Solo quiero morir

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Solo quiero morir

Parte 1

Angie Rossi
Título: Solo quiero morir
© 2019, Angie Rossi
Revisión de estilo:
2ª edición
Todos los derechos reservados
A Mau y a mis niños con amor .
Índice
Índice
El Inicio de todo.
18 meses después....
El peor error
Funeral
TRES SEMANAS DESPUÉS
Primer encuentro
Primeros trabajos
Psicópata al cuadrado
Algunos días después...
Cada vez más violento
Visitantes nocturnos.
Más muertos que cargar.
12 horas después
Epilogo
El Inicio de todo.

Elaine Bourdin provenía de una de las familias más adineradas de Costa


Rica, pero no era feliz. Al menos no tanto como una novia, se supone debe
serlo. Mientras se miraba en el espejo de su habitación empezó a pensar en
lo que nunca tuvo.
Desde niña pensó que el día de su boda seria quizás, un día especial.
Anheló estar en el altar al lado de su amigo de infancia, del amor de su
vida.
Sin embargo, las cosas no resultaron así, aquel evento no era algo que se
llevaba a cabo por amor, pero era lo mejor si se tomaba en cuenta la vida
que llevaba junto a su madre. Una lágrima se le escapó mientras acariciaba
los pliegues del vestido de novia. Nadie podía convencerla de no casarse,
con esa boda su madre la dejaría en paz. Mirando a su alrededor sonrió un
poco, su habitación era bastante sencilla, una cama, un tocador y su
escritorio. Nada extravagante, de hecho, aquella habitación era igual que
ella, sencilla. Aunque para su madre la palabra sencilla no describía a la
habitación...mucho menos a Elaine, para ella su hija era una simplona.
Elaine siempre supo que su madre sentía vergüenza de ella, aunque jamás
comprendió por qué. Cuando cumplió 10 aceptó que nunca la querría y a
los 14 empezó su pesadilla. Por eso dejó de tratar de agradarle y se dedicó a
sobrevivir. Dejando eso aparte, Elaine observaba su celular, se sentía
nerviosa pues quería...necesitaba hacer esa llamada y escucharlo antes de
unir su vida a la de otro hombre.

...Uno, dos, tres timbres y ahí estaba...esa voz... él dueño de su corazón.


—Hola Antonio.
—¡Eli, me sorprende tu llamada! Tenemos ya varios meses sin hablar.
—Antonio, hay algo que debo decirte...—sonaba tan tensa que era
sorprendente que Antonio no se diera cuenta.
—Eli, dime que me perdonas, que mis errores del pasado ya no evitarán
que estemos juntos.
—¿Juntos...?

¡¡Nooo!!¿Por qué le salía con eso ahora?


—Si Eli, nada nos separará ya.
—¿Por qué no me dijiste esto hace unos meses...? ¡Dios! ya no puedo
dar marcha atrás.
—¿Marcha atrás? Eli, pequeña, te tengo grandiosas noticias, luego me
explicarás de lo que sea que estás hablando.
—Yo también te tengo noticias, verás, hoy es el día de mi boda.

El silencio que siguió a su anuncio fue eterno para Eli, ¿Habría cortado
la llamada?
—¿Antonio, estás ahí?
—¿Tu boda? ¿De qué mierdas hablas? Eli, regreso pronto al país, te
amo. No sabía que tenías novio.
—No tenía novio, es un amigo de varios meses que me ha pedido que
nos casemos y la verdad es que mi vida en casa es tan dura que prefiero
irme con él. ¿Y cómo podrías tener idea de si tengo novio o no? No
hablamos hace mucho tiempo…
...A menos que mi abuelo siga de alcahuete contigo, diciéndote lo que
no debería.
—¿Cuál es su nombre, pequeña? Dímelo por favor. Y si, tu abuelo
parece ser al único al que le agrado,
¿Qué demonios importaba su nombre? pensaba Elaine. Jamás acabaría
de entender a Antonio —Michael Thompson...
—Michael Thompson... ¡pero si es gay!
—¿Qué diablos te pasa? ¿De dónde lo conoces?
—Odio pensar en lo que te hice, no estuve ahí para ti y por eso estás con
él. No lo hagas, perdóname Eli, estamos hechos el uno para el otro. Fui un
idiota de primera, no lo puedo negar. Tampoco puedo esperar que corras a
mis brazos, pero dame tiempo para mostrarte cuán grande es mi amor por ti.
—No puedo Antonio, sencillamente no puedo perdonarte. Mi vida ha
sido un infierno y esperé que estuvieras ahí para mí. Pasaron cosas tan
aberrantes de las que ni siquiera tienes idea.
—Cariño, cálmate un poco, ¿de acuerdo? sé que te fallé cuando más me
necesitabas, pero no te cases.
—Todo está listo.
—Pequeña, por Dios recapacita.
—Adiós.
—Elaine, no me cuelgues.
Cuando Elaine le colgó, Antonio empezó a caminar desesperado, tenía
tanta ira que empezó a arrojar lo que tenía a mano, ella no podía casarse.
Tomó el teléfono y llamó al padre de Elaine.
—¿Si, diga?
—Ethan esa boda es un error.
—¿Antonio? Pero muchacho has desaparecido de la vida de Elaine
desde hace mucho, es una joven atractiva, no puedes creer en serio que
tienes poder sobre sus decisiones.
—Ethan, me importa una mierda como vas a lograrlo, no dejes que tu
hija se case. Ella me ama, es un error que va a ser catastrófico, debes evitar
esto. Ese imbécil es gay.
—Lo sé. Creí que eran pareja. Ellos creen que no lo sé pero es la vida
de Elaine, ella tendrá sus motivos.
—Le fallamos mucho y ella parece un animal herido, se refugia en
Michael, pero no debe hacerlo.
—Lo lamento muchacho, no hay nada que hacer. Salvo que me asegures
de que es un sujeto violento.
—No, es un buen sujeto. Su padre es socio del mío en algunos negocios.
—Entonces supongo que no hay nada más de que hablar. Lo siento
muchacho.

Antonio miraba fijamente el teléfono cuando Ethan lo colgó. Todos los


Bourdin le colgaban el teléfono.
—Maldición, la perdí, la perdí...

Ajena a toda aquella situación, Elaine continuaba cepillándose el


cabello, de pronto sonó un golpe, su abuelo Peter se quedó contemplándola
desde la puerta, se sentía melancólico y triste. Se sentó en la cama junto a
Elaine y colocó en la mesa un sobre de manila bastante abultado, Elaine lo
miró, pero no preguntó nada. Acababa de hablar con Antonio, esos dos
estaban hechos el uno para el otro y necesitaba que su nieta reaccionara. Su
niña guardaba secretos y necesitaba saber si podía cambiar algo.
—Me duele verte así, mi niña.
—No te entiendo abuelo.
—Casándote para huir, deberías ir al altar con el amor de tu vida y en
parte soy culpable por no tener mano dura con mi hijo, porque él le permitió
a tu madre tratarte mal siempre.
—No estoy huyendo, al menos no en el sentido literal de la palabra.
¡¿Qué demonios les pasaba a todos hoy?!
—Soy tu abuelo y te conozco, tu padre ha sido egoísta, tu madre es una
usurpadora que te ha tenido encerrada en casa toda tu vida.
—¡¡¡Abuelo!!!
Elaine veía a su abuelo bastante alterado, pero aun así no podía faltarle
el respeto a su madre, no era correcto, por eso le puso la mano en el brazo y
le dio unas palmaditas mientras movía la cabeza de un lado al otro.
—Recuerda que es mi madre y aunque no me trate como quisiera le
debo respeto. Deja de ser tan gruñón que me pones más nerviosa.
—No me regañes chiquilla que debería ser yo el que te reprenda.
Además, sabemos de las preferencias de tu futuro esposo y este con tal de
no perder su dinero te mete la loca idea de que deben casarse para mantener
feliz a su padre. Debes atarte a él dos años y si en ese periodo de tiempo
conoces a alguien perderás la oportunidad. Ahora, si fuese un amigo de toda
tu vida lo entendería, pero solo le conoces desde hace seis meses, Elaine
este va a ser un error muy grande.
—Abuelo, he recibido muchas bendiciones, no fui a la escuela normal
pero no he dejado de conocer gente. Aunque ya casi tengo 25 siempre me
dije que me iría de casa cuando llegase el día de mi boda, déjame vivir este
momento tan feliz. A él lo quiero. No somos amigos de infancia, pero no
veo lo malo, mi vida a su lado no puede ser peor que al lado de mi madre.
—¿Y Antonio?
—¿Qué con él? No empieces abuelo, él está lejos, muy lejos del país, de
mi vida...
—Pero no de tu corazón.

Elaine se acercó a la ventana mientras los recuerdos venían a ella. Era


demasiado el resentimiento, no parecía existir posibilidad de arreglarlo. Una
lágrima traicionera corrió por su mejilla, no podía darse el lujo de ser débil,
mucho tiempo atrás se había prometido a sí misma no llorar más por él.

—Mi niña...
—Muchas veces aquellos a quienes más amamos son quienes más daño
nos hacen. Mi amor por él le dio el poder para destruirme, cuando lo
necesité me dio la espalda, a Michael no lo amo así que no podrá romperme
el corazón.
—¿Antonio sabe de tu boda?
—Acabo de hablar con él, fue difícil pues pensé, honestamente, en no
decirle nada. Nunca te conté esto, pero estamos algo distanciados.
Una de las veces en que mamá me golpeó con la faja me dejó en cama
sin poderme mover.
—¿Cómo no me enteré de esto? Mi hijo tendría que habérmelo dicho y
por tu cara intuyo que no es lo peor de todo.
—Estabas en el hospital, te acababan de poner el bypass coronario y
enfrentabas una larga recuperación.
—Tenías... Dios mío, tenías once años.
—Antonio y yo tenemos la misma edad como sabes y hasta los diez
años nos veíamos casi a diario. Papá es socio de Ernesto, su padre, en
algunos negocios. Pero cuando cumplimos once todo cambió, él empezó a
fijarse en niñas mayores que nosotros y se alejó. Después de la golpiza de
mamá, Antonio llegó a casa, me vio y me dijo que parecía un niño, le dije
que había sido mamá, le pedí...no, le rogué que me ayudara a localizar a
papá y me dijo que estaba loca, que mi madre, aunque me gritaba, no era
capaz de eso. Se río de mí, abuelo.

La voz se le quebró, no podía permitirse caer en la tristeza, el pasado


era solo eso, ya no debía tener control sobre ella.

Me dijo que si estaba tan enamorada de él no llamase su atención así.


Mamá escuchó y me fue peor, en el hospital dijo que había caído por las
escaleras y por miedo...no lo negué.
—Tu madre es de lo peor, ¿tu padre qué hizo? No puedo aceptar que él
supiese todo y no se divorciara de tu madre, que me mantuvieran en las
sombras. Me horroriza que has dicho algo que da a entender que fueron
varias veces. Ahora comprendo tus ausencias en almuerzos familiares, no
estabas fuera de la casa, estabas en tu habitación, herida y sola.
—Papá llegó dos días después y me regañó por hacer estupideces y
quitarle la paz a mamá. A los 18, tuve el supuesto accidente a caballo.
—Nunca me gustaron esos animales.
—Mamá tenía un clavo en la mano y lo metió en el muslo del animal,
este se asustó y comenzó a correr conmigo encima, lo que no sabía mamá es
que esa vez Antonio la vio, él subió a un caballo y fue tras de mí. Cuando
llegó a mi lado estaba en el suelo. Me llevó al hospital, pero le pedí que se
fuera, trató de que habláramos, pero no pude hacerlo. Hemos conversado
ocasionalmente pero cuando él toca el tema de las agresiones le cuelgo el
teléfono. Papá dice que está administrando uno de los hoteles de su padre.
Antonio me dice que deberíamos casarnos, pero el pasado pesa, le necesité
y no estuvo ahí.
—De acuerdo, la verdad es que si le veo le daría un par de regaños por
su forma de actuar, pero... ¿y que con posibles novios?

Elaine empezaba a sentirse enojada, con su abuelo, con todo.


—¡Ay abuelo! Ni idea, pero sé que hasta yo gano con la boda, de otra
forma papá no me dejaría ir, no le importa que sea mayor de edad, me ha
criado para irme de casa cuando me case. No es un mal padre ni mucho
menos, su mayor error es amar demasiado a mamá, así que nada me cuesta
irme siguiendo sus reglas. Deja de andar sacando argumento tras
argumento.
—No me gusta esto, pero es tu decisión.
—Lo es abuelito y te amo, pero de verdad es lo primero que decido por
mí misma y se siente bien para variar.
—Lo que no entiendo es esta idiotez de amenazar a su hijo con que se
case o perderá la fortuna, ¿a quién se la va a dejar?
—Es que no es justo, sabes que el padre de Michael es chapado a la
antigua, tuvo a mi amigo ya siendo muy viejo cuando él y su esposa
llegaban a los cincuenta años. Está con un severo cáncer de pulmón en
etapa final y su último deseo es ver casado a Michael. Ha sido un buen
padre dedicado a él en un cien por ciento.
—Aunque su forma de asegurarse que se hijo está estable es algo
arcaica. Además, una cosa es un último deseo y otra esto. Es una última
orden a su hijo, le hace chantaje.
—Es ridículo, pero bueno, mamá no me quiere y siempre ha sido así,
por eso ya no tener que aguantar sus maltratos va a ser un alivio. Ahora
abuelito por favor, no quiero hablar más de ello.
—Comprendo tu forma de pensar, aunque no la compartiré nunca. Hay
algo que quiero darte. En este sobre está una copia de mi testamento.
—Abuelo no hables de eso, si estás...
—¿Muy joven? ¡Ay hija mía!

Elaine ríe con su abuelo, luego le abraza. Aquel hombre era la única
razón por la que sonreía a pesar de todo.
—No abuelito, iba a decir que no te encuentras enfermo, ya sé que estás
viejito.
—Pero aún puedo bailar con mi nieta...
Se pusieron de pie disfrutando de aquel momento a solas. Bailaron por
la habitación sin importar que no tuviesen música. De pronto un ataque de
tos obligó al abuelo a sentarse.
—Bueno, al menos unos segundos.

Ambos rieron un poco, Elaine le sujetó las manos y mirándole a los ojos
le dijo....
—Viejo mañoso, nos vas a enterrar a todos.
—Eso deseo, pero a mi edad nunca se sabe. Tu padre ha hecho bien la
gestión de mis empresas y ha cosechado una muy buena fortuna por su
cuenta. Él sabe que eres mi única heredera, la empresa le queda a él, pero
mi capital te pertenece. Ya he hecho los trámites en el banco y lo hemos
puesto en bonos, mes a mes te depositarán lo que genera en intereses, que
debe rondar los dos millones de colones.
—Abuelo...esos son casi 4500 dólares...
—No me interrumpas, mi casa... esa es tuya también. Puedes venderla,
no te ates a ella porque fue mía, guarda demasiados recuerdos, prométemelo
Elaine.
—De acuerdo. Te estás agitando mucho con esta discusión y no debe ser
así. Te amo abuelo y es mi mayor deseo que vivas muchísimos años más. Si
entregarme esto te deja tranquilo, pues gracias por pensar en mí.
—Elaine... ¿volverás a pintar?
—¿A qué viene esa pregunta?
—Simple curiosidad.
—Bueno, tengo casi veinte cuadros en Estados Unidos en una galería.
Mi amiga Georgina quien es además mi agente está organizando una
exposición. Apenas acabe esto de la boda, instalaré todo en mi casa.

Estaban tan entretenidos que no se dieron cuenta que llamaban a la


puerta, por eso cuando golpearon de nuevo, más fuerte, ambos se
sobresaltaron, lo que les hizo reír. Michael había ido a buscar a Elaine.
Sabía que estaba con el abuelo pero necesitaba verla. Sabía que don Peter
no lo quería y lo lamentaba, no tenía abuelo y hubiese querido ganarse al
anciano. Se acercó a su prometida y le besó la mejilla, todo ante la atenta
mirada del anciano. Sabía la historia de Elaine y conocía a Antonio.
La actitud de don Peter dejaba claro que solo Antonio era signo de su
nieta y contra eso era difícil luchar. El anciano abandonó la habitación sin
siquiera mirarle y suspiro de forma teatral para alegrar a Elaine. Ese tema la
afectaba y no quería que estuviese triste.
—No me quiere, ¿verdad?
—La idea de nuestra boda no le gusta, pero lo respeta.
—No quisiera causarte problemas, ya sé que es él a quien más quieres
en tu familia.
—Lo es, lo amo con todo mí ser, pero debo vivir mi vida.
Poco después una de las empleadas de su padre les llevó un café.
Aquello debía ser obra de su futuro marido. Sabía cuánto amaba tomarlo
cuando estaba nerviosa.
—Mi abuelo no puede imaginar el suplicio que vivo en la casa y lo que
nuestro matrimonio me beneficia.
—Nunca podré pagarte por todo lo que haces.
—Bueno, recuerda que la casa la he elegido yo y que la he decorado a
mi gusto, todo de tu billetera, además al divorciarnos me quedará a mí. —le
dice con tono como coqueto—
—Hablas como una arribista y creo que tienes más dinero que yo.

Ambos ríen un poco, ven el reloj de la pared que marca las cuatro de la
tarde.
—Hora de casarse, vamos, no hagamos esperar a mi madre, ya sabes
que esta boda es su oportunidad de sacarme de la casa. Michael, de verdad
que no eres el único que tiene cosas que agradecer. Sabes del infierno que
vivo en esta casa, me das una vida nueva y te lo agradezco.
—Si en mis manos está sacarte de ese infierno, es un placer para mí.

Mientras bajan las gradas, Michael sonríe. Está por lograr lo que más
anhelaba, sacar a Elaine de esa casa. Cuando llegaron al recibidor les
esperaba Sofía la madre de Elaine quien se les acercó, Michael se alejó un
poco para darles privacidad. Elaine sin embargo se veía tensa, su madre se
acercaba a susurrarle cosas cuando la amenazaba y aunque estaba cansada
de tenerle miedo no sabía si sería capaz de enfrentarla ya que nunca nadie la
respaldaba, era ella sola contra Sofía y Elaine siempre...siempre perdía.
—Es de mala suerte verse antes de la boda. Dale gracias a Dios que los
invitados están en la biblioteca de tu padre. Por Dios que escándalo social,
te casas como escondida. ¿Estás embarazada?
—¡Ay madre! ¿Desde cuándo crees en esas supersticiones de no verse
antes de la boda? Dime algo, ¿Cuáles invitados? Somos solo la familia, no
estoy embarazada, pero se hizo así por consideración con don Alejandro, el
padre de Michael. Además, suéltame el brazo, ya no tienes ningún derecho
sobre mí.
Por el rostro de Sofía nadie podía saber a ciencia cierta cuál de las dos
estaba más sorprendida, Sofía la soltó y para Michael que les ponía atención
fue sencillo saber que iban a golpear a Elaine.
Sofía se sujetaba con una mano la ropa y cerraba el otro puño como
manteniendo el control, pero le temblaba con ira. Nadie más iba a maltratar
a Elaine. Cuando Sofía levantó la mano dispuesta a golpearla, Elaine cerró
los ojos, pero el golpe nunca llegó. Al abrir los ojos vio a Michael, en su
rostro había tal furia que Elaine retrocedió un paso.

—Mire suegrita, no empecemos con mal pie esta nueva relación


familiar, no voy a permitir que vuelva a ponerle un dedo encima a Elaine,
¿quedó claro?
—¿Dé que hablas?
—Sé de cada golpe y supuestos accidentes que ha tenido Elaine, sepa de
una vez que no me voy a amilanar por su actitud. Nadie tuvo los pantalones
para detener sus agresiones, pero a mí no me temblará la mano.
—Mire jovencito....

Michael intensificó el agarre causando un dolor muy fuerte a su suegra.


—¿De acuerdo suegrita?
—Sí, de acuerdo.

Elaine estaba disfrutando de aquello, por eso no pudo evitar reír un


poco, se acercó a su madre y le habló como si fuese un secreto entre ellas,
mientras que Sofía se frotaba el brazo, pues le dolía muchísimo.
—Por años esperé que mi padre te pusiera un alto. No se siente nada
mal para variar. He decidido hablarle a papá sobre ellos, Rodrigo y Agustín.
—No te atrevas Elaine.
—Ellos me hicieron cosas, los dejaste...
—¡Cállate de una puta vez!
—Arruinaste mi vida, le tengo pavor a los hombres, me dejaste sucia.
¿Qué clase de monstruo le hace eso a su hija?
—Tú me dejaste en ridículo, tu...
—Eran pedófilos, eso eran. Tan solo tenía 14 años mamá, no puedo más
con este terrible secreto, papá lo va a saber quieras o no. Te odio y desearía
que estés muerta.
—Pero ellos me dijeron que no sucedió nada.
—Me violaron los dos. Agustín, tu querido médico me tocaba cada vez
que me inyectaba para controlarme y Rodrigo... lo único bueno que hizo fue
usar protección para no dejarme embarazada. Fui al ginecólogo y en su
momento se asustó por las cicatrices internas que me dejaron tantos años de
abuso. Le dije que los responsables estaban presos, pero ya no aguanto, ya
no más.
—Deja eso atrás. No puedes decirle a tu padre, piensa en mí.
—Mi decisión no está sometiéndose a votación. Tú eras mi madre,
debías protegerme, cuidarme.
—Trabajemos en nuestra relación, iremos de compras, ya verás cariño
como vamos a recuperar el tiempo perdido.

Sofía le acariciaba el brazo con amor, casi parecía sincera, pero Elaine
sabía la verdad.
—¡Por Dios! Solo te aterra que le diga la verdad, no te intereso como
hija.
—Si le dices, tu vida será un infierno.
—Mi vida ha sido un infierno siempre, no puedes cambiarlo o
empeorarlo.

Después de aquello, Michael tomó a Elaine de la cintura e ingresaron a


la biblioteca, su madre les lanzaba miradas cargadas de odio, pero por
primera vez en su vida, Elaine sintió que alguien estaría a su lado
defendiéndola de Sofía. Era una pena que tal seguridad estuviese por
acabar.
En la biblioteca les esperaban su padre Ethan, su abuelo, don Alejandro
el padre de Michael y el abogado de la familia Gustavo, quien llevaría a
cabo la boda civil. Don Peter se le acercó, se vía risueño y aquello la puso
feliz. Solo una persona valía el mundo para ella y era su abuelito.
—¿Hijita, que pasó ahí afuera?
—Mi madre y sus cosas, por suerte Michael le ha dejado en claro que ya
no estoy sola. Me he sentido tan bien, por fin tras años de aguantar sus
cosas pude decirle que ya no se las toleraré más.
—Mi concepto del joven ha mejorado mucho, podría haberle torcido un
poco más el brazo, pero es un comienzo.

Elaine no pudo evitar reír con las cosas de su abuelo. Luego avanzó con
Michael hasta llegar frente al escritorio. Tras proceder a la lectura de toda la
parte técnica, los testigos firmaron el acta y ambos se convirtieron en
marido y mujer. Ethan se acercó a su hija y la abrazó. Las palabras de
Antonio rondaban su mente pero ella estaba radiante y eso era lo único que
importaba.
—Hija, de verdad espero de todo corazón que este sea el inicio de lo
que será una buena vida al lado de un buen hombre.
—Gracias papá, sé que seré completamente feliz.

Sofía caminaba hacia ella, pero Michael anticipándose a cualquier


escena tomó a Elaine de la mano y la llevó junto a su padre. Al llegar a su
lado Elaine inclinó la cabeza en señal de respeto.
—Don Alejandro...
—Mi niña, no me digas don Alejandro, me haces sentir viejo. Vamos,
empuja la silla de tu suegro y llévame a un rincón apartado, quiero que
charlemos. Michael, vete a torturar a tu suegra.

Elaine le lleva al comedor, se sienta frente a él y espera. El anciano


parece pensar todo con calma antes de hablar.
—Gracias mi niña, sé que ustedes no se aman más que como amigos y
que él ha hecho esto para verme feliz. También sé que es homosexual, pero
quería presionarlo un poco, mis abogados tienen una clausula en la que
indica que pueden romper este matrimonio y que aun así mi hijo heredará
todo. Eres una gran mujer, has vivido bajo el yugo de Sofía y aun así no has
perdido la dulzura. Eres lo único que vale la pena de esa familia.
—¿Porque entonces todo esto?
—Mi muerte es inminente y no quiero que esté solo. Quédate a su lado
y luego sé libre.

Él saca de su chaqueta un sobre, mira a Elaine luciendo tenso e incluso


apenado.
—No me preguntes como lo sé, en ese sobre hay un papel con los
nombres completos de tus abusadores, forma de contactarlos, cualquier
información para hundirlos está ahí. Michael no lo sabe, solo yo. Vino uno
de ellos a mí hablándome de él mismo y del médico. Le pagué una buena
cantidad para estar tranquilo de que no molestará más.

Elaine movió el sobre, su rostro reflejaba confusión pues hay también


una llave maya.
—Pero hay algo más que un papel.
—Ellos se sacaron fotos impresas que son las del sobre junto con los
datos de ellos. Quizás no lo recuerdas o no te diste cuenta. Me entregaron
los originales en la llave maya, son las únicas copias me aseguré de eso. Lo
hicieron pensando en usarlo en un futuro.

Elaine sin poder controlarlo empieza a llorar, de pronto con el sobre en


la mano corre escaleras arriba y lo coloca dentro de su bolso de mano, lo
mismo que el sobre que le dio su abuelo antes de la ceremonia.
Michael se acerca a su padre, pero este niega con la cabeza.

—¿Qué pasó?
—Nada serio, hablábamos de la necia de Sofía y de que por fin no
estará sola.
—Gracias papá por aceptarla como mi mujer.
—Es un buen ser humano, cuídala.

Algunas horas después entran a su casa, la sala está llena de cajas de


regalos que han enviado algunos amigos de la familia, aunque no fueron a
la boda. Elaine se sienta en el sillón, se masajea las cienes, tiene gesto de
dolor.
—La cabeza me va a estallar —Déjame traerte una pastilla Michael fue
por un par de píldoras. Le preocupaba Elaine y todo el estrés que había
pasado aquel día. Su padre no lo había engañado cuando le dijo que Elaine
lloraba por culpa de Sofía, se encargaría de averiguar qué había sucedido
realmente. Se acercó a ella con dos pastillas.
—Gracias, iré a mi habitación —Trata de descansar que has tenido un
día difícil.

Los siguientes tres meses Michael se desvivió por ella. Iban a cenar casi
a diario. Cada rato libre que tenían juntos lo disfrutaban al máximo. Cuando
estaba sola iba a visitar a don Alejandro quien resultó ser una persona
importante en su vida. Sabia de su pasado y eso, emocionalmente hablando
resultaba catártico. Era extraño que alguien más conociera sobre lo
sucedido y no la juzgara. Una mañana mientras Michael trabajaba llegó de
visita su abuelo.
—Me has tenido abandonado. Varios meses de solo llamadas telefónicas
—Lo sé abuelo, pero es que hemos estado muy pendientes de don
Alejandro, está muy mal y aunque le insistimos que viva con nosotros para
cuidarlo, no quiere. Ni de luna de miel nos hemos ido.
—Pues viendo que estás bien, me marcho. Te quiero mi niña y el
matrimonio te sienta bien. Lo de la luna de miel me parece absurdo.
—Michael me trae el desayuno a la cama cada día antes de irse a la
empresa. Abuelo, aunque nosotros no intimemos es una oportunidad de
irnos de vacaciones y apenas don Alejandro se estabilice nos iremos unos
días a la playa.
—Así debe ser, debe cuidarte como la joya que eres. Te quiero pequeña.
Michael llegó algunas horas después y mientras cenaban les avisaron
que don Alejandro estaba hospitalizado, un infarto aparentemente.
Michael se fue a vestir pero le temblaban tanto las manos que Elaine se
hizo cargo. Era consciente de que ella le desvestía y vestía, de que incluso
condujo al hospital. Estaba preso de un ataque de pánico. Aunque sabía que
su papá iba a morir no pensó que sucedería tan pronto. Llegaron al hospital
y estuvieron pocas horas con el anciano que murió sin saber que ellos
estaban a su lado. Michael dejó a Elaine en casa y se marchó a poner todas
las cosas de su padre en orden, incluido el funeral.
Los días pasaron y Michael empezaba a superar la muerte de su padre.
Una mañana mientras ella estaba en el baño Michael encontró el sobre
que su padre había dado a Elaine. Sacó fotos de las hojas con los datos de
los tipos y se fue a toda prisa a encargarse de ellos. Tenía los contactos
suficientes para que los sujetos fueran presos.

Elaine encontró una nota de Michael donde este le explicaba que estaría
fuera el resto del día, así que decidió ir a casa de su padre a almorzar con él,
aprovechando que su madre no se encontraba en casa.
—Tomémonos algo mientras acaban de preparar el almuerzo.

Cómo era costumbre de Elaine, se acostó en el sofá grande a ver


noticias. Aún estaban transmitiendo la novela matutina pero no le importó.
La idea es no hacer nada, realmente no le prestaba atención a lo que pasaba
en la tv. Sin embargo de pronto interrumpieron el programa para iniciar la
cobertura de un accidente.
—Tal como dijimos en el avance de hace veinte minutos, un aparatoso
accidente se suscitó hace en la carretera que lleva a Cartago. Para más
detalles tenemos con nosotros a uno de nuestros corresponsales.

Elaine observaba todo con atención y en el momento que mostraron las


imágenes del vehículo accidentado empezó a llamar a su papá.
—¿Qué pasa hija?

Elaine estaba temblando fuertemente, Ethan sin comprender realmente


lo que sucedía la abrazó. Elaine de pronto le señaló la pantalla y le dijo que
era el auto de Michael. Al tiempo que la periodista cubría las noticias desde
el lugar.
—Gracias compañeros en el estudio, un choque por una evidente
imprudencia trae otra tragedia. Un hombre joven de aproximadamente 36
años, identificado como Michael Thompson, impactó de frente con un
tráiler.
Según versiones de los testigos, el sujeto venía manejando de forma
errática. Mientras realizaba un falso adelantamiento el tráiler que tenemos
en imágenes le sorprendió de frente causando su muerte instantánea. Tanto
el ocupante como todo el interior del auto quedaron completamente
calcinados. Por ahora se procede al levantamiento del vehículo por parte del
Centro de Investigación Judicial, más adelante, de ser necesario
volveríamos con más.

Después de aquello las cosas avanzaron como en cámara lenta para


Elaine, llegaron policías a buscarla y tomarle la declaración. Antonio había
recibido una llamada del abuelo de Elaine narrándole lo sucedido y había
cogido un vuelo privado, logrando llegar junto a Elaine durante la noche.
Un par de días después fue el funeral, llegaron más de 50 personas,
allegados a la familia de Michael principalmente. Elaine estaba
visiblemente afectada, según el médico de la familia que había llegado a
revisarla, ella necesitaría mucho tiempo para sanar física y emocionalmente.
Antonio, durante el velorio y funeral, se mantuvo cerca, pero le dejó su
espacio. Una vez que se marcharon los dolientes, Antonio se acercó a ella.
—Debo irme del país.
—Lo sé, no es como si de verdad pensase que ibas a dejar tu vida allá
en Estados Unidos por alguien como yo.
—Te equivocas Eli.
—No es así, en mi vida he tenido solo problemas y estoy bien con eso,
es lo que me tocó vivir.
—No hables así que pareces resignada a que me marcho y ya. Voy a
regresar y mientras tanto hablaremos a diario.
—Lo mejor es no hacerlo, necesito tiempo para sanar, cuando esté lista
te llamaré. Ahora me siento molesta, con todo, con todos. Necesito que me
dejen sola.
—Podrías venir a Estados Unidos conmigo.
—Preferiría no hacerlo, necesito estar sola.

Elaine abandonó el cementerio, sentía la mirada de Antonio en su


espalda. De verdad esperó que hiciera intento a seguirla pero no fue así.
Con Antonio era siempre lo mismo, a la primera oportunidad de apartarse lo
hacía. No había un mínimo esfuerzo para obtener algo, era como si tomara
la salida fácil. Mientras la veía irse apretaba los puños, todo eso era su
culpa y le parecía realmente difícil que Eli fuese a perdonarlo. Si hubiera
sido su roca, nunca se habría casado con Michael ni estaría pasando algo
tan traumático.
Su temor más grande era no resolver todo para regresar rápido, Eli
parecía no creer en sus palabras y no quería tan siquiera imaginarla en un
futuro con alguien que no fuese él.

Unos momentos después Elaine entró a su casa, se quitó los zapatos, los
dejó a medio camino, el bolso lo tiró sin delicadeza al sillón. Todo a su
alrededor daba vueltas, escuchaba murmullos y voces que repetían una y
mil veces las palabras hirientes de su madre, lo que decía la mujer que
informaba sobre la muerte de Michael, todo aquello iba a acabar
volviéndola loca. Sin más fuerzas se dejó caer al suelo en posición fetal
abrazándose las rodillas. Unos minutos o quizás horas después, cuando la
crisis parecía haber acabado, escucho su celular, aunque quizás había
sonado antes. No lo supo. Tomó el teléfono y revisó el registro, 28 llamadas
perdidas de Antonio y 10 de su papa. Luego de un momento su celular sonó
de nuevo y decidió atenderlo.
—Elaine, pequeña, me preocupa que estés sola. Dime dónde queda tu
casa.
—Dejé algo para ti en casa de mis padres, necesito estar sola.
—Eli, no cometas una locura.
—Te amé, ¿sabes? todos me agreden o abandonan... ¿qué hay de malo
en mí?
—Nada, ¿me entiendes Elaine? nada malo. Aún sigo en el país y me voy
mañana, déjame pasar esta noche contigo.
—Adiós Antonio.

Tras colgar con Antonio llamó al abogado de sus padres y esperó por él.
Pasó casi una hora y no llegaba. Para matar el aburrimiento y sus nervios
tamborileo sus dedos sobre sus rodillas. Poco después sonó el timbre.
—Gracias por venir, Gustavo.
—Me dijiste que era urgente. ¿Cómo estás llevando todo esto?
—¿Honestamente? No sé cómo me siento, su muerte fue tan horrible.
Necesito que como abogado vayas en mi nombre a la empresa y les digas
que quiero liquidar mis activos, dinero no me hace falta así que no quiero
negociar, solo deshacerme de las acciones y donar el dinero que me den a
alguna causa benéfica.
—De acuerdo. Me marcho entonces, mañana iniciaré con todo.
—Nadie salvo tú y mi abuelo saben la ubicación de esta casa, al menos
esta noche debe seguir así.

Antonio llamó a la puerta de la casa de los Bourdin. Le abrió la


empleada, quien le acompañó a la sala.

—Ethan, me dice Elaine que dejó algo para mi acá esta noche.
—Una carta, déjame y la busco.

Se la da y se va dándole privacidad. Antonio abre la carta y empieza a


leerla.
Antonio, sé que debes odiarme pues regresaste al país por mí.
No puedo manejar nada ahora, es demasiado dolor. Te amo y si más
adelante cuando logre aclararme y saber quién soy, aun me quieres,
entonces estaremos juntos. No puedo pedirte que me esperes, no es justo.
Te amo y te amaré siempre Tras leer la carta Antonio sonreía como
tonto. Ahora tenía una razón real para arreglar todo con prontitud.
18 meses después....

Antonio seguía aún fuera del país tratando de arreglar todo, pero una
cosa acaba llevándole a otra y el momento de regresar aún estaba lejos.
Aquello acabó con las esperanzas de Elaine, sabía que tenía que tener
paciencia pero era difícil. Aquella noche la casa de sus padres estaba
decorada para navidad y algunos globos puestos por Ethan pues también
celebran el cumpleaños de Elaine. En la mesa había un queque con el
número 26, estaban sus padres, su abuelo y el socio desu padre, Guillermo
Roldán quien rondaba los 60 años.
—Felicidades Elaine, sé que han sido meses muy difíciles pero la vida
continua.
—Don Guillermo, ha pasado más de seis años desde la última vez que
lo vimos.
—Bueno jovencita, había decidido irme un tiempo, asuntos del corazón
y aunque me veas viejo mi corazón ama como quinceañero.
—Don Guillermo, usted no cambia. ¿Por qué decidió regresar? si no le
incomoda la pregunta.
—Para nada chiquilla, la mujer que amo me ha dicho que me extraña y
que va a luchar por lo nuestro.
—Para el amor no hay edad, luche por ella.
—Ay chiquilla, si supieras…

La empleada de la familia les pide ir al comedor, coloca en el centro de


la mesa el pastel con el número 26. La madre de Elaine toma la palabra.
—Para nadie es un secreto que este año y medio ha sido muy duro…

Hace una pausa de unos segundos mientras ve a todos fijamente, el


padre de Elaine asiente mientras abraza a su hija, abren los ojos con
sorpresa con las siguientes palabras de Sofía —...Para mí.
—¿Sofía, de qué carajos hablas?
Interviene Ethan avergonzado por las escenas de su esposa.
—Claro, me ha tocado lidiar con las habladurías sobre la viudez de
nuestra hija, recuerden que se vive de estatus y entre más pronto empiece a
salir mejor.
—Disculpen a mi mujer, ha de estar borracha.
Todos ríen algo tensos, Elaine va a la cocina tras despedirse de su
abuelo, Ethan sube a su cuartoy tanto Sofía como Guillermo se van a la
biblioteca. Elaine acaba de tomarse un vaso de agua y va a la biblioteca, ve
la puerta entreabierta y a los dos ocupantes hablando tomados de la mano.
—Mi amor, he vuelto para que retomemos lo nuestro.
—Te he extrañado tanto, creí que me olvidarías.
—Recuerda que hubo un momento en el que casi nos descubren. Por
eso me fui querida mía, te sigo amando como el primer día.
—Pienso seguir casada con Ethan.
—¿Por Elaine?
—Jamás, a esa la detesto cada día más. No se parece a ninguno de
nosotros, estan estúpida e impulsiva...
—Creo que es una buena joven, pero no hablemos de eso.

Elaine sintió que iba a desmayarse. Aquello no podía ser.... su papá


amaba tanto a su madre...esa traición lo mataría. Se tapó la boca y dio un
paso atrás, chocándose con su padre. Los ocupantes de la biblioteca se
separaron, Sofía se asustó al ver ahí a Elaine quien se disculpó y subió
corriendo las gradas. Entró a su habitación, empacó unas cosas y salió.
En Estados Unidos, desde su oficina, Antonio hablaba con su madre
Isabella. Una hermosa mujer dedicada en cuerpo y alma a él y a su padre.
Toda la situación de Elaine le tenía muy alterado, no le había hablado en
año y medio y no por no querer, cada email que enviaba nunca traía
respuesta alguna, incluso probaba en WhatsApp. Sabía que veía los
mensajes, pero nunca le respondía.
—Hola mi niño, ¿cómo van las cosas?
—Hola mamá, acá en los últimos trámites para que el nuevo
administrador quede a cargo de todo. ¿Has sabido algo de Elaine?
—No ha ido a reuniones sociales y a Sofía no le hablo, no después
deenterarnos sobre sus agresiones hacia Elaine. Tendríamos que haber
intervenido.
—Lo sé, ella acudió a mí en varias ocasiones.
—Nunca me lo dijiste.
—Es mi vergüenza. Ella me gustaba y cuando la vi cubierta de
moretones le dije que parecía un niño. Me reí de ella mamá, le dije que si
quería llamar mi atención no debía recurrir a eso.
—Antonio, no te criamos para ser así de insensible, aunque lo hubiese
hecho por llamar tu atención, tendrías que haberlo manejado distinto.
—Lo sé y nunca podré disculparme lo suficiente con Elaine, ni
perdonarme a mí mismo.
—En fin, con quien si hablé fue con Ethan, está preocupado por Elaine,
parece estar al borde de la depresión. Según me enteré, la llevaron al
hospital dos veces por tratar de suicidarse.
—Maldición, estoy en un momento muy difícil acá. El hotel va bien,
pero me encuentro en negociaciones intensas por lo que me es imposible
regresar aún. Trata de comunicarte con ella.
—De acuerdo, te quiero hijo y va a ser increíble verte establecido acá en
el país y si todo sale bien, con Elaine de nuera. Ese apartamento tuyo pasa
siempre vacío, me encantaría verles ahí.

Elaine estaba con su abuelo. Había llegado poco después de su


cumpleaños. Don Peter observaba a su nieta, el dolor que sentía en el
corazón era mucho e imaginaba que Sofía había causado aún más pena a su
Elaine.
Lo asustaba que llevaba varios días sintiéndose enfermo y de alguna
forma sabía que su final estaba cerca, el ver a Elaine tan mal, le hacía temer
por su futuro. No quería morir y dejarla sola. La forma en que Elaine llegó a
su casa le preocupaba, parecía a punto de derrumbarse y no sabía qué hacer.
—Elaine, llevas acá dos días, no me molesta tenerte,pero es extraño que
vinieras llorando.
—Han pasado muchas noches y aún me duele lo de Michael, perdió la
vida de forma horrible.
—Lo sé, no me gustaba esta especie de matrimonio que tenían pero no
era una mala persona.
—Lo sé abuelo. Por ahora debo resolver algo con papá, por eso me
marcho.
—Esa situación, es la que te trajo a esta casa.
—Si abuelo, por eso necesito aclarar todo.
—Te quiero chiquilla. Recuerda que si las cosas no marchan bien
puedes regresar.
—Gracias abuelo. Te quiero.

Mientras conducía a casa de su padre, Elaine intentaba tranquilizarse


pues ignoraba la reacción de su padre ante lo que iba a revelarle. Una vez
en casa, avanzó al escritorio y le dio un beso en la cabeza luego se sentó
frente a él.
—Hola papá, ¿mamá está en casa?
—Hola corazón. Salió hace rato, ha de llegar en algún momento.
—Papá, necesito decirte algo sobre mamá...ella…
—Dime cariño.
—No sé cómo decirte esto, espero me creas porque jamás inventaría
algo así.
—Hija, ¿porque das por hecho que no voy a creerte? Lo que te hizo tu
mamá a lo largo de tu vida fue algo tan monstruoso que no me perdonaré
nunca, además hay algo que debo decirte hija, he estado hablando con
Antonio.
—No me interesa. Estos mesesme han servido para pensar que de
momento no quiero nada con él.
—¿Y si se enamora de alguien?
—Pues que se enamore, no puedo entrar en una relación cuando tengo
tanto coraje.
—Hija, él está tan arrepentido como yo. Nos equivocamos, lo sé, pero
ese hombre te ama con locura y recuerdo que tus sentimientos por él eran
fuertes. Sé, mi amor, que no estuvimos ahí cuando lo necesitaste, pero
déjalo ser parte de tu vida hija, no le alejes.
—No me interesa hablar de eso por favor. Lo que sé de mamá es
horrible. Tiene un romance con Guillermo.
—Lo sé mi niña, tu madre siempre ha ido tras mi dinero, me lo
advirtieron en aquella época, pero estaba tan enamorado que pensé que
quizás con el tiempo, ella me amaría por quien soy y no por lo que tengo,
sin embargo, no ha sido así.
—Crecí viendo a Guillermo como a un tío, por Dios si le hemos abierto
las puertas de nuestro hogar.
—Lo sé....
—Estás demasiado calmado, no sé cómo lo haces.
—Cariño hubiese deseado ahorrarte esto. Los problemas estuvieron casi
desde el inicio. Nada parecía llenar su vida. Sin embargo, poco después de
conocer a Guillermo ella cambió, estaba siempre feliz, no parecía odiarme
así que pensé que ella finalmente me amaba.
—No te divorciaste.
—Aún no habías nacido y no tenía nada en concreto contra ella. Me
duele que te enteraras así.
—Los vi en tu despacho el día de mi cumpleaños...
—Por eso te fuiste a casa de tu abuelo. Ay mi pequeña, he tenido mis
sospechas durante algún tiempo.
—¿No vas a hacer nada?
—¿A mi edad hija? Eso dejó de importarme hace tiempo. Pero sé que
hay algo más, ¿qué es lo que no me has dicho?
—Papá…
—Hija, dímelo por favor.
—De acuerdo, pero es que es muy malo.
—Vamos hijita, dime que es lo que te angustia tanto.
—Papá, nunca me creíste cuando te dije lo que hacía mamá, ella me
hizo cosas tan malas, tan oscuras y jamás te diste cuenta.
—Lamento mucho esto Elaine, confía en mí.
—Cuando cumplí 14, el médico que me sedaba… él...me tocaba…
—No me digas eso, no mi niña.
—Cuando cumplí 16 me presentó a Rodrigo, me hizo frecuentarlo, me
hacían hacerle cosas...

Ethan no podía seguir escuchando, se puso de pie y la envolvió en sus


brazos, Elaine lloraba sin que al parecer pudiera detenerse. En los ojos de
Ethan había odio puro y aunque desea ir a matar a Sofía, su hija no debía
percibir la violencia que sentía en ese momento, debía mantenerse en
calma.
—¿Qué vas a hacer ahora hija?
—Antonio me ha insistido en que vaya a Estados Unidos y la verdad
pienso ir. Tienes razón y debo escucharlo, le debo eso...me lo debo. Hablaré
con él y si la invitación sigue en pie iré mañana mismo.

Elaine, ya en su habitación decide llamarlo.


—Hola —Eli, me alegra que me llames.
—¿La invitación para ir allá sigue en pie?
—¿Hablas en serio?
—No quiero nada romántico, solo que charlemos...que nos empecemos
a conocer como adultos.
—Acá te espero, apenas tengas el boleto me avisas para ir al aeropuerto.

Después de hablar con Antonio hizo la reserva del vuelo, partiría a


medio día del día siguiente. Tras avisarle se marchó a su casa a empacar lo
que necesitaría, no se quedaría un minuto más en caso de sus padres.
Algunas horas después de que Elaine se fue y mientras Ethan revisaba
unos documentos Sofía entró en la biblioteca. El autocontrol al que se
sometió Ethan era mucho, si ella sospechaba, su plan se iría al carajo. Verla
caminar hacia él, luciendo tan arreglada le provocaba asco. Necesitaba
acabar con todo aquello. Ella traía en sus manos un sobre, primera parte de
su plan.
—Cariño, me sorprendes con este regalo, ¡Un día de spa! Pero eres el
que cumple años. No entiendo por qué a esta hora.
—En una terapia a la luz de la luna o que se yo, lo que sé es que sale
muy caro, así que debe ser bueno o eso es lo que dices siempre.
—Hay que pagar por tener cosas buenas.
—¿No lo sabré yo!
—Si insinúas que solo estoy contigo por dinero te equivocas. Te amo
con todo mí ser.

Perra codiciosa —pensaba Ethan—Ahora sufrirás solo un poco.

—Me alegra mucho escucharte, no sabía cómo ibas a reaccionar con lo


de la quiebra a la que me enfrento.
—¿La quiebra? Te lo digo Ethan, pobre no pienso ser.
—Lo sé, la quiebra no existe queridita, solo corroboraba lo que se me
dijo por años, aun así, te amo demasiado. Más tarde tipo nueve de la noche
viene Gustavo a hablar de algunos negocios que quiero iniciar así que por
favor, si aún no te has ido procura no estorbar.
—¿Qué negocios?
—Mi querida Sofía, cualquiera diría que te interesan mis negocios más
allá de los beneficios económicos que te generan. Vives de estatus y hay
que mantenerlo. Además, tal como dicen, calladita más bonita. Anda a
ponerte guapa que es tu único trabajo. Estarás 24 horas allá, te traerán de
regreso mañana en la noche como a esta misma hora.
—A veces me pregunto si solo soy una esposa trofeo.
—¿A qué más aspiras? Has fracasado como madre, siendo siempre cruel
e inhumana con Elaine y fracasé también yo, por permitirte llegar tan lejos.
Me acabas de probar que me dejarías si me vuelvo pobre. Pero te amo
demasiado y seguiré dándote lo mejor.
—Nunca seríamos pobres, para eso está la fortuna de tu padre.
—Le pertenece a Elaine.
—No, ella es muy joven debe aprender a ganarse las cosas.
—¿Igual que tú? Elaine no debe prostituirse para obtener dinero.
—No te entiendo.
—Una mujer que se acuesta con un hombre por su dinero se está
prostituyendo, sexo a cambio de dinero. No creas que me tragué el cuento
de que no tenías familia, sé que tu madre cobraba a hombres ricos por sus
favores.
—¡No tenías derecho a investigar mi pasado!
—Al inicio me movió el deseo de que tuvieras a alguien de tu familia en
nuestra vida, mi investigador me dio un sobre de fotos muy interesantes.
Sofía agarra el respaldo de la silla con mucha ira, en sus ojos había tanto
odio que parecía capaz de matar a Ethan.
—Su camello la mató porque le robó bastante mercancía, mi hija no
sabe que es nieta de quien es nieta ni la clase de madre que tiene, por eso
me arrepiento demasiado de la decisión que tome hace casi treinta años.
—¿Qué decisión?

El sonido del timbre les interrumpe.


—Querida, vete que ya están fuera.

Sofía sale de la habitación furiosa, Ethan la sigue con la mirada, luego


toma el teléfono.
—Ya se fue, Gustavo. Ven de una vez.

Unos minutos más tarde, Gustavo llega a casa de Ethan, su cliente y


amigo sonaba bastante mal y le preocupaba su salud.
—Me sorprende tu llamada Ethan, creí que tenías todo en orden.
—Mi mujer me es infiel amigo mío, no pienso divorciarme porque no
quiero que esa perra se lleve parte de mi dinero, pero he modificado mi
testamento, anula el anterior pues en el nuevo dejaré todo a Elaine.
—¿Seguro? Piénsalo bien.
—Eso es todo, vete que tengo cosas que hacer.
—Amigo, sabes que te quiero, que Elaine es casi una hija para mí.
—Lo sé y lo lamento, es que esto de Sofía me supera, lo más doloroso
es que esta vez tampoco pude proteger a Elaine, soy una mierda de padre.
—¿Protegerla?
—Ella los vio, no pude evitarle esa experiencia.
—No puede ser... pero estás tan tenso que presiento que hay algo más
macabro tras tu dio hacia Sofía.
—Es una perra sin sentimientos. Convenció a mi niña de que estaba mal
de la cabeza y empezó, con ayuda de un médico, a drogar a Elaine. Ese
mismo tipo la tocaba íntimamente desde los 14 ¡CARAJO!... mi niña... ella
le llevó a otro tipo cuando cumplió 16, la obligó a darle placer, la tocó...
—Es que me resulta tan increíble, tan monstruoso todo esto, pero te
conozco, no vas a quedarte así tan tranquilo.
—Me conoces bien, esa perra no sabe lo que se le viene encima a ella y
a su amante. No tengo datos de los abusadores, pero quiero encontrarlos.
—Te ayudaré con eso.
—Gracias amigo. Por mi parte estoy preparándole una sorpresa a mi
amada esposa.
—No hagas una locura.
—Necesito seguir en mis asuntos Gustavo, te agradecería mantengas lo
de Elaine bajo secreto profesional. 3

Elaine llegó a Estados Unidos bastante nerviosa. Por momentos se


arrepentía de haber tomado ese avión. Imaginó que quién iría por ella sería
algún chofer y no el mismo Antonio quien la sujetó entre sus brazos y se
estremeció. Tenerla ahí era su mayor anhelo. Necesitaba convencerla de que
tenían un futuro juntos. Los días pasaban rápidamente, salieron a cenar,
charlaron y al final de la semana se besaron con pasión, pero Antonio intuía
que ella no estaba lista para tener intimidad y lo respetaba, no cedería a sus
impulsos, esa vez iba a hacerlo bien. Estaban cenando un par de días antes
de que ella regresara a Costa Rica cuando recibió una llamada de su papá.
Ethan había estado ocupado preparándose para su mujer y amante. Por lo
que la cena por su cumpleaños sería hasta el día siguiente. Necesitaba
escuchar a su niña para reforzar esa convicción de que eso era lo mejor.
—Hola mi amor, ¿cómo te está yendo por allá?
—Hola Pa. Todo muy bien, aunque me da pena no estar ahí contigo este
cumpleaños. Pero regresaré en un par de días.
—Mi niña, luz de mis ojos, hay tanto que quisiera decirte, no me
alcanzará la vida para disculparme lo suficiente.
—Ya nos veremos cuando regrese y podemos empezar a trabajar en una
nueva relación.
—Lo lamento hija, vendrán épocas duras, pero vas a salir adelante.
Júrame Elaine que sin importar qué, saldrás adelante, apóyate en Antonio,
no dejes ir a ese hombre.
—Papá te oyes extraño, si es por lo de su infidelidad, bueno, si lo
aceptas haré lo mismo, pero no me gusta cómo te escuchas.
—Estoy cansado, solo eso. Ya sabes cómo es tu mamá, quiere más y
más cosas y a veces solo quisiera retirarme, pero son cosas que no deben
angustiarte. Recuerda que te amo mi niña. Pásame a Antonio.
—También te amo papá. Descansa y ya te lo paso.
Mientras ambos charlaban Elaine decidió recostarse un rato. Cuando
acabó de charlar con su suegro Antonio tenía un mal sabor de boca, fue en
busca de Elaine y le encontró durmiendo así que le puso una manta encima
y se fue a su biblioteca a trabajar un poco. Al día siguiente, cuando el reloj
marca las 8pm Ethan bajó a esperar a su mujer vestido bastante elegante, un
pantalón negro y una camisa gris. Sofía, quien regresaba de tomar café en el
club le miró con lujuria, su esposo siempre lograba excitarla.
—Hola queridita, ¿cómo te fue?
—Divino todo. Estás muy elegante.
—Ya sabes que mi cumpleaños fue hace unos días. Hice una reserva en
Escazú. Pero hasta hoy tenían espacio. Es un restaurante bellísimo con una
vista impresionante del todo el Valle Central, Guillermo nos verá allá.
—¿Gui...Guillermo? ¿Para qué con él?

Sofía se sentía bastante nerviosa y asustada, no sabía la causa, pero


aquello no le gustaba. Había tenido tiempo de pensarlo durante su estadía
en el club. Debía ser cautelosa durante la cena.
—No me importa tu pasado, te amo demasiado y quiero exhibirte ante
todos.
—¿Y Elaine? Debería ir con nosotros. No sé por qué, pero me temo que
hay algo que no me dices. Además, estoy cansada.
—Nuestra hija aún no regresa de viaje. Vamos mujer que no creo que
estés muy cansada. Lo único es que quería darte una sorpresa, he ganado un
buen negocio y pensé que querrías renovar tu guardarropa. Me he portado
muy mal contigo y mereces que te recompense.
—Déjame ponerme más elegante y nos iremos a cenar. Sabía que te
darías cuenta de que no soy más que una pobre víctima.

Estaban sentados en la parte externa, el lugar era precioso y Sofía se


sentía como una reina. Mientras esperaban a que Guillermo llegara Ethan
llamó al mesero.
—Buenas noches señor Bourdin, bienvenido. La reserva es para tres,
¿ya no va a ser así o esperamos al tercer comensal?
—Si joven, aún esperamos a alguien más. ¿Podría por favor traerme una
botella del mejor vino que tengan?
—De acuerdo señor, enseguida.

Poco después de marcharse el mesero llega Guillermo.


—Hola buenas noches. Disculpen el atraso es que había unas presas
increíbles.
—Descuida amigo, además no llegamos hace mucho, es más, acabamos
de pedir vinito.

El mesero regresa poco después.


—Acá tienen y apenas estén listos para ordenar déjemelo saber.
—Gracias joven.

El mesero se aleja, Ethan abre la botella y sirve las copas. Sofía se


siente desconcertada, cuando Ethan le dijo que quería exhibirla se imaginó
que cenarían en algún lugar repleto de gente, no al aire libre y sin nadie más
cerca.
—Ethan, reservaste toda la zona exterior. Pensé que querías exhibirme.
—Sofía, mi amor, quiero exhibirte, pero también te quiero para mí.
—Me encanta mi regalo, no puedo esperar para irme a comprar ropa,
tan solo hace seis meses renové guardarropa y ya todo está pasado de moda.
—Pues sales cara mujer, no cualquiera puede darte la vida que te da...
—Et... —Intervino Guillermo.
—Por eso es que lo amo, no solo me adora, sino que me consiente
mucho.

Mientras avanzaba la cena Ethan se sentía muy triste, nunca más vería a
su niña ni conocería a sus nietos. Después de que les retiran todo y les traen
un café, las cosas se ponen turbias.
—Una comida bárbara mi amigo, este lugar es siempre de primera
calidad.
—Necesitaba este lugar. En la vida, mi amigo, llega un momento donde
uno no sabe si será su última cena o no.

Guillermo bebe de la copa manteniendo la vista en su amigo. Algo no


parece ir bien con Ethan y una extraña sensación se apodera de él.
—Me parece que estás bastante extraño, digo... otros años hemos
cenado juntos para tu cumpleaños.
—Lo sé, pero esta vez me siento más cansado, el médico sospecha de
una falla cardíaca severa, no me da mucho tiempo de vida.
—¡Pero debemos ir a otro médico! -interviene Sofía-
—He visto a tres, querida. Ya no hay nada que hacer por eso he llamado
a esta, nuestra última cena.
—Pues pienso que deberíamos ver otros especialistas. Ese título para
esta cena me parece macabro Ethan.
—Para ser brutalmente honestos, mi muerte solo afectará a dos
personas, papá y Elaine. La tuya sin embargo querida, no afectará a nadie
—Ethan, eso es algo muy cruel de decir.
—Mi amor, Guillermo, —viendo de uno al otro—quiero brindar por la
vida, por mi gran amigo casi hermano quien ha estado ahí para mí en todo
momento. Sofía —le toma la mano, se inclina y le besa los nudillos— te
amé a pesar de que todos me decían que solamente buscabas mi fortuna.

Mientras Ethan hace una pausa para beber vino, Sofía se mueve
incómoda, viendo de un hombre al otro.
—Quiero brindar por este amigo que se ha estado acostando con mi
mujer durante muchísimos años.

Ethan sacó la pistola y sin dudar le dispara a Guillermo en el pecho.


Sofía está realmente aterrorizada, la gente de dentro del restaurante empieza
a gritar, un mesero intenta acercarse a tratar de calmarlo.
—Joven, entre al restaurante o va a ser el siguiente.
—Señor, deje ir a la señora, no haga esto peor.

Ethan dispara al suelo junto al mesero, este se aleja corriendo y tropieza


en el camino, pero sigue adelante.
—Ethan mi amor, estás equivocado....
—Maldita perra, te has acostado con mi mejor amigo, nuestra hija lo
sabe, les escuchó en la biblioteca, eso se unió a las sospechas que tuve por
años.
Pero de ser solo eso... DE SER SOLO ESO MALDITA PERRA, te
habría puesto en la calle sin un cinco, no existe castigo más duro para ti que
ese, sin embargo, hiciste la cosa más aberrante que existe, dejaste que un
tipo tocara a mi bebe, que otro la violara.
—Sé que fui infiel pero no puedes matarme, me amas Ethan, razona, lo
de Elaine fue un error.

Lo dice Sofía con un temblor en la voz, está de pie detrás de la silla —


Mi bebe tenía 14 años.
Sin decir nada, con la pistola en la mano hace un movimiento para que
avance frente a él. Sofía está llorando de forma histérica.
—¡Ethan por favor! ¡No puedes dejar a Elaine sin madre!
—¿Cuál madre maldita perra? La has humillado y agredido toda su
vida, le estoy haciendo un favor a Elaine.
—¡Me amas! Podemos empezar de nuevo.
—Lo siento amor, pero no puedo perdonarte.
Ethan aprieta el gatillo, el cuerpo de Sofía cae sin vida. Luego Ethan
levanta el arma y se dispara.
El peor error

Uno de los clientes empezó a grabar todo cuando el primer disparo


llegó, su compañera le reprocha aquello, le parece que no debía hacerlo.
—¿Qué demonios haces, Julio?
—¿Sabes cuánto dinero van a pagar los noticieros por tener la exclusiva
de lo que sucedió?
—Pero la familia de esta gente, ¿qué? Por Dios esto es retorcido y
amarillista.
—¿Pero desde cuándo tan moralista?

La gente que estaba dentro del restaurante sale a ver en que acabó todo,
los meseros les impiden acercarse. Poco después llegan los del CIJ (Centro
de investigación Judicial) sus médicos forenses empiezan a analizar la zona.
Toman declaraciones a los presentes, se llevan las grabaciones de las
cámaras de seguridad y tras proceder al levantamiento de los cuerpos se
van. Más tarde aquella misma noche en medicatura forense la joven que
analiza los cuerpos para dar el informe revisa las pertenencias y anota los
datos personales de las víctimas, entrega todo a sus superiores.
A la mañana siguiente don Peter, está tomando café mientras ve las
noticias, Uno de los periodistas pasa la noticia y don Peter, ajeno a quien es
el centro de la noticia sube el volumen al televisor.
—Tal cual dijimos hace algunos minutos, anoche se dio una tragedia en
un restaurante en Escazú, se trata de un doble homicidio y el suicidio del
autor de los hechos. Aún no tenemos los nombres de las víctimas y su
victimario sin embargo si poseemos el video que un corresponsal que estaba
en el lugar de los hechos nos he hecho llegar. En el video podemos apreciar
como un sujeto dispara a quien presumimos es su esposa y luego se suicida.
Les advertimos que las imágenes son muy fuertes.
Cuando el video inicia don Peter cae al suelo sosteniéndose el pecho. La
enfermera que está con él hace un par de días a pedido de Elaine, llama a
emergencias, poco después trasladan al anciano a un centro médico.
Mientras tanto en USA, Elaine se está dando un baño. Antonio que
prepara el desayuno recibe una llamada de su madre y al terminar de
escuchar lo que sucede se sienta. El color ha abandonado su rostro y así,
inmóvil y pálido lo encuentra Elaine.
Tras enterarse de lo sucedido Elaine grita y se deja caer al suelo,
Antonio la toma en brazos y la lleva a su habitación. Llama a un médico
quien llega poco después para aplicarle un sedante. Ella necesita descansar
pues vienen días difíciles. Antonio organiza todas sus cosas, reserva un
vuelo privado y recoge las cosas de Elaine además de preparar una maleta.
Al bajar del avión, ven a Gustavo, este la abraza fuertemente e inclina la
cabeza saludando a Antonio. Elaine está jadeando en busca de aire.
—¿Asma?
—El inicio, ando la bomba acá en mi cartera. Llevaba meses sin un
ataque, pero siempre mantengo una bomba por si acaso.
—Pero es que esto no es para menos, es un caos total. Tengo periodistas
fuera de la casa de tus padres, de mi despacho. Son como tiburones.
—No entiendo nada... cuando me hablamos lo sentí distinto, deprimido,
pero jamás imaginé que iba a pasar algo así.
—Elaine, debes ser fuerte, hay algo que...
—Lo sé, si me derrumbo ya no pararé de llorar y mi abuelo me necesita
fuerte.
—Elaine, Dios... no hay forma de suavizar esto, tu abuelo se enteró
viendo las noticias. Le ha dado un infarto.
—¿Está...está muerto?
—No, pero está crítico. Vamos al hospital.

Al llegar los recibe una enfermera.


—¿Puedo ayudarles?
—Soy la nieta de Peter Bourdin.
—Buenas noches joven, el médico ha dicho que apenas llegue usted la
llevemos con él.
—De acuerdo.

Llegaron a la zona de emergencias y un joven médico se les aproximó.


—Doctor Rojas, ella es la nieta del señor Bourdin, —Gracias enfermera.
Sígame por favor.

Caminan por un pasillo y paran frente a una puerta.


—Elaine, su abuelo sufrió un infarto, recuperó la consciencia y pidió se
le llamase a usted. Él está muy débil y no creo que pase de esta noche. Le
permitiré que esté con él, pero procure que no se esfuerce o altere. Elaine
toma la manilla de la puerta, antes de abrirla apoya la cabeza en la puerta y
suspira, luego entra.
Su abuelo no está conectado a ninguna máquina de soporte vital tal cual
estaba entre sus peticiones llegado un momento así, solo un monitor
cardíaco. Elaine jala una silla y se sienta a verlo.
Apenas le sujeta la mano él abre los ojos. Su voz no es como siempre,
habla tan suave que Elaine se acerca hasta poner su oído cerca del rostro de
su abuelo.
—Ya puedo morir en paz, pude despedirme de ti.
—Abuelito no digas esas cosas por favor.
—Niña escúchame. Debes ser fuerte, ya es mi tiempo. Viví una vida
plena y feliz. Te amo mi niña.
—Te amo abuelito, vete que la abuela te espera. Te extrañaré como no
tienes idea.

Don Peter suspira y cierra los ojos. Las máquinas suenan y él tiene una
sonrisa en el rostro. El Dr. Rojas entra y apaga las máquinas, la abraza y
Elaine llora mientras la enfermera cubre a don Peter.
—Lo siento mucho Elaine.

Elaine salió de la habitación, Gustavo la abrazó. Luego Antonio hace lo


mismo pero sin soltarla, ella se ve demasiado frágil y parece sentir que si la
suelta va a quebrarse. Gustavo sabía que necesitaban este a solas así que se
ofreció a encargarse de ciertas cosas.
—Eli, me encargaré de las cuentas y gastos, espérenme acá.
—Prefiero salir un poco, necesito respirar.

Antonio sabía que ella necesita espacio así que la dejó ir. Elaine llegó a
la puerta y entonces un periodista se acercó a ella, antes que le preguntase
algo Elaine retrocedió, se giró, mirando a todo lado preocupada. Cuando
empezaba a correr chocó con el Dr. Rojas, este la sujetó de los hombros y la
miraba preocupado ante su evidente falta de aire y molesto por verla sola
cuando era obvio que no debía estarlo.
—Vamos a mi despacho, ahí estarán tranquilos.

Mientras avanzan el Dr. se dirige a una enfermera.


—Pida en administración que le indiquen a don Gustavo Hernández y a
Antonio, que debe estar con él, que estamos en mi consultorio.
—De acuerdo doctor.

Una vez en su consultorio, le puso una mascarilla de asma. Mientras


esperan que haga efecto llegan Gustavo y Antonio que ya han dejado todo
pago. Gustavo da un beso en la cabeza a Elaine y se marcha a encargarse de
lo de sus padres. El médico entra unos minutos después y encuentra a
Elaine dormitando y a Antonio a su lado.
—Procure que no se quede sola hoy.
—No se preocupe doctor que me quedaré con ella, muchas gracias por
todo.
—Vamos a habilitar el sótano para que salgan por ahí.
—Iré primero para llevar el auto.

La salida del hospital fue sencilla y llegan a casa de los padres de Elaine
quince minutos después. Aunque trató de hacerla comer algo ella se negó y
se fue a acostar. Todo en la vida de Elaine estaba lleno de dolor y no sabía
cómo evitarle más sufrimientos. Mientras esta allí solo en medio de la sala
decide llamar a su casa Les cuenta un poco a sus padres sobre lo sucedido
con don Peter. Poco después llega Gustavo quien lleva con él un maletín
con documentos que Ethan dejó para Elaine. Para cuando el reloj marca las
siete de la mañana Elaine baja y observa a Antonio dormir, así que va a la
cocina a preparar algo de beber. Quince minutos después iba llegando con
un café para Antonio cuando le escucha. Aparentemente habla con alguien
en Estados Unidos.
—Si Mike, Tengo un problema acá que me detiene en el país. Una de
esas situaciones que quisieras evitar. Es una situación que de verdad retrasa
todos nuestros planes de expansión. Apenas acabe con esto me regreso.

Elaine decidió entrar y Antonio tuvo <<al menos>>, la decencia de


ponerse pálido. Cortó la llamada y se le quedó mirando.
—Eli...
—Por favor no empieces a inventar excusas o a justificarte. Por ahora
siento o entiendo algo sobre tus palabras que quizás no es así y nada que
digas va a hacerme sentir que no ves mi situación como algo engorroso que
atrasa tu vida. Necesito un tiempo a solas para poder comprender que
quiero y quien soy. No pierdas tiempo explicando nada, gracias por todo y
cierra la puerta al salir.

Una vez que Antonio se fue llamó a Georgina.


—No conozco a Antonio en persona pero no me parece que sea capaz
de ser tan cruel.
—No hablemos más de él. Pon mis cuadros en venta pero suspende la
exposición.
—¿No prefieres esperar?
—No, durante un tiempo me quedaré en el país. Cuando esté lista te lo
dejaré saber.
—Iré a verte…
—George, no soy buena compañía ahora. Dame algo de tiempo.

Tras colgar con su amiga llamó a Gustavo quien llegó una hora después.
—Elaine, te conozco desde bebé, no creo que sea normal en ti no llorar.
—¿Consideras que era una llorona, Gustavo?
—No, pero si un ser humano muy sensible.
—Mira Gustavo, te veo como a un tío. Por eso no me enojan tus
comentarios tan directos, pero, si dejo salir esto que siento, voy a
suicidarme y no juego. Prefiero ir poco a poco. Además, por mi asma no
puedo alterarme.
Voy a tomarme unos días, luego venderé la casa tal cual está.
—¿Segura?
—Sí, acá no tengo ningún buen recuerdo, en cada esquina la recuerdo
gritándome o golpeándome. Tengo la casa que compró Michael así que eso
no es problema.
—Te entiendo. Me reprocho no haber intuido algo. Tu papá modificó el
testamento días antes.
—Liquida los activos de mi padre, sus socios no pondrán peros para
comprarla. La casa cerrémosla por ahora, solo que venga alguien a limpiar.
No puedo decidir que dejar y que vender con todo tan fresco.
—Han llamado del CIJ, los cuerpos estarán listos mañana en la mañana.
—Por favor, encárgate tú. Ellos tenían algo en la Funeraria. Llámalos y
ellos harán todo.
—¿No piensas asistir?
—No puedo. Ella causó todo... es la primera culpable y papá tendría que
haberla dejado, lo que hizo mató a mi abuelo y es tanto el rencor que siento
que no voy a asistir. A mi abuelo que lo cremen por favor y que te envíen
las cenizas. Me ausentaré algunos días para poder estar lejos del caos y
decidir bien lo que quiero hacer.
—Así lo haré chiquilla.
Funeral
24 horas después Gustavo luce asombrado por la inmensa cantidad de
personas aglomeradas allí. Mientras trata de no gritarles a todos que se
marchen se le acercan Isabella y Ernesto del Valle, los padres de Antonio —
¿Elaine no vino?
—Mira alrededor Ernesto. La gente que vino vio la noticia en tele y
quieren ver a Elaine, como si fuera un maldito animal de circo. Culpa a su
madre de todo esto y en el fondo tiene razón, preferí no insistirle. Además
tampoco quiere ver a Antonio.
—Mi hijo la ama con locura, esto le está afectando. Está buscándola
entre la gente y no creo que tarde en acercarse.
—Por cierto, hay una carta a nombre tuyo Ernesto. Me la dejó Ethan
hace varios años haciéndome jurar que no te la entregaría hasta el día que
faltara. Casualmente le entregó una también a Elaine, te la daré en un rato.

Cuando todo acaba Ernesto abre la carta y después de leerla cae de


rodillas, su esposa asustada toma la carta, lágrimas caen de sus ojos y
abraza a su marido. Antonio al ver a sus padres lee la carta y abandona el
cementerio. De momento nada hace ahí. Varias semanas después estaba lista
para contactar a Gustavo. Seguía decidida a alejarse de todo, así que se
sentó en a revisar una página de bienes raíces desde su computadora.
Guanacaste, aunque tenía playas hermosas no era lo suyo. Si, está bien lejos
de San José pero no. Por casualidad apareció una promoción de viajes a las
aguas termales del Volcán Arenal en San Carlos y supo que ese era el lugar.
Decidida a no postergar más la despedida llamó a Gustavo.
—No sé si es un milagro o qué, ¡ha pasado un mes! ¿Dónde estás?
Antonio incluso abandonó el país, me dejó dicho que aún te espera, no le
interesa ninguna otra mujer.
—Estoy en casa de mis padres, llegué anoche. He estado pensando
mucho y quiero dar un cambio grande, por eso voy a invertir en San Carlos.
—De ahí al fin del mundo es cualquier cosa.
—¡Ay pero que exagerado! Son como mucho tres horas. ¿Sabes qué
pasa? Que esas tierras amplias y verdes, llenas de vida son muy distintas a
las ciudades llenas de edificios. Necesito alejarme de todo. ¿Has hablado de
los activos de mi padre con sus socios?
—Ellos están más que felices, la casa ya tiene un par de clientes para
apenas acabes de recoger lo que quieres.
—De acuerdo. En unos veintidós días me marcho, para poder
encargarme de las cosas de la casa antes de hacerlo.
TRES SEMANAS DESPUÉS

El viaje hasta San Carlos había estado tranquilo. Incluso había hecho
algo de turismo en San Ramón, subiéndose a un Cannopy. Al llegar al
centro de Fortuna<<el nombre del pueblo ubicado en San Carlos>> se
sintió bastante acalorada. Por eso al entrar a la oficina de bienes raíces no
pudo evitar un suspiro de alivio cuando la recibió el aire acondicionado. En
el counter de servicio al cliente estaba una joven de cabellos castaños.
—Buenos días joven, ¿puedo ayudarla en algo? tome asiento por favor.
Mi nombre es Nancy.
—Muchas gracias. Estuve en contacto con Andrea y le dije que me
interesaban dos propiedades, mi nombre es Elaine Bourdin.
—Al fin llega, estuvo hablando con mi compañera pero anda enseñando
unas casas.
—Ah de acuerdo... ¿cómo a qué hora regresará? Me atrasé un poco al
llegar al pueblo Chachagua. Debo reconocer que aunque había algo de
presa, fue el detenerme a ver el volcán desde ahí lo que generó mi atraso.
Aunque estaba bastante lejos se veía hermoso.
—Hoy está totalmente despejado el volcán, así que entiendo. He vivido
acá siempre y si hay oportunidad saco mis buenas fotos.

La campanilla sonó de nuevo, entró un hombre con una placa en el


pecho que le acreditaba como jefe de policía.
—Buen día don José.
—Buenos días Nancy.
—Ella es Elaine, viene a comprar casa pero Andrea no está, no sé si
podrá llevarnos a verla, mi licencia está vencida.
—No sé por qué no me sorprende Nancy. Pero claro que sí, de hecho
acabé mi turno y estoy libre.
—Déjeme revisar cual es la propiedad y nos vamos.
Nancy empezó a leer los correos entre Andrea y Elaine. Encontró dos
propiedades.
—¿Tiene alguna preferencia?
—La que tiene el río.

La casa de horror de Nancy de preocupante para Elaine.


—Pero es la que está junto al rancho de Ignacio Caballero.

José se veía igual de preocupado que Nancy.


—Eso no es bueno, no señor...
—No les entiendo, ¿es acaso alguien peligroso?
—No, nada de eso, pero las mujeres siempre le han buscado por su
dinero. Aunque había otros candidatos, los terribles cuatro eran los
favoritos.
—¿Terribles cuatro?
—Mire, eran los cuatro adolescentes más problemáticos de la zona, ya
con los años se fueron calmando pero la fama les quedó. Dos de ellos se
fueron del país, quedaron solo Ignacio y Andrés. Este último cuida de su
hermana desde que los padres de ambos murieron en un accidente.
—Comprendo —Ignacio es más como un ermitaño, ganó muchísimo
dinero en los rodeos fuera del país y cuando se retiró, regresó al país para
criar pura sangres. Las mujeres le buscan como locas pero él les rechaza.
No me malinterprete, es una persona agradable con quienes no le atosigan.
Como vecino sería amable, pero solo si no flirtea con él, tiene una especie
de radar.
—No me interesa flirtear, solo necesito un lugar para vivir. El corazón
del señor Caballero está a salvo.
—Entonces vamos a ver la propiedad.

El viaje fue rápido. Se detuvieron frente a la casa. Se veía aún más


hermosa que en las fotos.
—La casa es grande, hay mucha zona verde y un hermoso río bastante
cerca. La propiedad que ve al fondo es la de Ignacio. Originalmente ambas
propiedades eran una sola pero el viejo segregó y aisló esta parte la cual
antes de morir heredó a un pariente lejano y no a su hijo. El heredero había
nombrado administradores sin saber que cobraban por el agua, ahora la
puso en venta pero el precio no le sirve a Ignacio pues ha tenido más
pérdidas que ingresos desde que debe pagar por el agua, atravesamos una
crisis muy fuerte en ganadería y los precios de las reses se ha venido
cayendo, por eso no vende ganado, pues igual significaría perdidas fuertes.
—¿Por qué lo hizo la gente? Es decir, cobrarle el uso del agua, los ríos
son públicos.
—Pero la cerca está en este lado. La propiedad de enfrente pertenece a
un amigo de Ignacio y tiene río pero Ignacio no puede pasar el ganado de
un lado a otro todos los días. Cuenta con más de 1000 cabezas de ganado,
cada año pierde muchísimas a causa de la sequía.
Hay una cláusula que estipula que Ignacio no puede adquirir estas
tierras. La única salida legal es si quién la compra se la vende a Ignacio
pero nadie ha hecho eso tampoco.
—El lugar me gusta muchísimo.
—Pues entonces ya es suya, puede quedarse de una sola vez y mañana
bajar al pueblo por las escrituras.
—Voy ahora mismo, te giro el cheque, recojo mi auto y mis cosas que
están en el hotel. Preferí registrarme en caso de las propiedades no me
sirvieran y así tener donde pasar la noche o los días, si tardaba mucho en
encontrar una propiedad. Debo además conseguir comida, no mucha porque
traigo algunas cosas en el auto pero lo suficiente para una noche.
—El agua, luz, teléfono e internet están funcionando al igual que el aire
acondicionado.

Elaine regresó tres horas después, tenía la urna de cenizas de su abuelo


la cual colocó dentro de su ropero. Desempacó algunas cosas, no tenía
mucho. Sus cosas llegarían en un camión al día siguiente. Tomándose un
descanso decidió llamar a Georgina. Pero solo estaba la contestadora.
Hola en este momento no le puedo contestar, deje su mensaje.

—Hola George. Estoy ya instalada, apenas escuches esto llámame a mi


celular nuevo, te mande el numero por texto hace rato. Un camión de
mudanza llega mañana con mis cosas personales, por eso quizás no te pueda
atender, pero déjame al menos un mensaje para saber que escuchaste el mío.

Después de dejar el mensaje se sienta a ver televisión. No habían pasado


ni veinte minutos cuando sonó su teléfono.
—¡Hola perdida!
—¡Hola Elaine! Al fin podemos hablar, me he quedado muy preocupada
por todo lo sucedido. Lamenté mucho no estar contigo.
—Lo entendí, descuida.
—Por lo visto te has instalado, saca algunas fotos y envíamelas por
email, quiero saber dónde demonios estás viviendo.
—De acuerdo Georgina.
—Tengo un almuerzo con un abogado guapísimo, nos hablamos luego.
—¡Disfruta mucho y no te portes bien!
—Nunca lo hago.
Tras una noche de buen sueño, Elaine se despertó sintiendo que quizás
la vida no era tan mala. Era una mujer soltera, nadie la presionaba y podía
sanar con calma. La muerte de sus padres acabaría entristeciéndola en algún
momento. En aquel momento, era la muerte de su abuelo la que la tenía más
afectada. Tras calentarse un café, encendió la tele para ver las noticias y
llamó a Gustavo.
—Hola Elaine, el hombre del camión de mudanzas me dice que estará
ahí en dos horas. Ya va de camino —Perfecto y muchas gracias. Insisto en
el favor que te pedí, no quiero saber sobre nadie del pasado, si preguntan
por mí...
—Les digo que estás en un año sabático y que no tengo tu número
Cuídate Elaine, repórtate de vez en cuando, eres como la hija que nunca
tuve. Ya todo está pagado solo debes recibir tus cosas.
—Gracias, de verdad. Te quiero y has sido un apoyo, siempre fuiste
parte de la familia.
—Te quiero Eli, cuídate.

Efectivamente, dos horas treinta minutos después llegó el camión.


Después de que bajaran todas las cosas, Elaine les dio una propina para que
almorzaran antes de regresar a San José.
Al mismo tiempo que aquello sucedía en casa de Elaine, en la casa de su
vecino, Ignacio Caballero las cosas no iban bien. Ignacio no quería
acercarse a ver a su vecina. Estaba resignado a que le cobraría tanto dinero
por el agua, que sus animales morirían. Junto a él estaba Manuel su capataz.
—Jefe, ¿por qué no va a averiguar de una vez cuánto pide por el agua la
nueva vecina?
—Al mal paso...
—Bueno jefe, al rato ella no sea mala persona y le cobre barato.
—José, el jefe de policía, me ha dicho que se ve que es una buena
persona. Le dije que ya le tenía engatusado y me ha acusado de estar
prejuzgando y hablando de ella con rencor.
—Bueno jefe nadie puede culparlo a usted, sus experiencias no han sido
buenas. Sin embargo dele el beneficio de la duda.
Primer encuentro

Algunos minutos después y en contra de sus propios deseos, Ignacio se


encontraba llamando a la puerta de su vecina.
—¿Si?
—Me han dicho que acabas de comprar esta casa.
—Sí, así es. Mi nombre es Elaine Bourdin. Disculpe la pregunta pero,
¿qué desea?

Aquella forma de hablarle, le molestó. Quizás era sólo que ya estaba


prejuzgando a su vecina. Las mujeres se ponían coloradas al verlo y su
vecina parecía no tener ninguna atracción por él. Por eso le fue imposible
evitar hablarle de demás cortante y grosera.
—Soy Ignacio Caballero y vine a hablarte del río que está en tu
propiedad. Te advierto que no consentiré que me cobres usuras por el agua
y que de hacerlo debes saber que tendrás un buen enemigo viviendo cerca
de tu casa.

Nunca imaginó que su vecino pudiera ser tan patán. Se le quedó


viendo... entrecerró los ojos. Elaine trataba de descifrar al hombre detrás del
imbécil. De pronto algo se encendió dentro de ella. La respuesta era
evidente.
Su escrutinio hizo que son Patán se sintiera incómodo y esa era una gran
victoria.
—¿Tengo monos en la cara o qué?
—Ya lo entiendo.
—¿Entendiste qué?
—Porqué la gente ha sido tan hostil con usted, es que es un grosero. No
me conoce de nada y tiene la desfachatez de hablarme así. Además asume
que he de venderle el agua. Una persona razonablemente educada, pregunta
primero.
—Te hablo como me dé la gana, tienes pinta de ser una buscona, quizás
vienes a eso pero lo único que me interesa resolver son mis propios
problemas. Alguien tan joven no puede haberse comprado esta casa, seguro
tus clientes le pagan bien.

Elaine se sentía furiosa. Quizás tanto dolor y enojo contribuyeron así


estallido de ira.
—Tome sus problemas y métaselos por.....
Lo que sucedió a continuación fue culpa de Ignacio. Elaine cerró la
puerta y trató de calmarse, pero él siguió gritándole y entonces ella no pudo
más.
—¡Maldita loca! Ya sé cómo son las de tu clase, seguro has pensado en
venir a vivir de mí, a meterte en mi cama.

Elaine abrió la puerta y le arrojó una cubeta con agua sucia y


desinfectante que tenía, tras haber limpiado el piso.
—Bruto engreído, no vuelva a poner un pie en mi propiedad.
—Las más fieras son las mejores en la cama.
—Ni mi cama ni mi agua, púdrase maldito engreído.

Ignacio se fue furioso y Elaine cerró tan duro la puerta que fue un
milagro que no se dañara. Elaine observó a su vecino a través de su
ventana. Aunque la había disgustado, le daba mucha gracia. Regresaba a su
casa oliendo a mugre. Se lo tenía merecido. Sin embargo esa alegría duró
poco.
Tanto altibajo emocional la estaba fregando porque ahora lloraba como
tonta. Por su parte Ignacio llegó a su casa hecho una furia, empapado y
apestoso, se sirvió un trago, luego reventó el vaso contra la pared. Manuel
que iba entrando miró con asombro a su jefe.
—¿Pero qué le pasó? Ha cobrado usuras. Eso justifica su enojo pero
está todo mojado....y no huele nada bien.
—La cagué. La he insultado y atacado. Al final me ha dicho que no
ponga un pie en su casa. Bueno, además de arrojarme una cubeta con agua
sucia.
—Jefe, debería ir de nuevo y disculparse. Además, no puede ser tan
malo.
—Manuel, le dije que las más fieras son las mejores en la cama. Que
seguro sus clientes le pagan bien, y que por eso pudo comprar la casa.
—¿Que le dijo qué? Con más razón debería ir de una vez. Jefe esto va
más allá del agua, descargó su furia contra alguien inocente, recuerde que
su odio es justificado siempre que lo dirija a quien realmente lo desea.
No me extrañaría que del todo, nos quedemos sin esa agua. Si al menos,
en alguna parte el agua entrara a sus tierras jefe, el problema sería sencillo
de solucionar pero no es así, por eso necesitamos a su vecina, no me gusta
ver morir a los animales jefe —Lo entiendo, si hubieras visto el enojo de
esa mujer, de enemiga no ha de ser buena. Me cambio y voy de nuevo. Pero
te vienes conmigo.
—De acuerdo.
Armándose de valor, llamó de nuevo a la puerta. Elaine abrió pero no
fue lo que esperaba encontrar. Imaginó que estaría esperándole con una
escopeta, sin embargo la mujer ante él tenía el rostro enrojecido e hinchado
de llorar. Si antes no se había sentido un patán, ahora lo hacía.
—Lo siento mucho, pensé que ibas a estar furiosa, no llorando, pareces
ser una mujer de armas tomar, sin embargo estás así.
—Me cuesta mucho manejar las confrontaciones y pensé que podía
pegarme, estaba realmente furioso.
—¿Te han golpeado?
—No nos tenemos confianza como para estarle contando cosas de mi
vida. De haber venido mañana no me hubiese agarrado con la guardia baja.
—Me lo merezco. De verdad lo lamento.
—Debo estar mal de la cabeza para que tan siquiera conversemos. Si
envía algunos hombres a trabajar, podrían ayudarme a correr la cerca más
hacia la casa para liberar el río. Si quisiera que la deje bien pueda de mi
lado para que los animales no andén a la libre por mis tierras.
—¿Por qué harías algo así? Vine hace un rato pensando en rogarte por
el agua, incluso estaba dispuesto a pagarte una renta por ello, mi
desesperación tomó el control y dije cosas demasiado hirientes y aun así me
dices eso.
—Deje de mirarme así, no soy enemiga suya. No estoy tramando nada.
Le hubiera dicho lo mismo hace rato.
—No imaginas cuanto necesito el agua, las personas hasta ahora
solamente me han sacado dinero.
—Yo no soy las demás personas. Comprendo que está ansioso y que
incluso desconfíe pero no le he dado razones para hacerlo. Ahora márchese
de aquí.
—Lo siento señorita Bourdin.
—Tengo muchísimas cosas que hacer así que tráigase a sus empleados
para que hagan el trabajo. Entre más pronto lo hagan más pronto me libraré
de tratos con usted.
—Quisiera saber por qué haces esto, es difícil creer algo así.
—El asunto es que no solo pierde usted, hay animales que mueren de
sed. Yo no necesito el agua.
—Si estás segura...
—No conozco a nadie, así que le repito, si envía ayuda cuanto antes
podrán mover las cercas.
—Eres increíble, nunca imaginé esto y perdón por ser tan antipático.
—¿Y qué culpa tengo yo? Ya me advirtieron de usted en el pueblo.
Tanto Nancy como don José.
—¿Qué te dijeron?
—Bueno, que tenía usted un radar contra las busconas. Yo vine a vivir
en paz, he vivido mi propio infierno y por eso la gente como usted me
altera. Quisiera darle el agua porque es absurdo que yo tenga un río
mientras que usted lucha por mantener vivos sus animales. Mis intenciones
son únicamente esas.
—Lo siento Elaine.
—En fin... ¿Quiere tomarse un café?
—Claro.

Tras servir el café Elaine reanudó la conversación.


—Como le decía, usted no me ha hecho nada, incluso es inocente en
todo esto, estuvo atado de manos gracias a su padre. Según me dijeron estas
tierras que compré son solo una ínfima parte de las tierras originales.
—El muy cabrón segregó y me heredó esas partes más no la tuya. ¿Y
cuánto pides por el agua?
—¿Pedir?
—Sí, ¿cuánto dinero?
—No me insulte vecino, tengo mi propio dinero. Heredado de mis
padres y por mis pinturas que se venden fuera del país.
—Otro terrible error el haberte insultado. Pero debes estar dispuesta a
pedir algo.
—No pido nada. Con razón le cobraban usuras ¿andaba usted
ofreciendo dinero?
—No, las primeras veces llegué a preguntar sobre el uso del agua y la
respuesta era la misma. Miles de dólares anuales que en su momento no
tenía.
—Pero Nancy dijo que usted criaba pura sangre, que hizo dinero fuera
del país en los rodeos.
—Sí y me da para vivir bien pero pagar por el agua logra
desfinanciarme. Este río es uno de los pocos que en la sequía no pierde
caudal.
—Comprendo.
—Pídeme lo que quieras has solucionado mi mayor problema. Y por
favor tutéame que tenemos casi la misma edad, o eso parece. Tengo 30
años.
—De acuerdo en tutearnos, tienes razón pues tengo casi 27 años, pero
no necesito nada.
—Piensa en algo que desees, te lo pido. No puedo aceptar esto si a
cambio no te doy algo.
—Hablas de un trueque.
—Exacto.
—Mira, no necesito nada, en serio.
—De acuerdo, te daré mi número. Al menos llámame a cualquier hora
en caso que necesites algo.
—No te llamaré a molestar.
—Después de salvar mi rancho dándome el agua, puedes llamarme las
veces que quieras Elaine.
—Gracias —Ahora me marcho, mañana a primera hora enviaré a mis
hombres —De acuerdo, suelo madrugar para trabajar así que a las cinco ya
estoy en pie, por aquello que vayan a hacer ruido, no me molestarán.

Manuel se sorprendió al ver a su jefe salir sonriendo.


—¿Cuánto pidió la nueva dueña?
—Nada, me ha dicho que enviemos trabajadores para que corran la
cerca, me ha regalado el agua.
—Tiene que estar bromeando, jefe —No hablamos de una acosadora, lo
que es una novedad. Fue un cambio inmenso charlar con alguien que no
coqueteaba todo el tiempo. Además hay que ser un buen ser humano para
perdonar a alguien tan patán como yo.
—¿Y qué vamos a hacer?
—Quiero a todos los hombres trabajando en esa casa mañana.
—¡Agua! Esto hay que celebrarlo.
—Está sola en esa casa, le he dicho que si necesita algo, a cualquier
hora me llame. Esa mujer ha salvado mis tierras, a mis animales. No
importa en que esté, si ella se comunica me avisas. Aquel que desobedezca
pierde su trabajo.
—Algo radical, ¿no cree?
—Ella es la prioridad y saber que el no darle esa importancia les costará
el puesto me garantizará que nadie fallará
—De acuerdo.
—Busca unos tres hombres de confianza y que extiendan los patrullajes
a los límites del sur.
—Va a vigilarla.
—Protegerla, que es distinto. Si esa mujer quiere cualquier cosa, se la
daré.
—Suena a que ha caído, Jefe.
—Es extraño Manuel, pero me juré a mí mismo huir de las mujeres.
Elaine me dio algo invaluable sin pedir nada a cambio y eso no se ve todos
los días. Pienso seguirle los pasos pero creo que al final, será mía.
—Está mal, jefe. ¿Sabe lo extraño que suena que lo diga con tanta
seguridad?
—Lo sé pero no puedo evitarlo, ella va a ser mía sin importar a quien
deba quitar del camino.
—Ojalá que no sea literal.
Primeros trabajos

Cerca de las dos de la mañana Elaine se despertó. Había algo


caminando en su techo pero asumió que era algún animal. Pero dormir de
nuevo parecía imposible así que tras ponerse un abrigo bajó a preparar
galletas y café. Mientras esperaba a que estuvieran listas, sacó papel y
preparó algunos bocetos sobre lo que le gustaría pintar. Antes de darse
cuenta eran ya las 4. Ignacio y sus trabajadores llegarían en cualquier
momento.
Acababa de poner las galletas en un platón, cuando vio que eran casi
eran las 5 así que tomó una taza de café y salió al porche. A lo lejos se veía
a los trabajadores acercándose, Ignacio tenía con otro hombre, algo más
joven que ella aparentemente. Se puso de pie cuando llegaron hasta su casa.
—Buen día Elaine.
—Hola Ignacio.
—Gracias de nuevo, te presento a Manuel, mi capataz.

Manuel se quitó el sombrero y lo estrujó con las manos de forma


nerviosa.
—Mucho gusto señorita Bourdin.

Elaine extendió la mano y Manuel se le quedó mirando de forma


incomoda. Pero segundos después se la estrechaba sorprendido de que le
diera la mano.
—Manuel entre por un cafecito y galletas caseras recién salidas del
horno.
—¿Recién horneadas?
—Sí, no soy una gran cocinera pero mis galletas al menos no les
enfermarán. Las tazas están en la cocina junto al café, leche y las galletas.
Ignacio se mantuvo en silencio mientras la observaba sirviendo en una
de sus tazas a Manuel, quien tomó su café rápido, comió tres galletas.
—Muchas gracias. Ahora me retiro a trabajar.
—Con mucho gusto.

Ignacio esperó a que estuvieran solos. Se acercó a ella pero Elaine se


sintió molesta por ello. No le gustaba la forma en que su vecino invadía su
espacio personal. Tendría que ser cuidadosa y ponerse más seria. Este se dio
cuenta y retrocedió hasta estar casi en la puerta.
—No quería ponerte incómoda, es que me doy cuenta que casi no
dormiste Horneaste galletas y eso es al menos una hora de trabajo.
—No pude, debo acostumbrarme a los ruidos del campo. Solo eso.
—¿Ruidos?
—Cosas sin importancia, quizás algún gato que paseaba por ahí.

Ignacio intuía que ella no le había dicho todo y decidió presionar, eso
sí...manteniendo la distancia.
—Hay algo más que ruidos normales en el campo.
—Mira, soy de ciudad ¿sí? y por eso no me acostumbro a los ruidos del
campo.
—Vivo en la misma zona por si no lo recuerdas y en mi casa no hay
ruidos de campo, al menos no a un nivel que me despierten. Así que mejor
me cuentas lo que escuchaste.
—Fue extraño, al principio pensé que alguien caminaba por el techo,
pero el sonido se acabó tan rápido como inició.
—¡Debiste haberme llamado!
—¿Y qué te iba a decir? No soy una histérica.

Ignacio se veía realmente furioso.


—Qué tal... ¡Hay alguien en mi techo!
—No fue nada.
—Pero te mantuvo despierta.

Se acercó a ella y la sujetó de las manos. Pero de forma inmediata


Elaine se soltó y dio un paso atrás.
—Mira. Necesito que queden cosas claras. No me toques, no me gusta.
Estuve casada pero mi esposo murió, fue un buen hombre. Poco después
murieron mis padres y abuelo. Me quedé sola y no quiero tener nada
romántico contigo. Lo único que ofrezco es amistad y a ti por varias te
caería bien pues estoy segura que sería algo completamente nuevo.
—De acuerdo, amigos.

Se sirven un café y sientan en la mesa de la cocina —No entiendo la


forma de Manuel de mirarme. Creí que le había caído mal y que por eso no
iba a darme la mano o a aceptar mi café.
Ignacio la miraba como si tuviera dos cabezas.
—¿Eres real?
—¿De qué hablas?
—Las mujeres que han conocido mi casa y a Manuel, le miran con una
cara que va de la indignación al asco cuando se acerca a nosotros. No solo
le diste la mano sino que usaste tus propias tazas para que tomara café, eso
es algo nuevo para él. Ahora me voy a trabajar.
Ignacio salió de la casa sonriendo Manuel se acercó a él.
—Déjeme decirle Jefe que es usted digno de admirar.
—¿Y eso, hombre?
—Sonríe usted igual que cuando acaba de tener un encuentro amoroso
con una de sus amigas.
—Si no estuviese de tan buen humor te despediría. Y para tu
información no la besé porque me rechazó.
—Rechazado, Jefe creo que es la primera vez que veo que le noquean
en el primer round. Aunque no lo entiendo, es usted muy atractivo.

Manuel se puso totalmente rojo. Ignacio le miraba boquiabierto. Luego


empezó a reír a carcajadas ante la incomodidad de su joven capataz.
—Manuel, no sabía que pensabas eso.

Para Manuel no fue difícil empezar a reírse junto con su jefe.


—Ay Jefe, lo digo porque las mujeres caen a sus pies como moscas, y
tengo ojos en la cara, que sepa que es usted atractivo no significa que me
guste por Dios, no infle tanto su ego.
—Elaine enviudó hace un tiempo y no busca relacionarse con nadie. En
dos platos, o amigos o nada.
—Le dieron calabazas. Eso está bien para variar.

Las siguientes semanas Elaine se dedicó a preparar una pintura de su


abuelo. Le gustaba observar a los trabajadores de Ignacio. Se veían
cansados pero había cierta paz, aquel problema del agua debía haber dado
mucho estrés a todos allí. Algunas semanas después escuchó sonidos de
nuevo. Se vio tentada a llamar a Ignacio pero descartó la idea. Se sentía
bien saber que alguien estaba a solo una llamada, pero Ignacio parecía
medio desequilibrado.
La racha de malas noches alcanzó una semana y así lo notó Ignacio
cuando la visitó aquella mañana.
—Buen día Elaine.
—Buen día, ¿café? a menos que ya tomaras en tu casa —Una taza de
café nunca se rechaza. ¿A qué hora te levantaste?
—No lo sé, hace poco...una media hora quizás.
—¿Nada de ruidos?
—Nada de nada.
—A veces me pregunto si me estás viendo la cara Elaine, pero como lo
dijiste al conocernos, simplemente amigos y ya.
—Ya te lo dije hace unos días, necesitas alguien que desinfle tu ego.
—Los amigos también pueden echarse un buen polvo de vez en cuando,
Elaine.

Dejándola boquiabierta, le dio un beso en la frente y salió silbando.


—Idiota.

A la mañana siguiente la despierta otro ruido. Mira el reloj y son las


4:50. Deja la puerta abierta para Ignacio y vuelve a la cocina Hay una
ventana que da al exterior. Mientras está tomando café ve una sombra
sosteniendo la mano en alto. Apenas tuvo tiempo de cubrirse el rostro.
Ignacio va tocar la puerta y la ve abierta. Empuja la puerta y avanza a la
cocina, ve la ventana rota y sangre en el piso.
—¡Elaine!

Nada, ella no responde, sigue el rastro de sangre hasta un baño, ella está
sentada en el escusado, tiene un corte cerca del ojo y el brazo derecho igual.
Los pies sangran también, se ve pálida y con dolor.
—Logré sacar un vidrio pero no deja de sangrar.
—Déjamelo a mí, lo estabas haciendo bien, ¿Ves? ya casi no sangra.
¿Tienes antiséptico?
—En el botiquín.
—Te va a arder. Lo siento.
—No importa.

Después de acabar de limpiarla la lleva a su habitación. Luego recoge


los vidrios. Toma su celular y va a la sala —Dígame jefe —Atacaron a
Elaine, está herida. Voy a llevarla al médico para que la revisen. No me
importa que estás haciendo en el rancho, ven a sacar las medidas del vidrio
para reemplazarlo.
—De acuerdo jefe, voy para allá. Pero siendo sábado y a esta hora dudo
que la ferretería esté abierta. Me llevaré algo de cedazo para la ventana.
Entra de nuevo a la habitación de Elaine y la encuentra donde le dejó.
—Quiero llevarte donde un amigo, es médico. Me quedaré más
tranquilo si vamos —De acuerdo.
—Esto ha sido deliberado, mi instinto no estaba mal, algo ha pasado
estos días y no has querido decirme. ¿Estás bien?
—Sí, es decir asustada pero nada gano llorando histérica o enojada que
de por si estás furioso y ya uno de los dos alterado es suficiente.
—Claro que estoy furioso, especialmente porque no tengo forma de
saber quién hizo esto.
—Yo menos, no tengo enemigos ni nadie en San José que quiera
dañarme.
—Manuel va a venir a sacar las medidas para reponer el vidrio.
Esperaremos a que llegue y nos iremos.
—Gracias.

Una lágrima cae por el rostro de Elaine, Ignacio ignora las advertencias
sobre cero contacto y la abraza.
—Lo siento, no soy tan llorona.
—No lo eres, fuiste víctima de una agresión muy seria, es normal que
llores.

Llegaron al hospital en buen tiempo. Al ser sábado el tráfico era


mínimo.
Ignacio apagó el auto, rodeó el mismo y tomó a Elaine en brazos. A su
encuentro llegó un joven médico. Por la confianza con la que le hablaba a
Ignacio, intuyó que eran amigos.
—Nacho, me llamó Manuel. Llevémosla a mi consultorio por favor.

Hace señas a una enfermera que se acerca con una silla de ruedas pero
Ignacio niega con la cabeza y la mantiene en sus brazos. Christian abre una
puerta y le indica a Ignacio que entre. Christian los observa con interés, ella
se ve serena, Ignacio camina muy tenso y respirando agitado.
—Nacho, vete un rato déjame revisar a tu joven amiga.
—No lo sé.
—Ignacio, no tengo cinco años, vete tranquilo que si me trajiste acá es
que confías en este médico.
—De acuerdo.

Christian se veía bastante sorprendido. Elaine e Ignacio le observan


esperando que diga algo.
—Conozco a Ignacio hace muchos años y es normalmente explosivo.
Que acepte de buena gana salirse porque se lo dices es sorprendente.
—Eres un idiota Chris. Estaré fuera, si este necio se pone muy pesado
solo grita y estaré acá en dos segundos.
—Ignacio, gracias de verdad por traerme pero actúas como un novio
desesperado y recuerda que solo somos amigos.

Ignacio se inclina sobre Elaine que está en la camilla, una mano a cada
lado del cuerpo y acerca su rostro al de ella.
—Si estuviera actuando como un novio desesperado, no estaría acá sino
buscando al imbécil que te hizo esto para arrancarle la cabeza.

Cuando Ignacio sale ella suspira resignada, Christian la ve y sonríe un


poco.
—No me han dicho tu nombre y déjame decirte que es la primera vez
que veo a alguien capaz de domar a la bestia que él, lleva por dentro.
—Solo somos amigos, mi nombre es Elaine Bourdin.
—¿Eres familia de Ethan Bourdin?
—Sí, era mi padre. Aparentemente Ignacio no lo sabe pues no ha tocado
el tema. Te ruego no digas nada.
—De acuerdo y ahora entiendo que no quieras nada con él. Me imagino
que es por el difícil pasado que has tenido.
—¿Cómo puedes saberlo?

Ella baja el rostro y mueve sus dedos de forma inquieta, Christian pone
sus dedos bajo la barbilla de Elaine y la levanta, así la obliga a verlo.

—Ignacio es un hombre que va tras lo que quiere, no eres su novia y me


imagino que no porque él no quiera sino porque tú le has dejado en claro
que no buscas nada así. A él le va a caer muy bien tener a alguien en su vida
que no baile al son de su canción. En cuanto a saber si has sufrido, pues no
solo el evento de lo de tus padres en sí, algo en tu lenguaje corporal muestra
que te proteges de todo o todos y mi amigo está tan deslumbrado que no
puede verlo. Ahora revisemos estos cortes.
Le quita la venda del pie y le examina la herida.
—No sangra y no parece necesitar puntos.
—Duele hasta la rodilla.
—Es normal, te daré algunos medicamentos para el dolor y cremas para
que la apliques después de lavarte. La cara se ve bien, nada serio. El brazo
tiene un corte superficial que se ve bien también pero igualmente lo
vendaré. Aquí lo más serio fue que te paraste sobre el vidrio pero Ignacio
hizo un buen trabajo.

Deja un momento a Elaine y prepara la receta, abre la puerta y deja


entrar a Ignacio, luego venda el brazo.
—Todo bien Romeo, busca estas medicinas en farmacia y que mantenga
el pie en alto, el dolor va a seguir fuerte por unos días pero nada de que
preocuparse. Voy a inyectarla para que ya empiece a sentirse mejor.
—¿Inyectarme? Mire doc., le tengo fobia a las agujas.
—Debe hacerse así.
—Por favor, debe haber otra forma. Ni siquiera me duele tanto.

Christian prepara la jeringa y se acerca, ella se ve muy asustada e


Ignacio toma al médico del brazo. Aprieta lo suficiente para que Christian
detenga su avance.
—Déjame a solas con ella un momento.
—Es solo un pinchazo, los cortes le han dolido más.
—Guíate con eso para saber que si no quiere una aguja ha de ser por
algo serio.
—Elaine, va a ser rápido.
—De acuerdo doc.

Cuando Christian acaba, Ignacio le sujeta del brazo de nuevo y aprieta


fuerte, viéndole a los ojos le dice...
—Esta vez te lo paso pero ella fue clara, sin agujas y aun así hiciste lo
que te dio la gana, pudiste darle algo tomado, era su decisión. La próxima
vez que hagas algo así, vas a conocerme.

Algo en la mirada de Ignacio hace que Christian abra mucho los ojos.
—Me marcho a ver otros pacientes quédense acá unos minutos si lo
necesitan.
Tras la salida de Christian, Elaine se queda unos pocos segundos en
silencio, mirando con curiosidad a Ignacio.
—No debías hablarle así, mi fobia es mi culpa no la de él.
—No permitiré que nadie, escúchame bien NADIE haga algo que te
genere temor o dolor.
—Es curioso, tú me asustas y sigues actuando igual, incluso peor.
—Es distinto, yo nunca te dañaría.
—No te conozco, sé que Christian no me estaba atacando, solo quería
inyectarme. No puedes ser un loco que ataca a quien...
—NADIE va a causarte temor, voy a protegerte y no se diga más.
—Ya entiendo, serás una especie de hermano mayor.
—De hermano nada, tenlo por seguro.

Ya en el auto Elaine decide ser sincera con él.


—Debes saber que mi esposo fue un buen hombre. Murió trágicamente
en un accidente de autos. Mis miedos van ligados a mí infancia... fueron
causados por mi madre.
—¿Tu mamá?
—Ella me inyectaba para controlarme, me creí el cuento de que era
neurótica. Luego empezaron los golpes y accidentes.

Ignacio frena el auto de forma brusca, se mete al arcén y se quita el


cinturón, se voltea hacia Elaine quien no parece haberse dado cuenta del
frenazo ya que está como ida en sus recuerdos, Ignacio le pasa las manos
frente al rostro y la sacude un poco.
—¿Y tu padre?
—Mamá se ponía furiosa cuando tan solo sospechaba que había dicho
algo. Me odiaba y papá salía mucho de viaje, él no lo supo al inicio pero un
día llegó antes de tiempo. Me encontró toda sedada y me llevó al médico,
ahí vio mi historial clínico pero la amaba demasiado. Los abusos siguieron
a pesar de que él lo sabía. Mamá se volvió una experta en golpearme donde
no se notaba.
—Por eso tu fobia a las inyecciones y por eso reaccionaste de la forma
que lo hiciste cuando nos conocimos. No has tenido una vida muy fácil e
intuyo que es solo la superficie.
—Por ahora solo quiero dormir.
El resto del viaje fue hecho en silencio. Llegaron a la casa y él la bajó
en brazos, ella empezaba a estar grogui por el medicamento para el dolor,
por eso apoyó la cabeza contra el pecho de Ignacio. Tras dejarla descansar
fue buscar a Manuel.
—La ferretería no abrió hoy, será hasta el lunes.
—Gracias Manuel.
—Me quedaré fuera montando guardia para ver si el visitante decide
regresar.

Regresa a ver a Elaine, ella ya no duerme. Ignacio se acuesta al lado de


ella, frente a frente y se le queda mirando.
—Estás enojado.

Elaine era experta en darse cuenta de si alguien iba a golpearla. El tono


de voz que usó Ignacio encendió sus alarmas. No necesitó gritar pero fue
suficiente para hacerla retroceder en la cama. ¿Lo más aterrador? Mientras
hablaba le acariciaba el cabello.
—Me mentiste cada maldito día de esta semana.
—Ignacio...

Ante el movimiento de Elaine para alejarse, Ignacio decidió dulcificar la


voz.
—Tuviste problemas y no me llamaste. No insistas en negarlo. No estás
durmiendo, por lo visto tampoco has comido bien y eso no puede seguir así.
Iba a contarte que hoy los trabajadores no iban a venir, la idea era invitarte a
ir al rancho para almorzar. Mi amigo Andrés va a llegar.
—Ya te dije que no me interesa una relación personal.
—No estaba insinuado eso.
—Tu amigo representa algo demasiado familiar. Además estoy
cansada...
—Te diré lo que haremos, tú vas a dormir en el rancho y dejamos a
Manuel acá mientras vienen el lunes a cambiar el vidrio.
—No lo sé, preferiría quedarme aquí.
—Entonces me quedo también, solo me voy a acostar a tu lado mientras
duermes. Pasaré el almuerzo con Andrés para el próximo fin de semana.

Señoras y señores, Ignacio acababa de elevar su actitud de controlador a


aterrador. ¿Verla dormir? Ni a putas.
—Hay cosas tuyas que me hacen sentir única, otras me asustan pues
siento que poco importa si quiero o no algo. Pareces una aplanadora y me
aterra pues estoy empezando a descubrir quién soy realmente. Me pareces
de esas personas que no aceptan un NO por respuesta. No necesito una
mamá mandona que decida por mí, por hoy está bien que te quedes pues me
asusta lo sucedido pero ya luego debes irte, no me gusta el rumbo que le das
a las cosas. En resumidas cuentas, me quitas la libertad de decidir que
hacer. No me gusta.
—Generaste una especie de milagro para mí, para mis animales. Me es
difícil no estar como alucinando con todo esto, mucha gente busca esa
persona que le cambie la vida y en mi caso llegó sin que la buscase. Me
cuesta equilibrar o manejar todas las emociones que me generas y a veces
puedo parecer dominante pero es que eres totalmente distinta a cualquier
mujer y me aterra que decidas irte y poder perder lo que sé, es la mejor cosa
de mi vida. Te veo y sé que puedo llegar a enamorarme y es algo grande,
siempre creí que iba a quedarme soltero y ante mi está alguien que me hace
plantearme todo eso y no está tan sencillo de lograr.
—He sido clara desde el inicio y te lo repito. No te enamores de mí, yo
no busco nada así. No quiero lastimarte pero eventualmente deberás
dejarme ir. No es que niegue nada sino que de verdad estoy cansada de
todo, acabo de perder a toda mi familia y solo quiero espacio. Además hay
alguien más en mi vida. Es el hombre a quien amo. Le pedí un tiempo
después de la muerte de mis padres para poder conocerme a mí misma.
Somos amigos desde bebés, pero viví tan subyugada por mi madre que para
poder darle mi amor de forma honesta necesitaba este tiempo a solas.
—De acuerdo. Me marcharé apenas estés mejor.
Psicópata al cuadrado
Cuando salió de la habitación encontró a Manuel apoyado en el marco
de la puerta de la cocina.
—Está tenso jefe.
—Esta obstinada mujer ha vivido los últimos días aterrada, sin dormir
en paz y le dije que debía llamarme cualquier cosa.
—Ella le dejó claro que no es como las otras mujeres que ha conocido.
Jefe usted está actuando de una forma que va asustarla.
—Lo sé y no sé cómo manejarlo. Lo que sí sé es que el responsable va a
pagar con sangre.
—Me imagino que no es literal.
—Quiero saber quién le ha hecho esto, Manuel.
—Jefe eso lo sé, incluso lo entiendo pero me preocupa cuando dice que
eso se resolverá con sangre.
—Descuida Manuel, lo único que importa es averiguar quien fue.
—Todo esto del ataque me da mala espina Jefe.
—No me gusta esto, tenemos que hablar con los encargados de
patrullar, es absurdo que no se me haya notificado sobre anomalías en esta
casa.
—Lo que sucede es que al estar trabajando en la cerca hemos dejado
libre el acceso a la parte trasera de la casa.
—Pues dime algo, ¿Cómo putas no te encargaste de resolver eso?
—Jefe, la propiedad no está cerrada con tapia, sin importar si dejamos
eso abierto o no, cualquiera puede pasar entre las reglas de la cerca.
—Pues entonces dejemos a alguien fijo durante las noches. No soporto
la incompetencia, se les paga bien a todos ustedes y por eso pido resultados
no menos que perfectos. Notifícales a los demás que si algo sucede de
nuevo con Elaine, rodarán cabezas.
—Me marcho al rancho a investigar y organizar a quién vigilará esta
noche. Si usted se queda aquí entonces prefiero quedarme de aquel lado.
—Nos hablamos mañana.
La noche fue calma, Elaine despertó para comer algo de lo que había
preparado Ignacio y siguió durmiendo tranquila, sin ser consciente de la
mirada perturbada de quién la cuidaba desde una silla ni del extraño sabor
que tenía la comida. Eran las dos de la mañana cuando un ruido despertó a
Elaine. Se puso de pie y antes de haber dado dos pasos, alguien la sujetó por
detrás. La voz del hombre sonaba llena de odio.
—La pequeña puta está sin protección.
—¿Que quiere?
—Que Ignacio pague.

Sin delicadeza alguna el visitante decide arrojarla contra la pared. Tras


golpearse decidió tratar de protegerse y se enrolla en posición fetal. En ese
momento Ignacio entra. El agresor levanta un arma y apunta a Elaine.
—Ni un movimiento Caballero, o la mato.

El sujeto le indica con la pistola a Ignacio que entre al baño. Algunos


minutos después tras no escuchar ruido sale del baño y se le acerca a Elaine
pero esta retrocede asustada.
—Tranquila, necesito revisarte.
—Duele hasta respirar. ¿Dónde estabas?
—Fuera con Manuel, por lo que veo nos pusieron una trampa para que
saliera de acá y te dejara sola. ¿Dónde te duele? Encarguémonos de esto
primero.
—El hombro y la espalda.
—Voy a sentarte en la cama, luego cortaré la blusa para poder ver el
daño. Quiero moverte los brazos lo menos posible.
—De acuerdo.

Al quitarle la blusa, deja al descubierto un enrojecimiento bastante


amplio.
—A esta hora Christian no está en el hospital. Pero a primera hora
iremos.
—No es necesario, de verdad que no, obviamente va a doler porque me
pateó, pero no quiero más hospitales ni agujas.
—Esperemos hasta ver en la mañana como te sientes, tratemos de ver si
puedes mover el brazo. Aunque evidentemente te duele, hay buena
movilidad en ambos brazos.
—Dile a Manuel que entre a tomarse algo, la noche está muy fría.
—¿No te importa?
—Me conoces lo suficiente ¿no crees? No me dormiré, así que podemos
charlar o que se yo, necesito distraerme Una vez en la cocina, toma su radio
de comunicación.
—...Manuel... ¿Cómo va todo allá afuera?
—Creo que sería muy estúpido si pensara en volver. Me marcho al
rancho.
—Entra ya Manuel, Elaine insiste en que tomes café.
—Bien, voy en camino. Debemos hablar antes de que te marches.
—Si jefe.
Ignacio prepara café mientras Elaine dormita en la sala. Cuando acaban
la cubre con una sábana.
—Voy a hablar con Manuel acá en tu cocina, no estaré lejos.

Elaine más dormida que despierta cierra los ojos. Tratando de hablar
suave para no despertarla, se dirigió a su capataz.
—Manuel, fui claro temprano, mañana tomaré las medidas necesarias
para que esto no se repita.

Cuando Elaine despierta algunas horas después ve a su lado una nota de


Ignacio.
Hola preciosa, tuve que ir a mi rancho para encargarme de algunas
cosas, estaré de regreso máximo a las 9 de la mañana, si lees esto es
porque despertaste antes. Elaine si te sientes mal o si algo pasa y no me
avisas me cabrearé mucho. ¿De acuerdo?
Te quiero
Elaine se volvió a dormir.
La situación en el rancho de Ignacio era preocupante. Tres peones
estaban en el suelo, sus rostros cubiertos de golpes y sangre —A partir de
hoy, comerán, dormirán y respirarán por Elaine, ella es su prioridad. Si pide
algo, se matarán por conseguirlo y si sufre un rasguño más, verán al
verdadero Ignacio Caballero Manuel no está nada feliz con la actitud de su
jefe, por eso necesita quedarse a solas —Retírense muchachos.

Ignacio va a decir algo pero Manuel avanza hasta la casa. Entran a la


biblioteca y ambos se miran sin decir nada. Luego de pensar en que decir y
cómo hacerlo, se dirige a su jefe.
—Le digo lo siguiente a riesgo de perder mi trabajo y algunos dientes.
Usted tiene una severa obsesión por Elaine.
—Lo sé, no creas que no me doy cuenta de lo que hice ahí afuera, pero
anoche...de no haber regresado a buscarla...
—Lo sé, ¿pero sabe qué? Los muchachos solo saben que deben vigilar
esa casa, no el porqué, hable con ellos y explíqueles el porqué de su pedido.
—Muchachos, nunca he sentido más pena que hoy. Perdí el control y
bueno, ya saben. Elaine será, espero, mi futura esposa y la han estado
acosando, ayer cuando giré la orden de que vigilaran pasó algo, entraron
por ella y casi la matan. Mi furia con ustedes iba relacionado a esto.
—Jefe, a nosotros nos llegó un mensaje de un número privado, nos
decían que la guardia de ayer estaba suspendida y firmaron como EL Jefe.

Le entregan el teléfono. Ignacio comprende que alguien de su gente es


el causante de lo sucedido.
—Las ordenes se las daré personalmente, no por teléfono. Hoy quiero
guardia en esa casa.
—De acuerdo Jefe.
Algunos días después...

Debido a las guardias de dos hombres a la vez, las noches de Elaine han
sido perfectas. Los trabajadores terminaron de mover la cerca y ya era
posible mirar a los animales llegar a beber cada día. Cada vez que veía a
una madre y sus potrillos se sentían bien, aquella había sido la mejor
decisión Ignacio llegó a buscarla, aunque llamó al timbre no respondió pero
el auto está ahí. La puerta no tenía seguro así que entró. La encontró en la
cocina frente a su computadora, llorando.
—¿Malas noticias?
—Algo así.
—¿Qué sucede cielo?
—Nada...
—Elaine...
—¿Necesitas algo?
—Bueno... venía a invitarte a cenar en casa.
—No puedo.
—Vamos Elaine no me rechaces, lo he aceptado durante estas semanas
pero ya es hora de que pueda agradecerte todo. Además parece que has
recibido malas noticias y no quisiera dejarte sola.
—Hoy no soy buena compañía.
—Cuéntame lo que sucede.
—Dame tiempo Ignacio, solamente necesito resolver algo. Ya casi salgo
para San José.
—¿Regresarás?
—Claro, pero debo hacer algunas diligencias. El pie lo apoyo sin dolor
por lo que manejar no será un problema.
—¿Vas a un hotel?
—Ignacio, de veras no sé cómo explicarte que no puedes estar
controlando cada cosa que hago, es aterrador.
Ignacio no iba a permitirle marcharse. Por eso más tarde aquel día
cuando ella dormía se acercó a la cama y le aplicó un paño con cloroformo.
Tomó el celular de Elaine y fabricó un falso mensaje y lo envió a su celular.
Luego respondió de vuelta. Aquello daría la cuartada ideal.
Ignacio, sé que es tarde pero no me siento bien. Por ahora suspendo
mi viaje a San José. ¿Podría quedarme esta noche en tu casa?
Claro, voy a recogerte. Espérame en la puerta, no abras hasta que
llegue.

A la mañana siguiente Elaine despertó sintiéndose confundida. El ver a


Ignacio entrar con una taza de jugo no ayudó.
—¿Dónde estamos?
—En mi casa.
—Debería estar en mi casa a punto de irme a San José.
—¿No recuerdas los mensajes?
—No.

Le dio el celular y Elaine lee todo con sorpresa. Luego bebe el jugo y se
acuesta a dormir. Por alguna razón se siente demasiado cansada. Algunas
horas después salió de la habitación, abrió un par de puertas hasta que
encontró la cocina. Una mujer de edad avanzada estaba cocinando.
—Joven, no debería estar levantada.
—Me sentía desubicada...
—Ignacio se va a preocupar. Se asustó mucho cuando la fue a buscar.
—No creo que se preocupe mucho doña…
—María, pero todos me dicen Nana María. Déjeme llamarlo...
—No se moleste... ¿Está cerca?
—Desde acá ve las cuadras, ahí está, pero déjeme acompañarla.
—Es usted tan sobreprotectora como él. Y no me hable de usted, por
favor.
—Mi niña, has hecho tanto por él que ni te imaginas.
—Yo no lo veo así...
—Mira, no es solo el agua que ya de por sí es generoso, no buscas su
dinero y además le rechazas. Está bueno, este chico solo se había visto
rodeado de mujeres que querían su dinero. Por cierto, no verás mucho a
Manuel. Ignacio lo culpa del ataque que sufriste en tu casa.
—Pero eso es absurdo.
—Nacho es así.
Caminaron hasta las caballerizas. Todo era hermoso y se notaba que
Ignacio había invertido muchos millones porque cada cosa se veía hecha
por alguien profesional. Era increíble pensar que no podía financiar el pago
del agua.
—Es hermoso...
—Lo es mi niña, Nacho ama estas tierras y pensó seriamente en
venderlas.
Elaine se marea, lleva su mano a la cabeza y se tambalea. Doña María la
sostiene mientras grita llamando a Ignacio. Este sale de las cuadras y llega
corriendo. Le pasa el brazo por la cintura y la lleva dentro de la casa.
—¿Que hacías fuera...?
—Me desperté bastante desorientada. Quise echar un vistazo a tu
propiedad.

Doña María aparece llevando una silla de ruedas.


—Ni de broma.
—Mira, debes tratar de ser razonable. Te gusta estar fuera y ya ves que
estás débil. No entiendo porque no mejoras y preferiría que mi amigo
Christian te revise.
—Exagerado, está bien, usaré esta maldita cosa. Por lo que veo discutir
es inútil. Quiero ir fuera —Así se hará princesa.
—¿Princesa?
—Un apelativo cariñoso, solo eso. Sé que no quieres nada íntimo pero
eso no me hace cambiar mis sentimientos, seguiré tratando y al final espero
ganarme tu corazón.

Ignacio lleva la silla de ruedas hasta el corral de caballos. Elaine se


siente maravillada ante todo lo que ve.
—Todo esto es impresionante.
—Gracias, pensé que tenía que venderles. Sin agua durante el verano
iba a perderlos a todos.
—Pero ya no será así.
—Imagino que Nana María ya he de tenernos el almuerzo y muero de
hambre. Tratemos de ver si puedes comer algo.
—Espero poder, tengo muchísima hambre. Doña María les esperaba
cerca del comedor.
—Hijito, vete a dar un baño, no puedes comer estando con tu ropa de
trabajo.
—No lo sé.
—Ve tranquilo Ignacio. Nada va a pasarme.
—¿No te importa? No quiero dejarte sola.
—Para nada, a mí no me molestaría que cenaras así, pero no creo que a
doña María le guste. Además no estaré sola sino con ella.
—Tiene razón, vete a bañar que me encargaré de cuidarla.
—De acuerdo.
Ya a solas la anciana lleva a Elaine hasta la sala.
—Déjame ir a la cocina para buscarte un refresco y luego podremos
charlar.
—Me encanta la idea doña María.

Poco después aparece con un vaso de té.


—Gracias.
—Eres la persona más generosa del mundo. Lo siguiente te lo pregunto
como madre pues él es como mi hijo. ¿has pensado en darle una
oportunidad?
—Nuestro inicio no fue sencillo. Me dijo cosas muy duras, como que
seguro mis clientes me pagaban bien pues alguien de mi edad no podía
permitirse una propiedad como la que compré.
—¡No puede ser!
—Así fue, él es sumamente atractivo, de haber actuado distinto hubiese
pensado en que tengamos algo, pero es un hombre violento. Lo vi con
Christian. He tratado de dejarle en claro que no me interesa nada en plan
romántico. Pero usted sabe como es él y como es de insistente.
—No sé si al final acabarán juntos, es que me temo sea una treta tuya.
Las que se ven tan tranquilas son las peores.
—¿Treta?
—Esa actitud de no querer novio, para que le resultes mas atractiva y
enamorarlo más.

Doña María le sujeta el brazo, fuerte Elaine se sentía asustada. Todos en


aquel lugar estaban locos.
—Yo... yo no estoy mintiendo. Suélteme —Espero perdones mi
franquea pero es que he visto a tantas arribistas que prefiero caerte mal.

La suelta de mala gana, ya hay marcas de dedos en su piel. Necesita irse


de ahí. Estaba haciendo un gesto de dolor cuando Ignacio entró en la sala.
Este se les queda mirando y descubre lágrimas en los ojos de su
invitada.
La tensión era palpable y Elaine decide romper el silencio.
—Llévame a mi casa por favor —Creí que almorzarías acá.
—Me siento mareada, no sé que tengo. Pero necesito mis cosas,
descansar allá será mejor.
—Comerás acá y luego te llevo si aún sigues queriéndolo.
Doña María había dejado salir su veneno con Elaine pero parecía tener
mucho más...
—Me parece de mal gusto dejarme con la comida lista y servida.
Ignacio, hijito, ¿cómo te puede gustar alguien sin modales?

Ante la palidez de Elaine Ignacio se sintió furioso. Fue evidente en el


tono que uso al hablar con su empleada.
—Doña María, cállese de una vez. Ni usted ni nadie puede referirse a
ella de esa forma.
—En este hogar no había gritos, ni golpeabas a tus peones. Ella es el
problema, deberías echarla a la calle, que se vaya a su casa y que sobreviva
por su cuenta. No he sido más que amable con ella.
—Es que la forma en que usted me habló es desconcertante. Entiendo
que es su preocupación por Ignacio la que le hace decir las cosas de esa
forma pero es incómodo. Me lastimó el brazo. Usted arroja veneno en mi
contra y la verdad, no vine a este lugar para soportar esto.
—¿Qué otra cosa te dijo doña María? ¿Cómo te lastimó?
—¿Ni siquiera dudas de ella, ni siquiera puedes pensar que ella
exagera?
—Si frente a mí le dijo las cosas que dijo, no quiero ni pensar en lo que
le dijo cuando estaban a solas.

Ignacio ve a Elaine, ella está en la silla de ruedas, con la cabeza abajo y


cuando se agacha para estar a su altura la ve llorando y se pone furioso, se
pone de pie y camina amenazante hacia doña María.
—Salga de aquí doña María La mujer retrocede asustada —Pero hijo...
—¡Fuera! No soy su hijo, entiéndalo, usted es solo mi empleada —Tú
ruina, ella va a ser tu ruina.

Elaine trata de mover la silla, Ignacio se arrodilla frente a ella, le


acaricia la mejilla y suelta el aire como tratando de relajarse.
—Elaine, dime por favor que te dijo doña María. Lo que te hizo...
—No puedo, ha sido la cosa más humillante..
—Por favor, mírame. Más de una de mi novias me dijo que Doña María
les mantenía amenazadas, no creí que fuera cierto.
—Ella está así como loca porque cree que voy tras tu dinero. Te pones
como loco por mi culpa y golpeas a tus trabajadores.
—¿Te puso la mano encima?
—Ignacio...
—Dime, confía en mí.
—Tengo miedo...
—¿Me temes a mí? Nunca te dañaría.
—Temo que le hagas algo a ella.
—Dímelo...
—Me sujetó el brazo tan fuerte que creí que me lo iba a arrancar.

Ignacio abandona el lugar furioso y va tras doña María. Elaine empuja


la silla llega a la puerta y sale. En la cocina las cosas están fatal.
—Le puso la mano encima. Vuélvalo a hacer y va a desear no haber
nacido.
—Soy tu...
—Empleada, no lo olvide Ignacio llega a la sala y no la ve, avanza a la
puerta y ve la silla. Por culpa de su estúpida sirvienta Elaine se había
marchado.
—Maldición.
Ignacio no pierde tiempo. Sube a su auto y va a buscarla. La encuentra
poco después como a mitad de camino.
—¡Elaine!
—Vete, la loca de tu empleada me ha tomado como su enemiga. Vine a
descomplicarme la vida y tú, traes violencia y problemas.
—Pues la despediré.
—No tiene sentido alguno lo que dices, nosotros no somos novios ni
futuros esposos, si mi vida estuviera al lado de la tuya el resto de nuestras
vidas, aceptaría tal cosa pues no podría vivir con ella, pero somos vecinos,
solo eso.
—De acuerdo, me marcho.

Tarde aquella noche decide llamar a Georgina, necesita alguien con


quien desahogarse.
—Hola, te extraño amiga. Mi vida es un caos emocional.
—Ye extraño igualmente, ¿puedes venirte unos días a visitarme?
—Si claro que sí, deja checo disponibilidad de vuelos.
Tras colgar con Georgina reserva un vuelo y se va a dormir. Durante la
tarde del día siguiente Ignacio llega a buscarla pero no está en casa, así que
la llama por teléfono.
—¿Hola?
—Hola, venía a invitarte a un café.
—Decidí realizar un viaje para despejarme. Me marcho unos ocho días.
—No me lo dijiste —¿Qué te hace pensar que debería haberlo hecho?
—Eres mía.
—Estás tan mal Ignacio. No puedes poseer a la gente. Ya nos veremos
cuando regrese.

Aquella noche los ánimos de Ignacio estaban por el suelo. Ni siquiera


probó la comida de doña María —Fue mi culpa.
—Pensé en despedirla doña María, se tomó usted atribuciones que no le
correspondían. La quiero le tengo cariño pero no olvide que es y será
siempre mi ama de llaves, ni más ni menos. Cuando ella regrese espero que
se disculpe y sea amistosa aunque no lo sienta porque su puesto depende de
ello. ¿Estamos claros?
—Pero...
La anciana no habla más. Ignacio se pone de pie y le da una bofetada
tan grande que la envía al suelo. Ya una vez desatada su furia no se detiene
y la patea sin piedad. Luego sale de la casa y se va a un bar.
Doña María se va a su habitación y llora toda la noche.

Ya en el bar, el nivel etílico de Ignacio sobrepasa lo permitido por ley.


Un sujeto desde lejos, le saca fotos. Luego llama a su jefe.
—Listo jefe. Le haré llegar las fotos a Elaine Bourdin
En Estados Unidos, Elaine y Georgina están viendo películas y
hablando solo estupideces. Eli recibe una notificación en el celular sobre un
email nuevo y lo abre mientras sigue viendo a película. Ve las fotos de
Ignacio con las mujeres en el bar.
—Debo llamar a Ignacio —¿vas a reclamarle?
—No pues no somos pareja pero necesita saber que alguien le sigue y
que ese alguien tiene mi correo personal.

Toma el teléfono, se escucha que tardan en atender, cuando suena la voz


de Ignacio ella pone la llamada en altavoz —¿Diga?
—Hola Ignacio.
—Regresa Elaine, he tenido unos días duros y grises desde que no estás.
Elaine y Georgina se miran entre ellas y luego a la pantalla con las
fotos, Georgina ríe y sacude la cabeza. —¿De verdad? ¿No eres de esos que
cortejan por un lado y por otro se van a buscar putas?
—No, de verdad quiero que tengamos algo juntos.
—Me pregunto cómo rayos me puedes decir eso cuando sé que anoche
te enredaste con dos mujeres. Te llamo porque alguien me envió fotos tuyas
de anoche, alguien te sigue y tiene los medios necesarios para poder
averiguar mi email.

Elaine cuelga y ambas ríen.


—Es el colmo.
—Lo sé. Espero no te enojes conmigo pero debo ser honesta. No te
enredes con alguien así.
—No lo haré.

Cuando regreso a país, ya Ignacio la esperaba en su casa. Elaine abre su


computador, le muestra los mensajes.
—Nos vamos a cenar a mi casa, como me avisaste temprano todo está
listo. Hubiese preferido que llegases a mi casa.
—Te están siguiendo a todas partes, si hoy lo hacen podremos descartar
a quienes tuvimos cerca. Quizás tengamos suerte. Si te hubieses avisado
que llegaba hoy, alguno de tus trabajadores podría habérselas ingeniado
para salir. Si actúan normal no es alguno de ellos.

Ignacio la deja sola en el comedor, Elaine camina nerviosa, de pronto


Ignacio regresa con doña María.
—Discúlpeme señorita Elaine.
—Doña María, llámeme solamente Elaine. No debe disculparse por ser
sobreprotectora con él. Solo no me vuelva a poner la mano encima, esta vez
lo atribuiré a sus nervios, la próxima vez no será así.
—Y usted llámeme Nana Maria, como todos acá. Me retiro a terminar
de servir la cena, les avisaré cuando pasar al comedor.
La ven alejarse, Ignacio se vuelve hacia Elaine.
—Sé que si aquel dia hubiese llegado después no me hubieses dicho lo
que pasó entre ustedes y que lo que sea que te hizo se hubiese vuelto mas
serio pues no la habría puesto en su lugar.
Elaine suspiró. Ese hombre era incorregible.
—Ay Ignacio, de veras que las mujeres de tu vida han sido demasiado
complacientes. Nosotros ni siquiera somos novios y no debo decirte cada
cosa, aunque pensándolo bien ni aunque fuésemos novios te diría cosas
sobre las que hablo con otras personas. Espero que los golpes que la mujer
intenta esconder con maquillaje no se los hicieras para castigarla.
—Pequeña... No creo posible que pienses que le haría eso.
—¿Qué esperas? Estando fuera del país te pregunte si habías estado con
mujeres y me lo negaste, las pruebas estaban en mi poder. Eres iracundo y
dominante.
—Sigamos esta charla en mi oficina.

Elaine se sienta e Ignacio se arrodilla frente a ella.


—Elaine, trata de comprenderme —Lo siento, pero no hay nada que
comprender.

Después de comer y para aligerar un poco el ambiente Ignacio planea


un rato de cabalgata. Caminan hacia la caballeriza, ella se ve nerviosa.
—Buscaremos una de las yeguas mansas.
—Si se mueve me va a dar un ataque, la última vez que monté me caí
del caballo.
—Estaré ahí a tu lado.
—Mira, de verdad que puedo verte montar y ya.

Elaine sube a una yegua mansa, empiezan a caminar y recorren un poco


las tierras. Desmontan, atan los caballos a un árbol y se sientan a charlar.
—Te noto silenciosa, más de lo normal quiero decir.
—Pienso en mi vida.

Ignacio le toma la mano y le acaricia los nudillos. El cree que todo va


según sus planes, piensa que Elaine y su fortuna estarán al fin en sus manos.
No era conviene de que los rechazos de Elaine eran reales.
—Dime lo que sientes, sin miedo.
—Eres dominante, explosivo y peligroso, por mí, tu vecina, eres capaz
de moler a golpes a tus trabajadores. Mi madre, ella me golpeaba, con las
manos, con su cinturón. Y cuando veo tus ataques de ira me acuerdo de ella
y te tengo miedo.
—Nunca te pondré la mano encima. No te apresures a decidir y
simplemente conóceme. Elaine, necesito saber si la violencia en tu vida fue
más allá de los golpes. Si alguien...
—Sí. Mi pasado es horrible, mi madre...

Durante más de una hora Elaine le abre su corazón. Una ira inmensa y
oscura se empieza a crear dentro de Ignacio, pero sus demonios no pueden
salir, ella no puede conocer la oscuridad que habita en él. Sin poder evitarlo
se pone de pie con los puños cerrados y camina tratando de apaciguar su
ánimo.
—La odio Elaine y desearía que esté viva para llevarla ante la justicia.
—Lo sé, pienso lo mismo.
Cada vez más violento
Deciden tomarse un café en la sala cuando aparece Manuel. Elaine
sintió el cambio y la tensión que manaba de Ignacio quien, se dirige a
Manuel con un tono tan frio que Elaine quiso irse de ahí.
—Te dije que no te quiero cerca de Elaine.
—Jefe...
—Jefe nada, le debes una disculpa inmediata a Elaine.
—Ignacio, él no me ha hecho nada.

Ignacio dirige a ella su mirada y entonces ella siente miedo, el mismo


que sentía cada vez que Sofía la golpeaba. Antes de hablar, él golpea con el
puño la mesa, fuerte, violento.
—¡Cállate Elaine!
—¿Disculpa? No se te vuelva a ocurrir hacer eso ni hablarme de esa
forma.
Ignacio le sujeta la mano con violencia.
—¿Defiendes a un peón?
—Suéltame.
—¡¡¡Contéstame Elaine!!!

Doña María llega al comedor, se ve asustada y con la mano en el pecho.


—Pero… ¿qué son esos gritos? Suéltala Ignacio.
—Doña María, Manuel, retírense por favor.
—Ignacio...hijo.
—¡Que se marchen!
Elaine está aterrada, mira de uno a otro, con los ojos busca una vía de
escape.
—Mira a Elaine, está asustada. Debes dejar de actuar así.
Ignacio le suelta la mano, ella la lleva hacia su pecho, luego Elaine
empieza a jalar, pero no pasa el aire, Ignacio la ve, pero antes de que diga o
haga algo, Manuel es quien interviene pasando frente a Ignacio, para
agarrar a Elaine de los hombros.
—¿La tienes aquí?
Elaine asiente con la cabeza.
—¿En tu cartera?
Elaine asiente de nuevo y logra decir: —En el comedor.
Manuel llega a toda prisa, entra al comedor, vacía el contenido de la
cartera en el suelo y vuelve a la sala, los labios de Elaine están ligeramente
morados. Le coloca el inhalador y da tres dosis. Ignacio que había estado en
silencio abandona el comedor. Doña María también.
—Imagino que quieres volver a tu casa, déjame ir por tus cosas espera
acá.
—Solo mi cartera por favor.
—De acuerdo.

Tras una noche de mucho pensar Elaine amanece segura de que él irá a
verla. Le teme, claro que sí. Sin embargo, necesita dejar las cosas más
claras. Ya sabe que con él jamás podrá tener algo, pero sigue siendo su
vecino.
Para cuando son las 7am le abre la puerta. Ignacio luce despeinado,
parece que no se ha bañado.
—Buen día. ¿Café?
—Eh... si claro
Dice sintiéndose bastante desconcertado, esperó gritos no esa actitud
fría. Elaine está calmada, a Ignacio le tiemblan las manos, la mira por
encima del borde de la taza y ella le devuelve la mirada con tranquilidad.
—Elaine, no sé ni cómo empezar a disculparme.
—No lo hagas, pues no lamentas tu proceder. Te asustó mi reacción lo
que es comprensible, sin embargo, así eres y debo conocerte y comprender
cuáles son los detonantes. No malinterpretes mis palabras, no me veras
sosteniendo una relación contigo no me interesa estar con alguien así. Con
mi madre fue suficiente pero no dejaré de ser tu amiga, es lo más que puedo
ofrecer. Eres como ella.
—No sabía que eres asmática.
—Eso es lo que te asustó y te tiene acá hoy. No puedes tratar a la gente
así.
—Tanto Nana como Manuel son empleados, si te pido que me digas que
te dijo ella o si le pido a Manuel que salga de una habitación, no me
desacredites defendiéndolos.
—En eso te equivocas, al menos con ella. Desde el inicio me diste a
entender que al menos, en el caso de doña María ella era tu nana, que te crio
como si fuera tu madre. Les das una posición diferente a la de simple
empleado y aunque así lo fueran les defendería igual.
El celular de Ignacio suena en ese momento, el tensa el rostro. —De
acuerdo, voy para allá.
Elaine se levanta a llevar su taza a la pila. Al volverse él la ve fijamente.
—Debo irme, Elaine.
—Está bien, te estás estresando en exceso. Vete a tus cosas que yo tengo
trabajo también.

El resto del día de Elaine es bastante monótono, se dedica a limpiar.


Ignacio no llamó en todo el día y la verdad lo agradece. Como a las nueve
toma el teléfono y llama a Nancy la joven de bienes raíces para salir, no
conoce a nadie más y agradecería una noche de locura. Quedan de
encontrarse en Traverse, un bar local.
—Hola Elaine, me sorprendió un poco su llamada.
—Me haces sentir vieja, tenemos una edad similar, tutéame.
—¿Y cómo te trata la vida?
—Regular, Ignacio insiste en que tengamos algo, pero es demasiado
iracundo.
—Él siempre fue así. Necesitas distraerte un poco.

Después de que ambas beben como si no hubiera un mañana, se ven


rodeadas —en especial Elaine— por un grupo de moteros. Nancy trata de
sacarla del lugar ya que de las dos es la menos borracha, sin embargo, uno
de ellos lo evita.
—Bella señorita, mis amigos la están pasando bien.
—Idiota, ella es amiga de Ignacio Caballero. Ella es su obsesión y si
sabe de esto los va a matar.
—Uy sí que miedo, él no está aquí así que deja de dar lata.

Nancy sale del bar y llama a Ignacio, aquello ya se sale de control.


—¿Diga?
—Hola es Nancy, estoy en el bar Traverse con Elaine, pero hay unos
tipos molestando, necesitamos que vengas ya, les he dicho que los vas a
matar si la tocan, pero no me escuchan, no les importa pues dicen que no
estas acá con nosotras.
—Salgo para allá.
Ignacio llega al bar veinte minutos después pero no hay señal de ellas,
se acerca al guarda.
—Hola don Hugo, Nancy me llamó, dijo que había problemas con unos
sujetos.
—Sí, con los motociclistas. A una de ellas se la han llevado a la clínica,
no parecía nada serio.
—Gracias.
Llega a la clínica y ve a Nancy.

—Hola Ignacio. Ella está bien, pero le han mandado reposo. Estaba
tratando de avisarte, pero casi no tengo señal.
—¿Dónde está Elaine?
—Cálmate Nacho, ella está muy asustada y hasta te teme, me lo dijo
hoy. Tu actitud no ayuda del todo, créeme.
—Mi furia no es con ella, no debería temerme.
—Le teme a lo que haces cuando estás tan enojado. No creas que la
gente no habla, se refieren a ella como la causante de que el monstruo del
Rancho Caballero ande suelto de nuevo. Hubo una época dónde estabas
fuera de control, no había bar al que no fueras y acabaras peleándote como
loco. Estuviste tranquilo y ahora con ella acá estás igual que antes.
—Gracias por esta charla de psicología, nadie, absolutamente nadie
sabe lo que siento por ella.
—Eso lo sé, pero tus reacciones la afectan a ella y a todos lo que están
cerca tuyo.
—La llevaré a casa.
—Está dentro sentada en una camilla esperándote. Tiene el pómulo
ligeramente rojo, pero nada importante. Me marcho a casa, cuídala. Y, por
cierto, está realmente borracha.
—Claro que sí, me lo imagino.

Entra al hospital y sale con Elaine en brazos, el olor a licor es intenso,


mañana, está seguro, tendrá una jaqueca de los mil diablos. Decide, para
evitar la cercanía de sus empleados, ir a casa de Elaine. Al llegar la acuesta
en su cama, ella sonríe como tonta.
—Creo que me quedaré acá esta noche, tomaré algunas almohadas e iré
al sillón.
—Yo casi no bebí. Mira lo que puedo hacer.
Elaine se pone de pie y ante la mirada de asombro de Ignacio camina en
línea recta con los brazos extendidos hacia los lados, como caminando en la
cuerda floja, luego hace la figura del 4 y empieza a tambalearse.
Ignacio la levanta en brazos y la lleva a la cama de nuevo. Antes de
acostarla ella empieza a retorcerse.
—Baño...Baño...
Ella está vomitando lo que parece ser la comida de meses, Ignacio va
por un vaso de agua, la espera fuera del cuarto. Ella sale y se acuesta.
—Me muero de la pena.

Ella se queda dormida después de decirle aquello. A la mañana siguiente


abre los ojos y se lleva la mano a la cabeza y gime un poco. La jaqueca es
demasiado grande, maldita la hora en que decidió irse de fiesta con Nancy.
Trata de sentarse y se acuesta de nuevo. En la mesita de noche de su
cuarto hay un vaso, al lado sobre una servilleta hay una pastilla. Se la toma
y sale del cuarto. Elaine encuentra a Ignacio haciendo desayuno.
—Hola, gracias por todo.
—No sé cuánto tomaron, pero lo que sí sé es que tu tolerancia al licor
no es muy buena.
—No recuerdo cuanto, pero fue bastante. Gracias por la pastilla.
—¿Te duele mucho la cara?
—No mucho. A los tipos se los llevaron de ahí a la delegación. Nancy
me dijo que te había llamado.
—Es sorprendente que lo recuerdes y si, cuando llegué al bar me dijeron
que dos mujeres estaban en el hospital y como no vi a Nancy ahí fuera y tu
carro seguía ahí, asumí que eran ustedes. Dos de mis peones se fueron por
tu carro hace un rato.
—Gracias. El policía me dijo que debo ir a poner la denuncia formal.
—Vamos, te llevo.
—De acuerdo. Solamente necesito ir a bañarme, no huelo muy bien que
digamos.
—Si hubieses visto las condiciones en las que llegué algunas veces a mi
casa, te sorprenderías bastante.
—Me lo puedo imaginar, aunque esta es la primera vez que me acuesto
con un desconocido.

La cara de Ignacio debe ser de tal desconcierto que cause que Elaine se
ría.
—Tu cara... ¡oh Dios!
Ignacio sacude la cabeza, no puede creer semejante broma. Por un
segundo se vio a si mismo matando al tipo. Una vez en la estación de
policía les atiende un oficial bastante joven .
—Buenos días, ¿en qué les puedo ayudar?
—Anoche fui atacada en el bar Traverse y me dijeron que debía
presentarme a declarar.
—Hay dos sujetos detenidos, solo queda que les identifique y que
redactemos la denuncia.
—Eran cuatro, no dos.
—Lo sé, ya hay orden de búsqueda para ellos, pero bien pueden estar
lejos de la zona. Manténgase alerta pues según tengo entendido, ellos
gritaban que iban tras de usted.
—No es posible.

Ignacio la abraza y frunce el ceño, está muy fría así que se quita su
chaqueta y se la pone encima.
—Muchas veces las amenazas no pasan de ser eso, sin embargo, ellos
estaban muy molestos y bueno, la cosa puede acabar muy mal para usted.
Extreme medidas de seguridad y nosotros les atraparemos.
—Tenga por seguro que sola no va a estar. Espero que ustedes estén a la
altura y sean capaces de atraparlos.
Visitantes nocturnos.

Una vez en casa, Elaine comienza a prepararse algo de comer. Ignacio


le quita el cucharón de la mano, la gira hacia él y la mira un momento antes
de hablar.
—¿Qué piensas de lo que dijo el policía?
—Lo que me sorprende es que lo preguntes. Creí que vendrías como
todo un cavernícola a llevarme a rastras a tu casa.
—Estoy a punto de hacerlo.

Ignacio la besa, no hay delicadeza, ella le sigue el beso, él le sujeta la


nuca como si no quisiera que ella se aleje.
Elaine le empuja.
—Lo seguiste, Elaine.
—Vete.
—Seguiste mi beso.
—Me resultas atractivo y no soy de piedra, sin embargo, mantengo mi
posición.
—Si no te soy indiferente me da esperanza.
—Me quedaré acá y tú volverás a tu rancho. No quiero nada distinto.
Creí encontrar paz acá, a veces pienso en regresar a San José.
—De acuerdo.
—¿De acuerdo? es raro que estés así tan tranquilo.
—Me marcho al rancho, cualquier cosa me avisas.
—De acuerdo.

Besa la cabeza de Elaine y se va. Luego de dejar a Elaine se va a


preparar lo necesario. Sale una hora después con equipo para acampar,
algunas armas y comida. Doña María ve todo desde la puerta, pero no
pregunta nada. Camina hasta situarse a unos cincuenta metros de la casa de
Elaine y se instala ahí. Horas más tarde, ya de madrugada a Elaine la
despierta un ruido dentro de su casa. Sale sigilosamente de la cama y
escucha voces. Decidida a no caer en manos de los intrusos estira las
sabanas de su cama como tendiéndola y se mete bajo esta, llevándose el
celular, su cartera y sus zapatos. Mientras le tiemblan las manos le quita el
sonido al celular y envía un mensaje a Ignacio. Ve unos pies entrando a su
habitación así que pone su celular en modo cámara y graba lo que sucede.
Por las voces sabe que son los sujetos del bar.
—Maldita perra, no está en casa. Seguro se la llevó alguno de sus
queridos pues el auto está ahí.
—Tantas ganas que le llevaba, pero ya la agarraremos. ¿Viste al imbécil
que está acampando ahí fuera?
—Sí, el muy estúpido cree que está montando guardia. Deberíamos
encargarnos de él.
—Este debía ser un trabajo fácil y no nos van a pagar, la primera parte
ya la hicimos y, aun así, no logramos que lo sucedido en el bar la asustara.
Si no la matamos seremos los que acabemos en una bolsa.
—Lo sé, ahora a acabar con el idiota.

Los tipos abandonan la habitación, Elaine se quedó bajo la cama. Su


celular, aunque tenía la señal completa tenía poca o casi nada de batería. Así
que salió de debajo de la cama, su corazón latía tan rápido que sentía el
sonido abrumador como si estuviese dentro de su cabeza. Al llegar a la sala
encuentra la puerta abierta, pero sin señales de sus visitantes así que tomó el
teléfono y fue a encerrarse al baño, por aquello de que decidieran regresar.
Llevó con ella el cargador del celular para poder mostrarle el video a la
policía.
—Buenas noches delegación de policía.
—Buenas noches soy Elaine Bourdin, han entrado dos sujetos a mi casa,
querían matarme.
—¿Está usted bien?
—Sí, pero necesito que lleguen pronto, ellos van tras Ignacio.
—Ya mismo salgo para allá.

El jefe de policía entra cuando ya han pasado casi 50 minutos desde su


llamada, a esa velocidad, si estaba herido quizás ya no estaba vivo. Pero
mostrarse molesta no iba a cambiar las cosas, además no era culpa de José,
el jefe de policía. La casa estaba bastante lejos de la comisaria.
Tratando de estar serena, Elaine le da la grabación que hizo para ver si
puede ayudar en algo.
—Pero es que hasta para ser delincuente hay que tener cerebro. ¿Cómo
es que no buscaron bajo la cama?
—Tendí la cama. Les escuché abajo y acomodé todo para que pareciera
que no estaba en casa.
—Pues esa decisión le ha salvado la vida. ¿Sabía usted de las
intenciones del señor Caballero de quedarse acampando?
—No, de hecho, me resulta extraño, hace dos días me dejó aquí, creí
que se quedaría en plan de protector, pero me dejó sola y se fue. Me enteré
cuando los sujetos hablaban de ello.
—Tengo a dos oficiales revisando la zona. No entiendo, ¿entonces lo
del bar fue una especie de advertencia para conseguir que abandone la
zona?, ¿a quién puede haber enojado tanto?
—No lo sé, si ni al pueblo voy. No comprendo quien me odia tanto.
—Descuide que nos encargaremos de averiguarlo.

Elaine prepara café, se sirve una taza y se sienta en la mesa de la cocina.


Poco después le llaman por radio.
—Jefe, ¿me copia?
—Adelante.
—Jefe encontramos un cuerpo a unos 50 metros de la casa.
—voy para allá, haga luces con el foco para saber qué dirección tomar.

Elaine se cubre la boca con las manos y llora, si ella no hubiese tardado
tanto en peor ayuda Ignacio estaría vivo. Después de hablar con el oficial,
José se vuelve hacia Elaine.
—Señorita Bourdin, intente descansar y apenas tengamos noticias le
dejaré saber. Uno de nuestros oficiales se quedará montando guardia en
caso de que algo pase. No sabemos si es Ignacio así que mantenga la calma.

Elaine estaba sirviéndose otro café cuando entra Ignacio. El reloj marca
las 4am. Cuando lo ve deja caer la taza y se desliza al suelo. Ignacio llega a
ella y la lleva a una silla, luego le sirve algo frio de beber, mientras Elaine,
con la voz temblorosa le narra lo sucedido.
—Lamento no haberte llamado antes, tuve que irme de emergencia a
Liberia para ver unas reses.
—¿Reses, Liberia? estabas acampando atrás, lo dijeron los sujetos.
—¿Eso se lo dijiste a alguien más?
—Pues al jefe de policía. Hay un cuerpo allá atrás, te están buscando.
—¡Mujeres! Maldición Elaine, ¿no podías quedarte callada? Si me
detienen será tu culpa.
—¿Mía?
Ignacio avanza hacia ella y le sujeta la muñeca para someterla.

*Nota de la autora, Costa Rica se divide en 7 provincias, Liberia es una ciudad que forma parte de una de ellas,

Guanacaste*
—Mira, yo me fui a Liberia a ver unas reses, tranquila que no ha pasado
nada más. ¿Entiendes eso, Elaine?
—Yo no lo sé, es que...

Ignacio intensifica su agarre.


—No voy a repetirlo de nuevo.
—¿Qué mierdas te pasa?

Entra José y se sorprende al ver a Ignacio. Este suelta a Elaine.


—¿Qué sucede aquí?
—Ignacio...
—Nada, que Elaine está muy tensa con lo sucedido, solo eso.
—Señor Caballero, necesito saber dónde estaba usted anoche.
—¿Se me acusa de algo?
—No, al menos no aún. Fue visto por los sospechosos acampando acá
cerca, los zapatos del ahora fallecido coinciden con los que salen en el
video de la señorita Bourdin.
—Vengo llegando de Liberia, me fui ayer a las 8 de la noche, estaba por
buscar hotel cuando recibí la llamada de Elaine y regresé.
—¿Guardó los tiquetes de peajes?
—¿Quién lo hace en este país?
—¿Alguna factura?
—Nada y por ahora déjeme con Elaine por favor, ha tenido demasiadas
emociones por hoy.
—Manténgase cerca señor Caballero, probablemente los agentes del
Centro de Investigación Judicial deseen ponerse en contacto con usted.
—De acuerdo.

Después de que José se va, Ignacio se acerca a Elaine, pero esta


retrocede. Tiene miedo.
—Cariño, discúlpame es que estaba muy tenso.
—No estoy en una de esas novelas de amor que me encanta leer, estás
actuando como un abusador y no me gusta y no pienso consentirlo.
—Elaine, amor, estás muy estresada y ves cosas donde no las hay.
—Largo de mi casa o pediré al oficial que te saque, hablo en serio.
—Nos veremos luego, amor.

Algunas horas después, cuando el reloj marca las 8 am llegan a la


propiedad de Elaine, tres autos, con oficiales del CIJ, quienes pasan todo el
día recopilando evidencias.
En la noche Ignacio revisa todo en casa de Elaine.
—Llámame si escuchas algo más o si tan solo quieres hablar.
—Dime la verdad.
—Solo debes saber que haré lo necesario para mantenerte segura.
—¿Incluso matar?
—Lo que sea, sin embargo, no tuve nada que ver con esto, cualquier
persona pudo acampar ahí. Deja de preguntar tanto Elaine y descansa.
—Así lo haré, pero mantente lejos de mi vista.
—Cariño, estaré siempre cerca.

Durante el día siguiente, Elaine se siente segura rodeada de tantos


policías. En algún momento de la mañana sale con una bandeja, lleva
galletas y seis tazas de café negro, algunos sobres con azúcar y cucharas.
Hay seis agentes del CIJ recolectando evidencia.
—Muchas gracias.
—Con gusto y si lo necesitan el baño de mi casa está disponible.
—Se lo tomaremos en cuenta. No creo que nos falte mucho pero nunca
se sabe. Déjeme presentarle a nuestro jefe, el Agente Mauricio Odio.

Un hombre de unos 50 años se acerca a ella.


—Mucho gusto señorita Bourdin. Una pena que esté viviendo esta
situación.
—Gracias don Mauricio y de verdad espero encuentren al responsable.
—¿Usted es muy unida al señor Caballero?
—Íntimamente no, solo somos amigos.
—Llámeme por mi nombre por favor. Si algo sucede no dude en
llamarme, voy a darle mi tarjeta.
—De acuerdo Mauricio, espero encuentren a quien hizo esto, ahora si
me disculpa tengo trabajo que hacer...Ah y gracias por la tarjeta.

Elaine mira a todas partes, tensa, ansiosa.


—Disculpe mi atrevimiento, pero... ¿está nerviosa por lo sucedido o por
algo más?
—Lo que pasa es que Ignacio está muy tenso, cree que lo culpan de esto
y él... bueno se pone intenso.
—Querrá decir violento. Lo dice todo el mundo. Sin embargo, no debe
permitir que le ponga una mano encima y por las marcas en su muñeca
deduzco que la agrede.
—Somos solo vecinos.
—Con más razón debe mantenerle lejos. Cualquier cosa me llama.
Suena el timbre en casa de Ignacio algunas horas después. Al abrir, ahí
está José. Los investigadores hallaron un segundo cuerpo.
—Tengo la edad suficiente para recordar lo sucedido con su padre, una
muerte en circunstancias sospechosas.
—En aquella época fui investigado, al igual que todos los empleados de
mi padre.
—Lo sé, pero hay dos muertos en sus terrenos. El último fue molido a
golpes.
—No sé de qué me habla.
—Mire, llevo en esto lo suficiente como para saber cuándo apesta a
carne podrida. No pienso quitarle los ojos de encima.
—Debo ir con Elaine.
—No deje la ciudad.

Al día siguiente Elaine debe ir a la comisaria a poner la denuncia por la


invasión a su casa y a entregar copia del video que sacó bajo la cama.
Ignacio la acompaña y mientras ella da declaración se queda fuera
charlando con Pablo, un ex compañero del colegio, quien trabaja en la
comisaria.
El policía que la interroga cree que es la responsable y se pone algo
intenso.

—No puedo darle información que no tengo.


—Tiene que hacerlo ¿o es que no quiere que atrapemos a quien hizo
esto?

La sujeta del brazo y la sacude con violencia para luego soltarla.


—¡Déjeme en paz!
—Entiéndalo señorita...
Justo en ese momento, Ignacio se vuelve hacia Pablo, ambos están fuera
de la habitación donde toman la declaración a Elaine.

—Ve a llamar a tu jefe, esto se va a poner feo.


—¿Feo?
—Sí, porque este imbécil está jodiendo a Elaine y yo estoy que me
quemo por partirle la cara a alguien.

Pablo ve a su amigo y decide irse por su jefe. Ignacio entra a la


habitación, su presencia intimidante parece llenar todo el lugar.
—¿Que sucede aquí?
—Esta señorita no me da la declaración de lo sucedido.
—Prefiero escuchar lo que ella tiene que decir al respecto.
—Con todo respeto, esto es entre ella y yo.

Da la espalda al oficial y mira a Elaine a los ojos.


—Elaine, dime lo que pasó acá.
—Este oficial me dijo que quizás yo había dejado la puerta abierta, que
provoqué a los tipos en el bar y que cuando han venido pensando que les
dejaría seducirme, he empezado a pedir ayuda causando que muriesen.

Ignacio se vuelve de nuevo hacia el oficial.


—¿Por qué demonios ha dicho eso?
—Usted da por sentado que ella no miente, la pone por encima de mí,
un oficial de la ley, pero lo que me queda claro es que la señorita está
llamando su atención para meterse en su cama.

El oficial no pudo hablar más, el puño de Ignacio le da de lleno en la


mandíbula. José está escuchando todo y después del golpe entra a la
habitación.
—No se preocupe Ignacio, este oficial va a ser suspendido.
—Él me golpeó, voy a denunciarle por agredir a un oficial.
—Usted acorraló a la víctima, la instigó para cambiar su declaración.
—Es obvio que esta mujer ha venido a cambiar nuestro pueblo, es una
libertina que acepta hombres en su casa, vea sino lo íntimo de su cercanía
con Ignacio —agrega el oficial con desdén.

El puño de Ignacio dio de nuevo en el rostro del policía, José lo saca de


la habitación. Ya a solas Ignacio siente furia, no por el policía pues el
imbécil le daba una vía de acceso a Elaine. Después de ese ataque ella
debería llorar en sus brazos, pero de nuevo marcaba distancia. —¿Sabes
algo? ese policía me hace sentir extraña.
—¿Lo has visto antes?
—No lo sé, quizás en Fortuna cuando fui a comprar comida.
—Eso es lo último que necesitas, por ahora te llevaré a descansar.

Están por subir al auto cuando José se acerca a ellos.


—Necesito hablar con Elaine antes de que se la lleven.
—No creo que sea buena idea.
—No estoy pidiendo permiso Ignacio.
—Está bien, pero déjeme sentarme en el asiento del copiloto, estoy
cansada. Y dejen de hablar como si no estuviera aquí.
—De acuerdo.

Ignacio se va algo lejos del auto para que ellos hablen.


—Voy a ser breve. Temo por su seguridad en el rancho Caballero.
—Usted realmente cree que alguien de ahí quiere dañarme.
—Específicamente Ignacio. Verá Elaine, el padre de Ignacio murió
intoxicado, en aquella época se interrogó a todo el mundo, incluido él. No
tenía coartada y odiaba lo suficiente al viejo como para hacerlo, pero a falta
de pruebas se cerró el caso. Sé que usted sufrió una intoxicación severa
unos días atrás.
—Me parece absurdo. Fue una gripe estomacal causada por un virus.
—O comida en mal estado.
—Es que suena tan absurdo.
—Mire, él está casi en la ruina y tiene usted una fortuna nada
despreciable, solo le digo que tenga cuidado y que trate de desconfiar un
poco, si al final no es el culpable no pasa nada.
—De acuerdo.

Después de que se marcha, Ignacio se acerca a ella luciendo enfadado.


Le sujeta el brazo con fuerza.
—¿Qué te dijo?
—Suéltame, me dijo que debía estar alerta, que alguien en tus tierras me
desea muerta. No soy tu enemiga deja de agredirme.

Ignacio intensifica el agarre.


—Espero no te pongas a dudar, mi gente me es leal.
—Si no lo creyera ya te hubiese puesto una orden de alejamiento.
Además, de verdad que tienes una doble cara. Ahora los defiendes cuando
hace nada me reclamaste y atacaste por defender a Manuel.

Ignacio empieza a manejar y ella susurra...


—Bipolar...
—¿Qué dijiste?
—Nada Ignacio.
—Dime de una vez lo que dijiste.
—Hasta donde sé, sigo siendo dueña de mis pensamientos.

Una vez en su casa Ignacio le comunica que al día siguiente debe ir a


Fortuna pero ella no quiere.
Durante su estadía en la ciudad Ignacio escucha a algunas mujeres
hablando mal de Elaine y no puede evitar una confrontación.

—Mira Julieta, es una total vergüenza para nuestro pueblo, una mujer
descarada que acepta compañía masculina. Cuando mi marido se entere
dejará de trabajar con Ignacio —Estoy de acuerdo Margarita, escuché que
planeó todo lo sucedido para meterse en su cama. Que tu esposo amenace a
Ignacio con dejar de comprarle no hará que le pida a esa furcia que se
marche, tu esposo, Enrico es quien le compra pacas de heno a Ignacio, no
creo que deje de trabajar con él, además sabemos que tu marido tiene
afición por mirar jovencitas así que mejor te cuidas de esa fulana.

Ignacio se aclara la garganta y el horror de las mujeres al notar su


presencia es increíble.
—Miren señoras, si escucho un comentario más sobre Elaine…
—Esa actitud jovencito, prueba que esa arribista se ha metido en tu
cama.
—Doña Margarita, dígale a Enrico que no va a obtener más pacas de
heno de mi rancho.
—No puedes hacernos eso.
—Ustedes fueron crueles con Elaine. Planeo convertirla en mi esposa,
eso cuando deje de rechazarme si no es que se marcha de San Carlos.
—¿Te ha rechazado?
—Elaine enviudó hace un tiempo y no busca nada con nadie, pero esta
escena de hoy solo ha empeorado las cosas. Además, tiene más dinero que
yo, es hija de uno de los empresarios más importantes del país. Junto a la
fortuna de Elaine la que ustedes tienen no es ni la décima parte.
—Lo lamento, es que pensamos…
—Me importa una mierda lo que ustedes piensen. ¡Se van a acordar de
mí y no será nada agradable!

Llegó a casa de Elaine para entregarle algunas cosas que había


conseguido en el pueblo pero la encontró en el teléfono y por lo que
escuchaba, la chismosa Nancy la estaba poniendo al corriente. De nuevo a
la mierda sus planes, ella se veía molesta y no triste. Impulsado por el odio
y la falta de control envía un mensaje de texto que dice PROCEDAN.
Luego se sienta en la grada mientras ella acababa de hablar.
—Nancy me ha contado sobre tus amenazas a esas ancianas.
—Estaba preocupado. Ellas fueron crueles y sus lenguas viperinas
fueron muy lejos.
Elaine se levanta y camina un poco por su jardín. Ignacio teme que todo
termine por hacer que deje la ciudad.
—¿Te vas?
—No puedo. Hablé con mi abogado y estoy buscando casa en San José.
Momentáneamente planeo quedarme en la casa de mi abuelo. Parto en tres
días.
—Sigues sin amarme.

Sin esperar una respuesta se va a su casa, estaba por irse a descansar


cuando Manuel quien viene llegando del pueblo se dirige a él con
preocupación.
—Mire Jefe, vengo llegando de comprar unas sondas. Estaba el jefe de
policía ahí entrevistando a las dos señoras y ellas le dijeron que lucía usted
muy alterado por defender a Elaine. Que amenazó a una de ellas
directamente.
—Maldición.

Mientras tanto en la estación de policía, José examina algunos


documentos. Pablo se acerca a él.
—Jefe, cree de veras que Ignacio es un asesino, ¿verdad?
—Es que es demasiado extraño, sé que los dos últimos muertos estaban
tras Elaine, pero podría haber dicho que los mató por defenderla, sin
embargo, sigue negando que los mató.
—Jefe, usted ha vivido acá toda la vida y conoce a Ignacio.
—Seguiré buscando, pero mi instinto pocas veces falla.

La muerte, está pronta a llegar. Es de noche, todo está apagado. Una


figura, vestida de negro entra en la casa de doña Margarita. Se mueve con
calma, hay un reloj cucú que muestra que son las 3 de la mañana, el sonido
del reloj es lo único que se escucha. Hay una oficina que tiene la puerta
entreabierta y hay un hombre sentado frente al escritorio dándole la espalda
a la puerta, viendo unos papeles.
El hombre se acerca por detrás y le corta el cuello. Luego avanza hasta
la habitación y acuchilla a la mujer en reiteradas ocasiones luego se marcha
de la casa. Algunas horas después se escucha el grito desgarrador de la
empleada de los que fueron asesinados.
Más muertos que cargar.

Al despertar en la mañana Elaine decide ir a casa de Ignacio. Ha dejado


algunas cosas allá y como debe irse a las 9 hacia San José, se puso de
acuerdo con doña María quien la invita a desayunar con ella.
—Buen día doña María. ¿Ignacio ya desayunó?
—Hola querida, no, de hecho, normalmente está en pie a las cinco de la
mañana y no lo vimos por acá.
—Seguro....

Ignacio entra a la cocina, se ve sucio y desaliñado. Lleva un paquete en


las manos, pequeño, del tamaño de una caja de leche.
—¿Que te pasó?
—No estamos casados así que no debo rendirte cuentas, voy a bañarme.

Le ven alejarse y Elaine llora, doña María le sirve un café.


—Debes amarlo, aunque no lo sepas, de lo contrario no me explico
porque le permites hablarte así.
—Mi vida ha sido complicada y le insisto en que no quiero ni busco
nada romántico. Pero no he de negar que siento un afecto muy grande y por
alguna razón me duelen sus palabras.

Se desato el caos poco después. Varios camiones de policía, patrullas y


un carro de transporte de detenidos conocido como perrera, llenaron el patio
frontal del Rancho Caballero. Doña María junto a Elaine abren. Ignacio que
va bajando se queda oculto escuchando. José, luciendo furioso las increpa
para que le entreguen a Ignacio.
—¿Dónde está?
—¿Quien?
—Ignacio, hemos venido a detenerlo por un doble homicidio.
—¿Cuándo se supone que pasó?
—Hace unas horas.
—Es imposible que fuera Ignacio. Estuvo conmigo toda la noche...
—Miré, usted pudo haberse dormido.
—Tuvimos sexo toda la noche, aunque no es de su maldita
incumbencia. Nos dormimos y a las dos de la mañana me dio un ataque de
asma. Con todo el estrés he tenido varios episodios.
—De ser esto cierto, ¿en dónde está?
—Arriba bañándose, tómese un café mientras baja.

Elaine había visto, con el rabo del ojo a Ignacio así que estaba tranquila
pues sabía que él conocía la coartada. Su calma servía para desconcertar a
José, quien de seguro esperaba verla nerviosa. Ignacio entra poco después a
la cocina, se hace el sorprendido.
—¿A qué debo la visita? Dudo que viniera hasta acá por un café.

Avanza detrás de la silla donde está Elaine, le besa la cabeza, le acaricia


el brazo y se sirve un café.
—Hablemos en su despacho si gusta.
—De acuerdo.
Ignacio sujeta a Elaine de la mano. José le dice que no con la cabeza.
—A solas. Ella ya me dio su versión y no podemos arriesgarnos a que
diga algo que le dé a usted una pista de que decir.
—Con todo respeto, está en mi casa y no estoy siendo detenido. Voy a
decirle lo que necesite, pero pasamos muy mala noche y no voy a perder a
Elaine de vista. Ya suficiente con el rato mientras me bañé.

Una vez en la oficina Ignacio se sienta y jala a Elaine a sus brazos,


ahora ella está sobre su regazo con la cabeza en el pecho de Ignacio,
mientras él le acaricia la espalda. Cuando le frota los brazos hace un gesto
de preocupación. Mira alrededor y ve una manta sobre un sillón y se dirige
a José.
—Páseme por favor esa manta.

Cubre a Elaine con la misma. Ahora le frota la espalda como para que
entre en calor.
—¿Dónde estuvo anoche después de las 11pm?
—Acá en casa. Elaine deberá perdonarme por comentar esto, pero
bueno, estábamos teniendo relaciones íntimas. Recuerdo que nos dormimos
y en la madrugada se despertó con un ataque de asma muy fuerte. Ha tenido
demasiadas emociones. Hoy como a las cinco de la mañana fui a comprarle
más medicamento, el dueño de la farmacia es amigo mío y le pedí que
abriera un momento y me vendiera el salbutamol que usa Elaine pues ya
casi no quedaba, casualmente el paquete está acá encima de mi escritorio
con todo y factura.
—¿Porque salir tan de madrugada?
—Se ve que no es de rancho, acá el trabajo bravo inicia temprano y no
podía confiar a nadie la compra del medicamento que mantiene con vida a
Elaine. Ahora, ya que ha venido a mi casa con una situación que
obviamente afecta a Elaine, dígame que se me pensaba acusar.
—Una de las señoras que humilló públicamente a Elaine fue apuñalada
hasta morir, al esposo lo degollaron.

Elaine gime y empieza a faltarle el aire. Ignacio maldice —Páseme el


inhalador del paquete.

José abre el paquete de la farmacia y saca el inhalador. Le aplican tres


dosis a Elaine y esta se queda de nuevo sobre el pecho de Ignacio.
—Ya sabe que hice y espero que mi versión coincida con la de Elaine.
Le pido se marche de mi casa, solo ha causado que ella se ponga mal.
—Queda descartado como sospechoso, me retiro y disculpe que no era
mi intensión causarle una crisis a Elaine.

Se escucha el chirrido de las llantas, después Ignacio abraza aún más a


Elaine.
—¿Por qué mentir? Me protegiste a riesgo de que sea ese asesino.
—No lo sé, no creo que seas a quien buscan.

Un poco de tos le impide seguir hablando, Ignacio la toma en brazos y


la lleva a la habitación. Ella está muy pálida, la boca casi azul. Llama a
Christian sin salir de la habitación.
—Dime Ignacio.
—Tengo a Elaine con una crisis fuerte de asma, le he dado tres dosis
con el inhalador, pero está muy pálida, la boca azulada y con tos.
—Parece ser una crisis aguda, debemos administrarle esteroides orales.
Si mandas a alguien va a durar mucho, salgo ya para el rancho. Debe tratar
de no agitarse.
—De acuerdo, acá te esperamos.

Se acuesta en la cama con Elaine y la abraza, tarareándole cualquier


tonada para que ella se relaje. 25 minutos después llega Christian. Se le
queda mirando a Elaine con preocupación. Ignacio sale de la habitación.
—Hola preciosa.
—Me duele el pecho, como si lo atravesara un cuchillo.
—Tienes que tranquilizarte para que pase esta crisis.
—Lo sé es que han sido días muy difíciles.

Christian aplica un par de inyecciones mientras ella llora.


—Con esto deberías poder descansar. Doña María esta fuera y quiere
verte.
—De acuerdo.

Christian abre la puerta y deja pasar a Doña María quien tiene los ojos
rojos de tanto llorar. Pero ella no llora de alivio por Elaine, sino porque si
ella no le hubiese creado esa coartada las cosas serían distintas en aquel
momento y lloraba, además, por la inmensa posibilidad de que las
sospechas de ambas fuesen ciertas.
—Entre ya doña María y tranquilícese que Elaine no se está muriendo.
—Sí, claro. ¡Qué buena noticia!
—Las dejo solas.

Doña María se acerca a Elaine quien se ve muy pálida y tiene los ojos
cerrados.
—Eres luz y él oscuridad.
—Ignacio me asusta, creo que él... creo que él esconde algo muy oscuro
y me aterroriza.
—Lo sé, a veces me asusta pensar en que sean ciertas nuestras
sospechas.
—No sé qué pasa realmente con él, no durmió aquí ayer así que ignoro
qué pasó.
—¿Y porque entonces lo cubriste?
—Si Ignacio cometió esos crímenes tan atroces merece ir preso, pero el
jefe de policía venia dispuesto a llevárselo, nunca estuvo en sus planes el
beneficio de la duda.
—Pues gracias, compraste tiempo.
—Sí, doña María me asusta que sea cierto.
—De ser cierto deberás irte, pones en riesgo a todos y me incluyo. No
adrede, pero cualquiera que te quiera dañar o que te mire feo es asesinado.
—Lo he pensado mucho y sería peor. ¿No cree que al no verme se
vuelva loco?
—Es cierto, pero no pensemos así, esperemos a ver qué pasa. Dios nos
perdone si resulta inocente.
Tres días después Elaine mientras Elaine observa a algunos animales
llega José.
—Buen día Elaine.
—Jefe.
—Mire, sigo pensando que de alguna forma pudieron planear una
coartada para Ignacio. El jefe se acerca a Elaine y la sujeta del brazo.
Ignacio ve todo de lejos y se acerca, empuja a José y coloca a Elaine
tras su espalda, respira de forma agitada y ella le agarra el brazo como para
evitar que Ignacio haga una locura.
—Esta es propiedad privada y es usted el que hostiga a Elaine. Si no
viene con algo en mi contra absténgase de poner un pie en mis tierras.
—Sé que mienten y voy a descubrirlos.

Elaine lo ve alejarse y suspira. —Imbécil.


—No me has pedido explicaciones sobre mi ausencia de aquella noche.
—Si quisieras que me entere me lo habrías dicho.
—No sé si lo hice, matarlos digo.
—¿Cómo puedes no saberlo?
—Ya te dije que tengo demonios dentro, la ira le gana a todo lo demás y
cuando sucede no lo sé, me desconecto y al levantarme me doy cuenta que
no estuve en casa, pero no recuerdo a donde fui.
—¿Has pedido ayuda?
—No, pues van a encerrarme.
—No voy a negar que me asusta, pero hasta el momento no me has
hecho nada muy serio y vaya que si te has cabreado conmigo.

Algunas horas después durante la cena...


—Elaine, quisiera proponerte un arreglo de negocios.
—Dime...
—Tengo un hombre en el extranjero que tiene reses de primer nivel. Si
las traigo y las reproduzco su valor en el mercado de carne nos hará triplicar
lo conseguido. Claro que habría que remodelar las instalaciones....
—No lo sé. Prepara todo y contactaré a Gustavo para que investigue un
poco.
—¿Porque investigar si te sigo como son las cosas?
—Porque aprendí de mi padre que las cosas que mucho brillan no son
de oro. Soy precavida nada más.

Dos días después Elaine decide quedarse con Ignacio. De los males el
menos y José pasaba prácticamente todo el día estacionado frente a su casa.
Mientras veía algunos potrillos tuvo una caída. Andaba distraída
pensando en la extraña idea de Ignacio y en su reacción al decirle que
investigativa, por eso no puso atención al camino y cayó sobre unas rocas.
No pensó que fuese algo más allá de un buen susto y tras bañarse se
acostó a dormir. Le dolía un poco la mano así tomó ibuprofeno antes de
abandonarse a un sueño reparador. Más tarde cuando Ignacio va a verla la
encuentra adormilada la cubre con un manta y se inclina a besarme la
frente. Está con mucha temperatura así que llama a Christian y mientas lo
espera se pone cerca de la ventana. Doña María se acerca y le indica con la
cabeza que salga con ella y ambos caminan al despacho de Ignacio.
—Ella va a acabar marchándose de acá.
—No se lo voy a permitir.
—¿Es acaso tu prisionera?
—Nada de eso, pero voy a hacer todo lo que esté a mi alcance o más,
por evitar que se vaya.
—Eso es distinto a decir que no le vas a permitir irse, si la obligas no
estará a tu lado por amor y es lo que buscas ¿cierto?

El ruido de un coche les interrumpe, poco después el timbre. Christian


se ve serio.
—Voy a pensar que Elaine no tiene instinto de supervivencia.

Al entrar al cuarto ella se despierta y mientras revisa su temperatura


advierte que le cuesta respirar. También observa que el brazo está bastante
inflamado. Es el mismo brazo que el sujeto que la atacó unas noches atrás,
el día que encerró a Ignacio en el baño le pateo sin piedad y por no haberse
querido inyectar, sufría estas consecuencias pues quizás de haberlo revisado
hubiesen detectado que algo no iba bien..
—¿Qué te pasó?

Ignacio se cerca con curiosidad y se sorprende al verlo tan inflamado.


Elaine les narra lo que sucedió cuando fue a caminar. En su momento no le
pareció nada serio.
—Resbalé en una piedra y caí sobre el brazo. No creí que fuese algo
serio pero ahora me duele mucho.
—Está lo suficientemente estable para trasladarla al hospital. Voy a
llamar a un amigo que es traumatólogo para que por rayos x nos diga la
gravedad de la lesión.
—¿No es muy exagerado?
—Elaine, si hay temperatura puede ser que tengas fisurado el hueso. A
veces no duele en el momento. Prefiero descartar. Ustedes debían ir a verme
al día siguiente de ese ataque en tu casa, esperemos no sea nada grave.
Ignacio está en la sala de espera, doña María con él. Unos cincuenta
minutos después llega Christian.
—Los exámenes ya acabaron, pasen a la habitación para darles los
resultados.

Al entrar ven a Elaine, se ve muy nerviosa, con la mano izquierda


aprieta las cobijas, Ignacio va a su lado y le agarra la mano. Entra el colega
de Christian, el traumatólogo.
—Les explico. La muñeca llevó todo el peso de la lesión. El hueso
escafoides que es uno de los huesos pequeños de la muñeca se ha
desplazado, aunque no mucho, esto nos va a permitir no tener que operar y
solo enyesar, pero la recuperación va a ser muy lenta. A este hueso no le
llega mucha irrigación sanguínea y esto causa que sea más lento el
recuperarse. Espero revisar en tres meses y que de ahí decidamos si enyesar
de nuevo o iniciar fisioterapia.
—¿Por cuánto tiempo no podré usar mi mano? Tengo que entregar
algunos cuadros y voy a retrasarme bastante.
—Depende de la evolución, como te decía Elaine este es un hueso que
requiere un periodo más lento de recuperación. Lo lamento mucho.

Mientras llevan a Elaine a enyesarla Ignacio habla con el traumatólogo.


—No quise decirle a Elaine, pero va a ser difícil que pinte o al menos de
la misma forma, hay que tener paciencia y saber que el proceso va a ser
muy lento. Si le da temperatura de nuevo me llamas inmediatamente, le he
puesto más analgésicos y debe tomarlos por ocho días más.
—Maldición, Elaine es pintora, necesita esa mano.
—Lo lamento.
—No dudo de usted, pero será difícil para Elaine.

Poco después le dan la salida a Elaine, al llegar a casa ella le dice que se
siente bien así que se sientan a esperar el almuerzo, ambos en silencio.
Doña María lleva unos platos y bebidas, luego se retira.
—¿En qué piensas?
—Espero que algún día la mano me deje pintar.
—Lo sé, haremos terapia juntos y vas a ver que recuperaras al menos la
mayor movilidad posible.

Elaine no llora, solo voltea la cabeza. Parece derrotada. —Enójate


Elaine, grítame, pero no te dejes vencer.
—No vale la pena. Creo que voy a recostarme, seguro son las medicinas
pues siento mucho sueño.
—De acuerdo, pero hablaremos luego.
—Como quieras.

Elaine se levanta y abandona el comedor. Ignacio solo se queda


mirándolo, en eso llega doña María y ve el plato de Elaine.
—Algo comió al menos.
—Esperé que gritara o algo, no ese silencio.
—Ella está siendo hostigada por alguien de tu rancho. Honestamente
dudo que ella se quede mucho por acá.
—No me gusta su honestidad.

Ignacio llega a buscarla unos minutos después, asumiendo que verá a


una mujer molesta. No está listo para lo que encuentra.
—Hola Elaine.
—Ignacio, debo disculparme.
—De todo lo que creí que ibas a decirme eso jamás cruzó por mi mente.
—Fui muy grosera hace un rato, pero la noticia fue dura. No necesito
pintar para vivir, dinero hay, así como de sobra gracias a que se me murió
todo el mundo.
—Sé que no lo haces por deber, amas pintar. Te quiero Elaine, como
amiga, amante, esposa, madre de mis hijos. Quiero quitarte esa amargura
Elaine, has perdido demasiada gente en una vida tan corta.
—Estoy lisiada, no podré ni montar a caballo…
—Quizás sola no, pero podemos ir juntos, si eso no funciona entonces
haremos otras cosas. Que tu mano no vaya a estar totalmente recuperada no
es importante para mí, tampoco cambia mis sentimientos.
—Ya te había dicho que hay alguien más en mi pasado.
—Lo comprendo.
—¿Hace mucho conoces a Christian?
—Fuimos amigos de infancia, pero siempre soñó con ser médico y
acabó yéndose a Cuba tras la muerte de sus padres. ¿Por qué tanta
curiosidad? Seguro te gusta y él si te dará la vida perfecta.
—Eso es lo que evita que deje libre a mi corazón, que me tienes lejos de
ti emocionalmente Eres posesivo y se te va la mano. Me voy unos días fuera
del país. Tengo que ver un comprador para mi trabajo en New York.
—Puedo dejar a alguien encargado del rancho, este viaje nos servirá
para conocernos.
—No, no vas conmigo. Ni siquiera creo haberte invitado, te dije que me
voy unos días fuera del país. Te gusto y lo valoro, pero no somos ni siquiera
novios, esta necesidad de estar conmigo cada segundo me vuelve loca.
—Hay un psicópata atrás tuyo.
—Y ambos sabemos que no me va a lastimar. ¿cierto?
—¿Qué mierda se supone que significa eso?
—Sé que asesinaste a los dos sujetos que trataron de matarme.
—Estabas en peligro.
—Lo entiendo, aunque alguien más matase a la señora y su esposo lo
hizo porque me atacaron así que no va a ir tras de mí. Si pudiéramos
mantener mi viaje en secreto sería mejor.

Después de hablar con Elaine sale a fumarse un cigarro. Todo con


Elaine debe ser tan bien planeado como un juego de ajedrez, necesita una
buena estrategia. Tantos millones en manos de una chiquilla como Elaine
era ridículo. Le dejaría una buena parte del dinero para que hiciera lo que
quisiera pero el resto... de solo pensar en las mejoras a su rancho, en las
razas de ganado que podría importar...

Manuel llegó a él luciendo realmente asustado.


—Jefe, debería venir a ver esto.

Llegan a la caballeriza, el peón que falló en cuidar a Elaine una de las


primeras noches estaba. muerto, le habían acuchillado al menos en diez
ocasiones.
—Quien sea el que desea inculparlo está cerca, es alguien de aquí.
—Maldición. Deshazte del cuerpo.
—Jefe ¿puede sacar a doña María y a Elaine?
—Elaine va para San José y puedo buscar alguna excusa para que doña
María salga.
—Me encargaré de esto. Váyase. La verdad usted me ha ayudado
siempre, debo hacerle este favor
Después de un rato Elaine se marcha al igual que Ignacio y doña María.
El resto de la tarde Ignacio se deja ver por toda fortuna con doña María.
Casi a las seis ven algunas unidades de bomberos y un par de
ambulancias ir hacia la misma dirección donde se encuentra el rancho de
Ignacio, pero no le dan importancia. En esa época y con las sequias en la
zona los incendios están a la orden del día.
Como a las siete de la noche José se acerca a ellos, se ve muy asustado.
—Su rancho se incendia, la señorita Bourdin estaba allí, no me han
dicho si es una de las victimas mortales.
—¿Qué? Se equivoca, ella se fue a San José hace unas horas.
—Le digo lo que me reportan mis hombres, uno de sus peones alertó
sobre el fuego y sobre dos víctimas mortales.

Doña María e Ignacio vuelven al auto a toda prisa, una ambulancia


viene frente a ellos, pero no le prestan atención. Al llegar ven dos cuerpos
cubiertos con mantas negras, la caballeriza parece estar toda consumida por
el fuego. Ignacio ve a Manuel al fondo y corre a agarrarlo del cuello. Está
furioso, temblando de ira, le jala a su cara como si lo fuera a besar, pero es
para pegarle la boca al oído.

—¿Quemar las caballerizas era tu plan? ¿Qué Elaine muriera formaba


parte de todo esto?

Ignacio le golpea, deja en el suelo y entra a su oficina y tira la puerta, se


sirve un trago, toma todo de una sola vez, se recuesta en la pared y se deja
caer al suelo, grita con desesperación. Doña María entra, sus ojos
hinchados.

—Vi el carro de Elaine y no podía creerlo, me dejaron mirar para


reconocer los cuerpos y ninguno es ella.

Ignacio se pone de pie y la sacude por los hombros.

—No me engañe con algo así.


—No lo hago, había dos ambulancias, la primera se llevó a una mujer
joven que iba inconsciente, la ambulancia que nos pasó cuando veníamos
hacia acá llevaba a Elaine.
—Vamos.
Ignacio llega a pedir información al hospital, pero parece ser que ni su
nombre ni posición le otorgan privilegios.

—Llegó una ambulancia con una mujer dentro, venían de un incendio.


—Solo puedo dar información a familia.
Ignacio y Doña María se ven entre ellos realmente angustiados. En eso
llega Christian, quizás él si pueda ayudarlos.

—Nacho, ¿qué haces acá?


—Elaine entró hace poco. No me dicen nada.
—Deja y averiguo.

Se quedan en la sala de espera, el reloj marca la 10pm, siguen sin


noticias, el reloj marca las 2am.

—Hola, lamento la demora, pero las cosas estaban medio enredadas.


—¿Está viva?
—Sí, incluso pudo decirme lo sucedido, estaba tensa gritando que debía
avisarle al jefe de policía, que si moría debía decir la verdad de lo sucedido.
Luego le removieron el yeso, hicieron placas y enyesaron de nuevo. Por eso
tardamos tanto. Elaine llegó a la casa pues había olvidado su pasaporte y
vio la caballeriza en llamas. Cuando bajó del auto alguien le dio un golpe en
la cabeza, dice no haber perdido el conocimiento por completo ya que se
dio cuenta de que la arrastraban dentro de la caballeriza.
Vio a dos hombres peleando y luego fue consciente que Manuel la
sacaba. Luego llegó la ambulancia y se la trajo, le pusieron oxígeno pues su
pecho sonaba mal, acá le puse un broncodilatador y respira mejor, aunque
aún le deje puesto el oxígeno. Ven que te llevo a verla.

Elaine está dormida, la cara está limpia, pero sus dedos se ven negros
por el humo. Ignacio se sienta a su lado y le sujeta la mano, pero ella sigue
dormida.
—Dormirá hasta mañana por la mañana, ha sido demasiado para ella.
—¿Le darás la salida mañana?
—No lo sé, depende de cómo evolucione el cuadro. ¿Te quedarás con
ella verdad?
—No hace falta, si va a dormir todo lo que queda mejor me voy a comer
y descansar.
—Creí que te quedarías, es decir si ella fuera mía no me movería de acá,
es que viéndote como reaccionaste al creerla muerta pensé...
—Mira, no somos pareja aun y la amo, pero de verdad que esto de hoy
me ha hecho darme cuenta de que la amo con locura, ella me quiere o siente
algo por mí, pero no en mí mismo nivel, debo poner distancia empezando
hoy.
—Como quieras, te aviso entonces.

Después de que Ignacio sale Christian se vuelve hacia Elaine.


—Sé que estás despierta.
—Tiene razón, no lo amo y él merece alguien que lo haga feliz.
—¿Qué piensas hacer?
—No sé dónde quedarme, necesito tiempo para pensar.
—Quédate en mi casa, trabajo casi todo el día y Nacho nunca va.
—No lo sé, no quisiera molestar.
—Decidido entonces, te daré el alta temprano si todo está bien y te
llevaré a la casa.

A la mañana siguiente Ignacio va llegado cuando ve a Elaine y a


Christian juntos.
—Por lo visto te dieron el alta, déjame y te llevo a tu casa.
—No voy a mi casa, Christian me lleva al aeropuerto pues va para San
José.
—Bien, yo todo preocupado y tu...
—Anoche te escuché y tienes razón.
—Elaine...
—Escúchame, tienes razón, no puedo ofrecerte más que amistad y por
eso seguiré haciendo mis cosas sin tener que estarte informando de nada. Ya
nos veremos por ahí.

Se sube al auto de Christian y se marcha con él. Ignacio da media vuelta


y se va.
—Lamento que te veas envuelto en todo esto, Christian —le dice
mientras avanzan por la carretera.
—Para nada, antes de que llegaras mi vida era bastante aburrida. ¿A
dónde te llevo?
—Ya le he dejado las cosas claras así que a mi casa por favor.
—Me tomé unos días libres así que si me recibes en tu casa podré
monitorearte, me preocupa que estés sola, aun no atrapan a quien te atacó.
—Te lo agradezco, pero me siento bien y realmente necesito estar sola.
—De todas formas, debo ir unos días a San José y pensaba esperarme al
menos dos días en caso de que te sientas mal...
—¿Por qué no nos vamos mañana, cada uno en su auto, pero juntos?
—Dale pues, entonces nos vamos mañana si te reviso y veo que estés
bien seguiremos hacia San José.
Christian detiene su auto en la entrada de la casa de Elaine y se va.
Entra a su casa y se da cuenta de que su auto aún sigue en el rancho de
Ignacio y decide ir.

La caminata no es muy larga y le servirá para despejarse. Sus pulmones


se sienten bien y aunque no lo estuvieran, ella es muy testaruda como para
quedarse quieta.

—Hola Elaine. ¿Te trajo Christian? Estas agitada y sonrojada. Me han


dicho que es buen besador.
—Como sé que eres un estúpido que padece de celos dejaré tu
comentario de lado. Vine por mi auto.
—Ahí está, tengo trabajo que hacer.

Elaine abre el auto, toma su inhalador, da tres rondas y se va a su casa.


Ignacio toma su teléfono y llama mientras la ve alejarse.
—Hola Nacho.
—¿Trajiste a Elaine a mi casa?
—No, me dijo que la dejara en su casa.

Ignacio sabe que la ha cagado...de nuevo. Así que busca algunos


recipientes con comida y va a buscarla. Elaine escucha el timbre, lo ignora
y sigue durmiendo. Su celular suena y se ve en pantalla que es Ignacio. Lo
ignora. Da media vuelta y se duerme. Algunas horas después se levanta y va
a sentarse en su hamaca del porche. Al abrir la puerta ve a Ignacio sentado
en el suelo y se sobresalta.
—Lamento haberte asustado.

Ella ve los recipientes con comida en el suelo junto a él.


—¿Hiciste almuerzo?
—No, jamás, si de cocinar no tengo idea, Doña María lo hizo.

Ponen una película y se sientan a verla mientras comen lo que llevó


Ignacio, este se vuelve hacia ella y le acaricia el brazo.
—Creí que estarías furiosa.
—Mira, estás enfermo. Los celos son una enfermedad e ignoro que pasó
en tu vida que causé esto. Creo que deberías buscar ayuda.
—Creo que mejor me voy, la verdad si no somos nada, eres la última
persona que debe sugerirme terapia.
Elaine abre los ojos con sorpresa.
—Nacho, de veras que no lo hago por molestar.

Después de que Ignacio se marcha llama a Christian —Hola Elaine.


—Cambié de idea sobre irnos mañana.
—Pensaba pasar por allá, para que tomemos un café y te de una
revisada.
—De acuerdo.

Christian le declaró bastante sana y le recomendó unos días de reposo.


Cuando Nacho llegó a verla no le abrió la puerta. Así fue durante una
semana. Luego recibió una llamada de Georgina.

—Te tengo noticias. Un comprador misterioso se ha llevado todo lo que


tenía tuyo acá.
—¿Todo?
—Sí, entró a la galería y pidió todo. Uno de mis empleados le ha
atendido pues no estaba yo, le ha dicho que tus cuadros son ideales para su
oficina.
—Eso es increíble, ¿ya has girado los cheques al orfanato?
—Si, al igual que lo que haces con cada venta.
—Perfecto, cuídate y espero verte pronto.

Elaine empacó unas cuantas cosas y viajó a casa de su abuelo. Recibió


más fotos de Ignacio y un vídeo dónde se le ve teniendo relaciones con una
mujer. No entiende porque le mandan cosas así si no tienen una relación.
Quizás si ella le reclama a Ignacio él se descontrole y eso sea lo que él
responsable busca. Recibe un mensaje de Ignacio y cansada de su necedad
le envía por email las fotos y el vídeo.

En aquel mismo momento el matrimonio del Valle —padres de Antonio


— entran a la oficina de Gustavo.
—o—
—Ella está acá en San José, pero no sabe nada del tema, apenas tenga
algo les aviso.
—o—
Elaine está dormida cuando suena el celular, ve en la pantalla el número
de Ignacio y no atiende. Poco después suena avisándole que tiene un
mensaje de voz.
—Elaine, entiende que tenía demasiados días aguantando…
Elaine escucha de fondo a Doña María dándole un manazo y a Nacho
diciendo ay me duele no me pegue.
—Lo que quiero decir es que te extraño que caí en tentación pues
llevaba mucho soltero.

Luego suena el teléfono, atiende y se queda escuchando. Corre a revisar


las puertas y ventanas, luego se encierra en su habitación y trata de llamar a
Ignacio.
—Ignacio necesito…
—Elaine me abandonó….
—Soy Elaine, Ignacio él está aquí…
—Vete con él, maldición todas son iguales….

Luego de un momento escucha que tratan de abrir su puerta. Así que


llama al 911.
—operador 911 ¿cuál es su emergencia?
—Alguien trata de entrar a mi casa.
—Tranquila joven, usted me llama de un teléfono fijo por lo que estoy
dando la dirección a la policía, ellos indican que están a cinco minutos.
—No creo que tenga cinco minutos.
—La casa, ¿Es de un piso o de dos?
—De uno.
—¿Puede llegar al baño sin soltar el teléfono?

La operadora deja de oír a Elaine, solo se escuchan gritos, luego las


sirenas y cortan la llamada. Las muchachas que están junto a la que atiende
esa llamada se miran entre ellas con preocupación. A la mañana siguiente
Doña María coloca una taza de café frente a Ignacio, luego se sienta a su
lado.
—Hijo, ¿no tienes hambre?
—No, es que Elaine me llamó anoche y tengo una extraña sensación.
Fue después de que le dejé los mensajes…

El celular de Ignacio suena. No es un número que reconozca.


—Busco a Ignacio Caballero, necesitamos que venga a identificar un
cuerpo, su número de contacto estaba en el celular de la Joven Elaine
Bourdin…
—¿Ella está muerta?
—No, pero el hombre que estuvo anoche en su casa está muerto y
necesitamos que se le identifique.

La voz de Elaine viene a su mente y retumba como si tuviese eco.


Él está aquí
Él está aquí
Él está aquí

—Salgo inmediatamente para allá, ¿en que hospital está ella?


—San Augusto en San José, pero debe ir primero a Medicatura Forense.
—Salgo inmediatamente para allá.

Ignacio le dice a doña María.


—Véngase conmigo a San José, de camino le explico.
—Voy por mi cartera.

Después de unos minutos de viaje...


—Anoche Elaine me llamó después de mis mensajes y cuando ella dijo
ÉL ESTA AQUÍ creí que era un amante.
—¡IGNACIO!
—Lo sé, pero ha sido una semana terrible. Cometí el error de pagar a un
prostituta y enviarle videos para darle celos pero no funcionó.
—Eso es macabro.
—Lo sé, ella me dió su agua, me cubrió las espaldas…dejó claro que no
buscaba nada y empecé a verla como una cuenta de banco. Incluso
intoxiqué su comida. No dosis letales pero lo suficiente para que enfermara
y me necesitará.
—Ese día, ¿dónde estuviste? Cuando la policía llegó a arrestarte.
—Cuando la vi dormida me fui a buscar mujeres para desfogarme, no
hay excusa, pero ella ni siquiera me preguntó que hice ese día, solo me
cubrió.
12 horas después

Elaine estaba en casa de Ignacio. No porque necesitará cuidados, sino


porque no quería estar sola. Había escapado del ataque porque tenía el arma
de abuelo. Después de dispar justo en el corazón de su atacante, había dado
gracias a Dios por las clases de Tiro que hizo en su adolescencia.
Estaba tan absorta en sus recuerdos del ataque que se sobresaltó cuando
escuchó un ruido. De pronto entró Ignacio acompañado de una pareja.
—Elaine, déjame presentarte a estos dos. Él es Andrés y ella su hermana
Diana.
—Mucho gusto.
—El gusto es nuestro y es que Ignacio nos ha hablado mucho de ti.
—Igualmente. Es bueno tener otra mujer por acá.
—Demasiada testosterona.

Para alegría de Ignacio parecen haber congeniado muy bien, hablan,


ríen. Doña María entra y sale con bebidas y bocadillos.
—Sabes, debo ir a comprar algunas cosas a Fortuna y me preguntaba si
quisieras ir conmigo.
—Salida de chicas.
—Sí, es que ir a comprar ropa interior con ellos es algo incómodo.

Ambas ríen, los hombres las ven como si estuvieran locas. Dos semanas
después salen en el auto, Diana ha llegado con su hermano y mientras ella
se marcha con Elaine Andrés se queda viendo algunos caballos.
Cuando ya venían de regreso, ambas notan un auto siguiéndolas, aunque
Elaine acelera el auto no le da ventaja. En un movimiento final las chocan y
sacan de la carretera.
Diana se golpea la cabeza con el vidrio y se hace un corte. Elaine se
toca las costillas y hace gesto de dolor. Desde el auto llama por teléfono, le
tiemblan las manos y la voz.
—¿Diga?
—No enloquezcas.
—¿Qué pasa?
—Nos han golpeado el coche y nos sacaron de la carretera.
—¿Dónde están?
—No sé, no puedo describirlo. —la voz le tiembla tanto que le cuesta
hablar.
—Elaine concéntrate, sé que estás nerviosa.
—No lo vi venir, fue muy rápido.
—Elaine enfócate.
Elaine empieza a mirar todo describiendo lo que ve. Tras colgar con
Nacho revisa a Diana, ella esta despierta pero muy mareada. Poco después
llegan dos coches, Ignacio y Manuel en uno y Andrés en el otro. Andrés
abraza a su hermana, luego le revisa la frente y se va a encarar a Elaine.
—Si por tu culpa algo le sucede a Diana...

Elaine retrocede, el color abandona su rostro.


—Andrés por Dios, ¿te estás escuchando? —le dice una muy
sorprendida Diana.

Ignacio ve aquello con los puños cerrados, pero no interviene, no aún.


—Nos vamos Andrés, lo lamento tanto Elaine. Te llamo luego.
—Andrés tiene razón, no me llames de nuevo.
—Elaine...
—Está bien, es lo mejor.

Elaine se acerca a Manuel quien le pasa el brazo por la cintura y la


ayuda a llegar al auto. Ignacio llega ante su amigo y furioso le dice...
—Te desconozco Andrés —Ignacio entiende…
—¿Que entienda que? Cuando tu hermana fue atacada en aquel bar ni
siquiera dudé en ayudarla y cuando la siguieron para vengarse golpearon a
dos de mis hombres.
—Yo...
—Tu nada, vete de aquí antes de que nuestra amistad se acabe.

Mientras Diana y su hermano se alejan ella decide regañarlo.


—No lo puedo creer, ella es la victima acá y la trataste de una forma
aberrante.
—Perdí los nervios.
—Debes ir a disculparte.
—Lo sé, esperaré un par de días pues Nacho va a matarme si incomodo
aún más a Elaine.
Dos días después por la tarde, Elaine está sentada leyendo mientras
Ignacio trabaja. Él empieza su plan para que ella le dé su dinero.
—Que mal... que mal… —suena tan abatido que Elaine, deja de leer y
le mira fijamente. Ignacio toma su teléfono y simula hacer una llamada, la
conversación tiene a Elaine pendiente y él lo sabe—
—Sí señor, déjeme hacer unos números. Tendría que vender y aun así
no sería suficiente.

Cuelga y se frota una barba inexistente, luego sale al jardín frontal y se


sitúa frente a la ventana. Sabe que ella le mira así que se fuma un cigarro y
regresa.
—¿Qué te tiene tan angustiado?
—Un hombre que iba a convertirse en mi socio comercial ha dado
marcha atrás.
—¿Cuéntame un poco sobre eso?
—Originalmente te lo iba a proponer, se necesitaba un millón de
dólares, pero con todos los problemas no me pareció correcto. No sabía si
podías disponer de esa cantidad ni sabía si podía interesarte entrar como
socia a este proyecto. Mi plan es importar ganado de alta calidad y hacer
mejoras en las instalaciones.
Todo señala que tras pocos meses lograremos duplicar lo invertido.
Luego encontré a este hombre y estábamos por firmar. Pero no me
preocuparé por esto, seguro en unos días recapacita.

De pronto la puerta se abre, entran Diana y su hermano. Andrés avanza


hasta Elaine, Ignacio se pone de pie pero Diana le pone una mano en el
pecho a Nacho para detenerlo. Ella niega con la cabeza, Ignacio trata de
soltarse Diana insiste en retenerlo. Andrés se arrodilla frente a Elaine.
Esta mantiene la vista al suelo y Andrés le pone los dedos bajo la
barbilla obligándola a verlo.

—Lo siento.
—Tenías razón, por mi culpa ella pudo resultar aún más herida. Estoy
maldita, la gente de mi vida se muere, llévala lejos.
Andrés se vuelve hacia su amigo.
—Ignacio déjanos solos.
—No lo creo.
—Vamos Nacho que mi hermano sabe que está a punto de ser capado
así que no hará nada estúpido.
Nacho y Diana salen. Andrés respira para serenarse, jamás se había
equivocado tanto como lo hizo con Elaine, una víctima de algún puto loco.
—Elaine, amo a mi hermana y cuando creí que podía pasarle algo
descargué mi ira y frustración en tu contra.
—No puedo arriesgar a tu hermana, ignoro cuanto tiempo va a durar
esto. Cada vez que creo que ya ha acabado alguien más viene. No me fui a
San José pues creo que será más difícil estar segura. Acá ya la policía tiene
sus pistas e irme significaría arriesgar a más gente de mi pasado.
—Vamos a traer unos amigos expertos en seguridad. La policía no hace
nada y creemos que este odio que te tienen va en aumento.
—Sus vidas van a correr peligro.
—No te preocupes por nada que acá tendrás hombres dispuestos a dar la
vida por ti.
—Eso es lo que menos quiero.
—Deja de pensar en eso, ah y dile que traeré a mi amigo Roberto, no le
va a gustar, no solo tiene conocimientos en artes marciales, sino que está
soltero y según sé hasta mi hermana enmudece al verlo, si estuviera en la
posición de Ignacio no me sentiría muy feliz.
—¿Porque?
—Ustedes no han formalizado ninguna relación y eso te deja convertida
en una bellísima soltera.
—¿Bellísima?

Andrés le acaricia suavemente la palma de la mano —Sí, deja de


menospreciarte. Me gustas Elaine y sé que no tienes nada con Ignacio.
—Andrés, físicamente es imposible que alguien se te resista, pero le dije
que no busco nada con nadie. Eso aplica en este caso también —Pero el
mismo derecho tiene él a cortejarte como lo tengo yo.
—Se va a poner furioso. De todas formas, ni siquiera me pasaría por la
cabeza intentar nada contigo por respeto a él.

Ignacio entra sonriendo y aplaudiendo, Elaine lo mira entrecerrando los


ojos.
—Prueba superada Elaine Elaine empieza a sentirse realmente furiosa.
—¿De qué hablas? Espero que no sea lo que creo.
Ignacio ahora no luce feliz sino nervioso. Andrés se pone de pie, levanta
las palmas como diciendo no hice nada mal y retrocede, poniéndose casi
detrás de Ignacio.
—No sé con qué tipo de mujeres has estado, pero esto es vergonzoso.
No estás logrando avanzar, no puedes hacer eso si una persona no te ha
dado motivos para desconfiar.
Andrés tiene una sonrisa engreída.
—Se lo dije.
—Si no hubieras pensado igual nunca hubieses accedido a hacerlo. Par
de idiotas.

Diana hace señas a su hermano y ambos salen para darles espacio, pero
no se van de la casa.
—Elaine, es que las mujeres de hoy en día van de uno a otro.
—¿Con mi pasado? ¡Me violaron por Dios! Jamás seré una libertina, me
aterra la intimidad —¡Lo lamento!
—Debo parecerte una aberración, mercancía dañada.
—¡Jamás! Dios, Elaine lo lamento.
—¡Lárgate!

Ignacio abandona la casa sin decir más. Luego entra Andrés. Elaine se
siente apenada. —¿Lo escuchaste?
—Elaine, ¿qué edad tenías?
—14 la primera vez.
—¿La…la primera vez? Dios pequeña…
—No me hagas hablar de eso.
—Lo lamento muchísimo. ¿Odias a Ignacio?
—No, pero no puedo quedarme aquí, necesito alejarme.
—¿Marcharte?
—Hay un viaje que he estado aplazando y con esta amenaza a mi
seguridad es lo mejor. Les agradezco todo lo que han hecho, pero es inútil.
—No puedes marcharte.
—No soy una niña, ayer mientras Ignacio estaba en las cuadras prepare
mi maleta, solo necesito que me lleves al centro para irme en taxi.
—¿Y tu yeso? ¿Y tu carro?
—Hablé con el médico y me queda un mes más antes de tener que
quitarlo. En cuanto al auto el choque le dañó no sé qué y está en el taller.
—De acuerdo. Te llevo al aeropuerto.
—No tienes que hacerlo —Quiero hacerlo, te lo debo por lo de hace un
rato.

Andrés llevó a Elaine a Alajuela para tomar el avión y regresó a casa de


Ignacio.
—Sé que la cagué.
—Has caído tan bajo...si hubiese sabido de su pasado jamás te habría
ayudado.
—El chance de tener algo con ella es casi imposible, pero al menos
podremos ser amigos. ¿Y tu hermana?
—En casa, con medicamentos.
—¿Está muy mal?
—Te lo estás tomando demasiado bien, lo de Elaine, digo.
—Ya un chiquillo no soy y no estoy bien, tengo demasiado peso a
cuestas.
—En cuanto a Diana si, ella está en medio de una de esas crisis.
—Deja que me bañe y hablaremos. Nana está en la cocina, vete por un
café y en diez minutos regreso.
—Ignacio, te ves como muy sereno.
—Mi forma de actuar, mi obsesión con una mujer que me dejó claro que
no buscaba nada, la ha puesto en peligro, la he abochornado y humillado
Voy a ser el amigo que necesita y me encargaré de que el puto maníaco que
la está jodiendo se deje de mierdas.

Antes de regresar con Andrés a quedó mirando por la ventana. Su amigo


lo necesitaba, ella lo necesitaba. Algo pensativo susurró para sí…
—Ellos me necesitan, debo dejar de ser un puto cretino.

Llega a la cocina y ve a Andrés, este acaba de beberse el café.


—Vamos a conversar fuera, Doña María.

Caminaron hasta llegar al arroyo de la casa de Elaine. Era uno de los


lugares donde ambos jugaron en su niñez, por eso cuando quería pensar
Ignacio iba allí.
—Dime sobre Diana —Una de sus crisis fue fea. Anoche la encontré
quebrando todo a su paso, insultándome, lo de siempre.
—Las crisis empeoran, ¿qué te dice el médico?
—Que la interne, antes me negaba, pero ahora se puede lastimar
enserio, no quiero correr ese riesgo.
—Es lo mejor, además has dedicado años a cuidarla debes vivir
también.
—Si ella no se lastimase a sí misma no lo consideraría, pero ya es
peligroso.
—Voy a revisar algunas cosas en la caballeriza y luego me marcho a
Fortuna. Gracias por haberla llevado al aeropuerto.

Elaine llegó a Costa Rica un mes después. Durante su viaje visitó el


orfanato que financiaba y renovó energías. Para su sorpresa Andrés la
esperaba. Habían hablado durante su viaje y descubrió que tenían bastante
en común.

Un par de días después Ignacio llegó a visitarla con Andrés. En el


momento que Andrés la saludo con un abrazo, Ignacio la sujetó del brazo y
le dió una cachetada.
Elaine no se quedó ni un segundo. Salió de los límites de la propiedad y
entró, sin saberlo en el terreno del vecino. Estaba sentada junto al río,
tocaba el agua con las yemas de los dedos cuando apareció un hombre sobre
un caballo.
—Buenas tardes —Hola pequeña —¿Pequeña? debes estar bromeando,
tengo casi 30.
—No te daba más de 20 como mucho ¿y qué haces por aquí?
—Salí a caminar y no sé porque, pero perdí la noción del tiempo, sin
darme cuenta llegué aquí. Espero no sean tus tierras.
—De mi padre, me llamo Eduardo.
—Soy Elaine, compré la propiedad por la que pasa este río.
—He escuchado sobre ti y me da pena no haberme ido a presentar.
Trabajo como veterinario.
—Pero no trabajas con Ignacio.
—Tiene un genio de los mil diablos.
—Lo sé de primera mano.

Elaine no podía creer que estuviera llorando frente a su vecino...su


guapísimo vecino. Este al verla así desmontó y tocó su rostro. Elaine vio la
ira en el rostro de su vecino. Eduardo la levantó en brazos y la subió al
caballo, luego montó detrás y se encaminó a casa de ella.
El viento era cada vez más fuerte así que se detiene, se quita su abrigo y
se lo coloca a Elaine, luego continua su avance. Llegan a casa de Elaine,
Eduardo baja y cuando Ignacio sale le da un golpe en el rostro.
—Pendejo, a ver si te gusta.
Se vuelve hacia su caballo, toma a Elaine de la cintura y la pone en el
suelo. Andrés se sitúa al lado de Elaine y la abraza. Eduardo se dirige de
nuevo a Elaine.
—Sabes dónde encontrarme.
—Gracias
Ignacio se levanta y sujeta a Elaine del brazo y la sacude.
—No tienes ni idea de lo preocupados que estábamos niña insensata
Eduardo se acerca de nuevo y sujeta a Ignacio del cuello.
—Si me entero que ella sufre otra agresión, acabaré lo que empecé hace
años.
—Elaine tiene dueño —No tiene dueño no es un objeto. Mi hermana
está muerta por tu culpa y no dejaré que Elaine sea la siguiente.
—¿Tu hermana? —Elaine suena muy nerviosa ante tal revelación.
—¡Cállate!
—Salió con tu vecino varias veces, un día le vi un moretón en el brazo,
luego otro y otro. Lo que este idiota no sabe es que ella estuvo embarazada.
—Mientes.
—¿Porque hacerlo?
—¿Qué pasó? —pregunta Elaine.
—Tenía seis meses de embarazo...

Ignacio está como loco, Andrés lo sujeta para evitar que se vaya encima
de Eduardo.
—¡Cállate!
—Mi hermana se suicidó, ambos murieron. Fue después de que Ignacio
la dejó por otra, le quitó su virginidad y la desecho como basura.
¿Y sabes por qué la dejó? Porque papá dejó dicho que la fortuna de mi
hermana no podría tocarla Ignacio, quien de paso la había convencido de
entrar en la sociedad que posee y usar todo para, según este imbécil,
importar ganado de alta calidad y hacer mejoras en las instalaciones,
diciéndole que lograrían triplicar lo invertido a lo largo de los años.

Elaine se llevó las manos a la boca mientras negaba con la cabeza.


Ignacio da un paso hacia ella, Elaine retrocede dos pasos.
—No lo escuches Elaine, miente.
—Largo de mi propiedad Ignacio, largo.
—No.
—Sobras aquí, Ignacio. Deja de joderle la vida. Los rumores se
extienden rápido, lo que le has hecho a Elaine indigna a quienes la conocen.
Vete de una vez.

Ignacio se marchó hecho una furia y Andrés decidió quedarse con


Elaine. Malditos Nacho y Eduardo, la tenían en una crisis de nervios muy
fuerte por eso estaba preparando té. Elaine estaba en la sala, mirando por la
ventana cuando vio un carro desconocido estacionándose y a dos sujetos
sosteniendo armas.
Apenas tuvo tiempo de tirarse al suelo, algo lejos de la ventana.
Andrés estaba sirviendo el té cuando suena una lluvia de balas que
quebraba los vidrios —¡Elaine!

No hay respuesta, se asoma arrastrándose y la ve en posición fetal, lejos


de la ventana, casi por la puerta. Escuchan de fuera los ruidos del coche
alejándose. Antes ir con ella sale, no hay nadie. Corre a la casa y se
arrodilla frente a Elaine.
—Elaine…

Se coloca frente a ella, una rodilla en el piso, ella le mira con los ojos
muy abiertos y aterrorizados, pero suspira aliviado.
—Cariño, vamos a llevarte a tu habitación y llamaremos a Ignacio.
—No por favor…
—Debes escucharle a él también, es lo justo. Además, en este momento
la prioridad es otra.
—Me golpeó...
—Lo sé, es muy temperamental, no ha tenido muchos afectos y está
acostumbrado a controlarlo todo, no te digo que le perdones o no muy
rápido, pero escúchale al menos. Toda historia tiene dos lados.

Andrés la coloca en la cama y empieza a revisarla, entra al baño y abre


la ducha. La mete dentro, le quita la ropa y la deja en ropa interior, no se
ven cortes. Le lava el pelo, pasa los dedos con cuidado buscando vidrios.
Pero su toque no es sexual, ella no llega a sentirse amenazada.
—Cuando escuché el auto me alejé del vidrio. Venían demasiado rápido
y eso me asustó.
—Gracias al cielo, por eso no te cortaste, igual llamaré a Christian para
que te revise.
—No es necesario.
—Eres asmática prefiero que te revise y descarte cualquier cosa, lo haré
para tener paz.
—De acuerdo.
—¿Puedes vestirte sola?
—Si.

Ignacio entra a la casa cuando Elaine viene del cuarto con el cabello
envuelto en un paño y un pantalón de franela. Nacho la abraza fuerte. Ella
trata de alejarse, pero Ignacio no la suelta.
La policía llega y Andrés sale a hablarles. José entra a la casa y empieza
a interrogar a Elaine, luego Nacho la lleva a su habitación.
Cuarenta minutos después Christian entra, la revisa, le da un beso en la
frente y se va. A todo esto, ella se mantiene respondiendo puros
monosílabos. Maldita la hora en que llegó a ese pueblo. Podría llamar a
Antonio, pero sería meterlo en todo aquello.
Cada vez que Ignacio se acerca ella retrocede en la cama como un
animal herido, pero cuando entra Andrés ella rompe a llorar. Ignacio inclina
la cabeza en modo de agradecimiento pues necesitaban que se desahogara
de alguna forma. Andrés lleva a Elaine al rancho de Ignacio. Este decide ir
a buscar a Diana pensando que quizás otra mujer en casa ayudaría a Elaine
a sentirse bien. De todas formas, ella está muy cómoda con Andrés y en ese
momento sus celos serían estúpidos.
Poco después entra con Diana.
—Ignacio me lo ha contado todo. Es una pena lo que te sucedió. Tiene
que ser terrible cerrar los ojos recordar las balas encima tuyo...

Andrés se dirige a su hermana con un tono de advertencia bastante


fuerte.
—Diana...
—¿Qué? Ay hermanito, es innegable que esta pobre nunca olvidará lo
sucedido. Primero la patean con bastante odio, luego esto.
—¡¡¡¡Suficiente!!!!
Elaine se ve muy tensa así que Ignacio interviene y la toma de la mano
para que salgan de la sala. Mientras les ven salir Andrés da a su hermana
una severa mirada y se va tras los anfitriones. Diana sonríe de forma
perversa disfrutando lo sucedido. Los cuatro pasan al comedor, Elaine a
veces después de ciertos bocados baja mirada viéndose incomoda. Por su
parte Diana está bebiendo y bebiendo vino.
—Vaya pues con tu amiga Nacho, parece sacada de un hospicio.
—¡Diana! Deja ya de beber.
—Solo porque hablo de más ¿verdad Nachito? Te sigo amando y te lo
digo todo el tiempo, sabes que te dejé solo porque no tenías dinero, ahora te
va mejor. ¿No recuerdas esas tórridas noches de verano donde me hacías
tuya una y otra vez?

Elaine se pone en pie para salirse del comedor, pero Diana se acerca a
ella y la toma del cabello, luego la arroja contra la pared. Elaine cae al suelo
y
se queda muy quieta. Ignacio saca a la mujer de la casa mientras Andrés
va a ayudar a Elaine. La toma en brazos y la lleva al sillón de la sala. Diana
va gritando como loca...
—Muerta, te quiero muerta, él es mío, MÍO….

Andrés lleva a Elaine a la sala, pide a doña María hielo y un trapo. Ya


con ambas cosas envuelve los cubos en la tela y los coloca con delicadeza
en el rostro —¿Por qué me ayudas tú? digo se te agradece, pero creí que al
ser tu hermana pues...
—Verás, mi hermana padece un ligero grado de trastorno mental y está
en tratamiento. Ha tenido una obsesión con Ignacio desde que lo conoció
mientras éramos niños. Ellos jamás han tenido nada, pero el médico nos
aconsejó que sea él quien interviene en crisis como la de hoy. Hay días que
se ve normal, otros donde actúa como una loca.
—Lo lamento muchísimo, ¿y ahora que va a pasar?
—Ignacio la lleva a mi casa y la seda. Luego la enfermera que vive allí
se queda con ella.
—Lo siento muchísimo de verdad. No tenía ni idea —eres comprensiva
cuando fuiste atacada y podrías reclamarme.
—Ella está enferma, no hay reclamo que hacer.

Elaine se frota la mejilla con gesto de dolor —¿te duele mucho?


—Un poco, pero nada de qué preocuparse.
Mientras tomaban café llaman a la puerta y entra Christian.
—La mujer más bella del mundo está herida de nuevo.
—Ya para la fiesta ahí, ella no quiere una relación con nadie.
—¿Tú también? De todas formas, soy el médico que le roba el corazón.
—Por Dios, si alguien tiene más chance soy yo. Mírame bien.
—Déjame revisar a Elaine, no me hagas perder tiempo.

La revisión es dolorosa, pues el pómulo está algo inflamado, Elaine


llora y Andrés le sujeta la mano.
—Ya bonita, pronto este cavernícola acabará de revisarte.

Christian da a Andrés una mirada mordaz y cierra su maletín.


—Bueno muñeca, no hay fractura.
—Gracias
Christian prepara la receta, sus visitas son muy seguidas y es
preocupante.
—Que vayan a la farmacia por estas cosas. Elaine te lo digo de todo
corazón, trata de alejarte de estos primates, pasas siempre lastimada.

Ignacio viene entrando, se ve molesto, toma a Christian de la camisa y


lo saca fuera de la casa. Poco después entra frotándose los nudillos y
Christian con el labio roto. Pero no hay enojo en sus rostros, hay
complicidad —Por Dios, son como bebes —Tenía que validar mi punto, no
puede estar arrojando la mierda sobre mí y el peligro que pasas a mi lado.
No he de negar que tu vida se ha puesto algo intensa. Me parece que en San
José estabas como aislada del mundo.
Ya has dejado en claro que quieres estar soltera así que ahora he de
ayudarte a que los necios te dejen en paz y dejen de ponerte en mi contra.

Doña María entra con más café, mira la cara del médico y levanta una
ceja.
—Déjenme a solas con Elaine, por favor. —pide Andrés—

Christian sale de la sala, Ignacio la besa en la sien y se va.


—No sé cómo empezar a disculparme, debí ser honesto desde el inicio
sobre ella y su locura. Y es que Nacho ha estado tan solo tanto tiempo que
el saber sobre su interés en ti, afectó a Diana —Si somos amigos, creo que
él mismo ya lo ha comprendido.
—Quiere decir que estás soltera y aunque eso deja a Ignacio libre
oficialmente, para mi hermana representas una amenaza.
—Lamento esto pues me imagino que ella estaba bien.
—Nunca ha estado bien, Elaine. Es triste y es duro. Nuestros padres
murieron cuando tenía 18 y me hice cargo de ella y el rancho.
—Vayamos a caminar, Dios sabe cuánto necesito sacar esta tensión.
—Podríamos tener una sesión de sexo desenfrenado.

Elaine ríe mucho y hace como si se limpiara las lágrimas.


—Eres un ligón.
Ignacio entra a la sala y se le queda mirando.

—Me parece que nunca acabaran de caerte encima los moscardones.


—Este pueblo está lleno de ligones.
—Huyamos Elaine, dejemos a ese cascarrabias solo en su miseria. —
Los tres ríen y salen de la casa. Ignacio va hacia las caballerizas y ellos dos
hacia los pastizales.
—Es que este Nacho es demasiado dominante y tú un don Juan.
—De veras te lo digo, si estás soltera déjame cortejarte. Nacho necesita
saber que debe luchar por la limpia y no vivir repartiendo golpes.
—Pero si ha dicho que comprende mi punto de vista y que no insistirá.
—¿Estamos hablando del mismo Nacho?
—De acuerdo. Cuéntame de tu música favorita.
—Me voy a lo clásico, Inconsciente Colectivo, Evolución, Gandhi.
Suite doble, los amaba. Tenía una amiga que vivía en el mismo barrio que
ellos y me iba a su casa para escucharles ensayar.
—Comida favorita.
—Lasaña, odio el sushi.
—Nooo, has herido mi corazón.

Caminan un poco, ella se detiene a tomar aire.


—¿Estás bien?
—Estoy cansada.
—Volvamos entonces.

Ignacio acompaña a Elaine al cuarto mientras que Andrés le espera en la


sala. Al regresar le encara viéndose molesto —¿A qué juegas?
—La vas a cagar. Vas a lograr que te tenga miedo.
—¡Eso no es cierto! sé lo que hago. No me entiendes.
—Soy quien más puede entenderte, pero te ves ansioso, le haces sentir
insegura pues así te ves. Relájate y que ella vea al Nacho que todos
conocemos. Pero no puedes decirle que te retiras y que dejarás de insistir y
luego hacer escenas de celos, te ves como más inestable de lo que ya eres
—Ella me hace sentir mucho. Pierdo el control. Con ella me vuelvo en
exceso protector y rayo en la locura. Por eso es que he decidido apartarme,
aunque se me parta el corazón, lo hago por ella. Eso no quiere decir que
vaya a dejar de cuidarla.
—Deja de actuar como el novio celoso entonces. ¿Me encaras
reclamando que algo intento, pero decides apartarte? Es confuso.
—He pensado en meterme a luchar.
—Estás loco, de adolescente te iba bien, pero...
—No a nivel profesional, pero me ayudaría a sacar toda esta ira que
tengo.
—Por el momento mejor quédate tranquilo, si Elaine te ve golpeando a
alguien acabará por irse.

Doña María les interrumpe, el Jefe de Policía está ahí.


—Buenas caballeros. con la muerte del oficial no se acaba todo. Las
huellas y evidencia no ubican al oficial en la escena del crimen de la
anciana y su esposo hace unos días, sin embargo, una prueba contundente
podría darnos el fin a este homicidio. Este tipo confeso que casi mata a
Elaine.
—Encontramos en la escena del crimen un papel con sangre, debemos
tomar una muestra de su sangre.
—Es imposible si no estuve ahí.
—De ser así no veo ninguna razón por la cual no vaya a cooperar a buen
término. Un técnico del laboratorio les espera mañana. Los peligros siguen
y dispararon contra la casa de Elaine, alguien la quiere muerta y no pienso
permitirlo. Le sugiero no abandone la ciudad.
Epilogo
Los problemas están lejos de acabar. Con Ignacio como sospechoso
principal, José no parece muy interesado en buscar más sospechosos.

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