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La Voz de la Mujer

Periódico Comunista-Anárquico
Universidad Nacional de Quilmes

Rector
Alejandro Villar

Vicerrector
Alfredo Alfonso
La Voz de la Mujer
Periódico Comunista-Anárquico
1896-1897

Prólogo de Dora Barrancos


Nota de María del Carmen Feijoó
Presentación de Maxine Molyneux

Bernal, 2018
La ideología argentina
Colección dirigida por Oscar Terán (1938-2008)

La voz de la mujer: periódico comunista-anárquico: 1896-1897; prefacio


de María del Carmen Feijoó; Maxine Molyneux; prólogo de Dora
Barrancos. - 2a ed. - Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2018.
168 p.; 23 x 15 cm. - (La ideología argentina / Oscar Terán)

ISBN 978-987-558-536-2

1. Historia Argentina. 2. Feminismo. 3. Publicaciones. I. Feijoó, María del


Carmen, pref. II. Molyneux, Maxine, pref. III. Barrancos, Dora, prólog.
CDD 305.42

Primera edición, 1997


Segunda edición, 2018

© Universidad Nacional de Quilmes, 1997

Universidad Nacional de Quilmes


Roque Sáenz Peña 352
(B1876BXD) Bernal, Provincia de Buenos Aires

ISBN: 987-9173-08-2

Queda hecho el depósito que marca la Ley Nº 11.723


Impreso en Argentina
Índice

Prólogo a la segunda edición, por Dora Barrancos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9


Nota editorial, por María del Carmen Feijoó. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Presentación. Ni Dios, ni Patrón, ni Marido. Feminismo anarquista
en la Argentina del siglo xix, por Maxine Molyneux . . . . . . . . . . . . . . . . 17

La Voz de la Mujer
Nº 1, 8 de enero de 1896 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Nº 2, 31 de enero de 1896 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 63
Nº 3, 20 de febrero de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77
Nº 4, 27 de marzo de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
Nº 5, 15 de mayo de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 105
Nº 7, 18 de octubre de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
Nº 8, 14 de noviembre de 1896. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
Nº 9, 1º de enero de 1897 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
Prólogo a la segunda edición

Debemos celebrar aquí la reedición del libro La Voz de la Mujer. Periódico


comunista-anárquico por la Editorial de la Universidad Nacional de
Quilmes, que en 1997 se propuso reproducir la totalidad del material
localizado y legible de los nueve números de esta publicación feminista
anarquista. Han pasado más de dos décadas de ese acontecimiento
editorial, y no puede ser más justificada la decisión de este nuevo
lanzamiento. El contexto de efervescencia feminista de los últimos
años, las evidencias múltiples de la adhesión masiva a sentimientos
antipatriarcales por parte de las generaciones más jóvenes –tal como se
ha observado en las movilizaciones recientes a favor de la legalización
del aborto en nuestro país–, la amplitud de la acogida académica de
los estudios acerca de las mujeres, de las relaciones entre los géneros
y la impronta de las disidencias sexo-genéricas han sido estimulantes
decisivos para que vuelva a circular La Voz de la Mujer, el periódico
comunista-anárquico que vio la luz entre 1896 y 1897. No fue la primera
publicación destinada a las mujeres y sostenida en buena medida por
plumas femeninas en la Argentina. Es necesario evocar las primeras
hojas en las que predominó la escritura de mujeres, La Argentina y La
Aljaba –ambas de inicios de la década 1830–. Con relación a La Argentina
ha sido reiterada la adjudicación de su dirección a un varón, Manuel
Irigoyen, pero de acuerdo con el riguroso análisis que César L. Díaz le
ha dedicado,1 debe admitirse que muy probablemente fueran mujeres
quienes estuvieran a su cargo. En el caso de La Aljaba, siempre se ha
sostenido que su editora fue Petrona Rosende de Sierra, pero lo cierto
es que ambas publicaciones se destinaron al público femenino y de
acuerdo con el citado análisis de Díaz, no faltaron tensiones entre estos
pioneros grupos editoriales dedicados a las lectoras mujeres, más allá
de la coincidente sintonía política con el gobierno de Juan Manuel de

1
La Argentina: 1830-1831, estudio preliminar de César L. Díaz, La Plata, Instituto
Cultural de la Provincia de Buenos Aires, Dirección Provincial de Patrimonio Cultural,
Archivo Histórico “Dr. Ricardo Levene”, 2011.

9
Rosas. Graciela Batticuore ha destacado que estas publicaciones, aunque
proponían la ilustración de las lectoras, “abogaban por un protagonismo
femenino circunscripto al ámbito de la domesticidad, la familia o la
intervención social por vía indirecta (vale decir, por vía de su ‘influencia’
pacificadora, no de la participación activa en la vida social y política)”.2
Desde mediados a fines del xix hubo sin dudas una ampliación del
número de mujeres que escribían y mantenían publicaciones, como
ocurrió con Juana Manso –notable educadora– y su revista La Redacción.
Álbum de señoritas. Periódico de literatura, modas, bellas artes y teatro, tal
el título completo de aquella empresa editorial surgida en 1854 y que
seguramente quiso ser la continuidad de la hoja que había publicado unos
años antes en Brasil, O Journal das Senhoras. Y más cerca del fin de ese
siglo se destacaron al menos dos editoras mujeres, Juana Manuela Gorriti
–singular novelista e historiadora amateur–, responsable de La Alborada
del Plata, y la peruana, también descollante escritora, Clorinda Matto de
Turner con Búcaro Americano, que casi coincidió con la aparición de La
Voz de la Mujer. Ese fin de siglo resultó muy alterado, la modernidad se
impuso a zancadas, una vorágine de cambios materiales en la sociedad
argentina, y si hubo transformaciones tangibles en los grandes centros
urbanos, en especial Buenos Aires y Rosario, se refieren a la cambiante
demografía con miles y miles de inmigrantes de ultramar que darían
una nueva fisonomía social y cultural al país. Las mujeres letradas, a
pesar del sometimiento formal al cónyuge traído por el flamante Código
Civil –puesto en vigor en 1871–, pudieron acceder a renovadas fuentes
de información. Las lecturas recorrían desde los diarios a las revistas de
información general pero, sobre todo, la avidez por leer se centró –como
un fomento a la imaginería transgresora– en las novelas. Ha sido muy
analizado el formato del folletín que concentrará el deseo consumidor
letrado entre las mujeres –debe recordarse el análisis de Beatriz Sarlo3
en nuestro medio y de Anne-Marie Thiesse4 con relación a Francia–,
género que debe verse como provocador de subjetividades que hasta
pueden conspirar contra la canónica moral patriarcal. Las publicaciones
destinadas a las mujeres en manos de editoras de tanta respetabilidad
literaria como Gorriti y Turner podían ser amenazantes para ciertos
sectores sociales, aunque apenas animaran mohines de disconformidad.

2
Batticuore, Graciela, Lectoras del siglo xix. Imaginarios y prácticas en la Argentina,
Buenos Aires, Ampersand, 2017, p. 48.
3
Sarlo, Beatriz, El imperio de los sentimientos, Buenos Aires, Catálogos, 1985.
4
Thiesse, Anne-Marie, Le Roman du Quotidien, lecteurs et lectures populaires à la Belle
Epoque, París, Seuil, 2000.

10
Si por un lado les sonaba convincente la mayor educación de las mujeres,
por otro no dejaban de perturbarse por la posibilidad de la insurgencia
femenina, de disgustarse con la idea de que se reclamara un límite a las
mandas hogareñas.
La Voz de la Mujer responde a la nueva corriente que se abre paso entre los
fragores de la modernidad productora de un tendal de despojados. Las clases
proletarias constituyen la piedra de toque de las formulaciones doctrinarias
anarco-comunistas, sin duda uno de los cauces de las configuraciones
anarquistas. En estas –que heredan el compromiso de no abdicar jamás de
la soberanía individual, impidiendo cualquier representación vicaria– hay
corrientes que sostienen la primacía de una sociedad igualitaria, de un
régimen absolutamente paritario en el disfrute de los bienes, donde no
haya desigualdades más allá de las diferencias que “por naturaleza” tienen
los individuos. Bakunin y Kropotkin, con sus matices, han abonado la
conquista de un régimen social que elimine la apropiación particular de la
riqueza, el Estado y el orden jurídico que lo sostiene. Desde luego, deben
desparecer otras fuentes sustantivas de poder, como la Iglesia católica
y las instituciones conservadoras. El anarco-comunismo pudo tener
antecedentes nativos en algunas ideaciones socialistas románticas, pero
no escapa que su empinamiento fue obra de las poblaciones inmigrantes,
sobre todo de españoles, italianos y franceses. Las expresiones libertarias
se extendieron notablemente desde la última década del xix y tuvieron
mayor aceptación entre los sectores asalariados de menor calificación.
No es difícil, como alguna vez sostuve, que para las masas desarraigadas
y con evidente exclusión el anarquismo fuera una verdadera ancla, ya
que hacía sentido su apotegma de negatividades: “Ni dios, ni patria, ni
patrón”. El escenario local fue pródigo en la recepción de notables figuras
del anarquismo internacional antes de la virada del siglo, tales los casos
de Ettore Mattei, Pietro Gori y Errico Malatesta, y si durante un cierto
lapso se discutió duramente si se apegaba o no el pensamiento anarquista
a la organización sindical y social, finalmente ganó la posición de quienes
abogaban por la creación de organizaciones para llevar adelante las luchas
proletarias.
Entre las filas libertarias, la cuestión de la mujer tuvo un singular
empinamiento, resultó un término fundamental para la demolición
del orden social burgués y la extinción de la potestad eclesiástica.
Las luchas reivindicativas de las mujeres para conquistar derechos y
emancipación gozaban de expresiva ampliación a fines del xix, momento
en que además se acuñó el término “feminismo” gracias a la destacada
militante francesa Hubertine Auclert. Pero para el anarquismo, desde
luego para las anarquistas, la procura de derechos formales resultaba una

11
contradicción en sus términos dada la piedra angular de la antilegalidad
de su ideario. De modo que la aparición de La Voz de la Mujer,
coincidiendo con el surgimiento del Partido Socialista en nuestro país
–primero en incluir en su programa el derecho al sufragio femenino–,
no puede verse sin más como una contribución al cauce principal del
feminismo argentino, aunque debe admitirse que hay allí un atajo –como
lo hace Maxine Molyneux en el artículo que vuelve a publicarse en esta
edición, y que desde su título mismo expresa la existencia del “feminismo
anarquista”–. Por mi parte, he preferido la coligación temeraria de la
fórmula “el contrafeminismo del feminismo anarquista”5 para dar cuenta
del contraste insalvable con las dos principales dimensiones de la agenda
feminista desde el siglo xix hasta mediados del xx: igualdad jurídica y
sufragio. Pero no hay dudas de que las mujeres anarquistas se empeñaron,
en lo interno de sus propias filas, en acciones por el reconocimiento
de su condición de subalternas, por la revolución doméstica y por el
control de la fecundidad. Este último aspecto concitó la adhesión de la
gran mayoría de los varones anarquistas, y desde fines del xix –y sobre
todo en las primeras décadas del xx– hubo una maciza contribución de
plumas anarquistas destinadas a proclamar la “maternidad consciente”,
a inducir a sus seguidores a limitar los nacimientos, y los orígenes de
estas posiciones deben encontrarse en la adhesión anarquista a las tesis
malthusianas y también a la eugenesia. En efecto, había sido Malthus
el sostenedor de que la población crecía más rápidamente que los
recursos, por lo que había que reprimir (de diferente manera, hasta con
la abstención sexual…) la fecundidad. Y por su parte, las posiciones
seudocientíficas eugenésicas proclamaban que la raza humana estaba en
peligro con la procreación indebida de las personas débiles, enfermas
o “desviadas”. Debe decirse que el anarquismo mantuvo el ideal de la
“eugenesia positiva” pues había que posibilitar condiciones de salud y de
bienestar al proletariado para que la especie humana no se deteriorara.
Como fuere, las militantes anarquistas estuvieron en la primera leva
de las reivindicaciones para controlar la natalidad, sostuvieron que no
había que obligarse a la maternidad, fueron las primeras en alentar la
adopción de técnicas anticonceptivas, sus más entusiastas propagandistas.
Como se puede concluir, una verdadera anticipación de cuestiones que el
feminismo sostendría décadas más adelante.
Las preocupaciones de los varones anarquistas por la condición de
las mujeres tienen un correlato fundamental en la necesidad de hacerlas

5
Barrancos, Dora, Anarquismo, educación y costumbres en la argentina de principios de
siglo, Buenos Aires, Contrapunto, 1992.

12
partícipes de las luchas emancipatorias, en retirarlas de la influencia
del cura, en hacerlas sostenedoras de los combates de los cónyuges,
para que no se interpusieran vacilaciones ni detenimientos. Pero si esto
es un presupuesto, debe admitirse que en La Voz de la Mujer resulta
hegemonizada, y con mayor radicalidad, la crítica a las costumbres del
matrimonio legalizado, la propaganda de la sustitución de los falsos intereses
y la proclama reiterada del amor libre, única forma amatoria que puede
revocar los acuerdos cuando se extinguen los sentimientos. Esta fórmula
de enfrentamiento a la hipocresía de los vínculos maritales forzados por
la juridicidad será la acostumbrada y casi solitaria semántica anarquista
de la época. Pero como sostienen Maxine Molineux en su abordaje, y
Laura Fernández Cordero,6 sorprenden las expresiones del lenguaje en los
primeros números de la publicación. No hay metáforas para dar cuenta
de fenómenos como el coito y la masturbación. Es cierto que también
hay locuciones que no obvian las concepciones de la moral conforme a la
Naturaleza. Era arquetípica la reverencia a esta última, lo que impregnó
de fórmulas restrictivas a sus propios discursos libertarios, como surge de la
idea de “fraude” con relación a ciertos actos sexuales, seguramente porque
se realizaban “contra natura”. Pero debe insistirse sobre la disrupción que
produce el periódico, de tal manera que termina habiendo una fuerte
repulsa entre los acólitos disgustados por la osadía de las notas. Las/los/les
lectores actuales podrán observar los cambios significativos de tópicos y de
acentos a medida que se editan los nuevos números, por cierto morigerados.
Hubo al menos en tres oportunidades cambios del grupo editor, y quiénes lo
constituyen en cada oportunidad es todavía materia de interrogantes.
¿Quiénes fueron finalmente las/los editores, y quiénes las emisoras
femeninas de La Voz de la Mujer? Si al principio figura Josefa Calvo como
responsable –de la que lamentablemente nada se sabe–, no es posible
identificar a A. Barcla, no hay pistas sobre esta figura que se hace cargo
de la publicación hasta el final, final acelerado que debe atribuirse a las
dificultades económicas para sostenerse, ¿o bien a las diatribas que seguía
provocando? Algunas notas son firmadas por seudónimos femeninos,
como Luisa Violeta, otras por nombres que suenan verdaderos, como
Esther Buscaglia, a quien no hemos encontrado en la vasta producción
de periódicos anarquistas del período. Tampoco aparece en la lista de
deportados por la aplicación de Ley de Residencia,7 con la que el Estado

6
Fernández Cordero, Laura, Amor y anarquismo. Experiencias pioneras que pensaron y
ejercieron la libertad sexual, Buenos Aires, Siglo XXI, 2017.
7
La Ley de Residencia Nº 4144 –o Ley Cané– fue sancionada en 1902 y derogada
en 1958. Permitía que el Poder Ejecutivo ordenara “la salida del territorio de la Nación a

13
argentino quiso reprimir las movilizaciones sociales expulsando a pestíferos
agitadores. Unas líneas aparte merece quien se escuda bajo el seudónimo
de Pepita Gherra, ¿qué conjeturas formular? No es posible desentrañar en
el estado actual de las investigaciones la identidad de Pepita… aunque
podemos seguir apostando a que correspondía a un sujeto femenino.
Aunque parezca más arduo, es sin embargo más plausible hacernos una
idea acerca de quiénes leyeron La Voz de la Mujer. María del Carmen
Feijóo y Marcela Nari8 hicieron una incursión tratando de identificar a las
posibles lectoras del periódico –también a los lectores–, y concluyeron que
fueron probablemente trabajadoras, obreras de la confección, “fabriqueras”,
mucamas, pero también muchas debieron ser solo amas de casa en hogares
muy modestos, en los que se encendía la chispa de la contestación
frente a tantas inequidades. Pero las autoras señalan las dificultades de
aproximación efectiva con esas mujeres debido a lo ciertamente abstruso
de las cuestiones en debate y también a las dificultades en la operación
de leer. Debe pensarse que solo la mitad de las habitantes mujeres en la
ciudad de Buenos Aires eran alfabetizadas, y que la enorme mayoría de
las españolas e italianas que ingresaron a nuestro país en ese ciclo que va
desde fines del xix hasta alrededor de 1913 eran analfabetas. Pero no hay
dudas de que la proximidad con el ideario anarquista suscitaba esfuerzos
para saber leer y escribir, y se debe a la corriente una saga singular de
emprendimientos educativos, que alcanzaron a no pocas mujeres.
Volver a las fuentes del pasado, llenas de imprecaciones acerca de la
indigna existencia que resulta de un orden social injusto, y en las que
relampaguean retos al autoritarismo patriarcal, a sus sometimientos,
tiene sentido angular si se interpelan las continuidades en el presente.
Es con los ojos puestos en el tiempo presente como volvemos al
pasado. Redoblamos la apuesta a una sociedad sin patriarcado, sin
discriminaciones ni exclusiones de ninguna índole; al final, una conjura
que estuvo en buena medida asociada a esa empresa irreverente que fue
La Voz de la Mujer.

Dora Barrancos

todo extranjero que haya sido condenado o sea perseguido por los tribunales extranjeros
por crímenes o delitos comunes” (art. 1). También podía determinar “la salida de todo
extranjero cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”
(art. 2). Fue reiteradamente empleada contra extranjeros sindicados como peligrosos para
la seguridad nacional.
8
Feijoó, María del Carmen y Marcela Nari, “Imaginando el lector / la lectora de La
Voz de la Mujer”, en Fletcher, Lea (comp.), Mujeres y cultura en el siglo xix, Buenos Aires,
Feminaria, 1994.

14
No­ta edi­to­rial

El pe­rió­di­co La Voz de la Mu­jer que hoy edi­ta la Editorial de la Uni­ver­si­dad


Na­cio­nal de Quil­mes tu­vo un des­ti­no com­par­ti­do con bue­na par­te de las
fuen­tes pa­ra el es­tu­dio de la his­to­ria obre­ra, en un país que no ha si­do es­pe­
cial­men­te cui­da­do­so en la con­ser­va­ción de su pa­sa­do y en el que es­ta con­
ser­va­ción de­pen­dió, en mu­chos ca­sos, de los es­fuer­zos ais­la­dos y per­so­na­les
de gru­pos y mi­li­tan­tes dis­per­sos. Pu­bli­ca­do en el año 1897, en el con­tex­to
de la olea­da de li­te­ra­tu­ra so­cia­lis­ta y anar­quis­ta del fin de si­glo, de­sa­pa­re­ció
por com­ple­to de los re­po­si­to­rios na­cio­na­les y de la me­mo­ria co­lec­ti­va. Rea­
pa­re­ce fu­gaz­men­te en la pro­li­ja re­co­pi­la­ción que, en oca­sión del con­cur­so
con­vo­ca­do con mo­ti­vo de cum­plir­se el cin­cuen­te­na­rio de la apa­ri­ción
de La Pro­tes­ta, se rea­li­zó en Bue­nos Ai­res en el año 1927, y que se co­no­
ce co­mo el Cer­ta­men In­ter­na­cio­nal de La Pro­tes­ta. En di­cha pu­bli­ca­ción
es Max Net­tlau quien con­sig­na su exis­ten­cia en la po­nen­cia de­no­mi­na­
da “Con­tri­bu­ción a la bi­blio­gra­fía anar­quis­ta de la Amé­ri­ca La­ti­na has­ta
1914”, in­clu­yén­do­lo en el ci­clo de los pe­rió­di­cos de pro­pa­gan­da ge­ne­ral
apa­re­ci­dos en­tre 1890 y 1904 en la Ar­gen­ti­na. Sin dis­po­ner de los mis­mos
en el mo­men­to de la ela­bo­ra­ción de la no­ta, Net­tlau brin­da un con­se­jo –
aún vá­li­do fren­te a nues­tra or­fan­dad en ma­te­ria de fuen­tes–:

He vis­to y a me­nu­do leí­do, los pe­rió­di­cos de los que voy a dar la lis­ta,
pe­ro ya ha­ce mu­cho tiem­po de es­to, y aun­que con­ser­vo mu­chas im­pre­sio­
nes, és­tas ca­re­cen de fres­cu­ra, son in­com­ple­tas y no va­le la pe­na de re­car­
gar con ellas es­tas lis­tas. Son los mi­li­tan­tes que tie­nen un re­cuer­do vi­vo
de ca­da pe­rió­di­co, los que ha­rán bien –si quie­ren ser­vir a la his­to­ria– en
per­fi­lar en po­cas pa­la­bras la fi­so­no­mía de ca­da pe­rió­di­co y de los de­ta­lles
dig­nos de ser con­ser­va­dos que a ellos se re­fie­ren, y los es­tu­dio­sos de es­pí­
ri­tu crí­ti­co, al ho­jear esas co­lec­cio­nes, sa­ca­rán a la luz las ideas, crí­ti­cas,
des­crip­cio­nes so­cia­les y otros ma­te­ria­les vi­vien­tes que duer­men en los
vie­jos pe­rió­di­cos.

Es sólo en 1978 cuan­do el li­bro de Iaä­cov Oved, El mo­vi­mien­to anar­quis­


ta en la Ar­gen­ti­na, en su bien do­cu­men­ta­do ane­xo, así co­mo en el tex­to,
rei­te­ra la re­fe­ren­cia a La Voz de la Mu­jer, res­guar­da­do en la bi­blio­te­ca del

15
Ins­ti­tu­te of So­cial His­tory de Ams­ter­dam, jun­to con otras tan­tas fuen­tes
in­dis­pen­sa­bles pa­ra la ta­rea de re­cons­truir las vo­ces ol­vi­da­das y es­con­di­
das de los sec­to­res po­pu­la­res. Es­te res­ca­te fa­ci­li­ta la con­so­li­da­ción de una
nue­va ma­ne­ra de abor­dar la his­to­ria, a la luz de nue­vas fuen­tes y tes­ti­mo­
nios que bri­llan por sí mis­mos pe­ro que, a la vez, obli­gan a la re­lec­tu­ra de
lo que ya se co­no­cía. Por ejem­plo, a la bús­que­da de una lec­tu­ra de la his­
to­ria que in­ter­sec­te la con­di­ción de cla­se con la con­di­ción de gé­ne­ro. Por
úl­ti­mo, en el año 1986 el ar­tí­cu­lo de Maxy­ne Moly­neux, tam­bién in­clui­
do en es­ta edi­ción, abor­da sis­te­má­ti­ca­men­te la des­crip­ción y el aná­li­sis
del cor­pus del pe­rió­di­co.
Al pu­bli­car aho­ra la fuen­te, jun­to con el men­cio­na­do ar­tí­cu­lo, se po­ne
al al­can­ce del pú­bli­co in­te­re­sa­do en la his­to­ria fe­mi­nis­ta y en la de los
sec­to­res su­bal­ter­nos un ma­te­rial cu­ya ri­que­za po­drá ex­plo­rar­se en pro­
fun­di­dad, co­mo un tex­to es­pe­cí­fi­co y en tér­mi­nos de sus cru­ces con la
ideo­lo­gía y las prác­ti­cas or­ga­ni­za­ti­vas del pe­río­do. Al pu­bli­car­la, tam­bién,
la Edi­to­rial de la Uni­ver­si­dad Na­cio­nal de Quil­mes rea­li­za una con­tri­bu­
ción pa­ra la re­cu­pe­ra­ción de la me­mo­ria co­lec­ti­va y, co­mo lo que­ría Max
Net­tlau, cum­ple con el man­da­to de “ser­vir a la his­to­ria”.

Ma­ría del Car­men Fei­joó

16
La Voz de la Mujer
En esta edición se reproducen los contenidos de
La Voz de la Mujer, periódico Comunista-Anárquico
(Buenos Aires, enero de 1896-enero de 1897),
números 1, 2, 3, 4, 5, 7, 8 y 9. El número 6 no
ha podido ser hallado.
Año I. BUENOS AIRES, ENERO 8 DE 1896 NÚm. 1

Aparece cuando puede Dirección: J. CALVO, a cualquier periódico


y por suscripción voluntaria Periódico Comunista-Anárquico Anárquico en curso de publicación

Nues­tros pro­pó­si­tos nos ofre­cía con in­si­nuan­te y ar­te­ra


voz un cam­bio, un ne­go­cio, un bi­lle­te
——— g ——— de ban­co con que ta­par la des­nu­dez de
nues­t ro cuer­p o, sin más obli­g a­c ión
Com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras ¡sa­lud! que la de pres­tar­les el mis­mo.
Mar­cha­mos más ade­lan­te, siem­pre
Y bien: has­tia­das ya de tan­to y tan­to con­fia­das y con la es­pe­ran­za pues­ta
llan­to y mi­se­ria, has­tia­das del eter­no y en Dios y en los cie­los, y des­pués de
des­con­so­la­dor cua­dro que nos ofre­cen ha­ber tro­pe­za­do y caí­do por no mi­rar
nues­tros des­gra­cia­dos hi­jos, los tier­nos por don­de ca­mi­ná­ba­mos mien­tras fi­já­
pe­da­zos de nues­tro co­ra­zón, has­tia­das ba­mos nues­tra an­he­lan­te mi­ra­da en
de pe­dir y su­pli­car, de ser el ju­gue­te, los cie­los, ¿sa­béis lo que en­con­tra­mos?
el ob­je­to de los pla­ce­res de nues­tros Las­ci­via y bru­tal im­pu­re­za, co­rrup­ción
in­fa­mes ex­plo­ta­do­res o de vi­les es­po­ y cie­no y una nue­va oca­sión de ven­der
sos, he­mos de­ci­di­do le­van­tar nues­tra nues­tros fla­cos y ma­ci­len­tos cuer­pos.
voz en el con­cier­to so­cial y exi­gir, exi­ Vol­vi­mos atrás nues­tros ojos, ¡se­cos sí,
gir de­ci­mos, nues­tra par­te de pla­ce­res muy se­cos ya! y allá, a lo le­jos, en lon­
en el ban­que­te de la vi­da. ta­nan­za, ca­si vi­mos a nues­tros hi­jos,
Lar­gas ve­la­das de tra­ba­jo y pa­de­ pá­li­dos, dé­bi­les y en­fer­mi­zos… y la
ci­mien­tos, ne­gros y ho­rro­ro­sos días bri­sa ca­li­gi­no­sa ya, nos traía la eter­
sin pan han pe­sa­do so­bre no­so­tras, y na me­lo­día del pan. ¡Ma­má, pan por
ha si­do ne­ce­sa­rio que sin­tié­se­mos el Dios! Y en­ton­ces com­pren­di­mos por­
gri­to se­co y des­ga­rran­te de nues­tros qué se cae… porqué se ma­ta y por­qué
ham­brien­tos hi­jos, pa­ra que has­tia­das se ro­ba (léa­se ex­pro­pia).
ya de tan­ta mi­se­ria y pa­de­ci­mien­to, Y fue en­ton­ces tam­bién, que des­
nos de­ci­dié­se­mos a de­jar oír nues­tra co­no­ci­mos a ese Dios y com­pren­di­mos
voz, no ya en for­ma de la­men­to ni cuán fal­sa es su exis­ten­cia; en su­ma,
su­pli­can­te que­re­lla, si­no en vi­bran­te y que no exis­te.
enér­gi­ca de­man­da. To­do es de to­dos. Fue en­ton­ces que com­pa­de­ci­mos
Has­ta ayer he­mos su­pli­ca­do a un a nues­tras caí­das y des­gra­cia­das com­
Dios, a una vir­gen u otro san­to no pa­ñ e­ras. En­t on­c es qui­s i­m os rom­p er
me­nos ima­gi­na­rio el uno que el otro, con to­das las preo­cu­pa­cio­nes y ab­sur­
y cuan­do lle­nas de con­fian­za he­mos das tra­b as, con es­t a ca­d e­n a im­p ía
acu­d i­d o a pe­d ir un men­d ru­g o pa­r a cu­yos es­la­bo­nes son más grue­sos que
nues­tros hi­jos, ¿sa­béis lo que he­mos nues­tros cuer­pos. Com­pren­di­mos que
ha­lla­do? La mi­ra­da las­ci­va y lu­ju­rio­sa te­nía­mos un ene­mi­go po­de­ro­so en la
del que an­he­lan­do cam­biar de con­ti­ so­cie­dad ac­tual y fue en­ton­ces tam­
nuo el ob­je­to de sus im­pu­ros pla­ce­res, bién que mi­ran­do a nues­tro al­re­de­dor,

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Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

vi­mos mu­chos de nues­tros com­pa­ñe­ Se­re­nas, sin te­mor, siem­pre avan­zan­do,


ros lu­chan­do con­tra la tal so­cie­dad; y Siem­pre al­ti­vas mar­cha­mos por
co­mo com­pren­di­mos que ése era tam­ [do­quier,
bién nues­tro ene­mi­go, de­ci­di­mos ir Los es­bi­rros bur­gue­ses arro­llan­do
con ellos en con­tra del co­mún ene­mi­ Des­tro­zan­do las le­yes y el po­der.
go, mas co­mo no que­ría­mos de­pen­der
de na­die, al­za­mos no­so­tras tam­bién ¡Com­pa­ñe­ros! Ca­da cla­ro en nues­tras
un gi­rón del ro­jo es­tan­dar­te; sa­li­mos a [fi­las
la lu­cha… sin Dios y sin je­fe. Con­tes­ta­do ha de ser con la
He aquí, que­ri­das com­pa­ñe­ras, el [ex­plo­sión,
por­qué de nues­tro pe­rió­di­co, no nues­ Y así, cual to­rren­te, ire­mos for­mi­da­ble
tro si­no de to­dos, y he aquí, tam­bién, Pro­cla­man­do So­cial Re­vo­lu­ción.
por­qué nos de­cla­ra­mos comunistas
anÁrquicas pro­cla­man­do el de­re­cho Josefa M. R. MartÍnez
a la vi­da, o sea igual­dad y li­ber­tad.

La RedacciÓn iiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
¡OBRE­ROS!
NNNNNNNNNNNNNNN
¿Se­rá po­si­ble, que ja­más os ha­béis de
BRINDIS dar cuen­ta de lo que sois y de­be­ríais ser?
˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜˜ ¿No ha­béis com­pren­di­do aún, el
¡Sa­lud Com­pa­ñe­ras! La Anar­quía tris­t í­s i­m o y re­p ug­n an­t e pa­p el que
Ya tre­mo­la el pen­dón li­ber­ta­dor; re­p re­s en­t áis cuan­d o acu­d ís, co­m o
¡Hu­rra, her­ma­nos que­ri­dos, a la lucha! mi­se­ra­bles idio­tas, a esas pla­zas, a esas
¡Fuer­te el bra­zo, se­re­no el co­ra­zón! ro­me­rías, a esas pa­ra­das mi­li­ta­res, etc.,
en don­de sois des­pre­cia­dos, y es­car­ne­
Mi­rad­lo ¡sí! ¿No veis el Ho­ri­zon­te ci­dos de mil ma­ne­ras y mo­dos?
Ra­dian­te luz ilu­mi­nan­do es­tar? ¿No ha­béis ob­ser­va­do, po­bres ilu­
Y en­tre in­men­sos cen­da­les on­dean­do sos, el des­pre­cio con que sois mi­ra­dos,
Nues­tro ro­jo pen­dón. ¡Hu­rra a lu­char! por los que os ro­ban?
¿No ha­béis vis­to, cual se apar­tan
Que no ha­ya en­tre no­so­tras re­za­ga­das de vo­so­tros, don­de quie­ra que os pre­
Nues­tra lu­cha es a muer­te y sin cuar­tel; sen­téis, aque­llos a quie­nes con vues­tro
¡Hu­rra! her­ma­nas que­ri­das, otro su­d or man­t e­n éis y sos­t e­n éis de mil
[es­fuer­zo, mo­dos, y dais vi­da, co­mo el sol da luz,
Y ¿quién du­da que ha­bre­mos de co­mo el fue­go da ca­lor?
[ven­cer? Id, sí, po­bres gen­tes, co­mo ellos os
lla­man, id a di­ver­tir al ver­du­go, id a
Es­tre­che­mos las fi­las, ca­ma­ra­das ani­mar sus fies­tas, id a ser el ob­je­to de
El ro­ji­zo pen­dón al tre­mo­lar, la ri­sa de nues­tros ex­plo­ta­do­res, id a
¡Anar­quía y Sa­lud! ¡Y des­tro­za­das re­co­ger las de­ni­gran­tes fra­ses con que
Las fa­lan­ges bur­gue­sas hui­rán! os nom­bran.

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LA VOZ DE LA MUJER

Id a la ca­te­d ral a con­tem­p lar te­mos su­bir a al­can­zar el mi­se­ra­ble pre­


bo­quia­bier­tos, la exu­be­ran­te, la hi­dró­ mio que la re­fi­na­da “ca­ba­lle­ro­si­dad”…
pi­ca vi­ta­li­dad de los chu­pa­do­res de Bur­gue­sa nos ofre­ce.
san­g re obre­ra; id a con­tem­p lar la ¡Ah! ¡te­néis ham­bre! ¡por la ca­ra
hi­pó­cri­ta faz de los que nos lla­man de un Bur­gués!… ¡ex­pro­piad, ma­tad
bo­rre­gos; id, con ojo avi­zor y aten­to to­d o eso, es bue­n o y na­tu­ral, pe­ro
oí­do, a es­cu­char las mil fra­ses de la ja­más de­be­mos re­nun­ciar a ser hom­
re­fi­na­da hi­po­cre­sía de un frai­le, sea un bres, pa­ra ser mi­cos o fan­to­ches!
puer­co Cas­te­lla­no o un mas­tín Ja­ra. Mi­rad a aquel her­m a­n o, aquel
¡Id a ser el haz­me reír de esa fie­ra com­pa­ñe­ro nues­tro, ¿ved­lo cual for­
in­sa­cia­ble, de esa hie­na ja­más sa­tis­ ce­jea pa­ra su­bir? ¿oís las car­ca­ja­das
fe­cha, de ese roe­dor cán­cer, de ese es­ta­llar vi­bran­tes? ¡Ah! es la fie­ra, es
pon­zo­ño­so rep­til a quien, por de­cir­ la bur­gue­sía que se re­fo­ci­la de ale­gría
lo to­do, se lla­ma “Bur­gue­sía”, pa­la­ cual se re­fo­ci­la el cer­do en­tre el ba­rro,
bra que qui­zá no com­pren­déis, por­que o el juez an­te la vein­te­na de in­fe­li­ces
en sí en­cie­rra to­do lo ini­cuo, to­do lo víc­ti­mas que pien­sa en­viar al ca­dal­
in­fa­me, to­do lo más as­que­ro­sa­men­te so, sí ella, esa fie­ra lla­ma­da bur­gue­sía,
re­pug­nan­te que con­ce­bir pue­da el per­ se re­fo­ci­la al ver­nos, tan bru­tos, tan
ver­ti­do y san­gui­na­rio ce­re­bro de un… tor­pes y pien­sa: Mien­tras ha­ya tan­to
¡hom­bre! bes­tia, no te­mo a na­da, ni a na­die.
Id, pe­ro al me­n os, daos cuen­ta ¿Ha­béis vis­to u oí­do de­cir, cual se
del tris­te, sí, muy tris­te pa­pel que allí re­vuel­ca tré­mu­la, de­li­ran­te de go­ce, la
de­sem­pe­ñáis. hie­na des­pués de hun­dir ho­ci­co en las
Mi­rad, ¿veis, allí en aque­llas que se en­tra­ñas de la víc­ti­ma, y la con­tem­pla
lla­man Ro­me­rías, aque­llo que tie­ne iner­me y as­pi­ra con an­he­lan­te de­li­cia
tan­tos es­cu­dos y co­lo­res? pues aquél es los va­po­res de la san­gre en tan­to que
el “pal­co ofi­cial”, ¿sa­béis? pues allí no se re­vuel­ca en ella?
te­néis en­tra­da, allí no per­mi­ten que ¿No ha­béis oí­do de­cir cual se aprie­
en­tréis, pues vues­tras tor­p es ma­n e­ ta con las fi­nas ma­nos la exu­be­ran­te
ras, vues­tras ma­n os ca­llo­sas (que a pan­za, el re­ye­zue­lo, pre­sa de con­vul­
ellos sus­ten­tan), no pue­den, ni de­ben si­va ri­sa, y ba­bean­te el “real” la­bio,
(di­cen), es­tre­char la fi­na y en­guan­ mi­rar con el ros­tro des­com­pues­to y
ta­da dies­tra de tan­to y tan­to… Bur­ amo­ra­ta­do aún por la ri­sa el ros­tro
gués (puff), de tan­ta y tan­ta no­ble y com­pun­gi­do del in­fe­liz bu­fón, a quien
em­pe­ri­fo­lla­da… Bur­gue­si­ta: sa­béis, se aca­ba de apli­car un “real” la­ti­ga­zo?
os des­pre­cia y cau­sáis as­co, ¿en­ten­ Pues así, de tal mo­do, y con ta­les
déis? ¡as­co! no­bles pe­sa­res, se ríen de ese in­fe­liz, es
¿Veis aque­llo, mi­rad; aque­llo que se de­cir de no­so­tros.
lla­ma pa­lo ja­bo­na­do? pues bien, aquel Pe­ro, ve­nid, ¿veis aque­lla cria­tu­ra
pa­lo es­tá pues­to allí pa­ra vo­so­tros, pa­ra que, pá­li­da y de­ma­cra­da, la faz dé­bil
los obre­ros, ¿sa­béis pa­ra qué? pa­ra ellos y en­ju­to el cuer­pe­ci­to, es­tá ti­ra­da, por
po­der­se reír de nues­tra tor­pe con­duc­ta, de­cir­lo así, en­tre una rue­da de es­tú­pi­
sí, pa­ra ver­nos for­ce­jear, cuan­do in­ten­ dos? ¿la veis?, mi­rad, su go­rri­ta pues­ta

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Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

con re­fi­na­da “ar­te” de­lan­te de él, ¿veis di­na­mi­ta! ¡cuán­ta pu­dri­dez hay que
có­mo mue­ve sus tier­nas ma­ni­tas agi­ re­mo­ver y ex­tir­par!!!
tan­do sin ce­sar ese ron­co y desa­pa­ci­ble Pe­ro bas­ta. Ven her­ma­no mío, ven
tras­to o acor­deón? ¿oís esa mú­si­ca que com­pa­ñe­ro, ven, va­mos a esa Ca­te­dral
a mu­chos ha­ce reír y a otros aplau­dir? a cu­yas puer­tas tú y otros van a abrir
¿la oís? pues bien, ¡esa mú­si­ca es la la bo­ca, va­mos y te ex­pli­ca­ré lo que
del ham­b re! Ese gus­to os de­m an­d a en ella pa­sa.
una li­mos­na, y esos de­li­ca­dos y tier­ Lo ves, tú y yo, y con no­so­tros
nos de­di­tos que veis agi­tar­se y opri­mir to­dos, los obre­ros te­ne­mos la en­tra­da
fe­bri­les el te­cla­do de­bie­ran ma­ne­jar pro­h i­b i­d a, no so­m os hom­b res, y es
un lá­piz y ejer­ci­tar­se en al­go más bue­ for­zo­so que­dar­nos a la puer­ta co­mo
no, más ade­cua­do a la edad de la per­ que­dan los ca­ba­llos; ¿y qué? ¿so­mos
so­na que los ma­ne­ja. aca­so pa­ra el bur­gués al­go más que un
Pe­ro, que, ese que veis ni­ño aún ca­ba­llo? no, por vi­da mía, so­mos sí un
(le he­mos vis­to, ten­dría seis o sie­te ob­je­to de ex­plo­ta­ción y de ser­vi­cio,
años) tie­ne pa­dres qui­zá y ellos se ven co­mo un par de bo­tas o un pa­ra­guas,
obli­g a­d os por es­t a so­c ie­d ad (re­p le­ pe­ro me­nos, mu­cho me­nos apre­cia­
ta de vir­tuo­sas da­mas) a en­viar­lo a ble que un ca­ba­llo o un co­che; y si
men­di­gar: ¡es tan ca­ra la sub­sis­ten­cia! no ob­ser­vad, y ve­réis cuál cui­dan y
¡Ga­nan tan po­co! ta­pan en in­vier­no a los lu­jo­sos tron­
Y ma­ña­na, hom­bre ya, ese que hoy cos, mien­tras tú y yo, y to­dos los obre­
cre­ce co­mo pa­rá­si­ta plan­ta, y vi­ve de ros, va­mos se­mi-des­nu­dos, an­dra­jo­sos,
la pú­bli­ca ca­ri­dad (mal­di­ta sea ella) y ate­ri­dos de frío con el sem­blan­te
le­jos, muy le­jos de las ma­ter­na­les ca­ri­ de­m a­c ra­d o y va­c ío el es­t ó­m a­g o, a
cias, en­tre­ga­do a sí mis­mo, des­pués nues­tras em­bru­te­ce­do­ras ocu­pa­cio­nes.
de ha­ber cru­za­do la pri­me­ra eta­pa de ¿Lo ves? hoy hay fies­ta pa­tria,
la vi­da co­mo mí­se­ro ilo­ta ¿qué ha­rá la pla­za lle­na de in­fe­li­ces hom­bres,
cuan­do se vea sin pan, sin ho­gar, sin que más que ta­les pa­re­cen es­pan­ta­
amor? ¿qué ha­rá? jos, se­gún es­tán de ma­ci­len­tos y fla­
Ma­ta­rá, qui­zás, ¡ah! en­ton­ces, sí, cos, ¿los ves, con esos dis­fra­ces y esos
en­ton­ces la so­cie­dad lan­za­rá­se so­bre ins­tru­men­tos, no de tra­ba­jo, si­no de
él co­mo fu­ria, co­mo ir­ca­na fie­ra, y le muer­te al hom­bro? los ves, ¿con ese
en­via­rá a un hon­do y fé­ti­do ca­la­bo­zo, tra­po de co­lor ata­do a un pa­lo? ¿qué
¡en­ton­ces sí, que es­ta so­cie­dad de­cré­ pa­re­cen? ¿qué se­rán? ¿lo­cos tal vez? no,
pi­ta y co­rrom­pi­da, ten­drá le­yes, jue­ces son hom­bres que la mo­ral y ca­ri­ño­sa
y ver­du­gos, con que ha­cer­se jus­ti­cia y pie­dad bur­gue­sa tie­ne, pa­ra que cuan­
cas­ti­gar! ¿Y quién, pre­gun­to yo, quién do tú pi­das pan te den plo­mo, y pa­ra
cas­ti­ga­rá a ella por ha­ber ro­ba­do al de­fen­der el pro­duc­to del ro­bo he­cho,
pa­dre del ni­ño, y al ni­ño mis­mo los día a día, ¡a ti a mí y a to­dos los obre­
me­dios de sus­ten­to y de edu­ca­ción? ros! ¡Ah! ¡y pen­sar que esos hom­bres
¿quién to­ma­rá en cuen­ta los ac­tos de son nues­tros her­ma­nos! que de­bie­ran
la so­cie­dad pa­ra juz­gar, quién en­tre ver­lo al me­nos, y que son ene­mi­gos a
ella y el ni­ño es más cri­mi­nal? ¡Ah, quie­nes nos ve­re­mos obli­ga­dos a sa­lu­

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LA VOZ DE LA MUJER

dar con la ex­plo­sión! ¡Mal­di­ta seas a sus pies hu­mi­lla­dos, es­car­ne­ci­dos y


so­cie­dad que tan­to nos obli­gas, rue­de ham­brien­tos y por ello se re­go­ci­jan.
pron­to tu mal­di­to ré­gi­men y con él las ¡Ved­los! allí es­tá el obis­po con el
ca­be­zas de tan­to y tan­to in­fa­me ver­du­ ge­ne­ral, el frai­le con el di­pu­ta­do, fe­li­
go de la hu­ma­ni­dad! ci­tán­do­se mu­tua­men­te de su obra, es
Mi­ra her­ma­no mío; ¿ves cual bri­ de­cir de nues­tra es­tu­pi­dez.
lla re­ver­be­ran­do en mil cam­bian­tes la ¡Vá­m o­n os obre­r os, vá­m o­n os, y
pro­fu­sión de las in­nu­me­ra­bles bu­jías? ja­más vol­va­mos a ta­les fies­tas o es­car­
ésas se que­man a tus ex­p en­sas y el nios me­jor di­cho, en las cua­les se nos
ca­lor y la cla­ri­dad que pro­du­cen, fal­ta des­pre­cia y hu­mi­lla has­ta tan­to de lla­
en tu ho­gar, en las tris­tes y frías no­ches mar­nos sus her­ma­nos; vá­mo­nos, pues
del in­vier­no y… pe­ro es­cu­cha ¿oyes pa­ra ellos so­mos la “ple­be” que vie­ne
esa se­ñal? anun­cia que van a sa­lir los al es­pec­tá­cu­lo de las ban­de­ras, de las
en­guan­ta­dos ca­na­llas que pa­ra me­jor mú­si­cas, y de las… por­que­rías!
en­ga­ñar­te han es­ta­do du­ran­te cin­co ¡Vá­mo­nos, y que cuan­do vol­va­mos
mi­nu­tos gol­peán­do­se el pe­cho, pa­ra sea­mos pre­pa­ra­dos, con la di­na­mi­ta
que no­so­tros les imi­te­mos y así co­ger­ en la ma­no pa­ra po­ner­la en ac­ción,
nos des­pre­ve­ni­dos pa­ra sa­ciar en no­so­ y en­ton­ces ve­re­mos huir a to­da esa
tros su sed de san­gre, en nues­tras hi­jas co­bar­de ca­na­lla, cual hu­yen al ful­gu­
su lu­ju­ria y en nues­tros hi­jos su bru­tal rar el nue­vo día, los es­pec­tros, que la
pa­sión de pe­de­ras­tas y so­do­mi­tas! pe­sa­di­lla de un ho­rri­ble sue­ño for­jó
Es­cu­cha, sue­na su se­ñal de sa­li­da y du­ran­te la no­che !…
to­das esas mo­mias o sol­da­dos, pre­sen­tan La pe­sa­di­lla es la bur­gue­sía. El nue­
las ar­mas, co­mo in­di­can­do que es­tán vo día: la Anar­quía.
dis­pues­tos a ma­tar­nos, por de­fen­der­les ¡¡Hu­rra, pues por ella!!
¿los ves? ahí sa­len, mí­ra­les bien, to­dos ¡Mue­ra la ex­plo­ta­ción!
esos son pa­rá­si­tos, vam­pi­ros, la­dro­nes y ¡¡¡Vi­va el co­mu­nis­mo-anár­qui­co!!!
zán­ga­nos de la so­cial col­me­na. ¡Vi­va la li­bre ini­cia­ti­va!
¿Oyes? es­t án ha­b lan­d o; es­c u­c ha
“¡Her­m a­n o!” ¡te tra­t an de her­m a­ Josefa M. R. MartÍnez
no!… ¡y ellos es­tán re­ple­tos y tú ham­
brien­to!…
…“la glo­r io­s a ban­d e­r a de la
pa­tria…” te ha­blan de pa­tria y aquel LA DON­NA
que allí ves aplau­dien­do con ra­bio­sa NE­LLA SO­CIE­TÁ AT­TUA­LE
fu­ria, irá den­tro de dos ho­ras a exi­gir­ ddd DDD
te el im­por­te del al­qui­ler de tu pie­za, y
guay de ti si no tie­nes con qué pa­gar; La don­na ne­lla So­cie­tá at­tua­le é la
tú, tus hi­jos, tu com­pa­ñe­ra y tus tras­ vit­t i­m a des­t i­n a­t a ai ca­p ric­c i, alle
tos irán a pa­rar a la ca­lle en pa­trió­ti­ca pas­sio­ni, e, de­lle vol­te, alla ti­ran­nia
con­fu­sión… de­ll’uo­mo. Nien­te di piú in­gius­to é la
“…Es­te glo­rio­so día…” Lla­man glo­ di­su­gua­glian­za sta­bi­li­ta ar­ti­fi­cio­sa­men­
rio­so a es­te día por­que nos con­tem­plan te tra l’uo­mo e la don­na. Si co­min­cia

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Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

col dar­gli un’e­du­ca­zio­ne mol­to li­mi­ta­ ques­ta mi­se­ra si­tua­zio­ne, non gli res­ta
ta; con­ti­nua poi con la vi­ta do­mes­ti­ca, che pros­ti­tuir­si.
do­ve la don­na é des­ti­na­ta al ser­vi­zio Quan­te so­no que­lle che lot­tan­do
de­ll’uo­mo; do­po ne­lla sca­lla so­cia­le, la si­no all’ul­ti­mo, si so­no tol­te la vi­ta?
don­na é con­si­de­ra­ta in­fe­rio­re all’uo­ Mol­te al­tre, ob­bli­ga­te da­ll’am­bien­
mo, in­deg­na di qua­lun­que sia co­sa; te at­tua­le, si so­no ri­ti­ra­te da­lla So­cie­tá
tut­to ques­to per man­te­ne­re la don­na per­ché ab­ban­do­na­te dai pa­ren­ti stes­si,
in uno sta­to di di­pen­den­za eco­no­mi­ca che in­sie­me alla So­cie­tá, la ri­ten­go­no
e mo­ra­le ver­so luo­mo. L’e­du­ca­zio­ne col­pe­vo­li.
im­per­fet­ta e pes­si­ma, la dif­fe­ren­za del E da­v an­t i a ques­t o spet­t a­c o­l o,
la­vo­ro, piú ó me­no de­gra­dan­te, che gli voial­tri borg­he­si, at­tri­bui­te la pros­ti­
é des­ti­na­to, il sa­la­rio piú mi­se­ro e la tu­zio­ne, ori­gi­ne del vi­zio e de­lla co­rru­
pros­ti­tu­zio­ne che l’as­pet­ta quan­do non zio­ne di un cer­to nu­me­ro di in­di­vi­dui
tro­va chi ve­glia su­lla sua esis­ten­za. d’am­bo i ses­si; e af­fer­ma­te che se ques­
ti non fos­se­ro na­ti, la pros­ti­tu­zio­ne
* non esis­te­reb­be.
* * Vi so­no una quan­ti­tá di in­di­vi­dui
che eser­ci­ta­no su­lla pros­ti­tu­zio­ne, ser­
Non esis­te una si­tua­zio­ne piú tra­gi­ca ven­do­si di qua­lun­que sia mez­zo, per
che que­lla di una ra­gaz­za po­ve­ra; le ti­ra­re la vit­ti­ma ne­ll’a­bis­so; es­sen­do
oc­cu­pa­zio­ni che tro­va so­no po­che, e ques­ta spe­cu­la­zio­ne di­ve­nu­ta at­tual­
mol­te vol­te son tra­me te­se per la sua men­te co­me tut­te le al­tre.
per­di­zio­ne. Ma ques­to non é tut­to; Di tut­te le in­dus­trie, ques­ta é la piú
a cu­r ar­s i de­l l’e­s is­t en­z a fi­s i­c a, vie­n e ab­biet­ta, la piú lu­cra­ti­va.
que­lla di ama­re e di es­se­re ama­ta, di Vi so­no ca­se ap­po­si­ta­men­te con­sa­
tro­va­re a chi con­fi­dar­si, di go­de­re le cra­te alla pros­ti­tu­zio­ne, do­ve la ra­gaz­
de­li­zie de­lla vi­ta; ma sem­pli­ce, in­ge­ za o la don­na ver­gog­no­sa, las­cia­no il
nua, fi­da­ta, acet­ta la ma­no del pri­mo lo­ro in­di­riz­zo per es­se­re pron­te alla
che la so­lle­ci­ta, con­sa­cran­do­si in­te­ chia­m a­t a di al­c un av­v en­t o­r e..., un
ra­men­te la vi­ta alla sua fe­li­ci­tá. Pe­ro eser­ci­to di sen­sa­li, di com­mis­sio­nis­ti,
non tro­va al­tro che ingan­no, egois­mo, so­no im­pie­ga­ti in ques­ta ig­no­mi­no­sa
cal­co­lo, per abu­sa­re de­lla sua mi­ni­ma in­dus­tria, por­tan­do se­co la dis­pe­ra­zio­
de­bo­lez­za; e l’uo­mo non tie­ne che iro­ ne e il do­lo­re di tan­te fa­mi­glie, pros­ti­
nia e dis­prez­zo. E la don­na com­bat­tu­ta tuen­do­gli le lo­ro fi­glie.
per la ne­ces­si­tá di ama­re e ri­bas­sa­ta É co­s í, Sig­n o­r i Borg­h e­s i! Non é
la sua dig­ni­tá, per ins­tin­to di con­ser­ il vi­zio o la co­rru­zio­ne l’o­ri­gi­ne de­lla
va­zio­ne, di­ven­ta allo­ra dis­con­fi­da­ta, pros­ti­tu­zio­ne, se non al­tro il vos­tro
as­tu­ta, ipo­cri­ta, dis­si­mu­la e in­gan­na. in­fa­me re­gi­me e le vos­tre ini­qui­tá. Voi
L’in­no­cen­za é spa­ri­ta, og­ni sen­ti­men­ Borg­he­si sie­te la cau­sa! Man­tenen­do
to mo­r a­l e, per­d u­t o; dis­c ac­c ia­t a da la don­na ne­ll’ig­no­ran­za e ne­lla cre­
tut­ti la So­cie­tá gli atri­buis­ce la col­ den­za de­lla sua de­bo­lez­za, det­tan­do
pa; non tro­va al­cu­no che gli re­chi un leg­gi no­ci­ve alla don­na, fa­cen­do cre­
so­lie­vo alle sue pe­ne; co­si lot­tan­do in de­re al po­po­lo in­cos­cien­te che il ses­so

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LA VOZ DE LA MUJER

fem­mi­ni­le é in­fe­rio­re all’uo­mo, per EL AMOR LI­BRE


con­se­guen­za, l’a­ve­te edu­ca­ta se­con­do — dd —
la vos­tra vo­lon­tá e con­ve­nien­za. ¿Por qué lo que­re­mos?
Ah! ques­ta si chia­ma ci­vi­liz­za­zio­ ddddd
ne, o Borg­he­si? Ah! ques­to si chia­ma
pro­gres­so? Creen los ig­no­ran­tes y di­cen los
Men­t i­t e! ques­t o non si chia­m a mal in­ten­cio­na­dos que la idea Anár­
pro­gres­so, ma ben­sí un tem­po bar­ba­ro qui­ca es­tá en pug­na con to­do lo bue­
e re­gres­so! no, lo be­llo, con el ar­te, las cien­cias, y
Oh, don­ne del po­po­lo! non ve­de­te so­bre to­do, con el ho­gar.
in che fan­go vi ha get­ta­to la Borg­he­sia? En efec­t o, muy re­p e­t i­d as ve­c es
Se ave­te cos­cien­za di voi stes­se, he­mos te­ni­do oca­sión de oír de los
ri­be­lla­te­vi con­tra ques­ti pa­ras­si­ti de­lla la­bios de al­gu­nas obre­ras lo si­guien­te:
So­cie­tá at­tua­le e mos­tra­te all’u­ma­ni­tá “¡Oh, bue­na es­tá vues­tra idea Anár­
che sie­te for­ti e non­de­bo­li com­me i qui­ca! ¡vo­so­tras que­réis que to­das las
vos­tri ne­mi­ci vo­glio­no far­lo cre­de­re. mu­j e­res de es­p o­s as, hi­j as, ma­d res y
Lot­t a­t e in­s ie­m e con i desiderati her­ma­nas, nos con­vir­ta­mos en man­
de­lla for­tu­na, con gli ope­rai cons­cien­ ce­bas, ju­gue­tes vi­les de las de­sen­fre­na­
ti, per­ché ques­ti so­no i ve­ri tuoi ami­ci; das pa­sio­nes del hom­bre!”
per­ché un gior­no non lon­ta­no po­te­te A las que tal di­cen y creen nos di­ri­
eman­ci­par­vi di ques­to gio­go che per gi­mos. Vea­mos.
tan­ti se­co­li ave­te sop­por­ta­to, do­vu­ta No­so­tras cree­mos que en la ac­tual
alla vos­tra ig­no­ran­za e alle idee re­li­ so­cie­dad na­da ni na­die es más des­gra­
gio­se che vi han­no in­cul­ca­to i do­mi­ cia­da en su con­di­ción que la in­fe­liz
na­to­ri de­lla vos­tra cos­cien­za la cau­sa mu­jer. Ape­nas lle­ga­das a la pu­ber­tad,
de­lla vos­tra per­di­zio­ne. so­mos blan­co de las mi­ra­das lú­bri­cas
Quan­do vi sa­re­te ri­be­lla­te con­tra y cí­ni­ca­men­te sen­sua­les del se­xo fuer­
ques­ta ipo­cri­ta is­ti­tu­zio­ne, allo­ra sa­re­ te. Ya sea és­te de la cla­se ex­plo­ta­do­ra
te anar­chi­che, e com­pren­de­re­te che o ex­plo­ta­da. Más tar­de, ya “mu­je­res”,
l’A­nar­chia é la vos­tra sal­va­zio­ne, e cae­mos las más de las ve­ces víc­ti­mas
lot­te­re­te con noi per­ché sia pros­si­mo del en­ga­ño en el lo­da­zal de las im­pu­
il gior­no de­lla ris­cos­sa e la ban­die­ra re­zas, o en el des­pre­cio y es­car­nio de
de­ll’av­ve­ni­re bri­lli ne­ll’u­ma­ni­tá in­te­ra la so­cie­dad, que no ve en nues­tra caí­
pian­ta­ta su­lla ba­rri­ca­ta de­lla ri­vo­lu­zio­ da na­da, amor, ideal, na­da ab­so­lu­ta­
ne so­cia­le!... men­te, más que la “fal­ta”.
So­lo allo­ra, la vos­tra schia­vi­tú sa­rá Si rea­li­za­mos lo que al­gu­nas creen
fi­ni­ta, e gri­de­re­te con tut­ta la for­za su di­c ha, es­t o es el ma­t ri­m o­n io,
de­lle vos­tre vis­ce­re: en­ton­ces nues­tra con­di­ción es peor,
Vi­va la nos­tra Eman­ci­pa­zio­ne! mil ve­ces peor. La fal­ta de tra­ba­jo en
Vi­va l’U­nio­ne li­be­ra! el “ma­ri­do”, lo es­ca­so de la re­mu­ne­
Vi­va l’A­nar­chia! ra­ción, las en­fer­me­da­des, etc., ha­cen
que lo que en otra cir­cuns­tan­cia se­ría
Una Sti­ra­tri­ce el col­mo de la di­cha, sea en nues­tra

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con­di­ción una gra­ve y te­mi­ble car­ sa­ben us­te­des cuán­tos gas­tos oca­sio­
ga, pa­ra los “es­po­sos”. En efec­to na­da na un hi­jo? Par­te­ra, mé­di­co, me­di­
tan be­llo, tan poé­ti­co, tier­no, agra­ ca­men­tos, die­ta, cui­da­dos, y lue­go la
da­ble y sim­pá­ti­co co­mo un ni­ño, un lac­tan­cia; ¿có­mo ha­ría yo que hoy que
hi­jo ¡he ahí el col­mo de la fe­li­ci­dad tra­ba­ja­mos los dos, ape­nas nos es da­do
del ma­tri­mo­nio!; pe­ro ¡ay del po­bre! vi­vir, có­mo ha­ría en­ton­ces, cuan­do
ay del ho­gar en don­d e se cier­n e la los gas­tos au­men­ta­sen y las en­tra­das
mi­se­ria y en don­de hay un pe­que­ño dis­mi­nu­ye­sen? ¡Dé­jen­me de chi­cos, al
ser que ne­c e­s i­t e nues­t ros cui­d a­d os, dia­blo con ellos!
nues­tras ca­ri­cias y aten­cio­nes ¡ay de ¿Qué tal? que­ri­das com­pa­ñe­ras ¿es
aquel ho­gar! no tar­da­rá en pro­du­cir­se es­to amor, ho­gar, ca­ri­ño? ¡As­co da el
en él mil ri­ñas y dis­gus­tos sin cuen­ pen­sar que por tal ten­ga que pa­sar una
to. ¿Sa­béis por qué? aquel nue­vo ser mu­jer; y no obs­tan­te es tan cier­to!…
ne­ce­si­ta mil cui­da­dos que im­pi­den a Aho­ra bien, no­so­tras al pro­cla­mar el
la jo­ven ma­dre de ayu­dar a su com­pa­ amor li­bre, la li­bre unión de los se­xos,
ñe­ro a so­por­tar los gas­tos del ho­gar, cree­mos fir­me­men­te que con ello de­sa­
que por otra par­te au­men­tan con­si­de­ pa­re­cen to­das es­tas re­pug­nan­cias. Uni­
ra­ble­men­te en tan­to que las en­tra­das dos li­bre­men­te y no te­nien­do na­da que
dis­mi­nu­yen, de ahí que lo que de­bie­ra te­mer, pues ten­dría­mos ase­gu­ra­do el
ser an­he­lo y di­cha del ho­gar, sea con­ sus­ten­to pa­ra los se­res que, fru­to de
si­de­ra­do co­mo una car­ga, un es­tor­bo y amor, pro­du­je­ra la unión de aque­llos
un mo­ti­vo de dis­gus­tos y mi­se­rias que que en alas de sus amo­res fun­dían dos
con to­d o cui­d a­d o con­v ie­n e evi­t ar, se­res en uno, na­tu­ral­men­te que se­rían
con el ona­nis­mo con­yu­gal, los frau­des fe­li­ces y li­bres los dos; com­pa­ñe­ros de
y abe­rra­cio­nes en el coi­to, con to­do sus ac­cio­nes res­pec­ti­vas, no ten­drían
su sé­qui­to de as­que­ro­sas en­fer­me­da­ que te­mer na­da el uno del otro.
des, de ahí las mil y mil as­que­ro­sas y Se nos ha di­cho que si el amor, la
re­pug­nan­tes prác­ti­cas que con­vier­ten unión, etc., fue­ran li­bres, co­mo de­sea­
el tá­la­mo nup­cial en pi­lón de as­que­ mos, el hom­bre cam­bia­ría con­ti­nua­
ro­sas obs­ce­ni­da­des, de ahí el has­tío, men­te de mu­jer y la mu­jer de com­pa­
el abu­r ri­m ien­t o, las en­f er­m e­d a­d es ñe­ro, que no te­nien­do na­da que te­mer
y la tan de­can­ta­da “fal­ta” con­tra el de la so­cie­dad ni de la ley, no se­rían
“ho­nor”. ¡El adul­te­rio! fie­les el uno al otro, mien­tras que hoy,
Su­pri­mi­da la cau­sa mue­re el efec­ ya sea por­que la ley cas­ti­ga a la adúl­
to, su­pri­mi­da la mi­se­ria, de­sa­pa­re­cen te­ra o adúl­te­ro, o bien por te­mor a la
ta­les as­que­ro­si­da­des, y el ho­gar, le­jos crí­ti­ca so­cial, los es­po­sos se so­por­tan
de ser lo que hoy es, se­ría un pa­raí­so mu­tua­men­te sus fal­tas y ra­re­zas.
de go­ces y de­li­cias. Na­d a, que­r i­d as com­p a­ñ e­r as, tan
¡Cuán­tas con­fi­den­cias he­mos re­ci­ in­c ier­to co­m o eso. Tan­to en uno
bi­d o de nues­t ras ami­g as, víc­t i­m as co­mo en otro se­xo lo que se bus­ca, no
ex­pia­to­rias de ta­les ac­tos! –¿Y qué? es la sa­tis­fac­ción de un ape­ti­to más o
nos res­pon­día el com­pa­ñe­ro cuan­do me­nos car­nal, no, lo que se bus­ca es la
en ca­ra le echá­ba­mos ta­les ac­tos: ¿No fe­li­ci­dad, la di­cha, tran­qui­la y ho­nes­

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LA VOZ DE LA MUJER

ta, y to­do ser, me­dia­na­men­te edu­ca­ rá­p i­d a­m en­t e en ho­r ri­b les tum­b os y
do, bus­ca la pro­crea­ción y la rea­li­dad caer des­pe­ña­das al abis­mo del vi­cio,
de su ilu­sión, de su en­sue­ño; si hoy la que ca­da vez más ham­brien­to e in­sa­
so­cie­dad es tan ma­te­rial, tan cí­ni­ca­ cia­ble las tra­ga­ba, cu­brién­do­las de cie­
men­te egoís­ta, se de­be a que, sien­do el no y lá­gri­mas, que, ni­ñas ca­si… que
ca­pi­tal el agen­te con el cual se com­ apre­su­ra­ban por sí mis­mas su caí­da,
pran u ob­tie­nen los go­ces y ne­ce­si­da­ pa­ra con ella li­brar­se de la re­chi­fla y
des, de ahí que to­dos pon­gan más o el es­car­nio de sus mis­mos ver­du­gos!…
me­nos em­pe­ño en ad­qui­rir­lo. En es­ta so­cie­dad to­do eso es na­tu­
Por otra par­te, no­so­tros, “la es­co­ria” ral, da­do el gra­do de ig­no­ran­cia en
co­mo nos lla­man, de la so­cie­dad, vi­vien­ que nos en­c on­tra­m os. Co­g ed a un
do co­mo vi­vi­mos des­de nues­tra tem­ ham­brien­to y ofre­ced­le un tro­zo de
pra­na edad, su­je­tas al tra­ba­jo que en pan, por ne­gro que és­te sea y al mis­mo
la for­ma que hoy se prac­ti­ca, no só­lo tiem­po una guz­la, una pin­tu­ra o un
es de­gra­dan­te y mar­ti­ri­za­dor, si­no que poe­ma, aun que és­ta sea una in­mor­tal
es em­bru­te­ce­dor tam­bién, na­tu­ral­men­ crea­ción de Sha­kes­pea­re o Lord By­ron
te que no po­see­mos esa edu­ca­ción que ¿qué co­ge­ría pri­me­ro? ¡el pan! y no
los bur­gue­ses en su afán de mo­no­po­li­ el li­bro o guz­la; cla­ro es­tá, el es­pí­ri­tu
zar­lo to­do, mo­no­po­li­za­ron tam­bién, y ne­ce­si­ta, pa­ra que és­te ten­ga có­mo
por con­si­guien­te no co­no­ce­mos esos mil ma­ni­fes­tar­se, ma­te­ria, y pri­me­ro y más
go­ces que a cual más ele­va­do pro­por­cio­ apre­m ian­t es son las ne­c e­s i­d a­d es de
na és­ta: ta­les son la pin­tu­ra, la mú­si­ca, es­ta úl­ti­ma que las del pri­me­ro.
la poe­sía, la es­cul­tu­ra, etc., etc., y sien­ In­d u­d a­b le es, pues, que en una
do es­to así, es in­du­da­ble que so­mos en so­cie­dad cu­yos miem­bros o com­po­
to­dos los ac­tos de nues­tra mi­se­ra­ble vi­da, nen­tes fue­sen edu­ca­dos en gra­do más
mu­cho más ma­te­ria­lis­tas que de­bié­ra­mos o me­nos per­fec­to, és­tos po­drían unir­se
ser­lo y que se­ría­mos es­tan­do edu­ca­dos li­bre­men­te y sin te­mor de ser por es­to
no co­mo hoy se edu­ca la bur­gue­sía, si­no me­nos fe­li­ces que con la ben­di­ción de
mu­cho me­jor aún. El ar­te ele­va el sen­ti­ un ter­ce­ro.
mien­to, y no po­se­yen­do és­te, ni si­quie­ra La ley, la so­cie­dad, en su afán de
en su mí­ni­ma ex­pre­sión, cla­ro es­tá que go­ber­nar­lo to­do, nos obli­ga a que con­
no po­de­mos ele­var­nos has­ta él. cu­rra­mos a ren­dir­le cie­go ho­me­na­je
No sien­do li­bre la edu­ca­ción y no en tal ac­to. No­so­tras no ne­ce­si­ta­mos
pu­dien­do dis­po­ner de tiem­po su­fi­cien­ ta­les ben­di­cio­nes ni ce­re­mo­nias, y eso
te pa­ra ad­qui­rir­la ¿có­mo va­mos a ser es tal co­mo si to­má­ra­mos dos pe­rros
edu­ca­das? ¿Quién ig­no­ra que des­de que an­du­vie­ran a brin­cos en la ca­lle y
nues­tra más tem­pra­na edad el ta­ller les di­jé­ra­mos al mis­mo tiem­po que los
nos tra­g a y mar­ti­ri­za? En él no es unía­mos uno al otro: “sed fe­li­ces yo os
don­de nos po­de­mos edu­car, muy al lo per­mi­to”, tal ca­so ha­rían co­mo si
con­tra­rio, allí hay de to­do, de to­do, di­jé­se­mos lo con­tra­rio.
me­n os eso… ¡y cien y cien ve­c es En bue­na ho­ra que los bur­gue­ses
he­m os vis­t o víc­t i­m as de la lu­b ri­c i­ que de­ben a su muer­te le­gar el pro­
dad bur­gue­sa las mí­se­ras obre­ras, ba­jar duc­to de sus ro­bos a sus hi­jos, en bue­

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na ho­ra que ellos va­yan a tal o cual que en­ga­ñe y que sea hi­pó­cri­ta, que
par­te, pues de no ha­cer tal, la ley no se dé, en fin, a aquel o aque­lla a quien
re­co­no­ce­ría a sus hi­jos he­re­de­ros. Eso de­tes­ta. Sien­do es­to así, na­tu­ral es que
es cues­tión de ne­g o­c io, y eso pa­ra no tar­da­rán en pro­du­cir­se en el ho­gar
ellos es­tá an­te to­do. de­sa­ve­nen­cias, dis­gus­tos y mil otras
Pe­ro en una so­c ie­d ad don­d e no co­sas y ca­sos que amar­guen la exis­ten­
ha­brá ta­les “ne­go­cios”, no es pre­ci­so cia de am­bos com­pa­ñe­ros.
tal pa­va­da. El ca­sa­mien­to, co­mo se Si és­tos fue­sen li­bres de sus ac­tos,
di­ce hoy, o más bien la ce­re­mo­nia de no se su­ce­die­ra tal y, por el con­tra­rio,
la ben­di­ción, no sig­ni­fi­ca más que la si po­se­ye­sen el gra­do de cul­tu­ra que
con­for­mi­dad de la so­cie­dad pa­ra tal en nues­tra so­cie­dad fu­tu­ra ha­brá.
ac­to, así, pues, si otra so­cie­dad acep­ Pa­ra el pró­xi­mo nú­me­ro ha­bla­ré
ta­ra co­mo cos­tum­bre la li­bre unión de del di­v or­c io co­m o hoy se prac­t i­c a,
los se­xos cla­ro es que ella que­da­ba con­ ad­vir­tien­do a las com­pa­ñe­ras y com­
for­me con tal prác­ti­ca y asun­to con­ pa­ñ e­r os que sien­d o es­t e pe­r ió­d i­c o
clui­do. Mu­chas y mu­chos no de­ja­rían co­mu­nis­ta-anár­qui­co, es­tá a dis­po­si­
de unir­se li­bre­men­te si no te­mie­sen ción de to­dos, y pi­de a to­dos ayu­den
la crí­ti­ca de los de­más y só­lo es­to los con lo que pue­dan y quie­ran, ya sea
de­tie­ne; de­je­mos pues ha­cer y ha­ga­mos in­te­lec­tual o ma­te­rial­men­te, y cuan­
lo que con nues­tro gus­to es­té y que­rra­ tos más sean los es­fuer­zos que por él se
mos ha­cer sin per­ju­di­car a na­die. ha­gan, más ve­ces se pu­bli­ca­rá.
En cuan­to a que el te­mor al cas­ti­ Sien­do no­so­tras mu­je­res, in­du­da­ble­
go im­pi­da la in­fi­de­li­dad con­yu­gal, no men­te no con­ta­mos con tan­to co­no­
cree­mos que es­te so­fis­ma val­ga si­quie­ra ci­mien­to en­tre los com­pa­ñe­ros, co­mo
el tra­ba­jo de com­ba­tir­lo. Cual­quie­ de­seá­ra­mos; te­nien­do en cuen­ta es­to,
ra re­co­no­ce que és­ta es una “fal­ta” pe­di­mos:
que pue­de, de mil ve­ces, no­ve­cien­tas De ca­da uno se­gún sus fuer­zas.
no­ven­ta y nue­ve po­ner­se en prác­ti­ca ¡Vi­va la Anar­quía! ¡Vi­va la Re­vo­
sin que la au­to­ri­dad, la ley, etc., se den lu­ción So­cial! ¡Vi­va la li­bre ini­cia­ti­va!
cuen­ta, ade­más cree­mos que la per­so­na ¡Vi­va el Amor Li­bre!
que por te­mor al cas­ti­go per­ma­nez­ca
“fiel” a un com­pro­mi­so que pu­do con­ Carmen Lareva
traer en­ga­ña­da, o por otra cau­sa obli­
ga­da a ello, es co­mo si fue­se “in­fiel”, ddddddddddddDDDDDDDDDDDDD
apar­te de que val­dría más que lo fue­se, ————————
es de­cir, que se mar­cha­se, pues­to que N O­T A S iI
iI ————————
si quie­re a otro u otra, es cla­ro que
se­rá por­que no quie­re a la per­so­na con A los co­le­gas
quien la so­cie­dad la obli­ga a com­par­
tir el pan y el te­cho, lo cual si no es ¡Com­pa­ñe­ros sa­lud! Ya lo veis, a pe­sar
pros­ti­tu­ción, po­co, muy po­co dis­ta de de Kier y de sus re­pu­ta­das ma­ca­nas,
ella, pues pa­ra ha­cer tal, es pre­ci­so que a pe­sar de to­do y de to­dos los pe­sa­res
mien­ta amor a quien so­la­men­te odia, exis­ten­tes: uno más.

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LA VOZ DE LA MUJER

Di­cho es­to só­lo nos res­ta de­ci­ros Com­pa­ñe­ro Pa­la­zo: Ve si pue­des


que nos re­ci­báis en vues­tras fi­las y: ha­cer al­go por no­so­tras y nos con­tes­tas.
¡Ade­lan­te! ¡To­do por la Anar­quía! *
* *
Otro Mar del Pla­ta
Por fal­ta de tiem­po y de prác­ti­ca Com­pa­ñe­ro Cey­tun: Lo mis­mo te
han­se des­li­za­do en es­te nú­me­ro al­gu­ de­ci­mos a ti, pro­cu­ra ha­cer al­go y no ol­vi­
nos erro­res que pro­cu­ra­re­mos evi­tar des la co­rres­pon­den­cia que te pe­di­mos.
en lo po­si­ble a nues­tras fuer­zas, pa­ra Fí­ja­te en el dé­fi­cit y ya sa­bes…
los pró­xi­mos nú­me­ros. ¡Sa­lud!
Si al­g ún com­p a­ñ e­r o en­c uen­t ra
al­go que no es­té con­for­me con la idea Lom­bro­so
Co­mu­nis­ta-Anár­qui­ca, re­cha­ce co­mo He­m os sa­b i­d o que Lom­b ro­s o, el
no­so­tros lo ha­ce­mos des­de ya y tó­me­ nun­c a bien pon­d e­r a­d o, amal­g a­m a­
lo tal por error in­vo­lun­ta­rio y fal­ta de do fra­seo­ló­gi­co y ma­ca­nea­dor ha si­do
prác­ti­ca. con­de­na­do por el tri­bu­nal de Co­mer­
cio de Rouen, al pa­go de 2.500 fran­
Lis­ta 6 y 7 cos de mul­ta.
A los com­p a­ñ e­ros a quie­n es les La cau­sa es que en una obra que
he­mos da­do las lis­tas 6 y 7 pa­ra La Voz úl­ti­ma­men­te sa­có a la luz ti­tu­la­da la
de la Mu­jer, les pe­di­mos nos en­víen “Gra­fo­lo­gía” en vez de ser de su co­se­
lo re­co­lec­ta­do a la bre­ve­dad po­si­ble; o cha, era la de otro es­cri­tor.
nos avi­sen pa­ra man­dar­las bus­car. Ése es uno de los tan­tos ana­te­mi­
za­do­res del anar­quis­mo; ése es el que
Per­ma­nen­te
di­c e so­m os to­d os y to­d as, se­g ún su
Com­pa­ñe­ros: Pa­ra to­do lo re­fe­ren­te
Ma­ca­no­lo­gía, pre­dis­pues­tos al cri­men
a La Voz de la Mu­jer di­ri­gir­se a nom­
por es­to y por lo otro. Se­gu­ra­men­te
bre de Jo­se­fa Cal­vo, a cual­quier pe­rió­
Lom­bro­so de­be tam­bién ser uno de los
di­co Anár­qui­co en cur­so de pu­bli­ca­
tan­tos por eso de que­rer co­mer con lo
ción en Bue­nos Ai­res (R. A.), de los
que otro tra­ba­ja…
cua­les sa­ben nues­tra di­rec­ción y los
que no la se­pan pre­gun­tan a los com­
La Li­ber­tad Bur­gue­sa
pa­ñe­ros del Per­se­gui­do.
* Lee­m os en La Pren­s a del 18 de
* * di­ciem­bre:
La Voz de la Mu­jer da­rá res­pues­ta Sui­ci­dio: La fa­mi­lia de D. Ro­ber­to
de to­do tra­ba­jo que se le en­víe, ya en Pa­ter­son, do­mi­ci­lia­da en la ca­sa ca­lle
pro­sa o ver­so en Es­pa­ñol o Ita­lia­no. Cha­ca­bu­co 1437, ha­bía cria­do y te­nía
Siem­pre que sean úti­les pa­ra la pro­ a su ser­vi­cio a la jo­ven de 18 años
pa­gan­da del Co­mu­nis­mo-Anár­qui­co, Lau­ra del Car­men.
que tal es nues­tro ideal, lo pu­bli­ca­re­ La fa­mi­lia no­tó que en las di­ver­sas
mos, de lo con­tra­rio di­re­mos la cau­sa. oca­s io­n es que man­d a­b an a la ca­l le
* a Lau­ra, és­ta se de­mo­ra­ba más de lo
* * ne­ce­sa­rio en ha­cer los man­da­dos.

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Buenos Aires, año i. Núm. 1, 8 de enero de 1896

La fa­mi­lia de Pa­ter­son des­cu­brió 0.20, Un gau­cho 0.05, Leo­nar­do Pe­rey­


que la jo­ven aten­día los ga­lan­teos de ra 0.05, La Voz del Anar­quis­ta 0.10, Un
un ve­ci­no y que las de­mo­ras res­pon­ ra­bio­so 0.10, Ba­rra­cas Gru­po “Los Re­bel­
dían a esos amo­res. des” 1.70, Una ne­gra blan­ca 0.10, Ju­ga­
dos a los da­dos 0.11, Un chi­qui­lín 0.05,
La se­ño­ra de la ca­sa hi­zo ob­ser­va­
Uno que cla­v ó a “La Na­c ión” en dos
cio­nes a Lau­ra so­bre su con­duc­ta, con
me­ses y me­dio 0.05, El mis­mo que cla­vó
mo­ti­vo de ha­ber re­gre­sa­do tar­de en la a “La Na­ción” de la ven­ta del pa­pel de la
no­che an­te­rior. mis­ma 0.35, Ya so­mos tres 0.30, Mar del
La jo­ven que­dó muy afec­ta­da y se Pla­ta Gru­po “Las Ven­ga­do­ras” 1.00, Una
re­ti­ró a su ha­bi­ta­ción. re­vo­lu­cio­na­ria 0.20, L.A. 0.25, Cual­quie­
En la ma­ña­na de ayer cuan­do fue­ ra 0.05.
ron al 2º za­guán de la ca­sa, don­de se Lis­ta: N. 4. – Un pit­to­re 0.20, Un so­cio
alo­ja­ba Lau­ra, vie­ron el ca­dá­ver de és­ta ma­ri­ne­ro 0.10, Uno que de­sea car­gar un
pen­dien­do por el cue­llo de unos cor­de­ ca­ñón con ca­be­zas de bur­gue­ses 0.10, Un
les que ha­bía ata­do en un ti­ran­te. ami­go de Ca­se­río 0.20, Un Már­tir de la
le­si­na 0.15, Un des­he­re­da­do 0.50, Na­ti­
Cree­mos que la tal fa­mi­lia ha de
vi­dad Juan­to 0.30, De la reu­nión del 8
ha­ber llo­ra­do mu­cho cuan­do su­po que
de Di­ciem­bre 1.35, Un he­rre­ro ex­plo­ta­do
Lau­ra se ha­bía da­do muer­te a sí mis­ 0.25, A. Sum­mon­ti 0.02, Dos com­pa­ñe­ros
ma. ¿Y có­mo no? La tal fa­mi­lia aho­ra 0.05, Otro 0.08, Dos lo­cos 0.06, Anar­
cuan­do quie­ra co­mer se ha­rá ella su quis­ta acérrimo 0.20, Un es­c la­vo 0.20,
co­mi­da (ve­ne­no de­bie­ra ser) y si no Cual­q uie­r a 0.40, Pri­m o as­p i­r an­t e 0.50,
ten­drá que pa­gar a quien se la ha­ga. Un ami­go de Ra­va­chol 0.90, “Na­ti­vi­dad”
Qué li­ber­tad ¿eh? La muy… flau­ta 1.75, has­ta el 28 de Di­ciem­bre se ha re­co­
de la tal fa­mi­lia no que­ría que Lau­ra lec­ta­do 13.07.
tu­vie­se amo­res, ¿por qué? Des­pués de esa fe­cha: Con el pu­ñal en
Te­nían mie­do de que la es­cla­va se la ma­no 0.20, Co­mer­cian­te en bur­gue­ses
0.40, Uno que fu­ma sin es­tam­pi­lla 0.40,
fue­se.
Uno que quie­re la igual­d ad 0.20, Vi­v a
No­so­tras nos ofre­ce­mos a ser­vir a
la di­na­mi­ta 0.20, Soy de los re­vo­lu­cio­
la fa­mi­lu­cha, de co­ci­ne­ras so­bre to­do. na­rios 0.20, Un bur­gués 0.20, Uno que
Avi­sen, pues. quie­re bien pa­ra to­d os 0.20, Uno que
con­fun­de su idea 0.10, M. E. 0.20, Uni­
——————————————— dos so­mos fuer­tes 0.30, Un la­va­ti­va 0.20,
dddddddddddddddddddddddddd Ad­mi­ra­dor de Ca­se­río 0.20, Un ca­ne­lo
fuer­te 0.20, Un faul­duo 0.20, Un ex­plo­
S U S­C R I P­C I Ó N ta­do 0.20, Blan­co 0.20, de es­ta lis­ta se ha
re­co­lec­ta­do 4.10.
a fa­vor
E. B. R. 0.50, A. Díaz 0.80, An­to­nia
de “La Voz de la Mu­jer” Gar­cía 0.30, Acra­zia Gar­cía 0.25, Ma­ría
D. 0.10, Una que es­tá en el ca­mi­no de la
——— g ——— Ver­d ad 0.40, So­b ran­tes de co­p as 0.40,
Un ara­g o­n és 0.20, Cual­q uie­ra 0.50, 2
Un bi­lle­te­ro 0.05, Una com­pa­ñe­ra 0.50, ca­j as za­p a­t e­r o jo­d i­d o 0.20, M.G. 0.50,
Bo­r ra­l la 0.05, Cual­q uie­r a 0.20, Quie­r o Un he­rre­ro ex­plo­ta­do 0.20, Un es­cla­vo
bo­t i­n es con cue­r o Vo­l un­t a­r ios a Cu­b a 0.20, Vi­va el amor li­bre 0.50, Reu­nión

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LA VOZ DE LA MUJER

del 25 de Di­c iem­b re 0.65, íd. 29 1.10, CO­RRES­PON­DEN­CIA AD­MI­NIS­TRA­TI­VA


id. id. 1,52, Juan 0.40, Un hom­bre 0.20, —— h ——
Na­da 0.30, Sin nom­bre 1.20, lo re­cau­da­ El Per­se­gui­do, Ca­pi­tal - La Anar­quía,
do es 9,27. La Pla­ta - La Voz de Ra­va­chol, Ca­pi­tal -
La Li­bre Ini­cia­ti­va, Ro­sa­rio - El Opri­mi­do,
To­tal re­co­lec­ta­do Ca­pi­tal - La Ques­tio­ne So­cia­le, Ca­pi­tal - La
has­ta el 28 de di­ciem­bre $ 13.07 Ver­dad, Ro­sa­rio - El Es­cla­vo, Pam­pa Flo­
Des­pués de esa fe­cha $ 13.37 ri­da - El Des­per­tar, New York - De­re­cho a
———— la Vi­da, Mon­te­vi­deo - La Voz del Re­bel­de,
To­tal $ 26.44 Za­ra­go­za - El Cor­sa­rio, Co­ru­ña - L’Av­ve­ni­
re, Ca­pi­tal y Le Cy­clo­ne, Ca­pi­tal; Os man­
da­mos 5 nú­me­ros, man­dad igual si po­déis.
Gas­tos por mil ejem­pla­res
Céy­tun, Mar del Pla­ta. No te ol­vi­des de
de es­te nú­me­ro $ 30.00
no­so­tras; man­da al­go. Re­to­ca­mos y pu­bli­
Co­rreos y otros $ 5.20 ca­mos “La Don­na en la so­cie­dad ac­tual”
———— pro­cu­ra ha­cer al­go me­jor pa­ra otro nú­me­ro.
To­tal de gas­tos $ 35.20 A los de­más co­le­gas cu­ya di­rec­ción no
Dé­fi­cit $ 8.76 co­no­ce­mos, les pe­di­mos asi­mis­mo el can­je.

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