Cirugía 2da Edición, Parte 4
Cirugía 2da Edición, Parte 4
Cirugía 2da Edición, Parte 4
CABEZA
Y CUELLO
IV 1 Malformaciones congénitas
Dres. C. Rufino y C. Rufino (h)
IV 2 Cáncer de labio
Dr. O. González Aguilar
IV 3 Glándulas salivales
Dr. S. Zund
IV 5 Glándulas paratiroides
Dr. S. Zund
Introducción
Las anomalías del desarrollo son muy variables y abarcan desde alteraciones a escala
molecular y celular, hasta la formación defectuosa o falta de un órgano. Cuando la
anomalía consiste en un defecto morfológico, estamos en presencia de una
malformación, que si es grave, lleva a limitaciones en la vida normal del individuo.
537
Ilustración 1
Las anomalías aparecen cuando no se fusionan entre sí algunos de los procesos que
intervienen en la formación de la cara y el cuello, se altera la migración de los
elementos glandulares en algún punto o existen alteraciones genéticas.
538
Tipos
Cara y labio
Ilustración 2 Ilustración 3
1 2 3
Ilustración 4
Ilustración 5
Ilustración 6
539
2. Labio hendido lateral: Uni o bilateral (ilustración 3, 2), por falta de fusión del
proceso maxilar con el proceso nasomediano (ilustración 4 y 5).
Paladar
Ilustración 6 Ilustración 7
Ilustración 8 Ilustración 9
540
Síndromes del primer arco branquial
Son cuadros que presentan anomalías derivadas del trastorno del desarrollo del
primer arco branquial.
Las patologías descriptas son las más frecuentes. El manejo de todos estos pacientes,
aunque exitoso en la actualidad, requiere de un amplio y experimentado equipo
multidisciplinario pues relacionan íntimamente las especialidades de cirugía plástica
reconstructiva y estética con la cirugía oral y maxilofacial.
Quiste branquial
Los surcos branquiales 2º, 3º y 4º quedan incluidos dentro de una fosa ectodérmica
común denominada seno cervical (ilustración 11) que aparece a la altura del cuello.
Ilustración 10 Ilustración 11
541
Ilustración 12
El quiste branquial son restos del seno cervical que persiste como consecuencia de
una incompleta obliteración del quiste cervical transitorio. Usualmente se encuentran en
el cuello, por debajo del ángulo mandibular. Eventualmente se forman conductos que
comunican con un epitelio formando los senos. Si ese conducto comunica dos epitelios,
ectodermo y endodermo, se determina una fístula branquial (ilustración 13).
Ilustración 13 Ilustración 14
Ilustración 15
542
Clínicamente se presenta como una tumoración laterocervical (ilustración 14), por
debajo del ángulo maxilar, de meses o años de evolución, en pacientes jóvenes,
habitualmente indolora. Su tamaño fluctúa con los cuadros inflamatorios agudos de vías
aerodigestivas superiores. A veces se encuentra asociado a fístulas que drenan por
delante del músculo esternocleidomastoideo.
Fístulas branquiales
Son conductos que se forman por la persistencia del seno cervical o del segundo surco
branquial (ilustración 17).
543
Ilustración 16 Ilustración 17
Las fístulas se presentan como estrechos conductos cuyos orificios de salida se abren
en la pared lateral de la faringe, a nivel de la amígdala palatina, o en la superficie
cutánea, en el tercio inferior del cuello, por delante del músculo esternocleidomastoideo.
Cuando el defecto es completo (ilustración 18), la fístula comunica la cavidad faríngea
con el exterior. En ocasiones se asocia a un quiste branquial al que drenan.
Quiste tirogloso
544
Ilustración 18
Ilustración 19
A veces aparece una fístula secundaria a nivel de los cartílagos laríngeos, que
comunica la cavidad del quiste con el exterior.
545
Al examen físico se observa un nódulo que asciende al deglutir y sacar la lengua,
siendo duro-elástica la palpación, y encontrándose entre el hueso hioides y el cartílago
tiroides.
Ilustración 20 Ilustración 21
Ilustración 22
546
El tratamiento consiste en su exéresis (ilustraciones 22 y 23) con la curación en la
mayoría de los casos. Existen casos de recidivas, frecuentemente asociadas a la no
extirpación conjunta del quiste con el cuerpo del hioides (operación de Sistrunk).
547
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548
CÁNCER DE LABIO
Dr. O. González Aguilar
Introducción
Los labios son el orificio de entrada a la cavidad bucal, pero no forman parte de ella.
Precisamente, la línea que separa el bermellón de la mucosa bucal, constituye el límite
anterior de la boca.
Ésta tiene, como cualquier cavidad, un contenido y el suyo es la lengua móvil y los
aparatos dentarios superior e inferior.
Por lo tanto, el cáncer de labio se produce en una estructura con anatomía y función
propia, cuya etiopatogenia es diferente a la de la piel de la cara y de la mucosa bucal. Ello
justifica un análisis independiente del resto del cáncer de la vía aerodigestiva superior y
del manto cutáneo de la cara.
Incidencia
549
incrementan en ciertos grupos que trabajan expuestos al sol, en los cuales llega a de 4,4
trabajadores/100.000/año.
Por último, en África no se hallan registros, pero se sabe que el cáncer de labio es más
frecuente entre los varones de cutis claro que en los de piel oscura.
Epidemiología
Por un lado, la propia[8] registra una relación 9/1 a favor del hombre, por otro, Chile
y México reconocen solo 2/3 para igual sexo. En un lugar intermedio se ubica Australia
con el 77%.
Etiopatogenia
550
las mujeres eran más cuidadosas que los hombres y los fumadores se comportaban
inversamente.
Por otro lado, un porcentaje alto de los enfermos de cáncer de labio tienen a su vez
hábitos como el tabaco y el alcohol, aunque éstos no jueguen un papel tan evidente como
ocurre en el cáncer de la vía aerodigestiva superior.
A ello se agregan factores individuales o genéticos como los ojos claros, raciales como
piel blanca, y educacionales.
Diagnóstico
551
papilomavirus humano. Todas ellas tienen un período de curación no mayor de 15 días.
Si ello no ocurre, la biopsia asegura el diagnóstico de certeza.
El cáncer de labio puede adoptar forma vegetante o ulcerada. Esta última es más
frecuente en los localizados en comisura o labio superior y tiene mayor tendencia a
infiltrar en profundidad.
Tumor (T)
T1: Tumor 2 cm
T4: Tumor con invasión de hueso, piso de boca, lengua o piel del cuello.
Node (N)
552
N2: Metástasis en ganglio/s entre 3 y 6 cm
Metástasis (M)
Estadio:
E1: T1 N0 M0
E2: T2 N0 M0
E3: T3 N0 M0
T1-2-3 N1 M0
E4: T4 N0 MO
553
En síntesis, el diagnóstico es sencillo, la mayoría localiza en el labio inferior, son bien
diferenciados, de desarrollo local y de escasa diseminación regional. Por lo tanto, es
descubierto en estadíos tempranos y tratado en forma correcta, excepcionalmente
llevan a la muerte del enfermo.
Tiene por finalidad erradicar la afección y mantener la función. Tanto la cirugía como
la radioterapia son tratamientos apropiados en lesiones T1 y hasta T2. El grupo
australiano pudo demostrar que tanto la cirugía como la radioterapia son igualmente
efectivas con un intervalo libre de enfermedad a 10 años del 92,5% y una supervivencia
específica del 98%. Las recurrencias estuvieron referidas al estadio y la diferenciación,
pero no al tratamiento. No obstante, en la serie propia la cirugía fue la única variable
independiente que redujo el riesgo de recidiva. Por encima de todo, la radioterapia tiene
cuestionamientos cosméticos y funcionales, que el enfermo debe conocer antes de la
toma de decisiones. Produce xerostomía, severas retracciones e incontinencia del labio
tratado, que solo pueden resolverse con una o varias cirugías reparadoras, ahora
realizadas sobre un terreno irradiado. Además, como es sabido, la radioterapia se aplica
a dosis total una sola vez, por lo que se deja al enfermo huérfano de ese recurso, si
desarrollara en el futuro una metástasis cervical.
Si bien los márgenes libres no garantizan que una recurrencia no ocurra, está
demostrado que los márgenes comprometidos implican un mayor riesgo.
554
En conclusión, la cirugía resectiva con margen de seguridad es el mejor tratamiento
para tratar con éxito el cáncer de labio. El tamaño de la resección no debe preocupar. Se
conocen múltiples reconstrucciones apropiadas para cada caso en particular. Esto
quiere decir que la resección no debe realizarse en función de la reparación. Lo esencial
es que la exéresis quirúrgica sea completa.
Hasta resecciones de 1/3 del labio inferior o 1/4 del superior pueden ser resueltas
con una resección en cuña o en “V”. Ello permite el cierre borde a borde sin tensión y
asegura la solución de la mayoría de las lesiones T1, que representan cerca del 50 % de
los tumores que se ven en la práctica diaria[1][3].
La “V” puede ser motivo de algunos artilugios que mejoren el resultado cosmético de
la cicatriz resultante, transformándola en “W” o agregando una “Z” plastia al trazo
vertical de la sutura.
En resecciones que exceden 1/3 del labio, es necesario aportar tejidos vecinos que
aseguren la buena competencia bucal y eviten microstomas.
En esos casos será necesario, siempre que sea posible, conservar la función del
orbicular, lograr la correcta aposición del bermellón superior e inferior, asegurar una
adecuada apertura de la boca para introducir los alimentos, prótesis dentarias y
conservar la apariencia deseada[2].
Si la resección practicada representa entre 1 y 2/3 del labio inferior o hasta 1/3 del
superior, la reconstrucción puede realizarse desplazando un colgajo de labio superior
hacia el inferior, el cual queda vascularizado por la arteria orbicular. Este colgajo,
popularizado por Abbe y Estländer, es de gran practicidad, no deja microstomas, es
cosméticamente aceptable, pero tiene la desventaja de requerir un segundo tiempo a las
3 semanas para autonomizar los 2 labios[4]. No obstante, en lesiones vecinas a la
comisura, no siempre es necesario ese segundo tiempo (Fig. 1).
555
Tallado de colgajo. Obsérvese preservación de
pedículo orbicular
Diseño de resección en cuña y
reconstrucción con colgajo de Abbe-
Estländer en 2 tiempos
556
Otra técnica, aunque exclusiva para labio inferior, es la de Karapandzic, que rota los 3
planos de una o ambas comisuras desde la raíz del surco nasogeniano, para cerrar
defectos de la dimensión indicada y aún mayores. Tiene la ventaja de preservar gran
parte del aparato orbicular con su motricidad y sensibilidad, pero deja un microstoma, al
que el enfermo debe adaptarse por un tiempo, hasta que pueda corregirse en un
segundo tiempo con otra plástica (Fig. 2).
557
Figura 2: Técnica de Karapandzic para lesión de tercio medio de labio inferior
Si la resección del tumor representa más de la mitad del labio, pero queda por lo
menos 1,5 cm de remanente, una de las técnicas de reconstrucción más utilizadas es la
de Burow–Webster. Este procedimiento deja un labio inferior más retraído y atado, por
lo tanto funcionalmente peor (Fig. 3).
558
559
Figura 3: Esquema de técnica de reconstrucción de labio inferior en lesiones del tercio medio según
Burow-Webster
Finalmente, en tumores que involucran todo un labio y aún una o ambas comisuras,
hoy por hoy los colgajos libres microvascularizados de partes blandas, aportan tejido
suficiente para ulteriores retoques[5][6][10] (Fig. 4).
560
Carcinoma de comisura izquierda con extensión a
Resección de la lesión en bloque
mucosa yugal
Pieza operatoria
561
Colgajo radial con sus pedículo disecado
562
Si la mandíbula está infiltrada por el tumor, la resección será en monobloque del labio
con la mandíbula y eventualmente el piso de la boca. La reconstrucción con hueso
peroné, moldeado sobre placa de titanio, con isla de piel microvascularizada es la
solución más apropiada (Fig. 5).
Diseño de colgajo de peroné con isla Peroné moldeado sobre placa de titanio. Obsérvese la
de piel para reconstrucción del labio microanastomosis con los vasos faciales
inferior
563
En conclusión, el listado de técnicas es enorme. La imaginación de los cirujanos
estimula la creatividad en una localización crucial para la calidad de vida de estos
pacientes. No obstante, si bien es cierto que cada centro desarrolla un amplio espectro
de técnicas, lo ideal es utilizar un repertorio básico, de no más de 10, con las cuales se
puedan resolver en la práctica la mayoría de los casos. En la experiencia propia, la
bermellectomía, la cuña, los colgajos de Abbe-Estländer, Burow-Webster, Karapandzic, y
libres, solos o asociados a peroné, resuelven bien el 100% de los enfermos que
requieren una resección del labio, cualquiera sea su dimensión.
Sin embargo, se sabe que la mayoría de las muertes por cáncer de cabeza y cuello se
producen por enfermedad incontrolada en el cuello. Por lo tanto, su indicación debe
hallar el justo término.
564
Evolución de la enfermedad
En los últimos 32 años se han atendido 322 pacientes portadores de cáncer de los
labios.
La edad promedio fue 61 (26-86) años. El pico etario se registró en la séptima década
de vida. El 82% tenía 50 años. De ellos, 39,5% reconocieron haber cumplido tareas
expuestas a la radiación solar.
Resultados:
Conclusiones:
565
El perfil del cáncer de labio en la muestra analizada resultó ser de los hombres
mayores de 50 años, adictos al tabaco y cumplidores de tareas expuestas al sol.
La localización más frecuente fue el labio inferior, siendo más del 70% diagnosticados
en estadíos tempranos de la enfermedad. Casi el 12% portaba adenopatías clínicamente
palpables en el nivel I del cuello, todos ellos en lesiones 4 cm.
Los vaciamientos del cuello fueron preferentemente de los niveles altos: I-II-III.
566
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567
GLÁNDULAS SALIVALES
Dr. S. Zund
Introducción
568
Etiopatogenia: 1) contaminación retrógrada de los conductos y parénquima salivales
por bacterias de la cavidad oral (streptococcus viridans-anaerobios) y 2) estasis salival.
Son factores predisponentes: los cálculos, estrecheces ductales, deshidratación y pobre
higiene bucal.
Diagnóstico: el paciente se presenta con fiebre, dolor que suele exacerbarse al comer
y síndrome de repercusión general. Suele limitarse a un solo episodio, pero en los casos
que se acompañan de litiasis o estenosis, pueden desarrollarse cuadros a repetición. Al
examen físico la glándula comprometida se encuentra duro elástica y muy dolorosa.
Puede objetivarse la salida de saliva purulenta por la desembocadura del conducto
excretor. El diagnóstico es eminentemente clínico, con el apoyo de estudios de imágenes
como ecografía o tomografía computada de cuello (TAC)[1].
Abscesos
Diagnóstico: invariablemente se presenta con fiebre, dolor local, salida de pus por el
conducto excretor e importante deterioro del estado general. En el examen físico, la
glándula se encuentra firme, muy dolorosa y se acompaña de edema y flogosis local. El
diagnóstico se hace por el cuadro clínico asociado a las imágenes, ecografía y/o TAC
(foto 1).
569
Foto 1: TAC de cuello donde se evidencia una colección abscedada intraparenquimatosa en la
glándula parótida derecha
Sialoadenitis crónica
570
Sialoadenosis
Sialolitiasis
Epidemiología: afecta pacientes entre los 30-70 años, con predilección por los
varones.
571
Tratamiento: los cálculos que se encuentren en el orificio del conducto excretor de la
glándula podrán ser extirpados por vía endoral. En los pacientes con litiasis ductales
pequeñas se podrá intentar tratamiento conservador con hidratación, masajes y
sialagogos. Los cálculos localizados por dentro del hilio de la glándula requerirán la
exéresis de la misma. La litotricia sólo es eficaz en un 30% de los casos[1][3][4][10].
Quistes
572
Patología tumoral
Tumores benignos
Clasificación:
Mioepitelioma
Tumor de Warthin
Oncocitoma
Adenoma canalicular
Adenoma sebáceo
Linfadenoma
Cistoadenoma
Papiloma ductal
Schwanoma
Neurofibroma
Lipoma
Otros
573
El tumor de Warthin o cistoadenoma papilar linfomatoso ocupa el segundo lugar en
frecuencia entre los tumores benignos. Se presenta sólo en la parótida, más
frecuentemente en la cola y es más frecuente en varones fumadores. No
recidiva[1][4][6][7][8].
Foto 3: Nódulo parotídeo derecho de gran Foto 4: RMN donde se aprecia tumor del lóbulo
profundo de la glándula parótida izquierda
tamaño
574
Tratamiento: es quirúrgico. En la glándula parótida la cirugía mínima consiste en la
parotidectomía superficial (fotos 5, 6, 7 y 8). Si la lesión se encuentra en el lóbulo
profundo, la resección del lóbulo superficial es un paso obligado a su exéresis. En casos
especiales de adenomas pleomorfos de la cola de la parótida, puede aceptarse una
parotidectomía parcial o atípica con margen. En tumores de Warthin en la misma
localización puede realizarse una enucleación. El tratamiento de los tumores de la
submaxilar será siempre una submaxilectomía[4][6][9]. Los tumores de glándula
sublingual y glándulas salivales menores requieren resección y reconstrucción
dependiendo de su ubicación[1][9]. La realización de biopsia intraoperatoria por
congelación es mandatoria en todos los casos[1][3][4][5][6][9].
Foto 5: Incisión de Avelino Gutiérrez para parotidectomía Foto 6: Parotidectomía superficial izquierda
Foto 7: Disección del nervio facial y sus ramas Foto 8: Resultado cosmético a 6 meses de postoperatorio
575
Tumores malignos
Clasificación:
576
cilindroma, se caracteriza por su crecimiento lento a lo largo de muchos años, la
infiltración perineural y la tendencia a la recidiva local y a las metástasis a distancia,
preferentemente pulmonares. Presenta tres variantes histológicas, que se correlacionan
con el grado de diferenciación: tubular, cribiforme y sólido, en orden creciente de
celularidad[7].
577
Foto 9: Paciente con carcinoma escamoso de parótida Foto 10: Carcinoma adenoideo quístico (cilindroma)
derecha, con dolor y parálisis del nervio de Jaffé de glándula sublingual izquierda
T (Tumor primario)
T4a: tumor que invade piel, mandíbula, conducto auditivo externo o nervio facial
T4b: tumor que invade base de cráneo, apófisis pterigoides o arteria carótida
N (Nodo/Metástasis ganglionares)
578
N1: metástasis en un ganglio homolateral, menor o igual de 3 cm
M (Metástasis a distancia)
ESTADIO I T1 N0 M0
ESTADIO II T2 N0 M0
ESTADIO III T3 N0 M0
T1-2-3 N1 M0
579
de ramas importantes del nervio facial, deberá intentarse una reparación mediante un
injerto de nervio safeno externo o gran auricular, con técnica microquirúrgica. Con
respecto a la glándula submaxilar se recomienda en todos los casos submaxilectomía.
Cuando el cuello sea clínicamente negativo (N0), durante la parotidectomía o
submaxilectomía debe explorarse la primera estación de drenaje ganglionar. Si existen
adenopatías, deberán biopsiarse por congelación y en caso de ser positivas deberá
agregarse una linfadenectomia radical modificada. Aunque no se recomienda realizar
linfadenectomías electivas o profilácticas dada la baja frecuencia de metástasis
ganglionares de los tumores salivales, se sugiere realizar una linfadenectomía selectiva
de los niveles I a III en caso de tumores de alto grado de malignidad (carcinoma
indiferenciado, escamoso, mucoepidermoide de alto grado, etc.). Los carcinomas de
glándula sublingual y salivales menores suelen requerir grandes resecciones endoorales
y procedimientos reconstructivos complejos[1][3][4][5][6][9] (fotos 13 a 17).
Foto 11: Parotidectomía total con conservación de nervio Foto 12: Parotidectomía total sin conservación de
facial y vaciamiento de 1ra estación ganglionar (nivel II) nervio facial y vaciamiento del nivel II
580
Foto 13: Exéresis de glándula sublingual izquierda y Foto 14: Disección de colgajo submentoniano
piso de boca como margen oncológico para reconstrucción del defecto en piso de boca
Foto 15: Posicionamiento del colgajo Foto 16: Control alejado (2 años) Foto 17: Resultado cosmético en zona
581
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582
NÓDULO TIROIDEO Y CÁNCER DE TIROIDES
Dr. P. Saco
Introducción
2) tratamiento quirúrgico;
583
nódulos tiroideos y cáncer de tiroides de la American Thyroid Asociation (ATA), volume
19, number 11, 2009 (Thyroid 2008; 16: 1-34), la guía de práctica clínica de la American
Association of Clinical Endocrinologists y la Associazioni Medici Endocrinologi
(AACE/AME/ETA Thyroid Nodule Guidelines, Endocr. Pract. 2010; 16 Suppl. 1), y el
Consenso Europeo para el manejo de pacientes con cáncer diferenciado de tiroides
(ETA) (European Journal of Endocrinology, 2006; 154: 787-803).
Fuerza de la recomendación
I. Evaluación
584
manifestación clínica de un espectro amplio de enfermedades tiroideas diferentes.
Pueden ser únicos o múltiples tanto en una glándula normal como en un bocio difuso.
Entre los multinodulares, un nódulo puede ser dominante en términos de crecimiento,
tamaño o función. Algunos no son palpables, se visualizan fácilmente en la ecografía y se
denominan incidentalomas. El riesgo de malignidad es el mismo para los nódulos únicos
que para el bocio multinodular.
Deben evaluarse todos los nódulos mayores de 1 cm; también deben estudiarse todos
los pacientes con antecedentes clínicos de importancia, como historia familiar de
enfermedad tiroidea, benigna o maligna, cáncer medular, MEN 2, síndromes de Cowden,
Gardner y poliposis colónica familiar y cualquier tipo de radioterapia en la región
cervical. Asimismo, debe estudiarse todo nódulo que se acompañe de factores de riesgo,
como masa cervical dura y fija, crecimiento rápido del nódulo, sexo masculino, cambios
en la voz, disfagia, edades menores de 14 años o mayores de 70 y/o la presencia de una
adenopatía cervical clínicamente significativa. El hallazgo de un nódulo en otras
imágenes, no ecografía (tomografía computada, resonancia nuclear magnética,
centelleograma con Tecnesio 99 Sestamibi y particularmente en PET, donde el riesgo de
malignidad es alto) obliga a completar el estudio y la evaluación de dicho nódulo.
Esta evaluación debe quedar consignada en una historia clínica completa que incluya
un minucioso examen clínico de la región tiroidea y del cuello.
I.a. Laboratorio
585
controvertido; debe considerarse frente a hallazgos clínicos y ecográficos sugestivos de
tiroiditis con anticuerpos anti-peroxidasas normales.
I.b. Ecografía
Constituye la técnica por imágenes más precisa para la detección y evaluación de los
nódulos tiroideos; ofrece la mayor sensibilidad diagnóstica, permite conocer la
estructura y medir las dimensiones del nódulo dominante y de eventuales nódulos no
palpables en caso de bocio multinodular y examinar el cuello en múltiples planos; es la
mejor herramienta de imágenes disponible para caracterizar un nódulo tiroideo y
establecer su riesgo de malignidad. Debe indicarse en todos los pacientes con nódulos
tiroideos conocidos o sospechados y en pacientes con factores de riesgo de cáncer
tiroideo, aun con cuello semiológicamente normal (recomendación A, ATA). No está
indicada su utilización como “screening” de patología nodular tiroidea.
El “doppler color” es de gran utilidad diagnóstica tanto para la evaluación del nódulo
como de las adenopatías cervicales; en nódulos predominantemente quísticos, su
utilización permite identificar áreas sólidas en el interior del quiste, que son las que
deben punzarse preferentemente.
586
periférico y/o cápsula, márgenes irregulares, hipervascularización intranodular, nódulo
más ancho que alto y presencia de adenopatías regionales. En forma independiente,
ninguna característica es suficiente para diagnosticar o excluir malignidad (ninguna
reúne alta sensibilidad con alto valor predictivo positivo), pero la presencia de más de
una es altamente predictiva de malignidad.
La punción citológica con aguja fina es el método más preciso y costo-efectivo para la
evaluación de un nódulo tiroideo. Todo nódulo tiroideo solitario ≥ 1 cm debe ser
enviado a punción citológica salvo que sea hiperfuncionante (TSH baja o suprimida)
(recomendación A, ATA).
Los nódulos < 10 mm tienen un riesgo de malignidad similar que los de más de 10
mm; deben punzarse los que presentan características ecográficas sospechosas o una
combinación de las mismas (ej.: sólido + microcalcificación), historia de alto riesgo,
hallazgo en tomografía por emisión de positrones (PET), antecedente de
hemitiroidectomía por cáncer de tiroides o se acompañen de adenopatías cervicales
detectadas clínicamente o por ecografía, caso en el que también debe punzarse la
adenopatía.
587
Si la TSH es baja o normal-baja, es posible que se trate de un nódulo autónomo; en
este caso, debe realizarse un centelleograma y compararlo con las imágenes ecográficas
para establecer las características funcionales de todo nódulo mayor de 1-1,5 cm; deben
punzarse los iso o no-funcionantes, especialmente aquellos con características
ecográficas sospechosas. La punción debe realizarse preferentemente bajo control
ecográfico, y necesariamente cuando el nódulo no es palpable o es predominantemente
quístico o de ubicación posterior (recomendación grado B, ATA).
588
pacientes de alto riesgo, la decisión de realizar una lobectomía puede tomarse aún con
diagnóstico citológico de benignidad.
589
I.d. Centelleograma tiroideo
590
eventuales resecciones y/o reconstrucciones de mayor complejidad técnica, y poder
informar sobre las características de la operación al paciente y su familia.
591
Algoritmo de evaluación diagnóstica del nódulo tiroideo
Historia clínica
Examen físico: tiroides y cuello
Centelleograma
Nódulo/s “frío/s”
Seguimiento
PAF
592
II. Tratamiento quirúrgico del nódulo y del cáncer tiroideo
2) Con punción citológica benigna pero con síntomas compresivos (opresión cervical,
disnea, disfagia, tos), o sospechosos (disfonía, dolor) o cuando el nódulo registra un
crecimiento tumoral significativo o presenta cambios en las características ecográficas
durante el seguimiento, la conducta debe ser quirúrgica.
593
3) Con punción citológica positiva, sospechosa o indeterminada (categorías III, IV, V y
VI de Betsheda), el tratamiento debe ser quirúrgico. Asimismo, toda vez que existan
antecedentes de radioterapia sobre la región cervical o mediastinal superior y/o
antecedentes familiares directos de cáncer tiroideo.
Lesión del nervio laríngeo inferior o recurrente: su frecuencia oscila entre el 0,5 y 2%
de las tiroidectomías, y está en relación directa a la experiencia del cirujano y las
características de la lesión; la frecuencia aumenta en la cirugía de los tumores
recidivados. El reconocimiento del nervio desde el ingreso al cuello hasta su entrada en
la laringe es indispensable para evitar lesiones inadvertidas, aunque no se recomienda
su disección y exposición completa para evitar el compromiso de la vascularización de
las glándulas paratiroides, en particular de las inferiores. Debe recordarse la posibilidad,
en el lado derecho, de un nervio recurrente no recurrente (uno de cada 400 casos)
especialmente cuando no se individualiza el nervio en su ubicación anatómica habitual.
La lesión de la rama externa del nervio laríngeo superior ocurre durante la ligadura del
polo superior y ocasiona la paresia o parálisis del músculo cricotiroideo que provoca la
pérdida de tensión de la cuerda homolateral con la consecuente incapacidad para emitir
tonos altos, agotamiento de la voz y episodios de bronco-aspiración. La identificación del
mismo durante la disección del polo superior y la ligadura meticulosa de la arteria
tiroidea superior en sus ramas y no en el tronco, disminuyen los riesgos de esta
complicación.
594
Hipoparatiroidismo definitivo: con una incidencia que oscila entre 0,8 y 14%, depende
de la imposibilidad de preservar una paratiroides bien irrigada; su frecuencia aumenta
en las reoperaciones y cuando se agrega a la tiroidectomía algún tipo de
linfadenectomía, particularmente la del sector central; el uso de magnificación óptica
durante la disección es útil para el mantenimiento de una adecuada irrigación de las
glándulas paratiroides.
595
antes de la cirugía, independientemente del tamaño. Otros argumentos que sostienen la
recomendación de tiroidectomía total son:
2) nódulos contralaterales;
Debe realizarse el mejor esfuerzo quirúrgico para conservar al menos una glándula
paratiroides bien vascularizada. Las que no puedan preservarse por razones técnicas, y
luego de su confirmación mediante la biopsia por congelación, deben ser implantadas en
áreas musculares bien irrigadas y en más de una localización. Las críticas que recibe la
indicación de tiroidectomía total están relacionadas con la mayor morbilidad del
procedimiento: 3-4% de hipoparatiroidismo definitivo, 3% de paresias recurrenciales
temporarias y 0,5% de definitivas, aun en centros especializados.
596
En el grupo de pacientes considerados de bajo riesgo (carcinomas papilares
pequeños, < 1 cm, unifocales, intratiroideos, sin nódulos contralaterales, sin evidencia de
metástasis ganglionares o a distancia, sin antecedentes familiares de cáncer tiroideo o
de irradiación previa), donde la incidencia de metástasis y el riesgo de muerte por la
enfermedad no supera el 2%, aún persisten controversias respecto al mejor tratamiento.
En estas condiciones, la lobectomía tiroidea puede considerarse tratamiento suficiente,
teniendo en cuenta la falta de evidencia que avale una mayor supervivencia de los
pacientes de este grupo tratados con tiroidectomía total (recomendación A, ATA).
597
adenomas foliculares grandes (> 4 cm), dado el mayor riesgo de malignidad, se
recomienda la tiroidectomía total cuando la punción es informada con atipia marcada o
citología “sospechosa” de carcinoma papilar o neoplasia a células de Hurthle, en
pacientes con historia familiar de cáncer tiroideo o con antecedentes de radioterapia
cervical. Los pacientes con enfermedad nodular bilateral también deben ser tratados con
tiroidectomía total.
598
II.c.2. Conducta con los ganglios del compartimiento central del cuello (nivel
VI/VII)
599
La linfadenectomía se denomina terapéutica cuando las metástasis ganglionares son
evidentes clínicamente (preoperatoria o intraoperatoriamente) o por imágenes
(clínicamente N1a); se denomina profiláctica/electiva cuando las metástasis
ganglionares no son evidentes clínicamente o por imágenes (clínicamente N0).
600
Corresponde agregar que las recomendaciones emitidas como de primera elección
están dirigidas a cirujanos con el entrenamiento suficiente que les permita aplicarlas
manteniendo una morbilidad equiparable con los estándares internacionales. Para
grupos quirúrgicos de menor experiencia, en pacientes con tumores de bajo riesgo
(menores a 1 cm, unifocales, sin extensión extra-tiroidea, sin metástasis ganglionares ni
a distancia, sin antecedentes de radioterapia o familiares de cáncer tiroideo) se sugiere
considerar las opciones más seguras y de menor morbilidad, aún a expensas de un
eventual aumento en la recaída loco-regional.
II.c.3. Conducta con los ganglios del compartimiento lateral del cuello (nivel
VI/VII)
601
En el caso de adenopatías quísticas, es importante punzar el componente sólido que
habitualmente acompaña al área quística.
Los niños y adolescentes deben tratarse con las mismas pautas que los pacientes
adultos.
602
III. Estadificación postoperatoria y grupos de riesgo
Todas las categorías pueden ser divididas en (a) tumor único, (b) tumor multifocal (el
de mayor tamaño determina el T).
T4a Tumor de cualquier tamaño que se extiende más allá de la cápsula tiroidea e
invade tejidos blandos peri-tiroideos, laringe, tráquea, esófago o nervio recurrente.
603
Los ganglios linfáticos regionales son los ganglios del compartimiento central,
laterocervical y mediastínicos superiores.
N0 No metástasis ganglionares.
M0 No metástasis a distancia.
M1 Metástasis a distancia.
Papilar o folicular
Menos de 45 años
Más de 45 años
Estadio I T1 N0 M0
Estadio II T2 N0 M0
Estadio III T3 N0 M0
T1 N1a M0
T2 N1a M0
T3 N1a M0
Estadio IV A T4a N0 M0
604
T4a N1a M0
T1 N1b M0
T2 N1b M0
T3 N1b M0
T4b N1b M0
Es necesario algún tipo de disección ganglionar para una correcta estadificación TNM;
en caso contrario, el paciente debe considerarse NX y no puede ser adecuadamente
estratificado.
605
- pacientes de alto riesgo: tienen: 1)invasión tumoral macroscópica; 2) resección
quirúrgica incompleta; 3) metástasis a distancia; 4) tiroglobulina elevada en
relación a lo que muestra el centelleograma post tratamiento.
Dado que el sistema TNM no tiene en cuenta otras variables independientes como el
sexo y el grado histológico, otros sistemas de clasificación incluyen factores
considerados pronósticos en el análisis multivariado de estudios retrospectivos.
Uno de ellos es el diseñado por el MSKCC (Memorial Sloan Kettering Cancer Center)
que distribuye a los pacientes en grupos de riesgo:
Mts a dist. no sí
IV.a. Radio-yodo
606
restringida a pacientes con tumores mayores de 1,5 cm o con enfermedad residual luego
de cirugía.
Otros trabajos, sin embargo, no muestran beneficio, al menos entre la mayoría de los
pacientes con carcinoma papilar de bajo riesgo. No existen estudios prospectivos que
resuelvan esta controversia.
La ablación con I131 está claramente indicada en todos los pacientes con tumores
mayores a 4 cm, extensión extratiroidea extensa, metástasis ganglionares o a distancia
(recomendación B, ATA).
Un centelleograma debe realizarse 3-5 días después de la dosis ablativa, a los fines de
conocer la presencia de restos captantes en la celda tiroidea o a distancia; no existe
607
evidencia que soporte este intervalo de tiempo entre la administración de la dosis y el
rastreo corporal total.
Aun cuando la dosis total de I131 puede alcanzar 1Ci, por encima de los 500 mCi deben
realizarse controles periódicos con hemograma y eventual punción de médula ósea.
Los efectos adversos de la terapéutica con I131 están en relación con la dosis total
acumulada y son: sialoadenitis, oclusión naso-lacrimal, alteraciones hematológicas,
alteraciones de la fertilidad y segundos tumores primarios.
La ablación tiroidea con I131 requiere una adecuada estimulación mediante TSH
elevada; estudios no controlados sugieren que una TSH > 30 mU/L se asocia con
aumento de captación de TSH en el tumor.
Como parte de la preparación, debe indicarse una dieta con bajo contenido de yodo 1-
2 semanas antes de la dosis terapéutica y medir la excreción urinaria de yodo; en caso
de contaminación (medios de contraste) la administración de yodo debe posponerse 2-3
meses.
608
pueda ser demostrado por ecografía, o bien cuando el resultado obtenido puede cambiar
la decisión de tratar o la cantidad de I131 a administrar.
La medición debe repetirse a los tres meses y la dosis diaria debe ajustarse con
aumento o disminución de 25 μg/día.
V. Seguimiento
Luego del tratamiento inicial, los objetivos del seguimiento son mantener un
tratamiento adecuado con hormona tiroidea y detectar persistencias o recurrencias en
pacientes catalogados como libres de enfermedad. Un paciente se considera libre de
enfermedad luego de tiroidectomía total y ablación con I131 si cumple con las siguientes
condiciones:
1) no tiene evidencia de tumor, clínica o por imágenes (no captación fuera del lecho
tiroideo en el centelleograma post dosis terapéutica, o en un centelleograma diagnóstico
reciente o en una ecografía cervical);
609
2) la tiroglobulina es no detectable bajo supresión y estimulada, en ausencia de
anticuerpos antitiroideos. El examen físico es poco sensible para la detección de
enfermedad persistente o recurrente salvo en los estadios avanzados de la enfermedad.
La enfermedad recurrente o persistente puede ser detectada mediante el uso combinado
del dosaje de tiroglobulina, la ecografía cervical y el centelleograma corporal total en el
postoperatorio alejado.
610
Debe recordarse que la Tg sérica puede permanecer detectable por algunos meses
luego de cirugía y/o yodo radioactivo, razón por la cual su nivel no debe ser medido
antes de los tres meses del tratamiento inicial. Los tumores poco diferenciados pueden
no producir tiroglobulina, por lo que los niveles indetectables del marcador en este
grupo no descartan enfermedad recurrente.
La ecografía cervical debe realizarse en forma rutinaria en todos los pacientes con
cáncer papilar y folicular de tiroides. Se recomienda su realización para evaluar el lecho
tiroideo y los compartimentos central y lateral del cuello a los 6-12 meses después de la
cirugía y luego anualmente por 3-5 años.
Luego de la ablación con I131 y luego del primer centelleograma post dosis, nuevos
centelleogramas diagnósticos tienen muy baja sensibilidad y no son necesarios durante
el seguimiento en los pacientes de bajo riesgo con tiroglobulina estimulada indetectable
y ecografía cervical sin hallazgos de importancia.
611
administran 2-5 mCi de I131 seguidos de un centelleograma corporal total dos o tres días
más tarde, junto con una dieta baja en iodo durante una o dos semanas previas al
rastreo.
En los pacientes de bajo riesgo que fueron tratados con tiroidectomía total y ablación
con I131, el seguimiento inicial se hará con dosaje de tiroglobulina no estimulada y
ecografía cervical. Si la ecografía cervical es negativa y la Tg no estimulada es
indetectable durante el primer año después del tratamiento, debe solicitarse un dosaje
de Tg estimulada aproximadamente a los doce meses después de la ablación (el
intervalo de tiempo o la necesidad de nuevos dosajes de Tg estimulada no están
definidos para aquellos pacientes considerados libres de enfermedad). Si la Tg
estimulada no es detectable, el seguimiento continúa con examen clínico y dosaje de Tg
no estimulada anualmente (recomendación B, ATA).
612
ulterior en pacientes de bajo riesgo (recomendación F, ATA). Los pacientes de muy bajo
riesgo, tratados con lobectomía solamente, deben ser seguidos con ecografía y dosaje de
Tg no estimulada.
613
capacidad de concentrar yodo). En estos casos, el seguimiento debe realizarse con
nuevas imágenes y Tg seriadas, con una frecuencia mayor si la Tg se mantiene en
aumento.
En los pacientes con rastreo post dosis negativo y sin otra evidencia de enfermedad,
no deben repetirse nuevas dosis terapéuticas de I131.
V.e. PET
En los pacientes de bajo riesgo sin evidencia de enfermedad en el control de los 9-12
meses, debe disminuirse la dosis de T4 con el objetivo de obtener un nivel de TSH
dentro del rango inferior de lo normal (0,3-2 mU/L). En los considerados de alto riesgo,
el nivel óptimo de supresión es aún desconocido; se recomienda, como más seguro,
mantener la TSH baja (0,1-0,5 mU/L) por 5-10 años (recomendación B, ATA).
614
En los pacientes que no fueron ablacionados y que están libres de enfermedad (Tg
suprimida indetectable y ecografía normal) la TSH puede mantenerse en el nivel
normal/bajo (0,3.2 mU/L).
615
seleccionados, es posible la resección parcial de un sector de la faringe o del seno
piriforme, con preservación de la laringe. Debe asegurarse la ausencia de enfermedad a
distancia, preferentemente con PET, cuando se planifica una cirugía de gran magnitud
para los casos localmente avanzados. El tratamiento con láser puede utilizarse en los
casos de insuficiencia respiratoria por obstrucción tumoral para permeabilizar la vía
aérea o ante la presencia de hemoptisis.
La terapéutica con litio, aunque podría aumentar la dosis de radiación entregada por
el I131 al tumor metastático, no ha demostrado mejores resultados, por lo que no se
puede recomendar su utilización en la enfermedad loco-regionalmente avanzada.
Las metástasis micronodulares deben recibir I131 cada 6-12 meses mientras se
compruebe respuesta al tratamiento (recomendación A, ATA). La dosis es empírica
(100-300 mCi) o calculada preferentemente por dosimetría si está disponible, con 80
mCi como límite de retención a las 48 horas y no más de 200 cGy a la médula ósea,
cuando la captación pulmonar de I131 es difusa (recomendación B, ATA). La fibrosis
pulmonar puede complicar las altas dosis de tratamiento con I131 por lo que se debe
monitorear preventivamente la función pulmonar. No existe un límite máximo para la
616
dosis acumulativa de I131, sin embargo la mayoría de las remisiones se obtiene con dosis
cercanas a los 600 mCi; por encima de esto, la indicación de más tratamiento debe
realizarse en forma individual para cada paciente.
Las metástasis macro-nodulares también pueden tratarse con I131 si captan yodo,
pero la remisión completa es poco probable y la sobrevida muy pobre. La frecuencia y la
cantidad de dosis a administrar en cada paciente dependerá de la progresión de la
enfermedad, la edad, el tamaño y la ausencia o presencia de otras localizaciones
metastásicas.
Puede considerarse también el tratamiento adyuvante con litio dado que aumentaría
la acumulación y la retención del I131 en estas lesiones.
617
La resección quirúrgica completa de metástasis sintomáticas aisladas, si es
técnicamente posible, es el tratamiento de elección, especialmente en menores de 45
años.
En las lesiones óseas captantes de I131 está indicado el tratamiento adyuvante con I131
en dosis de 100-200 mCi empíricamente o estimadas por dosimetría; aunque con pocas
posibilidades de curación, este tratamiento se asocia con una mejor sobreviva.
Cuando captan el radio-iodo, también pueden ser tratadas con I131 pero se
recomienda su tratamiento previo con radioterapia externa y corticoides para evitar los
efectos del incremento de tamaño tumoral por el estímulo de la TSH y el edema cerebral
ocasionado por el iodo radiactivo.
618
enfermedad residual microscópica es de 50-60 Gy en cuello y mediastino superior, en
25-30 sesiones por cinco semanas; puede agregarse una sobredosis de 5-10 Gy para
tratar focos de enfermedad residual importante.
619
Algoritmo de seguimiento luego de tratamiento inicial
Tiroidectomía total
Ablación con I131 y centelleograma post dosis
3 meses
Dosaje de TSH y Tg (LT4)
Examen físico
6-12 meses Tg estimulada: rhTSH (si disponible)
Si Tg basal detectable: no rhTSH
Ecografía cervical
Bajo riesgo Tg detectable < corte: 1-2 ng/ml) Tg detectable > nivel corte
Eco normal Eco dudosa: sin otras anormalidades. y/o otra patología
Tg no detectable > 5 mm: PAAF
retirar T4
nueva Tg estimulada al dosis terapéutica
año centelleo post dosis
Curación PAAF + tratar
y/o cirugía
620
Tg menor pero detectable:
Disminuir T4 supresión TSH, eco y rh-TSH Tg aumentada TC cuello y Tx
Control anual con: Tg no detectable PET?
Tg en 1 año
- FT3, FT4, TSH
- Tg
- Ecografía
621
GLÁNDULAS PARATIROIDES
Dr. S. Zund
Introducción
Las glándulas paratiroides son cuatro glándulas endocrinas encargadas de la
regulación del metabolismo fosfocálcico. Las paratiroides superiores se desarrollan en la
cuarta bolsa faríngea y suelen localizarse a nivel del polo superior de ambos lóbulos
tiroideos, sobre el músculo cricotiroideo. Las glándulas inferiores se originan en la
tercera bolsa faríngea, y su localización más frecuente es detrás del polo inferior de la
glándula tiroides. Sin embargo, la extensa y prolongada migración de las glándulas en su
embriogénesis condiciona su mayor variabilidad de localización, pudiendo ubicarse
desde la base del cráneo hasta el pericardio, aunque las localizaciones ectópicas más
frecuentes son timo e intratiroideas. Una de la relaciones anatomoquirúrgicas más
importantes de las glándulas es con el nervio laríngeo inferior o recurrente. La glándula
superior se ubica por fuera del nervio y la glándula inferior lo hace por dentro del
mismo. La arteria tiroidea inferior proporciona la irrigación de la paratiroides inferior y
hasta el 80% de la superior, ya sea por ramas directas o un arco anastomótico que forma
con la arteria tiroidea superior[13]. El resto de las superiores reciben irrigación de la
arteria tiroidea superior. El número normal de cuatro glándulas puede variar. Hasta
10% de los pacientes tienen glándulas supernumerarias (entre 5 y 8) y 2-3% tienen
menos de cuatro[14].
Hiperparatiroidismo
Hiperparatiroidismo primario (HPT 1º)
Definición: enfermedad caracterizada por hipercalcemia debida a la sobreproducción
de hormona paratiroidea o paratohormona (PTH) como consecuencia de una patología
primaria de las glándulas paratiroides.
622
Epidemiología: El HPT 1º tiene una incidencia anual de 1/500 mujeres y 1/1000
varones. La relación mujeres/varones está en alrededor de 2-3:1, y se da con más
frecuencia en el rango etario entre 30 y 70 años.
Etiología: el HPT 1º se puede presentar en forma esporádica, familiar o como parte de
un síndrome de neoplasia endócrina múltiple (NEM) tipo I (síndrome de Wermer) o tipo
IIA (síndrome de Sipple). La forma esporádica es la más frecuente, comprendiendo el
90% de los casos. Las causas más frecuentes de esta forma son: adenoma (85%, siendo
en su mayoría adenomas únicos y en un porcentaje muy bajo adenomas dobles),
hiperplasia (14%) y carcinoma (1%)[14]. El HPT 1º familiar consiste en una hiperplasia
glandular transmitida en forma autosómica dominante, no asociada a NEM. El síndrome
NEM tipo I está constituido por gastrinoma o insulinoma pancreático, adenoma
hipofisario e hiperplasia paratiroidea. El síndrome NEM tipo IIA comprende carcinoma
medular de tiroides, feocromocitoma e hiperparatiroidismo por hiperplasia
paratiroidea.
Fisiopatología: el aumento en la producción de PTH aumenta la remodelación ósea y
estimula la producción de vitamina D por parte del riñón, lo que aumenta la absorción
intestinal de calcio y la reabsorción tubular del mismo, llevando a una hipercalcemia.
Anatomía patológica: la diferenciación histológica entre hiperplasia y adenoma no
resulta fácil. Durante la cirugía, la biopsia por congelación es útil para distinguir tejido
paratiroideo de otras estructuras (adenopatías, tiroides, timo) y paratiroides normal o
patológica. El hallazgo intraoperatorio de cuatro glándulas agrandadas sugiere el
diagnóstico de hiperplasia y una glándula agrandada que coexiste con dos o más
hipoplásicas, sugiere adenoma[13].
Diagnóstico: la forma de presentación clínica del HPT 1º ha cambiado en los últimos
años. La descripción clásica de litiasis renal, dolores óseos y musculares, deformidades
esqueléticas, osteoporosis y osteítis fibroquística, síntomas gastrointestinales y
psiquiátricos, no se encuentra en la actualidad con mucha frecuencia[7]. Hoy en día, los
pacientes se presentan frecuentemente con alteraciones en el laboratorio y con cuadros
asintomáticos. La presencia de litiasis renal e hipertensión arterial es la asociación
preoperatoria más frecuentemente encontrada. Sin embargo, hasta el 80% de los
pacientes presentan síntomas inespecíficos como depresión, fatiga, debilidad y falta de
atención, que por ser de instalación lenta e insidiosa no son considerados al momento
del diagnóstico. Existe, además, un cuadro clínico de gravedad denominado “crisis
623
hipercalcémica”, que ocurre generalmente con calcemias mayores a 15 mg/dl, como las
encontradas en el cáncer de paratiroides[5][9]. Se manifiesta con anorexia, nauseas,
vómitos y síndrome confusional que puede llegar al coma. El diagnóstico del HPT 1º se
realiza con la demostración de hipercalcemia (calcio total e iónico) y aumento de la PTH
molécula intacta (PTHi) en presencia de función renal normal. De todas maneras, existe
una entidad denominada HPT 1º normocalcémico, donde coexisten niveles altos de PTHi
con cifras normales de calcio, en ausencia de una causa detectable que pueda explicar la
secreción anormal de PTH[1][7].
Los diagnósticos diferenciales a considerar son todos aquellos que cursan con
hipocalcemia: neoplasias con metástasis óseas, tiazidas, litio, exceso de vitamina D,
tirotoxicosis, sarcoidosis, enfermedad de Paget, insuficiencia renal crónica e
inmovilización prolongada.
Estudios de localización preoperatoria: la ecografía es el método de localización más
económico y posee una alta sensibilidad, pero una especificidad del 60-80%[7] (fotos 1 y
2). Como desventajas cabe aclarar que es un método operador dependiente y que no es
útil para adenomas ectópicos retrotraqueales y mediastínicos. El centellograma con Tc-
99 Sesta-Mibi (MIBI), es considerado actualmente el mejor estudio de localización
prequirúrgico, ya que posee una especificidad del 90% y un 5-8% de falsos positivos
debidos en general a nódulos tiroideos[7] (fotos 3 y 4). Es muy útil en el diagnóstico de
adenomas ectópicos, por ejemplo, los mediastínicos. La tomografía axial computada
(TAC) ha demostrado resultados más pobres que la ecografía y la resonancia magnética
nuclear (RMN). Esta última es considerada un estudio de segunda línea, y tiene como
principales indicaciones: 1) resultados negativos con combinación de ecografía y
centellograma con Sesta-MIBI; 2) adenomas ectópicos y 3) persistencias o recidivas. Los
métodos invasivos (angiografía y dosaje de PTHi por cateterismo venoso) se reservan
para casos complejos de persistencias o recurrencias. La combinación de MIBI y
ecografía incrementa la localización de un adenoma de un 94 a un 99%[7].
624
Foto 1: Ecografía de un adenoma de glándula paratiroides. Foto 2: Ecografía de adenoma de
glándula paratiroides adyacente a la arteria carótida primitiva en contacto con la vena yugular
interna
Foto 3: Centellograma con Tc-99 Sesta-Mibi. Imagen precoz. Foto 4: Mismo estudio, imagen tardía
a las 4 horas, a los 15 minutos, con hipercaptación de tiroides y paratiroides donde se observa
hipercaptación en topografía de inferior izquierda glándula paratiroides
inferior izquierda, compatible con adenoma
625
pacientes con una elevación en su calcemia igual o mayor a 1 mg/dl por encima de los
límites normales, edad < 50 años, clearence de creatinina < 60 ml/min y T-score < 2,5
desvíos standard en la densitometría ósea, a nivel de columna lumbar, cadera y/o fémur.
Una vez efectivizada la indicación quirúrgica, la táctica operatoria dependerá de la
etiología del HPT 1º, es decir, si es una enfermedad uniglandular como en el caso del
adenoma (aunque en hasta un 4% pueden encontrarse adenomas dobles), o una
enfermedad multiglandular como en las hiperplasias[3]. La diferencia principal radica
en el hecho de que en la patología multiglandular la exploración bilateral del cuello es
obligatoria, pero en el caso de un adenoma único una exploración unilateral o focal para
realizar la paratiroidectomía sería suficiente (foto 5 y 6). Si bien esto es cierto, como los
estudios de localización preoperatoria no son 100% eficaces, la exploración unilateral
tiene como desventaja una incidencia de persistencias o recurrencias mayor que la
bilateral y como ventaja menores complicaciones recurrenciales e hipoparatiroidismo.
En contrapartida, la exploración bilateral se asocia a un mejor control del HPT 1º y a
una incidencia mayor de complicaciones como disfonía por lesión recurrencial,
hipoparatiroidismo y hemorragias. Por estas razones, es fundamental complementar los
métodos diagnósticos de localización preoperatoria, con la experiencia del cirujano de
cabeza y cuello interviniente y con métodos de localización intraoperatorios[1][3][7]. A
pesar de lo expuesto, existen cirujanos que exploran ambos lados del cuello en forma
sistemática y otros, que practican la exploración unilateral, basados en la ecografía, el
MIBI y la confirmación histológica en la biopsia por congelación de una glándula normal,
además del adenoma resecado.
626
Estudios de localización intraoperatorios: uno de ellos, ya prácticamente en desuso, es
la infusión de azul de metileno media hora antes de comenzar la cirugía, a razón de 0,7
ml/kg/peso. El azul de metileno (al igual que el Tc-99 Sesta-Mibi) es un catión lipofílico
captado por avidez por las mitocondrias de las glándulas paratiroides, por lo que se lo ha
usado, con resultados variables, para colorearlas durante la cirugía (foto 7).
Otro método de localización intraoperatorio es la cirugía radioguiada, donde se
inyecta Tc-99 Sesta-Mibi dos horas antes del comienzo de la cirugía, y en la cirugía se
intenta la localización de la glándula patológica utilizando una sonda gamma probe (foto
8). Luego de que el adenoma fue resecado, el gamma probe mide la radioactividad de la
pieza resecada, la cual se compara con la radioactividad en el lecho quirúrgico[7].
Foto 7: Reoperación por adenoma persistente, donde se evidencia tinción con azul de metileno de la
glándula. Foto 8: Paratiroidectomía radioguiada con uso de gamma probe en un HPT 1º recurrente
Sin lugar a dudas, la innovación más significativa en este campo ha sido la posibilidad
de realizar un dosaje (monitoreo) de PTHi en forma rápida en el intraoperatorio. Esto es
posible dado que la vida media de la PTHi es muy corta (4 minutos). Si bien
estrictamente hablando no es un estudio de localización, es un método que permite
confirmar la adecuada resección de todas las glándulas hiperfuncionantes y predecir el
éxito del procedimiento. Consiste en realizar determinaciones de PTHi en sangre
periférica preincisión de piel (basal), a los 10/15 minutos de resecadas todas las
glándulas patológicas y 3/4 horas luego de la resección[2]. El éxito de la
paratiroidectomía se define como un descenso mayor al 50% del nivel de PTHi
preincisión, en la determinación realizada a los 10/15 minutos de removidas todas las
glándulas hiperfuncionantes (criterio de Miami)[10]. Si se cumple este requisito, la
627
cirugía se puede dar por finalizada, con una probabilidad de curación > al 95%. Si a
pesar de la resección de una glándula patológica los valores de PTHi no caen a menos del
50% de la PTHi basal, habrá que proseguir primero con la exploración homolateral en
busca de una enfermedad de dos glándulas (adenoma doble), y muchas veces continuar
con la exploración contralateral para descartar una hiperplasia glandular (enfermedad
de todas las glándulas paratiroides)[4].
En el caso del HPT 1º por hiperplasia, el tratamiento quirúrgico a realizar será similar
al tratamiento de las formas secundaria y terciaria. Las opciones quirúrgicas son: 1)
paratiroidectomía subtotal 3 ½; 2) paratiroidectomía total con implante y 3)
paratiroidectomía total sin implante. Estos procedimientos serán abordados en
profundidad en el tratamiento quirúrgico de los HPT 2º y 3º.
628
embargo, tanto la ecografía como el centellograma con Tc-99 Sesta-Mibi pueden ser
útiles para la localización preoperatoria, especialmente en reoperaciones y para
descartar glándulas ectópicas[12].
Foto 9: Tumores pardos mandibulares en HPT 2º renal. Foto 10: Deformidad ósea craneofacial en
paciente de 22 años
629
tratamiento quirúrgico debe ser considerado paliativo, ya que la persistencia de la
insuficiencia renal puede provocar una hiperplasia del tejido paratiroideo
conservado[11]. Con la paratiroidectomía 3 ½ el riesgo de hipoparatiroidismo
postquirúrgico es muy bajo, pero en el caso de una recurrencia, se requerirá una nueva
exploración por cervicotomía. Esto no sucede en el caso de la paratiroidectomía total
con autoimplante, ya que en el caso de un HPT recurrente no será necesaria una
reintervención cervical con anestesia general, sino una exploración ambulatoria con
anestesia local en el sitio receptor del injerto (fotos 11 a 14). En la paratiroidectomía
total sin implante, el riesgo de recidiva es realmente muy bajo, por lo que se ha
propuesto realizarla en aquellos pacientes que no son candidatos a trasplante renal[8].
Independientemente de la estrategia quirúrgica elegida, en todos los casos se debería
realizar criopreservación de tejido paratiroideo, para poder solucionar un potencial
hipoparatiroidismo postquirúrgico[10][11]. En relación al monitoreo intraoperatorio
con PTHi en el HPT 2º, su aplicación es muy controvertida, ya que encarece los costos
del procedimiento y no evita tener que realizar un abordaje bilateral y la identificación
de cómo mínimo cuatro glándulas hiperplásicas. Igualmente, se trata de un método útil
para predecir la resección completa del tejido paratiroideo, cuando se produce un
descenso mayor al 90% del nivel de PTHi basal, en la determinación realizada post-
resección de todas las glándulas hiperplásicas[6][10][11].
630
Fotos 11, 12, 13 y 14: Paratiroidectomía total con autoimplante en paciente con HPT 2 º renal,
donde se evidencian glándula derecha inferior (11), derecha superior (12), izquierda superior (13)
e izquierda inferior (14), respectivamente
631
95% del nivel de PTHi basal, en la determinación realizada post-resección de todas las
glándulas patológicas[6].
632
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633
TUMORES LATERALES DEL CUELLO
Dres. L. Califano y A. Begueri
Generalidades
El término “tumor lateral del cuello” (TLC) abarca una serie de patologías de
diferentes orígenes y significado clínico, cuya única característica común es la de
presentarse como un “bulto” en una región anatómica específica: la región lateral del
cuello. Los límites de esta región son:
Debido a lo antedicho, las patologías de las estructuras centrales del cuello, que se
encuentran dentro de la celda visceral (nódulos tiroideos por ejemplo), no se incluyen
dentro de esta entidad clínica y no serán tratadas aquí.
El origen de los tumores laterales del cuello, puede resumirse en cuatro grandes
grupos:
- Neoplásico benigno.
Es importante destacar que la presencia del tumor, puede estar acompañada de otros
634
signos o síntomas locales, regionales o generales, por lo que se debe aclarar si el tumor
es toda la enfermedad o solo la parte más evidente de ella.
Para recordar la frecuencia del origen de un TLC y enfocar su estudio resulta muy útil
el clásico esquema de Skandalakis.
635
TUMORES LATERALES
TUMORES LATERALES DE
DE CUELLO
CUELLO
ORIENTACIÓN
20 % 80 %
Inflamatorios,
NEOPLASIAS
congénitos , otros
20 % 80 %
benignas MALIGNAS
20 % 80 %
METASTÁSICAS
primarias
20 % 80 %
infraclavicular C y C
Adaptado de Skandalakis ; T. extratiroideos
Por lo tanto, en un adulto de más de cuarenta años, fumador, bebedor, con un TLC
poco doloroso y de instalación progresiva, la etiología más probable es una adenopatía
metastásica de un tumor primario de la cabeza y el cuello.
636
Si se encuentra una lesión o zona sospechosa se debe proceder a la toma de una
biopsia. El estudio citológico del material obtenido mediante la punción-aspiración con
aguja fina (PAAF) de la lesión puede orientar el diagnóstico, o confirmar la sospecha
clínica, lo que permite optimizar el uso de recursos y el tiempo, para lograr el
tratamiento adecuado de la patología.
Son mucho menos frecuentes que las adenopatías. Son más frecuentes en los varones
y suelen presentarse en la primera década de la vida, aunque pueden aparecer a
cualquier edad. El segundo arco branquial es el responsable de casi el 90% de las
lesiones y se presentan como fístulas en los niños pequeños y como quistes en la
segunda infancia y adolescencia[6]. Estas fístulas, senos o quistes suelen ubicarse por
delante del borde anterior del esternocleidomastoideo, en su tercio medio o inferior.
637
Radiografía cervical de perfil en la que se
observa la imagen radiolúcida de un quiste
branquial
Higromas quísticos
Se los puede clasificar de acuerdo al tamaño en micro o macro-quísticos (< o > a 1 cm)
o teniendo en cuenta su localización y grado de afectación. De Serres y col. propusieron
una clasificación en cinco estadios[3]:
638
Estadio 2: suprahioideo unilateral
Adenopatías cervicales
Adenopatías inflamatorias
Las adenopatías inflamatorias, en especial las agudas, son mucho más frecuentes que
las neoplásicas pero debido a su evolución favorable en forma espontánea o con
tratamiento, no deben ser consideradas dentro de los TLC, o sólo lo serán aquellas que
pasen a una cronificación luego de un período agudo.
A medida que evoluciona la infección por HIV los pacientes pueden presentar
múltiples infecciones oportunistas y neoplasias, muchas de las cuales pueden
comprometer los ganglios linfáticos. Por lo tanto los diagnósticos diferenciales en un
paciente HIV positivo con adenopatías es muy amplia, siendo las más frecuentes: la
tuberculosis, micobacterias atípicas, sífilis, linfomas, sarcoma de Kaposi, bartonelosis. La
639
mayoría de los autores recomienda un procedimiento diagnóstico cuando está presente
alguno de los siguientes elementos: marcados signos y síntomas constitucionales,
adenopatías localizadas, adenopatías desproporcionadamente grandes, adenopatías
mediastinales, masa voluminosa a nivel abdominal, citopenia o eritrosedimentación
acelerada de causa no aclarada, adenopatías con signos de flogosis.
Punción-aspiración
Adenopatías neoplásicas
Como fue descripto con anterioridad las adenopatías neoplásicas pueden ser
primarias o metastásicas.
Adenopatías primarias
640
Adenopatías metastásicas
En los pacientes entre los cincuenta y sesenta años, constituyen el grupo más
frecuente de los tumores laterales de cuello. Esto siempre debe ser tenido en cuenta,
sobre todo cuando media el antecedente de consumo de alcohol y tabaco.
Los grupos linfáticos del cuello drenan el cuero cabelludo, la piel del área de la cabeza
y cuello, la mucosa del tracto aerodigestivo superior, las glándulas salivales y la glándula
tiroides, en forma específica, predecible y secuencial en los distintos grupos
ganglionares. Por lo tanto la ubicación de una adenopatía sugiere en principio dónde
puede estar ubicado el tumor primario, pero debe recordarse que existe una
superposición en el área de drenaje de distintas localizaciones. Es importante entender
entonces esta diseminación linfática a los distintos grupos ganglionares y describirlas
como “niveles” más que como grupos ganglionares anatómicos.
La terminología para categorizar los grupos ganglionares del cuello fue originalmente
descripta en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, New York (Estados Unidos),
que es ampliamente aceptada. Ésta divide al cuello en cinco regiones ganglionares a cada
lado. Una sexta región, el compartimiento central, fue agregada después[10] (figura 1).
del cuello
641
Sitio primario Primera estación ganglionar
Debe recordarse que más del 80% de las adenopatías metastásicas del cuello tienen
origen en tumores primarios de la cabeza y el cuello. El resto (menos del 15%) tienen su
origen en primarios infra claviculares, de ubicación más frecuente en el pulmón, seguida
por el aparato digestivo (estómago, colon, esófago, páncreas) y el urogenital.
Los adenocarcinomas son raros y en general hay que pensar en un origen salival para
las localizaciones cervicales altas, o bien de un órgano infra clavicular para aquellas
adenopatías que se ubican en la fosa supraclavicular (ganglio de Virchow-Troisier)[9].
642
tumor primario. Sin embargo, entre el 1 y 5% de los casos, no es posible evidenciar este
último dentro de un plazo útil para su estudio, que no debe exceder las cuatro
semanas[7][11]. Llegado este punto, deberá considerarse al enfermo como portador de
un tumor primitivo no hallado y efectuar el tratamiento.
En cuanto a la incisión no debe olvidarse que estos pacientes son posibles candidatos
a una linfadenectomia radical, por lo tanto, la misma debe emplazarse de tal manera que
pueda ser incluida dentro del trazado de una incisión adecuada para esta cirugía, y que
no obligue a realizar colgajos poco vascularizados que los exponga a una posterior
dehiscencia. La extirpación de la lesión debe ser completa de ser posible, y si no, debe
realizarse una biopsia en cuña, aplicando en ambos casos, una técnica meticulosa para
evitar complicaciones que pudieran dificultar o retrasar el tratamiento posterior. Debe
asegurarse que el material obtenido sea suficiente mediante el empleo de la biopsia por
congelación con el patólogo en quirófano.
En más del 95% de los pacientes con metástasis cervicales, se identifica el tumor
primario a través del examen físico riguroso, pan-endoscopías con biopsias de los sitios
sospechosos, TAC, RMN o más recientemente con el uso del 18 FDG PET/TC. Los
restantes casos (1 al 5%) se definen como tumores primitivos no hallados (TPNH).
643
destrucción del primario mediada por inmuno-moduladores, crecimiento más veloz de
las metástasis ganglionares o desprendimiento de un carcinoma necrótico[7][11]. La
estirpe histológica más frecuente es el carcinoma escamoso, seguido del
adenocarcinoma, carcinomas indiferenciados y otros. El área ganglionar más
frecuentemente afectada es el nivel II, seguido del nivel III. El tamaño ganglionar
promedio es de 5 cm, con mayoría de N2. La edad media al diagnóstico oscila entre los
55 y 65 años con predominancia en los varones[2].
Estos tumores pueden ser benignos o malignos (sarcomas), aunque en algunos casos
sólo por la evolución pueden encasillarse en uno u otro sentido.
644
tratarse cuando presentan gran tamaño o síntomas. Ante la duda diagnóstica deben
estudiarse como el resto de los tumores laterales de cuello.
TAC de cuello en la que se observa un tumor de densidad grasa (lipoma) por detrás del músculo
esternocleidomastoideo derecho
TAC de un tumor del glomus carotideo y la clásica separación en forma de lira que produce entre
las carótidas externa e interna. Abajo: reconstrucción 3D
645
Los sarcomas constituyen un grupo muy heterogéneo de tumores, por lo que su
clasificación en base a su histogénesis es muy difícil y discutida. A su vez, el
comportamiento de estos tumores también es variable pudiendo presentarse con lento o
rápido crecimiento, bajo o alto poder metastatizante o recidivante. Los factores que
influyen en este comportamiento son el tamaño (considerándose T1 a los menores de 5
cm de diámetro y T2 a los mayores de 5 cm), grado y tipo histológico y localización. Para
formular el grado histológico de malignidad se toma en cuenta el tipo histológico, la
cantidad de necrosis, la celularidad, el pleomorfismo, el número de mitosis y la forma de
crecimiento (empujando o invadiendo los tejidos).
Estos tumores son raros en el área de la cabeza y el cuello representando menos del
1% de todas las neoplasias de esta región y la mayor parte pertenece a los tipos de la
estirpe fibrosa.
646
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