Anlisis de Ecopol de La Guajira
Anlisis de Ecopol de La Guajira
Anlisis de Ecopol de La Guajira
Introduccin
Las prcticas de la administracin pblica en La Guajira estn estrechamente ligadas con la tradicin clientelista de las regiones en Colombia. Los actores polticos negocian con los individuos y las comunidades su eleccin en votaciones peridicas a cambio de dinero, ubicacin laboral, recursos en especie o la focalizacin del gasto en determinadas obras de inters para sus clientelas. Adems de ganar en el proceso de intercambio los votos para salir electos, los actores polticos tienen la posibilidad de capturar rentas mediante el manejo del presupuesto del Estado. Decidir quin ocupa los cargos que definen el gasto pblico les permite desviar la contratacin de los servicios que presta o que gestiona el Estado como educacin, agua, salud y energa elctrica hacia individuos o firmas que les garantizan un porcentaje de dichos recursos. Desde el punto de vista de la sociedad, las prdidas incluyen no slo las rentas que capturan los agentes polticos, sino tambin el costo de oportunidad de no seleccionar aquellos individuos que estn mejor preparados para ocupar un cargo o aquellas firmas que podran ejecutar de manera ms eficiente las inversiones pblicas. Y lo que la realidad ha mostrado como ms grave, la desnaturalizacin del inters pblico en la administracin del Estado, como bien lo describe Duarte (2003) en su relacin de la literatura del clientelismo en Colombia:
La ineficiencia de las instituciones pblicas es una consecuencia del clientelismo como instrumento central de la actividad poltica. Para el clientelismo poltico, una institucin es eficaz si es til a propsitos polticos del grupo que la controla, no porque cumpla sus objetivos sociales e institucionales1.
En principio, un sistema de acueducto que cubra la totalidad de la poblacin del departamento de La Guajira constituye una inversin con alto riesgo de captura de rentas por parte de actores polticos de la regin. Estos actores pueden convertirse en un obstculo para la eficiencia y el cumplimiento cabal de los objetivos del proyecto. Sin embargo, el anlisis de la capacidad de gestin de servicios sociales de las instituciones del orden regional y nacional no puede reducirse a unos enunciados generales sobre los sobrecostos y riesgos de ejecucin de servicios sociales. La naturaleza de los actores polticos y las caractersticas sociales, culturales y econmicas de las comunidades que hacen parte de las transacciones clientelistas en La Guajira son aspectos indispensables en la indagacin acerca de la capacidad de gestin del gasto social en la regin en un proyecto que, por sus caractersticas de bien indispensable para el desarrollo, temprano o tarde tendr que ser acometido. Cuando existen patrones clientelistas en la administracin pblica se espera que se presenten procesos de capturas de renta, sin embargo, la proporcin de la captura de rentas y la capacidad final de ejecutar un proyecto vara sustancialmente de acuerdo con las sociedades involucradas. Los resultados de la inversin social difieren dramticamente si la comunidad a la que est dirigida la inversin cuenta con oportunidades laborales en una economa de mercado moderna o si, por el contrario, hacen parte de sistemas econmicos de subsistencia o muy ligados con el contrabando, tal como sucede con la poblacin de la Alta y Media Guajira. Estas diferencias tambin son notables en el resto de subregiones que componen el departamento, puesto que sera inexacto considerar a su poblacin, su historia y su geografa como una unidad regional compacta. Tampoco tienen el mismo efecto en la dotacin de
1 Jess Duarte, 2003. Educacin pblica y clientelismo en Colombia. Editorial Universidad de Antioquia. Pp 29. Duarte hace esta afirmacin al describir el texto de Eduardo Daz El clientelismo en Colombia.
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servicios pblicos el predominio poltico de una clase tradicional de grandes barones electorales (como se dio en La Guajira hasta las reformas de finales del ochenta) que las microempresas clientelistas posteriores, ni mucho menos que el actual clientelismo armado de las autodefensas y las guerrillas. El siguiente documento explora las caractersticas de la economa poltica de La Guajira para determinar la viabilidad, las mejores alternativas institucionales y los riesgos inherentes a la provisin de una infraestructura de agua potable a la totalidad del departamento. Est enfocado hacia dos aspectos: i) una caracterizacin de la forma como funcionan las relaciones polticas y econmicas entre los actores de poder y miembros, grupos sociales y diferentes comunidades de La Guajira, y sus relaciones con el poder poltico central del pas, lo que denominaremos el orden social de las subregiones de La Guajira; y ii) un anlisis sobre cmo este orden social incide positiva o negativamente en el tipo de instituciones que se encargaran de ejecutar el proyecto de agua potable, para recomendar las alternativas de ejecucin ms eficientes y menos riesgosas del proyecto de acueducto. Al final del segundo aspecto se concluyen sobre cules son las potencialidades y riesgos inherentes en la ejecucin de un proyecto de acueducto, tambin se sugieren alternativas de inversin que minimicen dichos riesgos.
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con grupos equivalentes de diversa territorializacin en una relacin horizontal igualitaria, sin reconocer la legitimidad de una entidad central englobante y superior como la nacin.
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Los diferentes actores armados ya no slo buscan consolidarse en la regin para imponer su ideologa y evitar la presencia del enemigo, sino que existe el inters por controlar unos circuitos econmicos relacionados con actividades ilcitas all desarrolladas, como el contrabando, el narcotrfico, el trfico de armas, y lcitas como la puesta en marcha de proyectos de desarrollo que pueden generar grandes ganancias. Concretamente, hay que agregar a la explotacin de las minas del Cerrejn y de las salinas de Manaure, la proyeccin de exploraciones de petrleo y gas en la pennsula, por parte de la compaa Chevron Texaco, asociada con Ecopetrol para tal fin5.
2.1.1. Las subregiones La Guajira, como una entidad geogrfica segn los lmites polticos trazados por la divisin departamental de Colombia, no puede clasificarse como una unidad. Existen agudas diferencias que desbordan la historia econmica, poltica y social de las comunidades que componen la regin. Basta mencionar que en el departamento se hablan varias lenguas: castellano, wayuunaiki, damana, koguian e ikan de la Sierra Nevada, y rabe en Maicao. Por consiguiente, es indispensable identificar las subregiones de La Guajira que presentan un orden social equivalente, esto es, la definicin de unos parmetros culturales similares de la poblacin en un espacio geogrfico determinado, as como la conformacin de la sociedad por parte de unas mismas comunidades y grupos sociales, basadas adems en unas mismas economas. Los que en la prctica permiten prever un mbito institucional similar para la ejecucin del proyecto de agua potable. La caracterizacin de subregiones se ha realizado de forma tradicional en tres reas claramente demarcadas: la Alta Guajira, compuesta por el territorio wayuu; la Media Guajira, donde se ubica la capital Riohacha y confluyen las culturas rabe, wayuu y caribe colombiana; y la Baja Guajira, que ms bien hace parte de la cultura caribea criolla del Cesar, alrededor de Valledupar. Otras subregiones que pueden distinguirse son las reas montaosas de la Baja Guajira en la Sierra Nevada y la Serrana del Perij habitadas por indgenas y colonos con fuerte presencia de grupos guerrilleros, y ciertas reas costeras habitadas por poblacin afrodescendiente que conformaron ncleos cimarrones entre Santa Marta y Riohacha. La caracterizacin del orden social de cada subregin incluye el anlisis de tres aspectos:
El tipo de relaciones de poder que se establece entre las comunidades, y al interior de stas, entre los grupos sociales e individuos que la conforman, de modo que se puedan explicar los vnculos y equilibrios que determinan la accin poltica en cada subregin. El anlisis de las economas lcitas e ilcitas que prevalecen en cada subregin, y la forma en que sus requerimientos de regulacin de derechos de propiedad y cumplimiento de contratos afectan, a su vez, la forma de la accin poltica y determinan la situacin de los individuos, gremios, grupos sociales y comunidades presentes. Los referentes de organizacin de la sociedad que tiene la clase poltica de cada subregin, de acuerdo con su representacin de los grupos sociales y comunidades. En particular, nos interesa indagar sobre la capacidad de construir instituciones que financien, gestionen y mantengan la provisin de servicios sociales del corte de la
5 Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la Repblica. Algunos indicadores sobre la situacin de derechos humanos a julio de 2004. La Guajira. Pg. 3. 2004.
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infraestructura de agua potable. Lo que implica tanto las transacciones clientelistas entre los miembros de la sociedad y la elite poltica, como las capturas de renta por parte de sta y la evasin y elusin de pagos por parte de los miembros de la sociedad.
2.1.1.1. La Alta Guajira
La zona de la Alta Guajira abarca los municipios de Manaure y Uribia, y puede analizarse como una zona de doble frontera. Por un lado, limita con territorio venezolano, y por otro lado, limita con la comunidad wayuu que se considera parte de otra nacin. Los Wayuu constituyen una comunidad que aunque interacta con otras culturas (alijunas), ha preservado fuertemente su cultura, lo que a su vez determina formas de agrupacin, habitacin, comportamiento, conductas y valores muy particulares:
El punto de referencia especial de unos y otros son los vecindarios y a partir de ellos una patria Wayuu o sistema de vecindarios que en este trabajo denominamos comarca. All residen familias extensas de hasta 300 miembros, en un verdadero sistema de rancheras que albergan unidades familiares de parientes uterinos, conformando un grupo de residencia definido por un cementerio, una red estrecha de cooperacin y el derecho de acceso a una fuente de agua local. La presencia en cuanto a la localizacin y establecimiento del cementerio familiar, es eje de la adscripcin territorial, adicionalmente sta se define por la adyacencia a un recurso natural determinado como una cinaga, una salina o un yacimiento de talco o de yeso, entre otros6.
Para efectos de la inversin en un servicio social como el acueducto nos interesan tres aspectos de la condicin de doble frontera de esta subregin. En primer lugar, la conformacin de la sociedad en estructuras de clanes o unidades sociales de parientes uterinos que determinan el estatus de los individuos, la demografa de la subregin, y la forma de ejercer la violencia para presionar el cumplimiento de las leyes o de los arreglos sociales. Por su forma de organizacin, la fuente de provisin de agua a los miembros de un clan o familia se vuelve as uno de los factores de ubicacin e integracin de la comunidad. La distribucin de agua potable implica entonces no la construccin de una red de acueducto a un municipio donde se aglomera la comunidad, sino una red con numerosos nodos dispersos geogrficamente donde se ubica cada grupo de parientes uterinos o unidad familiar extensa. Las implicaciones de tales requerimientos tcnicos en el diseo de la red conllevan a que los costos de distribucin sean mayores, a que la vigilancia sobre las obras y ejecucin de los recursos exija mayores recursos, y a que la negociacin de la ubicacin de los terminales de agua potable involucre demasiadas disputas para satisfacer a todos los habitantes. En segundo lugar, la tradicin de contrabando junto a la economa wayuu basada en un sistema productivo de supervivencia (pastoreo y pesca) y la explotacin de las salinas, ha conducido al desarrollo de un capitalismo incipiente, casi que enmarcado en los rasgos de economas tribales con medios de pagos distintos al dinero, que depende de transacciones asimtricas o ilegales con los alijunas para garantizar su consumo de bienes y servicios provenientes de fuera de la subregin.
Hernn Daro Correa (Comp). 2005. Cuando la sal se corrompe Wayuu, Estado y empresarios en las salinas de Manaure 1970 2004. CEREC y AKUAIPA WAIMAKAT. Pp34.
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El servicio de una red de acueducto no hace parte de los bienes tpicos que se producen en la economa wayuu, de hecho, la provisin de agua se realiza a travs de sistemas no convencionales de abastecimiento: jageyes, molinos, vehculos cisternas y cacimbas. La negociacin entre la comunidad y la clase poltica local y nacional va a guardar entonces los rasgos de intercambio entre un servicio alijuna y todas las rentas polticas y econmicas alrededor de la definicin del proyecto. La falta de claridad sobre lo que la comunidad va a adquirir crear fuertes incentivos para la captura de dichas rentas, tanto desde miembros de la comunidad que quieran sacar ventajas de la negociacin como actores locales y nacionales. En tercer lugar, la adecuacin de la democracia y el clientelismo a patrones culturales muy especficos, mezclados con los requerimientos de la economa ilegal, en un principio contrabando y luego narcotrfico. Histricamente, las relaciones clientelistas entre los wayuu y los actores polticos de otras subregiones del departamento se han dado dentro de los requerimientos de la cultura nativa, donde los votos se cambian por aquellos bienes y servicios como las fuentes de agua que son preciados por la comunidad, en un mercado abierto sin restricciones a competidores. Sin embargo, las autodefensas como nuevos poseedores del poder local rompieron la tradicin del mercado abierto. El intercambio clientelista en estas condiciones restringe la entrada a nuevos competidores polticos que ofrezcan mejores condiciones en las ganancias para la poblacin wayuu como forma de ganar su lealtad. Es cierto que los wayuu presentan una tradicin de comercio con Venezuela y las antillas que se remonta a periodos anteriores a la Independencia, pero la composicin de los grupos familiares dedicados a estas actividades no puede confundirse con las recientes bandas de marimberos, y mucho menos con los narcotraficantes de cocana. Las nuevas bandas delincuenciales no guardan los mismos parmetros ticos de los grupos contrabandistas tradicionales de la sociedad wayuu, que crean en valores como la lealtad, la palabra, el respeto al clan familiar y, en general, la identificacin con una nacin aparte de las leyes del Estado central. Los narcotraficantes pertenecan a sectores anteriormente excluidos del departamento o a delincuentes venidos de otros lugares, que traan una visin y una tica patrimonialista, ms desptica y desleal con las comunidades y sus socios. A partir de entonces se volvieron comunes las manifestaciones de ostentacin y derroche por parte de los grupos que tenan xito en el narcotrfico y en la extorsin.
2.1.1.2. La Media Guajira
En la Media Guajira se concentra la poblacin ms variada del departamento, en la medida que es la ms urbanizada y conviven mestizos, rabes y wayuus. En un momento dado, la subregin vivi un periodo de esplendor como consecuencia de la bonanza marimbera y el comercio ilegal del contrabando, pero en los ltimos tiempos ambas bonanzas decayeron. Por estar situadas las principales instituciones polticas y las minas de carbn del Cerrejn, la Media Guajira es la subregin con mayor poblacin y mayores recursos, sin embargo, la estructura econmica no est basada en ningn enclave industrial ni sector fuerte. El grueso de la poblacin depende laboralmente de los recursos transferidos del Estado central (Ley 715 y regalas). El resto vive de actividades relacionadas con el comercio y el sector servicio. La consecuencia de estos rasgos de la sociedad de la Media Guajira es que el control de las elecciones polticas es uno de los principales objetivos econmicos de los grupos de poder en el departamento. Quin controla las elecciones controla una de las dos principales fuentes de
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recursos del departamento: las transferencias de recursos pblicos de la Ley 715 y las regalas por gas y carbn. La otra mitad est representada por el control del narcotrfico, contrabando de armas y gasolina de Venezuela, y el trfico de armas. Por la naturaleza de estas dos fuentes de ingresos, pese a estar compuesta por las mayores aglomeraciones de poblacin y de mercados del departamento, la Media Guajira no ha podido consolidar un desarrollo econmico basado en la produccin privada de bienes y servicios lcitos. Por el contrario, el capitalismo de la subregin y en general del resto del departamento depende de las economas que se desprenden de una interaccin poltica mediada por la violencia organizada. A diferencia de la poblacin wayuu, en la Media Guajira s existe una naturalizacin con el servicio de acueducto como uno de los bienes bsicos con que debe contar la sociedad y existen tambin mayores procesos de aglomeracin de la poblacin en ncleos urbanos. En consecuencia, las razones tcnicas no incluyen el sobrecosto de dispersin de los usuarios del servicio, y las negociaciones entre la comunidad y los actores polticos no guardan la asimetra entre un intercambio donde el valor del bien est tan diferenciado por lo que representa para cada una de las partes. Las potenciales clientelas vern en el proyecto la oportunidad de acceder a agua potable si negocian con la clase poltica los respectivos votos para las prximas elecciones. Con respecto a la clase poltica local, el desafo ser el de lograr que su responsabilidad en la ejecucin del proyecto no atente contra su viabilidad, bien sea por excesos en la captura de renta o por incompetencia de los funcionarios que se nombren para la ejecucin.
2.1.1.3. La Baja Guajira
En la Baja Guajira predomina la sociedad tradicional del Caribe, en concreto, aquella sociedad conformada por los valores culturales y rasgos afines a los prevalecientes en el Valle de Upar. Se trata de un territorio donde prosperan economas agrarias, principalmente ganadera extensiva y cultivos industriales, y prima una cultura criolla rural. A pesar de su carcter campesino, no existe la dispersin demogrfica de la Alta Guajira, mucho menos su quiebre de identidad con los patrones que marcan la nacionalidad colombiana. En ese sentido, la Baja Guajira es una frontera desde el punto de vista de su delimitacin territorial con Venezuela, pero no una frontera cultural. Su poblacin est arraigada dentro de la cultura, comportamientos y conductas propias de la sociedad colombiana caribe criolla. Las implicaciones del carcter de frontera geogrfica pero no de frontera de identidad nacional se encuentran en el hecho de que la regin constituye un corredor estratgico del trfico de armas, drogas y contrabando, pero, al tiempo, permite la inversin y el flujo de las ganancias de estas economas en la medida que su poblacin es parte de las comunidades que han establecido un modo de orden social basado en estructuras de regulacin paramilitar. De hecho, el grueso de los miembros de los grupos armados ilegales que actualmente controla el territorio de la Alta y Media Guajira provienen de otras regiones de la costa y del resto del pas. Una consecuencia de la conexin ms ntima que existe entre la subregin y los aparatos armados paramilitares es que las ganancias de las prcticas criminales se reinvierten localmente o se consumen estimulando la economa. En estos casos la relacin clientelista es
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ms estrecha, en la medida que el poder poltico ofrece oportunidades laborales a la poblacin nativa. Este no es el caso de la Alta Guajira, donde se ha vuelto comn incluso que las nuevas tiendas que se han abierto sean denominadas coloquialmente como las tiendas de los paras.
Por la misma dinmica fragmentada del conflicto colombiano es importante indagar las diferencias y las similitudes en la forma como evolucionaron las sociedades de La Guajira. Entre los efectos que se muestran ms relevantes de esta evolucin estn los requerimientos de los agentes econmicos de una administracin pblica eficiente o, por el contrario, de un aparato regulador ms laxo que permita el trfico de bienes ilcitos y la captura de rentas por parte de polticos profesionales. Si en una sociedad prima la produccin de bienes y servicios lcitos en un mercado abierto, sin restricciones a la entrada de competidores, lo conveniente para los empresarios, los consumidores y el desempeo de la economa en general es un sector pblico en que los gobernantes inviertan de manera ptima en la infraestructura de servicios (educacin, salud, ciencia y tecnologa, acueductos, energa, etc.) necesarios para la prosperidad de un capitalismo moderno. Cuando la burocracia se dedica a la captura de rentas le agrega un sobrecosto a la produccin del sector privado; en los precios de los bienes
7 Por capitalismo natural nos referimos a la definicin de Weber de una economa con agentes privados con mercados de libre entrada, con acceso a crdito y mano de obra en condiciones de competencia abierta. Todava en La Guajira se acude al trueque y a medios de cambios no monetarizados como piedras preciosas.
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o servicios est implcita esta renta, o cuando simplemente hace un manejo incompetente de los recursos del Estado genera un costo de oportunidad en el sentido de que la clase empresarial no encuentra el respaldo de determinados servicios pblicos indispensables para su rentabilidad. En el otro extremo, si en una sociedad priman economas ilcitas, es decir, que el ingreso y el consumo de sus habitantes dependen de actividades como el narcotrfico, el contrabando y la corrupcin de recursos transferidos por el Estado central, la clase gobernante ptima ser aquella capaz de incentivar la ilegalidad a travs de la desnaturalizacin de sus cometidos, lo que equivale a una aplicacin liviana de la justicia y a la maximizacin de las rentas provenientes del presupuesto nacional. Al agregar el uso de aparatos violentos privados como mecanismos paraestatales de regulacin de la sociedad en una regin, se torna ms difcil la capacidad del Estado central de garantizar que sus propsitos de modernizacin poltica y econmica tengan un impacto real en la poblacin local. Quienes ejercen el poder en las instituciones democrticas le dan forma as a las burocracias que mejor se adecuan a los propsitos ltimos de las elites econmicas y polticas de la sociedad. El efecto de una desnaturalizacin en el sentido de una burocracia impersonal, seleccionada por sus mritos (formacin y experiencia), y comprometida en la ejecucin eficiente del gasto pblico, ser la mayor lentitud y costo en la provisin de servicios sociales bsicos a la poblacin, entre ellos el acceso a agua potable. La realidad, por supuesto, es ms compleja que la dicotoma entre sectores progresistas y sectores organizados alrededor de coaliciones de polticos rentistas. Existen actores interesados en la modernizacin del departamento, que al mismo tiempo negocian con los sectores que aprovechan al mximo las relaciones clientelistas para poder ser elegidos en las elecciones. Algunos de estos mismos actores sirven incluso de intermediarios en las relaciones polticas con el poder central, que en teora acuerda proyectos de democratizacin y modernizacin de la economa, tanto en el nivel nacional como en el regional. El siguiente anlisis histrico pretende identificar cmo se articulan los poderes polticos y econmicos de las subregiones entre s y el poder central, para definir el peso de decisin que tienen los individuos, gremios, grupos sociales y comunidades en cada subregin, y cmo esta articulacin es causa y consecuencia a la vez de la estructura econmica del departamento. Las relaciones centro-periferia en un Estado Nacin no necesariamente reflejan una continuidad fluida entre los principios y propsitos enmarcados en las leyes y en el gobierno del centro. Gibson (2004) advierte que contra la intuicin general, los casos de regmenes autoritarios en regiones perifricas dentro de estados con gobiernos democrticos en el centro son ms comunes de lo que en la prctica parecera una rareza. Cuando las regiones son dependientes de las transferencias pblicas del nivel central, los gobernantes locales buscan aislar la relacin con los poderes nacionales y parroquializar el manejo de la poltica, de modo que se pueden hacer al monopolio del poder local y a las riquezas que ello implica.
Incluso la mirada ms informal de la poltica nacional en cualquier democracia del mundo revelar que la distribucin territorial de las prcticas e instituciones de la democracia al interior del Estado Nacin son desiguales. Esta desigualdad puede ser despreciable, con no ms que menores diferencias desde jurisdiccin a jurisdiccin en la transparencia de procedimientos electorales o el imperio de la ley. Pero tambin puede ser dramtico con regmenes autoritarios que privan a los habitantes de regiones enteras de los derechos y libertades de los que otros habitantes del mismo Estado Nacin disfrutan sin problemas. Los lmites entre reas democrticas y no democrticas pueden ser borrosos, como es casi
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siempre el caso en estados unitarios, en donde el alcance de los focos autoritarios de poder se desdibuja en la medida en que se incluyen mayores porciones de territorio8.
El anlisis histrico se basa en la secuencia de tres momentos claramente diferenciados de las relaciones polticas en las subregiones del departamento: los grandes barones, las microempresas electorales y el clientelismo armado.
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las regiones. Los cambios en las reglas del juego del sistema poltico debilitaron el control del nivel central sobre el desempeo de la burocracia en las regiones. Reviz (1997) lo describe as:
La figura del Ejecutivo, y particularmente la del presidente, se modific. De ser un rbitro dispensador de privilegios bajo la Constitucin de 1886, la institucin presidencial pas a ser otro importante actor que influye notablemente en las decisiones de la justicia, pero no es el nico ni la ltima instancia. Ser la cabeza del poder Ejecutivo actualmente no implica necesariamente tener un poder slido para elegir y mantener su burocracia, como suceda antes de 1991. Hoy es necesario lograr una gran capacidad de convocacin y concertacin para que las propuestas se traduzcan en decisiones finales9.
2.2.2. Las microempresas electorales La profunda reforma poltica de finales de los ochenta y principio de los noventa consagrada en la Constitucin de 1991 tendra como principales aspectos en la distribucin del poder regional y el manejo de las relaciones entre el centro y la periferia: i) la eleccin popular de la rama ejecutiva local, y ii) el manejo descentralizado del presupuesto en educacin, salud, agua potable y gran parte del gasto social. Las consecuencias de esta reforma poltica para efectos de las oportunidades y riesgos de incrementar la prestacin de servicios sociales, tienen que verse desde la perspectiva de mayor competencia electoral, mayores recursos para la inversin social y menor control del aparato central del Estado sobre el gasto pblico que se ejecuta en las regiones. Las expectativas sobre la reforma se centraban en lograr una mayor cobertura y eficiencia en la asignacin de los recursos que se transfieren del nivel central a las entidades territoriales. La razn para esperar una mayor cobertura y eficiencia del gasto social se basaba en el conocimiento y en el involucramiento de los actores polticos de las entidades territoriales con las necesidades sociales de sus habitantes, as como el desarrollo ms equitativo entre las regiones, por el reconocimiento de sus necesidades sociales en la asignacin de los recursos. Otro argumento a favor de la descentralizacin En la prctica, los logros fueron limitados y sucedieron varios efectos no previstos en el diseo y el espritu de la reforma. En general, las estructuras polticas de partidos que venan relajndose desde finales del frente nacional se atomizaron en un sinnmero de facciones que funcionaban dentro de la lgica de un mercado especulativo de votos. La poca unidad y disciplina de los dos partidos tradicionales que an se mantena vol en pedazos ante la aparicin de movimientos ad-hoc capaces de negociar un caudal reducido de votos a cambio de participacin en los presupuestos regionales. La circunscripcin nacional para el Senado, el uso de votacin residual para llegar a los cuerpos legislativos y la municipalizacin de la democracia, favorecieron a actores polticos locales que ahora no necesitaban someterse a una disciplina de partido para acceder a puestos pblicos. Siguiendo a Pizarro, se quebr la red de lealtades y los viejos caciques electorales comenzaron a observar cmo creca la rebelin a su alrededor. El bolgrafo o cualquier otro mecanismo utilizado en el pasado para la confeccin de las listas perecieron en el camino, siendo sustituidos por una clase poltica que
Edgar Reviz, 1997. El Estado como mercado. La gobernabilidad econmica y poltica en Colombia. Fonade. Pp 82.
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se autoproclama a s misma y accede a los cargos de representacin poltica por sus propios medios10. Los efectos de las condiciones sociales, culturales, institucionales y econmicas en la rentabilidad social de los recursos del situado fiscal y los ingresos corrientes de la nacin, no estaban contemplados dentro del rgimen de transferencias. Ante la falta de herramientas efectivas de polticas de fomento y control de las instituciones locales, as como el hecho de pasar por alto que la naturaleza de la produccin econmica en las regiones afectaba la calidad de sus gobiernos, los resultados en trminos de eficiencia de la gestin del gasto pblico fueron demasiado irregulares. Snchez y Nez (1999), por ejemplo, demostraron empricamente que las transferencias a los municipios presentaban una mayor respuesta en trminos de crecimiento de la economa en aquellos municipios que pertenecan al grupo del 25% ms rico en comparacin con el grupo del 25% ms pobre. Un factor determinante de las afiliaciones y las lealtades de las clientelas, y a su vez la razn principal por la que prima el intercambio instrumental en las relaciones polticas de corte patrn-cliente, es el hecho de que muchas de las comunidades locales se hallan en una situacin social extrema, en la que la solucin de las necesidades de supervivencia inmediata se tornan en los bienes decisivos a la hora de definir el precio de la relacin de intercambio clientelista con los polticos profesionales. Quin asegurara unos recursos bsicos ante la demanda de subsistencia de las comunidades ms pobres, ganaba su lealtad en el corto plazo y, por consiguiente, los votos de la prxima eleccin. En La Guajira el carcter imperativo del grupo familiar en la organizacin de la sociedad wayuu llev a que los polticos del departamento ejecutaran una estrategia de afiliacin de grupos de parentesco para ganar las elecciones. El juego poltico del clientelismo local no se pensaba siquiera como una oportunidad de intercambio de votos por el acceso a determinados servicios sociales o el incremento de la calidad en su provisin. El intercambio era inmediato, determinado dinero o bienes por determinado volumen de votacin. 2.2.3. El clientelismo armado Por la presencia de actividades ilcitas como contrabando y narcotrfico, en La Guajira ha sido comn la existencia de grupos armados que se encarguen de regular los derechos de propiedad y las transacciones alrededor de estos negocios. Eran famosos los grupos armados locales que vigilaban los embarques de contrabando de la persecucin de las autoridades y de otros delincuentes. Tambin eran famosas las pistas clandestinas que se alquilaban a narcotraficantes que transportaban cargamentos de drogas desde otras partes del pas. De estas actividades delincuenciales surgiran criminales que luego tendran un papel crucial en la llegada de los grupos de autodefensas a la regin, como Chema Balas. Sin embargo, hasta la llegada de la guerrilla a la Baja Guajira, y luego de las autodefensas a todo el departamento, no era usual que las organizaciones armadas se involucraran con la regulacin del resto de transacciones sociales. La barrera entre lo legal y lo ilegal se negociaba con la financiacin de la clase poltica por parte de los delincuentes a cambio de la impunidad de sus negocios. Y ms importante an, la conducta y los motivos que haban detrs de la
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Eduardo Pizarro Leongmez. La Atomizacin Partidista en Colombia: el Fenmeno de las Micro-empresas Electorales. Working Paper #292 January 2002. Pp. 15.
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conformacin de bandas armadas por las comunidades de la Alta y Media Guajira estaba el desconocimiento del Estado por grupos de frontera etnogrfica como los wayuus y los rabes, quienes desarrollaron toda una leyenda de reinvidicacin de su cultura y de sus clanes familiares, de picaresca y de tica de bandidos alrededor de sus acciones delictivas. Es slo con la llegada de las FARC a la Baja Guajira, a mediados de los noventa, que la violencia se involucra de manera sostenida en las relaciones polticas de la regin, o dicho de otra forma, se da el salto de una violencia espordica ejercida por bandas delincuenciales arraigadas en las costumbres nativas a grupos armados que amenazan la cotidianidad de la vida poltica local. La llegada de la guerrilla ocurre desde las zonas montaosas de la regin, la Sierra Nevada y la Serrana del Perij. Se instalan en principio en las montaas de la Baja Guajira y luego se expanden hacia las zonas llanas de la baja, media y alta Guajira, pero sin mayor xito, debido a que las condiciones del terreno no eran las ms propicias para la guerra insurgente y a que en su avance abusaron del secuestro y la extorsin y crearon rechazo en la poblacin. Lo novedoso como fenmeno histrico con el arribo de la guerrilla es que en el juego clientelista los grupos armados se aprovechan de su capacidad de coercin para imponer sus candidatos en las elecciones y desviar los recursos pblicos a su causa. El sistema poltico impuesto a partir de la Constitucin de 1991, en particular el rediseo institucional de la descentralizacin de las elecciones de alcaldes y la asignacin de transferencias a las regiones, trajo numerosas ventajas para guerrillas y paramilitares, que dispusieron de mayor representacin poltica en los cargos pblicos y de nuevos recursos para la guerra. Las comisiones por el manejo de las transferencias pasaron a financiar su capacidad militar. Las comunidades identificaron la apropiacin violenta de la gestin pblica con mejoras en los servicios que deba proveer el Estado, en particular la justicia y la seguridad. Lo que agrav aun ms la capacidad del gobierno de controlar territorios y de administrar la ejecucin de proyectos en las comunidades. A finales de los noventa y principios del nuevo milenio, las Autodefensas Unidas de Colombia organizan el Bloque Norte bajo el mando de Jorge 40, las cuales logran sacar a las guerrillas de las zonas llanas de la Guajira. Sobre todo en el rea de San Juan del Cesar, que constituye un corredor llano estratgico desde el Valle de Upar hacia el norte del departamento, donde estn las pistas del trfico y el contrabando. A diferencia de las guerrillas, los paramilitares de Jorge 40 s tuvieron xito en la campaa de dominio de la Alta Guajira. Haciendo uso de alianzas con delincuentes de la localidad que luego seran traicionados por los mismos paramilitares y exterminados, crearon una red de control de las comunidades de la regin que abarcaba todos los aspectos de la vida en comunidad. As se apropiaron no slo de las actividades criminales como el narcotrfico, el contrabando y el comercio ilegal de la gasolina, sino que monopolizaron las relaciones clientelistas con la poblacin nativa y se interesaron por el manejo de la administracin pblica. El mejor ejemplo de lo que significa en trminos de la gestin de servicios pblicos la apropiacin de los aparatos burocrticos locales por parte de los grupos de autodefensa puede hallarse en el caso de la corrupcin con las Aseguradoras del Rgimen Subsidiado en Riohacha, que fue ampliamente divulgado por la prensa nacional. El alcalde, el secretario de hacienda y la asesora jurdica de la Alcalda, y otros once funcionarios, fueron capturados por la Dijn y la Fiscala. Otros cuatro funcionarios, entre ellos el secretario de salud, se
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convirtieron en prfugos de la justicia11. El motivo de las detenciones fue la desviacin de los recursos pblicos del sistema de salud para financiar grupos de autodefensas: Todos son acusados de participar en el desvo de millonarios recursos del rgimen subsidiado de Salud la de los ms pobres- hacia las arcas de los paramilitares, un dinero que a la postre, segn la investigacin, fue usado para adquirir armas y droga. []12. De esa manera, un sector poco asociado a las industrias criminales, como las empresas encargadas de prestar servicios de salud, ha atrado el inters de miembros de las autodefensas por la sinergia entre oportunidades de invertir en corrupcin y por el hecho de poseer la suficiente capacidad de cooptacin violenta para regular la asignacin de contratos pblicos13. A partir de estos cambios es posible analizar cmo la violencia y la dinmica propia del conflicto interno colombiano inciden sobre el orden social de las subregiones identificadas en La Guajira. Lo que para efectos de la administracin pblica nos muestra cmo aparatos coercitivos en lo local destruyen la capacidad de regulacin del nivel central y cmo afectan por sobre costos y capturas de rentas la prestacin de servicios pblicos. En otras palabras, una eventual inversin en agua potable tiene que considerar la realidad poltica que se juega en el departamento, la de grupos armados que mediante colusiones con polticos locales, narcotraficantes y dems grupos capturadotes de rentas, estn interesados en mantener un tipo de aparato burocrtico que reciba recursos del nivel central pero que posea suficiente autonoma para: i) permitir su ascendiente sobre el poder local, y ii) preservar fuera de la accin de las autoridades el ambiente de oportunidades de negocios ilcitos que hay en la regin. Esta situacin no es exclusiva de La Guajira o de otras regiones de Colombia, a partir del fin de la Guerra Fra han proliferado sistemas econmicos y polticos en reas perifricas que se ajustan al control de aparatos violentos diferentes al del Estado Nacin. De acuerdo con Duffield (1998) y Bates (2001), las empresas de drogas ilegales, materias primas, minerales, entre otras economas abundantes en La Guajira, ofrecieron numerosas oportunidades a actores que organizaron aparatos coercitivos que al tiempo que regulaban su extraccin y comercializacin, se apropiaron del Estado y dieron forma al orden social en las comunidades. No fue solamente que el Estado central vio disminuida su capacidad de regulacin en la periferia. Tambin fue que los requerimientos de regulacin de este tipo de productos eran propicios para la prosperidad de aparatos coercitivos del corte de paramilitares o de bandas armadas wayuu o de otra procedencia. No se necesitaban estructuras violentas que organizaran sociedades demasiado complejas bajo sofisticados desarrollos ideolgicos, bastaba con facciones armadas que adems de cuidar los derechos de propiedad y los contratos en el contexto de la produccin de dichos bienes, impusieran algn
El Tiempo, Seccin Econmica. Funcionarios pblicos de Riohacha habran desviado recursos de la salud para las arcas paramilitares. Septiembre 2 de 2004. Apartes del artculo: Durante ms de ocho horas un comando conjunto de cerca de 45 hombres de la Dijn y la Fiscala recorrieron las calles de Riohacha (LaGuajira) en busca de 15 personas. Tras allanar varias casas y edificios, hacia las 4 de la madrugada de ayer capturaron al primer hombre en la lista: se trataba del alcalde de la ciudad, Wilder Antonio Ros Rojas, quien fue sacado de su residencia ubicada en el barrio 15 de mayo. De manera casi simultnea fue detenido su secretario de Hacienda, Walter Jess Crdoba Camargo, y minutos despus, Doris Esther Meja Guerra, jefe de la oficina de Descentralizacin de Salud Municipal. Al final de la jornada fueron 11 los capturados, incluidos Nellys Fuenmayor Lpez, asesora jurdica del alcalde, y dos asesores externos de la entidad. Cuatro funcionarios alcanzaron a huir y actualmente son prfugos de la justicia, entre ellos Hlder Meja, secretario de Salud. 12 bdm. 13 En declaraciones a la prensa el Director de la Dijn, Oscar Naranjo, asegur que en los ltimos tres aos los grupos armados irregulares han desviado ms de 500.000 millones de pesos del sistema subsidiado de salud. Ver en el diario El Colombiano. Desmantelan red que desvi 500.000 millones de la salud. Colombia, viernes 3 de septiembre de 2004.
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tipo de orden de acuerdo con los parmetros y costumbres de comunidades que haban experimentado una historia de relativo aislamiento:
Las races polticas del desarrollo se articulan productivamente con lo econmico cuando los especialistas en violencia se dan cuenta que ellos pueden sobrevivir y prevalecer promocionando la prosperidad de su base econmica. Bajo dichas circunstancias los propietarios de capital creern sus promesas para abstenerse de la prelacin. Conociendo que la prelacin sera polticamente improductiva, ellos sern capaces de invertir. En dichas circunstancias, aquellos con poder sern capaces de delegar autoridad a aquellos con recursos y habilidades, autorizndolos para congregar y organizar, y literalmente para gobernar los agentes econmicos. Cuando su habilidad para sobrevivir, polticamente, dependa de la capacidad de otros para producir econmicamente, entonces los especialistas en violencia conferirn su poder en aquellos que invertirn su capital.14.
2.3. Grupos de inters hallados en el anlisis Un grupo de inters es un grupo organizado cuyos miembros comparten puntos de vista y objetivos comunes e implementan programas para ejercer influencia sobre los funcionarios gubernamentales y las polticas pblicas. Sus objetivos no son los de dirigir el gobierno, sino asegurar un trato favorable para ellos, sus miembros y sus intereses. Entre los grupos de inters existentes en La Guajira podemos mencionar las organizaciones de carcter tnico, las empresas mineras, los pequeos y medianos comerciantes, las facciones y coaliciones polticas y los grupos armados ilegales. Estos grupos pueden ser clasificados segn el tipo de intereses que persiguen en promocionales y seccionales, y segn su situacin con respecto al gobierno. En el caso del departamento de La Guajira pueden encontrarse grupos en los que predominan intereses seccionales, pues los objetivos de estos grupos comprenden slo los correspondientes a un sector de la sociedad y su situacin con respecto al gobierno es variada. En tanto que la mayor parte de ellos especialmente los indgenas y pequeos comerciantes no son consultados por el gobierno y deben recurrir a protestas sociales para incluir sus demandas en la agenda pblica, otros como las empresas mineras y las coaliciones polticas dominantes, disfrutan de acceso regular, privilegiado (incluso, a veces, institucionalizado) a las entidades polticas. No obstante, este acceso no garantiza la incidencia de sus demandas en las polticas pblicas. Es el caso de las empresas mineras que impulsaron junto con los organismos de fiscalizacin y control la creacin del comit de seguimiento a la inversin de las regalas han llegado a formar parte junto con el gobierno de dicho comit, pero con poco xito en la aplicacin efectiva de sus recomendaciones. En contraste, la incidencia de los grupos armados ilegales en la captura del Estado ha sido creciente. Otros factores relacionados con la desigual incidencia de los grupos de inters en las decisiones gubernamentales son: 1) la cultura poltica local que desconfa de estos grupos de inters, 2) la debilidad de las instituciones y los partidos polticos, y 3) el enfoque de las polticas pblicas basadas en un modelo frecuentemente impositivo.
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Robert H Bates, 2001. Prosperity and Violence. The Policitical Economy of Development. The Norton Series in World Politics. Pp 102. Traduccin de los autores.
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En este departamento prevalecen las relaciones clientelistas entre la sociedad civil y los actores polticos encargados de manejar la inversin pblica. No es de esperar un sistema burocrtico orientado hacia la ejecucin tcnica de los proyectos, ni de una capacidad mnima de control social por parte de la ciudadana. La existencia de aparatos armados que se han apropiado de la relacin clientelista, subordinando a los actores de poder tradicionales como polticos profesionales, contrabandistas, narcotraficantes, terratenientes, etc. La amenaza de violencia restringe la entrada de competidores en el juego clientelista y reduce an ms cualquier iniciativa de control social. Aunque compuesta por comunidades y subregiones bastante diferenciadas, La Guajira se caracteriza por sociedades poco desarrolladas econmicamente. El acceso a los recursos y las oportunidades laborales del Estado o de la economa ilegal es entonces una fuente importante de los medios de subsistencia para la poblacin local. En esas condiciones la inversin social no es slo un medio para mejorar las condiciones de vida, sino para competir por ganancias econmicas.
En esta seccin se busca determinar de acuerdo con los hallazgos anteriores cules son las verdaderas posibilidades y opciones de ejecutar un proyecto de infraestructura de agua potable en La Guajira. El ejercicio parte de la reflexin de Fukuyama (2004), en su texto La construccin del Estado, que distingue entre dos propsitos de las agencias de desarrollo. Por un lado, buscan garantizar la provisin de servicios bsicos a la poblacin como forma de incluirlos en la dinmica de las sociedades democrticas modernas y de economas de mercado. Pero, por otro lado, tienden a olvidar el problema de construccin de las instituciones que regulan la poltica y la economa en una sociedad. Fukuyama insiste en que no es definitivo el tamao del Estado para garantizar el logro de un desarrollo en pas determinado, sino la calidad de las instituciones que lo conforman, en el sentido de poder cumplir los propsitos para las que estn diseadas y que los propsitos tengan como consecuencia el crecimiento de la economa, la redistribucin de los ingresos, las garantas a derechos individuales, entre otras variables asociadas al desarrollo. El siguiente paso de esta seccin consiste en determinar de manera acorde con las instituciones presentes en La Guajira cules son las posibilidades de ejecucin de un proyecto de cobertura total de agua potable, cules son los riesgos y las potencialidades existentes en el aparato de gobierno y la infraestructura de la sociedad civil local. Finalmente se recomiendan algunas opciones para disminuir los riesgos de capturas de rentas y de garantizar una ejecucin efectiva del proyecto.
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En el Anexo 1 se comparan los resultados histricos en trminos de la capacidad de prestacin de servicios de agua potable y de otros servicios sociales, con respecto a los recursos invertidos para su ejecucin. Los resultados son contundentes: mientras que desde 1996 las regalas han experimentado incrementos por encima del 100%, la cobertura de acueducto cay del 83.2% al 68.3% en 2003. Esta evidencia emprica desde un anlisis simplemente descriptivo demuestra los costos del bajo desarrollo institucional del departamento.
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El grado de desarrollo institucional puede dividirse en dos factores, que explican el calificativo de bajo que se le da a las instituciones en La Guajira: la capacidad tcnica y la capacidad de control fiscal y de gestin. 1. Capacidad tcnica: debido al nombramiento de los funcionarios por razones polticas, la burocracia no es la ms preparada para cumplir sus funciones y en muchos casos est comprometida con la captura de rentas con los recursos pblicos, tanto para s misma como para los poderes polticos regionales. En esas condiciones es difcil exigir determinados conocimientos e infraestructura tecnolgica en las instituciones. La provisin de agua potable es un servicio que requiere alguna capacidad tcnica mnima, en especial de disponibilidad de tecnologas y de control de estndares para la prestacin del servicio (por ejemplo, calidad del agua, frecuencia del servicio, transporte del lquido, etc.). 2. Control fiscal y de gestin pblica: la capacidad de control se refiere a los mecanismos de vigilancia de la gestin institucional que garantizan que el servicio se preste a precios eficientes disponibles en el mercado, de modo que ni el Estado central ni los habitantes de La Guajira tengan que pagar los sobrecostos del servicio. Estos costos excesivos se desprenden bsicamente de la captura de rentas de los diferentes grupos con acceso al poder poltico en la regin, y tambin de la baja capacidad tcnica de los funcionarios. Por la naturaleza del servicio, el control fiscal y de gestin es complejo. Como bien anota Fukuyama:
Controlar la conducta de los agentes y someterlos a evaluacin contable resulta especialmente complicado en el sector pblico. Las organizaciones del sector pblico producen fundamentalmente servicios, y medir la productividad del sector servicios resulta, dada su naturaleza, extremadamente complejo. El asunto del control y la transparencia es ya bastante complicado en las organizaciones del sector privado, donde al menos se dispone de cotas de rentabilidad para calcular el rendimiento, pero resolverlo se presenta como una tarea prcticamente imposible en muchas de las producciones del sector pblico. Si el rendimiento no puede medirse con precisin, no puede haber, en ltima instancia, mecanismo formal alguno para garantizar la transparencia y la rendicin de cuentas16.
Los datos del Anexo 2 muestran que, de acuerdo con los indicadores de Transparencia por Colombia, el departamento de La Guajira es uno de los de ms alto riesgo de corrupcin en el pas. Lo que advierte que los patrones de control clientelista de la sociedad generan grandes costos de transaccin y riesgos de captura de rentas en el aparato burocrtico que administra los servicios pblicos en el departamento. Otra razn ya mencionada constituye un riesgo para la prestacin del servicio, los volmenes de demanda establecidos por la configuracin demogrfica de las subregiones, hacen ms costoso el proyecto y difcil de controlar su ejecucin.
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Francis Fukuyama (2004). La construccin del Estado. Hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI. Ediciones B. S.A. Barcelona (Espaa). P-88
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Los recursos que cada uno de los niveles de gobierno (central, regional y local) estaran dispuestos a entregar para el proyecto varan notoriamente. Segn la participacin que tendran ellos como institucin ejecutora, el nivel local y regional estara dispuesto a apoyar el proyecto tratando de mantener la mayor independencia en su desempeo y la mayor participacin financiera de fuentes externas (crditos internacionales y transferencias de la nacin). El nivel nacional, en teora, estara interesado en que el servicio se prestara, siempre y cuando de manera eficiente, y que se desarrollara una cultura de buena administracin pblica en La Guajira. Sin embargo, cuenta con herramientas limitadas para fiscalizar el gasto pblico en la regin y para controlar la gestin de la burocracia. Adems, existe el riesgo latente de alianzas entre grupos de poder del nivel regional con funcionarios del nivel central para capturar rentas en el contexto del proyecto. Estos funcionarios estaran dispuestos a inyectar recursos del Estado y a promocionar la ejecucin del crdito a cambio de incrementar las posibilidades de corrupcin. Por el bajo grado de desarrollo institucional se multiplican los riesgos de sobrecostos propios de las transacciones polticas involucradas en las negociaciones para hacer viable y ejecutar el proyecto en cada uno de los niveles de gobierno (central, regional y local). Como se ha subrayado en secciones anteriores la capacidad tcnica y las relaciones polticas que definen el tipo de burocracia predominante, es un riesgo inevitable para el proyecto. De acuerdo con Fukuyama:
Los tipos de normas interiorizadas que estimulan a los trabajadores para esforzarse ms all de mnimo a cambio de su salario no aparecen de forma natural en ninguna sociedad; son el resultado de un proceso de educacin, formacin y socializacin que es, en parte, especfico de cada profesin y, en parte, absorbido del entorno social. Las sociedades modernas multiplican las identidades y, de esa forma, tambin los grupos y las normas a las que los individuos se sienten sujetos, lo que conduce al debilitamiento o a la dilucin de las relaciones primarias que las personas establecen de forma natural con su familia y amigos. En dichas sociedades, se pones especial nfasis en las identidades profesionales o laborales y los sistemas educativos insisten en la necesidad de que estas identidades se antepongan a las primarias. En los pases en desarrollo, los trabajadores, son sin duda, capaces de comportarse con un alto grado de profesionalidad y, de hecho, as lo hacen; sin embargo, sus vnculos primarios continan siendo muy estrechos y los efectos compensatorios que tiene la socializacin sobre las normas de las diferentes profesiones quedan ms diluidos, de la misma manera que otras formas de capital humano estn menos desarrolladas. Esto reduce las posibilidades de sustituir el control formal y la rendicin de cuentas por el capital social, disminuyendo as la eficiencia de las tareas de baja especificidad. Los pases no occidentales que se desarrollaron con mayor rapidez fueron los pases de Asia Oriental que, ya antes de modernizarse
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Los riesgos de capturas de renta y de violencia por el control del servicio de agua potable por parte de aparatos armados puedan, en un momento dado, elevar los costos tradicionales de transaccin en las agencias del Estado. Las posibilidades del nivel central y de las agencias locales (asambleas, contralora, veeduras) de controlar la gestin pblica se reducen a su mnima expresin cuando existe un ejrcito privado capaz de imponer durante amplios periodos de tiempo su monopolio de la violencia sobre las relaciones polticas de la regin. Finalmente, existen altos riesgos de desfinanciacin del proyecto durante su fase de post-ejecucin debido a determinadas manifestaciones de la cultura de no pago de servicios pblicos y a la privatizacin de las agencias encargadas de prestar el servicio. Es usual encontrarse en los noticieros de televisin con imgenes de vecindarios que se resisten a pagar los servicios pblicos en el Caribe colombiano, y cuyos vecinos llegan hasta agredir a los funcionarios encargados de cortar el servicio. En el trasfondo de la situacin se esconde una reaccin contra una baja calidad del servicio o tarifas exageradamente altas por su prestacin, e incluso una mezcla de ambas. Si durante la prestacin cotidiana del servicio de agua potable suceden algunas de las anteriores situaciones es muy probable que se presenten problemas de no pagos masivos por los usuarios. Otro factor de riesgo proviene de la apropiacin de empresarios locales de la(s) empresa(s) que prestan el servicio mediante concesiones, arriendos, o algn otro tipo de mecanismo de privatizacin. Sin pretender sostener que los mecanismos de privatizacin sean per se negativos para el proyecto, si no se cuenta con agencias de control y fiscalizacin poderosas, lo ms probable es que los agentes privados tendrn fuertes incentivos a incrementar los costos del servicio reduciendo y encareciendo el acceso al agua potable en la regin.
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P.103.
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4. Recomendaciones
En principio, el anlisis de la economa poltica de La Guajira nos lleva concluir que un eventual proyecto de agua potable para toda la poblacin del departamento disparara todos los riesgos de capturas de rentas y de ejecucin ineficiente por el bajo grado de desarrollo institucional. La disponibilidad de varios decenas de millones de dlares elevara incluso los costos de las transacciones polticas en regiones de por s altamente clientelizadas. Sin embargo, en una eventual ejecucin del proyecto se pueden realizar las siguientes recomendaciones en su contratacin. Lo primero es distinguir entre los principales y los agentes involucrados, sus motivaciones y su capacidad de optimizar sus resultados. La eficiencia de un rgimen de contratacin pblica no puede ser homognea, en la medida que las agencias que constituyen el sistema de instituciones varan entre niveles. No es lo mismo la entidad crediticia internacional, que el Estado central y que las instituciones regionales. Las recomendaciones sobre la contratacin que se establezcan deben ms bien permitir la utilizacin de determinados procedimientos contractuales slo para agencias con demostrada eficiencia en la administracin de contratos pblicos. Es decir, el diseo de los procedimientos de contratacin debe contemplar el marco institucional donde en la prctica se realiza. En el caso colombiano se tiene un modelo de gestin institucional que en la prctica puede estructurarse en tres niveles18. Un primer nivel, que funciona como el gran principal de todo el sistema -el gobierno central-, que dicta las polticas de ejecucin de la contratacin, destina los recursos y evala la eficacia de la contratacin en el sentido de los resultados obtenidos, y las instancias judiciales y de control como la Contralora y la Fiscala que investigan posibles irregularidades o sobrecostos en los procesos y las firmas relacionadas con la contratacin pblica19. Un segundo nivel, compuesto por las agencias contratantes del Estado, que funciona a la vez como agencia que le rinde cuentas al gran principal por sus procesos de contratacin llevados a cabo y como principal de las firmas contratistas. A su vez, los funcionarios de estas agencias contratantes tienen otro principal o principal alterno, compuesto por los actores de poder local autodefensas, polticos profesionales, financiadotes de campaas, etc.- que presionan para que se incrementen sus rentas desde el proyecto. Estos principales compiten en sus propsitos con el nivel central, pero eventualmente pueden hacer uso de alianzas con funcionarios de este nivel para compartir rentas. Y un tercer nivel, que lo constituyen las firmas contratistas, que venden servicios o bienes a las agencias estatales. Son reguladas por las agencias del primer y segundo nivel a travs del tipo de contratacin que se establezca. Constituyen el eslabn de la cadena de contratacin desde donde se desvan las rentas hacia los actores no estatales que funcionan como principales alternos. En la siguiente grfica se puede observar el comportamiento del sistema de contratacin:
18 Este modelo est basado en la Consultora: Preparation of the third and fourth phases of the programmatic fiscal and institutional adjustment loan. Por Alfredo Garca y Gustavo Duncan. 2005. DNP. Bogot. 19 Ibidem. Pp. 8.
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Agencia 1
Agencia 2
Agencia N 1
Agencia N
Contratista 1
Contratista 2
Contratista T
Donde el primer nivel adems de transferir recursos y definir la normatividad para que las agencias contraten, controla que los procedimientos se cumplan y arroja informacin para dicho control segn una mayor o menor medida de eficacia. Este es el primer ciclo que relaciona el nivel 1 con el 2, y est regulado por leyes y normas particulares que definen el control sobre la contratacin que ejecutan las agencias pblicas. Por ejemplo, a este ciclo pertenecen las normas acerca de los sistemas de informacin sobre contratacin o sobre los procedimientos de la Contralora para entrar a investigar. El segundo ciclo est compuesto por los procedimientos que se tienen que llevar a cabo para contratar. Hacen parte la agencia contratante y la firma contratista21. En el caso de La Guajira y el servicio de agua potable existe un desbalance marcado entre el nivel central y el regional, donde las instituciones del centro estn en mayor capacidad de controlar la gestin y fiscalizar el gasto, en la medida que son menos vulnerables a la presin de principales alternos. En consecuencia, se recomienda que:
Sea el nivel central el principal encargado de controlar la gestin y fiscalizar el gasto del proyecto de agua potable. Esto es, que una o varias agencias del Estado central, como ministerios, Contralora e, incluso, la Universidad Nacional, sean los interventores del contrato. El contrato se elabore de la forma ms compacta posible, de modo que no exista una multitud de firmas encargadas de hacer pequeas cosas, lo que incrementa los riesgos de sobrecostos por captura de rentas de actores de poder locales. Debe encargarse, a travs de un proceso licitatorio a escala nacional o internacional, a una firma de reconocida reputacin en el tema de obras civiles que se encargue de administrar y de responder por la totalidad del contrato de construccin de una red de acueductos en el departamento. Cualquier subcontratacin es a costo de esta firma.
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Deben garantizarse condiciones de seguridad a la firma, de modo que no tenga que verse expuesta a sobrecostos por la extorsin de grupos armados al margen de la ley. La firma debe estar obligada a denunciar cualquier tipo de amenaza recibida de estas caractersticas. Las tarifas del operador del servicio tienen que estar reguladas desde el nivel central por la CRA, y fijadas con anterioridad bien sea una empresa pblica o privada.
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Bibliografa: 1. Bates, Robert H. Prosperity and Violence: The Political Economy of Development. Cambridge. Harvard University Press. 2001. 2. Correa, Hernn Daro (Compilador). 2005. Cuando la sal se corrompe Wayuu, Estado y empresarios en las salinas de Manaure 1970 2004. CEREC y AKUAIPA WAIMAKAT. 3. De La Pedraja Ren. "La Guajira en el siglo XIX: indgenas, contrabando y carbn". Revista CEDE. Universidad de los Andes. Bogot 1980. 4. Duarte, Jess. 2003. Educacin pblica y clientelismo en Colombia. Editorial Universidad de Antioquia. 5. Duffield, Mark. Post-Modern Conflict: Warlords, Post-Adjustment States and Private Protection. Civil Wars, vol. 1, no. 1, pp 65-102. 1998. 6. Fukuyama, Francis. La construccin del estado. Hacia un nuevo orden mundial en el siglo XXI. Ediciones B. 2004. 7. Garca, Alfredo y Duncan, Gustavo. Consultora: Preparation of the third and fourth phases of the programmatic fiscal and institutional adjustment loan. 2005. DNP. Bogot. 8. Gibson Edward L. Subnational Authoritarianism: Territorial Strategies of Political Control in Democratic Regimes. Northwestern University, Prepared for delivery at the 2004 Annual Meeting of the American Political Science Association, September 2 - September 5, 2004. 9. Losonczy Anne Marie. De cimarrones a colonos y contrabandistas en Mosquera, Pardo y Hoffmsan editores Afrodescendientes en las Americas Universidad Nacional, ICANH,IRD, ILSA Bogota 2002 ps 215-244. 10. Observatorio de Derechos Humanos de la Vicepresidencia de la Repblica. Algunos indicadores sobre la situacin de derechos humanos a julio de 2004. La Guajira. 2004. 11. Pizarro Leongmez, Eduardo. La Atomizacin Partidista en Colombia: el Fenmeno de las Micro-empresas Electorales. Working Paper #292 January 2002. 12. Reviz, Edgar. 1997. El Estado como mercado. La gobernabilidad econmica y poltica en Colombia. FONADE. 13. Snchez, F. y Nez, J. Descentralizacin, pobreza y acceso a los servicios sociales. Quin se benefici del gasto pblico en los noventa? CEDE, MIMEO, 1999. 14. Snchez, F. y Nez, J. Geography and economic development in Colombia: a municipal approach. CEDE, Bogot, Mimeo, 1999.
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ANEXO 1. El siguiente anexo est compuesto por dos partes. En la primera parte se describen los recursos va regalas recibidos por el Departamento de La Guajira para invertir en gasto social. En la segunda se describen los resultados en trminos de logros sociales en el departamento. 1. Regalas: Los siguientes datos fueron tomados del artculo Lo primero es lo primero del Senador Amylkar Acosta. Riohacha, abril 7 de 2005. www.amylkaracosta.com. Tabla A1.
AO 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000 REGALAS Y COMPENSACIONES POR EXPLOTACIN DE CARBON* 2.619.484.123 3.119.781.436 4.128.252.866 2.656.914.063 3.839.056.593 6.025.782.818 18.795.818.752 20.135.936.323 25.112.861.885 28.011.192.129 35.270.566.304 REGALAS Y COMPENSACIONES POR EXPLOTACIN DE GAS** 1.709.677.800 2.370.705.210 3.400.803.221 6.446.615.642 9.110.859.199 8.629.336.205 10.713.601.626 16.147.636.853 17.203.228.293 17.632.043.874 19.073.138.705
*Fuente: Minercol Ltda. y Carbocol S.A. Y Departamento Guajira **Fuente: Ecopetrol y Departamento Guajira
Grfico A1.
40.000.000.000 35.000.000.000 30.000.000.000 25.000.000.000 20.000.000.000 15.000.000.000 10.000.000.000 5.000.000.000 0 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 1997 1998 1999 2000
REGALAS Y COMPENSACIONES POR EXPLOTACIN DE CARBON* REGALAS Y COMPENSACIONES POR EXPLOTACIN DE GAS**
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84%
83%
82%
81%
80%
77%
77%
75%
75%
73%
71%
64% 38%
Tomado del estudio Las regalas de La Guajira y su impacto en el desarrollo de la regin de Jorge Alberto Rebolledo Cuisman. Analista de Estudios Econmicos Banco de la Repblica Riohacha.
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Anexo 2. A continuacin se anexan los resultados del ndice de transparencia para varias instituciones La Guajira:
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