7. Archetti - virtudes masculina en el gr-fico.doc

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Estilo y virtudes masculinas en El Gráfico: la creación del imaginario del fútbol argentino

Cornwall y Lindisfare señalan, justificadamente, que las diferentes imágenes y conductas contenidas en la
noción de masculinidad no son siempre coherentes y pueden aparecer como contradictorias e indeterminadas.
En este artículo el significado de lo masculino, referido al fútbol argentino, será analizado desde esta
perspectiva.

En este artículo me concentraré en el análisis del material escrito del semanario El Grafico. Fundado en mayo
de 1919 en Buenos Aires, era, en sus inicios, literalmente una revista gráfica "para hombres".

en El Grafico se mezclaban, en dosis desiguales, noticias políticas, fotos de actualidad, deportes, fotos de
artistas, reportajes sobre actividades de tiempo libre y al aire libre. A partir de 1921, El Gráfico, paulatinamente,
se transforma en una revista de deportes, aunque las fotos de mujeres artistas y cantantes, e incluso algunos
atrevidos desnudos de bailarinas desconocidas y supuestamente extranjeras, se mantendrán hasta finales de la
década del '20.

El Grafico, hasta bien entrada la década del '50, era una verdadera revista de deportes en la que el espacio
dedicado al fútbol era muy importante. Sin embargo, los otros deportes, como el automovilismo, el polo, la
natación y el boxeo, en los cuales los argentinos se destacaban internacionalmente, estaban también cubiertos.

La revista, en sus comienzos, es un vocero de la ideología modernista en boga: énfasis en la importancia de la


educación física para conservar la salud, nociones de higiene, recomendaciones sobre la mejor dieta a seguir y
cómo evitar enfermedades, la pertinencia de cultivar y desarrollar hobbies, como, por ejemplo, el
aeromodelismo, el énfasis de la participación de la mujer en el deporte y, sobre todo, el acento persistente en el
aspecto moral y educativo del deporte.

Según El Gráfico el deporte debía ser entendido como la actividad moral del cuerpo, ya que desarrolla en sus
practicantes un código de conducta estricto debido a la existencia de reglas, controles y sanciones. Una
actividad corporal, producto de la fantasía y la creatividad individual, no sometida a reglas estrictas, es definida
como un juego y no como un deporte (El Grafico, 1927, 394: 18).

El análisis de esta revista es el análisis de la construcción del imaginario masculino de clase media. Su carácter
de hegemónico no puede discutirse, pero, su influencia decisiva en la definición de los campos de reflexión
morales masculinos, si.

Los periodistas de El Grafico reflexionan como miembros de la clase media pero, al mismo tiempo, permiten la
expresión y la difusión de las voces de los jugadores de fútbol y otros deportistas, que, en su gran mayoría,
pertenecían a la clase media baja rural o urbana o, directamente, a los sectores populares urbanos más
desfavorecidos.

La transformación de éstos en "héroes" o "villanos", en "modelos" a seguir o no, o el análisis cuidadoso de sus
performances, son un ejemplo de un proceso de construcción simbólica de lo "nacional" a través de la
examinación de las virtudes masculinas deportivas.

El término "nacional" será usado para indicar que en la narrativa de El Grafico a las voces, desempeños, éxitos
o fracasos populares se une la reflexión intelectual de los escritores y periodistas de clase media. Esta
confluencia es menos notable en las revistas especializadas para mujeres o en los semanarios de carácter más
político o literario, en los que las voces dominantes serán de clase media o alta.
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La preocupación por lo nacional y lo masculino en El Grafico no es única en ese momento especial de la
historia argentina. La migración masiva de extranjeros, unida al crecimiento económico rápido, a la
urbanización acelerada y al crecimiento de una gran ciudad como Buenos Aires, transforman "lo argentino" en
problemático. El mundo literario y el mundo político van a reflexionar sobre lo nacional y las virtudes
masculinas. Pienso que la comparación entre estos dos mundos intelectuales, en donde el fútbol remite a lo
popular, es imprescindible a los efectos de capturar las variaciones y la complejidad de las imágenes de lo
nacional y lo masculino.

Mi intención es demostrar no sólo la particularidad de fútbol sino su importancia para la problematización


adecuada de la noción de masculinidad asociada a lo nacional. La dimensión deportiva no ha sido
adecuadamente explorada en las elaboraciones sobre el nacionalismo que toman en cuenta, de un modo más o
menos sistemático, el peso de lo masculino, lo femenino y las relaciones de género

al lado de los gauchos y compadritos, arquetipos de la reflexión sobre lo nacional, encontraremos a los
futbolistas, héroes más populares y más reales.

Intentaré demostrar que estas distintas narrativas expresan la temporalidad cultural de lo nacional y lo
masculino y, por lo tanto, remiten a una situación social transicional: el pasaje de un tiempo y espacio rural a un
tiempo y espacio urbano

Gauchos y compadritos: la construcción literaria de mundos masculinos

En 1926 Borges sostenía que en la Argentina había una "esencial pobreza" en la generación de grandes hombre
de hacer, de figuras ideales masculinas. La salida para él no eran las opciones ideológicas existentes y
representadas en el "progresismo" y el "criollismo". La elección del "progresismo" era someterse a ser "casi
otros" y la del "criollismo" una vuelta nostálgica al pasado. Borges reconoce, sin embargo, la existencia de dos
espacios privilegiados, cada uno con sus propias leyendas y sus ideales masculinos: "la pampa" y "el arrabal".

La pampa tiene un símbolo humano: el gaucho. En la transición desde lo rural, lo pastoral, hasta lo urbano se
encuentra el "arrabal", las orillas de la ciudad, "el paisaje de las afueras", en donde la figura del "malevo" y del
"compadrito" será predominante. En los mundos sociales masculinos imaginados para el gaucho y para el
compadrito el coraje, la bravura y la pronta respuesta a los desafíos serán las virtudes principales que permiten
la defensa y el reconocimiento público del honor y el respeto

Sarlo observa que la modernidad literaria en Europa se da como una ruptura con el pasado mientras que en la
Argentina de las décadas de los veinte y los treinta de este siglo Borges y la vanguardia literaria intentan
recuperar el pasado dándole una nueva función.

Según Sarlo la obra de Borges debe ser vista como el paradigma de la literatura argentina. especialmente en sus
tres primeros libros de poesía, "las orillas”. En ese espacio, poblado por frigoríficos y carnicerías, el orillero es
un criollo, un argentino nativo cuya fuerza de trabajo semirrural es necesaria debido a su intimidad con los
animales y al manejo del cuchillo. Este, con el tiempo, se transforma en el compadrito. Si los orilleros son, en
su totalidad, criollos y, en consecuencia, pueden devenir compadritos, la situación de los inmigrantes es
diametralmente opuesta. Sin embargo Borges acepta que si éstos llegasen a adaptarse a la cultura criolla podían
transformarse en compadritos.

El personaje mítico de la obra de Borges será el compadrito más que el orillero. Es importante recordar que el
compadrito, paralelamente, se convertirá en el personaje central de un tipo especial de lírica del tango en donde
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el modelo de masculinidad estará, fundamentalmente, basado en la defensa del honor y el rechazo radical a la
vergüenza.

En la interpretación nacionalista tradicional del Martín Fierro de José Hernández, la obra fundamental del
género gauchesco (publicado en dos partes en 1872 y 1880), el gaucho Martín Fierro es el símbolo de las
cualidades y virtudes masculinas argentinas. Martín Fierro aparece como un hombre dotado de un gran coraje,
capaz de rebelarse contra la injusticia y poseedor de una extraordinaria fuerza física.

La literatura gauchesca no sólo ha producido mitos e imágenes potentes sobre lo masculino que ha
condicionado los "tonos" dominantes de la literatura argentina.

El carácter ambivalente y complejo de la figura de Martín Fierro aparece claramente en la oposición entre
"desafío" y "lamento". Los nacionalistas aristocráticos como Lugones recuperan al gaucho del "desafío" como
modelo masculino mientras que los anarquistas verán en él al rebelde que lucha contra la injusticia,
transformando, de esta manera, el "lamento" en rebeldía. Borges, sin embargo, creía que Lugones exageraba al
transformar al Martín Fierro en la obra representativa de la épica nacional. Borges observaba que Martín Fierro,
un gaucho lleno de contradicciones, es, desde luego, imperfecto. Los héroes épicos deben ser, por el contrario,
perfectos.

Los compadritos de muchos tangos serán reemplazados en la lírica de tango más importante de los años '20 y
'30 por los personajes románticos que en las tardes, pero sobre todo en las noches, pasan del arrabal al centro y
se pierden en los bares, en los teatros y en los cabarets de la calle Corrientes. Para estos hombres el código
moral del honor y la vergüenza presente en la aceptación de todo desafío violento y en la condena sin
miramientos de toda traición, será reemplazado por el lenguaje del amor romántico. Esta será una de las
transformaciones radicales del tango que jamás convenció a Borges. El "lamento" se transforma en una queja
individual y no da lugar a la rebeldía, a la defensa del honor a través del duelo y a la lucha contra la disciplina
social impuesta por el peso de las leyes y la burocracia del estado nacional naciente.

El compadrito borgeano da lugar al "hombre que está solo y espera" de Scalabrini Ortiz. Pelear deja de ser una
fiesta. Esta será una de las transformaciones más importantes del modelo masculino en la literatura popular y
urbana de los '30 en Buenos Aires. En el centro y en los barrios de Buenos Aries el tango será la música
dominante y uno de los espacios privilegiados, tanto simbólico como social, de reflexión y práctica de las
relaciones de género en el uso y goce del tiempo libre. En este espacio las mujeres van a ser el centro de la
construcción de un mundo imaginado popular masculino.

El otro gran espacio de la construcción de imágenes masculinas será el fútbol. Los redactores y periodistas del
El Grafico participan, a su manera e indirectamente, de esos debates. Su análisis es relevante porque todavía
siguen siendo de gran influencia en la reproducción del imaginario histórico del fútbol argentino.

En este espacio social la construcción de lo masculino nacional se hará en contraposición con otros estilos
masculinos que se definirán como "extranjeros". El fútbol ayuda a construir la imagen de "uno" a partir de las
diferencias con el "otro" o los "otros" masculinos en plural. En el fútbol no hay lugar para lamentarse por la
pérdida de una mujer, como en el tango, pero sí por la pérdida de un estilo, de lo que se concibe como
típicamente criollo o argentino, o por la pérdida de un torneo importante que hubiera hecho posible la
ratificación de un estilo. En el mundo social y simbólico del fútbol, convertido en modelo y espejo de lo
nacional, las derrotas o, en su caso, los triunfos y el estilo no suelen ir juntos. En otras palabras, es posible
imaginar un triunfo traicionando el estilo o una derrota respetando el modo tradicional de jugar. El estilo tiene
que ver con las raíces y no con los resultados transitorios.
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El fútbol y el tango como productos de la cultura del arrabal

En la década del '20 Buenos Aires es la ciudad del tango y del fútbol. No hay ninguna otra ciudad argentina que
pueda mostrar esa creatividad cultural. Los procesos de identidad popular pasan no sólo por la política, en el
momento en que la democracia masculina comienza a consolidarse (las mujeres no obtendrán el derecho al voto
hasta 1947) y los hombres participan activamente en la construcción de los partidos políticos y el movimiento
sindical.

La elección de la orquesta y los cantantes de tango favoritos y la identificación del equipo de fútbol favorito
serán también actividades muy importantes. Prácticamente, cada barrio tiene su club de fútbol. Al lado de estos
existen ya consolidados los clubes clásicos del período profesional. Cada club tiene su estadio, una peculiaridad
que la Argentina comparte con el fútbol británico, y su sede social y deportiva. Las sedes sociales, en muchos
casos con bibliotecas importantes y salas de teatro, van a articular gran parte de la actividad cultural y recreativa
de los barrios: bailes populares, fiestas sociales (casamientos, bautizos, días nacionales de las diferentes
comunidades étnicas), festivales de teatro y bailes de carnaval, muy en boga en esa década.

El tango y el fútbol pasan a ser pasatiempos importantes a la vez que permiten el ingreso activo de Buenos Aires
en el proceso creciente de globalización del tiempo libre. Clubes de fútbol europeos visitarán regularmente
Buenos Aires desde 1904 y clubes argentinos saldrán de gira por Europa y América a partir de 1925.
Paralelamente, el tango se convierte en una de las músicas preferidas de los europeos y las orquestas argentinas
y los cantantes más populares comienzan a salir de gira al extranjero.

el amor al fútbol se convierte en algo propio sólo si los argentinos saben crear algo nuevo, son capaces de
aportar algo nunca visto. La apropiación de algo que viene desde afuera se conceptualiza como un acto
eminentemente creativo. Los argentinos se apropian del fútbol y, al hacerlo, lo recrean. El fútbol es una creación
inglesa. El tango, por el contrario, es una creación típicamente argentina y rioplatense (no hay que olvidar, en
esta época, el paralelismo entre Buenos Aires y Montevideo: se habla castellano con el mismo acento y el fútbol
y el tango ocupan un lugar privilegiado en el mundo popular urbano).

El fútbol y el tango constituyen los mundos populares de Buenos Aires de una manera ineludible: en el fútbol se
mezclan los placeres estéticos y los afectos tradicionales de barrios mientras que en el tango los sentimientos y
la sensualidad predominan.

Borocotó va a enfatizar que en el amor al fútbol no están sólo los hombres. El amor al tango por parte de las
mujeres permite que éstas se introduzcan en el mundo de fútbol adorando a los mejores jugadores. Esto sería
impensable sin el amor profundo de los hombres por el fútbol. Este amor compartido por hombres y mujeres es,
según Borocotó, una garantía de la supervivencia de estas dos pasiones populares.

Por otra parte, Borocotó insistirá que tanto el fútbol rioplatense como el tango van a sobrevivir porque al
margen de la devoción local han sido reconocidos y aceptados en Europa. Lo local al transformarse en global
consolida la imagen creativa del rioplatense.

Borocotó enumera las "cosas bien nuestras" en un estilo casi borgeano y comienza por las "cosas" de la pampa.
El gaucho y sus diferentes contextos definen lo "nuestro": el ombú en donde esconderse del sol, el caballo
compañero, su ropa de fiesta, la música cantada por Santos Vega y su actividad rebelde en las montoneras. La
pampa es, además, hospitalaria, generosa porque ha recibido tantos inmigrantes y los ha aceptado, los ha
convertido en "propios".

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Borocotó acepta que el mundo rioplatense y sus equipos nacionales de fútbol están llenos de hijos de
inmigrantes, hijos de europeos, pero éstos ya son bien criollos. Para Borocotó las raíces están evidentemente en
la pampa, y de esa manera presenta lo que era comúnmente aceptado en esa época: la imagen pastoral de lo
nacional. Sin embargo, vemos el arrabal a través del tango y muchos de sus jugadores de fútbol nacidos allí que
harán famosa a la ciudad de Buenos Aires. La pampa y el arrabal aparecen unidas casi del mismo modo que en
la representación de lo nacional que hace Borges.

Borocotó y Borges participan, cada uno a su manera y en su ámbito literario específico, del debate sobre lo
nacional y popular. Aceptan que lo nacional tiene que ver con la pampa y con una cierta zona de la ciudad de
Buenos Aires. Desde esta perspectiva el territorio de lo nacional aparece circunscripto a Buenos Aires y sus
alrededores, o sea la pampa húmeda, ya que Buenos Aires puede ser correctamente concebida como la capital
de la pampa húmeda. El mundo social del tango y del fútbol va a definir desde la perspectiva de lo popular
campos culturales desde donde el mundo masculino producirá sus imágenes, sus ritos y sus héroes.

Según Borges, la pampa y el arrabal deben ser los espacios que generen una lírica y una literatura nacionales ya
que ni las montañas o el mar argentino han sido vistos por los poetas. En el análisis de Borocotó la pampa existe
de un modo concreto porque de ella vienen las raíces (las tradiciones) que transforman a los hijos de
inmigrantes en criollos, pero el espacio privilegiado será el arrabal (y la ciudad) en tanto productor de una
cultura popular urbana en donde los ídolos y los héroes van a nacer en el tango y en el fútbol.

El fútbol como un producto y un ejemplo de lo criollo

A partir de 1928 El Grafico desarrolla la teoría de las dos fundaciones del fútbol argentino: la primera fundación
será británica y la segunda será criolla. Uno de los argumentos utilizados alude al origen étnico de quienes lo
practicaban en los equipos más famosos y, a la vez, integraban el equipo nacional.

La fundación criolla comienza en 1913, cuando el Racing Club, sin un solo jugador de origen británico,
conquista el campeonato de primera división por primera vez.

Es interesante observar que lo "criollo" se define a partir de la predominancia de apellidos españoles e italianos.
Lo "criollo" pasa a ser una fundación de los hijos de inmigrantes "latinos". Los hijos de inmigrantes "ingleses"
nunca fueron concebidos como "criollos", no se transformaron en "criollos" jugando al fútbol.

Lo "británico" aparece identificado con lo flemático, la disciplina, el método, lo colectivo, la fuerza y el poder
físico. Estas virtudes ayudan a concebir un estilo como una "máquina", es decir repetitivo. Lo "criollo", gracias
a la influencia latina, es exactamente lo contrario: inquieto, individualista, menos disciplinado, basado en el
esfuerzo personal, ágil y virtuoso.

Gracias a estas características es posible imaginar al fútbol rioplatense como imperfecto y por lo tanto sujeto a
desarrollarse cuando se declare el profesionalismo. Posteriormente, ya entrada la década del '40, a la idea de
"máquina" se opone la idea de "arte", en el sentido de la interpretación artística musical. Se dirá que los
argentinos no "juegan al fútbol" sino que "tocan fútbol", ya que son como virtuosos que tocan el piano o el
violín.

Es necesario retener virtudes corporales opuestas que, identificadas como "británicas" y "criollas" han de sufrir
una posterior transformación. Las virtudes corporales inglesas aparecen asociadas a "la fuerza y el poder físico"
mientras que las virtudes de los criollos tienen que ver con la agilidad y la virtuosidad de los movimientos. La
metáfora de la "máquina" como opuesta a la creatividad individual es una constante en el imaginario
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futbolístico argentino. Lo "británico" se asocia a lo industrial y lo "criollo" a un sistema social preindustrial.
Frente a la máquina, o sea lo repetitivo, lo típicamente "criollo" debe ser el "dribbling". El "dribbling", que
luego se llamará "gambeta" (palabra que viene de la literatura gauchesca y alude al movimiento del avestruz al
correr), es algo eminentemente individual y no se puede programar, es lo opuesto al juego industrial colectivo
de una máquina.

Para 1928 lo "criollo" ha adquirido características propias. La "fundación" del "estilo criollo" tiene que tener
una fecha, un actor y un evento preciso: el Racing Club que en 1913 desaloja como campeón al Alumni, el club
hegemónico por años y años, representante no sólo de la "fundación" británica del fútbol sino también del
"estilo británico".

El Grafico sostiene tempranamente que el fútbol llegará a ser el deporte fundamental en la Argentina, ya que
permite que una nación se exprese a través de su equipo nacional. Esto, enfatizan, no puede darse a través de los
deportes individuales. Participar del equipo nacional exige a los jugadores elegidos una alta conciencia
nacional, ya que deben postergar sus intereses particulares de jugadores de clubes diferentes. Al mismo tiempo
el editorialista observa que las diferencias nacionales, las diferencias entre estilos, se pueden ver mejor en un
partido de fútbol que en cualquier otra competencia deportiva.

En este párrafo debemos retener las diferencias entre argentinos y uruguayos. Los uruguayos aparecen como
más "rioplatenses" en el sentido que practican un juego individual y brillante menos eficaz que el de los
argentinos. Los argentinos en 1923 todavía se parecen al estilo "británico", ya que juegan con pases largos y
terminan sus jugadas con potencia y fuerza en los disparos al arco. Ha habido "fundación criolla" pero el estilo
está todavía impregnado de la influencia inglesa. En 1924 a los jugadores ingleses del Plymouth Argyle en gira
por Argentina les impresiona que los argentinos luzcan en su juego características netamente británicas:
"velocidad, empuje y combinaciones".

Borocotó, en 1928, elabora la teoría del "dribbling criollo". Esta teoría está basada en las cualidades personales
de los "pibes criollos" y su relación con los contextos sociales y espaciales que les permitieron desarrollarlas (El
Grafico, 1928, 480). En primer lugar, el "pibe criollo" se dio cuenta al ver cómo jugaban los ingleses que en ese
estilo de juego no había lugar para la improvisación, para la "imaginación". En segundo lugar, los "pibes"
practicaban el fútbol espontáneamente en los "potreros" (espacios vacíos de la ciudad, de distinto tamaño, por lo
general chicos, y muy irregulares) sin que estuviera un maestro presente como era el caso en Inglaterra en
donde, según Borocotó, el fútbol se practicaba fundamentalmente en los colegios. En los potreros, ante la
acumulación de jugadores en un espacio reducido, la única posibilidad de tener la pelota un cierto tiempo era
convertirse en un "dribbleador" empedernido. En tercer lugar, Borocotó recuerda que el fútbol argentino se ha
hecho conocido en el mundo a partir del "dribbling" y los jugadores que dejan la patria para ir a jugar a Europa
son los que mejor "dribblean". Borocotó sostiene, enfáticamente, que hasta esa época Argentina era conocida en
el mundo por haber exportado el valor de sus novillos congelados y la calidad de sus cereales, "productos no
populares" -en el sentido que provenían de las estancias de la clase terrateniente pampeana-, y que ahora es
importante que sea conocida por sus "productos populares". Uno de esos "productos populares" de gran calidad
es el "dribbling" y sus exponentes, los exquisitos jugadores argentinos de fútbol. En esta teoría, claramente, el
"pibe" (el chico), sin ningún tipo de enseñanza, es el inventor del estilo "criollo" en el potrero.

Chantecler, otro de los grandes escritores de El Grafico, va a colaborar también en la elaboración de la teoría de
lo "criollo". El "dribbling", una expresión corporal, va a pasar a ser una muestra de lo fundamental del "criollo".
El "dribbling" expresa la viveza y la picardía criollas frente a la ingenuidad británica. A la pura imaginación del
pibe y la congestión de jugadores en el potrero se agrega definitivamente la picardía. Sin la existencia de la
picardía y la viveza como cualidades no podría surgir el "dribbling" y no habría espacio para la improvisación
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creadora. Chantecler sostiene que los británicos son "fríos" y "matemáticos" y que por eso juegan un fútbol
"sabio". Al contrario, los rioplatenses al ser "calientes" e "improvisadores" juegan un fútbol "genial". Asimismo,
establece una diferencia entre los rioplatenses: los argentinos juegan con el corazón, son más agresivos y
veloces, mientras que los uruguayos juegan con la cabeza, son más románticos y calmos. Sin embargo afirma
que, pese a esas diferencias, se puede hablar de un fútbol rioplatense.

Aquí vemos el mismo argumento de Borocotó: el fútbol permite que los argentinos sean "vistos" por el mundo,
sean "recordados" y, sobre todo, "alabados". El hecho de que argentinos y uruguayos lleguen a la final del
primer verdadero campeonato mundial disputado en 1930 va a confirmar esta teoría de la supremacía del fútbol
rioplatense.

Aquí vemos que la manera de jugar viene de la naturaleza, es un don natural, un jugador criollo nace no se hace.
El nacer jugador criollo depende del aire, de la sangre y la tierra, y de los productos de la tierra: la alimentación
(el asado y el mate). Lo "natural", lo criollo, aparece como una barrera contra la transferencia cultural, contra la
importación de estilos europeos, que es lo que se está discutiendo en 1950. Borocotó encuentra una simetría
entre ser y sentir: lo natural tiene que ver con los sentimientos y no con la razón (El Gráfico, 1950, 1626: 46).
Desde esta perspectiva los inmigrantes no trajeron nada sustancial que permitiera esta transformación: sus hijos
al nacer en la pampa se hicieron criollos.

Chantecler, por el contrario, va a elaborar la teoría del "melting-pot", de un proceso continuo de criollización.
Un criollo se hace, no nace, es el producto de una tradición que se modifica con los aportes individuales.

El fútbol es un deporte inglés que fue traído por los ingleses a la Argentina como al resto del mundo. Una de las
diferencias entre Buenos Aires y muchas otras ciudades latinoamericanas en donde el fútbol será importante es
el peso de los británicos y la cultura británica en la construcción de la ciudad, la modernización de la economía
argentina y su incorporación al mercado mundial. A comienzos de este siglo vivían en Buenos Aires casi 50.000
británicos. A éstos se sumaron los cientos de miles de inmigrantes europeos. Borocotó trató de construir una
teoría del fútbol nacional despojándolo de lo británico, transformándolo en algo puramente criollo. Su "tour de
force" y su modificación respecto de la teoría de los nacionalistas es haber vinculado el fútbol criollo con la
inmigración. Los inmigrantes utilizan el fútbol porque se transforman en criollos heredando los rasgos de los
"auténticos criollos". No hay "melting-pot". Chantecler acepta la inmigración pero su historia es una historia de
vivezas individuales en donde, incluso, hay espacio para los vivos británicos. Lo criollo no es permanente, se va
haciendo a la marcha en una suerte de "melting-pot" bien logrado. Lo común de estas dos teorías es haber
despojado de lo criollo la fuerza y el coraje al convertir en virtudes máximas el "dribbling", es decir una jugada
que elude el choque corporal, evita el contacto físico con el rival, y la viveza, la capacidad de esconder las
verdaderas intenciones convirtiendo la vida (el juego) en simulacros continuos haciendo creer al otro de lo
contrario, convirtiendo el engaño en victoria. Esta teoría no creo que hubiera sido fácilmente aceptada por los
nacionalistas de la época.

Borges está muy lejos de la solución sintética pacífica que volvería a la Argentina en un espacio idílico del
"melting-pot" cultural. Por el contrario, toda su literatura está desgarrada por sentimientos de nostalgia, porque
tiene lugar en la frontera entre dos mundos, en una línea que las separa y las junta, pero que, la literatura de
Borges pertenece a la frontera entre Europa y América: revela distancias y transformaciones, de la

misma manera que la inscripción de lo escrito separa los espacios de la página de los espacios de la vida" (mi
traducción).

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El mundo pacífico del "melting-pot" anunciado por Chantecler será problemático como también lo será el
mundo sustancialista de Borocotó. Lo criollo como una mezcla será problemático. Lo europeo, el estilo de jugar
europeo, opuesto al estilo criollo, estará siempre presente en el imaginario colectivo argentino. Uno tiene la
impresión al leer El Gráfico de esa época que el estilo criollo crece, se consolida y se reproduce porque triunfa.
Triunfan sus equipos y los jugadores se van a Europa. Una tradición sólo se construye sobre la base de triunfos
y el reconocimiento de los "otros" que se definen como relevantes. Obsesivamente, El Grafico pregunta a los
jugadores europeos que visitan el país, a los diplomáticos europeos estacionados en Buenos Aires, a los
jugadores argentinos que juegan en Europa y a los directores técnicos argentinos que triunfan en el exterior
"cómo nos ven", "qué piensan en Europa del estilo criollo y los jugadores criollos". El Grafico siempre ha de
insistir, y creo que correctamente, sobre el hecho de que no puede haber una tradición sobre la base de derrotas.
Una tradición futbolística no sólo requiere de continuidad histórica sino, esencialmente, de triunfos. Por lo
tanto, ante cada derrota importante lo que se pondrá en duda es el estilo criollo. En esos momentos de crisis
siempre se intenta importar el "estilo europeo". Jamás se piensa en importar el "estilo brasileño", ya que se parte
del supuesto de que eso es imposible. Implícitamente se reconoce la influencia africana que no existe en la
Argentina. Importar lo "europeo" no es sino, quizás, cambiar el sentido de las mezclas y reconocer que, después
de todo, los argentinos descienden de los barcos que traían los inmigrantes al Río de la Plata. Al importar lo
europeo, las tácticas y las disciplinas europeas, los argentinos reconocen una parte importante de ellos y viven la
"mezcla", en el sentido borgeano, de un modo contradictorio. Las contradicciones entre lo criollo y lo europeo
aparecerán con mayor claridad cuando nos concentremos en las descripciones de las virtudes individuales de
algunos jugadores.

Las virtudes masculinas individuales

Hemos visto la importancia del espacio en la construcción de tipos: la pampa y el gaucho, el arrabal y el
compadrito. En el fútbol ya hemos visto que el espacio es el potrero. Sin embargo, y para ser más correctos, El
Grafico, especialmente Borocotó, va a igualar el potrero con el "baldío". Un "baldío" es un pedazo de tierra
irregular de la ciudad sobre el que todavía el cemento no ha avanzado. Del baldío y del potrero saldrán los
jugadores de fútbol argentinos. No salen ni de los patios de los colegios primarios y secundarios, ni de los
clubes, es decir de espacios controlados por maestros y directores técnicos. El baldío es como la pampa y el
arrabal, un espacio de libertad. Los grandes jugadores serán, en consecuencia, productos puros de esa libertad
que les permite improvisar y crear sin las normas o reglas impuestas por los expertos y los pedagogos.

Mientras se reflexiona sobre el estilo criollo se construyen estampas de jugadores que van a funcionar como
arquetipos de esos valores.

Ser ciudadano del baldío es ser un "hombre libre" en un mundo de iguales. El baldío aparece como la verdad
democrática: Peucelle, luego del partido, puede ir al potrero a jugar un "picadito" con los espectadores. Peucelle
tiene el baldío en el alma porque su cuerpo lo indica: es displicente, descuidado y sin garbo. El potrero es
cuerpo, es materialidad. Peucelle tiene, además, la pinta de un "pibe", parece un "purrete travieso" y, por lo
tanto, no ha perdido su frescura. Es importante esta paradoja: una virtud masculina importante es la de
conservar, en la medida de lo posible, el estilo infantil y puro. Peucelle transmite con su estilo la idea de que el
fútbol es un juego y como tal sólo puede ser gozado plenamente cuando se tiene entera libertad. En el mundo
democrático del fútbol los que juegan son todos "pibes", son todos niños, no están sujetos a la autoridad de sus
padres y han escapado de los colegios y los clubes, de la autoridad y jerarquías. El baldío no es mundo de
duelistas, no está poblado por gauchos o compadritos dispuestos a luchar y a matar si es necesario para defender
el honor mancillado, es un mundo de pibes traviesos, pícaros y vivos.

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El baldío/el potrero se opone sistemáticamente al pizarrón y la escuela. A partir de la foto de un "profesor de
fútbol", un jugador internacional inglés, con una pelota en la mano y una varita frente a un pizarrón que tiene
dibujada una cancha de fútbol.

Esta oposición puede verse en el estilo de uno de los grandes defensores de la época: Fernando "El Marquez"
Paternoster. Gran jugador del Racing Club, estuvo en el equipo titular del mundial de 1930, luego triunfó en el
Brasil y tuvo una carrera exitosa en Colombia como entrenador. El Grafico, en una de las muchas notas sin
firma, lo define de la siguiente manera: "Hay algo de inglés en su colocación impecable pero se sudamericaniza
en la elasticidad de sus quites, en la falta de premura por rechazar y, sobre todo, en su postura indolente... Basta
decir que es argentino para comprobar que no ha estudiado teoría, aprendiendo por pizarrón... Fue de los del
potrero; su falta de corpulencia le indicó la necesidad de arreglárselas con maña; y maña eficaz no es otra cosa
que muestra de inteligencia... Tiene limpieza de prestidigitador, rapidez hecha de agilidad y concepción
instantánea" (mi subrayado) (El Grafico, 1931, 619: 5).

Paternoster tiene la indolencia de Peucelle, no es un producto de la escuela, o sea del trabajo y la disciplina, sino
del potrero, o sea el reino de la libertad. La indolencia es siempre vista como una gran virtud.

En la caracterización de Paternoster se menciona explícitamente su reducido tamaño físico. En la relación entre


estilos y cuerpo, Paternoster compensa su escaso tamaño con su habilidad y técnica. El autor de la nota sólo
confirma, con un caso muy especial, la teoría desarrollada por Chantecler, algunos años antes, sobre la necesaria
relación entre cuerpo y estilo. Según Chantecler el estilo europeo -que se caracteriza por ser pesada, lento,
fuerte, disciplinado y armónico en la acción colectiva- necesita de hombres "grandes y fuertes". El estilo criollo
-que se caracteriza por ser liviano, veloz, afiligranado, mayor habilidad individual y menos acción colectiva-
necesita de hombres "pequeños y débiles" (El Grafico, 1928, 467: 21).

Paternoster es un claro ejemplo de hombre "pequeño y débil", ejemplo de habilidad. La habilidad se opone a la
fuerza. Los exponentes del estilo criollo han de ser "hombres débiles pero con una gran habilidad". Esto no
quiere decir que no existan en el fútbol argentino de esa época "hombres grandes y fuertes" o que, llegado el
caso, un equipo necesite de ese tipo de jugador. Las semblanzas personales de El Graficose van a construir
sobre estas diferencias. En 1940 El Gráfico publica un conjunto de semblanzas de jugadores del pasado.

Aquí vuelve a aparecer la dicotomía entre "a mano" y "a máquina". Sin embargo el contexto varía levemente.
"Arte" se refería anteriormente a instinto, improvisación creadora. Sosa aparece como cerebral, o sea es un
arquitecto, es un verdadero artesano que, poco a poco, elabora su obra. Sosa no es necesariamente un artista
sino un artesano, fino y delicado, cerebral y pensador. Ferreyra es instintivo en el uso del cuerpo y, en ese
sentido, es un destructor. La oposición entre cerebro y cuerpo, como si el cerebro no fuera parte de la actividad
muscular, aparece como irreconciliable. De algún modo la oposición fundamental entre habilidad y fuerza se
transforma en la oposición entre cerebro y cuerpo.

La siguiente comparación es entre dos medios centros: Zumelsu del Racing Club y Monti de San Lorenzo de
Almagro. Es importante recordar que en el equipo del mundial de 1930 este puesto estuvo entre estos dos
jugadores y finalmente Monti fue elegido como titular.

En esta comparación surge un nuevo contraste entre aristócrata y obrero. Zumelsu porque es espiritual, elegante,
no trabaja, es pulcro y refinado, es un aristócrata. Monti, por el contrario, es obrero porque trabaja, usa su
cuerpo y su fuerza física, genera energías, es fornido, es un gran batallador y amante del combate. Zumelsu, un
aristócrata, está en la vida para divertirse, mientras que Monti, un obrero, está hecho para la lucha.

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Lo paradójico en estas semblanzas es la aceptación explícita de distintos tipos de jugadores, cada uno con su
estilo, su cuerpo y sus virtudes masculinas. En el fútbol argentino en esa época, como en la actualidad por otro
lado, los dos tipos coexistían en los equipos y sus cualidades divergentes no impedían que el público se
identificara con ellos. Las semblanzas son claras y es también clara la conclusión: el estilo propio, el estilo
criollo de jugar, no necesita de la fuerza para imponerse. Peucelle, Paternoster, Sosa y Zumelsu aparecen como
los representantes de una manera de jugar diferente. La identidad se construye en una doble relación: se definen
los "otros" lejanos y posteriormente los cercanos. Una vez hecho esto los "otros" cercanos se parecen a los
lejanos. Los contrastes con el fútbol inglés sirven en la representación de los "otros" cercanos.

A modo de conclusión

El Grafico, como he hecho notar antes, pertenece a un conjunto de revistas modernistas que en la Argentina de
esa época difunden ideas asociadas a la importancia de vivir una vida ordenada, sana, al aire libre y
disciplinada. Sin embargo, la narrativa del fútbol argentino que desarrolla en la primera década después de su
fundación y los valores masculinos asociados a ella adquieren un tono claramente antimoderno. Frente a los
valores tecnocráticos y su lenguaje, expresado en la importancia del "trabajo", la "máquina", la "ciencia" y el
"juego colectivo", la narrativa de El Gráfico opone la "indolencia", el "arte", la "intuición" y el
"individualismo". Estos últimos valores son los que van a definir un estilo nacional y una tradición criolla. Por
lo tanto, la cultura del fútbol expresada en El Grafico deriva en gran medida del conflicto entre estos aspectos
modernos y antimodernos. La oposición y el contraste con el estilo "británico" o "inglés" debe verse desde esta
perspectiva.

El jugador ideal de fútbol, fiel representante del estilo nacional, aparece bastante alejado del modelo del gaucho
y del compadrito en donde el coraje, la bravura y la fuerza física son determinantes. Hay jugadores, sin
embargo, que pueden tener esas características pero que, de acuerdo con la narrativa de El Grafico, no son
centrales en la definición de un estilo nacional. En la narrativa de la revista, el fútbol no se concibe como un rito
de pasaje necesario para que un adolescente devenga un verdadero hombre. Al contrario, la imagen privilegiada
del jugador ideal es la de un "pibe": el auténtico jugador argentino no deja nunca de ser un niño.

Si aceptamos la idea de que una nación se construye a través de sus diferentes narrativas, la comparación entre
las estrategias literarias serias y populares, en este caso representada por El Gráfico, es pertinente. A través de
estas representaciones no sólo aparecen imágenes diferentes de la masculinidad sino que lo nacional aparece
claramente en toda su ambigüedad e indeterminación conceptual. Este análisis sería aún más interesante si
incluyéramos en la imagen de lo masculino a los escritores nacionalistas de esa época. La importancia del poder
físico-muscular y espiritual cristiano representado por un ejemplar padre de familia ocuparía un lugar
prominente en esta narrativa. En los mundos en que se mueven los gauchos, los compadritos y los futbolistas no
hay espacio para una reflexión sobre el rol de la sexualidad normal y la familia, es un mundo dominado por las
relaciones entre hombres en donde lo central es el duelo, el juego y el deporte.

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