#5 Tomás y Garrido, Gloria María - Cuestiones Actuales de Bioética-páginas-138-153 (2)

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 16

Machine Translated by Google

9
Eutanasia

LA EUTANASIA

— Eutanasia, etimológicamente viene del griego (eu, buena thanatos, muer­


te). Significa una muerte natural y serena, sin amarguras ni angustias destacables,
sin pesadumbre ni remordimiento, es decir, en paz con Dios, con uno mismo y
con el prójimo.
Fue introducido en el vocabulario científico por Francisco Bacon en 1623,
aplicándole el sentido de aliviar los sufrimientos y también para procurar una
muerte tranquila y serena.
En la actualidad, el término eutanasia es ambiguo y extraordinariamente
equívoco; en realidad se declina en facilitar la muerte o provocarla a través del
personal sanitario. Hay una intencionalidad supuestamente compasiva y
liberadora, a modo de homicidio piadoso, en el que se busca:
— anticipar el final de una vida que la enfermedad o la vejez parecen haber
convertido en insostenible;
— como medio para privar al enfermo de los dolores, o de una deformación
física, o de una ancianidad penosa (se prescinde de la medicina paliati­
va);
— la legítima renuncia voluntaria a recibir tratamientos inútiles, despropor­
cionados y demasiado caros (rechazo al encarnizamiento terapéutico).
La Eutanasia, estrictamente, es una acción o una omisión que por su
naturaleza y en la intención de quien la realiza provoca la interrupción de la vida
del enfermo grave o también del niño recién nacido mal formado. En 1987 la
Asociación Médica Mundial la define como «acto deliberado de poner fin a la vida
de un paciente». Para la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (definición
del año 2002), la considera como «conducta (acción u omisión) intencionalmente
dirigida a terminar con la vida de una persona que tiene una enfermedad grave
Machine Translated by Google

138 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

e irreversible, por razones compasivas y en un contexto médico». La eutanasia implica la


intención de buscar la muerte de otro, no la propia; por lo tanto se trata de un suicidio asistido,
que se realiza por acción (mediante el uso de fármacos) u omisión (no prestando la atención
debida).
En muchos casos, el motivo al que se aduce para justificarla ante la opinión pública está
constituido sustancialmente por dos ideas fundamentales: el principio de autonomía del sujeto,
que tendría derecho a disponer, de manera absoluta, de su propia vida; y la convicción, más o
menos explícitada, de la insoportabili­dad e inutilidad del dolor que puede a veces acompañar a
la muerte. A partir de la década de 1970, comenzando en los países más desarrollados del
mundo, se ha ido difundiendo una insistente campaña a su favor. Tampoco se ha de excluir que
detrás de algunas campañas a favor de la eutanasia se ocultan razones de gasto público,
consideradas insostenibles e inútiles frente a la prolongación de ciertas enfermedades.

Conceptualmente se suelen añadir adjetivos al concepto de eutanasia, según cual sea la


causa por la que se quiere provocar la muerte. Así, se cita por ejemplo la Eutanasia eugenésica,
económica o social cuando la muerte se busca como medio para purificar la raza o para liberar a
la familia oa la sociedad de la carga de las llamadas «vidas sin valor». Esto, simplemente, no es
verdad. Señala en este sentido San Gregorio: «El hombre tiene algo de todas las criaturas;
porque tiene el ser, como las piedras; la vida como los árboles; la sensibilidad, como los animales;
y la inteligencia como los ángeles»1 .

ALGUNOS DATOS SOCIALES SIGNIFICATIVOS RELATIVOS AL TEMA

Se han elegido, con salto de siglos, datos que clarifican lo que conlleva la práctica
eutanásica, algo directamente relacionado con el encuentro médico­paciente; esta relación ha
ido evolucionando, muy particularmente desde el co­mienzo del siglo XX, pues hasta entonces,
poco podía hacer el médico por su paciente cuando se enfrentaba con una probable muerte. Se
morían por infecciones intratables.

En la actualidad, en el mundo occidental, la mayoría de las personas no mueren –a no ser


por accidentes de tráfico, por mezclas de droga y alcohol– por muerte repentina, de una forma
brusca o inesperada, sino que lo hacen en las ca. ­

1. SAN GREGORIO, Hom.29 super Evang.


Machine Translated by Google

EUTANASIA 139

mas de los hospitales o en su domicilio, siendo tratados por profesionales


biosanitarios. Aquellas enfermedades han sido controladas y ahora las causas
de muerte son principalmente enfermedades crónicas, degenerativas y tumorales,
que se presentan tanto en personas jóvenes, como sobre todo en personas
mayores. En estas situaciones el biosanitario personal puede ejercer un control
más eficaz en las situaciones límites, pero ¿qué parámetros definen esa eficacia?
Desde el inicio de la Medicina, este encuentro médico­paciente, ha estado
presidido por la dignidad y la confianza, pues el verdadero cometido de la Medi­
cina ha sido y debe ser «curar si es posible, pero prestar asistencia siempre».
En el Juramento Hipocrático (siglo IV antes de Cristo) se indica «No daré a nadie que lo
pida un remedio mortal o un consejo que lo induzca a tal fin». De este modo ha funcionado la
Medicina.
Es muy ejemplar la exposición que, sobre este tema, se exponía en España
en el primer Código Deontológico de finales del XX. Veamos algunos artículos:

—Artículo 28.1: «El médico nunca provocará intencionadamente la


muerte de un paciente ni por propia decisión, ni cuando el enfermo o sus
allegados lo soliciten, ni por ninguna otra exigencia. La eutanasia, u “homi­
cidio por compasión” es contraria a la ética médica»
—Artículo 28.2: «En el caso de enfermedad incurable y terminal, el
médico debe limitarse a aliviar los dolores físicos y morales del paciente,
manteniendo en todo lo posible la calidad de una vida que se agota, evitando
emprender o continuar acciones terapéuticas sin esperanza, inútiles y
obstinadas, y asistirá al enfermo hasta el final con el respeto que merece la
dignidad del hombre»2 .

El actual Código no le exponen tan claramente, aunque los capítulos III –


acer­ca de la relación del médico con su paciente– y el X –sobre la tortura y
vejación de las personas– manifiestan la necesaria actitud de asistencia y de respeto.
A pesar de esta actitud, la sociedad está en un duro momento: hay una
evolución producida a favor de la eutanasia. El movimiento proeutanasia fue
iniciado por la psiquiatra Hocke en la década de 1920 para eliminar sin dolor a los
grandes incapacitados físicos y mentales y se demostró una solución para los
enfermos incurables, atormentados por el dolor. Pero los parámetros han ido
variando vertiginosamente. En Alemania, en menos de veinte años, la eutanasia
originó la desaparición de 275.000 personas por razones de bastante menor peso,

2. HERRANZ, G., Comentarios al Código de Ética y Deontología médica, EUNSA, 1995, 136­139.
Machine Translated by Google

140 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

en concreto, por deformidad física, por enuresis, e incluso por dificultades de asimilación
educativa.
El médico norteamericano Leo Alexander escribió en 1949, haciendo referencia a la
práctica eutanásica realizada durante el Tercer Reich: «Comenzaron con la idea, que es
fundamental en el movimiento a favor de la eutanasia, de que existen estados que no son dignos
de ser vividos. En su primera fase esta actitud se refería sólo a los enfermos graves y crónicos.
Paulatinamente se fue ampliando el campo de quienes entraban dentro de esa categoría, y se
fueron agregando tam­bién a los socialmente improductivos ya los de ideologías o razas no
deseadas.
Sin embargo es decisivo advertir que la actitud hacia los enfermos incurables fue el diminuto
desencadenante que tuvo como consecuencia ese total cambio de actitud».

Actualmente, en muchos países, se ha extendido a los niños nacidos deformes, incluso


se practica una eutanasia prenatal, y también en ancianos e inváli­dos, que concebidos como
una carga para la sociedad, con un grado de tolerancia y permisividad graves. .

La diferencia entre dejar morir y matar es muy significativa. La opinión pública puede
recordar dos casos significativos en la defensa del «derecho a mo­rir».

El primero es el de Karen Ann Quinlan (1954­1985), joven que entró en coma en el año
1975 por intoxicación barbitúrica. Sus padres solicitaron la supresión del respirador y tras una
larga lucha en los tribunales, se retiró la asistencia respiratoria el año siguiente; la enferma, que
no recuperó nunca la conciencia, continuó con vida hasta 1985.

Otro caso es el de Terri Schiavo, que falleció el año 2005 tras quince años de coma
profundo. Terri sufrió una lesión cerebral aparentemente irreversible, por un régimen de
adelgazamiento. Su esposo llevó a juicio a los doctores por negligencia médica, y obtuvo una
indemnización multimillonaria y, a su vez, conmovió al jurado al expresar su deseo de dedicarse
el resto de su vida a cuidar.
a su esposa.
Sin embargo, en menos de un año, tenía ya otra mujer y él mismo pidió a los médicos que
tomaran medidas para no reanimarla en caso de fallo cardíaco, para acelerarle la muerte por
desconexión de la sonda alimentaria, etc. uno de los juicios ocurridos, el juez le dio la razón, y
Terri murió por inanición, tras varios días de carecer de lo mínimo indispensable: agua y alimento.

Citemos del 2007, el caso de Madeleine Z., de 69 años, sufría una grave en­fermedad
progresivamente paralizante, Esclerosis Lateral Amiotrófica. Se quitó la
Machine Translated by Google

EUTANASIA 141

vida, durmiéndose, en su casa de Alicante. Militaba por el derecho a una muerte


digna. Le acompañaron dos voluntarios de su grupo proeutanasia. Temía se
quedó totalmente inválida. La prensa reconoció el impactante testimonio de Emilio
Ferrerres, aquejado de la misma enfermedad y presidente de ADELA (Asociación
Española de Esclerosis Lateral Amiotrófica) en Valencia. Vale la pena reflejarla:
«Es­toy harto de que los héroes siempre sean los que ponen fin a su vida y no los
que cada mañana nos levantamos y nos enfrentamos a la adversidad de la enfermedad.
Yo padezco la misma dolencia que Madeleine, esclerosis lateral amiotrófica, soy
joven, tengo hijos pequeños, mi afectación la tengo en ambos brazos y cada día
me doy cuenta de que voy perdiendo la capacidad de hacer cosas tan básicas
como abrocharme un botón o coger una cuchara (…) «Si por un momento sumara
estas pequeñas renuncias, mi vida sería un infierno. Después del período de
adaptación a mi nueva vida, cambió la concepción que tenía de ella. Ya que no
existe cura para mi enfermedad, buscó mi medicación en las pequeñas cosas que
cada día todavía puedo hacer, como recibir un beso de mis hijos al irse a acostar
por la noche, el olor de mi esposa y tantas cosas que sé que la enfermedad nunca
podrá quitarme. (…)Me duele que se magnifique y se relacione una discapacidad
grave con la pérdida de la dignidad por vivir. ¿Y entonces para qué me vale mi
lucha día a día? ¿Soy indigno? ¿Lo son aquellos que deciden vivir? Creo que el
deber de los medios de comunicación, además de informar de hechos tan lamen­
tables como el de Madeleine, también sería mostrar la tenacidad y la esperanza
de miles de personas con una dependencia grave».
Un último ejemplo es del año 2010, en el que se concedió el premio «Ca­
ballero de la Legión de Honor» –la condecoración de mayor rango de Francia– a
Maryannick Pavagean, una mujer afectada por el síndrome de enclaustramiento
(Locked –in ). Fue premiada por su lucha a favor de los discapacitados.
Actualmente­mente tiene 56 años, y está enferma desde hace treinta años;
Después de haber estado en coma, al despertar comprobó que sólo podía mover
los párpados. En vez de preguntarse ¿Por qué a mí? Se dijo ¿qué es lo que
sigue? convencida de que su vida no es lo que podría haber sido, pero es su vida.
Afirma que todos los que piden la eutanasia están buscando ser amados.
Estos testimonios deben ser el mejor aliciente para cortar con la mentalidad
una proclamación y reivindicación de la autonomía absoluta del individuo –ya
citada– para decidir sobre su propia vida la que ha introducido la ya conocida
«pendiente resbaladiza» de la eutanasia.
Comúnmente está admitido que la persona adulta y mentalmente sana tiene
el derecho a decidir qué se puede hacer con su cuerpo; esta afirmación se ava­la
por una concepción filosófica de cuño liberal­radical, que entiende la libertad
Machine Translated by Google

142 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

como pura capacidad de ejercicio, ignorando la verdad última del ser humano, ya que se piensa
que no son los valores éticos los que legitiman el ejercicio de la libertad y su capacidad de
elección, sino que es la elección personal la que da validez a los valores éticos.

Desde la más elemental jurisprudencia la actitud pro­eutanásica es contra­dictoria pues


el derecho a la vida tiene un contenido de protección positiva que impide configurarlo como un
derecho de libertad que incluye el derecho a la propia muerte.

VALORACIÓN ÉTICA DE LA EUTANASIA

La gran cuestión que sobrevuela la fase final de la vida es la actitud que se adopta frente
al dolor, al sufrimiento físico, psicológico o moral. Su significado varía de unas culturas a otras,
y en todo caso la religiosidad y las creencias pueden ser de gran ayuda o un verdadero
obstáculo. Suponen ayuda cuando facilitan un sentido al sin­sentido del sufrimiento y no enfocan
la muerte como un final definitivo sino como un cambio hacia algo mejor. Puede ser un obstáculo
cuando plantean la enfermedad y la muerte como un «castigo divino».

Siempre es importante favorecer la voluntad del paciente y aliviar su sufrimiento porque


el dolor humano exige amor y participación solidaria, no la expeditiva violencia de la muerte
anticipada; por ello, hay que proponer como comprometer la asistencia a los que sufren; En
esto consiste el verdadero humanismo.
Pero el hombre de hoy, privado muchas veces de referencia a los valores y muy
particularmente de su relación ontológica amorosa, se replica con frecuencia sobre horizontes
restringidos y relativos, y no sólo quiere vivir a espaldas de la muerte sino que desea ajustarla a
su conveniencia.
Desde el punto de vista legislativo y en toda su dimensión político­social la eutanasia
debería estar siempre penalizada puesto que ese hecho manifiesta la protección del derecho a
la vida, derecho nuclear a través del cual giran muchos derechos personales. Su legalización no
es un problema puntual, es un cambio de valoración social del valor de la persona y de su
dignidad, de ahí su peligro.
Son muy interesantes los estudios realizados por MacIntyre3 en los que apunta a no ver
al hombre sólo desde la autonomía, sino como «animal racional».

3. SERRANO, JM, Eutanasia y vida dependiente, Ediciones Internacionales Universitarias, 2001, 145­149.
Machine Translated by Google

EUTANASIA 143

dependiente», algo que todos los somos; piénsese por ejemplo en los paradigmas
materno­filial, maestro­alumno, etc.
Lo que se da a alguien ha de estar muy relacionado con las necesidades de
ese alguien; desde este ángulo, hay que alabar a quien entrega más altruistamente
pues las pequeñas victorias del débil muestran las virtudes más excelsas del que
ha enseñado y ayudado, que significativa es esta actitud ante el enfermo terminal,
pues «...el enfermo que se siente rodeado por la presencia amorosa, humana y
cristiana, no cae en la depresión y en la angustia de quien, por el contrario, se
siente abandonado a su destino de sufrimiento y muerte y pide que acaben con
su vida. Por eso la eutanasia es una derrota de quien la teoriza, la decide y la
practica»4 .
La condena de la eutanasia que se hace en la encíclica Evangelium vitae5
por ser «una grave violación de la ley de Dios, en cuanto eliminación deliberada y
moralmente inaceptable de una persona humana» entraña el peso de la razón
ética universal fundada en la ley natural y la instancia elemental de la fe en Dios
creador y custodio de toda persona humana.
Desde estos supuestos afirmamos los siguientes puntos:
1. Se incurre en eutanasia cuando se tiene la intención de poner punto final
a la vida o de facilitar la muerte de una persona. La eutanasia es siempre
ilícita, aunque se practicara con finos compasivos, o aunque la solicitara
el enfermo. Se viola el principio de la defensa de la vida humana, algo
que nada ni nadie puede autorizar. No es sólo el atentado contra una
vida, o contra la vida en general, sino contra la humanidad. Y más
monstruoso es el acto cuando la eliminación de la persona se realiza
como liberación de la vida de otro porque para uno mismo se ha convertido en una ca
Tengamos en cuenta que ningún hombre puede decidir arbitrariamente
entre vivir o morir, pues sólo el Creador es dueño absoluto de esta
decisión. Se trata de una doctrina fundamentada en la ley natural,
enseñada por la Tradición de la Iglesia y por el Magisterio ordinario y universal.
2. No hay eutanasia cuando se tiene la intención de aliviar los sufrimientos
del enfermo terminal (del que se comenta en el apartado siguiente) aun­
que el suministro de fármacos pueda acelerar la muerte de esa persona.
Incluso cuando a falta de otros medios, con el consentimiento del
paciente, se recurrirá a alternativas terapéuticas de que dispone la medicina más.

4. Carta de los agentes sanitarios (Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes
Sanitarios), 1995, n.149.
5. Cfr. Evangelium vitae, nn. 47 y 65.
Machine Translated by Google

144 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

avanzada aún en fase experimental y no libre de todo riesgo.(Se aplica


en este caso la moral tradicional del voluntario indirecto).
3. No hay eutanasia cuando se omiten o se interrumpen cuidados que son
desproporcionados e inútiles para el enfermo.
4. En diversos escritos y conferencias el Dr. Gonzalo Herranz, ha comentado
el caso del médico que si sucumbe a la tentación de la eutanasia y no da
marcha atrás será muy difícil que deje de matar. Incluso por propia
coherencia se verá obligado a aplicar la eutanasia en las ocasiones en
que puedan parecer vidas de menor calidad, o más o menos dramáticas.
La eutanasia, continúa explicando, aquí a la medicina como empre­sa
científica y el clima eutanásico terminaría haciendo a los sanitarios
impunes tanto si curan a unos pacientes como si los matan. E incluso,
ante determinadas enfermedades, se acortaría la investigación pues fal­
tarían razones de peso para indagar en la curación del enfermo. Por lo
que la eutanasia también supone un freno al progreso de la medicina.
No cambia ni amplía la acción del médico; más bien es una sustitución
de la medicina. La eutanasia, con su poder imparable, se convierte en un
veneno ético para el biosanitario y un narcótico para la sociedad.

EL ENCARNIZAMIENTO TERAPÉUTICO

El encarnizamiento terapéutico consiste en retrasar el advenimiento de la


muerte por todos los medios, proporcionados o no, aunque no haya esperanza
alguna de curación y aunque eso signifique infligir al moribundo unos sufrimien­
tos añadidos. El encarnizamiento terapéutico supone el uso de terapias inútiles o
ineficaces para la curación del enfermo, que aumentan las penalidades de la
enfermedad y se configuran como desproporcionadas en la relación entre riesgo
y beneficio, condenando artificialmente al enfermo a una agonía prolongada, más
que a una curación de la enfermedad.
Las características son:
— inutilidad bajo el perfil de la terapia;
— las penalidades que le imponen al enfermo ulteriores sufrimientos y hu­
milaciones;
— la desproporción de los medios con respecto al resultado6 .

6. LUCAS, R., Explícame la bioética, Palabra, 2005, 179.


Machine Translated by Google

EUTANASIA 145

LA LIMITACIÓN DEL ESFUERZO TERAPÉUTICO

Mientras que la eutanasia intenta acelerar la muerte, el encarnizamiento in­


tenta retrasarla e incluso evitarla a toda costa. El encarnizamiento terapéutico no
es frecuente; de ahí que parezca oportuno juzgarlo desde la perspectiva de la
limitación del esfuerzo terapéutico; aquí se ha citado el término anterior porque
con frecuencia figura en manuales de Bioética.
Tanto la eutanasia como el encarnizamiento terapéutico pueden responder
a la misma lógica oa dos lógicas diferentes.
Obedecen a la misma lógica si se mira desde la «omnipotencia» del hombre
y supone que éste quiere reafirmar su poder sobre la muerte (adelantándola o
re­trasándola), pero responden a lógicas diferentes e incluso contrapuestas desde
el punto de vista objetivo, pues la eutanasia está dirigida por la lógica de la
muerte intencionada, y el encarnizamiento terapéutico está guiado por la lógica
de la vida a cualquier precio.
¿Qué se debe evitar en una persona a la que se le avecina la muerte? Aque­llas terapias
intensivas que despojan al enfermo de la necesaria tranquilidad, lo aíslan de cualquier contacto
humano con los familiares y amigos, y acaban por impedirle que se prepare interiormente a morir
en un clima y en un contexto humano.

Hay obligación moral de curarse y hacerse curar, pero tal obligación tiene
que medirse con las situaciones concretas; debe valorarse si los medios
terapéuticos a disposición son proporcionados respecto de las perspectivas de mejoría.
La renuncia a medios desproporcionados no equivale al suicidio oa la eutanasia;
manifiesta, en cambio, la aceptación de la condición humana frente a la muerte.
Por ello resulta evidente:
1. No se tiene que poner en práctica ningún procedimiento para acelerar la
muerte en modo directo o intencionado.
2. Se tiene que evitar toda forma de eutanasia.
3. No se está obligado a practicar cuidados «desproporcionados» que, en
algunos casos, podrían derivar en encarnizamiento terapéutico, llegando
a atormentar al enfermo y, tal vez, ser ofensivos para su dignidad.
4. Sí se está obligado a ofrecer los cuidados «normales y ordinarios» para
dar al enfermo consuelo físico y psicológico: alimentación, las medici­
nas y analgésicos adecuados, la ayuda a la respiración, etc.7.

7. SERRANO, JM, op. cit., 179­180.


Machine Translated by Google

146 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

Los cuidados ordinarios elementales, como la alimentación, hidratación, su­


ministro de analgésicos, ayuda a la respiración, curas mínimas, higiene, cambios
posturales, etc. que van destinados a la supervivencia y no a la curación, siempre
se está obligado a ofrecerlos. a toda persona enferma. Está claro que no son una
manera de alargarle amargamente la vida, sino una forma humana y digna de
respetarlo como persona.
Sin embargo, la aplicación de terapias para prolongar la vida del enfermo no
hacen sino aumentar en el paciente los sufrimientos y las molestias, y se
configura como desproporcionadas en relación con los riesgos y beneficios,
condenando al enfermo a una agonía prolongada más que a una curación de la enfermedad.

USO DE LOS MEDIOS PROPORCIONADOS Y PALIATIVOS


EN LA FASE TERMINAL DEL ENFERMO

La Medicina ha hecho cuentos progresos que los dolores son casi siempre
controlables en todo estadio de la enfermedad, no alcanzando el umbral de lo
inso­portable. Además, los Hospitales están incorporando las llamadas Unidades
de Dolor cuyo objetivo primordial es reducir la incidencia y severidad del dolor
para mejorar la calidad de vida del paciente.
Dentro de este planteamiento está la nueva especialidad de Cuidados
paliativos; del latín pallium (manto, capa), los cuidados paliativos se refieren al
tratamiento de enfermedades irreversibles a través del empleo de medicamentos,
que no pueden curar la enfermedad, pero controlan los síntomas, sin empeorar
significativamente la calidad de vida. Se trata de mejorar la calidad de vida del
enfermo en su etapa final, y hacerlo en sentido íntegro, a incluir la dimensión
física y también la psíquica y la espiritual. Sencillamente respeta la vida del
enfermo y lo acompaña hasta el final. «Cuando las condiciones de salud se
deterioran de modo irreversible y letal, el hombre entra en la fase terminal de la existencia terre
Para él, el vivir se hace particular y progresivamente precario y penoso. Al mal y
al sufrimiento físico sobreviene el drama psicológico y espiritual del despojo que
significa morir»8 .
El objetivo principal de estos cuidados no es evitar que el paciente muera –
su muerte no debe verse como un fracaso, pues no es el objetivo de los cuidados
paliativos evitarla– sino procurar que ésta, se produzca sin sufrimiento o con

8. Carta de los agentes sanitarios, op. cit., 15.


Machine Translated by Google

EUTANASIA 147

el menor posible, evitando que sea una muerte traumática para el paciente y su familia.

Los cuidados paliativos son programas activos, destinados a que los enfer­mos
terminales vivan con plenitud sus últimos meses o días, y tengan una buena muerte.
Los pilares fundamentales en los que se asientan son el control de los síntomas, una
información y comunicación eficaz y el apoyo a la familia. Estos cuidados deben ser
asumidos por un equipo multidisciplinar, capaz de cubrir todos estos objetivos.

La medicina paliativa reúne una serie de elementos éticos que responden a las
necesidades de los pacientes en la última etapa de su vida, por eso se puede afirmar
que la medicina paliativa es una respuesta ética ante la situación terminal. Entre los
elementos éticos que es posible encontrar en ella se encuentran los siguientes:

– Protección de la debilidad.
– Reconocimiento de la dignidad.
– Relación personal y familiar.
– Veracidad y autenticidad.
– Disponibilidad de la asistencia.
– Respeto y apoyo.
– Profesionalidad.
– Trabajo en equipo.
– Respeto a la vida ya la muerte.
– Actitud positiva ante el dolor.
Vogelsanger define el estado del enfermo terminal como res sacra miser (miseria sagrada).
Este concepto muestra la coexistencia de lo sagrado e indecli­nablemente digno de toda la vida
humana, con la miseria causada por la enferme­dad.

No se puede imponer a nadie la obligación de recurrir a un tipo de terapia que


implique un mayor sufrimiento y/o molestia que los beneficios que se puedan obtener,
o una terapia que sea demasiado costosa o esté en fase experimental.
Para establecer y verificar que se dé la relación de proporción en una determinada
situación se han de valorar cuidadosamente los medios, confrontando el tipo de terapia,
grado de dificultad y riesgo que comporta, los costos necesarios y la posibilidad de
aplicación, con el resultado esperado, teniendo en cuenta las condiciones del paciente
y sus fuerzas físicas y morales.
De otra parte, la situación de la familia de un enfermo terminal viene carac­
terizada por un gran impacto emocional condicionado por la presencia de múltiples personas.
Machine Translated by Google

148 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

ples temores o miedos relacionados con la presencia de la muerte y la inseguridad


sobre su propia capacidad para afrontar esa situación. Es por ello su atención
debe ir encaminada a formar y apoyarles en todas estas dudas, haciéndoles sentir
que no se encuentran solos ante esta difícil situación.
La información es siempre un proceso, no un momento; se exige una
preparación y un entrenamiento tanto a nivel profesional como humano para «en­
tender» cuando el paciente desea establecer esa comunicación y aprender habi­
lidades y técnicas de comunicación para desarrollar esta actividad con eficacia y
delicadeza. Además la comunicación debe establecerse entre el equipo terapéuti­
co y el paciente, y principalmente entre el paciente y sus seres queridos. Fa­cilitar
todo lo que se pueda que se establezca una comunicación sincera y serena que
permita a ambos sentirse emocionalmente cercanos.

EL EMPLEO DE ANALGÉSICOS EN EL ENFERMO EN SITUACIÓN TERMINAL

Hay que considerar que la aceptación del dolor es distinta en cada persona.
Depende de factores de tipo fisiológico (receptores del dolor), la autodisciplina y
el sentido que se dé al propio sufrimiento como medio para desarrollar la
personalidad y elevarse espiritualmente. También hay que tener en cuenta que, a
veces, el dolor emocional o moral (desesperación, angustia, soledad, pérdida de
esperanza, abandono, etc.) es mayor que el dolor físico.
Además, el dolor crónico, con frecuencia impide al enfermo en fase terminal
vivir lo más serenamente posible el último período de su vida y relacionarse con
los demás. Por ello surge la siguiente cuestión sobre cuándo es lícito recurrir al
empleo de tratamientos si ese uso comporta la anticipación de la muerte y/o la
supresión de la conciencia.
— La licitud del empleo de analgésicos (u otras terapias) que pueden llevar
a esas consecuencias requiere el consentimiento informado del enfermo. Siempre
debe procurarse no impedir que el enfermo pueda actuar libremente en la
disposición de su última voluntad. Si no está en condiciones de expresarse, la
presunción razonable es que desea tomarlos según los consejos médicos.
— La anticipación de la muerte como consecuencia del uso de analgésicos
que alivian o suprimen el dolor sólo es lícita si se sigue como efecto no querido de
una causa proporcionada.
— Es totalmente razonable el uso de analgésicos en el caso del enfermo
aquejado de dolores fuertes e insoportables, aunque conlleve la pérdida o su­
Machine Translated by Google

EUTANASIA 149

presión de la conciencia. Sin embargo, no sería lícito privar al moribundo de la


conciencia propia sin grave motivo.

TESTAMENTO VITAL

El contexto de autonomía y libertad absolutas, citados al inicio de este tema


es el que se aplica también en el caso del testamento vital. La persona es invitada
a decidir sobre el tratamiento que ha de recibir en caso de enfermedad. Sin
embargo, tal decisión no siempre es posible. Los accidentes de tráfico, los
accidentes laborales, la incapacidad mental sobrevenidas, entre otros, hacen
imposible apelar a la voluntad del paciente. En esos casos, las alternativas que se presentan so
— la consulta a los familiares o tutores del paciente;
— la apelación a un comité profesional;
— la aceptación de la voluntad del paciente manifestada previamente.
En esta tercera posibilidad se situan las directrices anticipadas, voluntades
anticipadas o testamentos vitales.
Desde el punto de vista ético, según la finalidad que persigan o la
interpretación última que reciban pueden resultar ambivalentes. Así no es aceptable
que incluyan la petición de eutanasia o que legitimen el suicidio. Podrían ser
aceptados en la medida que expongan la voluntad de la persona sobre el uso de
medios proporcionados y desproporcionados que ha de recibir y que suponen
alargarle artificial o mecánicamente la agonía cuando ya no sea posible salvarle la vida.
Es adecuado advertir que ya en sí mismo, en este término, hay cierta mani­
pulación del lenguaje, pues se denomina testamento a algo que no lo es. Desde
esa perspectiva, no es un término neutral sino que su establecimiento puede su­
poner una victoria de la mentalidad eutanásica.
También es cierto que está planteado como una seguridad para el enfermo;
un acto de garantía de la mentalidad de la modernidad por parte del legislador, y
prácticamente es nefasto para los sanitarios, pues lleva implícito una descon­
fianza en la institución médica, algo muy contrario al principio de beneficencia,
origen de toda actuación asistencial.
Quizás no es prudente dar un juicio ético definitivo sobre el testamento vital
en general, por las numerosas implicaciones antropológicas, éticas y jurídicas que
conlleva que, en parte se han señalado. Habría, en la actualidad, que estudiar cada
caso concreto, ya que se realiza para situaciones futuras hipotéticas no siempre
controlables. A veces, puede ser positivo realizarlo en la medida que suponga una
muestra de confianza en la institución sanitaria y atenúe cualquier
Machine Translated by Google

150 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

sentimiento de culpa que pueda darse en la misma para la atención de un enfermo en


determinadas condiciones.

UN MODELO DE TESTAMENTO VITAL

Se exponen a continuación un modelo de testamento vital. Se ha elegido el elaborado por


la Conferencia Episcopal Española el año 2000.

«A mi familia, a mi médico, a mi sacerdote, a mi notario:


Si me llega el momento en que no pueda expresar mi voluntad acerca de los
tratamientos médicos que se me vayan a aplicar, deseo y pido que esta Declaración sea
considerada como expresión formal de mi voluntad, asumida de forma consciente,
responsable y libre, y que sea respetada como si se tratara de un testamento.

Considera que la vida en este mundo es un don y una bendición de Dios, pero no es
el valor supremo absoluto. Sé que la muerte es inevitable y pone fin a mi existencia terrena,
pero desde la fe creo que me abre el camino a la vida que no se acaba, junto a Dios.

Por ello, yo, el que suscribe (nombre y apellidos del testador) pido que si por mi
enfermedad llegara a estar en situación crítica irrecuperable, no se me mantendrá en vida
por medio de tratamientos desproporcionados o extraordinarios; que no se me aplica la
eutanasia activa, ni que se me prolon­gue abusiva e irracionalmente mi proceso de muerte;
que se me administren los tratamientos adecuados para paliar los sufrimientos.

Pido igualmente ayuda para asumir cristiana y humanamente mi pro­pia muerte.


Deseo poder prepararme para este acontecimiento final de mi existencia, en paz, con la
compañía de mis seres queridos y el consuelo de mi fe cristiana.

Suscríbete a esta Declaración después de una reflexión madura. Y pido que los que
tengáis que cuidarme respetéis mi voluntad. Soy consciente de que os pido una
responsabilidad grave y difícil. Precisamente para compararla con vosotros y para atenuar
cualquier posible sentimiento de culpa, he redactado y firmo esta declaración.

Firma:
Fecha:»
Machine Translated by Google

EUTANASIA 151

ETIMOLOGÍA Y DELIMITACIÓN DE LA EUTANASIA Y TÉRMINOS RELACIONADOS

Por la actualidad del tema, y ante la posible confusión de términos, se incluyen en este
capítulo algunas acepciones específicas relacionadas con la etapa final de la vida humana.

— Estado vegetativo, se trata de una condición clínica en la que la persona no da ningún


signo evidente de conciencia de sí o del ambiente, y parece inca­paz de interactuar con los
demás o de reaccionar a estímulos adecuados.
Etimológicamente este concepto es denigrante y poco afortunado, aunque se ha impuesto, pues
no describe sólo al estado sino a la persona misma y supone una ofensa a la dignidad humana,
pues da a entender que la persona, quizás por su no utilidad, es considerada. como «un vegetal».
Se define estado vegetativo perma­nente cuando se establece un criterio de irreversibilidad de
dicho estado.
— Estado terminal, define una situación de muerte inminente inevitable, en la que las
medidas de sostenimiento vital sólo pueden conseguir un breve apla­zamiento del momento de
la muerte. Esta situación es diversa de las crisis de
especial gravedad que pueden producirse a lo largo de una enfermedad grave.
La identificación de estado terminal es relativamente fácil en los procesos incurables, y puede
ser prácticamente imposible en el curso de enfermedades graves cuyos pronósticos no es
necesariamente mortal. El estado terminal implica que la enfermedad es incurable hoy y ahora
con pronósticos infausto a corto plazo. No es paciente terminal aquel que se encuentra en una
situación grave con riesgo de muerte a causa de un proceso de naturaleza curable9
.
Para determinar si estamos ante un enfermo terminal se consideran los si­
Guías aspectos:
— Presencia de una enfermedad avanzada, progresiva e incurable.
— Falta de posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico­
co.
— Presencia de numerosos problemas y síntomas.
— El gran impacto emocional de esta situación en el paciente, la familia y el propio equipo
terapéutico.
— Pronóstico de vida inferior a 6 meses10.

9. MARIGORTA, J., Retos actuales de la Bioética, Sociedad Valenciana de Bioética, 2000, 113.
10. OLMEDO G., en TOMÁS, G., Manual de Bioética, Ariel, 2008, 452­454.
Machine Translated by Google

152 BIOETICA DE LA VIDA HUMANA

Tratamiento inútil, es aquel que, correctamente aplicado, y con indicación precisa, no


obtiene el resultado esperado; por tanto, puede darse un tratamiento bueno, pero que sea inútil.

Tratamiento fútil, el que desde su inicio no puede proporcionar un beneficio al paciente. Se


aplica en los cuidados paliativos.
Testamento vital, voluntades anticipadas, carta de autodeterminación, etc., estas
expresiones, en parte equívocas en su uso, se re eren a la existencia de un documento en el que
la persona expresa su voluntad sobre las elecciones terapéuticas y médicas que desea. recibir
en la fase final de su vida. El testamento vital fue propuesto por Kutner en 1969, con el n de que
el paciente pueda, sobre todo, decidir el cese del tratamiento médico en caso de encontrarse en
estado vegetativo e incapaz de recuperar sus capacidades físicas y mentales.

Los testamentos vitales ofrecen instrucciones relativas a las preferencias, ideales y valores
de una persona, manifestadas mientras se encuentra en estado de capacidad, y en previsión de
una eventual situación de imposibilidad para tomar decisiones.

Pueden adoptar una gran variedad de formulaciones y ofrecer diversas mo­dalidades. Los
más recientes incluyen incluso referencias concretas a medicamentos que son aceptados o
rechazados por el paciente. Lo que supone que hay diversos grados de aplicabilidad y efectividad.

— Muerte digna11, conlleva la interpretación que la vida humana no merece ser vivida si
no es en condiciones de cierta plenitud, por lo que proponen, quienes aceptan esta connotación
de la muerte, tratan de adelantar el proceso, sin respeto al ocaso natural. . Se desconoce que
la dignidad de la muerte no radica en la muerte en sí, sino en el modo de afrontarla. Por ello, no
se puede hablar de muerte digna, sino de personas que enfrentan la muerte con dignidad.

— Suicidio asistido, se sitúa a medio camino entre el suicidio y la eutanasia voluntaria.


Estos dos casos presuponen la clara voluntad de morir por parte del sujeto. El suicidio asistido
tiene en común con el suicidio la circunstancia de que es el propio sujeto el que pone na la propia
vida, y comparte con la eutanasia que la muerte ocurre en el contexto de una enfermedad penosa
e incurable, o en condiciones similares, como la ancianidad.

11. Es un error antropológico el concepto «muerte digna». No hay muerte digna, pues la dignidad
es de las personas, y ayudar a bien morir es lo que se desprende de esa innata dignidad. Actualmente
se aboga por expresiones de esta índole: dignidad hasta el final de la vida.

También podría gustarte