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paternidad en la
unión marital de hecho:
Un estudio desde
el principio de igualdad
Introducción
Ese trato igualitario avanza paralelo a otro tema no menos importante, pero más
específico, relativo al ejercicio y garantía de los derechos fundamentales de los hijos
extramatrimoniales no reconocidos por el padre.
No obstante que la norma referenciada fue derogada por el artículo 65 de la ley 153 de
1887, la ley 1060 de 2006 revivió el tema al modificar los artículos 213 y 214 del Código
Civil, normativa que será el objeto principal de estudio en este ensayo, en el sentido de
hacer extensiva la presunción de paternidad que protege al hijo matrimonial al
concebido durante la unión marital de hecho o que nace después de expirados los
ciento ochenta días siguientes a dicha declaración (Parra Benítez, 2008).
Plan de Trabajo
Para tal fin se indagará sobre ¿ Qué criterios determinantes tuvo el legislador para
considerar que los hijos nacidos dentro de la unión marital de hecho declarada se
presumen hijos de los padres que la conformaron? y a contrario sensu: ¿Por qué los
nacidos dentro de la unión antes de su declaración o los extramatrimoniales
provenientes de familias diferentes a esta deben ser reconocidos por el padre o
demandar judicialmente la filiación?
La línea o corriente de pensamiento que se utilizará parte de los estudios que sobre
el principio de igualdad han realizado autores como Zagrebélski, Atienza, y Bernal
Pulido; y los estudios de Diego López Medina sobre interpretación constitucional.
Esta línea de pensamiento se integrará con la interpretación jurisprudencial que la
Corte Constitucional ha realizado respecto del principio de igualdad consagrado en
el artículo 13 de la Constitución Política en casos análogos y de manera específica
respecto de los hijos reconocidos por el padre y los que no lo han sido. La línea de
pensamiento utilizada será vertida en un análisis crítico de casos relativos a la
presunción de paternidad a la luz de la norma estudiada, trabajados a partir de la
guía de la Escuela Judicial Rodrigo Lara Bonilla. (EJRLB)
La filiación estructura un estado civil porque implica la relación jurídica entre un hijo
o hija, una hija y su padre o su madre, relación de ese hijo o hija con la familia de
donde proviene, que va a determinar que el mismo o la misma pueda ser titular de
derechos y obligaciones respecto a su padre o a su madre… La relación paterno-
filial está regulada por la ley, que se encarga de dar efectos a la relación que nace
entre esos miembros de la familia. La filiación es el grado de parentesco o relación
de descendencia existente entre dos personas, una de las cuales es madre o padre
de la otra (Abello, 2007).
Del estudio realizado en esa sentencia se concluyó que la filiación es uno de los
elementos que componen al estado civil; el derecho que tienen a conocerla quienes
la reclaman es un derecho fundamental, así lo itera la Corte en la sentencia referida*
(Parra Benítez, 2008; Ibáñez Otálora & Jiménez Fandiño, 2003).
Al respecto, en la doctrina chilena, ante los proyectos de ley que perseguían obtener la
igualdad de trato legal de los hijos extramatrimoniales y los matrimoniales, el profesor
Hernán Corral Talsiani, retomando una cita de Somarriva, indicó: “…No se trata de los
derechos que le correspondan a los hijos en cuanto a individuos, sino en
consideración con la relación que tienen con un grupo intermedio que la misma
Constitución reconoce como fundamental, la familia….” “…no solo puede ser
justificable sino incluso auspiciable un distinto tratamiento ya que los hijos que nacen
fuera de matrimonio están en una distinta situación de los que proceden de una unión
conyugal . El pretender suprimir tal diferencia implicaría desconocer esta posición
familiar y, por tanto, minar los presupuestos jurídicos de la familia” (Corral Talciani, s.f.)
“De estos textos se desprende que el estatuto superior distingue entre la familia
constituida por vínculos jurídicos y la conformada por vínculos naturales y que a
ambas confiere una protección integral y en igualdad de condiciones.
…Por otra parte, el Art. 13 de la Constitución establece que todas las personas
gozarán de los mismos derechos, libertades y oportunidades sin ninguna
discriminación por razón de origen familiar, entre otras razones, y el mismo Art. 42
citado preceptúa que los hijos habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o
procreados naturalmente o con asistencia científica, tienen iguales derechos y
deberes.
Sobre este tema la Corte Constitucional ha expresado: “Por consiguiente, no puede
el legislador expedir normas que consagren un trato diferenciado en cuanto a los
derechos y deberes de quienes ostentan la condición de cónyuge o de compañero
permanente, como tampoco entre los hijos habidos en matrimonio o fuera de él. Al
respecto, esta Corporación ha señalado:
Así entendida, la norma resulta discriminatoria, pues trata desigualmente a los hijos
habidos dentro del matrimonio frente a los habidos por fuera de él, y a los padres
unidos por vínculo matrimonial frente a los que no mantienen este tipo de unión. Por
esa razón, la expresión : “padres naturales ; los padres naturales casados no podrán
ejercer este cargo ;” será retirada del ordenamiento jurídico.
Dentro de este orden de ideas se concluye que la familia matrimonial está regulada
en Colombia por un régimen jurídico igual al de la familia extramatrimonial, en lo que
se refiere a las obligaciones y a los derechos que pueden exigir los hijos de sus
padres. En consecuencia, el legislador está obligado a observar un trato paritario
cada vez que regule asuntos relacionados con estas familias.
Empero, aún perviven diferencias entre estos dos grupos familiares desde un punto
de vista formal, puesto que los derechos que el legislador había radicado en cabeza
de los hijos matrimoniales sólo por vía de interpretación se han ido haciendo
extensivo a los extramatrimoniales, habida cuenta que la única familia que reconoció
el Código Civil fue la matrimonial. De tal manera que le ha correspondido al
legislador y a cada una las Cortes, especialmente la Corte Constitucional, encausar
la aplicación del derecho a la igualdad en favor de los hijos extramatrimoniales
reconocidos por el padre.
En este contexto, conforme a Ley 1060 de 2006 y teniendo en cuenta la evolución
legislativa y jurisprudencial que hasta el momento ha tenido la filiación en Colombia,
se concluye que a los hijos nacidos dentro del matrimonio se les considera
matrimoniales, en tanto que los extramatrimoniales pueden provenir de filiaciones
diferentes; así, de acuerdo con la normatividad positiva, y siguiendo la clasificación
doctrinaria (EJRLB, 2007), los hijos extramatrimoniales pueden ser:
Conforme al principio de igualdad, expuesto por Carlos Bernal Pulido en su obra “El
derecho de los derechos”, es del caso considerar que los hijos extramatrimoniales
deben recibir trato paritario, igual al de los hijos matrimoniales, pues sus situaciones
presentan similitudes y diferencias, pero las similitudes son más relevantes que las
diferencias (trato igual a pesar de la diferencia). (Bernal Pulido, 2005).
Se advierte entonces que el trato debe ser igual, por cuanto esta diferencia
solamente radica en la clase de familia de donde provienen los hijos y estos ya
fueron igualados por el mismo ordenamiento jurídico.
Conforme a esta tesis, si se distingue la igualdad ante la ley, como la eficacia
vinculante de los mandatos de la igualdad en la aplicación administrativa y
jurisdiccional de la ley y en las relaciones entre particulares; y la igualdad en la ley,
que alude al carácter que define a la igualdad como derecho fundamental, es decir, a
su eficacia vinculante frente al legislador (Bernal Pulido, 2005), se concluye que en
el caso de los hijos extramatrimoniales se puede utilizar este doble enfoque, cuando
se legisle sobre sus derechos fundamentales y cuando al juez le corresponda
resolver un caso concreto en relación con los mismos.
El distinto tratamiento que el derecho otorga a las reglas y principios, en este caso la
norma estudiada y el principio de igualdad, se debe a que las primeras deben ser
obedecidas aunque provengan del lenguaje confuso del legislador, en cuyo caso
deben ser interpretadas, en tanto que los principios proporcionan criterios para
tomar posición frente a situaciones concretas. (Zagrebélski, 2009).
Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirán la misma
protección y trato de las autoridades y gozarán de los mismos derechos,
libertades y oportunidades sin ninguna discriminación por razones de sexo,
raza, origen nacional o familiar, lengua, religión, opinión política o filosófica
(Constitución Política de Colombia, 1991)
Este principio fue retomado por el Constituyente del artículo 26 del Pacto
internacional de derechos civiles y políticos, que indica:
Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación
a igual protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá toda
discriminación y garantizará a todas las personas protección igual y efectiva
contra cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma,
religión, opiniones políticas o de cualquier índole, origen nacional o social,
posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social (Naciones
Unidas, 1966)
Siendo ello así, la interpretación que debe hacer el juez, dependiendo del caso
concreto, debe atender el fin propuesto en la norma , entendiendo por norma la
Constitución y la ley, con el fin de lograr el cumplimiento del derecho fundamental a
la igualdad del hijo concebido dentro de la unión marital objeto de la presunción,
pero sin desconocer el principio de igualdad para los hijos extramatrimoniales de los
mismos padres no incluidos en la preceptiva legal y de los hijos extramatrimoniales
que se encuentren en situaciones similares, en cuanto que esta dimensión objetiva
de la igualdad no ha sido atendida de manera apropiada por el legislador.
Sin embargo, cuando quiera que al juez le corresponda resolver un asunto concreto
en el que esté involucrado esta clase de hijo extramatrimonial que exija la aplicación
del principio de igualdad, debe analizar el caso, máxime si se trata de un niño cuyo
derecho a la filiación es fundamental y atendiendo el interés superior del mismo; en
este contexto es posible equipararlo u ofrecerle el trato paritario que el legislador no
le brindó al crear la ley (igualdad ante la ley).
** Sobre acciones de inconstitucionalidad en filiación véase: C-282-94 del Mag. Ponente: Vladimiro Naranjo
Mesa.C-109/95 del Mag. Ponente: Alejandro Martínez Caballero.
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Empero, se debe precisar si la distinción que hace el legislador es justificada, en el
sentido de determinar, de acuerdo con Bayesfky, (1990) que “no toda diferencia de
trato es discriminatoria y que un trato igualitario no implica el otorgamiento de trato
idéntico.”
Propone el proyecto que el trámite administrativo debe ser dirigido por el Instituto
Colombiano de Bienestar Familiar; lo que garantiza la seguridad jurídica, la
estabilidad emocional de los menores, el derecho a establecer con certeza la
paternidad, además evita congestión en los despachos judiciales con causas
inviables jurídicamente, toda vez que los avances en materia científica permiten
establecer con el mínimo margen de error, la verdadera filiación de una persona y es
esa prueba la que valorará el juez competente atendiendo su sano criterio en un
proceso. Se debe, por tanto, propender por una defensa concreta de los derechos
del menor, reforzar el precepto constitucional de una progenitura responsable.
Corresponde entonces hacer un análisis más a fondo, para poder deducir que en
realidad la norma examinada, que en apariencia persigue la igualdad entre los
miembros de las diversas familias, termina excluyendo a un renglón amplio de los
sujetos más débiles que las conforman: los niños.
… del texto del inciso primero del artículo 42 de la Carta Política no se puede
deducir que el constituyente haya contemplado un solo modelo de familia
originado exclusivamente en el vínculo matrimonial, pues la convivencia
puede crear también la unión marital de hecho, en cuyo caso los compañeros
permanentes ya constituyen familia o crear formas de familia monoparentales,
encabezadas solamente por el padre o por la madre o aún las ensambladas
que se conforman cuando uno de los cónyuges o compañeros ha tenido una
relación previa de la cual han nacido hijos que ahora entran a formar parte de la
nueva unión, de manera que en su ciclo vital una misma persona puede
experimentar el paso por diversas clases de familia. En este sentido y de
conformidad con la norma constitucional, la institución familiar puede tener
diversas manifestaciones que se constituyen a su vez, a través de distintos
“vínculos naturales o jurídicos”, según lo previsto en el precepto superior. De
ahí, que la heterosexualidad no sea una característica predicable de todo tipo
de familia y tampoco lo sea la consanguinidad, como lo demuestra la familia de
crianza (Corte Constitucional, 2011)
A diferencia de lo que ocurre con la ley 1060 de 2006, la cual hizo extensiva la
presunción únicamente a favor de los hijos de los compañeros permanentes, la
diversidad familiar ha sido atendida por el legislador en otras normas; así, la Ley 294
de 1996, que desarrolla el artículo 42 de la Constitución Política, para proteger a la
familia de la violencia intrafamiliar, fue cuidadosa al clasificar los diversos tipos de
familia y consideró como tales las siguientes: a.) Los cónyuges o compañeros
permanentes; b) El padre y la madre de familia, aunque no convivan en un mismo
hogar; c) Los ascendientes o descendientes de los anteriores y los hijos adoptivos y
d) Todas las demás personas que de manera permanente se hallaren integradas a la
unidad doméstica.
La familia matrimonial la conforman los cónyuges y los hijos, si los hay, pero estos
últimos no hacen parte de su esencia, pues es válida la familia conformada
únicamente por los dos esposos, a pesar de que una de las funciones del matrimonio
sea la de procrear.
Ello es así, si se asume que dentro de las familias hay personas que, dada su
condición de discriminadas históricamente, la Constitución Política de 1991 dispuso
que se les protegiera, como los niños, las mujeres y los ancianos.
Si, como ya se ha visto, la regla asumió la igualdad para todas las familias como
obligatoria, no puede seguirse tomando como modelo de familia a la matrimonial y
tolerando a las otras. Esta actitud legislativa refleja un Estado moral deficitario,
máxime cuando la ley sigue basada en la moral cristiana para regular los derechos
familiares, siendo que la moral que exige aplicación en un Estado constitucional
laico es la moral social. (Sentencia C-814, 2001. M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra)
La familia como institución entonces debe recibir trato igualitario por el legislador
independientemente de cual sea su conformación. Se reitera, no debe ser tolerada
la extramatrimonial como “otra”, porque también fue reconocida como legítima por la
norma constitucional. Sobre esta confrontación conceptual Garzón Valdés resalta:
En el análisis que hace la Corte sobre el principio de igualdad, indica que este se
encuentra establecido en “algunas normas superiores en relación con materias
específicas, tales como las confesiones religiosas e iglesias (Art. 19), los hijos
habidos en el matrimonio o fuera de él, adoptados o procreados naturalmente o con
asistencia científica (Art. 42), la relación de género, masculino y femenino (Art. 43) y
las oportunidades para los trabajadores (Art. 53).
La Corte “deduce que la regla general es la igualdad entre las personas o grupos de
personas y que sólo por excepción puede dárseles un trato desigual, por lo cual
cuando la ley o la autoridad política les dispensan un trato igual no tienen carga
alguna de argumentación y, por el contrario, cuando les otorgan un trato desigual
deben justificar su decisión en forma objetiva y razonable; de no existir tal
justificación, el trato desigual será constitucionalmente ilegítimo o inválido y
configurará una discriminación”.
Para la Corte, la justificación de un trato desigual a las personas por parte del
legislador requiere la concurrencia de los siguientes elementos
Siendo ello así, es lógico pensar que el objetivo del legislador de igualación filial
podría carecer de validez si se analiza a la luz de otros principios constitucionales,
tales como la prevalencia de los derechos de los niños y el interés superior de los
mismos, los que al no ser atendidos agreden a su vez el derecho a la identidad, a
tener una familia y la dignidad de los niños excluidos tácitamente por la norma.
PRIMER CASO
Hijos de padres solteros. Este caso comprende a los hijos de padres que no están
unidos como marido y mujer, sino que son amantes o que en ejercicio de su libre
desarrollo de la personalidad sostuvieron relaciones sexuales.
Se observa en este caso que la presunción normativa únicamente cobija a estos dos
grupos de hijos, pero específicamente a los extramatrimoniales concebidos durante
la unión marital, los cuales no tienen la necesidad de ser reconocidos como hijos por
el padre, en tanto que a sus pares nacidos de una relación en la cual los padres no
convivan en unión marital quedan excluidos de la norma.
Este trato legal puede constituir una discriminación en contra de estos últimos hijos,
cuando sus padres, a pesar de convivir, no se enmarquen dentro de una situación
familiar idéntica a la de los compañeros permanentes, toda vez que a pesar de ser
hijos extramatrimoniales, al igual que los primeros, son tratados de manera diferente
respecto del derecho fundamental de filiación, el cual deben rogar o demandar al
padre para poder definir su estado civil de hijo.
Piénsese, de manera ilustrativa, en el caso del padre soltero que teniendo de hecho
a su hijo bajo custodia y cuidado por cualquier motivo se niegue a reconocerlo como
tal; si el padre soltero también puede constituir una familia protegible, no es justo ni
equitativo que la norma omita proteger a este niño en la presunción de paternidad
porque dicha familia no esté conformada con la madre del menor como compañera
permanente.
Lo que significa, en otras palabras, que el derecho que se le otorgó a los hijos de la
unión marital también debió cobijar otros casos plausibles del resto de la población
de hijos extramatrimoniales no reconocidos por el padre.
Otro caso, muy usual en la práctica, es aquel en que se haya practicado prueba
genética extraprocesal al hijo y sus padres y el resultado haya sido incluyente; no
parece justo que se excluya de la norma presuntiva a ese niño, por no pertenecer al
molde jurídico familiar previsto por el legislador, pues le corresponde presentar
demanda de filiación si el padre se niega a reconocerlo, mientras que aquellos niños
que hayan sido concebidos dentro de la unión marital la presunción los ampare sin
tener la certeza de que en realidad sean hijos del compañero permanente.
Si dicha pareja procrea un hijo, este tampoco puede ser cobijado por la presunción,
ni puede ser reconocido siquiera por el padre, porque se presume hijo de ambos
matrimonios, por lo cual no quedaría otro camino que impugnar su paternidad y
maternidad matrimonial, respectivamente.
Luego, el artículo 1 de la ley 979 de 2005 permitió que de mutuo acuerdo los
miembros de la pareja elevaran a escritura pública ante notario su consenso y se
declararan como compañeros permanentes.
De tal forma que existen tres maneras de declarar en vida de los compañeros la
unión marital de hecho, a saber: a) Por sentencia judicial. b) Por conciliación; y c) Por
escritura pública ante notario.
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Paradójicamente, para este último evento, como para el caso en que se declara en
sede de conciliación la existencia de la unión marital, el hijo nacido a partir de esta
declaración queda protegido por la presunción legal, pero no va a disfrutar de la
unión familiar con ambos padres, por cuanto estos se acaban de separar como
pareja formalmente, porque lo usual es que cuando se declara la existencia de la
unión marital esta de hecho ya no existe.
Para el evento de que los padres concilien respecto de la existencia de la unión libre
y deseen seguir conviviendo la presunción de hijo abarca solamente a los que
nazcan dentro de los 180 días subsiguientes a la declaración de la unión, lo cual
excluye a aquellos que siendo hijos de la misma nazcan por fuera de ese interregno,
situación que configura una discriminación.
Una interpretación de esa índole debe estimarse injusta si se tiene en cuenta que los
hijos matrimoniales gozan de la oportunidad legal de ser legitimados por sus padres
cuando hayan nacido antes de la celebración del matrimonio, conforme a los
Artículos 236 y subsiguientes del Código Civil.
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Hija o hijo o hija concebido antes del matrimonio y nacido dentro del matrimonio
antes de los 180 días de celebrado el matrimonio. Este hijo o hija se presume
legítimo por legitimación “ipso jure” o sea de pleno derecho sin declaración judicial,
en los términos del artículo 236 C.C., pero el marido puede impugnar la paternidad
de ese hijo o hija nacido en ese evento por las causales anotadas por la ley. En este
caso no se igualó al hijo o hija extramatrimonial proveniente de la unión
marital por lo que en este caso solo puede impugnar la paternidad el esposo y
no el compañero permanente. Salvo el compañero permanente, las demás
personas legitimadas para impugnar son las mismas que se indicaron en la
parte general (artículo 216 C.C.) y deberán iniciar la acción de impugnación en
los mismos plazos generales ya estudiados. (El resalto en negrillas es nuestro).
(EJRLB, 2007)
Dice la norma: Art. 1º de la ley 979 de 2005: El artículo 2°. de la Ley 54 de 1990,
quedará así: Artículo 2°. Se presume sociedad patrimonial entre compañeros
permanentes y hay lugar a declararla judicialmente en cualquiera de los siguientes
casos:
a) Cuando exista unión marital de hecho durante un lapso no inferior a dos años,
entre un hombre y una mujer sin impedimento legal para contraer matrimonio; b)
Cuando exista una unión marital de hecho por un lapso no inferior a dos años e
impedimento legal para contraer matrimonio por parte de uno o de ambos
compañeros permanentes, siempre y cuando la sociedad o sociedades
conyugales anteriores hayan sido disueltas y liquidadas por lo menos un año
antes de la fecha en que se inició la unión marital de hecho”.
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Porque, de lo contrario, debe aceptarse que la norma discrimina sin una causa
razonable al establecer el derecho a la presunción sólo para algunos de los hijos
extramatrimoniales de la unión, mientras que los otros son excluidos porque la
norma estableció como límite para aplicar la presunción la declaratoria formal; en
cambio, cuando se trata de derechos patrimoniales, los cuales por regla general no
son fundamentales y se encaminan a proteger a los compañeros permanentes
adultos, los efectos que produce la sentencia son de carácter retroactivo y se
remontan hasta el momento en que comenzó la convivencia marital.
Nace el hijo o hija en una unión marital pero no había certeza jurídica sobre la
existencia de la misma; posteriormente se inicia un proceso declarativo de
Unión Marital de Hecho y si en ese proceso se dicta sentencia que acoja las
pretensiones del demandado ¿qué pasará con los hijos o hijas que fueron
concebidos en el tiempo que según el Juez o Jueza se dio la unión marital?
Este será tema de discusión, pues la ley no dijo nada. ¿Será posible que el
Juez o Jueza atendiendo la sana crítica declare de la paternidad de ese hijo o
hija? De ser la respuesta positiva con ella se generaría una nueva causal de
investigación de paternidad que ya no sería la causal que establece las
relaciones sexuales del padre con la madre sino otra distinta: la existencia de
una unión marital. En este evento no se hablaría de la prescripción a que se
refiere el artículo 8° de la Ley 54 de 1990, porque esta prescripción es para
disolver y liquidar la unión marital, no para la paternidad (EJRLB, 2007)
Los hijos o hijas nacidos dentro de los 180 días posteriores a la declaración de
la unión marital de hecho se presumen del compañero permanente. La
diferencia radica en que en la filiación matrimonial, el matrimonio es el punto
de partida y aquí lo es la declaración de la unión marital de hecho. Esta norma
se aplica fácilmente y produce efectos “ipso ure” (por el mismo derecho) sin
necesidad de reconocimiento o decisión judicial. Para este tipo de filiación se
requiere tener certeza jurídica de conformidad con la ley, sobre la existencia
de la unión marital por esta razón el artículo 214 exige que la unión marital
haya sido declarada. Es importante subrayar que a partir de la declaración se
empieza a contar el término para las presunciones de paternidad o
maternidad (EJRLB, 2007)
Los hijos o hijas nacidos después de 300 días de terminada la unión marital,
por cualquiera de las causas legales
Este es otro caso de exclusión de la norma estudiada, que arriba ha sido planteada
en otros contextos. La doctrina de la EJRLB, señala que el problema se debe
resolver de manera análoga al caso del matrimonio, pero atendiendo las aristas
propias de la unión marital. Indica la Escuela:
…en este punto no hubo reforma, la Ley 1060 de 2006 no modificó el artículo
220 del CC. La reforma de la Ley 1060 de 2006 debió aclarar este artículo y no
lo hizo; era importante hacerlo, puesto que si un niño o niña concebidos dentro
de la unión marital se reputa del compañero permanente, ¿Qué pasa si entre
la concepción y el nacimiento la unión marital se disuelve y se liquida? ¿Cómo
este artículo no se reformó, cómo se debe interpretar este fenómeno?, ¿Qué
pasa si el hijo o hija nace dentro de los 300 días siguientes a la disolución y
liquidación de la sociedad patrimonial de hecho, en la cual los compañeros
declaran que no vivirán mas juntos? A pesar de no haberse aclarado este
punto en la ley, para resolver el problema y estos tres interrogantes se debe,
en primer término, recurrir al artículo 92 sobre la presunción de la paternidad
en conjunción con el espíritu de la Ley 1060, que nos llevaría a seguir en la
misma línea establecida para los hijos o hijas legítimos (EJRLB, 2007)
Para confrontar las dos tesis se expone, in extenso, la opinión de dicha escuela:
El segundo interrogante es ¿Qué pasa con los hijos o hijas de una unión
marital que fue declarada nula? Estos seguirían siendo extramatrimoniales
pero con respecto al padre ¿Qué pasaría? ¿Tendría el padre que
reconocerlos? ¿Aquí podríamos asimilarlos al hijo o hija legítimo que sigue
siendo legítimo, aunque se declare la nulidad del matrimonio? ¿Son figuras
equiparables? En esto puede haber discusión, pero para esta autora la
declaratoria de nulidad no podría cambiar el estado civil del hijo o hija y hacer
que ahora se necesitara el reconocimiento, de acuerdo con las tendencias
hacia la igualdad de tratamiento no solo de la Constitución y la ley sino de la
misma jurisprudencia para hijos o hijas extramatrimoniales y legítimos, dando
pie a que la declaratoria de la nulidad de una unión marital no afecte la filiación
del hijo o hija (EJRLB, 2007)
Nuevamente el criterio formalista con que se reguló el tema por parte del legislador y
el mismo criterio con el cual analiza la normatividad legal por parte de algunos
jueces, esta vez liderados jurisprudencialmente por la Corte Suprema de Justicia,
según la cual la ley no autoriza el ejercicio del derecho fundamental de alimentos
desde el momento en que se exige la reclamación de la filiación, impide la
concreción material oportuna de este derecho fundamental.
En este caso se hace prevalecer la seguridad jurídica del padre que se niega a
reconocer al hijo voluntariamente, precisamente para no cumplir con su obligación
alimentaria; el hijo debe esperar que se demuestre la paternidad para poder pedir los
alimentos, derecho fundamental que exige un cumplimiento inmediato, con lo cual
se vulnera ostensiblemente la prevalencia de protección integral de derechos que
tienen los niños frente a los adultos y el interés superior de los mismos.
Así las cosas, los argumentos esgrimidos por el ad-quem, relativos a posibles
consecuencias prácticas de adoptarse el precedente judicial y la
interpretación de normas del proceso de alimentos, no son suficientes para
apartarse del precedente judicial aplicable al caso concreto, sin tomar en
cuenta las normas del Código de la Infancia y la Adolescencia.
Entonces, las normas ahora vigentes vienen a corroborar lo que fueran los
precedentes mayoritarios adoptados especialmente en casación; en los que esta
Sala ha definido la oportunidad a partir de la cual debe fijarse la cuota alimentaria; en
efecto, mediante la providencia de 5 de diciembre de 2003, expediente 00373, esta
Corporación señaló:
... Para este caso particular se dice vulnerado el debido proceso en razón a
que la condena en alimentos la procedió a hacer efectiva el juez de
conocimiento desde el momento en que quedó ejecutoriada la sentencia de
primer grado que, con base en lo dispuesto en el artículo 16 de la Ley 75 de
1968, fijó la condena provisional en mención.
Bajo dicho entendimiento, es preciso concluir que para este caso particular, la
obligación alimentaria se hizo exigible a partir del 16 de abril de 1996, fecha en
que quedó ejecutoriada para dicho fin la sentencia del tribunal (fl. 39 Cdo. De
copias), de manera que en lo pertinente se concederá la tutela, toda vez que el
juzgado de conocimiento consideró con dicho fin el 11 de agosto de 1995”.
Esta situación injusta parece que al fin va a culminar con la ley que crea el Código
General del Proceso, que en su artículo 386, numeral 4, al referirse al proceso de
filiación dice: “Podrán decretarse alimentos provisionales desde la admisión de la
demanda, siempre que el juez encuentre que la demanda tiene un fundamento plausible
o desde el momento en que se presente un dictamen de inclusión de la paternidad”.
Conclusiones
Del estudio realizado se puede concluir que el derecho a la igualdad que se persigue
proteger en los artículos 1 y 2 de la ley 1060 de 2006, que reformaron los artículos
213 y 214 del Código Civil, en los cuales se hizo extensiva la presunción de
paternidad a favor de los hijos de la familia extramatrimonial conformada en la unión
marital, vulnera el principio de igualdad de los hijos extramatrimoniales provenientes
de familias diferentes a la unión que se encuentren en situaciones fácticas similares
y de los que aun perteneciendo a ella también fueron excluidos.
Deben explorase nuevas formas de interpretar las normas en los cuales se abra
cabida a una armonización de la subsunción tradicional con la principialística del
derecho constitucional que sirva de contrapeso al afán del legislador de formalizar
las situaciones fácticas de manera sesgada, como ocurre en el caso de la unión
marital de hecho, que surgió como unión libre y hoy es más complicada en su
aplicación que el mismo matrimonio, con lo cual termina excluyendo injustamente a
otras personas.
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