Enseñad Diligentemente - Boyd K. Packer
Enseñad Diligentemente - Boyd K. Packer
Enseñad Diligentemente - Boyd K. Packer
ENSEAD DILIGENTEMENTE
Prefacio
Para llegar a apreciar este libro en su total magnitud, hay ciertos detalles que el lector debe conocer en cuanto a su autor. El lder Packer naci el 10 de septiembre de 1924 en Brigham City, Utah, siendo el dcimo en una familia de once hijos. El hecho de que por l aguardaba una considerable cantidad de hermanos en la familia de Ira y Emma Jensen Packer dot a su vida de un significado por dems particular. Los que conocemos la familia Packer podemos atestiguar que pocas son tan unidas como ella. De su padre hered su prodigioso intelecto y gran sentido del humor. De su encantadora madre recibi el legado de una maravillosa espiritualidad. Ella le ense lecciones sumamente simples, como por ejemplo: si uno vive una vida justa y ora a menudo, tiene el derecho de ser guiado por el Espritu. Quienes nos honramos con su amistad sabemos que l asimil bien esa leccin. Desde muy jovencito aprendi a amar a la naturaleza, por la que sigue sintiendo un apego muy especial. Su amor por los animales es enorme, particularmente por los pjaros. A pocos pasos de un gran ventanal de su casa podemos encontrar un comedero para perdices y faisanes durante el invierno, y otro ms pequeo para colibres en la poca de verano. El conoce el nombre y los hbitos de todos los pjaros que habitan la zona prxima a su casa. No es para nada inusual que seale a un halcn en pleno vuelo y comente: "Ese es un azor. Me doy cuenta por sus alas tan estilizadas y por su largo plumaje." En su hogar nunca han faltado las clases ms comunes de animales, como perros, conejos, caballos, gallinas, patos y en una poca tambin gatos, aunque ya no ms, puesto que no se llevan muy bien que digamos con los pjaros, y prefiere a estos ltimos en lugar de los gatos. El lder Packer es tambin un gran pintor. Qu bueno sera que el lector pudiera, aunque ms no fuera, echar una mirada al interior de su hogar. Sus trabajos, evidentes en cada habitacin, ponen de manifiesto su amor hacia todo lo hermoso, lo bueno y lo de buen gusto. Entre sus talentos cuenta el de tallador de madera, pintor y dibujante, moldeador y escultor, y disecador de pjaros. A modo de referencia, l es autor de la pintura en la portada de las ilustraciones de este libro. El lder Packer tiene un inmensurable poder de concentracin y capacidad para el trabajo. Termina rpido todo lo que se propone hacer. Cuenta con una prodigiosa aptitud mental y un potencial ilimitado. Una de las razones por las que l abarca tantos intereses y procura satisfacer tantas inquietudes es que stos y otros valores le fueron inculcados en su tierna infancia. Sus manos jams estn quietas. Afirma pensar mejor cuando est creando algo. Personalmente le he escuchado decir: "Esta noche me voy a poner a trabajar en un tallado. Pienso mejor cuando trabajo con las manos." Sus hijos recibieron el legado de su talento artstico. A cada paso que uno da en su hogar encuentra objetos de fabricacin casera dotados tanto de belleza como de utilidad, todos ellos hechos por las manos de uno de sus hijos. Todos sus intereses e inquietudes giran en torno al hogar. Su vida entera est basada en su familia, producto del ejemplo de su hogar paterno. El mide el valor de cada actividad a la que se entrega basado en el efecto que tendr sobre su familia. No hay nada que tenga ms importancia que su cometido hacia su hogar y los suyos, absolutamente nada! El lder Packer sostiene esto como un cometido hacia el evangelio mismo. Tiene un profundo poder de comprensin del evangelio, al estudio del cual se dedic durante la Segunda Guerra Mundial cuando sirvi como piloto en el cuerpo areo del ejrcito. Siempre llevaba consigo un ejemplar del Libro de Mormn. Los numerosos pasajes subrayados son muestra fiel de las muchas veces que fueron ledos, habiendo tenido ese sagrado libro una importante influencia en la formacin del lder Packer. En la vida de este gran hombre podemos encontrar una notable fuente de inspiracin imposible de reemplazar: su esposa Donna. De una forma silente ella ha sido su gran apoyo durante todos estos aos. Desde que les conozco, jams le he escuchado referirse a su esposa en otros trminos que no sean por dems cariosos. De ambos nacieron sus diez hijos, aunque particularmente en ella se vio volcada la responsabilidad de criarlos, debido al llamamiento del lder Packer como "testigo especial". Ella es su amada, su amiga y su silencioso apoyo. Gracias a ella, l puede afirmar con la ms absoluta sinceridad y honestidad: "Conozco por lo menos una familia en donde los padres pueden vivir juntos en amor y armona sin una sola discusin durante treinta aos y an ms."
PREFACIO
Sus diez hijos le han brindado algunas de las lecciones ms extraordinarias de su vida. El lder Packer afirma frecuentemente que: "Todo lo que he aprendido y de lo que mayores provechos he sacado, lo aprend de mis hijos." El lder Packer ha tenido marcado xito en el campo de la educacin y formacin personal. Recibi del Colegio Universitario Weber un ttulo menor y su diploma de bachillerato y de maestra en ciencias educativas (educacin normal) de la Universidad del Estado de Utah. Ms tarde logr su doctorado en educacin en la Universidad Brigham Young. Durante seis aos desempe el cargo de maestro de seminarios. Merced a su reconocida capacidad pedaggica fue nombrado supervisor en el programa de seminarios e institutos de religin. Posteriormente sirvi tambin en el consejo administrativo de la Universidad Brigham Young. De todas las actividades en las que se ha destacado, la de maestro es la que ms le hace resaltar. No conozco a nadie que pueda ensear un concepto del evangelio mejor que l. Ha sido bendecido con dones poco comunes. Tiene la capacidad de traducir un concepto verbal etreo en un ejemplo de aplicacin cotidiana. No hay duda que entiende en forma sobresaliente cada uno de los principios didcticos y su aplicacin prctica, tal como los ense el Salvador. Podemos considerarnos afortunados ante el hecho de que pone a nuestra disposicin estos principios que conforman todo un esfuerzo coronado por el ms absoluto xito en el campo de la enseanza. Este libro fue escrito para todo aquel que es padre, al igual que para todos aquellos que de una forma u otra ensean. Este es un aspecto muy importante, teniendo en cuenta que sobre los padres recae la ms importante e influyente condicin de maestros. Todos podremos encontrar y aprender en las siguientes pginas los principios que nos capacitarn para cumplir con la amonestacin del Salvador cuando dijo: "... os mando que os enseis el uno al otro la doctrina del reino. Enseaos diligentemente, y mi gracia os acompaar..." (D. & C. 88:77-78.) Las palabras de las que se vale el lder Packer son sencillas y comunes. La mayora de nosotros las conocemos y las entendemos. Bien pudo haber utilizado la expresin tpica del educador, pero, como es su costumbre, con toda intencin y propsito se mantuvo dentro de una terminologa que resultar extremadamente sencilla. Esa es la razn por la que le ser todo un deleite leer este volumen. El lector rpidamente advertir que los conceptos explicados y entendidos con tanta facilidad y claridad no eran para nada fciles ni claros antes de que el autor los explicara. Tal es la mayor contribucin de esta obra, la cual sin duda pasar a ser una verdadera fuente de recursos a la que habremos de acudir vez tras vez en procura de ideas que nos ayuden tanto en la tarea de ensear como en la de vivir. Este es un libro nico en el arte de ensear. Nadie ha logrado antes lo que l logra en estas pginas. El lder Packer no solamente ha podido hacer frente al ms difcil de todos los temas -el relacionado con el arte de ensear- sino que nos presenta una nueva dimensin en el proceso de ensear principios y valores morales y espirituales. Su xito est basado en su capacidad de exponer, con la ms absoluta claridad, el mtodo del cual el Maestro mismo se vali para cumplir con idntica funcin. ELDER A. THEODORETUTTLE Primer Qurum de los Setenta
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cmo preparar cierta comida, presentar un discurso en la Iglesia, compartir nuestro testimonio, dirigir una reunin de lderes y, por supuesto, dar una leccin, todo ello constituye ensear, y por cierto que lo hacemos constantemente. Todo miembro de la Iglesia ensea durante casi toda su vida. Enseamos cuando predicamos, hablamos o contestamos preguntas en reuniones. Quienes predican ensean, al menos en la generalidad de los casos, aunque no debera haber excepciones. Las funciones de predicar, de ensear, y de hablar, estn ntimamente relacionadas entre s. Cuando hablamos y predicamos, por cierto enseamos. Cuando observamos la lista de verbos que sirven como sinnimos de "ensear", comprendemos que de una forma u otra todos cumplimos tal funcin casi a diario. Entre la variada gama de tales verbos estn incluidos: instruir, educar, edificar, dirigir, orientar, profesar, inculcar, informar, guiar, mostrar, demostrar, infundir, implantar, disertar, exponer, explicar, predicar, y muchos otros ms que bien pueden ser definidos como ensear. . En todas y cada una de las organizaciones de la Iglesia contamos con maestros. En nuestros qurumes del sacerdocio se imparte una gran cantidad de enseanza; por cierto que todo poseedor del sacerdocio est capacitado para ser llamado como maestro orientador. El ttulo de "maestro" fue otorgado a uno de los oficios en el Sacerdocio Aarnico. Las organizaciones auxiliares estn colmadas de maestros y oficiales, todos los cuales capacitan o ensean. El profeta es un maestro; sus consejeros tambin lo son; las Autoridades Generales somos maestros. Los presidentes de estaca y misin son maestros; los miembros de sumos consejos son maestros, al igual que los presidentes de qurum. Dems est decir que los obispos tambin son maestros, y as podramos seguir enumerando la gran variedad de oficiales dentro de las organizaciones de la Iglesia. La Iglesia avanza apoyada en el poder de las enseanzas que se imparten, y me atrevo a afirmar que la obra del reino se ve limitada cuando la calidad de la enseanza no est a la altura de lo que debera estar. El crecimiento de la Iglesia depende de esa calidad, puesto que, por sobre todas las cosas, los misioneras son maestros. Su funcin primordial es la de ensear el evangelio de Jesucristo, y al compartir su testimonio automticamente ensean. Me atrevera a declarar que el sinnimo ms ntimo al verbo ensear dentro del contexto de la Iglesia es testificar:
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Algunos de los ejemplos constituyen ilustraciones de la enseanza en el hogar, otros fueron extrados de experiencias pedaggicas prcticas, mientras que otros estn relacionados con el campo de la capacitacin profesional y la administracin. No obstante, todos ellos tienen que ver con la enseanza y los principios se adaptan a todos nosotros, ms all del mbito en el que nos desenvolvamos. Si aplicamos estos elementos bsicos, estaremos en condiciones de llevar a la prctica la amonestacin del Seor cuando dijo: "Y os mando que os enseis el uno al otro la doctrina del reino. Enseaos diligentemente, y mi gracia os acompaar, para que seis ms perfectamente instruidos en teora, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios, que os es conveniente aprender." (D. & C. 88:77-78).
Sobre los padres descansa la responsabilidad de ensear a sus hijos. A fin de cumplir con ese mandamiento y desde el comienzo mismo de su vida paterna, los padres deben asumir la funcin de maestros. Se ha dicho que la responsabilidad de los miembros de la Iglesia puede dividirse en tres categoras fundamentales: obrar en pos de la salvacin de los miembros de la Iglesia que an viven, llevar a cabo la obra necesaria en favor de nuestros antepasados muertos y predicar el evangelio a todo el mundo. Cada una de estas responsabilidades requiere aprendizaje, y todo lo que se vaya a aprender debe ser enseado. Pues bien, usted y yo nos encontramos entre quienes tienen la responsabilidad de ensearlo. El tener la necesidad de ensear, el querer ensear y el ser llamado para ensear a veces no son suficientes, a lo que se suma el hecho de que el ensear supone a menudo una empresa frustrante y descorazonadora y no pocas veces totalmente intil.
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Mi hijo no se haba dado cuenta de que yo haba presenciado lo acontecido, y, profundamente decepcionado, se ech a llorar. Todos sus esfuerzos por dar de comer a su pequeo gato se haban visto frustrados. Todos y cada uno de los elementos necesarios para cumplir con su objetivo se tomaron en cuenta: Tena el gato; el animal tena hambre; y el nio contaba con el alimento necesario para satisfacerlo. No obstante, algo haba fallado; se trataba de algo relacionado con el mtodo que emple para combinar los elementos, lo cual result en su frustracin y fracaso. El animal no pudo saciar su apetito y, tal como nuestro hijo aprendi por triste experiencia, result an ms difcil alimentarlo la prxima vez. Le mostr la que a mi criterio era la mejor manera de darle de comer a un gato, pero no fue sino hasta despus de tratar varias veces, y aun hasta de ejercer un tanto de coaccin, que finalmente el animal restableci la suficiente confianza como para dejarse alimentar por el muchachito. Conozco a muchas personas que han sido vctimas de sentimientos frustrantes similares a los de mi hijo. Sentimientos tales como esos invaden bastante a menudo a no pocos maestros -mucho ms a menudo de lo necesario. Casi a diario, a cada paso que damos, nos encontramos con alguien que necesita que se le imparta instruccin, dira que est casi hambriento por recibirla. En nuestra funcin de padres, maestros o lderes, no slo estamos en condiciones de proveerla, sino que es nuestra obligacin as hacerlo. A pesar de todo, frecuentemente ejecutamos tal responsabilidad de una forma que repele al alumno, terminando el maestro araado o mordido precisamente por aquel a quien tena la esperanza de nutrir.
lo pinto de color bermelln quedar mucho ms impresionante." "Demasiado abstracto", dice un tercero, y luego toma el pincel para dejar su propia marca. Ante tal situacin, hasta el ms calmo de entre nosotros no vacilara en darse por vencido, presa de la frustracin. El maestro debe a menudo trabajar rodeado por circunstancias similares a las que caracterizan a los ejemplos utilizados. Particularmente lo evidenciamos en el caso de un padre o una madre, pues, como ya lo he dicho, los padres son siempre maestros. Sin duda que el ensear constituye el ms preciado de todos los dones, la ms bella de todas las artes, y a menos que estemos capacitados, puede tambin llegar a ser la ms difcil de todas. Aquellos a quienes enseamos no permanecen inmviles aguardando a que nos alleguemos a ellos para componer un poco o para pintar otro poco. No permanecen en su lugar como si estuvieran suspendidos hasta que se nos d la gana de ensearles algo. Muchas son las fuentes que acaparan la atencin de los miembros de la Iglesia, tanto jvenes como adultos. Providencialmente la mayora de tales fuentes son buenas y estarn en condiciones de complementar la enseanza que impartimos. No obstante, algunas de ellas son increblemente perversas, debiendo ser constantemente borrada su influencia. La enseanza que impartimos debe ser tan indeleble, eficaz y profunda como para que jams pueda ser borrada. De ese modo, si momentneamente fuera cubierta por falsedades o iniquidades, un buen pulido sera suficiente para traer de nuevo a la superficie nuestra obra, aun con ms brillo que antes. Debemos ensear y hacerlo bien, con efectos permanentes. Como padres, como maestros y como oficiales en la Iglesia, tal es nuestra obligacin y oportunidad.
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3 El don de ensear
Si usted ha llegado a la conclusin de que mucho es lo que tiene para ensear, tanto en el hogar como en la Iglesia, sin duda est bien encaminado. El siguiente paso a dar es tener el deseo de alcanzar el xito como maestro. Puede llegar a ser un muy buen maestro y hasta puede tener xito en sus esfuerzos de ensear el evangelio de Jesucristo a sus propios hijos y en la Iglesia, pero el querer hacerlo es un ingrediente esencial. Si desea ser un buen maestro y si sus deseos son tales que est dispuesto a hacer cualquier sacrificio para lograrlo, los muchos obstculos que encuentre por el camino no sern suficientes para derrotarle, puesto que se trata de un deseo justo. Puede acaso pensar en algo que el Seor quisiera que usted deseara ms que el estar en condiciones de ensear eficazmente la rectitud? Las Escrituras testifican que el Seor conceder a los hombres conforme a sus deseos. El profeta Alma dio testimonio de ello cuando dijo:
S que l concede a los hombres segn lo que deseen, ya sea para muerte o para vida; s, s que l reparte a los hombres segn la voluntad de ellos, ya sea para salvacin o destruccin. S, y s que el bien y el m al han llegad o ante tod os los hombres; y quien no d istingu e el bien d el m al, no es culpable; mas el que conoce el bien y el mal, a ste le es dado segn sus deseos, sea que desee el bien o el mal, la vida o la muerte, el gozo o el remordimiento de conciencia. (Alma 29: 4-5. Cursiva agregada.)
No cabe duda que el decidir llegar a ser buenos maestros o buenos padres es algo muy importante. Pero de igual magnitud es nuestra resolucin de dar a conocer nuestros deseos al Seor. Muchos tenemos el deseo pero no lo revelamos. Hay un mecanismo muy valioso que entra en funcionamiento cuando formalmente ponemos nuestros deseos en conocimiento de Aquel que nos los concede. Ningn otro tema es ms repetido en las Sagradas Escrituras que la simple invitacin,"Pedid, y se os dar". Encontramos este concepto en la Biblia, en el Libro de Mormn, en Doctrina y Convenios y en la Perla de Gran Precio. Ningn otro tema se repite tan frecuentemente y en ms variadas formas como este simple consejo. Considere las siguientes referencias:
La Biblia
Pedid, y se os dar; buscad y hallaris; llamad, y se os, abrir. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrir. Qu hom bre hay d e vosotros, que si su hijo le p id e p an, le d ar una piedra? O si le pide un pescado, le dar una serpiente? Pu es si vosotros, siend o m alos, sabis d ar buenas d d ivas a vu estros hijos, cunto m s vuestro Pad re qu e est en los cielos dar buenas cosas a los que le pidan? (Mateo 7:7-11.) Y todo lo que pidiereis en oracin, creyendo, lo recibiris. (Mateo 21:22.) Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiris, y os vendr. (Marcos 11:24.) Y yo os digo: Pedid, y se os dar; buscad, y hallaris; llamad, y se os abrir. (Lucas 11:9.) Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo har, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo har. (Juan 14:13-14.) Si p erm anecis en m , y m is p alabras perm anecen en vosotros, p ed id tod o lo qu e qu eris, y os ser hecho. (Juan 15:7.) En aquel d a no m e p reguntaris nad a. De cierto, d e cierto os d igo, qu e tod o cu anto p id iereis al Pad re en m i nombre, os lo dar. (Juan 16:21) Por nad a estis afanosos, sino sean conocid as vu estras p eticiones d elante d e Dios en tod a oracin y ru ego, con accin de gracias. (Filipenses 4:6.) Y si alguno de vosotros tiene falta de sabidura, pdala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y
EL DON DE ENSEAR
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le ser dada. (Santiago 1:5.) Y cu alqu ier cosa qu e pid irem os la recibirem os d e l, p orque guard am os su s m and am ientos, y hacemos las cosas qu e son agrad ables d elante d e l. (1 Juan 3:22.) Y esta es la confianza qu e tenem os en l, que si ped im os algu na cosa conforme a su voluntad, l nos oye. Y si sabem os qu e l nos oye en cu alqu ier cosa qu e pid am os, sabem os qu e tenem os las peticiones que le hayam os hecho. (1 Juan 5:14-15.)
El Libro de Mormn
N o record is las cosas qu e el Seor ha d icho: Si no end u recis vuestros corazones, y m e ped s con fe, creyend o qu e recibiris, guard and o d iligentem ente m is m and am ientos, d e seguro os sern m anifestad as estas cosas? (1 N efi 15:11.) S, s que Dios dar libremente a quien pida. (1 Nefi 4:35.) Consulta al Seor en todos tus hechos, y l te dirigir para bien. (Alma 37:37.) Pedid, y se os dar; buscad, y hallaris; llamad, y se os abrir. (3 Nefi 14:7.) Y cu alqu ier cosa qu e pid is al Pad re en m i nom bre, creyend o qu e recibiris, si es justa, he aqu , os ser conced id a. (3 Nefi 18:20.) Y ahora voy al Pad re. Y d e cierto os d igo, cu alesquiera cosas que p id is al Pad re en m i nom bre, os sern conced idas. Por consiguiente, p ed id , y recibiris; llam ad , y se os abrir; p orque el qu e pid e, recibe; y al qu e llam a, se le abrir. (3 Nefi 27:28-29.) Oh Seor, t nos has d ad o el m and am iento d e qu e d ebemos invocarte, para qu e recibam os d e ti segn nu estros deseos. (ter 3:2.) Cu anta cosa le p id is al Pad re en m i nom bre, que sea buena, creyend o con fe qu e recibiris, he aqu os ser concedida. (Moroni 7:26.)
Doctrina y Convenios
Pedid, y recibiris; llamad, y se os abrir. (D. & C. 4:7.) Por consiguiente, si me peds, recibiris; si llamis, os ser abierto. (D. & C. 6:5.) Y com o est escrito: Recibiris cuanto pid iereis con fe, si estis u nid os en oracin d e acuerd o con m i mand ato. (D. & C. 29:6.) Por tanto, el que carezca de sabidura, pdamela, y le dar libremente y sin reprocharlo. (D. & C. 42:68.) Mas en todo se os manda pedir a Dios, el cual da libremente. (D. & C. 46:7.) H e aqu , os d igo, id com o os he m and ad o; arrepentos d e tod os vuestros p ecad os; ped id y recibiris; llam ad y se os abrir. (D. & C. 49:26.) Pon tu s m anos sobre los enferm os, y sanarn. N o vuelvas hasta qu e yo, el Seor, te lo m and e. Ten p aciencia en la afliccin. Pide, y recibirs; llama, y se te abrir. (D. & C. 66:9.) Pid an, y recibirn; llam en, y les ser abierto; y les ser revelad o d e lo alto, s p or el Consolad or, d ond e han d e ir. (D. & C. 75:27.) Allegaos a m , y yo m e allegar a vosotros; bu scad m e d iligentem ente, y me hallaris; p ed id , y recibiris; llam ad , y se os abrir; cu alqu ier cosa que le p id is al Pad re en m i nom bre os ser d ad a, si es para vuestro bien. (D. & C. 88:6364.) He aqu, sta es mi voluntad; pedid y recibiris. (D. & C. 103:31.) S humilde; y el Seor tu Dios te llevar de la mano y dar respuesta a tus oraciones. (D. &C. 112:10.)
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estaba leyend o la Ep stola d e Santiago, p rim er captulo y qu into versculo, qu e d ice: Y si alguno de vosotros tiene falta de sabidura, pdala a Dios, el cual da a todos abundantemente, y sin reproche, y le ser dada. (Jos Smith-Historia 11.)
S, no debe cabernos la ms mnima duda de que cada uno de nosotros puede recibir el don de ensear. Tal es lo que se nos promete en las Escrituras:
... no negu is el p od er d e Dios; p orqu e l obra p or pod er, d e acuerd o con la fe d e los hijos d e los hom bres, lo m ismo hoy, que maana, y para siem pre. Y ad em s os exhorto, herm anos m os, a que no negu is los dones de Dios, porqu e son mu chos, y vienen d el m ism o Dios. Y hay d iversas m aneras d e ad m inistrar estos dones, p ero es el m ism o Dios qu e obra tod as las cosas en tod o; y se dan a los hombres por las manifestaciones del Espritu de Dios para beneficiarlos. Porque he aqu, a uno le es dado por el Espritu de Dios que pueda ensear la palabra de sabidura; y a otro, que pueda ensear la palabra de conocimiento por el mismo Espritu;... Y tod os estos dones vienen p or el Espritu d e Cristo; y vienen a tod o hom bre, resp ectivam ente, d e acuerd o con su voluntad. (Moroni 10:7-10, 17. Cursiva agregada.)
En mi opinin, cuando en la parte final de este ltimo versculo dice, "... y vienen a todo hombre, respectivamente, de acuerdo con su voluntad", se est refiriendo a la voluntad del hombre. Si uno desea recibir ese don, si realmente lo ansa en su corazn, por cierto que lo recibir.
El don supremo
Hace muchos aos, despus de leer este pasaje de las Escrituras, medit detenidamente en cuanto a l y
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llegu a la conclusin de que entre los muchos dones que una persona puede recibir a fin de ser un instrumento til en las manos del Seor, el don de ensear por medio del Espritu es el supremo. Quin no deseara tener el don de ensear la Palabra de Sabidura y de ensear la palabra de conocimiento por el Espritu? y qu nos hace pensar que no recibiremos ese don que tanto deseamos? Si tenemos el anhelo de lograr el xito como maestros y estamos dispuestos a poner todo nuestro esfuerzo en pos de ello, por qu no habramos de ser bendecidos de esa forma? Si estamos dispuestos a pedir por l, a orar por l y si creemos y tenemos la suficiente fe de que podemos poseerlo, por qu habra el Padre de privarnos de l? A qu fuente recurrimos para fomentar tal don? A quin acudimos por el debido ejemplo? Todo esto nos conduce, por cierto, hacia el Maestro de los maestros, Jesucristo, el Hijo de Dios, el Unignito del Padre. En las Escrituras constantemente se le llama "Maestro". Por cierto El fue y sigue siendo el Maestro de maestros, y gracias a El y a Su ejemplo, tambin nosotros podemos llegar a lograr y cultivar las aptitudes de un buen maestro.
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A no ser por unas pocas referencias que indican que el Seor ense en la sinagoga (Mateo 4:23, 9:35, 13:54; Marcos 1:39, 6:2; Lucas 4:15; Juan 18:20), no tenemos evidencia alguna de que El haya enseado en lo que puede darse en llamar un ambiente didctico formal. Sus enseanzas fueron impartidas a multitudes o a grupos pequeos que se reunan a su alrededor. El hecho de que utiliz principios pedaggicos reconocidos y empleados por nuestros educadores profesionales actuales resulta desde todo punto de vista evidente. El Seor reconoci aquellos principios que eran tiles para instruir, as como aquellos que no lo eran. Al introducirnos en los siguientes captulos, sealaremos muchos de tales ejemplos. Hace algunos aos un autor de nombre Ferrot R. Glover compuso un estudio sobre Jess como personaje histrico, y casi inadvertidamente puso su mayor nfasis en el Seor en su funcin de maestro. En uno de los pasajes de la obra comenta: "Le he estado tratando casi como si fuera toda una autoridad en pedagoga. Afortunadamente, El jams se refiri a la pedagoga ni tampoco utiliz los trminos que yo he utilizado. Sin embargo, El trat con seres humanos, les ense e influy, y bien vale la pena en nuestro estudio entender cmo lo logr; bien vale el esfuerzo llegar a aprender y dominar Sus mtodos". (The Jesus of History, New York: Association Press, 1930, pg. 84.) Aun cuando Jess no trat el tema de la metodologa pedaggica, mucho es lo que podemos aprender en cuanto a la enseanza de ideales morales y espirituales estudiando los relatos de Su ministerio, tal como se encuentran en los Evangelios. Quede bien en claro que no es adverso a ninguno de nosotros el aspirar a ser como El. El Seor no fue simplemente un maestro, sino que fue el Gran Maestro. Tras el paso de los siglos y ms all de las traducciones efectuadas de un idioma a otro, Sus enseanzas se han conservado simples, precisas y directas, y eso debido a que fueron diseadas para tal fin. Mentalmente podemos ir hacia atrs hasta aqul da cuando ministr entre los hombres. Podemos prestar atencin a lo que est enseando. Tambin sera oportuno que observramos detenidamente cmo lo hace, para que cuando nos llegue el mandato de apacentar Sus ovejas, podamos hacerlo de la misma forma en que El lo hizo.
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5 El principio de la apercepcin
Cuando estudiamos el mtodo de enseanza que emple Cristo, podemos advertir que el Seor se vali de un principio didctico en particular ms que de ningn otro. Si llegamos a entender ese principio y lo utilizamos, nos ayudar a mejorar como maestros de religin tal vez ms que ningn otro elemento que pudiramos aprender en cuanto a Sus tcnicas de enseanza. Los expertos en el campo de la educacin se refieren a tal elemento como el principio de la apercepcin.
den ser vocalizados; podemos decir la palabra; podemos hasta separar cada una de sus partes (G-A-T-O) o
EL PRINCIPIO DE LA APERCEPCIN
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podemos juntar las letras y decir la palabra en apenas dos slabas (GA-TO). As es que en una sola palabra, podemos proyectar la idea: gato. Valindonos de las 29 letras que tiene el alfabeto castellano, ordenadas en varias palabras, podemos transmitir muchas ideas en cuanto a felinos, la especie de la cual forma parte el gato. Podemos "crear" felinos sentados, tal vez durmiendo, corriendo o saltando, felinos con manchas o rayas en la piel, todos con simples palabras. Si explicamos que se trata de un felino grande, habremos introducido el concepto del tamao. Tambin podemos especificar cun grande es el animal. Si decimos que tiene veinte centmetros de altura hasta los hombros, inmediatamente comprendemos que se trata de un gato. Si acotamos que mide ochenta y cinco centmetros hasta los hombros, sabemos que puede tratarse de un len, de un tigre o uno de los otros felinos ms corpulentos. Adems del tamao, podemos tambin especificar el color. Diremos que se trata de un animal color caf o blanco y negro. Si ya tenemos conocimiento de que se trata de un felino grande y agregamos que su piel es rayada en negro y naranja y algo de blanco, sabremos que se trata de un tigre.
Forma
Teniendo conocimiento del tamao y del color, contamos con algunos detalles especficos, pero aun as no con todos, ya que es posible agregar otros ms, por ejemplo, la forma. En pocas palabras podemos ensearle a un nio a identificar la silueta de un len para que pueda distinguirla de la de un tigre del mismo tamao con simplemente mostrrsela.
El len tiene melena y como una borla de pelo en la punta de la cola. Esa simple diferencia sera ms que suficiente para distinguir a un animal del otro. Tambin podemos explicar que el felino tiene pelo y que se trata de un pelo suave, mediante lo cual agregamos la textura que nos sirve para dar una mejor descripcin del animal. Una vez que hemos creado una palabra -un nombre podemos ofrecer muchsima informacin en cuanto a ella, utilizando el tamao, la forma, el color y la textura. Pero eso es tan slo el comienzo. Veamos otro ejemplo: Supongamos que procuramos ensearle a un nio que no tiene la ms mnima idea de lo que es un elefante; jams en su vida ha visto uno, ni siquiera en fotografa. Cmo podemos, con palabras, ofrecerle una imagen mental de lo que es un elefante? Ante todo, debemos valernos de algo que el nio ya conozca. Partiendo de la base de que ya ha visto antes otros animales, comenzaramos diciendo que el elefante es un animal. Slo con eso le hemos enseado muchsimo. En el futuro no habr forma de que confunda a un rbol, una montaa, una casa, ni un ro con un elefante, pues sabr que se trata de un animal. Entonces podremos emplear otros elementos de los que ya hemos hecho mencin y que estn al alcance de cualquier maestro. Podramos hablarle un poco del tamao del animal -muy grande - para luego compararlo con algo que el nio ya conoce. Hasta podramos demostrarle cun grande es el elefante, explicndole que ste, aun a medio crecer, jams podra entrar por la puerta del cuarto, ya que es demasiado grande como para pasar por una abertura tan pequea. Tal vez pudiramos compararlo con algunas otras cosas que el nio conozca, dicindole que un elefante es tan grande que si estuviera en la habitacin su espalda golpeara contra el techo, lo cual le permitira al nio hacerse una imagen mental del tamao del animal. Aun cuando eso sea todo el conocimiento que tenga en cuanto a elefantes por el resto de su vida, le ser ms que suficiente para jams pensar que se trata de un elefante cuando ve un gato, un ratn, un perro o un caballo.
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
El elefante tiene una forma singular, la cual puede ser descrita simplemente con palabras. Despus podemos agregar el color. Por lo general los elefantes se conocen por un solo color. Al ensear este detalle, podemos mostrarle al nio algo que sea de color gris, algo que le resulte familiar y que pueda comparar con el color del elefante. Si quisiramos ser ms tcnicos, podramos mencionar a los elefantes albinos que son blancos; sin embargo, se trata de algo tan fuera de lo comn que sera complicar innecesariamente la explicacin. Yo estuve en frica y vi muchos elefantes, cientos de ellos. Tambin los he visto en circos y en zoolgicos, y jams vi uno que fuera blanco, y casi afirmara que tampoco ustedes lo han visto. De modo que no vale la pena mencionar lo de los elefantes blancos. Ms adelante nos referiremos al hecho de ser demasiado tcnicos.
Textura
Tenemos an otro elemento que podemos utilizar, y es la textura. Una vez que explicamos que el elefante no tiene pelo, que no es de piel suave como la mayora de los animales, sino que es spera y arrugada, la imagen de lo que es un elefante se hace ms clara an en la mente del pequeo. Al decirle que su piel es arrugada, podemos valernos de algo que sea similar y que l pueda ver y tocar, algo que conozca; y entonces haremos una comparacin con la piel de un elefante, explicndole que es parecida a eso que le estamos mostrando. Y as, nuestra leccin por medio de palabras est casi terminada, puesto que hemos hecho una descripcin del tamao, la forma, el color y la textura de un elefante. Todo ello combinado diferencia a un elefante de cualquier otro animal sobre la tierra. Existen tambin otros pasos, tales como el mostrar al nio una figura, una pequea escultura o, mejor an, una fotografa de un elefante. Si pudiramos mostrarle un elefante en una pelcula o llevarle al zoolgico para que viera uno en la realidad, entonces sabra sin lugar a dudas cmo es un elefante. Creo que hemos hablado ms que suficiente en cuanto a felinos y paquidermos, pero quise extenderme en esta materia por una razn muy particular. La mayora de las cosas que estamos obligados a ensear pueden ser enseadas utilizando los elementos que acabamos de mencionar. Valindonos de simples smbolos, podemos dar vida al mundo tangible y material que nos rodea. Al hacerlo, debemos utilizar elementos tiles a fin de que tales smbolos sean descriptivos. Podemos transmitir de una persona a otra la idea de lo que es un gato o elefante, describiendo a estos animales por su tamao, forma, color, textura, peso y una variedad de detalles adicionales.
EL PRINCIPIO DE LA APERCEPCIN
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que saber lo que es la fe a fin de que tal definicin tuviera algn significado; entonces, s, sera de valor. En el Libro de Mormn se aclara un poco ms cuando dice: "Fe no es tener un conocimiento perfecto de las cosas; de modo que si tenis fe, tenis esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas." (Alma 32:21.) Esto ayuda, pero si nos basamos en un escaso conocimiento en cuanto a la fe, aun despus de leer esos dos versculos, es poco lo que podemos comprender sobre ese principio. Aun cuando un alumno escuchara y hasta memorizara esos pasajes, tal vez no sabra ni entendera lo que quieren decir ni lo que significa la fe. Como maestros, es posible que todava no hayamos logrado hacer comprender el concepto de la fe. Qu haremos, entonces, si no podemos valernos de los elementos didcticos ms bsicos y comunes para transmitir o inculcar valores morales y espirituales? Qu haremos con lo intangible? Cmo podremos ensear los conceptos abstractos? Claro est que existe una forma de hacerlo. Podemos relatar historias sobre acciones de otras personas que sirvan para demostrar los efectos de la fe. Este elemento es de gran ayuda y puede servir para ilustrar en la mente del alumno la idea de lo que es la fe. Sin embargo, no constituye el mtodo ms adecuado. Lo ms productivo de todo es asociar lo invisible de la idea de la fe con un objeto tangible con el que el alumno ya est familiarizado para as desarrollar la explicacin sobre una base de conocimiento. Haremos mencin ms detallada de este mtodo en el siguiente captulo. En el comienzo de este libro se hizo referencia al esmerilador de lentes que finalmente descubri que un pequeo detalle puede marcar la diferencia entre el xito y el fracaso en la tarea de pulir miras perfectas. Lo mismo sucede con la enseanza.
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
Utilice su imaginacin y piense en un objeto tangible que al alumno le resulte fcil reconocer y que pueda ser comparado con la fe. Cuanto mas familiar, comn y conocido sea, tanto mejor ser su ilustracin. Supongamos que desee utilizar la siguiente comparacin: LA FE es como UNA SEMILLA. En realidad la fe es como una semilla. Por lo menos Alma la conceptualiz de esa forma cuando dijo:
"Compararem os, pu es, la palabra a una sem illa. Ahora, si d ais lugar p ara qu e sea plantad a u na sem illa en vu estro corazn, he aqu , si es una sem illa verd ad era, o sem illa bu ena, y no la echis fu era p or vu estra incred u lid ad , resistiendo al Espritu del Seor, he aqu, empezara a germinar en vuestro pecho; y al percibir esta sensacin de crecimiento, em pezareis a d ecir d entro d e vosotros: Debe ser qu e esta es u na sem illa buena, o que la p alabra es bu ena, p orque empieza a ensanchar mi alma; s, empieza a iluminar mi inteligencia; s, empieza a ser deliciosa para mi. "He aqu, no aumentara esto vuestra fe? Os digo que s; sin embargo, no ha llegado a ser un conocimiento perfecto." (Alma 32:28-29.)
Vemos, entonces, que el maestro puede transformar a la fe en un objeto tangible del que los alumnos tienen amplio conocimiento, lo cual ofrece el factor de la dimensin. Citando otro ejemplo de como la fe puede compararse a una semilla, veamos la siguiente ilustracin del Seor: "... de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diris a este monte: Psate de aqu all, y se pasara; y nada os ser imposible." (Mateo 17:20.) Al utilizar un monte como comparacin, el Seor introdujo el concepto del tamao, haciendo que la leccin resultara ms comprensible y al mismo tiempo impresionante. Una vez que usted haya comparado a la fe con algo tangible, podr formar una imagen mental de ese principio, podr describirla, medirla, referirse a su tamao, a su forma, a su color, a su textura; Podr escribir la palabra en la pizarra, mostrar una lmina o una fotografa. En realidad, hasta puede mostrar una semilla de legumbre o un hueso de fruta. Podra tambin dar a los alumnos algunas semillas para que plantaran en pequeos recipientes. A modo ilustrativo, el maestro podra regar una planta y dejar que otras se secaran, tal como Alma procur ilustrar que del mismo modo que la planta, la fe necesita ser nutrida. Cuando el maestro se vale de comparaciones como estas, el alumno comienza a "ver" y a comparar a que es semejante la fe, y obtienen un conocimiento y comprensin mayores del principio del evangelio en cuestin.
ES SEMEJANTE A
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En qu cosa podemos pensar que resulte familiar a todo tipo de persona y que pueda compararse al arrepentimiento? Veamos que sucede si utilizamos el jabn como elemento comparativo.
Una leccin en la que se explique esta idea podra ser desarrollada de la siguiente manera: El arrepentimiento es el jabn de la vida. Cuando se le utiliza debidamente, nos limpia de nuestras transgresiones; pese a ello, hay quienes permanecen sucios. Por qu razn? Por que hay tantas personas que no emplean el arrepentimiento, aun cuando disponen de el de una forma individual, inmediata y constante? El maestro podra ilustrar, de la siguiente manera, el uso equivocado que se da a este principio: Describa un pauelo hermoso y blanco, puro e inmaculado, el que se deja caer en el fango. Si se le lava cuidadosamente, quedara limpio una vez ms. Pero supongamos que se le deja caer en el fango otra vez y es lavado otra vez; nuevamente al fango y otra vez lavado, y as sucesivamente. No, pasar mucho tiempo antes de que el pauelo se ponga grisceo y percudido, al punto tal de que se haga difcil limpiarlo, aun cuando se utilice un detergente fuerte. En una oportunidad me reun con un grupo de maestros de seminario, les presente esta formula y les ped que trataran de imaginar otras formas de ensear el tema del arrepentimiento. Fue interesante observar como en una hora de anlisis intercambiamos una docena o ms de ejemplos extrados de la vida misma que podramos utilizar.
Use la imaginacin
Es importante entender que si el maestro es demasiado literal o muy tcnico, no habr comparacin o referencia o "semejante a" o "es como" que satisfaga completamente, ni siquiera los ejemplos que el Seor utiliz. El maestro debe utilizar su imaginacin. Recuerdo el caso de un maestro que se empecin en que el arrepentimiento en realidad no es como el jabn. Con ese razonamiento, el reino de los cielos no es como una red ni los fariseos como sepulcros blanqueados. En todo momento, es necesario dar rienda suelta a la imaginacin. Si uno no lo hace, se transformara irremediablemente en un maestro aburrido en cuyas lecciones nadie tendr inters. Quisiera ilustrar cmo el comparar el arrepentimiento con el jabn puede ser usado para ensear este importante principio del evangelio.
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
ciones como vagones de ganado. Las comidas se servan de una cocina de campana y eran preparadas sobre una hoguera en uno de los vagones, la que se encenda sobre una capa de quince centmetros de tierra. Desde el comienzo de la jornada nos quitaron el equipaje, por lo que pasamos seis das con sus noches viajando por todo el sur de los Estados Unidos sin la ms mnima posibilidad de baarnos o cambiarnos de ropa, ni tampoco de lavarla. Puesto que estbamos en medio del verano, el tremendo calor que padecamos creaba una situacin sumamente sudorosa, por as Ilamarla. Cuando finalmente llegamos a la ciudad de Los Angeles, California, un domingo por la maana, nos dieron licencia hasta la tarde, cuando tendramos que presentarnos nuevamente en el tren para continuar nuestro viaje rumbo a una base militar en el norte del estado de California, desde donde partiramos hacia el campo de batalla. Los diez integrantes de nuestro pelotn de bombardeo nos juntamos en el andn de la estacin e hicimos una colecta de todo el dinero que tenamos. Decidimos que una de las colas que ms desebamos hacer era disfrutar de un buen almuerzo. Es as que fuimos a un restaurante fino y aguardamos en lnea para que nos Ilegara el turno de ocupar una mesa. Vale la pena acotar que durante la poca de la guerra siempre haba largas colas en los restaurantes. Las otras personas que esperaban su turno lucan en sus mejores ropas. Yo era el primero de entre mis compaeros en la lnea y adelante mo haba varias damas sumamente distinguidas. No les resulto necesario darse vuelta para apercibirse de nuestra presencia: nuestra falta de aseo fue ms que suficiente. Finalmente, una de las mujeres volteo hacia nosotros, me estudio detenidamente de pies a cabeza y luego comento en voz lo suficientemente enrgica como para atraer la atencin de todo el mundo en el restaurante: "Qu barbaridad! Qu hombres tan sucios!" Perseveramos silenciosamente ante la humillacin, pero nadie se puede imaginar cuanto deseaba yo estar limpio. Cunto hubiera deseado tener una barra de jabn en esos momentos! Nunca olvidare como me sirvi eso para tomar la determinacin de jams comparecer ante el Seor espiritualmente sucio. Si el arrepentimiento es el jabn de la vida, deseo usarlo frecuente v debidamente. Estos dos ejemplos, de comparar la fe a una semilla, como se hace en las Escrituras, y el comparar al arrepentimiento con el jabn, pueden proporcionarnos una leccin para esta poca en que vivimos. Pone de manifiesto como ciertos elementos tangibles y familiares del mundo que nos rodea pueden ser empleados como smbolos para ilustrar principios intangibles y abstractos que muchas veces resulta difcil o hasta imposible describir solo por medio de palabras.
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
Seleccionamos este capitulo tan familiar por el amplio conocimiento que todos tenemos de el y por ser tan representativo de lo que repetidamente encontramos en las enseanzas de Jesucristo. Hay otros captulos en los que se pueden hallar ejemplos adicionales. Las referencias hechas en este y otros captulos estn, como bien se puede advertir, basadas en la experiencia de quienes escuchaban. El sistema de eliminacin de basura en las ciudades de aquella poca consista en simplemente echarla en las calles. Por consiguiente, la sal sin sabor era literalmente tirada y pisoteada por los hombres. Jerusaln era conocida como la ciudad en la colina, una referencia de inmenso significado para aquella gente. Un soldado romano tenia todo el derecho de obligar a cualquier judo a que Ilevara su carga por una milla. Estas y muchas otras cosas resultaban muy conocidas para los discpulos de Jess. En las parbolas se puede tambin encontrar una riqusima fuente de material aperceptivo. En tales relatos, el Seor se refiere a experiencias sumamente comunes al estilo de vida normal de la Palestina de aquella poca o a la historia judaica, de la que extraa regulaciones bien conocidas de la Ley de Moiss. El Seor habla de gallinas, polluelos, pjaros, flores, zorras, rboles, ladrones, caminantes, puestas de sol, pobres y ricos, mdicos, ropa remendada, abrojos, limpiar la casa, alimentar a los cerdos, moler el grano, almacenar en graneros, edificar casas, contratar obreros, y de docenas de otros ejemplos ms. Ninguno de ellos resulta ajeno ni misterioso y todos fueron extrados de la vida real, de las experiencias cotidianas de aquellos a quienes enseaba.
Marcos Lucas
Juan
He aqu otros pasajes de las Escrituras que reflejan el mismo mtodo de comparacin: Hechos Glatas 1 Juan 17:29 Que la Divinidad sea semejante a oro 5:21 Borracheras, orgas, y cosas semejantes a estas 3:2 Seremos semejantes a l, porque le veremos
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Judas Apocalipsis
7 Las ciudades vecinas, las cuales de la misma manera 1:13 Semejante al Hijo del Hombre, vestido de 1:15 Sus pies semejantes al bronce bruido, refulgente como 2:18 El Hijo de Dios, el que tiene... y pies semejantes al bronce bruido 4:3 El aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe 4:3 Haba . . . un arco iris, semejante ... a la esmeralda 4:6 Un mar de vidrio semejante al cristal 4:7 Semejante a un len: el segundo era semejante a un becerro 4:7 Y el cuarto era semejante a un guila volando 9:7 Langostas era semejante a caballos preparados para 9:7 Como coronas de oro 9:10 Tenan colas como de escorpiones 9:19 Sus colas, semejantes a serpientes 11:1 Me fue dada una caa semejante a una vara 13:2 La bestia que vi era semejante a un leopardo 13:4 Quin como la bestia ... ? 13:11 Tenia dos cuernos semejantes a los de un cordero 14:14 Uno sentado semejante al Hijo del Hombre 16:13 Tres espritus inmundos a manera de ranas 18:18 Qu ciudad era semejante a esta gran ciu dad? 21:11 Su fulgor era semejante al de una piedra preciossima 21:18 La ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio
El Libro de Mormn abunda tambin en referencias similares: 1 Nefi 2:9 Oh, si fueras semejante a este ro 2:10 Oh, si fueras t semejante a este valle 12:1 En tan inmenso nmero como la arena del mar 15:12 La casa de Israel fue comparada a un olivo 17:45 Os ha hablado como con voz de trueno 5:21 Se haban vuelto como un pedernal 7:7 Por eso he puesto mi rostro como pedernal 8:6 La tierra se envejecer como ropa de vestir 8:8 Como a vestidura los comer la polilla 8:8 Como a la lana los consumir el gusano 26:6 Sern como rastrojo 12:5 Sern arreados como mudos asnos 12:12 Sers como la flor del cardo 14:6 Todos nosotros nos hemos descarriado como ovejas 32:28 Compararemos, pues, la palabra a una semilla 7:8 Como el perro que se vuelve a su vmito 10:4 Como la gallina junta sus pollos bajo las alas 2:16 Como la ligereza de un ave sobre el agua 6:7 Sus barcos estaban ajustados como un vaso
2 Nefi
Mosah
Veamos los siguientes ejemplos extrados de Doctrina y Convenios: 49:24 Florecern como la rosa 121:45 Destilar sobre tu alma como roco del cielo 128:19 Como el roco del Carmelo 130:9 Llegar a ser semejante al cristal 133:48 Su ropa como del que ha pisado el lagar En la seccin 88, el Seor revelo leyes celestiales que gobiernan la tierra y los planetas, diciendo: "A qu comparar estos reinos para que comprendis? (D. & C. 88:46.)
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Por ultimo, en la Perla de Gran Precio encontramos los siguientes ejemplos: Moiss Abraham Jos Smith -Mateo: Jos Smith -Historia: 37 Viene el da que arder como un horno 37 Todos los que obran inicuamente, ardern como rastrojo 38-39 La parbola de la higuera... as igualmente mis escogidos 47 Si el buen hombre de la casa hubiera sabido en cual vigilia llegara el ladrn 7:28 Derraman sus lgrimas como la llu via sobre las montaas 7:62 Inunden la tierra como con un dilu vio 3:14 El nmero de las arenas, as ser el nmero de tus descendientes
Estas son apenas unas pocas de las muchas referencias que podemos encontrar en las Escrituras, las que constituyen una rica fuente de ilustraciones en cuanto al use del principio de la apercepcin en la tarea de ensear temas de naturaleza compleja.
Lecciones ms claras
Tenga siempre presente que Jess no solo comentaba a la gente de aquella poca en cuanto a experiencias y elementos relacionados con su medio ambiente; su inters no radicaba en ensearles en cuanto a gallinas y polluelos, sino que se vala de tales ilustraciones para instruirles tocante a otras cosas. El hacia una correlacin de esos ejemplos tan comunes en el mundo visible con los del mundo interior que el ojo human no puede percibir. El Seor los aplico y comparo a fin de que la leccin resultara obvia. Si furamos a quitar de los discursos de Jess las aplicaciones ilustrativas que hizo en ellos, nos quedaramos apenas con un escueto comentario sobre la vida del campesino en la antigua Palestina. Es precisamente la enseanza del evangelio lo que hace que las ilustraciones cobren vida. Las mismas, a su vez, contribuyen a que el significado de la leccin resulte ms claro para personas de todas las edades. La aplicacin es la piedra angular de cada uno de Sus discursos. En la referencia que hace a la sal, (Mateo 5:13), por ejemplo, no tenia especial inters en hablarles a quienes le escuchaban sobre ese condimento de mesa tan comn, de hecho tan comn que hubiera carecido absolutamente de trascendencia si se le hubiera mencionado de cualquier otra forma. La palabra sal, como se le usa en Sus enseanzas, no tena como fin orientarlos en cuanto a sus hbitos de comida, sino que era apenas un elemento de apoyo para elevar el conocimiento y razonamiento de sus alumnos mediante un mtodo pedaggico mucho ms productivo. Como ya hemos mencionado, conceptos tales como la fe, el arrepentimiento y la humildad, entre otros, son difciles de ensear puesto que no tenemos forma de visualizarlos. No tienen tamao, ni forma, ni textura, ni color; por consiguiente, es prcticamente imposible conformarnos una imagen de ellos. Utilizando el mtodo del que Jess se vali, sin embargo, podemos ensear en cuanto a ellos de una forma mucho mas clara.
Cuantas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina junta sus polluelos debajo de las alas (Mateo 23:37). Cuantas veces os juntare como la gallina junta sus pollos bajo las alas (3 Nefi 10:6). Los juntare como la gallina junta a sus pollos debajo de sus alas (D. & C. 10:65). Juntara a su pueblo como la gallina junta a sus pollos debajo de sus alas (D. & C. 29:2). Cuantas veces os hubiera juntado como la gallina junta a sus pollos debajo de sus alas (D. & C. 43:24).
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No quise decir que todas las dems iglesias carecieran de verdad, puesto que todas tienen algo de verdad. Algunas de ellas tienen, en realidad, bastante de verdad y gozan de parte de la influencia de Dios. A menudo el clero de tales iglesias y muchos de sus feligreses son muy dedicados y hasta observan admirablemente las virtudes de la cristiandad. A pesar de ello, no estn completos, por lo que el Seor ha declarado: "... ensean como doctrinas los mandamientos de hombres, teniendo apariencia de piedad, mas negando la eficacia de ella." (Jos Smith-Historia 19.) Teniendo en cuenta esto, entonces, cmo poda yo establecer el hecho de que todas las iglesias tenan quizs un cierto elemento de verdad, pero que hay solo una que posee la plenitud del evangelio? Valindome de la frmula de la comparacin, exprese que el evangelio es como el teclado de un piano. Una vez que hube encontrado algo con que comparar el evangelio, algo que resultara familiar para toda la gente que me habra de escuchar, fue mucho mas fcil preparar el discurso, parte del cual cito a continuacin:
Como un teclado
"El evangelio puede ser comparado al teclado de un piano, con todas y cada una de sus teclas, sobre las que aquel que cuente con la debida capacitacin y talento puede interpretar una variedad de tonadas, desde baladas romnticas y melodas enternecedoras hasta entusiastas marchas e inspiradores himnos. Una variada gama de piezas musicales para satisfacer todo tipo de gusto. "Cun insensato resulta, por lo tanto, escoger una tecla en particular y con extrema monotona sacar de ella una o dos notas solamente, cuando en realidad la totalidad del teclado ofrece una variedad ilimitada de combinaciones. "Cun descorazonador resulta que, estando la plenitud del evangelio, la totalidad del teclado, sobre la faz de la tierra, muchas iglesias se limiten a tocar una sola tecla. Es posible que la nota que se haga sonar sea esencial para la meloda de la prctica religiosa, pero aun as, no se goza la totalidad ni se aprecia su plenitud. "Por ejemplo, una determinada iglesia hace sonar la tecla de la sanidad por medio de la fe, al tiempo que hace a un lado muchos otros principios que brindaran mayor magnitud a ese don en s. "Otra iglesia hace sonar la obscura tecla que se relaciona con la observancia del da de reposo, tecla que sonara por cierto diferente si se tocara en armona con otras notas esenciales del teclado. Una tecla usada de esa forma puede causar un notorio desafinamiento. "Por otra parte nos encontramos con una iglesia que hace sonar una y otra vez la tecla relacionada con el modo de bautizar y se olvida que dispone de todo un teclado. Entonces, esa sola nota, por mas imprescindible que sea, no suena completa cuando se le hace escuchar en forma aislada, haciendo las dems a un lado. "Podramos mencionar muchos otros ejemplos en los que un sinnmero de iglesias destacan impetuosamente una parte especifica del evangelio, edificando sus creencias sobre ella, sin darse cuenta de que sonara mu-
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
cho mejor si se le combinara con la totalidad del evangelio de Jesucristo. "No pretendemos implicar que la tecla de la sanidad por medio de la fe, por ejemplo, no es vital. No solo la reconocemos, sino que adems la consideramos fundamental y la utilizamos en gran medida; pero no por ello podemos dejar de reconocer que por si sola no constituye el evangelio en su plenitud. "Jams nos atreveramos a declarar que el bautismo no es esencial, pues sabemos que en realidad lo es, constituyendo el mtodo oficial mediante el cual una persona se hace miembro de la Iglesia y del reino de Dios. Pero si esa tecla se golpea por s sola, sin la debida lnea de autoridad con la que esta ntimamente relacionada, tanto la plenitud como la armona quedan truncadas y la meloda se hace disonante. Sin la tecla de la fe y el arrepentimiento, aquella otra no tiene ningn valor, y, lo que es mas peligroso aun, pasa a ser algo falso. Esto se produce cuando se carece de la autoridad a la que estamos haciendo mencin.
Poder y autoridad
"Dejemos bien en claro que el nfasis no lo hacemos caer tanto en el hecho de que las otras iglesias estn equivocadas sino en el de que estn incompletas. El evangelio fue restaurado en su plenitud y el Poder y la autoridad para actuar en el nombre del Seor estn entre nosotros una vez ms. El poder y la autoridad del sacerdocio descansan sobre esta Iglesia, pues el Seor mismo revelo:
Y este sacerd ocio m ayor ad m inistra el evangelio y posee la llave d e los m isterios d el reino, s, la llave d el conocimiento de Dios. As que, en sus ordenanzas se manifiesta el poder de Dios. Y sin su s ord enanzas y la au torid ad d el sacerd ocio, el pod er d e Dios no se m anifiesta a los hom bres en la carne. (D. & C. 84:19-21).
A modo ilustrativo
No creo que haya lugar a dudas en cuanto a que, a pesar de haber comparado al evangelio con el teclado de un piano, no pretend dar ctedra sobre ese instrumento musical; utilice al teclado del piano simplemente a modo ilustrativo. Lo que es mas, no se tocar el piano y poco entiendo de teclados, pero eso no hace que la comparacin sea menos eficaz, tanto para mi como para quienes escucharon mi discurso. Por la reaccin que
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percib en muchas personas, me consta de que "vieron" lo que trate de ensearles. Hubiera podido hablar prolongadamente, describiendo una idea tras otra, citando diferentes fuentes, incluyendo las Escrituras, y aun as no habra logrado ensear lo que deseaba con la misma eficacia. Hay otro aspecto sumamente trascendente al que jams debe restrsele importancia. Cuando usted emplea satisfactoriamente el principio de la apercepcin, o compara algo abstracto con un objeto que no es conocido del mundo que nos rodea, la leccin queda grabada, por lo que no nos llamas la atencin cuando alguien comente: "Cada vez que veo el teclado de un piano pienso en la plenitud del evangelio." Es como si en la mente de la persona se accionara un mecanismo que hiciera que la leccin se repitiese. Tal es la razn por la cual cuanto ms comn y cotidiano resulte el ejemplo de comparacin, tanto mas penetrante ser la leccin. Fue por ese motivo que el Seor utilizo en Sus enseanzas tantas ilustraciones. Todas ellas resultaban familiares a la gente. Por nuestra parte, podemos valernos del mismo mtodo, tal como queda ilustrado en el siguiente relato.
El escenario de la mente
"La mente puede ser comparada con un escenario en el que el teln esta siempre levantado, excepto cuando dormimos. Siempre hay una teatralizacion llevndose a cabo all. Puede ser una comedia, un drama, interesante o aburrida, buena o mala; pero siempre hay una actuacin llevndose a cabo en el escenario de la mente. Han notado que los pequeos pensamientos sombros entran en escena desde los costados y acaparan totalmente la atencin? Estos pensamientos intrusos procuraran desplazar toda buena influencia. "Si permiten que aparezcan en escena, todo lo bueno abandonara el escenario y ustedes quedaran hurfanos de pensamientos sanos por haber consentido la influencia de pensamientos inicuos. Ellos actuaran en el escenario de la mente tanto como se les tolere. Pueden representar tramas de maldad, de celos o de odio. Pueden resultar vulgares, inmorales y aun depravados. "Cuando tienen el escenario a su disposicin, si se les deja, les persuadirn sutilmente a fin de acaparar su mas absoluta atencin. Por cierto que pueden hacer que la experiencia sea interesante; pueden pasta convencerles de que son inocentes, puesto que solo se trata de pensamientos. Qu harn ante tal circunstancia, cuando el escenario de la mente se vea invadido por los impulsos de pensamientos sucios, ya sea que se trate de pensamientos grises que parecen casi limpios, o de los inmundos que son sin duda malos? "Si logran controlar los pensamientos, podrn vencer hbitos, aun los degradantes. Si finalmente los dominan, es indudable que vivirn una vida abundante y feliz.
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Un himno predilecto
"Quisiera exhortarles a que escogieran de entre la msica sagrada de la Iglesia un himno predilecto, uno que tenga una letra tan edificante y msica tan reverente que les sirva de verdadera inspiracin. Una vez que lo escojan, procuren memorizarlo. No importa que jams hayan tenido formacin musical o que no tengan odo para la msica; ninguna de las dos cosas es necesaria para memorizar un himno. "Una vez memorizado, utilcenlo como el refugio de sus pensamientos; convirtanlo en una especie de canal de emergencia. Toda vez que esos sombros actores se entrometan en el libreto de su actividad mental, den entrada a esta otra tonada. "Al comenzar la msica y al surgir las palabras de la letra en la mente, los malos pensamientos se irn disipando. Les puedo asegurar que el himno cambiara por completo la escenogrfa mental. Por tratarse de algo edificante y sano, los pensamientos inicuos desaparecern, puesto que del mismo modo que la virtud no es amiga de lo inmundo, lo malvado no puede, tolerar la presencia de la luz. "Habr momentos en que, sin siquiera notarlo, ustedes tararearn la msica interiormente. Con el paso del tiempo, el sistema pasar a ser casi automtico, y cada vez que la mente se vea asaltada Por un pensamiento mundano, la tonada de ese himno se har presente de inmediato. "Una vez que aprendan a desalojar del escenario de la mente todo pensamiento indigno, mantnganlo ocupado con ideas dignas. Si es necesario, cambien de ambiente, a fin de verse rodeados por cosas que les inspiren a obrar bien. Mantnganse ocupados con cosas Positivas. "Jvenes, de ninguna manera pueden ustedes darse el lujo de permitir que la msica violenta e indigna de nuestra poca se infiltre en su mente. No se trata de algo inofensivo, sino que, por el contrario, es capaz de dar entrada en el escenario de la mente a pensamientos inicuos que marcan el ritmo al cual ustedes bailan y la forma en que actan." (Conferencia General de octubre de 1973.) Al tener que referirnos a algo tan abstracto como lo son los pensamientos, es mucho mas fcil que los comparemos con algo con lo que el alumno ya este familiarizado, en este caso con los actores sobre el escenario. Principalmente para los jvenes resulta mas interesante; difcilmente se les olvidara, y por cierto que captaran la leccin sin dificultad.
UN MUNDO DE EJEMPLOS
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9 Un mundo de ejemplos
Hace algunos aos viajaba en avin hacia la ciudad de Seattle, en el estado de Washington, procedente de Spokane, en el mismo estado. Haba asistido a una conferencia religiosa llevada a cabo en la Universidad de Idaho, en Moscow, Idaho. Me diriga entonces a Seattle para reunirme con lderes de la estaca de ese lugar tocante al programa de seminarios. No haba muchos pasajeros en ese vuelo, as que me sent solo, confiando en poder dormir durante el viaje, el cual llevara poco ms de una hora. Debo confesar que me sent un tanto molesto cuando alguien ocupo el asiento a mi lado, as que consent a su pedido de tomar prestado el peridico que tenia yo en mis rodillas. Pens que eso le entretendra y, por ltimo, yo podra descansar un poco. Pero no haban pasado muchos minutos cuando comenz a murmurar, "Qu barbaridad...! Esto es terrible...! Parece mentira...!" Cuando se dio cuenta de que haba acaparado mi atencin, seal la primera plana del peridico, tpico de una zona urbana, con todo lo repudiable, lo trgico y lo srdido expuesto en la primera pagina. El hombre acoto que todo eso no era mas que el simple reflejo de la humanidad y de la vida en s, miserable, sin sentido y, desde todo punto de vista, carente de use alguno. No pude menos que discordar con el caballero y hacerle saber que en mi opinin la vida si tenia un propsito, que hay un Dios que ama a Sus hijos y que la vida misma es buena.
Ateo
El hombre se presento, diciendo ser abogado, y cuando se entero de que yo era un ministro religioso, dijo con marcado nfasis: -Pues bien, nos queda todava una hora y veintiocho minutos de viaje, y deseo que me explique que derecho tiene usted o ninguna otra persona de lanzar a los cuatro vientos la teora de que hay un Dios y que la vida tiene tanto significado. Entonces confes ser ateo y comenz a vociferar tan acaloradamente en cuanto a su descreimiento que no pude menos que decirle: -Esta equivocado, mi amigo. Le puedo asegurar que hay un Dios y que vive. Yo se que El vive. Entonces le di mi testimonio de que Dios vive y de que Jess es el Cristo y de que no me caba la ms mnima duda de ninguna de las dos cosas, pero mi testimonio cay en odos huecos y descredos. -Cmo puede decir que "sabe" que Dios vive? -me dijo-. Nadie puede asegurarlo y mucho menos decir que lo sabe. No me di por vencido, y el abogado finalmente dijo en forma condescendiente: -Muy bien, usted afirma saber, explqueme (en un tono de voz sarcstico) como es que lo sabe. Me sent casi carente de argumentos que para el fueran validos; haba sido enfrentado a la ms difcil de todas las preguntas, a la cual conteste de la siguiente forma: -El Espritu Santo dio testimonio a mi alma. -Perdneme, pero no tengo la mas mnima idea de lo que esta hablando -respondi el abogado. Comprend entonces que trminos tales como oracin, discernimiento y fe carecan totalmente de significado para ese buen hombre, puesto que no contaba con ningn tipo de experiencia practica al respecto. Advirtiendo que me encontraba imposibilitado de explicar como era que saba, termin dicindome: -Ve lo que le digo? Usted no puede decir que sabe, porque si supiera, no tendra tantos problemas para explicarme como es que lo sabe. (En ello implicaba que todo lo que profesamos saber puede ser fcilmente explicado en palabras.)
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
El sabor de la sal
Sent que tal vez haba sido poco sabio en compartir mi testimonio, y ped interiormente que si l no poda entender mis palabras, que al menos aceptara mi declaracin como sincera. -No todo lo que afirmamos saber puede ser explicado simplemente en palabras -le dije, tras lo cual le formule la siguiente pregunta: -Sabe usted que gusto tiene la sal? -Por supuesto que s -fue su respuesta. Cuando fue la ltima vez que la probo? -No hace muchas horas, cuando cene. -Usted cree saber el gusto que tiene la sal -le dije. -Se sin duda el gusto que tiene -insisti. -Si le diera una taza de sal y otra de azcar, y usted probara de ambas, podra diferenciar una de la otra? -Me esta hablando en serio?-dijo-. Por supuesto que podra diferenciar entra la una y la otra. Yo s el sabor que tiene la sal! Entonces le formule otra pregunta: -Suponiendo que yo jams hubiera probado el gusto de la sal, podra usted simplemente en palabras explicarme el sabor que tiene? Tras pensarlo por algunos momentos se aventuro a contestar: -Bueno, no es ni dulce ni amarga. -Lo que usted me esta diciendo es como no es -le acote-. Lo que yo quiero saber es como es. Despus de tratar varias veces se dio por vencido, admitiendo sentirse tan limitado como yo me haba sentido al tratar de responder su pregunta anterior, en el sentido de cmo sabia que el evangelio es verdadero. Al descender del avin, le di mi testimonio otra vez y le dije: -Le aseguro que se que hay un Dios. Usted se mof de mi testimonio y me dijo que si yo lo supiera, estara en condiciones de explicarle exactamente cmo es que lo se. Mi amigo, espiritualmente hablando, yo he saboreado la sal, pero no estoy en mejores condiciones de contestar cmo he adquirido ese conocimiento que en las que usted esta de explicarme el gusto que tiene la sal. Pero una vez ms le aseguro que hay un Dios y que vive. Simplemente por el hecho de que usted no lo sepa, no trate de hacerme creer que yo tampoco lo se, porque s lo se.
Tcnicas y elementos
Esta confrontacin es una ilustracin de cun difcil es enseriar. Precisamente esas cosas que hemos sido comisionados para ensear en la Iglesia. Cuando enseamos valores morales y espirituales, inculcamos cosas que son intangibles. Es posible que no haya enseanza que resulte ms difcil, pero al mismo tiempo dudo que la haya ms recompensante cuando se la imparte con xito. Sabemos que hay tcnicas que podemos emplear y elementos que podemos utilizar. Mucho es lo que los maestros pueden hacer para prepararse, tanto a s mismos como a sus lecciones, a fin de que sus alumnos, ya sea que fueren sus hijos o los jvenes a quienes son llamados para ensear en el saln de clases o a quienes estn guiando como oficiales de la Iglesia, puedan aprender y as lograr un testimonio. Quisiera sealar que en esta experiencia a la que acabo de referirme, aun cuando el tema de nuestra conversacin giraba en torno a la revelacin, el anlisis, en su mayor parte, estaba relacionado con la sal. Es posible que muy poco hubiera logrado si hubiera continuado discutiendo sobre la inspiracin, sobre el Espritu Santo o sobre mi testimonio. Todo eso resultaba totalmente ajeno a mi compaero de viaje, y si finalmente llegamos a alguna conclusin positiva, ello se debi a haber apelado a un ejemplo que le era familiar: la sal. Dicho sea de paso, mientras caminbamos por el aeropuerto, repeta una y otra vez en voz baja como para s mismo: Quin necesita una religin? Yo puedo vivir perfectamente sin ella." Por todas partes podemos encontrar ideas para utilizar como comparacin y referencia. Muchas de ellas estn a nuestro alcance, si tan solo nos esforzamos un poco por captarlas. Considere la siguiente ilustracin.
UN MUNDO DE EJEMPLOS
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Un nuevo mundo
Durante la Segunda Guerra Mundial, recib una parte de mi entrenamiento militar en una base prxima a la localidad de Scottsdale, Arizona. De vez en cuando, durante los fines de semana, bamos a la ciudad de Phoenix y regresbamos a la base el domingo por la tarde. En aquellos das, Scottsdale era un suburbio rural de Phoenix y apenas si contaba con algo ms que una interseccin de calles. Un domingo en particular, varios de mis compaeros y yo no pudimos conseguir quien nos llevara de regreso a la base, as que comenzamos a caminar. Mientras as lo hacamos, un caballero desvi su viejo automvil hacia el costado del camino y se ofreci para llevarnos. A decir verdad, ramos demasiados como para caber en el vehculo, pero contaba a sus costados con estribos sobre los que podamos viajar parados, as que se aseguro de conducir despacio. En el curso de nuestra conversacin, algunos de mis compaeros se quejaron de lo seco e inhspito que era el desierto. Finalmente, el hombre detuvo la marcha y nos dijo que quera mostrarnos algo. Nos explico que era profesor de ciencias naturales, e invitndonos a caminar un poco por el desierto, nos mostr distintos tipos de vegetacin, animales y otras cosas vivientes, abriendo as ante nuestros ojos todo un nuevo mundo. Seal algunas plantas marchitas y aparentemente muertas. "Todo por lo que aguardan", dijo, "son las lluvias de la primavera. Por ejemplo, esta", agreg, sealando a un arbusto seco, "si la ponen en agua, en el curso de unas pocas horas se abrir y se pondr Verde. Es realmente una planta hermosa si uno la observa detenidamente; pasa desapercibida porque nadie se toma el tiempo de tan siquiera mirarla." Desde ese da el desierto adquiri una nueva dimensin para m y, desde ese momento, jams me resulto inhspito sino hermoso e interesante. Una vez que entendemos el principio de la apercepcin, todo ese mundo que nos rodea cobra verdadera vida y a cada paso que damos encontramos significativos ejemplos. Este principio didctico nos proporciona toda una gama de ayudas visuales. Cuando sabemos como emplearlo, podemos dotar de imgenes visuales a nuestros mtodos de comunicacin. Valindonos de ejemplos que nuestros alumnos puedan literalmente ver, estaremos en condiciones de conducirles a la "visualizacin" de ideales abstractos. Una vez que un maestro comienza a buscar elementos para utilizar como comparaciones en sus lecciones, es como si se abriera ante sus ojos un nuevo mundo, y entonces comprende que para dar vida a un ideal, a veces tendr que idealizar lo que forma parte de la vida.
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10 Preguntas y respuestas
La forma mas sencilla de aprender algo es preguntar. El preguntar y el responder son componentes imprescindibles en cualquier mtodo de enseanza. En el hogar, por ejemplo, constituyen el sistema ms comn para ensear a los hijos, quienes estn siempre llenos de preguntas, para las cuales los padres deben tambin siempre tener respuestas. En toda circunstancia relacionada con la capacitacin, la enseanza y la instruccin en general, encontramos preguntas. Esto fue precisamente lo que hizo Jess cuando ense tanto a sus discpulos como a las multitudes, y hay algo sumamente interesante y significativo en la forma en que El se las ingeni para responder a las preguntas que le fueron formuladas. En realidad, fue mayor el nmero de preguntas que El hizo que el de las que contest. Es tambin interesante destacar que, al enset5ar a Nefi, el Espritu del Seor formul muchas preguntas:
"He aqu, qu es lo que t deseas?" (1 Nefi 11:2.) "Crees que tu p ad re vio el rbol d el cu al ha hablad o?" (1 N efi 11:4.) "Qu es 1o qu e t d eseas?" (1 N efi 11:4.) "Comprendes la condescendencia de Dios?" (1 Nefi 11:16.) Comprendes el significado del rbol que t padre vio?" (1 Nefi 11:21.) Te acuerdas de los doce apstoles del Cordero?" (1 Nefi 12:9.)
En otra oportunidad, le haba dicho al pueblo mismos, y entonces se le pregunto: Y quien es Podra haber dado una respuesta directa, personas a quienes conocis", o "El prjimo, seres humanos".
que amaran a su prjimo como a ellos mi prjimo?" (Mateo 10:29.) como: "Vuestro prjimo son todas las dentro de este contexto, son todos los
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Pero el Seor no respondi de esa manera, sino que comenz a hacerles una narracin, diciendo:
"Un hombre descenda de Jerusaln a Jeric, y cayo en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hirindole, se fueron, dejndole medio muerto. "Aconteci que descendi un sacerdote por aquel camino, y vindole, paso de largo. "Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lu gar, y vindole, paso de largo. "Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de e1, y vindole, fue movido a misericordia; "y acercnd ose, vend o su s herid as, echnd oles aceite y vino; y p onind ole en su cabalgad u ra, lo llevo al m esn, y cuido de el. "Otro d a al p artir, saco d os d enarios, y los d io al m esonero, y le d ijo: Cu d am ele; y tod o lo que gastes d e m as, yo te lo pagare cuando regrese." (Lucas 10:30-35.)
Despus de terminar el relato, les pregunto: Quin, pues,.. . fue el prjimo?" Y cuando ellos respondieron, les felicit por haber respondido correctamente. Quienes, entonces, contestaron la pregunta? Por supuesto aquellos que la hicieron, tras un breve anlisis y algo de enseanza. Al responder la pregunta del Seor, contestaron su propia pregunta.
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tro presidentes de su pas. Toda la clase se echa a rer. No necesitan siquiera decirle que la respuesta estaba equivocada, ni que contest una tontera, ni siquiera tienen necesidad de decirle en palabras que lmismo es un tonto. Todo eso queda implcito en la risa. Si el maestro esta alerta, podr salir al rescate del alumno. Ante todo, jams debemos permitir que el alumno se sienta como un tonto o lamente el haber contestado. Esas son las experiencias que nos hacen pensar dos veces antes de participar la prxima vez, reduciendo as la habilidad que todos tenemos de aprender, as como la destreza y oportunidad que muchos tenemos de ensear.
Acepte la responsabilidad
Volviendo al ejemplo anterior, qu puede hacer el maestro? Para empezar, puede hacerse responsable l mismo del error, diciendo algo como: "Perdname Carlos, en realidad no me exprese bien. Me estaba refiriendo al cuarto presidente de la Iglesia y no al de nuestro pas. En tal caso, el maestro acepta parte de la responsabilidad. Cuando un alumno contesta una pregunta equivocadamente o errnea en parte, el maestro puede decir con mucho tacto: "Tal vez no me haya expresado claramente." O, "En realidad no fue eso lo que quise decir." O, "Tal vez ests refirindote a aquel otro caso cuando... O, "Esa no es la respuesta que esperaba or, pero acabas de mencionar un aspecto que la mayora de nosotros ha pasado por alto." O, "Me alegro que hagas mencin a eso." O simplemente, "Esta bien, pero todava hay algo mas... Hgase una composicin de lugar en una clase del Sacerdocio Aarnico o de la Escuela Dominical. El maestro formula la siguiente pregunta: Cul fue el presidente de la Iglesia que gui a los pioneros al Valle del Lago Salado?" Esteban responde: "Creo que fue el profeta Jos Smith." El maestro da un paso atrs, echa una mirada a la clase, y dice con tono exasperado en su voz: Es que no hay ni una sola persona en esta clase que pueda darnos una respuesta correcta? De ah en adelante, Esteban no tendr el ms mnimo inters en levantar la mano y aventurarse a contestar pregunta alguna. Hasta es posible que vacile en responder aun cuando le pregunten a l concretamente, puesto que la reaccin del maestro y la inflexin de su voz le daban a entender: "Mira, pedazo de tonto, jams pens que nadie pudiera dar una respuesta tan estpida como la tuya." En casos as, el alumno no es el nico que sale perjudicado. Los dems miembros de la clase tambin se formaran un sentido de reticencia e inhibicin. Por lo general, un maestro puede mantener este tipo de actitud apenas un par de veces, despus le resultara sumamente difcil hacer que el grupo participe en clase. Si por el contrario, al dar Esteban una respuesta equivocada, usted va a su rescate, disculpndose por no haber formulado la pregunta en una forma mas clara, y le ayuda, tal vez dndole una idea, notar en el grupo un inters mucho mayor de participacin. Si el maestro efecta preguntas de este modo y lo establece como una rutina, el grupo ira ganando confianza y cada uno de sus miembros estar dispuesto a participar, aun ante el peligro de contestar' equivocadamente, pasando as a ser extrovertidos en vez de tmidos. Ver que el alumno ya no levantara la mano para en seguida bajarla por miedo a pasar vergenza. Ser la responsabilidad del maestro cultivar este mtodo de preguntas. Lo nico que se requiere es establecer el respeto mutuo.
Reestructure la pregunta
En el ejemplo que mencionamos en primera instancia, hay otro aspecto equivocado. Hablamos del error de la respuesta, pero tambin hay algo de equivocacin en la pregunta. Lo que el maestro pregunt fue: "Carlos, podras decirnos quien fue el cuarto presidente de la Iglesia?" Si el maestro formula la pregunta de ese modo, apenas menciona el nombre Carlos, los dems alumnos se despreocupan, sabiendo que es Carlos quien tiene la responsabilidad de responder a la pregunta. De ese modo consideran que no tienen necesidad de poner la mente a trabajar a fin de estar en condiciones de contestar lo que le fue preguntado a su compaero.
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Si el maestro es hbil y esta alerta, invertir el orden y preguntara Quien podra decirme el nombre del cuarto presidente de la Iglesia?" Entonces har una breve pausa, y echara una mirada alrededor de la clase. Automticamente, todos los alumnos son puestos en estado de alerta, pues a cualquiera de ellos se le puede pedir que responda. Entonces inmediatamente ponen la mente en funcionamiento en procura de una respuesta correcta: "A ver... Jos Smith fue el primero, despus fue Brigham Young, John Taylor el tercero y el cuarto Wilford Woodruff." De ese modo todos en la clase se someten a un proceso autodidctico a fin de proporcionar la respuesta correcta. Tras permitrseles pensar por un minuto, el maestro puede decir, "Carlos", y de seguro que el joven responder, pero lo interesante es que todos y cada uno de ellos tomo parte en el proceso de razonar y pensar. Tenga presente, entonces, que el formular la pregunta as: Quien podra decirme el nombre de cuarto presidente de la Iglesia? (pausa) Carlos?" es mucho mejor que hacerla de este modo: "Carlos, quien fue el cuarto presidente de la Iglesia?"
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quier clase, sienta que tiene la ms absoluta libertad de formular preguntas Cuando lo desee. En nuestra familia observamos rgidamente la norma de responder a las preguntas de nuestros hijos, y, al as hacerlo, generamos en ellos el deseo de que nos hagan muchas otras. Si no se tiene cuidado, es fcil apagar el deseo de aprender.
"Usted es mi amigo"
Hace varios anos, me encontraba en la Misin Indgena del Sudoeste de los Estados Unidos, aguardando para reunirme con el presidente de la misin, el hermano Alfred E. Rohner, quien se encontraba en su oficina con un hermano indgena. Ms tarde nos explico que el hombre con quien estaba reunido, integrante de la tribu navajo, se haba presentado en las oficinas pidiendo para hablar con el presidente. El presidente Rohner le invito a entrar en su despacho, tras lo cual se sentaron frente a frente sin pronunciar palabra por un prolongado espacio de tiempo. El presidente Rohner, familiarizado con las peculiaridades de los navajos, saba que ese silencio estaba totalmente justificado por las caractersticas de esa gente, que no era necesario hablar durante todo el tiempo que el hombre estuviera all, por lo que permaneci en silencio pacientemente. Tras haber transcurrido un lapso bastante largo, el hombre le pregunto al presidente Rohner como se escriba una determinada palabra. Ni siquiera recuerdo que palabra era, pero si se que no se trataba de una palabra difcil. El presidente Rohner le dijo como se escriba, ante lo cual el hermano navajo le pidi que tuviera a bien escribrsela en un papel. El presidente as lo hizo y en seguida el hombre indico que se retirara. El presidente Rohner estaba interesado en averiguar la razn por la que su visitante deseaba saber como se escriba esa palabra, y la explicacin que recibi fue sumamente interesante. Ese hermano navajo era funcionario del consejo de su tribu. Formaba parte de una cuadrilla de obreros que trabajaba en los caminos y era aparentemente considerado como muy buen trabajador, puesto que la semana anterior le haban nombrado capataz de una cuadrilla. En su nueva responsabilidad, le era imperioso que al finalizar cada semana de trabajo llenara algunos formularios. Su educacin era bastante elemental. Hablaba ingles y se las ingeniaba para escribir bastante bien, pero el tener que llenar formularios representaba para el una tarea que iba un poco mas all de sus posibilidades. No obstante, puso todo su empeo, pero se encontr que haba una palabra que no sabia como se escriba. Ese haba sido motivo lo suficientemente justificado como para viajar mas de cien kilmetros hasta las oficinas de la misin, y preguntarle al presidente Rohner como escribirla. Entonces el presidente le pregunto: "Por que hizo todo este viaje? Estoy seguro que habr muchsimas personas que hubieran podido mostrarle como escribir la palabra. Podra haber ido hasta un comercio o hasta una gasolinera o aun hasta una de las escuelas, y se hubiera ahorrado todo este viaje." El hombre navajo respondi empleando una lgica que puede llegar a conmover a todo maestro: "Vine hasta aqu porque usted es mi amigo." Tenga siempre presente este incidente cuando sus hijos le hacen preguntas, cuando se las hacen aquellos a quienes ensea o dirige en la Iglesia o aquellos con quienes esta en contacto en su trabajo. Es muy fcil evadir preguntas o responderlas en una forma desinteresada. Como ya dije antes, en mi familia tenemos la norma de siempre contestar toda pregunta, aun cuando ello suponga dejar lo que estamos haciendo a fin de dar una explicacin. Esto es lo que contribuye a mantener abiertos los canales de comunicacin. Si nuestros hijos se sienten cmodos de venir a nosotros con preguntas, sabiendo de antemano que no se les subestimara de ninguna forma, automticamente estamos eliminando muchos otros problemas serios. Si en una clase un alumno no se siente cohibido a hacer preguntas, el ir a clase constituir para el una experiencia positiva que le invitara a participar. Tenga este aspecto siempre presente.
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El presidente de la misin indico que nosotros ramos las personas a quienes se haba invitado para la entrevista, a lo cual el caballero respondi: "Se nos dio a entender que contaramos con le presencia de una distinguida figura estelar." Cuando el presidente de la misin explico que dicha personalidad haba tenido ciertos inconvenientes que le imposibilitaron cumplir con su intencin inicial, el animador del programa se mostr Obviamente irritado. Cuando llego al colmo de la descortesa con el Presidente Moyle, no pude contenerme y le dije: "Es imperioso que sepa, caballero, que este seor es miembro de la Primera Presidencia de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los ltimos das, y que en cualquier parte del mundo los medios de comunicacin estaran sumamente interesados en concertar una entrevista con el." El reportero se calm un poco y entonces dijo: "Bueno, ya que estamos, hagamos la entrevista con ustedes." Desde su pregunta inicial, dej bien de manifiesto que observaba una actitud antagonista hacia la Iglesia. La entrevista se prolong por ms de media hora, luego de la cual, y mientras caminbamos hacia el automvil, le dije al presidente Moyle: "Le felicito. Estuvo realmente maravilloso. Cmo pudo salir del paso?" El presidente Moyle me pregunt: "A que se refiere?" "A todas esas preguntas capciosas que el hombre le formul", le dije. "Estuvo fantstico en la forma en que las respondi. Es increble como, a pesar de haber sido l tan agresivo, la entrevista haya sido todo un xito." Nunca olvidare su respuesta: "Yo nunca presto atencin a las preguntas," me dijo, "es decir, si la entrevista es mal intencionada. Si no se me formulan las preguntas que yo deseo que me hagan, yo respondo a las que se me deberan hacer." Esa pequea declaracin del presidente Moyle encierra una gran sabidura, y en ms de una oportunidad me ha servido para salir yo mismo del paso ante situaciones escabrosas como esa. En una ocasin, estando en Halifax, Nueva Escocia, se me invit a participar en un programa de radio en el que se entrevistaba a personas que, por su actividad, eran consideradas importantes. Los misioneros haban hecho todos los arreglos con la idea de que sera algo favorable para la imagen de la Iglesia. Desde el comienzo de la entrevista, result obvio que el animador del programa estaba interesado en hablar de m personalmente. Formul varias preguntas relacionadas con mi experiencia como educador, en cuanto al servicio prestado a las fuerzas armadas de mi pas, y dems, resultando ms que claro para m que trataba de evitar hacer cualquier tipo de referencia a la Iglesia. Acordndome lo que me haba dicho tiempo atrs el presidente Moyle, prest poca atencin a sus preguntas y encamine mis respuestas en forma tal que termin hablando del programa de la Iglesia en vez de sobre mi persona. En otra oportunidad se me haba invitado para una entrevista en una estacin de radio en el estado de Maine. Los misioneros que la haban concertado se disculparon de antemano, ponindome sobre aviso que el director del programa tena una actitud aparentemente despectiva hacia la Iglesia y que casi de seguro buscara la forma de ridiculizarme a m y a la Iglesia con preguntas llenas de ponzoa. Nuevamente record el incidente con el presidente Moyle, y cuando el que me entrevistaba formul su primera pregunta en cuanto al sacerdocio y quin poda, en aquella poca, poseerlo y quin no, rpidamente le sal al encuentro con otra pregunta: " Sabe usted algo en cuanto al sacerdocio?" Me contest que no y as me dio la oportunidad de controlar la entrevista. "Supongo que sabr algo en cuanto a los misioneros, no es as?" le pregunte. "No mucho," fue su respuesta, y as comenc a hablarle en cuanto a los misioneros que estaban predicando el evangelio en esa ciudad y as tuve la oportunidad de instar a los escuchas a que les invitaran a sus hogares y escucharan el mensaje que esos jvenes tenan para dar. El tiempo de que dispona para la entrevista termin antes de que siquiera tuviera la oportunidad de hacerme una Bola pregunta en cuanto al tema que l quera tratar. Cuando en una oportunidad viajaba con mi esposa por la Misin Sudafricana, el presidente de la rama en Salisbury, Rodesia, haba hecho los arreglos para una entrevista de televisin con un individuo que tena la fama de ser despiadado con aquellos a quienes entrevistaba en su programa. Una vez mas record la leccin del presidente Moyle: "Si no se me formulan las preguntas que yo deseo que me hagan, yo respondo a las que se me deberan hacer." En varias ocasiones, adems de las que he mencionado, logre ampararme contra circunstancias sumamente acometedoras al recordar el consejo que me fue dado por el entonces primer consejero en la Primera Presidencia de la Iglesia.
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Todo aquel que es maestro y todos los alumnos, tambin padres e hijos, haran bien en recordar siempre este consejo. Hay veces que la pregunta que no se hace, aun cuando debi hacerse, es tan importante como aquella que se hizo!
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acadmicos, uno no puede matricularse para tomar cursos avanzados de qumica sin antes completarlos ms bsicos. No es ms que aplicar sentido comn. Sin los aspectos ms elementales de la qumica, los cursos avanzados seran, si no otra cosa, un gran error. Para poder lograr un entendimiento total de las cosas, aun cuando se tratara de una mente brillante, se requerira saber en cuanto a los elementos ms fundamentales, en cuanto a tomos, molculas, electrones, protones, en cuanto a componentes, propiedades, frmulas, ecuaciones, densidades, soluciones y mezclas. La qumica constituye un campo vertical; se deben levantar cimientos antes de poder continuar hacia arriba. Es posible que haya genios que se inscriban en un curso avanzado de qumica y que, sin tomar antes los fundamentos, sobrevivan y alcancen el grado ms elevado. Es factible que si uno busca, pueda encontrar uno que otro caso de un alumno as de brillante, pero por lo general, no se da de ese modo. Si uno intenta lograr primero la maestra en un curso avanzado, no obtendr otra cosa que confusin y terminar por detestar la materia y tal vez tambin a quien la ensee, y hasta es posible que se sienta disgustado hacia la institucin educativa que le sujeta a tan miserable realidad. Este principio tan elemental de los prerrequisitos se aplica a todas las disciplinas y est relacionado con todos los asuntos que se puedan concebir. Todo alumno debe aprender el valor de dominar los fundamentos. Eso es algo que todo maestro debe saber y que es muy obvio en el proceso del aprendizaje. Si aplicamos este principio de los prerrequisitos a la muy difcil pregunta de por qu la mujer no puede recibir el sacerdocio, la enfocaremos de una manera completamente diferente. En realidad no tiene mayor sentido que procuremos responder a esa pregunta cuando proviene de alguien que no haya tomado los prerrequisitos de la fe, el arrepentimiento, bautismo por inmersin para la remisin de sus pecados y que no haya recibido el Espritu Santo por medio de la imposicin de manos. A menos que esa persona sepa algo en cuanto a la revelacin y en cuanto a la autoridad, no importa qu respuesta se le d, para nada habr de satisfacerle. En lo que me es particular, no me preocupa que se me haga esa pregunta en cualquier momento, pues inmediatamente me brinda la oportunidad de considerar principios fundamentales del evangelio. Nuestros misioneros tratan encomiablemente de hacer que la gente preste atencin a principios y doctrinas de la Iglesia, pero muchos no tienen inters en saber en cuanto a ellos. Estn dispuestos a pasar horas hablando de asuntos diferentes, siempre que no se trate de temas doctrinales. Sin embargo, cuando alguien pregunta algo as como "Por qu razn no puede la mujer poseer el sacerdocio?", inmediatamente se abre la puerta para comenzar a hablar de doctrinas bsicas. Consideremos un enfoque como el siguiente: "Si realmente est interesado en la respuesta a esa pregunta, hay algunas cosas que le debo explicar antes, pues de otro modo jams podr entender la respuesta que pueda darle. Primeramente debe saber sin dudas que Dios vive. Yo s que El vive. (De ese modo le est dando su testimonio.) Tiene que aceptar que El revela Su voluntad a Sus profetas." Cuando, como maestros, nos enfrentamos con preguntas difciles, debemos tener presente el principio de los prerrequisitos, y si el que pregunta no ha pasado por el curso bsico, tendremos que comenzar a ensearle en ese mismo momento, a fin de que pueda captar las cosas fundamentales. No hay otra forma en que pueda entender la respuesta. Cuando se nos acomete con una pregunta difcil, ya sea que se trate de la mujer y el sacerdocio, de la poligamia, o de la razn por qu no puede cualquier persona entrar a los templos o muchas otras, debemos tratar la pregunta de frente con determinacin y sin dar la ms mnima muestra de una posicin defensiva o de que estamos tratando de escabullimos. Jams debemos "disculpar" la posicin de la Iglesia, ni tampoco "entrar en batalla" por ella. No debemos "convertir" a la persona que pregunte a nuestra posicin, sino que debemos explicar la razn, recordando siempre las bases de los prerrequisitos. Resultar una verdadera prdida de tiempo el intentar analizar la pregunta desde el punto de vista poltico, filosfico, sociolgico o tico; debemos llegar a la raz del asunto y discutir el tema desde una perspectiva teolgica. Si quien formula la pregunta no quiere aceptar los prerrequisitos, no podr obtener la respuesta. Si, por el contrario, se ajusta a ellos, la conseguir sin problemas. Hay otro importante asunto que debemos considerar. Es natural que un maestro desee que todos queden satisfechos y que estn de acuerdo con l. Lo cierto es que no siempre resultar de ese modo. Aun en los casos de los mejores maestros, se encontrarn personas insatisfechas y aun hasta molestas. Esto es particularmente cierto cuando nos encontramos con alguien que observa una actitud antagnica. Un maestro maduro sabr desde el comienzo que cuando se termine la conversacin, habr alguien que quedar insatisfecho y enfadado. Por todos los medios tratemos de que no sea el maestro quien quede en ese estado. Si el alumno no ha tomado los cursos bsicos ni tampoco tiene el entendimiento fundamental del que quiere extraer una respuesta, y si carece de la paciencia para que se le ensee, de seguro que terminar insatisfecho y enfadado. Pero el maestro jams debe sentirse avergonzado ni insatisfecho ni molesto por el hecho de que su
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interlocutor se sienta perturbado. No creo que sea desconsiderado afirmar que si un maestro se siente inquieto o irritado ante tales' preguntas, es probable que deba familiarizarse con los cursos bsicos. Es que acaso se le pas algo de lo fundamental? No se siente seguro ante tales preguntas? Es imperioso reconocer que de rodillas es como cualquier persona puede lograr la mayor cantidad de conocimiento y tranquilidad. Si somos sinceros y amplios, si somos humildes y estamos a tono espiritualmente, no debemos temer. Si por el contrario queremos ser populares y lograr que todos estn de acuerdo con todo lo que enseamos, eso es aspirar a algo que jams lograremos.
Lo imposible de responder
Lo ms importante que como maestros podemos hacer mientras nuestros alumnos pasan por esos cursos de requisitos bsicos es hacerles saber que, a pesar de que hay cosas que no podemos responder, sentimos paz interior. Particularmente no tengo el ms mnimo reparo ni vergenza en reconocer que desconozco la razn por la que el Seor ha hecho ciertas cosas. No tengo la menor idea de por qu pesan sobre nosotros ciertas restricciones, sin embargo hay varias cosas que s s. S que jams nos veremos librados de estas preguntas difciles. No creo que jams hayan daado ni a la Iglesia ni al reino de Dios. No creo que hayamos perdido nunca a un converso honesto a causa de la posicin de la Iglesia en cuanto a cualquier asunto. Tambin s que cuanto ms arrogante, acadmica y egocntrica sea una persona, tanto menos sern las probabilidades de satisfacerle con una respuesta de naturaleza espiritual. Tuve el privilegio de servir como misionero en un rea geogrfica donde haba muchos investigadores con avanzados ttulos acadmicos. Muchos de ellos sentan gran admiracin por la Iglesia y tal vez hasta se hubieran unido a ella en razn de los beneficios sociales que en ella observaban, pero algunas de las preguntas difciles de las que hemos hablado se transformaron en verdaderos obstculos para ellos. Quienes procuraron las respuestas espiritualmente, quienes con humildad las enfocaron desde el punto de vista teolgico, encontraron respuestas suficientes y llegaron a bautizarse. Hubo otros que no lo hicieron. La puerta estrecha y el camino angosto les repelieron y simplemente dieron pruebas de no estar preparados.
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Lo demasiado sagrado
Confo en que estos comentarios le guen, como maestro, a hacer frente a preguntas difciles sin reparos ni temores. Y hay una cosa ms que quisiera agregar: Bien puede ser que se enfrente a circunstancias en que se le formulen preguntas para las cuales sepa la respuesta aunque no est autorizado para responder, sencillamente porque quien la formula todava no ha completado su curso bsico. El profeta Alma declar:
A m uchos les es conced id o conocer los m isterios d e Dios; sin em bargo, se les impone un m and am iento estricto d e qu e no han d e im partir sino d e acuerd o con aquella porcin d e su p alabra que l conced e a los hijos d e los hom bres, conforme al cuidado y la diligencia que le rinden. Y, p or tanto, el qu e end urece su corazn recibe la m enor porcin d e la p alabra; y al qu e no end u rece su corazn le es d ad a la m ayor p arte d e la p alabra, hasta qu e le es conced id o conocer los m isterios d e Dios al grad o d e conocerlos por completo. Y a los que end u recen sus corazones les es d ad a la menor p orcin d e la palabra, hasta que nad a saben concerniente a su s m isterios; y entonces el d iablo los lleva cau tivos y los gu a segn su volu ntad hasta la d estruccin. Esto es lo que significan las cadenas del infierno. (Alma 12:9-1 l.)
Todos los maestros son, por cierto, tambin alumnos. As como en nuestra funcin de educadores nos encontramos con preguntas que son virtualmente imposibles de responder, como alumnos sabemos que hay otras que por prudencia no debemos formular. Una de tales preguntas, la que frecuentemente se me hace, por lo general de parte de alguien simplemente curioso, es: "Ha visto al Seor alguna vez?" Esa es una pregunta que yo jams le he hecho a nadie, ni siquiera a mis hermanos del Consejo de los Doce, por entender que se trata de algo tan personal y sagrado que por cierto uno tendra que contar con determinada inspiracin y hasta la debida autoridad para tan siquiera preguntarla. Aun cuando no he hecho esa pregunta a nadie, he escuchado a algunos responderla -aunque no cuando se les pregunt al respecto. Una vez escuch a una de las Autoridades Generales declarar: "S, por experiencias demasiado sagradas como para relatar, que Jess es el Cristo." A otra escuch testificar: "S que Dios vive, s que el Seor vive y lo que es ms an, conozco al Seor." Repito que han dado respuesta a esa pregunta aunque no cuando se les formul, sino cuando se encontraron bajo la influencia del Espritu, en ocasiones sagradas, cuando "el Espritu da testimonio". (D. & C. 1:39.) Hay cosas que son demasiado sagradas para comentar; no es que sean secretas, sino sagradas; que simplemente no deben ser tratadas abiertamente, sino que deben ser anidadas y protegidas y consideradas con la ms profunda reverencia. Existen infinidad de preguntas difciles, inclusive algunas que no estamos en condiciones de responder, y muchas cosas deben ser aceptadas por medio de la fe. Como maestro, por tanto, no permita que ninguna pregunta conplicada llegue a crearle problemas difciles, ni a usted ni a aquellos a quienes ensea.
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Soy consciente de los versculos de las Escrituras que hablan acerca de la condicin cada del hombre. S tambin que algunos versculos describen lo depravado que el hombre es. Sin embargo, al considerar la revelacin en su totalidad, esa idea es balanceada y rebasada en su importancia por el constante mensaje de que la palabra padre en las Escrituras significa, en realidad, padre.
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
La chispa divina
Hace aos tom la determinacin de que si habra de ser un maestro, sera fundamental que desarrollara una creencia en la bondad del ser humano como filosofa de vida. El da que tom esa decisin, las cosas comenzaron a cambiar rpidamente. De ah en adelante siempre encontr esperanzas para todo, sin importar cun difciles, rebeldes o malvadas parecieran ser otras personas. Desde entonces supe que, a pesar de todo, en algn lugar recndito de tal persona exista la chispa divina a la cual podamos siempre apelar. Ese amor y respeto bsicos son esenciales para los maestros. Esto es fundamental para el padre que considera a sus hijos, para el maestro que considera a su clase. A pesar de que muchas veces es difcil mantener tal creencia, an as es verdadera. Una cualidad fundamental de la buena disciplina la constituye la habilidad de amar a quienes se habr de ensear, y mantener el deseo de servirles. Repito que soy un convencido de que la tendencia de la familia humana es hacia la bondad y a hacer lo que es justo. Creo que el deseo del hombre es el de poseer las virtudes ms nobles. Dadas las oportunidades, hombres, mujeres y nios cuentan con la disposicin de hacer lo que deben. Ms an, el deseo de aprender es algo natural en el hombre. Se necesita investigar mucho y a menudo tener una gran generosidad para reconocer todo lo bueno que hay en los alumnos. An as, tal investigacin habr de ser recompensada, y para ilustrar lo que estoy diciendo quisiera relatarles dos experiencias. Cuando yo enseaba en el programa de seminarios, frecuentemente oa el nombre de un jovencito que era el terror de los profesores. Por algn motivo, nunca le haba visto. "Usted jams podr considerarse un verdadero maestro hasta que le haya tenido en su clase", era la voz que se corra. Un da durante el cuarto perodo de clases, la puerta se abri repentinamente y entr un joven de aproximadamente 1 metro 75 de estatura, robusto, calzando grandes y pesados zapatos. Con grandes zancadas y mucho ruido se aproxim hasta donde yo me encontraba, al lado del pizarrn, entregndome una papeleta de admisin a mi clase. En lo que al principio consider que se trataba tan slo de una mmica de tartamuedeo me dijo: "Yo soy K-K-K-K-Kenneth". En realidad no hubiera necesitado decirme su nombre, pues tras su segundo paso en el saln de clases yo ya saba de quin se trataba. Su reputacin preceda de tal forma que me hizo pensar: "Qu hice para merecer esto?" Quisiera poder contar con lujo de detalles todo lo que sucedi en los mesas posteriores. Eso en s mismo sera sin duda la base para esscibir un libro aparte. Kenneth provena de un hogar de padres divorciados; padeca un serio impedimento de diccin. Se trataba de un muchacho a quien le gustaba llamar la atencin, interrumpiendo y creando problemas de los ms serios. Era en realidad un comediante nato, algo as como un payaso, siendo admirado y prcticamente aborrecido al mismo tiempo por sus compaeros. Constantemente apelaba a mi conviccin de que en algn lugar, en lo ms profundo de este joven, haba una verdadera disposicin para aprender. Uno o dos meses ms tarde, durante una conversacin que mantuvimos despus de clases, comprend repentinamente que no haba tartamudeado. Haba hablado conmigo sin ningn tipo de vacilaciones, y cuando se lo mencion me dijo: "En realidad, yo no tartamudeaba. Con algunas personas puedo hablar sin hacerlo, pero cuando me paro en frente de la clase y trato de decir algo, es como si alguien me pusiera un collar de acero alrededor del cuello. Cuantos ms esfuerzos hago para hablar bien, tanto ms se aprieta el collar." Algunos meses ms tarde, un viernes, me llam por telfono a casa. Esa noche iba a haber un baile despus del partido de basquetbol y me llamaba para preguntarme cmo tendra que ir vestido. "Est bien si llevo un suter?" Fue una pregunta trivial y no tuve ningn problema en contestarla. Lo que jams habr de olvidar es cmo me sent despus de esa conversacin cuando comprend la confianza que l haba despositado en m, su maestro, al llamarme para hacerme una pregunta de esa naturaleza. Recordemos siempre que una parte fundamental de la disciplina es el saber, comprender y aceptar el hecho de que todos los hombres son bsicamente buenos; de que somos descendientes de padres divinos; de que todos los hombres somos lo suficientemente instruidos como para diferenciar lo bueno de lo malo; de que existe en realidad esperanza para todos.
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Fuera de lugar
En las pocas de los pioneros mormones, era bastante comn el disponer de un viga especial, que, bajo la direccin del obispo, se encargaba de mantener el orden y la buena conducta entre los jvenes. Un domingo por la tarde, despus de la reunin sacramental, el guarda del barrio de la pequea poblacin de Corinne en el norte de Utah se acerc a un calecn cargado de adolescentes que demonstraban una actitud en cierto modo sospechosa. Como su responsabilidad era la de vigilar a los jvenes, trat, de una manera sutil, de averiguar lo que estaba sucediendo. Se las ingeni para esconderse detrs de un rbol que estaba lo suficientemente cerca del calecn en el preciso momento en que sala la luna. Tena que tener mucho cuidado de no ser visto por los jvenes, pero fcilmente poda escuchar la conversacin que tena lugar entre los muchachos. Ms adelante, al informarle al obispo acerca del incidente, le dijo lo que haba pasado. Los jvenes haban estado contando algunos cuentos, se haban redo mucho y haban tenido las tpicas conversaciones de los adolescentes. Dijo que haban cantado varias canciones despus de lo cual el obispo le interrumpi para preguntarle: "Bueno, pero, hubo en la situacin algo fuera de lugar?" A lo que el guarda del barrio contest: "S! Yo, parado detrs de ese bendito rbol!"
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alguien malo. En la cultura de los indios navajos, en los Estados Unidos, no existe el concepto de nios o nias que sean malos. Existen cosas que son malas y tambin malas acciones, pero los indios navajos no dicen, al referirse a un nio, que es malo. En cambio dicen: "Lo que has hecho es algo malo." El concepto de estos indios es que "es una lstima que un buen nio como t haya hecho algo malo". Entre los navajo, la relacin que existe entre los adultos y los nios se diferencia muy poco de la relacin existente entre los adultos en s. Los mayores honran las decisiones que toman los nios y existen pocas dificultades para controlarles, lo cual desarrolla la confianza de los menores. A los nios se les responsabiliza por los rebaos de ovejas y cabras, y siendo muy jovencitos todava, desarrollan una relacin sumamente responsable para con sus padres.
Confiar en todos
Hace algunos aos dediqu algo de tiempo para estudiarme a m mismo, y encontr motivos para no estar muy conforme con los resultados. Uno de los ms importantes era el hecho de que sospechaba de todos quienes me rodeaban. Cuando conoca a alguien, pensaba: Qu se traer este entre manos? Cules sern sus intenciones?" Esto se debi al hecho de que alguien en quien yo confiaba haba abusado de esa confianza. Como consecuencia de ello, haba crecido dentro de m el cinismo y la amargura. Pero tom la firme determinacin de cambiar y de comenzar a confiar en todas las personas. Desde entonces trat siempre de ajustarme a esa norma de conducta y considero que si alguien no es digno de confianza, es su responsabilidad el demostrarlo y no la ma la de averiguarlo.
Categora A - Nmero 1
Tanto los alumnos como nuestros propios hijos se elevarn hasta llegar a la altura de lo que nosotros esperamos de ellos. Cuando yo era maestro, siempre dedicaba el primer da de clases para presentar un mensaje muy particular. Lo mismo hice con cada nuevo grupo de misioneros que llegaba a la misin, del mismo modo que siempre trat de hacer comprender ese concepto a todos los que me rodeaban. Se trata de un mensaje de confianza. El discurso deca ms o menos lo siguiente: Doy por descontado el hecho de que ustedes son personas maduras. Considero que tienen tambin la edad suficiente como para aprender y que cuentan con el sentido comn como para desear hacerlo. En este momento tal vez no sepa quines son ustedes, dnde han estado o lo que han hecho. La mayora de eso, dependiendo de ustedes mismos, en realidad no habr de importar. Desde el principio los considero y los acepto tal como son y estampo sobre ustedes la "Categora A, nmero 1". Ustedes podrn demostrar que son menos que eso, pero se es un esfuerzo que tendrn que hacer en forma individual. A m me costar mucho creerlo, y si hubiera algo en su carcter de lo que ustedes mismos no gustaran, ste es el momento preciso para cambiarlo. Si en el pasado de cada uno hubiera algo que los rebajara espiritualmente, ste es el momento preciso para elevarse por encima de ello. He podido comprobar que salvo en algunos pocos casos, la reaccin ha sido que los alumnos siempre quieren elevarse por encima de s mismos. Esto cuenta con un efecto sumamente estabilizador. Ayuda enormemente con el problema de la disciplina y crea un medio ambiente donde la enseanza puede efectuarse sin problemas. Al comenzar yo una nueva relacin con cualquiera, ya sea que se trate de alumnos, misioneros o con cualquier otra persona, incluyendo a mis supervisados, lo hago sobre el fundamento de la confianza. Desde que aplico tal prctica, me siento mucho ms feliz. Claro que ha habido momentos en los que me he sentido decepcionado en las pocas veces que se abus de la confianza que yo deposit. Pero en realidad no me importa. Quin soy yo para que no abusen de m? Por qu habra de considerarme yo por encima de esa posibilidad? Si ese es el precio que debo pagar para extender mi confianza a todas las personas, feliz me siento de tener que pagarlo. Tambin llegu a sentir mucho menos temor del que senta antes de que esa posibilidad pudiera ocurrir. Claro que hay veces en que resulta doloroso el ser engaado o cuando alguien abusa de la confianza que en esa persona se deposita. Pero ese tipo de dolor no es insufrible ya que es tan slo dolor, y no una agona insoportable. La nica agona difcil de sobrellevar es la que siento cuando descubro que sin intencin abus de la confianza que alguien haba depositado en m. Eso es una tortura que tratar de evitar a toda costa.
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Un ejercicio de confianza
En una oportunidad cuando me encontraba enseando en el programa de seminarios, marqu una tarjeta de calificaciones con una "B", que en la escala del 1 al 10, siendo 10 la calificacin ms alta, estara ubicada en el nmero 8. Aun as, se trataba de la calificacin ms alta de toda la tarjeta de ese alumno. Las otras eran bastante bajas. Cuando entregu la tarjeta, el jovencito la estudi cuidadosamente por espacio de algunos minutos y despus vino hasta donde yo me encontraba y, con cierta vacilacin, me dijo: "Hermano Packer, creo que usted cometi un error. Me entreg un calificacin que corresponde a otra persona." Mir al joven con cierta compasin y le dije: "No, no creo haberme equivocado. " El me mostr su tarjeta y yo le dije: "S, sa es la calificacin que te asign." Me mir con un gesto de confusin, y agregu: "Si hay un error, es una equivocacin de tiempo. Tal vez te haya dado esa nota un poco antes de que hayas ganado, pero no creo que se trate de un error." Cuando lleg el momento del siguiente perodo de evaluacin, le di una calificacin ms alta, calculando sus pruebas escritas y midiendo su participacin en clase al igual que las de todos sus compaeros. Con el paso del tiempo, me di cuenta de que sus otras calificaciones en la tarjeta tambin comenzaron a subir. En mi experiencia puedo asegurar que cuando enfocamos en forma positiva a quienes enseamos, ya sea que se trate de nios, alumnos o personas a quienes supervisemos, ellos habrn de responder en la misma medida. Muchos que al principio tal vez no sean dignos de tal confianza pronto pasarn a ganarla. Esto les brinda la oportunidad de tener algo que lograr, y lo merecen, porque son hijos de Dios.
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13 El maestro es un "educando"
Cuando enseamos principios morales y espirituales, es elemental que comprendamos que los jvenes tienen un sentido de valores bien desarrollado, lo que les posibilita distinguir entre lo bueno y lo malo. Hay muchas cosas que saben simplemente porque las saben y es importante que los maestros, incluyendo a los padres, estudien a aquellos a quienes ensean. Los jvenes tienen pautas bien definidas en cuanto a lo que es justo y a lo que no lo es. Tan bien definidas las tienen que hay veces en que las exageran. Es sumamente importante que comprendamos a quines estamos enseando. Tengamos presente que provienen de un estado preexistente y aun cuando hay mucho que no se puede recordar, son poseedores de un gran caudal de madurez espiritual. La siguiente declaracin hecha por el presidente J. Reuben Clark, hijo, es de suma importancia para todo maestro: "Nuestros jvenes espiritualmente no son nios, y estn bien encaminados hacia la madurez espiritual normal del mundo. Una vez ms declaro que raramente se encontrarn con un joven de los que ustedes ensean en sus clases que no haya experimentado o que no haya comprobado la eficacia de la oracin, o que no haya sido testigo del poder de la fe para sanar enfermos, o que no haya presenciado magnficas realizaciones espirituales, con respecto a las cuales la mayor parte del mundo es totalmente ignorante. No tenemos necesidad de susurrar religin a los odos de nuestra espiritualmente experimentada juventud; podemos hablar con la ms absoluta claridad, cara a cara, y establecer una buena comunicacin. No se necesita disfrazar las verdades de la religin con un manto de cosas mundanas, sino que estas verdades pueden ser planteadas abiertamente, en su esencia ms natural. Indudablemente descubrirn que estas verdades no atemorizan a los jvenes ms de lo que los atemorizan a ustedes mismos. No hay necesidad de tantear el terreno, ni de sobreproteger, ni de poner en prctica ninguna de esas otras estratagemas infantiles que a menudo se emplean para llegar a aquellos carentes de experiencia espiritual, a quienes estn al borde de la muerte espiritual." ("The Charted Course of the Church in Education," pgs. 8-9. Este artculo aparece en el apndice de esta obra.)
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un movimiento negativo de cabeza, le dije: "Va a ser un precioso caballo, no crees?" Me mir dando a entender que yo saba muy poco de esas cosas. Ella s saba y estoy seguro que se preguntaba la razn por la que yo no comprenda que un polluelo jams llegara a ser ni un perro ni un caballo, ni siquiera un elefante ni un pavo, sino que crecera hasta llegar a ser un gallo o una gallina, puesto que seguira el molde establecido por su especie. Cmo es que una nia de cuatro aos de edad poda comprender estas cosas? Se trata de algo que nunca le habamos enseado. La respuesta es que lo saba del mismo modo que los nios saben muchas otras cosas. Hay lecciones de la vida que los nios saben y entienden sin que nadie se las ensee. Resulta fcil, pues, explicar que cuando logremos nuestro mximo desarrollo en las siguientes fases de la eternidad, llegaremos a ser dioses. Tambin nosotros seguiremos el molde de nuestros predecesores celestiales. Dios nos ha creado y espera que al dirigimos a El le llamemos "Padre". Siempre me ha fascinado el hecho de que los nios pequeos saben lo que son los sueos. Resulta imposible mostrar un sueo y por dems difcil definir uno, pero en realidad no es necesario hacerlo ya que los nios parecen saber. Hay un versculo de las Escrituras que resulta sumamente importante que todo maestro entienda: "y los hombres son suficientemente instruidos para discernir el bien del mal". (2 Nefi 2:5.) Tanto padres como educadores deben saber que los jovencitos pueden discernir entre lo que es correcto y lo que no lo es. Es posible que tal conocimiento se vea distorsionado o pervertido o hasta desmoronado debido a experiencias desafortunadas de la vida, pero por medio de la intuicin, como parte de la capacidad espiritual innata en todos los humanos, existe un conocimiento cierto de lo bueno y lo malo. Este conocimiento me da grandes esperanzas, puesto que ayuda a saber que todo hijo de Dios, por ms que se haya descarriado, por ms degenerado que parezca ser, tiene en algn rincn de su ser esa chispa de divinidad, la que le dota de la sensibilidad necesaria para determinar lo que est bien y lo que est mal. Es imperioso que todo maestro comprenda que muy poco es lo que se podr ensear, muy poco lo que se aprender, a menos que exista una relacin personal entre l y cada uno de los alumnos. Emerson, en su estudio sobre las leyes espirituales declar: "No se puede afirmar que se ha enseado nada hasta que no se coloque al discpulo al mismo nivel en que se encuentra el educador. Lo que ocurre podra describirse como una transfusin: l es usted, y usted es l. Esa es la clave de la enseanza aplicada, y jams habr nada que pueda destruir ese beneficio". Es natural que el maestro se inquiete y pregunte: "Cmo puede existir una relacin personal si tengo treinta alumnos en mi clase?" En tal caso, el maestro debe desarrollar treinta relaciones personales. Esa relacin personal puede existir en la mente. Uno puede crearla, mantenerla y alimentarla sin llegar a perderla, lo cual muchas veces se logra mediante un esfuerzo consciente. Los alumnos pueden comprender cuando esa relacin existe. Ello equivale a aprender de memoria treinta nombres, a averiguar treinta antecedentes, a dar participacin en clase a treinta alumnos, a dar treinta palabras de estmulo, y cada una de esas cosas en forma personal.
El terror de febrero
Durante seis aos, el lder A. Theodore Tuttle y yo supervisamos el programa de seminarios bajo la direccin de William E. Berrett, quien era el administrador. Llevbamos a cabo convenciones en distintas reas de la Iglesia, reunindonos con maestros de seminario y presidentes de estaca. Tras un par de aos descubrimos algo sumamente interesante en cuanto al mes de febrero. Concertbamos, por ejemplo, una convencin para Phoenix, Arizona, durante el mes de febrero, y por all nos enterbamos de algn maestro en alguna ciudad de Idaho o de Utah que se encontraba en serios problemas y requera la presencia de uno de nosotros. Este fenmeno tena lugar con tanta frecuencia en esa poca del ao que finalmente decidimos no programar convenciones para el perodo que va desde mediados de enero hasta mediados de marzo. Esa era la poca del ao en que se registraba la mayor cantidad de problemas disciplinarios. No result difcil llegar a la raz del asunto, y el hallazgo es til tanto para padres como para maestros. Las clases comienzan en el otoo, que en los Estados Unidos llega en septiembre. Al principio del ao escolar, se percibe cierto clima de entusiasmo e inters entre los jvenes. Las actividades deportivas y muchas otras se extienden hasta la temporada navidea. Las celebraciones de Navidad y Ao Nuevo se ven colmadas de bullicio, pero cuando stas quedan atrs, los deberes escolares caen en una copiosa rutina que se prolonga casi hasta la llegada de la primavera y el fin de cursos. Los das son cortos, las noches son largas y a menudo
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el tiempo es fro e inhspito. Si se puede decir que hay una poca en el ao en que uno entra en una especie de letargo anmico, sa es la ideal. En nuestras convenciones anteriores a la iniciacin del ao escolar, comenzamos a prevenir a los maestros en cuanto a los problemas relacionados con el mes de febrero. Les aconsejamos programar su calendario de forma tal que pudieran contar con actividades atractivas y con los temas ms interesantes para ensear durante enero y febrero. Si se pone a un maestro (o un padre) de sobre aviso, podr prepararse y motivar a los jvenes a fin de compensar por todos los aspectos tediosos de esa poca del ao. He llegado a la conclusin de que ste es un fenmeno que vale la pena tener presente, no slo en el caso de los maestros, sino en todos los dems. Si usted advierte que en ese perodo del ao se deprime con ms facilidad que en otros, no se obsesione pensando que se est volviendo loco. En el caso de los misioneros, es tambin importante tener esto en cuenta. No fueron pocas las veces que en una entrevista un misionero me haya dicho: "No me va muy bien. Estoy deprimido y desanimado". A menos que hubiera una razn particular para que se sintiera as, mi respuesta era la siguiente: "Bueno, me alegro de que as sea. Por lo menos ahora sabemos que usted es una persona normal. Trate de disfrutar lo que siente porque no creo que le dure por mucho tiempo. Estoy seguro de que el primer da de sol traer la solucin para su problema." Por medio de las enseanzas del Libro de Mormn sabemos que debe haber oposicin en todas las cosas.
"Porque es p reciso qu e haya u na op osicin en tod as las cosas. Pues d e otro m od o, m i p rim er hijo nacid o en el d esierto, no se p od ra llevar a efecto la ju sticia ni la iniqu id ad , ni tam poco la santid ad ni la m iseria, ni el bien ni el mal." (2 Nefi: 2:11.)
Nos ser de gran ayuda el saber que hay cierto elemento saludable en sentimos deprimidos de tanto en tanto. No hay nada de malo en programarnos un da de frustracin y depresin de vez en cuando, tan slo para que nos sirva de contraste.
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14 El ego
Quisiera exponer un aspecto relacionado con la sicologa y luego emplearlo para hacer una comparacin, la cual, dicho sea de paso, constituye un principio sumamente respetable de la pedagoga. Aun cuando no consideremos detalladamente el principio de transferir conceptos aprendidos, resulta importante aceptarlo como parte integral del proceso del aprendizaje. Mediante esa transferencia de conceptos, la experiencia que hayamos logrado en un campo dado de la educacin puede ser transferida y ser de gran valor para otro campo. Algo que un joven haya aprendido al trabajar en una granja, por ejemplo, podra servirle en el futuro para desempear un puesto ejecutivo en una corporacin. Ciertos conceptos que un hombre aprende trabajando como repartidor de correspondencia pueden servirle cuando ensea en la Escuela Dominical. Del mismo modo, todo lo que les enseamos a los miembros de la Iglesia en la Escuela Dominical, en los qurumes del sacerdocio en las reuniones sacramentales, en las conferencias y en actividades sociales, pueden y deben tener aplicacin en la vida diaria. En este caso, simplemente deseo referirme al cuerpo fsico, el cual es tangible y visible, para luego establecer una analoga con la parte invisible de nuestro ser, a fin de efectuar entonces una importante comparacin. En el cuerpo contamos con glndulas de las llamadas endocrinas, las que regulan e integran el cuerpo por medio de un proceso qumico. El cerebro, por otra parte, regula e integra el cuerpo por medio del sistema nervioso. La secrecin de las glndulas endocrinas estimulan o reprimen; sirven tanto para activar como para retardar las funciones de varias partes del organismo, segn la forma en que ste reaccione ante las circunstancias que le rodean. Estas glndulas por dems vitales pueden ser tan importantes como el mismo sistema nervioso en lo relacionado con la conducta y proceder del ser humano. Las hormonas producidas por las glndulas gobiernan el desarrollo y la accin del cuerpo en muchas maneras. Determinan el proceso de crecimiento y el desarrollo de la persona. Si se le alteran de alguna forma, los resultados pueden ser perjudiciales, a menudo permanentes. Algunos de los factores que pueden verse afectados son tan esenciales para la vida que una persona no podra vivir por mucho tiempo si careciera completamente de ellos. Las hormonas del pncreas y de la paratiroides, por ejemplo, son vitales para la preservacin de la vida. A pesar de conocer mucho en cuanto a las glndulas y a los rganos del cuerpo y sobre la forma en que partes estn relacionadas, debemos admitir que todava hay mucho que no conocemos. En el aspecto emocional hay tambin controles e influencias que pueden estimular o reprimir la conducta emocional y espiritual de una persona. Estas "glndulas" invisibles, si estn enfermas, pueden provocar pronunciados desniveles, tanto en la conducta como en el desarrollo. En este rincn de nuestro ser que no es fsico existen cosas que son de tanta influencia como los efectos que las glndulas endocrinas tienen sobre el organismo. En alguna parte de nuestro interior invisible existe un centro de influencia. La palabra que puede describirlo con mayor precisin es ego. Entre las descripciones que el diccionario da de la palabra ego, se encuentra autoestima. El ego tiene un maravilloso efecto en esa parte nuestra que no es fsica y tambin un aparente efecto en nuestro bienestar fsico. Si tuviera que hacer una ilustracin grfica de lo que es el ego - saludable y normal - le dibujara similar a un pequeo globo redondo. El ego se puede desinflar como resultado de una accin o expresin, con simples palabras, y aun con una mirada. Los eptetos y declaraciones que mejor efecto surten cuando se intenta herir el ego son algunos de los siguientes: "Estpido, no hay nada que puedas hacer bien?" "Est mal otra vez." "Cundo vas a tener un poco de sentido comn? "Djate de tonteras." Y estoy seguro
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de que usted sabr muchos otros que habr experimentado de una forma u otra. La mayora de nosotros hemos visto nuestro ego desinflarse, y sabemos en carne propia cun dolorosa puede llegar a ser esa experiencia. Es como el caso de aquel jovencito que no sino hasta los seis aos de edad lleg a averiguar cul era su apellido, pues hasta entonces pensaba que su nombre era Carlitos No! Si el ego de un alumno se averiara, es indudable que tendr en l un efecto daino y por dems notorio. Este tipo de desorden en el ego es, por lo general, fcil de corregir. Puede ser vuelto a inflar con palabras que no cuestan mucho y que son fciles de proveer. He aqu algunos ejemplos de declaraciones que contribuyen a inflar un ego, volvindolo a su forma original y dotndolo de una imagen saludable: "Felicitaciones." "Su contribucin es muy importante." "No se imagina cmo apreciamos su trabajo." Todos sabemos cun bien se puede sentir uno cuando alguien infla un poco su ego. Despus de todo, ego desinflado no es una catstrofe que un padre o un maestro puede fcilmente repararlo en un par segundos. Si el ego se ha desinflado varias veces, tal vez no sea tan fcil, pero mediante la aplicacin de tratamiento de halagos sinceros, palabras bondadosas y un aliento que se extienda por un cierto lapso tiempo, se lograrn maravillas. un de un de
Un substituto no aconsejable
Existe un desorden muy serio o enfermedad que afecta el ego y que resulta mucho ms difcil curar. Bien haran los maestros si pudieran detectarlo a tiempo. Esta enfermedad se declara cuando el ego se desinfla frecuentemente a travs de un largo perodo de tiempo. Es as que se achata al punto tal que se vuelve sumamente doloroso para la persona afectada. Si no hay nadie que ayude a inflarlo con palabras de estmulo o bondad, desemboca en una condicin prcticamente irreparable. La persona comienza entonces a inflar su ego por s misma, lo cual constituye un proceso artificial que para nada sirve. Se trata de un substituto no aconsejable. Cuando una persona pasa mucho tiempo sin escuchar palabras de encomio, tales como "Eres importante", es factible que procure satisfacer esa carencia por s mismo diciendo: "Soy importante". Si esto pasa a ser un hbito, la persona se transforma en un eglatra, y no vacilara en afirmar que todos sabemos lo pattico que resulta ser testigos de un caso serio de egolatra. El buen maestro sabe que el tratamiento para la egolatra es precisamente el mismo que se utiliza para el del ego desinflado, slo que tiene que ser administrado con un poco ms de cuidado y por algo ms de tiempo. Aun cuando el ego inflado ms de la cuenta jams debe ser perforado, a veces necesita que se le deje escapar un poco de aire a fin de volverlo a su tamao normal.
Estmulo y amor
Los maestros deben ser generosos en el reparto que hagan de su caudal de elogios y estmulo. Cuando se trata de afectar la conducta de una persona, es ms lo que pueden lograr por este medio que por ningn otro. Por cierto que este mtodo de generar un buen proceder no es nuevo en la educacin. En el ao 1558, Roger Aschcam, quien haba sido tutor de la reina Elizabeth cuando sta era adolescente, y quien gozaba de ciertos privilegios en la corte real, cenaba en una ocasin con Sir William Cedric y Sir Richard Sackville. La conversacin giraba en tomo a la huida de varios jvenes de Eton, en razn de las severas medidas disciplinarias imperantes en ese lugar. Sir Richard Sackville, quien haba permanecido en silencio durante la cena, escuch atentamente los puntos de vista vertidos por Aschcam en cuanto a la educacin. Poco despus le llam aparte y le propuso financiar un experimento educacional para su propio hijo y otros jvenes, el cual se basara en el estmulo y el amor. Sackville y Aschcam cultivaron como resultado de esto una amistad perdurable, sirviendo este experimento de inspiracin a Aschcam par escribir su inmortal libro The Scholemaster (El maestro de escuela). En la obra declara:
Deseo ahora esp ecificar la razn por la cual, en m i op inin, el am or ejerce m ejores resultad os qu e el tem or y p or qu causa la condescendencia es ms aconsejable que el castigo cuando se pretende ensear a un joven. N o habr d e contend er con el uso tan com n d e crud as m ed id as d isciplinarias en las escuelas d e Inglaterra. Mucho concu erd o con tod o buen m aestro en los sigu ientes pu ntos: La im p ortancia d e ed u car correctam ente, d e
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incu lcar buenos m od ales, d e im p oner u na enm iend a para tod a transgresin, y la segurid ad d e qu e tod o vicio sea severam ente corregid o. Sin em bargo, en lo que d iferim os ciertam ente es en los m ed ios qu e se em p lean para lograr tales fines. Es comn que muchos maestros... son tan viles en su naturaleza que, al imp oner un castigo a un alumno, prefieren subyugarlo antes que corregirlo, prefieren destruirlo en lugar de encaminarlo... Pero esto s dir, que en esta poca los p eores d isciplinad ores caen en el error d e pretend er corregir proced eres equ vocos castigando la naturaleza d e quien los comenti.
Un buen ejemplo de lo que los padres pueden aprender en cuanto a la forma de disciplinar se puede extraer del siguiente comentario hecho por el presidente David O. McKay en Merthyr-Tydfil, Gales, en 1963:
Me vino a la m em oria u na visita que hice a m i hogar cu and o cu rsaba estud ios u niversitarios. Mi m ad re, com o d e costu m bre, estaba sentad a a m i izqu ierd a d u rante la cena, y yo hice el siguiente com entario: `Mad re, me he enterad o qu e yo fu i el nico d e entre tod os m is hermanos qu e fue azotad o d urante la infancia.' A lo cual m i m ad re contest: `As es, David , tan grand e fu e el fracaso que exp erim ent contigo que no quise em p lear el m ism o m tod o con m is otros hijos!
Un hijo de Dios
Es importante que todo maestro entienda que cada uno de sus alumnos, ya sea que fuera su propio hijo o miembro de su clase, es un hijo o hija de Dios. El Seor no ha revelado mucho con respecto a nuestro estado preexistente, pero sabemos que vivimos en tal condicin y eso tiene una importancia monumental tanto para padres como para maestros. Aquellas cosas que sabemos -que ramos seres individuales, que tenamos inteligencia, que algunos eran ms inteligentes que otros, y que tenamos una relacin de hijos a Padre con Dios- constituyen valiosas revelaciones. Este concepto, como mnimo, significa que hay muchos ideales espirituales que de otro modo resultaran difciles de ensear, que pueden ser captados as como inculcados, siendo indiscutiblemente comprendidos aun por nios pequeos.
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15 Diferencias individuales
El presidente David O. McKay dijo en una ocasin:
Desde el momento en que nacen hasta que mueren, todos los seres humanos son diferentes. Difieren entre s como las flores en un jard n. Son d iferentes en capacid ad intelectu al, en tem peram ento, en energa y en p rep aracin. H ay qu ienes alcanzan u n d eterm inad o nivel y otros otro. Pu ed e consid erarse triu nfad or aqu el m aestro que m ed iante el espritu de discernimiento puede detectar, aunque sea en parte, la madurez mental y la capacidad de los miembros de su clase. Tal m aestro d ebe ser capaz d e captar exp resiones faciales y d ebe estar en cond iciones d e resp ond er a las actitud es m entales y esp iritu ales d e aquellos a quienes ensea. Est escrito qu e aquel qu e gobierna bien gu a a los ciegos, mas aquel que ensea les proporciona ojos.
En la parbola del sembrador se deja bien de manifiesto que el Seor reuna esa clase de atributos como maestro y que poda reconocer las diferencias individuales de aquellos a quienes instrua.
Y les habl muchas cosas por parbolas, diciendo: He aqu, el sembrador sali a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cay junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Parte cay en pedregales, donde no haba mucha tierra; y brot pronto, porque no tena profundidad de tierra; pero salido el sol, se quem; y porque no tena raz, se sec. Y parte cay entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero p arte cay en buena tierra, y d io fruto, cul a ciento, cu l a sesenta, y cul a treinta p or uno. (Mateo 13:3-8.) J
La interpretacin de la misma parbola reconoce las diferencias cuando uno procura ensear:
Cu and o algu no oye la palabra d el reino y no la entiend e, viene el m alo, y arrebata lo qu e fue sem brad o en su corazn. Este es el que fue sembrado junto al camino. Y el que fue sembrado en pedregales, ste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raz en s, sino qu e es d e corta d uracin, p ues al venir la afliccin o la p ersecucin p or causa d e la palabra, luego tropieza. El qu e fue sem brad o entre esp inos, ste es el que oye la p alabra, p ero el afn d e este siglo y el engao d e las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Mas el que fue sem brad o en buena tierra, ste es el qu e oye y entiend e la p alabra, y d a fruto; y prod uce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. (Mateo 13:19-23.)
No conozco ningn otro principio en el campo de la educacin que haya recibido mayor atencin de parte de educadores profesionales que el de las diferencias individuales. Ningn maestro tendr xito a menos que conozca algo en cuanto a este principio. Nadie pasa tiempo ante un grupo de personas sin advertir que cada una de ellas tiene ciertas particularidades que la hacen diferente de las dems, ya sea que se trate de una familia, de una clase o de una congregacin.
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
pueblo a causa de que sus habitantes le haban rechazado. Mateo, por su parte, era un publicano, casi de seguro despreciado por su ocupacin. Hubo veces en que el Salvador ense a sus discpulos en grupos pequeos. Durante la Transfiguracin, por ejemplo (vase Mateo 17:1, 8), tres de ellos estaban con El. Lo mismo sucedi cuando san a la hija de Jairo, pues ". . . no permiti que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo" (Marcos 5:37). Tambin conocemos el relato de Nicodemo, uno de los miembros del Sanedrn, quien se alleg a Jess por la noche para recibir instrucciones particulares. El hecho de que tal instruccin surti su efecto queda de manifiesto en que Nicodemo ms adelante defendi a Jess ante el Sanedrn (vea Juan 7:50), y tras Su muerte, Nicodemo provey especias aromticas, las que fueron utilizadas para embalsamar Su cuerpo (vea Juan 19:39). Pedro tuvo tambin una entrevista personal con Jess despus de la resurreccin (vea Lucas 24:34). La parbola de los talentos (Mateo 25:14-30) encierra una gran leccin en cuanto a diferencias individuales. Advirtase una declaracin sumamente significativa:
"Porque el reino de los cielos es como un hombre que yndose lejos, llam a sus siervos y les entreg sus bienes. A u no d io cinco talentos, y a otro d os, y a otro u no, a cad a u no conforme a su capacid ad ; y luego se fue lejos." (Mateo 14-15. Cursiva agregada.)
DIFERENCIAS INDIVIDUALES
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-Exacto. -As no ms? partiendo de la nada? -As es. Entonces medit por un momento y con marcada conviccin dijo: -De ninguna manera. No podra permitirle hacer tal cosa. Antes de retirrme de su oficina se me haba asignado un libro y varios artculos de los que poda citar. "Qu ridculo!" pens. "Una profesora de universidad se pasa todo un verano haciendo hincapi en diferencias individuales y por otro lado se resiste a permitir a un estudiante, que desea ser individualmente diferente, presentar un proyecto distinto en su naturaleza." La profesora insisti en que me basara en la opinin de los entendidos en la materia. Constantemente buscamos la as llamada "opinin autorizada", pero, sin pretender ser negativo en cuanto a tal respaldo, considero que a menudo se le emplea equivocadamente. El concepto de procurar encontrar citas de otras personas que se aproximen en su contenido a aquello sobre lo cual deseamos expresarnos, compaginando esas ideas con frases nuestras, para luego entregar el trabajo como un proyecto propio es, segn yo lo entiendo, una prdida de tiempo. Opino as porque el alumno termina en el mismo lugar donde empez, sin saber en realidad lo que l mismo piensa ni cmo siente sobre el asunto. Mientras nos preocupamos por investigar lo que otras personas han hecho, lo que han pensado y cmo han sentido al respecto, nos privamos de aprender lo que nosotros pensamos y sentimos sobre ese mismo asunto. Nos privamos de descubrir lo que albergamos en nuestro interior, y al as hacerlo, nos quedamos sin llevar a cabo el ms importante de todos los hallazgos: De qu manera me siento yo con respecto a tal punto? Qu pienso? Tal tipo de exploracin interna es, tal vez, el estudio ms importante que uno puede llevar a la prctica. Esta teora de compaginar conceptos merced a la opinin de segundas y terceras personas bien puede considerarse peligrosa, pues priva al estudiante de pensar por s mismo.
Estudiemos, investiguemos
Es importante, por ejemplo, conocer el evangelio de acuerdo con lo que opinan los lderes de la Iglesia, pero resulta an de mucho ms valor conocer el evangelio de acuerdo con nosotros mismos; o sea, tomando como punto de partida un tema en particular, como bien puede ser la Palabra de Sabidura, e investigando interiormente para determinar cmo nos sentimos al respecto. Es importante complementar nuestra investigacin con la lectura de las Escrituras y despus escribir lo que sentimos para luego hacer una comparacin de tales sentimientos con aquello que los lderes han declarado sobre el particular. S somos sinceros, veremos que las conclusiones a las que lleguemos se vern comprobadas por las conclusiones de las autoridades. Si procuramos conocimiento en nuestro interior en la forma debida, y hacemos que la oracin forme parte integral de esa investigacin, estaremos activando la misma fuente de inteligencia que los lderes de la Iglesia utilizan para llegar a sus conclusiones. Como resultado de ese proceso, podremos afirmar ser testigos independientes de ese principio, gracias a nuestra propia investigacin, y nuestra obediencia ya no ser ciega. Nuestra libertad de eleccin estar a salvo y transitaremos el debido camino, y todo lo que hagamos, lo haremos por saber qu es lo correcto y lo verdadero. Todo esto llegaremos a saber gracias a nuestro propio esfuerzo y no simplemente porque alguien nos ha dicho que es as. Al igual que la profesora que pregonaba en cuanto a las diferencias individuales pero no estaba dispuesta a aceptarlas, hay padres que cometen serias equivocaciones al tratar de criar a sus hijos siguiendo un mismo molde, como si todos ellos fueran idnticos. Tales padres suponen que cada uno de sus hijos es un calco de ellos mismos y esperan que reaccionen precisamente de la misma forma que ellos reaccionaran. Es imperioso que cada uno de nosotros, en todas nuestras experiencias educativas, ya sea en el hogar o en el saln de clase, tengamos presentes las diferencias individuales de aquellos a quienes estamos enseando.
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Diferente y parecido
He conocido maestros que se han sentido revitalizados al comprender que aun cuando las personas son distintas entre s en muchos aspectos, en otros son sumamente parecidas. Para muchos es casi una revelacin el llegar a la conclusin de que como contrapunto a las diferencias que distinguen a los seres humanos, hay un sinnmero de caractersticas que nos hacen muy parecidos. Aun cuando es importante reconocer que cada uno de nosotros es distinto de los dems supone para un maestro algo de mucho valor el reconocer que siempre hay semejanzas. El siguiente pasaje de las Escrituras corrobora tal semejanza: "Hemos aprendido, por funesta experiencia, que la naturaleza y disposicin de casi todos los hombres, en cuanto reciben un poco de autoridad, como ellos suponen, es comenzar inmediatamente a ejercer injusto dominio." (D. & C. 121:39. Cursiva agregada.) Todo maestro tiene la capacidad de reconocer tales tendencias, algunas de las cuales son tan universales que casi ni vale la pena considerar las excepciones. No hay nadie que sea exactamente igual a otra persona; podemos encontrar excepciones a toda similitud. Pese a ello, lograremos mucho ms en nuestro esfuerzo de ensear, tanto a nuestros hijos como a los alumnos en el saln de clase, si buscamos lo que les hace semejantes y lo que les atrae, en vez de concentrar nuestros esfuerzos nicamente en las cosas que les hacen diferentes. Este principio tambin se aplica a la administracin, tal como lo demuestra el siguiente ejemplo. Cuando serva como Presidente de la Misin de Nueva Inglaterra en el este de los Estados Unidos, nos entregamos a la tarea de organizar el programa de la Sociedad de Socorro de la misin. Contbamos con sesenta ramas y por ende con sesenta diferentes tipos de organizacin, las cuales oscilaban de simples grupos de estudio a reuniones de comadreo. Lo que nosotros en realidad queramos era una Sociedad de Socorro.
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La presidenta de la Sociedad de Socorro de la misin era una encantadora hermana conversa a la Iglesia. Tras recibir nuestras instrucciones, nos hizo saber su determinacin de que a partir de ese momento en todas las unidades se pondra en prctica el programa oficial de la Sociedad de Socorro, incluyendo el horario de la reunin, su duracin, los cursos de estudio y todo lo dems. Sabamos de antemano que algunas hermanas no estaran de acuerdo, particularmente las de las ramas pequeas, quienes se haban ajustado a "su programa" por ms de una generacin y no iban a estar dispuestas a cambiar. Pero sabido es que si esperaban contar con todo el poder del programa, haba ciertos cambios que iban a tener que hacerse.
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Bien poda el Seor haber respondido: "Amars a tu prjimo como a tu esposo o como a tu esposa," o "Amars a tu prjimo como a tus padres o como a tu mejor amigo." Sin embargo, El saba que aun cuando hay muchas excepciones a la regla de quin ama a quin, casi no hay nadie que no se ame a s mismo. En este aspecto somos todos iguales. Es digno de encomio el maestro que tiene la capacidad de generar entusiasmo en su clase y de imponer un espritu que invite a todos a participar por igual, lo cual permite que todos aprendan. Hay veces que atribuimos tal virtud al hecho de que "naci para ensear" o que "es un maestro nato" o que "tiene calidad para ensear", cuando, en realidad, es posible que simplemente se valga de principios bsicos que todos pueden aplicar por igual, siempre que tengan el deseo de hacerlo. Tal vez sea posible explicar este principio. En la siguiente ilustracin se respresenta una clase tpica, en la que cada alumno es diferente de todos los dems. Si bien los miembros de la clase son similares por lo menos en dos aspectos (que todos estn en el mismo lugar y que todos son seres humanos), no hay ni dos de ellos que sean iguales. Cmo se las ingeniar el maestro para ensearles? En primer lugar, debe llegarse a establecer un comn denominador entre todos ellos, o sea, las cosas en las que s son iguales. Ya hemos mencionado que a todos les agradan los relatos. Ilustremos esa similitud de la siguiente manera: Cuando aplicamos esa semejanza a los miembros de la clase, para nada les privamos de su individualidad; no les quitamos las caractersticas que les diferencian entre s, sino que apelamos a las cosas que tienen en comn a fin de poder aplicar los mismos principios a todos y, al mismo tiempo, obtener, en lo posible, los mismos resultados. Ilustremos ahora otra similitud. El siguiente diagrama representa el buen sentido del humor. Todos respondemos favorablemente a este ingrediente. Cuando uno cuenta una ancdota humorstica o un incidente o un chiste o un simple comentario jocoso, todos los que escuchan responden riendo. Aplique este principio a su clase. Tampoco ante este enfoque los miembros de la clase han dejado de ser diferentes entre s, sin embargo, en ese momento todos estn unidos. El humor genera reacciones similares en todos los miembros del grupo. El maestro que tiene la habilidad de discernir las semejanzas entre los estudiantes tiene en sus manos una influencia unificadora que puede resultar poderossima en el esfuerzo de mantener una atmsfera amena dentro de la cual todos los alumnos pueden aprender por igual. Esto se aplica tanto al hogar como al saln de clase. Existen otros ejemplos que tambin se pueden demostrar. Las ayudas visuales, por ejemplo, entran en esa misma categora. Generalmente la visualizacin de algodeterminado vale ms que toda una disertacin para describirlo. Tambin somos iguales en el sentido de que si vemos una lmina, una grfica, una ilustracin en la pizarr o una dramatizacin, prestaremos ms atencin que si se nos trata de ensear verbalmente. Somos iguales en muchas maneras. Todos reaccionamos favorablemente ante la sinceridad, la integridad y el amor. Una vez que el maestro capta la importancia de tales valores, es sabio que los use. En la Iglesia empezamos nuestras reuniones con un himno, con lo cual se logra que todos hagan lo mismo al comienzo de la reunin. De ese modo las diferencias que existen en el estado de nimo, en la actitud y en un sinnmero de cosas ms, se hacen a un lado por un momento al todos tomar parte de la misma actividad, al mismo tiempo. Estamos mancomunados como congregacin o como clase, listos para que se nos ensee como a una unidad, y de ese modo nos parecemos ms.
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Cuando tenemos presente que en muchos sentidos nos parecemos, la tarea de ensear a personas en forma individual, en familia, en grupo, como parte de una clase o como una congregacin, no se hace tan difcil. Un relato ms del Nuevo Testamento sirve para ilustrar este punto.
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En el Nuevo Testamento nos encontramos con una referencia que puede servir para ilustrar lo que estamos tratando de decir. Nos referimos al incidente que tuvo lugar en la casa de Marta y Mara.
Aconteci que yendo de camino, entr en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibi en su casa. Esta tena una hermana que se llamaba Mara, la cual, sentndose a los pies de Jess, oa su palabra. Pero Marta se p reocu paba con m u chos quehaceres, y acercnd ose, d ijo: Seor no te d a cuid ad o que m i herm ana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. Respondiendo Jess, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada ests con muchas cosas. Pero slo una cosa es necesaria; y Mara ha escogido la buena parte, la cual no le ser quitada. (Lucas 10:38-42.)
En Marta y Mara nos encontramos con dos personas distintas, dos diferentes grados de preparacin, Mara, por supuesto, era la alumna interesada en aprender mientras que su hermana Marta mostraba inters nicamente en los quehaceres domsticos, los que servan para distraerla de toda oportunidad de aprender. Lecciones similares podemos extraer de la parbola de las Diez Vrgenes:
Esta parbola, por supuesto, ensea tambin otra leccin, pero en la ilustracin podemos ver fcilmente la diferencia entre las cinco que eran maduras y estaban preparadas y las otras cinco que no lo estaban. En otra parte de sus enseanzas, el Seor indica que "No todos son capaces de recibir esto, sino aquellos a quienes es dado" (Mateo 19:11), lo cual se refiere a aquellos que estn preparados para recibir. En una ocasin el Seor record a sus discpulos que "A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que estn fuera, por parbolas todas las cosas". (Marcos 4:11.) En otra ocasin lleg al Maestro un.paraltico, y el Seor reconoci que entre quienes observaban haba muchos que estaban listos para que se les enseara, de manera que san al hombre, "y al ver Jess la fe de ellos, dijo al paraltico: Ten nimo, hijo, tus pecados te son perdonados". (Mateo 9:2.) En los escritos de Juan queda bien en claro que Jess saba que haba entre ellos quienes no crean, "Porque Jess saba desde el principio quines eran los que no crean..." (Juan 6:64.). Es aparente que Jess comprenda que en algunas ocasiones El sermoneaba a la gente en vez de ensearle. "Mas a qu comparar esta generacin? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compaeros, diciendo: Os tocamos flauta, y no bailasteis; os endechamos, y no lamentasteis." (Mateo 11:16-17. Cursiva a gregada.) Es interesante advertir que algunos de los versculos que citamos tambin son empleados para ilustrar otros principios de la educacin. Advirtase la palabra comparar segn se utiliza en esta referencia, y considresele a la luz de lo que trata el captulo sobre la apercepcin. En la parbola del Hijo Prdigo tambin encontramos una leccin sobre la preparacin personal:
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En las primeras instancias el hijo no haba hecho caso a las enseanzas del padre, pero demostr estar ansioso por recibirlas a la conclusin del incidente. Expresiones tales como "Si alguno tiene odos para oir, oiga" (Marcos 4:23) son sumamente comunes en las enseanzas del Seor. En una ocasin, a modo de reaccin ante el poder puesto de manifiesto en uno de Sus milagros, todos ". . . le rogaron que se fuera de sus contornos" (Mateo 8:34). Simplemente, no estaban preparados para recibir instrucciones tan firmes.
Este es el momento!
El principio de la preparacin personal es importante cuando enseamos a nuestros hijos. Como padres estamos al tanto de sus reacciones y podemos observar cundo estn listos para ser instruidos. Ya sea por las preguntas que ellos formulan, por su conducta o por la experiencia que hemos adquirido en nuestra propia vida, podemos reconocer el momento preciso para ensear. Los padres debemos saber cundo ha llegado el momento para ensear una leccin, y eso sucede cuando los hijos estn prontos para recibirla. Como ya lo he dicho antes, mi esposa y yo nos establecimos como prctica comn el nunca hacer a un lado ninguna pregunta de nuestros hijos. Ms all de cun insignificante sta fuera, o cun ocupados estuviramos, siempre estuvimos dispuestos a interrumpir cualquier actividad para responder a las preguntas que se nos formulaban. La razn por la que as lo hicimos se debi a que una pregunta es siempre una indicacin de que quien la formula est preparado y quiere saber la respuesta inmediatamente.
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Pero todava hay un aspecto ms difcil que debe ser contemplado y que tiene que ver con el estar preparado. Los nios pequeos tienen la tendencia a querer ayudar y querer tomar parte en lo que los mayores hacemos, lo cual a menudo parece molestar a los padres. Parecera que siempre estuvieran dispuestos a ayudar en el momento menos oportuno! Por ejemplo, cuando estaba pintando, y mi hijo de cinco aos vena y me deca: "Papito, puedo pintar?" Siempre le permita ayudarme, pues saba que el perodo de tiempo que dura el inters en un nio es muy breve. Colocaba algunos papeles en el piso, le daba un pincel y le dejaba trabajar por algunos minutos. Saba que pronto perdera el inters, y que encontrara la tarea demasiado difcil y no tan divertida como lo haba supuesto. Su "ayuda" no me causaba mayores problemas. Siempre me aseguraba de expresarle mi agradecimiento por su colaboracin y todo resultaba en una gran experiencia para l. Entre tal "sacrificio" y postergar el inters que el nio tiene de ayudar hay una gran diferencia.
Permtales colaborar
Creo que uno de los errores ms grandes que se cometen al ensear a los hijos es la tendencia de algunos padres a sentirse molestos cuando los nios quieren participar y desean aprender algo. Si les permitimos ayudar, resultar sorprendente observar con cuanta rapidez pueden aprender cosas, sobre todo cuando estn listos. En nuestra casa a menudo hacamos uno que otro trabajo de carpintera, y casi siempre nuestros hijos deseaban tomar parte. No slo se lo permitamos, sino que adems les alentbamos a hacerlo. Cuando trabajaba en algn proyecto y uno de mis hijos quera hacer su aporte, siempre le permita que lo hiciera. En las contadas ocasiones en que se me presentaba la oportunidad de pintar con acuarelas, uno de nuestros hijos pequeos se me acercaba y me preguntaba: "Papi, puedo pintar?" As que se lo permita. Generalmente le sealaba una de las esquinas inferiores de la pintura y le peda que me ayudara en ese lugar en particular. Claro est que cuando los nios son pequeos, su coordinacin no es muy buena que digamos y no era extrao que sin intencin se les fuera una pincelada hacia el centro de la tela. En tales casos, razonndolo filosficamente, me deca a m mismo: "Y qu?" Cuando se pinta con acuarela es fcil reparar; adems, mi misin ms importante era criar hijos y no pintar obras maestras. Cuando nuestros hijos eran pequeos, les permitamos ayudar en las tareas de la casa; cuando fueron un poco ms creciditos, les instbamos a que ayudaran; y ms adelante, cuando llegaron a ser adolescentes, les exigamos que lo hicieran. Es as que aprendieron a hacer muchas cosas por s mismos, y no slo a hacerlas, sino a hacerlas muy bien. Cuando vivamos en Cambridge, en el estado de Massachusetts, uno de nuestros hijos hizo una tarea especial para su clase de la escuela. Se trataba de un tallado en madera de un barco vikingo al que le peg en su popa una cabeza de dragn. Luego cort secciones de un lpiz grande que tena y las peg en los costados de la nave como si fueran escudos. Despus de presentar su trabajo, lleg a casa tremendamente desilusionado, pues la maestra no se lo haba aceptado pensando que no lo haba hecho l porque supona que un muchachito de su edad no poda ser capaz de hacer un trabajo tan detallado. El incidente requiri que yo, su padre, fuera a hablar con la maestra y le explicara que estaba equivocada al suponer tal cosa.
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Siempre me result interesante observarles, despus de haber cenado debidamente, dedicarse a sus tareas o simplemente entregarse a juegos moderados. Es posible que surja la pregunta: Quiere decir que el padre no se sentaba a la mesa a cenar con sus hijos? Yo cenaba cuando llegaba del trabajo. Los nios, generalmente, se sentaban a la mesa conmigo a conversar. Teniendo en cuenta la merienda nocturna, nos asegurbamos una noche de hogar todos los das de entre semana. En nuestro caso este sistema ha contribuido a la paz y a la tranquilidad de nuestro hogar puesto que los nios eran alimentados cuando tenan hambre. En esto encontramos una comparacin vlida con el arte de ensear. A menudo damos a nuestros alumnos respuestas para apenas "engaar su apetito"; les damos bocadillos que echan a perder su hambre de aprender, y terminan por no recibir la nutricin espiritual e intelectual que necesitan. La advertencia del juego de "las escondidas" de "Listos o no, aqu voy" supone un consejo por dems pobre, tanto para el maestro como para el padre o la madre.
LOS OBJETIVOS
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18 Los objetivos
Algunos jardineros, los tallos de la maleza asechan con notorio frenes. Mientras que otros el xito constante logran, arrancando de raz.1
Suponga que se encuentra en una casa y de pronto advierte la escultura de un nio, de tamao natural, con una expresin tan real que resalta el soberbio arte del escultor. "Qu hermoso busto!" usted comenta. "Dnde lo obtuvo?" Se imagina que le dieran una respuesta as?: "Bueno, suba por las escaleras de un edificio con un trozo de mrmol en mis brazos, cuando de pronto se me resbal, rodando escaleras abajo. En cada escaln que golpeaba, saltaba un pedazo de mrmol. Finalmente rod hasta la calle justo en el momento en que pasaba un camin. Las pesadas ruedas le pasaron por arriba y al tomarlo de refiln, lo lanzaron hasta un parque que quedaba al otro lado de la calle, en donde qued tirado por meses a la intemperie hasta que fue golpeado por una cortadora de csped. Cuando me enter y fui a recogerlo, lo encontr con esta forma con que lo ve usted ahora." Absurdo! Una escultura requiere que se planee cuidadosamente y que se trabaje en ella atendiendo hasta el ltimo de los detalles. El escultor debe saber dnde martillar, en qu lugar rebajar, cmo modelar hasta que finalmente logra la figura que concibi en su mente antes de siquiera comenzar. En mucha de la enseanza que se imparte tanto en el hogar como en la Iglesia, los maestros se limitan a ensear. No estn del todo seguros de lo que esperan lograr; no saben exactamente de dnde vienen ni planifican lo suficiente como para saber hacia dnde se dirigen. Son como el incidente de Alicia en el Pas de las Maravillas, cuando se acerc al Gato Risn.
Alicia: -Podras indicarme en qu direccin debo ir desde ac? Gato Risn: -Todo depende del lugar al que quieras llegar. Alicia: -Eso no me importa, realmente. Gato Risn: -Entonces tampoco importa en qu direccin vayas. Alicia: -No, siempre que llegue a algn lugar. Gato Risn: -Por cierto que llegars a algn lugar, siempre que camines lo suficiente.
Al ensear, estamos regidos por ese "algn lugar" al que deseamos llegar, por lo que debemos tener un plan. Dentro de ese plan debemos prestar mucha atencin a los objetivos. Afortunadamente en la Iglesia se le brinda mucha dedicacin a la preparacin de los materiales para las lecciones que aparecen en los manuales. Los objetivos de cada una de ellas son cuidadosamente considerados, es. tando los planes debidamente organizados como para que, recibiendc la debida atencin, uno pueda delinear ese plan de accin.
La resea
Siempre he considerado de suma ayuda para el alumno el podes ofrecer una resea de la totalidad del curso al comenzar el mismo. Si el joven cuenta con un bosquejo de lo que habr de estudiar, el maestro podr dedicarse a ir armando el rompecabezas y de ese modo es mucho ms lo que se ensea. Por ejemplo, al ensear tocante a la historia de la Iglesia, hay una gran ventaja en dar lo que se puede
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Carol Lynn Pearson, The Search (Provo, Utah: Trilogy Arts, 1970), p. 29. (Traduccin libre.)
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llamar un "mini curso" durante los primeros das de clase. A modo de resea, asistido por un mapa, el maestro puede referirse a la apostasa, a la restauracin del evangelio, a la organizacin de la Iglesia, a (la movilizacin de sta de un lugar a otro,) y en cuanto al establecimiento de los santos en el Valle del Lago Salado. Todo eso puede cubrirse en una resea de la historia de la Iglesia. Entonces el maestro puede comenzar nuevamente por el principio, aunque esta vez tomando la totalidad del tiempo del curso para irlo desarrollando. De ese modo los alumnos saben hacia dnde se dirigen y pueden ir acumulando informacin por adelantado, todo lo cual redundar en que la clase sea mucho ms entretenida y se aprenda ms. En pocas palabras, tanto el maestro como los alumnos tendrn un objetivo presente. Existe la tendencia de parte de los oradores, y algunas veces de los maestros, a suponer que por resultar una idea clara para ellos, automticamente es clara para la congregacin o la clase. A menudo tambin se supone que el alumno est aprendiendo, que est colocando cada pieza del rompecabezas en su debido lugar, simplemente porque el maestro cuenta con un plan.
Objetivos definidos
Al preparar cualquier leccin, un maestro sabio contar con varios objetivos bien definidos. De antemano llegar la conclusin de qu es lo que desea ensear y de los mtodos que desea emplear para ensearlo. Por ejemplo, una leccin de historia de la Iglesia en cuanto al martirio del profeta Jos Smith y a la sucesin de Brigham Young como segundo presidente de la Iglesia puede ser impartida sin que tenga la ms mnima aplicacin en la vida del joven alumno. Sin embargo, si el maestro se establece objetivos bien definidos, esa misma leccin puede ser sumamente significativa para el estudiante. Es imperioso que las lecciones se apliquen a nosotros mismos:
Por tanto, les habl, d iciend o: Escu chad las palabras d el profeta, vosotros que sois u n resto d e la casa d e Israel, u na ram a que ha sid o d esgajad a; escuchad las p alabras, d el profeta que fu eron escritas a tod a la casa d e Israel, y ap licad las a vosotros m ism os, para que p od is tener esp eranza, as com o vu estros herm anos d e quienes habis sid o separados; porque de esta manera es como el profeta ha escrito. (1 Nefi 19:24. Cursiva agregada.)
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En los espacios en blanco escriba algo que desea que los miembros de la clase hagan en cuanto a los que les dijo. Por ejemplo, suponga que est enseando a jovencitas y la leccin trata sobre la restauracin del sacerdocio. La frmula a seguir sera ms o menos la siguiente: Ttulo de la leccin: La restauracin del sacerdocio Objetivos: Para que: Demostrar que el sacerdocio fue restaurado por mensajeros celestiales dotados de autoridad. Las jvenes insten a los jvenes con quienes estn relacionadas, a asistir regularmente a las reuniones del sacerdocio.
Si el maestro cuenta con esto bien bosquejado, de seguro emplear el tiempo de la clase mucho mejor que si no lo tiene, disponiendo de algo que las jvenes pueden hacer para poner en prctica el mensaje de la leccin. Esto es lo que nos conduce a la realidad presente. En la leccin se mencionar algo en cuanto a los jvenes con quienes las jovencitas se relacionan. Analizarn cmo una seorita puede influir positivamente en el joven para que ste asista a sus reuniones del sacerdocio. Tambin podr traer a colacin ejemplos de la vida real, hechos concretos y no exclusivamente historia. Paralelamente, un maestro puede ajustarse al manual de la leccin y hacer mencin correcta de los antecedentes histricos, y, pese a ello, lograr que las jovencitas se pregunten de qu manera est todo eso relacionado con su vida, o de qu manera se aplica a ellas. Si el maestro agrega ese "PARA QUE" a su leccin, seguramente que en algn momento de la presentacin dir algo sumamente importante para los alumnos. La mayora de los textos tocantes a la pedagoga se dedican ms a la forma de ensear a los alumnos que a la manera de impartir las lecciones. Sabemos de personas sumamente competentes que poseen tremendo conocimiento del tema sobre el cual ensean pero que no cuentan con la ms mnima habilidad para compartir ese conocimiento. Bien puede ser que un maestro con "capacidad para cien litros" apenas vierta en sus alumnos diez o quince. Por otro lado, un maestro con una capacidad de veinte litros, podr, con la debida constancia, verter diez y ocho litros en aquellos a quienes ensea. La diferencia se basa en el esfuerzo que el maestro ponga en asegurarse de que la leccin se puede aplicar a la problemtica actual del alumno. Supongamos que la leccin trata sobre las bienaventuranzas, y el objetivo primordial es ensear en cuanto a ellas. Utilizando la ya mencionada frmula, el maestro puede agregar "PARA QUE" y contar con el siguiente objetivo: Ensear a los alumnos que las cosas que realmente valen la pena hay que ganarlas; que sus privilegios deben ser pagados por adelantado; y que las bendiciones, inclusive nuestra heredad del reino de los cielos, llegan nicamente a aquellos que lo merecen y que estn preparados.
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La aplicacin a lo actual
Teniendo una vez ms presente que la leccin era en cuanto a las bienaventuranzas, deben comprender que por alguna causa stas no parecan ser demasiado importantes para los jvenes. Mirando al alumno que haba causado el problema, dije: "Seguramente juegas al bsquetbol". A lo cual respondi afirmativamente. "Cmo se te eligi para eso?" le pregunt, y me respondi que no haba sido elegido, sino que el entrenador lo haba seleccionado. "Ese no parece ser un sistema muy democrtico que digamos, no crees?", para lo cual no tuvo una respuesta. Entonces emple algo de tiempo para referirme a la importancia de vivir en un sistema democrtico, recalcando que ms bien deberamos ser elegidos para integrar el equipo antes que simplemente sealados para ello. No transcurrieron muchos minutos hasta que todos estbamos tomando parte en un acalorado debate: los alumnos, por su parte, insistiendo en el hecho de que de esa forma no se podra contar con un buen equipo. No era cosa fcil integrar un equipo. No se trataba de algo fcil de lograr, sino de un privilegio que uno se tena que ganar mediante arduo trabajo y prctica, as como por destreza personal. Discutimos el punto por espacio de algunos minutos y despus cambiamos un tanto de tema para referirnos a otras cosas que encajaban dentro del mismo punto aunque no tan centrado en los deportes, a fin de que las jovencitas tambin tomaran parte en la discusin. Los resultados fueron idnticos. "Por qu no dejar todo librada al azar?" Tampoco estaban interesados en esa posibilidad y una vez ms se lanzaron a la defensa del hecho de que uno tiene que pagar un precio, trabajar arduamente, ser responsable, practicar, etc. Finalmente estuve de acuerdo con ellos. "En la vida," les dije, "hay muchas cosas que uno se debe ganar o simplemente no las conseguir. El ganarlas a medias no es suficiente. Saban que el Seor hizo mencin de eso? Hay algunas recompensas que El nos prometi, siempre y cuando nos las ganramos." Entonces nos referimos a las bienaventuranzas y les dimos lectura en forma detenida, todos prestando atencin. Despus dedicamos el resto del perodo de clase a analizarlas, concentrndonos en el significado que tienen en nuestra vida. En lo interesante del tema, el bsquetbol y las otras actividades que habamos discutido parecieron desvanecerse al igual que todo inters en crear desorden. El ser "escogidos" para entrar en el reino de los cielos es semejante al ser "escogidos" para integrar un equipo titular de bsquetbol o para pertenecer a un grupo determinado. En cuanto al reino de los cielos y a las bienaventuranzas, los jvenes no saben ni entienden mucho, pero s saben y entienden en cuanto a otras cosas que forman ms parte de su diario vivir, por lo que es sumamente importante para todo maestro comenzar
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valindose de puntos de apoyo que les resulten familiares a los alumnos y despus, con sumo cuidado, aplicarlos a lo que debe ensear e inculcar. Un maestro que conoce a los jvenes y que ensea lecciones para que ellos puedan entenderlas puede impartir esa enseanza en circunstancias que de otro modo ni seran consideradas.
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Jos como otros recibieron ms tarde otras visiones celestiales; que el evangelio y el Santo Sacerdocio segn el Orden del Hijo de Dios fueron en verdad y por cierto restaurados a la tierra de la cual se haban quitado tras la apostasa de la Iglesia primitiva; que el Seor nuevamente organiz Su Iglesia mediante Jos Smith; que el Libro de Mormn no es otra cosa sino lo que profesa ser; que el Profeta recibi numerosas revelaciones conducentes a ofrecer gua, sostn, orden y nimo a la Iglesia y a sus miembros; que los sucesores del Profeta, tambin llamados de Dios, han recibido las revelaciones que determinaron las necesidades de la Iglesia, y que continuarn recibiendo revelaciones en la medida que la Iglesia y sus miembros las necesiten, siempre que vivan conforme a la verdad que poseen; que sta es en verdad La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Das; y que sus fundamentos y creencias son aquellos que se especifican en los Artculos de Fe. Tambin estos hechos, junto con todo lo dems all implcito o lo que de all surge, deben permanecer, sin adulteracin, sin modificacin, sin pretexto, justificacin ni anulacin; ni pueden ser dilucidados ni abolidos. Sin estas dos grandes creencias, la Iglesia dejara de ser la Iglesia. "Cualquier persona que no acepte la plenitud de estas doctrinas en cuanto a Jess de Nazaret o en cuanto al evangelio restaurado y al Santo Sacerdocio, no puede llamarse un Santo de los Ultimos Das. Los cientos de miles de fieles hombres y mujeres, respetuosos de Dios, que conforman esta gran Iglesia, creen plenamente en estas cosas y apoyan a la Iglesia y a sus instituciones a causa de tal creencia. "Me he referido a estos asuntos por considerarlos la latitud y longitud de la ubicacin actual de la Iglesia, es decir, su posicin doctrinal, tanto en este mundo como en la eternidad. Estando en conocimiento de nuestra verdadera ubicacin, podemos cambiar nuestro rumbo si se hace necesario que lo cambiemos y establecernos un nuevo curso de accin. Aqu podemos recordar lo que declar Pablo, cuando dijo: Mas si aun nosotros, o un ngel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.(Glatas 1:8.) Esta declaracin del presidente Clark, hablando en nombre de la Primera Presidencia, constituye para m un documento rector para los maestros en la Iglesia. Jams transcurre ms de un ao sin que vuelva yo a leerla con sumo cuidado. Todo maestro en la Iglesia debera leerla en su totalidad, pues lo que acabo de citar es apenas una parte del texto completo; por considerarla tan importante, incluir su sermn en forma completa en el apndice de esta obra. Ruego que cada uno de nosotros, como padres y maestros en la Iglesia, sigamos el buen consejo y la sabidura que en ese documento se incluyen a fin de mejorar nuestra enseanza de los principios del evangelio.
LA DISCIPLINA
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19 La disciplina
DISCIPLINAR, v. t. Sujetar a disciplinar. En su uso primario, instruir, educar, capacitar; en su uso ms contemporneo, orientar hacia una conducta, generar subordinacin; tener bajo control.
La palabra disciplina proviene del trmino discplulo, que quiere decir alumno o estudiante. Tambin significa seguidor, ms particularmente, seguidor de Jesucristo. Tanto el Nuevo Testamento como el Libro de Mormn hacen referencia a Sus "discpulos". Al referirnos a la disciplina empleada por un maestro, lo haremos dentro del siguiente contexto: "aquellos hechos que hacen que una persona se transforme en un discpulo o seguidor, en una forma indirecta del maestro, pero particularmente de Jesucristo."
El silencio
Los procedimientos comunes de disciplina son los ms eficaces. Tomemos como ejemplo el silencio. Establezca la regla de que cuando alguien est hablando sin permiso en el saln de clase, usted dejar de hablar. Simplemente no continuar su tema, sino hasta que el infractor se d cuenta y deje de conversar. Por lo general eso no demanda mucho tiempo. Ni siquiera necesita mirar a la persona; simplemente mire hacia el piso o haga una pausa evidente y aguarde por un momento. Generalmente lleva unos pocos segundos, aun cuando parezca una eternidad. En el captulo 16, en el que hablamos sobre aquellas cosas en las que nos parecemos, hicimos referencia al incidente registrado en el captulo octavo de Juan en el que una mujer llevada ante Jess haba sido acusada de adulterio. Parece ser que el Seor ni siquiera la mir, sino que baj la cabeza y comenz a escribir en la tierra, como para que fuera la conciencia de los acusadores, y no Su mirada penetrante, lo que les condenara. No pronunci palabra. Finalmente, cuando continuaban preguntndole, les dijo: "El que de vosotros est sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella." (Juan 8:7.) Los novatos en la funcin de maestros parecen temer al silencio, por lo que deberan practicar. Una vez que prueben sus beneficios, eso ser lo nico que tendrn que hacer cuando se presente una situacin similar. Habr ocasiones en que tendr que detenerse en medio de una frase sin siquiera __________ Mejor an, puede detenerse en medio de una pala__ __ ___. Esta tcnica, el simple uso del silencio, puede emplearse en el saln de clase, en reuniones y hasta en consejos. Tambin en el hogar se puede utilizar. Sera aconsejable que los padres la tuvieran presente como _________.
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regla: cuando alguien se pone a hablar indebidamente, sobre todo cuando se interrumpe algo importante, sencillamente se apela al silencio. Otro valor que hasta el momento no hemos mencionado es que tal vez lo que se est diciendo realmente valga la pena escucharse. Puede que hasta sea lo ms importante que el maestro oiga ese da. Si la jornada termina sin que haya aprendido algo, es porque no ense. Tanto en el saln de clase como en el hogar, el maestro aprende de sus alumnos, y los padres de sus hijos. Qu hace si el mtodo del silencio no da buenos resultados? Un maestro poco sabio seguramente emplear la medida de una correccin verbal directa parecida a sta: "Juan, te agradecera que dejaras de hablar para que pudiramos continuar con la leccin." Grave error! Mientras menos llame a una persona por nombre en el saln de clase para corregirle verbalmente en frente del grupo, mejores resultados obtendr. Si usted est bien al corriente de la situacin, tal vez se d cuenta de que Juan est pasando por grandes problemas de orden personal y nicamente est tratando de acaparar la atencin. Para l ser ms que satisfacctorio si usted le seala diciendo: "Juan, ... ", pues as alguien le habr reconocido y tal vez sa sea la nica atencin que reciba. Al emplear este tipo de "correccin", el alumno indisciplinado estar recibiendo gratificacin y sus acciones volvern a repetirse. De manera que existe una mejor forma de lograr disciplina en la clase. Si el silencio no surte efecto, el maestro puede hacer un comentario como: "Hay alguien en la clase que no me est ayudando demasiado." Ni siquiera necesita mirar al infractor; los dems alumnos lo harn en su lugar. De ese modo son los compaeros quienes ejercen presin y no usted. Hay veces en que los jvenes mismos identifican y hasta corrigen a quien est creando desorden. (Ya hablaremos ms en cuanto a la influencia de los compaeros del grupo en un captulo posterior.) Este mtodo es, adems, sumamente diplomtico, pues puede ocurrir que el alumno ms sobresaliente de la clase se sienta tan dichoso por algo que simplemente tenga que compartirlo con sus compaeros. Es posible que se trate de entusiasmo inocente ms que de indisciplina. Si usted enfoca el problema de una forma indirecta, el alumno tendr la oportunidad de dar un paso atrs y corregirse sin necesidad de pasar por la vergenza que supone el que se le llame la atencin delante de todos sus compaeros.
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No lo saba
Cuando nuestro hijo mayor era apenas un nio, se me acerc un da y en medio de una conversacin emple una mala palabra. Ms que una mala palabra, era en verdad obscena. Siempre me alegro de no haberle dado una bofetada o de no haberle disciplinado en una forma que jams hubiera olvidado. Afortunadamente le dije: "Caramba, dnde escuchaste esa palabra?" Me dijo que la haba escuchado de uno de los muchachos del vecindario. "Es una palabra muy fea", le dije. Entonces levant los ojos y con suma inocencia y lleno de sorpresa me dijo: "De veras que es fea? No lo saba." Y en verdad no lo saba. Eso m dio la oportunidad de explicarle calmadamente no slo lo que esa palabra quera decir, sino otras parecidas. Me escuch atentamente todo lo que le dije. Desde entonces, jams le escuch utilizar lengaje profano. Ahora es l quien le ensea lo mismo a sus propios hijos. Hay una cierta cortesa que todo maestro debe emplear al disciplinar. Tal vez esto pueda ser mejor ilustrado hablando de los padres. A menudo resulta difcil esperar hasta estar a solas para disciplinar. Tanto uni'maestro como un padre debe recordar que el reaccionar desmedidamente no hace ms que empeorar las cosas. En una oportunidad, un tal hermano Van Valkenberg vino a nuestra finca a herrar un caballo. Llevamos al animal hasta el frente de la casa. Por supuesto que todos los nios se agolparon para ver lo que suceda y hasta algunos vecinos se sintieron atrados por el hecho. Era un da caluroso, el caballo no estaba muy dispuesto a colaborar y el hermano Van Valkenberg transpiraba profusamente. Uno de nuestros hijos le pregunt si le gustaba herrar caballos a lo cual respondi que s. "Pero es un trabajo de infierno' (en el idioma ingls este trmino tiene una doble connotacin, siendo una de ellas bastante vulgar) no es as?" pregunt mi hijo. Fue una situacin un tanto tirante. Yo, Autoridad General, rodeado por mi familia y algunos vecinos. Me las ingeni para toser y aclararme la garganta y en voz baja le hice saber al muchachito que ms tarde tendramos algo de que conversar, inmediatamente cambiamos el tema y pasamos a referimos a otro aspecto,, de la, tarea de herrar caballos. Es siempre conveniente que los nios entiendan sin lugar_ a dudas la razn por la que son regaados y disciplinados. ;De;yez en cuando ejercemos disciplina cuando ha habido una infraccin a ciertas reglas sin que el nio sepa exactamnte la gravedad de lo que ha hecho. El, a su vez, puede llegar a interpretar eso como un tipo, de persecucin. Creo que es muy saludable que exista una buenaa conversacin a fin de que el nio comprenda la razn por la que est siendo sancionado. Los padres que se ajustan a esta regla a menudo, se sorprenden cuando los hijos, sin vacilar, no slo entienden, sino. que admiten merecer las consecuencias. Uno de nuestros hijos posee una picarda natural asombrosa. Cuando pequeo, ese sentido tan particular del humor, le acompaaba constantemente. En una ocasin al llegar a casa, supe que se haba quebrantado cierta regla de disciplina familiar. Las evidencias eran por dems claras, por lo que inmediatamente apliqu;la sancin. El jovencito aleg ser inocente, pero a m no me caba duda de que; era culpable, pues el hecho llevaba la firma de su tpica conducta.: Esa noche me enter de que en verdad era inocente,, por lo, que fui hasta su habitacin y me disculp. Le dije cunto lo senta y le ped que me perdonara. Entonces le ense otra leccin. Le dije: "Hijo, espero que entiendas lo que te voy a decir. La vida nos enfrenta a menudo a situaciones como sta que ponen sobre nosotros, juicios que tal vez no merezcamos. Si uno no es lo suficienterne~te,maduro como para aceptar algunas de estas circunstancias en la vida, le espera un arduo camino por recorrer. As que, no debe preocuparte -cuntas veces seas mal juzgado, sino el no herir ni ofender a nadie." Cuando enseaba en el programa de seminarios, sola dar comienzo al primer da de clase cada ao con la siguiente aclaracin, "En esta clase no existen los tenemos que'." Siempre que uno de los alumnos preguntaba: "Hermano Packer, tenemos que hacer esto o aquello?" tena yo la oportunidad de responder: "En esta clase no existen los tenemos que'. Ustedes no tienen que venir a clase. Si vienen, no tienen que hacerlo en hora. Si llegan en hora, una vez que estn aqu no tienen que estudiar ni siguiera escuchar." Entonces: agregaba un muy enftico "Pero si no lo hacen... !"
La debida reaccin
Dispongo de una regla que yo mismo me he fiado y que siempre he tratado de seguir. La regla es sta: Nunca corregir un problema serio reaccionando ante el incidente que me enfrenta a ese problema. Cuando serv como presidente de misin, uno de los misioneros me llam un da para solicitar permiso para
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interpretar la marcha nupcial en una boda en una de nuestras capillas. Haba dos cosas en cuanto a ese pedido que estaban fuera de lugar. Una, que no estamos muy de acuerdo con bodas de las ms comunes para la sociedad llevadas a cabo en nuestras capillas, con pompas tales como velas y marchas nupciales. En segundo lugar, un misionero es un misionero y debe en todo momento estar entregado a su ministerio. As que no le conced autorizacin a su pedido. No transcurri mucho tiempo sin que la apesadumbrada madre de uno de los novios llamara a mi oficina explicando que la boda se llevara a cabo en apenas un par de das y que ya tenan todo programado para que el misionero se hiciera cargo de la msica,agregando que no saba lo que hara sin su participacin. Fue entonces que comprend que no me haba ceido a mi regla, por lo que autoric al misionero para que interpretara la msica en la boda, y todo sali muy bien. Pocas semanas ms tarde e independientemente del incidente, di instrucciones especficas en cuanto al asunto. Todas las bodas que se planearan a partir de ese momento podran ajustarse a las pautas aprobadas. Tambin los misioneros recibieron instrucciones en el sentido de que deban centrar toda su atencin en la misin que estaban cumpliendo. Cuando uno desea controlar la conducta de otras personas y corregir ciertos aspectos de carcter, es imperioso que disponga de buenas razones para hacer algo al respecto en contraste con no hacer absolutamente nada. Siempre tiene que existir una muy buena razn para hacer algo inmediatamente en vez de hacer algo ms adelante, cuando los nimos y la situacin estn ms calmos. El Principio de la negligencia filosficamente calculada supone un procedimiento saludable en el establecimiento de la disciplina. Recuerdo el caso de un misionero que padeca varias deformidades fsicas. Era vctima de un tremendo complejo y era muy retrado, particularmente cuando estaba en presencia de jovencitas. Le hice examinar por varios mdicos. Despus le escrib a un amigo mo y le dije que necesitaba una cantidad bastante grande de dinero. En seguida me envi un cheque con la nica condicin de que jams se supiera quin haba donado el dinero. Con la ayuda de varios expertos mdicos, se corrigieron las deformidades y el misionero vio su apariencia transformada. Inmediatamente cambi su personalidad. Entonces comenc a recibir informes de que este joven estaba quebrantando ciertas reglas de la misin. No les prest demasiada atencin. Pocas semanas ms tarde el problema hizo crisis cuando mis asistentes me informaron de que en una conferencia de estaca el misionero en cuestin haba dejado a su compaero y se haba ido a sentar en la parte superior del saln junto a una jovencita. Tambin dijeron que no se trataba del primer incidente de este tipo, ya que otras veces haba dejado a su compaero para irse a conversar con esa misma joven. El informe no me alter y poco despus mis asistentes vinieron a mi oficina con algo parecido a un reproche. "No es justo", me manifestaron. "Parecera que este misionero se puede salir con las suyas en cualquier cosa y usted no hace nada al respecto. Generalmente usted tomara medidas inmediatas si le informaran de un misionero que deja a su compaero para sociabilizar con una joven. Pero en este caso no hace nada. Por qu?" Tuvimos un intercambio y anlisis bastante prolongado antes de que entendieran que realmente estaba haciendo mucho en cuanto al asunto. Estaba simplemente aplicando negligencia filosficamente calculada. Les dije que cuando llegara el momento preciso, o el misionero se dara cuenta por s mismo de su irregularidad y volvera a ajustarse a las reglas de la misin o sera confrontado con la realidad y se le pedira que cumpliera con esas reglas, pero ese "pedido" se hara con suma delicadeza. Al poco tiempo, cuando se dio cuenta de que su transformacin era permanente y de que tendra tiempo de sobra para todas esas cosas de las que se haba aislado durante esos aos anteriores, el lder volvi a ser un misionero. Durante ese lapso en que transgredi algunas de las reglas, tuvimos que ejercer cierta fe para confiar en que no sera desmedido al punto tal de meterse en problemas tan serios que hubieran demandado la aplicacin de una pena severa. As que, mi fe en l fue justificada. Repito y hago hincapi en el hecho de que muchas cosas pequeas surten mucho mejor efecto que una grande cuando se trata de disciplinar. El disciplinar supone un esfuerzo constante -muchas escaramuzas pero pocas batallas. Si tanto el padre como el maestro se ajustan constantemente a las cosas pequeas, las ms grandes se vern resueltas por s solas.
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El saln largo
En una oportunidad visit un maestro de seminario seriamente enfrentado con problemas de disciplina. Advert que enseaba en un edificio antiguo bastante remodelado en un saln largo y angosto que no haba sido diseado con fines de utilizrsele como un aula. La pizarra estaba contra una de las paredes laterales. Las sillas se extendan hacia los costados en tres filas de aproximadamente doce sillas cada una, haciendo que los alumnos quedaran mirando hacia la pizarra. Los que se sentaban en los extremos podan ver la pizarra pero en forma oblicua. Por cierto que el maestro no poda observar a todos los alumnos al mismo tiempo, sino que tena que comenzar por uno de los extremos del saln y desplazar su mirada o caminar de un lado al otro mientras hablaba. Nunca tena una visin de ms de un tercio de su clase al mismo tiempo. El primer paso tendiente a solucionar el problema de disciplina era evidentemente cambiar la disposicin de las sillas a fin de que estuvieran a lo largo del saln en vez de a lo ancho. De ese modo, se contara con cuatro filas de nueve sillas cada una. La pizarra se cambi para uno de los extremos del saln, lo que le permitira observar a todos los alumnos al mismo tiempo. Ese simple cambio ayud a solucionar el problema de la
disciplina.
He notado que en muchos de los edificios de la Iglesia, particularmente en los salones de la Sociedad de Socorro, la pizarra est ubicada en la pared lateral con las sillas formando un semicrculo o en dos o tres filas largas de frente a esa pared, lo cual dificulta a mi criterio, la posibilidad de ensear eficazmente.
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A menudo, cuando tengo que llevar a cabo una reunin de capacitacin en uno de tales salones, pido al grupo que me ayude a acomodar las sillas de otra forma, colocando una pizarra porttil en el extremo angosto del saln, para poder dirigirles la palabra desde ese lugar. De ese modo tengo a los presentes de frente y todos ellos pueden ver la pizarra sin problemas, aun cuando algunos de ellos puedan estar un poco ms alejados de ella de lo que estaran de la otra forma. En lo que me es personal, no me convence mucho la informalidad en lo que tiene que ver con la manera de disponer las sillas en el saln de clase. El poner a los alumnos sentados en semicrculo o de manera tal que el ambiente sea informal y "cmodo" supone una invitacin a que el grupo se comporte de esa misma manera. Personalmente sostengo que el disponer las sillas de una manera formal y al mismo tiempo adoptar un mtodo de enseanza que permita cierta flexibilidad, es mucho mejor. Como maestro no me desempeo como deseara si tengo que estar sentado o de pie en medio de un semicirculo, sin poder mirar a todo el grupo al mismo tiempo. Hay quienes pueden ejercer un buen control de la clase de ese modo, pero en mi caso, es esencial disponer de formalidad en ese aspecto a fin de establecer la disciplina que considero necesaria.
El pasillo
Hay otro aspecto que el maestro debe tener siempre presente. El lugar de donde mejor puede un alumno captar las enseanzas del maestro es bien frente a l, directamente frente a la pizarra o frente al plpito. Cun errados estamos en algunos de nuestros salones de clase cuando disponemos las sillas de tal forma que el pasillo queda en el medio del saln. Eso significa que el mejor foco de la enseanza que impartimos lo empleamos para caminar. En una capilla amplia, este aspecto no resultar tan crtico siempre que el orador o el maestro est en el estrado, a un nivel ms alto de quienes le escuchan. Sin embargo, en un saln de clase, estaremos desperdiciando el foco ms importante de todo lo que enseamos si formamos un pasillo en el centro del saln, espacio en el cual bien podran sentarse algunos alumnos para poder ver y ser vistos mejor por el maestro o el orador.
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los alumnos enviaba brotes de flores a sus familias. Hasta el da de hoy se le recuerda no slo en esa comunidad sino en todo lugar a donde sus alumnos se mudaron en el curso de los aos. Cuando usted, como padre o como maestro, necesite disciplinar a alguien, recuerde que en la mirada hay mucha ms fuerza que en una vara, mucho ms vigor que en un grito, mucha ms persuasin que en una reprimenda verbal.
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21 Los ultimtums
En algunas ocasiones los maestros y los padres se meten en aprietos al emitir ultimtums. "Si no haces esto, har tal o cual cosa." "Si lo haces, yo har esto o aquello." A menudo somos un tanto impulsivos y nos aventuramos a hacer declaraciones, a lanzar amenazas o a dar ultimtums que jams llegarn a cristalizarse. Por ejemplo, la advertencia "Si no guarda el orden, le echar del saln de clase" coloca al maestro entre la espada y la pared. Si el infractor no reacciona favorablemente, el cumplir con lo que le fue advertido puede no resultar del todo sabio. Si un maestro da un ultimtum apresurado a su clase (o un padre o madre a sus hijos), tendr, tal vez, un par de opciones: Puede llevar a cabo lo prometido y as perder el respeto de sus alumnos, o no cumplir con el ultimtum y tambin perder ese respeto. El dar ultimtums es desde todo punto de vista insensato. Si uno se va a aventurar a hacer declaraciones, debe asegurarse de que sean lo ms vagas posibles. Limtese a hacer referencia a medidas que sirvan para obtener la cooperacin necesaria, y as no se ver forzado a cubrir las apariencias teniendo que tomar otras que no conduzcan a nada positivo. Es importante tener eso siempre en cuenta tanto en la funcin de maestro como en la de padre o madre. Resulta por lo general mucho mejor que un maestro enfrente un problema serio diciendo: "Roberto, quisiera hablar contigo ms tarde." Siempre existe la posibilidad de que haya una justificacin para la conducta del alumno. Cuando hable con l a solas, bien puede ser que el maestro aprenda una valiosa leccin del joven. A pesar de que las causas determinantes de reprimenda ocurren generalmente en pblico -o sea, en el saln de clase o en una situacin familiar- las medidas disciplinarias pueden ejecutarse mucho mejor en privado. Es importante que el maestro tenga presente que ese alumno que tan a menudo crea problemas de disciplina con frecuencia est simplemente tratando de llamar la atencin. Usted tendr mucho ms xito con ese tipo de alumno cuando las medidas disciplinarias que tome no sean definitivas. Ya hemos mencionado que no debe llamrsele la atencin en clase en forma directa y tajante. He aqu algunas medidas que se pueden tomar, de ser posible, en este orden: 1. Detngase en lo que est diciendo y no hable por un momento. 2. Haga notar, sin sealar ni referirse a nadie en particular, que "alguien' en la clase no est cooperando. 3. Mire a ese "alguien" sin pronunciar palabra. (Si por ltimo decide nombrarle, es bueno que sepa que estar abriendo las puertas a un conflicto maysculo del cual, en trminos generales, es el maestro y no el alumno el que sale perdiendo.)
El castigo indefinido
El maestro debe aplicar toda su sabidura en la eleccin de amenazas a fin de obtener la colaboracin de la clase. Por ejemplo, si dice: "Roberto, si no te comportas como es debido, llamar a tu padre", es posible que eso no represente la ms mnima amenaza para Roberto. Tal vez el joven sepa que a su padre no le importa. Es mucho mejor decir: "Si continas comportndote de este modo, lamentar enormemente las medidas que me ver obligado a tomar." Ante tal situacin, el alumno prcticamente "inventa" en su mente el tipo de castigo que se le aplicar. Por lo general se imaginar algo lo suficientemente serio como para querer cambiar su conducta. Sea cual fuere el castigo que decida y exprese, por lo general no resultar tan enrgico como el mantenerse indefinido en lo que se refiere a la pena o sancin. Algo expresado en forma general, que tenga que ver con una accin vaga e indefinida, es mucho ms eficaz en el cambio de conducta que cualquier amenaza expresada con nombre y apellido.
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El alumno sabelotodo
Hay otro tipo de alumno que debemos analizar, aquel que es por dems comedido, el que quiere responder a todas las preguntas, el sabelotodo. Ese tipo de alumno es el que se mete en problemas con sus compaeros por creerse ms listo e inteligente que los dems. Puede hasta transformarse en un dolor de cabeza para todos al monopolizar el tiempo, arrojando respuestas sin dar oportunidad a los dems de tan siquiera pensar. Fcilmente puede distraer la atencin que el maestro debe a los dems alumnos que no saben las respuestas. De hecho, el maestro tiene ms obligacin para con aquellos que no saben y que parecen no poder ingenirselas por s mismos que para con los dems. Cuando me ha tocado un alumno as, le he llamado aparte, le he felicitado por sus conocimientos y le he dado una asignacin especial. "Tu sers mi fuente de recursos", le deca. "Cuando haya agotado todas las posibilidades, t me brindars tu ayuda. Procurar darles a los dems alumnos la oportunidad de responder. Sin embargo, si en alguna ocasin nos topamos con alguna pregunta que nadie pueda contestar, entonces t me ayudars; as que espero que sepas la respuesta." Por lo general esta medida daba buenos resultados. El alumno se senta orgulloso de su funcin annima, pues se trataba de algo as como un acuerdo entre l y el maestro, sintiendo que me estaba ayudando a ensear. Por todos los medios tal alumno procuraba no equivocarse para no quedar en ridculo ante sus compaeros cuando, como ltimo recurso, le peda que contestara una pregunta. Esta medida nunca pareci disminuir su entusiasmo hacia el estudio. Buscaba su ayuda lo suficientemente a menudo para satisfacer su afn de tomar parte. Esa satisfaccin se magnificaba an ms, puesto que sala airoso despus de que otros fallaban. A menudo le miraba sugestivamente y de vez en cuando le deca en privado: "Casi tuve que pedir tu colaboracin para que se respondiera esa pregunta hoy en clase." En otra parte de este libro analizaremos la importancia de aplicar humor en la enseanza, pero quisiera decir algo muy breve en cuanto a su relacin con la disciplina. A veces en medio de una situacin tensa el maestro puede apelar al humor para aliviarla, como por ejemplo: "Carlos Martnez, si no dejas de conversar, no voy a tener ms remedio que llamarte por tu nombre y dejarte en evidencia ante toda la clase." Todos se ren, inclusive Carlos Martnez, pero el efecto que ello causa por lo general es suficiente para superar el problema El maestro lograr ms xito si sus alumnos se dirigen a l en forma respetuosa. En la Iglesia. se le llama "hermano" y no "seor". Sabe bien que los alumnos no necesitan un compinche ya que de esos tienen suficientes; lo que s necesitan es un maestro, un consejero, un asesor. Necesitan a alguien que est por encima de ellos y no a su mismo nivel. Esa distancia que existe entre el maestro y el alumno jams desaparece a pesar de que el educador a menudo la acorta. Esa distancia, esa dignidad, le brinda seguridad contra cualquier tipo de traspaso de parte de sus alumnos. Nos referiremos ms acerca de esto cuando hablemos del maestro como una ayuda visual. Habr momentos en una clase de Escuela Dominical, de seminario o en donde sea en que nos encontraremos con un alumno que desea atormentar al maestro y ser motivo de desorden en la clase. A menudo lograr su propsito formulando una pregunta totalmente fuera de lugar. Cuando esto acontezca, el maestro puede contrarrestarlo diciendo: "Trataremos ese asunto ms adelante si tienes a bien recordrmelo." El maestro tambin puede mirarle seriamente y decir: "Podemos, si quieres, discutir eso en privado, ms tarde." Este tipo de problema nos conduce al anlisis de la influencia que ejercen los compaeros, lo cual bien vale la pena que se trate en un captulo aparte.
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22 Los compaeros
El maestro debe tener siempre presente la influencia tan poderosa que ejerce el grupo, o sea, los compaeros de clase. Los jvenes viven pendientes de la manera de sentir y de actuar de sus amigos. Generalmente les preocupa ms la crtica de que pueden ser objeto de parte de sus compaeros que las reprimendas que puedenrecibir del maestro. Este es un elemento sumamente poderoso que el maestro bien puede emplear como aliado. En mi experiencia he notado que es una de las pocas cosas que da resultados favorables al trabajar con jvenes indisciplinados. Si uno puede valerse de la presin que ejerce el grupo para lograr cosas buenas, contar con una valiossima ayuda. Primeramente debe asegurarse de que la clase comprenda que el maestro tiene tanto inters por cada uno de los alumnos que jams permitir que nadie interfiera con lo que ellos estn aprendiendo. Si uno de los alumnos en la clase comienza a crear desorden y el maestro deja de hablar, a los pocos segundos los dems compaeros mirarn al transgresor y a menudo hasta le harn saber de alguna manera que lo que est haciendo no est bien, no slo para con el maestro, sino tambin para con el resto de la clase. La presin que ejerce el grupo es sumamente poderosa en lo que tiene que ver con la disciplina y en muchos casos contribuye a la transformacin positiva de jvenes que necesitan ayuda. Sin embargo, a menudo se utiliza esta influencia para lograr propsitos indignos.
Este relato ilustra con cunta facilidad la gente cambiar de conducta para ganarse la aprobacin de aquellos que le rodean. La mayora de las personas, principalmente los jvenes, rpidamente se ajustan a lo que ellos suponen que es la voluntad de la mayora. El padre o el maestro sensato puede, a menudo, valerse de esta tendencia con fines justos. La mayora de las actividades de la Iglesia estn destinadas a lograr que nuestros jvenes desarrollen vnculos de amistad con otros jvenes que les servirn de buen ejemplo por vivir conforme a los principios de la justicia.
LOS COMPAEROS
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Sabemos de muchos medicamentos que estn compuestos de substancias que, empleadas de otra forma, pueden resultar nefastas, mientras que debidamente compuestas y administradas, pueden tener un efecto altamente saludable. La influencia que el grupo de compaeros surte sobre los jvenes es comparable a tal efecto, y se le puede emplear con propsitos saludables tanto por parte de padres como de maestros sensatos.
Un milagro
Haba en una clase de seminario una jovencita cuya conducta y apariencia dejaba mucho que desear y hasta causaba lstima. Trat de estimularla y hacerla sentirse parte del grupo. Presenta que la joven deseaba desesperadamente integrarse y actuar a la par de los dems. Sin embargo, cada vez que se le peda que participara ofreciendo una oracin o leyendo de las Escrituras, daba muestras de inseguridad y despus se echaba a llorar y volva a su asiento. Aunque algunos de sus compaeros le tenan algo de lstima, haba otros en el grupo que a menudo eran groseros y despiadados con ella. Esta jovencita casi nunca se arreglaba el cabello, su ropa dejaba bastante que desear y con frecuencia se pona medias de diferentes pares, si es que se las pona. Si llegaba a clase un tanto temprano, nadie se sentaba en las sillas que estaban a sus lados. Si llegaba a clase tarde, la nica razn por la que poda sentarse junto a alguien era porque ya no haba otras sillas vacas. Saba lo suficiente de ella como para entender la razn de sus problemas. Su madre era viuda y sus ingresos eran sumamente es casos. Entre algunos de sus compaeros de clase se encontraban el presidente del estudiantado del colegio y la joven que haba sido elegida reina de belleza. Adems de ser jvenes inteligentes y de apariencia fsica sumamente agraciada, eran poseedores de innumerables talentos y casi siempre estaban tomando parte en varias actividades. Un da les llam a mi oficina y les pregunt si estaban interesados en participar en un milagro, a lo cual me respondieron afirmativamente. Les dije que algunos milagros requeran cierto tiempo antes de cristalizarse, pero que de todos modos eran milagros. Entonces hablamos un poco en cuanto a la jovencita en cuestin y les di las asignaciones. El joven que era presidente de los estudiantes debera sonrerle y dirigirle la palabra cada vez que la encontrara en los pasillos del colegio. Eso era todo. No tena que invitarla a salir con l ni tampoco detenerse para hablar con ella. No estaba obligado a desarrollar una amistad con la joven ni a darle un tratamiento especial, -nada ms saludarla y demostrar que lo haca genuinamente. La joven que haba sido elegida reina de belleza acept la asignacin de caminar junto a su compaera desde el edificio del colegio hasta el de seminarios, nada ms. No estaba comprometida a incluirla en su crculo de amistades, sino a caminar con ella hasta la clase de seminarios todos los das. Simplemente debera apurarse para alcanzarla o caminar ms despacio para que su compaera la alcanzara a ella y despus tan slo conversar de lo que fuera. Los dos jvenes se entregaron a sus asignaciones silenciosa pero al mismo tiempo entusiastamente, sin decir palabra a nadie. El milagro no tard en comenzar a cristalizarse. Un da advert algo diferente en nuestra joven amiga. Me llev casi todo el perodo de clase darme cuenta de qu se trataba, pero por fin me di cuenta. Ese da se haba cepillado el cabello. Todo un acontecimiento! La transformacin continu durante los dos meses siguientes. Nuestra reina de belleza se mostr ms amigable y conversaba con ella. Nunca podan caminar a solas, pues todas las amigas de la muchacha popular la seguan, por lo que automticamente fue incluida en el grupo, y as la joven se vea, al menos por esos minutos todos los das, rodeada de las jovencitas ms populares del colegio. Hay un sinnmero de detalles interesantsimos que podra relatar en cuanto al milagro. La joven se vio transformada. Fue a la universidad, y ms adelante consigui un buen empleo, se cas en el templo y aquellos que la conocen ahora jams creeran en el cambio fsico tan extraordinario que en ella se efectu. Todo esto lo digo como fundamento de lo siguiente: Qu habra podido lograr si hubiera sido yo quien caminara junto a ella todos los das hasta la clase de seminarios? Qu se habra logrado si yo hubiera sido el que le sonriera y hablara con ella en los pasillos del colegio? La respuesta es ms que obvia. Era preciso que fueran algunos de sus propios compaeros los que motivaran tal transformacin. El maestro sensato puede lograr mucho si emplea esta gran influencia. Un joven no comienza a fumar cigarrillos porque disfruta de su sabor. Comienza a fumar porque desea ser parte de algo. Este deseo de pertenecer y de confraternizar puede ser empleado para promover buenos actos entre los jvenes. El buen maestro tiene este elemento al alcance de su mano. Una corta frase podr a menudo
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lograr este fin con aquel alumno que insiste en acaparar la atencin de los dems creando desorden en la clase. Lo nico que desea es atencin y aprobacin de parte de sus compaeros, no del maestro. En una ocasin haba agotado todos mis recursos en procura de calmar a uno de tales jvenes a fin de poder continuar con la leccin. Por lo general sus compaeros festejaban sus ocurrentes interrupciones. Un da, mientras analizbamos un pasaje importante de las Escrituras, hizo un comentario que destruy el espritu de la ocasin y resultaba imposible continuar. Exasperado me volv hacia la clase y dije con algo de desilusin, "Es justo que tengamos que seguir aguantando estas cosas?" Me sorprendi la reaccin. Sus compaeros resintieron su inoportuna intervencin y de pronto el joven se enfrent no al festejo sino a la desaprobacin. No fue necesario nada ms y su conducta cambi como del da a la noche. Jams se repiti el desorden en la clase y al poco tiempo se present la ocasin para darle la oportunidad de ganar la aprobacin de sus compaeros nuevamente, aunque esta vez gracias a una participacin debida. El maestro nunca debe pasar por alto el efecto increble que tiene la presin ejercida por el grupo de compaeros. En la estructura social que envuelve a los jvenes, esa influencia puede ser destructiva, pero un maestro sabio podr dar a esa fuerza un buen uso. Tiene que ser manejada con sumo cuidado, pero sus resultados son poderossimos cuando se trata de fomentar la buena conducta.
La influencia de los compaeros es un elemento importante. Puede ser usada tanto destructiva como constructivamente. El maestro sabio estar siempre alerto a diferentes oportunidades de usar tal influencia en una forma positiva en el saln de clases y en todo momento, con el fin de ayudar a cambiar para mejor la vida
LOS COMPAEROS
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de sus alumnos.
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Grano en un balde
Si usted tiene un caballo en un amplio pastizal, le resultar cansador si cada vez que quiere montarlo tiene que arrinconarlo. Si el animal no coopera, ser mejor que usted emplee un lazo. Sin embargo, se conoce de un mtodo que es mucho ms eficaz; se trata de un procedimiento bastante comn en el que cada vez que se desea aproximarse al caballo, uno lleva consigo un balde con grano para engatusar al animal. Entonces, cuando ste se acerca para comer, se le colocan las bridas y las riendas. La mayora de los jinetes han pasado por la experiencia de tener que atrapar un caballo cuando no disponan de grano. Un balde vaco tambin da buenos resultados, o tambin se puede poner un poco de arena en el balde y sacudirlo. El caballo se le acercar al trote -es decir, la primera vez o tal vez hasta dos, pero de ah en adelante, aun cuando haya grano en el balde, puede ser difcil atraerlo. Es importante que usted alimente a aquellos a quienes ensea para que siempre puedan aprender algo. Cada vez que van a clase deben partir con un pensamiento, con una idea, con una inspiracin que sea producto de haber estado all. Bien puede tratarse de un pequeo pensamiento; de hecho, cuanto ms elemental sea, mucho ms provechosos sern los resultados. En el programa de seminarios, hay muchos jvenes que madrugan para asistir a clase temprano, antes de ir a la escuela secundaria. Algunas de estas lecciones se ensean bien temprano, lo cual es un gran sacrificio para los adolescentes que tienen que saltar de la cama en un fro y obscuro da de invierno para ir a clase a aprender algo de religin. No obstante, cientos de miles de ellos lo hacen sin reparos. Por qu? Porque tienen hambre y sed de aprender el evangelio.
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aunque con diferente men y decoracin. As lo hizo durante toda la semana. Para su sorpresa, al fin de la semana, no slo no tena ms estudiantes, sino que contaba con menos que antes. Simplemente se resistan a la idea de levantarse tan temprano para apenas ir a entretenerse. La maestra abandon su plan y volvi a dedicarse exclusivamente a ensear. Los jvenes (como fue precisamente en este caso que acabo de mencionar) cobrarn un marcado inters y asistirn a clase en mayores nmeros cuando se les ensea. Tras enterarnos de la experiencia de esta buena maestra, surgi un dicho: "Si uno quiere eliminar un programa de seminario matutino, no tiene ms que organizar una fiesta todas las maanas!" Los jvenes van a clase para que se les enseen los principios del evangelio de Jesucristo y nunca respondern favorablemente a actividades que tiendan nicamente a entretenerlos.
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Nada es completamente nuestro sino hasta que estemos en condiciones de darlo a otra persona. Tal es el caso de una propiedad; a menos que dispongamos de su correspondiente ttulo, no gozamos del privilegio legal de regalarla. Del mismo modo, el evangelio no es totalmente nuestro sino hasta que tengamos un ttulo que as lo acredite, o sea, hasta que lo sepamos. Entonces podremos compartirlo, y as tendremos un ttulo an mayor. El proceso que nos permite darlo a otros es la enseanza. El maestro debe entender este principio y as preparar sus lecciones a fin de comunicar e inculcar el mismo sentimiento entre sus alumnos. Si no acumulamos enseanzas del evangelio con la idea de compartirlas, las almacenaremos de una manera diferente y as pierden mucho de su valor. Resulta ms fcil acumularlas con el propsito y el deseo de transmitirlas a otros en una forma sencilla a fin de que todos las puedan entender. Es interesante observar a algunos jvenes llenos de talento, capaces, de buena presencia, llegar al campo misional con toda disposicin, con el mximo de entusiasmo y determinacin de ensear el evangelio. Pero aun cuando sean poseedores de todas esas virtudes, no tendrn xito hasta que aprendan a ser humildes y a obrar conforme a la voluntad del Seor. Deben aprender a olvidarse de s mismos y de sus preocupaciones egostas y comprender que no se trata de "m misin", sino de "Su misin". Quisiera darles algunos ejemplos.
Cajas de libros
Cuando serv como Presidente en la Misin de Nueva Inglaterra, con mis asistentes bamos de vez en cuando a inspeccionar los apartamentos donde vivan los misioneros. Algunos de estos jvenes a veces tienen la tendencia a no mantener bien arreglados sus apartamentos, por lo que, de vez en cuando, nos dedicbamos a hacer algunas inspecciones. (Es interesante acotar que este procedimiento surta un interesante efecto. Por medio de las "vas de comunicacin" de los misioneros, se haca correr la voz, y a pesar de que inspeccionbamos personalmente nada ms uno o dos apartamentos, limpiaban todos.) En St. Johnsbury, estado de Vermont, me llam poderosamente la atencin una maana cerca de las diez cuando, al llamar a una puerta, esperando encontrar al dueo de casa, nos atendi un misionero. Se supona que l y su compaero tenan que estar folleteando. Le pregunt dnde estaba su compaero, a lo que me respondi que se encontraba estudiando en su habitacin. El joven lder estaba leyendo El nacimiento y la cada del Imperio Romano. Yo ya haba ledo el libro, as que pregunt cmo crea l que la lectura de ese libro le ayudara en su servicio misional. Me respondi que cuanto ms uno sabe, tanto ms puede ensear. Le pregunt cuntos otros libros haba ledo. El misionero estaba sentado sobre una vieja cama de estilo europeo. Tom el cubrecamas y levant uno de sus costados y pude ver varias cajas de libros debajo de la cama. Los haba ledo todos! Le pregunt de dnde haba sacado todos esos libros y me explic que tena un pariente que era propietario de una casa editorial, el cual le enviaba un ejemplar de cada libro que ellos publicaban que estuviera relacionado en lo ms mnimo con la Iglesia. Tras conversar por espacio de algunos minutos, le instru que empaquetara todos los libros en cajas y que los mandara a su casa. Tambin le indiqu que debera escribir a su pariente y decirle que no le enviara ms libros. Lo nico que necesitara por el resto de su misin eran los Libros Cannicos y uno o dos libros ms que recomendbamos. Por cierto que protest, insistiendo en que estaba aprendiendo el evangelio y que cuanto ms leyera, en mejores condiciones estara de ensear. Trat de hacerle razonar y finalmente, algo impaciente, le dije: "Elder, si usted se mantiene en esa posicin, le puedo asegurar que aprender muchas cosas relacionadas con el evangelio, muchas de las cuales no tendrn ninguna utilidad para usted. Se transformar en esa clase de persona que va a una clase de la Escuela Dominical a crear conmocin y a exasperar al maestro al desplegar toda su sabidura. "De seguro adquirir mucho ms conocimiento que la mayora de los maestros que pueda encontrar en la Iglesia y hasta sentir el deseo de corregirlos en toda oportunidad posible. Cada vez que alguien cometa un
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error, ya sea que se trate de un maestro de la Escuela Dominical, un obispo, un consejero o un lder de qurum, usted se lanzar a corregirlo. Estoy seguro que advertir muchos errores, pues en la Iglesia todos aprendemos a medida que crecemos. Jams se le llamar a ocupar posiciones de responsabilidad debido a su arrogancia, a su actitud de sabelotodo. Transitar por la vida preguntndose por qu se le pasa por alto, echndole la culpa a la Iglesia y a sus miembros para terminar por claudicar espiritualmente. "Su problema est en que es egosta. Le preocupa mucho ms cmo la misin le afectar a usted que lo que usted podr hacer por su prjimo. Ya a esta altura sabe ms de lo que necesita saber para presentar el evangelio a los investigadores y llevarlos a ese punto milagroso en que se produce la conversin. Recuerde, lder, que no se trata de su misin, sino de la misin de Jesucristo. Si contina por este camino jams lograr las cosas ms importantes desde el punto de vista eterno. En este momento usted y su compaero deberan estar all afuera golpeando puertas, repartiendo la leche del evangelio. La carne llegar a su debido tiempo y entonces aprender en cuanto a ella." El joven misionero se dio cuenta de lo que haba estado haciendo y envi los libros a su casa. Ya habra tiempo ms tarde en su vida para ese tipo de estudio, por lo que supongo que ahora se encontrar en algn lugar de la Iglesia con un caudal an mayor de conocimiento sobre las cosas concretas que tienen relacin con la Iglesia y su doctrina, enseando con mesura los principios bsicos para as ayudar a todos los que le rodean.
Si aprendemos con el fin de servir, de dar a nuestro prjimo y de "alimentar" a los dems, nos resultar mucho ms fcil aprender lo que despierta nuestro inters. Con esta actitud no estamos tratando de ganar toda la gloria para nosotros mismos, sino de ensear a nuestros hijos o a nuestros hermanos en la Iglesia. Ser entonces que entenderemos el verdadero significado de este pasaje de las Escrituras: "... el que pierde su vida por causa de m, la hallar." (Mateo 10:39.) Tambin llegaremos a comprender el significado del que dice: ... atesorad constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y se os dar en la hora precisa la porcin que le ser medida a cada hombre." (D.& C. 84:85; vase tambin D.& C. 100:6 y Mateo 10:19-20.) Tenemos la obligacin de compartir el evangelio en la vida diaria, como padres, como misioneros, como maestros en las organizaciones de la Iglesia. Si tiene esta obligacin siempre presente, aprender con el fin de dar. De ese modo resultar mucho ms fcil aprender a apacentar Sus corderos.
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increblemente bajo, ms all de su coeficiente mental." (Discurso pronunciado por el Dr. Edwin A. Lee, en la ceremonia de toma de cargo de Howard S. McDonald como Presidente de la Universidad Brigham Young en Provo, Utah, el 14 de noviembre de 1945.)
El alumno es lo ms importante
Un buen ejemplo del maestro que est ms interesado en el cmulo de conocimiento que se puede adquirir que en el alumno en s queda ilustrado en una cita del lder John A. Widtsoe, quien fue un gran maestro y apstol. Su libro In a Sunlit Land (En una tierra baada por el sol), deja la rbrica de un extraordinario tratado sobre la ciencia de la enseanza.
En el correr de las ltimas dcadas ha surgido en crculos acadmicos una prctica pecaminosa. All se mira a cada nuevo estudiante como posible candidato a recibir un avanzado ttulo acadmico. Por consiguiente, los cursos bsicos d e cu alqu ier carrera estn p lagad os d e problem as por d em s d ifciles d e resolver. Por ejem p lo, el cu rso bsico d e qu m ica d ed ica d em asiad o tiem p o a las m atem ticas d e las leyes d e Boyle y Avogad ro, hasta que el estud iante pierd e tod o su inters en la m ateria. Si las p artes m s fascinantes y d escrip tivas d e la ciencia se ensearan ante tod o, acom paadas por experimentos en el laboratorio, se podra despus disfrutar mucho ms de esas complejas leyes que en el com ienzo causan tantos p roblem as. Si se consid era que los alu m nos estn p reparad os p ara tom ar u na clase en particular, sta debera ser enseada de forma tal que su contenido pudiera ser fcilmente asimilado por el estudiante y tam bin d e u na m anera que d esp ertara su inters. Aquel p rofesor qu e se jacta d e "reprobar" a m uchos d e su s estudiantes, d ebera, si se tuviera a la ed ucacin en su d ebid a estim a, ser expu lsad o d e sus funciones. Sus prop ias acciones d ejan en evid encia el hecho d e que no es u n buen m aestro y que carece d e humanism o y d e entendimiento. El ap rend er nuevas verd ad es constituye una exp eriencia maravillosa y tod o buen m aestro d esp ierta esa d icha. (In a Sunlit Land, 1953, pg. 90.)
Cuando el lder Widtsoe era Presidente de la Universidad del Estado de Utah, tuvo un pequeo altercado con el cuerpo docente de esa institucin, al cual describi en los siguientes trminos:
"Resultaba d e la m ism a m anera d ifcil en mu chos casos hacer que m iem bros d el cuerp o d ocente entend ieran qu e las instituciones educativas estn fundadas con el propsito de beneficiar a los alumnos. Hay educadores que piensan qu e ellos o los d ep artam entos que rep resentan constitu yen el asp ecto d e p rim ord ial inters. Com o lo he d icho antes, en m u chas ciencias, los cursos bsicos se d ictan com o si la totalid ad d e la clase estu viera com p uesta d e cand id atos a obtener su d octorad o en esa m ateria, y lo nico que se logra es qu e los alu m nos se sientan d errotad os. Tales ed ucad ores, si es qu e les cabe ese ttulo tan noble, se enorgu llecen d e d ichas d errotas, por lo que a m enu d o m e era im prescind ible d irigirm e a tales m iem bros d el cu erp o d ocente en form a por d em s d irecta. El alto nivel en la ed ucacin comp rend e m uchas cosas. Se requ iri m ucho tiem po p ara hacer entend er a aquellos que encontraban deleite en causar el fracaso de sus alumnos, convencidos de que de esa forma dejaban bien de manifiesto su alto grado acad m ico, d e qu e u n bu en m aestro d em u estra tod a su sapiencia al capacitar a su s alu m nos d e tal form a que stos p u ed an aprobar su s cursos. Ser consid erad o un m aestro inepto aquel qu e confu nd e a su s alu m nos o carece d e la creatividad para lograr que la materia que ensea resulte interesante. (In a Sunlit Land, pg. 150.)
Es fcil para un maestro desarrollar una actitud arrogante que le haga creer que l es la persona ms importante de la clase. Debemos en todo momento recordar que la figura primordial es el alumno. "El que es mayor de vosotros, sea vuestro siervo" (Mateo 23:11) dijo el Seor. El propsito de todo lo que est relacionado con la enseanza es beneficiar al alumno. A menudo nos encontramos con maestros y administradores que no captan bien esta gran verdad. Recuerdo la oportunidad en la que tuve que exponer mi tesis final en la Universidad del Estado de Utah. Estaba por dems nervioso y careca de la debida confianza en m mismo. El presidente del comit examinador dio comienzo a la audiencia pronunciando todo un discurso sobre cun afortunado deba yo sentirme por habrseme concedido tal privilegio. Explic que se me haba hecho una concesin especial y que deba sentirme verdaderamente privilegiado por la oportunidad de asistir a esa universidad; pero en lugar de sentirme privilegiado empec a sentirme como si fuera un intruso. Otro de los miembros del comit, el Dr. Wilford W. Richards, en ese entonces Director del Instituto de Religin de esa institucin, se dio cuenta de la sensacin que me invada. En el momento ms apropiado manifest su acuerdo con el presidente del comit y agreg: "Por cierto que el Sr. Packer es sumamente afortunado por ser estudiante de esta institucin, y a la vez es para nosotros esencial el tenerle a l como alumno. Considero que resultara sumamente difcil operar una institucin acadmica sin estudiantes, no es as?" El presidente capt bien el sentido de la aclaracin que se haba hecho. La atmsfera cambi y entonces present mi tesis, la cual, dicho sea de paso, llevaba como ttulo "Una evaluacin de las enseanzas de Jess,
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Los apuntes
Es obvio que un maestro siempre est alerta ante nuevos temas de anlisis, y no debe dejar pasar ninguna oportunidad de tomar buenas notas. Las cosas parecen entrar y salir de nuestra mente en forma vertiginosa y nunca sabemos cundo se nos va a ocurrir una idea nueva. Una vez que nos vemos expuestos a una idea, apuntmosla para que no se nos escape. De ese modo la podremos emplear como fuente de recursos en nuestra enseanza. Muchas ilustraciones y experiencias se escabullen de entre las manos porque el maestro no toma la precaucin de anotarlas. Hay veces que uno puede recordar algo del incidente, pero olvida nombres de personas o lugares que lo hubieran hecho utilizable. Por tal motivo, asegrese de apuntar bien las cosas que quiere recordar. Hay un sinnmero de mtodos para subrayar pasajes de Escrituras que varan en muchos aspectos y deben emplearse segn la forma que mejor le convenga a la persona. Lo importante es subrayar esos pasajes y anotar alguna indicacin al margen a fin de que uno pueda encontrar la referencia cuando la necesite. Casi nunca leo libros prestados, pues no me gusta leer un libro en el que no tendr la libertad de subrayar cosas que quiera ms tarde recordar. Puesto que uno no tiene el derecho de marcar un libro ajeno, considero que si vale la pena leer cierto libro, tambin vale la pena comprarlo. La excepcin, por supuesto, est en los libros que leemos de la biblioteca, debiendo valernos, para tales casos, de un procedimiento distinto de tomar notas. Es por lo tanto importante que se subrayen los libros y se hagan anotaciones a medida que uno va pensando en ellas. Ni s cuntas horas he dedicado procurando encontrar algo que podra haber localizado con suma facilidad si hubiera tenido la precaucin de tomar notas. En la actualidad estoy mucho mejor que antes en este aspecto. En la medida que sea posible, le recomiendo tener un pequeo cajn que le sirva de archivo, en el cual pueda guardar en carpetas sus notas con fotografas o lminas y otros materiales de referencia. A menudo reviso mi archivo y extraigo materiales que no he usado por veinte aos, los cuales me sirven para satisfacer una necesidad inmediata. Las bibliotecas de los centros de reuniones de la Iglesia cuentan con un sistema de informacin sumamente til, el cual puede ser adaptado a su caso particular y al de cualquier otra persona, con fines de que le sirva de fuente de recursos para la enseanza que imparte.
No se desve
Si tiene el llamamiento de ensear una clase de la Escuela Dominical o de un qurum del sacerdocio, es prudente que se cia lo ms posible a la resea de la leccin. Generalmente se proporciona suficiente material para todo un perodo de clase, particularmente si los puntos de la leccin, incluidos en el manual, son suplementados por situaciones cotidianas. Existe una buena razn para que las Autoridades Generales en el curso de los aos hayan aconsejado a los miembros que no se preocupen por los misterios. Hay quienes indagan a fondo en busca de elementos que en muchos casos pueden ser verdicos pero no esenciales para la salvacin de ningn mortal. Es mucho mejor que dediquemos nuestro tiempo a ensear los principios bsicos del evangelio a quienes tanto lo necesitan. Cito a continuacin a dos lderes de la Iglesia para corroborar la idea de que una vez que todo ha sido dicho y hecho, en lo que tiene que ver con la enseanza en la Iglesia, las Escrituras mismas son el elemento primordial de estudio. El presidente J. Reuben Clark, hijo, manifest: "Las verdades espirituales estn gobernadas y controladas por las revelaciones de nuestro Padre Celestial, segn aparecen en las Escrituras y en las declaraciones inspiradas de los profetas. En vuestra condicin de maestros, las verdades espirituales son vuestro campo de accin para ensear la palabra revelada por Dios conforme al evangelio restaurado y, paralelamente, como maestros no tenis asunto alguno con las verdades temporales; aunque, como lo dijo el presidente Joseph F. Smith, `Nunca hubo ni jams habr el ms mnimo conflicto entre las verdades segn las revela el Seor a sus siervos los profetas, y las verdades que El revela al cientfico que hace descubrimientos gracias a sus investigaciones y estudios.' La misma doctrina fue proclamada por el hermano Brigham Young. "Confo en no ser desconsiderado ni injusto ni despiadado al opinar que probablemente pocos de nosotros estemos debidamente capacitados en cuanto a las verdades temporales como para poder ensearlas como
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verdades del evangelio a los alumnos que nos escuchan. Debemos tener esto siempre presente. . . . "Como maestros, tenis el derecho de pensar y especular concerniente a verdades temporales y tambin en cuanto a si deseis creer en ellas o no, pero no debis ensearlas como verdades espirituales a vuestros alumnos, a menos que el Seor haya revelado la verdad absoluta en cuanto a lo que estis enseando. Estoy seguro que querris ser sumamente cuidadosos cuando asumis tal posicin. Debemos tener siempre presente que no somos cientficos, sino que somos maestros de verdades espirituales y que cuando nos aventuramos a tratar verdades temporales, lo cual deberamos abstenemos de hacer en lo posible, tendremos que dejar bien en claro que estamos basndonos pura y exclusivamente en nuestra opinin personal. En cuanto a las verdades espirituales, debemos ser igualmente cuidadosos en razn de que a menudo, cierto prrafo, especialmente si lo encontramos aislado de su contexto, puede significar una cosa para una persona y otra diferente para otra, y aun tener un tercer significado para una tercera persona. Veremos que tal ser el caso, particularmente en aquellas cosas en las que el Seor nos ha revelado su conocimiento para nuestro entendimiento." (Extractos de un discurso dado el 17 de junio de 1958 en la Universidad Brigham Young.) El presidente Joseph Fielding Smith declar: "En lo que tiene que ver con la filosofa y la sabidura del mundo, stas no significan absolutamente nada a menos que se ajusten a la palabra revelada de Dios. Cualquier doctrina, ya sea que lleve el nombre de la religin, de la ciencia, de la filosofa, o de lo que quiera que sea, si est en conflicto con la palabra revelada del Seor, fracasar. Puede que en principio resulte plausible. Tal vez nos sea manifestada en trminos atractivos e irrefutables. Quizs sea verificada por medio de evidencias que uno no pueda rebatir, pero todo lo que uno debe hacer es esperar. El tiempo pondr todas las cosas en orden. Veris que toda doctrina, todo principio, ms all de cun universalmente sea aceptado, si no estuviere de acuerdo con la divina palabra del Seor a sus siervos, perecer. Tampoco es necesario que agreguemos significado a las palabras del Seor a fin de que coincidan con tales teoras y enseanzas. La palabra del Seor no dejar de cumplirse, mas todas estas doctrinas y teoras caern. La verdad y nicamente la verdad permanecer cuando todo lo dems haya perecido." (Discurso dado en la Conferencia General de octubre de 1952.) En 1954 el lder Harold B. Lee fue asignado por la Primera Presidencia y el Consejo de los Doce para ensear a los maestros de seminarios por un perodo de tres meses durante el verano. El mensaje que el lder Lee repiti una y otra vez durante esos tremendamente estimulantes perodos de clase fue simplemente: "Determinaos a seguir aquello que es verdadero." Nos explic que cuando nos encontramos ante la ms mnima duda, debemos proponemos a seguir lo que consideramos que tiene que ser verdad, buscando constantemente lo que es correcto. Hace algunos aos haba dos maestros en el cuerpo docente de uno de los grandes institutos de religin quienes eran poseedores de un gran talento en sus funciones didcticas, y ambos contaban con una gran cantidad de alumnos matriculados en sus respectivas clases. Uno de ellos, no obstante, estaba constantemente envuelto en polmicas. A menudo, y con algo de verdad en ello, se le acusaba de que sus enseanzas tendan a destruir la fe. Este maestro adopt la posicin, lo cual tambin es muy cierto, de que l estaba enseando a estudiantes alertos e inquisitivos, y de que deba contar con la libertad de explorar y analizar todos los problemas. A menudo pasaban todo el perodo de clase discutiendo asuntos de naturaleza delicada y que dejaban mucho margen para la especulacin. Tras minucioso estudio, llegamos a la firme conclusin de que aun cuando se trataba de un maestro sumamente popular, sus enseanzas no promovan la fe, sino que, por el contrario, generaban dudas. El otro maestro, que enseaba en el mismo edificio y quien tambin gozaba de popularidad entre sus alumnos, pareca dar siempre muestras de fortalecerles. La fe era sin duda el producto de sus esfuerzos. Asist a clases de ambos maestros. El segundo de ellos no era menos extrovertido doctrinalmente que el primero. Estaba dispuesto a analizar cualquier pregunta que uno de sus alertos e inquisitivos estudiantes estuviera interesado en traer a colacin. Iba directamente al grano de la pregunta sin escaparse por las tangentes. Se refera con la misma libertad a los mismos temas que su colega. Sin embargo, el resultado de su enseanza era la fe, mientras que el otro maestro dejaba a sus alumnos sumergidos en la duda. El determinar las diferencias que existan entre ambos se requiri un cuidadoso anlisis, aun cuando se trataba de una diferencia muy simple.
La promocin de la fe
El segundo maestro terminaba cada una de sus clases con su testimonio -no siempre un testimonio formal de esos que escuchamos a menudo en una reunin sacramental, pero siempre haba un mensaje al fin de sus lecciones. Bien a menudo, por supuesto, la leccin terminaba en lo ms ardiente de la discusin, y as los
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estudiantes se quedaban pensando y luchando interiormente con los efectos de lo discutido, lo cual se prolongaba en algunos casos por varios das hasta que se reunan nuevamente. Este maestro manifestaba: "Bien, no hemos podido terminar nuestra discusin de este punto, y antes de que se vayan, quiero que tengan bien presente una sla cosa. Una vez que hayamos averiguado todo lo que hay por averiguar en cuanto a este asunto, ustedes llegarn a saber como yo s que Dios vive y que El dirige esta Iglesia y reino y de que El se comunica con Su Profeta, el cual es nuestro lder." O tal vez deca: "Mientras meditan en cuanto a esto durante la semana, recuerden algo que no deja lugar a dudas y es que Dios es nuestro Padre Celestial, que nos ama, y que podemos llegar a saber eso, como el conocimiento ms importante que adquiramos. Yo lo s, y quiero que ustedes lleguen a saberlo, si es posible, con una firmeza ms grande que la ma."
LAS PARBOLAS
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25 Las parbolas
Una de las pocas ocasiones en que el Seor respondi una pregunta en forma directa est relatada de la siguiente manera:
Entonces, acercndose los discpulos, le dijeron: Por qu les hablas por parbolas? El respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dar, y tendr ms; pero al que no tiene, aun lo que tiene le ser quitado. Por eso les hablo por parbolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De m anera qu e se cu m ple en ellos la profeca d e Isaas, qu e d ijo: De od o oiris, y no entend eris; y viend o veris, y no percibiris. Porque el corazn de este pueblo se ha engrosado, y con los odos oyen pesadamente, y han cerrado sus ojos; para que no vean con los ojos, y oigan con los odos, y con el corazn entiendan, y se conviertan, y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros odos, porque oyen. Porqu e d e cierto os d igo, que m u chos p rofetas y justos d esearon ver lo qu e veis, y no lo vieron; y oir lo qu e os, y no lo oyeron. (Mateo 13:10-17.)
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Los maestros que emplean las parbolas y las comparaciones a fin de que sus alumnos puedan entender saben que imparten mucho ms significado. Los principios del evangelio cobrarn vida si se les relaciona con las experiencias que a diario viven quienes escuchan.
LOS DESTRUCTORES
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26 Los destructores
Tengo en mi oficina una rplica de la estatua de la Victoria de Samotracia cuya escultura original se encuentra en el Museo del Louvre, en Pars. La tengo en mi oficina como recuerdo de una leccin que aprend en una ocasin. Hace unos cuantos aos fui asignado para trabajar como supervisor en el programa de seminarios de la Iglesia. Me senta bastante intimidado al tener que trabajar entre hermanos tan excelentes, la mayora de los cuales me superaban en edad, servicio, logros acadmicos, y, segn mi manera de ver las cosas, en casi todo lo dems. Mi responsabilidad era supervisar la enseanza. Como alguien dijo, la supervisin comprende el contar con una visin superior, y sa era mi responsabilidad, lo cual me haca sentir an ms inadecuado. Durante los primeros meses de mi asignacin, asist a una reunin de hermanos del programa de seminarios e institutos quienes estaban llevando a cabo sesiones de capacitacin para personal en funciones. Me sent sumamente complacido ante la oportunidad de sentarme junto a los maestros al ser stos capacitados por uno de sus mismos colegas. Uno de los docentes, al hacer su presentacin, consider que era necesario hacer la parte de un desprestigiador y procedi a criticar enrgicamente la historia de la Iglesia y algunas de las tradiciones que se haban establecido. Hizo un recuento de un nmero de cosas que, segn aleg y conforme a los estudios que haba realizado, no eran como se contaban. Con sus palabras agravi el carcter de muchos de los primeros lderes de la Iglesia, y tal vez el de algunos de los ms contemporneos. Dijo que estaba presentando ese material para que sus colegas pensaran. "Tenemos que esforzarnos por ser ms crticos y selectivos." Poco fue lo que contribuy su presentacin a generar fe. Tras escucharle, uno no saba en qu creer. Entonces anunciaron que yo pronunciara algunas palabras para terminar. Me sent como un nuevo recluta entre hroes de guerra y or fervientemente en procura de inspiracin que me permitiera saber qu decir a fin de que la reunin terminara debidamente.
100 rajaduras.
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"Se cuenta el caso de dos frvolas jvenes que entraron en un renombrado museo para luego declarar indiferentemente en el momento de salir que nada les haba impresionado demasiado. Uno de los porteros del museo, al escuchar su comentario, les dijo: 'Jovencitas, el museo no est a prueba. Su calidad no puede ser puesta en duda. Son ustedes las que estn a prueba.' "Mis colegas maestros, no es la Iglesia ni tampoco el evangelio lo que est a prueba, sino nosotros." Una vez terminada la reunin, algunos de los hermanos mayores se acercaron a m y manifestaron haberse sentido un tanto incmodos en la primera parte de la reunin, y que estaban en completo acuerdo con lo que yo haba dicho. "Algunos de nosotros", expresaron, "deseamos centrar la atencin a nuestro alrededor criticando esto o aquello como muestra de lo mucho que sabemos." Me sent reconfortado por la reaccin de esos hombres, y creo que a partir de ese momento fui mucho mejor aceptado en mi funcin administrativa. A menudo observo la rplica de la estatua y recapacito que en los momentos crticos podemos recibir inspiracin en forma de impulso, y que una experiencia sumamente simple que hayamos tenido en el pasado puede venirnos de nuevo a la mente y proporcionarnos una valiosa leccin. Pocos aos despus le la siguiente declaracin hecha por el presidente Stephen L. Richards, con la cual estoy en completo acuerdo:
El destronar
"Quisiera decir algo en cuanto a la accin y efecto de destronar. Estoy seguro que sabris lo que este trmino quiere decir. Literalmente se refiere a la accin de derrocar del trono a un monarca, por ejemplo, aunque en este caso, en una aplicacin ms general, expresa el quitar a alguien de una determinada posicin ocupada hasta ese momento. Si un hombre, con el paso de los aos, ha consolidado un alto lugar en la estima de sus conciudadanos, parece ser una prctica comn el que haya quienes procuren investigar el pasado de tal persona para encontrar, si pueden, alguna falla, para despus publicarla y de ese modo dar a entender que se les haba pretendido ocultar. Tal maniobra termina por menoscabar el carcter histrico de la idealizada estima y veneracin en la que se haba tenido a ese hombre a lo largo de los aos. "Tal vez, con propiedad, podramos echar una mirada a la vida de estos destronadores para poner de manifiesto ante la sociedad sus propsitos de destruir el idealismo que observamos hacia nuestros hroes y grandes hombres de la historia. Quizs estos destronadores nos diran, si les preguntramos, que sus investigaciones y declaraciones estn respaldadas por el deseo de demostrar que los hombres pueden ser humanos, con imperfecciones, y aun as ser grandes. Si quisieran hacemos creer que tal es su propsito, me inclinara a dudar y estara tanto ms convencido de que sus declaraciones estuvieron inspiradas por el deseo de hacer dinero a expensas del sensacionalismo. "Estoy seguro que no les costar darse cuenta de que me opongo a los destronadores como grupo o clase, y con todo el corazn confo en que no logren sus malsanos propsitos de resquebrajar el idealismo que sentimos hacia nuestros hombres de historia." (Where Is Wisdom? Deseret Book, 1955, pgs. 155-56.) Los maestros y los lderes deben ser escrupulosos en su afn de granjearse la confianza de aquellos a quienes ensean. Nunca he visto con buenos ojos el hacerle jugarretas a una clase, ni el engaarle de alguna forma, ni tampoco el ponerle a prueba en ninguna manera que pueda resultar negativa. Cuando cursaba la secundaria, tena un amigo que trabajaba para una compaa, limpiando las oficinas por las tardes. Es una ocasin encontr en el suelo, entre el polvo, detrs de un calentador de agua, un billete de cinco dlares, viejo y sucio. Lo levant y lo mir, y tras luchar con su conciencia durante la noche, lo devolvi al da siguiente a su jefe. Este le dijo: "Muchas gracias. Yo mismo lo puse all ayer. Simplemente quera ponerte a prueba." Recuerdo que mi amigo se sinti sumamente resentido por la accin de su jefe y le dijo: "Yo pensaba que era nicamente Satans quien tena la misin de tentar." De cuando en cuando parecen emerger de entre el ejrcito de maestros algunos que tienen gran influencia y enorme destreza para descarrilar a los miembros de la Iglesia. A menudo son poseedores de los talentos de un buen maestro y de las condiciones de un gran lder, pero carecen de la debida espiritualidad. Parecen rodearse de personas que les amparan, dispuestas a formar con ellos una formidable fortaleza. En la Iglesia contamos con ciertos miembros que no aprueban las restricciones de la disciplina rgida. Su enfoque del evangelio es ms bien filosfico. Se trata de personas que no han aprendido a hacer uso de la
LOS DESTRUCTORES
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inteligencia que viene por medio de la espiritualidad. Un integrante tpico de tal grupo es activo en la Iglesia; acepta llamamientos, concuerda con la doctrina "en la mayora de los casos", pero se siente molesto por una o dos cosas. Cuando es llamado a ocupar un cargo de maestro, da muestras de tremenda dificultad en ocultar sus dudas. Si bien es cierto que bsicamente acepta las doctrinas y procura mantenerse dentro de las normas, frecuentemente cuestiona "la forma en que se administra la Iglesia".
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Al ser llamados para ensear, y en nuestro trato con nuestras respectivas familias, evitemos por todos los medios desorientar o guiar por el sendero equivocado a aquellos por quienes somos responsables.
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los cervatos a medio crecer an. El ingenuo animal se qued all parado observando detenidamente a pocos pasos de distancia, interesado en lo que el hombre estaba haciendo sin saber a lo que en realidad se estaba exponiendo. De ninguna manera se puede catalogar a una persona de esa naturaleza como cazador ni como deportista. Sin duda que se trat de un acto criminal en el que no dio al animal la ms mnima oportunidad. Indudablemente que tanto el trofeo como la presa habrn sido ms tarde exagerados en las descripciones del hombre, pero no hay forma de que tal accin haya podido proporcionarle el ms mnimo sentimiento de logro. Cada ao, muchos ingenuos estudiantes caen vctimas en universidades y otras instituciones educativas. All, cual involuntarios cautivos, ofrecen su fe, su patriotismo y sus principios de moralidad para ser despiadadamente atacados verbalmente por inescrupulosos profesores.
Estudie al profesor
Mientras toman sus cursos, los alumnos deben encontrar y disponer del tiempo necesario, despus de estudiar lo tocante. a sus materias, para estudiar a los profesores. Es hasta posible que uno pueda aprender ms estudiando al profesor que estudiando la materia en s. La mayora de los profesores ejerce una influencia positiva en la vida de sus alumnos, pero tambin hay otros, aunque pocos, que encuentran deleite en destruir la fe. He llegado a la conclusin de que el profesor que ridiculiza la fe y las creencias religiosas y degrada el patriotismo, quien continuamente respalda el liberalismo en lo que tiene que ver con las normas de la institucin, tanto en lo concerniente a estudiantes como a docentes, constituye una pieza sumamente interesante para estudiar. Sera prudente que el alumno lo analizara detenidamente, pues con toda seguridad encontrar aspectos tales como los siguientes: Indudablemente aquel que pregona en favor de la aceptacin de una conducta moral liberal lo hace para, en cierta forma, justificar lo que l mismo est haciendo. No son pocas las veces que tal persona podr ser catalogada de indigna. Si condena el valor del desarrollo espiritual, casi de seguro que l mismo habr fracasado en ese aspecto. Se pone a la defensiva declarando que se trata de una disciplina innecesaria. Tal individuo ridiculiza la fe y la humildad y sonre con irona cuando alguien menciona la virtud, la reverencia, la dedicacin o la moralidad. Hay un aspecto sumamente interesante en esa persona que procura ansiosamente apartarse de las normas de su iglesia, particularmente si las abandona e instiga a otros para que hagan lo mismo. Se ha preguntado alguna vez por qu razn hay personas que no tienen reparo alguno en apartarse de la Iglesia pero no estn dispuestas a dejarla en paz? Una conducta normal sera que la persona cancelara toda afiliacin posible con la Iglesia y punto final. Pero no sucede as con este tipo de individuos. La abandona sin problemas, pero no puede dejarla en paz. Desarrolla como una obsesin, lo cual indica algo importante. Uno puede preguntarse, Se est dirigiendo a los estudiantes o a s mismo? Tambin es posible preguntarse, y cabe la posibilidad de que l mismo se pregunte, es feliz, realmente feliz? Quisiera prevenirles en cuanto a otra cosa. El profesor que se obsesiona en cuanto al tema de la religin, aquel que no puede ensear una clase sin decir algo negativo contra la Iglesia, criticando al obispo o al presidente de estaca y las normas que ellos ensean, no ofrece, en realidad, mayor preocupacin. Este estilo de prejuicio resulta obvio aun para el ms cndido de los estudiantes. Aun los ingenuos cervatos se harn a un lado cuando tal persona apunte con su flecha.
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-Est en la Sociedad de Socorro -Otelo respondera. -Ah, all est? -Yago preguntara. No se trata de las palabras que se emplean. Cuando uno las lee son totalmente inofensivas, pero cuando se verbalizan con cierta inflexin, realmente adquieren la malicia con que quisieron ser pronunciadas. En una ocasin, Cassio lleg al hogar de Otelo con un mensaje. Despus de una breve conversacin con Desdmona, sale para atender otros asuntos. Al salir de la casa, Otelo y Yago se acercan. Yago pervierte un incidente totalmente inocente con el siguiente comentario: "No puedo suponer que se escapara as, como un culpable, al veros llegar." Y as planta la semilla, sin dar lugar a que se le recrimine por nada en absoluto. Apenas una inofensiva indirecta, un gesto, un tanto de inflexin en la voz, un poco de nfasis en una palabra o en una frase. Otelo finalmente se convence de que Desdmona le es infiel y se propone destruirla. La tragedia alcanza su punto culminante cuando Otelo amenaza a su inocente esposa. Ella implora por una semana, por un da. Y entonces su splica final: "Solo el tiempo de recitar una plegaria!" Otelo se lo niega y se produce la terrible tragedia de su muerte, para l despus encontrar prueba de su inocencia. A medida que se desplazan por la vida, es posible que muchos jvenes estudiantes se encuentren con un Yago en su camino. Mediante indirectas y comentarios capciosos, por medio de cierta inflexin en la voz o en una pregunta burlona o inocente, pueden ser persuadidos a matar su fe, a menoscabar su patriotismo, a buscar el amparo ficticio de las drogas, a destruir su libre albedro, a hacer abandono de la castidad, de la moralidad y de la virtud. Si as les sucede, seguramente llegarn ms tarde a conclusiones tan trgicas como la de Otelo. Tales personas ridiculizan la creencia de que hay una vida ms all de la muerte y aseguran que no existe tal cosa como un Dios. Mejor es que abriguen esperanzas de estar en lo cierto, pues si existe Dios, y algunos de nosotros sabemos que as es, la escena final ser la de su propia condenacin, pues la justicia caer sobre ellas como corresponde. En el momento final, todo ser humano es castigado tanto por los pecados en s como por Aquel que promulg los mandamientos en el principio. En una universidad se sostiene una teora de que el aprendizaje debe llevarse a cabo en un clima de libertad acadmica. Cabe preguntarse, libertad para quin? En la generacin anterior se han registrado cambios interesantes.
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El atesmo, al igual que el tesmo, est dividido en muchas sectas: El comunismo, el agnosticismo, el escepticismo, el humanismo, el pragmatismo, y otras. El ateo proclama su propia deshonestidad al aceptar paga para ensear sicologa, sociologa, historia o idiomas, cuando en realidad lo que predica a sus alumnos es su filosofa religiosa atea. Si el ateo desea ensear estas doctrinas en una escuela pblica, debe exigrsele que compre una propiedad fuera de los lmites de la institucin en donde pueda dictar clases, permitindosele que d a tales cursos un nombre apropiado. Todo alumno debe tener el derecho de matricularse para tomar un curso de geografa, por ejemplo, y recibir capacitacin en cuanto a geografa, o inscribirse para un curso de historia y recibir instruccin en cuanto a historia, en vez de ser expuesto, al igual que el cervato ante el arco y la flecha del cazador, a las filosofas ateas de un inescrupuloso maestro. Quienes de un modo u otro contribuimos al mantenimiento de las instituciones educacionales tenemos el derecho de enviar a nuestros hijos e hijas a estudiar sin tener que preocuparnos de la posibilidad de que se les ensee una religin sectaria, incluyendo la del antesmo. Tenemos el derecho de esperar que las normas disciplinarias de la institucin no sean dictadas por unos pocos ultraliberales confinados a la carencia de tipo alguno de normas morales. Parte de la sociedad es sumamente particular en prohibir que se predique el catolicismo, el protestantismo, el mormonismo o el judasmo en un saln de clase de una escuela pblica, pero por razones desconocidas, son por dems pacientes con quienes inculcan la expresin negativa de la religin. En los lugares donde se proclama la separacin del estado y la iglesia, debemos demandar mayor proteccin contra el agnosticismo, contra el atesmo, contra el comunismo, contra el escepticismo, contra el humanismo y contra el pragmatismo; mucha mayor proteccin de la que se nos da. He escuchado declaraciones de administradores de universidades en el sentido de cunto quisieran corregir estas situaciones en sta o en aquella institucin, pero estn maniatados. El maestro transgresor est protegido en lo que hace, amparado en su antigedad en la ctedra y en el apoyo que le brindan agremiaciones profesionales. Afirmo que el ateo no tiene ms derecho de ensear los fundamentos de su secta en las escuelas pblicas que el que tiene el creyente en Dios de ensear los de la suya. Cualquier sistema escolar o social que proteja la mutilacin de la fe, y que por otro lado prohiba su defensa, terminar, sin dudas, por destruir la fibra moral de la sociedad. Esta realidad est sumamente arraigada y latente en nuestra sociedad actual. El mal se ha quitado su manto y camina libremente por nuestras calles. Cuando los jvenes terminan sus estudios y se lanzan a la vida, seguramente se tropezarn con algn Yago, quien, aunque tal vez no bajo el ttulo de maestro, de alguna manera se las ingeniar para atraer su atencin, incitndoles sutilmente a destruir su fe. Estamos regidos por ciertos hechos correctos y otros incorrectos. Debemos tener presente que existen verdades bsicas, principios bsicos y acuerdos bsicos, todos ellos necesarios para el logro de la felicidad. Existen algunas cosas que son falsas, que estn equivocadas. Por ejemplo, jams podremos ser felices y al mismo tiempo malvados, ms all de cun aceptada sea esa tendencia. Por ms que lo equvoco fuera publicado en todo libro, en todo peridico y en toda revista; si fuera difundido en todo tipo de frecuencia, transmitido por toda estacin de televisin, declarado desde todo plpito, pregonado en todo saln de clase y apoyado en todo tema de conversacin, aun as, lo equvoco seguira siendo equvoco. La maldad nunca fue felicidad, ni lo puede ser, ni lo ser jams.
Defendamos la justicia
Yo me declaro en favor de una libertad acadmica completa. Si se estipula que no se podr orar en las escuelas pblicas, asegurmonos de que tampoco se permita la ridiculizacin de la oracin. Tambin me declaro en favor de la humildad, de la fe, de la reverencia, de la hermandad, de la caridad y del patriotismo. Me declaro en favor de la sobriedad y tambin de la justicia. Aguardo anhelosamente el da en que los nobles y verdaderos maestros de escuela se hagan valer, cuando su propia fibra moral comience a encenderse contra la decadencia que parece prevalecer en nuestras instituciones de enseanza.
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Rindo tributo a la gran cantidad de hombres y mujeres que ensean con integridad. Tambin lo rindo a aquellos hombres y mujeres de rectitud absoluta que dominan una disciplina y estn capacitados para ensearla. Ellos son a quienes ms vale la pena estudiar y analizar. Eso es lo que todo alumno debe saber, puesto que tales educadores son los que realmente forjan al ser humano en su totalidad. Ellos son los hombres y mujeres en quienes podemos confiar y a quienes debemos emular. Dios permita que los maestros pronto echen una mirada por encima de sus libros, hagan a un lado sus exmenes, abandonen por un momento sus investigaciones y pasen a formar parte de ese grupo de educadores que se esfuerza por mantener en su lugar los cimientos morales de nuestras instituciones educacionales. Estos hombres y mujeres ejercen una tremenda influencia y plantan en el corazn y en la mente de sus alumnos la semilla del respeto fundamental hacia la verdad y la integridad. Al partir los estudiantes de las aulas satisfechos con las cosas que han aprendido, sera prudente que revisaran sus bolsillos y sus portafolios y se aseguraran de que no han perdido nada, sobre todo lo de orden espiritual, lo cual es esencial para obtener la felicidad en el futuro. Y al partir, deben llevar consigo su fe, su patriotismo y su virtud. Si se encontraran averiados, se les puede reparar. Aun la virtud, si es que est un tanto manchada, puede ser pulida nuevamente. Estas son las cosas que los jvenes deben llevar consigo. Pueden ser renovadas. Sabrn en los aos futuros que la vida tiene poco de hermoso que ofrecerles sin estos valores. A lo largo de sus aos de educacin acadmica, los estudiantes aprenden a procurar informacin de ese profesor o maestro docto en cierta materia, ya sea que se trate de un idioma o de matemticas, sociologa, humanidades o cualquier otra. Pero tambin pueden investigar en cuanto a cosas espirituales. Yo he llegado a saber que Dios vive, que en el fin el Seor reinar sobre todos los asuntos de los hombres. S que muchos de los tesoros que los estudiantes puedan haber echado a un lado darn muestras de ser los de mayor valor para ellos.
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28 La ciencia de aconsejar
Desde hace ya algunos aos el aconsejar ha dejado de ser exclusivamente una cuestin informal para transformarse en toda una profesin. Pese a ello, tanto maestros como lderes y padres deben a menudo asumir el papel de aconsejar. El dar consejo es, por supuesto, una manera de ensear, generalmente en forma individual. En el captulo "Cmo ensear las normas morales" encontrar algunos comentarios relacionados con el dar consejos, por lo cual no tomar el tiempo de mencionarlos en este captulo, aunque le sugiero que los agregue a los conceptos expuestos en l. Particularmente llamo la atencin a la advertencia de los peligros de meterse demasiado profundo en la vida de otras personas. Aun cuando las sugerencias de este captulo estn mayormente dirigidas al maestro en el saln de clase, los principios se aplican, de la misma forma, a los padres en el hogar y a los lderes en la Iglesia. Si usted es maestro, tome como buen consejo el tratar los problemas delicados de los alumnos en la forma debida; recuerde que el que usted sea el maestro no le hace ni el padre ni el obispo del alumno. Simplemente porque existe la necesidad de aconsejar -y tal vez en forma urgente- no quiere decir que sea precisamente usted la persona indicada para hacerlo.
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de un simple sistema de ddiva a la ligera que se pone en funcionamiento con tan slo pedir. Requiere un cuidadoso estudio de las fuentes de recursos personales, todas las cuales deben ser agotadas antes de recibir u otorgar ayuda de afuera. No debe existir de parte de ningn miembro de la Iglesia la ms mnima vergenza de procurar la ayuda del programa de bienestar de la Iglesia, siempre que primeramente haya contribuido con todo lo que est a su alcance, ya que ante todo debe tratar de abastecerse mediante sus propios recursos. Hagamos hincapi una vez ms en esa declaracin hecha por la Primera Presidencia cuando se estableci el programa de bienestar en 1936: "El propsito de la Iglesia es ayudar a las personas a ayudarse a s mismas." El presidente Romney recalc que "El velar por la gente de cualquier otra manera es hacerles ms un dao que un favor. El propsito del programa de bienestar de la Iglesia no es el de quitarles a sus miembros la responsabilidad que tienen de velar por s mismos." (Reunin de los Servicios de Bienestar, 5 de octubre de 1974.)
El principio de la autosuficiencia
Los principios bsicos del programa de bienestar son inspirados. Los maestros deben entenderlo de esa forma, as como el hecho de que el principio de la autosuficiencia es fundamental para vivir una vida feliz. Ese mismo principio tambin tiene aplicacin en lo emocional y lo espiritual. Si proveemos demasiado consejo sin recalcar simultneamente el principio de la autosuficiencia, tal como se le entiende en el programa de bienestar, podemos hacer que la gente llegue a depender tanto de otras personas, desde el punto de vista emocional y espiritual, que es como si estuvieran subsistiendo merced a una suerte de bienestar emocional. Pueden hasta llegar a perder toda voluntad de mantenerse por s mismos y depender al punto tal de no poder verse privados de estmulo o aliento, y llegar a la conclusin de que no tienen ninguna obligacin de contribuir con nada propio. Un maestro no debe permitir de ninguna manera que persona alguna llegue a ese punto; si lo hace, no estar ejerciendo una enseanza responsable. Es hasta posible que nos hagamos a nosotros mismos emocionalmente (y por consiguiente espiritualmente) lo que por generaciones hemos tratado, gracias a duros esfuerzos, de evitar materialmente. Si perdemos nuestra autosuficiencia emocional y espiritual, nos debilitaremos tanto, y hasta es posible que ms an, que cuando contraemos algn tipo de dependencia material. Por un lado, aconsejamos a los obispos a evitar abusos en el programa de bienestar de la Iglesia, mientras que por otro derrochamos consejos y asesoramiento sin siquiera tener en cuenta que el miembro debe solucionar el problema por s mismo o procurar la ayuda de su familia, y que nicamente cuando tales recursos son inadecuados debe procurar la ayuda de la Iglesia. Debemos tener sumo cuidado, por lo tanto, de no repartir indiscriminadamente el consejo que podamos dar a otra persona, o de no tratar de satisfacer todas y cada una de las necesidades emocionales de nuestros miembros. Si no tenemos cuidado, podremos perder el poder de la revelacin personal. El Seor le dijo a Oliverio Cowdery (y esto se aplica a todos nosotros tambin):
He aqu, no has entendido; has supuesto que yo te lo concedera cuando no pensaste sino en pedirme. Pero he aqu , te d igo qu e d ebes estud iarlo en tu m ente; entonces has d e p reguntarm e si est bien; y si as fu ere, har que tu pecho arda dentro de ti; por tanto, sentirs que est bien. Mas si no estuviere bien, no sentirs tal cosa, sino que te sobrevend r un estup or d e pensam iento qu e te har olvid ar la cosa qu e est m al; p or lo tanto, no p ued es escribir lo qu e es sagrad o a no ser qu e lo recibas d e m . (D. & C. 9:7-9.)
En una oportunidad fue a mi oficina un alumno con un problema serio. Estaba tratando de decidir si deba casarse o no. Le pregunt: -Quieres que te d mi consejo? -Claro -me contest. -Vas a seguirlo una vez que te lo d? -le pregunt, lo cual le caus cierta sorpresa; pero finalmente me dijo que s. Yo conoca al padre del joven, un lder en la Iglesia y un hombre maravilloso. As que le dije: "Mi consejo es el siguiente: Ve a tu casa este fin de semana y habla con tu padre. Hazlo en un lugar en el que puedan estar a solas, cuntale tu dilema, pdele que te oriente, y despus haz lo que l te diga. Ese es mi consejo." Considero que un sistema de limosna espiritual puede ser tan peligroso como un sistema de limosna material, y podemos llegar a ser tan dependientes que hasta nos crucemos de brazos esperando que la Iglesia
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"Aconsejitis"
Si usted tiene un llamamiento o una asignacin que requiere que aconseje a otras personas, debe tener siempre presentes algunos aspectos. En casi todo barrio o rama y hasta en algunas clases nos encontramos con casos crnicos de personas que se pasan procurando consejos pero que nunca los siguen. Eso, pueden suponer algunas personas, no es nada serio. Yo, personalmente, creo que se trata de algo sumamente delicado! Al igual que el resfro comn, debilita ms a la humanidad que cualquier otra enfermedad. Podemos llegar a propagar una epidemia de "aconsejitis" la cual afectar nuestras defensas espirituales. La autosuficiencia espiritual es el nervio motor de la Iglesia. Si privamos a nuestros alumnos de esa energa, cmo pueden obtener la revelacin de que hay un profeta de Dios? Cmo pueden recibir respuesta a sus oraciones? Cmo pueden llegar a saber? Si nos apresuramos a responder todas las preguntas y proporcionamos tantas formas de solucionar problemas como puedan existir, podremos llegar a debilitar, en vez de fortalecer, a aquellos a quienes aconsejamos o enseamos. Algunos que han recibido capacitacin en cuanto a la forma de aconsejar tienden a decir: "Mis consejos no privan a nadie de su autosuficiencia, puesto que yo utilizo el enfoque indirecto cuando aconsejo. Soy escrupulosamente cuidadoso de no adoptar ninguna posicin. Me limito a hacer algunos comentarios y a repetir sentimientos de la persona a fin de que sea ella quien tome la decisin por s misma. Aconsejo indirectamente y jams abro juicio." Aun cuando siento respeto por este procedimiento de aconsejar, como mtodo, considero que si lo nico que uno hace es proporcionar consejos indirectos, eso es precisamente lo que extraemos de los consejos, ni la ms mnima direccin. Cuando un consejero programa una sesin sumamente larga para decir lo menos posible, y deja que el alumno luche consigo mismo tratando de decidir si algo est bien o est mal, lo cual el consejero ya sabe, es una prdida de tiempo. Tambin lo es el andar con rodeos tratando de determinar lo que est bien o lo que est mal para el alumno dadas las circunstancias. Cuando alguien con el ms mnimo sentido de moral sabe que un determinado curso de accin no es correcto, sabr que no lo es para nadie.
Consejos directos
En la Iglesia, el mtodo de aconsejar directamente es por lo menos tan respetable, decente, deseable y necesario como lo es el mtodo indirecto. Lamentablemente, sin embargo, poco es lo que vemos de l en estos tiempos. Cun reconfortante es para un maestro poder declarar a un alumno: "Este curso de accin es el correcto y ste es el incorrecto. Ahora ve y toma t la decisin que ms te convenga." El alumno debe saber qu es lo que est bien y qu es lo que est mal en la forma ms rpida y directa posible. Existe gran demanda de consejeros que dirn en forma clara y concisa: "Esto es malo, es equivocado, no es aconsejable. Te har infeliz. Esto otro es bueno, es correcto. Es lo ms aconsejable y te har feliz." Entonces entra a tallar el libre albedro al determinar la persona por s misma qu curso de accin habr de seguir. La preocupacin que ha surgido en el mundo en cuanto a la forma de aconsejar profesionalmente ha desembocado en una serie de experimentos de los cuales no estamos totalmente exentos en la Iglesia. Existen consejeros que buscan la manera de meterse demasiado profundo en la vida de las personas con quienes tratan, an ms de lo que es necesario para la salud emocional y espiritual de sus pacientes. Tambin estn aquellos otros que quieren extraer informacin y despus analizarla y hasta tomar parte en los desenlaces. Si bien una cierta cantidad de catarsis es saludable y hasta esencial, el abusar de ella puede resultar peligroso. Muy pocas veces resulta tan fcil el armar algo como lo fue el desarmarlo.
El logro de la sensibilidad
Se han desarrollado varios procedimientos para ser utilizados en la terapia colectiva. Se les promueve bajo una variedad de ttulos: desarrollo de sensibilidad, autoactualizacin, grupos de entrenamiento, o grupos E-, simulacin, anlisis transaccional, grupos de encuentro y sesiones maratonales de consejos. Algunas hasta funcionan bajo nombres tales como: clarificacin de valores, educacin de carcter, etc. Este tipo de programa, as como viene se va, y no bien uno agota su curso y el mtodo no est ya de moda, otro, tal vez un poco diferente del resto, entra en escena. Aun cuando difieran en algunos respectos, uno o ms de los siguientes elementos son aparentes en todos ellos: No reconocen ninguna fuente absoluta de verdad. Los nicos valores existentes son aquellos establecidos por las personas o por el grupo. No se hace referencia a Dios. Se estimula la ms absoluta y libre expresin ante el grupo -a menudo algo as como una confesin- de todo sentimiento o experiencia ntimos. Hasta se puede llegar a fomentar el ser totalmente amplios y el tocarse entre los miembros del grupo como una forma de resolver problemas mediante la prctica de una interaccin reconfortante. Por
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sobre todas las cosas, procuran evitar todo tipo de sentimiento de culpabilidad. Existen tremendos peligros emocionales y espirituales en tales procedimientos, y los miembros de la Iglesia haran bien en tener el mximo cuidado y hasta en mantenerse totalmente alejados de l. A veces es difcil determinar si las sesiones sorp para el provecho de quien recibe consejo o para satisfacer la curiosidad y para la diversin del que los da. Recuerdo haber visto hace algunos aos un letrero en un estudio fotogrfico en la isla de Kauai que deca: "Si hay belleza la captaremos. Si no la hay, la fabricaremos." Temo que en lo que concierne a algunos de nosotros, al dar consejos en la Iglesia, parecemos estar diciendo: "Si hay problemas, los solucionaremos. Si no los hay, los crearemos." De vez en cuando se presentan problemas emocionales complejos que bien podran superarse mediante procedimientos de los que hemos estado hablando. Tales medidas pueden ser de gran valor teraputico. No existe, sin embargo, ninguna justificacin para emplearlos cuando no hay problemas emocionales serios. No hay ms justificacin para hacer eso que la que hay para que un mdico cirujano opere innecesariamente. Cuando alguien est simplemente experimentando o se ha quedado embelesado con una nueva teora en la ciencia de aconsejar, yo no instara a nadie a someterse a tal tipo de consejo, de la misma forma que no recomendara a nadie a someterse a una operacin al cerebro a manos de una enfermera o un farmacutico.
Los principios bsicos que gobiernan el programa de bienestar de la Iglesia se aplican tambin a nuestra vida emocional y espiritual, especficamente en el sentido de que debemos desarrollar la independencia, la industriosidad, el ahorro, la autosuficiencia y el autorrespeto; que el trabajo debe ser considerado como un principio tambin rector en nuestra vida; que los males de la limosna emocional o espiritual deben ser evitados; y que el propsito de la Iglesia es ayudar a los miembros a ayudarse a s mismos. Mencionamos anteriormente que jams debe ser motivo de vergenza para ningn miembro de la Iglesia el recibir ayuda del sistema de bienestar, siempre que ante todo haya agotado sus recursos personales y familiares. Del mismo modo, jams debe nadie sentir vergenza de pedir consejo. Habr momentos en que resultar crucial el buscarlo y el aceptarlo. Cuando alguien est descorazonado y cree que no puede solucionar un determinado problema por s mismo, es posible que tenga razn, pero por lo menos debe tratar primero. Deber agotar todo recurso personal a su alcance antes de dar el siguiente paso, y por cierto que cuenta con recursos valiossimos. El Libro de Mormn menciona uno que a menudo se pasa por alto: ". . . porque el Espritu es el mismo, ayer, hoy y para siempre. Y la va est preparada desde la cada del hombre, y la salvacin es gratuita. Y los hombres son suficientemente instruidos para discernir el bien del mal.. . " (2 Nefi 2:4-5. Cursiva agregada.)
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naturaleza y en forma inherente e intuitiva es una persona buena. Cuando alguien dice: "No puedo! No hay modo de solucionar mis problemas!" me asaltan las ganas de gritarle: "Es que acaso no te das cuenta de quin eres? Nadie te ha enseado que eres un hijo o una hija del Dios Todopoderoso? No sabes que cuentas con tremendos poderes dentro de ti que te fueron otorgados por Dios, que te pueden dotar de la fuerza y el valor que necesitas?" Muchos de nosotros hemos estado expuestos al evangelio la mayor parte de nuestra vida, y sabemos la diferencia que existe entre el bien y el mal. No es entonces tiempo de que nos decidamos a obrar bien? Al as hacerlo, estaremos efectuando una eleccin -no simplemente una eleccin, sino la eleccin correcta. Una vez que lo hayamos decidido, sin cruzar los dedos a nuestras espaldas, sin engaos y sin reservas ni vacilaciones, el resto encajar en su debido lugar. La mayora de las personas que buscan el consejo de presidentes de estaca, de obispos, de presidentes de rama, de Autoridades Generales y de otras personas influyentes no lo hacen por estar desorientadas o imposibilitadas de ver la diferencia entre el bien y el mal, sino que lo hacen por sentir la tentacin de llevar a cabo algo que, en lo ms profundo de su ser, saben que est mal y simplemente desean que esa decisin sea ratificada. Cuando una persona tiene un problema, debe, primeramente, tratar de solucionarlo interiormente. Debe meditar al respecto, analizarlo y orar en cuanto a ello. He llegado a la conclusin de que las decisiones ms importantes no se pueden forzar. Debemos fijar nuestra vista en el futuro y mantener una visin amplia. Todos los das debemos reflexionar en cuanto a las cosas que nos rodean para as evitar el tener que tomar decisiones crticas sobre la marcha. Si una persona mantiene su vista centrada en lo porvenir, podr advertir grandes problemas en el camino, aun a la distancia. Para el momento en que se enfrenta, estar en condiciones de controlar la situacin en forma inmediata. Claro que habr ocasiones en que las decisiones impoilantes le asaltarn desde el costado del camino, pero sern mnin:::?S . Si ya ha decidido que har lo justo por ms que le cueste, ni siqui.r esos duros encuentros le daarn.
La meditacin matutina
Considero que la, i.rHor hora del da para buscar soluciones interiores a problemas se ios es temprano en la maana, ya que nuestra mente est fresca y aleriia. Las pizarras de nuestro razonamiento fueron borradas por el descanso reparador de la noche, y las distracciones del da no se han presentado todava. Nuestro cuerpo est tambin descansado. Ese es el momento preciso para meditar detenidamente y recibir revelacin personal. Para m, es el mejor momento para preparar lecciones para la clase que tenga que ensear. Escuch al presidente Harold B. Lee comenzar muchas declaraciones tocantes al tema de la revelacin con una expresin ms o menos as: "En las primeras horas de la maana, cuando meditaba en cuanto a ese asunto. . . " Tena como prctica constante el trabajar en las horas en que estaba ms alerta y fresco, en las horas de la maana, a fin de encontrar solucin a problemas que requeran revelacin. El Seor trata de decirnos algo cuando declara en Doctrina y Convenios: " . . . cesad de dormir ms de lo necesario; acostaos temprano para que no os fatiguis; levantaos temprano para que vuestros cuerpos y vuestras mentes sean vigorizados." (D. & C. 88:124.) Tengo un amigo que compr un negocio. Poco tiempo despus sufri catastrficos reveses que le hicieron llegar a la conclusin de que no haba salida viable para l. Finalmente la situacin lleg al punto en que no poda siquiera dormir, as que por un tiempo se ajust a la prctica de levantarse a eso de las tres de la madrugada para ir a su oficina. All, con lpiz y papel en mano, meditaba y oraba y despus escriba cada idea que le vena a la mente como una posible solucin o contribucin a la solucin de su problema. No transcurri mucho tiempo sin que contara con varias opciones y poco despus escogi la que ms le convena. Pero la solucin a su problema no fue lo nico positivo que extrajo de la experiencia. Al repasar sus notas se dio cuenta de que posea innumerables recursos escondidos que jams haba notado antes. El resultado fue que gan ms independencia y xito del que jams hubiera ganado de no haber sido por las complicaciones que tuvo que padecer. En esta experiencia hay una leccin. Uno o dos aos ms tarde fue llamado para presidir una misin. Su negocio era tan solvente y estaba tan bien establecido que cuando regres de su misin no volvi a l. Ahora cuenta con otra persona que se lo administra, lo cual le permite dar casi todo su tiempo al servicio de su prjimo. Siempre aconsejo a nuestros hijos a que estudien lo ms difcil en las primeras horas de la maana cuando
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todava estn alertos y frescos, en vez de luchar por la noche contra el cansancio fsico y mental. En lo personal, he aprendido el valor del consejo: "A quien madruga Dios le ayuda." Cuando estoy bajo presin jams me vern agotando mis reservas a la medianoche. Prefiero irme a descansar y levantarme bien temprano cuando puedo estar ms cerca de nuestro Padre Celestial quien es el que gua esta obra.
La revelacin
Sabemos que todos tenemos acceso a la revelacin personal. La pregunta que ms frecuentemente se me hace en torno al tema de la revelacin es: "Cmo s cuando estoy recibindola? He orado y ayunado para encontrar una solucin a mi problema, pero an sigo sin saber qu hacer. Cmo puedo saber cundo estoy recibiendo revelacin a fin de no cometer un error?" Ante todo, vamos al Seor con un problema y le pedimos que El lo solucione por nosotros? o nos esforzamos y meditamos y oramos para despus tomar la decisin por nosotros mismos? Debemos medir el problema contra lo que sabemos que es correcto y lo que no lo es, tomar la decisin y despus preguntarle a El si lo que hemos decidido est bien o est mal. Debemos tener presente lo que el Seor le dijo a Oliverio Cowdery en cuanto a meditar interiormente antes de pedirle a El. (Vase D. & C. 9.) Si insensatamente le pedimos a nuestro obispo o a nuestro presidente de rama o al Seor mismo que tome decisiones por nosotros, estaremos dudando de nuestras propias habilidades. Piense en lo que cuesta cada vez que le pedimos a alguien que tome una decisin por nosotros. Quisiera mencionar una cosa ms, y confo en que esto no sea mal interpretado. A menudo nos encontramos con jvenes y adultos que oran intensamente en cuanto a asuntos sobre los que ellos mismos tienen la ms absoluta libertad y capacidad de decidir. Supongamos que una pareja tiene el dinero suficiente como para edificar una casa y han orado devotamente para saber si el diseo arquitectnico de la casa debe ser colonial, tipo hacienda, moderno o tal vez europeo. Es posible que no hayan siquiera pensado en el hecho de que esas cosas al Seor sencillamente no le interesan. Est en ellos mismos determinar lo que quieren edificar y el estilo que elegirn. Muchas son las cosas en las que realmente podemos hacer lo que nos plazca. Por otro lado s hay cosas en las que el Seor se interesa mucho. Si esa pareja va a edificar esa casa, debe estar dispuesta a actuar con suma honestidad cuando llegue el momento de pagar por el trabajo hecho. Una vez que se mudan a la nueva casa, debern asegurarse de vivir una vida justa. Entre otras, sas son las cosas que en realidad importan. Ha habido ocasiones en que he aconsejado a personas a quienes el Seor, sin el ms mnimo reparo, les hubiera aprobado las cosas que deseaban hacer. Es extrao que casi se sintieran culpables por hacer algo simplemente porque queran hacerlo, aun cuanto fuera algo correcto. El Seor es sumamente generoso con la libertad que nos brinda. Cuanto ms aprendemos a seguir el camino correcto de las cosas, ms autosuficiencia espiritual cobramos y tanto ms se afirma nuestra independencia. "Si vosotros permaneciereis en mi palabra", dijo Jess, "seris verdaderamente mis discpulos; y conoceris la verdad, y la verdad os har libres." (Juan 8:31-32.) Las siguientes palabras de Carol Lynn Pearson, tituladas "The Lesson2 (La leccin), encierran un gran significado:
S, mi nio tembloroso y confundido, a donde t ests tan fcilmente podra yo ir. Pero yo ya he aprendido a caminar, y por eso te pido que vengas t a m. Anda, entonces, da un paso solo. As, ves?
Beginnings (Provo, Utah: Trilogy Arts, 1969), pg. 18. Usado con permiso de la autora y de Doubleday, Inc., actual casa publicadora. (Traduccin libre.)
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Recuerda siempre, hijo, esta leccin, y cuando en el futuro ruegues con puos en alto y lgrimas en los ojos, "Aydame, Dios mo, por favor." Escucha en silencio y oirs la voz tenue que replica: "Te ayudara, hijo mo, te ayudara, mas eres t, y no yo, quien debe aprender a ser un dios."
ENSEAD DILIGENTEMENTE
Lamn y Lemuel se quejaron a Nefi diciendo: "He aqu, no podemos comprender las palabras que nuestro padre ha hablado." "Habis preguntado al Seor?" Nefi les pregunt. Analice esta respuesta de Lamn y Lemuel a Nefi: "No, porque el Seor no nos da a conocer tales cosas a nosotros." "Cmo es", les pregunt Nefi, "que no guardis los mandamientos del Seor? Cmo es que queris perecer a causa de la dureza de vuestros corazones? No recordis las cosas que el Seor ha dicho: Si no endurecis vuestros corazones, y me peds con fe, creyendo que recibiris, guardando diligentemente mis mandamientos, de seguro os sern manifestadas estas cosas?" (1 Nefi 15:7-11.) Si perdemos el espritu y el poder de la revelacin personal, habremos perdido mucho en esta Iglesia. Contamos con tremendos recursos. Mediante la oracin podemos solucionar nuestros problemas sin tener que recurrir a quienes con tanto ahnco procuran ayudar a otras personas. Si nos transformamos en seres tan independientes e inseguros que no confiamos en las oraciones y las respuestas que recibimos a ellas es porque entonces somos dbiles. Si seguimos un curso en el cual por un lado somos por dems cautelosos en otorgar una orden de pedido de productos del plan de bienestar y, por otro lado, damos sin reparo consejo y asesoramiento sin tomarnos la molestia de enviar a la persona a su propio almacn de conocimiento e inspiracin, podremos estar seguros de que le habremos rendido un servicio sumamente pobre. Esta Iglesia est basada en el testimonio personal, el cual cada persona debe ganar por s misma. Es as que cada uno de nosotros puede ponerse de pie y afirmar: "Yo s que Dios vive y que tenemos una relacin de hijos a Padre con El. S que El est cerca de nosotros, que podemos allegarnos a El y pedir, y entonces, si somos obedientes y escuchamos y empleamos todo recurso a nuestra disposicin, recibiremos respuesta a nuestras oraciones."
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tradicionales del da (costumbre muy comn entre los nios de escuela en los Estados Unidos). A cambio de su llanto recibi de su madre una sabia respuesta: "Ruth, mi amor," le dijo, "un regalo en este da es una expresin de amor. Si es que deseas recibir el amor de aquellos que te rodean en el mundo, debes primeramente ser la clase de persona que merezca y se gane ese amor." Con dulzura esa sabia madre le dio a entender que no haba recibido muestras de amor de sus compaeros porque simplemente no las mereca. Tambin le dijo algunas otras cosas y despus le hizo un obsequio especial. Deca que me llam la atencin escuchar el relato de este incidente de su infancia, puesto que uno jams podra imaginarse a esta persona a quien me refiero como una nia caprichosa y egosta en ninguna forma. Lleg a ser maestra, una lder entre las mujeres de su propio barrio y de su estaca, esposa de un obispo y lder de estaca, quien ms tarde, y tenindola a ella como valiosa compaera, sirvi como presidente de misin en un pas lejano. Nadie que la conoce puede dejar de amarla. No puedo pensar en esa sabia madre dando consejo y expresando su amor hacia su pequea hija, sin consentirla, y no aconsejarle a usted como maestro: Vaya y acte de la misma forma.
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nos la pase a nosotros, a quin se la pasaremos?" La clase, por supuesto, se ech a rer y no transcurrieron muchos segundos sin que yo tambin me les uniera. Ese fue el comienzo de una agradable relacin con aquellos muchachos.
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comprendieron que se trataba de un malentendido de parte de la joven ya que su maestro simplemente le haba dicho en forma un tanto humorstica que era una "causa perdida". En la mente de los nios, la interpretacin de la enseanza puede resultar sumamente interesante. Cuando viva en Lindon, Utah, una de nuestras familias vecinas se mud a la ciudad de Orem, a pocos kilmetros de distancia. Una de sus nias se negaba por completo a ir a la Iglesia, lo cual despert cierta preocupacin en sus padres. Simplemente quera ir a la Iglesia en Lindon. Pensaron que se trataba de las amistades que haba dejado atrs hasta que la nia finalmente explic. En Lindon se le haba dicho que perteneca a la nica Iglesia verdadera, por lo que no quera ir a la de Orem, sino que deseaba volver a la nica verdadera. Tambin est el caso del jovencito que se encontraba demasiado enfermo como para ir a la escuela y se quejaba de dolores. "Dnde te duele?" le pregunt el padre. "En la escuela," fue la respuesta. Supongo que todo maestro habr sido citado equivocadamente o tal vez malinterpretado en el curso de una leccin, lo cual uno debe aceptar filosficamente. Es como el relato del hombre que le pregunt a su esposa: -Has escuchado la ancdota de la ventana que necesitaba una buena limpieza. -No cuntamela. -Mira, no te preocupes. De todos modos no podras verla claramente. Ella, celebrando el humor del relato, le dijo a una vecina. -Escuchaste la ancdota de la ventana sucia. -No, cuntamela. -Mira. No creo que pueda. Es muy sucia.
No me gusta el maestro; La materia es un sufrir. Dejara de ir a clase Pero en algn sitio hay que dormir.
En una oportunidad nuestro hijo ms pequeo lleg una tarde muerto de la risa del jardn de infantes al que le mandbamos. Le pregunt de qu se rea tanto. -Le Nala -respondi en medio de la risa. -Pero, qu es lo tan cmico? -insist. -Nala. Cuando la risa pas a ser carcajada, un poco ms decididamente le pregunt: -Pero de qu te res tanto? Entonces me explic en estos trminos: -Hay u nene la cuela que no tele tiende nala cando ala. Supongo que nuestros juicios de adultos hacia otras personas y hacia nosotros mismos son, muchas veces, tan maduros como el de mi hijo. La siguiente es otra ancdota de una nia que le fue a contar a su mam que su hermanito estaba poniendo trampas para cazar pjaros, lo cual mortific a la nia enormemente. -No va a poder cazar ningn pajarito con sus trampas, no es cierto, mamita? -pregunt la nia. -Tal vez s -contest la mam-. Vaya uno a saber. -Yo hice una oracin y le ped a nuestro Padre Celestial que cuidara a los pajaritos -lijo la niita. Entonces, con un poco ms de optimismo agreg. -Y s que no va a cazar ningn pajarito porque yo hice una oracin. -Cmo puedes estar tan segura? -pregunt la mam. A lo que lleg la reveladora respuesta: -No va a poder cazar ningn pajarito porque despus de hacer la oracin, fui y con un palo le romp todas esas trampas tan feas.
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Practique buscando la parte humorstica de la enseanza, tanto en el hogar como en el saln de clase, y se asombrar de la diferencia que con eso puede lograr en la actitud de aquellos a quienes ensea, cunto le ayudar a romper el hielo y los sentimientos de gozo que puede crear.
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que le asista en tal funcin. El pasar lista, el repartir materiales de trabajo, el comenzar tarde, el detenerse en menudencias, todo ello contribuye a robar un promedio en el orden del veinte por ciento del tiempo de su clase, por cierto que ms tiempo del que disponen muchos de los programas universitarios. Un maestro de la Escuela Dominical puede llegar a emplear hasta ms de cuatro horas por ao en la tarea de pasar lista. Por lo tanto, se debe llevar un buen control de la forma en que transcurre el tiempo. El maestro que es sereno pero tambin directo, entretenido y al mismo tiempo persistente, contar siempre con un buen dominio del tiempo y dispondr del suficiente para responder la pregunta atinada, para la actividad extra y para la valiosa entrevista. El buen maestro se cie siempre al programa, mientras que el maestro insensato, aquel que priva a sus alumnos del veinte por ciento de su tiempo de capacitacin, bien puede ser que tambin robe a un sinnmero de personas ese momento complementario tan especial de aprendizaje que podra haber resultado en un testimonio perdurable.
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La preparacin de la leccin
Las lecciones del evangelio son ms que nada lecciones de actitud y conducta. Los hechos apenas son elementos necesarios para establecer cierto significado. El administrar el tiempo de muchas personas en un saln de clase, y hacerlo con resultados favorables, requiere mucha preparacin de parte del maestro. Los elementos corroborativos de la leccin constituyen el aspecto mecnico y son aprendidos por medio del estudio comn. La preparacin ms refinada, la ms eficaz, puede ser efectuada a tiempo si se vale de valiosos lapsos como puede ser mientras se viaja, se hace algn tipo de trabajo manual o durante esos frecuentes momentos de espera. El maestro creativo no slo prepara la leccin que tiene que dar al da siguiente, sino que est continuamente haciendo preparativos para muchas futuras lecciones mediante la observacin de la naturaleza y de la vida o por medio de la oracin. Recuerde, el Salvador oraba frecuentemente y se vala de la meditacin y la observacin, tal como queda de manifiesto en Sus parbolas y en otras enseanzas. Los grandes maestros emplean su tiempo en forma sabia constantemente. Uno de tales maestros confes, al ser felicitado por el tremendo conocimiento de literatura que tanto contribua a sus lecciones, que haba memorizado la mayor parte de todos esos pasajes mientras araba la tierra. Otra persona que contaba con un enorme repertorio de ilustraciones y ancdotas admiti que haba coleccionado la mayora de ellas precisamente durante esos lapsos de los que hablaba anteriormente. La declaracin que se encuentra en Doctrina y Convenios de atesorar "constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y se os dar en la hora precisa la porcin que le ser medida a cada hombre" (D. & C. 84:85) tiene un tremendo significado para los maestros que ensean el evangelio de Jesucristo. Permita que su mente se nutra constantemente por medio de la observacin, la meditacin y la oracin; tenga siempre a mano un lpiz y una hoja para tomar nota de los detalles de dicha preparacin antes de que se escapen y desaparezcan con la misma celeridad que el tiempo. Cuando nuestros hermanos y hermanas nos brindan parte de su tiempo para que les demos un discurso o para que dirijamos un programa o, por sobre todas las cosas, para que les enseemos, ponen a nuestra disposicin una porcin de sus vidas. Asegrese de respetar ese don en todo momento. Utilcelo sabiamente; tngalo como un tesoro. Sepa tambin que, como maestro, al dar de su tiempo en el saln de clase y fuera de l, est dando parte de su vida. El que usted la d poco a poco no disminuye el grado de merecimiento de la recompensa que reciben aquellos que con toda abnegacin ofrecen sus vidas al servicio del prjimo.
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enseanza. Tales inventos conmueven al mundo, se les adopta con todo entusiasmo por parte de los maestros, tanto los profesionales como los de distintas organizaciones, para despus o bien desaparecer o pasar a formar una pequea parte de una larga lista. Recuerdo hace algunos aos cuando surgieron las maquinarias didcticas y fueron proclamadas como la respuesta a todos los problemas. Mucho era lo que ofrecan que les haca dignas de ser recomendadas. Podan ser adaptadas a una persona que aprendiera rpido o a una que tuviera problemas. Eran excelentes para el estudio individual; cualquier materia poda ser incorporada en el sistema, adems de un sinnmero de otras virtudes. Pero sabido es que no resultaron ser la gran solucin a todos los problemas. Bien haran los maestros en no ser extremistas en nada y en ser cautelosos y sabios al adoptar nuevas tcnicas o procedimientos. Las ayudas audiovisuales en un saln de clase pueden llegar a ser una verdadera bendicin o tambin una maldicin, segn la forma en que se usen. Se les puede comparar a condimentos que se emplean para cocinar, debiendo utilizrseles con cuidado para agregar inters a una leccin, aunque la instruccin bsica, a fin de cuentas, ser impartida bsicamente por medio de la disertacin, las preguntas y respuestas, y de la lectura de citas. Muchas son las ilustraciones que encontramos en el Nuevo Testamento que indican que el Seor emple ayudas visuales para recalcar una determinada leccin. Cuando dijo: "Considerad los lirios del campo . . . no trabajan ni hilan" (Mateo 6:28), es posible, y hasta muy probable, que los lirios estuvieran a la vista en esos momentos. Cuando pidi una moneda y pregunt de quin era la inscripcin que haba en ella, sostuvo la moneda en su mano para que todos la pudieran ver. Tambin est el caso de la higuera, adems de las muchas ocasiones en que tom como referencia a leprosos, a paralticos, a ciegos, a sordos -todos ellos ayudas visuales. En el captulo que habla de la apercepcin, hicimos referencia a la habilidad que tiene el hombre, por medio del abecedario, de reproducir en forma simblica el mundo en el que vive. En generaciones recientes hemos adquirido la capacidad de reproducir, casi a la perfeccin, imgenes del mundo que nos rodea. Con el invento de la imprenta y de la fotografa, valindonos tanto de imgenes quietas como de mviles, tenemos al mundo entero a nuestra disposicin como una gran ayuda visual. Si usted visitara Jerusaln y yo no hubiera estado all nunca, podra mostrarme fotografas que hubiera tomado. Si ninguno de los dos hubiramos estado all jams, podramos ir a la biblioteca y obtener fotografas o pelculas. Por medio de pelculas y diapositivas se pueden reproducir incidentes de la vida del Salvador y de la de los profetas para que nosotros podamos revivirlos. Debe tenerse cuidado de la forma en que se usen las ayudas visuales. Las mejores son las ms simples, las cuales, dicho sea de paso, tenemos al alcance de la mano. En resumen, no creo que haya ninguna ayuda didctica que supere, y pocas que igualen en eficacia, al uso de la pizarra; primero, por ser tan simple de usar, y segundo, porque casi en cualquier parte del mundo se puede obtener una. El maestro puede utilizar la pizarra para centrar la atencin visual de los alumnos mientras verbaliza el aspecto principal de la leccin. A medida que habla, puede ir escribiendo la suficiente informacin en la pizarra para que tengan una idea ilustrada de los elementos que les est enseando, pero nunca demasiado como para que la ayuda visual les distraiga y llegue a ser ms interesante que la leccin en s. Tal vez el error ms frecuente en el uso de palabras escritas como ayuda visual est en no sincronizar lo que se muestra con lo que se dice. Tan a menudo se comete el error que es casi una coincidencia ver cuando alguien lo hace correctamente. Si el maestro tiene algo que escribir en la pizarra o si est escrito en un cartel o si se le pega en un franelgrafo o si se le proyecta en una pantalla, es imperativo que los alumnos vean con sus ojos y escuchen con sus odos la misma cosa al mismo tiempo. Supongamos que usted proyecta en una pantalla una lista de cinco objetivos y luego los describe en palabras distintas a las que los alumnos estn viendo; lo nico que se lograr es que el ojo y el odo estn fuera de sincronizacin. Parte de los alumnos se concentrarn en lo que leen, almacenando en su mente esas palabras escritas. Otros solamente le escucharn a usted, pero la mayora tratar de hacer ambas cosas y al fin de cuentas no lograrn ninguna. Cuando usted proyecta una lista en una pantalla, debe leerla en forma textual a fin de que el ojo y el odo se concentren en lo mismo. De otro modo, las posibilidades de que se verifique un aprendizaje permanente son sumamente escasas. Lamentablemente esto se hace muy pocas veces, y el no hacerlo equivale a utilizar de una manera
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sumamente pobre la poderossima herramienta que son las ayudas visuales. Muchas de ellas estn frente a nosotros en forma constante y ni siquiera las vemos. Siempre he considerado que las pelculas, las filminas y las cintas grabadas que no estn completas, es decir, las que dejan el final librado a la imaginacin de quien las ve o las escucha, pueden resultar de tremenda ayuda para promover un anlisis profundo y un intercambio saludable. Demasiado a menudo preferimos contar la historia completa. Al utilizar ayudas visuales, asegrese de que tienen un propsito. No las emplee simplemente como un objeto decorativo. Uselas cuando est listo para referirse a ellas a fin de que no distraigan la atencin de los miembros de la clase y les aparte del espritu de la leccin. Si bien es cierto que una figura vale ms que toda una descripcin verbal, conservar ese valor siempre que se le utilice juiciosamente para resaltar la leccin e ilustrar un concepto.
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Un trozo de pastel
Programamos conferencias de zona. Para cada una de ellas, mi esposa hizo un pastel de tres pisos, hermosamente decorado, con coloridos y espesos baos de azcar y en la parte de arriba llevaba la inscripcin "El evangelio". Cuando llegaban todos los misioneros, con algo de solemnidad traamos el pastel. Era
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realmente impresionante! Tras puntuliazar que el pastel representaba el evangelio, preguntaba: "Alguien quiere probarlo?" Siempre haba algn lder hambriento que se ofreca como voluntario. Le peda que pasara al frente y le deca: "Le servir a usted primero." Entonces meta los dedos en la parte superior del pastel y desprenda un trozo grande. Con cuidado cerraba el puo despus de desprender el trozo a fin de que el bao de azcar se impregnara en los dedos, y se lo tiraba al voluntario, salpicndole el saco del traje con el bao de azcar. Los misioneros quedaban mudos del asombro. Luego preguntaba, "Alguien ms quiere probar?" Pero nadie se atreva a responder. Entonces traamos un plato de cristal, un tenedor de plata, una servilleta de tela fina y un hermoso cuchillo para cortar el pastel. Con gran dignidad cortaba un trozo del otro costado, lo pona con sumo cuidado en el plato de cristal y preguntaba: "Alguien desea un trozo de pastel?" La leccin resultaba obvia. En ambos casos se trataba del mismo pastel, el mismo sabor, el mismo alimento. La manera de servirlo lo haca apetecible o hasta, si se quiere, repugnante. El pastel, recordbamos a los misioneros, representaba el evangelio. "Cmo lo estamos sirviendo?" Tras la demostracin no volvimos a tener problemas; por el contrario, la reaccin fue sumamente entusiasta y grandes fueron los esfuerzos por mejorar la calidad de la enseanza de las charlas. Pocos meses despus pens que sera oportuno refrescar la memoria de los misioneros en cuanto a la leccin, as que les envi un volante con un dibujo de un pastel. Cuando me volv a reunir con ellos, les pregunt: - No hace mucho recibieron un volante, no es as? - As es. - Y qu deca? Sin excepcin los misioneros respondan: - Nos recordaba que mejorramos nuestras presentaciones de las charlas y que estudiramos ms; que aprendiramos nuestras lecciones con cuidado y que nos ayudramos mutuamente en nuestro trabajo. - Y todo eso lo sacaron en conclusin de un simple dibujo? - S, fue una leccin que no olvidaremos fcilmente. Debo agregar que, en los casos donde era necesario, estaba ms que dispuesto a pagar por los gastos de tintorera del traje del misionero. Por otro lado, tambin he aprendido que las lecciones que se ensean por medio del uso de objetos lo pueden poner a uno en un aprieto. Hace unos cuantos aos serv como presidente de un comit de construccin de la capilla de uno de los barrios en la ciudad de Brigham, en el norte de Utah. Hicimos todo lo que de costumbre se hace para recaudar fondos, incluyendo la venta de comida un sbado por la noche. La mayora de las hermanas contribuyeron con los alimentos y la actividad fue todo un xito. El obispo del barrio me pidi que al da siguiente diera un informe en la reunin sacramental. Fue justo en el momento que tenamos que comprar los ladrillos para el edificio. As fue que, despus de contar el dinero recaudado, lo divid por el total de platos que se haban vendido, lo cual nos daba un promedio del dinero recaudado por cada uno de ellos. Al presentar mi informe, quise demostrar cuntos ladrillos podran comprarse con cada comida. Llev varios ladrillos hasta el plpito y sin mayor reparo comenc a dar el informe, diciendo: "Hermanos, estos ladrillos representan la comida hecha por las hermanas del barrio. Yo mismo me met en un serio aprieto! Si desea usar un objeto para ensear una leccin, tenga cuidado. Asegrese de escoger bien el objeto y de decir lo que desea, sin que resulte inconscientemente ofensivo. El enfoque puede resultar en un efecto sumamente positivo para quienes le escuchan siempre que no le salga el tiro por la culata.
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33 Como un guante
En un captulo anterior advertimos que el principio de la apercepcin, tal como fue empleado por Jess en Sus enseanzas, abre ante nuestros ojos y pone a nuestra disposicin todo un mundo de ayudas visuales. Una materia que de otro modo resultara sumamente complicada de ensear puede ser impartida utilizando un objeto simple y bien identificable como ayuda visual, a fin de despus relacionarlo con el principio intangible. En una oportunidad tena que explicar el concepto de la resurreccin, mas no encontraba la forma de hacerlo de manera que me pudieran entender sin dificultad. Medit en cuanto a ello por cierto tiempo, y fue entonces, un poco despus, mientras me pona los guantes, se me ocurri que sta sera una magnfica ayuda visual para ilustrar ese principio. Lo emple varias veces al ensear a los jvenes en cuanto a la resurrecin, hasta que finalmente consider que estaba lo suficientemente preparado como para utilizarlo en un discurso de conferencia general. Tras algo de prctica, prepar el discurso en el cual compar al cuerpo fsico con un guante y a la mano con el espritu. Mi intencin era dirigirme a la congregacin como si todos tuvieran entre cinco y siete aos de edad, sabiendo que si un nio poda entender lo que estaba tratando de explicar, no haba duda que los mayores tambin podran comprenderlo sin problema alguno. He aqu los resultados de mi preparacin:
Hay algo sumamente importante que quiero decirles, jovencitos; algo que espero que puedan recordar siempre. Algo que deben aprender mientras son todava nios. Saban ustedes que vivieron en otro lugar antes de nacer en la tierra? Antes de venir al hogar de pap y mam, ustedes vivieron en un mundo de espritus. Es muy importante que sepan esta enseanza porque explica muchas cosas que de otra manera seran difciles de entender. Muchas personas en el mundo no saben esto, pero es verdad. No fue cuando nacieron en esta vida que fueron creados. En ese momento simplemente entraron en un cuerpo, pero ya haban existido antes, o sea que venan de algn lugar. Salieron de la presencia de nuestro Padre Celestial porque ya era tiempo de que vinieran a la tierra. Hay dos razones importantes por las que tenan que venir a este mundo. Primero, para recibir un cuerpo de carne y huesos. Esa es una gran bendicin. Nuestro Padre Celestial hizo todos los arreglos para que, gracias al gran amor que existe entre pap y mam, ustedes pudieran ser concebidos y comenzaran a crecer. Entonces, en determinado momento, aunque en realidad no sabemos cundo, el espritu entr en el cuerpo y se convirtieron en seres humanos, pero es importante que sepan que la vida no comienza cuando uno nace en este mundo. El cuerpo es como la parte exterior de un automvil y se mueve gracias al motor al que llamamos cerebro o mente. Por medio de la vida en un cuerpo, uno puede aprender a controlar las cosas fsicas, lo cual ser muy importante para toda la eternidad.
El espritu y el cuerpo
Hagan de cuenta, mis pequeos amigos, que mi mano representa el espritu de ustedes. Est vivo, puede moverse por s mismo. Ahora supongamos que este guante es el cuerpo, y como ven, no se puede mover por s solo. Cuando el espritu entra en el cuerpo, entonces le da movimiento y vida. Entonces uno se transforma en una persona, o sea, un espritu con un cuerpo fsico. Ahora, no se supone que vayamos a quedarnos aqu para siempre, sino tan slo por esta vida. Seguramente muchos de ustedes tendrn abuelitos y bisabuelitos que ya habrn partido de esta vida. No hace mucho tiempo tambin ellos eran nios como ustedes son ahora. Pero un da tienen que marcharse de esta vida, al igual que
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ustedes. Un da, cuando uno llegue a anciano o debido a una enfermedad o a un accidente, el espritu y el cuerpo se separarn. Es en ese momento que decimos que una persona muere. La muerte es una separacin y todas estas cosas son parte de un gran plan.
Recuerden que mi mano representa al espritu y el guante es como si fuera el cuerpo de carne y huesos. Mientras uno est vivo, el espritu hace que el cuerpo se mueva y viva. Cuando los separo, la mano, que representa al espritu, sale del cuerpo y ste ya no se puede mover ms. Simplemente se cae y est muerto, pero el espritu sigue viviendo. "Un espritu que nace de Dios es algo inmortal. Cuando el cuerpo muere, el espritu sigue viviendo." (La primera Presidencia, Improvement Era, marzo de 1912, pgina 463.) Es importante que entiendan lo que es la muerte. La muerte es una separacin.
La parte de ustedes que les permite ver por los ojos y pensar y sonrer y hacer cosas es el espritu, y el espritu es eterno, o sea, que nunca muere. Recuerdan la muerte de algn ser querido? Recordarn que pap o mam les habr explicado que lo que estaba all, en el atad, era solamente el cuerpo, que la persona haba ido de nuevo a vivir con nuestro Padre Celestial y que all estara esperando por nosotros. Estoy seguro que habrn escuchado esa explicacin, no es as? La muerte es slo una separacin y es parte de un plan. Si ese plan terminara all, sera una lstima, porque perderamos para siempre ese cuerpo que vinimos a obtener.
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ENSEAD DILIGENTEMENTE
Ese alguien fue Jesucristo, el Hijo de Dios. El, al igual que todos nosotros, es un hijo espiritual de nuestro Padre, pero tambin, Jess fue su hijo unignito aqu en la tierra. Espero que entiendan que hablo de El con mucha reverencia. Fue precisamente El quien hizo posible que venciramos la muerte y pusiramos todas las cosas en el orden en que deben ir. Ustedes estn aprendiendo de El en la Primaria y en las noches de hogar. Es muy importante que siempre se acuerden de el y que aprendan lo ms posible sobre las cosas que El hizo. Como les dije, El venci la muerte fsica por nosotros. Por medio de su sacrificio en la cruz hizo possible que nuestros espritus y nuestros cuerpos llegaran a ser uno otra vez. Gracias a El resucitaremos, lo cual quiere decir que nuestro espritu y nuestro cuerpo se volvern a juntar. La resurreccin es un don de El; todos los seres humanos lo reciben. Por esa razn le llamamos nuestro Salvador o Redentor. La segunda razn por la que vinimos a este mundo es para ser probados. Es algo as como ir a la escuela para aprender la diferencia entre el bien y el mal, lo cual es muy importante que sepamos. Tenemos que saber que hay un ser malvado que nos tentar a hacer cosas que estn mal. Por eso hay otra separacin que tambin deben conocer, aun cuando todava son muy jvenes. No se trata de la separacin del cuerpo y el espritu, sino de nuestra separacin de nuestro Padre Celestial. Si permanecemos separados de El y no podemos volver a donde El est, es como si estuviramos espiritualmente muertos, y eso no es para nada bueno. Esta separacin es como una segunda muerte, una muerte espiritual. A esta altura de la vida estn aprendiendo a leer y pueden comenzar a estudiar las Escrituras, o sea, la Biblia, el Libro de Mormn, Doctrina y Convenios y la Perla de Gran Precio. En esos libros leemos que los nios tambin pueden aprender verdades espirituales. Un profeta dijo:
"... l com u nica su p alabra a los hom bres por med io d e ngeles; s, no slo a los hom bres, sino a las m ujeres tam bin. Y esto no es tod o; m uchas veces les son d ad as palabras a los nios que confund en al sabio y al eru d ito." (Alma 32:23.)
En las Escrituras aprendemos que nuestros espritus deben ser limpios y deben estar libres del mal para poder volver a la presencia de Dios. ". . . ninguna cosa impura puede entrar en el reino de Dios." (1 Nefi 15:34.) Es por eso que hay dos cosas importantes que nos deben suceder. Primero, de alguna forma, despus de morir, debemos recibir de nuevo nuestro cuerpo de carne y huesos ya que queremos resucitar; y segundo, debemos encontrar la forma de mantenernos espiritualmente limpios para no ser separados de nuestro Padre Celestial y para poder regresar a El despus de partir de esta vida terrenal.
COMO UN GUANTE
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Mis pequeos hermanos y hermanas, mis niitos, yo s que Dios vive. Creo saber en parte lo que se siente al tener Su mano sobre uno cuando le llama a servirle. Les doy mi testimonio de que El es Cristo, de que nos ama. Ruego por ustedes, mis hermanitos, que El les bendiga y les ampare siempre, en el nombre de Jesucristo. Amn.
Aun un simple objeto como bien puede ser un guante se puede usar para dar una leccin poderosa. Recordemos que el Salvador mismo emple objetos simples en sus enseanzas. Por qu no hacer nosotros lo mismo?
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En un da de campo
Supongamos que nuestro barrio est programando un da de campo. Se han hecho los arreglos para reservar un lugar para ese da y todo ha sido preparado debidamente bajo la direccin del obispo. La Sociedad de Socorro ha sido asignada para encargarse de la comida. La actividad se llevar a cabo en el verano, cuando, por lo general, se dispone de ms variedad de alimentos. Contaremos con un sinnmero de platos que desde ya nos hacen agua la boca. Sin duda va a resultar en un gran acontecimiento. La presidenta de la Sociedad de Socorro dir que la comida no slo debe ser nutritiva sino que debe estar bien preparada y tiene que ser servida en lo posible, de la mejor manera. La mesa tentr que estar bien decorada, con colores que combinen. As es que se prepara la mesa, una de esas largas, a la cual todos estamos sentados. Jams se ha visto nada tan hermoso y el aroma es tan exquisito que no se puede comparar a ninguna otra comida que, hayamos tenido delante nuestro. Por fin llega el momento de comer. Toda la preparacin de semanas enteras ha llegado a su punto culminante; en pocos minutos habremos de comenzar nuestro verdadero banquete. Se le pide al patriarca de nuestra estaca que ofrezca la bendicin de los alimentos. Los nios pequeos, con mucho apetito y pocas fuerzas para contenerlo, piensan: "Espero que la oracin no sea muy larga." En el momento en que el patriarca se apresta a comenzar la oracin se produce una interrupcin. Un automvil se desva del camino y se precipita sobre el lugar donde se est efectuando la actividad y frena a pocos metros de la mesa. Se trata de un vehculo sumamente ruidoso. Todos nos alteramos ante la intromisin y comentamos acaloradamente, "Cmo es que vienen a estacionar precisamente en este lugar? Es que no han visto el cartel que indica que sta es una zona de recreo y que est reservada? Un hombre sale del vehculo y con expresin de preocupacin levanta el cap y revisa el radiador. El ruido es ensordecedor y el motor hasta produce explosiones. Uno de los miembros del barrio, que es mecnico, dice: "No creo que este automvil llegue muy lejos sin ayuda." De pronto las puertas del vehculo se abren de paren par y salen de l siete u ocho nios pequeos, mientras sus padres comentan en cuanto al automvil con marcada preocupacin. Los nios, como es tpico en ellos, se interesan por saber qu estbamos haciendo y comienzan a dar vueltas alrededor de nuestra mesa. Sus padres, distrados por el problema del auto, ni siquiera se inmutan. Uno de los nios mete la cabeza entre usted y yo, que estamos sentados a la mesa, mira por unos segundos, sale corriendo y trae a su hermanita. Los nios no estn muy pulcros que digamos. Uno puede darse cuenta de que la nia ha estado llorando bastante ese da, pues las lgrimas han dejado una huella en sus mejillas. Su hermanito, sealando los platos que hay sobre la mesa, exclama: "Qu rica que debe estar esa comida!" A todo esto, nuestro patriarca sigue aguardando pacientemente que las cosas se solucionen a fin de poder ofrecer la oracin. Nosotros, por supuesto, no estamos muy pacientes que digamos y seguimos protestando por la interrupcin. "La comida se est enfriando", comenta alguien. De pronto los padres de los nios se dan cuenta de que stos estn molestando a las personas en la mesa y rpidamente les llaman a su lado y los llevan hasta otra mesa no muy lejos de la nuestra. Es la hora de comer, as que la mam saca un canasto del automvil en el cual tiene unas pocas cosas, suficiente nada ms para engaar el estmago. Mira a los nios y a lo que puso sobre la mesa y trata de mover los recipientes de un lado a otro para dar la apariencia de que hay ms de lo que realmente tiene para ofrecerles. Ahora bien, sta es simplemente una parbola, pero bien podra suceder. Si usted y yo estuviramos all en ese momento, qu haramos? He aqu algunas posibilidades: 1. Podramos insistir en que se comportaran decentemente mientras nosotros comemos. Despus de todo, fuimos nosotros quienes hicimos la reservacin del lugar; pagamos el alquiler, y tenemos todo el derecho de exigir que se nos permita disfrutar de l sin intromisiones ni interrupciones. 2. Podramos ser generosos. Somos cristianos, no es as? La comida que hay sobre nuestra mesa es abundante y si compartiramos un poco de cada cosa con ellos, dejaran de molestarnos y podramos comer en paz. Ellos tienen su propia mesa y podran comer all. Seguramente sus modales no seran los ms finos, adems de no estar ni limpios ni presentables para una ocasin como la que nosotros hemos preparado. No encajan dentro de nuestras circunstancias, y a cambio de unas pocas migajas podramos mantenerlos aislados. Qu tal si hacemos eso? 3. Claro est que hay otra posibilidad. Yo podra hacer un poco de lugar a mi lado y usted lo mismo y
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podramos sentar al nio entre los dos. Su hermanita podra sentarse al otro lado de la mesa entre el hermano y la hermana Torres. Los padres se podran sentar cerca de la cabecera de la mesa y as el patriarca podra bendecir los alimentos. No resultara gratificante saciar el apetito de los nios? Y entonces, despus de comer, el hermano Mrquez, el mecnico, podra comenzar a darles una mano para arreglar el automvil. El hermano Padilla podra llegar hasta la estacin de servicio ms prxima para conseguir algn repuesto que fuera necesario. Las hermanas de la Sociedad de Socorro, al retirar las cosas de la mesa, podran prepararles un paquete con comida para que lo llevaran con ellos, mientras que el hermano Osorio, en forma disimulada, le dara un poco de dinero al padre para que tuviera a mano durante el largo viaje que tienen por delante. Esto, por cierto, es lo que esperaramos que sucediera. Bueno, s, esta ltima es la ms saludable de las tres posibilidades. Las dos primeras ni siquiera son dignas de consideracin. Esta ltima es precisamente la que aplicaramos en todo momento, o no? Hemos estado haciendo conjeturas, hablando de alimentar a alguien que est hambriento fsicamente. Qu tal aquellos que entre nosotros estn espiritualmente hambrientos continuamente? Tenemos la plenitud del evangelio, todo lo que realmente vale la pena espiritualmente. Lo consumiremos todo sin compartir nada? Permitiremos que quienes nos rodean padezcan de hambre espiritual en vez de compartir lo que tenemos con ellos? O acaso les catalogaremos de ineptos o indignos de recibir el evangelio?
El convertible
Otro ejemplo de una parbola es la siguiente historia sobre un automvil convertible. Esta idea se origin en el comentario de un joven alumno que haba visto un hermoso convertible deportivo conducido por un caballero de unos treinta aos. "Qu crimen malgastar un automvil as en un viejo como l!" coment el muchacho. Se me ocurri que puesto que los jvenes estn por lo general interesados en los automviles, poda aprovechar ese inters. Deseaba hablarles a los jvenes de la Iglesia en cuanto a la importancia de ser obedientes a sus padres, lo cual poda fcilmente resultarles aburrido y hasta si se quiere exasperante, a menos que fuera tratado de una forma muy particular. As fue que un da entr en un saln de venta de automviles para echar una mirada a los ltimos modelos. Uno de ellos, en particular, me atrajo sobremanera-un convertible modelo deportivo con todos los detalles que uno se pueda imaginar. Todo se accionaba con apenas apretar botones y tena ms caballos de fuerza que toda una caballera del ejrcito. El precio de venta del vehculo no era excesivo, teniendo en consideracin todo lo que ofreca. Cmo me hubiera gustado haber tenido un automvil as en mis pocas de estudiante de secundaria! De esta experiencia surgi la siguiente historia. Haz de cuenta que soy un benefactor y que he decidido obsequiar a un tpico adolescente un automvil como ste, y que t eres el favorecido. En el momento de hacer la entrega, me doy cuenta de que econmicamente no dispones de los medios para mantener un vehculo como ste, as que, con toda generosidad, agrego a mi oferta el deseo de cubrir todos los gastos de combustible, mantenimiento, neumticos y todo lo dems que el auto vaya a requerir. Estoy seguro de que lo disfrutars mucho. Imagnate conducindolo maana mismo por tu vecindario. Piensa en todos los nuevos amigos que por inters de pronto ganars. Por otro lado, tus padres tal vez no estarn del todo convencidos de que se trata de una buena idea, as que les har una visita. Estoy seguro que no estarn muy conformes, pero por ser yo una persona de prominencia en la Iglesia, finalmente consentirn. Hagamos de cuenta, entonces, que por fin recibes tu auto, con todos los gastos pagos y con la autorizacin de usarlo. Supn que una noche se te invita a asistir a una actividad de la Iglesia. "Creo que sera mejor que furamos todos juntos en autobs dice el asesor de tu qurum del sacerdocio. "Mejor que dejes el auto en tu casa." Cuando ests por salir para reunirte con tus compaeros y con tu lder, recuerdas que has dejado el automvil estacionado en la calle y descapotado. Entonces, como se te hace tarde, vas y le entregas las llaves a tu padre y le pides que le suba la capota y lo estacione ms debajo del rbol que est frente a tu casa, pues anuncian lluvias para las prximas horas. Tu padre, por cierto, consiente en as hacerlo. (Es interesante notar cun obedientes estn resultando los padres ltimamente.) Ms tarde cuando vas llegando de regreso a tu casa ves que tu auto no est. Te apresuras para entrar en tu casa y con notoria preocupacin le preguntas a tu padre dnde est el automvil.
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-Ah, se lo prest a alguien -responde. Entonces, imagina la siguiente conversacin: -Que lo prestaste? A quin? -A ese muchacho que anda por aqu regularmente. -Qu muchacho? -Este. . . bueno, lo he visto pasar varias veces por aqu en su bicicleta. -Cmo se llama? -Perdname, pero no recuerdo su nombre. -Pero, a dnde llev el auto? -Realmente no lo s. -Cundo lo traer de vuelta? -No concertamos nada en cuanto a eso. Entonces supn que tu padre te dice con bastante impaciencia: -A ver si te tranquilizas un poco. El muchacho entr de prisa. Simplemente necesitaba el auto y t no lo estabas utilizando. Pareca estar en un apuro y como se le vea como un joven honesto, le di las llaves. Clmate y vete a descansar. Es de suponer que ante tales circunstancias t miraras a tu padre confundido y te preguntaras si es que ha perdido un tornillo. Tiene uno que ser bastante insensato para prestar, as no ms, una mquina tan costosa como lo es tu automvil, teniendo en cuenta, ms que nada, que estaba prestando algo que no le perteneca a l. No me cabe duda que ya se han dado cuenta de la moraleja de esta pequea ilustracin. Son adolescentes y estn en esa edad en que uno comienza a salir con jvenes del sexo opuesto. Se dan cuenta de que los padres del joven y los de la chica prestan a sus respectivos hijos para que ambos satisfagan el importante propsito de emprender el camino hacia la madurez y el matrimonio. Tal vez por primera vez han advertido, y comienza a mortificarles, el inters de sus padres hacia ustedes y la forma en que prentenden controlar sus actividades. Idealmente, el salir con jvenes conduce a la formacin de un hogar. El casamiento constituye un convenio religioso sagrado y en su expresin ms exaltada puede llegar a ser un convenio de naturaleza eterna. Cualquier tipo de preparacin relacionada con el matrimonio, ya sea de ndole personal o social, nos incumbe a todos nosotros como miembros de la Iglesia. Ahora quisiera hablarles en forma bien clara a ustedes, mis jvenes amigos. Si estn en edad de empezar a salir, estn en edad de comprender que sus padres no solamente tienen el derecho sino la sagrada obligacin de estar al tanto de lo que ustedes hacen, y al as hacerlo no estn haciendo otra cosa que seguir el consejo de los lderes de la Iglesia. Si ustedes tienen la suficiente madurez como para entablar ese tipo de relacin con ese joven o esa joven tan especial, tambin la tienen para aceptar, sin ningn tipo de actitud aniada, la autoridad que como padres ellos tienen de establecerles ciertas normas de conducta. Ningn padre criterioso pensara siquiera en prestar el nuevo convertible de su hijo a nadie para ir a ninguna parte, ni para devolverlo a ninguna hora. Si ustedes tienen la edad suficiente para salir con jvenes del sexo opuesto, tambin la tienen para ver la insensatez de aquellos padres que prestan a sus hijos sin la ms mnima preocupacin. Jams pidan a sus padres que les permitan a ustedes, su ms valiosa posesin, salir as no ms, sin dar muestras del ms mnimo inters. De hecho, el prestar un automvil no sera tan serio como podra suponerse, puesto que si ocurriera un accidente y se daara, se le podra reparar o reemplazar. Sin embargo, existen ciertos problemas y riesgos en una relacin entre jvenes de ambos sexos para los cuales las soluciones no son tan sencillas ni favorables. Cuando se tiene la debida edad, es aconsejable comenzar a salir con otros jvenes. Es saludable, tanto para el varn como para la joven, el aprender a conocerse y a respetarse mutuamente. Es apropiado ir a actividades deportivas o a bailes o a paseos y hacer todas las cosas debidas que los jvenes hacen. No nos oponemos a que nuestra juventud tenga ese tipo de relacin, pero les instamos a establecerse las normas de conducta ms altas.
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Cundo llega uno a la debida edad? La madurez en s puede variar de una persona a otra, sin embargo, somos de la firme idea de que las salidas no deben comenzar hasta que ambos estn bien asentados en la adolescencia. Y entonces, lo ideal es salir en grupo. No aconsejamos que salgan con alguien en forma exclusiva, pues esto es la antesala del noviazgo y el noviazgo debe dejarse para cuando ambos estn a un paso de dejar la adolescencia. El salir con otros jvenes no debe ser algo prematuro. Den gracias a sus padres si les aconsejan de ese modo. Esta relacin entre un joven y una seorita no debe ser librado al destino sin la debida supervisin, y tambin deben dar gracias a sus padres si se preocupan de as hacerlo. Hay veces que los jvenes suponen equivocadamente que el tener una actitud religiosa y el ser espirituales interfiere con el encanto de la juventud. Consideran que los requisitos de la Iglesia no son ms que interferencias y ridiculeces que truncan la expresin plena de la juventud. Cun insensatos aquellos que piensan que la Iglesia es un muro que les aisla de la manifestacin del amor! Si los jvenes supieran! Los requisitos de la Iglesia son el camino que conduce al amor y a la felicidad, con barreras protectoras a los costados, con carteles indicadores bien distinguibles y con lugares de servicio a lo largo de l. Cun lamentable que haya quienes se resientan ante los consejos y la ayuda y, al mismo tiempo, cun afortunados aquellos de ustedes que se ajustan a las normas de la Iglesia, aunque ms no sea por simple obediencia o hbito. Seguramente se vern recompensados por el gozo continuo y eterno. Algo ms, sean pacientes con sus padres. Ellos les aman profundamente, y por ese inters tan genuino que sienten por ustedes, tal vez lleguen a querer sobreprotegerles siendo demasiado vigorosos al establecer normas de disciplina. Mas sean pacientes; recuerden que la tarea de ser padres no es fcil y sta es la primera vez que pasan por ella. Jams antes han tenido que criar a nadie exactamente como ustedes. Denles el derecho de no entender y de cometer algunos errores de vez en cuando. Ellos les han dado a ustedes ese derecho. Reconozcan su autoridad. Estn agradecidos por su disciplina, pues esa disciplina es la que podr ponerles en el camino a la grandeza.
El nio japons
Al ustedes ensear, vern que de su propia vida podrn extraer algunas ancdotas o historias. Por ejemplo, hace muchos aos en Japn tuve en un tren una experiencia que jams olvidar. La puedo recordar con tanto detalle hoy como la recordaba al da siguiente de cuando me sucedi. Lo que quedaba de una estacin de trenes (despus de la guerra entre los Estados Unidos y Japn) ofreca un aspecto inhspito y fro. Nios hambrientos dorman echados en los rincones, los ms afortunados de ellos tapados con algunas hojas de peridico o viejos trozos de tela. Poco fue lo que pude dormir en el tren; de todos modos, las literas eran demasiado cortas. En las opacas y fras horas del alba, el tren se detuvo en determinado lugar. Escuch a alguien golpear en la ventana y levant la persiana para ver dnde estbamos. All, en puntillas de pie en el andn, golpeando la ventana con una lata, me encontr con la figura de un nio, seguramente hurfano y mendigo. Tendra unos seis o siete aos. Su frgil cuerpecito daba muestras de inanicin. Apenas si tena puesta una camisa despedazada con la apariencia de haber sido un kimono. Su cabeza estaba cubierta de costra. La parte izquierda de su mandbula estaba sumamente hinchada, tal vez como producto de una infeccin en una muela. Alrededor de su cabeza tena atada una vieja y sucia tira de tela con un nudo en la parte de arriba. Cuando me asom a la ventana, el nio comenz a agitar su lata pidiendo limosna. Lleno de pena pens, "Cmo puedo ayudarle?" Entonces encontr la forma de hacerlo. Tena algo de dinero, moneda japonesa. Me di vuelta hacia mi ropa y en el bolsillo encontr algunos billetes. Cuando trat de abrir la ventana, no pude; estaba atascada. Me puse los pantalones y corr hasta el fin del vagn. Al tratar de abrir la compuerta, detrs de la cual el nio me aguardaba ansiosamente, el tren ech a andar y comenz a alejarse de la estacin. A travs de las sucias ventanas poda ver al nio con su lata en alto y su trozo de tela alrededor de la cabeza. All estaba yo, un oficial del ejrcito conquistador, camino a casa donde me aguardaban todas las bendiciones materiales, la calidez de mi familia y mltiples oportunidades. All, a medio vestir, con un puado de billetes japoneses en la mano, los cuales el nio haba visto pero que no pudo recibir. Me sent conmovido, tal vez atemorizado, por la experiencia. Hay veces que quisiera poder olvidarme de ese escenario, pero es posible que necesite recordarlo siempre. Quera ayudarlo pero no pude. El nico consuelo que encuentro es que en verdad quise ayudarlo.
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En las pginas de la historia se puede encontrar un tremendo caudal de relatos y ancdotas en la vida de aquellos que nos antecedieron en el tiempo. Siempre he disfrutado el leer de la historia y me he sentido conmovido muchas veces por la multiplicidad de ilustraciones tan humanas que tantas y poderosas lecciones tienen para ensear. En un libro de historia de la Iglesia titulado Handcarts to Zion (Con carros de mano rumbo a Sin), escrito por LeRoy Hafen, le algo que quisiera exponer tal como lo relat en una ocasin.
El nio perdido
A fines de la dcada de 1850 muchos conversos de Europa se esforzaban por llegar hasta el Valle del Lago Salado. Muchos de ellos eran demasiado pobres como para poder obtener una carreta cubierta, as que tenan que caminar, empujando carros de mano cargados con sus humildes pertenencias. Algunos de los ms conmovedores y trgicos momentos de la historia de la Iglesia se registraron entre este tipo de pioneros. En una de esas caravanas, comandada por un hermano McArthur, iba un hermano de nombre Archer Walters, un converso ingls, quien en su diario, el da 2 de julio de 1858, escribi la siguiente frase: "El hijito del hermano Parker, de seis aos, se perdi. Su padre volvi a buscarlo." El nio, de nombre Arthur, era el penltimo hijo de Robert y Ann Parker. Tres das antes la caravana haba tenido que detenerse de apuro al desprenderse una repentina tormenta y fue en ese momento en que notaron la ausencia del nio. Sus padres pensaban que estaba jugando con otros nios. Alguien record que ese mismo da, cuando se haban detenido, el nio se haba sentado a descansar a la sombra de unos arbustos. Sabido es con cunta facilidad se puede quedar dormido un nio de seis aos en un da de verano, al punto de que ni siquiera el intenso ruido de una compaa en movimiento lo despertara. La caravana se detuvo por dos das mientras todos los hombres fueron en su busca. Entonces, el 2 de julio, sin otra alternativa, la compaa recibi la orden de continuar su camino hacia el oeste. Robert Parker, tal como se asent en el diario, decidi volver solo una vez ms en busca de su hijito. Cuando parta del campamento, su esposa, Ann, le prendi un colorido mantn sobre los hombros, y le dijo: "Si le encuentras muerto, envulvele en el mantn y entirralo. Si le encuentras vivo, el mantn te servir para hacernos seas." Y as, acompaada por sus otros nios, tom el carro y empujndolo con sumo esfuerzo se uni a la caravana. En el camino, Ann y sus hijos no perdan de vista la distancia a sus espaldas. Casi al ponerse el sol, el da 5 de julio, mientras miraban, observaron una figura humana aproximarse desde el este. Entonces, entre los rayos del sol poniente, Ann divis el reflejo de un colorido mantn. Uno de los de la compaa anot en su diario: "Ann Parker se desplom sobre la tierra. Esa noche, por primera vez en seis das, pudo dormir." El 5 de julio, el hermano Walter escribi en su diario: "El hermano Parker lleg al campamento con su pequeo hijo que haba estado perdido. El gozo en el campamento era general. El gozo de la madre no podra describirse." Desconocemos todos los detalles, pero se dice que un leador de quien se ignora el nombre haba encontrado al nio. Parece ser que le encontr enfermo y aterrorizado, mas el hombre le haba atendido hasta que su padre lo encontr. As termina esta historia tan comn en aquella poca y cabe solamente hacerse una pregunta: Si estuviera en el lugar de Ann Parker, cmo se sentira usted hacia el leador sin nombre que haba salvado la vida de su hijito? Habra acaso algn lmite para su agradecimiento? Al percibir esto podremos tambin experimentar algo del agradecimiento que nuestro Padre debe sentir hacia cualquiera de nosotros cuando salvamos a uno de Sus hijos. Tal agradecimiento es un premio digno de cualquier esfuerzo, pues el Seor ha dicho: "Y si acontece que trabajis todos vuestros das proclamando el arrepentimiento a este pueblo y me trais, aun cuando fuere una sola alma, cun grande ser vuestro gozo con ella en el reino de mi Padre!" (D. & C. 18:15.)
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misioneros a travs de los Alpes. Sealando hacia unos postes que haban sido clavados en la nieve para marcar el camino a traves del glaciar, dijo: "Hermanos, he ah el sacerdocio. Son postes comunes como nosotros. . . pero la posicin que tienen les hace lo que representan para nosotros. Si nos apartamos del sendero que ellos nos trazan, estamos perdidos." (Alma P. Burton, Karl G. Maeser, Mormon Educator, Deseret Book, 1953, pg, 22.) Aun cuando sea apenas un prrafo, puede resultar de gran valor para un maestro anotar pasajes como ste que tanto le pueden ayudar al preparar los materiales de su leccin. Los peridicos y las revistas estn plagados de ilustraciones, y una de ellas, a modo de ejemplo, est enmarcada en un artculo que le en un peridico en una ocasin.
Los malnutridos
"Los mdicos que la atienden en el Hospital LDS manifestaron que la condicin sangunea de la joven ha mejorado tan notoriamente que casi con seguridad no habr necesidad de someterla a ms transfusiones . . . Los facultativos expresaron que su dieta diaria incluira papas, huevos y cremas. Ya no ser necesario alimentarla por va intravenosa." (Deseret News, 10 de julio de 1956.) La joven en cuestin, de dieciocho aos de edad, haba sido llevada al hospital seis das antes, tras haber sobrevivido durante nueve das debajo de un automvil volcado en uno de los desfiladeros prximos a Salt Lake City. Las lesiones que haba sufrido en el accidente no eran, en realidad, serias, sino que haba sido la falta de alimento y la deshidratacin lo que la haban llevado a tal condicin. Transcurrieron muchos das antes que los mdicos comenzaran a abrigar esperanzas de su recuperacin. No es fcil alimentar a alguien que se encuentra en tal estado de inanicin. No se trataba simplemente de darle comida sino que el alimento deba ser cuidadosamente administrado, pues el ms mnimo error en las proporciones pondra su vida an en mayor riesgo. Los mdicos pusieron sumo esmero, pues su mismo tratamiento poda resultar fatal. La recuperacin de la joven fue consideraba ms o menos un milagro. Lo mismo sucede con aquellos que nos rodean que estn espiritualmente malnutridos y en estado de inanicin. Hacemos mencin a ellos como a las ovejas perdidas. Tenemos el deber de apacentarlas. Son de todos los tipos. Algunas de ellas muestran deficiencias de una clase u otra que simplemente les privan del vigor espiritual. Hay otras que tanto se han negado a s mismas del alimento espiritual que apenas si se tiene esperanza de salvarlas. En nuestra enseanza, relatos como ste pueden contribuir a recalcar puntos de gran valor. Al alimentar a aquellos por quienes somos responsables, ya sea en el hogar como en el saln de clase, busquemos historias que sean relevantes e inolvidables, y ayudemos a nuestros alumnos a incorporar a su vida diaria las verdades salvadoras del evangelio.
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asunto con reverencia, sabidura y moderacin. S de unos cuantos casos en que jvenes de ambos sexos se han visto inclinados a experimentar con prcticas promiscuas a causa de la forma en que se desarroll la conversacin en una entrevista con el obispo. Aquellos que ensean, y me refiero a los lderes, maestros y padres, deben tener presente este mensaje. Imagnese un matrimonio que tiene que salir de la casa por cierto perodo de tiempo. En el momento de hacerlo hablan con sus hijos, quienes van a quedar solos y les dicen: "Nios, prtense bien. Hagan lo que quieran mientras no estamos pero no lleven un taburete a la despensa para subirse en el cuarto estante y despus mover la caja de galletas para tomar el recipiente de granos de maz, y tomar uno y ponrselo en la nariz. Entendido?" Hay personas que actan con idntica insensatez. Lo chistoso de la ilustracin se vuelve pattico cuando pensamos en lo primero que sucede cuando los padres salen de la casa. Confo en que todos nosotros podamos aplicar un poco ms de sabidura. Los jvenes debensaber desde temprana edad que la castidad es algo sagrado. Durante las sesiones de verano que mencion antes, compil algunas ideas en cuanto a cmo quisiera que otras personas ajenas a nuestro hogar ensearan a mis hijos este tema. Despus, por un perodo de casi quince aos, elabor en cuanto a este asunto hasta que me sent con la debida confianza de dar un sermn en una conferencia general bajo el ttulo de: "Por qu conservarnos moralmente limpios." Tal vez no se den cuenta cuando lo lean por primera vez de que no se encontrarn con cierta palabra de cuatro letras que generalmente se incluye en el ttulo de este tipo de educacin. La reaccin positiva de parte de jvenes ha sido considerable y por ello estoy continuamente agradecido. Sus reacciones por lo general expresan agradecimiento por la declaracin de que el poder de crear es sagrado y es bueno. Tambin parecen apreciar la indicacin tan positiva de cundo y cmo y con qu propsito deben ellos emplear ese poder en esta vida mortal. Para m la evidencia segura de que se prefiere este tipo de enfoque se manifiesta en la ya mencionada reaccin de jvenes de casi todas las partes del mundo, puesto que el folleto que lleva por ttulo "Por qu conservarnos moralmente limpios" ha sido traducido a muchos idiomas. Si usted es maestro y si es padre, le insto a que enfoque la enseanza de este tema con reverencia, con humildad, con modestia y con moderacin. Que el Seor le bendiga al as hacerlo.
A la escuela
El os conoci all. A causa de su amor por vosotros, senta anhelo por vuestra felicidad y crecimiento
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eternos. El quera que pudieseis escoger libremente y crecer mediante el poder de una eleccin correcta, a fin de que pudieseis llegar a ser lo ms semejantes a El. Para realizar esto fue necesario que nos alejramos de Su presencia; algo as como salir de casa para ir a estudiar en algn colegio. Fue presentado un plan, y cada uno convino en alejarse de la presencia de nuestro Padre Celestial para probar la vida en el estado terrenal. Dos cosas muy importantes nos esperaban al llegar a este mundo. La primera, bamos a recibir un cuerpo terrenal, creado a la imagen de Dios. Por medio de este cuerpo, y mediante el dominio correcto del mismo, podramos lograr la vida eterna y la felicidad; la segunda, seramos probados y acrisolados de tal manera que pudiramos crecer en fuerza y en poder espiritual. Ahora bien, el primero de estos propsitos es maravillosamente importante, porque este cuerpo que nos ha sido dado resucitar y nos ser til por las eternidadas. De acuerdo con el plan aceptado, Adn y Eva fueron enviados a la tierra para ser nuestros primeros padres. Iban a poder preparar cuerpos fsicos para los primeros espritus que llegaran esta vida.
Un poder sagrado
Se puso en nuestros cuerpos, y esto es cosa sagrada, el poder de crear. Una luz, por decir as, que tiene el poder de encender otras luces. Es un don que debe usarse nicamente dentro de los vnculos sagrados del matrimonio. Mediante el ejercicio de este poder para crear, puede ser concebido un cuerpo terrenal, entrar en l un espritu y nacer un alma nueva en esta vida. Este poder es bueno. Puede crear y sostener la vida familiar, y es precisamente en la vida familiar donde encontramos las fuentes de la felicidad. Es dado virtualmente a todo individuo que nace en el estado terrenal. Es un poder sagrado y significativo, y vuelvo a repetir, mis jvenes amigos, que este poder es bueno. Igual que todo otro hijo e hija de Adn y Eva, vosotros que estis en la adolescencia tenis este poder dentro de vosotros. El poder de creacin, o podramos decir procreacin, no es solamente una parte accidental del plan, sino que es parte esencial del mismo. Sin l, dicho plan no podra realizarse. El uso impropio de este poder puede echarlo por tierra. Mucha de la felicidad que vendr a vosotros en esta vida depender de la manera en que utilicis este sagrado poder de la creacin. El hecho de que vosotros, varones jvenes, podis llegar a ser padres y vosotras, hermanitas jvenes, podis llegar a ser madres, es de la mayor importancia para vosotros. Al grado que este poder se vaya desarrollando dentro de vosotros, os impulsar a buscar un compaero y os facultar para amarlo y retenerlo. Vuelvo a repetir, este poder para participar en la creacin de la vida es sagrado. Algn da vosotros podris tener una familia propia. Mediante el ejercicio de este poder podris invitar a nios para que vivan con vosotros, vuestros propios niitos y niitas, en cierto respecto creados a vuestra propia imagen. Podris establecer un hogar, un dominio de poder, influencia y oportunidad. Esto trae consigo graves responsabilidades. Este poder creador viene acompaado de fuertes deseos e impulsos. Ya los habis sentido en el cambio de vuestra actitud y vuestros intereses. Al llegar a la adolescencia, casi repentinamente, un joven o seorita se convierte en algo nuevo y sumamente interesante. Notaris el cambio en la forma y aspecto de vuestro propio cuerpo, as como en otros. Comenzaris a or los primeros susurros del deseo fsico. Fue necesario que este poder de creacin tuviera por lo menos dos dimensiones: Uno, debe ser fuerte; y dos, debe ser ms o menos constante. Este poder debe ser fuerte, porque la mayor parte de los hombres, debido a su naturaleza, buscan la aventura. Si no fuera por la persuasin compelente de estos sentimientos, los hombres se mostraran reacios a aceptar la responsabilidad de mantener un hogar y una familia. Este poder tambin debe ser constante, porque se convierte en un vnculo enlazador en la vida familiar. Me parece que tenis la edad suficiente para mirar lo que sucede en el reino animal que os rodea. Pronto os daris cuenta de que donde este poder de creacin es cosa pasajera, donde se expresa slo por temporadas, no hay vida familiar. Es por motivo de este poder que la vida contina. Un mundo lleno de dificultades, temores y desilusiones
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puede ser transformado en un reino de esperanza, gozo y felicidad. Cada vez que nace un nio, el mundo en cierta manera es renovado en inocencia.
Un don de Dios
Nuevamente deseo repetir, jvenes, que este poder que hay en vosotros es bueno. Es un don de nuestro Padre Celestial. En el recto ejercicio del mismo podemos allegarnos a El como en ninguna otra cosa. Podemos disfrutar, en manera pequea, de mucho de lo que nuestro Padre Celestial tiene al gobernarnos a nosotros, sus hijos. No podemos imaginar una escuela o campo de prueba ms importante. Causa admiracin pues, que el matrimonio sea tan sagrado e importante en la Iglesia? Podis comprender por qu vuestro matrimonio, que desata estos poderes de creacin para que podis usarlos, debe ser el paso ms cuidadosamente proyectado, ms solemnemente contemplado en vuestra vida? Hemos de considerar fuera de lo comn el que el Seor haya indicado que se construyan templos para el propsito de efectuar ceremonias conyugales?
El destructor
Ahora bien, hay otras cosas que quisiera deciros por va de advertencia. En el principio hubo entre nosotros uno que se rebel contra el plan de nuestro Padre Celestial. Jur destruir y entorpecer este plan. Le fue vedado tener un cuerpo terrenal y se le ech fuera, restringido para siempre de establecer su propio reino. Le sobrevino un celo malfico. El sabe que este poder de creacin no es solamente una parte incidental del plan, sino una llave del mismo. El sabe que si puede incitaros a usar este poder prematuramente, emplearlo demasiado temprano o hacer mal uso de l en forma alguna, bien podis perder vuestras oportunidades de progreso eterno. Estamos hablando de un ser verdadero del mundo invisible que posee gran poder, y lo emplear para persuadiros a quebrantar las leyes que han sido establecidas para proteger los sagrados poderes de la creacin. En tiempos pasados era demasiado astuto para presentarse ante uno con una invitacin franca de ser inmoral. Ms bien, furtiva y calladamente tentaba a jvenes y adultos a pensar irrespetuosamente de estos sagrados poderes de creacin; a rebajar a un estado vulgar o comn lo que es sagrado y bello. En la actualidad, ha cambiado de tctica. Lo presenta slo como un apetito que hay que satisfacer. Ensea que no hay responsabilidades consiguientes al uso de este poder. Os dir que su nico objeto es proporcionar placer. Sus invitaciones aperecen en carteleras. Se introducen en los chistes y se incorporan en la letra de las canciones. Se presentan en la televisin y en los teatros. En la actualidad resaltan en la mayor parte de las revistas. Hay publicaciones-ya todos conocis la palabrapornogrficas. Persuasiones descaradas e inicuas a pervertir y usar impropiamente este sagrado poder. Ests creciendo en una sociedad donde est ante vosotros la constante invitacin de jugar con estos poderes sagrados. Deseo amonestaros y quiero que recordis estas palabras: No permitis que persona alguna toque o palpe vuestro cuerpo, ninguna persona! Los que os dicen lo contrario os incitan a compartir su culpabilidad. Nosotros os enseamos a guardar vuestra inocencia. Apartaos de cualquiera que quiera persuadiros a experimentar con estos poderes que dan la vida. No basta con que tal libertinaje sea ampliamente aceptado entre la sociedad en esta poca! No basta con que las dos partes estn dispuestas a consentir en este libertinaje! Imaginarse que es una expresin normal de cario no es suficiente para convertirlo en un acto correcto. El nico uso propio de este poder sagrado se encuentra dentro del convenio del matrimonio. Jams usis impropiamente estos poderes sagrados.
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Sed limpios
Estoy seguro de que entre todos aquellos que oyen mi voz hay ms de un joven que ya ha cado en transgresin. Estoy seguro que algunos de vosotros jvenes, casi inocentes de intencin alguna, pero persuadidos por las incitaciones y tentaciones, ya habis usado imprudentemente este poder. Sabed, pues, mis jvenes amigos, que existe un gran poder para purificar; y sabed que podis quedar limpios. Si no pertenecis a la Iglesia, el convenio del bautismo representa, entre otras cosas, un lavamiento y una purificacin. Para los que sois miembros de la Iglesia, hay una manera-no enteramente sin dolor, pero ciertamente posible. Podris presentaros limpios y sin mancha delante de Dios. Desaparecer la culpabilidad y podris sentir paz. Id a vuestro obispo; l posee las llaves de este poder purificador. Entonces algn da concoceris las expresin completa y recta de estos poderes y la felicidad y gozo consiguientes a la vida familiar recta. En el momento oportuno, dentro de los vnculos del convenio del matrimonio, podris entregaros a estas expresiones de amor que traen como cumplimiento la generacin de la vida misma. Algn da tendris en vuestros brazos a un pequeito, o una pequeita y sabris que los dos habris obrado en colaboracin con vuestro Padre Celestial en la creacin de la vida. Por motivo de que el nio os pertenece, entonces podris llegar a amar a otro ms de lo que os amis a vosotros mismos. Esta experiencia se puede conocer, que yo sepa, solamente teniendo hijos propios, o tal vez criando nios nacidos a otros y que, sin embargo, forman parte del convenio familiar. Algunos de vosotros quizs no lleguis a conocer las bendiciones del matrimonio. No obstante, proteged estos poderes sagrados de la creacin, porque hay un poder grande de compensacin que bien puede aplicarse a vosotros. Mediante este amor por otro, mayor que aquel con que os amis a vosotros mismos, llegaris a ser verdaderamente cristianos. Entonces conoceris, como demasiado pocos conocen, lo que la palabra "padre" significa cuando se menciona en las Escrituras. Podris entonces sentir algo del amor e inters que el Padre Eterno tiene por nosotros. Debe ser muy significativo el hecho de que de todos los ttulos de respeto y honor que pueden atribursele, Dios mismo, el ms alto de todos, opt por ser llamado sencillamente Padre. Proteged y guardad vuestro don. Vuestra felicidad real y verdadera est de por medio. La vida familiar eterna, no nicamente en vuestras esperanzas y en sueos, puede ser una realidad porque vuestro Padre Celestial ha conferido este don tan selecto a todos vosotros, s, este poder de creacin. Es la llave misma de la felicidad. Conservad sagrado y puro este don. Usadlo nicamente como el Seor ha indicado. Mis jvenes amigos, es mucha la felicidad y gozo que pueden lograrse en esta vida. Puedo testificar de ello. Os veo en mis pensamientos con un compaero o compaera al cual amis y el cual os ama. Os veo ante el altar contrayendo matrimonio, concertando convenios que son sagrados. Os veo en un hogar donde el amor encuentra su cumplimiento. Os veo rodeados de nios y veo que vuestro amor crece con ellos. No puedo ponerle marco a este retrato. No podra aunque quisiera, porque no tiene lmites. Vuestra felicidad no tendr lmites si obedecis las leyes del Seor. Ruego las bendiciones de Dios para vosotros, nuestra juventud. Nuestro Padre Celestial os cuide y os
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sostenga para que en la expresin de este don sagrado podis allegaros a El. El vive; es nuestro Padre. De esto doy testimonio en el nombre de Jesucristo. Amn. (Discurso pronunciado en la Conferencia General, el 9 de abril de 1972.)
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Por los detalles e ideas que se pueden cristalizar en una o dos estrofas, la poesa ocupa un lugar importante en la enseanza, particularmente cuando se trata de impartir valores morales y espirituales. La destreza del poeta para conmovernos espiritual y emocionalmente constituye un componente sumamente importante en la educacin. La poesa es importante debido a las imgenes que emplea, ya que stas no slo transmiten hechos sino tambin sentimientos. Me gusta mucho leer poesa y a menudo me valgo de ella en mis discursos y en mis clases. Los poetas gozan de una gran capacidad para ver el aspecto interior de las cosas y as como a todos nos gustan las historias, tambin la mayora de las personas disfrutan de la poesa. Generalmente no se emplea la totalidad de un poema, sino apenas una estrofa o dos para ilustrar un concepto o para recalcarlo. Un poema en una leccin es como un toque de color que sirve para iluminar un paisaje. En nuestra familia tenemos un par de estrofas de rima que han sido muy importantes y que provienen de la generacin anterior. Mi suegra, ya fallecida, abra la puerta de los dormitorios cuando mi esposa era apenas una nia y recitaba cada maana las siguientes palabras:
El alba de un nuevo da se apresta a romper; Permitars que ste se marche, echado a perder? -Thomas Carlyle
Uno de nuestros poemas predilectos que mi esposa ha usado por aos en la Primaria se entitula "Nios de arcilla".
Pequeos nios de arcilla moldeados con yeso eterno, danos, oh Padre, buen juicio en la forma que les demos. Dioses an en potencia! La ayuda del padre implorad; pues tal como hoy os formemos as seris por la eternidad. -Autor desconocido
Puesto que estamos escribiendo sobre la enseanza, este captulo presenta algunos poemas sobre ese tema. No sera mala idea que cada uno fuera creando su propio archivo. Yo generalmente los clasifico de dos maneras: Bajo el tema del poema y en un archivo simplemente titulado "Poesas". De los himnos de la Iglesia podemos extraer una maravillosa fuente de mensajes poderosos en forma de verso. La letra de algunos de nuestros himnos es estremecedora, algunas de ellas con mucha ms fuerza como poesa que en forma cantada. Un buen ejemplo de un poema que se puede emplear para ensear un aspecto importante es "Los ciegos y el elefante" de John Godfrey Saxe. A menudo se le usa en clases de seminarios para ilustrar cmo la gente de otras iglesias pueden ser muy sinceras en sus creencias y al mismo tiest,r?o estar tan equivocadas cuando se les compara a la Iglesia verdat'_ .rh. Hace hincapi en la declaracin del profeta Jos Smith de que ,litro de Mormn contiene la plenitud del evangelio y no nicamente el evangelio en si. El poema, aunque quizs no sea una obra maestra de la literatura, es de igual modo til para ayudar al maestro a inculcar ese punto tan importante a alumnos de todas las edades.
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Los siguientes poemas tratan sobre alumnos o maestros o sobre la enseanza, y sirven apenas para ilustrar el tipo de estrofas que pueden resultar tiles en la preparacin de una leccin.
Edificar un templo
Un arquitecto un templo dise de intensa majestuosidad, con alta columna, arco sutil forjados a su voluntad. Dijeron los hombres al su obra ver: "Jams derrumbado ser. tu destreza ha sido tal
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que tu fama no perecer." Una maestra un templo cre forjado con gran devocin; columnas altas moldeadas con fe, paciencia y mucha oracin. Su gran esfuerzo sigui sin cesar, mas nadie lo alab; pues era suyo el templo aquel que ningn hombre not. El templo que el arquitecto dise cay en las ruinas al fin. Arco y columna tendidos estn, manojos de polvo y holln. Pero aquel templo que ella cre por siempre jams vivir, porque el templo que nadie alab es de un nio el alma inmortal. -Hattie Vose Hall The Instructor, julio de 1946
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cuando vais a ensear a los nios? Tiene fuerza y vigor el mensaje? Es constante el esfuerzo genuino? Don vuestra vida y carcter dignos que de ejemplo puedan servirles, de manera que siempre "Seguidme" con confianza podis decirles? Al esfuerzo le sigue el premio, recompensa de todo obrar bien. Dad a Dios vuestras gracias y honra, siendo fiel en el cargo que os den. -Jayne Bradford Terry The Instructor, noviembre de 1956
El maestro
Es maravilloso que el hombre construya con genio y materia un puente ideal, que una el abismo de la catarata al correr su curso a paso mortal. Es maravilloso que el hombre escriba o pinte en telas el cielo celeste, y ofrezca al mundo sus obras de arte las cuales perduran sin conocer muerte. Ms maravilloso es forjar a los seres que habitan ciudades y puentes construyen, que estampan con plumas y diestros pinceles. Y an ms grandioso es moldear su alma, cumpliendo el deber del fiel instructor que anima y nutre el justo deseo del adolescente en su intenso vigor. Y al lograr victoria tras ardua tarea, tras gran sacrificio, desvelo y lucha, qu maravilloso ser el irrumpir de todo maestro que en verdad diga: Yo les ense cmo deben vivir?" -Autor desconocido Un profesor hoy en quieto descanso, tal como Platn en tiempos antiguos, habl como yo no le haba odo y en pocas palabras esto es lo que dijo: Supongamos que la sabidura no es para el deleite slo de una mente, sino es tesoro valioso y seguro para enriquecer a toda la gente. Tal como la antorcha y lumbre carecen de todo sentido si su luz no dan, Las tesis y tomos ningn valor tienen a menos que prueben su utilidad. Con celo labramos a los estudiosos, buscando otra perla para el caudal; pero es preciso que quienes aprenden descubran el uso de tanto ideal. Y muy cierto es que todo estudio sujeto est a uso cotidiano, ya que la virtud, verdad y belleza derivan su gloria del vivir diario.
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-Autor desconocido Nota del traductor: Los poemas que aparecen en este captulo son traduccin libre del ingls para los nicos efectos de esta obra.
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Este asunto de obtener nuestro mandato del Seor constituye la preparacin bsica para aquel que ensea. Quin estara dispuesto a presentarse ante una clase a ensear en cuanto a la justicia sin haber antes importunado al Seor a fin de que le acompaara con Su Espritu en tal ocasin? Contamos en la Iglesia con reuniones de oracin con el fin de solicitar la inspiracin del Seor en las cosas que hayamos de predicar. Cuando tenemos Su Espritu, de seguro que muchos aprendern. Quisiera compartir con ustedes algo que aprend siendo pequeo.
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Cuando tena unos seis o siete aos, fui con mi hermano a una conferencia de estaca. Hasta el da de hoy puedo entrar en ese viejo edificio en la ciudad de Brigham, en el norte de Utah, ir hasta el fondo de la capilla y decir: "Estaba sentado aqu mismo cuando sucedi." Qu fue lo que sucedi? Haba un hombre hablando desde el plpito -el lder George Albert Smith. En aquel entonces era miembro del Consejo de los Doce. No recuerdo qu fue lo que dijo, si es que hablaba de la Palabra de Sabidura o del arrepentimiento o del bautismo. Pero mientras lo haca sent dentro de mi mente de nio la fija sensacin de que aquel hombre era un siervo del Seor. Jams perd ese testimonio ni ese sentimiento. Supe sin dudas que era un Apstol del Seor Jesucristo.
Un testimonio puro
Existe una gran responsabilidad en dar un testimonio puro. A veces pienso que se ve muy poco de esto en la Iglesia. En el campo misional tuve una experiencia que me sirvi para aprender mucho en cuanto al testimonio. A pesar de que todo pareca estar bajo control, no progresbamos como debamos. No se trataba precisamente de algo que estbamos haciendo cuando en realidad no debamos hacerlo, sino de algo que debamos hacer y no estbamos haciendo. Llevamos a cabo una serie de conferencias de zona para incrementar la espiritualidad en la misin. En vez de programar instrucciones sobre la mecnica de la obra misional, decidimos celebrar reuniones de testimonios. En la ltima conferencia, en el testimonio de uno de los humildes lderes, encontr la solucin al problema. Hubo algo diferente en cuanto a la declaracin de aquel atemorizado y nuevecito misionero. No estuvo de pie por ms de un minuto, pero pese a ello, por medio de su expresin comprend qu era lo que faltaba. Los testimonios que escuchamos de todos los dems misioneros se ajustaron, ms o menos, a las siguientes palabras: "Estoy agradecido por estar en el campo misional. He aprendido muchas cosas. Tengo un buen compaero. He aprendido mucho de l. Estoy agradecido por mis padres. Con mi compaero tuvimos una experiencia interesante la semana pasada. Estbamos folleteando y . . . " Entonces el misionero relataba la experiencia y despus deca algo ms o menos as: "Estoy agradecido por estar en el campo misional. Tengo un testimonio del evangelio," y terminaba diciendo "en el nombre de Jesucristo. Amn." Pero el testimonio del misionero que mencion fue diferente. Sin el ms mnimo inters de tomar mucho tiempo dijo simple y rpidamente con voz temblorosa: "S que Dios vive. S que Jess es el Cristo. S que tenemos un profeta de Dios guiando esta Iglesia. En el nombre de Jesucristo. Amn." Ese fue un testimonio. No fue simplemente una experiencia ni una manifestacin de agradecimiento, sino que se trat de una declaracin y de una testificacin. La mayora de los misioneros haban dicho que tenan un testimonio pero no lo haban declarado. Este otro joven lder lo haba declarado en pocas palabras, en forma directa y elemental, pero al mismo tiempo poderosa. Fue entonces que comprend lo que estaba funcionando mal en la misin. Nos estbamos limitando a relatar experiencias, a expresar agradecimiento, a reconocer que tenamos un testimonio, mas no estbamos testificando. Todo maestro debe tener presente la tremenda fuerza que se encuentra en dar un testimonio. Resulta apropiado que en toda clase que ensee, el maestro d su testimonio, no siempre en la forma tradicional de una reunin de testimonios, sino en una manera sencilla que haga saber a las claras que las cosas que est enseando en la leccin son verdaderas. Por ejemplo, un maestro que est dando una leccin en cuanto a la Palabra de Sabidura puede sencillamente decir: "Deseo que los miembros de esta clase sepan que la Palabra de Sabidura es una revelacin dada por Dios. Yo tengo un testimonio de ello. S que si vivimos este principio, recibiremos las bendiciones que se relacionan con l." Una declaracin simple y afirmativa constituye un testimonio. El nicamente decir "Yo tengo un testimonio del evangelio" no es lo suficientemente poderoso.
El don de ensear
En ms de una ocasin escuch a William E. Berrett, uno de los ms extraordinarios educadores que he conocido en mi vida, rendir homenaje a un maestro que haba tenido de nio cuando viva en una zona rural al sur de Salt Lake City. Relat una experiencia en la que un caballero ya mayor haba sido asignado para
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ensear una clase de jovencitos. El nuevo maestro era un converso europeo que no solamente hablaba con un marcado acento, sino que tena dificultad para expresarse. El presidente Berrett deca que se trataba de "un hombre poco letrado, con escasa educacin formal, quien tena enorme dificultad para hablar en ingls. Mas siempre le estar agradecido. Lo que le faltaba en expresin, le sobraba en espritu. Podamos calentar nuestras manos arrimndolas al fuego de su fe." No creo que se pueda rendir mayor tributo que se a un maestro en la Iglesia. Bien vale la pena buscar el don de ensear con el Espritu mediante la oracin. Un maestro puede ser inepto, incapaz y hasta torpe, pero si el Espritu es poderoso, podrn ensearse mensajes de importancia eterna. Todos podemos llegar a ser maestros, muy buenos de hecho, pero no podremos ensear valores morales y espirituales contando nicamente con un enfoque acadmico; debemos tener el Espritu para as hacerlo. Cuando enseamos tocante a las cosas espirituales, hay innumerables incidentes en la vida de otras personas y en la nuestra propia que contribuyen a fomentar la fe y que podemos exponer por medio de nuestro testimonio. Existen relatos de acontecimientos milagrosos en la vida de miembros de la Iglesia tanto del pasado como de la actualidad. El sptimo Artculo de Fe expresa: "Creemos en el don de lenguas, profeca, revelacin, visiones, sanidades, interpretacin de lenguas, etc." Entre los Santos de los Ultimos Das, existen muchas experiencias inspiradoras que estn relacionadas con la manifestacin de estos dones. No obstante, el maestro debe ser muy prudente en el uso de experiencias de este tipo. Primeramente, debe saber a ciencia cierta que son verdicas. Hay muchas historias que se comparten y que no son ciertas. De vez en cuando parece brotar una epidemia de relatos de visiones y experiencias de diversa ndole que no son otra cosa ms que ficcin.
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Un espritu familiar
"Para terminar, quisiera relatarles una experiencia que vivi mi amigo y hermano, Boyd K. Packer, en el Per. Tuvo lugar en la reunin sacramental de una rama. La capilla estaba llena; haban terminado los ejercicios de apertura y se estaban dando los ltimos detalles a la preparacin de la Santa Cena. En ese preciso momento entr de la calle un indiecito. Sus dos camisas apenas si hacan una de tan deshechas que estaban. Todo pareca indicar que nunca se las haba quitado desde el primer momento que se las dieron. Sus pequeos pies estaban agrietados y llenos de callos y as y todo le sirvieron para caminar hasta la mesa de la Santa Cena a lo largo del pasillo. Todo l era un lgubre testimonio de privacin, de ansiedad y de hambre insatisfecha, tanto de orden fsico como espiritual. Casi inadvertidamente lleg hasta la mesa del Sacramento, ante la cual se inclin y tiernamente se frot la cara sin lavar contra el fresco y suave mantel blanco. "Una hermana que estaba sentada en la primera fila, aparentemente escandalizada por la osada del jovencito, capt su mirada y con un gesto bien directo y seo fruncido le indic que por el mismo pasillo que haba entrado volviera inmediatamente a su mundo, la calle. "Poco despus, aparentemente compelido por voces interiores, se sobrepuso a su timidez, y en forma cuidadosa transit por el pasillo, con temor, presto para escapar si fuera necesario, mas como si estuviera siendo dirigido por voces inaudibles, por un `espritu familiar' y como si recuerdos de otrora revivieran y fuerzas intangibles se nuclearan en l, forzndole a buscar algo que haba estado anhelando pero que no poda identificar. "Desde su asiento en el estrado, el lder Packer capt su mirada, le hizo un ademn y le extendi sus brazos llamndolo a su lado. Hubo un breve lapso de vacilacin, y despus el jovencito harapiento fue acogido en tiernos brazos y en una cmoda falda, y su cabeza se recost contra un clido corazn -un corazn sensible a las penurias, especialmente a aquellas de los indiecitos. Daba la impresin de que el pequeo haba encontrado puerto seguro en el tormentoso mar, as de complacido se le vea. Afuera estaba el mundo despiado, cruel y frustrante. Mas alrededor de l no haba, en ese momento, otra cosa que paz, seguridad y aceptacin. "Poco tiempo despus el lder Packer se sent en mi oficina y en trminos tiernos y voz calma, me relat este incidente. Al inclinarse hacia adelante en su silla, sus ojos brillaban al momento que, con marcada emocin en la voz, me deca: `A medida que el indiecito se acomodaba en mis brazos, era como si no fuera nicamente uno slo a quien cobijaba, sino a toda una nacin, de hecho, a una multitud de naciones de almas privadas y hambrientas a la espera de algo clido y profundo que no saban cmo describir-un pueblo humilde deseoso de revivir recuerdos que no se han borrado- de antepasados que de pie y con los ojos y la boca abiertos de par en par, esperaban con ansiedad, mirando hacia arriba al momento que vean descender a un Ser santo y glorificado proveniente de las moradas celestiales y escuchaban una voz decir: "He aqu, soy Jesucristo, el Hijo de Dios. Yo cre los cielos y la tierra, y todas las cosas que en ellos hay . . . y en m ha glorificado el Padre su nombre . . . Soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin." (3 Nefi 9:15, 18.)- (Spencer W. Kimball, discurso dado en la conferencia general, el 2 de octubre de 1965.) Aun cuando han transcurrido varios aos, cada vez que leo este relato me invade una profunda emocin. En varias ocasiones el presidente Kimball me ha dicho que se trata de una experiencia importante. La ltima vez que hablamos sobre ella fue mientras juntos viajbamos en avin. Trajo el tema una vez ms a colacin y me dijo que se trataba de una experiencia sumamente singular.
Declaremos la verdad
Una de las cosas contra las que se tienen que cuidar los educadores profesionales es la tendencia a ser escpticos o excesivamente cautos cuando declaran la verdad. Varias son las influencias que en la educacin moderna han contribuido a la falta de certeza, de firmeza y por ltimo a la debilidad en la enseanza. Cuando estaba preparando la tesis para recibir mi maestra en la universidad, una de las personas que me diriga en el proyecto se tom la molestia de orientarme en cuanto a la forma en que deba redactarla. "Asegrate de no ser positivo en cuanto a nada", me dijo. "Resultara arrogante de tu parte el suponer que has descubierto algo que hasta el momento se desconoce. As que busca la forma de que tus averiguaciones estn redactadas en forma indefinida. Emplea expresiones tales como `Parece ser que', o `Resulta posible suponer que'." Entonces me asegur: "Cuando tengas que defender tu tesis, y alguien cuestione alguna de tus conclusiones, puedes ponerte a salvo a ti y a tu presentacin diciendo, `Bueno, yo supuse que sera de este
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modo', o Saqu la conclusin de que as era'. De este modo estars a salvo." Gran parte de la educacin est severamente influenciada por la filosofa del pragmatismo, la cual refuta la existencia de verdad absoluta alguna y deja tanto al maestro como al alumno pendiendo de continuas inconclusiones e indecisiones. Cun alentador es tener un maestro que est respaldado por el valor de sus convicciones que puede diferenciar entre lo correcto y lo incorrecto y que est dispuesto a declararlo. Para m una de las ms grandes y poderosas caractersticas del Libro de Mormn es la declaracin tan firme e inequvoca que se hace de l. Jos Smith no mal entendi su llamamiento ni vacil en declararlo. El Profeta se catalog a s mismo competente para ensear la verdad. En una ocasin Josiah Quincy, quien haba estado hablando con l y haba dedicado bastante tiempo a analizar las actividades del Profeta, le dijo: "General, pienso que la autoridad que usted tiene es demasiada para un solo hombre." La respuesta de Jos fue: "En sus manos o en las manos de cualquier otra persona, tanta autoridad, sin duda, sera peligrosa. Soy el nico hombre en el mundo en manos de quien esa autoridad est a salvo. Recuerde, soy un profeta." No hay mucha cautela en su declaracin, no es as? Y adems agreg: "Cundo ense algo equivocado desde este plpito? Cundo fui confundido? Jams les he dicho que fuera yo perfecto, pero por cierto que no hay el ms mnimo error en las revelaciones que he enseado." El Libro de Mormn constituye un ejemplo clsico de este tipo de declaraciones firmes. He tomado el tiempo de extraer del Libro de Mormn los diferentes usos del verbo saber, y tambin sinnimos como conocimiento, etc. Es interesante notar que la frase "Yo s" aparece en el libro no menos de 100 veces, en casi todos los casos a modo de testimonio, a la manera que los profetas declaran un conocimiento del evangelio de Jesucristo. Compare ese estilo con el que se emplea en la actualidad. A un estudiante universitario avanzado, por ejemplo, se le insta a adornar cuidadosamente sus descubrimientos, y probablemente con toda razn, a menos que est investido de un cierto grado de autoridad. No es acaso extraordinario que haya versculos en el Libro de Mormn que insten a la persona que los lee a averiguar de Dios mismo si lo que est leyendo es verdadero o no? Afirman que Dios mismo nos har saber que Jos Smith fue un profeta. He aqu algunos ejemplos de ello:
Por tanto, si despus de haber hablado yo estas palabras, no podis entenderlas, ser porque no peds ni tocis; as qu e no sois llevad os a la lu z, sino que d ebis perm anecer en las tinieblas. Porque he aqu , os d igo otra vez, que si entris por la senda y recibs al Espritu Santo, l os mostrar todas las cosas que debis hacer. (2 Nefi 32:4-5.) Y si no son las palabras d e Cristo, juzgad ; porqu e en el postrer d a Cristo os m anifestar con p od er y gran gloria qu e son su s palabras; y ante su tribunal nos verem os cara a cara, vosotros y yo, y sabris qu e l me ha m and ad o escribir estas cosas, a pesar de mi debilidad. (2 Nefi 33:1 1.) Y cuando recibis estas cosas, quisiera exhortaros a que preguntis a Dios el Eterno Pad re, en el nom bre d e Cristo, si no son verd ad eras estas cosas; y si ped s con un corazn sincero, con verd ad era intencin, teniend o fe en Cristo, l os manifestar la verdad de ellas por el poder del Espritu Santo. (Moroni 10:4.)
El Seor mismo se ha comprometido a verificar si Jos Smith era en verdad un profeta o un impostor. Queda en uno aceptar el desafo y ver.
Fuera de contexto
Quisiera compartir con ustedes una leccin fundamental que aprend hace algunos aos. Casi al terminar los requisitos para recibir mi doctorado, me matricul en una clase de filosofa educacional con otros tres estudiantes. Dos de nosotros estbamos completando los requisitos para nuestro doctorado, mientras que los otros dos estaban apenas comenzando. En una oportunidad surgi una discrepancia entre el otro estudiante que estaba a punto de recibir su doctorado y yo. Tena que ver con el hecho de que si al hombre se le dejaba librado totalmente a su propio destino. Es el hombre autosuficiente o existen otras fuentes externas de inteligencia a las que puede apelar? El profesor de esa materia era el Dr. Henry Aldous Dixon, quien haba sido Presidente del Colegio Universitario Weber y tambin de la Universidad del Estado de Utah, adems de haber sido miembro del Congreso Nacional de los Estados Unidos. Estaba enseando esa clase simplemente porque le encantaba ensear, y lo haca maravillosamente bien. Actu como interlocutor en nuestra discusin sin tomar partes. Cuando el debate lleg a un punto intenso, los otros dos estudiantes tomaron bandos, uno de cada lado. As estbamos, pues, dos debatientes, cada uno con su "segundo". El tema comenz a tratarse en forma bien profunda y cada da sala de clase sintindome ms fracasado que el anterior. Por qu tena que incumbirme
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eso? Me incumba porque yo estaba en lo cierto y l no, y yo lo saba y pensaba que l tambin lo saba, mas pese a ello, me superaba en toda discusin. Cada da me senta ms incapaz, ms tonto y hasta ms inclinado a abandonar la discusin. Pas largas horas en la biblioteca buscando referencias y estudiando por lo menos con tanto ahnco como mi contrincante. No obstante, en cada uno de nuestros debates la distancia que l me llevaba pareca aumentar ms. Por fin, un da, tuvo lugar una de las experiencias ms importantes de toda mi educacin. Al salir de clase, su "segundo" coment: -Ests perdiendo, no te parece? Ya no me quedaba suficiente orgullo como para rebatir aquello que era obvio. -S, estoy perdiendo. -Quieres que te diga lo que sucede contigo? -me pregunt. Interesado le respond: -S, quisiera que me dijeras. -El problema contigo - me dijo-, es que ests luchando con elementos que estn fuera de contexto. Le pregunt qu me quera decir con eso. En realidad no lo saba y l no me lo explic. Simplemente dijo: -Ests luchando con elementos fuera de contexto. Esa noche no pude pensar en otra cosa que en su comentario. No se trataba de la nota o el grado que pudiera obtener del profesor, sino de algo mucho ms importante que eso. Estaba siendo derrotado y humillado en mis esfuerzos por defender un principio que era verdadero. Su declaracin retumbaba en mi mente hasta que finalmente, en medio de mi humillacin, me dirig al Seor en oracion. Y entonces supe. Al da siguiente, cuando regres a clase, comenc a trabajar dentro de contexto. Cuando se reinici el debate, en vez de expresarme en la jerga elaborada y rebuscada del educador, expuesta con el afn de demostrar que uno est bien familiarizado con la terminologa filosfica, utilic las palabras que el Seor utiliz al referirse a este punto. En vez de decir: "La adquisicin a priori de inteligencia, proveniente de cierto tipo de fuente externa de instruccin," dije sencillamente, "Revelacin de Dios!" Me refera a lo espiritual en los trminos que describen lo espiritual. Sbitamente, las cartas se dieron vuelta. Haba sido rescatado de la derrota inminente y haba aprendido una leccin que jams olvidar. Los argumentos que haba estado presentando tan intilmente por varias semanas de pronto se tornaron claros y compelentes. Abandon el insensato proceso de andar con rodeos y de emplear jerga acadmica en vez de trminos espirituales. Estoy endeudado para con aquel estudiante de cuya declaracin tanto aprend. Jams olvidar la experiencia y quisiera instar a todos aquellos que ensean en la Iglesia a que lo hagan como el Seor ense, con los elementos que El nos provee en vez de luchar con aquellos que estn fuera de contexto. Enseen con el Espritu!
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otra ocasin la gente se burlaba de El. (Mateo 9:24.) Cuando un maestro est descorazonado y piensa en sus fracasos, debe recordar que no todos los naipes estn jugados todava. Algunos de los alumnos que l piensa que no han aprendido nada tal vez sean aquellos en los que ms influencia haya tenido. Jess saba perfectamente bien que algunos de aquellos a quienes trataba de ensear no crean en El, y lo declar abiertamente: "Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jess saba desde el principio quines eran los que no crean . . ." (Juan 6:64.) Y entonces fue dicho: "Desde entonces muchos de sus discpulos volvieron atrs, y ya no andaban con l." (Juan 6:66.) En este incidente encontramos una pregunta sumamente interesante formulada a los Doce que haba escogido: "Queris acaso iros tambin vosotros?" (Juan 6:67.) Fue Pedro quien respondi de una forma que habla a las claras de su maduro juicio, declarando que en ninguna otra parte podran encontrar las palabras de vida eterna. Disfruto al leer la splica de Moroni al Seor a causa de su debilidad y la respuesta que recibi. Piense en cuanto a estas palabras:
"Y le d ije: Seor, los gentiles se burlarn d e estas cosas, d ebid o a nu estra d ebilid ad en escribir; p orqu e t , Seor, nos has hecho fuertes en palabras p or la fe, p ero no nos has hecho fu ertes p ara escribir; porqu e conced iste que tod os los de este pueblo pudiesen declarar mucho, por motivo del Espritu Santo que t les has dado; "y t has hecho qu e no pod am os escribir sino poco, a causa d e la torpeza d e nu estras m anos. H e aqu, no nos has hecho fuertes en escribir, com o al herm ano d e Jared ; porqu e le conced iste qu e las cosas qu e l escribiera fuesen tan potentes como t lo eres, al grado de dominar al hombre al leerlas. "Tam bin has hecho grand es y p otentes nuestras palabras, al grad o d e qu e no las pod em os escribir; as qu e, cuand o escribim os, vem os nuestra d ebilid ad , y tropezam os al colocar nu estras palabras; y tem o que los gentiles se burlen de nuestras palabras. "Y cu and o hu be d icho esto, el Seor m e habl, d iciend o: Los insensatos hacen burla, m as se lam entarn; y m i gracia es suficiente para los mansos, para que no saquen provecho de vuestra debilidad; "y si los hom bres vienen a m , les m ostrar su d ebilid ad . Doy a los hom bres d ebilid ad p ara que sean hu m ild es; y basta m i gracia a tod os los hom bres qu e se hum illan ante m ; porqu e si se hu m illan ante m , y tienen fe en m , entonces har que las cosas dbiles sean fuertes para ellos. "H e aqu, m ostrar a los gentiles su d ebilid ad , y les m ostrar qu e la fe, la esperanza y la carid ad cond ucen a m , la fuente de toda justicia. "Y yo, Moroni, habiend o od o estas p alabras, me consol, y d ije: Oh Seor, hgase tu ju sta voluntad !, p orqu e s que obras con los hijos de los hombres segn su fe." (Eter 12:23-29.)
Se cuenta que en una oportunidad alguien detuvo al lder J. Golden Kimball en la calle. Se haba registrado en la familia del lder Kimball cierto incidente lamentable que haba llegado a odo de muchas personas, y quienquiera que fuera el que lo detuvo, sin duda con el nico afn de perturbarlo, le dijo: "Hermano Kimball, entiendo que est experimentando algunos problemas con uno de sus hijos." Su respuesta fue la siguiente: "As es, y el Seor est teniendo algunos problemas con algunos de los suyos, tambin."
Qu pensara Pedro?
A veces transcurre mucho tiempo antes de que el maestro llegue a saber a ciencia cierta si lo que ense fue asimilado por el alumno o no. Conoc a un maestro que enseaba en el programa de seminarios en el este de Utah. En una de sus clases tena a un jovencito indio. El maestro persever lo ms que pudo con el muchacho durante todo el ao escolar, pero supona que en poco le haba ayudado. De vez en cuando se molestaba, pues el joven pareca ser irrespetuoso y le llamaba simplemente "Pedro". Mas el maestro procur mantenerse dentro de sus lmites de conducta y se acomod a la situacin lo mejor que pudo. Varios aos despus, aquel mismo alumno fue a verle. Estaba por unos das en la ciudad, gozando de licencia del servicio militar, y haba decidido visitar a su ex maestro de seminarios antes de hablar con nadie ms, y le relat la siguiente experiencia. Mientras estaba en el servicio militar, se haba hecho de ciertas amistades que no eran miembros de la Iglesia y que adems tampoco tenan normas morales muy elevadas que digamos. Un fin de semana, habiendo
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recibido permiso para tomrselo libre fuera del cuartel, sus compaeros decidieron llevar a cabo ciertas actividades que desde el punto de vista moral eran desastrosas. Este joven les acompa, careciendo de la fuerza necesaria para resistir la influencia de sus compaeros. Entonces le coment a su maestro de seminarios que cuando estaba a punto de cometer un acto inmoral, surgi a su mente el pensamiento: "Qu pensara Pedro?" Entonces dej a sus compaeros y se fue solo. De esa visita el maestro aprendi una gran leccin. No tena la ms mnima idea de que lo que l haba dicho en clase jams hubiera penetrado y permanecido en la mente de aquel joven indio, pero algunos aos ms tarde, a miles de kilmetros de distancia, su influencia prob haber dejado su huella y salv al joven de un trgico error. Hace ya muchos aos tuve la oportunidad de servir como miembro del sumo consejo de una estaca en la Ciudad de Brigham, Utah. En una ocasin la presidencia de la estaca y los miembros del sumo consejo con nuestras respectivas esposas asistimos a una sesin vespertina en el Templo de Logan, Utah. Uno de los obreros del templo estaba tomando parte en la instruccin por primera vez y cometi bastantes errores. Tena dificultad para recordar lo que tena que decir y se mostraba evidentemente nervioso y hasta frustrado. De tal manera se entrever en su alocucin que si se hubiera tratado de otro tipo de presentacin, en otro lugar, hubiera resultado por dems humorstico. No obstante, se esforz y fue gentilmente dirigido por los otros obreros que le acompaaban. Considerando los problemas, rein en la sesin la mayor dignidad y reverencia posibles. Despus de la sesin, mientras estbamos todos juntos esperando a nuestras esposas, uno de los de nuestro grupo coment en frma un tanto jocosa que por nada del mundo hubiera querido estar en los zapatos de aquel pobre obrero aquella noche. "La verdad que debe haberle resultado una pesadilla", coment. "Fue como si hubiera sido puesto a juicio frente a toda la congregacin." El presidente de nuestra estaca, un hombre por naturaleza calmo, dijo con toda firmeza, "Un momento, hermanos, ante todo dejemos algo bien en claro: No era ese hermano quien estaba siendo juzgado aqu esta noche, sino que ramos nosotros." Nunca olvidar ese comentario, pues realmente me ha servido para cambiar mi enfoque cada vez que asisto a una reunin o actuacin de algn tipo y ocurre que quienes toman parte no llegan a satisfacer lo que seguramente son sus intenciones mnimas. Es bueno que el maestro sepa, y que sus alumnos aprendan, que muchas veces cuando suponemos que ocupamos la posicin de jurado en un juicio, en realidad somos nosotros quienes estamos siendo juzgados. Tengamos cuidado en no considerarnos a nosotros ni en considerar a otros un fracaso. Cuando se abran los libros de cuentas, comprenderemos que ningn esfuerzo que se haga para ensear en justicia ser tiempo perdido, ni nada que uno haga en procura de compartir el evangelio de Jesucristo ser jams en vano.
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Recuerdo claramente el momento en que decid que quera ser maestro. Fue durante la Segunda Guerra Mundial, cuando estaba apostado en una pequea isla al norte de Okinawa, Japn. En una tarde de verano, me sent a la orilla del mar para presenciar la puesta del sol y meditar en cuanto a mis esperanzas y sueos. Recuerdo haber contemplado la luna y pensar: "Esa misma luna es la que brilla sobre mi hogar en Utah." Pensaba en lo que quera hacer de mi vida despus de terminada la guerra, si era que acaso tena la fortuna de sobrevivirla. Qu era lo que deseaba llegar a ser? Fue esa misma tarde que decid que sera maestro. Hubo varios factores que me ayudaron a tomar esa decisin. Primeramente, pens en la declaracin del profeta Jos Smith de que el hombre se salva en la medida en que gana conocimiento; no habra mejor manera de lograr esa salvacin que enseando. Puesto que estamos en esta vida para aprender y para servir a nuestro prjimo, y siendo que el ensear y el aprender estn tan estrechamente ligados, decid que sera maestro. As podra aprender y podra servir al Seor. En el transcurso de mi meditacin, llegu a la conclusin de que si me decida por la enseanza como carrera, jams llegara a ser rico; saba que no poda lograr ambas cosas al mismo tiempo. Pese a ello, qued muy conforme con la decisin. Esa determinacin de llegar a ser un buen maestro nunca se apart de m. De vez en cuando pensaba que me gustara ser un maestro de seminarios, ya que el programa ofreca una magnfica oportunidad de servir, y adems senta profunda admiracin por aquellos grandes hombres que haban sido mis maestros de seminario. No obstante, cada vez que pensaba en ello, mi mente lo rechazaba, comprendiendo que no haba cursado estudios universitarios antes de ingresar en el servicio militar y que sin duda alguna, solamente los hombres ms ilustrados eran seleccionados para ensear en dicho programa. En ese momento decid que esa ideal estaba por encima de lo que yo podra lograr. Pese a todo, se produjo la oportunidad de que enseara en el programa de seminarios, y lleg de forma tal que me convenci de que se trataba de la respuesta a mis oraciones, pues en verdad deseaba servir. Es posible que algn da pueda relatar esa historia, pues es de importancia fundamental en mi testimonio. Cuando ya haba sido maestro por varios aos, en una oportunidad, en un mes de septiembre, escrib lo siguiente: "El lunes pasado, en una de las pocas oportunidades en que estoy en casa, me dirig hasta una amplia arboleda que queda cerca de nuestro hogar. Mis hijos varones ms pequeos estaban conmigo, mientras yo cortaba lea para usar en la chimenea durante el siguiente invierno. Era una hermosa y radiante maana de septiembre. El sol se filtraba por el follaje y no poda menos que contemplar extasiado la escena que se desplegaba ante mis ojos. "Los nios comenzaron a recoger florecitas para llevarle a su madre. De pronto, me sent conmovido por una extraa sensacin. Se trataba de una experiencia espiritual. Sent gran reverencia por la vida y una humildad que no siempre nos acompaa en el curso de la vida. "Era el mes de septiembre, y las clases estaban a punto de comenzar (en los Estados Unidos el ao escolar empieza en septiembre). Se apoder de m ese sentimiento de entusiasmo tradicional de cada ao cuando las clases se aproximan. Ese sentimiento me haba invadido tanto en mi condicin de maestro como cuando era estudiante -la agradable sensacin de saber que se acercaba el momento de retornar a las aulas. "Pronto sera maestro otra vez. Es posible que muy pocas personas lleguen a entender tal manera de sentir. Si uno es un educador profesional y no logra sentirlo, su vida carece de algo muy importante, algo que debera procurar y lograr, por ms que le cueste." El ensear constituye una gran responsabilidad. Si uno es padre o abuelo, si es llamado a servir como oficial o como maestro en la Iglesia, o si fuera misionero, tiene la enorme responsabilidad de cumplir con su llamamiento fiel y eficazmente.
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la tentacin de seguir su consejo. El pens que el "alegrarme" un poco me servira para superar la tensin y me ayudara a recobrar la confianza que haba perdido. Pero esa "alegra" es una alegra falsa. Primero sirve para levantar el nimo, pero al poco rato lo lleva a uno hasta el fondo de la depresin. Ese fin de semana s fui a Phoenix, pero procur otra clase de contentamiento. Lo encontr al reunirme con otros hermanos en el sacerdocio y con miembros de la Iglesia en un servicio de adoracin. Tras encontrarlo, sent restaurada la confianza y vino a m una seguridad que me ha sostenido desde entonces. Aos despus, siendo ya maestro, llegu a apreciar mejor la forma en que mi instructor de vuelo, con la intencin de hacer un trabajo digno de encomio, pudo haberse distrado o simplemente olvidado, o tal vez nunca lleg a comprender la importancia de aquella leccin que el instructor de mi amigo haba tenido la precaucin de ensearle. Como maestros, debemos siempre estar en estado de alerta. De esa experiencia aprend una gran leccin en cuanto a la enseanza.
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Ese algo
Cuando era supervisor en el programa de seminarios, se me llamaba casi todos los das para juzgar la actuacin de maestros y para juzgar a hombres -no el tipo de juicio que tiene que ver con la salvacin eterna, el cual est debidamente reservado a otros oficiales, sino un juicio o evaluacin tocante a sus habilidades como maestros y administradores. Hay algunas caractersticas que se conocen como esenciales en este aspecto de la enseanza. Por ejemplo, no tiene nada que ver con la estatura fsica de la persona, ni con su peso, ni con el lugar donde naci ni siquiera con la institucin donde obtuvo su educacin. Poco tiene que ver con el color de su cabello, con su complexin o con sus talentos. Esta habilidad de ensear y de guiar a seres humanos est, de alguna manera, relacionada con el cmulo de todos esos otros aspectos. En nuestro trabajo, creamos una palabra para nuestro propio uso, totalmente carente de sentido para cualquier otra persona, pero que en su definicin caracterizaba ese algo que hace de uno un maestro. Generalmente resulta obvia por su ausencia, mientras que su presencia puede ser cultivada y mejorada o, por el contrario, puede hacerse a un lado y olvidarse por completo. Resulta extrao analizar a una persona y llegar a la conclusin de que no sobresale notoriamente en ninguna caracterstica que uno pudiera sealar, pero que cuando se combinan todas sus habilidades y caractersticas, resalta por encima de todos aquellos con quienes se asocia. Tal persona es un maestro!
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De todos modos, la Segunda Guerra Mundial se desat cuando cursaba mi ltimo ao de secundaria, y por cierto que todos los jvenes saban que entraran en el servicio militar. Yo quera ser piloto. Habiendo sido un estudiante comn y corriente, pens que probablemente no podra pasar las pruebas de ingreso, pero de todos modos decid hacer el esfuerzo junto a uno o dos jvenes amigos de nuestra comunidad. Nunca olvidar la tremenda agona que me caus ese examen, precisamente por no haber sido un estudiante muy destacado. Cuando terminamos, el sargento comenz a revisar las pruebas. A fin de ser aprobado, uno tena que acumular 125 puntos. Mi puntaje lleg a 124. Mi corazn casi se detuvo. Haba fallado. Mas sin decir palabra comenz a revisar la prueba nuevamente. Finalmente me mir, vio mi padecimiento y me dijo: "Algunas de las preguntas estn divididas en dos partes y damos como correctas cada una de las partes si las contest debidamente." El caso es que encontr dos de ellas y pas la prueba con exactamente el mnimo requerido. Recuerdo que una de las preguntas -"Para qu se usa el glicol etileno?"- contaba con varias opciones como respuesta. Siendo que haba trabajado en el taller de mi padre, saba que era un componente del lquido anticongelante que se utiliza en los automviles. Haba dos posibles respuestas correctas para esa pregunta, y yo haba elegido una de ellas. Ese poquito de conocimiento prctico que haba ganado, sin saber que me servira para algo, fue lo que me ayud a llegar a ser piloto en la Fuerza Area, o por lo menos a intentarlo. La primera asignacin fue, como ya dije antes, de cursar estudios especiales en el Colegio Universitario Washington. All se produca un tremendo filtro de candidatos. Se nos someta a un intenso programa de preparacin fsica y acadmica y aquellos con deficiencias -fsicas, emocionales o escolsticas eran eliminados y enviados a otra de las ramas del servicio militar, generalmente a la infantera. Se trataba de algo sumamente delicado ya que si llegbamos a ser pilotos y se nos asignaba a volar aviones grandes, tendramos la vida de toda un tripulacin en nuestras manos en todo momento que estuviramos en los controles. A propsito se nos someta a severa presin durante nuestro entrenamiento, adems de la rgida disciplina militar existente. Entre las clases que tuve que tomar haba una que pareca una montaa gigante de esas que, al menos para m, resultaba imposible de escalar. Se trataba, por supuesto, de matemticas. La mayor parte de los cadetes en nuestro grupo haban asistido a la universidad por lo menos por un corto perodo de tiempo y tambin haba otros que ya haban terminado sus estudios universitarios. Asist a esa clase con grandes temores, sabiendo que seguramente, al compararme con otros cadetes, jams podra pasarla. Mas el profesor comenz a ensear ms o menos de este modo: "Durante las siguientes tres semanas dedicaremos dos horas al da al estudio de las matemticas. Iremos bastante rpido desde las computaciones bsicas de la materia hasta llegar a la introduccin al clculo. Lo que haremos es un repaso de todo lo que han aprendido en la escuela primaria y en la secundaria y les daremos una introduccin a los conceptos matemticos que generalmente se ensean en los dos primeros aos de universidad." Para ese entonces ya me vea en mis botas de infantera. Pero el profesor continu diciendo: "Quisiera dejar en claro desde ya que ensear esta clase para aquellos que no entienden muy bien esta materia y no para quienes s la manejan con destreza. Estoy seguro de que muchos de ustedes han tenido bastante experiencia universitaria en cuanto a ella y les resultar aburrido comenzar desde el principio. Pero repito que mi responsabilidad es ensearles a aquellos que tienen dificultad, por lo que iremos a un paso que a tales personas les resulte cmodo. Estoy a las rdenes para responder cualquier pregunta que tengan, inclusive si es despus de hora de clase. Pero recuerden que deseo que aprendan la materia." De ese modo ense. Requer ayuda especial, y l me la dio y, debido a la necesidad que tena de sobrevivir, formul muchas preguntas en clase que de otra forma hubieran resultado vergonzosas. Aprob ese curso, sin duda el ms difcil de todos los que tuve que tomar all, y lo aprob con notas bastante aceptables. Fue gracias a ese profesor que aprend la mayora de lo que s en cuanto a las matemticas. Pero ms que eso, aprend de ese hombre una gran leccin que ms tarde me sirvi en mi propia funcin de maestro. Me caus gran satisfaccin aos ms tarde cuando, como supervisor en el programa de seminarios de la Iglesia, fui asignado a visitar al director de institutos en el Colegio Universitario Washington. Aprovechando mi estada all, me puse en contacto con aquel sabio profesor de matemticas, compart con l lo que acabo de compartir con ustedes y le agradec fervientemente por ser la clase de maestro que era.
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Siempre he sentido que estamos en lugares santos cuando se nos permite la entrada al corazn de aquellos
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a quienes enseamos. Hay formas mediante las cuales podemos ser estimulados espiritualmente y alcanzar la medida de la oportunidad que tenemos. Una de las ms importantes la encontramos en los siguientes versculos:
Por tanto, yo, Jacob, les habl estas palabras, m ientras les enseaba en el tem plo, habiendo primeramente obtenido mi mandato del Seor. Porqu e yo, Jacob, y m i herm ano Jos, habam os sid o consagrad os sacerd otes y m aestros d e este pu eblo, por m ano de Nefi. Y m agnificam os nu estro m inisterio ante el Seor, tom and o sobre nosotros la responsabilid ad , trayend o sobre nu estra prop ia cabeza los p ecad os d el p ueblo si no le ensebam os la p alabra d e Dios con tod a d iligencia; p ara qu e, trabajando con todas nuestras fuerzas, su sangre no manchara nuestros vestidos; de otro modo, su sangre caera sobre nuestros vestidos, y no seramos hallados sin mancha en el postrer da. (Jacob 1:17-19. Cursiva agregada.)
Deseo recalcar la expresin "habiendo primeramente obtenido mi mandato del Seor". Hay un gran poder rector sobre la Iglesia y el reino de Dios. Existe una notable fuente de inteligencia disponible para todos aquellos que ensean en la Iglesia -si es que lo hacen diligentemente. Existe ese proceso sagrado por medio del cual se puede, en un instante, transmitir inteligencia pura a la mente, a fin de que el maestro sepa lo que tiene que saber en el momento preciso. Debemos ensear constantemente bajo la inspiracin. Tenemos el derecho de as hacerlo en el hogar y en la Iglesia. Y siempre que surja la necesidad de ensear en cualquiera de nuestras otras ocupaciones en la vida, es apropiado procurar la ayuda del Seor. No es imperioso que un padre o un maestro lo sepa todo. Si est viviendo como debe y est preparado para recibir inspiracin, de seguro la recibir. Medite en cuanto al siguiente pasaje: "Ni os preocupis tampoco de antemano por lo que habis de decir; mas atesorad constantemente en vuestras mentes las palabras de vida, y se os dar en la hora precisa la porcin que le ser medida a cada hombre." (D. & C. 84:85. Vea tambin D. & C. 100:6 y Mateo 10:19.) En una ocasin escuch al presidente Marion G. Romney decir: "Yo s cundo estoy hablando bajo la inspiracin del Espritu Santo, pues siempre aprendo algo de lo que yo mismo digo." Los maestros en la Iglesia deben avanzar con confianza y valor, sabiendo que sern apoyados si en realidad han "primeramente obtenido su mandato del Seor". Para ello se requiere valor. Ha habido momentos en los que merec y recib reprimendas del Seor por haber carecido del valor suficiente. Compartir con ustedes una de tales experiencias. Poco despus de haber sido llamado a servir como Ayudante del Consejo de los Doce, recib una llamada de un amigo cercano en horas de la madrugada. El y su esposa estaban a punto de tener un nuevo hijo, y en los das previos al nacimiento, se haba suscitado una complicacin seria. Me pidi si poda ayudar a darle una bendicin a su esposa. Segn los mdicos, haba pocas esperanzas de que la criatura se salvara y tambin la vida de la madre estaba en peligro. Atendiendo el pedido de mi amigo, le di una bendicin a su esposa. Esa maana en mi oficina pas un da de miseria y tormento. Mientras le daba la bendicin haba sentido el impulso del Espritu de prometerle que todo saldra bien, pero haban pesado ms en mi mente los diagnsticos de los mdicos. Del mismo modo, me preguntaba qu sucede cuando en una bendicin se hacen promesas desmedidas que despus no se cumplen. No destruye eso, acaso, la fe? Todos estos pensamientos estaban impregnados en mi mente en el momento de dar la bendicin. Las palabras que en esa ocasin pronunci fueron expresadas en trminos generales, sin guiarme por la inspiracin que recib. Cuando llegu a mi casa esa tarde, nuevamente me llam mi amigo, pues quera verme para hablar simplemente. Estaba sumamente preocupado por su esposa. Nos sentamos en una banca al frente de su casa a conversar. Le dije que no se preocupara, que su esposa se recuperara y que su nio nacera sin problemas. Lo que es ms, le dije que se sera el ms fcil de todos sus partos. Tambin le dije que sa era la bendicin que haba estado en mi mente esa maana, pero que no haba tenido la fe necesaria para dar. Tras nuestra conversacin, me sent bien por primera vez en todo el da. La agona que se haba apoderado de m durante toda la jornada haba desaparecido. A primeras horas de la maana siguiente fui llamado para que fuera al hospital para ver a otra persona. En el pasillo me cruc con el mdico de la hermana a quien le haba dado la bendicin el da anterior. Cuando le pregunt por su salud me respondi: "Acabamos de traerla de la sala de partos. Todo est bien. Fue el ms fcil de todos sus partos."
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Esa experiencia me ense una gran leccin. Debemos ser sensibles a los susurros del Espritu y tener el valor y la fe de actuar de acuerdo con lo que nos indica. Si no escuchamos esa voz dulce y apacible, no existir mayor propsito en que el Seor se comunique con nosotros de esa forma. El poder se recibe cuando el maestro ha hecho todo lo que est a su alcance para preparar, no nicamente sus lecciones, sino su vida para que sta est siempre en la sintona del Espritu. Si aprendemos a confiar en esa comunicacin, podremos pararnos delante de nuestra clase, o en el caso de un padre, sentarnos ante nuestros hijos, seguros de que podremos ensear bajo inspiracin.
El Gran Maestro
Y ahora quisiera terminar esta obra en el lugar donde comenc, reconociendo y rindiendo tributo a Aquel que es el Gran Maestro. El es quien debe ser nuestro ideal. Ningn tratado sobre la educacin se compara con el cuidadoso estudio de los cuatro Evangelios. Aun cuando son breves, encontramos suficiente material en sus versculos como para abrir las puertas a todos los principios esenciales de la enseanza que son necesarios para cualquier xito que tengamos al ensear los valores morales y espirituales. Cabe hacerse la pregunta, Qu clase de maestro hemos de ser? Y la respuesta siempre ser: "Aun como El es!" En mis esfuerzos por ensear Su evangelio, he llegado a conocer mejor a El, a Jesucristo, el Hijo de Dios, el Unignito del Padre. El relato del Nuevo Testamento es verdico. Naci de Mara en el meridiano de los tiempos. Vivi una vida que le acerc, aun en Su tierna infancia, a todas las cosas del mundo comn y corriente que le rodeaban. El dijo y sinti y escuch todo lo que emerga de la forma humilde de vivir de aquellos das. Aun cuando ascendera a lo alto, durante Su vida y durante Su ministerio El anduvo entre la gente. He llegado a saber que El vive y he sido llamado a dar testimonio especial de El. Me inclino en reverencia ante El con profundo respeto por lo que ense y por la forma en que lo ense. Enseen ustedes diligentemente, y Su gracia les acompaar, para que sean ms perfectamente instruidos en teora, en principio, en doctrina, en la ley del evangelio, en todas las cosas que pertenecen al reino de Dios, que les es conveniente comprender. De esto les doy mi testimonio.
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Quisiera dejar en claro que espero que no pensis que yo considero que este es un caso similar al de Webster y Hayne, ni que yo me creo ser Daniel Webster. Si fuerais a suponer que yo considero esas cosas o una de ellas, al menos, cometerais un grave error. Admito ser una persona mayor, pero no tan mayor. Pero Webster pareca invocar un procedimiento muy valioso para ocasiones en las que, tras navegar los mares o transitar por el desierto, deba hacerse todo esfuerzo posible para regresar al punto de partida, por lo que me disculpo por invocar y en cierta forma emplear el mismo procedimiento para reiterar algunos de los ms sobresalientes y elementales fundamentos de nuestro sistema de educacin en la Iglesia. A mi juicio, los siguientes son esos fundamentos: La Iglesia constituye el sacerdocio de Dios organizado; el sacerdocio puede existir sin la Iglesia, pero sta no puede existir sin el sacerdocio. La misin de la Iglesia es, primeramente, ensear, instar, ayudar y proteger al miembro en sus esfuerzos por vivir una vida perfecta, tanto temporal como espiritualmente, o como lo expres el Maestro, conforme a los registros de las Escrituras: "Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que est en los cielos es perfecto". En segundo lugar, el deber de la Iglesia es mantener, ensear, instar y proteger a los miembros en forma colectiva en su aplicacin del evangelio, tanto en lo temporal como en lo espiritual; tercero, es responsabilidad de la Iglesia proclamar afanosamente la verdad, llamando a todos los hombres al arrepentimiento, y a que vivan en obediencia a los princpios del evangelio, "pues toda rodilla se doblar y toda lengua confesar". En todas estas cosas encontramos para todos los miembros de la Iglesia dos elementos fundamentales que no pueden ser pasados por alto, ni olvidados, ni eclipsados, ni descartados: Primero: Que Jesucristo es el Hijo de Dios, el Unignito del Padre en la carne, el Creador del mundo, el Cordero de Dios, el Sacrificio por los pecados del mundo, el Expiador de la trangresin de Adn; que fue crucificado; que Su espritu dej el cuerpo; que muri; que fue puesto en el sepulcro; que en el tercer da Su espritu retorn al cuerpo, el cual nuevamente cobr vida; que se levant de la tumba como ser perfecto, los Primeros Frutos de la Resurreccin; que ms tarde ascendi al Padre; y que a causa de Su muerte y mediante Su resurreccin todo ser nacido en este mundo, desde el comienzo, tambin resucitar. Esta doctrina es tan antigua como el mundo mismo. Job declar: "Y despus de deshecha esta mi piel, en mi carne he de ver a Dios; al cual ver por m mismo, y mis ojos lo vern, y no otro." (Job 19:26,27).
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El cuerpo resucitado es un cuerpo de carne y huesos y espritu, por lo que Job estaba dando anuncio proftico a una gran verdad eterna. Estos hechos tan positivos, y todos los dems que all quedan implcitos, deben ser credos en toda honestidad y en completa fe, por todo miembro de la Iglesia. El segundo de los dos elementos a los cuales debemos ofrecer nuestra ms absoluta fe es: Que el Padre y el Hijo realmente y sin lugar a dudas se le aparecieron a Jos Smith en una visin en la arboleda; que tanto Jos como otros recibieron ms tarde otras visiones celestiales; que el evangelio y el Santo Sacerdocio segn el Orden del Hijo de Dios fueron en verdad y por cierto restaurados a la tierra de la cual se haban quitado tras la apostasa de la Iglesia primitiva; que el Seor nuevamente organiz Su Iglesia mediante Jos Smith; que el Libro de Mormn no es otra cosa sino lo que profesa ser; que el Profeta recibi numerosas revelaciones conducentes a ofrecer gua, sostn, orden y nimo a la Iglesia y a sus miembros; que los sucesores del Profeta, tambin llamados de Dios, han recibido las revelaciones que determinaron las necesidades de la Iglesia, y que continuarn recibiendo revelaciones en la medida que la Iglesia y sus miembros las necesiten, siempre que vivan conforme a la verdad que poseen; que sta es en verdad La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Das; y que sus fundamentos y creencias son aquellos que se especifican en los Artculos de Fe. Tambin estos hechos, junto con todo lo dems all implcito o lo que de all surge, deben permanecer, sin adulteracin, sin modificacin, sin pretexto, justificacin ni anulacin; ni pueden ser dilucidados ni abolidos. Sin estas dos grandes creencias, la Iglesia dejara de ser la Iglesia. Cualquier persona que no acepte la plenitud de estas doctrinas en cuanto a Jess de Nazaret o en cuanto al evangelio restaurado y al Santo Sacerdocio no puede llamarse un Santo de los Ultimos Das. Los cientos de miles de fieles hombres y mujeres, respetuosos de Dios, que conforman esta gran Iglesia, creen plenamente en estas cosas y apoyan a la Iglesia y a sus instituciones a causa de tal creencia. Me he referido a estos asuntos por considerarlos la latitud y longitud de la ubicacin actual de la Iglesia, es decir, su posicin doctrinal, tanto en este mundo como en la eternidad. Estando en conocimiento de nuestra verdadera ubicacin, podemos cambiar nuestro rumbo si se hace necesario que lo cambiemos y establecernos un nuevo curso de accin. Aqu podemos recordar lo que declar Pablo, cuando dijo:
Mas si aun nosotros, o u n ngel d el cielo, os anu nciare otro evangelio d iferente d el que os hem os anunciad o, sea anatema. (Glatas 1:8.)
Regresando al precedente de Webster y Hayne, acabo de leer la resolucin original. Como ya lo he dicho, tengo la responsabilidad de decir algo en cuanto a la educacin religiosa de la juventud de la Iglesia. Compaginar todo lo que deseo decir bajo dos encabezamientos generales: Los alumnos y el maestro. Hablar en forma franca, pues ya hemos traspuesto los lmites dentro de los que hablamos sabiamente al amparo de palabras ambiguas y frases tapujadas. Debemos expresar con claridad lo que queremos decir, pues el futuro de nuestra juventud, tanto aqu en la tierra como en el mundo venidero, as como el bienestar de la totalidad de la Iglesia, estn en juego. La juventud de la Iglesia, aquellos jvenes a quienes vosotros enseis, son en su gran mayora de discernimiento agudo y de espritu maduro. El problema primordial es mantenerlos de ese modo y no de convertirlos. Los jvenes de la Iglesia estn hambrientos por las cosas del espritu; tienen un apetito voraz por aprender todo lo que se relacione con el evangelio, y desean que se les ensee en forma directa, sin andar con rodeos. Desean saber en cuanto a las cosas bsicas a las que he hecho referencia, en cuanto a nuestras creencias; desean ganar un testimonio tocante a su veracidad; no se trata de que pongan las cosas en duda sino que desean saber, pues estn en procura de la verdad. No se debe plantar la duda en su corazn, pues grande ser el yugo y la condenacin del maestro que siembre dudas en el alma que confa. Estos alumnos anhelan la fe que poseen sus padres; la desean en su pureza y simplicidad. Pocos son los que no han visto las manifestaciones de su divino poder; desean ser no solamente los beneficiarios de esta fe, sino que tambin aspiran a ponerla en efecto para el provecho de otras personas. Desean creer en las ordenanzas del evangelio; desean entenderlas tanto como puedan. Estn listos para entender la verdad que es tan antigua como el evangelio y la que fue expresada de este modo por Pablo (un maestro de la lgica y de la metafsica, al que ni se pueden comparar los crticos de la actualidad que subestiman la religin):
Porqu e qu in d e los hom bres sabe las cosas d el hom bre, sino el esp ritu d el hom bre qu e est en l? As tam poco nadie conoci las cosas de Dios, sino el Espritu de Dios. Y nosotros no hem os recibid o el esp ritu d el m und o, sino el Esp ritu qu e p roviene d e Dios, p ara qu e sepam os lo
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que Dios nos ha concedido. (1 Corintios 2:11, 12.) Porqu e los qu e son d e la carne p iensan en las cosas d e la carne; p ero los qu e son, d el Espritu , en las cosas d el Espritu. (Romanos 8:5.) Digo, pues: Andad en el Espritu, y no satisfagis los deseos de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espritu, y el del Espritu es contra la carne; y stos se oponen entre s, para que no hagis lo que quisiereis. Pero si sois guiados por el Espritu, no estis bajo la ley. (Glatas 5:16-18.)
Nuestra juventud tambin entiende el principio que se declara en las revelaciones contemporneas:
Por lo p ronto no pod is ver con vuestros ojos naturales el d esignio d e vuestro Dios concerniente a las cosas qu e vendrn ms adelante, y la gloria que seguir despus de mucha tribulacin. (D. & C. 58:3.) Fueron abiertos nu estros ojos e ilum inad os nuestros entend im ientos p or el p od er d el Espritu , al grad o d e pod er ver y comprender las cosas de Dios, Y m ientras m ed itbam os estas cosas, el Seor toc los ojos d e nu estro entend im iento y fu eron abiertos, y la gloria del Seor brill alrededor. Y vimos la gloria del Hijo, a la diestra del Padre, y recibimos de su plenitud; y vim os a los santos ngeles y a los que son santificad os d elante d e su trono, ad orand o a Dios y al Cord ero, y lo adoran para siempre jams. (D. & C. 76:12, 19-21.) Y ahora, d espu s d e los m u chos testim onios qu e se han d ad o d e l, ste es el testim onio, el ltim o d e tod os, qu e nosotros damos de l: Que vive! Porque lo vimos, s, a la diestra de Dios; y omos la voz testificar que l es el Unignito del Padre; que por l, por medio de l y de l los mundos son y fueron creados, y sus habitantes son engendrados hijos e hijas para Dios. Y m ientras nos hallbam os a n en el Esp ritu , el Seor nos m and qu e escribisem os la visin. (D. & C. 76:22-24, 28.)
Estos alumnos estn tambin preparados para entender lo que Moiss quiso decir cuando declar:
Pero ahora m is p ropios ojos han visto a Dios; p ero no m is ojos naturales, sino m is ojos espiritu ales; p orqu e m is ojos naturales no pod ran haber visto, p orqu e m e habra d esfallecid o y m uerto en su presencia; m as su gloria m e cubri, y vi su rostro, porque fui transfigurado delante de l. (Moiss 1:11.)
Estos jvenes estn preparados para creer y entender que todas estas cosas son asuntos de fe, las que no pueden ser entendidas ni explicadas por medio de ningn proceso de razonamiento humano, y tal vez tampoco por medio de ningn experimento conocido de ciencia fsica. Estos alumnos, para ser breves, estn listos para entender y para creer que hay un mundo natural y otro espiritual; que las cosas del mundo natural no podrn explicar las del mundo espiritual; que las cosas del mundo espiritual no pueden ser comprendidas por las cosas del mundo natural; que uno no puede racionalizar las cosas del espritu, pues en primer lugar, las cosas del espritu no son lo suficientemente conocidas ni entendidas, y segundo, porque la mente finita no puede llegar a comprender ni a explicar la infinita sabidura ni la verdad suprema. Estos alumnos ya saben que deben ser honestos, verdicos, castos, benevolentes, virtuosos y hacer el bien a todos los hombres, y tambin saben que "si hay algo virtuoso, o bello, o de buena reputacin, o digno de alabanza, a esto aspiramos"-estas cosas las han venido aprendiendo desde hace mucho tiempo. Deben ser instados en toda forma posible y debida a llevar a cabo estas cosas, que ellos saben que son verdaderas, mas no necesitan recibir un ao entero de instruccin para que las crean y las conozcan. Estos jvenes perciben sin dificultad la falsedad de las enseanzas que intentan convertir el evangelio en apenas un sistema de tica; ellos saben que las enseanzas de Cristo se encuentran dentro del grado ms alto de la tica, pero tambin saben que son mucho ms que eso. Comprendern que la tica est relacionada primordialmente con los hechos de esta vida, y que el convertir el evangelio en un simple sistema de normas de tica, equivale a confesar la carencia de fe, si no un total descreimiento, en cuanto a la existencia de un ms all. Saben que las enseanzas del evangelio no abarcan nicamente esta vida, sino que se extienden hacia la venidera, contando con la salvacin y la exaltacin como las metas supremas. Estos jvenes, al igual que sucedi con sus padres, tienen hambre y sed de un testimonio en cuanto a las cosas del espritu y de la vida venidera, y sabiendo que uno no puede racionalizar la eternidad, se amparan en
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la fe y en el conocimiento que sigue a sta. Por medio del espritu que tienen, perciben que el testimonio que buscan es engendrado y alimentado por medio del testimonio de otras personas y que el ganar ese testimonio que procuran, un testimonio vivo, ardiente y honesto de un hombre que teme a Dios, de que Jess es el Cristo y de que Jos Smith fue un Profeta de Dios, vale ms que el leer mil libros y escuchar otras tantas disertaciones destinadas a conceptualizar el evangelio como un sistema de normas ticas o a racionalizar la eternidad. Hace dos mil aos el Maestro dijo:
Qu hom bre hay d e vosotros, que si su hijo le p id e p an, le d ar u na p ied ra? O si le pid e un pescad o, le d ar una serpiente? (Mateo 7:9-10.)
Estos jvenes, nacidos bajo el Convenio, pueden entender que la edad, la madurez y la capacidad intelectual no son para nada necesarias para establecer una comunin con el Seor y Su Espritu. Conocen el relato del joven Samuel en el templo; el de Jess que a los doce aos asombr a los doctores de la ley; el de Jos Smith, quien a los catorce aos tuvo una visin de Dios el Padre y del Hijo, la cual constituye una de las visiones ms maravillosas experimentadas por el hombre. Estos jvenes no son como los corintios, de quien Pablo dijo:
Os di a beber leche, y no vianda; porque an no erais capaces, ni sois capaces todava. (1 Cor. 3:2.)
Son ms bien como era el mismo Pablo cuando declar a los corintios:
Cu and o yo era nio, hablaba com o nio, p ensaba com o nio, juzgaba com o nio; m as cu and o ya fui hom bre, d ej lo que era de nio. (1 Cor. 13:11.)
Estos jvenes que vienen a vosotros estn trabajando espiritualmente en pos de la madurez, la cual alcanzarn a una edad temprana si es que os dedicis a alimentarlos con la comida debida. Vienen a vosotros poseyendo conocimiento espiritual y experiencia que el mundo no conoce. Suficiente pues en cuanto a los estudiantes, y lo que ellos esperan y lo que son capaces de lograr. Estoy compartiendo las cosas que algunos de vosotros, maestros, me habis dicho y que muchos de los jvenes tambin me han dicho. Ahora quisiera deciros algo a vosotros, los maestros: En primer lugar, no hay razn de ser ni justificacin para que las instituciones de enseanza y capacitacin religiosa de nuestra Iglesia existan, a menos que nuestros jvenes aprendan en cuanto a los principios bsicos del evangelio, adquiriendo las dos grandes verdades de que Jess es el Cristo y de que Jos Smith fue un profeta de Dios. El ensear un sistema de normas ticas a los estudiantes no justifica la existencia de nuestro programa de seminarios e institutos. Los sistemas de enseanza pblica ensean normas ticas. Los alumnos de seminarios e institutos deben recibir como enseanza los elementos fundamentales que constituyen una vida buena y justa, pues estos son parte integral del evangelio. Pero tambin tenemos los grandes principios que componen la vida eterna, el sacerdocio, la resurreccin, y muchas otras cosas por el estilo, que van mucho ms all de estos elementos de una vida digna. Estos grandes principios fundamentales deben tambin ser inculcados en la juventud, pues son ante todo las cosas que los jvenes desean aprender. El primer requisito que un maestro debe tener al ensear estos principios es el contar con un testimonio personal de su veracidad. Ni un gran cmulo de enseanzas, ni mucho estudio, ni una gran cantidad de diplomas acadmicos pueden tomar el lugar de un testimonio, el cual es el sine qua non de todo maestro en el sistema educacional de la Iglesia. Ningn maestro que no posea un testimonio real de la veracidad del evangelio segn es revelado y conforme se estipula en la fe de los Santos de los Ultimos Das, as como un testimonio (de que Jess es el Hijo de Dios y el gran Mesas,) y de la divinidad de la misin de Jos Smith incluyendo cabalmente cada elemento de la Primera Visin- es digno del ms mnimo lugar en el sistema educacional de la Iglesia. Si hubiera un maestro tal, y es mi humilde ruego que no lo haya, debe renunciar de una vez; si el Comisionado de Educacin de la Iglesia sabe de un caso as y la persona no renuncia, el Comisionado debe exigir su renuncia inmediatamente. La Primera Presidencia espera que se lleve a cabo esta clase de poda. Esto de ninguna manera quiere decir que arrojaramos a tales maestros fuera de la Iglesia. Ms bien, iniciaremos hacia ellos una obra de amor, con toda paciencia y longanimidad, para dotarles del conocimiento al que tienen derecho como hombres y mujeres que temen a Dios. Lo que s quiere decir es que nuestro sistema educacional de la Iglesia no puede ser manejado por maestros que no estn convertidos y que no posean un testimonio. Por otro lado, para vosotros, nuestros maestros, el simplemente poseer un testimonio no es suficiente. Debis, adems de ello, contar con uno de los elementos menos comunes y ms maravillosos del carcter
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humano -el valor moral. En ausencia del valor moral para declarar un testimonio, llegar a los alumnos slo en una forma muy diluida, al punto tal que les resultar difcil si no imposible detectarlo; y el efecto espiritual y sicolgico de un testimonio valcilante y dbil puede resultar ms daino que beneficioso. El buen maestro de seminarios o institutos debe tambin ser poseedor de otro de los poco comunes y valiosos elementos de carcter -hermano gemelo del valor moral y con el cual a menudo se le confunde. Me estoy refiriendo al valor intelectual, el valor que permite afirmar principios, creencias y fe que no siempre pueden ser considerados consustanciados con el conocimiento -ya sea cientfico o de otra naturaleza- que el maestro o sus colegas educacionales pueden creer que poseen. No pasan desapercibidos los casos de hombres de presunta fe, personas que ocupan posiciones de prominencia, que han sentido que si afirman su completa fe pueden granjearse el ridculo de sus colegas no creyentes, por lo que deben o modificar o justificar su fe, o simple y llanamente hacerla a un lado. Tales personas pueden ser consideradas hipcritas ante sus colegas y ante aquellos que comparten sus mismas creencias. Digno de lstima (no de animosidad, como algunos la sienten) es el hombre o mujer que, siendo poseedor de la verdad y sabindolo, entiende que es necesario o repudiar la verdad o disminuir sus valores a fin de poder cohabitar entre quienes no creen sin tener que estar sujeto a su desaprobacin como l lo supone. Por cierto que sumamente trgica es su posicin, pues la verdad del asunto es que todos esos sacrificios de valores terminan por traer aparejados todos los castigos que en su debilidad de carcter supuso que evitara. No hay nada que el mundo respete y valore ms que el hombre que, poseyendo convicciones firmes, las defiende ante cualquier circunstancia; de igual manera no hay nada que el mundo desapruebe ms que la conducta de aquel que, poseyendo convicciones justas, o se aparta de ellas o las abandona o las repudia. El que un Santo de los Ultimos Das que sea siclogo, qumico, fsico, gelogo, arquelogo, o cualquier otro tipo de cientfico, sienta que debe justificar o mal interpretar o evadir, o lo que es ms, repudiar o negar las grandes doctrinas fundamentales de la Iglesia en las que profesa creer, equivale a mentirse a s mismo, a perder todo sentido de autorrespeto, a sumir a quienes le quieren bien en el sufrimiento, a romper el corazn de sus padres, a avergonzar a la Iglesia y a sus miembros y a echar por tierra el respeto y el honor de aquellos a quienes crey que ganara como amigos por medio de su actitud. De todo corazn espero que no tengamos a tal tipo de maestros en el sistema educacional de la Iglesia, mas si los hay, no importa a qu nivel se encuentren, debern sufrir las mismas consecuencias que los maestros que no poseen un testimonio. Los fingimientos, los pretextos, las evasivas y la hipocresa no tienen, ni pueden tener, lugar en el sistema educacional de la Iglesia ni en la formacin del carcter o crecimiento espiritual de nuestra juventud. Otra cosa que debemos cuidar de cerca en las instituciones de la Iglesia es la siguiente: No debe resultar posible que haya personas que mantengan una posicin de responsabilidad espiritual, cuando a s mismas no se han convertido, cuando son incrdulas, cuando tratan de cambiar las creencias, la educacin y las actividades de nuestra juventud y tambin de nuestros adultos, para introducirlos en otros tipos de educacin, de creencias y de actividades, los cuales (aun cuando encaminen hacia el mismo lugar al que se dirige el incrdulo) no nos llevan al destino al que nos gua el evangelio. El hecho de que esto sirve de blsamo de conciencia para el no creyente que gua no tiene la ms mnima importancia. Esto supone la ms grotesca de las traiciones a la confianza; y tenemos razones de sobra para suponer que tiene lugar reiteradamente. Quisiera mencionar otra cosa que ha tenido lugar en otras esferas, y deseo hacerlo como una advertencia contra la posibilidad de que acontezca dentro del sistema educacional de la Iglesia. En ms de una oportunidad los miembros de la Iglesia han recurrido a otras instituciones en busca de capacitacin especializada, y recibieron capacitacin a la que se denomina como la ltima palabra, ms que actualizada, lo ms moderno que se puede encontrar; ms tarde la han incorporado en nuestro sistema sin siquiera detenerse a preguntarse si la necesitbamos o no. Me abstengo de mencionar casos bien conocidos de este tipo, pues no es mi intencin herir sentimientos. Pero antes de tratar de poner en prctica las ideas ms modernas en cualquier ramo de pensamiento, educacin, actividad o lo que fuere, los expertos deben detenerse por un momento y considerar que por ms retrgrados que ellos supongan que somos, y por ms anticuados que en realidad seamos en algunas cosas, en otras estamos bien a la vanguardia, por lo que estos nuevos mtodos pueden por cierto ser anticuados para nosotros, y hasta gastados. En todo lo que est relacionado con la vida de la comunidad y actividad en general, con actividades sociales sanas, con actividades de culto religioso inspiradas y bien enfocadas, con una fe noble, positiva y dirigida hacia la espiritualidad, con una religin real y prctica, con un profundo deseo y una necesidad genuina de tener fe en Dios, en todos esos aspectos estamos ms que a la vanguardia del resto de la humanidad. Antes de hacer
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cualquier esfuerzo por esparcir entre nosotros nuevas ideas, los expertos deberan tener a bien considerar si los mtodos empleados para incentivar el espritu comunitario o generar actividades religiosas entre grupos que estn decadentes o casi muertos en lo tocante a estas cosas, se aplican del todo a nosotros, y si sus esfuerzos para imponer todo esto sobre nosotros no es acaso un cruel y hasta grotesco anacronismo. Por ejemplo, el aplicar en nuestra juventud espiritual y religiosa un plan destinado a ensearles religin a jvenes que no tienen inters en las cosas relativas al espritu, no slo no llegara a satisfacer nuestras necesidades religiosas sino que llegara a destruir las ms sobresalientes cualidades que nuestra juventud posee. Ya he indicado que nuestros jvenes espiritualmente no son nios, y estn bien encaminados hacia la madurez espiritual normal del mundo. El tratarlos como nios desde el punto de vista espiritual, as como el mundo tratara a aquellos de su misma edad, es en s mismo un anacronismo. Una vez ms declaro que raramente se encontrarn con un joven de los que ustedes ensean en sus clases que no haya experimentado o que no haya comprobado la eficacia de la oracin, o que no haya sido testigo del poder de la fe para sanar enfermos, o que no haya presenciado magnficas realizaciones espirituales, con respecto a las cuales la mayor parte del mundo es totalmente ignorante. No tenemos necesidad de susurrar religin a los odos de nuestra juventud; podemos hablar con la ms absoluta claridad, cara a cara, y establecer una buena comunicacin. No se necesita disfrazar las verdades de la religin con un manto de cosas mundanas, sino que estas verdades pueden ser planteadas abiertamente, en su esencia ms natural. Indudablemente descubrirn que estas verdades no atemorizan a los jvenes ms de lo que los atemorizan a ustedes mismos. No hay necesidad de tantear el terreno, ni de sobreproteger, ni de poner en prctica ninguna de esas otras estratagemas infantiles que a menudo se emplean para llegar a aquellos carentes de experiencia espiritual, a quienes estn al borde de la muerte espiritual. Vosotros, maestros, tenis una gran misin. Os encontris en el pinculo ms alto de la educacin, porque qu otra clase de enseanza se compara en inmensurable valor y en alcance perdurable con la que tiene que ver con el hombre en su relacin con la eternidad del ayer, con la mortalidad del hoy y con lo imperecedero del maana? Vuestro campo de accin no est limitado al tiempo, sino que tambin incluye la eternidad. La bendicin que ambicionis y que, si cumpls con vuestro deber, habris de lograr es no solamente vuestra salvacin, sino la de aquellos que transitan a la sombra de vuestro templo. Cun brillante ser vuestra corona de gloria, cuando con cada alma salvada se incruste en ella una fina joya. Pero para obtener esta bendicin para ser as coronados, debis, lo digo una vez ms, ensear el evangelio. Como maestros no tenis ninguna otra funcin ni razn para estar en el sistema educacional de la Iglesia. Es bueno que tengis inters en asuntos puramente culturales y en asuntos relacionados con conocimiento secular; sin embargo, recalco una vez ms que vuestro inters primordial, vuestro deber esencial, es ensear el Evangelio del Seor Jesucristo tal como fue revelado en estos ltimos dias. Tenis el deber de ensear este evangelio empleando como fuente de recursos y de autoridad los Libros Cannicos de la Iglesia, as como las palabras de aquellos a quienes el Seor ha llamado para guiar a Su pueblo en esta dispensacin. No tenis el derecho, ya sea que os encontris en una posicin prominente o no, de interferir con ese deber, valindoos de vuestra propia filosofa, ms all del origen de tales ideas y de cun atrayentes o racionales os resulten. El actuar as equivaldra a tener tantas iglesias como hay seminarios, y eso no sera otra cosa que el caos total. No es vuestra responsabilidad, ni tenis derecho a hacerlo, por ms prominente que sea su posicin, de cambiar las doctrinas de la Iglesia, segn se declaran en los Libros Cannicos y segn las predican aquellos con la autoridad para dar a conocer la voluntad del Seor a la Iglesia. El Seor ha declarado que El es "el mismo ayer, hoy y siempre". Os instamos a no caer en ese error tan infantil, tan comn en nuestros das, de creer que simplemente en razn de que el hombre ha logrado valerse de la fuerza de la naturaleza y ponerla en uso para beneficio propio, tiene tambin el derecho de cambiar o transformar las verdades del espritu. Es de vital importancia comprender que las conquistas del hombre sobre las cosas del espritu no han marchado a la par con la conquista de las cosas materiales, sino que en la mayora de los casos se da lo opuesto. El hombre tiene mucho ms poder para calcular que para razonar. Recordad siempre y valorad la gran verdad de la splica del Seor cuando dijo: "Y esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el nico Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado." Esta es una verdad suprema, al igual que lo son todas las dems verdades espirituales. Estas verdades no pueden ser modificadas por el descubrimiento de un nuevo elemento, de una nueva onda csmica, ni rompiendo una marca por segundos, minutos u horas. No debis ensear las filosofas del mundo, ya sean antiguas o modernas, paganas o cristianas, pues eso es lo que se hace en las escuelas pblicas. Vuestro nico campo d accin es el evangelio, el cual no tiene lmites en su propia esfera.
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Pagamos impuestos para subvencionar esas instituciones del estado cuya funcin y obra es ensear en cuanto a las artes, ciencias, literatura, historia, idiomas y dems mediante los programas de estudio regulares. Tal es la responsabilidad de esas instituciones. Mas nosotros empleamos los diezmos de la Iglesia para llevar adelante el sistema educacional nuestro, y tales diezmos nos son sagradamente confiados. La responsabilidad de los seminarios e institutos de la Iglesia es ensear el evangelio. Al as declarar esta funcin vez tras vez, y con tanta insistencia como lo he hecho, quede por sobre entendido que para llevar a efecto tal responsabilidad, tal vez se requiera un programa especial paralelo al regular para nuestros seminarios e institutos. Mas nuestro curso es bien claro. Si no estamos en condiciones de ensear el evangelio, las doctrinas de la Iglesia y los Libros Cannicos, todos ellos, en nuestros seminarios e institutos, entonces tendremos que considerar detenidamente la posibilidad de no contar con esos programas de seminarios e institutos paralelos al sistema de estudio regular e incorporar algn otro sistema para poder lograr nuestros propsitos en tales instituciones. Si no fuera posible maquinar otro plan, tal vez tengamos que enfrentarnos con la posibilidad de abandonar el programa de seminarios e institutos y retornar a los colegios y academias de la Iglesia. A esta altura, y a la luz de los acontecimientos, no estamos del todo seguros de que estas instituciones debieran, como lo fueron, haber sido descartadas, pero s estamos seguros de una cosa, y es de que no tendremos la ms mnima justificacin de emplear ni una sola moneda de diezmos para mantener nuestros seminarios e institutos a menos que puedan ser empleados como un instrumento para ensear el evangelio de la manera que debe ensearse. El diezmo representa demasiado sacrificio, demasiada fe como para ser empleado en una instruccin sin importancia para los jvenes de la Iglesia sobre normas ticas elementales. Debemos hacer frente a esta decisin y situacin cuando se considere el presupuesto del prximo ao. Al decir esto, estoy hablando en nombre de la Primera Presidencia. Todo lo que se ha dicho tocante al carcter de la enseanza religiosa, y los resultados que en la naturaleza misma de las cosas deben seguir a un fracaso en ensear el evangelio debidamente, se aplica con idntica y plena fuerza a los seminarios, a los institutos y a todo otro organismo educacional del sistema de colegios de la Iglesia. La Presidencia solicita fervorosamente la ms devota ayuda y cooperacin de todos los hombres y mujeres que, debido a estar precisamente apostados en la lnea de fuego de esa profesin, conocen la magnitud del problema que enfrentamos y que afecta en forma tan vital la salud espiritual y la salvacin de nuestros jvenes, as como el bienestar futuro de toda la Iglesia. Nos hacis falta, a nosotros en particular y a toda la Iglesia en general, y tambin al Seor. No os refrenis ni neguis vuestra ayuda. Os necesitamos, la Iglesia os necesita. No os restrinjis ni limitis vuestra mano de ayuda. Iglesia. Nos hacis falta, a nosotros en particular y a toda la Iglesia en general, y tambin al Seor. No os refrenis ni neguis vuestra ayuda. Os necesitamos, la Iglesia os necesita. No os restrinjis ni limitis vuestra mano de ayuda. Para terminar quisiera rendir un humilde mas sincero tributo a los maestros. Habiendo tenido que abrirme paso por m mismo en mis estudios desde comienzo hasta el fin, creo saber algo de las angustias y el sacrificio que esto demanda, pero tambin s del crecimiento y la satisfaccin que experimentamos cuando alcanzamos la meta. As que me presento ante ustedes sabiendo la manera en que muchos, quizs la mayora de ustedes, han llegado a tal logro. Lo que es ms, hubo un tiempo que trat, aunque sin mucho xito, de ensear profesionalmente, por lo que tambin conozco lo que se siente cuando un maestro no alcanza lo que una vez so. Soy consciente de las cifras con las que son remunerados y reconozco cun escasas stas son. De todo corazn deseara que fuera diferente, pero los gastos de la Iglesia en el campo de la educacin ya alcanzan cifras tan altas que en toda honestidad no veo por el momento que haya posibilidades de mejorar en este sentido. Nuestro presupuesto para este ao escolar alcanza la cifra de 860.000 dlares, casi el 17% del monto que se estima necesario para administrar toda la Iglesia, incluyendo estacas, barrios, ramas y misiones, adems de la administracin general, cubriendo todo, desde el bienestar hasta las obras de caridad. Por cierto que quisiera sentirme seguro de que la prosperidad de nuestra gente fuera a ser tan amplia como para pagar los diezmos suficientes que nos permitieran seguir como hasta ahora. Es as que rindo tributo a vuestra dedicacin, a vuestra lealtad, a vuestro sacrificio, a vuestro deseo sincero de servir en la causa de la verdad, a vuestra fe en Dios y en Su obra, y a vuestro enorme deseo de hacer las cosas que nuestro lder designado y profeta quiere que hagis. Os exhorto a no cometer el error de hacer a un lado el consejo de nuestro lder o de simplemente no llevar a efecto sus deseos, o de como uno de vuestros mejores dones, os dote del discernimiento del espritu para que podis realmente reconocer al espritu de justicia y a su opuesto cuando los sintis cerca de vosotros. Ruego que os brinde acceso al corazn de aquellos a quienes enseis, y tambin para que una vez que estis all, sepis que estis en un lugar santo, que no debe ser ni contaminado ni violado, ni por doctrina falsa y corrupta ni por prcticas pecaminosas. Que El bendiga vuestro conocimiento con la destreza y el poder de ensear con justicia; que vuestra fe y vuestro testimonio crezcan, as como vuestra habilidad para anidarlos en otras personas todo ello para que la juventud
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de Sin pueda recibir enseanza, pueda crecer, animada, para que no caiga, sino que contine su rumbo hacia la vida eterna, para que al recibir ellos estas bendiciones, tambin vosotros, por medio de ellos, seis bendecidos. Y ruego todo esto en el nombre de Aquel que muri para que nosotros pudiramos vivir, el Hijo de Dios, el Redentor del mundo, Jesucristo. Amn.