Número 1 - 6. - Sustancia Individual de Naturaleza Racional, Gabriel Martí

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METAFSICA Y PERSONA Filosofa, conocimiento y vida Ao 1 Enero 2009 Nmero 1

Sustancia individual de naturaleza racional: el principio personificador y la ndole del alma separada
Individual Substance of Rational Nature: The Personification Principle and the Nature of the Separated Soul
Gabriel Mart Andrs Doctor en Filosofa Profesor Titular de Edufamilia Colaborador honorario del Departamento de Filosofa (Universidad de Mlaga) [email protected] RESUMEN La persona, siguiendo en esto a Boecio y Toms de Aquino, es sustancia individual de naturaleza racional, es decir, un supuesto que, en cuanto que tal, es algo completo, un todo unitario cuyos aspectos fundamentales son la individualidad y la subsistencia. Con esto, lo definitorio del supuesto personal, lo que diferencia esencialmente a las personas de los individuos inanimados, los animales y las plantas, es la mente. Pero su constitutivo formal es el esse, el acto de ser personal. Desde el ser la subsistencia de la persona se nos revela como autoposesin y la individualidad, como total incomunicabilidad, ambas de un ser pleno. Por lo dems, en cuanto parte de la especie, en cuanto sustancia incompleta, el alma separada no es hipstasis, pero el ser con el que funda la persona le pertenece en propiedad y, en este sentido, conserva la ndole personal, y ello explica su tendencia natural a la reunin con el cuerpo. Palabras clave: BOECIO, TOMS ALMA SEPARADA
DE AQUINO,

PERSONA, ACTO

DE SER PERSONAL,

ABSTRACT The person, according to Boecio and Thomas Aquinas, is an individual substance of rational nature, that is to say, a suppositum and, as such, it is something complete, an unitary whole whose fundamental aspects are individuality and subsistence. Accordingly, the mind is what defines suppositum as a person, and it is also what essentially differentiates it from inanimate individuals, animals and plants. However, his formal constituent is the esse, the act of being a person. From esse, the subsistence of the person is revealed as self-possession and individuality as total incommunicability, both of them belonging to a full being. In addition, the separated soul is not hypostasis in the sense that it is part of a species as incomplete substance, but its esse that becomes the person and belongs to it. In this sense, it retains its personal nature, and it explains its natural tend to reunite with the body. Keywords: BOECIO, THOMAS AQUINAS, PERSON, ACT OF BEING A PERSON, SEPARATED SOUL

pp. 101-116

Recepcin del original: 08/10/08 Aceptacin definitiva: 02/12/08

Gabriel Mart, Sustancia individual de naturaleza racional: el principio personificador y la ndole del alma separada

La definicin ms clebre y, al tiempo, ms honda, radical, exacta y ajustada desde el punto de vista metafsico de cuantas se han propuesto a lo largo de la historia es, sin duda, la de Boecio. Boecio y, con l, Toms de Aquino, define la persona como sustancia individual de naturaleza racional1. Pero en cul de estos elementos hemos de ubicar el constitutivo formal de la persona? en la subsistencia? en la individualidad? en la naturaleza? en la razn? Y qu decir del alma tras la muerte? hemos de considerarla en sentido estricto persona? Para entender la definicin en su autntico sentido y, de este modo, responder a estas preguntas correctamente, es preciso estudiar cada uno de sus trminos de modo pormenorizado.

1.- Sustancia individual: la nocin de supuesto.1.1-. El ente y sus composiciones fundamentales.El ente es el punto de partida de toda la Metafsica. Para centrar la nocin de ente y despojar el trmino de la imprecisin que tiene en el lenguaje ordinario, no est de ms acudir a su origen. Cualquiera que haya recibido clases de latn o se haya interesado por adquirir nociones de lengua latina valindose de algn manual, habr tenido que memorizar y repetir numerossimas veces la conjugacin del verbo sum (sum, es, esse, fui), ser en latn, pues desde l se articulan todas las conjugaciones de los verbos latinos e incluso toda la gramtica. Pues bien, el participio presente del verbo sum es ensentis, o sea, ente, que es, siendo. Y esto es justamente el ente: lo que es. Todo lo que es, es ente: Dios, mi amigo Juan, la mascota de mi familia, el geranio que cuido con mimo, el Dolmen de Menga, el color rojizo del cielo en una puesta de sol, mi opinin acerca de la ltima ley del Gobierno Todo lo que tiene ser. En el ente se dan varias composiciones fundamentales: - Esencia y ser.- Son dos principios inseparables y constitutivos de toda realidad, pues en toda realidad hay algo que es y el mismo ser con el que ese algo es. El ser es aquello que hace que el ente sea; la esencia es aquello que hace que el ente sea el ente que es y reciba un nombre distinto. La esencia contrae el ser de una manera determinada; el ser es, en este sentido, un acto intensivo, que se da en distintos grados desde lo ms perfecto a lo inferior, desde las realidades personales con Dios en la cspide hasta los entes inanimados ms imperfectos.

BOECIO; Liber de persona et duabus naturis, ML, LXIV, 1343. Cfr. TOMS DE AQUINO, Summa theologiae, prima pars, qu. 29, ar. 1.

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- Sustancia y accidentes.- Cuando decimos el lamo del Parque Central es frondoso, robusto y centenario, estamos estableciendo una distincin entre un sujeto nico y una pluralidad de rasgos que se asientan sobre dicho ncleo o sustrato y que lo caracterizan. Ese sustrato comn es la sustancia que, en este sentido, puede definirse como aquel ente a cuya esencia compete ser en s; los aspectos secundarios que inhieren en dicho ncleo comn son los accidentes, o aquellos entes a cuya esencia compete ser en otro, en la sustancia, como en su sujeto. - Materia y forma.- Constituyen la esencia del ente corpreo. En la realidad observamos continuas generaciones y corrupciones, entes que dejan de ser lo que eran para ser otra cosa. El sujeto de estos cambios es la materia, y lo que cambia es la forma. La materia, por lo dems, es completamente indeterminada y, sin la forma, simplemente no es en absoluto: la forma da el ser a la materia, hacindola ser y hacindola ser lo que es. Estas tres composiciones pueden reducirse, en ltima instancia, a relaciones acto-potencia. La potencia es capacidad de recibir, tener u obrar; acto es cualquier perfeccin de un sujeto (el color de una rosa, las operaciones de entender o amar, los accidentes, la forma, el ser). La potencia no puede subsistir sola, como tampoco el acto en el caso de las realidades finitas, pero este tiene prioridad de perfeccin sobre aquella o, dicho de otro modo, se compara a la potencia como lo perfecto a lo imperfecto: la potencia se ordena a su acto propio, que la determina, la completa, la perfecciona.

1.2.- La nocin de supuesto.Pues bien, la forma, como acabamos de decir, es el principio del ser del ente; no obstante, en los entes corpreos la forma solo es en cuanto actualiza la materia. En efecto, el ser sigue a la forma, pero existen dos tipos de formas, a saber, material (forma qua aliquid est) y espiritual (forma habens esse), y solo esta ltima posee el ser en s misma. - La forma material depende de la materia en el sentido de que no puede ser (ni obrar) de suyo, de tal modo que en los entes corpreos el ser es del compuesto; - la forma espiritual, aunque especficamente pueda convenirle estar unida a materia, no requiere de ella para ser (ni obrar), posee el ser como algo propio. As, por ejemplo, la forma del animal es el principio de su ser, pero esta forma no puede existir separada del cuerpo del animal; el alma humana, como el resto de las formas espirituales, en cambio, es forma independiente de la materia en el ser (y en el obrar).

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Pero, en cuanto principio del ser, la forma no es el ser mismo. El compuesto hilemrfico en los entes corpreos y la forma en los entes espirituales son la esencia, que es potencia con respecto al acto de ser. As es, la forma es acto con respecto a la materia, pero potencia con respecto al ser. La esencia no puede existir, en este sentido, separada del ser. Esencia y ser son dos principios metafsicos inseparables y constituyen la sustancia. La sustancia ya lo dijimos antes- es, con esto, aquel ente a cuya esencia le compete ser en s. As lo expresa Santo Toms:
A lo tercero hay que decir que todo accidente es, segn su ser, inferior a la sustancia, porque la sustancia es ente por s (ens per se), mientras que el accidente lo es en otro (in alio)2.

La nota distintiva de la sustancia, aquello que la diferencia de los dems modos fundamentales de ser, de los otros nueve gneros supremos del ente, de los restantes predicamentos o categoras, en definitiva, de los accidentes, es, pues, la subsistencia. La subsistencia se define como un determinado modo de ser segn el cual algo es ente por s y no en otro. En definitiva, es una propiedad consistente en la inseidad, perfeccin o absolutidad del ser. Ahora bien, se puede hablar de subsistencia en tres planos ontolgicos distintos: - Primeramente, en el de la forma sustancial. Por su operacin se evidencia que el alma no tiene el ser por el ser del compuesto. En efecto. El entendimiento no necesita nada corporal a modo de rgano. Opera por s mismo, en sus operaciones no hay comunicacin alguna con el cuerpo. Y cada cosa obra conforme al ser que tiene. El alma es una forma tal que tiene el ser sin depender de aquello de lo cual es forma, en definitiva, es forma que subsiste en su ser, forma subsistente. - El segundo plano es el de la sustancia. En el ente hay un nico acto de ser, y dicho acto pertenece en propiedad a la sustancia, de tal forma que los accidentes son con el ser de la sustancia. La sustancia es en s, tiene el ser como algo propio, independientemente de los accidentes, que dependen de su ser; en este sentido, es subsistente. - Pero no encontramos en la realidad sustancias aisladas, sustancias separadas de sus respectivos accidentes. La sustancia es, es ente, y en cuanto que tiene el ser en propiedad, subsiste, pero no sin los accidentes. De este modo, lo que propiamente es y subsiste es el compuesto de sustancia y accidentes. Y este compuesto, esta unidad, este todo es el supuesto (sub-positum, sujeto ltimo de la predicacin de lo real), que, en este sentido, tambin se denomina sujeto subsistente. El supuesto es, con esto, el tercer plano en el que podemos hablar de subsistencia.
2

TOMS DE AQUINO; Summa theologiae, secunda secundae, qu. 23, ar. 3, ra. 3.

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Ahora, la subsistencia implica la individualidad. Ninguna esencia universal, ninguna especie, ninguna sustancia segunda en sentido aristotlico puede subsistir. Pero no todo lo individual es en s; tal es el caso de los accidentes. Solo la sustancia individual (sustancia primera) y, con ella, el supuesto son subsistentes. Pues bien, en cuanto que la sustancia primera, como hemos dicho, implica necesariamente los accidentes, sustancia individual puede ser tomado en el sentido de supuesto. Y este es el significado que adquiere el trmino en la definicin de Boecio y Santo Toms. La persona, por tanto, es un supuesto (o hipstasis), es decir, un sujeto que, en cuanto que tal, es algo completo y acabado, un todo unitario integrado por sustancia, con su ser y su esencia, y accidentes y cuyos aspectos fundamentales son la individualidad y la subsistencia.

2.- De naturaleza racional: el elemento personificador.2.1.- Mente o espritu.La persona es un tipo determinado de hipstasis. Se trata de un supuesto con una determinada naturaleza, la naturaleza racional. Para comprender, pues, la definicin de persona como supuesto de naturaleza racional es preciso estudiar la nocin de razn. Santo Toms usa el trmino ratio en dos sentidos, en sentido lato y en sentido estricto: - En sentido estricto, razn designa una de las funciones del intelecto, a saber, aquella que se realiza mediante el pensamiento, con discurso y esfuerzo. - En sentido lato, la razn es el conjunto de las potencias intelectivas, es decir, todas aquellas facultades independientes de la materia. Este ltimo es el significado que en la definicin adquiere el trmino: Boecio toma racional por intelectual, y la naturaleza intelectual se define por el entendimiento y por todas las facultades que se reducen al gnero intelectivo. Ahora bien, las potencias intelectivas son operativamente interdependientes, constituyendo una unidad funcional que Santo Toms llama mente o espritu3. Esto, la mente o espritu, es, en fin de cuentas, lo definitorio del supuesto personal, lo que diferencia

3 Toms de Aquino usa el vocablo spiritus con mltiples significados: aire que se respira, vapor sutil difundido por los miembros de los animales para sus movimientos, fuerza y sustancia invisible y motora, algo generado en el bautismo (sentido teolgico) En una de las acepciones, spiritus es sinnimo de mens.

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esencialmente a las personas de los individuos inanimados, los animales y las plantas. Vemoslo, pues, con un poco de ms detenimiento. El espritu -en el sentido de mente- es la potencia superior del alma humana, lo ms alto en su virtud. En tanto que, en cierto modo, las potencias son las partes del alma, la mente es su parte suprema. Ahora bien, que la mente sea la potencia principal del alma, no quiere decir que sea una potencia particular. Esta es la definicin que da Santo Toms:
la mente no es una cierta potencia junto a la memoria, el entendimiento y la voluntad, sino que es cierto todo potencial que comprende estas tres4.

Las partes del alma son -como decimos- sus potencias, o lo que es lo mismo, las potencias nutritivas y reproductivas -que equivalen a la parte vegetativa-, las sensitivas -que equivalen a la parte sensitiva- y las intelectivas, a saber, entendimiento (con la memoria intelectual) y voluntad -que equivalen a la parte racional. Y esta parte racional es la mens. En efecto, la mente no es propiamente una potencia junto a la inteligencia (con la memoria intelectual) y la voluntad, sino cierto todo potencial que comprende dichas facultades, un todo potencialmente infinito, como infinitas son las potencias particulares que lo constituyen. Pues bien, un todo que an no es todo, algo que, en tanto que todo, est cerrado pero que, en tanto que potencial, est abierto, solo puede ser entendido como sistema funcional. - La mente es un todo, en cuanto a la serie y a la unidad de sus potencias. Est constituida por dos potencias interdependientes que forman unidad, que forman un sistema, que forman un todo.

TOMS DE AQUINO; De veritate, qu. 10, ar. 1, ra. 7. La cursiva es ma. A este respecto hay que hacer una aclaracin. Santo Toms habla de memoria en este texto como una potencia ms junto al entendimiento y a la voluntad para destacar la doble potencialidad del intelecto. Pero, en sentido estricto, solo hay dos facultades espirituales: entendimiento y voluntad. En efecto. El entendimiento se divide en entendimiento agente y entendimiento posible. Pues bien, el entendimiento posible recibe los inteligibles que manda el agente, pero no solo recibe, sino que tambin conserva lo recibido. El aprehender y el conservar, que en el alma sensitiva pertenecen a diversas potencias, se unen en el entendimiento: La memoria est en la parte sensitiva, porque, ocupndose solo de lo pretrito, se refiere a cosas sujetas a un tiempo determinado. Y por esto, como no abstrae de las condiciones singulares, no pertenece a la parte intelectiva, que es de las cosas universales. Pero esto no excluye que el entendimiento posible sea el conservador de los inteligibles, que abstraen de todas las condiciones particulares (TOMS DE AQUINO; Summa contra gentiles, lb. 2, cp. 74, n. 17). El conservar las especies inteligibles es una de las funciones de la inteligencia. La memoria intelectiva no es, por tanto, una potencia ms junto con el entendimiento y la voluntad, sino una de las potencialidades del intelecto.

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- Y, a su vez, es algo potencial, en cuanto a su actividad. La

interdependencia de las facultades intelectuales es activa, pues son potencias operativas. Se trata de una interdependencia operativa potencialmente infinita, como infinitas son sus facultades, que procura un crecimiento cada vez mayor en el caminar del alma hacia su fin ltimo. Pues bien, esta interdependencia operativa infinita de las facultades espirituales en el caminar del hombre hacia la consumacin de su capacidad de Dios es justamente lo que tiene la mente de potencial. No se entiende la inteligencia sin la voluntad, ni la voluntad sin la inteligencia. La inteligencia y la voluntad se implican mutuamente. No cabe un acto de entendimiento puro, sin el concurso de la voluntad, ms que el conocimiento de los primeros principios, como tampoco cabe una accin completamente arbitraria. Inteligencia y voluntad son una unidad, pero una unidad que no es esttica, sino dinmica, funcional, en movimiento conjunto, en continuo crecimiento hacia un fin comn. Pero esto no quiere decir que no haya un orden de antecedencias mutuas; es ms, este orden es expresin de la unidad de la mente. En definitiva, el intelecto precede a la voluntad y es ms alto que ella segn su ser, segn el orden de la naturaleza y en la generacin. La voluntad, por su parte, es ejecutora del intelecto, y en esto mueve y es ms alta que l5.

2.2.- El elemento personificador.Pero todo esto no quiere decir que la esencia sea el principio personificador. Lo que define a la persona es la naturaleza racional, pero lo que le hace serlo es el esse, es el ser. Centrmonos en esto.

Ahora bien, la mente no es algo exclusivo del hombre, no es el hombre el nico supuesto personal. Santo Toms, aunque define el espritu -en el sentido de mente- en trminos antropolgicos, habla tambin de mentes superiores a la humana. Veamos. Pues el hombre conviene con el ngel en la parte superior del alma, que se llama mente (TOMS DE AQUINO; Summa theologiae, prima secundae, qu. 89, ar. 4, ag. 1). Es ms, si las partes del alma humana, y de la sustancia espiritual creada, son, como hemos dicho, sus potencias y en tanto que las nicas potencias de las que goza la sustancia separada son la inteligencia y la voluntad, podemos decir que el ngel es totalmente mens. Y tambin habla Toms de Aquino de mente divina. As por ejemplo, en una cuestin del De veritate dedicada ntegramente al tema de la mente, dice: La mente del ngel () no solo conoce con intuicin directa la materia en universal, sino tambin en singular; y del mismo modo tambin la mente divina (TOMS DE AQUINO; De veritate, qu. 10, ar. 5, co). La mente divina, no obstante, ni es accidente, ni es parte, y carece de las imperfecciones propias de la mente humana. Adems Dios lo entiende todo en su esencia con un solo y simple acto, y lo quiere en su bondad de igual manera. Y este Verbo perfecto y este Amor perfecto constituyen, junto con el ingnito Padre, tres Personas diversas en un solo Dios. Con todo, la definicin de sustancia individual de naturaleza racional, entendiendo razn como sinnimo de mente, es vlida para el hombre, para las sustancias separadas y para Dios, es decir, para toda persona. Sin embargo, el desarrollo que hacen de la misma tanto Boecio como Toms de Aquino es propiamente antropolgico; atendiendo a dicho desarrollo, la personeidad puede extenderse tambin a los ngeles y a Dios, pero solo de forma analgica.

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Lo ms propio del supuesto es la subsistencia, y subsistir es efecto del ser. As es, el supuesto requiere de una esencia capaz de subsistir, pero subsiste de hecho por el acto de ser, un actus essendi nico que es raz de todas las perfecciones del supuesto y fundamento de su unidad. En el supuesto personal concretando- la naturaleza racional aporta la capacidad de ser persona, limitando el ser al vivir intelectual. En efecto, como dice Toms de Aquino, en los vivientes el ser se especifica en el vivir:
aunque la participacin que es ms simple es ms noble, sin embargo, si se toma de aquel modo por el cual se da en las cosas carentes de perfecciones sobreaadidas, ser menos noble; como el ser, que es ms noble que el vivir, si se toma de aquel modo por el que los seres inanimados son, aquel modo de ser ser menos noble que el ser de los vivientes, que es vivir6.

En las personas el vivir se especifica en el vivir intelectual:


Vivir no solo denomina el mismo ser de los vivientes, sino tambin la operacin de la vida, como inteligir es cierto vivir, y sentir y otras operaciones de esta naturaleza, como queda patente en el libro II de Sobre el alma y en el IX de la tica7.

Y el principio especificador, que contrae el ser a un determinado modo, es la esencia, en este caso la naturaleza racional. Esta representa, por tanto, un papel fundamental en la constitucin de la persona: la persona es o mejor- vive segn el vivir intelectual, en cuanto que tiene la capacidad de vida espiritual que le da la naturaleza racional. Pero es el esse, en este caso el vivir intelectual, lo que hace ser a la esencia y lo que, por tanto, hace al supuesto ser persona. Citando a Eudaldo Forment, la naturaleza racional es el constitutivo material y el ser el constitutivo formal. De manera que el principio personificador, el que es la raz y origen de todas las perfecciones de la persona, es su ser propio8. En definitiva, persona alude al ser; hombre, a la esencia. Ahora, el acto de ser, como dijimos, es un acto intensivo, un acto que en la persona alcanza el grado ms elevado, el que corresponde a la naturaleza espiritual. Pues bien, desde el ser podemos contemplar en su autntica dimensin los aspectos que atribuimos ms arriba a la persona en cuanto supuesto: en la sustancia individual de naturaleza racional la subsistencia es autoposesin y la

TOMS DE AQUINO; De veritate, qu. 22, ar. 11, rc. 4. La cursiva es ma. TOMS DE AQUINO; In De caelo, lb. 2, lc. 4, n. 5. La cursiva es ma. 8 FORMENT GIRALT, Eudaldo; Id a Toms. Principios fundamentales del pensamiento de Santo Toms, Gratis date, Pamplona, 1998, pg. 117. Forment trata este tema ms extensamente en Ser y persona (Ediciones de la Universidad de Barcelona, Barcelona, 1982).
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individualidad, incomunicabilidad, ambas en cuanto sustancia individual-, de un ser en plenitud, como queda claro por lo que expusimos acerca de la nocin de supuesto. Veamos. No ha de entenderse la autoposesin en el mbito operativo, a modo de mero accidente (como puede ser la autoconciencia intencional o el deseo de supervivencia, que tambin son ciertas formas de poseerse), sino en el plano ontolgico, en el plano del ser, pues es el ser lo que constituye a la persona como tal: la autoposesin es posesin del ser. Sin embargo, la autoposesin en cuanto posesin radical del ser y propia de una sustancia intelectuales igualmente autopresencia. Como dice Martnez Porcell:
El subsistir en s mismo, que caracteriza la persona, supone que, por la misma posesin del ser, se est presente a s mismo, y, por tanto, se posea de modo consciente el propio ser9.

Por eso podemos decir que, de algn modo, la autoposesin se realiza por medio del entendimiento, y tambin de la voluntad. Se trata de la autoposesin de la mente o de la posesin del ser en su referencia a las facultades espirituales. Pero dicha posesin de presencia, en la cual encuadraramos tambin la libertad predicamental o libre arbitrio (el hombre es dueo de sus actos, posee sus propias operaciones, obra por s mismo, en cuanto conoce el ltimo fin como tal), remite, en ltima instancia, a la misma posesin del ser, que es como su raz, y sin la cual no tendra sentido y no podra llevarse a cabo. La autoposesin como posesin del ser (propio) y la autoposesin como autopresencia constituyen un mismo y nico acto, o mejor, son dos dimensiones de un mismo acto considerado en s mismo y en su referencia al entendimiento y a la voluntad, respectivamente-, pero la autopresencia solo se explica desde la posesin del ser. Y as hablaramos de la autoconciencia, pero no como conocimiento intencional, universal, objetivo, esencial o reflexivo, lo cual sera entender la autoposesin en el plano operativo, sino como experiencia existencial, la experiencia (subjetiva) del propio entendimiento, la vivencia del propio yo. Esta autoconciencia, en cuanto autopresencia, est inicialmente en hbito, pero solo requiere un conocimiento cualquiera para actualizarse en ese mismo acto (conciencia concomitante), y es la nica forma de conocimiento real del ser personal, del propio ser. Y en lo que respecta a la voluntad, hablaramos del amor de s. El amor de s no ha de confundirse con el deseo de supervivencia, que es -por as decir- uno de sus efectos. El amor propio es natural y necesario en el sentido de que la persona y, con ella, tambin el propio yo constituyen un bien en s. No obstante, para que dicho
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MARTNEZ PORCELL, Juan; Metafsica de la persona, Balmes, Barcelona, 2008, pg.

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amor de s sea un autntico ejercicio de autoposesin, ha de ser ordenado, lo cual quiere decir ordenarse al bien de los dems. Es bueno y debido querer el bien propio y tender a su mejora, pero no como ltimo fin, sino para su entrega a los dems, que es lo que le da sentido: el sentido ltimo del amor de s est en el amor de amistad. As se expresa Santo Toms:
El amor de s se puede relacionar con la caridad de tres modos. Algunas veces es contrario a la caridad, a saber, cuando alguien pone el fin en el amor del bien propio. Pero otras veces es incluido en ella, cuando el hombre se ama por Dios y en Dios. En otros casos se distingue ciertamente de la caridad, pero sin ser contrario a ella, como cuando alguien se ama a s mismo en razn de su bien propio sin poner en l su fin10.

Pero la autoconciencia y el amor de s como decimos- solo pueden llevarse a cabo en cuanto que la persona es poseedora de su ser. La autopresencia consciente volvemos a citar a Martnez Porcell- [est] constituida por la posesin inmaterial del ser por parte de la persona11. Y en otro lugar nos dice: en la medida en que definimos la persona por la posesin incomunicable del propio ser, ponemos la raz de su autoconciencia en la misma estructura de mismidad ontolgica12. Por lo dems, aunque radicada en ella, no puede hacerse coincidir la autoposesin con la subsistencia del espritu, pues como venimos diciendo- lo que propiamente subsiste, lo que propiamente posee un ser pleno, es la sustancia completa, el supuesto, la persona. De este modo, el alma separada lo veremos con detalle- posee su ser, un ser del que goza en propiedad; pero un ser que carece de plenitud, que no est en plenitud de su acto, por cuanto la esencia a la que actualiza est incompleta. Ahora bien, si la subsistencia implica la individualidad, la autoposesin conlleva la total incomunicabilidad ontolgica. Veamos. Toda sustancia, todo supuesto, es individual y, en cuanto individual y subsistente en cuanto individuo-, incomunicable (en lo que tiene de hoc aliguid):
en la individuacin () dice el Anglico- hay que considerar dos cosas: la primera es la causa de la individuacin, que es la materia (); y la segunda es la razn de individuacin, que es la razn de incomunicabilidad13.

Pero la persona se apropia de su ser, y esto la hace mximamente individual y, por ende, plenamente incomunicable. Ciertamente lo es por el espritu, que posee el ser como algo propio y lo da a comunicar
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TOMS DE AQUINO; Summa theologiae, secunda secundae, qu. 19, ar. 6, co. MARTNEZ PORCELL, Juan; op. cit., pgs. 156-157. ib., pg. 155. TOMS DE AQUINO; I Sententiarum, ds. 25, qu. 1, ar. 1, ra. 6.

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al cuerpo, pero solo en la persona dicho ser alcanza la plenitud y, con ella, la total incomunicabilidad. La persona puede comunicar su esencia, engendrando nuevos hombres, y tambin sus accidentes, como el color de piel, pero la persona en cuanto tal por la mxima individualidad del espritu, participada por el cuerpo- es completamente incomunicable. Como vemos, la raz de todas las perfecciones de la persona es su ser propio:
Todas las perfecciones de los distintos entes, segn la doctrina de la participacin del ser, son expresadas por su esencia, aunque se resuelvan en ltimo trmino en el acto de ser, porque es el fundamento de tales perfecciones. La persona, sin embargo, sin la mediacin de algo esencial, directamente se refiere al ser. La persona, en este sentido, tiene un carcter trascendental. Nombra al ser propio, y a los trascendentales que funda, sin designar directamente la naturaleza participante del ser. Menciona inmediatamente al ser, la entidad, la realidad, la unidad, la divisin o incomunicabilidad, la verdad, la bondad y la belleza, propias del ente personal14.

En la persona, el ser tiene la supremaca. En cambio, en los entes no personales la primaca la tiene la esencia, a la que todas las propiedades se ordenan. No tiene sentido dar nombre propio a las realidades infrapersonales, ms que por su relacin con el hombre, porque lo relevante en ellas es su esencia y el modo en que encarnan las perfecciones propias de su naturaleza (y lo mismo podramos decir del hombre si lo desvinculramos de su ser personal). A esto ltimo se limita su singularidad. En cambio, la persona, en cuanto que su constitutivo formal es el ser, trasciende la especie. As, podramos reformular el principio general en otros trminos: la incomunicabilidad se acrecienta en la medida en que el ser se destaca sobre la esencia. Y por eso podemos decir que la incomunicabilidad en la persona es plena. En efecto, los animales, las plantas y los entes inanimados son ciertamente incomunicables en cuanto sujetos subsistentes, pero sus principios individuantes y, por tanto, aquello que los hace incomunicables tienen poca entidad, y por ello son fcilmente intercambiables. La persona, en cambio, en cuanto que su constitutivo formal es el ser, es completamente insustituible: en la persona la incomunicabilidad la singularidadalcanza todas las dimensiones de su ser en cuanto que personal, haciendo suyos incluso los accidentes15.
FORMENT, Eudaldo; Introduccin a El orden del ser. Antologa filosfica, Tecnos, Madrid, pg. 97. Esto fundamenta la formulacin de una Antropologa trascendental, algo a lo que Leonardo Polo ha consagrado buena parte de su obra. La metafsica de la persona -en cuanto metafsica del ser- se resuelve en una antropologa trascendental. 15 Los accidentes son actualizados por el mismo acto de ser personal y, en este sentido, tambin son de algn modo posedos por la sustancia individual de naturaleza racional. La persona establece un vnculo especial con sus accidentes, vnculo que no se da en las realidades infrapersonales. Con la autoposesin o posesin del propio ser la persona se apropia tambin de sus accidentes. Y, as, quedamos muy sorprendidos cuando un
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3.- El estatuto del alma separada.3.1.- El alma separada no es persona


De acuerdo con todo esto, le conviene al alma separada la definicin de persona? Santo Toms nos da la clave en un texto muy claro de la Suma teolgica:
A la quinta objecin hay que responder que el alma es parte de la especie humana y que, por esto, aunque est separada, como por naturaleza conserva la unibilidad al cuerpo, no puede decirse que sea sustancia individual en el sentido de hipstasis o sustancia primera, como tampoco la mano ni cualquier otra parte del hombre. Y as no le conviene ni la definicin ni el nombre de persona16.

En efecto. El alma humana es forma espiritual, forma subsistente, forma que tiene el ser en s misma y no solo con lo cual algo es17. Recibe el ser en propiedad, y como dice Javier Aranguren- ya que todo lo que existe de manera independiente es substancia (), eso que sobrevive a la desaparicin del compuesto ser tambin sustancia18. El alma separada, en cuanto que el alma es directamente creada por Dios afirma Cardona- como subsistente en s misma19 (subsistere), es sustancia, y esto explica que, independientemente de toda corporalidad, pueda ser sustrato de mltiples accidentes (substare), como la inmaterialidad o el entendimiento. Y lo mismo podemos decir del cuerpo, as como de sus partes integrantes, que se apropian del ser que el alma les comunica (mientras esta permanece unida) y, de este modo, pueden considerarse realidades concretas (hoc aliquid); con una diferencia, pues la forma no solo da a la materia el ser, sino tambin la especie, y, as, tras la separacin, el cuerpo, los huesos, la mano y las dems partes solo se dirn tales en sentido traslaticio, mientras que el alma separada s es un alma. Siendo sustancia, sin embargo, el alma (como el cuerpo y sus partes), aunque est separada, no es un subsistente completo, es decir, no es supuesto, no es hipstasis, no es persona. Dice Gilson:
Un dedo, un brazo, un pie, son sustancias y, sin embargo, no existen ms que como partes de ese todo, el cuerpo humano; del
compaero, que habitualmente es muy alegre y chistoso, se muestra muy callado en una cena de amigos. Del mismo modo, un perro no entristece porque una enfermedad cutnea le provoque manchas en la piel o deformacin del hocico, a no ser que esto dificulte el ejercicio de sus operaciones especficas; en cambio, el hombre ha de pasar por un riguroso examen antes de someterse a una operacin de esttica para determinar la magnitud del impacto psicolgico e incluso aventurar un posible rechazo. 16 TOMS DE AQUINO; Summa theologiae, prima pars, qu. 29, ar. 1, ra. 5. 17 TOMS DE AQUINO; De anima, ar. 14, co. 18 ARANGUREN, Javier; El lugar del hombre en el Universo. Anima forma corporis en el pensamiento de Santo Toms de Aquino, EUNSA, Pamplona, 1997, pg. 183. 19 CARDONA, Carlos; Metafsica del bien y del mal, EUNSA, Pamplona, 1987, pg. 75.

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mismo modo, el alma es sustancia, el cuerpo es sustancia, pero toda sustancia no es un sujeto distinto ni una persona distinta; no hay que concebir, pues, los conceptos de alma humana y de cuerpo humano como si significaran existencias distintas en la realidad20.

El individuo perteneciente al gnero de las sustancias afirma Toms de Aquino- no solo puede subsistir por s mismo, sino que tambin es algo completo en alguna especie y en el gnero de la sustancia21. Y el alma es solo parte de una especie, parte de la especie humana, forma sustancial del cuerpo. Sera volvemos a citar a Javier Aranguren- lo que recibe el nombre de substancia incompleta, que se caracteriza por subsistir sin ser algo completo en su especie ().
Queda claro que, si bien el alma sea subsistente, el motivo de su existencia no es ella misma, sino el hombre completo. Es lo que ms arriba hemos llamado la perfeccin sustancial. Y por ello el alma se une al cuerpo no solo para actuar, sino tambin para ser: necesita del cuerpo para empezar a existir22.

El alma separada, en este sentido, no es parte en acto, pero tiene dice Santo Toms- naturaleza de parte23. En efecto, con la muerte del hombre el alma deja de informar en acto, pero es forma por esencia y, en cuanto tal, sigue conservando la virtud formativa. As se expresa el Anglico:
el alma es forma del cuerpo segn su esencia, de tal modo que, destruido el cuerpo, no es destruida el alma en cuanto a aquello segn lo cual es forma, sino que solo deja de ser forma en acto24.

En definitiva, el alma separada no es sustancia individual y, en cuanto que es parte de una especie, no puede decirse que tenga naturaleza propia. Solo podemos hablar propiamente de naturaleza en el supuesto y, en este sentido, la naturaleza intelectual, aunque se defina por las potencias del alma, pertenece propiamente al hombre, al hombre como un todo25. El alma es solo parte de esa misma naturaleza, una sustancia intelectual incompleta.
GILSON, Etienne. (trad. Mgica, F.); El tomismo, EUNSA, Pamplona, 1989, pg. 360. TOMS DE AQUINO; De anima, ar. 1, co. 22 ARANGUREN, Javier; op. cit., pg. 184. 23 TOMS DE AQUINO; In III Sententiarum, ds. 5, qu. 3, ar. 2, co. 24 TOMS DE AQUINO; Quodlibeta, n. 10, qu. 3, ar. 2, ra. 4. 25 Esto no quiere decir que el alma separada carezca en absoluto de capacidades naturales, que no pueda obrar, que no pueda crecer, que haya de permanecer esttica hasta su reunin con el cuerpo. Y as, por ejemplo, por su participacin en la naturaleza intelectual del hombre, podemos decir que el alma separada goza de un conocimiento natural. Veamos. El obrar sigue al ser y el modo de obrar, al modo de ser. El alma, al separarse del cuerpo adopta una manera de ser distinta y, con ella, otro modo de obrar, otra manera de entender. En cuanto constituye unidad sustancial con el cuerpo, su modo propio y perfecto de conocimiento es el que obtiene en unin con l, que en el estado de vida terrena es por abstraccin de las especies a partir de los fantasmas (conversio ad phantasmata). Pero, una vez separada, de acuerdo con su nueva manera de ser, pasa a entender al modo de las dems sustancias separadas, es decir, contemplando (aunque no en su sustancia, sino por ciertas especies) lo que es inteligible en s mismo, sin la mediacin de sentido corporal alguno (conversio ad ea quae sunt secundum se intelligibilia). Este modo de entender, sin
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Tras la muerte el alma permanece, conservando su identidad y todos aquellos rasgos que, a lo largo de la vida, han ido curtiendo su naturaleza, todos aquellos hbitos que, aunque constitutivos de la personalidad, se asientan en las facultades especficas del alma espiritual y todas las especies inteligibles adquiridas durante la existencia terrena a partir de los sentidos y por accin del entendimiento agente y que constituyen el entendimiento en hbito. Pero, en sentido estricto, con la separacin deja de existir el yo y todo lo que se asienta en el yo como tal. De este modo, no es correcto hablar de personalidad en el alma separada, pues se trata de la particular disposicin de la persona ntegra.

3.2.- pero conserva la ndole personal.Ahora bien, el alma separada del cuerpo, sin ser persona, mantiene, no obstante, su condicin personal. Juan Cruz lo expresa con toda claridad:
Pero el alma humana es personal justo por ser parte fundante de la persona. Por eso, el alma separada no pierde su individualidad, ni se reabsorbe en una entidad espiritual nica: con la destruccin del cuerpo, las almas humanas permanecen multiplicadas en su propio ser, manteniendo a la vez su funcin de formas del cuerpo y su condicin personal26.

En efecto. El alma separada es sustancia incompleta. No es, por tanto, una sustancia individual y no podemos, consecuentemente, considerarla persona, ni siquiera incompleta. Hablar de persona incompleta en este sentido metafsico sera incurrir en contradiccin, ya que la sustancia individual, como hemos visto, es, por definicin,
ser el modo propio y perfecto de conocimiento para el alma (s lo es en cambio para los ngeles), est dentro de sus capacidades naturales. En efecto. El entendimiento humano, unido a un cuerpo pasible, no puede entender nada en acto sin acudir a los fantasmas: para que el intelecto intelija en acto dice Santo Toms, no solo recibiendo ciencia nueva, sino tambin usando la ciencia ya adquirida, se requiere el acto de la imaginacin y de las dems virtudes [de la parte sensitiva]. Pero, una vez separada del cuerpo y, por tanto, adoptada una nueva manera de ser, empieza a entender naturalmente al modo de los ngeles, contemplando aquellas cosas que son inteligibles en s mismas. Este modo de conocimiento ser imperfecto y confuso (requiere un gran nmero de especies), pero natural para el alma separada (si bien no lo sera para el alma unida al cuerpo). Al desprenderse del cuerpo, dirige el alma rpidamente su mirada hacia lo superior, situndose bajo el influjo de las sustancias que habitan dicha regin y pasando de este modo a conocer por especies participadas por influjo de la luz divina, que recibe por participacin natural inmediatamente tras la separacin. Adems, tambin podr conocer por las especies obtenidas durante su vida terrena. En el estado de vida terrena, el alma solo participa la luz del entendimiento agente, pues solo puede recibir las especies a partir de los fantasmas, pero, una vez separada, puede entender tambin mediante especies participadas. Esto har posible acrecentar su ciencia hasta el momento de la reunin con el cuerpo, en que se fija el estado definitivo de las cosas. 26 CRUZ CRUZ, Juan; Inmortalidad del alma o inmortalidad del hombre? Introduccin a la antropologa de Toms de Aquino, EUNSA, Pamplona, 2006, pgs. 95-96.

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algo completo en alguna especie: la razn de parte como dice el Anglico- se opone a la razn de persona27. Ahora bien. La persona humana est constituida por alma y cuerpo. Ambos principios en estado de unin gozan, por tanto, de ndole personal, y esto gracias al ser, al acto de ser personal, que, como hemos dicho, constituye el elemento personificador. El cuerpo, no obstante, al quedar indispuesto para el alma, pierde con ella el ser (personal) que hasta ese momento le haba dado vida28. En efecto, el cuerpo, en cuanto que es con el actus essendi del alma, pierde el ser con la muerte, perdiendo as tambin su condicin personal. El alma, en cambio, en cuanto que posee el ser en propiedad, conserva la ndole personal tras la separacin. Su acto de ser, con la muerte del hombre, deja de ser personal, por cuanto que pasa a ser limitado por una naturaleza incompleta. El alma, de este modo, no queda inmutada con la muerte. Ve degradado su mismo acto de ser y frustrada aunque temporalmente- su vocacin natural a la unidad con el cuerpo. Pero esto no le hace perder su ndole personal, pues el ser con el que fund la persona humana le pertenece en propiedad. Por lo dems y como corolario-, esta ndole personal explica la tendencia natural del alma a su reunin con el cuerpo. Veamos. La resurreccin es un hecho sobrenatural que, como tal, depende de la intervencin libre y directa del Creador. En este sentido, no se puede demostrar racionalmente de forma concluyente. Pero la Metafsica puede aportar profundas razones de conveniencia. En la base, los dos aspectos del alma separada que Juan Cruz destaca en el texto que acabamos de reproducir: con la destruccin del cuerpo, las almas humanas permanecen multiplicadas en su propio ser, manteniendo a la vez su funcin de formas del cuerpo y su condicin personal. Algo hemos dicho ya del primero29; el que ahora nos interesa es el ltimo. Por ser solo una parte de la esencia del hombre, como hemos dicho, el alma separada es incompleta, es imperfecta. Y todo lo imperfecto desea naturalmente alcanzar la perfeccin, la perfeccin

TOMS DE AQUINO; In III Sententiarum, ds. 5, qu. 3, ar. 2, co. S podramos hablar con coherencia de persona incompleta en el mbito de la moral, pues la persona, constituida ontolgicamente como tal, est llamada a crecer en la virtud, de tal modo que solo as puede realmente llegar a ser lo que es. 28 Esto no quiere decir que el cadver carezca de ser en trminos absolutos. Con la muerte, el alma es sustituida por otra forma, sumamente inferior, que da al cuerpo otro ser especfico. 29 El alma separada, en cuanto que conserva la virtud formativa, en cuanto que sigue esencialmente vinculada como forma a su propia materia, demanda por naturaleza la reunin con su cuerpo. La muerte, por razn de la materia, es natural al hombre, pero es contraria a la naturaleza del alma. La muerte definitiva conllevara la perpetuacin de una situacin contranatural para ella, que vera frustrado para toda la eternidad su deseo natural ms profundo. Y esto es inconcebible. Desde un punto de vista lgico que no ontolgico- la resurreccin del cuerpo es necesaria.

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de naturaleza, algo que el alma solo podr conseguir restituyendo la unidad con su cuerpo. Existe, pues, en el alma separada una tendencia natural a la resurreccin, una tendencia a la regeneracin de la persona en su reunin con el cuerpo, un estatuto con el que el hombre naci, pero que perdi con la tragedia de su muerte. Santo Toms, en la Suma contra los gentiles, lo expresa con gran claridad:
el deseo natural del hombre tiende hacia la felicidad. Pero la felicidad ltima es la perfeccin de lo feliz [la felicidad-perfeccin]. De este modo, quien carece de algo para su perfeccin, an no tiene la felicidad perfecta, porque su deseo an no est completamente tranquilo: todo lo imperfecto desea naturalmente conseguir la perfeccin. Ahora bien, el alma separada del cuerpo es de algn modo imperfecta, como toda parte que existe fuera de su todo, pues el alma es por esencia parte de la naturaleza humana. As pues, el hombre no puede conseguir su ltima felicidad ms que si el alma se une nuevamente al cuerpo30.

Este argumento es similar a una de las razones ms conocidas de las que Toms de Aquino esgrime para probar la inmortalidad del alma, y que viene a decir lo siguiente: lo apetecido con deseo natural por todo ente es el ser; pero la sustancia intelectual aprehende el ser absolutamente y en todo tiempo -el ser perpetuo-, siendo este, pues, el ser que apetece naturalmente; y la naturaleza nada hace en vano, luego el alma humana es inmortal. Esta prueba tiene solo un valor probable. Pero es que tampoco la resurreccin puede probarse racionalmente de modo concluyente, como dije. Solo podemos argir razones de conveniencia, pero razones suficientes para poder reflexionar sobre ella en trminos estrictamente filosficos. Ahora bien, no existira esta tendencia natural en el alma separada si esta no conservara su ndole personal. No hay nada en el cadver que reclame la reunin, pues, con la muerte, el alma es sustituida por otra forma que da al cuerpo otro ser especfico, y en esta nueva especie, el cuerpo es completo, es perfecto. En cambio, el alma es sustancia incompleta, que proclama lo que le falta para reconstituirse en persona. Y lo que lo hace, justamente, es su ndole personal. El alma quiere volver a vivificar al cuerpo del que un da se separ abruptamente, desea hacerle participar de su ser, de su sempiternidad, de su libertad trascendental. El alma quiere que su cuerpo sea, quiere elevarle a su existencia espiritual, desea, en definitiva, que el hombre resucite, y que lo haga ya con un cuerpo sometido a ella en cuanto al ser para toda la eternidad, un cuerpo al que comunicar su inmortalidad y todas aquellas cosas que le son propias en cuanto que espritu, un cuerpo al que hacer libre. Y este deseo es natural en el alma.

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TOMS DE AQUINO; Summa contra gentiles, lb. 4, cp. 79, n. 11.

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