Doctrin2
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proceso de familia.»
Compartimos un articulo de doctrina elaborado por el Dr. Gaston Enrique Bielli, titulado: «Prueba
electrónica: incorporación, admisión y valoración de capturas de pantalla en el proceso de familia.».
SUMARIO: I. Introito. II. El fallo. III. La producción de prueba electrónica en el proceso judicial. IV. La
aplicación de mensajería instantánea multiplataforma WhatsApp y las capturas de pantalla. V. Los
principios probatorios aplicables para el fuero de familia. VI. Las capturas de pantalla y el carácter indicial
de la prueba electrónica per se. VII. Análisis de lo decidido en el caso: ¿Pueden utilizarse capturas de
pantalla para tener por acreditados la ocurrencia de sucesos acaecidos en el mundo virtual?
Introito.
Al día de la fecha, la informática y las nuevas tecnologías han impactado de forma trascendental en
nuestras vidas, dado que es indiscutible que, en la actualidad, formamos parte de la «sociedad de la
información».[1]
Y las relaciones intrapersonales de nuestros tiempos presentan un contexto fáctico muy distinto de lo que
acontecía hace una o más décadas. La tecnología y la informática llegaron para quedarse y para
transformar diametralmente la vida en sociedad. La constante presencia de una varia gama de
instrumentos, aparatos o artefactos electrónicos y el continuo uso de las tecnologías de la comunicación e
información (TIC) son moneda corriente en todas las relaciones modernas.
La omnipresencia es una característica que la interconectividad comporta actualmente. Gracias a las
nuevas tecnologías, el acceso masivo a Internet no tiene límites, siendo que puede acortar las distancias y
neutralizar la idea del tiempo y espacio. Estos factores involucran necesariamente una conexión de hechos
y eventos jurídicos de manera constante, que hacen preciso que surjan nuevas formas de protección o
tutela efectiva sobre los sujetos en el contexto jurídico actual.[2]
Hoy en día existe una enorme cantidad de supuestos en los que los hechos conducentes y relevantes,
necesarios para la solución del conflicto judicial se materializan en soportes electrónicos o digitales.
Siendo que esta temática es de gran interés para las partes que necesitan producir la correspondiente
canalización de los mismos como elementos probatorios, a fin de fundamentar sus pretensiones.
Es en dicha senda que, nosotros, hemos definido a la prueba electrónica como aquella prueba cimentada
en la información o datos, con valor probatorio, que se encuentran insertos dentro de un dispositivo
electrónico o que hubiera sido transmitida por un medio afín, a través de la cual se adquiere el
conocimiento sobre la ocurrencia o no de hechos que las partes hayan afirmado como fundamento de sus
derechos, o cuestionados, y que deban ser invocados dentro de un proceso judicial.[4]
Y lo distintivo de la prueba electrónica es que está esencialmente vinculada a hechos o actos jurídicos
ocurridos en o realizados a través de medios informáticos. Es decir, resulta determinante que los hechos
asuman una configuración informática.
Pues bien, los sistemas mensajería instantánea entre personas, como WhatsApp, se han configurado como
un método probatorio por excelencia para acreditar hechos que las partes hayan afirmado como
fundamento de sus derechos. Por esta razón, los diálogos, audios, imágenes o videos que se comparten en
tales conversaciones se han convertido en una importante fuente de prueba que puede ser introducido al
juicio a través de los diversos medios de prueba consagrados en la normativa ritual.[5]
Aclarado lo anterior, de forma subsiguiente analizaremos un reciente fallo de la Cámara Segunda Civil y
Comercial de la Plata – Sala III, donde se trató la debida incorporación y admisibilidad de un elemento
probatorio especifico como resultan ser las llamadas “capturas de pantalla”, “pantallazos” o
“screenshots”.
El fallo.
El pronunciamiento en comentario se trata de una sentencia dictada por el reseñado Tribunal el día 9 de
septiembre de 2019, en el marco de los autos caratulados “M. E. B. c/ S. W. M. B. s/ PLAN DE
PARENTALIDAD (QUEJA)”, expediente número 125731-2.
Conforme surge de los antecedentes del pronunciamiento, en primera instancia se denegó la aportación
de prueba efectuada (copias de pantalla de mensajes) donde se denunciaba un incumplimiento en el
marco del régimen de contacto paterno filial establecido oportunamente.
Ante dicho resolutorio, se alza la parte demandada solicitando que se proceda a la efectiva incorporación
del material probatorio al proceso judicial siendo que, según ella, fue correctamente aportado.
Los magistrados de la Cámara, finalmente, resuelven hacer lugar al recurso ordenando que se modifique la
decisión recurrida, procediéndose a la admisión (léase aquí lo importante: admisión sin inmiscuirse sobre
la cuestión de la valoración) de dicha prueba documental bajo el cimiento de la especialidad del fuero en
lo que respecta a los derechos fundamentales y garantías en juego.
Introducidos los antecedentes del caso, continuaremos con el análisis pormenorizado de la temática.
Es sabido que los medios probatorios son los mecanismos legales a través de los cuales las fuentes
probatorias se revelan ante el juez, para que el mismo pueda conocer, directa o indirectamente, los
hechos o actos que precedieron a la contienda.
El art. 378 del Codigo Procesal Civil y Comercial de la Nación (376 en el caso de la Provincia de Buenos
Aires), establece que: “La prueba deberá producirse por los medios previstos expresamente por la ley y
por los que el juez disponga, a pedido de parte o de oficio, siempre que no afecten la moral, la libertad
personal de los litigantes o de terceros, o no estén expresamente prohibidos para el caso. Los medios de
prueba no previstos se diligenciarán, aplicando por analogía, las disposiciones de los que sean semejantes
o, en su defecto, en la forma que establezca el juez”.
Adelantamos que nuestro derecho procesal moderno se encuentra erigido con base en el principio de
«libertad o amplitud de prueba». A través del mismo, las partes pueden hacer uso de todos los medios de
prueba que tengan a su alcance con el objeto de procurar mayor certeza en el juzgador, siempre y cuando
estos no estén expresamente prohibidos por ley para el caso que se trate. Es decir, se prevé
explícitamente que los medios probatorios no se encuentran en modo restringidos a los codificados
expresamente, siendo que estos pueden ampliarse en el caso de ser necesario a fin de probar situaciones
jurídicas que requieran un encuadre procesal particular, aspecto de sumo valor a la hora de tener que
acompañar u ofrecer prueba de origen electrónico.[6]
De ello se colige, como fácilmente podrá advertir el lector, que ante la existencia de una gran variedad de
medios de prueba consagrados en nuestra normativa de forma (prueba documental, testimonial,
informativa, pericial, reconocimiento judicial, entre otros.), la prueba electrónica puede ser canalizada a
fin de demostrar su existencia, integridad, autoría y contenido, a través del ofrecimiento simultaneo y
acumulado de varios de ellos.
Sin embargo, esta tarea no resulta ser tan fácil como parece, o, al menos, ofrece algunas peculiaridades
muy distintas en comparación con la prueba tradicional.
Es que en atención a la falta de adecuación adjetiva de la normativa de forma a las nuevas variables
probatorias, otro de los desafíos que debemos superar exitosamente reside en saber cómo ajustamos los
clásicos medios probatorios (su anexión, producción, impugnación y valoración), a las improntas propias
de la prueba electrónica, que no siempre encajan como una pieza perfecta del rompecabezas, sino que
por el contrario, en algunos supuestos, requiere de adaptaciones necesarias para su debida
materialización o cuestionamiento, como así también para resguardar la integridad del elemento
probatorio, todo ello siempre teniendo en miras el respeto del derecho de defensa en juicio de las partes.
[8]
Para su empleo, es requisito esencial (al dia de la fecha) contar con un número móvil celular estándar, que
será vinculado a la cuenta de usuario de quien quiera acceder al sistema al momento de fundar la misma.
Y, aunque la aplicación se ejecuta desde un dispositivo móvil, también se puede acceder a ella desde
computadoras de escritorio o incluso tablets, por medio de la plataforma WhatsApp Web.
Técnicamente definimos a las capturas de pantalla como aquella imagen digital de lo que debería ser
visible en un monitor de computadora, televisión u otro dispositivo de salida visual. [11]
Es así que el ingreso al expediente judicial de meras capturas de pantalla es la metodología más utilizada
por los letrados, a fin de demostrar la ocurrencia de hechos que se canalizan vía plataformas de
mensajería instantánea (más aun en cuestiones ventiladas dentro del proceso de familia). Estos
«pantallazos», en la mayoría de los casos, son impresos por la parte y aportados al expediente como
prueba documental, sin intervención de un fedatario público.[12]
A través de los mismos se procura lograr un indicio sobre si un determinado contenido fue transmitido por
la red a un determinado usuario destinatario (caso sistemas de mensajería) o, por ejemplo, determinar la
existencia de una publicación en una red social (v.gr. Facebook o Twitter).
Adelantamos que, como regla general, coincidimos plenamente con Rojas en que dicha forma de
presentar la prueba puede generar al juzgador serias dudas sobre su autenticidad y, en consecuencia,
disminuir su valor probatorio obligando al juez a valorar esa prueba en conjunto con el resto del ramo
probatorio presentado por las partes, como puede ser el propio interrogatorio de la parte o declaraciones
de otros testigos o, incluso, puede llevar a denegar su consideración como documento en sí mismo, si es
controvertido por la contraria. Volveremos sobre este punto más adelante.[13]
c) Normativa aplicable.
Se ha conceptualizado el documento electrónico como aquel que ha sido creado sobre un ordenador,
grabado en un soporte informático y que puede ser reproducido, definiéndoselo —también— como un
conjunto de campos magnéticos, aplicados a un soporte, de acuerdo con un determinado código.[14]
Volcándonos al entramado normativo local, el documento electrónico es receptado y referido
primariamente a través de la ley 25.506[15] de Firma Digital siendo que en su artículo 6 se establece que:
“Se entiende por documento digital a la representación digital de actos o hechos, con independencia del
soporte utilizado para su fijación, almacenamiento o archivo, siendo que, a su vez, un documento digital
también satisface el requerimiento de escritura”.[16]
Pasando ahora al Codigo Civil y Comercial de la Nación, el artículo 286 establece que: “La expresión escrita
puede tener lugar por instrumentos públicos, o por instrumentos particulares firmados o no firmados,
excepto en los casos en que determinada instrumentación sea impuesta. Puede hacerse constar en
cualquier soporte, siempre que su contenido sea representado con texto inteligible, aunque su lectura
exija medios técnicos”.
Como sostiene Lorenzetti, este artículo introduce el concepto de soporte, y por ende el de la grafía, con un
criterio muy amplio: todo aquel elemento que permita representar el contenido de modo que los sujetos a
los que va dirigido puedan enterarse del mismo, aun cuando para ello deban emplear medios técnicos. De
este modo se incluye en la categoría de instrumentos a los llamados documentos electrónicos.[18]
Efectivamente y cómo surge al efectuarse un análisis integral, la expresión escrita tiene asidero tanto en
los instrumentos públicos como en los instrumentos particulares firmados o no firmados, siendo que en la
actualidad nos encontramos ante un nuevo soporte, el digital, ampliándose la noción de escritos o
documentos a aquellos generados en forma electrónica.
Y concretamente podemos decir que los registros o soportes electrónicos constituyen verdaderos
documentos porque en ellos se recogen expresiones del pensamiento humano o de un hecho y las
incorporan a su contenido, que es lo que los hace capaces de acreditar la realidad de determinado suceso.
[19]
Finalmente, en lo que hace a este acápite, el art. 287 del CCCN, establece que: “Los instrumentos
particulares pueden estar firmados o no. Si lo están, se llaman instrumentos privados. Si no lo están, se los
denomina instrumentos particulares no firmados; esta categoría comprende todo escrito no firmado,
entre otros, los impresos, los registros visuales o auditivos de cosas o hechos y, cualquiera que sea el
medio empleado, los registros de la palabra y de información.”
Avizoramos que nuestra normativa divide y clasifica a los instrumentos privados, según se encuentren
firmados o no. En primer lugar, son propiamente dichos instrumentos privados, aquellos que se
encuentren firmados, y se establece como instrumentos particulares, a los que no lo están.
Correlacionando todo lo dicho hasta aquí con la prueba electrónica, advertimos que en doctrina se ha
señalado que la relevancia de este tipo de prueba (derivada de avances tecnológicos) adquiere nuevos
significados en los procesos de familia, puntualmente en virtud del principio de libertad y amplitud
probatoria que rige la materia y que el nuevo Cód. Civ. y Com. ha receptado.[21]
Lo trataremos a continuación.
Siendo el fuero de familia un campo que reviste especial atención respecto a los derechos fundamentales
y garantías que se encuentran muchas veces en pugna (propios de las relaciones interpersonales
derivadas), es que tanto en la doctrinaria como en la jurisprudencialmente han emergido, a través de los
años, una serie de principios probatorios que deben aplicarse sobre este tipo de proceso. Pues como es
sabido, cuando se trata de hechos que ocurren dentro del núcleo familiar, por tratarse de relaciones muy
cercanas, es posible que dichos hechos sean difíciles de demostrar.
Pues bien, como norma cardinal, el artículo 710 del CCyCN establece expresamente: “Principios relativos a
la prueba. Los procesos de familia se rigen por los principios de libertad, amplitud y flexibilidad de la
prueba. La carga de la prueba recae, finalmente, en quien está en mejores condiciones de probar”.
Entonces, se vislumbra que legislador estableció principios probatorios específicos aplicables al fuero, los
cuales no están dirigidos a dirimir casos específicos en el ámbito probatorio sino que están dirigidos a
permitir al juez la admisión y valoración de las pruebas con un criterio de remarcada amplitud.
Aquí concebimos la materialización del denominado principio “favor probationes”, que supone que en
caso de una duda objetiva y, especialmente, de dificultad probatoria —como acontece habitualmente en
los procesos contenciosos de familia—, habrá de estarse por un criterio amplio y flexible en tomo a la
admisibilidad, conducencia y valoración de las pruebas, teniendo en consideración que los hechos
llamados a constituirse en objeto de las mismas normalmente no suceden a la luz del día ni a la vista de
terceros y se rodean, antes bien, de recaudas que deliberadamente apuntan a impedir su prueba o a
tomarla muy dificultosa.[22]
Es decir, se flexibiliza las reglas aplicables para la admisión y valoración de las pruebas, permitiéndose al
juez la admisión del elemento probatorio, como una forma de subsanar los problemas que pueden
suscitarse al invocar y demostrar cualquier hecho relacionado con el ámbito familiar. Reiteramos entonces
que, a la luz de dicho principio, las pruebas presentadas deben ser primariamente admitidas por el
juzgador, siempre y cuando no sean manifiestamente infundadas o incongruentes, independientemente
de cómo sean valoradas a posteriori en el momento de dictarse la respectiva sentencia.
Ahora bien, el principio favor probationes se encuentra complementario por otros principios que
enumeraremos a continuación (siendo, desde ya, una enumeración no taxativa).
El principio de amplitud probatoria adquiere especial importancia cuando se trata de hechos alegados en
juicio y que son de difícil comprobación, lo cual y por lo general, siempre ocurre en los procesos judiciales
relacionados con el fuero en tratamiento. En estos casos, ante la necesidad de ayudar a la parte que tiene
mayores problemas para presentar sus probanzas, el juez debe buscar ir más allá de la mera actuación que
normalmente desempeña en materia probatoria, facilitado la admisibilidad de aquel material necesario
para demostrar la ocurrencia o no ocurrencia de los hechos alegados.
El mismo se encuentra cabalmente vinculado al precepto general anterior. Es así que, como bien sostiene
Quadri, dicho principio viene a nuestra ayuda al momento de tener que resolver una cuestión dudosa. En
tal contexto, pensamos que la solución más acorde con el principio de amplitud es aquella que permita el
ingreso del mayor caudal probatorio posible al proceso…[23]
Nosotros ya hemos considerado que el principio de libertad probatoria es aquel que permite exteriorizar
en el proceso la posibilidad de utilizar cualquier medio de prueba no prohibido explícitamente por la ley o
que fuera obtenido en forma ilícita con el objeto de establecer la ocurrencia positiva o negativa de un
hecho acaecido en el plano de la realidad (o, como es en este caso, en el plano virtual).[24]
Autorizada doctrina ha dicho que este principio se compone de dos aspectos: libertad de medios de
prueba y libertad de objeto. Lo primero sígnica que la ley no debe limitar los medios admisibles, sino dejar
al juez la calificación de si el aducido o solicitado tiene relevancia probatoria; lo segundo implica que
pueda probarse todo hecho que de alguna manera influya en la decisión del proceso y que las partes
puedan intervenir en su práctica.[25]
Para dar con el principio de flexibilidad aplicable a la materia, debemos partir del teorema general que es
establecido por el principio de la legalidad de las formas.
Decimos entonces que la regla general es la aplicación del principio de legalidad de las formas, según el
cual cualquier acto probatorio debe cumplir con los requisitos establecidos por la ley vigente. Pero, a
diferencia de ello, el principio de libertad de las formas permite a las partes efectuar las actividades
introductorias en cualquier momento, modo y lugar, por mutuo acuerdo de las partes.[26]
En síntesis, para que un elemento pueda ser considerado como prueba válida dentro del proceso debería,
por un lado, llevar al juez a la certeza sobre la existencia de un hecho y, por el otro, cumplir con una serie
de condiciones formales, especialmente relacionadas con su obtención y registro. El objetivo es obtener
elementos que no estén sospechados de amañados o distorsionados y que sirvan al juez para cumplir su
función específica de decir el derecho, fijar los hechos y resolver en consecuencia.[27]
Ahora bien, Quadri explica que para el caso del proceso de familia, este principio se atenúa ante medios
de prueba no previstos (donde se recurre a la analogía o a lo que establezca el juez), fundamentalmente al
tener en cuenta que no le es posible al legislador predecir, exhaustivamente, las diversas situaciones que
en los concretos (y futuros) procesos judiciales podrían presentarse, más aún ante el vertiginoso avance
no solo de las ciencias, sino también de las relaciones intersubjetivas, con las nuevas necesidades que ello
puede aparejar.[28]
En nuestra opinión, conforme las particularidades del fuero, es necesario aplicar este último principio bajo
el fundamento en que las formas jamás podran prevalecer sobre el fondo de la cuestión ventilada.
Pues bien, en primer lugar, debemos establecer y dejar claro un necesario distingo.
Las capturas de pantalla impresas, no son prueba electrónica, sino una mera representación física
materializada en soporte papel de un hecho acaecido en el mundo virtual. Y en base a lo fundamentado,
asentamos primariamente que una simple aportación de estas copias impone la efectiva omisión de
importante información, de la cual el juzgador carecerá al momento de efectuar su valoración y
consecuentemente proceder al dictado de la sentencia.
Y es aquí cuando entramos a unos de los puntos más importantes del presente trabajo. Nos referimos a las
posibles manipulaciones y/o falsificaciones que pueden sucederse sobre estos elementos probatorios,
todo conforme pueden ser objeto de alteraciones de todo tipo y tenor, enseñando una información irreal,
distinta o confusa, con el fin de inducir a un convencimiento erróneo o disociado -dirigido al juzgador- de
la realidad de los hechos o actos que representan o muestran.
De esa manera, utilizándose un simple software de edición, un archivo digital impreso que contenga texto
puede ser objeto de alteraciones, supresiones (totales o parciales), o manipulaciones, según las
preferencias del usuario de turno, quien hoy en día tiene a su alcance una variada gama de programas de
este estilo, que van desde lo más sencillos, hasta lo más complejos.[30]
Nadie puede desconocer las variadas funcionalidades de las herramientas informáticas modernas que se
encuentran a disposición de cualquier persona que adquiera el software en cuestión (pago o gratuito),
profana —o no— en la materia, que son capaces de cambiar colores, objetos, sujetos, tamaños de cosas,
contenido, sentido de audios y videos, y hasta recrear un escenario totalmente distinto e irreal, entre
muchos otros, agravado por el hecho que, además, poseen una enorme aptitud para pasar desapercibidos
frente a los ojos de la generalidad de las personas.
Análisis de lo decidido en el caso: ¿Pueden utilizarse capturas de pantalla para tener por acreditados la
ocurrencia de sucesos acaecidos en el mundo virtual?
Aclarado lo anterior, no descartamos estos elementos probatorios puedan ser incorporados, admitidos,
acreditados y valorados en el marco de un proceso judicial cualquiera sea el fuero donde se encuentre el
trámite en cuestión, pero siempre bajo un carácter meramente indiciario, con fundamento en lo sostenido
en el acápite anterior.[31]
Entonces, las capturas pantalla impresas e incorporadas al trámite judicial se constituyen primariamente
como prueba indiciaria, que bien alberga la posibilidad de tener el carácter de univocidad según con la
cantidad y primordialmente la calidad del material probatorio que faciliten las partes dentro del pleito.
Consideramos firmemente que dicho material probatorio jamás puede ser el único elemento aislado
valorativo-probatorio y generador de convicción que de origen a una sentencia definitiva. El mismo debe
ser apreciado en conjunto con otros elementos de prueba que tornen verosímil la existencia o inexistencia
del hecho controvertido y alegado por las partes.[32]
De todas maneras, el fallo en tratamiento es claro en que no trata la efectiva valoración judicial de las
capturas de pantalla sino su admisibilidad en el proceso. Y no podemos dejar de coincidir con lo
pronunciado por los magistrados de la Cámara.
En este mismo orden de ideas, es importante distinguir dos aspectos: la admisión de la prueba, la cual
implica la aceptación del medio probatorio en el juicio respectivo; y la valoración de la prueba, lo cual
conlleva a que el juez determine al momento de dictar sentencia, que el medio probatorio promovido es
eficaz para demostrar los hechos correspondientes.
Entonces, en el ámbito del proceso de familia, es sumamente necesario que el juez preferiblemente se
pronuncie a favor de la admisibilidad probatoria, incluso cuando existan dudas, aunque posteriormente la
prueba promovida no permita demostrar los hechos alegados. Es que, de lo contrario, se podría ocasionar
un daño irrecuperable a la parte que presentó la prueba, al impedirse su valoración al momento de dictar
sentencia, por la no admisión o rechazo de la misma bajo el fundamento de haber sido considerada
improcedente.
Como bien sostiene el fallo, el criterio expuesto es consecuencia de la materialización del principio de la
realidad, el cual conlleva a moderar o atenuar los principios generales en materia probatoria establecidos
en el ordenamiento jurídico tradicional, en lo atinente a la admisibilidad, pertinencia y valoración de los
medios probatorios promovidos en los procesos judiciales de familia.
Concluimos en que los principios rigentes y particulares del fuero imposibilitan – a prima facie – el
descarte del material probatorio in limine, siendo necesario incorporarlo, admitirlo y luego si, proceder a
valorar su eficacia probatoria en pos de tener por ocurridos o no los hechos que alegan las partes. Este es
el camino correcto que revestirá de plena eficacia a la sentencia dictada por el juzgador.
[1] BIELLI, G. E. – NIZZO, A. L. “Derecho procesal informático”. La Ley. Buenos Aires. 2017.P. 10
[2] BIELLI, G. E. – ORDOÑEZ, C. J. “La prueba electrónica. Teoría y práctica”. Thomson Reuters – La Ley.
Buenos Aires., 2019. P. 2.
[3] QUADRI, G. H., «Prueba informática: medios en particular», en Camps, Carlos E. (Director). Tratado de
derecho procesal electrónico. Thomson Reuters La Ley. Buenos Aires. 2019. Pág. 277.
[5] BIELLI, G. E. «Los mensajes de WhatsApp y su acreditación en el proceso civil». Publicado en el Diario La
Ley del 29/10/2018. Cita online: LLAR/DOC/1962/2018.
[6] Empero, estas libertades y amplitudes que gozan las partes no implican en los hechos un libertinaje
probatorio, sino que, por el contrario, todo elemento de convicción que desee acompañarse u ofrecerse
en pleito, a través de un medio probatorio contemplado —o no—, indefectiblemente deberá encausarse
en las oportunidades y bajo las formalidades o presupuestos previstos en la legislación procesal.
[7] DELGADO, M. J., «La prueba del Whatsapp». Diario La Ley España del 15/9/2015. nro. 8605. Sección
Tribuna.
[9] En su origen, la aplicación fue creada por WhatsApp Inc. con sede en Mountain View, California, siendo
que, a posteriori, fue adquirida por Facebook en febrero de 2014 por aproximadamente US $ 19.3 mil
millones. En febrero de 2018, WhatsApp tenía más de mil quinientos millones de usuarios, lo que la
convirtió en la aplicación de mensajería más popular del mundo en ese momento. Fuente:
https://www.eltiempo.com/tecnosfera/novedades-tecnologia/numero-de-usuarios-de-whatsapp-en-
febrero-de-2018-178184.
[10] Recordemos que se ha considerado a los mensajes por WhatsApp – en lo que respecta a su función de
intercambio comunicacional- como correspondencia, en base a que el artículo 318 del Codigo Civil y
Comercial de la Nación ha ampliado esta concepción a los nuevos medios de comunicación tecnológicos y
abarcando tanto la epistolar como los mensajes de texto creados o transmitidos por línea de celular, por
plataformas o por los nuevos medios que pudieren venir eventualmente. Fallo de la Tercera Cámara de
Apelaciones en lo Civil, Comercial, Minas, de Paz y Tributario de la provincia de Mendoza en autos “Llopart
Ricardo José c/ Lombardich Luis y ot. p/ Cob. de Pesos”. Expte Nro. Nº 253.184/52.190. Sentencia del 2 de
junio de 2017.
[11] Existen, a la fecha, diversas metodologías para la obtención de capturas de pantalla, siendo que las
mismas varían según el sistema operativo que se esté utilizando. A modo de ejemplo, el soporte de
captura de pantalla se agregó a Android de forma nativa recién a través de la versión 4.0 (Ice Cream
Sandwich). Actualmente las capturas de pantalla se pueden tomar mediante la combinación de una serie
de botones en el dispositivo móvil (p. ej. en dispositivos Samsung, la combinación es volumen arriba +
botón de power). En este caso la captura de pantalla se guardará en formato .png en la memoria interna
del dispositivo. La segunda opción asiduamente utilizada comprende el hecho de obtener la captura
mediante el empleo de otro dispositivo electrónico a través del cual se fotografíe la pantalla de aquel
primario donde existen el intercambio comunicacional.
[13] ROJAS, R., «La prueba digital en el ámbito laboral. ¿Son válidos los ‘pantallazos’?». Recuperado de:
http://raulrojas.es/234-2/.
[14] FALCÓN, E. M., Tratado de derecho procesal civil y comercial, Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 2006, t. II, p.
897.
[15] Sancionada el 14 de noviembre de 2001 y promulgada de hecho en diciembre 11 del mismo año.
consta de 53 artículos distribuidos en once capítulos, un anexo, y fue reglamentada primariamente por
decreto 2628 del año 2002 para luego derogarse este último siendo reemplazado por el decreto 182/2019
[16] Coincidimos con Gini al entender que el nombre estrictamente correcto que debería haberse
empleado en la redacción normativa para esta clase de documentos es «documento electrónico» en lugar
de “documento digital”. Para ampliar ver: GINI, S. L. Documentos y documento electrónico. Publicado en
La Ley. 3 de marzo de 2019. Cita Online: AR/DOC/679/2010
[17] CCiv., Com., Minas, de Paz y Trib. Mendoza, 9/12/2004, «Pérez, Elizalde R. F. c. ASISMED SA s/cobro
pesos», Abeledo-Perrot nro. 33/13471.
[18] LORENZETTI, R. L. Codigo Civil y Comercial de la Nación. Comentado. Rubinzal. Culzoni editores.
Buenos Aires. Tomo II. Pag 114.
[20] El artículo 1020 del Codigo Civil y Comercial establece que: “…Se considera principio de prueba
instrumental a cualquier instrumento que emane de la otra parte, de su causante o de parte interesada en
el asunto, que haga verosímil la existencia del contrato.” La doctrina considera un principio de prueba por
escrito a cualquier documento existente, público o privado, que emane del adversario, o de parte
interesada en el asunto, y que haga verosímil el hecho litigioso. Para ampliar acerca de la naturaleza
jurídica de los documentos electrónicos y las cuestiones relativas a la prueba ver: BIELLI, G. E. – ORDOÑEZ,
C. E. Valoración probatoria de documentos suscriptos mediante la tecnología de firma electrónica.
Publicado en Erreius. Temas de Derecho Procesal. Septiembre de 2019.
[21] YUBA, G., «Influencia de las nuevas tecnologías en los procesos de familia. Sobre el valor probatorio
de correos electrónicos y mensajes de texto», elDial.com – DC1F82.
[22] K1ELMANOVICH, Jorge L., Derecho Procesal de Familia, I’ ed., Abeledo- Perrot, Buenos Aires, 2007, ps.
19/20. Del mismo autor, ver El principio del «favor probationes», en Derecho de Familia. Revista
Interdisciplinaria de Doctrina y Jurisprudencia, N° 10, LexisNexis, Buenos Aires, 1996, p. 75.
[23] QUADRI, G. H. Incidencia del Código Civil y Comercial en materia probatoria. Publicado en Thomson
Reuters – La Ley. 4 de enero de 2018. Cita: RCCyC 2015 (agosto), 17/08/2015, 38
[25] DEVIS ECHANDIA, H. Teoría general de la prueba judicial. Victor P. De Zavalia – Editor. Buenos Aires.
1981. Tomo 1. p. 131.
[26] Este principio tiene dos aspectos importantes que se deben considerar: 1. Para que la prueba tenga
validez, se requiere que sea llevada al proceso con los requisitos procesales establecidos en la ley. 2. Que
se utilicen medios moralmente lícitos y por quien tenga legitimación para aducirla. Las formalidades son
de tiempo, modo y lugar y se diferencian según la clase de proceso y el sistema oral o escrito, inquisitivo o
dispositivo, consagrado para cada uno. En conclusión, este principio exige que la prueba provenga de un
sujeto legitimado para aducirla, se requiere también que el funcionario que la reciba o practique tenga
facultad procesal para ello. (jurisdicción y competencia). No importa el interés personal que haya
originado la prueba, sino que quien la aduzca, tenga legitimación para intervenir en la actividad probatoria
del proceso y que ella sea practicada oportunamente. MIDON, M. S. Derecho probatorio. Parte general.
Ediciones jurídicas cuyo. 2007. Pag. 78.
[27] LOPEZ DEL CARRIL, E. V. La prueba tecnológica y el principio de libertad probatoria. Publicado en El
Derecho. [284] – (30/08/2019, nro 14.702)
[28] QUADRI, G. H., «Prueba informática: medios en particular», en Camps, C. E. (dir.), Tratado de Derecho
Procesal Electrónico. Ya cit. T. II. P. 309.
[29] Metadatos significa «más allá de los datos», aludiendo a datos que describen otros datos en forma
específica. Es decir, describen el contenido de los archivos o la información de los mismos, siendo que se
utilizan para resumir información básica que puede facilitar el seguimiento y el trabajo, en la investigación
forense, con datos específicos. Por ejemplo: medios de creación, propósito, hora y fecha de generación,
autor de los datos, ubicación en una red de computadoras, estándares utilizados, tamaño del archivo,
calidad, origen de los datos, proceso utilizado para crear los datos, entre mucha otra información
vinculante.
[30] Para ampliar sobre la cuestión ver: BIELLI, G. E. – ORDOÑEZ, C. J. “La prueba electrónica. Teoría y
práctica”. Editorial Thomson Reuters – la Ley. Buenos Aires. 2019. Capitulo XII: “Adulteraciones y
manipulaciones de prueba electrónica”.
[31] Prueba indiciaria es aquella que permite tener por acreditados determinados hechos, en el marco de
un proceso judicial, sobre los cuales no existe una prueba directa, siendo que, a partir de considerar
probados otros hechos conexos y acumulados, se logra revestir de certeza al hecho principal que se
intenta probar.
[32] Dejando de lado las probanzas relativas al fondo de la cuestión, en materia de prueba electrónica
relativa a la fuente “WhatsApp” bien podría aportarse al proceso el documento electrónico mediante la
exportación de los chats de la plataforma, y/o la aportación del dispositivo en el que se encuentre la
conversación, y/o solicitar prueba pericial informática, y/o prueba de informes a las compañías de
telefonía celular, y/o aportar acta de constatación correctamente labrada por notario público, y/ prueba
testimonial, y/o solicitar reconocimiento judicial entre otras. Para ampliar en profundidad sobre como
ofrecer cada uno de los medios de prueba y los demás elementos probatorios ver: BIELLI, G. E. –
ORDOÑEZ, C. J. “La prueba electrónica. Teoría y práctica”. Editorial Thomson Reuters – la Ley. Buenos
Aires. 2019. Capitulo XVII: “WhatsApp”.