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I. Introducción
1. Planteamiento del problema
Cualquier sociedad democrática moderna se rige mediante
normas que consagran los derechos humanos. Existe un nexo de inter-
dependencia entre el Estado de Derecho y los derechos humanos, ya
que el Estado de Derecho implica garantizar los derechos humanos,
mientras que estos implican para su realización el Estado de Derecho.
Venezuela debería presentarse actualmente con una profundización
del Estado de Derecho, democrático planteado en la Constitución de
1961 y replanteado en la Constitución de 1999. Es bueno resaltar que si
la política legislativa, políticas públicas, la no violación a la
Constitución y las leyes y el respeto por el principio de la legalidad
imperan, podríamos hablar del Estado de Derecho destinado a
garantizar la protección y vigencia de los derechos humanos, conforme
a los principios de progresividad, indivisibilidad, inter- dependencia e
irrenunciabilidad, regulados en el artículo 19 de la Constitución; de esta
manera, democracia, Estado de Derecho y garantía de los derechos
humanos, se constituirían en pilares para un Estado Ético de Derecho
PROV NC A Número Espec a 2005 421
cuya orientación queda expresamente establecida en los artículos 2 y 3
constitucional, cuando ratifican que Venezuela se constituye en un
Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia, cuyos fines giran
en torno a los derechos humanos bajo la defensa de la dignidad humana.
La vigente Constitución nos muestra un amplio catálogo de
derechos humanos, amplio catálogo con el cual se quiere dar respuestas
a carencias anteriores y de acuerdo con el constitucionalismo
contemporáneo. Sin embargo, es necesario asumir como ha sido
aplicado en la práctica y lo importante sería que no quedaran como
meras declaraciones sin aplicación ninguna. Es necesario reflexionar
acerca de la realidad y recordar que en los países latinoamericanos
todavía subsisten las constituciones nominales y hasta semánticas que
según Loewenstein en su clasificación ontológica de las constituciones,
considera que fue Iberoamérica, en el siglo XX, el ámbito preferido en
el que surgió la autocracia revestida de gobierno constitucional. La
situación actual en el siglo XXI no ha cambiado mucho, o por lo
menos, lo suficiente como para poder aseverar que nuestras
constituciones han sido además de normativas, en el sentido de cuerpo
de leyes, una realidad en cuanto al cumplimiento de su contenido, tanto
por gobernantes como por gobernados.
Nuestra Constitución inspirada por las principales tendencias que se
han desarrollado en el Derecho Comparado y en los Tratados
Internacionales sobre Derechos Humanos ¿Es en realidad la
conductora de garantía del principio de progresividad en la protección
de tales derechos? ¿El reconocimiento constitucional del principio de
progresividad reconocido expresamente es realmente en la práctica la
garantía de que el Estado respeta a toda persona humana o jurídica, sin
discriminación alguna, el respeto, el goce y el ejercicio irrenunciable,
indivisible e interdependiente de los derechos humanos? ¿La actuación
de los Órganos del Poder Publico en Venezuela se realiza de acuerdo al
principio de progresividad conforme al texto constitucional vigente?
¿Es el Estado responsable por la violación de los derechos humanos?
2. Plan de trabajo
El desarrollo de este trabajo se dividió en tres partes: En primer
lugar, se estudió el Estado Democrático, Social de Derecho y de
Justicia que de una manera elocuente presenta nuestra Constitución. Es
el Estado de Derecho en combinación con el respeto a los derechos
humanos, término utilizado en nuestra legislación constitucional
para representar una finalidad de Estado. Una segunda parte, se
refiere propiamente al principio de progresividad, como prohibición
general a los Estados de desmejorar los logros que en materia de
derechos humanos, han sido producto de la evolución progresiva de los
mismos. Se examinó desde el punto de vista constitucional en el orden
interno y desde el punto de vista internacional, a través de los
Tratados Internacionales suscritos por Venezuela. Se enfocó el
principio de progresividad como un derecho y como un deber, en fin,
como una garantía que prohíbe la regresividad. La tercera parte, se
examinó la actuación de los Órganos del Poder Público en referencia
al principio de progresividad establecido constitucionalmente y cuyo
incumplimiento acarrea responsabilidad por violación de los
derechos humanos. Es la justiciabilidad en materia de los derechos
humanos. Finalmente una conclusión general y la bibliografía
consultada.
II. Desarrollo
3. Estado democrático y social de derecho y de justicia
A. Base constitucional
La orientación constitucional contenida en el artículo 2 constitucional,
ratifica la obligación del Estado venezolano a garantizar la protección
y vigencia de los derechos humanos, al establecer:
“Venezuela se constituye en un Estado Democrático y Social de
Derecho y de Justicia, que propugna como valores superiores de su
ordenamiento jurídico y de su actuación, la vida, la libertad, la
justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social y en general la preeminencia de los derechos
humanos, la ética y el pluralismo político”. El artículo 3 constitucional
establece los fines del Estado:
“El Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de
la persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la
voluntad popular, la construcción de una sociedad justa y amante
de la paz, la promoción de la prosperidad y bienestar del pueblo y
la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes
consagrados en esta Constitución.
La Constitución y el trabajo son los procesos fundamentales para
alcanzar dichos fines.”
La cláusula constitucional contenida en el artículo 2 constitucional
debe interpretarse en forma total y armónica “Estado Democrático y
Social de Derecho y de Justicia”, que conlleve a la materialización de
los fines que persigue el Estado; el accionar del Estado debe apoyarse
sobre valores y principios para lograr los cometidos estatales y
preeminentes de la defensa y desarrollo de la persona humana, propios
del sistema democrático.
El fundamento de la democracia es el reconocimiento de la dignidad
de la persona humana; la democracia es la forma de organización social
y política que mejor garantiza el respeto, el ejercicio y promoción de
los derechos humanos.
El Estado Democrático es un Estado de Derecho, el cual no se agota en
el principio de legalidad; la enunciación de Estado de Derecho se
construye dentro del dualismo Estado-sociedad como el intento de
limitar el poder del Estado a través del derecho, a través de una
composición de principios; a) Un principio organizativo que viene
a ser la división de poderes; b) El principio de legalidad, como
oposición al principio absolutista que establecía que los actos del
rey o soberano no están limitados por las leyes; c) El principio de
derechos fundamentales, concebidos como limites al Estado y de
protección del individuo frente aquél; a decir, de Chinchilla (1999) ...”
se ha concertado llamar derechos fundamentales a los derechos
humanos que han adquirido la positivación necesaria en el orden
constitucional, y que, por lo tanto, logran un alto grado de certeza y
posibilidad garante efectiva, propias de la que tradicionalmente se
conoce con la expresión derecho subjetivo”.
En consecuencia, un Estado Democrático, Social de Derecho y de
Justicia, como lo propugna el Texto Constitucional vigente,
ensamblado en valores y principios superiores y preeminentes al
ordenamiento jurídico y a su propia actuación, debe estar conforme con
el principio de la progresividad de los derechos humanos, el cual
establece: “El Estado garantizará a toda persona conforme al principio
de progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio
irrenunciable, indivisible e interdependiente de los derechos humanos.
Su respeto y garantía son obligatorios para los órganos del Poder
Público de conformidad con la Constitución, los tratados sobre
derechos humanos suscritos y ratificados por la República y las leyes
que los desarrollen”; lo contrario será regresivo.
El Estado de Derecho encierra un orden axiológico; es ante todo un
garante de las libertades públicas y la seguridad jurídica y, se legitima
en tanto y en cuanto se asienta en un conjunto de valores, en un
orden valorativo al que debe responder y que ha de impregnar a todo el
ordenamiento jurídico; el Estado de Derecho implica la sumisión del
Estado a su propio ordenamiento jurídico.
Y, el Estado de Justicia que propugna la Constitución es la médula del
Estado justicialista como uno de sus valores fundamentales, ganado al
respeto de los derechos humanos, todo Estado Democrático es al
mismo tiempo, un Estado Social y de Derecho, implican ambas
denominaciones que debe imperar la justicia como valor supremo.
4. El principio de progresividad
Brewer (1999), refriéndose al principio de progresividad señala:
”El respeto y garantía de los derechos, por tanto, son obligatorios para
los órganos del Poder Público de conformidad con la Constitución, los
tratados sobre derechos humanos suscritos y ratificados por la república
y las leyes que los desarrollen se establece así, en primer lugar, la
garantía estatal de los derechos humanos conforme al principio de la
progresividad, lo que implica necesariamente que la interpretación de las
normas correspondientes y cualquier revisión constitucional futura debe
realizarse de manera más favorable al ejercicio y goce de los derechos
y, además, conforme al principio de la no discriminación.”; continúa el
autor citando a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,
y el artículo 2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
en sentencia Nº 1154 de 29 de junio de 2001 que indicó que “en razón
del cual resulta menester la adecuación del ordenamiento jurídico para
asegurar la efectividad de dichos derechos, no siendo posible la excusa
de la inexistencia o no idoneidad de los recursos consagrados en el orden
interno para la protección y aplicación de los mismos”.
III. Conclusión
La materia sobre derechos humanos domina progresivamente la
relación de la persona humana con el Estado universalmente. Su
protección y garantía se desarrolla como un valor no sólo jurídico
sino ético de todo ser humano que prevalece sobre el poder del Estado.
El principio de progresividad configura una prohibición general a
los Estados de desmejorar los logros que en materia de derechos
humanos han sido producto de la evolución progresiva de los mismos.
La regre- sividad implica la mayor amenaza a los derechos inherentes
a la persona humana.
El principio de progresividad de aplicar la norma más favorable a los
derechos humanos sea de Derecho Interno de Derecho Internacional.
La Constitución de 1999 normativamente vigente no garantiza en la
realidad su inviolabilidad, en el sentido de que dentro del contexto
institucional tanto horizontal como vertical del Poder Público, la
actuación de éste ha sido reiterada en el menoscabo de los derechos
humanos; regresiva, en tanto no se ha legislado para garantizar de
manera progresiva los derechos humanos; no se ha orientado la
función jurisdiccional en el marco de un Estado Constitucional de
Justicia con preeminencia de los derechos humanos; la defensa de los
derechos humanos por parte de la Defensoría del Pueblo ha sido
ineficiente.
Constitucionalmente, se consagra expresamente la responsabilidad
del Estado por el funcionamiento de la administración, por violación de
derechos humanos bien por acto judicial, legislativo o administrativo
que permiten configurar el régimen básico de responsabilidad
integral del Estado venezolano, el cual abarca todos los daños
derivados del ejercicio del Poder Público.