Los órganos que forman el tracto digestivo son la boca
Los órganos que forman el tracto digestivo son la boca
Los órganos que forman el tracto digestivo son la boca
grueso (también llamado colon), el recto y el ano. El interior de estos órganos huecos está revestido por una
membrana llamada mucosa El tracto digestivo también contiene una capa muscular suave que ayuda a transformar
los alimentos y transportarlos a lo largo del tubo. El hígado y el páncreas, producen jugos que llegan al intestino a
través de pequeños tubos llamados conductos. La vesícula biliar almacena los jugos digestivos del hígado hasta que
son necesarios en el intestino.
El aparato digestivo Está diseñado para realizar las tres partes fundamentales del proceso de alimentación: procesar
y digerir los alimentos que ingerimos, absorber los nutrientes que se necesitan de ellos para que las células del
cuerpo obtengan energía y eliminar los deshechos que no nos sirven. Está formado por el conjunto de las estructuras
que son necesarias para realizar la digestión
Tubo digestivo. Como su nombre indica, es una estructura tubular hueca que se extiende desde la boca, donde se
ingieren los alimentos, hasta el ano, por donde se expulsan los productos de desecho
Glándulas. Las glándulas son un conjunto de células que funcionan como pequeñas fábricas. Su función es sintetizar
sustancias químicas, como las hormonas, para liberarlas en la corriente sanguínea, en el interior de una cavidad
corporal o en la superficie exterior. Se dividen en dos grupos: Endocrinas. Se llaman también cerradas, carecen de
conducto y vierten su secreción en los capilares que rodean las glándulas. No van a tener un papel protagonista en el
proceso digestivo. Exocrinas. También llamadas abiertas, segregan sus productos a un tubo excretor que secreta su
producto en la superficie o en la luz de un órgano hueco. Son las que intervienen en el proceso digestivo. Hay dos
tipos de glándulas exocrinas: o Las que segregan sus productos a través de un tubo en la luz de un órgano hueco
(glándulas salivales mayores, hígado y páncreas). o Las que segregan su producto en la superficie de un órgano
hueco, como las glándulas pequeñas que se sitúan en la mucosa de todo el tubo digestivo, muy numerosas en la
cavidad oral, estómago e intestino delgado.
Cavidad abdominal. La cavidad abdominal es la parte inferior del tronco, y está separada de la parte superior –el
tórax– por el diafragma. Está rodeada y contenida por una pared abdominal muscular, quedando la columna
vertebral detrás. Dentro de la cavidad abdominal se encuentran gran parte de las vísceras digestivas (desde la
porción más distal del esófago hasta el colon sigmoide, o sigma), el hígado, el páncreas, el sistema genitourinario
(riñones y uréteres), las glándulas suprarrenales y el bazo. La parte inferior de la cavidad abdominal se denomina
pelvis, cuyo límite inferior es el suelo pélvico. En la pelvis o cavidad pélvica se encuentran la vejiga, los órganos
genitales y el recto.
Peritoneo El peritoneo es una membrana fina que tapiza la pared interna de la cavidad abdominal y los órganos que
contiene. Tiene dos hojas: parietal, que tapiza la pared abdominal, y visceral, que tapiza muchos de los órganos
abdominales. Ambas delimitan un espacio virtual, llamado cavidad peritoneal. Esta cavidad tiene una pequeña
cantidad de líquido que favorece el desplazamiento de las estructuras que contiene. Por la parte más superior el
peritoneo parietal, se une a la pared superior de la cavidad abdominal, cubriendo la cara inferior del diafragma. El
peritoneo permite organizar los órganos de la cavidad abdominal en función de que su situación quede dentro o
fuera de la bolsa peritoneal. El peritoneo no envuelve todas las vísceras de la cavidad abdominal. Los órganos,
vísceras y estructuras que quedan dentro del peritoneo reciben el nombre de intraperitoneales que están
recubiertos por el peritoneo visceral. Son: Estómago, Hígado, Bazo, Primera porción del duodeno, Yeyuno e íleon,
Ciego y apéndice vermiforme, Colon transverso y sigma, Ovarios (en la mujer).
A las estructuras que quedan fuera de la cavidad peritoneal se las denomina extraperitoneales, y pueden ser:
Retroperitoneales que quedan por detrás del peritoneo parietal posterior: o Segunda, tercera y cuarta porción del
duodeno, o Páncreas, o Colon ascendente y descendente, o Glándulas suprarrenales , riñones y uréteres, o Aorta, y
vena cava inferior. Subperitoneales, por debajo del peritoneo parietal, como son algunas estructuras de la cavidad
pélvica. Estructura y contenido de la cavidad peritoneal El peritoneo adopta formas y disposiciones especiales,
formando nuevas estructuras. En general, son estructuras de sostén, para fijar las vísceras de la cavidad abdominal a
la pared o bien unas a otras y para permitir el recorrido de los vasos de manera que alcancen los órganos a los que
van dirigidos.
Mesos Son prolongaciones del peritoneo que unen vísceras huecas a la pared abdominal (peritoneo visceral con
peritoneo parietal), por donde discurren los vasos sanguíneos y linfáticos. Los más importantes son: El mesenterio:
Pliegue peritoneal en forma de abanico que une el yeyuno y el íleon a la pared posterior del abdomen. El mesocolon
transverso, una doble capa de peritoneo visceral que, después de rodear el colon transverso, lo fija al peritoneo
parietal de la pared posterior. El mesocolon transverso divide la cavidad abdominal en dos compartimentos:
supramesocólico e inframesocólico. Además, el sigma y la unidad ciego-apéndice tienen sus propios mesos, que
reciben el nombre de mesosigma y meso cecoapendicular, respectivamente, y que unen estos órganos a la pared
abdominal.
Epiplón El epiplón, también llamado omento, es un repliegue de peritoneo que une dos órganos entre sí (peritoneo
visceral con peritoneo visceral). Epiplón mayor: es una doble capa de peritoneo que une la curvatura mayor del
estómago con el diafragma, el bazo y el colon transverso y se dirige hacia abajo formando un faldón que recibe el
nombre de mandil epiploico; este faldón cubre las asas de intestino delgado y termina más o menos a la altura del
ombligo. Es el lugar de acumulación de la grasa abdominal. Epiplón menor: es una doble capa de peritoneo que une
la curvatura menor del estómago y primera porción duodenal con el hígado. Estas porciones se conocen como
ligamento gastrohepático y gastroduodenal, respectivamente. Además, contiene el hilio hepático, por donde llegan
los vasos al hígado.
Ligamentos Los ligamentos son repliegues de peritoneo que unen órganos a órganos u órganos a pared. Los
principales son: Ligamento falciforme: une la superficie anterior del hígado a la pared abdominal y al diafragma”.
Contiene el ligamento redondo, donde va la vena umbilical que se encarga del aporte sanguíneo al feto y se oblitera
tras el nacimiento. Ligamento coronario: fija el hígado a la pared posterior de la cavidad abdominal, que aquí está
formada por el diafragma. Este ligamento forma un rombo en la cara posterior del hígado que queda sin cubrimiento
peritoneal, tapada únicamente por una capa de tejido conectivo que fija esta “área desnuda” del hígado
directamente al diafragma. Ligamento gastrohepático: conecta la curvatura menor del estómago al hígado, contiene
los vasos gástricos izquierdos y forma parte del epiplón menor. Ligamento hepatoduodenal: une el duodeno
(primera porción) al hígado y sirve de soporte a la vena porta, arteria hepática y vía biliar principal (hilio hepático);
forma parte del epiplón menor. Ligamento gastroesplénico: une la curvatura mayor gástrica y el hilio esplénico.
Ligamento gastrocólico: conecta la curvatura mayor gástrica al colon izquierdo, y contiene vasos gastroepiploicos;
forma parte del epiplón mayor. Ligamento esplenocólico: conecta el bazo con el colon; forma parte del epiplón
mayor. Ligamento frenocólico izquierdo: desde el bazo hasta el diafragma izquierdo (impide la conexión del espacio
subfrénico izquierdo y la gotiera paracólica izquierda); forma parte del epiplón mayor. Ligamento gastrofrénico: une
la curvatura mayor gástrica al diafragma; forma parte del epiplón mayor.
Espacios subhepatico y periesplenico: el espacio periesplenico es la continuación del espacio subfrenico izquierdo. El
espacio subhepatico, hepatorrenal o de Moruson es la continuación del espacio perihepatico derecho. La zona
desnuda del hígado no está cubierta por peritoneo.
Espacios peritoneales La presencia de estos tejidos especializados delimita una serie de espacios peritoneales, que
son pequeñas cavidades dentro de la cavidad peritoneal. Como ya se ha dicho, el mesocolon transverso divide la
cavidad abdominal en dos compartimentos: supramesocólico e inframesocólico. A su vez, estos dos compartimentos
están divididos en pequeñas cavidades delimitadas por ligamentos o mesos.
Espacios subfrénicos Dentro del espacio supramesocólico distinguimos los espacios subfrénicos que quedan entre el
borde inferior del diafragma y las vísceras que ocupan el espacio supramesocólico y los divide el ligamento
falciforme (fija el borde posterior y superior del hígado al borde inferior del diafragma). Subfrénico derecho , entre el
hemidiafragma derecho y el borde superior del lóbulo derecho del hígado y, Subfrénico izquierdo –entre el
hemidiafragma izquierdo y el borde superior del lóbulo izquierdo del hígado, junto con el fundus gástrico y el bazo.
Estos dos espacios son los más altos de la cavidad peritoneal en posición de bipedestación, y es donde se sitúa el aire
que se encuentra, en algunas condiciones patológicas, en la cavidad abdominal (conocido como neumoperitoneo)
Espacio subhepático Espacio que queda por debajo de la superficie inferior del lóbulo hepático derecho. La parte
más posterior se conoce como espacio o bolsa de Morrison, y queda entre el polo superior del riñón derecho y la
superficie inferior del hígado. Es el receso peritoneal más declive del compartimento supramesocólico en posición de
decúbito supino, y será el lugar donde se acumule el líquido ascítico.
Espacios inframesocólicos Se dividen en derecho e izquierdo por el mesenterio: el espacio derecho es estrecho y
llega hasta la unión ileocecal; el espacio izquierdo es más ancho: llega hasta la pelvis, y su límite inferior es el
mesosigmoide.
Gotieras paracólicas. También llamados espacios parietocólicos, son los espacios que están por fuera de las
reflexiones que forma el peritoneo tras cubrir el borde anterior del colon ascendente y descendente, que son de
situación retroperitoneal. Saco de Douglas. El borde inferior de la bolsa peritoneal delimita un receso o reflexión
peritoneal de gran relevancia: el espacio rectouterino. Como su nombre indica, es una reflexión de peritoneo que
cubre la pared posterior del recto por delante y, en la mujer, la cara anterior del útero por detrás, en cuyo caso
recibe el nombre de saco de Douglas. En el varón, dado que no tiene útero, este espacio se sitúa entre la vejiga y el
recto, y se llama espacio rectovesical.
CAVIDAD ORAL Y GLÁNDULAS SALIVALES. La ingestión de comida es el primer paso de la digestión. Se trata de un
proceso consciente que realiza el individuo al introducir los alimentos en la boca. La primera parada del tubo
digestivo es la boca (o cavidad oral). El techo de la boca es el paladar duro, y del paladar blando, en la parte más
posterior, cuelga la úvula o “campanilla”. El paladar blando separa la boca de la faringe. El suelo de la boca está
formado por varios músculos entre los que destaca la lengua, una potente estructura muscular prolongación de los
músculos del suelo de la boca, anclada a ellos por el frenillo. En la mucosa que tapiza la lengua hay incontables
papilas gustativas que permiten distinguir los sabores de las comidas y bebidas que se ingieren. Nada más entrar en
la primera estación del tubo, la comida empieza a ser procesada, ya que dentro de la boca hay varias estructuras que
comienzan la digestión: los dientes y las glándulas salivales. Se trata de estructuras laminares, 32 piezas en el adulto,
que se disponen en dos arcos mandibulares, la arcada dentaria superior e inferior, ancladas a los huesos
mandibulares por las encías. Desde la línea media a los laterales se observan cuatro tipos de dientes: Incisivos (4
arriba y 4 abajo): sirven para cortar los alimentos. Caninos o colmillos (2 arriba y 2 abajo): sirven para desgarrar los
trozos de alimentos que los incisivos han cortado previamente. Premolares y molares (10 arriba y 10 abajo): sirven
para triturar la comida ya cortada y desgarrada.
Las glándulas salivales En la cavidad oral vierten sus productos varias glándulas. Saliva es el nombre genérico que
recibe el producto que segregan estas glándulas. La saliva tiene básicamente dos componentes: el primero es un
componente seroso (proteínas y agua) que contiene la enzima llamada amilasa, gracias a la cual la digestión de los
hidratos de carbono comienza ya en la boca; el otro componente es más espeso, como el moco, por lo que se llama
mucoso (“relativo al moco”); es suave y húmedo, e impregna el alimento para evitar daños a la mucosa.
Glándulas salivales mayores Representadas por tres glándulas pares: Las glándulas sublinguales, dentro de la cavidad
oral, y las glándulas parótidas y submandibulares, que se sitúan fuera de la cavidad oral. Los productos que segregan
viajan por un tubo o conducto hasta la mucosa, donde, a través de un pequeño agujero, se liberan a la cavidad oral.
Glándula sublingual: es la más pequeña (representa un tercio aproximadamente de la submandibular). Se sitúa
delante de la submandibular, bajo la mucosa que cubre el suelo de la boca (eminencia sublingual). Cada glándula se
abre en el suelo de la boca por 10-15 conductos (conductos de Rivinus). Solo producen saliva mucosa. Glándula
parótida: está situada en la cara lateral de la fosa retromandibular, encima del ángulo de la mandíbula por debajo y
delante de las orejas. Es la de mayor tamaño (15-30 g), mide 6 cm de longitud y de 3 a 4 cm de ancho. Su secreción
es serosa y drena en la cavidad oral, a la altura del segundo molar superior, a través de un conducto llamado
conducto de Stenon. (Fig.10) Glándula submaxilar: tiene una forma y un tamaño parecidos a los de una castaña, con
un peso de 8 a 15 g y un diámetro máximo de unos 3 cm. Se localiza en la parte posterior del suelo de la boca, por
dentro del ángulo de la mandíbula. Produce una secreción mixta (mucoserosa) que libera a través del conducto de
Wharton a la cavidad oral.
TUBO DIGESTIVO. ANATOMÍA, FISIOLOGÍA Y PATOLOGÍAS El tubo digestivo es una estructura hueca de forma
tubular, si bien no presenta esta forma en toda su extensión ya que algunas porciones son demasiado anchas para
ser consideradas como tal. Está formado por la disposición consecutiva de varias cámaras huecas como si fueran
pasillos y habitaciones de una casa. Se extiende desde la boca, que es el punto inicial, hasta el ano, que es el punto
final, pasando por la faringe, esófago, estómago, intestino delgado, intestino grueso y recto. En el proceso de
digestión, los alimentos van pasando por la luz del tubo digestivo como por un túnel de lavado, donde van
ocurriendo una serie de procesos para digerirlos y asimilarlos.
Pared del tubo digestivo El tubo digestivo tiene una pared especial diseñada para poder llevar a cabo su función. Esta
pared varía un poco en cada parte del tubo digestivo, pero en general está compuesta por cuatro capas, que son, de
dentro a fuera: mucosa, submucosa, muscular y serosa. Al hueco que queda en la parte más interna, rodeado por la
mucosa, se le llama luz. Mucosa: es la capa más interna de la pared del tubo digestivo. Tapiza toda la parte interior
del tubo, igual que la pintura o el papel lo hacen en las paredes de una casa. Su morfología es algo distinta
dependiendo de la función que realice cada zona del tubo: así, es más resistente en el esófago y estómago para
soportar el contenido ácido del estómago durante el proceso de la digestión, mientras que en el intestino delgado
está muy desarrollada para aumentar la superficie de absorción de los nutrientes. Submucosa: es una capa que se
sitúa por debajo de la mucosa (el prefijo subsignifica “debajo de”); está compuesta por tejido de soporte por el que
discurren vasos sanguíneos (arterias y venas) y linfáticos y terminaciones nerviosas. Muscular: está compuesta por
tejido muscular liso para facilitar el movimiento del contenido por la luz del tubo digestivo. El movimiento del tubo
digestivo también se llama motilidad o peristaltismo. Este se produce porque la capa muscular alterna contracciones
y relajaciones, lo que permite el avance del contenido. Serosa: es la capa más externa del tubo digestivo, su
envoltorio. En las vísceras intraperitoneales, esta capa corresponde al peritoneo visceral.
La faringe: La faringe es el paso intermedio entre la boca y el esófago en el tubo digestivo. También ejerce de paso
intermedio para el paso del aire respirado entre la nariz y la tráquea en el aparato respiratorio. Posee una capa
muscular muy desarrollada para realizar la labor de deglución, esto es, empujar el bolo alimenticio hacia el esófago.
Se distinguen en la faringe tres regiones anatómicas: nasofaringe (porción de faringe situada posterior a las fosas
nasales), orofaringe (porción de faringe situada detrás de la boca y separada de esta por el paladar blando) y
laringofaringe (situada detrás de la laringe). El paladar blando y la úvula impiden que la comida y la bebida entren en
la cavidad nasal cuando se deglute el alimento; la epiglotis, por su parte, tapa la entrada a la tráquea para que el
bolo alimenticio no entre en la vía aérea.
El esófago El esófago está a continuación de la faringe. En su parte superior se sitúa el esfínter esofágico superior,
que regula el paso del bolo alimenticio y que está formado por el músculo cricofaríngeo. El bolo alimenticio llegará al
estómago gracias a que el esófago posee una resistente capa mucosa y una fuerte capa muscular; y debido a este
potente músculo y al peristaltismo que produce, el bolo se desplaza a través de la luz esofágica En el tercio distal
esofágico, pero aún por encima del diafragma, hay otro esfínter que regula el paso del contenido hacia la luz
gástrica, que es el esfínter esofágico inferior o esfínter gastroesofágico. Después, el esófago atraviesa el diafragma
para pasar a la cavidad abdominal, a través de una apertura específica que se llama hiato esofágico. Este hiato,
formado por la apertura que deja el diafragma, también desempeña cierto papel de esfínter, impidiendo el reflujo
del contenido gástrico. Una pequeña porción del esófago más distal (menor de 2 cm) se sitúa por debajo del
diafragma y recibe el nombre de porción intraabdominal del esófago. El esófago discurre por la cavidad torácica
situado en el mediastino posterior y mantiene íntima relación con las estructuras anatómicas allí situadas. Algunas
de ellas producen una impronta sobre el contorno esofágico, que son identificables en las exploraciones
radiográficas del esófago (esofagogramas). Las cuatro improntas del esófago están producidas (de arriba abajo) por
el cartílago cricoides, donde se inserta el músculo cricofaríngeo (que forma parte del esfínter esofágico superior( A),
por el cayado aórtico (B), por la aurícula cardiaca izquierda y por el hiato esofágico (C) . Cuando el esfínter esofágico -
que permite el paso del contenido hacia el estómago- no funciona correctamente, todo el contenido del estómago, o
parte de él, pasa hacia el esófago; es lo que se conoce como “reflujo gastroesofágico”.
Estómago El estómago adopta una morfología peculiar que recuerda la de un saco o la de una bota de vino. Se sitúa
en la parte superior izquierda de la cavidad abdominal, justo debajo del diafragma. En él se observan tres partes: la
parte superior y situada más atrás, inmediatamente después del cardias, es el fondo, la primera estación a la que
llega el bolo alimenticio; la parte intermedia es el cuerpo gástrico; y la última, el llamado antro gástrico. El estómago
tiene una capa muscular muy desarrollada, que conforma una potente pared estructurada en tres capas musculares
de disposición horizontal, vertical y oblícua. En su mucosa hay glándulas exocrinas que segregan ácido clorhídrico y
jugos gástricos directamente a la luz de la cavidad, o cámara gástrica. Los jugos gástricos, cuyo nombre hace alusión
al conjunto de las secreciones de las glándulas de la mucosa gástrica, contienen enzimas para digerir las proteínas.
Además la potente capa muscular se contrae para triturar el bolo alimenticio y mezclar bien el bolo alimenticio con
los jugos gástricos. Al bolo alimenticio tras ser digerido lo llamaremos quimo. En la unión gastroduodenal, el paso del
quimo está regulado por un esfínter que se llama píloro. El píloro es un engrosamiento concéntrico de la capa
muscular que deja una pequeña luz; esta luz regula la entrada del quimo hacia la siguiente estación del tubo
digestivo, el duodeno, que forma parte ya del intestino delgado.
Intestino delgado El intestino delgado debe su nombre al hecho de que su luz tiene un diámetro mucho menor que
el de la otra porción del tubo digestivo que también recibe el nombre de intestino, el intestino grueso. Por contra, el
intestino delgado es mucho más largo, puesto que puede llegar a medir hasta 8 metros, con variaciones entre
individuos pero solo de 2 a 3 cm de diámetro transversal en condiciones normales. El intestino delgado se divide en
tres porciones: duodeno, yeyuno e íleon. Duodeno El duodeno, la primera porción del intestino delgado, tiene forma
especial por su morfología angulada y por estar dispuesto en dos tramos horizontales y dos verticales, separados por
ángulos o rodillas, adoptando forma de marco de cuadro; por eso también se le llama marco duodenal. La primera
porción duodenal es de disposición horizontal. En ella, además hay dos partes bien distintas: la primera,
inmediatamente después del píloro, tiene forma de cabeza de flecha o de cebolla y se llama bulbo duodenal; la
segunda tiene forma de tubo. La segunda porción es vertical. Esta porción es muy importante porque en ella
desemboca un tubo en un lugar llamado ampolla de Vater, que lleva las secreciones de dos glándulas exocrinas. Se le
llama ampolla porque forma un pequeño resalte en la pared del duodeno que parece una ampolla como las que
salen en la piel. Este tubo único se forma a su vez por la unión de dos tubos: el colédoco, o conducto biliar, que es el
tubo por el que pasa hacia el duodeno la bilis fabricada en el hígado, y el conducto de Wirsung, o conducto
pancreático, que es el tubo por el que pasan hacia el duodeno los jugos pancreáticos fabricados en el páncreas.
Yeyuno e íleon La segunda porción del intestino delgado se llama yeyuno. Ocupa la parte superior izquierda de la
cavidad abdominal . El tercer y último tramo del intestino delgado se llama íleon. Este tiende a ocupar la parte
inferior e inferior derecha de la cavidad abdominal. En el yeyuno e íleon se termina la digestión de algunos de los
nutrientes y la absorción de la mayoría de ellos. Para ello, estas dos porciones del intestino delgado poseen una
mucosa especial.
Intestino grueso La zona de unión del íleon y el intestino grueso se llama válvula ileocecal. Es una válvula (o esfínter)
que regula el paso del contenido intestinal hacia el colon y es ileocecal porque une el íleon y el ciego (cecal significa
“relativo al ciego”), que es el nombre que recibe la primera parte del intestino grueso. El intestino grueso mide
aproximadamente un metro y medio. El intestino grueso, o colon, como el duodeno, consta de dos partes
horizontales y dos verticales, por lo que también se le llama marco cólico. La primera parte es el colon derecho, o
ascendente (llamado así por su situación anatómica en la cavidad abdominal y por el sentido del peristaltismo). A la
parte de colon derecho que queda por debajo de la válvula ileocecal se la llama ciego (porque es un saco ciego, sin
salida). Del ciego emerge una estructura tubular en forma de dedo de guante o de gusano que se llama apéndice. El
colon derecho se extiende por todo el lateral derecho de la cavidad abdominal ascendiendo hasta la parte superior
derecha de esta cavidad. La siguiente porción de colon se llama colon transverso (que, como su nombre indica,
presenta disposición horizontal) y se sitúa en la parte superior de la cavidad abdominal. La unión entre el colon
derecho y transverso es el ángulo hepático. La tercera porción se llama colon izquierdo, o descendente, porque se
sitúa en la parte lateral izquierda de la cavidad abdominal y porque el sentido del peristaltismo se produce a favor de
la fuerza de la gravedad. La unión del colon transverso y el colon descendente o izquierdo también forma un ángulo
donde se halla el bazo. Por eso, a este trozo se le llama ángulo esplénico La siguiente parte del tubo colónico es de
disposición más bien oblicua y algo plegada. Se dice que tiene forma de “S”, razón por la cual se la llama sigma. La
penúltima parte del colon se sitúa en el interior de la cavidad pélvica y es extraperitoneal. Se dispone verticalmente
en la cavidad pélvica, por la que desciende “en línea recta”; de ahí el nombre de recto. Suele tener una forma algo
dilatada, para albergar los desechos o heces, y por esa razón también recibe el nombre de ampolla rectal. La última
parte del tubo digestivo es el canal anal. En cuanto a tramo, la capa de pared más importante es la muscular, que
forma una estructura compleja encargada de regular la salida de las heces al exterior y se llama esfínter anal. Esta
estructura se compone de dos capas musculares: el esfínter anal interno, un conjunto de fibras de músculo liso y
cuyo control es involuntario, y el esfínter anal externo, compuesto de fibras de músculo estriado y cuyo control es
voluntario. Además el colon presenta unas formaciones particulares: Haustras: son unas dilataciones que se
extienden entre constricciones, proporcionando un contorno abollonado. Apéndices epiploicos: prolongaciones de
peritoneo con grasa que se observan en el borde antimesentérico y de inserción del omento mayor. Tenías: son
condensaciones en forma de tres bandas del estrato den músculo longitudinal.
HÍGADO Y VÍAS BILIARES El hígado es un órgano de gran tamaño (de hecho, se trata de la víscera más grande del
cuerpo humano), de color rojo oscuro y que pesa en torno a 1,5 kg. Ocupa toda la parte superior derecha de la
cavidad abdominal, la zona denominada hipocondrio derecho. Está envuelto en una cápsula de tejido conjuntivo
fibroso llamada cápsula de Glisson; y a su vez, aunque no en su totalidad, lo recubre la serosa de peritoneo visceral.
Una pequeña parte de la cara posterior del hígado no está recubierta por peritoneo: se llama “área desnuda”. Está
fijado a las paredes de la cavidad por varios ligamentos: El ligamento coronario fija el hígado a la pared posterior, fija
la porción superior y dorsal del hígado al diafragma. El ligamento falciforme sostiene al hígado superior y
anteriormente. El hígado está formado por cuatro lóbulos. Los dos de mayor tamaño reciben el nombre de lóbulo
hepático derecho y lóbulo hepático izquierdo, y están separados por un plano entre vesícula biliar y vena cava
inferior que se llama cisura interlobular o mayor. El lóbulo hepático izquierdo está dividido a su vez en dos porciones,
medial y lateral, por el ligamento falciforme (que a su vez contiene el ligamento redondo). La porción medial del
lóbulo hepático izquierdo corresponde al lóbulo cuadrado. El cuarto lóbulo, llamado caudado, corresponde a un
pequeño lóbulo independiente. Este lóbulo recibe pequeñas ramas de la porta izquierda y derecha y drena
directamente a la vena cava inferior. Los cuatro lóbulos hepáticos se dividen, a su vez, en segmentos. En total, en el
hígado hay 8 segmentos, delimitados por los vasos intrahepáticos. Parénquima hepático Cada uno de los dos lóbulos
principales contiene unidades más pequeñas llamadas lobulillos. El lobulillo, de forma hexagonal, es la organización
estructural microscópica del parénquima hepático. Cada lobulillo está formado por conglomerados de células
hepáticas que son los hepatocitos. Además encontramos otros tipos celulares , como las llamadas células del
sinusoide (de Kuppfer, de Pit, de Ito y endoteliales). El hígado recibe la mayor parte de la sangre de la vena porta,
aproximadamente el 80-85 %. La porta recibe sangre de la vena esplénica (proveniente del bazo) y de las venas
mesentéricas superior e inferior, que drenan el intestino delgado y grueso. En la sangre de las venas mesentéricas,
viajan los nutrientes, el agua, y sales biliares que se han absorbido en la mucosa del intestino y que a través de la
porta pasarán por el hígado. El hígado procesa esta sangre y descompone los nutrientes y fármacos en formas más
fáciles de usar por el resto del cuerpo. Después, la sangre sale del hígado a través de las venas suprahepáticas que
desembocan en la vena cava inferior, para llevar la sangre directamente al corazón (aurícula derecha) y así pasa a la
circulación sistémica.
¿Por qué es importante la digestión? Los alimentos y bebidas que consumimos deben transformarse en moléculas
más pequeñas de nutrientes antes de ser absorbidos hacia la sangre y transportados a las células de todo el cuerpo.
La digestión es el proceso mediante el cual los alimentos y las bebidas se descomponen en sus partes más pequeñas
para que el cuerpo pueda usarlos como fuente de energía, y para formar y alimentar las células. ¿Cómo se digieren
los alimentos? La digestión comprende la mezcla de los alimentos, su paso a través del tracto digestivo y la
descomposición química de las moléculas grandes en moléculas más pequeñas. Comienza en la boca, cuando
masticamos y comemos, y termina en el intestino delgado.
Paso de los alimentos a través del aparato digestivo Los órganos grandes y huecos del tracto digestivo poseen una
capa muscular que permite que sus paredes se muevan. El movimiento de estas paredes puede impulsar los
alimentos y los líquidos, y mezclar el contenido dentro de cada órgano. Los alimentos pasan de un órgano a otro
mediante un movimiento muscular que se llama peristaltismo. La acción del peristaltismo se parece a la de una ola
del mar moviéndose por el músculo. El músculo del órgano se contrae estrechándose y después mueve lentamente
la porción contraída hacia la parte inferior del órgano. Estas ondas alternadas de contracciones y relajaciones
empujan los alimentos y los líquidos a través de cada órgano. El primer movimiento muscular importante ocurre
cuando ingerimos alimentos o líquidos. Aunque el ingerir es parte de un proceso voluntario, en cuanto empieza se
vuelve involuntaria y pasa a estar bajo el control de los nervios. Los alimentos que acabamos de ingerir pasan al
siguiente órgano que es el esófago, que conecta la garganta con el estómago. En la unión del esófago y el estómago
hay una válvula en forma de anillo llamada válvula pilórica que cierra el paso entre los dos órganos. Sin embargo, a
medida que los alimentos se acercan al anillo cerrado, los músculos que lo rodean se relajan y permiten el paso al
estómago. El estómago debe realizar tres tareas mecánicas. Primero, debe almacenar los alimentos y los líquidos
ingeridos. Para ello, el músculo de la parte superior del estómago debe relajarse y aceptar volúmenes grandes de
material ingerido. La segunda tarea es mezclar los alimentos, los líquidos y el jugo digestivo producido por el
estómago. La acción muscular de la parte inferior del estómago se encarga de esto. La tercera tarea del estómago es
vaciar su contenido lentamente en el intestino delgado.
Principales enfermedades hepáticas en técnicas de imagen Cirrosis La cirrosis es el resultado final de un daño crónico
al hígado o hepatopatía crónica. Se caracteriza por dos hallazgos: extensa fibrosis y regeneración nodular. Así, se
produce una alteración difusa de la estructura hepática que se acompaña de pérdida progresiva de la función. Las
causas más frecuentes de hepatopatía crónica en el mundo occidental son la hepatitis B y C y el alcohol. La función
hepática se suele conservar hasta estadios bien avanzados de la enfermedad, por lo que puede no ser sintomática
hasta entonces. Algunos de los síntomas derivados de la falta de función hepática o insuficiencia hepática son:
acumulación de líquido en las piernas o en el abdomen (ascitis), coloración amarillenta en la piel, las membranas
mucosas o los ojos (ictericia), enrojecimiento de las palmas de las manos, ginecomastia (desarrollo de tejido
mamario en los hombres), impotencia, problemas de coagulación, encefalopatía hepática y heces de color pálido.
Cuando la pérdida de la función hepática es grave, pone en peligro la vida del paciente y el único tratamiento posible
es el trasplante hepático.
Colelitiasis La colelitiasis, también llamada litiasis vesicular, consiste en la formación de depósitos de consistencia
dura como la piedra que se forman en el interior de la luz vesicular y cuyo componente más frecuente es el
colesterol. Muchas personas con cálculos biliares nunca tienen ni tendrán ningún síntoma y su diagnóstico muchas
veces es casual. Sin embargo, cuando un cálculo obstruye el conducto cístico o el conducto colédoco
(coledocolitiasis), se puede presentar en el hipocondrio derecho un dolor de tipo cólico que se denomina cólico
biliar. La mayoría de las veces, la piedra termina pasando hacia el duodeno y el dolor desaparece, no siendo
necesaria ninguna intervención médica. Otras veces, no obstante, por la obstrucción de la vía biliar, la bilirrubina de
la bilis pasa a la sangre, y la piel y las mucosas adquieren una coloración amarillenta llamada ictericia.
Adicionalmente, al no pasar los pigmentos biliares a la luz del tubo digestivo, las heces no adquieren su coloración
característica y se producen típicamente heces de color pálido o acólicas. Otros síntomas que se pueden producir
son fiebre, náuseas o vómitos.
PÁNCREAS Se encuentra situado en la parte superior y media del abdomen en las zonas del epigastrio e hipogastrio
izquierdo. Es una glándula retroperitoneal con orientación oblícua respecto al plano horizontal. Compuesto de
cabeza, cuello, cuerpo, cola y proceso uncinado. Mide aprox. 15 cm y pesa aprox. 80 g. La cabeza tiene relación con
la 2ª porción del duodeno y el cuello y cuerpo tienen relación anterior con el estómago. El proceso uncinado tiene
relación con la 3ª porción del duodeno. La cola es intraperitoneal y se encuentra apuntando al hilio esplénico. El
páncreas tiene función de glándula exocrina y endocrina. - La secrecion exocrina: Se vierte al duodeno y contiene
principalmente enzimas, que degradan prácticamente todos los principios nutritivos: proteasa, amilasa, lipasa,
ribonucleasa, desoxirribonucleasa, etc. - La secreción del jugo pancreático está sujeta sobre todo a control hormonal.
La secretina actúa sobre los conductos pancreáticos y produce una secreción copiosa de un jugo pancreático muy
alcalino, el cual es rico en HCO3 – y deficiente en enzimas. También la colecistocinina (CCK) es secretada por las
células de la mucosa de la porción alta del intestino delgado y estimula la secreción de enzimas pancreáticas, la
contracción de la vesícula biliar (actividad por la cual recibe su nombre) y la relajación del esfínter de Oddi, que
permite el flujo de bilis y jugo pancreático hacia la luz intestinal. - La secreción endocrina: Se vierten a la sangre. -
Destacan las hormonas insulina y glucagón esenciales en el control de la glucemia. - Las hormonas se forman en
zonas diferenciadas del páncreas se denominan islotes de Langerhans, en cuyas células alfa se origina el glucagón y
en sus células beta la insulina. Además de secretar somatostatina y gastrina entre otras. Se puede utilizar la
ecografía. El inconveniente es que, al ser un órgano de situación profunda por detrás de asas intestinales rellenas de
gas, suele ser a veces difícil su estudio, ya que el gas no permite la visualización a través de él con el ultrasonido. Sin
embargo, en condiciones adecuadas la ecografía del páncreas permite una buena aproximación diagnóstica a la
patología pancreática. Para el estudio del páncreas son más efectivos la TC y la RM, siendo el radiólogo el que utiliza
una u otra en función del diagnóstico de sospecha. Así, ante la sospecha de tumores neuroendocrinos y carcinomas
de páncreas se prefiere la TC, donde se obtiene una mejor información de las relaciones anatómicas con las
estructuras vasculares, conocimiento imprescindible para planificar el acto quirúrgico. Cuando se sospecha patología
tumoral quística, se prefiere la RM, ya que permite un mejor estudio, en general, de las lesiones quísticas. Además
con las secuencias de colangio-RM que antes se ha comentado, también se puede estudiar el sistema de conductos
del páncreas.
ANATOMOFISIOLOGÍA RENAL Y DE LAS VÍAS URINARIAS El aparato urinario se encarga de la producción y expulsión
de la orina. Gracias a ello desempeña funciones vitales, como la regulación del balance de fluidos y electrolitos, o la
excreción de productos de desecho. También sintetiza enzimas y hormonas que intervienen en la regulación de otros
procesos como la presión arterial, la concentración de glóbulos rojos y plaquetas en sangre, y el metabolismo
fosfocálcico. Así los riñones secretan eritropoyetina, que estimula la producción de eritrocitos por células madre
hematopoyéticas en la médula ósea en situación de hipoxia Los riñones producen la forma activa de la vitamina D,
1,25-dihidroxivitamina D3 (calcitriol), mediante la hidroxilación de esta vitamina en la posición «número 1». Además
sitetizan glucosa a partir de aminoácidos contribuyendo al mantenimiento de la glucemia. El riego sanguíneo de los
dos riñones es normalmente de alrededor del 22% del gasto cardíaco, o 1.100 ml/min. La arteria renal entra en el
riñón , después se ramifica progresivamente hasta formar las pequeñas arterias y las arteriolas aferentes, que
acaban en los capilares glomerulares, donde se filtran grandes cantidades de líquido y solutos (excepto proteínas
plasmáticas). Cada riñón en el ser humano contiene alrededor de 800.000 a 1.000.000 de nefronas, cada una capaz
de formar orina. El riñón no puede regenerar nefronas nuevas. Por tanto, en la lesión, la enfermedad o el
envejecimiento normal renal, hay una reducción gradual del número de nefronas.
Anatomía renal. Estructura interna Si se divide el riñón por la mitad a lo largo de su eje longitudinal se distinguen las
siguientes regiones: Corteza renal: es la capa más externa que se encuentra en íntimo contacto con la cápsula renal.
Médula renal: es la región interna que se sitúa subyacente a la corteza. Se divide en estructuras de morfología
triangular llamadas pirámides renales. Las pirámides están separadas por prolongaciones de la corteza denominadas
columnas renales, o columna de Bertin. El vértice de la pirámide, que corresponde a la porción más estrecha y
alejada de la corteza renal, se llama papila. Hilio renal: corresponde a la hendidura situada en la región medial del
riñón. Por él discurren la vía urinaria, y estructuras vasculares y nerviosas.
Vía urinaria intrarrenal. Es la encargada de conducir la orina producida en el riñón. Se inicia dentro del riñón en los
cálices menores, unos tubos membranosos en forma de copa cuyo extremo externo está fijado a las papilas renales
que vierten en ellos la orina. Estos calices confluyen en pequeños grupos y desembocan en un cáliz mayor.
Normalmente hay tres cálices mayores: superior, medio e inferior, y convergen en la pelvis renal, una cavidad en
forma de embudo que se continúa con el uréter. Vasos renales. Nervios. El plexo renal contiene fibras del sistema
nervioso simpático y parasimpático que inervan el riñón. Estas fibras rodean la arteria renal y entran al interior del
riñón siguiendo las ramas arteriales. Las fibras nerviosas inervan las arteriolas aferentes y eferentes. Controlan el
tono vascular y la secreción de renina, una sustancia que interviene en la regulación de la presión arterial.
La nefrona se compone de dos elementos principales: Corpúsculo renal: está formado por un ovillo de capilares
sanguíneos, llamado glomérulo, y una estructura en forma de copa que lo envuelve, denominada cápsula de
Bowman. En el corpúsculo se produce la filtración, que es el proceso por el cual se filtran el agua y distintas
sustancias contenidas en la sangre. La sangre llega al glomérulo, que actúa como un “colador” que filtra residuos
metabólicos no útiles, y también algunos nutrientes de pequeño tamaño, como los aminoácidos y la glucosa, que sí
son útiles para el organismo. El líquido resultante, que contiene las sustancias de desecho y moléculas útiles, pasa a
la cápsula de Bowman y se denomina filtrado glomerular. Sistema tubular. Está constituido por el túbulo
contorneado proximal, el asa de Henle, el túbulo contorneado proximal y el tubo colector. En el sistema tubular
renal se producen los procesos de reabsorción y secreción.
Durante la reabsorción se vuelve a absorber agua y algunas de las sustancias útiles que se fitraron en el glomérulo
para reincorporarlas a la sangre. La cantidad de agua o nutrientes reabsorbidos dependerá de los requerimientos del
organismo. Posteriormente, durante la secreción, se eliminan productos de desecho y también sustancias útiles que
estén en exceso y por tanto no se necesiten. Una vez terminado el proceso de secreción, la orina producida es
conducida a lo largo de la vía urinaria intrarrenal hasta su salida del riñón. Este recorrido se inicia en los túbulos
colectores, que constituyen la porción final del sistema tubular de la nefrona. Dichos túbulos desembocan en la
papila renal, una estructura localizada en el vértice de la pirámide renal que recoge la orina y la drena a un cáliz
menor. A continuación, la orina es conducida por los cálices mayores hacia la pelvis renal, y sale del riñón para
continuar su recorrido por el uréter.
La vía urinaria Es la encargada de conducir, almacenar y expulsar la orina producida en el riñón. Está formada por la
vía urinaria intrarrenal (cálices y pelvis renal), los uréteres, la vejiga y la uretra. Uréteres Los uréteres son dos
conductos musculares expansibles que se originan en la pelvis renal, descienden por el retroperitoneo hasta la pelvis
y desembocan en la vejiga. Descienden por la cavidad abdominal, presentando un curso oblicuo en relación con el
borde anteromedial del músculo psoas, y cruzan los vasos iliacos para acceder a la pelvis, donde se sitúan más
mediales para alcanzar la vejiga. La función de los uréteres es conducir la orina producida en los riñones hasta la
vejiga gracias a la generación de movimientos peristálticos producidos por la contracción y relajación de la capa
muscular. Vejiga urinaria Es una víscera hueca, de paredes musculares gruesas, dotada de gran distensibilidad y
contractilidad: gracias a las fibras de sus paredes, puede distenderse para almacenar la orina y contraerse para
expulsarla. Ecografía Es útil en la valoración del parénquima renal, de la vía urinaria intrarrenal y de la vejiga . Sin
embargo, no es la técnica adecuada para el estudio de los uréteres, ya que no permite evaluarlos en su totalidad.
Aun así, en muchos casos permite identificar o sospechar la existencia de patología ureteral, ya sea mediante su
visualización directa o mediante la identificación de signos indirectos como la dilatación de la vía urinaria proximal