0% encontró este documento útil (0 votos)
6 vistas5 páginas

Edgar Morin 2

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 5

Edgar Morin, sociólogo, antropólogo, filósofo y ensayista francés, es un intelectual ampliamente

solicitado y reconocido en foros educativos, sociopolíticos, culturales y artísticos. Sus aportaciones


han influenciado en nuestros aprendizajes y en nuestra comunidad educativa. Uno de los puntos
que más nos interesa destacar de él se centra en sus aportaciones al pensamiento pedagógico,
abriendo camino hacia el pensamiento complejo, potenciando la reflexión universitaria y, en
general, aportando nuevas miradas y nuevas formas de comprender la educación. Su trayectoria
tiene un papel importante en el proceso de cambio en la nueva concepción de la educación, así
como su potente mensaje como construcción social, ética y cultural. Su visión del mundo, de la
sociedad y del ser humano como fenómenos complejos, nos está conduciendo hacia una nueva
forma de entender la educación del siglo XXI.

La misma UNESCO le solicitó que expresara sus ideas sobre la esencia de la educación del futuro, en
el marco de su visión del pensamiento complejo, y lo hizo en un libro titulado “Los siete saberes
necesarios para la educación del futuro”, contribuyendo a un debate internacional sobre la forma
de reorientar la educación hacia un desarrollo sostenible. Él considera que la educación se convierte
en la fuerza del futuro, porque se considera uno de los instrumentos más poderosos para realizar el
cambio. Uno de los retos más difíciles será modificar nuestro pensamiento de forma que haga frente
a la creciente complejidad, la rapidez de los cambios y la imprevisibilidad que caracterizan a nuestro
mundo.

Estos siete saberes están concretados de la siguiente forma:

• Las cegueras del conocimiento: el error y la ilusión

Edgar Morin manifiesta que el error y la ilusión parasitan la mente humana desde la aparición del
homo sapiens. La educación tiene que mostrar que no existe ningún conocimiento que no esté
amenazado por el error y a la vez por la ilusión. Estos dos aspectos tienen que estar presentes en
nuestra vida profesional, puesto que nos ayudarán a ver de una manera más abierta lo que necesita
nuestro alumnado. En el prólogo del libro de Morin “Los siete saberes necesarios para la educación
del futuro”, nos introduce en los siete saberes que aquí queremos recordar, y dice: “Es significativo
que la educación, que se propone comunicar los conocimientos, sea ciega respecto a aquello que es
el conocimiento humano, sus dispositivos, sus males, sus dificultades, sus propensiones al error y a
la ilusión, y no se preocupe en absoluto de hacer conocer qué es conocer.

Efectivamente, el conocimiento no se puede considerar como una herramienta ready made que se
puede utilizar sin analizar la naturaleza. El conocimiento del conocimiento tiene que aparecer como
una primera necesidad que serviría como preparación para enfrentarse a los permanentes riesgos
de error y de ilusión que no cesan de parasitar la mente humana. Se trata de armar cada mente para
el combate vital por la lucidez.

Es necesario introducir y desarrollar en la enseñanza el estudio de las características cerebrales,


mentales, culturales, de los conocimientos humanos, de sus procesos y de sus modalidades, de las
disposiciones tanto psíquicas como culturales que le pueden hacer caer en el riesgo del error o la
ilusión”.
• Los principios de un conocimiento pertinente

Se tiene que promover un conocimiento capaz de abordar los problemas globales. La supremacía
de unos conocimientos fragmentados según las disciplinas, a menudo, impiden realizar el vínculo
entre las partes y las totalidades. “Hay un problema capital que nunca se ha considerado: la
necesidad de promover un conocimiento capaz de captar los problemas globales y fundamentales
para inscribir los conocimientos parciales y locales. La supremacía de un conocimiento fragmentado
según las disciplinas a menudo hace imposible que opere el vínculo entre las partes y las totalidades;
por eso hay que dejar espacio a una forma de conocimiento capaz de coger sus objetos en sus
propios contextos, sus complejos, sus conjuntos.

Es necesario desarrollar la aptitud natural de la mente humana para situar todas sus informaciones
dentro de un contexto y de un conjunto. Es necesario enseñar los métodos que permiten coger las
relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo”.

• Enseñar la condición humana

El ser humano es a la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social e histórico; pero esta unidad
compleja de la naturaleza humana ha sido desintegrada por la educación. Es urgente la necesidad
de restaurarla, de forma que cada cual donde esté, tenga conciencia al mismo tiempo de su
identidad compleja y de su identidad común a todos los otros seres humanos. “El ser humano es a
la vez físico, biológico, psíquico, cultural, social, histórico. Esta unidad compleja de la naturaleza
humana, en la enseñanza se encuentra completamente desintegrada por las disciplinas, y haciendo
imposible aprender qué significa ser humano”.

Esta unidad hace falta que sea restaurada de forma que cada uno de nosotros, esté donde esté,
muestre el conocimiento y la conciencia de su identidad personal, compleja y, a la vez, de su
identidad común con todos los otros seres humanos. La condición humana tendría que ser objeto
esencial de toda enseñanza y a la vez tendría que presidir todas nuestras actuaciones.

Este capítulo indica cómo es posible, a partir de las disciplinas actuales, reconocer la unidad y la
complejidad humanas reuniendo y organizando los conocimientos dispersos en las Ciencias
Naturales, las Ciencias Humanas, la Literatura y la Filosofía, y mostrar el vínculo indisoluble entre la
unidad y la diversidad de todo lo que es humano. Esta manera de ver la realidad se enmarca dentro
del paradigma de la complejidad y la transdisciplinariedad.

• Enseñar la identidad terrenal

Por primera vez, el hombre ha comprendido que es un habitante del planeta, afirmación que refleja
la necesidad de actuar no sólo como individuo, familia o género, sino bajo un aspecto planetario.
“El destino, en adelante planetario, del género humano es otra realidad clave ignorada por la
enseñanza. El conocimiento de los desarrollos de la era planetaria que se agrandarán en el siglo XXI,
y el reconocimiento de la identidad terrestre que será cada vez más indispensable para cada cual y
para todos, se tienen que convertir en uno de los objetos principales de la enseñanza”. Conviene
enseñar el trayecto que ha tenido que recorrer el concepto de la era planetaria. Este concepto se
inicia con la comunicación de todos los continentes en el siglo XVI, y mostrar cómo todas las partes
del mundo se han convertido en intersolidarias, sin esconder las opresiones y dominaciones que
han flagelado la humanidad y que no han desaparecido.

La perspectiva planetaria es imprescindible dentro de un marco o un concepto educativo. Pero, no


solamente para percibir mejor los problemas, las situaciones o las evidencias, entre otros, sino para
elaborar y crear una conciencia y un auténtico sentimiento de pertenencia a nuestra Tierra,
considerada ésta como la patria verdadera. El término patria incluye referencias etimológicas y
afectivas tanto paternales como maternales. En esta perspectiva de relación paterno maternofilial
es en la que se construirá a escala planetaria una misma conciencia antropológica, ecológica, cívica
y espiritual. “Hemos tardado demasiado tiempo en percibir nuestra identidad terrenal”, dijo Morin
citando a Marx, pero manifestó que, aunque la historia haya progresado por el lado malo, es nuestra
deuda hacer que avance por el lado bueno.

Habrá que indicar que las problemáticas conceptuales respecto a la vida y a la muerte en este
momento, nos llevan a una visión compleja de crisis planetaria que marca el siglo XX, mostrando
que todas las personas tienen que dar respuestas positivas a las vicisitudes para construir un planeta
solidario, creativo y respetuoso, donde todas las personas que habitan tengan un objetivo común:
encontrar la felicidad individual y colectiva.

• Afrontar la incertidumbre

Sería una gran conquista de la inteligencia, poder por fin deshacerse de la ilusión de predecir o
controlar el destino. El mito del progreso no es un procedimiento válido para crecer e ir avanzando
puesto que el futuro es abierto e imprevisible, y tomar conciencia de la incertidumbre y de las
situaciones adversas es lo que nos hace avanzar positivamente. Pero la incertidumbre no tiene en
cuenta solamente el futuro. Existe también la incertidumbre sobre la validez del conocimiento,
sobre la validez de los hechos, sobre la validez de las actitudes y, sobre todo, sobre la validez de las
formas de hacer y de ser y, por lo tanto, sobre toda la incertidumbre derivada de nuestras propias
decisiones. Una vez que tomamos una decisión, empieza a funcionar el concepto de la ecología, es
decir, se desencadenan una serie de acciones y reacciones que afectan al sistema planetario y que
no podemos predecir. Nuestra civilización ha sido educada en unos principios de certezas y han
carecido de incertidumbres que es lo que realmente hace avanzar a la humanidad.

Es evidente que estamos navegando en un mar de incertidumbres, pero hay que encontrar los
puntos de espaldarazo donde nos podemos guarecer y crear un espacio de reflexión donde
podemos encontrar las salidas adecuadas, apoyándonos y presidiendo el concepto de resiliencia
que tanto nos ayudará a encontrar caminos positivos y creativos.

• Enseñar la comprensión

Aunque estemos rodeados de redes e Internet, la incomprensión sigue siendo generalizada.


Tenemos que tener en cuenta que hay dos tipos de comprensión: la intelectual, objetiva y la
comprensión humana intersubjetiva. La comprensión es una necesidad por la sociedad en que
vivimos, sin comprensión no hay entendimiento. Por eso la educación la tiene que tener en cuenta
y trabajarla desde las vertientes individual, interpersonal e intergrupal para llegar a la comprensión
a escala planetaria. Morin constató que no sólo la comunicación implica comprensión, sino que hace
falta una intencionalidad.

Muy a menudo la comprensión está amenazada por la incomprensión, una incomprensión que viene
marcada por los códigos éticos que presiden nuestra sociedad, y hay que luchar para encontrar
caminos, para hacer que las costumbres y las maneras que reinan en nuestra sociedad sean fruto
del entendimiento y no de las luchas personales o grupales, y mucho menos de opciones políticas.
A veces confrontamos cosmovisiones incompatibles. Los grandes enemigos de la comprensión son
el personalismo, el egoísmo, la carencia de generosidad y, sobre todo, el egoísmo para sobresalir
por encima de los otros, sin ver que nosotros somos en tanto cuando son los otros. Enseñar la
comprensión significa enseñar a no reducir las calidades personales, que son múltiples y complejas,
sino potenciar todo aquello que nos ayuda a crecer y a ser mejores tanto individual como
colectivamente. Morin ve las posibilidades de mejorar la comprensión intermediando: la apertura
empática hacia los otros y la tolerancia hacia las ideas y formas diferentes de pensar y creer,
mientras no atenten a la dignidad humana y se tenga un comportamiento respetuoso y
democrático.

La verdadera comprensión nos exige potenciar y creer en una sociedad democrática, puesto que de
no ser así no hay ni tolerancia ni libertad para salir del cierre etnocéntrico. Por eso, la educación
tanto la de hoy como la del futuro tendrá que asumir un compromiso sin fisuras y sin “peros” para
con la democracia, porque no hay una comprensión a escala planetaria entre pueblos y culturas más
que en el marco de una democracia abierta y libre, lejos de las manipulaciones individuales o
colectivas.

• La ética del género humano

Toda concepción del género humano significa: desarrollo de la autonomía individual, de la


participación autoritaria y del sentido de pertenencia a la especie humana. En medio de esta triada
emerge la conciencia. Además de las éticas particulares, la enseñanza de una ética válida para todo
el género humano es una exigencia de nuestro tiempo. Morin presenta el círculo individuo-
sociedad-especie como base para enseñar la ética que potencia la conciencia planetaria.

El círculo persona-sociedad surge en el momento en que se hace realidad el deber ético de enseñar
y vivir la democracia. Ésta implica consensos y aceptación de reglas democráticas, de saber y querer
entender al otro como un derecho que tiene y que tenemos. Pero también hay que ser conscientes
que la diversidad y los antagonismos son necesarios para comprender al otro y, sobre todo, siempre
que se dé en un clima de respeto. El respeto a la diversidad significa que la democracia no se
identifica con la dictadura ni individual ni de la mayoría.

Morin fundamenta el bucle individuo-especie en la necesidad de enseñar a la ciudadanía planetaria


formas y caminos a seguir, maneras de comportarse y formas respetuosas hacia otras formas de
pensar y creer, pero desde una visión crítica, positiva y creativa. La humanidad dejó de ser una
noción abstracta y lejana para convertirse en algo concreto y cercano con interacciones y
compromisos a escala planetaria puesto que la tecnología y las redes sociales nos han acercado y
nos han hecho sentir miembros de un mismo planeta, en el que tenemos el derecho y el deber de
dejar mejor nuestro entorno, al menos el más inmediato.

Morin dedica parte de su trabajo a postular cambios concretos en el sistema educativo desde la
etapa de la edad temprana que es cuando se inicia en la experiencia escolar hasta la universidad: la
no fragmentación de los saberes, la reflexión sobre lo que se enseña y la elaboración de un
paradigma de relación circular entre las partes y el todo, lo simple y lo complejo, la
transdisciplinariedad son conceptos que nos han llegado de su mano y que nos sirven de guía

para dirigirnos hacia esta visión ética. Él cree que se debería destinar el diez por ciento de los
presupuestos de educación a financiar la reflexión sobre el valor y la idoneidad de lo que se enseña
y sobre cómo se enseña y por extensión cómo se concibe la educación.

También podría gustarte