Ciencia Política 2do Parcial
Ciencia Política 2do Parcial
Ciencia Política 2do Parcial
V.I Lenin
CARLOS MARX
LA DOCTRINA DE MARX
El Materialismo Filosósico
La Dialéctica
La Lucha de Clases
El Valor
La Plusvalía
PROLETARIADO
Después de esclarecer, ya en los años 1844-1845, uno de los
defectos fundamentales del antiguo materialismo, que consiste en no
comprender las condiciones de la actividad revolucionaria práctica, ni
apreciar su importancia, Marx consagra, a lo largo de su vida, una
intensa atención, a la vez que a los trabajos teóricos, a los problemas
tácticos de la lucha de clase del proletariado Todas las obras de Marx,
y en particular los cuatro volúmenes de su correspondencia con
Engels, publicados en 1913, nos ofrecen a este respecto una
documentación copiosísima. Estos documentos distan mucho de estar
debidamente recopilados, sistematizados, estudiados y analizados.
Por eso tendremos que limitarnos aquí exclusivamente a algunas
observaciones muy generales y breves, subrayando que el
materialismo, despojado de e s t e aspecto, era justamente para Marx
un materialismo a medias, unilateral, sin vida. Marx trazó el objetivo
fundamental de la táctica del proletariado en rigurosa consonancia con
todas las premisas de su concepción materialista dialéctica del mundo.
Sólo considerando en forma objetiva el conjunto de las relaciones
mutuas de todas las clases, sin excepción, de una sociedad dada, y
teniendo en cuenta, por lo tanto, el grado objetivo de desarrollo de
esta sociedad y sus relaciones mutuas y con otras sociedades,
podemos disponer de una base que nos permita trazar certeramente
la táctica de la clase de vanguardia. A este respecto, todas las clases
y todos los países se examinan de un modo dinámico, no estático; es
decir, no como algo inmóvil, sino en movimiento (movimiento cuyas
leyes emanan de las condiciones económicas de vida de cada clase).
A su vez, el movimiento se estudia, no sólo desde el punto de vista del
pasado, sino también del porvenir, y, además, no con el criterio vulgar
de los "evolucionistas", que sólo ven los cambios lentos, sino
dialécticamente: "En desarrollos de tal magnitud, veinte años son más
que un día -- escribía Marx a Engels --, aun cuando en el futuro
puedan venir días en que estén corporizados veinte años".
(Correspondencia, t. III, pág. 127)[8] La táctica del proletariado debe
tener presente, en cada grado de desarrollo, en cada momento, esta
dialéctica objetivamente inevitable de la historia humana; por una
parte, aprovechando las épocas de estancamiento político o de
desarrollo a paso de tortuga -- la llamada evolución "pacífica" -- para
elevar la conciencia, la fuerza y la capacidad combativa de la clase
avanzada, y por otra parte, encauzando toda esta labor de
aprovechamiento hacia el "objetivo final" del movimiento de dicha
clase capacitándola para resolver prácticamente las grandes tareas de
los grandes días "en que estén corporizados veinte años". Sobre esta
cuestión hay dos apreciaciones de Marx que tienen gran importancia:
una, de la Miseria de la filosofia, se refiere a la lucha económica y a
las organizaciones económicas del proletariado; la otra es
del Manifiesto Comunista y se refiere a sus tareas políticas. La primera
dice así: "La gran industria concentra en un solo lugar una multitud de
personas que se desconocen entre sí. La competencia divide sus
intereses. Pero la defensa de su salario, es decir, este interés común
frente a su patrono, los une en una idea común de resistencia, de
coalición [. . .]. Las coaliciones, al principio aisladas, forman grupos y
la defensa de sus asociaciones frente al capital, siempre unido, acaba
siendo para los obreros más necesaria que la defensa de sus salarios
[. . .]. En esta lucha, que es una verdadera guerra civil, se van
aglutinando y desarrollando todos los elementos para la batalla futura.
Al llegar a este punto, la coalición adquiere un carácter político". He
aquí, ante nosotros, el programa y la táctica de la lucha económica y
del movimiento sindical para varios decenios, para toda la larga época
durante la cual el proletariado prepara sus fuerzas "para la batalla
futura". Compárese esto con los numerosos ejemplos que Marx y
Engels sacan del movimiento obrero inglés, de cómo la "prosperidad"
industrial da lugar a intentos de "comprar al proletariado"
(Correspondencia con Engels, t. I, pág. 136)[9] y de apartarlo de la
lucha ¡ de cómo esta prosperidad en general "desmoraliza a los
obreros" (II, 218); de cómo "se aburguesa" el proletariado inglés y de
cómo "la más burguesa de las naciones [Inglaterra], aparentementlo
tiende a poseer una aristocracia burguesa y un proletariado burgués,
además de una burguesía" (II, 290)[10]; de cómo desaparece la
"energía revolucionaria" del proletariado inglés (III, 124); de cómo
habrá que esperar más o menos tiempo hasta que "los obreros
ingleses se libren de su aparente contaminación burguesa" (III, 127);
de cómo al movimiento obrero inglés le falta "el ardor de los cartistas
[11]" (1866; III, 305)[12]; de cómo los líderes de los obreros ingleses
forman un tipo medio entre burgués radical y obrero" (caracterización
que se refiere a Holyoake, IV, 209); de cómo, en virtud de la posición
monopolista de Inglaterra y mientras subsista este monopolio, "no hay
nada que hacer con el obrero inglés" (IV, 433)[13]. La táctica de la
lucha económica en relación con la marcha general (y con el
desenlace ) del movimiento obrero se examina aquí desde un punto
de vista admirablemente amplio, universal, dialéctico y
verdaderamente revolucionario.
El Manifiesto Comunista establece la siguiente tesis fundamental del
marxismo sobre la táctica de la lucha política: "Los comunistas luchan
por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera;
pero al mismo tiempo defienden también, dentro del movimiento
actual, el porvenir de este movimiento". Por eso Marx apoyó en 1848,
en Polonia, al partido de la "revolución agraria", es decir, al "partido
que hizo en 1846 la insurrección de Cracovia" En Alemania, Marx
apoyó en 1843-1849 a la democracia revolucionaria extrema, sin que
jamás tuviera que retractarse de lo que entonces dijo en materia de
táctica. La burguesía alemana era para él un elemento "inclinado
desde el primer instante a traicionar al pueblo [sólo la alianza con los
campesinos hubiera permitido a la burguesía alcanzar plenamente sus
objetivos] y a llegar a un compromiso con los representantes
coronados de la vieja sociedad". He aquí el análisis final hecho por
Marx acerca de la posición de clase de la burguesía alemana en la
época de la revolución democrático-burguesa. Este análisis es, entre
otras cosas, un modelo de materialismo que enfoca a la sociedad en
movimiento y, por cierto, no sólo desde el lado del movimiento que
mira hacia atrás : ". . . sin fe en sí misma y sin fe en el pueblo;
gruñendo contra los de arriba y temblando ante los de abajo; [. . .]
empavorecida ante la tempestad mundial; [. . .] sin energía en ningún
sentido y plagiando en todos; [. . .] sin iniciativa; [. . .] un viejo maldito
que está condenado a dirigir y a desviar, en su propio interés senil, los
primeros impulsos juveniles de un pueblo robusto [. . .]" (Nueva
Gaceta del Rin, 1848; véase La herencia literaria, t. III, pág. 212)[14].
Unos veinte años después, en carta dirigida a Engels (III, 224), decía
Marx que la causa del fracaso de la revolución de 1848 era que la
burguesía había preferido la paz con esclavitud a la simple perspectiva
de una lucha por la libertad. Al cerrarse el período de la revolución de
1848-1849, Marx se alzó contra los que se empeñaban en seguir
jugando a la revolución (lucha contra Schapper y Willich), sosteniendo
la necesidad de saber trabajar en la época nueva, en la fase de la
preparación, aparentemente "pacífica", de nuevas revoluciones. En el
siguiente pasaje, en el que enjuicia la situación alemana en los
tiempos de la más negra reacción, en 1856; se muestra en qué
sentido pedía Marx que se encauzara esta labor: "Todo el asunto
dependerá en Alemania de la posibilidad de cubrir la retaguardia de la
revolución proletaria mediante una segunda edición de la guerra
campesina" (Correspondencia con Engels, t. II, pág. 108)[15]. Mientras
en Alemania no se llevó a término la revolución democrática
(burguesa), Marx concentró toda su atención, en lo referente a la
táctica del proletariado socialista, en impulsar la energía democrática
de los campesinos. Opinaba que la actitud de Lassalle era,
"objetivamente, una traición al movimiento obrero en beneficio de
Prusia" (III, 210), entre otras cosas porque se mostraba demasiado
indulgente con los terratenientes y el nacionalismo prusiano. "En un
país agrario -- escribía Engels en 1865, en un cambio de impresiones
con Marx a propósito de una proyectada declaración conjunta a la
prensa -- es una vileza alzarse únicamente contra la burguesía en
nombre del proletariado industrial, olvidando por completo la patriarcal
'explotación a palos' de los obreros agrícolas por parte de la nobleza
feudal" (t. III, 217)[16]. En el período de 1864 a 1870, cuando tocaba a
su fin la época en que culminó la revolución democrático-burguesa de
Alemania, la época en que las clases explotadoras de Prusia y Austria
luchaban en torno a los medios para llevar a término esta
revolución desde arriba, Marx no sólo condenó la conducta de
Lassalle por sus coqueterías con Bismarck, sino que llamó al orden a
Liebknecht, que se había dejado ganar por la "austrofilia" y defendía el
particularismo. Marx exigía una táctica revolucionaria que combatiese
implacablemente tanto a Bismarck como a los austrófilos, una táctica
que no se acomodara al "vencedor", al junker prusiano, sino que
reanudase inmediatamente la lucha revolucionaria contra él, incluso
en la situación creada por las victorias militares de Prusia
(Correspondencia con Engels, III, 134, 136, 147, 179, 204, 210, 215,
418, 437, 440-441)[17]. En el famoso llamamiento de la Internacional
del 9 de septiembre de 1870, Marx prevenía al proletariado francés
contra un alzamiento prematuro; no obstante, cuando éste se produjo,
a pesar de todo, en 1871, acogió con entusiasmo la iniciativa
revolucionaria de las masas que "tomaban el cielo por asalto" (carta
de Marx a Kugelmann). En esta situación, como en muchas otras, la
derrota de la acción revolucionaria representaba, desde el punto de
vista del materialismo dialéctico que sustentaba Marx, un mal menor
en la marcha general y en el desenlace de la lucha proletaria, en
comparación con lo que hubiela representado el abandono de las
posiciones ya conquistadas, es decir, la capitulación sin lucha. Esta
capitulación habría desmoralizado al proletariado y mermado su
combatividad. Marx, que apreciaba en todo su valor el empleo de los
medios legales de lucha en los períodos de estancamiento político y
de dominio de la legalidad burguesa, condenó severamente, en los
años de 1877-1878, después de promulgarse la ley de excepción
contra los socialistas, las "frases revolucionarias" de Most; pero
combatió con no menos energía, tal vez con más vigor, el oportunismo
que por entonces se había adueñado temporalmente del partido
socialdemócrata oficial, que no había sabido dar pruebas inmediatas
de firmeza, decisión, espíritu revolucionario y disposición a pasar a la
lucha ilegal en respuesta a la ley de excepción (Cartas de Marx a
Engels, IV, 397, 404, 418, 422 y 424.[18] Véanse también las cartas a
Sorge).
[*] Kustares : productores de objetos industriales que trabajaban para
el mercado.