Contextualización Romances
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La derrota de Guadalete
El evento histórico que señalan es el más antiguo que recoge cualquier romance. Se refiere a la
pérdida del reino visigodo de la Península a manos de los musulmanes. Como es bien sabido,
la derrota de don Rodrigo se debió a las divisiones internas en su reinado, a las luchas de
poder, que le llevaron a enfrentarse al invasor con un ejército muy vulnerable. Sin embargo,
los romances fueron reformulando la historia, hasta llegar a un relato radicalmente distinto.
El origen de la conquista sería el amor libertino de don Rodrigo por la Cava, a quien le
ofrecería todos sus reinos en un arrebato enamorado - parece comúnmente aceptado que este
ofrecimiento estaba condicionado a una relación sexual. Ella se lo hace saber a su padre, don
Julián, enemigo del rey visigodo, que concierta un plan con los moros para destruir España. Es
el punto de partida y sobre el que se articula toda la narración. Don Rodrigo irá a luchar
contra los extranjeros y será derrotado. Humillado y arrepentido, huirá hasta encontrar en las
montañas a un ermitaño y el propio rey le demandará una penitencia para expiar sus graves
faltas. La penitencia consistirá en ser enterrado vivo.
Profundizando en lo que se cuenta sobre él, dicen que el rey Alfonso ordenó que se
encerrara a Sancho Díaz (su padre) y también que su hermana fuera ingresada en una orden
monástica, acogiendo a Bernardo en su corte como si fuera su hijo. Bernardo fue educado
como caballero y recibió el mejor adiestramiento de la época en las artes de la guerra. Dicen
que ningún soldado podía igualarle en fuerza, decisión y vigor.
Eran los tiempos de Carlomagno como emperador romano, tiempos en los que había
expulsado ya a los Omeya de Burgundia (Borgoña) y la Galia. Luego, cruzando los Pirineos,
intentaba poner bajo su dominio la zona que poco a poco se convertiría en la Marca
Hispánica.
Entonces Carlomagno exigió al rey Alfonso vasallaje bajo amenaza. Bernardo, que pertenecía
a la guardia personal del Rey, al enterarse, organizó un ejército de hispanos, cristianos y
musulmanes, para hacer frente a los francos. Todo ocurrió a espaldas del rey Alfonso,
sencillamente los caballeros astures no estaban dispuestos a rendir pleitesía a un extranjero.
Se cuenta que en el ejército que partió para hacer frente a las tropas imperiales —que venían a
tomar vasallaje al rey de Asturias — estaba compuesta básicamente por Marsil, gobernador
musulmán de Zaragoza, y sus soldados junto a Bernardo del Carpio al mando de unos pocos
cientos de navarros.
Ese choque de fuerzas será conocido como La Batalla de Roncesvalles. Allí, Bernardo del
Carpio, sobrino de Alfonso II, rey de Asturias, venció a Roldán, sobrino de Carlomagno. Ojo,
como vendo diciendo desde el principio: esto es lo que nos cuentan los cantares.
Aquella fue una de las grandes batallas de la península y una de las más legendarias de la Edad
Media. Casi todo lo ocurrido en aquellos siglos ha llegado a nuestros días difuminado entre
la historia y la imaginación, bien es cierto que las leyendas no son hechos históricos,
mientras no se demuestre lo contrario, aún así la historia de Bernardo del Carpio es digna de
contarse, sea o no sea real.
Según acreditan los hechos históricos y los cantares de gesta recogidos en el romancero,
Fernán González (932 – 970), conde de Lara, fue un héroe castellano, primer conde autónomo
con reconocimiento (teórico) de la autoridad del rey de León. Fernán González tenía altas
cualidades de caudillo, entre ellas el don de hacerse adorar por sus vasallos, para los que era su
jefe natural, hasta el punto de que cuando Ramiro II logró hacerle prisionero sucedió algo
notable, reflejado en los más bellos romances: un gran movimiento popular hizo que los
castellanos dejasen desierta Burgos y sus aldeas para acudir a León y exigirle al rey la libertad
de su señor. El rey, a la vista del clamor de todo un pueblo, dejó en libertad al conde rebelde.
El célebre romance Cabalga Diego Laínez no es sino un fragmento desprendido del cantar
tardío de las Mocedades de Rodrigo, de fines del siglo XIV, el último —que se sepa— de largo
aliento que se compuse en España y que es refundición de un texto anterior, cuya prosificación
recoge la Crónica de 1344.
El romance no nos explica la circunstancia que motiva la visita de los de Vivar a la corte del
rey. Tampoco queda claro el desenlace. El interés del texto se concentra en la escena del
besamanos frustrado, en la rebeldía del joven vasallo, en su arrogancia.
De acuerdo con la gesta de la que procede —destinada a cantar una serie de hechos
legendarios y fabulosos acerca de la infancia y juventud del héroe—, el episodio que
desarrolla el romance está ligado al casamiento de Rodrigo con Jimena, uno de los temas
centrales de las Mocedades, y cuyos pormenores carecen de todo fundamento real. No
olvidemos que estos poemas épicos tardíos han perdido por completo el espíritu histórico de
los antiguos.
Rivalidades entre las casas de Vivar y de Gormaz, y agravios del conde Lozano, padre de
Jimena, para con Diego Laínez, ya anciano, determinaron la muerte de aquél por la mano
inexperta pero arrojada de Rodrigo, apenas un adolescente.
Morir vos queredes, padre, romance también conocido como Las quejas de Urraca, en el que
se narra cómo en el lecho de muerte el rey Fernando I reparte sus posesiones olvidándose de
Urraca, quien, tras protestar, consigue el señorío de Zamora
El conflicto que plantea Afuera, afuera, Rodrigo remite al ámbito de las relaciones sociales y
en concreto a la elección de esposa por el Cid. Urraca se queja de que éste haya preferido
casarse con Jimena
El reproche de Urraca tiene una crucial importancia, pues la infanta acusa al Cid de haber
preferido un matrimonio por motivos económicos con Jimena, a quien tan solo se presenta
como hija del conde Lozano, vasallo del rey : « con ella huviste dineros, / comigo huvieras
estado ». Se apunta así la dicotomía entre el dinero y la nobleza, dos elementos en principio
inconciliables en el sistema de valores de la sociedad castellana : el poder del dinero aporta un
estatus secundario, ya que la verdadera nobleza radica en la sangre. Para la mentalidad del
sigloXVI, Jimena es hija de vasallos, y su poder económico, según se deduce de esta frase de
Urraca en el romance, es menos importante que lo secundario de su rango estamental. El
romance se aleja así de la concepción del mundo feudal castellano pre-tastámara en el que la
dignidad condal era la de mayor grado en la cúspide social.
Se trata uno de los más famosos e intensos de los llamados romances históricos. En este caso,
falsamente históricos, pues multitud de estudios modernos han demostrado que ni el Cid ni
Alfonso VI fueron como nos cuenta la literatura medieval, y que la famosa jura de santa Gadea
o de santa Águeda (una iglesia de Burgos que aún hoy día existe, a pocos metros de la catedral,
y que tiene en su puerta principal un gran cerrojo de hierro que la tradición dice que es el del
romance), en la que el primero le habría pedido cuentas al segundo sobre la muerte de su
hermano el rey anterior, Sancho II, en realidad nunca se produjo.
El Romance de la jura de santa Gadea enlaza con el romance anterior, (el Romance del rey
don Sancho), pues La Urraca de los últimos versos era la hermana mayor de ambos reyes,
Sancho y Alfonso. Y lo prometido que se apunta, la conjura entre aquella y este para matar a
Sancho y que Alfonso se convirtiera en el nuevo rey. De ahí las explicaciones que en el
romance de la jura pide Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, que había sido algo así como el general
en jefe de las tropas de Sancho y que sería después el líder militar más poderoso de la Edad
Media peninsular.
El poema es recio, intenso, bellísimo. La eficacia narrativa, la riqueza léxica, la naturalidad y
soltura con las que se engarzan las rimas asonantes a/o de los versos pares, la altura lírica y
épica en algunos pasajes, el crescendo de la primera interpelación del Cid al rey —que te mate
la peor gente posible, del peor modo posible, en el peor lugar posible… si no dices la verdad
sobre la muerte de tu hermano— y la habilidad y contundencia del diálogo entre los dos
protagonistas convierten a este romance en una de las piezas más valiosas de toda la literatura
medieval en castellano. Dibuja además y deja fijada para siempre una escena de un alto valor
representativo, un relato que acaba convirtiéndose en un símbolo universal. El del vasallo leal,
honrado y con principios que se rebela contra un rey ilegítimo, opresor, quizás fratricida y
usurpador del trono, al que le pide cuentas aun a sabiendas de que su gesto le va a traer la
ruina y la desgracia personal.
Romances fronterizos
Abenámar, Abenámar
El Romance de Abenámar es una de las composiciones más destacadas del Romancero Viejo,
un conjunto de poemas anónimos elaborados durante los siglos XIV y XV donde tanto
podemos hallar la poesía épica (para Meléndez Pidal, los romances tienen su origen en la
fragmentación de la épica) como la lírica tradicional, con la que comparte muchos rasgos de
estilo. Se trata de un romance fronterizo (romances históricos que hablan de los hombres de
la frontera, especialmente de la frontera granadina, donde son contados los sucesos entre
moros y cristianos) y de escena, puesto que te introduce en un hecho, ya sea metafórico o real,
sin planteamiento ni desenlace.
El romance se inicia in media res, un comienzo muy habitual en el romancero, que consiste en
empezar a contar los hechos por la mitad de la historia, sin presentación de los personajes,
decir momento de la historia nos encontramos, o cuáles son los hechos que han sucedido
anteriormente. No hay, entonces, una previa situación en el tiempo y en el espacio. Ésta es
una tarea que debe ser ejercida por el oyente o el lector. De igual manera, el Romance de
Abenámar tampoco presenta un desenlace: es una historia abierta, sin continuación definida.
De hecho, el romance presenta solo una escena, la más importante del nudo.
El romance nos habla sobre el deseo del rey Juan II de España de incorporar Granada a su
reino. Este deseo nos es mostrado a través de dos diálogos del rey con el moro Abenámar y del
rey con la ciudad de Granada respectivamente.
Estructura:
Des del (desde el )punto de vista del contenido, podemos dividir el romance en dos partes,
que corresponden a los dos diálogos que sostiene el rey. La primera parte consiste en el
diálogo entre el rey y Abenámar y coincide con los versos 1-36 del poema. Asímismo, esta
parte también consta de dos momentos diferenciados: la cortés exhortación del rey a
Abenámar a responder a su pregunta con veracidad, cosa que el moro promete cumplir (tal
como afirma en los versos 11-20), y la pregunta del rey respecto a la belleza de la ciudad,
pregunta que el moro responde con gran descripción y exaltación. La pregunta del rey ya
empieza a manifestar su deseo de poseer la ciudad, que sentimos crecer conforme avanza la
espléndida descripción de Abenámar.
La segunda parte, en cambio, consiste en un diálogo fantástico y de gran fuerza poética entre
el rey y la ciudad de Granada, convertida metafóricamente en una mujer. La expresión del
deseo del rey alcanza aquí su máxima intensidad al equipararse con una pasión amorosa; y
entendemos que la respuesta ambigua de Granada (como la descripción de Abenámar) no
hará sino enardecer ese deseo. De esta manera podemos decir que el poema posee una
organización ascendente: a medida que avanza va creciendo la emoción, el deseo y los
sentimientos.
Para dar pie a cada una de estas partes el narrador utiliza la fórmula de introducción al diálogo
de origen épico con la que anuncia la siguiente intervención y se dirige a los oyentes:
[…]
Allí habló el rey don Juan
Bien oiréis lo que decía:
Vemos por tanto como este romance se muestra como un ejemplo perfecto de la combinación
de narración y lirismo propia del género que nos ocupa.