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Por otra parte, el artista burgalés mostró gran interés por la ex-
presión de las emociones de los personajes. En la narración, lo que
en principio comenzaría como una escena intimista y contemplativa
se transforma en un espectáculo muy efectista, casi triunfal, con la
irrupción sobrenatural de Dios Padre, la paloma espiritual y los án-
geles. Se introduce, por tanto, la tensión dramática necesaria para
desencadenar los affetti de los padres terrenales del Niño (José ob-
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(10) Se trata de un Cristo crucificado firmado que hoy se encuentra ene! Museo
Nacional de Arte Decorativo de Buenos Aires; Rogelio BUENDÍA e Ismael GUTIÉ-
RREZ PASTOR: Op. cit., págs. 130 y 132, n° cat. 30.
(11) Véanse, por ejemplo, las apreciaciones de Ibid., ad indicara.
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(14) Aproximadamente 140 x 166 cm. Si las medidas son correctas, se acercan bas-
tante a las del lienzo londinense (coinciden en la altura), si bien la pintura inventariada
era algo más ancha y, por tanto, de formato ligeramente apaisado. Sería interesante
analizar si el lienzo conservado pudiera haber sido recortado en sus laterales, por si
pudiera identificarse con el referido en el documento. No obstante, aunque fueran
obras distintas, atendiendo a distintas informaciones de que disponemos (asunto, di-
mensiones, factura y valoración), a nuestro juicio sería necesario relacionarlas.
(15) José de Lezana falleció en Madrid el 6 de enero de 1681. Al día siguiente se
hizo inventario de sus bienes, entre los que figuraban: "- Otra pintura del Nacimiento
de Nuestro Señor de siete quartas de alto y dos baras de ancho original de Matheo
Zerezo sin acavar con marco de pino negro." (...) "- Otra pintura borrón de Nuestra
Señora con el Niño en los brazos de poco más de media bara de alto sin marco." (...)
// "- Otra pintura sin acavar de Matheo Zerezo de Nuestro Señor difunto y un ángel
que le sostiene de tres quartas de largo sin marco. - Otra pintura de la Circunziçión
del Señor por acavar de Matheo Zerezo de poco más de media bara de alto y tres
quartas de ancho sin marco. - Otra pintura de una borriquilla de Matheo Zerezo del
mismo tamaño sin marco. - Otra pintura de la Visitación de Nuestra Señora y Santa
Ysabel de tres quartas de alto y bara de ancho sin marco." (...) "- Otra pintura sin
acavar de San Francisco y Nuestra Señora con el Niño en los brazos de Matheo Çerezo
de tres quartas de alto sin marco." Tres días más tarde, el 10 de enero, se realizó la
tasación de estas obras a cargo del pintor Felipe de Silva; esta tasación fue transcrita
y publicada por M. Burke y P. Cherry, y a ella remitimos.Y el 28 de enero se vendieron
en pública almoneda, entre otros bienes, todos los cuadros de Cerezo excepto el más
caro, el Nacimiento tasado en 500 reales; así lo refiere el documento: "Otra pintura
en borrón de Matheo Cerezo de la Visitación de Nuestra Señora // y SantaYsabel..Y
más otra pintura borrón de Matheo Cerezo de Nuestra Señora de la Asunción. = Y
otros tres quadros borrones de Matheo Cerezo todos en cinquenta y quatro reales".
El comprador fue don Pedro de Larrea, quien las obtuvo por un precio muy inferior
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estaba "sin acavar", expresión que también se utiliza para los otros
cinco cuadros de Cerezo, lo cual indicaría el carácter abocetado de los
mismos (16). Por otra parte, desconocemos la fecha exacta de la eje-
cución, que, sin duda, ha de establecerse entre 1660 y 1666.
(19) De hecho, el único nombre que nos atrevimos a aventurar como alternativa
a Carreño fue el del pintor de Burgos.
(20) Parece de planta central, con vanos adintelados, pilastras y frontones
triangulares; la cúpula remata en cruz. La cubierta, con chapitel y linterna, re-
cuerda a las cúpulas encamonadas que se prodigaron en los templos madrileños
del siglo XVII.
(21) Es en forma de cruz latina, de oro y piedras engastadas; pende de una cinta
de tono violáceo. Su diseño barroco se corresponde con el de otras piezas de la época
en que fue realizada la pintura.
(22) Jesús Ángel SÁNCHEZ RIVERA: Op. cit., vol. 1, E-20, págs. 522-524. Aun-
que su iconografía es bastante convencional, no resultaría improbable que el artífice
de esta escultura, obra del siglo XVIII, se hubiese inspirado en el modelo pictórico
que analizamos ahora.
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bargo, aún nos queda la duda de si el joven Cerezo pudo tomar como
lejana fuente de inspiración alguno de los modelos de Theotokópou-
los. El que difiera el estilo de ambos -pues, sin duda, Cerezo está
más cercano a los modos y modelos de Van Dyck (1599-1641)- no
anula la posibilidad de que durante el proceso creativo interviniera,
de algún modo, el conocimiento -y hasta la admiración- que el bur-
galés podía tener hacia la obra grequiana. El expresivo rostro de
Cristo en los cuadros de Burgos y Berlín podría evocar los modelos
del candiota y, mutatis mutandi, la Jerusalén representada bien pu-
diera ser un trasunto fantástico de los paisajes de la ciudad de To-
ledo que figuran en diversas pinturas de El Greco. De hecho, la
impronta del pintor manierista, en cierto sentido, parece bastante
probada: ya hemos citado el Cristo crucificado (Museo Nacional de
Arte Decorativo de Buenos Aires) que firmó Mateo Cerezo al copiar
una obra de aquél; y ciertos prototipos grequianos se han ligado, no
sin razón en muchas ocasiones, con las representaciones de Cristo y
de santos debidas al burgalés (38).
Dicho de otro modo, ¿Cerezo podría haber empleado ciertas pin-
turas de El Greco en su proceso creativo, hibridándolas con otras in-
fluencias y con su estilo particular y, en definitiva, modernizándolas
o renovándolas al calor del gusto barroco de la segunda mitad del
Seiscientos? Sea como fuere, éste resulta un tema espinoso, de difícil
y compleja resolución, derivado de las múltiples lecturas que susci-
tan las creaciones del Cerezo más maduro.