Infantes de Marina Al Servicio de La Paz
Infantes de Marina Al Servicio de La Paz
Infantes de Marina Al Servicio de La Paz
La presente obra ha sido revisada y diagramada por la Revista de Marina, entidad que ha donado una edicin de 800 ejemplares a la Legin de Infantera de Marina, como depositaria de las tradiciones del Cuerpo IM.
Primera Edicin 2008 Inscripcin en el Registro de propiedad Intelectual N 158.857 Derechos Reservados I.S.B.N. 978 - 956 - 8278 - 04 - 5 Editado por Revista de Marina Diseo e Impresin Imprenta de la Armada
con estos temas. A travs de estas lneas, les entrego parte de una historia desconocida para muchos compatriotas, personas que quizs ni imaginan qu es lo que ocurre en ese lejano pas, y slo tienen en sus mentes imgenes de la escueta informacin que, en breves lapsos, puedan entregar los noticieros o algn programa de televisin. Agradezco a mi esposa Dinka, por haber revisado y ledo una y otra vez cada lnea de este libro, sobreponindose muchas veces al cansancio de su labor habitual, logrando (como siempre) hacerme revisar mis ideas una segunda vez antes de llevarlas a Cabo. Tambin a todos aquellos amigos y camaradas de armas que lealmente me presentaron sus crticas para ayudarme a hacer un buen trabajo; al Vicealmirante Sr. Edmundo Gonzlez Robles y al Capitn de Fragata IM (R) Sr. Jos Montt Daz, por su entusiasmo y apoyo desinteresado para llevar adelante la iniciativa de esta pequea obra; a mi padrino de matrimonio Alfredo Nodleman Zurich, por revisar y corregir aspectos que sin duda mejoraron la presentacin de los relatos; y a su hija Tatiana, quien haciendo un despliegue de talento dise la hermosa portada del libro; al Capitn de Corbeta IM Hctor Garrido Fuentes y al Teniente Primero IM Enrique Aguilera Soto, por ser los primeros en apoyar y promocionar la idea de contar las historias de los infantes de marina en Hait; a la Direccin General de Marina Mercante y Territorio Martimo, a la Comandancia General del Cuerpo IM y a la Legin de Infantera de Marina, con cuyo concurso y participacin se hizo posible la edicin de este libro. Finalmente, dedico esta obra al sufrido pueblo de Hait, especialmente a aquellos que viven en Chile, gracias a quienes aprend lo que significa tener el regalo de vivir y mejor an, vivir en paz; a las familias que esperaron abnegadamente mientras sus esposos, hijos, padres, pololos o hermanos servan en Hait; en particular, a aquellos integrantes de la Armada de Chile que abnegadamente sirven a la Patria cumpliendo annimas tareas, ya sea a lo largo del territorio nacional o en el extranjero, y muy especialmente a mis camaradas de armas que integran el Cuerpo de Infantera de Marina de Chile.
Felices los que trabajan por la paz, porque sern reconocidos como hijos de Dios. Mateo 5, 9.
Entrando en materia
El ao 2004, a travs de la televisin, fuimos testigos de cambios dramticos ocurridos en el panorama poltico de Hait, tales como la partida del presidente Jean-Bertrand Aristide, partida generada a fines de febrero por violentos disturbios que alteraron la paz interna, la instalacin de un gobierno de transicin en marzo, y la llegada en junio de una fuerza de paz enviada por Naciones Unidas, denominada Misin para la Estabilizacin de Hait, en adelante MINUSTAH. La crnica previa de tales hechos nos hace saber que a fines de 2003 y comienzos de 2004, se registraron numerosas manifestaciones de violencia en las calles de Puerto Prncipe contra el gobierno del nombrado presidente Aristide. Estallado el 5 de febrero un conflicto en Gonaives, la cuarta ciudad del pas, a raz de que grupos antigubernamentales armados atacaron destacamentos policiales y juzgados, obligando a la polica y a las autoridades locales a huir, se sabe que los dirigentes de la insurgencia incluan a ex miembros de la Polica Nacional de Hait (PNH) y a grupos paramilitares, como el Frente Revolucionario Armado para el Progreso (FRAPH), entre otros. En las siguientes tres semanas, la violencia se extendi a otras partes del pas, como consecuencia de lo cual se estima que murieron unas 200 personas. El da 29 de febrero, cuando los insurgentes amenazaron con avanzar hacia Puerto Prncipe, Aristide abandon el pas en circunstancias controvertidas. Pocas horas despus de su partida, el Presidente de la Corte Suprema, Boniface Alexandre, prest juramento como presidente interino, crendose el 4 de marzo un Consejo Tripartito que integraron un representante del Partido Fanmi Lavalas, conformado por adeptos al presidente ido, uno de Plataforma Democrtica, grupo opuesto al ex presidente, y un representante de la comunidad internacional. Un da despus, el Consejo Tripartito seleccion a siete personas entre los principales actores de la sociedad para integrar un Consejo de Sabios, cuya principal y urgente tarea fue seleccionar un Primer Ministro interino. El cargo recay en Grard Latortue, hombre de negocios y consultor de las Naciones Unidas, residente en Estados Unidos, que una semana despus de ser designado para hacerse cargo del gobierno de la repblica caribea, lo que ocurri el 9 de marzo de 2004, form un gobierno de transicin.
Empeado en cimentar una slida y amplia base de estabilidad poltica, el 4 de abril, Latortue suscribi un Pacto para un consenso sobre la transicin poltica, constituyndose un Gabinete de Transicin de 13 personas. De ste formaron parte miembros del Consejo de Sabios, y representantes de grupos polticos y organizaciones de la sociedad civil, con excepcin del Fanmi Lavalas, quienes establecieron medidas en relacin con aspectos tales como la seguridad, el combate contra la impunidad y la corrupcin, las elecciones, la reforma judicial, la reintegracin de antiguos elementos armados, la profesionalizacin de la Polica Nacional de Hait y el apoyo a las vctimas. Tambin la celebracin en 2005 de elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales. Se cre con este fin un Consejo Electoral Provisional (CEP), que al principio se integr con slo ocho de los nueve miembros requeridos, debido a la negativa de Fanmi Lavalas a participar; posteriormente fue designado un noveno miembro que representaba a la justicia y a los sectores de la sociedad civil. Aunque la labor del CEP estuvo caracterizada por situaciones de controversia, incluida la renuncia de su presidente en noviembre de 2004, tras acusaciones de conducta indebida, el objetivo segua siendo la celebracin de elecciones en noviembre de 2005, a las que sucedera la transmisin del poder al nuevo gobierno, en febrero de 2006. En su intento de recuperarse de los hechos violentos de febrero y marzo de 2004 y hacer avanzar al pas, el gobierno de transicin y el pueblo de Hait siguieron enfrentando numerosas dificultades, incluida la grave escasez de agentes de polica y la persistente crisis causada por las personas y los grupos ilegalmente armados en el pas, que en conjunto, exacerbaron los graves problemas de derechos humanos y seguridad de esta nacin. Como se indic antes, los ltimos meses de 2004 fueron testigos de una creciente violencia entre grupos armados ilegales y pandillas en Puerto Prncipe y en otras ciudades, lo cual habra sido detonado por un choque con la polica en el curso de una manifestacin pro Aristide, en Puerto Prncipe, el 30 de septiembre de 2004. Los hechos internos en Hait se vieron acompaados por la evolucin de la participacin de la comunidad internacional en el pas. En particular, el 29 de febrero de 2004, fecha de la partida del ex presidente Aristide, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprob la Resolucin 1529, por la que se autorizaba el emplazamiento inmediato de una Fuerza Multinacional Provisoria por un perodo de tres meses. El despliegue de las tropas se inici ese mismo da, con una presencia mayoritaria de Estados Unidos, Francia y Canad, y con la participacin de un primer contingente del Ejrcito de Chile.
A ello sigui la aprobacin por el Consejo de Seguridad de la ONU, el 30 de abril de 2004, de la Resolucin 1542 que creaba la Misin de las Naciones Unidas para la Estabilizacin de Hait MINUSTAH, una fuerza integrada, segn lo previsto, por 6.700 efectivos militares, 1.622 policas civiles y personal civil local adicional. La misin fue al principio autorizada por seis meses, a partir del 1 de junio de 2004, siendo el 20 de noviembre de ese mismo ao prorrogada hasta junio de 2005, con la intencin de renovarla por nuevos perodos. El mandato de la MINUSTAH fue definido por el Consejo de Seguridad, e inclua garantizar la seguridad y estabilidad para el proceso constitucional y poltico de Hait, brindar asistencia al gobierno de transicin para la reforma de la Polica Nacional de Hait y ayudar con programas amplios y sostenibles de desarme, desmovilizacin y reinsercin, entre otras tareas. A fines de noviembre de 2004, se encontraban desplegados en Hait 4.790 de los 6.700 efectivos proyectados para el establecimiento de la paz, y 1.270 de los 1.622 agentes de la polica civil previstos. De ellos formaba parte el Batalln Chile, arribado entre los meses de junio y julio, en aeronaves y a bordo de la barcaza LST Valdivia, buque de la Armada de Chile que transport personal y material de apoyo a las fuerzas que conformaban el batalln. La unidad fue destacada en Cap-Haitien, sumndose a las de otros pases cuyo despliegue comenz a contar de los primeros das de junio. Nuestro relator es el Teniente Primero de Infantera de Marina Hugo Huerta Fernndez, quien, con el grado de Teniente Segundo, integr la componente naval del Batalln Chile, en el puesto de Comandante de la Seccin de Abastecimiento de la Compaa Logstica, dando cuenta su historia personal que una vez arrib con su personal y material de apoyo, comenz a cumplir tareas de imposicin de la paz en la localidad de Pignon, a unos 40 kilmetros al sur de Cap-Haitien. Su relato consiste en una visin personal de los hechos, orientada a facilitar la compenetracin del lector en la vida de un grupo de hombres puestos al servicio de la paz en un lugar lejano, ajeno a su propia cultura, lejos de sus familias y donde lo nico que importaba era cumplir el trabajo en la mejor forma posible, para, al regresar, sentir que todo el esfuerzo haba valido la pena. Y pretende ser la herencia para aquellos que al leerlo, sientan orgullo por sus compatriotas que sirvieron en Hait.
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La llegada
Poco a poco el buque se fue acercando al puerto de Cap-Haitien, ubicado al norte de Hait, a unos 200 kilmetros de Puerto Prncipe, su capital. Despus de dieciocho das de navegacin, atrs quedaban los recuerdos de la despedida en el molo de Valparaso, de la navegacin por el Pacfico, el cruce del canal de Panam y la travesa por el mar Caribe, y ya estbamos en Hait. Desde la cubierta de la Valdivia, azotados por un sol abrasador se podan apreciar los gorros celestes y las siluetas verdes de nuestros camaradas, que a la fecha ya llevaban un mes en Hait. A medida que nos acercbamos, y gracias a la excelente visibilidad de un da despejado, pudimos distinguir un grupo de hombres ubicados en el centro del molo de abrigo, estructura a la que atracamos nuestro buque. Algunos vehculos blancos caractersticos de Naciones Unidas y el dispositivo de seguridad conformado por otro grupo de infantes de marina, nos esperaban el da 4 de julio del ao 2004, siendo aproximadamente las 14:00horas. Como medida de seguridad y en prevencin a las situaciones que se poda prever dada las condiciones del pas al que llegbamos, orden al grupo de hombres que vena bajo mi mando, equiparse de combate, vale decir con casco, fusil y correaje con municin, raciones, agua y, por supuesto, chaleco antibalas. Cuando se terminaron las maniobras de atraque, baj del buque y me present al oficial de la Armada ms antiguo que vi en tierra, el Capitn de Corbeta IM Jorge Hagedorn Hitschfeld, quien en ese momento acompaaba al Teniente Coronel Rodrigo Carrasco Gonzlez, oficial de ejrcito y Comandante del Batalln Chile, al que nos integraramos como parte de la Compaa Logstica. Despus de los saludos protocolares, recib instrucciones para desembarcar el material que haba sido trado desde Chile, siendo puesto a las rdenes del Capitn Covarrubias, oficial de ejrcito que se desempeaba como oficial logstico del Batalln. Mientras desembarcaban los vehculos tuve que hacer varios recorridos por el sector del puerto donde nos encontrbamos. El calor y la humedad eran realmente insoportables, el agua de mis cantimploras se comenz a calentar y adems se me hizo poca, tanto que tuve que regresar varias veces
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al buque para rellenarlas, mis pies estaban calientes por el sol y se poda sentir la elevada temperatura del cuero de las botas al tocarlas por dentro con los dedos, que al igual que el resto de mi cuerpo, estaban completamente mojados por la transpiracin. Utilizando un poco de humor puedo decir que me comenc a sentir, a contar de ese minuto, como un verdadero man salado dentro de una bolsa de nylon en un verano de calor en el centro de Santiago. Otra cosa que me impresion bastante fue el encontrarme tan de cerca con los rasgos de los haitianos, a quienes no estamos acostumbrados a ver en nuestro pas. Sin ser racista es algo que al comienzo llama la atencin. Haba algunos de ellos trabajando en el puerto y otra gran cantidad agolpados en las rejas que circundaban el puerto, esperando, seguramente, algn gesto de buena voluntad de nuestra parte que les significara un poco de agua o de comida. Al contrario de lo que uno normalmente cree, ellos tambin se vean afectados por el calor. Se apreciaban bastante pobres y observaban nuestras faenas con un cierto rasgo de seriedad o tristeza en sus rostros, como meditando acerca de la utilidad o esperanzas que les traera tanto alboroto causado por nosotros. Entre los haitianos que observ, encontr a un nio que me peda agua insistentemente y, para mi sorpresa, en espaol. As que le consegu una botella de agua mineral que andaba trayendo el Capitn Cobarruvias en un vehculo y se la regal. Con mi escaso francs, yo haba saludado al nio dicindole un escueto bon jour. l, por su parte y desde el otro lado de la reja me ense a decir algunas palabras en su idioma kreolle, que consistan en un saludo ms informal: sac pas, que es algo as como Cmo estamos!; y su respectiva respuesta que es nap bul, que quiere decir Quemndonos! Desde ese momento a cualquier haitiano que se cruzaba en mi camino yo le deca un cordial sac pas! y ellos respondan nap bul, dame agua! Aprend mi leccin ya que luego de este acercamiento, durante gran parte de la tarde los haitianos cada vez que me vean me pedan agua. Una vez desembarcados los vehculos se conform un convoy que se dirigi a las instalaciones de la Compaa Mecanizada de Ejrcito, a la Compaa de Infantera de Marina y al cuartel de la Plana Mayor y Compaa Logstica, los que, de acuerdo a lo que el intenso calor reinante me permiti comprender, se encontraban distribuidos en distintos lugares de Cap-Haitien. Luego de esto, comenz la descarga de contenedores que traan la carga logstica
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que tanto el Ejrcito como la Armada haban dispuesto para el apoyo a las operaciones, los que fueron ubicados en un lugar del molo para su posterior traslado en camiones contratados para tal efecto. Fue durante este proceso que tuve otro contacto con los haitianos. Sucedi que el Capitn Covarrubias quera apilar los contenedores en un orden tal que permitiera su traslado ordenado a los distintos cuarteles, y para esto me orden coordinar su estiba y posterior despacho con el hombre que manejaba la gra. La tarea no tena nada complicado, excepto que para ello, el operador de la mquina y yo, tenamos que ponernos de acuerdo. Yo poda hablar espaol e ingls pero ellos slo kreolle o francs. Me acerqu al haitiano y le dije: sac pas!, a lo que el respondi: nap bul!, seguido de un montn de palabras de las que honestamente no entend nada. De algn modo y gracias al uso de mis mejores intentos por utilizar mis dotes de mimo, logramos ponernos de acuerdo y finalmente todos los contenedores fueron despachados y recibidos en sus lugares de destino. Esto era de suma importancia, ya que en su interior vena desde municin hasta papel higinico, pasando por herramientas para el mantenimiento de los vehculos, baos qumicos, y otros pertrechos. Deben haber sido pasadas las 11 de la noche, cuando el proceso de descarga haba terminado, momento en que el Capitn Covarrubias, el Teniente Primero IM Torres y yo, iniciamos un viaje en jeep comenzado con la entrega de material en los distintos destinos, y terminado con mi llegada al cuartel de la Plana Mayor y Compaa Logstica. Durante este viaje de ms o menos una hora, comenc a sentir los efectos del calor en mi cuerpo, estaba mojado de pies a cabeza, pero no porque estuviera lloviendo, sino por efecto de mi transpiracin. Mis pies eran una sopa, mis pantalones estaban hmedos y mi pecho y espalda estaban notablemente ms mojados por efecto del chaleco antibalas. Felizmente ya haba logrado cambiar mi casco por un gorro celeste, porque de acuerdo a lo que me enter, se intentaba disminuir la agresividad que implicaba ver tropas con casco. Adems del calor, tambin durante el viaje, iba sintiendo los bruscos vaivenes del vehculo debido a lo malo del camino mientras escuchaba inconscientemente las transmisiones de radio o las conversaciones del
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capitn con el Teniente Torres, quienes de vez en cuando reclamaban que yo les haba tomado todas las botellas de agua mineral que haban trado. Mantena mi vista fija en lo que pasaba ante mis ojos: pobreza, aguas servidas corriendo por las calles, mal olor, oscuridad, seres humanos amontonados en el suelo durmiendo confundidos con basura, vehculos abandonados en las calles a medio pavimentar y en psimo estado, una que otra luz de alguna vela en las ventanas; en fin, una imagen casi infernal de desamparo e inseguridad. Durante el trayecto, sin quererlo, comenzaron a pasar por mi mente los recuerdos de la postura de argollas con Dinka, mi esposa (en ese entonces polola), ceremonia que hicimos como una semana antes de mi partida, y sent mucha nostalgia al pensar que recin haba llegado y que quedaban largos seis meses para regresar y casarnos. Seis meses durante los que debera permanecer en el pas que pasaba frente a mis ojos. Por unos segundos, me sent atrapado en el infierno. Me pude enterar que los lugares donde se encontraban acantonadas la Compaa Mecanizada de Ejrcito, de Infantera de Marina y Logstica, eran denominados por los haitianos como Gabel, Hertz y Antoine, nombres que ya haban sido adoptados por los miembros de dichas compaas y reconocidos por todo el batalln. Cuando al fin llegamos a Antoine, se me indic cul era mi lugar para dormir; ste iba a ser compartido con otro Teniente Segundo de la Armada, Gonzalo Crcamo, quien estaba a cargo de la Seccin de Reconocimiento y Seguridad compuesta por Comandos IM, as que ah dej mi equipo y me dediqu a averiguar si haba Internet. En cuanto obtuve la respuesta afirmativa, me tir de cabeza al computador a escribirle un e-mail a mi amorcito, contndole de mi llegada a Hait. Luego de esto me dirig a mi dormitorio, que se encontraba en un sector de un pasillo del edificio, adaptado con bastante ingenio para que pudiera ser ocupado para dormir. Aunque el calor era igual de agobiante, al menos dentro de nuestro cuartel podamos vestir sin el equipo militar completo, es decir con pantaln y botas pero con polera, lo que en algo me reconfort. En ese momento, Gonzalo se encontraba durmiendo y pareca estar muy cmodo ya que tena instalado un ventilador cuyo viento era arrojado directamente en su direccin; yo, obviamente, como recin llegado no tena tal artefacto. Dej mis zapatillas, pantaln corto y una polera lista para, de
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acuerdo a lo que se me indic, comenzar el da siguiente a las 05:30 con un trote. Me saqu el pantaln y las botas (lo que me dej nuevamente transpirado) y luego me acost a dormir lo que 40 grados de calor me permitieron dentro de una litera con mosquitero, tratando de estirar un pie para alcanzar algo de aire arrojado por el ventilador de mi compaero de camarote. El riesgo de ser picado por algn extrao insecto, no tena ningn valor si poda refrescarme al menos un poco.
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El Cuartel Antoine
Nuestro cuartel estaba ubicado en la salida sur de Cap-Haitien, o simplemente Cap, como llaman los haitianos a esta ciudad, que es la principal del Departamento Norte de Hait. Ocupaba las instalaciones que antiguamente utilizaba una empresa distribuidora de alimentos que era de propiedad de una viuda cuyo fallecido marido Antoine, se encontraba enterrado en una tumba ubicada en un sector especial del patio, la que, dicho sea de paso, se haba establecido el compromiso de mantenerla regada, lo que, como se pueden imaginar, dio lugar a innumerables comentarios con el humor correspondiente al ms puro estilo chilensis. Los primeros das de julio me sirvieron para conocer la instalacin, a los oficiales y soldados militares, al personal que se encontraba bajo mi mando fuera ste de Ejrcito o Armada, y, por supuesto, para conocer a fondo mi trabajo dentro de la organizacin. El edificio tena dos pisos. Desde su acceso principal hacia la izquierda se encontraba el comedor destinado a los oficiales; caminando hacia la derecha se encontraba la sala de Internet, donde algunos computadores de uso comn permitan contactarse con las familias en Chile. Desde dicha sala se tena acceso a una bodega de dimensiones lo suficientemente amplias como
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para alojar al personal componente tanto de la Compaa Plana Mayor, como de la Compaa Logstica, dentro de carpas de tamao adecuado, que haban sido adquiridas a las tropas francesas que ocuparon las mismas instalaciones hasta nuestra llegada. En este piso existan dos bodegas ms, diseadas una para el almacenamiento de vveres refrigerados y otra para vveres no refrigerados. Luego de ese sector se acceda al patio, en el que se encontraban los vehculos y donde posteriormente se instalaron las carpas destinadas a la cocina, talleres de vehculos, ingenieros, comedores y capilla.
Sector de habitabilidad.
En el segundo piso se encontraban las oficinas de la Plana Mayor, es decir, la del personal dedicado a asesorar al comandante en la conduccin de las operaciones. Fue aqu donde se instalaron los camarotes de oficiales, mi lugar de residencia definitiva. En el perodo que sigui a nuestra llegada, la Compaa de Infantera de Marina inici sus actividades de patrullaje en las calles de Cap-Haitien y se envi una seccin de 30 hombres a cargo del Teniente Cancino a la localidad de Fort Libert. Por nuestra parte, en la Compaa Logstica iniciamos el largo proceso de adecuacin del edificio que ocupbamos a nuestras necesidades. Lo primero fue la descarga de los contenedores provenientes desde Chile y la ubicacin de dicha carga dentro del edificio. Las faenas diarias eran interminables y cada contenedor tena gran cantidad de cosas, algunas de gran tamao y peso.
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El trabajo fue muy arduo y bajo severas y casi insoportables condiciones de calor y humedad. Pero finalmente fuimos desocupando los contenedores, lo que poco a poco fue mejorando nuestras condiciones de vida, ya que dentro de ellos venan, por ejemplo, los equipos de aire acondicionado. Junto a nuestros camaradas del Ejrcito, trabajamos largas horas vindonos afectados por diversas afecciones, cutneas entre otras, derivadas de la zona en que nos encontrbamos. Los mosquitos nos perseguan, por lo que el uso de repelente era muy necesario. El agua era un bien muy preciado y no slo para beber, que era agua mineral provista por la logstica de Naciones Unidas, sino tambin la que usbamos para el servicio higinico que se encontraba en deplorables condiciones, y que deba recibir un tratamiento adecuado. Siendo el uso de polera necesario por el exceso de calor, gran parte de nosotros result afectado por las consecuencias del sol que esto implicaba, as que entre el repelente, el bloqueador solar y la transpiracin se juntaban varias capas sobre nuestra piel. Otro asunto era la malaria, un riesgo permanente en Hait que nos obligaba a tomar una pastilla semanal de cloroquina, medicamento que, para colmo, es de psimo sabor. Mientras instalbamos el cuartel, tuve la oportunidad de conocer ms a fondo al personal de la Compaa Logstica, que era la encargada de apoyar a las Compaas Mecanizada de Ejrcito y Motorizada de Infantera de Marina en lo que se refera a abastecimiento de vveres, agua, municin y combustible, as como tambin en transporte, mantenimiento y desarrollo de instalaciones, esto ltimo con personal de ingenieros IM y del Ejrcito. Estando esta unidad al mando del Teniente Primero Abastecimiento, Francisco Cabrera Contreras, fui nombrado Comandante de su Seccin de Abastecimiento y asesor de su comandante en todos los aspectos tcticos y de procedimientos de seguridad que vinieran al caso. En el sector externo del cuartel Antoine, se instalaron carpas que permitieron cumplir diversas funciones: una para cocina, otra para comedores, una de sala de estar y una de capilla, adems de una carpa taller para mantenimiento de vehculos y una para el material de ingenieros. Un helipuerto y un contenedor para municin completaron el desarrollo de base, cuya construccin se orient a dar apoyo logstico a las unidades que operaban en terreno y a las guardias de defensa del propio cuartel; esto gener en los hombres y mujeres de la Compaa Logstica una situacin de estrs durante los primeros das, jornadas en que se comenz trabajando con mucho ahnco y publicndose luego un documento indicando claramente cules eran las obligaciones de guardias, rgimen diario y horarios de trabajo.
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Durante este tiempo, tambin se produjo el proceso de conocimiento del personal de la Armada y de Ejrcito, quienes prcticamente desde la Guerra del Pacfico, no trabajaban en conjunto para una misin real en territorio extranjero. Las diferencias de cultura organizacional produjeron discusiones, de mayor o menor relevancia, que iban desde cmo hacer las guardias de acuerdo al sistema naval o militar; hasta cmo ejecutar los procedimientos radiotelefnicos. Nos cost un poco ponernos de acuerdo, pero finalmente lo logramos. El Teniente Cabrera expres de manera muy elocuente sus sentimientos al respecto en una reunin a la Compaa Logstica, que, como indiqu anteriormente, estaba compuesta por personal de Ejrcito y Armada: Nuestra compaa es hoy como una yunta de bueyes nueva; en este momento cada buey trata de tirar para su lado, pero el destino los ha unido para un fin superior, as que debemos hacer que ambos bueyes tiren para el mismo lado y finalmente podamos arar con xito. Como es natural, estas palabras fueron tomadas con humor, pero sin duda que quedaron en el inconsciente de todos, ya que finalmente tuvimos que dejar de lado nuestro orgullo para poder trabajar unidos con xito. Esto lo puedo decir con conocimiento de causa ya que fui designado como segundo comandante de la compaa, por lo tanto particip directamente del proceso de organizacin para ejecutar las rdenes del comandante de compaa, debiendo coordinar los esfuerzos de mi seccin, la Seccin de Mantenimiento, a cargo de la Subteniente Walker, la Seccin de Transporte, a cargo del Teniente Seplveda, y la Seccin de Ingenieros, a cargo del Suboficial Madrid, todos ellos de Ejrcito y a cargo de personal de ambas instituciones.
Patio del cuartel Antoine.
Quisiera detenerme a hablar un poco del personal que sirvi bajo mi mando directo en la Seccin de Abastecimiento, pues pienso que vale la pena recordarlos por su enorme entrega y abnegacin desplegadas en una labor silenciosa y casi desconocida por aquellos que nos consideramos
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de combate, ellos formaron parte fundamental, sin duda, de los fuertes cimientos sobre los que se sostenan las operaciones en Hait. La verdad es que hacerme cargo de la seccin nombrada fue un desafo, ya que este trabajo tena que ver con el almacenamiento de vveres y equipo, la confeccin del rancho y la adquisicin de diversos tems, que iban desde bebidas hasta repuestos; adems con brindar ciertos servicios como la peluquera. En mi fuero interno, pensaba que este trabajo se lo deberan haber dado a un oficial de Abastecimiento y no de Infantera de Marina, pues yo consideraba que mi preparacin era para el combate y que me estaba perdiendo en ese puesto, pero este pensamiento me dur hasta que tuvimos que hacer la primera faena de vveres, entre ellos unos 1.000 packs de agua mineral, lo que tomando en cuenta las condiciones de calor, fue bastante sacrificado. Dadas las circunstancias decid participar directamente en todas las faenas que se presentaran. Esto me fue muy til, especialmente para apreciar en forma directa el esfuerzo del personal bajo mi mando y tambin para conocerlos mejor. Cada da era agotador y siempre se presentaban trabajos nuevos. Al trmino de cada da vena bien una ducha, sin embargo al vestirse uno terminaba transpirado otra vez. Confirm mi cambio de opinin respecto al trabajo logstico, cuando me toc ir a cargo del primer transporte de vveres desde Cap-Haitien a la localidad haitiana de Fort Libert, que consider adems el relevo del personal del batalln que efectuaba labores de imposicin de la paz en dicha localidad. Considerando la falta de alimentos y la extrema pobreza existente en Hait, el desplazamiento de un convoy resulta ser un objetivo bastante apetecible para los grupos rebeldes, anarquistas, o simplemente delincuentes haitianos, razn por la que lo planifiqu como una operacin tctica de la mxima importancia, obviamente, con los medios disponibles.
Relevos y abastecimiento a Fort Libert.
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Los encargados de las adquisiciones y del almacenamiento de materiales de consumo fueron el Sargento Muoz y el Cabo Parra, ambos de la especialidad de Abastecimiento, quienes poco a poco fueron descubriendo y dando a conocer que, a pesar de lo que creamos, en Hait tambin exista un comercio capaz de satisfacer parte de nuestras necesidades en lo que se refera a los distintos productos de uso diario, lo que ayud mucho, especialmente en lo que se refiere al tema de bienestar del personal. Gracias a ellos fue que pude obtener mi anhelado ventilador, para poder sentir al menos un poco de viento al dormir, aunque fuera aire caliente. Los cocineros eran los Cabos Caoles y Cruces del Ejrcito, el Cabo Pereira (quien recibi el apodo de Camilo, por sus interpretaciones de canciones de Camilo Sesto) y el Cabo Cea, ambos de la Armada. Junto a ellos trabajaban los panaderos, el Cabo Escobar de la Armada y el Cabo Sandoval del Ejrcito. Debo reconocer que muchas veces no comprend bien su labor, hasta que un da mientras me coma una empanada a la hora de almuerzo en el comedor de oficiales pens en comentar: Qu flojos son los cocineros! La otra vez me dijeron que no era justo para ellos ir a trotar en las maanas. En un primer momento, esto me pareci casi una insubordinacin, pero mi razonamiento cambi al reflexionar acerca de la hora a la que se habran tenido que levantar para amasar 356 empanadas y luego prepararlas, para que yo en ese preciso segundo me la estuviera comiendo, as que, finalmente, no hice el comentario y acced a su peticin. A cargo del almacenamiento y entrega de equipo militar estaban el Cabo IM Romero, y la Cabo Yez del Ejrcito. Romero se caracterizaba por su vasto conocimiento administrativo y desplegar gran fuerza bruta en sus trabajos, tanto as que recibi el apodo de perromero, ya que trabajaba a sol y a sombra, como todos, pero demostrando un especial espritu para sobreponerse a la adversidad. La Cabo Ynez fue una sorpresa para mi, ya que por primera vez tena una mujer a cargo y puedo decir, bajo un concepto absolutamente machista, que no me decepcion en ningn momento, y que aperr junto a todos en cada una de las tareas asignadas. Con la responsabilidad del almacenamiento y entrega de combustible estaba el Suboficial Caruz del Ejrcito, quien desarroll sus tareas con gran eficiencia y solitariamente. Una labor que demandaba gran trabajo considerando la cantidad y variedad de operaciones que requeran combustible todos los das a distintas horas. Nuestro cuartel contaba con un estanque con capacidad para unos diez mil litros de petrleo, el que era rellenado por una empresa
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haitiana de acuerdo a nuestra solicitud, aunque no siempre eran muy puntuales en las fechas, por lo que varias veces anduvimos por las cuerdas de combustible. Del almacenamiento y entrega de vveres estaba a cargo el Suboficial Miranda con su ayudante el Cabo Saldivia, quienes reciban los vveres entregados semanalmente por Naciones Unidas, de acuerdo a una solicitud nuestra efectuada en ingls a travs de la Plana Mayor. Haba tambin dos mayordomos, nombre que recibe en la Armada el personal de garzones, quienes se encargan del servicio de los oficiales y de las visitas protocolares. Se trata del Cabo Daz de la Armada y del Cabo Guarda del Ejrcito, quienes con gran iniciativa y profesionalismo lograron cumplir su misin, a pesar de las dificultades que generaba el no contar con todos los medios necesarios, caso del vaso de agua fra servido al Presidente de la Repblica, don Ricardo Lagos, cuando nos visit. Debo decir que sent gran orgullo al ver la cara de satisfaccin del Cabo Daz mientras el presidente sostena el vaso de agua en su mano sin saber, ni imaginar siquiera, todo el esfuerzo que eso signific para el mayordomo, sobre todo porque nadie lo tomaba en serio cuando peda un espacio en el congelador para guardar sus botellas de agua. Ni tampoco cuando peda que lo ayudaran a trasladar su cooler, lleno de botellas y arriba de un camin, al cuartel Hertz donde se desarrollara la reunin y posterior ceremonia. Pues bien, ah estuvieron el presidente con un vaso de agua bien fra en su mano, y el Cabo Daz, con su bandeja, todo transpirado pero orgulloso. Dej para el final al peluquero, o peluca, como se le llama en jerga naval al personal de peluquera y de donde deriva el dicho echar la peluca, usado cuando se quiere decir que vamos a estar un rato conversando en forma distendida, tal como si estuviramos en la peluquera. El peluca del batalln estaba en la Seccin de Abastecimiento y era el Cabo Nolasco Vsquez, con el que entabl una buena amistad, porque destacaba de los dems por su espritu combativo o ser inyectado. Jams o de l una queja y siempre mantuvo su sentido del humor. Yo, como infante de marina, de inmediato apreci estas cualidades, por lo que nos transformamos en unos buenos amigos militares, y ms de una vez nos sentamos en el patio del cuartel a fumar unas pipas de buen tabaco haitiano y a conversar de nuestras familias.
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El Cabo Vsquez instal su peluquera en un sector cercano a la cocina, en el patio del cuartel junto al muro que limitaba con el exterior, donde los militares franceses a quienes relevamos, tenan una especie de bar techado hecho de paja y caas de bamb. Era una tortura cortarse el pelo ah, con cerca de 40 grados de calor y con la tpica capa para recibir el cabello recin cortado; en realidad para el peluquero y su cliente esto era un sauna, lo que al trmino de nuestra estada en Hait se solucion con la instalacin de una peluquera en otro sector dotada de aire acondicionado. Como la peluquera estaba cerca de la cocina, las bromas iban y venan entre los Cabos Vzquez y Cea, cuyas instalaciones se ubicaban junto al muro que limitaba al exterior. Siendo dicho muro frecuentemente escalado por algunos nios haitianos que pedan comida diciendo dame comida, dame comida. Acceder a esto estaba prohibido por poltica de Naciones Unidas por varias razones.
En primer lugar, porque el hecho de dar comida a un nio, adems de poder causarle enfermedades insospechadas para nosotros, poda producir el aumento de gente pidiendo comida en nuestro cuartel, lo que poda finalizar incluso en hechos de violencia, y finalmente porque el esfuerzo que Naciones Unidas haca para entregarnos alimentos, era para que las tropas estuvieran en condiciones de operar. De la gente pobre, se encargaba a travs de organizaciones como World Food Program (WFP). Pero de todas formas, al principio los cocineros o quien fuera, les dbamos una que otra cosa, pero con el tiempo y debido al propio estrs del trabajo esto pas a ser una incomodidad. De manera que, como ellos haban aprendido a decir dame comida, en espaol, nosotros aprendimos a decir pagu manye o no tengo comida , en kreolle, dialecto en que habla el pueblo haitiano, cuyo idioma oficial es el francs.
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Aun as, las visitas seguan escalando el muro, ya que era evidente que mentamos, as que un da el Cabo Cea, desde la cocina, le grit al Cabo Vzquez: Peluca, por qu no te echai a esos nios, porfa!, a lo que el Cabo Vzquez respondi de inmediato sacando la cabeza de la peluquera y gritando a los nios: al al, pagu manye!, pero los nios le respondieron gritando: Peluca hue! Grande fue la sorpresa de Vzquez al percatarse de la broma de su amigo Cea, quien haba enseado algunas palabrotas en espaol a los nios, cosa que hizo famoso al peluca el resto del tiempo que estuvimos en Hait De paso sirvi para percatarnos de la facilidad con que aprenden idioma los nios haitianos.
La Seccin de Transporte, era encargada de trasladar el apoyo logstico donde fuera requerido por las tropas. Esto no era una tarea fcil dadas las condiciones de los caminos que eran psimas, problema que se sumaba a lo mal que manejaban los haitianos. Salir a la calle era todo un desafo en medio de un clima de mucha inseguridad. Los vehculos eran provistos de un escolta armada para reaccionar ante cualquier eventualidad, el que era designado por la guardia de la Compaa Logstica, vale decir, por turnos. El trabajo de los conductores de los vehculos en Hait merece un especial reconocimiento. A la delicada misin de ser responsables de su vehculo, de su carga humana o material, y de conducir en forma segura, sumaban el riesgo permanente de ser las primeras vctimas de un probable ataque que poda venir de cualquier lugar.
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El personal de la Seccin de Mantenimiento, encargados de ejecutar las tareas necesarias para el buen funcionamiento de todo el material de guerra del batalln, en la base o donde fuera menester, junto a los integrantes de la Seccin de Ingenieros desarrollaron una labor silenciosa pero muy sacrificada; hay que recordar que, adems de satisfacer las necesidades de apoyo de las unidades que operaban en terreno, tambin se estaba trabajando en la construccin de instalaciones. Por ejemplo, el hecho de tener que instalar los contenedores que serviran de baos y duchas, con todo su sistema elctrico y de desages, signific en los tres cuarteles un tremendo esfuerzo humano y logstico, que finalmente se tradujo en impagable elemento de bienestar del personal. Realizado con la precariedad que significaba ser los primeros en instalarnos con todos los medios en Hait, signific la adquisicin de experiencia por parte del primer batalln desplegado en ese pas, vale decir el nuestro. En el cuartel Antoine se encontraba la Unidad Sanitaria, compuesta por trece hombres y mujeres a cargo del Capitn de Corbeta Mauricio Daz Zimik. Felizmente no tuvieron mucho trabajo, excepto el de prevencin, y si bien no hubo bajas que lamentar, era permanente el riesgo de contraer malaria y otras enfermedades. Siendo ellos quienes rigurosamente vigilaban que tomramos semanalmente la ya mencionada tableta de cloroquina, control al que agradecemos no tener que lamentar casos de malaria al menos durante los primeros seis meses, otra de sus responsabilidades era verificar que el abastecimiento de agua al cuartel -tanto la proveniente de una napa subterrnea como la entregada por los haitianos para servicios generales: cocina y ducha-, estuviera en condiciones o fuera tratada de forma de evitar enfermedades. En este trabajo destacaron el Suboficial Martnez y el Cabo Sandoval, ambos del Ejrcito. El siguiente era un da normal en el cuartel Antoine: Haba que levantarse a las 05:30 y formar para trote a las 05:45. La importancia que tuvo esta actividad, especialmente al principio para evitar la nostalgia que significa estar lejos de los seres queridos, y para mantener un buen estado fsico, fue fundamental para mantener la moral siempre en alto. Despus del trote, haba tiempo para la ducha y luego el desayuno, para formar a las 08:30 y recibir instrucciones especiales respecto a las tareas a desarrollar durante las horas de trabajos que se extendan hasta las 16:30, rutina interrumpida por el almuerzo entre 12:30 y 14:00. A contar de las 16:30 se paraban los trabajos de construccin de instalaciones, pero se continuaba
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normalmente con el apoyo logstico. Esa era en trminos generales la vida en el cuartel Antoine. Otro aspecto que ameniz nuestras jornadas fue la preocupacin de los oficiales de la Armada por dar a conocer las expresiones y trminos de jerga naval a nuestros camaradas del Ejrcito, algunas veces, con la intencin de molestarlos, pero siempre en buena onda. Por ejemplo, existe un trmino muy comn para los marinos que es maquineado. Como ustedes saben, antiguamente los buques navegaban a vela y cuando sobrevino la revolucin industrial, sta trajo consigo nuevas tecnologas y como resultado de ellas, los buques a vapor. Transformados los buques en verdaderas mquinas flotantes, en aquel entonces hubo muchos marinos que se oponan a confiar en estas mquinas, pensando que la nica navegacin confiable era la efectuada a vela y que toda falla era el reflejo de tener buques-mquinas. Entonces cuando se queran referir a un marino que fallaba en algo, lo llamaban una mquina y de ah viene el trmino maquineado, usado para expresar una equivocacin o atraso en algo de cierta importancia. Se dice por ejemplo: Estoy maquineado para el examen, no he estudiado nada y la fecha se acerca. Como es fcil imaginar, tenamos medio aburridos a nuestros camaradas militares con tanto trmino naval, incluso los das jueves comamos empanada y cazuela de acuerdo a una tradicin de la Armada y los molestbamos diciendo vamos al rancho naval; o decamos hoy es jueves naval, haciendo referencia a que en Chile es el tradicional da previo del carrete del fin de semana. Ms an, les decamos que no rimaba la frase jueves militar, que esto haca parecer que el da estara destinado a ejercicios de desfile o algo por el estilo, en lugar de un carrete previo al fin de semana, la verdad es que nos sentimos vencedores la ocasin que escuchamos al primer militar diciendo que estaba maquineado.
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Cap-Haitien
El apoyo logstico a las compaas de Ejrcito y de Infantera de Marina nos sirvi para ir conociendo la ciudad de Cap-Haitien y en parte la cultura haitiana. Nos pudimos dar cuenta, por ejemplo, de lo mal que manejan. Ellos no ocupan la bocina como advertencia sino como amenaza y en tanto ms grande es el vehculo, es peor. El mensaje es: o te corres o te atropello (en todo caso, en Chile no tenemos nada que envidiarles si pensamos en algunos prceres de la conduccin de microbuses), y una clara muestra de sus intenciones eran las dimensiones de sus parachoques, verdaderas armaduras de carros romanos. Conocimos adems su sistema de transporte colectivo conocido como los tap-tap, camionetas o camiones adaptados para llevar gente donde se pudiera. Para bajarse, dado que no haba otro sistema de comunicacin entre el conductor y los pasajeros, la solicitud de detencin del vehculo era mediante dos o ms golpes en el techo, dando con esto origen al nombre. Otra cosa que sin duda impresiona al salir a la calle en Cap-Haitien o simplemente Cap, como llaman los haitianos a esta ciudad, es la gran cantidad de basura en las calles, donde al no existir, aparentemente, un sistema de retiro de basura, sta se acumula despidiendo el olor nauseabundo resultante de la mezcla de descomposicin con basura quemada. Por las mismas calles donde pasaba la gente, se vea gran variedad de cosas: personas transportando cerdos muertos en carretilla para la venta y consumo, otros sentados en la orilla de la calzada con algn tipo de comercio ambulante, y estrechas vas atestadas de vehculos que se mezclaban con algunos tap-tap.
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El agua se venda en pequeas bolsas por alguno que otro nio que recorra las calles gritando dlo glac, dlo glac (agua helada, agua helada). Recordemos que en Hait solo un 30% del la poblacin cuenta con algo tan preciado como es el agua potable, por esto era muy comn que los nios en las calles corrieran al lado de nuestros vehculos para pedirnos agua, y esto pareca increble al recordar que en nuestra Patria basta con abrir la llave. Un da un haitiano se nos acerc para agradecernos por nuestra presencia ah, ya que segn l, gracias a esto, ellos podan sentirse seguros y hacer una vida casi normal, debido a que las bandas armadas que asolaban la ciudad como resultado de los hechos de violencia que conmocionaron a ese pas antes de nuestra llegada, en su mayora se haban retirado de la zona por miedo; nos satisfizo sentir que gracias a nosotros, ellos podan hacer algo tan simple como abrir el negocio para vender y as generar el ingreso de dinero que en definitiva les permita vivir. Esto lo lograba nuestra sola presencia. Si algn anarquista armado pretenda entonces, impedir la vida en paz de los haitianos, primero se las tendra que ver con nosotros, por lo tanto nos transformbamos en sus enemigos. Sin duda era un riesgo grande el que corramos estando ah, pero viendo a esa pobre gente, pensbamos que vala la pena correrlo. Es importante sealar que, independiente de las razones que nos tenan destacados en suelo haitiano, ramos nosotros los que da a da enfrentbamos la realidad de Hait, por lo que la solidaridad con la poblacin naca en forma natural y todos queramos hacer ms. Sabamos que en Chile habra personas que discutiran sobre la necesidad o costos de tenernos all y desde un escritorio, o ante las cmaras daran opiniones variadas. Pero el compromiso con nuestra misin surga da a da bajo el calor insoportable de la isla, en la relacin de estos soldados chilenos con la pobre gente haitiana que los necesitaba para poder vivir en paz. As fue como pudimos darnos cuenta de que, a pesar de los problemas de seguridad ciudadana que todava existan, poco a poco la ciudad que vimos al llegar comenz a tomar vida nuevamente. Al paso de nuestros vehculos la gente nos regalaba sonrisas, muchas veces acompaadas del tpico gesto de golpearse el estmago en seal de hambre e indirectamente pidindonos comida, pero eran sonrisas al fin y al Cabo. En el comercio local pudimos adquirir telfonos celulares, los que funcionaban con tarjetas, cosa que signific un gran aporte al bienestar, ya que pudimos as contactarnos ms seguido con nuestras familias y seres queridos en Chile; adems del Internet instalado en el cuartel, que si bien era gratis, tena las dificultades propias que presenta la tecnologa. Para el comn de los lectores parecer algo sin importancia, pero cuando se est lejos, y
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sobre todo en esas circunstancias, se ven incrementados los sentimientos de nostalgia por la Patria y todo aquello que lo representa como la familia, los amigos y los compatriotas en general. Uno se da cuenta de que se puede dar gracias a Dios por vivir en un pas como el nuestro; que una llamada telefnica significa mantener el vnculo con aquellos que hacen que la vida sea un objetivo; un encuentro con la cultura propia. El no poder efectuar una llamada poda afectar de manera importante el nimo del Soldado, tambin no poder conectarse por Internet, esto era mucho ms importante de lo que cualquiera podra imaginar. Sin embargo agradecamos nuestra formacin, que desde las respectivas escuelas matrices nos prepar para estar lejos de nuestras familias y seres queridos, por lo tanto estbamos preparados para soportar en parte esta situacin de lejana. Pasaban los das y cada atardecer nos recordaba con la llegada de la noche que quedaba menos para nuestro ansiado regreso a casa. La oscuridad de las calles de Cap, interrumpidas por el movimiento de alguna patrulla motorizada o la tenue y agradable visin de las velas a travs de las ventanas, nos sumerga en pensamientos de nostalgia. Se acercaba otra noche de calor vigilada por los centinelas de la guardia. En el patio del cuartel Antoine, tratando de obtener algo de privacidad, se escuchaban las voces de quienes intentaban hacer contacto telefnico con su esposa, polola o hijos en Chile. Pasaban los das en Cap-Haitien...
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En l, sus ocupantes adaptaron de la mejor manera posible este lugar para transformarlo en su hogar, haciendo uso del ingenio y espritu de cuerpo que siempre los ha caracterizado; la nica diferencia era que ahora los cosacos (como se llama a los infantes de marina en jerga naval) estaban en Hait. Como comando, el jefe era muy respetado por sus hombres y los dems oficiales lo reconocan como uno de los hombres duros del batalln; adems se hizo famoso por su gusto por la msica del grupo Iron Maiden, con temas como 666 el nmero de la bestia entre otros, lo que junto a su personalidad carismtica, generaba gran respeto y ascendiente entre sus hombres, lo que se pudo apreciar en la alta moral que siempre proyect su compaa en el cumplimiento de sus tareas. El cuartel se debi adaptar tanto para habitabilidad, como para fines guarnicionales, llamadas de rgimen interno, ceremonias o entrenamiento fsico, e incluso para un buen partido de ftbol. Adems vena con ciertas sorpresas. En un portn situado en uno de los lmites del cuartel se descubri una pequea abertura, por la que un haitiano aprovechaba la oportunidad para hacer negocios y vender todo tipo de productos a los cosacos. Entre los productos ofrecidos se poda esperar de todo, desde coca cola en botella, hasta tarjetas telefnicas, o cigarros, ventiladores y gran cantidad de productos de utilidad, los que se hicieron conocidos y solicitados tambin en los dems cuarteles.
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Duchas y lavandera.
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Infantes de marina entrenando irrupcin para situaciones de allanamientos (atrs, carpas dormitorio).
Almacn Hertz.
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En el cuartel Gabel se encontraba ubicada la Compaa Mecanizada del Ejrcito, compuesta de 116 hombres a cargo del Capitn Naokichi Zuzuki Opazo, unidad conformada por personal proveniente de distintos regimientos del territorio nacional, quienes contribuyeron en forma importante con sus medios mecanizados a imponer la presencia militar en las calles de CapHaitien.
Estos eran los cuarteles que sirvieron de hogar a soldados chilenos que con gran entrega y profesionalismo sirvieron a la paz de la repblica de Hait, en las calles, en los caminos y en los sectores ms alejados, ayudando con su presencia y accionar, a la estabilizacin del orden interno de dicha nacin. En los relevos posteriores, los nombres de los cuarteles fueron cambiados; Antoine pas a llamarse Carrera, Hertz asumi el nombre Prat y Gabel es ahora conocido como OHiggins. Es importante destacar que fue en estos cuarteles donde, en las tareas desarrolladas da a da, comenz a generarse una especial amistad entre los haitianos y los soldados chilenos, quienes les demostraron ser capaces, adems de patrullar las calles e imponer el orden, de entregar su humanidad en la diaria relacin con el pueblo que comenzaban a conocer.
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Siendo todas las operaciones realizadas dentro del rea de responsabilidad, dirigidas por el comandante del batalln, para su mejor planificacin y desarrollo ste contaba con una Plana Mayor, elemento asesor que era mandado por el segundo comandante del batalln, estando compuesto por tres elementos cuyo control ejercan oficiales subalternos. La Seccin Operaciones, a cargo del Teniente Primero IM Jaime Torres, planificaba y coordinaba las operaciones, as como el entrenamiento y las actividades de la unidad; la Seccin Informaciones, que comandaba el Teniente Segundo IM Gonzalo Crcamo (oficial comandante de la Seccin Reconocimiento), mantena actualizada toda informacin acerca de las amenazas en nuestro sector de responsabilidad en Hait; y la Seccin Logstica, que al mando del capitn de ejrcito Miguel Covarrubias, se encargaba del ciclo consistente en la determinacin de necesidades para cumplir las diferentes tareas del batalln, coordinando la satisfaccin de las mismas con el cuartel
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general de la Misin de Paz ubicado en Puerto Prncipe, y distribuyendo los medios a las Unidades subordinadas para el desarrollo de las operaciones. Otros elementos eran la Seccin Comunicaciones, encargada del enlace de radio entre el mando del batalln y sus unidades subordinadas durante la ejecucin de las tareas, que estaba a cargo del capitn de ejrcito Claudio Paredes; y la Seccin Personal del capitn, tambin de ejrcito, Manuel Ramrez, cuya misin era velar por el bienestar y solucin de problemas familiares o de otro ndole que pudiera presentar el personal del batalln. Adems, la plana mayor contaba con un asesor legal, el mayor de ejrcito Eduardo Rosso, un Capelln, Capitn de Servicio Religioso Juan Torlaschi, la periodista Mara Guzmn, y una Seccin de Asuntos Civiles a cargo del Teniente Primero IM Milko Medic, que tena como tarea tomar contacto con la civilidad haitiana, a travs de la recepcin de proyectos y la gestin de su financiamiento ante el cuartel general de la Misin de Paz, entre otras actividades. El mando del batalln planific y dirigi las operaciones ejecutadas tanto por la Compaa Mecanizada de Ejrcito como por la Compaa Motorizada de Infantera de Marina, ambas apoyadas por la Compaa Logstica del batalln. Las tareas dispuestas por el Comandante Carrasco incluyeron, adems de patrullajes motorizados y a pi, diurnos y nocturnos, patrullajes en helicpteros a las zonas aisladas, seguridad a organizaciones no gubernamentales y apoyo a stas en la entrega de ayuda humanitaria, seguridad del aeropuerto y puerto de Cap-Haitien, seguridad de autoridades chilenas y extranjeras de Naciones Unidas, seguridad en fiestas populares locales, allanamientos en apoyo a la Polica Haitiana, escoltas de convoyes de ayuda humanitaria, control de manifestaciones y puntos de control para revisar vehculos en busca de armamento prohibido. Todo con el propsito de contribuir a la estabilizacin de Hait, luego de los lamentables y ya conocidos hechos de violencia.
Vehculo de la Compaa Mecanizada del Ejrcito de Chile.
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Si bien el rea de responsabilidad del batalln era todo el Departamento Norte de Hait, el esfuerzo principal se defini en la ciudad de Cap-Haitien, manteniendo tambin una presencia menor mediante patrullajes en los dems sectores, y destacando pequeas unidades en las localidades como Fort Libert (posteriormente entregada a los espaoles) y Pignon, entre otras. Es en el desarrollo de las tareas que mencion anteriormente, donde se vivieron las historias ms interesantes para contar y que relatar para que no sean olvidadas por las futuras generaciones de chilenos, y adems para que as la ciudadana logre comprender el gran aporte a la paz que han desarrollado sus compatriotas en Hait, muchas veces poniendo en riesgo sus propias vidas en el cumplimiento de la misin. Organizacin del Batalln Chile:
COMPAA LOGSTICA
Los intrpretes
Edzer Pierre era un joven haitiano que a sus 21 aos, an no haba podido terminar lo que para nosotros es la enseanza media. l no tena mucho contacto con su padre, ni con su madre que viva en Puerto Prncipe, del resto de su familia saba poco. Viva en casa de una ta en Mombin Crochu, una localidad ubicada en el lmite Departamento Noreste de Hait. Cuando Edzer se enter de la llegada de tropas chilenas, tom algunas gourdes que tena ahorradas y viaj en tap-tap a Cap, confiando en que podra encontrar una oportunidad de trabajo como intrprete, ya que de
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alguna forma dominaba el espaol, francs, ingls y por supuesto el kreolle. Si le iba bien, tendra la esperanza de terminar sus estudios secundarios y en el futuro, quizs poder estudiar en la universidad. Esto ltimo es gran cosa, ya que en Hait el nivel de alfabetizacin alcanza a un 45% de la poblacin, y el nivel de desempleo llega al 75%, con un sueldo promedio de 45 dlares mensuales. Al llegar a Cap-Haitien, nuestro contacto se instal en casa de unos amigos, y gast todo lo que tena en una tenida que le permitiera presentarse dignamente a solicitar trabajo. As, con sus zapatos, pantaln y camisa nueva, camin hasta el cuartel Hertz, y pregunt al Cabo de guardia si exista la necesidad de un intrprete, volviendo al da siguiente por una respuesta que esperaba llegara pronto por cuanto saba que su visita significaba un gasto extra para sus anfitriones, quienes, adems de ser pobres, vivan el problema del agua potable, que en Hait alcanza slo para un mnimo porcentaje de la poblacin, al igual que la luz elctrica. Al da siguiente, a la misma hora fue a Hertz a buscar al Cabo de guardia que seguramente le tendra una respuesta, pero Oh sorpresa!, era otro da, as que haba otro Cabo de guardia. Sin embargo, esta vez Edzer tuvo mejor suerte, porque aunque el nuevo Cabo de guardia tampoco tena idea respecto a la contratacin de intrpretes, un Soldado que se encontraba presente le dijo: Parece que los intrpretes tienen que ir a Antoine y ah los contratan; acto seguido, entr a un camin de patrulla que regresaba a su cuartel y se fue. Como el Cabo de guardia deba atender sus propias tareas, rpidamente nuestro amigo se vio nuevamente despedido. Qu es Antoine y dnde queda? se preguntaba Edzer, quien no se atrevi a ir de nuevo a molestar al Cabo tan ocupado. Despus de vagar por un rato bajo el sol abrasador de Cap, pregunt en la calle hasta que otro haitiano le explic en qu direccin se encontraba Antoine, lo que le permiti seguir un camino que lo condujo a la guardia del cuartel de la Plana Mayor y de la Compaa Logstica. Golpe el portn e hizo las preguntas de rigor al Cabo de guardia, quin le explic que los intrpretes, de acuerdo a lo que l saba, ya se haban seleccionado, pero que en todo caso tendra que hablar con el Teniente Medic, quien en ese momento no se encontraba. Tras largas horas de espera, lleg el citado oficial quien explic a Edzer que tendra que traer un currculum y dejar su nmero telefnico.
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Cmo lo voy a hacer? se preguntaba Edzer, no tengo computador, ni hoja, ni menos telfono, abrumado, cansado, muerto de calor, de hambre, y con su tenida nueva llena de tierra por los vehculos que pasaban, regres a casa de sus amigos. Intent sin xito pedir dinero prestado para comprar un telfono celular al que lo llamaran y al da siguiente regres al cuartel Antoine, donde el Cabo Primero IM Seplveda, que trabajaba en la seccin de Asuntos Civiles junto al Teniente Medic, lo ayud a hacer su curriculum, el que fue enviado a Puerto Prncipe. Luego de unos das, volvi a visitar el Antoine, donde recibi la noticia de que sera contratado. Como tantos otros intrpretes con historias similares que trabajaron codo a codo con los soldados chilenos, Edzer Pierre siempre fue considerado como uno ms del equipo, ms all de las diferencias de color, origen o creencias religiosas, y fue un gran aporte a la eficiencia del trabajo realizado en Hait, se gan nuestro cario y ser recordado por siempre como nuestro amigo. Fueron estas personas las que en definitiva nos ensearon a conocer en detalle la situacin en Hait, situacin que muchas veces tratbamos de entender a travs del estudio de antecedentes oficiales, y que con la ayuda de los intrpretes se nos hizo mucho ms fcil, permitindonos finalmente familiarizarnos y entender la situacin y cultura haitiana. Uno de los temas de mayor importancia que me fue explicado por un intrprete fue el origen del conflicto en Hait, y cmo ste dividi al pas. Generalmente veamos que existan dos bandos, cuya lnea divisoria se confunda entre la poblacin. Estos eran los integrantes del partido Lavalas, partidarios del ex presidente Aristide y los ex militares, quienes haban liderado su expulsin.
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de oportunidades para el pueblo y las constantes acusaciones y muestras de corrupcin por parte del gobierno, hicieron que, desde enero de 2004 y coincidiendo con el bicentenario de la independencia del pas, se generalizaran las quejas contra el presidente. Incidentes cada vez ms violentos devinieron en abierta sublevacin y el rgimen se vio presionado desde dos frentes. Uno pacfico, representado por Plataforma Democrtica y el Grupo de los 184. Otro violento, caso de la insurreccin armada protagonizada por el Frente de Resistencia de Artibonite, militantes del Ejrcito Canbal, que pasaron a llamarse Frente Revolucionario Nacional y, finalmente, Frente de Resistencia para la Liberacin y Reconstruccin de Hait. Los rebeldes de Guy Philippe y Louis-Jodel Chamblain, tomaron Gonaves y Cap-Hatien, y finalmente entraron en Puerto Prncipe liderados por ex militares y que tenan como objeto principal derrocar el gobierno de Aristide, y reivindicar tanto sus propios derechos como los de aquellos que se oponan al rgimen de gobierno de aquel entonces. Fue as como se inici el proceso de destruccin y muerte que produjo la intervencin de Naciones Unidas y que nos tena a nosotros estacionados en Hait, tratando de salvar lo que quedaba de esta nacin, que paradjicamente en su bandera ostenta el lema de La unin hace la fuerza. Como un desgraciado producto de todo este problema, surgieron algunos que aprovechando la oportunidad, formaron bandas armadas, con el nico propsito de saquear, matar a sus enemigos, y causar la anarqua para aprovecharse de ella en su propio beneficio. A la llegada de las tropas chilenas, el escenario era complejo. Los ex militares estaban ejerciendo labores policiales o de orden y seguridad especialmente en las zonas rurales donde escaseaba la polica, tarea que era saboteada por los chimeres y por el partido Lavalas. Tanto los ex militares como el partido Lavalas, efectuaban marchas en las ciudades para promover sus ideales y reivindicarse ante la ciudadana, con los consiguientes desrdenes que deban ser controlados por las tropas de Naciones Unidas. La polica, con escasa preparacin y compromiso trataba de hacer lo suyo, pero en la mayora de las oportunidades con la total desconfianza de la poblacin, la que normalmente reaccionaba apedrendolos cada vez que intentaban detener a alguien.
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En cada ciudad haba dos o tres alcaldes, que representaban al gobierno interino establecido por Naciones Unidas y un Juez de Paz encargado de ejecutar los procedimientos legales con los detenidos. Es importante mencionar que el sistema judicial enfrentaba carencias tales como una grave escasez de recursos para los magistrados, tribunales y la polica, as como la incidencia de violaciones del debido proceso, como la detencin prolongada de personas sin que fueran llevadas ante un juez. Ejemplo de la carencia de recursos, era que la fuerza policial contaba con solo alrededor de 2.000 integrantes responsables de una poblacin total de ms de 8 millones. Como se indic antes, la polica tambin ha estado entre las vctimas de la violencia en el pas, habindose dado muerte a un sinnmero de agentes. En el medio de todo esto y tratando de imponer la paz, estbamos nosotros: los Cascos Azules Chilenos.
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que salieron esa noche junto al capitn Hagedorn, se encontraba el Cabo Primero IM Adrin Villalobos, quien relata lo sucedido en el cuartel de los ex militares: Eran aproximadamente las 21:30 cuando el Teniente Crcamo nos orden equiparnos debido a que se haba presentado una situacin crtica en la ciudad. En ese momento todos parecan un tanto alarmados, pero nadie pareca saber exactamente lo que ocurra, yo supuse que deba tratarse de algn tipo de desorden o manifestacin. Con equipo de combate y junto a cuatro de los siete componentes de la Seccin de Reconocimiento nos dirigimos al frontis del cuartel, donde el Capitn Hagedorn nos orden pasar tiro y embarcar en los dos vehculos dispuestos. Ante esta orden, pens que nos enfrentaramos a alguien que podra ser quizs algn grupo rebelde que hubiera cometido un acto de violencia contra personal de Naciones Unidas. Deseando que la situacin que se nos presentaba no fuera tan crtica, me embarqu en el vehculo e iniciamos nuestro trayecto hacia el cuartel Gabel. Durante el trayecto, el Capitn Hagedorn nos explic que con refuerzos de la Compaa Mecanizada del Ejrcito, intentaramos el rescate de tres rehenes, y que contbamos con fuerzas para negociar su liberacin. En los pocos minutos que estuvimos en el cuartel de la compaa de Ejrcito, se embarc personal en dos carros blindados, luego de lo que salimos con direccin al cuartel de los ex militares. Una vez que llegamos a nuestro destino y que los carros del Ejrcito cerraron las calles de acceso al cuartel, guiados por el Capitn Hagedorn y contando con el intrprete Jean, nos dirigimos a la entrada principal, siendo recibidos por un vigilante, que se encontraba armado con un fusil M-1, a quien pedimos hablar con quien se encontraba a cargo. Luego de intercambiar algunas palabras, se nos permiti el ingreso a las instalaciones, quedando el portn abierto. En el patio, esperamos un par de minutos, luego de los que conocimos al comandante Man, lder de los ex militares de la zona general de Cap-Haitien, con quien se inici la negociacin para liberar a los cautivos, personas que de acuerdo a los ex militares, no eran sino delincuentes detenidos ante denuncias de la ciudadana, que confiaba ms en ellos que en la propia polica. Mientras se desarrollaba esta conversacin pude observar que alrededor del comandante Man, se encontraba una gran cantidad de soldados haitianos
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bastante mejor equipados y organizados de lo que nos hubiramos podido imaginar, quienes daban la impresin de habernos estado esperando. Por otra parte me preocupaba de sobremanera que la situacin se volviera tensa Al menos me mantena tranquilo el hecho de tener tiro pasado, pero desconoca el nimo de los haitianos y cualquier error, incluso de interpretacin, podra producir una confusin que resultara en un enfrentamiento. Pude captar, de la conversacin del comandante Man con el Capitn Hagedorn, que ste intentaba convencer al ex militar, de entregarnos a los detenidos, ya que ellos no eran realmente una autoridad legalmente constituida para efectos de detencin y mucho menos para tomar la justicia en sus manos. Intentaba convencerle que nosotros nos encargaramos de asegurar que los detenidos fueran juzgados por sus delitos, entregndolos a la Polica de Naciones Unidas Uncivpol, quienes tenan la tarea, entre otras, de supervisar los procedimientos policiales con los detenidos. Finalmente la negociacin fue exitosa y los detenidos fueron entregados a nuestra custodia y posteriormente trasladados al cuartel de la Polica de Naciones Unidas. Regresamos al Antoine aproximadamente a la 01:30, comentando lo bueno que haba sido el hecho de que la situacin se resolviera en forma pacfica, que no result nadie herido y que no fue necesario el empleo de las armas, ya que considerbamos que los haitianos no eran nuestros enemigos, sino un pueblo al que desebamos ayudar y por sobre todo, nos sentimos felices de haber podido asegurar al menos la vida de esos tres detenidos. Al da siguiente participamos, junto a la Polica de Naciones Unidas, de la proteccin de los detenidos en el proceso judicial que terminara con su encarcelamiento. Debamos asegurar que se cumpliera con el debido proceso al menos durante el tiempo que estuvieran bajo nuestra responsabilidad, porque el sistema judicial haitiano era precario y su polica era conocida por sus abusos. Como experiencia personal puedo decir que pude apreciar cmo en estos casos es posible aplicar las tcnicas del uso graduado de la fuerza, comenzando con una negociacin, y no ir directamente al choque con la otra parte, ya que es posible que de ambas formas se cumpliera el objetivo,
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pero sin duda que si no se hubiera actuado como relat, podramos haber tenido heridos o muertos que lamentar.
Pignon
Haban pasado unos 20 das desde mi llegada a Hait cuando el comandante del batalln, luego de los respectivos reconocimientos en el sector de responsabilidad, decidi establecer una base de patrulla en la localidad de Pignon, ubicada a unos 45 kilmetros al sur de Cap-Haitien. La necesidad de establecer dicha base se deba a que la poblacin de esa zona y de las localidades cercanas como Saint Raphael y La Victoire, haban informado del actuar de bandas armadas que asaltaban ciertos sectores para luego desaparecer. Informaron adems que durante las noches se escuchaban disparos, provocando temor entre los habitantes de la zona, la mayora de los cuales eran campesinos. La presencia de la Polica Nacional de Hait, con cuarteles en Saint y Pignon era insuficiente para poder actuar contra dichas bandas, por lo que finalmente se decidi enviar una patrulla de 15 hombres para efectuar patrullajes en el rea indicada y quienes ocuparan como base una casa, que, segn lo informado por el Teniente Inostroza de la Compaa Mecanizada que haba efectuado el reconocimiento, tena las comodidades necesarias para el establecimiento de dicha base y sera facilitada para tal efecto por un ciudadano influyente de la localidad. Con la situacin como estaba era totalmente necesario enviar en forma rpida a la patrulla para desplegarse en la zona de Pignon, as que mi comandante de compaa me inform que se haba decidido enviarme como comandante de esta patrulla que estara constituida por personal de la compaa de Infantera de Marina y con algunos apoyos de Ejrcito. Esta noticia, para m fue muy buena, ya que significaba salir de mis tareas de abastecimiento y dedicarme al menos por un tiempo a las tareas propias de un Infante de Marina desplegado en operaciones de paz. Pero adems, era un desafo importante, ya que no conoca al personal que tendra bajo mi mando y la situacin no se vea nada fcil. Por otro lado significaba estar aislado, lo que implicaba, tomar mis propias decisiones, en la zona central de Hait.
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Recib la orden escrita y las orientaciones para la misin que con los miembros de la patrulla debera cumplir en Pignon: Efectuar patrullajes en la zona comprendida entre las localidades de Saint, Pignon y La Victoire, haciendo nfasis en la localidad de Pignon, con el propsito de evitar el actuar de bandas armadas en la zona, manteniendo la paz y seguridad en el sector asignado. Lo primero que hice una vez recibida la orden, fue leer el informe de la patrulla de reconocimiento efectuada por el Teniente Inostroza. En el citado informe pude obtener alguna informacin, como por ejemplo que el contacto del propietario de la casa era la seora Gilen, quien trabajaba en el Hospital de Beneficencia de Pignon; que dicho hospital dispona de servicio de Internet; que la casa que ocuparamos contaba con luz elctrica provista por un generador, con refrigerador y camas suficientes para alojar a la patrulla completa, adems de cocina a gas. Esta informacin haca presagiar que, al menos, estaramos cmodos y que podramos conectarnos a Internet tanto para enviar informes diarios, como para comunicarnos con nuestras familias, porque tambin dicho informe deca que no haba seal de celulares. Lo que este informe no contena era datos acerca de la seguridad de la casa, no especificaba si tenia o no muros, ni cuantas vas de acceso, as que me puse en contacto con el Teniente Inostroza quien aport otros antecedentes.
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Cuando cit a una reunin en el Antoine a los miembros de mi patrulla, quienes contaban con ms experiencia que yo en temas operativos dado el diario trabajo que realizaban, fue que tuve la oportunidad de conocer a cada uno de los componentes de una escuadra de ametralladoras de la compaa de fusileros IM, al mando del Sargento Segundo IM Juan Schurch, momento muy especial para m ya que pude ver las caras de aquellos con quienes cumplira esta misin de incierto resultado, la que slo dependa de Dios y de nuestro propio esfuerzo en hacer las cosas bien. Durante algo ms de una hora conversamos acerca de las tareas a realizar y apreciamos la situacin, dndonos cuenta de que nuestro principal problema era logstico, ya que dadas las condiciones de aislamiento no podramos contar con reabastecimiento (a menos que se tratara de una emergencia) hasta dentro de 15 das despus de desplegados, cuando llegara nuestro relevo. La determinacin de necesidades fue hecha con el mayor grado de reserva posible. Producto de ella, resolvimos llevar provisiones extra en vveres, agua en botella, y tiles de cocina, incluyendo raciones de combate para tres das. Existiendo la posibilidad de un ataque por parte de bandas armadas y la de tener heridos o muertos que evacuar, identificamos y definimos en la carta zonas para el aterrizaje de helicpteros, y llevamos municin extra, gases lacrimgenos, granadas de humo, sacos, palas, picotas, hachas, serruchos, alambre de pas y todo lo que consideramos necesario para la fortificacin de la casa. Contbamos con dos camiones asignados para los patrullajes, uno del Ejrcito que an no haba sido pintado blanco y uno de la Infantera de Marina, cada uno con el conductor de su respectiva Institucin. Calculamos el grado de actividad de los vehculos, considerando las distancias a recorrer y el tipo de caminos, e hicimos tambin la determinacin de necesidades de combustibles. Solicitamos que personal especialista en Sanidad efectuara la purificacin del agua del estanque de la casa, dejando a uno de nosotros instruido en el tema y con los elementos necesarios para continuar con la purificacin en los das siguiente. Tambin pedimos que nos acompaara un especialista en electricidad que definiera la operatividad del generador y, suponiendo que no se pudiera conectar en la casa, llevamos cable y ampolletas tipo guirnalda. Este personal regresara despus de cumplida la tarea solicitada. Para nuestras comunicaciones internas y con Cap-Haitien, solicitamos un equipo
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HF que podramos usar ya que haca pocos das el oficial de comunicaciones del batalln haba ordenado la instalacin de una antena repetidora en un cerro cercano a la base. Al final, nos dimos cuenta de que deberamos ocupar dos camiones ms, adems de los asignados para patrullaje, en el transporte de carga desde Cap-Haitien a Pignon, considerando la necesidad de tractar un aljibe de combustible y otro con agua para lavar y para cargar el generador de energa elctrica. Se me entregaron tambin 300 dlares para imprevistos. Estas y otras previsiones de importancia fueron vitales en el xito de la misin y se debieron principalmente a las ideas que, lealmente, cada uno de los componentes de la patrulla aport. Terminamos nuestra planificacin definiendo la ruta, marcando el track en los GPS (instrumento de posicionamiento satelital) y recabando el mximo de informacin de las localidades en la ruta para identificar alguna amenaza; lamentablemente, ese tipo de informacin era escasa. As fue como el da 28 de julio, un da antes del despliegue, efectuamos las faenas de carga de nuestra logstica para 15 das, con unos 5 de reserva. Ese da se present el Intrprete que se me haba asignado, de nombre Edzer Pierre, y tambin tuve la oportunidad de enterarme de quien sera el enfermero de la patrulla, que para mi sorpresa era una enfermera!, la Cabo Saldaa de Ejrcito. Esa noche habl conmigo el Capitn Hagedorn, quien me recalc que partira a una misin donde estara solo y donde tendra que tomar mis propias decisiones, recordndome que respecto a las rdenes, es doctrina del Cuerpo de Infantera de Marina ordenar el qu hacer, pero no el cmo, dejando esto ltimo para aquel que debe cumplir la tarea, me indic que la intencin del comandante era la siguiente: Lograr que la zona a patrullar fuera una zona segura y pacfica y por lo tanto que cumpliera mi misin teniendo presente ese fin superior. Me indic que tomara contacto con las autoridades locales, presentndome como era debido y que ante cualquier problema con el tema de ocupar la casa que se supona estaba ofrecida, buscara otra con las condiciones de comodidad necesarias; que si no encontraba nada, regresara a Cap-Haitien y que se me entregara un telfono satelital en caso de que todas las dems formas de comunicacin fallaran.
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Antes de acostarme, revis las Reglas de Enfrentamiento establecidas para las operaciones en esta misin de paz, donde se indicaba claramente en qu casos estaba autorizado el uso de la fuerza incluyendo la fuerza letal y stas en resumen indicaban que estaba autorizada para la defensa de las vidas del personal de la ONU o de las personas y bienes protegidos, ante el inminente peligro de muerte de personas inocentes. En general se autorizaba el uso de la fuerza para la defensa propia o de aquellos a quienes dbamos proteccin. Esa noche guard en el bolsillo de mi tenida de mimetismo una bolsa de nylon que en su interior contena una carta escrita por mi amor el da que zarp desde Chile a bordo de la barcaza Valdivia, su foto, un rosario confeccionado con ptalos de rozas obsequiado por mi abuelita fabricado en Jerusaln y por supuesto, una tarjeta con la oracin del marino chileno. Me dorm pidiendo a Dios que todo resultara bien en la empresa que tendra que dirigir durante quince das en Pignon, ya que no se trataba de un entrenamiento o una evaluacin, esto era real. Iniciamos nuestro viaje rumbo a Pignon el da 29 de julio, a las 07:00 horas; curiosamente era el cumpleaos de mi futura esposa, y de algn modo senta tristeza de no poder hablar con ella en ese da tan especial. Seguimos la ruta planificada con la carta y GPS, siendo de suma importancia la ayuda del intrprete, quien conoca el camino y nos pudo guiar en momentos de dudas. Durante la ruta mantuvimos enlace de comunicaciones con los equipos de los vehculos slo hasta la localidad de Don-Don, ms o menos en la mitad del trayecto. Estando casi todo el camino en psimas condiciones y sin pavimentar, saliendo de Saint, cruzamos un ro ayudados por un haitiano que por unas monedas nos mostr el camino ms fcil para superar dicho obstculo. Vimos los primeros letreros que anunciaban la proximidad de nuestro destino, y un par de kilmetros antes pudimos establecer un dbil enlace radial con el puesto de mando, por lo que dejamos el lugar marcado en la carta. Nuestra intencin era dirigirnos al hospital de Pignon, lugar donde encontraramos a la persona encargada de la casa donde se supona estaba coordinado alojaramos. Entramos a la localidad, encontrando un estilo distinto de casas en su mayora de adobe, y con techos de paja, las calles eran tan estrechas que a veces los camiones del convoy casi no pasaban y con dificultad lograban doblar algunas esquinas. La gente nos observaba con recelo y nosotros tratamos de romper ese hielo saludndolos en forma amistosa.
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Finalmente logramos llegar al hospital, establecimos la seguridad y con el intrprete y un Soldado, buscamos a la seora Gilen. Cuando logramos encontrarla, no tuvimos la recepcin que esperbamos. Con ayuda de Edzer, le expliqu cul era nuestra misin y le inform que ocuparamos la casa para iniciar desde ese lugar nuestros patrullajes en contribucin a la seguridad de Pignon y sus alrededores. La seora Gilen, en realidad se llamaba Gyrlene Jean Pierre y adems de encontrarse a cargo de la casa, era jefa de administracin del hospital, nos explic muy amablemente, pero con firmeza, que no exista tal acuerdo para ocupar la casa, que los cascos azules que haban venido antes efectivamente la haban visto pero que no se haba llegado a ningn acuerdo, y que la casa sera ocupada por unos misioneros estadounidenses que vendran a hacer estudios de ingeniera para mejoras urbanas. Mir al Sargento Schurch y l a m, qu haramos ahora? Lo primero que se me ocurri fue informar al puesto de mando de la situacin que se me presentaba mediante el telfono satelital, pero como si el destino quisiera obligarme a resolver esto solo, no pude hacerlo porque el telfono me solicitaba una contrasea que yo no tena. Sin embargo, al iniciar nuestra salida del hospital acompaados por la administradora, mientras caminbamos, un haitiano me salud diciendo hello mister, a lo que yo respond: Hello. Al parecer fue Dios quien puso a ese haitiano en mi camino en ese momento para ayudarme, porque al escuchar este breve dilogo, la seora Gyrlene, me pregunt: Do you speak english? y a contar de ese minuto su seriedad se transform en sonrisa y nos pudimos comunicar en forma fluida para solucionar nuestro problema. Si bien Edzer traduca, el hecho de tener que ocuparlo como interlocutor, quitaba emocionalidad a la conversacin, y esto en ese momento se transform en algo sumamente importante. Sentados en la cafetera del hospital la seora Gyrlene me explic que si bien la casa sera ocupada por los misioneros norteamericanos, esto no ocurrira sino hasta dentro de tres das, de manera que nos poda autorizar a permanecer en ella hasta la llegada de los misioneros. Considerando que eran las 13:00 horas y el tiempo apremiaba, decid que regresramos en convoy al punto del camino donde habamos podido establecer el dbil enlace de radio con el puesto de mando, para que el radio operador instalara el equipo de alta frecuencia e informara la situacin que se viva en ese momento, mientras con otro grupo nos dirigiramos al pueblo para presentarnos con las autoridades e intentar buscar un lugar donde establecer la patrulla, lugar que ojal pudiera dar continuidad a los futuros relevos.
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Cuando salimos del hospital, nos dirigimos al lugar acordado y dejamos el convoy en ese lugar con una buena seguridad. En uno de los camiones el Sargento Schurch, el intrprete, el resto de la patrulla y yo, regresamos al pueblo para cumplir con nuestro plan. Una vez en Pignon nos presentamos con uno de sus tres alcaldes, el juez de paz y la polica, que contaba con dos efectivos escasamente armados en un cuartel de polica construido al ms puro estilo del Far West, con celdas incluidas, en una de las cuales se encontraba un detenido llamado Clotarie Phillipe, vinculado a una de las bandas armadas. Luego de esto nos dedicamos a buscar un lugar para ser arrendado a nombre de Naciones Unidas, bsqueda que tambin tuvo resultados negativos. Nuestra situacin se agravaba por la falta de tiempo, ya que se acercaba la noche y haba que finiquitar esto en forma rpida, para que los camiones y personal de apoyo regresaran de da a Cap-Haitien. Eran aproximadamente las 16:00 horas cuando decid aceptar el ofrecimiento de la seora Gyrlene de ocupar la casa por tres das o hasta la llegada de los misioneros. Esto nos permitira ganar tiempo para solucionar nuestro problema. Plante esta idea al resto del equipo y partimos decididos al hospital. Al llegar all nos dijeron que la seora Gyrlene haba salido y que regresara en un rato ms. Fue en ese preciso momento cuando sent las primeras gotas de una lluvia que no nos dejara hasta avanzada la noche, as que para colmo estbamos mojados. Despus de un lapso aproximado de una hora, lleg la administradora del hospital y pudimos ocupar la casa, lo que hicimos despus de buscar al resto del convoy transitando las estrechas calles de Pignon. El recinto dentro del cual se encontraba la casa era bastante grande y encerrado en murallas. Despus de ingresar a su interior, a travs de un portn que abra un empleado que viva en una casucha a un costado de la entrada, se poda apreciar un gran jardn con algunos pavos reales, y un camino de adoquines que suba hacia una pequea colina, a cuya derecha se ubicaba una casa de medianas proporciones. Luego de una vuelta a la izquierda, pudimos ver el lugar donde nos quedaramos: una casa bastante grande, de dos pisos, una terraza y un estanque de agua. La seora Gyrlene nos explic las reglas: no podamos transitar por el camino que suba la colina y conduca a la casa del dueo del lugar que se encontraba fuera de Pignon; debamos permitir el paso de civiles y la luz elctrica se cortaba entre las nueve de la noche y las ocho de la maana, energa provista por el mismo generador que abasteca al hospital.
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Tambin nos mostr la casa que ocuparamos, la que tena siete habitaciones con dos camas cada una, cocina, refrigerador, un comedor y bao con ducha en cada piso. Luego de que la administradora se fue, el personal de apoyo logstico inici su trabajo en lo que se refera a la purificacin del agua del estanque y la revisin de las instalaciones elctricas. De esto ltimo se dedujo que no se poda conectar directamente el generador que traamos con el circuito de la casa, as que instalaramos la guirnalda de ampolletas para obtener luz en la noche aunque con un poco de ruido. Felizmente pudimos conectar nuestros tubos de gas, por lo que la cocina estaba asegurada. Mientras estos trabajos se desarrollaban, los conductores de los vehculos de apoyo me plantearon su preocupacin dada la cercana de las horas de oscuridad, que mezclada con la lluvia, aumentaba las condiciones de inseguridad para el regreso. A m me pareca que lo mejor era que se quedaran hasta el da siguiente; el problema era que al decidir eso estara dejando sin dos camiones al apoyo logstico del batalln ante cualquier eventualidad que se presentara all, ya que yo tena dos de los camiones que se tenan para tal efecto. Las alternativas de solucin eran dos: asegurar el apoyo logstico del batalln o cuidar al personal que tena bajo mi mando en ese momento. Esto puede parecer simple para alguien que lo est leyendo en la tranquilidad de su hogar, pero en ese momento y en ese lugar, senta que cosas tan trascendentales como las vidas de esos hombres podran depender de mi respuesta, as que no lo consult con nadie, para que nadie ms que yo se sintiera responsable y decid perjudicar el apoyo logstico, beneficiando la seguridad de mi personal. An as, necesitaba informar de mi decisin al comandante del batalln, ya que de no aparecer los vehculos de regreso, se producira una alarma en el puesto de mando. Como nos dimos cuenta de que no tenamos enlace radial, un integrante de la patrulla me inform que haba observado en una de las calles, un local que en el techo tena una pequea antena parablica. En su puerta, un letrero anunciaba la existencia de telfono. Mientras la patrulla y apoyos se instalaban en la casa, fuimos a investigar y descubrimos que lo observado por el Soldado era un centro de llamados, que funcionaba con un telfono celular provisto por el dueo del negocio. A pesar de que en Pignon no haba seal, dicho telfono conectado con una antena en el techo permita un claro enlace. Desde ese punto llam primero al Capitn Hagedorn, quien apoy mi decisin de desplazar los apoyos al da siguiente, y en seguida a Chile, para desear a mi amada un muy feliz cumpleaos!
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Al regresar y mientras an deseaba haber alargado unos minutos ms la conversacin telefnica, nos encontramos con el juez de paz de Pignon y un polica, explicndome el Sargento Schurch que su visita se deba a que el detenido de la crcel haba informado que en una villa cercana haba una casa donde un individuo esconda armas, y que necesitaban nuestro apoyo para efectuar un allanamiento. Este tipo de apoyo a la Polica Haitiana era parte de nuestras tareas, pero debamos contar con la autorizacin de nuestro mando, cosa que solicitamos, quedando de acuerdo en juntarnos la maana siguiente para efectuarlo, pese a que nos fue imposible obtener mayor informacin respecto del lugar. Esa noche, despus de descargar los pertrechos, hicimos turnos para ir al centro de llamados, de modo que todos los que quisieron pudieron establecer contacto con Chile, hablando con sus esposas, hijos o pololas, las que ni siquiera imaginaban nuestras inciertas circunstancias. El da siguiente amaneci completamente despejado, y temprano nos fuimos al cuartel de la polica de Pignon, en busca de nuestros pasajeros que embarcamos en dos camiones; entre ellos estaba Clotarie Phillipe, quien iba esposado, tambin llevamos a un polica y al alcalde. Iniciamos el camino saliendo por las calles de Pignon, para de esa forma entrar al intrincado y estrecho camino que nos llevara a Matabonite, una localidad cercana donde se supona estaba la casa en la que se ocultaban las armas. El camino se presentaba difcil debido a la lluvia del da anterior, que haba formado abundante barro. Del anlisis de la carta topogrfica para reconocer la ruta, se dedujo que tendramos que cruzar un riachuelo, ya que no estaba graficado ningn puente. Cuando llegamos a ese punto la situacin era un poco peor de lo prevista, ya que el acceso al lugar del cruce estaba precedido de una curva muy cerrada y en bajada, a lo que se sumaba un gran surco a un costado del camino en la mitad de la estrecha curva, complicacin por las que detuvimos los vehculos y efectuamos un reconocimiento con los conductores, para ver la factibilidad del trnsito. Los conductores decidieron que podran pasar este obstculo, pero que por seguridad, los pasajeros de la patrulla se deberan bajar de los camiones, as que lo hicimos de esa manera. Continuando con nuestro reconocimiento, nos acercamos al agua del riachuelo, pudimos apreciar que tena unos diez metros de ancho y unos cincuenta centmetros de profundidad, lo que podra permitir el paso. Pero el camino que sala de ste presentaba tres
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dificultades: abundante barro arcilloso, una pronunciada pendiente y adems una camioneta que se encontraba abandonada en la mitad del camino a unos cinco metros del agua del riachuelo. Aseguramos las alturas cercanas al lugar con algunos integrantes de la patrulla dispuestos para repeler algn ataque, y con los dems corrimos la camioneta luego de revisarla visualmente en busca de algn artefacto explosivo, tomndola a travs de cuerdas y haciendo el tradicional grito cosaco y marinero de A una!, heredado por la jerga marinera de la poca de los galeotes y remeros de botes, en que era necesaria la sincronizacin para el movimiento de sus embarcaciones. Luego de esto, vino el difcil paso del primer camin, un Unimog del Ejrcito, que pudo cruzar el riachuelo sin dificultades; pero a pesar de los incansables esfuerzos del conductor y del resto de la patrulla que intentamos ayudarlo empujando, nos fue imposible lograr que superara la pendiente, as que quedaba descartada la posibilidad de llegar en camin al lugar del allanamiento. De acuerdo al prisionero, nos faltaba aproximadamente una hora para llegar. Considerando el agua que llevbamos y la posibilidad de tener heridos, apreci que no era conveniente continuar. Una hora era lo que deca el preso; esta informacin no era confiable, por lo que el destino de la patrulla en esa marcha no era seguro. Tambin haba que considerar la imposibilidad de evacuar un herido en forma rpida. Todos estos factores no hacan aceptable salirnos de lo planificado. As que decid abortar la misin hasta que mejoraran las condiciones de transitabilidad del camino. Regresamos frustrados por nuestro fracaso, fuimos superados por la adversidad del terreno y el clima de este pas extrao, enemigos que poco a poco comenzbamos a conocer. Este fracaso fue la primera prueba para nuestra voluntad, la que no deba flaquear, ya que era la nica arma que podamos ocupar sin restriccin y la que nos mantendra unidos durante el resto del tiempo que pasaramos en Pignon. As que regresamos en silencio, pero seguros de haber tomado la mejor decisin y de que nuestro optimismo no decaera por este pequeo traspi, despus del cual, los camiones y el personal de apoyo regresaron a Cap-Haitien, dejndonos definitivamente solos en Pignon. Ese mismo da en la tarde, el Sargento Schurch organiz a la patrulla por guardias para cumplir con las actividades operativas, cocinar y tambin permitir descansos, oficiando como un muy buen segundo comandante.
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Intentado luego un reconocimiento a la localidad de La Victoire, ste tambin result infructuoso, por cuanto el camino estaba tan intransitable que ni siquiera pudimos llegar a la mitad. Primero nos encontramos con grandes tramos llenos de barro y agua; luego con curvas con desniveles y grandes zanjas, donde un mnimo error de conduccin nos hara caer con vehculo y todo. Esto aumentado por una nueva lluvia que comenz esa tarde durante el trayecto. Esa noche efectuamos patrullajes recorriendo Pignon en busca de novedades, pero nada nuevo ocurri, y slo tuvimos que enfrentar las habituales solicitudes de comida o agua por parte de la poblacin local. Nuestras expectativas de tener buena comida durante nuestra estada en Pignon se basaban en nuestro absoluto convencimiento de que la Cabo Saldaa era experta en la cocina, lo que no result ser ms que una ilusin autogenerada. Los paradigmas de nuestra formacin machista desvirtuaron la realidad, porque nuestra querida chef cocinaba tan bien como nosotros, vale decir, casi nada.
Y as, los das que pasamos en Pignon fuimos, algunas veces, sorprendidos por las aptitudes gastronmicas innatas de algn integrante de la patrulla, como el Cabo Manosalva, quien siempre sorprendi con sus platos extraos pero buenos. Aparecieron as, dentro del gran desfile gastronmico hasta flanes de postre, como tambin fuimos vctimas de los asesinos de la cocina, como yo, que apenas saba pelar una que otra papa o tomate. Del pan ni hablar, as que al final nos tuvimos que remitir a la consigna tpica del infante de marina: A morir!, y comer pan haitiano, estilo francs, porque la motivacin de un infante de marina sin pan, podra llegar a niveles crticos rpidamente.
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Como buenos chilenos, nos hicimos amigos de las personas claves del pueblo, consiguiendo jabas de bebidas en botella a concesin, as que cada guardia cooperaba comprando una jaba, la que era consumida y repuesta cuando se acababa. En nuestra casa vivimos como una verdadera familia, nunca nadie reclam porque otro tom ms bebidas o algo as.
El da siguiente a nuestro fallido allanamiento pudimos al fin, acceder al camino que nos llevara a La Victoire. Cruzamos algunos riachuelos y subimos algunas pendientes poniendo a prueba nuestros camiones y exigiendo la mxima capacidad de los conductores, los Cabos Caldern, IM, y Zamora de Ejrcito. Cuando entramos al pueblo, que era bastante ms pequeo que Pignon se senta un calor agobiante, ya que el da estaba completamente despejado. Las botellas de agua que con tanto esfuerzo habamos congelado en el refrigerador de la casa, estaban nuevamente calientes por el calor. El pueblo tena una calle principal y dos paralelas a sta, y entre las calles se agrupaban las casas de adobe. De pronto nos encontramos en un espacio ms amplio donde el camino principal terminaba dando paso a una pequea plaza, luego de la cual se vea una edificacin rectangular bastante ms grande que el comn de las casas y estaba en una pequea altura, que la dejaba levemente elevada respecto
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del resto del pueblo. Nos sorprendimos al ver que a un lado del camino, bajo un pequeo techo de paja se encontraba un cadver, con sus manos atadas y semidesnudo. Continuamos avanzando para detenernos cerca de la edificacin sobre la pequea altura. En ese punto armamos un permetro para asegurar el lugar, y con la Cabo Saldaa nos acercamos a ver el cadver, que tena mltiples contusiones en la cabeza y prdida de masa enceflica la que se poda apreciar claramente. Mir para todos lados en busca de una respuesta y en un sector cercano a la edificacin divis un grupo de personas, de los que sobresala un hombre en una actitud que no s por qu me llam la atencin, quizs porque estaba con sus brazos cruzados y en una posicin muy firme y vigilante a lo que hacamos nosotros. Al invitarlo a acercarse, lo hizo de inmediato, presentndose como Stanphord Jean Baptiste, un ex militar, que voluntariamente serva cumpliendo tareas de seguridad en esa localidad ante la falta de polica. l me llamaba commandant y nos pudimos comunicar gracias a Edzer, nuestro intrprete. La base de este ex militar era la que alguna vez fuera el cuartel de polica de La Victoire, actualmente abandonado, dentro del cual tena guardado un fusil M-1 para su proteccin (los ex militares podan hasta ese entonces mantener su armamento, pero no a la vista de la poblacin). Nos explic que el muerto corresponda al asaltante de una mujer, que la noche anterior a nuestra llegada, aproximadamente a las dos de la madrugada, haba sido muerto por una turba enfurecida por el crimen que haba cometido, no pudiendo nadie evitar el actuar de la gente. Nos indic tambin que la detencin se haba debido a una orden del juez de paz, quien se lo haba entregado a l para su custodia en espera de ser llevado a juicio algn da. Hicimos llamar al juez de paz para confirmar esta historia y result que lo que Stanphord deca, era verdad.
Explicando los derechos de los detenidos a ex militar en La Victoire.
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Era evidente que la seguridad de los presos no era confiable y que no tenan esperanzas de recibir un debido proceso; tambin que corran riesgo vital. Inform la situacin al Puesto de Mando a travs del telfono satelital y orden al juez de paz el retiro del cadver, advirtindole que era responsable de esta muerte al no dar a sus detenidos la seguridad mnima a la que tienen derecho, que no estaba asegurando los derechos humanos de la gente detenida y que yo debera informar esto a las autoridades, lo que acept, pero creo, a juzgar por su actitud y la expresin de su rostro, que sin tener la capacidad de hacer algo para solucionar el problema. Ante la falta de recursos del juez, y en vista de que el ex militar no tena comida, ni reciba un sueldo y nadie poda dar algo de seguridad a la gente del pueblo, qu ms podamos hacer nosotros! Stanphord aprovech la oportunidad para hacernos presentes que tena informacin segura de que en el pueblo se encontraba oculto un chimere, y que ste era un terrorista, solicitndonos que lo detuviramos. Al preguntarle si tena alguna informacin de armas ocultas, no nos pudo dar una respuesta afirmativa, as que le explicamos que nosotros no lo podamos apoyar, ya que l no era una autoridad competente como s lo era la Polica Nacional de Hait, as que me negu a prestarle la cooperacin solicitada. Como era previsible, se molest con esta respuesta, diciendo que l era valiente y que lo poda hacer solo. No comprenda que nuestro actuar deba ser totalmente imparcial, y tomar parte en esta acusacin habra sido un grave error, ya que tanto los partidarios del ex presidente Aristide, como sus opositores, eran los que daban vida al conflicto en Hait, por lo tanto tomar detenido a un supuesto chimere por una acusacin poco fundada de un ex militar podra haber provocado un conflicto mayor. De manera que ped a Edzer que le dijera que poda hacer lo que quisiera, pero que nosotros no lo podamos ayudar. Luego hablamos con la alcaldesa de La Victoire, quien nos pidi que efecturamos patrullajes de noche, ya que esa era la hora de mayor riesgo para la poblacin. Nos comprometimos a planificarlo de esa forma. Salimos de La Victoire una hora despus de haber llegado, y decidimos hacerlo caminando para que todos nos vieran y supieran que en el rea haba una patrulla de Naciones Unidas para darles seguridad.
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Patrulla en La Victorie.
Cuando ya habamos salido del pueblo, el Cabo Manosalva que iba en la punta de la patrulla, observ que estbamos entrando en un camino que iba en bajada, y me dijo que era conveniente regresar al camin y salir rpido de ese sector por la vulnerabilidad que implicaba ir caminando bajo las alturas que rodeaban el camino. As lo hicimos y salimos rpidamente del sector con direccin a Gaspard, nuestro prximo destino, pequeo casero ubicado a lo largo de una interseccin de caminos, en el que se encontraban las instalaciones de un precario mercado. La gente se agolp a nuestro alrededor suplicndonos que no los dejramos solos, ya que haca dos noches que no haban podido descansar debido a un violento asalto cometido por una banda que, de acuerdo a sus seas, portaban armas automticas, testimonio de esta gente que hizo que inmediatamente nos sintiramos totalmente responsables por ellos, desde el momento en que despertamos la esperanza en sus corazones. Esperanza difcil de asimilar para alguien que no ha vivido en carne propia el temor a la muerte. Ellos queran paz para vivir tranquilos. Por esto tenan puesta su fe en nosotros: las fuerzas de paz, los casques bleus y nosotros no los podamos defraudar. Luego de nuestra visita a Gaspard, recorrimos nuevamente el tortuoso camino de regreso a Pignon, lugar donde la guardia nos estaba esperando con un rico almuerzo de fideos con carne. Nos acabbamos de sentar a comer, luego de cambiarnos polera debido al extremo calor y humedad, cuando se present un haitiano fuera de s que exiga hablar con el comandante de la patrulla. Lo que me quera decir era que tema por su vida y la de su familia,
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ya que Stanphord le haba dicho que yo haba ordenado matarlo. Record que, estando en La Victorie, le ped a Edzer que dijera al ex militar que hiciera lo que quisiera, pero que nosotros no lo podamos ayudar en la detencin del supuesto terrorista. Esto fue interpretado como una autorizacin para cometer un crimen, o a lo menos para amedrentar a su enemigo. Sent mucha rabia y tambin me sent culpable por mis palabras, que eran las causantes de que ahora una familia entera estuviera amenazada de muerte. En ese momento yo no saba si aquel hombre que se haba presentado a pedirme que le perdonara la vida era un chimere o un terrorista. Al menos no me pareca una persona mala, pero de lo que estaba seguro era que tena que solucionar el problema, y esto significaba volver a La Victorie de inmediato. Me preocup por mis hombres, que estaban cansados y adoloridos por los golpes en los asientos de madera del camin y ahora debera darles una noticia que a lo menos era desagradable: por un error mo deberamos volver. El Sargento Schurch, al ver mi cara me dijo: Mi Teniente, no se preocupe, para esto estamos aqu, deje a los cabros comer algo y nos vamos de inmediato, usted slo invente algo para salvarle la vida a este haitiano, y con una risa de nimo se fue a gritonear a sus boys. Habl con el haitiano que se llamaba Ivonne, y le ofrec un plato de comida que yo mismo le serv, y junto a Edzer nos sentamos a comer afuera de la casa, mientras yo le deca que en cuanto comiramos nos iramos a La Victoire, a poner las cosas en orden, cosa que no saba cmo hara. Me enter de que l haba llegado en una pequea moto de su propiedad. Mientras la patrulla se diriga a los camiones, yo me equipaba y le deca al Sargento Schurch: El plan es el siguiente: Ivonne ya se fue as que nos lleva cierta ventaja. Nosotros vamos a llegar en los dos camiones y al entrar al pueblo nos detendremos para ponernos casco todos al unsono, lo que causar un rumor general de que llegamos en son de guerra, rumor que seguramente llegar al ex militar. Sin darle tiempo para pensar, nos acercaremos utilizando las dos calles principales, descenderemos de los camiones en forma rpida rodeando el permetro de la crcel en actitud agresiva con el fusil adelante; yo ser el nico que permanecer con el fusil atrs, para poder negociar mejor el problema; en ese momento, quiero que Edzer mande a algn haitiano local a buscar al juez de paz y a la alcaldesa; mientras ellos llegan, yo enfrento al ex militar pidindole explicaciones. se es todo mi plan, pero no se preocupen, en el camino se me va a ocurrir la segunda parte, ahora movmonos, porque creo que lo principal es actuar con rapidez.
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Y mientras el radio operador y yo efectubamos las pruebas de comunicaciones con nuestra base en la casa y revisbamos el telfono satelital, el Sargento retransmiti el plan al resto de la patrulla. En el camino me fui conversando con el conductor del camin, el Cabo Caldern. Siendo normal que el conductor militar se transforme en una especie de barman de esos que en las pelculas dan consejos, as ocurri en este caso, viaje en el que recib consejos y comentarios respecto a cmo enfrentar esta situacin. En realidad, me preocupaba que al llegar, tanto Ivonne como su familia no estuvieran con vida, porque en caso de que el ex militar hubiera cumplido con su amenaza, sera ms difcil enfrentarlo. De seguro estara esperando nuestra llegada. La posibilidad ms peligrosa era que nos estuviera esperando armado y transformado prcticamente en un francotirador, y obviamente, yo no quera a ninguno de mis hombres heridos, ni menos muertos. Sin embargo, no consideraba esta posibilidad como la ms probable, ya que seguramente no nos querra enfrentar. Confiaba que habiendo o no cometido el crimen, estara esperando como si nada hubiera pasado. Adems, de acuerdo a los antecedentes que tenamos hasta el momento, se encontraba autorizado para cometer este crimen. Pero ya bamos en camino y esperaba resolver esto solo mediante la disuasin que significara nuestra llegada en la forma que haba previsto. Fui pensando en alguna buena tcnica de negociacin para lograr que el ex militar se comprometiera a proteger la vida de su enemigo y luego record que los ex militares buscaban su reivindicacin y que por lo tanto necesitaban de la aprobacin tanto de la poblacin local como de Naciones Unidas, cuyos representantes ramos nosotros. De manera que decid que la mejor forma de convencerlo de cuidar a Ivonne era dicindole que si ste o cualquier ciudadano de La Victoire, partidario o no de Aristide, denunciaban ante nosotros cualquier abuso, me vera en la obligacin de detenerlo e informar de su mal comportamiento, lo que no ayudara en su causa de reivindicacin. Resolv comprometerlo en la tarea de proteger a toda la poblacin de La Victorie; de no aceptar esto, me obligara a removerlo de su puesto en forma inmediata. Cuando llegamos detuvimos los camiones y di la orden por radio de ponerse el casco, lo que produjo un efecto inmediato en los gestos y las miradas de la gente que, como de costumbre se asomaba a recibirnos.
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Al llegar a la crcel, encontramos al ex militar que se encontraba desarmado. Baj del camin pidiendo a Edzer que solicitara a un transente llamar al juez de paz y la alcaldesa y luego increp duramente a Stanphord por haber utilizado el nombre de Naciones Unidas para amenazar de muerte a un ciudadano haitiano. Al carecer la traduccin de nuestro intrprete de la intensidad emocional deseada, se gan un buen reto del Sargento Schurch, despus de lo cual mejor notablemente; luego continu mi discurso diciendo al ex militar que informara al alto mando de la MINUSTAH de este proceder, para que no se les diera a los ex militares ninguna facilidad a futuro. Al acercarse el juez de paz, le hice ver el error que haba cometido al dejar a este hombre a cargo de la seguridad del pueblo, ya que ste slo utilizaba su autoridad para hacer las veces de matn. Les dije a ambos que los militares estamos para proteger a nuestros compatriotas y no para amenazarlos. Ante la dureza de mis palabras, Stanphord amenaz con renunciar a sus labores de vigilancia, dicindome que l se sacrificaba en forma voluntaria. En presencia de la alcaldesa, cambi la dureza de mi discurso hacindole ver que su aporte era valioso, siempre y cuando actuara con justicia siendo eso lo nico que le peda, a lo que la alcaldesa asinti con un movimiento de su cabeza. Al observar que se haba acercado al lugar Ivonne, el hombre que haba sido amenazado de muerte, llev al grupo hacia donde se hallaban ste y su familia. A esa altura de la conversacin, ya se haba reunido una treintena de personas en el lugar, circunstancia que aprovech para decirles que no era posible que tuviera que venir un grupo de soldados desde el otro hemisferio, a ensearles cmo vivir en paz, que era necesario el compromiso del ex militar de proteger a toda la poblacin, y de las autoridades para supervisarlo, y que para esto contaran con nuestro decidido apoyo. Termin advirtindoles que de no lograr este compromiso, debera anular cualquier autorizacin para que el ex militar ejerciera autoridad, lo que adems sera informado a las autoridades con el consiguiente desprestigio para toda su causa de reivindicacin. Stanphord acept con la condicin que Ivonne se comprometiera a no burlarse ms de l como lo haca usualmente, pese a que no pude convencerlos de darse la mano en seal de fraternidad, como alguna vez tuve que hacerlo yo con algn compaero de colegio luego de ser sorprendidos trenzndonos a puetazos, al menos por ese da logramos evitar que se mataran. Esa noche, despus de comer y ya de regreso en Pignon, autoric que no hubiera patrullas nocturnas en esa localidad, y en una conversacin sostenida
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con el Sargento Schurch mientras tombamos una bebida, me dijo que ese da en La Victoire, mi patrulla haba apreciado muy bien la forma de negociar el problema, lo que me haba hecho ganar su respeto, que al observar cada una de mis decisiones se sentan confiados de la persona que los mandaba, a pesar de que nunca haban dudado en obedecerme, de acuerdo a lo que la disciplina y lealtad caracterstica de los militares, dicta; que gracias a lo hecho hoy, un haitiano poda vivir. Resulta difcil explicar lo que sent al escuchar esas palabras que me hicieron comprender en forma mucho ms real la gran responsabilidad que tena al estar al mando de ese grupo de hombres. En resumen, fue la motivacin ms grande que he recibido en mi carrera como oficial de marina, y an pienso que esas palabras valieron ms que mil diplomas o medallas lucindose en mi uniforme, el reconocimiento de un Sargento en esas circunstancias eran ms de lo que poda esperar. Al da siguiente, primero de agosto, tuvimos una reunin para decidir qu haramos respecto a la situacin del casero de Gaspard y la banda armada que asolaba el sector, decidiendo finalmente que lo mejor sera efectuar una patrulla de largo alcance que durara toda la noche. De este modo conseguiramos un efecto disuasivo, logrado por nuestra presencia en todas las localidades existentes en el sector de La Victoire, el que incluira Mombin Croch, lugar de nacimiento de nuestro intrprete, para regresar a Pignon al amanecer. La idea general fue patrullar informando a la gente nuestra misin de proveer seguridad en la zona, y mostrar el mximo de luces y despliegue, lo que advertira a la banda de asaltantes de nuestra presencia, y evitara que intentaran actuar. Luego de un detallado proceso de apreciacin de la situacin, que tuvo como principal consideracin las probables acciones de grupos armados en contra nuestro, decid que lo mejor era llevarnos los dos vehculos, para asegurar nuestro repliegue en caso de algn ataque o por si el otro vehculo presentaba alguna falla mecnica, mientras que en nuestra base se quedara el Cabo Manosalva con cuatro hombres cuya misin sera la defensa de nuestro cuartel, ya que en l tenamos municiones, vveres, equipos de comunicaciones y en general, la logstica que sostena el cumplimiento de nuestra misin, de manera que el cuartel instalado en nuestra casa, no poda bajo ninguna circunstancia, ser abandonado. As fue como el primer da de agosto, aproximadamente a las 18:00 horas despus de una exhaustiva y detallada planificacin, salimos a patrullar con el
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propsito de mostrar a todos que exista personal militar de Naciones Unidas para proteger el sector. Recorrimos cada villa y cada casero existente en la ruta, diciendo, a travs de Edzer, a sus pobladores que estbamos ah para protegerlos y que ahora podran vivir en paz. Como cada camin dispona de un foco halgeno, con l iluminbamos los caminos en todas direcciones para que nos vieran desde lejos, descubrimos, con mucha emocin, que en algunos sectores, la gente se haba organizado en grupos de Defensa Civil, y armados con lanzas de bamb y puntas de hierro, hacan vigilia durante la noche para proteger a las familias de los sectores donde vivan. Estos grupos estaban formados por hombres, nios y ancianos, que se agrupaban decididos a actuar con los medios de que disponan contra todo aquel que quisiera llevarse sus bienes o sus vidas. Estos hombres, en ese lugar oscuro, lejano y pobre, estaban defendiendo su Patria, siendo muy clara su necesidad de contar con instituciones de la Defensa y de Orden y Seguridad, de un sistema de gobierno que solucionara los problemas de su poblacin, que en ese lugar estaba abandonada a su suerte, sin ms medios que sus propias lanzas y machetes para defenderse y defender lo que les perteneca. Record que en Chile podemos encender una luz como algo cotidiano, que las calles tienen alumbrado pblico, que se puede abrir una llave y beber agua, que ante una emergencia puedo llamar a Carabineros o a Bomberos, que los caminos tienen pavimento, que pasa el camin de la basura, que existe un sistema de transporte pblico confiable, que existen hospitales, que los criminales pueden esperar al menos un juicio, y tantas otras cosas que si bien pueden ser criticadas, nos hacen sentir el orgullo de tener algo construido por nosotros, los chilenos Nuestra Patria, Chile! Record tambin en esos momentos, mientras los soldados de la patrulla hablaban con esa gente al borde del camino, que alguna vez en un programa de televisin referido a Servicio Militar, observ a dos objetores de conciencia. Uno de ellos era un punk, con la mitad de la cabeza rapada y la otra mitad con el pelo teido color rosado, que deca no reconocer a Chile como su Patria, y que por lo tanto no consideraba que tuviera el deber de prepararse para defenderla, cosa que lament, pensando que es fcil decir eso, cuando de todas maneras uno se va a duchar usando agua que viene por caeras, porque en Chile hay leyes que aseguran la posibilidad de producirlas. En resumen, porque existe un grupo organizado de personas que han hecho cosas que los han unido a travs de la historia y que coexisten en un
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mismo territorio, vale decir una Patria... Qu lstima que ese punk no pueda ver la realidad que se vive en otros pases! Cuntos vivirn as, sin darse cuenta lo que tienen? El otro objetor de conciencia deca que no deseaba servir militarmente porque no estaba de acuerdo con usar armas, que eran unas mquinas asesinas y que l nunca quisiera tener que usarla para matar a sus hermanos. Concuerdo con que no es normal que alguna persona reconozca el deseo de ocupar armas con el solo propsito de dar muerte a seres humanos. Sin embargo, extraamente, cada da podemos darnos cuenta a travs de las noticias, que a pesar de no ser una voluntad reconocida formalmente, existe la rara aficin humana de dar muerte a los de su misma especie para demostrar supremaca en un momento extremo (esta costumbre tambin ha sido observada en algunas especies de primates como los chimpanc). De manera que los estados, que sin duda son dirigidos por personas inteligentes, han tenido que reconocer la descarnada realidad y, en consecuencia, la necesidad de tener fuerzas armadas para poder enfrentar esta triste realidad humana y esperar que haya personas valientes, que en momento mximo estn dispuestas a morir para defender a su patria, usando para esto un arma, ya que dada la naturaleza del hombre parece ser que necesitamos vigilar para custodiar nuestra libertad. Estos conceptos parecen confundirse a veces y resulta que, a los ojos de muchos, son los militares los causantes de la violencia y las guerras en el mundo, pero les puedo asegurar que a pesar de que los militares asumimos nuestra misin en forma profesional y estamos dispuestos al sacrificio mximo, somos los que menos deseamos una guerra. Segu observando a mi patrulla y pude ver la felicidad que reflejaban sus rostros al ver a la pobre gente llena de esperanza que los miraba llegar. Sin duda esto les traa noticias de la paz, aunque como ya expliqu, con el riesgo de la vida de los miembros de las fuerzas chilenas que en ese momento patrullbamos Hait, es extraa la naturaleza humana. Como expliqu anteriormente, decidimos visitar el pueblo de nuestro intrprete que, a pesar de encontrarse fuera del sector asignado, bien vala la pena para hacerlo sentir orgulloso; este pueblo se llamaba Mombin Croch. Despus de llegar, efectuamos un recorrido a pi, visitamos un hospital de ese lugar y saludamos a un misionero norteamericano que lo administraba; l se llamaba Paul McLain. Mientras nosotros caminbamos, la Cabo Saldaa iba en uno de los camiones alumbrando el camino con un foco, fue as como
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Habiendo perdido enlace de comunicaciones con nuestra base en Pignon, decidimos regresar hacia donde pudiramos restablecerlo, cosa que no pudimos lograr. Durante el camino de regreso sufrimos el reventn de un neumtico, percance que nos demor aproximadamente una hora ms. La pendiente del camino donde ocurri el pinchazo no permita el trabajo seguro en el recambio, por lo que hubo que cavar para poder cambiar el neumtico. Una vez solucionado nuestro problema, pudimos continuar el camino de regreso, pasando por La Victorie, Gaspard y los dems caseros, sin tener noticias ni encuentro con ningn elemento armado. A las cinco de la maana restablecimos enlace con nuestra base en Pignon, enterndonos de que aprovechando nuestra ausencia, una turba de desconocidos haba irrumpido en el cuartel de polica y linchado al nico detenido, Clotarie Phillipe, el mismo que unos das antes haba entregado informacin de armas ocultas, que nos llev a nuestro infructuoso intento de allanamiento. Con esta mala noticia proseguimos nuestro regreso. En el camino mis pensamientos eran variados, lo nico que quera era que el prisionero estuviera
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con vida, pero esto era muy difcil, dado lo ocurrido unos das antes en La Victoire. Cuando llegamos a Pignon, nos dirigimos de inmediato al cuartel de polica, el que encontramos abandonado. En la celda haba rastros de sangre y la cerradura de su puerta estaba forzada. Seguimos los rastros de sangre hacia fuera del cuartel, con la leve esperanza de que el detenido estuviera an con vida, pero cuando mis pasos me acercaron al final del camino, pude ver los rostros serios y decepcionados de los dems integrantes de la patrulla, y en el suelo, el cuerpo destrozado de Clotaire Phillipe, que yaca en el suelo sin vida. Estaba boca abajo, con su torso desnudo y con horribles cortes de machete en su espalda y crneo, que dejaban ver a travs del macabro contraste de su carne roja con su piel negra, las crudas huellas de un linchamiento que termin con su vida a machetazos. El piso, aunque de tierra an estaba cubierto de sangre, incluso hasta donde yo tena puestos mis pies. Ya comenzaba a amanecer, por lo que las primeras luces de la aurora hacan ver todo como en blanco y negro. Todos guardamos silencio, un Cabo cubri el cadver y yo le orden al Sargento Schurch que enviara una partida de soldados a buscar al Juez de Paz y a algn polica para as obtener algunas explicaciones. Al llegar el Juez de Paz y uno de los policas que vesta de civil, me explicaron lo sucedido, diciendo que nada haban podido hacer contra la turba enardecida que lo nico que quera era quitar la vida al detenido, los policas al verse sobrepasados, se haban dado a la fuga, dejando a su custodiado a su suerte. Por mi parte les ped que retiraran el cadver y efectuaran los procedimientos correspondientes de acuerdo a sus leyes. Nos dirigimos a nuestra casa, donde el Cabo Manosalva nos explic cmo haban sucedido los acontecimientos. Dadas las rdenes dejadas por m de proteger nuestra casa, no pudo acceder a la solicitud de ayuda del juez de paz, en momentos en que ocurra el linchamiento, suponiendo adems que los cuatro policas armados podran repeler a la turba. Nunca pens que la polica se dara a la fuga, dejando al prisionero en manos de sus verdugos. EL Sargento Schurch me dijo Mi Teniente, no piense ms en lo sucedido, dchese y acustese a dormir un rato, de manera que as lo hice, pero obviamente me fue imposible dormir. No poda comprender cmo este pueblo al que venamos a ayudar se poda comportar tan salvajemente, como si no quisieran estar en paz, entonces que podramos hacer nosotros!, pens que si la maldad se personificaba en el demonio, era l desde ahora nuestro enemigo, y por ahora haba obtenido una victoria, pero no podamos ser dbiles, ni mucho menos rendirnos, estbamos ah para luchar por la paz y vencer.
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An lamento lo sucedido en Pignon, al pensar que ese haitiano debe haber muerto esperando nuestra ayuda que nunca lleg. Y aunque estuve consciente desde el primer momento de que lo sucedido no fue mi culpa, tuve que asumir que llevara este peso conmigo por el resto de mis das, porque mi vida y la horrible muerte de ese hombre se haban unido para siempre. Este fue nuestro encuentro con el ejemplo ms elocuente de la violencia humana y de su necesidad casi irracional de hacer uso excesivo de la fuerza. Me di cuenta de lo ilgico de nuestro actuar como humanidad, que mientras algunos crean leyes para asegurar un juicio justo a los detenidos, otros, mientras tengan oportunidad, sancionan de inmediato con pena de muerte. Nuestra propia irona es que creamos leyes para obligarnos a no actuar como animales, pero luego necesitamos sentirnos amenazados para cumplirlas. En ese lugar de Hait, sucedi lo mismo que sucedera en muchos otros lugares con algunos delincuentes detenidos, que de no mediar la accin de la polica, sin duda seran linchados hasta la muerte, porque aquellos en busca de venganza sabran que nadie los detendra, sentiran que son libres para matar y creeran que al tomar la justicia en sus manos, estaran actuando correctamente, olvidando por completo que antes de sancionar a alguien, se debera comprobar su culpa. Sabemos que los derechos del hombre son parte de su esencia. Sin embargo debemos aprender que no hay discriminacin en tales temas y que todos tenemos derechos humanos, incluso los delincuentes, que a pesar de lo que han hecho, nunca pierden su condicin de seres humanos y por lo tanto cuentan con el ms esencial de estos derechos: el derecho a la vida. Deberamos ensear eso a los haitianos si queramos empezar un nuevo camino. La tarea era difcil. Como reaccin ante lo sucedido y ante la ausencia de la polica, debimos establecer un duro rgimen de patrullajes diurnos y nocturnos, revisar cada vehculo que entraba y sala de Pignon, as como limitar las patrullas fuera de la localidad, estrictamente sujetas al alcance de las comunicaciones y a la capacidad de un solo camin, dejando el otro siempre en la base para patrullas o puntos de control dentro de Pignon. Despus de tomar contacto nuevamente con las autoridades para trabajar en forma conjunta, quienes nos explicaron los puntos y horarios donde se requera nuestra presencia, la localidad se mantuvo tranquila durante algunos das.
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De acuerdo a lo coordinado con la administradora del hospital, el da martes 3 de agosto venci el plazo para abandonar nuestra casa, debido a la inminente llegada de los misioneros, lo que nos hizo tener nuevamente que negociar la autorizacin para ocupar la otra casa que se encontraba disponible dentro del terreno del doctor Guy Thodore, quien era adems fundador y presidente del hospital de beneficencia y quien llegara desde Estados Unidos junto a los misioneros, quienes venan a investigar mejoras en los sistemas de agua de la localidad. Al agradecer al dueo del lugar que habitbamos, entrevista a la que fui solo (pero con mi pistola .45 bajo la tenida), me pude enterar de que el doctor Thodore era haitiano, y que sus estudios de medicina en Estados Unidos le haban permitido hacer carrera en la Fuerza Area de dicho pas, llegando al grado de coronel. En dicho periodo, adems, haba entablado amistad con el entonces presidente Bill Clinton, y especialmente con su esposa Hillary, quienes haban financiado varias obras sociales en Pignon. Toda esta informacin estaba avalada por una serie de fotografas y documentos que tuve oportunidad de ver esa tarde. Despus de enterarme durante la conversacin de sus intenciones de llegar a la presidencia de Hait, agradec su buena voluntad e intenciones en beneficio de su propio pueblo, y me desped sin demostrarle mayores compromisos, principalmente porque no tena certeza de sus orientaciones polticas y cualquier actitud en pro de su persona nos poda traer problemas de credibilidad con la poblacin local, debido a que nosotros debamos ser imparciales y el conflicto en Hait era netamente poltico. Despus de todo, el cambio de casa dentro del terreno del doctor no result muy mal en lo que a habitabilidad se refiere. Si bien nuestra nueva casa era ms pequea, ella contaba con suficientes camas, lo que nos permiti dejar en una habitacin aparte a nuestra enfermera, y tena dos baos en el interior y varias duchas en el exterior, hechas en una construccin de cemento con puertas de lata. El mayor problema lo constitua la falta de cocina. Slo contaba con un congelador, lo que no era suficiente para mantener refrigerado todo lo que necesitbamos, problema logstico importante, ya que no tenamos donde dejar los vveres, y las temperaturas bordeaban los 35 a 40 grados. Obligados a fijar prioridades de almacenamiento y a solicitar a nuestro mando en Cap-Haitien un reabastecimiento que incluyera ms raciones de combate y cocinillas a gas para poder cocinar los vveres que quedaban,
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dimos prioridad al agua, leche, bebidas y yogurt, dejando los dems vveres, arroz y fideos, fuera. Las circunstancias ambientales de calor extremo, nos obligaron a disponer un asado de pollo y carne esa misma noche, situacin que fue muy aplaudida por toda la patrulla y que sin duda sirvi de catarsis luego de los das que habamos vivido hasta el momento. El mircoles 5 se nos inform que el reabastecimiento sera efectuado al da siguiente por una patrulla que llegaba hasta Don-Don, as que hicimos algunos cambios en nuestro programa de patrullas y fijamos check points para recibir nuestro preciado reabastecimiento, realizando esa noche un nuevo patrullaje al sector de La Victorie y Gaspard. Algunos kilmetros despus de iniciar nuestro recorrido, encontramos una extraa seal en medio de la oscuridad, una tenue luz que pronto descubrimos se trataba de un ritual de vud, consistente en una pequea estructura de palos dispuestos como torre, con una vela en el centro y rodeada de algunas ramas, elementos que nuestro intrprete no quiso descifrar, dicindonos que era mejor no saber ni preguntar. Ms adelante caminaba un grupo de mujeres, supuestamente las brujas que haban dejado esta seal, lo que movi a Edzer a suplicarnos que no preguntramos a nadie porque podran utilizar la magia vud en nuestra contra. De manera que proseguimos nuestro patrullaje en silencio y meditando acerca de lo sucedido. Ms tarde, efectuamos algunas detenciones en el camino, apagando luces y esperando por lapsos de 30 minutos en espera de escuchar algn disparo que delatara el actuar de las bandas. Eran aproximadamente las 23:00 horas y nos encontrbamos detenidos en medio de la calurosa noche, yo con la mitad del cuerpo asomada sobre la escotilla del camin Unimog del Ejrcito, conversando con el conductor, el Cabo Andrade. El Sargento Schurch haba descendido del camin y se encontraba a un lado del camino, y la mayora de la patrulla estaba en la parte de atrs del camin. De pronto me qued en silencio al escuchar lo que crea fueron pasos en los arbustos que circundaban el camino. Me dispona a consultar al Sargento Schurch para confirmar lo que mis sentidos me indicaban, siendo en ese instante cuando se escuch un disparo a lo lejos; acto seguido el Cabo Manosalva que vigilaba el sector sur grit: Disparo de escopeta-direccin sur, 800 metros!; esta apreciacin slo responda a su instinto, pero a todos nos pareci muy acertada y acto seguido se escuch otro disparo. Aunque los augurios no eran muy buenos, nuestro plan estaba dando resultado y debamos actuar en consecuencia, aun cuando el instinto de supervivencia indicara lo contrario, por lo que me dirig a la patrulla y les
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dije, Bueno, para esto estamos aqu, as que vamos a investigar. Mientras el camin daba la vuelta para iniciar nuestro camino hacia el lugar desde donde pensbamos haba salido el disparo, por un par de segundos tuve la sensacin de estarme metiendo en un enredo del que quizs no podramos salir, y para colmo habamos perdido enlace de radio con nuestra base en Pignon. Comenzando a avanzar, al recordar que no bamos con el armamento preparado para disparar, orden al Cabo Andrade detener el camin y le dije al Sargento Schurch que pensaba que lo mejor era pasar tiro, ya que podamos ser vctimas de una emboscada. Definitivamente, este fue el momento ms tenso y las palabras del Sargento Schurch parecieron tener eco en el aire: Fusil a 45 mecanismos atrs pasar tiro verificar seguro (todos respondieron: seguro). Cumplida su orden mi Teniente. Sus palabras fueron seguidas de dos segundos de silencio sepulcral Luego continuamos nuestro recorrido. A contar de ese minuto, el armamento y nosotros estbamos listos para el combate realmente me senta feliz de haber sido bien entrenado y, al igual que los dems miembros de la patrulla, slo esperaba que si debamos enfrentarnos a tiros con alguien, tuviramos la oportunidad de aplicar en buena forma el entrenamiento individual de combate. En un rpido chequeo revis el mecanismo de puntera de mi fusil y sent que era mi mejor seguro de vida, aunque me preocupaba que el chaleco antibalas no protega todo el cuerpo y esperaba no tener heridos, porque no tendra cmo evacuarlos en forma rpida. Si estaba escrito que tuviramos algn herido, no haba forma de saber quien sera. Encend el foco halgeno para poder ver mejor alrededor; en la parte posterior del camin, todos iban en silencio, listos a reaccionar. Buscamos hasta las 02:00 horas de la maana y no encontramos nada. Regresamos de acuerdo a lo planificado para no provocar alarma en Pignon, ya que habamos perdido enlace de radio y slo nos quedaba cumplir con la hora estimada de vuelta a la base. Cuando llegamos, descargamos los fusiles y, recin al verla formada, record que la Cabo Saldaa haba participado con nosotros en la patrulla, siendo grande mi sorpresa al ver que ella tambin descarg un tiro de su pistola. Si bien siempre me he opuesto a que las mujeres formen parte de unidades de combate, tengo que admitir que esta mujer tuvo en ese momento, al igual que todos nosotros, su mente y espritu preparados para matar o morir.
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Al da siguiente, de regreso de nuestro reabastecimiento en Don-Don, el juez de paz nos inform que haban detenido a un hombre acusado de pertenecer a una banda armada que asolaba la zona. Esta detencin haba sido hecha por vecinos de la localidad cercana de Le Jeune y el detenido haba sido trado a la crcel de Pignon, que en ese momento se encontraba abandonada. Esto nos creaba un problema, considerando los crmenes que se le imputaban y reacciones anteriores de la poblacin con los detenidos. Decidimos, por lo tanto, dejarlo en custodia en el cuartel de polica local, a cargo de un ciudadano voluntario que dormira all, cuyos gastos de sostenimiento tuvieron que correr por cuenta nuestra. El preso llevaba slo dos das encerrado, cuando el juez de paz lleg corriendo a nuestra casa a avisarnos que se quera suicidar tomando cloro. Nos equipamos, abordamos nuestro camin, entramos a la crcel y en dos segundos tenamos a nuestro suicida atado de manos y arriba del camin, rumbo al hospital de beneficencia. Despus de constatar que se encontraba sano, lo llevamos de vuelta a la crcel, en espera de ser trasladado a la ciudad de Grand Riviere du Nord, donde sera juzgado. Como conclusin, durante varios das tuvimos que efectuar patrullas que consideraban despertar a nuestro amigo preso en la noche y madrugada, para verificar que no fuera vctima de los ataques de la poblacin enfurecida o de su propia intencin suicida. Por qu hacamos todo esto? Muy sencillo, todo ser humano tiene derecho a la vida y a un juicio justo, y dadas las circunstancias ramos nosotros los responsables de la vida de este joven haitiano. Adems, evidentemente ramos partcipes del proceso de detencin. El sbado 8 de agosto nos encontrbamos deteniendo vehculos para su revisin en uno de los accesos a Pignon. Yo me encontraba a bordo de nuestro camin ACL 75 junto al conductor, Cabo Segundo IM Caldern, y abajo el Cabo Segundo IM Ramrez, a cargo de un grupo de tres soldados y el intrprete, efectuaban el control de vehculos. Me pude percatar de que detuvieron a un jeep que destacaba del resto por su moderno modelo. Se poda apreciar que era gente importante. De pronto vi a Edzer, correr hacia mi y mirando hacia arriba desde abajo del camin me deca: Mi Teniente, mi Teniente hay almas, frase que le cost varios das de burlas. Todo se deba a su caracterstico acento tropical, pues lo que l quera decir era que haban encontrado armas en el vehculo, una pistola calibre .45. Identificado el conductor del vehculo como el jefe de aduanas
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de Cap-Haitien, el hecho de no llevar ninguna identificacin ni autorizacin para portar armas, cuyo calibre estaba prohibido, jugaba en su contra. Orden a todos los pasajeros, entre ellos una mujer, descender del vehculo, encontrando en la parte posterior un fusil M-1 con siete tiros calibre 7.62. Al informarles que seran detenidos y llevados al cuartel de polica de San Raphael, el jefe de aduanas intent explicar algunos detalles, comprendiendo al encontrarse junto a sus amigos a bordo del camin rumbo a San Raphael, que para los infantes de marina no existen buenas explicaciones para romper las reglas. Los 4 detenidos y su vehculo fueron entregados sanos y salvos en la comisara. Durante los ltimos das en Pignon me hice el firme propsito de aprender kreolle, dialecto haitiano que es una mezcla de francs con variaciones lingsticas de antiguas tribus africanas, por ejemplo: habla usted espaol? se dira en francs: parle vous espagnol? en cambio en kreolle, esto sonara as como: u pal espaol? Saber kreolle me pareci muy importante, ya que de acuerdo a Edzer, nuestro intrprete, el idioma francs est identificado en el inconsciente de los haitianos como el idioma de aquellos que alguna vez los consideraron sus esclavos. El kreolle es el idioma de la hermandad negra de Hait. Pude comprobar la sorpresa que produjo a los haitianos el hecho de escucharme balbucear algunas palabras en su propio idioma, aunque obviamente recib las bromas de la patrulla, especialmente del Sargento Schurch, quien notaba que yo haca las preguntas en kreolle y no siendo capaz de entender muy bien las respuestas, solicitaba rpidamente la ayuda de Edzer. Los das restantes en Pignon pasaron en una relativa calma, que se mantuvo hasta la llegada de nuestro relevo a cargo del Teniente Juan Carlos Seplveda. Slo merece destacar la patrulla que efectuamos una madrugada aproximadamente a las 04:30 horas, en que al pasar junto al cementerio pudimos ver como los brujos incendiaban una tumba en un ritual vud. En nuestro viaje de regreso, dejamos en Grand Riviere du Nord al detenido que estuvimos cuidando en Pignon, para que quedara en una crcel que le proporcionara cierta proteccin, en espera de ser juzgado por sus delitos. Llegamos a Cap-Haitien con las ltimas luces del jueves 15 de agosto. El convoy lleg al cuartel Hertz, donde devolv al personal de la patrulla a su
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comandante de compaa y luego me desped de ellos, para regresar a mis tareas normales en la Compaa Logstica. Como nota anecdtica, quisiera contar que nunca pudimos establecer enlace de comunicaciones en HF, lo que finalmente se debi a que la antena repetidora instalada en un cerro cercano a Cap-Haitien, fue robada, de acuerdo a lo que supe un tiempo despus.
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en esa localidad, en los primeros das de septiembre, unidad que estara conformada por personal de la compaa de Infantera de Marina y nuevamente por una enfermera, la Cabo Muoz del Ejrcito, adems de otro intrprete: Dessalines. En esta oportunidad, el personal de la compaa 213 vino a cargo del Sargento Primero IM Carlos Quidenao Illanes, con quien nos desplazamos a Pignon en un helicptero ruso, para permanecer all durante quince das, relevando al personal de Ejrcito del Teniente Seplveda, quien a nuestra llegada, me explic acerca de los avances en el trabajo por la paz en Pignon, dicindome que no haba tenido noticias acerca de bandas armadas, que aparentemente la localidad estaba ms tranquila y la gente se haba atrevido a restablecer el comercio. Me dijo que, incluso, haba sido invitado a almorzar a la casa de un haitiano y que haba participado de una ceremonia religiosa evanglica en la que haba hecho un discurso. Me indic adems que en la crcel de La Victoire estaba detenida una seora y su hijo, sospechosos de asesinar al jefe de su hogar por presuntos malos tratos que pasaban por violencia intrafamiliar. Siendo nuestra principal preocupacin el estado de dicha detenida y su hijo, dado que ramos conocedores de la situacin ocurrida en la crcel de la ciudad, luego de organizar el sistema de guardias, patrullas, y de efectuar un completo reconocimiento de Pignon, nos dirigimos a La Victoire para interiorizarnos de la citada situacin. Cuando llegamos, la situacin era lamentable. Nos encontramos con nuestro conocido Stanphord Jean Baptiste, quien nos explic que la seora y su hijo llevaban detenidos aproximadamente una semana por ser sospechosos de asesinato; al preguntarle si los haba alimentado, de respuesta slo obtuvimos una sonrisa. Segn nos explic el ex militar, apenas tena comida para l, ya que no reciba sueldo por estar cumpliendo sus tareas de orden y seguridad. Luego entrevistamos a la seora, quien nos manifest que no haba comido por el lapso de aproximadamente una semana. El problema de su alimentacin y detencin en estas circunstancias era grave. Orden a la enfermera que examinara a ambos detenidos con los medios que tenamos, detectando falta de alimento y bebida. Junto con ordenar la entrega de agua y algunas raciones de combate, dispuse que la siguiente patrulla llevara una ducha porttil para que la enfermera ayudara a la seora y su hijo a asearse, ya que el olor en la celda apestaba y esto poda ser
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un indicio de enfermedades. Hecho lo anterior, solicit a un haitiano que buscara al juez de paz, para que este ltimo me explicara sobre la situacin con la que nos encontramos. Al llegar dicho juez, le pregunt hasta cundo la tendra detenida. Me respondi que no lo saba, ya que deba evacuarla a Grand Riviere Du Nord, porque l no tena autoridad para juzgarla. Agregando que no contaba con medio de transporte para llevarla, dijo que tal vez poda enviar una carta a las autoridades judiciales correspondientes para tomar una determinacin. Al hacerle notar que para la llegada de la respuesta, la detenida podra estar muerta, me respondi algo que les parecer increble: Entonces envo otra carta informando que muri.
Esta respuesta, lejos de molestarme, me hizo reconocer que estaba hablando con una persona que no comprenda la naturaleza de los derechos del hombre, como el derecho a la vida, no importando su condicin. Expliqu esto al juez, quien se limit a asentir con un movimiento de su cabeza. Le pregunt entonces, ayudado nuevamente por Dessalines, si era posible dar una especie de Libertad Condicional a la seora y su hijo, hasta que la investigacin la requiriera, dado que de acuerdo a lo que yo poda apreciar, no se trataba de alguien que representara un gran riesgo para la sociedad.
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Mi proposicin fue aceptada por el juez de paz, pero con la condicin de hacerlo en una especie de ceremonia a la que asistira la alcaldesa del pueblo y la mayor cantidad de poblacin local posible, quienes actuaran como testigos de que l no estaba liberndola producto de un soborno, esto debera ser explicado nada menos que por m a la poblacin local, y luego debera estampar mi propia firma en un acta, la que sera firmada tanto por l como por la alcaldesa. Quedamos de acuerdo en el da y la hora y finalmente ejecutamos dicha ceremonia. Cuando llegamos a la crcel ocupamos el lugar con un dispositivo de seguridad, ya que toda la localidad saba el da y la hora de nuestra llegada, y no queramos tener una sorpresa desagradable.
Firmando el acta de libracin junto al juez de paz, a Stanphord Jean Baptiste y a la alcaldesa en La Victoire.
Una vez reunida la mayor parte de gente posible, y estando el juez de paz y la alcaldesa, a la que explicamos nuevamente la idea de maniobra, iniciamos nuestra pequea ceremonia. Felizmente todo result bien. Con la ayuda de Dessalines hice un pequeo discurso para explicar a los haitianos locales que a pesar de ser sospechosa de asesinato, la detenida tena derecho a vivir, y que las circunstancias actuales amenazaban su vida seriamente y que nadie, sino la justicia, tena el derecho de definir su culpabilidad y sancionarla en consecuencia, de manera tal que yo haba solicitado su liberacin hasta ser requerida nuevamente para que aportara antecedentes en la investigacin.
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La liberacin qued fijada para el domingo siguiente, da en que se coordinara que algunos familiares vinieran a buscar a la seora. El juez de paz nos solicit que ese da nosotros nos hiciramos presente para evitar intentos de venganza de algunos familiares de la vctima supuestamente asesinado por la seora que sera liberada. El da acordado, nos dirigimos en el camin Unimog del Ejrcito a dar seguridad a la detenida y con eso cerrar el ciclo que habamos iniciado, pero lamentablemente las condiciones del camino por las ltimas lluvias de los das previos, hizo esta tarea sumamente difcil. De hecho, considerando los riesgos para el personal y material con que estbamos desplegados, decid abortar la tarea y regresar al cuartel, luego de una hora de lucha para sacar el camin de su cada en una grieta producida por las lluvias.
Dificultades en la ruta.
Pocos das despus nos enteramos que todo haba resultado en buena forma, lo que nos hizo sentir orgullosos por haber podido ayudar a solucionar
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un problema tan grande como es el de mantener la vida de una persona, sin esperar nada a cambio. Al igual que el Sargento Schurch, el Sargento Quidenao, nuevo segundo jefe de nuestra pequea patrulla, se caracterizaba por sus buenas condiciones de lder, lo que para m fue de gran ayuda, ya que, en ambos casos, siempre cont con su asesoramiento leal y decidida cooperacin en la ejecucin de las rdenes. Su desempeo como segundos comandantes fue excelente, constituyendo muy buen ejemplo para el personal ms joven, cosa que, lejos de molestarme, me mantena muy conforme adems de tranquilo, ya que muchas veces eran ellos los que iban a cargo de un punto de control de vehculos o de una patrulla y por lo tanto deban tomar sus propias decisiones, las que quizs no podran esperar de mi aprobacin para ejecutarse. No cabe duda que es mucho mejor, estando un jefe ausente sea en el cuartel o en una patrulla, tener sargentos capaces de ejercer el mando de sus hombres, dotados de buenas condiciones de liderazgo, cualidad que la Armada promueve y forja durante aos en campaas de instruccin y entrenamiento, la que se ve hoy claramente desarrollada por nuestro personal en su desempeo diario. Sus acciones en Hait muchas veces fueron ms all de lo que el deber les exiga. Cada vez que a algn grupo de nuestra patrulla se le presentaba una situacin que era resuelta por ellos, la analizbamos opinando cada uno de nosotros qu hubiera hecho en ese caso, de lo que se sacaban muy buenas experiencias y cursos de accin para futuras situaciones que se pudiesen presentar, lo que en nuestro caso, aun en decisiones tomadas en la comisin llevada a Cabo en la isla caribea que pueden ser objeto de crtica, casi siempre se obtuvieron buenos resultados. El Sargento Quidenao relata un par de situaciones que debi resolver por s mismo, junto a un equipo de la patrulla: En uno de nuestros recorridos hacia la localidad de La Victoire, nos encontramos con un hombre que nos pidi le ayudramos con su esposa que se encontraba enferma. Junto a l, visitamos su casa y efectivamente su esposa se encontraba en un delicado estado de salud debido a una mastitis con una infeccin severa, por lo cual corra riesgo ella y su pequea hija que se encontraba an en su vientre, a escasos das de nacer. Analic la situacin y la llevamos a la clnica local, pero no contaban con los recursos para solucionar un problema de esa magnitud, as que proced a llevarla al hospital de Pignon. Junto a m estaban la Cabo Segundo enfermera Muoz, los Cabos Primeros
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IM Aguilera y Vargas, los Cabos Segundos IM Micaly, Concha y Ramrez, y el Soldado IM Muoz. Una vez en el hospital de Pignon, ella y su beb quedaron hospitalizados durante una semana, sin ningn costo ya que no contaba con los recursos para tal efecto. El hospital amablemente acogi nuestra peticin de ayuda y la tom como una accin realizada en nombre de las Naciones Unidas. Mientras estuvo en el hospital, cada vez que salamos a patrullaje por la ciudad pasbamos a ver a nuestra paciente y ver su estado de evolucin, dichas visitas eran bien vistas por la comunidad y por autoridades del hospital. Una vez de alta y coincidiendo con un patrullaje a la ciudad de La Victoire, fuimos a dejarla ya recuperada y muy agradecida por toda la ayuda que le entregamos. Cuando el Sargento Quidenao me cont de su resolucin, a pesar de considerarla muy humana, no me pareci del todo bien, ya que no estaba dentro de lo que nuestra misin indicaba y adems, no debamos olvidar que nuestros vehculos eran objetivos para las bandas armadas, por eso no debamos transportar civiles. Sin embargo, pienso que el Sargento Quidenao actu de acuerdo a lo que su conciencia le indicaba y asumi el riesgo como propio, comprometindose l y a todo su equipo en una causa noble que iba, sin duda, ms all del deber. Otra accin en la que l particip fue en la detencin de un hombre acusado de escndalo y de amenazar de muerte a algunas personas en la va pblica: A medida que fue avanzando el tiempo, en la ciudad la gente se mostraba ms confiada con nuestra presencia y realizaba todas sus actividades con ms seguridad y ms tarde en la noche. Esto dio inicio a una serie de denuncias que, en estricto rigor, deberan haber sido presentadas a la polica o al juez de paz, pero ante la ausencia de polica en la localidad y a que la ciudadana confiaba cada vez ms en los cascos azules para solucionar sus problemas, incluso hurto de gallinas y peleas familiares, ramos nosotros los llamados a mediar ante este tipo de situaciones, como cooperacin al juez de paz de Pignon. Fue as como, trabajando en equipo, pudimos sortear en buena forma todos los retos que se nos presentaron, tal cual ocurri el da que ya habamos terminado una agotadora jornada de patrulla durante la maana y nos preparbamos para almorzar a eso de las 15:00 horas, estando yo a cargo
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del lugar en el que se encontraban dos tercios de nuestra pequea unidad. Un tercio de guardia y el otro que regresaba de sus labores de patrulla. El Teniente Huerta y el ltimo tercio del personal, haba salido junto con unos ciudadanos canadienses pertenecientes a la Polica Civil UNCIVPOL, quienes buscaban un lugar para establecer un cuartel. En esas circunstancias, lleg un haitiano e inform a la guardia que iban a linchar a un hombre. Al principio no le entendamos nada de lo que quera decir, pero los gestos y las acciones, ms la desesperacin del hombre, nos oblig a reaccionar en forma inmediata. Orden a mis hombres ponerse el equipo nuevamente, estando an mojados en transpiracin al igual que nuestras prendas. Mientras esto ocurra, le hablaba a mi gente que sta sera una buena oportunidad para poner a prueba nuestro entrenamiento, en particular las ROE (Reglas de Enfrentamiento). Les dije adems que el hombre en peligro seguramente era un delincuente y que poda estar armado, as que debamos ser cautelosos en nuestro accionar. Fue as como junto al Sargento Acua, a los Cabos Concha y Ramrez (a quien apodbamos sniper), y a los Soldados Ulloa y Muoz, subimos al camin y acompaados por el haitiano que vino a dar el aviso y nos dirigimos al lugar. En el camino repasaba mentalmente las prioridades de accin, como avisar al juez local y dnde poder encontrar un traductor para entender la situacin, entre otras cosas. Todo esto con slo cinco hombres, un camin, poco tiempo y una accin en curso. Cuando llegamos al lugar, aproximadamente 5 minutos despus, nos pareci que toda la ciudad estaba reunida all. A lo menos 200 personas gritaban, levantaban palos y maldecan, apareciendo la situacin como no muy positiva y quizs fuera de control. Como la gente se encontraba en las cercanas de una casa, dedujimos que el hombre acusado se encontraba dentro. Dirigindome a la casa con el Cabo Ramrez y el Soldado Ulloa, mientras el Sargento Acua y el Soldado Muoz permanecan atentos para darnos apoyo en caso de algn disparo, junto a los primeros realizamos una inspeccin visual de la casa donde se encontraba el sospechoso, mientras buscaba entre la gente a alguien que hablara espaol o ingls, para que me diera informacin si estaba armado o no, lo que en realidad era mi mayor preocupacin; despus de unos minutos orden al Cabo Ramrez, avanzar por la parte posterior de la casa. Siendo sta lo bastante pequea para poder controlarla y as evitar que el sospechoso tratara de huir por esa direccin, junto al Soldado Ulloa me
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dirig a la puerta principal llevando el fusil en posicin de alerta y sin seguro, a fin de reaccionar ante la posible accin de fuego desde el interior. Al llegar a la puerta, pude ver a un hombre de contextura gruesa y muy fuerte que se encontraba en un estado de descontrol con una silla en la mano. Por medio del fusil, y tambin a viva voz, le orden tenderse en el suelo, lo que l no obedeci. Mientras avanzaba hacia el interior de la vivienda, el hombre se senta ms molesto y con clara actitud agresiva, siendo en ese momento en que por la puerta posterior entr el Cabo Ramrez y le orden que se tirara al suelo. Al verse en desventaja procedi a tirarse al suelo maldiciendo en kreolle. Una vez reducido, le pusimos amarras de plstico y le pregunt si saba espaol o ingls; me respondi con un I speak english, por lo que proced a interrogarlo en ingls, preguntndole su nombre, y por qu estaba en esta situacin, de qu se le acusaba y, obviamente, cmo aprendi ingls, respondindome que haba estado en el Army en los Estados Unidos. Al sacarlo hacia el patio del frente de la casa, la gente comenz a amenazarlo, por lo cual orden a mis hombres protegerlo contra alguna accin de la poblacin. Como ya sabamos que hablaba ingls, aprovech para que me sirviera de intrprete para su propia seguridad. Ubiqu a la persona que ms sobresaliera entre la multitud y mandara, o pareciera que la gente le obedeciera, y le hice saber a travs del improvisado intrprete que la situacin estaba bajo nuestro control y si alguien le haca algo al detenido tambin sera arrestado, que nosotros estbamos para hacer cumplir la ley. La gente comenz a irse lentamente, subimos al camin y nos dirigimos al cuartel de la polica para dejar la constancia correspondiente ante el juez de paz, pero de ste nada se supo hasta mucho rato despus. El detenido qued bajo la custodia de un civil supervisado por nosotros. Luego supimos que el juez de paz lo haba dejado libre y que se haba ido de la ciudad. Este es un excelente ejemplo de lo que esperamos de un lder en una situacin crtica, vale decir, que identifique el problema, analice posibles soluciones y que luego elija una y la ejecute con energa, participando adems de la accin. Puede haber personas que critiquen las decisiones tomadas en esos momentos, pero en este caso se obtuvo un buen resultado y se tomaron las precauciones del caso, destacando que ni siquiera contaba con un intrprete. Las crticas nos pueden servir a todos para prepararnos a tomar una decisin en una situacin similar. De hecho, la experiencia del Sargento Quidenao me sirvi posteriormente cuando al mando de un grupo de patrullaje en Pignon,
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se nos present una situacin muy similar, mientras nos encontrbamos en la casa del doctor y lleg un haitiano corriendo y gritando:Hay una violencia, hay una violencia!. Obviamente nosotros interpretamos esto como un problema grave, as que le solicitamos informacin acerca de la presencia de armas, ya que como consecuencia de nuestras experiencias anteriores podamos prever alguna situacin a lo menos complicada. Al parecer no haba armas, pero de acuerdo a lo indicado por el haitiano, la gente estaba linchando a un hombre; inmediatamente vinieron a mi mente las imgenes del hombre linchado en el transcurso de mi despliegue anterior, as que no haba tiempo que perder. Reun a mis hombres y les dije:
La idea es dirigirnos al lugar a bordo del camin conducido por el Sargento Acua, quien se aproximar al lugar rpidamente, detenindose en forma brusca; seguramente va a estar lleno de gente y aunque nos dijeron que no, es probable que haya alguno armado, as que necesito que desembarquen del camin en forma rpida y formen un permetro en forma agresiva y alejando a la gente, para poder ver lo que sucede.
Luego de indicar al Sargento Quidenao que los que se quedaban en la casa se equiparan y estuvieran listos para salir a apoyarnos en el otro camin, probamos comunicaciones y nos fuimos. El plan se ejecut en los trminos indicados. La gente se alej dejando en el centro del permetro a dos haitianos: uno en el suelo, desnudo de la cintura hacia arriba, amarrado con una cuerda de sus manos; el otro sostena la cuerda desde el otro extremo. Junto a Dessalines, recabamos algunos antecedentes de lo sucedido, que, en resumen, se trataba del robo de una bicicleta. Llevamos a ambos haitianos detenidos a la abandonada crcel de Pignon, y solicitamos la presencia en el lugar del Juez de Paz, posteriormente sometimos al recin rescatado a un examen para constatar lesiones, de lo que no se dedujo nada grave, salvo contusiones y magulladuras, sin considerar el susto. El acusado declar que el robo lo haba cometido por estar posedo, por un espritu maligno. El juez de paz nos solicit el traslado del detenido a San Raphael, pero las constantes lluvias hacan prever malas condiciones en el cruce del ro que se encuentra al sur de dicha localidad, por lo que tuvimos que posponer el traslado y pedir al mismo ciudadano haitiano de la vez anterior, que cuidara del detenido hasta que se efectuara su traslado.
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Como las cosas estaban ya un poco ms tranquilas en Pignon, decidimos hacer algo ms para poder ensear a los haitianos acerca de los derechos humanos, as que lo discutimos y llegamos a la conclusin de que la mejor va de lograr un cambio era producirlo desde los nios. Sentamos una gran responsabilidad social, lo que se traduca en la necesidad de volcar nuestros conocimientos a favor de este pueblo. Fue por esto que utilizamos algn dinero en comprar unos materiales en los negocios locales para hacer un letrero, en el que escribiramos el primer artculo de la Declaracin Universal de los Derechos Humanos: Artculo 1. Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos, y dotados como estn de razn y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Cuando terminamos nuestro trabajo, escrito en kreolle con ayuda de Dessalines, nos dirigimos al colegio de Pignon, y hablamos con su director, para pedirle autorizacin e instalar en un lugar del patio del colegio, nuestro letrero, para que as los nios lo vieran, lo leyeran, y recordaran que algn da vinieron los cascos azules chilenos a dejarles un mensaje de paz.
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Esto fue aceptado por el director del colegio. En ese momento slo sobamos con sembrar una semilla de luz en esa alejada localidad, al menos en un nio, para que ojal diera frutos a futuro.
Durante los dos perodos de despliegue en Pignon, que en total me significaron un mes operando en forma aislada, pude comprobar con mucho orgullo el compromiso del personal bajo mi mando con los derechos humanos. Sin duda que como soldados recibimos un acabado entrenamiento en tcnicas de combate, que en definitiva significan en ciertos aspectos la preparacin para matar. Pero por otra parte los infantes de marina tambin hemos sido instruidos en todos los aspectos del derecho internacional de los conflictos armados que tienen como fin dar un poco de humanidad a la guerra, un Soldado chileno es instruido para respetar incluso la vida de los heridos o prisioneros enemigos, quienes obviamente estn fuera de combate. Los soldados chilenos en Hait demostraron su humanidad en incontables oportunidades, demostrando una vez ms su profesionalismo a toda prueba.
El Cabo 1 IM Aguilera y la Cabo Muoz prestando atencin mdica a un transente herido.
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El da que se produjo el relevo de nuestra patrulla por parte de una a cargo del Teniente Segundo IM Cancino, llegaron algunos representantes civiles del Estado Mayor de la Misin de Paz para ver en terreno nuestras condiciones, quienes, en primera instancia y considerando las presiones del doctor para que abandonramos el lugar que habamos ocupado hasta entonces, arrendaron la casa de los 4 mil dlares, mientras en Cap-Haitien se cerraba el trato para ocupar la casa de ODEKKA. Las siguientes patrullas pudieron disfrutar de las adecuadas instalaciones de la casa que, una vez reparada, permiti su empleo como cuartel en muy buenas condiciones.
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ms bien en edificios; no estbamos todos juntos, sino distribuidos en tres bases y no ramos solamente marinos, sino tambin estbamos con personal del Ejrcito. En resumen el cable para alimentar de energa el sistema de aire acondicionado no alcanz para todos. Era urgente completar la instalacin de dichos sistemas, ya que el personal que diariamente patrullaba las calles de Cap-Haitien, mereca descansar en buena forma al terminar la jornada. Esto se solucionara con la compra del cable y con la entrega por parte del comandante de la componente de Ejrcito del Grupo de Helicpteros en Puerto Prncipe, de la cantidad faltante de equipos de aire acondicionado. Por otra parte, se haba producido la rotura de un perno del motor de partida de una camioneta M-1008 que necesitbamos reponer, as como una serie de repuestos de vehculos, los que no estaban disponibles en Cap-Haitien. Por ltimo era necesario hacer las averiguaciones en la aduana acerca de una carga proveniente de Chile con mosquiteros, que por diversos motivos no haban sido entregados. stos eran necesarios por la alta cantidad de mosquitos, muchos de ellos portadores de malaria y otras enfermedades. En vista de que el sistema logstico estaba un poco lento por parte del estado mayor de la misin, el Capitn Hagedorn tom la decisin de enviarme a cargo de una patrulla compuesta por tres miembros del Ejrcito: el Suboficial Juan Henrquez, el Cabo Primero Rodrigo Villalobos y el Cabo Nelson Sez, con quienes debera cumplir las tareas sealadas en Puerto Prncipe. Antes de partir, apreciamos la situacin para definir puntos tales como la ruta, el tiempo que ocuparamos y el equipo que llevaramos. Era sabido que en Puerto Prncipe la situacin no era muy buena, sobre todo por la falta de seguridad en las calles debido al actuar de gangsters que normalmente se enfrentaban a la polica, sin contar las protestas, que normalmente se tornaban violentas. De modo que resolvimos ir equipados con municin extra y gases lacrimgenos, ya que nuestra fuerza efectiva de cuatro hombres era ms bien reducida para enfrentar alguna situacin de emergencia que se pudiera presentar. Respecto a las comunicaciones, estbamos limitados al empleo de un telfono celular toda vez que al no disponer de informacin del comportamiento de la seal de radio, slo nos quedaba confiar en la cobertura del telfono. Conociendo el despliegue de las fuerzas argentinas y uruguayas en las localidades ubicadas a lo largo de la ruta a Puerto Prncipe, consideramos acercarnos a ellos en caso de necesidad y decidimos ocupar la base argentina en Gonaives como punto de control en la ruta. Fue as como uno de los ltimos das de septiembre, iniciamos nuestra travesa de aproximadamente 200 kilmetros, dispuestos a enfrentar cualquier
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cosa que pudiera suceder en nuestro largo trayecto, mientras atravesbamos un pas recientemente convulsionado por la violencia, y esperando que las precauciones tomadas en nuestra planificacin funcionaran de buena forma para poder cumplir nuestra misin. En la parte delantera del camin slo caban tres personas, por lo que debimos turnarnos, haciendo los cambios necesarios tanto para la conduccin del vehculo, como para la custodia de la carga consistente en vveres y en una antena parablica desarmada de televisin, que no pudo funcionar en nuestro cuartel y que deberamos dejar encargada al grupo de helicpteros, para su embarque en algn medio de transporte que saliera hacia Chile. Poco a poco fuimos avanzando por territorio desconocido y caminos en psimas condiciones, soportando altas temperaturas y esperando no perdernos, no ser asaltados y no sufrir ningn accidente, al menos en las zonas donde no tenamos comunicaciones.
Fuimos recorriendo una a una las localidades de la ruta como Limbe o Plaisance y poco a poco nos fuimos acercando a Gonaives, previo a lo que tuvimos que atravesar vastas zonas inundadas por el huracn Jeanne, donde encontramos grandes derrumbes que en ocasiones nos obligaron a utilizar ros como caminos. Al entrar a Gonaives, pudimos apreciar la difcil situacin en que se encontraban las tropas argentinas en ese lugar y las dificultades que significaba
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estar cubriendo una zona que, adems de azotada por la violencia, haba padecido hacia slo algunos das los efectos devastadores del huracn, que dej cerca de dos mil muertos y otros dos mil sin hogar entre la desprotegida poblacin haitiana. Cuando uno habla de lo terrible que era la situacin en Gonaives despus del huracn, piensa que es difcil hacer entender la situacin a quien, acostumbrado a recostarse en una cama al calor del hogar, tal vez no puede dimensionar el sufrimiento, la sensacin de desamparo y la angustia de ver gente sufriendo y no poder hacer mucho al respecto. Pero en las mentes de los que han visto este dolor humano quedan las caras de los nios, el olor de los muertos y la impotencia de no poder ayudar. Una vez que salimos de Gonaives tuvimos que atravesar la zona ms larga de inundaciones en la ruta. Fue en esa parte del camino donde pusimos a prueba los nervios de acero del Suboficial Henrquez como conductor, ya que tuvo que atravesar dichos caminos inundados sin ms referencia que su instinto y la ayuda de sus copilotos para llegar al otro lado. Felizmente lo logramos sin novedad, luego de aproximadamente 40 minutos de navegacin, llegando a Puerto Prncipe cuando comenzaba a atardecer. Nos habamos detenido por un atochamiento de vehculos, cuando el Suboficial me advirti que de un vehculo que se encontraba en nuestra misma situacin pero en sentido contrario, haba descendido un hombre armado con una pistola. Fue entonces cuando le dije al Cabo Villalobos que me siguiera con su fusil para ver qu pasaba. De un salto descendimos desde la cabina del camin y nos acercamos al individuo que ya suba a su vehculo luego de amedrentar a una conductora que se encontraba unos tres vehculos delante de l. Con el kreolle aprendido en Pignon gracias a los intrpretes, le pude pedir identificacin y decirle que guardara silencio, encontrndome con la sorpresa de que se trataba de un polica. Sin poder decirle que no poda actuar de esa forma, utilic lo mejor que pude mis gestos de manera que se diera cuenta de que estaba en problemas, anotando en una libreta su numero de identificacin y luego ordenndole al Cabo Villalobos que anotara el nmero de patente del vehculo, para que de esa forma el hombre se diera cuenta, o al menos lo pensara, que esto sera informado a las autoridades. Luego de este percance continuamos nuestra bsqueda de la base del grupo de helicpteros de Ejrcito y Fuerza Area, que segn el nico antecedente que poseamos se encontraba en un sector cercano al aeropuerto. Felizmente haba aprendido a preguntar en kreolle: Kot jij la, que significa: dnde
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est el juez?, as que por deduccin supuse que la pregunta; dnde est el aeropuerto?, sera algo como kot airport la?, esto dio resultado y luego de consultar a algunos transentes, logramos ubicar las luces que iluminaban las banderas chilenas y de Naciones Unidas de la base de los helicpteros, lo que fue un gran alivio, ya que no quera que pasramos una noche perdidos en Puerto Prncipe, la ciudad ms peligrosa de Hait. En el grupo de helicpteros, cuyas instalaciones consistan en una serie de contenedores habilitados como baos, dormitorios y oficinas, fuimos muy bien recibidos, en particular por el Mayor Hugo Carrasco, con quien tuve la suerte de compartir la navegacin en la barcaza Valdivia. ste se desempeaba como oficial logstico, de manera que se me hizo ms fcil requerir apoyo para el desarrollo de nuestras tareas, aunque no necesitbamos mucho, todo se resuma a un vehculo y ojal un conductor que conociera Puerto Prncipe. Al da siguiente comenzamos muy temprano con la bsqueda de los repuestos de vehculos, el cable para el aire acondicionado y los mosquiteros. Slo tenamos tres das para cumplir con nuestra misin. Fue muy til antes de salir de Cap-Haitien, haberle pedido a uno de nuestros intrpretes que me tradujera el listado completo de cosas que necesitbamos, para as preguntar yo mismo por ellas durante nuestra bsqueda en Puerto Prncipe. Iniciamos nuestra tarea intentando encontrar el cable para el aire acondicionado, el que logramos conseguir luego de recorrer prcticamente todos los supermercados y ferreteras de Puerto Prncipe. No fue nada fcil llegar con los rollos ya que tena un grosor de por lo menos 4 hebras de alambre de cobre y en un total de 300 metros que, en la prctica, eran seis rollos que por su tamao tuvimos que transportar en dos viajes desde la ferretera hasta la base de helicpteros, con el calor, la sed y la tensin producida en cada viaje. Ese da almorzamos rpidamente para volver a salir en la tarde en busca de los repuestos de vehculos, entre los que se encontraba un perno para el motor de partida. ste fue el tem ms crtico ya que era necesario buscar a un tornero que pudiera fabricarlo, as que con las indicaciones de un haitiano y abusando de la buena voluntad de nuestro conductor perteneciente al grupo de helicpteros, llegamos a un sector denominado Cit Soleil. Mientras avanzbamos en direccin al lugar donde nos haban asegurado exista un fabricante de todo tipo de repuestos metlicos, vimos que las calles estaban casi desiertas, pudiendo observar a lo lejos gente corriendo o protestando. Al llegar a una calle ms amplia que pasaba por el centro de un espacio ocupado por algunas poblaciones, pudimos observar gran cantidad de barricadas de neumticos; la suma de visiones extraas de este paisaje
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urbano nos hizo poner nuestros sentidos en alerta, pues era evidente que estbamos en un lugar peligroso. De pronto observamos en el suelo, a nuestra izquierda, un cadver abandonado, decapitado, con un brazo destrozado y cubierto de moscas, una cuerda estaba an amarada a una de sus piernas, lo que era un claro signo de un linchamiento y el olor putrefacto casi nos hizo vomitar. El conjunto de visiones y sensaciones nos convencieron de que el lugar era peligroso, que no favoreca la bsqueda de un fabricante de pernos, y que, por sobre todo, nuestras vidas estaban en peligro, as que orden devolvernos de inmediato. Cuando llevbamos recorridos algunos metros de nuestro regreso, fuimos sobrepasados por un vehculo desde cuyo interior se efectuaban disparos hacia las casas de nuestra derecha, por lo que quedamos detrs de ellos. Luego, en una esquina, doblamos a la derecha, lo que nos conduca hacia la salida del sector. Fue entonces que pudimos apreciar que el vehculo que anteriormente nos haba sobrepasado, se encontraba detenido y comenzaban a descender de l algunas personas. Orden detener el vehculo para dirigirme hacia ellos, mientras los dems desde nuestro jeep Storm del Ejrcito preparaban el armamento. Habl con los hombres armados quienes por su vestimenta parecan ser de la Polica Nacional Haitiana, lo que confirm al ver sus identificaciones. Luego de enterarme que estaban efectuando una redada en busca de delincuentes (felizmente, uno de ellos hablaba ingls, por lo que pude comunicarme sin problemas) y desconocedor de la situacin tctica, que se viva en esa zona controlada por fuerzas brasileas, decid que regresramos al cuartel informando en el camino de la situacin a un oficial brasileo que encontramos mientras efectuaba un procedimiento en un punto de control. Al regresar pudimos enterarnos de que Cit Soleil era uno de los sectores ms peligrosos de Puerto Prncipe, que no estaba controlado por las Fuerzas de Naciones Unidas y que de hecho estaba prohibido el ingreso a ese sector, asunto del que nadie nos haba advertido. Terminamos ese da despus de haber comprado todos los repuestos excepto, por supuesto, el perno del motor de partida de la camioneta M1008. El segundo da programado de bsqueda lo dedicamos a intentar por todos los medios encontrar en la aduana nuestros mosquiteros, que haban sido enviados desde Chile haca ya un tiempo. Para ello tom contacto en el
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cuartel general de la MINUSTAH con el supuesto encargado de ejecutar los trmites aduaneros, quien se desentendi del problema, as que nos dirigimos por nuestra propia cuenta a las oficinas de la empresa area donde haban llegado nuestros mosquiteros. Llegamos a las oficinas en las cercanas del aeropuerto, pero lamentablemente en el lugar de entrega de las encomiendas nadie hablaba espaol ni ingls, por lo tanto era imposible comunicarnos, ya que no contbamos con un intrprete. En un intento desesperado por solucionar el problema, sal a la calle y detuve a varios transentes a los que en mis ya mejorados conocimientos de kreolle, pregunt: U pal espaol, u pal angl? Hasta que de pronto hubo una respuesta afirmativa y de inmediato este transente fue nombrado nuestro intrprete kreolle-ingls. Gracias a l nos pudimos comunicar con el personal de la empresa de cargo, pero slo para escuchar malas noticias: los mosquiteros venan a nombre de un Teniente Coronel de Ejrcito que se encontraba en Chile, pues era el comandante del batalln chileno que estuvo en Hait durante los tres primeros meses de conflicto y por lo tanto no era ni fue miembro de la MINUSTAH, a quien yo representaba para retirar la citada encomienda. El hecho es que no poda llevarme los mosquiteros, a no ser que efectuara un trmite con un costums broker, persona dedicada a un trmite conocido como desaduanamiento, o algo por el estilo, absolutamente desconocido para m en ese entonces. Pens que si serva para obtener los mosquiteros, no nos quedaba ms que buscar al tal costums broker, por lo que nos dirigimos a la aduana de Puerto Prncipe, al lado de cuyo edificio existan una serie de oficinas, una de las que en su exterior deca: Service Ddouanement Costums Broker office Harry Andr Luego de ubicar a Andr y gracias a nuestro intrprete logramos explicarle nuestro problema, con l nos dirigimos al edificio de la aduana, donde estuvimos desde las 10:00 hasta las 14:00 horas. Luego de por lo menos diez entradas y salidas y de una serie de conversaciones explicativas a una gran cantidad de personajes en una no menor cantidad de oficinas pblicas, logramos obtener un papel que autorizaba la entrega de los mosquiteros a mi persona y no al destinatario original, previo un pago de aproximadamente 700 dlares de impuesto!
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Cuando me acerqu a la caja y me informaron de dicha suma, el hombre que atenda en la ventanilla me dijo que exista una forma de que el costo de este trmite fuera prcticamente cero, debido a un convenio del gobierno haitiano con la MINUSTAH, para el ingreso de pertrechos militares. Sin embargo, para hacerlo efectivo no bastaba con mi identificacin, sino que deba presentar un documento firmado por el ministro de Economa de Hait Regres al estacionamiento donde los cabos y el Suboficial custodiaban el vehculo, con mi paciencia al lmite y pensando encontrar pronto la forma de recuperar los mosquiteros que necesitbamos para precavernos de las picadas de mosquito. Sabiendo que el monstruo burocrtico haitiano no nos vencera, tomamos el acuerdo de buscar al ministro donde fuera necesario para obtener su firma y llevar los mosquiteros al batalln. Para esto, consult a nuestro intrprete si saba donde estaba el ministerio en cuestin y l nos respondi que no exactamente, pero que s saba donde estaba el Palacio de Gobierno. As que, contra todas las reglas, le dije que subiera a nuestro jeep y nos guiara por el camino ms corto. Atravesamos Puerto Prncipe por los lugares ms extraos, sintiendo que todos nos observaban. Despus de pedir a mis compaeros que se acomodaran en el jeep apuntando los fusiles hacia fuera, por si las moscas, en un camino muy similar a los que recorren los cerros de Valparaso, con subidas y bajadas, calles estrechas y casas en las alturas, comenzamos a sentir en el aire un ambiente de miedo que podamos oler y a observar que las miradas de la gente eran bastante agresivas; de pronto todos desaparecieron, incluso vimos un par de rocas de gran tamao atravesadas en el camino, pero las esquivamos y pasamos cerca de alguno que otro automvil quemado. Finalmente bajamos de los cerros y llegamos al centro de la ciudad donde se encuentra el Palacio de Gobierno, un gran edificio blanco rodeado de pasto. El jeep qued estacionado afuera y me dirig con nuestro amigo haitiano al interior del edificio. En la muralla que se encontraba detrs de una de las principales escaleras, se poda apreciar un hermoso cuadro de grandes dimensiones con la representacin de una anciana haitiana, pintura cuya visin me hizo estremecer y sentir el orgullo de estar trabajando en aporte a la paz de personas como la representada en la tela, personas que slo desean vivir en paz. Al llegar a la oficina del ministro, con gran amabilidad ste me explic que no poda firmar un documento que no fuera solicitado oficialmente por el estado mayor de la MINUSTAH, que se encontraba en otro sector de Puerto Prncipe.
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Se aproximaba la noche, por lo que regresamos con la intencin de ocupar la siguiente maana en nuestro ltimo intento para recuperar los mosquiteros. El camino que habamos ocupado en nuestra aproximacin al Palacio de Gobierno no pareca seguro, por lo que regresamos por otro, para as evitar cualquier situacin que se pudiera presentar en aquellas peligrosas calles durante nuestro regreso. Al da siguiente salimos temprano desde la base de helicpteros con direccin al cuartel general de la MINUSTAH, donde pudimos apreciar el trabajo de los oficiales chilenos componentes del Estado Mayor, actuando en conjunto con militares y civiles de diversos pases. Los civiles encargados de la logstica nos indicaron que la persona que deba hacer los trmites en la aduana que nosotros necesitbamos, se encontraba en oficinas cercanas al aeropuerto, junto a la base de helicpteros, y remataron su frase preguntando: Saben donde queda no? Esto nos result como un chiste de mal gusto, ya que todos los das habamos estado justo al lado de la persona indicada, sin siquiera saberlo. Regres al vehculo e inform del chiste a los dems. Luego regresamos a contactarnos con la oficina de shipping en un edificio contiguo a la base de helicpteros, lugar donde tuve la oportunidad de conocer a un tunecino que trabajaba para Naciones Unidas, quien me dijo que slo necesitaba los papeles originales de la empresa de transporte para hacer el trmite, y que todo estara listo en una semana, terminando por increparme por tener que explicarme un procedimiento que, segn l, yo debera conocer. Como al da siguiente regresaramos a Cap-Haitien, le tuve que dejar a un oficial del grupo de helicpteros el dinero necesario para los trmites, que era mucho menos de lo indicado a nosotros en la aduana, dicho oficial se lo entregara al encargado de shipping en el momento que l lo requiriera. As fue como un viernes terminamos nuestros trmites en Puerto Prncipe, regresando a Cap-Haitien el sbado muy temprano, viaje durante el que nos encontramos con algunas dificultades en Gonaives, debido a la visita que el Primer Ministro interino, Grard Latortue, haba efectuado a dicha localidad, visita que haba motivado algunas manifestaciones no muy pacficas en su contra, resultando un polica haitiano muerto por una herida a bala en los incidentes.
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Por esto, tuvimos que esperar largas horas hasta el despeje de los disturbios por parte de los cascos azules argentinos, luego de lo que atravesamos la ciudad que se encontraba an con las tpicas humaredas producidas por barricadas de neumticos y grandes rocas dificultando el trnsito por las calles, por donde an patrullaban algunas tropas. Llegamos a Cap-Haitien aproximadamente a las 21:00 horas. Al menos con el cable que pudimos traer desde Puerto Prncipe y gracias al arduo trabajo de los electricistas, los cabos Bonilla y Rogel, y el especialista en refrigeracin, Sargento primero Jos Rojas, todos de la Armada, se logr la instalacin del aire acondicionado en los tres cuarteles, lo que sin duda, permiti mejorar las condiciones en que vivan los miembros del batalln en Hait. Un mes despus, durante octubre, se me orden ir a cargo de otra patrulla a Puerto Prncipe, esta vez con la tarea de traer cuatro carpas de propsito general modelo Naciones Unidas, de color blanco, con ventilacin interior, cuyas dimensiones permitieron la instalacin de lugares de esparcimiento adecuados para los tres cuarteles. Para esto nos desplazamos a la capital haitiana con el Sargento Segundo IM Benavides, el Cabo Barra del Ejrcito y mi amigo el Peluca, Cabo Segundo Vzquez, pudiendo al trmino de esa tarea, traer finalmente los mosquiteros y adems rodilleras para el uso de los infantes de marina, luego de no muy diferentes dificultades a las del viaje anterior. As fue como los componentes de una unidad logstica debieron cumplir su misin, aunque probablemente aquellos que ocupan las carpas o las rodilleras, mientras disfrutan del aire acondicionado que funciona alimentado por energa elctrica transmitida a travs de cables, nunca sabrn, ni les importe saber la
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historia de aquellos que lo hicieron posible: personas irnicamente muchas veces llamadas los flogsticos.
Al servicio de la paz
Los meses de octubre y noviembre pasaron rpidamente en medio de fuertes lluvias, realizando los preparativos para la entrega del batalln al personal de relevos, que llegara los primeros das de diciembre. El proceso se efectuara en dos grupos: primero la Armada y luego el Ejrcito, con un mes de diferencia cada uno, para que de esa forma hubiese un mes de traspaso de experiencias al mantener en Hait al componente militar que se iba, trabajando con la componente naval del batalln que llegaba. De esta forma se hicieron todos los preparativos operativos y administrativos para efectuar una buena entrega, ceremonia que se efectu cuando se aproximaba la fecha de la partida de la componente naval, compuesta en su mayora por infantes de marina, con entrega de medallas, contando con la presencia del Jefe Militar de las Fuerzas Desplegadas en Hait. A la ceremonia asistieron connotadas autoridades, entre ellos el representante del Secretario General de las Naciones Unidas en ese pas, Juan Gabriel Valds y el General brasileo Augusto Heleno, Jefe Militar de MINUSTAH. Fue muy significativa ya que luego de la entrega de medallas en forma simblica por parte del Jefe de las Fuerzas a un grupo designado, cada comandante de unidad dentro del batalln entreg las correspondientes al personal bajo su mando. Por mi parte recib la medalla (la primera en mis aos de servicio) de manos de mi comandante de compaa. Tambin tuve la oportunidad de entregarlas a aquellos con que trabaj codo a codo durante largos seis meses en la Seccin de Abastecimiento, lo que me hizo sentir un gran honor y orgullo por el esfuerzo de cada uno de ellos para el logro de la misin del batalln. Uno a uno fui entregando su condecoracin, es decir, al Suboficial Caruz, encargado de combustibles, al Suboficial Miranda y su ayudante el Cabo Saldivia encargados de vveres, al Sargento Segundo Muoz y al Cabo Parra, encargados de adquisiciones, al Cabo Romero y la Cabo Yez, encargados del equipo militar, a los Cabos Daz y Guarda, mayordomos; y al grupo de cocina y panadera, los Cabos Sandoval, Cea, Cruces, Caoles y Pereira, entregu una medalla, que en el reverso llevaba una inscripcin que, estoy seguro, quedar para siempre en nuestros espritus: In the service of peace (Al servicio de la Paz).
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Regreso a Chile
Finalmente lleg el da en que iniciamos nuestro regreso, dejando en el cuartel a nuestros camaradas de Ejrcito, que como ya expliqu anteriormente se quedaran un mes ms en Cap-Haitien, junto a los recin llegados cosacos de nuestro relevo. El da de nuestra partida, sin duda fue muy emocionante, ya que se acercaba rpidamente el momento de reencontrarnos con nuestros familiares. Por mi parte, lo nico que esperaba era el momento de abrazar a mi actual esposa, en ese entonces mi novia y casarnos. Sin embargo al subir al camin que me llevara al aeropuerto de Cap, no pude evitar sentir que por algn extrao motivo extraara el pas y las personas que conoc en l. Sent que parte de m quedaba en la crcel de Pignon, en el lugar donde muri el detenido al que no pudimos proteger, que parte de m quedara en La Victoire, junto a la gente a la que intentamos llevar algo de tranquilidad, sent algo de tristeza por ellos, porque an los senta como mi responsabilidad, pero yo ya estaba de regreso y ellos seguiran ah. Senta cierto sentimiento de culpa, por irme a disfrutar de un pas en el que se puede ser tan feliz, los pobres haitianos,
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sin embargo quedaban an en un pas lleno de problemas y sin demasiadas expectativas. De todas formas la misin que me haba sido asignada por el destino en ese lugar, ya estaba cumplida y senta que no fueron los haitianos los nicos ayudados. El mayor beneficiado fui yo, que tuve la oportunidad de aprender a valorar la vida, a darme cuenta de lo importante que es simplemente poder vivir. Si puedo aconsejar, dira que, cuando pierdan algo que les cost dinero obtener, miren a su lado y vean que no han perdido nada si estn vivos junto a los que aman y descubran que aun siendo el hombre ms pobre y abandonado del planeta, mientras puedan sonrer, luchar y amar, valdr la pena vivir. Agradecer siempre a los haitianos haberme enseado algo tan sencillo como eso y agradecer siempre a Dios haberme puesto en ese lugar junto a mis camaradas para hacer lo que se nos orden sin haber tenido que disparar un solo tiro y haberme trado de vuelta para poder escribir estas palabras y decrselas a ustedes. Quizs slo pudimos salvar la vida a unos pocos y sin duda habr muchos que cuestionen la labor de los chilenos en Hait, o su real necesidad, pero sin duda, al menos para algunos seres humanos, vali la pena. Luego de unas horas de vuelo llegamos a Santiago, donde fuimos recibidos por el entonces Comandante General del Cuerpo IM, Contraalmirante IM Walter Wunderlich Zamora, quien nos salud en una breve formacin en las instalaciones del aeropuerto. Desde all, nos embarcamos en los buses que nos condujeron al Fuerte IM Flix Aguayo Bastidas de Concn, donde fuimos recibidos por los familiares de la Unidad, quienes nos aplaudieron y recibieron como verdaderos hroes. En realidad no era para tanto. Por mi parte, yo me haba comunicado con mi futura esposa por telfono el da anterior para pedirle que no me fuera a recibir junto a las dems familias, puesto que era de esperar que tuviera algunas labores administrativas que cumplir antes de salir franco, as que cuando estuve listo la llam por telfono y la esper afuera del casino de oficiales, sentado junto a mi bolsa de equipo. Treinta minutos despus lleg y la pude abrazar y besar, sent que todo haba valido la penatener un amor por quien vivir y la vida para hacer lo que quisiera de ah en adelante. Creo que en ese preciso momento de mi vida, al ver sus ojos, fue que volv a nacer, ya que pude descubrir que tena en mis manos el regalo de la vida en la tierra. Ese da sera la ltima vez que usara la boina celeste de Naciones Unidas luego del regreso de Hait.
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Por iniciativa de mi esposa, nos hicimos el propsito de hacer sentir a los subtenientes la confianza de venir cuando quisieran a nuestra casa, costumbre muy necesaria, dadas las condiciones de soledad de estos jvenes oficiales, quienes normalmente son solteros y no viven en una casa, sino que en el cuartel. Fue as como varias veces visitaron nuestro hogar los subtenientes del destacamento, con quienes pudimos disfrutar de uno que otro almuerzo o carrete, entre otros, el Subteniente Pedro Montes, con quien serv en Hait, tambin Francisco Recasens y Csar Meneses. A los pocos meses de estar en Punta Arenas, recibimos la informacin que la Compaa 411 de nuestro destacamento, sera el cuarto relevo en Hait, para lo que se inici el proceso de preparacin, que termin con su partida desde Santiago, entre el 29 y 30 de noviembre del ao 2005. Todos los que habamos estado en ese pas seguamos con especial atencin las noticias al respecto, y sabamos que les tocara una poca complicada, especialmente si se consideraba que en enero y febrero del ao 2006 se realizara el proceso eleccionario y el consecuente cambio de gobierno haitiano. Fue as como el da 14 de diciembre de 2005, cuando la Compaa 411 se encontraba recin desplegada y mientras yo cumpla mis obligaciones habituales como oficial de guardia en el Cochrane, se me acerc el Subteniente Daz, quien bastante afectado me dijo: Mi Teniente, unos rebeldes haitianos atacaron a una patrulla de infantes de marina en Hait, aunque repelieron el ataque hay cuatro heridos, uno de ellos, el ms grave, es Recasens, segn apareci en un extra de las noticias. Esto era algo muy importante, ya que haban sobrevivido, y aunque no se puede calificar de bueno lo que ah ocurri, ya tenamos a cinco infantes de marina probados bajo fuego. Tuve inmediatos recuerdos del Subteniente Recasens y me di cuenta de que a pesar de su inexperiencia ya haba sido elegido por el destino para enfrentar una situacin real de combate. Lo que ocurri esa tarde del 14 de diciembre en Hait, aproximadamente a las 17:00 horas, no puede ser olvidado por nosotros, los chilenos, civiles o militares, ya que eran compatriotas nuestros los que se batan por su vida en defensa de la paz y de los derechos de aquellos haitianos que desean una vida mejor. Porque aunque parezca una irona, para defender la paz y tranquilidad de algunos, a veces es necesario enfrentar a aquellos que con las armas
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desean evitar que la gente viva en paz. Todos quisiramos que estas cosas no sucedieran, sin embargo suceden y no las podemos desconocer. Es necesario entonces que exista gente dispuesta a darlo todo en defensa de la paz, o de la Patria, gente como los integrantes de aquella patrulla, cuya historia les voy a relatar, de manos de sus protagonistas, comenzando con el Subteniente Recasens: Recib la misin de desplegarme a la localidad de Plaisance con una patrulla de similares caractersticas de la desplegada normalmente en Pignon, para cumplir tareas de patrullaje y seguridad de dicha localidad y sus alrededores. Esta vez tenamos como tarea especial preparar un ejercicio Preeleccionario, que consistira en poner a la unidad bajo mi mando en diversas situaciones crticas que eventualmente podran ocurrir durante las elecciones que se avecinaban, como revueltas de la poblacin, irrupcin en los locales de votacin por parte de insurgentes, entre otras. As que como parte de las actividades de preparacin de este ejercicio, planificamos el reconocimiento de un colegio ubicado unos kilmetros al sur de la localidad de Plaisance, en un camino interior, colegio que no haba sido reconocido en forma previa. Junto a los Cabos Segundos IM Espinoza, Molina , Martinez y Muoz, iniciamos nuestra jornada equipndonos como era debido, por una de esas cosas de la vida decid llevar una pistola .45, ya que es normal que los subtenientes slo ocupemos Fusil. As nos preparamos para nuestro reconocimiento, que dur varias horas del da 16 de diciembre. Nos desplazbamos en un jeep Storm del Ejrcito desde las 14:00 horas.; el recorrido era bastante difcil por lo poco transitable del camino, que adems de las normales irregularidades se encontraba lleno de barro debido a las ltimas lluvias. Fue tal la dificultad en nuestro desplazamiento que en un momento decid que era mejor regresar debido a la posibilidad de un empantanamiento del que no pudiramos salir. De hecho varias veces nos quedamos pegados en el barro y debimos recurrir a los haitianos del camino para ayudarnos a salir. Encontrndonos ya cerca del camino principal que nos llevara de regreso a Plaisance, sent dos fuertes cuetazos creyendo que eran del motor y pens que se trataba de algn desperfecto debido al alto esfuerzo a que haba sido sometido nuestro transporte.
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Pero grande fue mi sorpresa al ver mi ropa manchada de sangre y percatarme que mi cara sangraba y que adems ya no eran dos cuetazos, sino una lluvia de balas que nos caan encima. Los disparos eran de todo tipo de armas y calibres: .30, 5.56, 7.62 milmetros y perdigones de escopeta, y en gran cantidad. Como el jeep se acababa de convertir en una trampa mortal, orden con un grito: Desembarcar del vehculo! Yo, que viajaba como copiloto salt hacia el lado derecho del vehculo, pero mi fusil quedo enredado con el portafusil en el interior de ste, por lo que en un principio solamente pude repeler el fuego con mi pistola .45, tomando posicin junto a la rueda delantera del lado derecho del vehculo. El conductor del jeep, Cabo Molina, salt hacia atrs tomando posicin en un pequeo montculo que se encontraba cerca de la puerta; por la puerta trasera del jeep salieron: el Cabo Espinoza hacia el lado izquierdo, adoptando una posicin fuera del camino en un pequeo bajo; y los Cabos Martnez y Muoz, quienes rodearon la parte trasera del jeep para juntarse con el Cabo Molina en el montculo. Hasta ese momento nadie saba con exactitud desde donde venan los disparos, as que orden que se mantuvieran disparando al aire para tener cierta capacidad de disuasin y as tener una oportunidad de identificar desde donde venan los disparos, esto para tener una chance de sacar vivos de ese infierno a los miembros de mi patrulla, que se batan a fuego como verdaderos infantes de marina. Al determinar que los disparos venan desde adelante a la izquierda, les grit el ngulo de fuego a mis boys, para lograr que hicieran un fuego ms preciso. Fue en ese momento cuando rode el jeep por atrs y me reun con los tres que se encontraban al lado izquierdo del vehculo, lugar donde recuper mi fusil, tomando contacto mediante gritos con el Cabo Espinoza quien se encontraba bien al otro lado del camino, e informando por radio de nuestra situacin. Pero el volumen del fuego enemigo pareci acrecentarse y pens que si no aumentbamos rpidamente la eficacia del nuestro, seramos todos hombres muertos. De manera que decid mejorar mi posicin ubicndome detrs del jeep para tener un mejor campo visual. Cuando me encontraba en esa posicin, escuch al Cabo Martnez gritar que estaba herido en sus piernas. Al agacharme para cambiar cargador a mi fusil y golpearlo para asegurar que quedara bien puesto, advert que parte de mi mano izquierda se desprenda
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producto de un disparo que recib sin que me percatara. Esto fue apreciado por el Cabo Martnez, que tambin estaba herido, as que mientras los Cabos Molina y Muoz disparaban, l se preocup de prestarme primeros auxilios, sin importarle el riesgo de perder su vida. Quedamos tendidos por unos momentos junto a la rueda trasera del lado derecho del jeep, y al verme incapacitado de hacer cualquier cosa, estando herido y junto a otro herido, comenc a sentir lo que se podra definir como la proximidad de los ltimos momentos de mi vida. Poda escuchar los rebotes de municin de distinto calibre a mi lado, y pens que era inminente nuestra muerte y el fin de nuestros cuerpos, a manos de los machetes de nuestros agresores haitianos. Felizmente el Cabo Espinoza, nico miembro de nuestra patrulla que qued solo, tuvo la suerte de quedar en una posicin ventajosa, desde donde pudo hacer un fuego bastante efectivo, lo que finalmente oblig a nuestros enemigos a huir. Cuando not que ya no rebotaban ms tiros a mi alrededor orden alto el fuego!, luego de lo que pudimos escuchar la confirmacin por parte de Espinoza, que nuestros enemigos se haban retirado al menos sin cumplir su objetivo de matarnos y esta vez, gracias a su firme determinacin de combatir, los infantes de marina haban vencido. Me embarcaron rpidamente en el jeep que gracias a Dios an funcionaba y nos dirigimos rpidamente de regreso al cuartel en Plaisance, efectuando algunos disparos al aire para desanimar cualquier intento de un nuevo ataque. Cruzamos un ro y luego llegamos al camino principal, el cual nos llevara finalmente a las cercanas de nuestro cuartel. Pero cuando estbamos a punto de llegar, nos percatamos de la presencia de un camin atravesado en el camino, obviamente pensamos que se trataba de otra emboscada, as que en cinco segundos la patrulla estaba registrando el camin que finalmente no tena nada, excepto a su conductor quien termin medio asustado. Cuando llegamos a nuestra casa-cuartel activamos la defensa inmediatamente y nuestro enfermero me administr morfina y suero. Solicitamos una evacuacin aeromdica que nunca lleg. Sin embargo, despus de tres horas de larga espera, se hizo presente en el rea nuestro comandante de compaa, Teniente Primero IM Pablo Valds, con dos carros
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Mowag del Ejrcito y refuerzos, siendo yo embarcado en uno de los dos carros y trasladado a Cap-Haitien. Entrando a Cap-Haitien el Mowag en que era evacuado qued en pana, as que tuve que esperar largos minutos para al fin poder llegar a recibir estabilizacin en el cuartel Carrera (Ex Antoine). Desde ah fui trasladado a Puerto Prncipe para finalmente regresar a Chile. Despus de haber llegado a Chile tom el peso de lo que habamos hecho: En primer lugar, repeler un ataque de una emboscada cuya finalidad es asesinar a todos los emboscados; y segundo, regresar con todo mi personal vivo a nuestra base dndome esto una satisfaccin del deber cumplido y sintindome orgulloso de mi personal que en todo momento demostr su profesionalismo caracterstico de un infante de marina. Adems de crear conciencia en Chile de que tienen unos compatriotas a miles de kilmetros que no estn jugando, sino, apoyando el desarrollo de un pas que lo necesita urgentemente, dejando el nombre de Chile muy en alto.
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El vehculo emboscado era conducido por el Cabo Segundo IM Alexis Molina Arias, quien terminado el ataque tom nuevamente el control de su vehculo, que providencialmente no sufri mayores desperfectos, l nos relata de la siguiente manera su experiencia: Ya habamos quedado varias veces empantanados, as que me propuse firmemente que esto no ocurriera de nuevo. El camino desafiaba a cada instante mi capacidad como conductor. As que inform a los ocupantes del jeep que se afirmaran, porque aumentara la velocidad. Mientras avanzbamos por el camino, not que haba desaparecido gran parte de la gente que estaba en los alrededores en nuestro paso anterior en direccin contraria. ste hecho no revisti mayor importancia para m en ese momento, pero sin duda que era un indicio claro de lo que sucedera unos minutos despus. Tras sortear una curva escuch un disparo, sin lograr entender lo que pasaba. Ante esto detuve el vehculo; con el Subteniente Recasens nos miramos con cara de duda y en cosa de segundos se sinti un segundo tiro seguido de las ensordecedoras rfagas que nos indicaron que estbamos siendo emboscados. Al llevar la vista al lado, pude ver que el Subteniente estaba sangrando de su nariz, al parecer debido a una esquirla. Inmediatamente sal de la posicin del conductor, para desplazarme a la parte posterior del jeep, momento en el que pas por mi mente mi hija Josefa
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y mi esposa Karen, luego de este lapso, mi mente regres al lugar y momento que se viva.
Tom mi fusil, el que se encontraba en el respaldo de mi asiento, pas tiro, y baj del jeep arrastrndome como pude, llegando finalmente a la parte posterior del vehculo. Una vez en el suelo, hice mis primeros tiros al aire, sin lograr ver desde donde nos disparaban. Me preocupaba nuestra retaguardia, donde ramos ms vulnerables, por lo que observ detenidamente los arbustos en busca de nuestros agresores. Mientras efectuaba los disparos al aire, el Cabo Martnez y yo nos percatamos de la existencia de un sendero a nuestro costado izquierdo, que posiblemente podra llegar a la posicin de quienes nos disparaban, por lo que intentamos atacarlos usando este camino. Nuestro intento result infructuoso, ya que la vegetacin era muy tupida y no permita avanzar ni observar en forma segura, por lo que decidimos regresar al vehculo y parapetarnos junto a nuestros camaradas. Al llegar de regreso tomamos posicin aprovechando un espacio que se encontraba en el lado izquierdo del jeep, entre ste y el inicio del pequeo cerro que se encontraba delante a nuestra izquierda. En ese momento ya era evidente que el ataque vena del mencionado cerro, debido a que escuchbamos y veamos cmo las municiones que nos disparaban rebotaban en el suelo, cerca de nuestros cuerpos.
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En medio de la balacera el Cabo Martnez dio un grito de dolor diciendo Parece que me dieron. Segundos despus escuch al Subteniente Recasens gritando en forma desgarradora que lo haban herido, mientras se tomaba la mano apretndola contra su abdomen, sentado y apoyado con su espalda en el terreno. Yo continu disparando mientras los Cabos Martnez y Muoz arrastraban al Subteniente hacia atrs del jeep para darle mayor proteccin. Luego yo tambin me dirig a la parte posterior del jeep, ya que donde estaba era muy vulnerable. Por unos segundos me pregunt qu es lo que haramos para salir de la situacin en la que nos encontrbamos, ya que era inminente que nuestros agresores avanzarian sobre nosotros. Fue entonces cuando observ al Cabo Espinoza en una mejor posicin y decid cruzar el camino y ubicarme junto a l. Pero al dar mis primeros pasos pude ver y sentir cmo una rfaga pasaba unos centmetros delante de mis pies levantando polvo y hacindome retroceder. Ante sta situacin me ubiqu en el lado posterior izquierdo del vehculo, desde donde hice mis ltimos disparos para luego dirigirme hacia donde se encontraban mis camaradas junto al Subteniente Recasens. En ese momento la intensidad de los disparos pareci bajar hasta casi detenerse y, entonces apareci Espinoza. ste me deca insistentemente que me subiera al jeep para irnos, pero yo le pregunt si estaba seguro, debido a que an escuchaba algunos disparos y tema ser blanco de nuestros agresores, lo que tendra como consecuencia que la patrulla se quedara sin su conductor para salir del lugar. Finalmente me dije, A Morir, subindome al jeep por la puerta del copiloto, echando a andar el motor. Puse segunda para no tener que pasar ms cambios. Verifiqu que todos estuvieran a bordo, puse mi fusil en el antebrazo izquierdo apuntando por la ventana hacia la altura desde donde nos haban disparado. Aceler a fondo y solt el embrague saliendo rpidamente del lugar. Conduca con la mano izquierda y disparaba al aire con la mano derecha, pensando que no era mi intencin regresar en una bolsa negra a Chile, ya que haba prometido a mi esposa que regresara vivo. Luego de unos minutos y habindonos alejado del lugar escuch que se orden poner seguro al fusil, lo que hice para luego dejar mi fusil en el asiento del copiloto.
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Cuando levant mi cabeza luego de colocar seguro, pude ver que me aproximaba rpidamente a un montculo de piedras, as que decid sostener fuertemente el volante, luego de lo que sent que el jeep salt y cay nuevamente en el camino. Llegamos al camino principal, donde pudimos ver que se aproximaba el camin con los refuerzos que habamos solicitado por radio. El Cabo Martnez se baj del vehculo para decirles que se devolvieran y junto a ellos iniciamos el regreso a Plaisance. Delante de nosotros circulaba un camin civil, que al intentar dejarnos pasar se desplaz hacia la izquierda, quedando con su acoplado atravesado en el camino. Pens que esto poda ser una nueva emboscada, por lo que apunt al conductor, pero ste levant sus manos indicando que era amigo. Luego de esto continuamos la marcha hacia el cuartel. Una vez llegados al cuartel sent como an me mantena tenso por lo que habamos pasado y no poda creer lo que haba sucedido, sobre todo por las buenas relaciones que en todo momento intentbamos tener con los haitianos, especialmente al ver el sufrimiento de los nios. Acompa unos momentos al Subteniente Recasens que contaba lo ocurrido a los dems miembros de la patrulla destacada en Plaisance. Como al solicitar evacuacin aeromdica, esto no se pudo concretar, ped trasladarlo en el jeep, al menos hasta encontrarnos con los refuerzos que venan en camino desde Cap-Haitien. Pero dado que no haba peligro de muerte para l, no fue necesario hacerlo de esa manera y se esper a la llegada de los refuerzos. Pasados unos minutos, me pude percatar de una leve herida en mi brazo izquierdo, y me sent afortunado de haber salido con vida de esa emboscada. Todo militar sabe que una emboscada est concebida para aniquilar a sus vctimas. Puedo decir que gracias al instinto de supervivencia, a nuestro entrenamiento y por supuesto a Dios, pudimos darle vuelta la mano al destino y sobrevivir al menos esta vez.
Daos provocados por la salida de un proyectil frente al asiento del Cabo Molina.
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El Cabo Segundo IM Miguel Espinoza Huala, era el segundo en la sucesin de mando en el grupo de hombres que junto al Subteniente Recasens, se encontraban en el vehculo que fue atacado la tarde del 14 de diciembre del ao 2005. Su accionar durante los hechos sucedidos esa tarde fue decisivo, ya que al encontrar una buena posicin en el terreno logr hacer fuego efectivo sobre los atacantes, provocando su huida. Despus de esto y ante la situacin en que se encontraba el Subteniente herido, tom el control de los hombres logrando regresar rpidamente al cuartel. El Cabo Espinoza nos cuenta lo sucedido de acuerdo a su visin de los hechos:
Despus de que logramos salir del empantanamiento, con ayuda de los haitianos transentes, proseguimos con nuestro regreso a la localidad de Plaisance. Mientras el vehculo avanzaba, yo conversaba con los cabos Muoz y Martnez respecto a lo malo del camino. Todos coincidamos en que no queramos sufrir otro empantanamiento ya que estbamos llenos de barro y al menos a m me preocupaba el estado de mi cmara digital, la que colgaba de mi correaje. Varias veces el vehculo pareci deslizarse en el barro de un lado a otro, por lo que tratbamos de culpar a alguien de nuestra mala suerte, suponiendo que con nosotros seguramente viajaba un Massisi (En kreolle, hombre que no tiene bien definido su gusto por las mujeres). Luego de unos minutos de camino escuch un disparo y pens que a alguien se le haba escapado un tiro o algo as y pude apreciar las caras de interrogacin de quienes bamos en la parte posterior del vehculo. Un segundo despus escuche otro tiro, entonces alguien grit Nos estn disparando! Tirarse al suelo!. En ese momento todos nos tiramos al piso del jeep y pude sentir como, un segundo despus, los dems pasaban por encima mo para salir del vehculo, todo esto en medio de una ensordecedora balacera. Una vez abajo, mientras todos disparbamos al aire, mis dems compaeros apuntaban hacia el lado izquierdo del jeep y yo, por mi parte intent cubrir el lado derecho. En ese momento y durante una fraccin de segundo se present en mi memoria la imagen de mi esposa Carol y pens que probablemente alguno de nosotros no saldra vivo de esta situacin. Creo que esta fraccin de segundos me sirvi para despedirme de mi esposa, por lo que me sent aliviado, libre de toda responsabilidad o amarras en la tierra y por lo tanto dispuesto a enfrentar lo que el destino tuviera en mente para m. Como el ensordecedor ruido de los disparos continuaba, trat de visualizar algn haitiano armado en el bosque inmediatamente al frente mo y mientras haca esto record mi fiel cmara fotogrfica y con gran pesar me di cuenta de que no estaba en su lugar.
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Observ dentro del jeep y ah estaba, as que estirando un brazo la recuper y la guard en el correaje desde donde nunca debi salir. En ese instante, mientras el radio operador intentaba establecer enlace con el puesto de mando en Plaisance y el Subteniente Recasens le gritaba que pidiera refuerzos. Mientras tanto yo gritaba en kreolle a nuestros agresores pidindoles que dejaran de disparar ya que ramos amigos y de Naciones Unidas. De pronto, mir hacia el jeep y pude ver que Recasens estaba ensangrentado en su trax a la altura del estmago por lo que present que la situacin era insostenible, que era inminente que todos resultramos muertos, por lo que era urgente hacer algo para revertir la situacin. Decid cruzar al otro lado del camino para buscar una posicin en una zanja que se poda apreciar junto a un rbol. As que pens cruzo o muero y corr hacia el otro lado mientras escuchaba el aumento del volumen de fuego por parte de mis compaeros y nuestros agresores. Al llegar a la posicin escogida me sent ms seguro ya que estaba detrs de un rbol y en una zanja. Tom mi fusil abrazndolo con ambas manos, me acomod el casco y respir profundamente. Tras recuperar el aliento me asom por el lado del rbol y pude apreciar a mis compaeros parapetados junto al jeep y, en una pequea elevacin del terreno, un arbusto en cuyo interior haba una persona tendida apuntando hacia mis compaeros y disparndoles. Al mirar nuevamente la escena junto al jeep pude ver sus caras desfiguradas por la adrenalina del momento. El Subteniente Recasens estaba en el suelo junto al Cabo Martnez que trataba de visualizar a los atacantes mientras Molina avanzaba agazapado por el camino, mirando hacia todas partes. Como era evidente que no vea a la persona que disparaba desde el arbusto, tem por su vida y comenc a gritarle que saliera del camino y se refugiara junto al jeep, ante lo que l reaccion oportunamente regresando al vehculo. Agazapado, avanc unos metros por la zanja y busqu un lugar que me diera encubrimiento y me permitiera apuntar al blanco detectado anteriormente, lo que hice en dos oportunidades disparando sin lograr efectividad. Me sent abrazando el fusil con ambas manos tratando nuevamente de recobrar el aliento y poder apuntar mejor. En ese momento observ el mecanismo de puntera del fusil y lo ajust a la distancia que pude apreciar, que era no ms all de 100 metros, me arrodill para ver mejor el blanco y dispar nuevamente, esta vez en forma efectiva, pudiendo apreciar el movimiento que gener mi disparo en el objetivo. Despus pude apreciar que el fuego de nuestros agresores haba cesado y en cosa de segundos pude ver a una seora que se acercaba con su tpica
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carga en la cabeza segn la usanza haitiana, junto a otros dos jvenes. Le ped que se retirara del sector, pero ella insisti en que aquellos que nos haban atacado ya se haban replegado. Me acerqu al jeep dicindole al conductor, el Cabo Molina, que se subiera al vehculo para poder irnos, orden que tuve que repetir varias veces ya que l me planteaba su inseguridad al respecto dadas las circunstancias. En forma mucho ms enrgica le repet que tomara el vehculo para salir del lugar y que yo lo cubrira en caso de un nuevo ataque, lo que finalmente obedeci, echando a andar el motor. Orden a los dems que subieran al Subteniente herido y que ellos tambin abordaran el vehculo para poder salir del lugar. Una vez que el jeep comenz a andar me aproxim y todos estaban a bordo, orden que nos furamos y que todos dispararan al aire para evitar cualquier intento de un nuevo ataque. Ms adelante y una vez que salimos de la zona de peligro, grit Colocar seguro!, a lo que todos respondieron Seguro!, luego de lo que ya me pude percatar que la amenaza haba pasado al menos por ese momento. De regreso a nuestra casa en Plaisance y tras bajarnos del jeep, alejamos a la gente que normalmente estaba cercana a nosotros y cubrimos un dispositivo de seguridad mientras se estacionaba el vehculo. El Subteniente Recasens baj caminando hacia el interior de la casa, cayendo en un momento arrodillado para luego ser atendido por quienes desde el interior llegaban a recibirnos. Observaba esta escena sin dar crdito a lo que haba ocurrido, considerando que, en lo personal, siempre trat de ser lo ms amable y cercano al pueblo haitiano y sintiendo mucha indignacin por la retribucin que recibimos, la que puso en riesgo nuestras vidas. Al da siguiente se efectu un reconocimiento al lugar de la emboscada junto al comandante de compaa, en donde pude apreciar la efectividad del disparo que efectu el da anterior, al encontrar un gran charco de sangre en el lugar. En ese momento ante la cierta probabilidad de haber matado a la persona a quien dispar, sent cierto peso sobre mi conciencia, y mi cuestionamiento obvio fue respecto al sentido de la muerte de esa persona producto de un disparo efectuado por m. Y a pesar de que llevar este peso a la tumba, creo que lo nico que me reconforta es haber actuado en forma correcta y para la defensa de mi propia vida y la de mis camaradas, todo esto en contribucin a la paz de Hait.
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Fotografa tomada posteriormente en el lugar desde donde el Cabo Espinoza dispar a los agresores.
Todo esto sucedi sin que nuestro pas se percatara en toda su magnitud de la importancia del hecho ni de las consecuencias para la salud de nuestros compatriotas que, valientemente se defendieron del ataque de un grupo anarquista. El comn del chileno slo supo que haba un marino herido en una mano en Hait, quizs sin saber de qu se trat realmente. Mientras ocurra el ataque a la pequea patrulla del Subteniente Recasens, en Cap-Haitien se continuaba con el normal desarrollo de las tareas del batalln y de los recin llegados infantes de marina.
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Pero el normal desarrollo de las actividades propias de los Peacekeepers chilenos, se vio interrumpida cuando a travs de los equipos de radio se recibieron los primeros informes respecto a lo sucedido en Plaisance. El Teniente Primero IM Pablo Valds, quien como se mencion anteriormente, era el comandante de la compaa de fusileros de Infantera de Marina, se encontraba en el cuartel Carrera, desde donde inform lo sucedido a su segundo comandante, el Teniente 2 IM Pedro Baus, dndole las instrucciones para organizar a la compaa en dos partes: la primera se dirigira a Plaisance a cargo del comandante de compaa y la segunda se quedara en CapHaitien a cargo del Teniente Baus. En el cuartel de los infantes de marina, se encontraba el Sargento Primero Juan Araya Mauln, quien era el segundo comandante de la primera seccin de la compaa de infantes de marina. El Sargento Araya fue notificado para hacerse cargo de la unidad de reaccin de la armada para acudir al lugar de la emboscada. Diez minutos despus de recibir esta sorpresiva orden sala en direccin a una incierta misin y as nos resume su experiencia al respecto: Acabbamos de llegar de un patrullaje en Cap-Haitien y nos encontrbamos descansando en el cuartel Prat. Unos minutos despus, el Teniente Baus me inform que por orden del Teniente Valds tomara el mando de una seccin que se dirigira a Plaisance. As que me equip rpidamente, dndome el tiempo para tomar la foto de mi familia para guardarla en el interior de mi chaleco antibalas, ya que la nica informacin con que contaba en ese momento era que haban atacado a una patrulla en Plaisance, que haban tres heridos y que nosotros acudiramos al lugar. Sal al patio del cuartel, donde el resto de la unidad estaba formada mientras se les entregaba municin, raciones de combate, agua, etc., todo esto en un ambiente de gran tensin e incertidumbre. El Teniente Baus, quien era el segundo comandante de la compaa, intentaba apurar al mximo la maniobra de embarque. Por mi parte yo me preocupaba de que antes de salir, todos tuvieran dos placas de kevlar (proteccin antibalas) y no slo una como haban sido asignadas, para as protegernos no slo el pecho, sino tambin la espalda. Posteriormente nos dirigimos en nuestros camiones ACL-75 al cuartel Carrera, donde se encontraba la plana mayor y donde nos embarcaramos en
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dos carros Mowag para en ellos dirigirnos a la localidad donde se encontraban nuestros camaradas recientemente atacados. En ese lugar organic a la gente y distribu la municin para los dos carros en que seramos transportados. La principal precaucin que tom fue que en ambos carros quedaran distribuidos uniformemente tanto la cantidad de personal como el tipo de armamento y municin para que en caso de ser atacados, cada equipo tuviera la suficiente autonoma. Una vez que el Teniente Valds recibi las ltimas indicaciones por parte del comandante del Batalln, se embarc junto a la Partida de Seguridad y Bsqueda de Informacin compuesta por Comandos IM al mando del Teniente Prez y juntos iniciamos el camino a Plaisance. Durante el viaje iniciado aproximadamente a las 19:30 horas, pudimos comprobar la resistencia de los vehculos y la habilidad de sus conductores quienes a gran velocidad avanzaban hacia nuestro lugar de destino, desconocido para nosotros, excepto por lo que habamos visto en los mapas. El nerviosismo aumentaba a cada instante y nadie hablaba en el interior de los vehculos. Slo se escuchaba la voz del Teniente Valds quien a cada momento informaba que quedaba poco para llegar. Una vez que llegamos a la casa en Plaisance donde se encontraba la patrulla al mando del Subteniente Recasens, el Teniente Valds junto al personal de mdicos, descendieron de los vehculos y se dirigieron a ver a los heridos. Mientras tanto, yo dispuse la adopcin, por parte de mi unidad de un dispositivo de seguridad en el rea. Minutos despus, embarcaron a los heridos en uno de los carros Mowag y fueron trasladados a Cap-Haitien junto al personal de mdicos. Una vez evacuados los heridos, iniciamos un estricto rgimen de control de todos los vehculos que entraban y salan de la localidad. El primer vehculo detenido era un camin que transportaba carga y personas, de manera que hicimos que todos descendieran para registrarlo. Con gran sorpresa nos dimos cuenta que bajo el asiento del copiloto se encontraba un bulto envuelto en una polera que, en su interior, esconda dos armas: una pistola y un revolver, ambos con su municin de 9 y 38 milmetros respectivamente. El armamento fue requisado y su dueo detenido y posteriormente entregado a la Polica Nacional de Hait.
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El personal fue organizado para continuar con el control de los vehculos durante un perodo de cinco das. Al da siguiente, nos dirigimos al lugar de la emboscada donde se reconstituy lo sucedido. Como resultado de esto pudimos encontrar dos lugares con charcos de sangre, presumiblemente de los agresores. Tambin tres cargadores con municin de 7.62 y 5.56 milmetros. Posteriormente la Partida de Seguridad y Bsqueda de Informacin comenz a desarrollar su trabajo intentando obtener el mximo de datos que nos permitieran identificar a los agresores. Al cuarto da de operaciones en Plaisance fui asignado a esta partida efectuando una serie de exhaustivos patrullajes a pi en toda el rea de la emboscada. Recopilada cierta cantidad de informacin se decidi efectuar un patrullaje al sector conocido como Cascade, declarada zona roja y donde no haba presencia de Naciones Unidas ni de polica haitiana, pues se supona que de ese sector eran los agresores. La patrulla estaba al mando del Teniente Prez y conformada por nueve comandos y el intrprete Dessalines. Despus de aproximarnos al sector en un Mowag, descendimos para iniciar nuestro difcil patrullaje a pie que intentara alcanzar la suficiente altura para desde ah iniciar la revisin del terreno hacia abajo. El calor y la humedad eran realmente insoportables y cuando dejamos atrs al carro blindado nos sentimos a merced de cualquier ataque, por lo que nuestro armamento estaba listo para disparar y nuestros sentidos estaban en un cien por ciento alertas a lo que pudiera suceder. Como medida de proteccin y control durante el desplazamiento, nuestro comandante de compaa se situ siempre en una altura superior a la de nosotros desde donde con la ayuda de un francotirador explorador, controlaba y aseguraba nuestro desplazamiento. La jornada completa dur 10 horas continuas, luego de las que regresamos a la zona donde nos esperaban los carros blindados en los que nos dirigimos a Plaisance, sin obtener resultados positivos respecto a algn sospechoso de haber efectuado el ataque unos das antes. Finalmente, debo decir que si bien nunca me caracteric por ser un devoto religioso, desde el momento en que me desplazaba a Plaisance y dadas las circunstancias, sent la profunda necesidad de entregar mi destino y el de mis seres queridos a alguien que tuviera la potestad para intervenir en l
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para protegerme, ya que poda apreciar que a pesar de mis capacidades y entrenamiento no estaba en mis manos evitar encontrarme con un disparo que algn desconocido sin siquiera conocerme apuntara hacia m. Y creo que pude descubrir en ese momento que ese alguien con la potestad necesaria no es otro sino Dios. Respecto a lo profesional puedo decir con orgullo que el profesionalismo de nuestra Infantera de Marina fue reconocida por fuerzas armadas de otros pases como de Espaa, Uruguay, Argentina, Per, Francia y otros, quienes nos expresaron en repetidas oportunidades la grata impresin que se llevaban al conocer la forma de trabajo de los infantes de marina chilenos, por detalles como su personalidad generalmente alegre, sin quitar espacio a su seriedad en el cumplimiento del deber; por la forma de celebrar sus tradiciones como las Glorias Navales; cualidades que adems significaron (salvo lo ocurrido en Plaisance), la amistad y el respeto del pueblo haitiano. Terminados cinco das de patrullas en Plaisance, se orden el repliegue de la unidad de reaccin y de la partida de seguridad y bsqueda de informacin, quedando en dicha localidad una patrulla de quince hombres que continu con sus tareas normales de proteccin del pueblo y sus cercanas. Esta es la historia de nuestros compatriotas que fueron emboscados en Hait, infantes de marina chilenos, que cumpliendo con su deber tuvieron que enfrentar la situacin ms extrema a la que se puede exponer un ser humano: enfrentar a la muerte. Es importante destacar, sin quitar gravedad a los hechos relatados, que lo sucedido en Plaisance constituye un hecho aislado que nada tiene que ver con la normal relacin del Soldado chileno y el pueblo haitiano, quienes durante el desarrollo de la misin de paz han aumentado su mutuo conocimiento y amistad. Es por eso que no existen sentimientos de rencor, sino ms bien se comprende y lamenta la existencia de grupos que, como en muchas partes del mundo, en nada contribuyen al trabajo para un mejor futuro. Un futuro que podamos regalar a nuestros hijos y a los hijos de Hait, un futuro de paz.
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Mision cumplida
Gran cantidad de personal de la Armada de Chile, especialmente infantes de Marina, han participado durante los ltimos aos en la Misin de Estabilizacin de Naciones Unidas en Hait MINUSTAH, permaneciendo en dicho pas por un perodo de seis meses. En el momento que el personal de la Armada es designado para desplegarse a Hait, pasa a formar parte de una organizacin especial, denominada Unidad de Tarea, para as diferenciarla con fines administrativos y operativos del resto de las unidades de la Armada. Por lo tanto, aunque formen parte del Batalln Chile, pertenecen a una Unidad de Tarea de la Armada, denominada con dos letras. La primera de estas letras es la H, por Hait y la segunda es una letra del alfabeto fontico asignada en forma cronolgica. Por esto, el primer grupo de marinos desplegados en Hait, conform la Unidad de Tarea Hotel Alfa. Por su parte, el personal del destacamento Cochrane, de Punta Arenas, en su mayora conform la Unidad de Tarea Hotel Delta, correspondiente al cuarto relevo en Hait. Es por eso que presento el discurso de bienvenida del entonces comandante del Cochrane, Capitn de Navo IM Juan Sielfeld Figueroa, quien, al recibir al personal de la Unidad de Tarea Hotel Delta, a su regreso de Hait en julio del ao 2006, en una ceremonia que cont con las mximas autoridades de la Tercera Zona Naval, y con la presencia de los familiares que se reencontraban con sus padres, esposos o hermanos despus de sus seis meses de despliegue en Hait, expres: Basado en el profundo caos poltico y del serio debilitamiento de los poderes del Estado, lo que a su vez llev a un tremendo nivel de pobreza a su poblacin y al aprovechamiento arbitrario, de grupos que quedaron fuertemente armados, es que Naciones Unidas decide adoptar el empleo de una fuerza multinacional para la estabilizacin de Hait. Junto a otros pases como Brasil y Argentina, Chile ha adquirido un compromiso muy importante con la hermana nacin caribea de Hait, al conformar parte de esta fuerza de Naciones Unidas. La misin de naciones unidas para lograr la estabilizacin de Hait ha sido denominada MINUSTAH.
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El centro de gravedad del contingente chileno lo conforma el Batalln Chile. La Armada, contribuye aportando 14 oficiales y 157 gente de mar a este Batalln. Su labor ha sido de suma importancia en el cumplimiento de los desafos definidos por MINUSTAH y ha mejorado notablemente las condiciones de bienestar de la poblacin, a travs de un trabajo serio, con alto grado de profesionalismo y de compromiso por parte de sus integrantes. El contingente chileno como parte de Naciones Unidas, gradualmente ha contribuido a establecer el orden interno en el pas. Inicialmente, se control el abuso de poder existente entre la ciudadana, se efectu el acantonamiento del armamento disperso y de posesin ilegal, se increment el funcionamiento de la polica para obligar al buen cumplimiento de las leyes, se proporcion un ambiente adecuado de seguridad que permitiera el desarrollo de un proceso eleccionario democrtico, y actualmente se brinda el entorno ms adecuado posible, para que el gobierno del presidente Preval, recientemente electo, pueda realmente gobernar y comenzar lentamente con una evolucin positiva de su pas. Aqu al frente tenemos formados a parte de la Unidad de Tarea Hotel Delta, quienes han regresado a su Patria y a su hogar, luego de seis meses de despliegue en el rea de misin. A contar del primero de agosto del ao 2005, la Unidad de Tarea Hotel Delta fue organizada en su mayora con personal de esta Unidad IM, comenzando en este lugar con un entrenamiento orientado a las tareas que deberan cumplir en Hait. Luego, en los meses de octubre y noviembre de ese ao, la Unidad de Tarea Hotel Delta fue concentrada en el Centro de Apoyo Logstico del Cuerpo IM, en Concn, con el objeto de realizar el entrenamiento conjunto especfico del Batalln Chile, y as, cumplir con las exigencias operacionales de la organizacin de Naciones Unidas, como tambin, para concretar los ltimos preparativos administrativos y de salud, de manera de estar en condiciones de iniciar el despliegue al rea de operaciones. En diciembre del ao 2005, se dio inicio a la comisin en Hait, la que en definitiva, ha concluido con el arribo de la Unidad de Tarea Hotel Delta al pas, el reciente 16 de junio. Esta tarea no fue fcil ni exenta de riesgos, hubo que desplegar un tremendo esfuerzo profesional, e incluso hubo que lamentar la existencia de dos heridos en combate. Estos son los desafos que nos impone la carrera y que todo marino debe estar en condiciones de superar.
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Hoy, tenemos frente a nosotros 43 soldados Infantes de Marina que han regresado de la misin de Naciones Unidas en Hait y que luego de tan larga jornada, sienten el orgullo y la satisfaccin de decir Misin Cumplida!, lo que se ve incrementado con la felicidad de reencontrarse con sus seres queridos, quienes permanecieron al cuidado de la familia en esta zona austral. Es justo reconocer el esfuerzo realizado por las familias, ms particularmente por las seoras esposas de este personal, quienes debieron mantener el normal funcionamiento del hogar y el adecuado cuidado de los hijos, sin la valiosa ayuda del marido. Todos aquellos que estamos casados y constituimos un matrimonio, comprendemos lo complicado que significa esta tarea. Autoridades y Familiares presentes: Debemos recordar que las operaciones de mantenimiento de la paz, en sus diferentes modalidades, continan siendo el instrumento clave con que cuenta la Organizacin de las Naciones Unidas, para el resguardo de la paz mundial. La creciente participacin de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile en las operaciones de mantenimiento de la paz, representa una forma concreta de apoyo a la poltica exterior del Estado chileno, en lo relativo al mantenimiento y promocin de la paz mundial, como asimismo, incrementa la presencia internacional de nuestro pas. Es por esto que ustedes, integrantes de la Unidad de tarea Hotel Delta, deben sentirse plenamente orgullosos de haber contribuido en alguna medida, al cumplimiento de estos nobles objetivos. Vayan las felicitaciones del seor Comandante en Jefe de la Tercera Zona Naval y de los Comandantes de Unidades y Reparticiones aqu presentes, a cada uno de ustedes y a su respectivo grupo familiar, desendoles que tengan un merecido descanso y que disfruten plenamente del tan ansiado regreso a la Patria. Al escribir las ltimas lneas de este libro, se vive ya el mes de mayo del ao 2007. Transcurridos varios aos desde que viviera las experiencias relatadas a ustedes, es preciso entregar, adems de las historias, algunas reflexiones personales.
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Habiendo participado en las actividades iniciales de establecimiento de la Misin de Naciones Unidas para la Estabilizacin de Hait (MINUSTAH), puedo decir que, en ese entonces, tuvimos la fortuna de no haber sido obligados a hacer uso de las armas para salvaguardar nuestras vidas o las de aquellos que protegamos, como respuesta a algn ataque indiscriminado de rebeldes haitianos. Lo que finalmente me ha hecho comprender como Soldado, el valor de nuestra sola presencia como trabajo a favor de la paz, cuyo enemigo declarado en esta ocasin, era precisamente la violencia. Sin embargo hay quienes lamentablemente no corrieron la misma suerte. Actualmente y desde 2006, se encuentra desplegada en la ciudad ms peligrosa de Hait, Puerto Prncipe, una seccin de infantes de marina, la primera de las cuales estuvo al mando del Subteniente Soffia y quienes tal como sus posteriores relevos o como el Subteniente Recasens y sus hombres en aquella emboscada de diciembre del ao 2005, han debido, en contra de su propia voluntad, disparar defendiendo sus vidas de aquellos rebeldes haitianos que aparentemente an desean que en su pas reine la violencia y la muerte. Todos quisiramos que en el mundo reine la paz y la buena voluntad entre los hombres, sin embargo existen all afuera muchas personas dispuestas a emplear las armas para su propio beneficio. Mientras esto siga as, los ciudadanos comunes pueden confiar en que existen personas que por vocacin propia, y dndose cuenta de esta realidad humana, han decidido vestir el uniforme, tomar un arma y prepararse para defenderlos e incluso dar la vida donde y cuando la patria lo requiera. Hace unos das me encontr en Punta Arenas con la Cabo Mara Jimena Saldaa, quien se desempea actualmente como enfermera del Regimiento Pudeto, acantonado en Punta Arenas, ya est casada y pronta a ser madre. Cruzamos un par de palabras, cuando sbitamente, vino a mi mente el recuerdo de que hace algn tiempo atrs, en los ms recnditos caminos de Hait, y habiendo escuchado disparos de desconocidos en los alrededores, le orden al Sargento Schurch que la gente del camin preparara su armamento para ir en busca de quienes efectuaban los disparos, lo que llevaba implcita la clara posibilidad de morir. Esa noche, entre los que ocupaban el camin se encontraba la actual esposa y futura madre que tena ahora frente a mi. El ser humano es una creacin curiosa, maravillosamente formado y con casi infinitas posibilidades de desarrollo en diversos mbitos, capaz de dar vida a las ms hermosas sinfonas aun siendo prcticamente sordo, pinturas
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o esculturas de indescriptible belleza, es capaz incluso de dar vida a otro ser humano, dando con esto forma a aquello de ms preciado valor: La vida. Sin embargo tambin es capaz de emplear todas sus capacidades en dar muerte con maldad y crueldad a otros, haciendo que aquello que tiene ms valor para nosotros desaparezca para siempre. Estas son las paradojas del muchas veces mal llamado Ser Humano(que quiere decir comprensivo, sensible a los infortunios ajenos). Aquella madrugada, junto a la crcel de Pignon, mientras miraba el cuerpo sin vida del pobre haitiano llamado Clotaire Phillipe, pens tambin en cuantas veces di valor a cosas sin importancia, no habindome percatado de que me poda llamar afortunado, no por tener un mejor auto o ms dinero en mi cuenta corriente, sino por tener vida, la que me permitira a mi regreso a Chile poder ver a mis seres queridos otra vez y hoy ver a mi esposa cada maana, ayudarla en lo que yo pueda para hacerla feliz, para que juntos, una tarde disfrutando algn paisaje de nuestro bello pas podamos mirarnos y simplemente respirar, llenando un cofre invisible con nuestro tesoro de momentos felices, que si Dios lo permite, heredaremos a nuestros hijos. Conscientes del valor que significa tener la vida dentro de s, recuerden, queridos lectores, que son muy afortunados. En una muy valiosa conversacin con un infante de marina argentino, veterano de guerra de Malvinas, el Capitn de Fragata IM Carlos Ricardo Bianchi, l efectu la siguiente reflexin: el destino es aquello que se nos presenta en la vida y que no tuvimos ninguna opcin de cambiar, simplemente lleg, por otro lado el futuro es aquello que decidimos hacer respecto del destino que nos toc. Es as como el destino me llev, como a tantos otros a las lejanas tierras de Hait, poniendo frente a mi y a mis camaradas numerosas situaciones frente a las cuales tuvimos que decidir, pensando por supuesto en un futuro mejor para aquellas personas. Un Soldado chileno no podra pasar por alto el sufrimiento de un nio, de un aciano desprotegido o de los pobres. Creo que eso se lo debemos a nuestros padres, a nuestros profesores de educacin bsica, que hasta en las escuelitas ms pequeas y pobres le ensean a sus alumnos los valores morales bsicos, a los curitas de las iglesias ms alejadas y en general a nuestra cultura Patria, una Patria que sabe de luchas y sufrimientos, una Patria que sabe de solidaridad, que tuvo que luchar por su independencia y que gracias a la firme y valiente determinacin de un OHiggins, un Carrera o Rodrguez, podemos ver con orgullo que la misma bandera tricolor que ellos nos heredaron ha sido cosida a mano por la esposa de un Soldado chileno en su uniforme, un Soldado que destinado a servir en una tierra lejana, ayuda a otro pueblo a tener un futuro mejor.
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Por mi parte yo quise plasmar mis experiencias en este libro para transmitir a ustedes lo que sinti este Soldado al intentar cumplir su deber de la mejor forma posible. De tal forma que recuerden que estamos junto a ustedes, en forma silenciosa o casi desconocida para muchos chilenos, pero estamos aqu, trabajando da a da al servicio de la paz.
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