La Primera Poesía de Borges

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Borges, su primera poesa Borges y el Ultrasmo Apuntes Ultrasmo, Jorge Luis Borges (1921) Segn el manifiesto ultrasta la metfora

era el elemento primordial de la nueva lrica. Pero la idea de la metfora fue cambiando, en un artculo Borges postula que para el la metfora es la identificacin voluntaria de dos o ms conceptos diferentes. En l hace una clasificacin de las metforas: algunas vinculan dos objetos formales, estas no son muy frecuentes y el primero que las sistematiza fue Gngora). Otro tipo, ms abundante y utilizado por l, son aquellas en las que hay una translacin de percepciones artsticas a visuales y viceversa (ej. Negras voces, voz pintada, vocales de colores o en Campos Atardecidos de Fervor de Bs. As. la luna nueva es una vocecita del cielo); tambin hay metforas que ponen en paralelismo un concepto abstracto y una cosa concreta; otro tipo es la translacin de lo esttico a lo dinmico (ej. Calles desgarradas) Los tres primeros poemarios de Borges evocan a Buenos Aires. Fervor de Buenos Aires La ciudad no deja nunca de ser ntima. Luna de Enfrente la ciudad tiene algo de ostentoso y de pblico. Cuaderno San Martin es la ciudad mstica e insustituible. Fervor de Buenos Aires (1923): traiciona las expectativas de los lectores de las ideas ultrastas de Borges. Hay un movimiento en el espacio como forma de volver al pasado. Pero en la vanguardia se trabaja mirando al futuro y rompiendo con el pasado. Se ve cierto rechazo por el espacio de la ciudad. En Las Calles las calles de la ciudad son las vidas calles, incmodas de turba y ajetreo, en cambio las calles vistas con anhelo. En Fervor de Buenos Aires, Borges organiza un rasgo central de su gusto: la molestia por la estridencia de las sensibilidades rotundas, prximas al mal gusto. El mandato de Borges y de la vanguardia es justamente la sobriedad y el buen gusto. Fervor de Bs AS recorrido por una presencia conflictiva pero permanente e insoslayable de un sujeto muy prximo, sino al demostrado confesionalismo, si al yo lrico ms o menos convencional. La lrica es un gnero que se caracteriza por la presencia rectora o conductora de un sujeto que se sabe o se dice y que tiende a decir de s. La lrica es el gnero en que lo que se denuncia es el sujeto de la enunciacin. Una delas notas de la lrica de vanguardia es proponerse como anti-lirico en este sentido. Ella percibi la disolucin de este sujeto, su reduccin a mera voz. De diferentes formas se propuso atacar la otroriedad del sujeto como tema excluyente de la lrica como tal, como principio de organizacin busca su puesto en fuga. En Fervor de Bs As lo mas notable es la enftica presencia del yo del gnero. A la vez lo inesperado o raro es una intensa idealizacin o mitologizacin nostlgica del espacio imaginado, como puede verse claramente en el primer poema: preferencia por un espacio ajeno a lo nuevo y al presente. En ciudad el sujeto se define por el rechazo al espacio de lo nuevo. Caracterstica del gusto borgeano que funda una tradicin: la sobriedad. El tpico del arrabal que Borges inaugura en este poemario marc un doble movimiento en su poesa del 20. 1. Quiebre con las expectativas de una lectura de vanguardia. 2. Inversin de una nueva especie de vanguardia que as mismo es ambigua o paradojal que es el criollismo borgeano.

El arrabal, invencin de Borges, diverge o se opone a los espacios privilegiados por la vanguardia. Tienen distintos niveles la nota de la frontera, limite, orilla y por lo tanto lo intermedio, indefinido, lo indiferenciable o no identificable. La creacin del arrabal se basa en pararse entre la cuidad y el campo, entre el pasado y lo contemporneo, en un espacio intermedio. Este espacio de representacin le permite transitar una tradicin propia. En relacin con la sobriedad, el gusto de Borges es un gusto conteniente, autocontenido. La construccin del espacio es una necesidad. Es un sujeto por el vnculo con ese espacio. El espacio est deshabitado, no hay mas que yo. (ej. Caminata, Cercana). Este es un proceso de individualizacin por oposicin a la sobrepoblacin de los espacios contemporneos. El sujeto inventa un espacio que es una especie de rplica del yo Borges imagina una poltica de la lengua capaz de inventar una versin del castellano (des)gobernada por la libertad combinatoria de las vanguardias. Oralidad y escritura en la primera poesa de Borges, Rafael Olea Franco Luna de enfrente, de 1925, desconcert un tanto a sus probables lectores, quienes haban normado sus incipientes expectativas a partir de la primera coleccin de poemas de Borges, Fervor de Buenos Aires (1923), cuyo yo lrico haba construido una imagen idlica y mtica de ciertos barrios de Buenos Aires, con base en una especie de flneur que deambula solitario por la urbe. Aunque este tpico tambin es visible en Luna de enfrente, en este volumen se producen algunos novedades; en el prlogo aadido a una posterior y muy modificada versin del libro, el propio autor menciona una diferencia entre sus dos primeros poemarios: La ciudad de Fervor de Buenos Aires no deja nunca de ser ntima; la de este volumen tiene algo de ostentoso y de pblico. En principio, l se refiere a que Luna de enfrente atena el tono intimista usado por el yo lrico de Fervor de Buenos Aires para elaborar su visin de la ciudad. Sin embargo, desde otra perspectiva, lo ostentoso y pblico puede remitir tambin a cierto desplazamiento espacial visible en Luna de enfrente. En efecto, si en la primera obra de Borges el yo errante construye su imagen de la ciudad alejndose del centro de sta y del puerto, y refugindose en la ntima y dulce calle de arrabal, en su segundo poemario este proceso se acenta, hasta conducir al yo lrico hasta los lmites de la geografa abierta de la pampa: Toda la santa noche he caminado I su inquietud me deja En esta calle que es cualquiera. Aqu otra vez la eventualid de la pampa en algn horizonte I el terreno baldo que se deshace en yuyos y alambres I el almacn tan claro como la luna nueva de ayer tarde. (Calle con almacn rosao). As, Luna de enfrente empieza a endiosar al campo del mismo modo como lo haba hecho antes con las calles del arrabal. Las tres primeras composiciones del volumen, Calle con almacn rosao, Al horizonte de un suburbio y Los llanos, son ilustrativos ejemplos de esta nueva tendencia de la poesa de Borges. En el segundo de ellos se lee un par de versos que hubieran sido impensables en su poemario previo, tan centrado en la configuracin de la ciudad: Pampa sufrida y macha que ya ests en los cielos, / No s si eres la muerte. S que ests en mi pecho (LE, p. 11). Asimismo, si en el prlogo de su poemario inaugural Borges haba declarado su voluntario alejamiento del centro y del puerto, es decir, de lo que llamaba extranjerizo, en Luna de enfrente la presencia efectiva de los inmigrantes funciona como motivo para lamentar un mundo perdido. En 2

el poema A la calle Serrano, el autor opone, con un tono nostlgico, el presente cosmopolita de esta calle con un pasado donde todava no eran perceptibles las influencias inmigratorias: Calle Serrano. Vos ya no sos la misma de cuando el Centenario: Antes eras ms cielo y hoy sos puras fachadas. [...] Ahora te prestigian El barullo caliente de una confitera 1 un aviso punz como una injuria. En la espalda movida de tus italianitas No hay ni una trenza donde ahorcar la ternura... (A la calle Serrano, LE, p. 27).

El crecimiento de la ciudad, al que alude implcitamente la mencin de la prdida de cielo en la calle Serrano, est simbolizado por la aparicin de la confitera y por la llegada al barrio de las italianitas, quienes no poseen las simblicas trenzas criollas anheladas por el yo lrico. La moderna confitera representa con claridad la inmigracin, ya que el establecimiento que toda la escritura borgeana, la de este periodo y la posterior, define como argentino es el almacn (o antigua pulpera); precisamente en el citado poema Calle con almacn rosao, se describe la confortante sensacin, simbolizada en dos versos por el favorable adjetivo claro, que la imagen del almacn produce en el yo errante: I el almacn tan claro como la luna nueva de ayer tarde, Almacn que en la punta de la noche sos claro (LE, p. 9); adems, el suave calificativo rosao adscrito al almacn contrasta con el agresivo color punz como una injuria del aviso de la confitera incluido en la poesa previa. Por cierto que el desencanto que la transformacin de la calle Serrano provoca en el alma del poeta se acrecienta, debido al carcter emblemtico que esta calle adquiere en una composicin posterior: La fundacin mitolgica de Buenos Aires, la cual abre Cuaderno San Martn (1929). Lo mismo se ve en Elega a los portones (CSM) en donde se recuerda con cierta melancola como eran los barrios, principalmente Palermo, antes. La diferencia quiz ms perceptible entre Fervor de Buenos Aires y Luna de enfrente es la lengua. Desde el punto de vista lingstico, el regreso de Borges a su ciudad natal en 1921, luego de una estancia europea de siete aos, no implica una inmediata acentuacin de las voces de resonancia argentina en su poesa, pues si bien es cierto que desde su ttulo Fervor expresa una inconfundible inclinacin por una temtica local, no recurre a un lenguaje particularmente localista que difiera en forma sustancial del usado en sus poemas tempranos, preparados en Europa. Puede entonces afirmarse que no resultan especialmente ostensibles los giros idiomticos argentinos de su primer poemario, que se reducen, como en sus composiciones en Espaa, al nivel lxico: diminutivos (austeras casitas, pastito precario, manojito de patio), sustantivos o adjetivos criollos (gauchaje, chacotera, barullero), y a alguna imagen con tenue sabor local (la noche olorosa como un mate curado). En cuanto a su ortografa, cabe mencionar que estas voces se escriben siempre con la grafa normativa y regular de la lengua espaola; es decir, su particularidad argentina se restringe al nivel lxico, ya que no se suman a la escritura las variantes fonticas propias del espaol de Argentina. En cambio su segundo poemario se desliza por otros cauces. Los textos contienen inflexiones lingsticas muy particulares rosao, eventualid, intensid, etctera. Este uso lingstico se basa en la 3

agudizacin del nacionalismo criollista de la escritura del autor hacia mediados de la dcada de 1920. Luna de enfrente en poesa y El Tamao de mi esperanza en cuanto a ensayos, representan el climax de la prdica criollista en Borges. La especial inflexin lingstica de ambos libros ejemplifica la tentativa borgeana de fundar una nueva esttica, un criollismo literario que propone innovaciones y experimentaciones en la escritura. En primer lugar, es evidente que el lxico mediante el cual se desea imprimir un genuino sello argentino a la escritura ha ganado considerable terreno en relacin con su primer poemario, pues los trminos criollos visibles en Luna de enfrente no son ya espordicos, como en Fervor de Buenos Aires; basta con recorrer al azar sus composiciones para toparse a cada instante con expresiones dirigidas a crear un tpico sabor criollo, o sea, argentino: maaneras guitarras sentenciosas, malezales, pampa sufrida y macha, ir al muere, atorrando, etctera. Adems de la caudalosa incorporacin de palabras identificadas como argentinas, Borges ensaya en su obra una nueva variante lingstica: la pretensin de sumar a la escritura, dentro de la propia materialidad grfica de los poemas, las particulares inflexiones fonticas porteas. Aunque se trata de un mtodo ya para entonces ejercitado en la narrativa argentina en la poesa resulta una novedad peligrosa y, por supuesto, carente de prestigio literario. Por ello puede afirmarse que en su segundo poemario Borges no slo acenta cuantitativamente los regionalismos, sino que adems inicia una nueva y riesgosa iniciativa que pretende fundar otra lengua literaria. Los recursos ms persistentes de esta propuesta pueden resumirse en los siguientes aspectos. Primero, en un nivel muy obvio, se elide la d final en las voces agudas, especialmente en las terminadas con la slaba dad, y se reducen algunos participios: soled, s*d+, clarid, oscurid, crueld, eventualid, verd, nombrao, rosao, soltao, etctera. En segundo lugar, por vez primera aparece en la escritura de Borges el voseo caracterstico del habla argentina. Por ltimo, hay grafas especiales que imitan la fontica de alguna palabra como gellas o representan una extendida tendencia del habla coloquial. Pero como se trata de un experimento lingstico, de un proyecto para una nueva escritura, tambin se producen vacilaciones, e incluso incongruencias. Este tipo de escritura provoca juicios negativos de algunos de sus contemporneos. Borges reafirma que su inters reside, sobre todo, en llevar la oralidad, con sus inherentes vacilaciones, a la literatura escrita, y no, como se ha dicho, en cambiar toda la ortografa para argentinizar la lengua. En este sentido, el autor se distancia de las propuestas extremas de algunos intelectuales, contemporneos suyos, que desean modificar a fondo y en su conjunto las normas de la lengua escrita. Ahora bien, ya desde el breve y aludido prlogo de Luna de enfrente, titulado Al tal vez lector, el autor ejercita ese matiz oral que desea imprimir a su escritura. Al igual que haba hecho en Fervor, en el prlogo a Luna de enfrente Borges advierte al probable lector sobre su tcnica potica: Hoy no quisiera conversarte de tcnica. La verd es que no me interesa lo auditivo del verso y que me agradan todas las formas estrficas, siempre que no sean barulleras las rimas. Muchas composiciones de este libro hay habladas en criollo, no en gauchesco ni en arrabalero, sino en la heterognea lengua verncula de la charla portea. Otras asumen ese intemporal, eterno espaol (ni de Castilla ni del Plata) que los diccionarios registran (TE, p. 7). Es decir, la lengua criolla por la que pugna se define de dos maneras distintas y complementarias. En primer lugar, por oponerse tanto a la lengua gauchesca proveniente de la larga tradicin de este gnero, como al popular arrabalero (i. e. lunfardo). En segundo lugar, por sus rasgos intrnsecos, como su oralidad (poemas hablados, charla) y su delimitacin dentro del mbito geogrfico bonaerense (charla portea). Conviene aadir que el autor reconoce tambin que no todos sus poemas siguen esa vertiente verbal, pues hay algunos que acuden a una lengua que ahora denominaramos panhispnica (ni de Castilla ni del Plata, escribe l). Si no me equivoco, esto ltimo no obedece a una decisin autoral especfica, sino al inasible proceso de formacin de prcticamente todos los libros de Borges, aspecto que con frecuencia suele olvidarse: ni en su 4

poesa, ni en su prosa narrativa, ni en sus ensayos (si aceptamos esta clsica divisin genrica para su literatura), redact l volmenes unitarios; sus obras ms bien se formaron por medio de la acumulacin paulatina de textos que l escribi para diversos propsitos y en diferentes etapas. Esto implica que en ellas convivan diferentes tendencias verbales o poticas, incluso a veces contrapuestas, cuya complejidad debe ser conocida y aceptada por la crtica literaria, que evitar as el riesgo de inventar una inexistente uniformidad para cada volumen. Si se lee con atencin toda la poesa argentina de este periodo, se deducir que Borges es el poeta vanguardista que acude a menos elementos de la modernidad para labrar su escritura. En un muy posterior balance de la recepcin inicial de Fervor de Buenos Aires y de su afiliacin individual al ultrasmo, Borges propone hacer extensiva esta ausencia de modernidad a algunos poetas contemporneos suyos. En suma, a diferencia de los jvenes poetas vanguardistas de esa poca, Borges adopta un tono nostlgico y pasatista, con una poesa que alude a la urbe portea del ltimo tercio del siglo XIX, cuando los efectos de la modernidad y la influencia de la poblacin inmigrante todava no se sienten con fuerza. En su obra se cruzan y entrelazan dos tendencias que tensionan su literatura: criollismo y vanguardismo, es decir, tradicin y renovacin esttica. Si por un lado su sistema de percepciones y recuerdos vincula a Borges con el pasado, con una Buenos Aires pretrita que l quiere convertir en mtica, por el otro, su proyecto se inclina hacia lo nuevo o hacia la nueva esttica, como repetan, casi como un eslogan, los manifiestos de las efmeras revistas de vanguardia. Desde esta perspectiva, resulta vlido concluir que durante este periodo Borges: Trabaja bajo el impacto de la renovacin esttica y la modernizacin urbana: produce una mitologa con elementos premodernos pero con los dispositivos estticos y tericos de la renovacin (Sarlo 1988, p. 103). Los rasgos de creatividad borgeana como el verbo atorrar, forjado a partir de un giro coloquial porteo, propician que Erwin Rubens, codirector de la revista Megfono primera publicacin en realizar, en 1933, una encuesta sobre la obra de Borges, alabe las caractersticas de la escritura borgeana, sobre todo la faceta oral del escritor: El estilo de Borges es literaturizacin del estilo de la conversacin portea. Hay en el estilo de Borges la aspiracin a elevar a jerarqua literaria la lengua verncula. Si bien es verdad que, desde su primera poca, las rimas de Borges suelen ser montonas, esto no obedece ni a incapacidad creativa ni a un mero capricho autoral. De hecho, ya en el prlogo de Fervor de Buenos Aires, l no slo alert a su probable lector sobre su renuncia a inventar rimas, sino que adems le advirti que la inequivocabilidad en la pronunciacin de las cinco vocales del espaol propiciaba rimas no buscadas por el autor. Y si bien en Luna de enfrente declara aceptar todas las formas estrficas, slo tolera las rimas si stas no son barulleras (es decir, escandalosas). De este modo, se distancia del exacerbado despliegue modernista de rimas, perceptible sobre todo en Lugones; incluso al final de su vida, cuando Borges lo elogiaba de forma continua, nunca dej de criticarlo por sus exticas rimas. As sucede en el libro titulado Leopoldo Lugones, cuya segunda edicin (1965) arranca con un sincero texto de homenaje a este poeta (el cual tambin est al inicio de El hacedor); luego de citar el prlogo al Lunario sentimental (1909), donde Lugones declara que la rima es el elemento esencial del verso moderno, Borges disiente tcitamente de esta opinin. Este dictamen lugoniano tambin anulara, claro est, la propia poesa publicada por Borges en la dcada de 1920, en donde las rimas asoman paulatinamente, desde Fervor de Buenos Aires hasta Cuaderno San Martn (1929), pero nunca son barulleras. En su etapa de madurez, en gran medida obligado por la prdida de la vista, el poeta recurri cada vez ms a la rima como un recurso mnemotcnico que le permita ir labrando el poema en su mente. En sntesis, en la dcada de 1920 Borges desea construir un sistema potico diferente (diferente en relacin con la literatura contempornea y con la previa, como siempre sucede en el arte). Slo identificando ese sistema potico puede un crtico emitir opiniones cabales sobre los logros artsticos que l pudo haber alcanzado. En el caso especfico de Luna de enfrente, las innovaciones verbales de este poemario implicaron una saludable renovacin. Las mltiples modificaciones del texto, ejecutadas de modo permanente por el autor hasta la dcada de 1970, quitaron al libro varios de sus rasgos originales, entre ellos su bsqueda de la 5

representacin potica de la oralidad portea. Quiz nunca logremos discernir con certeza cules fueron las aportaciones de Borges a la corriente que, globalmente, se denomin despus poesa coloquial, pero sin duda ms de un incipiente escritor ley entonces sus poemas en la versin original, la cual le ense un probable modelo de escritura potica.

Bibliografa complementaria La ciudad de Borges, Goloboff Desde sus inicios la poesa de Borges intent definir la ciudad de Buenos Aires. Frente a lo que l consideraba la exageracin o deformacin ruralista de nuestra literatura, con la invencin de historias y, especialmente, de tipologas, Borges persigui otras figuras, otros tipos (no gauchos sino criollos, no el campo sino el arrabal) Ya en Fervor de Bs As podemos observar el esforzado trabajo sobre la materia verbal para hacerle representar de la manera ms eficaz y de un modo que se quiere definitivo, la ciudad de Bs As, sus calles, sus casas, sus barrios, sus plazas, sus extramuros, sus lugares primordiales, sus gentes tipificadas. Por eso en este libro abundan las casi definiciones, formas prcticamente dogmticas de nombrar la ciudad y sus lugares, en un intento de atrapar la esencia potica encerrada o percibida en ellos. Para esta primera literatura borgeana la ciudad es un venero de enigmas. La indagacin de los mismos se revele en los aspectos ms anecdticos, visibles en cuanto a lo que es la actividad de explorar, de buscar, pero esa expresin est en realidad tematizando otra actividad de bsqueda: la de la propia palabra. Claro est que es la actividad de escribir la que genera las bsquedas anecdticas. As, el libro abunda en descripciones de caminatas, de andanzas, de retornos a la casa y a los lugares queridos. Con este movimiento de bsqueda el objeto comienza a singularizarse, a vibrar, a vivir, a tener existencia real literaria. El esfuerzo por encontrar comparaciones validas, que atrapen centralmente el corazn de Bs As, aparece manifiesto de un modo elemental en el numerossimo uso de los como, que exhiben claramente la intencin de buscar nexos, de ligar trminos para proponer y hacer ver semejanzas y que, parejamente, muestran la dificultad y hasta la imposibilidad en que se halla el poeta de hacerlo. Seguir luego Luna de enfrente donde, segn dijo Borges posteriormente, la ciudad del volumen tiene, a diferencia de la intimidad de Fervor de Bs As, algo de ostentoso y de pblico. En 1926 vendr su clebre poema La fundacin mitolgica de Bs As. En ese ao se dan numerosas coincidencias que, de un modo simblico, consagran el surgimiento definitivo de una literatura urbana argentina: se clausura la gauchesca con la aparicin de Don Segundo Sombra, se consagra otra temtica interior, salvaje, demonaca, madura con Los desterrados de Quiroga y, muy especialmente, aparece la primera novela de Roberto Arlt, El juguete rabioso donde la ciudad de Bs As, apuntando a su moderno desarrollo, es casi principal protagonista. Ya en Fundacin mtica de Bs As, Borges despliega todo el arsenal de la inventiva con que, expresamente, el poeta acta sobre la realidad y el pasado para modificarlos a su voluntad y, a partir de esa tarea, imponernos un nuevo objeto conceptual y una nueva historia que el quiere fundacional, real. Otros poemas se suman a este para formar Cuaderno San Martin. Poco despus aparece su Evaristo Carriego, anlisis de la personalidad del poeta y del sentido de un Bs As de Palermo, social, entraable, vigoroso. De toda esta vasta voluntad de representar da cuenta el mismo Borges en pginas posteriores publicadas en su libro Discusin cuando cuenta que durante muchos aos, en libros felizmente olvidados, trat de redactar el sabor, la esencia de los barrios extremos de Bs As, naturalmente abund en palabras locales (), luego, har un ao, escrib una historia que se llama La muerte y la brjula que es una suerte de pesadilla en que figuran elementos de Bs As deformados por el horror de la pesadilla; pienso all en el Paseo Coln y lo llamo Rue de Toulon, pienso en las quintas de Adrogu y las llamo Triste-le-Roy; publicada esa historia, mis amigos me dijeron que al fin haba encontrado en lo que yo escriba el sabor de las afueras de Buenos Aires. Precisamente porque no me haba propuesto encontrar esa sabor, porque me haba abandonado al sueo, pude lograr, al cabo de tantos aos, lo que antes busque en vano. 6

Murena opinaba que en esta poesa si bien se describe el espritu y los hechos de dichos personajes con los recursos ms adecuados para concitar una sensacin similar a la que deban provocar estos, el poeta, el sentimiento del poeta, es totalmente ajeno a ellos. Gracias al uso del lenguaje, las actitudes desesperanzadas y humildes de nuestro autor son para Maurena casi opuestas a las que el mismo paisaje ha provocado tradicionalmente en los tipos caractersticos que forj y que el poeta presenta: el caudillo, el gaucho alzado, el compadrito orillero. Es decir que el poeta describe los smbolos del sentimiento nacional, pero no experimenta el sentimiento nacional. Tal es la misma tendencia que mostrar Borges hacia aquellos primeros libros de poemas y que, ya sea expresamente, como en el retrospectivo prlogo a Luna de Enfrente, ya de manera tcita o productiva en nuevos poemas, no dejar de repetir. Es indudable entonces que en aquellos tres primeros libros de poemas, puede constatarse una tendencia a la captacin, a travs de un determinado lenguaje, de caracteres inmanentes de lo que podramos llamar la argentinidad y aun lo porteo. Intentos, mas o menos logrados, en los que no puede negarse una decisiva voluntad de producir cambios verbales, de procurar modificaciones en los materiales con que el poeta trabaja. A medida que la intimidad verdadera del poeta se va abriendo, a medida que aquellas bsquedas dejan de ser meramente exteriores y se relacionan mas y ms estrechamente con el yo, a medida que las comparaciones dejan de pertenecer al exterior para encarnar la ecuacin entre un mundo que fascina y un yo que se le articula, se producen dos procesos parejos: el de la adquisicin de una libertada enormemente mayor frente a ese mundo porque se lo inventa ya sin ataduras realistas; el hecho de que se asume decididamente la propia problemtica, se la incluye en el todo, y se establecen metforas, comparaciones, articulaciones, prestamos y que, tal vez por ello mismo, terminan creando las nuevas figuras, dndole vida y carnadura real. Es all, finalmente, donde Borges se encuentra, entre otras cosas, tambin interiormente, con el tango, con sus cuchilleros, orilleros, compadritos y mujeres. Cuando se le pregunta a Borges de qu Bs As se trata su literatura, responde que no del actual, sino del de su niez y an del anterior a su niez. Dice que eso lo hace primero por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor y luego porque cree que es un error hacer literatura estrictamente contempornea porque inmediatamente van a descubrir errores. Por eso, el prefiere situar sus cuentos siempre en lugares un poco indeterminados y hace muchos aos. La nica pasin verdadera, la nica fidelidad sin limites de Borges, es la que tiene para con la literatura, creadora de mitos, inventora de realidades. Quizs el mismsimo Borges haya flaqueado alguna vez y haya cedido a la nostalgia, a ese deseo de contribuir a una pica que, si no, se le escapaba. No de otro modo pueden interpretarse, me parece, sus contradicciones, su olvido de las propias advertencias.

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