Solo quiero morir
Solo quiero morir
Solo quiero morir
Parte 1
Angie Rossi
Título: Solo quiero morir
© 2019, Angie Rossi
Revisión de estilo:
2ª edición
Todos los derechos reservados
A Mau y a mis niños con amor .
Índice
Índice
El Inicio de todo.
18 meses después....
El peor error
Funeral
TRES SEMANAS DESPUÉS
Primer encuentro
Primeros trabajos
Psicópata al cuadrado
Algunos días después...
Cada vez más violento
Visitantes nocturnos.
Más muertos que cargar.
12 horas después
Epilogo
El Inicio de todo.
El silencio que siguió a su anuncio fue eterno para Eli, ¿Habría cortado
la llamada?
—¿Antonio, estás ahí?
—¿Tu boda? ¿De qué mierdas hablas? Eli, regreso pronto al país, te
amo. No sabía que tenías novio.
—No tenía novio, es un amigo de varios meses que me ha pedido que
nos casemos y la verdad es que mi vida en casa es tan dura que prefiero
irme con él. ¿Y cómo podrías tener idea de si tengo novio o no? No
hablamos hace mucho tiempo…
...A menos que mi abuelo siga de alcahuete contigo, diciéndote lo que
no debería.
—¿Cuál es su nombre, pequeña? Dímelo por favor. Y si, tu abuelo
parece ser al único al que le agrado,
¿Qué demonios importaba su nombre? pensaba Elaine. Jamás acabaría
de entender a Antonio —Michael Thompson...
—Michael Thompson... ¡pero si es gay!
—¿Qué diablos te pasa? ¿De dónde lo conoces?
—Odio pensar en lo que te hice, no estuve ahí para ti y por eso estás con
él. No lo hagas, perdóname Eli, estamos hechos el uno para el otro. Fui un
idiota de primera, no lo puedo negar. Tampoco puedo esperar que corras a
mis brazos, pero dame tiempo para mostrarte cuán grande es mi amor por ti.
—No puedo Antonio, sencillamente no puedo perdonarte. Mi vida ha
sido un infierno y esperé que estuvieras ahí para mí. Pasaron cosas tan
aberrantes de las que ni siquiera tienes idea.
—Cariño, cálmate un poco, ¿de acuerdo? sé que te fallé cuando más me
necesitabas, pero no te cases.
—Todo está listo.
—Pequeña, por Dios recapacita.
—Adiós.
—Elaine, no me cuelgues.
Cuando Elaine le colgó, Antonio empezó a caminar desesperado, tenía
tanta ira que empezó a arrojar lo que tenía a mano, ella no podía casarse.
Tomó el teléfono y llamó al padre de Elaine.
—¿Si, diga?
—Ethan esa boda es un error.
—¿Antonio? Pero muchacho has desaparecido de la vida de Elaine
desde hace mucho, es una joven atractiva, no puedes creer en serio que
tienes poder sobre sus decisiones.
—Ethan, me importa una mierda como vas a lograrlo, no dejes que tu
hija se case. Ella me ama, es un error que va a ser catastrófico, debes evitar
esto. Ese imbécil es gay.
—Lo sé. Creí que eran pareja. Ellos creen que no lo sé pero es la vida
de Elaine, ella tendrá sus motivos.
—Le fallamos mucho y ella parece un animal herido, se refugia en
Michael, pero no debe hacerlo.
—Lo lamento muchacho, no hay nada que hacer. Salvo que me asegures
de que es un sujeto violento.
—No, es un buen sujeto. Su padre es socio del mío en algunos negocios.
—Entonces supongo que no hay nada más de que hablar. Lo siento
muchacho.
—Mi niña...
—Muchas veces aquellos a quienes más amamos son quienes más daño
nos hacen. Mi amor por él le dio el poder para destruirme, cuando lo
necesité me dio la espalda, a Michael no lo amo así que no podrá romperme
el corazón.
—¿Antonio sabe de tu boda?
—Acabo de hablar con él, fue difícil pues pensé, honestamente, en no
decirle nada. Nunca te conté esto, pero estamos algo distanciados.
Una de las veces en que mamá me golpeó con la faja me dejó en cama
sin poderme mover.
—¿Cómo no me enteré de esto? Mi hijo tendría que habérmelo dicho y
por tu cara intuyo que no es lo peor de todo.
—Estabas en el hospital, te acababan de poner el bypass coronario y
enfrentabas una larga recuperación.
—Tenías... Dios mío, tenías once años.
—Antonio y yo tenemos la misma edad como sabes y hasta los diez
años nos veíamos casi a diario. Papá es socio de Ernesto, su padre, en
algunos negocios. Pero cuando cumplimos once todo cambió, él empezó a
fijarse en niñas mayores que nosotros y se alejó. Después de la golpiza de
mamá, Antonio llegó a casa, me vio y me dijo que parecía un niño, le dije
que había sido mamá, le pedí...no, le rogué que me ayudara a localizar a
papá y me dijo que estaba loca, que mi madre, aunque me gritaba, no era
capaz de eso. Se río de mí, abuelo.
Elaine ríe con su abuelo, luego le abraza. Aquel hombre era la única
razón por la que sonreía a pesar de todo.
—No abuelito, iba a decir que no te encuentras enfermo, ya sé que estás
viejito.
—Pero aún puedo bailar con mi nieta...
Se pusieron de pie disfrutando de aquel momento a solas. Bailaron por
la habitación sin importar que no tuviesen música. De pronto un ataque de
tos obligó al abuelo a sentarse.
—Bueno, al menos unos segundos.
Ambos rieron un poco, Elaine le sujetó las manos y mirándole a los ojos
le dijo....
—Viejo mañoso, nos vas a enterrar a todos.
—Eso deseo, pero a mi edad nunca se sabe. Tu padre ha hecho bien la
gestión de mis empresas y ha cosechado una muy buena fortuna por su
cuenta. Él sabe que eres mi única heredera, la empresa le queda a él, pero
mi capital te pertenece. Ya he hecho los trámites en el banco y lo hemos
puesto en bonos, mes a mes te depositarán lo que genera en intereses, que
debe rondar los dos millones de colones.
—Abuelo...esos son casi 4500 dólares...
—No me interrumpas, mi casa... esa es tuya también. Puedes venderla,
no te ates a ella porque fue mía, guarda demasiados recuerdos, prométemelo
Elaine.
—De acuerdo. Te estás agitando mucho con esta discusión y no debe ser
así. Te amo abuelo y es mi mayor deseo que vivas muchísimos años más. Si
entregarme esto te deja tranquilo, pues gracias por pensar en mí.
—Elaine... ¿volverás a pintar?
—¿A qué viene esa pregunta?
—Simple curiosidad.
—Bueno, tengo casi veinte cuadros en Estados Unidos en una galería.
Mi amiga Georgina quien es además mi agente está organizando una
exposición. Apenas acabe esto de la boda, instalaré todo en mi casa.
Ambos ríen un poco, ven el reloj de la pared que marca las cuatro de la
tarde.
—Hora de casarse, vamos, no hagamos esperar a mi madre, ya sabes
que esta boda es su oportunidad de sacarme de la casa. Michael, de verdad
que no eres el único que tiene cosas que agradecer. Sabes del infierno que
vivo en esta casa, me das una vida nueva y te lo agradezco.
—Si en mis manos está sacarte de ese infierno, es un placer para mí.
Mientras bajan las gradas, Michael sonríe. Está por lograr lo que más
anhelaba, sacar a Elaine de esa casa. Cuando llegaron al recibidor les
esperaba Sofía la madre de Elaine quien se les acercó, Michael se alejó un
poco para darles privacidad. Elaine sin embargo se veía tensa, su madre se
acercaba a susurrarle cosas cuando la amenazaba y aunque estaba cansada
de tenerle miedo no sabía si sería capaz de enfrentarla ya que nunca nadie la
respaldaba, era ella sola contra Sofía y Elaine siempre...siempre perdía.
—Es de mala suerte verse antes de la boda. Dale gracias a Dios que los
invitados están en la biblioteca de tu padre. Por Dios que escándalo social,
te casas como escondida. ¿Estás embarazada?
—¡Ay madre! ¿Desde cuándo crees en esas supersticiones de no verse
antes de la boda? Dime algo, ¿Cuáles invitados? Somos solo la familia, no
estoy embarazada, pero se hizo así por consideración con don Alejandro, el
padre de Michael. Además, suéltame el brazo, ya no tienes ningún derecho
sobre mí.
Por el rostro de Sofía nadie podía saber a ciencia cierta cuál de las dos
estaba más sorprendida, Sofía la soltó y para Michael que les ponía atención
fue sencillo saber que iban a golpear a Elaine.
Sofía se sujetaba con una mano la ropa y cerraba el otro puño como
manteniendo el control, pero le temblaba con ira. Nadie más iba a maltratar
a Elaine. Cuando Sofía levantó la mano dispuesta a golpearla, Elaine cerró
los ojos, pero el golpe nunca llegó. Al abrir los ojos vio a Michael, en su
rostro había tal furia que Elaine retrocedió un paso.
Sofía le acariciaba el brazo con amor, casi parecía sincera, pero Elaine
sabía la verdad.
—¡Por Dios! Solo te aterra que le diga la verdad, no te intereso como
hija.
—Si le dices, tu vida será un infierno.
—Mi vida ha sido un infierno siempre, no puedes cambiarlo o
empeorarlo.
Elaine no pudo evitar reír con las cosas de su abuelo. Luego avanzó con
Michael hasta llegar frente al escritorio. Tras proceder a la lectura de toda la
parte técnica, los testigos firmaron el acta y ambos se convirtieron en
marido y mujer. Ethan se acercó a su hija y la abrazó. Las palabras de
Antonio rondaban su mente pero ella estaba radiante y eso era lo único que
importaba.
—Hija, de verdad espero de todo corazón que este sea el inicio de lo
que será una buena vida al lado de un buen hombre.
—Gracias papá, sé que seré completamente feliz.
—¿Qué pasó?
—Nada serio, hablábamos de la necia de Sofía y de que por fin no
estará sola.
—Gracias papá por aceptarla como mi mujer.
—Es un buen ser humano, cuídala.
Los siguientes tres meses Michael se desvivió por ella. Iban a cenar casi
a diario. Cada rato libre que tenían juntos lo disfrutaban al máximo. Cuando
estaba sola iba a visitar a don Alejandro quien resultó ser una persona
importante en su vida. Sabia de su pasado y eso, emocionalmente hablando
resultaba catártico. Era extraño que alguien más conociera sobre lo
sucedido y no la juzgara. Una mañana mientras Michael trabajaba llegó de
visita su abuelo.
—Me has tenido abandonado. Varios meses de solo llamadas telefónicas
—Lo sé abuelo, pero es que hemos estado muy pendientes de don
Alejandro, está muy mal y aunque le insistimos que viva con nosotros para
cuidarlo, no quiere. Ni de luna de miel nos hemos ido.
—Pues viendo que estás bien, me marcho. Te quiero mi niña y el
matrimonio te sienta bien. Lo de la luna de miel me parece absurdo.
—Michael me trae el desayuno a la cama cada día antes de irse a la
empresa. Abuelo, aunque nosotros no intimemos es una oportunidad de
irnos de vacaciones y apenas don Alejandro se estabilice nos iremos unos
días a la playa.
—Así debe ser, debe cuidarte como la joya que eres. Te quiero pequeña.
Michael llegó algunas horas después y mientras cenaban les avisaron
que don Alejandro estaba hospitalizado, un infarto aparentemente.
Michael se fue a vestir pero le temblaban tanto las manos que Elaine se
hizo cargo. Era consciente de que ella le desvestía y vestía, de que incluso
condujo al hospital. Estaba preso de un ataque de pánico. Aunque sabía que
su papá iba a morir no pensó que sucedería tan pronto. Llegaron al hospital
y estuvieron pocas horas con el anciano que murió sin saber que ellos
estaban a su lado. Michael dejó a Elaine en casa y se marchó a poner todas
las cosas de su padre en orden, incluido el funeral.
Los días pasaron y Michael empezaba a superar la muerte de su padre.
Una mañana mientras ella estaba en el baño Michael encontró el sobre
que su padre había dado a Elaine. Sacó fotos de las hojas con los datos de
los tipos y se fue a toda prisa a encargarse de ellos. Tenía los contactos
suficientes para que los sujetos fueran presos.
Elaine encontró una nota de Michael donde este le explicaba que estaría
fuera el resto del día, así que decidió ir a casa de su padre a almorzar con él,
aprovechando que su madre no se encontraba en casa.
—Tomémonos algo mientras acaban de preparar el almuerzo.
Unos momentos después Elaine entró a su casa, se quitó los zapatos, los
dejó a medio camino, el bolso lo tiró sin delicadeza al sillón. Todo a su
alrededor daba vueltas, escuchaba murmullos y voces que repetían una y
mil veces las palabras hirientes de su madre, lo que decía la mujer que
informaba sobre la muerte de Michael, todo aquello iba a acabar
volviéndola loca. Sin más fuerzas se dejó caer al suelo en posición fetal
abrazándose las rodillas. Unos minutos o quizás horas después, cuando la
crisis parecía haber acabado, escucho su celular, aunque quizás había
sonado antes. No lo supo. Tomó el teléfono y revisó el registro, 28 llamadas
perdidas de Antonio y 10 de su papa. Luego de un momento su celular sonó
de nuevo y decidió atenderlo.
—Elaine, pequeña, me preocupa que estés sola. Dime dónde queda tu
casa.
—Dejé algo para ti en casa de mis padres, necesito estar sola.
—Eli, no cometas una locura.
—Te amé, ¿sabes? todos me agreden o abandonan... ¿qué hay de malo
en mí?
—Nada, ¿me entiendes Elaine? nada malo. Aún sigo en el país y me voy
mañana, déjame pasar esta noche contigo.
—Adiós Antonio.
Tras colgar con Antonio llamó al abogado de sus padres y esperó por él.
Pasó casi una hora y no llegaba. Para matar el aburrimiento y sus nervios
tamborileo sus dedos sobre sus rodillas. Poco después sonó el timbre.
—Gracias por venir, Gustavo.
—Me dijiste que era urgente. ¿Cómo estás llevando todo esto?
—¿Honestamente? No sé cómo me siento, su muerte fue tan horrible.
Necesito que como abogado vayas en mi nombre a la empresa y les digas
que quiero liquidar mis activos, dinero no me hace falta así que no quiero
negociar, solo deshacerme de las acciones y donar el dinero que me den a
alguna causa benéfica.
—De acuerdo. Me marcho entonces, mañana iniciaré con todo.
—Nadie salvo tú y mi abuelo saben la ubicación de esta casa, al menos
esta noche debe seguir así.
—Ethan, me dice Elaine que dejó algo para mi acá esta noche.
—Una carta, déjame y la busco.
Antonio seguía aún fuera del país tratando de arreglar todo, pero una
cosa acaba llevándole a otra y el momento de regresar aún estaba lejos.
Aquello acabó con las esperanzas de Elaine, sabía que tenía que tener
paciencia pero era difícil. Aquella noche la casa de sus padres estaba
decorada para navidad y algunos globos puestos por Ethan pues también
celebran el cumpleaños de Elaine. En la mesa había un queque con el
número 26, estaban sus padres, su abuelo y el socio desu padre, Guillermo
Roldán quien rondaba los 60 años.
—Felicidades Elaine, sé que han sido meses muy difíciles pero la vida
continua.
—Don Guillermo, ha pasado más de seis años desde la última vez que
lo vimos.
—Bueno jovencita, había decidido irme un tiempo, asuntos del corazón
y aunque me veas viejo mi corazón ama como quinceañero.
—Don Guillermo, usted no cambia. ¿Por qué decidió regresar? si no le
incomoda la pregunta.
—Para nada chiquilla, la mujer que amo me ha dicho que me extraña y
que va a luchar por lo nuestro.
—Para el amor no hay edad, luche por ella.
—Ay chiquilla, si supieras…
Mientras avanzaba la cena Ethan se sentía muy triste, nunca más vería a
su niña ni conocería a sus nietos. Después de que les retiran todo y les traen
un café, las cosas se ponen turbias.
—Una comida bárbara mi amigo, este lugar es siempre de primera
calidad.
—Necesitaba este lugar. En la vida, mi amigo, llega un momento donde
uno no sabe si será su última cena o no.
Mientras Ethan hace una pausa para beber vino, Sofía se mueve
incómoda, viendo de un hombre al otro.
—Quiero brindar por este amigo que se ha estado acostando con mi
mujer durante muchísimos años.
La gente que estaba dentro del restaurante sale a ver en que acabó todo,
los meseros les impiden acercarse. Poco después llegan los del CIJ (Centro
de investigación Judicial) sus médicos forenses empiezan a analizar la zona.
Toman declaraciones a los presentes, se llevan las grabaciones de las
cámaras de seguridad y tras proceder al levantamiento de los cuerpos se
van. Más tarde aquella misma noche en medicatura forense la joven que
analiza los cuerpos para dar el informe revisa las pertenencias y anota los
datos personales de las víctimas, entrega todo a sus superiores.
A la mañana siguiente don Peter, está tomando café mientras ve las
noticias, Uno de los periodistas pasa la noticia y don Peter, ajeno a quien es
el centro de la noticia sube el volumen al televisor.
—Tal cual dijimos hace algunos minutos, anoche se dio una tragedia en
un restaurante en Escazú, se trata de un doble homicidio y el suicidio del
autor de los hechos. Aún no tenemos los nombres de las víctimas y su
victimario sin embargo si poseemos el video que un corresponsal que estaba
en el lugar de los hechos nos he hecho llegar. En el video podemos apreciar
como un sujeto dispara a quien presumimos es su esposa y luego se suicida.
Les advertimos que las imágenes son muy fuertes.
Cuando el video inicia don Peter cae al suelo sosteniéndose el pecho. La
enfermera que está con él hace un par de días a pedido de Elaine, llama a
emergencias, poco después trasladan al anciano a un centro médico.
Mientras tanto en USA, Elaine se está dando un baño. Antonio que
prepara el desayuno recibe una llamada de su madre y al terminar de
escuchar lo que sucede se sienta. El color ha abandonado su rostro y así,
inmóvil y pálido lo encuentra Elaine.
Tras enterarse de lo sucedido Elaine grita y se deja caer al suelo,
Antonio la toma en brazos y la lleva a su habitación. Llama a un médico
quien llega poco después para aplicarle un sedante. Ella necesita descansar
pues vienen días difíciles. Antonio organiza todas sus cosas, reserva un
vuelo privado y recoge las cosas de Elaine además de preparar una maleta.
Al bajar del avión, ven a Gustavo, este la abraza fuertemente e inclina la
cabeza saludando a Antonio. Elaine está jadeando en busca de aire.
—¿Asma?
—El inicio, ando la bomba acá en mi cartera. Llevaba meses sin un
ataque, pero siempre mantengo una bomba por si acaso.
—Pero es que esto no es para menos, es un caos total. Tengo periodistas
fuera de la casa de tus padres, de mi despacho. Son como tiburones.
—No entiendo nada... cuando me hablamos lo sentí distinto, deprimido,
pero jamás imaginé que iba a pasar algo así.
—Elaine, debes ser fuerte, hay algo que...
—Lo sé, si me derrumbo ya no pararé de llorar y mi abuelo me necesita
fuerte.
—Elaine, Dios... no hay forma de suavizar esto, tu abuelo se enteró
viendo las noticias. Le ha dado un infarto.
—¿Está...está muerto?
—No, pero está crítico. Vamos al hospital.
Don Peter suspira y cierra los ojos. Las máquinas suenan y él tiene una
sonrisa en el rostro. El Dr. Rojas entra y apaga las máquinas, la abraza y
Elaine llora mientras la enfermera cubre a don Peter.
—Lo siento mucho Elaine.
Antonio sabía que ella necesita espacio así que la dejó ir. Elaine llegó a
la puerta y entonces un periodista se acercó a ella, antes que le preguntase
algo Elaine retrocedió, se giró, mirando a todo lado preocupada. Cuando
empezaba a correr chocó con el Dr. Rojas, este la sujetó de los hombros y la
miraba preocupado ante su evidente falta de aire y molesto por verla sola
cuando era obvio que no debía estarlo.
—Vamos a mi despacho, ahí estarán tranquilos.
La salida del hospital fue sencilla y llegan a casa de los padres de Elaine
quince minutos después. Aunque trató de hacerla comer algo ella se negó y
se fue a acostar. Todo en la vida de Elaine estaba lleno de dolor y no sabía
cómo evitarle más sufrimientos. Mientras esta allí solo en medio de la sala
decide llamar a su casa Les cuenta un poco a sus padres sobre lo sucedido
con don Peter. Poco después llega Gustavo quien lleva con él un maletín
con documentos que Ethan dejó para Elaine. Para cuando el reloj marca las
siete de la mañana Elaine baja y observa a Antonio dormir, así que va a la
cocina a preparar algo de beber. Quince minutos después iba llegando con
un café para Antonio cuando le escucha. Aparentemente habla con alguien
en Estados Unidos.
—Si Mike, Tengo un problema acá que me detiene en el país. Una de
esas situaciones que quisieras evitar. Es una situación que de verdad retrasa
todos nuestros planes de expansión. Apenas acabe con esto me regreso.
Tras colgar con su amiga llamó a Gustavo quien llegó una hora después.
—Elaine, te conozco desde bebé, no creo que sea normal en ti no llorar.
—¿Consideras que era una llorona, Gustavo?
—No, pero si un ser humano muy sensible.
—Mira Gustavo, te veo como a un tío. Por eso no me enojan tus
comentarios tan directos, pero, si dejo salir esto que siento, voy a
suicidarme y no juego. Prefiero ir poco a poco. Además, por mi asma no
puedo alterarme.
Voy a tomarme unos días, luego venderé la casa tal cual está.
—¿Segura?
—Sí, acá no tengo ningún buen recuerdo, en cada esquina la recuerdo
gritándome o golpeándome. Tengo la casa que compró Michael así que eso
no es problema.
—Te entiendo. Me reprocho no haber intuido algo. Tu papá modificó el
testamento días antes.
—Liquida los activos de mi padre, sus socios no pondrán peros para
comprarla. La casa cerrémosla por ahora, solo que venga alguien a limpiar.
No puedo decidir que dejar y que vender con todo tan fresco.
—Han llamado del CIJ, los cuerpos estarán listos mañana en la mañana.
—Por favor, encárgate tú. Ellos tenían algo en la Funeraria. Llámalos y
ellos harán todo.
—¿No piensas asistir?
—No puedo. Ella causó todo... es la primera culpable y papá tendría que
haberla dejado, lo que hizo mató a mi abuelo y es tanto el rencor que siento
que no voy a asistir. A mi abuelo que lo cremen por favor y que te envíen
las cenizas. Me ausentaré algunos días para poder estar lejos del caos y
decidir bien lo que quiero hacer.
—Así lo haré chiquilla.
Funeral
24 horas después Gustavo luce asombrado por la inmensa cantidad de
personas aglomeradas allí. Mientras trata de no gritarles a todos que se
marchen se le acercan Isabella y Ernesto del Valle, los padres de Antonio —
¿Elaine no vino?
—Mira alrededor Ernesto. La gente que vino vio la noticia en tele y
quieren ver a Elaine, como si fuera un maldito animal de circo. Culpa a su
madre de todo esto y en el fondo tiene razón, preferí no insistirle. Además
tampoco quiere ver a Antonio.
—Mi hijo la ama con locura, esto le está afectando. Está buscándola
entre la gente y no creo que tarde en acercarse.
—Por cierto, hay una carta a nombre tuyo Ernesto. Me la dejó Ethan
hace varios años haciéndome jurar que no te la entregaría hasta el día que
faltara. Casualmente le entregó una también a Elaine, te la daré en un rato.
El viaje hasta San Carlos había estado tranquilo. Incluso había hecho
algo de turismo en San Ramón, subiéndose a un Cannopy. Al llegar al
centro de Fortuna<<el nombre del pueblo ubicado en San Carlos>> se
sintió bastante acalorada. Por eso al entrar a la oficina de bienes raíces no
pudo evitar un suspiro de alivio cuando la recibió el aire acondicionado. En
el counter de servicio al cliente estaba una joven de cabellos castaños.
—Buenos días joven, ¿puedo ayudarla en algo? tome asiento por favor.
Mi nombre es Nancy.
—Muchas gracias. Estuve en contacto con Andrea y le dije que me
interesaban dos propiedades, mi nombre es Elaine Bourdin.
—Al fin llega, estuvo hablando con mi compañera pero anda enseñando
unas casas.
—Ah de acuerdo... ¿cómo a qué hora regresará? Me atrasé un poco al
llegar al pueblo Chachagua. Debo reconocer que aunque había algo de
presa, fue el detenerme a ver el volcán desde ahí lo que generó mi atraso.
Aunque estaba bastante lejos se veía hermoso.
—Hoy está totalmente despejado el volcán, así que entiendo. He vivido
acá siempre y si hay oportunidad saco mis buenas fotos.
Ignacio se fue furioso y Elaine cerró tan duro la puerta que fue un
milagro que no se dañara. Elaine observó a su vecino a través de su
ventana. Aunque la había disgustado, le daba mucha gracia. Regresaba a su
casa oliendo a mugre. Se lo tenía merecido. Sin embargo esa alegría duró
poco.
Tanto altibajo emocional la estaba fregando porque ahora lloraba como
tonta. Por su parte Ignacio llegó a su casa hecho una furia, empapado y
apestoso, se sirvió un trago, luego reventó el vaso contra la pared. Manuel
que iba entrando miró con asombro a su jefe.
—¿Pero qué le pasó? Ha cobrado usuras. Eso justifica su enojo pero
está todo mojado....y no huele nada bien.
—La cagué. La he insultado y atacado. Al final me ha dicho que no
ponga un pie en su casa. Bueno, además de arrojarme una cubeta con agua
sucia.
—Jefe, debería ir de nuevo y disculparse. Además, no puede ser tan
malo.
—Manuel, le dije que las más fieras son las mejores en la cama. Que
seguro sus clientes le pagan bien, y que por eso pudo comprar la casa.
—¿Que le dijo qué? Con más razón debería ir de una vez. Jefe esto va
más allá del agua, descargó su furia contra alguien inocente, recuerde que
su odio es justificado siempre que lo dirija a quien realmente lo desea.
No me extrañaría que del todo, nos quedemos sin esa agua. Si al menos,
en alguna parte el agua entrara a sus tierras jefe, el problema sería sencillo
de solucionar pero no es así, por eso necesitamos a su vecina, no me gusta
ver morir a los animales jefe —Lo entiendo, si hubieras visto el enojo de
esa mujer, de enemiga no ha de ser buena. Me cambio y voy de nuevo. Pero
te vienes conmigo.
—De acuerdo.
Armándose de valor, llamó de nuevo a la puerta. Elaine abrió pero no
fue lo que esperaba encontrar. Imaginó que estaría esperándole con una
escopeta, sin embargo la mujer ante él tenía el rostro enrojecido e hinchado
de llorar. Si antes no se había sentido un patán, ahora lo hacía.
—Lo siento mucho, pensé que ibas a estar furiosa, no llorando, pareces
ser una mujer de armas tomar, sin embargo estás así.
—Me cuesta mucho manejar las confrontaciones y pensé que podía
pegarme, estaba realmente furioso.
—¿Te han golpeado?
—No nos tenemos confianza como para estarle contando cosas de mi
vida. De haber venido mañana no me hubiese agarrado con la guardia baja.
—Me lo merezco. De verdad lo lamento.
—Debo estar mal de la cabeza para que tan siquiera conversemos. Si
envía algunos hombres a trabajar, podrían ayudarme a correr la cerca más
hacia la casa para liberar el río. Si quisiera que la deje bien pueda de mi
lado para que los animales no andén a la libre por mis tierras.
—¿Por qué harías algo así? Vine hace un rato pensando en rogarte por
el agua, incluso estaba dispuesto a pagarte una renta por ello, mi
desesperación tomó el control y dije cosas demasiado hirientes y aun así me
dices eso.
—Deje de mirarme así, no soy enemiga suya. No estoy tramando nada.
Le hubiera dicho lo mismo hace rato.
—No imaginas cuanto necesito el agua, las personas hasta ahora
solamente me han sacado dinero.
—Yo no soy las demás personas. Comprendo que está ansioso y que
incluso desconfíe pero no le he dado razones para hacerlo. Ahora márchese
de aquí.
—Lo siento señorita Bourdin.
—Tengo muchísimas cosas que hacer así que tráigase a sus empleados
para que hagan el trabajo. Entre más pronto lo hagan más pronto me libraré
de tratos con usted.
—Quisiera saber por qué haces esto, es difícil creer algo así.
—El asunto es que no solo pierde usted, hay animales que mueren de
sed. Yo no necesito el agua.
—Si estás segura...
—No conozco a nadie, así que le repito, si envía ayuda cuanto antes
podrán mover las cercas.
—Eres increíble, nunca imaginé esto y perdón por ser tan antipático.
—¿Y qué culpa tengo yo? Ya me advirtieron de usted en el pueblo.
Tanto Nancy como don José.
—¿Qué te dijeron?
—Bueno, que tenía usted un radar contra las busconas. Yo vine a vivir
en paz, he vivido mi propio infierno y por eso la gente como usted me
altera. Quisiera darle el agua porque es absurdo que yo tenga un río
mientras que usted lucha por mantener vivos sus animales. Mis intenciones
son únicamente esas.
—Lo siento Elaine.
—En fin... ¿Quiere tomarse un café?
—Claro.
Ignacio intuía que ella no le había dicho todo y decidió presionar, eso
sí...manteniendo la distancia.
—Hay algo más que ruidos normales en el campo.
—Mira, soy de ciudad ¿sí? y por eso no me acostumbro a los ruidos del
campo.
—Vivo en la misma zona por si no lo recuerdas y en mi casa no hay
ruidos de campo, al menos no a un nivel que me despierten. Así que mejor
me cuentas lo que escuchaste.
—Fue extraño, al principio pensé que alguien caminaba por el techo,
pero el sonido se acabó tan rápido como inició.
—¡Debiste haberme llamado!
—¿Y qué te iba a decir? No soy una histérica.
Nada, ella no responde, sigue el rastro de sangre hasta un baño, ella está
sentada en el escusado, tiene un corte cerca del ojo y el brazo derecho igual.
Los pies sangran también, se ve pálida y con dolor.
—Logré sacar un vidrio pero no deja de sangrar.
—Déjamelo a mí, lo estabas haciendo bien, ¿Ves? ya casi no sangra.
¿Tienes antiséptico?
—En el botiquín.
—Te va a arder. Lo siento.
—No importa.
Una lágrima cae por el rostro de Elaine, Ignacio ignora las advertencias
sobre cero contacto y la abraza.
—Lo siento, no soy tan llorona.
—No lo eres, fuiste víctima de una agresión muy seria, es normal que
llores.
Hace señas a una enfermera que se acerca con una silla de ruedas pero
Ignacio niega con la cabeza y la mantiene en sus brazos. Christian abre una
puerta y le indica a Ignacio que entre. Christian los observa con interés, ella
se ve serena, Ignacio camina muy tenso y respirando agitado.
—Nacho, vete un rato déjame revisar a tu joven amiga.
—No lo sé.
—Ignacio, no tengo cinco años, vete tranquilo que si me trajiste acá es
que confías en este médico.
—De acuerdo.
Ignacio se inclina sobre Elaine que está en la camilla, una mano a cada
lado del cuerpo y acerca su rostro al de ella.
—Si estuviera actuando como un novio desesperado, no estaría acá sino
buscando al imbécil que te hizo esto para arrancarle la cabeza.
Ella baja el rostro y mueve sus dedos de forma inquieta, Christian pone
sus dedos bajo la barbilla de Elaine y la levanta, así la obliga a verlo.
Algo en la mirada de Ignacio hace que Christian abra mucho los ojos.
—Me marcho a ver otros pacientes quédense acá unos minutos si lo
necesitan.
Tras la salida de Christian, Elaine se queda unos pocos segundos en
silencio, mirando con curiosidad a Ignacio.
—No debías hablarle así, mi fobia es mi culpa no la de él.
—No permitiré que nadie, escúchame bien NADIE haga algo que te
genere temor o dolor.
—Es curioso, tú me asustas y sigues actuando igual, incluso peor.
—Es distinto, yo nunca te dañaría.
—No te conozco, sé que Christian no me estaba atacando, solo quería
inyectarme. No puedes ser un loco que ataca a quien...
—NADIE va a causarte temor, voy a protegerte y no se diga más.
—Ya entiendo, serás una especie de hermano mayor.
—De hermano nada, tenlo por seguro.
Elaine más dormida que despierta cierra los ojos. Tratando de hablar
suave para no despertarla, se dirigió a su capataz.
—Manuel, fui claro temprano, mañana tomaré las medidas necesarias
para que esto no se repita.
Debido a las guardias de dos hombres a la vez, las noches de Elaine han
sido perfectas. Los trabajadores terminaron de mover la cerca y ya era
posible mirar a los animales llegar a beber cada día. Cada vez que veía a
una madre y sus potrillos se sentían bien, aquella había sido la mejor
decisión Ignacio llegó a buscarla, aunque llamó al timbre no respondió pero
el auto está ahí. La puerta no tenía seguro así que entró. La encontró en la
cocina frente a su computadora, llorando.
—¿Malas noticias?
—Algo así.
—¿Qué sucede cielo?
—Nada...
—Elaine...
—¿Necesitas algo?
—Bueno... venía a invitarte a cenar en casa.
—No puedo.
—Vamos Elaine no me rechaces, lo he aceptado durante estas semanas
pero ya es hora de que pueda agradecerte todo. Además parece que has
recibido malas noticias y no quisiera dejarte sola.
—Hoy no soy buena compañía.
—Cuéntame lo que sucede.
—Dame tiempo Ignacio, solamente necesito resolver algo. Ya casi salgo
para San José.
—¿Regresarás?
—Claro, pero debo hacer algunas diligencias. El pie lo apoyo sin dolor
por lo que manejar no será un problema.
—¿Vas a un hotel?
—Ignacio, de veras no sé cómo explicarte que no puedes estar
controlando cada cosa que hago, es aterrador.
Ignacio no iba a permitirle marcharse. Por eso más tarde aquel día
cuando ella dormía se acercó a la cama y le aplicó un paño con cloroformo.
Tomó el celular de Elaine y fabricó un falso mensaje y lo envió a su celular.
Luego respondió de vuelta. Aquello daría la cuartada ideal.
Ignacio, sé que es tarde pero no me siento bien. Por ahora suspendo
mi viaje a San José. ¿Podría quedarme esta noche en tu casa?
Claro, voy a recogerte. Espérame en la puerta, no abras hasta que
llegue.
Le dio el celular y Elaine lee todo con sorpresa. Luego bebe el jugo y se
acuesta a dormir. Por alguna razón se siente demasiado cansada. Algunas
horas después salió de la habitación, abrió un par de puertas hasta que
encontró la cocina. Una mujer de edad avanzada estaba cocinando.
—Joven, no debería estar levantada.
—Me sentía desubicada...
—Ignacio se va a preocupar. Se asustó mucho cuando la fue a buscar.
—No creo que se preocupe mucho doña…
—María, pero todos me dicen Nana María. Déjeme llamarlo...
—No se moleste... ¿Está cerca?
—Desde acá ve las cuadras, ahí está, pero déjeme acompañarla.
—Es usted tan sobreprotectora como él. Y no me hable de usted, por
favor.
—Mi niña, has hecho tanto por él que ni te imaginas.
—Yo no lo veo así...
—Mira, no es solo el agua que ya de por sí es generoso, no buscas su
dinero y además le rechazas. Está bueno, este chico solo se había visto
rodeado de mujeres que querían su dinero. Por cierto, no verás mucho a
Manuel. Ignacio lo culpa del ataque que sufriste en tu casa.
—Pero eso es absurdo.
—Nacho es así.
Caminaron hasta las caballerizas. Todo era hermoso y se notaba que
Ignacio había invertido muchos millones porque cada cosa se veía hecha
por alguien profesional. Era increíble pensar que no podía financiar el pago
del agua.
—Es hermoso...
—Lo es mi niña, Nacho ama estas tierras y pensó seriamente en
venderlas.
Elaine se marea, lleva su mano a la cabeza y se tambalea. Doña María la
sostiene mientras grita llamando a Ignacio. Este sale de las cuadras y llega
corriendo. Le pasa el brazo por la cintura y la lleva dentro de la casa.
—¿Que hacías fuera...?
—Me desperté bastante desorientada. Quise echar un vistazo a tu
propiedad.
Durante más de una hora Elaine le abre su corazón. Una ira inmensa y
oscura se empieza a crear dentro de Ignacio, pero sus demonios no pueden
salir, ella no puede conocer la oscuridad que habita en él. Sin poder evitarlo
se pone de pie con los puños cerrados y camina tratando de apaciguar su
ánimo.
—La odio Elaine y desearía que esté viva para llevarla ante la justicia.
—Lo sé, pienso lo mismo.
Cada vez más violento
Deciden tomarse un café en la sala cuando aparece Manuel. Elaine
sintió el cambio y la tensión que manaba de Ignacio quien, se dirige a
Manuel con un tono tan frio que Elaine quiso irse de ahí.
—Te dije que no te quiero cerca de Elaine.
—Jefe...
—Jefe nada, le debes una disculpa inmediata a Elaine.
—Ignacio, él no me ha hecho nada.
Tras una noche de mucho pensar Elaine amanece segura de que él irá a
verla. Le teme, claro que sí. Sin embargo, necesita dejar las cosas más
claras. Ya sabe que con él jamás podrá tener algo, pero sigue siendo su
vecino.
Para cuando son las 7am le abre la puerta. Ignacio luce despeinado,
parece que no se ha bañado.
—Buen día. ¿Café?
—Eh... si claro
Dice sintiéndose bastante desconcertado, esperó gritos no esa actitud
fría. Elaine está calmada, a Ignacio le tiemblan las manos, la mira por
encima del borde de la taza y ella le devuelve la mirada con tranquilidad.
—Elaine, no sé ni cómo empezar a disculparme.
—No lo hagas, pues no lamentas tu proceder. Te asustó mi reacción lo
que es comprensible, sin embargo, así eres y debo conocerte y comprender
cuáles son los detonantes. No malinterpretes mis palabras, no me veras
sosteniendo una relación contigo no me interesa estar con alguien así. Con
mi madre fue suficiente pero no dejaré de ser tu amiga, es lo más que puedo
ofrecer. Eres como ella.
—No sabía que eres asmática.
—Eso es lo que te asustó y te tiene acá hoy. No puedes tratar a la gente
así.
—Tanto Nana como Manuel son empleados, si te pido que me digas que
te dijo ella o si le pido a Manuel que salga de una habitación, no me
desacredites defendiéndolos.
—En eso te equivocas, al menos con ella. Desde el inicio me diste a
entender que al menos, en el caso de doña María ella era tu nana, que te crio
como si fuera tu madre. Les das una posición diferente a la de simple
empleado y aunque así lo fueran les defendería igual.
El celular de Ignacio suena en ese momento, el tensa el rostro. —De
acuerdo, voy para allá.
Elaine se levanta a llevar su taza a la pila. Al volverse él la ve fijamente.
—Debo irme, Elaine.
—Está bien, te estás estresando en exceso. Vete a tus cosas que yo tengo
trabajo también.
—Hola Ignacio. Ella está bien, pero le han mandado reposo. Estaba
tratando de avisarte, pero casi no tengo señal.
—¿Dónde está Elaine?
—Cálmate Nacho, ella está muy asustada y hasta te teme, me lo dijo
hoy. Tu actitud no ayuda del todo, créeme.
—Mi furia no es con ella, no debería temerme.
—Le teme a lo que haces cuando estás tan enojado. No creas que la
gente no habla, se refieren a ella como la causante de que el monstruo del
Rancho Caballero ande suelto de nuevo. Hubo una época dónde estabas
fuera de control, no había bar al que no fueras y acabaras peleándote como
loco. Estuviste tranquilo y ahora con ella acá estás igual que antes.
—Gracias por esta charla de psicología, nadie, absolutamente nadie
sabe lo que siento por ella.
—Eso lo sé, pero tus reacciones la afectan a ella y a todos lo que están
cerca tuyo.
—La llevaré a casa.
—Está dentro sentada en una camilla esperándote. Tiene el pómulo
ligeramente rojo, pero nada importante. Me marcho a casa, cuídala. Y, por
cierto, está realmente borracha.
—Claro que sí, me lo imagino.
La cara de Ignacio debe ser de tal desconcierto que cause que Elaine se
ría.
—Tu cara... ¡oh Dios!
Ignacio sacude la cabeza, no puede creer semejante broma. Por un
segundo se vio a si mismo matando al tipo. Una vez en la estación de
policía les atiende un oficial bastante joven .
—Buenos días, ¿en qué les puedo ayudar?
—Anoche fui atacada en el bar Traverse y me dijeron que debía
presentarme a declarar.
—Hay dos sujetos detenidos, solo queda que les identifique y que
redactemos la denuncia.
—Eran cuatro, no dos.
—Lo sé, ya hay orden de búsqueda para ellos, pero bien pueden estar
lejos de la zona. Manténgase alerta pues según tengo entendido, ellos
gritaban que iban tras de usted.
—No es posible.
Ignacio la abraza y frunce el ceño, está muy fría así que se quita su
chaqueta y se la pone encima.
—Muchas veces las amenazas no pasan de ser eso, sin embargo, ellos
estaban muy molestos y bueno, la cosa puede acabar muy mal para usted.
Extreme medidas de seguridad y nosotros les atraparemos.
—Tenga por seguro que sola no va a estar. Espero que ustedes estén a la
altura y sean capaces de atraparlos.
Visitantes nocturnos.
Elaine se cubre la boca con las manos y llora, si ella no hubiese tardado
tanto en peor ayuda Ignacio estaría vivo. Después de hablar con el oficial,
José se vuelve hacia Elaine.
—Señorita Bourdin, intente descansar y apenas tengamos noticias le
dejaré saber. Uno de nuestros oficiales se quedará montando guardia en
caso de que algo pase. No sabemos si es Ignacio así que mantenga la calma.
Elaine estaba sirviéndose otro café cuando entra Ignacio. El reloj marca
las 4am. Cuando lo ve deja caer la taza y se desliza al suelo. Ignacio llega a
ella y la lleva a una silla, luego le sirve algo frio de beber, mientras Elaine,
con la voz temblorosa le narra lo sucedido.
—Lamento no haberte llamado antes, tuve que irme de emergencia a
Liberia para ver unas reses.
—¿Reses, Liberia? estabas acampando atrás, lo dijeron los sujetos.
—¿Eso se lo dijiste a alguien más?
—Pues al jefe de policía. Hay un cuerpo allá atrás, te están buscando.
—¡Mujeres! Maldición Elaine, ¿no podías quedarte callada? Si me
detienen será tu culpa.
—¿Mía?
Ignacio avanza hacia ella y le sujeta la muñeca para someterla.
*Nota de la autora, Costa Rica se divide en 7 provincias, Liberia es una ciudad que forma parte de una de ellas,
Guanacaste*
—Mira, yo me fui a Liberia a ver unas reses, tranquila que no ha pasado
nada más. ¿Entiendes eso, Elaine?
—Yo no lo sé, es que...
—Mira Julieta, es una total vergüenza para nuestro pueblo, una mujer
descarada que acepta compañía masculina. Cuando mi marido se entere
dejará de trabajar con Ignacio —Estoy de acuerdo Margarita, escuché que
planeó todo lo sucedido para meterse en su cama. Que tu esposo amenace a
Ignacio con dejar de comprarle no hará que le pida a esa furcia que se
marche, tu esposo, Enrico es quien le compra pacas de heno a Ignacio, no
creo que deje de trabajar con él, además sabemos que tu marido tiene
afición por mirar jovencitas así que mejor te cuidas de esa fulana.
Elaine había visto, con el rabo del ojo a Ignacio así que estaba tranquila
pues sabía que él conocía la coartada. Su calma servía para desconcertar a
José, quien de seguro esperaba verla nerviosa. Ignacio entra poco después a
la cocina, se hace el sorprendido.
—¿A qué debo la visita? Dudo que viniera hasta acá por un café.
Cubre a Elaine con la misma. Ahora le frota la espalda como para que
entre en calor.
—¿Dónde estuvo anoche después de las 11pm?
—Acá en casa. Elaine deberá perdonarme por comentar esto, pero
bueno, estábamos teniendo relaciones íntimas. Recuerdo que nos dormimos
y en la madrugada se despertó con un ataque de asma muy fuerte. Ha tenido
demasiadas emociones. Hoy como a las cinco de la mañana fui a comprarle
más medicamento, el dueño de la farmacia es amigo mío y le pedí que
abriera un momento y me vendiera el salbutamol que usa Elaine pues ya
casi no quedaba, casualmente el paquete está acá encima de mi escritorio
con todo y factura.
—¿Porque salir tan de madrugada?
—Se ve que no es de rancho, acá el trabajo bravo inicia temprano y no
podía confiar a nadie la compra del medicamento que mantiene con vida a
Elaine. Ahora, ya que ha venido a mi casa con una situación que
obviamente afecta a Elaine, dígame que se me pensaba acusar.
—Una de las señoras que humilló públicamente a Elaine fue apuñalada
hasta morir, al esposo lo degollaron.
Christian abre la puerta y deja pasar a Doña María quien tiene los ojos
rojos de tanto llorar. Pero ella no llora de alivio por Elaine, sino porque si
ella no le hubiese creado esa coartada las cosas serían distintas en aquel
momento y lloraba, además, por la inmensa posibilidad de que las
sospechas de ambas fuesen ciertas.
—Entre ya doña María y tranquilícese que Elaine no se está muriendo.
—Sí, claro. ¡Qué buena noticia!
—Las dejo solas.
Doña María se acerca a Elaine quien se ve muy pálida y tiene los ojos
cerrados.
—Eres luz y él oscuridad.
—Ignacio me asusta, creo que él... creo que él esconde algo muy oscuro
y me aterroriza.
—Lo sé, a veces me asusta pensar en que sean ciertas nuestras
sospechas.
—No sé qué pasa realmente con él, no durmió aquí ayer así que ignoro
qué pasó.
—¿Y porque entonces lo cubriste?
—Si Ignacio cometió esos crímenes tan atroces merece ir preso, pero el
jefe de policía venia dispuesto a llevárselo, nunca estuvo en sus planes el
beneficio de la duda.
—Pues gracias, compraste tiempo.
—Sí, doña María me asusta que sea cierto.
—De ser cierto deberás irte, pones en riesgo a todos y me incluyo. No
adrede, pero cualquiera que te quiera dañar o que te mire feo es asesinado.
—Lo he pensado mucho y sería peor. ¿No cree que al no verme se
vuelva loco?
—Es cierto, pero no pensemos así, esperemos a ver qué pasa. Dios nos
perdone si resulta inocente.
Tres días después Elaine mientras Elaine observa a algunos animales
llega José.
—Buen día Elaine.
—Jefe.
—Mire, sigo pensando que de alguna forma pudieron planear una
coartada para Ignacio. El jefe se acerca a Elaine y la sujeta del brazo.
Ignacio ve todo de lejos y se acerca, empuja a José y coloca a Elaine
tras su espalda, respira de forma agitada y ella le agarra el brazo como para
evitar que Ignacio haga una locura.
—Esta es propiedad privada y es usted el que hostiga a Elaine. Si no
viene con algo en mi contra absténgase de poner un pie en mis tierras.
—Sé que mienten y voy a descubrirlos.
Dos días después Elaine decide quedarse con Ignacio. De los males el
menos y José pasaba prácticamente todo el día estacionado frente a su casa.
Mientras veía algunos potrillos tuvo una caída. Andaba distraída
pensando en la extraña idea de Ignacio y en su reacción al decirle que
investigativa, por eso no puso atención al camino y cayó sobre unas rocas.
No pensó que fuese algo más allá de un buen susto y tras bañarse se
acostó a dormir. Le dolía un poco la mano así tomó ibuprofeno antes de
abandonarse a un sueño reparador. Más tarde cuando Ignacio va a verla la
encuentra adormilada la cubre con un manta y se inclina a besarme la
frente. Está con mucha temperatura así que llama a Christian y mientas lo
espera se pone cerca de la ventana. Doña María se acerca y le indica con la
cabeza que salga con ella y ambos caminan al despacho de Ignacio.
—Ella va a acabar marchándose de acá.
—No se lo voy a permitir.
—¿Es acaso tu prisionera?
—Nada de eso, pero voy a hacer todo lo que esté a mi alcance o más,
por evitar que se vaya.
—Eso es distinto a decir que no le vas a permitir irse, si la obligas no
estará a tu lado por amor y es lo que buscas ¿cierto?
Poco después le dan la salida a Elaine, al llegar a casa ella le dice que se
siente bien así que se sientan a esperar el almuerzo, ambos en silencio.
Doña María lleva unos platos y bebidas, luego se retira.
—¿En qué piensas?
—Espero que algún día la mano me deje pintar.
—Lo sé, haremos terapia juntos y vas a ver que recuperaras al menos la
mayor movilidad posible.
Elaine está dormida, la cara está limpia, pero sus dedos se ven negros
por el humo. Ignacio se sienta a su lado y le sujeta la mano, pero ella sigue
dormida.
—Dormirá hasta mañana por la mañana, ha sido demasiado para ella.
—¿Le darás la salida mañana?
—No lo sé, depende de cómo evolucione el cuadro. ¿Te quedarás con
ella verdad?
—No hace falta, si va a dormir todo lo que queda mejor me voy a comer
y descansar.
—Creí que te quedarías, es decir si ella fuera mía no me movería de acá,
es que viéndote como reaccionaste al creerla muerta pensé...
—Mira, no somos pareja aun y la amo, pero de verdad que esto de hoy
me ha hecho darme cuenta de que la amo con locura, ella me quiere o siente
algo por mí, pero no en mí mismo nivel, debo poner distancia empezando
hoy.
—Como quieras, te aviso entonces.
Ambas ríen, los hombres las ven como si estuvieran locas. Dos semanas
después salen en el auto, Diana ha llegado con su hermano y mientras ella
se marcha con Elaine Andrés se queda viendo algunos caballos.
Cuando ya venían de regreso, ambas notan un auto siguiéndolas, aunque
Elaine acelera el auto no le da ventaja. En un movimiento final las chocan y
sacan de la carretera.
Diana se golpea la cabeza con el vidrio y se hace un corte. Elaine se
toca las costillas y hace gesto de dolor. Desde el auto llama por teléfono, le
tiemblan las manos y la voz.
—¿Diga?
—No enloquezcas.
—¿Qué pasa?
—Nos han golpeado el coche y nos sacaron de la carretera.
—¿Dónde están?
—No sé, no puedo describirlo. —la voz le tiembla tanto que le cuesta
hablar.
—Elaine concéntrate, sé que estás nerviosa.
—No lo vi venir, fue muy rápido.
—Elaine enfócate.
Elaine empieza a mirar todo describiendo lo que ve. Tras colgar con
Nacho revisa a Diana, ella esta despierta pero muy mareada. Poco después
llegan dos coches, Ignacio y Manuel en uno y Andrés en el otro. Andrés
abraza a su hermana, luego le revisa la frente y se va a encarar a Elaine.
—Si por tu culpa algo le sucede a Diana...
—Lo siento.
—Tenías razón, por mi culpa ella pudo resultar aún más herida. Estoy
maldita, la gente de mi vida se muere, llévala lejos.
Andrés se vuelve hacia su amigo.
—Ignacio déjanos solos.
—No lo creo.
—Vamos Nacho que mi hermano sabe que está a punto de ser capado
así que no hará nada estúpido.
Nacho y Diana salen. Andrés respira para serenarse, jamás se había
equivocado tanto como lo hizo con Elaine, una víctima de algún puto loco.
—Elaine, amo a mi hermana y cuando creí que podía pasarle algo
descargué mi ira y frustración en tu contra.
—No puedo arriesgar a tu hermana, ignoro cuanto tiempo va a durar
esto. Cada vez que creo que ya ha acabado alguien más viene. No me fui a
San José pues creo que será más difícil estar segura. Acá ya la policía tiene
sus pistas e irme significaría arriesgar a más gente de mi pasado.
—Vamos a traer unos amigos expertos en seguridad. La policía no hace
nada y creemos que este odio que te tienen va en aumento.
—Sus vidas van a correr peligro.
—No te preocupes por nada que acá tendrás hombres dispuestos a dar la
vida por ti.
—Eso es lo que menos quiero.
—Deja de pensar en eso, ah y dile que traeré a mi amigo Roberto, no le
va a gustar, no solo tiene conocimientos en artes marciales, sino que está
soltero y según sé hasta mi hermana enmudece al verlo, si estuviera en la
posición de Ignacio no me sentiría muy feliz.
—¿Porque?
—Ustedes no han formalizado ninguna relación y eso te deja convertida
en una bellísima soltera.
—¿Bellísima?
Diana hace señas a su hermano y ambos salen para darles espacio, pero
no se van de la casa.
—Elaine, es que las mujeres de hoy en día van de uno a otro.
—¿Con mi pasado? ¡Me violaron por Dios! Jamás seré una libertina, me
aterra la intimidad —¡Lo lamento!
—Debo parecerte una aberración, mercancía dañada.
—¡Jamás! Dios, Elaine lo lamento.
—¡Lárgate!
Ignacio abandona la casa sin decir más. Luego entra Andrés. Elaine se
siente apenada. —¿Lo escuchaste?
—Elaine, ¿qué edad tenías?
—14 la primera vez.
—¿La…la primera vez? Dios pequeña…
—No me hagas hablar de eso.
—Lo lamento muchísimo. ¿Odias a Ignacio?
—No, pero no puedo quedarme aquí, necesito alejarme.
—¿Marcharte?
—Hay un viaje que he estado aplazando y con esta amenaza a mi
seguridad es lo mejor. Les agradezco todo lo que han hecho, pero es inútil.
—No puedes marcharte.
—No soy una niña, ayer mientras Ignacio estaba en las cuadras prepare
mi maleta, solo necesito que me lleves al centro para irme en taxi.
—¿Y tu yeso? ¿Y tu carro?
—Hablé con el médico y me queda un mes más antes de tener que
quitarlo. En cuanto al auto el choque le dañó no sé qué y está en el taller.
—De acuerdo. Te llevo al aeropuerto.
—No tienes que hacerlo —Quiero hacerlo, te lo debo por lo de hace un
rato.
Ignacio está como loco, Andrés lo sujeta para evitar que se vaya encima
de Eduardo.
—¡Cállate!
—Mi hermana se suicidó, ambos murieron. Fue después de que Ignacio
la dejó por otra, le quitó su virginidad y la desecho como basura.
¿Y sabes por qué la dejó? Porque papá dejó dicho que la fortuna de mi
hermana no podría tocarla Ignacio, quien de paso la había convencido de
entrar en la sociedad que posee y usar todo para, según este imbécil,
importar ganado de alta calidad y hacer mejoras en las instalaciones,
diciéndole que lograrían triplicar lo invertido a lo largo de los años.
Se coloca frente a ella, una rodilla en el piso, ella le mira con los ojos
muy abiertos y aterrorizados, pero suspira aliviado.
—Cariño, vamos a llevarte a tu habitación y llamaremos a Ignacio.
—No por favor…
—Debes escucharle a él también, es lo justo. Además, en este momento
la prioridad es otra.
—Me golpeó...
—Lo sé, es muy temperamental, no ha tenido muchos afectos y está
acostumbrado a controlarlo todo, no te digo que le perdones o no muy
rápido, pero escúchale al menos. Toda historia tiene dos lados.
Ignacio entra a la casa cuando Elaine viene del cuarto con el cabello
envuelto en un paño y un pantalón de franela. Nacho la abraza fuerte. Ella
trata de alejarse, pero Ignacio no la suelta.
La policía llega y Andrés sale a hablarles. José entra a la casa y empieza
a interrogar a Elaine, luego Nacho la lleva a su habitación.
Cuarenta minutos después Christian entra, la revisa, le da un beso en la
frente y se va. A todo esto, ella se mantiene respondiendo puros
monosílabos. Maldita la hora en que llegó a ese pueblo. Podría llamar a
Antonio, pero sería meterlo en todo aquello.
Cada vez que Ignacio se acerca ella retrocede en la cama como un
animal herido, pero cuando entra Andrés ella rompe a llorar. Ignacio inclina
la cabeza en modo de agradecimiento pues necesitaban que se desahogara
de alguna forma. Andrés lleva a Elaine al rancho de Ignacio. Este decide ir
a buscar a Diana pensando que quizás otra mujer en casa ayudaría a Elaine
a sentirse bien. De todas formas, ella está muy cómoda con Andrés y en ese
momento sus celos serían estúpidos.
Poco después entra con Diana.
—Ignacio me lo ha contado todo. Es una pena lo que te sucedió. Tiene
que ser terrible cerrar los ojos recordar las balas encima tuyo...
Elaine se pone en pie para salirse del comedor, pero Diana se acerca a
ella y la toma del cabello, luego la arroja contra la pared. Elaine cae al suelo
y
se queda muy quieta. Ignacio saca a la mujer de la casa mientras Andrés
va a ayudar a Elaine. La toma en brazos y la lleva al sillón de la sala. Diana
va gritando como loca...
—Muerta, te quiero muerta, él es mío, MÍO….
Doña María entra con más café, mira la cara del médico y levanta una
ceja.
—Déjenme a solas con Elaine, por favor. —pide Andrés—