Esperanza palpable
Esperanza palpable
Esperanza palpable
1Pe 1:3 Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su
grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la
resurrección de Jesucristo de los muertos,
1Pe 1:4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros,
1Pe 1:5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero.
1Pe 1:6 En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de
tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas,
1Pe 1:7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el
oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza,
gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,
1Pe 1:8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora
no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;
1Pe 1:9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras
almas.
1. Por Su misericordia
Siempre que hablo con las personas para llevarles el mensaje de salvación, me
encuentro con que la mayoría de ellos creen que son merecedores de ir al cielo, porque
hacen cosas buenas, y déjeme decirles que no solo me pasa con inconversos, muchas
veces me ocurre también con cristianos, quienes creen que deben ir al cielo por las
cosas buenas que hacen.
Y aunque parece un poco contradicente déjenme decirles en esta mañana, que
las personas buenas no van al cielo.
¿Pero, cómo esto? ¿Acaso el pastor se esta volviendo loco? ¿Cómo que las
buenas personas no van al cielo?
Pero es así amados oyentes, las buenas personas no van al cielo, porque el
hecho de ir al cielo no depende de esto, va mas allá, es mucho más complejo.
Y es que para ir al cielo solo hay un camino: Jesús es el camino, Él es la única
Verdad, Él es la Vida.
No hay nada que nosotros podamos hacer, mas que arrepentirnos y aceptar ese
maravilloso regalo del Señor en la cruz, porque es por Él y solo por Él que somos
salvos, pues solo es por gracia, no lo merecemos, a Dios le place salvarnos.
Y es esta la razón por la cual el apóstol Pedro, al considerar la salvación dice:
Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
Bendiciendo y dándole la gloria al Señor, al único autor y consumador de la fe.
¿Pero por qué lo dice?
Porque
que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza
viva.
Porque por la misericordia de nuestro Señor hemos renacido, es decir nos hizo
nuevas creaturas, y ahora gozamos de una esperanza, pero no de una esperanza
como esas, de las cuales las personas dicen: las esperanzas son las últimas que se
pierden, sino de una esperanza verdadera, una esperanza viva, que esta guardada en
lo mas profundo de nuestros corazones.
¿Y cuál es la razón de esa esperanza?
la resurrección de Jesucristo de los muertos.
¿Y a qué se debe esta esperanza? A que tenemos una vida eterna en el
Salvador quien ha conquistado a la muerte por sí mismo.
Y es que inmediatamente el apóstol Pedro nos dice de que trata esa esperanza
viva, y el para que el Señor nos hizo renacer.
1Pe 1:4 para una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible,
reservada en los cielos para vosotros,
“La única esperanza imperecedera es aquella que escala sobre las estrellas, y
se pone a sí misma en el trono de Dios y la persona de Jesucristo.” (Spurgeon)
Tal es la esperanza de los que hemos decidido poner los ojos en el Señor
Jesucristo, una esperanza viva, inmarcesible.
2. Seguros en Cristo
1Pe 1:5 que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para
alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo
postrero.
Llegará el momento en que será real, se llevará a cabo ese maravilloso
momento de la resurrección, tengamos plena certeza de ello, palpemos esa esperanza.
Aunque a pesar que llegará el momento en que esa esperanza se hará realidad
a lado de nuestro Padre, la herencia de la vida eterna comienza aquí, en el instante en
que decidimos creer verdaderamente en el Señor Jesús, porque somos guardados por
el poder de Dios mediante la fe.
Y aunque las pruebas pueden ser causa de que nuestra fe flaquee, como vamos
a ver en un instante.
No es nuestra fe la que nos aferra a Dios y nos da salvación, es Dios mismo
quien nos aferra a Él y nos ha dado salvación.
No importa cuantas veces flaqueemos, sigamos aferrados al Señor, porque el
jamás ha de soltarnos.
¿Por qué, qué podrá separarnos del amor de Dios?
¿Acaso puede hacerlo la muerte?
¿acaso ángeles, principados, potestades, lo presente, o lo por venir, lo alto, lo
profundo, o alguna cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo
Jesús Señor nuestro?
Desde luego que no, NADA PUEDE HACERLO.
3. Aflicciones pasajeras
Pero la verdad es que muchas veces nos ocurren cosas simplemente porque
tienen que ocurrir, porque así es la vida, porque este mundo esta contaminado por el
pecado y a causa de ese pecado el mundo entero sufre.
El Señor no nos prometió una vida color de rosas, lo que si prometió fue estar
con nosotros todos los días del mundo.
Él dijo: en el mundo tendréis aflicción, pero confíen Yo he vencido al mundo.
También dijo: La paz os dejo, mi paz os doy.
Eso si nos ha dicho el Señor, y nos ha dejado su paz, para que en medio de las
tormentas, de las peores pruebas podamos gozar de ella, Él envió a Su Espíritu Santo,
quien mora en la vida de quienes le hemos recibido y nos consuela cada día.
También nos enseña la Palabra de Dios cual es la idea de las pruebas y el dolor.
Y eso es, para enseñarnos, para formarnos, para pulirnos.
1Pe 1:7 para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el
oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza,
gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo,
4. La fe vencerá
1Pe 1:8 a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora
no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso;
1Pe 1:9 obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras
almas.
Por allí dicen que el amor es ciego, yo diría que la fe muchas veces necesita ser
ciega también, a medida que vamos conociendo la Biblia nuestra fe se va haciendo
mas mucho mas razonable, pero siempre vamos a necesitar de esa fe ciega, donde no
hay absoluta certeza, pero de eso se trata la fe.
Y esa fe, al final tendrá su recompensa.
Porque llegara ese momento glorioso, tan anhelado y esperado por todos
nosotros, del cual Juan dijo.
1Jn 3:2 Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo
que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos
semejantes a él, porque le veremos tal como él es.
Y Pablo también:
Col 3:4 Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros
también seréis manifestados con él en gloria.
Conclusión
Alguna vez se ha encontrado en una situación en la que paso por momento muy
pero muy difíciles, pero luego pasa el tiempo y se encuentra en ese día donde el sol
brilla y aquel mal momento solo es un recuerdo. Así será aquel día en que nos
encontremos con nuestro Señor Jesús, y aun mejor porque allá ni un mal recuerdo
habrá.
Nuestro Señor enjugará toda lagrima, terminará con todo dolor y la vida será
perfecta para siempre.