Funcion_endocrina_en_la_obesidad
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a
Servicio de Endocrinología, Hospital Lucus Augusti, Lugo, España
b
Servicio de Endocrinología, Hospital Universitario A Coruña, A Coruña, España
c
Departamento de Medicina, Universidad de A Coruña, A Coruña, España
Resumen
La obesidad se asocia con importantes anomalías en la función endocrina. La hiper insulinemia y la
resistencia a la insulina son las dos alteraciones mejor conocidas, aunque sus mecanismos y su significado
clínico no están claros. El tejido adiposo se considera un órgano endocrino con secreción hormonal; el
aumento en la secreción de leptina, una señal de saciedad, por el adipocito es una alteración característica. En
la obesidad hay una disminución en la secreción de hormona de crecimiento; esta alteración en la función
somatotropa de la obesidad es funcional y se puede revertir en determinadas circunstancias. El mecanismo
fisiopatológico responsable de la hiposecreción de GH en la obesidad es probablemente multifactorial.
Existen muchos datos que sugieren que un estado crónico de hipersecreción de somatostatina resulta en una
inhibición de la liberación de GH; el aumento de los ácidos grasos libres probablemente contribuye a esta
alteración, así como un déficit en la secreción de ghrelina. En mujeres, la obesidad abdominal se asocia a
hiperandrogenismo y a niveles disminuidos de proteína transportadora de hormonas sexuales. Los hombres
obesos tienen niveles de testosterona y concentraciones de gonadotropinas disminuidos, especialmente en los
casos de obesidad mórbida. La obesidad se asocia con un aumento en la tasa de producción de cortisol, que se
compensa con un aumento del aclaramiento del mismo, lo cual resulta en niveles plasmáticos de cortisol libre
que no se modifican con el aumento del peso corporal. Ghrelina es el único factor orexígeno circulante
conocido y se ha visto que se encuentra disminuido en humanos obesos. En la obesidad hay también una
tendencia a aumentar las concentraciones de TSH y T3 libre.
Abstract
Obesity is associated to significant disturbances in endocrine function. Hyper insulinemia and insulin
resistance are the best known changes in obesity, but their mechanisms and clinical significance are not
clearly established. Adipose tissue is considered to be a hormone-secreting endocrine organ; and increased
leptin secretion from the adipocyte, a satiety signal, is a well-established endocrine change in obesity. In
obesity there is a decreased GH secretion. Impairment of somatotropic function in obesity is functional and
may be reversed in certain circumstances. The pathophysiological mechanism responsible for low GH
secretion in obesity is probably multifactorial. There are many data suggesting that a chronic state of
somatostatin hypersecretion results in inhibition of GH release. Increased FFA levels, as well as a deficient
ghrelin secretion, probably contribute to the impaired GH secretion. In women, abdominal obesity is
associated to hyperandrogenism and low sex hormone-binding globulin levels. Obese men, particularly those
with morbid obesity, have decreased testosterone and gonadotropin levels. Obesity is associated to an
increased cortisol production rate, which is compensated for by a higher cortisol clearance, resulting in
plasma free cortisol levels that do not change when body weight increases. Ghrelin is the only known
circulating orexigenic factor, and has been found to be decreased in obese people. In obesity there is also a
trend to increased TSH and free T3 levels.
Palabras clave
Endocrinologia; Hormonas; Obesidad
Keywords
Endocrinology; Hormones; Obesity
Introducción
El tejido adiposo modula el metabolismo liberando ácidos grasos libres y glicerol, hormonas
como leptina, adiponectina y citoquinas proinflamatorias como TNF alfa, o interleuquina 6. La
liberación de ácidos grasos no esterificados es el factor aislado más importante que modula la
sensibilidad a la insulina. El aumento de los niveles de ácidos grasos no esterificados (NEFA) se
observan en la obesidad y la diabetes tipo 2, y se asocian con la resistencia a la insulina que vemos
en ambas7.
La sensibilidad a la insulina regula a la vez la función de la célula beta, que está casi siempre
disminuida en la obesidad. Los NEFAS son importantes para el normal funcionamiento de la
célula beta y potencian la liberación de insulina en respuesta a glucosa y a otros secretagogos. La
elevación crónica de la glucosa plasmática y de los NEFA es deletérea para la célula beta, y se
denomina glucolipotoxicidad7.
Tejido adiposo
Leptina (cuyo nombre deriva del griego leptos, que significa delgado) es un polipéptido de 16
kDa que contiene 167 aminoácidos con homología estructural a las citoquinas. En 1994 fue
identificado el gen de la leptina9 y su receptor en 199512. Los adipocitos segregan leptina en
proporción directa a la masa adiposa y al estado nutricional, y esta secreción es mayor desde la
masa grasa subcutánea en relación con la de la masa grasa visceral. La secreción de leptina por
gramo de tejido adiposo es dos veces mayor en obesos que en delgados.
Aunque inicialmente se veía como una hormona antiobesidad, el principal papel de la leptina
es servir como señal metabólica de suficiencia energética más que de exceso. Los niveles de
leptina descienden rápidamente con la restricción calórica y la pérdida de peso. Este descenso se
asocia con respuestas fisiológicas de adaptación al hambre, que incluyen aumento del apetito y
descenso del gasto energético. Estas mismas respuestas se observan en ratones y humanos leptin-
deficientes a pesar de obesidad masiva. Además, estas respuestas se corrigen con la administración
de dosis bajas de leptina. Por otro lado, las formas comunes de obesidad se caracterizan por
niveles elevados de leptina circulante. Los mecanismos de resistencia a la leptina son
desconocidos pero pueden resultar de defectos en la señal o el transporte de la leptina a través de la
barrera hematoencefálica10. En humanos, las mutaciones de la leptina o de su receptor son
extremadamente raras13.
Las personas obesas parece que son resistentes o insensibles a la leptina pues a pesar de la
presencia de niveles elevados de leptina, que deberían reducir la ingesta de comida y grasa
corporal, continúan manteniendo niveles elevados de grasa corporal.
Otras hormonas que son segregadas por el tejido adiposo con importantes efectos metabólicos
son la adiponectina, la resistina, el TNFα, la interleuquina-6 (IL-6), proteínas del sistema renina-
angiotensina, la adipsina, la proteína estimulante de la acilación (ASP) y la macrophages and
monocyte chemoattractant protein-1 (MCP-1).
La proteína enlazante del retinol-4 (RBP4) es una proteína de 21 kDa que fue descrita por
primera vez como una adipoquina por Kahn et al16. RBP4 se ha visto que produce resistencia a la
insulina alterando la señal de la insulina en el músculo16 y los adipocitos17.
Hipófisis
En la obesidad hay una disminución en la secreción de GH. Tanto en niños como en adultos, a
mayor índice de masa corporal, menor respuesta secretora de GH ante diferentes estímulos
secretores20, incluyendo la respuesta a GHRH21. Se ha visto que por cada unidad que aumente el
IMC a una determinada edad se disminuye la secreción de GH hasta en un 6%. Este déficit relativo
de GH en la obesidad puede contribuir al mantenimiento de la misma. Aparentemente todos los
defectos en el eje GH-IGF1 en la obesidad son reversibles con la pérdida de peso, bien inducida
por la dieta, bien a través de cirugía22. Cuando los sujetos obesos son tratados con GHRH y
GHRP-6 a dosis altas, se produce un pico medio de respuesta de GH de 40 μg/L, una respuesta
masiva para los obesos20. El hecho de que las somatotropas, que han estado en un descanso
funcional durante años o décadas de obesidad, respondan a esos estímulos combinados indica una
función hormonal trófica hipotalámica normal y que las somatotropas no se vuelven atróficas en la
obesidad20. La causa principal de la alteración en la secreción de GH en la obesidad puede ser una
alteración en el hipotálamo, una función hipofisaria anormal o una perturbación en las señales
periféricas que actúan a nivel hipofisario o hipotalámico.
La administración de una dosis baja de IGF-1 recombinante (rhIGF1) inhibe la respuesta de las
somatotropas a GHRH tanto en obesos como en sujetos normales, indicando que la sensibilidad de
las somatotropas al efecto inhibitorio del rhIGF1 se encuentra intacto en la obesidad, esto hace
menos probable que la hiposecreción de GH de la obesidad sea debida a una inhibición de las
somatotropas mayor de lo normal inducida por IGF-1 circulante.
La reducción de los ácidos grasos libres (FFA) con acipimox, un fármaco que disminuye los
lípidos con mínimos efectos secundarios, aumenta de manera notable la secreción de GH inducida
por piridostigmina, GHRH y GHRH + GHRP-6, restaurando el nivel de esta secreción a un 50-
70% del normal25. Éstos y otros resultados nos indican que los niveles elevados de FFA juegan un
papel importante en la disminución de GH en la obesidad y sugieren que el tratamiento con
inhibidores de la lipolisis podría ser útil para restaurar la función somatotropa25. Por otro lado, la
arginina y la piridostigmina, un fármaco que reduce el tono somatostatinérgico, aumentan la
secreción de GH inducida por GHRH en sujetos obesos21. Esto unido a la secreción de GH casi
normal en respuesta a hipoglucemia en obesos, sugiere que un aumento del tono
somatostatinérgico puede parcialmente explicar la alteración en la función de las somatotropas en
la obesidad. Aunque en la obesidad, el mecanismo responsable de la hiposecreción de GH sea
probablemente multifactorial26, hemos visto que en sujetos obesos, la ghrelina es el estímulo
secretorio de GH más potente hasta la fecha y que tras la administración combinada de ghrelina y
GHRH se produce una secreción masiva de GH (fig. 1).
La persistencia de una respuesta más baja que en normales tras la administración de ghrelina
solo o combinado con GHRH sugiere la existencia de otro defecto implicado en la alteración de la
secreción de GH que existe en la obesidad. La secreción masiva de GH tras la administración de
GHRH y ghrelina no se había observado con ningún estímulo previamente indicando claramente
que la alteración en la secreción de GH en la obesidad es un estado funcional y potencialmente
reversible y sugieren que la disminución en la secreción de ghrelina podría ser responsable al
menos en parte de la hiposecreción de GH en la obesidad. Los niveles plasmáticos de ghrelina se
encuentran disminuidos en los humanos obesos si se compara con los normales 27.
Ovario
La obesidad en las mujeres se manifiesta como una serie de condiciones que preceden unas
anomalías metabólicas como prediabetes, diabetes y enfermedad cardiovascular 31. Éstas incluyen
menarquia temprana, infertilidad y síndrome de ovario poliquístico (PCOS). Por otro lado, al final
de la vida reproductiva de la mujer, el cese de la función ovárica, se asocia también con el
desarrollo de obesidad, pues la menopausia precipita la ganancia de peso abdominal y se asocia
con numerosas consecuencias metabólicas adversas.
En las mujeres, la obesidad se asocia con importantes alteraciones en los niveles de esteroides
plasmáticos. La tasa de producción de testosterona, dihidrotestosterona y androstendiona se
encuentra elevada en mujeres obesas mórbidas. La distribución corporal de la masa grasa es otro
factor importante. La producción de hormonas sexuales y el metabolismo es diferente en obesas
mórbidas con diferentes fenotipos. Mujeres con obesidad abdominal tienen una tasa de producción
de andrógenos elevada y niveles mayores de testosterona libre y estradiol libre mientras que las
mujeres con distribución glúteo-femoral de la grasa producen gran cantidad de estrona debido a la
aromatización periférica de los estrógenos. Otros estudios han encontrado que en mujeres obesas
premenopáusicas, un aumento de la grasa visceral se asociaba de manera significativa con niveles
disminuidos de proteína enlazante de hormonas sexuales (SHBG) y el ratio 17 beta
estradiol/testosterona libre y con niveles elevados de testosterona libre, después de ajustarlo por
edad y por masa grasa total. En mujeres, la pérdida de grasa visceral se asocia con aumento en los
niveles de SHBG y del ratio 17 beta estradiol/testosterona libre independientemente de la cantidad
total de grasa perdida32. PCOS es la alteración ovárica más frecuente en mujeres premenopausicas
y la obesidad es un hecho común en esta endocrinopatía. Dependiendo de la población estudiada,
un 20-69% de las mujeres con PCOS son obesas (IMC>30) e independientemente de la obesidad,
la mujeres con PCOS tienen un aumento de la acumulación de grasa a nivel intraabdominal.
Tras la menopausia, la dramática caída en los niveles de estrógenos junto con el relativo
hiperandrogenismo contribuye a la ganancia de peso y al cambio en la distribución del tejido
adiposo.
Testículo
La obesidad en los hombres se asocia con una reducción en la testosterona total y en los niveles
de SHBG33 and 34. En el Massachusetts Male Ageing Study, los hombres que eran obesos al inicio y
durante el seguimiento, bien medidos por IMC o bien por obesidad central (circunferencia de la
cintura o índice cintura-cadera), tenían un mayor descenso en la testosterona total, libre y en la
SHBG comparado con los hombres que nunca se habían clasificado como obesos 35. Los factores
patogénicos que se relacionan con esta reducción en los niveles de testosterona en la obesidad son
la disminución de la capacidad de unión de la SHBG, la reducción en la amplitud de los pulsos de
LH y la hiperestrogenemia.
La evaluación del perfil de hormonas sexuales en sujetos obesos muestra como los niveles de
testosterona plasmática están disminuidos de manera moderada o masiva en hombres obesos a
pesar de la reducción en las concentraciones de SHBG 36. Se ha encontrado que el descenso de los
andrógenos en los hombres obesos representa un continuo observable a cualquier grado de
obesidad. Hay una relación inversamente proporcional entre la testosterona total plasmática, la
testosterona libre y la SHBG con la masa grasa visceral. Isidori et al37 examinaron la relación entre
las concentraciones de leptina y los niveles de hormonas sexuales en hombres adultos y
encontraron que la leptina circulante se correlaciona con la testosterona total y libre incluso tras
ajustarla con la SHBG, LH y estradiol y que la leptina era el mejor predictor hormonal de niveles
de andrógenos disminuidos en hombres obesos.
La prevalencia del síndrome metabólico aumenta con la edad y está independientemente
asociado a niveles menores de andrógenos y niveles mayores de estrógenos 38. En modelos
multivariable, la edad, la circunferencia de la cintura y el estado de salud se asocian con niveles de
andrógenos bajos y con deficiencia de andrógenos sintomática, y de todas las variables, la
circunferencia de la cintura es el factor asociado más importante 39.
Glándula suprarrenal
Aunque de manera general se asume que los niveles plasmáticos de cortisol son normales en el
síndrome metabólico y en la obesidad, existen respuestas dinámicas de cortisol exageradas 41. En
particular, la obesidad abdominal se asocia con un aumento en la excreción de cortisol libre
urinario y aumento en las tasas de producción de cortisol total 42. Estos datos sugieren que en la
obesidad se producen pequeñas alteraciones en el mecanismo de retroalimentación, en el feedback
inhibitorio del eje HHA y una alteración en el aclaramiento periférico a nivel hepático, con
mínimas diferencias entre las manifestaciones del síndrome metabólico. Indicándonos que una
producción excesiva de cortisol podría contribuir al desarrollo de la obesidad, sin embargo, no hay
evidencia suficiente para afirmar de forma concluyente que un aumento en la secreción de cortisol
es la causa del depósito excesivo de tejido adiposo en humanos. La secreción de cortisol en la
obesidad se ha cuantificado por diferentes métodos, incluyendo dilución isotópica, medidas del
cortisol libre en orina y los metabolitos C21. Estos estudios han demostrado de manera invariable
aumento en la producción de cortisol en la obesidad 43. Estudios recientes han encontrado aumentos
similares en la producción de cortisol en obesas con síndrome de ovario poliquístico y obesas
normales controles44.
La conversión local de cortisona a cortisol por la 11 beta hidroesteroide deshidrogenasa tipo 1
(11ß-HSD1) se ha relacionado de manera importante con la activación local del receptor de
glucocorticoides, lo cual ofrece una explicación al paralelismo entre la obesidad idiopática y
cushingoide. En humanos, la actividad del RNAm11ß-HSD1 está aumentada en el tejido adiposo
subcutáneo abdominal de los sujetos obesos tanto in vivo como in vitro, en la mayoría de los
estudios45. Hay estudios que sugieren que en algunos casos los niveles de 11ß-HSD1mRNA están
también aumentados en el tejido adiposo omental visceral de mujeres obesas y es un fuerte
predictor del tamaño de la célula adiposa en este depósito de grasa visceral46. En obesos con
síndrome metabólico se ha descrito un aumento en la producción hepática de cortisol no
acompañado de hipercortisolismo sistémico pues se compensa con un aumento del catabolismo
hepático del cortisol y una menor actividad del eje corticosuprarrenal 47.
Hormonas gastrointestinales
La forma activa de ghrelina parece que necesita el ácido graso en el tercer aminoácido del
extremo N terminal para sus acciones endocrinológicas, la forma no acilada no posee actividad
endocrina28, sin embargo, no es biológicamente inactiva pues comparte con la forma acilada
efectos antiproliferativos en líneas celulares cancerígenas de próstata, tiene efecto inotrópico
negativo en el músculo papilar cardiaco y estimula la adipogénesis en la médula ósea, aunque los
mecanismos de transducción de estos efectos precisan ser estudiados. Ghrelina parece tener un
papel en la respuesta metabólica y neuroendocrina a la ingesta de comida. Sus niveles circulantes
se encuentran elevados en la anorexia y la caquexia y disminuidos en la obesidad 48 and 49 y los
niveles plasmáticos de ghrelina se relacionan inversamente con el índice de masa corporal, la masa
grasa corporal, los niveles de leptina plasmáticos y con los niveles de glucosa e insulina 50.
Los niveles plasmáticos circulantes de ghrelina aumentan antes de una comida y descienden
tras la ingesta de nutrientes (fig. 4). La distensión gástrica que se produce con la infusión de agua
en el estómago no produce reducción en los niveles de ghrelina, sin embargo, la ingesta de fibra no
nutritiva sí que disminuye los niveles de ghrelina. Se ha demostrado que los sujetos obesos no
presentan el descenso en los niveles plasmáticos de ghrelina que se observan tras la ingesta de
comida en los delgados58. Aunque los obesos con síndrome de Prader-Willi, que se caracteriza por
hiperfagia y obesidad, presentan niveles elevados de ghrelina, la concentración de ghrelina en
ayuno en la mayoría de los sujetos obesos es menor que en los voluntarios con peso normal 59,
60 and 61
. La resistencia a la insulina se ha postulado como implicada en estos niveles menores de
ghrelina en los obesos. El aumento en los niveles plasmáticos de ghrelina con la pérdida de peso
inducida por la dieta es consistente con la hipótesis de que ghrelina juega un papel en la regulación
del peso corporal a largo plazo en humanos. El bypass gástrico está asociado con niveles de
ghrelina marcadamente suprimidos, lo cual probablemente contribuye al efecto reductor de peso de
dicho procedimiento62. En resumen en la obesidad la ghrelina, la única hormona circulante
orexigénica, está disminuida.
Figura 4. Niveles plasmáticos circulantes de ghrelina acilada y total tras la ingesta de comida o placebo en sujetos
normales.
El GLP1 (péptido similar al glucagón tipo 1) se produce en las células L del intestino delgado y
se segrega como respuesta a los nutrientes, se conoce como una hormona incretina. Se libera a la
circulación aproximadamente 30 minutos tras la ingesta de nutrientes. Su principal efecto es
estimular la liberación de insulina dependiente de glucosa por los islotes pancreáticos. Reestablece
la primera y segunda fase de secreción de insulina en respuesta a la glucosa66. Otras acciones que
realiza son inhibir la liberación de glucagón tras la ingesta, enlentece el vaciamiento gástrico y
reduce la ingesta de comida. El tratamiento con GLP-1 y sus análogos se asocia con pérdida de
peso en parte debido a sus efectos en el vaciamiento gástrico y sus efectos secundarios
gastrointestinales en forma de náuseas y vómitos.
Oxinomodulina (OXM) es una hormona peptídica de 37 aminoácidos aislada inicialmente de
las células yeyuno-ileales porcinas. OXM se libera de las células L en respuesta a la ingesta de
alimentos y proporcionalmente a la carga calórica. La administración central crónica de OXM,
durante un periodo de siete días, reduce la ingesta de comida, la ganancia de peso y la adiposidad
en ratas, sin evidencia de taquifilaxia. En humanos con peso corporal normal, OXM reduce la
ingesta calórica inmediata en un 19%, la duración de este efecto inhibitorio tras la ingesta dura
unas 12 horas.
Tiroides
Aunque los obesos tienen habitualmente función tiroidea normal, se sabe que la TSH y el IMC
se correlacionan de manera positiva. En efecto, en muchos estudios en niños, adolescentes y
adultos han demostrado niveles de TSH discretamente aumentados en obesos comparados con
sujetos normales delgados67. El aumento en los niveles de TSH no se relaciona con el déficit de
yodo o con tiroiditis autoinmune en diversos estudios67. Mientras se ha encontrado que la obesidad
aumenta la susceptibilidad a la enfermedad tiroidea autoinmune con un papel emergente de la
leptina como determinante periférico68. Se ha sugerido una disfunción neuroendocrina que produce
una secreción anormal de TSH como la causa de la elevación de las concentraciones de TSH en la
obesidad, especialmente la leptina se ha visto que altera el eje hipotálamo-hipofisario69. Sin
embargo, con el test de TRH se ha descartado una alteración en la respuesta de la hipófisis en
niños obesos con niveles de TSH aumentados70. Por otro lado, el aumento en los niveles de TSH
apunta hacia una resistencia a hormonas. El aumento de TSH y de hormonas tiroideas periféricas
puede ser un proceso de adaptación al aumento del metabolismo energético basal y, por tanto, al
gasto energético. En línea con esta teoría, los niveles elevados de TSH en la obesidad se
normalizan tras una pérdida de peso sustancial67. El aumento moderado en los niveles de TSH de
la obesidad se asocia con T4 normal, T4 libre normal y T3 libre y total aumentadas
moderadamente, así como aumento en el volumen tiroideo 67. Los niveles de T3 libre se encuentran
aumentados en la obesidad debido a cambios en las vías de monodesyodinación. Posiblemente la
elevación en las concentraciones de hormonas tiroideas en la obesidad aumenta el gasto energético
y evita la acumulación de energía en forma de grasa. Como el ayuno y la pérdida de peso se
asocian con una disminución en los niveles de hormonas tiroideas y por tanto un descenso en el
gasto energético basal, este hecho probablemente contribuye a la dificultad que existe para
mantener la pérdida de peso. Las vías fisiológicas que conectan la obesidad con el aumento de las
hormonas tiroideas no están claras, la leptina puede ser uno de los vínculos entre el peso corporal y
las hormonas tiroideas67. Se necesitan más estudios para determinar si una deficiencia leve de
hormonas tiroideas y en consecuencia elevación de TSH por ejemplo al límite superior de la
normalidad se relacionan con el desarrollo de la obesidad 71. Por otro lado, aunque las hormonas
tiroideas se ha usado de manera frecuente e inapropiada para conseguir perder peso en obesos
eutiroideos, no hay indicación para su administración para controlar el peso corporal excepto en
obesos hipotiroideos71.
Conflicto de intereses
Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Agradecimientos
Los estudios referidos en este artículo han sido financiados por: FIS del Instituto de Salud Carlos III
PI070413 y PI10/00088 y Xunta de Galicia PS07/12, INCITE08ENA916110ES, INCITE09E1R91634ES,
IN845B-2010/187.
Agradecemos a Ramón Pensado su asistencia técnica.
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