Entrevista Videla
Entrevista Videla
Entrevista Videla
En Argentina no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta
Exdictador argentino (1976-1981)
An hoy se siente orgulloso de haber sido una de las cabezas visibles del periodo histrico ms deleznable de la historia reciente de Argentina, con miles de desaparecidos y asesinados por la Junta Militar. Eso s, agradece los servicios prestados a la Iglesia catlica
be con exactitud y profusin de datos su versin de aquellos aos terribles de la historia argentina. A sus 86 aos, despus de haber sido el chivo expiatorio de la sociedad argentina en la derrota del terrorismo, se muestra lcido, inteligente y muy poltico, a pesar de que l, paradjicamente, se declara apoltico.
RICARDO ANGOSO
ras pasar los controles de la crcel donde se encuentra detenido desde hace aos, situada en la base militar del Campo de Mayo, me encuentro con Jorge Rafael Videla, antao todopoderoso hombre fuerte de Argentina y presidente de esta nacin durante cinco aos (1976-1981). Ahora, nuevamente condenado por unos hechos por los que fue juzgado por segunda vez e indultado por el presidente Carlos Menem, en 1990, se considera vctima de una venganza poltica y responde, con firmeza y convencimiento, sobre lo sucedido en su pas durante aquel periodo turbulento. Videla, considerado por algunos como un dictador, mientras que para otros tan solo fue el instrumento de los polticos de entonces para acabar con el terrorismo, descri-
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Mi impresin sobre ese perodo es fcil de definir. Ubiqumonos en el ao 1973, para comenzar. Se cerr un ciclo militar, tras un gobierno de esas caractersticas, y lleg el doctor Hctor Cmpora, que era un hombre de poco carcter, manejable e incluso peligroso, en un momento en que el peronismo se estaba redifiniendo y tambin radicalizando. Cmpora representaba, siguiendo la moda del momento, una tendencia de izquierdas, progresista podemos decir dentro del movimiento, frente al conservadurismo. Sin ser una persona de izquierdas era ms afn a esa tendencia, plegndose a los intereses y deseos de los ms jvenes dentro del peronismo. Cmpora se hace con el gobierno, tras haber ganado las elecciones, el 25 de mayo de 1973, y una de las primeras medidas que toma, sino la primera, es el decreto por el que se pone en libertad a todos los terroristas detenidos y condenados por un tribunal que haba sido creado por el general Alejandro Lanusse. Cmpora firma el decreto de indulto por el cual se liberan a todos estos presos que provienen de los sectores jvenes y radicales del peronismo; salen victoriosos de las crceles y cuando salen, a la media noche, les esperan sus seguidores y compaeros. Comienza el caos y el terror se aduea, de nuevo, de las calles de Argentina. Ms tarde, Pern accede al poder por poco tiempo (197374) y muere. Le sucede automticamente su mujer, Mara Estela Martnez de Pern, tal como se prevea legalmente. La mujer de Pern, desde luego, no estaba preparada para ser presidenta y mucho menos en las circunstancias en las que estaba viviendo el pas. Para afrontar la situacin que vivamos, se necesitaba carcter, conocimiento, capacidad
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conjurada de una forma eficiente. Italo Luder lleg a firmar los decretos para que las Fuerzas Armadas del pas pudieran actuar efectivamente en la lucha contra los subversivos y el terrorismo. A partir de 1975, de acuerdo con los decretos firmados por el presidente provisional del Senado, en ejercicio del poder ejecutivo, Italo Luder, las Fuerzas Armadas entran a combatir el terrorismo; tenamos todas las competencias para esa lucha. Tambin se decidi que las fuerzas de seguridad del Estado, conjuramente con las Fuerzas Armadas, se coordinasen en estas acciones antiterroristas. Se haba logrado un acuerdo entre el poder poltico y los militares para luchar conjuntamente contra el terrorismo.
supona un quiebre en el orden institucional. Los radicales apoyaron el golpe, estaban con nosotros, como casi todo el pas. Luego, algunos dirigentes radicales, como Alfonsn, lo han negado. El hecho efectivo es que el 24
de marzo se produce el levantamiento militar. Y conforme a los estatutos fijados para reorganizar el Estado, el nuevo orden conduccin jefatura iba a ser la Junta de Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, de la cual dependa el presidente con las
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El golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 trajo un periodo trgico para Argentina.
hubo en lo que fue la lucha contra la subversin, tambin la hubo en lo que fue la necesidad de llevar a cabo la intervencin militar para poner orden en el pas. Despus hubo divisiones, por otras razones, porque la poltica obra siempre con matices, hubo algunas diferencias, pero en ese
fue una sorpresa para la mayora de los argentinos porque era evidente que tarde o temprano se iba a producir y ocurrir. Estaba previsto en el guin y todos los sectores polticos y sociales haban sido consultados para confluir en ese resultado esperado. Nosotros ramos conscientes de
La gente nos peda que interviniramos, e incluso Balbn lleg a decir que tena las manos vacas de soluciones, que la clase poltica no poda hacer ms
momento hubo total unanimidad en lo que respecta a llevar a cabo la intervencin militar. la situacin que se viva, no podamos dejar que el pas siguiera inmerso en esa crisis y tenamos que actuar. Nuestra intencin era ayudar a enderezar el rumbo y tenamos previsto qu es lo que haba que hacer con urgencia. Salimos a hacer lo que creamos que haba que hacer y estaba en nuestros planes. Cul fue la reaccin de la co-
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munidad internacional en esos momentos? Favorable, totalmente favorable. As como despus la comunidad internacional mostr desconocer la realidad argentina y hacer una asociacin errnea de los hechos, especialmente lo que fue la comunidad de pases europeos, que vea en la dictadura argentina, o en su forma de autoritarismo, una suerte de conexin con lo que fue el fascismo y el nazismo. Nos queran medir con esa vara y nosotros no tenamos nada que ver con todo eso, por supuesto. Nos cost mucho tener que mejorar esa imagen errnea que tenan de nosotros y dedicar mucho trabajo a ese esfuerzo. Qu logr, en definitiva, el Proceso de Reorganizacin Nacional? Estbamos en el ao 1978 y el Proceso haba cumplido plenamente con sus objetivos, entre los que destacaba el fundamental, que era poner orden frente a la anarqua y el caos que amenazaba y enfrentaba el pas el 24 de marzo de 1976. Y por qu digo que haba cumplido con sus objetivos? Simplemente porque no haba ni asomo ya de la amenaza terrorista y mucho menos de la delincuencia comn. ramos uno de los pases ms seguros del mundo, caminbamos en la mejor de las direcciones.
tiempo. Mostramos al mundo que podamos y sabamos organizar una actividad internacional de estas caractersticas; fue un gran avance y en apenas unos meses, pues antes no se haban comenzado los trabajos, desarrollamos todas las capacidades para este Mundial. Los anteriores gobiernos que nos antecedieron
no haban hecho nada y recay en nosotros la responsabilidad de poner en marcha aquellos trabajos, que se desarrollaron satisfactoriamente. La Iglesia catlica, qu actitud tom en aquellos momentos? La Iglesia cumpli con su deber, fue prudente, de tal suerte que
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dijo lo que le corresponda decir sin que nos creara a nosotros problemas inesperados. En ms de una oportunidad se hicieron pblicos documentos episcopales en donde, a juicio de la Iglesia, se condenaban algunos excesos que se podan estar cometiendo en la guerra contra la subversin, advirtiendo de que se corrigieran y se pusiera fin a esos supuestos hechos. Se puso en evidencia de que se deba concluir con esos excesos y punto, pero sin romper relaciones y sin exhibir un carcter violento, sino todo lo contrario. No rompi relaciones, sino que nos emplaz a concluir con esos hechos. Expres lo que consideraba que no se estaba haciendo bien, porque poda corresponder a su terreno, pero no fue a ms. Mi relacin con la Iglesia fue excelente, mantuvimos una relacin muy cordial, sincera y abierta. No olvide que incluso tenamos a los capellanes castrenses asistindonos y nunca se rompi esta relacin de colaboracin y amistad. Y con los empresarios, cmo fue esa relacin? Los empresarios tambin colaboraron y cooperaron con nosotros. Incluso nuestro ministro de Economa de entonces, Alfredo Martnez de la Hoz, era un hombre conocido de la comunidad de empresarios de Argentina y haba un buen entendimiento y contacto. Hubo algn roce, claro, como suele suceder, porque cada uno defiende sus intereses siempre. Pero, en general, fue una buena relacin.
Cuntas vctimas o desaparecidos hubo en Argentina entre 1976 y 1982? Hay una gran disparidad en las cifras que se ofrecen, como usted dice, lo cual le resta credibilidad a lo que se presenta o se intenta hacernos creer. No se puede pasar de un extremo a otro, es decir, de 32.000 que presentan algunos a 7.000 cifrado por otras comisiones. Creo que este asunto tiene mucho que ver con las compensaciones o el resarcimiento econmico que se le dio a las vctimas, o a los supuestos desaparecidos, y en este caso slo se presentaron 7.000 personas
para reclamar lo que les corresponda. Y esa indemnizacin era de 240.000 dlares por cada caso probado, una cifra nada despreciable, desde luego. Esa es la cifra real porque estamos hablando de la poca del presidente Menem y la gente no tena miedo ya de presentarse abiertamente para hacer sus reclamos. Los militares habamos desaparecido ya de la escena poltica. Esa es la realidad, 7.000, frente a los 30.000 que reclaman las Madres de Mayo. Cmo es posible que 23.000 personas renunciaran a esa ayuda? Este dato demuestra que asis-
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La justicia argentina ha actuado hasta ahora con relativa complacencia y tibieza contra los dictadores.
timos a una clara manipulacin en el asunto de los desaparecidos, se trataba de alterar las cifras con un sentido poltico o con el inters de conseguir fraudulentamente una indemnizacin del Estado argentino. Fue un error de nuestra parte aceptar y mantener en el tiempo el trmino de desaparecido digamos como algo as nebuloso; en toda guerra hay muertos, heridos, lisiados y desaparecidos, es decir, gente que no se sabe dnde est. Esto es as en toda guerra.
la socialdemocracia europea, que fue la que le ayud para llegar a la presidencia, tena que tomar una medida punitiva para juzgar unos supuestos excesos que se haban cometido ante la sociedad y ante algunas crticas
de lo que se llama la obediencia debida, dando lugar, ms tarde, a la Ley de Obediencia Debida, que legislaba dicho concepto. Quien cumpla una orden sin rechistar ni preguntar no poda ser sancionado y la responsabilidad
E l j u i c io a la s J u n t a s f u e u n e r r o r y nunca debi realizarse. Menem desenred luego ese error y nuestro peor momento fue con los Kirchner
que se haban producido; entonces, para calmar esas crticas, toma esa medida. Pero creo que lo hizo con un poco de decoro y puntualiz que solo deban ser sancionados, detenidos, juzgados y condenados aquellos que hubieran cometido hechos aberrantes. No deban ser sancionados aquellos que se limitaron a cumplir las rdenes, en principio final deba de caer sobre el superior que daba la orden. En definitiva, el planteamiento de Alfonsn era prudente y tambin consideraba la posibilidad de que fueran juzgados quienes se excedan en el cumplimiento de una orden e iban ms all. Acepto que este enfoque puede ser correcto. Alfonsn, adems, cuando estalla el movi-
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miento de los carapintadas (una asonada militar que tiene lugar en el ao 1987), se da cuenta de que las cosas pueden desbordarse y que los juicios no cesan nunca. As establece la Ley de Punto Final, por la cual los jueces tienen un plazo de treinta das para procesar aquellos militares que consideren que tienen delitos pendientes. Entonces, hubo una carrera de muchos jueces por procesar en ese plazo a quienes consideraban culpables de algunos delitos y aquello se convirti, todo hay que decirlo, en una caza de brujas, generando una gran inquietud en la sociedad y ello provoca que Alfonsn promulgue la Ley de Obediencia Debida. Se trataba de que las responsabilidades no se extendieran a todo el ejrcito y que slo hubiera procesos para aquellos que tuvieron alguna importancia o jerarqua en la cadena de mando. Pese a todo, el juicio a las Juntas creo que fue un error y concluyo ya: nunca debi realizarse. Menem luego desenred ese error, en cierta medida, y nuestro momento peor, hablo para los militares, es con la llegada de los Kirchner al gobierno. Por qu le juzgan en este momento? Como le haba dicho al principio, Alfonsn se ci al derecho con sus ms y sus menos; la justicia funcionaba, a pesar de que se cometieron numerosos errores jurdicos durante nuestro proceso, como por ejemplo el principio de la no retroactividad, el principio del juez natural que fue vulnerado y otros errores de orden penal, por citar tan solo algunas deficiencias. Todo ello para llevarnos ante ese teatro que tuvo difusin mundial, pero as y todo Alfonsn cumpli a su manera. Menem lleg despus a la
presidencia y tambin, a su forma, cumpli a travs de los indultos y los perdones. As llegamos al matrimonio Kirchner, que vuelve a retrotraer todo este asunto a la dcada de los setenta, y vienen a cobrarse lo que no pu-
dieron cobrarse en esa dcada y lo hacen con un espritu de absoluta revancha, con el complejo, y esta es una opinin personal, y con el agravante de quien pudiendo hacerlo no lo hizo en su momento. Estos seores eran burcratas que repartan panfletos y no mataron ni una mosca entonces. Y eso les da vergenza, claro, y quisieron exagerar la nota de la persecucin para sacar patente de corso, de malos de una pelcula en la que no estaban. No, no, es la vendetta para una satisfaccin personal sin razones, totalmente asimtrica, fuera de medida. Aqu no hay justicia, sino venganza, que es otra cosa bien distinta.
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Alfonsn y Menem hicieron un acuerdo que era mitad y mitad, en el tema de los indultos me refiero. Los Kirchner son los que dijeron que no habra simetra en el asunto de la guerra que vivimos y nos sealaron a los militares como los malos, los responsables de crmenes de lesa humanidad, y a los terroristas como los buenos, como las vctimas de aquellos aos terribles. A partir de ese planteamiento, los montoneros quedaron exentos de juicio y nosotros nos vemos privados de libertad, en la crcel. Pero es un capricho del poder, no hay ms que decir.
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para la posteridad de todos estos aos. Tengo dos libros, que no son realmente memorias, sino un testimonio para la histoEl dictador Videla ria que estoy actualizancuenta la historia do. He escrito sobre escon el viento que tos aos y sobre la gesmejor le sopla y tin del Gobierno, cmo olvida que en se hizo y para qu. He lugares como querido contribuir con el este que muestra que quiera escribir la la imagen, la historia de lo que realEscuela de mente ocurri en esos Mecnica de la aos, simplemente una Armada, se colaboracin de cara al cometieron futuro, para la crnica de atrocidades an lo que ha ocurrido en essin condenar. te pas en los ltimos aos. No tengo inters en incentivar ms este dolor que vive Argentina por no hacer frente a esta tirana que tenemos para acabar con ella, nadie hace nada, ni dice una palabra, ni hay un gesto. Por ahora no hay futuro, tenemos un pas que tiene todo por hacer, mientras esta gente, los que nos gobiernan ahora, lejos de estar en la tarea constructiva, destruyen todo.
Por qu ha preferido guardar silencio durante tantos aos hasta ahora? Porque no estaba en mi estilo la exhibicin y la publicidad. Yo me considero apoltico, no tengo vocacin para estar en el cande-
lero, en el escaparate; he presentado algunas declaraciones en mis juicios y he respondido cuando he debido. Pero no tengo vocacin para esas pretensiones publicitarias, no es mi estilo coI mo le digo.
que segn el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) de Buenos Aires alcanzaran las 3.585 personas, de acuerdo a una lista de desaparecidos publicada por esa entidad para el periodo que va de 1976 a 1983, gobernado por los militares. Por el contrario, y abundando en la disparidad de las cifras, la Conadep (Comisin Nacional sobre la Desaparicin de Personas), creada tras la cada de la dictadura, en 1983, estim en 7.380 el nmero total de desaparecidos, aunque por esas mismas fechas la Secretara de Derechos Humanos de la Nacin elev esta cifra hasta los 8.961
desaparecidos. Por el contrario, las Madres de la Plaza de Mayo y el Servicio Paz y Justicia consideran que entre 1976 y 1983 hubo un total de 30.000 desaparecidos, una cifra a todas luces demasiado alta y no sustentada en un listado fidedigno. Parece que la cifra ms o menos objetiva se situara entre los 7.000 que efectuaron reclamaciones por sus familiares desaparecidos durante la era del presidente Carlos Menem a una lista ms reciente de la Secretaria de Derechos Humanos de la Nacin que situaba el total en algo menos de I 10.000.
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