5.El Aparato Formal de La Enunciación - Benveniste
5.El Aparato Formal de La Enunciación - Benveniste
5.El Aparato Formal de La Enunciación - Benveniste
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Langages, París, Didier-Laroussc, año 5, núm. 17 (marzo de 1970), pp. 12-18.
LA COMUNICACIÓN EL APARATO FORMAL DE LA ENUNCIACIÓN
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Nos ocupamos particularmente de esto en un estudio publicado en Semiotica, I, 1969 (antes, pp. 47-69).
LA COMUNICACIÓN EL APARATO FORMAL DE LA ENUNCIACIÓN
malicia, del modo más imprevisible, sale ganando y es proclamado vencedor. Este juego no
tiene más que las apariencias de un diálogo.
A la inversa, el "monólogo" procede por cierto de la enunciación. Debe ser planteado, pese a
la apariencia, como una variedad del diálogo, estructura fundamental. El "monólogo" es un
diálogo interiorizado, formulado en "lenguaje interior", entre un yo locutor y un yo que
escucha. A veces el yo locutor es el único que habla; el yo que escucha sigue presente, no
obstante; su presencia es necesaria y suficiente para tornar significante la enunciación del yo
locutor. En ocasiones también el yo que escucha interviene con una objeción, una pregunta,
una duda, un insulto. La forma lingüística que adopta esta intervención difiere según los
idiomas, pero es siempre una forma "personal". Ora el yo que escucha se pone en el lugar del
yo locutor y se enuncia pues como "primera persona” ; así en español, donde el "monólogo"
será cortado por observaciones o injunciones como: "No, soy tonto, olvidé decirle que... "
Ora el yo que escucha interpela en "segunda persona" al yo locutor: "No, no hubieras debido
decirle que... " Habría que establecer una interesante tipología de estas relaciones; en algunas
lenguas se vería predominar el yo oyente como sustituto del locutor, poniéndose a su vez
como yo (francés, inglés), o en otras dándose por interlocutor del diálogo y empleando tú
(alemán, ruso). Esta trasposición del diálogo a "monólogo" donde EGO ora se escinde en dos,
ora asume dos papeles, se presta a figuraciones o trasposiciones psicodramáticas: conflictos
del "yo profundo" y de la "conciencia", desdoblamientos provocados por la "inspiración", etc.
Suministra la oportunidad el aparato lingüístico de la enunciación suirreflexiva que
comprende un juego de oposiciones del pronombre y del antónimo (en francés je/ me/ moi ).4
Estas situaciones pedirían una descripción doble, de forma lingüística y de condición
figurativa. Se contenta uno demasiado fácilmente con invocar la frecuencia y la utilidad
prácticas de la comunicación entre los individuos para admitir la situación de diálogo como
resultante de una necesidad y prescindir de analizar sus múltiples variedades. Una de ellas se
presenta en una condición social de lo más trivial en apariencia, de las menos conocidas en
verdad. B. Malinowski la ha señalado con el nombre de comunión fática, calificándola así
como fenómeno psicosocial de funcionamiento lingüístico. Trazó su configuración
partiendo del papel que tiene el lenguaje. Es un proceso donde el discurso, con la forma de un
diálogo, funda una aportación entre los individuos. Vale la pena citar algunos pasajes de este
análisis: 5
El caso del lenguaje empleado en relaciones sociales libres, sin meta, merece una
consideración especial. Cuando se sienta gente alrededor de la hoguera del pueblo después de
concluir su faena cotidiana o cuando charlan para descansar del trabajo, o cuando
acompañan un trabajo simplemente manual con un chachareo que no tiene que ver con lo
que hacen, es claro que estamos ante otra manera de emplear la lengua, con otro tipo de
función del discurso. Aquí la lengua no depende de lo que pasa en el momento, hasta parece
privada de todo contexto situacional. El sentido de cada enunciado no puede ser vinculado al
comportamiento del locutor o del oyente, a la intención de lo que hacen.
Una simple frase de cortesía, empleada tanto en las tribus salvajes como en un salón europeo,
cumple con una función para la cual el sentido de sus palabras es casi del todo indiferente.
Preguntas sobre el estado de salud, observaciones sobre el tiempo, afirmación de un estado de
Traducimos algunos pasajes del artículo de B. Malinowski publicado en Ogden y Richatds, The Meaning Of
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cosas absolutamente evidente, todas estas cosas son intercambiadas no para informar, no en
este caso para ligar a personas en acción, tampoco, de fijo, para expresar un pensamiento...
Es indudable que estamos ante un nuevo tipo de empleo de la lengua —que, empujado por el
demonio de la invención terminológica, siento la tentación de llamar comunión fática, un
tipo de discurso en el cual los nexos de unión son creados por un simple intercambio de
palabras... Las palabras en la comunión fática ¿son empleadas principalmente para trasmitir
una significación que es simbólicamente la suya? No, de seguro. Desempeñan una función
social y es su principal meta, pero no son resultado de una reflexión intelectual y no suscitan
por necesidad una reflexión en el oyente. Una vez más podremos decir que la lengua no
funciona aquí como un medio de trasmisión de pensamiento.
Pero ¿podemos considerarla como un modo de acción? ¿Y en qué relación está con nuestro
concepto decisivo de contexto de situación? Es evidente que la situación exterior no
interviene directamente en la técnica de la palabra. Pero ¿qué se puede considerar como
situación cuando un grupo de gente charla sin meta? Consiste sencillamente en esta atmósfera
de sociabilidad y en el hecho de la comunión personal de esa gente. Mas ésta es de hecho
consumada por la palabra, y la situación en todos los casos es creada por el intercambio de
palabras, por los sentimientos específicos que forman la gregaridad convivial, por el vaivén de
los decires que constituyen el chacoteo ordinario. La situación entera consiste en
acontecimientos lingüísticos. Cada enunciación es un acto que apunta directamente a ligar el
oyente al locutor por el nexo de algún sentimiento, social o de otro género. Una vez más el
lenguaje en esta función no se nos manifiesta como un instrumento de reflexión sino como
un modo de acción.
Estamos aquí en las lindes del "diálogo". Una relación personal creada, sostenida, por una
forma convencional de enunciación que vuelve sobre sí misma, se satisface con su logro, sin
cargar con objeto, ni con meta, ni con mensaje, pura enunciación de palabras convenidas,
repetida por cada enunciador. El análisis formal de esta forma de intercambio lingüístico está
por hacer.6
En el contexto de la enunciación habría que estudiar otras muchas cosas. Habría que
considerar los cambios léxicos que la enunciación determina, la fraseología que es la marca
frecuente, acaso necesaria, de la "oralidad". También habría que distinguir la enunciación
hablada de la enunciación escrita. Ésta se mueve en dos planos: el escritor se enuncia
escribiendo y, dentro de su escritura, hace que se enuncien individuos. Se abren vastas
perspectivas al análisis de las formas complejas del discurso, a partir del marco formal aquí
esbozado.
Sólo ha sido Obieto de unas cuantas referencias, por ejemplo en Grace de Laguna, Speech, Its FunctiOn and
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Development, 1927, p. 244n.; R. Jakobson, Essais de linguistique générale, trad. de N. Ruwet, 1963, p. 217