Módulo 3 - Lectura 2
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Introducción
Por lo tanto, para comprender cómo funciona este sistema resulta trascendental la
comprensión de los conceptos de Consumidor, Usuario y Proveedor resultan
fundamentales para comprender el microsistema protectivo de la Ley núm. 24240,
así como también los principios que surgen del derecho del consumidor y las
fuentes. De la calificación como tal de una persona, se podrá calificar a una
relación como de consumo o no. El concepto de consumidor se construye sobre la
descripción que realiza el legislador de un modelo de sujeto vulnerable, es decir,
objetivizando tal situación y plasmándola en una definición. El objeto de la
presente lectura es lograr comprender estos conceptos, como así también lo de
otros sujetos que pueden intervenir en relaciones de consumo como las
asociaciones de consumidores.
Para ello, en primer lugar, se propone la lectura del siguiente caso práctico:
[1]
Federal, provincial y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal
Asimismo, el art. 1 del decreto 1798/94 prevé que serán considerados asimismo
consumidores o usuarios quienes, en función de una eventual contratación a título
oneroso, reciben a título gratuito cosas o servicios (por ejemplo: muestras gratis).
Para el caso de venta de viviendas prefabricadas, de los elementos para
construirlas o de inmuebles nuevos destinados a vivienda, se facilitarán al
comprador una documentación completa suscripta por el vendedor en la que se
defina en planta a escala la distribución de los distintos ambientes de la vivienda y
de todas las instalaciones, y sus detalles, y las características de los materiales
empleados. Finalmente, prevé que se entiende por nuevo el inmueble a
construirse, en construcción o que nunca haya sido ocupado.
Por otro lado, se debe destacar que el art. 1092 del Código Civil y Comercial
dispone que se considera consumidor a la persona humana o jurídica que
adquiere o utiliza, en forma gratuita u onerosa, bienes o servicios como
destinatario final, en beneficio propio o de su grupo familiar o social y que queda
equiparado a consumidor quien, sin ser parte de una relación de consumo como
consecuencia o en ocasión de ella, adquiere o utiliza bienes o servicios, en forma
gratuita u onerosa, como destinatario final, en beneficio propio o de su grupo
familiar.
La Ley núm. 26.361 que modifica a la Ley núm. 24.240 adopta un criterio amplio,
es decir, no solamente es consumidor la persona física individual, la cual fue el
origen del sistema protectorio, sino que las personas jurídicas son también
consumidores, ya sean de Derecho Público o Privado, con o sin fines de lucro.
Consumidor directo
Consumidor contratante
La figura del consumidor nace vinculada al contrato, y por esta razón se lo define
diciendo que es quien contrata a título oneroso, como ocurre en la legislación
argentina y que es la noción preponderante en la Ley núm. 24240.
Consumidor equiparado
El art. 1 de la Ley núm. 24240 reformada por la Ley núm. 26361, considera
consumidores a los sujetos que no han participado de manera directa de una
relación de consumo. De acuerdo con Rusconi (2009) para incorporar estas
“entidades” hasta ahora desconocidas al conjunto de sujetos protegidos, la ley
utiliza la expresión “se considera asimismo consumidor”. Es decir que, en rigor, no
se trata de consumidores stricto sensu porque son personas que o bien no
participan de la relación de consumo o simplemente están expuestos a ellas, son
consumidores por equiparación, equivalencia o analogía.
Consumidor equiparado conexo
La norma consagra un nuevo sujeto consumidor, distinto del consumidor
“estándar”, que está por fuera del vínculo de consumo por no relacionarse
directamente con el proveedor al que se lo liga de manera mediata. Asimismo, la
adquisición o utilización mediata o por conexidad también podrá ser gratuita u
onerosa ya que la norma no restringe el supuesto a ninguna de ellas. La única
manera de que el sujeto equiparado – consumidor conexo – puede adquirir o
utilizar ser parte de la relación de consumo, es si se vincula directamente con el
consumidor en sentido estricto, partícipe material en la “relación jurídica base”. A
este contexto se refiere la ley al decir que el bien se adquiere o utiliza “como
consecuencia” o “en función de” una relación de consumo; se adquiere o utiliza
como consecuencia o en función de la relación de consumo concretada por otro
consumidor. Este supuesto incorporado a la ley hace referencia a relaciones entre
consumidores que habilitarán a quien recibe – adquiere o utiliza – un producto o
un servicio de parte de otro consumidor a hacer valer sus derechos contra el
proveedor “legal” del bien (el que se vinculó directamente con el consumidor
originario), aunque, en la realidad, el proveedor “material” (el que transmitió el
bien) fue un consumidor (Rusconi, 2009).
Manifiesta Rusconi (2009) que esta es la figura del bystander del derecho
anglosajón, que podría traducirse como “aquel que está al lado de”,
representándose con ese vocablo a todas aquellas personas que, en grado
potencial, podrían encontrarse afectadas de alguna forma por las consecuencias
de una relación que les resulta absolutamente extraña.
De acuerdo con Chamatropulos (2016), se debe formular una advertencia que
puede traer importantísimas consecuencias prácticas: no resulta difícil de sostener
que, en la medida en que la noción de prácticas comerciales abusivas se
interprete de manera amplia, el bystander tendrá legitimación en muchos más
casos de aquellos que vienen a la mente en un primer acercamiento al tema.
Sucede que gran parte de los incumplimientos de los proveedores suelen estar
antecedidos o se basan en prácticas abusivas previas. En tal sentido, por ejemplo,
el incumplimiento del deber de seguridad puede tener tal carácter y permitir a un
"expuesto" reclamar con base en las normas consumeriles aun cuando, en el caso
su legitimación no surja de los arts. 1092 del CCyCN, o 1º, LDC, sino del art.
1096, CCyCN.
Lorenzetti (2009) esboza aquí una serie de herramientas que permitirían dilucidar
cuándo hay una relación amparada por el Derecho del Consumidor.
b. Criterio objetivo ex post. Bajo esta óptica, lo primordial será observar cuál es el
destino principal que se le da al bien. Es decir, si será mayormente para consumo
final, o bien si su uso fundamental se relacionará con su integración a un proceso
de producción o comercialización.
A primera vista, se está ante una situación parecida a la del heredero del
consumidor, por lo cual lo que señala este autor es lógico (Chamatropulos, 2016).
El consumidor cedente
La cuestión puede ser controvertida en casos en donde, por ejemplo, el daño
sufrido por el consumidor fue anterior a la enajenación del producto a un nuevo
consumidor. Esto porque hasta que no se desprendió del bien todavía era un
sujeto tutelado por el Estatuto Consumeril. La situación sería más compleja aún
ante supuestos de daños continuados iniciados antes de deshacerse del bien,
pero que continuaron sufriéndose después de ese acto. También pareciera
imponerse la respuesta afirmativa en esta última hipótesis (Chamatropulos, 2016).
Teniendo en cuenta esto, si la persona por nacer de acuerdo con el art. 19 del
Código Civil y Comercial es persona, resulta toda una obviedad que puede
revestir el carácter de consumidor.
Se puede hacer una relación directa de este art. 2 LDC con el art. 1093 C.C.C.N.,
destacando que lo trascendental de ambas disposiciones es que la
profesionalidad aparece como distintivo que no puede faltar.
Al igual que sucede con los consumidores, pueden ser proveedores tanto las
personas físicas y las jurídicas. La norma argentina no categoriza distintas clases
de proveedores con base en su posición de mercado, envergadura económica,
niveles determinados de facturación, etcétera. Sucede algo similar a lo que
acontece con la LCT, en la cual los grandes empleadores tienen, en general, las
mismas obligaciones que los pequeños y medianos (Chamatropulos, 2016).
Sólo son consumidores las personas físicas o jurídicas que pueden ser "aislados"
en la relación que los vincula con quien le suministra el producto o servicio. En
razón de ello, no entran en la categoría las asociaciones que agrupan a estos
consumidores. Estos sujetos, en principio, simplemente representan los intereses
de los verdaderos consumidores y pueden actuar en defensa de ellos. Sin
embargo, si la asociación, a título personal, entabló una relación de consumo con
un proveedor, podrá ser considerada como un consumidor ya que, al no llevar
adelante actividad empresarial alguna será siempre destinataria final de todos los
bienes o servicios que adquiera o utilice (Chamatropulos, 2016).
Se les concede una legitimación activa para accionar en defensa de los intereses
de los consumidores o usuarios afectados o amenazados a aquellas constituidas
como personas jurídicas y con la autorización del art. 56 LDC.
Por otro lado, de acuerdo con el art. 57 de la Ley núm. 24240, los requisitos para
ser reconocidas como organizaciones de consumidores, las asociaciones civiles
deberán acreditar, además de los requisitos generales, las siguientes condiciones
especiales:
Referencias