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Vida y obra de Kant

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Vida y obra de Kant

Nació en Konigsberg (Prusia Oriental) dicha ciudad se llama Kallningrad. Tuvo


simpatía por los ideales de la independencia americana y de la Revolución francesa,
perteneciente a una familia de artesanos y numerosa. Kant recibió una excelente
educación llena de valores como la honradez y probidad, sembrando en él la semilla
del bien y un profundo respeto por la naturaleza. Fue pacifista, antimilitarista y
antipatriota. Su valor ético y su actitud moral determina en parte su teoría del
conocimiento y su metafísica. Tuvo influencias de Descartes, Leibniz, Hume, del
empirismo y de la ciencia física- matemática de Newton.

Sus obras: Critica de la Razón Pura, Fundamentos de la Metafísica de las


Costumbres, Critica de la Razón Practica, Antropología, Filosofía de la Historia entre
otras.

Modelo ético de Kant, considerando el fundamento autónomo

En el siglo XVIII Kant elaboró un nuevo modelo ético, que busca un fundamento
diferente para la vida moral del hombre. Las éticas anteriores tenían fundamentos
heterónomos (se fundamentaban en las ideas del bien, la naturaleza y la felicidad).

La razón

La razón toma vital importancia dentro de la ética kantiana ya que, para él, la razón
es el fundamento mental del hombre, que además de permitirle adquirir
conocimientos, impulsa la voluntad humana a actuar de una u otra forma. Kant
clasifica la Razón teórica que es aquella capaz de conocer y Razón practica que es
aquella capaz de determinar la voluntad y por ende la acción moral. Kant llama pura
a la razón que no está mezclada con nada empírico y en la medida en que es capaz
de actuar por sí sola. De esta manera define lo que es Razón teórica y Razón
práctica que es la que posee una realidad objetiva: la moción de la voluntad.

La libertad

Los escritos del filósofo prusiano se caracterizan por su compromiso con la Libertad,
con la Dignidad del hombre y con la concepción moral derivada de la razón. Esto
quiere decir que la razón no admite ningún criterio externo a ella como pueden ser la
tradición, la teología o cualquier tipo de ordenamiento natural. Solo la razón es el
punto de partida y el criterio de discernimiento de lo que es y de lo que no es.

Para Kant el ser humano tiene dos dimensiones dentro de sí: el instinto gobernado
por el placer, y la razón gobernada por el principio del deber. De esta manera, parte
de una concepción del hombre como agente y ser moral, lo cual tiene sentido sobre
la suposición de tener una voluntad libre. Hay que mostrar, pues, que existe una
razón pura practica: la razón es suficiente por si sola.

Imperativo categórico

Es la constitución de la voluntad, que se convierte en sí misma en una ley. De


manera que el principio de la autonomía, único y principio supremo de la moral, es
aquel donde las máximas de la elección racional en el querer mismo, independiente
de cómo se encuentren constituidos los objetivos del querer son al mismo tiempo
incluidas como norma universal.

Los principios prácticos

Kant divide los principios prácticos en dos grandes grupos: máximos e imperativos.

Los máximos son principios prácticos que solo se aplican a los sujetos individuales
que se las proponen así mismo, pero no a todos los hombres y por lo tanto son
subjetivas, ejemplo el principio véngate de todas las ofensas que recibes, es una
máxima y por lo tanto son subjetivas porque solo es válida para aquel que la
sostiene y no se impone en absoluto a todos los seres razonables.

Los imperativos son mandatos o deberes, reglas que expresan la necesidad


objetiva de la acción, lo cual significa que, si la razón determinase por completo la
voluntad, la acción sucedería inevitablemente de acuerdo con dicha regla.

Principio de la humanidad

“Obra de tal modo que consideres a la humanidad, tanto en tu persona como en la


persona de todos los demás, siempre como un fin, nunca simple medio”.

Este principio lleva consigo el postulado de auto legislación, la humanidad


personificada en cada uno de sus miembros es el freno de toda acción mala. El
hombre como esencia racional debe darse (voluntariamente) la ley a sí mismo para
realizar el Principio de Humanidad.

El hombre como fin en sí no tiene precio, sino dignidad. Aquello que tiene precio
puede ser sustituido por algo equivalente. La dignidad a la inversa es el valor
intrínseco de la persona: aquello puntualmente que constituye la condición para que
un hombre sea fin en sí mismo.

De esta manera, puede afirmarse que la ética “del deber por el deber” sigue siendo
el paradigma para afirmar los principios morales universales. Su compromiso es con
el único principio moral supremo.

Para él la intención es fundamental. El ser humano está dotado de pasiones y


también está dotado del deber. Si la felicidad fuera el bien supremo, Kant retoma el
principio de felicidad como bien supremo. La virtud está en el ejercicio del deber. El
conocimiento no necesariamente produce felicidad: a veces la razón causa más
penas. Por lo tanto, la razón no está destinada para la felicidad.

Conclusión de Karla

Conclusión de Jacquelyn

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