN DEL MOVIMIENTO FLUVIAL EN LAS MRG ENES DERECHAS DEL PARAN. Se le antoja a uno pensar ahora que aquellos primeros ex ploradores hubieran tenido desde entonces la visin del futuro desarrollo de las c ostas occidentales del Ro de la Plata. La actual y opulenta ciudad del Rosario, l a de Santaf y de Entrerros, entrepuentes de los ricos mercados martimos con el inte rior de la Repblica demuestran, por los resultados, el acierto admirable con que
procedieron Gabotto y Garay. Poco tiempo le bast a Hortiz de Zrate para comprender que se haba equivocado creyendo que el riachuelo de San Salvador, u otro punto d e la costa oriental, pudieran ser un asiento eficaz para anudar las relaciones d el exterior con el interior del pas; y coincidiendo con las opiniones acentuadas de Garay, autoriz a despoblar a San Salvador, luego que l saliese, y a transportar a Santaf la gente y todo lo dems que all dejara; recomendndole tambin que se hiciese fuerte y resistiese de todos modos las pretensiones del Gobernador de Crdoba don Jernimo Luis de Cabrera a extender los lmites de su gobernacin sobre las mrgenes de l Paran. 6. LA NUEVA VIZCAYA. Por un capricho ridculo antojsele a Juan Hortiz de Zrate decre tar que en adelante esta grande seccin fluvial de la Amrica se llamase la Nueva Vi zcaya, sin ms razn que la de ser l vizcano, y sin reparar que no slo los antecedentes ya consumados en el idioma habitual, sino la naturaleza fluvial y llana del pas eran un contraste saltante con sus provincias vascongadas. Nadie tom en cuenta, l o mandado, ni su sobrino mismo, que era bastante perspicaz y entendido para no v er que un pas de semejantes caracteres no poda llevar otro nombre que el de Ro de l a Plata con que ya era conocido en la redondez de la tierra. 7. SANTA F Y CRDOBA. En cumplimiento de su comisin volvi Garay mejor armado, y mejor constituido en derecho, a restablecer su autoridad en Santaf. Los vecinos, que, como hemos dicho, eran colonos criollos del Paraguay, lo reconocieron al momento . A la noticia que su autoridad estaba desconocida, el gobernador de Crdoba envi c on treinta soldados al capitn Onofre de Aguilar. Pero adems de que ste encontr a Gar ay desembarazado de cuidados inmediatos, mucho ms fuerte y ms resuelto, se inform d e que a las razones ya alegadas ante del mismo Cabrera en persona (nm. 15 de la l ec. anterior), Garay traa ahora documentos de cmo el Adelantado Hortiz de Zrate tena esa Gobernacin y sus lmites por otorgamieto directo de Su Majestad don Felipe Il que haba confirmado en la persona del Adelantado las capitulaciones hechas con lo s anteriores. Onofre de Aguilar tuvo que mostrarse prudente, por poca fuerza, o por persuasin. La contienda se convirti en un pleito entre ambas provincias. La au diencia de Charcas lo fall a favor del Adelantazgo del Ro de la Plata y la Audienc ia de Lima confirm el fallo. De manera que cuando se separ despus la provincia de B uenos Aires de la provincia del Paraguay, Santaf vino a quedar includa en la prime ra, conservndose en manos del Virrey del Per la unidad centralizada de todo el vir reinato y de estas provincias. 8. JUAN HORTIZ DE ZRATE EN LA ASUNCIN. Al estudiar este personaje y su teatro de a ccin, se ve que a la vez que era hombre de ideas reformistas dentro de los lmites de su tiempo, era tambin de un genio autoritario soberbio e imperioso, de un espri tu mediocre, poco elstico y engredo quiz por la fortuna, por los prestigios de fami lia de que gozaba en el Per. Como reformista traa ideas fijas sobre la divisin del trabajo libre, totalmente contrarias al declive que el gobierno de las provincia s americanas haba tomado hacia la esclavitud y la explotacin del trabajo forzado d e las razas sometidas. Traa la resolucin de anular las Encomiendas y de restablece r el derecho de los indios al trabajo asalariado. Estos haban sido los principios de su favorecedor, el Virrey Blasco Nez Vela con cuya comitiva haba venido al Per. En el Paraguay encontraba la misma resistencia que la faccin de Gonzalo Pizarro y de los Encomenderos haban hecho en el Per al dicho Virrey y a las Leyes de Indias , caritativas y prvidas en el mismo sentido. Apenas tom el gobierno derog todas las mercedes y ddivas que acababa de hacer el gobernador intruso Martn Xurez Toledo (Va se aqu el nm. 9). Todo esto, que de suyo era agresivo contra el estado corrupto y abominable en que Irala haba dejado aquella infeliz colonia, se complicaba desgra ciadamente en la persona de Zrate con un genio recio, adusto, poco expresivo e im paciente. Traa quiz agriado el espritu por tantos contrastes sufridos. No dice mal Funes: "Un gesto infeliz de autoridad arbitraria que era todo el fondo (el esprit u) del gobierno de Zrate llevaba la desolacin (de su alma) a los extremos". Con se mejante situacin y semejante carcter produjo en la gente mal intencionada el deseo de prenderlo y de remitirlo a Espaa, o de asesinarle. Cuando conoci que estaba ab orrecido y amenazado, se puso triste, retrado y se desarroll en l una enfermedad pa
ldica, rpida y violenta, de que muri el 26 de enero de 1576 (60). 9. TESTAMENTO DE JUAN HORTIZ DE ZRATE. Cuando el Adelantazgo era otorgado o confi rmado por el Rey, era Hereditario, como hemos dicho al hablar de don Pedro de Me ndoza. Hortiz de Zrate no tena ms heredera que una hija reconocida, Juana de Zrate, habida con doa Leonor Yupanki, nieta-sobrina del Inca Atahualpa. La joven, que a lo que parece tendra unos veinte aos, resida en Chuquisaca; y no pudiendo dejarle e l adelantazgo por ser mujer, Zrate lo confiri al Caballero de condicin reconocida q ue se casase con ella, a gusto de ambos, y que al hacerlo ofreciese y jurase que cumplira todas las clusulas de la Capitulacin hecha con Su Majestad; y por consigu iente la introduccin de las cuatro mil vacas, cuatro mil ovejas, cabras, caballos y yeguas, de todo lo cual alejaba provistas sus estancias de Cochabamba y Tarij a. Al efecto de que se cumpliese todo esto nombr por su primer albacea y fiel eje cutor a su sobrino el Capitn Juan de Garay, para que como tal fuese al Per y lo di ligenciase (61). ________________ (60) El bigrafo don Manuel de Mendiburu dice que falleci en 1581, lo que creemos q ue sea error, porque no encuadra con los sucesos posteriores a que dio lugar su testamento y su muerte. (61) Hablando de Juan Hortiz de Zrate, dice el P. Lozano que, "aunque algo violen to de genio, era persona muy principal y de noble mrito. Como era caballero muy h acendado se comprometi a gastar en la conquista y poblacin del Ro de la Plata 80 mi l ducados de su caudal", tomo III, pg. 83. ________________
LECCIN XVI VIAJE DE JUAN DE GARAY AL ALTO-PER Y SU REGRESO COMO LUGARTENIENTE GENERAL DEL RO DE LA PLATA 1. GONZALO DE ABREGO, GOBERNADOR DEL TUCUMN. Para cumplir su mandato como Albacea de Juan Hortiz de Zrate, era indispensable que Garay hiciese viaje al Per: lo que resolvi sin vacilar, aun cuando el trnsito por la provincia de Crdoba y Tucumn le o freca bastantes y serios peligros. Gobernaba all, despus de haber asesinado a don J ernimo Luis de Cabrera, Gonzalo de Abrego, uno de los facinerosos ms brbaros que ha ban venido de Espaa con mando gubernativo. Era hombre feroz y vengativo que antes de sacrificar a sus vctimas se complaca en darles tormentos; y que no contento con los medios conocidos, haba hecho fabricar un cilindro octgano de maderas rsticas d onde meta al paciente, y hacindolo girar por medio de un manubrio le quitaba la vi da, o lo preparaba as a recibir la muerte por otros medios. 2. JUAN DE GARAY BURLA LAS ASECHANZAS DE ABREGO. Estaban profundamente enemistad os por las cuestiones limtrofes entre Santaf y Crdoba. Garay no ignoraba que su ene migo se preparaba a echarle garra en el camino con tanto mayor inters cuanto que sospechaba que era portador de las splicas, quejas y rellanos que los infelices h abitantes de Crdoba dirigan al Virrey, por lo que haba apostado soldados que lo pre ndiesen. Pero, como Garay era uno de los hombres ms conocedores y vaqueanos de aq uellas tierras desde Santaf a Tarija y al ro Bermejo, sali de improviso con Pedro F uentes, experto tambin, llevando cinco soldados de su entera confianza y buenos c aballos. Orillando el Chaco dej burlado a su enemigo; y se present en Chuquisaca a negociar el matrimonio de su prima doa Juana de Zrate y de las otras clusulas del testamento de su to. 3. DIFICULTADES Y AVENTURAS DEL MATRIMONIO. La cosa no era tan fcil como haba pens ado Juan de Garay, y como debiera habero sido, suponiendo que no hubiese encontra do tropiezos el cumplimiento estricto de las Leyes. Pero no fue as. La mano de doa
Juana de Zrate, no tanto por sus veinte aos cuanto por su riqueza, y ms que todo p or el Adelantazgo del Ro de la Plata, tena interesados y codiciosos de influjo. No bien se supo el fallecimiento del padre cuando el Virrey don Francisco de Toled o form decidida voluntad de casar a la heredera con el hijo del Oidor Matienzo, f igura muy respetable en el virreinato por su saber jurdico, hombre prudente en el Consejo que interesaba el nimo del Virrey al extremo de estar apasionadsimo por f omentar la fortuna de la casa de su amigo. 4. PREDILECCIN DE LA HEREDERA. Cuando Garay lleg a Chuquisaca encontr que el Oidor Juan de Torres de Vera y Aragn ya haba adelantado camino en la predileccin de doa Ju ana. El pretendiente le cuadraba a Garay bajo todos aspectos. Era joven formal, de una familia noble y de elevados parentescos en lo ms selecto de la nobleza esp aola, sumamente ilustrado, y de ideas amplias en el orden administrativo del gobi erno colonial. Al presente era Oidor en premio de los servicios importantes que haba hecho como Capitn general de Chile. Segn el P. Lozano "haba dejado all un nombre muy temido de los araucanos; lo que prueba (agrega) que el culto de Palas armad a no est reido con el de la sabia y pacfica Minerva; y que las agudezas del ingenio no embotan los filos de la espada" (62). ________________ (62) Hist. del Ro de la Plata por el Padre Pedro Lozano, tomo III, pg. 185, 186, 1 87. ________________
5. PERCANCES DE LA BODA. La satisfaccin de los novios y de Garay se perturb de pro nto. El virrey, que era bastante voluntarioso y amigo de intervenir en acomodos domsticos, estaba resuelto a llevar adelante su deseo de unir a doa Juana Zrate con Matienzo; y haba tomado medidas para que se cumpliesen sus indicaciones. Visto e l peligro de una imposicin irresistible a tan absoluta autoridad, Garay apur tanto el asunto, que con diligencia y cautela el enlace tuvo lugar y se cumpli la clusu la testamentara antes que las medidas del Virrey hubieran tomado el carcter de rden es imperiosas. Pero habiendo sabido el Virrey que Garay haba llegado a Chuquisaca le despach orden de que fuese incontinenti a Lima, sin saber que ya estuviera co nsumado el matrimonio. Comprendi Garay lo que le esperaba, y sali de Chuquisaca en fuga precipitada ms bien que en viaje: y tom hacia abajo llevando en sus manos el nombramiento de Lugar Teniente General del Ro de la Plata que acababa de otorgar le el Nuevo Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragn. 6. FELIZ ESCAPADA DE GARAY. Apenas supo el Virrey lo ocurrido despach rdenes apret adas al Presidente de Charcas Pedro Ramrez de Quiones que prendiese al albacea y a l marido y los mandase asegurados a Lima. Pero como Garay haba desaparecido, sali en su seguimiento Bartolom Valero con una ordenanza y un vaqueano, seguro de que Garay no osara resistirle. Pero ste, ayudado de sus cuatro soldados, desarm a Valer o, recort a lo vivo los cascos de las mulas para que no pudiesen caminar en mucho s das y, orillando los desiertos de Cinti y de Tarija, entr por el ro Salado a Sant af, pas a la Asuncin, y se hizo reconocer en el mando mientras llegaba el Adelantad o. Muy distinta haba sido la suerte de ste. Alcanzado a una jornada de Chuquisaca se le form en Lima un proceso, que por articulaciones de mala voluntad y chicanas dur hasta 1587. De modo que Garay, acuartelado como Lugar-Teniente General en el Ro de la Plata, donde el virrey no tena cmo darle alcance, gobern en absoluto y con gloriosos resultados desde 1576 hasta 1583 en que, por imprudencia suya, fue mu erto como veremos en otro lugar. 7. GOBIERNO DE GARAY. En los primeros aos de su administracin el general Juan de G aray estuvo contrado a la pacificacin de las fronteras del Paraguay en la parte de l Guayra. Fund all algunos pueblos con el fatal acompaamiento de las Encomiendas en que todos estos capitanes ponan gran empeo. "Con el fin (dice el P. Lozano) de la
conservacin y enseanza de estas pobres gentes, pero segn la experiencia, para su r uina y exterminio; que as es la cortedad de las providencias humanas encaminar ta n mal los medios que se sigan fines contrarios a los designios." Justo es decir tambin que en esas poblaciones Garay sigui un mtodo que acredita su buena cabeza; p ues para regularizar nuestras fronteras con las del Brasil fund los pueblos de Pe rico Guaz y Talavera entre el ro Yaguar y el Salto Grande del Paran; por el ro Yaguar dio vuelta al Mbotey ligando as en su estrechez las costas del Paraguay con las c ostas del Paran. 8. EL PROFETA OBERA, RESPLANDOR DEL SOL. Los cronistas dan este nombre a un indio guaran ladino, travieso, y tal vez visionario sincero que desde nio se haba educad o al lado de un cura cndido, devoto, y, ms que todo, adocenado. El guaran reciba, po r supuesto, la enseanza de los misterios catlicos con el acompaamiento de las nocio nes teosficas de milagros, apariciones y encantamientos que eran de dogma en aque l tiempo. El indio era locuaz y petulante, tena genio inventivo, imaginacin de fsfo ro, poco a poco fue desenvolviendo un genio maravilloso para inventar absurdos c on palabras de la liturgia. El mismo cura fue cayendo de la sorpresa en la admir acin hasta tenerlo por inspirado, pues el indio adobaba lo cristiano con las remi niscencias y visiones que conservaba de las creencias de su raza como la transmi gracin de las almas y las encarnaciones del espritu divino en el alma de los nios d estinados a ser profetas. La cosa, como todos saben, empieza por poco y acaba en la demencia. Comenzaron los sueos y revelaciones directas de Dios. Combinando a su modo palabras y trozos del Evangelio, el indio forj una notable teora parecida a la del Padre Lacunza: Jesucristo, hijo y enviado de Dios, haba venido a salvar al mundo, es decir a todos los habitantes de la tierra, cualesquiera que fuesen sus razas. Se ocup primero de los gentiles; pero a todos los dems les ofreci que ot ros hijos de Dios, hermanos suyos vendran atrs para disipar la oscuridad con la lu z Divina o luz del Dios, que est en el Sol. De modo que el Obera se presentaba a l os Indios como hijo de Dios y hermano menor de Jess. Lo singular es que el mismo cura fray Martn Gonzlez no slo crey sino que se convirti en satlite de las trapisondas o divagaciones de este iluminado indgena. En derredor de esta revelacin vinieron las brujas y los brujos de las viejas preocupaciones guaranticas y los encantador es del culto de la Serpiente. El nombre de Obera, Resplandor del Sol corri por los campos, exaltando la imaginacin y las esperanzas de las razas desdichadas que lo s habitaban; y, como era natural, la nueva religin se convirti pronto en una vasta insurreccin de toda la provincia de Guayra. Cuando apareci Garay con sus piquetes de caballera y de arcabceros, los indios se atrincheraron en varios reductos. Res istieron las amonestaciones que se les hicieron ofrecindoles perdn. Vino la necesi dad de reclucirlos, y, segn se cuenta, fue terrible la matanza y cruel el escarmi ento, pues se trataba de tres crmenes: traicin, hereja y sacrilegio, que, en aquel tiempo, eran cuanto puede haber de ms abominable en los pueblos catlicos. Obera y e l cura fray Martn se metieron en lo interior del Chaco-Hualampa y no se volvi a sa ber de ellos.
LECCIN XVII REPOBLACIN DE BUENOS AIRES 1. NECESIDAD DE PONER UNA "CIUDAD CENTRAL" EN EL ESTUARIO DEL RO DE LA PLATA. Pat entes estaban ya los efectos de la perfidia con que Irala haba mandado levantar e l primer asiento de Buenos Aires "para cerrar las puertas de la tierra" y, que n o traspirase el eco de los vicios y de los crmenes con que estaba barbarizando al Paraguay. Todos sentan la necesidad de repoblar el antiguo plantel; y mucho ms la senta un hombre previsor y fuerte como Juan de Garay, que al informar de sus ser vicios le deca al Rey: "entre todos los capitanes de S. M. en esta parte de sus d ominios soy el que ha poblado y contribudo a poblar mayor nmero de ciudades". Some tidos los indios del Guayra y pobladas las ciudades de Villa-rica, Santiago de X erez y otras, vino Garay a Santaf, que era entonces su centro de operaciones en e
sta parte del pas, trayendo de la Asuncin 200 familias de indios guaranes y setenta soldados, criollos en su mayor parte. Dirigi por tierra al antiguo asiento de do n Pedro de Mendoza las familias indgenas con 1.000 caballos mansos, doscientas va cas, quinientas ovejas, yeguas, carretas, bueyes y otras cosas indispensables, c onvoyado todo por 39 soldados al cargo de Alonso de Vera, sobrino del Adelantado . Al mismo tiempo que pona en marcha esta caravana haba reunido en la Torre de Gab otto una escuadriIla compuesta de dos bergantines (lanchones de dos palos), seis lanchones grandes de carga, tres balsas y la carabela "San Cristbal de la Buena Ventura" (63), en la que se embarc l mismo con cuarenta soldados, criollos en su m ayor parte, armas, municiones, granos para sementeras y mantenimientos, herramie ntas, maderas, etc., y baj as por el Paran a fin de sondear la costa que pensaba po blar, y de elegir en ella el lugar ms ventajoso para poner el Puerto de la Ciudad . ________________ (63) Era la misma que haba sacado a Felipe de Cceres y al Obispo Latorre. ________________
2. EXAMEN Y ELECCIN DEL TERRENO. Garay no encontr acertado el asiento escogido por don Pedro de Mendoza, y lo retrajo hacia la parte del norte, al terreno alto qu e encima las barrancas y que a manera de Promontorio se avanza al Ro. Ese Promont orio, Meseta o Punta (como le llama Garay) se hallaba encerrado entre dos zanjon es profundos, ahondados por las aguas que, naciendo al oeste en los baados de San Jos de Flores, se subidividan a la altura de la Floresta, y corran por dos cauces a uno y otro lado del Promontorio ribereo. El cauce del norte, llamado primero Za njn de Matorras y despus Tercero del norte, corra en forma muy irregular a desaguar en el Ro por los terrenos enmaraados de algarrobos, talas, espinillos y zarzales transformados hoy en las calles de Crdoba y Viamonte. El cauce del sur haca por su lado igual camino, con el nombre de zanja de los Granados, o de los Belermos al caer en el Ro, atravesando terrenos ms agrestes todava, transformados hoy en las c alles de Independencia, Chile y Mjico. En un clima tan lluvioso como era entonces el de nuestro estuario, a sausa de los bosques que lo ribeteaban y de las evapo raciones del inmenso Ro, esos dos zanjones eran dos torrentes infranqueables, que bajo las lluvias arrebataban con todo en un cauce tortuoso de nueve pies de pro fundidad por doce varas de anchura, o ms, a medida que se acercaba a caer en la o lla del Ro que hoy sirve de puerto chico a las lanchas y buquecillos del cabotaje con el nombre (recientemente impuesto) de Puertecito San Martn. Y a fe que la el eccin de este terreno podra tomarse como prueba del certero ojo militar del repobl ador de Buenos Aires; pues esos dos zanjones eran como dos flancos atrincherados para no ser sorprendido por los salvajes, producindole adems un buen puerto para sus naves con retirada segura en caso de contraste. El resto de los terrenos en sus adherencias, al norte y al oeste era tan quebrado y surcado por las lluvias que formaba un verdadero laberinto de zanjas y zarzales. He ah la planta que la n aturaleza tena destinada a esta populosa y opulenta ciudad que habitamos. Sus ras gos caractersticos se conservan todava detrs de las ltimas nivelaciones efectuadas p or el Intendente don Torcuato de Alvear y de las propiedades en el fondo de los edificios. 3. ACTA DE LA REPOBLACIN DE BUENOS AIRES. Dice el P. Lozano que "tomando puerto e n el sitio donde hoy est fundada la ciudad el da de la Santsima Trinidad de aquel ao (1580) fue ocasin para que a la nueva ciudad se le diese el gloriossimo ttulo de e ste altsimo misterio, llamndola CIUDAD DE LA SANTSIMA TRINIDAD -Y PUERTO DE SANTA M ARA DE BUENOS AIRES-. Establecironse todas las formalidades de ciudad; sealronse min istros de justicia y regidores, plantse el Rollo y levantse el Real Estandarte en nombre del rey don Felipe II; hzose reparticin de soldados; se deline la planta que se haba de poblar, en un alto dominante sobre el gran Ro de la Plata en 35 y medi o grados de latitud austral, y 58,23 minutos de longitud". (Lozano, tomo. III, pg
. 236.) Aunque el P. Lozano no determina el da de la proclamacin, el acta original reza, que fue el 11 de junio de 1580. Quedan dos dudas: 1 duda: La proclamacin se celebr en el mismo da en que "la escuadrilla tom puerto" o algo despus? En ese caso, habra disparidad de fechas? 2 duda: En cul de esas fechas cay la fiesta movible de la Trinidad, que como se sabe debe caer siempre en domingo segn la Liturgia de la I glesia? Aunque esto se ha disputado, alegando conexiones litrgicas para demostrar que la fiesta no cay ese ao en el da 11 de junio, nosotros prescindiremos de esa d iscusin, que nada probara, y preferimos seguir al P. Lozano, jesuta eminente de aqu ellos tiempos, conocedor como nadie de sus cosas y estudios sagrados, y aceptamo s que la repoblacin de Buenos Aires tuvo lugar el domingo 11 de junio de 1580, co mo reza el Rollo (o pergamino) del Acta, y da de la Santsima Trinidad, como dice e l padre Lozano (en el lugar citado) que necesariamente debi ser da Domingo, pues e l erudito padre saba mejor que nadie que slo en da Domingo poda recaer semejante fie sta religiosa (64). Cmplenos ahora tocar el punto del nombre Buenos Aires, y hace r ver cmo esta designacin se dio con especialidad individual al puerto y no a la C iudad; es decir, por la relacin del Puerto con la Navegacin y con los Buenos Vient os; lo que prueba que el puerto se dedic a la advocacin de Santa Mara de los Buenos Vientos y la ciudad al misterio y al da de la Santsima Trinidad. ________________ (64) Por lo dems, los muy curiosos en numismtica eclesistica pueden rehacer y verif icar las demostraciones contrarias que nuestro llorado amigo don Eduardo Madero expone en su Historia del Puerto de Buenos Aires. ________________
4. TRAZADO MUNICIPAL. Sobre el promontorio que hemos descrito sent Juan de Garay una doble "manzana" (65) al borde de la barranca, destinada a ser Plaza central de Armas, sitio de la Iglesia y del Cabildo. A cada costado de este centro exten di siete manzanas sencillas, es decir Quince Manzanas de norte a sur sobre las ca lles actuales Veinticinco+Balcarce, con diez de internacin hasta las actuales Lib ertad +Salta, formando un cuadrilongo de 150 manzanas (15 + 10) de a 140 varas c uadradas cada una, cortadas por calles rectas de 12 varas. ________________ (65) Con mayor propiedad y gusto clsico los romanos y los griegos llamaban Islas a lo que nosotros llamamos "manzanas". ________________
5. REPARTO RURAL. La subdivisin de los terrenos rurales se hizo sobre la base de dos ramales bifurcados en el centro de la ciudad, al norte y al sur, dejando abi erto el espacio central para Ejido y pastoreo comn. A lo que nosotros llamamos ah ora Partidos de Campaa, Garay llam Valles con ms propiedad y mejor gusto. El valle de Santa Ana abrazaba los terrenos que quedan "a la otra banda del ro Lujn", en su marcha hacia las proximidades del Ro Paran, Campana y Zarate. All reparti SUERTES d e 3.000 varas de frente al Paran, por legua y media de fondo "la tierra adentro". Llam Valle de Santiago a los terrenos de "esta banda de Lujn" -"que los indios ll aman Isla de las Conchas" con iguales frentes, pero con fondos designados slo por nombres propios o lugares indeterminados, como "Isla de los Guaranes" (66), "Pun ta tal" o "Punta cual". Encontramos all el nombre del Alcalde Rodrigo de Zrate, lo que nos hace suponer que ese terreno ser el mismo que hoy ocupa el pueblo y el p uerto as llamado. Llam Valle de Corpus Christi a la prolongacin de los terrenos que por ese lado tocan "en el camino que viene de Santaf" (Baradero, San Pedro, Areco , Ramallo?) y all adjudic una grande extensin al Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragn (que aun estaba penando su matrimonio en los Tribunales de Lima) con fond
os hasta las "Casas de los Guaranes" (?) y de all hasta "el ro de las Canoas y los Anegadizos" (?) que, segn suponemos, son los riachos de Carapachay y del Capitn. E ste es otro nombre que tal vez queda, ah designando al Adelantado y Capitn general Juan de Torres de Vera y Aragn. Bajo el mismo plan y tomando por base el ro de Ba rracas y las prolongaciones hasta Merlo, design varios valles, como "Trinidad", " Socorro de las Canoas", "Espritu Santo", con el mismo padrn de las 3.000 varas de frente y legua y media a la tierra de adentro; reas de tres cuartos de legua cuad rada que ha continuado llamndose oficialmente una suerte de estancia antes de la adopcin del sistema mtrico decimal. ________________ (66) Que suponemos que sea la que posee ahora la familia de Oliveira Csar. ________________
6. ENCOMIENDAS. La parte desgraciada de estas distribuciones fue el reparto de l os indios, hombres y mujeres, como instrumentos de servicio forzado, adjudicados a los capitanes y soldados propietarios de terrenos rurales, y a los avecindado s en el recinto urbano como sirvientes domsticos. No slo se repartieron as las fami lias tradas del Paraguay, sino que Garay recorri en armas las costas vecinas hasta ms all de las Conchas, sometiendo y empadronando las tribus agricultoras que vivan en ellas, y les impuso el tributo de un tanto de hombres y mujeres para remonta r o extender estos servicios... Y bien, qu debemos pensar de esto? Que hizo mal? Que fue criminal? Que fue tirano? Que abus del poder y de la fuerza?... Cmo desempear, en tonces, la misin providencial que los tiempos, los acontecimientos humanos (pasad os y futuros), su Rey, su raza, su patria le haban impuesto?... Todo lo que podem os decir (y no es poco) en honra y prez de su nombre, es que siempre fue justo, clemente con relacin a su poca, el menos exigente y ms amigable de los capitanes qu e llevaron a trmino la conquista espaola de la Amrica del Sur. 7. AVISO AL REY. Dice el Arcediano Barco de Centenera en su poema La Argentina q ue Garay crey digno de que llegase a odos del Rey la realizacin de tan importante o bra como era sta; y que al efecto mand aprontar la Carabela -tres veces histrica- S an Cristbal de la Buena Ventura (67) y la mand cargar con cueros, limones, conserv as (?), confituras y azcar (?), primeros frutos nacionales, agrega Funes, con que logr esta provincia recibir en cambio lo superfluo de la industria europea (68). ________________ (67) Era, como hemos dicho, la primera construida en el Paraguay; la que haba tra nsportado al Obispo y a Cceres; la misma en que haba venido Garay a repoblar a Bue nos Aires; y la que ahora llevaba esta noticia a Espaa. (68) No podemos decir si semejantes artculos procedan de Santa Fe o de la Asuncin p ues nos parece que en ese tiempo no se produca nada de eso en Buenos Aires. Sin s aber cmo resolver la duda caos limitaremos a decir que de los documentos acopiado s por el seor Eduardo Madero, resulta que la Carabela sali para Espaa ocho das despus del acto de la repoblacin (el 19 de junio), siendo el franciscano fray Juan de R ivadeneira el conductor de la carta que Juan de Garay daba parte a Felipe II de que haba fundado la ciudad de Santa Fe y repoblado la de Buenos Aires. ________________
8. INDGENAS COMARCANOS DE BUENOS AIRES. En lo que hoy llamamos pueblo y partido d e San Isidro, encontr Garay varias tribus sedentarias consagradas al cultivo del maz, del man, de la batata y de la mandioca. Eran tribus mansas que se dejaron ava sallar. A lo que hoy podemos juzgar era notabilsima la feracidad de aquellas tier ras. El nombre de "San Isidro" que se les di, procede precisamente de que por las
idolatras catlicas se tiene este Santo por patrn y protector de las sementeras. Un hecho notable es que, sin que sepamos desde que tiempo antecolombianos, se venan cultivando cereales en las costas y colinas (Las Lomas) de ese distrito, hace a hora ms de cuatrocientos aos que se sigue sembrando trigo y maz en ellas, sin abono s artificiales. Siguen siendo igualmente feraces, y producen todava el trigo ms fi no y suculento de la provincia de Buenos Aires. Si la cantidad ha disminudo, no e s por falta de fuerza vegetal, sino porque la mayor parte de ellas estn convertid as en jardines, en Villa de Verano, en quintas frutales y en parques de recreo. Las otras tribus que se extendan en las proyecciones de lo mismos terrenos hacia fuera y hacia las islas, estaban tambin habitadas por gentes de la raza guaran, qu e al sentir la presin de los cristianos, el empadronamiento y el tributo personal de las Encomiendas, se sublevaron y lucharon a muerte en alianza con el cacique Tabob, que, por su fama entre sus compatriotas, desempe el papel de Hroe y de Mrtir de esa defensa. El nombre es evidentemente guaran; los cronistas dicen "que vino en auxilio por parte de la Nacin guaran de las islas, y que por el voto comn fue el ecto capitn general de los aliados". Esto es prueba de que, en todas las tribus c ostaneras del Plata y de las islas del Paran, exista Unidad de Razas y Unidad de L engua.
LECCIN XVIII IMPORTANTES INCIDENTES DE LA REPOBLACIN DE BUENOS AIRES 1. CRIOLLOS Y PENINSULARES. Dijimos que Garay haba fundado a Santaf con ochenta po bladores, quince peninsulares y sesenta y cinco criollos, nacidos en Sancti Spir itus (69), Corpus Christi (70), y en el Paraguay. A este primer ncleo se haban uni do otros gradualmente, deseosos de salir del encierro paraguayo, a cuyas puertas pareca estar siempre de guardia el esqueleto fatdico de Irala; para respirar los aires libres de las llanuras y de las anchas aguas del Plata en una ciudad nueva y libre de tantos y tan aborrecibles resabios, como los que conservaba en su se no y en sus hbitos el rgimen constituido por aquel malvado. Apenas iniciada la vid a nueva bajo estos recientes influjos, recrudecieron los celos y las antipatas de los criollos de Santaf contra los espaoles trasportados de la Asuncin. Juntse a est e el agravio de que Garay no hubiese dignificado los servicios de aquellos acordn doseles los puestos municipales del gobierno interno; y que dejndose llevar de un favoritismo irritante, hubiese distribuido eses honores a los peninsulares, y s obre todo a los "vizcanos de la parentela y domesticidad del Adelantado Juan Hort iz de Zrate". ________________ (69) Carcaraa. (70) Coronda. ________________
2. CONJURACIN DE LOS SANTAFECINOS DE 1580. Aprovechndose de la ausencia de Garay, que a la sazn estaba ocupado en el reparto de las tierras de Buenos Aires, los cr iollos de Santaf resolvieron destituir de las funciones municipales a los peninsu lares, y dejar establecido que ellas no podan ser ejercidas en adelante sino por los nacidos con calidad dentro del vecindario. Para dar base slida al movimiento, comisionaron a los jvenes Francisco Villalta y Diego Ruiz, ambos corondanos a re cabar en Crdoba el apoyo del Teniente gobernador Gonzalo de Abrego, que, como ant es dijimos, viva mortalmente enemistado con Juan de Garay; y como ste adems haba dej ado tan agraviado al virrey don Francisco de Toledo, los conjurados creyeron fcil que este potentado autorizase su destitucin de la tenencia gubernativa de Buenos Aires.
3. ASONADA DE LA VSPERA DEL CORPUS CHIRISTI. En la noche del 10 de junio de 1580, en que el vecindario andaba distrado y festivo a la espera de la solemne funcin d el da siguiente, la de mayor rango y ms gala del tiempo colonial, los conjurados s e alzaron encabezados por cinco criollos, depusieron al gobernador delegado por Garay y convocaron a Cabildo Abierto. Pusieron en el mando al "paisano" Cristbal Arvalo, hombre cuerdo y de espritu conciliador, y por jefe militar o Maese de Camp o a Lzaro Venialvo. Qued as consumado el cambio, sin que se siguiesen precauciones ni la menor efusin de sangre, esperando por momentos el auxilio de Abrego, y las resoluciones del Virrey. 4. REPRESIN Y CASTIGOS. Cuando todo pareca ya tranquilo, comenz a correr el rumor d e que se haba resuelto desterrar a los peninsulares. Para defenderse fraguaron sto s una reaccin. Una vez reunidos juraron sobre un Misal que, a un momento dado, sa ldran armados de puales, sorprenderan en sus casas a los revolucionarios, y los ase sinaran uno por uno. Llegado el caso tuvieron la fortuna de conseguirlo sin ser s entidos. Los que escaparon del pual, cayeron poco a poco en manos de los reaccion arios y fueron ahorcados. Villalta, otro joven Mosquera y alguno ms pudieron lleg ar a Santiago del Estero; pero el Licenciado Lerma, uno de los hombres ms malos y sanguinarios de los que haban venido por el lado del Per, los hizo prender y los ahorc en Salta. 5. CLEMENCIA Y GENEROSIDAD DE JUAN DE GARAY. Al mismo tiempo supo Garay el levan tamiento y la represin. Andaba ocupado en ese momento en el reparto de las tierra s de la parte del sur de Buenos Aires. Inmediatamente deleg el mando en el Alcald e Rodrigo Hortiz de Zrate y corri a Santaf. No pudiendo remediar lo que estaba ya c onsumado, se revisti de toda su autoridad para contener con firmeza las venganzas y torpezas de la faccin vencedora. Sin excepcin de clases o de influjos impuso el orden, hizo suspender los procesos, y las pesquisas que se haban entablado, impi di que se impusiesen ms castigos por sospechas o averiguaciones de complicidad, y no levant su mano protectora sino despus de haber aquietado las pasiones (71). ________________ (71) Eduardo Madero: Historia del Puerto de Buenos Aires. ________________
6. PIRATAS INGLESES. Otro grave incidente de ese tiempo fue la aparicin y fechoras de los piratas ingleses por las costas de nuestro Ro y del mar Pacfico. Cuando lo s PASES BAJOS se sublevaron en defensa de sus libertades religiosas y de su indep endencia nacional, Inglaterra se uni a ellos y declar guerra a la Espaa en 1580. Su s rapaces marinos se lanzaron entonces a "piratear" de cuenta propia por los mar es y costas de Amrica. De ellos el ms clebre y temido fue Francis Drake. Apareci en el Ro de la Plata: anduvo explorando, hizo aguada en San Gabriel, y como supiera que los establecimientos que podan interesar su codicia se hallaban muy al interi or de los ros, sali de nuestras aguas a los 20 das y sigui al Pacfico, en cuyas costa s hizo un botn de ms de dos millones de pesos. Acrecentse su fama por haber sido el segundo navegante que, habiendo embocado por el Estrecho, regres a Inglaterra po r la vuelta del Mundo. 7. ENVO DE FUERZAS DE MAR Y TIERRA. Alarmado el rey de Espaa por la insolencia con que esos aguiluchos rapaces de Inglaterra robaban y saqueaban impunemente en su s mares y colonias, sacando partido de la confianza con que los haba credo seguros por quedar a trasmano de las rutas frecuentadas, hizo aprontar y dar la vela a una Armada de 23 naves y 5.000 soldados de servicio terrestre adems de las tripul aciones, para que hicieran la polica del Pacfico y pusieran guarniciones en los es tablecimientos de la Costa. Mandaba la Expedicin el Almirante don Diego Flores de Valds; y adjunta con ella vena tambin una divisin de cinco navos y 800 soldados espe
cialmente destinada a la guarnicin de Chile, al mando de su gobernador don Alonso de Sotomayor, marqus de Villahermosa. 8. DESASTRES DE LA ARMADA. Preciso es creer que la administracin y el material de la marina espaola haban cado en lamentado abandono; pues de otro modo no podra expl icarse lo acontecido a la armada que vena destinada a los mares del sur. Parti de Sanlcar en setiembre de 1582; y no bien haba entrado al Atlntico cuando perdi tres n avos en el primer temporal y tuvo que retroceder a Cdiz, donde fue preciso dejar o tros tres, por no estar en estado de navegar, y refaccionar algunos de los otros , perdiendo cerca de cuatro meses, hasta el 9 de diciembre en que volvi a dar la vela. A la altura de las Canarias se perdi otra nave; y se puede decir que cojean do todas las dems se abrigaron al fin en el puerto de Ro Janeiro a pasar el invier no de ese ao de 1582. Al tratar de salir con direccin al Estrecho, se ech de ver qu e la nao Mara de San Vicente, perteneciente a la divisin de Sotomayor, estaba en m al estado. Las quince restantes a que haba quedado reducida toda la armada se vol vieron al mar el 2 de noviembre. A la altura de las bocas del Ro de la Plata sufr ieron otro temporal y la mejor de las naves, que mandaba el capitn Gutirrez de Pal omar, se fue a fondo con los tripulantes y cuanto llevaba. Las otras quedaron ta n fatigadas que fue fuerza volver a Santa Catalina. Al pasar por una de las punt as de la isla zozobr la nao Santa Mara en el cabo que hoy lleva su nombre. Reunido s por fin en ese puerto se pusieron a reparar las averas. Por su mal estado y por falta de vveres resolvieron dejar la nao San Nicols y trasladar a la divisin de So tomayor, reducida ya a tres naves, los pobladores y famillas, en nmero de setecie ntas personas. All qued con ellos Sotomayor para llevarlos al Ro de la Plata; mient ras el almirante Diego Flores de Valds zarp de Santa Catalina con rumbo al Estrech o de Magallanes donde se consum su ruina. Los temporales, y sobre todo el mal est ado de los barcos, la impericia de los marinos y de las tripulaciones, los arroj aron hacia afuera. Algunos pudieron arribar a Santa Catalina donde muchos tripul antes y soldados se quedaron, y los ms fueron buscando poco a poco medios de tras ladarse al Ro de la Plata. 9. PRIMER SERVICIO DEL PUERTO DE BUENOS AIRES EN BENEFICIO DE CHILE. Muchos otro s servicios haba de hacerle a Chile en lo futuro el puerto de Buenos Aires. El pr imero fue el que le hizo a su gobernador antes de que hubieran corrido dos aos de la repoblacin. La divisin de Sotomayor sali de Santa Catalina y emboc en el Ro de la Plata el 17 de enero de 1583. La nave Corza dio en un banco y se abri, perdindose la artillera, municiones, provisiones, armas, y en fin todo cuanto traa en su bod ega. El da 26 fondearon las dems en San Gabriel. Sotomayor se traslad a Buenos Aire s en busca de Garay, ansioso de llegar a su gobernacin, que supona en peligro de p iratas. Garay lo auxili al momento con caballos, recursos, indios amigos y vaquea nos, a fin de que pudiese pasar la cordillera antes de que las nieves se la cerr asen. El gobernador de Chile parti, pues, de prisa; mas como faltara tiempo para aviar el resto de las fuerzas y de las gentes que deban seguirlo, dej todo eso en Santa Fe a cargo de su hermano don Luis de Sotomayor, mientras Garay se desenten da de lo ms urgente, para ir all y aviarlo con acmilas, carretas, bueyes, basamentos y cuanto dems pudiera necesitar para llegar a Mendoza, y pasar la Cordillera. Un a gran parte de toda esta expedicin se desparram por Buenos Aires donde se asilaro n tambin los tripulantes; con lo cual la poblacin de la ciudad y de sus chacras tu vo un notable incremento. Garay le di cuenta al Rey en estos trminos: -"Que para e l buen servicio y aviamiento del Gobernador de Chile fue necesario dejarle sacar ms de 300 caballos... Que por entender que conviene al servicio de vuestra Majes tad, se le ha dado, y se le dar el resto con todo el aviamiento posible conforme a la posibilidad de la tierra, ansy de bastimento, como de todo lo dems... que po r ser tan nueva, que habr dos aos que la pobl, no tyene tanto como yo quisyera" (72 ). ________________ (72) Advierto que en todos los pormenores de los hechos de Garay, he seguido los expuestos en la Historia del Puerto de Buenos Aires por mi llorado amigo don Ed
uardo Madero, a quien tantos y tan grandes servicios debe nuestro Puerto y la Re pblica entera. ________________
10. LA CARABELA "SAN CRISTBAL DE LA BUENA VENTURA". Esta carabela merece su pgina histrica. Fue la primera que, bajo la direccin de Juan de Garay, se construy en la Asuncin para cooperar a la repoblacin de las ciudades de Santaf y Buenos Aires. Per o, apenas concluida, se ech mano de ella para llevar preso a Espaa a Felipe de Ccer es y al Obispo fray Pedro de la Torre. El 19 de junio la carabela volvi a partir, llevando a Alonso de Vera y Aragn, sobrino del Adelantado, y al Padre Comisario y Custodio de Franciscanos fray Juan de Rivadeneira, encargados de presentar al Rey la carta en que Garay le daba cuenta de haber poblado a Santaf y repoblado a Buenos Aires, para "abrirle puertos a la tierra", y en la que tambin solicitaba q ue por la misma nave, y con los mismos comisarios, se le enviasen sacerdotes fra nciscanos y campanas para los templos y para el Cabildo, con otras cosas necesar ias para el culto religioso y el orden interno. 11. REGRESO Y PERCANCES DE LA CARABELA "SAN CRISTBAL DE LA BUENA VENTURA". Accide ntes de Corte y complicaciones polticas obstaron a que las oficinas pudiesen desp achar la Carabela hasta el 22 de mayo de 1582 en que sali de Sanlcar bien dirigida por el piloto Juan Pinto, trayendo de vuelta a Alonso Vera de Aragn, al Padre Ju an de Rivadeneira, diez y ocho frailes franciscanos, ocho campanas de varios tam aos, ornamentos, basamentos, telas, herramientas, semillas y otras menudencias. L a necesidad de hacer aguada los oblig a entrar en el puerto de "os Reyes Magos", donde la carabela encall, y fue necesario transportarla a la ciudad para recompon erla. Como la demora habra sido grande, Alonso y Fray Juan resolvieron fletar "un a fragatilla" y seguir en Ro Janeiro a la grande armada de Flores Valds. De all se trasladaron a Santa Catalina, donde fueron sorprendidos por el pirata ingls Ed. F entawn. Los ingleses exigieron la correspondencia y condujeron a bordo de la Cap itana a los sacerdotes y a los pilotos. Despus de interrogarlos devolvieron los s acerdotes y la correspondencia, quedndose con el piloto Pinto, con las campanas y con el vino que traa el padre Rivadeneira para el oficio de la misa, tan escaso que puede decirse que no haba cmo procurrselo entonces. Puestos en libertad, la fra gatilla lleg a Buenos Aires el 7 de enero de 1583. La carabela quedara abandonada y perdida ya porque las averas seran tal vez de mucho costo, o porque no habra quie n respondiese por su valor. En cuanto a la Armada de Flores Valds y de Sotomayor, ya hemos visto lo que fue de ella.
LECCIN XIX GOBERNACIN INTERMEDIARIA. MUERTE DE JUAN DE GARAY Y SUS SUCESORES 1. GOBERNADORES INTERINOS. Como siguiera pendientes la interdiccin y el proceso e ntablado en el Per al Adelantado Juan de Torres de Vega y Aragn, por su casamiento con doa Juana de Zrate, se deduce que gobernando Garay por nombramiento suyo no e staba oficialmente reconocido. Tratse en la Corte de regularizar este interinato, mientras se sustanciaba y fallaba aquella causa, y fue nombrado don Basco de Gu zmn, que no acept. Fue nombrado en seguida don Martn Garca de Loyola, que renunciara tambin, pues no vino a gobernar; y nombrado Gobernador a Chile fue muerto a golpe s de macana por aquellos indios. De manera que, aunque en una forma eventual y s in ms ttulo que el nombramiento hecho por Vera y Aragn, cuya autoridad segua descono cida, Garay continu gobernando de hecho en el Ro de la Plata. 2. EXPLORACIN DEL SUR. Sosegados los ltimos trastornos, Garay trat de explorar los campos y costas del sur, cuya ocupacin consideraba de suma importancia para la pr osperidad y grandeza del Ro de la Plata, y para complemento y seguridad de los do
minios martimos del Imperio espaol. En noviembre de 1581, parti al Sur con 300 sold ados. Siguiendo unas veces la costa e internndose otras reconoci las faldas orient ales del Tandil, "ramo de las cordilleras que vienen de adentro de la tierra y q ue entran al mar en grandes peascos erizados, que las olas baten con una furia ra biosa" y como menciona los millones de focas y anfibios que levantaban la cabeza en ese mar alborotado, suponemos que aquellas seran las costas de la Lobera. Enco ntr pocos indios, que cubran su desnudez con grandes mantas de cuero (de huanaco, de zorro, etc.), aunque vi algunos con tejidos de lana "que traeran, dice, de Chil e" pero que no eran de Chile sino de nuestras provincias andinas, Catamarca, La Rioja, etc., conocidos con el nombre de "Batanes". Treinta leguas alrededor de B uenos Aires vi manadas de potros y de yeguas que no bajaban de CIEN MIL cabezas d e las razas de Crdoba y Xerez de Espaa, que deben ser de las que dej don Pedro de M endoza; por lo que es seguro que en los campos interiores habra muchsimas ms. Dice que en las alturas de la Sierra haba extensas campias, segn le dijeron los pocos in dios que encontr por all.
3. MUERTE DE GARAY. Teniendo que aviar y despachar a Chile a don Luis de Sotomay or como lo haba prometido, Garay sali de Buenos Aires por el ro en direccin a Santaf el 12 de julio de 1583 acompaado de algunos soldados. Creyendo abreviar camino em boc por una grande laguna que se abra a su izquierda; pero, como no le hallara sal ida volvi a la boca, y orden que la gente bajara a pasar la noche en tierra. Se le advirti que no era prudente. "No hay cuidado, contest, a estos indios los tengo m uy sujetos y me temen" de lo que se deduce que eran indios comarcanos de Santaf, y no de la campaa norte de Buenos Aires, donde Garay no haba actuado ni sujetado i ndios ms all del Ro Lujn. Adems, la ciudad de Santaf a que Garay se diriga no era la a tual, sino la primitiva, puesta sobre el ro Cayast; lo que demuestra que a Garay, conocedor a palmos de aquellos terrenos, no pudo jams ocurrrsele que poda abreviar camino hacia Cayast entrando por la Laguna de San Pedro, mientras que debi pensar que eso era factible y llano entrando por la Laguna de Guadalupe. "Sorprendidos mientras dorman, Garay y cuarenta y tantos de los suyos, cayeron a golpes de maca na, sin tiempo de decir Dios me valga!... y los pocos que se salvaron en las emba rcaciones, lo debieron a la poderosa intercesin de Nuestra Seora la Virgen de Guad alupe, porque implorando su auxilio en el peligro se sintieron llenos de aliento para resistir y se encaminaron a Santaf". Si la desgracia hubiese sido en la Lag una de San Pedro habran regresado a Buenos Aires. El seor don Eduardo Madero se pr onuncia prima facie por la Laguna de San Pedro. El nico dato serio que invoca es el de haber sucedido la desgracia a cuarenta leguas de Buenos Aires que indica e l Tesorero Montalvo en su noticia de la muerte de Garay. Pero esa distancia es u n mero clculo de odas; y tratndose de un tiempo en que no existan mediciones regular es, y de un ro extenso, caudaloso e irregular, no hay cmo apreciar decenas, ni cmo establecer que las cuarenta leguas no pudieran ser sesenta ms o menos. 4. LA CAPILLA DE LA VIRGEN DE GUADALUPE. Entre los viejos vecinos de Santaf se tu vo siempre por cierto que Garay haba perecido a orillas del Lago (73) de este nom bre. Parece as probarlo el Oratorio o Capillita donde se venera todava la milagros a imagen de la Virgen de Guadalupe que intercedi por los que se salvaron, segn el Padre Lozano. La soledad melanclica del sitio, los recuerdos y las formas diminut as del lgubre oratorio, hieren all la imaginacin; y es tal el silencio solemne de a quellas aguas dormidas todava en la siesta de sus tiempos primitivos, que se sien te algo as como si en el aire se susurrase una humilde plegaria de misericordia ( 74). ________________ (73) Le llamo Lago, porque vista su extensin y su profundidad es impropio llamarl e laguna. (74) Tal fue la impresin que me hizo el mstico Oratorio del Lago de Guadalupe. Lo visit en compaa de mi buen amigo el doctor en medicina don Luciano Torren. Guardaba el Santuario una pobre mujer, sin ms tarea que mantener encendida la vela que al umbraba una diminuta imagen metida al fondo de un nicho, que pareca un rbol de nav
idad por la cantidad de reliquias y talismanes, y otras cosas colgadas en derred or. Otro encargo de la guardiana era recoger el sebo que corra de la vela, pues e ra creencia que no hay mejor untura para males del cuerpo, incluso el coto. Ella misma tena uno enorme; y estaba convencida de que iba sanndole. Mi compaero, bueno de por s, y sabiendo que la bondad impone en estos casos halagar las ilusiones d el paciente, se lo ratific al tacto y lo asegur que fuera de ese no haba otro remed io. Ese sebo se venda y se daba con mucho crdito por all. No s si se hace todava. ________________
5. AGITACIN PBLICA. La noticia produjo viva sorpresa en Buenos Aires. Los hijos de l pas entraron desde luego en movimiento y peticionaron que de acuerdo con la Cdul a de 1537 reglamentaria de los casos de acefala, se les abriese Cabildo Abierto p ara elegir gobernador y capitn general interino "a la persona que, segn Dios y sus consecuencias les pareciere ms suficiente para dicho cargo". Los espaoles tenan po r candidato a Alonso de Vera y Aragn, sobrino del Adelantado, conocido por el sob renombre "Cara de Perro", no slo por su mal gesto sino porque era un soldado gros ero, aunque excelente capitn de guerra. Los hijos del pas estaban decididos por el santafecino Juan Enciso Fernndez. Los dos partidos se mostraban apasionados y di spuestos a disputar la eleccin con las armas, distinguindose los criollos por la a udacia y por la energa de sus manifestaciones. Con este motivo, el Tesorero Herna ndo Montalvo, espaol reacio y profundo observador, le escriba al Rey estas palabra s que parecen un augurio de la Revolucin de Mayo de 1810, pronunciado 230 aos ante s de que ella tuviese lugar: "La gran necesidad que estas provincias tienen es j ente espaola porque ay ya muy pocos de los viejos conquistadores. La jente de man zebos (la mozada) ansy criollos (de padres espaoles) como mestizos (de madre indi a) son ya muy muchos, y cada da van en mayor aumento... Son muy amigos de cosas n uevas; vnse cada da ms desvergonzndose con sus mayores... Tinenlos y los han tenido s iempre en poco... Si nuestro Seor no remediara lo que sucedi en la ciudad de Santa f, vspera de Corpus Cristi, el ao de 80 saliera alguna chispa... Tienen por uso y c ostumbres estos manzebos nascidos en esta tierra de que se repartan entrellos lo s oficios de la Repblica (75) como ser Alcaldes Ordinarios, Regidores, Alguaciles , Depositarios, etc., y estn tan expuestos ya en ello, que como son los ms salen c on lo que quieren" (76). ________________ (75) Las leyes espaolas antiguas llaman Repblicas al Rgimen Municipal. (76) Tomado de la Historia del Puerto de Buenos Aires del seor Madero. ________________
6. SOLUCIN DE LA CRISIS. En la Asuncin se temi que la trgica muerte de Garay pusiese en serio peligro de piratas, de indios o de anarquistas a la ciudad de Buenos A ires; y como casualmente se hallaba all el Alcalde de Buenos Aires Rodrigo Hortiz de Zrate, hombre prudente y bienquisto de los criollos, sali al momento con tropa s autorizado a encargarse del gobierno, por lo pronto a fines de noviembre 1583. 7. LLEGADA DEL TENIENTE GOBERNADOR GENERAL JUAN DE TORRES Y NAVARRETE. As que se supo en Chuquisaca la muerte de Garay, el Adelantado Juan de Torres de Vera y Ar agn despach con el ttulo de Teniente Gobernador General del Ro de la Plata a ese otr o sobrino suyo que queda nombrado. A lo que se vio por su gobierno, era uno de e sos ladrones sin honra que se valen de su profesin militar para meter miedo y rob ar impunemente los bienes pblicos. Dio muestras de todo eso en la Asuncin; y tenie ndo que demorar su traslacin a Buenos Aires, donde pensaba saciar en mayor escala su codicia, confirm interinamente el nombramiento de Rodrigo O. de Zrate, por el tiempo de su ausencia. El mismo tesorero Montalvo, tan recio y prevenido contra los criollos, corrobora que sus abusos, sus latrocinios y sus violencias "lo hic
ieron muy temido". Los hechos, como vamos a verlo, lo comprueban. 8. USURPACIN Y MONOPOLIO DE LOS PRODUCTOS RURALES. La cerda era uno de los artculo s ms preciados con que comerciaban en las costas de Guinea los ingleses y los por tugueses. La campaa de Buenos Aires contena millones de caballos y yeguas; de modo que, para los vecinos, era un trfico provechoso salir a cazar animales y hacer a copio de ese artculo, que sala por contrabando en pequeos lanchones, hasta San Vice nte y Santos, de donde los portugueses lo transportaban a las costas de Africa, y recogan retornos de fierro y otras manufacturas inglesas de primera necesidad. Apenas lleg Juan Navarrete expidi un bando prohibiendo la caza libre de colas; y o rden que se sacara a remate el privilegio exclusivo, o monopolio, de cazar treint a mil colas por ao con excepcin de los meses de preez; y no bien se public el remate , se lo adjudic a s mismo en pago de los sueldos e indemnizaciones que la provinci a le deba a su Jefe y Poderdante el Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragn. Exc usado e impropio de este lugar sera seguir la nmina de los hechos anlogos de este b ribn. 9. RECLAMACIONES Y QUEJAS DEL VECINDARIO DE BUENOS AIRES. Al fin fue imposible c ontener la indignacin de la ciudad, y por temido que fuera ese mandn se crey indisp ensable emplear los medios de la Ley; y se nombr por Procurador de la Ciudad de B uenos Aires al vecino Mateo Snchez con cargo de marchar inmediatamente a Charcas y de acusar ante la Audiencia al teniente gobernador, y al Adelantado mismo, por las expropiaciones de solares, de bosques y de provisiones de todo gnero con que persegua y esquilmaba a los vecinos y trabajadores de la ciudad. Deba tambin hacer presente, que adems de ser irregular y contraria a los principios de las leyes, era de psimos y daosos efectos la costumbre que haba tomado el Adelantado, de coloc ar en todos los puestos de mando y gobierno al enjambre de hermanos, primos y so brinos que andaban tras de l. La causa se llev a la Audiencia. El procedimiento fu e largo. Pero al fin se fall como lo vamos a ver ms adelante. En el intermedio tuv ieron lugar algunos hechos que es necesario conmemorar. 10. FUNDACIN DE LA CIUDAD DE CORRIENTES Y DE LA CONCEPCIN DE BERMEJO. Siendo neces ario asegurar mejor la defensa de la Asuncin y de Santaf, se resolvi fundar dos ciu dades en las avenidas del Chaco. Con este fin el Adelantado, que acababa de ser puesto en libertad por los tribunales del Per, baj a estudiar en los ros dnde sera me jor establecerlas; y eligi con acierto para la primera el recodo que el ro Paran fo rma al mezclar sus aguas con el Ro Paraguay. Los encargados de formar el Real y d e proveer a su defensa fueron Alonso de Vera, sobrino del Adelantado, llamado el Tup por el color obscuro de su rostro, y un gallardo joven paraguayo llamado Her nandarias, destinado a grande nombrada en nuestra historia colonial. Plantados lo s fundamentos de la fortaleza en 5 de abril de 1588 se le dio el nombre de Ciuda d de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, que es hoy la capital de una de l as ms interesantes provincias argentinas, ennoblecida por los grandes servicios c on que ha contribuido a la defensa y al triunfo de las libertades pblicas y const itucionales de la Nacin. No fue igualmente feliz la ciudad de la Concepcin del Ber mejo que el Adelantado mand poblar en las mrgenes de ese ro, con el mismo fin de as egurar las fronteras de Santaf en el Chaco. Cost enormes dificultades conquistar e l terreno. Alonso de Vera "el Cara de Perro" mostr ser un notable capitn de guerra . No slo anonad por lo pronto el alzamiento general de las numerosas tribus brbaras de aquellas comarcas agrestes y primitivas, sino "que abri un camino bien custod iado desde la nueva poblacin hasta Tarija y Salta por las espaldas de las Serranas de Humaguaca y de Tarija" -dice el P. Lozano, tomo III, pg. 279; lo que es de im portancia para nuestras actuales operaciones de mensuras y poblaciones en esas m ismas regiones del Chaco. Por desgracia, el enrgico poblador no tuvo sucesores qu e supieran imitarlo. Los pobladores de la Concepcin del Bermejo gozaron poco tiem po de quietud para afincar sus labores y desenvolverse. Asaltados sin cesar por las tribus del Chaco y careciendo de proteccin, tuvieron al fin que abandonar el asiento y retirarse a Corrientes en el ao de 1632, cuarenta y cuatro aos despus de haberlo poblado.
11. FALLO DE LA AUDIENCIA DE CHARCAS. A la raz de estas fundaciones lleg el fallo pronunciado por la Audiencia de Charcas en las quejas y reclamos de la ciudad de Buenos Aires contra el Adelantado y sus lugartenientes. En l se deca: "A vos, el licenciado Juan de Torres de Vera, Adelantado, Gobernador y Capitn general y a vu estros lugartenientes, etc., se os ordena que no les tomis los caballos y yeguas cimarrones, ni les impidis cazarlos en manera alguna, so pena de nuestro agravio, y pena de dos mil pesos de oro por cada vez que lo hicieris, bajo apercibimiento de que si no lo cumplieris enviaremos persona autorizada que os obligue". Y en c uanto a los dems reclamos diremos para abreviar que tambin se le mand al Adelantado "que quitase a Juan Torres Navarrete el Oficio de su Teniente y a otro cualesqu iera (sic) pariente que dentro del 4 grado lo usara y ejerciera; que si el Adelan tado hubiere salido de su gobernacin dejando por teniente o en otros empleos, a p arientes suyos, no usaron stos los tales oficios; y que si hubiere dejado poder a alguna persona para que nombrara tenientes u oficiales y ministros de justicia, los nombramientos no contraren lo que aqu se dispone" (77). Nos ha parecido de su mo inters trascribir este fallo que es uno de los ms clebres y dignos de recordacin del Perodo Colonial, para enseanza de buenos jueces, y vergenza de los que sucumben al miedo y a la corrupcin. ________________ (77) Tomado de la Historia del Puerto de Buenos Aires. ________________
12. REPRESIN DE OTROS ABUSOS Y VIOLENCIA. Haba pretendido el dicho Navarrete, con motivo del remate y cacera de caballos y yeguas cimarrones, que los Lugarteniente s tenan asiento y doble voto en los Cabildos. La Audiencia declar que ese era un a tentado prohibido y punido por las Leyes; y que, no slo los lugartenientes, sino todos y cualesquiera oficiales de gobierno se abstuviesen de entrarse a interven ir en las sesiones y acuerdos de los Cabildos. 13. EL CORSARIO INGLS EDUARDO FONTANO. As convierten nuestros cronistas el nombre del marino ingls Edward Fentawn o Fenton. Gobernaba Navarrete en la Asuncin, y su delegado Rodrigo Hortiz de Zrate en Buenos Aires, cuando a fines de 1583 se prese ntaron en nuestro Ro tres naves inglesas. "Dos, dice el contador Montalvo, eran g randes de ms de 200 toneladas, y la tercera era un patacho menor. Vena como Capitn y General en ellas un ingls llamado Ervan finton (Edward) y por capitn del patacho un sobrino del corsario Francisco Isdraque (Francis Drake), mancebo de 20 aos qu e anduvo con el to todo el viaje del mar del Sur (el Pacfico) y le cupo parte del robo que hicieron; y piloto del patax vena uno que llamaban rrichiarte (Oichard). .. Entraron a reconocer y sondear el rro, dieron en una laja donde se perdieron, y estuvieron 18 das hasta que por los humos que hicieron dieron con ellos los ind ios Char-huas; y cautivaron a Isdraque, a rrichiarte y dos o tres marineros. Des pus de meses pudieron tomar una canoa y venirse a Buenos Aires sondeando el rro co n una cuerda y una piedra. A los dos primeros los hizo llevar Juan Navarrete a l as prisiones de la Asuncin; y como Juan Dacles es un gran luterano all los tiene r eclusos el provisor que no trate nadie con ellos. Han enviado por ellos los Inqu isidores y les fueron remitidos a Lima". All pasaran indudablemente por la hoguera , mucho ms siendo el joven prisionero sobrino de Drake que tan terrible nombre ha ba dejado por all. 14. ECOS TRADICIONALES DEL HECHO. Es este un incidente que no vemos justificado por hechos reales; y sin embargo, nuestro clebre repblica don Mariano Moreno lo me nciona en 1806 casi como un eslabn de la gloriosa tradicin que vena encadenndose has ta las victorias del ao VI y VII: "Esta ciudad, dice, ha fundado los ttulos de muy leal y guerrera, con que se ve condecorada, en repetidos y brillantes triunfos. Pocos pueblos han sufrido tantos ataques, ni los han resistido con tanta gloria ; y quiz es Buenos Aires el nico que con sus fondos (propios del Cabildo) ha mante
nido siempre la seguridad de sus fronteras. La derrota del Corsario ingls "Eduard o Fontana" acredita ya la constancia y energa de este pueblo, que estaba entonces en el primer ao de su formacin". (Arengas, etc., pg. 31). 15. RENUNCIA Y PARTIDA DEL ADELANTADO A ESPAA. Hablando de Juan de Torres de Vera y Aragn dice el padre Lozano que siendo este Adelantado el titular del Ro de la P lata, fue en su perodo cuando se fundaron las ciudades Villarrica y Santiago de J erez en el Paraguay; y Buenos Aires, Santaf, la Concepcin del Bermejo y Corrientes en el Ro de la Plata... "pero no vino a estas provincias en muchos aos, sino que las gobern por Tenientes generales que pona a su arbitrio. Los trabajos que le sob revinieron siendo Oidor de Chuquisaca, le obligaron a retirarse... Al cabo, el A delantado, con deseo de restituirse al suelo nativo, RENUNCI al gobierno por los aos de 1591, y se volvi a Espaa" (78). ________________ (78) Lozano, tomo. III, pg. 283 y 285. Contra esto, el seor Eduardo Madero sostien e que no renunci, sino que fue destituido o exonerado; y lo apoya en que un hijo del Adelantado, haciendo reclamos al Rey (en papeles que el seor Madero tiene a l a vista) dice "a mi padre le quitaron el Adelantazgo, etc., etc." ________________
16. INTERVENCIN EVANGLICA DE LOS FRANCISCANOS Y DE LOS JESUITAS. De su corto pasaj e por el gobierno, dos asuntos tiene que sealar la historia en el tiempo de este l timo Adelantado. Deseoso de cambiar el sistema de las Encomiendas implantado por las leyes de Indias y brbaramente exagerado por la ferocidad de los Encomenderos , Juan de Vera y Aragn procur dulcificarlo, al menos, autorizando a los padres fra nciscanos a que sustrajeran del trabajo a los indios, por algunas horas, a fin d e darles enseanza religiosa. San Francisco Solano inici y sostuvo con energa la nec esidad de dar este descanso diario por los deberes de la Religin. Esta tarea fue en sus manos alivio y recreo de los indios; pues les haca or el violn, y cantar los rezos de la iglesia. En este mismo perodo se dio entrada en el Paraguay, a tres sacerdotes de la Compaa de Jess, el P. Juan Salonio, valenciano; Manuel Ortega, por tugus y Thoms Filds, escocs. El Adelantado les dio casa y dej recomendado a su suces or que favoreciese los propsitos que traan estos Padres. El Adelantado deseaba sin ceramente llenar las repetidas rdenes del Rey e instruir a los indios hasta poner los en iguales condiciones con los vasallos espaoles. Entendido sobre esto con lo s padres jesutas, se pusieron ellos a estudiar con el genio profundo de la Compaa d e Jess ese vasto plan que al fin establecieron con el nombre de MISIONES JESUTICAS del Paraguay, que el mundo entero conoce y admira. 17. PRIMERA REFORMA ORGNICA DEL RGIMEN COLONIAL EN EL RO DE PLATA. Que fuera por re nuncia como lo asienta el P. Lozano (siempre bien informado en la materia) o por destitucin como deduce Madero del papel petitorio que posee en su archivo, el he cho es que con la partida y abandono que el Adelantado hizo del gobierno del Ro d e la Plata, qued en entredicho, por lo pronto, y finalizado un poco despus el histr ico rgimen de los Adelantados. Algo debi pasar por el nimo de Juan de Torres de Ver a y Aragn, cuando, contra todas las reglas y costumbres, enderez para Espaa por el puerto de Buenos Aires en 1591, sin nombrar sucesor, causando as situacin de acefa la para que a Cabildo Abierto se nombrase quien lo reemplazara. Esto probara que e l Padre Lozano est en lo cierto, ya fuera que el Adelantado renunciara, ya que hi ciera abandono de su puesto. Este proceder arrastraba dos consecuencias inmediat as -la retroversin a manos del Rey de lo capitulado con don Pedro de Mendoza y co n sus sucesores- y la suplencia de la acefala o vacancia por eleccin vecinal.
LECCIN XX
HERNANDARIAS Y LAS MISIONES JESUTICAS 1. ELECCIN DE HERNADARIAS DE SAAVEDRA. El nuevo magistrado era un criollo nacido en el pas, que no slo por las tierras y encomiendas que posea en el Paraguay y en S antaf, sino por sus talentos y sus virtudes, era ya, al ser electo, el personaje ms prominente del momento; y fue tal su desempeo como magistrado, que resumiendo s u larga vida y sus servicios, debe ser consagrado en nuestra historia como el PR IMER PATRIOTA de los que han brillado en ella. La concordancia de sus hechos con las miras y con los principios que haba dejado conocer el Adelantado Torres de V era y Aragn, nos hace creer que ste ejerciera algn influjo en la eleccin de su suces or. 2. SU PRIMER PERODO GUBERNATIVO. Fuera del aspecto favorable que present el se ha puesto en relieve ms suceso de trascendencia en su primer perodo que erdo con los padres jesutas Simn Mazzeta y Jos Cataldino para implantar en uay el gobierno religioso de las Misiones, con el fin de coartar el vandalaje la caza de indios de que se servan los Encomenderos para hacer producir sus ras y surtir sus vicios. pas, no el acu el Parag de tier
3. LAS MISIONES JESUTICAS. Despus de concertado el plan que los primeros jesutas ha ban propuesto al Adelantado, y que Hernandarias se propona tambin fomentar, se les concedi el territorio del Guayra, tan extenso como una provincia, que por estar s olitario y sin ms pobladores que las tribus guaranticas perseguidas por los Encome nderos, les facilitaba a los Padres Jesutas el modo de organizar el sistema de co lonizacin y de enseanza con que se proponan reformar el brbaro hbito de arrebatar hom bres y mujeres, que serva all de pedestal a la produccin y al trabajo colonial. Cua nto se ha dicho del trfico de negros podra decirse, con aumento de atrocidad y de horror, del trfico guarantico permitido y llevado por Irala a sus ltimos excesos. 4. EL PRIVILEGIO TERRITORIAL DE LOS JESUTAS. A imitacin de los lugares de asilo de l rgimen eclesistico en la Edad Media, se concedi a los jesutas (y lo autoriz despus e l rey por cdulas) que nadie pudiera tocar ni echar mano de los guarans que se asil asen en el Guayra a vivir al amparo y bajo la enseanza de las iglesias y colegios que fundasen los jesutas. De modo que todos los indios que se empadronaban en la Misin y que se sometan a la jurisdiccin privativa de los Padres, quedaban completa mente libres de ser agarrados y esclavizados, mientras viviesen y trabajasen en el territorio sacerdotal de la Misin. Esta fue en sustancia toda la base del sist ema primitivo y fundamental de los jesutas. Los dems reglamentos y las ampliacione s de las consecuencias, fueron obras del tiempo y del perfeccionamiento que se p roduce en todas las cosas con la experiencia. Munidos de su precioso privilegio los padres entraron a propagar la doctrina cristiana por los campos entre las tr ibus guaranticas y vieron afluir multitud de familias buscando su amparo, apenas delinearon y abrieron los cimientos de su primera Misin con el nombre de Nuestra Seora de Loreto. 5. LA PROVINCIA JESUTICA. El ensayo dio admirables resultados. Continua y numeros a sigui siendo la afluencia de familias y de tribus que vinieron buscando protecc in, enseanza y garantas para vivir y trabajar; tal era el espanto con que aquellos infelices miraban las correras vandlicas de los Encomenderos. De ese modo comenz el Guayra a poblarse de Misiones. El sistema sigui complementndose con el establecim iento de un Colegio en cada Misin y de su Distrito Rural, que eran, a la vez, ins trumento de produccin agrcola y base del organismo municipal y militar con que los Padres dieron el asombroso desarrollo que, poco despus, present su provincia sace rdotal. 6. EL ASPECTO O LA FORMA EXTERNA DE CADA UNA DE ESTOS. Misiones era el de una al dea de campaa. En el centro estaba la plaza, y all la iglesia y el colegio en que habitaban los padres. Todas las chozas colocadas al filo de calles eran perfecta rmente iguales, blanqueadas y de un aseo esmeradsimo. Dentro de las habitaciones
y en el corral tenan las aves domsticas. Alrededor de la aldea se extendan por reas iguales cuadradas las chacras de labranza, que cada padre de familia tena obligac in de sembrar, ayudado por sus mujeres y sus hijos. Todos los trabajos comenzaban , se terminaban o se variaban segn lo requeran las diversas plantaciones, el mismo da de la estacin anual respectiva, solemnizndolo con procesiones y fiestas popular es de una estricta decencia. Cada Misin era por consiguiente una Villa Sacerdotal gobernada por los Padres jesutas, en la misma forma en que una jerarqua de superi ores gobierna un colegio de nios menores. 7. LA ENSEANZA Y EL IDIOMA. Todos los ramos de la enseanza estaban arreglados a la lengua guaran. Aprendan los indios a leerla y escribirla, y estudiaban cuidadosam ente en su gramtica. Las oraciones, los rezos, los cnticos, los catecismos y leyen das de la Virgen y de los Santos, estaban traducidos a la misma lengua. De maner a que aunque expresamente no estuviera prohibido el idioma espaol, el resultado v ena a ser como si lo estuviera, porque no practicndolo eran muy pocos los indios q ue lo hablaban. 8. Los jesutas haban hecho un estudio profundo de la lengua guaran. El ilustre padr e Antonio Luis Montoya escribi muy al principio su acreditadsima obra Tesoro y Art e de la lengua guaran, reimpreso hace pocos aos lujossimamente en Leipzig. Con la m isma lengua enseaban todos aquellos oficios mecnicos, como carpintera, herrera, curt iembre, tejidos, etc., que eran indispensables para que la Misin no tuviese que r ecibir de afuera sino aquellas poqusimas cosas que no se podan hacer. Se enseaba ta mbin la msica instrumental en el violn, la flauta y otros instrumentos de concierto especialmente adaptados a los cnticos religiosos, con excepcin de la guitarra esp aola que estaba severamente excluda. 9. RGIMEN Y GOBIERNO INTERNO. Cada Misin estaba al cuidado de cuatro padres: el Re ctor que era el gobernador; el Doctrinero que era, diremos as, el cura y el maest ro de escuela, tambin parte de artes y oficios mecnicos; el Despensero, o ecnomo, e ncargado de tomar cuenta de las cosechas, de distribuir los mantenimientos y las ropas, de recoger los tejidos y obras de las mujeres, distribuyendo todo por ig ual, y mandando lo restante al tesoro de la Capital Misionera donde se acumulaba y se extraa al exterior para hacer dinero; y un Coadjutor para todo aquello en q ue lo emplease el Rector, dedicado especialmente a aprender con perfeccin las len guas de todos los indgenas del territorio. Por lo general, este sacerdote era un joven escogido por sus aptitudes naturales para llenar ese objeto. 10. Las Misiones del Paraguay formaban un conjunto territorial homogneo y estaban colocadas con orden y simetra de acuerdo con las condiciones del terreno. En el punto econmicamente ms central, es decir, de ms fcil comunicacin entre ellas, estaba la Misin capital, llamada entonces la Candelaria y hoy Posadas. All resida el Padre Superior, jefe de la Administracin provincial. Adems de este superior, cada Virre inato formaba una PROVINCIA JESUTICA segn ellos y para ellos, en la cual tenan un V isitador con el ttulo de PROVINClAL que era el Delegado del General de la Compaa re sidente en Roma al lado del Papa. Nadie saba entonces, ni hay quien lo sepa ahora , cmo se hacan los nombramientos o elecciones jerrquicas de la Compaa de Jess. Los mis mos sacerdotes lo ignoran porque esa es una operacin misteriosa que se ejecuta en los ms altos grados de la Orden donde cada miembro muere con su secreto; y donde si algo se transpira se reforma convencionalmente y queda restablecido el miste rio. 11. LAS FORMAS EXTERNAS Y LA VIDA COLEGIADA. La persuacin y la mansedumbre extern a eran la regla comn del gobierno jesutico. El sistema correctivo era el mismo que se usaba entonces en las escuelas y colegios: privaciones y penitencias, azotes algunas veces, que hasta en los colegios reales era castigo aceptado; y en suma el orden disciplinario no era ni ms ni menos, aparentemente, que el de una escue la de nios segn el espritu y las reglas del tiempo. 12. CRTICAS. Se nos dir, contra este sistema, que el perodo de la niez termina con l
a emancipacin de la juventud, y con las libertades individuales de la virilidad, mientras que el sistema de los Padres Jesutas era vitalicio y fundado en la niez p erpetua del indio misionero. No hay duda. Pero como las cosas no deben sacarse d e su tiempo y de sus fines, es menester tener presente que cuando los nios dejan de ser nios, cuentan con familias libres y con un orden social que los recibe y q ue los protege; mientras que los indios, en aquellas circunstancias, no contaban con nada parecido en la vida. De manera que si salan de las manos de los jesutas, caan irremisiblemente en el dominio atroz de los Encomendaderos, y quedaban expu estos no slo a ser presas de las correras, sino a morir, no ya como nios caritativa mente tratados y felices en su misma inocencia, sino bajo las tareas abrumadoras y despiadadas de las bestias sin valor. De ah la permanencia de por vida en el rg imen de las Misiones, como alumnos protegidos por la vida comn. Se ha dicho que e l sistema de los Jesutas era nada ms que el comunismo de los niveladores modernos, sainsimonianos, furieristas, socialistas; nada menos cierto! La base de estos si stemas es la renuncia forzosa del hombre libre a no tener nada que no sea comn a los dems. El sistema de los Jesutas reposaba sobre la proteccin de los derechos ind ividuales de los indios y de sus familias, garantidos por el rgimen sacerdotal y por la agrupacin domstica de los protegidos sin atacar la propiedad del comn. 13. DIFICULTADES DE LA MATERIA. La verdad es que no se ha descubierto ni se cono ce medio alguno de asimilar a los salvajes con la moral y con las tareas de la v ida civilizada. Los pueblos civilizados no conocen ni emplean otro que la sumisin legal o el exterminio por la fuerza. Los jesutas ensayaron el de la sumisin por l a enseanza y por el trabajo comn. En su tiempo eso fue admirable; pero no hay duda de que era vicioso, porque era estacionario. La idea del progreso y de la emanc ipacin del hombre libre despus de educado, no poda entrar en el sistema por el vici o fundamental del orden civil y econmico que los Padres jesutas encontraron plante ado por la Espaa. Era aquella, en suma, la misma cuestin de la Esclavatura de los negros. Sin ella perecan las labores agrcolas; con ella prevaleca la gangrena y el retroceso moral de los pueblos cristianos. Los Jesutas curaron el mal presente en la medida de sus medios. Lo dems tena que ser obra del tiempo y del progreso soci al que ellos no podan precipitar ni contener. En esto est el elogio y la decadenci a de su sistema. 14. VIDA MUNICIPAL. Aunque no se tome a lo serio el simulacro de vida municipal que se practicaba en cada Misin, no es menos cierto que los indios, transformados en Alcaldes y en Regidores, se significaban al llenar su papel, desempeando porc in de tareas interesantes del gobierno comn no slo en las ceremonias religiosas sin o en sus sesiones oficiales. Claro es que todo estaba manejado por los Padres. S in embargo, el aparato mismo, la comedia si se quiere, era una enseanza de buena cultura en el trato y en el porte. No dejaba de ser muy curioso que estos munici pales tuviesen sus trajes de gala vistossimos y relumbrosos, toga, varas de justi cia, y otros smbolos; aunque nunca se calzaran y desempearan todas esas funciones a pie libre, tanto en lo civil como en lo militar. 15. DEFENSA MILITAR. En cuanto a lo militar la cosa era mucho ms seria y ms verdad era. En la necesidad de defenderse de los asaltos que les haban dado los Mameluco s o gauchos cerriles de San Pablo, en combinacin no pocas veces con los Encomende ros espaoles, los Padres resolvieron armar y disciplinar a sus nefitos. Les ensearo n el ejercicio tctico de los movimientos de la milicia, el manejo de las armas, l es construyeron caones con gruesas caas tacuaras bien forradas en cuero y correas humedecidas, les fabricaron plvora y los uniformaron, instruyndoles oficiales de s u propia comunidad. Algunas veces tuvieron la gloria de escarmentar completament e a sus enemigos. 16. PRODUCCIN Y RIQUEZA. El sistema de los Padres jesutas produjo resultados asomb rosos en poco tiempo. El cultivo del rbol de la yerba-mate, del algodn, del tabaco , el corte de las maderas, y muchsimos otros artculos de produccin, abrieron all fue ntes de riquezas considerables, que si bien entraban en su mayor parte en el tes oro general de la COMPAA, contribuan a la comodidad y al orden de la vida interna d
e los indios. Tenan buenos hospitales, casas de retiro para las mujeres que por s u estado o alguna enfermedad no podan salir a los trabajos rurales. En esas casas paraban tambin recogidas las mujeres cuyos maridos, por viaje o por otro motivo, estaban ausentes de su choza; all pasaban el da los chicuelos cuyas madres estaba n de tarea; se hilaba, se teja, y se preparaba una porcin de artculos necesarios pa ra los otros talleres. El aseo y las abluciones eran de regla estricta: el traje uniforme, blanco, fuertemente tejido; y el sombrero, fabricado con pajas, alto y de aleros extensos para resguardo del sol en los trabajos diarios. 17. RESUMEN. Hoy ya no es tiempo de temer ni de repudiar a los jesutas. Estn dentr o del derecho comn y de la vida histrica. No son ni sombra de lo que fueron: tiene n en su seno todos los defectos y las debilidades de la decrepitud. Tomados en g eneral como Orden religiosa y militante, no estn a la altura de las CIENCIAS SOCI ALES Y CONSTlTUCIONALES DE ESTE GRAN SIGLO. De todos los progresos, ellos no cul tivan con amor sino las ciencias fsicas y las ferias superficiales de las Bellas Letras, sin penetrar al seno de los problemas filosficos que desentraan y estudian las evoluciones de la vida ntima de los pueblos tal como los formul el famoso Pas cal. Como institutores y como maestros viven encerrados por lo mismo en el crculo estrecho de los formulismos sin amplitud ni generosidad en el cultivo libre de las ideas. Han perdido completamente su genio antiguo; sofistifican sin genio pr opio; sobrenadan en el mundo moderno como los nufragos del pasado haciendo esfuer zos intiles por contener la corriente que los arrastra. Sin embargo, nuestro gobi erno podra aprovecharlos como maestros de las lenguas clsicas, ya que se ha instit udo una Facultad de Humanidades en donde son pocos los que saben, menos los que l as cultivan, y menos todava los que tienen ideas prcticas sobre lo necesario y pri mordial, si es que ha de tener vida esa creacin. El problema es ms intrincado de l o que parece.
LECCIN XXI LA CONSTRUCCIN DEL FUERTE DE BUENOS AIRES 1. AMENAZAS DE PARTE DE LA INGLATERRA. Por estos aos de 1594 a 1595, el virrey de l Per, Marqus de Caete, recibi avisos urgentes de Espaa por el itsmo de Panam, de que la reina Isabel de Inglaterra haba despachado tres naos a apresar a Buenos Aires (el P. Lozano, III, 289) al mismo tiempo que por va de tierra reciba el virrey con firmacin de la entrada al Ro de la Plata del corsario Fontana, y de que otras naos navegaban por las costas del Brasil. Alarmado con tan graves novedades el Virre y le orden al gobernador del Tucumn don Fernando de Zrate que sin perjuicio de cons ervar su puesto, marchase inmediatamente con gente y recursos a poner en estado de defensa la ciudad de Buenos Aires, a cuyo fin le autorizaba con las facultade s necesarias para gastar, gobernar y hacerse obedecer (79). ________________ (79) El seor Madero diverge en cuanto a que Zrate ya fuese gobernador en Tucumn, y dice que estaba en Chuquisaca. Pero el Padre Lozano lo establece, y nosotros lo seguimos porque lo tenemos por muy bien informado. ________________
2. EL VIAJE Y LAS MEDIDAS DEL NUEVO GOBERNADOR. De Tucumn, de Crdoba y de Santiago sac milicias, y vino con ellas a Santaf. Pas a la Asuncin para completar sus elemen tos. All tom por segundo Capitn a Hernando Arias de Saavedra, cuya fama como hombre de guerra y virtuoso administrador iba en notable crecimiento. Marcharon con l l a mayor parte de los vecinos distinguidos. Baj con todos ellos de prisa, trayendo dos mil guarans de trabajo y de tarea, y se puso a levantar las obras necesaras a
la Defensa de Buenos Aires en 1595. 3. LOS BARCOS INGLESES. A su llegada supo que Fontana se haba ausentado con rumbo al sur; pero que quedaban en la costa cuatro naos inglesas mandadas por el nomb rado corsario Cavendish con numerosas tripulaciones; que era a quien el Virrey d e Lima se haba referido en los avisos enviados a Zrate. 4. CONSTRUCCIN DEL FUERTE DE BUENOS AIRES. Lo ms urgente era levantar y artillar u n punto conveniente de la ribera desde donde se pudiese estorbar el desembarco, y abrigar la guarnicin. Se trat por lo pronto de levantar murallas de tierra apiso nada en un espacio cuadrado de 150 varas por cada frente rodendolas de fosos defe ndidos por ocho piezas. Esta fue la primitiva planta que refaccionada y reforzad a despus con obras ms slidas, provista de cuarteles, de edificios y de oficinas de gobierno, vino a ser con el tiempo el Fuerte y la Casa de Gobierno de Buenos Air es: demolida en 1857 para levantar en el mismo lugar la CASA ROSADA del Gobierno Nacional y la Aduana. Don Fernando de Zrate llev a cabo su obra y dio cuenta advi rtiendo que haba invertido en ella sesenta mil pesos sin quedar a deber un slo rea l a nadie. 5. DESASTRE DE LOS CORSARIOS INGLESES. enos Aires del ao de 1595, no pasaron e teman. Una de las escuadras mandada Pacfico; y la de Toms Cavendish fue midable huracn. La fortuna quiso que los habitantes de Bu por la prueba del ataque y del bombardeo qu por Lord Hawkins cruz por el Atlntico y pas al destrozada en la Barra de Ro Grande por un for
6. REPUTACIN Y ELEVADAS CONDICIONES DE HERNANDARIAS. Hallbase sumamente enfermo el Comisario gobernador don Fernando de Zrate cuando rompi una general insurreccin de las tribus que habitaban las islas y las tierras de la cuenca de los ros Paran y Uruguay. Zrate ech mano de Hernandarias para que las redujese y tranquilizase, por ser el Capitn ms temido y respetado entre ellas. Muchas de las parcialidades subl evadas aceptaron sus promesas y le prestaron obediencia al momento. A otras, afi liadas a los Char-huas de la Banda Oriental las redujo por la fuerza y por la cl emencia con que los trat despus del triunfo. 7. RENUNCIA Y MUERTE DE DON FERNANDO DE ZRATE. Habale encargado a su hermano que s olicitase su exoneracin, porque deseaba volver a Espaa "que esto es un desierto y soledad muy grande", le deca. Como no recibiera pronta respuesta mand al Per con ig ual solicitud a Juan Ramrez de Velasco. El marqus de Caete accedi, y nombr al mismo V elasco para sucederle en el gobierno del Ro de la Plata; nombramiento que en segu ida fue confirmado por el Rey. Don Fernando de Zrate no alcanz a llegar a Espaa. Fa lleci en Tucumn, donde tena numerosa y distinguida familia, en 1595. Tal fue la vid a y el fin del fundador de nuestro antiguo FUERTE; de esa antigualla donde tuvie ron lugar las peripecias de nuestras luchas nacionales. En sus viejos paredones repercutieron los ecos apasionados de todas nuestras luchas polticas, de todas la s agitaciones de nuestros partidos, los toques de los tambores y de los clarines que llamaban a nuestros padres a los campos de batalla, el estampido de los caon es ingleses en cruda batalla con nuestros patricios; las salvas, los cantos y la s griteras de la victoria; y all, no pocas veces, son tambin, altamente inspirada y majestuosa, la voz de todos los hombres ilustres de nuestra historia nacional... Pero los improvisados baluartes de don Fernando de Zrate llevaban en su seno tal miseria y decrepitud que, ni siquiera como ruina histrica, podan mantenerse por ms tiempo en el lugar de honor donde haban presidido y ostentado, de frente al gran Ro, la ensea de la defensa y de las glorias argentinas.
1. LOS FILIBUSTEROS Y EL TRFICO COLONIAL. La Espaa extraa de Mjico y del Per cantidad es enormes de oro y de plata, y no menores cantidades de frutos naturales para e l consumo y retorno de los valores que reciba. En aquellos tiempos en que nadie h aca ni poda hacer la polica del mar, el trfico espaol con sus riqusimas colonias del o este excitaba la codicia de los corsarios y piratas que recorran con impunidad lo s mares del mundo, y se formaron grandes bandas de ellos que, con el nombre de f ilibusteros o guerreros independientes del mar, se echaron a saquear e incendiar los buques espaoles, de su propia cuenta y sin ley ni regla que les impusiese la menor responsabilidad. El campo de accin de estas bandas de salteadores martimos, fue, naturalmente, el Mar de las Antillas y de Panam, ruta obligada del comercio espaol con Mjico y con el Per. El monopolio que era la base del sistema espaol cont ribua a autorizar este carcter brbaro que en aquel tiempo haban tomado los intereses martimos. Las otras naciones decan: La Espaa nos prohibe con rigor que trafiquemos legtimamente con sus colonias luego a ella sola, y no a nosotros, le corresponde hacer la polica de sus mares y defenderlos como pueda. As es que los marinos de t odas las costas europeas gozaban de completa libertad para armar buques piratas y mantener en el Atlntico un trfico espantoso de saqueos, matanzas, robos e incend ios. Esta es en resumen historia de la poca y de las operaciones de los Filibuste ros, Corsarios, o Piratas Libres del Mar, de que tanto se ocupan los historiador es de aquel tiempo. 2. LAS DOS FLOTAS. Las dificultades llegaron a tal extremo que todo buque espaol que se aventuraba a atravesar el mar en uno o en otro sentido, poda estar seguro de tener que combatir contra los filibusteros franceses, ingleses, holandeses, y con mil otros de los marinos del mundo. Si escapaba de unos haba de caer en mano s de los otros, con la circunstancia de que aquella era una guerra de salteos, e n que todos los que caan eran ahorcados, decapitados, e incendiados los barcos qu e se rendan. Esta situacin oblig al gobierno espaol a orzar dos flotas de guerra, qu e cada seis meses salan de Cdiz dando convoy a todos los barcos de comercio que ll evaban mercaderas al Per y a Mjico, o que haban de retornar de all con los valores y con los frutos coloniales. Las dos flotas marchaban juntas hasta la isla de Sant o Domingo. La una se llamaba Flota de Tierra y la otra Flota de Nueva Espaa (Mjico ). La de Tierra Firme desembarcaba en Portobelo, costa de Panam, todo el surtido del Per. Este surtido pasaba de all al Callao, del Callao al Altoper y entraba al i nterior de la provincia del Tucumn. De manera que Buenos Aires no poda surtirse si no con lo que le llegara por va de Crdoba. 3. VICIOS Y EFECTOS DEL SISTEMA. A primera vista se comprende cul era la situacin de las miserables provincias sujetas a un trfico tan absurdo. Artculos de necesida d y consumo que tenan que venir desde el itsmo de Panam hasta Buenos Aires, pasand o trasposiciones de los bultos o envases, fletes, comisiones, impuestos de trnsit o, etc., etc., iban levantando su valor de costo a medida que se iban internando , de tal modo que, como no haba con qu pagar la inflexin de su precio en los ltimos trminos de la jornada, quedaban retenidos o agotados a inmensa distancia de nuest ro mercado. Por otro lado, aun cuando hubieran llegado a l no habramos tenido con qu retornarlos; porque no siendo el nuestro un pas minero, no tenamos plata ni oro que retornar; ni podamos remitir hasta Panam cueros, lana, trigo, harina, charque, etc., que eran los nicos artculos con que habramos podido mantener el intercambio. Entretanto ramos la gran Portada del Ro de la Plata en el Atlntico que Espaa nos ha ba cerrado sobre la cara dejndonos sin salida de la tierra. Ms de tres aos haban pasa do sin que de all viniese un slo barco de los muy pequeos que salan traer algunos ar tculos de uso personal; y vase el cuadro que ofreca entonces esta ciudad bajo el re inado de Felipe II. "Los pobladores tienen abundancia de carne, de pan y de cier tas verduras; carecen, empero, de lo indispensable a la vida. Muchos de ellos an dan cubiertos de pieles como los indios, y las mujeres se visten hilando lana de las ovejas que, por fortuna, comienzan a abundar". Para qu quieren ms? decan los qu e en Cdiz y Sevilla tenan monopolizado el surtido del Per y el retorno de la plata, del oro y de otros artculos valiossimos que fcilmente salan de aquellas costas y pu ertos a incorporarse con el Convoy de las Dos Flotas que los protegan a su regres o.
4. MEDIOS DE REVANCHA. Dice una ley fsica que a los fludos no se les puede aprensa r sin que por algn lado venzan la presin y se escapen en la misma proporcin de la f uerza con que se les apriete. Esta regla, aunque menos visible, es comn a todos l os fenmenos sociales. El Per necesitaba esclavos negros para su agricultura tropic al y para mil otras tareas, sin tener otro puerto por donde recibirlos que el de l Ro de la Plata, porque siendo esa una mercanca cara, por su cuidado, por su carg amento y por su alimentacin, era indispensable que el viaje de mar fuese rpido, lo que no poda hacerse por el itsmo, por el Cabo de Hornos o por el Estrecho, sino por Buenos Aires, donde los buques que salan de Africa, en pocos das, echaban a ti erra "su cargamento de madera de bano" como se deca en el lenguaje brbaro de estos traficantes. Despus los negros marchaban al Per en recuas de a pie. Los capitanes de estos cargamentos de negros, traan ocultamente mercaderas europeas que ya direc tamente, ya en los buques de cabotaje de la costa brasilera, se introducan de con trabando en Buenos Aires con un costo que no slo era asequible al consumo, sino q ue permita tambin remitirlas al interior con grande ventaja sobre las mercaderas qu e procedan de las DOS FLOTAS por el istmo. Comenz as a comprenderse la importancia comercial del Puerto de Buenos Aires; y surgi por lo mismo una abierta divergenci a de intereses, entre los que sostenan que deba habilitrsela, y los que se oponan en razn de que eso importara un trastorno ruinoso de los enormes intereses estableci dos por el monopolio con que se enriqueca el Fisco Espaol, y los Agentes Patentado s de la Casa de Contratacin y Aduana de Cdiz. Bien mirado el asunto, tena su parte de justicia esta oposicin; pues se fundaba en que el monopolio no era gratuito, s ino una indemnizacin de los enormsimos costos y gastos que les impona el Convoy de las dos Flotas, sin cuya custodia armada no poda hacerse el surtido de Amrica, ni la extraccin de sus productos. 5. GOBERNACIN DE DON JUAN RAMIREZ VELASCO. Ya hemos dicho (Lec. anterior nm. 7) qu e el nombramiento de este nuevo gobernador fue hecho por don Garca Hurtado de Men doza, marqus de Caete, cuyo padre, con el mismo ttulo haba sido poco antes Virrey de l Per. Don Garca profesaba sobre el Ro de la Plata las mismas ideas que el Virrey d on Francisco Toledo acerca de la conveniencia de que el inmenso Virreinato TUVIE SE ABIERTAS SUS PUERTAS A LOS DOS MARES; y ser que nuestro nuevo gobernador Ramrez Velasco pensase de suyo lo mismo, o que tuviese agrado en realizar las miras de l Virrey con quien acababa de conferenciar al recibir su nombramiento, el hecho fue que pronto manifest sus opiniones y su convencimiento en el mismo sentido. Un a primera prueba de su deseo de gobernar bien el pas, fue el acierto de los nombr amientos que hizo: a Hernandarias Lugarteniente de la Asuncin, a Rui Daz de Guzmn e n el Guayra, y a Hernando de Mendoza en Buenos Aires. En seguida le dirigi al Rey una exposicin sobre las maravillosas condiciones del territorio de la Provincia y del Puerto de Buenos Aires. "Por ello ver V. M. le deca, la suma facilidad con q ue pueden transitar grandes recuas de carretas cargadas; y navegar desde aqu a es os reinos. Los que aqu poblaren sern ricos por la grande contratacin que ha de habe r entre el Ro de la Plata, Espaa, Chile y todas estas provincias" (Archivo de Trel les) y quiz a instancias suyas don Garca resolvi manifestar sus opiniones y decreta r en 1592 "que se alzara la prohibicin de comerciar con el Brasil y con las costa s de Africa por el Puerto de Buenos Aires". 6. ARTCULOS DEL INTERCAMBIO COMERCIAL POR EL RO DE LA PLATA. Entraban a Buenos Air es desde las costas del Brasil: acero, fierro, azcar, farinceos, mandioca y negros esclavos que pasaban al Per, sin quedar en Buenos Aires, porque aqu no haba agricu ltura tropical. Nuestra explotacin se compona en gran parte de mucha cerda, cueros , tejidos de algodn (tucuyus), frazadas de lana, sombreros de pieles, cueros de c abra, y alguna plata que comenzaba a bajar del Potos, para introducir all las merc aderas que entraban aqu como brasileras, siendo en su mayor parte contrabando de i nglesas, flamencas, francesas, que de Buenos Aires suban a los mercados peruanos, y comenzaban a despertar la desconfianza y la hostilidad de aquel Fisco contra el trfico de introduccin clandestina que comenzaba a hacerse por el Ro de la Plata. 7. ANTIGEDAD DE ESTAS OPINIONES. De las publicaciones documentadas del seor M. R.
Trelles podemos deducir que estas ideas, que llamaremos liberales, venan acentundo se desde que Juan de Garay haba concebido la poblacin de Santaf como nudo de comuni caciones y de navegacin en el Paran, y la de Buenos Aires como punto de intercambi o martimo con el exterior, adelantndose con una previsin admirable a lo que son hoy en el comercio del Plata, Buenos Aires y el Rosario. As vemos en 1583 que el vec ino de Tucumn Sotelo de Narvez trasmite a la Audiencia de Charcas estos conceptos: "Por este ro de la Plata y pueblo que est en Buenos Aires, los vecinos de Tucumn p iensan que debe abrirse el trfico con el Brasil para mejor servicio de S. M. aume nto e importancia de la tierra" y as se habra hecho si el gobernador de Salta Lice nciado Lerma, uno de los hombres ms perversos y refractarios de aquel tiempo, "no les hubiera desbaratado e imposibilitado para ello". Aunque no sea simptico por sus ideas acerca del trfico martimo por Buenos Aires, el Marqus de Caete don Garca pa sa en la historia colonial del Per por soberbio, inclemente, cruel, codicioso y a varo (80). "Hallndose en lo particular con sobra de riquezas pidi su reemplazo par a disfrutar de ellas en su pas". Su perodo fue sin embargo glorioso. En l fue ataca do, abordado y rendido el marino Hawkins que escap araando de ser ahorcado por hab er capitulado antes de rendirse que se le dejase la vida salva; lo que estuvo a punto muy cercano de que se le negase despus de preso. Fue entonces tambin cuando Drake fue derrotado en Chagres, y falleci de vmito negro en Portobelo. ________________ (80) Vase su biografa por el general Don Manuel Mendiburu, tom. 1, pg. 319. Asisti, c ontribuy y presidi muchos autos de fe; en uno de ellos fueron ahorcados y echados a la hoguera el sobrino de Drake Rrichiarte, remitidos desde Buenos Aires por Na varrete, como hemos dicho en otra leccin. ________________
8. REACCIN Y TRIUNFO DE LOS INTERESES DEL MONOPOLIO. En reemplazo de don Garca el Rey nombr Virrey del Per al Marqus de Salinas, don Luis de Velasco; y retir del Ro de la Plata a don Juan Ramrez Velasco, primo de ese Virrey, reemplazndolo con don Di ego Valds de Vanda (81). Tanto el nuevo virrey como el nuevo gobernador del Ro de la Plata eran decididos adversarios de que se abriese el comercio directo con lo s puertos espaoles de la madre patria, del Brasil y de Africa, por el Ro de la Pla ta; y, en consecuencia, celosos defensores de que se mantuviese el monopolio de la ruta de las dos flotas por el itsmo y por el Per. El virrey derog en el acto lo resuelto con su antecesor, representndole al Rey que la apertura del comercio po r esta va sera la ruina inmediata del negocio de las dos flotas la decadencia irre mediable de la prosperidad del Per; mal tan enorme, deca, que no sera jams compensad o con lo que produjese la va del Ro de la Plata, que no poda ser otra cosa que puer to de contrabando, pues no tenan productos con que suplantar legtimamente la ruina de valores y de capitales que producira. Las dos flotas decaeran: no habra con que sostener su convoy, el comercio por el Atlntico caera todo entero en manos de los piratas y corsarios extranjeros que se echaran a introducir el surtido y reparti rse los retornos. Dados los tiempos y el estado de las cosas, tenan razn, pero se ponan en lucha abierta con el porvenir y con la fuerza latente de los grandes int ereses del mundo. Felipe II puso trmino al debate ordenando: que aunque fuese daos o a los intereses de Buenos Aires y del Tucumn, se guardase la estricta prohibicin de comerciar por ese puerto, no slo con las costas del Brasil, sino con Crdoba, y con las dems provincias del trnsito al Per, a no ser por navos despachados con lice ncia expresa de la Casa de Contratacin de Sevilla. En vez de obtener el resultado que buscaban, se dio ms aliciente al contrabandos por los enormes provechos que dejaba; y Buenos Aires sigui hacindose, cada da ms, el entrepuente favorito del come rcio clandestino para introducir mercancas al interior y extraer de all la plata y el oro que le vena de Potos con otros frutos de intercambio; a lo que no cooperab an poco los mismos funcionarios espaoles, ansiosos siempre de mejorar de fortuna con las gruesas ddivas y cohechos que les procuraba su empleo y su jerarqua.
________________ (81) El seor Madero hace hermanos a los dos Velascos; pero el Padre Lozano (III, pg. 290) dice que eran primos, lo que es mucho ms probable por las adiciones de lo s apellidos y por la divergencia de sus principios. ________________
LECCIN XXIII MARCHA LATENTE DE BUENOS AIRES AL PREDOMINIO DE LA VIDA COMERCIAL EN LA SOCIABIL IDAD SUD-AMERICANA 1. HOSTILIDAD DEL FISCO ESPAOL. Dos motivos llamaron la atencin del Rey de Espaa al Ro de la Plata en 1598: 1, impedir que los ingleses se apoderaran de Buenos Aires y de los caminos comerciales del interior; lo que sera la ruina del trfico de las dos Flotas por Panam; 2, Vigilar que los barcos extranjeros que se introducan en e l Ro no hiciesen contrabando negociando clandestinamente sus cargamentos con los vecinos y aun con las mismas autoridades encargadas de impedirlo, visto los enor mes provechos que eso les dejaban. Con este doble fin, el Rey nombr gobernador a don Diego Rodrguez Valds Vanda y Lugarteniente al general don Francs de Beaumont, y les di una escuadrilla de siete naves son algunos soldados. 2. EL NUEVO GOBERNADOR. Para saber las instrucciones que traa basta ver que a los quince das contados de su llegada, hizo pregonar el Bando del 20 de enero de 159 9, declarando: Que nadie osara introducir ni sacar valores, frutos, dinero amone dado, o en pastas, mercancas, etc., etc., por el Puerto de Buenos Aires, so pena de perder esos valores, de perder todos sus bienes y tambin la vida. Pero, como n o hay fuerza que pueda ir contra la naturaleza de las cosas, muy pronto tuvo el gobernador Vanda que hacerle presente al Rey que despus de haber cumplido sus rden es, tena tambin el deber de decirle cul era la situacin de la ciudad y del pas. "Los muros del Fuerte se haban derrumbado y los caones yacan hundidos en la tierra; Que fuera del trigo, del maz y de la carne, faltaba todo lo necesario para el vivir h umano; Que los artculos espaoles, como vino, aceite, etc., costaban un mil por cie nto, sin que haya quien pueda pagarlos; pues si estas y otras mercancas no han de entrar por este puerto es imposible que les vengan de otra parte, porque las qu e vienen por Panam al Per... no hay plata aqu con que comprarlas aunque llegaran. E s pues necesario que les vengan por este puerto de Buenos Aires, y que los de aq u las paguen con trigo, lana, cerda, cueros; pues llevando esto al Brasil o Guine a doblan el caudal, y all cargarn azcar para Espaa. Convendra pues para remedio desta tierra que V. M. se sirva dar licencia para que puedan contratar los frutos de la tierra y proveerse lo necesario, metiendo a lo menos sesenta mil ducados de m ercaderas. Convendra mucho que V. M. mandar venir por ao "una flota de seis galeones armados, a costa del 2 y medio por ciento del impuesto. De esta suerte, los ext ranjeros no frecuentaran tanto esta carrera, pues los vecinos costeros del Brasil los acogen mejor que nosotros". 3. CASA DE DOS PUERTAS ES DIFCIL DE GUARDAR. Pero los Agentes fiscales del monopo lio centralizado en Sevilla y en el itsmo de Panam, vean bien que, de cualquiera m anera que se facilitasen las puertas del Ro de la Plata, las mercaderas haban de en trar hasta las entraas del Alto-per, sacando retornos de la Plata y oro de sus min as clandestinamente y por mil artificios; lo cual traera necesariamente detriment o y ruina en los negocios de Panam y de Lima con enorme disminucin en los retornos . No era, pues, acertado ni justo acordar esas franquicias, por aquello tan repe tido entonces en Espaa de que Casa de dos puertas mala es de guardar. 4. PREVENCIONES PERSONALES. Por noticias que le haban dado, este don Diego Vanda y su lugarteniente don Francs, venan preocupadsimos contra Hernandarias, caudillo d e los criollos, que segn les haban advertido hara resistencia a entregarles el gobi
erno. As fue que Vanda procur llegar de sorpresa y desembarcar sus marinos y solda dos, antes de ser sentido. En el acto mand que su lugarteniente marchase a la Asu ncin y tomase el mando que Hernandarias estaba ejerciendo all interinamente. Pero no pas mucho tiempo sin que se desengaase e hiciese plena justicia al benemrito Cri ollo a quien tan mal haba juzgado. El gobernador Vanda encontr que todos los emple ados venidos del Per y de Espaa eran bribones, ladrones impvidos, desfalcadores de lo del fisco; y que "solo en Hernan Darias haba vencido la virtud. Aunque los esp aoles lo tachan de que se inclina siempre a los criollos y mestizos, es muy honra do Cavallero, aunque criollo, porque no hay regla sin excepcin". 5. CONCESIN Y QUEJA. La fuerza de las cosas, como hemos dicho, se impona. El Rey y el Consejo de Indias no pudieron cerrar los odos a los verdicos informes del gobe rnador Valds Vanda, tanto ms justificados cuanto que procedan de un funcionario que haba salido de Espaa con rdenes precisas, e ideas fijas, contra lo que ahora infor maba y aconsejaba por verlo con sus propios ojos. En su virtud, el Rey acord que cada ao viniese a Buenos Aires un barco de cien toneladas con mercancas removidas en Sevilla y Cdiz, con exclusin de todo otro puerto espaol, y que asimismo pudiese sacar frutos en retornos. Contra tan miserable concesin represent el Virrey del Pe r, don Luis de Velasco, marqus de Salinas en el ao de 1600, diciendo: "De ella no r esultarn menos perjuicios contra el Comercio del Per, porque a ttulo de un navo han de entrar otros, y aun quiz extranjeros con mercaderas de contrabando. Habr robos, cohechos y fraudes de todo gnero contra las rentas reales, y se abrir all en Buenos Aires una puerta a que por ella se disfrute lo ms y mejor de la plata de Potos, c omo ya se est experimentando; pues tengo avisos de que por all se saca para el Bra sil, Guinea y otros puntos gran suma de la moneda que se labra en Potos, de la qu e all arriba (Altoper) se siente ya falta della, y ac abajo (Lima) mucha mayor. Sin contar que por lo mismo comienzan a verse en los vendajes de Potos mercaderas que no se sabe de dnde entran". 6. UN CONTRABANDISTA HOLANDS. El gobernador Valds Vanda dio parte al Rey que el 29 de julio de 1599 se haba presentado delante de Buenos Aires una Urca de Amsterda m (82) armada con 20 caones y 30 y tantos tripulantes. El capitn baj a tierra y le hizo creer al gobernador que haba recalado por no haber podido remontar el Cabo d e Hornos, pero a poco andar, le ofreci canjear mercancas con muchsimas ventajas. El gobernador le exigi que desembarcara toda la carga antes de acordar el pago de l os derechos. El capitn se neg y ofreci entregarla pagndosele por parte, pero los que se haban quedado a bordo descubrieron que se trataba de asaltarlos y se hicieron a la vela, dejando en tierra al capitn y a los ocho tripulantes que haban bajado con l. Con este motivo dice el gobernador que para estos tratos hay tantos ganado s y caballos en Buenos Aires que exceden en muchsimo a lo que segn refieren las hi storias haba en Media y en Persia, "pues si aquellos reyes tenan 150 mil cavallos, aqu quedaramos cortos, si dijsemos que V. M. tiene milln y medio; pues hay ms que en toda Espaa, Francia e Italia". Haca 63 aos que don Pedro de Mendoza haba importado los primeros 72 potros y yeguas de la raza de Crdoba (83). ________________ (82) Barco grande de mucha bodega, destinado a llevar mucha carga. (83) Eduardo Madero. ________________
7. PATRONATO REGIO Y GRESCAS DEL GOBERNANTE CON EL OBISPO. Cuadraba que con el G obernador Valds Vanda haba venido el nuevo Obispo Fr. Vzquez de Liao, clrigo infatuad o en las eminencias de su prelacia sobre la jerarqua civil de los funcionarios re gios. En el viaje haban tenido ya algunos choques. Antes de desembarcar, el Obisp o mand aviso a la iglesia catedral que el clero secular y regular saliese a recib irlo con palio llevado por los Alcaldes y regidores del Cabildo. El gobernador, que no lo saba, tuvo una profunda contrariedad al verlo; pero disimul. El obispo e
ntr bajo el palio y llam a su lado al gobernador: "Jams!, contest ste, ni muerto; esa ceremonia no se da si no a los reyes", y se coloc atrs con los dems de la comitiva. Siguironse incidentes virulentos entre ellos. El obispo sali de Buenos Aires en v isita a la Asuncin. Al llegar a Santaf, le di un ataque y muri. El gobernador entr en tales angustias y escrpulos al saberlo, que fue a Santaf, se aloj en la misma casa en que haba muerto el Obispo, y muri a los pocos meses delirando y llamando al seo r Obispo para que se sentase a su lado, lo confesase y lo absolviese. As al menos lo cuentan con beatitud y respeto el Padre Lozano, el Den Funes, y no s si alguno s otros (84). ________________ (84) Por lo dems, la Audiencia de Charcas fall el conflicto diciendo que los Obisp os torcan el Derecho de Palio la primera vez que entraban a sus Catedrales; y que en casos de pesquisa podan citar a su tribunal a los ministriles del gobernador y de sus oficinas. ________________
LECCIN XXIV ASENTIMIENTO UNNIME A LA INFLUENCIA SOCIAL DE HERNANDO ARIAS DE SAAVEDRA 1. INTERINATOS SIN IMPORTANCIA. Al gobernador Valds Vanda lo reemplaz interinament e el Lugarteniente don Francs Baumont de Navarra; y continu con el mismo cargo en el de Buenos Aires Hernando de Mendoza. No sabemos, ni importa, cmo y por qu don F rancs fue separado o residenciado, y lo nico que podemos decir es que enseguida lo vemos figurar entre los Regidores del Cabildo. Su interinato fue tan insignific ante que apenas queda en los archivos un resto confuso de que pas por la gobernac in. 2. NOMBRAMIENTO Y RENUNCIA DEL CAPITAN FRANCISCO DE BARRAZA. Cuando se supo en E spaa la muerte de Valds Vanda, reinando ya don Felipe II, recay en el capitn Francis co de Barraza el nombramiento de Gobernador y Capitn general del Ro de la Plata, e l cual, por razones que ignoramos, se excus de venir. Reunido entonces el Cabildo Abierto en la Asuncin, Hernando Arias de Saavedra fue electo por unanimidad Gobe rnador y Capitn general interino del Ro de la Plata. Las principales ciudades de e sta gobernacin se dirigieron al Rey por medio de sus Cabildos pidindole que le aco rdara la gobernacin efectiva; y el Procurador general apoy la solicitud con estas palabras: "Puede estar cierto S. M. que Arias de Saavedra ha de hacer las cosas ms gloriosas que se han hecho jams en estas provincias." (85). ________________ (85) Eduardo Madero. ________________
3. HERNANDARIAS. EL HOMBRE Y SUS HECHOS. Como adems de ser hijo del pas, es el hom bre ms esclarecido que ha tenido la gobernacin del Ro de la Plata en la Epoca Colon ial, antes del glorioso general Cevallos y del ilustre Virrey Vrtiz, es justo que lo presentemos al respeto y al amor de la juventud argentina dando algunos deta lles de su persona y de sus hechos: 1. FAMILIA Y NACIMIENTO. Naci en la Asuncin el 10 de septiembre de 1561; fue su pad re el capitn Martn Xurez de Toledo (Lec. XIV, nm. 9) y su madre doa Mara de Sanabria. Era nieto por consiguiente del Adelantado don Diego de Sanabria y de doa Menca Cal dern de Sanabria; y como esta seora era en Espaa mujer rica que haba trado caudal al
Paraguay (Lec. XIII, nm. 10), debemos suponer que lo fuera tambin su hija la madre de Hernandarias. 2 EL NOMBRE. Era costumbre entonces dar a los hijos un nombre que poda no ser el d el padre. As Martn Xurez de Toledo que era hijo de Hernando Arias de Saavedra, Corr eo Mayor de Sevilla, quiso que su hijo llevase el nombre del abuelo; y se le con oci desde nio por la aglutinacin Hernandarias con que despus se hizo tan ilustre. 3 EDUCACIN. En la dcada del Adelantado Juan Hortiz de Zrate, el nio Hernandarias apre nda en el Convento de los Padres Franciscanos las primeras letras y la gramtica la tina con Rui Daz de Guzmn nuestro primer historiador, autor de "La Argentina o His toria del Ro de la Plata, escrita en 1612"; y basta reparar la claridad, la elega ncia, la valenta y los rasgos vigorosos de su firma, para ver que Hernandarias sa li de su escuela con una mano firme y maestra que condice admirablemente con su c arcter y con sus hechos posteriores (86). ________________ (86) Puede verse esta notabilsima firma en la pg. 290 de la Historia del Puerto de Buenos Aires, por Eduardo Madero. ________________
4 AUGURIOS JUVENILES. Es evidente que el jovencito haba nacido con todas las dotes morales, que constituyen el tipo de un hombre de gobierno. Era valiente y excel ente militar, prudente y observador, audaz sin mpetus arrogantes ni maneras de so ldado; caritativo y cristiano en todos los momentos, y por fin, de un espritu ele vado en todo cuanto pensaba, proyectaba y haca. En otro teatro habra sido un Hombr e de Estado y de Guerra muy notable. Lo singular era que vivi siempre desentendid o de mviles apasionados y quieto el nimo en la ms tranquila sensatez, en eso que lo s ingleses llaman Soundness y que significa a la vez "verdad, sinceridad, carcter incorruptible, firmeza y rectitud". (Dicc. de Walker). 5 SUS HECHOS. A los 15 aos sali de la escuela y comenz su vida militar formando part e de la expedicin a la Tierra de los Csares, supuesta regin de un imperio maravillo so que la imaginacin popular haba sonado enclavado en el centro inaccesible de las Cordilleras. De all regres como jefe principal a defender las ciudades de Tucumn y de Salta contra las tribus Thia-khitas de CasaHuintu. En seguida vino a Buenos Aires llamado por Juan de Garay, su maestro y su modelo. Tena 20 aos y se cas con l a hija de este Capitn. Acompa a su suegro como 2 Cabo en la expedicin hasta el Tandil y sierra de la Ventana (Lec. XIX, nm. 2). Se avecind en Santaf; pero al poco tiemp o fue en auxilio de Alonso de Vera (Cara de Perro) a la difcil campaa del Chaco y fundacin de la Concepcin del Bermejo. Asisti a la fundacin, y a la defensa de Corrie ntes en 1588. 6 SU PRIMERA ELECCIN. Destituido el Lugarteniente Juan de Torres Navarrete (Lec. X IX, nm. 11), el Cabildo Abierto de la Asuncin nombr a Hernandarias Teniente Goberna dor "por ser cavallero calificado de mucho valor y esfuerzo, en quien caban las p artes que se requeran". Tena entonces 29 aos; gobern tres, y mereci elogios unnimes "p ues desempe el gobierno en paz, en quietud y con satisfaccin de los vecinos y morad ores". Limpi la provincia de vagos y ladrones, restaur y edific templos en la Asunc in y en Santaf, puso casa de oficios manuales, dot escuelas de primeras letras. Y c omo sera largo seguir enumerando sus obras de gobierno y de adelanto, lo dejaremo s instalado en el alto rango de Gobernador y Capitn general del Ro de la Plata, qu e le di el voto de los pueblos y que le confirm por nueve aos la Cdula Real del 18 d e diciembre de 1601 que lleg a sus manos en agosto de 1602. En este tiempo, su hi ja mayor se cas con don Jernimo Luis de Cabrera, nieto del Fundador de Crdoba del T ucumn.
4. ENTRADA HACIA EL ESTRECHO DE MAGALLANES. Estando sealados por el Rey hasta el Estrecho de Magallanes los lmites australes de la gobernacin del Ro de la Plata, He rnandarias resolvi hacer entrada, someter y empadronar las tribus brbaras que ocup aban esos territorios. Haba andado y tomado posesin de ms de 200 leguas con sus cos tas y puertos, cuando reunidas contra l las indiadas, lo sorprendieron y cautivar on con parte de sus tropas. Hbil y lleno siempre de recursos entr en negociaciones de rescate con los caciques ofrecindoles entregarles todo el convoy de vveres, ag uardiente, vino, telas y lo dems que formaba el convoy que haba dejado muy atrs. He rnandarias cumpli estrictamente lo pactado y entreg el convoy como lo haba ofrecido . Pero, puesto otra vez a la cabeza de sus soldados, volvi sobre los indios, los tom de sorpresa cuando estaban entregados a la embriaguez y al desorden del repar to; los atac con mpetu, se hizo dueo de todo lo que haba entregado, y sigui persiguind olos hasta los lmites de su empresa. Despus de esto gobern nueve aos con resultados siempre satisfactorios; y habiendo solicitado descanso el Rey se lo acord mandand o para reemplazarlo a don Diego Marn Negrn. 5. RESIDENCIA. Era de ley entonces que todo gobernante respondiera, al descender de su puesto, ante los Jueces, a los cargos, quejas y acusaciones que le hicier an los vecinos o funcionarios por perjuicios o trasgresiones en que hubiera incu rrido. No faltaron quienes intentaran demandarlo. El resultado de la sumaria no pudo ser ms satisfactorio; y el informe con que el expediente fue elevado a la Co rte confirm cuanto la fama tena acreditado de este esclarecido criollo. As es que n o tard la ocasin de que el Rey le volviese a llamar al gobierno. Por lo pronto, se recogi a vivir con su familia en Santaf, su residencia favorita; donde era venera do por el vecindario, por los mestizos y por los indios que haba trado a poblar. E l nuevo gobernador Marn Negrn lo nombr Protector de indios de acuerdo con las Orden anzas de que vamos a hablar. 6. LAS ORDENANZAS DE ALFARO. Con este nombre se conocen en nuestra Historia Colo nial una serie de decretos que se promulgaron en favor de la libertad de los ind ios. Es de creer que habran penetrado en Espaa noticias alarmantes de los horrores que se cometan a pretexto de dar Enconnendas a los colonos espaoles, permitindoles que cazaran indios por los campos, y que los trajeran con sus familias como esc lavos a trabajar de por vida en las chacras y en los plantos de los amos, pues na da menos que amos eran los Encomenderos. El mundo entero estaba lleno de espanto con que se contaban y se escriban los detalles de esta barbarie (87). Apercibido de esto, el gobierno espaol envi en 1610 con el cargo y regia autoridad de Visita dor General, al Oidor don Francisco de Alfaro, a quien el bigrafo peruano, genera l don Manuel Mendiburu, "llama jurisconsulto de mucha nota cuyos pareceres respe taba mucho el sabio don Juan Solrzano". Impuesto de lo que pasaba, el Visitador p romulg sus Ordenanzas, estableciendo la libertad de los indios ya cristianos y ad octrinados, o que en adelante se cristianasen y se adoctrinasen, a vivir en libe rtad y trabajar por salario al igual de los espaoles, sin ms reato que el de los r eglamentos policiales de orden comn para todos los vasallos del rey; y al efecto de que sus Ordenanzas fueran debidamente cumplidas, orden tambin que los gobernado res nombrasen y constituyesen en autoridad un Protector de Indios pemanente. El gobernador Negrn nombr en el acto a Hernandarias. ________________ (88) Vase lo que hoy mismo escribe Lavisse en su Historia Universal. ________________
7. EL NUEVO GOBERNADOR DON DIEGO MARN NEGRN. Como el Visitador Alfaro, dice el Pad re Lozano "vino a quitar el servicio personal de los indios" el gobernador Negrn mand que se observasen al pie de la letra las Ordenanzas, sin tener en cuenta la aversin de los moradores, especialmente de los del Paraguay que fueron los que hi cieron la ms tenaz oposicin, por cuanto las Ordenanza ponan lmite a su codicia; y ma
nd que se desagraviase a los indios, dndoles libertad para que concertaren el trab ajo voluntario y asalariado que quisieran tomar. Para hacerlo cumplir fue al Par aguay en persona y mand pregonar en nombre del Rey que en adelante los indios no seran encomendados a los espaoles, ni se haran rebatos o cacera en ellos, si se adoc trinaban en el gremio de la Iglesia hacindose cristianos. Este gobernador, agrega el Padre Lozano, gobern desde 1609 a 1615 en que murio con mucha paz; administr j usticia con entereza y desinters, sin condescender con las pretensiones injustas o infundadas de sus sbditos." 8. ACTITUD DE HERNANDARIAS. Decidieron los encomenderos y agricultores elevar su s quejas al Rey demostrando que la derogacin de las Encomiendas era la ruina comp leta de la agricultura del Paraguay; no slo porque no existan hombres de trabajo, sino porque, aun cuando los hubiese, nadie tendra con qu pagarlos y resultara el ab andono de las tierras y de todos los cultivos que constituan la vida y la riqueza del pas. Este fue siempre el argumento de los que han defendido la esclavatura. Interesados en dar a sus reclamos la autoridad de un ilustre nombre solicitaron la adhesin de Hernandarias. Pero l, dice el padre Lozano, firme en proteger la cau sa de la libertad, se neg a dar semejante parecer. Viva entonces este notable patr iota en Santaf haciendo vida ejemplar y tranquila en el seno de su familia. All ll am a sus indios y les declar que por las Ordenanzas del Rey eran libres para retir arse. Creyeron ellos que los abandonaba, y se resistieron a salir de su lado. Pa ra complacerlos subdividi sus terrenos en lotes, y los entreg a los que quisieran labrarlos como colonos libres a mediana de productos. En su carcter de Protector G eneral de Indios y de acuerdo con las Ordenanzas de Alfaro, llam a cuenta a los q ue tenan indios de trabajo, para saber si les haban pagado los debidos salarios. M ult, apremi y castig a los que no lo haban hechos; cumpliendo con un religioso celo los deberes de su puesto. 9. TERCERA GOBERNAClN DE HERNANDARIAS DE SAAVEDRA. A la muerte del gobernador Neg rn en 1615, se siguieron algunas suplencias de escala con breves interinatos tan insignificantes, que nada puede mencionarse de ellos sino algunos nombres oscuro s que pasaron por el gobierno como sombras sin dejar rastro, hasta 1615 en que v ino nuevo nombramiento para Hernandarias de Saavedra. En ese tiempo fue enviado a Espaa don Manuel de Fras con una comisin importante; y a su regreso trajo una res olucin que cambi el orden orgnico y administrativo del Ro de la Plata. 10. LA IMPORTANTE MISIN DE DON MANUEL DE FRAS. Por dos veces repite el Padre Lozan o (pgina 304 y 305) que Hernandarias de Saavedra fue quien envi a Espaa a don Manue l de Fras a solicitar que se erigiese la Provincia del Ro de la Plata, o sea Bueno s Aires entonces, con separacin absoluta de la del Paraguay. De manera que esa mi sin debe datar del ao de 1608 antes de la llegada del gobernador Negrn que fue en 1 609; y si fue despus, ambos gobernadores se pondran de acuerdo al efecto. 11. DIVISIN DEL ADELANTADO DEL RO DE LA PLATA EN DOS GOBERNACIONES INDEPENDIENTES. Don Manuel de Fras llen su misin con xito completo, y regres a Buenos Aires trayendo la Real Cdula del 16 de noviembre de 1617, por la que el Rey mand dividir en dos provincias la gobernacin del Ro de la Plata y del Paraguay que hasta entonces haban corrido unidas. En la 1 deban entrar como partes integrantes la ciudad de Buenos Aires (con su distrito rural), Santaf, Corrientes, la Concepcin del Bermejo y los territorios de los ros Paran y Uruguay. La 2, con el nombre de Provincia de la Guay ra, abrazaba la Asuncin, Ciudad Real (Guayra), Villa Rosa y Santiago de Xerez. 12. CUMPLIMIENTO DE LA CDULA REAL Y RETIRO FINAL DE HERNANDARIAS. Al mismo tiempo que recibi la Cdula recibo comisin de ir al Paraguay a ejecutar los deslindes inte riores de cada una de los dos provincias y de sus distritos respectivos, como go bernador general del Ro de la Plata; y de instalar a don Manuel de Fras en la Asun cin como gobernador general de la Guayra, o Paraguay, pues este ltimo nombre sigui siendo el nombre habitual y consagrado de la nueva provincia. Hernandarias haba p edido su relevo, deleg el gobierno en el Oidor Salazar que haba venido a organizar la Aduana de Buenos Aires, y se retir definitivamente a Santaf donde vivi todava co
mo una patriarca, hasta 1634. 13. LA TRANSFORMACIN. Con la ereccin de la nueva Provincia del Ro de la Plata qued h echo el plantel martimo y fluvial de la futura Nacionalidad Argentina. Vamos ahor a a estudiar los complementos de vigor y riqueza que venan del Occidente ocupando el suelo esplndido que la mano de la providencia, en el misterioso concierto con que prepara sus designios, le haba extendido entre llanuras, ros poderosos y serr anas, para que en l desarrollase los fenmenos de su vida nacional. No era por su ex tensin, sino por la armoniosa y robusta contextura que tena en s misma, por lo que esta tierra estaba preparada a desempear sus futuros destinos en la emancipacin de l continente, y en los vnculos comerciales que haban de hacerla un miembro indispe nsable a las naciones cultas y ricas de su tiempo. Cpole a Hernandarias de Saaved ra cerrar con gloria este primer acto de nuestra grande transformacin. 14. LOS DOS MOVIMIENTOS DE LA COLONIZACIN ARGENTINA. El primero se abri paso, como hemos visto, por el Ro de la Plata, pero se detuvo en Santaf y en Corrientes. El segundo baj del Per hasta Crdoba, y alcanz hasta Santaf, en sentido opuesto, donde el primero, representado por Juan de Garay, se uni con el segundo, representado por don Jernimo Luis Cabrera, que es la faz complementaria que ahora vamos a estudia r.
LECCIN XXV CONQUISTA Y OCUPACIN DE TUCUMN 1. EL TUCUMN Y SU FILIACIN EN EL IMPERIO PERUANO DE LOS INCAS. En los primeros das de la conquista, la denominacin moderna "Tucumn" no demarcaba la provincia que con ocemos hoy con ese nombre, sino toda la regin andina de norte a sur que forma las provincias argentinas, desde Jujuy a Mendoza, con los territorios que bajan de las sierras hacia el oriente hasta los lindes del Chaco y de las Pampas o vastas llanuras que se corren al sur. As la llaman los colonos primitivos, que haban ven ido de las altiplanicies centrales, y as comenzaron a llamarla los conquistadores espaoles antes de haber procedido a las subdivisiones administrativas posteriore s; y por eso el primer nombre de Crdoba fue Crdoba del Tucumn. Santiago del Estero fue por mucho tiempo la capital provincial del Tucumn, en cuya gobernacin estaban includas como lugartenencias las dems fracciones que hoy son Provincias. 2. EXPLICACIN DEL NOMBRE, LA LENGUA Y LOS HABITANTES. La palabra quichua es Tuccu -Uman o sea Uman = Cabecera o gobierno + Tuccu de la regin oscura; es decir, al S ur, por el mismo artificio con que los europeos en el otro hemisferio la llaman la regin clara, o sea el Medio-Da de la Europea. Al tiempo de la conquista el Tucu -Uman era una regin culta y agricultora, cuya denssima poblacin, en sus extensas mo ntaas, tena estrechas afinidades y relaciones con las razas y con los dialectos Qu ichuas que predominaban desde aqu hasta el norte del Ecuador. 3. EL TESTIMONIO DE LA LENGUA. La lengua nos da testimonio vivo de que toda regin de las montaas argentinas y de sus cadas a nuestros grandes ros, fue en otro tiemp o poderosamente conquistada y colonizada por los antiguos Incas y Reyes Piruas d el Per. Todos los lugares, los caminos, los centros de poblacin conservan todava la nomenclatura quichua; y puede asegurarse que todas las ciudades, villas y aldea s ocupadas por los espaoles, eran asientos urbanos de la raza quichua y de sus de pendencias, como lo hemos demostrado en otros trabajos, que no sera oportuno expo ner aqu (89). ________________ (88) Geografa Histrica del Territorio argentino, en la revista de Buenos Aires, to mo XX, pg. 608. Historia Argentina, vol. I, cap. VI, que datando de 1853 son los
4. EL REPARTO DE LA CONQUISTA. Es sabido, y no nos incumbe exponerlo, que despus de los Incas, se dividieron el continente, tocndole a Pizarro el norte hasta el I stmo, y a su socio Almagro el sur, sin limitacin determinada. Pero quedaba un pun to sobre el que no cuidaron de explicarse, que fue cul debera ser el punto de part ida. Crea Almagro que el sur comenzaba para l en el Cuzco, y crea Pizarro que el Cu zco quedaba includo en su parte del norte. 5. ENTRADA Y DESCALABRO DE ALMAGRO EN EL TERRITORIO ARGENTINO. Procediendo segn s u concepto, Almagro reuni en el Cuzco una fuerza considerable de ochocientos espao les y cinco mil indios, con la que baj por Oruro a tornar el camino de Tupiza. Su vanguardia fue derrotada dos veces por la confederacin de los Calchaques y Thiack itas. Vino l mismo en persona con ms fuerzas y penetr hasta Chik-huana (Cicuana, pr ovincia de Salta) pero encontr tal resistencia que en un combate perdi el caballo y estuvo a punto de ser muerto. Prefiri entonces desviar su camino hacia la derec ha y pasar a Chile por el Despoblado de Atacama, quedando aplazada, por lo pront o, la conquista de nuestras regiones andinas del norte y del oeste. 6. REFERENCIAS NECESARIAS. La necesidad de explicar los sucesos que nos conciern en por ese lado, nos obliga a concretar cmo fue que ellos se complicaron con los primeros disturbios del Per. Procediendo Pizarro con su habitual perfidia, supuso que Almagro estaba perdido despus de los contrastes que haba sufrido en el Tuc-Um an, y envi a sus hermanos Juan y Gonzalo a que ocupasen el Cuzco. Spolo Almagro y profundamente indignado regres a disputarle a su socio la posesin del Cuzco, de Or uro y de los Charcas. Se apoder de la primera ciudad a viva fuerza. Pero Pizarro, que vena sobre l aprisa, lo bati, lo tom prisionero y le orden a su hermano Juan que le diese garrote en el calabozo. Almagro tena entonces setenta y tres aos: flaque su nimo, y rog que le dejaseis la vida. Juan Pizarro le dijo: "no hagis esas bajeza s, capitn; morid con valor como habis vivido, que no es de caballeros humillarse"; y acto continuo lo ejecut. Siguise a esto una guerra tremenda entre el partido y los hijos de Almagro contra el partido y los hermanos de Pizarro. Almagro el Moz o se puso a la cabeza de una conjuracin, sorprendi a Pzarro en su palacio de Lima y lo cosi a pualadas. Lo que sigui no tiene nombre ni ejemplos sino en lo ms atroz de los sacudimientos del desorden social; hasta que apercibido Carlos V de tanta b arbarie, envi al Licenciado Vaca de Castro con la autoridad de gobernador absolut o del Per. Grandes trabajos y castigos tuvo que ejecutar hasta contener el desord en, y volverse a Espaa sin dejar bien sometidos los nimos, ni haber extirpado los grmenes que no tardaron mucho en reproducir sus efectos. 7. SEGUNDA ENTRADA DE LOS CONQUISTADORES ESPAOLES EN EL TERRITORIO ARGENTINO. Tocl e encabezar esta nueva entrada al Capitn Diego de Roxas. Grato a los sealados serv icios que este capitn acababa de hacerle, el Gobernador del Reino Vaca de Castro agraci a Diego de Roxas con el ttulo y omnmodo poder de ADELANTADO Y CAPITN GENERAL del Tucumn. Arreglados su aprestos para la entrada, trat de doblar la briosa resis tencia de las poblaciones que tena al frente; y en vez de entrar por la quebrada de Umac-huacac entr por el despoblado de Salta hasta Catamarca donde dio con los Thiac khitas, que lo contuvieron y lo mataron en un reidsimo combate. Qued frustrad a con este nuevo descalabro la segunda entrada de los conquistadores en el terri torio argentino. De los que haban entrado con esta expedicin, unos se volvieron al Per; otros, capitaneados por Francisco de Mendoza y por Nicols Heredia, atravesar on las sierras con direccin al oriente en la esperanza de descubrir riquezas mine rales y huacas. Por el valle de Calamuchita (sierra de Crdoba) descendieron a las mrgenes del Ro Tercero, y se cuenta que llegaron hasta la Torre de Gabotto, donde encontraron una cruz y el letrero "cartas al pie" que les dieron noticias de Ir ala y de la situacin del Paraguay. Quien lo cuenta es Rui Daz de Guzmn. Lo singular es que all rieron a muerte unos con otros; probablemente por distintos pareceres
de lo que haban de hacer. Nicols de Heredia mat a pualadas a Mendoza y a Sancho Hino josa. El resto tom otra vez el camino del Per por las tierras bajas y selvas de Ta rija y llegaron a Chuquisaca en los momentos de otra y ms violenta agitacin. 8. RENOVACIN DE LA GUERRA CIVIL EN EL PER. Creyendo tranquilizado el Per, Carlos V llam a Espaa al Licenciado Vaca de Castro y mand con el nombramiento de Virrey a Bl asco Nez Vela, el mismo de quien dijimos en nmeros anteriores que haba trado en su no ble squito a los hermanos Hortiz de Zrate, Matienzo, Juan de Garay y otros nobles (Lec. XIV, nm. 6). Pero como dijimos, tambin, apenas lleg y se supo que vena resuelt o a derogar las Encomiendas y el trabajo forzado de las minas, estall una nueva r evolucin encabezada por Gonzalo Pizarro y Francisco de Carbajal. Vimos all tambin q ue Carlos V mand un nuevo gobernador del Reino, que fue el famoso Presidente La G azca. 9. DIEGO DE CENTENO Y JUAN NEZ DE PRADO. Entre los Capitanes que ms sealadamente haba n cooperado al Triunfo del Presidente La Gazca sobre esta segunda insureccin figu raba en primera lnea Diego de Centeno; y ya vimos que nombrado gobernador del Par aguay para destituir a Irala fue envenenado en Chuquisaca (Lec. XIII, nm. 6) por lo que el interior de nuestra tierra qued sin nuevas entradas por lo pronto. 10. ENTRADA DE JUAN NEZ. Vuelto a Espaa el famoso Presidente La Gazca, qued gobernad or en el Per el Licenciado don Lope Garca de Castro, con el ttulo supremo de Gobern ador del Reino; quien, creyendo desocupado todava el Tuc-Uman, mand a gobernarlo a l capitn Nez de Prado, uno de sus mejores servidores. 11. COLISIN Y LUCHA CON LOS INTRUSOS DE CHILE. Al entrar en su gobernacin, la enco ntr ocupada por el capitn Francisco de Villagrn, enviado de Chile por Pedro de Vald ivia a tomarla como parte integrante de las regiones del sur que se haban acordad o a Almagro. Nnez de Prado rechaz la pretensin y apelaron a las armas. Qued la victo ria por Nez Prado. Pero enseguida vino Francisco de Aguirre con fuerzas considerab les, sorprendi a Prado, lo remiti preso a Chile y qued gobernando. Vise acometido mu y pronto por la confederacin de los Thiac-Khitas, Calchaques y Jurises y tuvo que abandonar la poblacin del Barco, trasladndose a la llanura, sobre las riberas del Ro Dulce, que, con el nombre de Santiago del Estero qued establecida por cabeza y centro administrativo de toda la vasta regin tucumana. 12. EL PLEITO TERRITORIAL Y SU RESOLUCIN. Larga fue la contienda entre los capita nes procedente del Per y los de Chile. Sucedi muchas veces que estos ltimos renegas en de su origen y aceptasen la jurisdiccin de Charcas, como lo hizo el general Ju an Prez de Zurita, uno de los ms ilustres hombres de su tiempo. Vino contra l Grego rio de Castaeda; lo prendi y lo remiti al otro lado de los Andes. Llevado el pleito , por ste y por otros territorios, al conocimiento de la Corte, inform el Consejo de Indias y se expidi al fin la Real Cdula del 20 de agosto de 1563 en la que se d eclar que todos los territorios que quedaban al oriente del cordn central de la Co rdillera pertenecan a la gobernacin del Tucumn; por lo cual las autoridades de Chil e deban abstenerse de entrar en ellas. Esta cdula tiene grande importancia actual en nuestra cuestin de lmites con Chile. 13. EL GRANDE ALZAMIENTO DE LOS CALCHAQUS. Gregorio de Castaeda se abandon a tales atentados y violencias contra los Calchaqus, arrebatndolos para el servicio de Enc omiendas y minas, ni ms ni menos que como lo hacan los del Paraguay, que las masas de esta parcialidad, unidas a los Thia-kuitas y a los Juries, se levantaron en armas. Desaparecieron de la faz de la tierra las poblaciones principales de Caete , Crdoba de Calchaqu, Londres, Nieva, y otras de que hablaremos despus; a trmino que las jurisdicciones de la Rioja, Catamarca, Salta y Humahuacae quedaron literalm ente arrasadas y cubiertas de escombros hasta que el gobernador del reino mand sa car de Tucumn a Castaeda, y repuso en el mando a Francisco de Aguirre, no ya como dependiente de Chile, sino como funcionario del Per de acuerdo con la Real Cdula q ue acabamos de citar.
LECCIN XXVI DISTRITOS Y CIUDADES DEL INTERIOR 1. ANTECEDENTES. Ya dijimos que la tercera entrada de los conquistadores del Per al territorio del Tuccu-Uman haba venido encabezada por Juan Nez de Prado. Los ante cedentes de este capitn hacen sospechar que fuera un hombre sin fe, pues siendo u no de los jefes de ms crdito y que capitaneaba mayor nmero de soldados en el ejrcito de Gonzalo Pizarro, se pas al Presidente La Gazca y contribuy poderosamente al da siguiente a la derrota de Xackihuaua. El servicio debi ser muy grande cuando vemo s a La Gazca hacer a Nez de Prado Adelantado del Tuccu-Uman, y darle los recursos necesarios para llevar adelante la conquista de este extenssimo territorio en que haba fracasado Almagro. 2. POBLACIN DEL BARCO. A costa de reidos combates con los Huma-huacaces, los Jurie s y otros poseedores de la tierra, baj Nez de Prado hasta las cabeceras del Ro Dulce . En 1550 sent su campo con nimo de poblar en el lugar llamado Altpa-simchi o Ro Ho ndo; y le dio el nombre de ciudad del Barco en homenaje y gratitud al Presidente La Gazca que era nacido en el distrito espaol del Barco de Avila. Estaba ocupado en eso, cuando vino de Chile Villagra (o Villagrn) a disputarle la posesin del lu gar, siguindose los conflictos y pendencias de que hablamos en la Leccin anterior nmeros 11 y 12. 3. SANTIAGO DEL ESTERO. Despus de esas disputas haba pasado la gobernacin del Tucumn a manos de Francisco de Aguirre como pertenencia del Per y no de Chile, cuando e l alzamiento general de los indgenas comarcanos oblig a los pobladores a separarse de las sierras y trasladar la poblacin a la parte baja y llana del Ro Dulce, camb indole el nombre del Barco por el de Santiago del Estero con el que no slo es la ms antigua sino la primera capital de gobernacin que tuvieron las provincias argent inas del interior. 4. FUNDAClN DE ESTECO O ASTlCU. Esta ciudad, hoy perdida y legendaria, fue fundad a en 1567 por Francisco de Aguirre. Segn lo que de ella cuentan los cronistas, ll eg en muy poco tiempo a un maravilloso desarrollo, debido, dicen ellos, a las con diciones excepcionales del suelo, y a las ventajas de su situacin. A lo que podem os inferir, se hallaba colocada en las junturas del ro salado y del Teuco, en el lugar llamada el Pasaje (Ro del Juramente despus) como a los 27 grados. Su nombre indica (Asticku) que serva de pasaje o comunicacin entre los habitantes de las reg iones altas del Per con las poblaciones indgenas del Tuccu-Uman. Es probable pues que a esta circunstancia debiera la rpida prosperidad que le dan los cronistas. E s evidente que, en esa situacin, debi ser entonces lo que fue Salta cuando reempla z a Esteco. La palabra quichua Asticku significa comparacin-pasaje de una cosa a o tra; y el nombre debi ser quichua, pues dice el Padre Lozano "denominacin debida a un pueblo de indios del mismo nombre all cercano". El distrito debi estar muy pob lado: en l se empadronaron treinta mil indgenas aunque otros dicen que slo fueron o cho mil, que se repartieron entre cuarenta encomenderos, que el dicho Padre nomb ra uno por uno. "El terreno era tal que nada se encomendaba a la tierra que no l o restitua con crecidas usuras por la vida que reciba de las aguas que sagraban de l ro, vias, huertas, algodonales, grandes cantidades de lienzo que se sacaban al P er; miel, cera, tinturas para teir la lana, caza y pesca muy a sabor de la codicia suplan la falta de minerales tenindolos vinculados en sus grangeras (por la export acin)... Lleg a ser la ms opulenta de todo el gobierno del Tucumn, con tal demasa que an los brutos se calzaban con herraduras de plata, y tal vez de oro" (89). Pero poco a poco desaparecieron, murieron o se fugaron los treinta mil indios esclavo s sobre que reposaba esta opulencia "tales fueron los rigores, la crueldad, los castigos de los encomenderos". El juego, los vicios y la decadencia de la produc cin, dieron principio a la crisis; se sigui la despoblacin y la miseria; y, por ltim o, el espantoso terremoto de 1692 derrumb los edificios, abri la tierra; y la famo
sa ciudad de Esteco (Asticku) desapareci de tal modo que hoy no tigios "que den sea del escarmiento para conocer el lugar donde dre Lozano no pierde ocasin de mostrarse tan devoto de Virgilio eora la Virgen Mara. Vino en seguida la Ciudad de Salta que en bin a ser un emporio de la poca colonial, como veremos, debido rio con el Alto-per. ________________
se encuentran ves fue Troya". El Pa como de nuestra s poco tiempo lleg tam al trfico intermedia
(89) Esto ltimo no puede ser cierto. Lo de las herraduras de plata es probable, p orque no sabiendo extraer ni trabajar el fierro y teniendo en el pas pltora de pla ta, es claro que la herradura de fierro haba de ser escassima y ms cara que la de p lata. ________________
5. FUNDACIN DE CRDOBA. Esta ciudad fue fundada en 1573, con el agregado de La Llan a para indicar que era la primera que se sacaba del seno de las montaas andinas, y que se echaba de frente hacia las vastas llanuras de la inmensa Pampa. Fue su fundador como ya dijimos un joven de alcurnia y de elevadsimos mritos, el capitn do n Jernimo Luis de Cabrera. El objeto de la fundacin fue que puesto que el virreina to del Per tena uno de sus robustos brazos en el Mar Pacfico, extendiese el otro al mar Atlntico sirvindose del Paran y del Ro de la Plata para que apoyase sus codos e l majestuoso coloso virreinal. Cuando el fundador de Crdoba marchaba a cumplir su misin hacia el oriente, encontr en las mrgenes del Paran a Juan de Garay, que se ha ba adelantado a su misin. Al regresar a Crdoba Cabrera fue vctima de la saa de uno de esos malvados sobre quienes debe pesar perpetuamente la abominacin de las genera ciones argentinas. Gonzalo de Abreu o de Abrego era uno de sus facinerosos anima dos por el genio de la envidia; una de esas fieras hurnanas, estriles y espinosas , que nacen slo para dejar una pgina luctuosa en la historia de su tiempo, y que a veces la providencia castiga de una manera tremenda en el suelo mismo que han e nsangrentado. Abrego era un pelafustn mal reputado en Madrid. All haba conocido al joven don Jernimo Luis de Cabrera con favor en la Corte, por su familia, por su e legancia, por la nobleza de sus procederes y por sus mritos personales. Mirndolo d e abajo hacia arriba se haba engendrado en l la envidia. Venido a Amrica, anduvo mu cho tiempo buscando favor en el Per; sirvi en los alborotos provocados por Girn; e invocando esos servicios solicit la gobernacin del Tucumn que el Virrey don Francis co de Toledo haba destinado a premiar las virtudes y el noble carcter de Cabrera. Pero separado este virrey y vuelto a Espaa, sucedi lo que entonces era tambin comn c omo ahora. Cambiaban de favor los unos y conseguan ganarlo los otros; y as fue com o Abrego consigui la gobernacin del Tucumn, cuya lugartenencia ejerca Cabrera en Crdo ba. Apenas llegado a Santiago y posesionado del mando, Abrego mand una partida co n orden de prender y de engrillar a Cabrera; lo meti en un calabozo, le di torment o, y lo hizo decapitar. Era tan insaciable este monstruo, que, no contento con l os instrumentos inventados por la Inquisicin para dar tormento, fabric uno que mej or llenara su antojo, compuesto de tablas toscas y espinosas en forma de octgono: meta en l a sus vctimas y por medio de un manubrio lo haca girar sobre un eje hasta que la vctima perda sus sentidos, y medio muerta entonces la haca decapitar. Hubo de llegar a Chuquisaca la noticia de estas atrocidades; y vino a reemplazarlo el Licenciado Hernando de Lerma, no menos brutal ni menos malo. En el acto de su l legada prendi a Gonzalo de Abrego y le mand dar tormento "pero con deleitosa lenti tud y buen mtodo" que no en balde ha pasado la vida leyendo con encanto el Tratad o de los Procedimientos Jurdicos de Juan de Torquemada. Comienza por hacerle dest rozar en lo vivo las uas de los pies y de las manos; los bichos piques y niguas s e le aposentan en las llagas; los alaridos y las plegarias son espantosas, pero no encuentran odos de piedad hasta que vindolo agotado y moribundo manda que "le a livien el cepo y que lo dejen morir". El cuadro de Crdoba no es nico sino tpico de lo que pasaba en el Paraguay y en otras provincias apartadas de la zona conquist ada. Juan de Garay y Hernandarias brillan como Angeles y Benefactores sobre el b
ajo nivel de los hombres de su tiempo. 6. FUNDACIN DE ORN Y DE TARIJA. Siguiendo en el despojo y apropiacin de las tribus agricultoras y mansas, de lengua quichua (si es que no lo eran, tambin, de la mis ma raza) que orillaban la parte del Chaco que sube por el Ro Salado desde Santiag o hacia el norte, los conquistadores echaron la planta a una nueva poblacin que l lamaron Orn. No s si fue por reminiscencia de la conquista, del punto que con igua l nombre se conoce en la Mauritania; o si en vez de Orn el nombre fue una adaptac in del vocablo Urn que los quichuas le daban al pas y que significaba regin baja. Ge neralmente se le llam a Orn en los primeros tiempos Nueva Esteco. El nombre oficia l fue: Villa de las Juntas de Madrid, fundada en 1609. 7. FUNDACIN DE TARIJA. Adelantando hasta el curso del Ro Pillcomayu, fundse una nue va ciudad en 1574 con el nombre de San Bernardo de Tarija que significa Sementer as; y que habiendo sido siempre parte de la provincia de Salta, est hoy incluida en la de Bolivia, por usurpacin perpetrada por Bolvar en 1825. 8. FUNDACIN DE SALTA. El desarrollo del trfico interno entre las poblaciones escal onadas hacia el Ro de la Plata y las tierras argentferas del Per, hizo comprender l a necesidad de acortar por el centro del pas, las distancias entre el Tucumn y los mercados peruanos. El trfico de ganados, de mulas, de esclavos africanos y otros artculos de importacin y retornos "que era menester hacer por los campos intermed ios" como dice el Padre Lozano (IV) decidi al gobernador Hernando de Lerma a fund ar el 17 de abril de 1582 la ciudad de San Felipe de Lerma, en el mismo valle y lugar donde los quichuas haban tenido el centro poblado de Samallauc o descanso d e la subida, en razn de que desde all se nota la subida hacia arriba, o, si se qui ere, la bajada, desde el Per a las provincias abajeas. 9. CATAMARCA. Con las poblaciones ya mencionadas, puestas en las cadas o faldas d e las Sierras andinas, fciles de defender por su contacto recproco, tom consistenci a la ocupacin del extenso territorio que baja desde Salta a Crdoba. La confianza y el trfico dieron lugar a que se aglomerase la poblacin espaola; con lo que fue pos ible volver a poner el pie en los valles de la montaa donde residan las numerosas parcialidades de los Thiackhitas, Juries y Calchaquies. Procedise a poblar all las ciudades de Londres en conmemoracin del casamiento de Felipe II con la reina de Inglaterra Mara Tudor, y de Caete en homenaje al Virrey que gobernaba en el Per, Pe ro, como ya dijimos, haban sido arrasadas en el grande alzamiento de los calchaque s de 1561, el general Alonso de Rivera reuni de nuevo los pobladores que andaban dispersos, y les concentr en una nueva poblacin con el nombre de San Juan de la Ri vera. Pero un nuevo gobernador, don Fernando de Mate de Luna, sac la ciudad, y la transport en 1684 al valle de Canando con el nombre de San Fernando de Catamarca , uniendo al nombre cristiano la denominacin primitiva de Cata-Marca (fortines de las Fronteras) que le haban dado los Quichuas del Per. 10. LA RIOJA. Con la fundacin de Crdoba, haba comenzado a sentirse la necesidad de hacer ejecutar la Real Cdula de 29 de agosto de 1563, y de reivindicar el territo rio de Cuyo que los gobernadores de Chile seguan usurpando. Con ese fin se fund en 1591 la ciudad de Todos los Santos de La Rioja ponindola en la direccin y proximi dades de Cuyo. 11. FUNDACIN DE JUJU. Bien le corresponderra a Juju el nombre de poblacin de los potr eros o de los engordes. Su verdadera ortografa es Huk-Huy, que en quichua quiere decir la Bajada o la Hondonada, porque en efecto es una regin de ros y de valles q ue se encuentra al bajar de las asperezas y pedernales de Humahuacae (la Quebrad a) y que une la altiplanicie boliviana con las provincias argentinas. Todos cuan tos conocen esa regin, extranjeros y nacionales, la proclaman "uno de los pases ms bellos y explndidos del globo". Las recuas de mulas, caballos y ganados vacunos, cuyo consumo se haba aumentado asombrosamente en los distritos mineros de Charcas , de Oruro y de Potos, hacan necesario tener paradas y potreros donde esos animale s "que venan todos de abajo" pudiesen descansar, robustecer su engorde y endurece
r el callo, antes de subir y transitar por la altiplanicie peruana para llegar e n buen estado a los mercados de su consumo. 12. La primera fundacin de Juju tuvo lugar en el ao de 1561 con el nombre de ciudad de Nieva, que en homenaje al conde de Nieva, virrey del Per en ese ao, le dio su ilustre fundador el general Juan Prez de Zurita, que fue uno de los hombres ms dis tinguidos de la poca colonial. Este ilustre capitn estbale grato al virrey por habe rle dado la razn contra la usurpacin del gobierno de Chile, y por haberlo empleado en llevar a cabo la conquista de Santa Cruz de la Sierra de Mocxos y de Chikhui tos. Pero habiendo sido arruinado tambin este primer asiento en la grande insurre ccin de los Valles, al repoblarla en 1593 por las razones que acabamos de indicar se le di el nuevo nombre de San Salvador de Juju. 13. SAN JUAN Y MENDOZA. Estas dos ciudades fueron fundadas en 1561 por el capitn Pedro del Castillo, a quien el gobernador de Chile don Garca Hurtado de Mendoza, prevalido de que era hijo del virrey marqus de Caete, mantuvo en la usurpacin menos preciando lo resuelto en tiempo de don Lope Garca de Castro por las Audiencias de l Per, y sin tomar en cuenta la Real Cdula de 29 de agosto de 1563 en lo que se de clar que esos territorios hasta Magallanes pertenecan a la gobernacin del Tucumn, y no a la de Chile. 14. Estaban vigentes adems las disposiciones de Carlos V y las capitulaciones hec has con don Pedro de Mendoza en las que se adjudic al Adelantazgo del Ro de la Pla ta doscientas leguas al sur desde el grado 35 hasta el otro lado de las cordille ras. En virtud de esto don Lope Garca de Castro gobernador del reino del Per, haba declarado usurpador a Francisco de Villagrn y sostuvo, los derechos que l le haba d ado a Nez de Prado. Enseguida el Virrey del Per, conde de Nieva, "gratific al genera l Juan Prez de Zurita mandndole nuevas provisiones en 1561 por las que lo haca gobe rnador de todo el Tucumn hasta el extremo sur independiente del reino de Chile". Pero mientras no estuvo ocupado el territorio de la Rioja y de Crdoba, mediaba de masiada distancia desde Santiago hasta Cuyo para hacer efectiva la jurisdiccin le gtima, declarada por la Real Cdula y por las mencionadas disposiciones. As es que s e prolong la usurpacin por algn tiempo.
LECCIN XXVII ESTABLECIMIENTO GRADUAL DEL ORDEN ORGNICO COLONIAL 1. DESBARAJUSTE DE LOS TIEMPOS PRIMITIVOS. La conquista fue obra, como se sabe, de marinos o caudillos que contrataban con el Rey de Espaa, licencias para descub rir, ocupar y explotar de su cuenta tal o cual parte del continente hallado por Coln en medio del Atlntico. Nada ms natural que con semejante forma se produjesen l os desrdenes, la sangre, los salteos, los escndalos, y todos los dems actos de barb arie que hicieron aciaga la historia de los primeros tiempos. Pero, las inmensas riquezas de la tierra atrajeron el trfico y la poblacin; y si al principio hubo q ue pasar por las consecuencias fatales del origen, eso mismo oblig al gobierno es paol a iniciar medidas, ms o menos acertadas, para establecer un organismo social y jurdico, en el que las autoridades pblicas y las leyes viniesen a dar asiento y curso a los intereses de la vida social. 2. PRIMERAS Y URGENTES NECESIDADES. Es menester reconocer que la Espaa no estaba preparada para desempear con buen orden los asuntos y deberes que le impuso de pr onto la conquista, la ocupacin, la poblacin y la administracin de la Amrica del Sur; y que sorprendida y agobiada por las riquezas fabulosas de su conquista tuvo qu e improvisar y coordinar a ciegas los infinitos resortes que requera el gobierno colonial. Al hablar de los primeros tiempos del descubrimiento (Lec. VI, nm. l), dimos cuenta de las primeras medidas que se tomaron para coordinar los deberes y derechos de la autoridad real con los del descubridor, y dar una forma cualquie
ra al gobierno en los primeros das del movimiento colonial, cuya enorme extensin p osterior no poda entonces preverse. Como quiera que fuese, se comprendi que era ne cesario crear un ministerio y un orden especial para el procedimiento y despacho de los nuevos asuntos, que se adjudicaron, por lo pronto, al Consejo de Castill a, bajo la presidencia de uno de los ministros del Rey. Pero por vastas que fuer an sus oficinas y numerosos sus empleados el Consejo de Castilla tena que dar su atencin no slo a los asuntos de la pennsula sino a los de Flandes, de Italia y de l os otros principados anejos a la Corona de Espaa. Entretanto, los asuntos colonia les, a causa de los ingentes intereses de Mjico, del Per y de las extenssimas costa s del sur, cuya seguridad estaba complicada con las ambiciones de Portugal y con las tentativas incesantes de la Inglaterra, aumentaban cada da ms de volumen y de importancia. Por lo cual, imitando el orden establecido en Castilla, se decidi c rear un nuevo consejo y un nuevo orden administrativo, econmico y judicial, exclu sivamente contrado al gobierno y despacho de los asuntos americanos. 3. EL CONSEJO DE INDIAS Y LA CASA DE CONTRATACIN. Este Consejo, creado en 1524 ba jo el reinado de Carlos V, por las causas que hemos indicado, se compona de veint e miembros. Tena el rango de Cancillera Regia y el de Ministerio Colonial en todo lo relativo al gobierno de Amrica, a su navegacin, comercio, armadores, fletes, ca rgamentos, retornos, aduanas, administracin de la justicia civil, criminal y ecle sistica, causas contenciosas, fiscales de Patronato y pleitos en apelacin referent es a algunas de estas denominaciones. Adems, formulaba los informes y los proyect os de resolucin, que, una vez firmados por el Rey, eran registrados en sus Archiv os con el carcter de Cdulas o mandatos reales. Su coleccin sirvi de base al Cdigo col onial llamado despus Leyes de Indias. 4. LA CASA DE CONTRATACIN. Adjunta o incluida en el Consejo, se erigi La Casa de C antratacin, vasta organizacin central de las Aduanas y de la Contabilidad colonial , encargada de registrar, clasificar y distribuir los buques, cargamentos y reto rnos que salan o que regresaban de Amrica, especialmente los del convoy de las Dos Flotas que transportaban el surtido para Mjico y para el Per por el Istmo y Porto belo. La Casa de Contratacin era tambin Audiencia Real Americana en todo lo relati vo a comercio y navegacin: es decir, lo que aqu llamamos ahora Corte Suprema de Ju sticia. 5. CREACIN DEL VIRREINATO DEL PER. Al principio Francisco Pizarro y Almagro fueron autorizados en las conquistas del Per y de Chile con el carcter de Adelantados, e s decir, de dueos feudales de la tierra y de sus habitantes, para gobernarlos, po seerlos y distribuirlos. Pero la anarqua, los asesinatos, las ejecuciones que pro nto estallaron entre ellos fueron causa de que perdieran la vida, y, con ella, l os derechos de mando absoluto y de propiedad feudal que se les haba concedido. Ca rlos V trat de poner orden en aquel desgraciado pas y mand al Licenciado Vaca de Ca stro, hombre de gobierno que restableci aparentemente el orden. Pero siendo notor io que un pas tan opulento y extenso no poda permanecer al arbitrio de capitanes y soldados aventureros, se resolvi erigirlo en Virreinato y darle el vasto organis mo administrativo y judicial que requera su gobierno interno. 6. SITUACIN DEL RO DE LA PLATA. La creacin del virreinato del Per dej indecisas y vag as las relaciones o facultades que poda ejercer el virrey del Per sobre el Ro de la Plata. A estar a los derechos parece que por el rango y carcter gubernativo de l os Adelantados platenses, se les dej independientes, y, diremos as, soberanos en l as tierras cuya propiedad y explotacin haban adquirido por compra y capitulaciones directas hechas con el Rey. Sin embargo el Virrey don Francisco de Toledo enten di que su gobierno alcanzaba a todos los lmites del Tucumn, y hemos visto a su luga rteniente don Jernimo Luis de Cabrera, venir por orden suya a posesionarse de las riberas del Paran donde los derechos virreinales se encontraron en conflictos co n los derechos y concesiones del Adelantado Juan Ortiz de Zrate, representado por Juan de Garay. El pleito fue resuelto por la Audiencia de Charcas; y qued bien d eterminado al parecer, y por los hechos, que la jurisdiccin gubernativa del virre inato del Per terminaba en Crdoba y que la del Adelantado del Ro de la Plata gozaba
de territorio propio independiente. 7. INDEPENDENCIA RELATIVA DE BUENOS AIRES Y DE LAS PROVINCIAS DEL INTERIOR. De e se pleito, y de ese fallo, resultaba que Buenos Aires no estuviera en unidad pre cisa de gobernacin con las otras provincias del interior, sino en un estado anmalo y dependiente de los incidentes y eventualidades que se suscitaban por el comn i nters de la nacionalidad colonial. Fue por las amenazas de los corsarios ingleses por lo que el Rey don Felipe II le orden al Virrey del Per don Luis de Velasco, m arqus de Salinas, que pusiese en defensa a Buenos Aires; y que el dicho virrey ma nd que lo hiciese don Fernando de Zrate, gobernador del Tucumn en esos das. Algunos otros hechos de este gnero se repitieron ocasionalmente, pero fue sin tener la co nsistencia de un orden administrativo constituido. Sin embargo la Audiencia de C harcas tena la superintendencia en materia de pleitos administrativos y de asunto s fiscales. 8. LOS CABILDOS Y LA ADMINISTRACIN LOCAL. El desempeo de los ramos de la administr acin local corresponda a los cabildos en todo aquello que era del servicio comn del vecindario, que hoy tambin es incumbencia de nuestra municipalidad, como calles, lmipieza, mercados, abastos, etc. El cabildo tena, adems muchas otras atribucione s repartidas entre sus miembros. Estos se llamaban Regidores y eran nueve, inclu sos los dos Alcaldes que presidan sus sesiones. Cada Regidor desempeaba una funcin especial: uno era Visitador, inspector de Crceles, de Mercados y casas de venta p or menor: otro Alguacil Mayor y de Vara, encargado de cobrar por apremio ejecuta ra a los deudores morosos del Fisco y a los que fueran condenados por los jueces a pagar algo ejecutivamente. Se llamaba de vara porque era un cargo que se venda a perpetuidad, que gozaba de arancel u honorario fijo pagado por los litigantes , es decir, de renta; y por eso se venda. Otro cargo de vara (vendible) era el de l Depositario general encargado de recibir y de guardar todos los depsitos y obla ciones judiciales. El Regidor, Juez de Polica, que era el Edil por excelencia, vi gilaba el orden y la decencia pblica, higiene, comodidad de la ciudad, etc., etcte ra. Era jefe de los Alcaldes de Hermandad y de sus cuadrillas, algo as como nuest ros comisarios actuales y sus vigilantes en los barrios de la ciudad. Ninguna pr isin poda hacerse por tropa armada sino por medio del Alguacil de Vara, o por pesq uisa de los Alcaldes de Hermandad. Estos tenan tambin a su cargo el orden de los p ueblos de campaa. Pero en los campos y despoblados, la polica y las represiones es taban a cargo del gran Preboste que por lo regular era un militar acreditado de bravo y diligente, que paseaba por los campos prendiendo criminales y malhechore s, ladrones, cuatreros, juzgndolos sumariamente, y con frecuencia ahorcndolos tamb in segn su fuero interno y conciencia sin dar razn ni parte. La gobernacin de Buenos Aires fue siempre de un carcter mucho ms templado y correcto que la del Paraguay y que la de las otras provincias. Nunca se vieron en ella las torpezas "infernal es" de Irala y de sus discpulos, ni las de Abrego, Lerma y otros en el interior. 9. LA DOMESTICIDAD Y LA FAMILIA. La falta de agricultura tropical fue entonces u n grande beneficio para la sociedad y para el gobierno del Ro de la Plata. Nos li bramos por esa circunstancia de que tomasen cuerpo y, se radicasen las Encomiend as de indios esclavizados; y nos libramos tambin de que se aclimatase en nuestro suelo el trfico de negros brbaros africanos. El ancho desierto de nuestras pampas haca imposible esclavizar al hombre. El esclavo hua, tomaba caballo, y se emancipa ba. Los intereses del gran cultivo y de los amos no tenan modo de sujetarlo. Los negros pasaban en recuas, desde nuestro puerto a los cultivos del Per; y los indi os vencidos o empadronados por los primeros conquistadores, se refundieron en la poblacin urbana, y en el servicio domstico de las familias por falta de tareas ag rcolas en que explotarlos. El contrabando y los apetitos del trfico comercial conv irtieron rpidamente el genio y las inclinaciones de nuestra poblacin hacia la acti vidad y los provechos del movimiento mercantil. Con Hernandarias, y con la segre gacin del Paraguay se di la primera vuelta de esta evolucin interna que nos puso en libertad de buscar por las aguas del Ro de la Plata nuestra futura prosperidad.
LECCIN XXVIII PERODO DE LOS GOBERNADORES DEL RO DE LA PLATA 1. ADVERTENCIA IMPORTANTE. Aqu se hace necesario observar que lo que se entenda en tonces por Gobernacin del Ro de la Plata, no abrazaba ms territorios que los de Bue nos Aires, Patagonia, Santaf, Entrerros y Banda Oriental, comprendidos como partes en la Gobernacin de Buenos Aires. Todo el resto de lo que es hoy Repblica Argenti na era el Tucumn, parte del Virreynato del Per. De manera que los gobernadores que reemplazaron a los Adelantados, no gobernaban en las provincias del interior si no en la parte fluvial. No tenan tampoco jurisdiccin cedida por el Rey como los Ad elantados, sino delegacin temporaria, es decir, eran amovibles. 2. EL GOBERNADOR DON DIEGO DE GNGORA. El primero que vino de Espaa con ese carcter fue el ilustre general de este nombre. Reuna en su persona todas las gracias del buen trato: era amable y atento con todos, jovial y de un porte distinguidsimo, n o slo por la bondad de su carcter, sino por el tacto del mundo en que se haba forma do. Fue tal el prestigio que adquiri, que en muy pocos das se hizo el chiche queri do del vecindario, el favorito de las damas, y sobre todo de las rdenes religiosa s, del clero, en fin ua y carne de los PP. Jesutas, en cuyo templo cumpla asiduamen te todos los deberes del culto. Sin embargo, este amable gobernador, que a todas sus bellas cualidades reuna las de un buen general, no era tan respetuoso con la s rentas del rey como con las del culto y de la distincin social. 3. EL CONTRABANDO DEL GOBERADOR GNGORA. Cosa del diablo fue que al pasar por Lisb oa en 1620, se le acercara un rico comerciante, a quien haba conocido en Flandes, proponindole que tomase a su cargo, y a buena cuenta entre ambos, un valiossimo c argamento de mercancas. El general acept; se embarc en la nave del cohecho, y junto con su persona meti el cargamento en Buenos Aires. Pero de Lisboa pasaron denunc ia a la Casa de Contratacin de Sevilla, y el Consejo de Indias envi al Licenciado Luis de Melonio, con orden de hacer pesquisa en Lisboa y en Buenos Aires, de pre nder al Gobernador y llevarlo a Espaa bajo registro. 4. DOLOROSA INQUIETUD DEL VECINDARIO E INTERVENCIN DE LOS PP. JESUITAS. La decisin del pueblo, franco e impetuoso como todos los pueblos cuando los mueve un buen sentimiento, fue echarse sobre el Licenciado Melonio, llevarlo en concurso hasta el puerto y reembarcarlo con destino a Espaa. Pero el Cabildo y los Oficiales Re ales se apercibieron de las consecuencias; y aunque estaban deseosos tambin de pr otejer al gobernador, pensaron que era menester hacerlo con eficacia y prudencia , e insinuaron a los vecinos que pidiesen consejo a los PP. Jesutas. Lo que stos t rataron no se sabe, pero por los resultados se vio que lo resuelto fue que el Pa dre Rector Antonio Pellegrino, se sacrificase y se atrajese la persecucin civil a trueque de amparar al general Gngora. En consecuencia, ste se asil en el Colegio d e la Compaa. Entre las garantas que las leyes acordabais a los Jesutas, una era la d e pedir un Juez Conservador en los casos en que se viesen acometidos de improvis o por alguna autoridad temporal. Fingiendo que Melonio, ayudado de la fuerza pbli ca estaba a punto de invadir el Colegio a mano armada, el Padre Rector pidi al Ca bildo un Juez Conservador, que sin ms ni ms tom declaraciones que confirmaron la de nuncia, arrest a Melonio y a los tres das lo embarc como agitador pbIico, sin que el nombre de Gngora apareciese interviniendo en nada de lo hecho. 5. EL FlNAL DEL ASUNTO. Como era natural, semejante proceder indigno al Consejo de Indias. El Rey hizo un reclamo serio al General de la Orden. El Padre Rector Pellegrino fue sacado del Colegio y confinado en el Per con calidad de quedar inh ibido para siempre de ejercer cargo superior; pero era Jesuta (ac cadaver) y su m isma condenacin le sirvi para ser tenido por "mrtir y santo". El Consejo de Indias reprodujo sus rdenes para el envo del general Gngora. Pero cuando llegaron haca tres meses que el gobernador haba muerto "de vergenza y tristeza". (90)
________________ (90) Hablando de prevaricadores y de ladrones pblicos, dice el seor Solrzano, nuest ro grande constitucionalista colonial: "Estos pecan ms grave e insolentemente que los ladrones, porque stos hurtan con miedo, y esotros delinquen confiada y segur amente. El ladrn teme el ltigo con que la ley lo amenaza; stos, por malo que sea lo que hacen, quieren que se tenga y guarde por ley. La ley en fin, suele acobarda r al ladrn para que no se atreva a lo prohibido, pero los malos gobernantes atrae n las propias leyes al ilcito aprovechamiento a que los lleva su malicia y codici a. Lo cual, cuan duro sea, bien se ve por lo que dice la ley, que por ellos se r ecibe la herida de aquel que fue llamado a curarla. Y a esto se agrega, que como dice Persio, falta la vergenza y la honradez en el mundo si a alguno se le encar ga el gobierno de lo que por ciencia ni experiencia no ha llegado a conocer ni a alcanzar". Pol. Ind., lib. V. cap. II, N 5 y 8) ________________
6. SUCESORES DE GNGORA. Precisamente cuando Gngora perda la gobernacin del Ro de la P lata, y mora en 1623, se hallaba en Buenos Aires el Oidor de la Audiencia de Char cas Alonso Prez de Salazar que haba venido a establecer las Aduanas y Resguardos, de que hablaremos adelante. El Cabildo le encarg interinamente la gobernacin, pero como fue promovido a Presidente de la Audiencia de Quito, vino de Espaa a sucede rle don Francisco de Cspedes. A ste siguile don Esteban de Avila y Enrquez, que por razn de etiquetas y de asuntos de sacrista, estuvo en guerra continua y escandalos a con el Obispo Carranza. Despus de l tom el gobierno el general don Buena Ventura Mojica, en cuyo perodo tuvo lugar un hecho de armas entre los Paulistas brasilero s y los Misioneros guaranes digno de mencin. 7. LA MEMORABLE BATALLA DE MBOR. En 1641 tuvieron noticia los PP. Jesutas que de l a provincia brasilera de San Pablo vena sobre las Misiones una formidable expedic in, compuesta de ms de quinientos Mamelucos (gauchos de estirpe europea) bien arma dos, y de tres a cuatro mil indios tupes de raza carbica, como los charhuas. Los p adres pusieron en campaa sus milicianos guarans, y salieron al encuentro de los en emigos, haciendo aparentemente el papel de capellanes, pero desempeando en realid ad el de generales, coroneles y dimisionarios. Los enemigos bajaban por el Urugu ay en 300 canoas grandes, y los misioneros tomaron buenas posiciones en las punt as de este ro con el Mbor, regularmente armados con fusiles, y con sus famosos ped reros de caas tacuaras. El asalto y la defensa dur dos das; la victoria de los guar ans fue esplndida: murieron 180 mamelucos y 1.200 tupes. El botn de armas y despojos fue muy grande; las 300 canoas quedaron en poder de los vencedores; de modo que el escarmiento fue terrible. Despus de Mojica hubo cuatro interinatos sin carcter . El quinto sucesor fue un sobrino de Hernandarias, don Jernimo Luis de Cabrera, nieto del desgraciado y noble fundador de Crdoba, que llevaba su mismo apellido. 8. EL GOBERNADOR DON JACINTO DE LRIZ, MAESE DE CAMPO. Era, a la vez que hombre de guerra, un legalista acrrimo que al momento la emprendi contra los abusos de los prelados y de los eclesisticos. Puso en estricta vigencia las leyes que prohiban h acer ddivas a las Iglesias, hacer testamentos y contratos de mano muerta a favor de los conventos, de monjos, de cofradas y fundar adjudicaciones perpetuas para el bien del alma. Fue, naturalmente, excomulgado por el prelado, sin que su energa se doblase. Sus enemigos lo han acusado de prevaricaciones y fraudes fiscales. P ero en este desliz nadie sobrepas a su sucesor don Pedro Luis de Baigorri, bravo soldado de las guerras de Flandes, pero tan hipcrita en lo administrativo que des pus de haberse enriquecido con trazas de todo gnero, acudi por opinin de santo a los pies del Obispo, hizo all confesin pblica y pidi perdn de sus pecados. Nada le vali e l ser absuelto por el prelado: se dijo que haba comprado la absolucin fue procesad o y muri en prisin. 9. NI ENMIENDA NI ESCARMIENTO. Peor y con ms arte hizo lo mismo en seguida Alonso
de Mercado marqus de Villacorta, nclito estudiante de Salamanca, y afamado capitn en la cruenta y terrible guerra de Catalua. El Rey le encarg que, para contener el contrabando, fundase en Buenos Aires una Real Audiencia como la de Lima, de la que l mismo deba ser Presidente. Mercado Villacorta acept y dijo "ni pjaros han de p asar con comida en el pico, de Buenos Aires al interior". Pero a poco de all se l e present en el puerto un navo holands con papeles de navegacin otorgados en Amberes por don Juan de Austria hijo natural del rey Felipe IV, joven corrompido, dilap idador y soberbio que gobernaba en Flandes y que contando con la muerte del nio e ndmico y apocado que fue sombra del Rey con el nombre de Carlos II, presuma ya de heredar la Corona. El capitn del navo ofreci entregar su cargamento por 22 mil cuer os de toro, 10 mil libras de lana de carnero y de vicua, 30 mil pesos en plata y los vveres de regreso. Mercado Villacorta acept de plano el negocio como muy bueno para el fisco, y despus de hecho dio cuenta fiel al Rey del resultado. Pero de l o que no dio cuenta fue de que all, afuera de la vista del puerto haba otros tres buques holandeses, a los cuales el del contrato pasaba de noche lo que reciba de da y que segn el aviso que dio el comisionado que Felipe IV tena en Holanda, y que presenci el desembarco, los valores que llegaron en esos cuatro buques ascendan a tres millones de pesos en cueros, en lanas, en barras y pias, plata sellada y lab rada. Mercado Villacorta perdi la Presidencia de la proyectada Audiencia y fue pr ocesado; pero de tanto favor gozaba en la Corte, que no slo fue absuelto por Cdula Real, sino repuesto en la gobernacin del Tucumn, de donde haba venido, "a pesar, d ice el P. Lozano, de que se le descubrieron muchas otras maraas y repetidos desrde nes sobre eso de descarminar la hacienda real". 10. EL IMPOSTOR BOHORQUES O INCA-HUALLPA. En aquel tiempo corran por todas partes noticias misteriosas sobre tesoros antiguos ocultos en cuevas, subterrneos y lag unas. Los mismos indios haban acabado por creerlo como tradicin de sus abuelos; y entre los espaoles no haba uno que no anduviese intrigado con la esperanza de hace r tan descubrimiento milagroso. Nadie ms expuesto a caer en estas fantasas por cod icia y vivacidad imaginativa que el gobernador Mercado Villacorta. Un zambo pala ngana y diestro, nacido en Quito al lado de una familia espaola de apellido Bohor ques, se haba ingerido en las tribus andinas del Tucumn dndose el nombre de INCA-HU ALLPA que quiere decir PRNCIPE DE LA TIERRA, y dicindose descendiente de ATA-HUALL PA. Con estas mentiras, y con el perfecto conocimiento de la lengua quicha que co mo se sabe, era el idioma de los quiteos, haba conseguido que las tribus andinas d el Tucumn lo mirasen como su prncipe natural. Jactbase este impostor de que sus sbdi tos conocan los lugares donde estaban enterrados los tesoros antiguos; y no se ne cesit ms para que Mercado Villacorta entrase en negocios con l. Inca-Huallpa hizo p resente que para sacar el secreto de los pocos indios que lo conocan, necesitaba que el Gobernador lo hiciese reconocer como Prncipe de la tierra, pues slo as tendra autoridad para tomar posesin de los tesoros ocultos; y lleg a tal punto la obceca cin de Mercado Villacorta que permiti que las tribus andinas proclamasen a su Prnci pe; y hasta sali l mismo con squito solemne a felicitarlo. El zambo no se qued corto ; cortejado por "sus curacas" y llevando a su lado a la COLLA sobre mula ricamen te enjaezada sali al encuentro del Gobernador hasta Taf, y all cambiaron cumplimien tos. Pero despus de esto pasaba y pasaba el tiempo sin que viniesen los tesoros. El Virrey de Lima don Baltasar de la Cueva, Conde de Castellar, tuvo noticia de la farsa, y profundamente indignado mand que en el acto prendiesen y le remitiese n a Bohorques. Acosado por el peligro el impostor levant el grito contra la felona y la traicin que le hacan los espaoles. Los desgraciados Callchaques se pusieron en armas, con mala suerte como era de esperar. Vencidos al fin de una guerra desas trosa fueron repartidos en Encomiendas. Llevado a Lima Bohorques fue ahorcado. L as tribus que se haban mostrado ms animosas fueron sacadas de sus valles y transpo rtadas a partes lejanas. La de los indios Quilmes, una de las ms indmitas, fue tra nsportada a Buenos Aires donde todava conservan su nombre los pueblos de Quilmes y de Chivilcoy (las vizcachas) (91). ________________ (91) La impostura de Bohorques tuvo sonado eco por todo el Virreinato. El erudit
o bigrafo peruano, general M. Mendiburu, lo consagra un artculo, en el que se ve q ue antes de embaucar a Mercado Villa-corta, haba sorprendido al mismo Virrey, con de de Montesclaros hacindole creer que haba descubierto el "pas fabuloso de Enin, y visitado sus palacios llenos de oro y preciosidades". El virrey se dej engaar; le di 36 soldados; y Bohorques sali en 1643. Fueron tantos los robos y excesos que c ometi en Jauja y Tarma que "fue empresa". Escapse del presidio, se encajon en los v alles andinos de Coman y de la Rioja, y logr mistificar otra vez, como hemos vist o, al gobernador Mercado de Villacorta. El zambo era hombre de recursos y gran d iablo por lo visto. ________________
11. MEJORAS ADMINISTRATIVAS. Al gobernador Mercado de Villacorta lo reemplaz un v erdadero hombre de bien, liberal y administrador bien inspirado. Era sobrino del Oidor Salazar, el mismo que habiendo venido a establecer las Aduanas al tiempo en que mora el gobernador Gngora, fue electo interinamente. El sobrino era tan hon orable y liberal como el to. Entre las medidas benficas de su gobierno, merece men cionarse el permiso que dio a los guarans de las Misiones para que exportasen por Santaf doce mil arrobas de yerba mate y otros artculos de sus anchas a negocios f raudulentos, trapisondas y contrataron setecientos guarans bien armados que con s us propios oficiales tomaron a su cargo la defensa de las fronteras de Santaf y d el Lujn contra los salvajes de la Pampa. 12. REPRODUCCIN DEL DESORDEN Y DEL ROBO ADMINISTRATIVO. Dur poco este buen espritu. Felipe IV muri en 1665. Despus de haber hecho un gobierno detestable, dejaba a la Espaa en completa decadencia y miseria. Consecuente con esto fue lo que sigui en Buenos Aires. El nuevo gobernador Andrs de Robles pudo entregarse a sus anchas a negocios fraudulentos, trapisondas y contratos de participaciones vergonzosas, t an pblicamente y con tal imprudencia, que su proceder lleg a ser asunto de sermone s en todas las iglesias sin que l lo tomase en cuenta. Verdad es que la situacin d e Espaa y de las Colonias era como mandada hacer para pcaros y deslavados como est e nuevo gobernador (92). ________________ (92) El reinado de Felipe IV, la Regencia, y el reinado de Carlos II merecen alg unas explicaciones de parte del profesor. ________________
LECCLN XXIX EL COMERCIO COLONIAL DE ESPAA Y EL RO DE LA PLATA 1. INCOMPATIBILIDAD ABSOLUTA. Si se recuerda lo que dijimos al hablar de las Dos Flotas (Lec. XXII, nm.1 y 2) se comprender que dado el sistema colonial de Espaa, haba una incompatibilidad absoluta entre ese organismo artificial y los intereses territoriales del Ro de la Plata. En un sistema por el que Buenos Aires estaba i nhibido de recibir o exportar valor alguno comercial, por insignificante que fue ra, porque el sistema colonial de Espaa tena ordenado que no hubiera ms puertos hab ilitados que Portobelo en el Atlntico y Panam en el Pacfico, es claro que quedaba i nvertida la naturaleza de las cosas de un modo absurdo; y que lo que Buenos Aire s poda recibir por el Ro en abundancia y a precios equitativos, retornndolo con los frutos de sus campos, se pretenda alcanzrselo por manos de la usura, de aduana en aduana, desde el Istmo de Panam. Mas como no se viola en vano la naturaleza de l as cosas, era evidente que primero haba de falsearse la aplicacin de la ley prohib itiva, y que despus haba de aflojarse el rigorismo colonial vencido por los intere ses mismos que haba querido comprimir. El exceso del prohibicionismo aduanero eng
endra siempre el contrabando; y a la verdad, que si haba en el mundo un ro y un pu erto ms franco y abierto al comercio y al contrabando, ese ro era el Ro de la Plata , y ese puerto era Buenos Aires. Esto no haba que probarlo. Bastaba abrir los ojo s y ver. El rigorismo espaol no abri los ojos, ni lo vio. Luch con tenacidad por lo s intereses de su monopolio y al fin se estrell ciego contra la imposibilidad de las cosas. Cualquiera dira hoy, al ver las causas primeras y las ltimas consecuenc ias, que Buenos Aires haba nacido predestinado a ser el escollo en que deba naufra gar el Sistema Colonial de Espaa; poltica y comercialmente. 2. EL CONTRABANDO. La palabra Bando significa Ordenanza, Decreto, Ley y toda res olucin gubernativa, en fin; de modo que Contrabando, tomado en general, es todo a quello que se hace contra la ley. Pero el uso ha limitado l sentido general, y ha establecido que Contrabando es el acto de defraudar las rentas introduciendo o sacando mercaderas con violacin de las leyes y procedimientos de las Aduanas. 3. CARCTER DOBLE DEL CONTRABANDO. El contrabando puede someterse en las Aduanas d e un Gobierno independiente y soberano, o en las de un Gobierno metropolitano qu e tenga monopolizada la vida de sus colonos en provecho propio y en dao notorio d e ellos. En el primer caso el contrabando defrauda las rentas que una nacin neces ita para su propio fomento y para el servicio de las naciones extranjeras que co mercian y que viven en comunidad con ella; y el contrabando es por consiguiente en este caso un crimen, un robo que no tiene disculpa. En el segundo caso, esto es, cuando el contrabando es un medio de aliviar los sufrimientos y las escasece s, que un gobierno extrao y desptico impone al pas que explota por la fuerza, la co sa cambia; y en todo caso es cuando ms un acto ilcito contra un rgimen opresor. Est e era el caso de Buenos Aires bajo el rgimen absurdo de las Dos Flotas. 4. EXTREMOS INCONCILIABLES. No haba remedio: o era menester aflojar un sistema qu e cada da se haca ms imposible, para combatir el contrabando por sus propios medios , es decir, dando entrada a buques y mercancas espaolas que socorriesen las necesi dades del pas, e hiciesen menos necesario contrabandear; o era menester arrostrar las consecuencias y servir las exorbitantes usuras del trfico que Cdiz y el Per ha can por el Istmo de Panam, levantando la poblacin de Buenos Aires y haciendo el des ierto en las orillas del Ro de la Plata. Pero vendran los ingleses y los holandese s a posarse en ellas. Luego no haba remedio! Repetimos: el sistema colonial de Esp aa haba nacido con un terrible sobre-hueso en uno de sus costados. Los corsarios ( todos los buques mercantes navegaban armados) ingleses, holandeses, franceses, v enan por las costas del Brasil a negociar mercaderas y llevar retornos; hasta que la misma Casa de Contratacin tuvo que alterar el rigorismo del sistema y ensayar trminos medios. 5. BUQUES DE REGISTRO. No teniendo la Espaa con que costear una Flota para domina r el comercio ilcito del Ro de la Plata, ni retornos que extraer sin sacar de su c amino los que pertenecan a las Flotas de Panam, decidi abrir un Registro para buque s sueltos que quisieran hacer el viaje de su cuenta con licencia para tomar en Cd iz un valor contado de mercaderas y para regresar con el retorno al mismo puerto, liquidando el viaje de ida y vuelta en el mismo Registro de la Casa de Contrata cin. 6. RECLAMOS Y PROTESTAS. Por prudente y mezquina que fuese esta concesin hecha en favor del Ro de la Plata, los comerciantes de Cdiz y del Per, favorecidos por el m onopolio del surtido de la Flota de Panam, levantaron el grito contra ella, denun cindola como perjudicial y ruinosa al comercio del Per, cuya seguridad y provechos dependan de los costos enormes que les impona el convoy de guerra de esa Flota. E l Virrey, la Audiencia, el Consulado de Cdiz y el de Lima le representaron al Rey que con el tapujo de los Buques de Registro lo que se haca era abrir una verdade ra licencia al contrabando; pues con el pretexto de surtir a Buenos Aires se int ernaran las mercaderas extranjeras por el Tucumn, y an ms all, a precios relativamente bajos que no dejaran margen para que prosperase el comercio legtimo del reino. Y esto (deca el Virrey) "no es una suposicin, pues ya est visto que el trfico ilcito es
t haciendo que Buenos Aires sea el Puerto de Potos: que casi todas las tiendas de esta rica villa estn surtidas por gneros procedentes del fraude, y que una gran pa rte del dinero sellado y de las pastas se escurran hacia all por medios difciles d e contener. El caso del Gobernador Gngora, no ha de ser ciertamente el nico que ha yamos de lamentar". 7. ESTABLECIMIENTO DE ADUANAS. Con el fin de subsanar estas quejas, se resolvi li mitar las entradas de Buques de Registro a lo estrictamente necesario para el su rtido y retornos de Buenos Aires, cerrando las puertas y el pasaje de Crdoba a la s mercaderas de ese surtido, para que no penetrasen al interior en dao del comerci o de las Flotas del Per. La casa de Contratacin crey que poniendo en Crdoba una Adua na que controlase el trfico que all se hiciese con Buenos Aires, y otra Aduana en Buenos Aires que controlase y decomisase las entradas y las salidas al interior, se daba en trminos equilibrados lo que le corresponda a Buenos Aires, sin perjuic io de que su puerto daase el trfico interno que de Crdoba adelante le corresponda a las flotas de Panam. La Aduana de Crdoba era de 1 categora. Estaba servida por dos o ficiales Reales y numerosos empleados. 8. LOS DERECHOS DE ADUANA. En la de Buenos Aires los buques de Registro pagaban un treinta por ciento sobre el aforo que los artculos traan de Cdiz. En la de Crdoba se tomaba por base los derechos que los artculos de la misma clase pagaban en el Per, con ms un cincuenta por ciento de aumento sobre el aforo que all se haca de al tos. El remedio no fue eficaz, como bien se comprende; las quejas, los reclamos, las concesiones en uno y en otro sentido, se continuaron sin cesar, porque de c ualquier modo que se hiciera el espaol tena que luchar contra la naturaleza de las cosas, y que resonar al fin el conflicto por una medida definitiva como lo hemo s de ver. 9. ANTECEDENTES. Desde el tiempo de Hernandarias venan acentundose las dificultade s de esta materia. Este digno magistrado haba representado al Rey la necesidad de dar alguna soltura a la vida econmica del pas; y reinando Felipe III en 1602 cons igui que se le permitiese "embarcar anualmente" 2.000 fanegas de harina, 500 quin tales de Charqui, 500 de grasa y sebo, algunos miles de cueros, y atados de cerd a con destino al Brasil, a Guinea o a cualquier otro puerto de los vasallos de l a corona de Espaa, con licencia para retornar por igual valor en cosas de que hub iera necesidad con tal de que lo hicieran en buques propios. Crdoba pidi que se le incluyera en la misma licencia, pero la Casa de Contratacin se opuso, diciendo " que Crdoba poda y deba surtirse por va del Per". 10. EL TRFICO DE NEGROS AFRICANOS. Este trfico fue un motivo de que entrasen en Bu enos Aires bastantes cargamentos de mercaderas europeas. Con el fin de aliviar a los indios de las Encomiendas, se le haba concedido al cataln Pedro Gmez Reinel que introdujese en el Per 4.800 negros africanos; y que de stos pudiera pasar 600 por Buenos Aires. Pero, como muy pronto se descubri que lo pinge del negocio consista en introducir mercancas con los negros, y sacar grandes valores en retorno, se su primi la licencia de 1609.
LECCIN XXX ENTRADA DEL RO DE LA PLATA EN EL MOVIMIENTO POLTICO Y MILITAR DE LAS POTENCIAS EUR OPEAS 1. LA ESPAA Y LA EUROPA. A medida que tomaba ensanche la colonizacin poltica y come rcial del Ro de la Plata, se complicaban sus intereses y su seguridad con los mov imientos y con las aspiraciones de las grandes potencias extranjeras. As es que s in tomar un conocimiento sucinto de la situacin en que estaba la Espaa con respect o a las otras potencias, nos seria imposible comprender debidamente el carcter de los sucesos que ocurrieron en Buenos Aires al mismo tiempo.
2. HOLANDA Y PORTUGAL. La primera de estas naciones haba sido una pertenencia de la Corona de Carlos V que sus sucesores Felipe II, Felipe III y Felipe IV, recib ieron por herencia. Pero el movimiento general que produjo la Reforma Protestant e iniciada por Lutero encontr poderosa aceptacin en Holanda y en Blgica. Las persec uciones con que Felipe II se propuso exterminar a los herejes, y las ejecuciones que hizo en muchos de los principales nobles del pas, acabaron por provocar el a lzamiento general de los Pases Bajos y una largusima guerra en la que hizo sealado papel la poderosa marina de Holanda, cuyos buques visitaron algunas veces nuestr o ro. La que vamos a narrar no deja de ser curiosa. 3. SUGESTIONES HOLANDESAS. En 1624 vena de Espana a gobernar en Buenos Aires don Francisco de Cspedes. Al pasar por las costas del Brasil, que como hemos dicho ha ban pasado a ser de Espaa, supo que los Holandeses se haban apoderado de Baha (que e ra entonces la capital del Brasil) y que all se preparaban a atacar y tomar a Bue nos Aires. Apenas haba llegado Cspedes a Buenos Aires y reunido algunos medios de defensa cuando se presentaron al frente de la ciudad cinco naves. Una de ellas, protegiendo varios botes se acerc a las orillas tanto cuanto pudo, hizo algunos d isparos y sigui sondeando el ro como si tuviese la intencin de hacer un desembarco. Sobrevino la noche, se recogieron todos los vecinos en el Fuerte y se alejaron las familias hacia el campo. Al da siguiente las cinco naves permanecan a cierta d istancia, pero toda la ribera desde el Retiro a la Recoleta estaba cubierta de i mpresos incitando a los criollos a declararse independientes y prometindoles auxi liarlos; lo que prueba que haban andado por tierra. 4. ZOZOBRAS Y PRECAUCIONES. El gobernador y el Cabildo hicieron recoger en el ac to todos los impresos, y reunieron una Junta secreta en el saln municipal con asi stencia de los prelados y otros vecinos de consejo. Se trataba de resolver si se dara o no conocimiento al pueblo del contenido de los "pasquines". Algunos opina ron que s, creyendo que se levantara un grito de indignacin general. Pero al fin pr evaleci el parecer del P. Jesuta Ildefonso Mastrilli. "No se publique, dijo, porqu e entre las multitudes hay siempre descontentos que gustan de cambiar de religin y gobierno, y nunca es prudente darles ocasin de opinar..." Indudablemente, el Pa dre Mastrilli era maestro. 5. Por lo dems, del gobierno de Cspedes nada tendremos que decir sino que dur siete aos, que foment el establecimiento de algunos pueblos en la Banda Oriental por me dio de los Padres Jesutas y que vivi en una eterna pelea con el Obispo fray Pedro de Carranza sobre disputas mezquinas y vulgares de la jurisdiccin civil con la ec lesistica. 6. DESTRUCCIN DE LA CONCEPCIN DEL BERMEJO. Atormentados los indios comarcanos de a quel ro, por las torpezas y por la inclemencia de los Encomenderos, se levantaron en el perodo de la gobernacin de Cspedes: cayeron de improviso sobre la ciudad, y la arrasaron. Fue lamentable, pues con ms tino y liberalidad, ese establecimiento pudo haber llegado a ser una de las ms prsperas provincias del Ro de la Plata. Haba comenzado a producir en grande escala el algodn, la cera, el camo (lino), el man, e l olivo, y otros muchos productos forestales. As es que si se hubiera salvado, ho y sera la maravilla del Chaco. 7. LEVANTAMIENTO E INDEPENDENCIA DEL PORTUGAL. En las Lecciones anteriores dimos cuenta de cmo fue que Pedrlvares Cabral descubri y ocup el Brasil. Un siglo ms tarde el fantstico Rey de Portugal don Sebastin se ech en una expedicin aventurada contra Marruecos y pereci en la famosa batalla de Alcazarquivir. El Rey de Espaa don Fel ipe II, pariente inmediato del muerto, reclam y anej a su corona el trono del Port ugal a ttulo de herencia. De modo que el Brasil qued desde ese ao includo en los dom inios coloniales de Espaa. Pero en 1640, el Duque de Braganza se insurreccion cont ra la usurpacin espaola. El pas entero se puso con l, se coron rey de Portugal con el nombre de don Juan IV y de hecho se uni a la Inglaterra y a la Holanda contra Es paa. El Brasil respondi inmediatamente a la causa de la madre patria; y auxiliado
por las escuadras poderosas de Holanda y de Inglaterra recuper su nacionalidad co lonial. La Espaa estaba a tal punto extenuada y decadente que su ltimo ejrcito, el n ico que le quedaba en pie, fue completamente derrotado en la renombrada batalla de Villaviciosa en que triunf el de Braganza. Felipe IV muri de vergenza, diciendo: "Es la voluntad de Dios!"... Como si a Dios le correspondiera responder de las c onsecuencias del despotismo y del relajamiento administrativo de los gobiernos. No qued ms remedio que hacer la paz, que reconocer la independencia del Portugal y la dinasta nacional de los Braganza. 8. A la muerte de Felipe IV, su hijo y nico sucesor era un nio de ocho aos, de natu raleza atrofiada, que hasta por eso pareca ser un perfecto simbolismo del agotami ento de la Familia Austraca que gobernaba en Espaa desde 1516. A este nio enfermizo , dbil y menguado, lo coronaron con el nombre de don Carlos II que los espaoles ca mbiaron con el de don Carlos el Hechizado porque se hizo general la voz de que " una bruja gitana le haba hecho sortilegio, y que desde entonces el diablo lo tena bajo su dominio". Se le hicieron remedios espirituales de todo gnero; el Arzobisp o de Toledo y los cannigos lo tuvieron en su templo y con mil ceremonias y exorci smos solemnes hicieron lo posible por conjurar al delegado de Satans que se haba a poderado del cuerpo del rey. Pero la infeliz criatura era cada da ms balbuciante a l hablar, ms vacilante al andar. Esta miseria serva poderosamente al jesuta alemn Ni thar, confesor de la reina, que se haba apoderado del gobierno, que reparta todos sus provechos y los grandes empleos del reino entre un enjambre de parsitos vorac es, extranjeros en su mayor parte, que tenan rodeada y monopolizada a una reina f laca de espritu y devota, que no saba ni hablar la lengua del pas que gobernaba. 9. EL GOBIERNO PORTUGUS EN EL BRASIL. La jactancia y la soberana con que la nueva dinasta portuguesa miraba a la Espaa humillada por el exceso de sus quebrantos y d e su triste decadencia, es uno de los rasgos ms accidentados de aquel tiempo. Las consecuencias fueron de un enorme influjo en la historia del Ro de la Plata. 10. UNIN DE INGLATERRA Y PORTUGAL PARA EXPLOTAR EL COMERCIO DEL RO DE LA PLATA. No en vano Inglaterra haba ayudado al Duque de Braganza a sentarse en el trono port ugus, y recuperar las colonias brasileras. La mira que detrs de eso encubran las do s potencias era ocupar militarmente una parte de la costa oriental, levantar en ella una plaza fuerte, y proteger el contrabando para introducir sus mercancas ha sta el Per. El gobierno portugus haba forjado mapas de las costas atlnticas y cambia ndo la direccin de las lneas tiradas en el tratado de Tordesillas, haba hecho de mo do que la divisoria brasilera partiese de la parte interior del Maran y se corries e rectamente hasta terminar en las aguas del Plata cortando hacia el oriente la mitad de su estuario. 11. OCUPACIN CLANDESTINA DE LA COSTA ORIENTAL. Munido con estas cartas fraudulent as, y contando con el estado lamentable de Espaa, el Rey de Portugal don Pedro Il le orden al gobernador de Ro Janeiro don Manuel de Lobo que organizase una expedi cin con armamento y pobladores, y que ocupase las islas de San Gabriel y la costa inmediata en los lugares que desde tiempo antes haban estudiado bien los marinos ingleses, para establecer un puerto comercial y mantener desde all un trfico esta ble de contrabando con Buenos Aires y con el interior de la tierra. Se ve con es to que las exploraciones y sondajes anteriores no haban tenido en vista un ataque , sino adquirir un conocimiento perfecto del Ro y de sus costas. 12. EL GOBERNADOR DON JOS DE GARBO. Digno de otro gobierno y de otro tiempo, era este distinguido servidor de su desgraciada patria. Haba ascendido a Maese de Cam po (Coronel Mayor) cuando vino de gobernador al Tucumn, y en 1678 haba sido trasla dado a Buenos Aires con el mismo empleo. Se hallaba modestamente contrado a su ad ministracin interna, cuando supo con asombro que una armada portuguesa haba entrad o a las islas de San Gabriel, y que estaba levantando una plaza fuerte con tropa s y artillera en la costa oriental. 13. ATAQUE Y TRIUNFO. Como resultaran intiles todos los reclamos que hizo, crey Ga
rro que su puesto no le permita tolerar aquella usurpacin hecha a mano armada y si n antecedentes conocidos. Teniendo, pues, que rechazar la fuerza con la fuerza, en propia defensa, reuni 3.300 hombres y los puso al mando del Maese de Campo don Antonio de Vera Mojica con orden de que desalojase a los portugueses. El ataque tuvo lugar en la madrugada del 7 de agosto de 1680. La plaza fue tomada y arras ada, quedando prisionero el general Lobo con toda la guarnicin y su armamento. El ejrcito vencedor se compona de 110 hombres de Buenos Aires, 60 de Santaf, 50 de Crd oba y 3.000 indios misioneros de Corrientes y del Paraguay trados en persona por los PP. Jesutas a cuyos colegios pertenecan. 14. HUMILLACIN VERGONZOSA DEL GOBIERNO ESPAOL. La noticia indign al Rey de Portugal . Mand en el acto que sus tropas se concentrasen en las fronteras de Galicia y qu e se aprontase una escuadra a venir al Ro de la Plata. La Espaa se humill a tal pun to que consinti en devolver la Colonia del Sacramento con todo lo tomado en ella; en restablecer a su costa las obras arrasadas; en procesar al gobernador Garro por haberse atrevido a ofender al Rey de Portugal y en someter a rbitros la cuest in de la divisoria fraudulenta forjada por los portugueses. As perdi Espaa la ribera oriental del Ro de la Plata. Verdad es que detrs del Portugal estaba la Inglaterr a, y que la unin de las dos marinas haca gravsima la situacin de Espaa en aquella poca luctuosa en que la Casa de Austria tocaba all a su fin. El duque de Jovenasso, e mbajador de Espaa, tuvo que pasar por el dolor de firmar este tratado de 1681. 15. EL CONTRABANDO Y LA EXPORTACIN POR EL PUERTO DE BUENOS AIRES. Con esta victor ia, los portugueses llevaron adelante las obras de la Plaza, dndole el nombre de COLONIA DEL SACRAMENTO que tan repetidos y ruidosos ecos ha tenido en nuestra hi storia colonial. Lo curioso es que esta brecha abierta al trfico martimo de Espaa, redund casi, se puede decir, en provecho exclusivo de Buenos Aires y de Inglaterr a, cuya marina mercante era la nica que poda aprovecharla. Los buques y las mercad eras de contrabando se abrigaban detrs de las islas de San Gabriel bajo los fuegos de la plaza. Desde all echaban lanchones cargados que los mismos comerciantes de l pas reciban por la noche al favor de la soledad y del abandono en que estaban la s costas; y as les daban los retornos de cueros, lanas y dems frutos del pas. Atrado s por este trfico ventajoso, los negociantes de Crdoba y del interior se surtan de las mercaderas contrabandeadas, trayendo para pagarlas, pias y barras de plata y o ro, con lo que se mantena un cambio de valores que entraban por Salta hasta el Al to-per, aunque siempre con aquellas dificultades y eventos que nacen de la falta de libertad y de los peligros que se corren al defraudar al monopolio fiscal. 16. GOBIERNO DEL MARISCAL DON AGUSTIN DE ROBLES. Poca importancia y poqusimo mrito tuvo su gobierno. Se le mand en reemplazo del seor Garro; y si honrado y si virtu oso haba sido ste, Robles fue todo lo contrario, dilapidador y ladrn de los bienes pblicos sin rebozos ni escrpulos. Slo por un incidente merece recordarse. Aguzada l a codicia de los franceses por el trfico clandestino que ingleses y portugueses h acan en las costas de Amrica, un marino francs llamado M. de Pointis arm 24 naves; a tac y saque a Cartagena (N. Granada) y de all se dirigi al Ro de la Plata con nimo de hacer lo mismo en Buenos Aires. Por fortuna, encontr en pie todava las fuerzas que haban tomado y arrasado la Colonia del Sacramento no se atrevi a tentar la aventu ra. Igual cosa sucedi cuando pocas semanas despus de los franceses, se presentaron en actitud de amenaza otras cuatro naves de piratas dinamarqueses. El gobernado r Robles arm algunas lanchas con cuatrocientos soldados y esto bast para que viend o los piratas que no tendran xito fcil abandonasen la partida.
LECCIN XXXI EL TRATADO DE UTRECHT Y EL REINADO DE LA CASA FRANCESA EN ESPAA 1. LA GUERRA DE SUCESIN. Carlos II -el desventurado rey de Espaa y de las Indiasmuri a ltimos de 1700 sin herederos, y dejando tal enredo sobre quien haba de ser s u sucesor, que toda la Europa se conmovi, y ya se produjo una guerra general de l
as potencias: las unas por favorecer las pretensiones del prncipe francs, Duque de Anjou; y las otras por el Archiduque don Carlos de Austria. La Espaa se dividi ta mbin en los dos partidos y se arm dentro una guerra civil tremenda complicada con las fuerzas extranjeras que actuaban por uno o por otro pretendiente. Como Sevil la y Cdiz se pronunciaron por el prncipe francs que actuaba con el nombre de Felipe V, el Ro de la Plata, que por la administracin y por los influjos comerciales, pe rteneca por entero a esas dos ciudades, sigui el mismo partido que ellas. 2. NUEVO ATAQUE Y TOMA DE LA COLONIA DEL SACRAMENTO. Felipe de Anjou tena asegura da la lnea de los Pirineos por su abuelo Luis XIV. Pero los otros poderes consigu ieron atraerse el favor de Portugal, y por la frontera portuguesa tenan la puerta abierta para desembarcar tropas y operar en Espaa. La Colonia do Sacramento vino , pues, a ser un punto enemigo y peligroso para Buenos Aires, por lo que el Virr ey del Per, conde de Moncloa, le orden al gobernador don Juan Valds de Incln que fue se sobre ella y la tomase. Este gobernador organiz una fuerza imponente; atacando primero el puerto consigui apoderarse de un bergantn de 12 carronadas; y cuando e l general de tierra don Garca Ros se present delante de los muros, encontr que la g uarnicin portuguesa se haba embarcado y desalojado la plaza. 3. LA PAZ GENERAL DE UTRECHT. Al fin, el 11 de abril de 1713 se hizo la paz gene ral llamada de Utrecht por el nombre de la ciudad en que se reunieron y la firma ron los delegados de las potencias beligerantes. El de Inglaterra se neg a firmar la si la Colonia del Sacramento no se devolva a Portugal. Felipe de Anjou la hizo devolver en 1715, a trueque de otras concesiones que se le hicieron y de quedar reconocido como Rey de Espaa y de las Indias con el nombre de Felipe V. Con don Carlos el Hechizado se extingui as la CASA DE AUSTRIA; y con Felipe V surgi la DINA STA DE LOS BORBONES o la Casa Francesa que reina todava en el presente. 4. DESASTRES DE FRANCIA Y ESPAA. La paz de Utrecht le fue impuesta a la Espaa por los desastres de la Francia ms que por los propios. En esta guerra la Francia no slo perdi su influjo en la Confederacin Germnica sino las mejores y las ms prsperas de sus Colonias. Las famosas batallas de Malplaquet y de Romillies ganadas por el clebre general ingls lord Malbourough; y los desastres de su marina en las Antilla s, en la India, y en el Mediterrneo postraron sus fuerzas y recursos a tal grado que tuvo que hacer la paz. La Espaa no tena como sostener la guerra sin la Francia y entre otras prdidas que le impusieron sus enemigos entr la de devolver al Portu gal la Colonia del Sacramento. La Inglaterra qued duea de las llaves del Mediterrne o por la posesin del Pen de Gibraltar; y sin contar otras ventajas qued duea tambin de las llaves del comercio del Ro de la Plata por la devolucin de la Colonia del Sac ramento al Portugal. El xito suntuoso de esta guerra y de esta paz, fue el ttulo ms brillante de la celebridad con que el grande ministro Lord Chatham qued dominand o en la poltica de su tiempo. 5. EL ASIENTO DE NEGRO. Al hacer el Tratado de Utrecht la Inglaterra se port gene rosamente con la Espaa, devolvindole las islas de Asia y de las Antillas que haba o cupado. Mediante este proceder solicit y obtuvo que Espaa le concediese el derecho de introducir y vender en Buenos Aires, una cantidad anual de negros africanos. Un historiador ingls dice "bajo el nombre de Estipulacin del Asiento, Inglaterra adquiri en 1713 el odiossimo derecho de suplir a la Amrica Espaola con negros esclav os", y el eminente historiador Eeren agrega: "Las concesiones del Tratado de Utr echt, bajo muchos respectos, aseguraron a la Inglaterra la preponderancia del co mercio martimo. El Ajuste del Asiento hecho con Espaa, le dio no slo el privilegio de proveer ese trfico por treinta aos en las colonias espaolas, sino lo que vala muc ho ms, medios y pretextos perfectamente justificados para hacer y mantener en esa s vastas regiones un comercio de contrabando tan extenso y tan frecuente que vin o a ser para ella una fuente de enormes beneficios"; tal era ya la vala comercial del Ro de la Plata. 6. LA COMPAA DEL MAR DEL SUR. El gobierno ingls vendi el derecho del Asiento a una c ompaa que tom a su cargo la provisin de negros con el nombre de Compaa del Mar del Sur
. Sus agentes vinieron a Buenos Aires siendo gobernador don Alonso Juan Valds Inc ln (muy devoto de la Virgen pero ratero y bgamo segn dice el P. Lozano). Entre l y l os agentes ingleses se arregl que los negros seran desembarcados al cargo de inspe ctores, y que aquellos y stos viviran encerrados en un vasto depsito o terreno comp letamente incomunicado con el vecindario, no slo para impedir su contacto hertico personal con los vecinos, sino principalmente para que no se concertasen contrab andos con los barcos negreros. Para la venta y compra de los negros, el gobernad or expeda permisos controlados por el Cabildo de sacar el nmero de negros que adqu ira cada comprador. Se le entregaban en el exterior del recinto y cada uno los ll evaba a sus barracas, de donde la mayor parte eran trasportados al Per en recuas que algunas veces ascendan a mil y ms individuos. El depsito incomunicado del Asien to estaba ubicado al norte de nuestra plaza del Retiro (hoy San Martn) confinado entre las calles Arenales, las Barracas (o Avenida de Julio) y la calle de Suipa cha (93). As quedaron las cosas, arregladas al parecer, por el celebrado tratado de Utrecht, cuyas clusulas y principios, quedaron en aquella poca como la base def initiva y constitucional del Derecho internacional europeo. Pero la intrusin de l a Inglaterra en el territorio espaol del Pen de Gibraltar, y la del Portugal en el del Ro de la Plata con la Plaza fuerte de la Colonia, eran dos espinas demasiado hirientes para que continuasen en paz efectiva las naciones martimas y comerciale s que la haban celebrado. ________________ (93) Vasto recinto que perteneci despus a las testamentaras de Azcunaga y de Maza. ________________
LECCIN XXXII GOBIERNO DE DON BRUNO MAURICIO DE ZAVALA EN EL RO DE LA PLATA 1. REVUELTA DE LOS COMUNEROS EN EL PARAGUAY. Aunque los cronistas, especialmente el Den Funes, dan noticias excesivamente prolijas de esta revuelta, nosotros la reduciremos a pocos renglones; primero, porque es un suceso puramente paraguayo y segundo, porque nada hay en l que como raz o como germen haya tenido influjo en la sociabilidad argentina. Produjronse rencillas vulgares entre los encomenderos del Paraguay y el gobernador don Diego de los Reyes de Balmaceda. Aqullos acusaba n a ste de estar ligado en las grandes especulaciones de yerba mate que los Jesuta s exportaban a las provincias argentinas, con dao del comercio comn. La Audiencia de Charcas, estimulada a proceder envi como Juez pesquisador al Licenciado don Jo s Antequera y Castro. Este se levant con el Gobierno, depuso a Reyes, se ech sobre las Misiones y expuls a los Jesutas apoyado indudablemente por la clase comn. El de sorden lleg a tal grado que el Virrey del Per le orden al gobernador de Buenos Aire s don Bruno Mauricio de Zavala que reuniese fuerzas, marchase a restablecer el o rden en la Asuncin. Antequera huy al aproximarse Zavala; y ste regres a Buenos Aires despus de haber cumplido su misin. 2. LOS COMUNEROS. Pero el germen de la anarqua haba quedado vivo y dispuesto a est allar al menor motivo. Un aventurero llamado Mompox, incit de nuevo al vecindario contra la imposicin de la fuerza y del predominio de los Jesutas, propalando la d octrina de que "los intereses y los derechos del Comn, eran mayores que los de to dos los poderes establecidos, incluso los del Virrey y los del mismo Rey". Preva lecindose los afiliados de la debilidad o connivencia del nuevo gobernador don Ma rtn Bera nombraron autoridades representativas del Comn, titulndose ellos mismos COM UNEROS. Volvieron a expulsar a los Jesutas, destituyeron al gobernador Sorotea, e nviado por el Virrey y se pusieron en completa insurreccin. El 15 de septiembre d e 1733, la asonada tom un incremento violentsimo quedando muertos muchos de los pr incipales de los dos bandos. El virrey volvi a ordenar al gobernador de Buenos Ai res don Bruno Mauricio de Zavala que marchase a la Asuncin, y que se encargase de
la gobernacin del Paraguay hasta extinguir completamente la revuelta y sus grmene s. Puesto en armas, Zavala invadi el Paraguay. Los indios misioneros corrieron a tomar parte bajo su mando. Tuvo lugar una batalla decisiva en el ro Tabapuy. El t riunfo de Zavala puso fin a la rebelin en junio de 1735; se siguieron los castigo s consiguientes, y se extingui ese largo desorden que los cronistas llaman la Gue rra de los Comuneros del Paraguay. 3. TRGICO FIN DEL LICENCIADO ANTEQUERA. Seguase entretanto el proceso de este ambi cioso personaje, de quien nada menos se deca que haber querido coronarse en el Pa raguay. La audiencia de Lima pidi venia al Rey para remitirlo a ser juzgado en Es paa. Pero el Rey lo neg, ordenando "que lo fuera donde haba delinquido". Al princip io se concibieron esperanzas de que consiguiera salvarse. Pero la rebelin de los comuneros que haba salido del seno de los actos pblicos y atentados de Antequera, fue fatal para su suerte, pues demostr todo el peso de sus responsabilidades y lo aciago de las consecuencias que en l haban tenido su punto de partida. Juzgado en Lima, fue condenado a muerte y ahorcado all mismo "a pesar de no ser el lugar do nde haba delinquido". 4. EL GOBERNADOR ZAVALA Y EL CONTRABANDO. Retrocediendo un poco, diremos que ala rmado el gobierno espaol por el incremento asombroso que tomaba el contrabando en el puerto de Buenos Aires confi la gobernacin de este punto a un hombre respetabl e por su graduacin, sus servicios y su inteligencia. El brigadier don Bruno Mauri cio de Zavala tom posesin de su empleo en julio de 1717. Muy pronto se apercibi de las verdaderas causas de lo que pasaba, e inform al Rey en estos trminos admirable s por la sagacidad y por la prudencia con que revelan en su autor un verdadero h ombre de estado: "Considero imposible atajar las furtivas negociaciones de la Co lonia del Sacramento, en razn de no encontrarse en esta plaza un solo artculo come rciable (legtimamente) y no veo sino dos cosas que pudieran hacerse; o dejar que se abastezcan libremente, o que se haga un esfuerzo y se destruya por las armas el establecimiento portugus. En este ro miran las naciones martimas, enemigas o riv ales de Espaa, un canal predispuesto por la naturaleza para el comercio de contra bando, y para surtir por l todo el interior del pas hasta el Per. Los mismos negoci antes espaoles aqu establecidos, son conniventes, partcipes y ocultadores; y no hay trmino medio entre cortar este abuso con un golpe sobre la Colonia, o permitir e l comercio dndole una forma legal". Estas ideas causaron escndalo en el Consejo de Indias como veremos ms adelante. Pero prueba tambin que desde el primer momento, el general Zavala haba puesto el dedo sobre la llaga, y que adelantndose a lo que tendra que hacerse al fin, auguraba que el gobierno espaol no tendra ms remedio que habilitar al puerto de Buenos Aires a negociar libremente con "todos los puertos espaoles", derogando el absurdo y ruinoso monopolio que la Casa de Contratacin pr etenda mantener en favor exclusivo de Cdiz y de Sevilla. 5. LOS CORSARIOS FRANCESES Y LOS INDIOS HUEN-HUAS. Cuatro buenos franceses manda dos por un capitn Moreau tomaron posesin del puerto de Maldonado y de la isla de G orriti en la Banda Oriental. Una vez en tierra pactaron con los caciques Huen-hu as un gran negocio de matanza de ganados y acopio de cueros secos. El gobernador Zavala lo supo y los oblig a reembarcarse, pero se trasladaron a Castillos con l o que haban acopiado, y tan seguros se creyeron en ese punto que construyeron bar racas en tierra; y seguan haciendo acopios cuando fueron sorprendidos por las fue rzas del gobernador. Moreau cay muerto en el combate, se tomaron 83 prisioneros, se destruyeron los galpones, se quemaron como nueve mil cueros, escapndose el res to de los aventureros en los lanchones y botes que tenan en la ribera. 6. DIFERENCIAS ENTRE LAS GUERRAS INDGENAS Y LOS CONFLICTOS COLONIALES. "Las atenc iones del gobernador Zavala, dice el Den Funes con acierto, se hallaban divididas entre el cuidado de preservar estos establecimientos de la irrupcin de los brbaro s, y el de impedir que los portugueses diesen un paso ms afuera de los lmites seala dos. Como las guerras de ocupacin contra los salvajes, dueos primitivos del terren o, carecen en general de importancia militar y de valor poltico en el progreso de la sociabilidad colonial, salvo algunos hechos de grande trascendencia, hemos t
enido por regla en este Manual, no dar extensin a los combates contra indios, con tentndonos con indicarlos; pues de otro modo habramos tenido que engolfarnos en crn icas estriles y ajenas al objeto. Otra cosa es tratndose de sucesos internacionale s y econmicos, que no slo afectan en sustancia la entidad y el desarrollo de los i ntereses coloniales sino que son los jalones que van marcando el camino histrico y progresivo de nuestros pueblos. 7. MONTEVIDEO. En 1720 anclaron en el puerto de Montevideo cuatro naves portugue sas que comenzaron a levantar una fortificacin que a la vez que sirviese a reforz ar la plaza de la Colonia, cerrase en manos del gobierno portugus y de Inglaterra la explotacin comercial del Ro de la Plata. El gobernador Zavala pidi en el acto c ontingentes armados a los pueblos del Tucumn y Paraguay. Los Jesutas, prontos siem pre a contrarrestar los avances portugueses, armaron tres mil indios. Con stos y con 400 soldados criollos se abri la campaa. Encerrados los portugueses en su real , se encontraron estrechamente sitiados, sin vveres y sin tener como procurrselos. Su jefe, el general Manoel Freites de Fonseca, vio que no poda conservar la plaz a, y la abandon precipitadamente el 22 de enero de 1724, retirndose a la Colonia. El gobernador ocup militarmente el punto; pidi pobladores de las islas Canarias y de Tucumn, y luego que tuvo reunidos los elementos necesarios, y el dinero que el Virrey del Per le envi de Potos, levant murallas y fund la ciudad y plaza fuerte de Montevideo en 1726. 8. CARGOS Y DESCARGOS. No cesaban el Consejo de Indias y la Casa de Contratacin, de dirigir al Rey cargos contra el general Zavala por la ineficacia de sus medid as contra el contrabando. En uno de esos oficios aseguraban que la nave inglesa Carteret, del capitn Toms King, que se haba resistido a que la visitasen los oficia les del fisco, se haba hecho a la vela con un valioso cargamento; -Que el navo Duq ue de Cambridge haba salido de San Gabriel y dado tornagua en Londres de dos millo nes y medio de pesos en efectivo, en lanas, cerda y cueros. Del Per se le deca al Rey que a pesar de todos los sacrificios que se hacan por cerrar el Ro de la Plata , las mercaderas de contrabando se sacaban de la Colonia del Sacramento en grande s caravanas que de la Banda Oriental pasaban a la Occidental (por Entrerros) y su ban por los pueblos del Tucumn en tal cantidad que si en Potos abundaban las mercad eras de contrabando, viese surtida por artculos y tejidos de contrabando extranjer o. Zavala insista en que l no poda reformar la naturaleza de las cosas; en que el m al no tena ms remedio que arrasar la Colonia, "pero que como a esto se haba opuesto el Tratado de Utrecht, cedindola a perpetuidad al gobierno portugus, no quedaba o tro recurso que hacerle competencia abriendo el comercio directo con los puertos y mercados de Espaa independientemente del trfico del Per"; -Que por lo dems, si en Potos abundaban las mercaderas de contrabando, era tambin porque ese contrabando s e haca en Cdiz, donde mediante el cohecho, y el tributo de la multa, se cargaba en las Dos Flotas toda clase de artculos extranjeros con nombres y con rtulos espaole s que este contrabando era el que la Casa de Contratacin toleraba abiertamente en pro del monopolio de Cdiz y de Sevilla. El gobernador Zavala fue exonerado. Su r eemplazante, don Miguel de Salcedo, tom posesin del gobierno en 1734.
LECCIN XXXIII ASOMOS DE UN NUEVO ESPRITU EN EL GOBIERNO Y EN LA SOCIABILIDAD DE ESPAA 1. PRINCIPIOS DE LA REFORMA COMERCIAL. La extincin de la Casa de Austria y la Gue rra de Sucesin, removieron de lo hondo a la superficie la sociabilidad espaola. La profunda agitacin que produjo en los espritus, puestos por los sucesos en contact o con las ideas filosficas que comenzaban a predominar en el siglo XVIII, dio alz a a hombres nuevos que subieron en el concepto pblico mostrando ideas y propsitos contrarios al orden vetusto y atrasado que hasta entonces haba tenido a la nacin e xcluda, diremos as, de la sociedad liberal europea. Comenz a primar entre los hombr es nuevos el ilustre don Jos Patio "a quien se llam el Colbert de Espaa". "En su tie
mpo se restableci la marina y resucit el anhelo de dominar en ebardt. Mostrronse a su lado el erudito y sabio economista don don Jos de Somodevilla, marqus de la Ensenada, Wall, Carbajal roso grupo de hombres de Estado inspirados por las nuevas ideas el deseo de realzar la vida de la patria.
los mares" - dice Gh Juan Jos Campillo, y Lancster, y un nume del siglo y por
2. INFLUJOS LIBERALES EN EL RO DE LA PLATA. El que ms influy en que los nuevos prin cipios comenzaran a tener aplicacin en Buenos Aires, fue el seor Campillo sugirien do por medio de sus publicaciones y de su ntima amistad con don Jos Patio, reformas parciales que evidentemente tendan a anular el predominio de que haban gozado el Consejo de Indias y la Casa de Contratacin. 3. ESTABLECIMIENTO DEL MINISTERIO DE INDIAS Y COMERCIO. No siendo posible, por l o pronto, derruir todo el monumento de abusos y restricciones en que reposaba el monopolio martimo y comercial de las Dos Flotas, por los poderossimos intereses i ncorporados a su mantenimiento, el seor Patio y sus amigos comenzaron por disminui r el despotismo absoluto en que reposaban sus facultades y las limitaron creando en el gabinete real un Ministerio de indias y de Comercio que retrajo a manos d el Rey y de sus ministros el despacho supremo de todos los asuntos comerciales, sustrayndole as a la Casa de Contratacin la facultad de dar o de negar licencias li bres a los barcos de Registro, y centralizando esta valiosa atribucin en el gabin ete del Rey. Grandes quejas se levantaron en Cdiz y en el Per; pero el gabinete de l Rey persisti en sus resoluciones, y con eso slo dio un gran paso el comercio per mitido entre Espaa y el Ro de la Plata. Hzose sentir desde entonces por un declive natural de esta reforma, la idea de complementarla, con la creacin de un nuevo vi rreinato en Buenos Aires, a fin de reatar en su centro el gran grupo de pueblos y provincias, que tendan ya a comunicar su vida social y econmica con las salidas naturales al Atlntico. Se puede decir que desde entonces el Consejo de Indias y l a Casa de Contratacin comenzaron a perder su robustez. Adems de eso, las guerras c on la Inglaterra y la prepotencia martima de esta nacin interrumpieron el convoy d e los DOS FLOTAS; de manera que el trfico espaol con la Amrica fue cayendo, cada ve z ms, en manos de los buques mercantes, obligados as a usar de sus propios medios para defenderse y navegar entre Espaa y el Ro de la Plata. 4. EL DERECHO DE VISITA MARTIMA. Crea el ministerio espaol presidido por don Jos Pat io que los barcos ingleses que navegaran en las costas o en los ros espaoles deban s ujetarse a ser visitados para comprobar si mercaban o no con artculos de contraba ndo y en consecuencia el gobernador de Buenos Aires, don Miguel Salcedo recibi or den de armar lanchones de resguardo, y visitar a los barcos mercantes que recorr iesen costas dentro del Ro de la Plata. La primer presa fue la del bergantn Phamto m, ricamente cargado, hecha en la costa de la Ensenada. Por desgracia hizo resis tencia; y en la lucha fue muerto su capitn, tres marineros, y tomados los dems con el cargamento. En esos momentos se hallaban en la Colonia esperando buena ocasin , veintisis buques con algunos negros, pero con ms mercancas que negros. Irritados y temerosos de sufrir algn contraste, levantaron anclas y se dirigieron a Ro Janei ro, levantando el grito contra el gobernador de Buenos Aires, que segn decan ellos estaba violando el Tratado de Utrecht y decomisando los negros del Asiento. Mas , como el derecho de visita se estaba ejerciendo al mismo tiempo en Venezuela, e n el ro Magdalena, y por toda la costa hasta Mjico, la Inglaterra protest y amenaz. Don Jos Patio sostuvo su derecho, y se sigui una nueva declaracin de guerra. 5. INCIDENTE DESGRACIADO EN LA COLONIA. El gobernador Salcedo recibi orden de tom ar la Colonia. Pero el Portugal haba aprovechado el tiempo y la experiencia, poni endo a la plaza en estado de resistir con ventaja el ataque. Salcedo fracas; pero esperando recursos que de Espaa deban venirle, se limit por lo pronto a establecer un campamento de asedio riguroso, a vigilar el ro y recorrer las costas con fuer tes partidas de caballera que impidiesen la internacin y el transporte de mercadera s. En ese tiempo fue cuando dos fuertes escuadras inglesas fracasaron en sus ten tativas contra las otras Colonias espaolas. El almirante Vermon fue rechazado y d errotado en Cartagena; el almirante Knowles en Caracas, y el almirante Anson, az
otado por violentos huracanes en el Cabo, perdi por enfermedades un nmero extraord inario de la gente que llevaba. Lo nico que hizo fue saquear a Payta y tomar algu nas presas que conducan tesoros a Panam. 6. LAS LETRAS EN LA NUEVA DINASTA. En el reinado de Felipe V comenz en Espaa un vig oroso desarrollo de las Bellas Letras. Se fundaron buenos establecimientos de in struccin, entre los cuales merecen mencionarse la Real Academia de la Historia, l a Real Librera (Biblioteca Pblica), el Seminario de Nobles, la Escuela de Medicina y muchos otros. De ese movimiento salieron los Escritos Crticos de Feijo que sirv ieron de modelo a los de Franklin, los del Padre Isla el verdadero autor de Gil Blas, las poesas de Luzn, y la enseanza liberal en que se formaron grandes hombres de letras y de Estado como Campomanes, Floridablanca, Jovellanos, los Moratines, y muchos otros que llegaron a gozar de fama europea. La juventud argentina debe conocer sus hombres, cuando menos, porque con esas lecturas se formaron los hom bres ilustres de nuestro pas, y porque son todava los maestros de nuestra lengua, cuya belleza no depende de la ridcula afectacin del sonsonete, ni de la frase espi ral o enroscada como un tirabuzn, ni de pintarrajos, sino de la llana claridad, d e la contextura transparente, del giro espiritual sonriente y del concepto lumin oso, sencillo, sincero, con que se debe verter, agrupar y desenvolver las ideas. Un buen estudiante argentino debera tener al lado de su catre "El Teatro Crtico" de Feijo, ese grande maestro de la lengua, de la literatura y de la filosofa del b uen sentido de que tanto necesitan... de que tanto necesitamos todos los que esc ribimos en esta tierra.
LECCIN XXXIV CAMBIOS EN LA POLTICA EXTERIOR DE ESPAA 1. DIVERGENCIAS DE FAMILIA. El Rey Felipe V, nacido en Francia, duque de Anjou, y nieto de Luis XIV, se haba mostrado siempre fiel a los intereses dinsticos de su abuelo. Sucede casi siempre que en casos anlogos la opinin pblica se divide en gir os opuestos a la poltica dominante; y as fue como se form un partido antifrancs en t orno del prncipe de Asturias don Fernando, que por haber nacido en Espaa, tenda a q ue Espaa tuviese una poltica propia que se divorciase de los influjos franceses. 2. ENLACES MATRIMONIALES. As como a Espaa le dola verse arrastrada con enormes sacr ificios a tomar parte en las incesantes complicaciones de la poltica francesa, in comodbale tambin a Portugal la presin de la poltica martima de Inglaterra. Deseosas, pues, las dos cortes de sacudir los influjos que las distanciaban, concertaron d e ambos lados el casamiento del prncipe de Asturias don Fernando con la infanta d e Portugal doa Brbara de Braganza, y el del prncipe del Brasil con la infanta de Es paa doa Ana Victoria de Borbn. 3. EXTRAA Y DESGRACIADA NATURALEZA DEL PRNCIPE ESPAOL. Don Fernando era un joven re flexivo y sincero. Pero haba heredado el genio hipocondriaco de su padre. Haba viv ido siempre triste, solitario y retrado de las distracciones y alegras del trato s ocial. Cuando sumiso al deber dinstico, super el bochorno de tomar la mujer que le entregaban, vino recin a conocer las virtudes de su compaera y los halagos de la amistad conyugal. Se sinti fascinado, y se entreg a su incujo, no porque ella fues e artera o intrigante, sino porque, habiendo nacido l melanclico y hurao haba encont rado en ella el nico amigo que haba conocido y los lazos del corazn que lo ligaban a la vida. Para comprobar estos datos, baste decir que cuando enviud a los ocho ao s de casado, se volvi loco y muri en un estado miserable a los cuarenta y dos aos d e edad (94). ________________ (94) Dice Gebhardt: "Desde la muerte de su esposa habase agravado en l la enfermed
ad de melancola que ordinariamente lo aquejaba, hasta degenerar en una fatal y co mpleta atoma. Encerrado, negbase a ver a las personas de su mayor confianza y cario , y slo se hallaba bien en la soledad de su pesar. Pronto comenz a manifestar irre gular y extraa conducta, y raros eran los intervalos en que contestaba con aciert o... se vio pronto asaltado de sueos horribles y pesadillas... y se entregaba a l os ms violentos arrebatos hasta que muri en 1759". Lo notable es que con idntica en fermedad muri su padre. Los eminentes historiadores ingleses de la Sociedad propa gadora de conocimientos tiles dicen: "La enfermedad hipocondriacal de Felipe V ll eg a tal grado, que pasaba meses enteros sin dejar la cama rehusando todo quehace r y trato. Haba hecho abandono completo del gobierno en su segunda mujer doa Isabe l Farnesio", etc., etc. (Spain and Portugal, pg. 190.) ________________
4. INFLUJO MATRIMONIAL. Felipe V muri en 1746, y su hijo ascendi al trono con el n ombre de Fernando VI. Preocupado el nuevo rey con tendencias y propsitos distinto s de su padre, e influido por la reina cuyo vehemente deseo era conciliar los in tereses de Espaa con los de Portugal, llam al poder hombres nuevos que consideraba n necesario buscar una buena inteligencia con Inglaterra y atraerse la unin since ra con Portugal. Era cabeza de este partido don Jos de Carbajal y Lancster, poltico imperioso y resuelto, que a las ideas ya fijas con que haba aceptado el minister io, reuna inteligencia muy clara, enrgica voluntad, y contraccin asidua al trabajo. La dificultad que ofreca su plan y el de la reina era el puerto franco y la plaz a fuerte de la Colonia del Sacramento, pues a nadie se le ocultaba que mientras ese punto permaneciese en manos de Portugal no haba como defender el sistema come rcial de Espaa contra el comercio ingls, ni como destruir ese abrigadero del contr abando. 5. EL TRATADO DE PERMUTA DE 1750. Deseoso de complacer a la reina y de contar co n su influjo para mantenerse en el poder, Carbajal estudi el asunto y negoci con e l gobierno portugus un Tratado Secreto, por el que Portugal cedera a Espaa la Colon ia del Sacramento y recibira en Permuta el Ro Grande con todo el vasto territorio que desde Santa Catalina se extiende hasta las fronteras del Paraguay, inclusas las Misiones Jesuticas del alto Uruguay y del Guayra "con sus pobladores de la ra za guarantica asimilados ya a la Espaa"; infelices que por el hecho mismo venan a q uedar esclavos de sus eternos enemigos los paulistas o mamelucos de San Pablo. S i el convenio hubiese sido uno de esos pactos que una nacin hace in extremis desp us de una fatal derrota, nada habra habido que decir. Pero hacerlo POR PERMUTA, y permutar hombres libres, vasallos arraigados en el orden y en el trabajo naciona l, fue mirado por todos, cuando se supo, como la ms brbara iniquidad y la ms vergon zosa abyeccin en que puede caer un gobierno civilizado y honrado. Para mayor infa mia, se hizo con tal sigilo que, temindose oposicin de parte del ministro de marin a y comercio don Zenn de Somodevilla, marqus de la Ensenada, no slo se le ocult el t exto del tratado, sino que se le enga, dndole cuenta de que era un arreglo hecho en tre ambas cortes, para demarcar los lmites de las respectivas posesiones, a in de que no extraase el nombramiento del Comisario marqus de Valdelirios y del personal con que se nombraba la Comisin. 6. EL GOBERNADOR DE BUENOS AIRES DON JOS DE ANDONAEGUI. Es probable que el minist ro Carbajal, alucinado con el ciego respeto que supona en el lejano pas al gobiern o absoluto de la metrpoli, y creyendo difcil que traspirasen los hechos que deban t ener lugar en los pueblos silenciosos de los indios, cont con que nada se sabra ha sta no estar todo consumado; y que al ver eliminada de la poltica espaola la causa continua de guerras y reclamos provocados entre Espaa, Inglaterra y Portugal por la Colonia del Sacramento, todos aceptaran el resultado como benfico para la quie tud de ambos pases. Pero se enga. El sentimiento de la dignidad nacional estaba muc ho ms acentuado en las provincias del Ro de la Plata, de lo que el ministro se fig uraba; y cuadr la circunstancia de que gobernara en Buenos Aires el Brigadier don Jos de Andonaegui, hombre de elevado carcter, que juzg impropio de sus deberes con
sentir la ejecucin del tratado sin presentar antes reparos y dar al Rey informes en favor de los pueblos que gobernaba. 7. DESCUBRIMIENTO Y REVELACIN DE LA VERDAD. La que era posible ocultar por cierto tiempo en Espaa, no era posible ocultarla en el Ro de la Plata, pues era indispen sable dar rdenes y tomar medidas pblicas para la ejecucin del tratado, y aun para e l caso sumamente probable de que los Jesutas, y los pueblos de indios que adoctri naban, hicieran resistencia. De todas partes llegaron reclamos a la Corte. El tr atado se hizo pblico y levant una general indignacin. El ministro marqus de la Ensen ada, ofendido de lo que se haba hecho con l, o escandalizado por el asunto mismo, se dirigi al Rey de los dos Sicilias y de Npoles, heredero presunto de la corona, dndole cuenta de todo, y pidindole que interviniera, pues se trataba de grandes in tereses del reino que "pronto haba de heredar". 8. ENRGICA Y PRONTA INTERCESIN DEL REY DE NPOLES. Para comprender este incidente es indispensable que demos algunos detalles de familia. Felipe V haba sido casado d os veces. La primera con Mara Luisa de Saboya, de la que tuvo el hijo don Fernand o VI de quien estamos hablando. En seguida Felipe V se cas con doa Isabel Farnesio . De sta tuvo su segundo hijo don Carlos, que no slo reinaba ahora en Npoles por de recho materno, sino que por no tener sucesin su hermano Fernando VI, era tambin he redero presunto del trono de Espaa. A este prncipe, que por su alta inteligencia y elevadsimos dotes de carcter ejerca ya una prestigiosa influencia en el reino que pronto haba de gobernar, fue al que se dirigi el marqus de la Ensenada, revelndole l as intrigas y los resultados del Tratado de Permuta, y acusando a Carbajal de la inicua deferencia con que por complacer a la reina y a la corte portuguesa, haba sacrificado el territorio con ms de cuarenta mil vasallos libres y hacendosos de la corona de Espaa. El rey de Npoles comprendi, desde luego, todo el oprobio, y ma nd inmediatamente a Madrid al prncipe de Lacy con plenos poderes para reclamar por lo pronto, y protestar despus, en nombre de sus futuros derechos, contra la Perm uta y sus consecuencias. 9. PETICIN DE JUSTICIA. Entre los documentos que el enviado llevaba iba uno con e l ttulo de Plegaria de clemencia y de justicia, formulado por la Asamblea de los Siete Pueblos Guaranticos. "Nosotros, decan en ella, no podemos, soberano seor, ser permutados; porque adems de ser vasallos voluntarios y juramentados del Rey de E spaa, las tierras y las labranzas de que se nos quiere arrojar las tenemos de Dio s y de nuestros padres y con ellas nos hemos puesto bajo el amparo del Rey de Es paa, no para que nos permute, sino para que nos proteja, y recoja el tributo que slo a l le debemos. En la creencia de que el Rey ha sido sorprendido y engaado, nos defenderemos hasta que bien informado forme juicio propio de lo que a sus sbdito s les debe". 10. LA GUERRA GUARANTlCA. A pesar de todo, la distancia y la imposibilidad de rec ibir respuestas fueron fatales para los infelices guarans. El comisario espaol mar qus de Valdelirios, vena con instrucciones tan apretadas que no se atrevi a suspend erlas, e interpelado ejecutivamente por el comisario portugus Freire de Andrada s obre proceder o retirarse, se aproximaron las fuerzas respectivas e intimaron ob ediencia bajo un plazo perentorio de tras das. Los indios se armaron y resistiero n. Se sigui una guerra brutal y desapiadada por parte de las tropas. Los indios s ucumbieron; y su desgracia estaba a trmino de consumarse cuando apareci un Salvado r, cuyo nombre es sin disputa el ms glorioso de cuantos han figurado, no slo en la historia colonial del Ro de la Plata, sino tambin en la de la Amrica del Sur. 11. EL TENIENTE GENERAL DON PEDRO DE CEVALLOS. Cuando con ms vehemencia se tratab a en la Corte y en la opinin pblica de ese ruidoso Tratado de Permuta, ocurri la mu erte del ministro Carbajal en 1754. Poco firmes sus sucesores en la idea de ir a delante con sus propsitos al verlos reprobados por el heredero presunto de la cor ona y por el poderoso partido que lo esperaba le aconsejaron al Rey que enviase al Ro de la Plata al teniente general don Pedro de Cevallos, con plenos poderes p ara inspeccionar y resolver las dificultades definitivamente y sin reatos. Ceval
los se present en Buenos Aires en 1757. Con arreglo a la urgencia march al momento al teatro de los sucesos. Pocos das le bastaron para formar juicio. Suspendi la m isin de Valdelirios, y le "aconsej su regreso a Espaa" a pesar de ser marqus y miemb ro del Consejo de Indias, que no era ya ni sombras de lo que haba sido. Con la mi sma eficacia hizo retirar al otro lado del lbicuy al comisario portugus Freire de Andrada con las tropas, las que haba introducido en el territorio espaol. En 1759 declar suspenso el Tratado de Permuta, hasta que el Rey resolviese lo que tuvies e a bien en vista de los informes y piezas justificativas que l le enviara. 12. ANULACIN DE LA PERMUTA. Dos hechos vinieron casi inmediatamente a simplificar la resolucin del conflicto: la muerte de doa Brbara de Braganza en 1758 y la inani cin fsica y moral del rey don Fernando, que muri a los cinco meses.
LECCIN XXXV EL PACTO DE FAMILIA 1. CARLOS III. El nuevo Rey reuna a la energa de un Hombre de Estado, la hombra de bien y el amor de la justicia, hermanado con una bondad exquisita. En Npoles se h aba hecho adorar. Su partida haba sido motivo de tristeza general; y muchos de los personajes ms distinguidos del pas le pidieron como una gracia el permiso de segu irlo y de continuar sirvindole en su nuevo reino. El rasgo caracterstico de su polt ica personal era el REGALISMO; es decir, "La soberana absoluta de la Iglesia Catli ca Romana en cuanto al Dogma; pero dentro del Poder Temporal en cuanto al gobier no interno y civil de los Estados, que de acuerdo con las Leyes, miraba tambin co mo nicos Soberanos de la tierra y de los intereses encargados a su cuidado". Y pa ra mayor elogio, este Rey que tan celossimo era de la soberana temporal de sus Est ados, era ejemplarmente religioso y practicaba con sublime devocin todos los debe res que el Dogma y la Moral imponen a los catlicos. 2. SITUAClN POLTICA DE ESPAA. Ya vimos el estado desgraciado en que haba cado la Espaa durante el reinado desastroso de Carlos II (Lec. XXX, nm. 8 y 9) y de la Guerra de Sucesin que le sigui. Aprovechando la ocasin el almirante ingls Rooke atac y tom el Pen de Gibraltar en 1704, y la Inglaterra levant all, como todos saben, la fortalez a inexpugnable desde donde vigila como un guila celosa de su nido, las entradas y salidas del Mediterrneo y del Atlntico. En vano fue que al hacer la paz, Felipe V hiciera exigencias y hasta splicas por recuperar ese peasco espaol. En vano fue qu e Fernando VI y su ministro Carbajal y Lancster, se divorciasen de la Poltica y de la familia reinante en Francia, y que ofrecieran concordia eterna y hasta sumis in a la poltica inglesa representada por el embajador Keen. Nada! Estaba resuelto q ue Gibraltar no saldra jams de manos de Inglaterra, ni la Colonia del Sacramento d e manos de Portugal; porque Gibraltar all, y la Colonia aqu, eran los dos cabos de l cordel con que Inglaterra estrangulaba el movimiento de las marinas de Espaa y Francia y el libre curso de su trfico comercial. Destruido el Convoy de las Dos F lotas, el comercio de metales del Alto-per haba abandonado la ruta insegura de Pan am y adoptado la del Ro de la Plata, para transportar a Espaa el SITUADO, que as se llamaba el TESORO DEL REY y los retornos de los Particulares que se remitan cada ao, y cuyo conductor rentado era el jujeo don Jos de Tagle. 3. LA FAMILIA DE LOS BORBONES. Los reyes de Espaa, los de Francia, y todos los prn cipes soberanos de los distintos ducados de Italia, eran nietos y bisnietos del Rey de Francia Luis XIV; de manera que todos ellos eran primos y sobrinos, y tan tos eran que asombra el aumento que haban conseguido en dos generaciones. Carlos III rey actual de Espaa y Luis XV rey actual de Francia eran, pues, hijos de dos hermanos. Tenan las mismas rivalidades, las mismas quejas, los mismos agravios y los mismos intereses contra la Inglaterra, cuya marina se enseoreaba de los mares y tena en constante peligro las colonias de aquellos dos poderes continentales.
4. EL PACTO DE FAMILIA. Cansados los Borbones de soportar este humillante predom inio, pensaron que uniendo sus dos marinas en un esfuerzo comn, podran dar cuenta de la marina inglesa, recuperar a Gibraltar y atacar las Colonias inglesas de Amr ica y de la India, hasta destruir el despotismo que pesaba sobre todos los mares del mundo. El Duque de Choiseul, hbil e incansable ministro del Rey de Francia L uis XV, trat reservadamente el asunto con el marqus de Grimaldi, ministro de Carlo s III; y pronto celebraron el famoso acuerdo llamado Pacto de Familia porque no slo se concert entre los dos reyes, sino que entraron en l todos los otros prncipes soberanos de la misma rama. "La base fue la estrecha unin de ambas marinas; la ga ranta recproca de las respectivas posesiones en Asia y en Amrica, y ventilar en comn , y a un mismo tiempo, las reclamaciones que tuvieran que hacer a la Gran Bretaa" . Era claro que esto ltimo se refera a Gibraltar. Carlos III exigi el secreto absol uto hasta que llegaran los galeones que traan el SITUADO de Amrica y as que lo reci bi estall la ruidosa guerra conocida con el nombre de Guerra del Pacto de Familia. 5. EL TENIENTE GENERAL CEVALLOS Y LA COLONIA DEL SACRAMENTO. Al principio, Portu gal se hizo el indiferente y neutral en este nuevo rompimiento; pero don Pedro d e Cevallos, que no era hombre de dejarse burlar, alcanz bien que lo que se quera e ra ganar tiempo hasta reforzar el punto con nuevas tropas y escuadras. Sin perde r momentos preciosos se lanz sobre la plaza y la ocup el 3 de noviembre de 1762. U no o dos das despus se present en el ro el almirante ingls M. de Mac-Denara al mando de una escuadra aliada de ingleses y portugueses, compuesta de once buques con t ropas de desembarco. A pesar de no encontrar la plaza en manos de los portuguese s como haban esperado, Mac-Denera resolvi retomarla; cosa difcil estando all Cevallo s. La defensa fue gloriosa: el navo almirante vol; el comodoro ingls cay vivo al agu a, pero resisti admitir el auxilio que se quiso darle y muri ahogado. La victoria de Cevallos fue tan esplndida, que tuvo un eco glorioso por toda la Europa. Fue l a nica que obtuvo la bandera espaola en esta desgraciada guerra de 1762. Los ingle ses triunfaron en todas las otras partes; se apoderaron de las Antillas francesa s y espaolas, de la India francesa, del Canad, de la Luisiana. La catstrofe de las escuadras aliadas fue completa. 6. LA PAZ DE PARS. Postrada y sin recursos, no le qued a la Francia ms remedio que hacer la paz; y como la Espaa no poda continuar sola la guerra, tuvo que someterse a tratar tambin en 1763. 7. CAMPAA DE CEVALLOS Y CASUS BELLI. En esos momentos don Pedro de Cevallos estab a en campaa sobre el Ro Grande. Haba recuperado el fuerte de Santa Teresa, ocupado los establecimientos del Chuy y San Miguel; y sus avanzadas ocupaban a Pelotas c uando le lleg la noticia de la paz con la orden de devolverlo todo al Portugal, i nclusa la Colonia. Era que la Inglaterra haba hecho casus belli de la devolucin de la Colonia, alegando que desde que haba sido cedida por el Tratado de Utrecht (L ec. XXXI, nm. 3) todo deba volver al estado establecido por este Tratado que era l a ley fundamental del derecho europeo. As sera. Pero no era el Tratado de Utrecht lo sustancial del asunto, sino que Inglaterra miraba con tanta importancia la po sesin que la Colonia del Sacramento tena para el comercio ingls, que haca de ella ca sus belli y condicin primordial de la paz europea.
LECCIN XXXVI EXPULSIN GENERAL DE LOS JESUTAS 1. LA REFORMA SOCIAL DE ESPAA. Carlos III haba trado de Npoles un hombre poltico que, aunque de mrito, era fatuo, soberbio, y de poca prudencia: el marqus de Esquilach e. Encargado del ministerio general y contando con la amistad predilecta del rey , Esquilache emprendi abiertamente una reforma completa de los hbitos espaoles, de acuerdo con las ideas del siglo.
2. DESGREO Y COSTUMBRES DE LA PLEBE. El estado material de la Capital era cosa qu e sobrepasaba cuanto pueda imaginarse. Baste saber que no haba alumbrado pblico, q ue si algn vecino echaba alguna luz al frente de su casa, los rotosos la destruan en el acto a pedradas porque no admitan nada que pudiera poner en evidencia sus a ctos y sus hbitos. El agua era escasa, pero sabido es que aun cuando la haya la p lebe de las calles no la usa; de manera que la mayor parte de los barrios de Mad rid eran un muladar. A esto se agregaba que la multitud de la clase baja no tena domicilio. Dorma apiada por los umbrales, en las plazas y en los atrios de los con ventos. All coma de los calderos que los frailes le repartan; embrutecidos, se arma ban, con frecuencia desrdenes espantosos, asesinatos, robos y todas las consecuen cias propias de un estado semejante. Los individuos de esta inmunda muchedumbre vestan todos el mismo traje. Llevaban el pelo desgreado y largo sobre la frente y sobre los hombros, el rostro cubierto con las alas anchas de un chambergo y el c uerpo embozado desde la cara hasta los talones por una capa de igual color en to dos. Formaban en conjunto doscientos o trescientos mil enmascarados, todos igual es, de aspecto como las bandadas de los pjaros silvestres. De manera que dentro d e aquella multitud era imposible contener un desorden y saber quines eran los aut ores de los crmenes que a cada momento se cometan. 3. PREDISPOSICIONES CONTRA EL REY. Antes de que Carlos III llegase de Npoles era ya motivo de muchas habladuras por su conocida inclinacin al adelanto y a la refor ma. Aunque catlico intachable, haba dado pruebas de que no permitira que los podere s eclesisticos dominasen el Estado ni gobernasen la iglesia espaola sino de acuerd o con las leyes del Estado y con la soberana de la nacin (95). Con esto se haban fo rmado dos partidos violentos, como sucede siempre: el uno resuelto a reformar lo s vicios del pasado; el otro, compuesto del clero bajo, de la muchedumbre embrut ecida, y de los ricachos atrasados de la campaa apegados a los hbitos antiguos con todos sus vicios. ________________ (95) Hara bien el profesor de explicarle sucintamente al alumno lo que es el rega lismo, el patronato y la fe religiosa, con el debido respeto a la Iglesia de la mayora entre nosotros. ________________
4. LOS JESUTAS. Siglo y medio haca que la Compaa de Jess vena en lucha abierta contra el progreso moderno, como se ve en las famosas Cartas Provinciales de Pascal; y como a la Compaa de Jess no le convena, por lo mismo, que el gobierno espaol cayese e n manos de un rey liberal y reformista, entr en grandes sospechas contra Carlos I II, y form el propsito de derrocar a su primer ministro el marqus de Esquilache, po r medio de una insurreccin de los fanticos y de la plebe, para obligar al rey a qu e abdicase la corona en su hermano el infante don Luis, una especie de leso peor que Fernando VI. 5. EL MARQUES DE ESQUILACHE. Por desgracia suya, la fatuidad, el desmedido lujo y la bambolla soberbia del Marqus, lo hicieron en poco tiempo objeto de un odio g eneral, detrs del cual los jesutas encontraron buen abrico para propalar especies injuriossimas contra el rey que mantena a su lado semejante ministro. Llegaron has ta a publicar panfletos sobre la ilegitimidad de su nacimiento, llenos de insinu aciones contra la honra de la reina doa Isabel de Farnesio. 6. EL ALUMBRADO PBLICO Y LA REFORMA. Contrat el gobierno con una empresa el alumbr ado pblico. Las multitudes, armadas de piedras y garrotes, lo destruan y maltratab an a los que lo encendan. La luz era contraria por supuesto a sus vicios y crmenes . El gobierno mand entonces que en el trmino de tres das todo habitante de la capit al y de las dems ciudades se cortase el pelo a la raz, que las capas se recortasen a la rodilla, y que las alas de los chambergos se prendiesen con tres puntadas
de modo que quedara el rostro a la luz "como el de los militares". Se cumpli el p lazo sin que nadie obedeciese la orden. Pero entonces salieron a las calles part idas de tropa con atusadores y con sastres, que persiguiendo y cazando a los ino bedientes, plebeyos o nobles refractarios, les atusaban el pelo en lo corto, reb ajando capas y prendiendo sombreros. El alboroto y la insurreccin lleg con esto a su colmo. Miles de frailes con crucifijos y otras imgenes en las manos salieron a predicar el alzamiento. Se hicieron notables los jesutas, muchos de los cuales f ueron prendidos infraganti y ejecutados. La complicidad de su general el padre R icci apareci por documentos graves que se le tomaron. El rey tuvo que abandonar a Madrid y refugiarse en Aranjuez. All exoner a Esquilache, en homenaje a la opinin pblica; pero se rode de la juventud liberal, y puso el gobierno de Madrid en manos del conde de Aranda, grande hombre de Estado y de guerra. Aranda tom el mando de las fuerzas y en pocos das restableci el orden. 7. EL DECRETO DE EXPULSIN. Vuelto el rey a la capital organiz su ministerio con lo s principales hombres del partido ilustrado. Mand hacer una investigacin muy secre ta sobre los autores del atentado; y como qued bien probada la complicidad de los jesutas, decret su expulsin y sin que transpirase la menor noticia, seal da y hora pa ra que los gobernadores de todas las provincias en Espaa y Amrica la ejecutasen de modo que la medida sorprendiese a cada Colegio o Misin antes que tuviese noticia de lo que pasaba en los dems. 8. LA EXPULSIN DE LOS JESUTAS EN EL RO DE LA PLATA. El gobernador don Francisco de Paula Bucarelli fue quien tuvo que ejecutar esas rdenes en Buenos Aires, en Crdoba y en el Paraguay. Desde que recibi las rdenes secretas todo lo prepar con tino y c on exactitud; as fue que, conforme iban llegando los expulsos, los pasaba a los b uques en que eran remitidos a Espaa. Sus bienes fueron declarados de propiedad te mporal, es decir, del Estado; y de ah el nombre de Temporalidades con que se cono cen, entre nosotros, los edificios en que estn la Biblioteca, el Museo, el Consej o Universitario, y el Museo de Productos argentinos. 9. As concluy en 1767 el gobierno sacerdotal de las Misiones que algunos han dado en llamar Imperio Jesutico. Esta expulsin (dicho sea en justicia), favoreci las usu rpaciones territoriales del Portugal. Las fronteras del Paraguay y del Paran qued aron sin sus defensores naturales. El gobierno procur mantener las Misiones repar tindolas a las tres Ordenes religiosas de franciscanos, dominicos y mercedarios; pero al poco tiempo, todo el organismo antiguo se desbarat, salvndose slo uno que o tro distrito cercano a los centros provinciales como el de Yapey, en manos de ten ientes-gobernadores oficiales. Al dar este golpe, el rey de Espaa se haba puesto d e acuerdo con los reyes de Francia y de Portugal que tenan los mismos motivos y q uejas por la audacia con que los Superiores de la Compaa se entremetan en todas las intrigas de las cortes y aun en tentativas de asesinatos y rebeliones para camb iar el orden de las dinastas en provecho de su predominio, segn se pretendi en aque l tiempo con documentos y pruebas cuyo examen no es de este lugar. El rey de Esp aa encarg a su embajador en Roma, el ilustre Jurisconsulto don Jos de Moino (conde d e Floridablanca despus) que recabase del Papa un Breve o rescripto extinguiendo l a Orden de los Jesutas como contraria a los intereses de los pueblos catlicos. La negociacin fue larga y escabrosa, pero el seor Moino obtuvo al fin intimidar al Pap a Clemente XIV y que declarase extinguida la Compaa de Jess por el famoso Breve Dom inus ad Redemptor noster, expedido en julio de 1773 que nunca despus ha sido revo cado. 10. CUESTIN DE LAS lSLAS MALVINAS. Ignorando que estas islas pertenecan al Ro de la Plata, un capitn francs las ocup en 1679. Los ingleses, al tener la noticia, se ap resuraron a tomarlas y las ocuparon al mismo tiempo que los franceses las dejaba n por los reclamos de Espaa. El gobernador Bucarelli exigi que los ingleses desalo jaran las islas; pero no habindole obtenido, arm una escuadrilla con tropas de des embarco y las recuper por la fuerza. 11. FELONA DEL GOBIERNO PORTUGUS. Se figur el gobierno portugus que despus de esto er
a inevitable una nueva guerra de Inglaterra con Espaa; y a pesar de estar en plen a paz con esta nacin mand una fuerte expedicin de siete mil y tantos hombres vetera nos que entraron por la costa y se apoderaron de todos los puntos espaoles de la frontera oriental, de Santa Catalina y del Ro Grande. 12. SOLUCIN PACFICA. El gobierno espaol crey tambin que la guerra con Inglaterra era inevitable, y le pidi su concurso a la Francia, invocando el Pacto de Familia. Pe ro Luis XV contest que no estaba pronto y que no crea llegado an el momento de hace r tan grande esfuerzo. Este desengao hizo vacilar a la Espaa. Afortunadamente, las circunstancias de Inglaterra eran desfavorables tambin en ese momento. Tema con r azn que estallase en sus colonias la insurreccin, que desde 1765 tena preparada, co ntra el impuesto del "papel sellado" y de los derechos aduaneros sobre el Th. El caso iba en camino de ser extremo, pues la resistencia de los norteamericanos se converta por horas en abierta rebelin. La Inglaterra ignoraba que Luis XV se haba negado a mirar el caso de las Malvinas como incluso en las Clusulas del Pacto de Familia, y tema que unidas Espaa y Francia hiciesen causa comn con los norteamerica nos, y que le fuese imposible evitar la prdida de esas Colonias. Pero, como la Es paa saba que no poda contar con la Francia, no estaba tampoco decidida a romper, y llegaron ambas a convenir en el Tratado de 1771; por el que, mediante la exonera cin de Bucarelli en castigo de haber atacado y desalojado a mano armada a los ing leses que ocupaban las Malvinas, la Inglaterra abandonara sus pretensiones a dich as islas; y as se cumpli por ambas partes. 13. El Portugal que, confiado en que era inevitable el rompimiento entre Inglate rra y Espaa, haba invadido con tropas europeas las tierras espaolas pertenecientes al Ro de la Plata, se encontr burlado en sus esperanzas; y se qued solo en la lucha , que de una manera prfida, sin declaracin previa y sin derechos adquiridos, haba p rovocado. 14. GOBERNACIN DEL MARISCAL DON JUAN JOS VRTIZ. Este personaje era nativo de Mjico y uno de los servidores que por sus eminentes cualidades, prudencia, tacto de gob ierno, y espritu elevado, contaba ms de cerca con la amistad personal del Rey. En su gobernacin del Ro de la Plata acredit la excelencia de sus cualidades y de sus v irtudes. Por su bondad y su moderacin se capt el afectuoso respeto del pas. Cuando ms contraido estaba a las mejoras y trabajos del orden interno, se vio sorprendid o y acosado por la invasin repentina de las tropas portuguesas, y tuvo que acudir a las fronteras del Ro Grande. Pero no teniendo ejrcito ni recursos preparados, n i talentos militares quiz proporcionados a la urgencia del momento, no pudo conte ner las tropelas de los invasores. Las milicias locales que puso en movimiento fu eron arrolladas por los veteranos que haba enviado el gobierno portugus; Vrtiz tuvo que cederles el terreno ponindose a la espera de las medidas que tomara el Rey e n vista de la situacin.
LECCIN XXXVII CREACIN DEL VIRREINATO DEL RO DE LA PLATA 1. NECESIDAD DE ERIGIR EN BUENOS AIRES LA CAPITAL DE UN NUEVO VIRREINATO. La evo lucin colonial se haba consumado en el Ro de la Plata. Buenos Aires, por sus vigoro sos elementos, haba llegado a ser el centro comercial y poltico ms importante de to das las colonias espaolas del Sur. No lo quedaba ms remedio al gobierno espaol que consagrar el hecho en las leyes; que reconocerle la misma categora de Lima y Mjico y abrir el comercio franco y regular con todos los puertos de Espaa. Si muy al p rincipio ya haba sido preciso erigir a Buenos Aires en provincia separada del Par aguay, la evolucin progresiva haba continuado su inevitable y rpido desarrollo; y a hora era indispensable sacarlo de toda dependencia local y elevarlo a virreinato .
2. EL GRANDE ARMAMENTO Y LA FLOTA DE DON PEDRO DE CEVALLOS. Para coordinar y est ablecer el nuevo y vasto organismo, darle respetabilidad y escarmentar a los por tugueses, Carlos III nombr Primer Virrey del Ro de la Plata a don Pedro de Cevallo s en 1776, y le confi una expedicin de diez mil hombres con una flota de 116 velas . Cevallos ocup a Santa Catalina en febrero de 1777. Desde all le dio orden al gob ernador Vrtiz que entrara con dos mil hombres por las fronteras uruguayas, para h acer l lo mismo por Ro Grande; pero el almirante conde de Tilly se opuso por el ma l estado de la barra y fue preciso venir a Montevideo. Puesto en tierra, Cevallo s abri su campaa. La Colonia del Sacramento se rindi a discrecin con ms de dos mil so ldados que la guarnecan. Todas las fronteras espaolas fueron restablecidas, y gran parte del Ro Grande estaba ya en poder del famossimo virrey cuando le alcanz la no ticia de que Espaa y Portugal haban hecho la paz de San Ildefonso el 1 de octubre d e 1777. En esta vez, al menos, la Colonia do Sacramento y todas las costas orien tales del Ro de la Plata quedaban devueltas y unidas para siempre al virreinato d e Buenos Aires. 3. EL TRATADO. Es muy probable que si hubiera continuado la campaa, Cevallos hubi era restablecido a Espaa en la posesin de todo el Ro Grande hasta el Guayra. Pero e l 1 de febrero de 1777 haba muerto el soberbio rey de Portugal don Pedro II, con l o que haba cado del poder su favorito el marqus de Pombal, grande enemigo de Espaa, a tiempo que la Inglaterra estaba ya en abierta guerra con sus poderosas colonia s, aliadas con la Francia. Con la muerte del rey de Portugal pas todo el poder a manos de su viuda doa Mara Ana Victoria de Borbn, hermana querida de Carlos III (vas e Lec. XXXIV, nmero 2). Libres ahora de ajenos influjos, los dos hermanos se junt aron en San lldefonso y convinieron en que la Colonia volviese a Espaa, y el Ro Gr ande quedase a Portugal. Despus, en otra entrevista que tuvieron en el Pardo, arr eglaron una alianza defensiva de la respectiva integridad de sus territorios. La Inglaterra estaba impedida de obrar. 4. TERRITORIO DEL NUEVO VIRREINATO. El territorio virreinal se corra por el norte desde el Ro Desaguadero y las riberas australes del Lago de Titicaca abrazando p or el naciente las gobernaciones de Cochabamba, de Santa Cruz de la Sierra y del Paraguay hasta las cabeceras del Paran y del Uruguay. Desde all doblaba por las f ronteras orientales, recorra las costas de la Laguna de Merim hasta las bocas del Ro de la Plata; segua por el mar del sur hasta la Tierra del Fuego; y dando vuelt a al norte por la cadena central de la cordillera pasaba al occidente de Cuyo, y segua al norte hasta encontrar su punto de partida en el Desaguadero y Titicaca. 5. ORGANIZACIN Y JURISDICCIONES ADMINISTRATIVAS. La primera potestad corresponda a l virrey, que aunque era delegado de un soberano absoluto, no lo era l para manda r por s solo en el virreinato, sino que tena que hacer el despacho, segn fuese el a sunto, con el acuerdo de las Juntas de Gobierno de Guerra o de Hacienda. De mane ra que esta ltima Junta, llamada tambin Tribunal de Cuentas, le fijaba cada ao el p resupuesto, y el virrey quedaba tan sujeto en materia de gastos, que si los Teso reros pagaban por su orden alguna partida que no estuviera en ese presupuesto, e ran multados y castigados en la misma cantidad, o depuestos. 2. En lo judicial el virrey no tena tampoco jurisdiccin propia; pues a pesar de que era Presidente nato de la Audiencia Pretorial (cuya instalacin se estaba prepara ndo) y que poda presidirla no tena voto sino en casos de empate. 3. Por lo dems, el virrey, con su asesor, que era como su ministro, poda dar decret os generales de administracin; pero s en ellos violaba alguna ley, los subalternos tenan el derecho de decir "obedezco pero no cumplo" y de apelar a los jueces de la Audiencia, y de ellos al Consejo de Indias. 4. En la provincia o provincias comprendidas en el crculo jurisdiccional de una Au diencia o Tribunal superior, el gobernador era Presidente de esa Audiencia como en Charcas y en Chile. En los dems distritos gobernaba un teniente-gobernador, as esorado por un letrado y en combinacin con el Cabildo.
5. Las milicias obedecan las rdenes y reglamentos directos del virrey; pero la poli ca represiva y de seguridad perteneca a los Alcaldes Ordinarios en las ciudades: a los Alcaldes de Hermandad en los distritos rurales, y al Preboste de Alta Justi cia en los despoblados donde las autoridades pblicas se consideraban en estado de guerra con el bandolerismo (96). ________________ (96) Se llamaba Preboste de Alta Justicia o de Altas obras porque poda imponer y ejecutar en el acto de la pena capital de horca, sirvindose de Arbones o de palos levantados en los caminos. ________________
6. FRANQUICIAS COMERCIALES. La toma de la Colonia pudo producir un grave conflic to con la Inglaterra. La plaza estaba llena de mercadera y retornos de propiedad inglesa evidentemente acumuladas all con miras de contrabando. Pero con el ojo rpi do y eficaz que lo distingua en todos sus actos, Cevallos no esper que los dueos le hicieran reclamos, y apart el peligro por un decreto espontneo, en que declar "que como esos valores estaban de antemano en el territorio que haba venido a ser de Espaa, tenan libre paso a todas las dems provincias"; y motu proprio habilit al mism o tiempo el puerto de Buenos Aires para dar entrada y salida a todos los buques y cargamentos procedentes de puertos espaoles decreto que, en esta parte, fue apr obado y confirmado por la Real Cdula de 1778. Hecho esto pens el Virrey que era ne cesario completar la forma administrativa y regular del orden interno y le pas un memorial al rey aconsejndole la creacin de gobiernos provinciales en el Paraguay, en Crdoba y en Salta con el carcter de INTENDENCIAS. 7. EXONERAClN DE CEVALLOS. Los jefes portugueses de las fronteras se quejaron rep etidamente de la dureza con que Cevallos los trataba, y de la mala voluntad que opona a la ejecucin cumplida del Tratado. Carlos III tuvo la debilidad de acceder a las splicas de su hermana, y retir a Cevallos del Ro de la Plata precisamente cua ndo su presencia se haca ms necesaria para vigilar las operaciones de la traza y l a fijacin de los LMITES INTERNACIONALES que se iba a emprender. No sera aventurar u na calumnia suponer que eso era lo que que buscaba el gobierno portugus al exigir el retiro de Cevallos... al fin lo logr! 8. EL PORVENIR. Fcil es ver que al retirarse el general Cevallos, Buenos Aires qu edaba a la cabeza de un vigoroso organismo poltico y econmico. Toda la musculatura social del gobierno estaba constituida. Le faltaba la soberana propia, pero era ya tan delgado el hilo que lo ligaba a la corona de Espaa, que al menor sacudimie nto, poda reventarse, y salir vigoroso de la matriz colonial el Estado Independie nte del Ro de la Plata (97). ________________ (97) Al dar cuenta del organismo general en que quedaba el virreinato, parece qu e debiramos haber dicho algo sobre los establecimientos de instruccin pblica, de se gundo y ltimo grado, como el colegio de Monserrat de Crdoba y la Universidad de la misma ciudad. Pero hemos credo mejor dejar esas noticias para el 2 perodo de Vrtiz, a fin de que, formen un cuadro homogneo con todo lo dems que se trat de hacer en e se sentido. ________________
1. TENDENCIAS LIBERALES Y PROGRESIVAS DEL NUEVO VIRREY. El seor Vrtiz era un discpu lo aventajado de los hombres que rodeaban al rey Carlos III, principalmente del conde de Campomanes, cuyos escritos econmicos y de beneficencia pblica tenan un pod eroso eco en los hombres de buen corazn y bien inspirados de aquella venturosa poc a de Espaa. 2. LAS TEMPORALIDADES. Desde luego su primer afn fue aplicar los bienes de los je sutas a la fundacin y al servicio de los establecimientos de instruccin y de carida d con que deseaba beneficiar y mejorar el estado moral del pas. 3. EL COLEGIO DE SAN CARLOS. Entre sus proyectos ninguno preocupaba tanto al seor Vrtiz como el de establecer en Buenos Aires un COLEGIO DE HUMANIDADES donde la j uventud tomase la instruccin necesaria en las letras clsicas para pasar a la unive rsidad, que tambin se propona crear ms adelante. Siendo gobernador haba ya solicitad o autorizacin para organizar estas mejoras, y estaba a punto de emprenderlas cuan do por las rdenes de Cevallos tuvo que ponerse en campaa contra los portugueses ap lazando la realizacin de sus proyectos. Pero virrey ahora, los reanud con nuevo em peo, y tuvo la satisfaccin de ver logrados sus esfuerzos dotando a Buenos Aires de su primer colegio de estudios clsicos establecidos en ese mismo edificio que ocu pa ahora el Colegio Nacional. 4. Al ver los resultados que dio inmediatamente el Colegio de San Carlos, podra d ecirse que el espritu iniciador y progresista de Vrtiz haba inspirado un nuevo sopl o de vida en la generacin que vino a tomar instruccin y tendencias morales en este Colegio. No ha tenido despus nuestro pas una generacin ms compacta, ni ms adelantada , ni ms fuerte, que la primera que se form en esa ilustre casa. Y vergenza es para nosotros confesarlo. Distinguironse todos ellos por el rasgo caracterstico de la H ONRADEZ PERSONAL que es, diremos as, el que les di a todos ellos la fisonoma comn de una grande y noble familia de patriotas. Los estudios del Colegio de San Carlos , cuyo ttulo oficial era Real Convictorio Carolino, se componan: 1, de un curso cum plido de la gramtica latina y de la interpretacin crtica de sus ms notables autores y poetas. Los que piensen que nuestros padres estudiaban el latn como simple leng ua muerta, estn en un grande error. Con el latn se inspiraban en las bellezas orig inales de los historiadores y de los grandes filsofos cuyos monumentos incomparab les se hallan escritos en esa lengua. En ella y en esas lecturas aprendan la prof unda filosofa del saber antiguo, y tomaban las vivaces inspiraciones que les tran smitan Tcito, Salustio, Tito Livio, Quinto-Curcio, los famosos repblicas y oradores como Catn y Cicern, los grandes pensadores y poetas como Horacio, Virgilio, Lucan o, modelos acabados de la perfeccin clsica que ninguna nacin moderna ha sobrepasado , y que todas (menos nosotros) siguen venerando y estudiando como maestros del s aber y del espritu moderno. Esos fueron los primeros alumnos del Colegio de San C arlos. La estatua de Vrtiz deba levantarse en el centro de su gran patio, y en los ngulos la de don Pedro Fernndez, la de Chorroarn, la de Valentn Gmez. Hay todava por reivindicar grandes glorias que siguen fatalmente olvidadas por el extravo de nue stros partidos, y por el influjo de crnicas livianas. 5. LA UNIVERSIDAD. No pudo vencer Vrtiz, durante su perodo, los inconvenientes de detalle que le impidieron realizar la ereccin de la Universidad de Buenos Aires q ue deseaba fundar con el mismo espritu progresivo y de amplia literatura que haba dado al Colegio de San Carlos, como lo veremos cuando hablemos de su sucesor el marqus de Loreto. 6. El primer rector y organizador de los detalles internos del Colegio de San Ca rlos fue el cannigo don Juan Baltasar Maciel, que, con verdad y justicia, pasaba por ser uno de los hombres de ms saber y de mayor erudicin de la Amrica del Sur. Ot ros de sus contemporneos, haban comenzado tambin a ser precursores del adelanto que haba de acentuarse en el perodo de Vrtiz. El Licenciado Len Pinelo, nativo y colegi al de Crdoba, adquiri como jurisconsulto bastante lustre para merecer que se le di
ese el alto puesto de Relator del Consejo de Indias. El jesuta Buenaventura Surez, hijo de Santal y cura de la Misin de San Cosme, es tenido todava entre los sabios europeos por uno de los cultores ms aventajados en su tiempo de los estudios astr onmicos y fabricacin de excelentes instrumentos pticos. El franciscano Barrientos f ue un sabio canonista, cuyos dictmenes eran solicitados y respetados por los Virr eyes en Lima. Vena pues, bien preparado, y a tiempo oportuno, el movimiento local iniciado por Vrtiz. 7. LA CASA DE COMEDIAS. Como medio de cultura social y literaria, daba Vrtiz suma importancia al teatro; lo que, por otra parte, era la gran moda de su tiempo en toda la Europa. Con el deseo de introducir en la juventud el gusto literario y la aficin a los espectculos teatrales "en donde deba tomar conocimiento de los gran des hechos de la historia antigua" y penetrar en el secreto moral de las pasione s y de las aventuras que en la escena sirven como enseanza y reflejos de la exper iencia, mand levantar una casa espaciosa, pero modesta, con el nombre de Casa de Comedias en el lugar conocido por Ranchera de los jesuitas (depsito y encierro de los esclavos) que hoy ocupa el Mercado del Centro, e hizo inscribir sobre el pal co escnico el lema "Ridendo corrigo mores" (con la risa corrijo las costumbres) y de mil maneras se ingeni para formar compaas de actores con buenos sueldos y privi legios personales. 8. TENTATIVAS REACCIONARIAS. El Obispo trat de oponerse a este establecimiento ta chndolo de escuela inmoral y contrario al retiro domstico en que las familias y lo s jvenes deban mantenerse por la noche. El virrey, que era un reglista de la escue la de Floridablanca y Campomanes, lo puso a raya, y no le hizo el menor caso. Pe ro pendiente la controversia cay un rayo en el depsito de plvora situado en las inm ediaciones de la ciudad. La conmocn caus un terrible espanto en el vecindario, muri eron 22 soldados de la guardia y dos o tres empleados. Se aprovecharon de esto l os fanticos refractarios que miraban con odio las reformas y las mejoras del virr ey para propalar desde el plpito que la catstrofe era un castigo del cielo por hab er establecido Casa de Comedias. El virrey, que no era hombre de permitir tan in solentes sugestiones, hizo prender a los predicadores, los expuls de Buenos Aires , mand que se les tuviera reclusos en la Rioja, y orden a los Provinciales que en el mismo plpito hicieran desdecir y condenar esas calumnias. Pero desde entonces no hubo gnero de desaires y groseras que el Obispo no le hiciera al virrey en su i glesia, hasta obligarlo a usar de su autoridad "por que (dice l mismo) no deba per mitir que la Real Jurisdiccin, Real Patronato y el decoro de su empleo se menosca basen de este modo, y con tanta irreflexin".
9. OTRAS MEJORAS. La 1 fue hacer empedrar las dos calles centrales que son hoy Pe r-Florida, San Martn-Bolvar. 2, Estableci el alumbrado pblico. 3, Fund el tribunal de rotomedicato, raz de nuestra Escuela de Medicina. 4, Hizo construir todo el edific io en que se halla el Museo y la Biblioteca Nacional. 5, Hizo allanar y plantar c on ombes un paseo a la orilla del ro con el nombre de la Alameda que es hoy el Pas eo de Julio. 6, Reorganiz la Casa de Hurfanas, le di para su sostn la valiosa estanci a de los jesutas en la Banda Oriental conocida por las Vacas. 7, Cre un hospicio de mendigos y una reclusin correccional de mujeres sujetas a ejercicios religiosos y labores industriales. 8, Fund la Casa de Expsitos, y entre las rentas que le di fu e una el privilegio de usufructuar la nica imprenta autorizada que haba en el pas. 9, Estableci alcaldes de barrio que funcionaban a la manera de nuestros comisarios ; y prescindiendo de las numerosas mejoras que hizo en el despacho y mecanismo d e las oficinas pblicas, terminaremos con los trabajos que hizo para levantar el C enso de 1778, que di veinticuatro mil habitantes en la ciudad y de doce o catorce mil en las campaas circunvecina. 10. LA CDULA DEL FRANCO COMERCIO. El 12 de octubre de 1778 expidi el rey la benfica Real Cdula que, confirmando el decreto de don Pedro de Cevallos, declar habilitad o el puerto de Buenos Aires para comerciar directamente con todos los dems, espaol es e internos, que perteneciesen a la corona de Espaa. A Vrtiz le toc la honra de o rganizar el servicio administrativo que exiga esta benfica reforma.
11. CARCTER DE LA MEDIDA. Aunque a esta disposicin se llama Cdula del libre comerci o, bien se comprende que el concepto es inexacto hasta cierto punto, porque esa libertad exclua al comercio extranjero, y limitaba el trfico a los puertos de domi nio espaol. Fue sin embargo un gran paso; y se comprender, tambin, que de all en ade lante aquel poderoso Consejo de Indias y la no menos poderosa Casa de Contratacin , quedaran como cascos de navos viejos y desarmados. Sin embargo, se le conserv al CONSULADO DE CDIZ la facultad de intervenir y de vigilar el despacho y la entrad a de los buques que hubieran de navegar entre Espaa y Amrica, para impedir que lo hicieran con mercaderas e intereses extranjeros; lo cual era siempre un ruinoso m onopolio contra las franquicias comerciales del puerto de Buenos Aires, cuyos re sultados veremos ms adelante en 1809. 12. NUEVAS ALARMAS Y OPERACIONES DE GUERRA. Arreglado definitivamente con Portug al, y viendo a la Inglaterra acosada por los norteamericanos y por la Francia, C arlos III concibi la esperanza de recuperar a Gibraltar; y corriendo el ao de 1779 entr en esa malhadada alianza a condicin de que la Francia combinase sus fuerzas con las de Espaa, para ese fin. Temi Vrtiz entonces que las escuadras inglesas inte ntasen algo contra Montevideo y la Colonia o contra las costas del Sur, y tom tod as las medidas necesarias para proveer a su defensa. Pero la paz de Versailles l o libr pronto de esos temores. 13. LA PAZ DE VERSAILLES. La Inglaterra, dirigida siempre con acierto por sus mi nistros, evit desperdiciar sus fuerzas en objetos de valor secundario, y las cont rajo todas a barrer del mar y de las Antillas las escuadras enemigas. Destrudas y acosadas por todas partes, perdidas las colonias y posesiones francesas, no les qued a los aliados ms remedio que hacer la paz conocida por de Versailles celebra da el 3 de septiembre de 1783. En esta guerra fue donde aparecieron las famosas bateras flotantes inventadas por el caballero D'Arvon, primera tentativa del blin daje martimo. Una de ellas entr al ataque de Gibraltar al mando de don Santiago de Liniers. La plaza estuvo en serio peligro, pero resisti; y como la Inglaterra no tuviera fuerzas de tierra capaces de someter a los norteamericanos reconoci su i ndependencia, y se coment con quedar duea absoluta de los mares en toda la redonde z del mundo. Con la paz desaparecieron los ciudadanos del virrey de Buenos Aires . 14. LA INSURRECCIN PERUANA DE 1781. Aunque este lgubre suceso no tiene relacin con el desarrollo econmico y poltico de las provincias argentinas, corre en la histori a como un trgico episodio de las del Alto-per, hoy Bolivia, que eran entonces part e de nuestro Virreinato; por lo cual daremos breve cuenta de l. Los indgenas de la vieja estirpe o raza incsica que haban sido vasallos de los Incas del Cuzco, sufra n todava, a las inmediaciones de nuestro siglo, el horrible tormento de la Mita, que era ni ms ni menos que el "repartimiento de los ms sanos y robustos mocetones entre los espaoles dueos de minas", de modo que ao por ao los gobernadores echaban m ano de estos infelices; que sin apelacin ni alivio, eran enterrados en las minas, de donde no salan ya sino impotentes, caducos o muertos. 15. TUPAC-AMARU. Sin que podamos decir cmo, ni por cul genealoga, se conservaba en el Per una familia rica cuyo jefe era don Jos Gabriel de Condor-Kanki, que tanto l os indgenas como los castellanos tenan por ser de la descendencia legal del INCA H UA-ASHA-KARI. Acosado por las splicas de sus compatriotas, con quienes conservaba vnculos secretos y convencionales de vasallaje, tom a su cargo la empresa de gest ionar en Espaa la abolicin de esa terrible capitacin llamada la mita. El Rey Carlos III y sus ministros le acordaron toda clase de favores en ese sentido. Pero en el Per, los interesados y los empleados eludan su cumplimiento, con desvergenza, ap oyados por el Consejo de Indias y por los explotadores de Cdiz, que no haban perdi do por all el poder que haban perdido en el Ro de la Plata. Los mineros triunfaban; y la desesperacin llev al punto que rompi una insurreccin general de los Quichuas y Aimars contra Blancos. Que quisiera, o no, a don Jos Gabriel Condor-Kanki no le q ued ms alternativa que abandonar a sus clientes o ponerse a la cabeza de ellos. Al
adoptar este ltimo partido tom el nombre de Tupac-Amaru, que por una singular coi ncidencia quiere decir en quichua lo mismo que Obe-Ra en guaran, LA SERPIENTE SOLA R, no como Sol l mismo, sino como sectario o Hijo del culto del Sol. La guerra fu e larga, sangrienta y horrible. Los blancos (espaoles y criollos) se vieron oblig ados a defender su vida contra las masas indgenas insurreccionadas contra la raza y contra el color europeo. Apoyados por las tropas de Lima y de las provincias argentinas, los blancos triunfaron en 1782. La represin fue espantosa; la sangre de los insurrectos corri como ros en todo el Alto-per, y los jefes del Alzamiento, despus de atados por los brazos y piernas a cuatro potros, fueron arrancados vivo s y palpitantes de su tronco. Este exceso de barbarie lleva la firma de un juez Arache, cuyo nombre se conserva con espanto y abominacin en la historia de las ej ecuciones capitales (98). ________________ (98) Excusamos decir que el seor Vrtiz no tuvo parte ninguna en el juicio ni en la ejecucin de esa sentencia; que lo supo despus de acontecido, lo mismo que el rey Carlos III, cuya conciencia, aun no teniendo culpa, no se aquiet jams sobre este p unto, como consta de los informes de su confesor sobre los ltimos das de su vida. ________________
16. EXPLORACIN Y OCUPACIN DE LA PATAGONIA. Las primeras exploraciones de esta part e de nuestro territorio fueron dirigidas por los ingenieros La Piedra y Viedma a ntes de que el seor Vrtiz ocupase el gobierno. Pero animado ste con el deseo de lle var la frontera al lejano sur, para poner all una barrera insalvable a las incurs iones de los salvajes, encomend la ardua empresa de explorar el Ro Negro al piloto Villarino; que por haberla desempeado cumplidamente ha dejado un honroso recuerd o en nuestra historia y en nuestra marina. 17. LA ORDENANZA DE INTENDENTES. Con mejor intencin que acierto, dio el Rey Carlo s III una Ordenanza estableciendo en el virreinato ocho distritos provinciales. Cada uno deba tener un gobernador intendente como presidente y perceptor de las r entas. Estas rentas deban remitirse a la Intendencia de la capital donde haba de r esidir el Superintendente y jefe de la Junta de Hacienda. Por esta Ordenanza el virreinato qued dividido en ocho intendencias, a saber: La Asuncin, La Paz, Cochab amba, Potos, y Chuquisaca en el Alto-per; Crdoba, Salta, y Buenos Aires como capita l y asiento del Superintendente general en el Ro de la Plata. Con el establecimie nto de este orden de cosas se le retir al virrey la facultad de entender en los r amos de hacienda y rentas, pero se cre una lucha tan escandalosa entre virreyes y superintendentes, por robos y desfalcos vergonzosos, que al fin fue necesario s uprimir la superintendencia de la capital y devolver al Virrey todas sus atribuc iones.
LECCIN XXXIX REPERCUSIN DE LA REVOLUCIN FRANCESA EN EL RO DE LA PLATA 1. EXONERACIN DE VRTIZ. En agosto de 1783 solicit el seor Vrtiz que previo el juicio de residencia se le exonerase del cargo, por tener necesidad de descanso despus d e sus prolongados servicios. El rey lo exoner no slo del cargo sino del juicio de residencia, declarando que lo tena por superior a todo reproche (99). ________________ (99) El juicio de residencia era una investigacin jurdica a que quedaba sujeto tod o empleado pblico por el trmino de seis meses despus de dejar el puesto, en cuyo trm
ino poda ser acusado por cualquiera que tuviera algn cargo que hacerle, y condenad o o absuelto segn fuesen las pruebas que se hiciesen valer. ________________
2. EL MARQUS DE LORETO. El nuevo virrey nombrado en 1784, era un hombre honradsimo pero duro, antiptico y rgido. Persigui a muerte los robos del Superintendente don Francisco de Paula Sanz y de sus cmplices. Sostuvo enrgicas cuestiones con el Obis po por razn del Patronato y de la Regala y trat de plantear los trabajos de la dema rcacin de las fronteras del Brasil, aunque sin xito, por las travesuras y tropiezo s que le opusieron los comisionados portugueses y postracin de Espaa. Por desgraci a, este honrado virrey, contrario al adelanto y a la instruccin de los americanos , dej sin efecto y anul todo lo que Vrtiz haba preparado en ese sentido. Y no porque fuese hombre vulgar o ineducado, pues, por el contrario era bastante informado en letras, sino porque opinaba que el desarrollo de la instruccin producira en el Ro de la Plata el contagio de las nuevas ideas del siglo que estaban convulsionan do el mundo y que poda amenazar al gobierno Colonial. 3. LA REAL AUDIENCIA PRETORIAL. Antes de dejar el mando recibi Loreto la comisin d e instalar la Audiencia Pretorial del Ro de la Plata, cuya jurisdiccin como Tribun al Superior de Apelaciones deba abrazar todos los territorios provinciales hasta Salta. De Salta para adelante hasta el Desaguadero, la ejerca la Audiencia de Cha rcas; pero como Tribunal Contencioso en lo Administrativo, y como Corte, la Audi encia de Buenos Aires, cuyo presidente nato era el virrey, ejerca jurisdiccin polti ca superior en todo el virreinato. 4. EL VIRREY DON NICOLS DE ARREDONDO. Este general, hombre de mrito y honorable, r eemplaz al marqus de Loreto en 1789. Su gobierno no se seal por hechos ruidosos, per o fue digno de la gratitud del pas por el espritu liberal de sus medidas financier as. Una de las ms importantes y benficas fue la de permitir que los buques inglese s del Asiento de Negros sacasen de retorno cueros, lanas, cerda y grasas; lo que produjo, como se comprende, grandes beneficios a los Hacendados de la campaa. No fue menos benfico que a instancias suyas autorizara el rey la ereccin del Consula do Comercial como Tribunal y como Junta de Fomento, suyo primer secretario fue e l joven don Manuel Belgrano (100). ________________ (100) En ese mismo ao rompi la Revolucin Francesa. Por el momento no tuvo grande in flujo en Espaa; pero ms tarde fue origen de un trastorno general y de guerras que envolvindonos tambin a nosotros, nos llevaron a reclamar y defender nuestra INDEPE NDENCIA NACIONAL. ________________
5. COMERCIO MARTIMO. Antes de Vrtiz no salan de Espaa para el Ro de la Plata sino doc e o quince buques de registro por ao; pero despus se fletaban de 120 a 150 con car gamentos doblemente valiosos. En 1794 vinieron 35 buques de Cdiz, 32 de Barcelona , 26 de La Corua, con valores de cuatro millones, y se remitieron a La Habana ms d e un milln de cueros y doble valor en minerales y otros artculos. 6. DON PEDRO MELO DE PORTUGL Y VILLENA. Hombre era ste gastado por los vicios y p or los aos; fantico devoto, pero sin uncin ni sentimiento religioso; tan negligente como inepto. Haba sido intendente del Paraguay y sacado de all por la relajacin de sus costumbres. Pas a caballerizo de la reina en Madrid; y sin ms que esto y ser favorecido por la pudiente familia de los Villena, haba sido agraciado con el vir reinato de Buenos Aires en 1795, que as conspiraba ya la Espaa misma contra sus pr opios intereses, dndonos gobernantes que desacreditaban el rgimen colonial precisa
mente en un tiempo de graves peligros para los tronos antiguos y sus colonias. 7. LA REVOLUCIN FRANCESA. En efecto, la Revolucin francesa se inaugur en 1789 como un movimiento liberal dirigido a cambiar el rgimen absoluto por el rgimen parlamen tario (101). Pero una vez conmovidas las masas populares, los constitucionalista s se dividieron en partido una horrible anarqua envolvi en sangre a la Francia ent era, a trminos de presentar el espectculo ms abominable de barbarie y de relajacin q ue pueblo alguno civil haya presentado hasta entonces o despus. ________________ (101) Corresponde al profesor acentuar aqu las ideas constitucionales del alumno. ________________
8. MUERTE DE CARLOS III Y CORONACIN DE CARLOS IV. Precisamente en ese mismo ao de 1789, haba muerto el Rey Carlos III, y tomado la corona su hijo Carlos excelente hombre, liberal por principios y por el ciego respeto con que amaba a su padre, pero que se mostr de nimo medroso y vacilante en las ocasiones crticas y tumultuosa s que los tiempos lo pusieron. 9. LA EUROPA Y LA ESPAA. Al ver establecido el imperio atroz del cadalso y de la guillotina como medio gobierno, las monarquas europeas se conmovieron y resolvier on intervenir por las armas para salvar al rey Luis y a su familia condenados al suplicio sin razn ni motivo; y el rey de Espaa, cuando vio volcada la monarqua fra ncesa, guillotinados los reyes que eran sus parientes cercanos, y proclamada la Repblica, se adhiri a la poltica general de las otras potencias. 10. ECO DE LOS SUCESOS EUROPEOS EN EL RO DE LA PLATA. La declaracin de la guerra c ontra la Repblica francesa fue recibida con entusiasmo por los funcionarios y mag nates espaoles que dominaban en el Cabildo y que pertenecan al vecindario afincado de la ciudad de Buenos Aires, haciendo cabeza entre ellos el Alcalde de primer voto don Martn de Alzaga. Este vecino perteneca a una familia distinguida de Logroo . Haba venido al pas de 25 a 30 aos, habilitado y protegido por uno de sus tos, que por su caudal tena grande influjo en el Consulado de Cdiz. Se haba hecho rico, y co mo tena viveza y un orgullo desmedido, haba puesto su influjo y dado vuelo a todas las aspiraciones propias de un soberbio mandn de aldea. En su alma sombra e imper iosa bullan pasiones concentradas, tanto ms violentas cuanto ms rgido era su aparato externo. Sus genialidades tenan los mismos pliegues morales que el ceo siempre du ro y solemne de su hermosa fisonoma. Deseoso ahora de mostrar el celo de su patri otismo y el odio de rayano que miraba a los franceses, acogi una torpe y ridcula d enuncia, de que los quince o veinte franceses (no haba ms) que vivan en Buenos Aire s, haban formado un complot contra la dominacin espaola. El imbcil Melo de Portugal autoriz los procedimientos, y Alzaga lleg hasta el brbaro exceso de dar tormento a los reos, en su presencia, para que confesasen sin crimen que no haban cometido y cuya sola sospecha era el colmo de lo absurdo. Pero vino la noticia de la paz h umillante de Basilea. Espaa acat vergonzosamente los excesos de la Repblica frances a, y las cosas siguieron de este lado del mar como haban estado antes. 11. TIEMPOS INQUIETOS. El virrey se traslad a Montevideo por rdenes que recibi de r estaurar las murallas de la plaza y de reforzar todos los medios de defensa. Se tema que la Espaa fuese forzada por la Francia a ponerse en hostilidades con Ingla terra. Entre las medidas que se tomaron fue una la de crear una escuadrilla fluv ial que se puso a las rdenes de don Santiago Liniers, francs noble que desde sus p rimeros aos serva con honra en la marina espaola, y que haba venido a Buenos Aires e n la armada de don Pedro de Cevallos.
LECCIN XL LOS LTIMOS VIRREYES 1. DON ANTONIO OLAGUER FELI. Cuando daba su atencin a esos cuidados el virrey Melo muri en 1790, y tom interinamente el gobierno don Antonio Olaguer Feli, Oidor de l a Audiencia que para ese caso estaba sealado por cdula cerrada. 2. EL MARQUES DE AVILS. Pero en ese mismo ao lleg, nombrado por el rey, el marqus de Avils, que hizo un gobierno modesto, con medidas de simple administracin local, c omo la reglamentacin del impuesto de patentes, y la fundacin de algunos pueblos en la Banda Oriental, que a poco tiempo pasaron a poder de los portugueses. 3. DON JOAQUN DEL PINO. En 1801 fue promovido Avils al virreinato de Lima, y vino a reemplazarlo don Joaqun del Pino. De su perodo no quedan otros recuerdos que los intiles esfuerzos que hizo para contener los avances de los portugueses. Le honr a tambin por haber animado y protegido la publicacin del peridico de don Hiplito Vie ytes y de don Pedro Cervio, titulado Semanario de Agricultura y Comercio (102). ________________ (102) Quisiramos llamarlo el primer papel digno del pas, prescindiendo del panflet o procaz y trivial que, pocos meses antes, haba comenzado a publicar el coronel e spaol don Francisco A. Cabello con el ttulo de Telgrafo Mercantil, Rural, Poltico, E conmico e Historigrafo del Ro de la Plata. ________________
4. DON RAFAEL MARQUZ DE SOBREMONTE. El Seor Pino muri a principios de 1804, y le su cedi el intendente gobernador de Crdoba don Rafael Mrquez de Sobremonte, que alguno s escriben Marqus sin decirnos a qu casa o apellido de familia perteneca. 5. SNTOMAS Y ALARMAS. La famosa revolucin francesa acab por caer en manos de un dspo ta militar, Napolen Bonaparte, que, a lo de ser el genio guerrero y poltico ms asom broso hasta entonces conocido, reuna el talento ms frtil en intrigas que pueda imag inarse, con una depravacin moral desnuda de escrpulos y sin ms regla que su colosal egosmo. Toda la Europa continental le tema, y la Espaa estaba humildemente sometid a a sus caprichos (103). 6. EL GENERAL DON FRANCISCO MIRANDA. Slo la Inglaterra mantena alta su cabeza y su s libertades delante de ese Dspota Continental; y era por lo mismo el blanco de t odos sus odios y de todas sus hostilidades. Conociendo esto algunos patriotas ve nezolanos, encabezados por el general don Francisco Miranda, consiguieron la ami stad de un marino ingls de fama llamado Sir Home Popham, que les proporcion auxili os para revolucionar a Venezuela contra Espaa; pero fueron desgraciados. ________________ (103) Como nuestros sucesos internos de estos ltimos perodos tienen su arranque en las complicaciones polticas de la Espaa con la Francia, creemos que, para dar cue nta clara y sucinta de ellos, es preferible refundirlos en un solo cuadro. ________________
7. EL TRATADO DE SUBSIDIOS. La Espaa haba consegnido ponerse en paz con Inglaterra . Pero cuando Bonaparte rompi el Tratado de Amiens, le declar la guerra a la Ingla terra y le exigi a la Espaa que hiciese lo mismo. La Espaa trat de excusarse, pero a nte las amenazas del dominador del Continente, se prest a hacer un Tratado secret
o comprando su neutralidad por un subsidio de dos millones de pesos mensuales qu e se comprometi a entregar a Napolen as que llegaran cuatro fragatas que deban salir de Buenos Aires con tesoros pertenecientes al fisco y al comercio que enviaban los virreyes del Per y de Buenos Aires. 8. EL CRUCERO. La Inglaterra entendi que dar esas enormes cantidades al enemigo a ttulo de subsidio era violar la neutralidad y la paz por medio de una intriga cl andestina; y orden secretamente al comodoro Moore que cruzase con cuatro fragatas por las bocas del Estrecho de Gibraltar, que apresase las cuatro fragatas espaol as que venan de Buenos Aires y que las llevase a Plymouth, declarndoles que despus de sacar los tesoros que pertenecan a Bonaparte, quedaran completamente libres, po rque el acto no era de hostilidad a la Espaa sino a la Francia. 9. LA CATSTROFE. El 5 de octubre de 1804, estando a 25 leguas de Cdiz, las fragata s espaolas comandadas por el gobernador de Montevideo don Jos de Bustamante, viero n venir sobre ellas cuatro fragatas inglesas que se colocaron costado a costado en medio de cada una de las espaolas. Por medio de un bote, Moore le hizo a Busta mante la intimacin mencionada. Este contest que aunque navegaba en paz, un oficial de honor no se someta a semejante humillacin, sino despus que hubiera derramado su sangre y que no le quedase ms medio de defensa. Con esto, los ingleses enarbolar on los gallardetes de combate y abrieron un fuego tremendo. A los primeros tiros vol la Mercedes, pereciendo en ella la seora y las hijas del general don Diego de Alvear (104). Un momento despus todo era ruina y desolacin en las fragatas espaola s tuvieron que rendirse y que seguir a Plymouth con los vencedores. La Espaa decl ar la guerra. ________________ (104) Este seor y su hijo Don Carlos, que tan ilustre se hizo despus en la guerra de la Independencia, se salvaron porque iban en la fragata Clara. ________________
10. EL CABO DE BUENA ESPERANZA. Este importantsimo punto haba pertenecido antes a los portugueses. Cuando Felipe II hered la corona de Portugal los holandeses lo c onquistaron; y como Napolen conquisto en seguida la Holanda, y coron all a su herma no Luis, los ingleses resolvieron tomar el CABO por considerarlo territorio enem igo y por ser un apostadero de primera importancia para la seguridad y navegacin de los mares de la India que ya tenan en su poder. Con este fin hicieron salir un a escuadra al mando de Sir Home Popham, que llevaba de seis a siete mil hombres de desembarco al mando del ceneral David Baird y de segundo Guillermo Carr de Be resford. Como el CABO no contaba con medios de resistencia qued inmediatamente en poder de los ingleses. 11. EL RO DE LA PLATA. No era Popham hombre de estarse quieto. Adems de ser hbil ma rino, le daba por meterse en la poltica de gabinete, y pretenda estar informado en los ms hondos secretos de la cancillera inglesa. Saba, en efecto, que Mr. Pitt soab a con poner el pie en el Ro de la Plata, pues muchas veces le haba hablado de eso confidencialmente. Pero Mr. Pitt haba muerto, y Popham ignoraba que la poltica int ernacional del nuestro gabinete no era ya la misma. Sin embargo, como Bonaparte le haba cerrado a la Inglaterra todos los puertos de Europa, por el llamado Bloqu eo Continental, Popham pensaba que ste era el momento de abrirse los mercados opu lentos del Ro de la Plata con una amplia entrada hasta el Per. Esforzando sus argu mentos en este sentido e invocando la supremaca de su mando en todo lo relativo a l mar del sur, tom el regimiento nm. 71 fuerte de 900 plazas, y aumentndolo con alg unos contingentes embarc cerca de dos mil hombres, y se puso a la vela resuelto a sorprender a Buenos Aires, y colocar ese preciossimo y codiciado diamante en la corona de la Gran Bretaa.
LECCIN XLI LA RENDICIN Y LA RECONQUISTA DE BUENOS AIRES 1. EL DESEMBARCO. Jams empresa ms desatinada ha tenido xito ms completo, ni un retro ceso ms rpido y merecido. Avisaron de Montevideo que andaba una escuadra inglesa e n el ro. Sobremonte no lo quiso creer. Pero el 25 de junio la escuadra enemiga se dej ver al frente de la capital haciendo estudio de las aguas. En la tarde se co rri al sur; y el 26 emprendi su desembarco en el baado de Quilmes. El 27 las tropas inglesas subieron en columna a las lomas y emprendieron su marcha hasta acampar por la noche en la ribera del ro de Barracas. 2. ESTADO DE LA CIUDAD. Sobremonte, destinado a matar el rgimen colonial por su c obarda, huy a la parte externa de la ciudad. El vecindario furioso, indignado, no saba qu hacer, no saba dnde estaban las armas, ni quin era su jefe, ni qu partido toma r. Vociferaba, aumentbase el desorden y la desesperacin. La columna inglesa, entre tanto, entraba por la calle de la Residencia (hoy Defensa) con descubiertas late rales hasta quedar duea del Fuerte y de la ciudad el 27 de junio de 1806, algo de spus de medio da. 3. EL TESORO PBLICO. Supo Beresford al momento que las cajas del tesoro iban en c amino hacia el interior. En el acto las hizo alcanzar, y remiti a Londres cerca d e dos millones de duros. 4. FRANQUICIAS Y LIBERTADES. Titulndose gobernador de Buenos Aires en nombre del rey de Inglaterra, Beresford decret la absoluta libertad y garanta del culto catlic o y de los signatarios de la iglesia; le ratific al Cabildo sus poderes, la liber tad del voto, la de la palabra y la de la prensa a los sbditos espaoles. Abri el co mercio libre, y pretendi halagar cuanto le fue posible los intereses locales, ase gurando a los hijos del pas las mismas libertades que gozaban los ingleses. Pero nada de esto poda alucinar; el pueblo saba que estaba conquistado por una nacin y p or una lengua extranjera; y que en tal caso todas las libertades son ilusorias. As es que el deseo de sacudir la conquista era el sentimiento unnime de los sesent a y cinco mil habitantes que contaba la ciudad. 5. PROYECTOS INEFICACES. Mil proyectos se formaron espontneamente para sacudir la conquista. Dos ingenieros espaoles, don Felipe de Sentenach y don Gerardo Esteve y Llac, ayudados de buenos trabajadores, emprendieron abrir dos minas; una que deba hacer su explosin debajo de la Casa de Comedias donde tena su cuartel el nm. 71 y otra debajo del Fuerte donde resida Beresford con el resto de las tropas ingle sas. El joven don Juan Martn de Pueyrredn operaba en otro sentido: su idea era rem over los suburbios y la campaa inmediata, hasta levantar ocho o diez mil hombres con que establecer un asedio estricto sobre la ciudad, proteger la salida de tod o el vecindario y hacer imposible la subsistencia de las fuerzas invasoras hasta ahogarlas en un alzamiento general del pueblo. 6. ACCIN DE PERDRIEL. Beresford se puso en bastante cuidado al saber esta tentati va, y consider necesario hacer una salida contra el grupo de 700 u 800 hombres qu e Pueyrredn haba reunido en la chacra de Perdriel, situada entre lo que hoy es Ram os Meja y Chacarita. Por mucho que se hiciera para rechazar con valenta el ataque, no era aquel grupo de caballera capaz de resistir a una columna de famosos escoc eses, y se dispers perdiendo dos cajoncitos que tena colocados en el patio del cas ero, a manera de reducto, servidos por un desertor irlands que fue tomado y fusila do. Pero como los ingleses tenan a su vez que retirarse a su centro, los criollos volvieron a restablecer y aumentar su grupo. 7. EL GENERAL LINlERS. Este jefe, de quien antes hemos hablado, era a la sazn com andante militar del puerto de la Ensenada. A la noticia de que la capital haba si
do tomada, abandon su puesto y se meti furtivamente en la ciudad. De todo lo que o bserv con grande esmero dedujo que trayendo prontamente la guarnicin y los piquete s de marina de Montevideo, poda presentarse sobre Buenos Aires con 1.000 a 1.300 hombres, y apoyar el alzamiento de las masas populares. Una vez que madur su proy ecto se dirigi solo a la Colonia, se traslad a Montevideo a toda prisa, y el 23 de julio sala ya de all mandando la columna que haba ido a buscar. 8. LA MARCHA. El 1 de agosto lleg por tierra a la Colonia, donde lo esperaba una e scuadrilla al mando del capitn de navo don Juan Gutirrez Concha. Embarc en ella su t ropa, sali de la Colonia el 3 de agosto al romper una violenta sudestada, que en un da lo puso volando dentro del ro. Tom tierra en las Conchas. Bajo una lluvia con tinua como las que son frecuentes en ese mes, se traslad a la parte alta de San F ernando y de San Isidro, se reunieron a l los numerosos grupos de Pueyrredn que le trajeron mulas, caballos y bueyes entregados a porfa por todo el vecindario. La lluvia, los pantanos y los malos pasos, todo fue vencido con el esfuerzo y con l a cooperacin popular. Hubo vecinos que echaron abajo parte de sus casas para colm ar, con materiales slidos, los pantanos que obstruan la calle, mientras otros abran sus cercos y franqueaban as el pasaje dentro de sus huertos. Cuando un pas no est mercantilizado, el patriotismo vence hasta lo imposible. El hecho fue que la col umna de Liniers lleg al Miserere (Once de septiembre) con tres mil hombres a lo m enos. A su presencia en este lugar respondi ardorosa toda la juventud y la muched umbre del pueblo acudiendo al lado del general, con armas o sin ellas, pero todo s a caballo y con poderosos medios de movilidad. 9. OCUPACIN DEL RETIRO. Imformado el general de que los ingleses tenan su parque e n el Retiro, custodiado por unos piquetes, como punto ms inmediato a las lanchas caoneras ancladas en el canal de las Catalinas, alz su campamento y se dirigi a ese punto. Por fortuna, la sudestada era tan violenta que las lanchas caoneras no po dan operar ni hacer fuego; y cinco de ellas que quisieron moverse fueron a zozobr ar en las costas de San Isidro, donde una parte de los tripulantes se ahog y otra parte fue tomada por los vecinos. 10. EL PRIMER FUEGO. Las avanzadas llegaron al Retiro entrada ya la tarde del 10 de agosto de 1806. Los piquetes ingleses quisieron defender el parque, pero al ver el nmero exhorbitante que caa sobre ellos, emprendieron su retirada por la cal le actual de San Martn. Hubieran sido destruidos y tomados, a no haber venido de la Plaza todo el nm. 71, cuando ya caa la noche. 11. LOS PREPARATIVOS. El da 11 se pas en preparativos. Beresford, haciendo lo posi ble por asegurar sus medios de defensa, Liniers organizando el avance de su colu mna. El vecindario, por su parte, abra las paredes internas de las manzanas para llegar sin dao a las ltimas azoteas que daban vista y entrada a la plaza. 12. EL ATAQUE Y LA VICTORIA. En la maana del 12 de agosto, las avanzadas del Fijo y los voluntarios catalanes, que se haban armado con el nombre de Migueletes, in iciaron el ataque sin orden expresa del general. Pero vindolos ste demasiado compr ometidos, entr al fuego con todas sus tropas, llevando una columna por la calle a ctual de San Martn, y otra por la de la Reconquista. Excitada la multitud por el ardor y por el ruido del combate, se desbord como un torrente que se abre paso e inunda el terreno, por las calles de la Victoria, de Rivadavia y de Bolvar. Temie ndo ser cortados, los ingleses abandonaron el Cabildo y la Recoba Nueva (Crisol) y se concentraron en la Recoba Vieja que divida la plaza, en cuyo arco central e staba el mismo Beresford. Pero tampoco pudieron sostenerse all; y despus de esfuer zos heroicos que les costaron muchsimas vidas, se encerraron detrs de las murallas y los fosos del Fuerte. El Pueblo inund entonces la Plaza; y el alboroto fue tal que slo la imaginacin podr concebir algo parecido. 13. LA RENDICIN. Beresford pidi parlamento izando bandera blanca. El edecn don Hila rin de la Quintana entr al Fuerte. Beresford propona reembarcarse; Quintana le obse rv que tena orden de no admitir ninguna propuesta que no fuese la rendicin lisa y l
lana, con entrega de las armas y de toda la tropa desde el general hasta el ltimo pito, sin ms promesa o compromiso que el de cumplir las leyes de la guerra y res petar a los vencidos como lo practican todas las naciones cultas. Al fin tuvo Be resford que resignarse. Liniers vino con su estado mayor al borde del rastrillo; recibi all al general ingls, y la columna march a deponer sus armas y sus banderas delante de la Arquera del Cabildo de Buenos Aires. 14. LA INTERNACIN. Los oficiales ingleses fueron internados a Catamarca, a Crdoba y a Cuyo con excepcin de Beresford y de Pack, coronel del 71, que dieron palabra de honor de permanecer en Buenos Aires, y de que durante la guerra no tomaran par te en ninguna nueva expedicin, con lo cual quedaron completamente libres dentro d e la ciudad. Beresford entr en relaciones ntimas con Liniers y con las familias qu e hacan figura en el trato social. El regimiento nm. 71, llamado tambin Real Escocs, que mandaba el coronel Pack, era uno de los cuerpos ms gloriosos del ejrcito ingls . Haba brillado en la India y en Europa. En San Juan de Acre haba constituido el sl ido ncleo de la defensa contra el famoso ejrcito de Egipto que mandaba Bonaparte; y acababa de hacer una campaa gloriosa en Sicilia antes de venir a Buenos Aires.
LECCIN XLII LOS APRESTOS MILITARES Y LA CADA DE MONTEVIDEO 1. GLORIFICACIN DE LINIERS. Despus de una victoria esencialmente popular y reparad ora de la dignidad cvica como sta, nada ms natural que el entusiasmo y la adhesin si n lmites del pas al caudillo feliz que la haba preparado y consumado. La masa se se nta PUEBLO, y el pueblo se senta SOBERANO. Tena ya una voluntad propia con el conve ncimiento de que nadie poda sojuzgarlo ni oprimirle. Era dueo de la situacin; y su jefe, su caudillo natural era Liniers, cuya gloria personal brillaba confundida con la gloria nacional. 2. EL VIRREY SOBREMONTE. En la noche del mismo da de la victoria llegaron noticia s de que Sobremonte vena de Crdoba con dos mil milicianos y que ordenaba que nada se emprendiera hasta que l llegase. El ridculo de estas rdenes, recibidas en el mom ento mismo de tan esplndida victoria, y la idea de volver a obedecer a un virrey cobarde e inepto, levant tal ira en el pueblo, que las autoridades ordinarias, la AUDIENCIA y el AYUNTAMIENTO, no tuvieron cmo estorbar que se convocase un Cabild o Abierto, en el que el pueblo de Buenos Aires declar que no quera recibir a Sobre monte y que nombraba a Liniers gobernador militar de la plaza para que llevara a cabo la reglamentacin, el armamento y la disciplina de las milicias, por ser de evidente necesidad para resistir una nueva invasin. Fue preciso hacerlo as: qued Li niers con el mando militar de la ciudad, que en aquel momento era todo el poder efectivo del gobierno. La Audiencia y el Cabildo quedaron a la cabeza de lo admi nistrativo-civil, y se le orden al virrey que pasase a Montevideo, con las fuerza s que traa y con las dems que pudiera reunir en su marcha a defender aquella plaza en caso de que fuera atacada. 3. No era vano ni imaginario el temor de un nuevo ataque por parte de los ingles es. El comodoro Popham segua cruzando por el ro a la espera de los refuerzos que e speraba recibir del Cabo y de Inglaterra. Bajo esta amenaza, todas las clases co ncurrieron a armarse y a regimientarse bajo las rdenes de Liniers y de los oficia les que cada cuerpo eligi. El resultado de este alistamiento fue la creacin de la LEGIN DE PATRICIOS al mando de don Cornelio Saavedra, compuesta de tres numerosos batallones; la de LOS ARRIBEOS, hijos de las provincias del Interior, al mando d e don Po de Gaona; la de pardos y morenos o clases de color, al mando de don J. R . Baudrix, cinco escuadrones de caballera con el nombre de Hsares de Pueyrredn, Hsar es de Vivas, Hsares de Nez, Hsares de Herreros y Migueletes del Alto. Adems de estos cuerpos compuestos de criollos, formaban el batalln del Fijo y los Dragones. Los cuerpos espaoles eran: Gallegos, Catalanes, Cntabros, Montaeses y Andaluces, bastan
te mezclados con hijos de las familias comunales enrolados en ellos para acompaar a sus padres. En este armamento predominaban los criollos, por ms de las dos ter ceras partes; quedaba por saber cmo se portaran el da de la batalla, pues de eso de penda decidir quines iban a quedar predominantes y dueos del pas; los Argentinos o l a Espaa. 4. EN INGLATERRA. El comercio de Londres haba recibido con jbilo la noticia de la ocupacin de Buenos Aires. Pero el gabinete tuvo muy a mal que Popham hubiera empl eado en esa aventura fuerzas que deban haber vuelto a Europa, donde eran muy nece sarias. No quedaba, sin embargo ms remedio que conservar y defender lo conquistad o; y como se pens que el nico peligro que se corra era que acudiesen fuerzas de Chi le y del Per, se mand al coronel Craufurd a la cabeza de 4.400 hombres para que oc upasen a Talcahuano o Valparaso, a fin de que Chile y el Per no pudiesen mover tro pas mientras se reforzaba a Beresford con otra divisin de 4.500 hombres que se hi zo salir a las rdenes de Sir Samuel Achmuty con destino al Ro de la Plata. Pero co mo lleg a Londres la noticia de que Beresford se haba rendido, se le orden a Craufu rd que, en vez de seguir a Chile, contramarchase y se pusiese a las rdenes del ge neral Achmuty. Home Popham, destituido y procesado por haber comprometido sin rde nes la gloria militar de la Inglaterra, fue reemplazado por el almirante Stirlin g. 5. LLEGADA DE FUERZAS INGLESAS. La primera fuerza enemiga que lleg en auxilio de Beresford fue la de 1.300 hombres que el general Baird mand a prisa desde el Cabo de Buena Esperanza. Pero como llegaron tarde, tomaron posesin de Maldonado y que daron a espera de nuevas rdenes. Poco tiempo despus lleg Achmuty; e informado de lo que haba ocurrido resolvi tomar a Montevideo. La plaza era bastante fuerte para s u tiempo; sus altas fortificaciones estaban construidas en casa-matas con piedra de sillera y abrigaban una guarnicin de cinco mil hombres resueltos, aunque poco diestros, o por mejor decir, nada diestros como artilleros. 6. VERGONZOZA Y COBARDE CONDUCTA DE SOBREMONTE. En vez de ponerse a la cabeza de la defensa y de volver por su honra, este infeliz se sali de la plaza, sacando l as milicias cordobesas con que andaba; y se puso a salvamento del lado de la cam paa, haciendo fuego al aire y desde largas distancias con tres cajoncitos que arr astraba. Una partida inglesa march sobre l, lo que bast para que huyera despavorido , abandonando esas mismas piezas. 7. IMPRUDENTE SALIDA DE LA GUARNICIN. Los ingleses desembarcaron en el puerto del Buceo, a menos de dos leguas de la plaza; y se aproximaron apoyando su marcha e n los costados del sur y de oriente en contacto con la poderosa escuadra del Alm irante Stirling. Por una de esas imprudencias que son en semejantes casos una im perdonable falta, se les ocurri a los jefes de la plaza, Lecoc y Viana, salir a p resentar batalla con tropas milicianas que no tenan organizacin militar ni fogueo. Aunque mostraron un valor que sorprendi a los mismos enemigos, el resultado fue una completa derrota y la prdida de un gran nmero de hombres entre muertos y herid os, sin contar los muchsimos dispersos que se desparramaron por la campaa. 8. ASALTO Y TOMA DE LA PLAZA. El 3 de febrero de 1807 amaneci la escuadra inglesa circunvalando toda la pennsula en donde la ciudad adelanta su cabeza al mar; y a penas hubo luz para percibir los objetos, rompi de parte a parte un estruendoso e imponente caoneo. El ejrcito ingls, apoyndose siempre sobre la costa del sur, acumu l sus bateras en ese costado de las fortificaciones hasta abrir en ellas una ancha brecha por donde sus batallones penetraron a la bayoneta. Desde entonces ya no hubo ms que decir: la plaza y la guarnicin, despus de un esfuerzo desesperado y de una espantosa matanza y saqueo, qued en poder de los enemigos. El batalln Ro de la Plata y los Dragones que acababan de llegar de Buenos Aires, y que haban sido des tinados a defender la brecha, fueron aniquilados: 600 oficiales la mayor parte a rgentinos: Balcarce, Zapiola, Vedia, Rondeau, fueron llevados a Inglaterra como prisioneros.
9. SOCORROS FRUSTRADOS. A la primera noticia de que los ingleses prescindan de Bu enos Aires y operaban sobre Montevideo, Liniers mand a toda prisa el batalln del Ro de la Plata y los Dragones, que entraron el da anterior de la catstrofe; y detrs d e ellos sali l mismo a la cabeza de 500 Patricios y de 300 Arribeos. Estaba en marc ha de la Colonia hacia San Jos, cuando recibi la noticia de que todo haba concluido . Temiendo entonces por la capital, regres inmediatamente a vigorizar la defensa. 10. Los ingleses introdujeron en Montevideo una enorme cantidad de mercaderas: de clararon la libertad absoluta de comercio y de las opiniones con todas las dems f ranquicias individuales y pblicas de que gozaban ellos mismos como ciudadanos. Fu ndaron un peridico bellsimamente impreso en smiles columnas inglesas y espaolas con el ttulo de la Estrella del Sur. En l trataron de demostrar todas las ventajas polt icas y econmicas que procura un gobierno libre, comparndose con el absolutismo y e l monopolio colonial de Espaa. 11. DESTITUCIN Y EXPULSIN DEL VIRREY SOBREMONTE. No hay cmo describir la indignacin del pueblo de Buenos Aires cuando el da 6 de febrero por la tarde recibi la notici a del terrible contraste y de la infame cobarda de Sobremonte. La noche se pas en una febril agitacin. El pueblo, amontonado en la plaza, pidi Cabildo Abierto, y re unido en asamblea, resolvi destituir al virrey y mandar inmediatamente una fuerza ligera que lo prendiese para someterlo a juicio y castigarlo. Sobremonte fue to mado en Soriano. Trado a Buenos Aires fue destituido y remitido a Chile para que fuese llevado a Espaa. Semejante resolucin contra el representante legtimo del sobe rano, era una prueba concluyente de que las leyes fundamentales del Coloniaje qu edaban ya profundamente alteradas, y de que todos los poderes pblicos haban venido a manos de la Fuerza y de la Autoriad Popular. Una vez dado el empuje, no se po da ya retroceder. El pas haba entrado en el camino de la Revolucin y de la Guerra de la Independencia. 12. Por mucho que el inters comn de la defensa y el peso del peligro tuvieran unid os en el mismo esfuerzo a los criollos y los europeos, en el fondo estaba ya abi erto el abismo: y era ya cuestin entre ambas parcialidades saber cul haba de quedar con el poder de gobernar. La Fuerza estaba en manos de los criollos; la Tradicin en manos de los espaoles. Liniers era cabeza y caudillo de los primeros, Alzaga cabeza del cabildo y caudillo de los segundos. El uno y el otro quedaban a la mi ra de los sucesos para desembozarse y combatirse. Los dos aspiraban a sustituir a Sobremonte.
LECCIN XLIII LA VICTORIOSA DEFENSA DE BUENOS AIRES Y DEVOLUCIN DE MONTEVIDEO 1. CONCENTRACIN DE LAS FUERZAS INGLESAS EN MONTEVIDEO. A ltimos de mayo de 1807 se hallaban ya en Montevideo las fuerzas del general Craufurd que, reunidas con la s que haba trado el general en jefe Whitelocke y con las de Achmuty, componan, ms o menos, catorce mil hombres. Dos mil quedaron guarneciendo a Montevideo; el resto se embarc en la escuadra del almirante Murray, sucesor de Stirling, a quien se l e haba dado orden de regresar al Cabo. 2. EL DESEMBARCO. El ejrcito Ingls desembarc en la Ensenada. El 28 de junio march so bre la ciudad, haciendo adelantar, a bastante trecho, una fuerte vanguardia al m ando del general Gower. 13. NUEVO DESACIERTO. Cometiendo el mismo desacierto que haba sido tan fatal en M ontevideo, Liniers sac el ejrcito de la capital al otro lado de Barracas el 1 de ju lio con nimo de dar batalla. Pero cuando l crea que Gower vendra sobre su lnea, el ge neral ingls oblicu sobre su izquierda, manifestando su intencin de entrar a la ciud ad por el oeste, es decir, por lo que es hoy Once de Septiembre. Al ver este mov
imiento, Liniers crey perdida la ciudad. Con un apuro impropio del momento y caus ando un pnico profundo en las tropas vecinales, tom de prisa los cuerpos que pudo, y sin orden ni concierto corri a contener a Gower, arrastrando diez piezas. Lini ers lleg a las quintas del oeste al mismo tiempo que Gower desembocaba en el espl ayado de los corrales por el lado del sudoeste. Gower hizo un movimiento oblicuo ; tom a Liniers por el flanco izquierdo; lo destroz en un momento, y le tom los caon es. La tropa se desband; el mismo Lirliers, cortado por la espalda, se salv huyend o a la Chacarita. Pero Gower tena rdenes precisas de acampar en Miserere y las cum pli; que si en vez de eso sigue adelante, se apodera de Buenos Aires sin tirar un tiro. Hizo bien? hizo mal?... ardua cuestin es sta en la disciplina militar. 4. SITUACIN DE LA CIUDAD. Lo que pasaba en la ciudad es indescriptible. Las tropa s de Barracas entraban desbandadas y despavoridas por todas las calles del sur c reyendo que sus casas y sus familias hubieran ya cado en poder de los ingleses. P ero al encontrarlas libres, vuelven los nimos a restablecerse; oficiales y soldad os acuden y se agrupan en la plaza a recibir rdenes y reorganizarse. Los coronele s Balbiani, Garca, (don Pedro Andrs) Saavedra, Viamonte, apoyados por los recursos y por los esfuerzos del Cabildo a cuya cabeza obraba con actividad y decisin don Martn de Alzaga, emprenden el zanjeo de las calles, y la rpida formacin de barrica das o reductos en las proximidades de la plaza. Viamonte fortifica por sus cuatr o frentes todo el edificio donde hoy est la Biblioteca y el Colegio Nacional; all se colocan los Patricios con cantones desprendidos hacia la calle de Bolvar que s e ligan con las trincheras que cortan las calles de Santo Domingo, encargadas al bravo y experto coronel de Ingenieros don Pedro Andrs Garca, padre y abuelo de un a generacin que ha llegado, distinguida siempre, hasta estos das. Por el oeste la lnea de la defensa avanza hasta San Miguel; y all, haciendo zig-zag por Cangallo y por Cuyo, viene cubriendo el norte hasta la Merced. En la plaza estaba el cuart el general, foseado y defendido con artillera por todas sus calles. 5. REAPARICIN DE LINIERS. El general llega a conocer el da 2 que la ciudad estaba salva an, y vuelve inmediatamente a ella resuelto a enterrarse en sus escombros, porque si no tena grandes talentos militares, tena honor y dignidad. Su reaparicin produce en los espaoles del Cabildo, en Alzaga sobre todo, un profundo despecho; en los criollos, un entusiasmo loco, como vulgarmente se dice. Las tropas del pas lo aclaman, lo rodean; el pueblo entero quiere verlo, y con verlo tiene por seg ura la victoria y va lleno de confianza a guarnecer las trincheras. Del da 2 al 4 queda completo el sistema de defensa. En este da se siente entrar por las calles de Cuyo y Cangallo una fuerza enemiga descubridora; se pone en movimiento la gu arnicin y la rechaza con xito y denuedo. 6. EL EJRCITO ENEMIGO. Whitelocke camp su ejrcito en Miserere, dividindolo en varias columnas que deban circunvalar la ciudad. Achmuty deba entrar al Retiro y tomar l a Plaza de Toros, defendida por 1.000 y tantos hombres a las rdenes del general C oncha. Otra divisin deba entrar por la calle de Crdoba y tomar la altura de las Cat alinas. El general Lumley deba entrar por las calles de Lavalle y Tucumn hasta las azoteas que quedaran en la ribera. Otra divisin subalterna de este general tena o rden de entrar por Cuyo y Cangallo hasta la Merced. Las reservas quedaban pronta s a marchar por el centro enfilando por Rivadavia y Victoria. El coronel Pack, a la cabeza de otra fuerte columna, deba atacar y tomar el edificio de las Tempora lidades; el general Craufurd, por las calles de Mjico y Chile, tena orden de ocupa r las alturas de Santo Domingo; y su reserva por el sur al mando del coronel Gua rd deba ocupar la Residencia y avanzar si fuera necesario por la calle DEFENSA. 7. EL ATAQUE. El 5 de julio, al rayar el da, los caones del cuartel general ingls d e Miserere dieron la seal, y cada columna inglesa rompi su marcha por su frente re spectivo. Tomando o calculando mal las distancias, Achmuty topa de pronto con la Plaza de toros. El repentino fuego de los caones a boca de jarro, le desorganiza la columna, que huye materialmente dispersa hasta el Sanjn de Matorras (Tercero) , donde los oficiales logran contener a sus soldados. Pero los inexpertos defens ores del reducto, sin poder contenerse, salen a la plaza en grupos a perseguir,
al mismo tiempo que el teniente coronel Nuguent, acudiendo de prisa al fuego, en tra a la bayoneta por Arenales y Juncal, toma posiciones, se comunica con Achmut y, atacan juntos la Plaza de Toros y la toman con toda la guarnicin, compuesta de 900 a 1.000 veteranos. Achmuty queda, pues, dueo del Retiro y coloca su vanguard ia en las Catalinas, sirviendo de reserva a Lumley, que ocupa las esquinas de Re conquista, Corrientes y Cuyo. 8. PACK Y LAS TEMPORALIDADES. A la misma hora adelanta Pack por la calle de More no, con dos columnas lleno de aprensiones y cuidado al ver el silencio sepulcral en que todo aquello parece estar a su paso. Tuerce a su izquierda por la calle del Per llevando la cabeza de la columna el coronel Cadogan; pero cuando quedan i nternados en la calle, un mortfero fuego de mosquetera los abruma; cada ventana, c ada balcn de las TEMPORALIDADES es un reducto que no cesa de tirar. Toda la cabez a de la columna queda tendida en la mitad de la calle sin que sus soldados pueda n ofender. Cadogan se precipita hacia adelante buscando la puerta del edificio; pero apenas da dos pasos le matan las mulas de los caones, y tiene que abandonarl os porque sus soldados huyen, no tiene cmo combatir ni cmo quedar all, bajo el fueg o del edificio. Cadogan, hijo de ilustres Lores, cae prisionero, y Pack se desli za hacia el sur en busca de Craufurd. 9. EN SAN MIGUEL Y EN LA MERCED. Los dos regimientos que trataron de tomar a San Miguel fueron despedazados en el atrio de la iglesia por los fuegos de los Patr icios que coronaban las azoteas del frente. All murieron los jvenes oficiales de P atricios Verlarde y Salas. Los ingleses abandonaron el empeo: una parte tom por la calle de la Piedad, decidida a llegar hasta la ribera y encontrar las fuerzas d e Lumley; pero acribillada de todas partes tuvo que rendirse; el otro regimiento , retrocediendo por Suipacha hasta Cuyo, trat de salir a espaldas de la Merced; a cribillado tambin por las trincheras que cortaban la calle de Reconquista, atrope ll las zanjas y lleg al atrio de la Iglesia; pero tuvo que rendirse; mientras Luml ey, jefe de esa divisin, ignorando la mala suerte de sus subalternos se estableca en las casas altas esquinas de Veinticinco de Mayo y Corrientes. 10. CRAUFURD EN SANTO DOMINGO. Adelantando su camino por las calles que se les h aba sealado, Craufurd, Pack y Guard entraron por la de Venezuela hasta las espalda s del convento de Santo Domingo con mil y tantos hombres. Forzaron las puertas d el convento y subieron sus tropas a los techos. Pack arranc de la Iglesia las ban deras del 71 y las hizo flamear en las torres. Al verlas, la escuadra inglesa le s hizo una salva real creyendo consumado su triunfo. Pero nada ms difcil de defend er que el punto que haban tomado: las bvedas iluminadas, convexas, no permitan afir mar el pie y dejaban indefenso el cuerpo de los soldados delante del fuego de lo s parapetos vecinos y de la artillera del Fuerte que tronaba arrojaba su terrible metralla sobre ellos. A esto se juntaba que, estando ya libres de riesgos los o tros costados de la defensa, las fuerzas se agrupaban sobre este punto en todas las azoteas y techos circunvecinos, hasta que siendo imposible resistir, no le q uedo a Cranfurd ms remedio que rendirse. 11. EL GENERAL LUMLEY. Cnando este general observ que el fuego haba cesado por tod as partes, sin que se le diesen rdenes, a pesar de haber avisado que ocupaba la p osicin qne se le haba sealado, resolvi replegarse al Retiro; y con esto el triunfo d e los argentinos qued consumado en el centro. 12. LA CAPITULACIN. Wbitelocke se repleg tambin al Retiro. Se trat all en Junta de Gu erra de si se bombardeara la ciudad, o se tentara un nuevo ataque. Lo primero acab por parecer un acto brbaro de despecho, que, adems de irritar la guarnicin, pondra e n peligro la vida de los prisioneros abandonados al furor del pueblo; lo segundo se consider ms que aventurado por falta de recursos y de tropa; cuando las fuerza s de la plaza contaban con el armamento tomado y con doble nmero, por consiguient e, de soldados bien armados. El resultado fue aceptar las propuestas de Liniers, que eran en resumen el reembarco de las tropas enemigas, el desalojo y entrega de Montevideo, y la devolucin de todos los prisioneros que de parte a parte se hu
bieran tomado en esta y en la anterior batalla de 1806. 13. LOS REGOCIJOS Y EL RENOMBRE EXTERIOR. Fcil es comprender el ruido con que vol por toda la Amrica la victoriosa defensa de Buenos Aires. Las opulentas villas de Potos y de Oruro fabricaron en plata y oro un grande trofeo macizo con numerossim os pendientes ricamente trabajados, de vara y media de altura, que fue enviado a l Cabildo de Buenos Aires como un homenaje debido a la Ciudad triunfadora. En to das las capitales y villas de los dominios espaoles se cant el Te Deum y los plpito s hicieron resonar las bvedas de los templos con entusiastas alabanzas a la glori a de Buenos Aires y de su nclito caudillo el general Liniers. En Espaa se repitier on los mismos ecos de uno a otro extremo de la pennsula. Napolen mismo felicit a Ca rlos IV, acentuando sus elogios en la circunstancia de que el triunfador hubiera sido UN SBDITO SUYO, un francs, como si con esto ya mirase asegurada la posesin de l Ro de la Plata; sin comprender que aquella victoria haba sido principalmente LA VICTORIA DEL PUEBLO y no la de un caudillo. 14. LA INGLATERRA. Igual asombro fue el despecho y la indignacin del pueblo y del gobierno ingls al saber que 12 mil de sus invencibles soldados haban capitulado e n Buenos Aires. Witelocke fue procesado y degradado. Pero inmediatamente se orde n la formacin de otro ejrcito expedicionario en el puerto de Cork, a las rdenes del general Wellesley que fue despus Duque de Wellington, vencedor de Napolen en Portu gal, en Espaa y en Waterlo. 15. EL ALZAMIENTO ESPAOL. Grande y ms terrible que los anteriores iba a ser el con flicto que se le preparaba al pueblo de Buenos Aires si esta otra expedicin se hu biera realizado. Pero uno de esos acasos que son producto natural de los tiempos cambi todo el orden de los sucesos. Obedeciendo a la insaciable ambicin de esclav izar a todos los pueblos, Napolen ech sus tropas sobre Espaa, destituy a los Reyes, y puso en el trono a su hermano Jos Bonaparte. La Espaa se levant con la actitud de un tremendo gigante que hubiera surgido repentinamente del suelo. La Junta popu lar de Oviedo le pidi auxilios inmediatos a la Inglaterra. El gobierno ingls compr endi al momento la importancia del hecho: se declar aliado de la Espaa insurreccion ada contra el dspota continental; y el ejrcito de Cork con SU INVICTO general, zar p a operar en la pennsula, dejando a Buenos Aires libre del tremendo peligro que l a amagaba, pero armado y fuerte a la expectativa de los sucesos futuros.
LECCLN XLIV RESUMEN DEL ESTADO SOCIAL Y ECONMICO DEL VIRREINATO 1. LA INDUSTRIA Y LAS MANUFACTURAS. Los compendiadores de segunda mano, por falt a de datos y de estudio, no han tenido embarazo en presentar al virreinato de Bu enos Aires como una simple aglomeracin de estancias rurales, sin ms labor que la d e recoger en bruto la produccin natural de los ganados, y cuando ms sacarla al air e y al sol. No hay un error ms craso ni ms desfavorable a nuestra cultura. Es cier to que en Buenos Aires la riqueza era principalmente comercial, y que reposaba e n el intercambio de materias primas. Pero cosa muy distinta suceda en las provinc ias del interior. En Crdoba prevalecan numerosas manufacturas y telares de lana. T odas las cobijas de cama y ropas de abrigo, como pantalones, chaquetas, frazadas , ponchos, que usaba no slo el pueblo sino la clase decente, eran producto de las manufacturas internas, sin contar los artculos finos que usaban muchsimas de las personas acomodadas, sobre todo en la clase de frazadas, colchas, alfombras, jer gones y ponchos. Los tejidos de lana ordinaria de Santiago del Estero entraban y se vendan en Buenos Aires por miles de fardos. Se fabricaban en grandes cantidad es comerciales, becerros, cordobanes, badanas, pergaminos y tafiletes ordinarios , producto de las manufacturas del cuero de cabras y de ovejas o carneros; y est o sin contar otras numerosas manufacturas que se expendan con verdadero valor ind ustrial. Los algodones, tucuyos o lenceras de CATAMARCA y de la RIOJA ocupaban y
surtan todos los mercados del interior y tambin el de Buenos Aires hasta 1811 en q ue comenzaron a dominar las fabricaciones inglesas; pero en el interior aqeullos artculos fueron, durante todo el virreinato, el traje de las clases populares, s in perjuicio de las especies finas admirablemente cribadas y bordadas que usaban las damas y gentes de familia. Todas estas manufacturas traan su origen de la in dustria incana; pues era la raza quichua mezclada la que haba continuado propagndo las bajo el rgimen colonial. Las suelas, los becerros, los pellones, los ponchos de lana de vicua, de algodn y de lana de carnero que producan TUCUMN Y SALTA, mantena n un comercio prspero con la provincia de Buenos Aires y con todas las dems del li toral, porque eran la base del nico calzado que se usaba entonces, y del correaje . MENDOZA Y SAN JUAN eran exclusivas en la produccin de vinos, aguardientes y fru tas secas. No diremos que eran comparables a los actuales o a los de Europa; per o es que los de Europa no alcanzaban jams sino en una mnima parte al consumo de Bu enos Aires; y que la antigua costumbre, la baratura, y la abundancia, haban asegu rado a esos vinos, a los de la Rioja y Catamarca, el consumo y el mercado exclus ivo de todo el pas. Las pasas de higo y de uva y los duraznos secos llamados orej ones, eran artculos de tanto aprecio en el consumo diario de la familias como el pan o la carne. En Buenos Aires mismo, donde el comercio de los intercambios abs orba la actividad del trabajo, haba valiossimas industrias de platera, que en la esc asez de vidrio y de la loza, surtan el menaje de las casas ricas. Un nmero conside rable de talabarteras y fbricas de recados de cabalgar y de correajes, primorosame nte recamados y dibujados, trabajaban da y noche. Era, pues, grande el movimiento industrial interno, y vala por lo bajo de 10 a 20 millones de pesos fuertes entr e el ir y el venir de las mercaderas y de los precios. Si hubiramos de hacer una n omenclatura completa de las manufacturas esencialmente industriales que produca e l pas para su propio consumo, tendramos que llenar mucho papel; pero con lo apunta do basta para que se vea hasta dnde ignoran las cosas de aquel tiempo los que se figuran y escriben que no tenamos ms industria que la de desollar toros y sacar cu eros! 2. EL COMERCIO EXTERIOR. Antes ya vimos que la inseguridad de los mares plagados de piratas desalmados y sin freno, haba obligado al Gobierno Espaol a concentrar y proteger el comercio hispanoamericano con dos grandes flotas de guerra despach adas dos veces al ao por la CASA DE CONTRATACIN DE SEVILLA; y que para compensar e ste inmenso gasto, estaba ordenado que ningn buque suelto comerciase con las cost as americanas perjudiciando ese Monopolio. Vimos tambin que apenas repoblado el p uerto de Buenos Aires, fue indispensable atenuar y relajar esta prohibicin absolu ta, por medio de los buques de registro, y que la creacin del Ministerio de las C olonias atrajo a manos del Rey la atribucin de dar esos permisos. Ms tarde, en 177 8, el Rey confirm el decreto del Virrey Cevallos que habilitaba a todos los puert os de Espaa para comunicar con el de Buenos Aires. Pero como subsisti LA PROHIBICIN de comerciar con las naciones extranjeras, se le dio al CONSULADO COMERCIAL de Cdiz un privilegio que era tambin un monopolio y una pinge renta levantada sobre el comercio americano y ruinossima para el valor de nuestra exportacin, a saber: la facultad de obligar a los buques espaoles, cargados o por cargar, de venida y vue lta, a recibir el visto bueno de ese Consulado o de "sus Agentes", y el certific ado de que no traan mercaderas extranjeras ni llevaban frutos para puertos de otro dominio que el espaol. Resultaba, pues, contra Buenos Aires que los frutos estab an monopolizados e intervenidos por quince o veinte comerciantes habilitados y c orresponsales de las casas de Cdiz, que tenan en la ciudad un Agente de aquel Cons ulado con su respectiva oficina de INSPECCIN; y que en resumidas cuentas eran los nicos acopiadores y exportadores de cueros, lanas, pastas minerales, y dems artcul os de exportacin sin perjuicio de ser tenidos tambin y con razn, por contrabandista s (Lec. XXXII, nmero 4). Ms adelante se vern las consecuencias importantsimas a que este hecho dio lugar. 3. INSTRUCCIN PRIMARIA. Aunque no se pueda elogiar lo que el rgimen colonial hubie ra ya hecho en favor de este ramo, habr que decir que el Cabildo de Buenos Aires estipendi un maestro de escuela en 1601, pero que la enseanza no qued establecida c on regularidad en las provincias del interior ni en Buenos Aires, sino despus que
los Franciscanos y los Dominicos fundaron las escuelas primarias de sus convent os, que fueron las que dieron a la burguesa la enseanza primaria hasta 1773, en qu e por orden real se mand que cada cabildo estableciese y costease una escuela cen tral en su distrito. Que este servicio fuese o no deficiente, el hecho es que la alta y mediana burguesa que no debe calcularse en menos de quince mil varones ad ultos al principio de este siglo, saba leer y escribir. Los de mejor situacin en e l medium comunal saban traducir el francs; y algunos el ingls. 4. LAS LETRAS Y LAS CIENCIAS. Los estudios cannicos y eclesisticos de la Universid ad de Crdoba, fundada bajo la direccin de los Jesutas en 1613 y los del Colegio Mxim o de Monserrat, haban tenido algn influjo decisivo en el progreso literario del pas , pues haban producido sabios de nota como Iturri, hijo de Santaf, Surez, distingui do astrnomo, hijo de Santiago del Estero, Barrientos, Chorroarn, etc., etc. De ms p oderoso y popular influjo, ciertamente, haban sido los ESTUDIOS CLSICOS del Colegi o de San Carlos, fundado por Vrtiz y de la famosa UNIVERSIDAD LAICA Y JURDICA de C harcas. De estos podra decirse que fueron a manera de tallos de los que al tiempo de la primera invasin inglesa brot en flor, de uno a otro extremo del virreinato, una generacin de distinguidos y consumados humanistas, no diremos en el latn, que eso sera nada, sino en LA LATINIDAD, en su historia, en sus letras, en su crtica, sus agigantados modelos, su admirable estilo, y sobre todo en la poderosa ensean za del espritu poltico de la antigedad. Mucho haba contribuido a eso tambin la ESCUEL A DEL TEATRO, que delante de una concurrencia siempre nutrida, exhiba con los pre stigios de la escena los memorables sucesos de la historia y de la Leyenda clsica ; y como las obras de la lengua nacional vivan baadas en la luz de este vivo movim iento, Cervantes y los grandes historiadores de su tiempo como Hurtado de Mendoz a y Melo, los publicistas como Feijo, Campomanes y Jovellanos, los poetas como lo s dos Moratines y Melndez Valds andaban en manos de la juventud poniendo en ebulli cin su espritu y sus aspiraciones. Consagrado estaba ya desde 1795 como poeta aure ado don Juan Manuel de Labarden, el autor espiritual de las Stiras Limeas, de la t ragedia "Siripo" y de la renombrada Oda al Paran (105). ________________ (105) En 1807 se ocupaba este literato de trabajar un poema sobre la victoriosa Defensa de Buenos Aires, cuando su amigo don lldefonso Passo le llev algunas de l as pginas del que con el ttulo de Triunfo Argentino escriba al mismo tiempo el jove n Lpez y Planes. Labarden llam al joven poeta, delante de l inutiliz su propia obra, y llen de elogios la de Lpez y Planes, indicndole slo que retirase el trozo de Virg ilio con que lo encabezaba porque le pareca impropio, y lo reemplazase con el que l haba tomado. La cosa pasaba, como se ve, entre humanistas de la misma estirpe. ________________
5. LAS LETRAS Y LA POLTICA. Esta juventud argentina que pareca predestinada a bril lar en el campo de las Bellas Letras, por inclinacin y por educacin, cambi de repen te su ideal y su destino. Llegaba apenas a la edad juvenil cuando tuvo que tomar las armas contra el formidable poder de la lnglaterra. De ese movimiento imprev isto sale la lucha poltica y la Revolucin de la Independencia. Se necesitan hechos , esfuerzos, poltica poderosa, inspiraciones de gobierno, actividad; se piensa y se escribe para vencer y constituirse, no para hacer frases; y a medida que la r evolucin y los conflictos avanzan, cede el espritu literario; desaparece la obra a mena o instructiva sin que quede en los espritus otro estilo que el estilo febril y la estrofa de combate. De ah se sigui la esterilidad literaria en un tiempo en que el pas estaba precisamente dirigido por hombres de letras clsicas tales como n o ha vuelto a tener otros todava (106). ________________ (106) Moreno (don Mariano), su hermano don Manuel, Garca (Jos Manuel), Anchorena (
don Toms Manuel), Monteagudo, Guido, Vicente Lpez y Planes, Trillo, Gorriti, Molin a, Castro Funes, Azcunaga (Domingo), Rodrguez (fray Cayetano), Rojas (Juan Manuel) , Luca, eran hombres tan preparados, que de haber nacido en una poca regularizada , habran dejado un rastro de luz en su pasaje por las letras argentinas. Don Vice nte Lpez y Planes, uno de los mejor dotados para esa tarea, al llegar a la madure z de su talento, senta cansada su fantasa y tarda su mano para volver de la revolu cin a las primeras perspectivas de su espritu. Sus obras nacen todas con la guerra y son armas de guerra. La defensa da Buenos Aires le inspira el canto pico El Tr iunfo Argentino, escrito sobre las cureas de los caones de la Batera "Abascal" que guarneca como Capitn de Patricios; y sus dems cantares, pertenecen todos al mismo n umen de la Patria en armas. ________________
6. HIGIENE Y MEDICINA. Desde el gobierno del seor Vrtiz en 1778 se hizo de regla c omponer calles y formar veredas anualmente en la escasa medida de las rentas mun icipales. Acababa de descubrirse y de aplicarse en ese tiempo la profilaxis de l a vacuna contra la viruela, ese horrible flagelo de la humanidad. El gobierno es paol mand por toda la Amrica comisiones de mdicos expertos encargados de propagar la vacuna obligatoriamente. A Buenos Aires llegaron tres sumamente respetables, lo s doctores Juan Molina, Cosme Argerich y Antonio Fabre, que en 1801 fundaron el Protomedicato y una escuela de Anatoma y de Clnica puramente prctica y de simple ap licacin poco ms, si acaso, que emprica; pero que no por eso dej de ser un sealado ade lanto, que sigui produciendo efectos constantes hasta florecer en nuestra actual Escuela de Medicina, refundada en 1852 con algunos de los profesores del tiempo colonial. 7. LA IMPRENTA. Como medio de comunicacin y de propaganda, no hubo ms imprenta en Buenos Aires hasta 1812 que la que habilit el seor Vrtiz en 1779 dndole la propiedad a la Casa de Expsitos. Por sus tipos dieron a la estampa los seores Vieytes y Cer vio en 1802 su peridico titulado Semanario de agricultura, industria y comercio. N oble pero prematuro ensayo, qne no pudo tener influjo ni aclimatarse bajo las co ndiciones embrionarias e inquietas de aquel tiempo. De 1812 adelante se introduj eron dos pequeas imprentas malsimamente servidas por la falta de operarios. Como e ra natural, su ocupacin se reduca a imprimir papeles de partido y de lucha. Pero e l adelanto de las ideas y de los conocimientos haba comenzado en 1778 y se sostuv o sin contratiempos hasta despus, con la introduccin de los excelentes libros espao les de ese tiempo, y de otras obras francesas, ledas ya en su idioma original, ya traducidas, que corran sin estorbo ni la menor pesquisa policial o eclesistica. 8. ESTRUCTURA MORAL DE LA POBLACIN. Tratndose de la poblacin de un pas cualquiera, l o importante para juzgar de su estado moral no es examinar qu razas han contribudo a poblarlo, sino saber si todas ellas estn ya asimiladas a un tipo predominante y a una sola lengua. En Buenos Aires y en las dems provincias, con slo dos pequeas excepciones, que bien examinadas no tienen valor, toda la poblacin era unnimemente espaola por la LENGUA, por la religin y por el espritu moral que la animaba. No ha ba, pues, elemento ninguno que constituyera raza o tipo etnolgico variante. Nadie hablaba en pblico o privado ms idioma que el castellano oficial; y eso mismo con ms uniformidad todava que en Espaa. Ni en las clases elevadas, ni entre la plebe, se conoca siquiera otro idioma; y si en Santiago del Estero se empleaba el Quichua, y en Corrientes el Guaran, era slo como un bajo dialecto de uso popular, sin perj uicio de que los mismos que lo habitaban -burguesa y plebe- usaron por nica lengua propia, pblica y social, el idioma castellano (107). ________________ (107) Para comprender la diferencia que hay entre Raza y Poblacin Nacional puede estudiarse el ejemplo de la Irlanda, el de la Polonia y la Rusia, donde las raza s sometidas conservan su nidividualismo, su lengua, sus creencias, sin estar an a
similadas al tipo nacional predominante. En Espaa y en Francia sucede todo lo con trario y en analoga con lo nuestro. All hay gentes que conservan an sus dialectos d e tipo antiguo, pero, con excepcin de los vascos, no son ya razas, porque estn sim iladas poltica y socialmente, y porque la mezcla ha destruido ya el carcter etnolgi co de los orgenes. En el Per sucede lo que en Inglaterra: la Sierra es toda Quichu a y Aimar, hoy como el primer da de la conquista, porque all las masas conservan su lengua, su tradicin, su tipo; estn sometidas pero no asimiladas, sino con rarsimas excepciones, mientras que esas mismas razas en la campaa de Crdoba y en las provi ncias andinas de nuestro pas, estn refundidas en la sociabilidad argentina, y no s on incrustaciones sino partes integrantes y asimiladas al conjunto y a la lengua nacional, con excepcin de uno u otro lugarejo, rayano de la altiplanicie bolivia na. De manera, que cualesquiera que hayan sido los elementos contribuyentes el r esumen de nuestra poblacin, dentro de ella no haba ya razas peculiares al romper l a revolucin, sino una asimilacin general de todas las partes que antes las compusi eron y que la siguen componiendo con las contribuciones que nos trae la inmigrac in europea. En cuanto al mulato, no era ni se lo puede tener por raza: es un prod ucto compuesto que naca y que se absorba en la unificacin de la nacionalidad domina nte; no era un hecho etnolgico, sino un producto homogneo. ________________
9. ELEMENTOS PRIMITIVOS DE LA POBLACIN VIRREINAL DEL RIO DE LA PLATA. Sera muy difc il decir hoy en qu grado ha contribuido a nuestra poblacin tal o cual provincia de Espaa. Lo probable es que nuestros principales pobladores hayan salido de los pu ertos de Andaluca y de Galicia, por haberse armado en ellos, y partido de all la m ayor parte de las expediciones y emigraciones que tomaron el camino del Ro de la Plata. De manera que si se quisiera ir al anlisis qumico de nuestra sangre, en poc os globulillos de ella cantaran en godo, en rabe y en judo. Pero si profundizsemos a lgo ms encontraramos, tambin mucho de vizcano, de cntabro y de provenzal; es decir, u n conjunto asimilado y totalmente espaol (108). ________________ (108) Y de ah los apodos de godos, sarracenos y marranos, con que los criollos in juriaban a los espaoles en los tiempos de la guerra de la Independencia. ________________
10. ACCESORIOS POR CONQUISTA Y POR ACCIDENTES HISTRICOS. En las provincias montaos as del oeste la conquista se apropi y se asimil las poblaciones indgenas y agrcolas que encontr establecidas en el terreno; que si no eran de raza quichua pura, eran , al menos, ramificaciones emparentadas con esa raza, segn se ve por las dialecto s que hablaban y por la sujecin en que vivan bajo la administracin imperial de los monarcas Incas del Cuzco. Sobre esta base, se form en la sociedad provincial un e lemento superior de origen puro europeo, cuyos descendientes y apellidos predomi naban todava en Crdoba y en las dems provincias del oeste al norte, sobre la muched umbre popular ms o menos mezclada, pero no ya de raza distintiva, porque muy pron to se REFUNDI COMPLETAMENTE EN EL TIPO COMN ARGENTINO, por la lengua, por los hbito s, por la religin y por la asimilacin a la vida colonial y a la Revolucin en todas sus respectivas condiciones. 11. EN BUENOS AIRES Y EN SANTAF. En estas dos provincias sucedi exactamente lo mis mo, con la sola diferencia de que las accesiones inferiores pertenecan en una par te a la inmigracin espaola de baja condicin, y en otra parte a las contribuciones d e raza guarantica, cuyas tribus se sometieron en el terreno, o vinieron del Parag uay y Corrientes en diversas pocas como auxiliares militares. Pero al poco tiempo esta raza originaria sacada de su seno, desapareci absorvida en la mezcla, por l a prdida de su lengua y por su asimilacin social y religiosa dentro del tipo nacio
nal. 12. Esto es lo que nosotros debemos tener presente para comprender y caracteriza r el estado de unificacin a que habamos llegado cuando vinieron las invasiones ing lesas; y ese precisamente fue el error de los ingleses. Ellos vinieron creyendo que vivamos en antagonismo de razas, y se engaaron, porque no encontraron ms tipo s ocial que el tipo espaol, cuyas divergencias locales no podan serles favorables en ningn caso de lucha con ellos. Entre las cuotas suplementarias de la poblacin se contaban tambin los individuos a quieres el Diccionario Castellano llama polizone s, gentes que se embarcaban clandestinamente para Amrica, es decir, sin pasaporte ; porque polizn no quiere decir otra cosa en nuestra lengua que cosa oculta o cub ierta. De stos venan muchsimos en los ltimos tiempos del virreinato: huan del estado lamentable en que se hallaba Espaa, y buscaban la vida tranquila, barata y provec hosa de que se gozaba en Buenos Aires. Si en el diccionario artiguista se le lla maba por eso a la capital desembarcadero de polizones, nada ms quera decir que des embarcadero de inmigrantes que huan del mal estado de su pas; lo que por fortuna s igue sucediendo todava. 13. LOS NEGROS. Los de raza pura eran una diminuta mnora en la provincia de Buenos Aires y en las dems provincias del virreinato. Los que dominaban entre la gente de color eran los de mezcla ms o menos visible con blanco, que llamaban mulatos, pero que por toda su constitucin moral, estaban asimilados al tipo argentino-naci onal, sin el menor elemento de divergencia o antagonismo. Por lo dems, eran tambin muy pocos para disearse como elemento propio; as es que vivan incluidos y absorbid os en las familias del vecindario (109). ________________ (109) Bien contados, en 1810, habra en Buenos Aires seis mil negros africanos y c inco mil criollos de tez ms o menos obscura, llamados pardos, morenos o chinos, e n el lenguaje culto y oficial. En Crdoba habra ms o menos el mismo nmero, pero en la s dems provincias los negros haban tenido muy poca cabida, por la abundancia de la servidumbre indgena. Los negros africanos se aumentaron mucho en Buenos Aires en 1826 a 1829 por la guerra con el Brasil, a causa de las presas de buques negrer os que hacan nuestros corsarios, y que entregaban en patronato a los propietarios del pas, o abandonaban como simples inmigrantes, cuando no podan hacer otra cosa. Aun asimismo, no formaron un nmero tan excesivo como generalmente se ha credo; pu es en la famosa saturnal del 25 de Mayo de 1836, en que Rosas convoc todos sus ta mbos, sin quedar uno y les entreg la Plaza de la Victoria, para que celebraran al l sus bailes y cnticos salvajes, con tamboriles, platillos y gritera, la asquerosa multitud no pas de seis mil individuos a lo ms, entre hombres, mujeres, mulatos y chinos llamados a tomar parte en esa manifestacin con que el tirano se propuso hu millar a la burguesa y mostrarle todas las fieras que poda desencadenar contra ell a. ________________
14. LA PROPIEDAD TERRITORIAL. Tena distintas formas, segn las diversas regiones de l virreinato. El rey, lo mismo que ahora el gobierno, era propietario de toda la tierra que no estaba poseda y utilizada por los particulares. Fin la parte montao sa de Crdoba y de las provincias andinas la propiedad particular se regulariz ms pr onto por las concesiones del primer tiempo, y por las necesidades de la labranza dada la estructura de los valles, an para alimentar los ganados y sus cras. De mo do que por all haba poca extensin territorial que no estuviese adjudicada, y muchas partes de ella eran pinges mayorazgos. En Buenos Aires es preciso distinguir ent re la propiedad riberea de los ros Paran o Uruguay, y la propiedad de las Pampas. D esde muy al principio tomaron valor y solidez las tierras situadas en la margen, derecha del Paran, y en la izquierda del Uruguay, ocupadas y adquiridas, a diver so ttulo, por los vecinos ricos de la capital. Sobre las costas del sur no fue ta
n rpido el movimiento; y puede decirse que comenz recin a acentuarse, aunque lentam ente, en el perodo del seor Vrtiz. As fue que la mayor parte de la propiedad en esa parte, se inici por la nuda posesin, sin lmites definidos, y slo despus se ha ido con virtiendo en propiedad por informaciones de antiguo, por denuncias de baldo, conc esiones enfituticas o compras al Fisco. 15. PROGRESO SOCIAL. La venida de las comisiones cientficas a quienes el gobierno espaol encarg la demarcacin de los lmites con el Brasil, dio mucho incremento al es pritu progresivo del municipio. Bien se comprende que el Colegio de San Carlos, l a Universidad de Chuquisaca y la de Crdoba, haban preparado el terreno para que la semilla de esos sabios fructificase. A eso se debi que don Pedro Cervio encontras e colaboradores y aceptacin para establecer una Escuela de Nutica en 1796. Ya hemo s hablado de su tentativa para imprimir el Semanario de Agricultura y Comercio c on don Hiplito Vieytes, Araujo, Altolaguirre, Rodrguez Pea y otros jvenes. Azara cul tiv los estudios de nuestra Historia Natural y escribi una obra preciosa sobre la materia, con datos de importancia sobre la poca colonial. De tiempo atrs haba funda do tambin una Escuela de matemticas el seor Sourrire de Souillac. Don Jos Cabrer dej v aliosos trabajos de geodesia; don Andrs Oyarvide, ingeniero hidrulico, realiz tiles investigaciones y balizamientos en el puerto. El piloto Zizur, el coronel de ing enieros militares don Diego de Alvear y otros que se quedaron en el pas, se dedic aron con placer a la propagacin de sus conocimientos, escribiendo. y dando ejempl o con su vida laboriosa. Entre todos ellos, como hemos dicho, merece una honrossi ma mencin la exploracin del Ro Negro llevada a cabo por Villarino. Las poesas de Lab arden, principalmente su Oda al Paran y sus stiras, tan llenas de clsico gracejo, a nimaron a muchos otros que se hicieron conocer despus de las invasiones inglesas, y de los sucesos guerreros de la revolucin de 1810. Medrano, Trillo, Azcunaga goz aban de cierta boga como cancioneros livianos y mordaces. Y para dar fin a este resumen, diremos que entre los hombres notables de ese tiempo se hicieron merece dores del respeto general, los dos filntropos y biblifilos don Saturnino de Seguro la y don Jos Joaqun de Araujo.