TAZ-TFG-2016-2116
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Autor
Director
CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN...................................................................... 1
I.1. MOTIVACIÓN DEL TRABAJO.................................................................... 1
I.2. OBJETIVOS DEL TRABAJO........................................................................ 3
I.3. BREVE DESCRIPCIÓN DEL CONTENIDO DEL TRABAJO..................... 4
CAPÍTULO II. DIVERSOS ENFOQUES CRÍTICOS................................... 5
II.1. LA CONCENTRACIÓN DEL CAPITAL EN EL SIGLO XXI,
POR THOMAS PIKETTY...................................................................................... 5
II.1.1. Breve reseña a El capital en el siglo XXI..................................................... 5
II.1.2. Críticas a El capital en el siglo XXI............................................................. 9
II.2. LA GLOBALIZACIÓN, LAS INSTITUCIONES Y EL CRECIMIENTO
ECONÓMICO, POR DANI RODRIK.................................................................. 12
II.2.1. Crecimiento e instituciones: interrelación y críticas................................... 13
II.2.2. Críticas a la globalización........................................................................... 15
II.3. LA CONSIDERACIÓN DE LOS ANIMAL SPIRITS EN LA
MACROECONOMÍA, POR G. AKERLOF Y R. SHILLER................................ 17
II.3.1. John Maynard Keynes y los animal spirits.................................................. 17
II.3.2. Críticas a las expectativas racionales y componentes de los animal
spirits....................................................................................................................... 18
II.4. LA VISIÓN DE LA GRAN RECESIÓN, POR P. KRUGMAN..................... 21
II.4.1. La generación de la Gran Recesión: "el momento de Minsky" y el estímulo
fiscal........................................................................................................................ 22
II.4.2. Eurodämmerung: el crepúsculo del euro...................................................... 26
II.4.3. Conclusiones. Cómo acabar ya con esta crisis............................................. 27
II.5. LA BESTIA MITOLÓGICA NORTEAMERICANA, POR YANIS
VAROUFAKIS........................................................................................................ 28
II.5.1. Gestación y caída del Minotauro Global...................................................... 29
II.5.2. La necesidad de un mecanismo de reciclaje de excedentes europeo...........31
II.5.3. Conclusiones: el incierto futuro de la economía mundial............................ 32
II.6. CRÍTICAS A LAS POLÍTICAS DE "AUSTERIDAD EXPANSIVA",
POR MARK BLYTH.............................................................................................. 33
II.6.1. Historia intelectual de la austeridad: 1692 – 2012....................................... 35
II.6.2. Historia práctica de la austeridad: 1914 – 2012........................................... 37
II.7. LA CRISIS DEL MUNDO EN DESARROLLO, POR HA-JOON
CHANG.................................................................................................................. 40
II.7.1. Políticas e instituciones para el desarrollo. Una perspectiva
histórica................................................................................................................... 40
II.7.2. Conclusión: recomendaciones para promover el desarrollo.........................42
CAPÍTULO III. CONCLUSIÓN........................................................................ 44
BIBLIOGRAFÍA.................................................................................................. 49
ANEXOS............................................................................................................... 50
CAPÍTULO I. INTRODUCCIÓN.
En 1936, durante la Gran Depresión, John Maynard Keynes escribió su Teoría general
de la ocupación, el interés y el dinero. En este período de recesión económica, las ideas
de Keynes aparecieron como una crítica al enfoque clásico, tratando de sustituir los – a
su juicio, erróneos – preceptos dominantes por un nuevo paradigma económico. En el
prefacio de la obra, aparecen estas palabras, que convendría tener presentes a lo largo de
todo el trabajo:
[En el] forcejeo para huir de la tiranía de las formas de expresión y de pensamiento habituales [...], la
dificultad reside no en las ideas nuevas, sino en rehuir las viejas que entran rondando hasta el último
pliegue del entendimiento de quienes se han educado en ellas (Keynes, 2003 [1936]: 19).
Durante las dos últimas décadas, hemos vivido el período que los economistas dieron en
llamar como la Gran Moderación. Este período estuvo marcado, como su propio nombre
indica, por una gran estabilidad macroeconómica, y facilitó la construcción de la nueva
arquitectura intelectual de la Ciencia Económica. Este nuevo ideario, insertado en el
marco de la corriente neoliberal, anunciaba el fin de los ciclos económicos y el brillante
futuro del capitalismo. El devenir del sistema parecía prometedor, ya que presuntamente
se había conseguido acabar con la dinámica infernal de éste, las recesiones sistémicas,
que serían el mecanismo inherente que compondrían su propio talón de Aquiles.
La economía siguió su apacible curso durante la década de los 90 hasta bien
entrada la primera década del siglo XXI, cuando el estallido de la Gran Recesión en
2008 provocó el derrumbamiento del edificio intelectual que se había fraguado
recientemente. Durante los años previos, las ideas económicas se habían agrupado en
torno a la corriente dominante ortodoxa o mainstream, evocando como el propio
vocablo inglés, un arroyo donde todas fluían en la misma dirección e iban a desembocar
al mismo mar, el recetario utilizado por las instituciones económicas del establishment,
valgan como ejemplo el Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo o la
Reserva Federal norteamericana. Esta convención ideológica se ha llevado a la práctica
y se ha plasmado, principalmente, en el denominado "Consenso de Washington".
1
Sin embargo, como se ha comentado anteriormente, en 2008 llegó la tempestad,
dejando un panorama de aguas revueltas en el ideario de los economistas.
Efectivamente, el estallido de la crisis provocó el surgimiento de numerosas críticas al
sistema, corrientes heterodoxas que se separaron del mainstream, y que van a ser objeto
de estudio en este trabajo.
El artículo repasa algunas de las obras heterodoxas más influyentes de los últimos años,
y el trabajo va a moverse en la misma línea. Con la interpretación de las principales
críticas al mainstream en el contexto de la Gran Recesión, se pretende analizar si
efectivamente se ha producido un boom en el campo del pensamiento económico,
motivado por el creciente interés en explicar las causas que nos han llevado al episodio
recesivo en el que nos encontramos, y en criticar los preceptos y normas impuestas
durante las últimas décadas, que según estos autores, nos han llevado al punto en el que
nos encontramos. El trabajo encuentra una correlación positiva entra crisis y auge del
pensamiento económico, pudiéndose intuir esto debido al surgimiento de esta prolífica
heterodoxia. ¿Podemos sacar, pues, aunque sea un pequeño punto positivo a esta crisis?
Parece que sí: el renacimiento de las ideas, la salida del pensamiento económico de su
2
letargo unidireccional.
Se puede concluir diciendo que el objetivo del trabajo es demostrar este afloramiento
del pensamiento económico contemporáneo mediante la lectura e interpretación de
diversas obras escritas por algunas de las voces económicas más influyentes de nuestros
tiempos, cada una de ellas enfocada en diferentes críticas a la Crisis y al sistema que la
ha generado.
Por último, creo importante comentar la importancia del estudio del pensamiento
económico en su trayectoria histórica, y no sólo la vertiente contemporánea. Es posible
que en estos tiempos de recesión esta actividad sea aún más importante, ya que tenemos
la obligación de entender cómo hemos llegado hasta el día de hoy, e interpretar el
pasado para cambiar el presente. Atendiendo a la metáfora de J.A. Schumpeter,
podemos extraer ventajas pedagógicas de visitar "el cuarto trastero de las ideas",
analizar la utilidad o inutilidad de las controversias y entender el modo de proceder del
espíritu humano.
3
I.3. BREVE DESCRIPCIÓN DEL CONTENIDO DEL TRABAJO
4
CAPÍTULO II. DIVERSOS ENFOQUES CRÍTICOS.
Thomas Piketty (Clichy, 1971) es doctor en economía por "l'École des Hautes Études en
Sciences Sociales". Es profesor en la Escuela de Economía de París y en la Escuela de
Economía y Ciencia Política de Londres. El economista francés se ha especializado en
el estudio de la desigualdad, desde un punto de vista histórico y teórico, y fruto de esa
gran labor de recolección de datos al respecto nació su obra magna: El capital en el
Siglo XXI (Piketty, 2015a), obra que va a ser objeto de estudio en este apartado.
El capital en el siglo XXI ha sido una de las obras más comentadas en los últimos años.
En ella, Thomas Piketty lleva a cabo un análisis histórico de la desigualdad desde el
siglo XVIII hasta la actualidad, en la misma línea que los trabajos que realizó el Premio
Nobel Simon Kuznets en la década de los 40. Este análisis de la desigualdad se lleva a
cabo observando la evolución de la concentración del capital. Para Piketty, el capital es
definido como riqueza, y es importante para entender su obra destacar esta definición de
capital tal y como él la entiende.
Piketty muestra cómo la concentración del capital (y por ende, la desigualdad) ha ido
aumentando progresivamente en las últimas décadas, a pesar de las reducciones en
desigualdad que se experimentaron durante la primera mitad del siglo XX. De hecho,
Piketty piensa que esta reversión de la tendencia hacia el aumento de la desigualdad es
un mecanismo inherente al sistema capitalista, y que se perpetúa a través de dos
ecuaciones, a las que les ha dado el nombre de "leyes fundamentales del capitalismo",
cuyas expresiones son las siguientes:
Primera ley fundamental del capitalismo: α = r x β (1)
Segunda ley fundamental del capitalismo: β = s/g (2)
5
Donde α indica la proporción de las rentas del capital en la renta nacional, r es la
tasa de rendimiento medio del capital, β es la ratio capital/renta, s es la tasa de ahorro y
g es la tasa de crecimiento de la economía.
La ecuación (2) nos muestra un proceso dinámico a largo plazo que nos sirve
para explicar la tendencia creciente a la concentración del capital. Siempre que una
economía tenga una tasa de ahorro superior a su tasa de crecimiento, aumentará la ratio
capital/renta. Esto sirve para explicar la situación actual, ya que el entorno de
estancamiento del crecimiento en el que nos hallamos (principalmente explicado por el
estancamiento demográfico) hace que cobren más importancia los patrimonios del
pasado. El capital, que ya se halla concentrado en pocas manos, ofrecerá mayores
rendimientos al ahorro que a la inversión, y a su vez, estos rendimientos contribuirán al
aumento de la desigualdad, ya que recaerán sobre los propios rentistas.
La ecuación (1) es una igualdad contable, por lo que sus efectos se registran en
el corto plazo. Es una ecuación que puede determinar el β de largo plazo, y que tenderá
a aumentar ante incrementos en el rendimiento del capital o el parámetro α.
Para completar este mecanismo, falta destacar la importancia del rendimiento
medio del capital. En definitiva, Piketty expone que la desigualdad seguirá aumentando
mientras se cumpla que r > g. Es decir, los rendimientos al ahorro del capital superan a
la tasa de crecimiento, por lo que β aumentará en el largo plazo en (2). De hecho, en el
entorno de estancamiento en el que nos encontramos, la única esperanza para que se
revierta esta situación parece pasar por que la abundancia de capital haga disminuir sus
rendimientos y aproximarlos a la tasa de crecimiento.
Esta dinámica ha hecho que en los países ricos, la ratio capital/renta sea del
orden de entre un 400% y un 600% (es decir, el capital es entre 4 y 6 veces la renta
nacional). Acudiendo a la distribución personal de la riqueza, observamos que en 2010,
el decil superior (10% de las personas más ricas) concentra en torno al 35% de las rentas
del capital y el trabajo en Europa y el 50% en los Estados Unidos. Aún podemos ir más
lejos analizando el centil superior (1% de los más ricos), que controla el 10% de las
rentas en Europa y el 20% en Estados Unidos. Como podemos ver, el capital se
encuentra muy concentrado, de ahí que el aumento de la ratio capital/renta suponga
malas noticias para la desigualdad (ver Anexo I).
6
Otro mecanismo de perpetuación de la desigualdad señalado por Piketty es el de
la herencia. El autor se vale de un ejemplo muy ilustrativo, al que denomina "el dilema
de Rastignac", basándose en la novela Papá Goriot de Honoré de Balzac. El dilema del
joven Rastignac surge cuando tiene que elegir entre una vida de duro trabajo o desposar
a una muchacha de alta cuna y vivir de su herencia sin esfuerzo alguno. Esta especie de
parábola le sirve a Piketty para explicar el regreso de la herencia, que contribuirá a la
desigualdad en los próximos años (ver Anexo II).
Piketty expresa el flujo económico anual de sucesiones y donaciones, en
proporción de la renta nacional, mediante la siguiente expresión:
by = µ x m x β ; donde µ es un parámetro que mide la relación entre el
patrimonio medio en el momento del fallecimiento y el patrimonio medio de los vivos,
m es la tasa de mortalidad y β es la ya comentada ratio capital/renta.
La expresión nos puede hacer intuir que se va a producir un aumento de este
flujo de herencias en los próximos años. Como ya se ha dicho, β se encuentra en
tendencia ascendente, es decir, estos incrementos de la concentración de capital hacen
que la reserva total de riqueza privada susceptible de transmisión aumente. Por otra
parte, el envejecimiento demográfico actual se verá traducido en un aumento de la tasa
de mortalidad, lo que a su vez contribuirá al aumento del flujo de herencias.
La tercera fuerza de la ecuación, el parámetro µ depende del perfil de edad de
distribución del patrimonio. Si el patrimonio medio se eleva al aumentar la edad, se
traspasará un mayor flujo económico de herencias en el momento del fallecimiento. Si
partimos de un valor unitario del parámetro (el patrimonio de los fallecidos es por
término medio igual al de los vivos) a un valor µ = 2, el flujo económico de herencias
se duplicará, ceteris paribus. Otro enfoque interesante consiste en aplicar la "teoría del
ciclo vital" de Franco Modigliani a este ejemplo particular. Este modelo supone que los
agentes trabajan para financiar su jubilación, y consumen todo el capital acumulado
durante su vida activa hasta agotarlo al momento antes de su fallecimiento. Tomando
este ejemplo, µ tomaría un valor nulo, por lo que no existiría la herencia (todo el
mundo fallece sin patrimonio que dejar en herencia). Sin embargo, Piketty toma un µ =
1 para simplificar su análisis, por lo que el flujo de herencia depende exclusivamente de
las dos fuerzas explicadas anteriormente.
7
La última parte del libro se centra en propuestas para enmendar la apertura de la brecha
en la desigualdad. La propuesta que a mi juicio es más interesante (y la que le ha
granjeado al autor un gran número de críticas) es la creación de un impuesto global que
grave el capital (combinada con una alta progresividad impositiva en renta). El diseño
de este impuesto ayudaría a enmendar el problema que se encuentra en los bajos
gravámenes existentes del capital, debido fundamentalmente a la libertad de
movimientos del capital a nivel internacional, que fomentan la competencia impositiva
entre países.
Piketty aprovecha el entorno de gobernabilidad común europeo para introducir la
propuesta a un nivel menos ambicioso que el global: un impuesto europeo sobre la
fortuna. Este impuesto podría diseñarse con exenciones para patrimonios inferiores a un
millón de euros, un gravamen del 1% para patrimonios comprendidos entre uno y cinco
millones de euros, y un tipo marginal del 2% para patrimonios superiores a cinco
millones, medida que podría comportar una recaudación del 2,5% del PIB europeo
(ibíd.: 721). No es de extrañar este elevado rendimiento, debido a que los patrimonios
privados representan más de cinco años de PIB en Europa (β=500%), y que este
patrimonio está altamente concentrado en los centiles superiores de renta.
El siguiente paso sería la implantación a nivel mundial, que conseguiría lidiar
con la problemática de los paraísos fiscales. Para ello sería necesario implantar la
trasmisión automática de información bancaria entre países, que proporcionaría
información detallada y suficiente de los capitales que un residente tiene depositados en
bancos de diferentes países, de modo que tributara por el total del capital que posee.
Este impuesto podría solucionar el problema de la herencia, a su vez.
Suprimiendo los impuestos sobre sucesiones y donaciones existentes, que gravan la
herencia en el momento de recibirla, e incorporando esta herencia a la tributación anual
del impuesto sobre el capital. Este parece un enfoque más apropiado, ya que la herencia
se disfruta a lo largo de toda una vida, y no solo en el momento de recibirla.
Hay que admitir que esta propuesta es un tanto utópica, ya que es difícil pensar
como podría lograrse una coordinación mundial en materias impositivas, cuando ni en la
Unión Europea se ha intentado la armonización fiscal. Además, habría que incluir a los
paraísos fiscales en el acuerdo, y resulta inverosímil creer que éstos querrán adherirse,
ya que estos países pequeños obtienen unos grandes beneficios precisamente de su
8
condición de paraísos fiscales, como por ejemplo, altos niveles de rentas del trabajo.
Con esto concluye la reseña de la extensa obra de Piketty, donde se han señalado los
aspectos más interesantes. Como he comentado anteriormente, esta obra tuvo una
repercusión inesperada entre los economistas, generando admiración entre muchos; pero
como es evidente, esta admiración tiene contrapartidas, y el libro ha sido objeto de
numerosas críticas. A continuación, paso a presentar algunas de estas críticas, para ver
alguno de los puntos flacos de este análisis.
La primera crítica que he recogido procede de un sector marxista radical. Lordon (2015)
publicó un artículo en Le monde diplomatique, tratando de desmontar a Piketty
utilizando los argumentos que paso a exponer a continuación.
En primer lugar, Lordon critica la definición de capital que utiliza Piketty, que,
por simple, se aleja del complejo entramado de relaciones sociales que incluye la
definición de Karl Marx. En mi opinión, se trata de una crítica muy severa, ya que en
ningún momento Piketty pretende mostrar ningún tipo de continuidad con El capital de
Marx, y, de hecho, el objeto de análisis de ambas obras difieren en mucho.
En segundo lugar, se critica el uso de leyes fundamentales para explicar la
desigualdad. Lordon cree que el capitalismo ha de ser analizado en perspectiva histórica,
y que su funcionamiento, por lo tanto, no puede ser explicado por unas leyes universales
que se aplican de igual manera en todos los períodos históricos. Además, cree que se
utiliza sobremanera la expresión r>g, teniendo en cuenta que Piketty no se molesta en
describir los mecanismos que fijan ambas variables en cada momento de la historia
(luchas sociales, causas políticas...). Según Lordon, las leyes universales de este tipo no
pueden aplicarse aquí, debido al carácter inexacto de la disciplina económica.
Por último, Lordon cree que las soluciones al problema de la desigualdad
propuestas por Piketty son, una vez más, superficiales. Se critica que la única solución
factible sea la de la imposición, ya que según Lordon, la efectividad para solucionar el
problema de la desigualdad radica en un profundo cambio institucional. Sin embargo,
creo que queda claro que el objetivo de la obra de Piketty no sirve a ningún propósito
9
revolucionario.
Otra crítica que he recogido corresponde a una reseña de la obra realizada por
Vicente Salas Fumás, catedrático de Organización de empresas de la Universidad de
Zaragoza. Las críticas de Salas (2015) se basan en demostrar como los resultados
macroeconómicos de la obra de Piketty no se sostienen al traspasarlos a un modelo
microeconómico. Salas concluye que las relaciones entre los parámetros propuestas por
Piketty no se sustentan. En primer lugar, β y r han de moverse siempre en sentido
opuesto, debido a los rendimientos decrecientes en el factor capital, por lo que las dos
fuerzas no pueden aparecer simultáneamente, como postula Piketty. En segundo lugar,
se demuestra como α queda determinado por los valores de equilibrio de los parámetros
micro del modelo, y no por una relación exógena entre r y g, según Piketty.
A continuación, se vuelve a producir una crítica hacia la definición de capital de
Piketty. Salas cree que existen problemas al considerar capital únicamente a los input
que sirven para generar las correspondientes rentas del capital. Un ejemplo es el caso de
la vivienda: según Piketty, un país donde los ciudadanos tienen su riqueza en vivienda en
propiedad, presentará una ratio capital/renta menor a otro país donde los ciudadanos
viven de alquiler y tienen su riqueza depositada en activos financieros (diferencia que
parte de no considerar capital a la vivienda, pues no está al servicio de la producción).
Además, la valoración del capital a precios de mercado, propuesta por Piketty, significa
que β será susceptible a burbujas especulativas. La solución es valorar el capital a precio
de reposición.
Kenneth Rogoff (2014), execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional ve
otras debilidades en la obra de Piketty. En primer lugar, considera incorrecto el análisis
de la desigualdad en el seno de los propios países y cree más oportuno el análisis de ésta
a nivel global, como hace Angus Deaton (Premio Nobel 2015) en su obra The great
escape. El caso es que, a nivel global, la desigualdad se encuentra en mínimos históricos
gracias al desarrollo de numerosos países asiáticos. Según Rogoff, el análisis por países
introduce distorsiones y conduce a conclusiones equivocadas, ya que, por ejemplo,
ciudadanos que en Francia serían considerados de renta media, pasarían a ser
considerados de renta alta en un estándar global (esto haría más reacia a la clase media a
aceptar una tributación global del capital, ya que su tipo marginal se dispararía).
Además, Rogoff cree completamente inviable la aplicación de un impuesto global sobre
10
el capital, y defiende la aplicación de un impuesto progresivo sobre el consumo.
Acemoglu y Robinson (2015: 12-16), demuestran mediante un modelo
econométrico cómo la relación entre r y g no consigue explicar en buena parte un
hipotético aumento de la desigualdad. Los autores no creen que esta desigualdad no
llegue a explicar la realidad, pero sí consideran que hay factores más importantes, y
Piketty los deja fuera de su análisis.
En un comentario de Paul Krugman (2014) a la obra de Piketty, se recogen
críticas procedentes de sectores políticos conservadores. Krugman comenta que la obra
ha sido calificada de "marxismo blando", simplemente por el hecho de lanzarse a hablar
de la desigualdad de la riqueza, o por dividir a la población en "clases" o estratos,
dependiendo de su nivel de renta. Además, Krugman ridiculiza la reseña de la obra
hecha por el Wall Street Journal, porque establece una relación entre las medidas de
tributación progresiva para la reducción de la desigualdad y las políticas soviéticas de la
época estalinista. Estas críticas, conjuntamente con la anterior crítica de Lordon, sirven
para hacernos una idea de la ola reaccionaria que la obra ha generado. Por una parte, se
rechaza a Piketty por querer replicar el análisis de Marx y no estar a su altura, y por la
otra se le tacha de marxista radical. Una de dos: o la obra no se ha leído bien, o ninguna
de las partes se ha molestado siquiera en leerla.
Como se puede ver, esta obra de Piketty ha estado sometida a debate por varios aspectos.
El propio autor ha tenido que clarificar algún concepto del libro para defenderse de las
críticas.
Una de las críticas más frecuentes hacia la obra de Piketty es la falta de un
modelo explicativo que diera más consistencia a su análisis (Rogoff, 2014). El propio
Piketty ha señalado que uno de los problemas que afrontan los lectores de su obra es que
la analizan con un determinismo económico. Piketty (2015b) clarifica que su obra
pertenece al campo de las Ciencias Sociales en general, y que este determinismo
estrecha las posibilidades de interpretación de su obra. Por otra parte, Piketty admite en
el mismo artículo que una de las debilidades de su obra es no profundizar en las
condiciones sociales y políticas del cambio institucional, como critica Lordon (2015).
Que estos componentes aparezcan a menudo como exógenos en la determinación del
capital, a pesar de su importancia (por ejemplo, la lucha ideológica por establecer la
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progresividad tributaria a finales del siglo XIX) se debe a que su libro es "en el mejor de
los casos, solo una introducción al estudio del capital en el siglo XXI" (ibíd.: 18).
Piketty (2015c) pretende aclarar las controversias de su propuesta tributaria. Un
sistema tributario óptimo debería basarse en una imposición binaria sobre la renta: dos
impuestos progresivos que graven las rentas laborales y el patrimonio heredado. Es en
este particular escenario donde entra el impuesto global sobre el capital, para corregir las
distorsiones que la movilidad del capital pueda introducir sobre la herencia. Recalca que,
pese a las críticas, sería más eficiente que un impuesto progresivo sobre el consumo.
Además, Piketty (ibíd.) incide en que la desigualdad r > g se ha malinterpretado,
ya que él mismo admite que no se trata del único motor de la desigualdad, y que es
simplemente una desigualdad propia del equilibrio estacionario de muchos modelos
explicativos, queriendo decir únicamente que basta con que las familias ahorren una
proporción g/r de su renta para que ésta se reproduzca al mismo ritmo que g. Piketty
admite que existen otras fuerzas de la desigualdad que no se explican por r > g, como el
caso de la desigualdad en rentas laborales en Estados Unidos, pudiéndose explicar por el
costoso acceso a la cualificación superior. En cualquier caso, su libro es principalmente
un análisis histórico de la desigualdad, y no pretende dar con la solución.
1 En lo referente a críticas a la globalización, merece mención especial el Premio Nobel Joseph Stiglitz,
cuyo libro El malestar en la globalización es considerado una obra pionera de este movimiento.
12
II.2.1. Crecimiento e instituciones: Interrelación y críticas.
A través de una amplia muestra de países, Rodrik analiza el desempeño del crecimiento
económico en las últimas décadas. Este análisis sirve para observar que las recetas de
crecimiento para los países en desarrollo no siempre son efectivas, como pretenden hacer
creer las Instituciones Financieras Internacionales (IFI), que apoyan siempre su
condicionalidad financiera al cumplimiento de estas premisas.
Estas recetas es lo que comúnmente se ha dado a conocer como "el consenso de
Washington", el cual consiste en una lista de preceptos, que a priori, señalan la senda del
crecimiento a los países en desarrollo que se dispongan a aplicarlas. Estos preceptos,
apoyados en el pensamiento económico neoliberal (se puede comprobar como estas
medidas van encaminadas a favorecer el libre mercado y reducir el peso del Estado),
consisten a grandes rasgos en: disciplina fiscal, reorientación del gasto público, reforma
fiscal, liberalización de los tipos de interés, tipos de cambio unificados, liberalización
comercial, apertura a la inversión extranjera directa, privatización, desregulación y
garantía de los derechos de propiedad (ibíd.: 36).
El hecho que observa Rodrik es que, en la mayoría de los casos, la aplicación a
ciegas de estas medidas ha conducido a varios países al fracaso; mientras que hay países
que han conseguido detonar el crecimiento económico siguiendo una serie de medidas
heterodoxas, como es el caso de los "tigres asiáticos" o de China. El caso de China es
curioso, ya que consiguió sumarse al crecimiento mediante una reforma de dos vías, es
decir, aplicó las medidas liberales del Consenso en algunos campos como el comercio,
pero aplicó a su vez medidas heterodoxas en otros aspectos. Rodrik señala que gran parte
del éxito de China se debe a su particular sistema de derechos de propiedad, que recae
sobre los gobiernos locales, a través de lo que se conoce como "township and village
entreprises" (TVE), empresas locales que impulsaron el espíritu emprendedor chino.
Efectivamente, se señala que el éxito de China radicó en su configuración inusual del
sistema de derechos de propiedad, y que probablemente no podría haber producido
mejores resultados si éste hubiera sido un sistema privado.
Por ello, Rodrik incide en que para que los países puedan mantener el
crecimiento, es necesaria una correcta reforma institucional, que combine prácticas
ortodoxas y heterodoxas, dependiendo de las condiciones particulares de cada país. Para
13
localizar cuáles son las reformas necesarias en cada caso, el autor propone realizar un
diagnóstico del crecimiento, es decir, analizar las mayores distorsiones existentes en la
economía nacional, y aplicar las reformas, lo que asegura su efectividad.
Un ejemplo que propone el autor es el diagnóstico para el caso de una economía
que presente bajos niveles de inversión privada. Según Rodrik, habría que identificar si
esto se debe al bajo rendimiento de la actividad económica o a altos costes de
financiación. Si el problema es el primero, se debe analizar si se debe a bajos
rendimientos sociales o a una baja apropiabilidad privada de los rendimientos (fallos de
mercado, externalidades...). Por otra parte, si el problema es el coste de financiación, se
deberá analizar si se debe a una financiación externa inadecuada (problemas de deuda...)
o a la financiación nacional (por ejemplo, por existencia de bajos niveles de ahorro). Y
así sucesivamente. El diagnóstico, pues, consiste en identificar el problema principal y
llegar hasta la última de las causas, identificando así la distorsión originaria, que
dependiendo de su origen dará como resultado un distinto diseño de las reformas. Solo
así se consigue dar con unas recetas efectivas para el crecimiento (ibíd.: 105).
Una vez identificadas las reformas necesarias y efectivas, es imprescindible
institucionalizar las reformas, y es aquí donde Rodrik pasa al siguiente punto de sus
análisis: las instituciones.
Rodrik clasifica las instituciones necesarias para impulsar el crecimiento en los
siguientes grupos: instituciones para la protección de los derechos de propiedad,
instituciones regulatorias (aquellas que se encarguen de solventar los fallos de mercado),
instituciones para la estabilidad macroeconómica (como puede ser un banco central),
instituciones de previsión social (aquellas sobre las que se sustenta el Estado de
bienestar), y por último, instituciones para el manejo de conflictos (de gran relevancia en
los países en desarrollo en los que exista una gran diversidad, ya sea étnica o ideológica,
para asegurar que no existen minorías segregadas).
Ahora bien, el autor también señala que estas instituciones pueden implantarse en
un país por dos vías: la "transferencia de tecnología", es decir, copiar una institución
existosa en otro país y transferir la fórmula a suelo nacional; o el "conocimiento local",
es decir, el descubrimiento, mediante un proceso de prueba y error, de instituciones que
puedan ser efectivas particularmente en el propio ámbito del país. Según Rodrik, la vía
más existosa es la segunda, ya que el correcto funcionamiento institucional está
14
fuertemente ligado a las características peculiares de cada país, y el hecho de que una
institución haya dado sus frutos en otros países, no garantiza su éxito en cualquier
escenario. Un ejemplo de este tipo de descubrimiento institucional son las TVE chinas,
de las que ya se ha hablado anteriormente.
Concluyendo con este apartado, Rodrik quiere precisar que no es lo mismo
detonar el crecimiento que mantenerlo. Para mantenerlo, es preciso contar con el
correcto arreglo institucional. La crítica que se establece aquí es que las IFI, es decir, las
instituciones del establishment, deberían cesar en su empeño en imponer un marco
institucional conforme a un modelo capitalista neoliberal estándar, ya que en algunos
casos particulares puede resultar restrictivo. Lo lógico es dejar que cada país investigue
cual es la senda de crecimiento más adecuada, y si ésta pasa por la aplicación de medidas
heterodoxas, no debería ser motivo de alarma. Este es un enfoque que profundizaré más
en el apartado dedicado a Chang.
15
Estado acabará sometido a la golden straitjacket, es decir, la política nacional acabará
encorsetada por la competencia existente en los mercados internacionales (ibíd.: 286)
(ver Anexo III: figura 2). No obstante, el autor propone dos soluciones para sortear
dichos obstáculos y mejorar la gobernanza internacional de la globalización, en aras de
completar su carácter: en primer lugar, la introducción de derechos de exclusión
voluntaria en el corto plazo, que completen la claúsula de salvaguarda de la OMC. Estos
derechos permitirían a los países regular las relaciones comerciales con determinados
países, pudiéndose corregir los desequilibrios que surjan del libre comercio. En segundo
lugar, el autor propone avanzar hacia el federalismo global en el largo plazo, ya que la
globalización solo se podrá completar cuando se haya conseguido construir un gobierno
mundial y unidireccional, donde todos los países operen bajo el mismo marco.
16
II.3. LA CONSIDERACIÓN DE LOS ANIMAL SPIRITS EN LA
MACROECONOMÍA, POR GEORGE AKERLOF Y ROBERT SHILLER.
George Akerlof (1940) y Robert Shiller (1946) son dos de los economistas
estadounidenses contemporáneos más importantes. Ambos son Premios Nobel de
Economía: Akerlof lo obtuvo en el año 2001 por sus estudios de los mercados con
información asimétrica (verbigracia, el archiconocido market for lemons), y Shiller lo
recibió en 2013, por sus análisis empíricos de los precios de activos financieros e
inmobiliarios. En su obra conjunta, animal spirits (Akerlof y Shiller, 2009), los autores
realizan una crítica sobre el actual papel de la Macroeconomía, y el arraigo de las
expectativas racionales en los modelos explicativos contemporáneos. Según su punto de
vista, la Macroeconomía debería tener en cuenta el comportamiento no económico ni
racional de los individuos, aquel componente psicológico que guía los impulsos
espontáneos hacia la acción, esto es, los animal spirits.
Para entender este concepto mejor, sería conveniente bucear en la Historia del
Pensamiento Económico, y rescatar el significado original de este término, debido, como
otras importantes contribuciones a la Economía, a John Maynard Keynes.
Para la explicación de este apartado, resulta útil acudir a La riqueza de las ideas (2009),
de Alessandro Roncaglia, donde encontramos un capítulo dedicado a la vida y obra de
John Maynard Keynes (1883 – 1946).
Los animal spirits se remontan a los trabajos originarios de Keynes, dedicados al
estudio de la probabilidad y la incertidumbre, aunque el término se formalizó una década
después. En el Treatise on probability de 1920, Keynes distingue la "probabilidad
conocida" de la "probabilidad desconocida". Así, la probabilidad conocida se asociaría
con las expectativas empresariales a corto plazo (fundamentalmente, aquellas utilizadas
para decidir el nivel de producción), mientras que la probabilidad desconocida estaría
relacionada con las expectativas a largo plazo (para decidir los niveles de inversión).
Esta última relación supondría la génesis de los animal spirits en las decisiones de
inversión, que contendrían un componente espontáneo, un impulso hacia la acción,
17
además de las decisiones racionales de los empresarios en cuanto a la consideración de
riesgos y beneficios. Sería este componente psicológico el que haría imposible calcular
la probabilidad de que se realice una determinada inversión, de ahí su asociación con la
probabilidad desconocida. Según Roncaglia, esta idea de expectativa no racional,
presente ya en los primeros trabajos de Keynes, tomaría un carácter formal y definitivo
en la obra magna de Keynes: la General theory of employment, interest and money
(ibíd.: 513).
Uno de los objetivos de Keynes al escribir la General theory (2003 [1936]), era
explicar la existencia de un sistema económico en equilibrio sin pleno empleo. Según
Keynes, el nivel de ocupación no depende de los salarios (debido a su inflexibilidad a la
baja), como sugerían los economistas neoclásicos, sino de la demanda agregada. Esta
demanda agregada está compuesta por la demanda de bienes de consumo y por la
demanda de bienes de inversión, y éstas a su vez dependen de factores psicológicos
(además de los factores puramente económicos, como son la renta y el tipo de interés).
Estos factores psicológicos son la propensión marginal al consumo, en la demanda de
bienes de consumo, y la inversión planeada - ex ante - en la demanda de bienes de
inversión2. Así, Keynes introdujo el componente psicológico, el impulso hacia la acción,
en las decisiones de consumidores e inversores (Roncaglia, 2009: 526-7).
De esta forma, Keynes inauguró la perspectiva de la consideración de parámetros
no racionales en los modelos macroeconómicos. Es esta perspectiva la que Akerlof y
Shiller han querido retomar en su obra, realizando de esta manera una crítica hacia las
expectativas racionales de Lucas y Sargent, presentes en los modelos macroeconómicos
actuales.
2 La inversión quedaría fijada por la diferencia entre la eficiencia marginal del capital y el tipo de
interés, dependiendo la primera del cálculo de la expectativa del rendimiento futuro – y por tanto,
incierto – por parte del empresario. En este cálculo influyen las convenciones empresariales del
momento, de modo que un clima de confianza empresarial alimentaría el impulso hacia la acción, y
favorecería la inversión (Keynes, 2003 [1936]).
18
A grandes rasgos, la teoría de las expectativas racionales, viene a decir que,
partiendo de que los agentes tienen plena información, éstos van a anticipar
racionalmente los efectos de las políticas gubernamentales, por lo que éstas se revelan
inútiles.
Los agentes van a formar en el presente sus expectativas racionales 3, a partir de las
cuales reaccionarán ante las futuras intervenciones del gobierno. Estas reacciones
contrarrestarán los efectos deseados de dichas políticas, ya que se han formulado
mediante expectativas racionales, a partir de información completa y perfecta, y se han
podido anticipar dichos efectos de manera precisa. En definitiva, las políticas solo
tendrán un impacto real sobre la economía cuando exista un efecto sorpresa, lo que
quiere decir que las políticas gubernamentales son inefectivas. De esta manera, se
deshecha la intervención pública porque supondrá un derroche de recursos y no llegará a
alcanzar sus objetivos (argumento basado en el principio de "equivalencia ricardiana")
(Roncaglia, 2009: 633-4).
Para Akerlof y Shiller, basar los modelos macroecónomicos en este tipo de
expectativas supone un problema, ya que no se tienen en cuenta los fallos de mercado
que pueden aparecer en cuanto a información incompleta e imperfecta, lo que llevaría a
formulaciones erróneas de las expectativas por parte de los agentes. Además, resulta
ilusorio pensar que todos los agentes se van a enfrentar de forma racional ante las
situaciones económicas, y es un hecho que en la mayoría de los casos no es así (por
ejemplo, la mayoría de la población no conoce el funcionamiento de los modelos
macroeconómicos, por lo que no pueden formar expectativas basadas en éstos). Para los
autores, es imprescindible la consideración en Macroeconomía de los comportamientos
económicos no racionales, y desechar el supuesto de que el ser humano es siempre un
homo economicus.
Una vez descrita la visión general de la obra, paso a precisar la composición de estos
animal spirits. Según Akerlof y Shiller (2009), éstos quedan definidos por cinco
componentes: la confianza, la equidad, la ilusión monetaria, la corrupción y la "historia
oral".
3 De acuerdo con la formulación original de Muth de 1961, según el cual "las expectativas [...] son
esencialmente lo mismo que las predicciones de la teoría económica pertinente" (Roncaglia, 2009:
633).
19
La confianza es un componente muy importante en la formación psicológica de
las decisiones económicas de los agentes. Una mayor confianza en el buen
funcionamiento de la economía refuerza el impulso hacia la acción. Para los autores, la
confianza incidiría sobre la sociedad de manera semejante a un multiplicador
keynesiano4, generando un proceso de retroalimentación, que volvería a incidir
positivamente sobre la confianza. Este primer componente vuelve a tener claras
influencias keynesianas. Alessandro Roncaglia (2015: 82) destaca el concepto
keynesiano de "confianza en la probabilidad". Keynes subrayó que los agentes pueden
poner de manifiesto una mayor o menor confianza a la hora de calcular una probabilidad,
y que esta confianza puede hacer cambiar el resultado de este cálculo. En definitiva, la
confianza es un estímulo positivo hacia la acción.
La equidad o la idea de justicia social imperante en la sociedad es el segundo
componente de los animal spirits. Un bajo nivel social de equidad se traduce
generalmente en comportamientos negativistas por parte de las personas que se
encuentran en la parte baja de la distribución de la renta, desincentivando el impulso
hacia la acción. La acción no hará cambiar la concepción de equidad, empeorando las
expectativas de movilidad social (trampa de la pobreza).
El siguiente componente es la ilusión monetaria. La inflación genera ilusión
monetaria (los aumentos de precios minan la capacidad adquisitiva), ya que por lo
general los agentes no la tendrán en cuenta. Este planteamiento choca con las teorías de
los economistas monetaristas, como Milton Friedman, que afirmaba que los trabajadores
tenían presente la inflación a la hora de negociar el salario. Sin embargo, la evidencia
muestra como en muchas ocasiones los salarios no se ajustan a los precios, debido a su
inflexibilidad a la baja (los trabajadores se resisten a ver sus salarios recortados cuando
aumenta el desempleo). Además, algunos activos económicos no tienen en cuenta las
contigencias que puede provocar la inflación, como los bonos del Estado, que pierden
valor real con la inflación, beneficiando al prestatario y perjudicando al prestamista.
Además, la corrupción puede influir en la formación de estas expectativas
4 La extendida idea de los multiplicadores, aplicada a la teoría keynesiana es debida a Richard Kahn
(1905 – 1989), discípulo del propio Keynes. La idea inicial era ilustrar los efectos multiplicadores que
tienen aumentos de la inversión sobre la renta, generando efectos amplificadores sobre ésta, y que
complementados con el efecto acelerador, volverían a provocar incrementos en la inversión
(funcionando de forma inversa en ciclos depresivos). Otro instrumento económico muy extendido es
el multiplicador de la políticas fiscal, que pretende medir los efectos que tendría un cambio en la
política fiscal discrecional sobre la renta (por ejemplo, aumentos del gasto público).
20
irracionales. Las "historias de mala fe" dañan la confianza de los agentes, lo que es
contraproducente para la economía. Más concretamente, Akerlof y Shiller señalan que la
Gran Recesión, al igual que la mayoría de las grandes crisis, se gestó por la difusión de
malas prácticas en el seno del sector financiero.
Finalmente, la "historia oral" también repercute en la psicología de los agentes
económicos. Todos los anteriores componentes se refuerzan a través de su difusión oral,
de la transmisión de información ganada a través de la experiencia pasada.
Paul Krugman (1953) es uno de los economistas más destacados de las últimas décadas.
Es profesor en la prestigiosa Universidad de Princeton, y entre sus logros más
importantes se encuentra la recepción del Premio Nobel de Economía en 2008. Krugman
se encuadra a sí mismo dentro de la tradición económica neokeynesiana, hecho que
quedará patente a continuación, al analizar su obra ¡Acabad ya con esta crisis! (2012),
5 Alessandro Roncaglia (2015: 106) considera importantes las acciones de los Gobiernos en períodos
de recesión económica para contener la crisis de confianza.
21
donde expone su visión sobre la Gran Recesión, realizando una crítica mordaz a las
teorías económicas del mainstream, las culpables, según él, de la debacle económica
contemporánea.
6 Hyman Minsky (1919 – 1996), fue un economista heterodoxo poskeynesiano, cuya obra ha sido
retomada y puesta en valor por muchos autores tras el estallido de la crisis (aunque en vida no gozara
de mucho reconocimiento por sus desviaciones del mainstream).
22
contexto económico favorable y las facilidades de crédito impulsaron el gasto y el
endeudamiento, incluídos aquellos agentes que tenían escasas probabilidades de
devolver lo prestado (es por todos conocido el caso de las hipotecas subprime y sus
terribles consecuencias tras el estallido de la burbuja inmobiliaria).
Minsky vaticinó que la configuración del sector financiero acabaría
desencadenando una recesión. De hecho, afirmó que el capitalismo acabaría
evolucionando hacia un modelo controlado por los gestores de los mercados monetarios,
con unos objetivos económicos cortoplacistas y, por tanto, tendentes a la especulación.
Por tanto, "la financiarización de la economía responde a la evolución del propio sistema
(y no al desarrollo del sector financiero en el seno del sistema)" (Roncaglia, 2015: 74).
Cabe matizar que el propio Minsky considera esta evolución más bien una involución, y
no un progreso, y que las consecuencias perniciosas del proceso podrían evitarse con la
regulación.
Recapitulando, la liberalización del sector financiero que se ha estado viviendo a
lo largo de las últimas décadas (principalmente a partir de los años 80, tras el
nombramiento de Ronald Reagan como Presidente de los Estados Unidos), ha
incentivado prácticas irresponsables dentro del sector, permitiendo el endeudamiento
excesivo del sector privado, y causando los efectos drásticos que todos conocemos. El
hecho es que aquellos que defendían esta desregulación, basándose en la "teoría de los
mercados eficientes"7, eran los simpatizantes del laissez faire sin límites, del mainstream
(los que el propio Krugman denomina "economistas de agua dulce", véase la
introducción), que ahora deberían cuestionarse si las teorías económicas en las que se
han basado para defender la desregulación financiera eran las más adecuadas.
7 "La hipótesis de los mercados eficientes", atribuída a W.F. Sharpe, supone que los precios de los
activos financieros son valorados correctamente por el mercado, que los inversores son racionales, y
que los mercados financieros se hallan siempre en equilibrio (Keen, 2015: cap. 11).
23
cercanos a cero, por lo que inyecciones de dinero no pueden traducirse en estímulos
positivos para la inversión y desincentivos para el ahorro, vía reducción del interés
(trampa de liquidez). El caso es que venimos hablando de que la crisis se ha gestado por
un problema de deuda, y Krugman está sugiriendo el endeudamiento para solucionarlo.
El siguiente tema importante que aborda el libro es precisamente el del déficit público, y
cómo la deuda puede curar, efectivamente, un problema de deuda.
Krugman (2012) señala dos razones por las que el estímulo fiscal encuentra
oposición entre los defensores de la política económica ortodoxa. En primer lugar, hay
una opinión generalizada que se opone a aumentos significativos de gasto público,
porque piensan que dar más peso al Estado acabará conduciendo a una economía
socialista de planificación centralizada (hecho que le hace pensar a uno si estamos en el
Siglo XXI o en plena Guerra Fría). En segundo lugar, los defensores de Milton
Friedman8 y la teoría monetarista creen que aumentos del gasto público financiados con
deuda exterior resultarán perniciosos porque acabarán comportando aumentos del tipo de
interés, a costa de una menor liquidez en la economía. Krugman se centra en demostrar
como este segundo argumento es erróneo, por lo menos en EEUU, ya que el caso de la
deuda europea es bastante singular, pero volveremos sobre el caso europeo más adelante.
Pues bien, como hemos visto, el excesivo endeudamiento privado sentó las bases
de la crisis. El problema es que los agentes están intentando desapalancarse mediante
una reducción de gastos. Si los gastos de una economía disminuyen, también lo hacen
los ingresos, y si la situación se prolonga en el tiempo, la economía pierde riqueza.
Queda patente que la economía tiene un problema de demanda, por el escaso gasto
privado, y una solución a este problema puede ser un aumento del gasto público. El
gasto público consigue reactivar la demanda y dar uso a recursos económicos que están
paralizados por la falta de iniciativa privada.
Además, el gasto puede ser financiado mediante emisión de bonos sin que
suponga un problema, ya que la deuda es a 10 años, y en una economía de las
dimensiones de EEUU, si se paga el suficiente tipo de interés real, el peso de la deuda se
va amortizando automáticamente, es decir, el peso de la deuda sobre el PIB se va
reduciendo por el simple hecho de que la economía está creciendo (ibíd.: 153). El
8 Milton Friedman (1912 – 2006), uno de los economistas más prestigiosos del siglo XX, representante
de la Escuela de Chicago y la corriente monetarista. Afirmaba que las políticas discrecionales del
Gobierno no podían tener efectos en el largo plazo sobre la producción y el desempleo de equilibrio, y
que sólo eran capaces de generar inflación.
24
problema parece estar en el tipo de interés, pero en una situación recesiva, progresivos
aumentos de deuda pública no acabarían repercutiendo en aumentos del tipo de interés.
El hecho es que en situaciones depresivas, el sector privado ahorra más de lo que
invierte, por lo que aumentos del gasto público no van a competir por el uso de los
fondos con el sector privado, y por tanto, no comportará aumentos de los tipos de
interés. En este contexto, el gasto público no está desplazando el gasto privado, sino que
está utilizando el exceso de ahorro del sector privado (ibíd.: 148). Cabe matizar que este
proceso solo funcionaría en EEUU, porque emite deuda en su propia moneda, y que el
caso de la deuda europea es más grave, porque la deuda de los países está denominada
en la moneda común.
En definitiva, Krugman señala que el déficit no debe ser una preocupación en el
corto plazo en la situación actual, como sí debe serlo el empleo. De hecho, el objetivo
del pleno empleo ha sido desplazado en las políticas económicas en favor del déficit y la
inflación. El miedo a la inflación por parte de los Bancos Centrales también está
injustificado según Krugman. Así, el autor propone la fijación de un objetivo inflación
superior al 2%, ya que encuentra tres motivos por los que una inflación más alta sería
beneficiosa para la economía.
En primer lugar, una inflación más alta podría, a priori, reactivar los préstamos
(medida defendida por economistas de gran calado como Olivier Blanchard). Se
incentiva pedir prestado, porque en un contexto inflacionario lo que se tiene que
devolver al vencimiento del préstamo tiene un menor valor real que lo prestado
inicialmente. Por ello, las familias podrían estar interesadas en pedir préstamos, aún a
costa de un mayor tipo de interés. Krugman señala que es difícil que se produzca una
subida de los tipos de interés, ya que la trampa de liquidez muestra una tendencia de
éstos hacia cero. En definitiva, se conseguiría impulsar el gasto privado, ya que es más
atractivo pedir prestado, y además los fondos no se han encarecido.
En segundo lugar, la inflación conseguiría aliviar la carga de deuda del sector
privado (véase la explicación de la "deuda-deflación" de Irving Fisher, p. 22 del presente
trabajo).
Por último, la inflación conseguiría corregir el problema de inflexibilidad de los
salarios. Los salarios son inflexibles a la baja, por lo que es difícil conseguir su ajuste en
épocas de desempleo elevado. Por lo tanto, una inflación más elevada conseguiría que
25
los salarios reales fueran más bajos, facilitando el ajuste, que resulta casi imposible si se
pretende bajar el salario nominal (ibíd.: 176-7).
Concluyendo, los Bancos Centrales deberían centrar sus esfuerzos en el problema
del empleo, ya que los asuntos de déficit e inflación se revelan menos graves que éste
primero.
26
Como acabamos de ver, la construcción de la zona euro presenta severas
deficiencias para Krugman. Estas deficiencias han restado flexibilidad a los países a la
hora de encarar la crisis, que ha acabado revelándose más profunda que en Estados
Unidos. Ello no quiere decir que el proyecto europeo haya de ser desmantelado, ya sea
por la inviabilidad de la salida de un país de la zona euro (lo que causaría inseguridad y
pánico bancario) o porque supondría la asunción del fracaso del propio proyecto. Sin
embargo, Krugman si que señala algunas reformas que serían necesarias para que el euro
enderece el rumbo.
En primer lugar, el Banco Central Europeo debería respaldar a los Gobiernos que
se queden sin liquidez por incrementos de los costes de financiación, por ejemplo,
preparándose para comprar bonos cuando fuera necesario (es lo que hacen, por ejemplo,
la Reserva Federal o el Banco de Japón, implementando lo que se conoce como
quantitative easing9).
En segundo lugar, Krugman cree que se deberían implementar medidas para
corregir los problemas de competitividad entre países, debido a la imposibilidad por
parte de los países deficitarios de devaluar la moneda común (y a los efectos perniciosos
de la devaluación interna, mediante disminución de precios y salarios). Esta medida
podría alcanzarse permitiendo tasas de inflación moderada en los países excedentarios,
cosa que parece bastante improbable que se permita, debido a la fobia alemana a los
procesos de expansión de precios. Finalmente, para salvar el euro sería necesario
resolver los problemas fiscales de los países altamente endeudados, lo cual no tendría
por qué suponer necesariamente la aplicación de medidas de austeridad (el problema de
la crisis de la deuda soberana y la "austeridad expansiva" será tratado más adelante en el
análisis de la obra Austeridad, de Mark Blyth).
II.4.3. Conclusiones. Cómo acabar ya con esta crisis.
9 El BCE anunció a principios de 2015 un paquete de medidas de expansión monetaria que incluía la
compra de deuda pública. Hasta entonces, el BCE inyectaba liquidez a través de préstamos que
aceptaban deuda pública como garantía o colateral, pero no compraba bonos directamente.
27
monetarias, que ya no pueden aplicar la política monetaria convencional por los tipos
cercanos a cero. Entre las medidas no convencionales que la Reserva Federal debería
aplicar, Krugman destaca: la impresión de dinero para financiar reducciones impositivas
y comprar deuda pública, la intervención en el mercado de divisas para reforzar el dólar
y favorecer la exportación, y el compromiso por permitir tasas de inflación más elevadas
(Krugman, 2012: 230). Y como la crisis es en última instancia, consecuencia de una
burbuja inmobiliaria, no podían faltar recomendaciones en el ámbito de la vivienda. Para
Krugman es imprescindible que el Gobierno actúe para facilitar la refinanciación de las
deudas de las familias, lo que ayudaría a aliviar su deuda e impulsar el gasto privado.
En consecuencia, Krugman cree que es posible salir de la crisis sin más dilación.
Lo único que hace falta es "lucidez intelectual y voluntad política" (ibíd.: 243).
Yanis Varoufakis (Atenas, 1961) es uno de los economistas actuales más mediáticos.
Probablemente, esta fama le ha sido otorgada por su activismo político, ya que formó
parte del Gobierno griego de Alexis Tsipras, y últimamente se ha posicionado como
consejero económico del político laborista británico Jeremy Corbyn.
La obra El minotauro global (2012) ofrece un enfoque alternativo muy
interesante sobre la generación de la Gran Recesión, poniendo el foco sobre el modelo
de crecimiento estadounidense tras la II Guerra Mundial, que se ha revelado como
insostenible. Además, Varoufakis también expone su visión sobre la crisis del euro,
incidiendo sobre la inexistencia de un Mecanismo Automático de Reciclaje de
Excedentes europeo, lo cual a mi juicio constituye uno de los puntos de esta obra que
más comentarios merece.
Así, nos adentramos ahora en el análisis de esta obra, comentando primero el
modelo de crecimiento norteamericano, y cómo nos ha llevado a la actual situación; y
después, la crisis del euro.
28
II.5.1. Gestación y caída del Minotauro Global.
La tradición griega clásica cuenta que el Rey Minos de Creta pidió a los dioses un toro
para ofrecérselo como sacrificio. El Rey obtuvo el animal, pero el sacrificio no llegó, por
lo que los dioses hicieron que la esposa del Rey fuera seducida por el toro como
represalia. De dicha unión nació el Minotauro de Creta, una salvaje bestia mitológica,
que fue encerrada en un laberinto construído por Dédalo. El Minotauro fue símbolo de la
hegemonía cretense, tras ganar la guerra con Atenas. Tras el desenlace de la guerra, se
acordó que Atenas mandase jóvenes y doncellas como tributo anual, que servían de
alimento a la bestia. El mito termina con Teseo, hijo del rey ateniense, dando fin a la
vida del Minotauro. Me parecía interesante contar el mito superficialmente, para poder
establecer una analogía con la economía estadounidense, tal y como Varoufakis la
describe.
Cuando Varoufakis (2012) alude al "Minotauro Global", se refiere al modelo
económico estadounidense. El economista heleno considera que este modelo tiene su
origen en lo que él ha denominado como "el Plan Global". Este Plan fue puesto en
marcha por Estados Unidos tras el desenlace de la II Guerra Mundial, y consistió en la
asistencia financiera para la reconstrucción de los vencidos, principalmente Alemania y
Japón. Pero según Varoufakis, el Plan no se puso en marcha por motivos solidarios, sino
que formaba parte de un intento de inundar Europa y el Pacífico de dólares, para
certificar la hegemonía estadounidense (muy importante en aquel contexto, cuando se
estaba gestando la Guerra Fría). Este modelo inicial pudo ponerse en marcha gracias a
una economía americana excedentaria, que permitía estas salidas de capitales.
Pero cuando en la década de los 70 estalla la crisis del petróleo, este edificio se
viene abajo. Los grandes excedentes estadounidenses dejan paso a los enormes déficit
gemelos (comercial y fiscal), y Estados Unidos ha de reinventarse. Se pone en marcha
un nuevo modelo, el Minotauro.
Así pues, el estallido de la Crisis del petróleo invirtió el sentido de los flujos de
capital internacional, y Estados Unidos pasó a ser deudor neto. La creciente demanda
interna americana se saciaba con todas las importaciones que el país pudiera recibir, lo
que se iba traduciendo gradualmente en un inmenso déficit comercial. Asimismo, a esta
situación hemos de sumar la desbocada emisión de deuda, aprovechando la falta de
29
límites impuestos por los mercados financieros, gracias a la seguridad que ofrece el
dólar, como moneda de referencia internacional. ¿Pero, cómo ha podido Estados Unidos
mantener estos déficit gemelos durante décadas? La contrapartida se halla en el cebo que
supone Wall Street para el dinero de los países excedentarios. Los grandes rendimientos
de la bolsa norteamericana permitieron absorber los flujos de capital internacionales
necesarios para financiar sus importaciones y los desequilibrios presupuestarios. Así, la
economía mundial funcionó durante casi cuatro décadas con este peculiar mecanismo de
reciclaje de excedentes globales: el Minotauro afianzó su posición de líder mundial,
fagocitando la mayor parte de los excedentes globales (igual que las víctimas que la
bestia mitológica recibía a modo de tributo anual) y engordando su posición de deudor
neto.
En 2008, la Crisis llegó a Estados Unidos como Teseo llegó al Minotauro. El ser
mitológico había estado engordando sin mesura durante las últimas décadas, en torno a
un sector financiero en constante desarrollo y prácticas cada vez más dudosas. Como
este trabajo no pretende analizar la Crisis, una vez más, saltaré la explicación que da
Varoufakis acerca de su desarrollo. Simplemente merece la pena comentar que, según
Varoufakis, el Minotauro ha quedado herido de muerte tras el desencadenamiento de la
Gran Recesión y el hundimiento de Wall Street, poniendo en jaque la gobernanza global,
que parece hallarse ahora sin ningún mecanismo de reciclaje efectivo (retomaré este
tema en la conclusión de este apartado). Si el Minotauro no ha muerto ha sido gracias los
esfuerzos de lo que Varoufakis denomina sus "doncellas" (ibíd.: 159), que han puesto un
gran empeño en salvarlo. Las "doncellas" (en definitiva, el orden político global)
desarrollaron el Plan Geithner-Summers y el Mecanismo Europeo de Estabilidad
Financiera, con el objetivo de rescatar el sistema financiero en Estados Unidos y Europa,
respectivamente; lo que ha permitido al Minotauro sobrevivir a la debacle.
Hasta aquí la explicación de la metáfora de Varoufakis, mediante la que explica el
modelo que ha regido las reglas económicas globales durante las últimas décadas. A
continuación, paso a comentar la visión de Varoufakis de la crisis del euro, con un
aspecto interesante a mi juicio, la noción del mecanismo del reciclaje de excedentes.
30
II.5.2. La necesidad de un mecanismo de reciclaje de excedentes europeo.
Como Paul Krugman, Varoufakis también cree que el proceso de construcción de la zona
euro se articuló en torno a unos estándares inadecuados. Varoufakis cree que la raíz del
problema que afronta la unión monetaria se encuentra en la inexistencia de un
mecanismo de reciclaje de excedentes. Esto es, un proceso que permita compensar los
desequilibrios comerciales existentes entre los países excedentarios (Alemania es el
ejemplo por antonomasia) y los países deficitarios (generalmente, los países del sur de
Europa). La falta de un mecanismo de este tipo amplifica las diferencias entre países,
aumenta la heterogeneidad en el seno de una unión monetaria que exige la mayor
homogeneidad posible entre miembros, y genera las tensiones que han llevado a los
países del sur de Europa (los deficitarios) a llevarse la peor parte de la Crisis. Si durante
la Gran Moderación, el Minotauro fue el Mecanismo Global de Reciclaje de Excedentes
(MGRE) que sustentaba el orden económico; en la zona euro no existió ningún
mecanismo de equilibrio, lo cual constituye una de las razones del hundimiento europeo,
una vez caído el mecanismo equilibrador global.
La idea de articular un mecanismo de este tipo se le ocurrió por primera vez a
John Maynard Keynes10, cuando propuso su proyecto para crear una Unión Monetaria
Internacional, en la conferencia de Bretton Woods de 1944 (Varoufakis, 2012: 93). La
idea de Keynes era conseguir explotar a nivel global los beneficios de una moneda
común (el bancor), que contemplase este tipo de mecanismo de reciclaje, para evitar los
problemas que surgen cuando economías dispares están vinculadas monetariamente. Las
ideas de White – defensor del dólar - se impusieron a las de Keynes en Bretton Woods,
las cuales fueron olvidadas medio siglo después, cuando la construcción de la zona euro
no contempló la inclusión del mecanismo. Varoufakis señala que probablemente este
mecanismo no se haya contemplado, ya que la situación actual permite a Alemania
conservar su posición de privilegio, y de hecho es lo que ha permitido que acumule
excedentes comerciales año tras año, que a su vez han contribuído a alimentar al
10 La propuesta original de Keynes se basaba en los siguientes principios: "la UMI garantizaba a cada
país miembro el derecho a recibir préstamos sin interés del banco central internacional. También se
harían préstamos por encima del 50% del volumen comercial medio de un país deficitario, a costa de
un tipo de interés fijo [...] Al mismo tiempo habría una penalización a los excedentes comerciales
excesivos: [...] A cualquier país con un excedente comercial que superase cierto porcentaje de su
volumen de comercio debería cobrársele un interés que obligara a su moneda a revalorizarse. Estas
penalizaciones, a su vez, financiarían los préstamos a los países deficitarios, actuando como un
MGRE automático" (Varoufakis, 2012: 99).
31
Minotauro.
Una vez señalado el problema particular, Varoufakis propone tres medidas que
conseguirían hacer que Europa superara la Gran Recesión de forma definitiva. La
primera medida consistiría en una negociación del BCE con los bancos, para conseguir
que éstos condonen una parte de la deuda de los países deficitarios (por ejemplo,
cambiando los bonos en poder de los bancos por bonos de menor valor nominal). La
segunda medida consistiría en una suerte de flexibilización cuantitativa: el BCE debería
comprar deuda pública hasta reducir el stock de los países al 60% (siguiendo las
condiciones del Tratado de Maastricht), de modo que los países seguirían pagando la
deuda, pero pagarían un menor interés por la parte adquirida por el BCE. La tercera y
última medida implicaría al Banco Europeo de Inversión, que actuaría como mecanismo
de reciclaje, pidiendo prestado a los países excedentarios, y canalizando los préstamos
hacia los países deficitarios mediante inversiones. Así, estas tres medidas conseguirían
resolver la crisis de deuda y el problema del mecanismo de reciclaje de excedentes.
32
el papel del Minotauro podría ser representado por China, el país que más viene
creciendo en los últimos años. Sin embargo, China no puede replicar el papel de Estados
Unidos por dos motivos: por su dificultad para generar suficiente demanda interna para
importar a un ritmo mayor que el que exporta, y por tanto, generar déficit comercial; y
por la carencia de un mercado financiero desarrollado que permitiera la recepción de
capitales procedentes de los países excedentarios. Esto nos hace descartar a China.
Concluyendo, no parece haber una alternativa fiable para sustituir a Estados
Unidos, por lo que la única salida pasa por "revivir" al Minotauro. Otra solución más
difícil de imaginar sería que los países emergentes conformaran una alianza económica y
constituyeran el nuevo MGRE. Mientras, en Europa, la solución pasa, según Varoufakis,
por resideñar el euro e incluir un mecanismo europeo de reciclaje. Si esto no es posible,
a diferencia de lo que piensa Krugman, Varoufakis recomienda la desintegración del
euro, solución que a mí me parece totalmente inviable, pensando en los efectos
perniciosos que causaría sobre las economías de la zona euro.
11 Básicamente, esto significa que el bono español llegó a pagar un 5% más de intereses que el bono
alemán, lo que encarece sustancialmente la emisión de deuda.
33
deuda soberana", ya que se trata de una crisis bancaria en toda regla.
Me explico: es un hecho que las cuentas públicas de los países europeos
periféricos han mostrado cierto deterioro, pero no ha sido porque estos Gobiernos hayan
mostrado una tendencia al despilfarro, como afirman los defensores de las políticas de
austeridad. De hecho, únicamente en Grecia se está viviendo una crisis de deuda, ya que
es el único país de los anteriormente mencionados donde la ratio de deuda/PIB era
escandalosamente alto – aunque se observa que los datos de Italia no eran mucho
mejores - con anterioridad al estallido de la Crisis (y de hecho, en España los niveles de
deuda eran inferiores a los de Alemania antes de 2008) (ver Anexo IV). En los demás
países, lo que ha sucedido es que la crisis financiera ha puesto en apuros a muchos
bancos "demasiado grandes para quebrar", por lo que se han puesto en marcha carísimos
programas de rescate, que han conseguido traspasar las cargas de los bancos al balance
del Estado, de ahí el desequilibrio en las cuentas públicas. Pero claro, Blyth afirma que
si los defensores de la austeridad reconocieran esto, su tesis no sería tan atractiva:
aquellos países que hayan gastado por encima de sus posibilidades, serán castigados
gastando ahora por debajo de sus necesidades.
Gran parte de culpa de la aparición de la austeridad en primera línea política la
tienen una serie de trabajos de dos economistas italianos de la Universidad Bocconi de
Milán: Alberto Alesina y Silvia Ardagna. Más concretamente, el paper de 1998 titulado
Tales of fiscal adjustment, donde se recogen varias experiencias de países que han
aplicado con éxito políticas de austeridad expansiva. ¿Pero qué es la austeridad
expansiva? A grandes rasgos, se afirma que disminuciones en el gasto público conllevan
estímulos positivos sobre la producción en épocas de recesión económica – a través de
una influencia positiva sobre las expectativas racionales de los agentes, que consideran
que la contención del gasto público es una señal de estabilidad futura -. A lo largo de su
obra, Blyth recoge otras experiencias con resultados muy diferentes, y critica a Alesina y
Ardagna por confundir causación con correlación: es posible que se dieran
disminuciones de gasto públicos e incrementos en la producción simultáneamente, pero
esa correlación positiva puntual no significa que los incrementos de producción fueran
causados específicamente por esos recortes públicos. En particular, estos casos
históricos, como pueden ser Irlanda y Dinamarca en los años 80, han funcionado porque
las caídas en el gasto público se vieron acompañadas de grandes recortes en los
34
elevados tipos de interés existentes – entre otros factores, discutidos más adelante-, que
permitieron la reactivación de la demanda privada, y de la demanda agregada,
contrarrestando la caída de la demanda pública12 (es un hecho que esto no ha pasado en
Europa en los últimos años, donde los tipos de interés no han sido tan elevados como
para permitir grandes disminuciones).
Si el funcionamiento garantizado de estas políticas no ha quedado demostrado,
¿por qué se han aplicado en Europa? Principalmente, Blyth señala que la fiebre por la
austeridad se ha desencadenado casi exclusivamente por convicciones ideológicas – pues
los efectos de su aplicabilidad práctica no han quedado claros -, y por el retorno del
ordoliberalismo alemán. A continuación, nos vamos a sumergir en la historia de la
austeridad, primero en su vertiente intelectual (otra de las utilidades del estudio de la
Historia del Pensamiento Económico), y posteriormente en su vertiente práctica, para
analizar cómo se ha ido gestando esta "idea peligrosa" y cómo ha acabado llegando a los
recetarios de los mandatarios políticos europeos.
35
referencia al Estado] no podemos vivir con él ni sin él, sino que tampoco queremos
subvenir a los gastos que genera" (ibíd.: 211).
La tradición clásica continúa durante el siglo XIX con otros dos grandes
economistas: David Ricardo y John Stuart Mill. Ricardo continuaría con esta visión
negativa del Estado, argumentando que el Estado no debería entrar nunca a corregir los
resultados del mercado, por muy perturbadores que puedan resultar 13. Por otra parte, Mill
sigue la senda liberal matizada de Smith, y defiende las actuaciones del Estado en
situaciones concretas. Específicamente, Mill afirma que mientras el endeudamiento
público no compita con la inversión privada, tirando hacia arriba de los tipos de interés,
éste no es pernicioso. A partir de la confrontación entre las ideas de Ricardo y Mill, el
liberalismo tomó dos caminos distintos: el Nuevo Liberalismo británico, en la línea más
permisiva con la intervención pública de Mill; y el neoliberalismo austríaco, partidario,
como Ricardo, de apartar al Estado del campo de actuación económico, y que encontró
cobijo en Estados Unidos a principios del siglo XX.
Durante las tres primeras décadas del siglo XX, la austeridad triunfó en el mundo
anglosajón. Sin embargo, el estallido de la Gran Depresión puso en la palestra las
aportaciones de John Maynard Keynes, que había empezado a batirse en contra de la
austeridad cuando Winston Churchill decidió que Reino Unido se afiliara al patrón oro,
con la creencia de que la economía se estabilizaría automáticamente, pudiendo reducirse
así el peso del Estado. El crack del 29 dio una oportunidad a Keynes, cuando el
presidente norteamericano Franklin Delano Roosevelt implementó el New Deal, un
programa de gasto público que consiguió hacer reflotar la deprimida demanda agregada.
Así, por el momento, la austeridad quedó desterrada en suelo estadounidense, haciendo
que los austríacos se batieran momentáneamente en retirada. Sin embargo, mediado el
siglo XX, la austeridad encontró cobijo en otro escenario: Europa.
El arraigo de la austeridad en las recomendaciones del Banco Central Europeo
tienen su origen en la corriente intelectual denominada ordoliberalismo, y que se
desarrolló, como no podia ser de otra forma, en Alemania. El nacimiento intelectual del
ordoliberalismo se remonta a la publicación de Ordnung der wirtschaft [el orden de la
economía] en 1937, de Walter Eucken (que, junto a otros economistas ordoliberales,
13 "Todos los esfuerzos que se apliquen para corregir la condición en que se hayan los pobres [...] no solo
no conseguirán hacer que los pobres se enriquezcan, sino que estarán abocados a empobrecer a los
ricos" (Blyth, 2014: 228, citando a Ricardo).
36
conformaría lo que se conoce como la Escuela de Friburgo). La obra expuso un nuevo
liberalismo, diferenciado del liberalismo austríaco-americano, y cuyo principal
postulado consistía en la limitación de la actividad del Estado a mero guardián que
velara por el correcto funcionamiento del mercado (fundamentalmente, la protección de
la competencia)14. La actividad del Estado, y por tanto, sus gastos, quedaban fuertemente
limitados. Las ideas económicas de Eucken calaron fuerte en Alemania, y las políticas
germanas comenzaron a empaparse del ordo en las siguientes décadas.
El momento determinante en esta historia llega con la década de los 70 y la
llegada de la estanflación. La aparición simultánea de inflación y desempleo socavó los
cimientos de la teoría "pseudo-keynesiana" (más que eso, una mala interpretación de la
curva de Phillips15) que había dominado las políticas estadounidenses. Este desengaño
con "Keynes" propició un escenario muy positivo para la reaparición de la economía
liberal austríaca y el retorno de la idea de la austeridad, apoyada esta vez en la teoría
monetarista de Friedman. A su vez, el mundo se volvió hacia Alemania, porque
consiguió sortear la crisis y las altas tasas de inflación gracias a las recetas ordoliberales.
Durante las siguientes décadas, asistimos al triunfo del neoliberalismo: el BCE tomó el
ejemplo de Alemania para elaborar su recetario, las instituciones de Bretton Woods se
reinventaron en torno a este ideario, y el Consenso de Washington sentó las buenas bases
del crecimiento en base al pensamiento neoliberal. Solamente quebada esperar al
desencadenamiento de una recesión de magnitudes considerables para que las
instituciones pudieran poner a prueba las políticas de "austeridad expansiva".
14 El papel del Estado en la economía se articula, según Eucken, en los siguientes principios: "Primer
principio: la política del estado ha de centrarse en la disolución de los grupos económicos de poder o
al menos en la limitación de su capacidad operativa [...]. Segundo principio: la actividad político-
económica del estado debe dedicarse fundamentalmente a la regulación de la economía, no a la
orientación del proceso económico" (Blyth, 2014: 265, citando a Eucken).
15 La curva de Phillips es un instrumento dinámico. Más que ilustrar una relación contraria entre
desempleo e inflación, como comúnmente se piensa, el análisis original de Phillips mostraba cómo al
aumentar el desempleo, la rigidez de precios aumentaba, porque los salarios son inflexibles a la baja
(Keen, 2015: 337).
37
época de la primacía del patrón oro. Este sistema confíaba en que el valor de las
monedas respaldado por el oro, conduciría a ajustes monetarios automáticos a nivel
internacional. El atractivo de las políticas restrictivas de reducción del gasto público
radicaba en el deseo de mantener un déficit público limitado, de modo que las arcas de
oro del Estado no se vieran mermadas, y la moneda se fortaleciera al contar con un
respaldo suficiente.
Durante el período entreguerras (1918-1939), las políticas de austeridad siguieron
siendo las protagonistas. Blyth recoge los casos de Estados Unidos, Reino Unido,
Suecia, Francia, Alemania y Japón, donde la aplicación de políticas de austeridad
expansiva no arrojaron los resultados esperados. Las experiencias negativas en estos
países, ligadas a la reacción positiva de la economía estadounidense a las políticas
fiscales expansivas de Roosevelt (donde lamentablemente, el gasto de guerra jugó un
papel importante) hicieron que se abandonara la idea de la austeridad durante unas
décadas.
Como ya se ha explicado anteriormente, las políticas de austeridad volvieron a
cobrar protagonismo durante las décadas de 1980 y 1990. Los trabajos de los integrantes
de la Escuela Bocconi de Milán (Alesina, Ardagna, Giavazzi o Pagano...) iban enfocados
a demostrar cómo la aplicación de la austeridad lleva al crecimiento en episodios de
crisis. Como ya he explicado anteriormente, Blyth cree que estos economistas italianos
confundieron causación con correlación, y que el crecimiento no fue consecuencia
directa de la contracción fiscal16.
Finalmente, llegamos a la Gran Recesión, y comprobamos nuevos casos de
aplicación de austeridad expansiva. Son estos casos los que han inspirado últimamente al
BCE para recomendar estas políticas a los países del sur de Europa. Se trata de los casos
de Rumanía, Estonia, Bulgaria, Letonia y Lituania (lo que Blyth denomina "la alianza
REBLL"), que consiguieron "esquivar la Crisis" mediante la contracción del gasto
público. El modelo de crecimiento de estos países tras la caída de la URSS se basó en la
recepción masiva de capital extranjero, que fue utilizado primordialmente para alimentar
una burbuja crediticia, que acabó explotando en 2008, con el desmoronamiento del
16 Por ejemplo, en el caso de Irlanda, según el investigador Stephen Kinsella, la consolidación irlandesa
vino a "coincidir con un período de crecimiento en el conjunto de la economía internacional, período
en el que no solo habría de intervenir activamente la existencia de transferencias de fondos fiscales
procedentes de la Unión Europea, sino que coexistiría asimismo con la apertura del mercado único
europeo y de la oportuna devaluación decidida en el mes de agosto de 1986" (Blyth, 2014: 401).
38
sistema financiero internacional.
En 2009, estos países acordaron con la Unión Europea y el FMI, la aplicación de
medidas de austeridad, a fin de evitar que los países occidentales se llevaran su capital,
propiciando el hundimiento de los bancos del este (poniendo de manifiesto como las
recetas de austeridad van orientadas a salvar al sector bancario, a costa de comprometer
los balances públicos). El hecho es que la aplicación de estas políticas se tradujo en un
imponente aumento de la producción. Pero Blyth señala que se trata de casos engañosos,
ya que el desempleo no se ha corregido, ni la deuda se ha reducido (todo ello a costa de
empeoramientos en la prestación de servicios públicos). Por ello, estos países no pueden
constituir un caso paradigmático para resolver la crisis de deuda soberana de los PIIGS,
más teniendo en cuenta que no puede comparar la adaptabilidad económica de países
pequeños como los REBLL, con países grandes como los PIIGS (íbid.: 430).
La conclusión que yo extraigo de esta obra es que para que la austeridad funcione
en épocas recesivas, tienen que presentarse condiciones adicionales, que en ningún caso
se están presentando ahora: el contexto internacional no es de crecimiento, los tipos de
interés cercanos a cero no pueden recortarse para estimular la demanda privada, la
devaluación en los PIIGS no es posible debido a la moneda común, etc... Por ello, la
aplicación de políticas contractivas en Europa puede ser una idea peligrosa en estos
momentos.
Si lo que preocupa es la ratio de deuda sobre el PIB de los países periféricos,
deberían buscarse otras soluciones, o por lo menos esperar hasta encontrarnos en una
situación de expansión económica. La aplicación de estas políticas en períodos recesivos
es delicada, sobre todo para la ciudadanía, por lo que implican los recortes en la
prestación de servicios públicos. Además, es posible que estas políticas hayan sido vistas
como única salida para hacer viable el rescate bancario, y con un menor interés en
reducir la deuda, ya que no está comprobado que este vaya a ser el efecto conseguido.
Según la fatalista conclusión de Blyth, es posible que la Gran Recesión vaya a comportar
la desaparición de la Banca tal y como la conocemos, por lo que su rescate puede
conllevar unos costes de todo punto innecesarios, que solo servirían para desembocar en
la época de altos impuestos que se nos avecina.
39
II.7. LA CRISIS DEL MUNDO EN DESARROLLO, POR HA-JOON CHANG.
Chang (2004) realiza una crítica hacia las instituciones del establishment por sus
recomendaciones para promover el desarrollo. Desde estas instituciones, se recomiendan
una serie de medidas a aplicar en los países en desarrollo, relativas a la implantación de
"buenas políticas" y buenas "instituciones" (esto es, el Consenso de Washington, cuyos
principales preceptos fueron descritos en el apartado de Rodrik). Desde el punto de vista
de Chang, estas recomendaciones no funcionan, y son contrarias a las experiencias
vividas en los países actualmente desarrollados (PAD) durante su época de desarrollo.
Según Chang – como deja intuir el título de su obra – las instituciones financieras
internacionales y los PAD parecen perseguir intereses más ocultos tras esta lista de
recomendaciones, y pretenden retirar la escalera del desarrollo a los países que aún no
han conseguido alcanzar su senda.
40
Desde un primer análisis, Chang observa la aplicación de políticas industriales,
comerciales y tecnológicas que fueron aplicadas en los PAD. Según el Consenso de
Washington, los países en desarrollo han de implantar políticas que favorezcan el libre
mercado, tanto a nivel interno como a nivel comercial. Sin embargo, Chang (ibíd.)
observa que la experiencia histórica ha sido muy diferente, y que en el mayor de los
casos, el proteccionismo – la medida paradigmática es la aplicación de aranceles, aunque
no es la única - ha sido la regla seguida por los países en los primeros estadios de
desarrollo. Tras observar estos hechos, Chang rescata la teoría de la "protección a la
industria naciente" de Friedrich List (1789 – 1846), precursor de la Escuela Histórica
Alemana. Precisamente esta es la línea de pensamiento que influyó en las políticas de
desarrollo de Estados Unidos e Inglaterra, que actualmente son puestos como ejemplo
paradigmático del laissez faire.
En Estados Unidos, el secretario del Tesoro Alexander Hamilton (segunda mitad
del siglo XVIII) desoyó las teorías de Smith que desaconsejaban la protección a la
industria manufacturera, y se atrevió a aplicar medidas para proteger la industria
naciente. La experiencia histórica, pues, muestra como los PAD no despegaron
promoviendo el libre comercio – aunque si aplicaron medidas liberalizadoras en
determinados estadios de su desarrollo - , lo que indica que si los países en desarrollo no
logran superar ese estadio, puede ser porque están aplicando las políticas incorrectas.
La pregunta es, ¿por qué se están promoviendo estas medidas liberalizadoras si la
experiencia no las avala? Según Chang, los PAD tienden a zancadillear el desarrollo de
sus perseguidores: la experiencia histórica también muestra como países first commers
en materias de industralización y desarrollo, como Inglaterra, oprimían el desarrollo de
sus colonias, con políticas que favorecían el comercio de materias primas – subsidios a
la exportación o abolición de aranceles en el país de destino (íbid: 100) – con el fin de
apartarlos de la producción de manufacturas que pudieran competir con las de la
metrópoli. Yo, por mi parte, no pienso que los PAD presenten un comportamiento tan
malicioso intencionadamente, y creo que esto es así – al igual que en el caso de las
políticas de austeridad – por motivos de ideología, y la ciega fe del establishment en los
principios neoliberales del Consenso de Washington.
La segunda línea de recomendaciones es la que se refiere al "buen gobierno". Las
instituciones financieras internacionales recomiendan la implantación de una serie de
41
instituciones, trasplantadas directamente de modelos existosos de los PAD. La principal
institución en la que se suele poner el acento es un sistema de protección de los derechos
de propiedad, pero no es la única. Además, se recomienda a los países en desarrollo la
implantación de las siguientes instituciones: democracia, burocracia y poder judicial,
control de la gestión empresarial (responsabilidad limitada, ley de quiebras, auditorías y
leyes de competencia), regulación bancaria y de los mercados de valores, un Banco
Central e instituciones de protección social. No cabe duda de que la mayoría de estas
instituciones son indispensables para el buen funcionamiento de un país. Sin embargo, el
error esta en las recomendaciones.
Hemos visto que Rodrik (2011) cree que el error se encuentra en el trasplante
directo de instituciones de los PAD, ya que el desarrollo se ha de promover mediante un
tejido institucional original, adaptado a las condiciones locales de cada país. Para Chang
(2004), el error se encuentra en la exigencia de unos niveles institucionales demasiado
altos. De hecho, la experiencia histórica muestra como los actuales PAD presentaban
menores niveles institucionales en los apartados enumerados anteriormente, en sus
niveles de desarrollo primarios. Así, la implantación forzada de un nivel institucional
muy exigente, radica en unos costes excesivos para los países en desarrollo, lo cual
termina lastrando sus opciones de prosperar. Una vez más, se está ignorando la Historia,
y no parece muy sensato promover estrategias de desarrollo contrarias a aquellas que de
verdad han funcionado.
42
lo que se consideran políticas "malas". Como hemos visto anteriormente, la adopción de
políticas proteccionistas en los primeros estadios de desarrollo puede ser más efectiva
que la tendencia hacia la completa liberalización. Una solución podría ser que se
reescribieran las reglas de la Organización Mundial de Comercio, y que se orientaran
hacia un uso más activo de herramientas de promoción a la industria naciente (como
puede ser el uso de aranceles o de subsidios a la exportación).
Chang recuerda la experiencia de su Corea natal: durante las décadas de los años
60-80, Corea – y los demás países que conforman los denominados "tigres asiáticos" –
aplicó existosas políticas "heterodoxas", lo que le confirió un gran dinamismo
exportador, contribuyendo a su desarrollo. Sin embargo, la adscripción a la ortodoxia
liberalizadora acabó desencadenando la crisis financiera asiática de finales de la década
de los 90, aumentando la desigualdad y comprometiendo el crecimiento.
Además, deberían revisarse las recomendaciones relativas al "buen gobierno". Es
obvio que para que un buen paquete de políticas funcione, el país debe contar con un
buen sistema institucional. Sin embargo, el desarrollo institucional lleva su tiempo, por
lo que exigir una evolución institucional rápida puede acabar siendo perjudicial.
También hay que tener en cuenta la mayoría de países en desarrollo cuentan con un nivel
institucional mayor que el que tenían los actuales PAD en dichos estadios de desarrollo.
En definitiva, tenemos que hacer un esfuerzo para repensar las estrategias de
desarrollo, y flexibilizar las medidas que los países puedan adoptar, ya que es posible
que con la estricta condicionalidad actual se estén "perdiendo ganacias mayores y a largo
plazo por buscar con demasiada urgencia ganacias más pequeñas y a corto plazo" (ibíd.:
231)17.
17 El hecho de que Chang haya continuado desarrollando este enfoque, aún a pesar de que este libro se
publicó hace más de una década, merece mención especial. En su obra de 2010, Bad samaritans,
Chang desarrolla la tesis de que las instituciones financieras internacionales actúan como "malos
samaritanos" al recomendar los principios de crecimiento y desarrollo institucional del Consenso de
Washington.
43
CAPÍTULO III. CONCLUSIÓN.
44
enriquecimiento del enfoque con aportaciones de otras ramas, como ya ocurrió el siglo
pasado, con el injerto keynesiano, derivando en la síntesis neoclásica.
Una crítica de este signo es aportada por Steve Keen (2015). En su obra La economía
desenmascarada, Keen realiza una crítica – quizás demasiado mordaz – hacia el marco
neoclásico, porque sus modelos no pudieron ver venir la Crisis, al no incluir la
posibilidad de la aparición de depresiones que nos aparten del equilibrio. Keen propone
un modelo – que según él, le permitió prever la Crisis - articulado en torno a la hipótesis
de la inestabilidad financiera de Minsky (tomando también aportaciones de Marx,
Keynes, Schumpeter y Fisher), que tenga en cuenta el dinero como variable endógena (el
dinero deja de ser neutral), y considere el papel del crédito y la deuda en la economía, y
por tanto, la aparición de ciclos.
En el apartado de Krugman, ya expliqué a grandes rasgos la hipótesis de Minsky,
pero Keen introduce una crítica al análisis de Krugman: Krugman considera que la
deuda no tiene efectos sobre la demanda agregada, ya que se anula con el activo que la
deuda supone para el acreedor. Sin embargo, Keen, apoyándose en Schumpeter,
determina que la deuda ha ser tenida en cuenta junto con la renta nacional para el cálculo
de la demanda agregada. Así pues, la deuda contribuye a financiar parte de la demanda,
lo cual constituye un hecho realista, ya que tanto empresas como familias recurren al
crédito constantemente.
El crecimiento de la deuda no constituye un problema en sí, pues contribuye al
crecimiento mientras va evolucionando conforme al PIB, pero el problema aparece
cuando la deuda crece exponencialmente por encima del PIB. Esto es lo que estaba
pasando con anterioridad a la Crisis, se estaba creando una burbuja crediticia, pues la
mayor parte del crédito se estaba orientando a financiar "esquemas a la Ponzi", es decir,
los agentes se endeudaban para comprar activos financieros con tendencias alcistas,
actuando con conductas especulativas. Cuando la deuda ha alcanzado niveles
insostenibles y resulta impagable, el crédito se bloquea y la economía entre en depresión.
Entra en marcha un proceso de desapalancamiento para reducir la deuda, y como la
deuda forma parte de la demanda agregada, la reducción de ésta hace caer
estrepitosamente la demanda agregada, y con ella el empleo. Parece ser que el modelo se
ajusta bastante bien a lo que ha acabado sucediendo, y todavía tenemos que dar gracias a
45
que no ha aparecido la deflación (recordar la deflación-deuda de Fisher, también en el
apartado de Krugman) (ver Anexo V).
En conclusión, todo modelo que intente explicar el capitalismo, ha de incluir la
deuda, y para entender la deuda, Keen distingue tres factores: en primer lugar, el nivel
agregado de deuda, que comparándolo con el flujo de PIB, refleja cuantos años de
producción serían necesarios para reducir la deuda a cero; en segundo lugar, la tasa de
variación de la deuda, indica qué parte de la demanda agregada es financiada con deuda;
y finalmente, el impulso crediticio (que es la tasa de variación de la tasa de variación de
la deuda, o dicho de otra forma, la aceleración de la deuda), que indica que para
mantener un empleo estable, es necesario mantener la demanda agregada estable, y
como la deuda forma parte de ella, ésta tendrá que crecer constantemente, de modo que
un desplome de la deuda será el causante del desencademiento de una depresión.
He incluído aquí este modelo porque me pareció muy interesante para describir la
dinámica económica, pero en última instancia, solo quiero que sirva como ejemplo para
ilustrar una alternativa al marco neoclásico. La inclusión de un modelo de este tipo en
los análisis contemporáneos podría dar como resultado un mayor ajuste a la realidad. No
parece adecuado que cuando aparezca una depresión, se sigan utilizando modelos de
equilibrio, cuando es evidente que la economía no lo está.
Asimismo, Keen (íbid.) también expone en su obra una serie de líneas de pensamiento
de la economía que podrían aportar enriquecimiento al enfoque neoclásico:
– La economía marxista – descontando su componente revolucionario – puede
resultar un enfoque alternativo. Las aportaciones de Marx a la teoría del ciclo y su visión
del capitalismo constituyen el punto fuerte de su pensamiento. Por otra parte, la teoría
del valor trabajo, como contrapunto al valor subjetivo de la utilidad, no resulta sostenible
desde el punto de vista analítico.
– La economía austríaca, es quizás el enfoque más parecido al neoclásico, pero lo
supera en algunos aspectos, como por ejemplo, la consideración del carácter subjetivo de
la economía (Menger), y por tanto, la imposibilidad de realizar predicciones objetivas.
Además, grandes economistas austríacos del siglo XX como Hayek o von Mises se
movían fuera del equilibrio y consideraban el papel del crédito en los ciclos.
– La economía poskeynesiana, basada en los preceptos de Keynes y Kalecki, cuyo
46
principal punto distintivo es hacer hincapié en la incertidumbre. Al hablar del libro de
Akerlof y Shiller, ya he hablado de la importancia de la consideración de la
incertidumbre y la irracionalidad en la economía, frente a la mera reducción de
identificar incertidumbre con riesgo.
– La economía sraffiana, basada en los preceptos de Piero Sraffa. Sraffa realizó
una crítica fuerte hacia la teoría de producción neoclásica, desmontando la curva
creciente de oferta, basándose en la existencia de costes marginales decrecientes.
– La econofísica, conformada por físicos que analizan la economía basándose en la
teoría del caos de Poincaré, puede realizar aportaciones al estudio del desequilibrio.
– La teoría evolucionista, que considera a la economía como un proceso en plena
evolución, basándose en la heterogeneidad de los agentes, y la evolución de los
productos y las preferencias de los consumidores.
Todos los enfoques que he ido recogiendo a lo largo del trabajo pueden realizar,
entonces, su aportación a la economía convencional. La experiencia de la Gran Recesión
puede haber resultado positiva, por lo menos en este aspecto, si aprendemos de los
errores cometidos, y utilizamos la crítica para perfeccionar nuestros planteamientos, y
asegurar que estos errores no vuelvan a repetirse en el futuro. Sin embargo, aún a pesar
de la riqueza y variedad de las ideas críticas actuales, es difícil pensar que la economía
convencional vaya a admitir sus debilidades y considerar cambios.
Según escribió Alfred O. Hirschman (1915 – 2012), en su obra The rhetoric of
reaction (1991), siempre que la Historia se ha enfrentado a los avances en colectividad –
en este caso, podríamos considerar la remodelación de la ortodoxia económica – la
posición dominante o conservadora ha desplegado tres tipos de tesis reaccionarias, de
signo contrario, para evitar el éxito del cambio. Hirschman estudia como estas tesis se
han repetido en lo que él considera las 3 dimensiones de la ciudadanía: civil (la
Revolución Francesa, siglo XVIII), política (el sufragio universal, siglo XIX) y social (el
estado de bienestar, siglo XX). Las tres tesis reaccionarias son las siguientes:
– La tesis de la perversidad (perversity): el avance en colectividad posee efectos
perversos, y el cambio hará que todo quede en peor situación que antes. Se puede pensar
en la oposición de ciertos sectores a la aplicación de una tributación más progresiva, que
no conseguiría aumentar la recaudación ni redistribuir la renta, ya que se fomentaría el
47
éxodo de las rentas altas, en busca de un país con condiciones tributarias menos severas.
Así, subir el tipo marginal tributario tendría peores consecuencias que no subirlo.
– La tesis de la futilidad (futility): los intentos de cambio no tienen efecto. Esta
tesis se relaciona con las expectativas racionales, ya que supone la inefectividad de las
políticas económicas, porque los agentes van a anticipar sus efectos completamente.
– La tesis del riesgo (jeopardy): el avance en colectividad puede ser bueno, pero el
proceso de cambio conlleva algunos riesgos que pueden perjudicar lo que tenemos
actualmente. Por ejemplo, se puede pensar que la condonación de deudas impagables
sería positiva, porque dejaría de oprimir al prestatario. Sin embargo, en el proceso de
cambio podría aparecer el riesgo moral, y habría individuos que se endeudarían por
encima de sus posibilidades, sabiendo que en el futuro no lo tendrán que devolver.
De hecho, es muy frecuente oir este tipo de razonamientos cuando se intenta
descalificar una tesis adversaria. Es muy probable que algunos de los defensores más
acérrimos de la ortodoxia hayan utilizado este tipo de tesis para descalificar alguno de
los enfoques críticos presentados con anterioridad. Aunque Hirschman afirma que es
difícil identificar a los reaccionarios, debido a que existen deslizamientos entre tesis, y
éstos pueden cambiar de un argumento a otro según convenga (por ejemplo, se puede
pasar de la tesis del riesgo a la tesis de la perversidad. Primero se avisa de lo que puede
ocurrir, y cuando el cambio se pone en marcha, aparecen los efectos perversos).
Aquí concluyo el trabajo, esperando que haya cumplido con los objetivos propuestos, y
que se considere no un ataque al mainstream, sino una defensa a los enfoques críticos –
nuestra labor como economistas es ser críticos con nuestra Ciencia para contribuir a su
mejora - que a veces son pasados por alto, pero pueden aportarnos mucho. También es
una defensa al estudio de la Historia del Pensamiento Económico, pues es necesario que
conozcamos las ideas que conforman todo el entramado económico actual. De hecho,
considero que uno de los retos actuales de la Economía es el estudio del capitalismo
cambiante actual - que no es el mismo que el capitalismo de la "edad dorada" de hace 50
años – y que para conseguir entenderlo, debemos implementar modelos que consideren
el ciclo, el dinero, la deuda, el crédito, y en definitiva, el desequilibrio, desde una
perspectiva dinámica. Para ello, es indispensable retomar las ideas del pasado y
desarrollarlas para adaptarlas al tiempo que nos ha tocado vivir.
48
BIBLIOGRAFÍA
49
ANEXOS
50
Anexo III: Los "trilemas" de Rodrik.
Movilidad de capitales
Bretton Woods
Bretton Woods
51
Anexo IV: Perfiles de deuda de los PIIGS y Alemania, 2004 – 2012.
200
180
160
Germany
140
120 Ireland
100 Greece
80 Spain
60 Italy
40 Portugal
20
0
2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012
52