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Sisifo

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Ssifo, Amrica y la repeticin

Iris M. Zavala

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El que de esta manera se haya perfeccionado en el arte de olvidar y en el arte de recordar, podr jugar a la pelota con la existencia entera. Kierkegaard Quien no resuelve su pasado est destinado a repetirlo. George de Santayana

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Lectura retroactiva de los mitos


En La Odisea, texto maestro de la cultura occidental , en lectura retroactiva, no nos alerta Homero que somos itinerantes, que el origen no existe, que pasamos por pruebas descomunales, pero que al mismo tiempo la odisea trae consigo el imperialismo y la sumisin del Otro y la guerra, y que nunca se vuelve al mismo lugar? Y no nos dice tambin, en esta lectura, que la divinidad (o los dioses) juegan con los humanos, que somos vctimas de sus rencillas, celos, desavenencias, odios; que los dioses, caciques y caudilloscomo quiera que se llame al Otroprotegen y desprotegen, que no hay Otro? Pero no es ese el camino que quiero recorrer ahora, acompaaremos a Ulises en su viaje al Hades en busca de Tiresias.; la nuestra ser una lectura del futuro al pasado. Odiseo, el "asolador de ciudades", el "fecundo en ardides" en el Canto Undcimo, adems de encontrar las almas de su madre y de muchos hroes y heronas trgicos, ve a Titio, el hijo de la augusta Tierra, dos buitres, uno a cada lado, le roan el hgado, penetrando con el pico sus entraas. Ve a Tntalo, sumergido en un lago cuya agua le llegaba a la barba. Cuantas veces se bajaba el anciano para

saciar su sed, el agua desapareca absorbida por la tierra....una y otra vez.. Y Ulises ve a Ssifo, el ms astuto de los hroes griegos, que enga a los dioses, obtuvo una fuente para la ciudadela de Corinto, y pospuso su muerte. Fue condenado al infierno del Trtaro, donde empujaba una enorme piedra hacia la cumbre del monte, cuando ya faltaba poco una fuerza poderosa la haca retroceder, y esta caa rodando a la llanura. Tornaba a empujarla... y la piedra volva a caer, como los buitres a picotear, y Tntalo a beber agua. Hasta aqu La Odisea. No son personajes homricos, pero en lectura retroactiva tambin Narciso y Eco permiten articular bien la repeticin. Los recordaremos brevemente. Eco, ninfa de los bosques haca de Sherezade de Hera, descanso que el dios aprovechaba para gozar sus amoros; esta, furiosa, la conden a repetir solo el final de las frases; avergonzada, Eco se intern en una cueva cerca de un riachuelo, donde al azar lleg el divino Narciso, de quien Tiresias predijo que contemplar su propia imagen lo perdera. Nunca la vio hasta su encuentro fortuito. El azartych lo condujo cerca de su cueva, y al verlo ella qued subyugada, incapaz de acercrsele. Una repeticin automatonlo encamin otra vez cerca de Eco, que lo segua a distancia. El

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ruido de una ramita lo alert de su presencia: - Qu haces aqu? Por qu me sigues? - Aqu... me sigues... Su respuesta.. fue grito mudo y, desesperada, acudi a los animales para que le transmitieran su amor al joven, que se ri de ella. Su desdn la hizo encerrarse en su cueva para morir; solo repeta las ltimas palabras de Narciso ... "qu... estu... pida...". pida....Fue desfalleciendo hasta que se desintegr en el aire, dejando una voz repetitiva agonizante que llamamos eco. Nmesis, testigo del dolor de Eco, hechiz a Narciso provocndole una gran sed que lo llev a repetir el camino del riachuelo, ya a punto de beber vio su imagen en el ro; prendido de su propia belleza, se consumi contemplndola. Surgi as el Narciso, flor que crece sobre las aguas de los ros. Saquemos de ese mito la metfora de la Mirada y la voz invocante que se repiten....en el otro; la repeticin. Volveremos sobre esta repeticin acompaados por el objeto a que articula Lacan. El objeto a: una nada, un resto, algo que cae del cuerpo, que tiene que ver con sus orificios; lo que desde el interior se abre al exterior: la mirada, la voz, las heces, el pecho....Lo retomaremos.

El automatismo de repeticin
Me estoy extraviando, aunque sin perder el hilo del extravo. Regreso al mito, sin olvidar que el mito es una forma de discurso que pretende resolver una contradiccin lgica; logra decir algo de la verdad, sin decirlo todo. Retomo ahora la repeticin constantey por tanto inconscientede Ssifo en su versin existencialista como contraste. Camus imagina al hroe consciente de su trabajo intil y sin esperanza, y por lo tanto trgico. Resignado a empujar la roca hasta la cima, slo su conocimiento lo libera y lo hace feliz. Esta lectura se inserta en el humanismo moderno ilustrado; una tica de la resignacin, que ensalza un Ssifo humillado por los dioses, y lo transforma en un personaje heroico. No es ese el

que persigo, sino aquel que repite el mismo acto; el sujeto moderno que empuja intilmente y sin esperanza la roca hasta la cima, y sta vuelve a caer, la roca siempre rueda hacia abajo, y el que fuera "engaador de los dioses", se convierte en una miserable compulsin repetitiva como destino. Entramos en lo que Lacan llama el automatismo de repeticin. Hasta aqu el mito... lo dejaremos como un parntesis que pesa sobre mi texto por el momento. Pasemos a la novedad aportada por Freud, y vaya si tiene peso esa novedad! Descubre el efecto de repeticin, que llevar la direccin de mi discurso. El terreno estaba preparado por un paso singular y tmido: Kierkegaard. No quiero aqu ms que indicar el nudo que forma en sus enunciados la repeticin, para situar el goce, centro de mi discurso, aportacin de Lacan. Prosigo. Si en los griegos todo conocimiento es reminiscencia (vase el Menn), para el romntico la vida es repeticin, pero hay un twist novedoso: no se recuerda lo que fue, se repite en un sentido retroactivo. La historia es, como en el milenario mito griego, la piedra que vuelve a caer cuesta abajo cuando se la llev trabajosamente hasta la cumbre. Tambin Nietzsche retomar el tema en el eterno retorno, que dejaremos a un lado. Si para el dans la repeticin es asumir como necesario lo que fue contingente en ese encuentro primero, con Freud toma un giro definitivo: la repeticin se a coloca del lado de la compulsin, del inconsciente. Est as en oposicin a Kierkegaard, que asocia la repeticin con la voluntad; en su relectura de Freud Lacan tambin la sita del lado de la compulsin. La Wierderholungszwang freudiana se aloja en un ms all del principio del placer y conlleva, en su acepcin de automatismo, un aspecto ciego, y en tanto compulsin, un aspecto de empuje, y por tanto de continuidad. Con el cambio freudiano, no se trata ya de repeticin, sino de compulsin a la repeticin. Hay ms. La repeticin va unida la idea de un destino. El azarla

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tych sin finalidad pero no sin ley, como dice Lacan en "La carta robada", texto de Poe, no es el destino, a no ser que el sujeto quiera que lo contingente se vuelva necesario, y lo ocurrido, signo de una voluntad que desea su mal. Dicho de otra manera: "el destino es la manera particular por la cual los significantes que pertenecen al sujeto se han apoderado o no de esos azares, para imbricarlos o no en la repeticin", escribe Lacan. Suspendo aqu esta nota introductoria; bsteles con ver en qu sentido pretendo que tomemos la cuestin.

Marx y la repeticin como erstaz


Demos otro paso ms cercano a Freud, y centrmonos en la repeticin histrica, no sin un parntesis. En este universo indecible, donde reinan la contradiccin, la antinomia, la angustia o la impotencia, esos significantes de repeticin revelan para Camus el absurdo, lo que nace de la confrontacin entre el llamamiento humano y el silencio irrazonable del mundo. No es ese mi camino, sino la repeticin como una invocacin para conjurar aquello que parece haber intervenido salvajemente como Real: la repeticin como desgaste, caricatura, ersatz, terreno de Marx en ese texto proftico llamado El dieciocho brumario de Luis Bonaparte (1852, y 1869)equidistante de Kierkegaard y Freud escrito para mostrar la historia del coup dtat de 1848 en Francia contra Napolen. Marx cerc el punto negro, la paradoja, y muestra cmo la lucha de clases cre en Francia las circunstancias y las condiciones para que un personaje mediocre y grotesco pasara por hroe. Se me permitir citarlo en extenso. Los hombresdice Marx hacen su propia historia, pero no a su libre arbitrio, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente... La tradicin de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando estos se disponen precisamente... a revolucionar las cosas...conjuran temerosos en su auxilio

los espritus del pasado... la resurreccin de los muertos; as, no solo se obtiene la caricatura de lo repetido, sino lo viejo en caricatura; en ersatz. Y concluye: La revolucin social del siglo XIX no puede sacar su poesa del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneracin supersticiosa por el pasado. Dixit! Este elocuente pasajedonde resuena la voz de Benjamn en el futuro concibe la vida histrica y los actos de gobierno como una mascarada, en que los grandes disfraces y las frases y gestos no son ms que la careta para ocultar lo ms mezquino y miserable; la repeticin como parodia del pasado. "Ellos lo hacen, pero no lo saben" dice; no saben que repiten en parodia, en caricatura, al conjurar temerosos los espritus del pasado. Marx, un moderno, se aproxima a la repeticin como pulsin, y nos acercamos as a Freud en Ms all del principio del placer (1920); la repeticin, aquella pulsin que lleva al sujeto a atascarse siempre en el mismo punto, y que el viens relaciona con la pulsin de muerte, concepto que Lacan traduce como goce; y subrayo, goce, la tendencia del sujeto a exponerse una y otra vez a situaciones dolorosas. El sujeto condenado a repetir algo cuyos orgenes ha olvidado; la nica cura posible es recordarlos. El goce es un recuerdo encubridor que despliega una identificacin. Me refiero a ese insoluble conflicto en el que reina el deseo, entre la fuerza tranquila y coherente de la ley y el violento reclamo del goce extrao e inquietante de un Real fuera de toda medida. Lacan desarrolla un examen muy atento, y si en los seminarios de 1950 la repeticin es del significante los significantes que insisten en reaparecer una y otra vez , en el seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis (1964), hace un giro, y propone que no es meramente significante, sino lo Real. Concepto que significa lo imposible, lo que resiste e insiste, y existe irreductiblemente y se da, sustrayndose como goce, angustia, muerte. Para Lacan el inconsciente es

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la certeza que yerra (133). Lo que no puede ser rememorado se repite en la conducta, y produce un goce...que no hemos de confundir con el deseo. Lo que quisiera resaltar aqu es que el goce es lo desmedido, sobrepasar los lmites, y se expresa en el sufrimiento; es la Cosa freudiana, las pesadillas del sujeto acosado y objeto de crueldades. La muerte y el holocausto, los fantasmas de vergenza, la creacin de infiernos y suplicios. El masoquismo primordial que doblega siempre al principio del placer. La compulsin de repeticin, que nos impulsa, como a Ssifo a subir una y otra vez la piedra. Los elementos mnimos constitutivos del hecho estructural son la marca, o la letra y su repeticin. Estamos ante el imperativo del goce; Lacan lee con un cuchillo afilado a Freud. Recordemos nuestro paciente enfoque del concepto de goce. En la continuacin de nuestra reflexin podremos comprobar que el concepto de goce permite la delimitacin de cada diferencia esencial. Lo relacionaremos con la mascarada, los fantasmas de vergenza, espacio por el cual transita Gilles Deleuze, que enlaza el fantasma con el simulacro, el teatro, la mscara justo este el punto que quiero resaltar tejiendo relaciones entre Marx, Freud y Lacan. Sigamos. En el teatro de la repeticin se experimentan las fuerzas puras, los rasgos dinmicos del espacio que actan sobre el espritu sin intermediacin y que lo vinculan directamente con la naturaleza y con la historia, un lenguaje que habla antes de que se produzcan las palabras, gestos que se elaboran antes de que existan cuerpos organizados, mscaras anteriores a las caras, espectros y fantasmas previos a los personajes: todo el aparato de la repeticin como poder terrible. Si Marx encuentra este espectro terrible en la poltica, Freud y Lacan lo centran adems en la estructura de la psique humana. Es el mundo, el marco del fantasma. De modo que sigo. La repeticin no quiere decir que cuando acabamos algo volvemos a empezar; es un rasgo en tanto conmemora una irrupcin del goce.

Los pasos de la repeticin


Con estas premisas podemos definir la repeticin como sntoma y pulsin, y el fantasma, y el goce. Se trata de leer a Freud como el fundador de una nueva teora de la cultura, una nueva visin del mundo que comprende las relaciones entre el destino individual y las leyes sociales (el terreno abierto por Marx). El psicoanlisis representa un nuevo discurso, una arqueologa del pasado vivientecmo vive el pasado en cada uno de nosotros, en los monumentos, en los documentos de archivos, en la evolucin semntica, en los rastros, en la tradicincomo dice un poderoso texto de Lacan, "Funcin y campo de la palabra y del lenguaje en el psicoanlisis". All plantea serios interrogantes a cualquier prctica histrica que no vaya ms all del agustistiniano "tiempo presente de las cosas pasadas"; Lacan ha descubierto una articulacin muy singular del pasado, del presente y del futuro: la estructura de la accin retardada (no considerada por Kierkegaard, ni por Niestzche en su eterno retorno), de la causalidad despus del suceso: el aprs coup. El descubrimiento es capital; un suceso que se comprende solo despus que algn otro suceso o sucesos adquiere una funcin causal. La semilla la sembr Freud, que crea en la capacidad del psicoanlisis para leer el futuro, no se diga escribirlo, y se daba perfecta cuenta que ste deba su vitalidad a sus vecinos epistmicos: lo oculto, lo proftico, las promesas de todo tipo. Intento con todo esto decir que las interpretaciones son actos y que las acciones incluyen interpretaciones. Lacan da un poderoso paso adelante, y sostiene la fuerza del discurso, que hace vnculo social. El psicoanlisis con l es una empresa que se caracteriza por la puesta en juego de lo Real. Y, ms radical an, al ignorar la diferencia entre la verdad y la mentira, entre la verdad y la ficcin, el psicoanlisis se convierte en un radical de la epistemologa. Lo que deseo puntuar, es que el elemento de repeticin es ingrediente esencial de la

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tragedia: el automaton del destino...y la posibilidad que se nos ofrece de cambiar nuestro propio destino en lugar de someternos a la fuerza destructiva de la repeticin. Con esa repeticin, destino del sujeto, y la tyche, "coincidencias notables", se construye el mito de Ssifo, y de Titio y Tntalo. Pero tomo otro giro. Piso el embrague y sigo. Si la neurosis y el sntoma estn calcados en "coincidencias notables", no lo es menos que la identificacin inconsciente tiene consecuencias para la visin del futuro. Son una versin incomprensible de la historia de la vida de la persona; es una versin del futuro. En este sentido precisoy de ah la vigencia y fuerza del lacanismo para desenmascarar el discurso Amo, el psicoanlisis nos propone desecribir el futuro, que el sujeto experimenta como ya escrito y estructurado por las palabras y los hechos con los que se ha identificado. Freud metaforiza , y convierte esa clase de futuro en una pgina en blanco con escritura invisible. Vuelvo a rodar con Ssifo. Atascarse en un mismo punto: Ssifo que rueda su piedra hacia la cspide, y esta vuelve al suelo, una y otra vez...y la repeticin del significante. No creo transgredir los lmites que me fij yo misma, si retomo ahora la memoria histrica, y la compulsin a la repeticin en Nuestra Amrica. Apunto a esa compulsin a la repeticin, que coloca al sujeto en lo Real, del cual solo se puede huir, y no al sujeto que se satisface con teraputicas ortopdicas, que tienden al conformismo, y prometen un acceso a las concepciones ms mticas de la happiness. Esta bsqueda de felicidades por encargo constituye el ambiente de nuestra poca. Y no me he salido de mis propios cauces; solo he hecho otro recorrido para relacionar a Ssifo con la repeticin. Antes recordar que no suscribo un determinismo; para Freud, el futuro es desescribible; el freudismo nos abre el camino para crear un nuevo futuro. Y ms an, solo en el universo paranoico no hay lugar para el futuro, no hay lugar para maniobrar, solo queda el

Apocalipsis para marcar la diferencia entre el ahora y lo que vendr. Contrario a Apocalipsis y milenarismos catastrficos, la propuesta de Freud es decididamente subversiva: podemos desescribir el futuro, cambiarlo, pero es ineludible lo que Lacan llama una poltica de la memoria. Nuestro Ssifo que arrastra la piedra, repite su condena una y otra vez. Suponemos que es la piedra del destino, y no hay en esa repeticin lugar para el futuro, solo resta el Apocalipsis, no como fin del mundo, sino en su sentido figurado de situacin o escena espantosa o tremenda. No estamos en este Apocalipsis ahora? No nos invita el vnculo social al oblivium, lo que borra?...

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El objeto (a) en Eco y Narciso

No me contento con lo sugerido. En ese punto que intento cercar por aproximacin, es que los mitos sealados nos perfilan la relacin dinmica entre el sujeto y su discurso. A partir de la teora del estadio del espejo (Narciso), y el concepto de lo imaginario que lo acompaa, Lacan distingui el yo (unidad constituida imaginariamente) del sujeto, que tiene relaciones complejas con el yo, el otro (la contraparte imaginaria del yo), y con el Otro, el principio de otredad que presupone cualquier acto de palabra: aludo de manera tangencial a Eco y a Narciso. Lacan toma la voz y la mirada con radicalidad: tienen que ver con el goce. Aclaremos, es a nivel del masoquismo moral, que Lacan sita la incidencia de la voz del Otro en la oreja del sujeto, un Otro completado o suplementado por la voz. Por lo que el superyo deviene por un lado, en la lnea ms edpica, conciencia moral cotejando al sujeto con la insuficiencia, y por otro, lo hace surgir de los restos vistos u odos, del desvalimiento, de los destinos de la especie, de las vivencias que llevaron al totemismo como culpa originaria. Culpa estructural, como falta de goce, deuda, que sostiene lo ms irreductible de la pulsin de muerte, expresado en el sentimiento inconsciente de culpa; manifestacin de una inercia psqui-

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ca que nos confronta con el lmite. El significante, como saber, no alcanza para amortizar esa deuda originaria. (Parafraseo a Isabel Goldemberg). Narciso, contemplndose en el estanque sordo a la voz de Eco, es una representacin mtica que se aproxima mucho a la explicacin de Lacan acerca de la formacin del yo; as como Ssifo se aproxima a la de repeticin en un escenario distinto. S que zigzagueo, a la manera de un gambito de caballo en el tablero de ajedrez, con el que Freud equipara el movimiento del discurso. Comprometida con este proyecto, mi mtodo de lectura de estos mitos requiere un trabajo preparatorio de clarificacin de sus fundamentos. Sigamos. Por qu no hablan los planetas?, pregunta Lacan. En cambio nosotros s hablamos. Antes de su nacimiento, el sujeto ya est situado no solamente como emisor sino como tomo del discurso concreto; somos portadores de los mensajes de nuestros antepasados, las consecuencia de "todas las fornicaciones de nuestros padres, abuelos, y otras historias escandalosas" ( El yo en la teora de Freud...Seminario 2, 419). Ubico as dos conceptos clave: el de palabra fundante y el de pacto simblico. Hablamos de lo que ya est escrito, del efecto acumulativo de la repeticin, que nos empuja a caer en las garras de un poder demonaco que arrastra a un destino preconcebido "eterno retorno de lo igual" , que se convierte en la eterna repeticin de lo peor. Pero esta compulsin puede subvertirse, y vuelvo la mirada ahora sobre Marx, Freud, Lacan y el mito, hacia el pacto social que funda toda sociedad civil, y que pone en juego ese trmino que bien merece la calificacin de espectro: la libertad. Volvamos a un mayor rigor. Si el goce entra en juego, tambin entra en juego lo que Lacan en El reverso llama la marca, en afinidad con el goce. Detengmonos en este punto, porque liga la repeticin al vnculo social. La marca, el hecho estructural; una serie indefinida de discriminaciones y de

ordenamientos jerrquicos que caracteriza el progreso de la organizacin "civilizadora". Se podra llamar as lo que Lacan define como marca fundante. Cul sera la marca fundante de nuestras sociedades (in)civiles? Si llevamos la piedra a la cima, para que vuelva a caer otra vez, con la repeticin interviene otro concepto, el de un "pasado remoto" que se esconde en las huellas visibles de lo actual. "Lo que no puede ser rememoradoescribe Lacan se repite en la conducta". As la transmisin de la cultura se postula a travs del retorno a una violencia primordial (Totem y Tab), violencia que ordena la configuracin de las masas espontneas explicada por Freud, y en los rituales de iniciacin de las tribus totmicas en el sacrificio a los dioses oscuros; sacrificios que son ceremonias, fiestas. El goce, sobre el cual volveremos, y esos restos que son la mirada y la voz del mito. Y para hacernos percibir la fuerza del ojo y la mirada, nos lleva al fenmeno ms radical del mimetismo, en el mbito de la explicacin de repeticin. Lacan da un paso decisivo, y en el seminario El reverso del psicoanlisis (1969-70), articula lo que denomina los cuatro discursosque hacen vnculo social , y desenmascara las parodias y las repeticiones sin sentido; esa cadena bastarda de destino y de inercia, de tiradas de dados y de estupor, de falsos xitos y de encuentros ignorados que es el texto corriente de una vida humana. Si la repeticin de lo peor freudiana indica un agujero, una apora de lo social, apora es tambin el encuentro con ese objeto que no es simbolizable o imaginarizable, y que Lacan designa como algo que est por fuera del lenguaje y de los imaginarios sociales: el objeto (a). Es este una consistencia lgica, una cualidad de ciertos elementos reales en la subjetividad que pueden ser la causa inconsciente del deseo, incluso el ms vil; objeto que es tambin condensacin de un goce, que no es un placer, sino un ms all del placer, generalmente emparentado con el horror, con la vergenza, como la mirada que es presencia del otro en tanto tal. Y

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la voz , un hacerse or que va hacia el otro, una pulsin invocante. Estos rasgos se presentan hoy de manera perturbadora y cada vez ms compulsiva en los mass-media, invasin completa de la ciencia en todos los campos. La voz estcomo dice Lacan planetarizada, y estratosferizada por los avances tcnicos, y la mirada es omnipresente, el televisor, internet, espectculos, fantasmas todos que solicitan nuestra mirada; voces invocantes que nos incitan a mirar. La contemporaneidad padece lo que Lacan llama una hipertrofia creciente de la enfermedad de la mentalidad; la enfermedad de la irrealizacin, de vnculos que no comprometen al cuerpo: la sociedad del espectculo. Lo actual se nos presenta como sin-sentido, narcisista, y obsecuente al clamor generalizado. Clamor que opaca el silencio.

La repeticin y los dioses oscuros


Pero an podemos dar otros pasos para aclarar el panorama. Si el nazismo present las formas monstruosas de esos dioses oscuros, y supuestamente superados del holocausto, hasta ahora ninguna teora poltica, ni la marxista, ha podido dar cuenta del porqu son muy pocos los sujetos que pueden evitar no caer en la captura monstruosa de la ofrenda de un objeto de sacrificio a los dioses oscuros. La ignorancia, la indiferencia, la mirada que se desva, el prestar odos a las sirenas del sacrificio, indican que buscamos testimonio de la presencia del deseo de ese Otro que llama el Dios oscuro. Ese Dios que interpela desde el goce de la opereta trgica, de la pardica repeticin del pasado en amo moderno; como consecuencia el discurso neocapitalista no establece lazo social, solo hace vnculo con la plus vala o los objetos que se producen en este lugar. Parafraseo a Lacan en la escritura de Colette Soler. Estamos fuera de vnculo, y esa repeticin de la marca fundacional de cada cultura, que hace sntoma; ste hace vnculo, vnculo contingente.

Sntomas que la analista Colette Soler llama autistas o egotistas; el sujeto se orienta hacia el goce sin establecer el vnculo con el semejante, sin pasar por la mediacin de otro. El discurso de la ciencia se coloca de manera definitiva al servicio de significantes amo: tecnologa, manipulaciones genticas, nios a la carta, colonizacin del espacio, militarizacin de las sociedades. La meta de lo dicho solo est destinada a abordar el desafo que supone el concepto de goce. Pero para la condicin humana tambin: "En la medida que hay bsqueda de goce, en tanto repeticin, se produce lo que esta en juego en ese paso- ese salto freudiano- lo que nos interesa como repeticin y que se inscribe por una dialctica de goce, es propiamente lo que va contra la vida." (Lacan, El reverso... 48). Retomar toda la fuerza de este goce desmedido, en las sociedades contemporneas, donde se sufre este capitalismo desenfrenado.. Si para Freud un pasado remoto se esconde en las huellas visibles de lo actual, escribir la historia es escribir sobre sus restos, y pensar el presente es no olvidar lo otro, las huellas del pasado, que hablan siempre. Se trata de volver al pasado, no como nostalgia, sino ms radicalmente, para interpretar un presente problemtico, ya que este presente crea retroactivamente las condiciones para que el pasado se produzca como memoria y olvido a la vez. Afilemos los conceptos: el goce. Otra vez Lacan. Lo que en un discurso se dirige al Otro como un t hace surgir la identificacin con algo que se puede llamar el dolo humano. Penosamente dice en De un discurso que no fuese semblante (1970) en la medida en que algo en todo discurso que recurre al t provoca a la identificacin camuflada, secreta, que no es identificacin con ese objeto enigmtico que puede ser nada de nada. Todo el pequeo plus-de-gozar de Hitler quiz no iba mas all de su bigote, pero este rasgo, esta marca para comprometer la gente en lo ms salvaje del proceso del discurso del capitalismo comprometer a la masa en lo ms salvaje del proceso del discurso del capitalismo, que implica un plus-de-gozar bajo su

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forma de plusvala... Y la masa est capturada en una identificacin imaginaria; sigue la palabra del OtroAmo, y cae en un goce colectivo. Todo radica en saber si en un cierto nivel uno puede obtener an su tajada, el beneficio. Y esto precisamente bast para provocar sus efectos de identificacin. La psicologa de las masas y anlisis del yo de Freud obtiene en los tiempos que corren su peso ms trgico. Y fue escrito por un judo viens, que tuvo que huir de su ciudad natal, y ver la quema de sus libros, poco antes del holocausto. Lo dicho obtiene todo su peso en el mundo actual. El riesgo de la ceguera es cada vez mayor, si no vemos que la relacin que fomenta esas repeticiones no tiene que ver sino con el goce. El sujeto queda atrapado en el goce; el sujeto sujeto al gocey repitamos; el goce, lo desmedido, sobrepsar los lmites, que se expresa en el sufrimiento; la Cosa freudiana, las pesadillas del sujeto que lo muestran acosado y objeto de crueldades. La muerte y el holocausto, los fantasmas de vergenza, la creacin de infiernos y suplicios. El masoquismo primordial que doblega siemprecomo antes deca al principio del placer. La compulsin de repeticin, que nos lleva, como a Ssifo a subir una y otra vez la piedra.

Marca fundacional
Si rastreamos ahora en la historia de Latinoamrica, encontraremos el efecto acumulativo de una repeticin, que invoca esos dioses en nombre de una marca fundacional, de un ser nacional que repite sus ritos y ceremonias, su ley del ms fuerte. Si desde el nacimiento estamos relacionados con un smbolo, si como sujeto estamos situados no solamente como emisor sino ese tomo que somos del discurso concreto, la relacin del sujeto con el discurso poltico transitar por las marcas que ha dejado en el inconsciente la relacin con el "Otro". El desamparo social, la explotacin extrema, el caudillismo, el militarismo tienden a capturar toda posibilidad de

identificacin con un goce mortfero. En una sociedad que se intenta global, a qu registro del orden de las cosas pertenece el deseo indestructible, que no hace ms que acarrear lo que sustenta de una imagen del pasado hacia un futuro? Es evidente que se trata aqu de la imposibilidad de clausura, y se expresa a travs de pasajes al acto violentos; base de la autodestructividad que nos habita. Ese goce no se detiene jams, impide reinstaurar el orden y hace imposible en su fundamente mismo el concepto de globalizacin, hoy tan equvocamente celebrado. La repeticin sin clausura nos enfrenta a una de las formas ms extremas de la dimensin del mal. De aqu es de donde partimos para dar sentido a esa repeticin inaugural en tanto repeticin que apunta al goce; y la repeticin de lo peor. As, la piedra que sube Ssifo hace cada vez ms penoso el trayecto; y hay mayor goce en que vuelva a rodar. La compulsin a la repeticinese gocees una espiral, el ojo de un huracn que todo lo arrastra, y provoca el conflicto, despierta los "lebreles de la jaura maldita" (en verso de Rosala)...Toda la comunidad unida por un mismo goce; el espritu de horda renace. Como Ssifo, la repeticin es a lo peor; al ersatz... Y un zigzagueo, para centrarme an ms. Parece evidente hoydespus del descalabro global, de lo lderes paranoicos, de la repeticin de falsas soluciones, del 11 septiembre, y de la guerra santa contra Iraq, y de los fundamentalismos y los terrorismos nacionalistas, cuando no de las masacres tribales o tnicas , que se denomina "marginales" a un gran nmero de seres humanos que sobran. Si el deseo de muerte se inscribe en el inconsciente como discurso del "Otro", habra entonces que preguntarse, qu rito sacralizado repetimos en nuestras sociedades latinoamericanas de manera cada vez ms pardica y macabra? Si cada uno, y uno por uno de los pases desde su nacimiento surge de cartografas y nuevos mapas polticos impuestos (primero por la Corona espaola, luego por los hroes de la Independencia, luego por la

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mundializacin y globalizacin), no lo son menos producto del horror del otro, de la victimacin de los ms dbiles, que una y otra vez se identifican con la ignorancia y la barbarie, y se dejan arrastrar por la pulsin de muerte: el goce.. En nombre de qu marca fundacionaly toda marca fundacional produce gocerepetimos la carga de la piedra de Ssifo, o dicho en marxista, repetimos la farsa poltica? Qu fuerza inconsciente nos induce a repetir una historia de saqueos, abusos y crmenes? Qu dioses oscuros invocamos para producir ms cadveres y muertos? Por qu el poder exige sacrificios humanos, por qu la miseria humana y la explotacin hoy da se apoyan en el consenso electoral? Sobre esta base se edifica todo lo que se refiere al sntoma social. Colaboramos para sostener el goce y el sntoma social en nombre de identidades nacionales estereotipadas y desgastadas, ersatz del pasado histrico; colaboramos con los que, como Bonaparte en el Dieciocho brumario, son engrandecidos como hroes, en lugar de empequeecerlos. No es, no, la falta de legalidadcomo sostiene Carlos Fuentesel espectro que produce desorden en la vida social: la falta de legalidad es otra consecuencia del goce. Si Marx encontr el punto negro, la paradoja, el rostro gozante del Amo, su reflexin nos invita a ver cmo la lucha de clases en cada nacin cre las circunstancias y las condiciones para que personajes mediocres y grotescos representen el papel de hroe. Y prosigo. La trama discursiva que hoy llamamos Latinoamrica est tejida de exclusiones y segregaciones, desde que se esgrime el tropo de canibalismo en las Antillas para distinguir las otredades tnicas segregadas, y luego para cartografiar los nacionalismos latinoamericanos y las identidades criollas. Dicho en plata: las identidades nacionales se han forjado a partir de modelos europeos, de segregaciones y aparthaids econmicos, sociales, culturales, y lingsticos. Se segrega y margina "lo otro"el desecho, lo que sobray estos grupos marginados

irrumpen de vez en cuando en la trama social siguiendo la palabra invocante de los dirigentes de turno, que repiten la misma palinodia de patria, nacin...; se han congelado las identidades. La cuestin nos lleva a crear aglomeraciones (masas), una especie de gran cuerpo annimo, y se fabrica el acontecimiento por el nmero de cuerpos que se llegan a concentrar. Y volvamos al principio. En El reverso del psicoanlisisel reverso, la apora, la paradoja del discurso Amo del capitalismoLacan muestra que la repeticin necesita al goce: "La repeticin se funda en un retorno al goce". Es decir, que la organizacin psquica en el ser humano est articulada, en su origen, como un discurso de amo. Como el amo feroz, radicalmente distinto del ideal humanista, que Freud describe en su Malestar en la Cultura: "El ser humano no es un ser manso, amable, a lo sumo capaz de defenderse si lo atacan, sino que es lcito atribuir a su dotacin pulsional una buena cuota de agresividad. En consecuencia, el prjimo no es solamente un auxiliar y objeto sexual, sino una tentacin para satisfacer en l la agresin, explotar su fuerza de trabajo sin resarcirlo, usarlo sexualmente sin su consentimiento, desposeerlo de su patrimonio, humillarlo, infligirle dolores, martirizarlo y asesinarlo". Dejmoslo en suspenso.

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El pasado no se repite
Retomo a Freud. Si el estatuto del inconsciente es tico; ms claro an: la tica es la tica del acto por sus consecuencias, es necesario saber y parafraseo a Freud gracias a Lacan cmo el inconsciente se muestra. Y los canallaslos que nada quieren saber del inconscientepueden usar al Otro y servirse de l como pllusvala. Cuando Lacan define la repeticin como "encuentro fallido con lo Real ", hemos de entenderlo que ese "est", pero no se le encuentra, y "siempre escapa", por lo que "lo que la repeticin busca repetir es, precisamente, lo que siempre escapa" (10). Ms simplemente an: el

pasado, en tanto continente de ese primer encuentro no se encuentra, el pasado no se repite. Todo lo anterior nos sita la repeticin entre el automaton de la cadena y la tych de un elemento real, que funciona como la causa de la primera. Centrmonos. Tres conceptos, pues, aparecen en el seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanllisis, definidos en su relacin a lo Real. El inconsciente como tropiezo, la repeticin como evitamiento, y la pulsin como encuentro logrado (13). Evitamiento significa que la compulsin de repeticin supone un no querer saber por parte del inconsciente. Mientras haya repeticin, pues, no habr deseo de saber. Es por esta "sordera de la repeticin, que cada vez es la primera vez. Siempre se est en la primera vez" (14). En la repeticin se est siempre en la primera vez, supone la anulacin del tiempo, que no haya acumulacin de saber (15). Y como si fuera poco, en la formulacin lacaniana la repeticin anula ...y produce goce. No se trata de una contradiccin insoluble: la repeticin que antes supona una prdida de goce, es ahora recuperacin. Lacan incorpora el rasgo unario que cada sujeto porta, elemento articulador en tanto escrito, y en tanto sus consecuencias se manifiestan sin el consentimiento del sujeto y en su ignorancia. Parafraseo a Jos A. Naranjo Mariscal, y hago desvos. El reverso del discurso Amo Se me perdonar este extenso excurso por Lacan, pero ha sido necesario para proseguir el camino. Los mecanismos de la repeticin aseguran que habr repeticin siempre que haya un significante que articule el saber, significante que se puede traducir como el discurso Amo. Se comprende entonces que el hecho de desenmascarar "lo Real", de realizar mediante la interpretacin la revelacin del enlace entre el rasgo unario y el goce, permitir ver el nudo vivo de la "escena primitiva", con su decoracin y sus personajes. Al interpretarlos el discurso analtico es el reverso del discurso Amo. Esto supone

acabar con la determinacin, con la causalidad, rompindola. Recordemos que segn Lacan, Marx descubri el sntoma precisamente a causa de la nocin de "excesos" sociales; su gran logro fue demostrar que todos los fenmenos que parecen simples desviaciones, deformaciones contingentes del funcionamiento "normal" de la sociedad, son producto necesario del propio sistema. Los puntos en que la "verdad", el carcter antagnico inmanente del sistema irrumpe; lo que est ocultoese objeto Sadesale a la luz. Marx aporta la funcin de la plusvala, y de ella (y de la pulsin freudiana) Lacan deduce el "plus de goce", marcando una distancia fundamental con Marx: ste vincula la produccin con la necesidad; Lacan introduce que lo propio del ser que habla es el goce, una interferencia vinculada a la pulsin de muerte que no tiene nada que ver con lo necesario. Identificarse con el sntoma significa reconocer en los "excesos" la clave que nos ofrece el acceso a su verdadero funcionamiento. No hay sntoma sin su destinatario; como un enigma, el sntoma anuncia su disolucin por medio de la interpretacin. Concebido como una formacin simblica, significante, es un mensaje codificado dirigido a un Otro que retroactivamente le conferir su significado. En definitiva, es una formacin significante que da congruencia, si lo interpretamos desde el futuro. Todas nuestras complicaciones y tribulaciones proceden de una circularidad mortfera: a la libre concurrencia sucede la dictadura econmica. Salta a los ojos de todos, en primer lugar, que en nuestros tiempos no solo se acumulan riquezas, sino tambin una descomunal y tirnica potencia econmica en manos de unos pocos, que la mayor parte de las veces no son dueos, sino custodios y administradores de una riqueza en depsito, que manejan a su voluntad y arbitrio. Dominio ejercido de la manera ms tirnica por aquellos que, teniendo en sus manos el dinero, se apoderan tambin de las finanzas pblicas y del

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crdito, y administran la savia de que vive toda la economa. Esta acumulacin de poder y de recursos, nota caracterstica de la economa contempornea, es el fruto natural de la ilimitada libertad de los competidores, de la que han sobrevivido solo los ms poderosos, lo que con frecuencia es tanto como decir los ms violentos y los ms desprovistos de conciencia ( y cito del Quadragesimo Anno, 105/107). La repeticin, esa circularidad que nos ahoga (Bajtin nos instaba a salirnos de la prisin de las ideas estereotipadas), nos conduce una y otra vez a buscar la salvacin en el Otro, en la voz invocante, a revivir lo que Lacan llama en La psicosis, la paranoia de la libertad; a escuchar como palabra plena las promesas de libertad, igualdad, fraternidad, y las invocaciones al pueblo soberano, a la patria. Todos ersatz de las luchas nacionales decimonnicas. Una especie de proceso de estancamiento de la memoria induce a revestir de modernidad los ideales de las Guerras de Independencia, a repetir el teatro en actuaciones ms grotescas: una y otra vez Ssifo sube la piedra, y una y otra vez vuelve a rodar.... En el teatro de la repeticin se experimentan las fuerzas puras, los rasgos dinmicos del espacio que actan sobre el espritu sin intermediacin y que lo vinculan directamente con la naturaleza y con la historia, un lenguaje que habla antes de que se produzcan las palabras, gestos que se elaboran antes de que existan cuerpos organizados, mscaras anteriores a las caras, espectros y fantasmas previos a los personajes: todo el aparato de la repeticin como "poder terrible". Repeticin, s, pero au pire... para lo peor.

La segregacin....au pire
Centremos ahora la mira al mundo contemporneo; comencemos por definir la segregacin como aquella mirada que va dirigida hacia lo semejante en lo que tiene de diferente. Si la segregacin del otro es marca fundacional del ser humano como dice Lacanesta se repite, con el movimiento incoercible del

inconsciente a la repeticin, que tambin repite la grotesca concepcin de la poltica como creencia en la palabra del otro; palabreo poltico que no disimula cmo se cautivan los incautos. Lo que se llama la relacin, la religin, la creencia, el engranaje social, ocurre a nivel de cierto nmero de conexiones que no se hacen por casualidad y que necesitan con mayor o menor errancia cierto orden en la articulacin significante. Lacan aluda a los amplios procesos de segregacin empleando los trminos de la "mayor extensin", y cada vez "ms duros", y estableci importantes diferencias entre el racismo de discurso del racismo biolgico o racismo cultural, afirmando a su vez que en lgica moderna (o capitalismo tardo), la historia ya no la hace la religin, "Ahora son los discursos los que realizan las rupturas." Si el discurso est vinculado a los intereses del sujeto, el discurso Amo que desmenuza en El reverso, hace vnculo con la mercanca en el mundo capitalista, y provoca la mutacin que da al discurso Amo el estilo capitalista. Como consecuencia de este enlace, aumentan el trabajo, la plusvala se aade al capital, a los valores. El significante amo parece inatacable, precisamente en su imposibilidad (192). Dnde est?, cmo nombrarlo?; es necesario situarlo en sus efectos mortferos, y si nunca se ha acabado del todo con la segregacin, sta arraigar siempre peor. Aclaremos y sigamos. La identificacin segregativa ocurre cuando se pega el rasgo y el objeto de goce. Resumo. "Estamos evidentemente en una poca de segregacin ... nunca hubo ms dice Lacan ya en 1970. Cuanto existe hoy est fundado en la segregacin, en primer trmino esa utopa que se llama la fraternidad universal. Sea como sea, contina, "los humanos se han descubierto hermanos, y uno se pregunta en nombre de qu segregacin ", dice con irona. Podemos trasladar esta puntualizacin al presente. Lo que demuestra de forma contundente Lacan es que el desbarajuste y ersatz que vemos hoy aparecer, que produce tanto espanto y

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horror, es solo el principio, "no es mas que el principio de lo que se ir desarrollando, como consecuencia del reordenamiento de las agrupaciones sociales por la ciencia y, principalmente, de la universalizacin que introduce en ellas. Nuestro porvenir de mercados comunes dice ser contrapesado por la extensin cada vez ms dura de los procesos de "segregacin". Constatamos as que, despus de ese "primer intento de segregacin social a gran escala que fue el nazismo", nos enfrentamos hoy con una gran variedad de procesos disparados por motivos polticos y religiosos, as como sexuales. Y adems "la segregacin de la anomala" (llamada o no enfermedad mental), tan actuales. Y seguimos repitiendo genocidios, torturas, y gobiernan los canallas con impunidad. Y resumo. El efecto real llamado segregacin que asfixia hasta la identidad simblica, pone en marcha la operacin imaginaria (la fraternidad) que reproduce desechos humanos. Los lectores encontrarn en El reverso del psicoanlisis, una mina de slidas reflexiones que nos incumben a todos.

Racismo de discurso..
Dentro de esta lgica, el discurso es un modo de tratamiento del goce, tan eficaz como lo fue la creencia religiosa. Las palabras de Lacan son estremecedoras: no hay necesidad alguna de ninguna ideologa para que haya racismo...es suficiente un plus de goce que se reconozca como tal. El peso de ese goce mueve lo social, y en este proceso contemporneo de reabsorcin por disolucin de las creencias, Lacan confirma la irrupcin de un nuevo fenmeno de segregacin, un racismo de discurso, como propio de nuestra poca. Esta novedad adquiere todo su peso si la situamos en el contexto de la explosin de diferencias propias de la posmodernidad. El reto consiste en no confundir el respeto a la diferencia con el establecimiento de ghetos o la instauracin y/o colaboracin con procesos de segregacin. Ms precisa an: la diversidad encubre la forma de velar, ocultar, modalidades de goce

irreductibles. Conviene ahora despejar el camino: no toda diferencia es segregacin, y la llamada diferencia es a especie de antdoto contra la segregacin. Es lo que Freud no dud en vaticinar como el retorno de lo peor; que nos lanza al pasado, a volver a formar parte de una manada; el retorno de los dioses oscuros, y sus exigencias de sacrificio de los imperativos modernos. Y no quiero pasar por alto que si Lacan afirma que ahora no es necesaria ninguna ideologa para que haya racismo, Freud defina la conciencia como "las ideas que entran en comercio". Apoyada en el reverso del discurso Amo que Lacan precisa, deseara correr el riesgo de proponer un primer y muy esquemtico esbozo. Las tesis que voy a enunciar no son por cierto improvisadas, pero slo pueden ser sostenidas, es decir confirmadas o rectificadas, mediante estudios diferenciados de cada regin. Esto supone mantener vacos los lugares ocupados por las identificaciones sociales segregativas, para dar lugar a las verdaderas distinciones, una por una. Se hace necesario sostener lo particular en cada caso, privilegiando lo peculiar de un sujetoel uno por uno para elaborar estrategias de integracin que regulen y atenen la segregacin creando formas de "saber hacer" con la diferencia, ms que obturndola. Este paso es decisivo: del "no saber" de la diferencia al "saber hacer" con la diferencia. Aqu se pone al descubierto la paradoja de la repeticin mortfera del ser humano en la modernidad capitalista. Lo "global" es el mercado, el capital; no hay estado universal porque ya existe un mercado universal cuyos focos y bolsas son los estados. Pero este no es ni universalizante ni homogeneizador, sino una terrible fbrica de excrementos humanos y de miseria. Si Primo Levi nos recuerda que los campos de exterminio nazi nos han obligado a reconocer la vergenza de ser "hombres", y de aceptar esa "zona gris" de los compromisos, el aidos griego debiera hablar ahora como el ngel de voz de trueno, para recordarnos que todo estado democrtico hoy da est

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comprometido hasta las heces en la fabricacin de la pobreza y la miseria humana. Sin olvidar el reverso, que lo "global" tiene su paradoja, su envs: la violencia de las diferencias culturales. Si en los ltimos aos hemos sido testigos (y copartcipes, por mantenernos en aquella "zona gris" a que alude Levi) de las agresiones al otro en nombre de los derechos humanos (los serbios por ejemplo, o los fundamentalismos, o la guerra ciega contra el "terrorismo"), intentos transparentes de legitimar la violencia por medio de discursos sesgados que invocan valores universales, en el punto en que nos encontramos debiramos ayudar a localizar su fugitiva e inquieta presencia en lo Real. Ninguna ideologa puede hacer decente lo innombrable de un cadver putrefacto, o domesticar el salvajismo o la crueldad de los universales. No invoco aqu una defensa del fin de las ideologas ni fin de la historia; en tanto aportan un goce, este discurso estar siempre presente.

Sacar la tajada...
Y recojo velas. Al implicar un cuestionamiento del plus de gozar bajo su forma de plusvala el discurso Amo capitalista provocasegn Lacanun efecto de identificacin, "cada uno en un cierto nivel podra sacar su tajada". Algn rasgo unariopor ejemplo ser "blancos" permite al sujeto gozar de su plus, es decir "sacar su tajada"; porque que es fundamento de todo racismo, nos recuerda el analista Ernesto Prez. En la contemporaneidad, el plus de goce como plusvala facilita y sirve de sostn a este tipo de identificacin. Cada sujeto podra, en la sociedad capitalista, sacar su tajada de cualquier ideal puesto en el mercado. Se puede apreciar desde ya la dificultad que sera necesario superar para no convertir este concepto clave en uno pseudoenglobante. Y prosigo. En la medida que el discurso capitalista produce objetos; stos objetos, al modo de fetiches, distraen y enmascaran el exceso de goce que conllevan en s mismos; un goce no regulado ya que desconoce la dimensin

de la prdida, dichos gadgets colectivizan un goce brutal. Los pasos de Lacan para desespesar las tinieblas se fundamentan en separar este fenmeno identificatorio del discurso Amo, porque a veces se confunde discurso Amo y segregacin como si tuvieran una misma raz. Lacan subraya que el esclavo trabaja para el amo, pero no necesariamente se identifica con l. El fenmeno es central hoy da; la diferencia de clase o raza pueden comenzar a ser vista con rasgo negativo, "animales", "salvajes", "los gitanos roban", "los moros son sucios", "los negros son libidinosos,", "el inmigrante es un indeseable"... Para que se constituya el racismo, basta con un plus de goce que se reconozca como tal...como el bigotito de Hitler. Esto se resume en unas pocas palabras apropiadas: el goce de la homogeneidad social frente al universo de diferencia, ese es el pacto de horror de la mortfera segregacin. Y termino. Segn el gran historiador Eric Hobsbawm el aumento de la discriminacin y la violencia es resultado previsible del modelo individualista del capitalismo finisecular. Los procesos segregativos son las distintas formas de tratar "lo inasimilable" que retorna como Umheimlich, lo siniestro/ familiar freudiano. El proceso que lleva a la violencia segregativa es aquel que va formando un discurso Amo "puro", no dialectizable, donde se forcluye toda posibilidad de saber, y que inevitablemente lleva al sacrificio. Nuestro reto es desecribir el pasado para construir nuevos futuros. Un acto verdaderamente subversivo si hacemos un reverso de los cantos de sirena del discurso capitalista Amo, y dejamos la piedra en la cumbre...para que no vuelva a rodar. Urge pues leer en retroactivo nuestras historias para desnudar ese goce obsceno, esa compulsin a seguir a ese Dios que interpela desde el goce de la opereta trgica, en la pardica repeticin del pasado en amo moderno. No estoy segura de no haber homogeneizado la marca fundacional, en esa vastedad que se llama

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Latinoamrica. Se hace inminente interrogarla en su diversidad, en cada forma de o vnculo social, admitiendo la excepcin de cada historia particular, y la contemporaneidad "margina" la excepcin; tiene problemas con lo que no es homogneo; la diferencia es el nudo fundamental que proporcionara una articulacin para luchar contra esa letra impresa en nuestra piel: segregacin, racismo, genocidio, caudillismo, militarismo, estupro, robos, desaparecidos, impunidad de los canallas, una segregacin que sobrevive y se refuerza, un "igualitarismo" en el que tomos somos iguales pero hay unos ms iguales que otros, impuesto por el discurso Amo que nos ahoga. Las nuevas formas de discriminacin y segregacin, el auge de los regionalismos, los fundamentalismos, lugares de hundimiento, la globalizacin y sus efectos en la subjetividad, las vicisitudes del sntoma en el discurso capitalista, son coordenadas para situar al psicoanlisis respecto de la actualidad del malestar. Contextualizar el psicoanlisis, implica partir de la subjetividad de la poca, donde la globalizacin y el avance de la tecnologa, acentan la inexistencia del Otro, la consistencia del mercado y lo que Lacan ha llamado aletsfera, esfera que ha creado la ciencia, el mundo de

instrumentos y de aparatos, que se anticipa en su oferta reduciendo as el espacio de la demanda. Estoy consciente de que cuanto he dicho puede sonar a jerigonza. Los tres discursos que he escogido como virgiliosMarx, Freud y Lacanexigen rigor y lgica para reacentuar sus mensajes al futuro. A m me han aclarado mucho el camino. Por mi parte no tengo ninguna certeza, tal vez solo presentar las vas de una modificacin que podemos introducir por medio de la interpretacin. Lo nico posible es irrumpir en la compulsin repetitiva introduciendo un giro que supone un cambio en el significante Amo. Ese es el reto de la democracia directa hoy da. No hay por qu echar las campanas al vuelo Qu podemos hacer? Quiz que ahora marque algo, un punto, un punto suspensivo. Puesto que no es cuestin de pintar un porvenir color de rosa, lo que no hemos visto hasta sus ltimas consecuencias y que se enraza en el cuerpo registro de la rivalidad , es el racismo, del cual ni siquiera hemos terminado de or hablar.!

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Bibliografa citada
Soler, Colette. Freud, Sigmund. Declinaciones de la angustia. Curso 2000-2001. CollgeClinique de Paris. (1920) Ms all del principio del placer. Obras Completas. XVIII. Amorrortu Editores: Argentina. (1914) Ttem y Tab. Obras Completas. XVIII. Amorrortu Editores: Argentina. Lo que el saber no alcanza. Internet. (1953-1954) El seminario, Libro I: Los escritos tcnicos de Freud, Ed.Paids, Buenos Aires. (1964) El seminario, Libro XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanlisis. Ed.Paids, Buenos Aires. El Seminario. Libro IV: La relacin de objeto Ed. Paids, Buenos Aires. (1966) Escritos 1 y 2 . Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 1984. El reverso del psicoanlisis. 2 reimpresin. Editorial Paids: Argentina, 1970. La repeticin en Freud y Lacan. Sigma. Internet. Segregacin. Fenmeno del capitalismo. Antroposmoderno. Internet.

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Goldemberg, Isabel. Lacan, Jacques.

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Naranjo Mariscal, Jos. Prez, Ernesto.

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