BLOQUE II LING
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BLOQUE II LING
LA VARIACIÓN LINGÜÍSTICA
TEMA 6
Cuando el niño aprende a usar su lengua no adquiere solamente palabras o estructuras, sino
también significados culturales, concepciones acerca del mundo y de sí mismo […]. Así, la
lengua se convierte en un instrumento esencial para construir la primera representación del
medio físico y social del niño (compartido, en general, con los suyos y, por tanto,
comunicable); además, es un mecanismo primordial para la construcción y organización de su
pensamiento, para la realización de nuevos aprendizajes y para una plena (crítica y creativa)
integración comunitaria.
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El lenguaje desempeña un papel considerable en la acumulación cultural y la
transmisión histórica de los pueblos.
El vocabulario constituye un indicador sumamente sensible de la cultura de un
pueblo.
El lenguaje es parte de la cultura humana y es, sobre todo, el principal medio con que
contamos para transmitir la cultura –general y específica– a sucesivas generaciones y
también dentro de una generación. Si entendemos lo cultural como lo aprendido
frente a lo natural, la cultura es inexplicable sin el lenguaje y las lenguas, ya que, entre otras
cosas, las lenguas permiten al hombre hablar del mundo y de sí mismas. Por ello, para
algunos lingüistas, la lengua representa una forma de ver el mundo, el pensamiento y la
conducta cultural de sus hablantes.
Para estos lingüistas, entre los que se encuentran Edward Sapir y Benjamin L. Whorf, la
organización del conocimiento del mundo está bajo la influencia directa de las lenguas. Y
dado que las lenguas difieren bastante entre sí en aspectos estructurales y gramaticales
importantes (algunas lenguas tienen más tiempos gramaticales que otras, algunas tienen
genero gramatical en los sustantivos, otras emplean el tono o la cantidad vocálica como
elementos distintivos, unas tienen acento libre y otras fijo, etc), también podrá variar la
percepción que tienen del mundo sus hablantes.
Según estos lingüistas, el hombre está puesto por nacimiento en un mundo que es
comprendido y está ordenado según la lengua materna. Es decir, la lengua materna tiene una
gran importancia para nuestra concepción del mundo. Para un hombre que crece dentro de
una cultura, esto significa que su lengua le introduce en un mundo espiritual pre- formado,
que le facilita el material y las escalas que necesita para dominar su entorno y más tarde el
mundo. A través del lenguaje, el hombre crea entre la mente y el mundo un verdadero
mundo intermedio, la visión del mundo. Cada mundo intermedio lingüístico creado tiene su
propia estructura, al igual que cada lengua.
La teoría de Sapir-Whorf establece que existe una relación entre las categorías gramaticales
de una lengua y la forma en que los hablantes de cada una de las lenguas entienden y
conceptualizan el mundo5. Esta relación se da principalmente a nivel semántico, pero
también puede producirse en otros niveles del lenguaje, como la morfosintaxis. Esta teoría
sostiene dos principios fundamentales: el determinismo lingüístico y el relativismo lingüístico.
Según el determinismo lingüístico, la estructura de una lengua determina la forma en que los
miembros de esa comunidad lingüística ven e interpretan el mundo; la lengua determina
cómo pensamos y cómo debemos interpretar la realidad. Sostiene que nuestro modo de
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pensar el mundo está influido por el lenguaje que usamos para hablar sobre él. Según la
tesis de Sapir-Whorf, el lenguaje no es reflejo de las sensaciones del mundo, sino el
instrumento principal de su organización y compartición. Así, los hablan- tes de lenguas con
ciertas distinciones lingüísticas pueden recordar, observar o entender más rápidamente o
mejor ciertas conductas no lingüísticas, como el tiempo o los colores.
Por ejemplo, las lenguas europeas giran en torno a los tiempos de pasado, presente y futuro,
así que los europeos pueden ver el mundo en pasado, presente y futuro. Por el contrario,
existen otras lenguas, como las amerindias, que no tienen tiempo futuro, por lo que su visión
del mundo, en este caso la concepción del tiempo será diferente.
Es el caso, por ejemplo, de la tribu de los Amondawa, descubierta a mediados de los años
ochenta del pasado siglo en el Amazonas. Esta tribu se comunica en una lengua en la que no
existen menciones al concepto de tiempo, pues los Amondawa no entienden el tiempo como
algo que pueda ser medido, contado o hablado como algo abstracto. Los miembros de esta
tribu de Brasil no tienen palabras para medir el paso del tiempo como “hora”, “día”, “mes” o
“año”. De hecho, tampoco tienen ni siquiera la palabra “tiempo”. Tampoco poseen palabras
para referirse a las distintas etapas por las que atraviesa el ser humano durante su
crecimiento, como “joven” o “viejo”. Sin embargo, conforme van aprendiendo el portugués,
algo que está ocurriendo de forma cada vez más acelerada, van incorporando a su lengua
materna algunas de las palabras portuguesas empleadas para referirse al tiempo o al paso del
tiempo, lo que podría considerarse un ejemplo de cómo la lengua nos ayuda a configurar el
mundo.
Hallamos otro ejemplo, referente a los colores, en los hablantes de zuñi, una lengua
amerindia hablada en el estado de Nuevo México. El vocabulario de esta lengua no tiene dos
palabras diferentes para expresar los colores “naranja” y “amarillo”. Estudios realizados con
miembros de esta tribu demostraron que los hablantes monolingües de zuñi tenían
dificultades para distinguir objetos amarillos y anaranjados, mientras que los hablantes
bilingües de zuñi e inglés (lengua en la que tenemos las palabras “yellow” y “orange” para
expresar estos colores) podían diferenciarlos fácilmente.
También podemos hallar diversos ejemplos en el vocabulario de las distintas lenguas para
referirse a una misma realidad. Así, en las islas Salomón tienen nueve palabras para referirse
al “coco”; cada palabra representa una de las nueve fases de crecimiento del coco, y en cada
una de estas fases el coco se emplea para un propósito distinto. Por su parte, en español y en
la mayoría de las lenguas occidentales sólo existe una palabra para mencionar esta realidad
(coco en español, o coconut en inglés), de lo que se deduce que en nuestra cultura el coco no
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es un elemento tan importante como en las islas Salomón.
El relativismo lingüístico sostiene que, como el hombre llega a conocer el mundo por medio
de su lengua materna, las personas que hablan diferentes lenguas tendrán una concepción
distinta del mundo. Por lo tanto, según la teoría de Sapir-Whorf, existen tantas visiones del
mundo como lenguas existen (Según Sapir: “El mundo real está en gran medida
inconscientemente construido sobre los hábitos lingüísticos de un grupo. No hay dos lenguas
que sean lo bastante similares para que se considere que representan la misma realidad
social. Los mundos que habitan las distintas sociedades son mundos distintos, no un mundo
con diferentes rótulos”).
Obsérvese el siguiente ejemplo. Un traductor tenía que traducir la Biblia a una de las lenguas
habladas en Camerún. Las principales dificultades se presentaban a la hora de traducir
palabras que describen realidades que no tienen en esa región de África, como la nieve (por
ejemplo, en la expresión “más blanco que la nieve”). En muchas tribus no conocen el
concepto de nieve, ni siquiera a través de los libros o la televisión. ¿Pueden los miembros de
esa tribu entender el concepto “más blanco que la nieve” si no tienen la palabra nieve?
Según algunos seguidores de la teoría de Sapir-Whorf, no pueden entender este concepto,
aunque para otros seguidores se pueden buscar términos equivalentes para tratar de
expresar el mismo concepto (por ejemplo: “más blanco que la leche de cabra”).
Según el principio del relativismo lingüístico, también los hablantes de distintas lenguas se
ven llevados a valoraciones y a tipos de observaciones diferentes sobre hechos externamente
similares. Por lo tanto, el vocabulario utilizado por una lengua puede tener unos efectos
sobre la categorización, la comunicación o la memorización, y ejerce, por esto mismo, una
influencia sobre el pensamiento. Así pues, los hablantes que establecen distinciones léxicas
en un campo concreto pueden hablar más fácilmente de los temas a los que éstas remiten.
Por ejemplo, los esquimales pueden hablar de múltiples clases de nieve porque tienen
suficientes términos para ello. Podría tomarse otro ejemplo del tagalo: en Filipinas tienen 92
palabras para decir “arroz”, mientras que en español sólo hay una. Según el relativismo
lingüístico, la cultura filipina y la española tienen una concepción distinta del arroz: la filipina
da más valor al arroz porque sus hablantes disponen de más palabras para referirse a este
alimento.
Observemos este otro ejemplo. En mandarín existe la palabra lao, que significa ‘respeto hacia
las personas mayores’. En español, y en muchas culturas occidentales, existe la palabra
respeto, la palabra mayor y el concepto de que debemos respetar a los mayores, pero no
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tenemos una palabra que por sí sola exprese ese concepto (tenemos que juntar varias
palabras). Como el mandarín tiene esa palabra, los miembros de esa cultura van a pensar de
forma diferente a la nuestra en ese asunto concreto. Según el principio del relativismo
lingüístico, los hablantes de la cultura mandarina, al tener esta palabra, pueden respetar
mejor a los mayores que los hablantes de la cultura occidental, que no poseen esa palabra.
Sin embargo, en contra de la teoría de Sapir-Whorf, también cabe plantearse esta pregunta:
¿los hablantes de mandarín pueden respetar mejor a sus mayores porque tienen la palabra
lao, o tienen esta palabra porque su cultura da mayor importancia a este concepto?
Contra el principio del relativismo lingüístico se ha formulado la crítica de que es difícil decidir
si la ausencia de elementos léxicos en una lengua concreta es más la causa de
comportamientos diferentes por parte de sus miembros que el reflejo de ciertas normas
socioculturales de la comunidad.
Por su parte, contra el principio del determinismo lingüístico también se ha formulado la
crítica de que son las ideas las que perfilan el lenguaje, más que a la inversa. El hombre
entiende el universo según las líneas puestas por la naturaleza y por sus necesidades
comunicativas y cognoscitivas, más que por su lengua.
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que el origen de las deficiencias de aprendizaje que presenta el niño de clase obrera se
encuentra en el tipo de estimulación temprana a la que es sometido, concretamente en la
escasa cantidad y calidad de las estimulaciones lingüísticas que recibe por parte de su familia.
Este déficit inicial impide una adecuada adaptación del niño de clase baja al medio escolar,
organizado de acuerdo con el nivel y las características lingüísticas de los niños de las clases
sociales más acomodadas.
La escuela tiende a potenciar el desarrollo de la expresión verbal lógica y abstracta. Este tipo
de expresión es el que conocen en su contexto familiar los niños de las clases elevadas, pero
no los niños de clases obreras; de ahí la expectativa de un mayor éxito escolar entre los
primeros. Según Bernstein, el fracaso escolar y la falta de integración en el sistema educativo
de las clases obreras no se deben a una deficiencia cognitiva de estos niños, sino a la
dificultad para integrase lingüísticamente en un ambiente en el que los contenidos y los
planteamientos están expresados en una variedad lingüística que no coincide con la de su uso
cotidiano. Bernstein diferencia, por lo tanto, entre el potencial intelectual de los niños, que es
igual en las distintas clases sociales, y el modo de expresión lingüística de la inteligencia, que
es diferente.
Según la Teoría del déficit, existen dos códigos de comunicación dentro de una misma lengua:
el código restringido, propio de la clase obrera, y el código elaborado, empleado por las
clases media y alta. Las diferencias existentes entre ambos códigos se deben, en su origen, a
la clase social y reflejan las relaciones de clase y de poder en la división social del trabajo, la
familia y la escuela (El código restringido está relacionado, en la práctica, con la división social
del trabajo obrero en la que el lenguaje dependiente del contexto es necesario en el marco
de la producción. El código elaborado de las clases medias supone unos cambios funcionales
requeridos por los cambios producidos en la división del trabajo y por la nueva posición de las
clases medias en la reproducción, más que en la producción. También se ha dicho que el
código restringido traduce y crea la solidaridad mecánica entre los participantes (solidaridad
basada en la similitud de las funciones), que caracteriza a las sociedades arcaicas, mientras
que el código elaborado crea la solidaridad orgánica (basada en la diferenciación de las
funciones), que caracteriza a las sociedades modernas).
Según Bernstein, la mayor parte de los miembros de la clase obrera conoce tan sólo el código
restringido, mientras que la mayoría de los miembros de la clase acomodada emplea tanto el
código restringido como el elaborado, dependiendo de las circunstancias. En la escuela tiende
a emplearse tan sólo el código elaborado, ya que es muy importante tanto para el maestro
como para el alumno ser explícitos acerca del contenido de la lección y no dar nada por
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supuesto.
Las principales características de ambos códigos son las siguientes:
Código restringido:
o Es propio de los niños de las clases bajas.
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Código elaborado:
o Es propio de los niños de las clases media y alta.
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En el primer caso, el lector necesita tener la imagen delante para una perfecta interpretación
de la historia; en el segundo caso la imagen no es necesaria. Esto es así porque la descripción
que emplea el código restringido permanece estrechamente ligada al contexto y las
significaciones que usa son implícitas, mientras que la que emplea el código elaborado se ha
liberado del contexto que la ha generado y sus significaciones están explícitas. Además, en el
código restringido existe una fuerte frecuencia de pro- nombres sin referente en el texto
(eso, ellos), lo que implica por parte del hablante la presuposición de que el oyente sabe de
qué referentes se trata (el balón, los niños). La menor frecuencia de estos pronombres sin
referente expreso en el código elaborado implica que el hablante ha entendido la necesidad
de universalizar el texto (sacarlo de con- texto) y hacerlo comprensible para todo el mundo.
Por su parte, el código elaborado tiende a emplear más adjetivos calificativos y más
sustantivos en lugar de pronombres, así como más complementos; estos elementos escasean
en el código restringido (La causa de esto, según la Teoría del déficit, es que en el tipo de
sociedad en la que domina el código restringido, no tienden a acentuarse y a hacerse
explícitos los atributos específicos de los sucesos, los objetos o las personas (ya que
predomina el grupo frente al individuo).
Ante una descripción, los niños de clase obrera necesitan más ayuda que los de clase media,
por poseer menores recursos en su código. También tienen menos posibilidades de ser
explícitos en sus conversaciones que los de clase media. Ello se debe, según la Teoría del
déficit, a que, en su propia casa, las explicaciones verbales que han recibido de sus padres
tienden a ser menos completas y precisas que las que reciben los niños de clase media y alta.
Los estudios llevados a cabo por Bernstein parecieron demostrar que, en líneas generales, las
madres de clase obrera centran sus intervenciones comunicativas con sus hijos en dar
órdenes y en responder de forma breve, categórica y poco matizada. Sus mensajes están más
centrados en la acción que en la explicación o en la reflexión sobre esa acción.
Por el contrario, las madres de clase media y alta, que han tenido un mejor nivel educativo,
centran los mensajes que dirigen sus hijos en las explicaciones y en la petición de
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explicaciones. Su conducta lingüística se orienta más a desentrañar para los niños el sentido y
el significado de la situación y la tarea que hay que realizar. Es decir, esperan del niño una
operación reflexiva, al igual que el profesor en la escuela. Además, estas madres, con cierta
frecuencia, repiten lo que el niño dice con otras palabras, aclarando su significado,
precisando la gramática o enriqueciendo el vocabulario del niño. Son asimismo más proclives
que las madres de clase obrera a fomentar los actos de habla con sus hijos y a animarlos a la
lectura.
Basándose en estas evidencias, Bernstein concluye que el factor determinante del fracaso
escolar y las dificultades comunicativas en la escuela de los niños de clase obrera no es la
clase social en sí, sino el tipo de interacción que se da en el hogar (aunque puede existir una
conexión entre esta interacción y la clase social). Esto se debe a que la lengua es utilizada de
forma diferente como instrumento de socialización por las familias de diferente clase social.
Entre las principales críticas que se han formulado a la Teoría del déficit destaca aquella que
señala que no se ha tenido en cuenta el contexto en el que se produce el acto comunicativo:
la escuela. Algunos niños raramente responden con más de una palabra a las preguntas del
maestro, y algunos maestros sacan la conclusión de que ello se debe a que no conocen las
reglas para juntar las palabras en frases más largas, o que su vocabulario es limitado. Una
conclusión más acertada sería la de que el problema se encuentra en la situación
comunicativa, y no en las supuestas deficiencias lingüísticas del niño. Po- dría darse el caso de
que el niño no desea cooperar o que no está seguro de lo que el maestro desea de él, por lo
que se mantiene en silencio en lugar de intentar responder. Pero ese mismo niño
probablemente usará una gran cantidad de lenguaje en otras situaciones que le son más
familiares, como cuando está en casa o con sus amigos.
Otro factor que predispone a los docentes a infravalorar la capacidad comunicativa del niño
es la tendencia del maestro a considerar como no válidas las partes del discurso que no están
en lenguaje estándar. De ahí que los niños hablantes de variedades no están- dar (como las
dialectales) tengan más problemas en la escuela; pero ello es debido a los prejuicios del
maestro, y porque los niños necesitan las formas apropiadas del estándar cuando aprenden a
leer y escribir (y posiblemente también a hablar) en la escuela.
En este sentido, la dicotomía entre el código elaborado y el restringido es extrapolable a la que
puede darse entre la norma estándar de una lengua y una variedad geográfica que haya
quedado estigmatizada.
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El enfoque didáctico de la diversidad lingüística debe empezar desde las primeras etapas de
escolarización, ya que es importante que los niños aprendan que no hay una única forma de
hablar y que comprendan que la diversidad lingüística es algo natural; por este motivo hay
que fomentar el respeto hacia todas las lenguas y hacia todas las variedades y el interés por
conocer otras lenguas y otras culturas. Existen muchas lenguas (y variedades lingüísticas) y
culturas diferentes a la nuestra, pero no son ni mejores ni peo- res. El maestro debe ayudar a
erradicar en los alumnos posibles prejuicios y estereotipos, basados en la escasa o errónea
información, así como en la información distorsionada que puede recibir a través de los
medios de comunicación (como las películas o las series de televisión). Es necesario fomentar
en el alumno una visión plural y tolerante.
Al mismo tiempo, la escuela debe facilitar los criterios para que el niño sepa qué variedad
(dialectal, propia o estándar) y qué registro se tiene que usar en función de la situación
comunicativa. La enseñanza de la lengua tiene que ayudar a configurar en los alumnos un
repertorio lingüístico rico, variado y creativo, que les sirva para aumentar y diversificar sus
posibilidades de interacción social. Es necesario, por lo tanto, enseñar la lengua ligada a una
gran diversidad de contextos sociales, tanto aquellos que conocen como aquellos que deberían
conocer o podrían usar en el futuro.
Saber una lengua o su gramática significa dominar los usos orales y escritos del mayor número
posible de dialectos y de registros. El alumno más preparado lingüística- mente es el que
puede hablar y escribir en su variedad dialectal o sociolectal propias y en el estándar
correspondiente, con varios registros, y también el que puede comprender otras variedades
distintas a la suya. Por lo tanto, no hay que enseñar un único modelo de lengua. Según C.
Lomas, en Cómo enseñar a hacer cosas con palabras (1999), el maestro:
Debe contribuir tanto al conocimiento de las variedades geográficas (lenguas y
dialectos), sociales (sociolectos), funcionales (registros) e individuales (estilos) de la
lengua, como a la conciencia sobre cómo las personas usan una u otra variedad de su
repertorio lingüístico en función de sus habilidades sociolingüísticas, de sus
intenciones, de su origen geográfico y sociocultural y de las características de la
situación y del contexto de comunicación (p. 51, vol. I).
Es importante que el maestro sepa transmitir de manera explícita o implícita a sus alumnos
que cualquier hablante usa un dialecto y que todos los dialectos son válidos para la
comunicación. También debe transmitir un modelo de estándar lo bastante flexible y
representativo de dodo el ámbito de la comunidad lingüística, y no presentar ninguna
variedad como punto de referencia con la que se comparen las demás, sino otorgarles a todo
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el mismo rango. Es necesario plantear la enseñanza y el aprendizaje del estándar como un
enriquecimiento del repertorio lingüístico y de las posibilidades del alumnado, pero nunca en
detrimento del dominio de la variedad propia ni de los registros más familiares: aprender una
lengua es sumar capacidades expresivas, no restarlas ni cambiarlas. Asimismo, es importante
que, en el aula, el maestro reemplace el concepto de «corrección» por el de «adecuación»
lingüística a la hora de valorar la expresión oral y escrita de los alumnos, y que no corrija el
empleo de coloquialismos si se emplean en situaciones no formales. También hay que
procurar dar la misma importancia a las faltas de ortografía que a las de coherencia y
adecuación lingüística.
Entre las principales propuestas didácticas existentes para trabajar la diversidad lingüística en
el aula se encuentran las siguientes:
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Realizar análisis de los modelos lingüísticos distintos medios de comunicación:
variedad empleada, uso del estándar, corrección, adecuación, temática, etc.
Organizar debates en clase sobre temas sociolingüísticos.
Leer y comentar textos de opinión sobre temas sociolingüísticos.
Actitudes que el maestro debe fomentar entre los alumnos ante las distintas variedades de su
propia lengua:
- Aceptación y valoración de la variedad dialectal propia.
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que se hace en cada uno de ellos y elegir el más conveniente.
El maestro, para trabajar en el aula, también debe seleccionar textos, tanto literarios como
procedentes de los medios de comunicación (prensa, radio, televisión, publicidad), que
presenten estereotipos o prejuicios lingüísticos, o planteen reacciones discriminatorias con
relación a la situación social y educativa de las minorías étnicas (por ejemplo, problemas sobre
la situación escolar de hijos de inmigrantes o niños gitanos), así como textos y noticias con
adopción de posturas solidarias ante hechos marginadores.
Actitudes que debe fomentar el maestro entre los alumnos ante las distintas lenguas:
- Concepción de cualquier lengua como vehículo de comunicación válido para to- dos
los ámbitos y usos sociales.
- Valoración equitativa de todas las lenguas.
TEMA 7
VARIEDADES DE LA LENGUA
Aunque hemos mencionado que la lengua es un sistema de signos y de las reglas para
combinarlos, esta no es algo rígido y totalmente uniforme dentro de una comunidad de
hablantes. La lengua es un hecho social condicionado por las circunstancias de los hablantes
(como la época o la región donde viven, o sus circunstancias personales) o por el contexto en el
que se produce la comunicación.
Toda lengua tiene una norma, que es la variedad estándar o común de esa lengua que se
considera de prestigio y que sirve de modelo unificador, porque se considera el patrón
correcto. Frente a esta norma existen las desviaciones, que afectan a todos los niveles del
lenguaje: el fonológico, el morfológico, el sintáctico y el léxico. Producidas en su conjunto,
estas desviaciones nos permiten hablar de las distintas variedades de una lengua: históricas,
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espaciales, sociales y funcionales.
A su vez, estas variedades no se producen de forma aislada, sino que se dan de forma conjunta
en un mismo hablante. Cuando una persona habla, lo hace utilizando los sonidos (o las reglas
ortográficas), las palabras y la sintaxis propia de la época en la que vive (variedad histórica);
también lo hace empleando una variedad geográfica con la que pone de manifiesto su lugar de
procedencia; asimismo, usa distintas variedades sociales que reflejan su vinculación con
diversos grupos sociales en función de su edad, sexo, clase social o cultural, actividad o
profesión, raza o etnia; y también emplea una variedad funcional o situacional propia de un
determinado contexto o situación comunicativa (el tema, la intención, el interlocutor, el
medio, etc.).
Junto a todos los factores socioculturales que influyen en la diferenciación de la lengua,
existen también una serie de agentes, especialmente desde las últimas décadas, que hacen
que aumente el grado de uniformidad de los hablantes, independientemente de su grupo
social y de sus características personales. Es el caso de las instituciones educativas, donde se
corrigen los usos lingüísticos particulares y coloquiales y se enseña la variedad lingüística
considerada de más prestigio. También es el caso de los medios de comunicación,
especialmente de la televisión, donde suele emplearse igualmente la variedad de mayor
prestigio. Otro agente nivelador son las grandes ciudades, donde se con- centran personas de
diversos sectores sociales (frente a la mayor uniformidad de los pueblos), lo que favorece la
nivelación lingüística.
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Determinar los límites de cada etapa resulta siempre arbitrario, por lo que con frecuencia se
suele recurrir a fechas representativas en la historia de cada idioma. En el caso del español, la
publicación de la Gramática castellana de Nebrija, en 1492, podría marcar el paso del español
medieval al español del Siglo de Oro, mientras que la fundación de la Real Academia Española
en 1713 podría suponer el paso al español moderno.
La evolución de una lengua afecta a todos los niveles que la componen: ortografía, fonética-
fonología, morfología, sintaxis, léxico y semántica. Los cambios ortográficos suelen estar
motivados por un doble intento de facilitar la escritura y adecuar el número de letras al de
fonemas de una lengua (principio de adecuación fonética), ya que el número de sonidos de
una lengua suele cambiar con el paso del tiempo, perdiendo unos y añadiendo otros nuevos
(como el español medieval, que pierde el fonema /v/, o el español del Siglo de Oro, que
pierde los fonemas /z/, /ts/ o /ʃ/, o el latín vulgar, que gana el fonema /ʒ/). En la fijación
ortográfica de un idioma pueden influir idiomas vecinos u otros de gran prestigio cultural,
como el latín.
La evolución fonética de una lengua suele estar guiada por el principio de economía
articulatoria, que busca producir el mayor número de palabras posibles con el menor número
de fonemas, de ahí que las lenguas tiendan a eliminar los sonidos que se usan poco o que son
muy parecidos a otros (como /s/ y /z/ o /y/ y /ʎ/ en español).
Los cambios morfológicos y sintácticos tienen por finalidad principal evitar la ambigüedad de
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pronombres, formas verbales y enunciados, a la que se ha podido llegar a causa del principio
de economía articulatoria, con la pérdida de ciertos sonidos.
El cambio semántico es la modificación del significado de una palabra, ya sea por ampliación
o por reducción de sus valores semánticos originales o por alteración de los matices afectivos
que poseen algunas palabras (ejemplo: caballero, pluma, ratón).
- Préstamos de otras lenguas, como los galicismos bebé y ducha, del francés; los
anglicismos bar y turismo, del inglés; los italianismos acuarela y batuta; los
portuguesismos barullo y zarigüeya; los germanismos cuarzo y vals; o los arabismos
algodón y almohada.
- Cultismos: palabras de origen culto, procedentes normalmente del latín o del griego
clásico, usadas en el lenguaje intelectual, literario o científico, como crepúsculo,
episcopal o escalpelo.
Las variedades espaciales, también denominadas geográficas o diatópicas, son las variantes
de una misma lengua según el área geográfica donde se hable. Tienen, por regla general, un
alcance mucho más reducido que la lengua. Presentan una serie de características lingüísticas
propias, diferentes de la lengua estándar y de otras variedades de la misma lengua; estas
diferencias se manifiestan tanto en la fonética como en la morfosintaxis y el léxico. Estas
variedades también reciben el nombre de dialectos o geolectos, especialmente cuando estas
peculiaridades son muy acusadas.
Se considera que dos variedades son dialectos de una misma lengua si existe inteligibilidad
mutua, es decir, si sus hablantes puedan entenderse entre sí, pese a ciertas diferencias en el
léxico y la pronunciación (Es lo que sucede con el asturiano-leonés y el aragonés,
considerados dialectos del español o castellano. En otros casos, por el contrario, las
diferencias son tan acusadas que los hablantes de distintos dialectos de una misma lengua no
pueden entenderse entre sí. Es lo que sucede, por ejemplo, con los dialectos meridionales y
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septentrionales del chino. De hecho, las diferencias entre dos lenguas romances como el
castellano y el catalán, entre dos lenguas escandinavas como el danés y el noruego, son
menores que las que existen entre algunos dialectos del italiano, como el calabrés, el
piamontés y el siciliano).
Por lo tanto, un dialecto es una variedad de una lengua que posee, por un lado, una serie de
características propias y, por otro lado, unos rasgos comunes con otras variedades de la
misma lengua. En realidad, nadie habla una lengua (que es un concepto abstracto), sino una
variedad de esa lengua: los hablantes no hablan español o chino, sino alguno de los dialectos
o variedades del español o del chino. Puede decirse, por lo tanto, que una lengua es un
conjunto de dialectos.
Desde un punto de vista histórico, todas las lenguas comenzaron siendo dialectos que fueron
evolucionando y desarrollando unas características propias, hasta que se convirtieron en
lenguas, que, a su vez, han ido desarrollando nuevas variedades y dialectos. Así, por ejemplo,
el castellano en un principio era un dialecto del latín (como el francés o el italiano), y
posteriormente ha dado lugar a otras variedades como el andaluz, el canario o las distintas
variedades del español de América.
No todos los dialectos o variedades geográficas de una lengua tienen el mismo prestigio; en
la conciencia de los hablantes, la variedad de la región con mayor peso eco- nómico o cultural
será tenida como la más prestigiosa. Los intereses políticos y económicos son los que, en la
mayoría de los casos, determinan el modelo de lengua de una comunidad. También es
habitual, en la conciencia lingüística de los hablantes, considerar el dialecto como una
variedad inferior, popular, poco prestigiosa y, en muchos casos, propia de las zonas rurales.
Por el contrario, la variedad lingüística de la capital o de los núcleos urbanos considerados
como centros de cultura es vista como más prestigiosa y tiende a identificarse con el estándar
(como el español de Burgos o Valladolid, el inglés de Oxford o el italiano de Florencia).
Factor político: sus hablantes no poseen un estado o nación propios. Max Weinrich
dijo que: «una lengua es un dialecto con un ejército».
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Factor social: carece de prestigio o reconocimiento, ya sea porque es hablado por
un número reducido de personas o porque sus hablantes poseen un bajo nivel
sociocultural o pertenecen al ámbito rural.
farina).
Morfológica:
El uso del condicional en vez del subjuntivo en zonas del País Vasco, Cantabria,
Burgos y La Rioja (Si tendría dinero, me compraba un chalé).
Sintáctica:
El acento
El acento es el modo en que los hablantes de una región pronuncian fonética o fono-
lógicamente su propia u otra variedad lingüística. Es decir, es el conjunto de rasgos
fonéticos característicos de los hablantes de una región. No hay que confundir el
acento con el dialecto, ya que el dialecto incluye, además de las diferencias de
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pronunciación, diferencias morfológicas, sintácticas y léxicas.
7.3.VARIEDADES SOCIALES
Las variedades sociales son formas de una misma lengua diferenciadas sociológicamente, es
decir, empleadas dentro de un grupo social concreto, ya sea en función de su nivel
sociocultural (clases altas, medias, bajas, obreros, campesinos, etc.), su edad (el habla de los
jóvenes, frente al habla de los mayores), su sexo (el habla de las mujeres, frente a la de los
hombres) o su raza o etnia (el habla de los gitanos, por ejemplo). También se denominan
variedades diastráticas o sociolectos. Un sociolecto, pues, es el con- junto de rasgos
lingüísticos que caracterizan a un grupo social determinado.
La manera de hablar de las personas tiene que ver con su posición social y su nivel de
educación. Normalmente, el hecho de pertenecer a un ambiente en el que existe hábito de
estudio y se emplea un lenguaje cuidado facilita el aprendizaje de una lengua y su
perfeccionamiento. Así, los miembros de las clases sociales alta y media-alta suelen emplear
la modalidad lingüística considerada como estándar, que goza de mayor prestigio (La
variedad estándar es la empleada en las conversaciones formales, en los asuntos oficiales, en
la educación, en los tribunales, en los medios de comunicación y, en general, en la escritura.
La misma distinción entre la forma de hablar existente entre las clases acomodadas y las
clases bajas se suele atribuir a los hablantes del ámbito urbano y a los del ámbito rural, a los
que, tradicionalmente, se les ha puesto un menor nivel de instrucción).
Se trata del nivel culto, caracterizado por un mayor respeto a la norma académica y por un
mejor dominio de la gramática y el léxico, ya que los hablantes de este nivel participan en un
mayor número de actividades culturales que enriquecen su habla (lecturas, conferencias,
espectáculos artísticos, etc.). Tiene una pronunciación más cuidada, con una vocalización
precisa y una entonación moderada. En el plano gramatical, emplea oraciones de mayor
complejidad sintáctica, en las que predominan la subordinación y una amplia muestra de
nexos y conectores; también se caracteriza por la corrección de la construcción, el orden
lógico de los elementos del discurso y la coherencia discursiva. Posee un léxico variado y rico
en significados y sinónimos. Utiliza adjetivos y sustantivos abstractos y realiza matizaciones
verbales mediante el uso de adverbios. Recurre con mayor frecuencia a las expresiones
corteses y tiende a evitar las palabras malsonantes.
20
El hablante de nivel cultural medio, que suele formar parte del proletariado urbano, se
caracteriza por una pronunciación más descuidada o relajada y una sintaxis más sencilla:
oraciones más cortas, normalmente simples, poca variedad de nexos, frases inacabadas,
abundante presencia de interjecciones, construcciones impersonales, etc. El contenido de la
información suele estar más desorganizado y es habitual la apelación al consenso del
interlocutor (¿no?, ¿verdad?). Suele presentar un léxico repetitivo y de poca variedad de
matices y significados; los adjetivos y adverbios son menos habituales y se recurre con gran
frecuencia a las frases hechas.
El hablante del nivel no culto, que suele ser una persona de pocos estudios y bajo nivel
cultural, muestra un escaso conocimiento de la norma en la pronunciación, la sintaxis y el
léxico. Su forma de hablar se caracteriza, además, por un mayor número de:
- Añadir una -s a la 2ª persona del singular del pretérito perfecto simple: fuistes.
- Empleo de sus en lugar del pronombre os: “Que sus calléis de una vez”.
21
7.3.2. VARIACIÓN EN FUNCIÓN DE LA EDAD
Se considera que la edad es uno de los factores sociales que más determinan la forma de
hablar de las personas. Pueden distinguirse tres periodos formativos en la adquisición de la
lengua de una persona:
Los jóvenes, debido a su escolarización más reciente, tienden a emplear una variedad
lingüística más próxima a la normativa, que es la que se enseña en la escuela. Pero, por otra
parte, muestran también una mayor tendencia que los adultos a la innovación lingüística, que
puede llegar a chocar con la norma más prestigiosa. Entre los principales rasgos del español
hablado por los jóvenes pueden señalarse:
- la mayor frecuencia del yeísmo (no distinguir el sonido representado por ll del
sonido representado por y)
- el (bocata, cubata, etc.)
Los hablantes de la siguiente generación (los padres) suelen hablar de una manera más
uniforme, parecida a la empleada en los medios de comunicación, mientras que el habla de
las personas mayores (los abuelos) tiende a ser más conservadora, y con un empleo de más
frases hechas. En general, los jóvenes tienen una mayor propensión a adoptar las fórmulas
lingüísticas que se ponen de moda cada poco tiempo («ola k ase»), mientras que esta
22
tendencia a adaptar los cambios de la lengua va decreciendo gradualmente con la edad.
También se pueden observar diferencias en el habla de los hombres y las mujeres, basadas
en razones culturales y antropológicas, debido a que el proceso de socialización ha sido
distinto en ambos sexos desde la infancia, con formas y costumbres diferenciadas. Por un
lado, se dice que en los hombres está más aceptado socialmente que rompan las reglas y se
comporten de manera ruda, agresiva o incluso vulgar; además, se encuentran presionados
por la solidaridad y la identidad grupales a través de la expresión de la masculinidad, lo que
también se refleja en la forma de hablar. Por el contrario, de las mujeres se ha esperado
tradicionalmente que sean más correctas y sumisas, y que su comportamiento esté más
ajustado a las reglas impuestas por la sociedad. Sin embargo, durante los últimos años, los
nuevos condicionamientos sociales han hecho que las diferencias entre la forma de hablar de
hombres y mujeres, especialmente entre la población más joven, sean cada vez menos
acusadas.
Por regla general, el habla de las mujeres tiende a caracterizarse por ser más con- servadora
en su pronunciación, que es más ajustada a la norma, y más próxima a las variedades
lingüísticas de prestigio (Según Silva-Corvalán: “Quizá el hecho de que en nuestra sociedad la
mujer tiene menos oportunidades que el hombre de avanzar y destacarse en la vida pública
[…] la lleve a señalar su status socioeconómico por medio de su apariencia exterior y de sus
conductas sociales, incluyendo los usos lingüísticos”, que serán los de más prestigio). Tiende a
emplear un mayor número de diminutivos e intensivos y vocablos cariñosos, lo que podría
deberse al mayor contacto de las mujeres con los niños y a su mayor libertad a la hora de
expresar sentimientos y afectos. También tienden a emplear con más frecuencia calificativos
apreciativos (precioso, divino, horrible, etc.), acortamientos (pelu, porfa, etc.) y un léxico más
rico para expresar los matices de los colores (rosa palo, verde lima); por el contrario, tienden
a evitar el uso de palabras malsonantes. Los temas tratados más habituales suelen estar
relacionado con el ámbito de lo privado, la familia y la casa.
Por el contrario, en el habla de los hombres suelen ser más habituales los usos lingüísticos
propios de las variedades más coloquiales, populares o locales, y, en determinados contextos,
pueden emplear un vocabulario vulgar. En cuanto a los temas trata- dos, los hombres tienden
a hablar más de asuntos relacionados con el ámbito público, como la política, el trabajo o los
deportes.
23
7.3.4. VARIACIÓN EN FUNCIÓN DE LA PROFESIÓN O GRUPO SOCIAL
Dentro de los sociolectos podemos distinguir las jergas (también denominadas argots),
referidas al conjunto de rasgos lingüísticos específicos compartidos por un grupo de
hablantes dedicados a una misma profesión o actividad o de un mismo grupo social. La
relación entre hablantes con una actividad común, con los mismos hábitos, costumbres e
intereses, determina que desarrollen características lingüísticas y formas de expresión
propias, con un léxico especial que suele ser desconocido o difícil de entender por los que no
pertenecen al grupo. Por ejemplo: la jerga de los abogados, de los deportistas, de los
médicos, de los soldados, de los estudiantes, etc. Las dos funciones principales de las jergas
son permitir que los miembros del grupo se identifiquen entre sí a través de su forma de
hablar y diferenciar al grupo de los demás, protegiéndolo e impidiendo el acceso a las
personas ajenas.
En ocasiones, algunos usos, palabras o expresiones de las jergas trascienden los límites del
grupo social original y pasan a la lengua común, como pasa con muchas expresiones de los
jóvenes, del deporte o, incluso, de los delincuentes.
No deben confundirse las jergas con los lenguajes específicos de determinadas ciencias o
técnicas, pues no se trata de variedades de la lengua, sino de usos especializados. Su carácter
específico reside principalmente en el léxico que utilizan.
Se dice que, en líneas generales, en las profesiones en las que se requieren unos estudios
superiores la uniformidad lingüística entre los trabajadores es mayor, mientras que en las
restantes ocupaciones aumentan las posibilidades de variación.
24
7.3.5. EL IDIOLECTO
Se puede decir que cada individuo habla un idiolecto (el español de mi amigo Luis, de mi
hermana, del farmacéutico de mi pueblo, etc.), y ese conjunto de idiolectos, con poca
variación entre sí, forman el dialecto de una zona geográfica (el español de Andalucía, de
Cantabria, de Puerto Rico, etc.) y el conjunto de esos dialectos regionales forma lo que
usualmente se denomina lengua (el español, frente al gallego, el francés, el inglés, el chino,
etc).
25
de amistad, edad, sexo, etc. Dependiendo del grado de relación existente entre el
emisor y el receptor, se emplea un registro más o menos formal.
- Los usos y costumbres de la sociedad en la que tiene lugar el acto comunicativo, que
determinan que unas situaciones sean más formales que otras.
Podemos distinguir diversas clases de registro: solemne, culto, oficial, medio, popular,
coloquial, familiar, íntimo, vulgar, etc. La mayor parte de los hablantes tienen ac- ceso a más
de un registro lingüístico, que va desde el más coloquial y espontáneo al más formal. Estos
registros pueden agruparse en dos: el registro formal y el registro informal.
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- La pronunciación más cuidada y unos esquemas entonativos menos acusados.
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En cuanto a las diferencias motivadas por el tipo de canal, estas se deben, principalmente, a
que la lengua hablada es de carácter temporal, por lo que el usuario dispone de poco tiempo
para reflexionar y preparar el discurso, por lo que con frecuencia se ex- presa con poca
precisión y concisión. Por el contrario, la lengua escrita tiene un carácter espacial, por lo que el
usuario dispone de más tiempo para reflexionar y organizar el discurso y puede ser más
preciso y conciso. Otra diferencia fundamental es que la lengua oral se realiza en presencia
física de los interlocutores, en un lugar y en un espacio de tiempo determinados, lo que
permite una mejor interacción entre ambos y pueden darse muchos contenidos por sabidos
gracias a la situación en que se desarrolla el acto comunicativo. La lengua escrita, por el
contrario, se produce en ausencia del lector, por lo que la interacción es más lenta y menos
precisa; también es necesaria una mayor contextualización, ya que emisor y receptor no
comparten la misma situación.
Entre las principales características del lenguaje hablado se encuentran las siguientes:
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- Mayor libertad en el uso de la sintaxis: abundancia de repeticiones, interjecciones y
exclamaciones, así como de frases hechas o inacabadas.
- Mayor presencia de elementos dialectales, coloquialismos y vulgarismos o
expresiones malsonantes.
- Posibilidad de emplear recursos prosódicos y paralingüísticos (la entonación, el ritmo,
el tono, etc.) y extralingüísticos (gestos, mímica, etc.), con lo que reforzar el
contenido de lo que se dice.
También tenemos el caso contrario, cuando algunos tipos de escritos tratan de reproducir el
lenguaje oral. Es el caso, por ejemplo, en los diálogos de las obras literarias o en algunas
modalidades periodísticas, como la entrevista o los artículos de opinión.
En estos casos, el nivel de oralidad del texto escrito depende de la intención del escritor, que
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puede optar bien por un lenguaje más coloquial (más próximo a la oralidad) o más cuidado
(por lo que se acercará más al lenguaje escrito). En este tipo de escritos literarios y
periodísticos, el emisor (autor), en un intento por aproximarse a la lengua hablada, puede
optar por introducir una serie de elementos coloquiales, populares o incluso vulgares o
dialectales.
TEMA 8
EL ESPAÑOL: ORIGEN Y EXPANSIÓN
El español es, después del inglés, la segunda lengua internacional con mayor número de
hablantes, ya que cumple tres de las principales condiciones de internacionalidad que
necesita poseer una lengua: 1) la demografía, 2) el valor económico y científico y 3) la
expansión uniforme mediante una norma lingüística común a todos sus hablantes. Además,
se considera que una lengua es internacional cuando cumple una de estas dos condiciones:
Ya durante los siglos XVI y XVII, el prestigio político, económico y cultural que alcanzó España
impulsó la expansión y el prestigio del español, tanto en la Península Ibérica como en el
mundo, donde llegó a convertirse en la lengua mundial del comercio, la diplomacia y la
cultura, hasta que fue reemplazada por el francés y, posteriormente, por el inglés, debido al
progreso económico y al peso político de las naciones de habla inglesa (Inglaterra y Estados
Unidos).
En la actualidad, el español es la segunda lengua occidental por número de ha- blantes,
contando aquellos que no lo tienen por lengua materna, sino que lo han aprendido en la
escuela. Además de en España, el español se habla en los siguientes países de América:
Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala,
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Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y
Venezuela. También se habla en Puerto Rico (estado libre asociado a Estados Unidos), donde
es cooficial, junto con el inglés.
Existen otros países en los que, por razones históricas, el español también cuenta con un
importante número de hablantes. Es el caso de las antiguas colonias de Filipinas, en Asia, y de
Guinea Ecuatorial, en África, donde es lengua cooficial junto con el francés y el portugués.
También cuenta con un importante número de hablantes en el Sáhara Occidental, así como en
Estados Unidos (con más de 37 millones de hablantes nativos), principalmente en los estados
de California, Arizona, Nuevo México, Texas y Florida, de antigua dominación española.
Asimismo, es ampliamente conocido en Andorra, donde el idioma oficial es el catalán, y, en
Israel, por los antiguos judíos sefar-díes, expulsados de España en 1492 pero que durante años
conservaron el idioma.
Junto a estos países hay que contar aquellos otros en los que un gran número de sus
habitantes, por diversos motivos, están aprendiendo español, que ha sido introducido en su
sistema educativo como lengua extranjera. Tal es el caso de Brasil, así como de diversos
países europeos. A esta difusión del idioma ha contribuido el esfuerzo propagan- dístico de la
«marca España», debido al prestigio de deportistas, investigadores, artistas, empresarios, etc.
(por ejemplo, en el terreno audiovisual, la música en español es el segundo mercado más
extendido, tras la música en inglés). También hay que sumar la labor de expansión cultural
que están a- ciendo instituciones como el Instituto Cervantes, que cuenta con centros de
enseñanza de español repartidos por todo el mundo. Tampoco se debe descartar el papel
difusor que ejercen las nuevas tecnologías, como es el caso de Internet, donde el español es
la tercera lengua de uso (en Facebook es la segunda lengua, con 143 millones de usuarios).
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Otro de los factores que ha propiciado la gran difusión e internacionalización del español es
su gran uniformidad, tanto dentro de España como en Hispanoamérica, donde el español
tiene una serie de peculiaridades, aunque predomina su carácter uniforme.
En el español de América, no obstante, pueden distinguirse seis grandes zonas lingüísticas:
La lengua que llega a aquellas tierras está en la época de su más profundo cambio: el de la
transición del español medieval al moderno, con lo que muchas de sus vacilaciones se
trasladan también a América, donde desarrollan evoluciones paralelas a las peninsulares. La
propagación del castellano en América fue una tarea de siglos y no se consiguió la auténtica
hispanización lingüística hasta el siglo XIX, cuando los fundadores de las repúblicas americanas
deciden considerar el español como la única lengua de prestigio internacional capaz de
transmitir a sus habitantes las ideas de democracia, igualdad y educación popular.
La mayoría de los españoles que llegaron a América en los primeros siglos de la colonización
eran de origen andaluz y canario; el resto, procedían en su mayor parte de Castilla y León, pero
antes de embarcar a América pasaban meses en distintas ciudades andaluzas. Por ello, la
pronunciación del español meridional peninsular se fue imponiendo en América.
Entre los principales rasgos fonéticos que afectan a la pronunciación podemos señalar:
- Yeísmo: pronunciar /y/ en lugar de /ʎ/ (fenómeno cada vez más extendido en el
español peninsular, especialmente en las hablas meridionales).
- Aspiración o pérdida de la /s/ final de sílaba o palabra.
- Confusión mutua de /l/ y /r/ de final de sílaba o palabra.
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- El voseo, consistente en el empleo de vos en lugar de tú (vos tenés, en lugar de
tú tienes).
- Empleo de ustedes en lugar de vosotros, con el verbo en tercera persona (us-
tedes tienen, en lugar de vosotros tenéis).
- Uso del adjetivo como un adverbio (Canta lindo. Subía fácil).
- Preferencia por el pretérito indefinido (canté) sobre el pretérito perfecto (he
cantado).
TEMA 9
A lo largo de los siglos de dominación árabe, el latín hablado en los reinos penin- sulares, con
difíciles comunicaciones entre sí, evolucionó de manera distinta, dando lugar a diferentes
lenguas romances: el gallego-portugués, el asturiano-leonés, el castellano, el navarro-
aragonés y el catalán. Con el paso del tiempo, y debido a factores sociopolíticos, económicos
y literarios, antes que lingüísticos, el gallego-portugués, el castellano y el catalán adquirieron
un prestigio que les permitió convertirse en lenguas, extendiéndose más allá de sus
primitivos territorios, sirviendo de vehículo de expresión literaria y convirtiéndose en lenguas
oficiales o cooficiales.
Por el contrario, el asturiano-leonés y el navarro-aragonés no pudieron alcanzar la categoría
de lenguas, y actualmente reciben el nombre de dialectos históricos por proce- der
directamente del latín. Diversas circunstancias sociopolíticas y culturales les impidie- ron
alcanzar un uso culto y crear una literatura propia, porque los núcleos históricos que
hubieran podido afianzarlos (los antiguos reinos de León y Aragón) perdieron poder tras su
unión con el reino de Castilla, y sus variedades lingüísticas fueron quedando reducidas al
ámbito campesino y retrocedieron frente al castellano, que desempeñó el papel de lengua
culta. Con el paso del tiempo, lo que técnicamente consideramos dialectos han que- dado
reducidos en la realidad a una serie de hablas con mayor o menor vitalidad, muy erosionadas
por la presencia del castellano, y con una uniformidad lingüística mínima.
A lo largo del siglo XX, especialmente después de la Guerra Civil, las condiciones de vida del
entorno cambiaron mucho y, con la mejora de las comunicaciones, los dialec- tos históricos
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han sufrido un gran retroceso. Por una parte, el éxodo rural, con la despo- blación de muchos
pueblos, mermó el número de sus hablantes, mientras que, por otra parte, las nuevas
carreteras, la llegada de funcionarios y demás trabajadores de otras par- tes de España, el
turismo, la radio y la televisión, así como la incidencia de la educación escolar, también
influyeron decisivamente en el abandono progresivo de los rasgos dia- lectales.
Además del castellano y las demás lenguas y dialectos históricos, en España se hablan otras
variedades lingüísticas que no proceden directamente del latín, sino que han evolucionado del
castellano que se propagó por la mitad oriental de la Península.
Las llamadas hablas meridionales se formaron a raíz de la expansión del castellano por el sur
de la Península. Sus rasgos lingüísticos poseen una gran vitalidad, pues muchos de ellos
ascienden por La Mancha y llegan incluso hasta el sur de Madrid. Las principales características
comunes son el yeísmo y la aspiración de la /s/ final. Las hablas meridio- nales se dividen en las
siguientes: el andaluz, el extremeño, el murciano y el canario.
9.2.3.1. EL ANDALUZ
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El andaluz posee una variada riqueza, donde se mezclan rasgos castellanos, leo- neses,
aragoneses y catalanes con múltiples arabismos y arcaísmos. Dentro de Andalucía se suelen
distinguir dos amplias zonas: la occidental y la oriental. En ambas zonas se produce la
aspiración de la -s final, que puede llegar a perderse (la -s no se activa, sino que se pierde),
pero la zona oriental se diferencia en que abre la última vocal.
- Seseo: neutralización de los sonidos /s/ y /θ/ en favor de /s/ (/sapáto/ zapato).
Es propio del noroeste de Huelva, el norte de Sevilla y Málaga y el sur de
Córdoba.
- Ceceo: neutralización de los sonidos /s/ y /θ/ en favor de /θ/ (/Ziémpre/ siem-
pre). Tiene lugar en el sur de Huelva, Sevilla, parte de Granada y Almería y en las
provincias de Cádiz y Málaga.
- Pérdida de /l/ y /r/ finales de palabra (caló ‘calor’).
- Pérdida del carácter africado de /tʃ/, que se convierte en /ʃ/ (sonido parecido a
la sh inglesa, por ejemplo, shop) (/muʃáʃo/ mucha- cho).
- Empleo de ustedes en lugar de vosotros (ustedes salís), en Huelva, Sevilla,
Cádiz y casi toda Málaga.
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9.2.3.2. EL EXTREMEÑO
- Cierre de /e/ y /o/ finales, que se convierten en /i/ y /u/, respectivamente (pobri,
abaju). Esta característica es la que diferencia el extremeño del andaluz.
TEMA 10
BILINGÜISMO Y DIGLOSIA
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10.1. BILINGÜISMO Y DIGLOSIA
10.1.1. EL BILINGÜISMO
La Real Academia define el bilingüismo como el “uso habitual de dos lenguas en una misma
región o por una misma persona”. Así pues, podemos hablar de dos tipos de bilingüismo:
individual y social.
- Bilingüismo individual: es la capacidad de una persona para utilizar indistinta-
mente dos lenguas. Es capaz de usar una u otra lengua en cualquier situación
comunicativa y con una eficacia comunicativa idéntica.
- Bilingüismo social: es aquel que se produce en una sociedad en la que se hablan dos
o más lenguas.
Los bilingües suelen usar ambas lenguas de distinta manera, dependiendo de di- versos
factores, que pueden agruparse en dos grandes bloques:
Pueden distinguirse diversos tipos de bilingüismo individual, según también distintos factores:
- la relación entre lenguaje y pensamiento.
- la edad de adquisición.
- la identidad cultural.
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- el grado de conocimiento y uso de la lengua (competencia lingüística).
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- Bilingüismo de edad adulta: el hablante aprende una segunda lengua a partir de
los 18 años.
Ejemplo: Virginia, que es cuatrilingüe en la actualidad, por razones
de trabajo está aprendiendo su quinta lengua, el chino.
Según la categoría social de las lenguas existen dos tipos de bilingüismo: aditivo y sustractivo:
- Bilingüismo aditivo: es aquel en el que el hablante valora las dos lenguas por igual.
o Ejemplo: en algunos países oficialmente bilingües, como Bélgica,
supuestamente las dos lenguas (el francés y el flamenco) tienen la misma
valoración.
- Bilingüismo sustractivo: es aquel en el que una lengua, por tener mayor prestigio o
mayor utilidad, es mejor valorada que otra.
o Ejemplo: en algunas comunidades autónomas españolas oficialmente
bilingües, en algunas zonas o sectores de la población, una de las dos
lenguas tiene mayor prestigio que otra, ya sea el castellano o la autóctona.
39
o Ejemplo: No es igual el grado de competencia de Marisol que usa una de las
lenguas de vez en cuando o en el trabajo, que el de Enrique, que se
relaciona en sus ratos de ocio con personas de la segunda lengua, lee
periódicos, escribe correos, la perfecciona con el estudio y la lectura de
libros o viaja frecuentemente al país de dicha lengua.
10.1.1.2.BILINGÜISMO SOCIAL
Es el bilingüismo que tiene lugar en una sociedad en la que se hablan dos lenguas (países
bilingües) o más (países plurilingües). La presencia de varias lenguas es una constante en la
vida de la mayor parte de los países del mundo; en Francia, por ejemplo, que aparece como
un país con uniformidad lingüística, se habla, además del francés, el bretón, el flamenco, el
alsaciano, el vasco y el catalán; en Suiza, un país de menores dimensiones, se habla francés,
italiano, alemán y romanche. En España, además del español o el castellano, se habla
también el catalán, el vasco y el gallego (Estas lenguas han sido reconocidas como cooficiales
en sus respectivas comunidades autónomas, donde han sido sometidas a un proceso de
normativización y normalización lingüísticas y llevadas a las escuelas).
La pluralidad de lenguas en un Estado no supone, por regla general, un obstáculo para el
desarrollo o la unidad de ese país, aunque puede crear algún problema de convivencia, por la
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importancia que se da a la lengua como instrumento identificador del grupo social que la
utiliza.
El bilingüismo no se produce de la misma forma en todos los países. Desde un punto de vista
teórico, el bilingüismo social puede darse de tres formas generales:
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pueblos monolingües a convertirse en bilingües.
o Ejemplo: el inglés, que ha sido adoptado por muchos países por necesidades
comerciales.
- La cultura: una lengua arropada con un desarrollo cultural grande es adoptada por
comunidades que desean acceder a dicha cultura. Si dispone de medios de
comunicación fuertes (cine, radio, prensa, televisión, Internet), el efecto será más
rápido.
o Ejemplo: durante la antigüedad clásica, el griego y el latín se extendieron y
perduraron por toda la cuenca mediterránea por ser lenguas de una gran
cultura. En la actualidad, el inglés y su cultura se han extendido rápida-
mente gracias a los potentes medios de comunicación de que dispone.
- La enseñanza: las lenguas que son enseñadas en la escuela y en la universidad son
adoptadas por comunidades cuya lengua se desenvuelve solamente en el ámbito
familiar.
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Europa del Este que vienen a España.
10.1.2.LA DIGLOSIA
La diglosia es un tipo de bilingüismo social en el que una de las dos lenguas goza de menor
prestigio o de privilegios sociales o políticos inferiores. En comunidades bilingües o
plurilingües, no todas las lenguas son valoradas de la misma manera, sino que aquellas
lenguas cuyos hablantes tienes más prestigio socioeconómico y cultural son aquellas que
están mejor consideradas, y viceversa. Se considera que, en una comunidad bilingüe, una
lengua tiene un estatus privilegiado cuando es usada como vehículo de cultura
(especialmente en la literatura), educación, comercio, etc.; es empleada por los organismos
oficiales y los medios de comunicación; tiene un mayor número de hablantes o es la lengua
de las clases poderosas. Por el contrario, la otra lengua es relegada a situaciones socialmente
inferiores: oralidad, folclore, vida familiar y coloquial.
Un ejemplo de diglosia en España fue el del vasco antes de la Constitución de 1978. Hasta
entonces el vasco tenía una utilización baja: se hablaba principalmente en algunos ambientes
familiares o en actividades de ocio, pero apenas se usaba en la educación o en los medios de
comunicación, y su literatura era escasa, sobre todo antes del siglo XX. Por el contrario, el
castellano había tenido una utilización alta: se empleaba en la educación, la prensa, la
literatura, los documentos oficiales, etc. En la actualidad, en el País Vasco se ha pasado de
una situación de diglosia a una situación de bilingüismo.
La situación de diglosia entre dos lenguas en una comunidad puede observarse a través de
diversos factores sociales, culturales y lingüísticos.
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y ninguna corre peligro de desaparecer.
- Estandarización: la lengua alta tiene unas normas codificadas, mientras que la baja
no tiene normas definidas.
- Gramática: la lengua alta tiene una gramática, una ortografía, diccionarios, etc.,
mientras que la lengua baja no los tiene y, si los tiene, son poco conocidos por los
hablantes.
- Léxico: la lengua alta tiene cultismos y tecnicismos, mientras que la lengua baja
tiene una terminología principalmente doméstica.
- Fonética: la pronunciación de la lengua alta es más cuidada y prestigiosa que la de la
lengua baja.
- Tendencia a pronunciar los diptongos /iu/ y /ui/ como hiatos (ejemplo: vi-u-da,
ru-i-do).
- Simplificación de grupos consonánticos cultos (por ejemplo: corruto, manífico,
perfeto).
- Ausencia de tiempos compuestos (ejemplo: Hoy desayuné tostadas).
En el plano léxico del español de Galicia encontramos diversas voces procedentes del gallego,
como cheirar ‘oler mal’, escachar ‘romper’, lambón ‘goloso’ u orvallo ‘lluvia fina’. También
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encontramos calcos semánticos, que consiste en emplear una palabra castellana con el
significado que esa misma palabra tiene en gallego; ejemplos son pota ‘olla’, quitar ‘sacar’ o
la expresión de sorpresa ¿Y luego? Algunas palabras que han pasado del gallego al castellano
estándar son añico, holgazán o vieira.
Por su parte, el castellano hablado en el País Vasco y en Navarra se caracteriza por los
siguientes fenómenos:
‘cantado’).
- Articulación con gran tensión de la /d/ final, que puede llegar a convertirse en /t/
(ejemplo: autoridat, verdat).
- Mantenimiento de las oclusivas sordas finales (ejemplo: carné, chalet).
- Empleo del plural del verbo haber con valor impersonal (ejemplo: Habían muchas
personas en la fiesta).
- Empleo del posesivo en lugar del pronombre personal (ejemplo: detrás suyo ‘detrás
de él’; no te burles mía ‘no te burles de mí’).
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‘albañil’, plegar ‘recoger’, rachola ‘balsosa’, mascletá ‘traca’, y calcos semánticos como hacer
olor ‘oler mal’ o parada ‘puesto del mercado’, así como el uso de venir por ir (Ya vengo ‘Ya
voy’) o traer en lugar de llevar (Te lo traigo a tu casa ‘Te lo llevo a tu casa’). Son frecuentes las
palabras del catalán y del valenciano que han pasado al castellano general, como amainar,
añorar, burdel, clavel, convite, esquirol, faena, panoli o retrete; muchas se refieren a la
gastronomía, como paella, fideuá, escalivada o alioli.
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