Comentario A Hechos de Los Apóstoles
Comentario A Hechos de Los Apóstoles
Comentario A Hechos de Los Apóstoles
Tendra Lucas pensado escribir un tercer volumen? Algunos afirman que la forma abrupta en que termina el libro de los Hechos as lo exige. Es posible que Lucas haya pensado en esto. Sin embargo, tambin puede ser que su ministerio haya sido detenido por el martirio, como afirma Gregorio Nacianceno. Al menos, permaneci junto a Pablo durante su segunda prisin mientras que otros lo abandonaron para salvar su propia vida. Pero la palabra "primero" no implica necesariamente que sea otro volumen. Lo que tenemos en el evangelio de Lucas y el contenido del libro de los Hechos se complementan de manera perfecta. El evangelio de Lucas nos da las buenas nuevas de la vida, muerte y resurreccin de Jess. Los Hechos nos muestran la continuacin de la obra del Evangelio en la primera generacin de la Iglesia. Esta obra del Espritu Santo nunca llegara a trmino durante esta poca. Tefilo "amante de Dios; amado por Dios" fue el que primero recibi este libro, como lo fue tambin con el Evangelio de Lucas. La Biblia no nos dice prcticamente nada sobre l, por lo que ha estado sujeto a mucha especulacin. Era el abogado que deba atender el caso de Pablo en Roma? No parece que sea as. En todos sus juicios anteriores, Pablo se haba levantado para hacer su propia defensa. Era un noble griego convertido bajo el ministerio de Lucas? Era un filsofo en busca de la verdad? Era Tefilo un ttulo, o un nombre de persona? No sabemos nada con seguridad, aunque este nombre era muy corriente. Lo ms probable es que fuera un amigo personal en quien Lucas poda confiar, porque leera el libro, hara copias y las hara circular. Las cosas que jess comenz a hacer y a ensear (1:1)
"En el primer tratado, oh Tefilo, habl acerca de todas las cosas que Jess comenz a hacer y a ensear".
El hecho de que el evangelio de Lucas tratara sobre lo que Jess "comenz a hacer y a ensear" nos muestra dos cosas. La primera, que la Iglesia tuvo sus comienzos en el Evangelio. El evangelio de Lucas termina con un grupo de creyentes convencidos. Jess "les abri el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras" (Lucas 24:25). Ya no era un grupo de discpulos fcil de dispersar, sino un cuerpo unido de adoradores que haban recibido un mandato y se hallaban esperando a ser investidos con poder de lo alto (Lucas 24:46-53). En otras palabras, ya eran la Iglesia. Como afirma con claridad Hebreos 9:15-17, la muerte y el derramamiento de la sangre de Cristo fueron los que hicieron efectivo el Nuevo Pacto. De esta manera, los creyentes que se hallaban a diario en el templo, especialmente en las horas de oracin (Hechos 3:1), bendiciendo (dndole gracias) a Dios, ya eran el Cuerpo del Nuevo Pacto. Lo segundo que nos muestra es que la obra de Jess no termin cuando l ascendi. Como ya se ha hecho notar, el libro de los Hechos nos presenta las
cosas que Jess comenz a hacer y a ensear por el Espritu Santo a travs de la Iglesia. Las instrucciones finales (1:2, 3)
"... hasta el da en que fue recibido arriba, despus de haber dado mandamientos por el Espritu Santo a los apstoles que haba escogido; a quienes tambin, despus de haber padecido, se present vivo con muchas pruebas indubitables, aparecindoseles durante cuarenta das y hablndoles acerca del reino de Dios"
Se ve con claridad tambin que Jess no ascendi hasta haberles dado mandamientos (mandatos, instrucciones) por el Espritu Santo a los apstoles que haba escogido (los escogidos para l, para que siguieran adelante con su obra). Aqu la palabra "apstoles" podra no estar limitada a los Doce, sino incluir tambin a otros "enviados", comisionados por Jess (como lo fueron los setenta en Lucas 10:1). Es evidente que incluye a aquellos a quienes Jess se mostr (se present) a s mismo (en formas definidas y en momentos determinados) despus de sus sufrimientos, dndoles muchas pruebas infalibles (pruebas positivas, seales seguras, evidencia inequvoca y convincente) de que estaba vivo. En estas apariciones demostr con claridad que no era un espritu, ni un fantasma. Ellos lo tocaron. Les ense sus manos y sus pies dicindoles: "Yo mismo soy" (Lucas 24:28-43). Durante un perodo de cuarenta das, estuvo con ellos una y otra vez. No fueron visiones. Fueron apariciones personales, reales y objetivas de Jess. Ellos lo reconocieron y aprendieron de El con una comprensin real las verdades relacionadas con el Reino (Gobierno, poder real y autoridad) de Dios. Ahora entendan por qu tanto la cruz como la resurreccin eran necesarias para nuestra salvacin. Ambas eran revelaciones del grandioso poder y el amor de Dios. Algunos eruditos bblicos ven un paralelo entre estos cuarenta das y los cuarenta das durante los cuales Dios estuvo con Moiss en el monte Sina, entregndole la Ley. Ciertamente que la enseanza de Jess era una "ley" mejor (torah, instruccin). Pero ahora la enseanza era para todos, no en un lugar restringido como el monte Sina, sino en muchos lugares, y hasta a quinientos a la vez (1 Corintios 15:6). Hasta en el da de la resurreccin, haba otras personas con los apstoles en el aposento alto (Lucas 24:33) y recibieron su instruccin. Poco despus vemos que haba ciento veinte presentes (Hechos 1:15). Por tanto, las instrucciones definitivas de Jess nunca estuvieron limitadas a los once apstoles. La promesa del padre (1:4, 5)
"Y estando juntos, les mand que no se fueran de Jerusaln, sino que esperasen la promesa del padre, la cual, les dijo, osteis de m. Porque Juan ciertamente bautiz con agua, mas vosotros seris bautizados con el Espritu Santo dentro de no muchos das."
El evangelio de Lucas condensa los cuarenta das posteriores a la resurreccin y salta hasta la exhortacin final a los ciento veinte para que se
quedaran (esperaran, se sentaran) en Jerusaln hasta recibir la promesa del Padre, que Jess mismo les haba hecho (Lucas 24:49; Juan 14:16; 15:26; 16:7, 13). En Hechos 1:4, Lucas va de nuevo al tiempo inmediatamente anterior a la ascensin. Jess los haba reunido. El griego indica que estaba compartiendo una comida con ellos. 3 En aquel momento, repiti el mandato, insistindoles en que no deban salir de Jerusaln. Esto era muy importante. El da de Pentecosts hubiera tenido poco efecto si slo dos o tres de ellos se hubieran quedado en la ciudad. No existe conflicto aqu entre este mandato y el dado el da de la resurreccin de marcharse a Galilea (Mateo 28:10; Marcos 16:7). Al comparar los evangelios podemos ver que inicialmente. Jess les orden a las mujeres que les dijeran a los discpulos que se fueran a Galilea. Debido a que no haban credo en realidad, Pedro y Juan fueron a la tumba. Dos de los otros discpulos (no de los Doce) decidieron irse a su casa en Emas, mientras que los dems se quedaron donde estaban. Jess se les apareci por la noche aquel mismo da y les ech en cara su incredulidad. Toms no estaba presente cuando Jess se les apareci, sin embargo, y se neg a creer el relato de su aparicin. Jess se les apareci de nuevo a la semana siguiente y llam a Toms para que creyera en El. Despus los discpulos, junto con Pedro, se encontraron con Jess en Galilea. Hubo una demora, pero Jess necesitaba tratar con Pedro. Todava cargaba con la culpa de haber negado a Jess y le hacan falta una humillacin especial y una nueva comisin tambin especial (Juan 21). Es probable que hubiera otras apariciones en Galilea (entre las cuales se hallara la de los quinientos), ya que Jess haba pasado mucho tiempo all durante su ministerio. Entonces, casi al final de los cuarenta das, los apstoles y los dems regresaron a Jerusaln, donde Jess les dio su enseanza final. (Lucas no menciona la visita a Galilea, posiblemente porque ya estaba descrita en otro lugar y su propsito era centrar la atencin en el da de Pentecosts que se acercaba.) Es especialmente significativo sobre la Promesa del Padre que Jess les diera sus instrucciones por el Espritu Santo (Hechos 1:2). El Jess resucitado estaba lleno del Espritu todava, como lo haba estado durante todo su ministerio anterior. As como el Padre dio testimonio de su Hijo cuando el Espritu descendi sobre El (y entr en El) de una manera especial, tambin el Padre dio testimonio de la fe de los creyentes derramando el Espritu Santo prometido que les dio poder para servir. El que se llame "la promesa del Padre" al don del Espritu, lo relaciona tambin a las promesas del Antiguo Testamento. La idea de la promesa es uno de los lazos que unen al Antiguo Testamento con el Nuevo. La promesa hecha a Abraham no era slo una bendicin personal y nacional, sino que en l y en su simiente todas las familias de la tierra seran bendecidas (Gnesis 12:3). Cuando Abraham crey (confi) en la promesa de Dios, su fe qued asentada como crdito a favor suyo en la cuenta de su justicia (Gnesis 15:6).
La historia de las relaciones de Dios con su pueblo es una revelacin gradual, hecha paso a paso. Primeramente promete la derrota de la serpiente antigua, el diablo, por medio de la simiente de la mujer (Gnesis 3:15). Despus les hace su promesa a los descendientes de Abraham, de Isaac, de Jacob, de Jud y de David. Finalmente, Jess aparece como el Hijo ms insigne de David, el David o Amado de Dios. (David significa "amado".) Jess les haba prometido ya este poderoso derramamiento del Espritu a sus seguidores (Juan 7:38, 39; y especialmente desde el captulo 14 hasta el 16). Tambin lo haba hecho Juan el Bautista, cuyo bautismo se limitaba a bautizar en agua. Ahora Jess, el prometido por Juan, los bautizara en el Espritu Santo (Marcos 1:8). Adems, Jess prometera tambin que "ocurrira pocos das despus" (despus de no muchos das). 5 Los tiempos y las sazones (1:6, 7)
"Entonces los que se haban reunido le preguntaron, diciendo: Seor, restaurars el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad."
En los Hechos y en las epstolas encontramos mucho ms acerca del Espritu Santo y de la Iglesia, que acerca del Reino. Pero el Reino fue parte importante de la enseanza de Jess. En Marcos 10:32-35 se habla de los sufrimientos de Jess, y de la solicitud de Jacobo y Juan de sentarse a su mano derecha y a su izquierda en el Reino. Esto nos muestra que la cruz lleva consigo la promesa del Reino. En Lucas 12:32 tambin les asegur a los discpulos que al Padre le haba placido darles el Reino. En el Nuevo Testamento, la palabra "reino" hace referencia en primer lugar al poder y el gobierno del Rey. La justicia, la paz y el gozo en el Espritu Santo son evidencias de que Dios es quien gobierna en nuestra vida, y de que estamos en su reino (Romanos 14:17). Pero esto no elimina la existencia de un reino futuro. Los discpulos estaban pensando en el gobierno futuro cuando interrogaron a Jess sobre la restauracin del reino a Israel. Conocan la profeca de Ezequiel 36:24-27. Tambin saban que la promesa de Dios a Abraham no inclua solamente a su simiente y la bendicin sobre todas las naciones, sino tambin la tierra. A travs de todo el Antiguo Testamento, la esperanza de la promesa de Dios a Israel est relacionada con la tierra prometida. Ezequiel, en los captulos 36 y 37, vio que Dios restaurara a Israel en la tierra, no porque lo mereciera, sino para revelar su propio nombre santo y su personalidad. Puesto que Ezequiel vio tambin al Espritu de Dios derramado sobre un Israel restaurado y renovado, la promesa del Espritu les hara recordar esto tambin. Por tanto, no era una simple curiosidad la que haba causado que los discpulos le hicieran preguntas a Jess sobre aquella parte de la promesa divina. Jess no neg que segua formando parte del plan de Dios la restauracin del Reino (el gobierno de Dios, la teocracia) a Israel. Pero aqu en la tierra,
ellos nunca conoceran los tiempos (momentos especficos) y las estaciones (ocasiones propicias) de esa restauracin. El Padre los haba puesto bajo su propia autoridad. El es el nico que sabe todas las cosas y tiene la sabidura necesaria para tenerlas todas en cuenta. Por tanto, los tiempos y las estaciones son un asunto de El, y no nuestro. En los tiempos del Antiguo Testamento, Dios no revel el tiempo que transcurrira entre la primera venida de Cristo y la segunda. Algunas veces, hasta los profetas saltan de una a la otra y regresan de nuevo casi en la misma declaracin. Note cmo Jess se detuvo en medio de Isaas 61:2 cuando lo estaba leyendo en Nazaret (Lucas 4:19). Juan el Bautista no reconoci esta diferencia de tiempos tampoco. Como Jess no trajo consigo los juicios que l haba previsto, se preguntaba si Jess sera el Mesas, o si sera otro predecesor como l mismo (Mateo 11:3). Pero Jess hizo las obras del Mesas y sus discpulos aceptaron la revelacin de que El es el Cristo (el Mesas), el Hijo del Dios viviente (Mateo 16:16-20). De vez en cuando. Jess les adverta a los discpulos que nadie conoce el da ni la hora de su regreso (Marcos 13:32-35, por ejemplo). Despus, cuando sus propios discpulos, durante aquella ltima ida a Jerusaln, suponan que el reino de Dios aparecera de inmediato. Jess les relat una parbola para sealarles que pasara largo tiempo antes de que El regresara con poderes reales a gobernar (Lucas 19:11, 12). En ella. Jess habla de un noble que se marcha a un pas lejano, con lo que est hablando de un largo tiempo. Aun as, es evidente que a los discpulos les cost mucho entender esto, no queran aceptar la realidad de que los momentos y las fechas no eran asunto de ellos. Poder para ser testigos (1:8)
"Pero recibiris poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espritu Santo, y me seris testigos en Jerusaln, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo ltimo de la tierra".
Entonces, qu tendran que hacer ellos? El versculo 8 tiene la respuesta. Recibiran poder despus de que el Espritu Santo descendiera sobre ellos (habiendo descendido el Espritu Santo sobre ellos), y deberan ser sus testigos, diciendo lo que haban visto, odo y experimentado (1 Juan 1:1). A partir de Jerusaln, llevaran su testimonio a travs de Judea y de Samaria, y hasta los confines de la tierra. Este programa de testimonio nos da tambin una verdadera tabla de contenido del libro de los Hechos. 7 Dios siempre quiso que los suyos fueran testigos. En Isaas 44:8 exhorta a Israel a dejar de sentirse temeroso. Aunque haba una encomienda de ser testigos suyos, el temor lo impeda. De esta forma, la nacin de Israel en su totalidad fracas en cuanto al testimonio que Dios quera realmente que diera. Los cristianos no tenemos por qu fallarle. El bautismo en el Espritu est a nuestra disposicin como experiencia que llena de poder. "Recibiris poder" (en griego, dynamis, gran poder). Aqu de nuevo se relaciona el poder con la promesa hecha a Abraham de que todas las familias de la tierra seran
bendecidas. Jess, en Mateo 24, insiste en que no podan esperar a que hubiera condiciones ideales antes de esparcir el Evangelio entre las naciones. Esta poca estara caracterizada por guerras, rumores de guerras, hambres y terremotos. Los seguidores de Jess deben salir a esparcir el Evangelio a todas las naciones en medio de todas estas calamidades naturales y todos los trastornos polticos. Cmo sera esto posible? Recibiran poder como consecuencia de haber sido llenos del Espritu. Este sera el secreto de su xito en la poca de la Iglesia, hasta su consumacin final, cuando Jess regrese. Por supuesto, esto pone la gran responsabilidad de ser testigos de Cristo sobre todos los que estn llenos del Espritu. Este mismo Jess (1:9-11)
"Y habiendo dicho estas cosas, vindolo ellos, fue alzado, y le recibi una nube que le ocult de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que l se iba, he aqu se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, " los cuales tambin les dijeron: Varones galileos, por qu estis mirando al cielo? Este mismo Jess, que ha sido tomado de vosotros al cielo, as vendr como le habis visto ir al cielo".
El momento cumbre del evangelio de Lucas es la ascensin de Cristo. Lucas 24:50 seala que Jess llev a sus seguidores hasta el monte de los Olivos, frente a Betania. Mientras los bendeca, fue levantado al cielo (esto es, tomado gradualmente, no arrebatado). Hechos aade que esto sucedi "vindolo ellos". No estaban soando; lo vieron irse realmente. Entonces, una nube no una nube ordinaria, sino sin duda una nube de gloria como la sheknah del Antiguo Testamento le recibi. El texto griego podra significar que la nube fue a colocarse debajo de l, y l subi sobre ella hasta que qued fuera de vista. Pero no slo dej la superficie de la tierra, sino que ascendi a la mano derecha del Padre, y an est presente en el cielo en forma corporal. Esteban lo vio all (Hechos 7:55). Despus de desaparecer Jess, los discpulos seguan de pie en aquel lugar llenos de asombro, con la vista fija en el lugar de los cielos al cual se haba ido. De pronto, dos hombres aparecieron junto a ellos con ropas blancas. El blanco es smbolo de pureza. Aunque aqu no se les llama ngeles, la suposicin general es que lo eran. Los ngeles son espritus, pero por lo general aparecen en la Biblia como hombres. Las ropas blancas nos recuerdan tambin a los ngeles que aparecieron en la tumba en el da de la resurreccin. Lucas los llama "varones" (Lucas 24:4), mientras que Juan se refiere a ellos llamndolos ngeles (Juan 20:12). Los ngeles preguntaron por qu estos discpulos, hombres de Galilea (slo Judas era de Judea) estaban all mirando al cielo. Esto quiere decir que estaban aguzando la vista, como si esperaran ver en el cielo dnde haba ido Jess. La primera venida de Cristo se haba consumado; su obra de redencin estaba completa. Pasara largo tiempo antes de que volviera, pero estara con ellos tan realmente como lo haba estado anteriormente (Mateo 28:20). Ahora, les haba dejado un encargo; una labor que realizar. Les haba dado rdenes
de esperar en Jerusaln la promesa del Padre y el poder para ser testigos. Deberan obedecer con la seguridad de que l regresara. La promesa de su regreso no poda ser ms enftica. Este mismo Jess... as vendr (de la misma manera) como le habis visto ir. l ya les haba dicho que regresara en las nubes (Marcos 13:26). Durante su juicio, se identific a s mismo con el Hijo de hombre de Daniel 7:13, 14, de quien Daniel dice que viene con las nubes. No es de extraar que su segunda venida siga siendo una de las motivaciones ms importantes de la vida cristiana. (Vea 1 Juan 3:2, 3) El Aposento Alto (1:12-14)
"Entonces volvieron a Jerusaln desde el monte que se llama del Olivar, el cual est cerca de Jerusaln, camino de un da de reposo. Y entrados, subieron al aposento alto, donde moraban Pedro y Jacobo, Juan, Andrs, Felipe, Toms, Bartolom, Mateo, Jacobo hijo de Alfeo, Simn el Zelote y Judas hermano de Jacobo. Todos stos perseveraban unnimes en oracin y ruego, con las mujeres, y con Mara la madre de Jess, y con sus hermanos".
El evangelio de Lucas describe que el regreso de los seguidores de Jess a Jerusaln se realiz "con gran gozo" (Lucas 24:53). Slo haba el camino de un sabbath (unos novecientos metros) desde el monte de los Olivos hasta la ciudad. (Compare con xodo 16:29 y Nmeros 35:5.) All, en un espacioso aposento alto, estaban parando los doce apstoles. Este puede haber sido el mismo aposento alto de la Ultima Cena, y de las apariciones del resucitado. Algunos creen que era el hogar de Mara, la madre de Juan Marcos, que es mencionado en Hechos 12:12, pero no hay prueba alguna de ello. Aqu Lucas nos llama la atencin sobre cinco cosas. 1. Los Once estaban unnimes nota un gran contraste con el celo exhibido antes de la crucifixin, cuando cada uno quera ser el mayor (Mateo 20:24). Como se mencion anteriormente. Jess trat con ellos todos despus de la resurreccin, y en especial con Pedro (Juan 21). Ahora, todos haban sido restaurados, y haban recibido un nuevo cometido; ya no albergaban conflictos ni celos. Todos tenan una sola mente y estaban unnimes. La expresin "unnimes" traduce la palabra griega homothumadn, una de las palabras favoritas de Lucas. La unanimidad es sin duda an hoy una clave importante para lograr la realizacin de la obra de Dios. 2. Todos perseveraban en oracin y ruego. Dentro de esto quedaba incluida la fidelidad a la asistencia al templo por la maana y por la tarde en las horas de oracin, y tambin la perseverancia en el aposento alto, que era su lugar central. Se mantenan en una atmsfera de oracin, y, tal como lo muestra Lucas 24:53, durante aquellos das, la oracin y la alabanza fueron su ocupacin principal. 3. Las mujeres se les unieron en oracin con la misma perseverancia. En realidad, aquellas mujeres estuvieron presentes todo el tiempo. En aquellos das, si haba un solo hombre presente, se usaba el pronombre masculino para
hablarle a todo el grupo. Aun cuando Pedro los llama hermanos (versculo 16), est incluyendo a las mujeres. Todos los judos comprendan esto. Pero Lucas quiere que los gentiles sepan que las mujeres estaban presentes y orando, por lo que las menciona de forma especfica. Entre ellas estaban Mara Magdalena, Salom, Juana, Mara y Marta de Betania, la madre de Juan Marcos, y otras.
4. Se hace mencin especial de Mara, la madre de Jess. Ella se hallaba presente porque Juan estaba cumpliendo con la peticin de Jess de que la tomara a su cargo. No estaba como dirigente, sino que simplemente se haba unido a los dems para orar y esperar la promesa del Padre. Podemos estar seguros de que recibi el Espritu, aunque sea sta la ltima vez que es mencionada en los Hechos. Algunas tradiciones afirman que muri en Jerusaln. Otras dicen que fue con Juan a Efeso y muri all.
5. Los hermanos de Jess se hallaban presentes, aunque antes de la crucifixin no haban credo en l (Juan 7:5). A pesar de esto. Jess se apareci especialmente a Jacobo, el mayor de sus hermanos (1 Corintios 15:7). Posteriormente, tanto Jacobo como Judas se convertiran en dirigentes de la iglesia de Jerusaln. (Vea Hechos 12:17; 15:13; 21:18; Calatas 2:9; Santiago 1:1; Judas 1.) Ahora estos hermanos se hallaban unnimes con los dems y esperando como ellos. La eleccin de Matas (1:15-26)
"En aquellos das Pedro se levant en medio de los hermanos (y los reunidos eran como ciento veinte en nmero), y dijo: Varones hermanos, era necesario que se cumpliese la Escritura en que el Espritu Santo habl antes por boca de David acerca de Judas, que fue gua de los que prendieron a Jess, y era contado con nosotros, y tena parte en este ministerio. Este, pues, con el salario de su iniquidad adquiri un campo, y cayendo de cabeza, se revent por la mitad, y todas sus entraas se derramaron. Y fue notorio a todos los habitantes de Jerusaln, de tal manera que aquel campo se llama en su propia lengua, Acldama, que quiere decir. Campo de sangre. Porque est escrito en el libro de los Salmos: Sea hecha desierta su habitacin, y no haya quien more en ella; y: Tome otro su oficio. Es necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Seor Jess entraba y sala entre nosotros, comenzando desde el bautismo de Juan hasta el da en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho testigo con nosotros, de su resurreccin. Y sealaron a dos: a Jos, llamado Barsabs, que tena por sobrenombre Justo, y a Matas. Y orando, dijeron: T, Seor, que conoces los corazones de todos, muestra cul de estos dos has escogido, para que tome la parte de este ministerio y apostolado, de que cay Judas por transgresin, para irse a su propio lugar. Y les echaron suertes, y la suerte cay sobre Matas; y fue contado con los once apstoles."
Es evidente que no todos los quinientos o ms que vieron a Jess en Galilea lo siguieron de vuelta a Jerusaln. De manera que unos ciento veinte entre hombres y mujeres regresaron despus de la ascencin y estaban unidos en
esta atmsfera de oracin. Pero hacan algo ms que orar. Tambin les prestaban atencin a las Escrituras. Lo que Pedro vio en las Escrituras hizo que se pusiera en pie y les hiciera ver que se haba cumplido la profeca de David hablada por el Espritu, con respecto a Judas, que les hizo de gua a los que arrestaron a Jess. Pedro reconoci que el Espritu Santo es el verdadero autor de la Palabra de Dios y que lo que deca David sobre sus enemigos se aplicaba a los enemigos de Jess, puesto que David es un tipo que seala hacia Jess. Lo trgico era que Judas haba sido enumerado entre los apstoles, como uno de los Doce. Haba recibido su parte en el ministerio de ellos. Haba sido enviado por Jess con autoridad para echar fuera espritus inmundos y sanar toda clase de dolencias y enfermedades (Mateo 10:1). Adems, se hallaba presente cuando Jess les prometi a los discpulos que se sentaran en doce tronos para juzgar (gobernar) a las doce tribus de Israel (Lucas 22:29, 30). En esta situacin, Pedro (o Lucas) aade una nota explicativa sobre la muerte de Judas, que difiere de la descripcin de los evangelios. Mateo 27:5 dice que Judas se fue y se colg. Puesto que Lucas haba investigado todo lo que se haba escrito, l lo saba, y obviamente, no vio que hubiera contradiccin. La crucifixin y el empalamiento en una estaca de punta aguda eran los dos mtodos corrientes de colgar a las personas. Por supuesto que Judas no poda crucificarse a s mismo. Pero poda levantar una estaca puntiaguda y tirarse sobre ella. No obstante, Pedro no pone tanto inters en lo que hizo Judas, como en el juicio de Dios. Por esto llama la atencin a la forma en que su cuerpo se revent y sus entraas se derramaron. Haba dos razones claras por las cuales el campo comenz a ser conocido como Acldama, el campo de sangre. Mateo 27:6-8 dice que los sacerdotes compraron el campo. Como fue comprado con el dinero que le haban dado a Judas, sin duda alguna lo compraron a nombre de l. Lo llamaron Acldama, porque las treinta piezas de plata eran precio de sangre, esto es, de la muerte de Cristo. Tambin lo llamaron campo de sangre, por la muerte violenta de Judas en l, ya que la sangre en el Antiguo Testamento hace referencia por lo general a la muerte violenta. Sin embargo, la atencin de Pedro se dirigi sobre todo a los salmos 69:25 y 109:8, especialmente a este ltimo. "Tome otro su oficio." Los Doce haban sido escogidos como testigos fundamentales de la enseanza de Jess. Tambin tendran puestos de autoridad en el reino por venir (Lucas 22:29, 30; Mateo 19:28). Necesitaban alguien para reemplazar a Judas. Tena que ser alguien que hubiera estado con ellos todo el tiempo, desde el bautismo de Jess hasta su ascensin. As sera, junto con ellos, un testigo directo de la resurreccin de Jess. Pedro seal las condiciones, pero todos hicieron la seleccin. Haba dos hombres que las cumplan a cabalidad. Uno de ellos era Jos, llamado Barsabs ("hijo del sabbath", nacido en un da de reposo), que como muchos judos, tena un nombre romano, lustus. (Nuestra Biblia lo traduce a su equivalente castellano "Justo") El otro era Matas. Eusebio, el historiador
eclesistico del siglo tercero, dice que era uno de los setenta enviados por Jess en Lucas 10:1. Para decidir entre ambos, los apstoles oraron primero, reconociendo que el Seor (Jess) saba cul era el que quera para que fuera el duodcimo apstol. l es el que "conoce los corazones" (Juan 2:24, 25). Tambin reconocieron que Judas haba cado por decisin propia y haba ido al lugar escogido por l mismo, esto es, al lugar de castigo. A continuacin, usaron el mtodo del Antiguo Testamento para distribuir suertes, probablemente siguiendo el precedente de Proverbios 16:33. Creyeron que Dios dominara por encima de las leyes del azar y mostrara su decisin por este medio. Sin embargo, el libro de los Hechos nunca vuelve a mencionar el uso de este medio. Despus de Pentecosts, confiaban en la orientacin del Espritu Santo. Algunos escritores modernos ponen en duda si Pedro y los dems estaran actuando correctamente, y dicen que se deba haber escogido a Pablo. Pero l fue el apstol de los gentiles, y nunca esper llegar a gobernar una de las tribus de Israel. Era apstol, igual en llamamiento y autoridad a los otros, pero nunca se incluy a s mismo en el grupo de los Doce (1 Corintios 15:7, 8). Lo cierto es que la Biblia presenta, sin comentario adverso alguno, que Matas fue contado con los once apstoles. En Hechos 6:2, todava est incluido en el nmero de los Doce. Aunque no se vuelve a mencionar su nombre, lo mismo sucede con la mayora de los dems apstoles. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el hecho de que Judas se convirtiera en un alma perdida hizo necesario que fuera reemplazado. Cuando Jacobo, el hermano de Juan, fue martirizado, no se escogi a nadie para ocupar su lugar (Hechos 12:2). Jacobo resucitara para reinar con los Doce en el reino por venir. Autor: Stanley M. Horton -Editorial Vida- ISBN 0-8297-1305-0
Los ciento veinte perseveraron en la oracin y la alabanza por diez das despus de la ascensin de Jess, hasta el da de Pentecosts. Este era el festival de la cosecha para los judos. En el Antiguo Testamento era llamado tambin la Fiesta de las Semanas (xodo 34:22; Deuteronomio 16:16), porque haba una semana de semanas (siete semanas) entre Pascua y este da. Pentecosts significa "quincuagsimo", y reciba este nombre porque en el quincuagsimo da despus de haber sido mecida la gavilla de los primeros frutos (Levtico 23:15) se mecan dos panes de primicias (Levtico 23:17).
Ahora se estaba completando Pentecosts, lo que llama nuestra atencin hacia el hecho de que el perodo de espera estaba llegando a su fin, y las profecas del Antiguo Testamento estaban a punto de ser cumplidas. Los ciento veinte estaban an unnimes y juntos en el mismo lugar. No faltaba ninguno. No se nos dice dnde se hallaba ese lugar, pero generalmente se considera que fuera el Aposento Alto que era su lugar de reunin (Hechos 1:13). Hay quienes, en vista de la declaracin de Pedro de que era la hora tercera del da (9 a.m.), creen que estaban en el Templo, probablemente en el patio de las mujeres. Ya hemos visto que los creyentes se hallaban de ordinario en el Templo a las horas de oracin. Uno de los prticos o columnatas cubiertas que se hallaban en los extremos del patio, hubiera proporcionado un buen lugar para que se reunieran y oraran en comn. Esto ayudara a explicar la multitud que se reuni despus del derramamiento del Espritu.
"Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llen toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentndose sobre cada uno de ellos."
De repente, sin advertencia alguna, lleg del cielo un sonido como el de un viento recio y poderoso (violento) o un tornado. Pero fue el sonido el que llen la casa y los hizo sobrecogerse, y no un viento real.
El viento les recordara las manifestaciones divinas del Antiguo Testamento. Dios le habl a Job desde un torbellino (Job 38:1; 40:6); un poderoso viento del este sec el camino a travs del mar Rojo, permitindoles a los israelitas escapar de Egipto sobre suelo seco (xodo 14:21). El viento fue tambin un smbolo frecuente del Espritu en el Antiguo Testamento (Ezequiel 37:9, 10, 14, por ejemplo). Jess mismo us el viento para hablar del Espritu (Juan 3:8).
El sonido del viento les indicaba a los presentes que Dios estaba a punto de manifestarse a s mismo y a su Espritu de una manera especial. El hecho de que fuera el sonido de un viento poderoso tambin les recordaba el poder prometido por Jess en Hechos 1:8, un poder destinado a servir.
De forma igualmente sbita, unas lenguas repartidas como lenguas de llamas o de fuego, aparecieron. Esto es, algo que pareca una masa de llamas apareci sobre todo el grupo. Entonces se dispers, y cada una de las llamas, que parecan como lenguas de fuego, se fue a colocar sobre la cabeza de cada uno de ellos, tanto hombres como mujeres. Por supuesto, no haba ningn fuego real, y nadie se quem. Pero el fuego y la luz eran smbolos comunes de la presencia divina, como en el caso de la zarza ardiente (xodo 3:2), y tambin la aparicin del Seor en medio del fuego en el Monte Sina despus de que el pueblo de Israel aceptara el Pacto Antiguo (xodo 19:18).
Algunos suponen que estas lenguas constituyeron un bautismo de fuego que traa consigo purificacin. Sin embargo, la mente y el corazn de los ciento veinte ya estaban abiertos al Cristo resucitado, ya estaban purificados, y estaban llenos de alabanza y gozo (Lucas 24:52, 53); ya respondan a la Palabra inspirada por el Espritu (Hechos 1:16), y ya se hallaban unnimes. Ms que purificacin o juicio, aqu el fuego significaba que Dios aceptaba el Cuerpo de la Iglesia como templo del Espritu Santo (Efesios 2:21, 22; 1 Corintios 3:16), y despus, que aceptaba a cada uno de los creyentes como templo del Espritu tambin (1 Corintios 6:19). Con esto, la Biblia aclara que la Iglesia ya exista antes del bautismo pentecostal. En Hebreos 9:15, 17 se nos muestra que fue la muerte de Cristo la que instaur el Nuevo Pacto. Desde el da de la resurreccin, cuando Jess sool sobre los discpulos, la Iglesia qued constituida como Cuerpo de un nuevo pacto.
Es importante notar que estos signos precedieron al bautismo pentecostal o dones del Espritu. No fueron parte de l, ni se repitieron en otras ocasiones en que el Espritu se derram. Por ejemplo, Pedro identific el derramamiento sobre los creyentes en la casa de Cornelio con la promesa de Jess de que seran bautizados en el Espritu, dicindoles que era el mismo don (Hechos 10:44-47; 11:17). Pero el viento y el fuego no estuvieron presentes. Parece que slo fueron necesarios en una ocasin.
"Y fueron todos llenos del Espritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, segn el Espritu les daba que hablasen."
Despus de reconocer a la Iglesia como el nuevo Templo, Dios derram su Espritu sobre ella. Jess habl de bautismo; ahora se habla de plenitud, es decir, experiencia plena. La Biblia usa diversos trminos para expresar esta realidad. Es derramamiento del Espritu, tal como profetizara Joel (Hechos 2:17, 18, 33); recepcin activa de un don (Hechos 2:38) y descendimiento del Espritu (Hechos 8:16; 10:44; 11:15).
En Hechos 10:45 es de nuevo derramamiento del don, y venida del Espritu sobre los creyentes. Son tantos los trminos usados, que no hay por qu suponer que el bautismo sea algo distinto de la plenitud. El Espritu es una persona. Por tanto, se trata de una experiencia que crea una relacin. Cada uno de los trminos lo que hace es revelar alguno de sus aspectos.
Puesto que estaban reunidos todos unnimes, cuando se dice que fueron llenados "todos", se est hablando de los ciento veinte. Hay quienes suponen que slo fueron llenos los doce apstoles. Sin embargo, fueron ms de doce las lenguas que se hablaron. Ms tarde, Pedro dira que Dios les haba concedido a los gentiles "el mismo don que a nosotros que hemos credo en el Seor Jesucristo". Esto nos sugiere que el Espritu descendi de la misma forma, no slo sobre los doce, sino sobre los ciento veinte y tambin sobre los tres mil que creyeron aquel da. Fue y es una experiencia para todos, aunque en el Antiguo Testamento slo haba sido para algunos.
Tan pronto como fueron llenos, los ciento veinte comenzaron a hablar en otras lenguas. Como en Hechos 1:1, la palabra "comenzaron" muestra que continuaron hacindolo despus, lo que indica que las lenguas eran el acompaamiento normal del bautismo en el Espritu Santo. Era el Espritu quien les daba que hablasen (les segua dando a hablar). Esto es, ellos eran quienes hablaban, pero las palabras no venan de su mente. El Espritu se las daba y ellos las decan valientemente en voz alta, y con una uncin llena de poder. Esta es la nica seal del bautismo en el Espritu que se repetira.
"Moraban entonces en Jerusaln judos, varones piadosos, de todas las naciones bajo el cielo. Y hecho este estruendo, se junt la multitud; y estaban confusos, porque cada uno les oa hablar en su propia lengua. Y estaban atnitos y maravillados, diciendo: Mirad, no son galileos todos estos que hablan? Cmo, pues, les omos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, en
Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de frica ms all de Cirene, y romanos aqu residentes, tanto judos como proslitos, " cretenses y rabes, les omos hablar en nuestras lenguas las maravillas de Dios. Y estaban todos atnitos y perplejos, dicindose unos a otros: Qu quiere decir esto? " Mas otros, burlndose, decan: Estn llenos de mosto."
Jerusaln era un centro cosmopolita al cual volvan muchos judos de la dispersin para establecerse en l. "Moraban" (versculo 5) generalmente quiere decir algo ms que una visita o una permanencia temporal. Sin embargo, puesto que era la fiesta de Pentecosts, podemos estar seguros de que haba muchos judos procedentes de todos los rincones del mundo conocido en Jerusaln en aquel momento. Estos eran personas devotas y temerosas de Dios, sinceras en su adoracin a Dios. En realidad, es probable que hubiera mayor nmero de ellos en Jerusaln en aquel momento, que durante la Pascua, puesto que la travesa del mar Mediterrneo era ms segura en esta estacin que en los meses anteriores.
A medida que el sonido de los ciento veinte que hablaban en lenguas se hizo ms alto y audible, se fue formando una multitud de personas que llegaban de todas las direcciones. Todos se sentan confundidos, porque cada uno los oa hablar en su propia lengua. La palabra "propia" es enftica aqu, y significa su propio lenguaje, el que usaba de nio. Lengua significa aqu un lenguaje diferente. No estaban hablando simplemente en una variedad de dialectos galileos o arameos, sino en diversos idiomas totalmente diferentes.
El resultado fue que se sintieron maravillados. Estaban confusos. Se sentan llenos de asombro y de temor, porque reconocan, probablemente por la forma en que vestan, que aquellos ciento veinte eran galileos. No podan comprender cmo cada uno de ellos los oa hablar su propio lenguaje, aqul en el que haba nacido.
Hay quienes consideran que el versculo 8 significa que los ciento veinte hablaban todos el mismo lenguaje en realidad, y que gracias a un milagro en la audicin, los que
componan la multitud oan aquello en su lengua materna. Pero los versculos 6 y 7 son demasiado especficos para aceptar esto. Cada uno los oa hablar en su propio dialecto, sin acento galileo alguno. No se hubieran sorprendido si los ciento veinte hubieran hablado en arameo o en griego.
Otros han supuesto que los ciento veinte hablaron en lenguas en realidad, pero que nadie los entendi. Proponen que el Espritu interpret las lenguas desconocidas en los odos de quienes los escuchaban, para que entendieran su propio idioma. Pero los versculos 6 y 7 desechan esta suposicin tambin. Hablaron idiomas reales, y estos fueron comprendidos realmente por una serie de personas procedentes de lugares distintos. Esto servira de testimonio sobre la universalidad del Don y la universalidad y unidad de la Iglesia.
Los lugares nombrados aqu como lugares natales de estos judos devotos, se hallaban en todas las direcciones, pero tambin siguen un orden general (con algunas excepciones), comenzando en el nordeste. Parta se hallaba al este del Imperio Romano, entre el mar Carpio y el golfo Prsico; Media estaba al este de Asiria; Elam, al norte del golfo Prsico en la parte sur de Persia; Mesopotamia era la antigua Babilonia, casi totalmente fuera del Imperio Romano. Babilonia tena una gran poblacin juda en la poca del Nuevo Testamento, y ms tarde se convirti en centro del judasmo ortodoxo (1 Pedro 5:13).
Se menciona la Judea porque los judos de all hablaban hebreo an, y deben haber estado asombrados con la falta de acento galileo. Tambin es posible que Lucas incluya con la Judea toda Siria, de hecho, todo el territorio de David y Salomn, desde el ro Eufrates hasta el ro de Egipto (Gnesis 15:18). Capadocia era una gran provincia romana en la parte central del Asia Menor; el Ponto era otra provincia romana en el norte de Asia Menor, sobre el mar Negro; Asia era la provincia romana que comprenda el tercio occidental de Asia Menor; la Frigia era un distrito tnico, parte del cual se hallaba en la provincia de Asia, y parte en la Galacia. Aos despus. Pablo fundara muchas iglesias en esta regin.
La Panfilia era una provincia romana situada en la costa sur del Asia Menor; Egipto, al sur, tena una abundante poblacin juda. El filsofo judo Filn afirm en el ao 38 d.C. que haba cerca de un milln de judos all, la mayora en Alejandra. Cirene era un distrito de frica al oeste de Egipto, junto a la costa mediterrnea (Hechos 6:9; 11:20; 13:1).
Haba otros presentes en Jerusaln que eran extranjeros (de paso, residentes temporales) en la ciudad, ciudadanos de Roma, tanto judos como proslitos (gentiles convertidos al judasmo). Haba tambin otros procedentes de la isla de Creta y de la Arabia, el distrito situado al este y sureste de Palestina.
Todos ellos estuvieron oyendo en sus propios idiomas las maravillosas obras (los actos poderosos, magnficos y sublimes) de Dios. Esto puede haber sido en forma de expresiones de alabanza a Dios por estas obras maravillosas. No se seala aqu que hubiera discursos o predicacin, aunque con toda seguridad la predicacin hubiera causado la salvacin de algunos (1 Corintios 1:21). Sin embargo, no hay memoria ahora ni en ningn otro momento, de que el don de lenguas haya sido usado como medio para predicar o ensear el Evangelio.
En cambio, los oyentes estaban maravillados (asombrados) y atnitos (perplejos, sorprendidos, completamente incapaces de comprender) sobre lo que significaba todo aquello. "Qu quiere decir esto?" sera literalmente "Qu ser todo esto?" Su pregunta expresa una confusin total, as como un asombro extremo. Comprendan el significado de las palabras, pero no su propsito. Por esto se hallaban confundidos con lo que oan.
Haba otros en la multitud que evidentemente no comprendan ninguno de aquellos lenguajes, y tomaron todo aquello como algo ininteligible. Entonces, como no podan comprender su significado, se apresuraron a deducir que aquello no tena sentido alguno. Por consiguiente, se dedicaron
a burlarse y a expresar gran mofa, diciendo que estos hombres (esta gente; aqu se incluan hombres y mujeres) estaban llenos (repletos, saturados) de mosto (vino dulce, vino nuevo). La palabra "mosto" traduce el griego glukous, del que derivamos nuestra palabra "glucosa" o azcar de uva. No es la palabra ordinaria para nombrar al vino nuevo, y probablemente represente a un vino embriagante hecho de una uva muy dulce. Pasara algn tiempo hasta que comenzara la cosecha de la uva en agosto, y el jugo de uva estuviera disponible de nuevo.
El texto griego indica que estaban haciendo gestos de burla, adems de proferir palabras. Algunos bebedores se ponen escandalosos, y es posible que esto fuera lo que pensaban quienes se burlaban de ellos. No debemos suponer que hubiera seal alguna de las que marcaban las licenciosas borracheras de los paganos. Su emocin principal segua siendo el gozo. Haban estado dndole gracias a Dios y alabndolo en su propio idioma (Lucas 24:53), y ahora el Espritu Santo les acababa de dar nuevos idiomas con los cuales alabarlo. Estamos seguros de que su corazn segua dirigindose a Dios en alabanza, aunque no comprendieran lo que estaban diciendo.
"Entonces Pedro, ponindose en pie con los once, alz la voz y les habl diciendo: Varones judos, y todos los que habitis en Jerusaln, esto os sea notorio, y od mis palabras. Porque stos no estn ebrios, como vosotros suponis, puesto que es la hora tercera del da. Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros das, dice Dios, derramar de mi espritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarn; vuestros jvenes vern visiones, y vuestros ancianos soarn sueos; y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos das derramar de mi Espritu, y profetizarn. Y dar prodigios arriba en el cielo, y seales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertir en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el da del Seor, grande y manifiesto; y todo aquel que invocare el nombre del Seor, ser salvo."
Cuando Pedro y los otros once apstoles (entre ellos Matas) se pusieron de pie, los ciento veinte cesaron de hablar en lenguas inmediatamente. Entonces, toda la multitud se dispuso a escucharlo. Todava bajo la uncin del Espritu, alz la voz y les habl. La palabra usada para el gesto de querer hablar de Pedro en este momento es la misma usada para la manifestacin en lenguas en Hechos 2:4. Con esto sugiere que Pedro habl en su propio idioma (arameo) segn el Espritu le daba que hablase. En otras palabras, lo que sigue no es un sermn, en sentido ordinario de la palabra. Por supuesto que Pedro no se sent a estudiar los tres puntos del sermn. Al contrario; su prdica es una manifestacin espontnea del don de profeca (1 Corintios 12:10; 14:3).
El discurso de Pedro iba dirigido a los judos y a los que habitaban en Jerusaln. Esta era una forma educada de comenzar, que segua sus costumbres, pero no echaba a un lado a la mujeres. Igual sucedera en los versculos 22 y 29.
Se puede notar que, a medida que los ciento veinte continuaban hablando en lenguas, las burlas iban aumentando, hasta que la mayora se estaban mofando de ellos. Hasta es posible que algunos de los que comprendan los idiomas se les hayan unido. Pedro no llam la atencin al hecho de que algunos los comprendieran. Slo les respondi a los que se burlaban.
No estaban ebrios, como supona la multitud, porque slo era la hora tercera del da, esto es, alrededor de las nueve de la maana. En realidad, ni el mismo mosto era muy fuerte. En aquellos tiempos, no haba formas de destilar alcohol o de hacer ms fuertes las bebidas. Sus bebidas ms fuertes eran el vino y la cerveza, y tenan la costumbre de diluir el vino con varias partes de agua. Hubiera hecho falta gran cantidad para que se embriagaran a horas tan tempranas. Tambin podemos estar seguros de que cualquiera que estuviera bebiendo no estara en un lugar pblico a esa hora. As fue como demostr que las palabras de los que se burlaban eran absurdas.
Entonces Pedro declar que lo que ellos vean y oan (2:33) era el cumplimiento de Joel 2:28-32 (Joel 3:1-5 en la biblia hebrea). Como el contexto de Joel sigue hablando sobre el juicio por venir y el final de los tiempos, algunos creen hoy que la profeca de Joel no se cumpli en el da de Pentecosts. Un escritor llega a decir que Pedro no quiso decir "Esto es lo dicho", sino ms bien "Esto se parece a lo dicho". En otras palabras, el derramamiento pentecostal slo se pareca a lo que suceder cuando Israel sea restaurada al final de los tiempos.
Sin embargo, lo que Pedro dijo fue: "Esto es lo dicho". Joel, como los dems profetas del Antiguo Testamento, no vio el tiempo que transcurrira entre la primera venida de Cristo y la segunda. Hasta es probable que el mismo Pedro no viera el tiempo que habra de transcurrir. Sin embargo, s vio que se acercaba la era mesinica, y probablemente tuviera la esperanza de que llegara muy pronto.
Pedro hace un cambio evidente en la profeca. Bajo la inspiracin del Espritu, especifica que la palabra "despus" de Joel 2:28 significa que el derramamiento tendr lugar "en los postreros das". Con esto reconoca que los ltimos das haban comenzado con la ascensin de Jess (Hechos 3:19-21). Con esto podemos ver que el Espritu Santo reconoce que toda la poca de la Iglesia comprende los "postreros das". Estamos en la ltima poca antes del rapto de la Iglesia, la restauracin de Israel y el reino milenario de Cristo sobre la tierra; la ltima poca antes de que Jess venga en fuego a tomar venganza en aquellos que no conocen a Dios y rechazan el Evangelio (2 Tesalonicenses 1:7-10).
La primera parte de la cita de Joel tiene una aplicacin obvia a los ciento veinte. Los muchos idiomas sealan con claridad la intencin de Dios de derramar su Espritu sobre toda carne. En hebreo, "toda carne" significa de ordinario toda la humanidad, como vemos en Gnesis 6:12."Carne" nos puede hablar tambin de fragilidad, y esto se encuadra dentro de la realidad de que el bautismo en el Espritu es una experiencia que da poder. El Espritu quiere darnos poder y hacernos fuertes.
No sabemos si hubo sueos o visiones mientras ellos hablaban en lenguas. Es posible que los hubiera. Pero en lo que se insiste repetidamente (versculos 17 y 18) es en que el Espritu se derramaba para que aquellos que quedaran llenos de l pudieran profetizar. Evidentemente, Pedro, por medio del Espritu, vio que las lenguas cuando son comprendidas, equivalen a la profeca (1 Corintios 14:5, 6). En la Biblia, profetizar significa hablar a nombre de Dios, como vocero o "boca" suya. (Compare con xodo 7:1 y xodo 4:15, 16.)
"Toda carne" se especifica ahora mencionando "vuestros hijos y vuestras hijas". No habra distincin en la experiencia pentecostal con respecto al sexo. Esto es otra indicacin de que los ciento veinte fueron bautizados en el Espritu, tanto hombres como mujeres.
Los jvenes veran visiones y los ancianos soaran sueos. No existira divisin con respecto a la edad. Tampoco parece haber distincin real alguna entre los sueos y las visiones. La Biblia usa indistintamente ambas palabras con frecuencia. Son por lo menos paralelas. (Vea Hechos 10:17; 16:9, 10; y 18:9, como ejemplos de visiones).
Hasta sobre los esclavos, tanto hombres como mujeres (que es lo que significan realmente las palabras "siervos" y "siervas") Dios derramara su Espritu. En otras palabras, el Espritu no tendra en cuenta las distinciones sociales. Aunque probablemente no hubiera esclavos entre los ciento veinte, en el Imperio Romano haba muchas regiones donde los esclavos componan hasta el ochenta por ciento de la poblacin. Ya llegara el cumplimiento de esta parte de la profeca.
Tambin es posible tomar el versculo 18 como una declaracin resumida: "Sobre mi iglesia de esclavos", paralela a los esclavos israelitas librados de Egipto por el grandioso poder de Dios. Todas las epstolas se refieren a los creyentes llamndolos siervos (literalmente, esclavos), ms que
discpulos. No pedan nada para s mismos, no reclamaban derecho alguno, y lo daban todo al servicio de su Amo y Seor. Hasta los hermanos de Jess, Jacobo (o Santiago) y Judas, se llaman a s mismos siervos (esclavos) del Seor Jess (Santiago 1:1; Judas 1).
Muchos interpretan simblicamente los versculos 18 y 19. Otros suponen que de alguna forma fueron cumplidos durante las tres horas de tinieblas que tuvieron lugar mientras Jess colgaba de la cruz. Ms bien parece que la mencin de las seales indica que el derramamiento y las profecas continuaran hasta que estas seales llegaran, al final de la era. Pedro tambin quiere decir que se pueden esperar estas seales con igual confianza que las ya cumplidas.
Podemos ver tambin el don del Espritu como las primicias de la era futura (Romanos 8:23). El corazn y la mente sin regenerar del hombre, no pueden concebir las cosas que Dios ha preparado para aquellos que lo aman. Pero "Dios nos las revel a nosotros por el Espritu" (1 Corintios 2:9, 10). La herencia que ser totalmente nuestra cuando Jess venga, no es ningn misterio para nosotros. Ya la hemos experimentado; al menos, en cierta medida. Como seala Hebreos 6:4, 5, todos los que han probado (experimentado realmente) el don celestial y han sido hechos partcipes del Espritu Santo, ya han gustado de la buena palabra (promesa) de Dios y los poderes (poderes extraordinarios, milagros) del siglo (la poca) por venir.
Algunos ven tambin en el fuego y el humo una referencia a las seales de la presencia de Dios en el monte Sina, como lo relata xodo 19:16-18; 20:18 y miran al da de Pentecosts como el momento en que fue dada una nueva ley o fue renovado el nuevo pacto. Sin embargo, como lo indica Hebreos 9:15-18, 26, 28, la muerte de Cristo fue la que hizo efectivo el nuevo pacto, y no hay necesidad de nada ms.
Entre las seales se incluye aqu la sangre (versculo 19), lo que hace referencia al aumento en el derramamiento de sangre, las guerras y el humo de las guerras
que cubrir el sol y har que la luna se vea roja. Estas cosas tendrn lugar antes del da grande y notable (manifest) del Seor. Forman parte de la poca presente. En el Antiguo Testamento, el da del Seor incluye tanto los juicios sobre las naciones del presente, como la restauracin de Israel con el establecimiento del reino mesinico. Pero a Pedro no le interesan estas profecas como tales en este momento. Lo que l quiere es que sus oyentes comprendan que el poder pentecostal del Espritu continuar derramndose a travs de toda esta poca. La poca de la iglesia es la poca del Espritu Santo; el don del Espritu seguir disponible aun en medio de las guerras y el derramamiento de sangre que tendrn lugar.
El versculo 21 seala el motivo del derramamiento. A travs del poder que traer consigo, la labor de conviccin del Espritu ser hecha en el mundo, no solamente al final, sino durante toda la poca, hasta el mismo momento en que llegue el gran da del Seor. Durante este perodo, todo el que invocare (pida ayuda para su necesidad, esto es, pida salvacin) el nombre del Seor, ser salvo. La expresin griega es fuerte: "todo aquel". Pase lo que pase; sean cuales sean las fuerzas que se opongan a la Iglesia, la puerta de la salvacin seguir abierta. El texto griego tambin indica que podemos tener la esperanza de que muchos respondern y sern salvos.
"Varones israelitas, od estas palabras: Jess Nazareno, varn aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y seales que Dios hizo entre vosotros por medio de l, como vosotros mismos sabis; a ste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificndole; al cual Dios levant, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Porque David dice de l: Vea al Seor siempre delante de m; porque est a mi diestra, no ser conmovido. Por lo cual mi corazn se alegr, y se goz mi lengua, y aun mi carne descansar en esperanza; porque no dejars mi alma en el Hades, ni permitirs que tu Santo vea corrupcin. Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenars de gozo con tu presencia. Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que muri y fue sepultado, y su sepulcro est con nosotros hasta el da de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le haba jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantara al Cristo para que se sentase en su trono, vindolo antes, habl de la resurreccin de Cristo, que su alma no fue dejada en el
Hades, ni su carne vio corrupcin. A este Jess resucit Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. As que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y os. Porque David no subi a los cielos; pero l mismo dice: Dijo el Seor a mi Seor: Sintate a mi diestra, Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Sepa, pues, ciertsimamente toda la casa de Israel, que a este Jess a quien vosotros crucificasteis. Dios le ha hecho Seor y Cristo."
El cuerpo del mensaje de Pedro se centra, no en el Espritu Santo, sino en Jess. El derramamiento pentecostal llevaba en s la intencin de dar un testimonio poderoso de Jess (Hechos 1:8; Juan 15:26, 27; 16:14).
Pedro llam primero la atencin sobre el hecho de que los habitantes de Jerusaln conocan a Jess, el hombre de Nazaret, y saban cmo Dios lo haba aprobado a beneficio de ellos con milagros (obras poderosas) y prodigios, y seales. Estas son las tres palabras usadas en la Biblia para referirse a los milagros sobrenaturales. Se refirieron a los diversos milagros que hizo Jess, especialmente en el Templo en las fiestas (Juan 2:23; 4:45; 11:47).
Este Jess, continu diciendo Pedro, vosotros lo prendisteis y matasteis por manos de inicuos (manos de hombres sin ley, hombres fuera de la Ley; esto es, los soldados romanos). Pedro no dud en hacer responsable de la muerte de Jess a la poblacin de Jerusaln, aunque tambin dej en claro que Jess haba sido entregado a ellos por el determinado consejo (la voluntad especfica) y anticipado conocimiento de Dios. Compare con Lucas 24:26, 27, 46. Si haban entendido a los profetas, deberan haber sabido que el Mesas tendra que sufrir. No obstante, Pedro no est tratando de hacer menor su culpa al decir esto.
Se debe sealar tambin que Pedro estaba habindoles ahora a judos de Jerusaln, muchos de los cuales haban gritado tambin:
"Crucifcale!" La Biblia nunca lanza este tipo de responsabilidad sobre los judos en general. Por ejemplo, en Hechos 13:27-29, Pablo, al hablarles a los judos de Antioqua de Pisidia, les atribuye cuidadosamente la crucifixin a los que habitaban en Jerusaln, y dice "ellos" en lugar de decir "vosotros".
Pedro aade rpidamente: "Al cual Dios levant". La resurreccin hizo desaparecer el estigma de la cruz y anul la decisin de los lderes de Jerusaln, al mismo tiempo que era tambin una indicacin de que Dios haba aceptado el sacrificio de Jess. Tambin por la resurreccin. Dios liber a Jess de los sufrimientos (dolores) de la muerte, porque no era posible que ella lo pudiera contener. "Dolores" significa generalmente "dolores de parto", de manera que la muerte es vista aqu como el acto de dar a luz. As como se alivian los dolores del parto al nacer el nio, tambin la resurreccin hizo llegar el fin de los dolores de muerte.
Puesto que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), algunos dicen que la razn por la que la muerte no pudo retenerlo, era porque no tena pecado propio que pudiera reclamar la muerte. Sin embargo, Pedro no razona as en este punto. Todo su razonamiento est fundamentado en la Palabra de Dios, en las Escrituras profticas. Bajo la inspiracin del Espritu, dice que David hablaba de Jess en el Salmo 16:8-11. La tradicin judaica de aquellos tiempos tambin aplicaba estas palabras al Mesas.
El punto central es la promesa de que Dios no dejara (abandonara) su alma en el infierno (en griego, hades, el lugar ms all de la vida, traduccin de la palabra hebrea sheol), y no permitira que su Santo viera corrupcin (putrefaccin).
Pedro declara que era correcto que l dijera libremente (libre y abiertamente) del patriarca (padre y jefe o gobernante ancestral) David que el salmo no se le poda aplicar a l. No slo estaba muerto y enterrado, sino que su tumba se
hallaba all, en Jerusaln. Era evidente que la carne de David s haba visto corrupcin. Pero la de Jess no. Aunque Pedro no lo dijo, estaba declarando implcitamente que la tumba de Jess estaba vaca.
Puesto que David era profeta (vocero de Dios), y puesto que saba que Dios haba jurado que Uno del fruto de sus lomos se sentara en su trono, pudo prever la resurreccin del Cristo (el Mesas, el Ungido de Dios) y hablar de ella. Aqu se est haciendo referencia al pacto davdico. En l, Dios le prometi a David que siempre habra un hombre de su simiente para el trono. Esto fue dicho primeramente con respecto a Salomn (2 Samuel 7:11-16). Pero reconoca que si los descendientes de David pecaban, tendran que ser castigados como cualquier otro. Sin embargo. Dios nunca le volvera la espalda al linaje de David para sustituirlo, como haba hecho en el caso del rey Sal. Este pacto fue confirmado nuevamente en los Salmos 89:3, 4; 132:11, 12.
Como los reyes del linaje de David no siguieron al Seor, al final l tuvo que hacer terminar su reinado y enviarlos al exilio de Babilonia. Su propsito al hacerlo fue librar a Israel de la idolatra. Pero la promesa hecha a David segua en pie. Todava habra Uno que se sentara en el trono de David y lo hara eterno.
Con esto, Pedro declara que Jess es el Rey mesinico. Porque Dios lo levant, no fue dejado (abandonado) en el hades, y su carne no vio corrupcin. Adems de esto, tanto Pedro como los ciento veinte eran testigos todos de su resurreccin.
Sin embargo, la resurreccin de Cristo slo era parte de un proceso mediante el cual Dios, por su poderosa diestra, alz a Jess a una exaltada posicin de poder y autoridad a su derecha. (Habla de las dos formas: "por la diestra de Dios" y "a la diestra de Dios".) Este es tambin el lugar del triunfo y la victoria. Al pagar todo el precio. Jess gan para nosotros la batalla contra el pecado y la muerte. Por esto
permanece a la derecha de Dios durante toda esta poca. (Vea Marcos 16:19; Romanos 8:34; Efesios 1:20, 21; Colosenses 3:1; Hebreos 1:3; 8:1; 10:12; 12:2; 1 Pedro 3:22.)
En Cristo, nosotros tambin nos hallamos sentados a la derecha de Dios (Efesios 2:6). Puesto que sta es nuestra posicin en Cristo, no necesitamos nuestras propias obras de justicia para reclamar su promesa. Nada que podamos hacer nos dara una posicin ms alta de la que ya tenemos en Cristo.
A continuacin, Pedro usa la exaltada posicin de Cristo para explicar la experiencia pentecostal. Al estar ahora a la derecha del Padre, l recibi del Padre la promesa del Espritu Santo y derram a su vez ese Espritu; la multitud poda ver y or el resultado de su accin: los ciento veinte hablando en otras lenguas.
Jess haba dicho que le era necesario irse para que el Consolador pudiera venir (Juan 16:7). As, aunque el bautismo en el Espritu Santo es la promesa del Padre, Jess es el que lo derrama. El Padre es el Dador, pero Jess es el Bautizador.
El derramamiento del Espritu tambin era evidencia de que Jess haba sido exaltado realmente a la derecha del Padre. Esto significa algo para nosotros, los que ahora creemos y recibimos el bautismo en el Espritu. Este bautismo se convierte para nosotros personalmente en evidencia de que Jess est all, a la mano derecha del Padre, an hoy, para interceder por nosotros. De esta forma podemos ser testigos directos sobre el lugar donde est Jess, y lo que est haciendo.
Con otra cita de las Escrituras, se evidencia ms an que nada de esto era aplicable a David. David no ascendi a los cielos, como lo haba hecho Jess, pero haba profetizado esa exaltacin en el Salmo 110:1. Una vez ms, no poda estar hablando de s mismo, porque dice: "Dijo el Seor a mi Seor: Sintate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies (con lo que indicaba una victoria completa y definitiva, como en Josu 10:24)." Jess hizo referencia a esto tambin en Lucas 20:41-44, reconociendo que David llama Seor a su hijo ms importante. (Vea tambin Mateo 22:42-45; Marcos 12:36, 37).
La conclusin que Pedro saca de esto es que toda la casa de Israel necesitaba saber ciertsimamente que Dios haba hecho a este Jess, al que los habitantes de Jerusaln haban crucificado. Seor y Cristo (Mesas).
De esto deducimos que, en cumplimiento de la profeca de Joel, Jess es el Seor al cual todos debemos acudir en busca de salvacin. Pablo reconoce tambin que Dios lo ha exaltado grandemente y le ha dado un nombre que est por sobre todo otro nombre (Filipenses 2:9). "El Nombre" en el Antiguo Testamento hebreo siempre es una expresin usada para hablar del Nombre de Dios. (El hebreo tiene otras maneras de referirse al nombre de un ser humano sin usar la palabra "el".) La expresin El Nombre representa la autoridad, persona, y especialmente la personalidad de Dios en su justicia, santidad, fidelidad, bondad, amor y poder. "Seor" fue la expresin que el Nuevo Testamento us para el Nombre de Dios. La misericordia, la gracia y el amor son partes de la santidad, el nombre santo por el cual Jess es reconocido como Seor, la revelacin plena de Dios al hombre. Aqu hallamos tambin la seguridad de que Jess est en el cielo, y en pleno dominio de todo. Dios cuidar que su plan sea realizado, pase lo que pase en este mundo.
"Al or esto, se compungieron de corazn, y dijeron a Pedro y a los otros apstoles: Varones hermanos, qu haremos?
Pedro les dijo: Arrepentios, y bautcese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdn de los pecados; y recibiris el don del Espritu Santo. Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que estn lejos; para cuantos el Seor nuestro Dios llamare. Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generacin. As que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se aadieron aquel da como tres mil personas. Y perseveraban en la doctrina de los apstoles, en la comunin unos con otros, en el partimiento del pan yen las oraciones."
La reaccin ante estas palabras profticas fue inmediata. Se compungieron de corazn (fue perforado su corazn). Ya no siguieron diciendo: "Qu significa esto?" Las palabras de Pedro, inspiradas por el Espritu Santo, se clavaron en su conciencia. Clamaron a l y a los otros apstoles (que evidentemente, todava estaban de pie junto a l): Varones hermanos, qu haremos?
Sin embargo, no se sentan totalmente desechados. Pedro los haba llamado hermanos, y ellos respondieron llamando hermanos a los apstoles. Su pecado al rechazar y crucificar a Cristo era grande, pero su clamor mismo demuestra que crean que haba esperanza, que podran hacer algo.
Pedro les respondi con un llamado al arrepentimiento, esto es, a cambiar su pensamiento y sus actitudes fundamentales aceptando la voluntad de Dios revelada en Cristo. Como en Romanos 12:1, 2, este cambio exiga una renovacin de la mente acompaada de un cambio de actitud con respecto al pecado y a s mismo. La persona que se arrepiente de veras, aborrece el pecado (Salmo 51). Se humilla, reconoce que necesita a Cristo, y se da cuenta que no hay en l bondad alguna que le permita permanecer delante de Dios.
Despus, los que se arrepintieran podran declarar ese cambio de mente y corazn hacindose bautizar en el nombre (en griego, por el nombre) de Jesucristo, esto es, por la autoridad de Jess. Lucas no da ms explicaciones, pero con
frecuencia no explica lo que en algn otro lugar aparece con claridad. La autoridad de Jess seala hacia su propio mandato que aparece en Mateo 28:19. O sea, que el acto mismo de bautizar era hecho en el nombre (para la adoracin y el servicio) del Padre, el Hijo y el Espritu Santo.
Este bautismo sera tambin "para" la remisin (el perdn) de sus pecados. Qu maravilloso! Qu rey de la tierra ha perdonado a un traidor? Sin embargo Cristo lo hizo y an lo hace. Esto es gracia pura y amor sin igual. (Vea Romanos 5:8, 10.) "Para perdn de los pecados" estara mejor traducido "debido a la liberacin de vuestros pecados y el perdn de ellos". Nuestro pecado y nuestra culpa son apartados de nosotros tan lejos como el este lo est del oeste (Salmo 103:12). No slo estn perdonados, sino que se han ido realmente; se han ido de nuestra existencia para nunca ms ser alzados contra nosotros.
"Debido a" es mejor que "para", puesto que es el mismo tipo de construccin griega usado cuando Juan bautizaba en agua "para" arrepentimiento (Mateo 3:11). Est claro que Juan no bautizaba a nadie para producir arrepentimiento. Cuando los fariseos y saduceos venan a l, les exiga que produjeran fruto digno de arrepentimiento (que demostrara un verdadero arrepentimiento). Esto es, tenan que arrepentirse primero, y entonces l los bautizara. Somos salvos por gracia por medio de la fe, no por medio del bautismo (Efesios 2:8). Despus del arrepentimiento, el bautismo en agua se convierte en la respuesta o testimonio de una buena conciencia que ya ha sido purificada por la sangre y por la aplicacin de la Palabra relativa a la resurreccin de Cristo por el Espritu (1 Pedro 3:21; Romanos 10:9, 10).
Hay quienes alegan equivocadamente que no haba agua suficiente en Jerusaln para bautizar a tres mil por inmersin. Sin embargo, la piscina de Betesda sola era una gran piscina doble, y se han excavado los restos de otras piscinas. En realidad, las posibilidades de bautismo por inmersin eran mucho mayores en Jerusaln entonces que ahora.
Despus, Pedro habl de la Promesa. Los creyentes recibiran tambin al Espritu Santo, como un don diferente despus del perdn de sus pecados. Este don del Espritu Santo es, por supuesto, el bautismo en el Espritu Santo. Debe ser distinguido de los dones del Espritu, que son dados por el Espritu (1 Corintios captulos 12:14). El don del Espritu es entregado por Jess, el poderoso Bautizador.
A continuacin, Pedro sigue insistiendo en que esta promesa del bautismo en el Espritu no se limitaba a los ciento veinte. Seguira estando a disposicin, no slo de ellos, sino tambin de sus hijos (incluyendo todos sus descendientes), y de todos los que estuvieran lejos, y todos cuanto el Seor nuestro Dios llamara a s. O sea que la nica condicin para recibir la Promesa del Padre es el arrepentimiento y la fe. Por tanto, sigue estando hoy a nuestra disposicin.
El "llamado" podra referirse a Joel 2:32, pero no puede limitarse a los judos. En Isaas 57:19, Dios habla paz al que est lejos, y Efesios 2:17 aplica esto a la predicacin del Evangelio a los gentiles. Hechos 1:8 habla tambin de los confines de la tierra. Aunque es posible que Pedro no haya comprendido esto completamente hasta su experiencia en casa de Cornelio, se ve claramente que quedan incluidos los gentiles. Tambin queda en claro que mientras Dios est llamando seres humanos hacia s, el bautismo en el Espritu prometido seguir a disposicin de todos los que vengan a l.
Lucas no recoge el resto del testimonio y la exhortacin de Pedro. Pero en esta exhortacin, es posible que Pedro haya estado ejercitando otro de los dones del Espritu (Romanos 12:8). Pedro se convirti en el instrumento a travs del cual el Espritu Santo llev a cabo la labor predicha por Jess en Juan 16:8.
La esencia de la exhortacin de Pedro era que deban salvarse a s mismos (o mejor, ser salvos) de esta perversa (malvada) generacin. Es decir, deban apartarse de la perversidad y la corrupcin de los que los rodeaban y
rechazaban la verdad sobre Jess. (Vea las palabras de Jess en Lucas 9:41; 11:29 y 17:25.) No hay ningn otro antdoto a la perversidad y la corrupcin de la sociedad contempornea.
Los que recibieron (le dieron la bienvenida) a la palabra (el mensaje) de Pedro, testificaron entonces de su fe hacindose bautizar en agua.
Por el Espritu, tambin haban sido bautizados en el Cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13). Dios nunca nos salva para que andemos solos y errantes. Por esto, los tres mil no se esparcieron, sino que permanecieron juntos, y perseveraban en la doctrina de los apstoles (su enseanza), en la comunin, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Con esto vemos que la nueva evidencia de su fe era este deseo persistente de recibir enseanza. Al aceptar a Cristo y el don del Espritu, se abri para ellos una comprensin totalmente nueva del plan y los propsitos de Dios. Llenos de gozo, se sentan hambrientos y queran aprender ms. Esto nos muestra tambin que los apstoles estaban obedeciendo a Jess al ensear (hacer discpulos), tal como El haba ordenado en Mateo 28:19. Tambin nos muestra que el discipulado incluye esta especie de deseo ferviente por aprender ms sobre Jess y sobre la Palabra de Dios.
Haba comunin en la enseanza. No era simplemente el hecho de reunirse. Era compartir los propsitos de la Iglesia, su mensaje y su obra. Como en 1 Juan 1:3, la Palabra, tal como haba sido testificada por la enseanza de los apstoles, cre esta comunin, una comunin que no slo era con los apstoles, sino tambin con el Padre y con el Hijo.
Algunos creen que la particin del pan slo significa la Cena del Seor, pero tambin incluye la comunin en la mesa. No podan observar la Cena del Seor en el Templo, de manera que lo hacan en las casas, primeramente en relacin con una comida (puesto que Jess la haba instituido al final de la cena de Pascua).
Seguramente se reuniran a diario en el Templo a las horas de oracin, costumbre que todos seguan practicando, adems de tener reuniones de oracin en las casas.
"Y sobrevino temor a toda persona; y muchas maravillas y seriales eran hechas por los apstoles. Todos los que haban credo estaban juntos, y tenan en comn todas las cosas; y vendan sus propiedades y sus bienes, y lo repartan a todos segn la necesidad de cada uno. Y perseverando unnimes cada da en el templo, y partiendo el pan en las casas, coman juntos con alegra y sencillez de corazn, " alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo. Y el Seor aada cada da a la iglesia los que haban de ser salvos."
El testimonio constante de los apstoles sobre la resurreccin de Cristo produjo un temor reverencial (que inclua un sentido de pavor en presencia de lo sobrenatural) en toda persona que oa. Esto se puso ms de relieve an por los numerosos prodigios y seales hechos por los apstoles. (Esto es, hechos por Dios a travs de los apstoles.) El griego indica que eran agentes secundarios. El que haca la obra realmente era Dios. (Compare con 1 Corintios 3:6.)
Ms tarde, Dios hara milagros a travs de muchos otros. Pero ahora, los apstoles tenan la enseanza de
Jess y el respaldo de que su fe haba sido alentada por l. Los milagros no eran para exhibicin, sino ms bien para confirmar la Palabra, la enseanza. (Vea Marcos 16:20.) Tambin ayudaron para que la fe de los nuevos miembros de la iglesia de Pentecosts se afirmara en la Palabra y en el poder de Dios. (Vea 1 Corintios 2:4, 5.)
Los creyentes permanecieron juntos y tenan todas las cosas en comn (las compartan). Muchos vendan tierras suyas y propiedades personales; el dinero era distribuido a todos aquellos que tuvieran necesidades. "Segn la necesidad de cada uno" es una declaracin clave: no vendan las propiedades mientras no hubiera una necesidad.
Esto no era comunismo, en el sentido moderno de la palabra, ni siquiera vida comunal. Simplemente era el compartir cristiano. Todos se daban cuenta de la importancia de fundamentarse en la enseanza de los apstoles (que nosotros tenemos hoy en la Palabra escrita). Algunos de los que eran de fuera de Jerusaln se quedaron sin dinero pronto, as que los que pudieron, simplemente vendieron lo necesario para que se pudieran quedar. Ms tarde Pedro aclarara que nadie estaba obligado a vender nada ni a dar nada (Hechos 5:4). Pero la comunin, el gozo y el amor hacan fcil compartir cuanto tenan.
De manera que el cuadro es el de un amoroso cuerpo de creyentes que se reunan unnimes a diario en el Templo con un mismo pensar, un mismo propsito, y compartan la comunin de la mesa en sus casas ("de casa en casa", por familias). Cada casa se convirti en un centro de comunin y adoracin cristiana. El hogar de la madre de Marcos era uno de dichos centros. Sin duda alguna, el hogar de Mara y Marta en Betania era otro. Jerusaln no tena capacidad para una multitud as, y seguramente muchos se quedaban en los poblados de los alrededores.
La comunin en la mesa era muy importante tambin. Coman con regocijo (deleite y gran gozo) y con
sencillez de corazn. No haba celo, ni crticas, ni contiendas; slo gozo y corazones llenos de alabanza a Dios. Podemos estar seguros de que la alabanza encontrara su expresin tambin en salmos, himnos y cnticos espirituales que salan de sus corazones (Colosenses 3:16).
La consecuencia fue que encontraron favor con todo el pueblo (de Jerusaln). As el Seor segua aadiendo da tras da a aquellos que haban de ser salvos. Podemos estar seguros tambin de que la Iglesia los aceptara llena de gozo.
Debemos notar aqu que la ltima parte del versculo 47 no pretende hablar de la predestinacin de las personas. La expresin griega es una simple declaracin de que cada da eran salvos algunos, y de que los salvos eran aadidos a la Iglesia. Note tambin que no se presionaba fuertemente sobre los dems. Las personas vean el gozo y el poder y abran el corazn a la Palabra, a la verdad sobre Jess.