APOCALIPSIS-BENEDETTI

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 246

Apocalipsis

Apocalipsis
“Para manifestar a sus siervos las
cosas que deben suceder pronto...”

Samuel Benedetti
Apocalipsis -“para manifestar a sus siervos las cosas que
deben suceder pronto”-
© Copyright 2018, Samuel Benedetti.
© Copyright 2020, Samuel Benedetti. Segunda edición

EDITORIAL DAVID
www.editorialdavid.com
Información adicional: tele./WhatsApp +57 301 4099255
([email protected])
Colaboradores. Corrección de textos: Periodista Nayor Barrios
Impreso en los Estados Unidos de America.
Impreso y encuadernado por: KDP, Amazon.com, Inc.

Todas las escrituras citadas en este libro son de la versión Rei-


na-Valera de la Biblia, Sociedades Bíblicas Unidas, si no se indica
de otra manera.

© Reservados todos los derechos. Se prohíbe la reproducción total o par-


cial de esta obra, así como su incorporación a un sistema informático,
su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico,
mecánico, fotocopia, grabación, videos u otros) sin autorización previa y
por escrito del autor.

NOTA

La editorial tiene como propósito producir, editar, distribuir y di-


fundir material de calidad—de edificación; buscando no poner un
obstáculo económico.
Este libro en PDF puede compartirse gratuitamente en-
tre amigos y hermanos en la fe. A los lectores no les pido pagar por
los años pasados de esfuerzos invertidos, pero dejo en sus manos
la posibilidad de apoyarme, a fin de poder continuar con la labor
que hago. Al respecto, en el sitio web encontrará la información
necesaria; allí también encontrará otros libros, videos e investiga-
ciones que pueden ser de su interés. Gracias.

S. B.
Autor - Editor
TABLA DE Contenido

PREFACIO DEL AUTOR. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
Introducción general. Términos y Métodos: La interpretación
bíblica, Los métodos de interpretación, La escatología.
Las escuelas de interpretación de Apocalipsis. El lenguaje
simbólico. El contraste entre las realidades, natural y
espiritual: El sentido espiritual.

1. CAPÍTULO UNO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .27


¿Qué es el Apocalipsis? ¿Cómo se origina la Revelación?
¿Para qué es la Revelación? El contexto fundacional de la
Revelación. División de Apocalipsis en tres partes: PRIMERA
PARTE: Presentación del libro, SEGUNDA PARTE: «las que
son» (Presente de Juan). TERCERA PARTE: «las que han
de ser después de estas».

2. MENSAJE A LAS IGLESIAS. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .41


Mensaje a las siete iglesias. Efeso. Esmirna. Pérgamo. Tiatira.

3. MENSAJE A LAS IGLESIAS (Continuación). . . . . 49


Sardis. Filadelfia. Laodicea. Palabras clave en los mensajes.

4. EL CREADOR. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
La puerta abierta en el cielo. Dos opciones a seguir desde
el capítulo 4: A. Interpretación futurista. B. Interpretación
histórico continuo. Un trono en el cielo: La adoración al
CREADOR. Los veinticuatro ancianos. Los cuatro seres
vivientes.

5. EL CORDERO. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
La adoración al CORDERO. El libro del Cordero y el libro de
la vida. Línea de tiempo
6. Los sellos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .71
El simbolismo contenido en los sellos. Primer sello. Segundo
sello. Tercer sello. Cuarto sello. Quinto sello. Sexto sello.
Temas a considerar en la apertura de los sellos. La relación
entre “los sellos” y “las señales”. Línea de tiempo

7. paréntesis: ¿y qué es del pueblo


de Israel...y qué de la iglesia? . . . . . . . . . . . 81
Los 144.000 sellados. La multitud vestida de ropas blancas.
La verdad sobre la Gran Tribulación. La iglesia y la gran
tribulación. Los eventos de destrucción y la iglesia. ¿Cae
sobre el justo la muerte y la destrucción? ¿Hay salvados y
hay condenados? ¿Por qué han de verse los escogidos en
medio de estas situaciones? Israel y la gran tribulación. La
profecía de las setenta semanas de Daniel. Las primeras
69 semanas. La última semana. ¿Cómo influyó Cristo en
el conteo de la última semana? El tiempo del desolador.
El tiempo no contado en la semana. Semejanzas entre las
primeras 69 semanas y la última de las semanas.

8. Las trompetas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111


Sexto sello. El simbolismo del sonar de las trompetas.
Primera trompeta. Segunda trompeta. Tercera trompeta.
Cuarta trompeta.

9. Las trompetas (Continuación). . . . . . . . . . . . . .117


Quinta trompeta. Sexta trompeta. Línea de tiempo.

10. LA SÉPTIMA TROMPETA (I). . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127


Los siete truenos. El tiempo no será más.

11. LA SÉPTIMA TROMPETA (II). . . . . . . . . . . . . . . . . . 131


El patio del templo. Los dos testigos. La adoración por el
sonar de la séptima trompeta. El tribunal de Cristo.

12. paréntesis:
actores de la escena final. . . . . . . . . . . . . . .143
La mujer, su Hijo, su descendencia y el dragón.
13. paréntesis: actores de la escena final
(Continuación). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .147
El dragón y las dos bestias. La Recomendación del Señor
Jesús. La profecía en el sueño de Nabucodonosor. Sueño y
visiones de Daniel. Línea de tiempo.

14. LA SÉPTIMA TROMPETA (III). . . . . . . . . . . . . . . . . 161


El cántico de los 144.000. El mensaje de los tres ángeles. La
siega y la vendimia: La tribulación y la persecución de los
escogidos. El anticristo y su encuentro con la iglesia. La
apostasía, la paciencia y la fe. El mensaje anunciando la
inminencia de la venida del Señor.

15. LA SÉPTIMA TROMPETA (IV). . . . . . . . . . . . . . . . . 183


Los que alcanzaron la victoria sobre la bestia y su imagen, y
su marca.

16. LA SÉPTIMA TROMPETA (V). . . . . . . . . . . . . . . . . . 185


Las siete plagas postreras. ¿Qué ha sucedido con Israel en
medio de estas nuevas plagas?

17. LA SÉPTIMA TROMPETA (VI). . . . . . . . . . . . . . . . . 189


La gran ramera: Descripción.

18. LA SÉPTIMA TROMPETA (VII). . . . . . . . . . . . . . . . 197


La gran ramera: Caída.

19. LA SÉPTIMA TROMPETA (VIII). . . . . . . . . . . . . . . .201


La gran ramera: alabanza por su caída. La cena de las
bodas del Cordero y El jinete del caballo blanco. Las fiestas
solemnes. La fiesta de los tabernáculos y la cosecha.

Sinopsis de la séptima trompeta . . . . . . . . . .209


¿...y la iglesia no entra al cielo?

20. Los mil años, el juicio ante


el gran trono blanco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
Otros planteamientos en torno al milenio. El Juicio ante el
trono blanco.
21. Cielo nuevo, tierra nueva
y la nueva Jerusalén . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219

22. Final de Apocalipsis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221

Anexos No 1. Las siete iglesias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .223


Anexos No 2. Cronología desde la salida de Egipto
hasta la construcción del templo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .227
Anexos No 3. Objeciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 229

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

PREFACIO del Autor

Los pasajes bíblicos incluidos en cada capítulo de este libro, los


transcribo sin añadirle o quitarle palabras al Apocalipsis, y, dicho
sea de paso, nuestra numeración capitular sigue su misma nume-
ración. Además del texto bíblico, cuando tratamos temas funda-
mentales que son objeto de controversia, se exponen en algunas
secciones, junto a las apreciaciones del autor, otras interpretacio-
nes. Todo ello, con el propósito de permitir al lector disponer de
elementos de juicio en la adopción de decisiones.
Las “otras interpretaciones” que se incluyen como contraparte a
las nuestras, son las que tienen origen en la escuela futurista.
Como es sabido, el lenguaje figurado utilizado en gran parte
del relato de Apocalipsis, unido esto a los errores gramaticales del
texto, ha dado lugar a la formación de escuelas que pretenden esta-
blecer el significado real del libro. En lo que a nosotros atañe, Apo-
calipsis fue escrito, tal como lo dice la Escritura: “para manifestar
a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”. Es decir, es un
mensaje entendible. Dios es verdad, y si ha dicho que un mensaje
es para revelar, es porque es para revelar. No caben palabras como:
no es un mensaje para la iglesia, o no es posible entenderlo por-
que está escrito en un código indescifrable (sin desconocer que el
lenguaje simbólico, en semejanza a los mensajes en parábolas de
Cristo a los judíos, es solo entendible por aquellas personas que se
mantengan cercanas al Señor). Por otro lado, en lo que respecta a
las corrientes de pensamiento, debo mencionar que varios de los
comentarios expuestos en este libro, aunque accesibles, sencillos y
sin presunción, son difíciles de clasificar en una escuela interpre-
tativa determinada, y, de hecho, algunos no muestran una postura
tradicional.
Para efectos de precisión y claridad, debo evitar aquí ser más
explícito sobre cada uno de esos temas. Sin embargo, sí conside-
ro necesario examinar un tema de efecto vital en la profecía apo-

9
Prefacio del Autor

calíptica. Para nosotros, Apocalipsis, al igual que los otros libros


del Nuevo Testamento, está fundamentado en Cristo. Ahora bien,
¿quién es Cristo? Es básicamente el Salvador. Un hecho que origi-
na la formación de dos grupos claramente diferenciados: los salva-
dos y los no salvados.
Esto, a su vez, nos lleva a hablar de tres principios. Uno, Cristo es
el fundamento; dos, es el Salvador; y tres, ello origina dos grupos:
salvados y no salvados. Parece bastante obvio, pero el que noso-
tros hayamos usado estos principios nos ha distanciado de muchas
escuelas interpretativas y de posturas teológicas, porque, aunque
estos preceptos conforman una doctrina bíblica de conocimiento
general, registrada en los otros libros del Nuevo Testamento, son
dejados de lado por muchos comentaristas al momento de acercase
a interpretar Apocalipsis. Por ejemplo, algunos de ellos han dicho
que desde los capítulos cuatro y cinco (los sellos, trompetas, etc.),
todo trata sobre el juicio de Dios, y que esos hechos ocurrirían una
vez la iglesia abandone el escenario terrenal. Pero no es así; estas
interpretaciones están desconociendo los dos primeros principios
que mencionamos antes. Si examinamos los capítulos cuatro y cin-
co, encontraremos que el Cordero representa a Cristo, y el libro en
sus manos y su facultad de abrirlo representa su victoria: la salva-
ción. Recordemos Ap cap. 5: “Y lloraba yo mucho, porque no se
había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de
mirarlo. Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el
León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el
libro y desatar sus siete sellos”. Y: “Digno eres de tomar el libro y
de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos
has redimido (...)”
Los pasajes anteriores describen la victoria del Cordero: “ha
vencido”, y, la obtención en sus manos del galardón: “digno eres
de tomar el libro”. Pero, preguntémonos, ¿a qué es equiparable
esta victoria del Cordero? A la obra redentora de Cristo descrita
literalmente en los tratados evangelistas, obras y cartas del Nuevo
Testamento; y el libro o galardón representa a la multitud de per-
sonas salvadas en sus manos. De modo que aquella escena no fue
algo como: Juan lloraba mucho porque no se había encontrado a

10
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

alguien digno de abrir el libro de los juicios de destrucción en con-


tra la humanidad. Más bien, Juan lloraba mucho porque no se ha-
bía encontrado a alguien digno de traer salvación a la humanidad.
O, en otras palabras, el abrir del libro es, primeramente, victoria,
y no juicios.
Note, asimismo, en la lectura del pasaje bíblico, que hay una
victoria ya conseguida: “ha vencido”; pero que lleva implícito un
tiempo o un proceso: “abrir el libro”. La victoria ya fue conseguida
en los inicios de nuestra era, comenzando a partir de allí la cuenta
regresiva del día de la redención. Dicha cuenta está representada
por la imagen simbólica de un libro que, paulatinamente, es abierto
por el forjador de la victoria. Una victoria que se hará manifiesta
al final cuando, en el día de la redención, se dé a conocer al mundo
y a las huestes celestiales, quiénes son las personas salvadas por
el poder de Dios. O, en el lenguaje simbólico, cuando el libro sin
sellos dé a conocer su contenido: los salvados.
Los otros dos hechos del relato simbólico: el proceso de ir
abriendo el contenido del libro y el inmediato anuncio de eventos
adversos, están relacionados con el tercer principio antes mencio-
nado: salvados y no salvados, el cual nos muestra dos hechos que
ocurren de forma simultánea y en direcciones contrarias. Por un
lado, la inminente salvación para unos (el paulatino proceso de
abrir el libro) y, por el otro, la inminente condenación para otros
(eventos de destrucción). Ciertamente, aún no ha habido un juicio
con un veredicto en contra del impío, ni todavía se ha hecho efecti-
va la salvación de los creyentes en Cristo, pero desde ya, cada día,
hay salvados y hay condenados.
En cuanto al por qué de estos eventos destructivos, recorde-
mos que, desde el principio, en el huerto, la entrada del pecado
al mundo desencadenó un detonante de destrucción para la tierra
y sus habitantes. De ahí que algunos de los creyentes en Cristo
puedan ser afectados de forma natural. Pero desde la perspectiva
espiritual, habiendo aceptado a Cristo, han alcanzado inmortalidad
y una herencia eterna; ellos continúan en una tierra en proceso de
deterioro, porque por medio de su predicación alcanzan a otras
personas. Más allá de la muerte y de la destrucción, hay salvación

11
Prefacio del Autor

para unos: los anotados en el libro del Cordero, y hay otros entra-
dos en una sala sin retorno de un juicio para condenación.
Todos los apuntes en este libro tienen como propósito, con la
ayuda de Dios, procurar la edificación de algunas personas; lo cual
involucra, de cierta manera, mencionar las distintas opciones que
puedan ser escogidas. Tenemos un objetivo inicial que es señalar
un camino, y ello nos exige, en ocasiones, confrontar la alternativa
de índole cristiano (escuela futurista), o confrontar la información
del falso evangelio establecido hoy en el mundo.
Mi agradecimiento está dirigido a Jesucristo el Señor: “el San-
to, el verdadero, el que tiene la llave de David”. Y a mis hermanos
en la carne, por la ayuda material y espiritual en la realización de
este trabajo.

SAMUEL BENEDETTI
Iglesia pentecostal del Nombre
Barranquilla, Colombia

12
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

INTRODUCCIÓN

1. Introducción general: LA VERDAD

A propósito del coronavirus, una pregunta repetitiva en el escena-


rio de los medios informativos es: ¿Cuál es la realidad en la que
estamos? Las respuestas varían de acuerdo al ámbito de acción del
invitado.
Otros, yendo un poco más lejos en sus valoraciones y discre-
pando con lo que debe ser conforme (la tonalidad general), han
expresado unas opiniones contrarias a las del ente gubernamental
supranacional de la salud.
Son muchas las opiniones en torno a nuestras circunstancias
actuales (septiembre de 2020), que, al contrario de dar respuesta,
promueven nuevas inquietudes.
Es el momento de volvernos a la Biblia si queremos conocer la
Verdad.

¿Cuál es nuestra realidad en el marco de la verdad?

La expresión “conocer la verdad” puede conllevar una narrativa


extensa. Por ahora solo profundizaremos en uno de sus atributos:
la eternidad.
La eternidad está en contraste con nuestra vida natural que es
temporal. Hay una realidad natural en la que vivimos que es pa-
sajera, y más allá hay una realidad espiritual que es eterna. Desde
esta perspectiva de una eternidad (con un mayor valor), en contras-
te con lo pasajero (de menor valor), podemos comprender las pa-
labras del Señor Jesús. Él dice, por ejemplo, ¿de qué le sirve a una
persona ganar todas las riquezas de este mundo, si al final pierde lo
más valioso: la vida? (paráfrasis Mr 8.36). No hay recompensa que
el hombre pueda pagar por su vida; el único que pudo pagar ese
precio fue el Señor Jesucristo. De ahí que, desconocer la eternidad
con todo lo que ello implica (p.ej. vida o condenación perpetua), es

13
Introducción

andar afanado y ocupado en lo temporal en perjuicio de aquello de


mayor valor. Esto no debe parecernos extraño, porque en nuestra
propia vida natural, a consecuencia de nuestra visión y compren-
sión de las cosas, unos eventos pierden valor en comparación con
otros. Ninguno de nosotros, por ejemplo, en nuestra vida diaria,
otorga mayor importancia a las florecitas de la hierba del jardín,
esas que nacen en la mañana y en la tarde se secan, que a la vida
de un hijo o a un dictamen médico acerca de nuestra salud que
requiera atención de urgencia. Si nos ocupamos de esas florecitas
y descuidamos nuestra salud, lo más probable es que recibamos
perjuicios. Esa visión o comprensión que tenemos de lo natural,
también debemos tenerla sobre una realidad espiritual, eterna y de
mayor valor.
Veamos otro ejemplo. El Señor Jesús les dice a sus discípulos
que serían perseguidos, que serían entregados a las cárceles y que
matarían a algunos de ellos, pero también les dice: “ni un cabello
de vuestra cabeza perecerá” (Lc 21.12ss). Preguntémonos, ¿cómo
es que van a ser echados a la cárcel, a ser muertos, pero que ni
uno de sus cabellos va a perecer? La respuesta es que la cárcel, e
incluso la muerte, son solo eventos temporales de menor valor, en
comparación con la vida eterna; y cuando el Señor se manifieste, la
vida y el reino de sus hijos serán manifestados con él. Cabe aclarar
que el Señor está con sus hijos cualquiera sea la situación. Note
en sus palabras su cuidado. Ni siquiera la fragilidad natural de un
cabello de sus hijos va a estar en condenación.
De manera que, ante la Verdad somos puestos en evidencia.
Ante su luz somos vistos, sea en atención a la eternidad u ocupa-
dos en las obras pasajeras; sea en obras justas cuya dadiva es vida
eterna o en malas obras cuya paga es la muerte (Ro 6.23). “La Ver-
dad”, además de ser eterna, es la medida o la estatura de un actuar
justo y es el fundamento inamovible del justo juicio de Dios.
Estas consideraciones, pues, nos dan un verdadero panorama de
la realidad individual actual. Unos, habiendo aceptado la Verdad
están en vida y en riqueza, aun cuando ante el mundo sean vis-
tos como en diversas dificultades; y otros, aunque viviendo están
muertos, por cuanto no han aceptado la verdad. Aunque no hayan

14
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

sido afectados por el virus y estén en deleites y en lujos, ante la


realidad verdadera están en lamentable estado de postración mor-
tal, de aflicción, y de pobreza. Comparable con el buey que, cami-
no al matadero encuentra una hierba la come y se alegra; siendo, a
la verdad, muy triste su situación.

¿Qué está ocurriendo verdaderamente detrás de


nuestra realidad natural?

Como dije antes, hay una realidad espiritual, eterna, y de mayor


valor. Si la persona decide vivir en atención a esta realidad, estará
en atención también a que, entre nosotros, por un lado, está el reino
de Dios fundamentado en la verdad, y, por el otro, está el reino de
las tinieblas fundamentado en la mentira.
Ese reino de las tinieblas siempre ha engañado al hombre (va-
rón y hembra); y lo engaña todavía haciéndole creer, por ejemplo,
que lo temporal, vano, pasajero, es la verdad; que olvidarse de la
eternidad y afanarse en conseguir cosas materiales es el éxito; que
no hay creación de Dios, que Cristo es un dios disminuido, que no
existe una segunda venida de Cristo, etc.
Con respecto a las profecías apocalípticas (porque nuestra rea-
lidad, en el marco de la verdad, también es afectada por ellas), es
preciso señalar que algunas profecías anuncian para estos días un
aumento de la mentira en el mundo o, anuncian, que una multitud
de personas van a aceptar el engaño. El apóstol Pablo en la segun-
da carta a los tesalonicenses (cap. 2) no escatima vocablos alusivos
a la mentira, en referencia al gobierno mundial del “hombre de pe-
cado”. Juan, el escritor de Apocalipsis, también menciona la men-
tira de estos días; advirtiendo a la humanidad sobre la aparición de
un falso profeta que engañaría a las personas con el propósito de
identificarles con la marca de la bestia (Ap 13.13ss; 19.20).
Todo indica que estamos, justamente, en el tiempo previamente
anunciado por los escritores bíblicos. En el tiempo en el que el
mundo acepta el engaño causante de su destrucción, y en el que el
mundo cristiano interdenominacional, apostata de la fe por unirse
a las prácticas del gobierno mundial.

15
Introducción

Este es el tiempo en el que se establece un falso nuevo orden


(ante la luz de la verdad, ese mensaje con la proclama de cambio,
no es más que una mentira). Es el tiempo en el que se predica y se
establece el falso evangelio, del falso Mesías. Como ya había men-
cionado en el “Prefacio”, nuestra meta inicial, que es hablar sobre
el camino de Dios, involucra en ocasiones mencionar o confrontar
los distintos caminos que pueden ser escogidos. El caso es que
ahora nos sentimos exigidos a hacerlo así: existe hoy en el mundo
la información de un falso evangelio. Acerca de esto, solo en líneas
generales, debo mencionar que una de las características de ese
reino de las tinieblas fundamentado en la mentira, es falsificar la
verdad, es imitar la verdad.
Por tanto, cuando comparamos el verdadero evangelio con el
falso evangelio, encontraremos semejanzas. Cuando examinamos
los tratados evangelistas, por ejemplo: personas movilizándose de
una población a otra debido al empadronamiento, un hecho sensi-
ble provocado por Herodes, y un profeta delante de Cristo prepa-
rando su camino, encontraremos similitudes con el falso evangelio.
Lo mismo ocurre cuando examinamos los efectos de la doc-
trina. Por ejemplo, la enseñanza de Cristo causó malestares entre
los que, por aquella época, eran la élite gubernamental: ancianos,
sacerdotes, fariseos, escribas etc., porque su doctrina fue contraria
a los antivalores. Esa situación llegó al extremo de ser motivo de
amenaza y de muerte de Cristo. Además, note que Cristo en algu-
nas ocasiones dijo: “Oísteis que fue dicho a los antiguos… Pero
yo os digo…” Es decir, sin salirse de las estipulaciones divinas,
y cumpliendo la ley, estableció un nuevo orden: el evangelio. Así
que al falso evangelio o falso Mesías (con propiedades contrarias a
Cristo), en paralelismo, le encontramos como la causa de descon-
tento entre las elites tradicionales, como en oposición a los antiva-
lores, etc.; engañando en su falsa disidencia a muchos, inclusive
a cristianos. Y a la vez, se muestra como amenazado de muerte
debido a un accionar controvertido. Ese nuevo movimiento, ade-
más, es presentado como un justiciero que se levanta en contra de
personajes y de prácticas diabólicas; lo cual es una apariencia, por-
que no se ha salido de ese ámbito espiritual, solo que su propuesta

16
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

es más oscura o más profunda (tengamos presente que el objetivo


o la presidencia máxima en el contexto de este orden mundial, es
gobernar como emperador desde el renacido imperio romano, tal
como ocurría en el pasado en el antiguo imperio). Y las palabras
de Cristo, el hijo de salvación (Jn 14.3): “para que donde yo estoy,
vosotros también estéis”, también son imitadas, a tipo de eslogan,
por el falso evangelio o hijo de perdición.
En cuanto a lo esencial, lo referente a la doctrina, encontramos
que el evangelio, el verdadero orden mundial, en fin, la verdad, es
ahora falsificada. Comparemos en seguida la doctrina del evange-
lio con el sistema del falso evangelio.
Cristo es la verdad, es el evangelio, es quien estableció por me-
dio de su reino un verdadero nuevo orden mundial. Meditemos.
Cristo es el postrer Adán; es el primero de una nueva serie de per-
sonas. Anteriormente, solo había una serie de humanos a imagen
de su padre Adán, caídos en infortunio, encarcelados en el corredor
de la muerte por causa del pecado. Pero ahora por Cristo, quienes
le han aceptado, han salido de allí, han sido ubicados en otro cami-
no y su ser también ha sido cambiado. Estas personas, muriendo a
sus propios cuerpos y vidas, nacen de nuevo por efectos del Espí-
ritu; llevan grabado sobre sí el nombre de quien murió y resucitó
por ellos (el nombre de Jesús). Son ahora inscritos en el libro de la
vida; tienen, por causa del Espíritu, una nueva mente, nuevas in-
tenciones, nuevos intereses, etc. Tienen en Jesús (la persona mani-
fiesta de Dios), un Señor a quien sirven, aman y adoran. Estas per-
sonas, además, tienen una guía doctrinal: la Biblia, la cual es viva.
Con relación al falso evangelio, muchas personas, por cuanto
se han complacido en las injusticias y han rechazado el amor de la
Verdad, ahora creen en la mentira y aceptan que sea ella quien las
gobierne plenamente. Estas personas, mueren a sus propios cuer-
pos y vidas, y por los efectos en su cuerpo de la fusión de una
alta ciencia y tecnología, “nacen de nuevo”; son marcadas con el
nombre del posicionado señor de ellos, quien, me atrevo a afirmar,
en un escenario de mentira es herido de muerte y revive (Apoca-
lipsis 13.3,14, menciona a la bestia sanando y viviendo a pesar de
una herida mortal). Los nombres de estas personas son, además,

17
Introducción

inscritos en la base de datos del sistema informático mundial. Y,


ahora, han salido del orden del primer hombre, Adán, y han pasado
a otro camino en donde su ser también es cambiado. Tienen una
nueva mente, nuevos intereses y tienen en el “gran mandatario” (la
personificación del diablo y su imagen de tecnología avanzada),
un señor a quien adoran y sirven. Con respecto a la imagen de la
bestia, la cual tiene como vida, pues es un sistema autónomo, es su
“inteligencia artificial”, algoritmos, estrategias de control, etc., la
guía “doctrinal” de este falso evangelio.
De modo que, siendo este gobierno mundial un falso evangelio,
es justo o acorde que las Escrituras llame “apóstatas” a los segui-
dores de Cristo que se unen a ese gobierno. Este es el periodo de la
historia previamente anunciado por Pablo, como la apostasía (2 Ts
2.3), que es la gran deserción de los practicantes del evangelio por
adherirse a la religión del gobernante mundial.

¿Cuál es el tramo de la historia en el que nos en-


contramos como sociedad?

Amigos y hermanos, ante este hecho de una humanidad esclava


de un gobernante, se percibe un llamado a la resistencia ciudadana
por parte de algunos de los informantes que usan los medios de
comunicación alternativos. Pero, aquí no hay una resistencia de
fuerzas humanas que valga.
Al respecto, permítaseme una última ilustración. Hace unos
días leí una información sobre las cataratas del Niagara, en donde,
según su autor, en algún lugar corriente arriba (antes de la caída
de agua) hay un letrero que indica el punto de no retorno; es decir,
que, si alguien cae en el río después de ese punto, caerá por el bor-
de. Esta escena se adapta bastante bien al tramo de la historia en el
que se encuentra nuestra sociedad. Hablando alegóricamente, si la
sociedad actual es un bote, la agenda del orden mundial es el río
y el borde es el fin de nuestra era. Entonces el bote ha cruzado ya
el punto de no retorno, y ya el precipicio tira de él. No hay forma
de hacer resistencia ciudadana a fin de cambiar el rumbo de las
cosas. Estamos en un punto de inflexión en donde la única opción

18
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

de salvación es la promesa provista por Dios de sacarnos de la


embarcación para ponernos en un lugar seguro; y nuestra resis-
tencia es permanecer en fe y en paciencia de su Palabra de verdad
(el método de salvación está escrito en la Biblia. Puede comenzar
su lectura por el libro de Hechos). Valga mencionar que la nación
de Israel, los marcados por Dios, y no los marcados por la bestia,
serán salvos; serán guardados en su tierra.
La nación de Israel, insistimos, los marcados por Dios y no los
marcados por la bestia, serán guardados en su tierra. Pero las otras
personas, incluyendo también a judíos creyentes, son salvos por
aceptar a Cristo, por amar la Verdad, por aceptar el evangelio ver-
dadero. Así que, si bien el mundo está en las puertas de entrada al
gobierno mundial, la iglesia, los escondidos en Cristo, están a la
espera del toque de la final trompeta, cuando los justos subirán al
cielo al encuentro con su Señor. Entre tanto ese momento llega,
nos mantendremos en la vida que Dios nos da. Si vivimos es por-
que Dios nos sostiene; no aceptamos otra forma de vida, ni acepta-
mos entrar en cautiverio por temor a la muerte.
Estas notas introductorias han sido incluidas en la publicación
de 2018. En el resto del libro también se procura aclarar cuando
se hacen anotaciones actualizadas a septiembre de 2020.

2. Términos y métodos

Una acción cotidiana muy frecuente entre nosotros es leer y en-


tender la Escritura. Todos conocemos el significado de cada una de
esas palabras. Cambiemos ahora el entorno y llevemos a un con-
texto teológico, esa acción normal de leer la Escritura y entenderla.
En el escenario teológico notaremos que esa frase de uso co-
mún “entender el pasaje bíblico” es cambiada por “interpretar el
pasaje bíblico”. Vemos, que para este tipo de acción en vez de la
palabra “entender” se utiliza la palabra “interpretar” o “exégesis”,
las cuales hacen parte de sus términos especializados.
En esta obra admitimos: los términos especializados. los mé-
todos de interpretación, las escuelas de interpretación y las di-
ferencias entre la nación de Israel y la iglesia. A continuación,

19
Samuel Benedetti

exponemos algunos de estos términos, métodos y conceptos, de


importancia utilizados en el libro.

La interpretación bíblica

La definición de la interpretación bíblica, va más allá de sólo


“entender”, es explicar o declarar el sentido de un texto. Relativos
a la interpretación está la exégesis y la hermenéutica, dos vocablos
que en el español normal tienen definiciones muy parecidas; pero
en el estudio bíblico, en la delgada línea que los separa, la exégesis
es aceptada como sinónimo de «interpretación» o «explicación»,
y la hermenéutica es vinculada más bien al arte o a las reglas de
interpretación.
Entre las reglas de la hermenéutica están los métodos de inter-
pretación.

Los métodos de interpretación

Respecto a la lectura de la Biblia nos encontraremos, muy pro-


bablemente, en que una persona entiende o interpreta un pasaje
de una manera, y otra persona, el mismo pasaje, lo entiende o in-
terpreta de manera distinta. Lo anterior puede suceder por varios
motivos; uno de ellos, en lo relacionado a las profecías, es que esas
personas están usando métodos de interpretación diferente y de allí
los dos puntos de vista. Llegar a conclusiones distintas cuando se
interpretan las profecías hace parte de la temática “los métodos de
interpretación”, usados por las personas involucradas en la escato-
logía (la doctrina de las últimas cosas).
Hoy se reconocen dos métodos de interpretación con un efecto
trascendente en el estudio de los eventos proféticos finales: el mé-
todo literal de interpretación y el método alegórico de interpreta-
ción ( cf Pentecost, 1989).

El método literal. En este método, el intérprete le da a cada palabra


el mismo significado básico que se le daría en su uso acostumbra-
do y socialmente designado (Ramm, 1970), a menos que se trate
de figuras, fábulas o alegorías, etc., que no admiten una interpreta-

20
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ción literal. El método literal (o gramático-histórico) se fundamen-


ta principalmente en la gramática, esto es, busca en las palabras el
significado obvio para sacar de ellas lo que claramente se quiere
decir; y se basa asimismo en las consideraciones históricas.

El método alegórico. En esta segunda forma de interpretar la Bi-


blia el intérprete acepta el significado literal del pasaje, pero ade-
más le agrega un segundo sentido ya que cree que “debajo del
registro está una verdad espiritual más profunda” (Ramm, 1970).

Ejemplo de los dos métodos. Leemos en Salmos (121.6): “El sol


no te fatigará de día…”
Esta frase, sobre la base del método literal, se refiere al astro
sol y al calor del día; y sobre la base del método alegórico, hay
además un señalamiento a las situaciones que son inherentes a la
vida diaria. En la esfera literal, el entendimiento del versículo se
basa en el significado básico y exacto de cada palabra escrita; y
en la esfera alegórica, se le ha agregado, al significado básico, un
significado espiritualizado proveniente de la mente del intérpre-
te. Son dos puntos de vista que, para este versículo en particular,
pueden ser enseñados para la formación en los principios bíblicos,
puesto que el Dios que guardó a Israel del sol inclemente y de los
otros factores pertenecientes a ese escenario literal, es el mismo
Dios que guarda a los cristianos de este tiempo quienes desarrollan
sus vidas en medio de un escenario natural y, fundamentalmente,
espiritual (p.ej. su lucha no es contra carne y sangre).
En la interpretación de las porciones proféticas no sucede así.
Pues, la correcta interpretación, por norma elemental, promueve
la separación de pasajes entre los concernientes a Israel y los con-
cernientes a la iglesia; o, distinguir (aunque en el versículo no se
haga mención de estas dos entidades) entre lo que pertenece al área
natural y lo que pertenece al área espiritual. También es muy nece-
sario distinguir entre lo que bíblicamente hace parte de un lenguaje
realista (significado natural) y lo que hace parte de un lenguaje
simbólico. En el Apocalipsis, como veremos más adelante, se le
presentan todas estas situaciones al intérprete.

21
Introducción

Escogiendo el método apropiado. Ante la necesidad de conocer


cuál es el método más conveniente, hemos encontrado en la Escri-
tura misma, en el caso concreto de la profecía y su cumplimiento,
la evidencia de una interpretación literal. En las profecías sobre
el Mesías, por ejemplo, se anuncia su venida con una indicación
especial acerca de sus quebrantos; lo cual, efectivamente, tuvo
lugar de manera literal: cuando el tiempo se cumplió, el Mesías
vino en la manifestación de un hombre natural y con unos padeci-
mientos literales. Del mismo modo, cuando en Apocalipsis leemos
una profecía que, apuntando ahora hacia el futuro, nos muestra la
fundación de un reino del Señor por mil años, en conformidad al
precedente encontrado en la profecía cumplida, hacemos uso de
una interpretación literal para dichas predicciones no cumplidas.
La evidencia encontrada en la escritura le confiere validez al
método literal. El método alegórico, en cambio, está lleno de peli-
gros. Uno de ellos ocurre cuando por encima del significado sen-
cillo de las palabras bíblicas, surge otro significado (más espiritual
y más profundo) proveniente de la mente del intérprete; afectada
quizá por un sin número de factores (cf Pentecost, 1989).
Concluimos, en la observación responsable de los dos métodos,
que el más apropiado y cercano al presente estudio es el método
literal. Aunque en realidad, primero hicimos la labor de interpretar,
y luego, debido a la necesidad, hubo que cotejar las apreciaciones
con los métodos de interpretación. En capítulos posteriores se am-
plía el uso de estos dos métodos.

La Escatología

Un término técnico muy corriente en este tipo de estudio es la


escatología, que es una rama de la teología (en sentido amplio es
el conjunto de creencias de una fe religiosa) dedicada al estudio
de las profecías cercanas al fin. Escatología viene del griego “es-
chata” (últimas cosas), y “logos” (tratado o enseñanza). La palabra
podría traducirse como “la doctrina de las últimas cosas” (Gonzá-
lez, 2010). Este estudio podríamos clasificarlo como escatológico,
sin embargo no trata sólo de eventos relacionados con el fin. El

22
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

planteamiento aquí expuesto es que el Apocalipsis comenzó en el


pasado hace ya muchos años; una posición que está en oposición
directa a la creencia generalizada de un advenimiento apocalíptico
para los últimos días.
Sea oportuno mencionar que en este documento los grandes te-
mas proféticos: las setenta semanas de Daniel, la gran tribulación,
el templo de Jerusalén, el recogimiento de la iglesia, el anticristo,
la apostasía y otros, son presentados desde una perspectiva dife-
rente de la que hasta ahora se había aceptado como norma general,
puesto que la lectura y exégesis sistemática (interpretación por ca-
pítulos) del libro de Apocalipsis, nos ha permitido examinar dichos
temas proféticos en atención al cuadro completo de la Escritura.

3. Escuelas de interpretación de Apocalipsis

El lenguaje figurado utilizado en gran parte del relato de Apo-


calipsis, unido esto a los problemas de gramática, ha dado lugar a
la formación de grupos o de escuelas que pretenden establecer el
significado real del libro. Las principales escuelas son las siguien-
tes: Preterista, Idealista, Historicista, y Futurista.
Cabe mencionar que en cada uno de estos grupos predomina
un método de interpretación: literal o alegórico (los definimos en
párrafos anteriores).
Además, cada uno de estos grupos o escuelas tienen sus énfasis,
sus subdivisiones, sus matices y sus variantes. En este libro solo
las caracterizaremos por sus rasgos más distintivos.
Preterista: Perteneciente al pasado. Afirman que el Apocalip-
sis, con la excepción de los últimos capítulos, se cumplió en los
primeros años de nuestra era.
Idealista: Para este grupo el apocalipsis revela el eterno con-
flicto entre el bien y el mal en cada uno de los siglos transcurridos,
pero sin referencia a ningún suceso concreto.
Historicista o Histórica: El Apocalipsis presenta el panorama
histórico de la iglesia, desde su fundación hasta la segunda venida
de Cristo, y más allá. La iglesia constituye el centro de la profecía
apocalíptica.

23
Introducción

Futurista: Considera que el capítulo 1 de Apocalipsis represen-


ta al Cristo glorificado (pasado), que los capítulos 2 y 3 represen-
tan la era presente de la iglesia; y, que el contenido del capítulo 4
al 22 aún no se han cumplido (futuro), pero que tendrán un cum-
plimiento literal.
La interpretación de Apocalipsis expuesta en este libro es in-
édita; en el sentido de los acontecimientos, de la línea de tiempo
establecida, de la forma como presenta la gran tribulación, las se-
tenta semanas de Daniel, los acontecimientos unidos a la segunda
venida de Cristo, etc., lo cual la hacen difícil de clasificar y sin
postura tradicional. No obstante, ajustándonos a la escuela más
cercana hemos de identificarnos como histórica continua (una va-
riante de la historicista). El método de interpretación usado, como
ya se mencionó, es el literal o gramático histórico. En este método,
recordemos, el intérprete le da a cada palabra su significado bási-
co, normal.
Es necesario también mencionar, que en algunas partes del libro
ponemos en discusión o comparamos el enfoque futurista a la luz
de los resultados expuestos en este documento.

4. El lenguaje simbólico

La interpretación literal, se ha dicho, se fundamenta en el sig-


nificado sencillo de las palabras; sin aplicarles otro significado
oculto o misterioso de lo que claramente ellas quieren decir. Pero
¿cómo se procede ante el lenguaje figurado bíblico, se ha de inter-
pretar literalmente? Entendemos que las figuras simbólicas repre-
sentan hechos literales. Por ejemplo, una imagen que en lenguaje
figurado nos muestre una montaña de fuego cayendo sobre algo,
puede ser interpretada de manera literal como la inminente extin-
ción progresiva de ese algo, hasta llegar a la consumación. La es-
cena está transmitiendo el mensaje que aquello será consumido así
como por fuego, aunque su extinción no ocurra, literalmente, por
una montaña de fuego.
Cabe preguntarse: ¿por qué el uso de figuras simbólicas en el li-
bro de Apocalipsis? Creemos que las figuras simbólicas usadas en

24
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

el libro de Apocalipsis, cumplen el mismo papel de las parábolas


en el mensaje oral del Señor Jesús a los judíos. Es la comunicación
de una enseñanza profunda usando por comparación hechos coti-
dianos, con el propósito de revelar verdades a los seguidores y que,
por el contrario, deben permanecer ocultas para quienes rechazan
las enseñanzas del Señor.

5. El contraste entre las realidades


natural y espiritual

Hay dos entidades de las cuales se debe hacer una cuidadosa


distinción: la nación de Israel y la iglesia. La nación de Israel
comenzó en la antigüedad con un anciano llamado Abraham; a él y
a su descendencia Dios les hizo la promesa de que les multiplicaría
hasta llegar a ser una gran nación, y también les prometió una tierra
en heredad perpetua. De ellos nació el rey David, con el cual Dios
hizo un pacto para que de su descendencia, según la carne, naciera
el Cristo.1 El Cristo era de descendencia real, el rey anunciado para
sentarse en el trono de David.
Así que, en el cumplimiento del tiempo, el Cristo, el rey de los
judíos, vino a su pueblo; pero, ellos no le recibieron y fue muerto
sin aparentemente haber conseguido algo de lo anunciado por los
profetas. No obstante, aunque a simple vista pareciera no haber
conseguido lo previamente anunciado, con su muerte consiguió de
forma eterna todas las glorias anunciadas, y además extendió su
reino a los que no tenían parte ni ciudadanía con él: «…a todos los
que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de
ser hechos hijos de Dios» (Jn 1.11-12). Estos creyentes en Cristo,
de todas las nacionalidades, forman el pueblo de Dios en la tierra
que es la iglesia.
El tema a resaltar, es la dimensión literal concerniente a Israel,
y la dimensión espiritual relacionada con la iglesia. Para la pobla-
ción israelí, sus promesas tienen cumplimiento en un plano natu-
ral. Y para la iglesia, sus ciudadanos hacen parte de un reino que
no es percibido en ejercicio visible como las otras naciones; pero
1 Hch (2.30): “…Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la
carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono…”

25
Introducción

que en un futuro sí operará, de forma natural en toda esta tierra.


En un futuro, el Rey (no sólo de los judíos)1 vendrá a esta tierra
para reinar en la esfera natural, dando inicio a partir de allí a un
reino que no tiene fin. En ese tiempo, cuando el Señor venga, se
conseguirá la completa restauración de su pueblo Israel y se dará
a conocer al mundo la iglesia (los hijos de Dios), acabándose, por
tanto, el sentido espiritual en el que actualmente opera el reino de
Cristo, a favor de la humanidad.
La expresión “el sentido espiritual”, aclaramos, encierra un
muy importante y necesario tema.

El sentido espiritual

Llamaremos “sentido espiritual” o “significación espiritual”, a


los efectos y alcances que tiene nuestra realidad natural en la di-
mensión espiritual y viceversa. Para el ejemplo, mencionaremos
seguidamente una de las leyes de este reino celestial establecido
por el Señor Jesús: El aspirante a miembro debe hacerse bautizar
en agua para el bautismo.
El acto de sumergirse en agua es netamente natural. Pero el
bautismo, que es básicamente un acto de fe, tiene implicaciones
espirituales, pues desde ese momento la persona se hace miembro
de un reino fundamentado en el aspecto eterno.
De vista natural, en el acto de bautizarse sólo alcanzamos a ver
a una persona sumergirse en agua; pero más allá de lo que a simple
vista se ve, esa persona ha empezado a hacer parte del reino de
Cristo. La importancia de esta temática en el estudio de Apocalip-
sis, radica en que más allá de lo visto con los ojos naturales, hay
una realidad más trascendente… sin estar con ello espiritualizando
el texto sagrado. Los versículos de Apocalipsis, por supuesto, los
estaremos interpretando literalmente, tal es el caso de aquellos per-
sonajes que se muestran causando serios perjuicios en nuestra rea-
lidad natural. Pero no desconoceremos el escenario espiritual en el
cual se desarrollan los eventos de destrucción; no desconoceremos
aquello que está más allá de lo que a simple vista puede verse.
1 Is (9.7): “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite…”

26
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

1
CAPÍTULO UNO

Cuando abrimos el Apocalipsis e iniciamos su lectura nos encon-


tramos con las siguientes palabras:

Ap 1.1: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para ma-


nifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la
declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”.

Este primer versículo nos permite conocer la respuesta de tres


grandes preguntas: ¿qué es el Apocalipsis?, ¿cómo se origina?, y
¿para qué?

¿Qué es el Apocalipsis?

El Apocalipsis es una revelación; y aunque su título sea actual-


mente entendido como sinónimo de cataclismo, su verdadero signi-
ficado es “revelar” o “manifestar”,1 lo cual de acuerdo al verso antes
leído: “manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Ciertamente la escritura de Juan nos revela una secuencia de
eventos, pero además nos revela el por qué o cuál es la causa de di-
chos eventos. Es primordial poder apreciar que este libro profético
tiene en el Señor Jesucristo (evangelio o testimonio) su enseñanza
fundamental; y que las hecatombes, la destrucción de bestias, las
1 Apocalipsis también es conocido como Revelación, ambos nombres tienen
su origen en la primera palabra de la obra en el original griego, apokalyspsis
‘revelación’. “Apocalipsis” (Encarta 2009).

27
Capítulo Uno

glorias futuras de un pueblo de Dios, etc., son sólo partes compo-


nentes de su mensaje fundamental. Un mensaje transmitido con
claridad (sin confusión, aunque escrito en símbolos) y dentro del
contexto armónico bíblico.

¿Cómo se origina la Revelación?

La revelación es dada por Dios, y es declarada a Juan por medio


de un ángel. Esto se hace evidente en la lectura del pasaje. Sin em-
bargo, la frase: “La revelación de Jesucristo, que Dios le dio…”,
puede causar cierta extrañeza entre quienes creen que Jesucristo es
Dios, porque esta expresión pareciera indicar una escena en donde
Dios le está dando una revelación al Señor Jesucristo. Pero no es
así, Dios no le está dando una revelación al Señor Jesucristo. En la
escena, Dios declara y envía la revelación por medio de su ángel
a su siervo Juan. Acerca de esto, más adelante en el capítulo 22 de
Apocalipsis, haciendo mención del mismo hecho, se nos da una
mejor explicación.
Dice en el capítulo 22 (v. 6): “Y el Señor, el Dios de los espí-
ritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus sier-
vos...”. En este versículo dice que es “el Señor” (el cual es Dios)
quien envía la revelación por medio del ángel. Más adelante, este
mismo capítulo (v. 16) declara quién es este “Señor” y quién envía
el ángel: “Yo Jesús he enviado mi ángel, para daros testimonio de
estas cosas a las iglesias…”
En los tres pasajes mencionados, los vocablos “Dios”, Señor” y
“Jesús” se han usado intercambiablemente para indicar un mismo
ser. Note asimismo que el verbo enviar siempre está en singular: “la
declaró enviándola” (Ap 1.1), “ha enviado su ángel” (Ap 22.6), “he
enviado mí ángel” (Ap 22.16). Es decir, una sola persona envió un án-
gel. Así que en el primer versículo de Apocalipsis podemos leer: La
revelación de Jesucristo, que Jesucristo, Dios o el Señor le dio a Juan,
enviándola o declarándola por medio de su ángel (cf Blanco, 2001).
Un ángel que en el primer texto es de Dios (su ángel), y en el últi-
mo texto es del Señor Jesús (he enviado mi ángel).

28
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

De acuerdo a estos pasajes hay un sólo Dios, y la revelación de


Jesucristo fue dada a Juan por medio de un ángel.

¿Para qué es la Revelación?

La revelación es enviada para “manifestar a sus siervos las co-


sas que deben suceder pronto”, para que guarden las cosas escritas
en la profecía, porque el tiempo está cerca (Ap 1.3).
Con relación a la secuencia de sucesos hemos interpretado que
la profecía se conjuga en tiempo pasado, presente y futuro. De
ahí que, para el lector u oidor de Apocalipsis en cualquiera fue-
re la fecha en que estuviere, siempre habría para él una profecía
ya cumplida (pasado), otra profecía que estaría en cumplimiento
(presente), y otra más que estaría para cumplirse (futuro). Siempre
habría “cosas que deben suceder pronto”. Es extraordinario poder
considerar el carácter permanente de este libro y su revelación.

El contexto fundacional de la Revelación

Ap (1.9-13): “Yo Juan, vuestro hermano… estaba en la isla lla-


mada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio
de Jesucristo. Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí
detrás de mí una gran voz como de trompeta… Y me volví para
ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de
oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo
del Hombre…”

El escritor del libro de Apocalipsis se llama a sí mismo Juan.


Además, sus palabras con acento recordativo: “uno semejante al
Hijo del Hombre”, nos conducen a aceptar que Juan el evangelista,
discípulo de Cristo, es el autor de Apocalipsis.
De modo que, de acuerdo a lo visto, el libro de Apocalipsis, así
como su escritor junto con sus circunstancias, están unidos a la
vida y obra del Señor Jesucristo.
El Señor, nació en Belén de Judea en una fecha aproximada al
año uno de nuestro orden sucesivo de años. Su obra o ministerio

29
Samuel Benedetti

comenzó cuando tenía unos treinta años,1 escogiendo por aquel


entonces a doce discípulos a los cuales también llamó apóstoles;
entre ellos estaba Juan, quien en medio de tribulaciones escribió 2
el Apocalipsis cerca del año 95 d.C.
A partir de Judea y de aquellos primeros discípulos, la enseñanza
del Señor Jesús se extendió al mundo; primero pasó a Samaria,
población vecina, luego a Asia, a Europa y después hasta lo último
de la tierra. Es en este escenario en donde se destaca el nombre
del apóstol Pablo, uno de los primeros predicadores en llevar el
conocimiento de Cristo más allá de las fronteras judías. En sus
cartas del canon bíblico se mencionan países y núcleos ciudadanos,
como por ejemplo España, los romanos y Éfeso (en Asia), una de
las siete iglesias nombradas en Apocalipsis. Con lo anterior se
desea destacar la existencia de iglesias formadas en Asia, en el
sector mejor conocido por nosotros como Asia menor, lugar de
morada de los primeros interesados en el libro escrito por Juan.

División de Apocalipsis en tres partes

En los últimos versículos del capítulo 1, leemos que el Señor


Jesús le dice a Juan:

Ap (1.19): “…escribe las cosas que has visto, y las que son, y las
que han de ser después de estas…”

Este mandato se ha constituido en una base bíblica que es usada


para dividir el libro de Apocalipsis en diferentes partes. Para el
presente estudio proponemos tres secciones generales: primero, la
presentación del libro de Apocalipsis (Ap 1.1), segundo, unos escri-
tos denominados las cosas “que son” o “las que son” (Ap cps. 1-3);
y, por último, un tercer grupo conteniendo “las que han de ser des-
pués de estas” (Ap cps. 4-22).

1 Lc (3.23): “Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta


años…”
2 Ap (1.9): “Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación...”

30
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Como puede notar, en lo que respecta al tiempo, hemos pro-


puesto la división de Apocalipsis en sólo dos partes: “las que son”
(presente) y “las que han de ser después de estas” (futuro). “Las
que son”, son aquellas cosas que estaban ocurriendo en el presente
de Juan, y “las que han de ser después de estas” corresponden a
eventos que debían suceder seguidos a estos, o acontecimientos
hacia el futuro de Juan.
Nuestra división de Apocalipsis no incluye unas cosas pasadas,
porque las frases “escribe las cosas que has visto” y “las que
son” hacen referencia a un mismo hecho, y en consecuencia las
estudiaremos juntas. Hemos afirmado que hacen referencia a un
mismo hecho, porque, la una: “las cosas que has visto”, es una
visión o revelación; y, la otra: “las que son”, es la comunicación
de dicha visión o revelación a los interesados. En efecto, aquella
visión del Señor en medio de los siete candeleros de oro: relatada
en el capítulo 1 de Apocalipsis en una escena que encerraba
misterios, fue una revelación dada a Juan para que él a su vez se las
retrasmitiera a las siete iglesias en Asia: relatado en los capítulos 2
al 3 de Apocalipsis, en medio de las cuales estaba el Señor.
Las conclusiones anteriores, las que hemos dado acerca de la
división de Apocalipsis y del por qué “las cosas que has visto” y
“las que son” señalan un mismo hecho, pueden parecer demasiado
concisas para quienes han optado por otro tipo de planteamiento.
De modo que, aunque las consideramos suficientes para exponer
nuestra posición, en atención a esas personas que han conocido
el punto de vista futurista, entraremos seguidamente a explicar o
a sustentar nuestras afirmaciones. Los siguientes sustentamientos
(acción y efecto de sustentar o defender una opinión) las daremos
en atención a las personas mencionadas. Esto lo decimos para que
el lector nuevo de este libro profético no se afane si acaso por
ahora no logra entender algunos temas.
El enfoque futurista. Un planteamiento muy divulgado en la
actualidad, es el siguiente. Algunos comentaristas bíblicos y otras
personas más, argumentan que “las cosas que has visto”, o el pa-
sado, corresponde al capítulo 1 de Apocalipsis: la visión del Hijo
del Hombre, e indicaría, dicen, el año 33 con “Cristo glorificado”.

31
Capítulo Uno

Aseguran, además, que “las cosas que son” o el presente corres-


ponde a los capítulos 2 y 3: los mensajes a las siete iglesias; y
comprendería los casi dos mil años de historia de la iglesia. En
pocas palabras, este grupo de personas aseguran que “el presente”
es el lapso de tiempo entre la entrada de Cristo a Jerusalén y el
recogimiento de la iglesia. De “las cosas que sucederán después de
estas” o el futuro, dicen, corresponde a los escritos que se encuen-
tran desde el capítulo 4 hasta el 22. La razón de este planteamiento
es que, según ellos, la iglesia es levantada de la tierra en el capítulo
4 de Apocalipsis; y por consiguiente los eventos anotados entre el
4 y el 22 ocurrirían en una fecha posterior al levantamiento de la
iglesia.
Esta forma de dividir el Apocalipsis, aunque estos comentaris-
tas de la Biblia aseguren que están haciendo una interpretación
literal del texto bíblico, en realidad está hecha desde la perspec-
tiva de la interpretación alegórica; es decir, dicho planteamiento
está sugiriendo unas palabras e ideas que la Escritura no tiene. El
texto bíblico, que estaremos examinando en seguida, no tiene un
supuesto presente abarcando estos casi dos mil años de historia; ni
tampoco sugiere o muestra que el levantamiento de la iglesia sea
en el capítulo 4 de Apocalipsis.
La temática de la división de apocalipsis es un asunto de mucha
importancia, y, por tanto, nos detendremos a revisarlo con un poco
de amplitud desde su inicio.
Primer sustentamiento (acción y efecto de sustentar o defender
una opinión). Leemos en el capítulo 1 de Apocalipsis:

“1 La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar


a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró
enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
2 que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio
de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
3 Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta
profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo
está cerca.

32
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

4 Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a voso-
tros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus
que están delante de su trono…”

El pasaje bíblico anterior lo hemos segmentado en sus versícu-


los, tal como podemos leerlo en la Biblia (RVR60), con el fin de
hacer notar el orden discontinuo del discurso entre el versículo 3
y el 4. Desde el versículo 1 al 3 la idea es la misma, y es como si
Apocalipsis, hablando por sí mismo, nos dejara en claro acerca de
qué es este libro, de quién procede, cómo fue dado, a quiénes va
dirigido, y el por qué.
Luego, en el versículo 4, Apocalipsis inicia, o es encabezado su
relato, con las características comunes de una epístola: identifica-
ción del autor, destinatario, lugar, saludo, y más adelante aconte-
cimientos.
Son dos introducciones que sugieren dos epístolas, una mayor
y otra menor. La primera o mayor es una epístola general, es decir
destinada a muchas personas (v.1-3): “La revelación de Jesucristo,
que Dios le dio, para manifestar a sus siervos…” Y la segunda
introducción nos sugiere una epístola particular (v. 4): “Juan, a las
siete iglesias que están en Asia…” La epístola particular, recorde-
mos, tiene un destinatario definido y trata asuntos concretos con-
cernientes a esa comunidad. Este tipo de carta, como suele suceder
con toda la Escritura, posee un mensaje que se hace extensivo a
todas las personas en todos los tiempos.
Cabe aclarar que no se trata de dos cartas relatando dos men-
sajes distintos. Hay un solo mensaje general y es la revelación de
Jesucristo, cuyo contenido (los sucesos anunciados) y tiempo (el
periodo de ocurrencia) sobrepasan en gran medida las vivencias
de sus primeros destinarios. Ninguno de esos habitantes de Asia a
quienes Juan les envió inicialmente el libro, vivieron el pleno cum-
plimiento de Apocalipsis. No obstante, para ellos hubo un mensaje
específico. Haciendo parte o dentro de la epístola general había
una anotación, esto es una epístola particular, describiendo unas
circunstancias, quienes destinatarios directos eran las siete iglesias
de Asia.

33
Capítulo Uno

Así que el Apocalipsis está dirigido a toda persona (epístola


universal), esto incluye las palabras concretas dirigidas a las 7
iglesias.
A partir del versículo 4, hemos dicho, Apocalipsis tiene un
encabezado con las características comunes de una epístola par-
ticular. Una epístola particular que, si bien la descripción de sus
circunstancias concretas termina cuando culmina el mensaje a las
iglesias (cap.3), estas personas continúan actuando, en el libro,
como destinatarios primarios de la narración de Juan.
Leemos en el versículo 4, el inicio de la carta con destinario
definido: “Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz
a vosotros…”
De acuerdo a este pasaje, tenemos que autor: Juan; destinatario:
las siete iglesias; lugar: en Asia; saludo: gracia y paz a vosotros; y
los acontecimientos se comienzan a relatar más adelante, desde el
versículo 9.
Fijemos nuestra atención en el encabezado de este documento
dirigido a las iglesias, pues son indicaciones claras de la existencia
de unas personas naturales, reales de ese tiempo. Debemos llamar
la atención sobre este hecho, porque como hemos expresado, algu-
nos estudiosos bíblicos argumentan que esas personas no son ellas,
sino que son otras personas y son otras épocas, son, han dicho,
dos mil años de historia de la iglesia; incurriendo así en errores de
interpretación. Algunos de los errores de ese tipo de interpretación
pueden ser los siguientes: primero, le está quitando la autoridad
a la Escritura en cuanto a lo que ella dice para trasladar esa auto-
ridad a la opinión espiritualizada de un intérprete. Segundo, está
sugiriendo unas palabras e ideas que el texto bíblico no tiene; y,
tercero, le está dando un significado metafórico a un texto bíblico
que, todavía en estas líneas, está escrito en un lenguaje realista
(normal). En nuestra interpretación literal (gramático-histórica),
sujetándonos a la escritura de Juan, nos limitaremos a conside-
rarlas como unas comunidades cristianas reales, con residencia en
Asia y de la misma época de Juan; y que lo dicho a ellas tiene tam-
bién aplicación para nosotros tal como sucede con las otras cartas,
o epístolas, o libros bíblicos.

34
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Segundo sustentamiento. Después del encabezado y desde el


versículo 9, el escritor, con una narración en primera persona, co-
mienza a explicar a sus destinatarios lo sucedido. “Yo Juan…es-
taba en la isla de Patmos”. En ese lugar, dice él, escuchó una voz
como de trompeta, que le dijo: “…Escribe en un libro lo que ves,
y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna,
Pérgamo ...”
Observemos que a Juan le dicen: “…Escribe en un libro lo que
ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia…” Pregunté-
monos, ¿qué vio Juan? Él mismo lo explica: “Y me volví para ver
la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,
y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del
Hombre vestido de una ropa...”
Hasta aquí lo que Juan vio, debía escribir y enviar a las siete
iglesias, era la visión del Hijo del Hombre en medio de los siete
candeleros de oro.
Así continúan estos sucesos hasta el versículo 18. En los si-
guientes dos versículos, 19 y 20, se llega al meollo de lo que veni-
mos hablando e inclusive, quizá, de la interpretación de Apocalip-
sis mismo. Esto lo decimos porque el versículo 19, principalmente,
es el origen de varias interpretaciones acerca de la forma cómo
debe ser entendido y dividido el Apocalipsis.
Retomando los sucesos vividos por Juan, después de la visión,
él cae como muerto a tierra, y escucha nuevamente la voz, y entre
las palabras que oye le dicen (v.19): “…Escribe las cosas que has
visto, y las que son, y las que han de ser después de estas…”
Note que en esta nueva ocasión no le dicen a Juan como le ha-
bían dicho antes: “escribe lo que ves”, ahora le dicen: “escribe lo
que has visto”. Esto sucede porque la primera vez que le ordena-
ron a escribir, así como la visión, fueron sucesos (se podría decir)
simultáneos; pero en este momento, una vez finalizada la visión,
deben decirle “escribe lo que has visto”, o escribe lo que has de-
jado de ver.
... “escribe lo que ves” y “escribe lo que has visto”, son dos fra-
ses que están señalando un mismo acontecimiento: una visión con
su revelación. Pero, ¿por qué debían ser escritas? Porque aquello

35
Capítulo Uno

(visto en la visión) era lo que estaba sucediendo en la realidad, o


“las cosas que son”. De manera que el mandato (“ecribe las cosas
que has visto, y las que son”), fue obedecido cuandoJuan les hizo
conocer a las iglesias la visión (cosas que has visto), y la revela-
ción de las circunstancias presentes en cada una de ellas (y las que
son).
Tercer sustentamiento. Todavía alguien pudiera tener dudas
acerca de si en verdad la visión del Señor en medio de los can-
deleros está en correspondencia con las 7 iglesias, o lo que es lo
mismo, con la realidad de Juan (cosas que son). Bueno, leamos la
explicación de la Biblia y que sea ella misma la que dé claridad
sobre el asunto. La Biblia explica qué era lo que Juan había visto y
cuáles eran las cosas que son.
En el capítulo uno (v.19) leemos: “…Escribe las cosas que has
visto, y las que son, y las que han de ser después de estas…” Las
palabras escritas en el siguiente texto (v.20) le explican a Juan qué
debía escribir: “El misterio de las siete estrellas que has visto en mi
diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los
ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto,
son las siete iglesias.”
De acuerdo a estos pasajes, “el misterio de las siete estrellas que
has visto” y “los siete candeleros que has visto”, señalan el pasado:
cosas que has visto, es decir la visión. Y del presente, dice: son los
ángeles de las siete iglesias, y son las siete iglesias. Este “son” (de
acuerdo al original griego), también puede ser interpretado como
“están siendo”.
Por consiguiente, las cosas que Juan había visto, corresponde a
la visión del Hijo del Hombre en medio de los siete candeleros de
oro. Y las “cosas” que son, o su presente, corresponde a las siete
iglesias que tenían su residencia en Asia en medio de las cuales
estaba el Señor. Así que, no hay una revelación señalando unas
cosas del pasado al año 33 con “Cristo glorificado”, ni tampoco un
presente abarcando casi dos mil años de historia. La visión, debido
a su transitoriedad, una vez dejada de ver ya hace parte del pasado.
Y el presente es la realidad de Juan o las cosas que estaban suce-
diendo: son los ángeles, son las siete iglesias.

36
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Se puede así concluir que las palabras dichas a Juan con: «es-
cribe», establecen un presente para aquellas acciones. Anterior a
ese presente está la visión del Hijo del hombre. Haciendo parte
de ese presente estaban las siete iglesias con residencia en Asia;
y posterior a ese presente están “las cosas que han de ser después
de estas”. Acerca de esta última frase, leemos en el original griego
transcrito literalmente: “escribe por lo tanto… cuales (cosas) están
para estar llegando a ser después de estas (cosas).”
Las cosas que estaban para llegar a suceder después de estas
(aquel presente), corresponden a acontecimientos seguidos o in-
mediatos a los que estaban sucediendo; y no, por tanto, a eventos
que ocurrirían en una fecha indetermina en el futuro, posterior al
recogimiento de la iglesia. De algunos eventos debemos decir que
sí ocurrirían posteriores al recogimiento de la iglesia, pero otros
no. Estos temas serán tratados a profundidad cuando, en la lectura
cronológica de Apocalipsis, nos corresponda hablar acerca de “las
que han de ser después de estas”, así como de la siega y de la ven-
dimia de la tierra.
De ahí entonces que en este documento hayamos dividido el
Apocalipsis en tres partes:

primera parte: La presentación del libro

Es la introducción de Apocalipsis, lo que hemos señalado como


el encabezado de la epístola general: “La revelación de Jesucristo,
que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben
suceder pronto...” (Ap 1.1-3).

segunda parte: «Las que son» (Prete. de Juan)

Corresponde a lo que hemos señalado como la epístola par-


ticular. La epístola particular, o el presente de Juan, o “las cosas
que son”, está formado tanto por la visión como por el mensaje a
las siete iglesias, porque, como ya hemos expresado, la visión y el
mensaje enviado a los interesados hacen parte de un mismo hecho.

37
Capítulo Uno

La tercera parte: «las que han de ser después


de estas» (Futuro de Juan).

Corresponde a los acontecimientos a futuro, seguidos o inme-


diatos a los que estaban sucediendo, los que luego se extienden y
pasan por nuestros días, llegan al fin, y van más allá.
Meditemos seguidamente en cada una de las tres divisiones de
Apocalipsis.
La primera, ya la hemos visto en la lectura de los versículos del
1 al 3 de este primer capítulo de Apocalipsis.
La segunda comienza seguida a la anterior, en el versículo 4:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a voso-
tros...” abarcando parte de este capítulo 1, y los capítulos 2 y 3.
La tercera, la comenzaremos a examinar desde los capítulos 4
y 5 de Apocalipsis.

Así, pues, LA SEGUNDA PARTE: «Las que son» (Presente


de Juan), abarca tanto la visión (cap. 1) como los mensajes a las
iglesias (caps. 2-3).
Juan, después de la introducción y de la salutación para las igle-
sias, hace una descripción literal de los acontecimientos: estaba
desterrado en una isla llamada Patmos. En ese lugar oyó detrás
de él una voz como de trompeta que le ordenaba a escribir en un
libro lo que veía y enviarlo a las siete iglesias que estaban en Asia.
Vuelto para ver la voz que hablaba con él, vio candeleros de oro
y también a uno semejante al Hijo del Hombre. La siguiente es la
visión del apóstol:

Ap 1.13-18: “…y en medio de los siete candeleros, a uno seme-


jante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta
los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. Su cabeza
y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus
ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al broce bru-
ñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo
de muchas aguas. Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca
salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol

38
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

cuando resplandece en su fuerza. Cuando le vi, caí como muer-


to a sus pies...”

Algunos de los misterios que encierra esta visión son dados a


conocer en los siguientes versículos (Ap 1.20), de los cuales pode-
mos interpretar que cada candelero representa una iglesia; y cada
estrella, un ángel o líder de cada lugar. Sobre los otros misterios de
la visión, estos se hacen más claros cuando estudiamos los men-
sajes dirigidos a las iglesias, ya que el Señor se muestra adecuado
para las circunstancias reales de cada una de ellas. Por ejemplo,
los ojos como llama de fuego, de la visión, están relacionados con
las situaciones de la comunidad cristiana de Tiatira; haciéndoles
conocer del poder del Señor para escudriñar la mente y el corazón.
La visión o revelación dada al profeta, corresponden para su
tiempo a las cosas “que son”. Las cuales fueron escritas y de seguro
enviadas a las siete iglesias de Asia, repitiéndoles a todas: “el que
venciere” …y una anotación especial, en cada uno de los mensajes:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”, que
amplía la cobertura de destinatarios; porque, aunque no somos
aquellas iglesias, en atención a la frase que nos involucra, lo dicho
a ellos tiene también aplicación para nosotros.

39
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

2
MENSAJE A LAS IGLESIAS

Es de nuestro interés destacar que estas siete iglesias de Asia en


verdad existieron en el tiempo de Juan, que Apocalipsis como do-
cumento histórico sagrado muestra unas comunidades cristianas
reales, viviendo unas circunstancias reales.
Así que, Juan escribió la visión del Hijo del Hombre, escribió
la revelación acerca de las circunstancias presentes en las iglesias,
escribió las cosas que vendrían después, y les envió su libro a siete
comunidades cristianas de la entonces provincia romana de Asia,
actual país de Turquía. En ese tiempo, el imperio romano domina-
ba todo ese territorio, y fue ese mismo imperio el que había des-
terrado a Juan en la isla de Patmos, posiblemente ubicada al sur
del actual país de Grecia. En el anexo (No. 1) de este estudio se
incluye un mapa y una mayor información de las ciudades en don-
de tuvieron residencia las siete iglesias.
Nota: en la siguiente información acerca de las iglesias se ha
intentado ser breves para no apartarnos excesivamente del objetivo
principal de este estudio: “las que han de ser después de estas”.

El mensaje a la iglesia en Efeso

Ap (2.1-7) “Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tie-


ne las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los
candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo
trabajo y paciencia…y has sufrido, y has tenido paciencia, y has

41
Mensaje a las iglesias

trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desma-


yado. Pero tengo contra tengo contra ti, que has dejado tu pri-
mer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepién-
tete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y
quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido…”

El misterio de la visión: “El que tiene las siete estrellas en su


diestra, el que anda en medio de los candeleros de oro, dice esto”.
En esta primera parte del mensaje se describen unos atributos del
Señor, interpretados en este documento como representativos de
su señorío y majestad.
Seguido, se describen para esta iglesia muchas de sus buenas
características, pero también les dice el Señor: “tengo contra ti,
que has dejado tu primer amor”. Nótese que el reproche no está
relacionado con las acciones, sino con lo que motivaba dichas ac-
ciones; las cuales provenían de un corazón que había perdido el
primer amor. Al parecer, sus acciones: el arduo trabajo, la pacien-
cia, entre otras cualidades de los creyentes en Efeso, se originaban
más que todo en aquellos principios que llevan a las personas a
ser responsables, a guardar el compromiso, las leyes, el formalis-
mo, etc.; y no se originaban en un corazón lleno de admiración,
arrepentimiento, reconocimiento y adoración. Entendemos que esa
condición del corazón, formada una vez el hombre conoce al Se-
ñor, debe permanecer para siempre.
Al ángel de la iglesia en Efeso se le invita a volverse donde
estaba antes (arrepentirse); porque si no, dice el Señor: “vendré
pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar”. En estas palabras
hay una advertencia dirigida al líder, ya que cada candelero, como
habíamos visto, representaba una iglesia. Así que cuando a este
ángel le dicen que le habrían de quitar el candelero, le estaban
diciendo que aquella iglesia dejaría de estar a su cuidado. Un men-
saje que viene de parte del dueño y Señor, del que anda en medio
de los candeleros de oro y tiene las siete estrellas en su diestra.
La advertencia pareciera apuntar solamente al ángel, que es a
quien se está llamando a cuentas; comprendemos, no obstante, es
un mensaje dirigido a la comunidad en cabeza de su líder, y que

42
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

toda esa congregación compartía las mismas situaciones de su pas-


tor (en este mensaje no hay excepciones). Así pues, para toda la
iglesia en Efeso va dirigida la amonestación, y, de hecho, está diri-
gida a los creyentes de todas las épocas. El candelero, una pieza de
oro puro que producía luz debido al aceite, representaría la vida de
mejor calidad que ha sido puesta en cada creyente, y quitarla Dios
significaría quedar en las profundas tinieblas del mundo.

El mensaje a la iglesia en Esmirna


Ap (2.8-11): “…El primero y el postrero, el que estuvo muerto
y vivió, dice esto: yo conozco tus obras, y tu tribulación y tu
pobreza (pero tú eres rico) …No temas en nada lo que vas a
padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la
cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez
días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te dará la corona de la vida…”
Ap (2.8-11)

El misterio de la visión: “El primero y el postrero, el que es-


tuvo muerto y vivió, dice esto” De acuerdo a nuestra interpreta-
ción, el Señor se ha presentado a esta iglesia como el único Dios, y
también como quien enfrentó una circunstancia humana (“estuvo
muerto”) y venció (“y vivió”). Estas palabras de Dios en su men-
saje, eran apropiadas para unas personas que estaban en medio de
unas situaciones difíciles: tribulación y pobreza, pero a quienes se
les invita a ser fieles hasta la muerte para que reciban la corona de
la vida. Para la iglesia en Esmirna no hay palabras de reprensión,
por tanto, cuando en el mensaje encontramos que algunos de ellos
serían echados en la cárcel, esto no es a causa de alguna mala obra.
El pasaje nos indica que los creyentes de esta ciudad iban a pade-
cer, que serían probados, y que el origen de su persecución sería
el diablo.
La lectura del mensaje también nos permite conocer que para
esta iglesia, la tribulación y la pobreza resultaron ser semejantes a
un molino que dejó ver en ellos su riqueza: “pero tú eres rico”…
y también los ubicó en una posición destacada tal que, así como

43
Samuel Benedetti

sucedió con Pedro,1 por el diablo fueron sometidos a un periodo


de prueba.

El mensaje a la iglesia en Pérgamo

Ap (2.12-17): “…El que tiene la espada de dos filos dice esto: Yo


conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Sata-
nás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe…Pero ten-
go unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen
la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo
ante los hijos de Israel… Y también tienes a los que retienen la
doctrina de los nocolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arre-
piéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos
con la espada de mi boca…”

El misterio de la visión: “El que tiene la espada de dos filos dice


esto”. La presentación del Señor ante estos creyentes, la hemos
interpretado como quien pelea. Seguidamente en el mensaje, y de
forma particular para esta iglesia, se menciona el hecho de que el
Señor conocía el lugar donde moraban: “donde está el trono de
Satanás”, y conocía también que, a pesar de esa situación, ellos
habían sido fieles. La lucha de esta iglesia contra el enemigo que
estaba en su entorno fue frontal… pero descuidaron un daño que
provenía de dentro; dentro de sus propias filas había unas personas
que eran practicantes de doctrinas “extrañas”, y el ángel, junto a
los otros creyentes, habían aceptado esa situación. Una de esas
doctrinas era la de Balaam, la cual en esencia es: poner tropiezo.2
La otra doctrina era la de los nicolaítas, la cual para este estudio
es: causar desunión entre hermanos.3 Esta última consideración se
hace, ya que de la lectura del pasaje deducimos, primero, se trataba
de prácticas aborrecibles por Dios, y, segundo, se enmascaraban
dentro de la comunidad por no ser un pecado evidente (segura-

1 Lc (22.31): “Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha


pedido para zarandearos como a trigo…”
2 Balac, por consejo de Balaam, puso delante de Israel tropiezo, y el pueblo
fornicó con las mujeres...y comió, y se inclinó a sus dioses. Nm (25 y 31).
3 Nota: La Escritura no explica cuál fue la práctica errónea de los nicolaítas.
(Ap 2.6,15).

44
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

mente muchas prácticas pudieran cumplir con estas características,


pero en este documento nos decidimos por la desunión).
En referencia a estos dos grupos: los que retienen la doctrina de
los nicolítas (posiblemente quienes hacen separación entre herma-
nos por medio de límites invisibles),1 y los que retienen la doctrina
de Balaam (ponen tropiezo), el Señor le dice al líder, directo res-
ponsable de estas personas: “…arrepiéntete, pues si no, vendré a ti
pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca.”2 Note que
la actitud del Señor, en contra de los transgresores de esta iglesia,
es la de pelear (espada), es la de quien enfrenta a alguien que se ha
levantado en contra de los suyos; y no es, como veremos en Tiati-
ra, en castigo de personas en otra clase de pecado. De allí que los
nicolaítas, podrían estar relacionados con prácticas en contra del
pueblo del Señor.

El mensaje a la iglesia en Tiatira

Ap (2.18-29): “…El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama


de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: Yo co-
nozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que
tus obras postreras son más que las primeras. Pero tengo unas
pocas cosas contra ti; que toleras que esa mujer Jezabel, que se
dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a co-
mer cosas sacrificadas a los ídolos…He aquí, yo la arrojo en
cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se
arrepienten de las obras de ella. Y a sus hijos heriré de muerte,
y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente
y el corazón; y os daré a cada uno según vuestra obra. Pero a
vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen
esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profun-
didades de Satanás, yo os digo: no os pondré otra carga; pero lo
que tenéis, retenedlo hasta que yo venga…”

1 Ro (12.16): “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino asociándoos con los


humildes…” La recomendación de la Palabra de Dios es, en general, a andar
al unísono; no en estratificaciones sociales, ni en “roscas”, ni en elitismos, etc.
2 Nota: El Señor es mostrado en esta misma actitud cuando desciende a
enfrentar al anticristo con su ejército.(Ap 19.15,21).

45
Mensaje a las iglesias

El misterio de la visión: “El Hijo de Dios, el que tiene ojos


como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice
esto.” Para esta iglesia, hemos interpretado, el Señor se presenta
como quien escudriña la mente y el corazón (ojos como llama de
fuego); y quien camina en justicia dando a cada uno según su obra
(pies semejantes al bronce bruñido).
Seguido a la presentación, se observa en la lectura del mensaje
que esta iglesia tenía amor, fe, servicio y además mostraba creci-
miento; pero también permitía una clase de pecado. El Señor en
su reproche les habla de la tolerancia que le mostraban a Jezabel
(una mujer que existió en el pasado en el pueblo de Israel), como
si aquella estuviese ahora presente en medio de ellos.1 Compren-
demos, por lo expresado en un versículo siguiente, que el Señor no
se refería a aquella mujer del pasado, sino a su doctrina (Ap 2.24):
“a cuantos no tienen esa doctrina”, la cual en esencia es: promover
un ídolo, con el cual el pueblo fornica y come de cosas sacrificadas
a ese ídolo.
En nuestro contexto, en el caso concreto de fornicar2 (puede
ser otro el pecado), la persona de hecho se une carnalmente a otra;
pero al mismo tiempo, y en sentido espiritual, se ha separado de
Dios para unirse a uno de los dioses de este mundo (ha fornicado),
y ha participado de un placer con el cual se honra a ese dios (dejan-
do el pan celestial ha comido de cosa sacrificada al ídolo).
Con relación a la fornicación ocurrida al interior de Tiatira,
consideramos se trataba de personas que se separaron de Dios (mas
no de la congregación) para unirse al diablo. Por lo visto, en Tia-
tira había un líder (en el versículo se le identifica como una mujer
porque se le asemeja a Jezabel) que en sus enseñanzas ahondaba
en el conocimiento de Satanás o de un ídolo,3 y algunas personas
de la iglesia, en la intimidad de sus corazones, se habían unido a
1 Jezabel, fue una mujer que fomentó el culto a Baal en medio de Israel.
Dice en 1 R (16.31) con respecto a Acab, su esposo: “…y tomó por mujer a
Jezabel, ...y fue y sirvió a Baal, y lo adoró”; y con respecto a Elías,...dice en 1
R (19.2): “...Así me hagan los dioses... sí mañana a estas horas yo no he puesto
tu persona como la de uno de ellos (profetas de Baal muertos por Elías).”
2 Ef (5.3): “Pero fornicación… ni aun se nombre entre vosotros”.
3 Nota: En la lectura del mensaje (Ap 2.24), se entiende se trataba de una
enseñanza asociada a Satanás, también se entiende que la fornicación y el
comer cosas sacrificadas a los ídolos estaba en relación con esa enseñanza.

46
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

aquel ídolo del que les hablaban (fornicaron), llenos de admiración


y de deleite (comer cosas sacrificadas a los ídolos) por el conoci-
miento que tenían de él. Dicha enseñanza, al parecer, era aceptada
en medio de las iglesias como palabras de profeta, de modo que el
pecado de Tiatira no era del todo visible. Pero dice el Señor en lo
tocante a los seguidores de esa enseñanza: “…y a sus hijos heriré
de muerte, y todas las iglesias sabrán (se hará evidente) que yo soy
el que escudriño la mente y el corazón; y os daré a cada uno según
vuestras obras.”1

1 Nota: Al parecer aquel pecado no era notable a simple vista, sino sólo por
Dios en su poder de conocer el corazón.

47
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

3
MENSAJE A LAS IGLESIAS
(continuación)

El mensaje a la iglesia en Sardis

Ap (3.1-6): “…El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete
estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de
que vives, y estas muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas
que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas
delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído;
y guárdalo, y arrepiéntete... Pero tienes unas pocas personas en
Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán conmigo
en vestiduras blancas, porque son dignas…”

El misterio de la visión: “El que tiene los siete espíritus de


Dios, y las siete estrellas, dice esto” La presentación del Señor
para esta iglesia, la hemos interpretado como la plenitud de Dios.
Seguidamente dice en el mensaje: “tienes nombre de que vives,
y estas muerto.” Esta frase puede ser interpretada de dos mane-
ras diferentes. La primera es que siendo esta una iglesia verdadera
(los candeleros no señalan iglesias falsas) el título que tenía no era
acorde con las prácticas. La segunda, tiene que ver con la aparien-
cia natural de las personas y de las organizaciones, la cual puede
ser diferente a lo que ellas realmente son. Ciertamente las aparien-

49
Mensaje a las iglesias

cias externas: las buenas obras, los grandes edificios, y en general


los logros humanos, pudieran llegar a ser falsos indicativos de vida
y engañar a los hombres, pero no podemos engañar al Señor, al
poseedor pleno de la vida.
En esta iglesia, con excepción de un pequeño grupo que no ha-
bía manchado sus ropas, las prácticas de sus integrantes no eran
conforme a la enseñanza que en el pasado habían recibido; pues,
de aquello sólo algunas acciones habían quedado y estaban para
morir. Pero el Señor les dice: “...Acuérdate, pues, de lo que has
recibido y oído; y guárdalo…” La invitación, era a volverse a lo
que habían recibido y oído, para que las obras fueran conforme a
los principios establecidos por la Palabra de Dios; porque las obras
realizadas por fuera de esos principios, son obras de muerto.

El mensaje a la iglesia en Filadelfia

“…Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de Da-


vid, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre: Yo
conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca
fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre.
He aquí, yo entrego de la sinagoga de Satanás a los que se dicen
ser judíos y no lo son, sino que mienten; he aquí, yo haré que
vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado.
Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también
te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el
mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra…”
Ap (3.7-13)

El misterio de la visión: “Esto dice el Santo, el Verdadero, el


que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra
y ninguno abre” La presentación del Señor para esta iglesia está
dirigida a unos fieles con poca fuerza; y en el mensaje les dice: “he
puesto delante de ti una puerta abierta”. Según parece, quien tiene
poca fuerza mira con incertidumbre su futuro, tiende a no ver sali-
das y es como si todo estuviese en contra; pero a ellos el Señor, in-
terpretamos, se les presenta como el poseedor de llaves que abren

50
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

puertas para siempre. Seguido a la presentación, se puede observar


en la lectura del mensaje la fidelidad de los creyentes en Filadelfia;
para ellos no hay palabras de desaprobación.
Esta fidelidad de los creyentes de Filadelfia, es la misma fide-
lidad observable en los creyentes de Esmirna; siendo en realidad
muchas las semejanzas entre estas dos iglesias. De esas semejanzas
resaltamos que para estas iglesias no hay reproche de sus obras, y
que para las dos se menciona, a futuro, un periodo difícil. Del pe-
riodo para Filadelfia, dice la Escritura (Ap 3.10): “Por cuanto has
guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la
hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para pro-
bar a los que moran sobre la tierra.” Y del periodo difícil para Es-
mirna, dice el Señor: “No temas en nada lo que vas a padecer. He
aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que
seáis probados, y tendréis tribulación por diez días…” (Ap 2.10).
De acuerdo al mensaje para Filadelfia, vendría un tiempo de
prueba para el mundo entero; no obstante, a las otras iglesias el
Señor no les habla de dicho tiempo, con excepción de la prueba
que vendría para los creyentes de Esmirna. Esta ‘no mención’ en
los mensajes a las otras iglesias, pudiera ser interpretada como que
esas iglesias no permanecerían. Creemos que estas palabras para
Filadelfia son especialmente proféticas, con cumplimiento en los
años cercanos al fin. Y con respecto al periodo de prueba para Es-
mirna, consideramos este tuvo cumplimiento en su contexto inme-
diato, es decir en los creyentes de aquella ciudad; pero además esas
palabras también tendrían un cumplimiento profético, y estarían
expresadas para los que son semejantes a los fieles de Esmirna, y
que vivirían en los últimos años. Es posible que estas dos profecías
estén señalando un mismo periodo de tiempo. Un tiempo cercano
al fin, en medio del cual estarían unos creyentes que son parte de
aquellos dos candeleros.

El mensaje a la iglesia en Laodicea

“…He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero, el principio de


la creación de Dios, dice esto: Yo conozco tus obras, que ni eres

51
Samuel Benedetti

frio ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente! Pero por cuanto


eres tibio, y no frio ni caliente, te vomitaré de mi boca. Porque
tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa
tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, mise-
rable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de
mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vesti-
duras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza
de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas…” Ap
(3.14-22)

El misterio de la visión: “He aquí el Amén, el testigo fiel y


verdadero, el principio de la creación de Dios, dice esto”. En este
caso, la presentación del Señor la hemos interpretado como quien
aprueba. Siguiendo la lectura del mensaje, se puede observar que
esta iglesia tenía un tipo de riqueza, pero que no era proveniente
de Dios. Esa riqueza, quizá su hermoso vestido, su dinero y poder
natural, les habían hecho perder de vista la verdad del evangelio;
una situación que los llevó a tener prácticas “tibias” delante de
Dios. Se deduce de este mensaje que existen personas con prácti-
cas tibias, calientes y frías. En un extremo están los calientes, es
decir, los que viven el evangelio y están muertos para el mundo.
En el otro extremo están los fríos, que son los del mundo y viven
según su carne. Y en el medio, entre los calientes y los fríos, están
aquellos cristianos que a la vez permiten el mundo en sus vidas
(están con un poco de lo uno y con un poco de lo otro), los que se
presentan como muertos para el mundo, pero en verdad viven para
complacer su carne; este es el grupo de los tibios.
Los creyentes en Laodicea, vivían para el mundo; y en ese es-
plendor natural ellos eran admirados... pero el Señor se les pre-
senta como “el Amen”, esto es, quien aprueba, quien da la última
palabra respecto a algo; y también es “el testigo fiel y verdadero”,
quien habiéndonos observado sólo hablará la verdad.
Algunas palabras clave en los mensajes a las iglesias. Los
creyentes en Efeso, tenían buenas prácticas cristianas, pero el co-
razón se había apartado del primer amor. Los de Esmirna, eran fie-
les en medio de tribulación, pobreza y persecución. En Pérgamo,

52
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

luchaban contra el entorno y eran fieles a la Palabra del Señor, pero


aceptaban a algunos con doctrinas “extrañas”, las cuales posible-
mente estaban relacionadas con las que destruían a su hermano. En
Tiatira, tenían logros espirituales, pero aceptaban que se promo-
viera la adoración a un ídolo. Los de Sardis, tenían logros huma-
nos, pero sus prácticas no eran del todo conforme a los principios
bíblicos. Los de Filadelfia, eran fieles, aunque con poca fuerza, y
para ellos había una puerta abierta. En Laodicea, todos eran “cre-
yentes-mundanos”: tenían un poco de lo uno y un poco de lo otro.
De los siete candeleros no es posible dar certeza de que perma-
necieron en el tiempo. Lo cierto es que cada uno de esos hechos
de los cuales fueron llamados a arrepentimiento, aún perduran; y
asimismo perdura la fidelidad que pudimos observar en Esmirna
y Filadelfia. Todavía hay unos fieles que hacen parte de esos dos
candeleros; y para ellos estarían dirigidas las palabras que, en sen-
tido profético, dice el Señor en los mensajes a estas dos iglesias.

53
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

4
el creador

Continuando con la descripción de lo ocurrido a Juan, al inicio del


capítulo 4 de Apocalipsis dice:

Ap (4.1):“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en


el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando
conmigo, dijo: sube acá y yo te mostraré las cosas que sucederán
después de estas.” .

La puerta abierta en el cielo

El relato de “LAS QUE HAN DE SER DESPUÉS DE ESTAS


(después del presente de Juan)”, comienza con una puerta abierta
en el cielo. La puerta abierta, entendemos, es la entrada de Juan a
la dimensión espiritual.
Es necesario aclarar que el traspaso de Juan a la esfera espiri-
tual, y la expresión dicha a él: “sube acá”, en este primer versículo
del capítulo cuatro, es la causa de dos posiciones de pensamiento
producto de dos formas de interpretar la Palabra de Dios,1 lo cual
se presenta ahora ante nosotros como dos opciones a seguir:
La primera opción es la interpretación del enfoque futurista (tipo
alegórico), es decir, el contenido del libro de Apocalipsis desde el
capítulo 4, se desarrolla en el futuro.
1 Nota: La Biblia no propone diversas interpretaciones, ni en todos los casos
debe ser interpretada. Las diferentes explicaciones surgen a raíz de las distintas
formas de sobreedificar en Cristo. 1 Co (3.12): “y si sobre este fundamento”.

55
El Creador

La segunda opción es la interpretación del enfoque histórico


continuo (método literal), es decir, el contenido del libro se va de-
sarrollando con el transcurrir del tiempo, en donde siempre habrá
algo por suceder: “cosas que deben suceder pronto”.
En la siguiente gráfica se observa la división sugerida en Apo-
calipsis, y la encrucijada planteada en el capítulo 4.
Libro de Apocalipsis:

Presentación -cap. 1

Cosas “que son” -cap. 1 - 3 futurista

Cosas que sucederán después -cap. 4 Ap.4-22

histórico – Continuo
Años: 1…33... 95… 2014…

Ap. 4 - 22

Figura 1. División del libro de Apocalipsis.

Dos opciones a seguir desde el capítulo 4

A. Interpretación futurista

En este sendero están los que afirman que las sencillas y obvias
palabras dichas a Juan: “sube acá” (cerca del año 95 d.C.), tienen
además un significado más espiritual y más profundo, y fueron ex-
presadas en paralelismo profético con la iglesia (el grupo de perso-
nas que ahora han creído la palabra de Dios). En otras palabras, Juan
subió al cielo y comenzó a escribir acerca de eventos por suceder.
Su escrito no se cumplió en seguida, sino que quedó detenido en el
tiempo hasta llegar al futuro, a unos años cercanos al fin, cuando las
palabras dichas a él: “sube acá”, se repetirían para la iglesia; desa-
rrollándose a partir de allí los eventos que el apóstol había anotado
en el libro. El propósito de esta afirmación es que, así como Juan
fue levantado al cielo desde los eventos narrados en el capítulo 4 de

56
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Apocalipsis, de la misma forma la iglesia sería sacada del mundo


terrenal, antes de que se empiecen a desarrollar los hechos relatados
desde este mismo capítulo, los cuales, para quienes interpretan la Pa-
labra según este método, representarían los juicios de la ira de Dios.
La gráfica muestra el desarrollo de Apocalipsis, desde el capítu-
lo 4 al 22, en una fecha indeterminada del futuro.

Juan Futuro

Apocalipsis
4-22

Años: 1 95… 2014… 20??


Figura 2. Interpretación futurista de Apocalipsis.

NOTA: Las palabras dichas a Juan “sube acá” y lo ocurrido a


él: “y al instante yo estaba en el Espíritu…”, creemos, son sucesos
que también se repetirían para la iglesia, específicamente, cuando
ella sea levantada de la tierra para su encuentro con el Señor en el
aire. Sí creemos que las frases dichas a Juan puedan repetirse en el
momento del recogimiento de la iglesia; pero, aunque sea un pun-
to de vista apoyado por unos excelentes estudiantes de la Palabra
de Dios, nosotros no compartimos la idea de que la iglesia esté
representada en Juan: Porque el pasaje bíblico está describiendo
su experiencia particular, y no está sugiriendo un segundo signifi-
cado (la iglesia), a menos que el intérprete se lo quiera agregar. En
este libro hemos considerado que la interpretación alegórica está
llena de peligros; uno de ellos, justamente, ocurre cuando al texto
bíblico se le agrega un segundo significado más espiritual y más
profundo, proveniente de la mente del intérprete. En el anexo No.
3 “Objeciones”, al final de este libro, se expone con un poco de
mayor amplitud el por qué Juan no representaría a la iglesia. Algu-
nas de las declaraciones allí expuestas son las siguientes.
El planteamiento “Juan representa a la iglesia”, primero, le
agrega ideas y palabras al texto bíblico; segundo, el destinatario

57
Samuel Benedetti

de la Escritura de Juan es la iglesia, y ella no se movió de su lugar


como receptora del mensaje para ubicarse en Juan como emiso-
ra… ¿enviando luego un mensaje para nadie?; tercero, a Juan se le
revela el instante cuando la iglesia abandona la escena terrenal, y
no es desde el capítulo 4 (en el cap. 10: fin del periodo de la gracia,
en el cap. 14: el recogimiento de la iglesia); etc.

B. Interpretación histórico continuo

Nos orientamos a continuación hacia el otro sendero, en donde


se encuentran los que afirman que las palabras dichas a Juan: “sube
acá”, hacen parte del relato literal de su experiencia, es decir, no
hay un segundo significado. Por consiguiente, la iglesia no repite
la experiencia particular del apóstol abandonando la escena apo-
calíptica relatada en el capítulo 4, sino que abandona el escenario
terrenal tiempo después, pero sin pasar por un período de ira y de
juicios de Dios.
Hemos escogido este sendero. Como ya habíamos mencionado,
el presente estudio se enfoca en la interpretación literal, por lo cual
y para una mejor comprensión de las palabras dichas a Juan, nos
trasladaremos a su tiempo.
Al comienzo del capítulo 4 de Apocalipsis, dice: “Después de
esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo…” Seguido a los
sucesos de las iglesias (contenidos en los capítulos 1 al 3), el após-
tol ve una puerta abierta en el cielo y se le dice: “sube acá y yo te
mostraré las cosas que sucederán después de estas.” La frase “las
cosas que sucederán después de estas” corresponde, a primera vis-
ta, a cosas que sucederían seguidamente a las antes mostradas, que
fueron la visión del Señor y las situaciones propias de las iglesias
de aquel tiempo. Es cierto que la expresión “después de estas” es
indefinida, pero no descarta y nos indica en este examen prelimi-
nar, que las cosas mostradas a Juan corresponderían al acontecer
de la humanidad.
La siguiente gráfica muestra a Apocalipsis desde el capítulo 4
hasta el 22, en desarrollo continuo en el tiempo.

58
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Juan,
Iglesias de Asia

Apocalipsis (4-22) desarrollo continuo en el tiempo

Años: 1 33 95… 2014… 20??


Figura 3. Interpretación histórico continuo.

En el presente estudio se utiliza el método literal de interpretación


(histórico continuo). Según este sendero “las cosas que han de ser
después de estas”, van seguidas a la revelación dada para las iglesias.

La adoración al CREADOR

Después del mensaje para las 7 iglesias (capítulos 1 al 3 de


Apocalipsis); y después que Juan ha entrado por la puerta abierta,
se relata en el mismo capítulo 4 lo visto por el profeta en el cielo.
A partir de ese instante comienza la revelación sobre “las cosas
que sucederán después de estas”.1 Dice el texto sagrado:

Ap (4.2, 8): “…Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí,


un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado…Y
los cuatro seres vivientes... no cesaban día y noche de decir:
Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el
que es, y el que ha de venir.”

Tan pronto como Juan entra por la puerta abierta en el cielo,


encontramos, en su visión, un trono establecido en el cielo, y en
el trono, uno sentado. Por el versículo entendemos que en el cielo
sólo hay un trono, y en esta imagen identificamos quién está senta-
do en él, debido a las palabras de adoración de los seres vivientes:
“Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era,
el que es, y el que ha de venir”. Dichas palabras son semejantes a
1 Ap (4.1): “... he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí...
dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas.”

59
El Creador

las usadas por el Señor Jesús en su presentación a Juan (Ap 1.8):


“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que
es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.” En la escena
quien está sentado en el trono es el Señor Jesús. Continuando con
la descripción de Juan, en estos versículos también hay una ex-
plicación en detalle del trono, de quien en él estaba sentado, de
los seres y ancianos que estaban delante y alrededor de él, y de su
alabanza en relación a la creación para el que estaba en el trono
(EL CREADOR): “…porque tú creaste todas las cosas, y por tu
voluntad existen y fueron creadas.”

Los veinticuatro ancianos y


Los cuatro seres vivientes

Hemos expresado que, para el lector u oidor del libro escrito


por Juan, sea cualquiera la fecha de la historia en que estuviere,
siempre habría para él unas profecías cumplidas en el pasado, otras
con cumplimiento en el presente y otras más para cumplirse en el
futuro. Ciertamente con las profecías puede suceder así; sin em-
bargo, con los actores es diferente, porque algunos de ellos, he-
mos encontrado, permanecen en todos los tiempos. Tenemos, por
ejemplo, el Señor y/o el trono de Dios; y algunos seres del libro,
como son: los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos, a
quienes encontramos en gran parte de la revelación.

Los veinticuatro ancianos

Ap (4.4): “Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi


sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ro-
pas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.” Ap (5.8): “…y
los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; to-
dos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las
oraciones de los santos”

60
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Varias son las interpretaciones dadas en cuanto a la identidad de


los veinticuatro ancianos. Para unos exégetas bíblicos estos ancia-
nos representan a los doce apóstoles y a las doce tribus de Israel.
Nosotros discrepamos de tal afirmación, ya que el Señor Jesús,
en una ocasión hablando con sus discípulos en torno a una disputa
que había entre ellos sobre quién sería el mayor, él les dice (Lc
22.30): “…para que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os
sentéis en tronos juzgando a las doce tribus de Israel.”
De acuerdo a las palabras del Señor, los doce apóstoles y las
doce tribus de Israel corresponden a lo mismo.
Otra interpretación de gran aceptación es la de que los veinti-
cuatro ancianos son representantes de la iglesia. Aquí en este punto
hay dos formas de observarlos; para unos, estos ancianos represen-
tan a la iglesia que, de forma literal, en esos momentos está en el
cielo; y para otros (nosotros), los ancianos representan a la iglesia,
que aún está en la tierra y está delante del trono de Dios. En este
estudio estamos de acuerdo con la segunda interpretación: los an-
cianos son un número representativo de la iglesia que hasta este
instante aún está en la tierra; esto lo creemos por varios motivos o
evidencias que sostienen este punto de vista.
El primer motivo es el simbolismo de la escena. Para una co-
rrecta interpretación de estos pasajes de Apocalipsis, no podemos
perder de vista que estamos ante unas escenas descritas en len-
guaje simbólico. De modo que los ancianos, haciendo parte de ese
mismo lenguaje, son una representación simbólica de personas li-
terales.
La anotación de ancianos y el número veinticuatro, puede ser la
indicación de representantes o líderes. Doce ancianos representa-
rían a los doce apóstoles del Señor establecidos para Israel, tanto
para los constituidos en iglesia como para la nación como tal, los
guardados. Los otros doce ancianos simbolizarían a los doce após-
toles a los gentiles; y de estos sabemos quién fue el primero: el
apóstol Pablo. Así, pues, los veinticuatro ancianos son la represen-
tación del número indeterminado que es la iglesia, formados por
doce apóstoles para Israel y doce apóstoles para los gentiles; los
cuales, aunque la iglesia no haya sido recogida al cielo, están sen-

61
El Creador

tados en lugares celestiales en Cristo (simbolizado por los tronos),


con vestiduras blancas que son sus acciones justas (simbolizado
por las ropas blancas), coronados de honra debido a la salvación
(simbolizado por las coronas de oro), con canciones de alabanzas
(simbolizado por las arpas) y con oraciones delante del trono de
Dios (simbolizado por las copas de oro llenas de incienso). Quie-
nes se postran en adoración a Dios por la obra de la creación y
por la obra de la reconciliación (cap. 4 y 5). También se postran y
adoran por la victoria sobre los enemigos del Señor (cap. 19), por
la venida del reino del Señor (cap. 11), por la salvación provista a
su pueblo Israel y por la salvación de la humanidad (cap. 7). Unos
hechos de adoración que podemos asociar con la iglesia en su ins-
tancia en la tierra.
Para la interpretación de los 24 ancianos hasta este momento
solamente nos hemos acercado a la escena descrita en los capítulos
4 y 5, y hemos dejado para más adelante las evidencias que nos
concede el Apocalipsis cuando lo observamos en su conjunto. En
Apocalipsis hay unos pasajes que claramente muestran el recogi-
miento de la iglesia y el fin del periodo de la gracia para salvación;
lo que quiere decir, que los veinticuatro ancianos descritos en es-
tos primeros capítulos, no están mostrando a la iglesia de manera
literal en el cielo.

Los cuatro seres vivientes

Ap (4.6-8): “…cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y


detrás. El primer ser viviente era semejante a un león; el segun-
do era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de
hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. Y los
cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y
por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de
decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso…”

Para interpretar acerca de quiénes o qué representarían las figu-


ras simbólicas de los cuatro seres vivientes, debemos remitirnos a
la historia sagrada de la vida del Señor Jesús. La descripción de la

62
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

vida y obra del Señor Jesús la hacen cuatro evangelistas, ellos son:
Mateo, Marcos, Lucas y Juan, los cuales hacen su narración apre-
ciándolo desde cuatro puntos de vista diferentes, que corresponden
en su orden a rey, siervo, humano y divino; en conformidad a las
profecías que anunciaban al Mesías: “he aquí tu rey”;1 “he aquí
mi siervo”;2 “he aquí el varón”;3 “ved aquí al Dios vuestro”.4 Con
relación a esto, coinciden los intérpretes bíblicos en asignarle a los
testimonios de los cuatro evangelistas la apariencia de los cuatro
seres vivientes mencionados en Apocalipsis, que en su orden son,
el primero semejante a León (Rey); el segundo a becerro (Siervo);
el tercero con rostro como de hombre (Varón); y el cuarto semejan-
te a un águila volando (Dios).5
Las figuras de los cuatro seres vivientes, hemos interpretado,
simbolizan a los cuatro testimonios evangelistas que han perma-
necido durante estos dos mil años, con vida, en salvación para la
humanidad y en adoración al Señor.

1 Zac (9.9): “Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de


Jerusalén; he aquí tu rey vendrá…”
2 Is (42.1): “He aquí mi siervo, yo le sostendré; mi escogido…”
3 Zac (6.12): “…he aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará
de sus raíces…”
4 Is (40.9): “…dí a las ciudades de Judá: ¡Ved aquí al Dios vuestro!...”
5 Ap 4.6-7: “...cuatro seres vivientes…el primer ser viviente era semejante a
un león; el segundo…”

63
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

5
EL CORDERO

Después de las descripciones del capítulo 4, en el capítulo 5, el


apóstol agrega:

Ap (5. 1-9): “Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en


el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete
sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién
es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en
el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro,
ni aun mirarlo. Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado
a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo. Y
uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de
la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro
y desatar sus siete sellos. Y miré, y vi que en medio del trono y
de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba
en pie un Cordero como inmolado... Y vino, y tomó el libro de
la mano derecha del que estaba sentado en el trono. Y cuando
hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticua-
tro ancianos se postraron delante del Cordero (...) y cantaban
un nuevo cántico, diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de
abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos
has redimido para Dios; de todo linaje y lengua y pueblo y na-
ción…”.

En su narración, el profeta declara que quien estaba sentado


en el trono tenía en su mano derecha un libro sellado con siete

65
El Cordero

sellos. Y un ángel pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir


el libro y desatar sus sellos?, Juan, lloraba mucho porque no se
había encontrado a ninguno digno de abrir el libro ni aun mirarlo.
En ese instante aparece en escena un “Cordero como inmolado”,
quien toma el libro e inmediatamente los seres y ancianos se pos-
tran delante de él, y entonan un nuevo cántico, concerniente ahora
a la reconciliación (el cántico “viejo” se menciona en el cap. 4, en
relación a la creación)

La adoración al Cordero

Dice el nuevo cántico (EL CORDERO): “…porque tú fuiste


inmolado, y con tu sangre nos has redimido…”
En este capítulo 5 de Apocalipsis, la atención se centra en el
Cordero tomando en su mano el libro, un acto que es reverenciado
y adorado como quien alcanza un favor muy grande para otros.
Pero, ¿quién es el Cordero y cuál su victoria? Trasladándonos a
las Sagradas Escrituras para conocer del Cordero y de su victoria,
encontramos en el evangelio la enseñanza de como Cristo murió y
resucitó para traer reconciliación con Dios, vida eterna y herencia
en una patria nueva, a los que ahora son partícipes de su reino.
Esta obra de Cristo está representada en Apocalipsis, al parecer,
por un “Cordero como inmolado” tomando en sus manos un libro,
que en sentido figurado representa su victoria, esto es, personas
salvadas en sus manos. 1
Estas anotaciones nos remiten al evangelio según Juan, en don-
de el Señor Jesús hace mención de su obra en beneficio de la hu-
manidad. En esa ocasión, el Señor, hablando con los judíos les
dice: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo
les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará
de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie
las puede arrebatar de la mano de mi Padre. Yo y el Padre uno so-
mos.” (Jn 10.27-30).

1 Un versículo afín: 2 Ti (1.10): “…la aparición de nuestro Salvador Jesucristo,


el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el evangelio…”

66
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

El pasaje anterior, en su realidad o esencia, está bellamente ilus-


trado en las imágenes simbólicas de los capítulos 4 y 5 de Apoca-
lipsis. Comparando los dos relatos: el Padre, según los versículos
del evangelio escrito por Juan, está representado en Apocalipsis
por quien está sentado en el trono; las ovejas que alcanzan vida
eterna, según el evangelio, están representadas en Apocalipsis por
un libro; y el Señor Jesús, mostrado a sí mismo, en el evangelio,
como quien tiene las ovejas en sus manos, es representado en Apo-
calipsis como el Cordero. Las ovejas, que en un principio y por de-
recho de creación estaban en la mano de quien las creó, luego, por
motivo del pecado, pasan a mano de quien las redimió. Se observa
un “cambio de manos”, respecto a la propiedad de los hombres, en
el sentido de que en las manos del Creador debían morir por ser
infractores ante la justicia divina, y ahora pasan a las manos del
varón justo para que, resguardados en ellas, alcancen vida eterna.
El “cambio de manos” es sólo percibido desde ese punto vista, y
no como de dos seres distintos.
No hay dos seres distintos. En el texto del evangelio según Juan, el
Señor dice: “nadie las arrebatará de mi mano”, y también dice: “na-
die las puede arrebatar de la mano de mi Padre”. Y explica el por qué:
“Yo y el Padre uno somos.” O, en otras palabras: “estar en su mano
es estar en la mano del Padre, porque él y el Padre son el mismo.”
Además, el poder de salvar1 y el interés de salvar provienen del
Creador (Dios en el principio); esto es ilustrado en Apocalipsis,
en un libro proporcionado por quien está sentado en el trono y
por el pregón a gran voz: “¿quién es digno de abrir el libro…?”
De modo que si Dios es quien salva y no hay más,2 el Cordero
(Dios en el fin) no es distinto de Dios. Este es un tema necesa-
rio de atender, en la medida del énfasis especial que le ha dado
Apocalipsis, lo cual podemos deducir de las palabras frecuentes
del Señor: “yo soy el primero y el último”, “yo soy principio y
fin” y de otras más, expresadas para presentación de sí mismo y
distintas del lenguaje simbólico propio de las visiones de Juan.
1 Is (45.21-22): “…Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún
otro fuera de mí. Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra,
porque yo soy Dios, y no hay más.”
2 ibídem

67
Samuel Benedetti

Con relación a las visiones de Juan y en particular a las descri-


tas en los capítulos 4 y 5, en donde aparece un ser sentado en el
trono como Creador y otro ser en medio del trono como Cordero,
es importante reconocer que estas son imágenes figuradas. Por-
que ¿a quién señala Juan en los evangelios como Creador? (Jn
1.10): “En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el
mundo no le conoció…” Juan en estas palabras hablaba del Señor
Jesús. ¿y a quién señala como Cordero? (Jn 1.29): “El siguiente
día vio Juan (el bautista) a Jesús que venía a él, y dijo: He aquí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo…” Es el Señor
Jesús en la creación y es el Señor Jesús en la reconciliación. Es
un único Dios: principio y fin, primero y último;1 en el principio
fue el creador de todas las cosas, y en el cumplimiento del tiempo
habiendo descendido del trono se hizo acorde al hombre para re-
conciliarlo consigo.2 Es un único Dios, no obstante, la indicación
de estos versículos de Apocalipsis es que, por un lado, está como
muerto (Cordero), y, por el otro, es dador de vida (quien provee el
libro). Pero, ¿cómo puede ser el mismo ser, y estar como muerto
y a la vez ser dador de vida?
El siguiente versículo puede darnos una respuesta. Dice en he-
breos (9.14) en referencia a Cristo: “…el cual mediante el Espíri-
tu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios…” En primer
lugar, debemos resaltar que una persona no se ofrece a sí misma
a otra persona; o se ofrece a sí misma, o se ofrece a otra persona.
Cristo se ofreció a sí mismo a Dios, él es Dios; y este ofrecimien-
to (a sí mismo) fue posible por razón del Espíritu eterno. Para el
ejemplo, meditemos en los regalos que una persona puede hacerse
a sí misma; nosotros acostumbramos a hacernos auto regalos; pero
lo que no podemos ofrecernos a nosotros mismos es la vida. Una
persona no puede morir para ofrecerse a sí misma, porque cuando
muere, moriría también a quien se ofreció. En el caso de Cristo:
el que estaba en vida de la carne murió, y se ofreció muerto al pe-
cado para Dios, que es su Espíritu y no muere (el Espíritu eterno).
Esta concisa afirmación es ampliada a través de la imagen figurada
1 Ap (1.8-11): “Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor…”
2 2 Co (5.18-19): “...proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo
por Cristo…que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo…”

68
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

del Cordero delante del trono, mostrada en los capítulos 4 y 5 de


Apocalipsis.
De esta imagen entendemos que la presencia manifiesta1 de
Dios: el varón justo, después de haber muerto al pecado, o después
de haber vencido, estuvo ante la inmaculada justicia divina y en
general ante los atributos y estándares de Dios; y fue hallado digno
de ser justificado o de alcanzar vida.2 Por lo cual, por cuanto murió
al pecado y fue vivificado, es digno de “tomar” y “abrir” (en se-
mejanza a un acto de victoria), un camino de salvación a la huma-
nidad.3 Las personas para alcanzar salvación, mueren y son vivifi-
cadas en Cristo, quien tiene un nombre que es sobre todo nombre.4
Es esencial resaltar que Dios es quien justifica (imparte justicia)
y Dios es el justo (práctica justicia).5 La imagen de los dos seres,
mencionados en los caps. 4 y 5 de Apocalipsis, hace parte de un ar-
gumento figurativo; y en la continuidad de su mensaje ilustra el pri-
mer acontecimiento referente a los salvados, que fue la conquista
de vida para ellos (ocurrió literalmente a través de la cruz). El libro
en las manos del Cordero representa su victoria, son los nombres de
las personas rescatadas y redimidas por él. Siendo así, es compren-
sible el llanto de Juan, quien experimentaba la visión; porque al no
haberse hallado a ninguno digno de tomar el libro y abrirlo, esto
significaba, por tanto, que no había salvación para la humanidad.

El libro del Cordero y el libro de la vida

El libro en las manos del Cordero, como se ha mencionado,


hace parte de un lenguaje figurado; es decir, que, aunque en los
días de la cruz, los muchos todavía no habíamos nacido, el libro
está en representación de todos los que en el transcurrir de la histo-
1 1 Ti (3.16): “E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios
fue manifestado en carne…”
2 Ibídem, “…Justificado en el Espíritu” y, 1 P (3.18): “…siendo a la verdad
muerto en la carne, pero vivificado en espíritu…”
3 Ro (6): “si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su
muerte” Ro (5.9): “estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos”
4 Hch (4.12): “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre
bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”
5 Ro (3.21-26): “…con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin
de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”

69
El Cordero

ria se inscribirían para salvación. Estas son imágenes ilustrativas,


muy diferentes a cuando el texto de Apocalipsis muestra el libro de
la vida, que señala acciones pertinentes a nuestra realidad literal.
Así que en la escena (del Cordero tomando el libro), dispuesta de
dicha forma para ilustrar unos acontecimientos, el libro está ce-
rrado con siete sellos; pero en la realidad literal está abierto para
anotar1 y asimismo para borrar. 2
Creemos que cuando el Apocalipsis menciona el libro en las
manos del Cordero (Ap 5ss.), el libro de la vida del Cordero (Ap
13.8), y el libro de la vida (Ap 20.12), está indicando lo mismo,
pero en unos contextos diferentes.

Línea de Tiempo

Para la mejor comprensión de los temas que se van exponiendo


en este libro, intentaremos ubicarlos en las fechas aproximadas de
su posible ocurrencia.
En Apocalipsis, las cosas que sucederían hacia el futuro de Juan,
tienen su comienzo cuando Cristo entra en la escena universal en
beneficio de la humanidad. Este primer acontecimiento: cuando el
Cordero toma el libro, anotado en los capítulos 4 y 5 de Apocalip-
sis, lo hemos ubicado en la fecha correspondientes a su muerte y
resurrección, esto es, cerca del año 33 de nuestra era. Desde allí
comenzó la cuenta regresiva del día de redención.
Le invitamos a seguir la secuencia planteada en la “Línea de
Tiempo”, anotada al final de algunos de los capítulos siguientes.

1 Ap (20.12; 15): “…y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abierto,
el cual es el libro de la vida…Y el que no se halló inscrito en el libro de la
vida fue lanzado al lago de fuego.” Versículo similar en Lc (10.20): “…no os
regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros
nombres están escritos en los cielos.”
2 Ap (3.5): “El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré
su nombre del libro de la vida…”

70
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

6
Los sellos

Los sucesos examinados en los capítulos 4 y 5 de Apocalipsis (el


Cordero tomando el libro) nos trasladaron al tiempo cuando el Se-
ñor Jesucristo alcanzó la victoria para la humanidad. Un aconteci-
miento que se halla ubicado en el pasado del apóstol Juan, en una
dirección contraria a la ruta hacia el futuro propuesta por las pala-
bras iniciales: “sube acá y yo te mostraré las cosas que sucederán
después de estas”.
Esas primeras palabras no podemos perderlas de vista, ya que
las cosas que estaban por suceder, en semejanza a una secuencia de
eventos, se inician en el pasado de Juan y se extienden hacia su fu-
turo. Desde el año 33 de nuestra era (fecha aceptada de la muerte y
resurrección de Cristo), creemos comenzó a abrirse el libro de los
salvados. La cuenta regresiva del día de salvación tuvo su inicio en
aquel instante. Este hecho literal: una cuenta regresiva, está repre-
sentado por la imagen simbólica de un libro que, paulatinamente,
es abierto por el forjador de la victoria. Una victoria hecha mani-
fiesta al final, cuando el libro ya sin sellos da a conocer al mundo
los resucitados y transformados por el poder de Dios.
El siguiente es un resumen del capítulo 6 de Apocalipsis, con
una posible interpretación de los símbolos descritos en la apertura
de los sellos (comenzados a abrir, hemos interpretado, desde el
tiempo de la muerte y resurrección de Cristo).

71
Los sellos

El simbolismo contenido en los sellos

El primer sello

Ap (6.1-2): “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos…Y


miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un
arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer.”

El caballo blanco indicaría señorío, el arco un instrumento de


guerra, la corona sería su autoridad, y la expresión “venciendo, y
para vencer” puede hacer alusión al acto de conquistar.1 Este jinete
lo asociamos a una acción permitida de conquistar territorios y
comunidades, que es básicamente el hombre en contra del hombre
para ejercer dominio. Es de destacar que, aunque está implícito, el
relato todavía no habla de muertes.

El segundo sello

(v. 3-4) “Cuando abrió el segundo sello…salió otro caballo, ber-


mejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra
la paz, y que se matasen unos a otros y se le dio una gran espada.”

El caballo bermejo nos indica “sin paz”, y la espada es un indi-


cativo de guerra. Este jinete lo asociamos a las situaciones internas
del ser del hombre, que le conllevan a los homicidios y a las gue-
rras. En este sello se menciona la muerte, pero no se específica una
cantidad.

El tercer sello

“Cuando abrió el tercer sello…Y miré, y he aquí un caballo ne-


gro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una
voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos
libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un
denario; pero no dañes el aceite ni el vino.” (v. 5-6)

1 Cuando el Señor desciende de los cielos, también denota señorío y conquista:


Ap (19.11): “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco...”

72
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

El caballo negro puede representar oscuridad, la cual está aso-


ciada en este estudio al dolor1 incluyendo los dolores relacionados
con la muerte; y la balanza es un instrumento que sugiere medida.
Este jinete lo vinculamos a los dolores causados en el hombre de-
bido a la destrucción del recurso natural, que en este caso especí-
fico se refiere a la destrucción de unos sembrados alimenticios y a
la preservación de otros (interpretando literales “aceite” y “vino”).
Con este sello hay daño del recurso natural, pero no se detalla una
cantidad.

El cuarto sello

“Cuando abrió el cuarto sello…Miré, y he aquí un caballo ama-


rillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades
le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra,
para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las
fieras de la tierra.” (v. 7-8)

En este texto se habla de una porción de personas a quienes el


jinete puede matar con espada (homicidios y guerras), con hambre
(destrucción del recurso natural), con mortandad (desastres natu-
rales: volcanes, terremotos, etc., accidentes), y con las fieras de la
tierra (microorganismos causando pestes y epidemias).2
El caballo amarillo es Muerte. En este orden progresivo de me-
nos a más, que llevan los sellos, el presente sello se hace más im-
placable cuando menciona directamente la muerte por espada y
por hambre, conceptos que en algunos sellos anteriores estaban
sólo sobreentendidos. Asimismo, este sello contiene dos de los
eventos interpretados para los sellos anteriores y se adicionan dos
más: Al hombre en contra del hombre y a la destrucción del recur-
so natural, se suman la destrucción por desastres naturales y las
enfermedades.

1 Ap (16.10): “y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus


lenguas”
2 cf Sal (91.6): “…Ni pestilencia que ande en oscuridad, Ni mortandad que en
medio del día destruya.” En este versículo se hace una clara diferencia entre
“pestilencia” y “mortandad”; la pestilencia la asociamos a las fieras de la tierra
y la mortandad a los desastres naturales.

73
Samuel Benedetti

El quinto sello

(v. 9-11): “Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas
de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios
y por el testimonio que tenían…”

Con este sello se menciona a personas muertas por el testimo-


nio que tenían; que comprendemos se refiere a la persecución en
contra de los cristianos. Es de notar que con los sellos leídos an-
tes, se desencadenan situaciones de perjuicios para la humanidad;
con este sello, aunque se indicaría unos perjuicios dirigidos a los
escogidos, sus consecuencias para el mundo están dadas en que,
quienes persigan a los escogidos van en persecución, 1 y quienes
atribulen a los escogidos serán atribulados. 2

El sexto sello

(v. 12-17): “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí un gran


terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se
volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la
tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida
por un fuerte viento…”

Aquí se describen fenómenos catastróficos naturales, y a los


hombres clamando con miedo y angustia, por encontrarse en me-
dio de eventos señalados como parte de la ira de Dios; que com-
prendemos corresponden a episodios de “terror y grandes señales
del cielo…”3 En este sello tampoco se habla de muertos ni de un
número de personas afectadas.

Temas a considerar en la apertura de los sellos

Hemos notado que junto a la apertura de cada sello hay unos


eventos perjudiciales para la humanidad. Pero preguntémonos,
1 Ap (13.10): “Si alguno lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata
a espada, a espada debe ser muerto…”
2 2 Ts (1.6): “Porque es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que
os atribulan”
3 Lc (21.11): “…y habrá terror y grandes señales del cielo…”

74
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

¿por qué sucede esto? Esto es un simbolismo en el que se hace


evidente que al establecerse lo uno: salvación (apertura del libro),
se estable por consiguiente lo contrario: condenación.
Estos dos hechos: salvación y condenación, ocurridos simul-
táneos y evidentemente en direcciones contrarias, los considera-
remos en el próximo capítulo. Por el momento nuestro estudio se
direccionará en lo que implican, tanto para los salvados como para
los no salvos, los eventos de destrucción ocurridos en la tierra.
Lo primero que haremos en este sentido es clasificar por cate-
gorías las figuras simbólicas, teniendo como guía los efectos cau-
sados en la tierra por cada una de ellas.
De acuerdo al estudio e interpretación de los sellos, es posible
su clasificación en seis órdenes:

1) Conquistas, homicidios y guerras (luchas de hombres en con-


tra de hombres).
2) Hambres y enfermedades no infecciosas (destrucción de los
recursos naturales).
3) Mortandad (los desastres naturales tales como terremotos,
volcanes, etc.; y también los accidentes).
4)Enfermedades infecciosas (pestilentes y demás enfermedades
por bacterias, virus, etc.)
5) La persecución en contra de los escogidos.
6) Terror y angustia debido a las grandes señales.

La relación entre “los sellos” y “las señales”

Los eventos ocurridos en la tierra por causa de la apertura de


“los sellos” y más adelante por el sonar de “las trompetas”, los
hemos relacionado con el tema conocido como “las señales”, o
“principio de dolores”.1
Para dar mayor claridad acerca de una existente relación entre
ellos, estudiaremos en seguida las profecías enunciadas por el Se-
ñor Jesús a sus discípulos, descritas en Mateo (24), Marcos (13) y
Lucas (21).
1 Mt (24.7-8): “…y habrá pestes y hambres y terremotos...Y todo esto será
principio de dolores.”

75
Los sellos

El Señor salía con sus discípulos del templo y ellos con admira-
ción comenzaron a mostrarle las piedras y edificios de aquel lugar,
él en respuesta les anuncia proféticamente que no quedaría allí pie-
dra sobre piedra que no fuere derribada; sus discípulos, en interés a
sus palabras, le preguntaron sobre las señales antes del fin (Mt 24).
Definimos aquí “el fin”, como el término final del presente
tiempo, dando inicio al tiempo del milenio (gobierno del Señor en
esta tierra); sin abordar en estos momentos el tema controversial
sobre si el fin es coincidente o no, con el recogimiento de la iglesia.
El Señor les da a sus discípulos unas profecías, y entre ellas les
menciona unas según las cuales el fin no sería inmediatamente.
Dice en Lucas (21.9-12): “Y cuando oigáis de guerras y de sedicio-
nes, no os afanéis; porque es necesario que estas cosas acontezcan
primero; pero el fin no será inmediatamente. Entonces les dijo: se
levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá gran-
des terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y
habrá terror y grandes señales del cielo. Pero antes de todas estas
cosas os echarán mano, y os perseguirán, y os entregarán a las si-
nagogas y a las cárceles…”
Se distinguen en el discurso anterior seis puntos principales:
1) Conquistas y guerras (el hombre en contra del hombre).
2) Hambres y enfermedades no contagiosas (daño de los recur-
sos naturales).
3) Terremotos (mortandad por desastres naturales).
4) Pestilencias (enfermedades por microorganismos). Nota: La
pestilencia se define como enfermedad contagiosa y como enfer-
medad no contagiosa, en los dos eventos causa gran mortandad.
5) Persecución en contra de los escogidos.
6) Terror por grandes señales.

Los mismos puntos principales que destacamos en el estudio


de la apertura de los sellos en Apocalipsis, los encontramos en los
mensajes descritos en Mateo, Marcos y Lucas. Por principio co-
nocemos, que la Palabra de Dios no se contradice ni tampoco un
enunciado inválida a otro, por el contrario, sus partes se comple-
mentan mutuamente. Los eventos predichos en el discurso del Se-

76
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ñor a sus discípulos, con el propósito de dar a conocer unas señales


antecesoras al fin; se encuentran también en Apocalipsis con el
propósito de revelar, de principio a fin, la trascendencia contenida
en cada uno de ellos.
El Señor les dice a sus discípulos que habrá guerras, hambres,
etc., eventos generalmente conocidos como señales antes del fin;
pero en una ampliación en su estudio podemos determinar que no
son sólo señales para momentos previos al fin.
En la siguiente gráfica se ilustra, en una línea de tiempo, el año
95 d.C. como fecha de las cosas “que son” (presente de Juan), esto
es, las experiencias del profeta y las circunstancias reales de las 7
iglesias de Asia. Igualmente, en la gráfica se hace la proyección de
“las cosas que sucederán después de estas”, las que inician en el
tiempo de Cristo y se extienden hacia el futuro de Juan. Se ilustra
además cuando el Cordero recibe el libro (año 33), el tiempo de los
sellos y las trompetas, y el tiempo de las 7 plagas postreras antes de
las cuales la iglesia será recogida de la tierra.

Recogimiento
Las cosas que son:
Las 7 iglesias de Asia

Las cosas que sucederán después

Año: 33 95 2014 fecha


Cristo Juan no conocida

La iglesia

El Cordero
Toma el libro

Sellos y trompetas
(señales o principio de dolores)
Las 7 plagas

Figura 4. Ilustración con las cosas que son y las que serán después, contiene
sellos, trompetas y copas de la ira.

77
Los sellos

Línea de Tiempo
Cuando el Cordero toma el libro (cap. 5 de Apocalipsis), de in-
mediato comienza a abrir sus siete sellos (cap. 6); de esta escena
simbólica se dijo que cuando el Señor Jesús consiguió la salvación
para la humanidad, de inmediato se inició la cuenta regresiva del
día de redención. Todos estos acontecimientos, dados a conocer en
el capítulo 6 de Apocalipsis mediante la apertura de los sellos, los
hemos ubicado como posibles fechas de ocurrencia, en el lapso de
tiempo que va desde Cristo (año 33) hasta los primeros años del
siglo XX. Como puede notar, hemos fijado una fecha límite de cie-
rre; pero si tenemos en cuenta que los sellos, una vez abiertos, no
se cerraban, podríamos suponer que los acontecimientos origina-
dos por la apertura de los sellos, irían hasta el final de los tiempos.
El primer acontecimiento sobre la apertura de los sellos, se de-
sarrolla cuando aparece el jinete del caballo blanco, interpretado
en su momento como muestra de señorío y conquista. Contextua-
lizando ese primer suceso con nuestra historia hemos encontrado
que, desde el tiempo de Cristo hasta el año de 1900, por ejemplo,
son notables los actos de ocupación de la tierra con un derecho de
propiedad sobre la misma; esto lo asociamos, primero, al vasto im-
perio romano dividido en provincias (hasta el año 476 d.C.), de las
cuales algunas fueron convertidas en las naciones que actualmente
conocemos. El otro aspecto a considerar, concerniente al señorío
y conquista, es el descubrimiento y colonización de América. De
manera que, desde el tiempo de Cristo hasta los primeros años del
siglo XX, es el tiempo de los límites territoriales, de la repartición
del mundo, de la legalidad de propiedades, y de la división de la
tierra en reinos. Pero ¿qué dice la Escritura con relación a la venida
del Señor, a quien la imagen figurada de Apocalipsis lo muestra
descendiendo en un caballo blanco?: “Los reinos del mundo han
venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará (singular)
por los siglos de los siglos” (Ap 11.15). En esta segunda figura, el
señorío y la conquista son atribuidos al Señor Jesucristo, que des-
ciende del cielo para vencer a los antecesores imperios de maldad,
cuyo formador fue el diablo.

78
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Con relación a los homicidios y a las guerras asignadas al jinete


del caballo bermejo, a quien le dieron una gran espada, y al jinete
del caballo amarillo, quien portaba la misma arma, es de desta-
car que para los primeros 1.200 años de nuestra historia (d.C.), el
principal elemento de ataque fue la espada; y aunque las armas de
fuego revolucionaron el concepto de guerra a partir de esa fecha,
según parece, la espada fue el símbolo bíblico para los primeros
diecinueve siglos de nuestra era. No obstante, se aprecia en nuestra
historia, en estos siglos, una progresión de menos a más en cuanto
a los daños causados por los instrumentos de guerra; primero, el
daño causado por una espada, y luego el causado por un arma de
fuego. Esta misma progresión podemos observarla a través de los
acontecimientos revelados con la apertura de los sellos, en donde
el jinete del caballo bermejo se muestra primero y va con una es-
pada; después de este sigue el jinete del caballo amarillo, el cual
también va con una espada, pero con la capacidad de causar muer-
te a un mayor número de personas.
Seguido a las anotaciones anteriores están los otros sellos, de
los que también quisiéramos hacer una descripción, uno a uno, de
sus efectos sobre la tierra. Pero es casi impracticable, y tampoco es
el propósito de este estudio, considerar minuciosamente los datos
históricos y arqueológicos, como soportes de la interpretación bí-
blica. Primero porque los datos son bastante extensos, y segundo,
porque en la historia humana no encontramos registros suficientes
para hacer una comparación adecuada, entre las cosas ocurridas en
los siglos pasados con las cosas ocurridas desde los primeros años
del siglo XX. Con respecto a los desastres naturales, por ejemplo,
sería interesante quizá, hacer una base estadística que compare la
frecuencia y los daños causados a la tierra en los primeros dieci-
nueve siglos, con la frecuencia y los daños causados al planeta en
los últimos cien años. Creemos que en estos últimos cien años, ha
habido un efecto catastrófico mayor que el ocurrido en los siglos
anteriores. Y como fecha de transición, entre un lapso de tiempo y
otro, hemos estimado el año de 1900; antes de esta fecha están los
siglos anteriores y posteriores a ella están los últimos cien años.

79
Los sellos

En los siglos anteriores a 1900 hubo guerras, destrucción de los


recursos naturales con graves repercusiones en la alimentación;
también hubo mortandad debido a los desastres naturales; y hubo
enfermedades causadas por virus, bacterias, etc.; pero ninguna de
esas situaciones difíciles es comparable a los daños de estos últi-
mos cien años, debido a un aumento en la severidad de los eventos.
Consideramos entonces que desde los primeros años del siglo XX,
tienen lugar los acontecimientos relacionados al sonar de las trom-
petas de Apocalipsis, relatados en los capítulos 8 y 9.

80
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

7
Paréntesis:

¿Y QUÉ ES DEL PUEBLO


DE ISRAEL...Y QUÉ DE LA
IGLESIA?

En el capítulo 7 de Apocalipsis, y antes de entrar a describir el


momento en que se abre el séptimo sello (capítulo 8), se hace una
interrupción para mencionar dos hechos importantes acerca de dos
pueblos: la nación de Israel y la iglesia.
Es como si el oyente de la narración de Juan, en este punto del
abrir de los sellos, ante la revelación de guerras, muertes, destruc-
ción, desastres, enfermedades y persecución, hubiese preguntado:
¿y qué es del pueblo de Israel...y qué de la iglesia? Y es como si
el expositor, deteniéndose en la continuidad de su relato, hubiese
contestado que de los descendientes de Israel un número serían
salvados: “los sellados”. Y sobre la iglesia dice que “una gran mul-
titud, la cual nadie podía contar…” serían los salvados.

Israel - Los 144.000 sellados

Ap (7.1-6ss): “... Vi también a otro ángel que subía de donde


sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los
cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer
daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni

81
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes


a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los sellados:
ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los
hijos de Israel. De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu
de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sella-
dos. De la tribu de Aser, doce mil sellados...”

La iglesia - La multitud vestida de ropas blancas

Ap (7.9-11ss): “Después de esto miré, y he aquí una gran multi-


tud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pue-
blos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia
del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las ma-
nos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a
nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos
los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos
y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros
delante del trono, y adoraron a Dios (...)”.

“Los 144.000 sellados”, de acuerdo al texto bíblico, es un gru-


po formado por personas de todas las tribus de Israel. Y aunque
de ellos actualmente se tenga la percepción de una sola familia,
asignándoles a todos el título de judíos, en realidad no es así; pues
según la Escritura de cada familia hay un remante, unidos forman-
do una nación. Sobre esto Dios ya había dicho por medio del pro-
feta Ezequiel que Judá junto a las otras tribus de Israel serían una
en su mano.1 Esta unidad, representada en el número simbólico
de “144.000”, creemos son los sellados para una salvación que
ocurriría después del recogimiento de la Iglesia2...porque es desde
entonces que la Biblia dice: “todo Israel será salvo.” 3 Pero en este

1 Ez (37.19, 21-22): “…He aquí yo tomo el palo de José que está en la mano
de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de
Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano…yo tomo a los hijos de
Israel de entre las naciones a las cuales fueron...y los traeré a su tierra; y los
haré una nación en la tierra…”
2 1 Ts (4.17): “…seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para
recibir al Señor en el aire…”
3 Ro (11.25-26): “…hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego
todo Israel será salvo…”

82
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

tiempo, durante el cual la iglesia está en la tierra, sólo hay un ca-


mino de salvación así a judíos como a griegos.1
Los del linaje de Israel que hoy mueren sin creer en Cristo,
entendemos, mueren sin la salvación provista por el Señor para
este tiempo. Pero después de este tiempo, cuando ya se haya
dado el recogimiento de la iglesia, se desatará un periodo de ira
sobre la tierra y los de Israel, creemos son los marcados, serán
escondidos2 en su territorio para una salvación que atañe a ellos
como nación terrenal. Es de destacar la simultaneidad de estos
dos acontecimientos, por un lado, los sellados de entre los hijos
de Israel para salvación, y, por el otro, la salvación de la iglesia.
Con relación a la salvación de los gentiles (la iglesia) y la sal-
vación de Israel, dice el apóstol Pablo: “…que ha acontecido a
Israel endurecimiento en parte; hasta que haya entrado la plenitud
de los gentiles; y luego todo Israel será salvo…”. (Ro 11.25-26),
debemos hacer énfasis en que estos acontecimientos son mostra-
dos como inmediatos. Una vez se haya dado el recogimiento de la
iglesia, la nación de Israel será salva. Notemos también la palabra
“todo” en indicación al pueblo de Israel en su totalidad, es decir
que a partir del recogimiento de la iglesia no habrá más muerte
para los israelitas, sino salvación. Estas observaciones nos sirven
de introducción al estudio siguiente: “la gran tribulación”, princi-
palmente, porque algunos afirman que después del recogimiento
de la iglesia habrá calamidad, muerte y destrucción para Israel (la
gran tribulación).

LA VERDAD SOBRE LA GRAN TRIBULACIÓN

La gran tribulación se ha definido y aceptado como un periodo


de castigos de Dios contra la tierra, siendo asociado el concepto a
una variedad de sinónimos, entre ellos: ira, juicio, destrucción, y
1 Ro (1.16): “…no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para
salvación a todo aquel que cree; al Judío primeramente, y también al griego.”;
Gá (3.28): “Ya no hay Judío ni griego…porque todos vosotros sois uno…”
2 Is (26.20-21): “Anda pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti
tus puertas; escóndete...por un momento, en tanto que pasa la indignación.
Porque...Jehová sale...para castigar al morador de la tierra por su maldad...y la
tierra descubrirá la sangre derramada...y no encubrirá ya más a sus muertos”

83
Samuel Benedetti

otras ideas más, extraídas de los versículos que hablan sobre el día
del Señor.
El tema ocupa un lugar privilegiado en la lista de asuntos acerca
del fin del mundo; por tanto, el motivo de debate para los estudio-
sos bíblicos no es en relación a si la gran tribulación va a suceder
o no. El debate es sobre si la iglesia pasaría o no por un periodo
de gran tribulación. Para algunos el recogimiento es antes de ese
tiempo, para otros es a la mitad, y un pequeño número es partidario
del traslado después de esa tribulación.
Para nosotros en este estudio, para ir paso a paso, consideramos
que la mezcla del concepto “gran tribulación” con otros asuntos,
tal como si se tratase de un mismo suceso bíblico, es un princi-
pio erróneo sobre el cual se hace interpretación. Hay unas claras
diferencias entre el conjunto de factores definidos para “la gran
tribulación” y los que encierra, por ejemplo, el tiempo de la ira de
Dios prevista para el tiempo del fin. El primer concepto: la gran
tribulación, identifica bíblicamente una situación de la que sale la
iglesia, y aparte de ese escenario, hay otro en donde se desarrolla
un periodo de ira y calamidad para Israel. El segundo concepto:
la ira de Dios, comprende el periodo de ira, castigo, juicio, etc.,
manifestado para el tiempo del fin, del cual la iglesia e Israel serán
guardados.
El evento “la gran tribulación”, será estudiado a continuación
en los pasajes bíblicos en donde el término aparezca literalmen-
te, y en especial donde la Escritura mencione a sus protagonis-
tas. Respecto a los protagonistas, ciertamente reviste importan-
cia saber identificar qué pasajes de la Biblia están referidos a la
iglesia y cuáles están referidos a la nación de Israel, porque de lo
contrario atribuiremos a la iglesia aquello que pertenece a Israel
o viceversa. Es importante establecer unos buenos límites entre
esos versículos, pero de igual importancia es saber diferenciar los
distintos escenarios: espiritual y natural, por cuanto la expresión
“gran tribulación”, adquiere un significado cuando se refiere a la
iglesia, y uno diferente cuando lo hace para Israel. Esta singulari-
dad también es observada en otros términos; la palabra “mundo”,
por ejemplo, adquiere un significado cuando está indicado para

84
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

la iglesia y uno diferente cuando está señalando a Israel. Para la


iglesia, en contraposición a sus prácticas, el concepto “el mundo”
encierra la vanidad, el pecado, las personas no creyentes en Cristo,
etc.; y para Israel, la misma expresión “el mundo” puede referirse
a las naciones, los gobiernos, la tierra, el mar, la población, etc.
Iniciamos las reflexiones a partir de esta diferencia: el concepto
“gran tribulación” abarca unas circunstancias para Israel, que son
distintas de las circunstancias de la iglesia.

LA IGLESIA Y LA GRAN TRIBULACIÓN

Sobre “la multitud vestida de ropas blancas”, leemos:

Ap (7.13-17): “Entonces uno de los ancianos habló diciéndo-


me: estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y
de dónde han venido? Yo le dije: Señor tú lo sabes. Y él me dijo:
Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lava-
do sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.
Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche
en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su
tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no
caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que
está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de
aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.”

Los versículos transcritos anteriormente son utilizados por al-


gunos comentaristas bíblicos para argumentar acerca de un periodo
de gran tribulación que caería sobre la tierra. Estos comentaristas
sostienen que la tierra en cercanías al fin, por espacio de siete años,
sufrirá un periodo de gran tribulación, y la iglesia, la multitud de
vestiduras bancas del versículo, sale o es guardada de esa “gran
tribulación”.
Nuestra interpretación difiere de esa posición. Ya en algunos
párrafos anteriores mencionamos sobre las diferencias que hay en-
tre los conceptos “la ira de Dios” y “la gran tribulación”. De la ira
de Dios manifestada para el tiempo del fin hemos dicho, que tanto
los miembros de la iglesia como los de Israel serán guardados.

85
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

Con respecto a “la gran tribulación”, hemos expresado que ese


concepto adquiere un significado para Israel y otro significado
para la iglesia. Son dos escenarios diferentes: natural y espiritual,
justamente, porque se trata de dos entes distintos, el uno: Israel,
hace parte del entorno natural de las naciones; y el otro: la iglesia,
hace parte de un entorno espiritual. Un ejemplo, de este entorno
espiritual es que estas personas, ahora miembros de la iglesia, na-
cen de nuevo de agua y del Espíritu.
Teniendo en cuenta el escenario espiritual de la iglesia, inicie-
mos las reflexiones sobre el pasaje de Apocalipsis transcrito ante-
riormente.
Dice en un primer fragmento: “Estos son los que han salido de
la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanqueci-
do en la sangre del Cordero.” Preguntémonos: ¿Cuándo la persona
lava sus ropas y las emblanquece en la sangre del Cordero?, ¿será
que esto sucede después de muerto? La respuesta la conocemos,
esta es una decisión que se hace en vida y sucede cuando la perso-
na se arrepiente y se bautiza para el perdón de los pecados. De ahí
que, interpretando literalmente el pasaje, la persona en vida, sale
de gran tribulación, se arrepiente y bautiza, y viene a formar parte
del grupo de personas de vestiduras blancas que es la iglesia del
Señor. Dice además Apocalipsis: “por eso es están delante del tro-
no de Dios, y le sirven día y noche”. Preguntémonos nuevamente,
¿será que los muertos sirven día y noche, será que en el cielo hay
día y noche? La respuesta para esta otra pregunta es semejante a
la respuesta del cuestionamiento anterior, una persona con vida es
quien puede tomar decisiones que en este caso es servir al Señor.
Estas son condiciones terrenales que deben cumplirse en medio de
los vivos.1 Leemos seguidamente en Apocalipsis: “…y el que está
sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no
tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor
alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pas-
toreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará

1 Sal (88.10-12): “¿Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se levantarán


los muertos para alabarte? ¿Será contada en el sepulcro tu misericordia...¿Serán
reconocidas en las tinieblas tus maravillas, y tu justicia en la tierra del olvido?.”

86
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

toda lágrima de los ojos de ellos.” ¿Cuándo suceden estas des-


cripciones del pasaje? Esto sucederá al final, en el cielo nuevo, la
tierra nueva y la nueva Jerusalén. Leemos en Apocalipsis (21.3-
4), en sus capítulos finales: “He aquí el tabernáculo de Dios con
los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y
Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron…”
Y en el capítulo 22 (v.2-5), se complementan los aspectos de la
consolación final para el pueblo del Señor.
En conclusión, estas personas vestidas de ropas blancas, a las
que se refiere el capítulo 7 de Apocalipsis, son la iglesia del Señor.
Ellas antes estuvieron en la gran tribulación: en el mundo, pero
ahora, habiendo salido de allí, han pasado a consolación, han la-
vado sus ropas en la sangre del Cordero, han venido a estar delante
del trono de Dios1. Y en un futuro recibirán la completa consola-
ción de parte del Señor.
Para nosotros en este estudio, la expresión “la gran tribulación”
o “la aflicción la grande” (original griego), señala un aconteci-
miento que es contrario a la actual ubicación de la iglesia delan-
te del trono de Dios sirviéndole día y noche, y que es contrario,
igualmente, al recogimiento futuro de la iglesia, desde cuando los
creyentes recibirán la completa consolación de parte del Señor. Es
decir, que para la iglesia, dentro de su marco espiritual, su “gran
tribulación” está asociada al concepto “el mundo”, lo cual encierra
aquello que es opuesto a su gozo2 y a su propósito. El mundo está
en gran tribulación, aunque en él haya alegrías, posesiones, place-
res, etc., porque desde la perspectiva verdadera de la Palabra de
Dios, todo eso carece de valor trascendente, ante la gran aflicción
del alma.

1 He (12.22): “…sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del


Dios vivo…a Dios el Juez…”
2 1 Ts (1.6): “y vosotros vinisteis a ser imitadores de nosotros y del Señor,
recibiendo la palabra en medio de gran tribulación, con gozo del Espíritu
Santo”.

87
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

La Iglesia: a futuro Completa consolación


de parte de Dios

La persona recibe con gozo la palabra en medio de


gran tribulación…(1 Ts 1.6)
Sale de la gran tribulación, lava sus ropas en la
sangre del Cordero, pasa a estar delante de
Dios sirviéndole día y noche; y en el futuro reci-
birá plena consolación. (Ap 7.14-17)

El Mundo: “Gran tribulación” a futuro Caerá sobre ellos el


periodo de ira

Figura 5 (1). Ilustra a la iglesia saliendo de la gran tribulación, para


los que han emblanquecido sus ropas en la sangre del Cordero.

Pero de la “gran tribulación”, como ya habíamos mencionado,


algunos comentaristas opinan que esta ocurrirá en un periodo cer-
cano al fin; siendo acuñado el término en alusión a los juicios e ira
de Dios. De ahí que, aunque la expresión no sea nombrada en el
texto sagrado, haya versículos concernientes al día de la ira de Dios
que le son asociados como si se tratase del mismo suceso bíblico.
Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses (1.10) dice: “y esperar de los cie-
los a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos li-
bra de la ira venidera.” Y en la misma carta (5.9), leemos: “Porque
no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación…”
Los anteriores versículos de Tesalonicenses son vinculados a un
periodo denominado de gran tribulación.
Ciertamente estos textos de Tesalonicenses nos hablan de la ira
de Dios y la señalan para un tiempo determinado, pero no podemos
asegurar lo mismo para “la gran tribulación”; porque cuando en el
libro de Apocalipsis se hace mención de ella no se le limita a un
tiempo; por tanto, si “la multitud vestida de ropas blancas” corres-
ponde a los salvados de todas las épocas de la humanidad, la gran

88
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

tribulación de en medio de la cual salen ellos, también ha estado


presente en todas esas épocas.
De acuerdo a nuestra interpretación, la ira de Dios que debe
ocurrir en un periodo cercano al fin, se hará evidente con las 7
copas de su ira, cuyo relato leemos en Apocalipsis capítulo 16. La
iglesia no pasará por ese periodo, e Israel, creemos, será guardada
en su tierra. “Las siete copas” son entendidas como un elemento de
consumación, como un final o terminación de algo que ha comen-
zado a manifestarse con la apertura de los sellos y el sonar de las
trompetas. La iglesia ha estado presente durante este tiempo, que
el Señor en su discurso llama: “principio de dolores”.1

Los eventos de destrucción y la Iglesia

Recapitulando los temas que se han tratado hasta aquí, hemos


procurado mostrar con el tema de los sellos unos eventos de des-
trucción en medio de los cuales está la iglesia; y una “gran tribu-
lación” enmarcada en el contexto espiritual de la misma. Tenemos
entonces que para las temáticas de “los sellos y “las trompetas”: la
iglesia permanece en medio de un mundo (habitantes de la tierra)
que sufre dolores como los de la mujer cuando está de parto. Y para
la temática “la gran tribulación”: la iglesia sale de en medio de un
mundo (personas no creyentes en Cristo, en vanidad, en pecado,
etc.) que está en gran tribulación o en “la aflicción la grande”.
Para la temática “los sellos” y “las trompetas”. La iglesia, en-
tendemos, está en medio de las señales anunciadas por el Señor
Jesucristo (Mt 24, Mr 13, Lc 21), y está en medio de los eventos
apocalípticos. Los escogidos que vivieron en la época de la segun-
da guerra mundial, por ejemplo, ocurrida entre los años 1939 y
1945, estaban en medio de un acontecimiento anunciado ya pre-
viamente por el Señor en su mensaje escrito en Mateo, Marcos y
Lucas; y estaban asimismo en medio de un incidente apocalíptico.
Estas guerras son, de acuerdo al mensaje de Cristo, señales del fin;
pero de un fin que no ocurriría inmediatamente.
1 Mt (24.7-9): “…y habrá pestes y hambres y terremotos…Y todo esto será
principio de dolores. Entonces os entregarán a tribulación…”

89
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

Las guerras son sólo un ejemplo de los eventos anotados en


el libro de Apocalipsis; de hecho, muchos creyentes también han
sido afectados por la escasez de alimentos en los mercados, por la
mala calidad de los mismos, por los fenómenos naturales, las en-
fermedades, etc. Algunos han sido perjudicados de forma directa
y otros indirectamente a través de sus familiares. A diario perci-
bimos muerte y destrucción, sin distingos, en medio de todos los
habitantes de la tierra.
Pero...

¿Cae sobre el justo la muerte y la destrucción?

En el contexto de un reino venido de los cielos, los eventos de


destrucción terrenal no dañan lo celestial, ni a sus participantes
ni a sus posesiones eternas. Pero, ¿por qué de las muertes y de la
destrucción? Porque el mundo y la carne están vendidos al pecado.
Así que, aunque en el marco de un reino celestial ellos (los jus-
tos) no sufren daño, no debemos olvidar que antes de la salvación
provista por Dios se había activado un detonante de destrucción.
Desde el principio, en el huerto, la entrada del pecado al mundo
desencadenó la muerte y la destrucción para todos (inclusive para
los que hoy son la iglesia). Esto no ha cambiado.
No obstante, Apocalipsis, en su apreciación trascendental, nos
deja entrever que más allá de las muertes y de la destrucción hay
salvación para unos: los anotados en el libro del Cordero, y hay
otros dejados en condenación; que aunque actualmente los unos:
los participantes del reino celestial, mueren (como todo mortal)
sin ser evidente su salvación; y los otros también mueren sin ser
evidente su condenación, ya desde antes, y sin ser manifiesto un
día de castigo, los unos son salvados del día de la ira,1 y los otros
han muerto en condenación, castigo o ira.

Cabe preguntarse:

1 Jn (5.24): “...El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna;
y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”; Jn (3.18): “El
que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado…”

90
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

¿Hay salvados y hay condenados?

Manteniéndonos en este mismo enfoque de las cosas, en la po-


sibilidad de observar más allá de lo visto con los ojos naturales,
hay salvados y hay condenados. Recordemos que cuando el libro
se va abriendo, inmediatamente hay unos eventos de destrucción
en la tierra, en la simultaneidad de dos hechos: salvación y conde-
nación.
Con respecto a este tema, hemos encontrado un punto principal
para estudiar; y nos lo da el Señor Jesús en sus palabras escritas
en Lucas (12.49): “fuego vine a echar en la tierra; ¿y qué quiero,
si ya se ha encendido? ...” Y por las escritas en Mateo (10.34):
“No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido
para traer paz, sino espada…” En los dos versículos, se resaltan
los dos efectos que produce el establecimiento del evangelio en la
tierra, porque, aunque por medio de él hay paz, al mismo tiempo
es motivo de guerra. Como ejemplo, meditemos en el individuo
que después de aceptar la Palabra de Dios, es rechazado por algu-
nos familiares y amigos; así, para quien ha recibido el evangelio
esto les es por gozo, pero a su vez le ha sido motivo de aflicción.
Y si bien, no siempre el creyente en Cristo recibe una controversia
manifiesta, lo cierto es que el establecimiento del evangelio en la
tierra ha originado la formación de dos grupos claramente diferen-
ciados: los que creen en la Palabra de Dios y los que no creen.
Pareciera contradictorio que un reino de justicia y paz, traiga
fuego, espada, división, etc., a la tierra. Pero comprendemos que
al establecerse lo uno se establece también lo otro; al existir unos
salvados, se entiende que hay igualmente unos no salvados. Las
palabras del Señor, como roca inamovible de principios de justicia,
traerá como consecuencia la ausencia de justicia para quienes se
alejen de ella. Por tanto, con el establecimiento de los principios
de justicia (el evangelio), se ha puesto en evidencia la maldad del
mundo; ante la presencia de la luz, unas personas son vistas en
obras justas para vida, y otras han quedado expuestas en su maldad

91
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

para muerte;1 de la maldad o del pecado se recoge como fruto la


muerte.2
Ante el evangelio, unos deciden actuar con su fe para vida, y
otros actúan para muerte. Esta reacción en sentidos contrarios la
encontramos en el abrir de los sellos y en el tocar de las trompetas,
ya que al abrirse un sello para salvación de unos, implica inmedia-
tamente la perdición de otros.
El abrir de un sello no significa condenación de los justos, pues
para ellos es primeramente santificación para salvación; por el
contrario, para el que permanece en su maldad será una anticipa-
ción de su condenación. Acerca de esto, no perdamos de vista que
el hombre es condenado porque es infractor ante la justicia divina;
y en su pecado destruye la tierra y también se destruye a sí mismo,
y Dios destruye a los que destruyen la tierra3 y les da condenación
perpetua a los que se pierden a sí mismos.4 Pero,

¿Por qué han de verse los escogidos en medio de


estos acontecimientos?

Primero consideremos: los llamados al reino celestial salen de


entre, y permanecen entre, el reino de las tinieblas.
Se trata de la salvación de un pueblo que está en medio de un
mundo en pecado, el cual la justicia divina está en proceso de des-
truir. Pero en medio de este proceso que se va manifestando en for-
ma creciente ante la maldad también creciente, algunas personas
se hacen anotar en el libro de la salvación.5 Estas personas, porque
1 Jn (3.17-21): “Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar
al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es
condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído
en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz
vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz…porque
todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus
obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la luz, para
que sean manifiesto que sus obras son hechas en Dios”
2 Ro (6.23): “Porque la paga del pecado es muerte, mas la dadiva de Dios es
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.”
3 Ap (11.18): “… y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos…y de
destruir a los que destruyen la tierra.”
4 Lc (9.25): “Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se
destruye o se pierde a sí mismo?”; Lc (12.5): “…temed a aquel que después
de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno...a éste temed.”
5 Col (1.13): “…el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y

92
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

habrán de alcanzar a otras por medio de su predicación; continúan


en la tierra siendo testigos de los anuncios de una ira de Dios en
contra de la maldad; pero lo que para unos es la inminencia del
castigo para destrucción, para otros es la evidencia cada vez más
cercana del día de su redención.1 Cada sello que se abre y cada
sonar de las trompetas, parece que hace relucir más la fe de los que
esperan.

ISRAEL Y LA GRAN TRIBULACIÓN

En Mateo (24.15-21) leemos: “…entonces los que estén en Ju-


dea, huyan a los montes…y el que esté en el campo, no vuelva
atrás para tomar su capa. Mas ¡ay de las que estén encintas, y de
las que críen en aquellos días! Orad, pues, que vuestra huida no
sea en invierno ni en día de reposo; porque habrá entonces gran
tribulación…”
Esta gran tribulación que menciona Mateo, o “tribulación” se-
gún los versículos de Marcos,2 son expresiones generalmente rela-
cionadas con un periodo único y sin precedentes que vendría sobre
la tierra en el tiempo cercano al fin. En esos años de destrucción,
aseguran, tendría lugar la “angustia de Jacob”, 3 en preparación
de la nación de Israel para recibir al Señor. Eso aseguran algunos
teólogos. Pero una mayor explicación acerca de cuál tiempo y qué
circunstancias específicas señalan estos versículos de Mateo, se
consigue leyendo el mensaje paralelo de Lucas (21.20-24): “Pero
cuando viereis a Jerusalén rodeada de ejércitos, sabed entonces
que su destrucción ha llegado... Entonces los que estén en Judea,
huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse…porque
estos son días de retribución…Mas ¡ay de las que estén encintas, y
de las que críen en aquellos días! Porque habrá gran calamidad en

trasladado al reino de su amado Hijo…”


1 Lc (21.28): “…Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad
vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca”
2 Mr (13.14-19): “…los que estén en Judea huyan a los montes…Mas ¡ay de
las que estén encintas…porque aquellos días serán de tribulación…”
3 Jer (30.7): “¡Ah cuán grande es aquel día…tiempo de angustia para Jacob;
pero de ella será librado…”

93
Samuel Benedetti

la tierra, e ira sobre este pueblo. Y caerán a filo de espada, y serán


llevados cautivos a todas las naciones…”
Comprendemos que “la gran tribulación” de la que nos habla
Mateo y la “tribulación” mencionada por Marcos, es la misma
“gran calamidad” descrita en Lucas; la cual está en corresponden-
cia a la huida del pueblo de Israel entre las naciones del mundo a
partir de la toma y destrucción de Jerusalén por los romanos en el
año 70 d.C.; allí comenzaron los días de gran tribulación, calami-
dad e ira sobre ellos, hasta el restablecimiento en su tierra ocurrido
a mediados del siglo XX.
Actualmente los israelitas tienen una posición de distinción en-
tre las naciones del mundo y tienen un control administrativo sobre
Jerusalén, la ciudad santa; y de esto que hasta ahora han conse-
guido no serán nuevamente despojados. Jerusalén, no será nue-
vamente destruida, ni sus habitantes huirán originando una nueva
dispersión y cautividad entre las naciones, porque si bien antes
hubo para ellos destrucción debido al abandono momentáneo de
Dios, ahora ya es el tiempo de su restauración,1 es el tiempo de la
consolación en su tierra.2
Los días de la angustia de Jacob,3 ocurridos en el periodo de
la segunda guerra mundial, ya pasaron, y fue el tiempo de los do-
lores de parto anteriores al nacimiento de la nación en un día.4 El
nacimiento de los nuevos hijos se hizo oficial con la formación
del estado israelí el 14 de mayo de 1948, tres años después de que
salieran del holocausto en la segunda guerra mundial. Después de
las masacres de la guerra, o más bien, después de la destrucción de
la ciudad de Jerusalén (año 70), de la cautividad entre las naciones
del mundo, y de la muerte y dolor que trajo el holocausto (no hubo
1 Is 54.7: “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes
misericordias.”; Ez (39.23, 25): “…y sabrán las naciones que la casa de Israel
fue llevada cautiva por su pecado…y yo escondí de ellos mi rostro, y los
entregué en manos de sus enemigos…ahora volveré la cautividad de Jacob…y
me mostraré celoso por mi santo nombre”
2 Is (66.13): “así os consolaré yo a vosotros, y en Jerusalén tomaréis consuelo.”
3 Jer (30.7): “¡Ah cuán grande es aquel día…tiempo de angustia para Jacob;
pero de ella será librado…”
4 Is (66.8): “¿Quién oyó cosa semejante? ¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la
tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo
de parto, dio a luz sus hijos.”

94
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

otro antes ni lo habrá), el pueblo viviente son los nuevos hijos, los
nacidos de nuevo, el resto del pueblo que no será cortado de la
ciudad.1
Con relación al tiempo de “angustia”, señalado hacia el tiempo
del fin, y en el que Jerusalén otra vez estará rodeada de enemigos,2
entendemos que en esta nueva ocasión (a diferencia de la primera
vez que fue sitiada y destruida la ciudad) existirá el atenuante de
un conocimiento y un clamor a Dios. Sobre ese tiempo de angustia
cercano al fin, reflexionamos, no será como día de luto, sino que
será semejante al “día de la expiación”3 (Yom Kipur), celebrado
por los judíos en la cercanía del año nuevo , y cercanas también a
un nuevo tiempo (se amplía en un capítulo posterior).

Dos mitades formando una unidad. En la lectura de las profe-


cías dirigidas a Israel, hemos encontrado unidas la angustia y la
liberación; o la destrucción unida a la victoria. Por ejemplo, dice
en Zacarías (14.2-4): “Porque yo reuniré a todas las naciones para
combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán sa-
queadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad
irá en cautiverio, más el resto del pueblo no será cortado de la
ciudad. Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones…Y
se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos…”
Las temáticas relacionadas a Jerusalén, tales como su destruc-
ción, cautividad, y restauración, ya han sido tratadas en este estu-
dio. Retornamos ahora a estos temas, en respuesta a que algunos
comentaristas pronostican otra desolación para la ciudad santa en
un tiempo cercano al fin; basando sus comentarios en la menciona-
da profecía de Zacarías, ya que el profeta, al inicio de su relato, nos
cuenta acerca de grandes pérdidas para Israel. Pero esta profecía
1 Zac (14.2): “...más el resto del pueblo no será cortado de la ciudad.”
2 Zac (12.3): “…bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra
ella…”
3 Lv (16.15): “Después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado
del pueblo…” v.29: “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: en el mes séptimo, a
los diez días del mes, afligiréis vuestras almas…” v.33-34: “Y hará la expiación
por el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por
el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. Y esto
tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos
los pecados de Israel…”

95
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

no está señalando unos fracasos israelíes en los días finales, sino


que en ella se hayan unidos, como en un único día de batalla, el
día de la desolación (ocurrida en el año 70 d.C.), y el día de la final
victoria (cuando el Señor venga a defender a su pueblo); esta unión
se da, porque, aunque entre estos dos días transcurra un lapso lar-
go de tiempo, ambos acontecimientos comparten algunos aspectos
comunes y esto los hace semejantes. En los dos casos, la víctima es
la misma: Jerusalén; y quien la rodea para destruirla es el mismo:
el imperio romano (en el fin será el renacimiento del imperio1). Es
una única historia; su inicio tuvo lugar en las proximidades del año
70, cuando la ciudad fue rodeada, tomada, las casas saqueadas, las
mujeres violadas, y la mitad del pueblo fue llevado en cautiverio.
Es de resaltar que, si bien en ese entonces todos ellos fueron lleva-
dos en cautiverio, una parte de ese pueblo ha retornado a su territo-
rio; y es por eso que el versículo habla de solo la mitad del pueblo
en cautiverio. Estos actuales habitantes de Jerusalén hacen parte de
la historia que comenzó en el 70, ellos son el resto del pueblo que
no será cortado de la ciudad, y es para quienes el Señor desciende.
Los actuales habitantes de Jerusalén, hacen parte de ese pueblo
que nunca más serán removidos de su territorio. Al presente, en
vísperas del fin, estamos en el tiempo de la restauración de los
israelitas. Así pues, cuando revisamos la historia reciente de sus
guerras (p. ej., la guerra de los seis días en 1967), observamos
unas victorias contundentes sobre los que se levantan en contra de
ellos, en conformidad a la escritura profética de Zacarías (12.3):
“Y en aquel día yo pondré a Jerusalén por piedra pesada a todos los
pueblos; todos los que se la cargaren serán despedazados, bien que
todas las naciones de la tierra se juntarán contra ella…”
En este versículo se muestra a Jerusalén en victoria sobre los
pueblos que se le levanten; aunque “todas las naciones de la tierra
se juntarán contra ella.” De modo, que en el fin no habrá ciudad
tomada, ni casas saqueadas, ni mujeres violadas, ni mucho menos
la mitad de la ciudad en cautiverio; porque en ese final momento,
cuando tiene lugar la completa restauración, Dios vendrá a defen-
der a Israel.
1 Nota: el tema del renacimiento del imperio será tratado más adelante.

96
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

A B C D

Dispersión Retorno

Años: 1 70 1948

Gran tribulación e ira Consolación, restauración.

Figura 5 (2). El periodo de la gran tribulación para Israel.

A- Indica el año de la destrucción de Jerusalén y el inicio de la


cautividad entre las naciones del mundo (Lucas 21.20-24). El ini-
cio de la gran tribulación está anotado en la gráfica como anterior
al año 70, porque el sitio de la ciudad comenzó en los primeros
meses del 66, aproximadamente, tres años y medio (3½) antes de
la destrucción.
B- Indica el periodo del holocausto en la segunda guerra mundial,
como el tiempo de la angustia de Jacob, como el tiempo de los
dolores de parto. (Jer 30.7)
C- Indica el año del restablecimiento de la nación de Israel: 14 de
mayo/1948, como el nacimiento de la nación en un día. Is (66.8)
D-Indica el periodo de profecías concernientes a la consolación y
restauración, así como el tiempo en que Jerusalén es piedra pesa-
da a todos los pueblos, todos los que se la cargaren serán despe-
dazados. (Zac 12.3)

La profecía de las setenta semanas de Daniel


(la última semana)

En la profecía de las setenta semanas de Daniel, exactamente en


la última, también sugiere la unión de dos mitades formando una
unidad. A la mitad de la semana hay desolación; y al final de la se-
mana es el castigo del desolador;1 es una única historia, mostrada
1 Dn (9.27): “…a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio…hasta
que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el
desolador.”

97
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

a través de la totalidad de una semana; no obstante, entre estas dos


mitades de la semana transcurre un largo lapso de tiempo.
A continuación, la profecía de Daniel será estudiada desde su
inicio.

Las primeras 69 semanas

Dice en Daniel (9.24-27): “Setenta semanas están determinadas


sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevari-
cación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la
justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo
de los santos.
Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para res-
taurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete
semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza
y el muro en tiempos angustiosos. Y después de las sesenta y dos
semanas se quitará la vida al Mesías, más no por sí…”
Salida de la orden con Ciro II
Templo terminado
Cristo

Años: 539 516 490 433 112

7 semanas y 62 semanas
49 años (7x7) 434 años (62x7)
Figura 6. Ilustra las primeras 69 semanas de la profecía de Daniel.

El primer fragmento del pasaje, indica unos acontecimientos


(terminar la prevaricación, poner fin al pecado, etc.) que deben
cumplirse al finalizar las setenta semanas, los cuales se cumplirán
en el tiempo del fin. Este tema será ampliado más adelante, cuando
en nuestra lectura cronológica del libro de Apocalipsis nos corres-

98
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ponda hablar de los días cercanos al fin. Llegado ese momento, se


hace una semejanza entre nuestro tiempo y los eventos de fin de
año del pueblo de Israel; observando con atención las ceremonias
efectuadas por ellos en dicha época, en especial el sacrificio de
expiación oficializado por el sacerdote.1 Acerca de esa ceremonia
de expiación, resaltemos en este momento sus dos componentes.
El primero, es la sangre de los sacrificios ofrecida por el sacerdo-
te; y el segundo, es la actitud del pueblo fuera de aquel lugar, en
ayuno riguroso, en suplicas a Dios por las faltas cometidas contra
la ley; y en espera de que el sacrificio fuera acepto. El primero de
estos dos componentes (el sacrificio a favor del pueblo) tuvo cum-
plimiento en los inicios de nuestra era, cuando Cristo se ofreció
en sacrificio de expiación por la nación israelí y por la iglesia.2
El segundo componente (el pueblo en ayuno y en ruegos a Dios),
tendrá cumplimiento en el tiempo del fin cuando el pueblo reciba
a Cristo como su ofrenda mediante la cual alcanza el perdón. En
ese periodo final, comprendemos, los israelitas afligirán sus almas
en suplicas a Dios; y es ahí donde se consumará la obra de perdón
del pueblo, y se terminará la prevaricación, se expiará la iniquidad,
etc., del pueblo de Israel como nación terrenal.
Retomando los versículos de las primeras 69 semanas; el se-
gundo fragmento del pasaje nos ubica el punto inicial de las se-
tenta semanas: “…desde la salida de la orden para restaurar y
edificar a Jerusalén…” El paso a seguir es conseguir cuál es la
orden que indica esta profecía. Algunos han planteado varias ór-
denes que pudieran cumplir con las características descritas en el
versículo. Para este estudio, sin embargo, los versículos de 2 de
Crónicas (36.22-23), son claros en indicarnos cuál es la orden dada
para restaurar y edificar a Jerusalén: “Mas el primer año de Ciro
rey de los persas, para que se cumpliese la palabra por boca de

1 Lv (16), v.15: “…después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado


del pueblo, y llevará la sangre detrás del velo…” v.29: “tendréis por estatuto
perpetuo: en el mes séptimo, a los diez días del mes, afligiréis vuestras almas…”
2 Nota: La obra de Cristo, afectó el aspecto natural (Israel) y el espiritual
(iglesia), dice en Jn (11.51-52): “Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como
era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la
nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a
los hijos de Dios…”

99
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

Jeremías, Jehová despertó el espíritu de Ciro rey de los persas, el


cual hizo pregonar de palabra y también por escrito, por todo su
reino, diciendo: Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová el Dios de
los cielos…y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén,
que está en Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea
Jehová su Dios con él, y suba”.
Valga la pregunta: ¿de qué forma se restaura (a su nivel ante-
rior) y se edifica una ciudad, si no es por el retorno de sus habitan-
tes?, que en el caso de Jerusalén está unido además a la edificación
del templo.1 A este argumento, presentado ahora con el propósito
de explicar el por qué la orden de Ciro cumple la profecía de res-
tauración de Jerusalén, adicionemos los siguientes dos versículos.
El primero, es una profecía de Isaías (44.28): “(Dios) dice de Ciro:
Es mi pastor, y cumplirá todo lo que yo quiero, al decir a Jerusa-
lén: Serás edificada; y al templo: Serás fundado.” El segundo, es
el testimonio de quienes estuvieron en aquel lugar. Esas personas,
deseosas de detener la obra, escribieron una carta en la que leemos
(Esd 4.12): “Sea notorio al rey (Artajerjes), que los judíos que su-
bieron de ti a nosotros vinieron a Jerusalén; y edifican la ciudad
rebelde y mala, y levantan los muros y reparan los fundamentos.”
El primer versículo, la profecía de Isaías, indica que de Ciro
vendría el “decir” que Jerusalén sería edificada y el templo sería
fundado. Y, por el segundo versículo, la Escritura de Esdras, co-
nocemos que los judíos que regresaron de Babilonia edificaban a
Jerusalén, levantaban sus muros, sus fundamentos y además re-
construían el templo. Así pues, la orden de Ciro, anotada en los
anteriores versículos de 2 de Crónicas, la tomamos como el inicio
de las setenta semanas.
En el año 539 a. C., cuando Ciro II el grande fue hecho rey
sobre los babilonios, dio la orden para edificar la casa de Dios en
Jerusalén y permitió el regreso de los judíos cautivos en Babilonia,
1 La desolación de Jerusalén por 70 años: (Jer 25.11), está unida a la edificación
del templo; dice en Zac (1.12): “…Oh Jehová…¿hasta cuándo no tendrás
piedad de Jerusalén…con las cuales has estado airado por espacio de setenta
años?, y la respuesta: Zac (1.16-17): “Yo me he vuelto a Jerusalén...en ella
será edificada mi casa…Aún rebosarán mis ciudades con la abundancia..bien”
Note que cuando se hace la pregunta ya los israelitas estaban en su tierra. Pero
la respuesta de abundancia, está vinculada con la edificación del templo.

100
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

lo que sucedió al año siguiente (538).1 En ese entonces lideraron


a los exiliados: Zorobabel, gobernador (descendiente de David), y
Jesúa, sacerdote (o Josue en Hageo y Zacarías).
Hasta aquí hemos podido deducir como el inicio de las 70 se-
manas, el año 539 a. C. Continuando con la profecía de Daniel
(9.25), leemos: “hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas,
y sesenta y dos semanas…”, entendemos que la mención de estos
dos valores por separado, y no la suma total de 69 semanas, obede-
ce a una separación entre siete semanas y sesenta y dos semanas;
estos son tiempos discontinuos. Pero, aunque son tiempos discon-
tinuos, las dos partes, según parece, inician en la restauración de
Jerusalén y finalizan hasta el Mesías Príncipe. Las primeras siete
semanas comienzan con la orden de edificación ejecutada por los
que regresaron del cautiverio en Babilonia, y terminarían con la
mención al sumo sacerdote Jesúa, como figura profética del Me-
sías.2 Las últimas sesenta y dos semanas comienzan con la restau-
ración ejecutada por Nehemías, y llegan hasta el Señor Jesucristo.
Así que la primera parte de las 69 semanas, lo indicado como:
“siete semanas” (7X7=49 años) comienza en el año 539 a. C., y
termina en el año 490 a. C. (539-49 = 490).
Después del año 490, tras la muerte de Zorobabel y Jesúa, el
pueblo entra en decadencia; y el templo, terminado en el año 516,
es nuevamente descuidado. Esto puede verificarse en la lectura de
los libros de Esdras y Nehemías. Para mencionar un caso concreto,
recordemos el pasaje en que Nehemías pregunta por el estado de
Jerusalén y por los que habían quedado de la cautividad (los que
habían regresado con Zorobabel), y le cuentan de la destrucción
de la ciudad y de las puertas quemadas al fuego. Por lo tanto, por
el mal y por la afrenta en que estaba el pueblo; en el año 458 a. C.
llega a esta tierra Esdras,3 en el reinado de Artajerjes.4 Y 13 años
después de Esdras, en el año 445 a. C., llega para reconstruir las
1 Cf “Judíos” Microsoft Student 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008.
2 Zac (6.11-15): “…y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo
sacerdote Josué…y le hablarás... He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo”
3 Esd (7.1, 8): “…en el reinado de Artajerjes rey de Persia, Esdras…Y llegó a
Jerusalén en el mes quinto del año séptimo del rey”
4 “Artajerjes I” “rey de Persia (465-425 a. C.)” Microsoft Student 2009
[DVD]. Microsoft Corporation, 2008.

101
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

murallas y la ciudad, Nehemías;1 el primero en función sacerdotal


y el segundo en función administrativa como gobernador.
La reconstrucción fue llevada a cabo por Nehemías por es-
pacio de doce años;2 es decir, se terminó en el año 433 a. C.
[445 (año en que llega Nehemías) - 12 (tiempo de la reconstrucción)
=433]. Entre el año 490 a.C. y el año 433 a.C., hay un periodo de
años no contados. La segunda parte del versículo de Daniel: “y se-
senta y dos semanas”, las comenzamos a calcular desde el año 433
a.C., desde el año en que Nehemías concluyó su reconstrucción.
En la línea de tiempo que nos muestra la gráfica: “las primeras
69 semanas”, no se ha incluido el año “0”; la razón es porque en la
realidad ese año no fue incluido al diseñar el orden cronológico de
nuestros años. Esto, creemos, induce a un margen de error de uno
o dos años en el cálculo de las últimas 62 semanas. En la línea de
tiempo, sí se ha tenido en cuenta el año uno negativo (a.C.) y el año
uno positivo (d.C.). Hasta el año 1 a.C. se cumplirían los primeros
433 años, y en el año 1 d.C. se completarían los 434 años de las
69 semanas.
Estos datos no han sido minuciosos respecto a la cuenta de días,
años o avistamiento de las lunas nuevas en Jerusalén; sólo, sírva-
nos de guía acerca del cumplimiento de estas primeras 69 semanas.
Valga la aclaración adicional que hasta ahora las 69 semanas se
han presentado de forma continua y con esto, primero, sus cuentas
no coinciden con el año primero del Señor; y, segundo, hacen cál-
culos de años de 360 días, sin tener en cuenta el calendario judío y
su ajuste al año solar (365 días aprox). Si no se hacen estos ajustes,
las estaciones y otras fechas de celebraciones no coincidirían con
la realidad.

La última semana

De la última de las setenta semanas, la profecía de Daniel (9.26-


27) dice: “…y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la

1 Neh (2.1): “Sucedió en el mes de Nisan, en el año veinte del rey Artajerjes…”
2 Neh (5.14): “…desde el día que me mandó el rey que fuese gobernador de
ellos...desde el año veinte del rey Artajerjes hasta el año treinta y dos, doce
años, ni yo ni mis hermanos comimos el pan del gobernador.”

102
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de


la guerra durarán las devastaciones. Y por otra semana confirmará
el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrifi-
cio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominacio-
nes vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que
está determinado se derrame sobre el desolador.”
A las primeras 69 semanas les hemos visto cumplimiento hasta
el año primero del nacimiento del Señor. A partir de allí, y dándole
continuidad en el tiempo, comienza la última semana de la profe-
cía de Daniel.
En el pasaje de Daniel (9.26), leemos: “…y el pueblo de un
príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario…”
Estas primeras palabras tienen cumplimiento cuando el imperio
romano destruyó la ciudad y el templo. Dice el profeta: “el pueblo
de un príncipe que ha de venir”; el pueblo de ese príncipe (anti-
cristo) que ha de venir, destruye la ciudad y el santuario. Luego, el
profeta agrega (Dn 9.27): “Y por otra semana confirmará el pacto
con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la
ofrenda.” La destrucción del templo, ocurrida alrededor del año
70 d.C., con el consecuente cese del sacrificio y la ofrenda, con-
sideramos, es la mitad de la semana. Después de esto hubo una
abominación tal que trajo consigo la desolación total. Dice Daniel:
“Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el
desolador…” Estas palabras de Daniel pueden tener cumplimiento
en el año 135 d.C. La historia humana nos cuenta como el empe-
rador romano Tito, conquistó y arrasó a Jerusalén en el año 70
d.C. (sólo sobrevivieron a la destrucción muy pocas edificaciones).
Pero a pesar de esa devastación y de la huida hacia las naciones,
una pequeña parte de este pueblo pudo regresar a su tierra; una
situación que cambió a partir del año 135 d.C. en la ciudad re-
construida por el emperador romano Adriano. Esta fue una ciudad
pagana a la que se prohibió el ingreso de los judíos, originando
su definitiva dispersión o diáspora por las naciones del mundo.1
Por último, dice el profeta: “hasta que venga la consumación, y
1 cf “Jerusalén” y “Judíos” Microsoft Student 2009 (DVD). Microsoft Corp.,
2008.

103
Samuel Benedetti

lo que está determinado se derrame sobre el desolador.” Aquí se


menciona el tiempo del fin y el castigo del desolador, en lo que
entendemos es la otra mitad de la semana.
El imperio romano, que fue el desolador de Israel a principios
de nuestra era, dejó de existir por un largo periodo de tiempo; pero
renacerá cuando el fin esté cerca (ya renació), y en el fin se encon-
trará nuevamente en una situación semejante a la acontecida antes:
rodeando a Jerusalén para destruirla. Pero ese día, lo que está de-
terminado se derramará sobre el desolador.
En resumen, tenemos una mitad de semana en el año 70 d.C.,
cuando Jerusalén fue sitiada y el templo fue destruido, dando ini-
cio a la gran tribulación para los israelitas. Asimismo, hemos vis-
to un final de semana (fecha no conocida en el fin) cuando los
enemigos nuevamente acosan a Jerusalén; un tiempo en el cual es
castigado el desolador.
Dispersión Castigo
del
Retorno desolador
A B C
Primera mitad Segunda mitad
de la semana D de la semana

Años: 1“c” 70“c” 1948 ?fecha


desconocida

Gran tribulación e ira Consolación, restaurac.

Figura 7. Ilustra la última semana de la profecía de Daniel.

A – Indica el posible periodo de tres años y medio (3½) en los que


el desolador, habiendo estando en pacto con muchos (el imperio),
acosó a Jerusalén y a Israel hasta desolarla. El sitio de la ciudad
comenzó (en el 66) aproximadamente 3½ años antes.

B – Indica el periodo de la desolación, como años discontinuos de


la última semana.

104
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

C – Indica el posible periodo de tres años y medio (3½) en los que


el desolador está en pacto con muchos (el renacer del imperio en
la unidad de las naciones), en un nuevo acoso contra el pueblo de
Israel.

D – Indica la fecha del “holocausto”, como fecha de los dolores de


parto anteriores al nacimiento de la nación.
“c” cerca. Las fechas no son exactas puede haber una variación de
uno o más años. Ejemplo: el año 1 puede corresponder al año 2
debido, entre otros, a que no hay un año “0” en nuestro orden de
tiempo.

¿Cómo influyó Cristo en la última semana?

El nacimiento de Cristo afectó la dimensión espiritual y esto es


para con la iglesia; también, influyó en la dimensión natural y esto
es para con Israel. Un ejemplo de su incidencia en el ámbito natu-
ral lo encontramos en las palabras del Señor Jesús a los judíos (Mt
12.6): “uno mayor que el templo está aquí”. El templo en Jeru-
salén era la morada de Dios entre los israelitas, y la buena relación
del pueblo con Dios se basaba, en gran medida, en la observancia
a los rituales realizados en aquel lugar. Con la venida de Cristo
las cosas cambiaron. La buena relación del pueblo con Dios no se
basaba ahora en atención al templo, sino en una buena comunión
con el Señor Jesús. Así que, aunque en el año 70 el templo estaba
hermosamente edificado y los sacerdotes hacían los ritos según su
orden, esto no evitó su destrucción ni que la tierra fuera asolada.
La comunión del pueblo con el Señor Jesucristo, es justamente
la que enmarca la última semana de Daniel. Esta semana, comienza
a contarse desde el primer año de nuestra era que es el primer año
del Señor. A la mitad de la semana (año 70), los israelitas fueron
derribados por sus enemigos debido al abandono momentáneo de
Dios, y esto como consecuencia de que el pueblo rechazó la visita
de Dios en la persona del Señor Jesucristo. Esta primera mitad de
la semana, es la de la visitación, la del rechazo del pueblo, la del
abandono de Dios y la de la desolación de la tierra. Antes de iniciar
la segunda mitad de la semana (aprox año 1948), la nación israelí

105
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

estaba afligida con un dolor incurable debido a las masacres de


la guerra (holocausto). Y se inicia la segunda mitad de la semana
cuando Dios los atrae hacia él como en el pasado, como cuando los
sacó de la tierra de Egipto. De ese pasado dice el texto bíblico (Ex
19.4): “vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé
sobre alas de águilas, y os he traído a mí.” En esta nueva ocasión,
hallándose ellos dispersos por el mundo, son llevados hacia su te-
rritorio (año 48), según Apocalipsis, por medio de alas de águila.1
Y aunque todavía el templo (lugar representativo de la presencia
de Dios entre su pueblo Israel) no se haya reconstruido en Jerusa-
lén, para los israelitas ha comenzado la consolación en su tierra
hasta el completo perfeccionamiento en el fin. Esta segunda mitad
de la semana, es la de la restauración, la de la consolación; la cual
culmina cuando el Señor viene a ellos, da el castigo a sus enemi-
gos, quita el pecado, establece la justicia perdurable, etc.
Otros temas para examinar son los siguientes: el primero es un
tiempo concerniente al desolador; el segundo, son los años presen-
tados como discontinuos en el cálculo de la última semana, y, el
tercero, es la semejanza entre las primeras 69 semanas y la última.

El tiempo del desolador.

Cuando estudiamos las primeras 69 semanas, notamos que


hacían referencia a Israel; leímos por ejemplo que las semanas
comenzaban con la salida de la orden para restaurar y edificar a
Jerusalén, que se volverían a reconstruir las murallas en tiempos
angustiosos, que las semanas irían hasta el Mesías, etc. Siempre
es Israel quien aparece señalando el tiempo. En la última semana,
entendemos, también es así e Israel es sobre quien se cumplen los
tiempos proféticos. Pero según esta frase de Daniel (9.27): “Y por
otra semana confirmará el pacto con muchos”, hay un lapso de
tiempo definido por el pueblo desolador.2 A mí juicio, el imperio
romano al cumplimiento de las 69 semanas estaba en pacto con
1 Ap (12.14): “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila, para que
volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar…”
2 Nota: En la lectura del contexto se puede determinar que es en referencia al
desolador.

106
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

muchos, y a futuro, por un lapso de tiempo de siete años, confir-


maría ese pacto con los muchos. Al parecer, hay una semana de
siete años limitada por el pueblo destructor de Jerusalén unida, por
supuesto, a la semana determinada para Israel.
En la primera parte de esa semana limitada por el pueblo des-
tructor, tal como es ilustrado en la gráfica “Última semana profecía
de Daniel”, el imperio romano estando en pacto con muchos, des-
truye a Jerusalén y al templo, con el consecuente cese del sacrificio
y de la ofrenda. La destrucción final del templo,1 ocurrida cerca del
9 de julio (Ab) de 1970, tuvo su comienzo en los primeros meses
del año 66 (con la rebelión judía en contra del imperio y toma
de Masada2). En este intervalo, es posible estén incluidos los tres
años y medio que hemos anotado como “a la mitad de la semana
hará cesar el sacrificio y la ofrenda.” (Dn 9.27). En la segunda
parte de la semana, la cual tiene cumplimiento en el fin, el renacido
imperio romano en unidad con las naciones, nuevamente acosará
a Jerusalén. Nota: Los acosos ya iniciaron en las actuales decla-
raciones (mar 2020) del renacido imperio romano y reprochadas
por Israel. Estas declaraciones del imperio surgen, porque Israel,
a consecuencia del nombrado “acuerdo del siglo”, hecha por el
presidente estadounidense, inició las formalidades para la anexión
de los territorios reconquistados (estas anotaciones con datos re-
cientes las he incluido en julio de 2020). Además, dicha situación
empeorará porque, en nuestra opinión, Israel será la única nación
del mundo en no acogerse al nuevo orden mundial (una marca en
la mano o en la frente: “666”); por lo cual, ante estas nuevas rebe-
liones, en semejanza a las primeras insurrecciones judía en contra
del régimen, los israelitas recibirán la mirada hostil del imperio. Al
finalizar la semana, según interpretamos, y tras estos últimos tres
años y medio, la nación israelí estará nuevamente rodeada de ene-
migos. Dice Zacarías (12.3): “...bien que todas las naciones de la
1 Confer:“Judíos” Microsoft Encarta 2007 (DVD) Microsoft Corporación,
2006. También remitase a la web: mfa.gov.il, Ministerio de relaciones
exteriores de Israel.
2 Nota: Masada, fue una fortificación en la cumbre de una montaña, ocupada
por una guarnición romana hasta que los judíos (un grupo llamado los zelotes)
la capturaron en el 66. Confer “Masada” Microsoft Encarta 2007 (DVD)
Microsoft Corporación, 2006.

107
¿Y qué es del pueblo de Isrrael...Y qué de la Iglesia?

tierra se juntarán contra ella…” En el fin, consideramos, no habrá


un sitio literal de la ciudad santa por tres años y medio a la forma
antigua. Sí habrá unos días en los que, literalmente, estarán rodea-
dos los cuales serán la culminación de tres años y medio en los que
hubo amenazas y acosos.

El tiempo no contado en la semana

Un segundo aspecto para considerar es el periodo intermedio


(el tiempo de la desolación) que es presentado como discontinuo
en el cálculo de la semana. Acerca de este tema debemos mencio-
nar un caso anterior ocurrido en Israel. En la Escritura, específica-
mente en el libro de 1 Reyes (6.1), dice: “En el año cuatrocientos
ochenta después que los hijos de Israel salieron de Egipto, el cuar-
to año del principio del reino de Salomón…comenzó él a edificar
la casa de Jehová.” Leemos en el versículo que, desde la salida de
Egipto hasta la construcción del templo por Salomón, habían pa-
sado 480 años. Pero cuando nos remitimos a la historia sagrada, y
por nuestra cuenta hacemos la sumatoria de los años, encontramos
unos periodos que no fueron incluidos en el cálculo del tiempo
transcurrido. En la sumatoria total de 480 años, dada por el libro 1
Reyes, no se incluyeron los años en los que la tierra de Israel fue
gobernada por sus enemigos y por otras personas diferentes a las
asignadas por Dios. La suma total real, desde la salida de Israel de
Egipto hasta cuando Salomón comienza a edificar el templo, es de
aproximadamente 579 años (ver anexo No. 2). Durante estos 99
años de diferencia (entre 579 y 480), Israel fue gobernada por ene-
migos de la nación y por personas que no habían sido enviadas por
Dios. Usando el mismo criterio, esta sería una razón del por qué en
la última semana hay un tiempo no contado de años. En el perio-
do discontinuo de la última semana, Jerusalén permaneció bajo el
gobierno gentil (pueblos diferentes a los judíos). Para conocer en
detalle acerca de este intervalo de tiempo, remítase al cuadro del
gobierno gentil sobre Jerusalén en el capítulo 11, página 125.

108
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Semejanzas entre las primeras 69 semanas y la


última de las semanas

Las primeras 69 semanas de la profecía de Daniel tienen como


marco: la edificación y la restauración de Jerusalén, la cual se ba-
saba en la reconstrucción y en la atención del templo. En la última
semana, el interés es el mismo: la edificación y restauración de Je-
rusalén (cabeza de Israel), pero ahora su restauración no gira en tor-
no al templo; ahora la restauración gira en torno a la comunión del
pueblo con Dios a través de la persona de Cristo. La primera edifi-
cación fue efectuada por personas que fueron figuras proféticas del
Mesías; y la posterior fue conseguida por Cristo, cuando, a seme-
janza del ritual hecho por el sumo sacerdote (que hacía una vez al
año para expiación), entró más allá del velo a favor del pueblo. Otra
semejanza entre las primeras 69 semanas y la última, son los años
presentados como discontinuos. En las primeras 69 semanas hubo
un periodo discontinuo de años debido a que el pueblo abandonó
la casa de Dios; un lapso de años no contados que terminan cuando
Esdras y Nehemías realizan su labor en Jerusalén, comenzando de
inmediato el cálculo de las semanas. En la última semana también
hay un periodo discontinuó de años debido a que el pueblo de Israel
rechazó al Mesías, originando el abandono de Dios y la posterior
desolación de su tierra.1 Ese tiempo no contado de años, se acaba
cuando los judíos retornan a su territorio; un indicativo de la res-
tauración de Jerusalén y de la reconciliación de Dios con su pue-
blo, comenzando de inmediato la última mitad de la semana.
Nota: Al final de este libro (anexo No. 3), se presenta una opi-
nión contraria a la expuesta en este capítulo.

1 Is (5.5-6): “Os mostraré, pues, ahora lo que haré yo a mi viña: Le quitaré su


vallado, y será consumida; aportillaré su cerca, y será hollada. Haré que quede
desierta…”

109
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

8
Las trompetas

Al comienzo del capítulo 8 de Apocalipsis se describe el instan-


te en que el Cordero abre el séptimo sello, lo cual y debido a la
explicación de Juan se percibe como un acto muy solemne. En la
Escritura, el momento se detalla así:

Ap (8. 1-4): “Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en


el cielo como por media hora. Y vi a los ángeles que estaban en
pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas. Otro ángel vino
entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se
le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos
los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono. Y
de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del
incienso con las oraciones de los santos”

Cuando los ángeles recibieron sus trompetas hubo un fortale-


cimiento de los santos, evidenciado en una mayor oración ante la
presencia de Dios. Hasta aquí la iglesia, según parece, todavía no
ha sido llevada al cielo; porque de la oración, conocemos, es efec-
tuada por los habitantes de la tierra, y sube al cielo proveniente de
ellos. Mostrar a la iglesia presente aún en la tierra está de acuerdo
con el libro de los salvados en manos del Cordero que, hasta este
momento, no está del todo abierto.

111
Las trompetas

Valga aclarar que este estudio, en el lenguaje figurativo de las


trompetas, reconoce la presencia de la iglesia en la tierra; de allí
que sus descripciones sean interpretadas como simbólicas y en re-
presentación de hechos literales.
A continuación, un resumen de los pasajes bíblicos referidos a
las trompetas, con una posible interpretación de sus símbolos.

El simbolismo del sonar de las trompetas (1-4)

La primera trompeta

“El primer ángel tocó la trompeta, y hubo granizo y fuego mez-


clados con sangre, que fueron lanzados sobre la tierra; y la ter-
cera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba
verde.” (Ap 8.7)

La primera trompeta, anuncia los daños en el recurso natural


de la tierra. La figura bíblica: el granizo, nos sugiere unos da-
ños inmediatos; y el fuego, junto con la expresión “se quemó”,
nos dan a entender unos daños que se van sucediendo en un
tiempo hasta llegar a la consumación.1 La frase “fuego mezcla-
dos con sangre”, nos mostraría una destrucción progresiva del
recurso natural con implicaciones sobre la vida del hombre y de
los animales. La declaración: “la tercera parte”, nos indicaría la
proporción en la que disminuyen los árboles, afectando en par-
te a los alimentos y en general al denominado medio ambiente.
Es común, desde hace varias décadas, escuchar de la destruc-
ción progresiva del recurso forestal de la tierra, de la destrucción
de las capas atmosféricas, de la degeneración del recurso alimen-
ticio y de su escasez en algunos países, de la quema indiscrimina-
da, de la tala de árboles, etc. Que en su preocupación la sociedad
ha creado unos organismos de vigilancia, y ha establecido por ley
los parques naturales, de los cuales algunos han sido elevados al

1 Ex (3.2-3): “…y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se


consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por
qué causa la zarza no se quema.”

112
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

estatus de patrimonios mundiales: la Selva del Amazonas es un


ejemplo. Pero el daño ha venido a ser progresivo, hasta llegar a la
consumación de una proporción definida: “la tercera parte”.
En cuanto a la expresión “se quemó toda la hierba verde” hace-
mos la siguiente anotación. En la naturaleza hay una gran variedad
de hierba y de ella conocemos crece en casi todo lugar, incluso
sin un cuidado particular; pero cuando la Escritura menciona el
hecho de su quema total, y conociendo antes que no es todavía el
momento de la destrucción de la tierra en sus elementos ardientes,
creemos se habla aquí del fin del brotar natural. La “hierba verde”,
es posible represente el germinar de forma natural, que es muy
contrario a lo que hoy sucede en el mundo. Hoy conocemos de la
manipulación de la genética de las semillas, y del afán de algunos
entes por obtener el monopolio mundial de dicho recurso. La exis-
tencia de unos muy pocos dueños de semillas “arregladas”, ampa-
rados por las leyes de propiedad intelectual, trae como consecuen-
cia un acercamiento al fin de las semillas naturales. Es posible que
la expresión “se quemó toda la hierba verde”, signifique el final de
la producción de un tipo de plantas de forma natural.

La segunda trompeta

“El segundo ángel tocó la trompeta, y como una gran montaña


ardiendo en fuego fue precipitada en el mar; y la tercera parte
del mar se convirtió en sangre. Y murió la tercera parte de los
seres vivientes que estaban en el mar, y la tercera parte de las
naves fue destruida.” (8.8-9)

La segunda trompeta, anuncia los daños de los recursos del mar.


Interpretamos que no se trata de una montaña, ardiendo en fuego,
cayendo sobre el mar y de una tercera parte del agua convertida en
sangre de forma literal; sino que el fuego y la sangre nos indicarían
la extinción progresiva de los seres vivientes del mar, como si por
fuego se consumieran, hasta llegar a la proporción definida por el
versículo en mención: la tercera parte. Para nadie es extraño la in-

113
Samuel Benedetti

controlable destrucción (evidenciada desde hace algunas décadas)


de los recursos naturales del mar.
Por destrucción de naves, entendemos que, al disminuirse las
especies marinas disminuirían asimismo las naves que derivan
su sustento del mar. O un porcentaje de naves que ya no podrían
existir, las que, en otras condiciones, en unas condiciones óptimas
hubieran existido.

La tercera trompeta

“El tercer ángel tocó la trompeta, y cayó del cielo una gran estre-
lla, ardiendo como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte
de los ríos, y sobre las fuentes de las aguas. Y el nombre de la
estrella es Ajenjo. Y la tercera parte de las aguas se convirtió en
ajenjo; y muchos hombres murieron a causa de esas aguas, por-
que se hicieron amargas.” (8.10-11)

En los versículos anteriores se menciona el vocablo Ajenjo, que


también fue mencionado por el profeta Jeremías (Jer 9.13-15) en
palabras dirigidas para Israel: “Dijo Jehová: Porque dejaron mi
ley…antes se fueron tras la imaginación de su corazón, y en pos de
los baales…Por tanto, así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de
Israel: He aquí que a este pueblo yo les daré a comer ajenjo, y les
daré a beber aguas de hiel.”
El Ajenjo, en Apocalipsis, está representado por una gran es-
trella ardiendo que cayó sobre la tercera parte de los ríos y de las
fuentes de las aguas. Interpretamos que no se trata de una estrella
física del cielo cayendo sobre Europa y América, distantes entre
sí, y afectando solamente una parte de los ríos y de las fuentes de
las aguas. Entendemos, por el nombre de la estrella: Ajenjo, que
a causa de las aguas amargas muchos hombres han venido a ser
muertos de amargura.
El hombre se ha alejado de Dios y busca satisfacer su sed espi-
ritual en otras aguas, como por ejemplo: las bebidas alcohólicas (y
no alcohólicas1); también la televisión, el juego, la web, la droga

1 Nota: hay refrescos masificados y con una posición de dios entre las naciones.

114
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

y otras más; que son aguas que dejan tras sí amargura causante de
muerte. Algo nada ajeno a nuestra historia ni a las noticias cotidia-
nas, evidenciado en los suicidios, en las enfermedades asociadas a
la amargura, y en los homicidios por diferentes causas, incluyendo
celos amargos, etc.
Sería bueno, en este punto, traer a colación la cuestión de esce-
nas apocalípticas interpretadas de forma literal, como, por ejem-
plo: una piedra física cayendo del cielo. En estos versículos rela-
cionados con el sonar de las trompetas, como hemos mencionado,
vemos un idioma simbólico, debido precisamente a la presencia de
la iglesia en la tierra. Recordemos que los sucesos de calamidad,
dados a conocer a través de las trompetas, están ligados a la acción
de abrir el libro de los salvados. Estos dos hechos: salvación y
condenación, hacen parte del mismo marco espiritual dado por la
iglesia.

La cuarta trompeta

“El cuarto ángel tocó la trompeta, y fue herida la tercera parte


del sol, y la tercera parte de la luna, y la tercera parte de las estre-
llas, para que se oscureciese la tercera parte de ellos, y no hubie-
se luz en la tercera parte del día, y asimismo de la noche.” (8.12)

La cuarta trompeta, entendemos, se vincula a la oscuridad que


es dolor. Los días se han tornado más oscuros o de mayor aflicción;
pero aunque los días se han hecho más oscuros y exista la posibi-
lidad de que ninguno sea salvo, los días en oscuridad son también
evidencia de días acortados por motivo de los escogidos.1

1 Mt (24.22): “Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; más


por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados.”

115
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

9
LAS TROMPETAS
(CONTINUACIÓN)

Con el capítulo 9 de Apocalipsis, comienzan los tres “ay” conte-


nidos en las trompetas cinco, seis y siete.

El simbolismo del sonar de las trompetas (5-6)

La quinta trompeta.

“El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del
cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abrió el
pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran
horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del
humo salieron langostas sobre la tierra; y se le dio poder, como
tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no
dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a nin-
gún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello
de Dios en sus frentes. Y les fue dado, no que los matasen sino
que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tor-
mento de escorpión cuando hiere al hombre. Y en aquellos días
los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán
morir, pero la muerte huirá de ellos. El aspecto de las langostas
era semejante a caballos preparados para la guerra…Y tienen

117
Las trompetas

por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo
es Abadón, y en griego, Apolión (o, destructor)…” (9.1-12)

Con el sonar de la quinta trompeta, una estrella cayó del cielo a


la tierra, y con la autorización que traía (llave), permitió la salida
del pozo del abismo de un humo que oscureció el sol y el aire. Del
humo salieron langostas; pero no son literalmente las langostas
encargadas de destruir las plantas verdes de la tierra; estas debían
dañar a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes.
Su perjuicio en el hombre no era para causarle muerte; su perjui-
cio es para tormento, como tormento de escorpión cuando hiere al
hombre, lo cual debía suceder durante un tiempo de cinco meses.
El rey de estas langostas se llama “destructor” (en griego) o “rui-
na” (de acuerdo a la traducción de la palabra hebrea Abadón).
El daño de esta plaga en el hombre es semejante al causado
en las plantas naturales, de lo cual suponemos, al paso de aque-
lla, sólo habrían quedado varas marchitas erguidas en medio del
paisaje. Así que este daño en el hombre pudiera ser interpretado
como la destrucción de la vida (un daño al verdor), que creemos se
trata específicamente de las cosas que le son ancla de vida, como,
por ejemplo: el amor, las empresas, la familia, etc., cuya pérdida,
destrucción o ruina, produce un dolor semejante al que de manera
natural produce la picadura de un escorpión. Las pérdidas pueden
presentarse por la falta de un bien material, o por no hallarle valor
a los que se tiene; y en medio de esa vida sin sabor, la muerte no
les es permitida a los hombres como una opción para escapar. Con
relación a un tormento por cinco meses, entendemos, hay implícito
un tiempo, aunque no creemos se trate de cinco meses literales;
hemos entendido, más bien, en un tiempo cercano al fin en la re-
presentación simbólica de cinco meses.
Nota, sobre el número cinco: En diferentes pasajes de la Bi-
blia, el número cinco es usado para, dentro de un “todo”, mostrar
un valor representativo. Por ejemplo, José (Gn 17.2), de entre los
jóvenes de su pueblo, tomó a cinco para presentarlos delante de
Faraón (no quiere decir que no hubiesen otros jóvenes, pero en-
tre todos estos fueron seleccionados); David, cuando enfrentó a

118
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Goliat (1 S 17.40) escogió cinco piedras del arroyo (habían otras


muchas piedras, pero estas fueron seleccionadas); las cinco vír-
genes insensatas y las cinco prudentes, relatadas en el evangelio
(Mt 1ss), están representando un número mayor o un “todo” de
personas insensatas y prudentes. Concluimos, así, que los cinco
meses, es posible, estén en representación de un tiempo mayor e
indeterminado; es decir, las pérdidas y los sin sabores siempre han
estado presente en la historia del hombre, pero durante este tiempo
nombrado, será especialmente notable.
Con respecto a los hombres sellados por Dios, mencionados en
este texto de Apocalipsis (9.4), consideramos que sus vidas están
dirigidas por Dios, y él no les dará un escorpión cuando ellos le es-
tán pidiendo un huevo.1 Dios no les va a dar algo con el propósito
mal intencionado de causarles dolor. Para los hijos de Dios sus vi-
das nunca estarán en destrucción o ruina, porque están escondidos
en el Señor y él es su propósito de vida. Y aunque sufran pérdidas,
su aflicción no será comparable al dolor que sufre el mundo, ya
que no está su corazón puesto en las cosas de esta vida, sino en las
eternas.

La sexta trompeta

“El sexto ángel tocó la trompeta…y fueron desatados los cuatro


ángeles que estaban preparados para la hora, día, mes y año, a
fin de matar a la tercera parte de los hombres. Y el número de
los ejércitos de los jinetes era de doscientos millones. Yo oí su
número. Así vi en visión los caballos y a sus jinetes, los cuales
tenían corazas de fuego, de zafiro y de azufre. Y las cabezas de
los caballos eran como cabezas de leones; y de su boca salían
fuego, humo y azufre. Por estas tres plagas fue muerta la tercera
parte de los hombres; por el fuego, el humo y el azufre que sa-
lían de su boca. Pues el poder de los caballos estaba en su boca
y en sus colas; porque sus colas semejantes a serpientes, tenían
cabezas, y con ellas dañaban. Y los otros hombres que no fue-
ron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las
1 Lc (11.5-13): “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una
piedra?… ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros,
siendo malos...”

119
Samuel Benedetti

obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las


imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de madera, las
cuales no pueden ver, ni oír, ni andar; y no se arrepintieron de
sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de
sus hurtos.” (9.13-21)

El toque de esta trompeta lo hemos asociado a un incremento


de los daños iniciados a partir del abrir del cuarto sello en donde
aparece el jinete del caballo amarillo. El jinete del caballo amarillo
tenía por nombre Muerte, y mataba con espada, con hambre, con
mortandad, y con las fieras de la tierra; interpretándolo en este
estudio, respectivamente, como: guerras, destrucción del recurso
natural, desastres naturales, y pestes y epidemias.
La espada, el hambre, la mortandad y las fieras de la tierra, asig-
nadas al jinete del caballo amarillo, las hemos vinculado, en su or-
den, al humo, fuego, azufre (que sale de la boca de los caballos), y
a las colas semejantes a serpientes, descritas en esta sexta trompe-
ta; pero ahora en un significado de mayor valor. El humo lo hemos
asociado a la “espada” (guerras) del caballo amarillo; el fuego lo
hemos asociado al hambre y a las enfermedades producidas por la
degeneración de los recursos naturales (daño de los recursos) que
para el caballo amarillo era “hambre”; el azufre a la “mortandad”
(desastres naturales: terremotos, volcanes, etc., accidentes) y las
colas como serpientes las hemos vinculado a las “fieras de la tie-
rra” (enfermedades por virus, bacterias y otros).
Las plagas mataban a los hombres, pero había otros hombres
que no habían sido muertos y estaban en adoración de imágenes,
homicidios, hechicerías, fornicación, y hurtos; con la capacidad de
arrepentirse, si así lo hubieran decidido ante a la magnitud de los
eventos acontecidos en medio de ellos.
Los acontecimientos descritos por el toque de esta trompeta no
son descripciones lejanas a nuestro entorno. Sin embargo, es nece-
sario insistir en que los hijos de Dios tampoco sufren daños debido
a esta plaga. Meditemos, por ejemplo, en el mensaje del Señor
Jesús a sus discípulos (Lc 21.16-18), unas palabras que podemos
hacer extensivas a otras circunstancias: “más seréis entregados aun

120
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

por vuestros padres, y hermanos…y matarán a algunos de voso-


tros; y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. Pero ni
un cabello de vuestras cabezas perecerá…”
Valga la pregunta: ¿Cómo puede ser que algunos morirán, pero
ni un cabello de sus cabezas perecerá? En el contexto de un reino
celestial y de una vida eterna, los hijos de Dios aunque mueren al
igual que cualquier hombre, ellos no perecen.1 Ellos tienen vida
eterna; en ellos, el más ínfimo de sus cabellos tiene vida eterna;
y cuando el Señor se manifieste en su venida, se acabará la forma
en que actualmente opera el reino de Cristo en medio de la huma-
nidad, y se dará a conocer al mundo la verdadera vida y el reino
de los hijos de Dios. Para las personas del mundo, en cambio, su
muerte es la antesala sin retorno de un juicio para condenación.

Línea de Tiempo

Los episodios descritos con el sonar de las trompetas, creemos,


tienen lugar en el tiempo comprendido entre el año 1900 (aprox.) y
el año determinado para el fin. A partir del año 2000 sucederían los
eventos relacionados con los siete truenos (explicados más adelan-
te con la séptima trompeta).
Nota: Dice la Escritura: “...y se les dieron siete trompetas. Otro
ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de
oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de
todos los santos...”
Los episodios descritos con el sonar de las trompetas, creemos,
comienzan desde los primeros años de 1900, esto es, en los inicios
del siglo XX. Hemos llegado a esta conclusión, porque en estos
últimos cien años (desde 1900 a 2018) ha habido un aumento en la
severidad de los eventos, en comparación con las cosas sucedidas
en los diecinueve siglos anteriores a 1900. Ahora bien, ¿cómo in-
terpretar estos textos acerca del incienso añadido a las oraciones de
los santos, justo, cuando los ángeles reciben las trompetas? Cierta-
1 Jn (10.28): “…y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las
arrebatará de mi mano…”

121
Las trompetas

mente, con las trompetas, se avecinaba para la tierra un tiempo di-


fícil y, por tanto, hubo un fortalecimiento de los santos. Acerca de
este incienso añadido, o mayor oración, descrito en el texto bíblico
anterior, tome en consideración que en los primeros años de 1900
hubo unos avivamientos espirituales en diferentes lugares “estra-
tégicos” de la tierra: Gales (Europa), Calle Azuza (Los Ángeles,
EEUU, América) y la India (Asia), lo cual, entendemos, después
se extendió al mundo. Estos avivamientos, por lo visto en la histo-
ria, nacieron de personas puestas en oración, y, de hecho, con los
avivamientos hubo fortalecimiento en la oración. (Cónfer: Azuza
Street, Frank Bartleman. Editorial Peniel, Buenos Aires, 2006).
El sonar de las trompetas, entonces, lo relacionamos con el
aumento catastrófico de los eventos. La primera trompeta, por
ejemplo, da a conocer unos daños graves al recurso forestal de la
tierra. Interpretados, o vinculados esos daños de la primera trom-
peta, con el deterioro que ha sufrido nuestro medio ambiente desde
mediados del siglo XX, que en los diecinueve siglos anteriores no
fueron notables. No obstante, esas graves situaciones ocurridas en
estos últimos cien años (siglo XX e inicios del XXI) comenzaron
en menor medida en el pasado, tal como lo interpretamos de los
acontecimientos dados a conocer con la apertura de los sellos. En
el pasaje bíblico de los sellos, encontramos, por ejemplo, al jinete
del caballo negro quien dañaba unos alimentos y preservaba otros;
y al jinete del caballo amarillo de quien directamente se declara
provocaba la muerte por hambre de un número estipulado de per-
sonas. Se dedujo, de estos dos sellos, que en el pasado hubo una
afectación al recurso natural, mayormente apreciada en la escasez
de alimentos en algunos sectores del mundo.
Los acontecimientos descritos por la apertura de los sellos, son
verificables en la lectura de los registros históricos. En nuestra his-
toria anterior al siglo XX, encontramos unos daños naturales aso-
ciados a los sembrados, y la muerte de muchas personas a causa
de ello. Pero con el sonar de las trompetas esos daños se acrecen-
taron. Con la primera trompeta, la cual señalaba granizo y fuego
mezclado con sangre, las pérdidas no sólo alcanzaron el producto
alimenticio de la tierra, sino que se extendieron al recurso forestal

122
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

en general. Para la segunda mitad del siglo XX, fueron noticia la


hambruna en algunos países africanos, pero también fueron noticia
la deforestación de la tierra, la quema indiscriminada, la tala de
árboles, etc.
Lo acontecido con la primera trompeta ya era grave, pero no
quedó hasta allí; el fuego se ha hecho aún más espantoso. A los
daños causados por la primera trompeta se añadieron los efectos
de la sexta trompeta, cuyo sonar permitió la salida de aquel ejército
de doscientos millones de jinetes y sus caballos, quienes mataban
a los hombres, entre otras plagas, por el fuego de la boca de los
caballos. Si bien hace algunas décadas escuchábamos (a conse-
cuencia de la primera trompeta) de los daños al medio ambiente y
del hambre en algunos sectores del mundo, todavía en ese enton-
ces la condición óptima de los alimentos no había descendido a los
niveles de nuestra historia reciente; esto último creemos es a con-
secuencia de la sexta trompeta. Desde hace unos años hay un daño
al recurso natural que nos afecta directamente a todos, y se traduce
en la disminución progresiva de la calidad de los alimentos, lo cual
ha conducido a la muerte de una gran cantidad de personas. Cree-
mos que algunas enfermedades no infecciosas como el cáncer, las
relacionadas con la circulación, el corazón, la diabetes y otras, se
producen y han alcanzado un mayor efecto, debido, principalmen-
te, a la destrucción del medio ambiente y al desmejoramiento en la
calidad de los alimentos.
El otro aspecto interesante para destacar en esta observación
de diecinueve siglos juntos, por un lado, y de cien años por el
otro (de 1900 a 2018), es que en estos últimos años la ciencia y
la tecnología han aumentado; y ha habido, también, en esta época
un pensamiento moderno influenciado por las teorías evolutivas,
por las teorías de la formación del universo, y por otras ideas más.
Pero los “logros” del hombre parecieran ir en simultaneidad con el
aumento progresivo de la maldad en la tierra. Lo anterior es más
fácil de detectar en la observación de un sólo individuo, cuando
envanecido en sus logros personales se mantiene alejado de Dios;
a la sociedad, de igual modo, los avances en la ciencia y en otras
áreas del saber, la han alejado de Dios y en consecuencia hay ma-

123
Las trompetas

yor maldad y también muerte. Un primer punto para considerar de


qué forma la sociedad se ha alejado de Dios para ir tras sus avan-
ces, lo observamos con el sonar de la tercera trompeta y las aguas
hechas amargas. Hemos entendido que la sociedad actual se va tras
los dioses que ha masificado, los cuales son para ella como agua
que sacia su sed espiritual. Es común escuchar de la necesidad de
algunos por las bebidas alcohólicas (y no alcohólicas), por la tec-
nología, la Internet, la televisión, etc.; aguas que, algunas de ellas,
se han hecho amargas y son causantes de muerte.
Un segundo punto para estudiar nos lo da la sexta trompeta.
Con el sonar de esta se describe a un ejército de doscientos mi-
llones de jinetes, los cuales mataban a los hombres con el humo
que salía de la boca de sus caballos. Ya habíamos visto cómo la
espada fue (para los primeros diecinueve siglos de nuestra era)
el principal instrumento de guerra, y aunque el conocimiento de
la pólvora y la creación de las armas de fuego transformaron el
concepto de guerra, la espada, según parece, fue el símbolo bíblico
de batalla para todo ese periodo de tiempo. Con la sexta trompeta
se anuncia un cambio drástico, que va del daño causado por una
espada (jinete del caballo bermejo y jinete del caballo amarillo), a
un daño causado por el humo que salía de la boca de los caballos.
Como vemos, el símbolo bíblico que representaba a los homici-
dios y a las guerras cambió, pasó de la espada al humo (ejército de
doscientos millones). En estos últimos cien años, en comparación
con los siglos que nos precedieron, los instrumentos de guerra, a la
par de los avances científicos y tecnológicos, se han desarrollado
hasta llegar al horroroso extremo de la bomba atómica y de otras
armas terribles.
Siguiendo en este mismo orden, es necesario mencionar como
característica de esta última centuria, el aumento del terror y la
angustia de las gentes debido a los desastres naturales. El símbolo
bíblico para los siglos anteriores, nombrado “mortandad”, según
parece, cambió, y ahora es nombrado “azufre” (ejército de dos-
cientos millones). Una señal final prevé (Lc 21.25) a las personas
“confundidas a causa del bramido del mar y de las olas; desfa-
lleciendo los hombres por el terror y la expectación de las cosas

124
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

que sobrevendrán a la tierra…” (temores por tsunamis, maremo-


tos). Por otra parte, las muertes por enfermedades a causa de los
microorganismos, anunciados en nuestra descripción de los sellos
en donde aparecía un jinete y su caballo amarillo, han quedado
pequeñas ante el anuncio de la sexta trompeta de un ejército de
doscientos millones de jinetes y sus caballos. El símbolo bíblico
para los siglos anteriores fue “las fieras de la tierra”, ahora, según
parece, aumenta al ser nombrado serpientes en doscientos millo-
nes de caballos.
En verdad no es necesario entrar en muchos argumentos res-
pecto a estos temas, pues todos conocemos los tiempos en que
vivimos. Las descripciones sólo intentan resaltar el aumento en la
gravedad de los eventos, comparando estos últimos cien años con
los siglos anteriores; y también, obviamente, haciendo notar que el
pasado año 2014, por ejemplo, está dentro de la cronología de los
eventos apocalípticos. Es posible que esos doscientos millones de
jinetes, anunciados por la sexta trompeta, salieran ya desde hace
algunas décadas en su propósito de matar a la tercera parte de los
hombres. A diario, vemos, que millones de muertes deja tras de
sí el cáncer, la diabetes, los homicidios, las guerras, los virus, las
bacterias, etc.

125
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

10
LA SÉPTIMA TROMPETA (I)

Nuestro tiempo, en el contexto del lenguaje figurado de Apocalip-


sis, está a la espera de los días cuando el séptimo ángel comience
a tocar la trompeta. Seguiremos en este estudio con los detalles de
cada uno de los eventos relacionados con esta trompeta, los cuales
se extienden desde este capítulo 10 hasta el 22 inclusive (con pa-
réntesis en los capítulos 12 y 13). Entre estos capítulos, del 10 al
22, se desarrollan varios eventos, algunos son previos y otros son
inmediatos al sonido de la trompeta.
Los previos que estaremos revisando, son: El ángel con el libri-
to; El tiempo no será más (se prevé con el sonar de esta trompe-
ta); Los siete truenos; Los dos testigos; El patio del templo; y, El
mensaje de los tres ángeles. Los posteriores o inmediatos al sonar
de la séptima trompeta, son: La adoración (debido al toque de esta
trompeta); El tribunal de Cristo; El cántico de los 144.000; La sie-
ga y La vendimia; Los que alcanzaron victoria sobre la bestia y su
imagen, y su marca; Las copas de la ira; La caída de Babilonia;
El Jinete del caballo blanco; La cena de las bodas del Cordero;
Los mil años; El cielo nuevo, tierra nueva y nueva Jerusalén; y los
anuncios del capítulo 22 (final de Apocalipsis).

127
LA SÉPTIMA TROMPETA

EL ÁNGEL CON EL LIBRITO

En el capítulo 10 de Apocalipsis, Juan describe las acciones de


un ángel.

Ap (10.1-7): “Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuel-


to en una nube…Tenía en su mano un librito abierto; y puso su
pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra; y clamó
a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete
truenos emitieron sus voces…Y el ángel que vi en pie sobre el
mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo, y juró por el que
vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que
están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las
cosas que están en él, que el tiempo no sería más, sino que en los
días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la
trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció
a sus siervos los profetas. La voz que oí del cielo habló otra vez
conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano
del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra. Y fui al
ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma,
y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce
como la miel. Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y
lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo
hube comido, amargó mi vientre. Y él me dijo: Es necesario que
profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y
reyes.”

En este capítulo de Apocalipsis se describe al ángel que tenía en


su mano un librito.
Relacionados a este ángel, que es diferente al ángel de la sépti-
ma trompeta, hay tres sucesos: primero, clamó a gran voz y siete
truenos emitieron sus voces; segundo, levantó su mano al cielo y
juró que, cuando el séptimo ángel comience a tocar la trompeta, el
tiempo no sería más; y, tercero se le dijo a Juan para que tomase y
comiese el librito de la mano del ángel.
Acerca de esto último, entendemos que es en referencia a una
facultad dada por Dios: profecía o palabra, lo cual lleva implíci-

128
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

to una acción humana: tomar y comer. Hay una necesidad en el


mundo (le dicen “es necesario”), y Dios facultó a Juan para que
profetizara debido a la extrema cercanía del fin (el escenario es en
vísperas del toque de la séptima trompeta).
Pero, ¿cómo es que se le insta sobre la necesidad de hablar a
muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes, debido a la cercanía
del fin, a un anciano desterrado en una isla? Consideramos que se
trata de una labor desarrollada, primeramente, por Juan cuando
por medio de su escrito dio a conocer las palabras de la profecía; y,
segundo, por nosotros, los habitantes de los últimos días en cuanto
a la necesidad de hablar, de profetizar, de tocar trompeta.
Sobre los otros dos sucesos relacionados al ángel con el librito,
entendemos, que antes del toque de la séptima trompeta tiene lugar
el sonido de los siete truenos, y con el toque de la séptima trompeta
el tiempo no será más.

Los siete truenos

En nuestro contexto natural encontramos, por ejemplo, que


cuando escuchamos los truenos sabemos que relacionado a él hay
un relámpago y también sabemos que suele haber lluvia o tormen-
ta... Y del mismo modo, como sucede que antes de la caída de un
chaparrón se producen muchos truenos innocuos, así surgirán, he-
mos interpretado, siete truenos innocuos (sin advenimiento) antes
de la llegada del fin. Haciendo la diferencia entre señal y trueno,
creemos, que las voces que se han escuchado en torno al fin, son
los truenos. Un sonido de trueno, por ejemplo, pudo ocurrir en el
en el año 2000 con relación al cambio de milenio, en esos días se
decía que el fin había llegado. Otro sonido de trueno, pudo ser, el
que se escuchó en el año 2012 a raíz del estudio del universo efec-
tuado por los Mayas. En cercanía a esos días, también, se decía
que el fin había llegado, pero no fue así, esos eventos sólo fueron
como un sonido de trueno en el contexto de un cielo que ya está
oscurecido. Lo mismo sucede con las noticias; por ejemplo, las
que escuchamos sobre los preparativos para el nuevo templo en

129
Samuel Benedetti

Jerusalén; las que nos hablan de la conversión al evangelio de per-


sonas en diferentes lugares del mundo; las que nos dicen de la pro-
mulgación de algunas leyes que aprueban asuntos contra naturales;
el cumplimiento de los 70 años en el año 2018, de la formación del
estado de Israel, etc. Cada trueno nos anuncia que el fin pareciera
haber llegado, y se alarman las gentes. Todo esto es el presagio de
que un día cualquiera, cuando menos se espere, es decir sin sonido
de trueno sino con el toque de la séptima trompeta, se anunciará la
llegada del fin.

El tiempo no será más

En el capítulo 10, leemos, un ángel juró por Dios que cuando el


séptimo ángel comience a tocar la trompeta el tiempo no será más
o, el misterio de Dios se consumará. Con el sonido de la séptima
trompeta acontecerá lo siguiente: el tiempo no será más. Pero no es
el fin del orden cronológico del tiempo con sus horas. Se entiende
que la expresión: “el tiempo no sería más”, está relacionada con el
misterio de Dios tal como se añade al final del verso: «el misterio
de Dios se consumará». El misterio de Dios oculto y ahora anun-
ciado por su siervo Pablo en la carta a los romanos es, la salvación
de la humanidad por Jesucristo;1 cuyo mensaje todavía se anuncia
en nuestros días en espera del momento en el cual se consumará o
acabará. Con el toque de la séptima trompeta, creemos, es el fin del
periodo de la gracia (periodo de salvación).

1 Ro (16.25-26): “Y al que puede confirmaros según mi evangelio y la


predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio que se ha mantenido
oculto desde tiempos eternos, pero que ahora…se ha dado a conocer a todas
las gentes...” cf. Col (2.2)

130
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

11
SÉPTIMA TROMPETA (II)

En el capítulo 11 de Apocalipsis, se describen unos sucesos: el


patio del templo, los dos testigos, y la adoración al Señor por las
cosas que sucederían a partir del toque de la séptima trompeta.
Dice Juan:

El PATIO DEL Templo

Ap (11.1-3): “Entonces me fue dada una caña semejante a una


vara para medir, y se me dijo: levántate, y mide el templo de
Dios, y el altar, y a los que adoran en él. Pero el patio que está
fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido
entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuaren-
ta y dos meses. Y daré a mis dos testigos...”

Al comienzo de este capítulo 11 de Apocalipsis, se menciona un


tema de mucho interés como un indicador del fin: el templo, a tra-
vés de unas palabras que es de valor repetir: “…Pero el patio que
está fuera del templo déjalo aparte, y no lo midas, porque ha sido
entregado a los gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta
y dos meses.” (11.2).
Definiendo qué tiempo abarcan los 42 meses. El versículo de
Apocalipsis, dice que la ciudad santa será hollada por los gentiles

131
LA SÉPTIMA TROMPETA

durante cuarenta y dos meses. Este versículo está relacionado con


el pasaje de Lucas (21.24) en donde leemos: “Y caerán a filo de
espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén
será hollada por los gentiles, hasta que los tiempos de los gentiles
se cumplan.”
Los dos versículos mencionan a Jerusalén hollada por los genti-
les; Apocalipsis dice que dicha condición será por “cuarenta y dos
meses” y en Lucas dice que será “hasta que los tiempos de los gen-
tiles se cumplan.” Las dos expresiones nos proveen la información
acerca de la duración y la culminación de la humillación de Jeru-
salén. Pero, ¿en qué fecha se da inicio a ese tiempo? El versículo
de Lucas nos da la respuesta: “Y caerán a filo de espada, y serán
llevados cautivos a las naciones; y Jerusalén será hollada…” Esto
ocurrió cerca del año 70 d.C. cuando un gran número de israelitas
fueron muertos por el pueblo invasor, y otra parte del pueblo huyó
hacia las naciones del mundo. Desde ese momento los israelitas
perdieron el derecho de posesión sobre Jerusalén, pasando ese de-
recho a manos del pueblo gentil (diferentes al pueblo de Israel).
Ahora bien, si con la ayuda de un calendario comenzamos a
contar 42 meses desde el año 70 d.C. hasta los años del fin (cuando
entendemos terminaría el menoscabo de Jerusalén), las cuentas no
cuadran. Esto sucede porque, según parece, los meses menciona-
dos en este pasaje de Apocalipsis no son literales, sino que son un
número simbólico. A continuación, trataremos de buscar qué tiem-
po de nuestra historia representarían estos 42 meses.
Los meses pueden medirse según los movimientos de la luna al-
rededor de la tierra. Desde que la luna parte de una posición hasta
que regresa nuevamente a ese punto, transcurren alrededor de trein-
ta días (un mes es una lunación que va de luna nueva a luna nueva).
Estos movimientos de la luna servían para determinar meses; y lo
más importante, para determinar tiempos. Cada tres vueltas com-
pletas de la luna, era un tiempo; tiempo del verano, por ejemplo,
del invierno, etc. Cada una de las estaciones del año, sea otoño,
invierno, primavera, etc., consta de aproximadamente tres meses.
En 42 meses, hay 14 tiempos. Los 14 tiempos se consiguen al di-
vidir 42 entre 3 meses que tiene cada tiempo.

132
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Seguidamente, traemos esa realidad natural al estudio simbó-


lico de Apocalipsis, e interpretamos que en los 42 meses hay 14
tiempos, o “los tiempos de los gentiles”. O, en otras palabras, Je-
rusalén va a estar dominada (hollada) por los gentiles durante 14
tiempos.
En el siguiente cuadro se ilustra el gobierno gentil sobre la ciu-
dad santa. 1
Tiempo Años Jerusalén
#
1 70 - 306 Romanos. Destrucción, desalojo y cuidad pagana.

2 306 - 614 Romanos - Constan�no. Periodo cris�ano de la


ciudad.
3 614 - 628 Persas – rey Cosroes II.
4 628 - 637 Imperio romano de oriente (Bizan�no) emperador
Heraclio.
5 637 - 969 Musulmanes – Califa Omar I. Se construye la cúpula
de la roca.
6 969 - 1.071 Musulmanes – Califas fa�míes egipcios.
7 1.071 - 1.099 Los turcos selyúcidas. Maltrato a los cris�anos y
destrucción de la sinagoga del santo sepulcro.
8 1.099 - 1.187 Las cruzadas – Godofredo de Bouillón. Jerusalén
volvió a ser ciudad cris�ana
9 1.187 - 1.269 Musulmanes – Saladino I. Quien casi terminó con el
reino cris�ano.
10 1.269 - 1.517 Mamelucos egipcios
11 1.517 - 1.917 Turcos otomanos. A finales del siglo XIX, los judíos
que habían regresado a su �erra eran parte
importante de la población de la ciudad.
12 1.917 - 1.948 Británicos. Jerusalén formó parte del mandato
británico de Pales�na como capital del territorio.
13 1.948 - 1.967 Creación del Estado de Israel. Una ciudad dividida.
14 1.967 - ????? Unificación de la ciudad. Durante la guerra de los
seis días.

Figura 8. Jerusalén hollada por 14 t., “los tiempos de los gentiles.

En el cuadro anterior observamos un resumen de la historia del


dominio gentil sobre la ciudad santa.

1 Datos condensados a partir de: “Jerusalén” Microsoft Student 2009 (DVD).


Microsoft Corporation, 2008.

133
LA SÉPTIMA TROMPETA

En el año 70 (tiempo número 1), los israelitas perdieron el de-


recho sobre la ciudad de Jerusalén; en el año de 1948 (tiempo nú-
mero 13) regresaron a su tierra, pero en ese entonces la ciudad
de Jerusalén se hallaba administrativamente dividida en dos: Is-
rael controlaba la parte occidental o la ciudad nueva y Jordania el
sector oriental, donde se encuentra la denominada ciudad antigua.
Una situación que cambió en junio de 1967 (t.14) en la guerra de
los seis días; a partir de allí toda Jerusalén se halla bajo el control
israelí. En este año de 1967, comenzó el tiempo número 14, o los
últimos 3 meses de los 42. Sin embargo, aunque Jerusalén regresó
a manos de sus legítimos dueños, la ciudad aún es hollada por los
gentiles, es decir, que el tiempo previsto por Apocalipsis1 y por
Lucas,2 todavía no se ha cumplido.
Hasta la fecha actual, si bien Jerusalén está bajo el poder ad-
ministrativo de los judíos, los gentiles ejercen dominio sobre la
ciudad de dos formas principales, primero, no reconocen el do-
mino conseguido por los israelíes en 1967 (algunos gobiernos
plantean que en Jerusalén se deben constituir dos capitales de dos
estados nacionales diferentes); y, segundo, en sus prácticas religio-
sas, ejercen potestad sobre la ciudad. Recordemos, que Jerusalén
es considerada la ciudad santa para las tres principales religiones
del mundo: judaísmo, cristianismo e islam, y cada una de ellas
cuenta con su lugar de peregrinaje; un hecho al que los judíos no
se pueden oponer, porque según lo estipulado en las normas de
las Naciones Unidas, la ciudad de Jerusalén deberá permanecer
abierta como lugar santo de libre acceso para la humanidad, y, por
tanto, permitirse el peregrinaje y el transcurrir turístico en ella. Ese
dominio gentil sobre la ciudad santa se va a acabar cuando el Señor
descienda a su pueblo, dándose inicio a otro tiempo. En esos días
creemos se cumplirían los 42 meses.
Representación de los 42 meses en el templo. Todo este tiempo
durante el cual Jerusalén está siendo hollada por los gentiles, re-
presenta un sector en el templo: el patio que está fuera. Dice Apo-
calipsis (11.2): “…Pero el patio que está fuera del templo déjalo
1 Ap (11.2): “ gentiles; y ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.”
2 Lc (21.24): “…y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que los
tiempos de los gentiles se cumplan.”

134
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

aparte, y no lo midas, porque ha sido entregado a los gentiles; y


ellos hollarán la ciudad santa cuarenta y dos meses.”
En la siguiente gráfica se ilustra la frase de Apocalipsis: Los
gentiles hollaran la ciudad de Jerusalén 42 meses, esto es, “el patio
que está afuera del templo”.

El patio que está fuera del templo


40 42
42 meses

Años 1 70 1948 1967 ¿?

Figura 9. Jerusalén hollada por los gentiles, “el patio que está
afuera del templo”.

Algunos han afirmado que el anticristo hará la paz con Israel


y les retornará el terreno donde actualmente está un monumento
musulmán, para que ellos reconstruyan allí su templo. Pero una
vez reconstruido, el anticristo se dejará ver tal cual es al sentarse
en el santuario y pedir adoración; y es entonces cuando comenza-
ría un último periodo de calamidad para la tierra. En este estudio
y de acuerdo a las palabras leídas en Apocalipsis, el tiempo actual
lo hemos interpretado como “el patio que está fuera del templo”,
por lo tanto, no creemos en la reconstrucción del mismo para un
tiempo anterior a la segunda venida del Señor.
Con relación al supuesto sentar del anticristo en el templo,
recordemos que en ese lugar no había una silla literal donde
Dios pudiera sentarse; no obstante, sí era el lugar de adoración
para Dios en su trono. Como elemento de juicio, tome en
consideración la siguiente Escritura: “Y se sentó Salomón por
rey en el trono de Jehová en lugar de David su padre...” (1 Cr

135
LA SÉPTIMA TROMPETA

29.23). Salomón se sentó en el trono de Jehová, al sentarse como


rey de Israel. Por tanto, cuando la Escritura dice que el “hijo de
perdición” se sienta en el templo de Dios como Dios,1 es porque
toma la posición de rey (quizá con el título: rey de Jerusalén)
o de Dios ejerciendo dominio, para recibir adoración.2 El lugar
en donde él se sentará, su palacio, como dice Daniel,3 estará por
encima de las multitudes4 y de la ciudad santa. Él se opondrá a
todo lo que es objeto de culto y se posicionará como Dios; en ese
tiempo el dios y la religión será el gobierno.
En resumen, creemos que la restitución plena de la tierra para
Israel, así como Jerusalén dejando de ser hollada y la reconstruc-
ción del templo, serán conseguidos por el Señor Jesús en su se-
gunda venida. La séptima trompeta, creemos, anuncia también la
reconstrucción del templo en Jerusalén.

Los Dos Testigos

Leemos además en el texto de Apocalipsis (11.3-13):

Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos se-
senta días, vestidos de cilicio. Estos testigos son los dos olivos, y
los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.
Si alguno quiere dañarlos, sale fuego de la boca de ellos, y devo-
ra a sus enemigos; y si alguno quiere hacerles daño, debe morir
él de la misma manera. Estos tienen poder para cerrar el cielo,
a fin de que no llueva en los días de su profecía; y tienen poder
sobre las aguas para convertirlas en sangre, y para herir la tierra
con toda plaga, cuantas veces quieran. Cuando hayan acabado
su testimonio, la bestia que sube del abismo hará guerra contra
1 2 Ts (2.4): “…el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo
lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de
Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios.”
2 Escrituras afines: Is (14.13): “…subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas
de Dios, levantaré mi trono; y en el monte del testimonio me sentaré…”,
Ez (28.2): “…y dijiste…en el trono de Dios estoy sentado en medio de los
mares…”
3 Dn (11.45): “Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte
glorioso y santo; mas llegará a su fin...”
4 En el versículo de Daniel (11.45) no dice multitudes sino: “mares”. Este es
interpretado como multitudes, por similitud con: Ap (17.15): “…las aguas...
son pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas…”

136
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ellos, y los vencerá y los matará. Y sus cadáveres estarán en la


plaza de la grande ciudad que en sentido espiritual se llama So-
doma y Egipto, donde también nuestro Señor fue crucificado.
Y los de los pueblos, tribus, lenguas y naciones verán sus cadá-
veres por tres días y medio, y no permitirán que sean sepulta-
dos. Y los moradores de la tierra se regocijarán sobre ellos y se
alegrarán, y se enviarán regalos unos a otros; porque estos dos
profetas habían atormentado a los moradores de la tierra. Pero
después de tres días y medio entró en ellos el espíritu de vida
enviado por Dios, y se levantaron sobre sus pies, y cayó gran
temor sobre los que los vieron. Y oyeron una gran voz del cielo,
que les decía: Subid acá. Y subieron al cielo en una nube; y sus
enemigos los vieron. En aquella hora hubo un gran terremoto,
y la décima parte de la ciudad se derrumbó, y por el terremoto
murieron en número de siete mil hombres; y los demás se ate-
rrorizaron, y dieron gloria al Dios del cielo.”

El capítulo 11 comienza con palabras dirigidas al templo e in-


mediatamente dice: “Y daré a mis dos testigos…”

¿Qué relación hay entre el templo y los dos testigos? La


búsqueda de la respuesta, así como las palabras mencionadas por
Apocalipsis (11.4): “Estos testigos son los dos olivos, y los dos
candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra….”, nos
remiten a las palabras del profeta Zacarías (4.2-14):

“…He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un


depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro,
y siete tubos para las lámparas que están encima de él; y junto
a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su
izquierda. Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que habla-
ba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío? Y el ángel que hablaba
conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije:
No, señor mío. Entonces respondió y me habló diciendo: Esta
es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni
con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejérci-
tos. ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás
reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones

137
LA SÉPTIMA TROMPETA

de: Gracia, gracia a ella. Vino palabra de Jehová a mí, diciendo:


Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus
manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me
envió a vosotros....Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos
dos olivos; a la derecha del candelabro y a su izquierda? Hablé
aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo
que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como
oro? Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije:
Señor mío, no. Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están
delante del Señor de toda la tierra.”

Zorobabel junto con Josué, o Jesúa, guiaron al pueblo israelí


para reconstruir el templo de Salomón, destruido por Nabucodo-
nosor cerca del año 586 a.C. Creemos que, en el relato de Zacarías,
estos dos líderes encargados de la reconstrucción de aquel lugar,
son los dos olivos que de parte del Señor vertían aceite a Israel la
cual entendemos era el candelabro que iluminaba el mundo por
virtud de Dios. La labor desempeñada por estos líderes, no fue lle-
vada a cabo con ejército ni con fuerza, sino con el Espíritu de Dios.
Actualmente en Israel tampoco hay templo, y esto hace que la
situación de la nación sea semejante a la de su primera reconstruc-
ción. Pero debemos adicionar otro elemento a lo vivido en aquel
entonces, y es que aparte de Israel en la época actual está la Iglesia
(formada por personas de todas las nacionalidades). Creemos que,
en el relato de Apocalipsis, los dos testigos, los dos olivos y los
dos candeleros, representan las dos únicas entidades que iluminan
al mundo, por y para Dios: Israel y la Iglesia; sin embargo, las
anotaciones en los versículos de Apocalipsis que nos sugieren las
actuaciones de dos personas, nos conllevan a meditar en la presen-
cia de dos líderes para los momentos cercanos al fin.
Estos dos líderes actuarían como olivos, vertiendo de parte de
Dios aceite en sus dos pueblos: La nación de Israel y la Iglesia.
Con aceite queremos decir que su labor de fortalecer las manos y
la de preparar para la venida del Señor, no será con ejército ni con
fuerza sino con el Espíritu de Dios.

138
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

En cuanto a ¿quiénes podrían ser estos dos testigos?, mucho se


ha reflexionado por parte de algunos intérpretes. Para nosotros y
a modo de identificarlos, resulta importante las expresiones “testi-
gos” y “profetas”; que no son usadas para Zorobabel (gobernador)
y Josué (sacerdote), ni tampoco son usada para Esdras (sacerdote)
y Nehemías (gobernador), los otros dos encargados de la recons-
trucción de la ciudad de Jerusalén cerca del año 445 a.C. Las pa-
labras “testigos” y “profetas”, son usadas en el Nuevo testamento,
con relación a los que anuncian la resurrección y las bondades del
Señor Jesús al mundo. Por consiguiente, los dos testigos pueden
ser dos predicadores con el poder y el Espíritu de aquellos prime-
ros apóstoles, presenciales de la resurrección del Señor. La predi-
cación de uno, quizás en función material, estaría vinculada a la
esperanza de la nación de Israel; y la del otro, quizá en función
espiritual, estaría orientada hacia la Iglesia. Esto sucedería hasta
que ambos testigos sean apresados y muertos por el anticristo, pero
luego resucitados en victoria para subir al cielo. Aclaremos que
ellos serán muertos en la ciudad en donde también murió nuestro
Señor, la cual literalmente fue Jerusalén; no obstante, había otra
ciudad sobre ella (Roma), y fue como si el Señor hubiese sido
muerto en la plaza de aquella (el pasaje de Apocalipsis dice que
los cadáveres de los dos testigos “estarán en la plaza de la grande
ciudad...donde también nuestro Señor fue crucificado.”)

La adoración

Al final del capítulo 11 de Apocalipsis, se habla de una adoración


al Señor, a causa de unos eventos que tienen lugar con el toque de
la séptima trompeta; dice el texto:

“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en


el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de
nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los
siglos. Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante
de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adora-
ron a Dios, diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopo-

139
Samuel Benedetti

deroso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has
tomado tu gran poder, y has reinado. Y se airaron las naciones,
y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar
el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que
temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir
a los que destruyen la tierra...” (11.15-19)

En esta adoración se mencionan unos acontecimientos; en su or-


den, destacamos: el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el
galardón a los siervos.
El juicio a los muertos es un acontecimiento que, creemos,
ocurriría durante “el juicio ante el gran trono blanco”, presentado
después del milenio. Y la entrega de los galardones a sus siervos,
creemos sucederá en el acontecimiento conocido como “el tribunal
de Cristo”, que es inmediato a la venida del Señor.

El tribunal de Cristo

La carta a los Romanos (14.10) dice: “Pero tú, ¿por qué juz-
gas a tu hermano?...Porque todos compareceremos ante el tribunal
de Cristo…” Y en la segunda carta a los Corintios (5.10) leemos:
“Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el
tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya
hecho…” En ambos textos el apóstol Pablo menciona un evento:
“el tribunal de Cristo”, en donde se juzgan las acciones de las per-
sonas. Cabe preguntarse ¿“el tribunal de Cristo” es el mismo juicio
ante “el gran trono blanco”?
Un gran número de comentaristas opinan que se trata de suce-
sos diferentes. Del primero, “el tribunal de Cristo”, se dice es para
la iglesia, y del segundo, el juicio ante “el gran trono blanco”, se
ha dicho que es para la humanidad en pecado.
En este estudio, también consideramos se trata de aconteci-
mientos diferentes, y para ello nos apoyamos en la expresión de
Apocalipsis: “…y el tiempo de juzgar a los muertos…” que está en
correspondencia con la Escritura de Juan en donde se hace mención
de “el gran trono blanco”: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños

140
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

de pie ante Dios…”1 Según parece ese juicio “final” está dirigido a
los muertos, y en este sentido la Escritura resalta que la iglesia está
formada por personas con vida, por tanto no comparecerían ante
un juicio para muertos.2 No obstante, sí existe el señalamiento de
un tribunal delante del cual los hijos de Dios deberán presentarse.
En Apocalipsis, capítulo 22, dice: “He aquí yo vengo pronto,
y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea
su obra” (v. 12). Este versículo, así como las parábolas acerca de
un hombre noble que en su regreso llama a cuentas a sus siervos,3
refuerzan nuestra creencia de unos galardones hechos manifiestos
con la venida del Señor. Los santos, al parecer, serán llamados a
cuenta por el Señor en su venida, siendo ocasión para la recompen-
sa de unas obras y para la reconvención de otras. Pero la herencia
en un cielo nuevo y en una tierra nueva, analizados dentro de una
secuencia de eventos, sólo se otorgaría a los creyentes después del
juicio de los muertos ante el gran trono blanco.

1 Ap (20.11-12): “Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él… Y


vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios…”
2 Ap (20.6): “Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera
resurrección; le segunda muerte no tiene potestad sobre éstos…”
3 Lc (19.12-15): “un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino
y volver…aconteció que vuelto…mandó llamar ante él a aquellos siervos…”

141
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

12
Paréntesis:

Actores de la escena
final

El Apóstol Juan, en su narración del libro de Apocalipsis, no se


va inmediatamente hasta el final del libro a contarnos del jinete
del caballo blanco pisando el lagar de la ira de Dios, venciendo a
la bestia, al falso profeta y a los ejércitos de la tierra reunidos en
batalla contra él. Antes de eso, el apóstol hace un paréntesis, en los
capítulos 12 y 13, para explicarnos en detalle los personajes que
participarían a esas instancias del relato.

La mujer, su Hijo, el resto de su des-


cendencia y el dragón

En el capítulo 12 de Apocalipsis, se describe a la mujer, su Hijo


que es Rey, el resto de su descendencia, y el conflicto de ellos con
el gran dragón.

“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol,
con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona

143
Actores de la Escena Final

de doce estrellas. Y estando encinta, clamaba con dolores de


parto, en la angustia del alumbramiento. También apareció otra
señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía
siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; y
su cola arrastraba la tercera parte de las estrellas del cielo, y las
arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que
estaba para dar a luz, a fin de devorar a su hijo tan pronto como
naciese. Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de
hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios
y para su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene lugar
preparado por Dios, para que allí la sustenten por mil doscien-
tos sesenta días… Y cuando vio el dragón que había sido arro-
jado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo
varón. Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran águila,
para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su lugar,
donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad de
un tiempo. Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua
como un río, para que fuese arrastrada por el río. Pero la tierra
ayudó a la mujer, pues la tierra abrió su boca y tragó el río que
el dragón había echado de su boca. Entonces el dragón se llenó
de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de
la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de
Dios y tienen el testimonio de Jesucristo.” (12.1-17)

La mujer es la nación de Israel, la corona y las estrellas repre-


sentarían las 12 tribus que la engalanan, su vestido de sol indicaría
su belleza o atractivo; y la luna debajo de sus pies puede hablarnos
de su andar en los tiempos proféticos. El Hijo varón que dio a luz,
es el Señor Jesús; el resto de la descendencia son: “los que guardan
los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”. El
dragón es el diablo; las cabezas son los diferentes reinos imperia-
les levantados en la tierra (egipcio, asirio, etc.); sus diez cuernos
son los diez reyes que hacen parte del último reino imperial (el
renacido imperio romano).
El texto de Apocalipsis muestra cómo el dragón quiso devorar
al Hijo que nació, pero este fue arrebatado para Dios y su trono;
y quiso también devorar con sus acusaciones a los constituidos en

144
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

hijos de Dios, pero ellos le han vencido por medio de la Sangre del
Cordero.1
Después que el dragón fue echado fuera del cielo, persiguió a
la mujer, pero a ella se le dieron las dos alas de la gran águila para
que volase al desierto, a su lugar, donde es sustentada por un lap-
so de tiempo. Y la serpiente arrojó de su boca, tras la mujer, agua
como un río; pero la tierra ayudó a la mujer, pues la tierra abrió
su boca y tragó el río. Estos sucesos los hemos interpretado como
el periodo de persecución acontecido a Israel; pero que a partir de
esa última gran persecución ocurrida durante la segunda guerra
mundial, Israel retorna a su tierra, a su lugar, en el año de 1948;
presentándose a partir de ese tiempo la guerra con los vecinos, in-
terpretados para este estudio como el río arrojado por la serpiente.
El dragón está en contra de la mujer: la nación de Israel; y el
dragón está en contra de la descendencia de ella: los constituidos
en hijos de Dios, la iglesia.

1 Ap (12.10-11): “…ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos,


el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido
por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos…”

145
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

13
Paréntesis:

Actores de la escena
final
(CONTINUACIÓN)

El dragón y las dos bestias

En el capítulo 13 de Apocalipsis se describe el otro reino, el de la


bestia.

“Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia
que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez
diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo. Y la bestia
que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su
boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su tro-
no, y grande autoridad. Vi una de sus cabezas como herida de
muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la
tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado
su autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién
como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?... Después vi
otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes
a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la

147
Actores de la Escena Final

autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que


la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya
herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal
manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delan-
te de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las
señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia,
mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a
la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió
infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen
hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase. Y hacía que
a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se
les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que
ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la mar-
ca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay
sabiduría. El que tienen entendimiento, cuente el número de la
bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos
sesenta y seis.” (13.1-18)

En resumen, las figuras mostradas en este capítulo 13 las hemos


interpretado así: el mar indica muchedumbres; la bestia es la per-
sonificación del diablo. Las cabezas son siete reyes en su dominio
sobre el mundo a través de siete imperios, entre ellos: 1-egipcio,
2-sirio, 3-asirio, 4-caledeo (babilónico), 5-medo-persa, 6-griego, y
7-romano. Los 10 cuernos indican “poder” en la figura del dragón,
los cuales, identificados individualmente son 10 reyes que hacen
parte de la última cabeza del dragón. Las diademas son el distin-
tivo de los reyes. La semejanza de leopardo es quizá el poder de-
predador de la bestia (conquistar la tierra en poco tiempo), su boca
como de león es quizá sus muchas palabras hablando grandes co-
sas, y sus pies como de oso podrían representar su actuar arbitrario.
Así pues, “la bestia”, que es una persona poseída por el diablo,
surgirá de entre las muchedumbres por obra de Satanás;1 su poder
y destrezas también se originan en el enemigo como lo leemos en
este texto de Apocalipsis (13.2): “Y el dragón le dio su poder y su
trono, y grande autoridad”.

1 2 Ts (2.9): “…inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás…”

148
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Este hombre será “rey” sobre el mundo entero en un tiempo cer-


cano al fin. Una victoria que no será conseguida a través de ejér-
citos en campaña como en el pasado, sino que por medio de alian-
zas humanas alcanzará su dominio sobre todas las naciones. En el
pasado Alejandro Magno (el leopardo en el sueño de Daniel), por
parte de los griegos, conquistó en poco tiempo un vasto territorio;
este nuevo rey con ese mismo poder depredador, alcanzará en poco
tiempo un señorío sobre la inmensidad de la tierra.
Otra característica de la bestia, la podemos leer en Apocalipsis
(17.8): “era, y no es; y será.” Cuando hicimos la enumeración de los
reinos en su dominio sobre el mundo: 1-egipcio, 2-sirio, 3-asirio,
etc., pudimos observar que son nombres que señalan reinos en el
pasado de nuestra historia. Pero el reino de la bestia no solamente
existió en el pasado, de él se dice: “era, y no es; y será.” Así que su
reino existió, dejó de existir por un lapso de tiempo, y volverá a re-
nacer. Y cuando resurja, su rey es a quien la Escritura llama la bestia.
Los otros títulos usados por la Palabra de Dios en referencia
a este sujeto, nos permiten ampliar nuestro entendimiento sobre
quién se trata. El profeta Daniel le llama, entre otros: “rey altivo de
rostro”,1 y “rey”.2 El apóstol Pablo también lo califica, entre otros
como: “el hombre de pecado” y el “hijo de perdición”; 3 Juan el
apóstol dice: “el anticristo”.4
En esta búsqueda de títulos hemos encontrado, entre todos, uno
de gran interés para nosotros; que aunque no está directamente
dirigido a “la bestia”, señala parte de su periodo de gobierno, un
periodo llamado por el apóstol Pablo “la apostasía”.5 La bestia,
según parece, conducirá a muchos a perderse (hijo de perdición
en contraste con hijo de salvación), y además conducirá a muchos
otros a apostatar. Apostatar significa abandonar de forma irregular
un grupo para unirse a otro, que en nuestro contexto sería negar la
fe o la doctrina recibida de nuestro Señor Jesucristo, para unirse a
1 Dn (8.23): “…se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas.”
2 Dn (7.24): “…se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará otro…”
3 2 Ts (2.3): “…y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”
4 1 Jn (2.18): “…y según vosotros oísteis que el anticristo viene…”
5 2 Ts (2.2-3): “…de que el día del Señor está cerca. Nadie os engañe en
ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se
manifieste el hombre de pecado…”

149
Samuel Benedetti

una falsa creencia. Por lo tanto, aquellas personas que participen de


la apostasía mencionada por Pablo, tuvieron antes una aceptación
de la fe, y después se unieron al grupo del anticristo; es decir, que
esa gran deserción no será para irse a otra denominación religiosa,
sino para unirse a las prácticas del anticristo o las de su gobierno
(Volveremos sobre el tema más adelante). Nota: Favor remítase a
la “Introducción” de este libro para conocer un poco más sobre el
falso evangelio del gobierno mundial.
Este capítulo 13 de Apocalipsis también nos dice que una de las
cabezas del “dragón” estaba herida de muerte. La cabeza herida
representa el último reino mundial del cual “la bestia” será rey (el
renacido imperio romano). Esta herida la hemos interpretado como
una crisis en ese último reino (no es profecía); crisis de la cual el
mundo tenían dudas de que dicho reino pudiese salir. Pero su líder
(después de un periodo de gobierno fallido: herido de muerte), en
uso de su poder, pudo sacar de la crisis a ese reino, y se maravilló
toda la tierra y adoraron a la bestia y al dragón, confiriéndoles un
poder ilimitado.1 Cabe anotar que la Escritura dice: “y se le dio”,
“y se le dio autoridad”, “y se le permitió”,2 dando a entender que
de parte del cielo hay un permiso para todas estas cosas. Nota:
Ahora (septiembre de 2020) me atrevo a asegurar, como ya men-
cioné en la “Introducción”, que la herida mortal y el revivir de la
bestia, son hechos literales; porque el falso evangelio imita o falsi-
fica la verdad, y así como Cristo murió y resucitó; el líder del falso
evangelio, es posible, sea herido de muerte y reviva.
La otra bestia descrita por Juan en su visión, tiene apariencia
de piedad, pero habla como diablo. Esta bestia, después que la pri-
mera bestia saque a victoria el reino mundial que antes había estado
en crisis, hará de profeta (o profetiza) haciendo que los moradores
de la tierra reconozcan la labor de la primera bestia; comenzando
a partir de ahí a ejercer en pleno su función de “falso profeta” que
creemos ha desarrollado encubiertamente, desde antes, preparando
el camino para la manifestación del anticristo; por lo cual es posi-
1 Ap (13.3-4): “…pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la
tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la
bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia…”
2 Ap (13.7): “Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos.”

150
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ble que ya esté ejerciendo en medio de los gobiernos del mundo.


Esta segunda bestia es una persona de gran influencia mundial, que
entendemos saldrá de entre los gobernantes del mundo1 (la bes-
tia “subía de la tierra”), y además creemos tendrá dos poderes (la
bestia tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero), 2 que en
conjunto sugieren la apariencia de piedad. Estos poderes podrían
ser: intelectual y bondadoso, o también podrían ser: femenino y
aspecto tierno. Estas son cualidades que hacen agradable a la per-
sona, pero que detrás esconden al dragón.
Nota: En esa redacción del año de 2018 expresamos que esta
otra bestia o falso profeta, podía surgir de entre los gobiernos. Hoy
(septiembre de 2020), debo añadir o aclarar que gobernantes del
mundo también implica la elite gubernamental encubierta. Debo
añadir o aclarar, también, que los dos poderes (cuernos) pueden
ser: el dinero y el conocimiento, condiciones que ubican al indivi-
duo en una posición, en cierta forma, de benefactor de la humani-
dad, pero que detrás esconden al diablo. El falso profeta, al igual
que la labor de Juan el Bautista con Cristo, prepara el camino para
la manifestación del anticristo, esto, pues, en uso de su influencia
mundial que le confiere el dinero y el conocimiento. Cabe también
mencionar, que hemos dejado para más adelante las explicaciones
del por qué el actual profeta de la falsa doctrina cristiana, no es esta
persona que hace de profeta para la bestia.
Debemos resaltar que las palabras pronunciadas por el ‹profeta›
de la bestia, serán para exaltar al gobierno y al “emperador”; y,
por tanto, su accionar no será del mismo modo como sucede hoy
en día con la falsa profecía. El actual poder religioso, con su falso
profeta, y su no tan moderno movimiento ecuménico (algunos
piensan que el ecumenismo es lo último y que es lo por venir),
anuncian una forma de dios diferente al que señalará el que es
llamado por la Escritura como “falso profeta” (Ap 19.20). De ahí
que, entre otras razones, no se trate del mismo individuo.
En la descripción de Juan encontramos, además, una imagen
con el poder de matar a aquellos que no le ofrezcan adoración.
1 Nota: tierra en contraste con cielo.
2 Ap (13.11): “…vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos
semejantes a los de un cordero…”

151
Actores de la Escena Final

Creemos que esta imagen se trata de una máquina y de un sistema


informático con la capacidad de facilitar (hablar, e incluso
oralmente audible) los nombres de las personas que usan o no “la
marca o el nombre de la bestia”. Nota: Mantenemos la creencia
de una marca de control poblacional, pero hoy (septiembre de
2020) noto bastante obsoleto un lector de luz infrarroja. Hoy creo
que las personas marcadas van a estar unidas a la “maquina” (un
nuevo tipo de humanos), la cual conocerá y registrará en todo
momento sus movimientos, transacciones, e incluso, inmovilidad,
etc., los humanos serán un tipo de siervos (mineros) motores de la
economía de ese tiempo, el papel que hoy cumple en la economía
el petróleo, la energía nuclear y otros. Esa marca es sinónimo del
nombre del anticristo, porque, así como los constituidos en hijos
de Dios llevan en su ser gravado el nombre de su Señor, estos
otros se harán imprimir en su frente o en sus manos el nombre de
la personificación del diablo, o lo que es lo mismo: el número de
su nombre o la marca. Los dos nombres y el apellido paterno (algo
usual entre norteamericanos y europeos), o las tres palabras de seis
letras cada una, que conforman la totalidad del nombre personal de
la bestia, corresponderían a los tres grupos de seis números cada
uno, que llevarían sus seguidores (una marca invisible e indeleble).
En la siguiente imagen se lustra la posible marca, formada por
tres números de seis dígitos cada uno; unos números que, obvia-
mente, serían diferentes para cada una de esas personas.

012345 012345 012345


Figura 10. La posible marca de la bestia, formada por tres números
de seis dígitos cada uno: seis, seis, seis.

152
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

La Recomendación del Señor Jesús

Acerca de estos temas de la mujer y el reino de la bestia, ano-


tados en los capítulos 12 y 13 de Apocalipsis, el Señor Jesús les
hace una recomendación a sus discípulos. La mujer y el reino de
la bestia son actores finales del libro de Apocalipsis; y el Señor a
sus discípulos les dice que cuando ellos aparezcan en la escena
mundial, el fin estará cerca.
En el evangelio según Lucas (21.29-31), encontramos las si-
guientes palabras del Señor Jesús: “También les dijo una parábola:
Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo,
sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así tam-
bién vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que
está cerca el reino de Dios.”
Según la interpretación del versículo anterior, Israel es la higue-
ra y todos los árboles son las otras naciones, cuyo renacer indicaría
la cercanía del reino de Dios.
Israel fue aquella higuera estéril, higuera sin fruto y, por tanto,
abandonada por el Labrador.1 Su abandono permitió la salvación
de los gentiles; pero fue, precisamente, en su abandono cuando fue
asolada y derribada; una situación que cambió a partir del 14 de
mayo de 1948 cuando se estableció el Estado de Israel. En ese día
se dio el nacimiento de una nación en un día, tal como lo muestra
Isaías (66.8): “¿Nacerá una nación de una vez?...”2 Este es el brotar
de la higuera. Pero además de esta indicación especial de la Escri-
tura sobre el renacer de la higuera, hay otro del cual también se
hace mención particular; se trata del renacer de un reino mundial
que en el pasado destruyó y desoló a Jerusalén.
Para conocer un poco más acerca del renacer de todas las nacio-
nes unidas en un pacto, debemos remitirnos a las profecías escritas
en el libro de Daniel.

1 Is 54.7: “Por un breve momento te abandoné, pero te recogeré con grandes


misericordias.”
2 Is 66.8: “... ¿concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una nación de una vez?
Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz sus hijos.”

153
Actores de la Escena Final

Profecía en el sueño de Nabucodonosor


En el capítulo dos del libro de Daniel se relata el sueño de Na-
bucodonosor. Las ideas más sobresalientes son las que siguen.
Dice el profeta que el rey de Babilonia vio una gran imagen en
su sueño; la cabeza de esta imagen era de oro fino; su pecho y sus
brazos, de plata; su vientre y sus muslos, de bronce; sus piernas,
de hierro; sus pies, en parte de hierro y en parte de barro cocido.
Estando Nabucodonosor mirando la imagen, una piedra fue cor-
tada, no con mano de hombre, e hirió a la imagen en sus pies de
hierro y de barro cocido, y los desmenuzó. Mas la piedra que hirió
a la imagen, cuenta el profeta Daniel, fue hecha un gran monte que
llenó toda la tierra.
Sueño y visiones de Daniel
Un tiempo después del sueño de Nabucodonosor, Daniel tuvo
un sueño y visiones de su cabeza mientras estaba en su lecho (Dn
7.1); luego escribió el sueño, según el capítulo siete de Daniel, y
relató lo principal del asunto. En el sueño Daniel vio cuatro bestias
grandes, diferentes la una de la otra; la primera era como león; la
segunda bestia semejante a un oso; la tercera bestia era semejante
a un leopardo; la cuarta bestia era espantosa y terrible y en gran
manera fuerte, la cual tenía unos dientes grandes de hierro que
devoraba y desmenuzaba, y las sobras hollaba con sus pies, y tenía
diez cuernos, y he aquí, que otro cuerno pequeño salía entre ellos.
Miraba, dice Daniel, y he aquí con las nubes del cielo venía uno
como hijo de hombre, y le hicieron acercarse hasta el Anciano de
días.1 Y le fue dado dominio, gloria y reino; su dominio es dominio
eterno, que no pasará.
La interpretación del sueño de Nabucodonosor se relata en el
capítulo dos, y la interpretación del sueño y visiones de Daniel está
en el capítulo siete. De acuerdo a lo allí escrito, cada división de la
imagen en el sueño de Nabucodonosor, y cada una de las figuras
del sueño y visones de Daniel, corresponden a reinos mundiales
que se levantarían en la tierra.
1 Nota: en la visión de Daniel quien aparece “como hijo de hombre”, en la
interpretación es el “pueblo de los santos del Altísimo”, Dn (7.13 y 27).

154
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

La historia, registra que Nabucodonosor, conocido como Na-


bucodonosor II, reinó en Babilonia desde el 7 de septiembre del
año 605 a.C. Después del reino de babilonia se levantó el reino de
los Medos y Persas, quienes derrotaron a los babilonios por mano
de Ciro II el grande, en el año 539 a.C. Seguidamente al reino de
los Medos y Persas se levantó el reino de Grecia; los griegos con
Alejandro Magno, invadieron a Persia aproximadamente en el año
334 a.C. Después de los griegos se levantó el reino de los romanos.
Grecia fue anexionada a los romanos aproximadamente desde el
año 146 a C., hasta serlo en su totalidad en el año 22 a.C. 1
Nabucodonosor Daniel Interpretación Reino
Sueño: Sueño y visión: No.

Oro León Babilonia 1


Plata Oso Medos y Persas 2

Bronce Leopardo Grecia 3

Hierro Bestia Romanos 4


Espantosa y
terrible

Hierro y Con 10 cuernos Renacer del


Barro y otro cuerno imperio romano

Piedra no cortada con Gobierno de los Reino de Dios


mano santos

Figura 11. Ilustra el sueño de Nabucodonosor y la visión de Daniel.

Nuestra atención la centraremos en el cuarto reino (romanos)


que vemos en la gráfica anterior. Las piernas de hierro del sueño
1 Información tomada de: José Luis Romero, Enciclopedia Práctica Jackson.
W. M. Jackson, inc., Editores: Historia Antigua, Tomo VII, México D.F.

155
Actores de la Escena Final

de Nabucodonosor o la bestia espantosa y terrible de la visión de


Daniel, entendemos, corresponden específicamente a la época del
imperio romano. El imperio romano fue el “periodo de la historia
de Roma caracterizado por un régimen político dominado por un
emperador, que comprende desde el momento en que Octavio re-
cibió el título de augusto (27 a.C.) hasta la disolución del imperio
romano de occidente (476 d.C.).”1 Es de resaltar que el Senado
romano le concedió muchos honores y poderes a Octavio, entre
ellos destacamos el título de augusto (“sagrado” o “santo”); y ade-
más, este emperador se convirtió en “máximo pontífice con control
sobre la religión.”2
Como hemos podido observar (en la lectura de nuestra historia)
el imperio romano no fue vencido por otro reino, lo que sí había
sucedido antes con los otros reinos mundiales que fueron supera-
dos y sustituidos por un siguiente reino. En la interpretación de la
visión, el ángel le dice a Daniel: “Y los diez cuernos significan que
de aquel reino se levantarán diez reyes; y tras ellos se levantará
otro, el cual será diferente de los primeros…” (Dn 7.24). Se entien-
de en la explicación del ángel, que aquel reino: el imperio romano,
no moriría, sino que de él se levantarían diez reyes; y de entre esos
diez reyes saldría otro rey.
El cuarto imperio (romano) no murió, sino que después de su
disolución por diversas causas su poder quedó esparcido entre las
provincias que una vez hicieron parte de él, convirtiéndose cada
una de ellas, a partir de entonces, en pequeños imperios. Esa pre-
sencia del antiguo imperio ha perdurado hasta nuestros días y se
extenderá hasta el final de los tiempos, siendo evidente su mani-
festación en diez reyes, o naciones, que conservarán cada uno de
ellos en forma particular, las características que tenía aquel antiguo
reino: la figura monárquica, el derecho, la religión, etc. Estos diez
reyes se unen y forman un nuevo reino (organismo mundial que
es el renacer del imperio romano) con un “rey”, “emperador” o
“presidente”, sobre el cual recaerá el título de augusto (“sagrado”
o “santo”) y recibirá también, al igual que Octavio, el título de
1 “Imperio de Roma.” Microsoft Encarta 2007 (DVD) Mic.Corporación, 2006.
2 “Cayo Julio Cesar Octavio Augusto.” ibídem

156
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

máximo pontífice con control mundial sobre la religión (el título


que actualmente ostenta el líder religioso). El hombre de pecado,
en su semejanza con Cristo, será “rey” y “sacerdote”.
En la ubicación geográfica en donde una vez existió el imperio
romano, allí volverá a nacer o renacerá de entre diez reinos, o ac-
tuales naciones, que hicieron parte del antiguo imperio. Su renacer
ocurrirá en unos años cercanos al renacer de la higuera (mayo de
1948) contextualizado a nuestras normas y leyes gubernamentales
(no es profecía el imperio romano ya renació). Cuando renazca,
es de destacar, derribará a tres.1 Según parece, se trata de los tres
organismos independientes que fueron creados inicialmente para
atender las diferentes necesidades de los reinos miembros; estos
tres organismos independientes fusionaron sus poderes ejecutivos
para que renaciera una sola entidad (la de la Unidad), cayeron tres
y nació uno.2 A ese nuevo organismo mundial, surgido de entre
los diez reyes, se unirán, mediante acuerdos y tratados, todas las
naciones de la tierra; este es el renacer de todas las naciones unidas
bajo el mandato de un “rey”.
Por la Palabra de Dios conocemos que, en los días de esos diez reyes
junto al rey que renace, “el Dios del cielo levantará un reino que no
será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo.” (Dn.2.44).

Línea de Tiempo

La “Línea de Tiempo” a la que en algunos capítulos le hemos


ido colocando unas fechas. La comenzamos cuando el Cordero
toma el libro (año 33 d.C.). Luego pasamos a la apertura de los
sellos, cuyos eventos desencadenados los ubicamos como posibles
fechas de ocurrencia, entre el año 33 y el año 1900. Después, con
el tema de las trompetas, ubicamos sus episodios en estos últimos
cien años, desde 1900 hasta la fecha determinada para el fin; con los
siete truenos a partir del año 2000. A continuación, propondremos

1 Dn (7.24): “…se levantará otro, el cual será diferente de los primeros, y a


tres reyes derribará.”
2 Nota (para quienes investigan sobre estos asuntos): También cayeron
tres cuando nació el cargo de máximo líder. Los jefes de los tres pilares
organizacionales anteriores, cedieron ante el poder del nuevo gobernante.

157
Actores de la Escena Final

un rango de fechas para el fin. Una propuesta que no debe escanda-


lizar al lector sin antes tomar en consideración los siguientes datos.
Como ya mencioné, el Señor Jesús en su discurso escrito en
Lucas (21.29-31), les dice a sus discípulos: “…Mirad la higuera y
todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros
mismos que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando
veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.”
El renacer de la higuera y el renacer de todos los árboles (el
organismo mundial al cual se unirán todas las naciones) ocurrió
a mediados del siglo XX, es decir, que a partir del año 1950, por
ejemplo, el reino de Dios ya está cerca. En las siguientes líneas nos
centraremos en examinar el lapso de tiempo que va desde media-
dos del siglo XX hasta el fin.
En el libro de Daniel (12.5-7), el profeta nos declara una visión
de ángeles; en el suceso, un ángel le pregunta a otro: “¿cuándo
será el fin de estas maravillas? A lo que este responde: “…será por
tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo. Y cuando se acabe la
dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cum-
plidas…” El fin de la dispersión del poder del pueblo santo ocu-
rrió, entendemos, el 14 de mayo de 1948. Esta es una importante
fecha de referencia. En el versículo de Daniel, interpretamos, que
desde el retorno de Israel a su tierra hasta el fin, habrá un tiempo,
tiempos, y la mitad de un tiempo.
En apocalipsis (12.14) encontramos un verso similar al verso de
Daniel, que dice: “Y se le dieron a la mujer las dos alas de la gran
águila, para que volase de delante de la serpiente al desierto, a su
lugar, donde es sustentada por un tiempo, y tiempos, y la mitad
de un tiempo.” Nuevamente interpretamos que desde el retorno
de Israel a su lugar, pasará un tiempo, y tiempos, y la mitad de un
tiempo, para llegar al tiempo determinado para el fin.
Los exégetas coinciden en asignarle a la expresión: “tiempo,
tiempos, y la mitad de un tiempo”, el valor de tres años y medio,
donde tiempo, es igual a un año; tiempos, es igual a dos años (dos
“tiempo”); y la mitad de un tiempo, es igual a seis meses (mitad de
un año). Sin embargo, no es posible afirmar que “tiempo” sea igual
a “un año” porque la Escritura no lo asegura así, y además porque

158
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

un tiempo también pudiera equivaler a 20 años, de lo cual hay ba-


ses bíblicas para sustentarlo. En este caso, la expresión: “tiempo,
tiempos, y la mitad de un tiempo”, equivaldría a 70 años, donde
tiempo es igual a 20 años, tiempos es igual a 40 años (dos “tiem-
po”), y medio tiempo es igual a 10 años (20+40+10=70).
Con respecto al número 20, este se encuentra en tres aspectos
principales relacionados con los hijos de Israel. El primero es el
siclo del santuario, una unidad de peso. El siclo era la unidad bási-
ca y estaba formado por veinte geras (Nm 3.47). Las veinte geras
(granos) recibían en conjunto el nombre de “el siclo del santuario”
(para nosotros p. ej., una unidad básica de peso es la libra). Un se-
gundo punto a considerar lo encontramos en las columnas del atrio
del tabernáculo, allí las veinte columnas cubrían una distancia. El
tercer aspecto, tiene que ver con la mayoría de edad del pueblo
de Israel que salió de Egipto; los de veinte años hacia arriba eran
censados, y eran los que podían ir a la guerra.1
El número veinte se constituye en una unidad fundamental; en
el caso de las geras se constituía en una unidad fundamental de
peso; en el atrio, en una unidad básica de cantidad, así como de
medida lineal; y en el caso de la edad, en una unidad básica de
tiempo. Para quienes pasaban los veinte años de edad habían com-
pletado un ciclo, habían cumplido un tiempo.
Ahora bien, si la frase “tiempo, y tiempos, y medio tiempo”,
equivale a setenta años (en este caso particular), quiere decir que
todas las cosas se cumplirían en setenta años a partir del retorno de
Israel a su tierra. El cálculo obligado es sumar 70 años al año de
1948, y obtenemos: mayo de 2018, como posible fecha que cierra
la profecía para Israel. Pero aquí hay algo muy importante que
debe mencionarse: Cualquier fecha que determine la venida del
Señor estará errada; porque el Señor dice que el día ni la hora nadie
sabe. Ciertamente “del día y de la hora nadie sabe, ni aun los án-
geles de los cielos, sino sólo mi Padre”, dice el Señor (Mt.24.36).
Es necesario aclarar que el año de 1948 es apenas un punto de
referencia. Esa es una fecha humana y las fechas humanas pueden
1 Nm 26.2: “…de veinte años arriba, por las casas de sus padres, todos los que
pueden salir a la guerra…”

159
Samuel Benedetti

no coincidir con las fechas de Dios. En el 48 comenzó el retorno de


los israelitas a su tierra, en un periodo conocido por algunos como
“reunión de los exiliados”, y hacia finales de 1951 la población is-
raelí se había duplicado.1 Es posible que para el Señor el siguiente
año al 48, o los siguientes dos o tres años, cuando se completara el
número de los que habrían de regresar a su tierra, fuera el momento
en que la santa convocación quedara completada. O, por el contra-
rio, el tiempo comenzó dos o tres años antes del 48 (1945), cuando
los judíos apenas estaban saliendo de los campos de concentración
y exterminio en el holocausto. Estas consideraciones nos llevan
a un rango de fechas POSIBLES para cerrar la profecía concer-
niente a Israel, que puede ir desde el año 2015 hasta el 2021 (esto
si comenzamos a contar los 70 años desde 1945, o desde 1951).
Esto también, sin tener en cuenta las posibles diferencias que pue-
da haber entre nuestro calendario gregoriano y la realidad, o con
los cálculos del calendario judío. Nota: En ese momento (2018) no
incluimos, o no quisimos incluir, cuál podría ser la diferencia, en
años, entre estos calendarios. Hoy (jun 2020) debo añadir que al-
gunos autores exponen una diferencia de hasta 5 años entre nuestro
calendario gregoriano y la realidad, o con los cálculos judíos, por
lo cual correríamos la fecha de 2021 para 2023. Pero, si somos de
los que hacemos estudios, como los hacían algunas de las perso-
nas anteriores al nacimiento de Cristo, es importante tener presen-
te, en nuestros análisis, que el nuevo “emperador”, posiblemente,
comenzará a reinar desde el renacido imperio romano en mayo
de 2022. Si la iglesia, para ese entonces, todavía permanece en la
tierra, no quedaría por un periodo muy largo después de esa fecha
(posiblemente entre septiembre u octubre de ese año).
El renacer de Israel en el año 1948, y los setenta años que he-
mos tratado en esta línea de tiempo, nos ponen de frente ante el
siguiente gran evento anunciado por la Palabra de Dios, y es la
segunda venida del Señor Jesús; ¿cuánto tiempo falta para esta?
No es posible saberlo con certeza, pero todo indica que su venida
está muy cerca. (Señor Jesús, sea yo el primero en ser hallado fiel).
1 Consultado en: Ministerio de relaciones exteriores de Israel, en la página
web. mfa.gov.il.

160
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

14
SÉPTIMA TROMPETA (III)

Una vez cerrado el paréntesis que hicimos en los capítulos 12 y


13 de Apocalipsis, retornamos a los acontecimientos relacionados
con la séptima trompeta. En el capítulo 14 se describe: El cántico
de los 144.000; El mensaje de los tres ángeles; y, La siega y la
vendimia.

El cántico de los 144.000

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el mon-


te de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el
nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz
del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de
un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que toca-
ban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y
delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie
podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro
mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Estos son los
que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Estos
son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos
fueron redimidos de entre los hombres como primicias para
Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira,
pues son sin mancha delante del trono de Dios.“ (14.1-5)

Este “144.000”, pudiera ser interpretado como un número sim-


bólico que representa a los salvados de la tierra. Sin embargo, la

161
LA SÉPTIMA TROMPETA

anotación especial indicando a hombres no contaminados con mu-


jeres (así como fue el Señor), nos lleva a la comprensión que hay
unos hombres escogidos de entre la tierra para estar junto al Señor.
El texto nos dice que Juan vio al Cordero en pie sobre el monte de
Sion y que ellos (los 144.000) cantaban un nuevo cántico delante
del trono, delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos.
Y, además, estos 144.000 son redimidos como primicias para Dios
y para el Cordero.
Estos señalamientos del pasaje pueden ser interpretados que,
con el toque de la séptima trompeta, habrá unos hombres sin con-
taminación con mujeres, los cuales andarán con el Cordero a partir
de su manifestación. Asimismo, de acuerdo al texto, antes de la
manifestación del Señor y de andar ellos con él, estos hombres du-
rante sus vidas están delante de Dios, de los ancianos (iglesia) y de
los seres vivientes (testimonio evangelista), entonando un cántico
no aprendido por los otros hombres.

El mensaje de los tres ángeles

En el mismo capítulo 14 de Apocalipsis, se relata el mensaje de


los tres ángeles.

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evan-
gelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda
nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a
Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y
adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, y el mar y las fuentes
de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído
Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las
naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel
los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su
imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también
beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en
el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante
de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento
sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de
noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que re-

162
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos,


los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí
una voz que desde el cielo me decía: Escribe: bienaventurados
de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice
el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con
ellos siguen.” (14.6-13)

Encontramos en estos pasajes tres anuncios con motivo de la


llegada de la última trompeta (este mensaje específicamente es
para nosotros, los habitantes de estas últimas horas). El primero,
con palabras relacionadas al evangelio es una exhortación a los
moradores de la tierra a que teman y den gloria a Dios porque la
hora del juicio ha llegado. El segundo anuncia, con el toque de esta
trompeta, la caída de Babilonia. Y el tercero, anuncia la llegada del
castigo de los que recibieron la marca de la bestia. Entendemos en
la lectura que, hasta ese momento, los santos han esperado guar-
dando los mandamientos y la fe en el Señor.

La siega y la vendimia

Continuando con los acontecimientos relacionados con la séptima


trompeta, en el capítulo 14, al final del mismo, se describe la siega
y la vendimia de la tierra.

“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado


semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una coro-
na de oro, y en la mano una hoz aguda. Y del templo salió otro
ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube:
Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues
la mies de la tierra está madura. Y el que estaba sentado sobre
la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada. Salió
otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una
hoz aguda. Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el
fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo:
Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque
sus uvas están maduras. Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y
vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de

163
LA SÉPTIMA TROMPETA

la ira de Dios. Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar


salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos
estadios.” (14.14-20)

En los primeros capítulos de Apocalipsis (4 y 5) se describe


el suceso del Cordero tomando el libro, quien comienza a partir
de allí a abrir sus siete sellos. Llegado este momento, cuando los
siete sellos se han abierto, cuando se ha tocado la última trompeta
vinculada a los sellos; cuando los truenos que anuncian el fin se
han escuchado y se ha hecho el anuncio del ángel con respecto al
fin del periodo de la gracia, se precipitan dos eventos: la siega y
la vendimia; lo cual es descrito por medio del simbolismo de este
pasaje de Apocalipsis, por un ángel que siega “pues la mies de la
tierra está madura”, y, por otro, que vendimia los racimos de la
tierra “porque sus uvas están maduras”.
El libro que toma el Cordero, llegado este momento, una vez
abierto, permite conocer a aquellos dignos de ser levantados para
reunirse con el Señor en el aire (la siega: la iglesia). Y los otros,
la uva, han quedado preparados para ser echados en el gran lagar
de la ira de Dios (la vendimia: los malos, los que no aceptaron la
reconciliación con Dios).
Con relación a la séptima trompeta, la última, debemos hacer
unas anotaciones. En la primera carta del apóstol Pablo a los Co-
rintios (15.52), leemos: “…en un abrir y cerrar de ojos, a la final
trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resu-
citados incorruptibles, y nosotros seremos transformados…”
En alusión al instante del recogimiento o traslado de la iglesia al
cielo, el apóstol Pablo dice que esto ocurrirá: “a la final trompeta”.
Preguntémonos: ¿Cuál final trompeta? ¿Cuántas trompetas hay?
En este estudio hemos entrado a considerar que la final trompeta
profetizada por Pablo en la carta a los corintios, es la misma final
trompeta profetizada por Juan en Apocalipsis. Pero, algunas perso-
nas aseguran que estas dos trompetas son distintas, argumentando
que la última o séptima trompeta de Apocalipsis es para juicio, y,
por tanto, no puede estar relacionada con la iglesia. En este senti-
do, el lector de Apocalipsis muy bien puede notar que el sonar de

164
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

la séptima trompeta está asociada a un gran número de eventos,


comenzados a relatar desde el capítulo 10, con paréntesis en los
capítulos 12 y 13, hasta el capítulo 22. No todos esos eventos son
para juicios; hay también unos anuncios relacionados con el trasla-
do de la iglesia y acerca del fin del misterio de Dios. En todo caso,
no debemos perder de vista el doble anuncio de la trompeta. Por
un lado, el Señor y sus santos reciben el reino, y, por el otro, a los
malos les es quitado el reino; por un lado, es el tiempo de bendi-
ción para unos, y a la vez es el tiempo del castigo para otros; etc.
Creemos, que la final trompeta profetizada por Pablo en la carta
a los corintios, acerca del traslado de la iglesia, es la misma última
(o séptima) trompeta de Apocalipsis en indicación a la siega de la
mies. Entendemos, que el simbolismo contenido en la siega (mies)
de Apocalipsis, está en correspondencia con otros pasajes de la Es-
critura que, literalmente, señalan el recogimiento de la iglesia. Asi-
mismo, comprendemos que cuando en la Escritura se menciona la
siega de la mies o el recogimiento de la iglesia, se trata de un evento
relacionado con la segunda venida de Cristo. A este respecto dice en
1 de Tesalonicenses (4.16-17): “porque el Señor mismo con voz de
mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá
del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego no-
sotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arreba-
tados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el
aire, y así estaremos siempre con el Señor.” 1
El texto hace referencia a dos hechos unidos en un mismo evento:
El Señor descendiendo del cielo y los escogidos siendo arrebatados
para su encuentro con él en las nubes. Sin embargo, hay un versí-
culo que es usado como base para separar los dos acontecimientos;
dice en 2 Tesalonicenses (2.1-2): “Pero con respecto a (1) la ve-
nida de nuestro Señor Jesucristo, y (2) nuestra reunión con él, os
rogamos, hermanos, que no os dejéis mover fácilmente de vuestro
modo de pensar…en el sentido de que el día del Señor está cerca.”

1 Escritura similar: Mt (24.30-31): “Entonces aparecerá la señal del Hijo del


Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán
al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de
los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.”

165
LA SÉPTIMA TROMPETA

Del verso anterior algunos deducen dos sucesos en tiempos di-


ferentes. Uno, la venida del Señor y dos, nuestra reunión con él,
separando las dos frases del versículo como de dos cosas distin-
tas. La número dos “nuestra reunión con él”, aseguran, sucede-
ría primero, dándole a esta el carácter de manifestación del Señor
a sus escogidos (parusía1); y la número uno, aseguran, sucedería
después, dándole a esta una venida en condición de juicio, aso-
ciándola a el “día del Señor”; por lo tanto, afirman, no pueden
suceder juntas (juicio y parusía). Pero el versículo no está en con-
traposición con lo antes sugerido: el Señor descendiendo (segunda
venida) y los escogidos reuniéndose con él en el aire, en sucesos
unidos en un mismo acto. E inmediatamente a partir de aquí, una
separación de personas; unos para reunión con el Señor (parusía) y
otros para ser echados al lagar de la ira en espera del día del Señor.
El Señor vendrá a la tierra y los escogidos serán reunidos con él
en el aire. Sin embargo, no es posible dar certeza de si el mostrarse
del Señor a sus escogidos, sea concurrente con su mostrarse al res-
to del mundo. Particularmente, creemos habrá un lapso de tiempo
entre los dos acontecimientos, porque su presencia para la iglesia
(o la parusía), será diferente a su manifestación para la tierra. Para
el mundo, consideramos, vendrá montado en un caballo blanco,2
y para su iglesia será: “así como le habéis visto ir, así vendrá”.3
Otros dos aspectos para considerar acerca de este tema, son los
siguientes:
El primero es la significación espiritual. Ya en unos capítulos
anteriores se hizo mención de la significación espiritual que en-
marca la vida de los constituidos en hijos de Dios. Para ellos, por
ejemplo, no fue necesario pintar con sangre (literalmente) los pos-
tes y el dintel de las puertas de sus casas, como sí lo hizo Israel
en la antigüedad. Pero lo que sí hicieron en obediencia fue su-

1 Parusía: palabra de origen griego que significa “llegada” o “presencia”, y


que se utiliza generalmente en la teología cristiana para referirse a la “segunda
venida de Cristo”. Justo L.González, (2010) Dic Manual Teológico,Ed.clie.es
2 Ap (19.11ss): “...vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo
montaba se llamaba Fiel y Verdadero…y vi a la bestia, a los reyes ...y a sus
ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo blanco…”
3 Hch (1.9-11): “…varones galileos...Este mismo Jesús, que ha sido tomado
de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”

166
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

mergir en agua sus cuerpos, quedando entonces cubiertos con la


sangre del Cordero para salvación. La significación espiritual que
ha acompañado a la iglesia durante todos estos años, al parecer
todavía está presente en el momento de su traslado a la presencia
del Señor; es decir, cuando las personas sean levantadas al cielo,
esto no será percibido con los ojos naturales (no habrá telescopios
ni satélites observando la santa reunión). La iglesia será recogida
en el aire pero, según parece, el mundo todavía no lo podrá ver;
aunque es posible se establezca una señal en el cielo anunciando
este acontecimiento: “la señal del Hijo del Hombre”1, siendo quizá
la señal, el mismo Señor, mostrándose al mundo.
El segundo aspecto nos lo da la palabra de Dios en 1 de Tesalo-
nicenses (4.17): “…seremos arrebatados juntamente con ellos en
las nubes para recibir al Señor en el aire”.
El término “recibir” nos sugiere un hecho semejante al de “es-
perar” a una persona que llega. Creemos que la iglesia espera al
Señor en el aire, en las nubes. Esto también explicaría por qué el
mundo, todavía, no verá al Señor descender del cielo.

La tribulación y la persecución de los escogidos

Antes del levantamiento de la Iglesia hay un acontecimiento


que debemos recordar debido a los muchos versículos que lo men-
cionan: La tribulación de la iglesia a consecuencia de la persecu-
ción en un tiempo cercano al fin.
Primero, hagamos la distinción entre la tribulación producto de
nuestra realidad natural y la tribulación ocasionada por la perse-
cución.
Nuestra realidad natural tiene sus propias angustias; para todos
hay un: “con el sudor de tu rostro”2, o “en el mundo tendréis
aflicción”,3 etc., lo cual para algunos tiene ocurrencia de una
forma, para otros de otra y para unos más no tiene incidencia en su
diario vivir. Pero, aunque haya angustia y esta sea en un grado de
1 Mt (24.30): “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo...”
2 Gn (3.17-19): “…con dolor comerás de ella todos los días de tu vida…con
el sudor de tu rostro comerás…”
3 Jn (16.33): “…En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido...”

167
LA SÉPTIMA TROMPETA

tribulación, Dios tiene cuidado de sus hijos y ellos descansan y se


refugian en él. Caso contrario a lo acontecido a las personas que
están en el “mundo”; de ellos creemos están en “gran tribulación”
o en “la aflicción la grande”.
Con respecto a la angustia originada en la persecución, debemos
recordar que el evangelio trae consigo el establecimiento de dos
creencias diferentes: de los que están en luz y de los que están en
tinieblas. El que está en luz buscará al que está en tinieblas para que
alcance salvación; pero de entre quienes están en tinieblas habrá
quienes hagan persecución en contra del que hace obras justas. Per-
secuciones que han llegado a sus niveles extremos cuando las leyes
y los gobiernos se han unido en contra de la verdad del evangelio.
Por la Palabra de Dios conocemos que el dragón es quien per-
sigue a la descendencia de la mujer (Israel): “los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo”1. Así
que detrás de la persecución, sea esta pequeña o grande, y también
tomando ocasión de las tribulaciones de nuestra realidad natural,
está el dragón. En este mismo orden, importante también es men-
cionar que las puertas del hades no prevalecerán contra la iglesia
del Señor.
Estas persecuciones en contra de la iglesia vienen desde su
fundación. En la Biblia están registradas muchos de los primeros
ataques, entre ellos destacamos: la muerte de Jacobo, el encarcela-
miento de Pedro, la muerte de Esteban y posterior arremetida a los
fieles de Jerusalén, las agresiones al apóstol Pablo y la persecución
al escritor de Apocalipsis, el apóstol Juan. De ahí en adelante la
historia humana también da cuenta de los cruentos hostigamientos
hacia los que han escogido el camino del Señor.
Para este estudio en particular, ha sido de nuestro interés un do-
cumento llamado “el libro de los mártires”, escrito por Juan Fox,2
en donde se redacta la persecución de la que han sido objeto los cris-
tianos en todas las épocas de nuestra historia. Así pues, este tema
de las tribulaciones y de las persecuciones que a simple vista ha po-
1 Ap (12.17):“el dragón...se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia
de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de
Jesucristo.
2 Consultado en la web.

168
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

dido parecer extraño; en realidad ha acompañado a la iglesia desde


su fundación, arreciando en periodos determinados de la historia.
Actualmente y desde hace varios años, en algunos países de ten-
dencia liberal, se ha establecido por ley la libertad de cultos, y esto
ha traído en algunos sectores del mundo una “no persecución” para
sus habitantes debido a unas leyes que les conceden cierta seguridad.
No obstante, debemos estar apercibidos sobre las señales del fin.
Las libertades de creencias y de cultos, más allá de una libertad
para ejercer un culto al Dios verdadero, es el mundo proponiendo
una diversidad de dioses. Asimismo, las leyes encaminadas al libre
desarrollo de la persona, han representado la legalidad del libre de-
sarrollo de las perversiones (a la luz de la Biblia algunas acciones
son catalogadas como perversiones). Esto en suma son indicadores
de los últimos días. Por un lado, la libertad de culto ha motivado la
pluralidad de denominaciones, cuna de los falsos profetas y de los
falsos Cristos.1 Y, por otro lado, el libre desarrollo de la persona ha
motivado la multiplicación de la maldad en el mundo (Mt 24.12).
Los falsos Cristos no sólo son los que se autodenominan como
Cristo, sino también los practicantes de una falsa doctrina cristia-
na. Esta, entendemos es una señal que permanece hasta el tiempo
del fin. Por otra parte, el aumento de la maldad en el mundo es un
indicador de la llegada del anticristo. Dice Daniel (8.23): “…y al
fin del reinado de éstos, cuando los transgresores lleguen al colmo,
se levantará un rey altivo de rostro y entendido en enigmas…”
En el versículo anterior hay una señal para el levantamiento del
rey altivo: “al fin del reinado de éstos, cuando los transgresores
lleguen al colmo”. El fin del reinado de éstos hace referencia a las
cuatro partes en las que fue dividido el imperio griego después
de su caída, y de estas partes entendemos están en la decadencia
de su antiguo poder (actualmente, 2020, Grecia, ha ido perdiendo
su identidad en medio del organismo mundial del que hace par-
te). Coincidente con esto, la maldad de los transgresores ha ido
en aumento, evidenciada en estos últimos días en la libertad que
conceden las leyes.
1 Mt (24.11, 24): “…porque se levantarán falsos Cristos, y falsos profetas, y
harán grandes señales…que engañarán, si fuere posible, aun a los escogidos”

169
Samuel Benedetti

Las leyes injustas (p. ej. decidir encaminar a unos niños por
senda de muerte) y las que promueven maldad, nos dan a entender
que los transgresores han llegado al colmo. Pero, aunque todavía
el anticristo no se haya manifestado como tal, sabemos que ya está
en operación, y ya se le ha oído decir que “el gobierno mundial co-
menzó en el año 2012”. Esta última época de crisis y de cambios,
es la que a la postre dará a conocer al líder mundial. (hoy, sep/2020,
son evidentes: falso profeta, la bestia y la máquina autónoma).
Ese líder en su manifestación plantea al mundo un gobierno de
paz y de seguridad; y, de hecho, contrario a una creencia genera-
lizada, se comenzará a apreciar en el mundo una cierta paz y se-
guridad basada en la arbitrariedad y en el engaño, pero “…cuando
digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción
repentina...y no escaparán. Mas vosotros, hermanos, no estáis en
tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque
todos vosotros sois hijos de luz…” (1 Ts 5.3-5)
En aquellos días, ocurrirá el recogimiento de la mies (los hijos
de luz), y será apartada la uva para el lagar. Antes de este aconteci-
miento, serían los días de la tribulación para los escogidos por un
lapso de tiempo de quizá diez días1 (poco tiempo). En mención a
ese tiempo de tribulación, dice Daniel (7.25): “Y hablará palabras
contra el Altísimo, y a los santos del Altísimo quebrantará (el an-
ticristo), y pensará en cambiar los tiempos y la ley…” Estos santos
del Altísimo quebrantados, son los mismos que reciben el reino
del Señor; dice en un versículo siguiente (7.27): “y que el reino,
y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo,
sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino
eterno, y todos los dominios le servirán y le obedecerán”
En los versículos de Daniel, los santos del Altísimo son la iglesia.
De ellos dice el Señor: “Entonces os entregarán a tribulación…y seréis
aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre”. (Mt 24.9).
La tribulación, como ya se mencionó, ha acompañado a la iglesia
desde su fundación (así que no puede sonar extraño), arreciando en
algunos periodos determinados de la historia.
1 Ap (2.10): “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo
echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis
tribulación por diez días…”

170
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

En cuanto a la tribulación de los últimos días, dice el Señor


(Mt 24.29-30): “E inmediatamente después de la tribulación de
aquellos días, el sol se oscurecerá…entonces aparecerá la señal del
Hijo del Hombre en el cielo…” Y leemos también en Apocalipsis
(13.7): “Y se le permitió (al anticristo) hacer guerra contra los
santos, y vencerlos…”
En la lectura de estos versículos comprendemos que hay una
persecución para el último tiempo ejecutada por el anticristo, en la
cual será guardada la iglesia del Señor (los que guardan la palabra
de su paciencia).
Nota: Las palabras escritas en Daniel (7.25): “y a los santos del
Altísimo quebrantará (el anticristo),” son interpretadas por algu-
nos estudiosos y por otras personas, como que esos “santos que-
brantados” son el pueblo de Israel. Nosotros en este estudio hemos
determinado que estos santos son parte de la iglesia del Señor, y
para ello nos hemos basado en varias evidencias bíblicas que sos-
tienen este punto de vista. En este momento y para no extendernos
excesivamente, sólo nos limitaremos a examinar el tema central
del capítulo 7 de Daniel: el reino. Leemos en este capítulo que las
cuatro grandes bestias son reyes en su dominio sobre la tierra; pero
que después viene Dios (Anciano de días) y destruye a esos reyes
y da el reino a “los santos del Altísimo”. Preguntémonos, ¿Cuál
es este reino, que viene de Dios y no tiene fin? Ese reino, tuvo su
inicio terrenal con el nacimiento de Cristo y más concretamente
cuando en su mensaje se escuchó: “Arrepentíos, porque el reino
de los cielos se ha acercado” (Mt 4.17). A Cristo, su nación le re-
chazó, pero a los que le recibieron fueron libertados de la potestad
de las tinieblas, y trasladados a su reino (Col 1.13). Es un reino
que actualmente opera de forma espiritual en la tierra; pero que,
en un futuro, en el fin, se dará a conocer de manera natural a todas
las gentes. Es decir, la herencia de un reino, es una promesa hecha
para la iglesia y no para Israel. El reino de Israel sí será restaurado;
pero el gobierno, en un sentido universal, es una promesa para
los constituidos en hijos de Dios (en Cristo). Así que aquella pie-
dra pequeña que destruye, desde los pies, la imagen del sueño de
Nabucodonosor y que después llena toda la tierra, es la iglesia. A

171
LA SÉPTIMA TROMPETA

partir de ahí reciben “el reino, el dominio, la majestad de los reinos


debajo de todo el cielo…cuyo reino es reino eterno, y que además
“todos los dominios le servirán y le obedecerán”; esta es la here-
dad del reino recibido por la iglesia del Señor, identificados en el
pasaje de Daniel como “los santos del Altísimo”. Son los mismos
de quienes en unos versículos anteriores se dice: “a los santos del
Altísimo quebrantará (el anticristo)”.
Además de este pasaje de Daniel con relación al reino, algu-
nos de los otros versículos que hemos mencionados son interpre-
tados de forma diferente a como nosotros los hemos presentado en
este estudio. Por ejemplo, las anotaciones acerca de tribulaciones
que hemos extraído de Mateo (24), son interpretadas por nosotros
como destinadas para la iglesia, y unas personas las interpretan
como destinadas para Israel. Los versículos que hemos señalado
para la iglesia son los siguientes. En Mateo (24.9) leemos: “…
os entregaran a tribulación…” Esta tribulación es para la iglesia,
pues más adelante dice la causa de esa tribulación: “…por causa
de mi nombre…”; los individuos que proclaman su nombre y lo
llevan invocado sobre sí, son la iglesia del Señor. También, leemos
más adelante (v.13-14): Mas el que persevere hasta el fin, éste será
salvo. Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo,
para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.” To-
das estas palabras “persevere hasta el fin”, etc., nos muestran que
el contexto es la iglesia.
Leemos, asimismo, en Mateo (24.29): “E inmediatamente des-
pués de la tribulación de aquellos días…” Esta tribulación, en es-
pecial, es aplicada para Israel por dichas personas; porque ellas
dividen el capítulo 24 de Mateo en dos partes, y dicen que desde
el versículo 15 en adelante se refiere a Israel en el fin. Esa forma
de dividir el capítulo 24 de Mateo, no tiene fundamento bíblico.
El Señor en su discurso escrito en Mateo, sí habla para Israel, pero
desde el versículo 22 hay unos señalamientos que sólo son para la
iglesia. Dice, a partir del versículo 22 en algunos fragmentos: “si
alguno os dijere: Mirad aquí está el Cristo…no lo creáis. Porque se
levantarán falsos Cristos…que engañarán…aun a los escogidos…
Porque como el relámpago…así será también la venida del Hijo

172
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

del Hombre. Porque dondequiera que estuviere el cuerpo muerto,


allí se juntarán las águilas.” En estos versículos, el Señor en rela-
ción a su segunda venida (v. 27) menciona unos sucesos. En primer
lugar, les advierte a quienes le esperan, que su venida se mostrará
como el relámpago, es decir como algo instantáneo o repentino
con relación al traslado de sus escogidos a su presencia, y les dice
también de manera alegórica, que las águilas, de seguro debido al
olor, se juntan al cuerpo muerto; lo cual sucederá de manera literal
en el recogimiento de la iglesia cuando estando sus integrantes en
cualquier punto de la tierra se reunirán en torno a él por motivos
del Espíritu. Las consideraciones nos llevan a concluir que estos
versículos están señalando a la iglesia, pues para Israel el Señor no
se mostrará como el relámpago, sino que depositará sus pies sobre
su tierra; además, los israelitas no serán reunidos en torno a Cristo,
ellos serán reunidos en su tierra y Cristo vendrá a ellos.
De manera, que el Señor nos viene hablando de la iglesia, y
agrega: “e inmediatamente después de la tribulación de aquellos
días…aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo…y envia-
rá a sus ángeles…y juntarán a sus escogidos”.
Después de la tribulación de aquellos días, la iglesia, los escogi-
dos, serán juntados desde un extremo del cielo hasta el otro.
El otro versículo que también puede parecer controversial: “Y
se le permitió (al anticristo) hacer guerra contra los santos, y ven-
cerlos…”, lo estaremos revisando más adelante.
En conclusión, los mensajes de estos pasajes bíblicos: Mt
(24.29): “después de la tribulación de aquellos días”. Segunda de
Tesalonicenses (2.1-3): “porque no vendrá (el Señor) sin que antes
venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de
perdición”. Daniel (7.25): “a los santos del Altísimo quebrantará
(el anticristo)”. Y, Apocalipsis (13.7): “Y se le permitió (al anticris-
to) hacer guerra contra los santos, y vencerlos…”. Nos proveen in-
formación acerca de los días finales. Es decir, uniendo los mensa-
jes de los versículos que nos hablan del fin interpretamos que para
esos días finales habrá una persecución causante de tribulación.
Valga aclarar, que con el término “tribulación”, no nos estamos re-
firiendo a “la gran tribulación” de la que algunos teólogos hablan;

173
LA SÉPTIMA TROMPETA

en este estudio, en capítulos anteriores, ya se expuso que no existe


tal periodo de siete años. Aquí estamos haciendo mención es, en
palabras simples, a la propuesta del gobierno de aquellos días, a
que el cristiano haga algo que no debe; y esa imposición es perse-
cución que genera angustia o tribulación y que puede derivar, para
algunos, en apostasía… Aquellos creyentes que se unan o acepten
las prácticas del gobierno de esa época, hemos interpretado, apos-
tatarán de la fe. No obstante, en medio de todo ello, será guardada
la iglesia del Señor (los que guardan la palabra de su paciencia).

El anticristo y su encuentro con la iglesia

De acuerdo a los pasajes antes leídos, la iglesia se encuentra


con el anticristo porque, al parecer, de él es quien procede la úl-
tima gran persecución. En cuanto a esta afirmación, sea oportuno
mencionar una opinión contraria a esta posición de pensamiento.
Los versículos de Daniel y el de Apocalipsis, vistos antes, son
claros al indicar que el anticristo “a los santos del Altísimo que-
brantará”, y también: se le permitirá “hacer guerra contra los san-
tos, y vencerlos”. Asimismo, 2 Tesalonicenses (2.1-3) dice: “Pero
con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo, y nuestra
reunión con él...Nadie os engañe en ninguna manera; porque no
vendrá (el Señor) sin que antes venga la apostasía, y se manifieste
el hombre de pecado, el hijo de perdición.” (Ya en secciones an-
teriores examinamos la posible unión entre la segunda venida del
Señor y el recogimiento de la iglesia).1
Este último texto (2 Ts 2.1-3), desde un punto de vista literal,
señala muy claramente que la venida del Señor será en una fecha
posterior a la manifestación del “hombre de pecado”. No obstante,
hay un versículo usado para dar a entender que no se encontrarían,
que no coexistirán en esta tierra. Dice en 2 Tesalonicenses (2.6-8):
“Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene (al anticristo)…
hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se
manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espí-
1 Nota: Algunas personas basadas en este versículo hacen separación entre
recogimiento de la iglesia y la venida del Señor, esta temática ya fue estudiado
en unos párrafos anteriores..

174
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida” Al-


gunos han afirmado que, según este versículo, la iglesia es “lo
que lo detiene”: la aparición del anticristo; y es también ese “él”
que es quitado de en medio para que el anticristo se manifieste.
Consideremos, en primer lugar, que las frases “lo que lo detie-
ne” y “él a su vez sea quitado”, no suenan apropiadas para referirse
a la iglesia. En segundo lugar, el anticristo viene a ejercer un do-
minio gubernamental sobre este mundo natural (con implicación
espiritual); y el reino de la iglesia, no es de esta tierra. La iglesia
no ejerce un dominio sobre los gobiernos naturales, de tal modo
que deba hacerse a un lado para que otro poder gobierne en su
lugar; ni tampoco hay un dominio sobre el pecado en el mundo,
de modo que impida la aparición o el aumento de la maldad en las
personas. La iglesia, sí es luz y sí es sal, pero no le corresponde a
ella impedir lo que de libre voluntad elige el hombre. La maldad
irá en aumento y la iglesia no podrá impedirlo; pero cierto es que
cuando las personas en el mundo lleguen al colmo de su maldad,
serán destruidas, y entonces la iglesia recibirá el reino.1 Algo que
es acorde con la justicia de Dios; recordemos, que a Israel le dieron
la tierra prometida posterior al aumento de la maldad de las perso-
nas que habitaban esa tierra.
En este estudio hemos determinado que en 2 Tesalonicenses
(2.6-8), “lo” que impide y “el” a su vez sea quitado de en medio,
es aquel que desde la época de Cristo, y hasta los años actuales, ha
ejercido un dominio sobre el mundo. En este sentido, en nuestra opi-
nión, hablaríamos de quitar el poder religioso actual, para entonces
establecer un nuevo poder en la tierra. O en otras palabas, hacer a
un lado a quien ocupa el puesto de máximo sacerdote, para que so-
bre otro recaiga el cargo. En la época cercana al fin se le quitará la
autoridad a la gran ramera (la que sustenta el poder religioso) con la
cual los reinos de la tierra, amparados en su falsa doctrina, han vi-
vido en deleites. Dice en Apocalipsis (17.13, 16-17): “Estos tienen
un mismo propósito (los diez reyes), y entregarán su poder y su au-
toridad a la bestia…Y los diez cuernos que viste en la bestia, éstos
1 Dn (7.26-27): “…y le quitarán su dominio (reino del anticristo)... y que el
reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea
dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno…”

175
LA SÉPTIMA TROMPETA

aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y desnuda; y devora-


rán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque Dios ha puesto en
sus corazones el ejecutar lo que él quiso: ponerse de acuerdo, y dar
su reino a la bestia, hasta que se cumplan las palabras de Dios…”
Los diez gobiernos de donde renace el imperio romano, le qui-
tarán el poder a la gran ramera y se lo entregarán todo a la bestia.
De modo, que la falsa doctrina de la gran ramera se acabará, será
quitada de en medio, y entonces se establecerá un dios y una reli-
gión en el mundo. El anticristo y lo que él honre será el dios en esa
época. Recordemos también que es entonces cuando aquel título
de máximo pontífice, que una vez fue de los emperadores y que ac-
tualmente está en cabeza del líder religioso, retornará al emperador
del renacido imperio romano.
Nota: Favor remítase a la “Introducción” de este libro para co-
nocer el establecimiento del falso evangelio.
La apostasía, la paciencia y la fe
Leímos en Apocalipsis (13.7): “Y se le permitió (al Anticristo)
hacer guerra contra los santos, y vencerlos…” En unos siguientes
versículos (13.9-10), dice: “Si alguno tiene oído, oiga. Si alguno
lleva en cautividad, va en cautividad; si alguno mata a espada, a es-
pada debe ser muerto. Aquí está la paciencia y la fe de los santos.”
Las palabras escritas en estos versículos, en primer lugar, llaman la
atención de los santos. Nos dice algo como: ¡atención!, o, “si algu-
no tiene oído, oiga”: los santos van a ser atribulados, pero quienes
les atribulen van en tribulación (si alguno lleva en cautividad, va
en cautividad.. etc.), o, mejor dicho, los que les atribulen van a ser
castigados. Es un tiempo de paciencia y de permanecer en la fe.
¿Y por qué es tan importante el llamado? Porque en este punto
de la historia, al parecer, nos encontramos en el tiempo citado por
el apóstol Pablo como: “la apostasía”. Apostasía, como ya se había
mencionado, implica que antes hubo una aceptación de la fe, y
luego es la deserción y la deslealtad a Dios. Ese periodo es la apos-
tasía en masa, es la gran rebelión en contra de Dios; pero no por
irse a otra denominación religiosa, sino por unirse a las prácticas
del anticristo y su gobierno. Al respecto dice el apóstol Pablo en

176
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

2 Tesalonicenses (2.3): “…Nadie os engañe en ninguna manera;


porque no vendrá (el Señor) sin que antes venga la apostasía, y se
manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición”
Nota: Favor remítase a la “Introducción” de este libro para co-
nocer un poco más sobre el falso evangelio del gobierno mundial,
y el por qué entoces la Biblia hable de apostasía.
En verdad, los hijos de Dios no están a la espera de la persecu-
ción, ni de la apostasía, ni de la manifestación del hombre de pe-
cado; ellos están a la espera del traslado de la iglesia por el Señor
en su segunda venida. Las reflexiones sobre estos temas más bien
nos conducen a meditar en la cercanía de la venida del Señor, en
torno de la cual se desarrollan algunos acontecimientos. De ahí
que, si estos versículos llanamente dicen lo que quieren decir, el
tiempo de separar la mies de la uva, ocurriría en un tiempo pos-
terior a la manifestación de la apostasía; en un tiempo posterior a
la breve persecución para la iglesia. Creemos que, en esos días,
antes de que “el hijo de perdición” se dé a conocer tal como es, el
engaño llegará al mundo; quizás argumentando: “todas las cosas
serán mejor ahora”, o, “esto no tiene que ver con religión” o “para
que se reconozca tu dinero del banco necesitas tu marca”. Es ahí
en donde creemos que algunos apostatarán (el Señor tenga mise-
ricordia de nosotros). Es el tiempo de la paciencia y de la fe; es el
tiempo de continuar guardando la palabra de su paciencia, para, en
ese momento, ser guardados por el Señor en la hora de la prueba.1
La hora de prueba a los moradores de la tierra, es diferente al día
de castigo e ira; en la prueba, existe la posibilidad de salir apro-
bados. Aquellos que soportan esta última gran persecución, son
finalmente mostrados en victoria; dice Juan en Apocalipsis (15.2):

1 Ap (3.10): “Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también


te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para
probar a los que moran sobre la tierra”.
Biblia Peshita: “...yo también te guardaré durante el tiempo de la prueba...”
Biblia Castellano Antiguo: “...me has obedecido con paciencia en momentos
de grave tribulación, también yo te protegeré en la hora de la prueba...”
Reina Valera (1989): “...yo también te guardaré a la hora de la prueba...”
Bibia Nacar-Colunga: “...yo también te guardaré en la hora de la tentación...”
Biblia Lenguaje S: “Todos en el mundo tendrán dificultades y sufrimientos.
Así veré quién confía en mí y quién no. Pero a ti te protegeré, porque tú me
obedeciste cuando te ordené que no dejaras de confiar en mí.”

177
LA SÉPTIMA TROMPETA

“Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los


que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su
marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con
las arpas de Dios”.
En medio del estudio de este tema, adquieren un mayor signi-
ficado las palabras del Señor Jesús en Lucas (18.8): “…cuando
venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” La pregunta
se origina a raíz de un estado de cosas que, en el fin, pondrán a
prueba la fe de los moradores de la tierra. La paciencia y la fe son
conceptos que es menester atender en medio de la persecución;
dice el apóstol Pablo en 2 Tesalonicenses (1.4): “…en las iglesias
de Dios, por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones
y tribulaciones que soportáis.”
Nota: Habíamos planteado en el 2018: “todas las cosas serán
mejor ahora”, etc., unas palabras engañosas de parte del gobierno
mundial, a fin de convencer a las personas de recibir la marca. Pero
hoy (jun 2020) debo agregar que el engaño no solo implica palabras;
pues hay toda una orquestación de factores (perjudiciales y no per-
judiciales), arreglados de tal forma para que la única opción sea op-
tar por “el buen proceder” al seguir las estipulaciones del gobierno.
Algo como debes seguir estas pautas gubernamentales, para no es-
tar por fuera de “la nueva normalidad”, o por fuera de la aprobación
mundial porque: “nadie estará protegido hasta que todos estén pro-
tegidos”. Unas circunstancias basadas en el engaño, dispuestas unas
seguidas a las otras, con el propósito final del control poblacional.
Por otro lado, debo mencionar que las reflexiones expuestas en
esta parte del libro (año 2018) sobre una prueba para la iglesia, han
sido objeto de oposición por algunas personas. Estas han dicho
que: “la iglesia no será probada, porque no entraremos al cielo por
mérito propio.” Hoy (2020), no puedo asegurar si dicho pensa-
miento en oposición todavía permanezca. Cualquiera sea el caso,
nuestra intención, como lo hemos venido repitiendo, es recordar
acerca de la paciencia y de la fe en medio de las tribulaciones.
En cuanto a la afirmación ‘la iglesia no es probada…’ Medi-
temos en el por qué, si la iglesia no es probada, el apóstol Pedro
dice: (1 P 1.7): “para que sometida a prueba vuestra fe...” Además,

178
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

preguntémonos, ¿por qué Cristo, dice: “Con vuestra paciencia ga-


naréis vuestras almas”? O, por qué, si la fe no es probada, Pablo
habla de pelear la buena batalla de la fe.
Ciertamente, Cristo pagó el precio de la salvación y todo el mé-
rito es de él; pero la iglesia debe mantenerse en lo que ha creído. En
medio de la prueba, en medio de esa tendencia a perder la fe o la pa-
ciencia, el creyente debe mantenerse firme en las Palabras del Señor.
En medio del periodo de prueba para el mundo y no de castigo,
los creyentes son guardados de unirse a las exigencias del gobier-
no, porque continuarán esperando en Dios. Por el contrario, del
incrédulo dice la Biblia (2 Tes 2.11): “Por esto Dios les envía un
poder engañoso, para que crean la mentira”.

La enseñanza de la inminencia

Un tema relacionado al estudio de este capítulo es el mensaje


que anuncia el probable recogimiento de la iglesia en cualquier fe-
cha, contrario a la enseñanza de una venida del Señor por su iglesia
en una fecha coincidente con el fin.
Los participantes del grupo de la “inminencia” (recogimiento
de la iglesia en cualquier fecha) se basan, por ejemplo, en las pala-
bras del apóstol Pablo en 1 Corintios (15.51-52): “He aquí, os digo
un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transfor-
mados…y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros
seremos transformados”. En el versículo, Pablo se presenta él mis-
mo con vida en el momento del traslado de la iglesia; por consi-
guiente, a las palabras del apóstol le atribuyen que el recogimiento
de los escogidos pudo ocurrir incluso para los primeros discípulos.
Por otra parte, ya que la Escritura expresamente señala la necesi-
dad de estar en vela, unido esto al desconocimiento del día en que
el Señor vendrá; para estas personas dichas palabras significan que
la venida del Señor por su iglesia podría ocurrir en cualquier mo-
mento, incluso pudo haberse dado en los siglos anteriores.
Hay además otro propósito de fondo. Este grupo de estudiosos
bíblicos apoya la idea de un periodo de gran tribulación, para la
tierra, durante siete años posteriores al traslado de la iglesia. Por lo

179
Samuel Benedetti

tanto, presentan esta traslación o recogimiento en un tiempo ante-


rior (o a mitad) de la denominada gran tribulación, y la venida del
Señor para la tierra en un tiempo posterior a la gran tribulación.
En este estudio, hasta ahora, se ha procurado mostrar al Señor
descendiendo del cielo tanto para la iglesia1 como para el mundo,
en conformidad a la Escritura que muestra una, y solamente una
segunda venida del Señor. En resumen, se ha intentado mostrar
que no habrá separación entre la subida al cielo de los escogidos
y la venida del Señor; dando claridad que al darse el recogimiento
de unos, por consiguiente, los otros quedarían expuestos al juicio
e ira de Dios o expuestos a “el día del Señor”. Así pues, hemos
señalado la posible unión entre los dos acontecimientos (recogi-
miento y venida del Señor), pero se ha puesto de manifiesto que
el mostrarse del Señor a la iglesia, puede no ser inmediato a su
mostrarse al mundo. Igualmente, hasta ahora hemos presentado
nuestro desacuerdo con una supuesta semana de siete años de gran
tribulación posteriores al retiro de la iglesia de la tierra. La sema-
na, se ha dicho, culmina con la venida del Señor.
Acerca de la fecha desconocida de la segunda venida del Se-
ñor, y la creencia generalizada de que en dicha enseñanza bíblica
existe el propósito implícito de anunciar su venida para cualquier
momento, meditemos en lo siguiente:
En primer lugar, comparemos esos versículos con un principio
fundamental de la salvación: la verdad. El que llama y promete
salvación es un Dios de verdad. Pasemos a examinar el caso.
El apóstol Pablo, parece indicar en sus palabras que el recogi-
miento pudo ocurrir incluso en su tiempo. Esos apuntes del apóstol
no descartan la posibilidad de una forma particular, de decir él
las cosas; sin embargo, detrás de toda la Escritura está su autor
supremo que es Dios. Y Dios, que conoce los tiempos, no ha lla-
mado a engaño a sus seguidores. Esto es muy importante; Dios
no hace creer una cosa cuando la verdad es otra, o, dicho de otra
forma, Dios no les hizo creer a los primeros discípulos, o a los
de los años siguientes, que su venida podía ocurrir en cualquier
11 Ts (4.16-17): “porque el Señor mismo... descenderá del cielo; y los muertos
en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros…”

180
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

momento, cuando en realidad conocía de antemano que todavía


no sucedería. O ¿será que el Señor (lo decimos con respeto y sólo
para ilustrar) dirigiéndose a sus discípulos de todos los tiempos,
les hubiera dicho algo como “atención, esta noche puedo venir, o
esta semana puedo venir”, cuando en verdad conocía que no sería
así? O será que vale como explicación decir: “el Señor sabía que
no vendría esta semana, pero les dijo que iba a venir para que es-
tuvieran preparados”.
Valga aclarar que la predicación del evangelio, sí incluye el
mensaje del regreso del Señor y la necesidad de estar preparados.
En la predicación sí existe una prevención, pero esta prevención,
como ya hemos mencionado, no es un llamado al engaño. No está
sugiriendo, palabras tales como: “esta noche puedo venir,” cuando
en realidad conoce de antemano que no será así. Consideramos,
más bien, que el anuncio a estar preparados transmitido por el men-
saje bíblico, tiene un propósito más profundo y más verdadero, el
cual es posible contemplar en la imagen de aquel siervo fiel que es-
pera a su Señor. Es un llamado a la santificación, a vivir delante de
la presencia del Señor en vela, listos en todo momento, y obrando
como los que saben que el Señor viene. Para cuando venga, sea cer-
cano su tiempo o por el contrario tarde en venir, ser hallados fieles.
En la actualidad muchas de las profecías se han cumplido, y
ahora más que nunca el mensaje que anuncia la venida del Señor
contiene inminencia (segunda venida de Cristo en cualquier mo-
mento)… pero, preguntémonos ¿en los siglos anteriores hubo una
verdadera inminencia?, o ¿será más bien, como se ha mencionado
en el párrafo anterior, que sus palabras buscaban santificar?; que
sus palabras tienen como propósito formar personas para que vi-
van su día a día según la esperanza que albergan. Así, aun cuando
el Señor no iba a venir en los siglos anteriores, el carácter perma-
nente de su mensaje, mantiene un llamado (a los seguidores de
todas las épocas) a vivir su presente como si ya se estuviese en el
futuro a las puertas del recogimiento; en una expectante paciencia
como si el Señor viniese hoy a galardonar o a reconvenir. Por lo
visto, la prevención que trasmite el mensaje, es a la santificación;
es a vivir el día a día en una expectante paciencia como si el Señor

181
LA SÉPTIMA TROMPETA

viniese hoy. Además, este mensaje, evidentemente está dirigido a


aquellos habitantes de la tierra que experimentarán el cumplimien-
to literal de la venida del Señor.
Aparte de lo que hemos mencionado: el llamado a la santifi-
cación o a vivir en una “expectante paciencia” (que espera obser-
vando o está en la mira de que el Señor viene), los pasajes bíblicos
cuyos mensajes se centran en la imperiosa necesidad a estar prepa-
rados, porque no se sabe “el día ni la hora en que el Hijo del Hom-
bre ha de venir”, consideramos incluye otros principios: alerta, y a
la vez motiva a la fe y a la paciencia.
La cualidad de permanencia del mensaje bíblico, o su presente
continuo, proveniente del Eterno, está en contraste con nosotros
que viviendo como eternos tendemos a desconocer el orden pre-
fijado de los tiempos. Ese mensaje dirigido a quienes su vida es
tan pasajera como la hierba, pero que suelen olvidar su hora final,
contiene inmediatez, contiene inminencia. Esto es observable de
manera particular en Apocalipsis, el cual fue escrito para “mani-
festar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”, para que
guarden las cosas escritas en la profecía, porque el tiempo está
cerca. Y también dice el Señor: “he aquí vengo pronto”. Estas son
palabras que además de alertar a quienes suelen ver lejanas las co-
sas, tienen el interés de motivar la fe y la paciencia, componentes
necesarios para alcanzar las promesas.1
Cabe anotar que la fe y la paciencia, en el contexto de esperar al
Señor, están relacionadas a la esperanza. Y de las dos, creemos, la
paciencia está más unida a la esperanza que la fe por este versículo
de la primera carta a los Corintios (13.13): “Y ahora permanecen
la fe, la esperanza y el amor…”, en el cual se reemplaza la pala-
bra “esperanza” por “paciencia”. Definiríamos la esperanza como
un anhelo paciente. Concluimos esta reflexión diciendo: Servir al
Señor en cada momento, agradarle a cada instante, en fe, amor y
anhelo paciente.

1 He (6.12): “…imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan


las p.”

182
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

15
SÉPTIMA TROMPETA (IV)

Para este tiempo la iglesia ha sido recogida al cielo; y podemos


observar, de acuerdo a los siguientes versículos, a personas en pie
como en un mar de vidrio cantando y alabando al Señor.

Los que alcanzaron la victoria sobre


la bestia y su imagen, y su marca

El capítulo 15 de Apocalipsis, dice:

“Vi en el cielo otra señal, grande y admirable; siete ángeles que


tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba
la ira de Dios. Vi también como un mar de vidrio mezclado con
fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y
su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre
el mar de vidrio, con las arpas de Dios. Y cantan el cántico de
Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Gran-
des y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién
no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú
eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán,
porque tus juicios se han manifestado. Después de estas cosas
miré, y he aquí fue abierto en el cielo el templo del tabernáculo

183
LA SÉPTIMA TROMPETA

del testimonio; y del templo salieron los siete ángeles que te-
nían las siete plagas, vestidos de lino limpio y resplandeciente,
y ceñidos alrededor del pecho con cintos de oro. Y uno de los
cuatro seres vivientes dio a los siete ángeles siete copas de oro,
llenas de la ira de Dios, que vive por los siglos de los siglos. Y el
templo se llenó de humo por la gloria de Dios, y por su poder; y
nadie podía entrar en el templo hasta que se hubiesen cumplido
las siete plagas de los siete ángeles.” (15.1-8)

Siguiendo la cronología planteada por la lectura de Apocalip-


sis, tendríamos en el capítulo seguido al recogimiento de la mies
a todos los salvados del mundo. Contrario a esto, se nos muestra a
continuación las siguientes personas: “los que habían alcanzado la
victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su
nombre” (Ap 15.2).
Comprendemos es una salvación y una alabanza, dentro del
contexto de aquel momento, de personas rescatadas de un mundo
dominado por la bestia. Sobre las otras personas, las salvadas de
entre la tierra de todas las épocas, creemos, el apóstol Juan se anti-
cipó cuando nos mostró a la multitud vestida de ropas blancas en el
capítulo 7 de Apocalipsis; que son las mismas personas mostradas
al final, en la tierra nueva y el cielo nuevo del capítulo 21.

184
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

16
SÉPTIMA TROMPETA (V)

Las siete plagas postreras

El toque de la séptima trompeta es también el anuncio de otros


aconteceres: la llegada de los justos juicios de Dios o del tiempo
conocido como “el día del Señor”;1 la cena de las bodas del corde-
ro; y el establecimiento del reino en el milenio.
En los justos juicios de Dios, expresados en las copas de su ira,
se encuentra lo particular. Aquí tienen nombre propio a quienes va
dirigida la ira de Dios: a los que adoran a la bestia, su imagen, o
tienen su marca,2 y a Babilonia.3 Encontramos asimismo aquí lo
literal (el castigo que caerá): “el cáliz de su ira”, atormentados con
fuego y azufre, cuyo humo sube por los siglos.4
Es de destacar que en los versículos explicativos sobre los án-
geles que desatan las siete plagas postreras, no se dice algo sobre
un incienso para añadirlo a las oraciones de los santos en la tierra,

1 Is (2.12): “…día de Jehová de los ejércitos vendrá…” Hch (2.20): “…el día
del Señor grande y manifiesto”
2 Ap (14.9-10): “…Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la
marca…él también beberá del vino de la ira…”
3 Ap (14.8): “…Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad…”
4 Ap (14.10-11): “él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido
vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre…y
el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos…”

185
LA SÉPTIMA TROMPETA

como sí se mencionó en las trompetas. De este suceso interpreta-


mos que durante el sonar de las trompetas la iglesia ha estado en la
tierra, pero que no sucederá así en el tiempo de las plagas postre-
ras. A continuación, se describen, en el capítulo 16 de Apocalipsis,
las copas de la ira. Entendemos se trata de descripciones literales
tal como lo fueron las plagas de Egipto.
La primera copa
“…y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que
tenían la marca de la bestia, y que adoraban su imagen.” (v. 2).

La segunda copa
“El segundo ángel derramó su copa sobre el mar, y éste se con-
virtió en sangre como de muerto; y murió todo ser vivo que
había en el mar.” (v. 3).

La tercera copa
“El tercer ángel derramó su copa sobre los ríos, y sobre las fuen-
tes de las aguas, y se convirtieron en sangre. Y oí al ángel de las
aguas, que decía: Justo eres tú Señor, el que eres y que eras, el
Santo, porque has juzgado estas cosas. Por cuanto derramaron
la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado
a beber sangre; pues lo merecen.” (v. 4-6).

La cuarta copa
“El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado
quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron
con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene
poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle glo-
ria.” (v. 8-9).

La quinta copa
“El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y
su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas,
y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus
úlceras, y no se arrepintieron de sus obras.” (v. 10-11).

186
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

La sexta copa
“El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Eufrates; y el
agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino
a los reyes del oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la
boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus
inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios,
que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mun-
do, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todo-
poderoso. He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el
que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean
su vergüenza. Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama
Armagedón.” (v. 12-16).

La séptima copa
“El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran
voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. En-
tonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor
de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde
que los hombres han estado sobre la tierra. Y la gran ciudad
fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones caye-
ron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para
darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los
montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres
un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres
blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su
plaga fue sobremanera grande.” (v. 17-21).

Se han derramado las copas de la ira de Dios sobre la tierra, las


cuales desatan eventos de carácter literal, así como fue en la anti-
güedad cuando Israel estaba cautivo en Egipto.
Pero, ¿qué ha sucedido con Israel en medio de estas nuevas
plagas? Entendemos que el tocar de la séptima trompeta para el
recogimiento de la mies que es la iglesia, ha sido igualmente la
vendimia para el lagar; y ha sido también la santa convocación de
los hijos de Israel para congregarlos en su propio territorio y guar-
darlos de las copas de la ira (se amplía en un capítulo posterior).

187
LA SÉPTIMA TROMPETA

En la siguiente gráfica se ilustra lo expresado en algunos capítu-


los anteriores en torno a la iglesia, al mundo y a Israel.
Recogimiento
(Guardados)

Año: 33 95 2014 Fecha


Cristo Juan no conocida
La iglesia

Israel Guardados en su tierra

El mundo Preparados en el lagar

El Cordero
recibe el libro 7 truenos

Sellos y trompetas Las 7 plagas

1er sello… 7ma trompeta


Figura 12. La Iglesia, Israel y el mundo, en lo referente a las copas
de la ira.

188
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

17
SÉPTIMA TROMPETA (VI)

La gran ramera abarca tres capítulos en el Apocalipsis. En el capí-


tulo 17, se hace una descripción de esta entidad; en el 18 se relata
su caída; y, en el 19 se le dedican unos pasajes para mostrar una
alabanza en los cielos a consecuencia de su caída.

GRAN RAMERA:
Descripción

Leemos en el Capítulo 17 de Apocalipsis:

“Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la
sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre mu-
chas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y
los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de
su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una
mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de
blasfemias, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer
estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de pie-
dras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro
lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación;
y en su frente un nombre escrito, un misterio: BABILONIA LA

189
Samuel Benedetti

GRANDE, LA MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABO-


MINACIONES DE LA TIERRA. Vi a la mujer ebria de la sangre
de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la
vi, quedé asombrado con gran asombro… Me dijo también: las
aguas que has visto donde la ramera se sienta, son pueblos, mu-
chedumbres, naciones y lenguas. Y los diez cuernos que viste en
la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y
desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; por-
que Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso;
ponerse de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cum-
plan las palabras de Dios. Y la mujer que has visto es la gran
ciudad que reina sobre los reyes de la tierra.” (v. 1-6, 12-18).

Cuando en este documento se estudió el reino del anticristo (el


último reino del dragón levantado en la tierra) se pudo observar
que las cabezas de la imagen, así como los diez cuernos y el otro
cuerno que nace, eran parte integral del dragón. Lo cual indica
que cada uno de esos reinos mundiales levantados en la tierra, han
tenido como forjador al mismo diablo.
En el caso de la ramera, esta es traída por la bestia o el dragón.
Es decir, que acompañando a cada uno de estos gobiernos levanta-
dos en la tierra: 1-egipcio, 2-sirio, 3-asirio, 4-caledeo (babilónico),
5-medo-persa, 6-griego, y 7-romano, estaba sentada esta mujer ra-
mera (institución u organismo) en medio de las multitudes, con la
cual han fornicado los reyes y los moradores de la tierra. La forni-
cación en este contexto es la adoración a dioses hechos por manos
de hombres, usando para su construcción: metales, madera, yeso,
doctrina humana, etc. Así que todos los reyes y muchas personas
de la tierra han sido apartados de Dios, porque se han unido (o
fornicado) con esta mujer en prácticas de idolatría.
Es también necesario observar en esta consideración, que si
bien a esta mujer ramera (institución con falsa creencia religiosa)
se le pudiera atribuir una existencia a lo largo de la historia cuyo
punto inicial fue Babilonia (Babel) y conocida a través de la histo-
ria en cada uno de esos reinos con diferentes nombres, la visión de
Juan se centra sólo en estos últimos dos mil años. Esto lo creemos
por varios motivos, uno de ellos es el siguiente: La escena descrita

190
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

por Juan, nos muestra el final de la ramera lo cual es coincidente


con el fin.
De manera que en medio de la generación cercana al fin (noso-
tros), debemos saber, hay una mujer que es traída por los gobier-
nos, con quien fornican los reyes y muchas personas de la tierra.
Ella está vestida de púrpura, escarlata, adornada de oro y de pie-
dras preciosas; en su mano se halla un cáliz de oro lleno de abomi-
naciones; y, ella está ebria de la sangre de los santos, y de la sangre
de los mártires de Jesús. Y, además, para una mayor explicación, el
texto bíblico nos dice que la mujer: “es la gran ciudad que reina so-
bre los reyes de la tierra.” Es cierto que en estos dos mil años hacia
las naciones del oriente del mundo ha existido otro tipo de poder
religioso, y en este sentido, entonces, no pudiéramos hablar de un
único poder religioso mundial. Sin embargo, debemos notar que,
aunque hacia las naciones del oriente impera otro tipo de orden
religioso, la “importancia” de la ciudad de la ramera está dada por
su reinado en las naciones de occidente, por su poder sobre la ciu-
dad santa (Jerusalén), y por el poder que ha ejercido a lo largo de
la historia sobre los seguidores de Jesús en el tema de los mártires.
La descripción del vestido, así como de los adornos de oro y de
piedras preciosas con los que se ve ataviada a la mujer, nos explica
sobre la presencia de esta ramera, poderosa en medio de la huma-
nidad debido a su vestido natural y su poder económico.

En cuanto al nombre escrito en su frente, un MISTERIO, ha-


cemos el siguiente breve comentario.

En primer lugar, definamos algunos términos y conceptos. Las


expresiones: “mujer”, “Babilonia la grande”, “la gran ramera” y
otros, están señalando una institución u organización que ostenta
una falsa creencia cristiana. Los títulos “Babilonia la grande” y “la
gran ramera”, en especial las palabras usadas: “grande” y “gran”,
nos enseñan que esta organización tiene una posición predominan-
te en medio de otras que comparten su misma condición. El título
“ramera”, nos indica que muchas personas han sido apartadas del
conocimiento de Dios y se han unido a esta mujer u organización

191
LA SÉPTIMA TROMPETA

en prácticas de idolatría. Su nombre: “Babilonia”, nos enseñan


acerca de su origen. Además, el hecho de estar sentada sobre la
bestia de siete cabezas y diez cuernos nos indica que su doctrina ha
sido transportada a través de la historia humana por los diferentes
gobiernos imperiales.
Esto último que hemos mencionado: su origen, es muy impor-
tante para nosotros, al momento de entrar a interpretar “el nombre”
escrito en su frente, un misterio: “BABILONIA LA GRANDE, LA
MADRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES
DE LA TIERRA”
La antigua ciudad de BABILONIA tanto su ubicación geográfi-
ca como su nombre tienen su origen en Babel.
El nombre “Babilonia”, en el lenguaje semítico el cual hablaron
los babilonios, puede significar “Puerta de Dios” derivado de la
torre de Babel; y para los hebreos el origen de la palabra significa
“confusión”, por motivos también de lo sucedido en aquel lugar
con relación al lenguaje (redacción a partir de: [AllAboutHistory.
org] “Todo sobre Historia”, consultado en la web).
Babel, que más adelante se llamó Babilonia, fue la primera ciu-
dad de renombre después del diluvio (Gn 11). Y de Babilonia, se
puede señalar también bíblicamente, fue la ciudad, cabeza de rei-
no, más importante de la antigüedad (Dn 2). Notemos, pues, la
incidencia que tuvo esta ciudad en la antigüedad la cual trascendió
sus fronteras, principalmente, en lo referente al aspecto religioso.
Ahora bien, ¿cuál fue su práctica religiosa con incidencia en la
humanidad? Creemos que con esta ciudad comenzó el sincretismo
religioso.
Aclaramos, que este concepto “sincretismo religioso” es usado
generalmente para referirse a unas prácticas en las que se armoniza
o se mezcla lo religioso con lo pagano. En este estudio, más allá
de hablar de una “mezcla” entre la religión y los ídolos, usamos el
concepto para señalar prácticas religiosas en las que se “falsifica”
la verdad. Esto es como, por ejemplo, presentar un dinero como
verdadero cuando en realidad es falso; o, contextualizando, pre-
sentarse al mundo como la religión verdadera cuando en verdad
son camino de iniquidad.

192
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

En ese entonces, el sincretismo religioso consistió en presentar-


se al mundo como la “puerta a Dios” cuando en la verdad de sus
acciones eran un camino lleno de prácticas abominables, puesto
que por medio de manos humanas se estaba construyendo una in-
fructuosa senda para llegar ante Dios.
Pasemos seguidamente a ampliar y a contextualizar estas afir-
maciones.
Babel, recordemos, fue el nombre de la ciudad y su torre que
construyeron aquellos hombres en la antigüedad con el propósito
de de crear un camino hasta el trono de Dios.
¿Cuál fue el propósito de Babel? Construir una torre cuya cús-
pide llegase al cielo (Gn 11.4).
Dicho propósito como bien sabemos, no fue posible conseguir-
lo; solo lograron crear una inútil torre que no pasó más allá de las
nubes; una edificación que con el pasar del tiempo se fue destru-
yendo. Sin embargo, la idea central de sus edificadores: llegar al
cielo por medios humanos, ha permanecido a lo largo de la histo-
ria. Y ha permanecido también en la historia, específicamente en
contraste a la Verdad, que dicha torre se constituye en un monu-
mento a la incapacidad humana de, por sus propios medios, llegar
ante Dios.
No puede el hombre por sus propios medios llegar al cielo. Por
tal razón, es Dios, quien, desde la antigüedad, establece el sendero
para acercarse a Él. En lo que respecta a nuestro tiempo, Dios abrió
un camino hacia él por medio de la persona de nuestro Señor Jesu-
cristo. Cristo es el medio, ya que al acercarnos a Cristo nos esta-
mos acercando a Dios. Esto es sumamente importante: acercarnos
a Cristo es acercarnos a un único Dios, a un único Señor.
Así que, cualquier organización, iglesia, entidad o congrega-
ción, que enseñe prácticas humanas como camino de salvación,
camino o puerta a Dios, es Babel o Babilonia. Si Cristo no es el
camino, los integrantes de esas organizaciones están construyendo
con sus propias manos una torre para llegar al cielo. Y es esto, jus-
tamente, la doctrina de “babilonia la grande.
Esa “gran” torre actual u organización, es Babilonia. Su cons-
trucción u obra se presenta al mundo como: “puerta a Dios”; y

193
LA SÉPTIMA TROMPETA

ellos, la mano de obra, se presentan como sacerdotes del Dios Altí-


simo. Pero, es solo fachada, es solo falsificación de la verdad, pues
detrás, en la verdad de sus acciones, tienen obras abominables ba-
sadas en una doctrina de error. Sus integrantes, son seguidores de
mandamientos y doctrinas humanas.
Ahora bien, por qué es “BABILONIA LA GRANDE, LA MA-
DRE DE LAS RAMERAS Y DE LAS ABOMINACIONES DE
LA TIERRA”.
Para la correcta interpretación de cada una de estas frases debe-
mos partir del hecho que la expresión, en su totalidad, es coherente
entre sí. Es decir, si la frase “la madre de las rameras”, significa
que instituciones similares a la ramera han salido de ella; la otra
frase: “Babilonia la grande”, manteniendo el mismo sentido, tiene
como significado que esa institución es “grande” en medio de otras
instituciones que, aunque similares, son de menor tamaño. Asimis-
mo, la frase: “madre...de las abominaciones de la tierra”, significa
que la tierra ha sido llena de abominaciones debido al esparcimien-
to de la doctrina de error efectuado por la ramera y sus hijas.
De modo que, en la tierra, hay una gran institución que es “Ba-
bilonia la grande”, y hay otras instituciones menores que vienen
a ser pequeñas babilonias. Hay una gran institución que es nom-
brada “gran ramera” y hay otras instituciones menores, salidas de
aquella, que, al igual que su madre, también son rameras. Y todas
ellas han llenado la tierra de una doctrina que conduce a prácticas
blasfemas, abominables.
¿Por qué hablamos de que todas esas organizaciones practican
una misma doctrina? Porque si examinamos a las hijas en compa-
ración con la madre encontramos muchas diferencias en cuanto
al vestuario de sus sacerdotes, y en cuanto actos, etc. Por tanto, la
similitud entre la una con las otras es de fondo, es de doctrina. Y la
tierra, pues, ha sido llena de abominaciones debido a esa doctrina
en la que CRISTO ES DISMINUIDO; siendo expuesto como niño,
cadáver, en cruz, en segunda persona de un Dios trino, en persona
diferente a Dios, etc., y no como Dios mismo; como Dios mani-
festado en carne. Esas instituciones no enseñan a Jesucristo como
puerta y camino, sino que en estas impera el sacrificio y las obras

194
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

humanas como medio. En todas estas instituciones, las personas,


amparadas en esa falsa doctrina, viven en deleites y en la adora-
ción a dioses falsos.
En resumen, la “gran ramera” (y sus hijas), se presenta como
“puerta de Dios”; su fachada es la de una organización cristiana,
pero el medio que utilizan en ella para alcanzar el cielo son los me-
dios humanos, y no Cristo. Sus integrantes viven en abominación,
ofreciendo sacrificios a los demonios como si sus vidas y ofrendas
fueran en Dios, porque, como ya hemos expresado, creen estar en
el camino a Dios. Ofrecen sacrificio y honra al sol, a la reina del
cielo, y a la estrella, por ejemplo, como si estuvieran ofreciéndolos
para Dios. Viven en hurtos, homicidios, fornicaciones, y otras abo-
minaciones, pero luego realizan actos contenidos en mandamien-
tos humanos con el fin de estar en “paz con Dios” y en “adoración
a Dios”.

195
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

18
SÉPTIMA TROMPETA (VII)

la gran ramera:
Caída

Dice el Capítulo 18 de Apocalipsis:

“Después de esto vi a otro ángel descender del cielo con gran


poder; y la tierra fue alumbrada con su gloria. Y clamó con voz
potente, diciendo: Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha
hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu in-
mundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque
todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornica-
ción; y los reyes de la tierra han fornicado con ella, y los merca-
deres de la tierra se han enriquecido de la potencia de sus delei-
tes. Y oí otra voz del cielo, que decía: Salid de ella, pueblo mío,
para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte
de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y
Dios se ha acordado de sus maldades… Y los reyes de la tierra
que han fornicado con ella, y con ella han vivido en deleites,
llorarán y harán lamentación sobre ella... Y los mercaderes de
la tierra lloran y hacen lamentación sobre ella, porque ningu-
no compra más sus mercaderías; mercaderías de oro, de pla-
ta... ovejas, caballos y carros, y esclavos, almas de hombres. Los

197
LA SÉPTIMA TROMPETA

frutos codiciados por tu alma se apartaron de ti… Y un ángel


poderoso tomó una piedra, como una gran piedra de molino, y
la arrojó en el mar, diciendo: Con el mismo ímpetu será derri-
bada Babilonia, la gran ciudad, y nunca más será hallada. Y voz
de arpistas, de músicos, de flautistas y de trompeteros no se oirá
más en ti…porque tus mercaderes eran los grandes de la tierra;
pues por tus hechicerías fueron engañadas todas las naciones. Y
en ella se halló la sangre de los profetas y de los santos, y de to-
dos los que han sido muertos en la tierra.” (v. 1-5, 9-14, 21-24).

El poder de la ramera se hace manifiesto en medio de los reyes,


es decir, en medio de los gobiernos de la tierra; y también es no-
table en medio de los mercaderes, o sea, un poder derivado de sus
empresas económicas. Su caída, de acuerdo al texto, se presenta
en estos dos frentes: por un lado, están los que, amparados en su
doctrina, viven en deleites (los seguidores); y por el otro, los que
ganan dinero por medio de ella (las personas y compañías que ha-
cen negocios con las empresas de la ramera).
La caída de la gran Babilonia, entendemos, comienza a ocurrir
estando aún el pueblo de Dios en la tierra. Debemos tener presente
la variante tiempo en todos los sucesos; su final caída estrepitosa
ha comenzado de forma casi imperceptible en un tiempo anterior.
Leímos en el capítulo 17 (16-17): “Y los diez cuernos que viste
en la bestia, éstos aborrecerán a la ramera, y la dejarán desolada y
desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego; porque
Dios ha puesto en sus corazones el ejecutar lo que él quiso; poner-
se de acuerdo, y dar su reino a la bestia, hasta que se cumplan las
palabras de Dios.”
De acuerdo al versículo anterior, los diez cuernos de donde
nace el otro cuerno, o los diez reinos de donde renace el imperio
romano, van a aborrecer a la ramera… “y la dejarán desolada y
desnuda; y devorarán sus carnes, y la quemarán con fuego”. Esto
sucederá porque ellos preferirán dar todo su poder al líder o cuerno
que han formado; y también porque el dios de ese tiempo será el
emperador y su gobierno.

198
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

De allí, entendemos, que el falso profeta no surge de en medio


de la gran Babilonia. Porque ella, como hemos visto, va a ser aban-
donada por estos predominantes diez gobiernos. Es en ese tiempo
cuando aquel título de máximo magistrado sacerdotal (sumo pon-
tífice), recibido por el emperador Octavio cerca del año 27 a.C.,
que después se les quitó a los emperadores y se le otorgó al gran
líder religioso, retornará al emperador del renacido imperio roma-
no. Ese emperador será rey y sacerdote.

199
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

19
SÉPTIMA TROMPETA (VIII)

El Capítulo 19, desarrolla tres temas principales: La alabanza por


la caída de la gran ramera; La cena de las bodas del Cordero; y, El
jinete del caballo blanco.

GRAN RAMERA:
La alabanza

En el Capítulo 19, observamos la alabanza en el cielo a causa de la


caída de la gran Babilonia.

“Después de esto oí una gran voz de gran multitud en el cielo,


que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y gloria y poder son del
Señor Dios nuestro; porque sus juicios son verdaderos y justos;
pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra
con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la
mano de ella. Otra vez dijeron: ¡Aleluya! Y el humo de ella sube
por los siglos de los siglos. Y los veinticuatro ancianos y los cua-
tro seres vivientes se postraron en tierra y adoraron a Dios, que
estaba sentado en el trono, y decían: ¡Amén! ¡Aleluya!” (v. 1-4).

Seguido a estos versículos encontramos otra alabanza, con mo-


tivo de la llegada de las bodas del Cordero.

201
LA SÉPTIMA TROMPETA

LA CENA DE LAS BODAS DEL CORDERO Y el


jinete del caballo blanco

En el capítulo 19 de Apocalipsis se relata la alabanza a Dios


por la llegada de las bodas del Cordero.

“Y salió del trono una voz que decía: Alabad a nuestro Dios
todos sus siervos, y los que le teméis, así pequeños como gran-
des. Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo
de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía:
¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso reina!
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llega-
do las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella
se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplande-
ciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos. Y
el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados
a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras
verdaderas de Dios. Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él
me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus her-
manos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; por-
que el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.” (v. 5-10).

En estos versículos vemos una alabanza por la llegada de un im-


portante suceso. Dice, que han llegado “las bodas”, y además dice
que la esposa se ha preparado, y a ella se le ha concedido vestirse de
lino fino, “porque el lino fino es las acciones justas de los santos”.
Es un cántico de alabanza, y al leer “bodas”, pudiéramos entrar
a considerar el encuentro del Señor con su Iglesia, sólo hasta esta
etapa, como un acontecimiento posterior a las copas de la ira. Pero
después del cántico, hay una conversación entre el ángel y Juan (v. 9),
lo cual se constituye para nosotros en un indicio acerca de cuál es
el evento que se acerca. Dice el ángel: “Bienaventurados los que
son llamados a la cena de las bodas del Cordero.” Aquí el ángel
agrega la palabra “cena”; así que el evento anotado como posterior
a las copas de la ira, es la cena de bodas y no el encuentro del Señor
con la iglesia en el aire.

202
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Según el orden de los sucesos relatados en estos últimos capítu-


los de Apocalipsis, después de las copas de la ira vendría “la cena
de las bodas del Cordero”. No obstante, los siguientes versículos
no nos describen la cena, sino que nos hablan del jinete del caballo
blanco.

El jinete del caballo blanco

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el


que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga
y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabe-
za muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno
conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en
sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios. Y los ejércitos celes-
tiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en
caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir
con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa
el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y
en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de
Reyes y Señor de Señores. Y vi a un ángel que estaba en pie en
el sol, y clamó a gran voz, diciendo a todas las aves que vuelan
en medio del cielo: Venid, y congregaos a la gran cena de Dios,
para que comáis carnes de reyes y de capitanes, y carnes de fuer-
tes, carnes de caballos y de sus jinetes, y carnes de todos...Y vi a
la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para
guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y
la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho
delante de ella las señales con las cuales había engañado a los
que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su ima-
gen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego
que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada
que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves
se saciaron de las carnes de ellos.” (Ap 19.11-21).

Se aprecia en este texto bíblico un componente natural: “el cie-


lo abierto”, como el inicio de una nueva etapa. Hasta ahora, con
relación a los últimos acontecimientos descritos en Apocalipsis
como son: el recogimiento de la iglesia y su encuentro con el Señor

203
Samuel Benedetti

en las nubes, al parecer, todavía pertenecen al ámbito espiritual;


es decir, es un suceso que no es visto con los ojos naturales. Pero
después de este encuentro del Señor con la iglesia y de un breve
lapso de tiempo, se describe un evento: “el cielo abierto”, como el
medio por el cual lo espiritual trasciende a lo natural. Creemos que
desde aquí comienza a hacerse visible lo espiritual.
La lectura de estos versículos del “jinete del caballo blanco” nos
muestra al Señor viniendo a la tierra, y junto a él los ejércitos ce-
lestiales. Cuando la descripción entra en el detalle de los ejércitos,
menciona el lino finísimo, blanco y limpio de sus vestidos, y agre-
ga: “le seguían en caballos blancos”. Comprendemos que la iglesia
está incluida en este grupo que desciende ahora con el Señor para
conquistar y reinar; como lo vemos también en Zacarías (14.5)
que dice: “…y vendrá Jehová mi Dios, y con él todos los santos”.
El Señor viene y vence a sus enemigos en el día de su ira;1 a
quienes se habían reunido para pelear en contra de él y para des-
truir a su pueblo Israel. Una batalla que también es llamada del
Armagedón, como lo leímos antes en los versículos de las copas
de la ira en donde se describe que tres espíritus inmundos van a los
reyes de la tierra en todo el mundo para reunirlos para la batalla.2
Después del castigo final de los enemigos del Señor, se da lugar
a una fiesta de muchos días, la cual pensamos es “la cena de las
bodas del Cordero”.
Para ampliar el tema de la fiesta, debemos revisar las fiestas
solemnes del pueblo de Israel.

Las Fiestas Solemnes

La nación de Israel efectúa unas fiestas conmemorativas, di-


vididas por nosotros en tres grupos, ellas son: 1) La pascua, que
contiene los panes sin levadura por siete días, 2) la de las semanas,
y 3) la fiesta de los tabernáculos. Las tres fiestas hacen recordación
de la salida de Israel de Egipto, su llegada al monte Sinaí, y su en-
1 Zac (14.1-6): “…el día de Jehová viene…y acontecerá que en ese día no
habrá luz clara, ni oscura”
2 Ap (16.13-16): “…tres espíritus inmundos…y van a los reyes de la tierra
en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios
Todopoderoso…Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón.”

204
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

trada final a la tierra prometida. Adicionalmente, cuando el pueblo


de Israel llegó a la tierra prometida había unos eventos que debían
ser recordados concernientes ahora al cultivo de la tierra y efectua-
dos en las mismas fechas de las anteriores: 1) la primicia, 2) la del
trigo o pentecostés, y 3) la cosecha. Este segundo grupo de fiestas
están relacionadas también con la iglesia.
Nuestro estudio se concentrará en la (# 3) fiesta solemne de los
tabernáculos y en la fiesta solemne de la cosecha.
La fiesta de los tabernáculos y la cosecha. Dice en Levítico
(23.23-44): “…En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día
de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una san-
ta convocación…A los diez días del mes séptimo será día de ex-
piación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y
ofreceréis ofrenda encendida para Jehová. Ningún trabajo haréis
en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante
de Jehová vuestro Dios…A los quince días de este mes séptimo
será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días…
Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el
fruto de la tierra, haréis fiesta a Jehová por siete días…”
El mes séptimo, el primer día, comenzaba con santa convoca-
ción al son de la trompeta. El décimo día del mismo mes había
ayuno, en el que suponemos era la culminación de diez días de ha-
cer memoria, y de súplicas a Dios por las faltas cometidas. En ese
décimo día tenía lugar el sacrificio de expiación. El sacerdote, en
ese único día del año, entraba al lugar santísimo con la sangre de
los sacrificios y hacía expiación por sí, por su casa, por el taberná-
culo, y por toda la congregación de Israel1 (la expiación era borrar
las culpas por medio de un sacrificio).
A los quince días del mes era la fiesta solemne de los taberná-
culos y la fiesta solemne de la cosecha, estas se celebraban simul-

1 Consulte Levítico capítulo 16. Algunos pasajes son los siguientes: v.15:
“después degollará el macho cabrío en expiación por el pecado del pueblo…”
v.29: “Y esto tendréis por estatuto perpetuo: en el mes séptimo, a los diez
días del mes, afligiréis vuestras almas…” v.33-34: “Y hará la expiación por
el santuario santo, y el tabernáculo de reunión; también hará expiación por
el altar, por los sacerdotes y por todo el pueblo de la congregación. Y esto
tendréis como estatuto perpetuo, para hacer expiación una vez al año por todos
los pecados de Israel…”

205
LA SÉPTIMA TROMPETA

táneamente durante siete días; desde el 15 del mes séptimo hasta


el 21 del mismo mes. Durante los días de las fiestas, los israelitas
habitaban en tabernáculos, recordando su salida de Egipto y su
travesía hacia la tierra prometida, cuando andaban sin posesión
morando en tiendas. Pero ahora habían entrado a una tierra propia
para habitar en casas que no construyeron y cosechar tierras que no
labraron. En las fiestas tomaban ramas con fruto de árbol hermoso,
ramas de palmeras y otras ramas, y se alegraban delante de Jehová
porque les había bendecido en todos sus frutos y en toda la obra
de sus manos.1 A continuación, una gráfica ilustrando los primeros
días del mes séptimo, con indicación de los días de la fiesta (el mes
séptimo representaría lo que para nosotros es el mes de diciembre,
la salida del año).
Mes séptimo: Tishri o Etanim
Salida del año, primeros días del mes

Días:

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22

1 2 3 4 5 6 7 8

Día de reposo
Santa convocación
Conmemoración al son
de trompetas

Día de expiación, día de aflicción


Santa convocación

Tabernáculos y Cosecha
Siete días de fiesta

Día de reposo
Santa convocación”

Figura 13. Las fiestas solemnes que celebraban los israelitas a la


salida del año.

1 cf Dt (16.15), Lv (23.40)

206
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Nota: En la gráfica el símbolo expresado como media luna, entre


dos números, indica un día. El décimo día, por ejemplo, comenza-
ba a las seis de la tarde del día anterior.
En las fechas anotadas en la gráfica anterior, vemos una inte-
resante indicación con relación al comienzo de un nuevo tiempo.
Cuando hablamos de tiempo, es en semejanza a las estaciones del
año, en donde, por ejemplo, el verano comienza aproximadamente
el día 21 o 22 de junio, y no el día primero de dicho mes (es decir,
los tiempos no van conforme al calendario). En la gráfica se puede
observar el comienzo de un nuevo tiempo a partir del día 22 del mes.
Sobre la fiesta solemne de la cosecha, dice Éxodo (23.16): “…
la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogido
los frutos de tus labores del campo”. Leemos también en Deute-
ronomio (16.13): “La fiesta solemne de los tabernáculos harás
por siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu
lagar”.
Se distinguen en el verso dos palabras: la era y el lagar. La “era”
es un lugar descubierto donde se trilla la mies, y el “lagar” es el
sitio donde se pisa la uva. Así que la fiesta de los tabernáculos y la
fiesta de la cosecha se realizaban una vez se habían cumplido estas
dos labores.
Ciertamente los días establecidos para las fiestas judías nos
conceden una indicación acerca de los tiempos por venir, sobre
todo las fiestas que se efectuaban una vez la mies estuviere en la
era y la uva en el lagar. Para nosotros, la fiesta conocida como
fiesta de bodas (entre Cristo y la Iglesia), se efectuaría una vez la
iglesia (mies) sea recogida y los enemigos (la uva) hayan sido pi-
sados en el lagar. Pero surge la pregunta: ¿y qué de Israel? Es po-
sible que el día primero del mes séptimo, al toque de la trompeta,
sea el recogimiento de la iglesia (mies) y sea también la asamblea
en santa convocación para Israel; esto es, los judíos que todavía
estén dispersos en medio de las otras naciones, para congregarlos
en su tierra y librarlos de las copas de la ira de Dios. Entendemos
que Israel será la única nación que no se acogerá al nuevo orden
mundial: la utilización de la marca del 666 en sus frentes y en sus
manos, por lo que serán aborrecidos y nuevamente perseguidos

207
LA SÉPTIMA TROMPETA

motivando el regreso a su tierra. Comienzan a partir de este último


gran retorno a su tierra, diez días de recogimiento (les llamamos
días por las fiestas, pero podrían representar un tiempo mayor),
días de hacer memoria y de angustia por los rumores de todas las
naciones1 en contra de ellos, con el intento ahora de destruirlos
definitivamente. El día diez es el día de la gran aflicción, de la
expiación y de la reconciliación con Dios. En ese día la congre-
gación de Israel aceptará a Cristo como su ofrenda de expiación;
y es entonces cuando, a semejanza de la ceremonia efectuada por
ellos en el décimo del mes, afligiendo ellos sus almas en súplicas
a Dios, alcanzarán el perdón,2 se terminará la prevaricación, se
pondrá fin al pecado, etc., en cumplimiento de la profecía de las
setenta semanas de Daniel.3 Esto en vísperas del encuentro con su
Dios, porque Dios mismo el Señor descenderá de los cielos para
defender a su pueblo,4 lo cual creemos sucedería en el día 11 (en
nuestra comprensión de los días, corresponde a la noche del día
10). El día 10, para el israelita, comenzaba en la noche del día 9;
y el día 11 comenzaba en la noche del 10. Así que la noche de ese
día 10 (que correspondería al día 11), al igual que cuando Israel
abandonó a Egipto (lo hizo de noche); la nación de Israel en esta
nueva ocasión entendemos será salva. Es posible que la noche de
este día 11, Israel vea su salvación viniendo en las nubes. Es una
noche en la que habrá claridad (Zac 14.7): “Será un día, el cual es
conocido de Jehová, que no será ni día ni noche; pero sucederá que
al caer la tarde habrá luz.”
Después del día 10, consideramos será el tiempo de pisar el
lagar; y después de tres días y medio, será la fiesta por siete días.

1 Zac (12.3): “…bien que todas las naciones de la tierra se juntarán contra
ella.”
2 Lv (16.30): “Porque en este día se hará expiación por vosotros, y seréis
limpios de todos vuestros pecados delante de Jehová.”
3 Dn (9.24): “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu
santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la
iniquidad, para traer la justicia perdurable…”
4 Zac (14.3): “Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones…”

208
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Sinopsis de la séptima
trompeta

Mes séptimo (en semejanza con el mes séptimo celebrado por los
israelitas a la salida del año):

Primer día del mes

Segunda venida del Señor


Reunión con los escogidos (iglesia)

(a) (b) copas de ira (c) cielo abierto

Descender a la tierra -El lagar-

Días: (d) Milenio

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22

Israel, guardados en su
tierra, retorno definitivo

Israel, día de expiación


y ayuno

Anticristo y su ejército
Día final, después de rodear a Israel

Días de fiesta

Figura 14. Resumen de la séptima trompeta.

Con la séptima trompeta llega:

209
Sinopsis de la séptima trompeta

(a) - Fin del misterio de Dios,1 la siega2 y consecuentemente la


vendimia.3

(b) - Copas de ira contra los seguidores de la bestia,4 y final de


Babilonia (Israel guardada en su tierra).

(c) - La llegada del reino de Dios,5 El cielo abierto…

(d) - El jinete del caballo blanco,6 el pisar del lagar,7 La fiesta y los
galardones.

¿…y la iglesia no entra al cielo?

En el capítulo “la siega y la vendimia” estudiamos a la iglesia


ascendiendo a las nubes para su encuentro con el Señor. Después,
con la temática del “jinete del caballo blanco”, la observamos des-
cendiendo a la tierra para conquistar y reinar. En este ir a las nubes
y descender, nos surge la pregunta ¿la iglesia no va al cielo? Se-
gún la lectura de la cronología de sucesos de Apocalipsis pareciera
que la iglesia no entrara al cielo; pero, comprendemos que el cielo
pertenece al área espiritual, y que la tierra, las nubes y el universo
pertenecen al área natural; es decir, no habría que trasladarse desde
las nubes hasta el final del universo físico para llegar hasta el cielo

1 Ap (10.6-7): “…que el tiempo no sería más, sino que en los días de la voz
del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios
se consumará…”
2 Ap (14.15): “…porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra
está madura”
3 Ap (14.18): “Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque
sus uvas están maduras”
4 Ap (14.7-13): “…Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio
ha llegado…Ha caído, ha caído Babilonia…Si alguno adora a la bestia y a su
imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá…”
5 Ap (11.15): “El séptimo ángel tocó…Los reinos del mundo han venido a ser
de nuestro Señor…y él reinará…”
6 Ap (19.11): “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el
que lo montaba se llamaba Fiel…”
7 Is (63.2-4): “¿Por qué es rojo tu vestido, y tus ropas como del que ha pisado
en lagar? He pisado yo solo el lagar, y de los pueblos nadie había conmigo;
los pisé con mi ira, y los hollé con mi furor; y su sangre salpicó mis vestidos,
y manché todas mis ropas. Porque el día de la venganza está en mi corazón, y
el año de mis redimidos ha llegado”

210
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

espiritual, porque son dimensiones diferentes. Juan, por ejemplo,


no emprende un largo recorrido por el universo para ingresar a la
dimensión espiritual; su traspaso es a través de una puerta abierta
en el cielo.
Creemos que cuando la iglesia ascienda al aire con cuerpos
transformados, también tiene entrada al cielo de Dios. De allí que
el descenso a la tierra (del Señor y la iglesia) no se describe como
descendiendo de las nubes solamente, sino que se agrega un nuevo
componente: “el cielo abierto”. Descienden desde las nubes, pero
también hay un traspaso de un estado a otro.

211
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

20
Los mil años y el juicio
ante el gran trono
blanco

A partir del capítulo 20 de Apocalipsis comienzan los mil años o


el milenio. Dice el texto bíblico:

“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y
una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente
antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo
arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que
no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos
mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de
tiempo. Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar…Cuando los mil años se cumplan, Satanás
será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que
están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin
de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la
arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodea-
ron el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios
descendió fuego del cielo, y los consumió. Y el diablo que los
engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde esta-
ban la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche
por los siglos de los siglos.” (v. 1-3, 7-10)

213
Los Mil Años y El Juicio Final

Los mil años son, básicamente, la manifestación visible del rei-


no del Señor; pero… ¿cuál reino del Señor? Yéndonos al estudio
del evangelio encontramos en el mensaje de Cristo, en sus pala-
bras, la llegada a esta tierra de un reino proveniente de los cielos.
En su mensaje se escuchaba (Mt 4.17): “Arrepentíos, porque el
reino de los cielos se ha acercado”.
Jesús es Rey de un reino venido de los cielos... y, en aquellos
días, en batalla librada en contra del mal, consiguió la victoria que
trajo salvación para los cautivos en senda de muerte; formando,
con los que van creyendo en él, el pueblo de su reino en la tierra.
Así pues, entre nosotros actualmente hay un reino celestial for-
mado por los creyentes en Cristo; un reino, que no es percibido
ejerciendo de forma natural como lo hacen las otras naciones, pero
ahora con la llegada del milenio, se dará a conocer de forma natu-
ral el Rey y el reino de los hijos de Dios. La expresión “la llega-
da del milenio” puede causar la impresión de algo sencillo, pero
ella encierra un muy amplio contenido. Entendemos que desde ese
momento se suprime todo dominio, toda autoridad y potencia; es
cuando los enemigos son puestos por estrado de los pies del Señor;
es la victoria sobre el postrer enemigo: la muerte;1 es la entrada al
juicio final de todas las cosas,2 y es el comienzo del fin: cuando el
reino sea de Dios y Padre, puesto que el oficio de Hijo se acabará
y Dios será todo en todos.3
Jesús es Rey; es una distinción visible a través de la mezcla
entre lo divino y lo humano, entre el Rey del universo y el Rey por
linaje real de la casa de David.4 Para el universo fue la reconcilia-
ción consigo de todas las cosas, 5 un triunfo que será evidente con
1 1 Co (15.24-26): “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre,
cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. Porque
preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de
sus pies. Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.”
2 Ap (11.18): “…y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a
tus siervos…”
3 1 Co (15.24,28): “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre…
Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces el Hijo mismo se
sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”
4 Libro “El tabernáculo, en su significación con Cristo”, del autor.
5 Col (1.20): “y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que
están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante
la sangre de su cruz”

214
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

la llegada del fin. Para su pueblo Israel, la llegada del fin, significa-
rá la restauración de la nación, el cumplimiento de las promesas, y
la celebración de un nuevo pacto entre Dios y ellos.1
Retornando al texto de Apocalipsis 20, es de destacar la men-
ción de que el diablo es atado, y después vuelto a desatar por un
poco de tiempo al final de los mil años. Un predicador decía al
respecto que Dios no tiene problema con el diablo. Lo ató, después
lo desató, y, por último, lo vuelve a aprisionar para castigar.
Leemos también en relación a los mil años que, al parecer, hay
naciones o personas que sin pertenecer a Israel ni hacer parte de
la iglesia, quedarán con vida después de la batalla del Señor con
el anticristo y su ejército.2 Estas naciones y también Israel, serán
juzgadas por los hijos de Dios (la iglesia) que han recibido dicha
facultad. Es en este tiempo cuando Israel se extenderá por toda la
tierra,3 y es el tiempo en que el lobo y el cordero morarán juntos,
y tanto el león como el buey comerán paja; y el niño extenderá su
mano sobre la víbora.4
Cuando los mil años se cumplan, de acuerdo a la lectura de
estos pasajes, las otras naciones diferentes a Israel serán engaña-
das por el diablo, y se reunirán alrededor del campamento de los
santos y de Jerusalén, la capital del reino de Dios, con el propósito
de hacerles guerra. Pero de Dios descenderá fuego y los consu-
mirá. Creemos será el tiempo en que la tierra y el cielo que ahora
conocemos serán destruidos, cuando los elementos ardiendo serán
desechos.5 Por tanto, esta tierra y este cielo huirán de la presencia

1 Jer (31.31-33): “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré
nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto hice
con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto…
Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días…”
2 Zac (14.16): “Y todos los que sobrevivieren de las naciones que vinieron
contra Jerusalén, subirán de año en año…”
3 Is (54.3): “Porque te extenderás a la mano derecha y a la mano izquierda; y
tu descendencia heredará naciones, y habitará las ciudades asoladas.”
4 Is (11.9-10): “No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la
tierra será llena del conocimiento de Jehová…Acontecerá en aquel tiempo que
la raíz de Isaí…será buscada por las gentes…” Leer también Is (65)
5 2 P (3.7, 12): “pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados
por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio…los cielos
encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán”

215
Samuel Benedetti

de Dios, para dar paso al cielo nuevo y a la tierra nueva donde


morará la justicia.1
La ira de Dios, primero, comenzó con las copas de la ira; luego,
pasó al gobierno de vara de hierro del milenio (las naciones que
hubieren quedado); y, por último, consume todo en fuego, lo que
da paso al juicio final.

Otros planteamientos en torno al milenio

Sería bueno, en este punto, presentar unas ideas generadas en


relación al milenio. Por un lado, hay un grupo de comentaristas
denominados “amilenialistas”. Ellos rechazan la expectativa del
milenio y opinan, que según el texto de Apocalipsis, este no debe
ser interpretado literalmente como un periodo de tiempo, sino más
bien como una metáfora que se refiere a la victoria final de Cristo
sobre el mal (interpretan el texto bíblico desde el punto de vista
Alegórico).2
Por otro lado, están los “milenialistas”. Este grupo, interpre-
tando literalmente la Escritura, acepta el periodo de los mil años
descrito en Apocalipsis, pero entre sus integrantes entran en debate
sobre el orden de los acontecimientos. Por ejemplo, para unos la
venida del Señor para buscar a sus escogidos será antes del milenio
(“premilenialistas), y para otros será posterior al milenio (“postmi-
lenialistas”).
El otro tema de debate, a raíz de estos versículos de Apocalip-
sis, tiene que ver con la resurrección. Con respecto a este asunto
creemos que con la venida del Señor y el establecimiento de su
reino, queda concluida la primera resurrección. Ya en capítulos
anteriores hemos hecho una distinción entre la nación de Israel y
la iglesia, cuyas diferencias entendemos se extienden, inclusive,
a la temática de la resurrección. La iglesia es recogida de la tierra
para su encuentro con el Señor en el aíre y, en su orden, primero
es la resurrección de los muertos en Cristo, y luego la transforma-

1 2 P (3.13): “Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y


tierra nueva, en los cuales mora la justicia.”
2 Justo L. González. Diccionario Manual Teológico, Ed. clie, (2010) España

216
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

ción de los que hayan quedado.1 Para la nación de Israel, enten-


demos, resucitarán los destinados para tal evento, el cual tendría
lugar cuando el Señor descienda a ellos para restablecer la nación.
Así que en cuanto a la resurrección, Cristo fue la primicia, lue-
go los que son de Cristo en su venida (la iglesia),2 y continuando
con la misma semejanza de la cosecha, Israel será el rebusque.
Siguiendo el orden cronológico que nos plantea la lectura del
libro de Apocalipsis, después de los mil años viene el Juicio ante
el gran trono blanco. Dice el texto bíblico:

EL JUICIO ANTE EL GRAN TRONO BLANCO

“Y vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de


delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se
encontró para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de
pie ante Dios; y los libros fueron abiertos, y otro libro fue abier-
to, el cual es el libro de la vida; y fueron juzgados los muertos
por las cosas que estaban escritas en los libros, según sus obras.
Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el
Hades entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juz-
gados cada uno según sus obras. Y la muerte y el Hades fueron
lanzados al lago de fuego. Esta es la muerte segunda. Y el que
no se halló inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de
fuego.” (Ap 20.11-15).

En esta lectura encontramos uno de los versículos más terribles


para la persona sin Cristo: “Y el que no se halló inscrito en el libro
de la vida fue lanzado al lago de fuego.”

1 1 Ts (4.16-17): “…y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego


nosotros los que vivimos…”
2 1 Co (15.23): “…Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su
venida.”

217
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

21
Cielo nuevo, tierra
nueva y la nueva
Jerusalén

En el capítulo 21 de Apocalipsis se describe la llegada del cielo


nuevo, tierra nueva, y la nueva Jerusalén.

“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y


la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y yo Juan
vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de
Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí
una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios
con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y
Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda
lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nue-
vas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras
son fieles y verdaderas. Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa
y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré
gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El que venciere
heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo.
Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas,
los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la
muerte segunda. Vino entonces a mí uno de los siete ángeles...y

219
Cielo Nuevo, Tierra Nueva y La Nueva Jerusalén

habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada,


la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte
grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén,
que descendía del cielo, de Dios, teniendo la gloria de Dios. Y su
fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como pie-
dra de jaspe, diáfana como el cristal… Y no vi en ella templo;
porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el
Cordero. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que
brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero
es su lumbrera. Y las naciones que hubieren sido salvas andarán
a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a
ella. Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá
noche. Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella. No
entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación
y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de
la vida del Cordero.” (v. 1-11, 22-27).

El texto anterior describe la final victoria para los redimidos por


la sangre del Cordero. En nuestra interpretación literal del texto
bíblico, resaltamos la siguiente frase: “He aquí yo hago nuevas
todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles
y verdaderas...”
Cabe la pregunta: ¿Por qué a lo ya dicho se añade la frase: “Es-
cribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”? En nuestra
opinión suena como una reafirmación, que lo dicho anteriormente:
la creación de un cielo nuevo, una tierra nueva, y una nueva ciudad
de Jerusalén, aunque parezca muy difícil y extraordinario, va a su-
ceder; estas son palabras fieles y verdaderas. Es impactante; todas
las cosas serán hechas nuevas, y el texto sugiere como base sólida:
la palabra de Dios. Dios lo ha dicho y será hecho.

220
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

22
Final de Apocalipsis

Con el capítulo 22 de Apocalipsis termina este libro escrito por


el apóstol Juan. Dice en sus propias palabras y en algunas partes
mediante palabras del Señor:

“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplande-


ciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.
En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río,
estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada
mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las
naciones. Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del
Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su ros-
tro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche;
y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol, por-
que Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los
siglos. Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Se-
ñor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel,
para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las pa-
labras de la profecía de este libro. Yo Juan soy el que oyó y vio
estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para
adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. Pero
él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo,
de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras
de este libro. Adora a Dios. Y me dijo: No selles las palabras de
la profecía de este libro, porque el tiempo está cerca. El que es

221
Final de Apocalipsis

injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo


todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que
es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi
galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su
obra. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero
y el último. Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener
derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la
ciudad. Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los forni-
carios, los homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace
mentira. Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de
estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la
estrella resplandeciente de la mañana. Y el Espíritu y la Esposa
dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el
que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Yo testifico
a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si
alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que
están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras
del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la
vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en
este libro. El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente
vengo en breve. Amén; sí, ven, Señor Jesús. La gracia de nuestro
Señor Jesucristo sea con todos vosotros. Amén.” (Ap 22-1-21).

Entendemos que el libro de Apocalipsis es, en general, un com-


pendio de cosas por suceder pronto. El siguiente gran evento por
suceder pronto, se menciona en este capítulo 22: la venida del Se-
ñor. Todas las cosas se han venido cumpliendo; y, comprendemos
sólo falta el toque de la última trompeta, cuando los justos subirán
al cielo al encuentro con su Señor.

222
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Anexo No. 1

Las siete iglesias de Asia

ITALIA

TURQUÍA

Grecia

Mar Mediterráneo

ISRAEL

Figura 15. Ilustra en el mapa de Turquía, las siete iglesias. P Pat-


mos, 1 Efeso, 2 Esmirna, 3 Pérgamo, 4 Tiatira, 5 Sardis, 6 Filadel-
fia, 7 Laodicea.

El mapa indica la posible ubicación geográfica de la isla de Pat-


mos (P), y la de las siete iglesias de Asia. (Nota: los marcadores en
el mapa, son obra del autor)
A continuación, una breve información acerca de las ciudades
en donde estuvieron localizadas las iglesias, así como algunos da-
tos recientes:
Efeso, sirvió como un importante puerto en la desembocadu-
ra de un río, y fue un punto de partida a las rutas comerciales al
interior del continente. Dejó de existir alrededor del siglo XIV, y
sus ruinas están localizadas en Turquía (a 5 km del mar Egeo).
En el registro bíblico, su nombre aparece en los viajes misioneros

223
Anexo 1, Las Iglesias

del apóstol Pablo; en el incidente con quienes fabricaban temple-


cillos de la diosa Diana, etc., así como en la epístola de Pablo a
los efesios, entre otras. Esmirna, actualmente es también conocida
como Izmir, una importante ciudad y puerto marítimo en Turquía.
La fundación de cada una de estas iglesias de Asia, puede estar
relacionada con la predicación de Pablo.1 En la historia de Pérga-
mo, se destaca su posición como capital de la provincia romana de
Asia; también fue sede de la religión oficial del estado: un templo
dedicado para honrar al emperador y a Roma, y sede de diferentes
escenarios públicos, un teatro2 con capacidad para 4.000 perso-
nas, un anfiteatro3 y un hipódromo4 (de allí, es posible, la expre-
sión: “dónde moras...donde mora satanás). Las ruinas de la antigua
ciudad rodean la actual población de Bergama en Turquía. Sobre
Tiatira, encontramos en la Biblia un registro histórico de esta ciu-
dad, cuando en relación a la predicación de Pablo, se menciona la
conversión de Lidia, vendedora de púrpura originaria de Tiatira.
La posible localización de la antigua ciudad, es la actual Akhisar
en Turquía. Sardis. Su nombre también se identifica como Sardes,
una antigua ciudad situada al noreste de Esmirna (actual Izmir). En
su historia se destaca que, cerca del año 539 a. C., fue capital de los
reyes de Lidia, de cuyos nombres uno, Creso, ha llegado a ser sinó-
nimo de gran riqueza. Esta ciudad fue destruida en el año de 1402
d.C.; las excavaciones arqueológicas en el yacimiento comenza-
ron en 1910, y sus ruinas fueron descubiertas en 1958. Filadelfia,
la ciudad turca de Alaseir, ocupa el lugar de la bíblica Filadelfia.
Laodicea. En la Biblia hay una mención a la iglesia de esta ciu-
dad, en la carta a los Colosenses (4.16): “cuando esta carta haya
sido leída entre vosotros, haced que también se lea en la iglesia de
los laodicenses, y que la de Laodicea la leáis también vosotros.”
Los habitantes de esta localidad eran vecinos de los colosenses,

1 Hch (19.10): “Así continuó (Pablo) por espacio de dos años, de manera que
todos los que habitaban en Asia, judíos y griegos, oyeron la Palabra del Señor
Jesús.”
2 Sitio para espectáculos públicos propios de la escena.
3 Edificio en el cual se celebraban varios espectáculos, como los combates de
gladiadores y fieras.
4 Lugar destinado para carreras de caballos.

224
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

y se cree que en el lugar de la actual ciudad turca de Denisli, estuvo


localizada Laodicea.

Bibliografía.

Santa Biblia Reina Valera (1960) Antiguo y Nuevo Testamento.


Sociedades Bíblicas Unidas.

Santa Biblia Reina Valera (1960) Ayudas especiales para el lector:


Mapas. Sociedades Bíblicas Unidas.

Emil Lengyel. Enciclopedia El Mundo Pintoresco. Editorial Cum-


bre S.A. 1977 EEUU. Volumen 2, Asia, Turquía, Pág.66.

Wilton M. Nelson. Diccionario Ilustrado de la Biblia. Editorial


Caribe, Inc. 1998.

“Mapa de Turquía”, “Éfeso”, “Pérgamo”, “Sardes” Microsoft Stu-


dent 2009 [DVD]. Microsoft Corporation, 2008.

225
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Anexo No. 2

Cronología desde la salida de Egipto


hasta la construcción del templo por
Salomón

Sujeto Años Años Cita bíblica


No
contados:
Israel (desierto) 40 Nm (14.33)
Josué (conquista) ** 5 5 Jos (11.23; 14.7-
10)
Personas en el poder:
Cusan-risatain ** 8 8 Jue (3.8)
Otoniel 40 Jue (3.11)
Eglón rey Moabita ** 18 18 Jue (3.14)
Aod y Samgar 80 Jue (3.30-31)
Jabín rey de Canaán ** 20 20 Jue (4.3)
Debora y Barac 40 Jue (5.30)
Madián ** 7 7 Jue (6.1)
Gedeón 40 Jue (8.28)
Abimelec ** 3 3 Jue (9.22)
Tola 23 Jue (10.2)
Jair 22 Jue (10.3)
Filisteos ** 18 18 Jue (10.8)
Jefté 6 Jue (12.7)
Ibzan 7 Jue (12.9)
Elón 10 Jue(12.11)
Abdón 8 Jue (12.14)
Filisteos ** 20 20 Jue 13.1; 15.20
Sansón 20 Jue 15.20
Elí 40 1 S 4.18
Samuel 20 1 S 7.2
Saul 40 Hch 13.21
David 40 2 S 5.4-5
Salomón (comienza a 4 1 R 6.1
edificar)
Total 579 99 1 Reyes 6.1
(579-99=480)

227
Anexo 2 Cronología

** Dominio de la tierra de Israel por extranjeros y personas distin-


tas a las puestas por Dios.
Los años del dominio extranjero sobre la tierra de Israel, no
fueron sumados para el cálculo de los 480 años.

Bibliografía

Santa Biblia Reina Valera (1960) Antiguo Testamento. Sociedades


Bíblicas Unidas.

Consultas a diferentes blog y páginas en la web.

228
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Anexo No. 3

Objeciones

A continuación, la última de las 70 semanas de la profecía de Da-


niel, interpretada de una forma diferente a la expuesta en este do-
cumento.

Una semana de siete años posteriores al recogi-


miento de la iglesia

Sin duda la última semana de la profecía de Daniel se constituye


para la escuela futurista en una pieza fundamental en la construc-
ción del edificio escatológico, de modo que un error de interpreta-
ción de esta semana provocaría el derrumbe de toda la estructura.
La interpretación de la última semana, los presupuestos sobre los
que se fundamenta y algunas de las ideas surgidas a partir de ella,
los intentaremos rebatir por medio de un breve comentario (a lo
largo del estudio procuramos mostrar los temas con amplitud).

El planteamiento. Uno de los planteamientos más divulgados en


la actualidad es la idea de una semana de siete años posteriores al
recogimiento de la iglesia, en la cual se desarrollaría el Apocalipsis
desde el capítulo 4 al 22. Al inicio de los siete años, el Señor viene
por sus escogidos; y al finalizar los siete años, el Señor desciende
a defender a Israel. Algunos de los supuestos sobre los que se basa
dicha interpretación son los siguientes:

1) Separación entre recogimiento de la iglesia y la venida del Se-


ñor. Se separan, como si se tratase de dos acontecimientos ocurri-
dos en tiempos diferentes: el recogimiento de la iglesia y la venida
del Señor. A la primera, se le da el carácter de presencia del Señor
entre sus seguidores, y, la segunda, se muestra como una venida
del Señor en actitud de castigo y de ira. Por tanto, han dicho estos

229
Samuel Benedetti

intérpretes que el recogimiento de la iglesia no puede ser coinci-


dente con la segunda venida, porque esta última es para juicio.
Nota: Ese planteamiento sugiere dos “segunda venida” del Se-
ñor Jesucristo, número 1: descendiendo por la iglesia, y, número
2 (después de 7 años): descendiendo para Israel y para el mundo.
En este estudio, se procuró mostrar al Señor descendiendo del
cielo tanto para la iglesia como para el mundo, en conformidad a
la Escritura que muestra una y solamente una segunda venida de
Cristo. En resumen, se intentó mostrar que no habrá separación en-
tre el recogimiento de los escogidos y la venida del Señor; dando
claridad que al darse el recogimiento de unos, por consiguiente los
otros quedarían expuestos al juicio e ira de Dios, o expuestos a “el
día del Señor”. No obstante, se puso de manifiesto que el mostrar-
se del Señor a la iglesia, puede no ser inmediato a su mostrarse al
mundo.
Así pues, hemos señalado la posible unión entre los dos acon-
tecimientos (recogimiento de la iglesia y venida del Señor); re-
saltando que el juicio no hace separación entre esos dos eventos;
porque al darse el recogimiento de la iglesia (mies), de inmediato
se establece una separación de personas; los unos son guardados
pasando a la presencia del Señor (parusía) y sobre los otros recae
el juicio de Dios.

2) El conteo de las semanas quedó detenido. Con respecto a este


planteamiento hay dos argumentos principales: a) Semanas dete-
nidas por causa de Cristo como Rey. y, b) Semanas detenidas por
causa de la iglesia.

a) Semanas detenidas por causa de Cristo como Rey. De acuerdo


a esta posición de pensamiento las primeras 69 semanas se cum-
plieron cuando Cristo entró a Jersusalén cabalgando sobre un po-
llino, tal como lo anunciaba la profecía (Zac 9.9): “he aquí tu rey
vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno,
sobre un pollino hijo de asna”. Y la última semana, desde entonces,
quedó detenida en el tiempo.

230
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Cabe preguntarnos ¿por qué quedó detenido el conteo de las


semanas con la entrada de Cristo a Jerusalén? La respuesta, dicen,
está en el reino de Cristo. Según estas personas, la entrada del Se-
ñor Jesús a Jerusalén detiene el conteo de las semanas porque es el
anuncio del nuevo rey. En realidad, no entendemos qué tiene que
ver una cosa (Cristo como Rey) con la otra (setenta semanas). De
cualquier modo, el anuncio del rey no se dio con la entrada de Cris-
to a Jerusalén, porque desde Belén es el anunció del nacimiento
del rey. Dice Isaías (9.6) “Porque un niño nos es nacido, hijo nos
es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nom-
bre Admirable…” Desde su nacimiento es Admirable. Desde su
nacimiento recae sobre él el principado, o el ser el primero y más
excelente. Leemos también en Mateo (2.1-3): “Cuando Jesús nació
en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a
Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos,
que ha nacido?” Estos sabios preguntaron por el rey de los judíos
que había nacido, porque venían a adorarle. Cuando Cristo nació
estaba haciendo su entrada al mundo y a Israel el Rey del universo
y el Rey de los judíos según la carne.
Su genealogía, asimismo, muestra el nacimiento del rey. Sin
embargo, el puesto o la posición dadas por las palabras del ángel
(Lc 1.32): “…y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá
fin.” Fue adquirido cuando se hizo un nombre grande en medio
de la humanidad; cuando vivió de la manera que lo hizo; cuando
padeció, murió, resucitó y subió a lo alto del universo para llenarlo
todo. Y aunque la victoria ya fue conseguida por él y actualmente
es un reino inconmovible, el reino de Israel será restaurado en el
fin cuando se dé el cumplimiento de las setenta semanas: “terminar
la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para
traer la justicia perdurable…”
Por otro lado, estos comentaristas, debido a su especial interés
por resaltar la entrada de Cristo a Jerusalén, argumentan que el
último rey en Jerusalén fue Jeconías (rey descendiente de David
hasta la cautividad en Babilonia) y que el siguiente rey después de
él fue Cristo. Este es un error de lectura bíblica, porque después de

231
Anexo 3, Objecciones

la cautividad en Babilonia regresaron a Jerusalén liderados por Zo-


robabel, gobernador. Este Zorobabel, gobernador, está dentro del
linaje real de donde nace Cristo (Mt 1.12). Ciertamente, Zoroba-
bel, no reinó de la manera como lo hicieron los reyes antecesores a
él; pero él está en la lista real, como también lo están muchos otros
que fueron anteriores al nacimiento de Jesús. Todas estas perso-
nas, e inclusive Jesús, fueron reyes descendientes de David, sin
ejercer como tales. Esto lo decimos, porque entonces no podemos
argumentar que hubo un salto desde Jeconías, en el tiempo de la
cautividad a babilonia, hasta Cristo; porque no es así.
Ahora bien, si el conteo de las semanas no se detuvo a causa
de Cristo como rey, ¿qué ocasionó que las semanas se dejaran de
contar?

b) Semanas detenidas por causa de la iglesia. El otro argumento


tiene que ver con la iglesia. Así, aunque la última semana quedó
detenida por la entrada del Señor Jesús a Jerusalén, el motivo no es
dicha entrada, sino que el motivo por el cual las semanas quedaron
detenidas es la formación de la iglesia. Examinemos seguidamente
este punto de vista.
Algunos exégetas y otras personas, interpretan que en la profe-
cía de las 70 semanas de Daniel hay un paréntesis por causa de la
iglesia. La representación gráfica sería algo así: 69 semanas (2000
años, aprox., transcurridos) mas 1 semana. En la interpretación
de estas personas, las primeras 69 semanas se cumplieron cuando
Cristo entró en Jerusalén sentado sobre un pollino; luego, se abrió
un paréntesis en el programa de Dios con Israel, durante el tiempo
del programa de Dios con la iglesia. El paréntesis se cerrará, dicen
ellos, cuando la iglesia abandone el escenario terrenal dándose ini-
cio a partir ahí a la semana de siete años que faltaría por cumplirse;
una semana, han asegurado, de gran tribulación para Israel y para
el mundo.
De acuerdo a las consideraciones anteriores, la profecía de las
setenta semanas estaba pronosticando una interrupción en la rela-
ción de Dios con Israel por casi 2000 años, que son aproximada-
mente los años de historia que lleva la iglesia.

232
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Preguntémonos ¿qué dicen las otras profecías?, ¿pronostican


las otras profecías un paréntesis en la relación de Dios con Israel?
Leemos en Ezequiel (37.21-22): “…Así ha dicho Jehová el Se-
ñor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a
las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su
tierra; y los haré una nación en la tierra…”
Leemos también en Isaías (66.8): “¿Quién oyó cosa semejante?
¿quién vio tal cosa? ¿Concebirá la tierra en un día? ¿Nacerá una
nación de una vez? Pues en cuanto Sion estuvo de parto, dio a luz
sus hijos.”
Estas dos profecías anunciaban la formación de Israel como
nación, lo cual se cumplió a mediados del siglo XX. Asimismo,
anunciaban el proceso de restauración y de consolación en su tie-
rra, tal como podemos leerlo en el contexto de los dos pasajes que
hemos anotado.
Reflexionemos, ¿será que la formación de la nación de Israel
(unas profecías que se cumplieron el 14 de mayo de 1948) es
muestra del volverse de Dios, o, por el contrario, es muestra del
abandono de Dios? Ciertamente es muestra del volverse de Dios.
Siendo así, hay una posible contradicción entre las verdades
bíblicas; ya que, por un lado, unas profecías estarían anunciando
reconstrucción: recoger a los israelís de todas partes para resta-
blecerlos en su territorio, y, por el otro, la profecía de las setenta
semanas, de acuerdo a esa interpretación, estaría anunciando, para
ese mismo lapso de tiempo, abandono de Dios o interrupción en su
relación con ellos.
Por lo visto, y dado que una Escritura no contradice ni invalida
a otra, estamos ante un caso de error humano en la interpretación
de las Escrituras.
Las setenta semanas del libro de Daniel no está pronosticando
un paréntesis en el vínculo de Dios con Israel, porque si lo hiciera
entraría en contradicción con otras profecías bíblicas.
Es de resaltar que para esos exégetas y para las personas que
apoyan esa idea, Israel es apartado de Dios por todo el tiempo de la
iglesia y, además de todo eso después les espera la gran tribulación.

233
Samuel Benedetti

En dicha forma de interpretar las setenta semanas, no hay cabida


para el restablecimiento, como sí puede leerse en otras profecías.
Las otras profecías y también nuestra realidad, la información
que nos ofrece es que independientemente a que la iglesia estuvie-
re en la tierra, Dios ha comenzado un proceso de restauración de su
pueblo terrenal; los recogió de entre las naciones en donde fueron
esparcidos, los llevó a su territorio, los formó como nación, y ha
comenzado la consolación en su tierra hasta el futuro perfecciona-
miento en el fin.
Como vemos, la nación de Israel y la iglesia son dos programas
distintos. Por tanto, el fundamento propuesto: “Dios interrumpió el
proceso con Israel durante todo el tiempo en que la iglesia está en
la tierra”, no existe; y si el fundamento no existe, se cae lo que se
ha presupuestado sobre él: “separación entre el cumplimiento de
las primeras 69 semanas y la última semana por motivos del pro-
grama de Dios con la iglesia en la tierra.” No hay tal separación; la
iglesia no hace una separación entre el cumplimiento de las prime-
ras 69 semanas y la última semana.
La iglesia e Israel, insistimos, son dos programas distintos. El
uno es espiritual y el otro es natural; el uno tiene que ver con creer
en Cristo, y el otro con la elección de los padres de la nación. Por
consiguiente, por cuanto son distintos, el uno no incide en el otro.
No obstante, lo uno (Israel) dio origen a lo otro (iglesia).
Leemos en la carta a los romanos (11) que la desobediencia
de Israel, con el consecuente apartarse de Dios, dio origen a la
misericordia de Dios concedida a los gentiles (diferentes a los ju-
díos). Este texto, es una muestra de que sí existen pasajes bíblicos
que bien pudieran ser interpretados como un abandono de Dios a
Israel para un volverse a otro pueblo. Esos pasajes, así como los
que nos enseñan la viña desierta (Lucas 20.10-16) o la higuera sin
fruto (Lc 13.6-9) que en sentido figurado representan a Israel, nos
revelan que el proceso o el programa de Dios con esta nación dio
origen al proceso o al programa de Dios con la iglesia. Teniendo
en mente que ese hecho: abrir camino de salvación a los gentiles
fue algo que ocurrió en el pasado. El camino fue establecido con
la vida, muerte y resurrección de Cristo. En ese tiempo, Dios fue

234
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

rechazado por la nación y fue en ese mismo tiempo en que Dios les
abandonó. Pero, no fue necesario que Dios se mantuviera apartado
de ellos por todo el tiempo de la iglesia, porque una vez que el ca-
mino fue abierto, ya no tenía Dios por que estar apartándose para
abrir camino a los gentiles.
En el pasado, Dios se apartó de Israel con lo cual se abrió la
puerta de reconciliación a otra nación. Dice Juan (1.11-12) que el
Señor, “a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” … pero a los
que les recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios.
A este tipo de Escrituras no hay nada más que agregar; Dios,
literalmente, se apartó de la nación de Israel y formó otro pueblo;
y de la manera como siempre sucedió en la historia de los israelitas
en cuanto a lo que pasaba cada vez que Dios los dejaba, ellos fue-
ron derribados, la nación destruida y el territorio fue dejado a otros
pueblos… Pero igualmente, es un indicador de la reconciliación
de Dios con ellos, cuando la ciudad es reedificada y la nación es
restaurada. Ciertamente, en estos años posteriores a Cristo, los is-
raelitas estuvieron en un período de abandono de Dios, pero ahora
ya han sido restaurados en su tierra como muestras del volverse de
Dios a ellos; una relación que, por lo menos, en sentido Dios hacia
su pueblo, se ha restablecido.
A propósito del renacer de Israel, de la temática del fin y de la
mención que hicimos acerca de la forma figurada, de “higuera”,
como es representada en algunas ocasiones la nación, recordemos
las palabras del Señor Jesús en Lucas (21.29-31): “Mirad la higue-
ra y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vo-
sotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros,
cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino
de Dios.”
Este pasaje de Lucas sobre el renacer de Israel, la higuera, tam-
bién está relacionado con los pasajes de Ezequiel e Isaías que ha-
bíamos anotado antes acerca del anuncio anticipado de la forma-
ción del estado de Israel.
Las profecías anunciaban, que los expatriados volverían a su
territorio, que renacerían como nación, y esto, de acuerdo a las pa-

235
Anexo 3, Objecciones

labras del Señor Jesús en Lucas, sería un indicador de la cercanía


del reino de Dios.
Son profecías cumplidas. La higuera renació en el siglo pasado
y delante de nuestros ojos ha ido fortaleciéndose, enseñándonos
que ya hay reconciliación de Dios con su antiguo pueblo…y que
ya está a las puertas el reino de Dios. Nos enseña también que la
elección de los padres es firme; y, que la iglesia no fijó ni determi-
nó el tiempo del abandono de Dios.
En este punto es necesario hacer diferencia entre las palabras
“abandono” y “salvación”. Para el ejemplo, meditemos en los
constituidos en hijos. Los constituidos en hijos han sido restaura-
dos, han sido reconciliados y el Señor está con ellos, pero llama-
remos salvación al momento cuando el Señor venga por los suyos.
Con respecto a Israel, retomando las frases que habíamos expre-
sado, su renacer y su fortalecimiento son muestras de que ya no
están en “abandono”; pero su “salvación” ocurrirá cuando el Señor
venga a ellos.
Concluimos así, que Dios se apartó momentáneamente de su
pueblo (no fueron desechados) y abrió puerta de salvación a los
gentiles. Esta acción de abrir la puerta de salvación no significó
que Dios en su acompañar a la iglesia hubiese entonces abandona-
do a Israel por todo ese tiempo, puesto que una vez la puerta fue
abierta, no había que estar apartándose para abrir la puerta. Que no
fue, entonces, algo como: Dios hizo un paréntesis en su programa
con Israel. Porque, como ya hemos expresado, independientemen-
te a la iglesia y en conformidad con otras profecías, Dios ha entra-
do en vínculo con Israel.
El renacer de la higuera y el proceso actual de su fortalecimien-
to, continuará en aumento hasta que el día sea perfecto (paráfrasis
de Pr 4.18), en ese tiempo se completarían las setenta semanas:
“…terminar la prevaricación, y poner fin al pecado...”

3) La gran tribulación de Israel. En esa semana de siete años


posteriores al recogimiento de la iglesia, se prevé, entre otros
acontecimientos, la gran tribulación para el pueblo israelí. El plan-
teamiento de este grupo de comentaristas es más o menos el si-

236
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

guiente: El Señor viene por su iglesia y en seguida comienzan siete


años de gran tribulación para la tierra, incluyendo a Israel. Para Is-
rael, afirman serían los días de la angustia de Jacob. Estos exegetas
anuncian una nueva devastación de Jerusalén, y otra dispersión de
los israelitas entre las naciones del mundo, por una nueva abomi-
nación causante de desolación (abominación desoladora).
Con respecto a los dos acontecimientos (recogimiento de la
iglesia y salvación de Israel), hemos entendido que estos son mos-
trados como inmediatos; cuando la iglesia haya sido recogida al
cielo, la nación de Israel será salva. Dice el apóstol Pablo en la
carta a los romanos: “…que ha acontecido a Israel endurecimiento
en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles; y luego
todo Israel será salvo…”
A partir de la subida de la iglesia al cielo, no habrá más muer-
te para los israelitas, sino salvación. O como también lo dice el
mismo apóstol Pablo (Ro 11.15): “Porque si su exclusión (Israel)
es la reconciliación del mundo, ¿qué será su admisión, sino vida
de entre los muertos?” Cuando el Señor vino a su pueblo ellos lo
rechazaron lo cual originó “su exclusión”, y esto significó: “la re-
conciliación del mundo”. Ahora, en la postrimería de los tiempos,
en el tiempo del recogimiento de la iglesia y la “vida de entre los
muertos”, sin duda Israel estará en “admisión”. La admisión o la
reconciliación de Israel significa salvación, y no gran tribulación.
No objetamos que para los israelitas habrá un día de angus-
tia en el fin, pero no será como día de luto, sino en semejanza al
ayuno realizado en “el día de expiación.” Estos temas de la gran
tribulación y la restauración de Jerusalén, ya han sido tratados con
amplitud en el presente estudio.

4) La cena de bodas, los galardones y la gran tribulación. Dicen


estas personas: El Señor viene por su iglesia, y juntos retornan al
cielo (también se plantea el quedarse en las nubes). En este tiempo
de siete años se desarrollarán la cena de las bodas y el tribunal de
Cristo; simultáneamente en la tierra serán los años de la gran tri-
bulación o el desarrollo de Apocalipsis desde el capítulo 4. Al final
de este tiempo, el Señor regresa a salvar a Israel.

237
Anexo 3, Objecciones

En el planteamiento se observan divergencias con algunas ense-


ñanzas de la palabra de Dios. Primero, la venida del Señor presen-
tada como dos segundas venidas (descender para salvar a la iglesia
y después de siete años descender para salvar a Israel). Y segundo,
una fiesta efectuada antes de la victoria sobre los enemigos. Acerca
de esto último meditemos en los siguientes textos: Éxodo (23.16):
“…la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hayas recogi-
do los frutos de tus labores del campo”. Leemos también en Deute-
ronomio (16.13): “La fiesta solemne de los tabernáculos harás por
siete días, cuando hayas hecho la cosecha de tu era y de tu lagar”.
Fiestas efectuadas después de las labores; fiestas efectuadas des-
pués de la cosecha (iglesia) y de pisar el lagar (enemigos).

5) El cumplimiento del libro de Apocalipsis será en el futuro.


Este grupo de personas interpretando la Escritura de forma ale-
górica, plantean que el libro de Apocalipsis, desde el capítulo 4,
se desarrollará en el futuro. Una base bíblica de esta posición de
pensamiento es el versículo 1 de este capítulo: “Después de esto
miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que
oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: sube acá y yo te
mostraré las cosas que sucederán después de estas.”
El texto bíblico anterior contiene una descripción clara de un
suceso, y no está sugiriendo un segundo significado (la iglesia),
a menos que el intérprete se lo quiera agregar. Las palabras es-
tán dirigidas a un profeta, y le dicen: “te mostraré las cosas que
sucederán después de estas”. Las cosas que el Señor se disponía
a mostrarle, sucederían después, o seguidas a las que le acababa
de mostrar. Es decir, que después de la revelación dada para las 7
iglesias, le revelarían los acontecimientos que sucederían seguidos
o inmediatos a esos, y no en un futuro lejano.

6) Juan representa la iglesia. Algunos comentaristas bíblicos afir-


man que Juan, en el versículo en mención del capítulo 4, está re-
presentando a la iglesia. De tal modo que, si el profeta abandonó
la escena terrenal desde los eventos narrados en este capítulo, la
iglesia también la abandonaría en el mismo instante.

238
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

Esta es una forma de librar a la iglesia de lo que para estos co-


mentaristas serían los juicios de Dios. En nuestro estudio, sin sacar
a la iglesia del escenario terrenal desde el capítulo 4 y ciñéndonos
a una interpretación literal del texto, vimos el instante cuando la
iglesia es levantada al cielo, sin que ella hubiere pasado por el pe-
riodo de juicio de Dios sobre la tierra. Todos estos temas, el esce-
nario de la gran tribulación de donde sale la iglesia, su relación con
los eventos de destrucción (pasados y presentes) ocurridos en la
tierra, y los juicios manifestados con las copas de la ira, ya fueron
tratados oportunamente.
Con relación a que “Juan representa la iglesia”, este plantea-
miento, en nuestra opinión, está dejando de lado la función del pro-
feta con relación a la iglesia. Porque si la iglesia está representada
en Juan, eso implicaría que la iglesia se ha quitado de su puesto de
receptora de un mensaje para ubicarse en la posición de emisora;
enviando luego un mensaje para nadie. Suena incongruente… pero
esto es más o menos a lo que se llega con tal afirmación. Puesto
que Juan fue un profeta a quien le dieron una revelación, para que
él a su vez se la trasmitiera a la iglesia: “…para manifestar a sus
siervos las cosas que debe suceder pronto…” Ap (1.1). Todo su
escrito en el libro de Apocalipsis, tiene como principal destinatario
la iglesia de todos los tiempos: “Bienaventurado el que lee, y los
que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella
escritas; porque el tiempo está cerca” Ap (1.3). Y la iglesia no se
movió de su lugar de receptora del mensaje, para ubicarse en el
lugar de Juan como remitente. Además, si la iglesia estaba en Juan
saliendo de la escena terrenal ¿qué razón tendría la revelación, si
para las personas a las que se les iba a prevenir, dichas cosas mos-
tradas no tendrían incidencia?
La revelación sí tiene importancia para la iglesia; recordemos
que el Apocalipsis hace parte del evangelio. Recordemos también
que la revelación, en este caso, deja entrever el trasfondo de las
cosas, en su propósito principal de motivar a los creyentes a la fe
y a la paciencia; lo que se traduce en una fidelidad que debe llegar
hasta el fin.

239
Samuel Benedetti

Recapitulando, hemos procurado mostrar que las palabras dichas


a Juan “sube acá” y lo ocurrido a él: “y al instante yo estaba en el
Espíritu…”, son sucesos que pueden también se repetirse para la
iglesia, específicamente, cuando ella sea levantada de la tierra para
su encuentro con el Señor… Las palabras sí, es posible, pueden
repetirse, pero, no compartimos la idea de que la iglesia esté repre-
sentada en Juan y que, por lo tanto, ella abandona la escena apoca-
líptica desde el capítulo 4; entre otras razones, por las siguientes.
En primer lugar, el planteamiento “Juan representa a la iglesia” es
una interpretación alegórica; es decir, con dicho planteamiento se
le está agregando a la escritura sagrada unas palabras que el texto
original no tiene. El pasaje bíblico está describiendo la experiencia
particular de Juan, y no está sugiriendo un segundo significado (la
iglesia), a menos que el intérprete se lo quiera agregar. En segundo
lugar, la revelación dada a Juan fue para que él a su vez se la tras-
mitiera a la iglesia, su escrito, en especial desde el capítulo 4, tiene
como principal destinatario la iglesia; de allí, dado que tiene inci-
dencia sobre ella, se le advierte acerca de cosas que debe suceder
pronto, y además el hecho de ser bienaventurados por guardar las
palabras escritas en la profecía. En tercer lugar, a Juan se le revela
el instante cuando la iglesia abandona la escena terrenal, y no es
desde el capítulo 4 (en el capítulo 10: fin del periodo de la gracia,
en el capítulo 14: la siega y la vendimia, entre otros). En cuarto
lugar, que si acaso fuera como lo plantean: Juan representando a
la iglesia, notemos que él no sube a gozo y a alabanza en el cielo;
él sube a escribir unos sucesos, en cuyo proceso también estaría
involucrada la iglesia ya que ella estaría representada en el escritor
sagrado.
Las otras muchas razones, ya han sido presentadas con un poco
de amplitud en el presente estudio. Destaquemos en este momento
la más importante. Al decir que Juan representa la iglesia, de inme-
diato se le está dando una interpretación futurista al libro de Apo-
calipsis; y ello conllevaría a unas muy grandes repercusiones sobre
el programa profético en su conjunto incluyendo la enseñanza del
evangelio. Su profecía no armonizaría, antes entraría en contra-
dicción con el resto de las profecías bíblicas. Así que, mientras en

240
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

unos libros bíblicos se señala el cumplimiento de unas profecías,


Apocalipsis por su parte, las mismas profecías, las estaría señalan-
do hacía el futuro; por ejemplo, estaría señalando hacia el futuro
el instante cuando el Cordero alcanza la victoria de reconciliación
para la humanidad (algo que ya tuvo cumplimiento), y, por tanto,
estaría señalando hacía el futuro todo cuanto está unido a ese he-
cho (y no todo es hacia el futuro).

241
Apocalipsis, para manifestar a sus siervos...

BIBLIOGRAFIA

Santa Biblia Reina Valera, (1960) Antiguo y Nuevo Testamento.


Sociedades Bíblicas Unidas.

Santa Biblia Reina Valera, (1960) Referencias y Concordancia,


tabla cronológica del Antiguo Testamento, Mapas. Sociedades Bí-
blicas Unidas.

W.E. Vine con C.F. Hogg (2010) Comentario Temático Profecía.


Grupo Nelson. Tennessee, EE UU

J. Dwight Pentecost, Eventos del Porvenir, Editorial Vida, 1989

Bernard Ramm, Protestant Biblical Interpretation, Baker Book


House Company, 1970, Michigan. EEUU.

Romero José Luis, Historia Antigua. Enciclopedia Práctica Jack-


son. Tomo VII. W.M. JACKSON, Inc., Editores. México D.F.

Enciclopedia El Mundo Pintoresco. Europa. Volumen 3 y 4. Edi-


torial Cumbre, S.A.

Enciclopedia El Mundo Pintoresco. Asia Volumen 2. Editorial


Cumbre, S.A.

Enciclopedia: Microsoft Student con Encarta 2009 (DVD). Micro-


soft Corporation, 2008.

Cudris Andrés. (1984) La higuera maravillosa. Casa de Publica-


ciones, Colombia.

González Justo L. (2010) Diccionario Manual Teológico, Ed. clie,


España

243
Bibliografia

Wilton M. Nelson. Diccionario Ilustrado de la Biblia. Editorial


Caribe, Inc. 1998.

Blanco Jorge, Guía Práctica sobre La Unicidad, Editorial Funda-


ción Casa de Publicaciones, 2001. Colombia.

Consultas en Internet:

Diccionario. Real Academia Española “[www.rae.es]”

Biblia en línea Gateway “[www.biblegateway.com]” (en español)

Juan Fox, El libro de los mártires “[es.sildeshare.net]”

James W. Knox, El libro de Apocalipsis “[www.jameswknox.org]”

Ministerio de relaciones exteriores de Israel “[www.mfa.gov.il]”

Todo sobre historia: “[AllAboutHistory.org]”

244

También podría gustarte