7 SECRETOS PREADOLESCENTES-ORTIZ
7 SECRETOS PREADOLESCENTES-ORTIZ
7 SECRETOS PREADOLESCENTES-ORTIZ
ISBN: 978-1-946707-91-8
Las principales corporaciones detrás de la moda, la electrónica y los
medios audiovisuales están muy interesadas en los preadolescentes…
como si supieran algo que en las iglesias ignoramos.
En el ámbito de la filosofía dónde a algunos les gusta ponerles nombre
a las generaciones, se debate si la preadolescencia es una consecuencia
de la posmodernidad y lo cierto es que, aunque haya un efecto cultural
o no, existe una etapa emergente, distinta a la adolescencia –ya que
antecede o le da inicio a la pubertad– y que también se diferencia de
la niñez. En inglés se conoce a los chicos de esta etapa como «tweens»,
haciendo un juego de palabras entre «teens» (adolescentes) y «between»
(que significa «entre»). Esto hace referencia a que son demasiado madu-
ros como para considerarse niños, pero son aún muy pequeños como para
ser llamados adolescentes. En la preadolescencia comienza el pensamien-
to abstracto dónde comienzan a pensar críticamente acerca de sí mismos
y ahora se dan cuenta de que hay distintas perspectivas de la realidad, y
al hacerlo pueden sentirse confundidos. Descubren que hay cosmovisiones
diferentes a la de su familia, y que los valores de su contexto no son los
de todos... incluyendo a gente buena y a la que respetan. («¿Cómo es que
gente buena puede pensar así?», se preguntan.)
Trabajar con ellos es un viaje de aventura, riesgo y descubrimiento. Es
un llamado y el llamado de Dios es difícil de explicar, pero imposible de
ignorar. Se manifiesta en una convicción persistente y consciente de que
Dios te pide que hagas algo y por eso estás leyendo este libro. ¡Te felici-
tamos! Ellos y la iglesia toda, necesitan buenos líderes de preadolescen-
tes.
En e625 publicamos esta excelente herramienta de German Ortíz por-
que creemos que nuestras iglesias pueden tener un ministerio de preado-
lescentes exitoso. Creemos que es posible enamorar a los preadolescentes
del evangelio y siempre podemos hacer un discipulado mejor con ellos.
Gracias por leer y estudiar estás páginas. ¡Ánimo en Jesús!
CONTENIDO
El punto de partida . . . . . . . . . . . 5
2 CON
El secreto de la RELACIÓN
LOS PADRES . . . . . . . . . . . . . 27
3 El secreto de la
SEXUALIDAD SANA Y LA
PREVENCIÓN DEL ABUSO . . . . . . 50
4 EL SECRETO DE LA
CAPACITACIÓN DEL LIDERAZGO . 65
5 COMPRENSIÓN
EL SECRETO DE LA
DEL TIEMPO
SOCIOPSICONEUROLÓGICO . . . . . . 95
7 ELy ELÁS
SECRETO DE UN PLAN CLARO
TICO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150
4
El punto de
partida
Son esa rara combinación entre el niño o la niña que es-
tán dejando de ser y ese extraño o extraña adolescente que
muta ante nuestros ojos, modificando su peso, sus rasgos, el
timbre de su voz y su figura. En general son los apuraditos
por crecer porque la adolescencia está ahí, a unos pocos
pasos, con ese combo de misterios atractivos que la socie-
dad de consumo vende como la cumbre de la experiencia
humana. Viven en una sociedad donde madurar parece
ser mala palabra, pero los beneficios de la adolescencia
se presentan como el acceso al postre sin la obligación de
comer el almuerzo. Son los y las grandes demandantes de
justicia y libertad que aún piden que les atemos los zapatos.
Son aún crías o cachorros que juegan a pegarte, pero luego
preguntan sobre sexo y relaciones amorosas. Suelen ser tan
hiperactivos como sus hormonas que se mueven frenéti-
camente en su interior. En un sinfín de casos los sentidos
mantienen esa curiosidad infantil. Son una encrucijada para
padres y docentes pero sin embargo están ahí, mucho más
accesibles de lo que lo estarán en un par de años. Muchos
de ellos serán capaces de caminar abrazados o de la mano
de un adulto sin avergonzarse ni fastidiarse. Accederán a
casi cualquier invitación que les hagas. Tienen una disposi-
ción al diálogo que puede que estén a punto de perder. Aún
siguen haciendo preguntas, la ignorancia no los avergüenza.
Todavía no han adquirido esa pedantería adulta que los
5
adolescentes entrenan y que se observa en la necesidad de
mostrar que se las saben todas.
7
1
El secreto
del
discipulado
integral
El discipulado ya comenzó
Los preadolescentes necesitan ser incorporados a la diná-
mica del discipulado integral comprendiendo los procesos
propios de su edad y de su contexto.
Cuando mi hija Florencia tenía aproximadamente unos
cinco años, un día mientras jugaba con ella abrazándola le
pregunté: -»¿Por qué eres tan linda?». Ella me respondió:
-»Porque Jesús me hizo así». Otro día le pregunté: -»¿Por
qué te quiero tanto?». Me respondió: -»Porque eres mi
papá». Le pedí a mi hijo Franco que me explicara por qué
él se daba cuenta de que yo lo amaba. Con fastidio me
respondió: -»¡Ay papá! ¡Porque me lo dices siempre…!». En-
tonces le pregunté: -»¿Y si me quedara mudo y no pudiera
hablar más?». El me respondió: -»Me abrazarías». -»¿Y si
me quedara sin brazos? seguí interrogándolo. – «Porque me
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llevas al cine, me retas para que me porte bien, me enseñas
cosas, me corriges…», terminó contestándome.
No soy el mejor padre del mundo y mis hijos tampoco son
perfectos, lo que hace que me asombre, aún más, de estos
resultados. En gran parte, me gano la vida dando confer-
encias: talleres, mensajes, simposios, seminarios, presenta-
ciones, sermones, etc. Sin embargo, nunca dicté una clase
sobre «Autoestima y seguridad en la niñez» para mi hija
Florencia, ni hice una ponencia sobre «Diferentes maneras
de percibir el amor y capitalizar su experiencia» para mi hijo
Franco, ni otra sobre «El valor de los límites para sentirse
amado». A pesar de eso, ellos parecen haber aprendido algu-
nos de los conceptos más valiosos sobre la vida y, en algu-
nos casos, sin haber llegado a la escuela primaria. Ahora que
Flor alcanzó los quince puedo observar cómo esos concep-
tos regresan a su vida cotidiana y resultan bases sólidas para
encarar las batallas de la adolescencia. ¿Cómo se explica
que niños tan pequeños comprendan cosas tan importantes,
tan relevantes, tan trascendentes, sin que nadie les dicte
una sola clase al respecto?
9
muchas veces yo no. La versión Reina Valera dice «para que
estuvieran siempre con él». Jesús tomo la determinación
deliberada y proactiva de pasar tiempo con sus discípulos.
¿Por qué habrá hecho eso? ¿Por qué no escribió un libro, o
dictó una serie de seminarios intensivos? ¿Por qué la mayor
cantidad de sus horas la invirtió en pasar tiempo con estos
doce tipos?
¿Será porque la mejor manera de observar la autoridad y
la coherencia de un maestro es conviviendo con él?
¿Será porque no existe mejor manera de internalizar un
concepto que reconociendo su sentido práctico y su utilidad
en la experiencia observable?
¿Será porque la mejor manera de aprender un concepto
sucede cuando se lo observa en la práctica?
¿Será porque los vínculos producen una especie de in-
fluencia por contagio, a veces hasta sin proponérnoslo?
¿Será porque si enseñas sobre el amor será mejor que te
observen brindándolo en la vida cotidiana?
¿Será porque el pasar tiempo juntos brinda las mejores
oportunidades para que esto ocurra?
¿Será porque si el maestro sabe aprovechar todo esto
podrá influir de la manera más profunda en los procesos de
aprendizaje de su aprendiz?
Discipulado total
Los vínculos son el vehículo privilegiado para movilizar
la comunicación. Cuando estos dos elementos, vínculo y
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comunicación, se combinan... entonces veremos emerger
de la mezcla un producto que se llama aprendizaje. De
la calidad del vínculo y de la calidad de la comunicación
resultará la calidad del aprendizaje. Esta es la dinámica que
Jesús propuso a los doce aquel día. El vínculo más estrecho
con el ser más bueno y sabio comunicando estratégicamen-
te, con cada palabra, con cada actitud, con cada gesto, con
cada conducta y con cada acción la verdad trascendente del
Evangelio. Esto produjo el aprendizaje más profundo. Antes
de irse les indicó a sus discípulos que reprodujeran la misma
dinámica hasta su regreso.
José y María se sorprendieron con el Jesús metido en los
negocios del Padre, ahí en el atrio del templo, ante los ojos
desorbitados de los ancianos escribas y los maestros de la
ley. Los discípulos, a lo largo de tres años, lo que vieron fue
al mismo Jesús, dieciocho años después, comprometido de
manera total en esos mismos negocios. Aquel que regresó
a Nazaret para seguir creciendo en estatura, sabiduría y
gracia para con Dios y para con los hombres, no solo parece
seguir en ese proceso de construcción… parece empecinado
en enseñarle a otros el camino al Padre que hace crecer de
manera integral.
«Entonces se le acercó uno de los maestros de la ley que
los oyó discutir. Al ver que Jesús les había contestado bien,
le preguntó: —De todos los mandamientos, ¿cuál es el más
importante? Jesús le contestó: —El más importante es: ‘Oye,
Israel. El Señor nuestro Dios, el Señor es uno. Ama al Señor
tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas’. Y el segundo es: ‘Ama a tu
prójimo como a ti mismo’. No hay otro mandamiento más
importante que estos». Marcos
11
Jesús nos da la clave. No solo para ir al cielo, no solo para
ser salvos una vez que nos muramos. Él nos da la llave para
el crecimiento integral, ese mismo proceso que se describe
en su persona, ahí en el cierre del capítulo 2 de Lucas.
Los evangelios dejan en claro que el maestro que enseña a
conectar la totalidad del ser con el Creador del universo, ya
lo venía experimentando en su propia vida, al menos, desde
su preadolescencia. Allí donde los conceptos, principios y
valores de la niñez comienzan a ponerse en cuestionamien-
to, ahí donde la crianza suele aflojar la rienda y apartar la
mirada ocasionando que podamos perdernos en Jerusalén o
en cualquier lugar del inmenso universo; en bastos e inex-
plorados territorios geográficos… o mentales. Ahí donde
nuestro sistema de emociones, pensamientos y creencias
parecen sufrir todo un cataclismo que obliga a la reestruc-
turación de nuestra psiquis. Ahí Jesús opta por los negocios
del Padre que lo desafían al crecimiento, crecimiento que se
potencia de manera exponencial cuando alineamos armóni-
camente nuestro corazón, mente, alma y fuerzas al ser sabio
y amoroso que nos creó.
Esa es la misión de la crianza y del liderazgo generacional:
alinear nuestro corazón, mente, alma y fuerzas con nuestro
Dios, para potenciar nuestra vida entrando en los negocios
del Padre, de manera que nos conectemos con la vida en
abundancia y seamos una influencia positiva para la ge-
neración que viene, acompañándolos en los procesos del
aprendizaje integral, ayudándolos a meterse en los benefi-
ciosos negocios del cielo.
12
Qué necesitan, qué necesitamos
Esta generación necesita algo más que padres amorosos,
líderes carismáticos o maestros dedicados que dan buenas
lecciones dominicales. De hecho, creo que nos merecemos
una seria revisión al método áulico de lo que se conoce
como Escuela Bíblica Dominical. Creo que necesitamos pen-
sar una pastoral de la niñez y obviamente una pastoral de
la preadolescencia. Creo que estos chicos y chicas necesitan
discípulos de Cristo que dan muestras cabales, con cada mi-
límetro de su ser, de su firme compromiso con los negocios
del Padre. Discípulos que, habiendo adoptado a Jesús como
Maestro y Señor, se han abierto al disfrute de su amistad,
convirtiéndose así en el mejor ejemplo para que las genera-
ciones que vienen se decidan por seguir a Cristo.
¿Eres maestro, líder, padre, madre? ¿Qué tan comprome-
tido estás, con todo tu ser, en cada instante de tus tiempos,
con los negocios del Padre? ¿Cuánta atención le prestas a
alinear cada una de tus decisiones con el corazón de Jesús?
¿Cómo te ves llevando cautivo todo pensamiento a la mente
de Cristo? ¿Qué tan alineada está tu alma al amor del Padre
que hace salir el sol sobre justos e injustos? ¿Qué tanto
inviertes tus fuerzas en la voluntad de Dios siempre buena
agradable y perfecta? ¿Qué tan deliberadas y estratégicas
son tus acciones para influenciar con tu vida a las nuevas
generaciones?
Ojalá encuentres las mejores dinámicas para cada acti-
vidad que planees. Qué bueno si encuentra las ideas más
geniales y los recursos pedagógicos más atractivos. Pero esta
generación requiere más. Necesita tu vida entera entregada
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en sacrificio vivo. Necesitan que, como aquel grano de trigo,
mueras y caigas en la tierra para que lleves fruto.
Obviamente no necesitan que los entretengamos hasta
que se vuelvan grandes, no son un campo de paintball para
que juguemos y hagamos entrenamiento. Son terreno fértil
para que sembremos con cuidado y cultivemos con amor
y excelencia. Nuestra responsabilidad para con las nuevas
generaciones es hacer discípulos que abracen integralmente
el amor a Dios y al prójimo. Diría más: resulta una torpeza
dejar de hacerlo.
Pedagógicamente hablando, se nos ha enseñado que en
esta edad aún no se ha terminado de desarrollar el pen-
samiento abstracto, que sus análisis y consideraciones se
realizan en el campo de lo concreto. Es decir que, a la hora
de ayudarlos a pensar, conceptos como espíritu, cielo, salva-
ción, adoración y tantos otros que no se pueden palpar, ni
ver, estos resultan muy complicados para su procesamiento.
Por eso los relatos, las prácticas y los gestos de afecto que
demuestran autenticidad, fidelidad y lealtad son algunos de
los canales privilegiados para acompañarlos en su proceso
de aprendizaje; esto significa que se hace vital, especial-
mente entre niños y preadolescentes, encarnar la Palabra de
Dios. Que nos puedan reconocer como fieles discípulos de
Cristo, que seamos cartas vivas, reflejos concretos de reali-
dades cuya explicación conceptual puede resultar demasia-
do abstracta para ellos.
14
pensamientos, sentimientos y razonamientos. Esa trama
compleja, que resulta en la formación saludable de un in-
dividuo, no tiene por qué postergarse en el tiempo. Cuando
observamos las prácticas del antiguo testamento observa-
mos cómo crianza y discipulado podían llegar a observarse
como una sola cosa. Por eso Salomón va a decir:
«Enséñale al niño a elegir el camino correcto, y cuando sea
viejo no lo abandonará». Proverbios 22:6.
En total consonancia con lo que Dios le mandó a Moisés
que le comunicara a su pueblo:
«Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia,
para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto,
ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes
bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
El día que estuviste delante de Jehová tu Dios en Horeb,
cuando Jehová me dijo: Reúneme el pueblo, para que yo les
haga oír mis palabras, las cuales aprenderán, para temerme
todos los días que vivieren sobre la tierra, y las enseñarán
a sus hijos». Deuteronomio
Al parecer, por lo que el Apóstol Pablo nos deja ver, esta es
una práctica que no abandonó a la querida abuela Loida y
que su amada hija Eunice supo continuar...
«¿Cómo he de olvidar la sinceridad de tu fe, que es como
la que animó a tu madre Eunice y a tu abuela Loida? Es-
toy seguro de que es así. Por eso te aconsejo que avives la
llama del don que Dios te dio cuando puse las manos sobre
ti. El Espíritu que es don de Dios, no quiere que temamos
a la gente, sino que tengamos fortaleza, amor y dominio
propio». 2 Timoteo
15
El Timoteo que recibe aquella carta de Pablo no surgió por
generación espontánea, tampoco fue el fruto de una expe-
riencia mística en el marco de una ceremonia donde se le
impusieron las manos. No es el producto de un evento: es
el resultado de un proceso que inició mucho tiempo atrás.
Un proceso que tampoco inició al momento que Timoteo
cumplió la mayoría de edad. Loida y Eunice supieron jugar
su papel e iniciar el discipulado de Timoteo mucho antes de
que Pablo llegara a su vida: ¡Gloria y honra a dos pioneras
del liderazgo generacional!
16
Vínculo, comunicación y aprendizaje
No se trata de una programación manipuladora ni de un
lavado de cabeza. Se trata de generar vínculos de amor
auténticos, sinceros y honestos donde podamos ser testi-
gos comunicando nuestra fe en el Maestro, nuestro amor
por nuestro Amigo, nuestra obediencia a nuestro Señor, lo
genial de caminar la vida de su mano, la obra maravillosa
que ha hecho y puede seguir haciendo y lo beneficioso de
no solo ser sus hijos sino de habernos convertido en sus
discípulos. El aprendizaje surgirá, se manifestará como la
consecuencia lógica de esta dinámica.
Observen cómo el mandamiento de amar a Dios con todo
nuestro ser puede observarse en la recomendación de Moi-
sés al pueblo:
«Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia,
para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto,
ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes
bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos».
Deuteronomio 4:9 (RVR1960).
Tu vida entera ofrendada a Dios y a su justicia, viviendo
la vida en abundancia, siendo testigo de lo que Jesús puede
hacer, brindando vínculos sanos, comunicando con todo
tu ser los principios y valores del Reino, consciente de tu
misión, influenciando a quienes Dios ponga en tu entorno,
haciendo discípulos en las nuevas generaciones mientras vas
yendo. El discipulado ya comenzó.
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Consejos estratégicos
Creo que el gran mandamiento (Mateo 12:28-31) y la
manera en que Jesús se formó (Lucas 2:52), nos dan las pista
para armar nuestras estrategias de discipulado integral.
Déjame que te proponga algunas pero no dejes de seguir
pensando creativamente en otras que tú podrías añadir.
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Amar a Dios con toda tu mente. Alineando nuestros
pensamientos a los de Dios:
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Ten cuidado de no excederte: juegos de manos dema-
siados bruscos, sentarlos en tus piernas y otros contac-
tos similares no suman nada.
3. Ayúdalos a distinguir sus emociones y a saber poner-
les nombre. Internet puede ayudarte y el diccionario
también. Puedes complementar esto pidiéndoles que
conecten cada emoción con un gesto o una postura.
Por ejemplo: el enojo con el ceño fruncido.
4. Muéstrales escenas de la vida, reales o hipotéticas, y
ayúdalos a distinguir emociones en sus protagonistas.
Puedes hacer lo mismo con relatos bíblicos.
5. Si no usas artilugios deshonestos para producir emo-
ciones que te hagan sentir exitoso en tus actividades,
no temas generar espacios que por la música, la ora-
ción u otras consignas, puedan despertar situaciones
emocionales. Cuando esto ocurra, no lo dejes como un
hecho aislado. Promueve el diálogo para procesar esos
sentimientos.
6. Muestra cómo las emociones son como una alarma
en nuestra experiencia. Son para nuestra alma lo que
las sensaciones son para el cuerpo. Sin embargo, es
peligroso que las emociones determinen, por sí solas,
nuestras conductas. Por ejemplo: el enojo nos indica
que algo debe ser atendido, es una chicharra sonando
en nuestro interior que nos llama la atención; sin em-
bargo, no justifica una reacción violenta que lastime a
otros, rompa algo o nos hiera a nosotros mismos.
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Amar a Dios con todas nuestras fuerzas. Alineando tus
energías a la voluntad de Dios.
1. Inícialos en el servicio. Desde mantener ordenado su
propio lugar hasta incluirlos en proyectos solidarios o
misioneros.
2. Invítalos a colaborar, siempre con supervisión, en acti-
vidades o programas con edades menores.
3. Dales a conocer relatos misioneros a lo largo de la
historia e inclúyelos en el programa de ofrendas y
oración por distintas personas enviadas a diferentes
campos de misión.
4. Promueve la ayuda a personas en todo tipo de ne-
cesidad. Enséñales que en esas conductas y acciones
pueden encontrarse con Jesús. (Mateo 25:34-40).
5. Propone retos con desafíos para servir en casa o en la
escuela durante la semana. Pueden sacarse selfies o
hacer videos como prueba a fin de recibir pequeños
premios en el siguiente encuentro.
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valores uniformes de belleza que fomenta el sistema.
3. Considera alimentarte de manera saludable y promué-
velo entre tus chicos y chicas. Puedes realizar una fe-
ria de platos saludables y en cada stand tener personas
que hagan recomendaciones sobre distintos alimentos
o bebidas.
4. Considera hacer ejercicio físico y promuévelo entre tus
chicos y chicas. Puedes organizar una actividad con
un circuito con distintas postas donde puedan realizar
distintos ejercicios leves, sencillos de realizar, que los
saquen del sedentarismo.
5. Promueve las consultas médicas entre los chicos y
chicas y sus familias. Genera programas de concienti-
zación sobre higiene y salud.
6. Puedes realizar un programa con una revisión médica
básica sumando a distintos profesionales médicos. Las
aulas del edificio de tu congregación pueden ese día
convertirse en consultorios. Considera que tendrás que
pedir autorización a los padres.
22
3. Enséñales a administrar sabiamente sus distintos re-
cursos como bienes, dinero, energías y tiempo.
4. Enséñales a armar planes, programas y presupuestos.
5. Ayúdalos a discernir entre consejos sabios y estúpidos,
edificantes o destructivos, buenos y/o excelentes.
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Jesús crecía en gracia para con los hombres. Brindando y
promoviendo el trato amable, amoroso y edificante con
todos aquellos que me rodean.
1. Trata con amabilidad, valoración, respeto y cuidado a
todos y cada uno de los chicos y chicas de tu grupo.
Si vas a usar sobrenombres o apodos que éstos los
dignifiquen, animen y estimulen; nunca uses esos que
descalifican, minimizan o denigran. De todos modos
considera que algunos estudios afirman que no existe
sonido más dulce para un ser humano que su propio
nombre. Que tu sano interés por ellos movilice tu me-
moria para recordar cómo se llaman.
2. Felicita, afirma y anima por diez y podrás corregir una
vez.
3. Propicia espacios recreativos que generen la interac-
ción entre los chicos y chicas. Alterna entre momentos
organizados y espontáneos de forma que las amistades
por afinidad se integren a relaciones nuevas o menos
frecuentes.
4. Con humor y amabilidad, pero también con firme-
za, señala y corrige todo gesto agresivo, violento, de
desprecio o burla. Instruye a tu equipo a estar atento a
esto durante recreos, juegos u otras actividades.
5. Promueve dinámicas que ayuden a la inclusión e
integración. Incluye esto en tus programas usando al
menos unos poco minutos del mismo.
6. Genera espacios donde se compartan cargas y pro-
mueve en vivo, o a través de Whatsapp, la intercesión
de unos por otros.
24
7. Promueve estos principios también para las redes
sociales y los mensajes de texto. En el equipo del mi-
nisterio juvenil de la congregación en la que sirvo nos
guiamos por este principio: «si tienes algún conflicto
que resolver o una crítica que hacer no lo hagas por
las redes sociales o por mensaje de texto o a través de
un archivo de audio. Hazlo de manera personal y si
necesitas la ayuda de alguien, busca que esa persona
sea neutral y con la sabiduría necesaria para ayudar
(Mateo 18:15-16). En las redes o en el Whatsapp solo
nos pasamos información, estímulo o felicitaciones,
compartimos pedidos de oración y/u oramos».
8. Enseña los principios bíblicos para las relaciones.
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al respecto? ¿Qué tienes ganas de hacer? ¿Qué crees que
deberías hacer? ¿Qué crees que Jesús querría que hagas?
¿Qué crees que sería lo mejor para tu vida? ¿Qué crees que
sería lo mejor para la vida de la persona con la que tienes el
conflicto o para los otros actores de la situación conflictiva?
¿Cómo crees que sería la mejor manera de expresar lo que
te sucede? ¿Qué te parece si hablamos con Dios y le con-
tamos todo esto y le pedimos su dirección e intervención?
Si te fijas, las preguntas incluyen todos los aspectos que
trabajamos sobre el discipulado integral.
Una más: este cuestionario también podrían ayudarte
para hacerles preguntas a los personajes de un relato de
la Biblia o a los chicos y chicas mientras estudian algunos
pasajes de las Escrituras.
Última. Si lo piensas, esta dinámica integral también pue-
de guiarte en tu oración devocional o en tu intercesión por
tus preadolescentes:
Dios, quiero en este día amarte con todo mi ser. Tomar
decisiones conforme a tu corazón, pensar tus pensamien-
tos, sentir sintonizando con tus sentimientos, enojarme
con lo que te enoja y alegrarme con lo que te alegra. Deseo
invertir mis energías en lo que tú quieres que haga. Ayúda-
me a cuidar mi cuerpo y mi salud, a crecer en sabiduría, y
mejorar aún más mi relación contigo y con aquellos que me
rodean. Te pido Dios, que lo mismo ocurra con los pre-ado-
lescentes que pusiste para que cuide. Quiero ser tu socio y
ayudarlos a que se conviertan en tus discípulos entregando
todo su ser, para amarte y dejarse guiar por tu Espíritu en
todas las áreas de su vida.
¿Dirías conmigo amén?
26
2
El secreto de
la RELACIÓN
CON LOS
PADRES
Acercar el discipulado a la crianza, es un gol
Trabajar en la relación con los padres, de manera de
acercar el discipulado a la crianza, es vital para ayudar al
proceso de crecimiento integral.
Cuando tenía aproximadamente veinte años con un grupo
de amigos fundamos L.A.GR.AM. (Liderazgo y Adolescencia,
Grupo de Amigos), un movimiento que promueve el discipu-
lado entre adolescentes y que continua hasta nuestros días.
En aquellos tiempos vivimos muchas situaciones felices pero
también hubo de las otras. Los cuatro que dirigíamos las
cosas en aquel momento éramos muy jóvenes y a la inexpe-
riencia propia, se sumó la resistencia que todo cambio suele
producir casi de manera natural. Para nuestro pesar, gran
parte de esa resistencia provino del mundo adulto. Muchos
de ellos tenían la edad de nuestros padres. Algunos de esos
adultos eran los padres de los adolescentes que seguían
27
fervientemente cada una de las actividades que proponía-
mos. Obviamente, no digo esto para destilar veneno, no
pienso usar este libro para hacer catarsis de mi resentimien-
to. Hemos sabido perdonar y pedir perdón. Lo digo para
empatizar con muchos líderes juveniles que se quejan de
la falta de respaldo de padres y otros adultos que rodean
su ministerio con niños, preadolescentes o adolescentes…
quizás, seas uno de ellos.
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Adoptamos una actitud de gratitud y de bendición y aun-
que por momentos nos costó, porque al menos yo me sentía
dolido, buscamos otros adultos y dimos con gente que supo
ser herramienta de Dios para brindarnos compañía, consejo
sabio y respaldo amoroso. Así aparecieron adultos preciosos
que nos ayudaron a no caer en la soberbia ni en el aisla-
miento. Nos inculcaron un espíritu enseñable, rodeándonos
del afecto que contiene y de la confianza que impulsa. Debo
remarcar que ninguno de ellos nos dictó una clase sobre
estos conceptos. Simplemente se brindaron… y esa ofrenda
nos marcó para siempre. Además de contenernos por medio
del afecto e impulsarnos por medio de la confianza, ellos
nos ayudaron haciendo puentes con los otros adultos que,
al no conocernos, nos veían más como una amenaza que
como una bendición. Estos adultos amigos fueron vitales
para sanar heridas y para dar testimonio de nuestra buena
voluntad y de nuestro deseo de obrar en fidelidad a Jesús.
De la indiferencia a la alianza
He escuchado a líderes que dicen que los peores enemigos
del trabajo con los chicos y chicas son los padres. Esa es una
sentencia fuerte. Pero suponiendo que ese fuera en verdad
el caso y los padres de tus preadolescentes te resultaran de
la calaña del Guazón y la madrastra de Blanca Nieves, te
recomiendo que no te enredes en pleitos sin sentido, ni cai-
gas en la desesperanza, ni elijas ganar la batalla matándolos
con la indiferencia.
En el capítulo anterior observamos cómo, especialmente
en la niñez y en la preadolescencia, los conceptos de crianza
y discipulado podrían fundirse positivamente. Por lo tanto,
29
quisiera proponer una alianza estratégica que vincule de
manera resistente, pero flexible a la vez, a un ministerio
solido de preadolescentes con al menos algunos padres y
madres del grupo. Haciendo esfuerzos inteligentes para que
esos algunos sean muchos.
Como líderes debemos entender una cosa: por una razón
o por otra las madres y los padres cuestionarán la calidad
de lo que hacemos. Los previsores, porque desearán saber a
dónde están mandando a sus hijos y en qué los están invo-
lucrando, y los que no lo son, porque querrán tu cabeza en
el patíbulo si algo sale mal.
Esto, lejos de enojarnos, ofendernos o hacernos presentar
la renuncia indeclinable y huir a alguna isla sin tratados de
extradición con nuestro país, debe llevarnos a elevar la cali-
dad de lo que hacemos. No debemos pretender nada menos
que generar el mejor espacio para pre-adolescentes que se
haya inventado. Que nadie pueda decir, al menos, que no
diste lo mejor para hacer un aporte positivo en la vida de su
hijo o hija. No se trata de una búsqueda obsesiva y paranoi-
ca de ser el mejor. No puedes fundar tu autoestima sobre
lo que los demás dicen de ti o sobre un supuesto ministerio
exitoso. La cosa consiste en buscar cada día la excelencia, la
mejora constante, persiguiendo la guía de Dios que forma
tu ser y afianza tu hacer, y siempre prendido de la gracia de
Dios que renueva nuestras oportunidades cuando comete-
mos algún error involuntario. Recuerda el principio que te
mencionaba antes: puedo hacer muy poco para cambiar las
conductas de otro, pero puedo hacer mucho para dejar que
Dios forme el carácter de Cristo en mí.
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Excelencia en lo que haces
Déjame mencionarte algunos indicadores de un ministerio
sólido y saludable, al menos desde mi perspectiva. Mi inten-
ción es brindarte una especie de lista de chequeo. No te preo-
cupes si aún no alcanzas algunos o muchos de estos tips, pero
te recomiendo que los pongas en tu horizonte para trabajar
en adoración a tu Señor y rendir tu ministerio a los pies de
Cristo como una ofrenda de excelencia. Aquí va:
Un ministerio sano con esta edad está conformado por
gente íntegra que ama a Dios y a los preadolescentes.
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lugar para personas que aún no encuentran su ministe-
rio y hacen una experiencia de prueba, pero los minis-
terios permanecen en el tiempo no por los voluntarios,
sino por los llamados.
32
Un ministerio saludable tiene un grupo de personas a
quien les pasa temas de oración por los chicos y chicas.
Clama por sus preadolescentes, por sus necesidades y
por un entendimiento espiritual que los haga crecer en
la comprensión de Cristo.
33
Rinde cuentas, escucha propuestas y expresa cargas y
preocupaciones.
34
Mantenlos informados
Si los padres de tu ministerio son como yo, no querrán te-
ner reuniones de padres. Supongo que existe alguna especie
de homo sapiens que ama ese tipo de asambleas informati-
vas pero no es mi caso. Entiendo su necesidad, pero crée-
me, no vuelco en mi agenda esos encuentros para esperar
ansiosamente el día que se concreten. Soy el terror de los
docentes y de los maestros de escuela bíblica de mis hijos. Si
se parecen a mí, preferirán delegar estas tareas educativas
en personas que les brinden la confianza necesaria y luego
dedicarse a otras cosas, las que pueden incluir a nuestros
hijos o las que por placer o necesidad no los incluyen. Sin
embargo, soy consciente de que necesito ser informado y
que es el deber de aquellos que trabajan con mis hijos pro-
veerme esa información. Por lo tanto, es obligación de esas
instituciones informarme y es mi responsabilidad, acceder
a ese material tan valioso para la formación de mis chicas y
mi muchacho.
Puede ser que te encuentres con la versión Premium de
esta bestia. Entonces tendrás que lidiar con su pereza, su
desidia y su desinterés. Pero… ¿será necesario que te lo repi-
ta?... Ok, lo hago: puedo hacer muy poco para cambiar las
conductas de otro, pero puedo hacer mucho para dejar que
Dios forme el carácter de Cristo en mí. Puede ser que estos
perezosos padres y estas indiferentes madres no tengan el
menor interés en recibir la valiosa información que tengas
para darles pero aun así, será tu obligación originarla, desa-
rrollarla, redactarla, recopilarla, clasificarla y encontrar los
canales más efectivos para que esté disponible para ellos.
Debes tener las respuestas a las preguntas que los padres
35
no realizaran hasta que por alguna razón, honorable, vil o
azarosa, terminen haciéndolo.
Para esto, obviamente, puedes originar la tradicional
reunión de padres (si escuchas algún gruñido o refunfu-
ño, soy yo, discúlpame por favor). De hacerlo así, resultará
importante que seas muy creativo para que los ronquidos
no fluyan entre los bostezos, o las polémicas no se devoren
los valiosos minutos de tu encuentro. Sin embargo, no estás
obligado a que esta sea la única manera de hacerlo:
Puedes diseñar una carpeta atractiva y brindar la infor-
mación necesaria entregando el documento en mano
con una enorme sonrisa, abrazo, beso o apretón de
mano, según lo indique la cultura del lugar en el que
vives. Hazlo con una actitud de honra y gratitud.
36
varios o artículos pertinentes sobre la vida o la crianza,
etc. También podrías generar una sección en la página
o portal de tu congregación.
Vamos a celebrar
Una de las cosas que no pueden faltar, no solo en tu mi-
nisterio sino también en tu vida, es la celebración. Siempre
hay un buen motivo para hacer una fiesta, siempre podemos
37
encontrar una razón que nos invite al banquete. Para Jesús,
servicio y festejo nunca se contraponen, espiritualidad y
alegría nunca se repelen. El Antiguo y el Nuevo testamento
están llenos de fiestas en las que Dios participó con alegría.
El saber celebrar como corresponde es una manera cabal
para dejar a la luz qué tan espirituales somos. Qué bueno
que podamos hacer fiestas que reúnan a la familia. Qué
bueno que podamos celebrar y agasajar a los padres de
nuestros preadolescentes. Es un espacio genial para conec-
tar con los papas y generar el saludable ejercicio del servicio
para nosotros y también para los chicos y chicas.
Esta es una idea que siempre hay que implementar; al
menos una vez al año debería ocurrir. Invita a los padres y
madres a una cena para celebrar la vida, agradéceles porque
te permiten conocer a sus maravillosos hijos e hijas, hón-
ralos por su tarea, reconoce lo difícil del papel que les toca
desempeñar, sírveles de comer y beber, háblales bien de sus
hijos, juega con ellos, lleva un show de circo, un cantante,
anímalos a conocerse con otros padres… ¡Agasájalos!
Practica el amor servicial y desinteresado mostrándote
festivo y servicial. Pídele al Espíritu de Dios que no te
deje hacerlo solo como una estrategia mezquina; que
se haga parte tuya, una expresión del carácter de Cristo
en tu ser.
38
Es una buena oportunidad para que los padres se
conozcan. Puedes realizar alguna actividad o juego
integrador.
39
Permite que los ministerios de matrimonios, hombres o
mujeres, promocionen sus actividades y que sus líderes
se den a conocer. Cuando los presentes no dejes de
hablar bien de ellos.
40
nos congregamos. Hablo de ese espacio que se genera en
cualquier lugar y que se centra no en la geografía sino en el
vínculo de la fraternidad en Cristo. En tanto y en cuanto los
hombres y mujeres se apropien de esa impresionante reali-
dad y decidan experimentarla de manera consciente inde-
pendientemente del lugar físico en el que ocurra, los efectos
de esa experiencia serán maravillosos.
Una de las posibilidades que genera ese ámbito es lo que
a mí me gusta llamar la reflexión comunitaria: un ejercicio
que para ser llevado a cabo requiere de otro u otros; donde
el diálogo alcanza su máximo potencial en lo que algunos
llaman «triálogo»; experiencia que se abraza cuando toma-
mos conciencia de que Jesús nunca ha dejado de participar
en la conversación en la que tú y yo estamos metidos. Puede
que no lo notes o que decididamente te niegues a hacer-
lo partícipe pero él está presente. Lo que puedes llegar a
percibir como su ausencia no tiene que ver con una de sus
acciones. Suele estar vinculado a tu ignorancia, tu incons-
ciencia o tu indiferencia.
La reflexión comunitaria se da cuando el apetito por
aprender nos da identidad de discípulos, cuando la hu-
mildad abre las puertas a conversaciones fluidas donde
disfruto de oír lo que el otro tiene para aportarme porque
deseo aprovecharlo para que el Maestro profundice en mi
aprendizaje. Todos los que ocupamos cualquier puesto de
autoridad, en cualquier congregación, no deberíamos ser
líderes para decirle a la gente lo que tienen que pensar, sino
para ayudarlos a pensar. No se trata de vivirle la vida a las
personas, ni de tomar las decisiones por ellos. A lo largo de
su ministerio Jesús ayudó a pensar a sus discípulos. Observa
41
el diálogo de Jesús con Nicodemo en el tercer capítulo de
Juan, o con la mujer samaritana en el capítulo cuatro, o
cada vez que pronunció una parábola y la dejó prendida
con un alfiler en la pared de los cerebros de su audiencia,
o aquella vez que lanzó la pregunta a sus discípulos: «- ¿Y
quién creen ustedes que soy?». Mateo. 16:15. Jesús es el
Maestro que revela al Padre, que acerca el Reino de los Cie-
los para enseñar acerca de él. Pero también es el que ayuda
a pensar, a procesar la información, a analizar diversas
situaciones, a considerar viejas enseñanzas distorsionadas, a
arribar a conclusiones a través de descubrimientos propios.
Abre el dialogo, hace buenas preguntas, dispara la reflexión
con aportes pertinentes, nunca abusa del sermón.
Ningún papá o mamá está esperando con ansias el ser-
món anual sobre cómo ser un buen padre de parte del líder
de preadolescentes. Olvídalo. Es muy difícil escuchar un
consejo proveniente del líder de mi hijo o hija sin que éste
caiga como un reclamo encubierto (y esto no tiene que ver
con la calidad o la disposición de los padres o madres). Es
importante comprender que toda relación genera conflicto
y el triángulo que se genera entre padres, preadolescentes
y líder no va a hacer la excepción. Por lo tanto, volvemos al
capítulo anterior para recordar que el aprendizaje profun-
do es un proceso que se desarrolla en la combinación casi
química que se da entre vínculo y comunicación. Es decir:
no apuestes a influir en el pensamiento de los padres de
los chicos y chicas con los que trabajas, a golpe de evento,
taller o sermón. El desafío será entonces crear el vínculo,
afianzando la mejor comunicación posible. Saluda a cada
padre que forma parte de tu congregación al finalizar el
42
culto dominical, cuando traen a sus hijos a participar de
los encuentros que propones y cuando los vienen a buscar
también. Conoce sus nombres, conecta con ellos por medio
de las redes sociales, solicítales pedidos de oración, mués-
trate dispuesto para toda consulta, ora por ellos. Manten-
los informados y agasájalos. Diez manifestaciones salvajes
de afecto y afirmación dan el crédito para una civilizada
corrección. Si ya tienes hijos en esa edad muéstrate humano
y falible. Pide oración por ti. Reconoce tu necesidad de ser
auxiliado por Dios y que, muchas veces, a tu manual tam-
bién lo alcanzaron las llamas. Si aún no tienes hijos de esta
edad te tocará entonces ser el triple de respetuoso. Rodéate
de buenos adultos con experiencias saludables y observables
en sus familias e hijos y utilízalos de ejemplo y de consulto-
res o consejeros.
Te comparto algunas estrategias para cuidarte de ti
mismo, promover la reflexión y la capacitación, proteger tu
relación con los padres de los chicos y chicas y no quedar
como un soberbio e irritante sabelotodo juzgador:
a. Préstales atención a los consejos para cuidar y forta-
lecer la relación con los padres que observamos en el
párrafo anterior.
43
hacer a través de una reunión de padres, una entrevista
personal o una encuesta online (Google te ofrece de
manera gratuita el recurso de formularios para encues-
tas que puedes personalizar y enviar a tus consultados
a través de cualquier medio tecnológico).
44
que ya te ha enriquecido y que encontraste previamen-
te en tu búsqueda de bendecir a sus hijos. Esto te dará
autoridad y puede resultar de inspiración para generar
apertura a la capacitación propia.
45
Lo importante de facilitar relaciones positivas con otros
adultos o jóvenes confiables, que acompañen a nues-
tros hijos en la vida.
46
a todos tus requerimientos y ahora… ¡despierta! Lo único
que se ajusta a la realidad en este delirio que te propuse, es
que ese adulto no existe y que para que existiera deberías
ensamblar partes obtenidas de muchas personas y eso por
ahora es imposible. Recuerda además que aquel monstruo
de la famosa novela no resultó muy obediente que digamos
para con el desquiciado científico.
Los chicos y chicas con los que trabajas y tu ministerio con
ellos sería enormemente enriquecido si ese adulto pudiera
sumarse a tu equipo. Me animaría a decirte que resulta ne-
cesario que lo encuentres si quieres dar una salto de cali-
dad en lo que te propones lograr con los pre de tu iglesia.
Lamentablemente será muy difícil encontrar todo lo que
necesitas en una sola persona.
Cuando iniciamos este capítulo te conté acerca de los
adultos que nos acompañaron al inicio de L.A.GR.AM. Ellos
fueron de enorme bendición para nosotros y para los chi-
cos a los que pudimos servir pero ninguno de ellos nos dio
todo lo que necesitábamos. Varias familias aportaron nues-
tras oficinas ministeriales cediendo sus casas para que nos
reuniéramos, otros nos ayudaron con sus contactos, algu-
nos nos regalaron su amable presencia que tranquilizaba a
otros adultos, otros donaron el combustible y el desgaste
de sus automóviles, unos ofrendaron con generosidad, otros
nos mimaron con su cocina, hubo quienes nos hospedaron,
o nos escucharon, o nos consolaron, o nos regalaron su
consejo sabio o su conocimiento académico, o nos abrieron
puertas, oraron por nosotros, o… evitaron que nos matára-
mos en distintas discusiones que solíamos tener. Fue el con-
junto de todos ellos lo que nos permitió observar la mano
47
del único que realmente está capacitado para juntar todos
los pedazos y lograr un todo digno que sea mucho más que
la suma de las partes. Existe el Dios perfecto. No existe el ser
humano perfecto. Si esperas al adulto ideal para darle par-
ticipación, envejecerás descubriendo que los años tampoco
podrán convertirte a ti en ese «superadulto».
Trabajar en equipo, sumando voluntades y capacidades,
requiere entender que las personas somos virtuosas y limita-
das a la vez. Debemos conocernos, reconocer nuestras limi-
taciones, honrar nuestras virtudes, celebrarlas y gloriarnos
en nuestras debilidades porque en ellas nuestro Dios per-
fecto se manifiesta con poder. Muchas veces nuestro deseo
de controlarlo todo nos hace tener expectativas despropor-
cionadas e irreales sobre las personas y un pequeño defecto
nos frustra y nos enoja de tal manera, que hace que nos
perdamos todo lo que Dios puede darnos por las virtudes
presentes en esas personas débiles, a través de las cuales él
desea obrar con poder.
Cuando entiendes esto y generas la participación, ade-
más de los resultados operativos que puedes obtener por la
colaboración de los padres, estarás promoviendo relaciones
que pueden nutrirte, estarás acercando a más personas a tu
radio de influencia y, muy probablemente, tendrás la opor-
tunidad de promover mejores condiciones en las relaciones
entre padres e hijos.
Sumar a padres al ministerio que Dios te encomendó
requerirá de tu humildad y de tu sabiduría. Lo mejor que
puedes hacer es comenzar por pensar en lo que necesitas
y ser específico y concreto al pedir ayuda. Hazlo con ama-
bilidad y responde con gratitud aun en la negativa. Si no
48
pueden ayudarte ahora, pregunta si en alguna otra instan-
cia podrían hacerlo.
Dios te mostrará si existe alguna madre o padre con el
llamado necesario para servir contigo en equipo. Cuando
así sea, genera el espacio con generosidad. En nuestro staff
existe un matrimonio fantástico que tiene a sus dos hijos
en el grupo con el que trabajamos. Estos chicos, lejos de
molestarse de tener que compartir el espacio con sus papás,
se muestran agradecidos por que sus padres actúan en
obediencia a Jesús. Aun cuando ellos no lo expresarían así,
se los puede ver alegres y sin conflictos, compartiendo el es-
pacio con sus padres. La diferencia la hace el llamado. Estos
padres encarnan, de manera hermosa, la complementación
entre discipulado y crianza, son un ejemplo para mostrar a
otros adultos ese modelo bíblico que pretendemos promo-
ver. No son perfectos, así que cubrimos sus limitaciones, po-
tenciamos sus virtudes y nos gloriamos en sus debilidades.
Sé fiel al Señor, sé excelente en todo lo que hagas y no
tengas miedo. Luego de unos años, los cocineros de los
campamentos de L.A.GR.AM. nos confesaron haber comen-
zado a servir entre nosotros para espiar dónde se había
metido sus hijo. Cuando nos conocieron, nos amaron pro-
fundamente y se quedaron a servir entre nosotros por más
de trece años. Aún hoy la relación de amor continúa.
No existen los padres, ni los líderes, ni las personas perfec-
tas pero sí existe el Dios perfecto que hace cosas maravillo-
sas usando gente imperfecta.
49
3
El secreto
de la
SEXUALIDAD
SANA Y LA
PREVENCIÓN
DEL ABUSO
No son de este mundo
Discipular a los preadolescentes incluye sembrar para que
cultiven una sexualidad sana y podamos prevenir el abuso.
En aquel campamento de escuela era muy fácil visualizar
a los chicos de distintas edades porque cada curso tenía
una prenda que lo identificaba. Este era un colegio que
tengo el honor que me invite a menudo. Se encuentra en el
interior profundo de mi país, a dieciséis horas de ómnibus
desde mi casa. Ahí estaba, junto a una amiga que también
trabaja entre adolescentes, compartiendo tiempo y charlas
con chicos entre doce y diecisiete años (lo que en Argenti-
na comprende desde el año final, el séptimo, de la primaria
50
y el quinto y último del nivel secundario). Los directivos
de la escuela nos habían pedido que, a las charlas que ya
veníamos brindando, sumáramos un espacio de preguntas
para las chicas por un lado y para los varones por otro. Así
que yo me lleve a los varones debajo de un techo sin pa-
redes, muy próximo a las parrillas donde a escasos metros
madres y padres asaban pollos para la noche. La consigna
era escribir preguntas en pequeños papeles e introducirlos
en urnas improvisadas para que, llegado el momento, yo
pudiera ir extrayéndolos de a uno y fuera respondiendo.
Cuando abrí aquella caja solo había dos consultas. Una se
refería sobre un conflicto de relaciones escolares y la otra
preguntaba textualmente: «¿Está bien el sexo oral?»
Automáticamente se oyó un: -»¡¡¡Uuuuuuuuuh!!!», se-
guido de risas nerviosas y comentarios murmurados entre
cómplices amigos. Pero ahí estaba yo… les habían prometi-
do que contestaría todas las preguntas y era evidente que
no dejarían pasar la oportunidad. Todo lo que allí acon-
tecía, era recepcionado por los atentos oídos del personal
docente de la institución y de los padres que cocinaban los
pollos.
Con una estrategia vieja y ensayada, luego de definir el
tema en cuestión como la práctica sexual donde se besa a
los órganos sexuales de la pareja con quien se comparte la
experiencia, devolví la pregunta para abrir la participación y
saber dónde estaban parados aquellos muchachos. El audi-
torio estaba dividido. Aproximadamente el cincuenta por
ciento consideraba la práctica como desaprobada por Dios
y la otra mitad consideraban que no había objeción sobre la
misma.
51
Lo que no sé si Google te va a avisar
Me parece bueno considerar algunas cosas antes de conti-
nuar con mi relato: es importante notar que la mayoría, aun
cuando muchos no registraban haber hablado este tema
con algún adulto, ya tenía una opinión. Alguna vez pre-
gunté en otro grupo de adolescentes: -»¿Con quién o con
quienes hablan los temas referidos a la sexualidad?». Entre
distintas respuestas uno de los más graciosos me contestó:
-»Yo lo hablo con Google». Pensé que, una vez más, me es-
taba haciendo una broma pero para mi asombro me devol-
vió una mirada seria y me aseguró que no bromeaba. Acto
seguido comenzó a explicarme a mí y a los otros presentes
el sin fin de preguntas que ya le había hecho al famoso
buscador.
Los chicos y chicas reciben información sobre la sexua-
lidad de maneras más tempranas, más accesibles y más
abundantes que ninguna otra generación anterior. Internet
es el medio privilegiado ya sea a través de portales educa-
tivos o científicos, por medio de las redes sociales o por el
acceso irrestricto a temáticas o escenas desarrolladas por la
industria del entretenimiento o por la pornografía. Obvia-
mente, existen distintas intencionalidades y diferentes cali-
dades de información pero están ahí, a unos pocos clicks de
distancia, todas mezcladas en una cuestionable clasificación
en el abundante guiso al que llamamos internet.
El fenómeno de los youtubers y los gamers también hacen
su aporte a la información, ya sea a través de rutinas edita-
das, en el caso de los primeros, o con distintos comentarios
mientras se filman jugando diversos juegos de video, en el
caso de los segundos. A través de sus canales en YouTube,
52
distintos personajes, desde el humor o desde la reflexión,
desarrollan un menú de temas que pueden abarcar voca-
ción, violencia familiar, noviazgo, sexualidad o abuso. Millo-
nes de niños y preadolescentes los consumen a diario desde
sus computadoras o desde los dispositivos móviles propios
o de sus padres. Así, nuestros chicos y chicas les regalan
a estos novedosos comunicadores un nivel de popularidad
jamás visto, mientras reciben toneladas de información que
considero que, al menos, debería ser chequeada.
Las series televisivas de contenido juvenil con protagonis-
tas adolescentes que aterrizan en todos los dispositivos de
comunicación que portamos o tenemos fijos en casa, traen
a la pantalla y a los ojos y oídos de nuestros hijos, todas
las temáticas sobre sexualidad que se te puedan ocurrir, ya
sea a través de imágenes o de distintos comentarios en los
diálogos entre sus protagonistas: heterosexualidad, homo-
sexualidad, bisexualidad, trata de personas, prostitución,
violencia, abuso, violación, fetichismo, sadomasoquismo,
zoofilia y esa que me olvide mencionar… también. El acceso
está ahí no más y la medida preventiva esta resignada a pe-
queñas leyendas, en pequeñas letras, que clasifican la pro-
ducción como prohibida para menores de trece, dieciséis o
dieciocho años. Están ahí, en ese pequeño reproductor que
nuestros preadolescentes pueden consumir en sus cuartos,
debajo de las sabanas, con el auricular pegado al orificio
de la oreja, las dieciséis horas del día y las ocho horas de la
noche también.
La conexión que brinda internet también puede gene-
rarle el acceso a distintas personas, de diferentes lugares
del mundo, de diversas creencias, valores o principios, que
53
pueden ingresar a la vida de nuestros hijos simplemente con
un número telefónico o con un perfil en una red social. Las
múltiples historias que puedo recoger, desde mi experiencia,
incluyen formidables amistades hasta pederastas. El mara-
villoso mundo que la tecnología nos abre a los que solo la
consumimos o aprovechamos, es aún más basto para quie-
nes conocen sus secretos y la reinventan a cada segundo.
Software malicioso o espía, o distintos virus pueden acceder
a nuestros dispositivos destruyendo información valiosa o
robándola, promoviendo productos y servicios por los que
no haríamos averiguaciones por propia voluntad, o dándoles
acceso a nuestros hijos a individuos siniestros.
54
no entiendas?». Termino de hacer la pregunta e interior-
mente me cuestiono a mí mismo: ¿No estaré acelerando los
tiempos? ¿No estaré haciendo preguntas que él no se hace?
¿No despertaré cosas que aún están dormidas? Entonces
Franco me arranca de mis reflexiones y me responde: -»Sí,
papá. Mis compañeros hablan de porno… ¿qué es porno?».
Entonces descubro que tengo que abordar un tema del que
yo, a su edad, ni siquiera sabía de su existencia. Pasarían
varios años más hasta que la democracia y la peluquería
del barrio me «obsequiaran» las primeras imágenes eróticas
impresas en papel. Aun así, descubro que si no soy yo quien
lo ayude con esta información, será otro compañero de su
misma edad, o un maestro de la escuela, o un youtuber, o
cualquier otro que no me va a pedir permiso para antici-
parme. Entonces hablo con él, lo charlamos y luego lo veo
entrar a esa escuela que elegí con tanto cuidado, ese cole-
gio cristiano que me dio tanta tranquilidad al comienzo del
año. Lo veo cruzar la puerta, observo cómo se despide una
vez más sacudiendo su mano y veo cómo se hunde en la
multitud de uniformes hasta perderse de mi vista. Y enton-
ces no puedo dejar de preguntarme: ¿qué vamos a hacer?
¿Eliminaremos todos los dispositivos?
¿Censuraremos el uso de internet?
¿Aumentaremos los controles parentales?
¿Prohibiremos que nuestros hijos hablen con sus
compañeros en la escuela?
¿Los sacaremos de los colegios para que ningún «niño
contaminado» los ensucie?
¿No los dejaremos hablar con extraños?
55
¿Los encerraremos en nuestras casas?
¿Los encerraremos en sus cuartos?
¿Nos dejará lo suficientemente tranquilos encerrarlos en
los templos de nuestras iglesias?
Envío o aislamiento
Como Cristo lo anticipaba, la respuesta no es aislarnos ni
aislar a nuestros hijos del mundo. Así oró Jesús:
«No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes
del mal». Juan 17:15 (RVR 1960).
El aislamiento no sirve. La experiencia muestra que la
proscripción o la restricción, que nunca han servido, hoy en
día… ¡menos aún! Tarde o temprano esa información llegará
a alguno de los sentidos de nuestras chicas o chicos.
Evidentemente debe haber otra respuesta y yo creo que
Jesús nos da algunas pistas al seguir orando por nosotros.
«No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú
me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo. Y
por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también
ellos sean santificados en la verdad. Mas no ruego sola-
mente por éstos, sino también por los que han de creer en
mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como
tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno
en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.
La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno,
así como nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para
que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca
56
que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado. Padre, aquellos que me has
dado, quiero que donde yo estoy, también ellos estén con-
migo, para que vean mi gloria que me has dado; porque me
has amado desde antes de la fundación del mundo. Padre
justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido,
y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les he dado a
conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para que el
amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos».
San Juan 17:16-26 (RVR1960).
¿En qué consiste la promoción de la santidad en tu minis-
terio con la nueva generación? Tengo la impresión de haber
sido formado para creer que la santidad era la respuesta a
obedecer los antojos de Dios. Me rehúso firmemente a creer
que así sea para mi vida, que deba formar a mis hijos sobre
ese pensamiento, que tenga que enseñarle eso a la genera-
ción que viene. No lo creo y creo poder explicar por qué no.
La santidad no es una práctica de aislamiento. Todo lo
contrario: es una determinación a responder valientemente
al envío; así lo proclama Jesús:
«No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú
me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo».
Juan 17: 16-18. (RVR1960).
Jesús se afirma sobre una convicción: no son de este
mundo. Trabajamos con chicos y chicas que no pertenecen
a este mundo. La sociedad, el sistema, los medios, las redes,
las escuelas y muchas veces los padres, la mayoría de las
veces sin mala intención, quieren adueñarse de ellos. Hacer
terreno lo que tiene sello celestial. Trabajarán para hacerlo
57
otra vez con la nueva generación. No permitas que te suce-
da, no permitas que les suceda.
La verdad de Dios, en la que Cristo pide que seamos
santificados, afirma que salimos del corazón de Dios y que
la vida es un viaje breve para regresar al Padre. Viaje al que
Jesús nos envía y nosotros nos asociamos para enviar a la
generación que viene. Ese es tu desafío al servir a las nuevas
generaciones. Necesitamos dar respuestas al hoy, hablar de
hoy, conectar con el hoy, afirmarnos a la tierra, pero con el
desafío de mostrarles a los chicos y chicas que lo verdadera-
mente importante no está en este mundo. Es una incansable
búsqueda de encontrar un equilibrio que dé cuenta de estas
dos realidades que interactúan entre sí.
La sexualidad no queda excluida de esto. Cuando aquella
tarde en aquel campamento de escuela la pregunta fue de-
vuelta a aquellos varones y ellos respondieron divididos, les
pregunté a los que consideraban el sexo oral como pecami-
noso en qué afirmaban su respuesta. Uno de los muchachos
trajo este versículo a la conversación:
«Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues
aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es
contra naturaleza, y de igual modo también los hombres,
dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su
lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos
hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribu-
ción debida a su extravío». Romanos
Este chico solo hizo referencia al hecho de cambiar el uso
natural argumentando que introducir los órganos sexua-
les en la boca de mi pareja no era natural. Yo no deseaba
pronunciarme ni a favor ni en contra de esa postura. Pero,
58
de alguna manera, quería ayudarlos a elegir la santidad que
nace de obedecer valientemente al llamado de Jesús y no la
que tiene origen en la represión.
59
favor: -»¿Qué pasaría si alguno de los dos tuviera una en-
fermedad infecciosa como una infección urinaria? ¿Aun así
la pareja debería aceptar la práctica?». Los que estaban en
contra pusieron cara de satisfacción. Los que estaban a fa-
vor respondieron: -»¡Claro que no! Pero si estuvieran sanos
no entendemos por qué habría objeción». Los que estaban
en contra no supieron qué responder. Entonces pregunté a
ambos grupos: -»¿Pero acaso ese principio no sería válido
para las relaciones sexuales que consideraríamos natura-
les? Es más… si yo tuviera alguna infección en mi mano…
¿estaría bien que le pidiera a mi pareja que la besara?».
Ahora los de la cara de satisfacción fueron los que estaban
a favor.
60
otro. Pero para pensar así es fundamental entender que no
respondemos a los principios egoístas y destructivos de este
sistema que acciona como si todo lo bueno estuviera ligado
al propio bienestar de mi propio ombligo en esta, mi propia
tierra. Las nuevas generaciones necesitan ser discipuladas
para que sigan al Jesús que los sabe reconocer con una
misión en este mundo, pero sin pertenecer a este mundo ni
a sus principios. La misión es amar. Por eso elijo todo lo que
valore, respete y cuide. Por eso no elijo nada que no cuide,
porque de ser así no estaría respetando, lo que dejaría de
manifiesto que no estoy valorando. Así dejaría de considerar
el bien del otro, no sería de edificación, no aprovecharía, no
convendría. Me comportaría como si fuera de este mundo y
yo… no soy de este mundo.
Cuando este principio se afirma en la base de la formación
de nuestros hijos, es mucho más sencillo encontrar los anti-
cuerpos para el egoísmo (el propio y el ajeno). Lo cual, entre
otras múltiples consecuencias, favorece la construcción de
una correcta valoración de la vida, promueve una sexua-
lidad sana y sienta las bases para la prevención del abuso.
Observa lo que dice Jesús al cerrar su oración:
«Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he
conocido, y éstos han conocido que tú me enviaste. Y les
he dado a conocer tu nombre, y lo daré a conocer aún, para
que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en
ellos». San Juan 17: 25-26 (RVR1960)
Esta debería ser la intención de todo formador, sea padre,
pastor, líder o maestro: conocer al que el mundo no cono-
ce para disfrutarlo y darlo a conocer a otros. Tenemos que
llenar a esta generación de relaciones de amor saludable,
61
relaciones de otro mundo, con los principios y valores del
Reino de los Cielos. No solo con nuestras palabras sino con
nuestra presencia, nuestra actitud, nuestras conductas,
nuestros gestos y nuestra acción. El amor da sentido, afirma
nuestra propia valoración, consolida el respeto y la valo-
ración al prójimo y nos ayuda a descubrir buenas y malas
intenciones en nuestro mundo de relaciones. No encontra-
remos otro fundamento más sólido para diseñar estrategias
que promuevan una sexualidad sana y faciliten la preven-
ción del abuso.
Les enseñamos la Biblia a nuestros preadolescentes porque
ésta nos revela la verdad, y la verdad nos da libertad y nos
santifica. La enseñamos porque la palabra de Jesús sienta
fundamentos que previenen los golpes de actuales y futu-
ras tormentas. Pero no solo la enseñamos: la encarnamos.
Si la Biblia nos envía a amar, no solo hablamos del amor:
amamos. Compartimos abrazos sanos que enseñan que el
contacto físico no es solo herramienta para degenerados.
Prestamos oídos que silenciosamente gritan: «¡Eres impor-
tante para mí! ¡Me interesa lo que tienes para decirme!».
Observamos con ternura y amor porque acompañamos
procesos de aprendizaje y crecimiento. Invertimos tiempo
y dinero porque reconocemos que son inversiones mínimas
comparadas con las ganancias que obtendremos. Andamos
a diario, cada minuto, asociados al amor al Padre. ¿Esto te
parece de otro mundo? Definitivamente debe ser, porque lo
es.
Déjame compartirte algunas ideas para trabajar estas
cuestiones.
62
Encuentra a expertos profesionales que te ayuden a
tratar los diversos temas de la sexualidad sana y cual-
quier trastorno referido a ésta.
63
Todo lo que preguntan los chicos
Aquella había sido una charla muy seria sobre temas muy
profundos de la sexualidad humana. Me preocuparon los
chicos de séptimo grado. Interiormente me hice las mismas
preguntas que me había hecho con Franco antes de ingresar
a la escuela. ¿No era muy pronto para tratar aquel tema con
chicos de apenas doce años? Entonces, mientras intentaba
dar un cierre a todo esto (con aquellas madres algo contra-
riadas mirando desde la parrilla) uno de los chicos de sépti-
mo no me permitió terminar sin hacer una última pregunta
sobre el tema en cuestión. Levantó su mano y me miró
como con sorpresa. Su expresión fue la de aquella persona
que habiendo considerado un tema durante media hora no
recibió la respuesta que esperaba. Así que ni bien lo mire se
pronunció: -»Bueno, todo bien, pero la pregunta del millón
es… ¿es rico o no?».
Me salió una gran carcajada, le agradecí el valor de hacer
esa pregunta e interiormente agradecí a Dios y a los directi-
vos de aquella escuela. ¡Qué honor me brindaban al per-
mitirme participar de ese espacio tan saludable donde un
chico de apenas doce años podía sentirse seguro como para
hacer semejante pregunta! Entonces ensaye la mejor res-
puesta que le pude dar. ¿Qué le conteste? Si seguís leyendo
encontrarás la respuesta en las siguientes páginas. Pero esta
y otras tantas experiencias me obligan a concluir que nece-
sitamos pedirle sabiduría a Dios y estar despiertos, atentos,
porque las preguntas que nuestra ignorancia, vergüenza,
pereza, desidia o distracción no nos den permiso para con-
testar, seguramente serán brindadas por otros. ¿Qué otros?
¡Ah! Eso sí que no te lo sé responder.
64
4
EL SECRETO
DE LA
CAPACITACIÓN
DEL LIDERAZGO
El saber no ocupa lugar
Los líderes que aman a los preadolescentes se capacitan
constantemente y se complementan con otros, en el tra-
bajo en equipo, para servir cada vez mejor a sus chicos y
chicas.
Mamá me educó para ser un niño bueno. Aún hoy puedo
recordar sus palabras cuando inicié la secundaria, cuando
tenía apenas trece años. Ella me miró y me dijo: «Germán…
no me importa tanto que seas un buen estudiante, quiero
que seas un buen compañero». Evidentemente me debo
haber tomado muy a pecho aquellas palabras. Es obvio que
mi percepción concreta de la realidad me jugo una mala
pasada porque cuando llegué a quinto año terminé esa eta-
pa de mis estudios llevándome cuatro materias y rindiendo
agónicamente tres meses después del cierre de mi cursada.
Eso sí: al final del año fui elegido como mejor compañero.
Mamá no solo insistía en esto de manera directa con sus
65
consejos. En todo momento insinuaba el valor de la bon-
dad y ¡siempre! me presentaba como un muchacho bueno.
Yo podía oírla hablar con otras personas acerca de mí. Ella
se mostraba orgullosa de su hijo porque yo era un chico
BUENO. A tal punto me marcó esto en la vida, que una vez
alguien realizó una dinámica de presentación donde cada
uno debía presentarse a sí mismo diciendo cómo se llamaba
y agregando una virtud que le fuera propia que comenzara
con la inicial de su primer nombre. Cuando me toco el tuno
lo dije: «Me llamo Germán y soy güeno».
A la hora de influenciar las madres son realmente pode-
rosas. No me puedo quejar, podría haber sido mucho peor.
Estoy muy agradecido a Dios por la influencia de mi mamá.
Sin embargo, desde aquellos días hasta hoy, he aprendido
que la vida no se trata de ser tan solo una «buena persona».
La bondad es una virtud maravillosa, pero para hacer la
diferencia se necesitan algunas otras cosas más.
«E ntonces conocerán la verdad , y la ver -
dad los hará libres ». J uan 8:32
66
muy tonto o muy ignorante. La verdad no solo te hace bue-
no: te enseña a aplicar la bondad con sabiduría. Mejor que
te lo explique el querido Salomón:
«Adquiere sabiduría e inteligencia, no la olvides ni te
apartes de ellas. No abandones la sabiduría, ámala, y ella
te protegerá. Lo más importante que debes hacer es ad-
quirir sabiduría, y también buen juicio. Ama la sabiduría, y
ella te engrandecerá; aférrate a ella y te honrará; te ador-
nará con diadema de gracia la cabeza; y te obsequiará una
hermosa corona. Hijo mío, escucha y obedece mis palabras,
y tendrás una larga vida. Yo te llevo por el camino de la
sabiduría y te guío por sendas de rectitud. Cuando camines
por ellos, nada te estorbará ni tropezarás al correr. Aférra-
te a mi instrucción, no la olvides; pues ella es tu vida. No
hagas lo que hacen los malvados, ni sigas el ejemplo de los
malhechores». Proverbios 4:5-14
Solo la sabiduría te guía al camino de una bondad in-
teligente, que nada tienen que ver con la ingenuidad
«bondadososa». La verdad y la sabiduría se retroalimentan,
forman un círculo virtuoso: digerir un poco de verdad me
hará lo suficientemente sabio para ir en búsqueda de más
verdad, que me hará más sabio. Ese proceso es el que me
hace libre. Mientras camino ese sendero comprendo cómo
puedo abrazar una bondad práctica que me construya a mí
y que aporte positivamente a quienes me rodean. Entonces
sí, como consecuencia, voy a optar siempre por caminos de
rectitud, me alejaré de caminos perversos pero no de puro
bueno y obediente, sino porque no seguirlos sería torpe y
autodestructivo. No porque no sean lícitos, sino porque no
me convienen. Lo haré por convicción, no por represión.
67
Una vez viajábamos en el auto con mi familia escuchando
una Biblia en audio. En los parlantes se dejaba oír el libro de
Proverbios. Por el tercer capítulo mi hijo Franco, que tendría
unos diez años en ese momento, hizo una nota al pie de
aquella página:-»¡Pa! Tengo la impresión de que Dios quiere
que busquemos sabiduría, ¿no?».
Todo Proverbios es un libro destinado a enseñarnos, acon-
sejarnos, suplicarnos, insistirnos sobre la importancia de
adquirir sabiduría y, como si esto fuera poco, la idea está en
casi todas las cartas y libros de la Biblia.
Te comparto uno de los tantos proverbios con los que
Salomón se transforma en un pájaro carpintero picoteando
nuestra cabeza:
«Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la ense-
ñanza y la inteligencia». Proverbios 23:23. (RV1960)
Me gusta que esta traducción elija la palabra comprar.
Porque debemos saber que toda búsqueda tiene un costo,
y la búsqueda de la sabiduría no es la excepción. Nunca
podremos dar lo que no tenemos y si quieres tener deberás
invertir tiempo y otros recursos a fin de obtener aquello que
luego podrás brindar.
No vamos a ayudar a nadie para que descubra y disfrute la
libertad, siendo tan solo líderes, docentes, madres o padres…
buenos. Necesitamos conocer la verdad, porque debemos
enseñar la verdad. Habrá que salir de las zonas de confort,
correr, buscar, saltar a los brazos de la sabiduría para que
ella nos regale su instrucción. Tendremos que buscar a Jesús
para que nos ayude a descubrir la verdad que nos hace
libres. Habrá que poner energía porque, contrariamente a lo
68
que muchos piensan, la verdad no siempre se nos revelará
de manera mágica. Pongamos en contexto el versículo con
el que prácticamente iniciamos:
«Entonces Jesús les dijo a los judíos que creyeron en él:
—Si ustedes se mantienen obedientes a mis enseñanzas,
serán de verdad mis discípulos. Entonces conocerán la ver-
dad, y la verdad los hará libres». Juan 8:31-32.
La promesa de Jesús no hace referencia a un evento mís-
tico que lo revela todo de tal manera que automáticamente
vives una especie de baño de libertad. No es lo que él dijo.
Es un proceso que cuando uno observa estos dos versículos
resulta sencillo de precisar.
1. Es fundamental creer en él… pero ¡no alcanza!
2. Debo permanecer fiel a sus enseñanzas. Todos los días,
bajo cualquier circunstancia, tal como se supone que
lo haría alguien que tienen ganas de aprender.
3. Eso es lo que me hace convertirme en un verdadero
discípulo. No un rito de iniciación, un acontecimiento
místico o una firma en un acta sino un proceso de
fidelidad a sus enseñanzas. Querer aprender es condi-
ción esencial de la naturaleza del discípulo.
4. Conocer la verdad no resulta entonces un mero descu-
brimiento intelectual. Implica descubrir que la práctica
constante de las enseñanzas del Maestro, sostenidas
en el tiempo, dan cuenta de que el Maestro sabe lo
que dice y lo que hace. Seguir sus enseñanzas en la
práctica cotidiana confirma que lo que dice y hace es
la referencia más concreta y palpable acerca de lo que
es verdad.
69
5. Esa comprensión que se vuelve convicción y práctica
tiene como consecuencia la experiencia de la libertad
en su más palpable expresión.
70
Más aprendemos, más tenemos para brindar a otros. Más
aprendemos, más abiertos estamos a seguir aprendiendo.
Más aprendemos, más fácil es sumar distintos y novedosos
canales que nos ayudan a incorporar aprendizaje. El discípu-
lo vive en consulta permanente a su Maestro. Lo escucha, lo
observa, lo imita; busca su corrección, lo llena de preguntas,
está atento a sus respuestas, práctica lo enseñado. Los con-
ceptos escuchados no se vuelven aprendizaje real hasta no
incorporarse como práctica permanente. Eso es permanecer
fiel a sus enseñanzas. Eso te hace discípulo. Eso te hace
descubrir la verdad. Eso te hace libre.
Por eso el desafío es no parar de aprender. Aprender es
nuestro derecho y es nuestra responsabilidad. Por eso hay
que salir, día a día, a buscar sabiduría. Los chicos y chicas
con los que trabajas te necesitan con un espíritu enseñable,
ávido de aprender.
Cuando observamos las Escrituras podemos ver que
existen al menos cuatro campos en los que nuestro entendi-
miento debe crecer:
1. Acerca de la persona de Dios y de las cuestiones referi-
das a la espiritualidad.
«Pero el Consolador, el Espíritu Santo, vendrá en mi
nombre porque el Padre lo enviará. Él les enseñará
todas las cosas y les recordará todo lo que les he
dicho». Juan 14:26.
«Pido constantemente a Dios, el glorioso Padre de
nuestro Señor Jesucristo, que les dé sabiduría y reve-
lación, por medio de su Espíritu, para que lo conozcan
mejor. Pido también que ilumine sus corazones para
71
que sepan cuál es la esperanza a la que los llamó y qué
enorme es la riqueza de la herencia que él ha dado a
los que son suyos. Oro también para que comprendan
el increíblemente inmenso poder con que Dios ayuda
a los que creen en él. Ese poder es la fuerza grandio-
sa y eficaz con que Dios levantó a Cristo de entre los
muertos y lo sentó a su derecha en la gloria. Dios puso
a Cristo muy por encima de cualquier gobernante, au-
toridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre
que se invoque, no sólo en este mundo sino también
en el venidero». Efesios 1:17-21.
«Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer cosas
grandes y ocultas que tú no sabes». Jeremías 33. 3
(NVI).
2. Acerca de la administración de las relaciones y los
recursos.
«Lo que pido en mis oraciones es que el amor de us-
tedes sea cada vez más grande y que su conocimiento
y buen juicio crezcan, para que sepan elegir lo que es
mejor y para que vivan de una manera limpia y sin
reproche hasta el día cuando Cristo regrese; también
para que estén llenos del fruto de justicia que se pro-
duce por medio de Jesucristo, para que le den la gloria
y la alabanza a Dios». Filipenses 1:9-11.
«No tengan deudas con nadie, excepto las deudas de
amor hacia otros. De hecho, quien ama al prójimo ha
cumplido la ley, porque los mandamientos dicen: «No
cometas adulterio, no mates, no robes, no codicies,»
esos y todos los demás mandamientos se resumen en
este otro: «ama a tu prójimo como a ti mismo.» El que
72
ama no le hace mal a nadie y, por eso mismo, el que
ama cumple perfectamente la ley». Romanos 13:8-10.
«Así que tengan mucho cuidado de cómo viven. Vivan
como sabios, no como necios; aprovechen bien cada
oportunidad, porque los días son malos; no sean
tontos, sino traten de entender cuál es la voluntad de
Dios». Efesios 5:15-17.
73
Yo, el Rey, les responderé: ‘Todo lo que hicieron a mis
hermanos necesitados a mí me lo hicieron’». Mateo
25:37-40.
74
«De Isacar había doscientos dirigentes de la tribu con
sus parientes; todos ellos eran hombres que entendían
el desarrollo de la historia y podían discernir respecto
al mejor rumbo que Israel debía tomar». 1 Crónicas
12:32.
75
Entran con él a toda casa, a todo espacio, reducen la dis-
tancia con él, se le acercan y piden más. Piden y pregun-
tan, despejan dudas. Un tema va llevando al otro y cada
conocimiento que adquieren procuran asimilarlo y llevarlo
a la práctica, permaneciendo fiel a sus enseñanzas. ¡Ese el
espíritu correcto!
Trabajo en equipo
Ahora bien, antes de meternos a ver cada uno de los
campos a los que hicimos referencia, te propongo pensar en
un hecho más. Supongo que no te sorprenderé en lo más
mínimo si te digo que prepararse en todas estas áreas es
una tarea gigante. Requiere de mucho esfuerzo y dedica-
ción y debe ser por eso que en cada uno de estos campos
del aprendizaje nos encontraremos con especialistas que se
dedicaron más a uno que a otro. Esta es una razón impor-
tante (entre un millón seiscientas mil cuatrocientas cin-
cuenta y tres razones más) por la que resulta vital crecer en
la experiencia del trabajo en equipo. Es importante que te
rodees de personas de las cuales puedas observar, claramen-
te, su preparación o experiencia en alguno de estos campos.
Unos conocerán mucho de las Escrituras, o tendrán una vida
espiritual destacable por la relación personal que tienen
con Jesús. Otros tendrán habilidades o conocimientos sobre
el campo de las relaciones humanas. Unos estarán mejor
capacitados sobre la administración de algún recurso en
particular. Algunos tendrán un espíritu servicial y/o habrán
explorado, o descubierto herramientas creativas para servir
a Dios y a otras personas, y otros tendrán la capacitación
o la experiencia necesaria para darte información o ideas
76
sobre distintos conocimientos propios de los tiempos en los
que vivimos. Debemos aprender a nutrirnos de todos estos.
En las Escrituras, especialmente en el Antiguo Testamento,
aparecen varias listas donde se detalla el nombre y la ocu-
pación o habilidad de un número de personas particulares.
Cómo la que se encuentra en 1 Crónicas 12, de la cual te
compartí un versículo más arriba. Todos estos listados se po-
drían leer como un cuadro de dos columnas. En la primera
de ellas se registra cómo se llama cada una de esas personas
y en la otra en qué tarea son habilidosas o se destacan. Es
importante notar que, casi siempre, a la capacidad especí-
fica de cada uno de esos personajes se le suma una valiosa
aclaración: ese don o capacidad ha sido otorgado por Dios
mismo. El Nuevo Testamento tiene una novedad asombro-
sa: existe una lista donde tu nombre está incluido. Tú tienes
al menos una habilidad y Dios tiene mucho que ver con ella.
Tienes un don, un talento, un ministerio, una capacidad,
una experiencia, una formación, un perfil que te hace único
y por eso tu aporte siempre será valiosísimo. Observa cómo
lo plantea el apóstol Pablo:
«Ahora bien, Cristo dio los siguientes dones a la iglesia:
los apóstoles, los profetas, los evangelistas, y los pasto-
res y maestros. Ellos tienen la responsabilidad de preparar
al pueblo de Dios para que lleve a cabo la obra de Dios y
edifique la iglesia, es decir, el cuerpo de Cristo. Ese proce-
so continuará hasta que todos alcancemos tal unidad en
nuestra fe y conocimiento del Hijo de Dios que seamos ma-
duros en el Señor, es decir, hasta que lleguemos a la plena
y completa medida de Cristo». Efesios 4.11 a 13. (NTV).
77
Aún podrías no sentirte incluido en esta lista pero deja
que Pablo avance y observa lo que dirá más adelante:
«En cambio, hablaremos la verdad con amor y así crecere-
mos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo,
quien es la cabeza de su cuerpo, que es la iglesia. Él hace
que todo el cuerpo encaje perfectamente. Y cada parte, al
cumplir con su función específica, ayuda a que las demás se
desarrollen, y entonces todo el cuerpo crece y está sano y
lleno de amor». Efesios 4:15-16.
Cada parte del cuerpo de Cristo tiene algo para aportar
y cuando trabajan en complementariedad, la combinación
es explosiva. Tú tienes algo para dar. Pero déjame sacarle
el jugo a la metáfora: ¿se te ha dormido, alguna vez, una
parte del cuerpo? Esa experiencia rara que vives cuando, por
alguna razón, la sangre no llega a una extremidad; seguro
que alguna vez experimentaste esa rara parálisis acompa-
ñada de un feo hormigueo. Esa sección se vuelve incapaz
y a tu cuerpo le cuesta horrores sacarle provecho. ¿Tuviste
alguna vez que inmovilizar uno de tus brazos o piernas por
alguna quebradura o esguince? Si te ha sucedido, habrás
notado cómo tu masa muscular disminuye notoriamente. A
la hora de querer volver a usar ese miembro notaras cómo
la fuerza ha disminuido significativamente. Lo mismo suce-
de sino no te permites seguir creciendo en sabiduría, si no
te desarrollas en la relación con Cristo. Cuida tu salud, no te
duermas; desarrolla y ejercita tu vida con el más glorioso
personal trainer; ve y busca a quien almacena todos y cada
uno de los conocimientos y déjate guiar por el más grande
Maestro de todos los tiempos. Cuanto más capacitado y
más conectado estés al Dios que te creó y te dotó, mayor y
78
mejor será tu aporte. El trabajo en equipo es el mejor campo
para recibir capacitación y aportes diversos mientras brin-
damos todo aquello que nosotros tenemos para aportar. Sé
generoso con lo que sabes y busca quien tiene algo nuevo
para darte.
Por eso se hace vital que incorporemos a nuestra expe-
riencia en el ministerio con preadolescentes el trabajo en
equipo y las mesas interdisciplinarias, donde cada uno, con
su conocimiento y experiencia particular, hace su aporte
para observar una misma realidad particular.
Ahora sí. Echemos una breve mirada a cada uno de los
campos que antes citábamos.
Dios y lo espiritual
Tú, tu equipo y tus chicos y chicas, creciendo en el co-
nocimiento de Dios y de la espiritualidad juntos. La fuente
más a mano para crecer en esto es la Biblia. No te digo nada
nuevo si te hablo de las bondades de este libro. Lo que sí
déjame decirte es que la manera en que te acerques a las
Escrituras será muy importante. En mi experiencia personal,
entiendo la Biblia como un libro para crecer en una relación
de amor con Dios a partir del diálogo tierno y amable. Él me
ama a mí y a toda la humanidad. En esas páginas encuen-
tro una caminata con el Padre más amoroso, con el Amigo
más entrañable, con un incansable Compañero de ruta. Él
camina a mi lado y mientras me frota la cabeza, me quita
una basura del ojo, me convida un pañuelo o se ríe conmigo
hasta el dolor abdominal, me habla de cómo sacarle más
el jugo a la vida. Me enseña que no puedo hacer eso sino
79
ayudo a otros a aprovechar sus días en este planeta. Así
la Biblia se vuelve un encuentro sagrado, pero a la vez, un
trampolín para saltar a la pileta más maravillosa alguna vez
nadada. Debo leer, estudiar, atesorar y practicar las ense-
ñanzas encerradas en este libro. Cuando lo hago, acierto.
«Todo el que presta atención a mis enseñanzas y las pone
en práctica es tan sabio como el hombre que edificó su
casa sobre una roca bien firme. Cuando llegaron las lluvias,
las inundaciones y los huracanes, la casa no se derrumbó
porque estaba edificada sobre roca». Mateo 7:24-25.
«Que no se aparte nunca de tu boca este libro de la ley.
Medita en él día y noche y obedécelo al pie de la letra.
Solamente así tendrás éxito». Josué 1:8.
«Desde tu niñez conoces las Sagradas Escrituras, y éstas
te pueden dar la sabiduría que se necesita para la salva-
ción mediante la fe en Cristo Jesús. La Escritura entera es
inspirada por Dios y es útil para enseñarnos, para repren-
dernos, para corregirnos y para indicarnos cómo llevar una
vida justa. De esa manera, los servidores de Dios estarán
plenamente capacitados para hacer el bien». 2 Timoteo
3:15-17.
Leemos la Biblia para encontrarnos con Dios. Se hace vital
crecer en la comunión con Jesús por medio de todas las
disciplinas espirituales. Experiméntalo y promuévelo entre el
equipo del que formas parte y entre los chicos y chicas con
los que trabajas.
Experimenta y promueve la comunión con Jesús, espe-
cialmente la oración y la lectura y estudio de la Biblia,
como un encuentro fresco y natural. No te cargues con
80
estereotipos religiosos, despégate de frases hechas y
repetitivas. Deja que el viento del Espíritu de Dios des-
peine un poco la formalidad con que hemos envuelto
la práctica de acercarnos a Jesús.
81
Investiga e incorpora diversos métodos para estudiar la
Biblia, en soledad o en grupo, y transmítelos a tu equi-
po y a los preadolescentes.
82
menos lo pienses habrás llevado a tus muchachos a un
ejercicio de meditación espiritual al alcance de todos,
incluyendo a los preadolescentes.
En la misma línea, si cuentas con un pizarrón podrás
armar un mapa mental considerando la naturaleza de
Dios u otros temas. (Existen aplicaciones para disposi-
tivos móviles que también pueden servirte para esto.
Esta idea no es mía, es de mi hijo Franco cuando tenía
10 años).
Personas y recursos
Tú, tu equipo y tus chicos y chicas adquiriendo las acti-
tudes y las habilidades para construir relaciones sanas y
para administrar los recursos con sabiduría. Alguien dijo
alguna vez que Dios creo a las cosas para ser usadas y a
las personas para ser amadas. El ser humano ha sabido
invertirlo: ama las cosas y usa a las personas. El desafío
más hermoso es volver a poner las cosas en orden. Ese es el
deseo del Espíritu de Dios. Esa es su vocación. Ser discípulos
de Jesús implica abrazar el orden divino y ayudar a otros a
que lo abracen. Por eso debemos permitir que el Maestro
nos enseñe, nos guíe hacia la dinámica de saber usar las
cosas correctamente y brindar amor a las personas, lo cual
también requiere de sabiduría.
¿Cómo me prevengo para no caer en el amor al dinero que
la Biblia describe como la raíz de todos los males?
¿Cómo administro correctamente mis recursos?
¿Cómo los pongo al servicio del Reino con generosidad
pero también con sabiduría?
83
¿Cómo organizo mi economía de manera sabia, prudente
y generosa?
¿Cómo genero fondos para costear los gastos e
inversiones que implican llevar adelante el ministerio con
preadolescentes de mi iglesia?
¿Cómo los administro con sabiduría de forma tal que se
puedan invertir en bendición y hasta se puedan multiplicar?
Estas son algunas de las tantas preguntas que requieren
respuestas y que necesitamos poner sobre la mesa de la
reflexión, considerando que muy probablemente necesita-
remos información y capacitación para hacerlo de la mejor
manera posible.
¿Cómo sano las heridas que se produjeron a lo largo de mi
vida y de mis relaciones?
¿Cómo puedo escuchar la voz de Dios? ¿Cómo crezco en
una relación abundante, fresca y natural con él?
¿Cómo entiendo y aplico el mandamiento de amar a Dios
con todo mi ser y a mi prójimo como a mí mismo?
¿Cómo aprendo a escuchar más y a hablar solo lo
necesario?
¿Cómo y dónde encuentro principios que me ayuden a
tomar decisiones sabias y a relacionarme sanamente?
¿En qué consiste perdonar? ¿Hasta dónde llega el amor
incondicional?
¿Cómo hago crecer correctamente todas las experiencias
relacionales de mi vida?
84
¿Cómo enfrento y elaboro los distintos conflictos que las
relaciones me proponen?
¿Cómo sobrevivo a mi padre, a mi madre, a mi hermano
o hermana, a mi esposa o esposo, a mi suegra o suegro, sin
dejar cadáveres por el camino?
Más preguntas. Preguntas que si nunca te hiciste
deberías comenzar a hacértelas. Preguntas propias de
discípulos que quieren seguir aprendiendo. Preguntas
que requieren que salgas a buscar sus posibles respues-
tas. Por amor a Dios, por amor a ti mismo, por amor a
tu prójimo, por amor a tus preadolescentes.
85
produce. El producto de esa reflexión podría derivar
en la descripción de su ADN o en una declaración de
cultura del ministerio de preadolescentes.
86
llama «el siervo del Señor». Tienen que admitirme que, al
menos, parece contradictorio.
El servicio es una actitud constante. Ser amables, estar
atentos a la necesidad del otro, ser prontos a responder, ser
proactivos en aportar soluciones. Saludar a comerciantes o
servidores públicos, ofrecer ayuda, responder con amabili-
dad cuando te piden un favor o una indicación en la calle,
estar dispuesto a colaborar en los ámbitos en los que inver-
timos nuestro tiempo (hogar, trabajo, escuela, universidad),
ceder el asiento en el transporte público. No se trata de
tener un título, o un ministerio. Observa cómo lo plantean
Pablo y Pedro:
«Escribo yo, Pablo, esclavo de Dios y mensajero a quien
Jesucristo llamó y envió a llevar la fe a los escogidos de Dios
y a instruirlos en la verdad que enseña nuestra religión».
Tito 1:1.
«Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que por
la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo han alcan-
zado una fe tan preciosa como la nuestra». 2 Pedro 1:1.
Los dos son destacados y conocidos apóstoles de Jesús.
Para cuando escribieron estas cartas, sus nombres habían
circulado por el mundo conocido. Por su intervención mu-
chas personas eran sanadas, demonios pasaban al exilio, el
Evangelio corría como reguero de pólvora. Ninguno de los
dos tiene miedo ni vergüenza de denominarse a sí mismo
como apóstol de Jesús. Sin embargo, pueden diferenciar su
título de su estilo de vida. Los dos no son solo ministros des-
tacados del evangelio. Son esencialmente siervos. Si no me
cuido de mí mismo puede que los títulos y nombramientos
87
permanezcan en el tiempo, aún los dones sobrenaturales
pueden seguir vigentes, pero puedo perder mi actitud de
siervo; puedo llegar a terminar como aquellos que lo lla-
maban «¡Señor, Señor!», pero no hacían lo que él les decía
(Lucas 6: 46). Si abandono una actitud de siervo, los dones,
ministerios y puestos alcanzados se me pueden subir a la
cabeza; y si llego, por alguna razón, a perder esas cosas que
me destacan, es muy probable que muera de frustración. Si
tengo un corazón de siervo mi cimiento está en Jesús, no en
lo que me destaca ante los ojos humanos.
El servicio es una práctica de amor que nos enseña
humildad. Nos descentra. Nos hace levantar la mirada para
observar no tan solo la necesidad propia sino la del seme-
jante. Nos hace salir de la «ombligolatría». Alinea nuestro
corazón, mente, alma y fuerzas con la voluntad de Dios. Un
buen ejercicio consiste en observar a diario si has servido
a alguien. Suelo preguntármelo a mí mismo y se lo suelo
preguntar a mis hijos. Si ocupas un lugar de liderazgo pre-
gúntate si hace mucho que no haces otra cosa que mandar
y dar instrucciones. Siempre es bueno encontrar espacios
donde rindes cuenta a alguien o te pones a la orden de otro.
El servicio es una experiencia que te acerca a Jesús. Ya
citamos este versículo:
«Y los justos me preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos
con hambre y te alimentamos, o sediento y te dimos de
beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos en casa,
o desnudo y te vestimos? ¿Y cuándo te vimos enfermo o
en prisión y te visitamos?’. Yo, el Rey, les responderé: ‘Todo
lo que hicieron a mis hermanos necesitados a mí me lo
hicieron’».
88
Mateo 25:37-40.
El servicio es una puerta de enlace, un link para encon-
trarse con Jesús. Cada vez que sirves a un necesitado, sirves
a Cristo. Cuando tu actitud solidaria y servicial te lleva a
cruzar la mirada con quien está en necesidad, allí en los ojos
de quien estás observando, está la mirada de Jesús.
Por todo esto, no solo es vital estudiar la teoría, será vital
capacitarnos prácticamente.
Reflexiona creativamente sobre cómo servir mejor a
esta generación.
89
herramientas para prevenir el abuso sexual. Entonces
buscamos ayuda de una organización que se dedica a
eso y generamos un espacio para que el equipo fuera
capacitado. Además les pedimos que dieran una charla
preventiva a los chicos y chicas con los que trabajamos.
Fue buenísimo.
90
en la plaza del barrio o en la casa de alguna perso-
na que necesite una mano. Genera participación en
arreglos y refacciones en el edificio de la congregación.
A la hora de terminar la actividad, propicia que todo el
equipo y aun hasta los chicos y chicas colaboren con el
orden del salón donde te reúnes.
91
mi genuina carcajada, y mi satisfacción de que aquel chico
no se guardara la pregunta, interiormente hice una ora-
ción flash y clamé a Dios por una respuesta sabia que fuera
constructiva. Así fue que recordé alguna clase de biología
de tercer año y devolví otra pregunta:
- ¿Recuerdan el nombre que se le da al semen y a la se-
creción vaginal en Biología?
- Sí – me respondió uno de los más grandes – Fluidos cor-
porales - remató con aire académico.
- ¿Conocen otros? – volví a preguntar.
- Orina, sudor, lágrimas… - citaron entre varios.
- ¿Y saben qué es lo que determina su sabor?
- Lo que comemos – contestaron.
- Exacto – dije– en gran medida, el sabor está deter-
minado por la alimentación. Si resulta rico o no, estará
relacionado con lo que la pareja coma y por el particular
gusto de cada uno.
Yo no tengo una licenciatura en Biología ni mucho menos
y no se trata de eso, pero la cultura general te puede lle-
gar a salvar. El saber no ocupa lugar y puede ayudar frente
a preguntas o situaciones incómodas. Obviamente, habrá
circunstancias en las que no sabremos qué contestar y no se
trata de inventar un respuesta solo para quedar bien. Bus-
camos cultivar la humildad, más allá de todos los conoci-
mientos que podamos acumular. No se trata de convertirnos
en sabelotodos insufribles. En esos casos, se trata de aceptar
nuestra ignorancia y habilitarnos la investigación y con el
acompañamiento apropiado, habilitárselas a ellos también.
92
¡Aquí podemos sacarle el jugo a la internet! Con los cuida-
dos correspondientes, podemos hacer investigaciones en
línea que nos ayuden a seguir creciendo y nos brinden el
capital necesario para ayudar a los chicos y chicas.
Tenemos que estar atentos a los cambios que se van
produciendo en la cultura. Cuestiones que tienen que ver
con modas, cambios de pensamientos, avances tecnológicos,
noticias trascendentes, descubrimientos científicos relevan-
tes, etc. Trabajaremos en el próximo capítulo sobre estas
cuestiones.
Te propongo algunas ideas para que tú y tu equipo crez-
can en la práctica de documentarse y capacitarse en diver-
sos temas:
Reunidos como equipo confiesen su ignorancia. Asu-
man aquello que no saben. ¿En qué temas les falta
información? ¿Quién puede ayudarlos con esos temas?
Una vez que sepan quién puede ser, invítenlo para una
capacitación que al menos los introduzca en los temas
que consideraron.
93
Suscríbete a portales o revistas de investigación que
puedan sumar a tu cultura y formación ministerial.
94
EL SECRETO DE
5
LA COMPRENSIÓN
DEL TIEMPO
SOCIOPSICONEUROLÓGICO
Todo cambia
Los líderes que aman a los preadolescentes consideran los
cambios mentales, físicos, emocionales, culturales y socia-
les en los que están inmersos los chicos y chicas.
Los padres de Riley se mudan de Minnesota a San Francisco.
Al cambiar de ciudad también cambiaran decenas de cosas:
casa, clima, rutinas, escuela, compañeros, etc. Luego de un
primer día desagradable y de recibir la odiosa noticia de que
el camión de mudanza se hará esperar por varios días, esta
preadolescente tiene por delante el desafío de comenzar en
un nuevo colegio. Su maestra la invitará a presentarse y ella
lo vivirá con tal angustia que terminará por quebrarse delante
de todos sus compañeros de clase. A mi hijo Franco la emoción
lo puede. Profundamente identificado con ella, se conmueve
frente a las circunstancias de Riley. A partir de ese momento
luchará con su propia angustia hasta que la película finalice, a
tal punto que cuando los créditos aparecen en la gran pantalla
él suspira con profundo alivio. Su padre (el de Franco) lo acom-
pañará en la conmoción, la angustia y en el llanto.
95
Emocionalmente intenso
Riley es el personaje protagónico de Intensamente, un film
animado de la productora Pixar que, personalmente, entien-
do que todo líder de preadolescente debería ver. Ella tiene
aproximadamente once años de edad. Un año más que mi
hijo Franco en la época en que se estrenó la película. Casi la
misma edad que Jesús olvidado en Jerusalén. La misma edad
que muchos de los preadolescentes con los que trabajamos
en nuestras congregaciones, de aquellos que forman parte
de nuestra familia. Como Riley, todos ellos, aun cuando no
se muden a otra ciudad, sufren un sinfín de cambios que
sería torpe no tener en cuenta a la hora de acompañarlos.
La película, con asombrosa creatividad, muestra los dis-
tintos procesos (especialmente los psicológicos) por los que
atraviesa Riley frente a las circunstancias que le tocan vivir.
Claro que esos procesos psicológicos interactúan con cons-
trucciones mentales e interacciones sociales que atraviesan
la vida de esta niña que se está volviendo adolescente. Los
realizadores de Intensamente abordan con mucho inge-
nio la idea de lo que se ha dado a llamar las «emociones
básicas». Algunos sostienen que éstas son cuatro y otros
difieren afirmando que son seis. Los productores de Pixar
se contentaron con personificar a cinco. Dejando afuera el
asombro, nos muestran cómo interactuarán dentro de la
mente de Riley la alegría, la tristeza, el desagrado, el temor
y la furia. Como cada vez que usamos figuras para represen-
tar la realidad, no podemos esperar la perfección en cada
representación. Sin embargo, Intensamente, reproduce una
historia emotiva ayudándonos a pensar cómo las verda-
deras emociones intervienen en los procesos mentales y
96
psicológicos en el contexto de los sucesos sociales y cultu-
rales que experimentamos. Mientras la historia transcurre,
aparecerán otros conceptos e ideas que dan cuenta de la
manera en que nuestra psiquis se va desarrollando a tra-
vés de mecanismos que se relacionan con nuestra biología
(nuestro hardware) y con la información que proviene de
nuestra interacción con el mundo exterior, la sociedad y la
cultura (el software que da contenido y nos permite operar
con la realidad).
Niños abducidos
La preadolescencia va a sorprenderte, especialmente si
tu relación con ese chico o esa chica proviene de cuando
era niño o niña. Si eres un o una joven que trabajas cada
sábado o domingo con esta edad y aún no atravesaste por
la experiencia de la paternidad, te animo a que seas más
que comprensivo con los padres y madres que lo están
experimentando. No creo que muchos padres te lo expli-
quen así, pero muchas veces algunos papás y mamás, entre
los que me incluyo, vivimos una sensación similar a la que
podríamos sentir si nuestros niños fueran abducidos por
extraterrestres y, luego de uno o dos días, estos inescrupulo-
sos alienígenas nos los devolvieran con cambios difíciles de
digerir.
El deseo de ignorar esa situación y mantener el trato con
el niño anterior al rapto parece ser la reacción más común.
En líneas generales, los niños suelen ser más simples; algún
«alien», de pronto, los vuelve más complejos. No quiero
hacer un tratado de desarrollo de la niñez a la adolescencia,
pero sí creo que líderes, docentes, padres y madres no debe-
97
ríamos ignorar estas transformaciones que involucran todo
el ser de nuestros chicos y chicas.
Obviamente que no podemos atribuir esos cambios a un
ser de otro planeta pero creo que estamos en condiciones
de afirmar que el Creador de todos los planetas algo tuvo
que ver con todo esto. Quien hizo la complejidad de las
galaxias es el mismo que construyó las complejidades de
nuestro desarrollo.
Las transformaciones de la biología humana, como mu-
chas otras, son impresionantes. Piensa en el desarrollo fetal:
iniciamos siendo aún más pequeños que una semilla de
mostaza, una pequeña esfera viscosa en el interior del útero
de mamá, y en pocos meses somos un ser complejo com-
puestos por órganos y otros componentes que, a su vez, son
tan complejos que, aun después de todos los años de histo-
ria y de todos los avances tecnológicos que hemos sabido
concebir, muchos de ellos siguen presentándonos grandes
misterios sin resolver.
Esa maravillosa metamorfosis continuará aún fuera del
vientre materno. Ese asombro adulto de la tía lejana que,
luego de no verte durante algunos meses o años, exclama
con esa voz chillona: -»¡Ay! ¡Qué grande que estás!», tiene
lógica. Los cambios son asombrosos. El elemento que viene
a jugar de manera aún más relevante a partir del nacimien-
to es que los cambios internos, propios del crecimiento
como individuo, ahora dependen en gran manera del éxito o
el fracaso que se tenga en la relación con el medio externo.
Esto complejiza aún más el sistema. Todo ese mundo interno
en constante crecimiento y expansión ya es complejo en
sí mismo pero la cosa no queda en lo que pasa por dentro.
98
Para sobrevivir y vivir con dignidad, toda esa complejidad
interna tendrá que abrirse paso en el tan o más complejo
mundo exterior, que es donde se encuentran los recursos
necesarios para que pueda darse ese crecimiento y esa ex-
pansión interna.
Salvando las diferencias, me permito usar la siguiente
figura: el ser humano fue creado con un hardware, com-
puesto por nuestro cuerpo, nuestro físico, nuestra biología
que, a diferencia de cualquier otra máquina, crece a través
de complicados procesos orgánicos. Procesos orgánicos que
necesitan del combustible que proveen la alimentación y
la hidratación pero que además requerirá de un software,
la información necesaria que alimenta el desarrollo de
nuestros pensamientos y emociones que nos proveen de los
datos necesarios para operar exitosamente y seguir obte-
niendo más combustible vital y más información necesaria.
Para conseguir esos recursos deberemos interactuar con
otros seres tan complejos como nosotros, entre los cuales
podremos encontrar algunos que han sido muy exitosos en
sus procesos de crecimiento y expansión y otros a los que,
lamentablemente, no les fue muy bien que digamos.
¿Te parece mucho? Bueno, aún nos falta considerar que
ese mundo externo no solamente es inmensamente basto
en su extensión material sino que además existe un mundo
espiritual que resulta aún más misterioso. Por todo esto,
las últimas ideas que intentan definir al ser humano lo han
llamado un ser biopsicosocioespiritual. Supongo que, luego
de todo lo que hablamos, no esperabas algo más sencillo.
99
Cambios combinados
Cada uno de estos aspectos que definen al ser humano
atraviesa por distintos procesos de cambio hacia una etapa
adulta. Cada uno vivirá su propio y particular proceso de
transformación pero todos ellos interactuarán con cada
uno de los otros. Por ejemplo: la transformación biológica
que sufre un niño atravesará, por sí misma, por cambios
impresionantes. Mi madre siempre me contaba acerca de
un niño que jugando se golpeó la cabeza y quedó en estado
vegetativo. Los profesionales y familiares de este pequeño
lo vieron atravesar la pubertad con casi ninguna interacción
con su medio. Durante todo ese tiempo y hasta el desenlace
final, experimentó casi todos los cambios biológicos espera-
bles como, por ejemplo, el crecimiento de su bello facial.
Sin embargo, en el común de los casos, los procesos
biológicos no se darán de forma aislada. Éstos afectaran lo
psicológico, lo social y lo espiritual, y lo psicológico, lo so-
cial y lo espiritual afectará a su vez lo biológico. Un ejemplo
de esto último: en décadas pasadas, cuando mis padres y
aun yo mismo fuimos adolescentes, los cambios biológicos
en las chicas tenían una repercusión particular en un gran
número de ellas. En una sociedad mucho más moralista que
la de hoy en día, muchas niñas vivían muy avergonzadas
el crecimiento de sus pechos. En algunos casos, de mane-
ra muy temprana, en una forma muy llamativa y en poco
tiempo, una niña podía experimentar con mucha vergüenza
el crecimiento de sus mamas.
Es decir, una instancia social influenciada por la cultura de
la época, incidía en la psiquis de una niña que experimen-
taba un cambio biológico. Esa vergüenza en muchos casos
100
implicaba que la chica tendiera a encorvarse para ocultar
sus senos, lo que afectaba su desarrollo físico e incidía tam-
bién, aun en algunos casos, en sus relaciones sociales, lo que
por consecuencia también afectaba sus emociones. Es más,
en algún porcentaje de casos, estas chicas no dejaban de
vivirlo con culpa o con cuestionamientos para con Dios, lo
que de alguna manera afectaba también su espiritualidad.
Todo relacionándose con todo y afectándose mutuamente.
Este es tan solo un ejemplo para observar lo que los chicos
y chicas experimentan durante estos locos años en el marco
de esta compleja instancia de desarrollo.
Temblor hormonal
Cuando hablamos de pubertad nos referimos especial-
mente a los cambios biológicos. En todo niña o niño sano
suceden sin pedir permiso y no dando más avisos que un
ocurrimos y seguiremos ocurriendo. Hoy en día, la señora
pubertad puede desembarcar aun hasta en niños o niñas
de ocho años. Las mejores teorías para explicar por qué
se produce este despertar tan temprano encuentran más
argumentos en situaciones socioculturales que en cuestio-
nes biológicas. Los cambios más distintivos, que se dan de
formas muy vertiginosas, pueden llegar a transcurrir a lo
largo de cuatro a seis años y tienen que ver con complica-
dos procesos hormonales que se observarán especialmente
en los caracteres sexuales de chicos y chicas. Todas estas
transformaciones, entre otras cosas, terminaran por dejar
listos, salvo en casos particulares, los aparatos genitales
tanto en varones como en mujeres. Recordarás que elabo-
rar estos cambios físicos no es para nada sencillo, por eso
101
mientras las hormonas generan todo este temblor sísmico
en glándulas y genitales, el cerebro hace procesos complica-
dos que interactúan con el medio para poder procesar toda
esta locura.
Maneras de pensar
Durante la infancia a los niños y niñas les alcanza con
dominar lo que se ha dado en llamar el «pensamiento
concreto». Para mi hija Paz, que en este momento tiene ape-
nas tres años, todo tiempo pasado es ayer. Haya ocurrido la
mañana anterior o haya acontecido hace un mes, todo pasó
ayer. Su cerebro la ayuda a procesar la información de una
manera concreta, lo suficiente como para que los padres,
que la tenemos a nuestro cuidado, podamos entenderla. La
biología humana requiere del cuidado del adulto como casi
ninguna otra especie.
El estado de indefensión en el que nacen las crías hu-
manas necesita del especial y prolongado cuidado de los
adultos. De allí que la influencia de padres, madres y otros
mayores, sea tan importante en la formación de los niños y
niñas. La responsabilidad es enorme.
Esos cuidados hacen que el niño o la niña no necesiten
hacer mayores relaciones deductivas o preventivas, propias
del pensamiento abstracto que no requiere de los sentidos
para poder procesar. En esta primera instancia, por ejemplo,
alcanzará con llorar para que el pezón del pecho materno
llegue a la boca, y si no llega será cuestión de llorar más
fuerte. En esa etapa inicial todo el mundo se procesa por lo
que se mueve y se siente. En los primeros dos años de vida
a nuestro cerebro le bastará con eso. Luego, la experiencia
102
lo seguirá llevando por el sendero de lo concreto, pero
comenzando a hacer conclusiones un poco más complejas.
Conclusiones difíciles de hacer si no se reciben los cuidados
emocionales necesarios y se llena adecuadamente el tanque
de combustible a través de la alimentación y la hidratación.
Poco a poco el cerebro de Paz comienza a ayudarla a
procesar información concreta que le dice que si escribe en
la pared tendrá una madre enojada. Aún le cuesta enten-
der eso porque su mami escribe en los azulejos de la cocina
frases o información relevante para la administración del
hogar. A ella se le complica entender esta difícil abstracción
de que la mamá lo hace sobre una superficie lavable y con
una fibra borrable, que permite manejar consecuencias más
amigables con el orden y la limpieza. Por eso la mira extra-
ñada cuando ésta le desaprueba su conducta.
Sin embargo, aún sin entender complejos conceptos abs-
tractos, poco a poco, Paz llega a esta conclusión concreta:
si no quiero a mamá molesta y disconforme conmigo será
mejor que escriba en un papel que ella me dé. Esto hace
que cuando el padre, es decir este mortal, entra en escena,
ella me muestre su obra de arte no sin dejar de hacerme
notar sus avances en cuanto a conductas sociales se refiere:
-»¿Viste papá que dibuje en un papel que me dio mamá?
¿Viste que le hice caso?». Aún ella no entiende muy bien
por qué ocurre esto, mucho menos podría explicárselo a
otro amigo de su sala del jardín, pero ella sabe algo con-
creto: su padre se mostrará feliz y le regalará una sonrisa
enorme y un beso que la hará sentir aprobada y esos mo-
vimientos y sensaciones la harán sentir muy bien. Cada día
las reglas del juego le resultan más claras y poco a poco va
103
volviéndose una jugadora experta. El mundo de Paz parece
simple, y de alguna manera lo es. De aquí hasta que las hor-
monas hagan lo suyo, ella no será muy difícil de leer y será
bastante previsible en cuanto a sus conductas; sin embargo
su cerebro irá recopilando información a medida que los
tiempos se vayan volviendo más complejos.
Cuando la preadolescencia llegue, las hormonas por den-
tro y el mundo de relaciones por fuera complicarán tanto
las cosas, que el cerebro necesitará actualizaciones nove-
dosas para poder encarar con éxito la vida. Ella está en un
nivel principiante donde el pensamiento abstracto solo se
encuentra en ínfimos destellos.
Unos casilleros más adelante, un jugador que se adelantó
siete años en comenzar el juego ya tiene otros recursos y
herramientas. Su hermano Franco, con once años, maneja
explicaciones y argumentos novedosos que lo instrumentan
un poco mejor para encarar el mundo y su cotidianeidad.
No es un experto deductivo. Aún le cuesta dominar este
mundo del pensamiento abstracto. La ciencia dice que está
ahí, justo en el momento donde el cerebro está listo para
dominar esta capacidad. Sin embargo, entre sus procesos
de transformación biológica y el software con el que se
va actualizando, comienza a hacer sorprendentes lecturas
abstractas con asombrosa habilidad. Todo esto no es para
nada sencillo.
En Intensamente, promediando la película, Riley tendrá
que enfrentar la soledad. Esta es una circunstancia concreta
pero manejar el concepto soledad, importantísimo para po-
der elaborar correctamente la experiencia, requiere avanzar
por los caminos del pensamiento abstracto. Entonces su
104
alegría y su tristeza tendrán que atravesar por un atajo que
le permitirá simplificar esos cálculos y alcanzar el tren del
pensamiento pero que, por lo novedoso, no será sencillo de
recorrer. Como consecuencia, el miedo a lo desconocido será
todo un obstáculo a salvar. Obviamente, si viste la película
entenderás aún mejor de lo que te estoy hablando.
Adelante de Franco y de Riley, avanzando algunos casille-
ros más, se encuentra la más grande de mis hijas: la mara-
villosa Flor de quince enormes años. Devoradora de novelas
de ficción y lectora profunda de la realidad. Ella recorre los
laberintos del pensamiento abstracto con un desparpajo
inquietante. Por momentos es temeraria, irrespetuosa. Ya
ha atravesado innumerables veces por ese atajo que Riley
y Franco recién descubren. Ha desarmado y vuelto a armar
conceptos, ideas, planteos y deducciones. Ha desarrollado la
capacidad de simbolizar, sintetizar, comparar y hacer hipó-
tesis, trasladando conclusiones para entender otras situacio-
nes o experiencias similares.
Muchas veces, al igual que Riley, vive con profunda
frustración el resultado de algunas de esas conclusiones,
y es aquí donde el auxilio de los adultos que la aman, y
su propia experiencia con el Espíritu de Dios, llegan para
brindarle contención y saludable compañía para crecer en
el entendimiento de la realidad. La comprensión de este
complejo proceso resulta fundamental para poder acompa-
ñarla con amor. La sabiduría sumando al amor para generar
mayor conexión. Mejor comunicación, mejor vínculo, mejor
aprendizaje, mas salud. El querido Marck Oestreicher, en
su libro Entiende a tu preadolescente, explica con mayor
detalle este fenómeno del pasaje del pensamiento concreto
105
al abstracto. Déjame recomendarte que te informes sobre
esta instancia. Considera que trabajas precisamente con
los protagonistas de estos dramáticos cambios y, si quieres
acompañarlos bien, deberás crecer en la compresión de este
fenómeno. Recuerda lo que trabajamos en el capítulo ante-
rior sobre capacitarnos para servir mejor.
La exigencia de la supervivencia
Ahora bien. Seguramente habrás notado cómo los cambios
físicos, mentales y psicológicos no pueden desconectarse
de los elementos sociales como, por ejemplo, el cuidado
familiar. Cuando esto último está ausente o es deficiente las
consecuencias pueden llegar a ser muy duras. En los prime-
ros años de vida ese descuido puede ser mortal o derivar
en serios trastornos; el transcurrir de los años mejorará
algunas condiciones pero aun así, el descuido casi siempre
derivará en niños y niñas que terminan convirtiéndose en
sobrevivientes. Para esto, es muy probable que alcancen
muchas instrumentaciones propias del pensamiento abs-
tracto.
Una vez charlaba con una chica de trece años. No podía
salir de mi asombro sobre lo bien que podía explicarme el
caos de su hogar y los efectos nefastos de la inmadurez
de sus papás. Creo que con un mínimo entrenamiento ella
podría haber dado un simposio para padres. Su cerebro la
dotó de métodos de procesamiento abstractos que le permi-
tieran sobrevivir. Sin embargo, esto no la libró de las conse-
cuencias del descuido o el desamparo, porque sus emociones
heridas trajeron serias repercusiones sobre sus conductas y
sus relaciones. No fue otra cosa que su relación con Cristo,
106
y con otros seres que la amaron desinteresadamente, lo que
permitió que su espíritu reconciliándose con el Espíritu de
Dios, la ayudara a sanar y a proyectarse en la vida con fe y
esperanza. Otra vez: todo relacionándose con todo y afec-
tándose mutuamente.
En construcción
Lo que los últimos avances tecnológicos han aportado
a las neurociencias es importante de considerar. Gracias a
herramientas como la tomografía computada hoy podemos
observar en pantalla, en vivo y en directo, cómo distintos
estímulos afectan diferentes áreas de nuestro cerebro. Los
descubrimientos de los últimos años nos han aportado
datos con los que no contábamos hasta ahora. Creíamos
que el hardware de nuestro cerebro ya estaba todo dispo-
nible para que lo llenáramos del software necesario para
sacarle el mayor provecho pero ¡atención!: ahora sabemos
que no solo tendremos que prestarle atención a la infor-
mación que le brindamos a nuestros chicos y chicas. No
solo es necesario actualizar el software: tendremos que
considerar que nuestra biología sigue haciendo transfor-
maciones hasta, aproximadamente, los veinticinco años
de edad. Hasta ese momento necesitamos tener en cuenta
que, físicamente, algunas partes del cerebro humano aún
continúan desarrollándose. Ese es, por ejemplo, el caso del
lóbulo frontal del cerebro, donde se procesa la información
que se relaciona con la planificación, el orden, el control, el
análisis. Muchas veces hemos observado cómo los preado-
lescentes y adolescentes tienen dificultades con esas funcio-
nes.
107
Hasta aquí considerábamos que esto estaba relacionado,
tan solo, con alguna falta de información o un entrena-
miento deficiente. Hoy también sabemos que aún no están
dadas las mejores condiciones biológicas para que puedan
operar con eficiencia en ese tipo de acciones. No tiene tan
solo que ver con que aún no hayan bajado algún «progra-
ma» o que algún «virus» se haya filtrado.
Nuestra biología, en esta etapa de la vida, no solo se dedi-
ca a estirar un fémur o hacer crecer bello en lugares donde
todavía no crecía sino que también trabaja en reformas en
la azotea. Si alguna vez te enojaste con un preadolescen-
te y le hiciste una pregunta como esta: -»¿Qué tienes en
el coco?», ahora estamos en condiciones de afirmar que,
muchas veces, no se trata de lo que tiene, sino de lo que le
falta. Si alguna vez te molestaste con un chico o una chica
de esa edad y pensaste: ¿le falla la cabeza?, en un gran
número de casos, la respuesta correcta sería no. No siempre
estará relacionado con una falla. Esa conducta que observas
tiene mucho que ver con secciones del cerebro que aún se
encuentran en desarrollo.
Si le pido a mi hija Paz que analice una oración y la separe
en sujeto y predicado, ella no podrá hacerlo, tiene apenas
tres años. No se trata de una falla, ella se encuentra en un
proceso de crecimiento. Ya sabíamos que esto no estaba
referido únicamente a la información que todavía no le
habíamos brindado. Ella aún no está lista. Ahora sabemos
que algo similar sucede con mis hijos mayores y el orden
de sus habitaciones. Hoy tenemos los datos necesarios para
entender que no solo es un problema de crianza deficiente
o de mala educación; su cerebro, por ahora, tiene limita-
108
ciones estructurales para asimilar la necesidad de orden.
Algún observador ingenuo, luego de este análisis podría
afirmar: ¡Sobrevivamos a estos seres hasta que terminen de
crecer! Pero la expresión no se ajustaría a realidad. No es-
taría considerando el valor de las interacciones. Otra vez: si
aceitamos la comunicación y ofrecemos vínculos sanos, esa
interacción dará como fruto el aprendizaje necesario para
vivir saludablemente.
Aun cuando mi hija Paz no está lista para leer, sé que
puedo ir ayudándola a identificar algunas letras. Algo
parecido pasa con Franco y Florencia: el amor, los límites y
la enseñanza de principios y valores generan condiciones
favorables para que su cerebro, poco a poco, se desarrolle
debidamente y de paso, vaya adquiriendo la información
necesaria para que su cuarto pueda estar, al menos, un poco
más organizado. Estos datos, deberían ayudarnos a com-
prender mejor la situación en la que se encuentran nuestros
preadolescentes. Nos generan mejores posibilidades para
brindarles la compañía que necesitan. Aún será todavía
mejor si podemos ayudarlos a que, en medio de todos estos
procesos de transformación, puedan poner al Espíritu de
Dios en el lugar que le corresponde. Lo mejor que podemos
hacer por los chicos y chicas de esta edad es ayudarlos a
que tomen la misma decisión que Jesús tomó cuando tenía
la edad de ellos: considerar los negocios del Padre como su
primera necesidad.
Nuevos circuitos
Una mayor comprensión de las dinámicas de transforma-
ción propias de esta edad nos ayuda a ser más comprensivos
109
con la realidad de los chicos y chicas con los que podemos
llegar a trabajar. Por eso te recomiendo que no te quedes
con lo que aquí podemos llegar a desarrollar y, sin que te
sientas obligado a convertirte en un experto, busques más
información de la que estamos aportándote.
Déjame abordar algunas cuestiones más que he podido
investigar sobre el funcionamiento cerebral de los pre: en
esta nueva etapa, el cerebro va a crear nuevos circuitos
que nos permitan tomar decisiones a partir de una nueva
capacidad de análisis. Hasta aquí llevaba varios años tra-
bajando en construir los medios necesarios para percibir el
mundo circundante y adquirir, a través de los sentidos y los
movimientos, las herramientas para entender el medio que
lo rodeaba y poder interactuar con él. Las neurociencias nos
han dejado ver el proceso estructural, nos han permitido
echarle un vistazo a lo que pasa en nuestro hardware para
observar lo que sucede en relación a lo que ya habíamos
comprendido, a través de la experiencia, sobre el pasaje del
pensamiento concreto al abstracto.
Neuronas y dopamina
Nuestra estructura cerebral se encuentra interconectada
por millones de neuronas. Muchas, muchas neuronas que
al conectarse unas con otras forman redes neuronales. Las
neuronas son células que tienen como función recepcionar
estímulos y transmitirlos a través de impulsos nerviosos
(de una forma similar a la que un cable puede transportar
energía eléctrica o información). A través de una conexión
química denominada sinapsis una neurona emisora hace en-
lace con otra receptora. Cada una de estas células posee en
110
su interior una carga genética. Es decir que cada neurona
almacena abundante información que proviene de los más
recónditos rincones de nuestro árbol genealógico.
Estas conexiones resultan el mecanismo elemental para la
formación de la memoria a corto y largo plazo, es decir que
conforman la estructura cerebral que nos permite avanzar
por los procesos de aprendizaje. Mientras el lóbulo fron-
tal sigue desarrollándose, haciendo novedosas conexiones
neuronales para darnos mejores herramientas para analizar,
prever y tomar decisiones que controlen nuestro comporta-
miento, otra parte del cerebro preadolescente (y del adoles-
cente también) juega un papel importantísimo para tener
en cuenta.
El sistema límbico, la zona de nuestro cerebro que procesa
las emociones y las recompensas, nos ofrece todo un desafío
para ayudar a nuestros chicos y chicas en su proceso de ma-
duración. Cada vez que nuestras neuronas recepcionan un
estímulo proveniente del mundo exterior que, ya sea por la
información genética o por el aprendizaje obtenido a partir
de una experiencia anterior se perciba como satisfactorio,
el sistema límbico nos regala un sabroso baño de dopamina
que inunda nuestro cerebro con una sensación placentera.
Enamorarse, la satisfacción de un deseo, una experiencia
mística, un triunfo, una sensación agradable captada por
cualquiera de nuestros sentidos… toda situación que descri-
biríamos como pasarla bien, va a propiciar que el sistema
límbico nos recompense con una descarga de dopamina.
De hecho, este neurotransmisor resulta muy observable en
personas con conductas adictivas. La dopamina es una sus-
tancia química que se reconoce, entre los tantos otros neu-
111
rotransmisores que participan en las sinapsis, en las cone-
xiones que se generan entre una neurona y otra. El sistema
límbico se puede observar mucho más activo en los cerebros
de adolescentes y preadolescentes que en un cerebro adulto.
Así que esa es la situación dentro del cráneo de los chicos y
chicas con los que trabajas. Con el lóbulo frontal en forma-
ción, aun desarrollando el hardware necesario para operar
desde el análisis, el orden, el control y con estos reiterados
baños cool de dopamina fluyendo por su cerebro. Supongo
que te será sencillo llegar al resultado de la ecuación: resul-
tará más que fácil observar a nuestros preadolescentes en
conductas de esas a las que solemos llamar descontroladas.
Senderos en la pradera
Una conexión neuronal bien podría asemejarse a un sen-
dero marcado en medio de una pradera. Puedes identificarlo
como un trazo entre las hierbas que crecen sobre la exten-
sión. Algún día alguien eligió ese pasaje porque lo consideró
apropiado y a partir de esa primera experiencia lo volvió a
atravesar en periódicas y repetidas veces. Con cada recorri-
do se fue volviendo cada vez más fácil atravesar la pradera.
El roce fue eliminando el pasto permitiendo que la tierra
quedara a la vista y que en algunos casos hasta se formara
un surco. Es como si el cable de conexión fuera ensanchán-
dose cada vez más, volviéndose más firme y más difícil de
cortar. Las sinapsis, que provocan estas conexiones neuro-
nales, estos senderos que recorren nuestra pradera cerebral,
producen los enlaces químicos que potencian nuestra acción
y derivan en determinadas conductas. Detrás de todo hábito
y de todo patrón de conducta existe una poderosa conexión
112
neuronal. Un claro y marcado sendero en la pradera. Mien-
tras las neurociencias nos brindan estos aportes la psicolo-
gía social afirma que el ser humano es un ser de necesidad.
Nuestra conducta está en gran manera determinada por
nuestro deseo de satisfacer algo que percibimos como
necesario. Observa que no dije que sea necesario sino que
percibimos como necesario.
Basta con que tu cerebro perciba algo como una auténtica
necesidad para diseñar una conducta que produzca la sa-
tisfacción esperada. Así que, explicado de una manera muy
simplificada, una neurona recepcionará el estímulo de una
necesidad a partir de lo que la carga genética o la experien-
cia acumulada indique, y a través de pulsos nerviosos hará
un enlace con otra neurona receptora. Así nuestro cerebro
genera el respaldo para accionar una conducta. Si la expe-
riencia resulta satisfactoria entonces el sistema límbico nos
regalará una descarga de dopamina y entonces el enlace
se establecerá, dejando el sendero marcado para cuando la
necesidad vuelva a manifestarse.
Ese sendero se recorrerá tantas veces como el cerebro lo
considere satisfactorio hasta que la muerte nos desconecte
o hasta que por algún otro aprendizaje descubra que existe
un mejor camino y determine que, por alguna razón ligada
a su necesidad, es posible considerar otra estrategia. En-
tonces se realizará otra conexión neuronal que ya veremos
si llega a formar un surco tan marcado como el que trazó
el sendero anterior. Insisto que estoy desarrollando una
explicación súper sintética, casi una caricatura, un boce-
to a mano alzada en una servilleta. Estoy dejando afuera
decenas de otros elementos y otras posibles situaciones que
113
podrían darse. A partir de esta explicación elemental espero
regalarte algún dato más para comprender las conductas
de los chicos y chicas. Espero que puedas observar cómo
los elementos biológicos, psicológicos, sociales y espiritua-
les interactúan en los procesos de aprendizaje de los niños,
preadolescentes, adolescentes y jóvenes.
114
Franco se encontró con la tableta y otro en el que se encon-
tró con ese juego que tanto le gusta. El sin fin de estímulos
visuales y auditivos le ofrecieron la satisfacción deseada y el
sistema límbico inundo su cerebro de «deliciosa» dopamina.
Hubo fiesta en su cabeza, una sinapsis nueva tuvo lugar
aquel día y una conexión neuronal comenzó a tomar forma
cada vez más robusta. Un sendero en la pradera se trazó y
con el tiempo se volvió el elegido cada vez que se perci-
bió la necesidad. Por decirlo de alguna manera, su cerebro
pide más satisfacción, desea ese dulce baño dopamínico. Se
escucha una voz repitiendo como un eco: «Hazlo otra vez,
hazlo otra vez, llévame una vez más por ese sendero boni-
to…». Como el cerebro tiende a ahorrar energía no percibe
la necesidad de buscar otras opciones, excepto que la table-
ta desaparezca.
Entonces habrá un alto nivel de frustración que, si es ela-
borada correctamente, podrá dar lugar al diseño del trazado
de un nuevo sendero frente a la necesidad de resolver la
insatisfacción por otro medio. Algo así ocurrió esa noche.
Claro que para que eso sucediera tuvo que existir un padre
malvado que hizo desaparecer la tableta. Al final, la frus-
tración pudo elaborarse a regañadientes y Franco puedo
sumarse al juego que el grupo proponía. Eso lo llevó a una
experiencia lúdica distinta, enriquecida por la interacción
con otros seres humanos de carne y hueso.
Enseguida mi varón preadolescente favorito fue prota-
gonista. Participó activamente y el aburrimiento se fue
desvaneciendo. Los éxitos, los elogios y las risas compar-
tidas dejaron satisfecho a su sistema límbico y éste dio
como contraprestación su recompensa de dopamina. Otra
115
conexión neuronal tuvo lugar, un nuevo aprendizaje y hoy,
cada vez que se presenta la posibilidad de participar de este
juego, no necesito hacer desaparecer la tableta. Franco salta
deseoso de participar.
116
el consumo no solo cambian la información que recibimos
sino que promueven transformaciones en la manera en que
nos acercamos a la vida. Cuando yo era niño solo había dos
programas por cada uno de los cuatro canales a los que
tenía acceso en un televisor al que había que darle vuelta
a una enorme perilla para sintonizarlo. Un programa era a
la tarde y el otro a la mañana. Siempre debía resignarme a
esos dos programas, a respetar sus horarios y luego saber
que el televisor era propiedad exclusiva de los gustos de mi
mamá y de mi papá, además de saber entender que las pu-
blicidades eran ineludibles y que debía tener paciencia para
esperar que el espacio publicitario concluyera para seguir
viendo lo que deseaba. La realidad de mis hijos es completa-
mente distinta. Ninguno de ellos está obligado a consumir
lo que consumen sus padres. Ni siquiera lo que consume el
otro hermano o hermana. Existe programación a su me-
dida las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta
y cinco días del año y el fenómeno Netflix (la plataforma
digital que provee películas y series) ha dejado afuera, por
lo menos por ahora, la interrupción de las publicidades. Así,
nuestro cerebro no solo recibe información sino también
entrenamiento. Estos ejercicios que proveen los dispositivos
y las pantallas entrenan a nuestro cerebro en las funciones
referidas al procesamiento de la información por medio de
las imágenes y de la creatividad. Las zonas del cerebro que
tratan con estos estímulos se fortalecen como un músculo
muy ejercitado mientras que las que tratan con los argu-
mentos filosóficos y conceptuales se desarrollan en una pro-
porción mucho menor. Obviamente, cuando desde la iglesia
o desde la escuela priorizamos el discurso o el sermón como
instrumento pedagógico privilegiado, nos encontramos con
117
una generación desconectada. No podemos dejar de consi-
derar que los recursos tecnológicos han venido para que-
darse y formar parte de nuestra vida. Mucho más aún para
las nuevas generaciones a las que denominamos nativos di-
gitales. Entiendo que esta realidad debería hacernos revisar
nuestras estrategias. Aclaro que no estoy a punto de hacer
la propuesta de que enviemos nuestros sermones a través de
las redes sociales para que los chicos los consuman a través
de sus dispositivos; creo que la revisión debe ser mucho más
profunda que eso. Algo de esto ya hemos hablado y conti-
nuaremos haciéndolo en los capítulos que vienen.
Sinapsis celestiales
Es llamativo observar que mientras todos estos novedosos
descubrimientos aparecen en los círculos científicos, el doc-
tor Lucas nos dejaba datos precisos sobre cómo estas trans-
formaciones biopsicosocioespirituales se manifestaba en
el Jesús preadolescente, allá en aquellos días donde dejaba
en claro su decisión de meterse de lleno en los negocios del
Padre:
«Entonces Jesús volvió con sus padres a Nazaret y los
obedecía en todo. Pero su madre guardaba todas estas
cosas en el corazón. Jesús seguía creciendo en sabiduría
y estatura, y gozaba más y más del favor de Dios y de la
gente». Lucas 2:51-52.
¿Pensaste que no iba a citar ningún versículo en este ca-
pítulo? De ninguna manera… y tengo un par más reservados
para el final.
118
Crianza, educación y discipulado tienen el desafío de
acompañar este proceso. No podemos entrar en sus cabezas
y cambiar el cableado. No sería honesto trazar los senderos
por ellos. No podemos adueñarnos de su pradera cerebral.
No nos pertenece. Nuestro desafío es ayudarlos a pensar,
no pensar por ellos. Es importante brindarles la contención,
el respaldo, la conexión emocional y el estímulo intelectual
que los potencie para el cambio positivo, que los ayude a al-
canzar la vida adulta como un salto superador a la aventura
y no con la resignación frente a una triste decadencia. El
cambio es posible. A los neurocientíficos les gusta llamarlo
neuroplasticidad: la posibilidad de trazar nuevos senderos
en el pasto; mejores senderos que nos ayuden a obtener
mejores resultados. Las conexiones neuronales tienden a
ser rudimentarias, nuestro cerebro prefiere naturalmente la
pereza. Le basta con la supervivencia. Una vez que traza un
sendero, la tendencia natural no será buscar otros nuevos…
elegirá el modo automático que le permite economizar
energía. Pero no estamos obligados a quedar sujetos a la pe-
reza de nuestro hardware. No tenemos por qué amoldarnos
a estructuras mentales rígidas. Mira como lo dice el apóstol
Pablo.
«No se amolden a la conducta de este mundo; al contra-
rio, sean personas diferentes en cuanto a su conducta y
forma de pensar. Así aprenderán lo que Dios quiere, lo que
es bueno, agradable y perfecto». Romanos 12:2.
Las neurociencias vienen a descubrir que las estructuras
de nuestro cerebro no son tan rígidas como para atraparnos
en moldes aprendidos por sistemas de mediocridad… ¡Ups!
Parece que Pablo ya lo tenía claro. Existe esperanza para
119
cualquier cerebro, aún para el de los adultos y ¡cuánto más
para los preadolescentes con los que trabajas! Nuestra men-
te puede ser renovada. Eso requiere de energía, necesita que
le pongamos ganas al aprendizaje, pero es posible. Podemos
reescribir nuestros senderos, re-cablear nuestras conexiones.
Podemos permitir que el Espíritu de Dios disponga de las
enseñanzas del Maestro para hacer novedosas sinapsis que
nos lleven a dejar de ser supervivientes rasos y nos trasladen
a la experiencia de la vida en abundancia. Las enseñanzas
de Jesús trazan senderos a la verdad que te hace auténtica-
mente libre. De hecho, todas las ideas que te regalamos en
el capítulo uno acerca del discipulado integral, pueden verse
desde aquí como estimuladores neuronales.
120
tra pradera que, aun regalándonos altas dosis de dopami-
na, pueden llevarnos a tomar decisiones perjudiciales para
nuestra vida. Por eso Juan nos ayuda a pensar sobre dónde
enfocamos nuestro amor:
«No amen al mundo ni lo que hay en él. El que ama al
mundo no ama al Padre, porque nada de lo que hay en el
mundo —las pasiones sexuales, el deseo de poseer todo lo
que agrada y el orgullo de poseer riquezas— proviene del
Padre sino del mundo. Y el mundo se está acabando y con
él todos sus malos deseos. Pero el que hace la voluntad de
Dios permanece para siempre». 1 Juan 2.15 a 17.
Déjame decírtelo así: no podemos dejar a nuestro siste-
ma límbico dirigir nuestra vida, por más tibios que resulten
sus baños de dopamina. Por eso es importante que nuestro
lóbulo frontal se desarrolle apropiadamente enriqueciendo
las funciones que nos permiten analizar, organizar, ordenar
y planear adecuadamente para tomar decisiones sabias.
Podemos equipar a nuestro cerebro para que haga mejores
conexiones neuronales. A lo que dijo Juan, sumémosle lo
que dice Pablo:
«Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a
hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a ha-
cer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante
el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la natu-
raleza pecaminosa, vivirán. Pues todos los que son guiados
por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y ustedes no han
recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En cambio,
recibieron el Espíritu de Dios cuando él los adoptó como
sus propios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, Padre»». Roma-
nos 8:12-15 (NTV).
121
Este es un llamado a enfocarnos correctamente. Pero
quiero hacerte notar lo que dice el versículo 13. Elegí esta
versión porque, al igual que la RVR 1960, utiliza la expresión
hacen morir. Las conexiones neuronales no pueden desco-
nectarse de un día para el otro. Puedes descubrir que esa
conexión te va terminar matando; puedes descubrir que ese
sendero marcado en el pasto te lleva a un lugar equivocado
pero es muy difícil borrarlo de inmediato. Humanamente
hablando, no existe tijera para cortar una conexión neu-
ronal. Por eso, para nosotros el consejo es que busquemos
nuevos caminos con la guía del Espíritu Santo, ese que nos
hace llamar a Dios papito querido (vs. 14 y 15). Senderos
que nos permitan caminar otros recorridos para permanecer
en ellos con constancia. Así, pronto verás cómo esa conduc-
ta es más sencilla de elegir. El surco se profundizará, la co-
nexión se engrosará. Y mientras tanto, casi sin darte cuenta,
el pasto volverá a crecer en ese sendero que ya no utilizas.
El cerebro estará más resistente a volver a recorrerlo. Matar-
lo es algo difícil, dejarlo morir es neuronalmente posible. Se
ajusta a lo que sabemos sobre la neuroplasticidad. Por eso el
desafío, más que cortar una conexión neuronal, es enfocar-
nos en hacer nuevas sinapsis.
«Y la paz de Dios, esa paz que nadie puede comprender,
cuidará sus corazones y pensamientos en Cristo. Por últi-
mo, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, todo
lo que es respetable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo
amable, todo lo que es digno de admiración; piensen en
todo lo que se reconoce como virtud o que merezca elo-
gio. Practiquen lo que han aprendido, recibido y oído de
mí, y lo que han visto en mí. Y obrando así, el Dios de paz
estará con ustedes». Filipenses 4:7-9.
122
Nuevas conexiones neuronales en el contexto de la re-
lación con Cristo y de vínculos sanos que nos ayudan en
los procesos de aprendizaje. Nuestro desafío para con las
nuevas generaciones consiste en vivir en la paz de Dios para
contagiarla mientras los acompañamos en estos procesos de
transformación. Ayudándolos a pensar, a realizar conexiones
dentro y fuera de su cerebro que promuevan la vida y los
potencien para vivirla de manera abundante. Acercándolos
a Jesús y su paz. Nada cuidara mejor de sus emociones y
pensamientos.
En medio de tanto cambio, desafiados a dejarse transfor-
mar por el Espíritu de Dios, será importante generarles la
oportunidad de encontrar terreno sólido donde sujetarse
a la vida. ¿De dónde podrán aferrarse viviendo semejante
temblor?
«T res virtudes hay que ahora permanecen :
la fe , la esperanza y el amor . P ero la más
excelente de ellas es el amor ». 1 C orintios
13:13.
123
dejando afuera el juicio y la condena, regalemos gracia y
compasión, contención e instrucción. Animando a la fe,
generando esperanza, brindando amor. Precisamente sobre
eso pensaremos en el capítulo que viene.
124
6
EL SECRETO
DEL LUGAR
SEGURO
Necesitan refugio
En medio de tantos cambios y exigencias, se vuelve nece-
sario generar un espacio que resulte propio para los chicos
y chicas, un refugio relacional que los contenga y potencie.
L.A.GR.AM. (Liderazgo y Adolescencia, Grupo de Amigos)
produce dos series de campamentos para preadolescentes
y adolescentes al año. Un número importante de chicos y
chicas cuando termina el campamento de verano ya están
pensando cómo inscribirse al de invierno. Unos meses antes
se abre la inscripción online y algunas madres están espe-
rando el minuto cero de la apertura, sentadas delante de sus
computadoras, para que sus hijos no queden fuera del cupo.
No exagero. Puedo darte el nombre de esas mujeres. Se
han desatado importantes conflictos familiares porque los
padres no han cumplido con los requisitos administrativos y
sus hijos se quedaron sin lugar. No es mi intención jactarme.
De hecho no tengo de qué. Hay todo un equipo que trabaja
para que llegar a ese resultado. Mi mérito es muy pequeño.
125
Los campamentos de L.A.GR.AM. rara vez han llevado un
banda de rock como invitada y cuando se hizo no se incluyó
en la promoción. Nunca se anticipa quien será el conferen-
cista invitado. No hay torneos de videojuegos y el uso del
celular suele acotarse de alguna u otra manera. El presu-
puesto es muy limitado y los gastos son exclusivamente los
necesarios. ¡Ah! Y un dato curioso más: los chicos y chicas
saben que a lo largo del campamento se les pedirá más de
una vez participar en tareas de orden o limpieza. ¿Dónde
está el secreto?
Estas son algunas de mis conclusiones: es un espacio de
ellos. Un lugar propio construido a su medida. Todo está
pensado para ellos: la comida, el programa, lo que se canta,
la música que se escucha, los juegos que se juegan… todo
es para ellos. Pero hay más: es un lugar donde se promueve
la amistad, las ya consolidadas pero también las potenciales
amistades que puedan sorprenderlos.
Es un espacio de saludable relación entre chicos y chicas.
Es una experiencia donde los adultos o líderes más grandes
juegan un papel relevante pero no invasivo. Regalan saluda-
bles abrazos, brindan atención, prestan el oído, juegan con
ellos, comparten la mesa y propician espacios de diálogo
sobre las relaciones, sobre la vida y sobre la fe. No etique-
tan, no ponen sobrenombres ofensivos, no menosprecian.
Con sus palabras alagan, elogian, felicitan, ayudan a pensar.
Las reglas son explicadas como principios para disfrutar y
aprovechar mejor del tiempo juntos. Nada se presenta desde
una imposición irracional y todo se promueve enseñan-
do que el mayor disfrute se da cuando todos disfrutamos
juntos. Se desalienta lo obsceno, la broma de mal gusto y
126
las palabras que no edifican. El equipo está conformado por
jóvenes y adultos que viven con alegría y con espíritu lúdico
los procesos de maduración. Pueden rotar en distintos roles,
comandando en algunas instancias y sujetándose en otras.
Nunca eluden tareas de servicio como limpiar un baño o
lavar platos, no importa el cargo que desempeñen. Los ho-
rarios intentan ser funcionales pero elásticos. Es un espacio
donde, aunque siempre con alguna falla, se desea alcanzar
la cultura del Reino en un formato accesible para ellos.
Son cuatro dopamínicos días pero, sin embargo, conozco
pocos espacios que hagan tanto por ayudar a los chicos y
chicas a crecer en las funciones propias del lóbulo frontal.
El lugar donde la diversión y la reflexión se comen a besos.
Un espacio donde la risa y el análisis conviven con alegría.
Cien por ciento divertidos, cien por ciento espirituales, así
pretenden ser los campamentos de L.A.GR.AM. Un refugio
especial para preadolescentes y adolescentes. Seguramente
multiplicable, seguramente mejorable.
Un refugio a medida
El lugar geográfico importa poco. He visto cómo algún
hogar ha sabido crear un espacio similar. Conozco algunas
escuelas que han conseguido una experiencia semejante.
Algo parecido pretendemos construir en la comunidad de
fe en la que participo. Conozco otras congregaciones que
también lo han conseguido. Un refugio a la medida de los
preadolescentes: ese es el objetivo. Esos refugios contienen,
estimulan, facilitan vínculos, perfeccionan la comunica-
ción, acompañan los procesos de aprendizaje, afianzan
la saludable autoestima e impulsan hacia el futuro con
127
esperanza. Aunque pueden incluirlas, esos refugios tras-
cienden las paredes de un edificio. Son experiencias únicas
que promueven la salud física y mental, animan el alma,
ayudan a procesar las emociones, facilitan la formación de
redes vinculares y promueven el encuentro con el Creador.
Aunque pueden incluirlos, son mucho más que una serie
de cultos, una reunión, una clase o un programa. Generan
escenarios que fortalecen la conexión entre los chicos y las
chicas, pero también con adultos sanos que se convierten
en interlocutores válidos. Son espacios que facilitan el en-
cuentro con Jesús para ingresar en la experiencia de perma-
necer fieles a las enseñanzas del Maestro, para convertirnos
en sus verdaderos discípulos, para conocer la verdad, para
ser auténticamente libres.
128
no es un lugar al cual asistir, es pueblo, es familia, es gente.
Concebir a la iglesia como un lugar no ayuda, nos impide
abrazar todo su potencial. Cuando la iglesia se percibe como
un lugar no se observa el pueblo caminando por las calles,
las familias haciendo sucursales del Reino en sus hogares, la
gente en las oficinas, las fábricas, las escuelas, las universi-
dades… gente llevando luz a cada rincón del planeta. Este
es el ámbito relacional donde el discípulo encuentra acom-
pañamiento en su proceso de aprendizaje. La iglesia siembra
por medio de la instrucción del evangelio, de la palabra de
Dios, de la proclamación de la verdad y cosecha por medio
del amor, de la contención, del afecto entrañable y del im-
pulso hacia proyectos de esperanza. Así entendida, la iglesia
es una experiencia más que atractiva, un pueblo del cual
formar parte, una familia a la que da ganas de pertenecer,
una comunidad que brinda una espacio alternativo a la me-
diocridad del sistema, un equipo que impacta de tal manera
que ni las puertas del infierno se le resisten.
129
al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies». Mateo
9:35-38 (RVR 1960).
Otras traducciones eligen otros calificativos similares
pero esta revisión de Reina y Valera opta por desampara-
dos y dispersos. Mateo relata los hechos como quien desea
confirmar que la muestra estadística es lo suficientemente
amplia. Se relevaron muchas ciudades y muchas aldeas y en
todas ellas el resultado arrojado fue el mismo: la gente está
como ovejas que no tienen pastor, desamparadas y disper-
sas. El desamparo es un mal devastador. Derrumba el alma y
provoca esencialmente dos cosas:
El desamparo y el dolor
Para empezar, produce un profundísimo dolor. Sea un epi-
sodio aislado o una serie de acontecimientos que lo vuelven
una experiencia crónica, el ser dejado de lado no produce
otra cosa que dolor. «No existe quien me preste atención,
no le intereso a nadie, no importo…». Todo parece comuni-
car que no soy valioso, no soy digno de respeto y, evidencias
a la vista, parece que tampoco merezco ser cuidado. ¿Has
experimentado un fuerte dolor de muelas? ¿No te da ganas
de asesinar gente inocente? Gente a la que jamás pensarías
en hacerle daño alguno si no fuera porque ese dolor inter-
fiere con tu cordura y te altera de manera especial. Algo
parecido produce el dolor provocado por el desamparo. La
tendencia es al mal humor por frustración, por bronca o
por depresión. Esa herida es una llaga que muchas veces
no nos deja pensar con claridad. Ese dolor golpea nuestras
emociones y la onda expansiva de ese golpe contagia todo
de una pura emoción desordenada que no permite que la
130
razón accione con eficacia. Operar con esa herida abierta no
solo afecta tu condición, muchas veces incide en la manera
en que te relacionas con otros. Ese dolor grabado a fuego
en tu interior provoca que situaciones actuales, que serían
totalmente digeribles bajo otras circunstancias, se vuelvan
tan irritantes o tan dramáticas que nos hacen vivir como si
siempre estuviéramos al borde de un ataque de nervios.
El desamparo y la falta de
instrucción
Lo otro que produce es una lamentable falta de instruc-
ción. Mi hermana Graciela y mi cuñado Juan Carlos alguna
vez auxiliaron a dos preadolescentes en situación de vulne-
rabilidad. Eran los mayores de una familia de doce herma-
nos, de una sola madre, de muchos progenitores, de ningún
padre. En un estado de extrema pobreza, su madre, una mu-
jer también desamparada desde su niñez, estaba internada a
la espera del alumbramiento número trece. Aquella mañana
los dos chicos llegaron al departamento de mi hermana
mientras ella preparaba todo para almorzar. Cuando todo
estaba listo los invitó a lavarse las manos y entonces ellos,
entusiasmados por la experiencia novedosa, fueron al baño
inmediatamente. Una vez ahí se asomaron por la puerta y,
con curiosidad, llamaron a mi hermana. – «¿Qué es esto?»
– le preguntaron. Mi hermana no supo a qué esto se refe-
rían. Tímidamente, se lo señalaron desde lejos, pero Graciela
no lograba identificar qué era eso que tanto les llamaba la
atención. Así que les pidió que se lo indicaran mejor. Enton-
ces uno de ellos estiró la mano hasta el vaso frente al espejo
y tomó entre sus dedos uno de los cepillos de dientes de la
131
familia. Jamás habían cepillado sus dientes. No sabían que
era aquello. La instrucción suele ser una práctica de adultos
presentes. Muchas instrucciones se pierden en la ausencia
de los adultos. Algunos niños viven experiencias de desam-
paro tan o más significativas que las que acabo de descri-
birte. Otros no llegan a semejante situación pero cualquier
medida de desamparo atenta contra tu formación. Enorme
o pequeño, el desamparo siempre te deja sin algún dato
importante para vivir mejor.
Supongo que ante los ojos de la mayoría de los observa-
dores yo no hubiera entrado en la categoría de niño des-
amparado. Sin embargo, aún con unos maravillosos padres
como los que tuve, yo también puedo relatar anécdotas
donde me percibí dejado de lado. Conductas de mis padres
que, aunque nunca con mala intención, me regalaron pe-
queñas escenas de desamparo que aportaron a mi vida dolor
o falta de instrucción.
La muestra estadística de Mateo no es casual. El pecado
propio y ajeno deriva en una pandemia mundial de desam-
paro. Todos lo padecemos, así que yo también he cargado
con muchos de esos dolores durante muchos años. Me he
ido liberando de muchos de ellos a partir de elaborarlos y
sanarlos pero por la falta de instrucción, aún hoy sigo des-
cubriendo cosas en las que no fui enseñado o fui enseñado
de manera deficiente. Obviamente, esto tiene consecuencias
en mi vida. Siempre hubo un cepillo de dientes para mí y de
manera temprana se me enseñó a utilizarlo pero confieso
que he sido muy mal entrenado en otras áreas, como por
ejemplo, la disciplina y el orden. Los propios desamparos de
mis padres me han marcado de tal manera que, al menos en
132
esos aspectos, infinidad de veces me veo actuando como un
huérfano carente de instrucción.
133
La compasión no es tan solo un acto de amor bondadoso
que perdona, contiene y pasa manos tiernas por hombros
llenos de maldad, torpeza o locura. No te confundas. Eso no
es compasión. Si solo hacemos eso ponemos nuestra vida en
riesgo. Hacer solo eso, lejos de curar la pandemia, la conso-
lida. La compasión es el acto que, observando el desamparo,
no solo atiende el dolor, no solo limpia, pone cremas cura-
tivas y venda, no solo abraza y llora con el dolor ajeno, no
solo brinda comprensión para lo que parece incompresible.
Esa es la mitad de la tarea. Sí, porque esa parte también es
necesaria. No hay forma de sanar ese dolor si no somos soli-
darios, si no lloramos con el que llora, si no hacemos nues-
tro aporte a los procesos que sanan esas heridas profundas,
que producen los dolores, que hacen que la razón se pierda
y que la conducta desvaríe. Pero no basta con los venda-
jes. La compasión no solo atiende el dolor. También presta
atención a la falta de instrucción. Los desamparados, desde
su dolor, tienden a querer solo los vendajes caritativos. Los
diagnosticadores de mal, torpeza o locura comúnmente
eligen la ley, la doctrina fría, la verdad desnuda, la instruc-
ción pelada, y la mayoría de las veces todo eso no son más
que los senderos hacia el estrado y al patíbulo del juicio y
la condena. Ninguna de estas cosas son actos compasivos
por sí solos. Mucho menos estos últimos. La compasión es
la identificación con la necesidad del otro y el desamparado
no necesita una cosa o la otra. Necesita las dos cosas juntas:
los vendajes del consuelo y la contención que curan el dolor
y el límite y la corrección que resuelven la falta de ins-
trucción. Los verdaderos refugios proveen las dos cosas. No
piensan castigos para los reos, los tontos o los locos. Tampo-
co propician indultos llenos de condolencia. Los verdaderos
134
refugios tratan con desamparados que necesitan vendajes
llenos de perdón y de afecto, y novedosa instrucción que
ayude a hacer correcciones necesarias para evitar volver a
tropezar con la misma piedra.
«Al oír esto, los más viejos comenzaron a irse, y luego poco
a poco los demás también se fueron. Sólo la mujer seguía
allí y Jesús se quedó solo con ella. Entonces él se enderezó y
le preguntó: —Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condena-
do? Ella dijo: —Nadie, Señor. —Yo tampoco te condeno. Vete
y no vuelvas a pecar». Juan 8:9-11.
Jesús no condena, de hecho, a esta mujer le salva el pelle-
jo frente al juicio de los fariseos y de los maestros de la ley.
Hay amor, hay perdón pero también hay instrucción para
ella. «Vete y no vuelvas a pecar». Eso es verdadera compa-
sión. El verdadero amor incluye el perdón y la contención,
pero amar también implica saber dibujar esos límites que
potencian tu libertad. Nunca seré del todo compasivo si
ayudo a sanar tus heridas pero no te ayudo a pensar por
qué se produjeron y cómo puedes evitar que se vuelvan a
producir.
Desamparados… y dispersos
Pero el diagnóstico de Jesús agrega un elemento más.
Existe una sola cosa peor que sufrir el desamparo: experi-
mentarlo como individuos dispersos. La dispersión le roba
las esperanzas al desamparado o a la desamparada. Esta es
una versión de la soledad que no necesita de tu aislamiento
físico. Lo que Jesús está mirando son diferentes multitu-
des que se congregaron en las distintas ciudades y aldeas.
135
Mucha gente reunida. Mucha gente sola. La dispersión es
un mal que puede manifestarse en tu vida aun cuando te
encuentres rodeado de una multitud. Es la soledad en la
muchedumbre. Entonces el cuadro de desamparo se com-
plica porque la multitud te genera el espejismo del amparo,
pero en realidad la gran masa oculta tu soledad. Pareces
reunido pero estás íntimamente disperso. En muchas de
nuestras iglesias vivimos el mismo engaño: asistimos a cul-
tos y reuniones llenas de personas pero es un error pensar
que eso sanará tu desamparo. Necesitas un refugio que se
construye con vínculos, puentes que te quitan del aisla-
miento, de la dispersión y que propician las posibilidades
para que la compasión, que instruye y contiene, te brinde el
amparo necesario que, precisamente, sane tu desamparo.
Socios de la compasión
Esta parte me encanta. Jesús trata con el desamparado
disperso. Él es el buen pastor que viene a suplir tu necesidad
de ser pastoreado con contención y corrección, pero gran
parte del tratamiento que él te indica, es solidarizarte con
otros desamparados, asociarte a su pastoral. Por eso, al ver
el cuadro de las distintas multitudes, al obtener los resulta-
dos de su mirada de rayos x, invita a sumarse a su causa:
«Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mu-
cha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies,
que envíe obreros a su mies». Mateo 9:37-38 (RVR 1960).
Muchas veces hemos usado este pasaje para alentar a
la evangelización y esto no está mal si redefinimos a qué
llamamos evangelización. Si evangelizar es ser testigo de las
buenas nuevas que Cristo nos trae; si comprendemos que
136
esas buenas noticias no solo se dicen sino que se atestiguan
con la propia vida; si entendemos que evangelizamos al
identificarnos como desamparados en proceso de recupe-
ración; si se trata de brindar el amor que se acerca para
terminar con la dispersión y que venda e instruye otorgan-
do verdadera compasión, entonces sí. Sigamos usando este
pasaje para darnos ánimo y no dejar nunca de ser testigos
de lo que Cristo puede hacer en la vida de desamparados y
dispersos. De alguna manera, creo que en este pasaje Je-
sús nos dice: Si el problema es que no tienen pastor, aquí
estoy yo, el Buen Pastor. Yo soy aquel que da su vida para
sacarlos de la dispersión y el desamparo. Ahora vengan. Sú-
mense. Les concedo el honor de ayudarme. Pero el trabajo
es tan grande que requiere muchos corazones compasivos.
Súmense y pídanle al Padre que nos envíe más obreros que
dejen de lado el juicio y la condena, que se asocien a no-
sotros para tratar con tanto aislamiento, con tanto dolor y
con tanta ignorancia.
La iglesia refugio
La Iglesia es el cuerpo de Cristo. La comunidad de desam-
parados y dispersos que han buscado protección en Jesús y
hoy ayudan a otros a descubrir este refugio que alguna vez
encontró David.
«SEÑOR, ¡cuánto te amo! Porque eres mi fuerza. El SE-
ÑOR es mi fortaleza, mi roca y mi salvación; mi Dios es la
roca en la que me refugio. Él es mi escudo, el poder que me
salva. Basta que clame a él para ser librado de todos mis
enemigos: ¡Alabado sea el SEÑOR!». Salmos 18:1-3.
137
Mucha gente piensa que el solo hecho de asistir a las
reuniones de una congregación puede bridarle la conten-
ción necesaria. Cuando las crisis azotan descubren que el
rodearse de gente o el pertenecer a una institución nunca
le ofrecerán la calidad de cuidado que realmente necesitan.
Los edificios, las reuniones o las instituciones pueden ayudar
a la construcción de refugios, pero no son el refugio del que
hablamos.
La gracia de nuestro Señor siempre nos brindará su auxi-
lio, él es el único infalible. El resto de los mortales solo so-
mos herramientas que podemos fallar. Lo mejor que pode-
mos brindar es formar parte de una red vincular integrada
por tres, cuatro, cinco personas en la cual si uno no respon-
de, puede responder el otro. Esa red está conformada por
gente falible que responde desde su débil humanidad, pero
será mucho más sencillo que puedan brindarte el auxilio
oportuno si previamente a las crisis has tendido verdaderos
puentes con ellos. Construir en medio de una tormenta es
realmente difícil. Esos lazos no se desarrollan cuando está
todo patas para arriba. En la tempestad se confirma su
calidad pero esa red de contención se teje en los tiempos de
bonanza. Tenemos que aprender a construir nuestros pro-
pios lazos vinculares. Tendríamos que saber identificarnos
como parte de la red de algunas personas. Sería buenísimo
que enseñáramos, a la generación que viene, sobre lo vital
de construir este entramado de puentes vinculares que
liberan de la dispersión y ayudan a sanar el desamparo. Esta
dimensión vincular de la iglesia, que se asocia a Cristo para
contener e instruir, es el mejor refugio que podemos disfru-
tar y brindar.
138
Por eso nuestro trabajo es hacer familia, es generar grupos
de amigos, es formar comunidad. Nuestro objetivo final no
es hacer eventos. Hacemos actividades, si y solo si, ayudan
a generar un espacio que se experimente como refugio
y como plataforma de despegue, que brindan sanidad e
impulsan a sumarse a la causa de Cristo. La dimensión de
esta tarea no tiene permiso para postergarse. Empieza en
el minuto cero de la formación familiar, hace sociedad con
congregaciones que integran crianza y discipulado como
parte de la misma ecuación. Ahí es donde tu trabajo con
los preadolescentes encaja en el plan de Dios. Cuanto antes
sean sanados de su dispersión y de su desamparo, mejor
para ellos, para sus padres, mejor para sus hermanos. Mejor
para sus amigos, para sus compañeros de escuela, mejor
para sus profesores o maestros. Mejor para su futuro, mejor
para quienes compartan su futuro. Nuestra tarea debe ser
pastoral, debe encarnar el discipulado integral, debe brin-
darles el refugio que necesitan. No puede quedar en una
clase, o en una reunión. No puede girar alrededor de un
salmista o un predicador. Necesitamos un equipo de obreros
que sumen sus esfuerzos al sacrificio del Buen Pastor. Te
invito a que dejes de pensar en clases y reuniones para que
pienses en refugios propios de la cultura del Reino. Espacios
que tejen redes vinculares, que piensan y ejecutan estrate-
gias diversas llenas de la compasión necesaria para sanar la
dispersión y el desamparo.
139
el capítulo anterior. Hace un tiempo, con mi amigo Diego
Asteita entrevistamos a Félix Ortiz en nuestro programa de
televisión. Le preguntamos qué hacíamos con los nativos
digitales y él nos habló de la necesidad de construir una
enseñanza relevante y real. Luego definió estos conceptos
y llamó relevante a una enseñanza que está enraizada en
su realidad cultural, conectada con aquellas cosas que les
son propias, aquellas que utilizan momento a momento en
su vida cotidiana. Y llamó real a la enseñanza de la que se
puede extraer una aplicación práctica e inmediata para su
vida de todos los días.
El dato curioso sobre el que reflexionamos al aire, fue el
descubrimiento de que así enseñaba Jesús. Sus parábolas
conectaban con la cultura del momento y las conclusio-
nes de sus enseñanzas llamaban a cambios concretos que
podían aplicarse ni bien su voz le dejaba lugar al murmullo
de la multitud. Jesús hizo esto con un auditorio conformado
en su mayoría por personas adultas, en un tiempo donde
la reflexión filosófica y conceptual no competía con las
pantallas y los dispositivos móviles. Sin embargo, aun con
esas condiciones, él apeló a esta estrategia relevante y real.
¡Cuánto más nosotros debemos tenerlo en cuenta! Por eso,
los refugios en los que trabajamos con nuestros chicos y
chicas deberían ser verdaderos laboratorios donde investi-
gamos y comprendemos sus conexiones culturales. ¡Tienen
tanto para enseñarnos! ¡Están tan dispuestos a regalarnos
ese conocimiento!
En estos refugios los adultos no solo deberíamos enseñar:
tendríamos también que aprender a jugar a ser alumnos.
Déjate enseñar por ellos y obtendrás información súper
140
valiosa para entender en qué consiste su cultura. Enton-
ces podrás ser relevante. Descubre qué es lo que necesitan
comprender, qué nueva aplicación necesitan, qué novedosas
prestaciones están buscando. Entonces podrás ser real. No
te esfuerces tanto por empujarlos a que se interesen por
Cristo. Dedícate a mostrarles a Cristo interesado por ellos.
Esto no es un evangelio humanista, como muchos podrían
juzgar. El centro sigue siendo Jesús. Por eso trabajamos para
generar una cultura del Reino en estos refugios. Es impor-
tante que comprendamos que no somos agentes de prensa
de Jesús. Él nos llamó a ser testigos. Bueno, atestigua que
Cristo se interesa por ellos y su cultura y luego déjalo a él
que obre con su encanto. No pretendas hacer el trabajo que
sabe hacer muy bien su Espíritu. Seamos el cuerpo de Cristo
que hace conexión con la realidad de estos chicos.
Contengamos con amor sus inundaciones dopamínicas,
generemos el espacio vincular donde podamos saltar en
estos charcos que nos regala su sistema límbico y, mientras
tanto, ayudémosles a entrenar su lóbulo frontal para que,
día a día, adquieran aprendizajes que los capaciten para
un pensamiento sabio que les habilite el orden, el análisis
y la planificación. Así, estarán en mejores condiciones para
tomar verdaderas decisiones inteligentes, que los hagan
vivir la auténtica libertad. No se trata tanto de perfeccio-
nar nuestras clases o nuestros sermones, sino más bien de
mejorar las condiciones de estos refugios donde la cultura
del Reino, el amor y la gracia de Cristo, se les impregne
como un aroma, se les grabe como una imagen y los desafíe
para encontrar las estrategias creativas a través de la cuales
puedan aplicar las enseñanzas del Maestro.
141
Un equipo para el refugio
Para esto es vital consolidar un equipo. Gran parte de lo
que nos proponemos en nuestra congregación es que todo
miembro de nuestra iglesia se transforme en equipo. Que de
acuerdo a su llamado y sus dones se incorpore a la misión.
Un ministerio de preadolescentes debería caer por lo que
mi amigo Esteban Borghetti llama la cascada de influencia.
No creo que le rinda honor explicando el concepto con mis
propias palabras pero haré el esfuerzo.
Se trata de una dinámica inclusiva donde el liderazgo
generacional se articula entre las nuevas generaciones y los
adultos; donde los más grandes acompañan a los jóvenes,
los jóvenes acompañan adolescentes, los adolescentes a
preadolescentes y hasta los preadolescentes pueden acom-
pañar a niños. Esta es una forma concreta de generar un
refugio donde unos acompañan a otros, donde todos son
llamados a participar, donde lo que la Reforma dio a llamar
el sacerdocio universal del creyente, se vuelve algo palpa-
ble. Esta dinámica no funciona si pretendemos que nuestro
equipo esté conformado por grandes teólogos con docto-
rados académicos. Tendremos que bajar nuestras exigencias
de inclusión, sin bajar nuestras expectativas de formación.
Damos lugar a las personas para que encuentren su llamado
o para que lo consoliden. Damos espacio porque son llama-
dos, no porque son perfectos. Pero eso no significa no valo-
rar la importancia de su capacitación. Ya lo trabajamos en
el capítulo 4: nos esforzamos por capacitarnos para crecer
en el camino de la verdad que nos hace libres. Buscamos la
sabiduría que nos instruye y nos ayuda a instruir. En el caso
del ministerio de preadolescente, adolescentes y jóvenes
142
de mi congregación, nosotros nos reunimos una vez al mes
precisamente para capacitarnos y capacitar a muchachos
y muchachas que los hemos incluido por el puro deseo de
generarles espacios, pero también con el objetivo de hacer
discípulos para Jesús. Obviamente que son empleados en la
misión pero teniendo muy en claro que servir es una de las
maneras más concretas de que Jesús forme su carácter en
ellos, y al fin y al cabo, ese es el objetivo.
Los cultos y reuniones se arman con un grupo mínimo de
personas. Los refugios necesitan de un equipo que se dedi-
que a amar desinteresadamente. Para eso necesitan, para
empezar, practicar el amor desinteresado entre ellos. Ya lo
dije anteriormente: pocas cosas forman tu carácter como el
trabajar en equipo. Estas tripulaciones no solo brillan en las
tarimas; son una presencia compacta que inunda todo con
amor y compasión. Puedes verlos o verlas en un pasillo, en
un aula, en una oficina pero su tarea sigue en las plazas, en
las casas, en los bares. Los puedes o las puedes ver ponien-
do vendas, abrazando, llorando con el que llora. Puedes
verlos o verlas regalando buenas preguntas que ayudan a
pensar. Ellos y ellas también instruyen pero solo en lo que
pueden hacerlo. No dan respuestas que no tienen, solo por
el orgullo de no quedar como ignorantes. Se reconoce si
no se sabe, se ora, se estudia, se investiga, se pregunta, se
busca en un escalón más alto de la cascada. Ellos y ellas no
abusan del recurso pero pueden llegar a retar si es necesa-
rio, pero si lo hacen siempre es en el marco de una relación
de amor, que tiene un crédito de diez afirmaciones salvajes
para regalar un regaño muy cuidado. Contienen e instru-
yen. Se ejercitan en la compasión. Aquí los adultos juegan
un papel importantísimo generando esa presencia que está
143
atenta pero que abre el juego. No se apoderan de la pelota
aun cuando sienten que ellos lo harían mejor. No están para
brillar, sino para hacer brillar. Disfrutan jugando el juego
de menguar. Aman que Cristo tome su lugar y, para que eso
ocurra, juegan a dejar participar.
Encuentros en el refugio
Un encuentro semanal que promueve el refugio tiene va-
rios objetivos. Solo quiero mencionarte algunos entre todos
los que podrían ser:
Uno de ellos es rendir culto a Dios. Queremos que este
encuentro sea Cristo céntrico. Sin embargo, podemos
pensar miles de maneras de brindar adoración a nues-
tro Señor. Podemos incorporar el canto pero éste no
tendría por qué ser el único medio. Podemos explorar
otras expresiones artísticas. Podríamos adorar por me-
dio del servicio, del afecto a mi hermano, de palabras
de bendición para quien está a mi lado, por medio de
cualquier acto de obediencia, a través de una búsqueda
constante de la excelencia en cada cosa que hacemos.
144
Podemos hacerlos interactuar con elementos pro-
pios sobre lo que deseamos que aprendan. Elemen-
tos relevantes que los ayuden a pensar su cultura.
Podríamos ayudarlos a conocer otros elementos
que resulten novedosos a su cultura. Por ejemplo, si
quieres enseñar la importancia de la Biblia, puedes
generar un recorrido por postas o estaciones donde
en una aprendan a sacar mayor provecho de una
aplicación, en otra puedan encontrarse con Biblias
viejas de hermanos de la congregación (esas to-
das escritas y subrayadas), otra donde descubran
diversas Biblias ilustradas, otra donde comparen
distintas traducciones, o una donde se acerquen
a comentarios bíblicos, a concordancias, a Biblias
traducidas en dialectos extraños, en formatos de
audio o de video, etc.
Si quieres enseñar sobre la importancia del servicio,
¿no será mejor servir que dar un sermón sobre el
servicio? Si quieres enseñar sobre la evangelización,
¿no será mejor evangelizar que predicar sobre la
predicación?
145
Aparta un tiempo en el programa para hacer una
dinámica integradora. Yo te diría que insistas en
cada encuentro que realizas.
Genera el recreo pero no como un tiempo muerto
sino como uno vivo. Como un tiempo de juego pero
también como una herramienta pastoral para la
interrelación, para la consejería, para dar buenos
abrazos, para compartir la vida, para mostrarte
como un auténtico buscador de Jesús. El recreo
debe entenderse como un tiempo genial para elo-
giar, alagar, felicitar, animar, desafiar.
Conoce sus nombres y preséntalos entre ellos no
solo para que conozcan cómo se llaman… ayúdalos
a compartir gustos, hobbies u otros datos intere-
santes. Cuéntale a uno y a otro o a una y a otra
alguna virtud que reconoces en ellos o en ellas.
Genera distintas dinámicas en grupos pequeños que
los ayuden a encontrar y a potenciar amistades en
Cristo y a descubrir a jóvenes más grandes que ellos
o a adultos que les sirvan de referencia o de men-
tores.
146
buscamos que ellos se encuentren con Jesús por sus
propios medios.
Estimúlalos a interceder unos por otros.
Introdúcelos en distintas disciplinas espirituales.
Compárteles literatura cristiana accesible a su edad.
Puedes generar una dinámica para que lean algún
capítulo de una semana a la otra y luego presenten
lo que sacaron de su lectura.
147
Una visita a almorzar o cenar a su casa.
Aprovecha inteligentemente los grupos de Whats-
App. Nunca lo utilices para recriminar, cuestionar
o discutir con alguien. Si tienes algún conflicto
para resolver con alguien hazlo por teléfono o,
mejor aún, en forma personal. En nuestro ministe-
rio tenemos una red de grupos. Desde los grupos
que reúnen al equipo de trabajo hasta los que
están conformados por cada grupo pequeño. Los
usamos para informarnos, para compartir palabras
de bendición, para pasarnos pedidos de oración y
en algunos casos también, hasta podemos llegar a
orar a través de un texto o un audio. Si bien pode-
mos compartir alguna broma, siempre se hace con
mucho cuidado. Así lo hacemos entre los líderes
y así promovemos que ocurra con los grupos que
conforman los chicos y chicas. Hacemos girar pla-
cas que promueven las actividades y lunes o martes
enviamos un recordatorio, también en formato de
placa, que nos recuerda lo importante de hacer
contacto con aquellos que faltaron al encuentro
del fin de semana.
Siempre puede haber otras que se te puedan ocurrir.
La preadocueva
Como una nota más, solo para complementar todo lo que
dijimos, estaría bueno que toda congregación considerara
tener un lugar que sea propio para los preadolescentes. Uno
que ellos le puedan prestar al resto de la iglesia, pero que
148
tenga su impronta, su estilo propio, pensado y diagramado
con su aporte. Muchas familias por necesidad tienen a sus
hijos durmiendo en el living o compartiendo la habitación
con sus hermanos mayores, sin embargo sabemos que es
bueno construir un espacio propio. Lo mismo se aplica para
las iglesias locales. En la medida que las posibilidades lo per-
mitan está bueno que tengan ese lugar que sientan como
de ellos.
Construir refugios relacionales es un desafío gigante
pero te invito a que se convierta, al menos, en parte de tu
proyecto pastoral, en tu ministerio con los chicos y chicas.
Ninguna experiencia es más maravillosa que la de hacer
sociedad con Aquel que nos regala su mirada de compasión,
nos venda las heridas y nos instruye en la verdad.
149
7
EL SECRETO DE
UN PLAN CLARO
y ELÁSTICO
Necesitamos un plan
El ministerio con preadolescentes de tu iglesia necesita
un buen plan, armado con dedicación y excelencia, que res-
ponda a las necesidades concretas de los chicos y chicas.
No fui entrenado para ser organizado. Mi padre y mi
madre ya fallecieron y, gracias a Dios, puedo honrar su
memoria pero, sin embargo, puedo decir que el orden no
era lo de ellos. Trabajadores, honestos, dedicados… un sin
fin de virtudes. Ordenados no. Así que en mi carga genética
o en la formación cultural de mi carácter, sea por lo que
sea, el orden parece brillar por su ausencia. No es lo mío.
Desde donde yo miro el mundo, la persona que practica el
mínimo orden tiene un trastorno obsesivo compulsivo. Me
cuesta horrores la disciplina, la previsión, la organización, el
respetar fechas límite, la perseverancia. Es decir: planificar
no me sale naturalmente. Todas mis conexiones neuronales
parecen estar conectadas por duendes bohemios y hippies.
Yo creo que son los mismos duendes que hacen piquete
150
cada vez que quiero hacer una sinapsis a favor de la orga-
nización. Ahora sí, estoy haciendo catarsis. Lucho con esto
aun cuando reconozco que me encontré con este clarísimo
proverbio de manera muy temprana, cuando apenas era un
adolescente:
«El hombre hace planes, pero es el SEÑOR el que dirige
sus pasos». Proverbios 16:9.
Disciplinados planes
Este versículo de la Biblia comenzó a echar raíces de ma-
nera muy temprana en mi vida, ¡pero cuánto le cuesta dar
fruto! A lo largo de más de treinta años he ido aprendiendo
que no puedo dejar de prestarle atención, no puedo despre-
ciar la disciplina, aun cuando me cueste muchísimo.
«El que rechaza la corrección caerá en pobreza y deshon-
ra; el que la acepta, recibirá grandes honores». Proverbios
13:18.
Si quiero crecer en la vida, si no quiero quedar estancado
en la pobreza y la deshonra necesito abrazar la discipli-
na. Hay cosas en mí que jamás serán tendencia. La inercia
nunca me llevará al plan, a la disciplina, al orden. Con todos
estos avances de las neurociencias me pregunto si mi lóbulo
frontal estará atrofiado o si se habrá quedado atrapado
en la adolescencia. Pero yo sé que si solo me recuesto en
el sauna cerebral que me ofrece mi sistema límbico y sigo
echándome loción de dopamina, no te quepa la menor duda
de que la pobreza y la deshonra terminaran por alcanzarme.
Entonces tengo que disciplinarme y hacer un plan. Observa
lo que afirma este otro proverbio:
151
«Se alista al caballo para el día de la batalla, pero la vic-
toria depende del Señor». Proverbios 21:31 (NVI).
La victoria depende de múltiples factores que exceden a
la preparación de los recursos para la batalla; factores que
son muy complejos de considerar y controlar en todas y
cada una de sus dimensiones. Por eso creemos que lo mejor
que podemos hacer es confiar en nuestro Dios. Sin embargo,
cuando la batalla comience, tener tu «caballo» listo sin lugar
a dudas te brindará mejores oportunidades. Daniel Gon-
zález suele decir: «La victoria depende de Dios, pero él no
alista caballos… alistarlo es tu responsabilidad». Dios puede
tener toda la voluntad de darte victorias, pero si tu pereza
te deja desprovisto de los recursos necesarios no esperes
que las consecuencias sean muy positivas. Alistarse requiere
de planes disciplinados. Un viejo dicho dice: «Nadie planea
fracasar, pero muchos fracasan por no planear». La disci-
plina no es otra cosa que el recurso que me permite elegir
ciertos ejercicios para motorizar conductas positivas, que no
me salen naturalmente. Mis neurotransmisores parecieran
perezosos para alistar caballos. Pero, por mi propia salud,
tengo que tomar la decisión de hacerlo.
152
un deporte, una maratón de series televisivas sin cortes
publicitarios, el consumo de tu tableta digital hasta que los
ojos se te partan. Para los hombres, el beso de la mujer más
deseada. Para para las chicas, la voz grave de un hombre
susurrando halagos al oído. (Los estereotipos no pretenden
generar la naturalización de ciertos comportamientos. Han
sido redactados solo con el fin de generar un ejemplo ilus-
trativo). Estos son estímulos que siempre te invitan a más;
en algunos casos hasta se vuelven adictivos. Abren el grifo
para dejar correr la dopamina en tu cerebro pero su efecto
dura muy poco. Rápidamente sientes cómo el combustible
que encendió un fogonazo explosivo se consume, dejando
atrás la energía y el calor para abandonarte al frio y a la
pesadez.
153
en el tiempo la construcción de estos senderos, las funcio-
nes del lóbulo frontal tienen que desarrollarse a su máximo
potencial. Necesitas tomar decisiones desde el análisis, des-
de el orden, desde la posibilidad de considerar consecuen-
cias, desde el ejercicio de estudiar casos similares y trasladar
la información obtenida a tu experiencia particular. Por eso,
la disciplina es compleja cuando se navega como tripulante
del pensamiento concreto. Se requiere una embarcación
más sofisticada con la capacidad de hacer procesos en la
abstracción. Sin estas capacidades será muy complicado que
los estímulos positivos a largo plazo logren seducirte.
154
que te permita arribar a nuevas conclusiones por medio de
la experiencia y la reflexión; y el círculo virtuoso da un giro
más que lleva tu vida a un nuevo nivel.
Déjame recordártelo una vez más: este proceso que acabo
de describirte funciona mucho mejor con vínculos sanos
que favorecen y enriquecen una comunicación eficaz. Déja-
me afirmarlo una vez más: Cristo vino a hacer vínculo con
nosotros para convertirse, entre otras cosas, en el Maestro
que nos revela la verdad que moviliza este círculo virtuoso.
Si permaneces fiel a sus enseñanzas, crees y pones por prác-
tica, entonces descubres la verdad en la experiencia y eso te
permite vivir con la libertad necesaria para reflexionar e ir
por una vuelta más.
155
12:2), para que mejorar la calidad de mi corazón, de mis
funciones mentales. Entonces al perseverar en la práctica,
comprobaré cuál es la buena voluntad de Dios, agradable
y perfecta,es decir, conoceré la verdad que me hace libre.
¿No es genial? Claro que, aun así, existen serias posibilidad
de que fallemos. Errar es humano, pero la promesa es que si
eso llegara a pasar, Dios sale en auxilio de nuestra humana
debilidad.
En la versión Reina Valera 1960 el verbo elegido en vez de
dirige, es corrige. Siempre hay un margen de error, no so-
mos perfectos, pero cuando abrazamos un espíritu enseña-
ble, cuando somos sensibles a la dirección de Cristo, cuando
capitalizamos nuestra neuroplasticidad, nuestro corazón
alistado permite que Dios nos de esos pequeños empujones
que nos llevan por los mejores caminos.
Si mis cálculos no me fallan esto enciende mi pasión, le
pone emoción a la reflexión, lo que hace que una convic-
ción se consolide. Así se ensanchan las conexiones neu-
ronales, eso provoca que las próximas vueltas del círculo
virtuoso resulten mucho más sencillas de dar. Porque los
resultados me estimulan, porque confirman la verdad que
me lleva a vivir en genuina libertad y porque, al fin, mi
sistema límbico comprende dónde está la recompensa y en-
tonces lubrica mis conexiones con renovada dopamina. Así
es como suelen generarse los buenos hábitos. Esto me da la
esperanza de que puedo seguir mejorando. Soy un poco más
disciplinado que antes. Sé que puedo mejorar un poco más.
156
Pasos para una planificación
saludable
1. Muérete de una vez. Antes de planear
dejamos que Cristo haga lo suyo en nosotros.
157
que potencien la comunicación que habilita el aprendizaje.
Muy vivo, pero muy solo. Lleno de capacidades, pero sin
nadie que ponga en cuestionamiento la legitimidad de tus
ideas.
Esta es la razón fundamental por la que, como equipo,
hacemos un retiro anual y nos encontramos una vez por
mes. En el retiro, luego de la noche de juegos y relaciones
de la que te conté, a la mañana siguiente antes que nada
nos rendimos a la dirección de Cristo. Lo buscamos, inter-
cedemos por los chicos y por las chicas, oramos unos por
otros y también por nuestros ministerios. Ponemos sobre el
altar nuestras virtudes, habilidades, dones y ministerios. La
intención es entregar nuestro cuerpo en sacrificio vivo.
«Por esto, hermanos, tomando en cuenta el amor que
Dios nos tiene, les ruego que cada uno de ustedes, se en-
tregue como sacrificio vivo y santo; éste es el único sacrifi-
cio que a él le agrada». Romanos 12:1.
El verdadero acto de adoración es disponerse al total ser-
vicio a Cristo. En lo que él quiera, cuando él quiera, donde
él quiera, como él quiera. Solo así el grano muere y lleva
mucho fruto. Muere, soltando tu falta o tu abundancia de
planes. No puedo nacer al mejor Germán de mañana, si
no muero al Germán de hoy. El primer paso es que Cristo
forme su carácter en tu vida. El carácter de siervo del que
ya hablamos en este libro. Cada vez que nos encontramos,
nos capacitamos, revisamos, evaluamos, planeamos… pero,
antes que nada, cuestionamos nuestro carácter. Dime si este
conocido salmista no podría pasar por neurocientífico:
«Examíname, Dios, y conoce mi corazón; pruébame y
conoce mis pensamientos». Salmos 139:23.
158
Tu primer paso para ser un líder que planea y desarrolla
sus planes no es juntar buenas ideas: es morir a tu opaca
brillantes para vivir en el brillante resplandor de Cristo. Es
dejar que el Espíritu forme el carácter de Jesús en tu ser.
Para eso es fundamental que te prestes al chequeo del me-
jor de los médicos.
2. E n las generosas manos del cruel
verdugo de nuestros egos . No planeamos
solos .
159
mismísimos autores de las ideas! ¡Qué bueno que está eso!
He visto a muchos defender una idea cuyo autor se dedica a
despedazar. Esos son preciosos actos de adoración, aunque a
veces ni los mismos adoradores son conscientes de que es-
tán adorando. Sí. Es adoración. ¿Cómo puedo llamar al acto
de quien se rinde a Dios en tal manera que puede decirle:
«Señor… esta idea, aunque se me ocurrió a mí, no permitas
que prevalezca si no cuenta con tu bendición»?
3. A legremente sometidos a un espíritu
saludablemente crítico . T odo pasa por
evaluación .
160
difícil de implementar si a partir de lo trabajado en el retiro
anterior no pusimos objetivos claros y medibles. No eva-
luamos si estuvo bueno o no, evaluamos si los objetivos se
cumplieron o se fracasó en el intento. Volvemos a pensar en
las áreas del discipulado integral y nos preguntamos cómo
nos fue con eso:
¿Qué aporte hicimos, en la vida de los chicos y chicas,
al crecimiento de su relación con Cristo?
161
4. D eja que la señora necesidad te susurre
al oído . R elevamos las necesidades .
162
Si el equipo es muy numeroso puedes separarlos en grupo
para que todos participen del análisis. Puedes pensar diver-
sas dinámicas creativas pero lo importante es producir una
lista con todas las necesidades que el equipo pueda obser-
var.
5. A rmando el laboratorio temático para
el año . P roponemos temas con libertad .
163
las chicas, cómo perfeccionar la comunicación durante la
semana, cómo promover la vida devocional o cualquier cosa
que considere la vida cotidiana de los pre y no solo el en-
cuentro semanal que solemos organizar. Este es un tiempo
muy creativo y divertido.
Frente a cada uno de estos pasos siempre oramos pidiendo
a Dios que nos guíe en todo esta reflexión creativa. Cuando
llegamos a este paso 6, comúnmente, el fin de semana ya
llega a su fin y todos estamos más que agotados. En nuestro
caso particular, el staff se divide en dos: lo que llamamos
Cómplices, que serían como la segunda línea de liderazgo
y un equipo pastoral más directivo que ronda aproximada-
mente las ocho personas, y al que yo llamo Equipo Ministe-
rial. Los siguientes pasos suele desarrollarse desde el trabajo
de este último equipo que te menciono. Así lo hacemos
nosotros, no significa que tengas que hacerlo igual.
164
2. Definiendo los objetivos. Cuando los temas están
definidos entonces ponemos por escrito lo que que-
remos lograr en la propuesta de cada mes: qué de-
seamos que ocurra en la vida de los chicos y chicas
a partir de cada temática. Hay mucho escrito sobre
cómo redactar objetivos de manera eficaz y si te surge
alguna duda solo hace falta que vuelques la pregunta
en tu buscador de Internet y tendrás mil opciones para
volverte un experto. Algunos detalles para orientarte
y contarte cómo lo hacemos nosotros: esperamos que
la redacción de un objetivo sea breve y que exprese
fundamentalmente la necesidad que deseamos cu-
brir; qué es lo que esperamos que los chicos y chicas
logren. Necesitamos expresarlo de forma tal que luego
podamos medir su logro o no. Un objetivo así, podría
tener implícito el encabezado «Que los chicos y chicas
logren…» para que luego empiece con un verbo en
infinitivo como alcanzar, pensar o el que mejor descri-
ba tu expectativa. En tu buscador de Internet pue-
des encontrar listas de verbos para objetivos. Es más,
probablemente hasta los encuentres relacionados a
propuestas intelectuales, emocionales o prácticas. Aca-
démicamente hablando, lo que se estila es no usar más
de un verbo en infinitivo. Se pretende asignar solo una
165
acción esperada por cada objetivo. A veces se suele
complementar con otro verbo en forma de gerundio.
Te doy un ejemplo:
Que los chicos y chicas logren (encabezado implícito) leer
(verbo en infinitivo) la Biblia, profundizando (gerundio) su
conocimiento y su entendimiento de las Escrituras.
Este objetivo responde a los que suelen llamarse especí-
ficos porque describen el logro concreto que pretendemos
que los chicos y chicas alcancen. Por cada objetivo específi-
co podrías llegar a tener uno o más objetivos de los que se
conocen con el nombre de operativos. Estos son los que dan
cuenta de aquello que pretendes hacer para que tus prea-
dolescentes alcancen el objetivo específico. Te doy algunos
ejemplos relacionados con el que redacté más arriba:
Realizar, en cada encuentro, un ejercicio de lectura y
memorización de versículos bíblicos relacionados al
tema que estamos abordando.
166
tu equipo y/o con un objetivo general para todo el año.
Por último, vale aclarar que todo esto debería estar sujeto
a la misión y la visión que como ministerio deberían poder
redactar, describiendo cuál es el sueño que los motiva y, de
una forma general, qué pretenden hacer para aproximarse a
la concreción de ese sueño. Sobre estos dos últimos elemen-
tos hay mucho material escrito. Algo hemos volcado en la
bibliografía complementaria que te compartimos al final de
este material.
167
congregación. Cuando el programa ya se encuentra
aprobado, entonces podemos compartirlo a todo el
equipo y hasta podemos hacérselo llegar a los padres
de los chicos y chicas.
168
Para no quedar esclavo del programa y contar con la
elasticidad necesaria. El plan tiene que ser tu siervo,
no tu amo. Por lo tanto es importante que aun cuan-
do pienses que tu programa es genial, no te quedes
pegoteado a él. Una medida que hemos tomado para
evitar esto, y que a nosotros nos ha servido un montón,
es planear solo tres fines de semana de cada mes. En
nuestro caso, el cuarto, en lo referido a la programa-
ción, lo dejamos libre. Así, contamos con el espacio
necesario para abordar cualquier tema que los chicas y
chicos nos trasmitan como necesidad y que, por algu-
na razón, a nosotros se nos escapó de la planificación
anual. Ese fin de semana nos da margen para abordar
cuestiones teóricas o prácticas que emergen en el
transcurrir del año. Podemos llegar a tratar un tema
que ellos o ellas piden, o una problemática emergente
que observamos, o aún hasta profundizar la temática
que venimos desarrollando en el mes, si lo considera-
mos necesario. También se puede convertir en espacios
para desarrollar tareas prácticas como brigadas soli-
darias o de evangelización callejera, o destinados a la
recreación o a estimular las relaciones.
169
Para evaluar las estrategias antes de implementarlas.
Algo parecido a lo que te propongo con los objetivos
puedes hacerlo con las estrategias elegidas, conside-
rando si se han pensado las herramientas y los recursos
apropiados para abordar las distintas áreas de la in-
tegralidad de los chicos y chicas. ¿Hemos considerado
trabajar las distintas cuestiones referidas al desarrollo
de su intelecto, de sus emociones y de sus acciones?
¿Nos queda algo sin considerar?
170
a profundizar sobre estas experiencias relacionales. Te
desafío a considerar si tu programa anual está asignan-
do los tiempos necesarios al abordaje de estas cuatro
instancias básicas.
171
• Consideramos cuáles deben ser nuestras expec-
tativas para con el otro, y definimos qué es lo
que el otro puede esperar de nosotros.
• Planteamos necesidades que surgen y propone-
mos maneras de satisfacerlas.
172
participar de la EBD y de la EAF pero ya tienen
acceso a la actividad del ministerio de adoles-
centes. La última clase de la EBD está confor-
mada por chicos y chicas entre 12 y 14 años y
sus maestros pertenecen al equipo del ministerio
de 12 a 15 años que tiene su actividad semanal
los sábados a la noche. Los de 12 que participan
de la EAF, que lleva adelante su programa en
las primeras horas de la tarde del sábado, tam-
bién pueden participar del ministerio de 12 a 15
años. También el equipo de 12 a 15 tiene perso-
nas asignadas que, una vez por mes, participan
durante la actividad de la EAF. Por último, los
de 15 pueden elegir si participan de la actividad
de 12 a 15 o de 15 a 19, y si desean participar
de las dos también pueden hacerlo. Los equipos
de 12 a 15, 15 a 19 y de 19 a 27 participan de
la misma mesa de trabajo y tienen el desafío de
pensarse de manera asociada, con el objetivo de
acompañar el proceso de crecimiento. También
se generan entrecruzamientos entre los equipos
de 12 a 15 y 15 a 19 y aún entre los de 19 a 27.
Independientemente de cómo lo hacemos en mi
congregación, lo importante es generar ámbi-
tos donde afianzar la relación entre los equi-
pos y producir esta instancia de superposición
que permite a los chicos y chicas incursionar a
elección o en más de un lado a la vez, cuando
atraviesan por lo que llamamos edades bisagra.
• Algo más. La EBD y la EAF tienen adolescen-
tes de 14 años en adelante formando parte de
173
sus equipos de trabajo. Y los de 12 a 15 suelen
tener adolescentes a partir de los 16 trabajando
entre ellos. Esto genera conciencia de servicio,
sentido de pertenencia y protagonismo saluda-
ble. Así también, la cascada de influencia de la
que hablamos en el capítulo anterior, funciona
complementando los programas y las relaciones,
poniendo en contacto a los preadolescentes con
un espacio donde jóvenes y adultos significativos
se muestran como guías positivos y ejemplos
accesibles.
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las mejores alternativas para tu realidad y no dejes de
generar esta estupenda oportunidad. No interesa si el
número de chicos y chicas de tu iglesia local es redu-
cido, para esto la cantidad tampoco es lo importante.
Puedes encontrar el lugar apropiado para hacerlo con
el número de preadolescentes con los que cuentas o
sumarte con otra congregación amiga.
Así de cerca
Cuando entrevistamos a Félix Ortiz en nuestro programa
de TV Vamos por Más, entre las cosas interesantísimas de
las que habló dijo algunas que me parece oportuno resaltar
al cierre de este material. En la experiencia humana la vida
se manifiesta a lo largo de un periodo de tiempo. Cómo
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utilicemos ese tiempo determinará cómo habremos de vivir.
Jesús dice que el mayor amor es dar la vida por los amigos
(Juan 15:13). Es curioso ver cómo, en muchos casos, en las
relaciones de mayor afecto nos resulta muy fácil coincidir
con Jesús. Un hombre puede decirlo sobre su amada, una
madre o un padre puede prometerlo para con un hijo o una
hija, dos amigos o dos amigas que se hermanan en la vida
también pueden hacer ese juramento: «Por él, por ella, por
ellos… yo daría mi vida». Sin embargo, sin darnos cuenta, a
pesar de esa promesa tan comprometida nuestras agendas
no concuerdan con el juramento. Supuestamente estamos
dispuestos a dar la vida pero no hallamos el tiempo necesa-
rio para ofrendar nuestras horas. No sé si la vida te pondrá
frente a semejante encrucijada alguna vez y tengas que
poner tu cuerpo frente a las balas destinadas a tus chicos o
chicas, pero cada día él o ella necesitan tu tiempo.
Al ofrendar tiempo ofrendamos vida, al regalar vida brin-
damos amor. Si amamos a nuestros preadolescentes enton-
ces nuestra mayor ofrenda de amor es tiempo de calidad.
Tiempo en reuniones y encuentros en ese refugio que sabre-
mos construir. Tiempo de diálogo en la construcción de una
sociedad estratégica con sus padres. Tiempo que los lleve al
encuentro con Jesús por medio del discipulado. Tiempo de
cuidado que los libere del desamparo y los haga sentir va-
liosos para no caer en manos de seres perversos. Tiempo que
les regale una sólida comunicación, en un vínculo positivo,
que los acompañe por el proceso de aprendizaje saludable.
Tiempo para estar, oír, abrazar, sonreír, halagar, felicitar,
vendar, curar. Tiempo para ganarse el derecho a la saluda-
ble instrucción, para la guía amorosa, para prevenir, para
advertir. No hay verdadera conexión sino hay una ofrenda
176
deliberada y consistente de tiempo de calidad. Los chicos y
chicas necesitan jóvenes y adultos que les dediquen tiempo
y como el tiempo no es mucho, necesitamos muchos jóve-
nes y muchos adultos, más obreros y más obreras.
«Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es
mucha, más los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la
mies, que envíe obreros a su mies». Mateo 9:37-38 (RVR
1960).
Oremos para que cada preadolescente tenga alguien a su
lado para ofrecerle el tiempo valioso, esa vida, que nece-
sita recibir. Pregúntale a tu Señor: ¿A quién quieres que le
ofrende mi tiempo? Estoy aquí, muéstrame a qué relación
especial me envías para regalar tu compasión que hace
vendajes curativos y brinda la instrucción que previene de
nuevas heridas.
Abre tu mente, tu corazón, tu alma; dispone tus fuerzas
en ofrenda a tu Señor. Entrega todo tu ser en sacrificio vivo.
Esta nueva generación te observa, te espera, te necesita.
Ellos requieren tu amor, necesitan tu vida, esperan tu tiem-
po. Nada más, ni nada menos. Siempre estás así de cerca de
hacer una diferencia significativa.
177
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centes de 12 a 15. Editorial Vida.
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• Programa de televisión Vamos por Más – Emisión 3,
temporada 8: Cómo mejorar tu servicio entre jóvenes
y adolescentes – Entrevista a Lucas Leys. https://www.
youtube.com/watch?v=__w8TP1Oa40&t=42s
• Programa de televisión Vamos por Más – Emisión 4,
temporada 8: Necesidades de los jóvenes en la pos-
modernidad – Entrevista a Félix Ortiz. https://www.
youtube.com/watch?v=rH8t3LETWh4&t=908s
Germán Ortíz Es fundador de L.A.GRAM. Autor de libros
para adolescentes y jóvenes, como «Acceso Directo», «El
Amor de mi vida», «Alto Voltaje» y «Vamos por más».
Es Psicólogo social. Desde muy temprana edad está
dedicado a la pastoral juvenil, actualmente Pastor de
jóvenes en la Iglesia Buenas nuevas (Bs. As.), conductor
del programa de TV «Vamos x más». Reconocido orador
internacional.
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